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http://slidepdf.com/reader/full/price-laopinionpublica 1/26
La oplnl6n publica
Vincent Price
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En este volumen dedicado a la opi-ni6n publica, Vincent Price analizauno de los temas principales denuestro tiempo. La comunlcaclon,en muchos aspectos, ha estadoinextricablemente unida al analisis
de la opinion publica durante gene-raciones, perc gran parte de losvinculos que las relacionaban se
han mostrado hasta ahora opacos.De ahi que Price se dedique a acla-rar las muchas formas en que laopini6n publica es, en 10esencial,un concepto relac ionado con elproceso y los efectos de la comu-nicaci6n. Y de ahi tambian queacabe proporcionando un modeloque revisa 10publicado anterior-
mente y senala el camino a futurasinvestigaciones que quieran in-corporar el papel de periodistas,
politicos y encuestadores a la cons-trucci6n del discurso publico. Un
libro, pues, tan adecuado para losestudiantes de comunicacton como
para quienes se acercan al temaprocedentes de otros campos, yasean las ciencias pollticas, la socio-logia 0 la sociopsicologia.Vincent Price es profesor del Depar-tamento de Cornunlcaclon del Ins-t itute for Social Research de la
Universidad de Michigan, y miembrodel consejo de redacci6n de Public
Opinion Quarterly.
www.paidos.com
ISBN 84-493-0067-3
I788449300677
Dsano: Maro Eskenazi
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16 LAOPINION PUBLICA
para e1entendimiento de opiniones. E1refinamiento de las tee-
nicas de investigacion y medicion de la actitud llevo la investi-
gacion sobre opinion publica a la vanguardia de las ciencias
sociales, en America, en los afios treinta y cuarenta, y, con este
florecer de la investigacion llego un aumento de la atencion
conceptual y teorica hacia la opinion de los individuos y sus
determinantes. Los temas tratados en el capitulo cuarto inclu-yen las principales propiedades de las opiniones tal como se
conceptualizan y miden en la mayoria de las investigaciones; el
origen y desarrollo de las opiniones a traves de la comunicacion;
y las relaciones entre opiniones y otros conceptos intimamente
relacionados tales como actitudes, creencias y valores.
Las principales secciones dellibro abordan la opinion publi-
ca en terminos de conducta colectiva (capitulo 3) 0 como un
fenomeno individual (capitulo 4). E1capitulo final se dirige ha-
cia un punto de vista integrador de la opinion publica que im-
plique los dos aspectos, colectivo e individual. Se atiende, espe-
cificamente, a los procesos comunicativos que permiten a las
personas organizarse como publico y ejercer su influencia. El
capitulo 5 seenfoca hacia una explicacion del concepto de deba-
te, acabando con una revision sobre las formas en que los inves-
tigadores de la opinion publica intentan observar este proceso
tal como se despliega en el tiempo.
2. Problemas respecto a la opinion publica
Muchos escritores sobre el terna de la opinion publica co-
mienzan, con bastante razon, por hacerse la pregunta basica:
(,que entendemos exactamente por opinion publica? Cualquier
busqueda de una definicion clara y simple del concepto se de-
mostrara, sin embargo, infructuosa. En un articulo sobre inves-
tigacion de la opinion publica preparado para la International
Encyclopedia of the Social Sciences, Davison (1968) anotaba
que no hay «una definicion generalmente aceptada» del termi-
no (pag. 188). La ausencia no se debe, ciertamente, a una falta
de interes. Noelle-Neumann (1984) sefiala que «genera.ciones
de filosofos, juristas, historiadores, teoricos de la politica., y pe-
riodistas universitarios sehan estrujado elcerebro en un intento
de proporcionar una definicion clara» (pag, 58). Childs (1965)
consiguio reunir cuatro docenas de definiciones difererrtes del
significado de opinion publica, y observe que 10 publicado en
este campo esta «plagado de intentos entusiastas» (pig. 14).
Admitir que una definicion general aceptable del concepto
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18 LA OPINIO!\' PUBLICA
queda fuera de nuestro alcance. no significa, sin embargo. que
«opinion publica» sea algo, en ningun senti do, carente de signi-
ficado. EI concepto continua utilizandose en investigacion, en
articulos sobre el gobierno, y en explicaciones de la conducta
social humana, tanto desde el punto de vista cientifico como
desde cualquier otro. Y el propio hecho de su uso continuado
puede considerarse como firme testimonio de la existencia delsignificado. Mas que llegar a una definicion simple de la opi-
nion publica, nuestro objetivo es entender sus diferentes usos.
Como indico Kaplan (1964): «El significado de un termino es
un asunto de familia entre sus varios sentidos» (pig. 48).
Los problemas que originariamente dieron vida al concepto
de opinion publica no son necesariamente los mismos proble-
mas que afectan a su uso hoy en dia. Aun asi hay muchos temas
comunes que aparecen en articulos sobre la opinion publica,
extendiendose a 10 largo de varios siglos. El proposito de este
capitulo es, en consecuencia, doble. Primero, se revisan los ori-
genes historicos de la opinion publica como concepto, obser-
vando las varias formas en que se aplico tal idea al formularse
modelos democraticos de sociedad en los siglosXVIII YXIX. A
continuacion, avanzando en el tiempo, se cementa la intensa
relacion entre elinteres por la nueva fuerza de la opinion publi-
ca en la sociedad, y el crecimiento expansi vo de los medios de
cornunicacion de masas a finales del siglo XIX y principios del
XX, prestando especial atencion a algunas preocupaciones y
miedos recurrentes sobre el status de la opinion publica moder-
na. Como veremos en los capitulos subsiguientes, muchas apli-
caciones de la investigacion conternporanea no solo comparten
el legado conceptual de la opinion publica en su evolucion his-
torica, sino que continuan reflejando las mismas preocupacio-
nes fundamentales sobre su solidez.
Origenes de la idea
El concepto de opinion publica es claramente un producto de la
Ilustracion. La idea esta intimamente ligada a las filosofias poli-
ticas de finales del siglo XVII y del siglo XVIII (por ejemplo,
Locke, 169011963; Rousseau, 1762/1968) y especialmente a la
teoria democratica del siglo XIX (por ejemplo, Bentham, 1838/
1962). Aunque no es mi intenci6n realizar una revision del de-
sarrollo historico del concepto de opinion publica -y, cierta-
PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINION PUBLICA 19
mente, menos aun revisar la evolucion de la filosofia po lrtica-
es, sin embargo, uti] revisar las formas originarias de uso de este
terrnino.'
Anticipaciones y aproximaciones. Aunque el concept o no se
propuso explicitamente hasta el siglo XVIII, muchos es critores
anteriores incluyeron «anticipaciones y aproximaciones a la
teoria moderna sobre la opinion publica» (Palmer, 1936, pag.231). La filosofia politica de la antigua Grecia, por ejemplo,
trataba de los peligros y beneficios potenciales del gobier:no po-
pular. Platon menospreci6 pronto a los politicos democr.aticos,
considerando la filosofta como la legitima rectora de losaesuntos
humanos, y poniendo en cuestion la competencia de cualquier
grupo numeroso de personas para deliberar asuntos filoscificos.
Aristoteles, por otra parte, creia que los sentimientos colectivos
de la demos podian contribuir, con una especie de sent.i do co-
mun, a los asuntos politicos (Minar, 1960, pigs. 38-39VA pesar
de las referencias, en las obras clasicas, a fenomenos que se
asemejan a la opinion publica, sin embargo, la distinci o-n mo-
derna entre Estado y sociedad en general y entre funci0narios
especializados y el publico comun, no formaban parte" -cierta-
mente, de la filosofia politica de Atenas (Held, 1987, pags. 17-
18). La combinaci6n de los terminos opinion y publica en un
concepto compuesto, con significado politico, aparece r:nucho
despues, en las filosofias democraticas y liberales del siglo
XVILe
Concepciones primitivas sabre fa opinion. Bastante arates de
su definicion en terrninos liberales y democraticos, existfan, en
general, dos sentidos discernibles de la palabra opinion, que aun
persisten (Habermas, 196211989, pigs. 89-90). El primer senti-
do es esencialmente epistemologico y proviene de su U-S<l para
distinguir una cuestion de juicio de un asunto de heche>, 0algo
incierto de algo que se sabe ser cierto, sea por demostracicsn 0 fe.
Esta nocion -tomada de la expresion latina opinio y tal vez el
I.La disertaci6n doctoral dePalmer de 1934 (resumida por Palmer, J 936) es
un analisis muy citado de la historia del interes por la opini6n publica. Otros
tratamientos historicos de utilidad incJuyen Speier (1950). Minar (196()). Gunn
(.1983), Ozouf (1988) y Baker (1990). Tratamientos de la longitud de ,.Ill libro
aparecen en Noelle-Neumann (1984) YHabermas (1962/1989). Aunquee menos
directamente interesados por la propia opinion publica, trabajos sobre la teoria
dernocratica, tales como los de Schum peter (1943), Pateman (1970), Dahl
(1956, 1971, 1985) y Held (1987, especialmente pags. 13-143), son t:ambien
valiosos para entender el desarrollo del concepto.
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sentido prirnitivo del termino- se refleja aun hoy en su uso
general, cuando alguien se refiere a una asercion en particular
como «una cuestion de opinion» mas que a un hecho (vease
Hume, 177711975, para la distincion entre relaciones de ideas y
asuntos de hecho). Cuando se une a la sociedad en general, el
terrnino toma a veces un sentido peyorativo que se refleja en
expresiones tales como «opinion com un», «opinion general» y
«opinion vulgar» (incorporando este ultimo ellatin vulgus, conel significado de «gente corriente, la multitud»). A pesar de sus
connotaciones, a veces negativas, opinion, usado en esta forma
episternologica, se relaciona esencialmente con un estado cog-
noscitivo, una forma menor de conocimiento.
Un segundo sentido de opinion, que aparece en algunas con-
sideraciones contemporaneas mas estrechamente relacionadas
con sus connotaciones modernas, la considera equi valente a
maneras, morales y costumbres (Noelle-Neumann, 1979,1984).
En estos casos se destaca el papel de la opinion popular como
una clase informal de presion y control social. Opinion es equi-
valente a reputacion, a consideracion y a vision general de los
demas, de interes principalmente porque restringe la conducta
humana (Speier, 1950, pag. 378). Esta forma de entender la
opinion quedo cristalizada en los escritos de Locke (1690/
1975), que identifica tres leyes generales que gobiernan la con-
ducta humana: la ley div ina, la ley civiI y la «ley de opinion 0
reputacion» (que el denomina «ley del uso» y «ley de la censura
privada»). Mas que considerar la opinion como una forma de
conocimiento, este senti do del terrnino se enfoca hacia una
aprobacion 0 censura social: opinion como una manera infor-
mal de condonar 0 condenar. La opinion, bajo esta luz, es gene-
ralmente perjudicial y no racional, relacionada con el senti-
miento como opuesto ala razon (Ozouf, 1988, pags. SI-S2).
Concepciones primitivas de publico. El termino publico tuvomuchas acepciones diferentes en su uso primitivo, pero, de nue-
vo aqui, podemos sefialar dos, en particular, que merecen desta-
carse. La palabra latina publicus fue, con mucha probabilidad,
un derivado de poplicus 0populus, que queria decir «el pueblo».
Pero habia, al menos, dos sentidos diferentes de «el pueblo» pre-
sentes en los primeros usos de la palabra publico. En un sentido,
el terrnino hacia referencia al acceso com un, como en «lugar
publico». Segun Habermas (196211989, pag. 6), la res publica
era cualquier propiedad generalmente abierta a la poblacion, y
en los tiempos feudales ciertos espacios comunes se considera-
PROBLEMAS RESPECTO A LAOPINION PUBLICA 21
ban publicos porque se proporcionaba acceso abierto ala fuente
y a la plaza del mercado. El concepto fundamental es de apertu-
ra 0 accesibilidad. En su gran mayoria esta nocion continua en
uso en la actualidad, cuando por ejemplo empleamos la expre-
sion hacer publico para referirnos al proceso de hacer algo am-
pliamente accesible.
Tal vez tuvo mayor predominio el uso del termino «publi-
co» en referencia a cuestiones de interes general y, mas e:specifi-
camente, a asuntos relacionados con la administracion :y el Es-
tado (Speier, 1950). Este segundo sentido del terrnin-o tiene
poco que ver con acceso comun, refiriendose sin embargo a
interes com un 0 bien cornun. Tal como sefiala Ozouf (1988,
pag. S2), antes de 1830 los diccionarios franceses oponiarr publi-
co no a prive (<<privado»), sino a particulier (<<particular, indivi-
dual»). La misma idea persiste hoy dia en referencia a «txabajos
publicos» y «leyes publicas». Un edificio gubernamental puede
considerarse publico, incluso si no esta permitido el acceso a
nadie. Antes de la evolucion del concepto contempora neo de
gobierno, los equipos personales y actividades de los mandata-
rios se consideraban publicos. En los escritos medievales , lordly(csefiorial») y publico se utilizaban como sinonimos y fJU blicare
significaba pedir al sefior (Habermas, 1962/1989). Segun la teo-
ria del absolutismo real, predominante en Europa antes del si-
glo XVIII, el monarca era considerado la unica persona publica:
«origen y principio de unidad en una sociedad particul.arista»
(Baker,1990). El termino publico paso a referirse mas tarde al
Estado, al evolucionar hacia «una entidad que tiene ex.istencia
objetiva sobre y contra la persona que gobierna» (Hab ermas,
196211989, pag, 11). Hoy dia, inspirandose en gran maraera en
estas conexiones primitivas entre el termino publico y elbienes-
tar colectivo, apenas se puede evitar la asociacion de a..suntos
publicos con asuntos gubernamentales.-Aunque la nocion de opinion publica no emerge h.asta la
Ilustracion, los terminos opinion y publico llevaban consi go, an-
tes de dicho tiempo, multiples usos que continuan relacionados
a nuestro entendimiento contemporaneo de tales conceptos.
Principalmente, opinion se utilizaba para referirse a racionall
cognitivo y a no racional/proceso social, dualidad queha pasa-
do virtualmente a todos los escritos subsiguientes sobre la opi-
nion publica. fol termino publico comparte una dualidad de uso
similar. Siguiendo las famosas palabras de Abraham Linc-oln, la
palabra «publico» significaba originalmente dos cosas: «del
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pueblo» (al referirse a acceso cornun) y «para eJ pueblo» (al
referirse aJbien comun), Solo llego a significar «pOI'eJ pueblo»
(es decir, realizado por la gente corriente, en elsentido en que, a
menudo, pensamos en eJtermino hoy dia) mucho mas tarde.
EI nacimiento de la opinion publica
La combinacion de publico y opinion en una expresion unica,
utilizada para referirse a juicios colectivos fuera de la esfera del
gobierno que afecten ala toma de decisiones politicas, aparecio
siguiendo varias tendencias politicas, econornicas y sociales
europeas (Speier, 1950; Lazarsfeld, 1957; Ginsberg, 1986),",~
Aunque al menos un historiador acredita que los ingleses usa-
ban frases tales como «opinion del pueblo» y «opinion del pu-
blico», en epoca tan temprana como 1741(Gunn, 1983), se con-
sidera a los franceses.Ja mayoria de las veces, como inventores
y popularizadores del concepto (Habermas, 1962/1989; Noelle-
Neumann, 1984; Ozouf, 1988). Noelle-Neumann (1984) acredi-
ta a Rousseau como primer usuario de la frase l'opinion publi-
que, hacia 1744, utilizandola en el segundo sentido de opinion
anteriormente definido, como referencia a las costumbres y mo-
dos de la sociedad (vease tambien Baker, 1990)~.15ecualquier
forma, hacia 1780 los escritores franceses hacian uso extensivo
de la opinion publica para referirse a un fen6meno mas politico
que social, a menudo en union con «bien publico» (bien public),
«espiritu publico» (esprit public), «conciencia publica» (cons-
cience publiquei, y otros terrninos relacionados (Ozouf, 1988,
pig. S3)/
Los 'hechos historicos involucrados comienzan en epoca
temprana, en el siglo XV, con el advenimiento de la imprenta
de tipos moviles (Childs, 1965). Este desarrollo tecnologico per-mitio una amplia difusion de las publicaciones, que se reforza-
ron en el siglo XVI con el incremento de comerciantes y clases
dirigentes y una expansion de la alfabetizacion. La ultima ten-
dencia fue impulsada por la Reforma protestante, que creo un
amplio publico lector, sin mediacion formal de la iglesia, con
respecto a la literatura religiosa escrita en lenguas vernaculas
(Speier, 1950, pag. 381). La profesionalizacion de las artes, es-
pecialmente la literatura, reemplazo elprimitivo sistema deme-
cenazgo por otro en el cual autores y artistas dependian, para su
sustento, del apoyo popular (Habermas, 1962/1989). Socieda-
PROBLEMAS RESPECTO A LAOPINION PUBLICA 23
des de lectores y librerias de segunda mano empezaron a flore-
cer, y hacia finales del siglo XVII la literatura moral y politica
era bastante popular entre las clases cultas (Speier, 1950; Ha-
bermas, 196211989; Darnton, 1982).
La Reforma fue importante por varias razones, mas alla de
sus efectos en la circulacion de la literatura. Las enseiianzas de
Calvino y Lutero cuestionaron elorden sociopolitico de la auto-
ridad y la jurisdiccion papal, de tan larga permanencia. Tal vez
de forma mas critica, las ensefianzas protestantes contenian en
su esencia una nueva concepci6n individualista de la persona.
Sancionaron la autoridad seglar en todo, excepto en los domi-
nios directamente morales 0 religiosos de la vida, y apoyaron la
idea de que los individuos son «duefios de sus propios de stinos»
(Held, 1987, pag. 40). A finales del siglo XVII, las ideas. desen-
cadenadas por la Reforma habian evolucionado hacia filosofias
liberales mas profundas (por ejemplo, Locke, 169011963), que
afirmaban que los indi viduos deberian ser libres de seguir sus
propias preferencias en todos los aspectos de la vida: religiosos,
econornicos y politicos (Held, 1987, pags. 51-54).
Emergencia de una esfera publica. Habermas (1962/1989)
indicaba que estas tendencias historicas, intimamente urridas al
crecimiento del capitalismo y el dominio de una bu.rguesia
europea, con el tiempo dieron como result ado una esiera publi-
ca de razonamiento critico. A 10 largo de finales del siglo XVII y
principios del XVIII, una diversidad de nuevas insrit.uciones
sociales empezaron a destacar: los cafes de Inglaterra (s.e decia
que habia mas de 2000 enLondres a principios del sigloXVIII),
los salones de Paris, y las sociedades de tertulias de Alernania
(Tistchgesellschaften) (Speier, 1950). Estos sitios de reunion, en
los que la devoci6n a la literatura y el arte de la conversacion se
tenian en gran estima, lIegaron a convertirse -especialmente los
salones franceses- en lugares donde la autoridad de la argumen-tacion suplanto ala autoridad de un titulo/.-Segun Habermas, el
publico ilustrado del siglo XVIII gano fuerza publica aloonsoli-
darse la burguesia y empezar a articularse una critica liberal del
Estado absolutista existente, al principio, a traves de la circula-
ci6n de publicaciones politicas y su amplia discusion en salones
y cafes--El libre intercambio de informacion y critica, y el razo-
namiento abierto se convirtieron en los instrumentos de la
«afirmacion publica» en cuestiones politicas (Nathans, 1990,
pag. 625). Con elincremento de una esfera publica polit.ica acti-
va, la opinion publica emergio como una nueva forma de auto-
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ridad politica, con la cualla burguesia podia desafiar al gobier-
no absoluto.
.Haberma~ (l_9?2/1989) destaca las caracteristicas de iguali-
tansmo y raciocirno de la opinion publica durante la Ilustracion
(pags, 36-37). Primero, sela considera como procedente del dis-
curso razonado, la conversacion activa y el debate. El debate es
«publico» en el sentido de intentar determinar la voluntad co-
mun, el bien comtin, no es un simple encuentro de interesesin~ividuales. El?ebate es, asimismo, abierto; elproceso es«pu-
blico» en el senu do de que la participacion abierta, si no total-
mente asegurada, es 10 que se desea. Es soberano e igualitario·
opera independientemente del status economico y social, abrien-
d? camino al merito de las ideas mas que al poder politico.
~lDalmente, el debate, si persigue opiniones correctas, debe
ilustrarse a tra~es de una publici dad de los asuntos politicos y
sus consecuencias. Como veremos, estas nociones tendran mu-
cho que ver con los ultimos intentos sistematicos de los sociolo-
gos (por ~jemplo, Park, 190411972; Blumer, 1946; Mills, 1956)
por defimr de forma mas precisa la naturaleza del publico como
un colectivo social (capitulo 4). Estas caracteristicas proporcio-
naron el esquema de 10 que se Ilamarta mas tarde el modele
«clasicc» de opinion publica (Berelson, 1950; Lazarsfeld, 1957),
asi como un conjunto de estandares con los cuales incluso en
las sociedades modernas, se juzga a veces a la opinion publica
(vease Carey, 1978; Peters, 1989).
Ambigiiedades en cuanto al significado de opinion publica. Elestudiode Habermas (1962/1989) ha tenido mucha influencia,
aunque los historiadores sehan preguntado respecto ala exacti-
tud de su interpretacion, especialmente su lectura marxista de
la esfera publica como un aspecto del dominio burgues-
capitalista (Nathans, 1990,pag, 626). Esigualmente debatible si
las caracteristicas de igualitarismo, critica y racionalidad, ads-
critas a la opinion publica del siglo XVIII, casan bien con losp.untos de vista sobre la opinion publica que prevalecian (espe-
cialmente en Francia) en aquel momento. Por ejemplo, elanali-
sis de Darnton sobre elperiodismo frances del siglo XVIII cues-
tiona la imagen racional del discursopublico, Darnton indica
que gran parte de las publicaciones politicas que circulaban en
la Francia prerrevolucionaria no eran de una filosofia liberal
imparcial, sino bastante sensacionalistas y de un criticismo mo-
ral orientado hacia las celebridades (<<politico-pornografia» en
terminos de Darnton) que abordaba temas de depravacion se-
xual y corrupcion (pags. 34-38).
PROBLEMAS RESPECTO A LAOPINION PUBLICA 25
Otros historiadores han sugerido que los intelectuales de la
Ilustracion distaban de ser igualitarios incondicionales (Nat-
hans,1990). Muchos eran, de hecho, profundamente ambiva-
lentes respecto al individualismo y el valor de la contestacion
abierta en politica. Baker (1990) indica que los pensadores poli-
ticos franceses de mediados del siglo XVIII semostraban caute-
losos de la libertad extrema que disfrutaban los ingleses, que
parecia invitar a la division, confrontacion sin fin e inestabili-dad polttica: Habia, pues, una considerable renuencia a la hora
de aceptar la emancipacion completa del individuo (Ozouf,
1988). Rousseau (1762/1968), aunque decia que elbien c.omun,
o «voluntad general», solo es discernible por medio deLa parti-
cipacion continua y directa de individuos libres que debaten
elecciones colectivas, no abogo por la union de los intereses
individuales. Sin embargo, creia que los miembros del pueblo,
decidiendo juntos 10 que esmejor para su comunidad, sornetian
sus intereses privados y sus asuntos al bienestar comun (vease
Pateman, 1970, pag. 25; Held, 1987)1'El problema de como
adivinar la opinion publica a partir de tina masa contradictoria
de opiniones individuales era el dilema central de la filosofiapolitica libera], La razon innata de la autonomia de la0pinion
publica fue una solucion. Aunque imprecisos para indicar exac-
tamente que era la opinion publica, una gran mayo ria de escri-
tores indicaba claramente que no era la opinion de la imaltitudj
Era, en cambio, un «tribunal anonimo e impersonal», una nue-
va corte que tenia muchos de losmismos atributos -«intalibili-
dad, externalizacion, y unidad»- que caracterizaban a La anti-
gua autoridad absolutista (Ozouf, 1988, pags, SI1-S12; Baker,
1990)/Esta nocion -que la opinion publica trasciende la opi-
nion individual y refleja un bien comun abstracto, mas que un
mero compromiso de intereses individuales- continuaria influ-
yendo en el pensamiento sobre la opinion publica hasta bienentrado el siglo XX (por ejernplo, Lowell, 1913, pags. 8-10; Be-
relson, 1950).
.Losque escribieron alprincipio sobre opinion publica, rara-
mente fueron explicitos en relacion a 10 que se referian. Ozouf
(1988, pag. S6) sugiere que la opinion publica fue, con frecuen-
cia, implicitamente equiparada por los franceses con laopinion
de «los hombres de letras», refiriendose a su papel (en gran
parte autoconcedido) de arbitros de los asuntos socialesy politi-
cos. Un segundo «grupo sociologicamente calificado de porta-
dores de opinion eran losparlements, que se tomaron lalicencia
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28 LAOPINION PlJBLlCA
de la implicacion popular continua en forma de debate igualita-
rio y razonado. En la nueva formulacion, la opinion publica se
resuelve, en cambio, extremando la funcion de las voluntades
de individuos diversos, esto es, a traves del gobierno de la ma-
yoria(. La idea mas fiel a la voluntad general deja paso en la
estructura utilitaria a la idea mas comunmente sostenida. Esto
no quiere decir, ni mucho menos, que el debate publico activo
no forme ya parte del conjunto. La libertad de prensa fue vigo-
rosamente apoyada por Bentham y Mill. Siguiendo elpunto de
vista de Necker, Bentham considero a la prensa como un organo
especialmente importante de 10 que el llamo «el tribunal de la
opinion publica». Volviendo a las nociones de opinion cornun
como presion social, pidio la publici dad regular de todas las
actividades del gobierno, como una salvaguarda contra los abu-
sos del poder (Palmer, 1936, pag. 245). Tal vision de la prensa
anticipo en forma significativa nuestra nocion contemporanea
de libertad de informacion y la moderna condicion de los me-
dios de comunicacion como vigilantes publicos (Comision para
la Libertad de Prensa, 1947; vease tambien Macaulay, 1898,
sobre la prensa como cuarto poder). Pero la implicacion popu-lar continua en eldebate de las cuestiones publicas no fue, en si
misma, propuesta como elmejor 0 elmas practice mecanismo
para determinar el bien comun; es mas, la resolucion de los
deseos populares estriba en la eleccion de la mayoria, expresada
a traves de elecciones regulares.
Un segundo cambio en la conceptualizacion acompafio tam-
bien a la filosofia democratica mayoritaria. El propio publico,
definido vagamente en las primeras publicaciones como aque-
110smiembros de las clases ilustradas que frecuentaban los cafes
y salones, se identifica en las nuevas estructuras con elelectora-
do deseable. Bentham abogaba en sus ultimos escritos por el
sufragio universal y las elecciones parlamentarias anuales paramantener una vigilancia publica cercana sobre los representan-
tes, los «diputados» del pueblo (Pateman, 1970). El resultado
fue una considerable expansion en eltamaiio y heterogeneidad
del «publico». Algunos sugieren que el modelo de democracia
de Bentham -como elde Rousseau- asume que todo ciudadano
deberia ser competente para formarse opiniones politicas en los
asuntos urgentes de cada dia (por ejemplo, Schumpeter, 1943).Sin embargo, Pateman (1970) concluye que ni Mill ni Bentham
abrigaban expectativas especialmente elevadas respecto a la ha-
bilidad de este amplio electorado para deliberar activamente en
PROBLEMAS RESPECTO A LAOPINION PlJBLlCA 29
politica. Estos teoricos estaban mas preocupados, insiste Pate-
man (1970), por la habilidad publica para seleccionar 0 recha-
zar representantes que por su capacidad de sostener opiniones
politicas informadas en cuanto tales (pags, 18-19).
La opinion publica como objeto de estudio
Hacia mediados del sigloXIX, la mayor parte de las publica-
ciones que trataban sobre opinion publica eran norrnat ivas v
filosoficas en su naturaleza, al ser estudios de politica teoric~
mas que estudios de la propia opinion publica. (Los escritos de
Necker son una notable excepcion.) Aunque la teoria derriocra-
tica representativa gano apoyo creciente a 10 largo del siglo
XIX, las publicaciones de esta epoca no eran, en absolut 0, fir-
mes, resueltas, al evaluar la competencia de la opinion pu.blica.
Los partidarios de las reformas liberales democraticas la veian
«como la voz de la clase media ilustrada, como una salvaguarda
contra el desgobierno, y como un agente de progreso», mientras
que criticos mas conservadores, la entendian antiteticarriente,como potencialmente peligrosa, superficial y transitori.a; en
gran medida desinformada, y necesitada de limitaciones pacti-
cas como fuerza politica (Palmer, 1936, pag. 247).
Hacia el final del siglo XIX, la opinion publica se encontro
enfrentada a crecientes analisis sistematicos ala manera empi-
rica caracteristica de las ciencias sociales en desarrollo (Lazars-
feld, 1957). Los escritores estaban intrigados por la «nueva
fuerza» de la opinion publica en la sociedad, que pare-cia ir
ganando poder y expandiendose hacia practicamente todas las
clases sociales, con muchos logros en educacion y con la apari-
cion de medios de comunicacion de masas mas eficientes
(Bryce, 1888; Tarde, 1890/1903; Cooley, 1902; Lowell, 1913).Al aproximarse 1900, hubo un cambio de enfoque y mete-do en
elanalisis de la opinion publica.A consecuencia del crecirnien-
to de las ciencias sociales enla universidad, los trabajos del siglo
XX sobre opinion publica reflejan con mas claridad preooupa-
ciones sociologicas y psicologicas, mas que politicas 0 filcisofi-cas./Mientras que muchas de las primeras disquisiciones sobre
opinion publica habian tratado principalmente sobre elproble-
ma filosofico de transmutar deseos individuales e indepen dien-
tes en la voluntad del Estado, ahora los analistas vuelven., con
mayor frecuencia, su atencion al problema de cornprensirm de
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30 LA OPINION PUBLICA
aspectos sociales y de conducta de la opinion publica. Elinteres
se ha vuelto hacia «la cuestion de la funcion y los poderes de la
opinion publica en la sociedad, los medios con los que puede
modificarse 0controlarse, y la relativa importancia de los facto-
res emocional e intelectual en su forrnulacion» (Binkley, 1928,
pag. 393). Esta linea de investigacion llevo al estudio de la opi-
nion publica en nuevos campos academicos: conducta colectiva
y psicologia social, investigacion sobre la actitud y la opinion,
analisis de la propaganda, conducta politica e investigacion so-
bre los medios de comunicaci6n de masas.
Principales problemas relativos a la opinion publica
'A comienzos del siglo XX, muchos de los conceptos subya-
centes y distinciones conceptuales que aparecerian en las ulti-
mas publicaciones te6ricas e investigaciones empiricas sobre la
opinion publica habian, de una u otra forma, salido ya a la luz
(Lasswell, 1957). Aunque basada principalmente en terrninos
de debate informado y gobierno mayoritario (como un legado
de la Ilustracion y de la teoria democratica representativa, res-
pectivamente), la expresion «opinion publica» llevaba consigo,
tambien, otros sentidos importantes.eLos escritores de la Ilus-
tracion, a pesar de su enfasis en la razon humana y el progreso
de la sociedad a traves de la educaci6n, no dejaron de compren-
der los aspectos no racionales y emocionales de la opinion pu-
blica. Por ejemplo, Speier (1950) refiere el esfuerzo de algunos
pensadores de la Ilustraci6n para establecer espectaculos publi-
cos y celebraciones nacionales deliberadamente dirigidos a con-
seguir sentimientos patri6ticos mas que apoyo razonado. A 10
largo del siglo XVIII y XIX, elpapel de la opinion general como
valedora de tradiciones y costumbres sociales, cumpliendo conIa «ley del uso» de Locke, no escap6 ala atenci6n critica (Noe-
lle-Neurnann, 1984). Ciertamente, las huelgas generales y los
motines del siglo XIX dieron a los estudiosos de la opinion que
pensar sobre el asunto de la supuesta naturaleza racional de la
opinion publica. Los aspectos no racionales de la conducta pu-
blica fueron cuidadosamente estudiados en la ultima parte del
siglo XIX por escritores que dedicaron especial atenci6n a la
conducta imitativa y al«contagio» emocional en las multitudes
(por ejemplo, Tarde, 189011903; LeBon, 1895/1960; vease tam-
bien Mackay, 184111956; capitulo 3).
PROBLEMAS RESPECTO A LA OP INION PUBLICA 31
Aunque, en cierta medida, la investigacion cientifica social v
elanali~is filosofico normativo de la opinion publica han segut-
do cammos separados desde principios del siglo XX, aUI} hay
una importante y animada conexion entre ambos. Los desoubri-
mientos empiricos que tratan sobre COmose desarrolla v opera
la opinion publica en la sociedad no pueden por me~o~ que
interpretarse ala luz de como consideramos que deberia fu.ncio.nar la opinion publica (Berelson, 1950). Serias consideraciones
de las cuestiones normativas subyacentes que conciernen a la
opinion publica, han continuado apareciendo a 10 largo deLsiglo
XX: Lowell (1913), Lippmann (1922), Dewey (1927), Las.swell
(1941), Mills (1956), Schattschneider (1960) y Ginsberg (1 986),
son solo unos pocos ejernplos de tales pensadores.
Para cerrar este capitulo -y fijar una estructura alreded or de
los conceptos cientifico-sociales y las investigaciones aplicadas
de los pr6ximos capitulos- consideraremos brevemente algu-
nos de los principales miedos y preocupaciones que han rmoti-
vado y sostenido la investigacion sobre la opinion publica. Por
mor de la simplicidad, podemos organizar esta discusion alre-
dedor de cinco problemas basicos que acosan alpublico mender-
no: dos relati vos a su potencial superficialidad -falta deCOATIpe-
tencia y falta de recursos- y tres relativos a su pote ncial
susceptibilidad, hacia la tirania de la mayoda, hacia la propa-
ganda 0 la persuasi6n de masas, y hacia una sutil dominzacion
por parte de elites minoritarias.
Falta de competencia. Las reservas respecto a la capaciidad
del publico en general para dirigir los asuntos publicos datan de
antiguo, como hemos visto, al menos desde Platen, y fiaeron
importantes durante la Ilustracion. Pero tal vez las criticas, mas
fuertes algobierno de la opinion-popular sean producto del siglo
XX: Public Opinion, -de Lippmann (1922), y su secuela The
Phantom Public (1925).-El-f>I"incipa:1rgumento de Lippmamn es
que la teoria democratica pide demasiado a los ciudadanoss or-
dinarios. No puede esperarse de ellos que actuen comolegisla-
dores, que sean activos y se impliquen en todos los asrantos
importantes del momento. Parte del problema, en la estimescion
de Lippmann, esla desatencion general del publico y su faltade
interes por las cuestiones politicas. Tal como Bryce (1888 ) ha-
bia observado, «las cuestiones publicas ocupan eltercero cuar-
~o lugar entre los intereses de la vida» (pag, 8). Las pers on as
mvierten poco tiernpo y poca energia en aprender los necessaries
«hechos no visibles» del mundo politico. Complicando el pro-
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32 LAOPINION PlJBLICA
blema aparece la forma en que las opiniones -basadas en las
«imageries que tenemos en la cabeza», como dijo Lippmann
(1922, pag. 3)- se desarrollan. EI conocimiento exacto de los
asuntos publicos, en los que deben basarse las opiniones solidas,
es sencillamente inalcanzable para el ciudadano ordinario. El
mundo politico queda «fuera de su alcance, de su vista y de su
mente» (Lippmann, 1922, pag. 29). Los ciudadanos forman sus
ideas a partir de informaciones gravemente incompletas, man-teniendo poco 0ningun contacto con los hechos reales: filtran 10
que yen y oyen a traves de sus propios prejuicios y temores.
Aunque en sociedades mas simples el gobierno dirigido por la
opinion publica pueda tener exito, elmundo industrial moder-
no se ha convertido en demasiado grande y complicado. «El
ciudadano privado de hoy dia», observo ironicamente Lipp-
mann, «llega a sentirse como un espectador sordo de la ultima
fila, que debiera mantener su atencion fija en la trama general,
pero apenas puede conseguir mantenerse despierto» (1925, pag,
13)..'La prensa, considerada por los dernocratas progresistas un
instrumento para educar y formar alpublico (por ejemplo, Coo-ley, 1909), s610 contribuye a los males de la opinion publica,
segun el punto de vista de Lippmann. «No es factible», indic6
terminantemente, «y cuando consideras la naturaleza de las no-
ticias, no es ni siquiera pensable... Si se ha de confiar a los
periodicos el deber de interpretar toda la vida publica de la
humanidad, seguro que fracasaran, pues estan condenados al
fracaso, y en cualquier futuro continuaran fracasando» (1922,
pag. 362).?'Lippmann no fue el primero en sefialar la discrepancia entre
la imagen de la participacion publica en la democracia -hereda-
da de los salones y cafes de la epoca anterior- y los trabajos
sobre la opinion publica en una nacion legislativa moderna
(vease Tocqueville 1835/1945; Bryce, 1888), pero sus escritos
fueron notables por su vigor y penetracion y, especialmente, por
su recomendacion de una radical remodelacion de lagobernabi-
lidad democratic'YAb~ndonando la esperanza ?,e un,a~pini6n
popular cornpeterrte, LIppmann cree que la oprmon publica mo-
derna no puede mejorar a menos que una organizacion inde-
pendiente y experta, con personal de «ciencias politicas», pueda
hacer «inteligibles los hechos invisibles» para quienes hubieren
de tomar decisiones, y «organizar la opinion publica» para la
prensa (1922, pig. 32). Sofiaba con una red de agencias de reco-
PROBLEMAS RESPECTO A LAOPINION PUBLICA 33
leccion de informacion (una para cada gabinete federal) con
fuentes de fondos independientes, ocupacion garantizacla, y un
«acceso a los hechos» sin restricciones, para cumplir tales tareas
(1922, pag 386).
Falla de recursos. Criticos posteriores, aunque no en desa-
cuerdo con el retrato general de Lippmann sobre la opinion
publica moderna, sin embargo, consideran una excepc ion su
valoracion de la capacidad del publico para el gobierno demo-cratico. Con mayor insistencia, Dewey (1927) consider .. lJa que
el problema no era la incompetenciapor parte delpublic-o, sino
mas bien una falta demetodos suficientes para la comuni cacion
publica. «Los medios fisicos y externos de recoger in_f'orma-
cion», observo, «han sobrepasado con mucho la fase intelectual
de investigacion y organizaci6n de los resultados» (pag. 1 ~O). Alcontrario que Lippmann, que consideraba que la «Gran, Socie-
dad» nunca podria convertirse en la «Gran Comunidad»- que se
requeria para una autentica democracia nacional, Dewey
(1927) creia que ello era realmente concebible, aunque nunca
pudiera poseer todas las cualidades de una comunidad local
(pig. 211). La respuesta, en parte, esla educacion, No es .... ecesa-rio que la gente tenga el conocimiento y la habilidad nee esarios
para llevar a cabo investigaciones sistematicas para cada asunto
general, sugeria Dewey, unicamente debian tener la habilidad
de juzgar el conocimiento proporcionado por expertos eJI tales
asuntos (pag. 209). Estaba de acuerdo con Lippmann sabre que
las ciencias sociales desempefiarian un papel central en la co-
rreccion del Estado democratico, pero Dewey pensaba en un
tipo de papel muy diferente. No proponia un sistema de infor-
macion de alto nivel sino, en su lugar, un tipo de ciencia social
basada en la comunidad que difundiera sus interpretaci ones al
publico por medio de ingeniosas presentaciones en la JJrensa
popular. «La necesidad esencial, en otras palabras, es la :rnejora
de losmetodos y condiciones de debate, discusion y persxaasion.
Este es el problema del publico» (Dewey, 1927, pig. 208). En
una linea similar, el titulo de un capitulo dellibro de Lasswell
(1941) Democracy Through Public Opinion presenta el asunto
de forma sucinta: «La democracia necesita una nueva forma de
hablar».
Otros han considerado tambien un objetivo principal elpro-
porcionar recursos adecuados al publico. Schattsch neider
(1960), por ejemplo, proclamaba que si en realidad hay LIn pro-
blema con la opinion publica, reside en las asunciones pre-tendi-
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34 LA OPINION PUBLICA
das por la teoria democratica clasica (por ejemplo, la necesidad
de ciudadanos omnicornpetentes), no en el propio publico. «La
gente es capaz de sobrevivir en e1mundo moderno aprendiendo
10que necesita saber y 10que no necesita saber», indicaba (pag.
137).Los ciudadanos no necesitan implicarse en todos los deta-
lles diarios de gobierno. Cuando es necesario, quedan envueltos
de forma natural en el conflicto, a1correr riesgo sus asuntos e
intereses. Lo que los ciudadanos necesitan, sugiere Schattsch-
neider, es un sistema politico competitivo con un liderazgo
fuerte, controversia y alternativas claras (pag, 129).Otros cnti-
cos han establecido argumentos sirnilares, culpando, de una u
otra forma, no alpublico sino a la camara de representantes 0 a
la oficina del editor (por ejemplo, Entman, 1989). La solucion,
se ha sugerido, radica en ofrecer mejores recursos -especial-
mente a traves de los medios de comunicacion-: para que los
utilice el publico (Commission, 1947).
Tirania de fa mayoria. Un tercer problema de importancia
que concierne a los analistas de la opinion publica es elpeligro
de que prevalezca una mediocridad en la opinion =el menor
denominador comun- creada y mantenida por la presion de lamayoria. Desde otro punto de vista, el peligro es que frente a
amplias mayorias, los puntos de vista de minorias importantes,
aun siendo validos, no puedan hacerse valer.con fuerz£:"Este
temor 10 expreso pronto, en el siglo XIX, Tocqueville(1835/
1945), quien advirtio que en una sociedad de iguales, los indivi-
duos de una minoria quedarian «solos y desprotegidos» frente a
la mayoria dominante (pag. 138)LA 10largo del siglo XX, el
problema de la conformacion respecto a la opinion mayoritaria
ha sido un terna persistente, en la critica social y en las ciencias
sociales (White, 1961; Allen, 1975). Noelle-Neumann (1984)
reafirmo estas preocupaciones en la investigacion sobre la opi-
nion publica, refiriendose al retraimiento de la minoria frente ala presion de la mayoria como «una espiral de silencios.
Muchos analistas han advertido que el poder de la mayoria
podria resultar crecientemente problernatico con el tiempo.
«Cuanto mas tiempo haya gobernado la opinion publica», suge-
ria Bryce (1888), «mas absoluta sera la autoridad de la mayoria,
menos probabilidades tendran las minorias activas de rebelar-
se, y mas dispuestos estaran los politicos a preocuparse, no de
formar la opinion, sino de descubrirla y apresurarse a obedecer-
la» (pag, 23). La respuesta al problema, proponen Bryce y otros
criticos, es la apropiada socializacion democratica y la educa-
PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINION POBLICA 35
cion (vease Lowell, 1913). Una democracia debe cultivar una
individualidad vigorosa en sus ciudadanos para asegurar que
los asuntos minoritarios sean apoyados adecuadamente.?
Susceptibilidad a la persuasion. Una cuarta preocupacion se
centra en la susceptibilidad del publico a la persuasion y, en
particular, a llamamientos altamente emocionales y no raciona-
les. Esta preocupacion parece justificada. Hasta que punto las
apelaciones emocionales forman parte de la politica es algo que
puede observarse bastante cornunmente (Kornhauser, 1959;
Edelman, 1964). Lippmann (1925), para hablar de un modele
temprano, observe que «la consecucion de una voluntad gene-
ral de entre una multitud de deseos diferentes no es un misterio
hegeliano, como muchos filosofos politicos han imaginado, sino
un arte bien conocido por los Iideres, politicos y comite s diri-
gentes. Consiste esencialmente en el uso de simbolos que unan
emociones tras haber sido separados de sus ideas» (pag. 47).
El exito de los regrmenes fascistas en Europa entre las dos
guerras, a la par que su intenso uso de losmedios de comunica-
cion, alento un tremendo interes entre los cientificos sociales de
America por e1analisis de la propaganda y la persuasicm. Elpanico causado por la transmision de Orson Welles de La gue-rra de los mundos, de H.G. Wells, en 1938 (Cantril, Gaudet y
Herzog, 1940) sugirio que la capacidad de los medios deoomu-
nicacion para precipitar la conducta irraciona1 de lasmasas era
considerable. No es de extrafiar que, a 10largo de este siglo, la
investigacion sobre opinion publica y elinteres sobre la p ersua-
sion de masas hayan ido de la mano. Desde 1927, en que Lass-
well publico su influyente Propaganda Technique in the World
War, hasta bien entrados los afios cincuenta, el estudio- de la
opinion publica y la propaganda estuvieron muy estrecharnente
conectados. Muchas de las primeras obras sobre este campo,
por ejemplo, llevan la palabra «propaganda» en sus titulos (porejemplo, Smith, Lasswell y Casey, 1946; Doob, 1948; Katz,
Cartwright, Eldersveld y Lee, 1954).
Dominio de las elites. Aunque algunos habian temido una
2. El cultivo de la individualidad puede presentar sus propias dificultades.
Una de ellas, comentada por Lowell (1913), sucede cuando, tras un debate
razonable, una irreconciliable minoria rechaza totalmente la opinion de la ma-
yoria. Una democracia requiere, segun estima Lowell, un equilibrio entre la
tolerancia para los puntos de vista de las minorias y la aceptaci6n de la voluntad
dela mayoria (vease sudiscusi6n de la doctrina dela armenia de intereses, pags.
28-29).
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36 LA OPINIOI\: PUBLICA
sobreabundancia de poder en manos del publico, a muchos
otros les preocupa que sea demasiado poco. Una quinta causa
de interes respecto a la opini6n publica se enfoca hacia 10 que
Ginsberg (1986) ha llamado «la domesticaci6n de las creencias
de la masa». Seconsidera elproblema desde elpunto de vista de
la creciente pasividadjser.parte del publico, que 10 conduce,
de varias maneras, a su dominic por parte del gobierno y las
elites agrupadas. Mills (1956), por ejemplo, vio la sociedad
americana compuesta de tres estratos jerarquicos: el primero,
una fina capa de elites poderosas; el segundo, un grupo estanca-
do de fuerzas politicas contrapuestas; y el tercero, una amplia, y
cada vez con menos poder, masa de ciudadanos. Lejos de dis-
frutar de la idealizada y libre discusion del debate dernocratico,
Mills indicaba que la poblacion americana habia sido trans for-
mada por los medios de comunicaci6n en un mercado que con-
sume, mas que en un publico que produce, ideas y opiniones
(vease tambien Habermas, 1962/1989; Gitlin, 1978).
Otros criticos contemporaneos, que ven mecanismos dife-
rentes de control de la elite (por ejemplo, Herman y Chomsky,
1988), han descrito mas formas de dominio. Ginsberg (1986)indica que con el advenimiento de la democracia electoral, la
relaci6n tradicionalmente adversa entre el pueblo y elgobierno
se ha suplantado por una relacion de dependencia. Ahora las
personas apoyan voluntariamente al Estado, pues se han con-
vertido en crecientemente dependientes de sus servicios. Tal
como 10 indica 61,«con el desarrollo de las instituciones electo-
rales, la expresion de la opinion de la masa se ha hecho menos
subversiva; cuando los ciudadanos empezaron aver algobierno
como una fuente de beneficios, la opinion sehizo fundamental-
mente menos hostil hacia laautoridad central.; En resumen, los
regimenes occidentales convirtieron la opinion de la masa, de
una fuerza hostil, impredecible y, con frecuencia, destructiva enun fenomeno menos peligroso y mas tratable» (pag. 58). Gins-
berg vela propia industria de sondeos deopinion, a pesar de sus
intenciones establecidas de aumentar la voz democratic a del
pueblo (Gallup y R¥, 1940), como parte central de este proceso
de domesticacion.din lineas similares, Habermas (1962/1989)
indica que los mecanismos de formaci on del consenso politico
en las naciones democraticas, tales como las elecciones regula-
res y las campafias electorales populares -aunque ciertamente
aseguren una presi6n periodica sobre elgobierno para satisfacer
las necesidades basicas de la poblacion- no fomentan, y pueden
PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINIO)\; PUBLICA 37
inc1uso suprimir, la argumentacion racional ° la discusi on po-
pular de amplia extension, caracteristica de una verdadera esfe-
ra publica (pags. 211-222; pero vease tambieri Crespi. 1989,pags, 93-130)/
Hay otros asuntos importantes, pero estos cinco han a.traido
de forma mas continuada la atencion.vlin un nivel general, la
cuestion clave es si los procesos de la opinion publica en suactuacion natural son, de hecho, realmente democratico s en el
sentido implicito en las primeras nociones de Ia Ilustraci on; en
otras palabras, si la «verdadera» opinion publica, 0la que influ-
ye en la eleccion politica (Key, 196 J), esta en realidad formada
por una comunicacion igualitaria, de arriba abajo, de losintere-
ses publicos y las ideas a los politico.s:Cuando volvamos anues-
tra discusion sobre eltratamiento cientifico social de 13 opinion
publica, veremos no solocomo los investigadores en opini-on pu-
blica han aproximado sus trabajos conceptualmente sma tam-
bien como han derramado, de distintas formas, nueva JUL sobre
estas importantes cuestiones.
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3. El concepto de «publico»
Tal vez la concepcion mas comun de «opinion publica» hoy en
dia la equipare a una union mas 0menos sencilla de opiniones
individuales,o «10que intentan medir los sondeos de opinion»
(P. Converse, 1987, pag. S13; Childs, 1939; Minar, 1960).
Cuando comparamos esta nocion con las que prevalecian a
principios del siglo XX, elcontraste es impresionante. Los pri-
meros analistas estaban mucho mas predispuestos a formi.ilar laopinion publica como un fenorneno supraindividual inhe.rente-
mente colectivo 0, como sefialo Cooley (1909), como «urr pro-ducto cooperativo de comunicacion e influencia racionab~ (pag.
121).Aunque la existencia de los sondeos de opinion tendera
mas tarde a individualizar el concepto =poniendolo estr'echa-
mente en linea con la vision mayoritaria discutida anteriormen-
te- la opinion publica era considerada, por 10general, en los
primeros alios del siglo, como una clase especial de pro ducto
social, no como una coleccion de opiniones publicas diversas,
sino como la opinion de un publico.
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40 LA OPINIO]'.; PLJBLICA
Esta tendencia a concebir la OpInIOn publica en terminos
supraindi viduales era parte integrante de la epoca. Los estudio-
sos de la vida psicologica y social humana a comienzos del siglo
XX, tanto en Europa como en America (por ejernplo, Tarde,
189011903; James, 1890; Baldwin, 1893; LeBon, 1895/1960;
Cooley, 190211909), estaban claramente intrigados por las im-
portantes manifestaciones de conducta colectiva tipificadas en
ese periodo: multitudes espontaneas, huelgas, manifestacionesmasivas v disturbios. Los analistas estaban igualmente fascina-
dos por ~l papel que los modernos medios de comunicacion
-especialmente la prensa- parecian desempefiar a la hora de
configurar y guiar la «psicologia de las masas». Los primeros
intentos de proporcionar un tratamiento cientifico social a la
opinion publica sepresentaron sobre un telon de interes intelec-
tual general en fenomenos tales como la conducta de las masas y
las multitudes.
El objetivo de este capitulo es revisar estos primeros e influ-
yentes tratamientos del publico: concepciones que identificaban
la opinion publica como bastante proxima ala conducta colecti-
va. v la enfocaban basicamente explicando la naturaleza socio-logica del publico como un grupo estructurado imprecisa ytran-
sitoriamente (vease Park, 1904/1972; Blumer, 1946; Davison,
1958; Foote y Hart, 1953). Es esencial en estos tratamientos la
nocion de que la opinion publica podia observarse como parte
de un proceso sociologico mas amplio, como un mecanismo a
traves del cuallas sociedades estables se adapt an a las circuns-
tancias cambiantes por medio de la discusion y el debate. Se
presta igualmente una especial atencion al concepto de asunto
publico, singularmente a la forma en que «el publico», como
una entidad social en desarrollo, se forma, teoricamente, a tra-
yes del tiempo, por medio de argumentos espontaneos, la discu-
sion y la oposicion colectiva respecto a un asunto. Por estasrazones, escritos posteriores se han referido a veces a esta con-
ceptualizacion del publico como un modelo discursivo (Young,
1948; Bogardus, 1951; Price y Roberts, 1987; Price, 1988).
Aunque la estructura conceptual tiene ya casi un afio, continua
conformando, a veces de forma indirecta, elpensamiento actual
sobre la opinion publica en una variedad de disciplinas (en cien-
cias politicas, por ejemplo, vease Nimmo, 1978, pags, 238-240;
Cobb y Elder, 1983, caps. 5 y 6).
Con su fuerte enfasis en la opinion publica como procedente
del debate, esta formulacion sociologica es, en muchos aspectos,
EL CONCEPTO DE «PUBLICO» 41
descendiente directa de las ideas de la Ilustracion del siglo
XVIII, previamente comentadas. Pero la estructura arualitica
propuesta por Park (1904/1972) y reelaborada por Blumer (1946)
represento un avance en varios aspectos imponantes. Se desa-
rrollaba a partir de un interes cientifico general por comp.r ender
las relaciones sociales humanas, tratando de entender 14 opi-
nion publica a la luz de su significado sociologico mas alT1plio.1
Mas importante aun, fusiono ideas filosofico-politicas P .reviassobre la opinion publica (por ejemplo, la nocion de que La opi-
nion publica expresa la «voluntad general») con modernas
preocupaciones psicologico-sociales, formando, en conseecuen-
cia, un puente de union con los ultimos estudios cierrrffico-
sociales de las actitudes y las opiniones (capitulo 4). Elrra.odelo
discursivo de orientacion sociologica continua vertiendo luz
conceptual sobre las formas en que la opinion publica esfunda-
mentalmente comunicativa por naturaleza (Price, 1988) y nos
proporciona una posicion ventajosa para supervisar lasdi feren-
tes entidades que, en la investigacion contemporanea sobre la
opinion publica, se equiparan de formas distintas con el "))ubli-
co. EI objetivo de la ultima parte de este capitulo es revisa.r, a laluz de estas concepciones sociologicas del publico, el a:mplio
campo de agrupaciones colectivas -tales como elites, publico
hostil, publico atento y publico general- que se invocan general-
mente en la investigacion empirica de la opinion. La inte ncion
no es argumentar a favor 0 en contra de ninguna concepcion
concreta del publico (vease Key, 1961), sino simplemente sefia-
lar las formas en que investigadores y analistas continua n em-
pleando una variedad de conceptos de nivel colectivo y cl.efini-
ciones operacionales al describir y analizar al publico.'
I. Esfuerzos analiticos como los de Park y Blumer figuran de una IIlanera
destacada en el establecimiento de la conducta colectiva como un SI.1DCampO
vital en la sociologia americana, campo que se ha desarrollado indepe rr.diente-mente de la investigacion sobre la opinion publica (vease Turner y Eillian,
1957; Elsner, 1972).
2. Key (1961),deforma similar, resiste latentacion deargumentarso "re una
definicion de conjunto de el publico, contentandose con decir que, «enUr:la cues-
tion dada, el publico operativo puede consistir en una asociacion altsamenteestructurada, mientras en otro asunto las opiniones pueden difundirse araves
de un amplio publico sinuna organizacion especial» (pag. 11).Pero esta valora-
cion de las primeras concepciones sociologicas del publico es mucho menos
optimista que la ofrecida aqui. Key rechazo algunas de las principales nociones
del modelo discursivo (por ejemplo, que el publico se forma y orgarr iza por
medio de la discusion que rodea a un asunto concreto, citando <I Davison
(1958)) como organico por naturaleza y de «utilidad mas poetica que practica»
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42 LA OPINION PUBLICA
Multitud, publico y masas
.r
Es util tener en mente que las concepciones sociologicas de
«publico», originalmente, se desarrollaron junto con la nueva
ciencia psicologica de la multitud, a finales del siglo XIX y prin-
cipios del XX. Moscovici (1985) indica que la totalidad de la
psicologia social modema puede seguirse a traves de los intere-ses surgidos en este periodo sobre la «masificacion» de la socie-
dad v sus males concomitantes: estallidos violentos, panico ma-
sivo ~y otras vividas indicaciones de las «transformaciones
radicales» que las personas pueden experimentar en entomos
colectivos (pag. 347). El rompecabezas que habia de resolverse
consistia en el hecho de como individuos por 10 demas civiliza-
dos podian transformarse en multitudes colericas 0manifestan-
tes entusiastas. Esta cuestion fue analizada por LeBon (18951
1960) en su influyente libro La Psychologie des Foules, en el
cual buscaba sentar las bases para una ciencia de la psicologia
de la multitud. Aunque el concepto de multitud se invoca rara-
mente hoy en dia, aclara y refleja algunas de las caracteristicas
esenciales de dos conceptos colectivos contemporaneos: lasma-
sas y el publico.
La multitud. Alargumentar sobre elestudio cientifico de las
multitudes, LeBon (1895/1960) observo que elascenso de las«cla-
ses populares» en la vida politica era, tal vez, el desarrollo mas
significativo de la sociedad modema (pag. 9). Vio ala multitud
como uno de los principales mecanismos con los que estas cla-
ses, de forma creciente, presionaban para conseguir sus deman-
das, con intensificacion de la destruccion y la violencia. «EI
derecho divino de las masas», observo, «esta a punto de reem-
plazar al derecho divino de los reyes» (pag, 10). Una compren-
sion cientifica de estas multitudes, y su forma de conducta, ha-
bria de ocupar, por esta razon, un lugar primordial en elestudiode la sociedad modema.
«La ley de la unidad mental de las multitudes» de LeBon, se
basaba ampliamente en los descubrimientos psicologicos del
momento, especialmente en las ideas de hipnosis y sugestion
inconsciente. Identifico tres causas basicas de la conducta de la
(pags. 8-9). Generalmente, menosprecia los esfuerzos para conceptualizar al
publico como «una especie de asociacion imprecisarnente organizada U otra
fantasmal entidad sociologica» (pag. 15).
EL CONCEPTO DE «PUBLICO» 43
multitud. Primera, el anonimato consistente en formar parte de
una multitud relaja las limitaciones civilizadas sobre los instin-
tos basicos de las personas. Segunda, las emociones y las accio-
nes se extienden rapidamente por imitacion espontrsnea y
«contagio» (vease tambien Tarde, 1890/1903). Tercera. v mas
irnportante, la «personalidad consciente se desvanece»bajo la
influencia de una multitud, y el individuo queda sujeto a lapersuasion y la sugestion inconsciente, es decir, queda eseencial-
mente hipnotizado por la voluntad colectiva de la multitud (Le-
Bon, 189511960, pag. 27; Park, 190411972, pag. 50). Es este
estado hipnotico elque permite a la multitud actuar al u.ra.isono
a menudo con efectos terrorificos. '
Los analisis posteriores de la conducta colectiva no co-mpar-
tieron necesariamente las terribles caracterizaciones de 1a vida
en la «era de las multitudes», y la mayoria abandono su .marco
conceptual hipnotico. Sin embargo, continuaron no menoss inte-
resados por las asociaciones multitudinarias, imprecisa mente
estructuradas, y las diversas funciones sociales a las que s-ervian
(por ejemplo Blumer, 1946). Al desarrollarse el campo de estu-
dio de la conducta colectiva, se tomo en consideracion, no solo
a lasmultitudes sino tambien muchas formas semejantes, tales
como las modas, las manias y los movimientos sociales. Foote v
Hart (1953) indicaron que diversos tipos de conducta colectiv~
incluyendo fenomenos multitudinarios, podian estar irraplica-
dos en la formacion de la opinion publica, especialmente en sus
primeros estadios. Sugirieron que los analistas sacarian prove-
cho de la atencion a estos procesos colectivos relativamemte in-
definidos, preparatorios 0provisionales, de los cuales em ergen,
finalmente, los modos de accion social mas organizados y racio-
nales, tales como el debate publico (pag, 309). Sin emjbargo,
muchos conceptos del campo de la conducta colectiva, tal como
la propia idea de multitud, no se han utilizado nunca dernasia-do en estudios de la opinion publica. Al contrario, «muI-titud»
ha servido principalmente como concepto contrario al que sedefine como «el publico».
El publico. El logro conceptual de Park (1904/1972) es que
oonsidero a la multitud y al publico como fundamentalInente
similares en un aspecto clave: ambos son mecanismos de adap-
tacion social y cambio, formas sociales transitorias utilizadas
p~)fgrupos sociales para «transformarse» en nuevas orgzmiza-
crones. Por otra parte, el publico y la multitud pueden servir,
ambos, como caminos iniciales para la creacion de enti dades
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44LA OPINIOI' PUBLICA
sociales totalmente nuevas; en otras palabras, metodos por los
que personas de diferentes grupos establecidos pueden organi-
zarse en grupos nuevos (pag. 79), Tanto la mult itud como el
grupo son dominados por una especie de fuerza colecti va, 0
voluntad general, propuso Park, pero se trata de una fuerza que
aun no ha asumido el status de norma social clara, No pueden,
en consecuencia, considerarse una sociedad. La multitud y el
publico no son grupos formalmente organizados, s~no un «esta-
do preliminar ernpirico» en el proceso de forrnacion de un gru-
po (pag. 80), ,Por otro lado, hay diferencias conceptuales Importantes en-
tre la multitud y el publico, Park (l9041197?) sugirio q~e la
multitud esta marcada por la unidad de exper rencta emoclOnal
(segun LeBon), mientras que el publico esta marcado por la
oposicion y el discurso racional. La multitud se desarrolla cor:n0
respuesta a emociones compartidas; el publico s~ or~a~lza
en respuesta a un asunto. Entrar en la multitud requiere um~a-
mente «la capacidad de sentir y empatizar», mientras que urur-
se al publico requiere tambien «la capacidad de pensar Yrazo-
nar con otros». La conducta del publico puede, al menos
parcialmente, guiarse por una campafia e~ocional ~ompartida,
pero «cuando el publico deja de ser critico, se disuelve 0 se
transforma en multitud» (pag. 80),
El concepto de publico como una entidad colectiva elemen-
tal recibio tal vez el tratamiento conceptual mas completo por
parte de Blumer ( J 946), quien amplio y acl~ro ~os pr~m~tivos
analisis de Park Blumer propuso que «el terrnmo publico se
utilice para referirse a un grupo de gente que a) estan e~frenta-
dos por un asunto, b) se encuentran divididos en su Idea de
como enfocar el asunto, y c) abordan la discusion del asunto»
(pag 189; vease tambien Mills, 1956, pags. 303-304, para una
definicion similar), EI desacuerdo y la discus ion alrededor deun asunto concreto hacen existir a un publico, Un problema
fuerza a la gente a actuar colectivamente para dar una, res,pues-
ta, pero les faltan tradiciones, normas 0 reglas que indiquen
claramente que tipo de accion ha de llevarse a cabo, Como la
multitud, el publico «carece de los rasgos caracteristicos d~ una
sociedad» (Blumer, 1946, pag. 189) y sus miembros no tienen
papeles de status fijos (recuerdense las nociones igualitari~s p,re~
dominantes en el pensamiento del siglo XVIII), Como indico
Blumer, «el publico es una especie de grupo amorfo cuyo tama-
no y nurnero de miembros varia segun el asunto; en vez de tener
EL CONCEPTO DE "PUBLICO" 45
una actividad prescrita, se empefia en un esfuerzo para llegar
a una accion, yen consecuencia se ve forzado a crear su .accion»
(pag. 190),
En consecuencia, segun Blumer, argumentacion v contra-
argumentacion se convierten en los medios por los ~uales se
modela la opinion publica (pag. 191), Para que esta di.scusion
se realice, es necesario un lenguaje comun de terminos, funda-
mentales, un «universo de discurso». Las personas y grupos in-volucrados necesitan ser capaces de tener en cuenta las JPosicio-
nes de los otros y deben tener la voluntad de cornpro.sneterse
para determinar un transcurso de la accion colectiva ac:eptable
(pag. 191), Sin embargo, Blumer se dio cuenta enseguida de que
el debate publico podia darse en un marco des de «alt amente
em?cional y Ileno de prejuicios» hasta «altamente inteljigente y
serio» (pag. 192), Siguiendo a Lippmann (1925), sugirid que el
publico se forma generalmente, por una parte, a traves de gru-
pos de interes que tienen un interes inmediato por la fosrma en
que se resuelve un asunto y que participan bastante acti V'amen-
~epara co~seguir sus peticiones, y por otra parte, «un gnapo mas
independiente y con actitud de espectador». La alineacicin finalde los miembros del publico menos interesados (que no desinte-
resad?s) dete~mina, finalme~te, cual de los puntos de vi.sta que
cornpiten sera el que predorriine. En sus esfuerzos por co nseguir
apoyo, los grupos interesados pueden subvertir parcialrraente el
discurso racional intentando despertar emociones y proporcio-
nando mala informacion, A pesar de ello, en la vision de Elumer
(1946), «el autentico proceso de discusion fuerza a una cierta
cantidad de consideracion racional» que ayuda a aseguzrar una
concl~sion mas 0menos racionaL As! pues, «la opinion IJublica
es racional, pero no necesariamente inteligente» (pag. .I. 92),
La masa. Tal como Park anteriormente, Blumer (1946) ob-
servo que bajo condiciones de excitacion emocional cozmun elpublico podria transformarse en una multitud, dando llIgar,' en
c??sec~en,cia, a «un sentimiento publico» mas que a una opi-
mon publica. Sin embargo, indica que en los tiempos .moder-
nos, el peligro de que el publico se con vierta en mult itud es
menos inquietante que el peligro de que pueda verse «clespla-
zado, por las ma~as» (Blumer, 1946, pag, 196), Un tercer agru-
pamlen~o colectivo elemental, la masa, se distingue en varias
formas importantes de la multitud y el publico. La mas a se com-
pon~ de individuos anonirnos y se distingue por tener una inte-
raccion y cornunicacion entre sus miembros realmente rnuy pe-
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48 LA OPINION PUBLICA
Las cuestiones y los publicos
La concepci6n sociol6gica del publico contempla a este
como una colectividad imprecisamente organizada que surge
del transcurso de la discusi6n en torno a una cuesti6n. En con-
traste con la masa, que se basa unicamente en una atencion
comun hacia algun asunto y que esta formada por respuestas
idiosincraticas formadas lejos de cualquier debate 0discusion,el publico se distingue por una resoluci6n colectiva de algun
problema por medio de argumentos y replicas. Una inferencia
mayor de esta concepcion, ya evidente en las observaciones de
Blumer (1946) yMills (1956), esque elpublico discursivo repre-
senta s610 una pequefia porci6n del electorado moderno (Al-
mond, 1950; Berelson, Lazarsfeld y McPhee, 1954; Rosenau,
1961; Key, 1961; Devine, 1970; Neuman, 1986). Otra impor-
tante inferencia es que un publico no es una entidad fija. Cam-
bia en cuanto a su tamafio y su cornposicion al tiempo que
primero se identifica un asunto, se varia con la discusion, y
finalmente se resuelve (Blumer, 1946,1948: Price y Roberts,
1987).Fases del desarrollo. El modelo discursivo formulado por
Park y Blumer es esencialmente desarrollista por naturaleza, y
mantiene que la opini6n publica se forma a traves de una se-
cuencia de estadios (Bryce, 1888, Foote y Hart, 1953; Davison
1958).3Segun estas lineas, Foote yHart (1953) identifican cinco
fases colectivas en la formacion de la opinion publica. La pri-
mera es la.rase del problema, enla que alguna situaci6n es consi-
derada problematica por una persona 0 grupo determinado y
con eltiempo se considera generalmente como tal. En este pri-
mer estadio, una falta de definicion rodea tanto al problema
como a sus consecuencias, y por esta raz6n elpublico pertinente
es indeterminado. Tal como sugieren Foote y Hart, «publico yproblema surgen juntos en el transcurso de una interacci6n»
(pag. 312). Tal interacci6n es rudimentaria y provisional en este
3. lncluso antes de comienzos de siglo, Bryce (1888, pags. 2-5) describi6 la
formaci6n de la opinion publica como procedente de una secuencia de etapas
notable mente similar a aquellas mas tarde identificadas por soci61ogos tales
como Foote y Hart (1953) y Davison (1958). Mas recienternente. analistas de
una gran variedad de campos han propuesto etapas de desarrollo de la opinion
publica que son aproximadamente comparables con las de Foote y Hart (1953)
descritas anteriormente. Vease, por ejernplo, Downs (J 972), Nimmo (1978,
pags, 238-240) y VanLeuven y Slater (1991).
ELCONCEPTO DE «PUBLICO» 49
punto, porque «la gente a menudo no sabe 10 que quiere en una
situacion» (pag. 317). Bacia el final de la primera fase, sin em-
bargo, elproblema ha cristalizado en un asunto reconocido y la
gente implicada, el publico de este asunto, tiene alguna idea de
10 que quiere. Pero pueden no saber aun suficientemen t.e bien
cual es la mejor forma de conseguirlo. Entonces tenemos el se-
gundo estadio, lafase de propuesta, en el que se formula ri una 0
mas lineas potencia1es de acci6n como respuesta al problema.
De nuevo, una considerable ambigiiedad rodea elproceso, pues
surgen Y se descartan muchas ideas. Aunque mas clar a mente
discursiva que elprimer estadio, la fase de propuesta aun impli-
ca «a1gunas de las caracteristicas de la conducta colectiva: mo-
vimientos a tientas, emociones efimeras, ondas esporad icas de
rumores y presiones, clamor desorganizado» (pag, 313). En este
punto del proceso, segun Foote y Hart, los miembros del publi-
co tantean colectivamente las dimensiones del problem ra y de-
terminan una 0 varias formas de resolverlo.
A continuaci6n viene laf£ue politica, estadio durante eel cual
los meritos y debilidades de las propuestas alternativas, que ya
han sido determinadas, se debaten activamente. Es la Ia.s.e masclaramente identificable como discurso publico, en la que los
miembros mas activos del publico buscan e1apoyo dea.q uellos
menos involucrados, intentando conseguir un consenso para
sus propuestas. Los encuestadores controlan activame rate las
opiniones sobre el asunto durante esta fase V en los med ios de
comunicaci6n aparecen editoriales y cartas de apoyo 0 de CJposi-
cion a propuestas especificas. La fase polrtica, finalmeri 1~, cul-
mina con una decisi6n para acometer un plan especifico de ac-
cion, iniciando, en consecuencia, la fase programatica, durante
cuyo transcurso se realiza la acci6n aprobada. Finalmen te, hay
un quinto estadio, la fase de valoracion, en eI que sere.a1izan
evaluaciones peri6dicas de la efectividad de la politica Ilevada acabo, especialmente por parte de las minorias de no co rrvenci-
dos que se formaron durante el debate publico. Inclu s.r» si la
politica es generalmente un exito, sugieren Foote y Hart (1953),
«Ia gente puede encontrar que 10que buscaba no era b que se
queria, despues de todo, 0 que el exito a la hora de sat.i sfacerdeseos previos ha dado lugar a problemas imprevistcs »(pag,318).
Actores y espectadores. A10largo de estas fases de desarrollo,
el.publico cambia de tamafio, aumentando desde los pocos que
pnmero se dieron cuenta del problema hasta los much os que
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52 LAOPINION PUBLICA
determinan principal mente que facciones del electorado se acti-
varan yen consecuencia hasta que punto y con que profundidad
se dividira el publico durante la fase politi ca.
Tras la resolucion de un asunto. En la conclusion de la fase
politica, una vez que el asunto esta debatido y decidido, su pu-
blico, teoricamente, retrocede debido alagotamiento y la reduc-
cion de la comunicacion, Pero las asociaciones, alineaciones y
escisiones formadas a traves de la respuesta publica alproblemaespecifico persisten; los elementos del publico mas altamente
activos y organizados, una vez formados, pueden funcionar por
largos periodos de tiempo, consiguiendo, finalmente, un status
casi institucional (por ejemplo, grupos de interes, tales como la
American Association of Retired People, 0 la National Rifle
Association). Elpublico remanente de un asunto forma, de este
modo, la materia prima para nuevos asuntos y nuevos publicos,
Del proceso de tratar publicamente una sucesion de asuntos, se
deduce la existencia de los partidos politicos y otros grupos de
interes altamente organizados, con las doctrinas e ideologias
que representan. Estos grupos relativamente estables y las orga-
nizaciones forman un trasfondo lentamente cambiante sobre elque se suceden los ascensos 0caidas de los asuntos especificos y
sus publicos. Tal como sugiere Park (1904/1972), los publicos
permiten a estos grupos estables adaptarse y cambiar, igual que
favorecen la formacion de nuevas asociaciones colectivas.
La observacion del publico
El publico esuna entidad dificil de identificar de forma pre-
cisa. Esta imprecisamente organizado a traves de la comunica-
cion que rodea a un asunto, incluye un estrato activo y uno
pasivo, cambia en tamafio y forma segun se desarrolla, y tiene 0
deja de tener existencia al mismo tiempo que un asunto. No es
extrafio que las declaraciones generales respecto a la naturaleza
del publico sean problematicas. Como indica Key (1961), «en
un determinado asunto, el publico puede ser un sector de la
poblacion; en otro, un sector bastante diferente. No puede espe-
rarse muchas coincidencias entre los profundamente interesa-
dos por la politica referente ala caza en las tierras altas y aque-
110sinteresados por las practicas de despido de los fontaneros»
(pag 15). Como identificar publicos tan absolutamente diferen-
tes a traves de asuntos de arnplia extension se convierte, de este
ELCONCEPTO DE «PlJBLlCO" 53
modo. en un desafio de vital importancia para Ia invest ijgacion
sobre la opinion publica.
Al intentar responder a este desafio, los primeros inv estiga-
dores que abordaron el estudio empirico sistematico de la opi-
nion publica (por ejemplo, Allport, 1937) acabaron por descar-
tar muchas de las nociones principales del modelo disctaxsivo.'
Relacionado como esta con el concepto del publico corrxo una
entidad cambiante y amorfa, elmodelo sociologico se derxiostromal pertrechado para cualquier modo de descripcion erra.pirica
(P. Converse, 1987). Cuando se emprendieron la invest iggacion
de sondeo y las encuestas de opinion, en los afios treimta, la
tarea desalentadora de observar empiricamente al publico
como un grupo fluido y complejamente estructurado , de forma
consecuente con el modelo sociologico, llevo a su susti.ucionpor una aproximacion mucho mas manejable, esencia.Lznente
una acepcion global, «una persona, un voto», una forrmaIacion
consecuente con las nociones mayoritarias de la opinion publi-
ca (capitulo 2) y con los ideales democraticos populistas (vease
Gallup y Rae, 1940).
Elmodelo global mas simple era ciertamente mas Jlractico.Aunque los investigadores, periodicamente, presentan olojecio-
nes y se resisten a este avance en la conceptualizacion (princi-
palmente el propio Blumer en 1948), hay pocas dudas de que
permite a los investigadores realizar analisis empiricos sis.tema-
5.Allport (1937) rechazo. en general, laconcepcion discursiva de la opinion
publica. no como una ficcion absoluta. sino como un camino sin salida para la
investigacion. Bajo tal modelo, indico, la opinion publica «se conside r.a como
un nuevo producto que emerge de una discusion integrada en un grn.rpo, un
producto del pensamiento individual concertado que es diferente deJpromedio
o consenso de puntos de vista y de laopinion decualquier individuoxtjo ago10).
EIrechazo deAllport del modelo discursivo proviene de varias cuesno raes. Pri-
mero, elenfoque en productos que emergen de la interaccion de grupo s, parece
invitar al sofisma de separar elpensamiento de las mentes de los indi viduos,
Segundo, y quiza mas importante, estos productos emergentes no sonf'a-cilmen-
te identificados por medio del analisis empirico. «Simplemente decim-o ssque, si
existe tal producto emergente, no sabemos donde esta, como puede desc crbrirse,
identificarse 0 comprobarse, 0 COD que valores ha dejuzgarse» (pag. 11).Pero
expresa cierta ambivalencia. Mas tarde. por ejemplo, Allport habJa delos aspec-
tos transitorios de la opinion publica en terrninos bastante similaresa los pro-
puestos en el modelo discursivo (pags. 16-18). Y en una extensa nota a pie de
pagina, discute posibles alineaciones colectivas como fuerzas dentro de publi-
co,reconociendo que si estas fuerzas realmente existen, entonces «una formula-
cionque hemos rechazado por esteril deviene valida, e incluso necesaria. como
un principio de trabajo para la investigacion» (pags. 21-22).
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54 LA OPINION PUBLICA
ticos de opiniones y actitudes en la poblacion en general (capi-
tulo 4). Pero el cambio de perspecti va tuvo consecuencias. El
nacimiento de las encuestas de opinion y la investigacion de
sondeo redirigio la atencion hacia intereses psicologico-sociales
por oposicion a intereses ampliamente sociologicos, y coloco los
problemas de medicion de la opinion a escala individual en el
centro del campo. Tal como observo Bogart (1972), «el mundo
de la opinion publica en el sentido actual, ernpezo con las en-cuestas Gallup de mediados de los alios treinta. y es imposible
para nosotros retrotraernos al significado de opinion publica tal
como 10 entendian Thomas Jefferson en el siglo XVIII, Alexis
de Tocqueville y Lord Bryce en el siglo XIX, 0 incluso Walter
Lippmann en 1922» (pag, 14).
i,Es, sin embargo, «imposible retrotraernos», como dice Bo-
gart? De muchas maneras, el modele sociologico de publico,
aunque eclipsado por nociones globales con eladvenimiento del
sondeo, nunca se ha abandonado totalmente. Si bien es cierto
que estamos predispuestos a entender la opinion publica como
10 que «los sondeos intentan medir», investigadores rigurosos
del fenomeno (incluyendo aquellos que contribuyeron material-mente al avance de las tecnicas de sondeo) han continuado es-
forzandose por resolver los tipos de procesos colectivos analiza-
dos por Park, Blumer y otros (vease, por ejemplo, Berelson,
1950; Stouffer, 1955). Los estudiosos contemporaneos de la
opinion publica no estan necesariamente forzados, solo por
adoptar el metoda de sondeo, a considerar la opinion publica
como una reunion de «opiniones de igual valor de indi viduos
dispares» (vease Blumer, 1948). La tecnologia de las encuestas
de opinion ha contribuido, sin embargo, a tal concepcion, pero
no requiere forzosamente que los analistas apliquen un modele
conceptual concreto a los datos recogidos por medio de encues-
tas. Existe la opcion de obtener otras medici ones de la opinion
publica, por ejemplo, entresacando grupos selectos del mues-
treo total 0ponderando diferencialmente segun la importancia,
la implicacion 0 la participacion activa (vease Schuman y Pres-
ser, 1981, cap. 9).0 si secree que ciertos aspectos colectivos de
la opinion publica no pueden observarse en absoluto a traves
de mediciones de los individuos integrantes, pueden emplearse
otras tecnicas tales como los analisis de contenidos (capitulo 5).
Decir que eldominio del sondeo ayuda a establecer concepcio-
nes globales de la opinion publica no es decir nada respecto a la
adecuacion inherente de las tecnicas de sondeo como un modo
EL CONCErTO DE «PlJBLlCO» 55
de observacion, solo dice algo sobre la forma tipica deinterpre-
tar tales observaciones. Como veremos mas tarde, not:.odos los
investigadores +ni siquiera encuestadores- son partid.a.rios es-
trictos del modelo de una persona, un voto.
La realidad del asunto es que los analistas de «elpublico»,
hoy dia, podrian equipararlo, a traves de diferentes situaciones
de investigacion, con colectividades muy diferentes. Algunos 10
equiparan con aquellas personas ygrupos que participazi activa-mente en eldebate publico de una cuestion concreta; ot.r-os con-
sideran al publico mas generalmente como aquel sector de la
poblacion que aparece informado 0 atento sobre las cue-stiones
publicas en general; otros aun pueden equiparar ampliazmente al
publico con el electorado 0mas ampliamente aun, conlapobla-
cion como conjunto."
El publico en general. Una concepcion extendida de publico
es la de que corresponde a una poblacion dada en sutotalidad.
En el numero inaugural de la revista insignia de la zmateria,
Public Opinion Quarterly, Allport (1937) presento un resumen
que influyo mucho sobre la investigacion futura sobre la opi-
nion publica. Decia que cualquier concepto de publico que nosea totalmente inclusivo -que no incluya a cada indiv iduo de
una poblacion dada- es demasiado ambiguo. Allport ceoncep-
tualizo el publico como una poblacion definida par lajurisdic-
cion geografica, comunitaria y politica, 0por otros Limites.
Como indico «las opiniones son reacciones de indivicj.i.ios; no
pueden asignarse al publico sin convertirse en ambiguas e inin-
teligibles para los investigadores» (pag.P). La identificac ion del
publico que hace Allport con la totalidad de la poblaci6:n...,arrai-
go con fuerza en los circulos de investigacion y pudo pronto
considerarse como la nocion subyacente de la mayoria de las
practicas actuales de encuesta (vease tambien Childs, 1939,
1965).7Philip Converse (1987) observa que la adopciom volun-
taria de esta concepcion del publico no solamente se de bio a su
practicabilidad. Los pioneros de las encuestas de opini on e in-
vestigacion de sondeos, que comenzaron a trabajar enlos alios
treinta +George Gallup, Elmo Roper y Archibald Crossl ey, en-
6. La organizacion de esta discusion se debe en parte a las utiles ideas pro-
porcionadas por Steven Chaffee.
7. En la practica, raramente se muestrea a toda la poblacion. SlerTIpre se la
delimita de alguna forma, por ejemplo, utilizando solo a las personasde18afios
o mas, excluyendo a los que no tienen casa 0 los que residen en instituciones. 0
inc1uyendo s610 a las personas con telefono. .
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56 LAOPINION PUBLICA
tre otros- «eran de solidos principios democraticos y estabanencantados de proporcionar un medio para que la voz del pue-blo pudiera oirse claramente- (P. Converse, 1987, pag. SIS). Elcompromiso de considerar al publico como un conjunto de to-dos los miembros de la sociedad fue una decision dernocraticapopulista.
Pero el «publico en general», cuando se le equipara con la
poblacion general, no es claramente un publico en el sentidomas tradicional del termino. Cincuenta afios de investigacionde sondeos han confirmado abrumadoramente las primeras sos-
pechas de Bryce (1888) y Lippmann (1922) acerca de que elgrueso de la poblacion general es desinteresada y esta desinfor-mada sobre la mayoria de las materias que podrian considerarseasuntos publicos (vease, por ejemplo, Erksine, 1962, 1963~ Ti-mes Mirror Center for the People and the Press [Times Mirror],1990). Key descubrio en 1961 que casi el 10 % no presta aten-
cion en absoluto ni siquiera a las mas evidentemente visiblescampafias presidenciales. La concurrencia de votantes en elec-ciones presidenciales es actualmente cercana alSO %. Neuman(1986) llego a la conclusion de que aproximadamente el 66 % de
la poblacion americana tiene poco 0 ningun interes en la politi-ca (pag, 10; Kinder y Sears, 1985). Segun algunas estimaciones,una cantidad tan alta como el 33 % de las opiniones recogidasen los sondeos de poblacion general son simplemente las res-
puestas que se les pasa por la cabeza, ofrecidas sin dedicarlesninguna reflexion 0 discusion previa (Bishop, Oldendick, Tuch-
farber y Bennett, 1980; Graber, 1982; Neuman, 1986). Es, en
consecuencia, dificil aceptar que toda la poblacion sea un grupo
comprometido en una consideracion 0discusion seria de la ma-yoria de los asuntos. Los puntos de vista dados a los encuestado-res son, a menudo, desorganizados, desconectados, respuestas
individuales, formadas fuera del foro del debate publico. En
otras palabras, son opiniones de la masa. Tal como sefialo Cres-pi (1989), «entendiendo la opinion publica como la suma de las
opiniones de los individuos que componen el electorado, mas
que como una fuerza que emerge de una sociedad organizada,los encuestadores, implicita, si no explicitamente, definen su
trabajo como la medicion de la opinion publica en la sociedad
de masas» (pag, 11).8
8. Por otro lado, los sondeos permiten estimar cuanta gente no tiene ninguna
opinion respecto a un asunto. 10que no es, en ningun caso. una informacion
trivial (capitulo 4).
ELCONCEPTO DE "PUBLICO» 57
Esto no quiere decir que las opiniones recogidas del publico
en general sean, en ningun senti do, carentes de significado 0 de
[mportancia para la resolucion de las cuestiones publicas. Inclu-
so las pseudo-opiniones irreflexivas, aunque evidenteme nte no
reflejan las opiniones publicas que disfrutan de una ampl ia con-
sideracion 0 debate, pueden ser esfuerzos significativo s para
responder a las preguntas de la encuesta (Bishop y otros, 1980;
Schuman y Presser, 1981). Mas aun, el mero hecho de que lossondeos de opinion tengan un papel institucionalizado en la
esfera politica (Sabato, 1981) ha dado probablemente a la opi-nion de masas un impulso creciente en la configuracio ri de la
politica. Aunque se reconoce que la opinion de masas essuperfi-
cial, y se ha observado que en algunos casos se separa ccnssidera-
blemente de la opinion publica efectiva (por ejemplo, e l as unto
del control de armas; vease Schuman y Presser, 1981), la pobla-
cion en su totalidad continua equiparandose con e1publico en
muchos estudios.
El publico que vola. Otra entidad com unmente identificadacon el publico es el electorado, un colecti vo masi vo e indjferen-
ciado que representa como maximo el 70 % de 1a pob-lacionoccidental y en algunos casos (por ejemplo en las elec-ciones
municipales) una parte aun menor. Directamente alineado con
la teoria democratica representativa (capitulo 2), el electoradoes una de las definiciones operacionales mas comunes del publi-co, y los resultados electora1es son, tal vez, el ejemplo mas visi-
ble de la opinion publica en la sociedad occidental.
Dada la variabilidad en la afluencia de votantes a las di-
versas elecciones, el problema de identificar aquel sector de 1apoblacion general mas dispuesta a votar en un caso especifico
present a dificultades para los encuestadores: un ejemplo s impli-ficado del problema mas amplio inherente a1 hecho de situar
empiricamente publicos variables, como se concebia en el mo-delo sociologico, a 10 largo de asuntos diferentes. Aun mas, la
capacidad de las encuestas de opinion para predecir losr'esulta-
dos de las elecciones ha sido durante mucho tiempo ccns idera-
da como una indicacion de su validez general. Si la afluenciafuera uniformemente alta, las muestras de la poblacion general
podrian funcionar bastante bien. Pero una fuente de error reco-
nocida para predecir los resultados de las elecciones es 12 bajaafluencia de votantes (Crespi, 1989; Cantril, 1991). Puesro que
muchos de los que responden a los sondeos masivos no estanpredispuestos a votar, los encuestadores, a veces, intentan iden-
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58 LA OPINION PUBLICA
tificar a los no votantes cuando realizan sus proyecciones. Se
han desarrollado tecnicas estadisticas para ajustar los sondeos
estimativos preelectorales con el fin de tener en cuenta la proba-
bilidad de voto (por ejemplo, Traugott y Tucker, 1984), pero
hasta ahora pocas organizaciones de sondeo las han adoptado
(Crespi, 1989).
No hay duda de que el acto de votar es una clara expresion
conductista de la opinion y puede incluso considerarse comouna forma de participacion en un debate publico (si bien limita-
do par las alternativas electorales especif icas ofrecidas). Sin em-
bargo, el hecho de que una persona haya votado en una eleccion
no debe, en ningun caso, considerarse como una indicacion de
que se haya ocupado activamente de considerar las posibilida-
des en juego. Las investigaciones indican que muchos votantes
van a votar sin mucha informacion que guie su eleccion. «La
imagen de votantes desinformados ante la cabina, mirando fija-
mente hacia sus pies en busca de claves que les ayuden en su
decision de voto no es, segun todas las probabi1idades, una hiper-
bole» (Neuman, 1986, pag, 173).0 como dice Key (1961) «una
parte sustancial de la ciudadania ... "puede preocuparse" porcomo se desenvuelven las elecciones, y puede tener un cierto
"interes" en las campafias, Esta implicacion suele llevar implicito
un cierto senti do de compartir el proceso politico ... aunque las
actividades asociadas con este senti do de la implicacion son de
tipo diferente de aquellas de los publicos altamente atentos cuyos
miembros estan especialmente bien informados y en contacto
bastante directo con los procesos politicos» (pag. 547).
El publico atento. Del 70 % aproximado de la poblacion ge-
neral que vota, al menos ocasionalmente, solo el SO% esta gene-
ralmente atento a los asuntos publicos (vease Devine, 1970). En
reconocimiento al hecho de que el electorado incluye a muchas
personas que generalmente no estan implicadas ni son activa-mente politicas, Almond (1950) indica que es necesario obser-
var un grupo mucho mas pequefio de ciudadanos para obtener
respuestas realistas a preguntas sobre el modo en que la opinion
publica configura la politica actual. En su analisis sobre forma-
cion politica exterior, identifica un grupo que llama publico
atento, «que esta informado e interesado por los problemas de
politica exterior, y que constituye la audiencia para las eli-
tes de 1a politica exterior» (pag. 138). Mas generalmente, Key
(1961) postula que un pequefio mimero de ciudadanos de entre
la poblacion tendera a «manifestar un gran interes por las cam-
EL CONCEPTO DE «PUBLICO» 59
pafias e incluso a mantener un interes continuado por el f lujo de
accion entre campafias» (pag. 544). Como resume Devine
(1970. pag, 34), «el publico atento se concibe como un publico
importante para el sistema politico americano». Es este el grupo
que presta una atencion continuada a los asuntos politi cos, se
implica seriamente en asuntos publicos, y habla ocasionalmente
con los demas sobre estas cuestiones. Estos son los espect adoressobre los que escribio Lippmann (1925).
La investigacion sobre la atencion a las noticias politicas
confirma la idea de que hay un estrato razonablemente estable
de la poblacion que presta atencion a los asuntos public.os. Es
cierto que para distintos tipos de historias la medida de la
audiencia atenta varia, pero para las noticias politicas mas tfpi-
cas, los grupos atentos son bastante pequefios (Robinson y
Levy, 1986; Times Mirror, 1990). Price y Zaller (1990) analiza-
ron modelos sobre conocimiento de las noticias a traves, de 16
noticias referentes a tipos muy variados (desde asuntos; sobre
polit ica internacional hasta noticias sobre el juicio al telepredi-
cador Jim Bakker y la actriz Zsa Zsa Gabor). La mejor y mas
consecuente prediccion de conocimiento, incluso para las histo-rias no politicas, resulto ser una medicion global de cnoci-
miento poli tico de fondo. El conocimiento y la atenci o n de los
asuntos piiblicos parecen ir de la mana, y la poblacion J)arece
estar bien estratificada respecto a ese continuum inform_aci6nlatencion (Neuman, 1986; Price y Zaller, 1990).
l,De que modo identifican los investigadores como g.rupo a
un publico atento? Devine (1970) utiliza cinco medidas d-e reco-
nacimiento: interes general en politica, interes en campa fias de
elecciones nacionales, hablar sobre politica, exposicion a Jas no-
ticias de los periodicos sabre politica, y lectura sobre polf aioa en
las revistas. Sobre esta base, clasifico aproximadamente un ter-
cia del total de la poblacion como generalmente atento (pag. 55vease tambien Kingdon, 1970). Devine encontro que elgrupo e~
bastante heterogeneo, aunque, como podia esperarse, las varia-
bles socioeconomicas estan claramente correlacionadas con lapertenencia al publico atento. Los miembros de este grupo son
mucho mas activos que los otros en los debates publioos, se
unen con mayor probabilidad a las manifestaciones 0 llevan
emblemas de las campafias, y tienen diez veces mas pro babili-
dades que los demas de escribir sobre temas de interes publico
(Devine 1970, pag, 119). Dado esto, podriamos esperar que un
exam en de cartas al director daria un numero desproporciona-
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60 LA OPINION PUBLICA
do de miembros del publico atento. Con todo, este grupo se
distingue principalmente por su atencion a los asuntos publicos
mas que por su actividad.
El publico activo. Un escalon mas arriba en la escala del
interes y actividad publica, hay un grupo mucho mas pequefio
que podriamos llamar el publico activo, que puede llegar hasta el
IS % del publico atento (vease Neuman, 1986). Aqui tenemos a
los actores del esquema conceptual de Lippmann (1925). Comoen la distincion previa entre el publico general y el publico aten-
to, sin embargo, la demarcacion entre los activistas politicos y el
publico tipo espectador «debe considerarse mas una zona gris
que una linea definida» (Key, 1961, pag, 543). El compromiso
de este grupo en asuntos politicos incluye tanto medios forma-
les de participacion politica =contribucion monetaria, perte-
nencia organizativa y asistencia a mitines+ como una participa-
cion informal muy activa, tal como discusiones publicas y
debates con los demas.
El terrnino elite se utiliza bast ante frecuentemente para refe-
rirse a estos miembros mas activos de la poblacion (Campbell,
Converse, Miller y Stokes, 1960). Por ejemplo, Key (1961) en-
tiende la elite politica «en un sentido amplio que incluye los
lideres politicos, funcionarios gubernamentales, activistas de
partido, creadores de opinion, y otros de este estrato vagamente
definido de la sociedad que habla y actua en roles politicos»
(pag. 259). Esta concepcion encaja bastante bien con la vision
de Lippmann de los actores. Como indica Key, «la elite politica
-Ios que hablan, los que persuaden, los que defienden, los que se
oponen+ media entre el mundo de acontecimientos remotos y
complejos y la masa del publico» (pag. 261). De forma similar,
cuando Almond (1950) usa el termino elite, se refiere al «estrato
de poblacion relacionado con la politica que da estructura al
publico» (pag. 138). Dentro de este estrato, Almond distingue
varias clases diferentes de elites: los lideres politicos del gobier-
no (las elites politicas), miembros de los cuerpos profesionales
que disfrutan de poderes especiales por su familiaridad y con-
tacto con el gobierno (elites burocraticas), los representantes de
grupos privados de orientacion politica (grupos de interes), y las
elites de las comunicaciones, que incluyen no solo a los medios
de comunicacion de masas, sino tambien a los lideres de opi-
nion efectivos, que utilizan canales interpersonales, clerigos, li-
deres de las ordenes fraternales y clubs, etc. (pag. 139-140). Es-
tos miembros del publico activo compiten en el mercado de
EL CONCEPTO DE «PUBLICO» 61
opinion (es decir. entre el publico atento) en busca de segu idores
y conversos para sus causas.
Analistas como Almond y Key, generalmente, equiparan la
opinion de elite con la opinion efectiva. EI publico activo e s mas
directamente responsable de configurar la accion gubern.a.men-
tal. Como dice Almond, «casi podria decirse "Quien mov iiza a
las elites moviliza al publico". Tal formulacion estaria al rrrenos
mas cerca de Ia verdad que algunas de las ardientes procLamas
de los ideologos de la dernocracia» (1950, pag. 138). POISLI graninfluencia en muchas decisiones politicas, Ia division int.e rna y
la competici6n entre las elites es importante para el func iona-
miento de un gobierno dernocratico (Dahl, 1961). Se discute,
sin embargo, la interpretacion de descubrimientos empiricos
que apoyen este asunto (vease Dahl, 1985). Aunque las cIases
altas contribuyen, de hecho, desproporcionadamente al p u.blico
activo, pueden encontrarse activistas procedentes de tadas las
clases (Key, 1961; Boynton, Patterson y Hedlund, 1969; N eu-
man, 1986). La heterogeneidad de la elite es crucial, porcjue si
las elites se convierten en grupos demasiado cohesivos, esto
realmente anulara cualquier oportunidad para la eleccion publi-
ca. En otras palabras, debe haber pluralismo entre las elites.: una
multiplicidad de centros de poder, con cierta autonomia e .inde-
pendencia econornica (Key, 1961, pag. 540; pero vease tarrabien
Mills, 1956).
Asuntos publicos. Las caracterizaciones del publico atento y
del publico activo sugieren -y varios descubrimientos errapiri-
cos parecen confirmarlo- Ia existencia de estratos generales en-
tre la poblacion, mas 0 menos delimitados por crecientes nive-
les de interes, atencion y participacion en los asuntos publ icos a
traves de una variedad de asuntos (Neuman, 1986). Pero elrno-delo sociologico de publico, recordaremos, postula una fluctua-
cion bast ante considerable en el tarnafio y composici6n de los
diferentes publicos para los problemas variados. Ciertam-ente,
la variabilidad de la afluencia de votantes en las elecciones J)res-ta alguna credibilidad a Ia idea de que Ia actividad v el iriteres
publico cree en y decrecen con los diferentes asuntos, y -estas
fluctuaciones en el tamafio del publico pueden ir de la rmano
de fluctuaciones en su organizacion. Las nociones de ast.intos
publicos y publicos especiales se refieren a este fenornen o (Al-
mond, 1950). Las diferencias en los distintos asuntos pu~den
extenderse a espectadores y actores; si asi fuere, podrtamo s ha-
blar separadamente de publicos activos respecto a un asunto y
.piiblicos atentos respecto a un asunto.
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62 LA OPINIOJ\ PUBLICA
Parece, as], haber variabilidad a traves de los asuntos, por
ejernplo, en la cornposicion del componente activo 0de elite del
publico. Referencias al «estrato de elite de la sociedad» pueden
frecuentemente oscurecer elhecho de que muy diferentes secto-
res de la poblacion pueden devenir activamente comprorneti,
dos en intentar resolver diferentes problemas. Los grupos orga-
nizados se unen claramente para asuntos concretos. Operation
Rescue, por ejernplo, existe como respuesta al debate del abor.
to, y Mothers Against Drunk Driving seforma para tratar sabre
otro problema bastante distinto. No hay duda de que hay ten-
dencias globales para que los individuos particulares se convier-
tan en generalmente activos, 0 no, en politica. Pero no pueden
olvidarse las sustanciales diferencias en la composicion de la
elite para cada asunto especifico (Key, 1961).
Esta menos claro si el publico atento es, en forma similar, .
especifico respecto a los asuntos. Parece haber variabilidad de
un asunto a otro en la cornposicio n y tamafio de las audiencias
interesadas. Como indica Key (1961), mas alla del publico ge-
neralmente atento, con interes en un conjunto de aconteci-
mientos politicos, «existe una poblacion compieja de publicos
especiales cuyas atenciones se centran mas 0menos continua-
mente en agencias especificas gubernamentales 0campos poli-
ticos» (pag. 544). Ser miembro de un publico atento respecto a
un asunto puede basarse parcialmente en estar, por 10 general,
bien informado, pero tambien en un interes especial sobre un
problema en particular 0 un conjunto de asuntos. Problemas
diferentes tienen consecuencias para diferentes personas; asi
pues, los publicos pueden formarse de forma natural a partir
de aquellos grupos mas directamente afectados (Dewey, 1927).
Un curioso ejemplo de este fenorneno 10 proporciono eldebate
del congreso norteamericano en 1989 sobre el posible rechazo
del catastrofico programa de salud del gobierno. Las personas
de mas de 64 afios estuvieron interesadas, probablemente,unas dos veces mas que el resto de la poblacion. A pesar de
ello, entre los mayores habia tambien una fuerte relacion entre
el conocimiento general de las cuestiones publicas y elconoci-
miento del debate de la seguridad social. Aproximadamente el75 % de las personas mayores mejor informadas tenian con-
ciencia del asunto, mientras que solo el 20 % de los que esta-
ban peor informados generalmente estaban al corriente de ello
(Price y Zaller, 1990).
La reciente investigacion deKrosnick (1990) indica tambien
ELCONCEPTO DE "PUBLICO» 63
claramente la variable importancia de los diferentes asuntos
publicos para diferentes grupos dentro de la poblacion ge neral.
Krosnick descubre que, aunque solo un pequefio porcent.aj- de
ciudadanos concede un alto nivel de importancia a cllalquier
asunto especifico, cerca de la mitad de la poblacion americana
concede gran importancia a, aJ menos, un problema. Aci-ernas.
encuentra solo debiles interrelaciones entre las medidas, de la
importancia de diferentes asuntos, sugiriendo que hay publicosdiscretamente atentos estimulados par problemas difez eentes.
Por otra parte, hay tam bien evidencias que apoyan la pers)Jecti-
va de que el publico atento es relativamente estable a tra ves de
los asuntos. Recientes investigaciones en liderazgo de op-i.nion,
por ejemplo, han descubierto que ser un lider de opinion en un
campo esta relacionado con ser lider tam bien en otro campo
(Katz y Lazarsfeld, 195'5;Marcus y Bauer, 1964). La cuestieon de
la.estabilidad general o,e Ja especificidad distributivadel pu-
blico atento es conceptu~mente qpportante, aunque este lejos
deuna respuesta empirica. CierWmente, influiria en la forrma en
que uno trata de verselas pragmaticamente con la opinicxxi pu-
blica, como, por ejemplo, en el disefio de campafias pclLricas.
Una campafia puede concebir su audiencia como elpublico ge-
neralmente atento (como posiblemente hacen muchas caIIlpa-
fias), 0 intentar una aproxirnacion mas especifica apeh zado a
aquellas personas que estan especialmente atentas a un pr-oble-rna dado.
Nuestro breve resumen, en consecuencia, sefiala vana s ob-
servaciones interesantes. Prirnera, hay un grado relativ~r:nente
altode coherencia entre elmodelo sociologico de publico, como
se formulaba en la primera parte del siglo XX, y el esquema
conceptual que emerge de las recientes investigaciones erzapiri-
cas. Los cuatro principales conceptos colectivos comurrrsenre
invocados en la investigacion de la opinion publica -eJ publico
general, el electorado, elpublico atento y la elite 0publico acti-vo- corresponden aproximadamente a un continuum derruasa a
publico. Dentro del tercer publico +el publico atento- esdonde
encontramos entremezclados la masa y el publico que :In umer
(1946) predijo. Aunque pudieramos concebirlos utilrm.ente
c?mo cuatro estratos generales de la poblacion, hay tarn bien
crertas evidencias de que estos grupos -especialmente elpubli-
C ? activo- estan, a menudo, compuestos de modo distinto para
diferentes problemas, tal como sugiere el modele tradicional.
Una segunda observacion es que cada una de estas cu.atro
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64 LA OPINIOl" PLJBLICA
colectividades -tanto sise consideran formalmente como publi-
co como si no- puede desempefiar un papel significativo en la
forrnacion de la opinion publica (vease Lang y Lang, 1983). En
este sentido, la busqueda de e/ publico tiene probabilidades de
resultar vana. Equiparar al publico con uno de estos grupos
puede oscurecer la contribucion de losotros en elproceso. Cier-
tamente, miembros del publico activo (grupos de interes y elites
organizadas) disfrutan de una influencia desproporcionada enla politica y merecen una atencion mas sistematica por parte de
la investigacion de la opinion publica (como indica Key, 1961; Y
Graber, 1982). Pero al prestar atencion a los actores, no debe-
mos olvidar el papel de los espectadores, 0como Bryce (1888)
indico hace mas de un siglo, «la accion refleja de la clase pasiva
sobre la clase activa» (pag. 11).Es en la interaccion entre estos
grupos +como se forman y cambian con el tiempo- donde de-
ben, posiblemente, buscarse las respuestas concernientes a la
formacion colectiva y el impacto en la opinion publica (Lang y
Lang, 1983). El capitulo cinco considerara esta posibilidad con
mayor detalle.
4. Conceptualizaci6n de opiniones
Los afios treinta representaron un importante giro enel pen-
samiento respecto a la opinion publica, marcado por Ull aleja-
miento general del punto de vista que 10 consideraba COITIO un
fenomeno colectivo, supraindividual (Cooley, 1909), hacia una
perspectiva mas individualista que 10 considera como an con-
junto de opiniones dentro de una poblacion designada (Childs,
1939). Esta variacion de enfoque fue propiciada, principal men-
te, por dos importantes avances metodologicos interrelac iona-
dos, que configuraron no solo la investigacion sobre la opinionpublica sino la totalidad de la ciencia social americana. El pri-
mero fue el desarrollo de la medicion psicologica, especialmen-
te el desarrollo de las tecnicas cuantitativas para medici6n de
las actitudes (Thurstone, 1928; Thurstone y Chave, 1929; Li-
kert, 1931). La disponibilidad de tales tecnicas permiti6 a los
investigadores interesados en opiniones y actitudes (a menudo
consideradas como esencialmente la misma cosa) realizar in-
vestigaciones empiricas sistematicas de sus propiedades deter-
minantes y relaciones con la conducta. '