Prólogo - WordPress.com...Después, el rey mando otra caza recompensas a buscar a Bosch, pero ya...

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La gran aventura de 2ºD 1 Prólogo —Esto no está bien —dijo una voz aguda e infantil. Alguien, mucho más mayor, se aclaró la garganta, incómodo. —¡Piensa, siente, no podemos permitirlo! —insistió la primera voz. —Ya… pero… ¿y el general? Nos han contratado para hacer esto, sabíamos que era un prototipo y que querrían desmontarlo si era viable —respondió el anciano, mirando hacia abajo. Su compañero se colocó los anteojos de madera con una pezuña sin apartar la mirada. —Pero hemos creado una persona, no una máquina, y no sabe nada, carece de recuerdos. Mi ética profesional no me permite abandonar a un ser desvalido para que lo maten como… como… —¿Como a un cerdo en San Martín? —apuntó el anciano. —¡Me habías prometido que no dirías eso delante de mí nunca más! —Sé razonable, Martín: eres un cerdo y encima has escogido el peor nombre posible… —Bueno, bueno, recojamos nuestras cosas y vámonos de aquí antes de que alguien nos pille. Y así fue cómo, un rato más tarde, un general malo, malísimo, pero que no veas cuán malo, bajó unas largas escaleras regocijándose en sus planes de conquista y se encontró con un palmo de narices. “Esto me pasa por contratar a un anciano chiflado y a un cerdo”, pensó. Capítulo 1 Acababa de amanecer. Un extraño grupo compuesto por un anciano de toga sucia y barba blanca, un cerdo con una mirada demasiado inteligente y un hombre metálico huía, o eso intentaba, de cierto general descontento. —¡Pero vamos, vamos! ¡Tenemos que ir más rápido! —protestaba el cerdo dando saltitos nerviosos. —Esto que llamáis “bosque” es fascinante. Quiero observarlo con mayor detenimiento —dijo con voz de lata el hombre metálico. —¡Que no, acelera, que te prometo que hay muchos más bosques y puedes “observarlos” cuando estemos a una distancia segura!

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  • La gran aventura de 2ºD

    1

    Prólogo

    —Esto no está bien —dijo una voz aguda e infantil.

    Alguien, mucho más mayor, se aclaró la garganta, incómodo.

    —¡Piensa, siente, no podemos permitirlo! —insistió la primera voz.

    —Ya… pero… ¿y el general? Nos han contratado para hacer esto, sabíamos que era un

    prototipo y que querrían desmontarlo si era viable —respondió el anciano, mirando

    hacia abajo. Su compañero se colocó los anteojos de madera con una pezuña sin apartar

    la mirada.

    —Pero hemos creado una persona, no una máquina, y no sabe nada, carece de

    recuerdos. Mi ética profesional no me permite abandonar a un ser desvalido para que

    lo maten como… como…

    —¿Como a un cerdo en San Martín? —apuntó el anciano.

    —¡Me habías prometido que no dirías eso delante de mí nunca más!

    —Sé razonable, Martín: eres un cerdo y encima has escogido el peor nombre posible…

    —Bueno, bueno, recojamos nuestras cosas y vámonos de aquí antes de que alguien nos

    pille.

    Y así fue cómo, un rato más tarde, un general malo, malísimo, pero que no veas cuán

    malo, bajó unas largas escaleras regocijándose en sus planes de conquista y se encontró

    con un palmo de narices.

    “Esto me pasa por contratar a un anciano chiflado y a un cerdo”, pensó.

    Capítulo 1

    Acababa de amanecer. Un extraño grupo compuesto por un anciano de toga sucia y

    barba blanca, un cerdo con una mirada demasiado inteligente y un hombre metálico

    huía, o eso intentaba, de cierto general descontento.

    —¡Pero vamos, vamos! ¡Tenemos que ir más rápido! —protestaba el cerdo dando

    saltitos nerviosos.

    —Esto que llamáis “bosque” es fascinante. Quiero observarlo con mayor detenimiento

    —dijo con voz de lata el hombre metálico.

    —¡Que no, acelera, que te prometo que hay muchos más bosques y puedes

    “observarlos” cuando estemos a una distancia segura!

  • La gran aventura de 2ºD

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    —Es fascinante —comentó el aludido—, todo es tan… verde…

    —Sí, sí, verde… —insistió el cerdo— y si seguimos caminando, podrás ver más colores.

    —¿En serio? ¿Hay más colores?

    —Que sí, muchos.

    —¿Y son tan hermosos como este verde?

    —A mí me gusta más el azul —dijo el anciano.

    —¡Azul!

    —Y el color favorito de Martín es el rosa.

    —¡Oye! ¿Por qué crees eso? ¿Porque soy un cerdo? ¡Mi color favorito es el naranja!

    —El naranja, ¿eh? —respondió el anciano—. ¿Y qué comías en la granja?

    —¡Pues ¿qué voy a comer?! ¡Zanahorias!

    —¿Y de qué color son las zanahorias…? —insinuó el alquimista. Martín bajo la cabeza y

    enroseció.

    —¡No perdamos el tiempo, que nos van a coger! —exclamó, volviendo al tema inicial.

    —¡Buff, no puedo más! —suspiró el anciano, y se dejó caer en una piedra plana.

    —¡Tú también no! —protestó Martín.

    —Soy un viejo, Martín: no tengo tanta energía como tú. No aguantaré mucho tiempo si

    no descansamos con frecuencia.

    El cerdo suspiró y se sentó.

    —Tengo una pregunta —dijo de repente el hombre metálico.

    —¿Cuál? —respondieron al unísono sus compañeros.

    —Tú te llamas Martín —señaló al cerdo—; y tú te llamas alquimista —apuntó al

    alquimista—. ¿Cómo me llamo yo?

    —Bueno, yo no me llamo alquimista… —empezó el anciano.

    —¡Es cierto, todo ser inteligente necesita un nombre! —exclamó excitado Martín—

    ¡Tienes que escoger uno lo antes posible!

    —¿Yo? ¿Y cómo hago eso?

    —Puedes empezar por mirar a tu alrededor, o estar atento a nombres que te gusten que

    tengan otras personas.

    —Entonces… hay otros seres llamados como tú.

    —Sí, pero no hay problema, es normal. ¿Podemos seguir caminando ya, alquimista?

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    —Sí, sí, vamos… —y se levantó con un gruñido.

    Y así siguieron un rato hasta que los árboles se apartaron y llegaron a un claro. Por algún

    motivo, la piedra estaba al descubierto y un misterioso objeto cúbico sobresalía del

    suelo, como si hubiera caído del cielo.

    —¿Cómo te llamas, compañero metálico? —preguntó el hombre artificial, pero el objeto

    no respondió.

    —Esto… Que sepamos, no hay otra persona de metal como tú… —dijo el alquimista con

    tacto.

    —Oh, vaya… eso me hace sentir… algo solo…

    Entonces una suave brisa dio un empujoncito a las nubes y una parte del extraño objeto

    reflejó el sol.

    —¿Eso son… letras? —preguntó el hombre metálico.

    —Sí… ¡Sí, lo son! —respondió el alquimista acercándose— A ver… están en un lenguaje

    mágico, sin duda. Creo haberlo visto antes… B-O-S-C-H —deletreó.

    —¿Y qué significa? —quiso saber Martín.

    —Pues no lo sé, no había visto esta palabra antes…

    —¿Bosch? ¡Me gusta, ese será mi nombre! ¡Llamadme Bosch! —exclamó alegremente

    Bosch.

    Y así, un hombre metálico obtuvo su nombre y sus despistados compañeros cayeron en

    la cuenta de que se le veía muy bien a lo lejos en un día soleado como aquel.

    -David López-

    Capítulo 2

    A la mañana siguiente Martín, medio dormido, sintió que alguien le observaba y al abrir

    los ojos de golpe se encontró con Bosch, que miraba algo detrás suyo detenidamente,

    sin siquiera parpadear.

    —Hey, Martín ¿por qué hay tantos colores rojos en ese lado? —pregunto con cierta

    fascinación en su tono.

    —Oh, supongo que hablas del amanecer, es verdad que todavía no habías visto

    ninguno... —pero al girarse se encontró con algo diferente: ¿un lobo... rojo?

    —Bueno eso no me lo esperaba, deberíamos irnos antes de que alguien lleg... —dijo

    antes de ser interrumpido.

    —¡Alto ahí! ¡tú! —dijo señalando a Bosch— debes venir conmigo, es importante que me

    acompañes ¡son órdenes del rey!. Estoy seguro de que ya me conocéis soy Hans, el

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    mejor cazarrecompensas que hay en el mundo, deberíais sentiros honrados por mi

    presencia —dijo con cierto tono de prepotencia.

    —Bosch, tengo hambre, anda vayamos con el viejo —se quejó Martín mientras

    empezaba a caminar, sin darle la más mínima importancia al cazarrecompensas, que

    seguía todavía con su “pequeño” discurso.

    —Ah, entonces vamos —contestó nuestro hombre de metal siguiendo el ejemplo de

    Martín.

    —¡Pero esperad! que todavía no he acabado de dar mi discurso y encima el metal

    oxidado se viene conmigo —espetó Hans con poca paciencia.

    —¿Irme? ¿A dónde tengo que ir? ¿Hay colores nuevos allí? —preguntó Bosch

    confundido e interesado al mismo tiempo.

    —¡Buf! muchísimos, es más hay incluso amarillo —dijo el cazarrecompensas haciendo

    que el cerdo se parase al darse cuenta de que esto iba para rato.

    —Ehmm pero ese color ya le conozco —la decepción se podía notar en el tono de voz

    de Bosch.

    —¡También hay violetas! —contestó rápidamente Hans en un tono convincente.

    —Ese color también lo conozco ya... —dijo desanimado, mientras empezaba a caminar

    de nuevo en dirección a Martin.

    —¡¡ESPERA!! Ta-también hay púrpuras —contestó tartamudeando el presuntuoso

    cazarrecompensas esperando que esta vez funcionase.

    —¿P-ú-r-p-u-r-a? —preguntó Bosch confundido al no saber de este color.

    —¡Sí, eso, púrpuras hermosos e increíbles púrpuras! —soltó rápidamente hacia el

    hombre metálico con el mismo tono convincente que tenía en un principio.

    — Bosch, el púrpura es como el violeta pero más oscuro —explicó Martín sin darle más

    vueltas, haciendo que el confundido Bosch asintiese con la cabeza en señal de

    entendimiento.

    —Eh —dijo para llamar la atención de Hans, el cual se encontraba de pies al lado de su

    lobo rojo—, lo siento, pero ya sé que es el...

    —¡Ya me di cuenta de que ahora sabes qué es el púrpura! —exclamó este, enojado y

    cansado de esta pérdida de tiempo— ¡Agh! estoy harto —dijo en alto mientras avanzaba

    a zancadas hacia el hombre metálico para cogerlo por el brazo.

    —Buenos días, chicos. Espero que estéis listos, porque hoy tenemos que hacer una

    parada en una ciudad cercana para comprar ingredientes —saludó animadamente el

    alquimista que parecía haber revivido de la caminata de ayer.

    En ese momento, al darse cuenta de la situación soltó sorprendido:

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    —¿Y este quién es?

    -Ángela Torre Valle-

    Capítulo 3

    ¡Tengo que repetirlo otra vez! —dijo Hans con un aire frustrado— Soy Hans un caza

    recompensas, que ha venido a buscar a Bosch en nombre del rey.

    —¿Y por qué quiere el rey ver a Bosch? —preguntó el alquimista a Hans.

    —Es un secreto no te lo puedo decir —prosiguió Hans

    —Pero yo no quiero ir —dijo Bosch.

    —Pues al rey le da exactamente igual que quieras o no quieras ir yo te tengo que llevar

    ante él y punto —dijo Hans ya un poco enfurecido.

    —¡Jorge! —sobresaltó el alquimista en medio de la disputa con un tono feliz.

    —¿El qué? —dijo Martín sobresaltado por el entusiasmo del alquimista.

    —¡Mi nombre! Desde ahora nadie me volverá a llamar alquimista ahora me empezareis

    a llamar Jorge —dijo el alquimista seguro de sí mismo.

    —¿Y qué más me da cómo te llames? —dijo Hans prosiguiendo a coger a Bosch del

    brazo— Venga vámonos que el rey espera.

    —Yo no voy contigo —dijo Bosch soltándose de la mano de Hans y volviéndose hacia

    donde se encontraban sus amigos.

    —Si no vienes por las buenas vendrás por las malas —dijo Hans sacando un saco de

    patatas del bolsillo y poniéndoselo a Bosch en la cabeza.

    Jorge y Martin al ver aquello se lanzaron hacia el caza recompensas y lograron soltar a

    Bosch de las manos del caza recompensas.

    Inmediatamente empezaron a correr hacia el bosque, para perder de vista a Hans.

    Hans corrió detrás de ellos y su lobo rojo detrás de Hans.

    —¿Dónde se han metido? —dijo Hans ya enfurecido.

    Siguió buscando pero no los veía por ninguna parte y pensó que se habían ido del

    bosque, pero, lo que no sabía es que a Jorge le quedaban unas pociones de invisibilidad.

    Cuando Hans se fue Jorge, Martín y Bosch volvieron a la normalidad.

    —¡¡Uff!! Por qué poco —dijo Martín agotado de tanto correr.

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    —Ya te digo —dijo Jorge con cara de no poder con la vida—. Menos mal que me

    quedaban unas pocas pociones de invisibilidad.

    —¿Por qué quería llevarme Hans ante el rey? —dijo Bosch sorprendido.

    —No quería llevarte ante el rey, solo quería cobrar la recompensa que dan si te llevan

    ante el general —dijo Martín a Bosch.

    -Cinthya Gutiérrez Landera-

    Capítulo 4

    Al día siguiente, ya fuera de peligro del caza recompensas, empezaron a pensar de qué

    manera escapar del caza recompensas, cuando...

    —¡No podemos estar todo el rato huyendo del caza recompensas! Tenemos que pensar

    en otra cosa —dijo Martín.

    Bosch desesperado para que no le llevasen con el rey empezó a pensar en cómo escapar

    del caza recompensas.

    —¡Podemos construir una casita en la cima de uno de todos los árboles del bosque para

    construir más pociones de invisibilidad e inventar otra poción que convierta a las

    personas en piedras para que no se puedan mover! —dijo el alquimista.

    —¡Es una buenísima e increíble idea! —dijo Martín.

    Empezaron a construir la casita poco a poco en la cima del árbol, pero no tenían mucho

    tiempo porque sabían que dentro de unos días vendría de nuevo el caza recompensas,

    así que se dieron prisa en construirla.

    Al cabo de un día, por la tarde terminaron la casita en el árbol y empezaron a hacer las

    pociones.

    Pasados unos días volvió el caza recompensas y con mucho esfuerzo lograron echar la

    poción al caza recompensas, se quedó como una estructura de piedra.

    Ya pasadas unas horas, encontraron el cuerpo del caza recompensas y se lo dijeron al

    rey, cuando el rey vio el cuerpo del caza recompensas no le pareció muy normal que se

    hubiera quedado como una piedra.

    Después, el rey mando otra caza recompensas a buscar a Bosch, pero ya visto el cuerpo

    del otro caza recompensas como estaba, el rey ahora también quería coger al que había

    hecho eso, porque creía que si podía hacer eso también podría hacer otras cosas.

    Había pasado un día cuando el otro caza recompensas ya fue a por Bosch y a por el

    alquimista, pero a este caza recompensas le pasó lo mismo que al otro.

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    Cuando el rey se volvió a enterar empezó a pensar en qué podría hacer para cogerles sin

    ningún problema pero no se le ocurrió nada.

    -Diego Lavín Torre-

    Capítulo 5

    A la mañana siguiente Martín, Jorge y Bosch volvieron a pensar otro plan para que

    el rey no se diera cuenta de que fueron ellos los que crearon la poción.

    —Bueno… Chicos pues tenemos que pensar otro plan para que el rey no piense que

    hemos sido nosotros los de la poción —dijo Jorge

    —Olvídate de esa poción y vámonos de aquí que viene ya otro caza recompensas a

    por Bosch —exclamó enfurecido Martín

    —¿A dónde vamos y qué es lo que hacemos? —preguntó el hombre de metal.

    —¡Ya lo tengo! —exclamó Jorge— Podemos ir a una posada de un pueblo de por

    aquí cerca a pasar unos días.

    —¿Y qué hacemos con Bosch? Porque te recuerdo que lo están buscando —dijo

    Martín.

    —Podemos disfrazarle para que parezca una persona normal y así la gente no se dé

    cuenta de que es un hombre de metal —dijo Jorge.

    —Vale me parece buena idea —exclamó Martín.

    Entonces lo que hicieron fue ponerle a Bosch una gabardina y un sombrero para que

    no se diesen cuenta de cómo era, luego cogieron sus cosas y se fueron rápidamente

    para la posada.

    Al llegar a la posada del pueblo preguntaron si les quedaban algunas alcobas

    disponibles para unos días, y la chica de la posada exclamó que sí.

    A la mañana siguiente se pasó un hombre por la posada y preguntó a la chica de la

    posada que si por alguna casualidad había visto a un hombre que le enseñó en una

    hoja de papel dibujado. Al parecer el chico que fue a preguntar a la posada era el

    caza recompensas. Como no les encontró se fue.

    Al haber estado desayunando Martín, Jorge y Bosch en una mesa escucharon la

    conversación del caza recompensas y la chica de la posada.

    —Habéis visto, lo dije que no sería seguro venir a la posada por que vendría el caza

    recompensas —dijo Martín

  • La gran aventura de 2ºD

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    —Bueno lo mejor que podemos hacer es irnos lo antes posible para que no

    descubran a Bosch —exclamó nervioso Jorge.

    Recogieron las cosas de sus aposentos y lo que hicieron fue volver a la casita del

    bosque

    -Marina Canini Oscoz-

    Capítulo 6

    Una vez en la casita del bosque, un habitante del bosque al que ya conocían, les contó

    que el Rey había decidido crear una orden de busca y captura para conseguir que Bosch

    y a la persona que había sido capaz de crear aquella estupenda poción; y la recompensa

    era de nada más y nada menos que de trescientos euros.

    Al cabo de pocos minutos, se pusieron manos a la obra porque debían preparar algún

    plan de supervivencia debido a que estaban siendo perseguidos.

    Jorge propuso fabricar más pociones para huir de la villa sigilosamente e irse a vivir a

    cualquier otro sitio más lejano. Pero los demás no estaban de acuerdo; opinaban que no

    tenían por qué irse cuando no habían hecho nada malo.

    —¡Deberíamos plantarle cara de una vez por todas al Rey! —sugirió Martín.

    —¡Es cierto! —respondieron eufóricos Jorge y Bosch—¡Estamos hartos de huir

    continuamente cuando somos inocentes!

    Después de fabricar unas cuantas pociones por si surgía algún imprevisto de camino al

    castillo real, partieron hacia este.

    Pasados dos días, una vez ya en la puerta del castillo real después de haber realizado

    una gran y difícil caminata; Jorge, Martín, y Bosch estaban realmente aterrorizados ante

    la posibilidad de no volver a ver mundo después de salir por aquella lujosa puerta.

    —¿Quién entra primero? —preguntó Martín tembloroso y exaltado.

    —Yo no pienso entrar el primero —respondió Bosch—, si entro el primero me caza y

    adiós muy buenas.

    —¡Pues nada, tendré que hacerlo yo, vaya! —respondió Jorge jocoso.

    Jorge, abrió la puerta sigilosamente, posteriormente les dio una señal de que podían

    entrar a sus dos amigos.

    —¡Yo no entro ni de coña! —respondió Bosch crispado.

    —De acuerdo, entraré yo y tú irás detrás de mí —dijo Martín.

  • La gran aventura de 2ºD

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    Los tres accedieron sigilosamente a aquel lujoso y a la vez anticuado castillo. Al cerrar,

    la puerta, pudieron escuchar ese sonido tan temeroso y lento que producía la puerta al

    cerrarse poco a poco.

    —Aún estamos a tiempo de darnos la vuelta e irnos —dijo Bosch amedrentado.

    —¡Anda, no seas cobarde! —respondió Jorge.

    —Eso, si estamos aquí es por ti y porque no queremos que te vayas de nuestras vidas

    para vivir una larga y aburrida vida al lado de un hombre tan egoísta como lo es el Rey

    —dijo Martín con solvencia.

    —De acuerdo chicos, ¡manos a la obra; vayamos a plantarle cara al Rey! —respondió

    Bosch seguro de sí mismo.

    Los tres amigos fueron adentrándose en el castillo cuando por fin vieron a alguien, un

    guardia permanecía firme a un lado de la escalera cuando se dio cuenta de que estos

    habían entrado en el castillo.

    —¡Guardias! —exclamó este.

    Jorge, Bosch y Martín empezaron a huir de los guardias recorriendo todos los rincones

    del castillo, y a sorprenderse a la vez de que el Rey no se encontraba por ninguna parte.

    Cuando ya creían haber escapado de los guardias, uno de estos; que se encontraba

    escondido en la cocina, les cazó. Poco a poco les fue llevando por todos los recovecos

    del castillo hasta llegar a la gran biblioteca, donde se encontraba un pasadizo secreto.

    —¡Me servirán como comida! —exclamó Martín alarmado.

    —¡Eso seguro! Aunque he de decirte que yo también tenía planeado comerte tarde o

    temprano —dijo Jorge bromeando.

    —¡Callaos! —gritó el guardia malhumorado.

    Después de haber realizado un gran recorrido, llegaron a la puerta de la habitación

    donde se encontraba el Rey…

    -Ivana González Fernández-

    Capítulo 7

    Cuando entraron vieron al rey sentado en la mesa comiendo un cerdo riquísimo que le

    habían cocinado.

    —¡Me van a cocinar como sabía! —exclamó Martín

    Fueron caminando muy despacio hacia él, hasta que les vio.

    Al verles se alegró muchísimo.

  • La gran aventura de 2ºD

    10

    —¡Por fin os tengo! —exclamó.

    Estos le miraron con muchísimo miedo

    —¿Tú has sido el que ha convertido a mis caza recompensas en piedras no? —preguntó

    señalando a Jorge.

    —Sí, he sido yo señor —le contestó Jorge aterrorizado.

    —¿Pero para qué me quieres? —preguntó Bosch.

    —Necesito tu cuerpo para una idea que tengo en mente —contestó el rey.

    —¿Y este cerdo que viene con vosotros quién es? —preguntó con cara de felicidad el

    rey.

    —Me llamo Martín señor y por lo que más quieras ¡no me cocines por favor! —

    respondió Martín.

    El rey se le quedó mirando con cara de susto porque era la primera vez que veía a un

    cerdo parlante.

    —Has tenido suerte de que hables, porque te iba a mandar para que te cocinen en la

    cena de hoy, tienes muy buena pinta ¿sabes? —dijo el rey sonriente.

    —Es que Jorge cuando me compró, me echó una poción encima para que hablase y

    poder expresar mis sentimientos hacia él —le dijo Martín al rey.

    -Ernesto Goribar Echevarría-

    Capítulo 8

    —Oh vaya , eso es estupendo , si eres capaz de fabricar ese tipo de pociones , ¿podrás

    elaborar una que sea capaz de convertir todo lo que yo sople en oro? —preguntó el rey

    entusiasmado

    Mientras Jorge pensaba lo que responder al rey, una voz aguda y molesta que provenía

    de Martín dijo:

    —No, ni hablar.

    Preso de ira el rey mandó a los guardias que encerraran al valiente y a la vez acongojado

    cerdo, en las mazmorras del castillo.

    —Pero Su Majestad, nosotros no hemos hecho nada malo para que nos trate así —dijo

    Bosch enojado.

    El rey haciéndose el sueco, mandó a encerrar también a los dos restantes, cuando los

    tres ya estaban reunidos en aquellas sucias e insalubres mazmorras, se pusieron a

    pensar profundamente, entre los tres llegaron a una buena conclusión, aunque no les

  • La gran aventura de 2ºD

    11

    excitase demasiado. Esta trataba de darle la poción al rey con la condición de que les

    dejase marchar.

    Llegó a oídos del rey y este fue al encuentro de los tres amigos y les dijo que le parecía

    bien y que se llevaría a Jorge para que comenzara a fabricar la poción.

    —Vosotros os quedareis ahí un día más por las osadías cometidas —dijo el rey

    —No me parece bien, nos hemos entregado a usted , deberíamos estar libres —replicó

    Martín.

    —Que sean dos, ¡jajaja! —le respondió el rey, con tono chulesco.

    Cuando Jorge acabó la poción, le volvió a encerrar con los otros compañeros y estos se

    dieron cuenta de que el rey se la había jugado maliciosamente. Estos enfurecidos y

    tristes a la vez se pusieron a pensar como escapar de allí.

    —Sí, bien, ya he llegado a una buena conclusión, fabricaremos herramientas con los

    viejos materiales que están desperdigados por el suelo para poder eliminar los barrotes

    de la ventana y escapar —dijo Bosch con tono entusiasta.

    Y estos se pusieron manos a la obra, cuando lograron escapar fueron de camino a la

    ciudad, porque para cuando querrían encontrar la solución para que no le encontrasen

    jamás, ya tendrían a medio ejército encima, corrieron a una tienda de ropa moderna

    que había en la plaza mayor de la ciudad para comprar ropa y pasar desapercibidos.

    -Diego Higuera Alonso-

    Capítulo 9

    Nada más acabar de comprar la ropa se pusieron a planear alguna posibilidad de intentar

    entrar en el castillo real antes de que se dieran cuenta de que se habían escapado. Ya

    una vez planeado el plan empezaron a preguntar a los aldeanos que si había o existía

    algún caza recompensas en la ciudad.

    —¿Hay algún caza recompensas? —preguntó Jorge.

    —No, se quedaron convertidos en piedra y ahora todo los caza recompensas están muy

    asustados —dijo el aldeano

    Entonces tenían una idea pensada se harían pasar por caza recompensas pero justo

    cuando se iban a marchar el aldeano les dijo:

    —Bueno si queréis ser caza recompensas podéis pasar por la casa del antiguo Smith —

    dijo el aldeano

    Martín, Jorge y Bosch pensaron que era buena idea ir a donde el viejo Smith.

  • La gran aventura de 2ºD

    12

    Nada más llegar a la casa del viejo Smith le entró pánico por oír unos gritos dentro de la

    casa, al parecer había unos niños que querían aprender del señor Smith pero nada más

    abrir la puerta todos los niños salieron corriendo asustados.

    —A entrar allí —la voz grave y su forma de andar reconoció Jorge el alquimista a su viejo

    amigo.

    Estuvieron hablando un buen rato pero Bosch y Martin, estaban aburridos y empezaron

    a jugar entre ellos a ver quién era el mejor caza recompensas, cuando el viejo Smith les

    vio les dijo si querían aprender a ser un caza recompensas y los dos asintieron con la

    cabeza.

    —Es para entrar en el castillo real —dijo Bosch antes de que Martin y Jorge le hicieran

    callar.

    —Así que sois los que le hicieron eso a mis alumnos—dijo Smith con voz muy grave—.

    En fin no eran ni iban a ser mis mejores alumnos—dijo Smith.

    —Gracias por entenderlo —dijo Jorge.

    —Bueno intentaré ayudaros en lo que pueda —dijo Smith

    Los cuatro fueron al castillo real donde entraron y el guardia les dejó pasar gracias a

    Smith que era un pez gordo y un gran aliado del rey a entrar en la sala el rey estaba

    entusiasmado porque había oído que Smith estaba en el castillo con tres caza

    recompensas más.

    —Hombre Smith por fin te estaba esperando, sabía que me traerías más caza

    recompensas —dijo el rey entusiasmado.

    -Borja Delgado Santiuste-

    Capítulo 10

    El viejo Smith le dijo que eran los mejores alumnos que había tenido y que por eso les

    llevaba.

    —Y vosotros, ¿ya sabéis a por quién tenéis que ir? —dijo el rey.

    Los tres asintieron con la cabeza, pero el rey se volvió a explicar de cero de forma muy

    subjetiva.

    — Tenéis que buscar un trozo de hojalata y oxidado llamada Bosch, un viejo loco llamado

    Jorge y una rica cena llamada...No me acuerdo ni de su nombre.—Dijo el rey a

    carcajadas.

    Martín molesto, debajo de su disfraz, respondió:

  • La gran aventura de 2ºD

    13

    —Martín se hace llamar ese cerdo, no creo que sea una buena cena majestad, no se le

    ve muy tierno.

    —Eso es lo que menos importa, lo más importante ahora es salir de aquí cuanto antes

    para encontrar a esos gandules— dijo Jorge sobresaltado.

    Cuando estaban ya saliendo del castillo, el rey les frenó bruscamente:

    —Perdonad, nadie os ha dado el permiso de iros de aquí, todavía necesitamos saber

    cómo protegernos de esa extraña poción. Mientras id contándome cosas sobre

    vosotros. ¿Cuál es vuestro nombre? —respondió el rey.

    Antes de que Bosch y Martín pudieran responder, contestó Jorge:

    —Yo me llamo Carlos, él— señaló Jorge refiriéndose a Martín— se llama Raúl y aquel

    otro se llama... Se llama....— Jorge se quedó bloqueado, no le salía ningún nombre.

    —¿No te sabes el nombre de tus compañeros? —respondió el rey alarmado.

    —¡Pues claro que me sé su nombre! — exclamó Jorge— Se llama Miguel.

    El rey no se fiaba mucho de aquellos caza recompensas, pero decidió apartarlo y

    proseguir explicando.

    —Tenéis que cazar a esos tres gandules, pero debéis tener mucho cuidado, ya que estos

    son demasiado listos.

    —¿Y para qué los necesita si se puede saber?— preguntó Martín curioso.

    —¡Claro que se puede saber!, pero no lo puede saber nadie, al hombre metálico le

    necesito para desmontarlo y hacer un gran ejército para una guerra que estoy

    planeando formar, al alquimista le necesito para conseguir oro y para formar armaduras

    y armas indestructibles y al cerdo... Al cerdo en realidad no le necesito, no sirve para

    nada, a él le dije que no me le iba a comer pero es obvio que sí, no se puede hacer nada

    más con ese trozo de carne con patas.

    Martín indignado, le dijo debajo de su disfraz:

    —Yo creo que ese maravilloso cerdo te puede servir para mucho más que una comida...

    Le podrías tener de mascota o simplemente dejarle vivir con sus amigos.

    —¿Mascota? —dijo el rey riéndose—si quisiese una mascota me compraría un perro,

    pero como odio a los animales no haré ninguna de las dos cosas.

    —¿No le gustan los animales? —preguntó Martín sorprendido.

    —No, no me gustan nada y menos uno de esos cerdos, de hecho esos no es que no me

    gustan es que los cerdos incluso me dan asco.

    —¿Asco? pues la verdad son mis animales favoritos...—respondió Martín enojado—por

    lo menos déjele vivir ¿no? —prosiguió Martín.

    —¡Desde luego que no le voy a dejar vivir! —respondió el rey.

  • La gran aventura de 2ºD

    14

    —Pero no ha hecho nada malo, no merece ser cocinado— respondió Martín.

    —Sí ha hecho algo malo, está ayudando a darse a la fuga al hombre metálico y al viejo

    alquimista— respondió el rey— ¡Y además te recuerdo que el que manda aquí soy yo,

    no tú! y si no te gusta no me haces falta, tengo a estos dos otros caza recompensas y el

    que se niegue a hacer su trabajo ahora que ya os habéis presentado aquí y ya sabéis

    para los que necesito iréis directos al calabozo, vosotros decidís —dijo el rey enfurecido.

    —Vale, lo siento Majestad, te haremos caso, no se volverá a repetir esta discusión.

    -Julia Lastra Ortiz-

    Capítulo 11

    Y sin más dilación, Jorge, Martín y Bosch, cabizbajos y temblorosos, junto al viejo Smith

    se dirigieron a la salida.

    El rey se quedó pensativo y de repente y sin que a los cuatro les diese tiempo de atravesar la puerta, el rey gritó:

    —¡ALTO!

    Los cuatro se pararon en seco, se giraron a la vez, mirando en dirección al rey.

    —¿Qué es lo que pasa? —dijo Jorge con voz miedosa.

    El rey señalando al viejo Smith dijo:

    —Vosotros tres podéis marcharos, pero tú, Smith acércate —Smith caminó asustado en dirección a su trono.

    —¿De dónde has sacado a esos tres patanes?

    —¿Por qué lo dice Su Majestad? —preguntó Smith.

    —Porque sus caras me resultan conocidas, —respondió el rey— y además no les veo con pintas de ser caza recompensas.

    El viejo Smith, preocupado de que les pudiera haber reconocido, contestó con habilidad

    —No se preocupe Majestad, como le había dicho anteriormente, son los tres mejores alumnos que he tenido a lo largo de mi carrera en el pueblo como caza recompensas.

    —¿Y cómo es que no les he visto nunca? —replicó el rey.

    —No… es que… se marcharon hace mucho tiempo en busca de un ladrón muy peligroso que se escondía en tierras lejanas y ahora les he hecho venir para poder ayudarte. Ya sabes que siempre te he sido leal.

    El rey, más convencido que al principio, le creyó.

  • La gran aventura de 2ºD

    15

    —¡Está bien!, espero que en un breve periodo de tiempo me traigas al hombre metálico, al alquimista y a ese charlatán, pero apetecible cerdo ya que, si no, te pasarás el resto de tu vida en las mazmorras.

    —Así será, su majestad —respondió Smith. Y se marchó.

    A la salida del castillo le estaban esperando Jorge, Bosch y Martín, preocupados de lo que habían hablado Smith y el rey.

    —¿Qué te ha dicho? —preguntó Bosch

    —Dice que vuestras caras le resultan familiares, como si ya las hubiese visto anteriormente —respondió Smith—, pero le he convencido de que sois unos buenos caza recompensas. Bueno, vayamos todos a mi casa para pensar un plan.

    Durante el camino y sin mediar palabra, los cuatro caminaban angustiados por lo que podría suceder. Martín se veía en una gran bandeja listo para que le pudieran comer. Bosch se sentía descuartizado en trozos de metal. Jorge, como recluta del rey, haciéndole pociones y Smith en las frías mazmorras.

    Cuando llegaron a la casa, se sentaron en la mesa central y trataron de pensar un plan.

    Durante unos largos minutos, en la casa no se oía nada, hasta que de pronto dijo Martín:

    —¡Yo no quiero ser devorado!

    —Tranquilo Martín, no lo serás —respondió Jorge—. Tenemos que idear un buen plan para librarnos del rey.

    —Sí, pero ¿cómo? —preguntó Bosch

    —Ya sé. Mañana comenzaremos un largo viaje a tierras lejanas —dijo Jorge.

    —Eso no puede ser, no podéis huir toda la vida —respondió Smith.

    —Aquí de lo que se trata es de acabar definitivamente con el malvado rey. Él quiere oro y un ejército invencible pues eso le daremos.

    -Diego Ruiz Alonso-

    Capítulo 12

    Todos quedaron confundidos. No entendían las palabras de Jorge.

    —¿Qué vamos a hacer? —preguntó Martín.

    Jorge con una sonrisa malvada les contó el plan.

    —Tendremos que entregarnos y darle la poción para convertir las cosas en oro tal y

    como quiere el r...

    —¡Pero te has vuelto loco! —exclamó Martín sin dejar acabar de explicar el plan a Jorge.

    Mientras tanto Smith y Bosch seguían la conversación atónitos, sin entender nada.

  • La gran aventura de 2ºD

    16

    —Tranquilizaos —dijo Jorge.

    —Entonces, ¿qué vamos a hacer? —preguntó Bosch en un tono curioso.

    —Vamos a hacer lo que quiere el rey, pero de distinta manera —dijo Jorge.

    —¿Cómo? —preguntaron todos a la vez, como si estuviesen coordinados.

    —Vamos a hacer una poción para poder hacer dobles inteligentes nuestros —dijo Jorge.

    —Y, ¿en cuánto al oro? —preguntó Bosch.

    —Está ya pensado Bosch, me inventaré una poción para que las cosas se conviertan en

    oro, pero solo durante una hora —dijo Jorge.

    —¡Eres un genio! —exclamaron todos.

    —Pero para hacer las pociones se necesitan algunos ingredientes que yo no tengo, que

    están por el bosque, y que son difíciles de encontrar, así que tendréis que ir a buscarlos

    —dijo Jorge.

    —¿Yo también tendré que buscarlos? —preguntó Smith.

    —Sí, tendrás que acompañarlos para que no les atrapen y les lleven al rey —dijo Jorge.

    Así que los tres fueron a buscar los ingredientes al bosque. Después de un tiempo ya

    habían encontrado todos los ingredientes, excepto uno.

    —¿Dónde estará? —pregunto Martín.

    —No sé —dijo Bosch.

    —Lo único que sé, es que si no lo encontramos, el rey nos atrapará, así que vamos a

    buscarlo —dijo Bosch frustrado.

    -Jonathan Martínez Lastra-

    Capítulo 13

    Se fueron a buscar los ingredientes para las pociones.

    Llevaban una hora caminando cuando de repente encontraron un árbol a lo lejos con

    varios ingredientes que necesitan

    —Mira Bosch, allí hay unos pocos ingredientes —dijo Jorge.

    —Es verdad, vamos a por ellos —dijo Bosch.

    —Vamos. Pero necesitamos un palo o una rama larga para poder alcanzarlos —dijo

    Jorge.

  • La gran aventura de 2ºD

    17

    Estuvieron un rato buscando cuando de repente detrás de unas enormes piedras

    encontraron lo que buscaban, un enorme palo que les ayudaría a llegar hasta los

    ingredientes.

    Cogieron los ingredientes y siguieron andando para coger los demás ingredientes que

    les faltaban.

    Cuando al final, pudieron encontrar todos los ingredientes necesarios para poder hacer

    las pócimas, volvieron a casa

    —Bien, yuju ya hemos terminado —dijo Jorge.

    —Bien, vámonos para casa —dijo Bosch.

    Ya les quedaba poco para llegar a casa y de repente….

    —¡Oh no! Se me acaban de caer los ingredientes —dijo Jorge.

    —¡Oh no! Qué mala suerte, recojamos todos los que podamos porque hay muchas

    zarzas —dijo Bosch.

    —Vamos rápido, démonos prisa —dijo Jorge.

    -Saúl Palacio López-

    Capítulo 14

    Ya llegaba la noche, la búsqueda debían dejarla para el día siguiente. Tenían que buscar

    un sitio donde dormir y refugiarse de la tormenta que se avecinaba.

    —Mirad, ahí tenemos nuestro refugio para pasar la noche —dijo Martín.

    Sus compañeros miraron hacia donde señalaba su amigo y vieron una cabaña

    destartalada, sin ventanas y el techo a punto de hundirse.

    —¡Estás loco!, cómo vamos a dormir ahí, se nos caerá encima —dijo Bosch enfadado.

    —Vosotros veréis, es esto o dormir debajo de un árbol, igual tenemos suerte y no llueve

    —dijo Martin.

    —Mejor debajo del árbol y si nos mojamos ya nos secaremos echando unas carreras

    mañana por la mañana —dijo Smith sonriendo.

    Los tres amigos buscaron un árbol grande y frondoso para pasar la noche y descansar.

    —Despertad, ya es de día. Tenemos que buscar el último ingrediente —dijo Martín.

    —Iremos por la orilla del rio, yo creo que será más fácil encontrarle —dijo Smith.

    Los tres oyeron ruido de agua, el rio estaba cerca, por fin si la cosa no se torcía

    encontrarían el ingrediente que las faltaba para terminar la poción.

  • La gran aventura de 2ºD

    18

    —¡Silencio!, he escuchado un ruido extraño —dijo Smith.

    Los tres amigos se escondieron detrás de unos matorrales asustados.

    Al poco rato apareció un oso enorme con cara de pocos amigos, se acercó al agua y se

    puso a pescar.

    —Tiene hambre, espero que pesque algo pronto y se marche —dijo Martín susurrando.

    —Yo también lo espero, si nos ve le serviremos de aperitivo —dijo Smith.

    Después de un cuarto de hora más o menos y tres peces que se había comido, el oso, se

    marchó río arriba.

    —Venga, vamos que ya hemos perdido mucho tiempo —dijo Bosch, impaciente.

    —Por la orilla del río encontraremos la planta que nos falta, mirar con atención ya que

    es muy pequeña y puede que no la veamos. Les recordó Smith.

    Estuvieron un buen rato dando vueltas por la orilla, estaban empezando a desanimarse,

    cuando de repente,

    —¡Aquí está, por fin! —dijo entusiasmado Bosch.

    -Eduardo González Collera-

    Capítulo 15

    Después de encontrarla empezó a llover, siguieron el rio hacia arriba hasta que

    encontraron otra vez al oso.

    —Vamos a seguir a el oso para ver si nos lleva a su cueva —dijo Bosch

    —No podemos seguirle porque si se entera de que le estamos siguiendo vendrá a por

    nosotros —dijo Smith

    —Pero tenemos que llegar a su cueva para podernos refugiar —dijo Bosch

    —Y si entramos en la cueva y luego viene el oso ¿Qué hacemos? —dijo Smith

    —Podríamos hacer una trampa a la entrada de la cueva – dijo Bosch

    —Pero tendríamos que estar toda la noche buscando los materiales de la trampa— dijo

    Smith

    —Bueno pues qué quieres hacer Smith —dijo Bosch desesperado

    —Pues nos sale más rentable irnos para el castillo —dijo Smith

    —Pero tardaríamos mucho en volver al castillo —dijo Bosch

    —Yo me iría al castillo antes de que perdamos los ingredientes de la poción –dijo Smith

  • La gran aventura de 2ºD

    19

    —No los vamos a perder —dijo Martín metiéndose en la conversación

    —Nos quedamos en la cueva y punto —dijo Jorge

    —Yo sigo diciendo que es muy arriesgado quedarse en la cueva —dijo Smith

    Al final los cuatro se quedaron en la cueva, pero siempre se quedaba uno de guardia

    para ver si venía el oso.

    A la mañana siguiente encontraron que Martín se había quedado dormido y todos le

    echaron la bronca.

    —Tú sabes lo que nos podía haber pasado —dijo Jorge

    —El oso nos podía haber matado —dijo Bosch

    —Yo dije que nos teníamos que ir —dijo Smith

    —Bueno pero no nos ha pasado nada —dijo Martín

    —Y si nos hubiera pasado algo qué haríamos, echarte la culpa —dijeron todos

    -Mario Pico Rodríguez-

    Capítulo 16

    Después de haberse pasado más de la mitad de la mañana discutiendo sobre lo que les

    podía haber sucedido por el descuido de Martin por haberse quedado dormido durante

    su turno de vigilancia en la cueva de aquel peligroso oso, Jorge puso orden entre ellos y

    dijo:

    —¡Chicos, centraos! Bastante tiempo hemos perdido ya entre buscar los ingredientes y

    discutir… Debemos darnos prisa y pensar que vamos hacer a partir de ahora.

    Smith y Bosch se quedaron sorprendidos por el gran enfado que llevaba Jorge que no

    supieron ni que decir, pero Martín que siempre era tan resolutivo propuso una gran

    idea.

    —Podíamos volver a casa del señor Smith y allí terminar las pociones y completar

    nuestro plan para que nada pueda fallarnos a última hora.

    Sorprendidos con la idea que les había dado Martin, Bosch dijo:

    —Cómo piensa el cerdito cuando quiere…Y luego el rey se le quiere comer…

    Todos se rieron.

    Una vez, que habían centrado sus ideas y lo que querían hacer, guardaron bien todos los

    ingredientes de las pociones para que no se les volvieran a perder y se pusieron en

    marcha para llegar cuanto antes a la casa de Smith.

  • La gran aventura de 2ºD

    20

    Una vez en la casa, todos querían participar y ayudar a Jorge para que todo fuese en

    orden, cuando de repente a Smith se le vino a la cabeza gran una duda…

    —Y si el plan nos sale como lo planeado… ¿Qué haremos después? ¿Que será del rey? Y

    ¿qué nos harían a nosotros?

    Las preguntas resonaron en toda la casa pillando por sorpresa a todos y sin que ninguno

    supiese en el momento que responder, hasta que después de un rato Bosch dijo todo

    enfadado:

    —El rey tampoco pensó en qué sería de nosotros cuando mando a todos esos

    cazarrecompensas a buscarnos para que nos hiciesen esas atrocidades que tenía

    pensado hacernos… Nosotros no somos quienes hemos empezado esto, él se lo ha

    buscado.

    Jorge pensativo dijo:

    —Smith, nosotros solo queremos vivir felices y tranquilos, nuestra intención nunca fue

    hacer el mal a nadie, y si el rey eso no lo ha sabido ver, le daremos al menos una buena

    lección.

    Además, Martín también se pronunció al respecto y dijo:

    —A mí nadie me va a comer, que además tampoco tengo tan buena pinta.

    -Aser Güiza Carballo-

    Capítulo 17

    Al día siguiente por la mañana Jorge recordó a todos que cogieran las pociones y justo

    va y se le cae una poción al suelo a Martín.

    —¡Cuidado Martín cógela! –dijo Jorge asustado.

    —¡Ufff por qué poco! –dijo Martín aliviado.

    Ya por fin de haber guardado las pociones con cuidado, deciden salir a la calle dirección

    al castillo.

    Justo cuando ya estaban casi en la entrada del castillo se le cayó a Bosch el gorro que

    llevaba desvelando su rostro.

    —¡Cuidado Bosch no nos pueden descubrir! —dijo Jorge riñéndole.

    Justo cuando se volvía Jorge a poner el gorro les vio un guardia del castillo.

    —¡Alto ahí! —gritó el guardia alarmado.

    Entonces el guardia se acercó a Bosch y le miró esa cara de robot, sacó un papel que

    tenía en el bolsillo en el que ponía “se busca con una recompensa de trescientos euros”

  • La gran aventura de 2ºD

    21

    con la imagen dibujada de Martín, Jorge y Bosch. El guardia se dio cuenta de que son

    ellos los que estaban en el dibujo, así que mandó dar la alarma.

    —¡Nos han descubierto, corred hacia el bosque, hay que esconderse! —dijo Jorge

    asustado y con miedo, mientras los guardias les pisaban los talones.

    Después de un rato se escondieron en la cueva del oso otra vez.

    —¡Ufff menos mal, se han pasado de largo! —dijo Bosch aliviado.

    —¡Bosch siempre eres tú el que nos fastidia todo! —dijo Martín muy enfurecido.

    —¡Todo esto es culpa tuya chatarra oxidada, si no existieras nada de esto hubiera

    ocurrido! siguió Martín riñendo a Bosch.

    —Tranquilos chicos, haya paz —dijo Jorge intentando tranquilizar el ambiente.

    Después de haberse tranquilizado se asomaron a la salida para ver si había guardias,

    como no había nadie decidieron volver a casa de Smith para volver a formar un plan

    mejor organizado.

    Cuando llegaron a casa de Smith y para suerte de ellos sin que les hubieran pillado,

    contaron a Smith lo que le había ocurrido.

    —Tranquilos chicos lo importante es que no os pillen a si que es hora de pensar en un

    plan mejor organizado y no estaría mal un plan B para que no os ocurra lo mismo —dijo

    Smith un poco asustado por lo ocurrido.

    -Joel Pablo Moreno-