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PREDIVORCIO: PREVENCIÓN Y REFLEXIÓN

Si estás pensando en divorciarte, sería interesante que antes de tomar la decisión final, te hagas las siguientes preguntas. No obstante, si ya tienes la decisión tomada, puedes saltarte este apartado y pasar directamente a la página 3:

1. ¿Qué es lo que no te gusta de la relación?

Si te estás planteando la posibilidad de romper con tu relación, imagino que es porque hay cosas que no te gustan. ¿Estás segur@ de que no tienen solución¿ ¿Le has dicho ya a tu pareja lo que no te gusta? ¿Crees que tu pareja debería cambiar algo, o tal vez tú deberías aceptar que no siempre las cosas son como a uno le gustaría? Es importante mantener buen diálogo y hacer saber a la otra persona lo que no nos gusta, así como comprenderla y hacernos comprender. Una frase mágica que me gusta mucho es “Yo entiendo que tú… pero necesito que entiendas que yo…”. Se llama asertividad. Prúebalo. ¡Funciona! Pero sobretodo, comunícate para comprender, no para contestar y tener razón.

2. ¿Qué esperas de una relación de pareja?

Te invito a hacer un ejercicio con tu pareja que tal vez no hayáis hecho nunca. Escribid, cada uno por su lado, lo que es para cada uno una relación de pareja sana. Aunque parezca que es un concepto claro, te sorprenderías si ves lo que escribe cada persona. Y ninguna de las definiciones está bien ni mal. La mejor definición de pareja es la que a ti te haga sentir bien, y debes compartir con alguien que comparta los valores fundamentales. Tal vez para ti una pareja ideal es aquella con la que todos los domingos puedes ir a la playa o la montaña pero si tu pareja odia la playa y la montaña, puedes sentirte muy frustrad@ porque no querrá acompañarte nunca. Sólo hay que tener claro lo que espera cada uno, para ver si realmente sois compatibles o no. Por ejemplo, a mí me encanta bailar salsa. Y yo puedo tener una relación con un hombre que no le guste, ¡pero no puedo pretender que me acompañe!

3. Si hubiera una manera de salvar la relación, ¿Cuál sería?

Tal vez hayáis hablado sin haber conseguido solucionar el problema. Tal vez hayáis recurrido a algún profesional, sin éxito. Agotar todas las opciones creo que es una buena práctica para no quedaros con la sensación de no haberlo intentado todo. Está claro que por divorciarse no se acaba el mundo, pero tampoco se acaba por intentar salvar vuestra relación. Hoy en día existen muchos tipos de terapia y, tal vez no conectéis con los psicólogos pero podéis conectar mejor con las constelaciones familiares, por ejemplo. Intentar salvar la relación, nunca está de más.

4. ¿Realmente serías más feliz sin tu pareja o con otra pareja?

¿Si tuvieras una nueva relación con otra persona, estás segur@ de que te sentirías mejor? Muchas veces, vemos a personas que dicen: “es que siempre me tocan los gamberros”; “es que siempre me tocan las celosas” etc. Tal vez el problema es que inconscientemente atraemos aquello que necesitamos para aprender y, si no

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aprendemos, se repiten las situaciones una y otra vez hasta que las resolvemos. Por ello, yo recomiendo que uno no se divorcie cuando está en el enfado y la indignación, porque eso es signo de que hay algo no superado y que debemos aprender. Una vez que estamos tranquilos y calmados y podemos agradecer a nuestra pareja lo mucho que nos ha aportado, entonces podemos decidir divorciarnos desde la más grande de las serenidades. Pero si lo haces antes, es muy probable que se repita la situación con una nueva pareja.

5. ¿Todavía sientes amor?

Dicen que donde hubo fuego, quedan cenizas. A pesar de las discusiones, es posible que en algunos momentos, aunque sea puntuales, todavía sientas atracción hacia tu pareja e incluso tengáis relaciones sexuales a pesar de haber planteado ya la posibilidad del divorcio. Si esto sucede (hecho por otro lado más que habitual), es porque todavía queda algo. Si hay momentos bonitos, ¿por qué no tratar de salvar la relación? Tal vez se trate de un problema de comunicación. Ponerse en manos de profesionales es una buena opción para que nos den herramientas para solucionarlo o, simplemente, para que nos ayuden a reafirmarnos en nuestra decisión de divorcio.

6. ¿Cuál es tu mayor miedo si se termina la relación?

Mi mayor miedo era el de reinsertarme al mercado laboral después de haber dejado de trabajar para dedicarme a la familia, el no poder hacer frente a la nueva situación y el no poder tener más hijos y crear la familia numerosa con la que soñé. Todo esto me paralizaba, y por momentos me planteaba seguir en una relación infeliz por miedo a enfrentarme a estas situaciones que me horrorizaban. Afortunadamente, pude hacer frente a la situación y darme cuenta de que no era la primera ni la última y de que no se acababa el mundo. ¿Cuáles son los miedos que te generan dudas al pensar en terminar con esta relación?

7. ¿Sientes el divorcio como un fracaso de tu proyecto familiar?

Divorciarme para mí era, en cierta manera, sentirme fracasada como madre y como mujer, por no haber podido conseguir lo que me hubiera gustado. Tuve que hacer un gran trabajo personal para comprender que fracasar era vivir una vida que no era mía por el simple hecho de no sentir ese fracaso que en esta sociedad todavía está tan arraigado. La vida es dinámica, no es estática, y las situaciones cambian; y las personas evolucionamos; y cuando estamos en pareja, no siempre evolucionamos en la misma dirección. Además, puedes haberte equivocado al elegir compañer@ de viaje pero eso no implica que no puedas rectificar. Estamos en el siglo XXI. Date permiso para ser feliz y vivir la vida que quieres, y con la compañía que te hace bien.

Si después de estas reflexiones, sigues pensando que la mejor opción es divorciarse, ¡adelante! Cuanto antes, mejor. En la próxima página verás una lista con los 20 puntos más importantes a tener en cuenta ante una situación de divorcio.

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MANUAL PARA UN BUEN DIVORCIO

1. El bienestar de los hijos

Los hijos son de los dos, y son fruto de un proyecto común que en algún momento se inició. Ejercer la pa-maternidad de forma responsable es mirar por su bienestar, aunque a veces nos equivoquemos, pero no debemos perder de vista este foco: que ellos estén bien. Y para ello, nosotros debemos estar bien pues somos su principal referente. Procurar el bienestar de ambos progenitores es asegurar el bienestar de los hijos. Por eso, a pesar del divorcio, lo mejor es establecer un pacto en el que ambos contribuyan a la estabilidad del otro, por el bien de los hijos.

2. De mutuo acuerdo todos ganan

Ante una situación de divorcio, siempre hay decisiones incómodas de tomar y que de alguna manera afectan a todos. Por ejemplo, a quién se atribuye el uso del domicilio familiar, y más cuando son custodias compartidas, es uno de los puntos más conflictivos. Tratar de observar la situación de una manera objetiva, poniéndonos en el lugar del otro y buscando soluciones conjuntas, es la mejor manera de resolver la situación, pues si no lo hacemos, estamos delegando nuestra responsabilidad en un juez que no nos conoce de nada y lo más probable es que dicte una sentencia que no satisfaga por completo a ninguna de las partes. Es preferible tomar nosotros las decisiones de cómo debe funcionar nuestra vida a que lo haga un desconocido, por muy juez que sea.

3. Concesiones: satisfacción de ambas partes.

Ganchi decía que “Ganamos justicia más rápidamente si hacemos justicia a la parte contraria”. Y mi experiencia me dice que es así. Normalmente, las personas necesitamos sentir que somos aceptadas. Cuando nos sentimos atacadas, respondemos con ataques, y se producen situaciones muy desagradables y que no benefician a nadie, excepto a los abogados que viven del conflicto. En cambio, si somos capaces de ver a nuestro futuro ex como una persona que ha formado parte de nuestra vida, a quien deseamos un bien por ser padre/madre de nuestros hijos, a pesar de lo que haya pasado entre nosotros, la relación se basará en el diálogo, tolerancia y respeto y no en un ring de boxeo en el que todos pierden, y especialmente los hijos.

4. Resolver la situación: soltar el pasado y pensar en el futuro.

Una vez ya hemos tomado la decisión de separarnos o divorciarnos, no te olvides de olvidar. Debemos soltar el pasado y pensar en el futuro. Lo hecho, hecho está, y no lo podemos cambiar. No obstante, sí podemos aprender de la situación para que no vuelva a repetirse en futuras relaciones, tomando el 50% de responsabilidad que nos corresponde, creciendo emocionalmente y enfocándonos en cómo queremos que sea nuestra próxima relación para que no vuelva a producirse la misma situación.

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5. Honestidad.

Muchas veces nos encontramos relaciones con muchos años acumulados de desgaste, en el que uno quería divorciarse pero no se atrevía a dar el paso y trata de culpar al otro para no cargar con la responsabilidad de la ruptura. Ser honesto con uno mismo para poder serlo con el otro, es un factor clave para una ruptura respetuosa y poder así poder mantener una buena relación en el futuro. Si, por ejemplo, culpamos al otro de la ruptura porque nos ha sido infiel y más tarde se descubre que nosotros también lo éramos pero no lo habíamos dicho, es una situación que hará que se pierda toda la confianza y por lo tanto dificulte toda posibilidad de buena relación posterior. Honestidad y transparencia deben ser dos principios que rijan la ruptura.

6. Escuchar para comprender y no para contestar.

La mayoría de personas, por la educación que hemos recibido, escuchamos para contestar en lugar de escuchar para comprender. Esto hace que entremos en una lucha de egos, sin ponernos en el lugar del otro, entablando diálogos de sordos que no ayudan a resolver el conflicto y alcanzar acuerdos. Debemos buscar las cosas que nos unen, más que las que nos separan, y escuchar al otro para tratar de entender por qué piensa lo que piensa y por qué siente lo que siente. Así, tal vez podamos entender su postura o ayudarle a entender, desde nuestra visión, que mirándolo de otra forma puede beneficiarnos más a todos.

7. Invierte en un buen profesional

Si piensas que un abogado es caro, no sabes lo caro que puede salir no estar bien asesorado. Muchas veces, por ahorrarnos un dinero, tratamos de resolver la situación por nosotros mismos, leyendo foros en internet, pero luego surgen problemas y cuando acudimos al abogado, muchas veces es demasiado tarde. Estar bien asesorado desde el principio es muy importante para conocer los aspectos legales del presente, así como los que puedan surgir en un futuro. Y no sólo los factores legales, sino también los emocionales, pues no olvidemos que lo más importante es el bienestar de la familia, aunque los padres se hayan separado.

8. Fomentar tu buena salud mental

Para poder cumplir con todos los puntos anteriores, es indispensable que goces de buena salud mental, y esto es una buena autoestima y gestión de las emociones, partiendo del autoconocimiento. “La mente es el activo más poderoso que tenemos los seres humanos.” Robert Kiyosaki. Así, invirtiendo en tu salud mental y emocional estarás alimentando tu mayor activo para conseguir el resto de objetivos que te propongas. Llevar una vida saludable, durmiendo bien, cumpliendo con una buena alimentación y haciendo algo de deporte, estarás asegurando los elementos básicos para una buena salud, desde la que podrás construir todo lo demás.

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9. Busca tu paz interior

La justicia, como la belleza, está en los ojos del espectador. Una vez has comprendido que no elegimos lo que nos pasa, pero sí podemos elegir qué hacemos nosotros con lo que nos pasa, puedes encontrar la paz, pues estarás responsabilizándote de tus pensamientos y, consiguientemente, de tus sentimientos, no siendo esclavo de tus circunstancias, sino tomando las riendas de tu vida. Baila, canta, ríe, llora y acepta cada momento, pues todo lo que nos pasa es lo que necesitamos para encontrar la paz. Si cambias tu mirada, transformas tu realidad.

10. No hables mal de tu ex

“Quien procura asegurar el bien ajeno, ya tiene asegurado el propio”. Confucio. Recuerda que a tu ex le elegiste tú, no tus hijos. Por lo tanto, no tienes por qué hablar mal de él como si ellos tuvieran la culpa de lo que ha pasado. Los hijos son 50% mamá y 50% papá, por lo tanto, si les hablo mal de alguno de los progenitores, les estoy hablando mal de ellos mismos, aunque no lo verbalicen pero, subconscientemente, así lo sienten. Hazles un favor: háblales bien de su padre/madre para que puedan valorarse a si mismos y puedan ser niños felices.

11. Más dinero no implica más felicidad

“Existen 3 venenos: la codicia, la hostilidad y la ignorancia”. Bhutan. Los conflictos en los divorcios, en numerosas ocasiones, se agravan por las pretensiones económicas de alguna de las partes. A veces, porque entro en guerra con el otro y quiero sacarle todo lo que pueda para fastidiarle. Otras veces, porque no me siento capaz de autosostenerme y pretendo que el otro solucione mi situación. Pues bien, la neurociencia ha demostrado que una vez cubiertas las necesidades básicas, más dinero no es sinónimo de más felicidad. Por lo tanto, trata de ser feliz con lo que tienes y empodérate para conseguir más, si lo deseas, por tus propios medios. De otro modo, estarás violando un principio fundamental que es el del equilibro entre el dar y el tomar, además de perder toda la fuerza para tú mismo/a generar lo que te propongas, comportándote como un hijo/a que exige en lugar de como un adulto/a que se responsabiliza de su situación y tiene un propósito propio.

12. Tu enfado sólo te hace daño a ti

Cuando manifestamos ira hacia el otro, lo que realmente sentimos es un enfado con nosotros mismos por culparnos de la situación. Si sientes ira, el otro probablemente ni se entere, por lo que para tu salud mental y emocional será mejor hacer un trabajo personal para transformar esa ira en agradecimiento, y así poder estar en paz, que es la finalidad de todo ser humano. ¿De qué sirve estar enfadado o estar en guerra? ¿Favorece a alguien? Si bien es una respuesta humana que puede comprenderse en un momento inicial, debemos ser inteligentes y reconducir la situación, por el bien de nosotros mismos.

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13. Aprende del pasado, vive el presente

Fácil es decirlo y algo más difícil llevarlo a cabo pero lo cierto es que quedarse anclado en el pasado, en una posición de víctima, renegando de lo mal que se han portado con nosotras, ni nos va a traer bienestar ni va a mejorar nuestra situación, por lo que cuanto antes salgamos del bucle, mucho mejor para nosotros y para nuestros hijos. Inicialmente, un poco de victimismo puede ser humano y natural, pero ojo con anclarse ahí, porque eso va a impedir que disfrutes de todas las cosas buenas que puedan pasarte a partir de ahora, que te aseguro que son muchísimas. ¿Quieres seguir lamentándote por el pasado o quieres aprender de él y disfrutar y aprender del presente? Tú decides. Nadie más puede tomar esa decisión por ti.

14. El divorcio es algo más que un problema legal

A menudo, cuando escuchamos la palabra divorcio, nos vienen a la mente los abogados, los jueces, los juzgados… y en realidad, un divorcio, poco tiene que ver con eso, aunque sea la parte que muchas veces más se resalta. Un divorcio es una gran oportunidad para el autoconocimiento y la autocrítica. Es una situación difícil, en la que muchas veces con un dolor inmenso tratamos de poner la mejor sonrisa a nuestros hijos para que no sufran. Es un “volver a encontrar mi lugar” fuera de esa relación que, mejor o peor, pero me daba una estabilidad. Es dar un salto a una nueva situación que desconozco, y que todavía no sé cómo voy a resolver. Si lo piensas, la cuestión legal es la de menos, pues al final, un juez puede decidir la cantidad de la pensión, la atribución del domicilio o si la custodia es compartida o exclusiva pero, una vez decididas esas tres cosas con una sentencia, ¿se acaban nuestros problemas? Te aseguro que no. Mejor hacer un buen trabajo emocional para poder gestionar lo que se viene porque la cuestión legal es una pequeñísima parte de todo lo que implica un divorcio.

15. El problema no es el divorcio, sino el “mal divorcio”

Todavía hoy hay muchas personas que, por la educación católica que hemos recibido, sienten el divorcio como un fracaso. Puedo entenderlas perfectamente porque yo misma lo sentí así cuando empecé a darle vueltas a querer divorciarme. Se me rompía el alma de pensar que fracasaba el proyecto de familia que yo quería, que mi hijo ya no viviría con su padre y su madre. Incluso me llegué a plantear quedarme en esa relación por el niño. Sí, yo también pasé por ahí… Hasta que por suerte un día, gracias a un buen amigo, desperté. ¡Y qué decisión tan acertada! Divorciarse no es un problema, siempre y cuando se haga bien. Lo malo son esas rupturas en las que todo son reproches, venganzas y se hace a los hijos pasar por un calvario. Si de verdad no te ves en esa relación, no pasa nada. “No es la impermanencia lo que nos hace sufrir. Lo que nos hace sufrir es querer que las cosas sean permanentes cuando no lo son.” Nhat Hanh.

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16. Se separan los padres, no los hijos

Es de vital importancia no olvidar el proyecto común: los hijos. Por mucho que haya pasado entre nosotros y por mucho que nos separemos como pareja, deberemos seguir relacionándonos como padres, y cuanto antes normalicemos la situación mejor. Hay veces que hay mucho dolor y pretendemos no volverle a dirigir la palabra al otro progenitor, pero esto nos daña a nosotros mismos y a nuestros hijos. Para ellos, siempre seremos su padre y su madre. No haber hecho las cosas bien o como el otro esperaba, no nos da derecho a quitarle el lugar que se merece a cada progenitor. Y sobretodo, recordemos que somos nosotros quienes elegimos a esa persona como padre/madre y por lo tanto, lo únicos responsables. Seguro que tiene cosas buenas, aunque la relación no haya funcionado. No privemos a los hijos de la relación con ninguno de sus padres y jamás les utilicemos para hacer daño al otro progenitor.

17. Los hijos no son propiedad exclusiva del padre o de la madre

Venimos de una educación machista y, aunque muchas mujeres se proclaman feministas y reivindican la igualdad, lo cierto es que ante una situación de divorcio no se comportan como tal al reclamar la custodia, la pensión y la atribución del domicilio. Si somos iguales, ¿por qué estamos en contra de las custodias compartidas? ¿O tal vez no somos iguales? Pues bien, creo que es indiscutible que no somos iguales por cuestiones biológicas (un hombre no puede dar el pecho) y tenemos funciones diferentes en la crianza (ni más ni menos importantes, simplemente, diferentes). Pero lo que debemos tener claro es que el hecho de haber llevado a los hijos 9 meses dentro no los convierte en nuestra propiedad. Los hijos vienen a través nuestro, pero no son nuestros. Tener un buen vínculo con el padre y con la madre es fundamental para su buen desarrollo, y siempre hemos de tener esto presente.

18. El divorcio no pone fin a las obligaciones compartidas con respecto a los hijos

Aquellos casos en los que se atribuye la custodia a uno de los progenitores, generalmente la madre, tendemos a delegar las responsabilidades en ella. Aunque no seamos nosotros los que compartimos el día a día, es importante involucrarse en el desarrollo y el día a día del menor. Si está enfermo, averiguar qué le pasa y cuál es el tratamiento; saber cómo va en el colegio, cuáles son sus amigos o cómo se llama su maestra. También ir a las reuniones del colegio. Esto nos ayudará a estrechar las relaciones con nuestros hijos y también a que el progenitor custodio se sienta más acompañado en la crianza. Y si el otro progenitor no te lo pone fácil, no es excusa para no implicarte. Recuerda: “Nadie puede darte tu libertad. Nadie puede darte tu igualdad o justicia o cualquier otra cosa. Si tú eres un hombre, tómala.” Malcolm X.

19. Lo importante es la calidad de la relación con los hijos

Les veas mucho o poco, no importa. Evidentemente, si les ves más, mejor. Pero tener a los hijos en tu compañía más horas si no les prestas la debida atención, no va a servir de mucho. Procura que el tiempo que les dedicas sea de calidad. Trata de leer o informarte con profesionales de la educación y el desarrollo sobre qué les gusta y qué

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es apropiado para cada edad. Nadie nace sabiendo ser padre, y lo que nosotros aprendimos cuando éramos pequeños, tal vez no nos sirva. Por eso es importante aprender, y hoy en día hay recursos de sobra. ¿Cómo quieres que recuerden tus hijos tu relación contigo cuando sean mayores?

20. Facilitar la adaptación del menor a las nuevas parejas

Una vez superada la ruptura, es normal que rehagamos nuestra vida y entren nuevas parejas. Es importante tener en cuenta que jerárquicamente, se establece un orden en el nacimiento de los hijos que se debe respetar, para vivir una familia sana y, por lo tanto, sus miembros se encuentren emocionalmente sanos: nuestros hijos estaban antes que esta nueva relación. Por supuesto que tenemos derecho a rehacer nuestra vida, pero nuestros hijos también tienen el derecho de disfrutar de sus padres y de no sentirse desplazados con la llegada de nuevas parejas e incluso, por los hijos de esas nuevas parejas. Una adaptación paulatina y sin forzar, haciendo que nuestros hijos vayan cogiendo confianza de manera progresiva hasta que se sientan cómodos sería lo ideal.

Toda ruptura con enfrentamientos graves entre los progenitores es vivida por los hijos de forma traumática y como una pérdida, dejando huella en su desarrollo, por eso debemos evitarlos.

Lo que más beneficia a tus hijos:

Comportamiento, actitud y valores como modelo Si diaolgáis, serán dialogantes. Si discutís, serán beligerantes. Favorecer relación con el otro progenitor. Diálogo y comunicación entre progenitores es fundamental. Mantener coherencia y complicidad en criterios educativos. Transmitir cualidades positivas del otro progenitor. Toma siempre las decisiones los adultos, no los niños. Escuchar y comprender las protestas y sentimientos de los hijos. Fomentar relaciones del menor con familia extensa: abuelos, tíos, primos.

Lo que más perjudica a tus hijos:

Χ Creer que la sentencia pone fin al conflicto familiar Χ Implicar a los menores en el proceso judicial Χ Delegar en ellos la toma de decisiones Χ Pelear, discutir y organizar escenas emocionales o violentas delante de ellos

(llantos/gritos) Χ Criticar al otro progenitor o alejarlos de él, o dificultar su relación Χ Presionar a los niños en busca de información Χ Mandar mensajes a través de ellos Χ Situarlos en medio del conflicto