Ponencia MUJER

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1 La crisis tiene rostro de mujer. Esta frase, aunque socorrida, refleja de manera metafórica una evidencia palmaria para cualquier persona que se declare de Izquierdas. Asistimos, y muy probablemente continuaremos asistiendo por desgracia, a las turbulencias estructurales de la versión más descarnada y depredadora del capitalismo, la versión neoliberal, como demostración fehaciente de su inviabilidad, con una particularidad sangrante que a nadie debería asombrarnos: el modo en que el sistema aprovecha esas turbulencias estructurales para cebarse con especial ahínco sobre los sectores más desfavorecidos de nuestra sociedad. Lo que para nosotras y nosotros constituye un drama de proporciones intolerables, para los adalides del modelo de gestión neoliberal (entre los que figuran también los dirigentes del Partido Socialista), representa una oportunidad de oro para continuar profundizando en medidas injustas, que únicamente contribuyen a ensanchar la brecha entre las capas más privilegiadas y el resto de la población (es decir, la amplia mayoría). Por eso, desde el futuro Programa Electoral que Izquierda Unida elabore de cara a las próximos comicios autonómicos, forales y municipales, así como desde la labor cotidiana de los cargos de Izquierda Unida que obtendrán el aval de las ciudadanas y ciudadanos para tratar de influir en las instituciones locales (parlamentos y ayuntamientos), debería imponerse el criterio, a mi juicio, de emprender una defensa a ultranza a esa mayoría damnificada por los recortes sociales y de derechos que ya se han planteado y los que, asimismo, se anuncian como inminentes, además de presentar alternativas enfocadas a cuestionar el orden establecido que desean implantarnos. Nuestro compromiso con la transformación social ha de revelarse como la piedra angular del contenido de nuestras propuestas. No resulta una mera casualidad el hecho de que, desde el estallido de la crisis, se hallan incrementado los casos trágicos de violencia de género, por ejemplo, y el modo de atajarlos no sólo radica en propiciar pautas de comportamiento que desemboquen en la eliminación de hasta el último rescoldo de la mentalidad machista todavía imperante (que también), sino análogamente en revertir por completo la dinámica tenebrosa y salvaje de un sistema inmerso en la

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La crisis tiene rostro de mujer. Esta frase, aunque socorrida, refleja de manera metafórica una evidencia palmaria para cualquier persona que se declare de Izquierdas. Asistimos, y muy probablemente continuaremos asistiendo por desgracia, a las turbulencias estructurales de la versión más descarnada y depredadora del capitalismo, la versión neoliberal, como demostración fehaciente de su inviabilidad, con una particularidad sangrante que a nadie debería asombrarnos: el modo en que el sistema aprovecha esas turbulencias estructurales para cebarse con especial ahínco sobre los sectores más desfavorecidos de nuestra sociedad. Lo que para nosotras y nosotros constituye un drama de proporciones intolerables, para los adalides del modelo de gestión neoliberal (entre los que figuran también los dirigentes del Partido Socialista), representa una oportunidad de oro para continuar profundizando en medidas injustas, que únicamente contribuyen a ensanchar la brecha entre las capas más privilegiadas y el resto de la población (es decir, la amplia mayoría). Por eso, desde el futuro Programa Electoral que Izquierda Unida elabore de cara a las próximos comicios autonómicos, forales y municipales, así como desde la labor cotidiana de los cargos de Izquierda Unida que obtendrán el aval de las ciudadanas y ciudadanos para tratar de influir en las instituciones locales (parlamentos y ayuntamientos), debería imponerse el criterio, a mi juicio, de emprender una defensa a ultranza a esa mayoría damnificada por los recortes sociales y de derechos que ya se han planteado y los que, asimismo, se anuncian como inminentes, además de presentar alternativas enfocadas a cuestionar el orden establecido que desean implantarnos. Nuestro compromiso con la transformación social ha de revelarse como la piedra angular del contenido de nuestras propuestas. No resulta una mera casualidad el hecho de que, desde el estallido de la crisis, se hallan incrementado los casos trágicos de violencia de género, por ejemplo, y el modo de atajarlos no sólo radica en propiciar pautas de comportamiento que desemboquen en la eliminación de hasta el último rescoldo de la mentalidad machista todavía imperante (que también), sino análogamente en revertir por completo la dinámica tenebrosa y salvaje de un sistema inmerso en la dialéctica de “fuertes” y “débiles”, de “ganadores” y “perdedores”.

En este sentido, deberíamos ratificar sin ambages ni medias tintas nuestra apuesta por una salida a la actual coyuntura traumática mediante parámetros de justicia social y de igualdad en todos los ámbitos, y eso únicamente se garantiza a través de una intervención pública hegemónica. No nos vale el criterio de brindar servicios básicos e indispensables para la consolidación de un Estado del Bienestar digno de tal nombre recurriendo a subterfugios tales como la externalización o la subcontrata a empresas y negocios de carácter privado (en un intento de perpetuar el tinglado que nos ha conducido a la situación que ahora padecemos), puesto que la máxima aspiración de esas empresas y negocios de carácter privado reside en la obtención de lucrativos beneficios en lugar de centrar sus objetivos en el bien común. No nos engañemos respecto a eso, compañeras y compañeros, porque semejante afirmación no pertenece exclusivamente al

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campo de la teoría; se trata de algo fácilmente constatable en el devenir habitual de la Administración: cada vez que se otorgan licencias a empresas privadas o se externalizan servicios públicos, el nivel de calidad y de atención a la ciudadana y al ciudadano experimenta una progresiva degradación.

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En lo concerniente al apartado específico de las Políticas de Igualdad, e incluido en ellas por supuesto las de Mujer, considero que la creación y desarrollo en Pamplona de la Concejalía de Acción Social, englobando dentro de ella el Área de Servicios Sociales y Mujer, se erige en un incipiente paso necesario para ir profundizando en contenido y calidad. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en otras localidades de Navarra, como Tafalla o Carcastillo, no existe ni en Pamplona ni en toda su Comarca, una Concejalía de Mujer como tal, por lo que deberíamos demandar su instauración, asignando una dotación presupuestaria y un personal suficientes. Esta Concejalía, abogando por su no dependencia de Alcaldía (una cuestión indispensable), y en su insertación en la estructura orgánica del Consistorio, debería fijarse el objetivo de realizar políticas concretas dirigidas a mujeres, así como proponer y coordinar políticas transversales llevadas a cabo desde otras áreas del ayuntamiento, en especial las relativas a los Planes de Igualdad Municipales.

Asimismo, deberíamos plantearnos reclamar la creación de Consejos Locales y Forales de la Mujer, a modo de instrumento para ahondar en la participación y corresponsabilidad de las organizaciones de mujeres en la política municipal, a la par que contribuirían a la promoción del asociacionismo de las mujeres, a su participación y corresponsabilidad en la vida pública, trasladando la visión de género al conjunto de las actuaciones públicas. Estos Consejos habrán de revestirse de autonomía, es decir, se compondrán únicamente de organizaciones y asociaciones de mujeres. Sus informes tendrán un carácter preceptivo, y según los temas de consulta, además de preceptivos serán vinculantes.

La implantación y/o el desarrollo de los Planes Municipales de Igualdad de Género se antoja como otra herramienta útil para cubrir la necesidad de una política específica por y para las mujeres que se dirija a nosotras en primera persona y aborde los problemas que nos preocupan; ampliar a todos las responsabilidades que supone el cuidado de los otros y dar cuerpo a una democracia en la vida cotidiana. Dichos Planes tienen que partir de una visión y actuación transversales, y por ello, debería entenderse que su coordinación y evaluación han de depender de un órgano interdepartamental, con representación de todas las Delegaciones del Municipio correspondiente.

Hemos de reivindicar que un 5% del total del Presupuesto Municipal se destine a políticas específicas para mujeres, incorporado gradualmente a lo largo de los cuatro años de duración de la Legislatura, proponiendo comenzar con un 2% para el Presupuesto de 2012. Al hilo de este

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planteamiento, en mi opinión, Izquierda Unida debe manifestar una apuesta clara y decidida a favor de la implantación de los denominados “Presupuestos participativos”, enfocándolos además desde una perspectiva de género, esto es, incorporando al proceso mecanismos que estimulen la participación activa de las mujeres.

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En otro orden de cosas, y en el marco de nuestro convencimiento como organización política de potenciar el sector público, y en lo relativo al acceso al empleo y la igualdad en la promoción y el salario, deberíamos reivindicar que los Servicios Públicos de Empleo prioricen en sus objetivos la superación de la segregación ocupacional y laboral, con especial atención a la discriminación y sobreexplotación de las mujeres inmigrantes.

Solicitar que se adopten medidas encaminadas a la eliminación en su ámbito de las discriminaciones directas e indirectas que abocan a las mujeres a una situación de desigualdad salarial.

Impulsar la regulación de formas paritarias de contratación funcionarial y laboral, para aquellos puestos en los que se registra una escasa representación de las mujeres, para lo cual propongo aquí que el Programa Electoral de Izquierda Unida contemple el arbitraje de fórmulas porcentuales obligatorias en el acceso.

Estudiar y potenciar fórmulas de creación de empleo local adecuadas a mujeres desempleadas de dicho ámbito y dentro del marco de la economía social.

Inclusión de la perspectiva de género en los contratos que se suscriban con personas y empresas ajenas a la administración municipal, así como en la planificación de programas públicos y en las condiciones de subvención.

Implantar los Planes municipales de igualdad de género con partidas presupuestarias específicas que se destinen al personal de la administración local.

Promover campañas municipales de sensibilización para el reparto de las responsabilidades domésticas y familiares.

Aun cuando algunas de estas propuestas oficialmente ya han sido asumidas por parte de los poderes públicos locales (al igual que otras que enumeraré a continuación), Izquierda Unida, sus cargos políticos e institucionales, deberían velar por el cumplimiento efectivo de las mismas para que no

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queden relegadas al olvido, o aparcadas temporalmente. Asimismo, deberíamos ocuparnos e insistir en dotar a esas propuestas de un calado netamente de izquierdas y transformador, por cuanto en muchos casos, otras formaciones políticas sólo las respaldan sobre la base de una redacción difusa, con escasa o nula pretensión de modificar nada, o, aún peor, como una estrategia simplemente retórica de lavado de cara y asegurarse un espacio estelar en los medios de comunicación en determinados momentos en los que no encuentran mejores argumentos para lograrlo.

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En el capítulo relativo al drama de la violencia de género y la exclusión social, Izquierda Unida debería mostrarse sumamente combativa y activa, propugnando que los planes integrales municipales contra la violencia de género que se aprueben se desarrollen en coordinación con otras administraciones, y que incluyan medidas específicas efectivas y eficaces que eviten el desamparo de las mujeres inmigrantes en situación irregular como consecuencia de la aplicación de la Ley de Extranjería. Estos planes deben priorizar la sensibilización, la prevención y la detección.

Hemos de aspirar a la creación de dispositivos de urgencia para aquellas mujeres víctimas de violencia (al margen de que soliciten o no una Orden de Protección), en coordinación con otros ayuntamientos, comarcas o mancomunidades.

Desarrollar programas destinados a la atención de mujeres en situación de marginación y exclusión social.

Implementar políticas que desemboquen en la abolición de la prostitución, entendida ésta como una forma extrema de violencia de género. A tal fin, se impone la necesidad de articular desde los municipios políticas activas para erradicar todas aquellas licencias de actividad que tenga relación con la explotación sexual, así como con su difusión a través de los medios de comunicación locales o por medio de la regulación de ordenanzas municipales, dando pie a que se realice una divulgación publicitaria de esa forma de violencia o una imagen de carácter discriminatorio o denigrante. Deberíamos plantearnos no brindar ningún apoyo a aquellas ordenanzas que pretendan criminalizar o sancionar a las mujeres que ejercen la prostitución.

En consonancia con lo anteriormente expuesto, planteo la propuesta de establecer canales de denuncia de la publicidad que atente contra la dignidad de las mujeres.

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Concluiré haciendo mención a lo que se denomina “incorporación de la perspectiva de género y la memoria de las mujeres en las políticas municipales”. Así, desearía ver reflejado en el Programa Electoral de Izquierda Unida un punto que contemple la presencia de las mujeres en los proyectos de planificación urbanística, para que se tengan en cuenta las demandas de equipamientos sobre la base de una perspectiva de género; que se abogue por establecer cupos específicos en las viviendas de promoción oficial destinados a personas con cargas familiares no compartidas y mujeres víctimas con escasos recursos económicos, y, sobre todo, potenciando el parque público de viviendas en alquiler; que se aspire al desarrollo de actividades escolares complementarias con planteamientos que incidan en valores no sexistas y opuestos frontalmente a cualquier tipo de discriminación; y que se propugne la puesta en marcha de programas destinados a incentivar actividades artísticas, culturales y de investigación de las mujeres, ateniéndonos siempre a la diversidad existente.

Soy consciente de que me dejo unas cuantas cosas en el tintero. De hecho, en el borrador que redacté inicialmente se incluían algunas propuestas más. Sin embargo, el límite de tiempo estipulado me impide ni siquiera citarlas, aunque espero que en el debate posterior que se entable, se susciten al menos unas cuantas de esas cuestiones. Deseo, por último, finalizar agradeciendo la oportunidad que se me ha brindado de exponer estos planteamientos, imbuida de la certeza de que Izquierda Unida, sus dirigentes, sus cargos públicos y su militancia, atenderán la problemática de la Mujer con el compromiso de aportar las soluciones realmente solventes y transformadoras que este asunto merece. Las mujeres que nos integramos en el proyecto político de Izquierda Unida aspiramos a convertirnos en agentes y sujetos activos de esa nueva sociedad que entre todas y todos deseamos construir, sobre las premisas del “Socialismo del Siglo XXI”, que son las de la Igualdad, la Justicia Social y la Democracia con mayúsculas. Muchas gracias.