PonenciaBrasil Etica y Escritura2012

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1 “El centauro de los géneros”. Los límittes de la hibridez en el ensayo Dr. Claudio Maíz-CONICET/UNCuyo Introducción En mi intervención me propongo inspeccionar posibles alternativas a la definición que en el siglo pasado diera Alfonso Reyes sobre el ensayo, al llamarlo “el centauro de los géneros”. Me parece que la expresión guarda todavía algunos restos de significación que nos pueden guiar en la redefinición de la hibridez de los géneros y la fluidez con la que ciertos principios constructivos migran de una discursividad a otra. En medio de una sociedad fugazmente doxólogica, el discurso ensayístico se arrincona como una trinchera en la que la argumentación todavía preversa sus sentidos de convivencia y el debate democrático sobre aquello que, por estar todo permitido, paradójicamente no se habla, menciona, discute o impugna. Arte y nuevas tecnologías En setiembre de 1944, Alfonso Reyes publica un texto titulado “Las nuevas artes”. Se trata de un artículo breve que vio la luz en México y que cobró con el tiempo una significativa notoriedad para los estudiosos del género ensayístico hispanoamericano, ya que allí Reyes definió al ensayo como el “centauro de los géneros”. Profundo conocedor de la cultura clásica, Reyes sabía muy bien a lo que se refería cuando puso en paralelo un género literario

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El centauro de los gneros. Los lmittes de la hibridez en el ensayoDr. Claudio Maz-CONICET/UNCuyoIntroduccinEn mi intervencin me propongo inspeccionar posibles alternativas a la definicin que en el siglo pasado diera Alfonso Reyes sobre el ensayo, al llamarlo el centauro de los gneros. Me parece que la expresin guarda todava algunos restos de significacin que nos pueden guiar en la redefinicin de la hibridez de los gneros y la fluidez con la que ciertos principios constructivos migran de una discursividad a otra. En medio de una sociedad fugazmente doxlogica, el discurso ensaystico se arrincona como una trinchera en la que la argumentacin todava preversa sus sentidos de convivencia y el debate democrtico sobre aquello que, por estar todo permitido, paradjicamente no se habla, menciona, discute o impugna. Arte y nuevas tecnologasEn setiembre de 1944, Alfonso Reyes publica un texto titulado Las nuevas artes. Se trata de un artculo breve que vio la luz en Mxico y que cobr con el tiempo una significativa notoriedad para los estudiosos del gnero ensaystico hispanoamericano, ya que all Reyes defini al ensayo como el centauro de los gneros. Profundo conocedor de la cultura clsica, Reyes saba muy bien a lo que se refera cuando puso en paralelo un gnero literario con una de las criaturas hbridas de la mitologa griega. Hay dos cosas que queremos hacer notar: por un lado, la expresin centauro de los gneros fagocit por su extraordinaria capacidad de sntesis el prrafo contextual en el que apareci, que como veremos es sumamente interesante; por otro lado, no conforme con fagocitar al prrafo engull el texto completo. Algunas felices expresiones de Reyes tenan semejante virtud, recordemos esta otra sntesis sobre la cultura americana: Llegada tarde al banquete de la civilizacin europea, Amrica vive saltando etapas, que proviene del ensayo Notas sobre la inteligencia americana publicado en Sur, Buenos Aires, setiembre de 1936. El esplendor de la imagen del banquete oscureci una profunda reflexin sobre la condicin social del escritor en Hispanoamrica de donde proviene la expresin. Digamos de paso que Diana Castilleja Madaleno se encarg de rastraer la continuidad de este sintagma en la literatura mexicana (Castilleja M Entramados intertuextuales en el ensayo mexicanoCA, n 99, 2003 pp.120-157) Como se ha dicho los tratadistas del ensayo han convertido la expresin centauro de los gneros en una de las ms concurridas a la hora de intentar una definicin del gnero. Miguel Gmes en Los gneros literarios en Hispanoamrica: teora e historia (1999), el prlogo de John Skirius Este centauro de los gneros, en su compilacin El ensayo hispanoamericano del siglo XX (Mxico: F.C.E. 1998), Edgar Montiel. "El ensayo americano, centauro de los gneros", publicado en El humanismo americano. Filosofa de una comunidad de naciones. (Per: Fondo de Cultura Econmica, 2000), ms recientemente, Liliana Weinberg en Situacin del ensayo (2006) han vuelto sobre la imagen alfonsina. Pese a tan buenos antecedentes todava nos parece conveniente retornar a la imagen del centauro. Aunque consignemos de paso que Gmes rastrea la expresin hasta el modernismo, cuando Rubn Daro incluye en Prosas Profanas y otros poemas (1896), el Coloquio de los centauros (Gmes, p. 130) y Weinberg nos advierte sobre la posibilidad de que el mestizaje que conlleva la idea del centauro no concluya en una mezcla lograda sino en sumatoria de elementos. (Weinberg, Situacin del ensayo, p. 300)Ahora bien, Reyes recurre a la imagen del centauro en dos libros: En Los trabajos y los das, donde aparece al artculo en cuestin. All se detiene a ponderar la manera como inciden las nuevas tecnologas de la comunicacin del momento en la sociedad. Como invariblemente ha ocurrido, las reacciones han sido defensivas, reticentes, suspicaces. As, el desarrollo de la radiofona y el cine constituyen verdaderas revoluciones tecnolgicas que acechan la existencia del libro y del teatro. Por eso Reyes cree que: (N)inguno de los agentes de la comunicacin humana puede ser considerado como una mera diversin sin trascedencia. Cuando conserva y trasmite el tesoro de nuestras conquistas, materiales y espirituales, es factor de cultura, y la cultura es el aire que las sociendades respiran. (400) Los soportes tcnicos difusores de la cultura son cultura misma por ello no deben ser motivo de alarma con relacin a otros soportes existentes en la historia cultural del hombre. Segn Reyes, existen los medios de difusin tradicionales (escuela, prensa, teatro, museo) y los de reciente aparicin: la radio y el cine. El teatro se puso en guardia contra el cine y el libro hizo lo mismo contra la radio. A esta altura de los tiempos estos razonamientos nos parecen extremadamente triviales y anacrnicos, pero no hacan sino plantear un viejo problema que se reactualiza con cada revolucin tecnolgica y los vnculos que se trazan con la cultura. En la actualidad la cuestin de la globalizacin producida por internet, la televisin satelital o las redes sociales electrnicas alcanza ribetes anlogos. Sin poder sustraerse a su cultura clsica, Reyes ve en la radio el porvenir de la antigua y clsica retrica, entendida al modo aristotlico como la persuasin por el lenguaje; as como vemos en el cine el porvenir de la antigua epopeya. (402) Las predicciones alfonsinas quedaron empatadas, a juzgar por las caractersticas actuales de la radio, que no ocurri con ella precisamente lo que imagin, pero s acert en la sustitucin de la epopeya por el cine. Ah est la industria cinematogrfica nortearmericana para corroborarlo. Pero a la literatura le queda reservada todava una serie de cambios ms. Las nuevas artes todo lo cambian, dice Reyes. Las funciones literarias tradicionales ante el objeto literario ya no sern las mismas. Lo afirma todava con ms nfasis: las nuevas artes revolucionan los contornos clsicos de las funciones literarias. (403) La literatura no puede superar al cine en la realizacin de elementos descriptivos puesto que la ejecucin visual del cine (los) comunica a la perfeccin (403) Vuelve a acertar Reyes en su pronstico, porque la literatura no ignorar de ninguna manera las tcnicas cinematogrficas, aun ms, habr de incorporarlas particularmente en la novela.En suma, el prrafo en el que aparece la expresin que seguimos es este:La literatura se va concentrando en el sustento verbal: la poesa ms pura o desasida de narracin, y la comunicacin de especies intelectuales. Es decir, la lrica, la literatura cientfica y el ensayo: este centauro de los gneros, donde hay de todo y cabe todo, propio hijo caprichoso de una cultura que no puede ya responder al orbe circular y cerrado de los antiguos, sino a la curva abierta, al proceso en marcha, al Etctera cantado ya por un poeta contemporneo preocupado de filosofa. (403)Reyes ha descartado la oralidad reservada a la radio, aunque reconozca que el fenmeno pueda remontarse a la aparicin de la imprenta, que dio un lugar privilegiado a la representacin grfica de la literatura, haciendo olvidar la esencia oral, auditiva de toda obra literaria (403). Mientras tanto la novela y el teatro cedern sus lugares al cine. En este contexto afirma que (L)a literatura se va concentrando en el sustento verbal: la poesa ms pura o desasida de narracin, y la comunicacin de especies intelectuales. (403) De tal manera que restarn solamente tres gneros: la lrica, la literatura cientfica y el ensayo. Es obvio que la profeca alfonsina dej de lado la novela, cometiendo de tal manera un grave error, a la luz de los sucesos posteriores, es decir, el grado de maduracin que alcanz el gnero a punto tal de convertirse en una especie de sello hispanoamericano con el surgimiento de la Nueva Novela a partir de los aos 1950, etapa que incluye, desde luego, el boom de la narrativa latinoamericana. No obstante ello, el ensayo de Reyes conserva algunas observaciones dignas de considerarse, al fin de cuentas el discurso ensaystico es eso, ensayo, prueba, riesgo, avisoramiento de lo no presente o el presente proyectado. Sin embargo no adelantemos nuestras opiniones. Resta por ver qu ms nos dice este breve ensayo sobre las nuevas artes. Pero antes examinemos el otro contexto en el que el escritor mexicano utiliza la expresin centauro de los gneros. Se trata de El deslinde. Prolegmenos a la teora literaria (Tomo XV OC): De la filosofa se ha dicho que empez en el poema, lleg al sistema o tratado, y luego ha venido a refugiarse en el ensayo monogrfico.Tal esquema no tiene sentido estrictamente cronolgico, sino meramente descriptivo. El ensayo, gnero mixto, centauro de los gneros, responde a la variedad de la cultura moderna, ms mltiple que armnica.Las breves pginas de Alain (Propos) o el viejo Glosario de DOrs tienen a la vez valor filosfico y de poema en prosa. (58)En ambos casos el uso de la expresin ha despertado algunas dudas sobre el sentido que quiso darle el humanista mexicano. En efecto, si la idea que quera trasmitir era la de la hibridez, no queda claro hasta dnde era posible considerar un texto como un ensayo, en virtud de que tal condicin haca factible de que se admitiera lo que fuera. Si por hibridez, entonces, deba entenderse que todo era posible de componer un texto ensaystico, la definicin no era ms que fallida. No han faltado opiniones que vayan en ese sentido. Sin embargo, aqui convendra recurrir al poeta y ensayista mexicano Gabriel Zaid, quien nos recuerda escenas de los cuentos y leyendas del folclor industrial. Zaid habla de la historia del que llevaba materiales en una carretilla, sospechosamente. Una y otra vez, los inspectores revisaban la documentacin, y todo estaba en regla; revisaban los materiales, para ver si no escondan otra cosa, y era intil. El hombre se alejaba sonriendo, como triunfante de una travesura, y los inspectores se quedaban perplejos, derrotados en un juego que no entendan. Tardaron mucho en descubrir que se robaba las carretillas. (Gabriel Zaid La carretilla alfonsina Cuadernos hispanoamericanos. - Madrid : n. 583 enero 1999, p. 121) Zaid utiliza esta ancdota para comparar a los inspectores de Reyes (lase crticos) con los inspectores de carretillas de la historia que cuenta. En efecto, Reyes es el ladrn de la carretilla, es decir, del medio de transporte y no de lo que transportaba, que es lo nico que a los inspectores aveces les interesa. Visto as, para muchos Reyes careca de los ttulos suficientes para tratar tal o cual tema, entrar y salir de la filosofa, arrimar opiniones sobre los acontecimientos del mundos y encima de todo: escribir poesa. Zaid se ubica entre los que aprovechan la definicin de centauro de los gneros:Reyes se dio cuenta del problema, y nos ayud a entenderlo con una metfora memorable: el ensayo es el centauro de los gneros. Un inspector de centauros difcilmente entender el juego, si cree que el centauro es un hombre a caballo; si cree que el caballo es simplemente un medio de transporte. El ensayo es arte y ciencia, pero su ciencia principal no est en el contenido acarreado, sino en la carretilla; no es la del profesor (aunque la aproveche, la ilumine o le abra caminos): su ciencia es la del artista que sabe experimentar, combinar, buscar, imaginar, construir, criticar, lo que quiere decir, antes de saberlo. El saber importante en un ensayo es el logrado al escribirlo: el que no exista antes, aunque el autor tuviera antes muchos otros saberes, propios o ajenos, que le sirvieron para ensayar. (p.122)Desde esta perspectiva, la hibridez encuentra sus lmites, a la luz de la preocupacin de que, como cajn de sastre, el ensayo era capaz de guardarlo todo. Muy equivocado estaba el crtico-inspector que el ensayo es un tratado o informe de investigaciones realizadas en el laboratorio, para Zaid el ensayo es el laboratorio mismo, donde se ensaya la vida en un texto, donde se despliega la imaginacin, creatividad, experimentacin, sentido crtico, del autor. Ensayar es eso: probar, investigar, nuevas formulaciones habitables por la lectura, nuevas posibilidades de ser leyendo. (Zaid, p. 122)Pues bien podemos concentrarnos en algunas expresiones de lo desarrollado hasta aqu que pueden guiarnos en el desciframiento de algunas hiptesis sobre el ensayo, la cultura y sus componetes, no ya sus contenidos. Apuntemos dos de Alfonso Reyes: La literatura se va concentrando en el sustento verbal y la otra una cultura que no puede ya responder al orbe circular y cerrado de los antiguos, sino a la curva abierta, al proceso en marcha. Podramos agregar esta otra expresin de Gabriel Zaid: nuevas formulaciones habitables por la lectura, nuevas posibilidades de ser leyendo, que a nuestro juicio se conjuga con la perspectiva de Alfonso Reyes. La primera de las expresiones parace bastante obvia ya que la literatura no puede sino afirmarse en el orbe verbal, pero lo que parece ms proftico en cierto modo es la imagen de la curva abierta, y la del proceso en marcha. Debe recordarse que este texto es publicado en el ao 1944, mientras Europa se despedazada en una de las ms atroces guerras. Sin embargo, Reyes parece no prestar atencin a ese acontecimiento, es ms no lo toma en cuenta. En realidad, lo hace de una manera muy singular. Uno podra preguntarse a qu curva y a qu proceso se est refiriendo Reyes, cuando lo que tiene enfrente es un mundo catico, derrumbado, irreductiblemente escindido, en el cual todo pensamiento sobre la continuidad de la cultura ha desaparecido del horizonte. La respuesta a este interrogante hay que buscarla mucho tiempo atrs en el formacin alfonsina, ms precisamente al tiempo en el que perteneca al Ateneo de la Juventud Mexicana (1909-1914), capitaneado por Pedro Henrquez Urea, el dominicano errante. Lo vital es lo libresco y viceversa, y un escritor no debe ser ni complaciente con lo que lee ni autocomplaciente con lo que escribe., dice Monsivis de la divisa de los jvenes atenstas mexicanos. Las creencias de esta nueva promocin se asientan en que la literatura clarifica la existencia y lo ms contundente de sus ideales: la cultura es una fuerza integradora, el lector como el ser autnomo por excelencia , la universalidad del conocimiento como el ideal ms verdadero. (Monsi, 90) An ms, para Reyes, de acuerdo con la interpretacin de otro mexicano Carlos Monsivis, la manera de cristalizar el temperamento civilizado entre las imposiciones de la barbarie presente en los escenarios de Mxico y Amrica Latina, se alcanza de tres maneras: 1. La politica usurpa la vida normal de las sociedades; 2. Se debe sopesar los niveles de civilizacin de Mxico mendiante el corte de culturas; 3. Es preciso cuidar la forma porque es respeto a la perfeccin de las ideas. (Monsi 91) El rechazo de la poltica si as pudiera entenderse esta idea- apunta, intuimos, a la bsqueda de la profesionalizacin del escritor, como lo propuso Henrquez Urea a la hora de referirse a los modernistas y sus bsquedas de un arte autnomo. Si bien el huracn revolucionario que sobrevendr con la Revolucin mexicana (1910) primero y la sovitica (1917) despus, habrn de invertir los trminos en favor de la poltica, el mito revolucionario ser cuestionado an por aquellos que confiaron en l como esperanza del cambio. Nos referimos a Octavio Paz cuando en la revista Plural de octubre de 1972 escribe: La historia de la literatura moderna, desde los romnticos alemanes e ingleses hastas nuestros das, es la historia de una larga pasin desdichada por la poltica. (citado por Krause, p. 242) Paz no reniega de la poltica, pese a lo dicho, sino que propone como tarea del escritor la de criticar al poder, las ideologas y la ortodoxia. (Krause, 242)Vibraciones ticasCarlos Monsivis al referirse a los inventores de la tradicin en Mxico entre los que se encuentra Alfonso Reyes, dice: A las tradiciones literarias las construyen simultneamente las herencias nacionales y las internacionales (qu sera en rigor lo nacional en la experiencia literaria literaria adems de un acervo de temas y lectores bienpredispuestos?); los autores irrenunciables y los relegados por los vuelcos de la memoria; las leyes del Mercado, y su juego cada vez ms artero de inclusiones y omisiones; los lectores asiduos y los intermitentes; los gustos genuinos y las predilecciones voltiles; los temperamentos transferibles y las tendencias de poca. (11)Ahora bien, enntre 1943 y 1945 el exiliado en Estambul Eric Auerbach escribi Mmesis: La representacin de la realidad en la literatura occidental, publicada en Berna, 1946. All el fillogo alemn, formado en la tradicin de E. R. Curtius y Karl Vossler, expulsado de su Universidad por los nazis en 1935, en el eplogo de su obra ms conocida dice lo siguiente: es muy posible tambin que el libro deba su existencia, precisamente a la falta de una gran biblioteca sobre la especialidad; si hubiera tratado de informarme acerca de todo lo que se ha producido sobre temas tan mltiples, quiz no hubiera llegado nunca a poner manos a la obra. (525) Auerbach es conciente de que su obra es incompleta, probablemente desactualizada en algunas de sus hiptesis o que su lectura ya ha sido rebatida por otros estudios. Pero este profesor alemn saba, como Monsivis lo arriesga tiempo despus, que las tradiciones literarias se construyen con los legados nacionales e internacionales. Arcadio Daz Quiones plante el problema de la tradicin de los intelectuales caribeos en su estudio Sobre los principios (2006). Es interesante el hecho de que aborda cuatro ensayos en los que la tradicin se torna un problema: El descontento y la promesa (Pedro Henrquez Urea, 1926), La inteligencia americana (Alfonso Reyes, 1936), El escritor argentino y la tradicin (Jorge Luis Borges, 1932) y Literatura y conciencia poltica en Amrica Latina, (Alejo Carpentier, 1961). (p. 12) Los dos autores involucrados en el debate sobre la tradicin han sido abordados por nosotros en este trabajo. Si bien los dos restantes no, integran, de suyo, la galera de escritores que han conformado gran parte del humanismo hispanoamericano.Si en Reyes, retomando la imagen de Zaid, la carretilla transportadora es la prosa, en Auerbach es la tradicin de la literatura europea que en lugar de impugnarla por haber llegado hasta los campos Auschwitz, procur reunir lo ms excelso del acervo, no slo para su recuperacin sino como un programa futuro. Ello lo diferencia por derecha y por izquierda con relacin a otros intelectuales de la poca: por caso, Oswald Spengler (La decadencia de occidente, publicado entre 1918 y 1923 y humus intelectual del nazismo) y Theodor Adorno y Max Horkheimer (Dialctica del Iluminismo, 1942-1944). Con respecto al primero porque la filosofa de la historia de Spengler se fundaba en una gran desconfianza en las comparaciones y con relacin a Adorno y Horkheirmer porque Auerbach no llam a deponer el concepto de progreso. (citar Claudio Iglesias, Damin Selci De la historia del multiculturalismo a la reconstruccin del programa humanista Revista P L A N T A nr 2 / diciembre de 2007 http://plantarevista.com.ar/spip.php?rubrique10) Es por eso que acordamos con Liliana Weinberg cuando nos dice que el ensayo es la escritura de una experiencia vital e intelectual cuyo punto de partida es siempre la puesta en valor del mundo a partir de la situacin del autor. As lo atestiguan Walter Benjamin, Edwar Said, Erich Auebarch, la migracin intelectual de la guerra civil espaola, Pedro Henrquez Urea, el mismo Alfonso Reyes, aunque no fue un exiliado poltico tuvo una vida itinerante, Angel Rama: la lista es extensa y transtemporal. Todos a su manera escribieron en circunstancias adversas: econmicas, polticas, personales, institucionales. En todos, he ah lo que los iguala, la cultura resulta el refugio y la patria intelectual, como llam Jos Enrique Rod a la morada de la palabra que no conoca fronteras. O como lo dice Monsivis si hay fronteras no hay cultura. (Escribir por ejemplo, p.121) Pero adems de las operaciones que el ensayista pone en juego como son las de entender, interpretar, desplegar un juicio sobre los ms diversos temas y problemas -al decir de Weinberg-, lleva a cabo dos operaciones adicionales: por un lado, la de ofrecer una solucin tica y esttica y por otro se abre a la posibilidad de participar de ello a los lectores. (p 47 Anales de Literatura Hispanoamericana 2010, vol. 39)La cultura como morada de lo ms elevado del hombre, la formacin de los pueblos en los valores excelsos de las mejores virtudes es el programa arielista (recordemos por el Ariel de Jos Enrique Rod, ensayo aparecido en 1900). La corriente arielista habr de tener una extraordinaria descendencia. El inters que presenta tiene que ver tanto por los valores que promueve como por la estructura que la caracteriza. En efecto, el arielismo es tambin una estructura compuesta de maestros y discpulos que comparten un espacio de formacin. La generacin mayor guarda una enorme esperanza sobre el papel futuro de la juventud en los quehaceres pblicos del continente. En palabras de Gonzlez Echavarra que escribe en El extrao caso de la estatua parlante: Ariel y la retrica magisterial del ensayo latinoamericano, la figura que preside el gnero del ensayo es la del maestro, cuya tarea es sondear las profundidades del lenguaje y la historia con el fin de articular la voz de la cultura y hacerla apta para la diseminacin, esto es, convertir esta voz -pura, autctona- en fuente de autoridad. La prueba est en la labor educativa que muchos ensayistas desarrollaron como el caso de Domingo F. Sarmiento, tambin Jos Mart, Jos Enrique Rod, Alfonso Reyes, Pedro Henrquez Urea, Mariano Picn Salas, Roberto Fernndez Retamar han sido educadores y pedagogos. La expresin americana de Jos Lezama Lima nace como un ciclo de conferencias. Estas trayectorias llevan a Gonzlez Echavarra a afirmar que el ensayo en torno a la cuestin de la identidad cultural ha estado mucho ms en contacto con el estado y sus instituciones educativas que la poesa y la novela.[footnoteRef:2] El dato es muy valioso despliega la cuestin de la dimensin tica del discurso ensaystico. [2: Gonzlez Echavarra, Roberto, La Voz de los maestros: escritura y autoridad en la literatura latinoamericana moderna, Madrid: Verbum, D.L. 2001, p. 38.]

Sin embargo, esta tica de la cultura, este hacer el bien por la palabra bella y cuidadosamente escrita toca su fin a partir de la irrupcin de las vanguardias. El peruano Luis Alberto Snchez habr de dar el certificado de defuncin a la corriente en un ensayo titulado Balance y Liquidacin del Novecientos (Chile, Ed.Ercilla, 1941; 210 p.) Ya soplan otros vientos en el mundo. Con todo, Alfonso Reyes junto con el Ateneo de la Juventud son un producto del arielismo, aunque sabemos que el mexicano universal es mucho ms que eso. No obstante, el periodo que transita en el Ateneo es plenamente arielista y es asimismo su momento de formacin intelectual. De manera que la esttica por la tica, no como un trueque sino como un trnsito instrumental ser la prctica habitual del humanismo hispanoamericano, lapso temporal que comprende buena parte de la primera mitad del siglo XX. Redentores y profetas: quin es el contemporneo? El gesto de la autonoma iniciado por los modernistas y adoptado por los arielistas hispanoamericanos no es sino el repudio a la contemporaneidad rastrera, innoble que les ha tocado vivir. De manera que ese gesto de indiferencia es al fin de cuentas tambin de disidencia. Theodor Adorno deca que La actualidad del ensayo es la de lo anacrnico. (Notas sobre Literatura, p. 3) La orientacin que toma entonces esta frrea eleccin de la cultura al margen de los avatares contemporneos nos acerca a los dichos de Agamben, citados en la convocatoria de este encuentro: La contemporaneidad es, pues, una relacin singular con el propio tiempo, que adhiere a ste y, a la vez, toma su distancia, es una adhesin de desfase y un anacronismo. Al fin de cuentas, contina Agamben, Los que coinciden de una manera excesivamente absoluta con la poca, que concuerdan perfectamente con ella, no son contemporneos porque, justamente por esa razn, no consiguen verla, no pueden mantener su mirada fija en ella. (Agamben, Giorgio. Desnudez. Lebenglik, Fabin (ed.). Ruvituso, Mercedes, D'Meza, Mara Teresa y Sardoy, Cristina (trads.). Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2011.)As las cosas, desde un punto de vista axiolgico la vida y la obra indisolublemente fusionadas transforman a determinados hombres y mujeres en verdaderos redentores, como ha tratado de probar Enrique Krause en sus ensayos biogrficos Redentores. Ideas y poder en Amrica Latina (2011)[footnoteRef:3]. Hemos dicho en otra parte que el ensayo es la resultante de una codificacin moral en una determinada forma discursiva. Se trata de un enfoque estructural y holstico del discurso ensaystico. No hay ensayos sino ensayistas, deca con razn Juan Marichal, dando a entender que existan tantos ensayos como ensayistas movidos todos por una voluntad de estilo [footnoteRef:4]. Pero la nocin tambin alude a que la figura del ensayista se haya indisolublemente fusionada a su obra. La trada platnica bien-verdad-belleza vigente hasta el romanticismo comprometa la figura del autor en la configuracin de su obra de arte al extremo. Pese a ello, a ese gran escenario pertenece Alfonso Reyes. El romanticismo, sin embargo, dio por tierra con los vnculos entre valores y autor, de tal manera que la poesa moderna es fruto de una demonizacin del poeta y su obra. No obstante, el discurso ensaystico hispanoamericano restituye en gran parte aquella idea platnica, mediante el compromiso con lo escrito puesto que lo asume responsable y vitalmente, poniendo en acto la idea. Hay una praxis, una fuerza perlocutiva de la obra ensaystica que incide de manera intensa sobre la realidad contempornea. Precisamente el reciente ensayo de Enrique Krauze retoma la idea del escritor que redime ya no individuos no hay por qu descartar plenamente esta posibilidad- sino pueblos y naciones. La idea motora del ensayo se asienta en el Redentor por antonomasia, que es Jesucristo. En la acepcin de conseguir mediante pago la libertad del esclavo o el cautivo Jess en tanto redentor obtiene la restauracin del hombre, de la esclavitud del pecado.[footnoteRef:5] Las figuras que circulan organizadas cronolgicamente por el ensayo de Krause son: Jos Mart; Jos Enrique Rod, Jos Vasconcelos, Jos Carlos Maritegui, Octavio Paz, Eva Pern, Che Guevara, Gabriel Garca Mrquez, Mario Vargas Llosa, Samuel Ruiz, Subcomandante Marcos, Hugo Chvez. La lista incluye hombres y una mujer volcados de lleno a la accin, pero predominan los hombres de letras, que no son sino ensayistas. El texto que se ocupa de Jos Mart lleva por ttulo Martirio e independencia que despeja toda incertidumbre sobre la tica martiana. Si bien el ejemplo del escritor cubano es extremo puede servirnos para leer en clave bblica al resto de los ensayistas tratados. As por ejemplo ninguno de ellos escapa a la labor divulgadora proftica- a travs de la creacin de publicaciones efmeras o exitosas como Amauta de Maritegui. Para entender mejor quizs esta pulsin propagadora recordemos un fragmento de la carta que Mart escribe a Mercado en 1887: [3: Krauze. Enrique, Redentores: ideas y poder en Amrica Latina, Buenos Aires, Debate, 2011. En esta lnea del ensayo biogrfico se debe recordar el texto de Paco Ignacio Taibo II, Arcngeles. Doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX, Barcelona, Editorial Planeta, 1998.] [4: Marichal, Juan, Teora e historia del ensayismo hispnico, Madrid, Alianza, 1984.] [5: La palabra redemptio es del Latin Vulgata, derivada del hebreo kopher y del griego lytron que en el Antiguo Testamento significa, generalmente, precio de rescate. En el Nuevo Testamento, es el trmino clsico que designa el "gran precio" (I Cor., vi, 20) que el Redentor pag por nuestra liberacin.]

Mi propsito era, aprovechando el cario con que se ve ya mi nombre, lo que s del negocio en su prctica, y cierta capacidad para l con que me encuentro, a ms de serme oficio gratsimo, publicar libros, modestos y pocos primero, con sistema y propsito en seguida, adecundolos a las necesidades y carcter de las tierras que amo, favoreciendo con la venta de libros amenos la de los de educacin, hasta que pueda desenvolver sin imprudencia los planes que casi desde mi niez he venido meditando en uno y otro pas, y en materia como sa son naturalmente vastos. As sirviendo a los dems, me salvo.[footnoteRef:6] [6: Cit. por Krause, Redentores, p. 30.]

Para mayor abundamiento de esta irrefrenable voluntad proftica, recordemos el significado de la palabra. El trmino se refiere a una persona que sirve como enlace entre los hombres y Dios y ha sido encomendado para comunicar sus revelaciones. La palabra profeta deriva del griego (proftes), cuyo significado etimolgico es el de "mensajero", "portavoz" de otro. Se ha hablado de una triangulacin comunicacional del profeta: Dios (que habla y acta), el Pueblo (destinatario y trmino de las palabras) y la mediacin del profeta (mediante sus visiones da cuerpo a esas palabras).[footnoteRef:7] Veamos qu dice Krause al referirse a Vasconcelos: [7: Lizama, Patricio et at, op. cit., p. 424.]

Tratndose de una labor de redencin, es significativo que Vasconcelos no editara libros humanistas sino libros de revelacin, de anunciacin proftica. Haba que editar amenos, instructivos, pero ineficaces para elevarlos. Haba que editar libros inmortales, libros para leer de pie: En stos no leemos, declamamos, lanzamos el ademn y la figura, sufrimos una verdadera transfiguracin. La verdad slo se expresa en tono proftico, y conforme a ese decreto diseo el programa // El plan daba preeminencia a cinco autores. Dos msticos antiguos: Platn y Plotino y tres msticos modernos: Tolstoi, Rolland y en el criterio de Vasconcelos- Benito Prez Galds.[footnoteRef:8] [8: Krause, op. cit., p. 78-79.]

La palabra divulgada es la accin ms comn entre estos profetas: revistas, opsculos, libros. Jean Franco apoyndose en la conferencia de Thomas Carlyle El hroe como literato de su libro El culto de los hroes, nos dice que el hroe moderno era un profeta cuyo orculo era el libro., y contina: No es de sorprenderse, por lo tanto, que para las generaciones de intelectuales latinoamericanos, el libro se ofreca tambin como el remedio de los males sociales.[footnoteRef:9] Lo dicho se ve corroborado por Jos Mart cuando inaugura la seccin Biblioteca Americana, diciendo: Cada libro nuevo, es piedra angular en el altar de nuestra raza.[footnoteRef:10] [9: Franco, Jean, El humanismo en Pedro Henrquez Urea, en: Pedro Henrquez Urea, Ensayos, edicin crtica Jos Luis Abelln y Ana Mara Barrenechea, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, p. 814.] [10: Mart, Nuestra Amrica, p. 419.]

Para concluir, a dnde nos condujo este recorrido cuyo punto de partida fue la imagen del centauro de Alfonso Reyes para definir el ensayo y llegamos a contactarnos con la esttica como una tica? O los programas de la cultura como redencin, continuidad, fracaso pero tambin esperanza? Quizs la respuesta habr de buscarse en otra pregunta: de qu est compuesto un ensayo? La respuesta tiene dimensiones que van de lo retrico, por lo tanto pragmtico, a lo semntico y desde luego culturales como centro. Una cultura ms mltiple que armnica, al decir de Reyes pero tambin abierta y en proceso. Todo lo contrario a lo que la preceptiva genolgica pudo haber imaginado para un gnero, sin embargo, ello no autoriza el cambio de la inestabilidad por la hibridez indeterminada. El ensayo ha generado sus propias normas y su adhesin a ellas le han permitido subsistir. Sin embargo, el precio que paga para hacerlo es alto: no admite ms que la disidencia, la radicalidad de la crtica o el arrinconamiento estoico de lo ignorado y desdeado por las amplificaciones de los mass media. Ms acostumbrado a la soledad que al xito, al aislamiento que a los foros, el ensayo es el gnero que bien le cabe aquel dicho popular de que el que re ltimo re mejor. Aunque lo haga sobre las ruinas de lo que anticip.