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PRIMERA MESA REDONDA 20 de noviembre de 2003 Derechos fundamentales de la ciudadanía en la Constitución de 1978 Presentación - Faustino LÓPEZ DE FORONDA Ponencias - Fernando SAVATER - Imanol ZUBERO - Amparo RUBIALES Coloquio

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PRIMERA MESA REDONDA 20 de noviembre de 2003

Derechos fundamentales de la ciudadanía en la Constitución de 1978

Presentación

- Faustino LÓPEZ DE FORONDA

Ponencias

- Fernando SAVATER - Imanol ZUBERO

- Amparo RUBIALES

Coloquio

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PRESENTACIÓN

Faustino LÓPEZ DE FORONDA

Arratsaldeon, buenas tardes.

Vamos a dar comienzo a las III Jornadas de Reflexiones Sociales

organizadas por la Fundación Fernando Buesa Blanco Fundazioa.

La Constitución Española de 1978 cumple veinticinco años el próximo 6

de diciembre. Con este motivo se han organizado estas III Jornadas, como foro

de debate y de discusión, bajo el título genérico de La Constitución Española

como marco de convivencia y de derechos para la ciudadanía.

Preceptos y valores constitucionales

La Constitución es una norma jurídica. Es la norma jurídica fundamental y

como tal:

– configura y ordena los poderes del Estado que ella misma crea;

– establece los límites del ejercicio del poder, sometiéndolo a estrictas

normas de comportamiento;

– fija el ámbito de las libertades y derechos fundamentales de los

ciudadanos;

– y marca que el ejercicio del poder debe ir dirigido al beneficio de la

comunidad, cumpliendo unos objetivos positivos y realizando una

actividad prestacional.

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Y esta norma fundamental vincula tanto a los poderes públicos como a

los propios ciudadanos, a todas las autoridades y a todos los ciudadanos. La

Constitución jurídica así concebida transforma el simple ejercicio del poder en un

ejercicio del legítimo poder jurídico.

La Constitución es un conjunto coherente de preceptos, pero también es

un sistema de valores.

En palabras de Peter Häberle, los elementos que conforman el arquetipo

constitucional son1:

«a) en primer lugar, la dignidad humana como postulado esencial del que se derivan unos derechos humanos universales, expresión de una tradición histórica y de aspiraciones y expectativas de futuro;

b) el principio de soberanía popular, entendido no como la

expresión de una voluntad mayoritaria sino como un compromiso que se renueva de forma abierta y responsable;

c) la concepción de la constitución como pacto, esto es, como un

proyecto común de convivencia compendiado en un conjunto de objetivos y valores compartidos;

d) el principio de división de poderes en su acepción estatal más estricta y en su sentido plural más amplio;

e) el Estado de Derecho y el Estado social de Derecho, con todos los elementos y garantías que les son inherentes.».

La Constitución de 1978 participa de estas características. Su artículo 1

es una auténtica declaración de principios:

«España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.».

Y esta definición implica, entre otras cosas, el imperio de la Ley, la

división de poderes y el establecimiento de los derechos y libertades, y de los

derechos sociales, con distintos grados de garantía. La Constitución incorpora

también un nuevo modelo de distribución territorial del poder político.

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Sobre todas estas cuestiones debatiremos a lo largo de estas Jornadas.

Derechos fundamentales de la ciudadanía

Esta primera sesión lleva por título «Derechos fundamentales de la

ciudadanía en la Constitución de 1978».

No voy a extenderme mucho en su presentación, porque nuestros

ponentes tienen muchas cosas que decir y no quiero robarles más tiempo.

Únicamente me gustaría apuntar tres ideas:

– Sólo donde se reconocen y garantizan los derechos fundamentales

existe realmente el Estado de Derecho.

– Las leyes, las instituciones y los jueces son condiciones necesarias,

pero no suficientes, para el efectivo disfrute de las libertades y los

derechos. Es imprescindible también una adhesión de la sociedad a

estos valores.

– La adhesión cívica a los derechos humanos no se produce de manera

espontánea. Cada ciudadano debe realizar un ejercicio de

incorporación personal de los valores democráticos.

Sólo la educación en valores y en los principios que informan las

libertades y los derechos puede asegurar su vigencia y su ejercicio. Porque sólo

donde existe una aceptación social generalizada de los derechos humanos,

éstos se cumplen, bajo la presión de lo que algunos han llamado «opinión

pública humanitaria».

1 Acerca de Peter Häberle, puede consultarse la nota 12 de la ponencia de Joseba ARREGI

publicada en este Cuaderno: «Cultura constitucional y pedagogía política: fundamentos para el pluralismo y la convivencia». Nota de los editores [Nota eds.].

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Se ha dicho que la única revolución, además incruenta, que ha triunfado

en el siglo XX ha sido la de la lucha de las mujeres por la igualdad y sus

derechos. El trecho recorrido en el camino por la igualdad ha sido muy

importante, aunque aún queda mucho por hacer. No está de más recordar de

dónde partíamos.

– Se relegaba a las mujeres a una permanente minoría de edad. Las

solteras, menores de veinticinco años, no podían abandonar el

domicilio familiar sin licencia, salvo para casarse o ingresar en una

orden religiosa.

– El marido era el representante legal y administraba los bienes de la

mujer casada, que tampoco podía comparecer por sí misma en juicio.

– La Ley penal eximía de castigo al marido que diera muerte a su mujer

al sorprenderla en infidelidad.

– Hasta 1978, estaba penalizada la venta de anticonceptivos y el

adulterio era delito, aunque sólo para las mujeres.

Ésta era la situación legal de las mujeres españolas en los años en los

que se aprobó la Constitución.

La organización territorial del Estado

La segunda sesión se titula «La organización territorial en el marco de la

Constitución».

Una de las grandes innovaciones de la Constitución de 1978 fue que

estableció una organización descentralizada del poder político, pero no articuló

un modelo definido y cerrado, sino que abrió un proceso descentralizador que en

aquel momento se sabía cómo empezaba pero no cómo iba a acabar de

configurarse. Se pretendía, fundamentalmente, la incorporación al proceso

constituyente de los nacionalismos catalán y vasco.

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La situación actual, veinticinco años después, es un modelo de Estado

fuertemente descentralizado, con una realidad institucional inédita: la existencia

de diecisiete Comunidades Autónomas, como entes políticamente autónomos,

que gestionan las materias que afectan de manera más directa a la vida

cotidiana de los ciudadanos: la educación, la sanidad, los servicios sociales, la

cultura, la vivienda...

Como dato de la importante actividad organizativa interna que desarrollan

las Comunidades Autónomas, basta decir que en el año 2002, finalizado el

proceso de traspaso de los servicios sanitarios a las Comunidades Autónomas,

corresponde al Estado el 24% del total de los empleados públicos y a las

Comunidades Autónomas el 48% de estos mismos empleados.

Sin embargo, podemos comprobar que la pretensión de integración

armónica de las llamadas nacionalidades históricas no se ha conseguido. Hoy, el

hecho autonómico, la organización territorial del Estado, ocupa el centro del

debate político.

La discusión del llamado Plan Ibarretxe acapara la actualidad política no

sólo en la Comunidad Autónoma vasca2. El modelo territorial de Estado ha sido

el objeto fundamental de debate en las recientes elecciones catalanas. (Cuatro

de los cinco partidos que han conseguido representación parlamentaria abogan

por una modificación del Estatuto catalán, lo que va a marcar claramente la

legislatura que comienza)3.

En las próximas elecciones generales esta cuestión va a resultar central,

y presumiblemente se puede convertir en un elemento de controversia. Éste es

el gran reto político de los próximos años, que exigirá grandes dosis de

2 GOBIERNO VASCO-EUSKO JAURLARITZA (2003): Propuesta de Estatuto Político de la

Comunidad de Euskadi. Ajuria-Enea, 25 de octubre de 2003. [Nota eds.]. 3 Se hace referencia a las cinco fuerzas políticas con representación en el Parlament, algunas

de ellas coaligadas con otros partidos: Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), Convergencia i Unió (CiU), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Partido Popular de Catalunya (PP de

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inteligencia política para tratar de conseguir un marco territorial integrador que

reconozca la pluralidad y en el que se encuentren cómodas todas las partes que

integran el Estado.

Para hablar de esto, contaremos el próximo jueves, 27 de noviembre, con

prestigiosos expertos en Derecho Público: José Luis Cascajo, José Manuel

Castells y Enric Fossas, quienes tienen distintas visiones sobre el modelo

territorial del Estado.

La memoria del período constituyente

La tercera sesión lleva por título «Una mirada a la memoria del período

constituyente».

La Constitución de 1978 rompe con una tradición bipolar del

constitucionalismo español de Constituciones conservadoras (1837, 1848 y

1876) y efímeras Constituciones progresistas (1812, 1868 y 1931).

Si algo define a la vigente Constitución, lo que ha garantizado su

permanencia, es su carácter transaccional, su naturaleza integradora. Es fruto de

un amplio acuerdo, de un esfuerzo de consenso, de buenas dosis de realismo y

una visión pragmática y no esencialista de las propias posiciones políticas.

Así, por ejemplo, se establece como forma política del Estado la

Monarquía parlamentaria, lo que supuso una concesión de los partidos de

izquierda, de clara vocación republicana, de una de sus señas de identidad, en

aras del consenso.

La transición española de la dictadura a un sistema democrático es una

experiencia atípica. Las alabanzas al espíritu de la Transición hasta casi

mitificarlo apelan directamente a la idea de consenso, de pacto, de acuerdo, tan

necesario en los tiempos que corren.

Catalunya) e Inicitiva per Catalunya Verds (ICV). De estas fuerzas sólo el PP de Catalunya ha desestimado la modificación del Estatut. [Nota eds].

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Para hablar de ello, contaremos el jueves, 4 de diciembre, con tres

protagonistas de aquella etapa, reputados analistas políticos: Joseba Arregi,

Nicolás Sartorius y Ramón Jáuregui.

Una breve semblanza de los ponentes de la primera sesión

Fernado Savater. Para hablar de derechos fundamentales y libertades,

tenemos con nosotros a Fernando Savater, catedrático de Ética de la

Universidad Complutense. Escritor prolífico, que ha cultivado todos los géneros.

Maestro del artículo periodístico. Intelectual comprometido. Polemista y

polémico. Vitalista y, según su propia definición, «pesimista activo»4.

Lector insaciable, nos reconcilió con la idea de la lectura como placer con

La infancia recuperada y las Criaturas del aire5. Nos acercó a Cioran, a Borges y

a Voltaire6. Apóstata razonable7, nos habló del valor de educar8 y nos ha

permitido compartir con Amador sus reflexiones sobre la ética y la política9.

Su intervención va a ser, a buen seguro, brillante, apasionada y, sin duda,

no nos dejará indiferentes.

4 Fernando SAVATER (2003a): Mira por dónde. Autobiografía razonada. [Nota eds.]. 5 Fernando SAVATER (2002a): La infancia recuperada; y (2004b): Criaturas del aire. [Nota

eds.]. 6 Fernando SAVATER (1992): Ensayo sobre Cioran; (2002b): El jardín de las dudas; y (2002c):

Jorge Luis Borges. VOLTAIRE (1993): Cartas filosóficas. Edición en euskera (1995): Gutun filosofikoak. Véase también su prólogo en el Diccionario filosófico de VOLTAIRE (2000). [Nota eds.].

7 Fernando SAVATER (1990): Apóstatas razonables (semblanzas). Y asimismo en la citada

Criaturas del aire (2004b), cuyo monólogo decimoquinto está dedicado a Juliano el Apóstata. [Nota eds.].

8 Fernando SAVATER (2002d): El valor de educar. [Nota eds.]. 9 Fernando SAVATER (2004a): Ética para Amador; y (2003b): Política para Amador. Ediciones

en euskera (1996): Semearentzako etika; y (1998): Semearentzako politika. [Nota eds.].

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Imanol Zubero. Para hablar de los derechos sociales y culturales,

contamos con la presencia de Imanol Zubero, profesor titular de Sociología en la

Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea.

Sus trabajos universitarios han versado, fundamentalmente, sobre la

exclusión10, los derechos sociales y el empleo11, materias sobre las que ha

dirigido investigaciones y publicado numerosos artículos y libros.

Imanol fue pionero en la militancia por la paz, en tiempos muy difíciles12.

Cuando muchos se empeñan en mostrarnos una realidad en blanco y

negro, sus columnas periodísticas son un ejemplo de riqueza de matices, de

rigor, de opinión sosegada, que muchos recibimos con alivio13.

Amparo Rubiales. Para hablar de los derechos de las mujeres, tenemos

con nosotros a Amparo Rubiales.

Profesora de Derecho en la Universidad de Sevilla, sacrificó su carrera

docente por su dedicación a la política. De temprano compromiso político, formó

parte del Comité Central del PCE en 1975, partido con el que fue concejala del

Ayuntamiento de Sevilla y vicepresidenta de la Diputación de Sevilla.

Abandonó estos cargos para ingresar en el Partido Socialista en 1982.

Con este partido lo ha sido todo en política: parlamentaria autonómica,

10 Imanol ZUBERO (1994): Las nuevas condiciones de la solidaridad; o (2000c): ¿A quién

interesa el voluntariado? [Nota eds.]. 11 Imanol ZUBERO (1985): El debate sobre la clase obrera; (1993): Los sindicatos españoles

ante el cambio tecnológico (entre 1975 y 1990); (1996): Movimientos sociales y alternativas de sociedad; (1998): El trabajo en la sociedad. Manual para una Sociología del trabajo; (2000b): El derecho a vivir con dignidad: del pleno empleo al empleo pleno; y (2002) (coord.): Envejecimiento, empleo y sociedad. Las personas mayores de 45 años y su situación ante el empleo en Euskadi. [Nota eds.].

12 Aurelio ARTETA, Demetrio VELASCO e Imanol ZUBERO (1998: 113-155): Razones contra

la violencia. Por la convivencia democrática en el País Vasco. [Nota eds.].

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senadora, concejala, gobernadora civil, delegada del Gobierno, diputada del

Congreso de los Diputados, del que en la actualidad es vicepresidenta segunda.

No hace falta que les diga que su pasión es la política, pero la política

entendida como un medio para luchar por la igualdad y la democracia paritaria.

* * *

Y sin más preámbulos, damos comienzo a las III Jornadas de Reflexiones

Sociales con la intervención de Fernando Savater: «Dignidad humana, derechos

fundamentales y Constitución».

Cuando quieras, Fernando.

13 Imanol ZUBERO (2000a): Columnas vertebradas. Escritos sobre violencia, política y

sociedad en el País Vasco. Entre otras colaboraciones, actualmente publica una columna semanal en EL PAÍS (edición del País Vasco). [Nota eds.].

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PONENCIAS

DIGNIDAD HUMANA, DERECHOS FUNDAMENTALES Y

CONSTITUCIÓN

Fernando SAVATER

Bueno, muchas gracias. Encantado de estar aquí. Agradezco a la

Fundación Fernando Buesa el haber querido contar conmigo hoy con este

motivo de la Constitución, y también a los organizadores de esta Mesa el

haberme permitido estar con ustedes esta tarde.

Como a mí me parece que lo interesante es que logremos establecer un

diálogo entre todos nosotros, y que no sea una cosa abrumadora por parte de

los que vamos aquí a monopolizar primero la palabra, yo voy a intentar ser muy

conciso y decir lo que me parece esencial del tema de la Constitución y los

derechos fundamentales14.

La dignidad humana o la capacidad de crearse a sí mismo

Ya saben ustedes que la idea de la dignidad humana –esa especie,

digamos, de orgullo renacentista por el valor del ser humano: la capacidad del

ser humano de inventarse a sí mismo y de elegirse a sí mismo, que es como

Carácter oral de las ponencias. El tono y registro utilizados por parte de los intervinientes

revela la naturaleza eminentemente oral de los textos, que se ha querido respetar en el tratamiento editorial. Con todo, para una lectura mejor contextualizadas de las ponencias, se han asignado títulos y epígrafes, e incorporado los ajustes indispensables, así como algunas notas de refuerzo documental. Las grabaciones que pueden escucharse permitirán advertir lo apuntado, con la excepción principal de las ponencias de Imanol Zubero y Amparo Rubiales, quienes han realizado una escritura posterior de sus intervenciones. Nota de los editores [Nota eds.].

14 Sobre derechos humanos y constitucionalismo señalamos, sin ánimo exhaustivo y entre otras referencias, las contribuciones de: Antonio-Enrique PÉREZ LUÑO (coord.) (1996), (2002) y (coord.) (2003), así como varias obras recientes de Francisco Javier DÍAZ REVORIO (1997b); Alfonso de JULIOS-CAMPUZANO (2003), y Juan Fernando SEGOVIA (2004). [Nota eds.].

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nace la idea de dignidad en el Renacimiento– tiene un desarrollo político que

culmina en el siglo XVIII en las Declaraciones de Derechos del Hombre.

Podemos hacer la línea que va desde la Oratio de hominis dignitate, el

discurso en defensa de la dignidad humana de Giovanni Pico della Mirandola,

allí en el Renacimiento italiano, considerado el manifiesto del humanismo15. En él

Giovanni Pico pone el énfasis de la dignidad humana en la capacidad del

hombre de ser cocreador con Dios de sí mismo. Es decir, Dios hace la escala de

las criaturas y crea a cada ser en su alvéolo, en su puesto determinado: los

ángeles en lo más alto, y luego van descendiendo la línea de los seres humanos,

animales, etcétera, hasta lo más bajo de todo. [...]. Menos que ostra, según

Giovanni Pico, no se puede ser. Entonces, la pone debajo del todo. En esa lista

cada ser está en su nicho ecológico –diríamos hoy nosotros–, en su nicho

ontológico. En cualquier caso, tiene su lugar en la escala del ser. Y eso es lo que

el Dios ha creado, pero ha dejado un elemento libre, un elemento suelto, que es

el ser humano.

Entonces, la gracia del ser humano es que nosotros podemos subir y

bajar por la escala, podemos, con nuestro esfuerzo y con nuestro empeño,

ascender hasta acercarnos a lo angélico, o podemos descender y aburrirnos

como ostras..., eso ya depende de lo que uno quiera: cada uno puede subir y

bajar por esa escala. Entonces, ésa es la dignidad del hombre. La dignidad del

hombre consiste no en lo que es, sino en lo que no es; no en aquello que Dios le

ha dado, sino en la capacidad que le ha dado de seguir creándose a sí mismo,

de ser cocreador de sí mismo. Y eso es la idea de libertad. La idea de libertad es

que nosotros no tenemos que cumplir un programa predeterminado, que no

estamos programados del todo, sino que tenemos una apertura para poder elegir

nuestro destino, nuestro futuro, etcétera.

En la modernidad, eso que queda como un planteamiento metafísico,

ontológico, etcétera, va poco a poco concretándose en una actitud política. Es

15 Giovanni PICO DELLA MIRANDOLA (2002). Véase también en VV. AA. (2000b: 97-133).

[Nota eds.].

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decir, que el ser humano no esté determinado por su nacimiento ni por su

genealogía ni por su sangre ni por su color de piel ni por su sexo ni por ningún

otro elemento; que no esté encerrado en un alvéolo fijo que le determina de una

vez para todas, sino que sea un elemento que pueda tener esa libertad de elegir,

de optar, de hacerse a sí mismo, de cambiar, de inventar, incluso de

equivocarse, por supuesto, y de hacer las cosas mal, pero eso forma parte de la

libertad. Eso es lo que a lo largo del siglo XVIII, primero en los Estados Unidos

de América (los padres de Filadelfia), luego en la Convención Francesa16,

después un poco en todas partes, se van acuñando esos derechos que son la

explicitación de ese papel de cocreador de sí mismo que tiene el ser humano.

Naturalmente, frente a eso siempre ha estado el pensamiento

reaccionario, en el sentido etimológico del término, cuyo planteamiento es: «No,

el hombre ya está configurado de una manera determinada». Es decir: «el varón

tiene su papel, la mujer tiene otro papel»; «los que han nacido en un lugar tienen

que ser de una manera determinada»; «aquí el pueblo es así»; «los que tienen

este color son así»; «los judíos son avaros»; «los marselleses mentirosos»; «los

no sé qué...»; «y los seres humanos y los reyes están elegidos para mandar y

otros están elegidos para obedecer»; y «siempre habrá pobres y ricos». Todo

este mundo de las cosas fijas, establecidas, etcétera, es el que choca con la idea

de los derechos fundamentales.

Los derechos fundamentales son el derecho a no ser aquello que las

circunstancias le determinan a uno obligatoriamente a ser. Es decir, «no tengo y

no quiero obligadamente cumplir un patrón de conducta ya preestablecido: ni

político ni social ni artístico ni religioso ni sexual ni nada de lo demás. O sea,

puedo y quiero poder elegir, y puedo seguir completando mi creación e

inventándome a mí mismo». Y eso de alguna forma exige un reconocimiento que

–insisto– en los Códigos, en los Derechos del Hombre y el Ciudadano de la

Convención, en los derechos que acuñaron los padres de Filadelfia y todo lo

demás, ha ido quedando como el núcleo duro del pensamiento político de la

modernidad.

16 Miguel Ángel GARCÍA HERRERA y Francisco LETAMENDÍA (coords.) (1991). [Nota eds.].

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La violación de los derechos humanos y su respeto

Hoy, los derechos humanos, conculcados evidentemente en todas partes,

por otra parte ahí están como un elemento para juzgar los regímenes políticos17.

Todo el mundo se atreve a violar los derechos humanos, pero nadie se

atreve a desafiarlos verbalmente diciendo que los va a violar. De alguna manera,

hoy, lo mismo que en una época, en el Medievo en Europa, el Papa tenía el

enorme poder de excomulgar a un rey y, por lo tanto, de decir que sus súbditos

no tenían la obligación de obedecerle. Lo cual, naturalmente, ponía al monarca

en una situación peligrosísima, porque se rompía el vínculo obligado de

obediencia. Hoy de alguna forma la excomunión sería aceptar un régimen que

aceptase y dijese: «No, nosotros no pensamos respetar los derechos humanos,

aquí no nos vamos a regir por los derechos humanos».

Si alguien aceptase o plantease eso claramente, incluso los que los han

criticado como etnocéntricos, etcétera, en países islámicos (siempre han

revestido eso diciendo que ellos tienen una visión de los derechos humanos, que

los respetan, pero que son otros, que no son los mismos, que quieren quitarle su

tono etnocéntrico, etcétera...); pero si alguien de verdad dijera que piensa

gobernar en contra de todo derecho humano, como por ejemplo –pues, no sé– lo

hubiera hecho un régimen como el hitleriano, inmediatamente eso le habría

llevado a algo así como su excomunión política. Es decir, nadie se hubiera

sentido obligado a apoyarlo, todos los países se hubieran sentido de alguna

manera autorizados a intervenir o a ayudar a los súbditos, a las víctimas de ese

régimen, a librarse de él.

De modo que, aunque los países violen frecuentemente los derechos

humanos, tienen que hacer una reverencia formal y decir que los asumen, que

los admiten. Entonces, la mayoría de los países lo resuelve defendiendo con

17 La aspiración de globalizar los derechos humanos, en la obra colectiva editada

literariamente por Matthew J. GIBNEY (ed.) (2003). Y un guía práctica para su cumplimiento, en Federico MAYOR y Roget-Pol DROIT (comps.) (1998). [Nota eds.].

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todo vigor y con toda fuerza los derechos humanos en los demás países, no en

el suyo. Los derechos humanos hoy preocupan a todos los países como arma

arrojadiza para decir: «¡Eh, que ahí no los están cumpliendo!». Y cada uno se

convierte en guardián de los derechos humanos del otro para no tener que mirar

los propios18.

Ser iguales para evitar ser idénticos

La Constitución busca basar la estructura política del país en el

reconocimiento de los derechos humanos y ahí, prácticamente, todas las

Constituciones europeas19 –y la nuestra por supuesto20– lo que hacen es

articular con una fuerza o con otra, con una gracia expresiva o con otra, el

respeto a esos derechos humanos fundamentales, que son para todos, porque

no están ligados a ninguna determinación, digamos, excluyente, sino que

simplemente son algo así como eso: la explicitud de la dignidad humana. Es

decir, es explicar en forma de código qué significa la dignidad humana.

Gracias a esos derechos, nosotros podemos en una sociedad no ser

idénticos, porque los seres humanos no tienen porqué ser idénticos, y la idea de

los seres humanos idénticos, homogéneos, etcétera, es propia de tribus o es

propia de una visión arcaica de la sociedad. No se trata de que seamos idénticos

sino de que seamos iguales21.

18 La protección de los derechos humanos en el Derecho Penal Internacional y español fue

abordada en la obra colectiva dirigida por Antonio BERISTAIN y José Luis de la CUESTA (dirs.) (1989). Véase asimismo la más reciente de Felipe GÓMEZ ISA (dir.) (2004). [Nota eds.].

19 Los derechos fundamentales en el ordenamiento jurídico europeo han sido estudiados en

obras como las de Antonio FERNÁNDEZ TOMÁS (2001); Ana POYAL COSTA (1997); Ana SALINAS DE FRÍAS (2000); Javier CORCUERA ATIENZA (coord.); o Teresa FREIXES SANJUÁN y José Carlos REMOTTI (2002). [Nota eds.].

20 Y los derechos fundamentales en el ordenamiento jurídico español, en Mercedes RIVAS

ARJONA (2002); Luis Fernando PRIETO SANCHÍS (1982); Teresa FREIXES SANJUÁN (1992); o Luis FRIGINAL FERNÁNDEZ-VILLAVERDE (1981). [Nota eds.].

21 Dos conceptos clave: Igualdad y Derechos humanos, son abordados por María Encarnación

FERNÁNDEZ-RUIZ GÁLVEZ (2003). [Nota eds.].

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Es distinto lo idéntico, que se basa en esa identidad mítica ya

preestablecida y obligada que hay que aceptar, a la cual no hay más remedio

que parecerse. Es decir, «tenemos que ser idénticos porque aquí todo el mundo

tiene que ser así, porque los seres humanos son así, porque los blancos o los

negros o las mujeres o los hombres tienen que ser así»: tienen que ser idénticos.

Y frente a eso está la reivindicación de que lo que tenemos que ser es iguales. Y

digamos que la identidad viene de atrás adelante y la igualdad viene del

presente hacia el futuro. Es decir, somos iguales en cuanto a nuestros derechos

presentes y en cuanto a nuestras posibilidades de seguir actuando. La igualdad

es lo que nos permite seguir eligiendo nuestro camino en armonía, en conjunto

con otros, y no tener simplemente que repetir una pauta preestablecida, fija,

cerrada, acabada, etcétera.

Protegerse de la tiranía, la miseria y la ignorancia

En cuanto a esos derechos, derechos o libertades básicas, los

medievales reconocían dos libertades básicas: la libertas a miseria y la libertas a

coaccione.

La libertad respecto a la coacción, respecto a la tiranía. Ésos son los

derechos relacionados con los derechos políticos, los derechos civiles: los

derechos para la intervención política, la fundación y participación en

organizaciones públicas; los derechos a tener una serie de garantías jurídicas,

etcétera; los derechos que evitan que uno sea sujeto o víctima de una tiranía. La

libertas a coaccione es evitar la coacción injusta, no la coacción justa, digamos,

que en todas las sociedades existe en forma de ley, sino la coacción entendida

como tiranía, la coacción arbitraria, el trato que nos priva de derechos y nos

olvida nuestra condición de sujetos y no simplemente de objetos.

De lo que se trata en una Constitución es de hacer sujetos políticos. El

ciudadano es un sujeto, no es un objeto de la legislación, sino el sujeto de la

legislación, el que la inventa, el que la proclama, el que la promueve. Entonces,

la libertad de coacción es librarnos de la tiranía, de la injusticia, del abuso de

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poder y de la limitación de nuestras capacidades, civiles, políticas, etcétera,

injusta.

La libertas a miseria, que también es una libertad, es vernos libres de

aquellas amenazas esenciales a la posibilidad de supervivencia. Es decir, ya que

estamos en una sociedad, las sociedades son empresas de apoyo mutuo, no

están hechas de personas aisladas que nada tienen que ver unas con otras, sino

que a todos nos tiene que competir el hecho de que haya personas a las que les

ocurren desgracias, a las que les ocurren fracasos, que envejecen, que tienen

debilidades, que sufren enfermedades, etcétera.

Entonces, el hecho de que la gente tenga posibilidad de ganar su vida,

tenga posibilidad de obtener un nivel aceptable de colaboración, de ingresos,

etcétera, con la sociedad; el hecho de que tenga una posibilidad de defenderse

contra los rigores de la enfermedad, o contra los rigores de la vejez, o contra los

rigores de los accidentes imprevistos, etcétera, todo eso con el tiempo ha ido

formando ese librarnos de la miseria.

No puede haber democracia si existe una miseria generalizada, si no hay

un deseo de luchar contra la miseria. Incluso en Grecia, incluso en la democracia

griega, para que la gente fuera a la [...] Asamblea, se repartía dinero a los más

pobres –naturalmente las diferencias entre pobres y ricos en Grecia no eran

comparables a las nuestras–, pero, aún así, al que era más pobre se le daba

dinero para que tuviera un cierto tiempo libre y un cierto desahogo, y pudiera ir a

la Asamblea a opinar y a optar, porque se sabía que quien estaba

absolutamente agobiado y abrumado por la miseria era imposible que participara

como un ciudadano en la polis.

Entonces, hoy también la lucha contra la miseria es una lucha por la

ciudadanía, porque a alguien privado totalmente de su posibilidad de tener una

vida medianamente digna, de sobrevivir, digamos, con un mínimo de dignidad,

no se le puede pedir que se comporte como un ciudadano: se le está excluyendo

de facto de la ciudadanía tan eficazmente como si se estuviera aplicando la

tiranía.

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De modo que yo creo que hay una libertad de la coacción, hay una

libertad de la miseria, y hay otra libertad característica –me parece a mí– de

nuestro tiempo y que también se recoge naturalmente en la Constitución, que es

la libertad de la ignorancia.

Es decir, la otra gran plaga junto a la coacción injusta y la tiranía, junto a

la miseria, es la ignorancia; la ignorancia que, sobre todo, en un mundo

hiperinformatizado, es todavía más grave porque hoy ya no es que no tengamos

acceso... Antes la ignorancia era falta de información; hoy es falta de una guía,

de un camino, de una orientación en una hiperinformación abrumadora,

incontrolable, en que se mezcla lo cierto, lo falso, lo dudoso, lo verdadero, lo

necesario, lo superfluo, lo horrible, lo sublime, etcétera. Y en medio de eso es

más necesaria que nunca la educación.

Lejos de creer que con una terminal de ordenador se puede educar a

nadie, hay que recordar precisamente que lo que hay que estar es educado para

poder utilizar el ordenador, para poder navegar por Internet, para que los

jóvenes se puedan meter en las grandes bóvedas de información que hay en el

mundo con provecho. Necesitan precisamente estar educados para saber lo que

buscan, para saber maximizar las ventajas de lo que van a encontrar allí. El

aparato no puede sustituir precisamente a la educación.

Entonces, librarse de la coacción, librarse de la miseria y librarse de la

ignorancia son aquellas cosas que los derechos tratan de establecer. Los

derechos tratan de establecer las formas por las cuales nosotros podemos luchar

contra la coacción, contra la miseria y contra la ignorancia, y la sociedad se

compromete a ayudarnos en la medida de lo posible en esos combates. Es

decir, a la vez nos comprometemos nosotros a luchar, cada uno de nosotros,

contra la tiranía, la miseria y la ignorancia, y a ayudar y hacer que nuestra

sociedad ayude a las personas en ese combate.

Por un compromiso cívico

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Ése es el sentido de los derechos fundamentales. Objetivo: lograr

ciudadanos. Y los ciudadanos son aquellos –como decía yo– iguales, es decir:

que comparten la ciudadanía, aunque discrepen en todo lo demás. No son

idénticos, no son unánimes. La unanimidad en el terreno humano suele ser –

digamos– mal síntoma. No se trata de compartir todas las opiniones, de

compartir las religiones, de compartir los gustos, los vicios o las virtudes. Se trata

de compartir la ciudadanía, es decir: la posibilidad, el pacto con los demás de

defender esos valores esenciales que nos permiten seguir creándonos a

nosotros mismos. Eso es de lo que se trata, y de nada más.

Entonces, no es una sociedad homogénea sino es una sociedad de

iguales en que busca cada uno su pluralidad. Lo describió muy bien Voltaire en

sus cartas inglesas, cuando en una de sus cartas defiende el pluralismo religioso

–se refería fundamentalmente a lo religioso en ese caso– que reinaba en

Inglaterra, frente a la coacción unánime del catolicismo en Francia. Y decía él

cómo había sectas y había diversas religiones. Y con su característico estilo

terminaba diciendo: «Cada inglés puede ir al Cielo o al infierno por el camino que

prefiera»22.

Bueno, pues esto es también parte de la libertad que reconoce la

Constitución. No se obliga a nadie a ningún paraíso, no se le amenaza con el

infierno de ninguna exclusión, sino que se le permite que él elija su camino y se

le ayuda en la consecución de esa empresa que, por muy individual que sea en

su planteamiento, nunca puede dejar de ser colectiva, porque somos sociales de

un extremo a otro de nuestra vida y de nuestro destino. Y yo creo que ése es el

sentido fundamental que tienen los valores fundamentales y el fundamento, la

base, lo que nos da la ofrenda básica de la Constitución y aquello que tenemos

que defender23.

22 Se trata de la V Carta: «Sobre la religión anglicana», y dice: «Éste es el país de las sectas.

Un inglés, como hombre libre, va al Cielo por el camino que más le acomoda». En la siguiente Carta, la VI: «Sobre los presbiterianos», añade: «Si no hubiese en Inglaterra más que una religión, sería de temer el despotismo; si hubiese dos, se cortarían mutuamente el cuello; pero como hay treinta, viven en paz y felices». VOLTAIRE (1988: 57 y 63) o (1995: 33 y 38). [Nota eds.].

23 La esencia de los derechos fundamentales ha sido debatida por varios intelectuales

italianos en Luigi FERRAJOLI (2001). [Nota eds.].

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Porque yo creo que nuestro presentador ha hecho una observación muy

importante, y que a mí sinceramente –y si no luego quizás lo podamos hablar–

es lo que me parece que falla en el caso español, que es el que la Constitución

no es una cosa para subirse, sentarse y echarse a dormir, sino que es un

instrumento para luchar y en cuyo favor también hay que luchar. Es decir, es

algo para emplearlo, y es algo que hay que defender, y es algo que hay que ser

capaz de comprometerse con ello y hay que ser... No es simplemente una cosa

de decir: «¡Eh, que yo tengo estos derechos!», sino que «yo tengo un

compromiso, un compromiso cívico, y ese compromiso cívico tengo que llevarlo

a cabo».

Esa responsabilidad cívica, que no simplemente es un regalo que se nos

otorga o algo que le dan como a un niño mimado, sino que te compromete

cívicamente a algo, a mí sinceramente es lo que me parece que en España falta

más, pero, bueno, con eso ya seguiremos luego.

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LOS DERECHOS SOCIALES Y ECONÓMICOS

Imanol ZUBERO24

Constitucionalismo social en España

La Constitución Española de 1978 es un ejemplo destacado de lo que se

ha denominado constitucionalismo social25, ya desde su artículo 1.1: «España se

constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como

valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad

y el pluralismo político». En función de este planteamiento recoge todo el

catálogo de derechos establecidos en el Pacto Internacional de Derechos

Económicos, Sociales y Culturales.

En concreto, estos derechos aparecen recogidos en el Capítulo Tercero

de la Constitución (titulado «De los principios rectores de la política social y

económica»), con la excepción destacada del artículo 35.1, por el cual se afirma

el derecho al trabajo en los siguientes términos: «Todos los españoles tienen el

deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio,

a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para

satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda

Carácter oral de las ponencias. El tono y registro utilizados por parte de los intervinientes

revela la naturaleza eminentemente oral de los textos, que se ha querido respetar en el tratamiento editorial. Con todo, para una lectura mejor contextualizadas de las ponencias, se han asignado títulos y epígrafes, e incorporado los ajustes indispensables, así como algunas notas de refuerzo documental. Las grabaciones que pueden escucharse permitirán advertir lo apuntado, con la excepción principal de las ponencias de Imanol Zubero y Amparo Rubiales, quienes han realizado una escritura posterior de sus intervenciones. Nota de los editores [Nota eds.].

24 Otra reflexión del autor, que expone parte de lo que se presenta en este texto pero que se orienta específicamente hacia la consideración de la Renta Básica, puede encontrarse en: Imanol ZUBERO: «Justificación y fundamentos de las propuestas de renta básica». Cfr. http://www.stee-eilas.org/intern/oinarrizko_errenta/dok/justificacion_fundamentos.pdf (Bilbao, 20 de enero de 2004). [Nota eds.].

25 Algunas referencias sobre el constitucionalismo social: Jorge Reinaldo VANOSSI (2000);

Carlos de CABO MARTÍN (1997); y Miguel Ángel GARCÍA HERRERA (dir.) (1997). Este modelo se ha trasladado en España al conjunto del Estado autonómico. Cfr. M.ª Concepción PÉREZ VILLALOBOS (2002). [Nota eds.].

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hacerse discriminación por razón de sexo»26. Este artículo aparece recogido en

la Sección 2.ª («De los derechos y deberes de los ciudadanos») del Capítulo

Segundo (sobre «Derechos y libertades»).

Además del derecho al trabajo, clave de bóveda de todo el edificio

moderno de los derechos humanos, entre los derechos sociales y económicos

afirmados por la Constitución de 1978 destacan dos: a) El derecho a la vivienda,

así formulado: «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda

digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias

y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho,

regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir

la especulación. [...].» (artículo 47); y b) La garantía de asistencia y prestaciones

sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de

desempleo, a través de un régimen público de Seguridad Social.

Otros derechos recogidos:

Protección social, económica y jurídica de la familia;

Promoción de las condiciones favorables para el progreso social y económico y

para la distribución equitativa de la renta regional y personal;

Política orientada al pleno empleo;

Formación y readaptación profesionales;

Condiciones de trabajo: seguridad e higiene, descanso, limitación de la jornada

laboral, etc.

Protección de la salud;

Adecuada utilización del ocio;

26 Este y otros artículos relacionados con el derecho al trabajo han sido analizados por Teresa

FREIXES SANJUÁN (1986). [Nota eds.].

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Acceso a la cultura;

Promoción de la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del

interés general;

Medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona;

Conservación y promoción del patrimonio histórico, cultural y artístico;

Participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo político, social,

económico y cultural;

Previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos,

sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que

requieran;

Pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas que garanticen la

suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad;

Defensa de los consumidores y usuarios.

Derechos sin tutela judicial efectiva

Así pues, nada habría que echar en falta, al menos sobre el papel. Pero

los derechos económicos y sociales presentan un evidente problema: su no

exigibilidad27. En la tradición jurídica liberal se ha venido a considerar que las

normas que recogen este tipo de derechos son meramente programáticas, de

manera que, no siendo justiciables, no otorgarían derechos subjetivos en el

sentido tradicional del término. Por eso, cuando un ciudadano se ve privado de

alguno de los derechos civiles y políticos –voto, asociación, opinión, etc.– puede

recurrir a los tribunales para reclamar la restitución de los mismos. No así

27 Una visión conceptual sobre los derechos sociales, en Francisco José CONTRERAS PELÁEZ (1994); y Óscar RODRÍGUEZ OLVERA (1998). [Nota eds.].

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cuando se ve privado de alguno de los derechos sociales y económicos básicos,

tales como empleo o vivienda28.

A pesar de que en su artículo 9.2. la Constitución sostiene solemnemente

que: «Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la

libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales

y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar

la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y

social», en la práctica el texto constitucional sólo contempla la tutela judicial

efectiva de aquellos derechos recogidos en el Capítulo Segundo de la

Constitución –«Derechos y libertades»–, tal como se deduce de lo dispuesto por

el artículo 53 del Capítulo Cuarto, que trata de las garantías de las libertades y

derechos fundamentales:

1. «Los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo Segundo del presente Título vinculan a todos los poderes públicos. Sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades, que se tutelarán de acuerdo con lo previsto en el artículo 161, 1, a)».

2. «Cualquier ciudadano podrá recabar la tutela de las libertades y derechos reconocidos en el artículo 14 y la Sección 1.ª del Capítulo Segundo ante los Tribunales ordinarios por un procedimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad y, en su caso, a través del recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. Este último recurso será aplicable a la objeción de conciencia reconocida en el artículo 30».

3. «El reconocimiento, el respeto y la protección de los principios reconocidos en el Capítulo Tercero informarán la legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos. Sólo podrán ser legados ante la Jurisdicción ordinaria de acuerdo con lo que dispongan las leyes que los desarrollen».

En realidad, se trata de una contradicción que afecta, no sólo a la

Constitución Española, sino al conjunto del entramado jurídico internacional. Así,

cuando el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas se plantea en

28 Exigibilidad y salvaguarda de los derechos sociales son imperativos tratados en varios

estudios de José Luis CASCAJO CASTRO (1988); Gerardo PISARELLO (2001) y (2003); y Víctor ABRAMOVICH y Christian COURTIS (2002). [Nota eds.].

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1990 la conocida como Observación general 329, en la que se intenta dilucidar la

cuestión fundamental de la índole de las obligaciones de los Estados Partes del

Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales30, se afirma

lo siguiente: «el Comité es de la opinión de que corresponde a cada Estado

Parte una obligación mínima de asegurar la satisfacción de por lo menos niveles

esenciales de cada uno de los derechos». El Pacto se considerará incumplido si

«un número importante de individuos» se ve privado de alguno de esos

derechos31.

Ahora bien: ¿cómo interpretar esta referencia?; ¿cuántos individuos han

de verse privados de vivienda, enseñanza o trabajo como para que pueda

hablarse de incumplimiento? Esto es algo que no se admitiría de ninguna

manera en el caso de los derechos civiles y políticos: ¿consideraríamos

democrático un Estado en el que algunos de sus ciudadanos, digamos un 20%,

se ven privados del derecho a la libre expresión?

Precariedad laboral y Política social

De esta manera, se está produciendo un vaciamiento del contenido

práctico de los derechos sociales y económicos. Sencillamente, recordemos

cómo se define hoy estadísticamente la ocupación. Para figurar en las encuestas

como ocupada (y no, por tanto, como parada o inactiva), basta responder

afirmativamente a la siguiente pregunta: «¿Realizó durante la semana pasada

alguna actividad o trabajo remunerado por muy pequeño que éste fuera (al

29 Aplicación del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Observación general 3: La índole de las obligaciones de los Estados Partes (Párrafo 1 del artículo 2 del Pacto). Quinto período de sesiones, 1990. U.N. Doc. E/1991/23. [Nota eds.].

30 Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas: Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2200 (XXI), de 16 de diciembre de 1966. Entrada en vigor: 3 de enero de 1976, de conformidad con el artículo 27. [Nota eds.].

31 Esta nota figura en el punto 10 de la Observación general 3. [Nota eds.].

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menos 1 hora en la semana) y de cualquier tipo (costura, clases particulares,

etc.) incluso los considerados como chapuzas?»32.

¿Puede alguien extrañarse entonces de que cada vez proliferen más en

nuestras sociedades los pobres con trabajo: personas ocupadas, sí, pero en

unas condiciones que no les permite superar el umbral de la exclusión,

característicos del modelo laboral estadounidense y hasta hoy inconcebibles en

Europa, donde estar ocupado y ser pobre era una contradicción. De ahí que en

la literatura sociológica se hable de la «sudafricanización» (Gorz)33 o de la

«brasileñización de occidente» (Beck)34: lo precario, lo discontinuo, lo informal,

características todas ellas del llamado tercer mundo, están irrumpiendo en el

mundo occidental35.

¿Qué consecuencias van a tener sobre nuestras vidas estos cambios?

En su informe para la OCDE sobre el futuro del trabajo, la familia y la sociedad

en la Era de la Información, Carnoy y Castells han definido con gran precisión el

futuro que se nos avecina: «Lo que emerge de nuestro análisis es la visión de

una economía extraordinariamente dinámica, flexible y productiva, junto con una

sociedad inestable y frágil, y una creciente inseguridad individual»36.

Tengamos en cuenta que todo esto está ocurriendo en un contexto

ideológico caracterizado por el éxito creciente de las políticas de responsabilidad

internalizada, según las cuales cada individuo es responsable de su propio

bienestar, y las políticas públicas deben orientarse fundamentalmente a «ayudar

a quien se ayuda». Desde esta perspectiva, el modelo europeo de welfare se

32 Recogida textualmente (pregunta 120) del cuestionario para la elaboración de la Encuesta

de Población en Relación con la Actividad (EPRA), con la que se estudia el mercado de trabajo en la Comunidad Autónoma de Euskadi. Una pregunta similar se hace en la Encuesta de Población Activa (EPA) a nivel de toda España. Nota del autor [Nota autor].

33 André GORZ (1995: 99). [Nota eds.]. 34 Ulrich BECK (2000: 9-17). [Nota eds.]. 35 Dos obras colectivas sobre esta cuestión: Lourdes RÍOS (coord.) (2003); y Antonio ANTÓN

(coord.) (2000). [Nota eds.].

36 Martin CARNOY y Manuel CASTELLS (1997: 53). Véanse también: Imanol ZUBERO (coord.) (2000b: 259) y (2002: 389). [Nota autor y eds.].

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desliza hacia el workfare estadounidense, y la intervención pública es sometida a

la más áspera de las críticas. Se reivindica el mercado como la mejor «política

social» y se reconduce la iniciativa ciudadana al terreno de la ayuda caritativa, al

terreno de la virtud individual, pero se rechaza cualquier institucionalización

pública de la solidaridad.

Libertad negativa y libertad positiva

En el fondo de todo esto encontramos una cuestión de alcance teórico.

La distinción entre derechos civiles y políticos, por un lado, y derechos

económicos y sociales, por otro, se apoya en una distinción canónica anterior:

aquella que diferencia entre libertad negativa y libertad positiva.

La libertad negativa, concebida como ausencia de interferencia, se da

cuando un sujeto tiene la posibilidad de obrar o de no obrar, sin ser obligado a

ello o sin que se vea impedido de hacerlo por otros sujetos. Por su parte, la

libertad positiva «es un concepto disposicional: soy libre cuando no estoy bajo la

mano o la potestad de nadie, cuando nadie podría –hágalo de hecho, o no–

interferir a su arbitrio en mis planes de vida. Y no carezco de libertad, sino, al

contrario, se promueve mi libertad, cuando otros libres pueden interferir en mi

vida de maneras no arbitrarias» (Domènech)37. De ahí que pueda denominarse,

más exactamente, como autonomía.

El pensamiento moderno se ha construido en torno al valor central de la

libertad. Más como presupuesto que como tesis (no es, por tanto, algo que se

argumente explícitamente), abraza una definición solitaria, no social, del hombre,

hasta el extremo de que se llega a pensar que «el trato con los otros hombres es

una carga de la cual hay que intentar desembarazarse» (Todorov)38.

37 Antoni DOMÈNECH (2002: 32). [Nota autor y eds.].

38 Tzvetan TODOROV (1997: 17-18). [Nota autor y eds.].

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Un apólogo de Schopenhauer refleja a la perfección esta perspectiva

moderna sobre la sociedad: «Una manada de puercoespines, en un frío día

invernal, se apretujaron unos contra otros para protegerse con el calor recíproco,

dado que estaban ateridos. Bien pronto, sin embargo, sintieron las púas

recíprocas; el dolor los obligó a separarse. Más tarde, cuando la necesidad de

calentarse los llevó de nuevo a juntarse, se repitieron las molestias; de manera

que se veían empujados adelante y atrás entre dos males, hasta que

encontraron una prudente distancia unos de otros, que para ellos representaba

la mejor posición»39.

Además, nuestra experiencia histórica ha sido muy particular. Es la

libertad negativa, los derechos civiles y políticos, aquella que ha sido objeto de

las grandes agresiones totalitarias durante toda la primera mitad del siglo XX –

nazismo, fascismo, franquismo, estalinismo– y, en el caso particular de Euskadi,

la que sigue siendo amenazada por el terrorismo. Por el contrario, los derechos

económicos y sociales, objeto de luchas enconadas a lo largo de todo el siglo

XIX, han acabado por desplegarse, así nos lo parece, menos como

consecuencia de la lucha que como sub-producto del desarrollo económico. De

manera que parece ser el mercado, y no el Estado, el que los ha hecho posibles.

Bienestar social y Estado intervencionista

Para que la libertad negativa sea satisfecha puede bastar con que los

poderes públicos se abstengan de actuar (para que la libertad de conciencia sea

respetada basta con que el poder público se abstenga de reglamentar las

creencias de los ciudadanos; para que la libertad de expresión sea un hecho,

basta que las autoridades políticas renuncien a implantar mecanismos de

censura; etc.). En cambio, los derechos sociales y económicos presuponen un

Estado intervencionista, un Estado redistributivo-asistencial que acepta la

39 El relato literal varía según la traducción elegida. Véase, por ejemplo, Arthur

SCHOPENHAUER (1995: [1]: 13). [Nota eds.].

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responsabilidad de garantizar a todos sus ciudadanos un mínimo de bienestar

(Contreras)40.

Es preciso, por ello, superar la distinción (al menos en sus aspectos más

radicales) entre ambos tipos de libertad, para afirmar su interdependencia: «La

libertad tiene que ver con elegir autónomamente y poder realizar los propios

proyectos vitales, con poder desplegar ciertas capacidades, y ello requiere

disponer de recursos y asegurar oportunidades» (Ovejero)41.

Interdependencia de todos los derechos humanos

El reto al que nos enfrentamos, por tanto, es el de dar respuesta a lo que

se afirma tanto en los Principios de Limburg sobre la Aplicación del Pacto

Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Maastricht, junio

1986) como en las Directrices de Maastricht sobre Violaciones a los Derechos

Económicos, Sociales y Culturales (Maastricht, enero 1997): «Hoy en día es

indudable que los derechos humanos en su conjunto son indivisibles,

interdependientes, interrelacionados y de igual importancia para la dignidad

humana. En vista de lo anterior, los Estados tienen la misma responsabilidad en

cuanto a las violaciones a los derechos económicos sociales y culturales y las

violaciones a los derechos civiles y políticos». De lo contrario, la democracia

misma estará en riesgo42.

El destacado economista Paul Krugman publicaba en The New York

Times, el 20 de octubre de 2002, un largo artículo titulado «The Class Wars» en

el que, tras afirmar argumentadamente que los Estados Unidos han vuelto a las

desigualdades de los años veinte en la distribución de la riqueza, advierte del

riesgo de que la democracia sufra, por esta razón, de una grave pérdida de

calidad, hasta convertirse, en la práctica, en poco más que un régimen

40 Francisco José CONTRERAS PELÁEZ (1994: 17-18). Véase asimismo la obra de José

MARTÍNEZ DE PISÓN (1998). [Nota autor y eds.]

41 Félix OVEJERO LUCAS (2002: 73). [Nota autor y eds.]

42 Esta interdependencia se manifiesta en el título de la tesis doctoral de José CÉSPEDES CARBALLO (1999): Los derechos fundamentales de contenido social. [Nota eds.].

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plutocrático: «Es fácil imaginar –dice Krugman– que podemos convertirnos en un

país en el que las grandes recompensas están reservadas para quienes tienen

las conexiones adecuadas; en el que la gente corriente tiene escasas

expectativas de progreso; en el que el compromiso político carece de sentido,

porque al final son los intereses de la élite los que resultan satisfechos»43.

Como argumenta acertadamente Etienne Balibar al desarrollar su idea de

égaliberté, «no hay ejemplos de restricciones o supresión de las libertades sin

desigualdades sociales, ni de desigualdades sin restricción o supresión de las

libertades»44. Los derechos sociales han surgido de un descubrimiento tan

evidente como fundamental: que «la libertad está amenazada por el despotismo,

pero también por el hambre y la miseria, la ignorancia y la dependencia»

(Contreras)45.

De ahí el acierto de Marshall cuando, en sus ya clásicas conferencias de

1949 en Cambridge, concibe el desenvolvimiento de la ciudadanía moderna

como el progresivo desarrollo de tres dimensiones irrenunciables: civil, política y

social46.

43 En una conferencia en España sostenía que tal afirmación podía generalizarse al conjunto

de las sociedades desarrolladas (EL PAÍS, 23.05.2003). Krugman presenta algunos datos contundentes: «En 1970 el máximo responsable de una empresa cobraba 40 veces el salario medio de un trabajador y en el año 2000 cobra mil veces más. En los últimos 20 años la renta de Estados Unidos creció el 30%, pero en las familias de clase media la renta sólo ha subido un 10%». [Nota autor].

Se puede profundizar en la crítica a través de la obra de este autor, Paul R. KRUGMAN (2004): El gran engaño. Ineficacia y deshonestidad: Estados Unidos ante el siglo XXI. [Nota eds.].

44 Etienne BALIBAR (1990: 20-22): «“Droits de l’homme” et “droits du citoyen”. La Dialectique

moderne de l’égalité», Actuel Marx, n.º 8. Citado por Alex CALLINICOS (2003: 36). [Nota autor y eds.].

45 Martin KRIELE (1982: 65). Citado por Francisco José CONTRERAS PELÁEZ (1996: 36). [Nota eds.].

46 T. H. MARSHALL y Tom BOTTOMORE (1988: 15-82). [Nota autor y eds.].

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MUJER Y CONSTITUCIÓN

Amparo RUBIALES

Quiero comenzar esta intervención agradeciendo a los organizadores el

que me hayan invitado a participar en estas Jornadas que organiza la Fundación

Fernando Buesa.

Estoy en Vitoria y procedo de la otra punta de España, de Andalucía, de

Sevilla, en donde somos conscientes de todo el mérito que tenéis todos los que

trabajáis y vivís aquí. Uno de los mejores homenajes que podemos rendirle a

Fernando Buesa es justamente hablar de la Constitución, cuyo 25 Aniversario

conmemoramos, pues gracias a ella hemos podido llegar hasta aquí y con ella

hay que evitar que algunos tuerzan el camino, y puedan hacer posible que la paz

y la libertad no sean una realidad entre los ciudadanos y los pueblos de España.

La mujer, privada de su condición ciudadana

El concepto de derechos fundamentales, en la terminología usada por el

constituyente español, ha llegado a alcanzar un grado de popularidad tal que ha

dejado de ser un término exclusivamente científico para incorporarse al lenguaje

hablado y escrito de la sociedad española en su conjunto. Los derechos han

existido, por otra parte, en el Estado constitucional mucho antes de que pasaran

a ser definidos como derechos fundamentales.

Las primeras Declaraciones de Derechos son, como es sabido,

documentos a través de los cuales los derechos se muestran a la sociedad. Las

Carácter oral de las ponencias. El tono y registro utilizados por parte de los intervinientes

revela la naturaleza eminentemente oral de los textos, que se ha querido respetar en el tratamiento editorial. Con todo, para una lectura mejor contextualizadas de las ponencias, se han asignado títulos y epígrafes, e incorporado los ajustes indispensables, así como algunas notas de refuerzo documental. Las grabaciones que pueden escucharse permitirán advertir lo apuntado, con la excepción principal de las ponencias de Imanol Zubero y Amparo Rubiales, quienes han realizado una escritura posterior de sus intervenciones. Nota de los editores [Nota eds.].

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fechas iniciales de dichas primeras manifestaciones son bien conocidas: 1776,

para el continente americano, y 1789, para Francia, y para nosotros, al ser la

más cercana, aunque luego su realización práctica haya dejado mucho que

desear; la historia constitucional española no es precisamente un modelo de

reconocimiento ni respeto a estos derechos.

Estas Declaraciones de Derechos son los instrumentos a través de los

cuales se define a la población del Estado y cuyo reconocimiento es lo que

convierte al individuo en ciudadano. El punto de partida de las mismas está en la

teoría del contrato social que formularan Locke, Rousseau y Hobbes47.

Ahora bien, en la primera Declaración de Derechos, donde se proclaman

los del Hombre y del Ciudadano, la mujer no existía como ciudadana, hasta el

extremo de que, en 1791, Olimpia de Gouges, una de las primeras mujeres

feministas reconocidas de la historia, formula la Declaración de los Derechos de

la Mujer y de la Ciudadana, con tan escaso éxito que muere guillotinada48.

Desde entonces, las mujeres han tenido que hacer un esfuerzo añadido para ser

consideradas, al menos como ciudadanas, titulares de derechos y no sólo de

deberes49.

El reconocimiento de los derechos de las mujeres no ha sido igual que el

de los hombres; ha sido más reciente y también bastante más complicado. Se

suponía que las mujeres no estaban destinadas a ninguna otra función que no

fuera la de ser esposas y madres, y han tenido que ocurrir muchas cosas para

que esta situación de marginación se transformara y se pusiera fin a esa

47 John LOCKE (1997) y (2003); Thomas HOBBES (1983) y (1994); y Jean-Jacques

ROUSSEAU (1988) y (1993). [Nota eds.]. 48 Olympe de Gouges (Marie Gouze) dedicó su Declaración de los Derechos de la Mujer y de la

Ciudadana, basada en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, a la reina María Antonieta, a quien exhortó para encabezar la liberación de la mujer. «Olympe de Gouces o la radicalización de los ideales ilustrados», en Olympe de GOUGES (1993: 153-163). Esta edición recupera, entre otros textos anónimos y de autor, artículos de Anne T. de Lambert, Théroigne de Méricourt y Choderlos de Laclos. [Nota eds.].

49 Los derechos humanos, un derecho de la mujer, en AMNISTÍA INTERNACIONAL (1995) y

Mary WOLLSTONECRAFT (1996). Estos mismos derechos desde una perspectiva psicológica, en Anne DICKSON (1987). [Nota eds.].

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concepción de que tan sólo el mundo de lo privado les pertenecía, reservándose

a los hombres el terreno de lo público50.

El Estado estaba formado por hombres con responsabilidades y derechos

que participaban en la elaboración de la voluntad general y en la realización del

interés común. Las mujeres, vinculadas a un orden previo, privado, ni siquiera

podían pensar en ese otro orden; su situación en la esfera familiar no era

política, sino natural. Como colectivo, debían ser mantenidas bajo la autoridad

real y simbólica de los varones.

En el orden jurídico, los Códigos napoleónicos consagraron la minoría de

edad perpetua para las mujeres, sobre todo para las casadas. Así, el artículo 57

del antiguo Código Civil español declaraba, hasta hace bien poco, que: «El

marido debe proteger a la mujer, y ésta obedecer al marido»51, norma

absolutamente injusta que está en el origen de tantas desgracias como han

sufrido las mujeres, entre otras, la más cruel de todas: la violencia domestica52.

Las mujeres carecían de todos los derechos que les eran reconocidos a

los hombres y su consecución va a ser paulatina y difícil53. No tenían acceso ni

siquiera a la educación, que la van alcanzando poco a poco. En España no

tienen la posibilidad de acceder a la Enseñanza Universitaria hasta el año 1911,

y su acceso anterior a la Enseñanza Primaria y Secundaria sólo se entendía de

utilidad en la medida en que se consideraba mejor para la educación de los hijos

o para que, en el caso de que tuvieran la desgracia de no casarse, se pudieran

ganar la vida, primero como institutrices y más tarde como maestras54.

50 Estudios sobre la marginación y la desigualdad femeninas, en la obra colectiva editada por

María José JIMÉNEZ TOMÉ y Encarnación BARRANQUERO TEXEIRA (eds.) (1994). [Nota eds.]. 51 Enrique LALAGUNA DOMÍNGUEZ (ed.): (1984: 111). [Nota eds.]. 52 El maltrato a la mujer en sus diferentes manifestaciones, en Miguel LORENTE ACOSTA

(2001); Miguel LORENTE ACOSTA y José Antonio LORENTE ACOSTA (1998); y Ana María PÉREZ DEL CAMPO NORIEGA (1995). [Nota eds.].

53 Los movimientos de emancipación de la mujer en Europa, América y Australia de 1840 a

1920, en Richard J. EVANS (1980). [Nota eds.]. 54 Educación, docencia y mujer en la historia de España, en María José FIGUEROA (1996);

Alain SAINT-SAËNS (dir.) (1996); Agustín ESCOLANO BENITO (2001); y Luis OTERO (2001).

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La lucha sufraguista de las mujeres

De los derechos políticos las mujeres carecían por completo. Por no tener

no tenían reconocido ni el derecho de voto. Es sabido que inicialmente sólo los

poseedores de una determinada renta votaban (sufragio censitario), pero no las

pocas mujeres que tuvieran la misma condición. Después el voto se aseguraba

con la autosubsistencia, pero no para las mujeres, aunque tuvieran empleo. Y,

por último, todo varón podía ejercerlo con independencia de su condición, pero

ninguna mujer, fuera cual fuera la suya. Cuando todos los varones pudieron

votar se afirmó que se había alcanzado el «sufragio universal», sin añadir que

esa «universalidad» era sólo para la mitad de la población, mientras la otra

quedaba privada de su ejercicio.

La consecución del derecho al voto por las mujeres no es homogénea en

el tiempo, ni siempre coincide el reconocimiento del derecho a votar con el

derecho a ser elegidas. El primer país que lo reconoció fue Nueva Zelanda en

1893, unido al proceso de descolonización de este país; le sigue Australia en

1901. Estos dos países, más Finlandia (1906) y Dinamarca (1915), son los

únicos en los que las mujeres conquistan el voto antes de la Primera Guerra

Mundial, en parte como agradecimiento a su participación en el mantenimiento y

posterior reconstrucción del país.

En el período de entreguerras son ocho los países de la UE que

reconocen a las mujeres el derecho a votar: Irlanda, Austria e Inglaterra en 1918,

aunque en este país sólo es para las mujeres mayores de 30 años. En 1919 se

les reconoce en Alemania, Luxemburgo, Países Bajos y Suecia. En 1928 todas

las mujeres inglesas ya lo ven reconocido. En 1931 se obtiene en España, en la

Constitución de la Segunda República55. Después de la Segunda Guerra Mundial

lo consiguen: Francia en 1944, Italia en 1947, Bélgica en 1948, Grecia en 1952 y

Portugal en 1974.

Una obra colectiva sobre la educación para la igualdad de la mujer desde la diferencia, en Ana GONZÁLEZ y Carlos LOMAS (coords.) (2002). [Nota eds.].

55 En torno al voto femenino en España, VV. AA. (1995). [Nota eds.].

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Si he señalado estas fechas de reconocimiento de este derecho es por

considerarlo de enorme importancia para las mujeres, pues sólo a partir de este

momento es cuando obtienen la condición social de ciudadanas de la que

habían carecido hasta ese momento, cosa que no les ocurría a los hombres. Por

fin, y después de grandes esfuerzos de muchas mujeres, éstas tienen

reconocido el derecho político más esencial: poder votar y poder ser elegidas,

pero no por ello consiguieron todos los derechos sociales, laborales, políticos y

económicos de los que aún carecerán las mujeres56.

La Constitución española de 1931 establecía en su artículo 36 que: «Los

ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos

derechos electorales conforme determinen las leyes», pero llegar a esta

redacción no fue nada pacífico. Hubo un debate apasionado y apasionante en

las Cortes Constituyentes de la Segunda República, que está publicado por el

Congreso de los Diputados, con una magnifica introducción de la profesora

Amelia Valcárcel57. Su consecución se hizo posible gracias a una mujer, Clara

Campoamor, y a un partido, el socialista, que, aunque con divisiones en su seno,

lo hicieron posible58.

La mujer ciudadana en la Constitución Española

Desde un punto de vista jurídico, la Constitución de 1978 significa un

punto de inflexión en el reconocimiento de los derechos y libertades de los

españoles. El artículo 14 es el eje de la garantía jurídica de la igualdad porque

en él se reconoce, al proclamar la igualdad de todos los españoles ante la ley –

«sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza,

sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o

social»–, un derecho concreto y protegible.

56 Paloma de VILLOTA (coord.) (1998: 31-90); y VV. AA. (2001). [Nota eds.]. 57 Amelia VALCÁRCEL y Montserrat GARCÍA MUÑOZ (2002). [Nota eds.].

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La Constitución de 1978 supone, también para las mujeres, un cambio

radical, pues responde a tendencias universales a favor de la igualdad entre los

sexos59.

Ahora bien, el significado y alcance de la garantía de la igualdad han

necesitado –y aún siguen necesitando– de una labor de interpretación que no

siempre ha sido pacífica, ni en la doctrina, ni en la jurisprudencia, ni tampoco en

la concepción política de cada uno.

La Constitución, por otra parte, contiene otro artículo, el 9.2, que dice

que: «Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la

libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales

y efectivas». Las políticas que desde entonces se han venido realizando han

sido de desarrollo práctico de estos principios de igualdad y de no discriminación

consagrados constitucionalmente e interpretados de forma diversa60.

El principio de igualdad, salvo excepciones que son socialmente

reprochadas, ha tenido detrás una larga serie de actuaciones públicas y puede

decirse que un desarrollo aceptable61.

El de no discriminación no sólo está infinitamente mucho menos

desarrollado que el anterior, sino que las aún insuficientes medidas de impulso,

las conocidas como medidas de acción positiva, acostumbran a verse –por

58 Biografía y autobiografía de Clara Campoamor, en: Concha FAGOAGA y Paloma

SAAVEDRA (1981); y Clara CAMPOAMOR (1981). Sobre las mujeres y la política en España en el período republicano, véase: Carmen DOMINGO (2004: 61-161). [Nota eds.].

59 Hay estudios que evalúan este punto de inflexión en lo que concierne a las mujeres. Por

ejemplo, la tesis de Asunción VENTURA FRANCH (1997). Una referencia obligada en este punto es también la obra colectiva Mujer y Constitución en España, y particularmente el artículo de Luis LÓPEZ GUERRA (2000). También puede ser consultada la obra de Iris M. ZAVALA (2004), que aborda el papel de la mujer en la España contemporánea. [Nota eds.].

60 Véase el estudio de Fernando REY MARTÍNEZ (1995). Jurisprudencia sobre igualdad y

discriminación entre hombres y mujeres en Europa y España, en Tove STANG DAHL (1991); y Ana Carmen AZKARATE-ASKASUA ALBÉNIZ (1997). [Nota eds.].

61 Jacqueline CRUZ y Barbara ZECCHI (eds.) (2004); María GIL RUIZ (1996); y David

GIMÉNEZ GLUCK (2004). [Nota eds.].

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quienes consideran que en la igualdad está ya comprendida la no

discriminación– como atentatorias a los fundamentos de la igualdad. Sobre éstas

existe coincidencia entre la mayoría de las posiciones políticas. Sobre la no

discriminación se ha abierto un foso profundo que sirve perfectamente para

distinguir entre quienes sólo defienden el enunciado de los principios y los que

quieren hacer efectivo su cumplimiento. Ésta es hoy una diferencia notable entre

el pensamiento de izquierdas y el de derechas62.

Además del artículo 9 y del artículo 14, que son los esenciales, la

Constitución de 1978 dedica otros artículos a proclamar la igualdad.

Así, el 23.2 dice que los ciudadanos «tienen derecho a acceder en

condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos, con los requisitos que

señalen las leyes». El 27.1 afirma que: «Todos tienen el derecho a la educación.

[...]». El 32 establece el derecho del hombre y de la mujer a «contraer

matrimonio con plena igualdad jurídica». El 35 consagra el derecho y el deber al

trabajo de todos los españoles, «a la libre elección de profesión u oficio, a la

promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer

sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse

discriminación por razón de sexo». Y el 39.2, que dice que: «Los poderes

públicos aseguran, asimismo, la protección integral de los hijos, iguales éstos

ante la ley con independencia de su filiación, y de las madres, cualquiera que

sea su estado civil. La ley posibilitará la investigación de la paternidad».

Y, por último, está el artículo 57, que es hoy, sin duda, el más discutible y

rotundamente no igualitario, pues establece que: «[...]. La sucesión en el trono

seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida

siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más

próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo

sexo, la persona de más edad a la de menos»63.

62 M.ª Ángeles BARRÈRE UNZUETA (1997); Miguel RODRÍGUEZ-PIÑERO y María Fernanda

FERNÁNDEZ LÓPEZ (1986); y David GIMÉNEZ GLUCK (1999). [Nota eds.]. 63 Se trata del párrafo primero del artículo 57. [Nota eds.].

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Los autores que se han ocupado de este precepto señalan que este

artículo viene a reproducir el orden sucesorio consolidado en nuestro Derecho

histórico, y que se redactó así porque no hubo controversia social ni ninguna

fuerza política enarboló la bandera de la igualdad, a excepción de algunas

protestas feministas y de algún parlamentario aislado que propuso otra

redacción más igualitaria, cosa que no es, por otra parte, del todo cierta.

Sólo quiero señalar que es un artículo anacrónico con el sentido general

del texto constitucional, esencialmente igualitario, y que si se hubiera redactado

hoy no se mantendría esa preferencia del hombre sobre la mujer, pero se trata

de una hipótesis imposible de verificar.

Lo que sí es seguro es que es necesario proceder a esta reforma y que

así se hará, por más que se trate de una modificación del texto constitucional

complicada, por cuanto se exige para ello la aprobación del acuerdo por mayoría

de los dos tercios del Congreso y del Senado y la posterior disolución inmediata

de las Cortes, así como la ratificación de la decisión y estudio del nuevo texto

constitucional, que deberá ser aprobado por la mayoría de dos tercios de ambas

Cámaras y sometida a referéndum de ratificación, proceso políticamente muy

complicado, pero no de imposible realización. El principio de igualdad entre

hombres y mujeres merece la pena, este esfuerzo, porque no se puede admitir

ninguna excepción al mismo.

Por una mayor presencia de la mujer en el espacio público

Sin duda, el poder ha sido cosa de hombres y cuesta trabajo hacerlo

compartido entre los sexos, como cuesta compartir el trabajo, las

responsabilidades familiares y la propia vida.

Existe eso que denominamos techo de cristal, que hace que, aunque las

mujeres participemos en política, estemos presentes en la vida económica y

cultural, en el mundo del trabajo y en los medios de comunicación, hay un

umbral que no se traspasa, una barrera invisible que hace que las mujeres

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ocupemos escasamente puestos de poder ni de responsabilidad. No

participamos de la dirección de la sociedad en la misma proporción que los

hombres, existe un déficit democrático en nuestras sociedades que hay que

corregir.

Las discriminaciones en el mundo del trabajo y en el reparto de las tareas

domésticas son los dos campos en los que todavía existe mayor

discriminación64.

El perfil de la desempleada española rompe con algunos de los tópicos,

como el de la menor formación, aceptados socialmente y, lo que es peor:

aplicado por los empresarios españoles a la hora de tomar decisiones. Son

precisamente las jóvenes universitarias, de alta cualificación, solteras y sin hijos,

las que más difícil tienen su incorporación al mercado de trabajo. También las

mayores de cuarenta y cinco años, que pretenden retornar al trabajo tras

haberse dedicado unos años a la familia, tienen muchas más dificultades para

encontrar empleo que un hombre de esa misma edad. Mientras para un hombre

estar casado y tener hijos representa un factor de estabilidad que suma, para

una mujer esta circunstancia resta65. Y no hablaré de las diferencias salariales

entre hombres y mujeres, ni del empleo precario femenino, ni de tantas otras

cosas que evidencian que la igualdad real aún no existe66.

Los derechos fundamentales han sido una conquista importantísima de la

humanidad que ha costado siglos de esfuerzo y de sufrimientos. En España

legalmente se alcanzaron a partir de la aprobación de la Constitución de 197867.

64 Algunas cuestiones en torno a la mujer trabajadora fuera del hogar (derechos, calidad de

vida, maternidad...) han sido estudiadas por autores como María Ángeles BALLESTER (1994); Carmen DOMÍNGUEZ ALCÓN (2001); M.ª José FRAU LLINARES (1999); Teresa PÉREZ DEL RÍO (1984); Juan Carlos PRIOR RUIZ (1997); Fernando REY MARTÍNEZ (2000); Carmen SAEZ LARA (1994); Begoña SAN JOSÉ (1986); M.ª Belén SÁNCHEZ LÓPEZ (2003); o Paloma SARASÚA (1995). [Nota eds.].

65 La integración de la mujer al mundo del trabajo desde un punto de vista normativo, en María

Dolores RUBIO DE MEDINA y José Manuel CAÑAL RUIZ (2004). [Nota eds.]. 66 La cuestión salarial ha sido tratada por Beatriz QUINTANILLA NAVARRO (1996). [Nota

eds.].

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Su cumplimiento en la práctica puede resultar más difícil, pero es una

exigencia indiscutible de cualquier sociedad democrática. Vivimos tiempos en los

que se hacen precisos remedios excepcionales para la defensa de los derechos

y tenemos que hacerlos posibles, tanto para los que habitan en un determinado

territorio, como es el vasco, como para el colectivo social de las mujeres que

también diariamente ven dificultado o impedido su ejercicio. No se puede vivir sin

hacer de la igualdad, no sólo derechos, sino realidades efectivas68.

Para cambiar, es necesaria la participación de la mujer en el poder,

entendido éste como el espacio donde se toman decisiones que afectan al

conjunto de la población y que pueden cambiar e incidir sobre nuestra sociedad

y nuestro entorno. Se trata de favorecer la presencia del conjunto de las mujeres

en el espacio público, en la educación, en el empleo, en la vida social,

económica y política. Si la sociedad la componemos hombres y mujeres,

tenemos que codirigirla los hombres y las mujeres juntos69.

Abogar por la paridad no es defender los derechos de ninguna minoría,

sino los derechos de la otra mayoría; es decir, de toda la humanidad. Las

mujeres no constituyen un grupo, una comunidad, una categoría ni una minoría.

Hay mujeres en todos y cada uno de los grupos o minorías que consideremos, y

este carácter mixto es una dimensión universal de la condición humana. Las

mujeres no somos un grupo social, ni otro colectivo más, sino que constituimos,

nada más y nada menos, que la mitad de la ciudadanía.

67 Existen numerosos estudios que han abordado esa conquista desde la Transición política. A

modo de muestra, señalamos los siguientes: María F. SÁNCHEZ FERNÁNDEZ (2001); María Ángeles LARUMBE GARRAITZ (2000) y (2004); Oliva BLANCO CORUJO e Isabel MORANT DEUSA (1995); y Guadalupe GÓMEZ-FERRER MORANT (2002). [Nota eds.].

68 Un instrumento para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres, en el Manual de Junia

PAIS MACEDO VAN OVERBEEK (1995). [Nota eds.]. 69 Sobre la participación de las mujeres en el ámbito político-institucional, contamos con

referencias como las de la obra colectiva coordinada por Edurne URIARTE y Arantxa ELIZONDO (coords.) (1997), las visión de Pilar CERNUDA (2000), así como con los artículos publicados en VV. AA. (2000c): Mujer y Constitución en España de los siguientes autores: Remedio SÁNCHEZ FERRIZ (2000), Enrique ÁLVAREZ CONDE (2000), María Antonia TRUJILLO (2000) y Paloma BIGLINO CAMPOS (2000). Para el caso vasco disponemos del estudio de Arantxa ELIZONDO LOPETEGI (1999). [Nota eds.].

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Las mujeres tenemos que tener poder propio y no sólo poder delegado

por los hombres. Y además tenemos que consolidar presencia y liderazgo de

mujeres; tenemos que conseguir que la máxima jerarquía del poder deje de estar

masculinizada y que haya más presencia de mujeres en cantidad y calidad;

lograr la conciliación entre la vida familiar y la vida política y laboral, para que

aquélla deje de ser un problema privado y se transforme en un problema político,

no exclusivo de las mujeres. Queremos hacer de la política parte de nuestra

vida, porque las decisiones políticas que se adoptan nos afectan directamente,

tanto en la paz y en la abundancia como mucho más en la guerra y en las

situaciones de necesidad. Queremos ser, en suma, iguales a los hombres para

complementarnos diariamente.

Hoy y aquí se viven tiempos en los que hacen falta remedios

excepcionales para la defensa de los derechos70. No puede nunca estar en juego

la libertad, el derecho fundamental primordial, sin el cual los demás no pueden

existir, porque no pueden ejercitarse. No basta –ya lo he dicho– con que los

derechos estén reconocidos: es preciso que su ejercicio sea posible para todos,

hombres y mujeres, habiten donde habiten. Y para esto es imprescindible poner

fin a la violencia, a toda clase de violencia que se pueda ejercer sobre las

personas, hombres o mujeres, sólo por el hecho de pensar diferente o de querer

ser distintos y carecer de las oportunidades que otros alcanzan.

La Constitución Española es el instrumento necesario para el desarrollo y

aplicación práctica de los derechos de todos. Así lo dice su artículo 1: «España

se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna

como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la

igualdad y el pluralismo político». Y hay que conseguir hacerlo real y efectivo.

70 Véase la protección internacional de los derechos de la mujer tras la Conferencia de Pekin

de 1995, en Fernando M. MARIÑO MENÉNDEZ (ed.) (1996). [Nota eds.].

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COLOQUIO

Faustino López de Foronda [moderador]

— Muchas gracias a Amparo y a los otros dos ponentes. Ha sido un auténtico lujo contar con vuestras intervenciones. Vamos a comenzar un coloquio. Tendremos como una media hora o así.

Un interviniente

— Año 1978: se hace la Constitución. Habíamos pasado cuarenta y cinco

años de una cruel dictadura. Yo le pregunto a Fernando Savater: ¿Cree él que era el momento más óptimo? Todavía había la posibilidad de sonidos de sables en muchos cuartos de banderas. Hoy esta Constitución para algunos chirría. ¿Se hubiera hecho ahora esta misma Constitución? Fernando Savater

— En primer lugar, lo que queríamos era cuanto antes zanjar esa situación peligrosa de tránsito entre la dictadura y la democracia. Claro, era una situación que, en fin, las personas –digamos– un poquito mayores recordamos bastante bien: en que había todavía una extrema derecha que cometía crímenes terribles como el caso de Atocha71; en que, efectivamente, como usted señala, el Ejército no era una institución... –hoy prácticamente es una institución como los bomberos–, pero en aquel momento era una cosa que tenía unas dimensiones bastante más alarmantes. Entonces, había que hacer la Constitución. Cuanto antes se hiciese, cuanto antes se liquidasen las responsabilidades y hubiese una amnistía política, cuanto antes se resolviesen todos estos problemas, mejor, porque, claro, había que aprovechar también esa especie de efervescencia de consenso que hubo en este país. Porque hay que recordar la enorme generosidad y el enorme esfuerzo de reconciliación y de reconocimiento de unos por otros que hubo en este país en esos años.

Es verdad que cuando se habla de la Transición... Yo no creo que hubiera una magia extraordinaria política, porque probablemente las cosas salieron bien un poco por casualidad, como muchas veces. Pero lo que sí es verdad es que hubo una disposición de una generosidad, de un decir: «Bueno, vamos a darles lo que quieran, vamos a ceder». O sea, que hubo una disposición que, a lo mejor, en algunos aspectos luego hemos lamentado, pero que en aquel momento presidió la Constitución, y yo creo que está bien hacerla. Hoy no sé si la hubiéramos hecho igual, pero, bueno, da igual. Hoy, a lo mejor, hubiéramos hecho otras cosas, y hubiéramos hecho cosas peores y cosas

71 El ponente se refiere al atentado perpetrado por la ultraderecha en el despacho de

abogados laboralistas de Comisiones Obreras de la calle Atocha de Madrid, el 24 de enero de 1977, que acabó con la vida de cinco letrados. Sobre este acto terrorista contamos con referencias como el trabajo reciente de Alejandro RUIZ-HUERTA CARBONELL (2002) o la obra colectiva de VV. AA. (1981c).

Resulta también interesante el comentario que hace Nicolás Sartorius sobre este suceso en su ponencia. Nota de los editores [Nota eds.].

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mejores. Ahora lo importante es que ahí está, que ha funcionado veinticinco años de una manera admirable, que, como se ha dicho, desde el punto de vista del constitucionalismo comparativo es excelente.

Entonces el problema no es: «Hay que cambiar o no hay que cambiar».

No: hay que aplicarla. Yo creo que la introducción de Imanol ha ido en ese sentido. «Si el problema no es que me cambie usted las cosas». El problema es ver hasta qué punto lo que está en el papel podemos propiciarlo en la realidad, y ver hasta qué punto la realidad poco a poco se va apartando de la Constitución. No es que la Constitución se vaya apartando de la realidad y se vaya haciendo –como creen algunos– obsoleta. No. El problema no es que se vaya apartando de la realidad: es que la realidad se va apartando de la Constitución. Y lo que tenemos que hacer es acercar la realidad a la Constitución, no empezar a hacer maravillas ahora de meter o cambiar el capítulo no sé qué por el capítulo no sé cuántos. No. Lo que tenemos que hacer es aplicar la Constitución. Y eso es lo que yo creo que es ahora urgente. Y ya, pues mire, si ahora hiciéramos otra Constitución..., pues vaya usted a saber, no sé. Un interviniente

— Buenas noches. Agradecer a la Fundación Fernando Buesa la

oportunidad que tenemos en esta sociedad de llegar a debatir sobre cuestiones que van más allá de los programas de la telebasura. Efectivamente, yo tengo mucho que agradecer a los ponentes, pero también, de una manera muy particular, a Imanol Zubero, porque hace mención de cuestiones que son –digamos– las cuestiones eternamente olvidadas. Y es que, de hecho, pienso que están vulnerándose de forma muy clara los derechos sociales y políticos de una gran mayoría de los ciudadanos por el hecho de ser trabajadores asalariados, precarizados, discriminados, discriminadas, etcétera.

Yo pienso que los trabajadores, cuando entran en la empresa –sobre

todo los trabajadores asalariados, con los contratos que hoy tenemos, de las cantidades que hay–, son desposeídos de sus derechos de ciudadanía y de sus derechos constitucionales, cuando entran por la puerta de la fábrica, donde se nos somete a cantidad de vejaciones en el sentido de condiciones de trabajo, donde puedes perder la vida, y encima después puedes perder juicios, porque no has exigido tus derechos. Hoy piensas hacer planes para el fin de semana y ésos se ven truncados porque, efectivamente, te dicen: «El sábado tienes que venir a trabajar, y tienes que venir al quinto turno...». Es decir, una cantidad de distorsiones a la vida social, familiar y ciudadana de las cuales los políticos profesionales estáis muy de espaldas. Quiero hablar precisamente de personas que pertenecéis al funcionariado, etcétera. [...]. Quiero decir que a la hora de hacer, reivindicar e insistir en la verdadera ejecución llevada a práctica de los derechos constitucionales de los trabajadores, la clase política de la izquierda, los políticos que llevan muchos años, creo que están un tanto de espaldas a la laminación que están soportando las clases populares, las clases trabajadoras hoy en día, por el neoliberalismo, por el pensamiento único, donde la empresa y el negocio son lo único que cuenta.

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Quería hacer mención de eso. Y la consecuencia es el abandono, efectivamente, el absentismo político de un montón de gente que hoy en día pasan de política, porque no atienden a la realidad dura y muy agresiva de que están siendo objeto. Y la consecuencia, en definitiva, es que son después manipulados por salvadores de patrias. Y las consecuencias las estamos pagando después en forma de mayorías absolutas, etcétera. Creo que se debería hacer una mención a esta cuestión. La clase política está un poco desensibilizada de la laminación real que se está teniendo con las clases trabajadoras en general por el hecho de que las empresas hoy en día son un coto cerrado donde no hay democracia. Y eso también habría que verlo cómo se subsana. Imanol Zubero

— Hemos de agradecer la amable referencia. Aprovecho únicamente

para insistir en lo que se planteaba, y para recordar que comparto básicamente lo que se plantea, y que, además, si no tomamos una cierta conciencia como sociedad de lo que está pasando en los últimos tiempos en el mundo del trabajo, corremos el grave riesgo de que deje de ser un problema la cuestión del trabajo –artificialmente, pero deje de ser un problema– en los próximos años.

El propio Mariano Rajoy prometía que cuando sea presidente –si lo es–

va a luchar básicamente por adelantar la consecución del objetivo del pleno empleo en España72. La Unión Europea, en la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Lisboa de febrero de 2000, se tomó, se puso como objetivo alcanzar un pleno empleo, es decir, que la tasa de paro en Europa sea en torno al 4% para el año 2010. Y yo estoy convencido de que se va a conseguir. Con definiciones de ocupación como la que he leído, todavía me extraña que haya gente en paro. Se va a conseguir. Yo estoy seguro que para el año 2010, o antes, las tasas de paro en Europa y en España van a ser de en torno al 4%. Con lo cual, la cuestión social va a estar ya definitivamente resuelta sobre el papel. El problema es que va a ser un pleno empleo sin derechos, es decir, va a ser un pleno subempleo. Por eso llevo tiempo reivindicando que tenemos que dejar de hablar de pleno empleo y hay que empezar a hablar de empleo pleno, de empleo en condiciones y con derechos73. La cosa cambiaría mucho.

Y únicamente quiero apoyar también lo que planteaba respecto a la

relación que se establece entre eso y la desafección democrática74. Hoy en día un joven tiene que hacer mucho esfuerzo ideológico y teórico

para disfrutar de algo que es fundamental, que es el valor de uso de sus

72 Como es sabido, la candidatura del PP en las elecciones generales del 14 de marzo de

2004, encabezada por Mariano Rajoy, no obtuvo el respaldo suficiente por parte de la ciudadanía para que este candidato obtuviera la Presidencia del Gobierno. [Nota eds.].

73 Así lo indica el subtítulo de una de las publicaciones de Imanol ZUBERO (2000b): El

derecho a vivir con dignidad: del pleno empleo al empleo pleno. [Nota eds.]. 74 La crisis del Estado social y su repercusión sobre la legitimidad del sistema ya fueron

abordadas por Ramón COTARELO (1990): Del Estado del bienestar al estado del malestar. [Nota eds.].

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derechos. Hoy un joven que entra al mercado de trabajo no es en absoluto un joven que disfruta de los derechos de ciudadano, no se siente un ciudadano –estoy totalmente de acuerdo con lo que se decía–, se siente privado de derechos. Y yo creo que eso, al final, repercute, entre muchas otras cosas, en una desafección democrática, sobre todo hacia las instituciones constitucionales, que es palpable. Al final, realmente el valor de uso de los derechos se está perdiendo en buena medida por las condiciones en el mercado de trabajo que atraviesan tantísimos jóvenes. Amparo Rubiales

— Yo podía decir, por alusiones a la clase política o a los políticos, que

creo que lleva razón en lo que dice, que lleva gran parte de razón en lo que dice: que esa desafección es cierta y real; que algo estaremos haciendo mal cuando se produce una menor participación. Y no sabemos cómo hacer partícipes a los jóvenes de la política, de hacerlos partícipes de las instituciones, de hacerlos partícipes del entusiasmo democrático75. Pero yo creo que los partidos de izquierdas o, bueno, muchos políticos –hay de todo, pero muchos políticos– tenemos y somos conscientes o son conscientes en lo que son sus formulaciones programáticas –y así lo hacen– de que los dos problemas más graves o más gordos que tiene ahora mismo el conjunto de la ciudadanía, de los jóvenes y de la juventud en nuestro país, es el problema del empleo y el problema de la vivienda, al que también hizo referencia Imanol.

Y dentro del problema del empleo, el problema del empleo de las mujeres

es infinitamente todavía mucho peor que el tema del empleo en general, porque en esa precarización del empleo es mucho más precario el trabajo de las mujeres [...]. Es decir, que la situación de trabajo y de precarización del trabajo de las mujeres es muchísimo peor. Yo creo que, efectivamente, algo haremos mal los políticos, pero creo que tampoco está bien que nos digan que todos los políticos somos iguales, porque alguna diferencia espero que todavía haya entre nosotros. Un interviniente

— Esa desafección de que se habla sobre la Constitución en este país no es cosa de hoy. En este país se votó con un 30% –me parece– en el 7876. Y hay un montón de gente que ha sido desafecta siempre a la Constitución. No es una cosa nueva. Incluso me parece que Fernando Savater tampoco votó la Constitución del 78 (me parece que lo he oído en alguna parte). O sea, hay una desafección de origen. A mí me gustaría que se constatara que, en efecto, en el País Vasco se ha sido siempre desafecto a la Constitución.

75 Precisamente, las IV Jornadas de Reflexiones Sociales, organizadas por Fundación

Fernando Buesa Blanco Fundazioa, abordaron esta cuestión bajo el título de Juventud y participación política (Vitoria-Gasteiz, 18 y 24 de noviembre y 2 de diciembre de 2004). [Nota eds.].

76 Resultados del referéndum constitucional de 1978 en Álava, Bizkaia y Gipuzkoa: con un

44,65% de participación, 69,11% de votos afirmativos, 23,53% de votos negativos, 5,74% de votos en blanco y 1,60% de votos nulos. GOBIERNO VASCO-EUSKO JAURLARITZA (1988b). [Nota eds.].

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Fernando Savater

— Yo voté en blanco. Yo voté en blanco por una sencilla razón: porque

no soy monárquico. Me parece que en el siglo XXI –entonces en el XX– los pueblos merecen organizarse republicanamente. Yo creo que todos lo hombres nacen libres e iguales. Entonces, claro, me extrañaba que alguno naciese ya con unas disposiciones a mandar mayores que los demás. De modo que yo siempre he pensado que, en fin, mis principios son republicanos, pero, quizás un poco como a Amparo, tampoco me preocupa mucho esto de la derogación de la ley sálica, porque en el fondo tiene una tan pocas posibilidades de llegar a Reina que tampoco es una cosa que nos urja.

Yo voté en el sentido de que, cuando uno va y vota, quiere decir que vas

a aceptar lo que salga. Lo que pasa es que me parecía que lo mínimo que uno podía hacer por honradez era, en mi caso, votar en blanco cuando estaba en desacuerdo con un punto no pequeño como ése.

Ahora, el éxito de la Constitución es que no le gustaba del todo a nadie:

eso es lo bueno de la Constitución. Lo malo es cuando una Constitución les encanta a unos y los demás la consideran mala o negativa. Una Constitución que desagrada a muchos, a todos –que todos han tenido que ceder algo para poder aceptar la Constitución, y que a todos les rechina un poco los dientes haber tenido que aceptar la Constitución– esa Constitución está bien porque es la Constitución de todos. Lo malo son las Constituciones que despiertan una adhesión absoluta por parte de un grupo y, en cambio, hay otros que no se reconocen en ella.

Entonces, en el País Vasco hubo una mayoría que no votó, o que se

opuso en el momento de la Constitución, pero luego aprobó el Estatuto. Y el Estatuto era la forma –digamos– de hacer aproximar la Constitución a gente que tenía una serie de reservas, acercarla a la situación del País Vasco. El Estatuto: no hay ningún Estatuto sin Constitución. El Estatuto no es más que el requisito para que la mayoría se sintiera afecta a la Constitución. Entonces eso sí se aceptó77. Yo creo que la afección o no afección, el hecho de que efectivamente muchos guardemos nuestra llaga –digamos– referente a la Constitución es parte de la madurez política de quien tiene que convivir con personas que piensan distinto que uno, con una historia que uno no ha inventado. Uno no ha inventado la historia del pueblo en que vive, uno no ha inventado ni ha elegido a sus conciudadanos.

Entonces, uno lo que puede intentar es mejorar las cosas, pero: o bien

optas por el exterminio o bien optas de alguna manera por ese mecanismo de conciliación. E –insisto– el peso de los demás siempre nos va a ser gravoso. Yo

77 Resultados del referéndum estatutario de 1979 en Álava, Bizkaia y Gipuzkoa: con un

58,85% de participación, 90,27% de votos afirmativos, 5,15% de votos negativos, 3,40% de votos en blanco y 1,15% de votos nulos. GOBIERNO VASCO-EUSKO JAURLARITZA (1988c). [Nota eds.].

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creo que la sociedad siempre duele, salvo algunos momentos beatíficos de la familia, etcétera (y aún así...). Yo creo que la compañía de los Otros siempre tiene una dimensión imprescindible, por supuesto, pero por otra parte siempre dolorosa, porque los Otros no son yo y tienen sus ideas y tienen sus planteamientos.

Entonces, la desafección en el País Vasco es relativa. Es decir, el País

Vasco ha aceptado su Estatuto, ha vivido dentro del Estatuto, lo ha aplicado, ha recurrido a la Constitución y al Tribunal Constitucional siempre que ha hecho falta. Me parece que puede que, efectivamente, hubiera una serie de gente que se reconociera más o menos en el texto, lo mismo que nos ha pasado a muchos. Pero con el tiempo también el hecho de ver que eso funcionaba, el hecho de ver sobre todo lo que espera fuera de eso y lo mucho que llueve y el frío que hace fuera de la Constitución, eso también es lo que ha educado a mucha gente en que, a lo mejor, en un primer momento veíamos más claro aquello a lo que renunciábamos que lo que obteníamos. Yo creo que con el tiempo hemos ido viendo como más importante lo que hemos obtenido que aquello a lo que renunciamos. Un interviniente

— Igual se ha tomado Fernando Savater esto como una alusión…

Fernando Savater

— No, no. Que yo te lo digo con toda tranquilidad, que yo no tengo ningún inconveniente… Un interviniente

— Ahora se cuestiona también el Estatuto, se está cuestionando el

Estatuto, y con él… Fernando Savater

— Ya, ya. Eso es otra cosa. Pero no: yo digo en el momento inicial, en el

momento inicial ése en que, efectivamente, se aprobó, y en que hubo mucha gente que veíamos clara la necesidad de la Constitución, pero que, sinceramente, tampoco vibrábamos de entusiasmo ante el texto concreto, porque tenía, efectivamente, muchas partes que estaban muy bien y había algunos aspectos, pilares muy básicos, que nos parecía que no había habido un debate. Quizás hubiera sido suicida un debate sobre si «Monarquía o no...» en su momento, pero de todas maneras no se hizo. Bueno, pues, algo le quedaba a uno. Ahora, con el tiempo dices: «bueno, mire, no reabriría ese tipo de cosas sabiendo que hay otras cosas mucho más importantes, y que se han obtenido cosas muy importantes». Faustino López de Foronda [moderador]

— No sé si queréis intervenir.

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Una interviniente

— Soy libre mientras planeo mis planes de vida con autonomía. Hace

poco, los llamados padres de la Constitución –o los autores– se reunieron, y parece ser que no encontraron demasiadas cosas a cambiar. Tampoco consultaron con los que en ese momento no estaban de acuerdo78. Pero lo que sí es cierto y que deberíamos reconocer es que el 23-F del 82... Un interviniente

— Del 81.

Una interviniente

— También en el 82. Son cosas diferentes, pero en ambos 23 pasaron cosas como para tener en cuenta la Constitución. Pero, bueno, vayamos a la del 23 del 8179. En ese momento se vio que, de alguna manera, no es que se hubiese vencido al enemigo con la Constitución. Porque de no haber dejado atado y bien atado aquel señor, que le dijeron: «muerto Franco, viva el Rey»...; si los sables y los tanques que salieron en el 81 a la calle...; si no hubiésemos podido agarrarnos a lo que la figura representativa de ese señor impuso, o a que ya teníamos una Constitución que, nos gustara o no nos gustara, pero que lo cierto es que estaba ahí..., ¿estaríamos hablando ahora de las mismas maneras, o seguiríamos de nuevo en manos de los militares, que después o que durante tantos años...? Cuando al enemigo no le puedes vencer, si no te unes a él es más como cuando le das un poquito la mano sin que te tome el pie. Creo yo que, aunque no nos gustara la Constitución, también el Estatuto de Gernika tiene sus... para los que están de allende Miranda, por ejemplo.

[...] Amparo Rubiales

— Yo no sé si quería decir que el comportamiento del Rey, la noche del

golpe de Estado, fue un comportamiento, desde el punto de vista de los resultados para la democracia, impecable. Yo no tengo ningún empacho en reconocérselo, no tengo ningún problema. Que no me declare monárquica no quiere decir que no reconozca lo que ha contribuido a que la democracia se consolide en este país, a que vivamos en una monarquía parlamentaria como tienen otros países de Europa tan avanzados como Noruega o Dinamarca. Yo no tengo ningún problema en reconocer lo que ha tenido de positivo. Otra cosa es que de ahí a que me proclame monárquica hay otro abismo distinto, pero a

78 Reflexiones de los siete ponentes en el libro de entrevistas de Julio SOMOANO (2003):

¿Qué ha pasado con la Constitución? 25 Aniversario. Hablan los padres de la Carta Magna. [Nota eds.].

79 Sobre el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, pueden consultarse libros como

los de Manuel RUBIO CABEZA (1982); Pilar CERNUDA, Fernando JÁUREGUI y Manuel Ángel MENÉNDEZ (2001); o Pilar URBANO (2003). [Nota eds.].

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reconocer los valores del juancarlismo..., no tengo ningún problema en reconocerlo, sino todo lo contrario. Creo que ha contribuido de una manera importante a que la democracia se haga posible en este país y a que no hayan triunfado los golpes de Estado. El otro día me decía uno en plan de broma: «Menos mal que no tenemos que votar también al Jefe del Estado, porque... ¿te imaginas que gana Álvarez Cascos?»80. De momento nos evitamos una elección, no vaya a ser que ocurra eso. Una interviniente

— Tampoco es que ese señor pinte mucho. A la hora de dictaminar, él

habla, lo dice. En su momento estuvo ahí, se le llamaba Jefe del Estado, pero... Amparo Rubiales

— Sí, la Constitución define perfectamente sus funciones81. Faustino López de Foronda [moderador]

— Teníamos otra palabra pedida al fondo. Un interviniente

— Hola. En primer lugar, agradeceros a Fernando, Amparo e Imanol

vuestra presencia aquí, y gracias a la Fundación. Y os quería hacer una pregunta con una reflexión previa. La ciudadanía, sobre todo de unos últimos años a esta parte, cada vez está siendo más injuriada –y lo digo entre comillas–: injuriada en sus derechos sociales, injuriada en la Sanidad, que se privatiza y pierde calidad, injuriada en la Enseñanza, que también pierde calidad, injuriada en casi todos los Derechos sociales. Y sin embargo, la ciudadanía está como abúlica, seguimos votándoles mayoritariamente. Y ahora mi pregunta: ¿qué pensáis vosotros que hay que hacer para despertar esa conciencia dormida? Gracias. Fernando Savater

— Yo diría una cosa, nada más. Eso que dices de los derechos sociales

es verdad. Lo hemos aquí reiterado, y es importante. Pero también hay una cosa que hay que señalar, y es que, en parte, la degradación de muchos servicios públicos se debe a comportamientos cada vez más incivilizados por parte de los beneficiarios82.

80 Francisco Álvarez-Cascos. Fue vicepresidente primero y ministro de Presidencia del

Gobierno del PP (1996-2000) y ministro de Fomento en el Gabinete de la última legislatura de José María Aznar (2000-2004). [Nota eds.].

81 Cfr. artículos 56-65, y especialmente el 62 y el 63, del Título II: De la Corona. Consúltese el Anexo documental: 6.1. Referencias normativas: Constitución Española. [Nota eds.].

82 En torno a esta cuestión, contamos con la tesis doctoral de Antonio MARTÍNEZ MARÍN (1990): El buen funcionamiento de los servicios públicos. Los principios de continuidad y regularidad. [Nota eds.].

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Por ejemplo, tanto en la Sanidad pública como en la Enseñanza pública

son normales los casos de beneficiarios, de usuarios que, por ejemplo, en un hospital montan jaleos de insultos –incluso agresiones físicas, etcétera– con enfermeras, con ATS, con médicos, por tratos que les parecen regulares, o porque no les han curado lo que les debían curar, o cosas por el estilo. Lo digo porque formo parte de un Comité de esos de Ética en un hospital en Madrid. Y constantemente llegan casos de éstos que asombran: personas aparentemente normales y civilizadas, de pronto, porque creen que tienen derecho a un servicio, se conviertan en una especie de tiranos que no se dan cuenta de que las personas ahí trabajan también, y en unas condiciones a veces de masificación, problemáticas, y de que hacen lo que pueden, o de que uno puede equivocarse con la mejor voluntad del mundo queriendo ayudar.

Y en la Enseñanza, no te quiero contar. En la Enseñanza los mismos

padres dicen que ellos no pueden controlar a sus hijos, porque no sé qué, porque uno no va estar encima y no sé qué. Pues como el maestro imponga la más mínima sanción para intentar de alguna manera disciplinar a un niño o a una niña que le crea unos problemas de muchísimo calado, el padre se presenta al día siguiente a pegarle al maestro. Ya han ocurrido varios casos de maestros agredidos por padres que se comportan de una manera muchísimo peor que el propio hijo.

Eso, curiosamente, en cambio, no ocurre con los servicios privados. En la

clínica de pago, en el médico particular, en el colegio de pago, rara vez hay esos comportamientos. Esos comportamientos se reservan para lo público. Y allí, en lo público, es donde se dan a veces unos comportamientos que demuestran que la persona tampoco entiende lo que es un servicio público.

Entonces, es verdad que están injuriadas a lo mejor algunas personas

que no quieren eso, pero hay muchas personas que tienen un uso injurioso de los servicios públicos, descuidando lo que es común. Porque en este país lo que es común no es de nadie y, por lo tanto, cualquiera lo puede maltratar, descuidando la relación con las personas que ocupan esos puestos. Esto también es importante.

Yo creo que hay que decir que es verdad: que, a veces, los servicios

públicos –y, sobre todo, algunos fundamentales: viviendas, etcétera– no cumplen lo que se espera de ellos, pero también hay una falta de espíritu de lo que es un usuario de servicios públicos. Y hay que saber el enorme beneficio que esas personas están disfrutando teniendo unos servicios públicos adecuados, y que una forma de destruir los servicios públicos y de caer en una privatización generalizada es que los usuarios de los servicios públicos se comporten de una manera tiránica. Imanol Zubero

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— Yo diría que en buena parte considero relativamente normal, sociológicamente hablando, esa abulia, esa apatía, básicamente porque, en primer lugar, quienes hoy tienen menos de veinticinco años han vivido siempre una situación en la que la precarización, la desregulación, ha sido la tónica general. Mis alumnos, hoy en 4.º de Sociología, ni siquiera saben lo que es el 14-D del 8883. Yo les hablo: «¿Sabéis que hubo una huelga el 14 de diciembre del 88 que, justamente, lo que intentaba es que no existiera precariedad entre los jóvenes en el Plan de Empleo Juvenil?». Y se cachondean, les parece que es una película de ciencia ficción, porque su experiencia es que hoy, si van a trabajar, trabajan así. Es más, llevan trabajando desde 2.º de Sociología precariamente.

Yo creo que el horizonte de expectativas de la mayoría de la población es

un horizonte en el que se ha producido un acostumbramiento a una situación de desregulación, de privatización, de precarización. Por cierto, acompañada con toda la fanfarria de los informes anuales de todas las instituciones internacionales como la OCDE, el Fondo Monetario, que desde el 61 hicieron el mismo informe de «regule, facilite el despido y sólo cambie la fecha». Pero al final, todo esto va generando un contexto, un horizonte de expectativas determinado, donde básicamente, al final, se nos viene a decir que lo que pasa es natural, que las cosas son como son y no pueden ser de otra manera. La clave fundamental del discurso económico dominante es que es un discurso naturalista.

Yo siempre me acuerdo mucho de cómo terminaba sus intervenciones

López de Arriortúa, el famoso Superlópez84, cuando estaba en la cresta de la ola enseñándonos a todo el mundo cómo había que gestionar bien una empresa, una multinacional. Y siempre terminaba igual. Yo le estuve escuchando en dos ocasiones en directo. Ponía una imagen, la primera vez con una diapositiva, la segunda vez –ya habían pasado los años– con un cañón, más moderno, pero la imagen era la misma: aparecía una imagen de la sabana africana, aparecían unas gacelas en el fondo, unos leones en la parte delantera en torno a unos árboles. Y terminaba diciendo «Amanece un día más en la sabana africana. El león sabe que, si quiere sobrevivir, tendrá que correr más que ayer; la gacela sabe que, si quiere sobrevivir, tendrá que correr más que ayer. Muchas gracias». Y todo el mundo se partía la mano a aplaudir. Yo pensaba para mí: «Todos éstos son leones, porque si aquí hay alguna gacela» –con perdón– «se ha cagado de miedo».

Pero, claro, al final: ¿en qué consiste el mundo de la economía? Pues en

esto: «En que usted corra más que el otro, sabiendo, además, que el objetivo es que no te coja a ti, pero que va a coger a otra gacela». Entonces, hay una naturalización tal del discurso económico de por qué pasan las cosas que pasan. Luego, además, hay una ruptura tal de la relación entre lo que le ocurre a una

83 La huelga general del 14 de diciembre de 1988 fue objeto de una tesis doctoral. Cfr. Eliseo SÁNCHEZ CARO (2001). [Nota eds.].

84 Para aproximarse a su discurso sobre el mundo del trabajo, pueden leerse las Memorias de un trabajador y la biografía dedicada a Superlópez. Cfr. José Ignacio LÓPEZ DE ARRIORTÚA (1997); y María ARANA y Manu ÁLVAREZ (1993). [Nota eds.].

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persona en sus derechos sociales y económicos y cuando quiere reconstruir la cadena de causalidad. ¿Dónde está el responsable al final?, ¿quién es?, ¿es Madrid?, ¿es Vitoria?, ¿es Bruselas?, ¿es el empresario?, ¿es el gerente de recursos humanos?, ¿es la multinacional que está en Detroit?... ¿Dónde está la responsabilidad?

De tal manera que a mí no me extraña que sea muy difícil, porque, al

final, para poder plantearte una intervención cívica hacen falta en mi opinión –hacen falta más cosas, pero sobre todo– varias cosas.

En primer lugar, tener un discurso alternativo, saber que las cosas no

siempre han sido así, Y, por cierto, hay una cuestión que a mí me preocupa cada vez más: nos estamos cargando la memoria histórica. Y sin memoria una sociedad se encuentra inerme ante el futuro, porque la memoria es lo que nos permite eslabonar el presente con el pasado y orientarlo al futuro85. La memoria histórica se ha perdido. Entonces, no tenemos contraste: «las cosas siempre han sido así».

En segundo lugar, parece que no hay alternativas cuando sí las hay. Sobre la mesa empiezan a aparecer propuestas, pero no discutimos sobre ellas, no las planteamos y, al final, la gente lo toma como inevitable. Y, luego, de alguna manera, debe ser posible reconstruir una cadena de causalidad, de responsabilidad, porque, de lo contrario, enfrentarte a la desregulación del mercado de trabajo es tanto como enfrentarte a los avatares del clima: «Estamos teniendo hoy un día bueno, pero mañana han dicho que va a cambiar... y qué le vas a hacer». Yo creo que eso influye mucho.

Y haría falta, desde los sindicatos, desde la política, desde la academia,

desde la universidad..., generar otro discurso. Un discurso en el que sencillamente se digan tres cosas que son fundamentales: «Las cosas no siempre han sido así», en primer lugar; «sobre la mesa hay alternativas», que luego podrán funcionar o no, pero al menos las cosas no tienen por qué hacerse como se están haciendo hoy, hay otras posibilidades; y en tercer lugar: «algunas responsabilidades hay de lo que pasa, algunas responsabilidades hay, y convendría señalarlas». Faustino López de Foronda [moderador]

— Muy bien. Muchas gracias por su presencia. Gracias a los ponentes. Y les recuerdo que el próximo jueves, si pueden y si quieren, estaremos de nuevo aquí hablando de la organización territorial del Estado. Muchas gracias.

85 En torno a la memoria histórica. El número 4 de la revista anual que edita la Fundación

Fernando Buesa Blanco Fundazioa, El valor de la palabra. Hitzaren balioa, en preparación cuando se exponen estos materiales, tiene como motivo central de sus páginas a la Memoria, abordada desde enfoques diversos. La memoria histórica, específicamente, recibe una atención destacada en varios trabajos. [Nota eds.].