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El Choque de Culturas

Un punto de vista nuevo y revolucionario que ayuda a comprender la relación entre

los humanos y los perros

edición revisada y ampliada

Jean Donaldson

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El Choque de Culturas

Un punto de vista nuevo y revolucionario que ayuda a comprender la relación entre

los humanos y los perros

edición revisada y ampliada

Jean Donaldson

Traducción: Marcos Randulfe

ed

«¡Sin duda, un libro con pedigrí!»Doctor Ian Dunbar

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Historia de la publicación:

Título original: The Culture Clash. A Revolutionary New Way of Understanding the Relationship Between Humans and Domestic Dogs

© 1996, 2005, 2013 Jean Donaldson 1996 Primera edición en inglés, James & Kenneth Publishers

2005 Segunda edición en inglés, revisada y ampliada, Jean Donaldson

© 2003, primera edición en castellano Kns ediciones SCPublicado por acuerdo con la editorial The Academy for Dogs Trainers LLC

© 2014, edición revisada y ampliada en castellano:Kns ediciones SCPedrouso 4215883 Cacheiras-Teo – A Coruñawww.knsediciones.com

ISBN 978-84-941852-4-3

Depósito Legal C 349-2014

Traducción: Marcos Randulfe

Diseño de cubierta y fotografías de portada: Alberto Mosquera Lorenzo

Diseño y maquetación de edición en castellano: Ana Loureiro Iglesias

Fotografía de contraportada: Jennifer Murray

Asesoramiento técnico: Benigno Paz Ramos

Corrección de pruebas: Mensi Cortizas Bouza

Impreso en España

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro en cualquier forma o medio sea electrónico o mecánico, incluidas la fotocopia, grabación o cualquier sistema de almacenamiento, sin permiso escrito de la editorial. (Diríjase al Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org, si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra)

A pesar de que los autores y editores han hecho todo lo posible para que la información que contiene este libro sea la correcta en el momento de su impresión, no son responsables de cualquier consecuencia que se produzca por el uso de la información contenida en este libro.

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Índice

Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Prólogo de Ian Dunbar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Entender la perspectiva del perro1. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 (Inteligencia y moralidad caninas)

La integración: lo que viene con el perro2. . . . . . . . . 35 (El comportamiento depredador y social)

Socialización, miedo y agresividad3. . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 (Perros mordedores y peleones)

Todo se reduce a juguetes para mordisquear4. . . . 149 (Problemas de comportamiento y soluciones)

Cabezas de chorlito, pero aun así 5. los adoramos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189 (Cómo aprenden los perros)

Principios básicos del adiestramiento en 6. obediencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249 (La secuencia del adiestramiento y la consolidación de las órdenes)

Lecturas recomendadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321

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Agradecimientos

Mi más sincero agradecimiento al incomparable Ian Dunbar por sus consejos, sus ánimos, influencia e inspiración a lo largo de los últimos quince años, a Paul Klein y a Janis Bradley por el espectacular trabajo de esta segunda edición, a Jennifer Murray por las hermosas fotografías y a Martin Coles por su inestimable ayuda con la primera edición, incluyendo el diseño de cubierta.

Muchas gracias también a Bob Bailey, Carolyn Clark, Helen Colombo, Irene y Bill Donaldson, Shirley Donovan, Alichan Ha-jjar, Bon Hong, Kin Hong, Delva Howell, Joan McCordick, Cathy McNaughton, Judy Miller, Kim Moeller, Gina Phairas, Kathy Pic-kel, Diana Shannon y Julie Webber.

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Prólogo

El choque de culturas es especial. Esta primera obra de Jean Donaldson es francamente el mejor libro sobre perros que he leído en toda mi vida. Es genuinamente único y sumamente fascinante, y desborda de infor-mación tan novedosa que prácticamente reformula los últimos parámetros en el comportamiento y adiestra-miento caninos. Escrito con el inimitable estilo informal y a la vez preciso de Jean, el libro se desarrolla como una excelente novela de suspense. De hecho, llegué a leer el manuscrito tres veces seguidas antes de su pu-blicación. La tan ansiada publicación de una segunda edición me ha servido de gloriosa excusa para leer El choque de culturas por sexta vez. La segunda edición es una versión notablemente revisada y ampliada (in-cluye 11.000 palabras más), e invita más a la reflexión que la primera.

El choque de culturas nos presenta a los perros como son en realidad, despojados de su impoluto boato hollywoodiense y con su inimitable filosofía existencialista de «¿puedo comerme eso?, ¿morderlo?, ¿hacerme pis en él?, ¿me servirá para algo?». Destaca en todo momento el enorme cariño que Jean siente por los perros y su profundo conocimiento de la mente canina. De-fiende enérgicamente el punto de vista del perro y muestra una constante preocupación por su educación y bienestar.

El choque de culturas pasa a integrar un grupo inconfundible de clásicos sobre el adiestramiento canino y se sitúa «a la cabeza

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El Choque de Culturas

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de la manada». El choque de culturas ofrece una perspectiva refres-cante, original y directa, deja de lado condiciones y salvedades y no se anda con rodeos: esto es lo que hay, ahora ¡educa a tu perro! Sin duda, el libro de Jean es el mejor libro sobre perros que hay en el mercado, el libro de cabecera de propietarios y adiestradores. Claramente un libro con pedigrí. Hazte un gran favor a ti mismo y házselo a tu perro: ¡léelo! Y esperemos que pronto aparezcan más libros de Jean Donaldson.

Ian DunbarBerkeley, California8 de junio de 2005

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A Lassie

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1. Entender la perspectiva del perro

Inteligencia y moralidad caninas

En un libro publicado a principios de la década de 1990, se menciona el «código moral» de los perros. Este libro se convirtió en un superventas. Parece ser que la mayoría de la gente sigue creyendo en la idea del perro de Walt Disney: un perro que es muy inteligente, honrado, capaz de vengarse y de idear planes, que resuelve problemas complejos y entiende el valor de los ob-jetos que hay en la casa de Walt. Nadie quiere al perro de B.F. Skinner, la caja negra con una entrada y una salida que obvia-mente no es el miembro peludo de la familia. Creo que se ha realizado el marketing equivocado. Skinner tenía razón pero ha tenido mala prensa. Hay que presentar la verdad de modo que la gente empiece a aceptarla, a creérsela. Tiene que ser así, porque no hacerlo ha causado la muerte de un sinfín de perros. He aquí un ejemplo para ilustrar la diferencia.

n Walt Disney contra B.F. Skinner

Se ha regañado a un perro cada vez que se le ha descubierto mordiendo los muebles. Ahora el perro se abstiene de morder los muebles cuando el amo está en casa pero se vuelve destruc-tivo cuando se queda solo. Cuando el amo llega a casa y ve los destrozos, el perro se escabulle, con las orejas para atrás y la cabeza gacha.

Teoría de Walt: el perro aprende de la reprimenda que no está bien morder los muebles. Al perro no le gusta que el amo lo

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deje solo y para vengarse de él muerde los muebles cuando este se va. En otras palabras, realiza deliberadamente un acto que sabe que está mal. Cuando el amo vuelve a casa el perro se siente culpable por lo que ha hecho.

Teoría de Skinner: el perro se da cuenta de que morder los muebles es peligroso cuando el amo está presente, pero que no hay ningún peligro cuando el amo se ausenta. El perro se siente ligeramente ansioso cuando se queda solo y mordisquear algo le hace sentirse mejor. Más tarde, cuando el amo vuelve a casa, el perro realiza señales de calma para evitar o aplacar el castigo que sabe que le suelen aplicar llegado este momento. La llegada del amo a casa y/o la conducta que precede al castigo se han convertido en un aviso: el perro sabe que está a punto de recibir un castigo. Pero no sabe por qué.

No cabe duda de que la segunda teoría es la correcta. La cuestión ya no es qué interpretación es la verdadera sino por qué seguimos debatiendo esta cuestión. Sorprendentemente esto se sabe desde hace décadas y aún así la mayoría de los propietarios de perros sigue sin enterarse. Si los propietarios de perros supie-ran tanto de coches como de sus mascotas, seguro que intenta-rían cruzar un lago con el coche y luego se quejarían al fabricante porque el coche no habría flotado.

Los perros están muy presentes en nuestra sociedad, si bien no tanto como los coches. Una de las razones que explica lo sorprendentemente poco que sabemos de los perros podría ser que los expertos transmiten sus conocimientos a cuentagotas. Los educadores caninos imparten clases particulares o a grupos, cuando quizá deberían impartir clases a gran escala o salir en la tele en horario de máxima audiencia.

Pero creo que hay una segunda razón que explica por qué está costando tanto aceptar la interpretación realista del comporta-miento canino: la reticencia a dejar a un lado el antropomorfismo. El conductismo, que se hizo muy popular con Skinner, ha sufrido fuertes reveses desde su desembarco en el mundo de la psicología

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1. Entender la perspectiva del perro

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a mediados del siglo XX, principalmente porque se puede argu-mentar sin miedo al error que el conductismo radical se queda corto a la hora de comprender la extrema complejidad del cere-bro humano. Pero cuando se centra en la educación animal y en la modificación de conductas, resulta una herramienta increíble-mente buena. Sin embargo, en el caso de la educación canina y de la modificación de conductas, faltan pruebas suficientes para que los propietarios de perros confíen en el modelo conductista. Las implicaciones que se desprenden de esto son muy importantes.

Resulta fascinante que siga manteniéndose el amable pero distorsionado punto de vista de Walt del «perro suavecito y tier-no», lo que no deja de ser una representación perversa de lo mucho que nos gustan los perros. Queremos que sean espabila-dos y moralmente «buenos». Muchos cínicos consideran que los perros son superiores a las personas en cuanto a lealtad y hon-radez. Por el contrario, el modelo conductista, aunque superior, no ha calado en la corriente dominante porque parece reducir a los perros a dispositivos de entrada y salida. Nuestro temor es que al aceptar este punto de vista despojaremos a los pe-rros de su estatus de humanos honorarios. De aquí se desprende lógicamente que podrían aparecer consecuencias negativas para el bienestar de los perros. Los humanos somos tribales: nuestra compasión y consideración por otros seres se identifica plena-mente con nuestra percepción de la similitud que guardan con nosotros, y una vara de medir esa similitud es la inteligencia. El coeficiente de inteligencia sigue siendo un prejuicio aceptable. Por ejemplo, cuando se planteó la cuestión de la adquisición del lenguaje por los chimpancés, surgieron no pocos debates éticos de gran intensidad. Sin esa posible capacidad para el lenguaje, de alguna manera era más aceptable tener una actitud utilitarista hacia ellos. Nadie cuestionó especialmente la premisa de la inte-ligencia como criterio para recibir un trato considerado.

La historia de nuestra especie está salpicada de una violencia y terror atroces, perpetrados principalmente porque las víctimas

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se encontraban fuera de la que concebíamos como nuestra tri-bu. Los límites tribales actuales están muy relacionados con las especies, con el coeficiente de inteligencia y con la integridad moral. Indudablemente estamos muy ligados a los perros, pero los perros no son humanos y eso nos lleva a perdernos en la ex-plicación del vínculo que nos une a ellos. Lo hacemos exageran-do cuánto se parecen a nosotros en los campos de la inteligencia y la moralidad. Este es un ejemplo típico de que primero viene la preferencia y la actitud y que luego se buscan hechos o casos potenciales para apoyar esa teoría.

Puede que estemos preparados para aceptar la especie real. La cultura en la que vivimos es más consciente de la importan-cia de los conceptos de tolerancia y aceptación. Los perros no son como nosotros, no se nos parecen tanto como pensábamos, pero no importa. Aun así podemos establecer lazos con ellos, compartir con ellos nuestras vidas o utilizarlos como sustitutos de nuestros hijos, todo sin reparo alguno. No tenemos que cons-truir mitos alrededor de su naturaleza para legitimar nuestros sentimientos hacia ellos. Ellos son importantes y fascinantes tal y como son, no necesitan que se les elogie la inteligencia o la moral para merecerse un trato justo o un hueco en la familia. De hecho la empatía y la compasión por seres que son claramente distintos que nosotros es la siguiente fase del progreso ético.

Se hace necesario afrontar la realidad, no solo porque el punto de vista antropomórfico ya no tiene razón de ser: siem-pre ha perjudicado de alguna forma a los perros. Los perros que no son como Lassie son marginados inevitablemente. Los ma-yores beneficios para el bienestar de los perros radican ahora en olvidarse del mito de un perro Disney y sustituirlo por in-formación de dos fuentes: el comportamiento canino y la cien-cia del aprendizaje animal. Es nuestra responsabilidad conocer las necesidades de las especies con las que deseamos convivir además de saber cómo modificar su comportamiento con el mínimo desgaste posible. De esta forma podemos ayudarles a

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1. Entender la perspectiva del perro

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encajar en nuestra sociedad sin tener que subyugar totalmente su naturaleza.

n Cabezas de chorlito, pero aun así los adoramos

Hay dos áreas en las que abundan los mitos y los vacíos de conocimiento:

El comportamiento canino, es decir, la dotación genética 1. y las limitaciones o «programas» inherentes al perro.El aprendizaje animal, es decir, los principios básicos so-2. bre cómo afecta la experiencia al comportamiento de los perros y de otros animales, incluidos nosotros.

Los humanos aprendemos a través del condicionamiento ope-rante y del condicionamiento clásico. Partiendo de este punto de vista, somos como los perros. No obstante, a diferencia de ellos, nosotros somos maestros en el aprendizaje por observación y comprensión. Disponemos del lenguaje para transmitir nuestros pensamientos, podemos desplazarnos mentalmente del pasado al presente y al futuro, y pensar de modo abstracto. Interiori-zamos valores que hemos aprendido, y la mayoría de nosotros desarrollamos cualidades como la compasión, la conciencia o un sentido común de lo que está bien o mal. Si somos consecuen-tes con nuestros valores ganamos autoestima, un sentimiento de integridad. Por su parte, los perros son totalmente ajenos a estos aspectos.

Los perros son egoístas al máximo y de la forma más inocen-te. Lo más probable es que los perros aprendan casi exclusiva-mente a través del condicionamiento operante y clásico. Aunque la sociedad favorece algunos de sus comportamientos, existen pocos indicios de que aprendan por observación o imitación. No por ello son estúpidos o menos valiosos de lo que eran cuando

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creíamos que podían pensar como nosotros. Este aspecto es muy importante. Los perros aprenden fácilmente, son capaces de dis-tinguir diferencias muy sutiles en su entorno, tienen una enorme capacidad olfativa, saben cómo reaccionar en entornos sociales adversos, tienen una vida emocional muy rica. No obstante, no son capaces de pensar de modo abstracto. Son amorales, no pue-den desplazarse mentalmente hacia delante y hacia atrás en el tiempo, y aunque pueden aprender a distinguir la importancia de algunas palabras, no entienden nuestro lenguaje.

Analicemos nuestra tendencia a exagerar la importancia de la inteligencia y del lenguaje a la hora de determinar la valía de los seres vivos. Steven Pinker subraya que no se ha invertido ningún dinero en investigar el marsupialismo alienígena o, por ejemplo, cualquier otra adaptación evolutiva real o potencial de los or-ganismos con el fin de sobrevivir. Y aunque la inteligencia no es más que una estrategia para lograr un punto de apoyo evolutivo, es la única razón por la que creemos que vale la pena explorar el espacio exterior. Todavía no hay consenso sobre si nuestra estra-tegia nos llevará lejos y nos permitirá sobrevivir durante mucho tiempo. Estas son sus palabras:

«Aunque el lenguaje es una fascinante destreza exclusiva del Homo sapiens de todas las especies vivientes, no por ello es posi-ble estudiar aisladamente a los seres humanos desde el punto de vista de la biología, puesto que una destreza fascinante exclusiva de una determinada especie seguramente no es tan exclusiva en el reino animal. Algunas clases de murciélagos localizan insectos empleando el efecto Doppler; algunas clases de aves migratorias vuelan cientos de kilómetros tomando como punto de referencia la posición de las constelaciones en los distintos momentos del día y del año. En esta competición de talento que es la naturale-za, no somos más que una especie de primates con una caracte-rística, la capacidad de comunicar información sobre quién hizo qué a quién, modulando los sonidos que hacemos al expulsar aire» (El instinto del lenguaje, 1994).