Pierre Amoyal, violín (Francia)

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El violinista francés Pierre Amoyal es bien conocido por los amantes de la música. Dueño del famoso violín ‘Kochanski’ de Stradivarius, un instrumento de 1717, ha tocado con grandes directores y orquestas, como la Sinfónica de la BBC, la Orquesta Hallé de Manchester y la Filarmónica de Berlín, en las salas de conciertos más prestigiosas del mundo.

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YAL PIERRE AMOYAL, violín

Entre los violinistas de su generación, Pierre Amoyal es uno de los más brillantes. Inició sus estudios musicales a muy temprana edad, recibiendo el Primer Premio del Conservatorio Nacional Superior de Música de París con tan solo doce años. A los diecisiete viajó a Los Ángeles para estudiar con Jascha Heifetz por un período de cinco años, tiempo durante el cual disfrutó del privilegio de interpretar música de

cámara en concierto y en grabación junto al propio Heifetz y al reconocido violonchelista Gregor Piatigorsky.

Desde entonces, Amoyal ha sido invitado a tocar junto a las orquestas más importantes del mundo. Se presenta regularmente bajo la batuta de varios de los directores más importantes de nuestro tiempo: Pierre Boulez, Seiji Ozawa, Charles Dutoit, Eliahu Inbal, Stanislaw Skrowaczewski, Günther Herbig, Georges Prêtre, Gennadi Rozhdestvensky, Kurt Sanderling, Simon Rattle, Rafael Frühbeck de Burgos y Myung-Whun Chung. Recientemente estrenó en Alemania el Concierto para violín de Dutilleux junto a la Filarmónica de Berlín bajo la dirección de Lorin Maazel.

Esta temporada se presentará junto a varias orquestas y ofrecerá recitales en Salzburgo, Japón, Finlandia, Rusia, Alemania, Bélgica, Serbia, Bosnia, Francia y Suiza. Será también miembro del jurado en el Concurso Internacional Reina Isabel, en mayo próximo; dictará clases magistrales en Japón y Alemania, y también en la Academia de Verano Mozarteum en Salzburgo (Austria), en la Academia de Verano de Lausana (Suiza) y en el String Seminar de la Toho Gakuen School of Music en Tokio (Japón).

Junto el Haute École de Musique de Lausana, fundó en 2002 la Camerata Lausanne, un grupo constituido por catorce músicos jóvenes de diferentes partes del mundo, que durante esta temporada ofrecerá numerosos conciertos en Bélgica, Rusia y Suiza, como parte de los eventos programados en torno a la celebración de sus diez años de existencia. Entre sus proyectos alternos, la camerata realizó una producción discográfica del Octeto de Mendelssohn, los conciertos para violín de Bach y dos obras de Tchaikovsky, Serenade y Souvenir de Florencia. Próximamente grabarán obras de Mozart, concluirán la creación conjunta de música y danza en colaboración con Philippe Saire para la Ópera de Lausana, y trabajarán en diferentes proyectos arísticos con la agrupación rusa Virtuosos de Moscú.

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Ha realizado numerosas grabaciones para el sello Decca, que incluyen obras de Fauré (con Pascal Rogé), Chausson, Franck (incluyendo el Cuarteto de Ysaÿe, también con Rogé), así como conciertos de Dutilleux, Saint-Saëns y Respighi (Concerto gregoriano, con la Orquesta Nacional de Francia y Charles Dutoit). Sus trabajos discográficos más recientes para el sello Harmonia Mundi incluyen las tres sonatas de Grieg y las sonatas para violín de Brahms, todas con Frederic Chiu al piano, mientras que junto a Friedemann Layer grabó el Concierto para violín de René Koering.

Amoyal es también un docente apasionado. Fue nombrado profesor en el Conservatorio Nacional de París a muy temprana edad y en la actualidad es docente del Haute École de Musique de Lausana. Codirige con Bruno Canino la Academia de Música de Verano de Lausana, reconocida entidad que fundó con Alexis Weissenberg y que está dedicada exclusivamente el repertorio para violín y piano.

En 1985 fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras de Francia, y en 1995 fue promovido al rango de Caballero de la Orden Nacional del Mérito. En 2002 recibió el Prix du Rayonnement Française, de la Fundación Vaudoise para la Creación Artística, y en 2006, le fue otorgado el Premio de la ciudad de Lausana.

Pierre Amoyal toca uno de los violines más célebres del planeta, el Kochansky Stradivarius de 1717, el cual fue milagrosamente recuperado en Italia en 1991, luego de haber sido robado en 1987.

Este concierto cuenta con el apoyo de

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ELIZAVETHA TOULIANKINA, pianoElizavetha Touliankina nació en Moscú en 1985. Comenzó a tocar piano a los cuatro años con su abuela, F. Benenson (actualmente profesora de la escuela de música de Echternach), quien fue su profesora principal por 15 años. A los 16 años, obtuvo la medalla de oro en el conservatorio de Nancy, tomó cursos en el conservatorio de Luxemburgo, y continuó sus estudios

superiores en los conservatorios de Ginebra y Berna, donde obtuvo la maestría como concertista en 2007. En 2010 obtuvo el diploma superior de acompañamiento en el conservatorio de Luxemburgo, y posteriormente ingresó al conservatorio de Basilea para cursar el plan de estudios de solista. Actualmente se encuentra cursando la maestría en acompañamiento en el Conservatorio de Lausana.

Touliankina ha ganado varios concursos internacionales, entre ellos el concurso Bach, el concurso Musical de Francia, el concurso Kaufmann, y el concurso de Música de Cámara Pro-Crescendo. Ha sido invitada a tocar como solista con varias orquestas, entre ellas la Orquesta de San Martín en los Campos y la orquesta LEstro Armonico en Esch-sur-Alzette (Luxemburgo).

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CONCIERTO No. 11

EDVARD GRIEG (1843-1907)

SERGEI PROKOFIEV (1891-1953)

CÉSAR FRANCK (1822-1890)

Sonata para violín y piano No. 3 en do menor, Op. 45

Allegro molto e appasionatoAllegretto espressivo alla Romanza

Allegro animato

Cinco melodías, Op. 35 bisAndante

Lento, ma non troppoAnimato, ma non allegro

Allegretto leggero e scherzandoAndanto nono troppo

Sonata para violín y piano en la mayor

Allegro ben moderatoAllegro molto

Recitativo-FantasíaAllegretto poco mosso

PROGRAMA

INTERMEDIO

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NOTAS AL PROGRAMA

A diferencia de instrumentos como la flauta o el piano, el violín es un instrumento que no ha tenido cambios relevantes en su arquitectura desde hace unos 500 años. Al parecer el primer violín, tal como lo conocemos hoy, fue construido por el italiano Gaspero Saló, comenzando el siglo XVII. Poco después fue perfeccionado por los famosos constructores italianos Amati, Guarnieri y Stradivari, cuyos instrumentos siguen siendo reconocidos como los más perfectos. La riqueza tímbrica, las posibilidades técnicas y expresivas del violín en la música de cámara, en el concierto, así como en la música orquestal, lo convierte en uno de los preferidos por los compositores más distantes en el tiempo, la geografía y el estilo. Esta noche, Pierre Amoyal nos propone tres obras para violín y piano, dos de las cuales -la de Grieg y la de Franck- fueron compuestas casi en el mismo momento (1887 y 1886, respectivamente) y una de Prokofiev -creada casi cuarenta años más tarde- que nos permiten apreciar las diversas posibilidades técnicas y expresivas de este instrumento.

EDVARD GRIEG (1843-1907)Sonata para violín y piano No. 3 en do menor, Op.45

El concepto de Nacionalismo en la música corresponde a un movimiento que surgió en Europa a mediados del siglo XIX como parte del pensamiento del Romanticismo. Este movimiento buscaba despertar la conciencia de las tradiciones nacionales a través de las tonadas populares, los bailes e incluso los eventos importantes de la historia de cada país. Fue así como Chopin, en Polonia; Mussorgsky y Borodin, en Rusia; Dvořák, en lo que es hoy la República Checa; Bartók, en Hungría y Sibelius en Finlandia, crearon un lenguaje propio a partir de sus raíces populares.

El principal compositor nacionalista noruego fue Edvard Grieg. Después de culminar su formación musical en Leipzig, regresó a Noruega. Allí estuvo influenciado por los compositores Ole Bull y Rikard Nordraak quienes de algún modo, le mostraron el camino a seguir. El escritor noruego Henrik Ibsen trabajó con Grieg, en varias oportunidades, una de ellas, en la creación de la música incidental para el poema dramático Peer Gynt. Dentro del legado pianístico de Grieg, el Concierto para piano en la menor es tal vez su obra más popular, siendo frecuentemente interpretada en las salas de concierto en todo el mundo. Sus Piezas líricas, breves obras para piano llenas de dulzura y nostalgia le hicieron ganar el sobrenombre de “El Chopin del Norte”. En el repertorio vocal cabe destacar 150 canciones, pequeñas joyas del repertorio que frecuentemente describen paisajes e historias cotidianas de Noruega, aunque también utilizan textos de reconocidos escritores como Heine, Goethe, Ibsen, Andersen o Kipling. Todas

Por Carolina Conti

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sus canciones fueron concebidas para ser interpretadas por su esposa Nina Hagerup.

Aunque exploró con éxito la música sinfónica y el repertorio para piano, la música de cámara no era un género en el que Grieg desplegara fácilmente sus ideas temáticas. Su Sonata para violín y piano, No. 1, Op. 8 fue escrita en Dinamarca en 1865, cuando Grieg apenas estaba perfilando el camino del Nacionalismo que quería seguir. La segunda sonata, la Op. 13, data de 1867 y está dedicada al compositor Johan Svendsen, quien inspiró a Grieg a través de su obra a incursionar en el género sinfónico. La tercera de ellas, la Sonata para violín y piano, No. 3 en do menor, Op. 45, que escucharemos esta noche, fue compuesta en 1887. En ese mismo año se estrenó en Leipzig, con Adolf Brodsky (a quien Tchaikovsky dedicara su concierto para violín) y el propio Grieg al piano.

Desde entonces la obra se hizo popular en toda Europa. Los tres movimientos que la conforman, Allegro molto e appasionato, Allegretto espressivo alla Romanza y Allegro animato nos presentan contrastes de tempo, y en todos se puede percibir ese elemento popular que tanto interesaba al compositor noruego, sobre todo en las melodías y los ritmos, aunque también está presente el estilo del Romanticismo en la manera como utiliza la armonía.

SERGEI PROKOFIEV (1891-1953)Cinco melodías, Op. 35 bis

Como moderno y sorprendente puede definirse aún hoy el estilo del compositor y pianista ruso Sergei Prokofiev. Dotado precozmente de un excepcional genio para el piano y la composición, recibió las primeras lecciones de su madre. A a los cinco años empezó a crear pequeñas piezas; a los nueve terminó su primera ópera, y a los trece ingresó en el Conservatorio de San Petersburgo. Allí estudió con Nicolai Rimsky-Korsakov, destacándose notoriamente en las áreas de composición y piano. Ya, desde entonces, mostraba su interés por la experimentación.

En 1914, para su concurso de graduación, presentó su Concierto para piano No. 1. Alexander Glazunov director del conservatorio en ese entonces, abandonó el recinto con las manos tapándose los oídos sorprendido por lo atrevido del lenguaje musical del joven Prokofiev. Sin embargo, el jurado le otorgó el primer premio. Tres años más tarde presentaría su primera obra sinfónica, la Sinfonía Clásica, Op. 25 que muestra su otra faceta, como bien lo indica el nombre de la obra. Aunque ya era reconocido como un compositor moderno, Prokofiev sentía una profunda admiración por el rigor y el sentido de la forma, propios del Clasicismo. Lo moderno y lo clásico son elementos presentes en toda su obra.

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Durante los últimos años de la Rusia zarista, Prokofiev se estableció como un compositor intencionalmente fuera de lo convencional. Aún así contribuyó de manera notable en géneros como la sinfonía, el concierto y la sonata para piano. En 1918, tras el triunfo de la Revolución, abandonó Rusia y se estableció en los Estados Unidos. Sin embargo, pero allí el público no supo comprender el modernismo de sus composiciones. Dos años más tarde, se trasladó a París donde realizó proyectos en conjunto con el ballet ruso de Sergei Diaghilev. Allí estrenó con éxito muchas de sus obras más importantes como sus conciertos para piano, los ballets El bufón, El amor por tres naranjas, El hijo pródigo, El ángel de fuego, Romeo y Julieta y El paso de acero, y la Sinfonía No. 2.

En 1933, cuando las hostilidades oficiales parecían haber cesado, Prokofiev volvió a la Unión Soviética. No se le permitió salir del país nunca más, y se convirtió en otro compositor oficial a las órdenes del régimen, siguiendo, por supuesto, los principios estéticos impuestos por la llamada Unión de compositores que se ensañó particularmente con la vigilancia sobre Prokofiev y Shostakovich, para evitar sus “tendencias formalistas”. Adaptándose a las circunstancias, Prokofiev compuso Pedro y el lobo, y la cantata Alexander Nevsky. Además compuso su primera ópera soviética, Semyon Kotko, basada en la novela Soy el hijo del pueblo trabajador, de Katayev. Está última sería producida y dirigida por Vsèvolod Meyerhold. Antes de su estreno en junio de 1939, Meyerhold fue arrestado por la Policía Secreta de Stalin siendo ejecutado meses más tarde.

Poco tiempo después del arresto, Prokofiev fue “invitado” a componer una obra para la celebración del cumpleaños número 60 de Stalin. Posteriormente, con la invasión alemana a Rusia, en 1941, vendrían sus Sonatas para piano No. 6, 7 y 8 (conocidas como Sonatas de guerra), la ópera Guerra y Paz basada en la novela de Tolstoi, el ballet La Cenicienta y la Sinfonía No. 5, entre otras. En 1946, enfermo, se retiró al campo donde continuó componiendo con dificultad. En esos últimos años escribió la Sonata para chelo en do mayor, Op. 119, para Mstislav Rostropovich, quien contaba entonces con 22 años de edad. La última aparición en público, de un ya deteriorado Prokofiev, fue para el estreno de su Sinfonía No. 7, con la cual recibió el Premio Stalin. Poco después falleció -el mismo día que Stalin- cuando se iniciaban los ensayos para el estreno de su ballet La flor de piedra.

El talento de Prokofiev para crear melodías que permitieran una traducción plástica es evidente, no solo en sus ballets y sus obras sinfónicas sino también en su música de cámara. En su repertorio para violín y piano se destacan la Sonata No. 1 en fa menor, Op. 80, la Sonata No. 2 en re mayor, Op. 94 y las Cinco melodías, Op. 35 bis. Estas últimas datan de 1925 y son una transcripción de las Cinco canciones sin palabras, Op. 35 compuestas en 1920 para la soprano Nina Koshits durante una de las extensas estadías de

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Prokofiev en los Estados Unidos. Las dos primeras melodías en tiempos lentos, andante y lento, ma non troppo, están seguidas de otras dos un poco más vivas, animato, ma non allegro y allegretto leggero e scherzando, para terminar volviendo al tiempo del inicio, con un andante non troppo. Una sensación de misterio y meditación está presente a lo largo de todas las melodías.

CÉSAR FRANCK (1822-1890)Sonata para violín y piano en la mayor

Una de las principales figuras de la música Romántica es César Franck. Aunque nació en Bélgica, fue uno de los líderes de la música francesa de la segunda mitad del siglo XIX, sobre la cual ejerció una influencia notable. Desde muy joven, dio muestras de su talento musical como intérprete del piano, y pronto incursionó en la composición con el oratorio bíblico Ruth. Notable fue su virtuosismo en la improvisación e interpretación del órgano. La práctica litúrgica requería la habilidad de convertir el canto llano en música para órgano que fuera interpretada entre los textos cantados o hablados del servicio, y en esto Franck era todo un maestro. Gracias a esto, en 1858 fue nombrado organista de la Iglesia de Santa Clotilde, que tenía en ese entonces el mejor órgano de París, construido por Aristide Cavaillé-Coll.

El vínculo con la Iglesia de Santa Clotilde lo mantendría toda su vida y allí surgirían algunas composiciones vocales como la Misa a tres voces, de la cual hace parte el popular motete Panis angelicus, y, por supuesto, composiciones para órgano como las Seis piezas para órgano que se consideran su principal contribución al repertorio francés para el instrumento. En 1872 -a los cincuenta años de edad-, fue nombrado profesor de órgano del Conservatorio de París, momento en que comenzó su etapa más importante como compositor y pedagogo. Entre sus discípulos y seguidores de sus doctrinas se contaban Henri Duparc, Arthur Coquard, Alexis de Castillon, Ernest Chausson, Charles Bordes y Vincent d’Indy, quienes lo admiraban y respetaban al punto de llamarlo Pater seraphicus o Pater angelicus. Bajo el influjo del maestro, Bordes y d’Indy, junto con otro de sus discípulos, Felix Alexander Guilmant, fundaron la prestigiosa Schola Cantorum, de la cual saldrían algunos de los compositores más importantes de la música francesa de finales del siglo XIX y comienzos del XX.

Franck era un hombre que no ambicionaba la riqueza ni la fama, como muchos de sus contemporáneos, sino más bien prefería dedicar su vida entera a la música, de manera discreta y sistemática como profesor, organista y compositor. La mayor parte del día la dedicaba a dar lecciones; dos horas las consagraba estrictamente a ‘pensar’ -componer, leer buena literatura y estudiar cuidadosamente las obras de los grandes maestros. Sus amigos lo definían como un hombre humilde, simple, reverente e industrioso.

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Su alumno, el compositor y organista Louis Vierné escribió que Franck siempre estaba preocupado por la dignidad de su arte y por la nobleza de su misión. Su reconocimiento como compositor se debe principalmente a las obras que escribió en la última etapa de su vida, entre ellas la Sinfonía en re menor, el poema sinfónico El cazador maldito, las Variaciones sinfónicas y el Cuarteto en re mayor, una de las pocas obras con las que Franck logró cierto éxito en vida. Dentro del repertorio para órgano, sus Tres corales, de 1890, son consideradas obras maestras del repertorio.

Su música, de melodías y armonías personalísimas, es marcadamente romántica. Cuando tenía 63 años de edad compuso una de sus obras más celebradas, la Sonata para violín y piano en la mayor, una obra profundamente emocional, pero, aún así, clásica en su construcción. En esta pieza se percibe la tendencia del compositor a utilizar la forma cíclica en la que ciertas ideas o temas están presentes a lo largo de los cuatro movimientos y que, a pesar de presentar algunas variaciones, se pueden identificar fácilmente. La Sonata en la mayor, una de las banderas de la música francesa, fue el regalo de bodas de Franck a su amigo, el violinista Eugène Ysaÿe, quien la estrenó en el Círculo Artístico de Bruselas el 16 de diciembre de 1886, dándola a conocer posteriormente por todo el mundo al incluirla en su repertorio de concierto.

Los conciertos realizados en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango están autorizados por la Dirección Administrativa de la Secretaría de Gobierno de Bogotá, mediante la Resolución 027

del 10 de febrero de 2012

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