Presentación

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Nunca un cumpleaños fue tan triste. Ni en el peor de los sueños, aquel aficionado del Mirandilla Clúb de Fútbol se podría haber imaginado que cuando su equipo cumpliera cien largos años, el equipo amarillo y azul estaría en la Segunda División B. Desolación, resignación, rabia, tristeza... son algunos de los adjetivos que se dieron cita una tarde de sábado en el Ramón de Carranza, una tarde en la que ni siquiera una goleada cadista valía para quedarse en el fútbol profesional. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, mentira. No sólo el hombre, también el "cadista". Y es que bien se conoce por desgracia el "infierno" de la segunda b, donde el Cádiz es poco más que el Barcelona de Cruyff. Una categoria que en los noventa fue patrimonio del club, con eso de la dificultad de salír de esos lares. Tanto se conoce esta categoria, que hemos vuelto a ella. Desde el niño que porta la bandera, pasando por el utillero, por el camarero, por la directiva, por el club, por el periodista... y por supuesto por la ciudad, todos hemos vuelto a segunda b. Eso sí, el "cadista" siempre será de esa división no creada en el fútbol de elite, que muchos nombran pero ninguno conoce, una división por encima de primera y por encima de la Liga de Campeones, la de las estrellas. Una temporada aciaga, dificil, donde el equipo no dió la talla en muchos partidos, con jugadores que no dieron todo lo que se esperaba de ellos, y sobre todo con una planificación deportiva e institucional pésima. Julio Peguero, Antonio Muñoz, Javier Gracia y Victor Espárrago. Cuatro nombres y cuatro hombres, que por diferentes razones no han dado la talla en la temporada previa al centenario. El primero de ellos por una fe ciega en una plantilla que nunca demostró ser competitiva y que fue incapaz de conseguir la permanencia. El segundo por no aprender del pasado y hundir al Cádiz Club de Fútbol S.A.D. en una de sus mayores crisis económicas, precisamente en el año de su centenario. Y los dos restantes por no sacarle el máximo partido posible a unos jugadores con los que se podría haber alcanzado algo más que 50 puntos. Dificil el sentir de una afición que derrota tras derrota ha seguido apoyando a su equipo, sin abandonarlo en ningún momento. Una afición que nunca mereció esto y a la que ya nada se puede pedir despues de tantos y tantos varapalos. Y eso que por ilusión, ganas y fuerza, el "cadista" será algo más que el "supermán" del fútbol español. El Cádiz aterrizaba de nuevo en la liga de fútbol profesional en la temporada pasada tras aquel ascenso de Irún (que lejos queda ya). Tras ese gol en Carranza de Mariano Toedli que supuso la vuelta, el regreso a la categoria merecida. Todos creíamos que tras ese año en segunda b se había aprendido la lección, todos nos habíamos enterado de a donde no es bueno ni volver por navidad. Pero al final el tiempo quita y da razones y sobre todo, pone a cada uno en su sitio. Diego Tristán, Ogbeche, Abraham, Ramis, Casilla, Fragoso, De La Cuesta, Fleurquin....todos ellos son nombres de un descenso. Javi Gracia apostaba desde un principio por la mayoría de jugadores que habían conseguido el ascenso a segunda. Con algún que otro retoque, esa era la base del equipo amarillo. Pero los retornos nunca son fáciles te llames como te llames, y al Cádiz le costó enterarse que ya estaba en la liga de fútbol profesional, sobre todo porque el nivel de exigencia es mucho mayor que en segunda b y los equipos tienen un nivel de competitividad mucho mayor. Crónica de una muerte anunciada, con el titulo de la novela de García Marquez se podría definir perfectamente el comienzo de la liga pasada para el Cádiz. Derrotas, empates y un juego pobre que pocas esperanzas daban a la afición. Gracia no encontraba el juego

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Nunca un cumpleaños fue tan triste. Ni en el peor de los sueños, aquel aficionado del Mirandilla Clúb de Fútbol se podría haber imaginado que cuando su equipo cumpliera cien largos años, el equipo amarillo y azul estaría en la Segunda División B. Desolación, resignación, rabia, tristeza... son algunos de los adjetivos que se dieron cita una tarde de sábado en el Ramón de Carranza, una tarde en la que ni siquiera una goleada cadista valía para quedarse en el fútbol profesional.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, mentira. No sólo el hombre, también el "cadista". Y es que bien se conoce por desgracia el "infierno" de la segunda b, donde el Cádiz es poco más que el Barcelona de Cruyff. Una categoria que en los noventa fue patrimonio del club, con eso de la dificultad de salír de esos lares. Tanto se conoce esta categoria, que hemos vuelto a ella. Desde el niño que porta la bandera, pasando por el utillero, por el camarero, por la directiva, por el club, por el periodista... y por supuesto por la ciudad, todos hemos vuelto a segunda b. Eso sí, el "cadista" siempre será de esa división no creada en el fútbol de elite, que muchos nombran pero ninguno conoce, una división por encima de primera y por encima de la Liga de Campeones, la de las estrellas.

Una temporada aciaga, dificil, donde el equipo no dió la talla en muchos partidos, con jugadores que no dieron todo lo que se esperaba de ellos, y sobre todo con una planificación deportiva e institucional pésima. Julio Peguero, Antonio Muñoz, Javier Gracia y Victor Espárrago. Cuatro nombres y cuatro hombres, que por diferentes razones no han dado la talla en la temporada previa al centenario. El primero de ellos por una fe ciega en una plantilla que nunca demostró ser competitiva y que fue incapaz de conseguir la permanencia. El segundo por no aprender del pasado y hundir al Cádiz Club de Fútbol S.A.D. en una de sus mayores crisis económicas, precisamente en el año de su centenario. Y los dos restantes por no sacarle el máximo partido posible a unos jugadores con los que se podría haber alcanzado algo más que 50 puntos.

Dificil el sentir de una afición que derrota tras derrota ha seguido apoyando a su equipo, sin abandonarlo en ningún momento. Una afición que nunca mereció esto y a la que ya nada se puede pedir despues de tantos y tantos varapalos. Y eso que por ilusión, ganas y fuerza, el "cadista" será algo más que el "supermán" del fútbol español.

El Cádiz aterrizaba de nuevo en la liga de fútbol profesional en la temporada pasada tras aquel ascenso de Irún (que lejos queda ya). Tras ese gol en Carranza de Mariano Toedli que supuso la vuelta, el regreso a la categoria merecida. Todos creíamos que tras ese año en segunda b se había aprendido la lección, todos nos habíamos enterado de a donde no es bueno ni volver por navidad. Pero al final el tiempo quita y da razones y sobre todo, pone a cada uno en su sitio. Diego Tristán, Ogbeche, Abraham, Ramis, Casilla, Fragoso, De La Cuesta, Fleurquin....todos ellos son nombres de un descenso.

Javi Gracia apostaba desde un principio por la mayoría de jugadores que habían conseguido el ascenso a segunda. Con algún que otro retoque, esa era la base del equipo amarillo. Pero los retornos nunca son fáciles te llames como te llames, y al Cádiz le costó enterarse que ya estaba en la liga de fútbol profesional, sobre todo porque el nivel de exigencia es mucho mayor que en segunda b y los equipos tienen un nivel de competitividad mucho mayor.

Crónica de una muerte anunciada, con el titulo de la novela de García Marquez se podría definir perfectamente el comienzo de la liga pasada para el Cádiz. Derrotas, empates y un juego pobre que pocas esperanzas daban a la afición. Gracia no encontraba el juego

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deseado, no alcanzaba la sobriedad defensiva de un equipo de segunda, la confianza en el centro del campo y la eficacia goleadora. Los fichajes tampoco ayudaban debido a su poca participación con un Tristán ejemplo del guerrero desprovisto del arma, en este caso, el gol.

Pero no sólo el gol era el problema del Cádiz del entrenador navarro ya que su defensa hacía aguas por todos lados. Goleados y goleadas, de cuatro en cuatro, de esta forma cerraba el Cádiz sus partidos lejos del Carranza. Girona, Castellón (descendió como colista), Real Sociedad, Cartagena, Betis, Levante (en casa)... demasiadas goleadas que sin lugar a dudas pesaron mucho en el equipo de la tacita, a saber, 24 goles encajados en seis partidos... sin palabras. Solo las apariciones del nigeriano Ogbeche parecian vislumbrar algo de luz al final del tuner, pero su intermitencia a mitad de temporada y la poca presencia del afamado Tristán, hacían que el Cádiz viviera en los puestos de peligro, en lugares donde o espabilas o puedes acabar hundiendote.

Y todo ello con un centenario a la vista, con un cumpleaños que se preveía como la gran fiesta del cadismo, como la gran catarsis entre club y afición desde el ascenso a primera con aquel inolvidable gol de Oli en Chapín. El coliseo gaditano (bautizado ya como el “nuevo Carranza” sin estar acabado) veía como su última memoria del pasado y testigo de tantos y tantos partidos, era derruida. La tribuna, esa grada donde un tal Jorge “Mágico” González se quedaba dormido antes de un partido en una camilla, ese lugar donde Rovira revivia a las piernas más cansadas, o donde aquel aficionado llamado Mackarty demostraba al mundo que el amarillo era más que un color, era un sentimiento. Una nueva grada reemplazará a la tribuna amarilla, más moderna, más funcional, con aparcamientos, con oficinas... pero sin el sabor aún de la historia y de la vida.

2010 ya era una realidad, atrás quedaba una decada de éxitos, fracasos, ilusiones, milagros... al fin y al cabo lo que ha sido siempre la historia de este club y de este equipo. Años en segunda b, segunda y primera, con ascensos y descensos marcados por nombres como Carlos Orue, Jose González, Zafra, Velázquez, Raúl López, Abraham Paz, Dani Navarrete, Palacios, Oli, Suárez, Jonathan Sesma, Enrique, Navas, Victor Espárrago, Varela, Manolo Pérez, Lucas Lobos, Pavoni, Fleurquin, Bezares, Cacique Medina, Antonio Muñoz, Arturo Baldasano, Antonio Calderón, Julián Rubio, Julián de la Cuesta, Julio Peguero, Javi Gracia, Mariano Toedli, Carlos Caballero, Fran Cortés, Dani Miguelez, Dani Fragoso, Kiko Casilla, Ormazábal, Diego Tristán, Ogbeche, Cifuentes, Cristian...

Todos ellos con más o menos fortuna forman parte de la década pasada y por tanto de la centenaria historia escrita en amarilla y azul. Jugadores, entrenadores y presidentes que piensen lo que piensen, siempre podrán decir que un dia pertenecieron a este equipo que sin ser real, pues no lo necesita, lleva una corona en su escudo. Historia que se forja con los años y los hechos y el 2010 se presentaba como la oportunidad de oro para demostrar a España que Cádiz tiene un equipo más allá de la guasa carnavalera.

Pronto todos los pronosticos para el nuevo año se vendrían abajo. Si en el plano institucional la comunión directiva – equipo quemaba más que nunca (el poder desgasta y de que manera), en el plano deportivo el equipo parecía no salir a flote en la Liga Adelante. San Sebastian y Anoeta se convertían en jueces del bueno de Javi Gracia. Una nueva goleada suponía el fín a su paso por el Cádiz, el fín a sus deseos de triunfar más en el equipo amarillo. Se marchaba un buen entrenador que se había paseado un año antes por la categoria de bronce, con un ascenso brillante, inmaculado, inpecable, pero al que la segunda división le había juzgado de la manera más cruel, sin piedad. Adios a un

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señor de los banquillos.Y a rey muerto, rey puesto. Se dice que siempre hay segundas oportunidades, que se lo digan a Don Victor Espárrago y a Luis Soler. Uruguay y Argentina se volvían a unir en la tacita de plata tras cuatro años separados en los que se habían echado más de menos que nunca. Espárrago volvía a Cádiz, a ese equipo que llevó a la gloria cuando nadie lo esperaba. Muñoz le daba el relevo, el testigo y el mando del submarino con la misión, claro está, de llevarlo a buen puerto, a la permanencia.

Pocos fichajes invernales, entre ellos Jonathan Ramis y Bogunovic (el nuevo “Mágico” según Radomir Antic) de los cuales ninguno destacó. La victoria 1-3 a domicilio sobre el Numancia frenó la posibilidad de nuevos fichajes ya que tanto Peguero como Muñoz creyeron que con Esparrago todo sería más fácil y las incorporaciones no eran necesarias. Con la dificultad que suponía reflotar a un equipo a mitad de temporada, desde luego el uruguayo no tenía ante sí una tarea fácil, ya que el Cádiz caminaba por los puestos de abajo sin carácter alguno.

Pasaban los partidos y encuentros como el de Huelva frente al Recreativo, perdiendo un partido ganado y fallando ocasiones clarísimas, eran un aviso de lo que podía venir. Aquel dia en Huelva Espárrago decía: "si hoy no se ha ganado el partido es difícil que se gane otro”. Ese encuentro demostró todas los fallos y las pocas virtudes de un equipo bisoño, débil y endeble. Se mezclaban algunos partidos donde parecía que la permanencia no era una utopía con otros donde la segunda b se acercaba más que nunca. Ni Espárrago ni Soler parecían encontrar la llave que abriera la puerta de la salvación... mientras el final de liga se acercaba más y más.

Pero cien años pesan mucho, es demasiada vida como para no tenerla en cuenta, son demasiados recuerdos como para borrarlos, y este equipo tenía que apelar a la épica. Tras un sufrido triunfo frente al colista y casi descendido Castellón, la afición se encomendaba a los cinquenta mágicos puntos. Una cifra que años atrás había dado la salvación a muchos equipos, que por estádistica solía ser un número redondo para quedarte un año más en la categoría de plata. Cinquenta, una obsesión, un deseo y una ilusión. Las calculadores eran las principales alidas del “cadista”, que veía que era posible. Milagro y Cádiz han sido compañeros muchos años...

Pero la loteria no siempre toca y el Cádiz habia dejado los deberes para el final. Y eso que un par de victorias consecutivas lo colocaban a tan sólo tres puntos de la meta, de los cinquenta, teniendo tres partidos por delante. Real Sociedad, Huesca y Numancia. Carranza acogía a los vascos, ya con un pie y en primera, y vaya repaso. 1-3 y a sufrir. El Aloraz, Huesca, domingo por la tarde. Nos la jugamos, una victoria nos dejaría casi en segunda, un empate prolongaría el sufrimiento y una derrota...

El final de ese partido ya lo saben. Se repetía el mismo guión de toda la temporada, el Cádiz se adelantaba pero se dejaba remontar. Despues el Numancia solo serviría para conseguir una goleada inutil y dolorosa y para que todo Carranza viera como su equipo en el año de su centenario bajaría a la innombrable categoria de bronce. También Antonio Muñoz protagonizaba el esperpento y se marchaba, dimitia como presidente pero continuaba como accionista mayoritario.

Un cumpleaños en segunda b. Cádiz eres fiel a tu historia, a la de tu ciudad y la de tu equipo. Llena de milagros, de sufrimientos y de algunas alegrias. Sin duda alguna, la afición es tu mayor patrimonio, es tu mayor tesoro. Más de 6.000 valientes han vuelto a confiar y a creer en ti. Esperemos que todo lo que has y estás recibiendo se lo devuelvas

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a ellos algún dia. Porque que quieren que les diga, el “cadista” nunca será una especie en extinción.