Poblamiento, Orígenes e Institucionalidad de los Asentamientos Humanos del Páramo de Santurbán

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1 Poblamiento, Orígenes e Institucionalidad de los Asentamientos Humanos del Páramo de Santurbán: Construcción del Territorio en su Devenir Histórico Por: Silvano Pabón Villamizar Historiador UIS INTRODUCCIÓN El poblamiento del actual territorio del Páramo de Santurbán, tanto de Norte de Santander como del departamento de Santander, puede definirse a partir de la comprensión de cinco grandes “momentos del poblamiento”, explicados con unas categorías jurídicas adecuadas para cada uno de ellos, según se conceptuaron y verificaron administrativamente los distintos asentamientos coloniales y modernos. En principio se toma en cuenta el gran proyecto de los españoles a la hora de afrontar la empresa de conquista en estas partes; es decir, la ocupación del territorio ancestral prehispánico, acción trazada como el “proyecto de ganar la tierra para gobernarla en razón y con justo título1 . Esos proyectos de conquista, capitulados y concertados bajo una triple y mixta condición jurídica, en tanto surgían de la iniciativa privada, financiados con capital privado, pero legalizados y legitimados con el Poder Soberano del Rey a través de las capitulaciones, y realizados bajo la estructura militar de sus huestes conquistadoras. Entonces, se debe reconstruir la constitución del territorio del Santurbán en su devenir histórico dando una extensa mirada desde los primeros tiempos del período hispánico (siglo XVI), a los procesos de institucionalización de las doctrinas y pueblos de indios en el seno de la sociedad española (siglo XVII), al crecimiento poblacional de blancos y mestizos que dieron origen a las erecciones parroquiales del Siglo XVIII y principios del XIX, y por último a los procesos de poblamientos tardíos, tanto decimonónicos como contemporáneos o del siglo XX. En una panorámica más amplia puede verse cómo sobre los territorios de las naciones étnicas o pueblos prehispánicos se fundaron las ciudades de Pamplona de Indias en 1549, Ocaña en 1570, Salazar de las Palmas en 1583 y San Faustino de los Ríos en 1662, creando cada una de ellas una jurisdicción y unidad territorial. A este movimiento fundacional que tiene como actores a las huestes españolas que realizaron las conquistas, llamaremos “momento de las ciudades”. El territorio de los páramos del Santurbán quedó bajo el dominio y jurisdicción de la ciudad de Pamplona y su cabildo, sus oficiales reales decidieron su perspectiva empresarial, su ocupación y explotación para aquel periodo histórico; en especial lo concerniente a la ubicación de los asentamientos mineros de Las Vetas (Páramo Rico), Suratá y La Montuosa. Luego, fundadas las ciudades y establecidos los derechos de vecindad, así como la demarcación de sus jurisdicciones, se debieron poblar las distintas comunidades indígenas encomendadas en “pueblos como los de España”, asignándoles sus tierras de resguardo y erigiendo doctrinas de naturales; con ello se constituyó la llamada “república de los indios”. Se poblaron pueblos como Silos, Cácota de Suratá, Chopo y Arboledas, entre otros; poblamiento que llamaremos “momento de los pueblos” y corresponde básicamente al siglo XVII y tuvo como actores a los indios. Para aquel momento del poblamiento tuvieron significativa influencia sobre los páramos de Santurban los pueblos de Cácota de Suratá, el pueblo y doctrina de Silos, el pueblo de Arboledas, pues no sólo de 1 MARTÍNEZ GARNICA, Armando. Legitimidad y proyectos políticos en los orígenes del gobierno del Nuevo Reino de Granada Colección bibliográfica Banco de la República; Santafé de Bogotá, 1992.

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Perspectiva histórica ambiental del complejo montañoso del Santunbán y su área de influencia. Momentos del poblamiento y categorías jurídicas de institucionalidad primigenia de sus asentamientos

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Poblamiento, Orígenes e Institucionalidad de los Asentamientos Humanos del Páramo de Santurbán: Construcción del Territorio en su Devenir

Histórico

Por: Silvano Pabón Villamizar Historiador UIS

INTRODUCCIÓN El poblamiento del actual territorio del Páramo de Santurbán, tanto de Norte de Santander como del departamento de Santander, puede definirse a partir de la comprensión de cinco grandes “momentos del poblamiento”, explicados con unas categorías jurídicas adecuadas para cada uno de ellos, según se conceptuaron y verificaron administrativamente los distintos asentamientos coloniales y modernos. En principio se toma en cuenta el gran proyecto de los españoles a la hora de afrontar la empresa de conquista en estas partes; es decir, la ocupación del territorio ancestral prehispánico, acción trazada como el “proyecto de ganar la tierra para gobernarla en razón y con justo título”1. Esos proyectos de conquista, capitulados y concertados bajo una triple y mixta condición jurídica, en tanto surgían de la iniciativa privada, financiados con capital privado, pero legalizados y legitimados con el Poder Soberano del Rey a través de las capitulaciones, y realizados bajo la estructura militar de sus huestes conquistadoras. Entonces, se debe reconstruir la constitución del territorio del Santurbán en su devenir histórico dando una extensa mirada desde los primeros tiempos del período hispánico (siglo XVI), a los procesos de institucionalización de las doctrinas y pueblos de indios en el seno de la sociedad española (siglo XVII), al crecimiento poblacional de blancos y mestizos que dieron origen a las erecciones parroquiales del Siglo XVIII y principios del XIX, y por último a los procesos de poblamientos tardíos, tanto decimonónicos como contemporáneos o del siglo XX. En una panorámica más amplia puede verse cómo sobre los territorios de las naciones étnicas o pueblos prehispánicos se fundaron las ciudades de Pamplona de Indias en 1549, Ocaña en 1570, Salazar de las Palmas en 1583 y San Faustino de los Ríos en 1662, creando cada una de ellas una jurisdicción y unidad territorial. A este movimiento fundacional que tiene como actores a las huestes españolas que realizaron las conquistas, llamaremos “momento de las ciudades”. El territorio de los páramos del Santurbán quedó bajo el dominio y jurisdicción de la ciudad de Pamplona y su cabildo, sus oficiales reales decidieron su perspectiva empresarial, su ocupación y explotación para aquel periodo histórico; en especial lo concerniente a la ubicación de los asentamientos mineros de Las Vetas (Páramo Rico), Suratá y La Montuosa. Luego, fundadas las ciudades y establecidos los derechos de vecindad, así como la demarcación de sus jurisdicciones, se debieron poblar las distintas comunidades indígenas encomendadas en “pueblos como los de España”, asignándoles sus tierras de resguardo y erigiendo doctrinas de naturales; con ello se constituyó la llamada “república de los indios”. Se poblaron pueblos como Silos, Cácota de Suratá, Chopo y Arboledas, entre otros; poblamiento que llamaremos “momento de los pueblos” y corresponde básicamente al siglo XVII y tuvo como actores a los indios. Para aquel momento del poblamiento tuvieron significativa influencia sobre los páramos de Santurban los pueblos de Cácota de Suratá, el pueblo y doctrina de Silos, el pueblo de Arboledas, pues no sólo de 1 MARTÍNEZ GARNICA, Armando. Legitimidad y proyectos políticos en los orígenes del gobierno del Nuevo Reino de Granada Colección bibliográfica Banco de la República; Santafé de Bogotá, 1992.

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ellos salía la mano de obra para el laboreo y beneficio de las minas, sino que se proveía de mercaderías para la manutención de los mineros. Un tercer momento poblacional corresponde a las erecciones parroquiales, el “movimiento parroquial granadino”, dado en respuesta a la necesidad de establecer una unidad poblacional y territorialidad jurídica a las comunidades campesinas de blancos y mestizos que se asentaban en los valles fértiles aledaños a los pueblos de indios. En este poblamiento vieron la luz parroquias como Santo Eccehomo de Matanza en 1749 (en el actual Santander), la parroquia de la Santísima Trinidad de Arboledas en 1803 y la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Cucutilla en 1804; poblamiento que representa el “momento de las parroquias”. Como puede verse corresponde al siglo XVIII y primeras décadas del siglo XIX y sus actores fueron los feligresados no indígenas agregados a las doctrinas indias. Fue un hecho que la consolidación de los poblamientos parroquiales de la segunda mitad del siglo XVIII y primeras décadas del siglo XIX, aún en el ámbito hispánico, configuraron un asedio e impacto más robusto sobre los páramos del Santurbán, pues más allá de la explotación aurífera y argentífera, que ya era muy modesta para ésta época, sí creció la ocupación agrícola y ganadera de los páramos. Hay evidencia de cría de ganado menor, ovejas, en gran escala, huellas de una extraordinaria red de caminos que surcaban los páramos entre los distintos asentamientos. Todos esos pueblos, independiente de su origen y actores, se comunicaban entre sí con mucha fluidez, atravesando las cúspides más altas y usufructuando los valles de clima más benigno. El siglo XIX trajo vientos de progreso y diversificación económica, en especial con el establecimiento de la producción y exportación de café, iniciada en Villa de Rosario y San José de Cúcuta justo a comienzos de aquella centuria. Se amplió la frontera agrícola en forma vertiginosa a lo largo de las cuencas hidrográficas que desprenden del Santurbán, como la del Zulia, originando la creación de nuevos distritos parroquiales como Galindo en 1864 (hoy Gramalote), San Pedro (hoy Villa Caro) en 1857, Cáchira en 1866 y diverso caseríos o centros poblados rurales como El Carmen de Nazareth, San José de Ávila y La Laguna en Salazar de las Palmas, así como el municipio de Durania y los asentamientos de Villa Sucre en Arboledas y San José de la Montaña en Cucutilla. También se consolidó, aunque no como pueblo cafetero, el municipio de Mutiscua en 1841, en cuya jurisdicción se encuentra parte del complejo hidrológico de lagunas de páramo del Santurbán. California fue creado como aldea en 1869. A esos poblamientos se les ha llamado “momento de los pueblos del café”, aunque no todos hayan tenido como motor para su constitución el café, por ser este producto e industria la fuerza que pulsó su consolidación. Finalmente vinieron los pueblos contemporáneos constituidos en el siglo XX, formados a la vera de un camino, a la luz del desarrollo comercial y de los transportes como Berlín (municipio de Tona, Santander) y La Laguna de Mutiscua y Silos, caseríos ubicados en la carretera Cúcuta-Bucaramanga. Ahora bien, en el marco del territorio del Santurbán vinieron a vida jurídica viejos asentamientos mineros o agroganaderos que articularon la ocupación y explotación de los recursos desde tiempos coloniales; es el caso de la misma California, instituido como municipalidad ya en el Siglo XX, 1904, sobre lo que otrora fueran las viejas rancherías mineras de Montuosa Alta y La Baja. También la población de Charta en Santander, erigica como parroquia en 1924 y creada o instituida como municipio en 1927, merced a su crecimiento poblacional y económico agrícola a principios del Siglo XX. Pueblos modernos cuyas jurisdicciones ocupan sectores considerables del páramo de Santurbán, desde donde se venido ocupando y explotando en diversas actividades los páramos en cuestión. Finalmente puede hablarse con respecto al poblamiento regional, aunque ya no sea el caso para la zona del Santurbán, de los “pueblos del petróleo” como Tibú; o de pueblos constituidos en virtud de la ampliación de la frontera agrícola lícita e ilícita de los últimos años hacia el corazón del Catatumbo. Así

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pues, desarrollando cada uno de estos “momentos del poblamiento”, con sus respectivas “categorías jurídicas del poblamiento”, tendremos una versión moderna y comprensiva de los orígenes e institucionalidad de los asentamientos humanos que componen el actual territorio nortesantandereano; con ello podrán saber las generaciones presentes y venideras cuál ha sido la génesis de cada uno de sus pueblos, podrán reconocer su ancestralidad más profunda y así perfilarar mejor su horizonte identitario como nortesantandereanos en este primer centenario. 1. NACIONES ÉTNICAS A LA LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES, Siglo XVI Los españoles reconocieron en el actual territorio nortesantandereano dos grandes provincias o naciones étnicas, además de innumerables behetrías o pueblos de selva en las zonas bajas o de tierra caliente. Una, la provincia de los Chitareros, llamados así por portar asida a su cintura una mochila de fique (chitara) con una vasija de calabazo con “vino de la tierra” o chicha de maíz, bebida espirituosa parte de su alimento diario. Se contaron más de cien pueblos o comunidades chitareras distintas en todos estos valles de la Antigua Provincia de Pamplona, territorio conocido en tiempos hispánicos tempranos como "Sierras Nevadas". Estos pueblos chitareros de montaña habitaban una extensa franja desde las laderas de la cuenca del río Chicamocha hasta buena parte del Táchira venezolano. Y la otra, los pueblos Hacaritamas y Carates de la parte noroccidental, lo que sería la extensa provincia de Ocaña. De hecho el poblamiento hispánico de esta parte del país se realizó justamente con la fundación de los ciudades en el corazón de cada una de estas grandes naciones étnicas; la ciudad de Pamplona de Indias para encomendar e incorporar los pueblos chitareros y la ciudad de Ocaña para hispanizar hacaritamas y carates, al tiempo que se garantizaba la ruta o comunicación entre las ciudades extremas del Nuevo Reino con el río Magdalena y su consecuente salida a Cartagena. De los chitareros se dijo:

"Es toda la gente de mediano cuerpo, bien ajustados y de color como los demás Indios; vístense con mantas como los del Reino, aunque viven los más por valles que declinan más a calientes que a fríos; la gente pobre y que no hacían con oro con tener en sus tierras muchas minas y buenas que después los españoles descubrieron, de donde se ha sacado gran número de pesos de oro; los rescates de que estos Indios usan es algodón y bija que es una semilla, de unos árboles como granados, de los cuales hacen betún que parece almagre o bermellón, con que se pintan los cuerpos y las mantas que traen vestidas; los mantenimientos que tienen son maíz y panizo, yuca, batatas, raíces de apio (arracachas), fresoles y curíes -que son unos animalejos como muy grandes ratones- venados y conejos; las frutas son curas, guayabas, piñas, caimitos, uvas silvestres como las de España, guamas -que es una fruta larga así como cañafístola, palmitos, miel de abejas criada en árboles; las aves son pajuiles, que son unas aves del tamaño de pavas de España; hay también pavas de la tierra, que son poco menores que los pajuiles, papagayos, guacamayas de la suerte de papagayos..."2

Se asentaban en estos valles andinos diversas y nutridas comunidades chitareras como Tapaguá, Arcabuzazo y Chicaguaos en la cuenca del río Zulia; Chopo, Tegualaguache, Bochalema, Iscalá, Chinácota y Cúcutas por el río Pamplona; Silos, Cáraba, Labateca y Bochagá por el río Chitagá; Cania y Capacho por el río Táchira. Pueblos como Ucatá, Cáchira, Suratá poblaban las estribaciones de la cordillera hacia la cuenca del Lebrija y Magdalena.

2. LAS CIUDADES FUNDADAS: La Hispanización del Territoio, Siglo XVI. 2 AGUADO, Fray Pedro. Recopilación Historial. Bogotá: Presidencia de la República, 1959. Libro VI. Original Siglo XVI.

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Las ciudades se consolidaban con el evento de fundación de un asentamiento de españoles, dando lugar a la mutación de las huestes de conquista en cabildos para el ejercicio de la justicia y el gobierno civil. Los actores eran los conquistadores, los españoles para el caso, la acción ejecutada y protocolizada “la fundación de una ciudad”, las ciudades se fundan. La categoría jurídica que explica el proceso es el verbo “fundar”, cuya acción se refrendaba con un acta en el sitio y momento de la fundación, para posteriormente recibir aprobación oficial con una cédula del Rey que titulaba ese asentamiento y su jurisdicción. La hueste de los capitanes Pedro de Orsúa y Ortún Velasco protocolizó la fundación de la ciudad de Pamplona de Indias el 2 de noviembre de 1549, integraron un cabildo para el gobierno y la administración de justicia, al tiempo que dispusieron la legalidad para el ejercicio de los derechos de conquista; tales como el repartimiento y encomienda de las comunidades indígenas, el acceso a la tierra, a las minas y los recursos para la implementación de la empresa individual de cada uno de los vecinos de la ciudad. De hecho el concepto de ciudad corresponde más a un territorio, a una jurisdicción, que a un asentamiento urbano, pues importaban más los términos o linderos que la urbe en sí. Poblamiento de la Ciudad de Pamplona: El poblamiento hispánico del actual territorio del Nororiente colombiano se proyectó desde la ciudad de Tunja con la hueste conquistadora de los capitanes españoles Ortún Velasco y Pedro de Ursúa, expedición que culminó con la fundación de la ciudad de Pamplona en noviembre 2 de 1549. Los soldados convertidos en vecinos de la ciudad pacificaron y encomendaron unas cien comunidades indígenas existentes en la extensa geografía que se puso bajo su jurisdicción, comprendida, grosso modo, desde la cuenca del río Chicamocha hasta las estribaciones de la cordillera de Mérida en la actual República de Venezuela, donde se incluían de hecho los valles cálidos de Cúcuta, el Zulia y Táchira3. Los capitanes Ortún Velasco y Don Pedro de Ursúa comandantes de la campaña conquistadora de “Sierras Nevadas”, antiguo territorio de los chitareros, después de unir sus huestes, recorrieron la tierra "apuntando" algunos grupos nativos, mientras decidieron poblar la hueste "por el día de Todos Santos"4, en el sitio y valle en que hoy se asienta la ciudad de Pamplona, razón muy segura por la cual el nombre del valle de esta ciudad en un principio fue “valle de Todos los Santos” y no valle del Espíritu Santo como hoy se le conoce y lo ha tratado la historiografía tradicional. La Jurisdicción de la ciudad de Pamplona incluiría:

"Los pueblos que servían a la ciudad de Málaga, en las provincias de Tequia, desde los vados y pasos del Chicamocha, corriendo el río Sogamoso abajo, hasta la ciénaga que llaman del Bachiller, atravesando a las Sierras del Nacuniste a los brazos del Orma, hasta la Laguna de Maracaibo, y por Sierras Nevadas cuarenta leguas adelante hasta el pueblo de Maracaibo y hasta dar con el nacimiento del Apure"5

Los primeros pobladores se vieron pronto reforzados por más soldados y unos cuantos hidalgos o "hijosdalgos" transterrados del otro lado del océano, --justo cuando se difundió la noticia por todo el Nuevo Reino del descubrimiento de muy buenas minas de oro en los páramos de Pamplona--, quienes arribaron a la ciudad y engrosaron el grupo inicial de pobladores, en procura de sustento y de continuar sus andanzas u organizar sus vidas6.

3 PABÓN VILLAMIZAR, Silvano. Historia del Poblamiento y Construcción del Espacio hispánico en Pamplona. San José de Cúcuta: Cámara de Comercio, 1996. 4 AGI, Justicia 561. ff 174-187 Información sobre la Conquista y Poblamiento de la ciudad de Pamplona en el Nuevo Reino de Granada, hecha por Alonso Rodríguez de Escobar, año de 1551. 5 SIMÓN, Pedro. Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales y del Mar Océano. Bogotá: Banco Popular; 1986. Tomo III. p. 312 6 PABÓN VILLAMIZAR. Historia del Poblamiento... Op. Cit. Pág. 20

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Fue de vital importancia para este proceso poblador asegurar el mayor número posible de repartimientos de indios, y el control efectivo en todo el vasto territorio, asegurar los caminos y vías de comunicación con las ciudades vecinas y con sus encomiendas y "aposentos". Así, Pamplona se convirtió paulatinamente en un fuerte, base para la expansión hispánica en el territorio nororiental del Nuevo Reino y en el actual Occidente venezolano. El Cabildo y autoridades de la ciudad de Pamplona proyectaron arriesgadas y destacadas empresas de conquista, de las cuales resultaron las fundaciones de la ciudad de Mérida en 1558, de la villa de San Cristóbal en 1561, de la ciudad de Ocaña en 1570, de la ciudad y gobernación del Espíritu Santo de La Grita en 1576 y de la ciudad de Salazar de las Palmas en 1583; todas ellas con determinación, apoyo y participación de los pamploneses, cuyo proceso muestra la ciudad de Pamplona como madre y “fundadora de ciudades”, según suele llamársele. Estas nuevas fundaciones realizadas a partir de la ciudad de Pamplona tuvieron como pulsión y a la vez como soporte económico, en sus primeros años, la minería en primer lugar y en segundo lugar la producción agrícola y ganadera; actividades que atrajeron mucha gente de todas partes y de todo tipo, que sirvieron de apoyo para las campañas expansionistas hacia Mérida, San Cristóbal, Ocaña y Salazar, entre otros avances sobre los territorios de frontera. Sin embargo debe considerarse también que la expansión hispánica a partir de Pamplona se presenta como resultado de la vocación aventurera y pobladora de los veteranos conquistadores pamploneses. Vocación que persistió en el alma de muchos vecinos, y que llegó a plasmarse en tres proyectos concretos: el del Capitán Juan Rodríguez Suárez, fundador de la ciudad de Mérida, el del Capitán Francisco Fernández de Contreras, fundador de la ciudad de Ocaña y el del Capitán Juan de Maldonado, fundador de la villa de San Cristóbal. De Pamplona además, recibieron apoyo fundamental los proyectos poblacionales de la ciudad y gobernación del Espíritu Santo de La Grita, con el Capitán Francisco de Cáceres y el de Salazar de las Palmas, con el Capitán Alonso Rangel; proyectos que contaron con financiación, apoyo político y logístico de importantes grupos familiares pamploneses como Los Velasco y los Rangel. La ciudad de Pamplona, su cabildo, propició a partir del descubrimiento de las minas de Páramo Rico y Suratá en 1551, la construcción de una compleja red de caminos, no sólo para comunicar las ciudades españolas entre sí, y éstas con los pueblos de indios, sino con los asentamientos mineros de la ciudad que empezaron a florecer. Cobró suma importancia entonces la ruta de Pamplona a “Las Betas” (Páramo Rico), Suratá y La Montuosa; así como el camino al Río del Oro, segundo distrito minero de los pamploneses (actual Girón, Santander). En el año de 1555 los pamploneses recibieron del Rey de España su título de ciudad, su fundación fue reconocida y su jurisdicción ratificada. Para entonces ya el Cabildo había adjudicado unas cuantas estancias a vecinos no encomenderos y todo el vecindario, cabezas de familia, alcanzaban los 75 hogares, sin contar las personas que habitaban sus términos en calidad de estantes, residentes temporales y pasantes o viajeros, como tampoco se contaban como vecinos los indios del servicio transterrados de otros territorios como muiscas y guanes, los cuales componían una masa poblacional importante, pues los españoles siempre se hacían acompañar de un séquito de sirvientes e indios de carga. La ciudad como municipalidad había fijado un sistema de precios, pesas y medidas, tales como las tarifas para los obrajes de herrería, sastrería y demás servicios o elementos de consumo. La Ciudad de Salazar de las Palmas: A la preocupación de los pamploneses por asegurar el tránsito comercial hacia el río Zulia, desde cuyos puertos se descendía en busca de la culata del lago de Maracaibo, se debe la fundación de la ciudad de Salazar de las Palmas en 1583. Un año antes, el gobernador del Espíritu Santo de la Grita (fundada en 1573), el capitán Francisco de Cáceres, había

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encargado a su maestre de campo y vecino de Pamplona, el capitán Alonso Esteban Rangel, la pacificación de los indios quiriquíes y motilones que estorbaban la navegación por dicho río. Este presentó en la Real Audiencia unas capitulaciones para la conquista y pacificación de estos indios, asegurando además el camino hacia las minas auríferas de las bocas de Guira, las cuales fueron aceptadas el 27 de febrero de 1583. Acompañado de una partida de soldados, procedió entonces a fundar la ciudad en un sitio a propósito, matizado por palmas, desempeñando durante toda su vida el oficio de alcalde mayor. Conforme los términos de la capitulación, su hijo del mismo nombre heredó este empleo. La escogencia del nombre de Salazar parece ser un homenaje al oidor Pérez de Salazar, amigo y protector del gobernador Cáceres. Según el cronista Fray Pedro Simón, la ciudad cambió varias veces el lugar de su asiento, tratando de mejorar su control sobre indios rebeldes y pasajeros del río Zulia. Por otra parte, el capitán Rangel también descubrió un buen puerto en el río Zulia, consiguiendo el privilegio para explotarlo por veinte años. Esta es la cita completa de Simón:

Aunque dejamos tratado largo en muchas partes de nuestra primera de la laguna de Maracaibo y cómo se navegó algún tiempo hasta la boca del río Zulia mientras los indios quiriquires no la infestaron y estorbaron la boga y otras cosas que dejamos dichas de estas conquistas, con todo eso falta por decir (que pertenece a este lugar) como se pretendió por el de Pamplona, que no era a quien le cabía la menor parte de estos daños, se atajaran pretendiendo allanar los quiriquires y motilones que de la parte del poniente no eran de menor inconveniente. Y así, entre los demás vecinos de aquella ciudad a quien le solicitaban, el que mejor diligencia se dio para ponerlos en ejecución fue el capitán Alonso Esteban Rangel, que era maese de campo del gobernador de La Grita, Francisco de Cáceres. Y así el año de mil y quinientos y ochenta y dos se ofreció a conquistar y pacificar las bocas de esta laguna, principalmente contra los indios motilones y allanar el paso para las minas de oro de las Bocas de Ceniza, de quien en tantas partes se ha hecho mención.

Puso sus intentos en la Real Audiencia de Santafé, que habiéndose admitido y tomado asiento y condiciones con que se había de hacer la conquista, que casi fueron las que de ordinario se tomaron en tales descubrimientos, con que no nos detendremos a declararlos en particular, se le despacharon recados en veintisiete de febrero del año siguiente de mil y quinientos y ochenta y tres, con los cuales y buena copia de soldados y otra gente de servicio, caballos y pertrechos de guerra, todo a su costa, que fue una de las capitulaciones, entró ese mismo año a la jornada. Y habiendo hecho algunos buenos efectos, pobló una ciudad (que fue también una de las capitulaciones) en el mejor sitio y paraje que le pareció, para frenar desde ella los indios que hacían el daño dicho y había comenzado a conquistar a la banda del norte de la Pamplona, a quien llamó Salazar de las Palmas por las muchas que había en el sitio donde se pobló. Fue de ella alcalde mayor todo el resto de su vida, a quien le sucedió un hijo suyo del mismo nombre que hoy goza de lo mismo por haberse hecho la merced por dos vidas. Hase mudado la ciudad con deseo de mejorarse en sitio, en otras dos o más partes. Los frutos de su país son crías de ganados mayores, pero el mayor es de tabaco, por ser tierras calientes, caña dulce, algodón, maíz. Está a diez o doce leguas de la ciudad de Pamplona al noroeste7.

La ciudad de Salazar de las Palmas fue un proyecto poblacional auspiciado por los pamploneses, por los vecinos de La Grita, y quizá con el apoyo de la Villa de San Cristóbal; pues a los tres cabildos les interesaba sobre manera la fortificación de la guerra contra las naciones indias de la selva, aún no sometidas, especialmente los llamados motilones. Pero quizá Pamplona era o fue la más beneficiada, pues con la fundación de Salazar de las Palmas se allanó el camino real para la ciudad de Ocaña, indispensable para su comercio y comunicación con Cartagena y los reinos de España, lo mismo que el despeje y seguridad para la navegación por el río Zulia. Además se establecía una mejor comunicación entre las ciudades de Mérida, La Grita y Villa de San Cristóbal con Ocaña y Cartagena a través de los Llanos de Cúcuta y Salazar, sin necesidad de acudir a los valles de Pamplona.

7 SIMÓN, Fray Pedro. Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales. Tomo IV. Bogotá: Biblioteca Banco Popular, 1981. Págs. 505-506.

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La ciudad de Salazar se hizo cargo de la reducción de los pueblos del río Salazar, del río Peralonso y del mismo Zulia. Con esas comunidades reducidas soportó la fuerza laboral que requirió para su proyecto empresarial hispánico, y pronto se vieron crecientes hatos de ganado mayor, entables de tabaco, caña `dulce para mieles y diversos frutos de pan coger. Ya en el siglo XVII, por mandato real, debió poblar sus indios en un “pueblo a la usanza de los pueblos de España” y erigir una doctrina formal, el pueblo de indios de Santiago.

3. LA HISPANIZACIÓN DEL TERRITORIO: Encomienda y Doctrina Entiéndase por hispanización del territorio a todos los procesos de incorporación del suelo a la empresa y vida económica española. Inició con la encomienda de las comunidades indígenas por parte de los vecinos de las ciudades, con el fin de usufructuar su fuera de trabajo. Luego la distribución de estancias de ganado mayor y menor, caballerías y huertas de pan coger; al tiempo que se descubrían minas y se echaban a ellas indios y esclavos negros para su beneficio. Grandes empresas se instalaron en los valles fértiles del territorio, siguiendo los antiguos asentamientos indios, con el objeto de usufructuar la tierra y la mano de obra disponible a la vez. En esas estancias se fueron construyendo aposentos de españoles y mestizos, los cuales constituyeron, algunos de ellos, grandes haciendas y plantaciones agroganaderas. Ahora, puede verse la hispanización también en un sentido cultural, social y religioso con la evangelización de los naturales, la imposición de la lengua española y el horizonte cultural de occidente traído por los conquistadores, para lo cual se poblaron las comunidades indígenas a la usanza de los pueblos de España, se resguardaron las naciones étnicas y se erigieron las doctrinas de indios como Arboledas y Santiago. 3.1 Asentamientos Tempranos en Mutiscua: Como ya se ha enunciado antes, en la parte alta de la cuenca del Zulia, franja que corresponde al hoy denominado río de La Plata, actual territorio del municipio de Mutiscua8, habitaban tres comunidades indígenas –Caldera, Tapaguá y Rábicha– que inmediatamente fundada la ciudad de Pamplona en 1549 fueron entregadas en encomienda, y por supuesto incorporadas al sistema de hispanización que se instauró. Estos pueblos fueron encomendados y puestos al servicio de los propietarios de las empresas mineras y agroganaderas que se instituyeron desde aquella ciudad. Tapaguá, Caldera y Rábicha proveyeron hombres y mujeres indias para la explotación de las minas de Páramo Rico, la Montuosa y Las Vetas, así como para la realización de sendas labranzas de trigo, maíz y turmas en el mismo Valle, especialmente en las estancias del Capitán Alonso Rangel, encomendero de Tapaguá, quien para el año de 1590 había hecho construir un excelente molino harinero movido con las aguas del río9. Algunos vecinos de Pamplona y en especial los encomenderos instalaron en el Valle de Tapaguá, como se conoció el territorio en el periodo colonial, numerosas huertas y estancias con ganado vacuno y ovejuno principalmente, de donde se extraía exquisita producción de leche, quesos, amasijos o conservas y lana abundante para los obrajes. A finales del Siglo XVI productos de esta 8 El nombre de Mutiscua se deriva del apellido del jefe militar granadino, Coronel Manuel Mutis Gama, conocido como héroe de Tarqui, quien falleció en la batalla de Tescua el 1 de abril de 1841. La fusión de los dos términos Mutis y Tescua originó el vocablo que designa esta parroquia y municipalidad. 9 Archivo Histórico Notarial de Pamplona. Tomo 05, folio 166v. Juan Polanco Maldonado, carpintero vecino de la ciudad de Pamplona, manifiesta que por cuanto el había contratado con el Capitán Alonso Rangel para hacer un molino para trigo en Tapaguá, términos de esta ciudad, se obligó a volverlo a hacer, debido a que el anterior trabajo fue dañado por la lluvia y grande creciente del río.

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zona eran enviados regularmente a través de laboriosas recuas de mulas hacia la ciudad de Ocaña y su puerto, donde se realizaba su comercio, permitiendo surtir los puertos, la boga y navegación por el río Grande de la Magdalena, e incluso la misma Plaza de Cartagena; pero quizá lo más importante, permitiendo importar o introducir al territorio valiosos cargamentos de mercaderías europeas para el consumo de la naciente aristocracia terrateniente y comercial que se conformaba en la ciudad de Pamplona y su provincia. A principios del Siglo XVII, en 1623, Don Luis Jurado, vecino de Pamplona, actuando como Juez de Comisión por el Oidor Don Juan de Villabona y Zubieaurre hizo transladar y agregar los indios de Tapaguá al pueblo de Silos, donde junto a los de Cáraba, Bávega y Tutepa, entre otros, formarían la Doctrina de Silos; dotada de cura permanente y de un cabildo indígena o autoridades étnicas propias, gozando además de suficientes tierras de resguardo o comunidad. Las pocas familias indias que quedaban de las comunidades de Caldera y Rábicha fueron agregados a los pueblos de Silos y Cácota de Velasco. A lo largo de los siglos XVII y XVIII el Valle de Tapaguá, cruzado por el Camino Real de Pamplona a los Reales de Minas, tanto de Los Páramos como del Río del Oro o Bucaramanga, fue asiento de florecientes haciendas productoras de trigo y de toda suerte de hortalizas y frutos de la tierra, de tal manera que allí en sitios como La Caldera, Hato Viejo, La Quebrada y El Rancho se aposentaban los arrieros y viajeros que transitaban esta importante ruta colonial con sus recuas y comercios. Así mismo, aprovechando la fertilidad de sus tierras, sus abundantes aguas y la relativa proximidad con su centro urbano, la ciudad de Pamplona, numerosos estancieros blancos y campesinos mestizos se fueron paulatinamente asentando en todo el Valle, de tal modo que para las primeras décadas del Siglo XIX ven la necesidad de poblarse e instituirse parroquial y municipalmente, según los nuevos vientos de civilidad que traía la República. 3.2 Asentamientos Tempranos en Arboledas y Cucutilla: Las cuencas de los ríos Cucutilla y Zulasquilla hacían parte del territorio que en tiempos hispánicos se llamó "el valle de Arboledas o las Arboledas", o "la Provincia de Arboledas", como se referían al lugar de procedencia de la población indígena que habitaba estos parajes10. Esta población vivía dispersa en los valles, laderas y cañadas, que tendían "más a calientes que a frío", siguiendo los ríos y quebradas; tal como se ha podido explicar la pauta de vivienda y ocupación del suelo más común entre los chitareros. Los primeros repartimientos indios11 asignados en este valle fueron los pueblos de: Arcabuzazo al Capitán Ortún Velasco, con cédula real de 26 de Febrero de 1550; Arcabuzazo o Tarquema al Capitán Alonso Puelles de Esperanza, con cédula de 4 de Noviembre de 1554; Zulasquilla encomendados en Gonzalo Rodríguez, con cédula de 9 de Enero de 1550; Taqueroma o Guayabas Agraz y la Bixa en Francisco Hernández de Castañeda, con cédula de 9 de Enero de 1554; la Bixa en Pedro de Arévalo, con cédula de 9 de Enero de 1554; los pueblos de Siravita y Chicaguaos de Arboledas en Francisco de Castro, con cédula de 1 de Febrero de 1558; los indios de Arboledas o Gacheteta y los de Arboledas del valle de arriba en Juan de Cuellar, con cédula de 24 de Marzo de 1550; Tequisa y Chicaguaos de Arboledas encomendados en Gutiérrez de Oruña con cédulas de 1554

10 Pertenecían a grupos chitareros, pobladores prehispánico del territorio de la Antigua Provincia de Pamplona, esto es, desde las estribaciones del río Chicamocha hasta la cordillera de Mérida en Venezuela. Encomendados todos en vecinos de la ciudad de Pamplona, fundada en 1549. 11 Grupo o comunidad indígena que se entregaba a un español, encomendero, quien les administraba, doctrinaba y explotaba su fuerza de trabajo.

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y 1557; y los pueblos de Lurureta o Luruteta, Tebtarigua y Chicaguaos del Valle de Arboledas encomendados en Antón García, con cédula de Agosto 6 de 155012.

POBLACIÓN INDIGENA DEL VALLE DE ARBOLEDAS Y CUCUTILLA EN 1559 PUEBLOS POBLAC ENCOMENDEROS PRODUCTO

Arcabuzazo Arcabuzazo Zulasquilla Guayabas Agraz y La Bixa La Bixa Siravita y Chicaguaos en Arboledas Gacheteta de Arboledas Tequisa y Chicaguaos de Arboledas Lururetas, Chitaguaos y Tebtariguas

609 217 591 236 401 264 605 503 611 221 404

Capitán Ortún Velasco Cap. Alonso Puelles de Esperanza Gonzalo Rodríguez Francisco Hernández de Castañeda Pedro de Arévalo Francisco de Castro Juan de Cuellar Gutiérrez de Oruña Antón de García

maíz y bija maíz y cabuya maíz y papa maíz maíz y bija maíz y bija maíz maíz y bija maíz maíz y bija

Total almas 4.662

Fuente: ANG, Visitas de Santander. Tomo 3. ff 709v-881v. COLMENARES, Op Cit. Toda la población indígena de estos valles, es decir, de las actuales jurisdicciones de Arboledas y Cucutilla fue involucrada en las distintas empresas productivas instituidas por los vecinos de Pamplona, sus encomenderos. Así pues, de los pueblos de Arcabuzazo, Zulasquilla, Guayabas Agraz, La Bixa, Chicaguaos y Arboledas, se sacaron cuadrillas de lavadores para los veneros o placeres auríferos del Río de Oro, distrito minero de sus amos. En 1559 la población minera del Río del Oro proveniente del valle de Arboledas y Cucutilla sumaba los 150 mineros, la mayoría con sus mujeres y "chusma". Simultáneamente las estancias, tanto agrícolas como ganaderas, instaladas en lo largo del valle, fueron involucrando poco a poco el grueso de los brazos útiles existentes en las comunidades indias; sin dejar de mencionar el alto número de mujeres y "chinas" que eran sacadas de sus familias y pueblos para el servicio doméstico en las casas y haciendas de los encomenderos. En 1559, la visita de Cristóbal Bueno, Escribano de Su Majestad y Visitador de la Tierra, tuvo por objeto censar y tasar tributos a la población indígena de toda la provincia de Pamplona. Los registros arrojaron una población en la zona de 4.662 almas antes de la primera epidemia de viruela y "peste", que en este año diezmó en gran cuantía la población indígena, especialmente en los distritos mineros, a donde se llevaban cuadrillas de hasta 40 hombres, los cuales iban siendo reemplazados por otros si fallecían o huían de las minas. Sin embargo, el descenso demográfico no sólo se dio por esta razón o por la trashumancia a que eran obligados los naturales, sino por la desarticulación de sus familias y la alteración del régimen social preexistente. Vemos pues como en este año de 1559, pueblos como Arboledas, que había sido sometido en una campaña de conquista tardía, 1553-1554, registró 115 viejos, enfermos y ausentes, Zulasquilla registró 105 en la misma condición y Chicaguaos 41 enfermos, factores éstos que

12 AGN, Visitas de Santander Tomo 3 ff 709v-881v. Visita efectuada por el licenciado Cristóbal Bueno a los repartimientos de la Provincia de Pamplona en 1559. En: COLMENARES, Germán. Encomienda y Población en la Provincia de Pamplona (1549-1650). Bogotá: Universidad de los Andes, 1969. Y JARAMILLO URIBE, Jaime. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura No. 5. Bogotá: Universidad Nacional.

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incidieron notablemente en la paulatina extinción de las comunidades indígenas en esos primeros 10 años de vida hispánica en el territorio. En la Provincia de Pamplona se iniciaron, para los años de 1583 y 1586, los poblamientos de indios a la usanza hispánica con el objeto de congregar y poblar las comunidades indígenas en asentamientos "a manera de los pueblos de España", y de instituir en forma efectiva los procesos de doctrina13 e hispanización de la población de naturales. Pero durante estos años en el valle de Cucutilla, ni Don Juan Velasco de Montalvo, encomendero de Arcabuzazo, ni Pedro de Arévalo, encomendero de la Bixa y Guayabas, ni los demás encomenderos del Valle, pusieron mayor interés en dicho proceso; sólo hasta el año de 1602, el corregidor de Tunja, Don Antonio Beltrán de Guevara, pobló los indios de Arcabuzazo, los de Siravita, los de Guayabas Agraz y los propios de Arboledas, dándole "traza para hacer calles y plaza"; pero sobre todo, asignando tierras de resguardo14 a cada pueblo, y previendo la construcción de una capilla de doctrinera en cada asentamiento. En 1623 el oidor Villabona Zubiaurre practicó en la Provincia de Pamplona una reagrupación y agregación de pueblos indios, demoliendo los pequeños y juntándolos en asentamientos mayores, conformando 10 doctrinas o pueblos de indios con sus respectivas tierras de resguardo. Así pues, los naturales de todo el Valle de Arboledas fueron agregados por barrios en el pueblo de Arboledas. La doctrina de Arboledas quedó conformada por los pueblos de Arboledas, encomienda de Juan Muñoz Barrientos, Arcabuzazo de Juan Velasco de Montalvo, Siravita de Alonso Pérez de Arroyo, Guayabas Agraz del capitán Pedro de Arévalo, Queneroma y Zulia de Melchor de Torres, Cáchira y Olatena de Juan Ramírez de Andrada, Cáchira Baja, Uneroma y otra parcialidad de Cácota, de Francisco de Orozco15. Sin embargo, resulta pertinente que se transcriba en este texto el contenido íntegro de los autos de poblamiento y descripción de tierras donde se asentó el pueblo y doctrina de Arboledas:

“Don Salvador de Ojeda, Escribano del Rey y Juez Nombrado para hacer las listas y descripciones de los pueblos y doctrinas del Valle de Las Arboledas y demás diligencias contenidas en su comisión, que fue ordenada por el señor Oidor don Juan de Villabona y Zubiaurre...certifico que anduve, paseé y tanteé toda la tierra que hay en este Valle, y habiendo visto juntamente con Fernando Alvarez Renalte, Alguacil de mi comisión, y el Padre Fray Antonio de la Cruz, Cura doctrinero de esta Doctrina, y Don Francisco Cacique de Las Arboledas, y para darles los Resguardos a todos los indios que se han de agregar y poblar en este sitio, me parece que hay tierra suficiente para sus labranzas de año y vez de una buena población, porque desde el asiento a donde se ha de hacer la que se pretende, hasta lindar con estancias de Alonso Pérez del Arroyo, camino de Salazar de las Palmas, hay más de una legua de circuito, y cortando derecho por la cabecera hasta el cerro que llaman “Chicaguá” hay otra legua, y por la orilla del

13 Institución colonial creada para la administración eclesiástica y social de las comunidades indígenas, preferiblemente a cargo de las órdenes religiosas. La doctrina del valle de Arboledas estuvo a cargo de la Orden de San Francisco (OFM). 14 Tierras que La Real Corona asignaba como propias a las comunidades indígenas, "tierras de comunidad", donde la población se sustentaba y reproducía, al tiempo que se restituía la autoridad étnica y se garantizaba la doctrina. 15 COLMENARES, Germán. Encomienda… Op. Cit. pág. 57. Según sus registros, la doctrina de Arboledas la conformaban ocho caciques, 136 tributarios, 33 reservados, 611 chusma y 70 huidos para un total de 858 almas en 1623, aunque en el auto de descripción de naturales en la Visita y poblamiento de 1623 se consignan otras cifras.

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dicho río y vado dél hasta dar a un cerro que llaman Cuerpalisa, donde se juntan los ríos de Castro y el Sulasquilla hay otra legua, y desde la dicha junta de los ríos hasta dar con el primer lindero, que es con estancias de Alonso Pérez del Arroyo, hay otra legua, por manera que en estas tierras de suso declaradas hay bastantes para los dichos Resguardos conforme con los indios que hay y aún para otros muchos”. “Y para potreros tienen un llano que está encima del Cerro de Chicaguá que tiene de longitud al parecer más de media legua, y cerca del sitio a donde se ha de hacer la nueva población es a propósito una llanada que está cerca de ella y de la iglesia que hay en este pueblo de Las Arboledas...que tiene de largo 46 pies y de ancho 24, y en el ínterin en que la dicha nueva población se hace, pueden ser doctrinados en ella, alargándose 30 pies más por el testero della, porque está buena y tiene puertas de madera y cerradura y llave, y para que los indios tengan agua para su sustento y labranzas, se puede sacar una acequia de la Quebrada de Chicaguá, que pasa por encima de la dicha nueva población...y también será necesario se haga en el Río de Castro una puente de bejuco por la parte más angosta y cómoda para el trato de los indios y españoles, que no se puede hacer de canterío porque el río no lo permite, según se muestra y se ha visto, y par que ello conste, di la presente en Las Arboledas a 22 de junio de 1623.-Salvador de Ojeda, Escribano del Rey”16.

La descripción de los naturales que integraban las siete encomiendas que compondrían a partir de aquella fecha el pueblo de Arboledas difiere un poco de los datos aportados por el investigador Germán Colmenares, por ello resulta pertinente que se transcriba dicha descripción que se hizo de cada uno de los pueblos de indios, la cual aparece así:

“Descripción de los indios: “Yo Salvador de Ojeda, Escribano del Rey, certifico que por las descripciones que he hecho de los indios, chinas y muchachos del Valle de las Arboledas, consta que hay en cada pueblo para el dicho efecto, los siguientes:

Las Arboledas de Juan Muñoz Barrientos Total: 133 Piezas El Arcabuzazo de Juan de Velasco Total: 61 piezas Siravita de Alonso Pérez de Arroyo Total: 53 piezas Guayabas Agraz del Cap. Pedro de Arévalo Total: 56 piezas Queneroma de Melchor de Torres Total: 40 piezas Cáchira y Olatena de Juan Ramírez de Andrada Total: 46 piezas Cáchira (Baja), Uneroma y Cácota (otra Cácota) Total: 100 ánimas De manera que hay en todos los pueblos de suso nombrados 140 indios útiles, en que entran 7 caciques que asisten en sus poblaciones y viven en ellas; y 30 viejos reservados, y en toda la chusma hay 326 indias, chinas y muchachos, que juntos hacen 496 piezas presentes y 107 ausentes”17.

Con base en esta descripción de tierras y reconocimiento oficial del asiento para la población o casco urbano, se procedió a instituir la doctrina de Arboledas con el auto de poblamiento o asentamiento y disposiciones para la construcción de la capilla doctrinera, la plaza y las calles del pueblo:

“En la ciudad de Pamplona a cinco días del mes de Julio de 1623, el señor Dr. Don Juan de Villabona y Zubiaurre, del Consejo de Su Majestad, su Oidor más antiguo...,

16 AGN, Visitas de Boyacá. Tomo IX, Fol. 509. 17 AGN, Visitas de Boyacá. Tomo IX, Fols. 519-521r.

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habiendo visto los Autos hechos por Salvador de Ojeda, Escribano de Su Majestad, que con Comisión de Su Merced fue a hacer la Visita y las descripciones e informaciones secretas y otras diligencias en los repartimientos de los indios incluidos en la Doctrina del Valle de Las Arboledas, Encomendero de Juan Muñoz Barrientos, al cual se han de reducir “Ciravita” de Alonso Pérez de Arroyo, “Guayabas Agraz” del Capitán Pedro de Arévalo; “Zulia” y sus anejos de Melchor de Torres; “Arcabuzazo” del Cap. Juan de Velasco: “Cáchira” y sus anejos de Juan Ramírez de Andrada. Y todo ello consta estar poblados en diferentes sitios y poblaciones apartadas las unas de las otras y doctrinarse en cuatro iglesias y...que el dicho Salvador de Ojeda ha elegido y señalado a 22 días del mes de junio..., y se manda hacer iglesia de tapias con cimientos de piedra, enmaderada y cubierta de teja...y al rededor de ella, y que en las esquinas de la plaza se edifiquen las casas y bohíos de los Caciques y en su contorno se haga la población de todos los indios, con sus solares cuadrados de 94 pasos de fondo y frente..., y a todos sus barrios separados, con distinción de cada repartimiento y parcialidad..., y las calles derechas y limpias y desherbadas, de seis varas de ancho y 117 varas de largo, en todo lo que permitiere la disposición del sitio...”18.

Con esta reagrupación no sólo se demolieron los pueblos pequeños para formar grandes y más estables doctrinas, sino que las tierras de resguardo y valles enteros quedaron libres para la expansión de la empresa agrícola y ganadera de los colonos blancos y mestizos, quienes pasaron a ocupar las tierras realengas de los resguardos extintos. Así pues, a partir de este evento, los valles fértiles de Cucutilla iniciaron su transcurrir histórico al margen de la población indígena, aunque de hecho los tributarios encomendados del sector seguían trabajando en las haciendas y estancias de sus amos, o como mitayos de alquiler en las plantaciones y granjas de los terratenientes no encomenderos, que para estos tiempos ya eran la mayoría de los pobladores rurales de la Provincia. En 1761 el Padre Basilio Vicente Oviedo, comisionado por el Obispado de Santafé visita todos los curatos del Nuevo Reino, con el propósito de clasificarlos según su población y rentas. Sobre el pueblo de indios de los Ángeles de Arboledas dice Oviedo que era "curato doctrinero de la religión de San Francisco, con iglesia de tapias y paja, pobre y sin ornato, diez o doce indios y setenta vecinos de poca utilidad, rentando al cura doscientos pesos en géneros de la tierra, la cual es muy desdichada y fragosa de peñascos, y sus ríos con puentes de bejucos"19. Aunque éste sacerdote expresa una marcada visión económica, pues su preocupación era ver el problema de las rentas, congrua y estipendio de los párrocos y doctrineros, en todo caso permite ver que la población indígena definitivamente era para mediados del Siglo XVIII ya muy poca, y sí una mayor cantidad de vecinos blancos y mestizos asentados en inmediaciones del pueblo de indios, fenómeno que comportó una inmediata consecuencia, la eliminación de los pueblos de indios paralela a la erección recurrente de parroquias diocesanas. Es el caso y hecho histórico de Arboledas y Cucutilla, como se verá más adelante. 3.3 La red de caminos coloniales La ciudad de Pamplona de Indias fue fundada y poblada en 1549, en la parte alta de la subcuenca del río Pamplona (hoy río Pamplonita), desde donde configuró un amplio territorio jurisdiccional, en el cual se incluía el distrito minero de “Los Páramos”, formado por una franja que incluía tierras de los actuales municipios de Vetas, California y Suratá en el actual departamento de Santander, por la 18 AGN, Visitas de Boyacá. Tomo IX, Fols. 519-621r. 19 OVIEDO, Don Basilio Vicente de. Cualidades y Riquezas del Nuevo reino de Granada. Bucaramanga: Imprenta Departamental, 1990.

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ladera occidental de la cordillera Oriental, y de los municipios de Mutiscua, Cucutilla y Arboledas en la parte del actual Norte de Santander. Esto obligó al trazado y establecimiento de una intrincada red de caminos coloniales, a través de los cuales se comunicarían los mineros con su centro urbano, la ciudad de Pamplona, como también unir los diferentes asentamientos mineros y conectarse con los valles fértiles de la Provincia, de donde obtenían los suministros para la operación extractiva de los minerales allí explotados, oro y plata. Es así como se trazaron y aderezaron caminos reales que fueron circulados durante el período Colonial, el siglo XIX y en tiempos modernos por los campesinos de la región. En la actualidad es posible reconocer fragmentos del camino que conducía de Pamplona al valle de Tapaguá (hoy Mutiscua), y de este valle a La Montuosa (hoy California) y Las Vetas. Por esta ruta se comunicaban y transportaban mercancías desde Las Minas a la ciudad. Sin embargo, este no era el único camino, pues además de los senderos que unían los diferentes asentamientos mineros como el camino de Suratá a La Montuosa (California) y de ésta a Las Vetas, como de Las Vetas hasta los pueblos de indios de Silos y Bucaramanga y a la ciudad de San Juan Girón. Empero, quizá el camino colonial de mayor interés frente a la historia de Sisavita sea una segunda ruta de “Los Páramos” a la ciudad de Pamplona, la cual salía de La Montuosa (California), conducía al páramo de Romeral y desde allí descendía al valle del río Zulasquilla, para de ahí bifurcarse; un camino hacia Pamplona en primer lugar, y un segundo hacia Arboledas y Salazar de las Palmas. Por otro, lado de Las Minas también salía un camino que en forma directa conducía hacia la ciudad de Ocaña, el cual enrumbaba por el páramo de Cachirí al valle de La Cruz (hoy Abrego) hasta la plaza de Ocaña. El camino real de Sisavita revestía de suma importancia estratégica y logística, tanto para los mineros como para los asentamientos de los valles de Zulasquilla, Zulia y la ciudad de Pamplona; puesto que no sólo constituía una opción para su desplazamiento a la Ciudad, sino que era fundamental para el abastecimiento de indios, bestias, comestibles y mercancías de todo género demandadas en el laboreo de los socavones y placeres mineros. De hecho solo es necesario recordar que el complejo minero, compuesto por diversos asentamientos, constituía un excelente mercado para una amplia gama de productos de la tierra y de origen europeo. Allí se demandaban grandes cantidades de carne salada o en tasajo, abundante maíz, trigo y harinas, así como obrajes de factura nativa como mantas de lana y algodón, alpargatas, lienzos y sombreros. Entre los géneros de mercaderías europeas demandadas en los centros mineros estaba el hierro, clavos para puntales, herramientas ya fabricadas, algunos paños, agujas, y por supuesto vino de varias calidades; pues tanto españoles como mestizos e indios mineros consumieron grandes cantidades de vino traído del otro lado del mar. 3.4 Patrimonio Arqueológico y Arte Rupestre Otra faceta muy sugestiva de la historia de este territorio tiene que ver con su población prehispánica, pues el valle de Sisavita en su principal fuente hídrica articuladora, el río Cucutilla, fue asiento de diversos pueblos a través del tiempo. Primero: Comunidades prechitareras –tanto del paleoindio como del arcaico- habitaron estos valles y dejaron una impronta de arte y tesoros arqueológicos de sumo valor patrimonial para los pueblos modernos. Allí, desde la parte baja del río Cucutilla hasta las mismas cumbres y zona lacustre, existen extraordinarias estaciones de Arte Rupestre, recientemente descubiertas y observadas científicamente, cuya majestuosidad habrá de ser reconocida en Colombia, Suramérica y el mundo, dado su tamaño, belleza y complejidad. El Arte Rupestre hasta ahora reportado en Cucutilla se localiza en las veredas de Carrillo, Pedregal y Caracolí, y existen reportes por confirmar de estaciones rupestres asociadas con yacimientos

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arqueológicos en la zona de Sisavita propiamente dicha. Este patrimonio cultural ancestral, presente a lo largo de las cuencas de los ríos Sardinata y Zulia, es de notable interés para especialista y sociedad en general, pues debidamente estudiado y difundido contribuirá efectivamente con la formación y fortalecimiento de la identidad y sentido de pertenencia, tanto de los cucutillenses como de los nortesantandereanos y la misma Nación colombiana.

Estación Arte Rupestre de Cucutilla Pedregal Alto UNO

Estación Arte Rupestre Cucutilla Pedregal Alto DOS

Existen además diversos yacimientos arqueológicos correspondientes a las comunidades chitareras que habitaban el territorio a la llegada de los españoles. De hecho investigaciones sistemáticas darán cuenta de las especificidades culturales de los materiales existentes, en especial lo pertinente a hallazgos de restos óseos y cerámicos en abrigos rocosos. Frente a esta perspectiva arqueológica se cuenta con valiosa y oportuna información etnohistórica, donde se puede colegir que este valle, numerosamente poblado, jugó un papel muy significativo en la configuración de los pueblos de indios, tanto de Arboledas como de Las Vetas, e incluso del pueblo de Bucaramanga, erigido como doctrina en 1622 con participación de cuadrillas de indios llevados desde estos parajes.

Cerámica Prehispánica de Cucutilla Zona Sisavita

Metates Prehispánicos de Cucutilla Zona Sisavita

Entre los pueblos de indios que habitaban la zona estaba la parcialidad de Sisavita o Siravita, encomendada a Alonso Pérez de Arroyo en tiempos en que se “pobló” el pueblo de Arboledas,

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162320. Esta población fue involucrada tanto en el laboreo de las minas como en la producción y transporte de bienes de consumo para las mismas. En la época en que se poblaron las doctrinas de la provincia de Pamplona existían diversas y numerosas cuadrillas de indios, tanto en las minas de “Los Páramos” como en los placeres del río del Oro, inmediaciones de la actual ciudad de Girón. En la temática histórica o reivindicación del Patrimonio Histórico de una comunidad o pueblo moderno, surgen como elementos de sumo interés los vestigios hispánicos, producto de la intervención y proyectos económicos coloniales. Sisavita posee en este sentido un extraordinario camino real, del cual se conservan tramos de los antiguos empedrados, cimientos que lo amurallaban y callejones labrados por el paso centenario de los animales de carga. Como este camino existen también huellas de proyectos mineros fallidos, restos de arquitectura civil, entre otros elementos que dan cuenta de la importancia histórica o riqueza patrimonial de esta zona. En este sentido, la noción de Patrimonio Histórico y Cultural puede jugar un papel decisivo en la configuración y proyección de esta área como un corredor ecoturístico, que convine lo ambiental y lo histórico cultural en su horizonte conservacionista.

Muro de contención construido por los españoles para labores de minería en Sisavita

Quebrada Salinas, Sisavita; denominada así por contener fuentes de agua salada.

Hoy tanto los vecinos de Cucutilla como su gobierno municipal, con el debido apoyo de las instituciones responsables del patrimonio natural y cultural en este país, habrán de de dirigir esfuerzos para valorar y reivindicar los valores patrimoniales allí existentes. El camino real de Sisavita, por ejemplo, podría recuperarse, señalizarse y convertirse en un sendero ecoturístico de notable significancia social y económica para la región, pues aún en el estado en que se encuentra es usado por los campesinos cucutillenses que año a año visitan la población de California, motivados por su fervor religioso hacia la venerada imagen de San Antonio de Padua en aquella población; como también lo hacen los campesinos del municipio de Mutiscua, quienes transitan el viejo camino

20 El pueblo de indios de Arboledas fue “poblado” y erigida su doctrina en junio de 1623, siguiendo la orden de congregación de parcialidades indias promulgada por el Doctor Juan de Villabona y Zubiaurre, Oidor más antiguo de la Real Audiencia. Lo integraron los pueblos de Arboledas encomendado en Juan Muñoz Barrientos, Arcabuzazo de Juan Velasco de Montalvo, Siravita de Alonso Pérez de Arroyo, Guayabas Agraz del Capitán Pedro de Arévalo, Queneroma y Zulias de Melchor de Torres, Cáchira y Olatena de Juan Ramírez de Andrada, y Cachira Baja, Uneroma y unos indios de Cácota; todos los cuales sumaban una población cercana a los 500 individuos.

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de las minas, pasando el páramo de Los Salados y bajando presurosos a adorar el Santo de su devoción, San Antonio de Padua en California.

4. LOS PUEBLOS DE INDIOS: Instauración de la República de los Indios en el actual Norte de Santander a la luz de la política indiana trazada por el Padre Las Casas

Se establecieron en aplicación de la política indiana promulgada a partir de las Leyes Nuevas de 1542, en las cuales se impuso la propuesta del Padre Fray Bartolomé de las Casas, O.P., de congregar y poblar los naturales al margen de las fundaciones españolas. Los pueblos o comunidades de indios se “poblaron en pueblos” a la usanza de los de España, “dándoles traza para hacer plaza y calles, donde habrían de vivir congregados y en policía para recibir la doctrina y servir mejor a los encomenderos”. La categoría asignada es el verbo “poblar”, en el entendido que los “pueblos se pueblan”. Los actores de este poblamiento fueron los indios, a quienes se les devolvía la autoridad étnica para que organizaran sus comunidades, usufructuaran adecuada y provechosamente las tierras de los resguardos, administraran las rentas colectivas y pagaran puntualmente sus tributos. En el territorio de la ciudad de Pamplona el proceso de poblamiento de las comunidades indígenas y posterior erección de las doctrinas inició a finales del Siglo XVI, 1583, con el primer poblamiento de indios de la “Provincia de Chinácota” realizado por Melchor Vázquez Campuzano, y se consolidó a mediados del Siglo XVII con el afianzamiento de la doctrina y pueblo de indios de Cúcuta, poblado por el Doctor Don Diego Carrasquilla Maldonado en 1641. La política indiana aplicada por la Corona Española en esta parte del Nuevo Reino de Granada deja ver cómo las ciudades y sus cabildos fueron responsables de la consolidación, sostenibilidad y desarrollo de las doctrinas de naturales en cada una de sus jurisdicciones. Es así como se reconoce, por ejemplo, que para el año de 1623 se congregaron en términos de la ciudad de Pamplona 12 grandes pueblos de indios con su consecuente erección en doctrina formal en los principales valles fértiles del territorio. Éstas fueron: Chopo, Chinácota y Cúcuta (1641) por el río Pamplona (hoy Pamplonita); Silos, Cácota de Velasco y Labateca por el río Chitagá; Arboledas por el río Zulia; Guaca, Carcasí, Servitá, Cácota de Suratá y Bucaramanga en el actual departamento de Santander; además de la llamada doctrina de los páramos en Vetas, erigida para asistir y doctrinar los indios mineros llevados a este distrito minero desde los pueblos de encomienda. La ciudad de Salazar de las Palmas instituyó el pueblo de indios de Santiago. En la ciudad de Ocaña se poblaron a la usanza hispánica y erigieron como doctrinas formales los pueblos de indios de Brotaré, Aspasica, Carasica, Pueblo Nuevo de Boquiní, La Loma de González, Buenavista y El Palmar (hoy Hacarí), aunque estos últimos ya a finales del Siglo XVIII. En términos de la ciudad de San Faustino de los Ríos se erigió la doctrina de Limoncito de los Motilones, ya en los albores del Siglo XIX, se localizaba en las vegas del río Zulia, en el actual corregimiento de Buena Esperanza. La mayor concentración de población indígena encomendada a finales del siglo XVI se hallaba en la Provincia de Pamplona, así que los esfuerzos por “poblar” sus pueblos de indios se inició justo en el valle del río Pamplona con la confirmación de poblamientos que hiciera el Capitán Alonso de Montalvo en 1586, quien “pobló y dio traza con plaza y calles” a diversos asentamientos como Chopo, Bochalema y Chinácota. En el año de 1602 estos pueblos recibieron la asignación de tierras de resguardo por el Capitán Don Antonio Beltrán de Guevara, corregidor de la ciudad de Tunja, sentando las bases para la congregación y erección de las 12 grandes doctrinas que finalmente estableció el Visitador Don Juan de Villabona y Zubieaurre en 1623 en toda la jurisdicción de la ciudad de Pamplona. [Mapa 4. Los pueblos de indios]

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5. MOVIMIENTO PARROQUIAL GRANADINO: El Momento de las Parroquias Transcurridos unos 150 años después del inicio de los poblamientos indios en “pueblos como los de España” a finales del Siglo XVI y consolidados a principios del XVII, se desarrolló y consolidó paulatinamente una creciente masa poblacional de blancos y mestizos, además de variada población no indígena, que fueron ocupando los valles fértiles del territorio, formando haciendas, estancias y mejoras en inmediaciones de los pueblos de doctrina. Fue así como surgió la necesidad de ordenar y dar vida jurídica a una serie de feligresados no indígenas que crecían a expensas de los pueblos de indios, para lo cual se erigieron múltiples parroquias diocesanas, en un movimiento poblacional conocido como “movimiento parroquial granadino”. Surgieron entonces pujantes parroquias como San José del Guasimal, en 1734, Nuestra Señora del Rosario, en 1774, erigidas en torno al pueblo de indios de Cúcuta; parroquia del Sagrado Corazón de Bochalema, erigida en 1757, entre los pueblos de Chopo y Chinácota. La parroquia de Nuestra Señora de las Angustias de Toledo, erigida en 1790 en inmediaciones del pueblo de indios y doctrina de Labateca. Las parroquias de San Cayetano y Santiago Apóstol fueron erigidas en un mismo expediente o proceso canónico en 1773 y 1778 respectivamente. Como estas muchas parroquias se erigieron en aquella época ya fuera a expensas de un pueblo de indios o de una ciudad; es el caso de Santa Bárbara del Llano de la Cruz (Abrego) erigida a expensasde la propia ciudad de Ocaña en 1807. El movimiento de las erecciones de parroquias estuvo a cargo de presbíteros seculares o diocesanos, como medio de dar estatus político al pueblo del “Común” en crecimiento, que habiéndose agregado originalmente a las doctrinas de los pueblos requerían una entidad político-administrativa mínima para expresarse en "civilidad". Los agentes de este proceso fueron los presbíteros seculares y las élites de comerciantes y terratenientes interesados en construir un escenario o espacio político local propio, separándose de los indios y reivindicando su condición de simples agregados a una doctrina. Querían éstos un cura propio y con ello la institucionalización de un nuevo género de municipalidad, siguiendo desde luego como vecinos de la ciudad matriz (ya fuera Pamplona, Salazar u Ocaña) y gobernados por su cabildo. Redefiniendo un poco lo anterior, para designar la institucionalización de estos nuevos curatos de blancos y mestizos, como entes que materializaron la urbanización y civilidad de los asentamientos rurales del campesinado no indígena, se usó el verbo erigir; entendiendo de paso que el origen de las entidades parroquiales secularizadas tuvieron una doble motivación: de una parte, responder por las necesidades del "pasto espiritual" que requerían las agregaciones campesinas de los distantes curatos de indios, proveyéndose de un clérigo o cura párroco; y de otra parte, la creación de espacios públicos y políticos en su comunidad. Este verbo también fue usado en ocasiones, al lado del verbo fundar, especialmente cuando ciertas parroquias, las más solventes como El Rosario y San Joseph de Guasimal quisieron adquirir o ascender al estatus de villa, como de hecho lo lograron en 1792, cuando les fue conferido el título de “muy nobles, valientes y leales villas”. Para la erección de una parroquia se exigía desde el derecho canónico tridentino el cumplimiento de unos requisitos por parte de los proponentes o feligresados aspirantes, campesinos blancos y mestizos, quienes mediante una concertación y esfuerzos mancomunados lograban surtir. Debían presentar una solicitud formal (proyecto) firmada por todos, o por lo menos por los más notables, supieran firmar o no, pues lo podían hacer a ruego. Aceptada la solicitud en el Tribunal Eclesiástico debían conferir poder a un procurador de causas (abogado) para que llevara el caso. Ese procurador se encargaría de presentar los documentos de rigor, tales como: escritura hipotecaria de compromiso para garantizar la congrua y sustentación del cura (unos 200 pesos de buen oro anuales), compromiso para la construcción del

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templo parroquial y la casa para el cura, soporte de la existencia de un terreno para asentar la parroquia con su templo y solares para el casco urbano, escritura de fundación y dotación de las tres cofradías (Santísimo, las Ánimas y el santo patrón) con las que se garantizaría el mantenimiento del culto, padrón de vecinos, definición de linderos y constancia de los curatos circundantes, entre otros documentos. Una vez se surtían o verificaban cabalmente todos esos requisitos se producía la aprobación canónica y el expediente pasaba para titulación en la Real Audiencia, tribunal que preparaba el decreto de erección parroquial que finalmente firmaba y expedía el Virrey, titulando ese feligresado aspirante en parroquia formal. Así las cosas, mientras que las ciudades tuvieron como agentes las huestes conquistadoras, y se les aplicaba genéricamente el verbo fundar, a los pueblos de indios o doctrinas de naturales, cuyos agentes eran las comunidades prehispánicas sometidas y encomendadas por los vecinos de las ciudades, se les asignaba el verbo poblar; al movimiento poblacional parroquial, que tuvo como artífices a los conglomerados blancos y mestizos desarrollados en los valles fértiles de la jurisdicción de la ciudad, bien avanzado el Siglo XVIII, se les definió como proceso de erecciones parroquiales, empleando de hecho el verbo erigir. [Mapa 6. Parroquias erigidas hasta 1820]

6. LOS PUEBLOS DEL CAFÉ: Una vez consolidada la Independencia e instaurado el régimen liberal republicano, los mercados y la economía del mundo trazaron nuevos horizontes para estos territorios de frontera. Llega el café como nuevo producto para el mercado y con él una nueva vocacionalidad económica. Entra la actividad caficultora por la frontera venezolana, aún en tiempos coloniales, y se consolida a partir de la década de los años 840’s, con el establecimiento de las casas comerciales e inversoras extranjeras. Este cultivo exigía la roturación de más y más tierras cada que la demanda crecía y su industria se hacía más próspera, lo cual trajo como consecuencia inmediata una vertiginosa ampliación de la frontera agrícola tradicional, apertura de nuevos caminos y comercios, construcción de ferrocarriles, atracción de nuevos pobladores o inmigrantes, y por supuesta el establecimiento de nuevos asentamientos humanos en esas zonas recientemente colonizadas. Es así como vienen a la luz pueblos cafeteros como Ragonvalia, Herrán, Durania y La Donjuana, además de populosas veredas y caseríos rurales como El Diamante y Tescua en Pamplonita, o Lauchema y Palogordo en Villa del Rosario, entre otros. En la mitad sur y el oriente del actual departamento Norte de Santander, en los territorios correspondientes a las cuencas de los ríos Pamplonita y Zulia, se desarrollaron y proyectaron unos centros y sentidos del crecimiento poblacional y ocupación e incorporación de nuevos espacios al sistema productivo. A las viejas ciudades coloniales de Pamplona y Salazar de las Palmas, líderes naturales del poblamiento y construcción de nuevos espacios, se les sumaron florecientes asentamientos como San José de Cúcuta y Chinácota, que desde sus plazas y mercados pulsaron la expansión de la frontera agrícola y el crecimiento poblacional campesino a la luz de la creciente agroindustria del café. Se constituyeron entonces, tanto San José de Cúcuta y Chinácota como misma Salazar de las Palmas, en su centro, y Pamplona desde el sur occidente, en los ejes pulsores del establecimiento cafetero en las montañas de la cuenca del Zulia. En el Siglo XVIII e incluso hasta la primera década del Siglo XIX el cacao era el producto líder en los mercados regionales, con destino al mercado mundial. A la luz del cacao surgieron todos estos pueblos de tierra caliente como San Cayetano, San José de Cúcuta y Villa del Rosario. Sin embargo, en las postrimerías del periodo colonial el cacao sufrió diversas plagas de carácter fitosanitario y su

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economía decayó considerablemente, lo cual obligó a los hacendados y campesinos productores a instrumental una diversificación en sus cultivos, viniendo a la vida un producto muy oportuno, valioso y rendidor: el café. Así vio el panorama socioeconómico de estos valles el General Agustín Codazzi y su Comisión Corográfica, en torno a estos dos productos y su mercado, año de 1850.

Hubo un tiempo en que las riberas del Zulia, desde Santiago hasta más debajo de Limoncito, se hallaban sembradas de cacaotales que por la abundancia de sus cosechas constituían la riqueza privilegiada de los valles de Cúcuta; hoy todas las haciendas, excepto las ribereñas de Táchira, están destruidas a causa de la mancha, enfermedad que mata el fruto antes de sazonarse, y cuya procedencia no se ha podido descubrir para combatirla. Pero no están cerradas por esto para los valles las puertas de la prosperidad; quedándoles el cultivo del café, como compensación del ya imposible del cacao. Los terrenos de la llanura de Chinácota y de las vagas altas del Pamplonita, las pingües laderas de Salazar y Arboledas, y las no menos favorecidas de Calderera, piden extensas plantaciones de cafetos que rendirán cosechas abundantes de muy rico fruto. Aunque los valles de San José y Cúcuta, extenuados tal vez por la producción de cacao, por haberlos fatigado con una sola especie de cultivo, remunerarían sobradamente al agricultor, si les confiara otras sementeras también valiosas para el consumo interior y para la exportación a Maracaibo21.

El café llegó en los últimos años del Siglo XVIII y compartió suelos con el cacao en tierras de Villa del Rosario y Cúcuta. Evidencias documentales muestran que, contradiciendo lo expuesto por la historiografía tradicional, el café llegó y se desarrolló en primera instancia, no en Rubio, ni en Salazar, sino en Villa del Rosario. Los primeros registros de cultivos a nivel de inventarios agrícolas, así como de comercialización del grano, se dieron en Villa del Rosario con productores muy avezados como Don Antonio Sánchez Osorio y Don Pedro Chauveau, vecinos de esta Villa, quienes en sus haciendas, ahí justo en las riberas del río Táchira, beneficiaban cacao y café simultáneamente ya en 1803. Un crecido número de negocios, compraventas y créditos muestran que el café era un producto muy boyante en estos valles en aquella primera década del Siglo XIX, lo cual indica que los primeros entables debieron establecerse en el siglo anterior. El café no solo vino a reemplazar el cacao como producto de exportación, se consolidó y de inmediato generó la colonización de nuevas tierras, la ampliación de la frontera agrícola y con ello nuevos poblamientos en el corazón de estas montañas, hasta entonces ignotas e incultas. ¿Pero qué significó el café en términos del poblamiento y construcción de nuevos espacios y asentamientos humanos a lo largo del Siglo XIX y primera parte del XX? ¿Qué nuevos actores sociales entran o se configuran en este territorio a la luz de la economía cafetera? ¿Qué implicaciones internacionales y a nivel de mercado mundial se dieron a partir del establecimiento y desarrollo cafetero en estas partes? En términos espaciales o geográficos, entre las cuencas de Pamplonita y Zulia se tejieron unos centros estratégicos que sirvieron de motor y soporte para la expansión cafetera, dado que el café tenía connotaciones inminentemente comerciales de carácter internacional. San José de Cúcuta sirvió como centro comercial y de acopio de la producción cafetera de todo el territorio, pues desde esta plaza el producto debía salir por el camino del Zulia a la ciudad de Maracaibo y al mundo. Las poblaciones de Chinácota y Salazar soportaban el creciente campesinado que poco a poco se iba adentrando por las laderas y estrechos valles andinos del territorio, derribando montaña y sembrando cafetos. Pero al mismo tiempo servías de primeros mercados y centros de acopio, especialmente para la compra del grano a pequeños productores. Surtían de abastos, pulpería, herramientas, vestuario y servicios civiles y religiosos a las comunidades; por eso puede verse a Chinácota, Salazar y

21 CODAZZI, Agustín. Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. Volumen V, Estado de Santander. Antiguas provincias de Vélez, Socorro, Soto, Ocaña, Santander y Pamplona. Bogotá: Universidad Nacional-Universidad del Cauca, 2004. Pág. 361.

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Pamplona como centros pulsores de la colonización cafetera de las montañas santandereanas durante el siglo XIX y primera mitad del XX. Desde Chinácota se pulso no solo la colonización y poblamiento de Ragonvalia, Herrán y La Donjuana en la cuenca del Pamplonita-Táchira; sino que sirvió de soporte para el desarrollo agrícola, poblacional e institucional de Durania, en la cuenca del río Zulia. Lo mismo la ciudad de Pamplona, pues aunque se encuentra fuera de la cota climática cafetera, sí soportó y apoyó colonizaciones hacia Cucutilla y Arboledas en la misma cuenca del Zulia, dado que esas poblaciones han orbitado desde sus orígenes más tempranos en torno a esa tradicional plaza, la vieja ciudad de Pamplona, sede de gobierno provincial y del gobierno eclesiástico de todo el territorio. De hecho, la administración eclesiástica de Pamplona jugó un papel determinante en la institucionalización y desarrollo de todos los asentamientos, en todos los tiempos; especialmente en lo concerniente a la erección de parroquias y consolidación de comunidades rurales. Desde Salazar de las Palmas se soportaron y pulsaron diversos poblamientos, todos bajo la perspectiva del café, como los actuales municipios de Gramalote y Lourdes, además de pequeños asentamientos como Villa Sucre en Arboledas y el Carmen de Nazareth en el mismo Salazar. Además, con respecto al papel de Salazar como núcleo pulsor de nuevos poblamientos cafeteros, puede advertirse cómo estos asentamientos urbanos y campesinos de la cuenca del Zulia están mucho más distantes de los centros de mercadeo como San José de Cúcuta y Pamplona, y no contaron con vías de comunicación muy favorables como el Ferrocarril de Cúcuta que su Línea Sur alcanzó a llegar hasta el caserío de El Diamante, mas no por ello dejaron de alcanzar y poner en el mercado grandes volúmenes de producción cafetera, así como un importante crecimiento poblacional.

7. LOS PUEBLOS CONTEMPORÁNEOS La expansión cafetera y agrícola del Siglo XIX, favorecida por el Ferrocarril y la conexión del país con el mercado mundial a través de Maracaibo, realizó notables modificaciones al espacio, no sólo por la urbanización de zonas rurales, sino por el trazo de caminos, construcción de puentes, tala indiscriminada de bosques, roturación de más y más tierras, incluso colonizando páramos y las hoy llamadas zonas estratégicas. De hecho también se desarrollaron poblamientos en climas fríos hacia sectores como Mutiscua, este último erigido como municipio en 1841. Con respecto a los asentamientos modernos desarrollados a la vera de los caminos y carreteras, igualmente relacionados con la actividad agroganadera, son notables El Zulia, en el camino a Ocaña y Salazar, La Laguna y Berlín en el camino a Bucaramanga; y múltiples asentamientos veredales que ostentan categorías de corregimientos o inspecciones de policía, y que configuran una espacialidad poblacional muy dinámica y transformadora del espacio. Hoy también se puede hablar de colonizaciones sistemáticas o desordenadas de extensas zonas forestales como el Catatumbo, virgen hasta hace poco más de 50 años, pulsadas por la explotación de hidrocarburos. De esos procesos surge el municipios de Tibú y su amplio número de corregimientos, algunos de los cuales recibieron otras pulsiones como los cultivos ilícitos; asentamientos contemporáneos que bien podríamos llamar los “pueblos del petróleo y de la coca”.

8. A MANERA DE CONCLUSIÓN Con el conocimiento adecuado y suficiente en torno a los orígenes y devenir histórico dado en la

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constitución, consolidación y desarrollo del actual territorio, los habitantes actuales tendrán un mejor soporte de su génesis identitaria. Se tendrá una mejor conciencia de la asencia de cada pueblo, de sus recursos, de la manera en que se han utilizado a través del tiempo, además de saber ¿Cuál es el origen de cada localidad? Pudiendo responder entonces: es una ciudad española, un pueblo de indios, una parroquia granadina, un pueblo cafetero o moderno, o un pueblo contemporáneo. Por ejemplo: Si se está en la plaza Agueda Gallardo de Villamizar de Pamplona se podrá exclamar ¡Ésta, por sus orígenes, es una ciudad española, fundada en el siglo XVI! Si se encontrara en la “Esquina del Matacho” de la localidad de Silos, se podrá decir: Este es un pueblo de indios en su origen más remoto, poblado en 1602 y erigido como doctrina formal en 1623. Pero estando en la plaza central de Matanza, Cucutilla o Cáchira, preguntando por su constitución o institucionalidad primigenia, se escucharía que devienen de una parroquia diocesana erigida aún en tiempos coloniales. Y como estos casos, si se encontrara en Mutiscua, California, Tona o Charta se advertiría que son asentamientos y municipalidades creados a la luz del desarrollo poblacional del Siglo XIX, pulsados algunos por el cultivo del café, por el desarrollo agroganadero favorecido por los nuevos polos de desarrollo decimonónicos como Bucaramanga. Otros pueblos como La Vega de Cáchira, La Laguna de Mutiscua y Silos, o el mismo municipio de La Esperanza en Santander, surgidos como asentamientos desarrollados a la vera de los caminos, en virtud del comercio y circulación de transportadores y viajeros.

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Tabla 1. Origen e institucionalidad de los asentamientos del territorio Nortesantandereano Momento y Categoría

AsentamientoFecha de

InstitucionalizaciónNombre Actual

Pamplona de Indias 1549 Pamplona

Ocaña 1570 Ocaña

Salazar de las Palmas 1583 Salazar

Chopo 1583, 1602 y 1623 Pamplonita

Chinácota 1586, 1602 y 1623 Chinácota

Cácota de Velasco 1602 y 1623 Cácota

Arboledas 1602 y 1623 Arboledas

Silos 1602 y 1623 Silos

Labateca 1602 y 1623 Labateca

Santiago 1643 Santiago

La Palma 1788 Hacarí

San Josef del Guasimal 1734 San José de Cúcuta

Sagrado Corazón de Bochalema 1757 Bochalema

Nuestra Señora del Rosario 1761 Villa del Rosario

San Cayetano 1774 San Cayetano

Ntra Sra de las Angustias de Toledo 1790 Toledo

La Concepción de Cucutilla 1804 Cucutilla

Sta Bárbara del Llano de la Cruz 1807 Ábrego

San Juan Nepomuceno de Chitagá 1808 Chitagá

Nuestra Señora del Carmen 1808 El Carmen

San Isidro Labrador de Teorama 1812 Teorama

San Pedro 1826, 1857 y 1889 Villa Caro

Convención 1829 Convención

Mutiscua 1841 Mutiscua

Galindo 1864 Gramalote

Planadas, Concordia 1877 Ragonvalia

San Calixto 1892 San Calixto

Cáchira 1897 Cáchita

Sardinata 1906 Sardinata

Mundo Nuevo 1911 Herrán

Córdoba 1911 Durania

Lourdes 1925 Lourdes

La Playa de Belén (antes Aspasica) 1930 La Playa

Bucarasica 1938 y 1941 Bucarasica

El Zulia 1959 El Zulia

Los Patios 1985 Los Patios

Puerto Santander 1994 Puerto Santander

La Esperanza 1994 La Esperanza

Tibú 1977 Tibú

El Tarra 1990 El Tarra

Movimiento Parroquial

Granadino, Siglo XVIII

Pueblos de Indios, Siglo

XVII

Ciudades fundadas, Siglo

XVI

Pueblos modernos o

pueblos del café, Siglo XIX

Pueblos contemporáneos o

pueblos de los caminos y el

petróleo, Siglo XX

Fuente: PABÓN VILLAMIZAR, Silvano. Historia del Poblamiento…

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Tabla 2. Síntesis del Poblamiento y Construcción del Territorio del Santurbán MOMENTOS DEL POBLAMIENTO

PERIODO HISTORICO PROCESOS SOCIOECONOMICOS EFECTOS SOCIOAMBIENTALES

1º. Conquista Española y fundación de las ciudades: Vélez,

Pamplona y Salazar

Segunda mital del Siglo XVI

Encuentro y percepción de las naciones étnicas que ocupaban el territorio. Apuntamiento, reparto y titulación de las encomiendas, como institución y médio para la apropiación y usufructo de la fuerza laboral de la población nativa. Inicio de la incorporación de las comunidades indígenas al sistema hispánico, especialmente en el laboreo de las minas, en la empresa agroganadera y en el servicio personal o doméstico. Se abren caminos y turas comerciales, tanto de los centros poblados de españoles como con los distritos mineros y con los mercados externos.

Establecimiento de los distritos mineros, activados con mano de obra indígena, esclava y contratada (Minas de Los Páramos −Las Vetas, Páramo Rico, Suratá y Montuosas−; y minas del Río del Oro). Implementación de unidades agroganaderas en los valles fértiles del territorio, en inmediaciones de los asentamientos indígenas ancestrales, incorporando nuevas especies, tanto animales como vegetales (trigo, cebada, ganado mayor y menor, entre otras). Combio brusco en las vocacionalidades y técnicas o prácticas para el uso del suelo. Fuerte impacto demográfico sobre la población nativa y crecimiento vertiginoso de la población no indígena. Extracción intensiva de recursos forestales y faunísticos.

2º. Los Pueblos de

Indios

Comienzos del Siglo XVII

a- Reducción o poblamiento de las comunidades indígenas a la usanza hispánica, con traza ortogonal, plaza y calles, templo, casa cural y cárcel.

b- Se establecen las doctrinas en los distritos mineros de Las Betas, Montuosa (hoy California), Suratá y Real de Minas de Bucaramanga en el río del Oro.

c- Construcción de capillas doctrineras y reorganización de las autoridades étnicas.

d- Asignación de tierras de comunidad o resguardos a los distintos pueblos de indios.

e- Agregaciones de pueblos y establecimiento de las grandes doctrinas como Silos, Chopo, Cácota de Velasco, Guaca, Cácota de Suratá y Arboledas.

a. Consolidación de los cambios de vocacionalidad en el uso del suelo, incorporando en forma extensiva e intensiva cultivos de origen europeo como trigo, cebada y hortalizas en las tierras de comunidad o resguardos indios; tales como Silos, Chopo y Cácota de Velasco, Arboledas, Cácota de Suratá y Chinácota, entre otros. b. La concentración o poblamiento de los indios en pueblos como los de España, limitados a sus resguardos, dejó libres muchas tierras que de inmediato fueron entregadas para labranza y ganadería por parte del campesinado blanco y mestizo en aumento. c. Se produce una ampliación de la frontera agrícola y una ruralización de las ciudades. d. Se consolidan las haciendas y grandes propiedades coloniales de españoles y mestizos en inmediaciones de los pueblos de indios.

3º. Las Parroquias Diocesanas de

Blancos y Mestizos

Siglo XVIII, finalización del periodo colonial

(1730 -1820)

a- Se consolida el poblamiento de blancos y mestizos en los valles fértiles del terrotorio, fortaleciendo los mercados locales en los pueblos o doctrinas de naturales, a donde asistían como agregados a cumplir sus preceptos religiosos. b- Se consolidan pequeñas élites terratenientes a partir del sistema hacendatario, como productores agroganaderos, además del campesinado arrendatario y de colonos que allí se establecían. c- Se presentan y realizan los proyectos de erecciones parroquiales, desarrollando un nuevo movimiento poblacional: las parroquias diocesanas como San José del Guasimal, San Laureano del Real de Minas de Bucaramanga, Santo Exehomo de la Matanza, La Concepción de Cucutilla, San Luis de Toledo, Sagrado Corazón de Bochalema y San Cayetano, entre otras.

a. Procesos de colonización con actividades antrópicas que generaron fuerte transformación del paisaje, especialmente por la apertura de nuevos caminos, roturación de nuevas tierras, explotación de maderas para minería y construcción de viviendas, alto consumo de leña para trapiches y haciendas, establecimiento de criaderos extensivos de ganado mayor y menor, uso de caudales de agua para mover molinos en las minas y en los centros productores de trigo y mieles. c. Florecimiento o desarrollo de centros poblados urbanos, erigidos la luz del movimiento de parroquianización de los feligresados rurales no indígenas, con las concecuentes repercuciones en la modificación del medio ambiente y la demanda de recursos como madera, agua, carbón vegetal y leña. d. Ampliada incorpotración de especies vegetales y animales, ganado de todas especies, e intensificación de las actividades depredadoras como la caza indiscriminada de especios nativas.

4º. Asentamientos

Decimonónicos: Poblamiento

Acelerado de la Cordillera Oriental

Siglo XIX y primera parte del

Siglo XX

a. Llegada y consolidación de la economía del café, con centros de pulsión y expansión de esta agroindustria como Villa del Rosario, Chinácota y Salazar en el actual Norte de Santander, Piedecuesta, Rionegro y Bucaramanga en Santander. b. Se consolidan los mercados de Cúcuta y Bucaramanga como nuevos polos de desarrollo, especialmente con la instalación de casas de comercio extranjeras y la apertura de caminos y construcción de ferrocarriles. c. Aumento vertiginoso de la población campesina, así como el establecimiento de nuevos asentamientos urbanos como Cáchira, Tona, Charta, Mutiscua, Gramalote, Herrán, Ragonvalia, Durania, Lourdes y California, entre otros. d. Consolidación de una producción para el mercado, con la debida ampliación del transporte por diferentes medios y vías.

a. Se produce un gran movimiento socioeconómico en procura de más y más tierras para roturar; el Estado y la Iglesia Católica pulsan las talas de bosque para el establecimiento de fundaciones agrícolas cafeteras y ganaderas. b. La apertura de nuevas vías como caminos de herradura, caminos carreteros y ferrocarriles motivan la colonización ampliada de tierras valdías que pronto son incorporadas a la explotación de recusos. c. Se desarrolla una mayor demanda de productos agrícolas, pecuarios, materias primas y servicios públicos para las poblaciones asentadas, lo cual repercute en una mayor intervención de los recursos naturales y los elementos ambientales, continuando su deterioro por la utilización de técnicas inapropiadas y no sostenibles. d. Aumenta la población de equinos y mulares para el transporte, así como la población ganadera, tanto mayor como menor; indicador del avance de la colonización y el mismo aumento de la población.

5º. Colonización de

Tierras en el Bosque Alto Andino

Siglo XX

Importantes procesos de colonización de las tierras frías de la cordillera oriental, dando paso a la fundación de los municipios de California (1904), Charta (1924 y el Playón (1962)

Deterioro de las zonas de bosque alto andino por la tala y quema del bosque con la apertura de potreros ganaderos, agricultura en tierras de altas pendientes, así como la utilización de técnicas de explotación minera inapropiadas.

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9. Bibliografía AGI, Justicia 561. ff 174-187 Información sobre la Conquista y Poblamiento de la ciudad de Pamplona en el Nuevo Reino de Granada, hecha por Alonso Rodríguez de Escobar, año de 1551. AGN: Historia Civil. Tomo 19 ff 782 - 794. Probanza de Servicios del Capitán Francisco Fernández de Contreras, año de 1572. Publicada en Hacaritama, números 56 - 60, año de 1939. AGUADO, Fray Pedro. Recopilación Historial. Bogotá: Presidencia de la República, 1959. Libro VI. Original Siglo XVI. CODAZZI, Agustín. Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. Volumen V, Estado de Santander. Antiguas provincias de Vélez, Socorro, Soto, Ocaña, Santander y Pamplona. Bogotá: Universidad Nacional-Universidad del Cauca, 2004. Pág. 361. CORPONOR, Proyecto Atlas Ambiental de Norte de Santander (Inédito). San José de Cúcuta, 2006. MARTÍNEZ GARNICA, Armando y otros. Las Categorías Jurídicas del Poblamiento en la región Santandereana. En: Anuario de Historia Regional y de las Fronteras No. 1. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 1995. Pág. 150. MARTÍNEZ GARNICA, Armando. El Régimen del Resguardo en Santander. Bucaramanga: imprenta Departamental, 1993. MARTÍNEZ GARNICA, Armando. Legitimidad y proyectos políticos en los orígenes del gobierno del Nuevo Reino de Granada Colección bibliográfica Banco de la República; Santafé de Bogotá, 1992. PABÓN VILLAMIZAR, Silvano. Historia del Poblamiento y Construcción del Espacio hispánico en Pamplona. San José de Cúcuta: Cámara de Comercio, 1996. PABÓN VILLAMIZAR, Silvano, Desarrollo Poblacional de los Valles de Cucutilla y Arboledas: de los pueblos de naturales a los feligresados parroquiales. En: Poblamiento Regional, Etnohistoria y Etnografía en Pamplona. Cúcuta: imprenta Salesiana, 1994. RAH, Relaciones Geográficas de Ocaña, 1578. Legajo 9 - 4661. Expediente VI, documento h. RICO VILLAMIZAR, José de Jesús. América Dolor Inédito. Bogotá: Antares, 1992. SANTUARIO DE FAUNA Y FLORA SISAVITA. DOCUMENTO DE DECLARATORIA PARA LA ACADEMIA DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES. CORPONOR: San José de Cúcuta, 2005. SIMÓN, Pedro. Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales y del Mar Océano. Bogotá: Banco Popular; 1986. Tomo III. p. 312