Ponte, Rodriguez. Tratamiento Posible de La Psicosis

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"Tratamiento Posible Para La Psicosis" (*) Intervención En La Mesa Redonda Del Mismo Título, En Las Vi Jornadas De Residentes De Psicología Y Psiquiatría De La Provincia De Buenos Aires «el Residente Y La Formación. Teoría Y Práctica», En La Facultad De Ciencias Médicas De La Universidad Nacional De La Plata, El 11 De Diciembre De 1992. Ricardo Rodríguez Ponte Tomar la palabra es una de las coyunturas posibles del desencadenamiento de la psicosis, espero atravesar indemne esta instancia.(1) La exposición de mi compañero permite que me circunscriba en la mía a unos pocos puntos. (2) Un tratamiento posible para la psicosis, es la consigna que nos ha reunido. Supongo que, verosímilmente, esta consigna es un eco del título del escrito de Lacan de 1958: «De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis», texto muy interesante, en principio en el sentido siguiente: que el escrito se ocupa, y desde el título mismo que lo nombra y delimita su ámbito, de la "cuestión preliminar", aunque, como pueden ustedes comprobarlo si se remiten a la parte superior de cada una de sus páginas, los editores se empeñan en evocar en ese sitio, que no es cualquiera, el "tratamiento posible de la psicosis", que es justamente aquello de lo que el texto no trata, por razones que no está de más interrogar si uno no presume conocerlas de antemano. En segundo lugar, la consigna de "un tratamiento posible para la psicosis" parece dar por supuesto que hay un tratamiento posible para las neurosis, restringiendo la pregunta a la de si hay un tratamiento igualmente posible para las psicosis. En relación a este punto, una consideración que me gustaría introducir desde el vamos es la siguiente: ¿cómo plantear la cuestión de un tratamiento para la psicosis...?, no digo "posible" — no digo "posible" porque, por ejemplo, lo posible, en las fórmulas de la sexuación está vinculado al "para todo", y dudo que haya un "para todo" del "tratamiento", incluso para las neurosis, salvo desde el punto de vista de la cuestión preliminar, de las cuestiones preliminares, a todo tratamiento, de las neurosis o de las psicosis — en este sentido, prefiero no hablar de "tratamiento posible de la psicosis", creo que hay a veces tratamiento de la psicosis, no sólo lo creo, estoy seguro, es un hecho al alcance de cualquier practicante que no retroceda ante la misma, por lo que preferiría hablar de "un tratamiento contingente para la psicosis" — pero decía: ¿cómo mantener la posibilidad de un tratamiento de la psicosis... sin que esto implique transgredir aquella especie de máxima de Lacan, que dice que "el psicoanalista no debe retroceder ante la psicosis"? Es - Página 1 de 9 - Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados

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Psicoanalisis. Orientación lacaniana. Psicosis, tratamiento. EFBA (Escuela Freudiana de Buenos Aires)

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"Tratamiento Posible Para La Psicosis"

(*) Intervención En La Mesa Redonda Del Mismo Título, En Las Vi Jornadas De Residentes De Psicología Y Psiquiatría De La

Provincia De Buenos Aires «el Residente Y La Formación. Teoría Y Práctica», En La Facultad De Ciencias Médicas De La

Universidad Nacional De La Plata, El 11 De Diciembre De 1992.

Ricardo Rodríguez Ponte

Tomar la palabra es una de las coyunturas posibles del desencadenamiento de la psicosis,espero atravesar indemne esta instancia.(1) La exposición de mi compañero permite que mecircunscriba en la mía a unos pocos puntos. (2) Un tratamiento posible para la psicosis, es laconsigna que nos ha reunido. Supongo que, verosímilmente, esta consigna es un eco deltítulo del escrito de Lacan de 1958: «De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible dela psicosis», texto muy interesante, en principio en el sentido siguiente: que el escrito seocupa, y desde el título mismo que lo nombra y delimita su ámbito, de la "cuestión preliminar",aunque, como pueden ustedes comprobarlo si se remiten a la parte superior de cada una desus páginas, los editores se empeñan en evocar en ese sitio, que no es cualquiera, el"tratamiento posible de la psicosis", que es justamente aquello de lo que el texto no trata, porrazones que no está de más interrogar si uno no presume conocerlas de antemano.

En segundo lugar, la consigna de "un tratamiento posible para la psicosis" parece dar porsupuesto que hay un tratamiento posible para las neurosis, restringiendo la pregunta a la de sihay un tratamiento igualmente posible para las psicosis. En relación a este punto, unaconsideración que me gustaría introducir desde el vamos es la siguiente: ¿cómo plantear lacuestión de un tratamiento para la psicosis...?, no digo "posible" — no digo "posible" porque,por ejemplo, lo posible, en las fórmulas de la sexuación está vinculado al "para todo", y dudoque haya un "para todo" del "tratamiento", incluso para las neurosis, salvo desde el punto devista de la cuestión preliminar, de las cuestiones preliminares, a todo tratamiento, de lasneurosis o de las psicosis — en este sentido, prefiero no hablar de "tratamiento posible de lapsicosis", creo que hay a veces tratamiento de la psicosis, no sólo lo creo, estoy seguro, es unhecho al alcance de cualquier practicante que no retroceda ante la misma, por lo que preferiríahablar de "un tratamiento contingente para la psicosis" — pero decía: ¿cómo mantener laposibilidad de un tratamiento de la psicosis... sin que esto implique transgredir aquella especiede máxima de Lacan, que dice que "el psicoanalista no debe retroceder ante la psicosis"? Es

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decir, ¿cómo plantear un tratamiento de la psicosis que no sea un retroceso ante la psicosis?— Por supuesto que no retroceder ante la psicosis no es lo mismo que no retroceder ante lospsicóticos... simplemente por esto...

IUORNO: A veces hay que retroceder...

A veces hay que retroceder, efectivamente, pero a veces debemos retroceder también antelos neuróticos. Es decir, no retroceder ante la psicosis no quiere decir que el analista va atomar a todos los pacientes psicóticos que le demanden algún tipo de tratamiento... ni siquieratiene por qué tomar a todos los neuróticos que le demanden algún tipo de tratamiento. En estesentido, el acto analítico es un acto, justamente, entre otras cosas por eso, porque el analistatiene un margen de elección, es algo que puede hacer o puede no hacer. ¿Qué sería,entonces, no retroceder ante la psicosis? Voy a invertir el planteo: creo que retroceder ante lapsicosis es saltear la cuestión preliminar. Los retrocesos ante la psicosis, en lo que puedoobservar, suelen transitar por dos vías. Una es la de la inhibición. Por ejemplo, suelo observar,cuando superviso tal o cual equipo hospitalario que recibe pacientes psicóticos, el efectonefasto, inhibitorio, de una desafortunada frase de Lacan en el Seminario 3, que más o menosdecía así: "Sabemos a qué conduce tomar prepsicóticos en análisis, eso produce psicóticos".Pero lo que esa frase produjo efectivamente fue analistas que retroceden en su acto, que antela menor sospecha en cuanto al diagnóstico se prohiben incluso hablar por temor de efectuaralguna maniobra que desencadene una psicosis en el consultante... como si el supuesto fueraque la intervención —pero la no intervención es un modo de intervenir, convendría noolvidarlo— podría ser calculable en sus efectos. Ahora bien, no lo es. En segundo lugar, junto ala vía de la inhibición, constato otra manera de retroceder ante la psicosis, la de proponertratamientos no psicoanalíticos, como si la investidura profesional de analista fuera coartadasuficiente para argumentar lo bien fundado, la pureza "psicoanalítica" de esas psicoterapias:psicodramas, terapias ocupacionales, músicoterapias, medicaciones biológicas — de las queno digo que no sean tratamientos para la psicosis, ni desconozco su eficacia al nivel que leses propio, ni sentencio que deban excluirse los psicóticos de sus eventuales beneficios — digoque ése no es el lugar, ni ésa es la elección ética, del analista frente a la psicosis.

Volvamos entonces a la cuestión preliminar. Como lo recordaba mi compañero de mesa, laposición de Freud, muy temprana, cuando empieza a despejar la noción de la función de latransferencia en el análisis —consistente en pasar de "las transferencias", en plural, de Lainterpretación de los sueños, que son las transferencias del deseo inconsciente sobre losrestos diurnos preconcientes, a la transferencia, en singular, como motor y obstáculo de la

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cura psicoanalítica—, este despejamiento implica, por su posición misma, una exclusión de lapsicosis del campo de eficacia de la cura. En una de las reuniones de los miércoles en Viena,en una fecha tan temparana como 1906, Freud sostenía que el psicótico carece de esa libidoflotante de la que se apodera el analista como resorte de su eficacia en el tratamiento de losneuróticos. Por lo tanto no habría, para Freud, un tratamiento posible para la psicosis. Esa,junto con una no resuelta distinción entre transferencia y sugestión, así como su posiciónpaterna en la transferencia, es su cuestión preliminar. En sus Conferencias de introducción alpsicoanálisis Freud ligaba el comienzo del análisis a dos acontecimientos, por así decir, queformulaba de la manera siguiente: "el analista se apodera del síntoma" —en el sentido de queel síntoma adquiría en la cura una nueva significación, transferencial— y "el analista seapodera de la libido". Ahora bien, estas condiciones estarían imposibilitadas en el caso de lapsicosis, según Freud: el psicótico no cede la posición de intérprete, ni tampoco, a causa desu regresión al narcisismo, ama lo suficiente como para conferir autoridad, sugestiva, a lapalabra del analista.

Cuando Lacan vuelve a Schreber, a las Memorias... de Schreber, y no, o no tanto, al CasoSchreber de Freud — es muy interesante, esto, discúlpenme la digresión: en el mismo año, enesas semanas en las que Lacan pronuncia por primera vez como tal su consigna del "retornoa Freud", en la intervención en Viena que recoge su escrito «La cosa freudiana o sentido delretorno a Freud en psicoanálisis», comienza su Seminario sobre Las psicosis, sobre Lasestructuras freudianas de las psicosis, como rezaba su título original, en el que Lacan,justamente, no vuelve al texto de Freud, sino al texto de Schreber.

Creo que Miller tiene razón cuando afirma que el de «De una cuestión preliminar...» es untexto freudiano de Lacan, en el sentido de que Lacan, en ese texto, que pretende resumir unabuena parte del Seminario antedicho, vuelve sobre las Memorias de Schreber, y en suconsideración añade desarrollos freudianos posteriores a la fecha de la redacción del CasoSchreber, tras lo cual despeja —bien al final del Seminario 3— ese término que parece haberseconstituido en una especie de clave de bóveda, de punto pivote de cualquier consideración dela psicosis y su cuestión preliminar entre los lacanianos: la forclusión. Allí, en la última clasede ese Seminario, leemos esta frase que les cito de memoria —contrólenla?: "No retorno a lanoción de Verwerfung, de la que partí, para la cual, luego de haberlo reflexionado bien, lespropongo esta traducción que creo la mejor: la forclusión". O sea, que forclusión traduceVerwerfung, pero, al mismo tiempo, implica un "no retorno a la noción de Verwerfung". Nohace falta que lo diga, pienso: es una "traducción" entre comillas, porque forclusión no traduceVerwerfung según el sentido, es una interpretación, o una traducción que resulta de unainterpretación y una reelaboración teóricas. En este sentido, la forclusión implica un "noretorno" justamente porque la Verwerfung —término que Freud emplea por primera vez en1894, en su artículo sobre «Las neuropsicosis de defensa»— era un mecanismo que se ejercíasobre una representación, lo que en ese articulo Freud denomina una "representación

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inconciliable", mientras que lo que se produce en el curso del Seminario 3 es que Lacandespeja, primero, el orden del significante en su radical autonomía, y segundo, dentro de eseorden, un significante en particular, cuya función asignada es la de efectuar una especie decapitonado de ese orden, que hace de eso un orden, que es el significante delNombredelPadre. Entonces, la forclusión traduce, e implica un "no retorno" a la noción deVerwerfung, porque ahora la forclusión es algo que se ejerce no sobre una representación,sino sobre un significante, y, más específicamente, sobre ese significante en particular que esel significante del NombredelPadre. Como el NombredelPadre es un significante, la ley delsignificante es una ley de "todo o nada": se forcluye o no se forcluye, hay NombredelPadre ono hay NombredelPadre, no hay más o menos NombredelPadre. La conclusión lacaniana,entonces, en 1958, parece indicar, al menos a primera vista, puesto que creo que habría queescarbar todavía mucho más en los meandros de ese escrito que lo que lo hace la lecturacorriente, que suele reducirlo a poco más que la metáfora paterna, parece indicar, decía, almenos a primera vista, que mal podría haber tratamiento de la psicosis porque la transferenciaimplica que el sujeto deba tener en su acervo simbólico este NombredelPadre, en nombre delcual se autoriza a tomar la palabra. Dado este planteo un poco sumario, los fenómenos detransferencia podrían jugar como desencadenantes, o como ocasión del desencadenamiento,de una psicosis que para constituirse como tal no necesitaba sino de ese estímulo.

Ahí estamos los lacanianos, en general.

Pero luego de este año, 1958, que es el año de la redacción del escrito «De una cuestiónpreliminar...», el año del Seminario sobre Las formaciones del inconsciente, la elaboraciónlacaniana no quedó ahí, siguió avanzando. Más aún: el retorno a Freud de Lacan implica elsurgimiento de una diferencia entre Freud y Lacan que le va a permitir a Lacan decir, porejemplo en el curso de su Seminario R.S.I., que es de 1974, que si bien él es freudiano,"Freud no es lacaniano". Y esta afirmación es fundamental. Es fundamental porque despejauna noción del inconsciente que ya no es la del inconsciente freudiano, y más aún, implicauna concepción de la transferencia que no es la freudiana. Efectivamente, como recordaba micompañero de mesa, con la noción freudiana de transferencia no hay manera de plantear untratamiento de la psicosis que sea un tratamiento psicoanalítico. Pero la noción lacaniana dela transferencia, con su fundamento en el sujeto supuesto saber, va a ser una noción extraidaprecisamente —¿cómo es que suele olvidarse este dato radical?— del campo mismo de lapsicosis. ¿A dónde quiero ir con este señalamiento? A que así como no hay abordajepsicoanalítico posible de la psicosis desde una teoría construida desde la neurosis, como esefectivamente la doctrina freudiana, Lacan pareciera estar en condiciones de proponer unabordaje posible de la psicosis desde una teoría construida, no desde la neurosis, sino desdelas psicosis —no es un dato menor el que así como Freud construyó su doctrina de la mano delas histéricas, Lacan se introdujo en el psicoanálisis de la mano de la paranoica Aimée—.Constatamos entonces que hay enunciados lacanianos que Freud no podría sostener. Si el

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que define el inconsciente como "estructurado como un lenguaje" es un enunciadoperfectamente aplicable al conjunto de la doctrina y la práctica freudianas, el que lo definecomo "discurso del Otro", en cambio, no. Ahora bien, un enunciado como este último, implicaradicales consecuencias. Freud no podría aceptar —su noción de "realidad psíquica" se loimpediría— que el inconsciente es el discurso del Otro, y es ahí que Freud no puede abordarningún testimonio del psicótico, en la medida en que su concepción del inconsciente llevaimparablemente a que dicho testimonio sea acogido en términos de proyección, es decir,cuestionando la verdad fundamental aportada por el testimonio, que el Otro habla. Ahora bien,cuestionado esto, que el Otro habla, y lo que cuestiona este testimonio relativo a que el Otrohabla es precisamente, como he dicho, la noción freudiana de proyección, no importa que, apartir de ahí, se acoja el resto del mismo, porque ahí hemos rechazado la base misma dedicho testimonio: que el Otro habla, que ha hablado, y dijo... lo que sea que haya dicho en elfenómeno alucinatorio.

Luego de 1958 se producen una serie de modificaciones en la doctrina de Lacan, que voy atratar de puntualizar muy resumidamente, dado que el tiempo es escaso. En primer lugar, elNombredelPadre es cuestionado en la medida en que, en su lugar, Lacan terminaproponiendo "los nombres del padre". Digamos así, la pluralización de los nombres del padreimplica que se cuestiona que haya el NombredelPadre, con ese valor de significantefundamental, primordial, etc... ¿Por qué? Porque luego del Seminario 5, sobre Lasformaciones del inconsciente, que es el Seminario en el que Lacan propone la metáforapaterna, y afirma, aunque él después lo niega, porque Lacan también adolece a veces de faltade memoria, no siempre involuntaria — en el Seminario 17, sobre El revés del psicoanálisis,dice por ejemplo: "en esa época estuve a punto de decir que había Otro del Otro" — ahorabien, no es que estuvo a punto de decirlo, efectivamente lo dijo, y más de una vez,precisamente en el curso del Seminario 5, definiendo al NombredelPadre como Otro del Otro— pero luego, les decía, viene el Seminario 6, sobre El deseo y su interpretación, donde Lacan"revela", digamos, lo que califica como "el gran secreto del psicoanálisis" —es la segunda delas tres ocasiones en las que emplea esta fórmula—, a saber, que "no hay Otro del Otro", yeste "no hay Otro del Otro" implica que el Otro está barrado de movida, que la carencia de laestructura es principial, y forma parte de su definición misma. La incompletud e inconsistenciadel Otro, entonces, no es resultado de una operación, es la existencia misma del Otro, o pormejor decir, su inexistencia. En relación a esta incompletud e inconsistencia del Otro,entonces, el NombredelPadre, los nombres del padre, es función de suplencia. A diferenciadel planteo básico del Seminario 3 y del escrito «De una cuestión preliminar...»: si elNombredelPadre falta, por forclusión en el lugar del Otro, el Otro queda con un agujero quebuscará remediarse con el recurso a lo imaginario — a diferencia de este planteo, el queresulta de la fórmula "no hay Otro del Otro" postula el agujero en el corazón mismo de laestructura —de la estructura que en el Seminario sobre La identificación Lacan califica"normal"—, resituando necesariamente así la función del NombredelPadre. Antes de pensar en

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las suplencias posibles del NombredelPadre, a lo que parece llevar cierta lectura apresuradadel Seminario 23, sobre El sínthoma, conviene partir de lo que Lacan había precisadoinequívocamente en su Seminario 22, R.S.I., que el NombredelPadre mismo, ahora promovidocomo los nombres del padre, y allí está precisamente la razón de dicha promoción, cumple supapel suplementario y de suplencia respecto de esta falta radical de la estructura, yaenunciada, por ejemplo en el escrito «Subversión del sujeto...», como "no hay Otro del Otro" o"no hay metalenguaje", o por ejemplo en el Seminario sobre La lógica del fantasma, como "nohay universo del discurso", o más radicalmente, a partir del Seminario 19, ...ou pire, como "nohay relación sexual".

Otra consideración. El NombredelPadre, de ser un significante, pasará a ser una consistenciamás, cuarta, en el nudo borromeo. Lo cual implica que este término introduce consigo laconsistencia, la exsistencia y el agujero, lo imaginario, lo real y lo simbólico.

No menos importante, el Seminario sobre El sínthoma, que es el Seminario 23, que la lecturaapresurada corriente hace de él una especie de "segundo seminario" de Lacan sobre lapsicosis — cuestiono esta manera de leerlo: el Seminario sobre El sínthoma no es un"seminario sobre la psicosis", aunque la psicosis esté constantemente evocada en sus clases,tampoco es un "seminario sobre Joyce", aunque este escritor, o al menos su nombre, pues noes seguro que el Joyce del que habla Lacan sea el escritor James Joyce que conocemos suslectores y sus biógrafos, pero, en fin, aunque este escritor esté constantemente evocado enlas sesiones de este Seminario, y menos que menos es un "seminario sobre el tratamientoposible de la psicosis", que no proporcionaba, pero que parecía no obstante que prometía, elescrito «De una cuestión preliminar...» — pero prefiero interrumpir esta consideración, que merequeriría un tiempo del que no dispongo, y en su lugar los remito a un artículo mío,recientemente publicado en los Cuadernos Sigmund Freud, donde me refiero a este punto (3)— lo salteo, entonces, y me limito a señalar lo siguiente: que lo que introduce el Seminariosobre El sínthoma es la paranoia como una estructura en la cual real, simbólico e imaginarioestán en continuidad, son una sola y misma consistencia, y por lo tanto no hay distinción entrelos registros. Pero entonces, la paranoia es la indistinción de los registros... — ¿Esto que digose entiende? Los que me escucharon este año en mi pequeño seminario en el Hospital deMelchor Romero, (4) supongo, lo entienden, los demás, no sé. En todo caso, para los que nolo entienden, pues no puedo desarrollarlo ahora, se los dejo como un enunciado a repensar.No es posible hacer mucho más que esto, en una mesa redonda, y entonces les transfiero eltrabajo de encontrarlo por sus propios medios. — Pero entonces, si esto es así, esto cuestionaotra cosa, otro dato importante de la "cuestión preliminar", que es que la tesis de la forclusiónimplicaba que, como reza la fórmula ya canónica, "lo rechazado de lo simbólico retorna en loreal", pero si es el NombredelPadre el que introduce la distinción real de los registros, como esel planteo en los términos del nudo, si la paranoia es la indistinción de los registros, entoncesqueda cuestionada esta tesis de la forclusión, porque real y simbólico, entonces, no son datos

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de partida, por lo que mal podría funcionar la fórmula canónica sin la previa distinción entresimbólico y real. Para que lo rechazado de lo simbólico retorne en lo real, primero deberíanestar distinguidos simbólico y real.

Por último, me parece también importante destacar que en todo este Seminario 23, que sesupone —erróneamente— que es "un seminario sobre la psicosis", la fórmula, digamos, elsintagma consagrado por el uso, "forclusión del NombredelPadre", aparece una sola vez,aparece una sola vez, y aparece justamente para disyuntar estos dos términos, que en épocasdel escrito sobre la "cuestión preliminar" o del Seminario 3 era imposible disyuntar: "forclusión"y "NombredelPadre". Porque en una de las sesiones del Seminario sobre El sínthoma Lacanse pregunta: "¿Hay otras forclusiones además de la del NombredelPadre?" — Ya esto, lapregunta misma, implica la disyunción entre ambos términos, impensable antes, pero lo queLacan se responde va todavía más allá: "Es difícil de responder, porque la forclusión es unconcepto radical, mientras que el NombredelPadre es algo ligero".

En resumen. Me parece que el Seminario sobre El sínthoma, lo que introduce, no es, como lavulgata lacaniana lo propone, el tratamiento posible de la psicosis que no proporcionaba elescrito sobre la "cuestión preliminar", sino que abre una nueva cuestión preliminar. Con locual, vuelvo al punto de partida: retroceder ante la psicosis es saltear una cuestión preliminar.

Tengo muy poco para agregar a lo que ha dicho mi compañero de mesa, dado que en generalestoy de acuerdo con lo que él nos ha manifestado en lo relativo a la transferencia en lapsicosis. Creo que lo ha despejado muy bien. Pero me interesaría subrayar un punto, paramostrar que Lacan no siempre es contemporáneo de sí mismo. En ese escrito de 1958, pesea que Lacan parece concluir que la transferencia sobre el Profesor Flechsig fue eldesencadenante de la psicosis de Schreber, y esto en concordancia con la concepción deentonces sobre la forclusión del NombredelPadre, sin embargo hace al pasar una observaciónque me parece muy interesante, precisamente en función de lo que acaba de sernosplanteado. Ustedes recuerdan, seguramente, el llamado esquema L, que a continuación va adar lugar al llamado esquema R. En a’ tenemos el lugar de la confusión de persona, elpequeño otro, y en A mayúscula tenemos el lugar del Otro. La tesis de la "cuestión preliminar"es que una perturbación en el orden simbólico situado en A, por la ausencia delNombredelPadre, acarrea una perturbación de lo imaginario que se juega en la relación de a aa’, la relación especular. Por lo tanto, cuando se produce el encuentro contingente conUnpadre — subrayo que es contingente, y éste es otro punto que a veces se deja de lado: lapsicosis no es idéntica a la forclusión del NombredelPadre, es la forclusión delNombredelPadre más un encuentro contingente, puesto que en el Seminario 3 la psicosis esalgo que se desencadena — esto es muy importante, permítanme este paréntesis un pocointempestivo, porque en el Seminario 23 Lacan se la pasa preguntándose si Joyce era loco,nunca lo responde, pero la pregunta, aunque no la responda, la pregunta misma ya es

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fundamental, porque se pregunta por la locura de alguien en el que es imposible situar ningúndesencadenamiento, lo que equivale a decir que esta pregunta cuestiona la clínica de lapsicosis como clínica del desencadenamiento — cierro el paréntesis — entonces, Lacandetectaba esto: que la forclusión del NombredelPadre, con el encuentro contingente conUnpadre, lo que producía era el desencadenamiento del significante en lo real y la regresióntópica al estadio del espejo. Al analista le quedaban entonces dos lugares, aparentemente: oel del gran Otro persecutorio, o el compañero codelirante, la folieàdeux, ambas alternativascatastróficas para el tratamiento. Sin embargo, encontramos en ese escrito una observación alpasar que me parece fundamental para valorizar alguna posición del analista en relación altestimonio que aporta el psicótico, cuando Lacan dice que, a pesar de todo esto, lo que acabode evocar relativo a la enorme perturbación de lo imaginario, Schreber se dirige a nosotros,los lectores de sus Memorias, y también que las relaciones con su mujer, al menos en elsentido de la amistad, estaban conservadas. Quiere decir que no todo lo imaginario en lapsicosis está arruinado por esta perturbación de lo simbólico que resulta de la forclusión. Sibien este escrito es de la época de la primacía de lo simbólico —primacía que se verácuestionada a partir de la propuesta de un anudamiento borromeo entre los registros—, segúnla cual lo simbólico determina lo imaginario, sin embargo, algo de la relación al semejante,señala Lacan, está conservada. Ahora bien, deduzco de esta observación que es posible parael analista un lugar diferente que los dos que proporciona el esquema L —por otra parte puestoen veremos desde el cuestionamiento de la noción de intersubjetividad en el Seminario sobreLa transferencia... o en la «Proposición del 9 de octubre de 1967...»—, un lugar que no sea niel del perseguidor ni el del codelirante de la folieàdeux, lugar desde el cual el analista podríaacoger un testimonio, aceptado esto que hace unos momentos Rodolfo denominaba"transferencia trastornada" — término que me parece excelente, he escuchado algo semejantebajo la denominación de "transferencia invertida", y también como que "el psicótico postulatransferencialmente" — es decir, que se hace transferencia sobre él — en ese sentido, Allouchplantea que acoger el testimonio del psicótico podría parecerse a acoger a un analista encontrol.

Bueno, es evidente que quedaría mucho por decir, porque este tema es inagotable, y ademásno sabemos ni medio —quien sepa un poco más, apenas lo suficiente para zanjardefinitivamente sobre estas cuestiones, está para el Nobel—, pero entiendo que ya va siendoconveniente que les pase la palabra a ustedes.

NOTAS

(1) La broma estaba facilitada por el contexto: la persona que me presentó lo hizo con lafórmula "A continuación tomará la palabra...", etc.

(2) Me acompañó en esa ocasión, precediéndome, el lamentado Rodolfo Iuorno.

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(3) Ricardo E. RODRÍGUEZ PONTE, «El sínthoma: sobre una lectura "de hecho" y una "dederecho". Notas para una lectura del Seminario de Jacques Lacan», en Cuadernos SigmundFreud, nº 15, Escuela Freudiana de Buenos Aires, Buenos Aires, Octubre de 1992.

(4) Ricardo E. RODRÍGUEZ PONTE, Introducción a la lectura del Seminario «Le sinthome»,seminario dictado en el Hospital Alejandro Korn de Melchor Romero, para residentes yconcurrentes de los Hospitales de La Plata, MayoJulio de 1992.

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