Presentacion de Niños

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PRESENTACIÓN DE NIÑOS La presentación de niños es un acto que hacemos con el propósito de que nuestros hijos comiencen sus vidas bajo la protección de nuestro Dios, reconociendo a Dios como el dador de la vida, de ellos como de sus hijos. Esta práctica tiene su origen en el Antiguo Testamento, en la ley de Moisés, tomando como punto de Partida la dedicación que Ana, la madre de Samuel, hizo de este al Señor en el templo. (1 Samuel 1:26-28). Ana había anhelado por mucho tiempo la bendición de ser madre, y su clamor había sido oído por Dios y se lo había concedido. Ahora ella venía al templo a cumplir con la promesa hecha al Señor, de consagrarle a su hijo para el servicio en el templo. Y en el Nuevo Testamento podemos ver como María, la madre de Jesús, luego de los ocho días de este haber nacido, que lo encontramos en Lucas 2:21-22: 21 Ocho días después, cuando el bebé fue circuncidado, le pusieron por nombre Jesús, el nombre que había dado el ángel aun antes de que el niño fuera concebido. 22 Luego llegó el tiempo para la ofrenda de purificación, como exigía la ley de Moisés después del nacimiento de un niño; así que sus padres lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. 23 La ley del Señor dice: «Si el primer hijo de una mujer es varón, habrá que dedicarlo al Señor» [a ] . 24 Así que ellos ofrecieron el sacrificio requerido en la ley del Señor, que consistía en «un par de tórtolas o dos pichones de paloma» [b ] . Como padres tenemos una tarea de orden divino, que debemos cumplir con toda la diligencia posible: el ser las guías espirituales y el ejemplo de nuestros hijos. Pero lo maravilloso de este llamado a ser padres, es que no estamos solos en esta tarea, contamos con Dios, para capacitarnos, corregirnos y enseñarnos como educar a nuestros hijos, y con la

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PROCEDIMIENTOS PARA HACER LA PRESENTACION DE NIÑOS EN UNA IGLESIA

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PRESENTACIÓN DE NIÑOS

La presentación de niños es un acto que hacemos con el propósito de que nuestros hijos comiencen sus vidas bajo la protección de nuestro Dios, reconociendo a Dios como el dador de la vida, de ellos como de sus hijos.

Esta práctica tiene su origen en el Antiguo Testamento, en la ley de Moisés, tomando como punto de Partida la dedicación que Ana, la madre de Samuel, hizo de este al Señor en el templo. (1 Samuel 1:26-28).

Ana había anhelado por mucho tiempo la bendición de ser madre, y su clamor había sido oído por Dios y se lo había concedido. Ahora ella venía al templo a cumplir con la promesa hecha al Señor, de consagrarle a su hijo para el servicio en el templo.

Y en el Nuevo Testamento podemos ver como María, la madre de Jesús, luego de los ocho días de este haber nacido, que lo encontramos en Lucas 2:21-22: 21 Ocho días después, cuando el bebé fue circuncidado, le pusieron por nombre Jesús, el nombre que había dado el ángel aun antes de que el niño fuera concebido.

22 Luego llegó el tiempo para la ofrenda de purificación, como exigía la ley de Moisés después del nacimiento de un niño; así que sus padres lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. 23 La ley del Señor dice: «Si el primer hijo de una mujer es varón, habrá que dedicarlo al Señor»[a]. 24 Así que ellos ofrecieron el sacrificio requerido en la ley del Señor, que consistía en «un par de tórtolas o dos pichones de paloma»[b].

Como padres tenemos una tarea de orden divino, que debemos cumplir con toda la diligencia posible: el ser las guías espirituales y el ejemplo de nuestros hijos.

Pero lo maravilloso de este llamado a ser padres, es que no estamos solos en esta tarea, contamos con Dios, para capacitarnos, corregirnos y enseñarnos como educar a nuestros hijos, y con la iglesia, el cuerpo de Cristo, para ayudarnos a cuidarlos de los peligros que el mundo pueda presentar.