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    A VUELTAS CON LA PLURALIDAD DE NORMAS

    DEL ESPAOL Y EL MODELO LINGSTICO

    PARA LA ENSEANZA DE SU PRONUNCIACIN

    CarmenSARALEGUI

    Universidad de Navarra

    BIBLID [0213-2370 1998) 14.2; 367-386]

    Este articulo revisa

    las

    discrepancias fonticas

    ms

    significativas

    que

    se

    producen entre las diversas normas cultas

    del

    espaol,

    con el

    objetivo

    de

    ofrecerunaspautasamododemodelolingstico para laenseanzadela

    pronunciacin del espaol a estudiantes extranjeros.

    Thispaper analysesthephonetic differencesofthediverse learned rulesin

    Spanish, inordertoproposemodels jbr pronuntiationteachingto foreing

    students.

    Introduccin

    En un artculo reciente, E Moreno Fernndez 1997) se refiere a

    modelos lingsticos en la enseanza del espaol como lengua

    extranjera y comienza con las siguientes palabras:

    Todo profesor de lengua espaola -primera, segunda lengua o lengua extran

    jera- se ha formulado alguna vez preguntas comostas:qu espaol se debe ense

    ar?,

    qu modelo lingstico hay que seguir? 7)

    Prosigue F. Moreno:

    El simple hecho de que alguien se plantee tales cuestiones revela, por un lado,

    multiplicidad de opciones, a menudo no exentas de dificultades, y evidencia, por

    otra parte, que la informacin de que se dispone sobre este asunto no suele ser ni

    suficiente ni adecuada. 7)

    Precisamente a dilucidar estas cuestiones se dirigen, con acierto,

    las pginas que Moreno ofrece a continuacin. En ellas se refiere a

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    3 6 8 SARALEGUI. LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL

    la necesidad de contar con un modelo lingstico, y ofrece datos que

    permitan elegir un modelo fiable; entra tambin en la discusin

    acerca de la preeminencia de

    la

    lengua hablada

    o de la

    lengua escrita

    com o m odelos lingsticos en la enseanza de espaol a extranjeros;

    y establece que

    los usos que estn en m ejores condiciones de elevarse a la categora de modelo son

    los usos hablados de las personas de mayor prestigio, las variedades mejor consi

    deradas en las comunidades hispanohablantes; esto es, los usos correspondientes a

    lanormaculta. (10)

    Con base en estos preliminares se pregunta Moreno Fernndez

    qu espaol hay que ensear, para responder a esa pregunta con una

    serie de consideraciones.

    Seala en primer lugar que, dado el policentrismo de la norma

    culta en espaol, cabe preguntarse cuntas y cules son las normas

    cultas de nuestra lengua, y da noticias acerca de tal diversidad

    1

    ;

    indica, asimismo, q ue

    cualquiera de esas normas cultas, por ser cultas y estar apoyadas en los criterios de

    correccin de las academias, podra servir de modelo a la enseanza del espaol a

    extranjeros. (13)

    Y se refiere, po r fin, m uy b revemente, a algunos fenmenos pre

    cisos com o el seseo, el yesmo y el voseo, y al m od o com o entien de

    que deben ser tratados en la enseanza del espaol.

    El presente artculo se dirige a presentar y discutir a lgunos datos

    concretos de divergencia de normas dentro del espaol (en con

    creto,

    por ahora, a divergencias de pronunciacin entre hispa

    nohablantes); y a considerar su repercusin en la enseanza de la

    lengua a extranjeros. Si me permito ponerlas aqu de relieve con

    cierto porm enor es porq ue el propioF.M oreno recalca en el trabajo

    del que estoy dando noticia:

    Otra limitacin importante es la falta de informacin -incluso de formacin-

    lingstica: muchos profesores no saben qu es comn y general en tod o el mun do

    hispnico o no conocen bien las normas cultas distintas de la suya; aqu, como en

    el campo de la enseanza del espaol como primera lengua, la falta de una gua

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    SARALEGUI.LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL

    369

    clara obliga a m uchos profesores a buscar sus propias respuestas; la falta de orien

    taciones generales y el desconocimiento de la realidad lingstica del espaol ha

    cen que esas respuestas no sean siempre las ms acertadas. (13)

    Mi objetivo es, pues, colaborar del modo ms sencillo posible a

    que los profesores de espaol como lengua extranjera (bastantes de

    los cuales no proceden, desde luego, de la Licenciatura en Filologa

    Hispnica) no carezcan de esta informacin imprescindible.

    1. Modelosalmargende la norma culta

    No quisiera, sin embargo, centrarme en la discrepancia de nor

    mas cultas dentro de la lengua espaola, y en el tratamiento que de

    ellas deba hacerse en la enseanza del espaol, sin hacer previa

    mente una mencin a determinados problemas que, si no estoy

    equivocada, son hoy -c o n matices, en cada ca so - panhispnicos. Se

    trata de la existencia de m odelos de diccin que aparecen al margen

    de las normas cultas y que, dado el canal por el que se transmiten

    la radio y la televisin- pueden tener una influencia extraordina

    ria, como ya seal hace tiempo R. Lapesa

    2

    y, ms recientemente,

    M. Seco

    3

    .

    Me refiero en concreto a cuestiones como la siguiente: puede

    com probarse con reiteracin que bu ena pa rte de los materiales audi

    tivos que se utilizan para estudio sin descartar, en este punto, los

    que constituyen la prueba auditiva de determinados exmenes ofi

    ciales presentan, indu dab lem ente en el afn cultista de q uien pr o

    duce los textos, autnticas desviaciones de la norma culta hispnica

    general. Algunos ejemplos que cito enseguida aclararn lo que

    quiero decir.

    1.1. Enlaces de vocales. Pensemos, en primer lugar, en los enla

    ces fonotcticos de vocales homologas. Como sealan Navarro

    Toms (152) y Quilis (375), y como puede observarse en toda la

    pronunciacin culta del espaol, la sucesin de dos vocales inacen-

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    3 7 0 SARALEGUI. LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL

    tuadas del mismo timbre produce un timbre nico tono: ldiumna

    {la

    alumna),

    ojoscuro{ojo

    oscuro),

    padrenvejecido {padre

    envejecido).

    En cambio, en lo que algunos entienden como buena diccin

    encontramos

    1^- lumna

    ojo-oscuro, padr^-mvejecido. Obsrvese,

    de todos m odos, que esta supuesta buena diccin n unca se produce

    en el lenguaje propiamente oral, sino en la pronunciacin que,

    teniendo delante el texto escrito, se deja influir negativamente, en

    este punto- por la escritura. Con esta articulacin vendra a resul

    tar, desde luego

    y

    as convendr hacerlo notar a los estudiantes,

    siempre que sea necesario-, que algunos versos que recoge para

    ponerlos como ejemplos el

    M anuales

    Navarro Toms tendran una

    slaba de m s:

    Del saln en el ngulo-oscuro (Bcquer)

    Truques^-ai risa mi dolor profundo (Espronceda)

    Un tiempo-bollaba por alfombras rosas (Gmez de Avellaneda).

    De este fenmeno como caracterstica de los medios de comu

    nicacin audiovisuales -y de la obligada sinalefa en la pronuncia

    cin correcta en casos com o la prim avera la sangrazAera se hizo

    eco M. Seco Reymundo, quien sealaba:

    Tal vez el error de esos locutores

    4

    provenga de los perniciosos preceptos de un

    Manual

    de

    estilo

    para informadores de radioquesepublic en 1980, que, ignorando

    la fontica de nuestro idioma, consideraba inadmisible la sinalefa en estos casos.

    (152)

    1.2.

    Concurrencia de dos consonantes homologas

    De modo

    semejante a lo que sucede en las agrupaciones d e vocales, cuando las

    que aparecen en contacto son dos consonantes homologas, se pro

    nuncian y deben pronunciarse como una sola (ver Navarro 175-

    176;Qu ilis 375 -376 ): eda>rada

    {edaddorada),

    eM>o

    {ellobo),

    lo.se-

    ores

    {los seores),

    diegarros

    {diez cigarros),

    uwovio

    {un novio),

    amonomnt ico

    {amor

    romntico),

    etc. Hasta tal punto esto es as

    que la correcta pronunciacin espaola pide que fonticamente se

    confundan entre hispanohablantes:

    son hombres-sonnombres, aquel

    oro -

    aquel loro,

    etc.

    5

    En efecto, como ha sealado Quilis a prop-

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    http://localhost/var/www/apps/conversion/tmp/scratch_4/lo.se-http://localhost/var/www/apps/conversion/tmp/scratch_4/lo.se-
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    SARALEGUI.

    LA

    PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL yj \

    sito de la posible prolongacin cuantitativa del sonido resultante de

    la pronunciacin de dos homlogos en contacto:

    Aunque en ciertas posiciones, y en un nivel cuidado del registro de habla, existe

    una diferencia cuantitativa, realmente, la cantidad no es pertinente en espaol, ya

    que la solucin normal es un solo sonido, y el contexto desambigua siempre. (377)

    1.3. Pronunciacin de la ortografa x. Se refiere tambin M.

    Seco a la pronu nciacin de la ortografa x.

    La misma esclavitud de la escritura se observa continuamente en la pronun

    ciacin ultracorrecta de la letra

    x...

    Los fonetistas, desde Navarro Toms hasta Qui-

    lis, han sealado que, cuando x precede a una consonante su pronunciacin se

    reduce a/s/ :extrao/estro/,explotacin/esplotacin/. Los locutores, yalparecer

    sus manuales de estilo, ignoran esta sencilla norma fontica y, segn comentaba

    Antonio Tovar, dicen excepto, extensin, extorsin, exclusinde manera tan exage

    rada que parece que el hablante va aexpectorar

    6

    .

    En efecto, ya opona Navarro Toms la pronunciacin de # cuando

    es intervoclica a su situacin ante consonante(s), diciendo: en la

    conversacin corriente, laxante consonante se pronuncia como una

    simple

    s

    de modo que son correctas pronunciaciones tales como

    estremo (extrem), y que entre vocales se pronun cia como gscon

    una g dbil y relajada (140; ver tambin Quilis 251-252), y aun

    aade: la pronunciacin correcta admite, generalmente, la spor x

    intervoclica en exacto... auxilio... auxiliar (141). En cambio, como

    dice

    Seco,

    es curioso que lafidelidada laxlleva a algunos a esmerarse

    en pronunciarMxico/mcsico/, y /marksa/ para el gallegoM arttxa

    y /mirnksu/ para el vascoMirentxuy /moiks/ para el cataln Moix,

    simplemente por el hecho de que se escriben con

    x

    n

    (152)

    7

    .

    1.4. Pronunciacin de

    s+r.

    Otro tanto podra sealarse de dife

    rentes fenmenos; entre otros, por ejemplo, la pronunc iacin d e*

    seguida derm ltiple, como enIsrael, losreyes, ruinas romanas, etc.:

    cualquiera puede comprobar que determinados locutores se empe

    an en producir una pausa ficticia, naturalmente entre y rcomo

    nica forma de que las dos consonantes queden, a su parecer,

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    3 7 2 SARALEGUI. LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL

    correctamente pronunciadas. En cambio, ya seal Navarro Toms

    que en pronunc iacin relativamen te fuerte, la

    s

    sepierde por com

    pleto,

    aumentndose a manera de compensacin, las vibraciones de

    la rsiguiente (109 ). Por su parte, Quilis seala: El fonema /s /

    suele perderse cuando precede a

    il

    en el habla ... En una pronun

    ciacin m uy cuidada, la articulacin resultante del contacto de estos

    dos sonidos es un a fricativa sonora asibilada (25 1).

    1.5.Acento intensivoy entonacin Pausas. El acento intensivo

    sufre los efectos de una pretendida expresividad que resuelve poner

    indebidamente acento tnico en palabras que, por ser tonas, no lo

    tienen (artculo, preposiciones...), o bien en una slaba inadecuada

    dentro de la palabra:

    l

    misin que nos incumbe no consiste en

    proporcionar /form acin... (Lapesa 1996: 42 4) . Este fenmeno es

    hoy panhispnico

    8

    .

    En cuanto a la entonacin, se produce lo que Seco califica de

    entonacin amanerada (150; ver Lapesa 1996: 425-4 26), que

    consiste en una elevacin de la slaba final de la frase para luego des

    cender levemente en la slaba final, sustituyendo la cadencia o semi-

    cadencia caracterstica de la entonacin enunciativa en espaol por

    un final circunflejo.

    De la misma manera, pueden orse acentos de frase, esto es: se

    produce la eliminacin de los acentos particulares de las palabras

    para destacar uno solo en cada grupo fnico, generalmente el final:

    es que no lo ha sido

    nunca',

    en lugar de

    s

    que

    n

    lo

    h

    s o

    nunca

    (Lapesa 1996: 425).

    Por ltimo, el tipo de pronunciacin enftica al que me refiero

    en este apartado puede quitar su valor significativo a las pausas, al

    cambiarles el lugar que les es adecuado , en lecturas del tipo los

    resultados de la copa/ del Rey de ftbol (Seco 150).

    Quiero insistir en la permanencia y, hasta cierto punto, en el

    prestigio- de estas anomalas porque, como resaltaba Manuel Seco,

    los medios de comunicacin son la gran escuela del pas, y los periodistas son en

    ella maestros de todo, empezando por el lenguaje. Ya s que ellos no pretenden

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    SARALEGUI.LAPLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL 3 7 3

    serlo, pero la estructura actual de la sociedad les impone ese papel, del que no pue

    den escapar y que deb en esforzarse en dese mp ear con dign idad . (155)

    En el caso concreto que nos concierne como profesores de es

    paol, debemos seguir denunciando estos fenmenos como an

    malos; debemos ensear a nuestros alumnos a pron unc iar conforme

    a la norma culta, que evita estos excesos; y debemos reclamar el

    derecho ms bien, obligacin a disponer de materiales auditivos

    que no presenten defectos de semejante calado.

    2.

    Discrepancia entre normas cultas

    Consideremos ahora las principales discrepancias concretas de

    normas cultas dentro de la lengua espaola, en lo que se refiere a

    pronunciacin.

    2.1.

    Seseo/ distincin

    s-0.

    Pronunciacin de

    s.

    La

    s

    implosiva.

    La discrepancia m s notable, en lo que se refiere a la pron unc iacin

    del espaol, es la que admite como cultas tanto la norma mayorita-

    ria seseante (que igualacasa

    ycaza)

    9

    como la distinguidora, que p re

    senta en

    caza

    articulacin interdental. A su vez, hay tambin en la

    comunidad culta hispanohablante distintos timbres correctos de s

    con lugares de articulacin (apical, predorsal, coronal, etc.) diferen

    tes. Cabe mencionar aqu que la norm a culta colombiana tiende a

    sonorizar la

    I si

    en cualquier posicin: [kza] #.$#, [azunzjin]

    Asun

    cin

    (Vaquero 37).

    Relevante es tambin la discrepancia de normas en espaol en lo

    que se refiere a la pronunciacin de la-s implosiva, ms importante

    an cua ndo es final de palabra. A prop sito de este fenmeno seala

    Lapesa:

    Desde la yotizacin del latn vulgar, tal vez no haya fenmeno fontico cuya

    capacidad revolucionaria se pueda comparar con la aspiracin o prdida de la -$

    implosiva, que repercute en los sistemas de vocales y consonantes, en la morfolo

    ga y hasta en la sintaxis (esto ltimo, por ejemplo, en la concordancia de nmero

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    374 SARALEGUI.

    LA

    PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL

    en el espaol dominicano). Pero es proceso o serie de procesos limitados al medio

    da espaol, Canarias, Antillas y tierras llanas o costeras de Amrica, mientras la

    -s

    implosiva se mantiene con firmeza en los restantes dominios hispanfonos. La

    aspiracin de la-sparece ms capaz de ahondar diferencias que de servir a la uni

    dad. (1996:428)

    Es de notar, a propsito de -simplosiva y final, com o ya han

    sealado diversos autores, que, dentro del dom inio geogrfico de su

    aspiracin y prdida , sta puede tener justificacin sociolingstica;

    as,

    por ejemplo, la

    -s

    final de palabra a la que sigue un a vocal

    (mis

    amigos)se mantien e en Buenos Aires en los registros ms formales,

    y en las clases socioeconmicas superiores. La aspiracin o elisin de

    Is lprevoclica est estigmatizada en Buenos Aires, aunque esta rea

    lizacin sea el resultado lgico del debilitamiento de Isl y siga el

    mismo camino de mucho s otros dialectos del espaol (Lipski 190).

    En opinin de Lapesa, la aspiracin o eliminacin de la-sfinalde

    slaba o de palabra, y el yesmo, que enseguida vamos a considerar,

    son manifestaciones de un a tendencia ms amplia del espaol: el aflo

    jamiento en la articulacin de las consonantes. Locutores de radio y

    televisin seala Lapesa acuciados por la prisa de transmitir sus

    mensajes en tiempo contado, suelen hacerlos poco inteligibles por la

    imprecisin de las consonantes relajadas o elididas (1996: 428).

    2.2.

    Yesmo/ llesmo . Del mism o m od o, se tienen por correctos,

    dentro del espaol, tanto el yesmo esto es: la igualacin fontica

    entre, por ejemplo, halla y haya- como la distincin en dos fone

    mas de 11 y y.

    A primera vista el progreso del yesmo podra parecer unificador... La elimina

    cin de la //lateral

    es,

    por lo tan to, previsible en Amrica y en Espaa; pero no ase

    gura resultado uniforme, pues el yesmo se fracciona en soluciones dispares

    l0

    .

    (Lapesa 1996: 427-428)

    En efecto, el sonido resultante de la igualacin puede aparecer

    como /y/, / i / , i/, Isl y otras africaciones rehiladas, y no todos esos

    resultados tienen la misma consideracin desde el punto de vista

    sociolingstico; as, por ejemplo, sealaba Alvar para los rasgos sevi-

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    llanos que dentro del yesmo general, el rehilamiento -co no cid o

    tambin en todos los niveles tena su mayor intensidad en una

    mujer inculta (19 90: 38); de otra manera, en los pases zestas,

    Argentina y Uruguay, se est produciendo el ensordecimiento (s) de

    la consonante resultante de la igualacin, pero este fenmeno fun

    ciona como marcador sociolingstico, ya que se muestra com o pro

    pio de la generacin joven en Buenos Aires, mientras que en otros

    dialectos argentinos es propio del habla coloquial y en Montevideo

    aparece ms en las mujeres que en los hom bres (Zam ora-G uitart 93 ).

    Esta expansin del yesmo, que hace que en Espaa / /se bata en reti

    rada frente al asalto yesta (Lapesa 1996: 42 7) , ha ocasionado u na

    situacin que ser preciso tener en cuenta al ensear la lengua.

    En concreto, como enseguida he de hacer notar, la norma culta

    panhispnica tiende a preferir la correspondencia sonido-grafema

    para la correcta diccin. Sin embargo, en el caso que ahora nos

    ocupa , como ha resaltado Lipski, el llesmo, o conservacin de la

    distincin /ll/-/y/, rara vez se considera prestigioso o digno de imi

    tacin, pese al hech o de que anta o esta distincin formara p arte de

    todos los dialectos castellanos (Lipski 158). Seala Lipski a co nt i

    nuacin que en los pases hispnicos en los que se conserva /ll/, el

    yesmo ha avanzado vertiginosamente en este ltim o siglo, de m odo

    que la conservacin de /ll/ suele quedar restringida a mbitos rura

    les,que la hacen poco o nada prestigiosa. En concreto, en los Esta

    dos Un idos, la equiparacin tradicional del buen espaol con el

    castellano ha co ntr ibu ido a crear un a preferencia artificial por /l l/

    por parte de muchos profesores de espaol. Conforme crece en

    nmero e importancia la poblacin hispana de los Estados Unidos

    y la enseanza de l espaol se desplaza hacia normas panam ericanas,

    est desapareciendo de los hbitos educativos ese castellano m ito

    lgico (158). C om o ha resaltado F. M oreno , no parece tener

    mucho sentido obligar a distinguir y y ll a un estudiante que

    encuentra en ello grandes dificultades, que va a desarrollar sus acti

    vidades laborales en una comunidad hispnica yesta, cuando el

    profesor es yesta (19 97 : 14).

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    3 7 6 SARALEGUI. LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL

    2.3. Mantenimiento del hiato/diptongacin En la Historia de

    lalengua espaolade Lapesa puede leerse, dentro del captulo dedi

    cado al habla vulgar y rstica, con carcter generalizador, pero con

    punto de mira en la realidad espaola propiamente dicha :

    Las vocales en hiato pasan a formar diptongo con ms regularidad que en la

    pronunciacin correcta, or iginndose cambios como acorden >acordin, real >

    rial, cae > cai, toalla > m alla. (466)

    En cambio, obsrvese, en relacin con el mismo fenmeno, la

    siguiente anotacin de J.M. Lope Blanch para el espaol d e Mxico:

    Raras son las ocasiones en que el espaol de Mxico se aparta de esa norma

    hispnica ideal. En el terreno fontico, un solo caso relativamente comn, y algu

    nos ms de carcter espordico. Frecuente, en efecto, es en el habla mexicana,

    inclusive en su nivel culto, la diptongacin de los hiatos /ea/, leol, /oa / , /oe / , en

    formas como / t jtro/ , /pjr / , / twya/ o /pwta/ , que en otras normas hispnicas se

    rechazan co m o vulgares. (82)

    2.4. Prdida/ conservacin de consonantes fricativas intervo-

    clicas Otras discrepancias Cuando Lapesa se refiere a la prdida

    de las consonantes fricativas intervoclicas, se ve obligado a afinar

    en sus consideraciones respecto al vulgarismo. En efecto, tras iniciar

    la exposicin del fenm eno del siguiente mo do : La relajacin de

    las consonantes /d /, /g / yI ti afecta, en mayor o menor grado, al len

    guaje corriente, pero est m uy incrementada en el vulgar (1980:

    467),

    considera necesario aclarar que la prdida de la l-d-l inter

    voclica ... ocurre, ante to do , en la terminac in

    -ado,

    do nd e el habla

    familiar de gentes espaolas mediasy aun cultas [subrayado mo]

    admite

    -ao,

    frente a la reaccin que en algunos pases am ericanos

    favorece el restablecimiento de -ado (467)

    n

    .

    Vase, en efecto, lo que seala Lope Blanch para Mxico:

    Co ntra lo q ue sucede en otras hablas hispnicas, la mexicana cu lta posee un con

    sonantismo firme, que se manifiesta en la sistemtica conservacin de las sonoras

    intervoclicas /b , d, g/ y en la plen a articulacin d e los fonemas integran tes de los lla

    mad os grupos cultos. As, el espaol de Mxico m antien e la dental de la terminac in

    -ado,

    as como todos los fonemas consonanticos de las secuencias /kst/ (extraordina-

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    SARALEGUI. LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL 3 7 7

    rio,

    texto), /ksk/ (exquisito), /nst/ (construir), /bst/ (abstracto), /ks/ (examen, satisfac

    cin),

    /kt/ (acto), /ti/ (atlas), etc., y rechaza, como vulgares, las realizaciones de tipo

    cansao , estrem o, escusar, costruir, testo, satisfacin, adas [olas], (oto), et c.'

    3

    (82)

    Se refiere explcitamente Lapesa a discrepancias de este tipo

    cuando afirma:

    la norm a culta americana rechaza vulgarismos q ue en E spaa gozan de indulgencia o

    no se sienten como tales: la pronunciacin -ao por -ado es demasiado plebeya en

    Mjico y la Argen tina, don de el uso norm al evita om itir lal--l y an la refuerza con

    especial ten sin (desgraciaddo); en Argentina, para no suprimir descuidadamente la /-

    d/ final enpar, bond,se llega a dec irparet, b ondat.La acentuacin peninsular grave

    de

    amoniaco, policiaco, cardiaco,

    austraco

    es inaceptable para odos cultos argentinos,

    acostumb rados a los esdrjulos amonaco, policaco, cardaco, austraco

    1

    *. (1980: 598)

    Pero obsrvese que en las anotaciones de Lope Blanch para

    Mxico se recoge tambin la pronunciacin de los llamados grupos

    cultos

    {satisfacin,

    seala, en efecto, dicho autor como pr o

    nunciacin rechazada, por vulgar, en el habla culta de Mxico). En

    lo que se refiere a Espaa, Lapesa ha resaltado la pronunciacin sim

    plificada de los grupos cultos como caracterstica general, no slo

    vulgar, de los hablan tes de Galicia y Asturias, que se resisten a ar ti

    cular los grupos consonanticos extraos a su fonologa de trad icin

    oral (199 6: 42 9). A propsito de tales grupos contin a Lapesa:

    Hoy se advierte en Espaa un aflojamiento de la tensin culta: estudiantes uni

    versitarios dicen sin reparo -y a veces escriben- esamen, esigir, tasi, lecin, produ

    can, que hace cuarenta aos denunciaban escasa cultura o extraccin muy popu

    la r

    1 5

    . (429-430)

    No har falta decir que la norma culta de todo el mundo his

    pnicoseem pea en p ronunciar correctamente, sin alterarlas, adems

    de [k], otras consonantes implosivas: anirar, ignorar,

    a/:itud

    etc.

    16

    .

    2.5. Id asibilada y

    r

    vibrante

    En zonas espaolas (puntos de

    Navarra y Rio a) y americanas (Chile) se produce una asibilacin de

    ren los grupos /tr/ y /dr/ en posicin prenuclear

    {cuatro, cuadro).

    Adems, en Chile se produce la asibilacin de

    lil

    mltiple en posi-

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    3 7 8 SARALEGUI. LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL

    cin intervoclica

    {perro}-,

    pues bien: la asibilacin de

    I ti

    en /tr/ , /dr/

    prenucleares no pertenece a la norma culta en Navarra y Rioja

    17

    ; en

    lo que se refiere a Chile, en esta misma posicin la variabilidad de

    asibilada y vibrante acta como 'marcador' sociolingstico. En el

    habla cuidada de la gente culta predom ina la vibrante, mientras q ue

    entre hablantes incultos predomina la asibilada en todos los esti

    los

    (Zam ora-G uitart 98); por el contrario, en posicin intervoclica

    en el chileno [...] predomina la realizacin asibilada en todos los

    estilos salvo en el habla ms influida p or la escritura (99 ).

    2.6. Discrepancias en la pronunciacin de la ortografa

    g {ge,

    gi), j .

    La consonante que representa la ortografa

    g {ge, gi), j

    es lin-

    guovelar fricativa sorda /x/ en m bitos sep tentrionales espaoles. En

    determ inados m bitos americanos podra describirse fonticamente

    de la mism a manera si se aad e que su articulacin no es tan atra

    sada com o la descrita por Navarro Tom s y nunc a se hace vibrante

    ni estridente (Zam ora-G uitart 104).

    Existe adems en tierras americanas, como es sabido, para esta

    ortografa, un a pronu nciacin fricativa larngea o farngea, o simple

    aspiracin / h / . Esta realizacin aspirada es la ms extendida en

    Hispanoam rica [...] En E spaa, se da en la Ribera (Salamanca), en

    Mrida, como larngea, en Canarias, donde aparecen las dos varian

    tes,

    farngea y larngea, y en Andaluca, en Huelva, Sevilla, Cr

    doba, Cdiz y Mlaga (Quilis 255 ).

    Es decir, la /x / vibrante y estridente se produc e slo en la

    norma culta de un pequeo dominio peninsular, lo que obliga a

    tener en consideracin, con vistas a la enseanza, las dems reali

    zaciones cultas de esta consonante.

    3. Pautas para laenseanzade la pronunciacin

    Hechas las consideraciones anteriores, en las que se analizan las

    discrepancias de la pronunciacin culta en espaol, parece op ortu no

    term inar con una indicacin, siquiera breve, sobre cada una de ellas.

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    SARALEGUI.LAPLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL 3 7 9

    3.1.

    Dos vocales tonas homologas que pertenecen a distintas

    palabras y concurren se pronuncian como una sola: ldlumna (y no

    [a-alumna)

    ; ver 1 . 1 .

    Del mismo modo, debe hacerse sinalefa entre dos vocales en

    contacto de distinto timbre que pertenecen a palabras diferentes: la

    sangrgaitera ( y no la sangre-altera); ver 1.1.

    3.2. Dos consonantes homologas en contacto, que pertenecen a

    palabras diferentes, se pronuncian como una sola: cloro (y no e/-

    loro);

    ver 1.2.

    3.3.

    La grafa

    x

    debe pronunciarse como consonante doble (ks,

    gs) cuando es intervoclica:

    examen

    (examen). En cambio, no es

    necesaria la pronunciacin forzada de esta grafa como doble conso

    nante cuando precede a consonante(s); en esta posicin puede pro

    nunciarse como simple

    s:

    jcepto, exclusin (y no ecscepto, ec$clu-

    sin; pinsese que en esta ltima palabra, la pronunciacin de

    x

    como consonante doble produce el contacto, m uy raro en la fonolo

    ga de la lengua espaola, de cuatro consonantes seguidas); ver 1.3.

    No obstante, en los lugares (algunos de Hispanoamrica y, en

    concreto, el nivel culto de Mxico; ver 2.4) o hablantes en los que

    no resulte forzada tal pronunciacin doble (y esto se produce con

    frecuencia en estudiantes extranjeros acostumbrados a acumu

    laciones consonanticas en sus lenguas propias) no debe corregirse.

    3.4. En el encu entro e ntresy r, resulta perfectamente correcta la

    casi total supresin de

    s

    ante

    r

    mltiple: lam iinanom anas

    (las rui

    nas

    romanas) ,

    ver 1.4.

    3.5.

    El acento de intensidad debe cumplir la funcin propia que

    tiene en espaol, esto es, el realce de la slaba en la que se encue ntra.

    Esto quiere decir que ni deben acentuarse tnicamente elementos

    tonos de la lengua (artculo, clticos, determinantes posesivos, pre

    posiciones...) ni deben acentuarse, dentro de la palabra, slabas

    RILCE 14.2 (1998) 367-386

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    3 8 0 SARALEGUI. LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL

    indebidas. No se puede olvidar que slo por el acento tnico se dis

    tinguen en espaol

    mhe-limke-limit

    y, del mismo modo,

    dep-

    sito-depoMo-deposio,

    amo-am,

    carite-cant,

    etc.; ver 1.5.

    Tam poco es propio de la lengua espaola -precisamen te porq ue

    el acento tnico, dentro de la palabra que lo tiene, es un elemento

    diferenciador de primer orden- el acento nico de frase y, por con

    siguiente, habr que evitarlo; ver 1.5.

    Asimismo, hay que procurar que los esquemas de entonacin no

    sufran influencias extranjerizantes, sino que se ajusten a lo que

    -dentro de la variedad que ya existe diatpicamente- es propio del

    espaol; ver 1.5.

    Evidentemente, ningn tipo de nfasis justifica la alteracin del

    lugar de las pausas hasta el punto de quitarles su valor significativo;

    ver 1 .5 .

    3.6. A propsito d e la

    s

    y sus alteraciones, y de la distincin entre

    s/o, conviene hacer notar, como pautas, las siguientes:

    3.6.1.

    Que es vlida cualquiera de las pronunciaciones (apical,

    predorsal, coronal) de r, ver 2.1; en este punto, cabra recordar a

    los profesores de espaol que proceden del norte peninsular que su

    timbre apical no es, desde luego, el ms frecuente en el conjunto de

    la lengua espaola.

    3.6.2. Que la pluralidad de normas cultas del espaol admite

    tanto la distincin s/o como la igualacin seseante; tambin aqu

    debera recordarse a los profesores distingudores qu e es m uch o ms

    general, den tro de la lengua espaola, el seseo que la distincin s/0;

    ver

    2.1;

    y que, en todo caso, parece poco p rude nte tratar de intro

    ducir en la distincin a estudiantes que, por haber tenido un profe

    sor anterior seseante, practican el seseo. Viceversa,

    si el alum no extranjero distingue con naturalidads y z,se va a desenvolver en una

    comunidad que habitualmente distingue estos sonidos y el profesor distingue en

    su fontica, tampoco tiene sentido hacer tod o lo posible para convertirlo en sese

    ante. (Moreno 1997: 14

    18

    )

    RILCE 14.2 (1998) 367-386

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    SARALEGUI. LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL 3 8 1

    3.6.3.

    Que, siendo amplias las zonas y sujetos hispanohablantes

    que aspiran o pierden lasimplosiva y final, las diversas norm as cul

    tas muestran un esfuerzo -que funciona, al menos, como marcador

    sociolingstico- en conservarla en los registros ms formales y en

    la lectura; ver

    2.1;

    esto, unido a la importancia de

    -s

    final en espa

    ol com o indicacin m orfemtica, debe implicar la enseanza de su

    pronunciacin cuando es postnuclear.

    3.6.4. Dentro del conjunto hispnico general, parece poco re

    levante -y, por tanto, no habr que tenerla en cuenta la sonori

    zacin colombiana culta de las;ver 2.1.

    3.7. Tanto el yesmo (y zesmo) com o la distincin 11/yseconsi

    deran correctos den tro de la lengua espaola; por ello, la pretensin

    de ensear la pronunciacin distinguidora de // no debe llevar a

    extremos imprudentes; ver 2.2.

    3.8. De acuerdo con la norma culta hispnica ms general, los

    hiatos (acorden,

    red, teatro, peor)

    deben conservarse, aunque su

    paso a diptongo est presente en algunos niveles cultos hispa

    noamericanos; ver 2.3 .

    3.9. Tambin de acuerdo con la norma culta hispnica ms ge

    neral, debe ensearse la conservacin de las consonantes fricativas

    intervoclicas, incluida la

    -d-

    de -afo; ver 2.4.

    3.10 . Asimism o, la norm a culta hispnica ms general pronuncia

    correctamente los dos elementos consonanticos de los llamados g ru

    pos cultos de consonantes (diccin, acto, tcwica, igrcorar,

    apto,

    etc.)

    y, en general, toda consonante implosiva (admirar) sin alterarla ni

    perderla; ver 2.4; esta es, en efecto, la pronunciacin que debe

    ensearse.

    3.11.Dentro delasrealizaciones der,la ms general en los hablan

    tes cultos hispnicos es la vibrante; parece op ortun o, pues, aplicarla a

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    382 SARALEGUI.

    LA

    PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL

    la enseanza general, si se tiene en cuenta que hasta en Chile, donde

    la asibilacin de

    -rr-

    intervoclica es general en todos los estilos, en el

    ms influido por la escritura se hace tambin vibrante; ver 2.5.

    3.12. En cuanto a la pronunciacin de la ortografa

    g {ge,

    gi), j

    habr de tenerse en cuenta la correccin de las variantes aspirada,

    fricativa larngea o farngea y linguovelar, y en sta, tanto la

    vibrante y estridente del norte peninsular como la americana que

    no lo es; ver 2.6. En

    este

    pu nto , com o se ha sealado arriba para

    otros, los profesores que procedan del norte peninsular no debern

    olvidar que su pronunciacin propia resulta, en el panorama gene

    ral del espaol, absolutamente minoritaria.

    4. Final

    Como ha podido apreciarse en la anterior exposicin, resulta

    extraordinariamente difcil pensar en la unificacin de la pronun

    ciacin espaola. Es ms, como ha sealado Lipski,

    los rasgos caractersticamente castellanos

    -I0I

    fricativa interdental, /x/ muy gutu

    ral, /s/ apicoalveolar, uso de vosotros, etc.- no aparecen en Hispanoamrica, y no

    son aceptadas sociolingsticamente a no ser que las empleen nativos de Espaa.

    (169)

    Sin embargo, en no pocos autores se menciona una norma his

    pnica ideal , un ideal de lengua que los hablantes cultos de cual

    quier regin hispnica tratan de practicar (Lope Blanch 82). Pese a

    las dificultades de definir tal norma hispnica ideal, en lo que se

    refiere a la pronunciacin, una idea central, antigua, recobra actua

    lidad: la adecuacin entre fontica y ortografa; dicho con otras

    palabras: la correspondencia sonido-grafema. Como ha sealado

    Lipski, que se refiere tambin a los otros aspectos lingsticos y a la

    situacin, respecto de ellos, del espaol en Am rica,

    esta norma adopta como principio la correspondencia estricta sonido-grafema,

    evita los elementos morfolgicos y gramaticales no estndar, y posee un vocabula-

    R1LCE 14.2 (1998) 367-386

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    SARALEGUI. LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL 3 8 3

    rio con un mnimo de regionalismos. Aunque esta norma cultasea la variedad

    materna de muy pocos hispanoamericanos, es real desde el punto de vista socio-

    lingstico, pues forma el teln de fondo contra el cual se definen los estndares

    regionales de prestigio. (168)

    Q u i z s s e a p r e c i s a m e n t e el t e r r e n o f o n t i c o d e l e s p a o l , p r e c i

    s a m e n t e p o r l a d i v e r s i d a d q u e a q u h e m o s c o n s i d e r a d o , a q u l e n e l

    q u e s e a n t o j e n m s l e j a n o s l o s d e s e o s q u e e x p r e s a b a a s e n 1 9 9 2

    G r e g o r i o S a l v a d o r :

    Urge, me parece, la creacin de un organismo supranacional hispnico que se

    ocupe de la lengua de todos precisamente como la lengua de todos y, por descon

    tado,como idioma de proyeccin universal. (46)

    OBRAS CITADAS

    Alonso , A m ad o. La pronu nciac in de r r y t r en Espa a y Am r ica .

    Estudios lingsticos. Temas hispanoamericanos. 3 .

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    ed . Madr id : Gredos ,

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    NOTAS

    1. En concreto, seala para Espaa la existencia de una norma castellana, otra se

    villana y otra canaria. En lo que se refiere a Amrica, se arriesga -as lo dice l

    RILCE 14.2 (1998) 367-386

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    SARALEGUI. LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL 3 8 5

    m is m o - a dist inguir : una no rm a mexicana y centroame ricana (que incluye la de la

    ciudad de Mxico); una norma caribea (que incluye la de San Juan de Puerto

    Rico);

    una norma andina (que incluye la de Bogot o la de Lima), una norma chi

    lena ( que incluye la de Santiago) y una norma rioplatense (que incluye la de Bue

    nos Aires o la de Montevid eo); ver More no 199 7: 13.

    2 . Aunque es de sobra conocido, valga notar aqu que el trabajo que aparece en la

    Bibliografa final de este artculo como Lapesa 1996 se public por primera vez en

    1976 ,en el volum en Comunicacin y lenguaje.

    3 . Ver Seco. Enseguida ofrezco dato s concreto s de su apo rtacin y de la de R. Lapesa.

    Tales datos aparecen, asimismo, recogidos en Romero 28-30 y Casado 155-156.

    4 . Si no estoy equivocada, son precisa me nte locutores de radio los encargad os de gra

    bar ejercicios y pruebas auditivas.

    5.

    Co nv en dr n otar qu e en esta caracterstica fontica del espaol se basan, co m o es

    bien sabido, no pocos chistes y juegos de palabras, sin olvidar algunos con valores

    estilsticos diversos; pinsese, por un momento, por ejemplo, en la archiconocida

    Pobre barquilla ma.. . entre las olas sola .

    6. Ver, en cambio, lo que se seala en 2.4 para el espaol culto de Mxico.

    7 .

    Valga sealar que en el caso de Maruxa, Mirentxu, Moix se plantea una cuestin

    diferente, a saber: si los locutores debe n conocer so meram ente la correspo ndencia

    entre fontica y ortografa de las dems lenguas espaolas.

    8. Si bien mino ri tar io y l imitado a determ inadas si tuaciones (Lapesa 1996: 42 4).

    9. El seseo est legitimado, junto a la pronunciacin distinguidora de s/0, desde el

    Segundo

    Congreso

    de Academias de la Lengua Espaola,de 1 956, ver Guitar te 1 04-10 5.

    10.

    Ver, adems, en 2.1, la opinin de Lapesa acerca del aflojamiento general de las

    consonantes en espaol, del que seran ejemplos tanto el yesmo como la aspira

    cin y prdida de la -simplosiva.

    11 .

    No slo por el captulo del libro en el que se encuentra, sino adems porque en el

    que Lapesa dedica al espaol de Amrica hay de nuevo un epgrafe -esta vez, evi

    den tem ente, con pu nto de mira am erican o -que l leva por t tulo Vulgarismo y

    norma culta.

    12. Tngase en cuenta que ya el Manual de pronunciacin

    espaola

    de Navarro Toms

    se refera al hec ho de qu e, segn l, la conservacin sistemtica de la d de -ado,

    con articulacin plena, en la conversacin corriente, resultara, sin duda, afectada

    y pedante; pero, por otra parte, su omisin defini t iva y completa en todo

    momento u ocasin, ser a causa de que en muchos casos la pronunciacin resul

    tase dem asiado ordinaria y vulgar . Por eso pro po ne una frmula prctica q ue

    puede recomendarse a los extranjeros. . . pronunciar en la terminacin -ado u n a d

    reducida y dbi l (Navarro 101).

    13. Obsrvese, de nuevo, aqu la discrepancia entre la norma culta mexicana y la espa

    ola -sealada en 1.3 en lo que se refiere a la pronunciacin de

    x

    seguida de

    consonante .

    14. Ntese que DRAEde 1992 recoge ambas variantes; en concreto, en austracose d ice

    ( y austraco), en tanto que en en cardacose aad e (y cardiaco), dando prelacin

    en un caso a la acentuacin llana y en otro a la esdrjula.

    RILCE 14.2 (1998) 367-386

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    3 8 6 SARALEGUI. LA PLURALIDAD DE NORMAS DEL ESPAOL

    15.

    Precisamente seala Lapesa en nota: Este descuido no deja de sorprender a los

    visitantes hispanoamericanos (429 ).

    16.

    Cuando la implosiva es s, las circunstancias son particulares en espaol, ver 2.1.

    17.

    El principal estudioso de este fenmeno, Amado Alonso, describi una variante

    semiculta y otra rstica.

    18. Por muy extendido que est el debilitamiento y la prdida de-sen grandes zonas

    del mundo hispnico no parece razonable privar a un extranjero de su uso ya que

    ello podra suponerle dificultades incluso de comprensin , (Moreno 1997: 14).

    RILCE 14.2 (1998) 367-386