L E C C I O N E S DE ENSEÑANZA MÚTUA

SEGUN LOS MÉTODOS

ft i n f t COMBINADOS r

POR BELL T LANCASTER, t

O

PLAN DE EDUCACION PARA LOS NIÑOS POBRES.

Se reimprime este extracto á expensas del limo. Señof Obispo de esta Diócesis,y se reparte gratis á los Maes-tros de primeras letras , con el objeto de que adoptan-do el método que en él se propone , y adaptandolo al caracter de los niños que enseñan y á las circunstan-cias de sus escuelas por medio de las modificaciones que juzguen oportunas , tenga para la educación los fe-

lices resultados que ha producido en otros países.

CÓRDOBA : IMPRENTA REAL.

AÑO 1819.

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- CAPITULO I. • -

Origen y progresos del método propuesto.

Interesa mucho observar en la historia de Tos hom-bres los pasos que han dado en diferentes siglos para acercarse á los descubrimientos útiles. Pueblos que estaban cerca de conocerlos , hombres hábiles que los iban á adivinar , se alejan de pronto de ellos por una fatalidad extraña , como si aun no fuese llegado el tiempo de que el mundo disfrutase de aquel be-neficio. Los antiguos trazaban figuras en planchas de cobre : si un muchacho hubiera puesto encima cual-quier materia blanda , se hubiera descubierto el arte de grabar. También tenian letras de relieve , que im-primían en hueco ; si alguno las hubiera separado unas de otras , ese hubiera sido elt inventor de la im-prenta ; y ahora tendriamos las obras maestras de la antigüedad , cuya existencia no sabemos sino para deplorar su pérdida.

Lo mismo sucede con el método que se usa ahora con tan buen éxito en Inglaterra. Muchos pasages de Cicerón y Séneca prueban que ya en sus tiempos se trataba de dividir el trabajo de la niñez para hacér-selo mas fácil ; de' excitar en los jóvenes la emula-ción que vale mas que las recompensas , y mucho mas que los castigos ; en fin de amenizar el estudio, < para convertirlo , como dice Quintiliano , en un jue-go literario. Poro los antiguos ignoraban enteramen-te el punto principal : el uso de instruir á los niños unos por otros , creando asi en una escuela que se renueva sin cesar una ciencia permanente. He escogi-do en Israel , dice Moisés , un número de hombres há-biles para ponerlos á la cabeza del pueblo , gefes de mil , gefes de ciento , gefes de cincuenta , gefes de diez para enseñarle lo que debe saber. DEUTERONOMIO

cap. i v. i i . Este fue un gran paso dado hácia la di-visión de la enseñanza. No es menos notable el si-guiente : Licurgo r dice Plutarco , mandó que todos los niños de siete años se educasen en el mismo sitio estu-viesen sometidos á la misma disciplina i los dividió en muchas clases ,á la cabeza de las cuales colocó un cien-to número de niños escogidos entre los mas dispuestos y valientes. Los otros debían tener siempre la vista fija en estos , obedecer sus órdenes , y recibir con su-misión los castigos que les impusieran. Si los griegos y los romanos hubieran conocido la importancia de este principio * la educación mutua se hubiera gene-ralizado ; pero muchas veces en la aplicación de un principio está el mérito de la invención. En todos tiempos se ha conocido la fuerza del vapor ; pero no hace mas de cien años que se emplea en las má-quinas , contribuyendo tan poderosamente á la ri-queza de los pueblos. Parece sin embargo que el mé-todo de Bell está én uso desde tiempo inmemorial en algunas partes de la India , cuna de la civilización. Pedro de la Valle cuenta en su viage al Malabar, que hallándose en el pórtico de una Pagoda , vió á mu-chos niños que se enseñaban la lección unos á otros; y que habiéndoles preguntado quién era el maestro, respondieron que ellos mismos se enseñaban , no sien-do posible dejar de hallar entre ellos uno que no su-piese la palabra que otro ignoraba ; y de este mo-do no necesitaban de preceptor para aprender , y re-petir lo que habian oido una vez. La amplificación de este principio parece haber sido la base de una institución singular , en que su autor no ganó toda la reputación que merecia. Voy á darlo á conocer en sus pormenores y no solo por el interés que presenta, mas también porque se vea el primer uso de un mé-todo , que según la expresión de Bell , debe gene-ralizarse muy en breve en el mundo , y producir notable mejora en las costumbres de los hombres, y en el progreso de los conocimientos útiles.

Por los años de 1*780 , el 'caballero Paulet , orluna-do de una familia irlandesa establecida etl'^Fráncía; despues de haber servido en las guerras dé* Alema-nia , dejó la milicia , y vivia en París , cuando una circunstancia particular lo sacó del torbellino del mundo , é hizo brotar en su alma disposiciones y vir-tudes de que él mismo' no tenia idea. •-• -

Al volver »dei la caza en el bosque de V-ineenné^ se detuvo oyendo unos gritos que salian de .entre-unois árboles ; siguió la voz , y halló á un pobre niño en lo profundo de una zanja , adonde caia el agua por todas partes : el infeliz, vuelto en s í c o n t ó á su bien-hechor que era hijo de un inválido y huérfano de padre y madre ; que habiéndose quedado" solo en el camino habia vivido de limosna ; pero que hacia dos dias que estaba malo , y no tenia fuerzas para salir de aquella zanja en que se habia caido. Paulet se lo llevó consigo , lo cuidó , y tomó á su cargo el edu-carlo. Al cabo de algunas semanas , el niño vino á casa muy lloroso , y trayendo en su compañía á otros dos infelices de su edad , que se'=morian de fram^ bre , y pedian limosna. Los conducia en casa de su bienhechor porque habian sido compañeros en la mi-seria , y queria hacerlos participes de su felicidad. Hijo mío , le dijo Paulet , yo no soy bastante rico para poderlos educar , y únicamente"trie será posi-ble hacerlo si'tú : consientes en partir con ellos lo que te doy para tu subsistencia y para vestirte. Él niño aceptó alegremente la proposicion , y muy en breve Su bienhechor satisfecho de la conducta de sus hués-pedes, no solo los mantuvo , sino -quecónvid-ó á otros ^ e la misma vecindad para formar una escuela'v :á fá que dedicaba él tiempo y todo^el dirierb que p^1

seía. Esta benéfica ocupación le era tan agradable, que se privaba de muchas cosas para mantener á sus ptifcr-es:dísc$|iutos:-;-prrb*susK;ec©n¡o'tíiía$ no le- hubie-ran bastado , si una^ié^ntfia £oósi¿erable nó le 'hu-biera puesto en Astado dé c^mintwi' sus -genferosida-

((6) des , sjn exponerse á necesitar muy en breve de las de los otros. Viéndose r i c o , hizo voto de pobreza, .y puso en su escuela 200 niños , escogidos entre los hijos de soldados y de caballeros pobres , á quienes creia que la educación podría restituir algún dia una situación decente. j-j , •

£sta escuela , fundada por la, beneficencia y ei talento de un' hombre solo , era tan notable en sus pormenores como en su conjunto.

Paulet que habia sido militar opinaba que ei ór-den y el arreglo , son hábitos saludables en todas las profesiones i, ,y habia establecido entre sus discí-pulos, una especie de disciplina militar : los habia di-vidido en clases.de á cuarenta ; cada una tenia su ¡capitán ademas de muchos oficiales de estado ma-yor que servían en toda la escuela. Los oficiales for^ maban un consejo que se reunia todas las noches: en .él se leian los informes , se juzgaban las faltas, y se <daba cuenta de lo mas importante al sabio Men-tor , el cual daba su opinlon , pero dejando en ge-neral la decisión al arbitrio de la j u n t a , y pocas veces sucedía que ésta se engañase en las resolucio-nes que tomaba. Muchas veces se admiraba el maes-tro al ver la sensatéz y el juicio que reinaban en es-tos niños : acostumbrados á egercitar su inteligencia desde muy terñpscano, •» s e ponían al instante en el punto de la-dificultad y la resolvían imparcialmente. Se habían . desterrado de la escuela los castigos cor-porales que degradan los sentimientos en lugar de corregir las inclinaciones , y que no tienen fuerza sino se aumentan de continuo. Tampoco se usaba otro genero de castigo , que consiste en sobrecargar á un niño de trabajo , de lo que resulta que lo mira con aversión. Muy al contrario de este sistema los cul-pables estaban condenados á no hacer nada. El cas-tigo era estar en pie , permaneciendo en una inacr cion vergonzosa , y si la f a l t a era mas, grave , el aumento del castigo era la privación.. dqi, uniforme.

Esta pena les parecía tan vergonzosa, á los niños,-que Hacían los mayóres esfuerzos para no incurrir en ella. Los niños se instruían unos a otros , para lo* Cual se daba el cargo de preceptores á los mas in-teligentes. También se habian simplificado todos los métodos de instrucción. Se veian en una gran sala muchas clases , cada una cón^su mesa , presidida; por un niño , á quien esta dignidad no podra inspi-' ra r mucho orgullo ; porque al salir de la mesa en qtie gobernaba pasaba á otra en que obedecía qui-zás á un niño menor que él. Esta posibilidad de as-cender según el trabajo y la capacidad , tenia la gran ventaja de dar á los niños una alta^ idea de sí mis-inos y de hacerlos muy atentos al estudio! Paulet con-taba con satisfacción que uno de estos'tiernos maes-J

tros * informándolo': de íos ;piogresos de ¿u clase , le decía hablando de un niño de ella : creo que no ha-remos nada de él , y que no saldrá gran cosa. Este excelente método , eh que era inútil cualquier' otro auxilio , en qué se excitaba la emulación del mas pe-rezoso , y en que se desarrollaba la inteligencia del trias limitado , evitába asimismo-lás reprensiones. ¿ No tienen sobrado castigo , decía el maestro , con verse obligados á estudiar bajo la dirección de otros niños menores que ellos ? Quiero que todos sean dichosos, para que todos sean buenos. Lejos de intimidarlos, los consolaba , los ayudaba á vencer las dificultades que los detenían , y procuraba sacar mas partido de su juicio que de su memoria. Estudiaba sus inclina-ciones y la afición que demostraban á algunas profe-siones , á fin de que las abrazasen ; por esto , aque-llas pobres criaturas lo miraban con el respeto y el cariño- que inspira el padre mas tierno. -J ' En este establecimiento no habia criados : los ni-ños solos hacían según su turno las haciendas nece-sarias , colocaban las sillas , las limpiaban y arre-glaban su ropa. Esta ocupacion , sin ser muy can-sada les enseñabá -desde temprano el orden , el cui-

(8) dayjp y -Ips pormenores,de la vida privada.

DHerefUS de • los maestros, que separan la moral de Ja religión , Paulet quería que estuviesen siempre acordes, y para esto . .cuidaba de proporcionar sus¡ instrucciones á la inteligencia de sus discípulos. De-cía que no podia hacer que todos ellos fuesen hom-bres de gran mérito , pero ¡que esperaba fuesen todos hombres de bien. :

Nunca desperdiciaba las ocasiones de presentarles un buen.regen},plq,.al¡ilado de un, buen documento. Sa» biendo que un soldado habia dado una prueba de ex*; traordinario yalor , de lo que se hablaba con admi-> ración en París lo convidó- á comer con ..sus. discí-pulos,, pero privó del hpnor de asistir al convite á los que no se hablan portado bien en -el curso del año. Abriéronse Jos libros de asiento , y, en virtud de las partidas que constaban se escluyeron algunos , mas fué tan grande el dolor de estos que Paulet no pudo m.en,os,.de permitirles viniesen, después de comer , á beber á la salud, del soldado',; dícunstancia que les hizo faíita.¡impresión „ ,qne .dgsde aquel- tiempo no vo.lvier.on á -merecer castigo alguno. El plan de esta institución , como ya lo herios dicho , llegó á oidos de Luis XVI , y este excelente Príncipe , previendo los resultados ventajosos que de; ella, se podían sacar, señaló de .su boísiUojsecretp 30,000 francos anuales para ayuda de gastos , y quería que se^le diese cuen-ta frecuentemente de los progresos del establecimien-to , destinándolo á ser el modelo de las escuelas gra^ tuitas del reino. Paulet , añade el diario de que sar camos esta? noticias , era tan modesto y . reservado* que,apenas se ¡supo en París la existencia de su es-1

cüela , durante los quince ó diez y seis años en que estuvo en plena actividad. Sencillamente vestido , pri-vándose de todo gasto para aumentar el número de sus beneficios , indiferente á las alabanzas del mun-do , que tan fácilmente se hubiera grangeado , no se creía feliz sino por el placer que experimentaba en su establecimiento.

La afición extraña de un hombre independiente á una profesion que , hasta ahora , ha sido siempre mi-rada como una de las mas penosas , no puede ex-plicarse sino cuando se tiene idea de las escuelas fun-dadas según el mismo sistema. Entonces se hace uno cargo del placer que debe proporcionar esta ocupa-ción , la cual no es la tarea de un ayo de escuela, ni la de un catedrático de universidad ; sino la exis-tencia de un padre de familia en medio de sus hi-jos agradecidos ; la de un soberano de vasallos fie-les y buenos , que se gobiernan por sí mismos , y cuyo gefe no tiene mas cargo que el de la vigilancia y la dirección suprema. Allí se encuentra todo el placer de una dominación suave sin sus inconvenien-tes ; toda la dicha , todos los afectos de la paterni-dad sin sus inquietudes ni pesadumbres. Si este esta-blecimiento se hubiera mantenido , no hay duda que hubiera servido de modelo á todas las instituciones formadas despues en otros países según el mismo mé-todo ; pero el torrente revolucionario lo confundió en su carrera , y fue preciso inventar de nuevo , si* es lícito explicarse así , un principio tan útil á la só-' ciedad. La Inglaterra adquirió este derecho á la gra-titud de los hombres.

Los directores de la compañía inglesa de la In-dia fundaron el año de 1786 en Madrás un colegio destinado para los huérfanos de los militares euro-peos. Dióse la superintendencia de esté establecimien-to al doctor Bell , con un sueldo cuantioso ; pero este hombre respetable lo rehusó , como si hubiera temido disminuir su precio por alguna mira de Ínte-res personal. La empresa era difícil , porque la ma-yor parte de estos niños eran de casta cru rada , se habían criado en el vicio y la miseria , y no habían-tenido otros ejemplos á la vista que el desarreglo y la corrupción. Por otra parte , los preceptores de que hubiera podido echar mano carecían de habilidad para ayudarlo , y aun de buena'voluntad ; pues en

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(10) aquellos países el que sabe lo que se necesita para este encargo , gana doble provecho en cualquier otra profesion , y el doctor Bell creyó con razón , que tan difícil le seria formar nuevos maestros , como s e r -virse de los antiguos. Entonces se le ocurrió la idea verdaderamente grande é importante de escoger los, niños mas dispuestos é instruidos para que enseñasen á otros lo que ellos sabían , creando asi una progre-sión , una alternativa indefinida de discípulos y maes-tros. En este principio , oportunamente ejecutado, consiste el nuevo método. Los otros medios no son mas que abreviaciones ingeniosas de tiempo y de tra-bajo , que solo tendrían un interés secundario sin la principal invención.

Este método se hallaba enteramente establecido el año de 1795 para mas de 200 niños , número á que ascendió muy en breve la escuela , cumdo la mala salud del doctor exigió su regreso á Europa. Partió tan sentido de sus discípulos , cpmo lo seria de sus hijos el padre mas tierno , y no menos afli-gido él por verse en la precisión de dejarlos. El mo-do con que se explica sobre este asunto en el infor-me que dió de su establecimiento , es tan tierno co-mo natural. "Durante los siete años , dice , en que me dediqué al cuidado de esta pequeña familia , he visto disiparse progresivamente los vicios con que es-taban contagiados estos pobres niños , formarle el carácter , y habituar su entendimiento y su coazon á lo bueno. Entonces los empecé á mirar con d ca-riño de un padre , y ahora veo con gran dolor que se acerca el instante de separarme de ellos , y que en lo sucesivo no podré consagrarles mi esmero , mis lecciones y mis afanes." Este hombre generoso re-cibió muy. en breve la recompensa que merecían sus trabajos , única que fuese digtia de su carácter. Al-gunos años después recibió una carta firmada por 40 de sus discípulos , todos b i e n colocados , dándole también noticias de los otros compañeros que habiaa

prosperado igualmente. Le manifestaban su gratitud en los términos mas afectuosos; y le decían que la felicidad y la reputación d e q u e gozaban era debida á los principios que habían adquirido en su escuela. El doctor respondió en los mismos términos , y admi-tió un regalo que le hacían en señal de su buena memoria.

Tal es en pocas palabras la historia del estable-cimiento fundado en Madrás por el doctor Bell , y de que dió cuenta ei año de 1797 en un libro que publicó con el título de Ensayo de educación , hecho en el colegio de Madrás , qüe consiste en un método por cuyo medio una escuela entera ó una familia pue-de instruirse á sí misma bajo la vigilancia de un maes-tro solo. Esta obra contiene el informe que el autor dió á los directores de la compañía de la India , y da la explicación por menor de este nuevo sistema de Selftuition , como él lo llama ; es decir , del mo-do de enseñar á los niños , sin otro maestro que ellos mismos. El doctor , despues de haber publica-do este escrito , se retiró á una hacienda de campo, donde continuó empleándose en obras de caridad. Su folleto , publicado sin aparato , sin intrigas , sin pro-tección , en una época en que habia grandes intere-ses que llamaban la atención del público , no hizo mucho ruido. Sin embargo, algunas personas supieron de él , y se adoptó el plan en algunas escuelas. Se habló de él con elogios y pormenor en las actas de la Sociedad para alivio de los pobres ; pero es de creer que este método hubiera estado oscurecí lo si no hubiera ocurrido una circunstancia que le fue muy

-favorable. Mientras que el doctor yacía olvidado en su re-

tiro , y su libro en la tienda de un librero , y mien-tras que su institución se mantenía arrinconada en una provincia , un hombre inteligente , activo y per-severante , trabajaba secretamente en perfeccionar y poner en planta un método semejante.

, ( ' 2 ) Mr. Lancaster abrió el afio de 1798 una escuela

en el arrabal de Southwark , en Londres , para los niños de los pobres jornaleros , avisando que los en-señaría á leer , á escribir y á contar por la mitad del precio que costaba en cualquier otra parte. Su escuela produjo buen efecto , y cinco años despues publicó un libro intitulado : Mejoras en la instruc-ción de las clases industriosas de la sociedad. Este escrito contenía una exposición del estado de la es-cuela en sus principios , ele los progresos que habia hecho en ella la enseñanza , y del método que en ella se seguía. Confiesa en esta obra que habia esta-do mucho tiempo sin hallar ningún método mejor que el antiguo ; pero que despues hizo mudanzas consi-derables debidas al doctor Bell , y que si aptes hu-biera sabido el método de éste , se hubiera ahorrado mucho trabajo. En efecto , el fundamento del mé-todo de Lancaster es absolutamente el mismo que el del doctor , y solo lo diferencian de este algu-nas reglas acesorias que le dan una apariencia de no-vedad. El principio es el mismo ; la disciplina de la escuela es la que varía , y no se puede negar que en algunos puntos es superior la de Lancaster. Da-remos á conocer estas diferencias en la exposición de nuestro plan.

Lancaster tuvo tanto celo y actividad en dar i conocer su institución , cuanta fue la negligencia del doctor en publicar el suyo. El primero logró reunir el año de 1801 considerables suscripciones , y para ello n.o perdonaba ni diligencias ni súplicas. El du-que de Bedfort y lord Sommerville visitaron la es-cuela , y desde el año de 1803 adquirió tanta cele-bridad , que generalmente se atribuye á Lancaster la invención del método que practica. Sucede en los descubrimientos útiles lo mismo que ei\ las especu-laciones de comercio : el primero que establece una manufactura se arruina ordinariamente : otro compra á precio bajo el establecimiento , y se enriquece en

(•3) él : asi en los descubrimientos , el inventor procede siempre con incertidumbre y desconfianza , ó bien no se apresura mucho en la continuación de un tra-bajo al que ha consagrado ya mucho tiempo : otro hombre activo emprendedor , diestro , es el que pu-le el diamante que el otro habia sacado de la mina.

Lancaster tenia el año de 180$ una escuela de 800 niños y otra de 300 niñas. Los príncipes de la casa reinante en Inglaterra , y los personages mas im-portantes del estado estaban en el número de sus pro-tectores , cuando se suscitó contra él una persecución, cuya historia sería inoportuna. Basta saber que los émulos de Lancaster , no hallando nada que censu-rar en su método ni en los efectos saludables qué pro-ducía en las clases inferiores, juzgaron que el me-jor recurso para disminuir su mérito era hacerse par-tícipes de él , y que el medio de borrar la memo-ria de tanta beneficencia , era sobrepujarla estable-ciendo en todas partes escuelas semejantes á la de Lancaster. Noble lucha , guerra generosa , digna de un pueblo sabio -, gobernado por hombres ilustrados y benéficos. Para dar mayor peso á sus operaciones, se dirigieron al doctor Bell , primer autor del siste-ma , á fin de que la gloria de la invención y el éxito feliz de la práctica no recayese enteramente

. en favor de Lancaster. Enviaron á buscarlo á su re-tiro. El arzobispo de Cantorbery lo puso á la cabe-za de una numerosa escuela gratuita , y el obispo de Durham le dió un cuantioso beneficio para que inspeccionase otro establecimiento semejante. El buen doctor estaba empleado en vacunar á sus parroquia-nos cuando vinieron á buscarlo , y no quedó poco sorprendido al ver que habia llegado á ser un persona-ge importante , y que era preciso dejar la vacuna como Cineinato habia dejado el arado para servir á su patria. Sin duda tuvo presente haber dicho el año de 1797 que su método llegaria á ser general en la tierra ; pero quizas era el librero la única persona

(<4) , •que tenia troweia de esta profecía. Fuera de su re-tiro publicó varias ediciones de su primera obra , y pasó á diferentes provincias para fundar escuelas se-gún el modelo de la de Madras.

El clero entero , los hacendados ríeos y los hom-bres religiosos de toda clase ayudaron sus esfuerzos r y en menos de ocho años se recogieron en las parro-quias mas de 60.000 niños , y se educaron según el nuevo método. Ademas de esto se formó en Londres, con muchas suscripciones 4 una sociedad central di-rigida por el doctor , y destinada á formar maestros y maestras de escuela , y niños instructores capaces de fundar en las provincias establecimientos seme-jantes.

Esta escuela fue como la metrópoli de todas las -demás , y tuvo muy en breve ciento y cincuenta es-cuelas subalternas.

„ , Entre tanto Lancaster aumentó su esmero , y habiéndose trastornado sus negocios !;por los gastos que sus empresas ocasionaban ; .se formó una junta de seis personas respetables , que suministraron sumas cuantiosas para sostener el establecimiento. No puedo pasar en silencio el nombre de estos amigos de la hu-manidad , tanto, mas cuanto que muchos de ellos ha-cían sacrificios superiores facultades. El pri-

-mero es- Mr. José Fox ,: que sin embarazarse en. nin-guna consideración ^personal y- abandonó su profesión y suscribió con tres mil libras esterlinas para sacar de apuros á Lancaster y conservar su establecimien-to. Se le juntaron < muy en breve Mr. Jacfcson , cé-lebre miembro ;del parlamento , Mr. Wiütams Alien, Corston , Sturge y Forster¿ f oi

Estos hombres generosos se pusieron á la cabeza del establecimiento , le dedicaron su vida y faculta-des , pagaron las deudas de Lancaster y le asegura-ron una existencia .independiente. La escuela no so-lamente se sostuvo ¡entonces, por sus. esmeros , sino que produxo bástagos en puntos remotos, fia re ce que

uno de los obgetos principales de los nuevos gefes de esta institución ha sido propagar sü doctrina fuera de Inglaterra. Han enviado á Ceilan y á Calcuta discí-pulos que se han propagado en todo el Indostan. Los han establecido en el Canadá y en la mayor parte de los paises sometidos al dominio inglés. Lá junta hizo venir de Sierra Leona seis niños para que ••apren-diesen á leer en el libro del hombre blanco como ellos llaman al Evangelio ,, y para instruirse en el nuevo método. Estos niños adelantaron mucho , y la escuela de Borough-Road presentó algún tiempo el estraño espectáculo de unos niños ingleses enseñados por niños africanos.

Hace mucho honor al caracter inglés esta lucha desinteresada , en que el amor al bien imponia silen-cio á las pasiones. Lo que en cualquiera otra parte hubiera detenido los progresos de una institución salu-dable , sirvió entonces^ á d^arle fomento. ^Confesemos sin embargo que esta división tuvo el inconveniente de impedir que uno de los métodos se perfeccionase con la experiencia del otro. En Inglaterra se siguen los partidos con escrupulosa fidelidad. Se adapta un partido con sus defectos y perfecciones , y es mas perdonable abandonarlo eiitéramente que tratar de reformarlo. De aquí nace que ta oposicion y el mi-nisterio forman dos cuerpos sólidos que se equilibran y dan al gobierno una acción libre. Lo misma suce-de con respecto á la institución de que hablamos. Los que siguen los planes de Bell no admiten ningu-na de las prácticas de Lancaster , y los que prefie-ren á este 'úl t imo ho querrian fácilmente reformar-ninguna de las formas de esta escuela aun cono-ciendo que las-hay 'pueriles é inútiles. •• * •

Indiferente en medio de estas opiniones, un estran-gero está en oportuna disposición de reunir lo mejor <jue¿hay en los pormenores de los dos métodos funda-mentalmente iguales, "

(.6)

CAPITULO II. * "'' t • '

Principios del método propuesto.

Extender los beneficios de la educación , abreviar sus dificultades , disminuir los gastos que ocasiona, tal es el término que se han propuesto los aprecia-bles autores del método, cuyo origen y progresos, hemos bosquejado. Guiados por sus luces , y libres de toda preocupación particular , nuestra empresa será fácil , pues solo tendremos que escoger entre los diferentes métodos puestos en práctica hasta aho-ra , y componer un modo de enseñanza y de disci-plina sencillo y fácil de egecutar en todas partes. Este modo constará de la organización general de las escuelas , y de la división del trabajo diario , según el grado de instrucción de los- niños.

- CAPITULO III. :

Organización general..

El sitio de la escuela debe ser una sala oblonga, grande , muy ventilada y proporcionada de modo, que cada niño ocupe dos pies cuadrados poco mas ó meros. Toda la parte de enmedio se deja libre para el acto de dar las lecciones , y se ponen en las par-tes laterales seis filas de bancos formando escalones como en los anfiteatros. A derecha é izquierda de es-tas filas habrá dos bancos , y delante de ellos dos banquetas , destinadas á la primera clase , para que los niños que la componen aprendan á trazar las le-tras en la arena. Enmedio de la línea opuesta al an-fiteatro está la mesa del maestro , que puede desde allí ver todo ,el movimiento de la escuela, y dirigir-lo. Me parece que esta distribución es preferible á la de Beli y á la de Lancaster : á la primera , porque

los niños pueden sentarse para estudiar las leccio-nes , sin dejar de estar á vista del maestro ; á la de Lancaster porque establece el sitio de las lecciones enmedio, donde el movimiento puede tener mas unión, y donde hay mas amplitud que cerca de la pared, poniendo al maestro en un punto mas central.

Reunidos los niños en el sitio dispuesto se proce-de á las operaciones siguientes : i.a dividir las cla-ses , componiendo cada una de cierto numero de ni-ños iguales en instrucción , desde los que no saben nada , hasta los que no saben todo lo que deben aprender ; es decir , leer , escribir , contar , la doc-trina cristiana y las oraciones : 2.a dividir todos los niños de una misma clase en pupilos y tutores ; es decir , por egemplo , que de veinte y cuatro niños, doce sean los tutores de los otros , y se coloquen á su lado : 3.a nombrar en cada clase un instructor y un ayudante , que son los dos niños mas instruidos de ella , los cuales hacen los oficios de presidirla y enseñarla : 4.a nombrar para todas clases niños su-pletentes de los de mis eiad é instrucción , que son lugartenientes del maestro de escuela para la inspec-ción general , para llevar los estados , dirigir las ora-ciones , y reemplazar al maestro cuando éste se au-sente : 5.a distribuir cartas , libros y pizarras á to-das las clases, y empezar la formacion de los estados donde deben constar los progresos de cada clase , y la situación general de la escuela.

Vamos á dar á conocer particularmente cada una de estas disposiciones.

CAPITULO IV.

División de la Escuela en clases.

El principio fundamental de la división por cla-ses , es que los niños estén á nivel; es decir , que se reúna un número de niños con el mismo grado de

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(.8) instrucción. De este modo ningún niño perezoso , 6 poco inteligente , puede retardar los progresos de los otros. El que tenga aquellos defectos permanecerá mas tiempo en la misma clase ; pero tarde ó tem-prano será el mas instruido de ella , y entonces su-birá á una clase superior. Esta división acarrea la Ventaja de que una clase no sea mas que una fracción xie la escuela, que no exija otro sitio ni maestro apar-te , y que el movimiento se verifique simultánea-mente en todos los grados de instrucción. Entonces los mas pequeños no estarán distraídos y parados mien-tras los grandes dan su lección ; y estos no se ve-rán precisados á oír las lecciones elementales que sa-ben , y que les hacen perder tiempo.

Cada clase se coloca circularmente alrededor del instructor , formando otros tantos grupos. Todos ha-blan á un tiempo ; pero las grandes dimensiones de la sala , y la costumbre de fijar la atención en un solo punto , impiden que este susurro se convierta en confusion. Cuando una clase hace demasiado rui-do , uno de los suplentes lo modera. Siendo lo [ñas importante evitar la pérdida de tiempo , y enseñar lo mismo á los que están en el mismo grado , mien-tras mas numerosa es una escuela , mas fácil es la instrucción , al contrario de lo que sucede en el mé-todo antiguo. En efecto , mientras mas niños hay en una escuela , mayor es el número de clases que se pueden formar ; el niño instructor no trabaja mas con treinta que con diez , y la emulación se excita mucho mas cuando el discípulo ve que se adelanta á un número crecido.

Cuando un niño ha tomado un puesto elevado en su clase , y se conserva en él algún tiempo , puede escoger entre ser instructor de aquella clase , ó pa-sar á otra superior , en que ocupa el último lugar. Si toma este último partido , y se conserva algún tiem-po ea la clase á que ha pasado , queda ascendiendo en ella , ó si no, baja á la clase de donde salió. Igual-

( '9) mente , si un niño por olvido , por distracción 6 por inhabilidad se atrasa en su clase. , vuelve á la infe-rior ; y no hay esfuerzos que no hagan los niños por evitar este bochorno. Por otra parte , saben que de ellos dependen su conservación y su adelanto; que no hay protección que pueda serles útil ; y que si alguno adelantase en virtud de un favor particular , y ascendiese indebidamente , su misma inferioridad lo arrojaria del puesto usurpado.

Consigúese también con este sistema el que no se vean niños que nada aprenden , y que salen de las escuelas como entraron. Los mas limitados tienen que llegar al cabo de la instrucción , elemental por cier-to , pero suficiente para alcanzar toda especie de co-nocimientos útiles.

El número de clases depende del número de niños y de sus progreses. Si son cuando mas mil , y cuan-do menos doscientos , pueden formar diez clases , y es el número mas conveniente : si son menos de dos-cientos , se pueden reunir algunas clases en una sola bajo la dirección de un instructor. Cuando el núme-ro de niños es muy crecido , por egemplo , si pasan de mil , se forman subdivisiones en las clases * y ca-da subdivisión tiene un instructor aparte.

CAPITULO V.

División entre tutores y pupilos.

Con esta división se logra que el niño mas ade-lantado ayude á otro que lo es menos , el cual se sienta junto al primero , y se llama su pupilo. Por este medio , el tutor aprende mejor la lección ense-ñándola Doce/ido docetur. El amor propio se excita con esta pequeña preeminencia , y no se mueve me-nos la emulación del pupilo por salir de esta infe-rioridad , y llegar á ser tutor de uno de sus com-pañeros. Lo mismo sucede en la sociedad. ¿Cuál es

(20) el hombre que no se ha envanecido alguna vez de la ciencia aprendida en su juventud á costa de tantas lágrimas? El niño conoce este placer cuando se ve autorizado á enseñar lo que acaba de aprender. Hace con gran satisfacción lo que el preceptor practica ccn disgusto : lo hace mejor , porque hallándose mas cerca de la dificultad , tiene mas presentes los me-dios de vencerlas. No sabe la lección mejor que el maestro ; pero la sabe de otro modo : la sabe en términos proporcionados á su inteligencia y á su edad, y en los mismos términos la transmite.

Todas las madres de familia que tienen niños de diferentes edades , han observado cuánto gusto tie-nen ellos en reprenderse y corregirse unos á otros, y con cuánta protección y bondad miran los mayo-res las faltas que cometen los pequeños. En las fami-lias pobres , los niños educan á sus hermanos meno-res , los cuidan , los visten , los instruyen , mientras que sus padres están empleados en sus diferentes ocu-pad nes Es de extrañar que un espectáculo , pues-to con tanta frecuencia á la vista de todo el mun-do , no haya sugerido ántes la idea de aplicar el mismo principio á la educación pública. Me acuer-do que en mi juventud , habiendo pedido á un hom-bre muy sábio algunos datos sobre cierto punto de antigüedad , me respondió : para saber ese asunto á fondo , es menester escribir sobre él. Esta proposi-cion , que parece una paradoja , está llena de ra-zón. En efecto , el interés que inspira aquello que tenemos que enseñar , obliga á estudiarlo por exten-s o , y nos hace olvidar el trabajo que nos cuestan las investigaciones. El niño que ha de instruir á otro, estudia á solas su lección para h'allarse en estado de comunicarla. Este método , ademas ,. establece una vigilancia entre los individuos , que facilita la vigi-lancia general.

(a i )

CAPITULO VI.

Nombramiento de instructores y de sus ayudantes.

De este nombramiento dependen muchos de los progresos que pueden hacer las clases , y la obliga-ción de los maestros de escuela es cerciorarse de que los niños que deben ocupar aquellos empleos se ha-llan en estado de desempeñarlos. Ellos son , con res-pecto á la clase , lo que el tutor es con respecto á un solo -individuo. Su oficio consiste en tener los ojos fijos en sus discípulos mientras que estudian , en to-marles la lección , en saber amonestar oportunamen-te á los que faltan , en animar á los débiles , y re-prender á los perversos , de modo que se aceleren los progresos de todos.

En la primera formación de una escuela , los ni-ños escogen al instructor , porque conocen comun-mente al que sabe mas que ellos , y al que es mas capáz de instruirlos ; pero despues , los nombramien-tos se hacen en virtud de la indicación del instructor de cada clase. El instructor nombrado elige otro niño que le sirva de ayudante ; éste reemplaza al prime-ro cuando sube á otra clase , y toma en seguida el ayudante que mas le gusta. Los instructores poco in-teligentes ó faltos de celo , deben inmediatamente su-bir á la clase que les toca. Se ha hecho una obje-ción contra este método ; y es que los niños que de-ben egercer los empleos de instructores en sus cla-ses , durante seis meses , hasta formar discípulos ca-paces de reemplazarlos , pierden el tiempo , y no si-guen los estudios ; .pero es fácil conocer que este egercicio los confirma tanto en la extensión de los conocimientos de su clase , que insensiblemente se acercan á lo que despues deben aprender , de modo, que cuando pasan á la clase siguiente , ya están muy enterados en sus estudios,. Se ha observado en efec-

. («) to que el nluo que ha sido instructor alcanza muy en breve á los que van delante , y llega al término de la instrucción al mismo tiempo que ellos. Por otra par-te , los maestros de escuela permiten á los instruc-tores , niños mas arreglados y prudentes que los otros, que se lleven á sus casas los libros de las clases su-periores para que los lean á ratos perdidos. En una escuela bien gobernada , cada niño de una clase su-perior debe hallarse en estado de dirigir una clase inferior. Pero como ademas de la instrucción se ne-cesita habilidad para enseñar , solo se da este em-pleo al pequeño número de niños que la tienen. Los instructores indican á la clase la lección que se ha de estudiar en cada intervalo de tiempo. Las lecciones deben ser cortas , para que se aprendan , y se den prontamente ; y para que no se fatigue la atención de los niños. Mas fácil es para ellos , según se ha ob-servado , aprender diez lecciones cortas que dos lar-gas , y mejor conservan aquellas que estas. Despues de haber estado en los bancos el tiempo suficiente, los niños se colocan en círculo , con las manos de^ t r a s , y el libro en la derecha abierto en el sitio de la lección. El instructor hace una señal de mando con la mano , y los niños sacan los libros , y los ponen delante. El instructor manda empezar ; el niño que está á la cabeza empieza la lección hasta que el instructor dice : al siguiente ; y entonces el niño que está in-mediato continúa hasta recibir la misma orden , á menos que el instructor no diga : alto ; y entonces todo cesa. Muchas veces el instructor interrumpe al niño para que otro , que no está junto á él , conti-núe la lección , con lo que todos tienen que estar atentos ; pero lo que contribuye mas á esto , es el derecho que todos tienen de reprenderse cuando yer-ran ó vacilan. Entonces el niño que ha reprendido se pone en el sitio del que ha errado , y gana otros tantos puestos cuantos niños hay entre uno y otro. Esta práctica mantiene á toda la clase en cierta sus-

(23) pensión ó interés , y hace un verdadero juego de un estudio sério y penoso. Evita aquella languidez , aque-lla pérdida de tiempo , aquellas frecuentes distrac-ciones propias de las escuelas , según el método prac-ticado hasta ahora. Dada la lección , si se ha dado bien, esto es , si no pasan de tres los niños que han come-tido faltas , la clase vuelve á sentarse en su banco para aprender otra lección : si se han cometidp mas faltas , se aprende la misma lección hasta saberla perfectamente. De este modo , todos los niños hacen los mismos adelantos , y ninguno sale de la escuela menos instruido que los otros. Los instructores y maes-tros deben observar en cuanto al tamaño de las lec-ciones la regla siguiente : Ora consista la lección en palabras , ora en líneas , ora en frases , no debe tar-darse en aprenderlarmas de diez minutos , con lo que se consigue que no se pierda un instante. Una de las principales obligaciones de los instructores es llevar un estado de los que faltan á la clase , de los que vienen tarde , de los que se descuidan en aprender, y de los que no son dóciles á las reprensiones. Alli deben también constar los nombres de los que me-recen recompensas y adelantos : acabadas las claies se presenta el estado al inspector , el cual hace un resumen de todas , é informa de ello al maestro.

El instructor cuida también de apuntar en los car-tones y libros que sirven en su clase , el dia en que se empezó á estudiar en ellos. Estos apuntes co-tejados con los estados dan la verdadera situación de las clases los progresos que cada niño hace. Los estados son cuadros impresos , en que solo hay que llenar el nombre del niño y la nota que mpece , lo cual se hace con prontitud : de este modo lo{ ins-tructores aprenden á clasificar y ordenar , y los Maes-tros están al corriente de lo que pasa en la escuela.

CAPITULO VII.

División del trabajo. — Prácticas de todas Jas clases.

Los niños deben estar en las clases á las nueve de la mañana y á las dos de la tarde. Al entrar se atan los sombreros ó gorros á la espalda con un cordon, puesto en forma de banda : esto evita la confusion que hay en las escuelas muy concurridas al tiempo de tomar los sombreros. Cuando suena la hora , el maestro de escuela , ó en su falta el primer suplen-te da un campanillazo , y entonces todos los niños se colocan clase por clase en tres líneas de f ren te , for-mando un semi-círculo alrededor dé la mesa del maes-tro. El inspector menor en edad empieza una oracion co r t a , que todos los niños repiten , diciendo los ver-sículos uno á uno. Al segundo campanillazo los ni-ños rompen el círculo , y sabiendo por derecha é iz-quierda , van uno detras de otro á colocarse en los bancos correspondientes á sus clases. Cuando el lo-cal de la escuela no permite que todos los niños se sienten en los bancos , el maestro distribuye las cla-ses en números pares y nones , y manda que se sien-ten aquellas ó estas Ínterin las que están en pie for-man los círculos respectivos , y dan las lecciones.

CAPITULO VIII.

Estudios de las diferentes clases. ' j f. ^ ; i

PRIMERA CLASE.

• Esta-se compone de los niños mas pequeños, que no saben absolutamente nada , y que empiezan por aprender de memoria las oraciones y ei alfabeto. Ocu-pan dos bancos laterales , delante de los cuales hay una mesa angosta , cubierta de arena. Como cada

( » s ) uno de los individuos de esta clase necesita instruir-se aparte ^ no debe haber mas de 20 niños en ella. La primera operacion es enseñarles las letras del al-fabeto por un método muy ingenioso : el instructor traza con el dedo la letra en ja arena á cada niño: éste la copia , y la nombra. Con esto ai mismo tiem-po aprende á leer y á escribir ; distingue y traza las letras , y reúne dos operaciones , una manual y otra intelectual , que se separan en la educación ordina-ria. Cuando el instructor, ha corregido la letra que el niño ha hecho , pasa el mismo instructor una es-pecie de cepillo de madera para borrar la letra é igualar la arena , y la superficie queda dispuesta á recibir la misma operacion : esto ahorra papel , tin-ta , plumas y tiempo , y evita al niño las distrac-ciones que le impiden una atención exclusiva. Escri-tas y nombradas por cada uno de los niños todas las letras grandes y pequeñas , se fija delante del banco en que está sentada la clase un gran cartón que con-tiene todo el alfabeto : entonces nombran y trazan las letras en virtud de las indicaciones del instructor; operacion que acaba de clasificar las letras en la me-moria. El instructor las señala con un puntero sin seguir orden ninguno ; y entonces empieza en esta clase el principio fundamental del método , es decir, el adelanto ó el retroceso en puestos , según el gra-do de conocimiento de cada niño. Ordinariamente se ha observado que bastan tres semanas para saber bien todas las le t ras , y . seis para escribirlas con distin-ción y claridad. Cuando han copiado muchas veces

' el alfabeto del cartón , se quita éste , y hacen la ope-racion de memoria , trazando la letra que nombra el instructor , hasta que éste se satisfaga de que to-dos la saben. Sigúese á esta operacion la de escribir, conocer y pronunciar algunas sílabas sencillas , como Ba , Be , Bi , pero cuidando de no presentarles otra lección hasta que sepan muy bien la primera. Para no cansarlos mucho en esta ocupacion se debe inter-

3

(26) rumpir , empezando á enseñarles la doctrina cristia-na. No se les hacen repetir mas de quatro ó cinco palabras seguidas , interrumpiendo á veces al que las dice para que continúe el niño inmediato , á fin de ver si están todos atentos , ó si solo repiten maqui-nalmente lo que han oido. Esta instuccion elemen-tal dura por lo común tres meses , aun en los niños menos inteligentes.

El método de escribir en arena , que fija la atención de los niños , los divierte , y trae con-sigo las economías de que hemos hablado : no es in-vención del doctor Bell ; pero este es el primero que lo ha introducido en las escuelas europeas , habién-dolo visto establecido en las de la India. Pedro de la Valle habla de esta práctica en sus viages. El Evan-gelio cuenta que nuestro Señor escribió con el dedo en la arena cuando los fariseos le trajeron la muger adúltera.

Segunda cíase.

Llegados á esta clase los niños con el conoci-miento de todas las letras y el de la composicion de algunas sílabas , se les dan unos cartones en que es-tan escritas sílabas de dos letras , las que deletrean y escriben con un punzón en unas pizarritas que de-ben traer colgadas al cuello. El instructor se dirige, por ejemplo , á uno de los niños y dice : mi, y el niño escribe esta sílaba en la pizarra, y debe pronun-ciarla despues de escrita. Como los otros niños no sa-ben cual es la sílaba que han de pronunciar cuando les toque , están atentos á las que los otros pronun-cian para poder seguir sin interrupción. En esta cla-se se continua escribiendo de cuando en cuando en la arena , á fin de perfeccionar las letras. Las pizar-ras deben tener ocho pulgadas de largo y cuatro de ancho , y en la parte superior un alfabeto gravado en hueco para que esté siempre presente á su vista. Las lee-

ciones de aritmética se limitan en esta clase al cono-cimiento de los números , y á la composicion de las cantidades que no llegan á ciento. Lo mas importan-te de esta época es que no pase una sílaba sin que los niños conozcan perfectamente su forma y su pro-nunciación.

En el antiguo método el deletreo consiste en em-pezar por las primeras sílabas , repetir siempre las precedentes , y añadir á estas las que siguen. Por ejemplo : para deletrar la palabra sílaba , se dice: s , i , s i ; 1 , a , la ; si , la ; b , a , ba ; sílaba. Con esto se pierde mucho tiempo , se cansan y distraen los niños , y en lugar de progresar retroceden. Por el contrario , el método nuevo da á los niños un co-nocimiento perfecto de las sílabas y hace que consi-deren las palabras como agregados de dos , tres ó mas sílabas , sin tener necesidad mas que de dividir-las para deletrearlas al instante. Se hallan sabiendo leer cuando saben las sílabas, como se sabe bailar cuando se saben los pasos. Asi se empieza por los elementos de los elementos , graduación proporciona-da á la inteligencia de los niños , y á la atención de que son capaces. En este método la escritura y la lectura progresan juntas , porque no hay mas dificul-tad en trazar una sílaba , cuyas letras se están vien-do , que en pronunciarla cuando se saben las letras que la componen. í

Tercera clase.

Bien conocidas las sílabas de dos letras , se dic-tarán á los niños con otro cartón las compuestas de tres letras , sin dejarles ver el cartón en que están escri-tas , porque asi practicando una nueva lección > no pierden de vista la que precede. El instructor , des-pues de haber dicta^p /una sílaba , examina las pi-zarras y nota las faltas cometidas. Manda borrar las pizarras* y dicta{ otra lección. Lo mismo ha^e con

(98) -Ix&S números. Debe cuidar de que todos los movi-rntentos mandados , se egecuten simultáneamente co-

•mó en el ejercicio militar. Esta uniformidad y exac-titud evita la perdida de tiempo , y acostumbra los niños al orden , á la puntualidad y á la atención.

Cuarta clase.

Esta clase que sabe ya las sílabas de dos y tres letras , y los númeroá compuestos hasta ciento, leerá y estudiará las cartas que comprenden sílabas y palabras de cuatro letras. Escribirá , dictándolo el instructor , las sílabas y palabras aprendidas en la clase precedente. A estos estudios se agrega la con-tinuación del de la doctrina cristiana , y del de las oraciones que se acostumbra decir en la escuela.

Quinta clase.

En esta clase empieza-la lectura de las palabras que se consideran como sumas de muchas sílabas. Cada discípulo debe pronunciar lentamente estas pa-labras , sílaba por sílaba , y deletrearlas despues. Se le nombra , por ejemplo , al niño la palabra cartón, y él repite muy despacio : car , ton ; y en seguida c , -a', r t n. Sis-inteligencia no. sé turba por la inútil repetición de la primera sílaba , y se aeósr-tumbra á descomponer las palabras sin pensar en otra cosa. Llega más pronto al término, y sin tan-to trabajo. Lo mismo sucede con la escritura y la combinación de los números que se extiende en esta clase á las cantidades' que pasan de ciento , y - á los quebrados pero llevando siempre* al mismo paso la-lectura la escritura y la aritmética.

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< i.bcrM .<• 03 8S1UÍ Sí.i v . .V-Esta clase lee^y-a en loS^ibrós^-los cuafes son

compendios de la Biblia , catecismos fáciles , colec-ciones de pensamientos sacados de los antigaos , y algunos cuentos morales. Se ha compuesto en In-glaterra para este uso y por un hombre muy hábil un breve compendio de la Biblia en que los hechos es-tan referidos con la mayor sencilléz , de modo que con su lectura se acostumbran los niños á responder á las preguntas concisas que sobre aquellos hechos se les hagan. En esta clase aprenden á suspender el sentido , según la puntuación , á escribir en papel y á sumar y restar. Cuando el instructor mande leer á un niño , procurará algunas veces inter-rumpirlo , y pasar de repente á otro , con lo que verá si todos están atentos y siguen el orden de la lección.

No entraré en otros pormenores sobre las demás prácticas de la enseñanza mutua , que se siguen en las otras clases , y que pueden tener mas amplias aplicaciones. Tampoco explicaré el método de Lan-caster para aprender la aritmética , porque aunque es muy bueno , otros se practican en diversas escue-las de Europa , que no le ceden en nada. Solo aña-diré que tan bueno me parece aquel método para la enseñanza de las reglas elementales , como inútil para los estudios mas altos. Cuando se llega á cierto gra-do de conocimiento en las letras , no hay progresos sino con el estudio , el silencio y la atención. El tiempo es el que madura el pensamiento. El movi-miento continuo , el egercicio militar , que pueden convenir á los primeros elementos de las ciencias y al manejo de las armas , obstruyen despues el des-arrollo de las ideas. - K

Sin embargo, los que opinan que este método se pue-de aplicar á los estudios clásicos y á las matemáticas elevadas, dan una buena respuesta á la objecion que aca-bamos de presentar , es á saber, que sin impedir el que se dé á los niños todo el tiempo que necesiten para estudiar , y dejando toda la amplitud posible para

(3o) , que las lecciones se den en la forma mas convenien-te , siempre es cierto que la enseñanza mutua apli-cada á estudios mas graves ahorra el mas conside-rable y casi el único gasto de las escuelas, el local y los maestros , y entonces la clase media de la socie-dad puede adquirir en su totalidad y sin gastos, una instrucción que solo han podido tener hasta ahora las gentes ricas. Esta consideración es muy importante en un tiempo en que muchas personas arruinadas por los sucesos pasados, privan á sus hijos de la educa-ción que conviene á su ciase , y con la que halla-rían una digna colocacion. En efecto , la base de la sociedad no se compone ni de los grandes ni de la plebe , sino de la que está entre las dos , y de ella salen los abogados , los médicos , los maestros , los eclesiásticos ; por consiguiente , en esta clase estaa depositadas la salud , la educación , los intereses y los secretos de las familias. Mientras mas ilustración y virtudes haya en aquella clase , mas seguros esta-rán los intereses sociales. En Edimburgo hay un Co* legio en que se enseñan por el método que propo-nemos el latin , el griego „ la historia y todas las matemáticas , y el éxito ha sido muy satisfactorio. Otro se ha establecido en Londres gobernado por el mismo principio. Consta de 250 niños , y la instruc-ción , comprendiendo el gasto de los libros , no cues-ta mas de dos guineas al año. Este costo se reduci-ría á la mitad si el director reuniese 500 discípulos que su escuela puede comprender. En los examenes públicos que se han celebrado en esta escuela , los espectadores han admirado los adelantos de los dis-cípulos , y sobre todo su igualdad.

CAPITULO IX.

Educación de niñas•

Si el sistema de educación que proponemos es

ventajoso para los niños , por la prontitud y facili-dad con que aprenden todo lo que un hombre debe saber , aun es mas importante para las niñas pobres, cuya subsistencia depende de las habilidades que ad-quieren , y de los servicios que pueden practicar en las casas en que se colocan. Si se exceptúa la cria-da inferior , cuyo servicio en un gran establecimien-to se reduce á sacar agua , barrer y limpiar , te-niendo tiempo apenas para cumplir con estas obli-gaciones , nc hay un solo estado de los que una mu-ger puede abrazar , que no le permita coser y t ra -bajar de mil modos ; ni hay una sola muger á quien no sea convenentísimo hallarse en disposición de go-bernar su casa , educar á sus hijos , cuidar su ropa y asistir á una tienda. Con esta capacidad la mu-ger puede tener mayor lucro , y ser de gran econo-mía á la persona á quien sirve , pues su servicio ahorra el de otra criada.

En las colonias y en los pueblos poco civiliza-dos , las gentes acomodadas tienen á su servicio un gran número de personas , no solo porque pueden mantenerlos , sino también porque los criados no sa-ben servir. La falta de habilidad se suple con el nú-mero. Cada individuo no sabe mas que aquello á que se ha aplicado ; uno á fregar , otro á partir leña. Es-ta muchedumbre de criados , que dividen entre sí el trabajo que uno solo podría hacer , se parece á un género de música usado en Rusia en la casa de algunos potentados , en el cual cada músico no sabe cantar mas que una nota. El uno es el fá sostenida del Conde de tal , y el otro es el si bemol del Prín-cipe Fulano. Si despiden á uno de estos músicos de la casa en que sirve , no sabe cómo acomodarse , á menos que no dé la casualidad de hallarse vacante en otra casa la nota que ha aprendido , ó á menos que no tenga valor para aprender otra. La división de trabajo , tan celebrada con justa causa por los economistas , es muy ventajosa en efecto en los tra-

(32) bajos- campestres y en las manufacturas en que se emplea todo el tiempo , pero en las otras condicio-nes de la vida no produce mas que ociosidad y des-arreglo.

Las escuelas de niñas , comprendiendo la ense-ñanza de todas las haciendas domésticas , deben te-ner otra división en las horas de trabajo. Conviene qu< se dedique la mañana en que hay mas luz á los trabajos de aguja , y la tarde á leer y escribir. Las clases serán menos numerosas para que se instruyan con mas facilidad. Cuando estas niñas sepan egecu-tar perfectamente cualquier trabajo , como echar do-bladillos , hacer camisas , marcar , surcir , &c. es natural que hallen muy en breve trabajo en que ga-nar , y sus padres tienen la satisfacción de ver que se instruyen y lucran al mismo tiempo. Seria de de-sear que se formasen en todas partes , como las hay en Inglaterra , juntas de señoras encargadas en visitar é inspeccionar las escuelas , y ver si las maestras y las discípulas cumplen con sus respectivas obliga-ciones.

En cuanto á los otros ramos de disciplina y or-ganización , estas escuelas son semejantes en un todo á las de los niños.

m

CAPITULO X.

V Religión y Moral.

La moral es la lengua universal de los pueblos, el lazo común de los hombres , y la escritura san-ta es el libro moral por excelencia. En Europa no debe haber enseñanza alguna que no estribe en los preceptos eternos de aquel libro divino , que no sa-que de éi sus egemplos , su doctrina y sus lecciones.

Los dogmas de la religión católica pueden en-señarse por el sistema de Lancaster. En Londres hay una cscueia católica que ha demostrado esta verdad

, „ i (33) prácticamente. Los que juzgando precipitadamente han osado decir que la enseñanza mutua no es con-veniente al catolicismo , calumnian una de las mas útiles instituciones que existen , y á un sin número de hombres religiosos que la fomentan y propagan.

CAPITULO XI.

í De Jas recompensas y de los castigos.

Temores y esperanzas , penas y placeres , casti-gos y recompensas ; tales son los grandes móviles <jue agitan á los niños y á los hombres en esta corta vida. Sometidos primeramente Á nuestros padres y maestros , lo estamos despues á la combinación de los sucesos humanos , que muchas veces destruye el bien ó repara el mal que nos ha hecho la educación; cuyo influjo nunca es tan sensible como en los pri-meros años. La infancia es el tiempo mas positivo de la v i d a , y el que. podría ser el mas dichoso, si aquellos á quienes está confiada , supieran ó quisie-ran cumplir solícitamente tan importantes funciones. Para esto seria necesario que se aplicasen con mas empeño á evitar las faltas que á castigarlas ; mas á -estimular al bien que á reprimir el mal ; mas á ha-•cer el estudio fácil y agradable que á exigir una aplicación tenaz y tales son las ventajas del nuevo -método que proponemos. En efecto , la extrema vi-gilancia que continuamente se observa , aleja las oca-•siones , y extravía el deseo de hacer mal : cada niño -tiene á su lado un guia , un mentor ; ó mas bien él es mentor y guia de otros , y en este caso se cree -demasiado elevado para cometer una flaqueza. ¿Có-.mo seria posible que se hiciese acreedor á una re-prensión cuando le han dado el derecho de repren-der.? La vigilancia particular depende de la que eger-

S

(34) ce un instructor en un pequeño número de niños , y el inspector en toda la escuela. Los niños están co-mo encadenados unos con otros , y todos participan de dependencia y de autoridad. La disciplina se ha-ce menos penosa egercida por los que son sucesiva-mente gefes y subalternos , y la ciencia menos ás-pera por la graduación y facilidad con que se co-munica.

Sin .embargo, como hay grados en el bien y en el mal , ha sido preciso imponer castigos , y pro-meter retribuciones. Estas consisten en el ascenso á clases superiores , en el nombramiento paca el em-pleo de instructor y de vigilante , y en ciertas gra-tificaciones en dinero , que son bien cortas sin duda; pero proporcionadas á la edad y á la situación de unos niños pobres. La educación , que suele ser un gran peso para los padres , y una gran incomodidad para los niños , queda convertida en una série de - placeres para unos y otros. A los padres se les prepara una gran utilidad en la que pueden sacar de las habili-dades de sus hijos , y éstos harto logran con- adqui-rirlas. Estas gratificaciones se pagan del fondo gene-ral de la escuela , y se añade las que suministran los extrangeros que vienen á visitarla , y los ricos hacendados que se interesan en su prosperidad. Al-gunas veces se compran con estos fondos libros que se reparten ciertos dias festivos entre los niños que mas lo merecen. Su lectura los confirma en los bue-nos sentimientos que abrigan , é influye muchas ve-ces en los de los que los rodean. Se lleva ademas un estado de los niños que mejor conducta han te-nido , y sus nombres se leen en la escuela algún día •solemne. En la escuela de Liverpool se ha estable-c ido un uso no menos ventajoso : los niños que han sobresalido durante todo el curso de sus estudios, pasan á una dase de mérito , cuyo certificado puede-

e

servirles en lo sucesivo para adelantar en sus respec-tivas carreras.

En cuanto á los castigos , consisten por lo co-mún en perder su puesto , pasar á una ciase inferior; ponerse en un banco aparte despues de la clase ínte-rin los otros niños desfilan para ir á sus casas , ó llevar en la frente un cartel que indique la falta co-metida. Estos son los castigos de las faltas ligeras, como venir tarde á la escuela , presentarse sin aseo, demasiarse en palabras , estar distraído , ser perezo-so y hablador ; pero si las faltas son mas graves, como men t i r , h u r t a r , b lasfemar , poner las manos en sus compañeros, replicar con insolencia á los ins-tructores , entonces se escriben los nombres de los culpables en el - libro negro para imponerles castigos ejemplares , -como la prisión , la publicación del nom-bre con la calificación merecida , y la expulsión. Es-tas diferentes penas , en que pocas veces han incur-rido los niños de estas escuelas , no se dejan al ar-bitrio de los instructores , ni aun á la decisión del maestro. Todas lás semanas se forma una junta de niños , compuesta de todos los vigilantes , los ins-tructores , y de un cierto numero de discípulos es-cogidos por estos en sus clases respectivas. El maes-tro preside esta reunión , y conviene que asistan á ella los particulares que protejan la escuela. El niño acusado se presenta , y se le dan á conocer los he-chos que se le inculpan : él se defiende , y los otros niños que pueden alegar algo en su favor , toman

• la palabra ; despues el maestro recoge los votos y pronuncia la sentencia en virtud de lo que ha pro-ducido la mayoría. La experiencia ha hecho ver que los niños ejercen estas funciones con una razón y Una justicia difíciles de hallarse en los hombres he-chos : con esto adquieren ideas que contribuyen á elevar sus sentimientos.

(36) Esta jurisdicción confiada á los mismos discípu-

los , extirpa uno de los grandes vicios de la educa-ción pública y aun de la privada ; á saber , la cos-tumbre de mentir para ocultar las faltas propias y las de los compañeros. Parece que el maestro es un individuo de otra naturaleza , contra el cual es pre-ciso reunirse y defenderse , porque so'o busca una oca-sion favorable de castigar. De aquí nace el disimulo tan general en la niñez, la coalicion que siempre forman entre sí los niños , la fidelidad que se guar-dan unos á otros , prenda muy buena en ciertos ca-sos ; pero que siendo excesiva degenera en sedición, en espíritu vicioso y democrático , en propensión re-volucionaria , enemiga dé los sentimientos suaves y virtuosos. Si la gran ventaja de la educación públi-ca es presentar una imágen de la sociedad , empezar á ligar los vínculos que ha de haber despues entre los hombres , y destruir las disposiciones al orgullo que se contraen en la educación particular , es pre-ciso para que esta ventaja sea completa que la imá-gen real de la sociedad se presente en la escuela; y aquella no existe sino de un modo muy imperfecto en una reunión de individuos sometidos á la autori-dad absoluta de uno solo , sin ningún intermediario ni otro anillo alguno en la cadena. Por el contrario si en este número de discípulos , algunos suben á ciertos escalones de poder , los otros aprenden á res-petar los dos únicos títulos en que puede recaer la autoridad , la edad y el mérito. Asi se compone un regimiento , una oficina , un gobierno. La posibili-dad de egercer el poder , disminuye su peso ; el de-seo de lograrlo excita el ce lo ; la fácil vigilancia del que lo egerce evita las faltas. Esta mezcla de diver-sos intereses en una sociedad pequeña tan parecida á la grande destruye la propensión al odio y á la rebelión contra los superiores x que reina en muchos.

colegios , y en estas escuelas es tan.. difícil hallar un maestro aborrecido , como lo es en las otras ver.unot que sea amado .de sus discípulos. Por ottarípafterí e l número de niños de que cuida un preceptor ren las casas de educación es demasiado considerable para que se puedan distribuir. con justicia los premios y los castigos , y nada irrita; tanto á los h o m b r e s d e todas edades como la falta de justicia en esta distri-bución.

No se crea , sin embargo , que la policía que los niños egercen , los convierta en delatores y tiranos unos de otros. En ninguna parte existe tanta unión como en las escuelas de que se trata : maestros¿ y discípulos se confunden en sus juegos , sin pasión y sin resentimiento , olvidando al salir de la clase la si-tuación respecüJtfaGque en, ella l$aji observado. En. efecto , ¿ por qué se han de denunciar si todo lo que hacen está á la vista ¿ Por qué se han de sustraer á la autoridad si ellos también la tienen ? ¿ Por qué se han de patrocinar; y perjudicar si -unos á otros-se juzgan? No son ellos discípulos trémulos-bajo la fé*-rula de un maestro despótico y sino competidores que solo aspiran á sobresalir. Para ellos el trabajo es un juego , la ciencia una l u c h a l a autoridad una re-compensa.;: nóíoobi sí.a séb sc^b 98 oH

< • f >f . •'•'ai--'.' • ' Jf? V :'. i - ti • CAPITULO XIII.

— ',. • r*- - - •?< : í-. - •. .; - J- t Jj^i i . . J A .. . I * - .'i.* * .... I.' . 1 - wj ( . . . . ; ' ( ' ' . ' • ^ , . „,| .'VN̂ í-.y^íl V .. t T„ •/ f OiíIftllJU i . - .5 til'. - - • A f *> i--Recapitulación. — Principio general del método. —» -V" Instrucción de los niños por. ellos mismos.

Organización. . r j iiug obtísao 25 la!.}- <i:I iJi3qü*í n w f ó en íbnin 8oJ ó

i Un maestro de escuela para todos,los niñas; por muchos que sean, encargado de la vigilancia de cuanto ocurre , de cuidar que cada uno cumpla con

(38) 5U/óblígaiclon , do distribuir los premio» y lo» casti-g o s v d e ilevaF Ío6 estados y de presentarlos á lo« Jroteetorqs: ó administradores del establecimiento. '<'•'2 «".Nombramiento de dos suplentes al maestro , es-cogidos entre los niños mas sobresalientes y mas ca-paces de desempeñar el encargo.

3 Nombramiento de niños instructores según el número ¿te clases Vy, de ayudantes de instructores, para dirigir las lecciones y gobernar la clase. «eo División de' todas las ciases en tutores y pupi-los , con el obgeto de que los niños , mas instruidos ayuden- á los otros á aprender las lecciones, alia* Aándotés tas dificultades. -o •• > o fííü v no»'.".ct r;;< , ?eji5u'r : :'J3 w j > Ó 0 C ''- ¿oh : :b

i:' o ¿i lii; f-/.-*?: ¿jlvió , ' ' .v-c"t • I N S T R U C C I O N *

«)Mo o; ,.¿rü ¿' ':'• v'j . i ;1: <O:j : .. „? Lectura.

; éi.o i £í n^ícímní ^oib ¿g .«.-a s 1 • Regla general las lecciones han de ser cortas

y renovadas^ con frecuencias i' r"'• • n . 2 No se! debe tardar mas de un cuarto de hora

en aprender las lecciones en las clases inferiores : ni mas de medía hora en la& otras. ¿ : ^

3 No se debe pasar de una lección á-otra siiv saber perfectamente aquella.

4 Las lecciones 'ctébéa-'-ájjtéhááhe , según el gra-do de adelanto de cada clase , letra por l e t r a , síla-ba por sílaba , palabra por palabra , y sentencia por sentencia. : •r-.-vSrSi;-

5 El catecismo debe aprenderse pregunta por pre-gunta. .ttol

6 Los niños no deben repetir las sílabas cuando las -deletrean , sino que deben aprender á dividir las palabras en sílabas, y deletrearlas según esta di-visión. »•- • . - - f - -'••• - J c ; -

(39) h >."• • n Y t ^i ' qn nu xi3 sjmjj/is?. 9Lí i.-í.a

.<-• .'i n Eserhmap aritmética^ ^-jíiUÍ.^ au -£D la : -no¿ cwvm^ ¿-.sen ?B3ísi ob >- »§'i¿n3 zoJ

1 Los niños mas pequeños aprenden desde luego á escribir las letras y los números t formándolas con el dedo sobre .la a rena^y i r ; - -.lAzí zbJ g

2 Despues pasan á copiar también sobreda, arena la letra de mano , en seguida en las pizarras , y lue-go en papel. —

3 Cuando saben'deletrear y dividir las palabras por sílabas , las escriben de memoria.

. r" .-'i ••-/. : • Estados. • t V • -

¿oc, ; • -i •• n-.-u'̂ r:.« -h oboJ -¡ .. ,-v! :}?.:> ; v 1 Los niños instructores v:; sust ayudantes llevan un fesoado de .'todas tas operaciones del-día.

2 El maestro lleva un estado de las faltas, gravfes íque se come.ten'ren la semana : este libro se llama

libro negro. También lleva: otro de los progresos rde cada niño.) i ! . •• 'i : :!rí;Vv h::x

' :) 'f'.'.-¡',f '.J?A "OÍ 70?19C 'P. r Q OiDfl Premios,

t r Mientras que se dan las lecciones , el, niña que -corrige á otro toma su puesto. . gi . -¿I j>i< >

2 El niño que sobresale en su clase y que con-serva un puesto elevada pueden escoger entre dós

? partidos , ó pasar á otra clase , 6 quedarse algún ^tiempo siendo instructor en la suya. También se le -debe dar alguna recompensa én dinero ó-jen libros, gol ; oíj,:> íJ/ jift bfiiiáb02 f>y¿i 9I» cvíinm -düg £j

iííi'j ?rí 2KÍ.0J o Castigos? ¿.i f 7 /ni- q. 4;fií; í;"j { 297tí.6. i sb 807J2irm 20Í irnsv osirl sr-:> r,l 93 • 1 y Los castigos de faltas ligeras son : .perder $u -pinesto ea la clase , bajara á una clase inferior r que-t4arse ieo la escuela despues que todos; los niños le

( 4 ) han ido , sentarse en un banco aparte , y pasar á pn gabinete dónete esté encerrado álgun tiempo.

2 Los castigos de faltas mas graves son : el ca-labozo , él cartel colgado al cue l lo , y la despe-dida.

3 Las faltas mas graves se castigan por una jun-f.ta de niños. . ; . - t

*¿V¡ ^.-Í - C!Í I *:Í * . L'Z'.- :' '. ... . . ^ C O N C L U S I O N . f : . ;

Tal es el conjunto de ideas fundamentales en que estriva el método de enseñanza nu'itua. Pudiéramos

i:habér aurfientado un gran número de pormenores practicados ya con buen éxito en muchas escuelas de Inglaterra y Francia ; pero lo hemos evitado por no someterá los maestros que quieran abrazar estas ideas

íá un mecanismo rutinero , y dejarlas toda la ampli-tud posible de fundar sobre aquellos cimientos un edificio quizas superior á los construidos hasta ahora. El ingenio naturalmente.fecundo de los españoles pue-de egercitarse en este vasto campo , y hallar prác-

ticas^ ingeniosas que- faciliten» y abrevien la grande obra de una educación prpnta y económica. Termi-

a remos este trabajo consalgunas observaciones aná-logas áíítan importante, asünto. t r. "...-v

En París-existe una sociedad compuesta de los primeros personages de la nación , cuyo obgeto es propagar, Jet método d e J a enseñanza mutua. La ^.jun-ta gubernativa de esta sociedad fue la que dió los primeros pasos , la que allanó todas las dificultades, la que hizo venir los maestros de Londres , en una palabra , :1a que presentó el tipo primitivo de este tiuevo plan de educación.*! ;El trabajo rúas aprecia-ble edé estai corporación fafirlaLelefccion y reunión de

(40 las mejores circunstancias que concurrían en los dos métodos de Bell y Lancaster , formando de los dos un solo cuerpo de doctrina , cuyas reglas principa-les son las que hemos expuesto. En este nuevo mé-todo se advierte que la clasificación y el orden de los trabajos tienen mas analogía con las ideas de Lan-caster , aunque destituidas de muchas formalidades que han parecido inútiles ; y las lecciones , y par-ticularmente las de aritmética , son del sistema de Bell , con algunas de las invenciones de Pestalozzi. La composicion de tablas de sílabas , graduadas de tal modo que las dificultades se hallen graduadas, ha sido un trabajo al que s : han dedicado con par-ticular esmero algunos miembros de la sociedad ; y se verá que es de la mayor importancia si se con-sidera que los niños solos son quienes han de ven-cer estas dificultades , y que de esta primera y sen-cilla instrucción depende la corrección , y la facul-tad en leer.

La sociedad cuidó en seguida de que hubiese una enseñanza particular para los maestros que quisie-ran aprender el método. Esta clase empezó con quin-ce maestras y doce maestros , y muy en breve se aumentó considerablemente.

Los fondos de la sociedad constan de las dona-ciones particulares de los individuos que la compo-nen ; pero esta contribución voluntaria nunca es excesiva porque los gastos de una escuela son muy moderados. En Francia el presupuesto de los gastos de una escuela de enseñanza mútua se calculan del modo siguiente:

Gastos de una vez : bancos , mesas , cuadros, li-bros &c. 4480 rs. — Gastos anuales : sueldos del maes-tro 4800 ; braseros ó estufas para el invierno 800; lápices y renovación de pizarras 800 ; plumas , pa-pel , tinta &c. 520 5 recompensas pecuniarias 800;

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ar rendamiento 280 ; total 8000 rs. vn. Con estos gastos se organiza y sostiene una es-

cuela de 500 niños ; es decir , que la educación de cada niño cuesta 16 rs. al año , y no costaría mas que 8 , ó muy poco mas , si la escuela contuviera 1000 niños, pues apenas sería necesario mayor dis-pendio. La educación común cuesta en Francia ge-neralmente de 72 á 120 rs ; suma que realmente es doble atendida la pérdida de tiempo , y la imper-fección de los métodos: aplicado este cálculo, á la población de París , ofrece el resultado siguiente. :En aquella capital se 'regula á. 50.000 niños los que .no pueden recibir educación por la pobreza de sus pa-dres : 10.000 de estos se educan Gratuitamente en o 120 escuelas pagadas por la junta de hospicios, y en esto se invierten 720.000 rs. al año. Si esta mis-ma suma sé invirtiera en escuelas de enseñanza mu-tua bajo el presupuesto dé gastos de que hemos he-cho mención , con ella sola se educarían todos los niños de todas clases de aquella; ciudad inmensa , sin que uno solo de ellos fuese inferior á otro en cono-cimientos útiles , y sobre todo en doctrina cris-tiana.

Los miembros y maestros de esta sociedad han hecho varias observaciones..que prueban cuanto con-tribuyen á perfeccionar el carácter , la fraternidad, la unión , y la alternativa de mandar y obedecer, que son atributos esenciales de estas escuelas. Mere-cen citarse dos hechos que servirán de confirmación de estas ventajas. Cometióse un robo, en una escue-la : el niño en quien recaían todas las sospechas fue preso y sometido á la decisión de tuna junta com-puesta de los niños mas adelantados; Estos oyeron los cargos y la defensa , y el acusado resultó cul-pable : pero antes de declararse tal , devorado por sus remordimientos,;* ,echó ái llorar , .confesó su cul-

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pa , pidió perdón á sus compañeros , y ofreció cor-regirse en lo sucesivo. Esta escena ha evitado qui-zá la existencia de un criminal. El rasgo siguiente no es menos notable. La madre de un instructor vi-no á la escuela á avisar que su hijo no podia ve-nir aquel dia por causa de una gran desgracia que habia ocurrido en su casa. Unos ladrones habian en-trado en el cuarto que habitaba esta pobre familia, y la habian despojado de todo cuanto poseía. Ape-nas tienen noticia de este suceso los otros instruc-tores , cuando todos quieren socorrer á su desgra-ciado compañero. En seguida proponen que se abra un cepillo en que algunos forasteros habian puesto sesenta reales para recompensa de los instructores sobresalientes , y declaren que renuncian el derecho que puedan tener á esta recompensa. Pero parecién-doles demasiado pequeña esta suma , echan un guan-te y recogen muy en breve ochenta y seis reales, que llevó una comision de instructores á la pobre fa-milia. Las lágrimas de ésta fueron la única retri-bución que esta acción merecía.

No hay duda , decia el secretario de la socie-dad , dándole cuenta de estas dos ocurrencias , los que empiezan así , así continúan y así acaban. Los que saben respetar las leyes de una escuela se so-meterán fácilmente á las leyes de su patria ; los que dan muestras de tanta inteligencia no retardarán los progresos de la industria nacional. Estos niños serán algún dia lo que ya son en el pequeño círculo en que egercitan sus facultades ; esto es , buenos cris-tianos , vasallos fieles , obreros inteligentes , ciudada-nos virtuosos y hombres sensibles.