Perú: sonido ancestral y la historia de un doble descubrimiento

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 PERU, sonido ancestral y la historia de un doble descubrimiento Victor Falcón Huayta Artículo originalmente publicado en DOMINE CULTURAL (2005). Año 1, Nº 5, pp. 2, 3. Buenos Aires, Argentina.

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 PERU, sonido ancestral

y la historia de un dobledescubrimiento

Victor Falcón HuaytaArtículo originalmente publicado en DOMINE CULTURAL (2005). Año 1, Nº 5, pp. 2, 3.

Buenos Aires, Argentina.

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Un valle de la costaA unos 405 Km. al norte de la ciudad de Lima se encuentra un típico valle

de la árida costa peruana, Nepeña. Verde únicamente en el espacio que las aguasde su caudaloso río humedece y la inteligencia del hombre ha empujado sobre eldesierto desde hace unos cuatro mil años. Límite temporal en el cual laarqueología indica evidencias de la edificación de monumentales santuarios y lagestación de la sofisticada imaginería inspirada en felinos, serpientes y avespoderosas, símbolos principales del panteón mítico andino de todos los tiempos.La región de la costa norcentral del Perú fue escenario de un proceso social quegerminó en esta parte de América y que desembocaría en la constitución de unode los centros originarios de civilización en el mundo.

A principios del siglo XX las tierras fértiles de Nepeña estaban

monopolizadas por haciendas (fincas) en manos de terratenientes o consorciosextranjeros que se dedicaban al cultivo intensivo y extensivo de caña de azúcar,producto que era conducido por ferrocarriles cuyo circuito terminaba en los puertosdel Pacífico, en donde se embarcaban para el comercio.

FOTO 1. El templo de Punkurí, tal y como lo viera Julio C. Tello en 1933.(Foto: Archivo del Museo Nacional del Perú).

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Como muchas de las “huacas”1 de la costa peruana, Punkurí aparentabaser un pequeño montículo de tierra enclavado en medio de los campos de caña deazúcar de la hacienda San Jacinto a cargo del inquieto y curioso John B. Harrison,un administrador que se dedicaba a fotografiar los hallazgos ocultos queresultaban del destrozo de las huacas de los “gentiles” (precolombinas) con las

que se topaba cuando abría canales de riego o tendía vías férreas.

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La búsqueda de un tesoroUna mañana de 1929 Harrison y sus peones decidieron partir en dos a

Punkurí atravesándolo con una zanja por su parte más elevada. Prontodescubrieron paredes, cuartos y escalinatas que entusiasmaban a losprofanadores. Sin embargo, el hallazgo más impresionante fue el descubrimientode una enorme y colorida escultura de un felino que mostraba amenazantesfauces y garras, justo en medio de la gran escalinata central del templo, comoresguardando la cúspide de la pirámide o lo que se encontraba en ella.

Poco duró la impresión que esta hermosa escultura debió causar entre losrudos peones ya que estuvieron a punto de destrozar la cabeza de la escultura debarro, pero la oportuna intervención de Harrison evitó el despropósito. La dura ytenaz resistencia que opusieron los rellenos de las plataformas del templo y laausencia de tesoros o tumbas los hicieron desistir en su búsqueda y volvieron acubrir los hoyos cavados.

FOTO 2. El felino de Punkurí durante las excavaciones de Tello.(Foto: Archivo del Museo Nacional del Perú).

1Huaca o Waka es palabra quechua que denota lugar u objeto sagrado.

2La intensa actividad agrícola en la costa del Perú ha sido una de las principales causantes de la

destrucción de importantes centros arqueológicos. Este fenómeno continúa aún hoy y en valles tancercanos a Lima como Chancay, inmediatamente al norte de la capital. 

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 Las inquietudes de Julio C. Tello

Julio C. Tello nació en Huarochirí3 en 1880. Enviado a Lima, se graduó demédico en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos siendo uno de los másdestacados entre los de su generación. Becado, viaja a Norteamérica y realiza

estudios de postgrado doctorándose en Ciencias Antropológicas en la Universidadde Harvard en 1911. A su retorno al país lleva a cabo una intensa actividad en elcampo de la arqueología cuyos logros lo han erigido como el arqueólogoparadigmático del Perú.

¿Cómo se cruzan los caminos del administrador de hacienda y elarqueólogo peruano más destacado de su época?. En 1928 Harrison descubre untemplo profusamente decorado de relieves policromos de barro en los mismosterrenos de la hacienda San Jacinto, este santuario se llama Cerro Blanco. Losfotografía extensamente y guarda las vistas en un álbum, seguramente como partede su hobby. Harrison, además, reporta el hallazgo a los propietarios de lahacienda, la empresa británica W. & J. Lockett que, a su vez, comunican delhecho a Tello. Este evalúa el aviso y decide ignorarlo pues suponía que el sitioarqueológico era de la cultura Moche (Daggett, 1987). Por entonces, Tello seencontraba interesado en la búsqueda de testimonios de la cultura quedescubriera y que postulara como “matriz de la civilización peruana”: Chavín. Encircunstancias en que acepta una nueva invitación a visitar el valle de Nepeña sele muestra al álbum de Harrison en donde, sorprendido, Tello reconoce laiconografía de los murales de Cerro Blanco como “Chavín” (Ibid.). El arqueólogono olvidaría este dato y sólo faltaba la ocasión o el pretexto para volver y aplicarsu oficio, obedeciendo a sus intuiciones y afanes.

En 1933 Tello se encuentra nuevamente en Nepeña y esta vez excava enCerro Blanco y Punkurí casi al mismo tiempo. Un martes 19 de septiembre Tellose encontraba otra vez frente al poderoso y colorido felino que Harrison habíadescubierto cuatro años antes. Limpia los hoyos dejados por los primerosexcavadores y su intuición de arqueólogo consumado le dice que profundice unoque se encontraba justo al pie de la escultura. No pasaría mucho tiempo para queesta corazonada tenga su confirmación cuando uno de sus peones siente el ruidocasi metálico de su lampa al chocar con un objeto de piedra.

La prudencia de Tello en cuestiones de hallazgos le dice que debe cuidarsehasta de sus trabajadores y ordena tapar nuevamente lo que aún no había visto ydejarlo para la jornada del día siguiente. Coloca un guardián que se quedaría adormir toda la noche junto a la posible tumba asegurándose de evitar “huaqueos”o robos. Los días subsiguientes fueron de una intensa excitación para elarqueólogo que comenzaba a desenterrar los objetos que pensó eran las ofrendasde la primera tumba “Chavín” que excavaba. Estos consistían de un bello morteroy un moledor de piedra decorados con diseños estilizados ejecutados con finas yprecisas incisiones del más “puro” estilo Chavín. Un poco más abajo Tello se dio

3Provincia de la sierra del Departamento de Lima.

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con un objeto de concha, un enorme molusco marino que cubría el cuerpo de unamujer sacrificada en medio de un pasaje profusamente decorado de relievespolicromos en las paredes (Bischof, 1994).

FOTO 3. Julio C. Tello frente al entierro-ofrenda. Nótese la conchilla de S.galeatus sobre el cadáver.

(Foto: Archivo del Museo Nacional del Perú).

Otros objetos y ofrendas fueron desenterrados como parte del entierro-ofrenda que los constructores del templo habían ofrecido a sus deidades para

asegurar su favor y el bienestar de la comunidad. Conchas de Spondylus princeps  y Scutalus proteus , miles de cuentas de turquesas, restos de cuyes y aves, etc.

Luego de que los sucesos fueran informados y la prensa hiciera eco de lossensacionales hallazgos, los mismos que incluso motivaron la visita de unacomitiva oficial por parte del gobierno, Punkurí y Cerro Blanco cayeron en unolvido similar al que, ocultos por la arena, habían mantenido por miles de años.Aunque varios investigadores habían indagado sobre las actividades de Tello en

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El entusiasmo de un grupo de colaboradores en el estudio y posibilidadesde investigación de los materiales arqueológicos malacológicos (moluscos) noshizo abordar el tema de los grandes gasterópodos marinos y su contexto enhallazgos arqueológicos conocidos hasta la fecha. Recorrimos ambientes quealmacenaban este tipo de restos en el Museo Nacional del Perú, reconociendo

diversos especímenes entre los cuales se encontraba una huayllaquepa  deStrombus galeatus malamente rota y que mostraba el diseño incompleto de unamano algo estilizada. La belleza de la pieza y el diseño que la adornaba nosindicaron inmediatamente su importancia. La única referencia que figuraba en losregistros del museo era su procedencia: valle de Nepeña. 

Las publicaciones son indispensables para el desarrollo de cualquierciencia. Los afanes editoriales de los colegas del primer mundo pueden dar fe deello. Auxilian y asisten en temas y propósitos impensados para sus autores y unapublicación de un antiguo texto de Rafael Larco Hoyle (2001 [1938]) vino ennuestra ayuda. Larco había publicado la foto de un extraordinario hallazgorealizado en Punkurí, tomada en circunstancias en que Tello lo había invitado apresenciar su excavación.

Lo demás fue una sucesión de búsquedas y hallazgos excitantes, esta vezen los archivos del Museo Nacional del Perú y de la Universidad Nacional Mayorde San Marcos, instituciones en las cuales Tello se desempeñó durante sucarrera. El fruto de esta búsqueda se encuentra pronto a ser publicado por lo queno detallaremos los pormenores y la secuencia reconstruida del entierro-ofrendade Punkurí (Falcón, 2009; Falcón et al. 2005). Sólo diremos que la huayllaquepa  es el único objeto recuperado del hallazgo de Tello y felizmente contextualizado, loque multiplica su valor para la reconstrucción de un sacrificio sucedido durante laedificación del templo de Punkurí hace unos cuatro mil años.

Sonido ancestralHuayllaquepa es voz quechua que denota una trompeta de molusco marino,

conocidas también como pututos  o “trompetas naturales”. Las especies que suelenusarse para confeccionar este tipo de instrumentos musicales en los AndesCentrales son los gaterópodos:4 Strombus galeatus , Strombus peruvianus , Malea ringens , entre otras. Todas ellas de los mares cálidos que se extienden desde elextremo norte del Perú a través de las costas de Ecuador y Colombia, llegandohasta México.

Entre las especies mencionadas, el molusco marino de mayor tamaño ydensidad es el S. galeatus por lo que el sonido de las trompetas confeccionadasde éste es más potente y grave. Una trompeta de S. galeatus puede llegar a pesarcasi dos kilos. En soplo libre la huayllaquepa de Punkurí –ya restaurada – produceun Do #. Puede admitir una variante de hasta un medio tono en el registro

4Moluscos de una sola valva o conchilla que, en estos casos, giran sobre un eje central o

columela.

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introduciendo la mano por el estoma, lográndose un Do natural. Hasta ahora, estahuayllaquepa redescubierta y restaurada en el Museo Nacional del Perú es la másantigua de su tipo en los Andes Centrales y seguramente una de las trompetas decaracol marino más antigua de América. Fue un instrumento de convocatoria yaviso antes que de posibilidades musicales. Su sonido iría acorde con la

solemnidad y, a veces, aterradores acontecimientos que se llevaban a cabo en lostemplos a vista de asombrados feligreses que acudían a las ceremoniasesperando propiciar a sus dioses.

FOTO 5. Huayllaquepa de Punkurí tañida luego de su restauración. (Foto: V.F.H.).

Victor Falcón Huayta

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Bibliografía

Bischof, Henning (1994). “Toward the definition of pre-and early Chavín art stylesin Peru”. Andean Past. N°4, pp.169-228. Ithaca.

Daggett, Richard E. (1987).”Reconstructing the evidence for Cerro Blanco andPunkuri”. Andean Past. N° 1, Vol. 1: 111-132. Appendix: 133-163. CornellUniversity.

Falcón Huayta, Victor (2009). “Reconstruction of the burial offering at Punkurí inthe Nepeña Valley of Peru’s North-Central Coast”. Andean Past, N° 9: 109-129.Cornell University, EE.UU.

Falcón Huayta, Victor, Rosa Martínez Navarro y Milano Trejo Huayta (2005). “LaHuayllaquepa de Punkurí. Costa Nor-Central del Perú”. Anales del Museo deAmérica, N° 13, pp. 53-74. Madrid.

Larco Hoyle, Rafael (2001) [1938]. Los Mochicas . Tomo I. Museo ArqueológicoRafael Larco Herrera. Fundación Telefónica. Lima.