Ponencia Infancia Bachelard
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CONGRESO INTERNACIONAL: “FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN EN NUESTRA
AMÉRICA. Políticas, Escuelas e Infancias” Facultad de Filosofía y Letras. Universidad
Nacional de Cuyo, 28 al 31 de octubre de 2009.
Ponencia: “Vigilancia epistemológica, formación, infancia y creación. Una lectura de
Bachelard”
Autora: BECERRA BATAN, Marcela Renée.
Institución: Proyecto de Investigación Consolidado 22 H816: “Tendencias epistemológicas
y teorías de la subjetividad: su impacto en las ciencias humanas”. Facultad de Ciencias
Humanas, Universidad Nacional de San Luis
A partir de lo indagado en nuestra tesis (1), en este trabajo intentaremos brindar
nuestra lectura de la noción de “vigilancia epistemológica” en Gaston Bachelard,
especialmente la “(vigilancia)⁴”, relacionándola con las cuestiones de la formación, la
infancia y la creación.
En ese sentido, en un primer momento, cabe rescatar valiosos aportes de
comentadores de la obra de Bachelard: Georges Jean (1983), Michel Fabre (1994, 1995
y 2003), Elyana Barbosa y Marly Bulcão (2004), quienes han destacado que de la
filosofía bachelardiana puede desprenderse una filosofía de la educación y una
propuesta pedagógica de la razón y de la imaginación a la altura de estos tiempos. Así,
de Jean retomamos su idea de que en la obra bachelardiana pueden encontrarse los
principios de una pedagogía del “no”, del “contra” y del “porvenir”; pedagogía capaz de
promover una dialéctica entre la actividad racionalizante y la imaginación reunificada.
Esta pedagogía, centrada en la noción de infancia como “obstáculo epistemológico” y
como “estado permanente”, plantea hoy la necesidad y la exigencia de adquirir una
cultura doble y continuada en una escuela permanente, que apunte a formar
dialécticamente un onirismo lúcido y una razón conquistadora y a sintetizar las
actividades del pensar, el estudiar y el soñar. También acordamos con Fabre, quien
muestra en Bachelard el “cuádruple arraigo” de su noción de formación basada en una
nueva filosofía del cogito: arraigo epistemológico, ético, estético y ontológico, la noción
de formación como estructura de existencia, como acto de deformación-reforma
incesante y como base de una utopía escolar con valor de actualidad. También
coincidimos con Barbosa y Bulcão, quienes exponen las ideas pedagógicas implícitas en
la obra de Bachelard y sus contribuciones a la pedagogía: a partir de la concepción de
una estructura dinámica y dialéctica del hombre, Bachelard hace de la pedagogía la
forma de la razón y de la imaginación. Contra todo instinto conservativo, una verdadera
Escuela debería apuntar a la formación de una razón turbulenta y agresiva en incesante
rectificación, así como de una imaginación creadora, para una elevación de lo humano.
Ahora bien, más allá de los valiosos aportes antes referidos, en este segundo
momento del trabajo brindamos nuestra perspectiva, que entendemos no ha sido
suficientemente señalada: la necesidad de considerar a la (vigilancia)⁴ como la base
ontológica y como la condición de posibilidad subjetiva de la formación, de la
reanudación de la infancia y de la creación.
Bachelard expone con madurez el concepto de “vigilancia epistemológica” en El
Racionalismo aplicado (de 1949), gracias a un “uso polémico”(1) de la noción freudiana
de “superyó”; noción de la que se sirve libremente para plantear la posibilidad de una
vigilancia intelectual de sí mismo, que permita el pasaje de una vigilancia autoritaria a
una vigilancia normativa, promotora de formación y de creación cultural.
La vigilancia epistemológica apunta a una revisión de los aparatos psíquicos en
la actividad de la investigación científica. Ahora bien, la propia vigilancia de los
aparatos psíquicos necesita ser vigilada, lo cual da lugar a una “psicología exponencial”.
Según esta “psicología” –que es más bien un psicoanálisis intelectual-, Bachelard
distingue factores por los que habría que multiplicar una base de vigilancia para obtener
una potencia de dicha vigilancia, y así propone cuatro vigilancias: vigilancia simple,
(vigilancia)², (vigilancia)³ y (vigilancia)⁴. Podemos caracterizar a la vigilancia simple
como la conciencia de la preparación teórica, metodológica y técnica de un sujeto
científico, preparación desde la cual espera atentamente definir un fenómeno como
objeto de conocimiento científico y desde la cual también se dispone para lo inesperado
que pueden presentar los fenómenos en la experiencia científica. En cuanto a la
(vigilancia)², ésta es la conciencia de la aplicación rigurosa de un método, la
conciencia de que los métodos construyen los objetos – de que son “principios de
información” que “forman hechos” científicos-. Esta conciencia no es un dato
inmediato, sino que surge después de haber cometido faltas. Gracias a los errores y
faltas, la (vigilancia)² es una suerte de “alerta metodológico” que lleva a establecer
“censuras especiales”, para no pasar sin cuidados de la experiencia a la teoría, de lo
aproximado a lo riguroso, de lo probable a lo seguro, ó a la inversa. Con relación a estas
censuras especiales, en El oficio de sociólogo, Bourdieu, Passeron y Chamboredon han
usado la expresión “búsqueda de rigores específicos”, opuesta a un “rigorismo
tecnológico” (Bourdieu et al, 1994, p. 21). Ahora bien, en la (vigilancia)³ no sólo se
vigila la aplicación del método, sino también al propio método. Cuando se plantean
momentos de crisis de los métodos en investigaciones especializadas, para un sujeto
científico se presenta la oportunidad de emprender una crítica al carácter absoluto de los
métodos y más radicalmente, una crítica a su superyó de cultura, que se ha formado a
través de la enseñanza y de la historia de la ciencia. A partir de esta crítica radical,
podrán recrearse libremente los legados culturales. Subrayamos aquí que, para
Bachelard, se requiere un previo ejercicio de la razón polémica, una crítica a todas las
formas antecedentes de la cultura depositadas en el superyó contingente, para que se den
las condiciones subjetivas de una libertad para crear. Además, aquí encontramos
nuevamente una referencia a la transgresión -que nos recuerda al "complejo de
Prometeo" como complejo nuclear de la vida intelectual-; así, en esta (vigilancia)³, el
sujeto llega a preguntarse “...si las reglas de la razón no son censuras a transgredir”
(Bachelard, 1978b, p. 80). Por esta vía, se arriba a entender que la finalidad de los
métodos apunta al progreso de los conocimientos; si este progeso se ve obstaculizado,
cabe entonces hacer libre uso de otras opciones metodológicas y hasta proponer nuevos
métodos como “estratagemas útiles en las fonteras del saber” (Bachelard, 1985, p. 39).
Bachelard admite aquí un pragmatismo no pasajero, sino profundo, “...un pragmatismo
que busque motivos de superación, de trascendencia...” (Bachelard, 1978b, p. 80) y que
entendemos vinculado con la libertad para crear antes referida.
Y finalmente, Bachelard postula una (vigilancia)⁴ como una posibilidad
excepcional, que se presentaría sólo en algunos sujetos de conocimiento que arriban a
ensoñaciones poéticas ó a meditaciones filosóficas especiales. En instantes de “extremas
lucideces”, un sujeto llega a captar que no hay origen ni destino que lo determinen
absolutamente, sino que más allá de toda determinación, puede renacer a partir de un
“quinto elemento”: “Parecería que fuera a una doctrina de los nacimientos a lo que
habria que llegar. Cuando nos dejamos conducir por los poetas, tenemos la impresión de
que es necesario fundar un quinto elemento (...), el elemento dialéctico de las cuatro
materias con las que durante diez años nos hemos puesto sistemáticamente a soñar”
(Bachelard, 1978b, p. 80).
¿Cómo entender la (vigilancia)⁴? Arriesgamos una interpretación de estos
difíciles pasajes, orientada hacia nuestro tema. Pensamos que Bachelard recapitula aquí
sus reflexiones acerca del tiempo como instante, sus desarrollos acerca de la
imaginación y de lo imaginario y asimismo, que anticipa cuestiones que terminará de
elaborar en La poética de la ensoñación (de 1961), referidas a “las ensoñaciones hacia
la infancia”. En esa dirección, recogeremos algunos puntos de los textos bachelardianos
que entendemos vinculados con la (vigilancia)⁴, que van desde La intuición del instante
(de 1932) hasta el ya referido El Racionalismo aplicado.
Primeramente, en La intuición del instante, Bachelard plantea la posibilidad de
volver a esa “fuente de Juvencia intelectual” (Bachelard, 1980, p. 8) que es el “acto de
razón”; acto caracterizado como la “hora luminosa”, la “diferencial del conocimiento”,
el “momento sintético” a partir del cual el sujeto comprende “su propio mensaje”,
asume lo reglado y lo libre de su propia vida, cobra conciencia de lo irracional, surge
como espíritu a partir de la ignorancia. Este acto es una decisión en el instante, que
puede ser reanudado para retomar posibilidades de creación. Si tenemos en cuenta estos
desarrollos, podemos ahora sostener que todo lo antes expresado puede decirse de la
(vigilancia)⁴; en ese sentido, ésta sería un “volver a las fuentes” del “acto de razón”;
acto que revela al sujeto “..que nada hay ya determinado por un destino venido de los
orígenes” (Bachelard, 1978b, p. 80), sino que es posible renacer y crear.
Luego, en La dialéctica de la duración (de 1936), Bachelard plantea que el
“ritmoanálisis” propuesto por Pinheiro Dos Santos es una terapia que permite al sujeto
reencontrar los propios ritmos de la infancia. Así desde la adultez, vueltos hacia la
infancia como la fuente de los ritmos formadores, es posible curar a un psiquismo que
padece de “una esclavitud a los ritmos inconscientes y confusos” (Bachelard, 1978, p.
162), e introducir oscilaciones rítmicas entre las tendencias inconscientes y los
esfuerzos de conciencia, para poder sublimar, recrearse y crear. Desde esta perspectiva,
podríamos entender a la (vigilancia)⁴ en relación con la infancia, como la posibilidad de
volver a “los nacimientos” y de proponer un ritmoanálisis entre ensoñaciones hacia la
infancia y compromiso poético ó racionalista.
Más tarde, en “Instante poético e instante metafísico” (de 1939), Bachelard
considera que la poesía puede liberar al sujeto de las cadenas del “tiempo horizontal”,
para hacerlo ingresar en el “tiempo vertical” del instante poético (cfr. Bachelard, 1980,
p. 123-124). Desde esta perspectiva, podríamos entender a la (vigilancia)⁴ como un
instante poético y a la vez metafísico: “Sería más bien por el lado poético o en
meditaciones filosóficas muy especiales que hallaríamos las extremas lucideces de la
(vigilancia)⁴ ...” (Bachelard, 1978b, p. 80). Podemos entender asimismo que, en cuanto
instante poético y metafísico, la (vigilancia)⁴ está separada de los tiempos horizontales
de las cosas, de los otros y de la vida.
Si además tenemos en cuenta los desarrollos de los textos dedicados a la
imaginación, recuperamos en primer término la noción de “primitividad poética” del
libro Lautréamont (de 1939). Allí Bachelard afirma que, paradojalmente, la
primitividad en poesía es tardía: “La poesía primitiva, que debe crear un lenguaje, que
siempre debe ser contemporánea de la creación de un lenguaje, puede verse entorpecida
por el lenguaje ya aprendido (...) Uno debe desembarazarse de los libros y de los
maestros para encontrar la primitividad poética” (Bachelard, 2005, p. 49). En ese
sentido, proponemos pensar que la (vigilancia)⁴, que viene justamente después de la
crítica radical a toda los legados culturales emprendida en la (vigilancia)³, es el instante
de la primitividad poética en el cual, después de desaprender lo aprendido, volvemos
tardíamente a las fuentes primitivas de la infancia, para recrear las imágenes y el
lenguaje.
Asimismo, a partir de los textos de Bachelard dedicados a las materias del
cosmos, creemos entender que el “quinto elemento” al que se hace referencia en la
(vigilancia)⁴ es “lo imaginario”, que es la fuente del dinamismo creador de la
imaginación de los cuatro elementos cósmicos. Hasta esa fuente de lo imaginario nos
conducen los poetas, si nos dejamos llevar por ellos (cfr. Bachelard, 1978b, p. 80).
Si además tenemos en cuenta el escrito “La niñez de Rimbaud” (de 1948),
podremos vincular a la (vigilancia)⁴ con la “sobreinfancia”, con una infancia “que
toma conciencia de sí” (Bachelard, 1997, p. 154) y que se vuelve hacia las “dos grandes
fuentes de los símbolos”: hacia “las construcciones lúcidas y la organización
inconsciente” (cfr. Bachelard, 1997, p. 154), para poder crear una poesía completa.
En síntesis, en este contexto, entendemos la (vigilancia)⁴ como instante poético
y metafísico, como la posibilidad de volver al acto de razón y a las fuentes de los
símbolos y en definitiva, a lo imaginario, para desde allí “nacer”, alcanzar una
sobreinfancia y encontrar una primitividad poética que permitan la creación, en poesía
y/o en ciencia.
Subrayamos que el recorrido realizado permite mostrar la noción de
(vigilancia)⁴ como: 1) un punto de unión de toda la obra bachelardiana: sus abordajes
de la razón, de la imaginación y del tiempo como instante; 2) un fundamento ontológico
de su propuesta pedagógica, al reconocer en el instante el momento a partir del cual se
pueden activar dialécticas entre imaginación y razón, para dar lugar a la creación
artística y/o científica; 3) el principio y la culminación de toda meditación filosófica que
vuelve reflexivamente sobre el sí mismo, el cogito ó el pensar y 4) la condición sine
qua non de la emergencia de una subjetividad, con sus posibilidades singulares de
formación, de reforma y de invención, desde las fuentes de la infancia y de lo
imaginario.
Por último, cabe destacar la vigencia de esta reflexión bachelardiana y su
particular interés para pensar y hacer de otro modo en nuestras prácticas de enseñanza
de la filosofía, desde nuestra América. En esa orientación, podríamos postular una
enseñanza de la filosofía que invite, al sí mismo en la trama de un nosotros argentino y
latinoamericano, al ejercicio de la (vigilancia)⁴ . Una enseñanza que proponga volver a
las fuentes vivas de un acto de razón y de una decisión inicial, desde los cuales nos
disponemos a asumir y a recrear lo reglado y lo libre de nuestro estar latinoamericano;
una enseñanza que promueva la reanudación de nuestra primitividad poética, de los
ritmos formadores de nuestra Infancia y de las potencias creadoras de nuestro
Imaginario, tejido en experiencias -a la vez universales, particulares y singulares-, con
un fuego, un agua, una tierra y un aire cargados de empiricidad e historicidad, para la
recreación de nuestra América. -
NOTAS
(1) Tesis de Doctorado en Filosofía: “Epistemología y Subjetividad en Gaston Bachelard”. Facultad de
Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. Directora: Guyot, Violeta. Tesista: Becerra
Batán, Marcela. Escrito presentado el 7/8/08, en trámite correspondiente para su aprobación y defensa
oral.
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