Presentación Artigas y Melchora Cuenca

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Una historia de amor desconocida para muchos uruguayos

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Una historia de amor desconocida

para muchos uruguayos

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Mujer de rostro atrayente, elegante porte, hija de un carrero paraguayo y una mestiza guaraní. Melchora Cuenca era mujer culta, valiente y aguerrida que siendo adolescente se vinculó al campamento artiguista del Ayuí, debido a que acompañaba a su padre que abastecía de víveres al emplazamiento de Artigas, enviados por la Junta del Paraguay. Tiempo después (1816), en Purificación, se casó con Artigas convirtiéndose en el tercer matrimonio del prócer.

Fue paloma para amar brava Leona en el combate, el clarín templó el coraje, de su pecho montaraz..

Se encintaba el Paraguay, en las noches de sus trenzas, se llamó Melchora Cuenca, la bella flor del Guayra...

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En suelo germinador, Cambia el filo de su lanza, la reja de la esperanza, le torna el brazo arador...

Y el Queguay río cantor, tiene el tiempo de zorzales, el misterio de su sangre, que en mi tierra floreció.

Santiago Artigas Cuenca

Fue una mujer notable: en primer lugar fue lancera del general José Artigas tras su encuentro -aparentemente en Santa Fe-; y en segundo lugar estuvo casada con él y se hallaba a su lado en la villa-campamento de Purificación, entre los años 1815 y 1819, durante el apogeo del Sistema Federal.Melchora le dio dos hijos al general, Santiago y María cuando vivían en una casa que hoy es tapera ubicada a orillas de rio Queguay, a unos 40 km de la Guichón.

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Y fue allí en Mandisobí cuando la dulce lancera, por última vez se viera, con el caudillo oriental... cuando él busca el Paraguay, Melchora sola regresa, para llorar su tristeza, en los montes del Queguay…

Melchora fue a encontrarse con Artigas en Mandisoví (o Mandisobí, según las fuentes) para acompañarlo, pero Artigas se rehusó, sin que se sepan las razones. Según indica Aníbal Barrios Pintos, citando a Thevenet: "quizás por el obstáculo que sería a sus planes personales o a la rapidez necesaria de su marcha o por no poder asegurar en el Paraguay a su mujer y a sus pequeños hijos una relativa tranquilidad que él mismo ignoraba si disfrutaría solo“.

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Ya no brilla el esplendor, de Güirapuita en su espalda, en Mandisobí se apaga, la estrella del vencedor...

A cuestas con su dolor, sendero largo de ausencia, allá va Melchora Cuenca, llorando al perdido amor...

En 1850 luego de mucho dudarlo, Santiago le comunica a su madre la muerte de Artigas quien le respondió con tranquilidad: “Mentiras, son mentiras de los enemigos. Pobres mentiras. Ya lo verás llegar por este mismo camino”. Estas palabras pintan claramente un espíritu guerrero que nunca se rindió y el afecto que aún sentía por nuestro prócer.