Plan Colombia: militarización de la vida civil y procesos de resistencia
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PLAN COLOMBIA MILITARIZACIÓN DE LA VIDA CÍVIL
Y PROCESOS DE RESISTENCIA
Asociación Para la Investigación y Acción Social NOMADESC
Plan Colombia: Militarización de la vida civil y procesos de resistencia
Investigación:
David Erazo Directora:
Berenice Celeyta A
Asociación para la Investigación y Acción Social Nomadesc http://nomadescinvestigacion.blogspot.com/
www.nomadesc.blogspot.com [email protected]
Cali, Colombia.
Con el apoyo de:
Copyleft
El contenido de esta publicación es resultado de un
proceso colectivo, convencido de la libre circulación de
conocimiento y realizado con las comunidades. Puede
ser reproducido por cualquier medio sin autorización previa de los y las autoras. Por favor, citar la fuente.
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
CAPITULO I: ¿DESDE DONDE HABLAN LAS VOCES DE LOS IMPACTOS DEL PLAN COLOMBIA?
CAPITULO II: ¿EN DONDE NOS UBICAMOS?
CAPITULO III: CENTRO DEL VALLE DEL CAUCA: Narcotráfico + militarización = paz, una ecuación engañosa.
CAPITULO IV: BUENAVENTURA Y PLAN COLOMBIA:
Una violencia que atenta contra la identidad
CAPITULO V: CALI, JUVENTUD Y PLAN COLOMBIA:
La legitimación de una voluntad colectiva neoliberal.
CONCLUSIONES – DE VUELTA AL PUNTO DE PARTIDA
Introducción
Hoy no sabemos cuál es más entretenida: si la ficción-acción del
celuloide norteamericano o nuestra realidad nacional. Ese cine
hollywodense que invierte millones de dólares en Rambos y
Schwarzeneggers, para mantener vigente a toda costa y todo costo -
incluso el de la condición humana-, el “sueño norteamericano”, ese
que predica la libertad, la democracia y el progreso; y para ello se
valen de toda suerte de acciones heroicas llenas de dolor y
sufrimiento, que los convierten en épicos héroes para la generación
de la hamburguesa, la Coca-Cola y la comunicación digital, gracias
al alucinante repertorio de industria bélica que manejan, repleta de
armas súper potentes, devastadoras formulas químicas e ingeniosas
estrategias de espionaje y contraespionaje, con los cuales resuelven
a su favor la díada buenos/malos, donde desde luego el “bien” se
impone.
Hoy nuestra realidad regional y nacional advierte un
comportamiento de película, llena de bombardeos, Rambos criollos y
acciones heroicas –la mayoría violentas- entre “los buenos”, las
fuerzas oficialistas y para-oficialistas del Estado, y “los malos”, esos
bandidos que son todos aquellos que tengan un pensamiento
divergente a la línea del poder regente o generen acciones
autónomas en la defensa de sus territorios, su cultura o su
condición humana. Solo basta con ver muchos de los noticieros –
especialmente de los canales privados-, escuchar los informes de los
comandantes de la policía, las F.F.A.A. e incluso ver los comerciales
en que los soldados, “los hijos de la patria”, están dispuestos a dar
la vida por la democracia más antigua de América Latina.
Efectivamente resulta muy entretenido este contexto nacional, no
porque cause agrado ver el escenario de guerra y confrontación, de
exclusión y marginación, de atropello y negación de los derechos
humanos de todo un pueblo, estamos seguros que no es un placer
perverso movido por alguna mórbida situación psicopatológica, sino
precisamente porque inquieta y sorprende de sobremanera la
grandilocuencia de “nuestros dirigentes oficialistas” (políticos,
militares y económicos) para disfrazar la realidad y sus actos, tan
descarada y cínicamente que ofende e indigna.
Hoy, 7 años después de la aparición del Plan Colombia, rondan
algunas preguntas básicas, algunas de vieja data y otras surgidas
desde la dinámica misma que tomo la implementación y los efectos
del Plan, que buscan desentrañar los verdaderos sentidos de estas
políticas y las acciones que conllevan, pues su injerencia en la
cotidianidad de las comunidades es inminente. ¿Qué ha pasado con
el narcotráfico?, ¿Qué se ha ganado o perdido en materia de
seguridad para la población?, ¿la gente se siente más segura hoy?,
¿Qué alternativas se avizoran en contextos de constante
transformación?, ¿y la violencia…, y los muertos…, y los
desaparecidos…, y los desplazados…., y las propiedades de los
desplazados….? etc.; preguntas que cobran una relevancia
significativa cuando, a portas del ocaso del Plan Colombia, se
empiezan a escuchar8, en “corredores”, las aspiraciones de una
segunda edición de la estrategia del gobierno o la continuidad de la
vigente, que no es de sorprenderse, pues como buena película
taquillera, es decir, que deja buenos dividendos a sus productores y
actores (los gobiernos de EEUU y Colombia, el capital transnacional
y las clases dirigentes) amerita una segunda parte, un “reload”, un
“come back”, prometiendo ser mejor que el anterior.
En esta línea, a los sectores populares y las organizaciones sociales
comprometidas con un cambio estructural de las condiciones de
inequidad, marginación y vulneración de los derechos, propuesta
por este sistema que nos imponen su modelo de vida y relación, nos
convoca a un esfuerzo permanente por mantener una posición
crítica, un constante cuestionamiento y una actitud proactiva,
coherente con las necesidades propias, con nuestras formas de ser
y pensar, unas posiciones y actitudes en concordancia con nuestra
cultura. 8 “Aunque la idea es que eventualmente sean los colombianos quienes adelanten sin mayor intervención externa su
lucha por la recuperación del control efectivo sobre todo el territorio, es indudable —y el mismo Congreso de
Estados Unidos así lo reconoce -, que mientras persistan el narcotráfico y mientras las organizaciones guerrilleras
sigan desafiando al Estado, por simple interés nacional el país del norte no podrá desenchufarse de la suerte de
Colombia de la noche a la mañana.
De hecho varios informes de la oficina de la contraloría del Congreso (GAO, por sus siglas en inglés), el brazo
investigativo, evaluador y de auditoria de los legisladores norteamericanos, así lo han indicado.
El más reciente, presentado a finales del año pasado, critica el hecho de que el Plan no tuvo nunca objetivos ni metas
precisas que permitieran establecer parámetros para evaluarlo y cronogramas de duración.
La GAO sostuvo también que EE.UU. no podrá abandonar el país en el 2006 como se pensaba, pues se cometieron
“muchos errores en el comienzo” -y durante el camino- que harán necesaria una extensión. Entre ellos, la falta de
pilotos capacitados colombianos para volar los helicópteros de protección y las avionetas de fumigación.
En el escrito, predicen que una vez finalice el Plan Colombia, Estados Unidos tendrá que hacer una inversión anual
mínima de US$230 millones, sólo para mantener lo que ya está en marcha”. Fuente: Diario El PAIS, Cali. 1 febrero
2004.
El primer paso en este transcurrir es determinante: PROHIBIDO
OLVIDAR; la memoria –individual y colectiva- es y seguirá siendo la
herramienta fundamental desde donde soportemos, justifiquemos y,
sobretodo, entendamos las acciones en nuestra vida, los efectos que
de ella deviene y las alternativas posibles, desde las experiencias.
Así pues, el esfuerzo investigativo adelantado por el Equipo
Regional de Investigación de la campaña Prohibido Olvidar, busca
recuperar las historias, vivencias y las experiencias de las
comunidades dentro del marco de la implementación del Plan
Colombia en las distintas zonas del sur occidente colombiano donde
la campaña tiene presencia (Centro del Valle, Buenaventura y
región pacifica, y Cali), procurando análisis interpretativos de los
reales sentidos e impactos del Plan Colombia en la cotidianidad de
las comunidades. Para nosotros, un esfuerzo cualitativo
complementario a la gama de opciones analíticas –
mayoritariamente cuantitativas- que han trabajado y denunciado la
impertinencia e improcedencia del Plan.
El resultado final se materializa en el presente documento, como
una alternativa en mantener viva la memoria histórica reciente de
un país que, infortunadamente, suele olvidar pronto.
“PLAN COLOMBIA: militarización de la vida civil y procesos de
resistencia”, se escribe en un compendio de la experiencia
investigativa en 6 capítulos; los dos primeros, “DESDE DONDE
HABLAN LAS VOCES DE LOS IMPACTOS DEL PLAN COLOMBIA” y
“¿EN DONDE NOS UBICAMOS?”, enfatizando en el contexto temático
y metodológico de la investigación, es decir, sobre el Plan Colombia
y la discusión respecto a los impactos en distintos niveles y
dimensiones que hasta el momento se han producido, y, dos, sobre
los objetivos, las estrategias, los referentes para el desarrollo de la
investigación -respectivamente-.
Los tres capítulos siguientes recogen los hallazgos investigativos en
cada una de las zonas; partiendo de una contextualización
necesaria de los entornos geográficos, económicos y políticos en
cada región, cada capítulo avanza en una lectura particular –
general del Plan y sus impactos. “EL CENTRO DEL VALLE DEL
CAUCA: Narcotráfico + militarización = paz, una ecuación engañosa”
propone una lectura histórica de conflicto social y militar que ha
vivido esta región, para finalmente entender el Plan Colombia como
la continuidad de una larga tradición guerrerista en procura del
control territorial donde la población civil -particularmente las
organizaciones de base- son un escollo necesario de someter o
eliminar y no como una estrategia antinarcóticos para acabar con
los problemas del país.
Por su lado, “BUENAVENTURA Y PLAN COLOMBIA: Una violencia que
atenta contra la identidad” ratifica la hipótesis anterior y avanza en
identificar esos elementos nocivos, producto de la militarización,
que atentan contra los procesos organizativos y la identidad étnica y
cultural de las comunidades Negras del Pacifico bonaverense.
Mientras, por su parte, “CALI, JUVENTUD Y PLAN COLOMBIA: La
legitimación de una voluntad colectiva neoliberal”, gira en torno a la
reflexión sobre las formas intangibles mediante las cuales se buscan
legitimar las propuestas del regente desde la formación funcional y
amañada a las necesidades del modelo para perpetuar su status, a
partir de la estrategia Jóvenes en Acción, denunciando el carácter
asistencialista y alienante de esta (de) formación.
Finalmente, el capítulo 6 ubica unas conexiones globales en torno a
las experiencias y reflexiones suscitadas en cada una de las zonas,
como una lectura amplia y conclutoria de los impactos del Plan
Colombia en las cotidianidades de las comunidades.
Este proceso, como se realizó, solo fue posible a partir del
compromiso y la participación de las organizaciones sociales y
populares que apoyan y dan vida a la campaña en cada una de las
zonas; a War on Want, por su apoyo y financiamiento; a las Ong’s
amigas de Derechos Humanos quienes aportaron con su
información y experiencia; pero sobre todo a las y los líderes de las
comunidades, quienes asumieron la propuesta como algo propio y
pusieron en juego su experiencia y prestigio como dirigentes de sus
comunidades, lo cual facilito el trabajo investigativo. A todos ellos y
ellas muchas gracias.
Capítulo I
¿DESDE DONDE HABLAN LAS VOCES DE LOS IMPACTOS DEL
PLAN COLOMBIA?
El Plan Colombia se constituyo, quizás, en uno de los temas más
trabajados de la última década en el escenario de crítica nacional,
especialmente durante los años de su formulación e inicio, es decir,
entre 1999 y el 2003. Una gran cantidad de autores, investigadores
y organizaciones sociales, de distintas tendencias, corrientes y
grupos, han dedicado numerosos esfuerzos a la lectura detallada,
analítica, algunas veces contestataria y otras favoreciendo la
iniciativa del ejecutivo. Todos los sectores han tenido que ver, de
una u otra forma, con el debate y la evaluación al Plan Colombia.
Foros universitarios, talleres con sectores populares de las
ciudades, asambleas de socialización en las zonas rurales, debates
públicos, editoriales de prensa, artículos en revistas especializadas,
artículos en revistas de opinión, libros compilatorios de debates y
seminarios, campañas televisivas, informes en los noticieros, en fin,
un cubrimiento bastante importante que, sin temor a equivocarnos,
llevó a posicionar “los silencios de Pastrana”, como titularía el
periódico Desde Abajo en un suplemento especial en noviembre de
1999, como el tema de moda.
Es por eso que un amplio repaso por la producción escrita sobre el
Plan Colombia, y en especial sobre sus impactos, reconstituye en
una tarea necesaria si la pretensión de esta o cualquier
investigación es aportar elementos innovadores en el abordaje del
tema.
Una primera idea nos lleva identificar tres énfasis temáticos básicos
en los que se han desarrollado las reflexiones durante los procesos
de formulación e implementación del Plan Colombia: uno, la
estructura, composición e historia del Plan Colombia, especialmente
trabajado durante el momento de su formulación y gestión; dos, las
reales motivaciones contrainsurgentes y la valoración costo
beneficio durante los dos primeros años de implementación; y tres,
lo geoestratégico y las consideraciones en el terreno internacional a
partir de dicha implementación.
Breve reseña histórica: Plan Colombiano como estrategia
antinarcóticos
Recordemos que en octubre de 1995 el entonces presidente de los
estados unidos Bill Clinton, afirmó en la asamblea general de la
naciones unidas que Colombia era el epicentro del narcotráfico
mundial y representaba una amenaza “inusual y extraordinaria” a
la seguridad nacional de los Estados Unidos. De dicha afirmación
reside la prioridad que adquirió nuestro país dentro de su estrategia
antinarcóticos en el curso de las década de los noventa. En efecto,
a partir de este periodo pero más específicamente durante el periodo
de Ernesto Samper (1994-1998), en el desarrollo del llamado
proceso 8.000, se incremento de manera notoria la injerencia de la
superpotencia en los asuntos internos de Colombia. Ello se dio en
medio de un deterioro de las relaciones entre los dos países.
El gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002), cuyo triunfo electoral
fue el resultado lógico de la crisis del cuatrienio de su antecesor y
del apoyo decidido de la Casa Blanca, trajo una inmediata
normalización de la relaciones entre los dos países. Pero, mas que
eso, lo que se produjo fue un estrechamiento sin precedentes de
dicho vínculos, en la medida en que el mandatario colombiano se
comprometió de manera irrestricta con la agencia antinarcóticos y
con la profundización de la política neoliberal, impuesta al país por
los dos presidentes norteamericanos con los que le tocó entenderse.
En ese contexto se presenta el plan Colombia, formulado por la
administración Clinton, un plan cuya apropiación despertó una
fuerte controversia nacional e internacional. Dos posiciones
opuestas se manifestaron frente a esta estrategia norteamericana: la
primera por parte de sus defensores, los gobiernos de los dos países
que lo presentaron como un plan para la paz, la prosperidad y
fortalecimiento del Estado, y como una panacea para todos los
males que afligen a la Nación; la segunda, encabezada por diversas
organizaciones políticas y sociales entre ellas los sindicatos y
numerosas ONG del país y del exterior que insistieron en que el
plan Colombia no haría mas que incentivar la guerra y la crisis
social debido a su carácter marcadamente militarista, sin embargo
poca atención se presto a algunos de los aspectos mas preocupantes
del Plan.
Este fue elaborado a partir de las apreciaciones de una comisión del
Gobierno de los Estados Unidos que estuvo dos meses en Colombia
y fue discutido y aprobado en el congreso de su país antes de que se
conociera siquiera en el nuestro. Se escribió en ingles y solo
después se presentó su versión en español ante el malestar
expresado por varios sectores políticos. Ante tal situación el
gobierno descalifico cualquier crítica con el argumento de que quien
osara cuestionar el Plan era un enemigo de la paz y de la inmersión
social; lo cierto es que este se convirtió en el documento oficial más
importante de la administración Pastrana y reemplazo al plan de
desarrollo cuando fue declarado inexequible por la corte
constitucional.
Sobre las intencionalidades del primer momento: la soberanía
y la guerra.
La producción escrita durante el inicio del Plan Colombia fue
escasa. Esto se entiende ya que la formulación inicial del Plan
procuro mantener un bajo perfil mientras desarrollaba todo el lobby
necesario para la adquisición de los recursos para su
implementación. De hecho, la propuesta inicial del presidente
Pastrana se centro en “encontrar cultivos alternativos y para el
desarrollo económico” (Hartung. W., 2003), que si bien se recuerda,
era una replica del Plan Nacional Antidrogas propuesta en el Plan
Nacional de Desarrollo. Para que la propuesta fuese atrayente a los
intereses norteamericanos, el gobierno Clinton instó a una serie de
cambios entre los que se incluían imprimirle “un fuerte sello militar”
(idem).
Dada las intencionalidades reales de la iniciativa de los ejecutivos
(colombiano y estadounidense), era necesario mantener la
propuesta de Plan Colombia en el anonimato hasta tanto hubiese
un apoyo mas o menos garantizado, especialmente por algún sector
del congreso de E.E.U.U.
En efecto, cuando la iniciativa es presentada por los senadores
Dewine, Grassley y Coverdell, como el proyecto de ley 1758, el 20 de
octubre de 1999, en la sesión 106 del comité de relaciones
exteriores del Congreso de los Estados Unidos, se prenden las
alarmas de las organizaciones sociales como mecanismos
preventivos ante una estrategia que se empieza a evidenciar como
elemento de guerra:
“llega la navidad y vendrá un año nuevo. El regalo viene
de los Estados Unidos. Pastrana nos trajo un
Transformer. El Plan Colombia parece una paloma pero
con $1.500 millones de dólares de ayuda que se
convierten en instrumentos de guerra”
(Desde Abajo, # 44. Noviembre 1999)
Para Christine Lauber, existe una incoherencia en las
intencionalidades que expresa el Plan Colombia y las acciones que
propone; según Lauber:
“el proyecto alianza9 incluye una sección que negaría
ayuda a cualquier unidad de las fuerzas de seguridad
de Colombia si la Secretaria de Estado reporta al
Congreso de los Estados Unidos a los violadores de los
derechos humanos. Sin embargo, esto debe ser
examinado más atentamente en el contexto actual. […]
Lo que encontramos es militares creando el ambiente en
el cual los paramilitares y milicianos aparentemente
“independientes” pueden cometer sus acciones atroces
en total impunidad, mientras que al mismo tiempo esos
militares mantienen sus “manos limpias” para poder
seguir recibiendo ayuda militar de países como el
nuestro sin el escándalo del público en general”.
(Lauber, Ch. 1999: 37)
En esta línea, las primeras investigaciones sobre el Plan Colombia,
son estudios exploratorios y predicciones de lo que podría llegar a
ser su comportamiento y algunos de los impactos que ello traería,
muchos de los cuales hoy son comprobados. La tendencia principal
de estas primeras investigaciones recae en un marcado interés por
9 El Plan Colombia presentado por los congresistas norteamericanos a su legislativo también se denomino como
Proyecto de “Alianza Act” o proyecto de ley S 1758.
develar la iniciativa, por establecer los elementos estructurales, los
recursos y su destinación programada, para, desde allí, generar la
discusión en torno a una pregunta básica ¿qué se pretende con una
estrategia de este tipo que en función de la “paz” propone un
incremento del potencial bélico del Estado y cuyo componente social
–para muchos el meollo de los problemas del país- solo se esgrime
como componente residual de la estrategia?
En este orden de ideas, Luís Alberto Restrepo, investigador del
Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI),
planteó que el Plan Colombia tal como estaba formulado era
inaceptable y contraproducente para el país, motivo por el cual
había que trabajar en su reformulación y orientarlo hacia dos
estrategias de manera diferenciada; una de ellas es la paz
negociada con los grupos insurgentes y la otra es buscar una
solución al problema de las drogas.
Para desarrollar el Plan era indispensable contar con la “ayuda” de
la comunidad internacional, en este caso de Estados Unidos, quien
era el único que estaba dispuesto a prestarla y que además estaba
en la obligación de hacerlo en la medida de darle cumplimiento al
acuerdo bilateral establecido con Colombia, teniendo en cuenta
además que este último había destruido buena parte de sus
recursos materiales y humanos librando la guerra contra las drogas
en su territorio.
Según Restrepo, el problema en la formulación de este plan radicó
en los intereses dispares entre Colombia y Estados Unidos, donde el
objetivo de estos es querer luchar contra el narcotráfico, pero que al
mismo tiempo difiere en la estrategia a implementar para darle
solución, un ejemplo de ello es que Colombia planteaba erradicar
los cultivos ilícitos de forma manual, mientras Estados Unidos
impuso la fumigación aérea para la erradicación de estos.
Igualmente el fortalecimiento militar del ejército colombiano,
aunque no fuese un objetivo esencial para enfrentar los grupos
insurgentes armados, si es una urgencia inmediata, ya que con el
incremento de su poder de guerra se puede acompañar los procesos
de negociaciones para que exista una mesa de diálogo y así empezar
un “cambio para construir la paz”.
Desde la perspectiva de Restrepo se infiere que el propósito no es
derrotar completamente a los grupos insurgentes, puesto que no se
podría lograr ni a corto ni mediano plazo; lo importante es impedir
el aumento de sus filas y persuadirlos de la necesidad de entrar a
negociar y para lograrlo se necesitan transformaciones en el orden
social y político, las cuales pueden ser apoyadas y exigidas por la
comunidad internacional como condición de su ayuda, para
garantizar que muchos dirigentes colombianos no aprovechen la
superioridad militar del Estado para conservar sus privilegios y
prácticas ilegales.
Así, las investigaciones preliminares muestran el texto original
“Plan Colombia. Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento
del Estado”, describen las estrategias básicas del Plan (militar y
social) y los flujos de recursos y destinaciones, como elementos de
juicio desde donde se infieren algunos efectos principales como el
incremento del conflicto armado.
La escena política también hace sus pronunciamientos respectivos
frente a la estrategia de gobierno. Para varios de los más
reconocidos líderes políticos de los partidos tradicionales, el asunto
pasa por el respeto a la soberanía del país, en cuanto la propuesta
nunca fue consultada – y mucho menos construida- con los
diferentes sectores sociales y políticos.
Horacio Serpa, en entrevista ofrecida a la revista Cambio publicada
el 21 de febrero del 2000 acerca del Plan Colombia, manifiesta que
al momento de su planeación no se tuvo en cuenta los diferentes
sectores como el congreso, partidos políticos y áreas productivas de
la sociedad, por lo cual considera a este plan como exclusivo y
excluyente.
Dentro de estos aspectos contempla que hay un punto a tener en
cuenta y es que a través de este se busca luchar contra el
narcotráfico, pero difiere de él en la forma en que se está llevando a
cabo con la modernización de armas, bases combate, entre otros
que intentan lograr la reconciliación y acabar con el narcotráfico,
intentando alcanzar la paz en medio del conflicto, del cual se
derivan problemas como la pobreza, exclusión, desempleo que a su
vez se pueden relacionar con el narcotráfico y la subversión, en la
medida en que estos problemas abren el camino para que las
personas hagan parte de grupos al margen de la ley.
En el mismo sentido, el senador Amilkar Restrepo y las senadoras
Piedad Córdoba y Viviane Morales se encuentran de acuerdo con los
planteamientos de Horacio Serpa, argumentando además que se
generan problemas ambientales y de salud, violación de los
derechos humanos; motivo por el cual proponen que el Plan
Colombia realmente se convierta en la solución de los factores
generadores del conflicto, de exclusión social, de pobreza, de
ingobernabilidad y de violación de los derechos humanos.
Los primeros años de la implementación: sobre las
intencionalidades contrainsurgentes y el fracaso costo-
beneficio
El segundo momento de producción escrita se refiere a los años
iniciales de la implementación. Hacia el ultimo semestre del 2000 se
viabiliza el apoyo financiero y logístico que contempla un primer
paquete de ayudas, básicamente en el terreno militar (compra de
helicópteros, conformación y establecimiento de batallones
antinarcóticos, dotación en comunicaciones, medios de transporte
marítimos, terrestres y aéreos, apoyo al entrenamiento de las
F.F.A.A.) por lo que es apenas lógico que la atención temática se
centre en el seguimiento estadístico a los flujos de recursos
(humanos, técnicos, financieros), describiendo y estableciendo
varias comparaciones importantes con otras estrategias militares,
con recursos para la lucha antinarcóticos dispuesta en otros
momentos y en otros países10. En este momento es clave la enfática
insistencia de todos los documentos por establecer el porcentaje
altamente diferenciado que fue asignado a los componentes
generales del Plan (de US $ 1139.1 millones asignados, el 80%
corresponde a inversión para el componente militar y el 20% para
los programas sociales) y la discriminación sobre su utilización.
Los primeros años de implementación (desde mediados del 2000 a
mediados de 2002) arrojan una serie de resultados desfavorables
que se constituyen en el talón de Aquiles apropiado para que las
organizaciones políticas, sociales, académicas, etc. den pasos firmes
hacia la lucha frontal contra el Plan Colombia.
Quizás el primer documento sistemático, mayoritariamente
difundido, que condensa de mejor manera una amplia
contextualización del Plan, inscribiéndolo en el marco de una
estrategia global de dominación desde las esferas del poder
transnacional, es el producido por el Colectivo de Abogados José
10
Al respecto revisar:
_CAJAR (2003). “Plan Colmbia-No: impactos de la intervención”. Capitulos 2 y 4.
_ CASTRO, Lourdes (2003). “Lasos Visibles Senderos Posibles”. Capitulo 2; pág. 48, 54.
Alvear Restrepo (CAJAR), “Plan Colombia-No: impactos de la
intervención” (2003).
“Plan Colombia-No” hace un importante rastreo sobre los
antecedentes históricos que pueden advertirse a partir de otras
estrategias cívico – militares impuestas por los Estados Unidos para
la región de América Latina y en especial para Colombia desde la
segunda post-guerra. Estos antecedentes son necesarios para
entender la estructura y composición del Plan Colombia,
identificando los sentidos que tienen la mayor destinación de
recursos para la guerra, es decir, para la lucha contra las
narcoguerrillas.
Uno de los aportes principales del documento del CAJAR, son las
reflexiones en torno al tema la lucha contrainsurgente desde
programas antinarcóticos, dada la asimilación escueta planteada
desde el gobierno entre narcotráfico, guerrilla y terrorismo:
“En el punto de nexos guerrilla-narcotráfico, para efectos
de una posible extradición, el general de las Fuerzas
Militares, Fernando Tapias, anunció que había
suministrado a la Fiscalía General de la Nación, un
listado completo de los nombres de insurgentes y
paramilitares relacionados con el narcotráfico.
En esta ocasión, una vez mas, el país fue certificado
plenamente por el Departamento de Estado, organismo
que incluyó entre su informe al Congreso un análisis
sobre la relación existente entre grupos armados y los
narcotraficantes, como vía mas expedita para posicionar
la discusión de la destinación de los recursos
antinarcóticos para la lucha contrainsurgente.
Este concepto [refiriéndose a la alianza narco – política,
guerrillas y negocio de narcotráfico] tal vez explica la
propuesta lanzada por el secretario de Asistencia para el
Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, en el
sentido de negociar la política antidrogas con los grupos
armados del país. Esta propuesta demostró tres cosas:
la desestimación de los campesinos implicados en los
cultivos como negociadores legítimos en el plano de la
lucha antinarcóticos; segundo, el carácter
eminentemente político de las fumigaciones y, tercero, el
viraje discursivo que tomaría la <<ayuda>>
Norteamérica y que se concretaría bajo el gobierno de
Uribe Vélez.
(CAJAR, 2003: pág 55-58)
Los atentados del 11 de septiembre se constituyen en un
espaldarazo para la radicalización de la lucha contrainsurgente,
ahora narcoguerrillas.
“Esta acción propicio la radicalización de la política de
exterminio (incluso preventivo) del enemigo potencial o
cierto. […] El binomio narcoterrorismo de ahora en
adelante sería inseparable. Lo que Pastrana no logró en
la mesa de negociación, podría ser salvado por el apoyo
de la mesa de Bush, cuando en visita realizada a
Estados Unidos, la primera semana de noviembre, le
recordaría a su homólogo que el nexo era evidente y
entonces celebraba que <<ahora la comunidad
internacional comienza a tomar en serio esta
vinculación>>. Desde ese momento el discurso de
Pastrana cambio, y por supuesto, con él, el destino de
los dineros del Plan Colombia”
(idem: pág 65-66)
Utilizando los referentes empíricos que permitieron los dos primeros
años de intervención y tras un detallado seguimiento a la
intervención generada desde el Plan, la Contraloría General de la
Nación hace un balance de la estrategia, y para ello:
“Tiene dos líneas principales: en primer lugar, exponer
una visión general sobre los resultados del Plan
Colombia, con el propósito de advertir sobre la necesidad
de introducir cambios en su estructura y realización, y,
en segundo lugar, hacer una evaluación sobre la
organización institucional, la forma de contratación y la
ejecución parcial de los diversos proyectos contemplados
en cuatro de sus programas principales: Vías para la
Paz, Empleo en Acción, Familias en Acción, y Jóvenes en
Acción, que, en su conjunto, representan más del 70%
del total de la inversión prevista.
Visto en su conjunto, el Plan Colombia registra más
frustraciones que éxitos en el logro de sus objetivos
fundamentales. Si examina la efectividad de sus cuatro
componentes básicos, es forzoso reconocer que los logros
son escasos. El primer componente –el más importante,
claro está– era la solución política negociada del
conflicto; pero el hecho cierto es que, luego de tres años,
el proceso concluyó sin ningún resultado positivo y con
un incremento notorio de las acciones bélicas. El
segundo componente, la iniciativa contra el narcotráfico,
no ha disminuido de manera significativa el área
cultivada, ni mediante las fumigaciones, ni con los
acuerdos voluntarios, lo cual demuestra que la fórmula
no se aplicó en toda la extensión necesaria o que no es
eficaz, como tienden a pensarlo muchos analistas. El
tercero y cuarto componentes, acciones de orden
socioeconómico orientadas a paliar la situación de las
gentes afectadas por el conflicto, han mostrado algunos
avances, especialmente en materia de obras de
infraestructura y en soluciones a muy corto plazo a la
situación de familias y jóvenes, pero con grandes
falencias en su concepción, que las convierten en
acciones de muy poca incidencia en la efectiva solución
de esos problemas”
(Contraloría General de la Nación. 2005: pág 5)
Otros actores del ámbito de la política nacional se expresaron en su
momento en la misma dirección. Para Ingrid Betancourt,
refiriéndose específicamente al tema de fumigaciones, dice que estas
“son la periferia del problema y no el centro de la gravedad, el centro
son los traficantes de droga, quienes no son atacados” (Free Will
Productions). De igual manera el general en retiro Carlos Alfonso
Velásquez, plantea que “el Plan Colombia une dos factores: la
guerrilla y el narcotráfico, y esto es un error, por que la guerrilla lleva
mucho tiempo en el Putumayo, antes que se empezara a sembrar
coca […] el gobierno no tiene como prioridad proteger la población
civil, pero si el enfrentamiento con grupos armados” (idem).
De parte de la insurgencia, uno de los voceros de las FARC en el
proceso de negociación, Raúl Reyes, plantea que “el impacto sobre la
guerrilla del Plan Colombia es la presencia de asesores
norteamericanos, mas aviones, mas helicópteros, mas guerra” (idem).
Como hemos visto, a los primeros efectos de implementación del
Plan Colombia no se hicieron esperar las críticas de los distintos
sectores del país y la consecuente defensa de los promotores del
Plan. En el caso especifico de fumigaciones, en entrevista ofrecida
por el alcalde de Puerto Asis – Putumayo, Manuel Alzate Restrepo,
para el documental “Plan Colombia ¿guerra antidrogas o pro-
petróleo?” (Free Will Productions), dice que “durante mes y medio
fumigaron 30.000 hectáreas. Las fotos del satélite muestran que la
producción de coca se aumento”. En el mismo documental, la
investigadora Dra. Theo Colborn, de la Fundación Internacional
para Especies Salvajes (WWF) plantea que “se presentan mas
problemas en la piel en personas que estaban allí al momento de
fumigar con glifosato ya que este interviene en el páncreas, sistema
de encimas, en las glándulas tiroides, cerebro, hígado, problemas en
los testículos”, mientras William Brownsfield, del Departamento de
Estado de los EEUU, asegura que “no hay ninguna evidencia
científica en que se compruebe esto, que sea creíble” (idem).
Dos elementos centrales captan la atención de este momento: la
desviación del la lucha antinarcóticos hacia una lucha
contrainsurgente; y las falencias y desaciertos en la implementación
de este tipo de practicas cívico militares para dirimir el conflicto, es
decir, el fracaso rotundo tanto de la estrategia militar como de los
programas sociales.
Efectos colaterales de la implementación: la
internacionalización del conflicto y los intereses
geoestratégicos.
Aunque de los temas asociados a la internacionalización del
conflicto se había hablado a lo largo del proceso de implementación
del Plan, la atención de los estudiosos internacionales han centrado
sus discusiones enfatizando en los efectos políticos, económicos y
ambientales que se generan en las zonas de frontera.
La investigación desarrollada por varias ONG’s colombianas y
ecuatorianas, entre las que se cuentan Acción Ecológica, Acción
Creativa, Clínica de DDHH de la PUCE, CAS, CDHU, CONAIE,
FORCCOFES, INREDH, Plan País, RAPAL Ecuador, SERPAJ
Ecuador, da a conocer los efectos de las fumigaciones aéreas del
Plan Colombia, especialmente en las zonas de frontera, con los
daños en el material genético a partir del análisis de diferentes
casos.
A partir del estudio de casos en distintas zonas del país,
presentados en el “Seminario Internacional Plan Colombia – No:
impactos de la intervención. PLAN COLOMBIA HOY” y recogidos por
el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo en un texto
compilatorio que lleva el mismo nombre del seminario, se ofrece
muchos elementos de juicio adicionales en torno a los impactos
desfavorables del Plan Colombia en materia de recuperación
económica y social, como lo es el papel asistencialista que ha
asumido el Estado a través de la implementación de los distintos
programas sociales, especialmente el de familias y jóvenes en
acción, puesto que dentro de estos se crearon una serie de
organizaciones no gubernamentales que actualmente están siendo
investigadas debido al inadecuado manejo y ejecución de los
recursos.
Otro componente es el fortalecimiento institucional y desarrollo
social en el que se evidencian una serie de irregularidades en
programas de infraestructura social, gestión comunitaria, campo en
acción, entre otros, los cuales presentan problemas en su
formulación y coordinación en su implementación, generando que
sus operaciones sean ineficientes, como en el caso de la
erradicación voluntaria.
De otro lado, mientras que la negociación política del conflicto
armado se da desde el diálogo para la paz en medio del
fortalecimiento desproporcionado para la guerra, se advierte la
presencia de fuerzas irregulares internacionales en las diferentes
operaciones realizadas durante la implementación del Plan.
Así mismo el combate contra el narcotráfico buscaba inicialmente
eliminar los cultivos ilícitos y los laboratorios para su
procesamiento, los que por el contrario han aumentado en algunas
zonas del país, lo cual demuestra la imposibilidad de controlar el
efecto de relocalización de estos.
Para hablar de estos aspectos en el caso colombiano, cabe citar los
impactos del Plan Colombia en las diferentes regiones del país,
dentro de ellas el Magdalena Medio y la Sierra Nevada de Santa
Marta como referentes en los que se visibilizan de mayor y mejor
medida la implementación del Plan.
El Magdalena Medio, ubicado al nororiente del país y caracterizado
por un alto número de conflictos que giran alrededor de su
economía (como lo es la explotación de petróleo, minería, palma
africana, ganadería y narcotráfico) ha visto un agravamiento de su
situación a partir de la implementación del Plan Colombia durante
el 2003 e inicios del 2004, presentándose mayores violaciones a los
derechos humanos en razón del control político, social, económico y
militar, además de los desplazamientos y desapariciones mediante
el ejercicio de la fuerza, asesinatos selectivos, amenazas, torturas y
fumigaciones indiscriminadas en el territorio; motivo por el cual
para el año 2003 el CREDHOS registra 513 casos de violaciones a
los DDHH e infracciones al DIH (CREDHOS, 2003).
Con respecto a estas, las organizaciones campesinas plantean que:
“Las fumigaciones indiscriminadas han fortalecido la
estrategia del desplazamiento forzado, son una política
de fuerza que complementan otras estrategias de guerra
sucia como el paramilitarismo. La erradicación violenta
no obedece a ningún proceso de solución estructural al
problema de los cultivos de coca. La solución pasa por la
reforma agraria, por la inversión social en el campo, por
un modelo de desarrollo que asegure el mercado interno
a la producción campesina, tal y como lo han propuesto
las comunidades campesinas en las movilizaciones,
marchas y éxodos campesinos de 1996 y 1998”.
(Agencia Prensa Rural. 2003).
Las propuestas que generan ante estos planteamientos es la
legalización de la hoja de coca mediante uso medicinal y alternativo
y, por otra parte, asegurar el mercado interno para la producción
nacional con un modelo incluyente y redistributivo.
Según la exposición presentada por Diomedes Arias, líder indígena
del pueblo Kankuamo, en el texto compilatorio del seminario, existe
un riesgo inminente en la Sierra Nevada de Santa Marta, habitad
del pueblo Kankuamos, cultivador de la hoja de coca como planta
sagrada bajo una representación espiritual y no con fines
comerciales (es decir, no es vista como una planta ilícita, ni es
prohibida por el valor que tiene para la cultura). En la actualidad no
se han fumigado estos terrenos, pero en algún momento llegará la
fumigación a la Sierra, donde ya se estiman las consecuencias de su
implementación como las enfermedades en personas y animales,
esterilización de la tierra y por ende la desaparición de árboles
frutales y plantas medicinales y otra serie de elementos básicos
para la subsistencia como pueblo.
Lo novedoso de la cartilla compilatoria del CAJAR es el abordaje
mucho mas cualitativo que hacen de las distintas problemáticas
suscitadas por la dinámica desarrollada por el Plan Colombia en
cada contexto especifico, recuperando de esta manera las
percepciones de los distintos actores, instancias y autoridades que
están comprometidos con el tema, incluso lo correspondiente al
ámbito internacional, en el caso especifico de Ecuador.
Por otro lado, un tema central en la discusión contemporánea del
Plan Colombia lo constituye los intereses geoestratégicos. Tal como
lo plantea Noam Chomsky :
“los objetivos del Plan Colombia son las fuerzas
guerrilleras con base en el campesinado y cuyo objetivo
es un cambio social interno, que interferirían con la
integración de Colombia al sistema global en los
términos que los EE.UU. lo exigen; o sea, dominada por
las elites vinculadas a los intereses de los EE.UU. a los
que se les concede libre acceso a los valiosos recursos de
Colombia, incluyendo su petróleo.” (Chomsky, 2002:
100)
Desde luego, el factor resistencia que representa “la guerrilla mas
vieja del mundo” ante los designios de los intereses transnacionales
de un pequeño grupo de empresarios extranjeros, especialmente en
territorios del país donde se encuentran alojados gran cantidad de
recursos naturales, energéticos y de biodiversidad, seducen y
alientan a las multinacionales y al gobierno estadounidense a
buscar el control de dichos recursos, de tal forma que garanticen la
explotación indiscriminada de ellos.
Pero este sería uno de los tres aspectos que engloban la discusión
sobre los factores geoestratégicos que inmiscuye el Plan Colombia.
El mismo Chomsky y James Petras coinciden en proponer al menos
tres razones fundamentales: Entrada y fragmentación del
“Triangulo Radical”, control del recurso energético y control de la
biodiversidad –especialmente genética- de la amazonia.
Referirse al Triangulo Radical es hacer alusión a los procesos de
resistencia reales que se desarrollan en el norte de Sudamérica, es
decir, a la guerrilla colombiana (especialmente de las FARC y el
ELN) como fuerzas beligerantes con una bases sociales de apoyo
considerable y que proponen un nuevo esquema de sociedad, con
elementos centrales como una reforma agraria, la redistribución del
ingreso, las protección al mercado interno, la inclusión social y
política de los sectores históricamente excluidos, entre otros; al
fuerte movimiento de resistencia indígena – campesino del Ecuador,
particularmente a la capacidad de movilización y acción del
CONAIE; y tres, a la conciencia bolivariana promovida por el
chavismo en Venezuela y su estratégica posición económica dada
su capacidad en la producción y distribución de petróleo –
especialmente hacia EE.UU.-.
Para Petras:
“El triangulo radical puede contribuir a minar la mística
de la hegemonía invencible de los Estados Unidos y la
idea que la ideología del libre mercado es inevitable,
[…por ello…] el Plan Colombia implica primero la derrota
de la guerrilla, luego rodear y presionar a Venezuela y
Ecuador antes de moverse hacia el aumento de la
desestabilización interna. El objetivo estratégico es
lograr la re consolidación del poder del norte de
Sudamérica, asegurarse acceso irrestricto al petróleo y
aplicar la ideología de <<no existe alternativa a la
globalización>> en el resto de América Latina” (Petras,
2002: 50, 57)
Controlar el territorio colombiano es controlar los recursos que en
se encuentran en él; es dar vía libre a la búsqueda de yacimientos
de petróleo aún no explotados para el aprovechamiento
norteamericano en el mercado internacional; es permitir el estudio y
usufructo del recurso biogenético de las selvas ecuatoriales en
función de las transnacionales farmacéuticas y alimenticias
estadounidenses; es acallar las resistencias del continente evitando
que Colombia –Venezuela y Ecuador- “se convierta en un ejemplo
que demuestre que existen alternativas y que Washington se puede
vencer” (Chomsky, 2002:15).
Capitulo II
¿EN DONDE NOS UBICAMOS?
La pregunta inmediata es ¿qué elementos innovadores podría
constituir esta investigación cuando al parecer ya todo está dicho en
materia del Plan Colombia?. En efecto, lo que pensamos es que el
terreno fue ampliamente explorado durante la formulación, gestión
y primeros años de implementación, de hecho la mayor cantidad de
literatura e investigaciones se ubican en el periodo 1999 a 2003 –
salvo los informes de la contraloría quienes han continuado con el
seguimiento permanente al Plan -, lo que nos permite constituir un
primer punto de ruptura: la temporalidad, es decir, revisar el estado
actual de la situación leyéndolo en términos de fenómeno social.
La especialidad, como dimensión indivisible de la temporalidad, se
convierte en el segundo elemento innovador. Aunque las acciones
más mencionadas desarrolladas en el marco de Plan Colombia -las
militares- han sido casi que focalizadas en las zonas donde el
incremento del conflicto bélico y la “lucha antinarcóticos” gana en
cantidad y calidad (Putumayo, Nariño, Caquetá), las estrategias
complementarias -sociales- del Plan tienen asiento en otras zonas
del país, especialmente en los centros urbanos, de allí que sea
necesario hacer una lectura de los impacto militares y sociales en
contextos regionales como el Valle del Cauca, que de facto reciben
los efectos del Plan pero no han sido lo suficientemente
documentados –o como en el caso del Valle donde no se encontró
ningún documento al respecto.
Un tercer elemento innovador estaría dado por el énfasis temático.
Si bien hemos dicho que las investigaciones y análisis se han
centrado en la estructura, composición e historia del Plan Colombia,
las reales motivaciones contrainsurgentes y la valoración costo
beneficio durante los dos primeros años de implementación y lo
geoestratégico y las consideraciones en el terreno internacional a
partir de dicha implementación, estas han dejado de lado
superfluamente el tratamiento de los impactos en las subjetividades
individuales y colectivas de la vida cotidiana de las gentes.
De hecho, el enfoque de investigación ha marcado un énfasis
primordial hacia investigaciones de tipo cuantitativo - estadístico,
acertadamente tratando de evidenciar elementos estructurales y
objetivamente describibles para dar al traste con la denuncia
necesaria a los atropellos y las violaciones a los derechos humanos
en general. De allí partimos para proponer y justificar un enfoque
complementario que se mueva primordialmente en el terreno
cualitativo, como posibilidad de comprensión compleja del
fenómeno.
La conjunción de estos tres elementos nos lleva a explorar las
conexiones posibles desde los cuales se entiendan los impactos de
los aspectos estructurales con los impactos de los aspectos
subjetivos, es decir, el lugar donde se encuentran estas dos
dimensiones, que a nuestro parecer puede esbozarse en la línea
temática de los impactos ideológicos a partir de las condiciones
objetivas de la acción, o como lo proponemos como tema de
investigación: Plan Colombia, militarización de la vida civil y
procesos de resistencia.
La importancia radica en la posibilidad de seguir aportando
elementos a la discusión siempre sobre el atentado a la posibilidad
factible de ser pueblos autónomos, en contextos de globalización
económica neoliberal.
Es también menester documentar desde las experiencias cotidianas
las violaciones a los derechos humanos, que tienen su sustrato en
la cotidianidad y allí mismo, en las relaciones íntimas,
comunitarias, generan los impactos más profundos y perdurables.
Finalmente, seguir llenándonos de elementos de juicio en estos y
otros sentidos a favor de nuestros derechos y en contra de la
corrupción, la penalización de la protesta social y la violación de los
derechos humanos, producto de la brutal arremetida neoliberal,
pretenden una doble intencionalidad: sensibilizarnos frente a
nuestra realidad colectiva y desarrollar algunos niveles apropiados
de conciencia para la acción, la acción transformadora.
Con todo lo anterior nos preguntamos ¿Cómo han vivido las
comunidades del Distrito de Aguablanca en Cali, la zona norte
de Juanchaco-Ladrilleros y alto-medio Dagua en Buenaventura
y las zonas rurales de los municipios de San Pedro, Tuluá y
Bugalagrande, en el centro del Valle, el proceso de
militarización de la vida civil a partir de la implementación
del Plan Colombia y que procesos de resistencia civil se han
generado?
Nuestra apuesta gira en torno a un objetivo central:
1. Conocer las vivencias de las comunidades del Distrito de
Aguablanca en Cali, las zonas de Juanchaco-Ladrilleros y alto-
medio Dagua en Buenaventura y las zonas rurales de San
Pedro, Tuluá y Bugalagrande, en el centro del Valle del Cauca,
respecto a los procesos de la militarización de la vida civil a
partir de la implementación del Plan Colombia.
Soportamos estas pretensiones en los siguientes objetivos
específicos:
1. Caracterizar la vida cotidiana antes de la implementación del
Plan Colombia.
2. Establecer las estrategias del Plan Colombia implementadas en
las comunidades.
3. Identificar las transformaciones en la vida cotidiana de las
comunidades a partir de la implementación del Plan Colombia.
4. Caracterizar las valoraciones que hacen las comunidades sobre
las transformaciones en su vida cotidiana a partir de la
implementación de esas estrategias.
¿Cómo entender la militarización de la vida civil en el
contexto neoliberal?
Tras la caída del muro de Berlín como hito de la polarización del
mundo y referente empírico de la vertiginosa decadencia del bloque
socialista en los 80’s, como contraparte efectiva de la contradicción
economicista, el planeta asiste a la emergencia y posicionamiento de
un modelo global de dominación; el modelo capitalista se
reposiciona en el plano global como paradigma regente. Bajo una
nueva fase de acumulación a ultranza de las riquezas soportada en
la idea absoluta de Adam Smith “que la competencia privada libre de
regulaciones produce y distribuye mejor la riqueza que los mercados
controlados por los gobiernos” (Microsoft Corporation, Encarta
2005), los capitales privados traspasan las fronteras de sus Estados
y se expanden como un cáncer mundial que se ramifica en todos los
lugares de la tierra, cooptando todos los ámbitos de la vida e
imponiéndose como pensamiento único. El mundo se abre a un
frenesí descontrolado de mercados internacionales mucho más
salvaje que cualquier otra expresión capitalista de la historia y que
hoy conocemos como Neoliberalismo. Por ello es importante
considerar al capitalismo, y su fase neoliberal, como el momento
histórico donde se constituye como modelo hegemónico a nivel
global.
Una cosa es clara y común entre esta y todas las culturas de las que
se tenga conocimiento: el posicionamiento paradigmático de un
modelo como hegemonía se posibilita en cuanto actúa coordinada y
consecuentemente sobre todos los ámbitos de la vida, desde las
representaciones del cuerpo y las interacciones cotidianas con los
otros (y lo otro) hasta las supraestructuras económicas, políticas y
socioculturales, o en palabras de Pierre Bourdieu (2000):
“la concordancia entre las estructuras objetivas y las
estructuras cognitivas (subjetivas), entre la conformación
del ser y las formas de conocer, entre el curso del mundo y
las expectativas que provoca, permite la relación con el
mundo que Husserl describía con el nombre de <<actitud
natural>> o de <<experiencia dóxica>>, pero olvidando las
condiciones sociales de posibilidad. Esta experiencia
abarca el mundo social y sus divisiones arbitrarias,
comenzando por la división socialmente construida entre
los sexos, como naturales, evidentemente, y contiene por
ello una total afirmación de legitimidad” (Bourdieu,P. 2000;
21)
A decir de Gramsci respecto a la cuestión hegemónica en general
(que nos permite referirnos a la hegemonía neoliberal), esta se da
cuando un grupo fundamental (en este caso la burguesía) que
busca unos intereses corporativos logra generar alianzas con otros
grupos de poder a los que incluye, fusiona y subordina en sus
interés y objetivos (económicos, políticos, intelectuales y morales),
asumiendo la orientación y dirección de la alianza más allá de los
intereses corporativistas a través de la ideología11, es decir,
introduciendo “una nueva dimensión indisoluble a la dirección
política, que es la dirección intelectual y moral” (Mouffe Ch.; 194).
“la hegemonía no se presenta en una alianza de clase
puramente instrumental a través de la cual las
reivindicaciones clasistas de las clases aliadas se
expresan en términos de la clase fundamental, mientras
cada grupo conserva su propia individualidad y su propia
hegemonía al interior de la alianza. […] la hegemonía
involucra la creación de una síntesis mas elevada, de modo
que todos sus elementos se funden en una <<voluntad
colectiva>> que pasa a ser el nuevo protagonista de la acción
política que funcionara como sujeto político mientras dure esa
11
El concepto de ideología en Gramsci es posible entenderlo como la visión conciente del mundo que tienen cada
sujeto, construida a partir de las prácticas sociales cotidianas, es decir, como subjetividad colectiva introyectada por
cada agente social, que se constituye en repertorio de acción del sujeto, lo que implica su existencia material en
prácticas concretas y en instituciones y aparatos plenamente definidas (la familia, la escuela, la religión, el Estado,
los medios de comunicación, etc.), que a decir de Chantal Mouffe, “cuyo papel practico-social es indispensable en
todas las sociedades”. La ideología pensada en estos términos se entendería como una práctica productora de
sujetos. (Mouffe Ch. 197-203)
hegemonía. Es a través de la ideología como se forma esa
voluntad colectiva, toda vez que su existencia misma
depende de la creación de una unidad ideológica que servirá
de <<cemento>>. […] puesto que la formación de la voluntad
colectiva y el ejercicio de la dirección política depende de la
existencia misma de la dirección intelectual y moral”. (Mouffe
Ch. 194).
Además de las alianzas, la clase fundamental ejerce el control
coercitivo sobre otros grupos subordinados, neutralizando o
anulando sus pretensiones de clase incluso desde el ejercicio de la
fuerza. Esto le permite la instauración de su condición hegemónica
desde el ejercicio del poder político, moral, intelectual y físico. De
esta manera, el control hegemónico de una clase como paradigma
recorre dos caminos necesarios en su posicionamiento: por medio
de la construcción de amplios consensos con los grupos aliados y a
través de la apelación del recurso de la violencia como mecanismo
coercitivo hacia los grupos opositores, donde en ambos casos sus
intereses corporativos como grupo fundamental se mantienen,
haciendo que estos (sus intereses corporativos) se asimilen, sientan
y reconozcan como colectivos.
Quizás eso lo ha logrado entender las clases dominantes que
controlan hoy por hoy el gobierno estadounidense; de tal forma,
generan todo una serie de condiciones para captar aliados en los
países latinoamericanos, quienes son los mismos que ostentan el
poder económico y político, por un lado, mientras someten a la
fuerza a los grupos contrarios, entre los que se cuentan los sectores
populares y las organizaciones sociales autónomas que pelean por
un país distinto. Tal como lo plantea Ana Esther Ceceña:
“la manera capitalista de apropiarse de los saberes
colectivos, de dominar la naturaleza, de acumular riquezas y
reenfrentarse a los trabajadores es a través de su
objetivación en una serie de instrumentos y maquinas que se
presentan, en el imaginario capitalista universalizado, como
las únicas y verdaderas fuerzas del progreso y la
competencia. No obstante esa percepción naturalizada de los
instrumentos y formas capitalistas de producción, la
tecnología es el núcleo de definición o síntesis del grado de
apropiación-desposesión alcanzado, es decir, la medida de la
concentración de riquezas, conocimientos y capacidades que
hacen de las relaciones sociales relaciones de poder.
La hegemonización de esas relaciones, la facultad del
hegemón de generar el reconocimiento universal de un orden
social en el que los instrumentos de dominio
connaturalizados, requiere de una construcción simultánea
en varios planos:
Militar, creando las condiciones reales e imaginarias de
invencibilidad.
Económico, constituyéndose en paradigma de referencia y
sancionador en última instancia.
Político, colocándose como hacedor y árbitro de las
decisiones mundiales.
Cultural, haciendo de la propia concepción del mundo y
sus valores la perspectiva civilizadora reconocida
universalmente” (Ceceña, A. 2003; 31)
De facto, lo que se advierte es una intrincada y simultanea
relación de estas dimensiones en el ejercicio del posicionamiento
hegemónico, situación que es bastante obvia si consideramos los
dos componentes primordiales del Plan Colombia: su estrategia
Militar y sus componentes sociales; ambos íntimamente ligados
en la construcción de un modelo de sociedad funcional a los
preceptos del regente, es decir, a la fórmula mágica propuesta
por los dos últimos gobiernos colombianos: con seguridad hay
inversiones, con inversiones hay empleo, educación, salud, con
estos elementos hay calidad de vida. Para que haya seguridad
hay que acabar con el narcotráfico, y para ello se utilizaran los
medios que sean necesarios.
En el terreno analítico, lo que la retórica y la acción instan es a la
construcción de un sistema social donde la estabilidad societal sea
producto de la preservación a ultranza del orden y la seguridad –
desde luego el orden y la seguridad del capital y sus agentes-, que
se logra ejerciendo un control asimétrico de un recurso socialmente
escaso, a través de la imposición de reglas de conducta personal por
la fuerza física y las armas; en lo que finalmente se traduce es en la
insinuación y apología a un sistema relacional en la vida civil
caracterizado por el desarrollo de prácticas y hábitos que
promueven una sociedad estructurada bajo el régimen del terror,
aludiendo a las relaciones de poder vía el ejercicio de la fuerza, la
coerción y relaciones de subordinación, propios de la disciplina
castrense, toda vez que la disertación y el conflicto social tiene una
condición anómala y disfuncional a la estabilidad del sistema, por
lo tanto es imprescindible su eliminación a toda costa. Esto es a lo
que denominaremos Militarización de la vida civil.
Con todo lo anterior, digamos que la Militarización de la vida civil
no se reduce solamente a la elevación de la “capacidad militar del
Estado para garantizar su seguridad, recuperar la legitimidad y
fortalecer su poder” (Castro G., 2003: 51) sino que además implica
la compleja relación ideológico-política de construcción de
imaginarios castrenses como pautas relacionales de la cotidianidad
en la vida civil. Una involución en términos de las nociones
contractualistas de la fundación del Estado, desde la visión
hobbesiana, pues precisamente el Estado es el producto de un
contrato social que le permite al individuo salir del estado de
barbarie en el que vive expuesto constantemente a una “trilogía de
la discordia” (competencia - desconfianza - gloria), para instaurarse
en la vida civil como escenario colectivo donde se garantiza la paz y
la tranquilidad bajo la trilogía de la concordia (autoridad -
reconocimiento – legitimidad).
De la retórica a la práctica
Bajo estas herramientas construidas por el Equipo Regional de
Investigación como carta de navegación, asumimos en conjunto la
tarea de afrontar el reto de desarrollar un ejercicio investigativo
sobre el tema “Impactos del Plan Colombia” con elementos
innovadores. Sin embargo, el reconocimiento de las distintas
dinámicas locales fue un punto de reflexión continua que llevó a
cada equipo local a redefinir las estrategias para abordar el tema en
cada zona, siempre partiendo del principio que los procesos
investigativos desde y para las comunidades son una buena
estrategia para la calificación de los procesos organizativos, que
posibilita el autorreconocimiento y apropiación de sus propias
realidades, con sus respectivas causas y consecuencias.
En el Centro del Valle se optó por dos estrategias: el seguimiento de
prensa, con el periódico local “el Tabloide”, y las entrevistas
semiestructuradas, pues la complicada situación de orden público
impidió el trabajo de reflexión colectiva amplia en los contextos
comunitarios.
En el caso particular de Buenaventura y dentro de las comunidades
de los consejos comunitarios de ladrilleros y sus alrededores y de
Alto y Medio Dagua, con los cuales se desarrolló esta investigación,
se trabajaron dos estrategias fundamentales: los talleres
investigativos, donde participaron líderes y lideresas de las
comunidades en cada sub zona, y las entrevistas en profundidad
con algunos caso tipo, bajo el objeto de posibilitar la socialización
comunitaria, en función del establecimiento de los efectos de este
fenómeno, ya que existían las condiciones para el trabajo colectivo
por los procesos de organización que adelanta el PCN (Proceso de
Comunidades Negras) y las reflexiones en torno a la obstaculización
del disfrute de los derechos como grupo étnico, propio de su
dinámica orgánica.
En Cali, el trabajo de campo se concentró en focalizar algunos casos
tipo, dada la amplitud de experiencias (número de jóvenes que han
participado del Programa Jóvenes en Acción) que podrían dar
cuenta de la información requerida. El contexto seleccionado
dependió de tres factores: por reunir las características y alguna
población vinculada al tema de estudio, por la posibilidad real de
acceso a las fuentes de información y por el trabajo en otros niveles
adelantado por miembros del equipo en la zona. Con esta población
se trabajaron dos estrategias: entrevistas semi estructuradas y
grupo focal.
Desde la experiencia vivida insistimos en la posibilidad que brinda
la tarea investigativa con respecto al auto reconocimiento de la
realidad por parte de las comunidades y la sistematización de
información y experiencias claves que faciliten el fortalecimiento de
sus dinámicas organizativas, la denuncia, la reivindicación, la
planeación y desarrollo de acciones comunitarias, en función de sus
derechos. Un valor agregado para continuar con los proceso
investigativos, convirtiéndolos además en justificación y pertinencia
práctica, más allá del mero ejercicio de conocer.
Capitulo III
CENTRO DEL VALLE DEL CAUCA:
Narcotráfico + militarización = paz, una ecuación engañosa.
Seria reduccionista y sesgado tratar de entender una dinámica
social tan compleja como la que presenta el centro del Valle en el
contexto de implementación del Plan Colombia sin considerar las
condiciones físicas en las que tiene lugar y el proceso histórico de
violencia y narcotráfico que hoy se convierten en el enlace
perentorio para que, desde la visión del regente, se justifique una
acción de guerra contradictoria a las intenciones de paz que se
proclaman como sentido y objetivo último del Plan.
Este aparte procura escudriñar, a manera de contextualización
amplia, la historia de los recientes proceso de violencia, narco
paramilitarismo y la conexión con estrategias de Plan Colombia,
para reafirmar algunas conclusión sobre los efectos de la guerra
desatada en el panorama del Plan Colombia, desde algunas
inferencias de carácter más cualitativo logradas desde varias
estrategias investigativas que buscan reconstruir los sucesos y
recuperar las vivencias de los actores populares, personas de las
comunidades que han vivido en carne propia la situación.
Para ello, utilizamos algunos datos de fuentes oficiales como la
contraloría, el Codhes la Policía y las páginas web oficiales de la
gobernación del departamento. A su vez, el seguimiento de prensa,
en especial de la prensa local (el Tabloide) y algunos periódicos
regionales (como el País, de Cali) combinada con una suerte de
entrevistas semi estructuradas a miembros de distintas
comunidades de Tuluá, San Pedro y Bugalagrande, se constituyen
en el factor central y prioritario de donde se reconstruyen los
hechos y se infieren los análisis y las conclusiones.
Sobre el paisaje, el clima y la economía:
En el centro del departamento del Valle del Cauca se ubican los
municipios de Buga, San Pedro, Tuluá, Bugalagrande y Andalucía,
asentados mayoritariamente sobre la margen derecha del valle del
rio Cauca, allí donde las cordilleras occidental y central disminuye
la distancia que las separa, constituyen un cordón principal de
núcleos poblacionales del departamento, con un aproximado de
366.368 habitantes (Buga 114.439, Tuluá 184.732, Bugalagrande
25.084, San Pedro 14.754, Andalucía 27.377)12, en una densidad
demográfica promedio de 151 habitantes x km2.
En suma los 4 municipios logran una extensión territorial
aproximada de 2.433 km2 (Buga 832 km2, Tuluá 819 km2,
Bugalagrande 374 km2, San Pedro 240 km2, Andalucía 168 km2), es
decir, el 11% de la población departamental.
La topografía centro-vallecaucana esta determinada por dos
elementos fundamentales: las zonas planas de los municipios, que
se ubican en los costados del río Cauca, en los cuales se asientan
las 4 cabeceras municipales; y las zonas altas o montañosas,
correspondientes a la extensión rural de los municipios hacia la
cordillera central. Esto implica un amplio espectro climático que
varía de los 27º C a 20º C, dada las distintas alturas que oscilan
entre los 491 m.s.n.m. en Bugalagrande hasta los 1.350 m.s.n.m.
en la zona alta del San Pedro.
Bajo estas condiciones geográficas, la zona centro del departamento
advierte un importante ramal de afluentes hídricas que descienden
de la zona montañosa y alimentan directa o indirectamente el
cauce del río Cauca; entre otros, se cuentan con el río
Bugalagrande, el río Tulúa, el río San pedro, el río Guadalajara, el
río Morales; algunas afluentes menores como la quebrada la Luisa,
la quebrada Zabaletas, la quebrada Artieta, laguna de las mellizas,
12
Fuente: gobernación del Valle de Cauca – website: www.elvalle.com.co/elvalle/municipios
el zanjon del sastre; y una vasta red de subcuencas entre las que
contamos: los trópicos, Santa Isabel, Frazadas, Canadá, Tibi,
Chorreras, Peñas Blancas, Quebrada grande, la FE, San Miguel,
Norcasia, Los Mirlos, Chorros Blancos, etc.,
Las características anteriores, geográficas e hidrográficas, dan a la
postre con una versátil oferta de producción agroalimentaria, que
combina la economía tradicional del pan coger y la mediana
producción, especialmente entre la extensas población de las zonas
rurales de estos municipios. Básicamente los cultivos están
asociados la explotación de frutales (lulo, tomate, maracuya, mora,
tomate de árbol, naranja, aguacate, limón, zapallo, guanábana,
guayaba, mango, uvas), legumbres y tubérculos (lechuga, repollo,
pepino, pimentón, arracacha), algunos cereales y granos (maíz,
soya, sorgo) y otras especies herbáceas (tabaco, plátano, café, caña
panelera). El cultivo de estos productos se combina con la práctica
tradicional de cría de especies menores (pollos, gallinas de patio,
cerdos, patos, bimbos, ovejas, etc.) que sirven de complemento para
la dieta alimentaría o como posibilidad de comercialización en las
plazas de mercado de los centros urbanos y las cabeceras
municipales.
Sin embargo y en contrastes con el escenario anterior, en el centro
del Valle se ha asentado un buen número de empresas del sector
agropecuario, que con proceso de tecnificación realizan una
explotación industrial a gran escala del recurso vegetal y animal de
la zona. Entre otras, se resalta el monocultivo intensivo de caña de
azúcar, especialmente hacia las zonas planas de los municipios,
dada la presencia del ingenio Río Paila; la ganadería tecnificada en
la hacienda Lucerna; la explotación industrial porcina y de aves
(aves de engorde y de postura), estas últimas en centros avícolas de
gran magnitud.
De todas maneras, la economía de la región basada en el desarrollo
de la actividad agropecuaria –especialmente la industrial- dinamiza
los otros sectores de las economías locales, es decir, vincula gran
parte de la población económicamente activa al aparato productivo.
En San Pedro, por ejemplo, en el área de la industria se destacan la
fabricación de tacos para billar surtiendo diferentes ciudades del
país, igualmente existen industrias de tejas de barro y ladrillo y
cofres fúnebres, dos multinacionales: PISA (administradora de
peajes) Y PROACTIVA (recolección y disposición final de residuos
sólidos), las cuales han ocupado personal de los municipios vecinos,
utilizando solo la población sanpedreña para los puestos de
operarios o barrenderos, pese a contar en el municipio con una gran
cantidad de profesionales en las diferentes áreas. Hacia
Bugalagrande la multinacional Nestlé es una fuente mayoritaria de
empleo local.
Por otro lado, las administraciones municipales y las instituciones
del Estado (especialmente colegios y hospitales) recogen otro tanto
de la población económicamente activa. No obstante, las reformas
laborales que han golpeado fuertemente el sector público, han
conducido a una disminución ostensiblemente del personal
vinculado al sector.
Por su ubicación geográfica Tulúa juega un papel de centro
equidistante entre Cartago, Armenia y Pereira, centros urbanos
importantes del norte del Valle, Quindío y Risaralda, por una parte
y Cali, la capital del Departamento, por otra la otra. A su vez, Tuluá
está ubicada entre los municipios del centro del Valle del Cauca, a
los cuales sirve de “Puente” e intermediario comercial, industrial y
prestador de servicios, convirtiéndose en epicentro regional, con la
infraestructura vial y de transporte necesaria que le permite influir
sobre una amplia zona en su entorno geográfico.
Por su parte, el sector informal de la economía, evidenciado en
ventas estacionarias y callejeras, comercialización de frutas,
comestibles (manjarblanco, fritangas, comidas rápidas, etc.),
artesanías, juegos callejeros de azar (chancees, loterías, rifas
semanales), evidencian un aumento considerable, y hoy por hoy
dinamizan buena parte del flujo de capital al interior de los
municipio, complementando el panorama socioeconómico del centro
del Valle.
Las comunidades organizadas alrededor de las Juntas de Acción
Comunal, ligas de usuarios de algunos servicios públicos (salud,
servicios domiciliarios), madres comunitarias, asociaciones de
campesinos y pequeños productores, algunas organizaciones
ambientales, de adultos mayores, madres cabeza de hogar y ong´s
en general, componen el panorama organizativo surgido desde las
bases populares de la región; y junto a ellos las histórica lucha de
las organizaciones sindicales de los municipios y las factorías
instaladas en la zona, como posibilidad siempre viva de la
reivindicación de los derechos de los trabajadores y de los sectores
populares en general.
Una historia de conflictos y violencias
La violencia ha sido tema de profundo estudio en nuestro país desde
hace ya mucho tiempo. Las distintas guerras civiles de del siglo XIX
y principios del XX y la violencia partidista de mitad de siglo ocupan
un importante capítulo de la historia nacional, de la cual el
departamento del Valle no podría ser ajeno, en especial su zona
céntrica, donde muchos de los factores confluyeron para que las
oleadas genocidas hicieran presencia.
En el centro del Valle hubo “pájaros”13 y señaladores para aniquilar
a los contrarios. Basta recordar, por ejemplo, a los tristemente
célebres “lamparilla”, “pájaro azul”, “caballito”, “la pacha”,
“aluminio” y “mala sombra”. En esa época muchos tuvieron que
13
Durante la época de la Violencia partidista en Colombia se conocieron como “los pájaros” a los grupos de
asesinos de filiación conservadora que perpetraron múltiples asesinatos selectivos y matanzas de carácter contra los
miembros del partido opositor, los liberales. Los “pájaros” se constituyeron en una suerte de brazo armado ilegal del
partido oficialista en el gobierno, durante los años 48 al 56. sus modos operando incluían un amplio repertorio de
torturas, abusos a la población civil y asesinatos atroces como mecanismo de intimidación y fundación de terror entre
la población.
salir embarcados en vagones del ferrocarril con destino a Zarzal,
Cartago y Palmira, ciudades refugio de liberales. Tulúa y sus
alrededores llevan en su memora la historia del “Cóndor”, hombre
humilde que vendía quesos y cuyos principios lo llevaron a
perpetuar muchos asesinatos para que, según él, el país no se
derrumbara. Los mayores de Bugalagrande aún recuerdan a los
Hermanos Euclides y Marcelino Gómez, asesinados en el prostíbulo
“Luna Park”; al telegrafista Alfonso López, ultimado en su oficina; a
Baudillo, el abastecedor de legumbres de las Hermanas vicentinas;
a los “ultimados” por Lamparilla en el “Café Regina”, en la esquina
que hoy ocupa el Banco de Colombia. Y eso solo por mencionar
algunos de tantos que fueron sometidos a los vejámenes de una
violencia indolente, visceral e indómita.
Cuando se creía que se había dado vuelta a la página de violencia,
ya corriendo la década de los 80’s se anuncia una vertiginosa
presencia de los grupos insurgentes en las partes altas de la región:
sobre la cordillera occidental el Frente “Luís Carlos Cárdenas” del
Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el 30 frente de las FARC - EP
(Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del
Pueblo), en un radio de acción que extendía sus operaciones hasta
las estribaciones de Buenaventura; sobre la cordillera central la
presencia del sexto frente de las FARC – EP y una columna del
Jaime Bateman Cañón, del M-19.
Para este tiempo, la presencia de los grupos insurgentes ponen en
alertas a las autoridades locales y nacionales que ven amenazada la
ya deteriorada legitimidad del Estado y su cada vez mayor
incapacidad de gobernabilidad. De allí que muchos de los
pobladores de estas zonas fueran asesinados, desaparecidos,
detenidos y torturados, sindicalizándoseles de pertenecer a una u
otra organización. Un terrorismo de Estado con el que antes de
preservar las instituciones, se ha aprovechado para perpetuar los
status quo de gamonales y caciquismos de las regiones, un efectiva
estrategia de reforma agraria amañada a los intereses personales de
una elite nacional.
Hacia finales de los 80’s e inicios de los 90’ el escenario se
complejiza con el fortalecimiento y consolidación de las mafias de
narcotraficantes y el cartel del norte del Valle. Acentados en la
cordillera occidental, buscan ejercer el domino y control territorial
para el cultivo, procesamiento y comercialización de estupefacientes
(coca y marihuana) y el lavado de activos.
La presencia de los capos de la mafia se hace más fuerte en los
municipios del Norte y centro del Valle (Cartago, Roldadillo, La
Victoria, La Unión, Bolivar, Trujillo, Riofrío, Restrepo, La Cumbre,
Dagua), contando con una estructura armada cada vez mas fuerte y
consolidada, con una mayor infraestructura logística que les
permitía moverse fácilmente por las zonas y con una complicidad
informativa y operativa por parte de agentes del Estado, comprados
con los dineros del ilícito, entre los que se cuentan miembros de las
fuerzas militares y de policía (especialmente del Batallón Palace de
Buga y las estaciones de policía de todos los municipios).
La estructura de los grupos de narcotraficantes hacia el centro del
Valle estaba a cargo de Henry Loaiza, “el alacran”, y su
lugarteniente Diego Montoya, conocido en su entonces como “el
Tío”, hoy por hoy “don Diego”, quien era el responsable del brazo
armado de la organización, con la que constituyó su propia
autodefensa. Más adelante “don Diego” protagonizaría una de las
más cruentas guerras para consolidarse como jefe único de carteles
enfrentando a su más acérrimo oponente, Wilber Alirio Varela,
“Jabón”; en esta estructura también participó Jesús Herrera
Saldarriaga, alias “bananas” y más hacia el norte del departamento
los hermanos Urdinola Grajales, quienes detentaron el poder hasta
sus capturas o asesinatos.
Sin embargo, el auge del narcotráfico a nivel nacional concentró
atenciones sobre las mafias de Medellín y Cali, con Pablo Escobar y
la alianza entre las Familias Santacruz y Rodríguez Orejuela
respectivamente, mientras en el centro del Valle el negocio florecía
con el apoyo y la connivencia de la fuerza pública de la región era
evidente; así lo demuestran las investigaciones adelantadas por las
masacres de Trujillo (1986-1994) o la masacre en la vereda Alaska
del municipio de Buga (1994), por tomar tan solo dos ejemplos.
En el primer caso (Trujillo) la alianza Fuerza Pública, narcotráfico y
sicariato desató una ola de muerte contra la población habitante de
las áreas rurales y urbanas de los municipios de Trujillo, Riofrío y
Bolívar. En el transcurso de estos años fueron torturados y
asesinados alrededor de 300 pobladores de esta región, en su
mayoría campesinos.
Después de ser sacados de sus casas o sitios de trabajo las
personas eran llevadas a las fincas de los narcotraficantes de la
zona para ser brutalmente torturados, asesinados y sus cuerpos
después de ser descuartizados con motosierras eran arrojados a las
aguas del río Cauca.
Tras la conformación de una comisión de investigación se pudo
establecer que durante el periodo 86 – 94 se ejerció una práctica
sistemática de eliminación de varias vidas humanas que tuvieron
participación en primer y segundo orden de agentes directos e
indirectos del Estado, algunos de estos crímenes aún se encuentran
en estudio pues no han sido lo suficientemente esclarecidos14
Muchas de las personas víctimas de estas masacres eran líderes
campesinos y cívicos que hacían parte de los proceso organizativos
que se venían desarrollando desde el Trabajo del Padre Tiberio
(quien también fuera asesinado con un grupo de acompañantes) de
14
La identidad de las personas asesinadas en este trágico pasaje de la historia del centro del Valle puede consultarse
en la revista de Justicia y Paz “monumento a las víctimas de los hechos violentos de Trujillo”.
la Asociación nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) y el
Instituto Mayor Campesino (IMCA)
En la masacre de campesinos en la vereda Alaska (1994), fueron
asesinados 4 campesinos pertenecientes a la Junta de Acción
Comunal, a manos de la policía de la región, quienes llegaron a
ultimarlos de manera encubierta acusándolos de ser guerrilleros de
las FARC – EP.
Bugalagrande también padeció su propio viacrucis. Entre los años
90 a 96 son asesinados 9 sindicalistas, 3 líderes de partidos de
izquierda y un alto asesor de la Alta comisión del congreso que
estudiaba la masacre de indígenas en Caloto (Cauca). En este
mismo periodo fueron perseguidos, capturados y torturados
alrededor de 15 líderes sociales, dentro de los cuales se halla un
sindicalista de Sintramunicipio Bugalagrande y 14 miembros de la
organización “A Luchar”, organización que había iniciado una
campaña política en la región proponiendo el abstencionismo
electoral; “a luchar” vivió un proceso de persecución y exterminio de
su base social en Cali, Yumbo, Tuluá y Trujillo, donde en
numerosos allanamientos a oficinas sindicales y residencias fueron
sindicalizados 45 de sus miembros de pertenecer a la célula urbana
“Omaira Montoya” del ELN, en la operación conocida como
“operación relámpago”. A su vez, 7 profesores pertenecientes al
Sindicato Único de Educadores del Valle (SUTEV) fueron
amenazados y desplazados por el conflicto.
Dos últimos ejemplos que nos atrevemos a retomar corresponde a:
la masacre perpetuada en Riofrío (1994). Bajo los mismos patrones
de agresión y los mismos intereses económicos de los
narcotraficantes se llevó acaba la masacre en la vereda El Bosque,
corregimiento de Portugal de Piedras. 13 campesinos de la región
fueron torturados y asesinados. Ésta masacre sería presentada por
el ejército como un enfrentamiento entre tropas del ejército y una
columna del frente Luis Carlos Cardona. Los cuerpos de los
campesinos fueron vestidos con prendas militares y les colocaron
armas, como una forma de desvirtuar los hechos.
Una serie de asesinatos y 42 desapariciones en el municipio de
Restrepo, vereda san Salvador. Estos crímenes contra la
comunidad salvadoreña han sucedido de manera selectiva y
sistemática en periodos aparentemente aislados pero corresponden
a la misma lógica de intereses del narcotráfico con la complicidad de
terratenientes, la administración municipal y las fuerzas militares.
El desarrollo de estos hechos tiene una relación directa con la
dinámica que el narcotráfico toma en la región, ya que en la
búsqueda de ampliar su poderío empiezan a eliminar a todo el que
se interponga a sus intereses: campesinos, organizaciones
campesinas y populares, sindicatos y grupos insurgentes. Los
hechos muestran que se pasan de los cuerpos de seguridad propia
(como Coproseg, formada por Don Diego) a la conformación de una
estructura fuerte y consolidada, que además de actuar de manera
conjunta con el ejército y la policía, tiene toda la infraestructura
para garantizarse la movilización por estas zonas y cometer los
crímenes que “halla que cometer”.
El negocio de la droga descarga una guerra a ultranza por el
dominio y control territorial, para cultivar y procesar la coca y la
marihuana pero también para garantizar su tránsito libre y efectivo.
Esto implica que en el centro del Valle (como en muchas otras
regiones del país) la guerra entre narcotraficantes e insurgentes se
intensifique, es decir, que se constituyan cuerpos armados propios
de los narcotraficantes, las autodefensas, como estrategia
garantizadora para la efectiva lucha y control territorial. Los narcos
y los grandes hacendados son en principio los agenciadores del
paramilitarismo, creando sus ejércitos personales y comprando las
conciencias de los militares para pelear contra su “enemigo
natural”: la insurgencia. Tras la aparente guerra política con el
movimiento insurgente que opera en la zona lo que se esconde es
una lucha frontal contra la población campesina por los intereses
que existen sobre la tierra por parte de terratenientes,
narcotraficantes y multinacionales.
Si el inicio de la década de se proclamó como la apertura hacia un
cambio que pretendía lograr la tan anhelada democracia, con la
desmovilización de algunos grupos insurgentes, el proceso de la
constituyente, la apertura económica etc., sin lugar a dudas el
imaginario de optimismo, reconciliación y paz fue desdibujado una
vez más ante el acontecer político extramuros contra quienes
miraron con escepticismo este tiempo.
La década inicia con una doble manera de construir y destruir el
país: la ficción de la vida pública de los medios de comunicación (los
lobbies, las entrevistas) y el mundo subterráneo de las dediciones
políticas fuertes y los órdenes de facto15 en las micro regiones. Un
periodo difícil en todos los niveles, donde la profundización de la
brecha social (ricos – pobres) polarizo las relaciones sociales y
profundizó conflictos de vieja data, llevando a desenlaces
lamentables, crímenes que a pesar de toda la información existente
sobre los autores materiales e intelectuales, han quedado en la más
completa impunidad.
La década de los 80’s y mitad de los 90’s nos muestra la
agudización de los procesos de intolerancia social expresado en la
persecución, asesinato, criminalización y genocidio de amplios
sectores sociales considerados indeseables por su condición social
económica y política. Lo más grave es que para todos los fenómenos
mencionados existen velos que se superponen para justificar y
15
El término es acuñado por la Investigadora de la universidad de Caldas Maria Cristina Palacios (2004), en los
estudios acerca del desplazamiento forzado. Para ella los órdenes de facto son la estrategia agenciada por los
distintos actores que participan del conflicto (insurgencia, paramilitares, miembros de la fuerza pública), que se
mueven al margen de la ley y en cuyo modo operando juega prioritariamente la utilización de la fuerza y la apelación
al recurso de la violencia, muchas veces atroz y cruel, para establecer el sistema de control y dominación propio a los
intereses de cada cual.
legitimar la muerte como parte del devenir histórico del país. Los
medios de comunicación a afectado la opinión pública fortaleciendo
imaginarios de venganza y justificando la comisión de estos
crímenes, sean quienes sean los autores, no han escudriñado en las
causas y las graves consecuencias que esto ha generado en la vida
política y social del Valle del Cauca.
Como vemos, el tema de la violencia no es nuevo para el Valle del
Cauca, la vinculación a las dinámicas del narcotráfico es evidente e
innegable, sin embargo la importancia radica en reconocer los
elementos particulares, contextuales, en los que las coyunturas se
sobredimensionan ante los problemas estructurales y a la postre se
establecen mecanismos de contingencia coyunturales, que nunca
han logrado dar respuesta efectiva a las necesidades y problemas
estructurales del país, además con un agravante: las respuestas
coyunturales son los velos que permiten agenciar mecanismos más
elaborados de dominación de las elites mientras calman la opinión
pública o acallan las voces divergentes.
De esta forma podríamos entender como en definitiva el Plan
Colombia no ha sido otra cosa que la continuidad de un proceso
inacabado de guerra, o si se quiere, la legitimación y legalización de
una estrategia que ya agoto su recurso “clandestino”, subterfugio, y
que hoy busca recomponerse en los imaginarios colectivos para
perpetuar el estatus que otrora le ha sido esquivo.
Para ello es necesario identificar a continuación el precedente
inmediato del narcotráfico en la zona centro - vallecaucana
Un binomio perverso: narcotráfico + AUC.
“ayer la soledad se había apoderado del caserío y sus 40 casas permanecían vacías. Todos los pobladores abandonaron el lugar. Las paredes y puertas de algunas viviendas fueron pintadas con consignas de las AUC. Los equipos de la sede de Telecom destruidos, al parecer por el grupo que incursiono en el pueblo”
(Diario el País, agosto 1 – 1999)
Hacia 1999 la expansión paramilitar de las Autodefensas Unidas de
Colombia (AUC) llega con mucha fuerza a los territorios del centro
del Valle. Las incursiones continuas en las zonas altas de los
municipios de Tuluá, San pedro, Bugalagrande y Buga, evidencian
el elevado interés de este grupo por controlar el territorio. El patrón
de acción se repite una y otra vez como muestra fehaciente de su
poder de intimidación y aniquilamiento.
Incursión paramilitar en zona montañosa de San Pedro
Incursión paramilitar en zona montañosa de Bugalagrande
“Ese noche llegaron tocando todas las puertas, invitaban a las personas a
una reunión en el parque y solo dejaron los niños en las casas. llegaron vestidos de camuflado y con
las letras en el brazo AUC, ese día que llegaron los paramilitares a Buenos
Aires empezaron a subir desde bien temprano.
Hicieron dos filas y separaron a Héctor y a Luís Fernando, les dijeron que se podía ir pero Luís Fernando
seguía allí viendo lo que pasaba, entonces ellos se devolvieron y la
asesinaron, en cambio a la esposa de Héctor le habían advertido en horas de la tarde que los paramilitares llegarían
que ella debía cargara un niño cualquiera y no diera su verdadero
nombre, para que no la mataran. cuando la muerte lo llama a uno es una cosa muy critica
A los niños los dejaron en su gran mayoría encerrados
En la reunión no sé qué les dijeron al
pueblo, solo sé que mataron a Héctor y Luís Fernando, después de asesinarlos se fueron, esa noche nadie
durmió solo nos preocupaba que hacer con los cadáveres fue esta acción la que inició el desplazamiento.
Allí es donde dicen que vinieron a
quedarse y que volverían, pero cuales!... a los tres días estaban otra vez aquí, llegaron enojados por la
gente que se había desplazado. Dijeron que los que se habían ido era
por miedo porque eran colaboradores; entonces empiezan a saquear las
“A mediados del 2.000, cuando aparecen los paramilitares, llegaron
matando a unos campesino; el decir de ellos era que tenían alguna relación con la guerrilla, en los primeros años
que he estado en Galicia siempre le escuche a la gente que decía que la
guerrilla se iba entrar, pero no fue así, a 8 kilómetros de Galicia entre la iba la Uribe Sevilla hay un pueblito que se
llama Paila Arriba, allí se han metido la guerrilla como dos veces, llegaron a finales del 2.000 porque decían tenían
que ver con la guerrilla.
Después de haber matado a tres o cinco personas convocan a la población a una reunión y le explican
por qué estaban allí. Convocaron a los hombres a que los acompañaran y le
pagaban $350.000 y que si tenían fusiles se los compraban a $25.000.000, que estuvieran
tranquilos que solo la geste que estaban ajusticiando era los que tenían vínculo con la guerrilla,
algunos los desterraron de allí, ellos tenían sus lista negras ,
A la gente la ajusticiaron.
Directamente Iban a las casas y se los decían: les doy tantos días para que se vallan alguno se resistieron o no
creyeron y los mataron.
En una oportunidad yo iba en diferentes veredas, notaba que ellos interrumpían mucho los eventos
familiares, se ubicaban en las salas de las casas dos o tres de ellos se
estaban allí varios días, se dice que
tiendas y destruyen las cabinas de tele-Tuluá y saquean el puesto de
salud y las remesas de los campesinos, lo que no se comieron lo tiraban al patio.
Se estuvieron varios días y se
dedicaban a realizar los retenes donde dejaban a las personas y les investigaban sobre todo los por
menores de la región y sus vecinos”.
Testimonio poblador de la zona
ellos eran respetuosos, nunca escuche de violaciones, pero si estos jóvenes se
involucraron con las muchachas y formaron familias algunas quedaron hasta con hijos”.
Testimonio poblador de la zona
“La cosa empezó hace unos seis años porque para esa época llegaron los
paracos. Nos dimos cuenta primero por esa cantidad de hombres y se
empezó a rumorar que se llevaban a las personas o que mataron a fulano, para ese tiempo ya vivíamos en el
pueblo y la gente bajaba y comentaba que se encontraban los muertos en las fincas y la gentes comenzaban a
investigar si las personas eran de Galicia para ver si eran de alguna
vereda cercan, algunos de ellos era desconocidos”.
Testimonio poblador de la zona
Simultáneamente, la lucha entre los “patrones de la droga” en el
centro del Valle toma una viraje escalofriante: una guerra sin
cuartel que cobra un elevado número de victimas (ver anexo 1:
actividades delincuenciales de los grupos narcoparmilitares). La
explicación es sencilla y perversa: después de la muerte de los altos
capos que conformaron el cartel del norte del Valle durante los 80’s,
comenzaron a sonar sus lugartenientes como protagonistas de las
nuevas mafias. La policía señala a Wilber Alirio Varela (alias
“jabón”), Diego Montoya Henao (alias “don Diego”) y Hernando
Gómez Bustamante (alias “rasguño”), como los nuevos jefes del
cartel.
La historia popular, recogida entre testimonios de gente cercana a
esta situación, narra que estos tres hombres se aliaron para
exportar toneladas de cocaína a Estados Unidos. Se adueñaron de
rutas, conformaron ejércitos privados y al poco tiempo ya estaban
en la mira del D.E.A. y los organismos de inteligencia
internacionales.
La presión de estos organismos logra la ruptura de esta
organización y es “Rasguño” quien decide buscar la justicia
norteamericana con el propósito de arreglar su situación; trato de
convencer a sus socios pero esto generó desconfianzas y alimento el
temor de posibles delaciones entre ellos. Es así como cada capo
toma su propio rumbo.
Al respecto existen dos versiones sobre el detónate de la guerra
entre los narcotraficantes:
1. durante algún tiempo estuvieron distanciados y sin hacerse
daño, pero en diciembre de 2002 los sicarios de Varela asesinan a
Miguel Solano en Cartagena, hombre de confianza de “don Diego” y
de amplio reconocimiento en Bugalagrande por su esposa que era
habitante de la zona.
2. Al parecer una rencilla por 500 kilos de coca fu la mecha para
detonar el poder delincuencial de estas organizaciones. Dos
narcotraficantes, “la iguana” y “don H”, sobrinos de Iván Urdinola
Grajales, se apoderan de un cargamento de coca perteneciente a
“Rastrojo”, hombre de confianza de Varela. Desde ese momento la
familia Urdinola, asentada en los municipios del Dovio, Roldadillo,
Zarzal se convierten en los enemigos acérrimos de los “Rastrojos”
Destinados al exilio y expulsados de sus propiedades, es entonces
cuando “don H” y “la iguana” recurrieron a la ayuda de “don Diego”,
pacto que incluyó la ayuda económica y logística para combatir a
“los rastrojos”, quienes a su vez consiguieron el respaldo de “jabón”,
convirtiéndose esta rencilla subalterna en el cóctel perfecto para
mantener vivo el tufo de una guerra por diferencias de vieja data; el
propósito de la utilización de la fuerza vuelve a tener vigencia:
recobrar el dominio territorial con el fin de preservar intactas las
rutas y los laboratorios para la producción de coca existente en la
zona.
Si esta última es la versión más sonada, lo que no descarta que la
primera de facto se halla dado y sume como agravante a la ya
complicada situación, finalmente el objetivo logra cumplirse, hoy los
centros poblados de estos municipios cuentan con una mayoría de
integrantes de “los Machos”, grupo paramilitar conformado por la
coalición “don Diego” – Urdinolas.
Pero ¿dónde está la conexión entre narcotraficantes y AUC? En
primera medida hay que recalcar que los bandos de narcotraficantes
constituyeron sus propios ejércitos privados, brazos armados o
autodefensas, como quiera que se les valga denominar (ver anexo 2:
características de grupos narcoparamilitares del centro del Valle).
Los pormenores de las relaciones directas entre grupos de
narcotraficantes y las AUC siguen siendo un misterio. Las
investigaciones de la policía y la fiscalía llevadas a cabo en la
“operación Titán” recogen algunas pesquisas al respecto. Según
estas fuentes, las oficinas de cobros de los narcos de “los machos” y
“los rastrojos” también trabajaban con diferentes bloques de las
AUC, principalmente con el Bloque libertadores del Sur (BLS),
estructura que pertenece al Bloque central Bolívar (BCB). Estas
oficinas cumplen la función de recolectar el dinero producto del
tráfico de drogas y “lavarlo” a través de diferentes inversiones y
empresas fachadas.
Para la policía y la fiscalía, las estructuras financieras de las AUC,
con el beneplácito de los narcos, utilizaban esa red que ya estaba
funcionando e incluso ampliaron “los servicios” al cobro de
extorsiones a quienes señalaran los paramilitares de las AUC.
En contrapartida, las nuevas alianzas paramilitares del narcotráfico
reciben apoyo y concesión de la “franquicia” paramilitar de las AUC.
Hacia mediados del 2004 el grupo de “los machos”, a través de
volantes intimidatorios, se autodenominan públicamente
“Autodefensas Campesinas del Valle” (ACV) y aseguran que
defenderán el territorio vallecaucano del ELN y las FARC – EP. Por
su parte, los rastrojos dejan su marca con grafitis intimidatorios
para hacer notar su presencia en cada acción que realizan,
autodenominándose “Rondas Campesinas Populares” (RCP).
La paz del Plan Colombia en contextos de guerra:
Cuestionamientos apropósito de la situación en el centro del
Valle
Lo planteamos anteriormente: si revisamos la fundamentación del
Plan Colombia, ésta arguye que “superar el problema de las drogas
es una de la tareas urgentes para la solución del conflicto armado”16,
es decir, acabar con las mafias que dinamizan el negocio sería una
solución directa al conflicto histórico. Si tal hipótesis fuese cierta,
habrían varias preguntas que responder en relación al contexto del
centro del Valle donde está demostrado que en la actualidad (desde
antes que se formulara el Plan Colombia) se mueve buena parte del
negocio en el país.
Primera provocación analítica: ¿por qué una estrategia que se
supone integral y nacional desde su inicio no considera acciones
sobre el centro del Valle si es un lugar estratégico donde se mueven
dos de las grandes mafias actuales del país?, o lo que sería lo
mismo: ¿por qué solo hasta el año final de ejecución del plan se
16
Discurso del presidente Andrés Pastrana en la Mesa de trabajo Permanente por la Paz, Barrancabermeja –
Santander, 4 de octubre de 1998. Citado en “Plan Colombia-No. impactos de la intervención” Corporación Colectivo
de Abogados José Albear Restrepo (2003). Bogotá – Colombia; Pág. 26.
advierte la presencia de la fuerza pública en tareas antinarcóticos
concretas17?
Digamos que una respuesta aproxima seria la argumentada por
varios de los entes Estatales durante el periodo de ejecución del
Plan Colombia – y posteriormente con el Plan Patriota- : las zonas
del Putumayo, el Caquetá y Cauca (oriental) son los lugares donde
se concentran la mayor cantidad de hectáreas cultivadas de hoja de
coca y marihuana, por eso los esfuerzos de la lucha antinarcóticos
se focalizan en estas zonas.
Sabemos que los cultivos son la parte inicial de proceso, pero
también es cierto que los actores que participan de esta instancia
suelen ser campesinos o gentes extraídas de los cordones de
pobreza y miseria de los sectores marginales en los centros urbanos,
seducidos por la posibilidad de una renta fija que les permita
mejorar sus condiciones de vida. Las mafias del narcotráfico no
están compuestas por los sectores más artesanales de la
producción, las mafias son los grupos que controlan y “administran”
el negocio, en el sentido de la teoría marxista, las mafias son
quienes poseen y controlan los medios de producción, mientras los
17
En el trascurso del último periodo del Plan Colombia, entre los meses de enero de 2004 y julio de 2005, se han
registrado en el centro del Valle 4 grandes operaciones antinarcóticos y 5 grandes acciones de captura de insumos,
para el procesamiento de alcaloides por parte de los distintos entes del estado (Batallón Palace de Buga, policía
antinarcóticos Valle, DAS). Entre las operaciones destacadas y más nombradas están: Operación Esmeralda,
Operación DIAM, Operación Apache 1, Operación Conquista. Fuente: “El Tabloide” (ver anexo 3: acciones y
operaciones antinarcóticos por parte de las F.F.M.M.. y de policía en el centro del Valle).
campesinos solo son “obreros” que lo único que ofrecen es su fuerza
de trabajo.
En este orden de ideas planteamos la segunda provocación. Dentro
del proceso de producción del alcaloide todas las fases son
importantes e interdependientes, pero ¿Cuál es mas estratégica de
ser atacada con acciones militares: la infraestructura de los
cristalizaderos, que en muchas ocasiones cuentan incluso con un
pie de seguridad para salvaguardarlo, o las zonas de cultivo, cuyo
desmantelamiento había sido pensado en, por lo menos otras dos
estrategias del mismo Plan18?
La pregunta es planteada a partir de los testimonios de la gente de
las comunidades del centro del Valle que ha vivido el proceso de la
guerra del narcotráfico –relatado anteriormente-, la campaña
paramilitar y por ultimo las operaciones militares en torno a los
cristalizaderos.
“En la zona no existen cultivos ilícitos, los
laboratorios se empezaron a ver des hace más de
dos años, en los Corregimientos de Guaqueros, LA
18
Hay que recordar que entre los componentes del Plan existen, desde el componente social, la tercera herramienta,
lucha contra el narcotráfico, contiene al menos dos estrategias directas para contrarrestar las instancias de cultivo:
uno, la erradicación de los grandes cultivos sin compensación y, dos, el desarrollo alternativo para los pequeños
cultivadores. Estas estrategias al pertenecer al componente social supondrían una solución no violenta (de
confrontación bélica) para su resolución, por tanto su orientación igualmente supondría estar orientada a los sectores
poblacionales vinculados al negocio del narcotráfico en los niveles más elementales de la cadena, es decir,
cultivadores o raspachines. Por su parte, el componente militar establece en tres de sus seis estrategias, acciones
directas de fuerza contra la infraestructura (material, logística y humana) para la producción de la droga: uno,
aumento de apoyo operacional de las fuerzas armadas para la policía antinarcóticos; dos, operaciones contra
laboratorios y centros de acopio; y tres, erradicación de cultivos. De hecho estas tres estrategias se proponen
directamente contra los grupos de narcotraficantes (entiéndase carteles o mafias) y sus grupos de protección armada.
Esmeralda, Positos, entre otros. El primero que se
incauto fue el laboratorio de Positos y luego el de
Edén, en Guaqueros”
- Testimonio de poblador de la zona –
A la postre, lo que se evidencia es un efecto contrario, las zonas de
amplio cultivo de coca y marihuana fueron abordadas por las
distintas estrategias del componente militar del Plan, mientras las
zonas de procesamiento y comercialización (incluida las rutas de
interdicción hacia el pacifico por el Valle) se desatendieron
inicialmente.
Tercera provocación. Casualmente –por lo menos para el sur
occidente del país, incluido desde luego el Valle del Cauca- las
zonas donde se supone amplios cultivos de coca y amapola
coinciden con los lugares donde los grupos insurgentes han tenido
presencia histórica (el macizo colombiano, el sur del Cauca y
Nariño), mientras las zonas de procesamiento y comercialización
coinciden con los lugares donde lograron tener presencia y un
dominio considerable las mafias de narcotráfico, que como ya se
mostró para el centro del Valle, han estado asociadas con grupos de
paramilitares, en especial las AUC, y serios indicios de la
vinculación de estas últimas con miembros del ejército y la policía.
“El problema es cuando viene el ejército”
“En la zona no existen cultivos ilícitos. Los laboratorios se empezaron
a ver desde casi hace más de dos años en los Corregimientos de
Guaqueros, la Esmeralda Positos, entre otros. Al comienzo se
prometió mucho trabajo a la gente de la zona y los campesinos se
ilusionaron, pero no fue cierto; por el contrario, se ha sacrificado
gente inocente, solo por el hecho de pasar cerca y con la mala fortuna
que si desgraciadamente llegaba el ejército y lo quemaba (el
laboratorio), uno lleva del bulto. Por eso la gran mayoría de la gente
es esquiva pasar cerca de donde hay una cocina, inmediatamente
van por allí se desvían.
Por ejemplo, en la región vivió un vecino que le decíamos el Indio.
Coincidencialmente cuando el salía al pueblo la policía incautaba un
laboratorio; esto se repitió por espacio de cuatro veces hasta que las
FARC le aplico el destierro, porque dicen que era el quien sapiaba,
claro que eso pudo ser coincidencia con las salidas del pobre indio y
la quema de las cocinas por parte del ejército.
Los paracos ya se habían ido cuando llegó lo de las cocinas, después
de la masacre de Alaska el 10 de Octubre del 2.001 donde mataron
a 24.
Las AUC después que realizan la masacre se atraviesa hasta buenos
aires, a la pradera, a salir a la carretera de la Esmeralda, por el sitio
conocido como la Bocana, desde ese filo las FARC los encendió a
plomo; se dice que tres de ellos habían guardado los equipos y a los
días vinieron y los recogieron y se despidieron de la zona. Se dice
que en esa época las FARC hizo leña con este grupo. Se comenta que
los que no mato las FARC se despeñaron por las rocas muriendo
desnucados, solo unos tres quedaron sobrevivientes y recogieron sus
mochilas y se fueron, nunca más regresaron hasta la fecha. Desde
esa época no se volvió a saber de las AUC. en la zona; Con la Pela
que les dio las FARC, se puede decir que los aniquilo. Una vez se van
las AUC los campesinos empiezan a regresar”
- Testimonio poblador de la zona -
La débil presencia Estatal en las zonas montañosas de muchos
municipios del centro del Valle, ha conducido una historia de
marginación social, política y económica, como ha sido una
desafortunada costumbre a lo largo y ancho del territorio nacional.
La desatención del sector rural incrementa los niveles y la
profundidad de una serie de conflictos sociales que van en
desmedro de las condiciones de vida de los campesinos. Ellos se la
tienen que ver solos en el día a día, lidiando con su azadón y
machete buscando obtener algunas cosas para la manutención
familiar, con lo que les ofrece las pocas tierras que les permiten
trabajar los grandes dueños de Colombia.
Esta realidad avasallante subsume al campesino en el inmediatismo
para resolver sus necesidades básicas (alimentación, vivienda,
salud) de carácter individual y familiar, dejando poco tiempo y lugar
para el fortalecimiento de vínculos sociales más amplios, es decir,
de redes sociales de apoyo tales como los grupos vecinales para el
desarrollo de trabajos, asociaciones de productores o grupos
organizados en torno a la defensa de sus derechos.
Este ha sido el escenario propicio para que otros actores se
instauren en las esferas del poder a través de dos lógicas perversas
y desde allí soporten los mecanismos de control necesarios que les
permiten mantener y reproducir su status:
- Por un lado, la representatividad electorera, como
maniqueísmo perverso de intereses particulares, que les
permite acceder al manejo y control de los recursos públicos
(que solo mencionaremos en este documento a manera de
información).
- por otro, apelando al recurso de la violencia, principalmente al
uso de las armas y el rol simbólico que puede representar los
actos de barbarie y sevicia que han tenido lugar en las
distintas poblaciones, sobre el cual nos detendremos a
reflexionar un poco, en cuanto el contexto narcoparamilitar,
insurgente y ahora guerrerista, a partir de la tendencia
marcada por implementación del Plan Colombia en la zona
céntrica del Valle del Cauca.
Sectores rurales de Bugalagrande, Tuluá y San Pedro han vivido
episodios de violencia y disputa territorial en su pasado remoto,
cercano y en su presente. Cada nuevo episodio posiciona a un actor
distinto al que ya, por la fuerza de la costumbre, habían aprendido
a manejar, conviviendo con él, con sus dinámicas y demandas y
adaptándose de la mejor manera posible para sobrellevar sus vidas.
Para ejemplificar el tema vale la pena retomar uno de los relatos-
tipo logrados en el ejercicio de investigación. Aunque este
corresponde a una vereda particular, da buena cuenta de
percepciones más o menos compartidas entre los distintos
miembros de las diferentes comunidades
“Todo andaba bien en la vereda, había fuentes de empleo y la gente
se dedicaba a la agricultura. Uno encontraba cultivos de repollo,
hortalizas, fríjol, plátano, plantas medicinales, mora ganadería,
tomate de árbol, lulo, en fin…nos iba muy bien; además teníamos los
programas en la casa taller donde muchas personas se capacitaron
en el arte de la ebanistería, claro que esa gente ya no está...
Todo lo producido se comercializaba aquí mismo, porque un tendero
compraba los productos como semillas y los comercializaban en el
mercado campesino de Buga
Existían una muy buena relación entre vecinos, había unidad
comunitaria y productiva; se conformaban grupos de trabajo
comunitario, incluso en varias ocasiones adelantaron un proyecto de
pollas ponedoras. En este proyecto hubo desanimo en el grupo y con
el tiempo dejaron correr la responsabilidad en una sola persona
quien cuidaba las gallinas. Ya la otra gente no querían ayudarle al
final
Además, nos agrupábamos pa’ trabajar. Se puede decir que se
practicaba la solidaridad: quien llegara de afuera se le brindaba
inicialmente los alimentos, igualmente en el caso de presentarse
algún enfermo, se recogía el dinero y se le conseguía la droga o el
transporte para mandarlo al hospital.
Otro motivo de unidad era el acueducto, se recogía una cuota para el
pago del fontanero quien estaba pendiente del buen funcionamiento,
limpiar la bocatoma y que el servicio fuera constante, la gente era
muy unida pero en el momento ya no están…
Las cosas han cambiado. Eso se comenzó a notar cuando la gente se
desplazó por lo de los paracos, ahora recién están regresando.
Algunas personas dicen que somos muy valientes los que estamos
aquí, se pueden ver cambios en la misma gente, nos veíamos en la
tardes en la cancha o jugando fútbol, ya no se observa este
comportamiento.
Cuando llegan los paramilitares de las AUC la comunidad cambia.
Mucha de la gente sale y se va. Yo también me fui como un año pero
no me amañe y me devolví. Por allá uno pasa mucho trabajo y los
que más sufren son los hijos….
En los primeros meses de este año (enero) llego el ejército y los
soldados campesinos pero la FARC los hostigó, el ejército se
retrocedió pero volvieron a la zona con los soldados profesionales y
entre ellos cuatro de los soldados campesinos. Lo que se decía era
que entre ellos habían algunos jóvenes de por acá mismo de la región
ellos se regresaron y hace dos meses llegaron un grupo de soldados a
mando de un teniente del Palace y dejaron cinco soldados de civil en
la región. Claro, estos dijeron que ellos no iban andar por carretera ni
visitar casa: solo por el monte, y que ellos no iban a pelearse con
nadie, que venían para cuidar y saber quién era cada quien.
Se regaron por el pueblo, con ellos venia un teniente y ubicó unos
cinco civiles, supuestamente soldados campesinos.
Hace aproximadamente 45 días se llevaron un joven de nombre
Nelson residente en media canoa, quien en compañía de una tía se
encargaba de cuidar una de las cocinas, al oír los perros la señora
manda a los niños a mirar y estos solo ven cuatro personas de civil y
una persona de camuflados, el del camuflado era Nelson, quien se
encargaba de cuidar la cocina. Desde esa fecha está desaparecido.
Algunos dicen que él se encuentra en la tercera brigada, pero su tía
dice que el llamo diciendo estar bien.
Los del ejército, por lo general llega y no pregunta nada, habla solo lo
necesario. La primera vez en este año que llegaron los soldados
campesino, eran muy jóvenes, como de 18 o 20 años más o menos.
En enero no pudieron hacer mayor cosa, se acamparon el plan cerca
al colegio, más o menos eran 130, ese día a eso de las 6:30 de la
tarde, desde el alto, las FARC los hostigo, ellos se defendieron pero
se fueron. A los 20 días llegaron los profesionales, todos armados
hasta los dientes.
Cada que llega el ejército lo primero que nos preocupa es que haya
enfrentamiento, cuando quemaron la primer cocina, ese día yo tenía
que ir a la ir a la Siria a coger una mora; como el ejército entro, yo
camine fue por el atajo y no me topé con ellos. Ya de tarde mi esposo
tuvo que ir por mí, de regreso quise devolverme por mi hijo, pero mi
esposo me dijo que el ejército ya estaba en la zona y me dijo que
echara pa’ abajo que si el chino está de buenas pasaba, con el dolor
y la zozobra me toco hacer caso y a eso de las 8.30 de la noche llego
el niño, el ejército lo había dejado pasar detrás de los cinco camiones.
Ese día fueron los profesionales, le metieron candela a todo y se
fueron cargados con droga y todo el mercado qué tenían en la cocina,
que eran por bultos arroz, aceite y otros víveres.
El problema es que cuando viene el ejército los otros los torean. Otro
día, cuando vi llegar los soldados profesionales decidí traer unas
vaquitas que tenemos y estaban pasteando más abajo, no quisimos
mandar los niños para evitar que los cojan a preguntarles cosas.
Encontramos los animales y cuando nos regresábamos veníamos
subiendo despacio por el embarazo de mi hermana, en plena vuelta
de la escuela sentimos el primer tiroteo, era la FARC que los estaba
encendiendo, yo dije “virgen bendita nos encendieron a bala” y del
susto yo empecé a correr carretera abajo y los soldados me gritaban
que no corriera que me metiera en un barranco. Ellos nos cubrieron
mientras los otros disparaban con esos cañones (M.G.L.), y a si
pudimos pasa.
Ese día mi hermana y yo llorábamos, no sabíamos que hacer, solo
pensaba en mis hijos y el mayorcito, que se habían quedado arriba,
al ver que no llegábamos salieron a buscarnos, pero solo alcanzo a
llegar hasta la escuela, allí tuvo que tirarse al piso. También los
profesores se encontraban dictando clases y no hicieron más que
tirarse al suelo con los alumnos. Cuando el ejército empezó a
responderles los “Muchachos” (guerrilleros) echaron acorrer y estos
otros (ejercito) a corretearlos. Fue allí cuando nosotras pudimos
regresar. Ese día se tirotearon bastante.
Creo que la tropa eran unos 200 hombres pues estaban divididos en
cuatro grupos. En este grupo venían varios campesinos, los cuales
volvieron el 16 de mayo del día de elecciones de Alcalde
El proceder del ejercito esta vez es diferente a como procedían en
otras años, pues antes preguntaban mucho y eran muy insultantes,
esta vez comentan cosas muy normales y comunes ya no entran con
tanta preguntadera.
Por un lado uno se siente más tranquilo pero por el otro, qué tal que
llegue la FARC y nosotros somos los que llevamos del bulto. Claro
que la guerrilla también pasa, unos 4 o 6, y no molestan a nadie.
Cuando llega el ejército pues en el fondo se siente tranquilidad que no
lleguen los otros (AUC) pero nos preocupa que lleguen los
“Muchachos” a hostigarlo, porque de lo contrario ellos no se asientan
en la zona. Últimamente vemos que el ejército no molesta, tampoco
nos ha quitado nada, ellos compran y pagan todo, en mi caso me
compraron 30 pollos que tenia de engorde.
De todas maneras, ya no es como antes. La gente se fue, claro,
porque tiene miedo ¿y quién no? La mayoría de la gente no está y se
ha intentado crear un grupo productos medicinales, pero no fue
aceptado la gente no creyó, otra cosa puede ser la desconfianza pues
en otras ocasión se llevaron las cosas sin tener en cuenta que eso era
de la comunidad; además por el temor de que al estar en grupos les
puede suceder algo, o la desconfianza en experiencias vividas donde
el más vivo se llevaba todo, mire no más la casa taller”.
- Testimonio poblador de la zona –
Colombia ha forjado generaciones enteras que han visto en la
violencia la posibilidad más cercana para mediar las relaciones
sociales y acceder a las demandas propias o las inducidas por el
sistema dominante.
Vivir en el miedo, la zozobra y la incertidumbre genera climas en
tensión constante, donde la posibilidad de las solidaridades y la
reciprocidad relacional en aras de un crecimiento colectivo, un
desarrollo individual y grupal y un fortalecimiento de los vínculos
interpersonales, se ven truncadas ante las desconfianzas que
genera la incertidumbre de no saber quién es el vecino, a qué bando
le juega y qué efectos colaterales pueda sobrellevar esa relación.
Esta es la situación que se puede inferir de los modos de relación
que se han impuesto en las poblaciones del centro del Valle –
especialmente en su zonas rurales-, cuya historia ha visto pasar
distintos actores que se imponen por sobre cualquiera, utilizando el
terror como mecanismo de implosión de los tejidos comunitarios,
rompiendo desde adentro las bases que los cimientan, para facilitar
el control individual de las ahora aisladas partes de un todo social.
Lo más grave es que sea el mismo Estado quien reproduzca estas
lógicas a partir de la implementación de estrategias guerreristas
como el Plan Colombia, en especial cuando la alternativa a la
guerra es el incremento del pie de fuerza y la confrontación bélica
directa, como si se tratara de “la supervivencia del más fuerte” por
encima “del más apto”, desde luego si entendemos el más apto
como aquel que es capaz de articular los distintos elementos que el
entorno (humano y no humano) le ofrece sin que ello implique la
aniquilación o el deterioro de los mismos, es decir, reconocer en la
diversidad un potencial creativo y no una amenaza subyugante.
Así entendemos hoy las estrategias de soldados campesinos,
incremento del pie de fuerza, apoyo militar a las operaciones
antinarcóticos y cuanta cosa se inventaros los temerosos gurús de
la (in)seguridad nacional que propusieron el Plan Colombia, en un
escenario que por demás les es propicio, puesto que las
comunidades buscan y hasta claman por un estadio relacional que
les permita mantener una estabilidad emocional interna, una
tranquilidad real, que pasaría por la posibilidad certera de
garantizase las condiciones óptimas para la producción y
reproducción social, es decir, para la satisfacción de sus
necesidades básicas, para el desarrollo de sus potencialidades, en
general para el desarrollo de su cultura.
En esta línea, la ecuación [fuerza + violencia = orden = paz ] no es la
acertada; para nosotros este resultado dista mucho del real. Los
efectos reales del binomio fuerza - violencia dan a la postre un
resultado de miedo, angustia e intolerancia, que termina
constituyendo en un ciclo de terror de nunca acabar.
La gente tiene miedo. Y ante las alternativas de un dominador
cruel, sanguinario y tirano, la opción de un opresor menos visceral
aunque igualmente autócrata, opresor y arbitrario, resulta una
opción considerable.
Esto ha provocado que se acepte paulatinamente la presencia
militar, sus modos de relación y el orden que proponen, no como la
mejor alternativa sino, por el contrario, como la menos mala de las
tres posibles. El riesgo que se corre es que esta aceptación tácita se
traduzca en la pauta cotidiana de actuación en la vida social de las
comunidades y se ratifique como sistema relacional que,
fundamentado en el principio de orden a ultranza, niega la
divergencia como posibilidad creativa y subsuma al conflicto a un
elemento perverso del sistema, que a la postre es lo que el sistema
dominante requiere para perpetuar su estatus y su poder.
La presencia militar continua en los territorios donde habitan las
comunidades no solo se restringe a una imagen de autoridad
permanente, es decir, al referente material empírico al que se le
atribuyen características de orden y una autoridad, su impacto va
mucho más allá y tanto en la presencia militar y como en sus
formas de interacción entre si y con la población se construyen
imaginarios inconscientes sobre las formas de ser, estar hacer y
pensar el mundo. La militarización de los territorios es también la
militarización de las relaciones y de las ideas.
Capitulo IV
BUENAVENTURA Y PLAN COLOMBIA:
Una violencia que atenta contra la identidad
El contexto social y político en que se desenvuelve Colombia y que
afecta a la mayoría de la población ha generado y mantiene
diferentes fenómenos como el denominado conflicto armado, guerra
interna para otros, haciendo presencia en los territorios de la zona
pacífica –particularmente Buenaventura - no como algo coyuntural
sino como un fenómeno estructural, al reconocer el valor estratégico
de la región (Buenaventura es el principal puerto comercial de
Colombia).
El afán estatal y del gran capital de dominar las reales y potenciales
fuentes de riqueza ha llevado a la presencia militar en esta zona,
con énfasis en la zona costera con la base naval en Juanchaco-
Ladrilleros y en la carretera Alejandro Cabal Pombo, popularmente
conocida como la carretera Cali - Buenaventura o carretera al mar.
En búsqueda de mayor competitividad para el Terminal Marítimo de
Buenaventura, se construyó la carretera Alejandro Cabal Pombo
entre 1951- 1963. Por otro lado, la definición como zona estratégica
para la economía nacional e internacional de Buenaventura y el
pacífico en general llevo a que el Estado colombiano construyera la
Base naval de Bahía Málaga en 1984, como estrategia para el
dominio militar de toda la zona. Estas dos obras afectaron de forma
importante el entorno ambiental, social y cultural de las
comunidades asentadas en la región; trajeron consigo la ubicación
permanente de un gran número de militares en las zona, para
garantizar la seguridad de la carga en el caso de la carretera y de
los proyectos portuarios y turísticos proyectados para la costa o
cualquier otra, menos la de las comunidades que habitan
ancestralmente estos territorios.
Esta presencia militar toma más fuerza en los últimos 10 años
(aproximadamente) con la presencia permanente de los grupos
subversivos y paramilitares, generándose reiteradas expresiones de
la guerra colombiana como lo son: las masacres, los
desplazamientos, muertes selectivas, señalamientos a la
comunidad, entre otras.
Estos hechos graves de por sí, por atentar directamente contra la
población civil, por afectar su cotidianidad y vulnerar sus derechos
en varios niveles, toman peores tonalidades cuando se presentan en
territorios ancestrales de los grupos étnicos, como es el caso de las
comunidades Negras de Buenaventura, las cuales vienen avanzando
en proceso de revaloración, reivindicación, organización y
movilización en función de sus derechos colectivos; proceso que ha
sido afectado notoriamente por la presencia en sus territorios de los
grupos armados, que con su fuerza y cosmovisión diferente conlleva
a la imposición de dinámicas de vida descontextualizadas a la
realidad de las comunidades Negras con el señalamiento,
persecución y hasta asesinato de líderes y otros miembros de la
comunidad, generando una transformación o pérdida de valores
culturales, rectores de la vida comunitaria.
La presencia militar en estas zonas se ha convertido en permanente
amenaza, para la reivindicación y disfrute de los derechos
individuales y colectivos de las comunidades, al atentar contra la
movilidad en sus territorios, las prácticas tradicionales de
producción y manutención, la convivencia comunitaria, la
destrucción del medio ambiente, la vinculación de la juventud a las
filas, entre otras.
En tal sentido el ejercicio de investigación posibilitó, a partir de una
dinámica de encuentro, reflexión, y construcción colectiva, develar
los impactos en la vida comunitaria del proceso de militarización a
partir de la implementación del Plan Colombia en los territorios de
las comunidades Negras de Buenaventura, particularmente de
Juanchaco-Ladrilleros y la carretera al mar.
Panóptico del territorio y las fuerzas en Buenaventura:
¿para la seguridad o el control?
El territorio constituido por selva húmeda y habitada
mayoritariamente por población negra y en menor proporción por
indígenas, es uno de los sitios con mayor biodiversidad del planeta.
Sin embrago, históricamente ha sido una región con una dinámica
marginal en relación con la dinámica nacional, que tristemente se
viene integrando a la misma desde la violencia, a la cual se suman
tensiones, violencias y conflictos históricos alrededor del control y
uso de los recursos naturales de la región.
En Buenaventura viven cerca de 276.517 habitantes, lo que lo
constituye como segundo municipio más poblado del Valle del
Cauca. De este total, 240.055 se ubican en la zona urbana,
equivalente al 86,80 % y 36.462 (13,29 %) en la zona rural, según
cifras del DANE. Así, casi el 70 % de la población urbana reside en
la zona continental y se distribuye socioeconómicamente, según
planeación Municipal, en un 37.58 % perteneciente al estrato 1, el
24.75 % al estrato 2, el 32,53 % al estrato 3, el 4.74 % al estrato 4 y
escasamente el 0.33% hacen parte del estrato 5. Vale mencionar
que para sus residentes la población hoy fluctúa entre 350 y 400
mil habitantes.
La zona de Juanchaco-Ladrilleros cuenta con una población
aproximada de 5.500 habitantes, de los cuales 2.800 viven en
Juanchaco y 2.700 en Ladrilleros, el 49% de esta población es
menor de edad, el 64% son mujeres y el 36% hombres.
Por ser zona turística en tiempos de temporadas altas es visitada
por gran número de personas (en promedio 15.000), de lo cual
proceden gran parte de los ingresos de los nativos que se
complementan con actividades más tradicionales como la pesca de
mar y la artesanía. Los habitantes de la zona costera mantienen
permanente contacto con el área urbana del Municipio por motivos
de comercio, trabajo, parentesco, entre otros.
La zona de carretera, Alto y medio Dagua (Buenaventura), ubicada
alrededor de un gran tramo de la vía al mar, cuenta con una
población aproximada de 2.553 personas de los cuales 1.535 son
mujeres y del total de la población 1.102 son menores de 15 años;
esta zona cuenta con 510 familias distribuidas en las ocho veredas
que constituyen el consejo comunitario.
Por su facilidad de transporte vía carretera, esta población mantiene
contacto permanente con el casco urbano de Buenaventura. Alguna
de sus veredas son destino del turismo local.
Al tener dentro de su territorio la vía por la cual se transporta más
del 60% de la mercancía de exportación e importación del país, a
través del terminal marítimo de Buenaventura, les toca soportar
todas las consecuencias del permanente tráfico pesado y la
presencia de grupos armados legales e ilegales.
A comienzo de los 90’s, cuando se fortalecen los intereses foráneos
hacia la región, surge una nueva concepción del territorio desde los
grupos étnicos locales, recogida en la constitución de 1991. Los
territorios de las comunidades negras e indígenas empiezan a ser
delimitados al adquirir nuevas formas de territorialidad.
Político - administrativamente Buenaventura, como uno de los
municipios más extensos de Colombia, sobre todo por su gran zona
rural constituida por nueve cuencas y el área costera, contaba con
corregimientos como estructura político - administrativa, estos
pierden vigencia con el surgimiento de la legislación que reconoce el
derecho colectivo para comunidades negras y los consejos
comunitarios como entes administrativos de estos territorios. Hoy
Buenaventura se compone de su casco urbano y los distintos
consejos comunitarios en las zonas rurales.
En tal sentido las dos zonas donde se desarrollará la investigación,
están constituidos como consejos comunitarios. La costera tiene dos
consejos, el de ladrilleros y el de Juanchaco, mientras la zona de
carretera cuenta con el consejo de Alto y medio Dagua, constituido
por las veredas de Cisneros, La delfina, Triana, El salto,
Bendiciones, El 40, Zaragoza.
Desde el punto de la autoridad en estos territorios hay una
presunta permanente sobreposición de autoridades: la de la
administración municipal, la autoridad ambiental ejercida por la
CVC, la de los consejos comunitarios, pero también la ejercida por
las fuerzas armadas del Estado y desde luego las de facto,
agenciada desde vías de hecho por los otros actores armados, que
en tal sentido entran a contradecir las expectativas, planteamientos
y derechos de las comunidades.
Los consejos como autoridad en sus territorios vienen avanzando en
su fortalecimiento organizativo y legitimación dentro y fuera de sus
territorios, en función de la reivindicación de derechos colectivos.
Sin embargo, la autoridad y autonomía de las comunidades a través
de sus organizaciones autónomas y la libre movilidad en sus
territorios se ven amenazados de forma permanente debido a la
presencia e influencia de fuerzas armadas legales e ilegales, en los
últimos tiempos con mayor énfasis en las legales tanto en la zona de
carretera como para la base naval para Juanchaco y Ladrilleros.
Las transformaciones recientes en materia territorial, demográfica,
social y económica, han sido más notorias en esta región en
comparación con otras zonas del país, prueba de ello son las
organizaciones y los procesos organizativos que en función de la
reivindicación de derechos como grupo étnico que surgen y se
mantienen en la región. Sin embargo, la contrapartida a este
escenario lo constituye la injerencia en la vida política de la zona de
Buenaventura por parte de los grupos al margen de la ley y la
misma acción militar del Estado y las fuerzas ilegales. Su accionar
también se esgrime como reconfigurador de condiciones
socioeconómicas, demográficas y culturales para la población y los
territorios.
Un indicador muy diciente es la problemática del desplazamiento
forzado. Según los datos del Sistema de Información sobre
Desplazamiento (SISDHES), la población Afrocolombiana junto con
la indígena, constituyen el sector más
afectado con el llamado conflicto armado y
la migración forzada durante el último año.
Cuatro de cada diez personas desplazadas
en Colombia pertenecen a estos grupos
étnicos, procedente en su mayoría de zonas
sometidas a estrategias de confinamiento aplicadas por los actores
armados. El 33% de las personas desplazadas internamente
pertenecen a comunidad Negra.
En particular en esta zona del país, poblada mayoritariamente por
afrocolombianos, se vienen presentando diferentes expresiones de la
guerra interna: masacres, muertes selectivas, detenciones masivas,
incursiones militares, presiones sobre población civil, lo cual ha
generado en diferentes localidades desplazamiento hacia las zonas
urbanas de Buenaventura y Cali entre otras, pero también se
registran muchos casos de desplazamiento interno bien sea al
interior de los territorios ancestrales o entre los diferentes barrios,
los cuales no son recogidos en las estadísticas. Dagua, Anchicayá;
Naya, Calima, Raposo, se encuentran entre los casos más sonados
en lo rural, Pampa Linda, Punta del este, Juan 23 en el caso de los
barrios urbanos de Buenaventura, dan cuenta de la presencia de
este fenómeno en la subregión.
Año Desplazados
2000 7.500
2001 14.700
2002 17.300
2003 23.000
2004
(Hasta Agosto) 24.600
Los desplazamientos suceden por enfrentamientos entre los
paramilitares de las AUC y la guerrilla, al igual que por masacres,
amenazas y bombardeos a zonas rurales de la región.
Los últimos desplazamientos sucedieron en el mes de Agosto de
2004 en el corregimiento de Calima, 900 personas se vieron
obligadas a salir del lugar por enfrentamientos entre las FARC y los
paramilitares de las AUC, y del río Raposo por bombardeos de la
Infantería de Marina, con un total de 25 familias.
Hay que señalar que el 90% de estas violaciones se quedan en la
impunidad y no hay políticas serias por parte de la Administración
Municipal y de las Fuerza Pública y Armada para frenar esta
situación, a lo que se le agrega la grave situación de los desplazados
colombianos.
Otros indicadores de las
alteraciones socioeconómicas,
demográficas y culturales para la
población y los territorios, producto
de la acción militar de los distintos
actores se recoge en el siguiente
ejercicio de registro cronológico de acontecimientos violentos,
realizado por el Palenque el Congal / PCN; en él se describe la
situación de orden público que ha venido sucediendo en los últimos
años en el municipio de Buenaventura.
Año Asesinatos
2000 559
2001 534
2002 455
2003 567
2004 (nov-10) 409
2005(julio-12) 213
A partir del año 2000 el conflicto empieza a recrudecerse debido a
la presencia de los paramilitares de las AUC, quienes aparecen para
enfrentar al 30 frente de las FARC, que hacen presencia en algunas
zonas del municipio. Las masacres, asesinatos, desapariciones,
amenazas y desplazamientos se convierten en común denominador
de nuestra realidad.
Las anteriores cifras corresponden a datos de medicina legal, y
organizaciones que trabajan en defensa de los derechos humanos,
pero es común encontrar cadáveres sin identificar, con señales de
tortura y en estado de descomposición. De otro lado, se sabe que
muchas de las víctimas son lanzadas al fondo de los esteros o son
dejadas en la isla calavera, donde no se puede llegar por temor a ser
asesinado. En los últimos 3 meses se han encontrado 15 cadáveres
sin identificar.
Estos asesinatos se dan por intolerancia social, por supuestos
vínculos con la guerrilla, con los paramilitares o por tener algún tipo
de filiación con los actores armados.
Junto a estos asesinatos, las masacres son una estrategia
recurrente de intimidación. En los últimos 5 años (entre febrero de
2000 y julio de 2005) se han presentado alrededor de 32 masacres,
de las cuales el 25 % han sido perpetuadas en los barrios de la zona
urbana y el 75 % restante en la zona rural. Se estima un número
aproximado de 267 víctimas. (Ver anexo 4: Masacres en
Buenaventura)
Finalmente las
desapariciones. En los
últimos meses han
aumentado los casos de
desaparecidos en la ciudad.
Las estadísticas no
corresponden a la realidad
debido al temor que tienen los habitantes de denunciar, pues estas
van acompañadas de amenazas de los actores armados ilegales.
Testimonios de la violencia y el terror recientes
En Buenaventura después de la desmovilización de los
paramilitares se ha agudizado el problema interno en el que vive la
ciudad. Los grupos armados legales e ilegales que están en la
ciudad han incrementado su accionar deteniendo a personas
decentes y respetables de la comunidad.
En lo que llevamos del año 2005, han sucedido 8 masacres, que son
importantes de reseñar como una prueba fehaciente que incremento
el pie de fuerza de los actores armados, siendo una evidencia
ineludible y un factor determinante para disparar los niveles de
Año Desapariciones
2000 41
2001 48
2002 44
2003 100
2004 (hasta Marzo) 79
2005 (hasta julio) 16
Total 328
violencia. Si el Estado opta por la vía armada y la militarización, tal
como lo ha hecho con los recursos provenientes del Plan Colombia,
está facilitando el juego de la violencia y aportando en la “bola de
nieve” desatada en la región –y en el país en general.
Por razones obvias de seguridad de las comunidades, guardamos la
confidencialidad de las fuentes de donde logramos la información
que a continuación se reseñan brevemente, a propósito de las
masacres y las detenciones arbitrarias perpetuadas en lo corrido del
año:
1: En el mes de Febrero fueron masacrados 5 personas en la
autopista Simón Bolívar, en la entrada al barrio el cristal, estas
personas fueron acribilladas a tiro por sujetos que se movilizaban
en motocicletas, lo raro es que a una cuadra está el comando de la
policía municipal.
2. En Febrero 13 del 2005 fueron asesinadas 4 personas en el
barrio el Lleras (Comuna 4).
3. En Marzo 18 de 2005 asesinaron a 1 persona e hirieron a 4, los
asesinos se movilizaron en lancha y con armas de largo alcance.
4. En el mes de Marzo a pocos días de la pasada masacre en la
playita asesinaron a 2 personas, abalearon uno quien murió en el
hospital.
5. La masacre reciente donde acabaron con la vida de 12 jóvenes
entre los 15 y 22 años del barrio punta del este y Santa Cruz. Estos
jóvenes fueron asesinados en la comuna 12, barrio el Triunfo,
Vereda las vegas, la cual está en la vía que de Buenaventura
conduce al aeropuerto, vigilado al mismo tiempo por la infantería de
marina.
Según cuenta la población varios de los jóvenes asesinados
participaron en la marcha del 5 de abril organizada por la
comunidad de Punta del Este y santa cruz, donde pedían la
construcción de un puente peatonal. No hay que olvidar que estos
manifestantes fueron golpeados, además a un manifestante le
lesionaron un ojo y tiene peligro de perderlo; este hecho fue
realizado por los antimotines de la policía, y al parecer los
antimotines tomaron fotos y filmaron a la comunidad.
Según testimonios de algunos pobladores: “Muchos moradores de
Buenaventura estamos preocupados porque se han visto reuniones
de las fuerza armadas legales con paramilitares en algunas zonas de
la ciudad”.
6. En el mes de mayo fueron masacrados 3 personas en el cuerpo
de bomberos del centro de la ciudad, a eso de la una de la tarde. De
los muertos 1 era bombero voluntario de esta institución.
7. En el mes de junio en horas de la tarde fueron masacrados tres
personas de los cuales uno era el guarda espalda del concejal del
municipio Wilson Cándelo.
8. El día 9 de julio del presente mes fueron masacrados 6 personas
en el barrio Lleras en horas de la tarde.
En estos últimos meses se han presentado varias masacres en la
zona urbana y dos incursiones en el río Calima, Yurumanguí y un
bombardeo en Mallorquín. En calima, vereda San Isidro, el 15 de
abril detuvieron a dos menores de edad, Camilo murillo Caicedo y
Juan Elías Murillo Caicedo de 15 y 16 años, respectivamente. Ellos
se encontraban pescando en el rió después de terminar el corte de
madera que es su actividad laboral. Estos jóvenes fueron liberados 5
días después; durante su detención les amarraron las manos por el
tiempo que duro el recorrido del operativo; como si fuera poco, les
dieron 20.000 pesos a cada uno para que firmaran un documento
del que no tienen claridad sobre su contenido.
El día 16 de abril en las horas de la tarde retuvieron a los señores
Murillo Moreno de 36 años sordomudo y José Leonardo Angulo
Polo; salieron a recoger limones en las plantaciones de cultivo, al
terminar las labores fueron detenidos, llevándoselos en los
camiones y dejando incertidumbre en los moradores de la
comunidad, ya que en otras zonas, cuando ha sucedido esto, los
hechos son lamentables para la comunidad. Al señor Ramón Murillo
lo vistieron con un chaleco y sus respectivas municiones más
escopeta. Lo dejaron en libertad a los 4 días, entregándole 30.000
pesos, con el fin de reconocerle el tiempo que había estado con ellos.
El 16 de abril en la vereda de San Isidro incursionaron las fuerzas
militares y de policía, infantería de marina, DAS y fiscalía, estas
autoridades estaban acompañadas de tres encapuchados que
hacían las veces de guías de la comitiva.
Llegaron a pie. Hicieron que los habitantes de la comunidad se
reunieran en el polideportivo. Cuando la comunidad ya estaba en el
polideportivo llego un helicóptero con más hombres del ejército.
Estos amenazaron a los niños diciéndoles que si no daban
información les cortaban las manos. Luego detuvieron
arbitrariamente a los hombres del pueblo de los cuales se llevaron
a:
1. Eliécer Moreno de 17 años
2. Diógenes Gonzáles de 24 años
3. Berlín Gonzáles de 28 años
4. Jesús Lizalda de 48 años
5. Harold Rivas de 21 años
6. Patricio Ballesteros de 17 años
7. Benigno Velasco de 45 años (maderero y tendero).
El 19 de Abril a las 2 de la tarde en el barrio punta del este y Santa
Cruz de la comuna 5 del municipio de Buenaventura, un hombre en
una motocicleta y un colectivo reunió a algunos jóvenes de estos
barrios supuestamente para ir a jugar un partido de fútbol en
Puerta Dagua, zona rural del municipio vecino de Dagua, con el
pretexto de pagarles 200.000 pesos al equipo que ganara. Los
jóvenes coteros y deportistas de estos barrios acudieron al llamado
para con este dinero ayudar a su familia sin saber que allí
encontraría la muerte.
Hay comentarios que los jóvenes reclutados para jugar fueron 25 de
los barrios Punta del Este, Santa Cruz y Palo Seco, hasta hoy solo
se han encontrado 12, los cuales fueron hallados muertos con
muestras de torturas, amordazados, rociados con ácido, le sacaron
los ojos y le dieron un tiro de gracia.
El día sábado 23 de abril a las 11:p.m. ingresaron a un
establecimiento público miembros de la fuerza pública – soldados -
quienes detuvieron a 16 personas que departían en el
establecimiento sin mostrar ninguna orden de captura. En el
momento de la detención se presentaron algunas amenazas por
parte de los uniformados con la población. Los militares les decían:
“agradezcan que los llevamos vivos, después de nosotros vienen los
paramilitares y esos si van a dejar muertos.”
Algunos de los agentes fueron reconocidos por la comunidad como
el cabo Quinteros, cabo Echeverri y Vicente Fernández Rodríguez.
Este último fue el encargado de hacer apagar la música.
Los siguientes son nombres de las personas detenidas masivamente
el 23 de abril del 2005:
1. Ángel Murillo García
2. Luís Eduardo Murillo García
3. Luís Enrique Domínguez Domínguez
4. Darío Benítez Vergara
5. Julio Cesar Asprilla Longa
6. Diego Luís Murillo Caicedo
7. José Esneider Martínez Murillo
8. José Reynel Martínez Murillo
9. Juan Guillermo Caicedo Murillo
10. Jefferson Andrés Mosquera Valencia
11. Álvaro Valencia
12. Francisco Emilio Gonzáles
13. Andrés Hurtado
14. Rubén Ospina Roldan
15. Jonathan Arley Narváez
16. Luis Fernando
17. Yeison Ibargüen Mosquera.
El 23 de abril en el barrio Viento Libre, en la calle Piedras Cantan,
unos hombres que se movilizaban en un taxi lanzaron una granada.
Como saldo queda 1 niño de 4 años de edad muerto y 8 heridos,
entre los cuales había 5 niños entre los 4 y 8 años y 3 mujeres.
El 24 de abril en el centro de la ciudad, en el barrio más conocido
como san Andresito, se encontró una bomba la cual fue desactivada
por las fuerzas antiexplosivos.
Existen además otras formas de violencia que se atribuyen
directamente a los actores ilegales, en especial paramilitares. Aquí
presentamos un caso - tipo:
Edad: 29 años
Lugar de nacimiento: Buenaventura, Valle
Lugar de los hechos: Barrio Juan 23
“Los paramilitares amenazaron a los jóvenes del barrio, de los cuales
ya han matado a varios ellos. Uno de mis mejores amigos, Henry
Hurtado, está desaparecido; también asesinaron Ester Julia Reyes.
Parece que todos los que éramos amigos ellos seremos asesinados.
Hace unos días me corretearon para matarme pero me metí por un
lodazal y no pudieron atraparme, pero me están buscando por todas
partes no he denunciado por miedo, porque las autoridades realizan
reuniones con ellos en el barrio.
Estoy viviendo en barrio, no he podido irme porque no tengo para
donde ir ni recursos para hacerlo”
Por su parte, las fuerzas del Estado tienen su grado de
responsabilidad y participación en la situación de inseguridad y
violencia en el Puerto, sea por omisión en la garantía de una efectiva
y apropiada estrategia de seguridad o por la acción directa
(operaciones armadas, detenciones masivas y arbitrarias)
efectuadas por sus agentes. En esta línea se mueve el caso que a
continuación se registra: la incursión de las fuerzas aéreas y la
infantería de marina en el rió Yurumanguí, que además incluye la
detención de dos jóvenes por parte de la tropas de la Fuerza Aérea
Colombiana y la infantería de marina.
Caso
El día 4 de mayo del 2005, en las horas de la mañana, en la
comunidad de San José del Yurumanguí se presentó un bombardeo,
directamente en las veredas el Águila, San José, San jerónimo y el
Queso, por parte de la Fuerza Aérea Colombiana y la infantería de
marina.
A partir de las 8:00 a.m. del 4 de mayo, las tropas militares
desembarcaron en las veredas antes mencionadas e incursionaron
violentamente en cada una de las casas, saqueándolas. Entre los
elementos hurtados estaban los documentos de identidad, radios
trasmisores, dinero, ropa, joyas, entre otros enseres.
La población se desplazó internamente entre el río de una
comunidad a otra. Algunos que estaban en las quebradas realizando
trabajos de agricultura se refugiaron debajo de los árboles para
esconderse de los ametrallamientos. Posteriormente las tropas los
obligaron a transportar víveres y enseres por casi tres horas.
Dos jóvenes miembros de la comunidad de las veredas San José y
San Jerónimo: Antonio Panchano y Hernando Rentería,
respectivamente, fueron detenidos. Antonio fue detenido luego de
que lo obligaran a limpiar el rastrojo que tenía el terreno en el cual
los helicópteros aterrizaron. A Hernando lo detienen cuando se
dirigía en medio de la angustia en búsqueda de su señora madre y
sus cuatro hermanos menores de edad.
Posteriormente, el día 5 de mayo estos jóvenes fueron mostrados
por la fuerza pública ante los medios de comunicación como
miembros del grupo insurgente FARC. Antonio Panchano fue dejado
en libertad, mientras Hernando Rentería esta todavía detenido por
que le encontraron un antecedente de un omitido, pero ninguno de
los dos se le encontró vínculo con la insurgencia.
Así mismo, los bombardeos y ametrallamientos afectaron la salud
física de algunos pobladores al caer esquirlas de las granadas y
morteros lanzados por las fuerzas militares en sus cuerpos. Varias
viviendas se encuentran también averiadas producto de las ondas
expansivas. En este evento murió el señor Emilio Mina, por un paro
cardiaco agudizado por los bombardeos.
El día sábado 7 del presente mes, una comisión humanitaria
compuesta por funcionarios de la alcaldía de Buenaventura,
Personería, Defensoría, Comité Andino de servicio y del Proceso de
Comunidades Negras visitó la zona, la cual pudo corroborar la
información que la comunidad ya había suministrado, es decir, los
saqueos de las casas en San Jerónimo, heridos con esquirlas,
maltrato a las cementera con el aterrizaje de los helicópteros,
familias atemorizadas, entre otras cosas que afectaron a la
comunidad.
La ciudad de Buenaventura está cansada de tantas muertes,
detenciones y abusos sin que capturen a los directos responsables,
en esta ciudad se asesinan sin discriminación personas de la zona
urbana y la zona rural; si el Estado es el responsable de garantizar
los derechos humanos, la gente hoy se pregunta ¿Qué pasa con la
ciudad de Buenaventura? ¿Será que en Buenaventura van a acabar
toda la juventud sin que las autoridades y la nación condenen
estos asesinatos?
¡Esto no es lo que queremos!
“Los muertos en Buenaventura no hablan, quedan en la impunidad por eso queremos que hablen por ellos los que todavía pueden hablar, los que todavía sobreviven a una vida injusta”
Los resultados del ejercicio de investigación se miden de diferentes
formas y van más allá de lo que de forma concreta se puede citar en
este momento, porque la posibilidad que genero el encuentro
comunitario frente a la toma de conciencia de su propia realidad, la
solidaridad expresada hacia estas comunidades, la reafirmación de
los hechos escandalosos de la guerra como la masacres,
desplazamientos, señalamientos, muertes selectivas, detenciones
masivas e individuales ilegales, entre otros aspectos,
definitivamente es sentida como una intromisión desestabilizadora
de la vida cotidiana de las comunidades negras, como una irrupción
trasgresora y violenta de la cultura ancestral y, por tanto, una
acción ilegítima e ilegal que atenta contra las comunidades y su
territorio.
En este orden de ideas, las reflexiones logradas con las
comunidades en torno a los impactos de la militarización de su vida
cotidiana, se mueven en la línea de los derechos a partir de 5
componentes básicos para la comunidad negra de estos territorios:
la convivencia, la autonomía, movilización, prácticas productivas e
identidad cultural.
CONVIVENCIA
En un amplio consenso, la convivencia es concebida como la
posibilidad de compartir buenas relaciones desde lo individual, lo
colectivo, como personas y de estas con su entorno, basándose en
valores claves como la solidaridad, el respeto por el otro, la justicia,
los afectos, la tolerancia, resolución pacífica de los conflictos entre
otros, factores que han caracterizado a las comunidades del
pacífico.
El impacto de la militarización sobre la convivencia comunitaria se
advierte entonces en dos sentidos:
Los grupos al margen traen problemas cuando hay militares.
Desde luego la lógica de los actores en conflicto –más aún militares-
es la confrontación, y la población civil queda física y políticamente
entre ellos. Los sentimientos de temor a los enfrentamientos y los
zafarranchos que se realizan en las noches son una constante que
desestabiliza el equilibro sicológico de las comunidades.
Se incrementan problemas sociales como la drogadicción,
prostitución, hurto, ante el clima de incertidumbre y desasosiego
que vive la población. Esto relacionado desde luego con la
restricción a algunas fuentes de ingreso o las prácticas tradicionales
para la adquisición de la manutención familiar.
AUTONOMIA
Para los miembros de las comunidades ancestrales la autonomía es
la capacidad y posibilidad que deben tener las comunidades para
decidir el rumbo de sus vidas y la de sus territorios, pasando por la
movilización, la administración de los recursos naturales, las
formas de organizarse para el trabajo y la reivindicación de sus
derechos, para participar dentro y fuera de los territorios en todo lo
que les afecte.
Aunque, para el caso de Juanchaco, en su momento la
comunidad se resistió a la construcción en su territorio del
aeropuerto esta no se pudo parar, porque entre otras cosas
manejaron el discurso de que se trataba de un aeropuerto civil y
traería más turistas, un argumento atrayente si consideramos la
economía turística del sector.
La titulación colectiva de los territorios ancestrales, base de la
autonomía comunitaria, se han visto impedida entre otros por la
presencia y proyección de los militares a través de la base naval y el
aeropuerto militar.
Sobre todo en el caso de la carretera, los soldados se ubican en
espacios netamente comunitarios, como las casas y las escuelas,
generando muchos riesgos, ante un eventual ataque de sus
enemigos y además lo señalamientos para la población civil por
parte de estos últimos.
Las reglas de juego impuestas por los militares cohíben a las
comunidades para seguir siendo lo que culturalmente han sido,
manifestada en las formas de producción, el cierre (restricciones) de
lugares dentro de sus territorios, la prohibición del uso de
herramientas tradicionalmente utilizadas para la practicas
productivas como la cacería.
La administración del territorio reconocido por ley como derecho
de las comunidades se ve afectado por la presencia militar en los
mismos, ya que esta responde a las demandas y expectativas de las
comunidades, priorizando por encima de todos los derechos y la
“seguridad” para lograrla, el camino que escogen los militares es la
represión.
Se viene presentando con mucha recurrencia una violación
directa al derecho de asociación y de intimidad. Cuando la
comunidad se reúne en la caseta comunal a debatir sus ideas
relacionadas con el bienestar colectivo, los militares están
pendientes de lo que ocurre en la reunión, bajo la excusa de la
seguridad y contra la conspiración.
MOVILZACIÒN
Las comunidades del pacifico ancestralmente se han movilizado por
todo su territorio en función de la satisfacción de necesidades
materiales y espirituales, por eso existen sitios y tiempos para todo,
desde lo productivo como la cacería, la pesca, minería, agricultura,
para la recreación y encuentro con los vivos y los muertos, con lo
terrenal y lo extra terrenal. Lo cual reafirma la identidad.
La gente argumenta “antes de la presencia militar se podía uno
mover a cualquier hora desde y hacia cualquier lugar dentro del
territorio, con la presencia de los militares, estos restringen los
horarios y sitios de tránsito permanencia por cuestiones de seguridad
(para ellos)”. Un fehaciente testimonio del fenómeno de
confinamiento como violación al derecho de la locomoción.
Las actividades productivas como la cacería, minería, agricultura
entre otras, que son básicas para la satisfacción de necesidades
fundamentales por parte de las comunidades se ven impedidas con
las restricciones para movilizarse por el territorio, la prohibición de
uso de escopetas de casería y los operativos militares, establecidas
por los militares de forma directa o indirecta con sus acciones.
Tanto en la zona costera como en la carretera, los militares han
establecidos zonas restringidas para las comunidades dentro de sus
propios territorios sin tener en cuenta la importancia de estos
lugares para la vida comunitaria.
El temor a los enfrentamientos y las prácticas militares que se
realizan o pueden llevar a cabo a cualquier hora en los territorios
ancestrales, provocan que la gente misma opte por evitar transitar
ciertos sitios, en gran medida por el riesgo a su integridad física y a
la vida misma; de cualquier manera es un efecto que impiden la
libre movilización de las comunidades.
Las comunidades son persuadidas o forzadas a colaborar con los
militares. Se utiliza a la comunidad para que transporte a los
soldados en sus embarcaciones de un sitio a otro, dentro del
territorio, lo cual pone en eminente peligro a los nativos con
respecto a los otros grupos armados en disputa y vincula la
población al conflicto, constituyéndose en un acto violatorio al DIH.
ACTIVIDADES PRODUCTIVAS
La satisfacción de las necesidades fundamentales de las
comunidades, está basado en sus sistemas productivos: la cacería
de animales silvestres, la pesca de río y mar, la extracción de
conchas y otros productos del manglar, la agricultura, las
artesanías, entre otras prácticas, constituyen el sistema productivo
de las comunidades negras del pacifico, en general. En el caso
particular de las comunidades de la carretera y de la zona costera,
en los últimos años, han venido aprovechando algunos lugares de
su territorio para atender turistas de Buenaventura, el Valle del
Cauca y Colombia. Sin embargo, estas situaciones son ampliamente
afectadas por la presencia de los efectivos del ejército, la infantería
de marina y la policía.
El turismo se ve afectado por lo incómodo de las medidas de
“seguridad” establecidas por el ejército, por ejemplo las requisas
constantes a nativos y visitantes.
Cuando hay presencia militar se dañan los cultivos, las siembras
por la acción de la tropa en las zonas de trabajo nos impide, a veces,
poder estar en los sembrados, cuidarlos y mantenerlos, es decir, las
labores cotidianas para la siembra y cultivo logran ser afectadas, al
igual que la pesca y la caza. “a veces no podemos salir al campo
libremente a sembrar o recoger nuestros cultivos, tampoco podemos
realizar la pesca, ni nocturna ni diurna, ya que se corre mucho riesgo
por la presencia de militares que en muchas veces tildan a la
comunidad. (En la zona de carretera) las atarrayas están guardadas
sin uso porque es muy riesgoso salir de madrugada ya que se puede
ser señalado e incluso hasta agredido”.
Lo mismo pasa con las actividades mineras: “También nos ha
afectado en la extracción de material del río porque los comandantes
del ejército creen que las personas que viven de este oficio tienen que
ver con las milicias”.
El costo de vida se ha incrementado porque la producción
autónoma se ve impedida por las condiciones y actitudes de los
militares que directamente impiden el desplazamiento en el
territorio, el uso o porte de escopeta, significa el señalamiento de
guerrillero. Ahora las comunidades pasan de producir su propio
sustento a depender de una economía terciaria, de dependencia
comercial a intermediaros en productos foráneos.
IDENTIDAD ETNICA CULTURA
Como pilar de los derechos colectivos, la identidad cultural juega un
papel clave en la construcción simbólica y material de los territorios.
En las comunidades se entiende la Identidad Étnica y Cultural
como la conciencia de lo que se es, del origen y del proceso histórico
de construcción social, a partir de la singularidad como pueblo,
regido por patrones y valores, construidos, adaptados y
transformadas por la dinámica comunitaria. Es el conjunto de
prácticas productivas, de relacionamiento entre las personas y con
el entorno natural, con lo visible y lo invisible, todo a partir de la
cosmovisión particular del mundo. Los efectos de la militarización
en este aspecto son muy claros para los pobladores de los territorios
ancestrales:
“No tenemos paz: la cultura nuestra, nuestra identidad no es ver
armas en todo momento, menos disparos permanentemente en
nuestros territorios, ocasionados por los enfrentamientos o las
prácticas de los militares, lo cual mantiene tensionada a la
comunidad, nosotros no estamos acostumbrados a ni ver ni escuchar
armas”.
Las fiestas tradicionales de la comunidad también se ven
afectadas por las restricciones militares, las tensiones o la
imposibilidad de circulación libre por el territorio, cohibiendo la
expresión propia de un pueblo cuya cultura tienen una alta
fundamentación histriónica.
El no poder transitar en paz de noche o de día, pues ésta en gran
medida coarta la posibilidad de fundar o fortalecer las relaciones de
amistad entre la población, en cuanto que la intensidad, calidad y
continuidad de tiempos para la interacción se ven disminuidos ante
las restricciones de tiempos y espacios, lo cual es fundamental en la
cultura del pacífico.
En el plano de las comidas y los manjares la dificultad para
realizar las labores productivas en fincas, quebradas y ríos, hace
difícil acceder a los productos alimentarios tradicionales, limitan las
prácticas tradicionales de consumo y producción.
Los horarios establecidos por las fuerzas militares, limitan las
expresiones artísticas culturales de las comunidades, lo cual afecta
la cultura e identidad.
El bunker construido en Cisneros en uno de los extremos de la
cancha de fútbol, o sea dentro de la comunidad condiciona la
práctica del deporte y otras actividades a campo abierto que tenían
como escenario esta cancha, debido a que genera mucho riesgo,
pues los disparos que allí se originan en las prácticas de
entrenamiento de las policía (polígonos), han tenido lugar en
momentos en que los jóvenes utilizaban la cancha sin que hubiera
ningún enfrentamiento o alteración del orden que explicase este
comportamiento. Además, al ser tomada la cancha como escenario
de entrenamientos y base de la policía, se rompe rotundamente con
la significación social que este mismo lugar a tenido históricamente,
es decir, como espacio de encuentro e interacción cotidiana, fuente
principal de la cultura y la identidad de las comunidades.
Unas conclusiones necesarias
Los efectos de la militarización en la vida de las comunidades de
Buenaventura, gracias a la información obtenida, son concluyentes.
Lo que se observa de entrada es que este proceso belicista,
fortalecido por las acciones del Plan Colombia, produce una falsa
seguridad, lo cual es ratificado por las comunidades cuando afloran
sus temores frente a potenciales y reales enfrentamientos en sus
territorios, denuncian los abusos contra la libre circulación, la
tranquilidad y el intento por dominar la vida cotidiana de las
comunidades.
El asunto se agrava tratándose de las comunidades Negras en sus
territorios ancestrales, las cuales han desarrollado una cultura que
la diferencia en muchos aspectos del resto de los colombianos.
Para este ejercicio se tuvo en cuenta cinco componentes básicos
para la vida de estas comunidades como son: la autonomía, la
convivencia, la identidad cultural, las actividades productivas y la
movilización dentro de sus territorios. Como se puede observar, a lo
largo del capítulo de los resultados y testimonios de los cinco
componentes se ven afectados, por la presencia militar.
En el caso de la autonomía, los militares, a través de sus medidas
inconsultas de “seguridad”, impiden la libre decisión por parte de
las comunidades en sus territorios, la convivencia se afecta por la
influencia en las formas propias de relacionamiento y atención de
los conflictos comunitarios, las actividades productivas bases de la
autonomía alimentaría se estrella contra las restricciones para
movilizarse libremente por los territorios con las condiciones para
producir, a riesgo de ser señalados, detenidos y hasta agredidos
físicamente, todo lo anterior es un directo atentado contra la
posibilidad de mantener y fortalecer la identidad étnica cultural,
que no es solo intangible, sino que se materializa con las prácticas
de vida comunitaria.
Lo ratificamos: Estrategias que, como el Plan Colombia, intensifican
el poder bélico de cualquiera de los actores armados en conflicto –en
especial las fuerzas del Estado- se fundamentan en la seguridad
como un sofisma de distracción para la consecución de la paz y la
tranquilidad, de hecho lo que si generan es una escalada de abusos
con argumentos abyectos que justifican la acción militarista.
Este panorama nos plantea un gran reto, el de continuar en la
lucha desde nuestras organizaciones y principios políticos, en
función de la reivindicación de nuestros derechos como población
civil en general, pero como comunidad Negra en particular,
amenazados por la política belicista, impulsados por los dueños el
poder económico, militar y administrativo.
¿Existen alternativas al conflicto? Desde las comunidades negras la
respuesta es sí. Lo primero a resaltar es que existen tres formas de
resolver la situación que desde hace años vive Colombia en materia
de conflicto armado: derrotando al adversario, negociado o
derrotando la guerra desde las iniciativas que se vienen adelantado
en distintas regiones en resistencia a la guerra. Esta resistencia es
complementaria a la propuesta de una salida negociada al conflicto,
que por su naturaleza es contraria a la creencia de que es posible
una solución por la vía militar.
La mayoría de las iniciativas de resistencia en el país tienen algo en
común, provienen de mujeres, indígenas, negros, jóvenes,
campesinos. En conclusión detrás de las mismas están los sectores
distintos que además de la vida física buscan defender sus
proyectos de vida y de sociedad sustentados en formas alternativas
de relacionamiento. Desde esta perspectiva de un ejercicio de
resistir en la diferencia, no tiene cabida la idea de vencer al otro por
la vía militar, no tiene cabida en la lógica de las comunidades y las
organizaciones que están en resistencia.
Se resiste para defender y ejercer el derecho a ser distinto y
autónomo, frente a los que se enfrentan y han hecho de los
territorios, los recursos y de las relaciones comunitarias parte del
escenario y motivo de disputa.
En tal sentido los procesos de resistencia buscan la salida a la gran
crisis que vive el país planteando la búsqueda de entendimiento
intercultural y social como único camino hacia la convivencia.
Independientemente del nivel de conciencia las diferentes
experiencias de resistencia que se adelantan en Colombia tienen
relación con el campo local y lo global. La resistencia a la guerra,
nuestra actual resistencia, está relacionada con las luchas invisibles
adelantada por diferentes organizaciones alrededor de temas tan
disímiles como la participación.
Las luchas invisibles son una posibilidad de construir tanto
relaciones de vida y de sociedad entre las personas como de las
comunidades con la naturaleza, distintas a las que desde el
proyecto hegemónico se nos está imponiendo en todos los campos.
Las resistencias complementarias que se adelantan en el país, nos
dicen también, en la medida en que se afirman en el derecho a la
autonomía, de la profunda necesidad que tiene este país de
ordenamiento territorial y ambiental que responda a las diferencias
regionales, históricas y culturales que existen en Colombia y que
son imposibles si las comunidades no tienen dominio sobre sus
territorios y recursos naturales.
La resistencia está relacionada también al derecho de las
comunidades a su propia cultura y forma de identidad, sus
nociones propias de bienestar en el marco del cual formulan y
desarrollan sus proyectos de vida, su derecho a auto determinarse,
y ser autores de su propio destino, participando y fortaleciendo sus
propias formas de organización, de autoridad, de ejercer justicia y
de enfrentar sus conflictos.
En la guerra se busca controlar territorios, recursos y población.
Las comunidades que resisten han hecho expreso su decisión a que
sus territorios, recursos y la comunidad misma, sean mantenidas al
margen de la confrontación. Este hecho explica la recurrente mirada
de sospecha que estas experiencias reciben de todos los actores de
la guerra. Los señalamientos han estado acompañados por intentos
por colocarlos a su favor y en muchos casos agredirlas.
Capítulo V
CALI, JUVENTUD Y PLAN COLOMBIA:
La legitimación de una voluntad colectiva neoliberal.
Un centro de Desarrollo problemático
El municipio de Cali ocupa un área de 56.025.13 hectáreas, de las
cuales 12.125.46 corresponden a la zona urbana y 43.899.66 a la
zona rural, que están ubicadas entre los 955 y 4200 metros sobre el
nivel del mar (m.s.n.m.). Es la capital del departamento del Valle del
Cauca y tercera ciudad más importante de Colombia.
Esta gran urbe, núcleo articulador del suroeste del país, está
situada en el valle del río Cauca, que aquí discurre encajonado
entre las cordilleras Oriental y Central, ubicación que le permite
disfrutar de una excelente climatología y el desarrollo de
abundantes y variados cultivos comerciales. A todo ello une su
carácter de centro financiero y comercial. En el 2000 la población
era de 4.175.515 habitantes19.
En una perspectiva macro, Cali es el epicentro del suroccidente
colombiano de cara a la cuenca del Pacífico y como región que
abarca varios departamentos. En términos microregionales, Cali
tiene un área subregional muy definida, conformada por los
19
Fuente Plan de Ordenamiento Territorial Presentación Municipio de Santiago de Cali Departamento
Administrativo de Planeación. Documento soporte (2004)
municipios de Yumbo, La Cumbre, Dagua, Buenaventura, Jamundí,
Palmira, Candelaria y Puerto Tejada, con los cuales ha establecido
interdependencias mutuas, asumiendo que el contexto
microregional constituye un determinante de la estructura
territorial municipal.
Los niveles de exclusión económica, social y política han crecido
dramáticamente en Cali en virtud de factores histórico-estructurales
que se han visto agravados por la coyuntura de crisis regional desde
hace aproximadamente tres años.
La base productiva existente en Cali y los municipios vecinos
conforman un espacio microregional articulado por las relaciones
complementarias de generación del mercado de trabajo
metropolitano y la circulación de bienes y servicios. En la región
predomina el sector de la industria y los servicios, con un alto grado
de concentración en las actividades de comercio, servicios, finanzas,
telecomunicaciones y transporte.
Socio económicamente, particularmente en lo referido al empleo, la
mayor proporción de este es provisto, en su orden, por los sectores
de servicios personales y del gobierno, el comercio y la industria
manufacturera; ellos agrupan el 77% del empleo en la zona Cali-
Yumbo. Mientras que la construcción sólo provee el 6% del empleo.
La coyuntura por la que atraviesa la ciudad actualmente ha
significado un incremento sustancial del desempleo y del
subempleo. En efecto, la población en edad de trabajar de Cali y
Yumbo creció entre 1993 y 1998 a una tasa anual promedio de
2.2%. Sin embargo, la oferta laboral (Población Económicamente
Activa, PEA) aumentó a una tasa de crecimiento anual promedio
igual a 3.2%, un punto porcentual por encima del crecimiento de la
Población en Edad de Trabajar (PET). La clave de este
comportamiento se encuentra en la transferencia de una porción
considerable de la población inactiva al mercado laboral entre marzo
de 1997 y marzo de 1998: ante el deterioro de la actividad
económica y de los ingresos familiares, una franja importante de los
agentes tradicionalmente inactivos - niños, ancianos y amas de
casa- se lanzaron al mercado laboral para complementar el ingreso
familiar.
Dado el gran aumento de la PEA en el período 93-98 y la lenta
expansión del empleo (1.1% anual), la variable de ajuste fue el
desempleo que aumentó de una tasa anual del 6.9% en 1993 a una
tasa anual del 19.2% en 1998. Los desempleados en Cali - Yumbo
pasaron de 75.796 en marzo de 1993 a 182.746 en marzo de 1998.
En septiembre de 1998 la tasa de desempleo de Cali llegó a 20.6% y
en marzo de 1999 sobrepasó el 21%, la más alta tasa en la historia
de la ciudad desde que se realizan encuestas de hogares y una de
las más altas entre las siete principales áreas metropolitanas del
país. En ese momento, 226.339 trabajadores vivían el drama del
desempleo.
El desempleo femenino es superior al masculino en el área
metropolitana de Cali y Yumbo (13.7% para hombres y 22.8% para
mujeres en marzo de 1998). Comparando entre 1995 y 1998, se
encuentra que prácticamente las tasas de desempleo se duplican,
tanto para hombres como para mujeres. Particularmente lo grave es
la situación de los jóvenes entre 15 y 20 años, cuya tasa de
desempleo era del 44.9% en marzo de 1998, de nuevo mayor para
las mujeres que para los hombres (51.5% y 38.1%,
respectivamente). El subempleo también ha aumentado
dramáticamente, del 10.7% en 1996 se pasó al 24.2% en 1998. La
mayor parte de los desempleados en Cali y Yumbo son trabajadores
con estudios de secundaria. Estos representaban el 57.4% del total
de desempleados en el área, en marzo de 1998. La situación no ha
cambiado significativamente en los últimos cinco años, lo cual
denota un problema estructural. La probabilidad de desempleo es
menor si no se tiene educación o si se tienen estudios superiores
completos, parecería que el sistema productivo requiere en mayor
proporción el trabajo menos calificado y profesionales certificados -
un mundo de "peones" y "doctores".
La distribución del desempleo por comunas se relaciona con el nivel
socioeconómico de estas últimas: las comunas caracterizadas por
altos ingresos (2, 3, 17 y 19) mantienen las tasas más bajas de
desempleo, mientras en las restantes esas tasas presentan niveles
medios y altos. Especialmente crítica es la situación de las comunas
de menores ingresos, pues experimentan las tasas más altas de
desempleo de la ciudad: 19.5% en la Comuna 18, 21.5% en la 14,
24.6% en la 16, 25.2% en la 1 y en la 13 26.8% (datos
correspondientes a marzo de 1998).
Lo anterior apuesta a una hipótesis en el sentido que existe un
proceso de filtración espacial hacia abajo que tiende a localizar en
las comunas antes mencionadas la población con menores
posibilidades laborales.
Cali muestra hoy grandes niveles de exclusión social. El mejor
indicador global de esa situación es la inequitativa distribución del
ingreso; éste no sólo ha descendido en el tiempo, sino que muestra
una creciente concentración: en efecto, se observa en Cali una
tendencia preocupante a la caída de los ingresos.
Prácticamente se duplicaron los niveles de pobreza e indigencia en
tres años. Las diferencias por comunas son apreciables: son
preocupantes los casos de las comunas 1, 14 y 20, con rangos de
indigencia que rebasan el 20% de los hogares. Las comunas 4, 5, 9
y 15 superan el promedio de la ciudad. Las comunas 2, 17 y 19
tienen niveles menores, por debajo del promedio. En materia de
pobreza, las comunas 1, 13, 14, 15 y 20 presentan cifras superiores
al 60% y, salvo el corredor conformado por las comunas 2, 17 y 19,
en las restantes hubo un importante desplome de los ingresos de los
hogares.
Según el Plan Educativo Municipal 1998- 2000, en Cali 540.532
habitantes (el 25.48% de la población total) “corresponde a niños,
niñas y jóvenes en edad escolar, es decir entre 3 y 17 años. De ellos,
379.099 (70.1%) se encuentran vinculados al sistema escolar,
quedando por fuera de él 161.433 menores que representan el
29.9% de la población infanto-juvenil”. El déficit no afecta por igual
a todas las familias caleñas: la educación preescolar presenta un
índice alto de sub-oferta en todas las comunas, excepto en la 14 y
en la zona rural.
Como consecuencia de estas tendencias de asentamiento
poblacional, Cali aparece como una ciudad altamente segregada
socioespacialmente, compuesta por cinco segmentos o corredores
muy desiguales desde el punto de vista social y territorial:
· Corredor Norte-Sur: Lo conforman las comunas 2, 19 y 17.
Presenta alta homogeneidad social, económica y de calidad en la
dotación de su equipamiento urbano; en él se localizan las viviendas
de los estratos medios y altos.
Es en la actualidad la principal zona de actividad comercial y de
servicios de la ciudad.
· Corredor Centro Nororiente: Está conformado por las comunas 3,
4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12. Abarca los terrenos del centro histórico-
institucional y la zona industrial de la ciudad.
· Corredor de Ladera: Se ubica en el corredor que conforman los
cerros tutelares y cobija a las comunas 1, 18 y 20.
En un alto porcentaje la ocupación de estos terrenos ha sido en su
origen ilegal (asentamientos subnormales).
· Corredor Oriental: Corresponde al sector del Distrito de
Aguablanca y su área de influencia. Comprende las comunas 13,
14, 15, 16 y 18. Su desarrollo es más reciente y predomina la
población de estratos bajos.
· Área Rural: Lo conforman los 15 corregimientos del municipio, de
los cuales 13 se encuentran en zona de ladera y dos en zona plana.
Representa el 1.8% del total de la población del municipio, según
datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística -
DANE. Es la zona donde se generan los recursos de aire y agua,
estratégicos para la vida de la ciudad.
A pesar de que Cali ha sido conocida en Colombia y en el exterior
como modelo de civismo y solidaridad, todo parece indicar que ese
atributo se ha ido perdiendo a pasos agigantados y que ha sido
sustituido por conductas basadas en la desconfianza, el
individualismo y el facilismo. Así lo indica el comportamiento de los
índices de violencia en el municipio y la tendencia de debilitamiento
que muestra la participación ciudadana en la gestión local. En
efecto, aunque el delito general ha disminuido en los últimos años,
han aumentado los delitos que presentan rasgos de organización
y/o de violencia. En la década del 90, el 58% de los delitos
ocurridos en el área de influencia de Cali fueron contra la vida y la
integridad personal, porcentaje superior al del Valle del Cauca y al
del conjunto del país.
El indicador más preciso y extremo de violencia es la tasa de
homicidios. Esta tuvo un notable aumento en el área de influencia
micro regional de Cali entre 1990 y 1994 y una sensible
disminución entre este año y 1998 (119 por 100.000 habitantes en
1994; 84 por 100.000 en 1998). La tasa de homicidios en accidentes
de tránsito tuvo un comportamiento similar: crecieron hasta 1995
(30 x mil) y se redujeron hasta 1998 (24 x mil), aunque sigue siendo
más alta que en Bogotá y Medellín. Las comunas más afectadas por
el delito en 1997 y 1998 fueron la 1, la 3, la 9 y la 10. Los
homicidios representaron en 1996 el 70% de las muertes violentas
en el área metropolitana de Cali.
Estas cifras muestran que en Cali, más allá de las coyunturas de
violencia, aparece un rasgo de estructuración de la vida urbana a
partir de "redes de delincuencia ubicuas" que permean el conjunto
de la sociedad y del Estado. La violencia y la delincuencia tienen un
impacto muy grande en la calidad de vida ciudadana, especialmente
de los sectores más desprotegidos que son los jóvenes y los sectores
pobres de la sociedad.
La comuna 14 microespacio de la experiencia
La comuna está construida sobre terrenos que pertenecían a varias
haciendas entre ellas (LA CASONA) dedicadas a la agricultura y la
ganadería, en el año 1979 algunos líderes toman iniciativa de
construir lugares de asentamiento poblacional. El 90% de los
barrios fueron urbanizaciones ilegales y sin dotación de servicios
públicos por lo cual los primeros habitantes satisfacían sus
necesidades de agua potable transportada en vasijas al hombro
desde el control de la empresa de buses azul plateada.
Posteriormente la comunidad se unió y trajo el agua con mangueras
haciendo así las pilas comunitarias, la energía era suplida por velas,
se organizaban e improvisaban un alumbrado público.
La seguridad del barrio era asumida por la comunidad y al que
sorprendían robando lo amarraban y le daban garrote. Los primeros
pobladores eran originarios de la Costa Pacífica, nariñense y
campesinos del norte del valle.
La urbanización “Puertas del Sol” fue excepción, pues se desarrolló
a través del programa de vivienda, el cual fue construido contando
con todos los requerimientos legales y físicos, en relación con vías,
zonas verdes y dotación de servicios públicos.
Los servicios públicos fueron obtenidos gracias a la inversión de
diferentes líderes políticos y el concejo municipal a través de varios
acuerdos, por medio de los cuales se crean legalmente varios barrios
y con la asesoría de la secretaria de bienestar social se organizan
las primeras juntas de acción comunal.
La comuna 14 ha contado hasta la fecha con el apoyo del gobierno
municipal departamental y de ONG’s, los cuales han impulsados el
desarrollo de estas zonas.
Demográficamente y de acuerdo a las proyecciones del censo
nacional de 1993 (DANE), se estima una proyección poblacional
para la comuna 14 de 27.684 habitantes en el año 2003, 28.289
para el 2004 y en el 2005 una tasa promedio de 28.899.
En lo económico, esta es una de las comunas con menor actividad
económica de la ciudad. De acuerdo con los cálculos realizados
basados en los listados de empresas inscritas ante la cámara de
comercio de Cali, el índice de desarrollo económico en 1994,
(proporción del número de empresas de cada comuna en total de
Cali) era de 1,36 en la comuna 14, el tercero más bajo después de la
comuna 1 con 0,47 y la comuna 20 con 0,80. En contraste las
comunas de mayor actividad económica son la comuna 2 con un
índice de desarrollo económico de 15.67 y la comuna 3 con 14.74.
Ahora bien, dentro de la comuna 14 la actividad económica tiene la
siguiente distribución20:
Socioeconómicamente, de acuerdo a los datos del plan de desarrollo
2001 – 2003, el 78% de la familias son de estratos 1 y el 22% son de
estratos 2, así, de acuerdo a su estrato se puede clasificar a los
barrios de la comuna 14 en 2 grupos.
Barrios de estrato 2 (bajo): Alirio Mora Beltrán, José Manuel
Marroquín I–II.
Barrios de estrato 1 (bajo bajo): Alfonso Bonilla Aragón,
Manuela Beltrán, las orquídeas, puertas del sol, los naranjos I,
promociones populares B, los naranjos II.
En infraestructura social la comuna 14 cuenta con 117 colegios, de
los cuales 10 son públicos, agrupados en 3 instituciones educativas
y 107 privados. Estos atienden una población escolar de 27.767
estudiantes 8729 (31.5%) en colegios públicos y 19.038 (68.5%) en
privados.
20
Fuente: DAP, actualización de la base demográfica de Cali por comuna y barrio ajustado al censo de 1993.
COMERCIO INDUSTRIA SERVICIOS
65.05 26.16 11.79
La población escolar en las instituciones del sector oficial se
discrimina así:
Nivel básico 13.415 estudiantes 60.6 %
Nivel secundario 5.868 estudiantes 26.5 %
Los niños entre 3 y 4 años y los jóvenes entre 11 y 17 años
enfrentan grandes dificultades para insertarse en el sistema
educativo. El déficit tiende a aumentar con la edad y muestra sus
características más preocupantes en la secundaria, ya que afecta
directamente a una población frágil que debería tener la mayor
cantidad de garantías educativas para su inserción en el mercado
laboral. Según la secretaría de educación a junio de 2000, 199.369
niños no tenían acceso al sistema educativo. De ellos: el 49.13 % se
ubica en el nivel preescolar, el 15.06 % en básica primaria y el
35.81 % en secundaria.
La infraestructura educativa es deficiente21 y presenta precariedad
en sus instalaciones, estos carecen de espacios aptos para las
labores educativas al igual que los espacios recreativos necesarios,
el mobiliario y dotación de material también es deficiente. La mayor
parte de las instituciones educativas son de carácter privado y la
contratación de docentes es bajísima, prestando una baja calidad
educativa.
21
8 escuelas públicas, 1 colegio público y 7 bibliotecas
En cuanto a cobertura educativa, esta área presenta graves
deficiencias principalmente en la educación media vocacional y en
estudios técnicos y profesionales, haciéndose insuficiente los cupos
existen en el caso de la educación media vocacional y la falta de
posibilidad de acceso a programas de educación superior, lo cual
limita y excluye al joven de la comuna de las posibilidades de
desarrollo a nivel profesional.
Para contrarrestar esta situación el presidente Andrés Pastrana
contempló dentro de la implementación del Plan Colombia un
“componente social” en el que se inscribe el Programa Jóvenes en
Acción (PJA) atendiendo una población de 12.000 jóvenes entre Cali
y Yumbo, y graduando 3 promociones en esta ciudad, este
Programa está dirigido a los y las jóvenes (entre 18 y 25 años) de
escasos recursos económicos que pertenezcan al estrato 1 y 2 y
tengan Sisben, para capacitarlos en diferentes áreas como auxiliar
contable, auxiliar de archivo, auxiliar de refrigeración, manejo de
máquina plana, mantenimiento de computadores, secretariados con
énfasis en sistemas, atención al cliente; este programa está basado
en dos ejes principales: el teórico, concerniente al área de
capacitación que hayan solicitado22. Este mismo eje cuenta con una
materia llamada proyecto de vida en el que incluye orientación
22
en el inicio de la puesta en marcha del PJA cada joven estudiaba el curso al que fuera asignado posteriormente ya
en otras convocatorias, los jóvenes pudieron elegir el curso que deseaban estudiar, sin embargo en algunos casos por
la alta demanda de cupos en determinadas áreas de formación hicieron que al final los y las jóvenes estudiaran lo que
se les asignara.
psicológica, formas de conducta y de expresión apropiadas para
integrarlos al mercado laboral.
El segundo eje corresponde a la práctica del curso al que los y las
jóvenes han asistido, realizadas en empresas públicas y privadas,
así como en medianas y pequeñas empresas que brindan el espacio
físico para que estos pongan en práctica lo aprendido, aunque a
cambio no reciben ningún tipo de remuneración, tan solo se les da
el mismo subsidio de transporte que reciben al momento de estar en
la capacitación y a muy pocos les pagan la mitad de un salario
mínimo legal vigente ($192.750 pesos).
Una situación que desdice mucho de la realidad del programa, pues
muchos de ellos y ellas son “empleados” por este periodo de tiempo
para desempeñar otro tipo de funciones ajenas a la formación que
han recibido en el PJA:
“no, pues supuestamente a uno le aseguran el trabajo pero
al menos deberían asegurarle a uno un lugar donde uno
tenga la oportunidad de trabajar o desempeñarse en lo que
estudia; a mí me mandaron a hacer otra cosa que no fue la
que estudie, me mandaron a hacer de secretaria de archivo
y lo que estudié fue auxiliar contable“
- testimonio de joven participante del PJA -
Con esto se evidencia como las expectativas que tenían al iniciar el
curso de ubicarse laboralmente se ve impedido por las condiciones
en las que desarrollan su proceso de práctica y las demandas que el
mercado real les ofrece.
Al momento de hablar de las pocas empresas que contratan
formalmente a los y las jóvenes después de la práctica,
paradójicamente son las pequeñas empresas y no las grandes
empresas, que es a donde apunta este tipo de Programa, ya que
estas requieren personal capacitado y altamente calificado para
desenvolverse dentro de la competitividad laboral, asegurando la
calidad de su producto o servicio.
Cada uno de estos ejes consta de tres meses, el primer trimestre es
para capacitarlos en las áreas de “su preferencia” y los otros tres
meses de práctica en las áreas respectivas, lo cual hace que estos
jóvenes de escasos recursos tengan además de capacitación una
falsa experiencia laboral, pues en la cotidianidad de sus vidas no
han logrado articularse a ninguna experiencia laboral o esta ha
sido en la economía informal.
La comuna 14 alberga diferentes problemáticas de nuestra
sociedad, dentro de las cuales cabe nombrar la miseria disfrazada
de pobreza, desencadenando al mismo tiempo de altos índices de
violencia, falta de oportunidad académica y laboral; problemáticas
que directa e indirectamente afectan la realidad de los jóvenes de
esta comuna, los estigmatiza y los encasilla en una serie de
estereotipos asociados causalmente a las problemáticas:
“definida socialmente como una cultura violenta agudizada
en la década de los 80 con el auge del narcotráfico, empieza
entonces a surgir un nuevo actor social en la violencia ‘la
juventud’; los jóvenes comenzaron a ser protagonistas de
los marcados episodios de violencia especialmente en el
sicariato y muchas otras formas de violencia criminal en la
cual resultaron involucrados menores entre 16 y 18 años de
origen popular, desertores del sistema escolar.
La falta de oportunidades tanto a nivel laboral como
educativo, sumado a la crisis económica que viven los
hogares colombianos, han contribuido a que cada vez
aumente el fenómeno de la delincuencia juvenil, pues en
algunos casos los menores al no tener los medios
económicos para satisfacer sus necesidades básicas
recurren al hurto, narcotráfico, sicariato, entre otras formas,
como medios para acceder a una ocupación que les genere
recursos económicos”; (Espinoza, E. y Montoya, P. 2005)
De alguna manera esta es una situación cotidiana de los jóvenes de
la comuna 14, que dan respuesta al estereotipo manejado por la
sociedad, en el que para llegar a hacer parte de él hay que crear un
patrón de conducta que les permita incluirse paulatinamente,
cambiando desde un estilo de vida hasta la forma de pensar, lo que
en realidad obedece a los modos de dominación que históricamente
han impuesto las élites para perpetuar su hegemonía en las demás
capas poblacionales, principalmente en la base del sistema social.
Jóvenes en Acción ¿una respuesta equivocada?
En nuestro esfuerzo por desentrañar los impactos no cuantitativos
del Plan Colombia, dentro del componente social cobra gran
importancia la revisión del PJA, pues precisamente sus resonancia
cuantitativa, en términos de cobertura, inversión, infraestructura,
etc., lo constituyen en tema clave al momento de identificar otros
sentidos no evidentes.
Retomando. En el marco de la integralidad de Plan Colombia, la
iniciativa de formación para el trabajo “Jóvenes en Acción” busca,
en un sentido amplio, desarrollar habilidades y adquirir
conocimientos para insertar a los jóvenes –población vulnerable- al
sistema económico, en aras de tener mayores garantías para el
mejoramiento de su calidad de vida, pues se ven a estos (los
jóvenes) como un sector sensible a las transformaciones sociales y
como receptores directos de los efectos del narcotráfico y por lo
tanto, también de las acciones que en contra de este “flagelo” se
desarrollen.
Siguiendo un modelo de capacitación práctica (técnica e
instrumental), pasantía (evaluación operativa de la apropiación de
la técnica) e inserción laboral (aplicabilidad mecánica del
conocimiento práctico adquirido), el PJA minimiza la compleja
realidad socioeconómica a una mera dimensión laboral, que se
resuelve en la triada: conocer - comprobar – aplicar.
Desde luego no desconocemos la importancia que representa la
dimensión laboral en la vida de una persona, pero sí consideramos
que este escenario es mucho más amplio que un escueto ejercicio de
generar plusvalías para resolver, financieramente las demás
necesidades de la existencia.
De tal forma, el reduccionismo mecanicista en que podemos leer el
PJA termina por convertirse en respuestas inmediatistas, en
placebos para demandas y necesidades reales, que se promulgan
como tablas redentoras de la pauperización estructural y
marginalidad histórica (social, política y económica) a la que hemos
sido conminados –especialmente los jóvenes de sectores populares-
desde las esferas del poder.
Si la intención es que los jóvenes actúen en la dinámica de la
sociedad como agentes activos ¿cómo pueden hacerlo en una
realidad que se desconoce o se conoce solo parcialmente? o ¿las
herramientas brindadas corresponden en definitiva a ese objetivo, y
de qué forma? Permitiéndonos el beneficio de la duda nos
acercamos a la vivencia de varios jóvenes del programa para
escudriñar algunos indicios al respecto.
En los y las jóvenes entrevistados de la comuna 14, encontramos un
alto grado de inconciencia sobre su realidad social y el rol como
sujeto social, justificado a partir de las siguientes tres razones:
1. la falta de claridad en la información que se brinda sobre la
propuesta del Plan Colombia en diversos aspectos como su origen,
componentes, finalidad, límites, entre otros.
2. la forma como los y las jóvenes que participaron del PJA
interpretan esta propuesta del Estado colombiano.
3. el carácter asistencialista de la propuesta, evidenciada como una
reivindicación del gobierno frente a las clases marginales,
especialmente del sector juvenil, generando falsas expectativas de
inclusión en el sector laboral y educativo.
Estos puntos nos conducen a unas reflexiones iniciales respecto a
la acción formativa del PJA: la forma en que la clase hegemónica (el
hegemón) obtiene la voluntad del hombre masa.
La formación de los Jóvenes en Acción: ¿Información o
desinformación?
Existe una evidente falta de información y claridad sobre Plan
Colombia (PC) para los jóvenes (y en general para muchos
colombianos). Aunque el PJA se inscribe en el marco de actuación
del PC, la dimensión general de la propuesta –los componentes
militar y social y las acciones paralelas- no son de relevancia en los
proceso de formación para entender y justificar la globalidad y
supuesta integralidad del programa.
Por su parte, los jóvenes no muestran interés a nivel general por
conocer que es el PC, a que sectores va dirigido, puesto que en
algunos casos solo habían escuchado nombrarlo en las noticias,
pero sin prestarle atención realmente a que era eso tan nombrado y
“tan bueno” llamado PC; sin embargo, el único programa que
conocen y que hace parte del PC es el PJA, del cual dieron cuenta
por el vecino, por el aviso de la iglesia, del colegio que se encuentra
ubicado en el barrio, pero que asociaron al PC solo cuando hicieron
parte del Programa y les dijeron que este hacia parte de él.
Además la única respuesta que encontramos al preguntar que era
PC y que manejan los y las jóvenes es la impartida en las aulas de
clase por los mediadores el día de la inducción:
“cuando entre al curso nos explicaron parte del Plan Colombia
o sea que había una parte que era para la ayuda para los
cursos, pero que en últimas no era ninguna ayuda porque
nosotros estábamos en eso, o sea que eso era un préstamo que
le había hecho EEUU al país, pero que nosotros se lo teníamos
que devolver de alguna manera en recibos, en los impuestos
en todo ya estamos pagando”
-Testimonio de joven graduado del PJA –
Con esta información a los jóvenes se les genera la idea de que la
capacitación que están recibiendo es una ayuda, pero que también
es un préstamo que se está pagando con dineros de toda la gente
que cuenta con servicios públicos en sus hogares, es decir, que el
hecho de que ellos y ellas estén estudiando no le va a generar
ningún tipo de costo de más a sus familias o demás colombianos,
sino que es un dinero que ya se está pagando y que se va a invertir
en la juventud para que logre acceder al sistema educativo. En esto
términos se crea una imagen sobre quienes acceden a esta
formación que son privilegiados al ser tenidos en cuenta e
incorporados a una formación que el resto de la sociedad está
pagando, dada su condición de vulnerabilidad.
Igualmente podemos observar la poca claridad sobre el Programa,
en la medida en que en algunos casos los jóvenes creen que esta es
una propuesta del gobierno de EEUU y otros que es una propuesta
del gobierno colombiano, lo cual demuestra una vez más la poca
importancia del gobierno en que ellos den cuenta de quienes son
realmente los responsables del adecuado funcionamiento de las
capacitaciones que se brindan.
Además los jóvenes tampoco tienen claro que es el gobierno y
mucho menos sus funciones, lo que implica que al no conocer estos
aspectos no tendrían las herramientas para reclamarle por el
cumplimiento de sus obligaciones:
“pues del gobierno no, nunca he pensado nada, porque a mí no
me gusta hablar nada de eso, soy más bien como apático a
eso”
-Testimonio de joven graduado del
PJA –
Una imagen difusa del Estado.
En el segundo punto encontramos elementos claves que nos indican
como el Estado y las clases dominantes son consecuentes con el
modelo neoliberal, en el cual el Estado cada vez más va delegando
sus funciones al sector privado u otras instituciones dejando de
cumplir con sus obligaciones. Tal es el caso de las entidades
privadas23 que fueron contratadas para ofrecer la capacitación
23
Para el caso de Cali entre ellas se encuentra la Ecap Centro docente Santiago de Cali, Cecep, Colegio Antonio
José Camacho, entre otros, Todos son centros docentes privados que son subcontratados por el PJA vía SENA para
que desarrollen las funciones de formación (incluida la planta física, la legista, los profesionales, etc.),
académica - laboral del PJA, donde el Estado se vale de estas para
generar soluciones inmediatas, que en realidad no responden a
solucionar el problema educativo como la ampliación de cobertura,
creación y mejoramiento de dichos planteles que mantengan el alto
nivel académico que imparten las instituciones de educación técnica
y profesional, como lo era el Sena antes de su ampliación de
cobertura que conllevo a que las carreras técnicas pasaran a ser
remplazadas por cursos de corta duración, con lo que el hegemón
intenta homogenizar los diferentes estilos de vida, conformándose
así en el modelo a seguir y reproducir.
En tal sentido, busca impactar una población de los estratos 1 y 2
que han sido tradicionalmente excluidas, y que ven por medio de
estos modelos –el sofisma de pequeños empresarios- la forma de
obtener un empleo, que a su vez les ha de asegurar alimentación y
educación. Además, de la manera como este impacto se da a partir
de la implementación de este tipo de programas y las diferentes
“capacitaciones” que ofrece, no están direccionados a transformar la
realidad, sino a mantener un bajo perfil, es decir, a darle
continuidad a estudios que sólo brindarán la oportunidad de ser
asistentes del asistente, es decir, vincularse a los niveles más bajos
y elementales de la pirámide ocupacional, en otros termino: empleos
de baja cualificación, pragmáticos y con consecuente nivel de
remuneración baja.
desentendiéndose de esta manera de la obligación laboral (especialmente lo correspondiente a seguridad social) y
reduciendo costos, en desmedro de las condiciones laborales de los vinculados al PJA.
La formación en el PJA corresponde a una capacitación académica
por tres meses y unas prácticas correspondiente a este mismo
periodo de tiempo, generando la impresión en dicho sector de que
todo este proceso contribuirá a una formación ocupacional que los
incluye más fácilmente dentro del sistema laboral vigente, pues
nuestros jóvenes en general carecen de formación política (no miden
si dichos programas son realmente efectivos y eficaces, ni mucho
menos las intencionalidades subyacentes de los mismos), creando
así un imaginario en el cual el Estado se verá cumpliendo un papel
heroico ante el problema laboral y educativo que aqueja a la
juventud colombiana, pues se constituye en un “benefactor” que
atendiendo las necesidades de su población; valga entonces repetir
la pregunta ¿de qué forma?:
“…cuando pase a ser recepcionista, hay una inducción que a
uno le dan 15 días y de ahí defiéndase como pueda, pero ya
con el Programa te dan bases más fundamentales, te enseñan
otras cosas, yo aprendí bastante, muchas cosas que yo hacía
pero no sabía lo que implicaban. Por ejemplo: a uno siempre le
recalcaban la atención al cliente, servicio al cliente, como
contestar el teléfono, como dar respuesta a diferentes tipos de
clientes…”
Esta situación que ha sido creada desde los intereses de las élites
dirigentes puede ser entonces manejada hábilmente para generar
una “alianza inducida”, en la cual el Estado aprovecha la ausencia
de formación educativa de los jóvenes para su reivindicación frente
a ellos, en donde estos son cooptados y orientados a hacer parte de
esa voluntad colectiva, que es la neoliberal; una convicción que
atrapa a la juventud en tanto que sintiéndose aceptados por los
sectores dominantes son limitados aún más en sus derechos
sociales, políticos y económicos, pues aunque se sentirán
representados en las decisiones que se toman desde la élite, esta es
una falsa representación ya que se les niega la posibilidad real de
orientar su devenir histórico individual y colectivo, es decir, asumir
su condición como “sujeto social”.
Nos arriesgamos a una conclusión preliminar. Los imaginarios
construidos mediante la práctica discursiva en los contextos
institucionales del PJA regula la conducta de los jóvenes de este
sector de la ciudad, adhiriéndolos a un modelo de pensamiento
‘sustentado en los principios de bienestar individual, propiedad
privada, desarrollo capitalista y autorregulación económica’ –
neoliberal-; modelo que sin embargo es visto por los y las jóvenes
como un medio adecuado para capacitarse y obtener acceso al
sistema laboral, en donde además de la instrucción para un oficio,
también se dictan patrones comportamentales que caben en el
ambiente laboral de los posibles puestos para los que se están
capacitando, para lo cual dictan un curso a todas las “carreras”
llamado Proyecto de vida en el que se les enseña cómo deben
hablar, actuar y hasta vestirse:
“…pues a mí me pareció muy bueno por que aprendí cosas que
no sabía como por ejemplo contestar el teléfono, cómo vestirme,
como dirigirme a mis jefes…”
- Testimonio de joven graduado del PJA –
-
De esta forma, se establecen así, paulatinamente, un sistema de
ideas donde su único referente es el de las clases y sectores
dominantes, generando condiciones sociales y una concepción de la
realidad bajo un sistema de valores e intereses que se ven
racionalizados en la lógica de la propuesta neoliberal de un ideal
civilizador altamente economicista, que desconoce la dignidad
humana, modelándolo y cosificándolo dentro de su sistema laboral,
negando las subjetividades y desconociendo la participación política
de los sujetos y su compromiso en la construcción de un modelo
social equitativo, incluyente, que provea espacios para otras
opciones u alternativas.
Desde el punto de vista laboral se observa claramente como los
intereses corporativos de la élite se hacen “universales”, pues siendo
ellos (la élite) quienes históricamente han creado las condiciones de
explotación desde la parte legal (legislación laboral), generan
propuestas adversas para gran cantidad de personas y una realidad
altamente inconveniente para mejorar nuestra sociedad, siendo
paradójicamente ellos mismos quienes aportan “las soluciones” a
dicha problemática y dan las “claves” para insertarse en el modelo
laboral, generando así el imaginario en el sector juvenil de que son
realmente importantes e incluidos en la sociedad, aunque se
observa que se hace de forma meramente instrumental.
Entonces de lo que se trata es de cooptar la cultura cotidiana para
insertarla en la lógica del hegemón, siendo el discurso un aspecto
fundamental, pues la razón de escoger este sector nos convoca a
pensar la posición estratégica que se juega a futuro, por ser esta la
nueva generación que consciente o inconscientemente reforzará y
legitimará o no el modelo que los oprime.
De otro lado el ser uno de los sectores más inestables y vulnerados,
es conveniente controlarlo por medio del espejismo capitalista por
un lado, en el que el Estado no tiene mayores responsabilidades con
la población; y por otro lado, con un trabajo de culpabilización de la
situación social a los mismos afectados, mientras a la par no se les
garantizan derechos básicos para la formación personal y el
mejoramiento social como son la educación y el trabajo digno.
Alesandro Barata manifiesta que uno de los instrumentos más
utilizados para lograr su objetivo son los medios de comunicación,
en el cual la sociedad consumista apunta a este para sostener los
valores que quieren imponer, en este caso con los jóvenes de bajos
recursos económicos, quienes pasan más tiempo frente al televisor,
en el que muestran anuncios publicitarios o noticias en las que se
muestra al Programa Jóvenes en Acción como una alternativa de
progreso que brinda el Estado, intentando evadir la realidad por un
lado y por otro crear la falacia de que el espectador forma parte de
este sistema, aunque sea solo por unos minutos, volviendo a la
realidad al momento de salir nuevamente a la calle o volver la
mirada a su propio hogar. Así mismo, muestra el número de jóvenes
que se graduaron, pero no los que realmente logran emplearse en el
sector formal gracias a su participación en el programa, mientras
que las voces de los y las jóvenes manifiestan que de estos
graduados, muy pocos logran vincularse, pero los que lo logran lo
hacen por un breve periodo de tiempo.
“De los ciento y pico que hubimos en esa promoción, máximo
diez quedaron trabajando… el programa no resuelve nada o sea,
nos dio una capacitación, nos brindó una ayuda, pero no nos
ayudó sinceramente como desde a fondo”
- Testimonio de joven graduado del PJA –
Una asistencialismo funcional
El obtener una experiencia de formación académica-laboral y a la
misma vez contar con un aporte económico por parte del gobierno,
representa para ellos el interés que el Estado tiene por reivindicar
sus derechos, lo cual les lleva a pensar que ahora si se los escucha
y atiende.
Los y las estudiantes al ver una “acción efectiva” desde la
educación, visionan el espejismo de un cambio en su realidad en el
que la clase dominante a través del aparato estatal se constituye
como el paradigma social y económico que ha de responder a su
precariedad económica y educativa, forjando así la “voluntad
colectiva” dirigida enteramente desde la élite; este paradigma se
constituye en la superestructura ideológica en la que se insertarán
los beneficiarios del Programa a través del aparato ideológico
(Althusser) o hegemónico de la escuela informal.
Entonces ¿cómo funciona este proceso?, aprovechando necesidades
históricas (educación-empleo), la frustración de una realidad social
adversa y la inconciencia política utilizadas para afianzar mediante
una alianza inducida la base que da legitimidad política y
fortalecimiento económico a la clase hegemónica que es en últimas
quien recibe las regalías del proceso.
Se puede observar en este sentido como el Estado es un estamento
utilizado por la élite para proyectar y articular sus intereses con los
de la base social y los del hegemón. Este discurso hegemónico, que
se produce en las esferas de poder, se reproduce en el sistema
social a partir de la objetivación de la realidad24 y su consecuente
24
Desde la perspectiva de Thomas Berger y Jhon Luckman, el proceso de objetivación implica un acto constante y
frecuente vivido en tres momentos: la habituación, como acto de repetición frecuente, donde el sujeto logra una
economía de esfuerzos, un alivio psicológico de sus instintos no dirigidos los cuales son aprendidos como pautas,
que permiten la restricción de opciones en actividades cotidianas, dándole direccionalidad y especialización a la
actividad humana; la tipificación, cuando la habituación adquiere significado para el ejecutante a través de rutinas en
el deposito de conocimientos donde este abre espacio a la deliberación y la innovación.
reificación (Berger y Luckman), esta última entendida como la
reproducción inconsciente y naturalizada de la realidad social y los
comportamientos sociales, es decir, como condiciones dadas y
esencias inmodificables de las cosas (hechos, fenómenos, acciones,
etc.).
“Después de estar en el PJA, ahí ya uno tiene que salir a
buscar las oportunidades para seguir estudiando, para
seguir superándose en lo que quiere. “Oportunidades si las
hay, pero la verdad hay muy pocas… hay gente que de
pronto se dedica un día a buscar trabajo y hay gente que
tiene una hoja de vida intachable, que salen y buscan y
buscan y llegan a la casa cansados y no, entonces yo digo
que la gente que no se ha superado lo achantan más”.
A partir de estas acepciones se puede concluir que la percepción que
tiene la juventud de la educación y el empleo es que son escasos, y
la razón se fundamente, según ellos mismos, en que “son los jóvenes
un grupo perezoso y oportunista que espera que le lleguen las
oportunidades a la casa”, es decir, se están autoculpando de la
situación adversa de su sociedad, en palabras más sencillas, “la
realidad es así” porque los jóvenes no participan activamente de
actividades económicas formales o informales, situaciones que
determinan las condiciones de marginalidad del sector juvenil. Esto
nos pone frente a un gran logro de la ideología hegemónica
neoliberal sobre las generaciones más jóvenes que legitiman sus
métodos y propuestas de solución a la problemática a nivel social y
laboral.
Pero la situación es más trascendente. El efecto simultáneo se
advierte sobre el imaginario que los jóvenes construyen sobre su
condición humana y su posibilidad de “ser” en un medio social como
el nuestro, es decir, el sentido que debe tener para los colombiano
que el Estado se promulgue como “un Estado social de derecho”;
situación que conjugada con otras presiones ideológicas
provenientes de otros aparatos hegemónicos que hacen parte de un
proceso sistemático de cooptación de las clases marginadas y que,
para el caso del Plan Colombia, actúa sobre otros frentes como son
la familia, la sociedad y lo normativo, incorporando así las distintas
dimensiones en que toda persona vive su existencia, lo que a su vez
genera condiciones propicias para el posicionamiento de una élite en
el control de la población.
Ya lo hemos dicho: la cotidianidad en la que se desenvuelven los
jóvenes entrevistados es permeada por diversas problemáticas como
lo es el acceso restringido a la educación media y superior, la
violencia, la pobreza, el desempleo, la marginalidad, que se ve muy
marcada por las clases sociales opresoras donde los jóvenes de
sectores populares y que nutren mayoritariamente las capas
inferiores de la pirámide social, son manipulados por la élite, en la
que, como lo plantea Alesandro Barata:
“El argumento de la inseguridad instiga a la producción de
indignación moral favoreciendo así la instauración de nuevos
y más sofisticados mecanismos de control y represión, ahora
sí, ampliamente consensuados y eufóricamente solicitados”.
Como lo afirma una joven
“los profesores dicen que esta es la última promoción del
Programa Jóvenes en Acción, pero que si nosotros queremos que
este continúe y llegue a otros jóvenes para que los capaciten y
tengan posibilidades de trabajo debemos hacer algo para eso,
como por ejemplo hablar bien del Programa…”.
En general el imaginario colectivo sobre el PJA es de gran
aceptación, por cuanto se considera que es el aporte que le
corresponde al Estado, entonces se deja ver cómo actúa el hegemón
sobre el imaginario del sector juvenil, quien “universalizando” sus
intereses sumerge en un espejismo a la juventud de las clases
populares; este espejismo aborda varias facetas de la vida, lo que
permite incondicionalidad o por lo menos sumisión al modelo
económico-social impuesto desde la élite.
El carácter asistencialista del Programa Jóvenes en Acción juega
entonces como la herramienta metodológica clave en contextos de
privación económica y marginalidad social. Inicialmente desde el
factor meramente económico los entrevistados manifiestan que los
aportes monetarios entregados son indispensables para llevar a
cabo su proceso formativo, debido a las condiciones precarias que
limitan su ingreso a otro tipo de educación por la falta de dinero,
igualmente este factor es otra de las principales motivaciones para
darle continuidad al curso al que se inscriben en este programa.
Con esto lo que logran es resolverles una necesidad inmediata que
es tener medianamente algún tipo de formación que ellos por sus
propios medios no lograrían alcanzar en las condiciones en que el
contexto económico y social vigente –la educación como mercancía:
los altos costos que implica una educación superior y la poca oferta
de instituciones públicas que subsidien tal educación-, sin importar
si esta tenga o no el acceso a un mercado laboral que cada vez exige
más profesionales cualificados que realicen diferentes funciones.
A manera de conclusión
Finalmente, la forma en que el hegemón obtiene a su favor las
voluntades del ser humano es mediante el ejercicio del poder que
influye en el moldeamiento de su conducta para adherirlo al
sistema, situación ante la cual el sujeto responde de manera
sumisa, sometiéndose y aceptando sin objeciones las influencias
que este imparte. Esta conducta no es un cambio genuino de
opinión, por lo que las elites se valen de la ideología antes
mencionada para obtener su voluntad por medio de dos tipos de
respuesta por las que el ser humano puede optar ante este tipo de
presión social:
Por un lado está la internalización, en la cual las personas son
determinadas por una experiencia tanto a nivel individual, familiar,
social, que llevan a aprender y desaprender los elementos
“recogidos” a través de su historia personal, en el que aparecen
aspectos tanto positivos como negativos que influyen para que el ser
humano asuma una posición frente a determinada situación, a
partir de los esquemas mentales creados de acuerdo a esa
experiencia, en el caso de los jóvenes del PJA podemos hablar de
cómo responden a esta influencia dada luego de asistir a los cursos
del PJA con un cambio genuino de opinión, al menos por un tiempo,
mientras logra hacer congruente la nueva información (por ejemplo,
el cambio de vestir o de hablar) con su sistema de valores (lo que le
dice qué está bien y qué está mal), lo cual si se corrobora en el
contexto al que pertenezca y acepta en su sistema de valores pasara
a ser una opinión ya no de terceros sino que se tomara como una
opinión propia.
Si el sujeto logra articular esas opiniones de otros como suyas, se
llega a la Identificación, que se da mediante un proceso en el que el
individuo adopta normas y estilos de vida propios de una persona o
grupo que percibe como agradable y cree conveniente para su
formación, con lo que busca establecer una relación permanente a
lo largo del tiempo. De este elemento se vale el hegemón para que la
base social se sienta identificada con él, por medio de una moral
expresada en la conducta de quienes la manejan: la buena
voluntad, mano dura, la seguridad, que lo hacen evidenciar como
un deber ser.
Con estos elementos podemos decir que el hegemón se vale de las
características que poseen quienes personifican las instituciones
encargadas de moldear la voluntad del sujeto masa25, haciendo que
olviden o no piensen en que su conducta es asunto de sus propias
decisiones, sino que se convierta simplemente en un modelo a
seguir, sin pensar en que este sea impuesto desde las élites para
adherirlos a su sistema.
Los logros que alcanzarían al lograr esta identificación es crearles
unos estilos de vida que no pueden mantener en el contexto en el
que habitan, debido a la ausencia de recursos económicos, pero
ante todo de sentirse reconocidos como sujetos con derechos y que
les brindan la posibilidad de hacer algo diferente que permanecer la
mayor parte del tiempo en sus casas o deambulando en las calles
sin ninguna alternativa de educación y empleo.
25
Una de las características del sujeto masa, las cuales se pueden observar en las entrevistas es que el sujeto del
sistema capitalista actúa en su medio creyendo obrar como tiene que hacerlo y se siente satisfecho con ello ya que ha
sido educado para pensar en la lógica del sistema capitalista.
DE VUELTA AL PUNTO DE PARTIDA - Conclusiones -
Las experiencias frente a la implementación de las distintas
estrategias del Plan Colombia en cada zona son contundentes. A lo
largo de cada capítulo se han procurado una serie de conclusiones
parciales que corresponden a la particularidad en cada una de las
zonas donde ha sido estudiado el Plan en esta investigación; en este
acápite presentaremos conclusiones que, a nuestro modo de ver,
corresponde a una lectura global de los impactos de la
implementación de las estrategias del Plan Colombia en la vida
cotidiana.
1. El primer punto necesario es la reiteración del incremento de la
violencia generada por acción o por omisión. Por acción en casos
como el de Buenaventura, con detenciones masivas, abuso de
autoridad, amenazas, enfrentamientos, estigmatización de la
población como guerrilleros, etc.; por omisión, al no generar las
condiciones reales y, sobretodo, apropiadas para garantizar la
seguridad de las comunidades, como se evidencia en las situaciones
vividas por las comunidades del Centro del Valle, quienes por varios
años convivieron con la presencia y acciones de los grupos al
margen de la ley sin que las autoridades hicieran nada con la
connivencia de ellos mismos.
Si bien las autoridades argumentan la disminución de la violencia
desde indicadores como la disminución de los desplazamientos (y
los desplazados), la disminución de robos, atracos o crímenes
menores, habría que mirar con detenimiento los efectos que la
militarización ha traído consigo y entre los cuales podemos
enunciar:
- El confinamiento de la población, a riesgo de que sus
desplazamientos sean asumidos como algún grado de
compromiso con los grupos al margen de la ley –
especialmente insurgentes-, cuando en la mayoría de los
casos corresponde a reacciones de temor por la amenaza a
su integridad física y la vida misma que representa tener
algún actor armado, que hostiga y señala bajo el argumento
de la sospecha.
- Los crímenes menores (como atracos) en efecto se reducen
porque existe un proceso de eliminación sistemática de los
perpetuadores de dichas acciones por un lado; por otro, las
detenciones masivas se convierten en una estrategia
ensayo-error, donde indiscriminadamente cae la población
civil, entre los que va incluidos algunos de los delincuentes.
Lo que se da es una sustracción de la población, culpable o
no, lo que a la postre se convierte en juego de intimidación
para evitar los delitos.
2. El miedo y el terror como pautas relacionales en la cotidianidad.
La presencia de efectivos militares y de policía no garantiza una
seguridad real en los entornos comunitarios, por el contrario
siempre existe el riesgo potencial y real que los adversarios
confronten militarmente a las fuerzas del Estado, lo que deja a la
población civil en medio del conflicto, como actores pasivos y
receptivos de las demandas de cada uno de los actores en conflicto.
Esto implica que la población viva una tensa calma permanente,
agravada por la incertidumbre que genera la desconfianza de no
saber ¿quién es el vecino? Ya que cualquier comentario puede ser el
punto de enlace para ser vinculados como benefactores o aliados de
un bando contrario.
La “aceptación” de la presencia de las fuerzas militares y de policía
por parte de la comunidad es más un conformismo obligado que
una legitimación de la función social del Estado (cohesión social y
monopolio de las armas) en cada zona, donde busca hacer
presencia, es decir, la presencia de los militares y la policía sería la
opción menos mala de las tres posibles, paramilitares e insurgencia,
ya que las acciones de estos últimos pueden llegar a ser bárbaras y
crueles –especialmente en el caso de paramilitares-.
Es el fundamento del miedo el que, de alguna manera permite
medianamente la aceptación, la presencia de un actor armado
frente a situaciones que podrían empeorar con otros, sin que ello
implique la disipación del miedo, la angustia y la incertidumbre.
3. Ruptura de los lazos comunitarios. Tanto el confinamiento como
las estrategias del miedo y el terror provocan el efecto desastroso de
romper los tejidos sociales comunitarios, desvirtuar las lógicas de
solidaridad e individualizar las relaciones colectivas. A la postre, el
efecto más nocivo en los sectores rurales campesinos del centro del
Valle y las comunidades Negras de Buenaventura que
históricamente han basado sus pautas de relación en estos pilares y
que constituyen ejes fundamentales de su identidad colectiva.
Para el caso de los jóvenes de Cali, el efecto adyacente es similar. La
formación y la capacitación es una estrategia individual de solución
cortoplacista y superflua a los problemas socialmente relevantes
que detenta el grueso de la población juvenil. Es la forma como
individualmente cada sujeto se puede insertar a la lógica de
producción y reproducción de capital en sus escaños más mínimos,
sin que ello garantice el mejoramiento de la calidad de vida de sus
congéneres, es decir, sin atender el problema estructural como
solución colectiva.
4. Un fracaso estratégico. Vuelve a quedar demostrado: las acciones
militares y sociales (o cívico - militares) del Plan Colombia
propuestas para unos objetivos no son consecuentes con las
acciones desarrolladas para el logro de estos. Y esto se debe a que el
sentido de estas acciones no se recoge en los objetivos sino en los
efectos reales y contundentes que si están dando de facto, por un
lado, el confinamiento, el terror y el miedo como estrategias de
control de la población hacia un ideal de orden formulado desde
esferas trasnacionales para sus intereses y no bajo las necesidades
y demandas propias de la población colombiana.
Esto quiere decir que si se falla en la disminución de laboratorios
para el procesamiento de alcaloides, erradicación de cultivos, golpes
a la insurgencia, etc. –lo que sería el fracaso- se gana ampliamente
en la desarticulación de las redes sociales de apoyo internas de las
comunidades, en el desmembramiento de los tejidos sociales y en la
individualización del ser, condiciones necesarias para fortalecer el
sistema hegemónico imperante, cuya resistencia al modelo sea la
mínima posible.
Esto nos lleva de vuelta al punto de partida, ratificando el directo
atentado contra la organización social y popular que está
convencida que otro mundo es posible, que existen alternativas al
monstruo neoliberal y que esas alternativas nacen en la cercanía y
la posibilidad de ser en colectivo, desde las lógicas diferentes y
complementarias de las comunidades campesinas, Negras y la
creatividad de los jóvenes.