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PROCESOS DE MERCADO REVISTA EUROPEA DE ECONOMÍA POLÍTICA Procesos de Mercado Yeso y pigmentos sobre tela y madera Julio Toquero, 2005 Subyace en este cuadro una reflexión relativa al cambio, a la energía —acción vigorosa— y a la consciencia: realidades fundamentales en los procesos de mercado y en el arte.

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PROCESOS DE MERCADOREVISTA EUROPEA DE ECONOMÍA POLÍTICA

Procesos de MercadoYeso y pigmentos sobre tela y maderaJulio Toquero, 2005“Subyace en este cuadro una reflexión relativa al cambio, a laenergía —acción vigorosa— y a la consciencia: realidadesfundamentales en los procesos de mercado y en el arte”.

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PROCESOS DE MERCADOREVISTA EUROPEA DE ECONOMÍA POLÍTICAVOLUMEN XII, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2015

REVISTA SEMESTRAL PUBLICADA POR UNIÓN EDITORIAL,CON LA COLABORACIÓN

DE LA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALESDE LA UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS

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HIMNO

Dio, che nell’alma infondere Dios, que has querido poneramor volesti e speme, en nuestra alma el amor y la esperanza,desio nel core accendere debes alumbrar en nuestro corazóntu dei di libertà. el deseo de libertad.

Giuramo insiem di vivere Juramos juntos vivire di morire insieme. y morir juntos.In terra, in ciel En la tierra, en el cielo... congiungere ci può, ... reunirnos podrá,ci può la tua bontà. podrá tu bondad.

Ah! Dio, che nell’alma infondere ¡Ah!, Dios, que has querido poneramor volesti e speme, en nuestra alma el amor y la esperanza,desio nel core accendere debes alumbrar en nuestro corazóntu dei di libertà. el deseo de libertad.

Don Carlo (1884), GIUSEPPE VERDI

(Dúo de Don Carlo y Don Rodrigo,

final de la Escena Primera,

Acto Segundo)

© 2004, Jesús Huerta de Soto Unión Editorial, S.A.© 2004, Unión Editorial, S.A. Martín Machío, 15ISSN: 1697-6797 28002 MadridDepósito legal: M-17.229-2004 Tel: 91 350 02 28

Fax: 91 181 22 12Administración de Procesos de Mercado: Correo: [email protected]

c/o Jesús Huerta de Soto www.unioneditorial.esUniversidad Rey Juan CarlosCampus de Vicálvaro Diseño y Maquetación: JPM GRAPHIC, S.L.P.º de los Artilleros, s/n Correo: [email protected] MADRIDTel.: 91 435 59 80 • Fax: 91 431 40 95 Impreso por JPM GRAPHIC, S.L.Correo: [email protected]: procesosdemercado.org Impreso en España • Printed in Spain

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PROCESOS DE MERCADORevista Europea de Economía Política

DIRECTOR-FUNDADOR

Jesús Huerta de Soto, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid

SUBDIRECTORES

Javier Aranzadi del Cerro, Universidad Autónoma de MadridMaría Blanco, Universidad San Pablo-CEU, MadridGabriel Calzada, Universidad Francisco Marroquín, GuatemalaAntonio Martínez González, Universidad Rey Juan Carlos, MadridÁngel Rodríguez García Brazales, Universidad Autónoma de MadridÓscar Vara Crespo, Universidad Autónoma de Madrid

SECRETARIO GENERAL Y REDACTOR-JEFE

Miguel Ángel Alonso Neira, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid

SUBRREDACTOR-JEFE

Philipp Bagus, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid

ADJUNTOS A LA REDACCIÓN

David Howden, Saint Louis University, MadridJuan Ramón Rallo, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid

CONSEJO CIENTÍFICO

Antón Afanasiev (Instituto Central de Economía yMatemáticas, Academia de Ciencias de Rusia)

Dario Antiseri (Libre Universidad Internacional deEstudios Sociales –LUISS– “Guido Carli”, Roma)

Josefa Aracil Fernández (Universidad de Sevilla)Manuel Ayau (†) (Universidad Francisco Marroquín,

Guatemala)Norman Barry (†) (Universidad de Buckingham,

Reino Unido)Miguel A. Bastos Boubeta (Universidad de Santiago

de Compostela)Fernando Bécker Zuazua (Universidad Rey Juan

Carlos, Madrid)Alberto Benegas-Lynch (Universidad de Buenos

Aires)Bruce Benson (Universidad de Florida)Francisco José Blanco Jiménez (Universidad Rey

Juan Carlos, Madrid)Walter Block (Loyola University, Nueva Orleans,

Estados Unidos)Peter Boettke (George Mason University, USA)Boudewijn Bouckaert (Rijksuniversitat de Gante,

Bélgica)Gerard Bramoullé (Universidad Paul Zézanne de

Aix-Marsella, Francia)José Casas Pardo (Universidad de Valencia)Jean-Pierre Centi (Universidad Paul Zézanne de

Aix-Marsella, Francia)Enrico Colombatto (Universidad de Turín)

Dan Cristian Comanescu (Universidad de Bucarest,Rumanía)

Juan de la Cruz Ferrer (Universidad Complutensede Madrid)

Raimondo Cubeddu (Universidad de Pisa)Miguel Cuerdo Mir (Universidad Rey Juan Carlos,

Madrid)Frank Daumann (Universidad de Jena, Alemania)José Gregorio Díaz Bahamonde (Pontificia Univer -

sidad Católica de Chile)Richard M. Ebeling (Northwood University, Michi -

gan, Estados Unidos)François Facchini (Universidad de Reims-Cham -

pagne-Ardenne, Francia)Rogelio Fernández Delgado (Universidad Rey Juan

Carlos, Madrid)Manuel Fernández Grela (Universidad de Santiago

de Compostela)Joan Font i Rosselló (Universidad de las Islas Ba -

leares)José Juan Franch Meneu (Universidad Autónoma

de Madrid)Bruno Frey (Universidad de Zurich, Suiza)Georges Gallais-Hamonno (Universidad de Orleáns,

Francia)José Antonio García Durán (Universidad Central

de Barcelona)Santiago García Echevarría (Universidad de Alcalá

de Henares, Madrid)

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Jacques Garello (Universidad Paul Zézanne de Aix-Marsella, Francia)

Roger W. Garrison (Universidad de Auburn, Ala -bama, Estados Unidos)

Eduardo Giménez Fernández (Universidad de Vigo)León Gómez Rivas (Universidad Europea de Madrid)Gerd Habermann (Universidad de Potsdam, Ale -

mania)David A. Harper (New York University)Jeffrey M. Herbener (Grove City College, Estados

Unidos)Hans Hermann-Hoppe (Universidad de Nevada en

Las Vegas, Estados Unidos)Manuel Hernández Muñiz (Universidad de Oviedo)Jörg Guido Hülsmann (Universidad de Angers,

Francia)Giancarlo Ibárgüen S. (Universidad Francisco Ma -

rroquín, Guatemala).Lorenzo Infantino (Libre Universidad Internacional

de Estudios Sociales –LUISS– “Guido Carli”,Roma)

Juan Iranzo (Universidad Nacional de Educacióna Distancia –UNED– Madrid)

Gregorio Izquierdo (Universidad Nacional de Edu -cación a Distancia –UNED– Madrid)

Nicolai Juul Foss (Universidad de Copenhangen,Dinamarca)

Peter G. Klein (Missouri University)Peter Koslowski (Universidad de Praga)Martín Krause (Escuela Superior de Economía y

Administración de Empresas, Buenos Aires)Jean Dominique Lafay (Universidad de París I)Bertrand Lemennicier (Universidad Panthéon-Assas

de París II)Ignacio de León (Universidad Católica Andrés Bello,

Caracas, Venezuela)Victoriano Martín Martín (Universidad Rey Juan

Carlos, Madrid)Javier Martín Pliego (Universidad Rey Juan Carlos,

Madrid)Juan Carlos Martínez Coll (Universidad de Málaga)César Martínez Meseguer (Universidad Autónoma,

Madrid)Gerrit Meijer (Universidad de Maastrich, Holanda)Enrique M. Ureña (†) (U. Pontificia Comillas)Jerónimo Molina Cano (U. de Murcia)

José Manuel Moreira (Universidad de Aveiro)José Montoya Sáenz (Universidad de Valencia)Dalmacio Negro Pavón (Universidad Complutense

de Madrid)Ubaldo Nieto de Alba (Universidad Complutense

de Madrid)Paloma de la Nuez Sánchez Cascado (Universidad

Rey Juan Carlos, Madrid)Andrés Ollero Tassara (Universidad Rey Juan Carlos,

Madrid)J. Atilano Pena López (Universidad de La Coruña)José Luis Pérez de Ayala (Universidad San Pablo-

CEU)Víctor Pérez Díaz (Universidad Complutense de

Madrid)Mikel Pérez-Nievas (Universidad de Santiago de

Compostela)Angelo Maria Petroni (Centro Luigi Einaudi, Turín,

Italia)Carlos Rodríguez Braun (Universidad Complutense

de Madrid)Rafael Rubio de Urquía (Universidad San Pablo-CEU)Lourdes Saiz Bárcena (Universidad de Burgos)Venancio Salcines Cristal (Universidad de La Co ruña)Pascal Salin (Universidad de Paris-Dauphine)Luis Perdices de Blas (Universidad Complutense

de Madrid)Joseph T. Salerno (Universidad de Pace, Estados

Unidos)Josef Síma (Universidad de Praga, República Checa)Kiamvu Tamo (Universidad Agostinho Neto, Luanda,

Angola)Mark Thornton (Ludwig von Mises Institute, Auburn

University, Estados Unidos)Joaquín Trigo Portela (Universidad Central de Bar -

celona)Octavio Uña (Universidad Rey Juan Carlos, Madrid)Juan Velarde Fuertes (Universidad Complutense de

Madrid)Enrique Viaña Remis (Universidad de Castilla-La

Mancha)Jan Winiecki (Computer Science and Management

School, Rzeszow, Polonia)Christian Watrin (Universidad de Colonia)Paolo Zanotto (Universidad de Siena)Jesús M.ª Zaratiegui (Universidad de Navarra)

CONSEJO ASESOR

Lorenzo Bernaldo de Quirós, Vicente Boceta, Francisco Capella, José Ignacio del Castillo, GorkaEchevarría, Jose Luis Feito Higueruela, Francisco García Sauco-Polo, Rocío Guijarro Saucedo,Jesús Gómez Ruiz, Ingolf Günter Krumm, Luis Alfonso López García, Rubén Manso Olivar,José Antonio Monterrubio Quirós (asesor jurídico), Massimiliano Neri, Luis María Linde, JuanMarcos de la Fuente, Julio Pascual Vicente, Alberto Recarte y García Andrade, Luis Reig Albiol,José Carlos Rodríguez Mata, Rafael Termes Carreró (†), Julio Toquero, Juan Torras Gómez, PentruTudor Smirna, Ricardo Viejo.

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Artículos

– Martin Krause: El papel de las ideas en la calidadde las instituciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

– María Méndez Escandón: Análisis de la política monetariadel BCE desde un punto de vista austriaco . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

– Carlos Arenas Laorga: El sistema educativo español:un enfoque austriaco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

– Andrés Casas Soto: Consentimiento: contrato social vs.redes contractuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

– Jorge Bueso Merino: Teoría del intercambio.Propuesta de una nueva teoría de los cambios interpersonalesbasada en tres elementos más simples . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143

– Jerónimo Molina Cano y Jesús A. Guillamón Ayala:Realismo en la economía: ¿es la hora de la economía humanade Wilhelm Röpke? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177

Notas

– Hans-Hermann Hoppe: A Realistic Libertarianism . . . . . . . . 203

– Jesús M. Zaratiegui: ¿La ética al rescate de la economía? . . . . 231

– David de Bedoya: La interpretación judicialde la responsabilidad civil como fuerte amenaza a la libertad . . . 253

– Douglas Delgado-Landaeta: PDVSA and theNationalization of the Oil Industry in Venezuela . . . . . . . . . . . . 273

– Eladio García García: La libertad individual: Objetivoy metodología de la Escuela Austriaca de Economía . . . . . . . . . . 287

– David García-Martín Sousa: La corrupción políticaen Juan de Mariana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 323

– Edgar Carlos Duarte Aguilar: Un análisis «austriaco»de la burocracia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345

Sumario

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Documentos

– Ludwig von Mises: El interés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363– F.A. Hayek: Reflexiones sobre la teoría pura del dinero

del señor J.M. Keynes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381

Reseñas bibliográficas

– León Gómez Rivas: Jaime Balmes (1810-1848)y el marginalismo en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445

– Antonio Martínez González: Reseña del libro Ensayosde Economía Política de Jesús Huerta de Soto.(Unión Editorial, Madrid 2015, 498 páginas) . . . . . . . . . . . . . . . 465

– Cristóbal Matarán López: Reseña del libro El hombre,la economía y el Estado, vol. I, de Murray Rothbard.(Unión Editorial, Madrid 2011, 576 páginas) . . . . . . . . . . . . . . . 473

– Cristóbal Matarán López: Reseña del libro El hombre,la economía y el Estado, vol. II, de Murray Rothbard.(Unión Editorial, Madrid 2013, 600 páginas) . . . . . . . . . . . . . . . 479

– Cristóbal Matarán López: Reseña del libro Una revoluciónliberal para España de Juan Ramón Rallo. (Editorial Deusto,Madrid 2014, 400 páginas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 483

– Fernando G. Jaén Coll: Reseña del libro Makers. La nuevarevolución industrial de Chris Anderson. (Ediciones Urano,352 páginas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 487

– José Carlos Martín de la Hoz: Reseña del libro La crisisdel siglo XVII. Religión, reforma y cambio socialde Hugh Trevor-Roper. (Ed. Katz, Madrid 2009, 488 páginas) . . 493

– Jaime Hernán-Pérez Aguilera: Reseña del libro Cuandomuere el dinero de Adam Fergusson. (Alianza Editorial,Madrid 2012, 320 páginas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 495

– David Howen: Reseña del libro La reserva federal y la crisisfinanciera de Ben B. Bernanke. (Princeton y Oxford: PrincetonUniversity Press, 2013, 134 páginas). (Traducido por AntonioMartínez González) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 497

Noticias

1. Fallece Jesús Huerta Ballester, padre del profesorHuerta de Soto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 505

2. El profesor Philipp Bagus publica en inglés su tesisdoctoral En defensa de la deflación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 512

8 SUMARIO

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3. El profesor Giancarlo Ibarguen obtiene el PremioLeonard E. Read . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 513

4. Artiom Loginov monta un Curso de Economía Austriacaen la Escuela Superior de Economía de Moscú . . . . . . . . . . 514

5. Reunión del Institute for Research in Economicand Fiscal Issues en la Universidad Rey Juan Carlos . . . . . 516

6. Fallece el economista «austriaco» y liberal holandésDr. Gerrit Meijer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 518

7. Importante Conferencia pronunciada en el Institutode Empresa sobre el arbitraje internacionaly la Escuela Austriaca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 519

8. Tesis de fin de licenciatura del padre Francesco Mazzisobre la obra del profesor Huerta de Soto leídaen la Facultad de Teología de la Universidad Pontificiade la Santa Croce de Roma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 539

9. El Atlantic Economy Journal publica en su númerode marzo de 2015 un importante artículo del profesorHuerta de Soto sobre el euro y la deflación . . . . . . . . . . . . . 551

10. Publicación de la 5.ª edición en español del librodel profesor Huerta de Soto Socialismo, cálculo económicoy función empresarial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 553

11. Octavo Congreso Nacional de Economía Austriaca . . . . . . 55512. Séptima Jornada Liberacción organizada por el Instituto

Juan de Mariana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56113. Robert Higgs obtiene el Premio Juan de Mariana

en la Cena de la Libertad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56514. La revista francesa Marché & Organizations publica

un importante artículo del profesor Huerta de Sotosobre el socialismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 575

15. Se gradúa la 7.ª promoción del Máster en Economíade la Escuela Austriaca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 576

16. Éxito de ventas de libros de la Escuela Austriacaen la Feria del Libro de Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 577

17. El redactor-jefe de economía del Financial Times,Martin Wolf, cita en su último libro al profesor Huertade Soto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 578

18. La revista norteamericana Forbes se hace ecode los esfuerzos académicos del profesor Huertade Soto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 580

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19. Se publica en China el artículo del profesor Huertade Soto sobre Juan de Mariana y los Escolásticosespañoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 581

20. Carlos Villaescusa lee una importante tesis doctoralsobre Ibn Jaldun . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 582

21. Rubén Méndez Reátegui lee su tesis doctoral dirigidapor el profesor Huerta de Soto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 583

22. Don Leonardo Esteban Ravier Rodríguez lee su tesisdoctoral en la Universidad Rey Juan Carlos . . . . . . . . . . . . 585

Sugerencias de nuevas lecturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 587

Relación de evaluadores externos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 597

10 SUMARIO

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Artículos

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EL PAPEL DE LAS IDEASEN LA CALIDAD

DE LAS INSTITUCIONES

MARTIN KRAUSE*

Fecha de recepción: 1 de agosto de 2014.Fecha de aceptación: 14 de febrero de 2015.

Resumen: La importancia de la calidad institucional para el progreso de lospaíses es aceptada cada vez más en el ámbito académico donde proliferanlos estudios que analizan los efectos positivos que una mayor calidad ge -nera. Algunos de esos efectos son un mayor nivel de PIB per cápita, un mayorvolumen de inversiones e innovación, mayor calidad ambiental y una mejorcalidad de vida.El presente trabajo, no obstante, busca considerar un tema lógicamente an -terior. No ya explorar las consecuencias de las buenas instituciones sino suscausas. En particular, busca responder a la siguiente pregunta: ¿Si la calidadinstitucional es importante para el progreso de las sociedades, qué es lo quedetermina que algunas hayan logrado una mejor calidad que otras? La bús -queda de esta respuesta nos llevará a considerar el papel que cumplen lasideas en las instituciones que evolucionan en una determinada sociedad.

Palabras clave: Instituciones, Ideas, Cambio Institucional, Origen de las Insti -tuciones, Teorías sobre el Cambio Institucional.

Clasificación JEL: P51, P52.

Abstract: The relevance of institutional quality to progress has been widelyaccepted in academia where we can find a growing number of studies focusingon the positive effects a better quality generates. Some of these effects includea higher per capita GDP, a larger volume of investments and innovation, betterenvironmental quality and a higher standard of living.

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 13 a 55

* Profesor de Economía de la Universidad de Buenos Aires. El autor quiere reco -nocer el apoyo recibido por la Universidad Empresarial Siglo XXI (Córdoba, Argentina)para la realización de la investigación que permitió desarrollar este trabajo.

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Nevertheless, the present article, aims at considering a logically previoussubject, which is not just the consequences of good institutions but its causes.Particularly, we try to respond to the following question: If institutional qualityis so important for progress in society, what determines that some have achieveda better than others? The search for an answer will lead us to consider the roleof ideas in the institutions that evolve in specific societies.

Key words: Institutions, Ideas, Institutional Change, Origin of Institutions,Theories on Institutional Change.

JEL Classification: P51, P52.

IINTRODUCCIÓN

La importancia de la calidad institucional para el progreso de lospaíses es aceptada cada vez más en el ámbito académico dondeproliferan los estudios que analizan los efectos positivos que unamayor calidad genera. Algunos de esos efectos son un mayor ni -vel de PIB per cápita, un mayor volumen de inversiones e inno-vación, mayor calidad ambiental y una mejor calidad de vida.

Este interés recoge una vieja tradición que se remonta a AdamSmith pero que pasara a un plano menor cuando la economía seconcentró en modelos matemáticos de equilibrio general queabstraían el marco institucional que forma la base del funciona -miento de una sociedad, asumiendo la existencia de un «dictadorbenevolente», es decir, de un estado que posee el monopolio dela coerción tal cual lo asume la ciencia política, y lo utiliza en posdel bien común. No obstante, un conjunto de académicos mantu-vo y recuperó la tradición de considerar ese marco como un ele -mento de primordial importancia para comprender el progreso,o estancamiento, de los países, entre los cuales se destacan losaustriacos Carl Menger, Eugen von Böhm-Bawerk, Ludwig vonMises, Friedrich A Hayek, y otros como Ronald Coase, James Bu -chanan, Milton Friedman, Douglass North, Armen Alchian, Wal -ter Eucken, Vernon Smith, Elinor Ostrom. Estos autores, aun consus diferencias y diversos campos de análisis, llevaron a un con -junto de escuelas a compartir su preocupación y énfasis en la

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importancia de las instituciones (Escuela Austriaca, Law & Eco -nomics, Public Choice, Economía de los derechos de propiedad)en el marco de lo que generalmente se llama Economía Institu-cional.

Este enfoque toma en cuenta el papel de las instituciones, en -tendiendo a estas como las normas y reglas que enmarcan lasacciones de los individuos en la sociedad. Esto difiere del usocoloquial de la palabra «institución», el que suele utilizarse paraseñalar alguna «organización», tal como una iglesia, un club, unaagencia gubernamental. La diferencia es que estas organizacio-nes son un conjunto de individuos reunidos para alcanzar algúnfin común a ellos, mientras que en el caso de las instituciones comonormas no es así, ya que estas no tienen un fin específico sinoel de permitir que individuos, con fines diferentes, puedan alcan-zar el mayor número de ellos con el menor grado de interferen-cia entre sí.

Tenemos dos caminos por medio de los cuales buscamos al -canzar esos fines, uno de ellos es el estado y la política, el otro esel mercado. En toda sociedad, al menos actualmente, nos encon-tramos con ambos en distinta proporción, y esta incluso cambiacon el trascurso del tiempo. Pero al margen de esas circunstan-cias, por cierto que alcanzaremos un mayor número de fines poruno u otro camino si es que existen marcos institucionales adecua-dos para su funcionamiento. En cuanto se refiere al poder esta-tal, siendo que es monopólico por naturaleza, un buen marco insti-tucional es el que delimita su acción a un campo preciso, evitandola discrecionalidad de las mayorías y los gobernantes para perse-guir fines que no son los que afectan o impiden a otros alcanzarlos suyos. Estos marcos hacen referencia a un conjunto de arre-glos institucionales como la división de poderes, la independen -cia de la justicia, la renovación de los mandatos, el funcionamientocompetitivo de la democracia, la libertad de expresión y de pren-sa, el respeto por los derechos de propiedad y los contratos, unamoneda sana, libertad para comerciar e invertir, entre otros.

La Calidad Institucional ha sido considerada como la causade ciertos efectos, tomados como positivos, tales como la calidadde vida o desarrollo humano, PIB per cápita, inversiones, inno-vación, encontrándose en todos los casos una relación positiva.

EL PAPEL DE LAS IDEAS EN LA CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES 15

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Pero que exista una relación entre dos variables no implica queexista causalidad. En un trabajo anterior (Krause, 2008), consi-deramos distintos caminos para verificar esa relación, entre loscuales se destacan las leyes económicas o praxeológicas dedu-cidas lógicamente, la evidencia histórica y la contrastación empí-rica. En el primero de los casos las leyes que explican los resul-tados positivos de intercambios voluntarios en el mercado y elrespeto al derecho de propiedad y los contratos que esto impli-ca son simples ejemplos, tales como las consecuencias negativasde la excesiva emisión monetaria, el endeudamiento o la planifi -cación económica. En el segundo la vigencia de los derechos in -dividuales y las limitaciones al gobierno tras la Carta Magna y laRevolución Gloriosa y la consiguiente Revolución Industrial yel progreso de Inglaterra; la conformación de los Estados Unidosy su avasallante crecimiento durante los siglos XIX y XX; el mar -co institucional de posguerra en Alemania Occidental y su compa-ración con los resultados de Alemania Oriental; lo mismo entreCorea del Sur y Corea del Norte, o entre Hong Kong y China; elgran cambio institucional ocurrido en Chile en dos etapas, unaeconómica bajo un gobierno dictatorial y otra cívico-política trasla restauración democrática; el gran auge de Argentina tras suunificación bajo una Constitución basada en los principios an -tes expuestos y su posterior decadencia al deteriorar su calidadinstitucional.1

Y en cuanto a la evidencia empírica, al margen de problemasmetodológicos que puedan plantearse, lo cierto es que puedenencontrarse estudios econométricos que parecen demostrar rela-ciones entre cualquier tipo de variables sin determinar estricta-mente relaciones de causalidad. Así, por ejemplo, Roll & Talbott(2003a) analizan los determinantes del ingreso bruto per cápitay concluyen que los derechos de propiedad tienen el mayorimpacto positivo, al tiempo que el volumen de la actividad infor-mal tiene el mayor impacto negativo. También contribuyen losniveles de regulación (-), de inflación (-), de libertades civiles (+),

MARTIN KRAUSE

1 Olson (1982), North & Thomas (1973), Scully (1988), North (1981, 1990), Jones(1981), Landes (1998), De Soto (2000, 2002), Rosenberg & Birdzell (1986), Hall (1985),Werner (1988), Rougier (2001), Bethell (1998).

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derechos políticos (+), libertad de prensa (+), gastos guberna-mentales (+) y barreras al comercio (-). Para verificar que estasvariables son causas y no efectos analizan la trayectoria del in -greso bruto antes y después de importantes liberalizaciones po -líticas o golpes dictatoriales durante la segunda mitad del sigloXX. En promedio, las liberalizaciones son seguidas de dramáti-cos incrementos en los ingresos mientras que los eventos anti-democráticos son seguidos de reducciones en el crecimiento. Laconclusión es que los países se pueden desarrollar más rápida-mente protegiendo derechos de propiedad, promoviendo la inde-pendencia de la justicia, atacando la corrupción, desmantelan-do las pesadas regulaciones, permitiendo la libertad de prensay protegiendo los derechos políticos y las libertades civiles. Con -clusiones similares obtienen Gwartney, Holcombe y Lawson(2004).2

Precisamente en este último campo y en el histórico es dondelas principales discusiones se llevan a cabo, siendo que la deduc-ción lógica es utilizada en forma recurrente pero negada formal-mente como una forma de desarrollo teórico.3

El presente trabajo, no obstante, busca considerar un tema ló -gicamente anterior. No ya explorar las consecuencias de las bue -nas instituciones sino sus causas. En particular, busca respondera la siguiente pregunta: ¿Si la calidad institucional es importan -te para el progreso de las sociedades, qué es lo que determina quealgunas las hayan logrado y otras no?

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2 El trabajo de 2008 cita también un gran número de trabajos que buscan unavalidación empírica de la relación entre distintas variables y la existencia de mayoresoportunidades de progreso para las personas, tales como actividad emprendedora,democracia, derechos civiles, corrupción, derechos de propiedad, estabilidad moneta -ria, barreras al comercio y libertad económica.

3 Es decir, ningún economista niega o cuestiona la ley de la demanda, ni buscaverificarla empíricamente para determinar su certeza, pero la mayoría negaría quefuera ese un método para desarrollar la teoría, por eso la discusión en este caso esme nor en cuanto a la causas del progreso, aunque no se dejan de expresar opinionesal respecto.

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IITEORÍAS SOBRE LAS CAUSAS

DE LA CALIDAD INSTITUCIONAL

Veremos ahora una serie de teorías que buscan explicar el papelque cumplen las instituciones, si alguno, y alternativamente, suorigen.

1. Geografía sin instituciones

Por ejemplo, Sachs (2003a y 2003b) cuestiona la relación entre ins -tituciones y progreso considerándolo un concepto vago con elque se pretende explicar el desarrollo económico por medio deuna sola variable, sin tener en cuenta otras como «las limitacio-nes de recursos, la geografía, la política económica, la geopolíti -ca y otros aspectos de la estructura social interna, como los pape-les del hombre y de la mujer y las desigualdades entre los gruposétnicos» (2003b). Sachs atribuye a la explicación «instituciona-lista» un cierto objetivo «ideológico» ya que con esto, según elautor, se explica al mayor progreso de Estados Unidos, Europay Japón en esas mismas instituciones, que cuando el cre cimientose produce en otras regiones se debe a eso y, finalmen te, que estolibera «mundo de los ricos» de responsabilidades financierasrespecto a los pobres, ya que la causa de su falta de progreso sedebe a sus propias falencias institucionales. Sachs afirma que lasinstituciones no explican todo y que, debido a ello, sería más sen -sato «intensificar la lucha contra el SIDA, la tuberculosis y el palu-dismo; tratar de solucionar el agotamiento de los nutrientes delsuelo; y construir más caminos para conectar poblaciones remo-tas a mercados regionales y puertos costeros» (2003b).

Curioso, ya que una supuesta visión «ideológica», con lo quecual se implica exenta de verificación empírica, es criticada conotra que no presenta tampoco esa verificación. Concluye Sachs(2003b): «En otras palabras, África subsahariana y otras regionesque hoy se afanan por mejorar el desarrollo económico necesitanmucho más que sermones sobre buen gobierno e institucionessólidas, factores que sin duda sirven para aumentar la eficacia de

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las demás medidas. Necesitan intervenciones directas, respalda -das por más asistencia de los donantes, para superar la enferme -dad, el aislamiento geográfico, la escasa productividad tecnológi -ca y las limitaciones de los recursos que los atrapan en la pobreza».

En 2003a, Sachs comenta distintos trabajos de sí mismo y otroscolegas en los que se demostraría que «los niveles de ingreso percápita, crecimiento económico y otras dimensiones económicasy demográficas están fuertemente correlacionadas con variablesclaves geográficas y ecológicas tales como, la zona climática, en -fermedades ecológicas y distancia a la costa». En uno de esos tra -bajos (Gallup, Sachs, and Mellinger, 1998), los autores presentanun modelo teórico que busca explicar que un «entorno físico des -ventajoso» puede conducir a la adopción de arreglos instituciona -les menos productivos.

Estos autores, entonces, plantean una hipótesis que es la querealmente nos interesa aquí. Si bien buscan explicar qué determinael desarrollo económico, su teoría presenta también una hi pótesisrespecto a qué determina la existencia de ciertas institu ciones.

La discusión con Acemoglu, Daron, Simon Johnson y JamesA. Robinson (2001), Easterly, William y Ross Levine (2002) yRodrik, Dani, Arvind Subramanian y Francesco Trebbi (2002), sebasa en un modelo según el cual el ingreso per cápita es una fun -ción de la calidad de las instituciones medida por un índice y unconjunto de otras variables que pueden incluir las geográficas,históricas o políticas.

In(Yi) = β0 + β1 QIi + β2’ Zi + εi

Yi es el ingreso per cápita, QI es la calidad institucional y Ziel conjunto de las otras variables. Los autores antes mencionados,verifican la hipótesis de que β2’ sea cero, es decir que no tenga nin -gún poder explicativo y lo comprueban, pero Sachs sostiene queno sería así si se toma a Zi como una variable de la transmisiónde la malaria, la que entonces explicaría el nivel de ingresos enciertos países cuyas condiciones geográficas favorecen la exten-sión de esta enfermedad. Para Sachs la calidad institucional mues -tra una «fuerte correlación positiva con el porcentaje de la pobla-ción que vive en zonas con ecologías de zonas templadas» (p. 8).

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2. Geografía con instituciones

Por otro lado, Acemoglu et al. (2001) desarrollaron una teoría simi-lar pero «institucional», para explicar las diferencias de progre-so en países que recibieron distinto tipo de colonizaciones. Estateoría se basa en tres premisas:

a) Hubo distinto tipo de colonizaciones que crearon diferentesconjuntos de instituciones. Por un lado, potencias europeasestablecieron estados «extractivos», tal el caso de la ocupaciónbelga del Congo. El principal objetivo era trasladar recursosa la potencia colonial y no se preocuparon de establecer de -rechos de propiedad o límites al poder. Por otro lado, muchoeuropeos emigraron y buscaron replicar esos derechos y lí -mites, tal los casos de Australia, Canadá, Estados Unidos oNueva Zelanda.

b) La estrategia de la colonización fue influenciada por la facili -dad para establecerse. En aquellos lugares donde el entornoecológico y de enfermedades no era favorable al establecimien -to de colonos predominó el modelo extractivo.

c) El estado colonial y sus instituciones predominaron luego dela independencia (p. 1370)

En base a estas premisas, los autores usan datos sobre la mor -talidad de soldados, religiosos y marineros como un indicadordel índice de mortalidad que enfrentaban los colonos. Relacio-nando esto con el PIB actual muestran que donde los europeosenfrentaban más altas tasas de mortalidad el nivel bajo, a diferen -cia de donde no.

Curiosamente, esta teoría también tiene un componente am -biental y relacionado a enfermedades, pero a diferencia de Sachs,no busca explicar el desarrollo económico, sino la existencia deciertas instituciones que luego permitieran el progreso.4

¿Cuál es la diferencia entre una y otra teoría? En el primer casola secuencia sería:

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4 La teoría del «determinismo geográfico» tiene una larga historia que se iniciacon los griegos y renace con Ibn Khaldun y Montesquieu.

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En el segundo:

Compatible con esta segunda teoría es la de Easterly & Levine(2002) quienes se preguntan si el desarrollo económico dependede ciertos factores geográficos como el clima templado en lugardel tropical, las condiciones ecológicas que generan enfermeda -des o un ambiente favorable al cultivo de granos y otras cosechascomercializables; o si lo hace solamente a través de ciertas insti-tuciones o políticas. Sus evidencias señalan que los trópicos, losgérmenes y las cosechas afectan el desarrollo pero solamente através de influir en el desarrollo de instituciones. Los autores com -paran el desempeño de Burundi en comparación con el de Cana-dá, donde si bien el primero cumple con las malas condiciones geo -gráficas mencionadas por la primer teoría (clima tropical proclivea enfermedades, lejanía de los principales mercados, sin accesoal mar) el distinto desempeño se debe al desarrollo de distintasinstituciones.

3. Conocimiento y coyuntura política

Contrastan esta hipótesis con la primera, y con una tercera, lla -mada «política», predominante en organismos internacionales,que hace hincapié en que las políticas e instituciones reflejan elconocimiento actual y las fuerzas políticas. Cambios, tanto sea enel conocimiento acerca de cuáles políticas son mejores para el de -sarrollo o cambios en los incentivos políticos pueden producir rá -pidos cambios en las instituciones y en las políticas económicas.

Según esta visión, la historia no juega un papel importante yuna herencia negativa puede revertirse rápidamente. Las varia-bles geográficas y ambientales no serían tan importantes para elprogreso actual.

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Condicionesgeográficas

Enfermedades Progreso

Condicionesgeográficas

Enfermedades Instituciones Progreso

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Esta tercera visión podría describirse de esta forma:

Un ejemplo de esta visión es Frankel & Romer (1999) quienesaceptan la importancia de la ubicación geográfica pero a travésde la apertura al comercio.

4. El tamaño de la jurisdicción

Una cuarta visión sobre el tema es la que relaciona el tamaño delpaís con la calidad institucional. Por ejemplo, Fors (2007), anali-za la hipótesis de si aquellos países insulares o pequeños presen-tan mejor calidad institucional y, por ende, mayores niveles deprogreso. En este caso, sería:

Según Fors, el número de estados pequeños se ha incremen-tado en las últimas décadas, lo que aumentó el interés de anali-zar el impacto del tamaño y la condición de insulares en el creci-miento económico. En general, se considera que países pequeñosse ven perjudicados por una fuerza laboral reducida, mercadoslimitados y un alto costo per cápita de los bienes públicos. Lospaíses insulares sufrirían las desventajas del aislamiento, la le -janía y los mejores costos de transporte. Por ello es que conclu-yen que estos factores impiden el crecimiento. Fors, no obstan-te, cita a (Armstrong and Read, 2003) quienes presentan evidenciaempírica en contrario y a (Easterly and Kraay, 2000), mostran-do incluso que tendrían un desempeño superior. Fors señala yaque los filósofos griegos, y más tarde Montesquieu y Rousseau,creían que la democracia solamente funcionaría bien en pobla-ciones pequeñas, pero analiza también el impacto en las insti-tuciones económicas y concluye que los países pequeños e insu-lares muestran mayor calidad institucional y una relación positiva

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Conocimientose incentivos políticos

Cambios eninstituciones políticas

Progreso

País insularo pequeño

Calidadinstitucional

Progreso

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con niveles de PIB per cápita, tomando datos de 1960 a 1995 y de2004.

No presenta una explicación sobre el fenómeno pero una deellas podría ser que países pequeños e insulares tendrían un altocosto si se aislaran detrás de barreras proteccionistas que lesimpedirían aprovechar los beneficios de la división internacio-nal del trabajo. Al ser más abiertos, estarían más sujetos a la com -petencia institucional motivada por la movilidad de factores yesto los llevaría a tener instituciones de calidad superior.

5. La maldición de los recursos naturales

Una quinta visión plantearía una relación entre recursos natu-rales, calidad institucional y progreso, aunque en este caso seríanegativa. Conocida como la «maldición de los recursos natura-les», sostiene que el descubrimiento de nuevos recursos naturalespuede llevar al deterioro institucional porque desata una rapiñapor esas rentas, lo cual impacta esa calidad y los niveles de pro -greso. Po dría plantearse de esta forma:

El incremento inesperado de recursos fiscales genera rentasfácilmente capturadas por los gobiernos, independizándolos delos «contribuyentes» y brindándoles recursos para sobornar a losgrupos de presión, evitando la necesidad de un pacto del tipo «im -puestos a cambio de instituciones representativas».

Mehlum et al. (2005) desarrollan un modelo para explicar queno necesariamente el descubrimiento de un recurso o un boomde commodities generan deterioro institucional. Según los auto-res existe una tensión entre las actividades de producción y for -mas especiales de búsqueda de rentas. Cuando las institucio -nes son sólidas y tienen buena calidad las actividades de lobbypue den ser complementarias de las actividades productivas, perocuan do no la búsqueda de rentas atrae el esfuerzo emprende -dor de políticos, funcionarios, empresarios y sindicalistas hacia

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Recursosnaturales

Destruccióninstitucional

Retroceso oestancamiento

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activida des improductivas, al mero reparto de la «torta» caídadel cielo. Cuanto mejor es la calidad institucional menor es larentabilidad de la búsqueda de rentas y mayor la de las activi-dades productivas, por lo que los emprendedores se ubican enlas últimas, y menos rentable y más difícil es buscar privilegiosy prebendas.

6. El origen legal

Una sexta visión es la conocida como «origen legal» de las insti-tuciones, resumida por algunos de sus autores originales en LaPorta et al. (2008), muy similar a la 2, pero sin la intermediaciónde cuestiones sanitarias. Repasan allí la evolución de esta teoríaque se originó en el estudio comparativo de distintas normas degobierno corporativo para la protección de inversores minorita -rios, la posibilidad de catalogar las diferentes normas en un cier-to número de países y las diferencias existentes vinculadas conel origen legal, básicamente basado en el sistema de derecho co -dificado continental o el sistema del «common law» inglés. Paísesen esta segunda tradición legal ofrecerían mayor protección y,por ello, generarían un mayor volumen de inversión y crecimien -to económico. Distintos autores luego extendieron la investiga-ción vinculando esos orígenes a cuestiones tales como la existen -cia de bancos estatales, regulaciones para el ingreso a mercados,regulaciones laborales, incidencia del servicio militar, propiedadestatal de medios de prensa e incluso el formalismo de los proce-sos judiciales y la independencia de la justicia. En todos los ca -sos, países que heredaron el sistema del common law presentaríanmenores trabas para el funcionamiento de los mercados, y mayoragilidad e independencia judicial.

Claro que explicar el marco de instituciones en ciertos paísesen relación a la herencia legal colonial parece tener mucho senti-do, pero no explica por qué las potencias coloniales llegaron a

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Sistema legaldel colonizador

Instituciones Progreso

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desarrollar sus propios sistemas institucionales. No obstante, LaPorta et al. (2008) señalan un camino que nos interesará exploraraquí:

«La Teoría del Origen Legal rastrea las diferentes estrategiasde Common Law o Ley Civil (codificada) en distintas ideas sobrela ley y su objetivo que Inglaterra y Francia desarrollaron hacesiglos. Estas ideas y estrategias fueron incorporadas en reglas lega-les específicas, y también en la organización del sistema legal,como también el capital humano y las creencias de sus partici-pantes» (p. 286).

Es decir, el origen de las instituciones está vinculado a las ideasque predominan en una sociedad en un determinado momento.Nos detendremos ahora a considerar esta hipótesis. Antes de ello,no obstante, resumamos lo considerado hasta el momento. Un cier -to número de teorías tratan de explicar el papel que cumplen lasinstituciones en el crecimiento económico de una sociedad, al -gunas de ellas lo niegan o le otorgan un papel secundario, otrasafirman su causalidad. Como asumimos aquí estas segundas,tratamos de avanzar un paso más y preguntarnos qué es lo quedetermina que ciertos países hayan desarrollado instituciones quepermiten el progreso y otros hayan desarrollado otras que lo res -tringen o impiden. Si bien es una relación causal anterior, en ladiscusión antes mencionada aparecen algunas hipótesis, sin bienno explícitas en todos los casos. Tal vez una visión que incorporetanto condiciones geográficas originales y luego también la evo -lución de valores e ideas sea la planteada por Diamond (1999),siendo en el primer caso tanto sea el clima que permitió el desarro-llo de la producción de alimentos como también la ubicación geo -gráfica que generó la proliferación de mayor número de grandesmamíferos que ayudaron a las poblaciones humanas tanto sea enel aspecto productivo como en el militar, pero luego una importan -te influencia de la evolución cultural y el desarrollo de mitos ycreencias que cohesionaron, o no, a grupos humanos detrás de cier -tos líderes en primer lugar, y estados organizados más adelante.

Así, en el caso de Sachs et al., e incluso de Acemoglu et al., eEasterly & Levine, tal vez también las que consideran los re -cursos naturales o el tamaño de los países, son las condicionesgeográfico-ambientales las que cumplen un papel determinante

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(visiones 1, 2, 4 y 5). Mientras que por otro lado, las que asignanun papel a los conocimientos e incentivos políticos y el origenlegal (visiones 3 y 6) asignan aunque sea en parte, un papel a lasideas.

a) El papel de las ideas

Los más destacados economistas del siglo XX han señalado laimportancia de las ideas para explicar las políticas aplicadas yla evolución de las sociedades. Famosa es la cita de John MaynardKeynes en las Notas Finales de su obra Teoría General:

«…las ideas de los economistas y filósofos políticos, tanto cuan -do son correctas como erróneas, tienen más poder de lo que co -múnmente se entiende. De hecho, el mundo está dominado porellas. Los hombres prácticos, que se creen exentos de cualquierinfluencia intelectual, son usualmente esclavos de algún econo-mista difunto. Locos con autoridad, que escuchan voces en el aire,destilan su histeria de algún escritorzuelo académico de uno añosantes. Estoy seguro que el poder de los intereses creados es vas -tamente exagerado cuando se lo compara con el gradual avancede las ideas. No, por cierto, en forma inmediata, pero luego deun cierto intervalo; porque en el campo de la economía y la filo-sofía política no hay muchos que sean influenciados por nuevasteorías luego de sus veinticinco o treinta años de edad, por lo quelas ideas que los funcionarios públicos y políticos, y aun los acti-vistas aplican a los eventos actuales no es probable que sean lasúltimas. Pero, tarde o temprano, son las ideas, y no los interesescreados las que son peligrosas para bien o para mal» (Keynes, 1936,p. 383).

Ludwig von Mises (1949) dedica todo un capítulo de su obraLa acción humana (cap. X) con el título «El Papel de las Ideas»,en el cual afirma que la sociedad es producto de la acción huma-na guiada por ideologías, entendiendo a estas como la totalidadde las doctrinas relacionadas con la conducta individual y las rela-ciones sociales más doctrinas sobre el «deber ser», sobre los finesque el hombre debería perseguir. Es decir, el conjunto de teoríascientíficas respecto a los medios más una valoración respecto a

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los fines de la acción humana. Cualquier situación social es, paraMises, el resultado de ideologías desarrolladas previamente, queemergen y pueden reemplazar a otras existentes anteriormentey así transformar el sistema social, por lo que la sociedad es siem -pre la creación de «ideologías» temporal y lógicamente anterio-res. La acción es siempre dirigida por ideas.

En el mismo año que Mises publicaba su obra magna, F.A. Ha -yek publicaba su artículo sobre los intelectuales y el socialismo(Hayek, 1949), que comienza así: «En todos los países democrá -ticos, en los Estados Unidos aún más que en otros, prevalece unafuerte creencia de que la influencia de los intelectuales en la po -lítica es insignificante. Esto es en verdad cierto respecto al poderde los intelectuales para que sus opiniones particulares del mo -mento influencien las decisiones, de la medida en la cual puedeninfluir el voto popular en cuestiones sobre las que difieren de lasvisiones actuales de las masas. Sin embargo, en períodos más lar -gos probablemente nunca han ejercido una influencia tan gran-de como la que tienen hoy en esos países. Este poder lo ejercenmoldeando la opinión pública» (p. 417).

Hayek define con la palabra «intelectuales» no ya a los auto-res originales de ciertas ideas sino aquellos que las reproducen,entre los cuales menciona a periodistas, maestros, ministros reli-giosos, publicistas, locutores de radio, escritores de ficción, dehumor y todo tipo de artistas. En otros trabajos (Hayek, 1933 y1954), describió el proceso de difusión de las ideas desde esosautores originales, pasando por los intelectuales hasta llegar alas grandes masas como gotas que caen en un estanque y gene-ran círculos cada vez más amplios.

Finalmente, Milton & Rose Friedman (1989) presentan su ver -sión de esta misma teoría en las siguientes palabras:

«…un cambio importante en la política social y económica estáprecedido por un cambio en el clima de la opinión intelectual, ge -nerado, al menos en parte, por circunstancias sociales, políticasy económicas contemporáneas. Este cambio puede comenzar enun país pero, si es duradero, termina por difundirse en todo elmundo. Al principio tendrá poco efecto en la política social y eco -nómica. Después de un intervalo, a veces de décadas, una corrien-te intelectual «tomada en su punto culminante» se extenderá al

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principio gradualmente, luego con más rapidez, al público en ge -neral y a través de la presión pública sobre el gobierno afectarálas medidas económicas, sociales y políticas. A medida que la co -rriente de acontecimientos alcanza su punto culminante, la co -rriente intelectual comienza a disminuir, compensada por lo queA.V. Dicey denomina las contracorrientes de opinión, que repre-sentan generalmente una reacción a las consecuencias prácticasatribuidas a la corriente intelectual anterior. Las promesas tien-den a ser utópicas. Nunca se cumplen, y por lo tanto desilusio-nan. Los protagonistas iniciales de la corriente de pensamientodesaparecen y la calidad intelectual de sus seguidores y partida -rios disminuye en forma inevitable. Hacen falta independenciay coraje intelectuales para iniciar una contracorriente que domi-ne la opinión, y también, aunque en menor medida, para unirsea la causa. Los jóvenes emprendedores, independientes y valien-tes buscan nuevos territorios para conquistar y ello requiere ex -plorar lo nuevo y lo no probado. Las contracorrientes que juntansus fuerzas ponen en movimiento la próxima marejada, y el pro -ceso se repite».5

Desde otra perspectiva, es conocida la visión marxista de An -tonio Gramsci sobre la conquista del poder cultural como etapaprevia a la del poder político mediante la acción concertada de losintelectuales llamados «orgánicos» infiltrados en todos los mediosde comunicación, expresión y universitarios.

Asimismo, la conocida tesis de Max Weber (1920) referida alimpacto de la religión en el crecimiento económico señalando que

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5 Más recientemente, el profesor de Harvard, Dani Rodrik, sostiene que el análi-sis que simplemente refiere la causa de toda acción pública a una cuestión de incen-tivos económicos deja de lado el poderoso papel que cumplen las ideas: «Las ideasdan forma a los intereses, en un proceso que opera por tres vías. En primer lugar,determinan la autopercepción de las elites políticas y los objetivos que persiguen.En segundo lugar, las ideas determinan las creencias de los actores políticos respec-to del funcionamiento del mundo. Si los grupos de poder empresariales creen queel estímulo fiscal solamente produce inflación, presionarán a favor de ciertas políti -cas; si creen que genera aumento de la demanda agregada, presionarán por otras. Elgobierno fijará un impuesto menor si cree que es fácil evadirlo y uno mayor si pien-sa que es difícil. Las ideas determinan las estrategias que los actores políticos creentener a su disposición». (Rodrik, Dani; «La tiranía de la economía política», ProjectSyndicate, La Nación, 17/2/13.

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el espíritu del capitalismo moderno es caracterizado por la éticadel trabajo reflejada principalmente por el protestantismo y, enparticular, el calvinismo, podemos considerarla como una tesisque enfatiza el papel de las ideas, si bien restringida a valoresprovistos por la religión.

Aunque los autores de la Teoría del Origen Legal destacan elpapel de las ideas, este es asignado a un período de formaciónde los sistemas legales, a partir de los cuales estos cumplen el roldeterminante en la conformación de los marcos institucionales.Es más, La Porta et al (2008) discuten otras interpretaciones queexploran el papel que cumple la cultura, la política y la historia,y si bien no rechazan el impacto que estas puedan tener su análi-sis se centra más bien en el origen de las normas que hacen alderecho societario y financiero, que tiene un gran impacto en elcrecimiento económico. Los que enfatizan el papel de la cultu-ra han considerado principalmente el papel de la religión, sobretodo teniendo en cuenta sus reservaciones respecto al interés yla actividad comercial en general, como determinante de los sis -temas legales. En cuanto a los que enfatizan la política, mencio-nan alianzas políticas originadas en crisis, económicas o milita-res, particularmente en Europa continental que llevaron a sistemascorporativos más cerrados para proteger sus activos, ofreciendoseguridad social y leyes laborales para los trabajadores, confor-mando así sistemas sociales más extensos que en países como Es -tados Unidos o el Reino Unido. Finalmente, aquellos que señalanla importancia de eventos históricos enfatizan que países con sis -temas legales de common law tenían peor protección a los ac cio -nistas minoritarios a comienzos del siglo XX que otros como Fran -cia, ejemplo claro de la tradición del Derecho Civil codifica do,pero pudieron conseguirla en ese período por contar con sis te -mas democráticos más abiertos y también porque no sufrierongran destrucción física durante la Segunda Guerra Mundial, loque radicalizó la política en los países así afectados, llevándolosa sistemas con mayor grado de regulaciones anti-capital.

El hecho, entonces, que países de common law hayan avanza-do mucho y superado a los de tradición continental en materiade legislación comercial y financiera sugiere un papel tanto seapara la cultura como para la política no ya solamente en el origen

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del sistema legal, sino en un período más cercano, lo cual nosaproxima a nuestro intento de analizar los valores e ideas quepredominan en distintas sociedades actualmente, planteando lahipótesis que el predominio de algunos determina la existenciade instituciones más o menos favorables al progreso.

b) Valores, Ideas e instituciones

Buscaremos, entonces, analizar la relación que pueda existir en -tre el predominio de ciertos valores, ideas y la existencia de cier-tas instituciones. La tarea, sin embargo, es muy difícil ya que,¿qué significa que ciertas ideas predominan en una sociedad?¿Debemos tratar de analizar las ideas y valores que predominanen toda la población o solamente en las élites? Este es uno de lostantos dilemas que se presentan y no es menor. Converse (2006)en un trabajo seminal en la materia señala, precisamente, que lossistemas de convicciones nunca han se han rendido fácilmenteal estudio empírico y la cuantificación y han llevado a decir quelo que es importante para estudiar no es medible y lo que es medi-ble no es importante para investigar. La tesis de este autor es queexisten claras diferencias en la naturaleza de los sistemas deconvicciones entre las elites políticas y las masas. En forma simi-lar a la planteada por Rose y Milton Friedman sugiere una des -cripción basada en una pirámide que se extiende desde un vérti-ce pequeño hasta una base amplia, con distintos niveles basadosen el nivel de conocimientos.

¿Qué deberíamos considerar entonces, las convicciones delas elites o las de las masas? En el primero de los casos el siste-ma de convicciones es más coherente, en el sentido de que podría -mos más fácilmente predecir que si un individuo de la elite tieneuna cierta convicción, seguramente tendrá otras que normalmen -te forman un conjunto funcional, mientras que esta coherenciase va debilitando a medida que se baja de la pirámide. Conver-se (p. 8), menciona este ejemplo: si un legislador se destaca porsu insistencia en reducir impuestos y tener un presupuesto ba -lanceado, se puede predecir con cierto grado de éxito que tam -bién se opondrá a cierto aumento del gasto público. En el caso del

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votante común, sin embargo, esto es mucho menos probable. Esmás, sería de esperar que apoyara tanto una reducción de impues-tos como un aumento del gasto social al mismo tiempo. En suinvestigación toma en cuentas las opiniones sobre «gasto/ahorro»como indicativas de una visión más amplia «liberal/conservado -ra» («liberal» en el sentido usado en Estados Unidos, más cerca-no a socialdemócrata) y sugiere que un 17% formaría parte delestrato I, con una clara comprensión de la diferencia que captu-ra casi toda su extensión, 37% en los estratos IV y V con un con -cepto totalmente vago, y un 46% que se divide en dos estratos,el III que presenta mucha incertidumbre y conjeturas en relacióna los términos y el II, el que define bien los términos pero en unsentido muy estrecho.

IIIGEERT HOFSTEDE

A este problema se le suma la falta de fuentes de datos que permi -tan un análisis comparativo en cualquiera de esos estratos. Tome-mos el caso de las investigaciones realizadas por Geert Hofstede,un sicólogo social pionero en la realización de estudios culturalescomparativos. En base a los datos de una investigación realiza-da originalmente por IBM para entender las diferencias cultura -les entre los agentes de la empresa en distintos países desarrollóluego un extenso trabajo comparativo que, si bien se basa princi -palmente en el análisis de los valores de personas como miem-bros de organizaciones, establece diferencias a nivel nacional. Esdecir, el trabajo evalúa las diferencias entre un país y otros, noentre una organización y otras dentro de un mismo país.

El universo de las consultas realizadas no se corresponde conlas elites que menciona Converse, quien considera principalmen -te a las elites políticas, pero nos dará una primera vista de las ideasy valores que predominan en algunos estratos medios.

En un primer momento desarrolló cuatro categorías:

1. Distancia en el poder: se refiere a la aceptación de las jerarquíaspor parte de aquellos que están abajo, no en la cúspide de ellas.

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Podríamos interpretarlo como en qué medida se aceptan lasopiniones de superiores jerárquicos sin mayor cuestionamien -to o en qué medida se siente confianza para diferir con el su -perior.

2. Evitar la incertidumbre: es la tolerancia por la incertidumbrey la ambigüedad. Las culturas que buscan minimizar estassituaciones tienen leyes y normas estrictas y la creencia en unaverdad absoluta a nivel filosófico y religioso. Los opuestosaceptan la incertidumbre, son más tolerantes de opiniones di -ferentes, tratan de tener la menor cantidad de reglas posibles,pero cumplirlas.

3. Individualismo: se refiere a cuánto están los individuos inte-grados en grupos. Por un lado hay sociedades donde se espe-ra que los individuos se arreglen por sí mismos y con sus fa -milias, mientras que otros se encuentran integrados en gruposmuy fuertes y cohesivos, que los protege a cambio de su leal-tad.

4. Masculinidad: los valores masculinos parecen diferir entre so -ciedades más de lo que difieren los femeninos. Los primerosson aquellos que enfatizan una conducta decisoria y compe-titiva mientras que los valores femeninos enfatizan la modes-tia y la bondad. En los países «femeninos» las mujeres y loshombres comparten esos valores de modestia y bondad, mien-tras que en los «masculinos» hay más diferencia porque loshombres son más decisorios y competitivos.

Luego se agregaron otras dos categorías:

5. Orientación hacia el largo plazo: Las sociedades orientadasal largo plazo fomenta virtudes pragmáticas como el ahorro,la persistencia, y la adaptación a circunstancias cambiantes.Las orientadas al corto plazo, en cambio, hacia virtudes relacio -nadas con el presente y el pasado como el orgullo nacional, res -peto por la tradición y cumplir ciertas obligaciones sociales.

6. Indulgencia versus contención: en ciertas sociedades se permi-te la libre gratificación de ciertos impulsos relacionados conel disfrute de la vida y el entretenimiento y las otras las supri-men y regulan con normas sociales muy estrictas.

MARTIN KRAUSE32

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Antes de intentar trazar una relación entre estas categorías ydistintos niveles de calidad institucional, veamos qué países seencuentren entre unos y otros tipos (Hofstede et al., 2010).

Distancia al poder: parece bastante evidente que aquellos paí -ses que son más abiertos a diferir con los que están en posicionesjerárquicas muestran mejor calidad institucional; los otros másrelacionados con regímenes autoritarios o dirigidos por líderescarismáticos populistas que se apoderan la de cúspide de una je -rarquía que luego no se cuestiona:

Evitar la incertidumbre: en este caso los países con mayor cali-dad institucional son aquellos que aceptan la incertidumbre, bus -can reducirla con su iniciativa individual a diferencia de los otrosque lo hacen a través de normas y reglamentaciones. No extraña

EL PAPEL DE LAS IDEAS EN LA CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES 33

6 Se refiere a las posiciones que ocupan los países en el Índice de Calidad Institu -cional, disponible en: http://www.libertadyprogresonline.org/category/calidadinstitucional/indicedecalidadinstitucional/

Distancia Posición Distancia PosiciónPaís al poder ICI6 País al poder ICI

Austria 11 16 Croacia 73 78Israel 13 38 Singapur 74 23Dinamarca 18 2 África Occidental 77 —Nueva Zelanda 22 4 India 77 98Suiza (alemana) 26 3 Ecuador 78 151Irlanda 28 12 Indonesia 78 105Noruega 31 8 Países árabes 80 —Suecia 31 5 Bangladesh 80 143Finlandia 33 1 China 80 122Suiza 34 3 México 81 88Costa Rica 35 46 Venezuela 81 182Alemania 35 13 Surinam 85 113Gran Bretaña 35 9 Serbia 86 95Australia 36 6 Rumanía 90 65Holanda 38 10 Rusia 93 140Canadá 39 7 Filipinas 94 99Estonia 40 20 Guatemala 95 108Luxemburgo 40 14 Panamá 95 55Estados Unidos 40 11 Malasia 104 57Lituania 42 30 Eslovaquia 104 40

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encontrar aquí a los países con mejores calificaciones en el subín-dice de calidad de las instituciones económicas. En el otro extre-mo se encuentran muchas sociedades latinas y conservadoras, conmenor apego al riesgo:

Individualismo: Veamos ahora esta categoría:

MARTIN KRAUSE34

Evitar Evitarla incerti- Posición la incerti- Posición

País dumbre ICI País dumbre ICI

Singapur 8 23 Francia 86 25Jamaica 13 76 Panamá 86 55Dinamarca 23 2 España 86 28Hong Kong 29 15 Perú 87 64Suecia 29 5 Eslovenia 88 44China 30 122 Rumania 90 65Vietnam 30 138 Japón 92 19Gran Bretaña 35 9 Serbia 92 95Irlanda 35 12 Surinam 92 113Malaysia 36 57 Bélgica (francesa) 93 —India 40 98 Polonia 93 39Filipinas 44 99 Bélgica 94 17Estados Unidos 46 11 El Salvador 94 94Canadá 48 7 Rusia 95 140Indonesia 48 105 Malta 96 36Nueva Zelanda 49 4 Bélgica (holandesa) 97 —Sudáfrica (blanca) 49 60 Uruguay 100 41Noruega 50 8 Guatemala 101 108Australia 51 6 Portugal 104 31Eslovaquia 51 40 Grecia 112 84

Indivi- Posición Indivi- PosiciónPaís dualismo ICI País dualismo ICI

Guatemala 6 108 Suiza 68 3Ecuador 8 151 Noruega 69 8Panamá 11 55 Suiza alemana 69 —Venezuela 12 182 Irlanda 70 12Colombia 13 83 Letonia 70 42Indonesia 14 105 Francia 71 25Paquistán 14 154 Suecia 71 5

…/…

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Los países con mayor calidad institucional son los que tienenun índice mayor de individualismo, tal el caso de los que apare-cen en la columna de la derecha. Veamos lo que el informe dicerespecto a los Estados Unidos, por ejemplo: «Los Estados Unidos,con un índice de 91 en esta dimensión, es una sociedad altamen -te individualista. Esto se traduce en una sociedad poco estructu -ra da en la que la expectativa es que la gente se preocupe de símismos y sus familias. También hay un alto grado de movilidadgeográfica y la mayoría de los estadounidenses están acostum-brados a hacer negocios, o interactuar, con extraños. Por lo tanto,no son tímidos para acercarse a sus posibles contrapartes paraobtener o buscar información. En el mundo de los negocios, seespera que los empleados tengan confianza en sí mismos y mues-tren iniciativa. También, dentro del mundo laboral basado en in -tercambios, las decisiones de contratación y promoción se basanen el mérito o la evidencia sobre lo que realizado o lo que puederealizarse».7

En el otro extremo, respecto de Guatemala: «Con un índice de6, Guatemala tiene el menor en términos de individualismo, esla cultura más colectivista del mundo. Como los guatemaltecosson un pueblo muy colectivista, pertenecer a un grupo inclusivo

EL PAPEL DE LAS IDEAS EN LA CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES 35

7 http://geert-hofstede.com/united-states.html

Indivi- Posición Indivi- PosiciónPaís dualismo ICI País dualismo ICI

Costa Rica 15 46 Bélgica (francesa) 72 —Perú 16 64 Canadá francés 73 —Trinidad y Tobago 16 71 Dinamarca 74 2Taiwán 17 21 Bélgica 75 17Corea del Sur 18 29 Italia 76 59El Salvador 19 94 Bélgica (holandesa) 78 —África Occidental 20 — Nueva Zelanda 79 4Bangladesh 20 143 Canadá 80 7China 20 122 Hungría 80 47Singapur 20 23 Holanda 80 10Tailandia 20 80 Gran Bretaña 89 9Vietnam 20 138 Australia 90 6Chile 23 22 Estados Unidos 91 11

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y alinearse con la opinión de ese grupo es muy importante.Com binado con altos índices de Distancia al Poder, esto signifi -ca que los grupos tienen fuertes identidades. La comunicaciónes indirecta y la armonía del grupo tiene que mantenerse, se evi -tan los conflictos abiertos. La relación tiene una base moral yesto es siempre tiene prioridad sobre el cumplimiento de las ta -reas. Debe in vertirse tiempo inicialmente para establecer unarelación de con fianza. A menudo se encuentra nepotismo. La re -troalimentación es siempre indirecta, también en el ámbito de losnegocios».8

Masculinidad: Esta variable presenta una compleja relacióncon la calidad institucional. Por un lado se encuentran países comoSuecia, Noruega, Dinamarca e incluso Costa Rica y Chile, todosellos en destacadas posiciones en el ICI, pero entre los opuestostambién encontramos a Estados Unidos, Gran Bretaña, Alema-nia y Suiza. ¿Qué significa esto? Veamos lo que los autores dicenrespecto a algunos de estos países. En relación a Suecia, el paíscon menores diferencias entre uno y otro sexo (aclaremos que sondiferencias de valores no de trato): «un índice bajo (femenino)en esta dimensión significa que los valores dominantes en la so -ciedad son la bondad hacia otros y la calidad de vida. Una socie-dad femenina es una donde la calidad de vida es signo de éxitoy destacarse de los demás no es admirable».9

Respecto a Eslovaquia, en la posición más «masculina», dice:«Con 100, Eslovaquia es una sociedad masculina —muy orien-tada y motivada por el éxito. Es importante ser considerado exi -toso y alcanzar sus objetivos. Los símbolos de estatus como autos,imponentes casas, ropas, etc., juegan un papel importante. La gen -te trabaja duro para lograr un alto nivel de vida y poder «mostrarsus logros». Se necesitan largas horas de trabajo y dedicación paralograr esto».10

No parece haber tampoco una evidente relación entre mas -culinidad/feminidad y la calidad de las instituciones políticas oeconómicas.

MARTIN KRAUSE

8 http://geert-hofstede.com/guatemala.html 9 http://geert-hofstede.com/sweden.html

10 http://geert-hofstede.com/slovakia.html

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Orientación al largo plazo: En este caso la relación tampocoresulta clara. En general los países con poca orientación a largoplazo son países de baja calidad institucional, tal vez porque loslleva a preferir políticas que puedan prometer beneficios en elcorto plazo aunque esto termine debilitando las institucionesen el largo plazo. Pero entre los que tienen esta orientación enforma destacada los hay también de baja calidad institucional,predominando países asiáticos y de Europa oriental.

EL PAPEL DE LAS IDEAS EN LA CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES 37

Mascu- Posición Mascu- PosiciónPaís linidad ICI País linidad ICI

Suecia 5 5 Estados Unidos 62 11Noruega 8 8 Ecuador 63 151Letonia 9 42 Colombia 64 83Holanda 14 10 Filipinas 64 99Dinamarca 16 2 Polonia 64 39Lituania 19 30 China 66 122Eslovenia 19 44 Alemania 66 13Costa Rica 21 46 Gran Bretaña 66 9Finlandia 26 1 Irlanda 68 12Chile 28 22 Jamaica 68 76Estonia 30 20 México 69 88Portugal 31 31 Italia 70 59Tailandia 34 80 Suiza 70 3Rusia 36 140 Suiza (Alemana) 72 —Guatemala 37 108 Venezuela 73 182Surinam 37 113 Austria 79 16Uruguay 38 41 Sudáfrica (blanca) 83 —Corea del Sur 39 29 Hungría 88 47Bulgaria 40 61 Japón 95 19Croacia 40 78 Eslovaquia 110 40

Orientación Orientacióna largo Posición a largo Posición

País plazo ICI País plazo ICI

Puerto Rico 0 32 Bulgaria 69 61Ghana 4 72 Bosnia 70 104Egipto 7 133 Rep. Checa 70 35África Occidental 9 Moldavia 71 102Trinidad y Tobago 13 71 Singapur 72 23

…/…

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Indulgencia versus contención: no hay análisis por países deesta variable. En este caso, los países donde predomina la conten-ción presentarían menor calidad institucional (a la izquierda),mientras que aquellos que dan importancia a la búsqueda de lafelicidad muestran mejores posiciones en el ICI. Hofstede11 consi-dera que esta variable se relaciona con la capacidad de poder deci-dir sobre su propia vida y también la de poder expresar sus pen -samientos. En aquellos países donde predomina la contención noparece importante la libertad de prensa, por ejemplo, uno de loscomponentes básicos de la calidad institucional.

MARTIN KRAUSE

11 http://www.youtube.com/watch?v=PVbkjobD8ao&lr=1&feature=mhsn

38

Orientación Orientacióna largo Posición a largo Posición

País plazo ICI País plazo ICI

Nigeria 13 153 Suiza 74 3Colombia 13 83 Montenegro 75 58Rep. Dominicana 13 106 Eslovaquia 77 40Irán 14 163 Alemania (Este) 78 —Marruecos 14 107 Bielorrusia 81 148Zimbabue 15 186 Rusia 81 140Venezuela 16 182 Lituania 82 30Jordan 16 75 Bélgica 82 17Ruanda 18 92 Estonia 82 20El Salvador 20 94 Alemania 83 13Mali 20 119 Ucrania 86 147Argentina 20 127 China 87 122Australia 21 6 Japón 88 19Países árabes 23 Taiwán 93 21Uganda 24 115 Corea del Sur 100 29

Indulgencia Indulgenciaversus Posición versus Posición

País contención ICI País contención ICI

Paquistán 0 154 Islandia 67 18Egipto 4 133 Chile 68 22Letonia 13 42 Estados Unidos 68 11

…/…

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En definitiva, los valores que parecen sustentar una mejor ca -lidad institucional serían:

1. Menor respeto por las posiciones jerárquicas y aceptación dela posibilidad de diferir

2. Mayor tolerancia por la incertidumbre3. Mayor énfasis en la responsabilidad individual sobre el desti-

no en la vida4. Un cierto grado de preferencia por una buena calidad de vida

y solidaridad5. Una mayor preferencia por el largo plazo6. Mayor preferencia la búsqueda de la felicidad, decidir sobre

su propia vida y expresar sus sentimientos

Tal vez no debería llamarnos la atención. Varios de estos valo-res tienen una vinculación directa con componentes de la calidadinstitucional, como la libertad de expresión y de prensa, la inicia-tiva empresarial, la estabilidad de las normas jurídicas, la parti-cipación como ciudadanos y la rendición de cuentas por parte delos gobiernos.

EL PAPEL DE LAS IDEAS EN LA CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES 39

Indulgencia Indulgenciaversus Posición versus Posición

País contención ICI País contención ICI

Ucrania 14 147 Canadá 68 7Albania 15 90 Holanda 68 10Bielorrusia 15 148 Gran Bretaña 69 9Lituania 16 30 Dinamarca 70 2Bulgaria 16 61 Chipre 70 26Estonia 16 20 Australia 71 6Iraq 17 180 Ghana 72 72Hong Kong 17 15 Nueva Zelanda 75 4Burkina Faso 18 124 Suecia 78 5Moldavia 19 102 África Occidental 78 —Bangladesh 20 143 Trinidad y Tobago 80 71Montenegro 20 58 Colombia 83 83Rumania 20 65 Nigeria 84 153Rusia 20 140 El Salvador 89 94Azerbaiyán 22 128 Puerto Rico 90 32China 24 122 México 97 88Marruecos 25 107 Venezuela 100 182

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IVWORLD VALUES SURVEY

Otra fuente de análisis en la materia es el World Values Survey,12

que se describe como «una red global de científicos sociales queestudian los valores cambiantes y su impacto en la vida social ypolítica. El WVS, en colaboración con el EVS (European ValuesStudy) llevó a cabo informes nacionales representativos en 97 so -ciedades que contienen casi el 90 por ciento de la población delplaneta. Estos informes muestran continuos cambios en lo quela gente quiere de la vida y en lo que creen. Para monitorear esoscambios EVS/WVS ha realizado cuatro olas de informes, desde1981 a 2007».

Tomaremos algunos de los puntos considerados en el informe,aquellos que entendemos tienen una vinculación más directa conel desarrollo de instituciones políticas y de mercado, analizaremosel desempeño de los países que más presentan esas característi-cas, los que menos, y la situación de los países latinoamericanos.Por una cuestión de espacio no mostraremos la distribución com -pleta de respuestas para cada país que puede encontrarse en lafuente original. Lo datos fueron tomados en los distintos paísesen los años 2005 a 2007.

1. Libertad y control sobre sus vidas

La primera es más bien una pregunta descriptiva respecto al gra -do de libre elección y el grado de control sobre su propia vidaque tiene la gente. «Algunas personas sienten que tienen com -pleta libertad de elección sobre sus vidas, mientras que otrassienten que lo que hacen no tiene un efecto real sobre lo que lessucede. Utilice esta escala, donde 1 significa “nada en absoluto”y 10 significa “mucho” para indicar cuanta libertad de eleccióny control siente que posee sobre la forma en que su vida se de -sarrolla»:

MARTIN KRAUSE

12 http://www.worldvaluessurvey.org/

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Los países que se encuentran en las primeras posiciones delICI presentan estos porcentajes en las posiciones a los extremos«Nada en absoluto» y «Mucho»: Finlandia (0,6 y 9,1), NuevaZelanda (0,8 y 23,3), Suiza (0,0 y 18,0), Suecia (0,5 y 16,0), Aus -tralia (1,3 y 20,8), Canadá (0,7 y 16,9), Noruega (0,3 y 12,1), Rei -no Unido (1, 3 y 14,1), Holanda (1,1 y 4,5), Estados Unidos (0,8y 16,8).

Los países latinoamericanos y caribeños presentan estos por -centajes: Chile (1,0 y 22,2), Uruguay (1,8 y 28,0), Perú (1,7 y 21,3),Trinidad y Tobago (2,1 y 35,7), Colombia (2,4 y 33,4), México(2,8 y 42,0), Brasil (1,8 y 31,5), Guatemala (3,3 y 16,2), Argenti-na (1,7 y 32,5).

Los países con mayor calidad institucional se encuentran alre-dedor y por debajo del promedio en ambos extremos, pero los paí -ses latinoamericanos y caribeños claramente por encima en lasegunda. ¿Cómo ha de interpretarse esto? Los indicadores de li -bertad política y económica los ubican por debajo de los primeros.

a) Responsabilidad individual o del gobierno

La pregunta es: «¿Cómo ubicaría su visión en esta escala?» 1 sig -nifica que está por completo de acuerdo con la frase «la gente tie -ne que tomar más responsabilidades para proveerse a sí mismos»,versus 10 que significa que acuerda por completo que «el gobier-no debe tomar más responsabilidad para asegurar que cada unoesté provisto»:

EL PAPEL DE LAS IDEAS EN LA CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES 41

Escala Promedio total

Nada en absoluto 3,1%2 1,7%3 3,8%4 4,4%5 12,2%6 12,3%7 15,3%8 18,5%9 11,0%

Mucho 17,8%

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En este caso presentaremos los porcentajes para algunos paísespara las dos posiciones límites. En cuanto a los países con mayorcalidad institucional: Finlandia (3,8 y 5,0), Nueva Zelanda (6,5y 13,1), Suiza (4,7 y 9,9), Suecia (2,6 y 7,8), Australia (10,1 y 10,1),Canadá (6,3 y 7,7), Noruega (6,5 y 2,7), Reino Unido (9,3 y 9,9),Holanda (8,8 y 4,8), Estados Unidos (8,8 y 12,8).

En cuanto a los países latinoamericanos y caribeños presen-tan estos porcentajes: Chile (17,2 y 9,0), Uruguay (16,7 y 7,8), Perú(14,9 y 19,4), Trinidad y Tobago (25,0 y 20,1), Colombia (30,8 y14,7), México (27,1 y 19,0), Brasil (27,0 y 8,7), Guatemala (20,1 y15,7), Argentina (27,2 y 17,2).

Dos conclusiones a primera vista pueden obtenerse en este caso.Los países con mayor calidad institucional presentan una distribu -ción mucho más centrada en las posiciones del medio, en primerlugar, y luego, en general, con un porcentaje algo mayor para losque sostienen que la gente tiene que tener más responsabilidaden relación a los que sostienen que debería el gobierno tener la.

En el caso latinoamericano y caribeño los porcentajes en losextremos son muy superiores lo que señala una clara falta de con -senso sobre el tema y la preferencia por la responsabilidad del go -bierno es mayor en casi todos los casos.

b) La competencia es buena o mala

Las siguientes son respuestas a estas opciones: 10 significa que seestá en completo acuerdo con la frase «La competencia es buena,

MARTIN KRAUSE42

Escala Promedio total

El gobierno debe tener más responsabilidad 20,3%2 8,6%3 9,1%4 9,0%5 14,3%6 8,3%7 8,6%8 8,6%9 4,9%

La gente debe tener más responsabilidad 8,2%

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estimula a la gente a trabajar duro y desarrollar nuevas ideas», ver -sus 1 para «La competencia es dañina. Saca lo peor de la gente».

También en este caso presentaremos los porcentajes para algu-nos países para las dos posiciones límites. En cuanto a los paísescon mayor calidad institucional: Finlandia (7,3 y 0,8), Nueva Ze -landa (23,2 y 2,6), Suiza (13,0 y 1,6), Suecia (16,6 y 0,8), Australia(18,8 y 2,2), Canadá (15,0 y 1,3), Noruega (13,2 y 0,6), Reino Uni -do (15,5 y 3,6), Holanda (4,7 y 2,8), Estados Unidos (21,3 y 1,0).

En cuanto a los países latinoamericanos y caribeños presen-tan estos porcentajes: Chile (15,3 y 7,6), Uruguay (16,5 y 9,0), Perú(35,9 y 4,7), Trinidad y Tobago (42,3 y 6,5), Colombia (38,8 y 7,9),México (50,5 y 6,8), Brasil (26,5 y 8,4), Guatemala (31,0 y 6,1),Argentina (27,8 y 15,0).

Los países con mayor calidad institucional muestran nueva-mente un mayor consenso con extremos mucho menores a favory, sobre todo, en contra de la competencia. Los países latinoame -ricanos y caribeños muestran extremos más altos favoreciendoen todos los casos la competencia.

c) Igualdad de ingresos

La siguiente pregunta es: 1 si está de completamente de acuerdocon la frase «los ingresos deberían hacerse más iguales» versus10 para la frase «Necesitamos diferencias de ingresos más ampliascomo incentivos».

EL PAPEL DE LAS IDEAS EN LA CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES 43

Escala Promedio total

La competencia es buena 25,2%2 12,4%3 13,9%4 12,5%5 14,9%6 6,3%7 4,6%8 4,0%9 2,2%

La competencia es dañina 3,8%

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Los porcentajes para algunos países para las dos posiciones lí -mites son las siguientes. En cuanto a los países con mayor cali-dad institucional: Finlandia (8,5 y 2,0), Nueva Zelanda (11,8 y6,4), Suiza (22,1 y 1,8), Suecia (6,2 y 6,2), Australia (10,5 y 7,8),Canadá (7,0 y 5,1), Noruega (8,3 y 1,9), Reino Unido (12,9 y 6,5),Holanda (8,2 y 5,4), Estados Unidos (6,1 y 8,5).

En cuanto a los países latinoamericanos y caribeños presen-tan estos porcentajes: Chile (23,4 y 7,3), Uruguay (13,5 y 8,7), Perú(7,7 y 35,0), Trinidad y Tobago (10,7 y 34,3), Colombia (23,5 y 21,7),México (20,4 y 23,2), Brasil (15,3 y 15,6), Guatemala (10,8 y 31,3),Argentina (26,8 y 20,1).

Nuevamente aparece la mayor polarización en los países lati-noamericanos respecto a los de mayor calidad institucional perocon la curiosa diferencia entre países con claro predominio de lapreferencia por la igualdad de ingresos y otros por las mayoresdiferencias (Perú y Trinidad y Tobago).

d) Negocios privados o públicos

La siguiente pregunta se refiere a si, 1, debería «incrementarse lapropiedad privada en los negocios», o 10, «debería incrementar -se la propiedad gubernamental en los negocios» (véase el cuadrosiguiente).

Nuevamente, los porcentajes para algunos países para las dosposiciones límites son las siguientes. En cuanto a los países conma yor calidad institucional: Finlandia (4,7 y 1,4), Nueva Zelanda

MARTIN KRAUSE44

Escala Promedio total

Los ingresos deberían hacerse más iguales 12,4%2 5,4%3 7,0%4 6,8%5 11,8%6 8,8%7 12,1%8 13,3%9 7,6%

Necesitamos mayores diferencias de ingresos como incentivos 14,9%

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(13,8 y 3,0), Suiza (7,2 y 3,0), Suecia (7,3 y 1,7), Australia (12,4 y5,0), Canadá (11,4 y 2,1), Noruega (3,3 y 3,0), Estados Unidos (19,4y 1,4).

En cuanto a los países latinoamericanos y caribeños presen-tan estos porcentajes: Chile (5,8 y 16,1), Uruguay (7,5 y 6,5), Perú(8,7 y 23.8), Trinidad y Tobago (21,0 y 16,9), Colombia (15,1 y 26,9),México (20,2 y 17,6), Brasil (17,2 y 13,7), Guatemala (11,0 y 20,0),Argentina (6,8 y 35,7).

Nuevamente puede observarse la mayor polarización en laregión con un predominio por la preferencia por mayor gradode propiedad gubernamental en los negocios, mientras que enlos países de mayor calidad institucional la polarización es menory hay una mayor preferencia por los negocios privados.

e) Redistribución del ingreso y democracia

La pregunta en este caso es si «cobrar impuestos a los ricos y subsi-diar a los pobres es una característica esencial de la democracia»,siendo 1 no esencial y 10 totalmente esencial.

EL PAPEL DE LAS IDEAS EN LA CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES 45

Escala Promedio total

Debería incrementarse la propiedad privada en los negocios 10,2%2 6,1%3 8,6%4 9,0%5 18,7%6 9,6%7 9,2%8 9,3%9 6,3%

Debería incrementarse la propiedad gubernamentalen los negocios 13,0%

Escala Promedio total

No es una característica esencial de la democracia 9,3%2 3,9%

…/…

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Los porcentajes para algunos países para las dos posicioneslímites son las siguientes. En cuanto a los países con mayor cali-dad institucional: Finlandia (1,6 y 9,2), Suiza (6,1 y 17,8), Suecia(5,5 y 12,7), Australia (7,9 y 12,5), Canadá (4,1 y 6,7), Noruega(3,5 y 9,8), Reino Unido (7,1 y 9,7), Holanda (4,9 y 13,6), EstadosUnidos (16,4 y 6,6).

En cuanto a los países latinoamericanos y caribeños presen-tan estos porcentajes: Chile (9,0 y 21,8), Uruguay (11,7 y 14,7),Perú (8,3 y 20,2), Trinidad y Tobago (11,2 y 24,2), Colombia (23,5y 21,7), México (24,5 y 18,2), Brasil (27,1 y 8,7), Guatemala (10,8y 31,3), Argentina (17,4 y 32,3).

Nuevamente los extremos están mucho más poblados aunqueen ambos casos la dirección es coincidente, dando a la redistribu -ción un papel importante en el funcionamiento de la democracia,salvo los casos de Estados Unidos y Brasil, México y Colombiaen menor proporción.

f) Importancia de la democracia

En todos los países se considera importante la democracia conopiniones predominantes respecto a que es «absolutamente im -portante» (10) hasta las menos, «nada importante» (1):

MARTIN KRAUSE46

Escala Promedio total

3 4,9%4 4,9%5 11,5%6 7,9%7 10,8%8 13,3%9 8,6%

Es una característica esencial de la democracia 24,9%

Escala Promedio total

Nada importante 1,5%2 0,5%

…/…

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Los porcentajes para algunos países para las dos posiciones lí -mites son las siguientes. En cuanto a los países con mayor cali-dad institucional: Finlandia (0,6 y 44,7), Suiza (0,5 y 68,0), Suecia(0,3 y 77,8), Australia (1,0 y 64,1), Canadá (0,6 y 56,6), Noruega(0,2 y 66,8), Reino Unido (1,7 y 56,0), Holanda (0,4 y 46,0), Esta-dos Unidos (1,9 y 51,9).

En cuanto a los países latinoamericanos y caribeños presen-tan estos porcentajes: Chile (1,3 y 41,1), Uruguay (0,9 y 62,3),Perú (2,4 y 49,7), Trinidad y Tobago (1,5 y 58,7), Colombia (4,6y 35,4), México (4,4 y 51,8), Brasil (2,4 y 42,1), Argentina (1,0 y65,8).

Esta tal vez sea la pregunta en la cual los países de la regiónmás se acercan a los países de mayor calidad institucional sobretodo en la dirección de las respuestas, aunque con algunos por -centajes más bajos en la respuesta «absoluta» en los casos de Co -lombia y Chile.

g) Importancia de la política en la vida

Veamos las respuestas respecto al papel que ocupa la política enla vida de los ciudadanos.

EL PAPEL DE LAS IDEAS EN LA CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES 47

Escala Promedio total

Muy importante 14,6%Bastante importante 30,1%No muy importante 34,2%

Nada importante 21,1%

Escala Promedio total

3 0,7%4 1,1%5 5,9%6 4,7%7 7,4%8 14,1%9 14,4%

Absolutamente importante 49,6%

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Tomemos nuevamente los porcentajes para algunos paísespara las dos posiciones límites. En cuanto a los países con mayorcalidad institucional: Finlandia (2,6 y 22,6), Nueva Zelanda (6,3y 12,0), Suiza (12,5 y 8,9), Suecia (15,5 y 8,1), Australia (9,8 y 9,8),Canadá (11,7 y 14,2), Noruega (9,9 y 6,2), Reino Unido (9,2 y 20,3),Holanda (7,1 y 17,0), Estados Unidos (11,0 y 8,6).

En cuanto a los países latinoamericanos y caribeños presen-tan estos porcentajes: Chile (5,7 y 46,7), Uruguay (12,3 y 36,9),Perú (11,3 y 30,9), Trinidad y Tobago (11,1 y 29,5), Colombia (4,6y 35,4), México (20,2 y 24,6), Brasil (14,7 y 18,7), Guatemala (19,0y 30,1), Argentina (8,5 y 36,5).

Nuevamente la polarización aparece más pronunciada en laregión y con un mayor porcentaje de personas que consideran ala política como Nada Importante.

h) Fuerte liderazgo

Finalmente, veamos la importancia que se le otorga a la existenciade un líder político «fuerte»:

En los países con mayor calidad institucional las posicionesextremas en la escala son: Finlandia (4,0 y 40,4), Nueva Zelan-da (4,1 y 58,7), Suiza (2,8 y 53,0), Suecia (3,7 y 54,5), Australia(5,8 y 46,8), Canadá (5,5 y 51,8), Noruega (3,0 y 55,5), ReinoUnido (7,7 y 49,1), Holanda (8,4 y 30,6), Estados Unidos (6,9 y35,2).

En cuanto a los países latinoamericanos y caribeños presen-tan estos porcentajes: Chile (6,4 y 34,0), Uruguay (7,2 y 20,1), Perú(16,1 y 19,8), Trinidad y Tobago (15,4 y 48,4), Colombia (5,2 y 21,3),México (20,2 y 24,6), Brasil (19,5 y 11,2), Guatemala (14,3 y 7,7),Argentina (6,8 y 25,6).

MARTIN KRAUSE48

Escala Promedio total

Muy bien 12,1%Bastante bien 26,0%

Mal 29,7%Muy mal 32,2%

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En general los porcentajes para posiciones muy favorables ala presencia de un líder fuerte son más elevados en los países dela región y son mucho más elevadas las visiones negativas en lospaíses de mayor calidad institucional.

VCONCLUSIÓN

¿Qué conclusiones pueden sacarse de este análisis? En principio,algunas que son más bien modestas, pero parecen señalar que lospaíses de mejor calidad institucional presentan:

— Una mayor apertura para cuestionar las opiniones de quie-nes están más arriba jerárquicamente, y también a que esa posi-ción sea menos determinante en el debate de ideas

— Aceptan la incertidumbre y, por lo tanto, el riesgo. Prefiereninstituciones económicas que permitan un mayor grado de ac -tividad emprendedora.

— Es más importante la responsabilidad individual, para cuidar-se a sí mismos y sus familias.

— Prefieren tener mayor capacidad para decidir sobre su propiavida y para expresar sus pensamientos

— No parecen, en principio, determinantes la orientación a lar -go plazo o un mayor grado de determinación y competitivi-dad en relación a mayor modestia y bondad, aunque predomi -nan el largo plazo y la calidad de vida y solidaridad.

— Los países de mayor calidad institucional presentan consen-sos superiores al resto. En particular en los países latinoame -ricanos las posiciones extremas están proporcionalmente máspobladas, tanto sea en un sentido como en otro.

— En los países latinoamericanos hay mayores preferencias poruna mayor asignación de responsabilidades al gobierno de loque se encuentra en los países de mayor calidad institucional.También hay mayor preferencia por incrementar el papel delestado en los negocios. Pero curiosamente, si bien se prefie-re una mayor presencia estatal, el interés por la política (y porende el control que pueda ejercerse sobre los gobernantes y po -líticos) es mucho menor.

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— La preferencia por fuertes liderazgos muestra una mayor con -fianza en la delegación de porciones importantes de poder algobernante, a diferencia de países con mayor calidad institu -cional donde parece preferirse «el gobierno de las leyes y lasinstituciones», no el «gobierno de las personas».

De todas formas, la modestia de las conclusiones se relacionaen particular con la dificultad de determinar una relación «causal»(motivo principal para no utilizar regresiones en el análisis). Todarelación entre dos variables puede presentar una relación causalque vaya en una dirección o en la opuesta. Por el momento pode-mos decir que existe una relación entre los valores antes mencio-nados y la calidad institucional, pero no podríamos afirmar queson esos valores la causa de la calidad institucional o la inversa.

De todas formas, hace falta una teoría para interpretar la vin -culación. No es este el lugar apropiado para desarrollarla, algoque intento en otra parte (Krause, 2013). En síntesis, y según el mo -delo de Wayne & López (2013), las ideas y valores predominan -tes determinan la estructura institucional de una sociedad, la quea su vez establece los incentivos que guían las acciones de losactores políticos y económicos que a su vez determinan los resul-tados obtenidos, en particular en términos de progreso económi -co, político y social.

En particular, entonces, los valores predominantes en generalen los países latinoamericanos determinan un marco institucio-nal que, salvo algunas excepciones, genera incentivos ya sean per -versos o no suficientemente claros para generar el mencionadoprogreso.

El predominio del respeto a las jerarquías y la necesidad de lí -deres fuertes se contrapone con la calidad institucional donde loque predomina es el «gobierno de la ley» no de las, o una «perso-na». La resistencia a la incertidumbre alienta el vano intento dealcanzar mayor «seguridad» en detrimento de la «libertad», quecomo no asegura ningún resultado en particular genera incerti-dumbre, aunque sus resultados generales son ampliamente supe-riores, aunque no estén garantizados para ninguno en particular.

Todos pertenecemos a muy distinto tipo de grupos, ellos per -miten también la cooperación social voluntaria, pero en el caso

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latinoamericano lo que se muestra es una pertenencia grupal quegenera inmovilidad social, se nace y se muere en una constantepertenencia a un grupo determinado. La falta de individualis-mo, en el sentido de responsabilidad individual por el destinoen la vida, desalienta la iniciativa emprendedora; pero por otrolado existe un individualismo perverso que apoya la mayor par -ticipación estatal en los negocios y la actividad económica en ge -neral y al mismo tiempo se desentiende de la política.

Si mezclamos un mayor estatismo con un menor interés paracontrolar al poder nos encontramos con una de las mejores combi-naciones para obtener una mala calidad institucional.

Estos valores, sin embargo, no se presentan en forma pareja,los países latinoamericanos se caracterizan por amplios disen-sos que en muchos casos determinan países y sociedades sin unrum bo previsible, y en algunos casos más dramáticos, balanceán -dose de un extremo a otro en cuestión de pocos años.

En general, salvo algunas excepciones como Chile, Uruguayy Costa Rica, América Latina presenta instituciones débiles. Porsupuesto que en cada caso la evolución histórica de cada paísex plica el rumbo que tomaran, pero en general puede decirse quepredominan en la región ciertos valores e ideas, visiones delmun do, que no favorecen la existencia de buenas institucionesque permitan un mejor funcionamiento de los mercados y lapolítica.

Una clara polarización lleva a países a los tumbos de un ladopara el otro, como son los casos de Venezuela, Argentina, Boliviao Ecuador. Sin embargo, otros parecen haber logrado un consen-so importante alrededor de algunas instituciones básicas comola democracia y la economía de mercado, que se continua con su -cesivos gobiernos de distinto signo político, tal como en Chile,Uruguay, Costa Rica, los que se acercan en alguna medida a Ca -nadá y Estados Unidos, los países de la región con mejores posi-ciones en términos de calidad institucional.

Estos últimos, se diferencian de América Latina claramenteen valores como el respeto a jerarquías establecidas, la necesi-dad de personajes «fuertes», la aversión al riesgo y la importan -cia de la responsabilidad individual. No obstante, los casos deChile, Uru guay y Costa Rica muestran que, pese a compartir en

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buena me dida valores básicos con el resto de los países latino-americanos, han podido mejorar su calidad institucional sustan-cialmente.

Esto plantea algunos interrogantes que valdría la pena inves-tigar en el futuro. Si han logrado mayor calidad institucional pesea compartir valores con el resto, ¿se debe a que los que han cam -biado son los valores de las elites y estos no se reflejan claramenteen los estudios comparativos que hemos analizado? Y si así fue -ra, ¿por qué han cambiado allí y no en otros países? ¿Van Brasil,Colombia, México, Panamá y Perú en el mismo camino, dondecambian los gobiernos pero se mantiene un cierto rumbo de res -peto básico a algunas instituciones elementales para el funciona -miento de la sociedad? ¿Si los que cambiaron fueron los valoresde las elites, cambiarán luego los de la población en su conjuntode forma tal de consolidar esa calidad institucional?

Son interrogantes que señalan posibles caminos futuros parala investigación pero que, sobre todo, plantean dilemas que debe-rán responder los países de la región.

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ANÁLISIS DE LA POLÍTICAMONETARIA DEL BCE

DESDE UN PUNTO DE VISTAAUSTRIACO

MARÍA MÉNDEZ ESCANDÓN*

Fecha de recepción: 28 de marzo de 2014.Fecha de aceptación: 17 de febrero de 2015.

Resumen: Tras casi siete años desde el inicio de la Gran Recesión, el debatesobre cuáles son las medidas de política económica necesarias para volvera una senda de crecimiento equilibrado y sostenible todavía no ha cesado.En este contexto, son muchas las voces que reclaman un papel más activo delos bancos centrales, con medidas de política monetaria más contundentes.La Escuela Austriaca de Economía considera que el sistema monetario y finan -ciero juega un papel fundamental, pero lo hacen con unos fundamentos radi -calmente opuestos a los del resto de escuelas. El objetivo de este artículo esanalizar la política monetaria única, llamando la atención sobre los bene -ficios que el euro ha supuesto para los países miembros, al mismo tiempoque se destacan los errores de diseño y fundamentación que tal sistema pre -senta desde un punto de vista de la economía austriaca.

Palabras clave: Política Monetaria, Unión Económica y Monetaria, EscuelaAustriaca de Economía, Jesús Huerta de Soto.

Clasificación JEL: B53, E4, E5, E52, E58, E61.

Abstract: Seven years after the outset of the Great recession, the debatecontinues as to which economic policies are necessary to return to a stateof balanced and sustainable growth. In this context, many voices demand moreactive participation of central banks, including more forceful implementationof monetary policy measures. The Austrian school of economic thoughtmaintains that monetary and financial systems play a key role, but it does

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 57 a 82

* Máster en Economía de la Escuela Austriaca, Universidad Rey Juan Carlos.

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so from a foundation that is radically opposed to that of other economicschools. The goal of this article is to analyze Euro Area monetary policy,not only highlighting the benefits of the euro for its member countries, butalso emphasizing the fundamental errors in foundation and design of thispolicy from the perspective of the Austrian school.

Key words: Monetary Policy, Economic and Monetary Union, The AustrianSchool of Economics, Jesús Huerta de Soto.

JEL Classification: B53, E4, E5, E52, E58, E61.

IINTRODUCCIÓN

El 1 de enero de 1999, doce países de la Unión Europea (UE) die -ron un paso más en el proceso de integración europea, al renun-ciar a sus propias monedas, tipo de cambio y política monetaria,cediendo así su soberanía a un ente supranacional para confor-mar la Unión Económica y Monetaria (UEM). Desde su origeny hasta la actualidad, el objetivo fundamental del Eurosistemaha sido el mantenimiento de la estabilidad de precios, «salvaguar -dar el valor del euro».

El euro ha supuesto grandes beneficios para los países inte-grantes. Así, se le puede considerar, si bien de modo imperfecto,como un proxy del Patrón Oro, que ha permitido evitar los nacio-nalismos monetarios e imponer la necesaria reforma del sistemade bienestar actual (J. Huerta de Soto).1 No obstante, la políticay visión que subyace bajo la UEM está fundamentada en la teoríaeconómica convencional (la Escuela de Chicago, la Nueva Macro-economía Clásica (NMC) y Nueva Macroeconomía Keynesiana(NMK), alejándose considerablemente de la Escuela Austriaca deEconomía.

El objetivo de este trabajo es analizar la política monetariadel Banco Central Europeo (BCE) desde el punto de vista de losprincipales exponentes de la Escuela Austriaca de Economía: Carl

MARÍA MÉNDEZ ESCANDÓN

1 «En defensa del euro: un enfoque austriaco» (2012).

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Menger, Eugen Böhm-Bawerk, Ludwig von Mises, Friedrich A.Hayek y Jesús Huerta de Soto. Para ello, se divide la exposiciónen varias partes. En el segundo epígrafe se examinan las princi -pales líneas de actuación y principios que inspiran a la políticamonetaria de la zona euro, haciendo hincapié en los diferentesfundamentos con respecto a los economistas austriacos. A conti-nuación, se pasa a mencionar los beneficios que la UEM ha su -puesto para sus países miembro, destacando su aproximación alsistema de Patrón Oro. En la cuarta y última parte se describenbrevemente las características que debería cumplir el sistema mo -netario actual para que, cumpliendo con los principios genera-les del derecho, se minimice la presencia y duración de los cicloseconómicos, especialmente de las fases recesivas, dadas las nega-tivas consecuencias económicas y sociales que estas llevan apare-jadas y sirva de base para un crecimiento equilibrado y sosteni -ble en el largo plazo.

IIFUNDAMENTOS DE LA UEM Y ANÁLISIS CRÍTICO

DE LA ESCUELA AUSTRIACA DE ECONOMIA

El debate originario sobre la idoneidad o no de llevar a cabo unaunión monetaria se encuadra, en un primer lugar, en el debate so -bre los tipos de cambio fijos o flexibles. Al albor de este debate,Robert Mundell2 y Marcus Fleming inician la teoría de las ÁreasMonetarias Optimas en las que en un contexto estático, de funcio-nes agregadas de oferta y demanda, tratan de estudiar bajo quécondiciones una unión monetaria puede resultar beneficiosapara dos o más economías, destacando factores como la necesidadde la libre circulación de factores y/o la perfecta flexibili dad deprecios y salarios.

En un primer momento, los países europeos no cumplían estosrequisitos. Sin embargo, otros economistas, encabezados porPaul De Grawe, alejándose de un contexto estático, resaltaron los

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2 Mundell, R.A. (1961): «A Theory of Optimum Currency Areas», American Econo-mic Review, vol. 51, n.º 4, pp. 657-665.

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beneficios que desde un punto de vista dinámico, que la UEMsupondría para las economías integrantes. Entre otros, el confor-mar y com pletar un mercado único y un área financiera integrada,o los be neficios económicos de un banco central supranacional,con un mayor grado de independencia y por tanto mayor credi-bilidad a la hora de luchar contra la inflación sirvieron de empu-je para que la UEM viera la luz. Se presuponía, además, que la uniónmonetaria, una vez formada, contribuiría a una mayor circula-ción de trabajadores y capitales, y a un aumento en la capacidadde ajuste de precios y salarios (cumpliendo así con los prerre-quisitos argüidos por la teoría original de las áreas monetariasóptimas).

Con esta base, el BCE y el conjunto del Eurosistema3 se dise-ñaron a imagen y semejanza del Bundesbank alemán, sobre lasbases de la teoría económica neoclásica y monetarista, y alejada,por consiguiente, del enfoque de la Escuela Austriaca.

1. Objetivos

El principal objetivo del BCE, establecido así desde su creaciónen 1999 es la consecución de la estabilidad de precios. El Trata-do de Lisboa refuerza este objetivo al ampliarlo a un objetivo nosolo del Eurosistema, sino también de la UE. Adicionalmente, elTratado establece que «sin perjuicio del objetivo de la estabilidadde precios, el Eurosistema debe de apoyar las políticas econó-micas en general con la visión de contribuir a los objetivos de laUnión, entre los que se encuentran el pleno empleo y un creci-miento económico equilibrado».4

El objetivo de estabilidad de precios se ha fijado cuantitativa -mente, y si bien inicialmente se consideraba estabilidad de precioscomo un crecimiento interanual del índice armonizado de preciosal consumo (IAPC) de la zona euro inferior al 2%, en mayo de2003 el Consejo de Gobierno del BCE precisó que «la estabilidad

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3 Formado por el BCE y los bancos centrales nacionales.4 Art. 127, apartado 1 y artículo 282, apartado 2, del TFUE y artículo 2 de los Es -

tatutos.

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de precios se buscaría tratando de mantener tasas de inflación pordebajo pero cercanas al 2% a medio plazo». Con esta aclara ción,el BCE pretende evitar no solo tasas de inflación, sino tam biénla deflación.5

Desde un enfoque austriaco, se aprecian diversos errores. Elprimero, es entender la estabilidad de precios como el crecimien -to del IAPC, que no tiene en cuenta la inflación de activos. Esteerror se habría hecho explícito con la gran recesión, en la que enEspaña se alcanzaron crecimientos del IPC inferiores al 3-4%,mientras que los activos inmobiliarios (no incluidos en el IAPC)llegaron a crecer a tasas del 18% en la fase previa a la crisis. Contodo, cabe mencionar que dentro del Six Pack6 (que entró en vigoren 2011), el Procedimiento de Desequilibrios Excesivos (que ve - remos más adelante) sí va a tener en cuenta este aspecto, si bienel BCE no ha modificado la forma de medir el crecimiento depre cios. En cuanto a la corrección llevada a cabo por el Conse-jo de Gobierno en el 2003 acerca de la idoneidad de que el creci -miento de los precios se sitúe por debajo pero cerca del 2%, estaevidencia el miedo a la deflación que además se ha vuelto a agu -dizar re cientemente. La Escuela Austriaca critica igualmente estetemor. En primer lugar, la inflación es definida como un aumen-to de la oferta monetaria (Ludwig von Mises) y no como un cre -cimiento de los precios, siendo de manera análoga, la deflaciónuna con tracción de la cantidad de dinero u oferta monetaria.De este modo, en los años previos a la crisis (2001-2006), las ga -nancias de productividad existente en la economía no se tra -dujeron en una bajada de los precios, si no que la inflación pro -ducida por el BCE en forma de aumento de la base monetaria(con crecimien tos del agregado monetario M3 en tasas cerca nasal 7 y 12% entre 2005 y 2007, y lejos por tanto del objetivo mar -cado de 4,5%) no permitió este descenso en los precios. Por elcontrario, dio lu gar a una distorsión de la estructura produc -tiva, un exceso de inversión y endeudamiento que desembocó

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5 http://www.bde.es/f/webbde/Secciones/SalaPrensa/ComunicadosBCE/NotasInformativasBCE/03/Arc/Fic/pres520.pdf.

6 Reforma de marco fiscal como consecuencia de la crisis económica y financiera,encaminada a alcanzar políticas fiscales prudentes.

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en la reciente crisis económica, como analizaremos posterior-mente.

Por otro lado, J. Huerta de Soto,7 señala que el temor actuala la deflación es infundado, y que estamos ante una deflación«buena»,8 resultado de la inevitable contracción monetaria en unsistema de reserva de banca fraccionaria tras una época de augey expansión. En el momento actual, el crecimiento estable de lamasa monetaria en un contexto de aumento de bienes y servi-cios tendría como consecuencia aumentos de productividadreflejados en esta disminución de los precios, con el consiguienteaumento del poder adquisitivo de los ciudadanos. Muchos eco -nomistas, foros, y prensa hacen hincapié en los efectos nocivosque la deflación tendría sobre el consumo y el endeudamientoactual. En cuanto a la teoría de que la deflación retrasa el consu-mo, el fundamento es bastante endeble. Basta para ello obser-var la demanda de productos tecnológicos (como smartphones),cuya demanda no deja de aumentar pese a la caída de los precios.En cuanto al aumento del endeudamiento provocado por la de -flación, se pasa por alto el ajuste en las expectativas de tipo deinterés de los agentes, que disminuirían los incentivos a pedirpréstamos, y se olvida además que si bien los deudores saldríanperjudicados, los acreedores saldrían beneficiados, y así el aho -rro, clave en una economía de mercado para el crecimiento econó-mico sostenible, también saldría reforzado.

2. Principales características y principios de actuación

La política monetaria del BCE se rige por una serie de princi -pios, siendo los más destacables:

— Independencia: que tienen como consecuencia que ni el BCE,ni los bancos centrales nacionales, ni ningún miembro de de -

MARÍA MÉNDEZ ESCANDÓN

7 «La paranoia Antideflaflacionista», conferencia de clausura VII Congreso deEconomía Austriaca (2014).

8 Para un mayor análisis, puede verse también Bagus, Phillip: «Five CommonErrors about Deflation», Procesos de Mercado. Revista Europea de Economía Política, 3(1) 2006: 105-23.

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cisión pueden solicitar ni aceptar instrucciones de ningúngobierno.

— Carácter preventivo y de miras al futuro (forward looking), de -bido a los desfases temporales y a la incertidumbre del marcoen el que opera.

— Orientación hacia el medio plazo y no activismo: el Eurosiste -ma no está obligado a corregir las desviaciones del corto pla -zo, considerando inevitables la volatilidad de la tasa de infla-ción a corto plazo.

— La política monetaria está basada en indicadores agregadosdel conjunto del área, y no de un país en particular.

— Transparencia, comunicando claramente los objetivos, la es -trategia, evaluación y decisiones de política monetaria, con elobjetivo de alcanzar un elevado grado de credibilidad. Estosserán prerrequisitos para poder influir y anclar las expectati -vas inflacionistas de los agentes.

— Prohibición de financiación del sector público por el BCE olos BCN: Queda prohibida la autorización de descubiertos ola concesión de cualquier otro tipo de créditos por el BCE y porlos bancos centrales nacionales (BCN), en favor de institucionesórganos u organismos de la Unión, Gobiernos centrales, autori -dades regionales o locales u otras autoridades públicas, orga-nismos de Derecho público o empresas públicas de los estadosmiembros, así como la adquisición directa a los mismos de ins -trumentos de deuda por el BCE o los BCN.

3. Estrategia de política monetaria

El enfoque adoptado por el BCE para organizar, valorar y contras-tar la información relevante a fin de evaluar los riesgos para laestabilidad de precios se articula sobre dos perspectivas analíti -cas complementarias conocidas como los «dos pilares»: el análi-sis económico y el análisis monetario.

— El análisis económico tiene como objetivo evaluar los determi -nantes de la evolución de los precios a corto y a medio plazo,centrándose en la actividad real y en la situación financiera de

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la economía. Tiene en cuenta el hecho de que la interrelaciónentre oferta y demanda en los mercados de bienes, serviciosy factores influye significativamente sobre la evolución de losprecios en estos horizontes temporales.

— El análisis monetario se centra en un horizonte temporal másamplio, y considera la relación existente a largo plazo entredinero y precios. Esto se hace explícito en el anuncio de un va -lor de referencia cuantitativo para el crecimiento del agrega-do monetario amplio M3 (próximo al 4,5%).

Con todo, este pilar se considera una referencia en comple-mento del pilar de análisis económico

El primer frente del ataque austriaco está basado en el uso deindicadores agregados, predicciones e ingeniería económica, estoes, en el método usado.

La mayor parte del estudio económico se ha basado en el mé -todo positivista, que tiene su origen en el filósofo y matemáticofrancés Augusto Comte, y que parte del monismo metodológico,esto es, la defensa del método de las ciencias naturales, la físicay las matemáticas en el resto de las ciencias. Para ello, gran partedel estudio de la economía actual parte de modelos basados ensupuestos irreales (vaciado continuo de mercados, contexto está-tico, inmediata flexibilidad de precios y salarios…), tratando deestablecer leyes objetivas que rijan el orden y el progreso social.

Frente a esto, la Escuela Austriaca defiende el dualismo meto-dológico, derivado de la necesidad de usar dos tipos de méto-dos diferentes: uno para las ciencias naturales y otro para las cien-cias sociales. Hayek denomina así cientismo a la indiscriminadae indebida aplicación del método de las ciencias naturales en elcampo de las ciencias sociales, economía y acción humana, debi-do en gran parte al éxito cosechado por la física y la biología du -rante la primera mitad del s. XIX y el deseo de demostrar su igual-dad frente a estas.9 En este sentido, los economistas austriacos

MARÍA MÉNDEZ ESCANDÓN

9 F.A. Hayek, (Scientism and the Study of Society, part II): «During the first halfof the nineteenth century the success of physical and biological sciences was suchthat they soon began to exercise an extraordinary fascination on those working inother fields, and who soon began to imitate their teaching and vocabulary. Thus the

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defienden un método lógico-deductivo o praxeológico, subjeti-vista, basado en axiomas generales. La ciencia económica es unaciencia social, es la ciencia de la acción humana, en la que los fe -nómenos son complejos y difíciles de aislar y simplificar.

La estrategia del BCE está basada en la economía convencio -nal, fundamentada en el monismo metodológico, o ingeniería eco -nómica, pasando por alto el hecho de que es una ciencia social ypor tanto su objeto de estudio es la función empresarial, el sercreativo, la acción humana que persigue unos fines utilizandopara ello todos los medios que encuentra a su alcance.

Ludwig von Mises considera a las leyes económicas como leyesformales, universales y de tendencia. En las ciencias humanastodo son variables, solo se puede hablar de leyes de tendencia.No existen relaciones constantes ni uniformidades ni leyes deprobabilidad, por lo que no se pueden realizar ni mediciones nipredicciones como las realizadas en el mundo de la naturale za.Solo son posibles las guías representadas por las leyes económicasde tendencia y las regularidades plasmadas institucional mente.

Jesús Huerta de Soto, Estudios de Economía Política, (2.ª edición,2004): «En el campo de la acción humana la estadística es siem-pre historia y las funciones y correlaciones solo describen lo queocurrió en un determinado instante del tiempo pasado, en un áreageográfica definida y como resultado de la acción de un núme-ro concreto de personas. La econometría no es más que un purojuego de niños que en nada contribuye a elucidar los problemaseconómicos de la realidad.»

La política monetaria del BCE, se fundamenta en la teoría cuan -titativa del dinero y la neutralidad del dinero en el largo plazo.

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tyranny commenced which the methods and technique of the Sciences in the narrowsense of the term have ever since exercised over the other subjects. These becameincreasingly concerned to vindicate their equal status by showing that their methodswere the same as those of their brilliantly successful sisters rather than by adaptingtheir methods more and more to their own particular problems. And although inthe hundred and twenty years or so, during which this ambition to imitate Sciencein its methods rather than its spirit has now dominated social studies, it has contri-buted scarcely anything to our understanding of social phenomena, not only doesit continue to confuse and discredit the work of the social disciplines…».

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Siguiendo con la tradición de Jonh Locke y David Hume y lateoría cuantitativa del dinero (M * V= P * T), el BCE y los nuevoseconomistas neoclásicos parten del supuesto de que el dinero esneutral en el largo plazo.

«The neutrality of money is a widely accepted and empiricallyvalidated proposition in the economic profession. In the long run,i.e. after all adjustments in the economy have worked through, achange in the quantity of money in the economy (all other thingsbeing equal) will be reflected in a change in the general level ofprices and will not induce permanent changes in real variables suchas real output or employment. A change in the quantity of moneyin circulation ultimately represents a change in the unit of account(and thereby the general price level) which leaves all other variablesunchanged. This general principle, referred to as “the long-runneutrality” of money, underlies all standard macroeconomicthinking and theoretical frameworks.»

The Monetary Policy of the ECB (2011), published by the ECB.10

Esta visión presupone que la inflación afecta de manera unifor-me y proporcional a todos los sectores de la economía, sin variabi -lidad en los precios relativos. Sin embargo, los economistas aus -triacos llaman la atención sobre como un aumento de la cantidaddel dinero puesto en circulación se reparte entre los agentes de for -ma desigual, produciéndose cambios en el nivel general y re lativode precios, que dan lugar a un desajuste o descoordinación en laestructura de etapas de producción. La Escuela Austriaca estudialos efectos microeconómicos que una expansión monetaria produ-ce sobre la estructura de la producción, proporcionando una baseteórica sobre el capital, que permite diferenciar los cambios rela-tivos en los precios en función de que los bienes se encuentren máso menos alejados del consumo. Para esto son esenciales las apor-taciones de Carl Menger y Eugen Böhm-Ba werk respecto de la teo -ría del capital en el que la producción no es instantánea, sino querequiere un proceso de etapas sucesivas, y en función del ahorrodisponible, los empresarios valorarán si pueden acometer o noproyectos que maduren en plazos superiores de tiempo.

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10 http://www.ecb.europa.eu/pub/pdf/other/monetarypolicy2011en.pdf.

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4. Mecanismos de transmisión

El proceso a través del cual las decisiones de política monetariaafectan a la economía en general, y al nivel de precios en particu -lar se conoce como el mecanismo de transmisión monetaria. Elcanal no es directo, al existir un sinfín de factores que afectan alnivel de precios, no solo las decisiones de política monetaria. Se -gún el BCE: «It is an ongoing challenge for the central bank to iden-tify the factors driving price trends in order to apply the appropriatemonetary policy reaction».

El tipo de interés es uno de estos canales. «The chain of causeand effect linking monetary policy decisions with the price level startswith a change in the official interest rates set by the central bank inits own operations (…). Given its monopoly over the creation of basemoney, the central bank can control the interest rates on its operations.Since the central bank thereby affects the funding cost of liquidity forbanks, banks need to pass on these costs when lending to theircustomers».11

Los cambios en el tipo de interés también afectan a la oferta decrédito (canal del crédito). Un aumento del tipo de interés, difi-culta la capacidad de repago de los prestatarios, restringiéndoseasí la concesión de créditos y por tanto la demanda de consumoe inversión. El BCE tiene en cuenta igualmente que bajos tiposde interés suponen un incentivo a la hora de asumir mayores ries-gos por parte de los agentes. Por un lado porque aumentan elvalor del colateral y de los activos, y por otro, porque conviertea los activos de mayor riesgo en más atractivos, a medida que losagentes buscan mayores rentabilidades. Esto conduce a una rela-jación en los requisitos otorgados a los préstamos, y a un excesi -vo crecimiento de la oferta de los mismos.

Del mismo modo, el canal del tipo de cambio y el de las expec-tativas de los agentes (influidas fundamentalmente por la credibi -lidad del banco central) afectan a la tasa de inflación.

Frente a esta concepción de los mecanismos de transmisiónpor parte del eurosistema, los economistas austriacos atacan los

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11 https://www.ecb.europa.eu/mopo/intro/transmission/html/index.en.html

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fundamentos en los que se apoya dicho mecanismo en base a lossiguientes argumentos:

a) Concepción del «tiempo» en la economía convencional.Tradicionalmente, la teoría económica se sirve de modelos

caracterizados por una visión estática, de equilibrio estaciona -rio, donde los fines y medios están dados. La realidad econó-mica se simplifica mediante funciones de optimización (nor -malmente maximización de producción, beneficio o utilidad)sujetas a unas restricciones, que son resueltas en base al usode las matemáticas o de programas informático, dando lugara soluciones de equilibrio general (iniciadas por Leon Walrasen el siglo XIX).12

Los teóricos austriacos critican fuertemente esta concepción,al argumentar que la realidad es muy compleja, variante e in -cierta, y por tanto difícilmente simplificable a un proceso deoptimización. Defiende que los empresarios actúan en compe-tencia, entendida esta como un proceso de rivalidad, en el quela información no está dada, sino que se crea cada instante concada nuevo proceso de actuación.13 El tan utilizado supuestode ceteris paribus jamás se da en la realidad, ya que el mundoreal está caracterizado por el cambio, y es el cambio lo únicoque permanece constante. Es imposible recurrir a él para con -trastar leyes económicas que son universales, de tendencia.

El entorno en el que tiene lugar la política monetaria estáplagado de incertidumbre, y es por ello que para la economíaaustriaca, cualquier modelo basada en comportamientos cons-tantes queda totalmente invalidado, siendo además inútil.

b) Hipótesis sobre las expectativas. Del mismo modo, otro de los pilares fundamentales de la

economía actual es la modelización de las expectativas de losagentes, en especial de la hipótesis de expectativas raciona -les (originalmente propuestas por Jonh F. Muth en 1961), que

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12 Walras, L. (1877, printed 1954). Elements of Pure Economics. Harvard UniversityPress

13 Vease Kirzner, Israel M. (1973): Competition and Entrepeneurship, The Universitiyof Chicago Press. Capítulo II: «The Entrepeneur».

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par ten de que los agentes disponen de toda la información rele -van te para realizar sus predicciones, y que además no cometenerrores sistemáticos. Frente a esto, para los teóricos austriacos,la información jamás está dada, si no que se crea y transmitecontinuamente.

En base a la hipótesis de expectativas racionales, diversoseconomistas desarrollaron modelos que inspiraron la políticamonetaria del BCE y de otros bancos centrales de economíasavanzadas, destacando el Modelo de las Islas, de Robert Lucas,14

el Teorema de la Inefectividad de la política estabilizadora sistemática,de Sargent y Wallace15 o la Inconsistencia Dinámica de las Políti -cas Económicas, de Kidland y Prescott y Barro y Gordon. A gran-des rasgos, todas ellas parten de una serie de característicascomunes: son modelos de equilibrio general, basados en lahipótesis de expectativas racionales, donde se cumplen la teo -ría cuantitativa del dinero en el largo plazo y el equilibrio conti-nuo de los mercados. La principal conclusión que se extraenes la inefectividad de la política monetaria para afectar al ci -clo económico, en especial la parte sistemática de la misma (quees anticipada por los agentes en base a sus expectativas), te -niendo como consecuencia un proceso inflacionario si la po -lítica monetaria no atiende a ciertos criterios. En base a ello,recomiendan una política reglada, dirigida a reducir las ten -siones inflacionistas, no discrecional, dotada de credibilidady predecible y complementada con el uso políticas microeco -nómicas encaminadas a flexibilizar los mercados.

Los economistas austriacos, nuevamente, atacan profunda -mente esta concepción. El dinero no es neutral ni en el corto,ni en el medio, ni en el largo plazo. Muy por el contrario, pro -duce efectos reales sobre la economía, ya que ante cambios enla política monetaria (o fiscal), por ejemplo, un aumento en lacantidad de dinero en circulación, llevará a que los empresarios,

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14 Lucas, R.E., Jr. (1972). «Expectations and the Neutrality of Money». Journal ofEconomic Theory 4, 103-124.

15 Sargent, Thomas & Wallace, Neil (1975). «“Rational” Expectations, the Opti-mal Monetary Instrument, and the Optimal Money Supply Rule». Journal of PoliticalEconomy 83 (2): 241-254.

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por su propia actividad que continuamente les impulsa a bus -car beneficio, se aprovechen del nuevo dinero creado, acome-tiendo proyectos de inversión comenzando así la fase expan-siva del ciclo económico.

c) Tipo de interés y capital.Para un nutrido grupo de economistas, (entre los que des -

taca John Bates Clark, Irving Fisher, George J. Stigler o FrankH. Knight), el tipo de interés de la economía viene determi-nado por la «productividad marginal del capital», un fondopermanente que consideran homogéneo y que de maneraautomática genera interés. El proceso productivo es por tantoinstantáneo, sin distinguir en él las diferentes etapas de pre -ferencia temporal. Esta concepción del capital es fuertemen-te criticada por Böhm-Bawerk,16 quién lo calificó de místicoy mitológico, y por el resto de economistas austriacos. Conci-ben todo proceso productivo como el resultado de la coopera -ción de bienes de capital concretos, donde son los empresarios,las acciones humanas concretas, las que mediante procesos deprueba y error empresarial aumentan, amortizan o consumenlos bienes de capital. De ningún modo es un proceso inmedia -to, sino que en él se van sucediendo los distintos planes delos empresarios, donde no existe un fututo objetivo y todo está«por hacer» y «nada por venir sin más».

La Escuela Austriaca contiene una teoría coherente de lostipos de interés, que define como la preferencia intertempo-ral por el consumo presente frente al consumo futuro, y queestá en función de las preferencias de los agentes, el riesgopercibido y la pérdida esperada del poder adquisitivo del di -nero. Consideran los tipos de interés como precios esencia-les de la economía, y que deben ser por tanto fijados en un mer -cado libre para permitir la coordinación de las decisiones entreahorradores e inversores.

En el seno de la UEM, por el contrario, el BCE basa su estra -tegia en la fijación del tipo de interés, basándose en prediccionesy con el consiguiente peligro de desajustes en la coordinación

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16 Böhm-Bawerk, E. (1882): Kapital und Kapitalzins: Positive Theorie des Kapitales.Verlag der Wagner’schen Universitats-Buchhandlung, Innsbruck 1889.

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de los agentes. De este modo, los tipos de interés extremada -mente bajos en los años previos a la gran recesión, junto conun exceso de liquidez y el monopolio en la emisión de dine-ro por parte del BCE (y la Reserva Federal, entre otros bancoscentrales), habrían sido el origen de la crisis reciente, provo-cando un fuerte boom expansivo, con una sobreinversión yuna incorrecta asignación de recursos hacia sectores más ca -pital intensivos, que sin embargo ha revertido y conducido ala situación actual (teoría del ciclo austriaco).17

5. Política fiscal

Con el objetivo de limitar los riesgos de estabilidad de precios,la UE ha acordado una serie de acuerdos institucionales, recogi -dos en el Tratado de Funcionamiento de la UE.

Entre estos se incluyen:

— Prohibición de monetizar el déficit público (Art. 123).— Prohibición de acceso privilegiado a instituciones financieras

(Art. 124).— Clausula de no bail-out (Art. 125), que prohíbe los rescates fi -

nancieros tanto por parte del BCE como por parte de la Unión(dichos rescates se permiten solo en casos de sucesos excep-cionales que escapen al control de los gobiernos).

«The Union shall not be liable for or assume the commitmentsof central governments, regional, local or other public authorities,other bodies governed by public law, or public undertakings of anyMember State».

— Pacto de Estabilidad y Crecimiento (Art. 121 y 126).

En 1992, el Tratado de Maastricht fijó las condiciones espe -cíficas que los países tendrían que cumplir si querían pasar a la

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17 Para un mayor análisis, se recomienda la lectura de Huerta de Soto, J. (1986): «Lateoría austriaca del ciclo económico», incluida en la obra Lecturas de Economía Política,Unión Editorial. Un estudio aún mas profundo se puede encontrar en la obra del mis -mo autor Dinero, crédito bancario y ciclos económicos, 5.ª edición (2011), Unión Editorial.

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tercera y última fase de creación de la UEM. Estos criterios, cono-cidos como los Criterios de Maastricht, e impulsados fundamen -talmente por Alemania ante el temor inflacionista del resto depaíses, (especialmente los del sur de Europa) se establecieron so -bre variables nominales18: tipo de cambio, tasa de inflación, défi-cit y deuda pública, tipo de interés a largo plazo.

Sin embargo, estos criterios no eran suficientes para asegu-rar la futura estabilidad de una unión monetaria, por lo que enel año 1996, se firmó un pacto político que se incorporará un añomás tarde al Tratado de Ámsterdam, el Pacto de Estabilidad y Cre -cimiento (PEC), cuyo objetivo es corregir el sesgo deficitario delos gobiernes de los estados miembros y fomentar la consolida-ción fiscal en los países pertenecientes a la UEM. Tres fueron losprincipales motivos en defensa de la adopción de este Pacto:

1. Ante una crisis económica y en un entorno de política mone-taria única, la política fiscal se erige como un importante ins -trumento de estabilización. Es necesario, por tanto, que los paí -ses presenten cuentas públicas saneadas, que les den margende maniobra y permitan un correcto funcionamiento de losestabilizadores automáticos.

2. Evitar políticas de expansión de deuda pública que puedantraducirse en inestabilidad financiera para el resto de los paí -ses miembros.19

3. Alemania, con su fuerte tradición anti-inflacionista tras losepisodios hiperinflacioncitas sufridos tras la Segunda GuerraMundial y temerosa de los efectos desestabilizadores que paí -ses con historial de déficits públicos pudieran tener sobre laestabilidad de la UEM, quiso incluir este elemento de discipli -na fiscal.

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18 Estabilidad del tipo de cambio en una banda de fluctuación del 15% duranteal menos dos años, una tasa de inflación que no superase en más de un punto y medioa la de la media con los tres países con una tasa de inflación más baja, un nivel dedéficit y deuda pública inferiores al 3% y al 60% del PIB respectivamente, y unostipos de interés a largo plazo que no superasen en más de dos puntos la media de lostres países con inflación más baja.

19 Impidiendo que una política presupuestaria laxa de un país penalice al restovía mayores tipos de interés, y poniendo en peligro, por consiguiente, el objetivo decontrol de la inflación.

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De este modo, por medio del PEC original, los países se com -prometían a no incurrir en déficits excesivos.20 No obstante, elaño 2003 supuso la muerte política de este Pacto debido a las crí -ticas recibidas y sobretodo el rechazo del ECOFIN de no aplicarel procedimiento de déficit excesivo a Francia, Italia y Alemania,21

donde se ignoraba la recomendación de la Comisión. En 2005 en -tró en vigor una nueva versión del PEC, mucho más flexible y conmayores excepciones, que muchos criticaron por considerar quesuponía un incentivo para políticas fiscales más expansivas, comoposteriormente sucedió a raíz de la crisis iniciada en el 2007.

IIIBENEFICIOS DEL EURO

Con todo, el euro ha representado, para múltiples autores de laEscuela Austriaca grandes beneficios.

En primer lugar, Huerta de Soto señala como la adopción deleuro ha sido un elemento disciplinador de las políticas fiscalesde los distintos gobiernos, al perder estos su autonomía moneta -ria y por tanto la posibilidad de manipular su moneda local po -niéndola al servicio de las necesidades políticas en cada momen-to. Con la crisis actual, la imposibilidad de devaluar la monedaha desembocado en la aprobación de medidas de flexibilizaciónde la economía, necesarias para ganar la competitividad perdi-da, tales como la revisión del sistema de pensiones, reformas parareducir el gasto público y una mayor flexibilización del merca-do de trabajo.

Además, en un contexto ya de profunda crisis económica, enla que se pone en duda el futuro y sostenibilidad del proyecto deleuro, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento experimentó una con -siderable transformación cuando se aprobó el conocido como «Six

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20 En el PEC original se entendía por déficit excesivo aquel que superase el 3%del PIB. Solo se permitiría que lo sobrepase de forma excepcional y transitoria (si bien,aun así, este se debía de mantener cercano a dicho valor). Además, la ratio de deudapública sobre el PIB no debía sobrepasar el 60%.

21 El Canciller Alemán en aquel momento era Gerhard Schroeder, del SPD (parti-do socialdemocrata) y no del partido actual (CDU).

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Pack» (en vigor desde el 2011),22 seis instrumentos legislativos quesuponen una profunda reforma de la supervisión de la política eco -nómica de los estados miembros. Las principales noveda des son:

a) Establece una nueva «regla de gasto», por la cual la tasa de cre -cimiento del gasto público no puede exceder al crecimientodel PIB potencial a medio plazo a menos que esté acompañadapor un aumento discrecional de los ingresos públicos.23

b) Exigencia a los estados miembros con deudas públicas supe-riores al 60% del PIB que avancen más rápidamente hacia laconsolidación, quedando sujetos a sanciones en caso de quela reducción no se considere satisfactoria.

c) Se acortan los plazos y se da un mayor automatismo.d) Marcos fiscales nacionales. Se introduce una directiva que pre -

tende mejorar la calidad de los procesos presupuestarios de losestados miembros.24

Aparte de la reforma del PEC, se aprobaron también unos pro -cedimientos de nueva creación:

e) Procedimiento de desequilibrios excesivos (con variables comola deuda publica…), que puede dar lugar a sanciones.

La justificación a la inclusión de este nuevo procedimien-to se encuentra, por una parte, en la insostenibilidad de las di - vergencias que se estaban dando en la competitividad vía pre -cio en un marco de moneda única, sin la posibilidad por tantode devaluar. Igualmente, la elevada inflación de activos (es -pecial mente burbujas inmobiliarias) y la intensa acumulaciónde deu da (interna y externa) observadas en los años previos a

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22 Y complementado en 2013 con el Two Pack, cuyo objetivo es aumentar al co -ordinación en materia fiscal entre los estados miembro.

23 El objetivo con esto es evitar lo sucedido en algunos países antes de la crisis,donde un aumento de los ingresos públicos relacionados con factores extraordina-rios, como por ejemplo, un crecimiento excesivo de activos inmobiliarios y financie -ros permita también un aumento del gasto público.

24 Los objetivos son aumentar la coordinación en los procesos de elaboración entreel gobierno central y regional, establecer unos requisitos mínimos en la definiciónde los presupuestos nacionales y exigir análisis de sensibilidad.

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la crisis, da lugar a la consiguiente necesidad de establecer pro -cedimientos que prevengan futuras ineficiencias en la asigna -ción de recursos.

Adicionalmente, el euro ha supuesto otros beneficios , ya queal ser un tipo de cambio fijo entre los países miembro, ha permiti -do eliminar los costes de transacción (que se estiman en un 0,5%del PIB europeo), ha reducido la incertidumbre en cuanto a lasfluctuaciones del tipo de cambio (lo que ha permitido aumentarel comercio y la inversión), ha permitido profundizar en el merca-do interior único (aumentando la transparencia de precios, quehace por tanto más difícil la discriminación de precios entre re -giones), ha reducido las tasas de inflación en parte gracias a la su -pranacionalidad del BCE que hace más difícil ejercer presión a ni -vel político (goza de una mayor autonomía).

En definitiva, muchos economistas pertenecientes a la Escue-la Austriaca de Economía, consideran que la UEM, tal y como esta-ba contemplada en sus orígenes, se constituye como un sistemamonetario más deseable por cuanto se aproxima más al PatrónOro, eliminando los nacionalismos monetarios, e impidiendo, encierto modo, la posibilidad de devaluación e impresión de papelmoneda, obligando a los países a llevar a cabo políticas fiscales derestricción de gasto público y reformas profundas, incluida unarevisión del sistema del estado de bienestar.

Con todo, las últimas medidas aprobadas por el BCE comores puesta a la Gran Recesión, tanto las convencionales (una rá -pida reducción de los tipos de interés) como las no convencio-nales,25 debilitarían el argumento de que el euro ha funcionado

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25 Entre las medidas no convencionales están:

— Refuerzo de liquidez y expansión de balances de bancos centrales: Credit Enhan-cing (FRFA), provisión de liquidez a distintos plazos, programa OMT (anunciode programas de adquisición de deuda en el mercado secundario).

— Cambio en composición de balances: liquidez a plazos más largos (LTRO 6m y1a, 2011-12: VLTRO 3 a), liquidez a largo plazo condicionada a expansión de crédi-to) y compra de valores, reducción de las reservas mínimas exigidas, ampliacióndel colateral

— Refuerzo de los anuncios expectativas forward guidance mediante los anunciosde comportamiento futuro de política monetaria.

— Y finalmente, y sobre todo, el «Quantitative easing» inicial en marzo de 2015.

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como un proxy del Patrón Oro, ya que finalmente el BCE ha -bría cedido a las presiones de los gobiernos y grupos de interéscomprando deuda pública en los mercados secundarios y recu-rriendo a la ma siva inyección de liquidez al sistema bancario.Conviene, en este sentido, atender a las alertas sobre los riesgosque realizan ya ins tituciones como el Banco de Pagos Internacio -nal (BPI).26

IVALTERNATIVA AL SISTEMA ACTUAL:

UN ENFOQUE AUSTRIACO

La Escuela Austriaca de Economía ha estudiado y analizado elactual sistema monetario y financiero, atacando lo que a su juiciosuponen graves errores de base, y denunciando las negativas con -secuencias que el actual sistema fiduciario de papel moneda,sin un coeficiente de reservas del 100%, produce sobre la econo-mía. Muchas de las críticas han sido analizadas ya en los aparta -dos anteriores, por lo que en el presente epígrafe se va a repasarbrevemente el sistema monetario defendido por algunos auto-res austriacos, en concreto el defendido por Jesús Huerta de Sotoy Murray Rothbard.

1. El sistema monetario tiene que cumplirlos principios tradicionales del derecho

Desde un punto de vista jurídico y ético, es esencial que un siste-ma monetario cumpla con los principios generales del derecho,entendidos como aquel conjunto de normas e instituciones quede manera constante, repetitiva y pautada, a lo largo de los años,se han ido adaptando de manera evolutiva a los comportamientosde los seres humanos.

De este modo, la confusión entre el contrato de préstamo yel contrato de depósito (cuyo objeto es la guardia y custodia delo depositado) ha servido para que los bancos, con el apoyo de

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26 85th Annual Report, BIS: http://www.bis.org/publ/arpdf/ar2015e.htm

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los gobiernos (que han amparado regulatoriamente este privile -gio) hayan vulnerado el derecho de propiedad, haciendo uso deldinero de los depósitos a la vista y no manteniendo el 100% delimporte depositado (o tantundem) en caja.

El sistema monetario actual vulnera, por tanto, el principio bá -sico de guardia y custodia de los depósitos, al exigir unos coefi-cientes de reserva nimios (1% en la UEM). Incluso los últimosesfuerzos llevados a cabo por la regulación de Basilea aplicablea las entidades de crédito (Basilea III) resultan totalmente insa-tisfactorios en este sentido, al centrarse en los requisitos de capi-tal en vez de centrarse en el coeficiente de caja. Tampoco los re -quisitos de liquidez de Basilea III resuelven el problema ya quese circunscriben solo al descalce de plazos sin tener en cuenta losdepósitos bancarios.

La existencia de un banco central como prestamista de últimainstancia y garante del sistema financiero, es otro aspecto del sis -tema actual que vulneraría el derecho de propiedad privada. Así,cuando el Banco Central rescata a una entidad financiera, está obien utilizando el dinero de los impuestos para sufragarlo, o biencobrando un impuesto encubierto en forma de mayor inflación,sin que haya sido aprobado por el Congreso.

A parte de esto, esta actuación genera un grave problema deriesgo moral, al suponer un incentivo para que los agente priva-dos adopten posiciones más arriesgadas bajo la confianza de queel banco central acudirá en su rescate.

2. El sistema monetario debe de evitar los ciclos económicosy propiciar un marco adecuado para el crecimientoduradero, equilibrado y sostenible en el largo plazo

Los economistas austriacos han llevado a cabo un profundo estu-dio de los ciclos económicos, defendiendo que la expansión cre -diticia llevada a cabo por los bancos centrales, sin un respaldo deahorro real, produce graves consecuencias sobre la estructura pro -ductiva y la economía en general.

Economistas como Carl Menger, Böhm-Bawerk (con su teo -ría del capital y del interés), y Ludwig von Mises han llamado la

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atención sobre el papel fundamental que el tipo de interés jue -ga en la economía. De este modo, en un mercado libre, el tipo deinterés sería el reflejo de la preferencia temporal de los agentespor el consumo presente, dependiente por tanto de sus valoracio -nes subjetivas, y que permite coordinar las decisiones entre aho -rradores e inversores. Frente a esto, en economías como la ac tual,la fijación de los tipos de interés y determinación de la base mo -netaria por parte de un banco central monopolista, produciríauna descoordinación entre las decisiones de prestamistas y pres -tatarios, dando lugar a una incorrecta asignación de los recursos,similar a la ocurrida desde el año 2001 hasta el 2007, cuando seinició la Gran Recesión. En este sentido, los autores austriacos vanmás allá que el resto de economistas liberales, resaltando la im -portancia que el mercado libre juega a la hora de determinar unprecio tan esencial en una economía como es el tipo de interés, ylas graves distorsiones que resultan de una fijación artificial delmismo. Esto supone una fuerte crítica al sistema monetario de pla -nificación centralizado actual.

De este modo, un aumento en la oferta monetaria sin respaldode ahorro previo, siempre llega primero a unos pocos (que salenganando al poder comprar a los precios antiguos), redistribuyela renta (unos pocos se benefician a costa de la gran mayoría), dis -torsiona la estructura de precios relativos (unos precios suben másque otros) y por tanto distorsiona también la estructura produc-tiva (provoca una mala asignación de recursos). Este proceso dalugar a un «alargamiento» ficticio e insostenible de los procesosproductivos, que se hacen de forma indebida excesivamente in -tensivos en capital. Sin embargo, de manera espontánea e inelu-dible, el proceso inflacionario termina por revertir este proceso,dando paso a un proceso de desempleo, recesión y en donde seterminan por constatar todos los errores empresariales cometidosdurante la fase de auge artificial.

3. El Banco Central como monopolista

La mayor parte de economías avanzadas cuentan con marcos re -gulatorio y organismos públicos cuyo objetivo es luchar con los

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monopolios. Sin embargo, el papel monopolista del banco centralen la emisión de dinero es raramente cuestionado.

Dentro de la economía austriaca existen diversas teorías, perocabe mencionar la propuesta que Jesús Huerta de Soto hace en sulibro Dinero, crédito bancario y ciclos económicos, donde propone unsistema de total libertad de elección de moneda, la eliminación delas leyes de curso legal forzoso, estableciendo la com pleta libertadbancaria y permitiendo a los bancos establecerse con total libertad.Para su correcto funcionamiento, todos los agen tes implicados (in -cluidos las entidades bancarias) deberían de someterse al cumpli-miento de los principios generales del derecho, especialmenteel del contrato de depósitos (coeficiente de caja al 100 por cien).

4. El origen del dinero

En un contexto como el actual de Gran Recesión, las demandasde medidas destinadas a dotar al sistema de una mayor liquidezdeben de hacer reflexionar sobre una cuestión fundamental enuna economía: la función del dinero, para que sirve, así como ana -lizar si realmente, tan solo con la impresión de papel moneda, sepuede solucionar la grave crisis económica. Fue el fundador dela Escuela Austriaca, Carl Menger,27 el primer economista en tra -tar de explicar el origen del dinero mediante una teoría apriorís -tica deductiva. Así, el dinero surge para solucionar el pro blemade la doble coincidencia de necesidades, al resultar mucho mássencillo y rápido intercambiar los bienes por un bien generalmen -te aceptado, que por sus cualidades intrínsecas llegó a ser el oro.

De este modo, el dinero se origina de forma no intencionadaa lo largo de un proceso evolutivo impulsado por multitud de se -res humanos que buscan empresarialmente satisfacer sus ne ce -sidades (teoría evolutiva de las instituciones), y que permite lacoordinación social y la especialización y profundización en ladivisión del trabajo.

Sin embargo, la mayor parte de economistas estudian el di -nero de forma agregada (al igual que la economía en general),

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27 Menger, Carl (1892): «On the origins of Money», Economic Journal (volume 2).

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pa sando por alto en numerosas ocasiones sus aspectos micro -econó micos, y confundiendo la demanda de dinero con la deman-da de riqueza.

VCONCLUSIÓN

Tal y como fue concebido en sus orígenes, el euro se constituíacomo un arma contra los nacionalismos monetarios, y en cier tomodo y como defiende Jesús Huerta de Soto, como un proxy delPatrón Oro. Así, la moneda única ha sido una excelente he rra mien -ta para evidenciar los problemas de los que adolecen las vie jaseconomías de la UE, y ha llevado a que, en el contexto de la gravecrisis económica mundial y ante la incapacidad de po der deva-luar la moneda directamente, la mayor parte de países ha yanllevado a cabo importantes reformas encaminadas a una ma yorflexibilización de sus economías. No obstante, los últi mas me -didas de política monetaria no convencional llevadas a cabo porel BCE para poder asistir a los países en dificultades, chocan fron -talmente con los principios sobre los que se asienta el sistema mo -netario y financiero defendido por gran parte de los autores aus -triacos. En este sentido, el BCE y los bancos centrales nacionalestodavía tienen un largo camino por recorrer para poder alcanzardicho sistema, caracterizado por su cumplimien to de los princi-pios generales del derecho, y capaz de evitar los pe riodos de augey recesión que adolecen las economías. De este modo, la estrate -gia de política monetaria como tal no tendría que ser diseñada,porque simplemente sería inexistente. Sería el mercado, y las va -loraciones subjetivas de los agentes sometidos a un estricto cum -plimiento de los principios generales del derecho los que se en -cargarían del correcto funcionamiento del mismo.

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EL SISTEMA EDUCATIVO ESPAÑOL:UN ENFOQUE AUSTRIACO

CARLOS ARENAS LAORGA*

Fecha de recepción: 16 de febrero de 2015.Fecha de aceptación: 17 de marzo de 2015.

Resumen: En este trabajo se pretende estudiar la influencia del papel delestado en la educación no universitaria de España. Para poder analizar untema complejo como este partimos de la historia de las intervenciones eneducación, para afrontar después, con mayor criterio, el estudio de los pro -blemas actuales del intervencionismo en el sistema educativo. Parte de estosproblemas son la financiación, el fracaso escolar o la falta de libertad de lasfamilias. Tras analizar algunos de los problemas de los que adolece nuestrosistema de enseñanza, propondremos una serie de mejoras basándonos enmedidas educativas de éxito aplicadas en otros países y en la teoría de laEscuela Austriaca, aportando datos cuantitativos que sirven de referenciapara no caer en la ideologización de un tema proclive a ello y tan delicadoen España en estos momentos.

Palabras clave: Sistema Educativo, Fracaso Escolar, Estado y Educación,Informe PISA, Informe Mckinsey, Financiación de la Educación.

Clasificación JEL: A21, B53, I21, I22.

Abstract: This paper aims to study the influence of the role of the state innon-university education in Spain. In order to analyze a complex issue suchas this, we begin with the history of interventions in education to providecontext to the study of current problems of interventionism in the educationsystem. Several of these problems are funding, school breakdown, or thelack of freedom within families. After analyzing some of the problems thatour education system suffers, we will propose a number of improvementsbased on successful educational measures that have been applied in other

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 83 a 117

* Profesor adjunto de Política Económica - Área de Empresa. Centro UniversitarioVillanueva. Máster en Economía de la Escuela Austriaca, Universidad Rey Juan Carlos.

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countries according to the Austrian School theories. These improvementsprovide quantitative data that prevent falling into pure ideology of an issuecurrently so delicate in Spain.

Key words: Education System, School Failure, State and Education, PISAReport, Mckinsey Report, Education Funding.

JEL Classification: A21, B53, I21, I22.

IINTRODUCCIÓN

La economía de la educación es una rama abandonada dentrodel estudio de la economía hasta mediados del s. XX. La mayo-ría de los estudios sobre esta materia ofrecen cifras financieras,de fracaso, de ingresos y costes. Siendo necesarios estos estudioses interesante plantear el objeto de la economía de la educaciónen un análisis anterior. En este trabajo queremos preguntarnosno por cifras únicamente, sino por el mismo sistema. Es decir, ¿esconveniente el sistema de enseñanza que tenemos en España? Sino es conveniente, ¿existe algún otro sistema que pueda mejorarel mismo?

El papel del estado en la educación no universitaria en Es -paña tiene una importancia no despreciable, pues abarca más del65% del total del sistema educativo, hecho que hace que nospre guntemos si es precisamente esta presencia estatal una de lascausantes de los fatales resultados que arroja España en los análi-sis internacionales sobre educación.

El gasto estatal por alumno de la educación española superalos 9.500 dólares,1 siendo una de las más costosas, mientras queel fracaso escolar es, junto con Malta y Portugal, de los más ele -vados. ¿Cómo es posible tal situación?

CARLOS ARENAS LAORGA

1 Cfr. OCDE (2013). p. 29.

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IIEL PAPEL DEL ESTADO EN LA EDUCACIÓN

A LO LARGO DE LA HISTORIA

Desde 1870 contamos con la aportación de Menger sobre la teoríaevolutiva del dinero,2 que es simplemente una concreción de lateoría de la evolución austriaca aplicada al ámbito concreto deldinero. En efecto, Menger estudia el surgimiento espontáneodel medio de cambio en las transacciones económicas. Esta crea-ción de un medio de cambio no es una creación ex novo, sino quees el resultado de un proceso espontáneo evolutivo. No es uncontrato social ni una decisión de un solo hombre. La apariciónpaulatina del medio de cambio hace que se multipliquen losintercambios y es el motor que hace que muchos pueblos se unanen lazos comerciales, de modo que se desarrollan las comuni-caciones o el lenguaje, por ejemplo. Así, esta explosión de inter-cambios que nacen de la aparición progresiva de unos mediosde cambio generalmente aceptados, deviene en una mayor fa -cilidad del cumplimiento de los fines de los hombres. Ningúngobierno inventó el dinero, sino que se llegó a él como medio desatisfacción de las necesidades a lo largo de la evolución de lospueblos.

De este mismo modo se puede establecer una teoría evoluti-va de una institución como la educación. Podemos imaginar sindificultad cómo sería la enseñanza en los comienzos de la histo-ria de la humanidad. No sería una educación basada en la trans-misión de un conocimiento sistemático, científico y llevado acabo con una financiación de los órganos dirigentes de las primi-tivas tribus. Más bien podemos suponer que la educación en losalbores de la humanidad se circunscribía a los elementos bási-cos de subsistencia. Quizá la única enseñanza era la de la super-vivencia.

Podemos apreciar, como hace Menger en su teoría del dine-ro, que para el surgimiento de una transmisión del conocimien -to no hace falta ninguna intervención estatal, así como para el

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2 Menger (1997).

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surgimiento del intercambio a través de medios comunes de pagono fue necesaria ninguna imposición gubernamental. Se obser-va que la transmisión del conocimiento favorece la superviven-cia de la especie; que aquellas personas receptoras de una educa-ción (muy rudimentaria todavía) se desenvuelven de forma másperfecta, pues tienen más recursos para alcanzar los fines quese proponen. De este modo, el comportamiento que mejores re -sultados aporta para la consecución de los fines personales esemulado por los demás.

«Es cierto que esta educación carece de caracteres científicos,que en ella está ausente toda reflexión, y que la transmisión delbagaje cultural de los adultos a los jóvenes se efectúa de formanatural. (…) tanto al niño y al joven que reciben los usos y cos -tumbres, como al adulto que los transmite, les pasa inadvertidoel propio proceso de la educación, no son conscientes de él. Noes que los niños no sean conscientes de los contenidos que reci-ben, sino que ni ellos ni los adultos reflexionan sobre el acto mis -mo de aprender».3 Continúa diciendo que «La transmisión de lacultura y de los preceptos sigue el proceso más simple. El niñoy el joven adquieren los contenidos de su comunidad de modonatural por el solo hecho de vivir en ella. La carencia de conte-nidos elaborados y de instituciones complejas, hace innecesariocualquier artificio que tenga por finalidad la transmisión de lacultura. Es la educación espontánea una educación imitativa. Eljoven llega a adulto intentado repetir en su propia vida lo queve a su alrededor. (…) se va incorporando a los trabajos específi -cos de su clan y tribu. Se inicia en la caza y en la pesca; apren-de a cuidar el ganado, practica las labores que lleva consigo lalabranza de la tierra y participa en las ceremonias religiosas conla danza o la música».4

En ciertos lugares y en momentos temporales distintos, algu-nas sociedades imponen un sistema de educación basado en lacoacción y en la imposición obligatoria de un sistema educativogubernamental. ¿Cómo es posible que se dé este salto desde unasociedad con libertad de enseñanza a una con fuerte intervención

CARLOS ARENAS LAORGA

3 Gutiérrez Zuloaga (1972), p. 54.4 Gutiérrez Zuloaga (1972), pp. 54-55.

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estatal? No se puede responder a esta pregunta de modo general,pues en cada sociedad que se impuso un sistema educativo coac-tivo, las razones son diversas. Lo que sí podemos afirmar es queen todas ellas se ejerce una coacción sistemática al ciudadano alocupar los estados competencias que no le son propias. Es lógi-co y coherente, desde un punto de vista estatal, pretender coparuna parcela tan importante como la transmisión del co nocimiento:una buena manera de perpetuarse en el poder en te ner adoctrina -da a la población que se gobierna; meta sencilla si se estableceuna educación controlada y obligatoria.

Vemos pues la posibilidad de pretender controlar la educa-ción como consecuencia coherente e implícita al gobernante (yasean déspotas malvados o líderes electos bondadosos). El respal-do a la decisión de control y provisión de educación es muy sen -cillo de argumentar también. Nadie duda de todos los beneficiosque trae consigo la educación: el aumento del nivel de la sociedady otras loables ventajas económicas y culturales. De este modo,el estado interviene por primera vez en la educación estable-ciendo sus criterios. Una vez justificada la intervención estatalen cualquier ámbito, pasa a ser una necesidad en un mundo enque los hombres no imaginamos cómo podríamos subsistir sinla provisión de la misma por el órgano de gobierno.

1. La educación hasta la Edad Media

Grecia y Roma

El sistema educativo de Grecia estaba dominado por tutores pri -vados o escuelas. Los ejemplos más conocidos son los maestroscomo Sócrates o escuelas como la de los Sofistas. Y es que, en laetapa de la cultura greca, la intervención del estado fue casi unaexclusiva de Esparta. «Veremos que alguna vez el soberano he -lenístico interviene en la administración o en la política escolar;pero lo hace siempre a título privado como benefactor, como me -cenas, diríamos nosotros. Será preciso aguadar el advenimientodel Imperio Romano para que el soberano intervenga en el domi-nio educativo como legislador, y aun entonces lo hará primero,

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fundamentalmente para recordar sus deberes a las ciudades y nopara sustituirlas».5 Estos hechos no quitan para que encontremosla excepción de Esparta, en donde no solo la educación, sino todala sociedad, estaba controlada de modo total por el estado.

«Según la opinión unánime de todos los historiadores de lapedagogía, el primer educador en la Roma antigua es el pater fami-lias».6 En efecto, la educación romana no planteaba en un prin-cipio un sistema público obligatorio de educación; al igual queen Grecia, con la excepción que ya conocemos. Es en la propia fa -milia donde se recibe el conocimiento necesario que los padresestiman oportuno. Esa transmisión del conocimiento se hacíadirectamente a través de padres a hijos o bien valiéndose de unesclavo. Aquellas familias que no podían permitirse tener escla-vos educaban a sus hijos igualmente, aunque dependiendo dela cultura de los padres, las materias que enseñaban estaban másenfocadas a la retórica, las artes y las letras o, por el contrario,a la agricultura, el campo y otras labores manuales.

Esclavos y libertos tuvieron un papel fundamental en la edu -cación en Roma, pero también fueron surgiendo escuelas y se es -tablecería un sistema en el que convivían ambos tipos de educa-ción: la escuela y la educación en la casa.

La educación en la escuela suponía un gasto ínfimo para lasfamilias y este modelo de educación se extendió rápidamente.Las bondades de la educación, unido a un bajo coste, hicieronque mucha gente decidiese llevar a sus hijos a la escuela. Tantose po dían palpar las ventajas de la educación, que en algunasciudades los gobernantes optaron por establecer un sistemagratuito. Si bien, no hay que confundir el establecimiento deun sistema público con un sistema gratuito (que hoy conocería -mos con el nombre de mecenazgo, como hemos visto ya enGrecia). De he cho, Plinio optaba por este sistema de mecenaz-go porque, aunque se planteó la posibilidad de crear un siste-ma público, sa bía lo pronto que se corrompería tal sistema.7 Sibien es cier to que hubo emperadores que regularon la educación,

CARLOS ARENAS LAORGA

5 Marrou (1985), p. 140.6 Manacorda (1983a), p. 152.7 Cfr. Manacorda (1983a), p. 115.

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estas intervenciones no tienen nada que ver con las que ahora po -demos observar en nuestra sociedad: nunca se obligó a la en se -ñanza, no se regularon contenidos, no se definen estructuras deciclos educativos…

2. La Edad Media

Tras la caída del Imperio Romano no vemos ningún intento porparte del estado por hacerse con el control del sistema educati-vo. Existe una tentativa por parte de Carlo Magno en el s. IX, perola Iglesia es la que monopoliza, como agente privado, gran partede la educación.

El sistema que imperaba era de propiedad privada de la ense-ñanza y de coste muy reducido o casi nulo, hasta el punto queel Concilio de Letrán de 1179 dice «(…) La Iglesia está obligadaa procurar que a los pobres, que no pueden recibir ayuda de suspadres, no se les prive de la oportunidad de leer y de aprove-char en el estudio (…). No se exija ningún pago por la licenciade enseñar (…) y no se impida enseñar a nadie que sea idóneo».8

Estamos ante un sistema gratuito para los ciudadanos, en el sen -tido de que no hay impuestos de la educación, y solo pagan porella quienes se aprovechan de la misma. Además, nadie queda ex -cluido de la enseñanza por baja renta. Dicho así, resulta un mode -lo envidiable.

Hacia el siglo XIV van reapareciendo los tutores privados, quecasi se habían abandonado tras la caída del Imperio. Este fenó-meno sucede como consecuencia del florecimiento de la cultura,animado por periodos de paz; lo que, a su vez, expande la ense-ñanza fuera de los límites de las órdenes religiosas. En esta etapavemos también alguna intervención estatal puntual, sin apenasrelevancia.

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8 Manacorda (1983a), p. 225.

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3. Después de la Edad Media

Es a partir de la Reforma protestante donde se empieza a consi-derar clave la intervención de los poderes públicos. Es Lutero elprimero que apoya una regulación estatal de la enseñanza. Elreformador tenía mucho interés en que la Iglesia católica perdie-se su influencia en la educación, de modo que quería transferirla responsabilidad que esta tenía al estado. Del mismo modosuprimía una fuente de financiación a los católicos.

Algunos fragmentos de las cartas de Lutero a los príncipesalemanes dicen lo que sigue:

«Mis queridos señores, si debemos gastar cada año sumastan considerables en cañones, caminos, puentes, represas e innu-merables cosas de ese tipo para asegurar la paz temporal y la pros-peridad de una ciudad, ¿por qué no deberíamos destinar muchomás a la pobre juventud desatendida —al menos lo suficiente paraemplear a uno o dos hombres competentes para enseñar en lasescuelas?» (Lutero, 1524, p. 350).

«Así, pues, del mismo modo como es función y honor del ofi -cio de predicar hacer santos a los pecadores, vivos a los muer-tos, salvos a los condenados e hijos de Dios a los hijos del demo-nio, así también es función y honor del gobierno terrenal hacerhombres de las bestias e impedir que los hombres se conviertanen bestias». (Lutero, 1530, pp. 237-238).

«Mantengo que es deber de las autoridades temporales obli-gar a sus súbditos a que mantengan sus hijos en las escuelas, es -pecialmente a los más prometedores. Pues verdaderamente esdeber del gobierno mantener los oficios y estados que hemos men -cionado, de manera que siempre haya predicadores, juristas, pas -tores, escritores, médicos, maestros, etc., pues no podemos pres-cindir de ellos. Si el gobierno puede obligar a los súbditos aptospara el servicio militar a cargar lanzas y mosquetes, proteger mu -rallas y hacer otras clases de trabajos en tiempos de guerra, cuan-to más puede y debe obligar a sus súbditos a mantener sus hijosen las escuelas. Pues aquí enfrentamos una guerra peor, una gue -rra contra el demonio». (Lutero, 1530, p. 257).

Tras los impulsos de control de Lutero, que tuvieron, aunquede modo parcial, cierto éxito y mucha influencia posterior, vemos

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en 1642 el primer sistema obligatorio del mundo anglosajón enMassachusetts. Los calvinistas redactaron la ley que decía: «Dadoque la buena educación de los niños es de singular provecho ybeneficio para cualquier comunidad, y considerando que muchospadres y tutores son demasiado indulgentes y negligentes encuanto a cumplir un deber de esa clase, se ordena que los hom -bres elegidos de cada pueblo (...) tengan un ojo vigilante sobresus vecinos, para ver primero que ninguno de ellos sufra seme-jante incultura en su familia, de no esforzarse en enseñar, por símismos o por otros, a sus hijos y aprendices».9

Tras la implantación de este sistema, llegamos al s. XVIII, endonde la situación europea tiene una ruptura definitiva con su pasa-do. No es necesario recordar los acontecimientos que se sucedie-ron en este siglo. Los ilustrados son acérrimos defensores de la edu -cación pública; hasta tal punto que favorecen la manipulación delos maestros para que se pueda perpetuar la educación controla-da por el estado: «Los maestros deben imbuir en el corazón de susescolares el amor (…) y el reconocimiento debido a quien lesprocura una instrucción gratuita y busca ennoblecer sus almas».10

En el siglo XIX se consolidan los sistemas de educación esta-tal creados la pasada centuria y se amplía su influencia en paísesque no habían asumido un papel coactivo en el sistema de ense-ñanza. Se comienza a ver como algo corriente que los poderespúblicos adquieran el control total sobre la enseñanza y aumen-tan sus competencias en prácticamente todos los países. En el s.XX se recogerá la enseñanza como derecho fundamental de carác-ter obligatorio, hasta el punto de que ya no concebimos un siste-ma de enseñanza en el que el estado no tenga el papel predomi-nante. Pero no es hasta finales del s. XVIII y la influencia de Luterocuando la escuela pasa a tener tintes estatales: «Hasta entonces[1760] la escuela había sido, casi en su totalidad, un hecho priva-do o eclesiástico (…)».11 Ahora consideramos extraña una provi-sión de enseñanza privada.

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9 Rothbard (1985), p. 145.10 Manacorda (1983b), p. 400.11 Manacorda (1983b), p. 389. En este trabajo omitimos referencias al modelo pru -

siano por motivos meramente de extensión. Si bien, este modelo prusiano es baseimportante de nuestro sistema de enseñanza actual.

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IIIEL SISTEMA EDUCATIVO EN ESPAÑA Y EL ESTADO:

FRACASO ESCOLAR Y GASTO

1. El fracaso escolar

El estado español tiene un control directo sobre el 68% aproxi-madamente de la educación no universitaria. Además, otro 25%lo controla de forma indirecta —colegios concertados—. De modoque apenas queda poco más de un 6% de educación privada.12

Pero el dato más sorprendente de nuestro sistema educativoobservando, año tras año, el informe PISA, es la altísima tasa defracaso. En el año 2012 España era el país de la Unión Europeacon mayores tasas de fracaso escolar. Si a este dato le añadimosque es una de las escuelas públicas con mayor coste por alum-no, tenemos una pregunta clara de investigación.

A la hora de establecer variables que podamos relacionar conel fracaso hemos observado que las comunidades con mayor in -migración, no tienen tasas de fracaso más elevadas. De hecho, elcoeficiente de correlación entre estas variables es de -0,031. Ade -más, estas comunidades con menor tasa de fracaso y más inmigra -ción coinciden con comunidades autónomas de mayor porcentajede escuelas privadas, ya sean concertadas o privadas totalmente.Así pues, vamos a ver si el factor de la titularidad de las escuelasafecta más que el de la inmigración.

En efecto, vemos un coeficiente de correlación de 0,588 y uncoeficiente de determinación nada despreciable. Por supuesto queexisten muchas más variables que afectan al fracaso, pero pode-mos observar que la titularidad del centro parece que es una deellas, y de importancia notable (Gráfico 1).

Del mismo modo sucede cuando analizamos la educación pú -blica en relación a la tasa de paro por comunidades autónomas.Observamos un coeficiente de determinación de 0,542.

Reiteramos que no son datos que inculpen de modo exclusivoa la educación pública del elevado fracaso del sistema educativo,

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12 Los colegios privados no son independientes del estado, pues están encorse-tados por la enorme regulación de materias, contenidos, y un largo etcétera.

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pero no se puede ahora obviar la relevancia del factor de la titu-laridad del centro, en donde se demuestra que la educación pri -vada es mucho más eficiente. Por supuesto, la relación entre elalumnado que no termina la ESO y la enseñanza pública es eleva-da, pero una de las grandes diferencias entre los centros públi-cos y privados es que los primeros no eligen a sus alumnos. Portanto, es normal obtener un resultado tan abultado a favor de laenseñanza privada cuando hablamos de abandono. Siendo estoobvio, nos encontramos el mismo problema cuando la enseñanzadeja de ser obligatoria, lo que nos lleva, de nuevo, a fijar la aten-ción en la variable de la titularidad más que en otras causas (Grá -fico 2).

Una vez vista la enorme influencia de la titularidad del centro,otras variables que se manejan como clave en el fracaso son lasque se refieren al entorno familiar. Así, los alumnos cuyos pro -genitores tienen niveles de estudios elevados devienen en tasasde fracaso menores. Aunque es llamativo que la tasa de abando -no de alumnos con padres sin estudios es menos de la mitad deaquellos progenitores que tienen estudios de enseñanza obliga-toria (Tabla 1).

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GRÁFICO 1FRACASO ESCOLAR Y CENTROS PÚBLICOS

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte.

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Esto nos lleva a preguntarnos por la idoneidad de la obliga-toriedad de los estudios que impone el estado, pues sabemos ade -más, que el motivo mayoritario de abandono escolar es el propiorechazo por el alumno.13

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GRÁFICO 2PORCENTAJE DE ALUMNOS DE BACHILLERATOQUE PROMOCIONAN CURSO. CURSO 2010-2011

Fuente: Elaboración propia con datos de: Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte(2011).

TABLA 1NIVEL DE ESTUDIOS DE LOS PADRES DE LOS ALUMNOS

QUE ABANDONAN ESO SIN FINALIZAR

Porcentaje de los que Porcentaje de los queabandonan la ESO no abandonan la ESO

Sin estudios 20,7% 7,0%Obligatoria 56,4% 41,3%Bachillerato 10,1% 14,9%Profesional 7,0% 12,2%Superior 5,8% 24,6%

Fuente: Enguita, M.F., Martínez, L.M. y Gómez, J.R. (2010), p. 76.

13 Cfr. Enguita, M.F., Martínez, L.M. y Gómez, J.R. (2010).

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2. La financiación del sistema educativo español: el gasto

Menos de un 6% del sistema educativo español está en manos pri -vadas. Es decir, que la inmensa mayoría está controlada por po -deres públicos: escuelas públicas y concertadas. Los datos delMinisterio de Educación, Deporte y Cultura cifran el gasto educa-tivo en torno a los 50.000 millones de euros anuales,14 una cifrarelativamente elevada si medimos el esfuerzo educativo de otrospaíses de la UE o de la OCDE. Así pues, España debería gastarmenos y mejor. ¿Por qué menos y mejor?

Menos porque, como dice la OCDE, «España destina 9.608 dó -lares al año de gasto público por cada alumno en la educación pú -blica, un 15% más que la OCDE y la UE-21». (…) «La financia-ción del sistema educativo español es superior a la de los paísesde nuestro entorno en todos los niveles educativos: infantil, pri -maria, secundaria y terciaria. El gasto público por alumno pú -blico es el mejor indicador del esfuerzo que realiza un país en susis tema educativo, pues pone en relación la financiación de laeducación con el número de estudiantes».15

Y mejor porque sabemos la escasa relación entre el fracaso es -colar y la financiación: «no es tan lineal como se da normalmen -te por supuesto. (…) más recursos económicos no suponen me -joras de rendimiento en los estudiantes»,16 de tal modo que nome joraremos las tasas de fracaso con más gasto, sino invirtiendode un modo más adecuado.

Dos de los motivos más importantes que hacen que nuestrogasto por alumno sea desproporcionado son los salarios de losprofesores y la ratio alumno-profesor. Esta última variable, cadavez adquiere menor importancia cuando se relaciona con el fra -caso. Baste ver Chile, uno de los cinco países que más ha mejora -do sus resultados en PISA entre el año 2000 y el 2012,17 que tieneuna ratio alumno-profesor casi tres veces superior a la española(Gráfico 3).

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14 Cfr. Ministerio de Educación, Deporte y Cultura (2013), p. 10.15 OCDE (2013), p. 29.16 García, J.S.M. (2009), pp. 56-85. Cfr. Hanushek, E.A. y Woessmann, L. (2010). 17 Los otros 4 países son: Luxemburgo, Polonia, Israel y Letonia.

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Otro de los países, además de España, con resultados de altofracaso escolar, es Portugal. Hecho que parece confirmar que laratio alumnos-profesor no es un elemento fundamental en lacalidad de la educación escolar, pero sí incrementa sustancial-mente el gasto. Del mismo modo, los gastos de salarios en Espa-ña suponen en torno al 70% del gasto total educativo; otra parti-da que encarece mucho el gasto por alumno (Gráfico 4).

Tras ver las dos variables fundamentales en el gasto del siste-ma educativo, podemos entender el elevado coste por alumno dela enseñanza en España. Así, las cifras de gasto público, aunqueno suponen un porcentaje del PIB por encima de la media de laOCDE, son muy elevadas. Otro de los datos que nos confirmanque el gasto educativo de nuestro sistema debe ser más eficien-te (Tabla 2).

Las cifras de gasto en la educación pública en España estánbastante alejadas de los costes de la educación privada y concer-tada. Para datos del 2011 podemos ver que «en los países de la

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GRÁFICO 3RATIO ALUMNOS-PROFESOR EN EDUCACIÓN SECUNDARIA

EN INSTITUCIONES PÚBLICAS (2011)

Fuente: OCDE (2013), p. 41.

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OCDE, para todos los niveles educativos, el gasto público porestudiante es el doble del gasto privado por estudiante (8.027dólares y 4.071 dólares, respectivamente). (…) El gasto públicopor estudiante en instituciones públicas es más del doble que elde las instituciones privadas en educación primaria (6.281 dóla-res frente a 2.474 dólares), menos del doble para la educaciónprimaria, secundaria y secundaria superior no terciaria (8.111dólares en las instituciones públicas y 4.572 dólares en las insti-tuciones privadas), y cerca del triple en el nivel terciario o supe-rior (10.543 dólares en las públicas frente a los 3.614 dólares delas instituciones privadas)».18 Aun así, los resultados de la escue-la privada son sustancialmente mejores que los de la pública (Grá -fico 5).

Si la solución al elevado gasto, además de reducirlo, es la eficien-cia del mismo; ¿Qué medidas podemos establecer para llevarlo

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18 Molina Morales, A., Amate Fortes, I. y Guarnido Rueda, A. (2011), pp. 37-45.

GRÁFICO 4RETRIBUCIÓN ANUAL DEL PROFESORADO (2011)

EN INSTITUCIONES PÚBLICAS EN PPA Y MILES DE DÓLARES

Fuente: Elaboración propia con datos de: OCDE (2013), p. 44. Se pueden ver los cos -tes medios por alumno en Villarroya Planas, A. (2000). Cuadro n. VII.3.4.

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a cabo? Analizando los costes de las distintas escuelas y sin redu-cir el papel de las escuelas dependientes de fondos no privados,la solución a la eficiencia del gasto es incrementar el peso de laescuela concertada.

Las enseñanzas públicas no universitarias tenían en el 2008un total de alumnos de más de 5 millones (5.018.430), con uncoste por alumno de 6.567 euros (en el año 2013 supera los 8.500euros). De este modo, el coste general de alumnos de la enseñan -za pública es de casi 33.000 millones de euros (32.956.032,35euros). La es cuela concertada tiene menos alumnos, pues en elaño 2008, solo un 26,19% de los alumnos estudiaba en la concer-tada (1.952.937 alumnos). El coste de la enseñanza concertada paralas administraciones era de 2.771 euros por alumno, lo que haceque el coste total fuese de algo más de 5.000 millones de euros(5.411.589.788,67). El porcentaje de alumnos de la escuela priva-da en el 2008 era de 6,51%.

Con todos los datos disponibles, podemos calcular el ahorroque supone para el estado que todos los colegios fuesen concerta -dos (excluyendo a los que ya son privados, que quedarían igual).El único cálculo necesario es conocer el número de alumnos que

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TABLA 2GASTO PÚBLICO EN EDUCACIÓN Y SU RELACIÓN CON EL PIB

(ESPAÑA)

Excluidos capítulos financieros Incluidos capítulos financieros

Importe % Importe %Años (millones €) PIB (millones €) PIB

2003 34.108,90 4,36 34.349,60 4,392004 36.290,60 4,31 37.268,50 4,432005 38.742,80 4,26 39.097,70 4,302006 42.248,80 4,29 42.480,70 4,312007 45.958,20 4,36 46.434,10 4,412008 50.287,30 4,62 50.880,40 4,682009 52.572,10 5,02 53.092,20 5,072010 52.179,30 4,99 52.721,00 5,042011 50.427,10 4,82 50.714,20 4,852012 46.980,30 4,57 47.310,30 4,602013 46.915,20 4,55 47.220,50 4,58

Fuente: Ministerio de Educación, Deporte y Cultura (2013), p. 10.

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están cursando estudios no universitarios en la enseñanza públi-ca y aplicarles el coste de la concertada. Si a los alumnos que he -mos supuesto que cambian a la concertada les sumamos el costede los que, en efecto, están matriculados en este tipo de educación,entonces podemos obtener el coste total del sistema educativosi los alumnos de la enseñanza pública pasasen a la concertada.

El ahorro total que supone la enseñanza concertada, al ser3.796 euros por alumno, sería de más de 26.000 millones de euros(26.462.312.660 euros). Comparando el coste de la educación pú -blica sin concierto con la enseñanza concertada podemos ver elsorprendente ahorro obtenido: los datos del ahorro que suponeconcertar la educación son palmarios. ¿Qué supone este montoen la estructura del estado? Supone que podríamos, por ejem-plo, suprimir un 37,09% del IRPF. Estos datos no hacen sino con -firmar que el sistema actual no es el más adecuado en términosde eficiencia.

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GRÁFICO 5RESULTADOS EN LECTURA Y CIENCIAS EN FUNCIÓN

DE LA TITULARIDAD DE LOS CENTROS EN LAS CC.AA.

Fuente: OCDE (2012), p. 121.

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IVVARIABLES COMPARABLES

Los estudios internacionales sobre el sistema de enseñanza nouniversitaria arrojan luces sobre ciertas medidas que podríanayudar a la educación española. Es cierto que no todas las polí-ticas que funcionan en un país son aplicables en otros, pero hayalgunas que sí pueden serlo porque son independientes de lacultura, del ámbito geográfico, etc.

1. La autonomía

Una de las características generales de los países que obtienen me -jores resultados en PISA es la autonomía de los centros. Estos es -tudios de PISA hacen referencia a la importancia de la autonomía,pero también establecen otra variable que debe acompañarla paraque sea efectiva: la rendición de cuentas. «Los datos de PISA su -gieren que, cuando se combinan de manera inteligente autonomíay rendición de cuentas, los resultados de los estudiantes suelen sermejores (…) En resumen: la autonomía y la rendición de cuentasvan juntas; una mayor autonomía en las decisiones relativas al cu -rrículo, a las evaluaciones y a la asignación de los recursos tiendea estar asociada a un mejor rendimiento del estudiante, particular -mente cuando los centros educativos operan dentro una culturade la rendición de cuentas».19 Macao-China, Luxemburgo, Coreao Shangai son países con amplia autonomía de los centros en elcurrículo, contratación y despido de profesores, autonomía econó-mica o todas ellas juntas. De modo natural, una autonomía no seríaresponsable sin la rendición de cuentas. Libertad y responsabili-dad son las dos caras de una misma moneda (Gráficos 6 y 7).

«Maroy (2009) describe, a partir de un amplio proyecto de in -vestigación desarrollado en varios países europeos, cómo los mo -dos institucionales de los sistemas educativos en dichos paí ses,a pesar de sus diferencias en su organización, presentan cinco

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19 OCDE (2013), p. 1.

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tendencias comunes: autonomía creciente de los centros escola-res; búsqueda de un punto de equilibrio entre centralización ydescentralización; predominio de la evaluación externa de las es -cuelas y del sistema educativo; promoción de la libre elección deescuelas por las familias; y una voluntad clara de diversificar laoferta escolar. Si los mecanismos del mercado aumentan, tambiénel Estado tiende a convertirse en una instancia evaluadora de re -sultados. A la regulación de la autoridad pública por normas, sesuma hoy la regulación del mercado, en frecuentes relaciones decompetencia intercentros; y la propia regulación desempeñadapor las comunidades locales».20

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20 Bolívar, A. (2010), pp. 8-25.

GRÁFICO 6ÍNDICE DE RESPONSABILIDAD DE LOS CENTROS

SOBRE EL CURRÍCULO Y LA EVALUACIÓN (PISA 2012)

Fuente: Elaboración propia con datos de: OCDE (2012), p. 5.

GRÁFICO 7ÍNDICE DE RESPONSABILIDAD DE LOS CENTROSSOBRE LOS RECURSOS EDUCATIVOS (PISA 2012)

Fuente: Elaboración propia con datos de: OCDE (2012), p. 5.

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Es decir, cuanta más autonomía se da a los centros, mejores re -sultados obtienen los alumnos de este sistema educativo. La im -portancia no es solo la titularidad, sino, sobre todo, la autono-mía. En aquellos países en los que los que las escuelas públicastienen gran capacidad de toma de decisiones, los resultados sonmejores. Como hemos visto el caso español (Gráficos 6 y 7), sabe-mos que España es excepción en este sentido, pues las escuelaspúblicas no tienen ninguna capacidad de decisión, que unido alos elevados costes de las mismas, las hace inviables.

2. Profesorado. Equipos directivos y liderazgo

«Los profesores determinarán el éxito de la reforma educativa,no los políticos».21 Estas palabras definen el modo en que un siste-ma debe preponderar la libertad antes que la burocracia. Estu-diosos finlandeses como Pirjo Linnakylä, reconocen que la mejo-ra de los últimos treinta años es consecuencia de la transformacióndel profesorado.22 Este hecho, que parece obvio, suele confundir -se con la toma de decisiones políticas que, siendo bienintencio-nadas, no alcanzan al caso concreto de las necesidades de cadaescuela. Debe ser cada centro el que defina la formación necesa -ria de sus profesores, escogiendo la escuela al profesorado conla formación que estime oportuna, definiendo el éxito de la es -cuela o su fracaso.

Además del profesorado, es de vital importancia la direcciónde la escuela y la capacidad de liderazgo, que son las variablesque harán (siempre que haya una autonomía previa) que la es -cuela sea una organización con buena gestión. «Recientes inves-tigaciones concluyen que: dentro de todos los factores internosde la escuela, después de la labor del profesorado en el aula, elliderazgo es el segundo factor que contribuye a lo que aprendenlos alumnos en la escuela, explicando alrededor de un 25% de to -dos los efectos escolares».23

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21 ABC (2014). 22 Cfr. Melgarejo, J. (2013). 23 Bolívar, A. (2010), pp. 8-25.

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3. Gasto público

Otra de las variables que parece común a todos los sistemas edu -cativos es el gasto por alumno. Hemos podido ver cómo el mayorgasto no influye en mejoras del rendimiento de los alumnos y,además, supone un elevado coste para los ciudadanos del país,que tienen que sostener con sus impuestos, un sistema que none cesita de ese gasto (Gráfico 8).

España, en el año 2003 tenía un gasto por alumno acumuladodesde los 6 a los 15 años de más de 82.000 dólares. Parece que lacantidad a partir de la cual se pierde equidad y rendimiento es de50.000 dólares, cifra que sobrepasan la mayoría de los paí ses. Dehecho, España aumentó el gasto por estudiante (entre los 6 y los 15

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GRÁFICO 8RELACIÓN ENTRE EL GASTO POR ESTUDIANTE

Y LA EVOLUCIÓN DEL RENDIMIENTO

Fuente: OCDE (2012), p. 17.

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años) entre el año 2000 y el 2012 en más de 21.000 dó lares, consi-guiendo menor equidad y peores rendimientos. Del mismo modosucede con el resto de países observados en el estudio de PISA sobreel incremento de los recursos económicos por alumno. Así pues, pa -rece que el gasto educativo —al menos, por encima de 50.000 dóla-res de los 6 a los 15 años— no ayuda a la mejora del rendimientodel alumnado. Curiosamente, la cifra de 50.000 dólares coincide conel gasto educativo medio de un colegio privado de alta calidad.

VUN SISTEMA ALTERNATIVO: EL MODELO AUSTRIACO

Los argumentos éticos que defienden la no intervención del es -tado en el sistema educativo no los vamos a ver aquí, pues ya hayalgunos muy bien desarrollados.24 Pero en cuanto a las cifras deviabilidad de un modelo educativo en el que no tenga que inter-venir el estado —o lo haga de modo subsidiario—, algunos apun-tes a modo de conclusión pueden resultar esclarecedores.

El modelo que proponemos tiene unas bases sencillas: en tor -no al 10% de los impuestos de un ciudadano español son des ti -nados a gasto educativo y nuestra propuesta es eliminar este im -puesto coactivo con un margen que va desde eliminar totalmentelos pagos a las administraciones públicas hasta mantener un por -centaje del 2,5% de PIB, necesario para posibles contingenciasde las rentas bajas. Esto, suponiendo que no existiesen colegiosgratuitos, escuelas con financiación de empresas u obras bené-ficas; iniciativas sobre las que existirían numerosos incentivos.

El primer punto del sistema educativo sería eliminar la obli-gatoriedad. Este es un primer paso necesario para la creación deuna sociedad libre. Los niveles más básicos de formación se ob -tienen en la familia y en la sociedad: teléfonos, Internet, etc.

CARLOS ARENAS LAORGA

24 Cfr. West, E.G. (1965). En el presente trabajo, hemos querido describir las fa -llas de nuestro modelo estatista de enseñanza cuando se analiza desde una perspectivaaustriaca. El desarrollo exhaustivo de unas políticas educativas en base al pensamientode la Escuela Austriaca excede los límites del presente trabajo, pero sería muy útil paracompletar el análisis que hacemos aquí. Simplemente remarcaremos por dónde de -ben ir las políticas a seguir.

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Además, las familias podrían escoger aquel colegio que creanmás conveniente. La creación de escuelas debe ser libre de hechoy de derecho; cumpliendo requisitos básicos de higiene, seguri-dad, etc.: elementos necesarios en términos empresariales si sequiere tener éxito. Esta libertad plena de establecimiento de es -cuelas incrementaría su número y la competencia de las mismas,provocando una disminución de los precios, a la vez que la su -presión de aquellas que no encuentren demandantes. Es decir, nopermanecerán las escuelas por criterio de la administración localo estatal, sino por elección de las familias. Cada escuela participa -rá en el mercado intentando hacerse con alumnos, cada escuelasegún sus objetivos: las habrá que den mucha importancia a lasactividades deportivas, otras a los idiomas, otras a las matemáti -cas, otras a un horario para poder compatibilizar la jornada delos padres, otras… Este hecho que parece novedoso no lo es enabsoluto. Lo mismo sucede con cualquier bien libre. Imaginemoslas escuelas de inglés. Cada una escoge su modo de enseñanzay a cada una le avala el título que obtiene: First, TOEFL, etc. Aque -llas escuelas que tengan un nivel demasiado bajo quedarán fueradel sistema por la falta de prestigio, lo que incentivará a unos ni -veles de calidad mínimos. Estas valoraciones hacen también quelas empresas conozcan las características de evaluación a las quese han presentado los alumnos, de modo que los empleadoresaumentarían el esfuerzo en beneficio de cada individuo.

Las escuelas concertadas y las públicas recibirían sus ingre-sos ahora por las matrículas de los alumnos. Políticamente estamedida tendría siempre una oposición muy fuerte, pero con cri -terio económico (recursos escasos) y social (libertad de los indi-viduos), esta medida supondría el cierre de aquellas no rentablesque estamos pagando con impuestos todos los españoles. Estareconversión de centros generaría una amplísima pluralidad, demodo que nadie queda excluido del sistema escolar: colegios con -fesionales y aconfesionales, en español y en catalán, con religióno sin ella y un largo etcétera de posibilidades.25

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25 Como se afirma en el plan del Duque de Rivas: «La enseñanza gratuita jamás haproducido los efectos que se esperaba de ella, y no por haberse adoptado en una naciónha sido bastante a acelerar sus progresos. Lo que poco cuesta se aprecia también poco,

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Para ver de qué modo se pueden realizar los pagos de las ma -trículas en este sistema, vamos a ver algunos datos del gasto eneducación (Tabla 3).

El gasto total en educación es de 50 mil millones de eurosaproximadamente (un 4,76% del PIB), cuyo mayor coste es la edu -cación no universitaria, casi el 65%. Este gasto hay que financiar -lo mediante los impuestos que pagamos, pero la Agencia Tribu -taria española recaudó una cantidad mucho menor a la del gasto

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y con efecto común es en España que al empezar los cursos se matriculen infinitosdiscípulos y que al concluirse aquellos estén las cátedras casi desiertas. Cuando algohaya costado la matrícula, no sucederá lo mismo; pues los padres tendrán ya cuida-do de que sus hijos asistan a todas las lecciones, lo hagan con aprovechamiento parano perder la cantidad, aunque corta, que hayan desembolsado».

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TABLA 3DATOS GENERALES PARA EL CÁLCULO

DEL GASTO EDUCATIVO EN ESPAÑA (2012)

Datos en euros Total

GDP(1) 1.029.279.000.000 —% goverment revenue 37,20% 382.891.788.000% goverment expenditure 47,80% 491.995.362.000Ingresos netos por tributos

(recaudación)(2) 168.566.582.000 —Contribución media anual

en impuestos(3) 8.260,00 —

Educación noDatos en euros Total univeristaria

% PIB en educación 4,76% 48.993.680.400 31.845.892.260(4)

% gasto en educaciónrespecto recaudación 29,06% — —

% gasto en educaciónrespecto govermentexpenditure 9,96% — 6,47%

Número de contribuyentes 19.500.000 — —

Fuentes: (1) Los datos relacionados con el PIB y los gasto e ingresos del estado, así comoel porcentaje de destinado a educación son de Eurostat; (2) Datos de la AgenciaTributaria, (3) Think tank de Civismo; (4) Ministerio de Educación, Deporte yCultura.

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público total de España. De este modo se genera una diferencia:queda pendiente una deuda que pagarán igualmente los ciuda-danos, antes o después. Por este motivo hemos partido de queel gasto en educación que paga el contribuyente no debe ser cal -culado con respecto a la recaudación, sino al gasto total. Si el cálcu-lo se hace con respecto a la recaudación no cuadrarán las cifrasporque no existe el presupuesto cero. Para hacerse una idea, siel cálculo se hiciese sobre recaudación el gasto educativo supon-dría un 29%, lo que da idea de la insostenibilidad del sistema,ya no a largo plazo, sino a corto.

El gasto del estado y de las autonomías no lo vamos a distin-guir y vamos a llamar gasto público al conjunto de las cantidadesde todas las administraciones públicas destinadas a la educación.Así pues, el porcentaje de gasto educativo con respecto al gastopúblico es casi del 10%. De este dato podemos concluir que esees el porcentaje de los impuestos que pagamos que iría destinadoa la educación. Este porcentaje es del 6,47% si nos ceñimos a laeducación no universitaria.26 Es una cantidad no pequeña que,sumada todos los años de la vida laboral de una persona, resul-ta enorme.27 Siendo tan costosa la educación pública, ¿resultaríaquizá más ventajoso abonar el pago de una educación privada porlos años de escolarización que impuestos todos los años de la vidalaboral?

La contribución media de un español en impuestos es de 8.260euros para el año 2012. La distribución de este pago (en líneas ge -nerales) es de 4.000 euros por el IRPF, 3.000 por el IVA y 1.000 porlos impuestos especiales. Pero con este pago solo se recauda un16,38% del PIB, es decir, un 34,26% de lo que gastan las adminis -traciones. La diferencia la pagaremos después, la pagarán nues-tros hijos y nietos.28 Entonces, si un español quisiese mantener las

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26 Si el dato que utilizamos es el 29%, es decir, con referencia a la recaudación,el resultado obtenido sería menos fiable, pues habría que introducir la deuda en elcálculo de los datos, lo que complica los sencillos cálculos que queremos presentar.

27 Suponemos el gasto constante, aunque habría que aumentar el pago en cier-ta cantidad por el IPC. Como no altera la visión que queremos aportar, no introduci -mos esa variable.

28 Estudios de finanzas de los años 60 y 70 ya tienen en cuenta un riesgo conoci -do como «riesgo de quiebra», que se da cuando la estructura de capital está dominada

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prestaciones de las que goza actualmente, ¿cuánto debería abonaren impuestos? La cifra es de 24.108 euros anuales. Casi tres vecesmás de lo que se aporta actualmente. De esta cantidad, el 9,96%iría destinado al sistema educativo y, en concreto, el 6,47% al nouniversitario: la cantidad impositiva con fines educativos debeser entonces 2.401€. Como estamos centrados en la no univer-sitaria, la cantidad es menor: 1.560,49€ anuales. Esta es la canti-dad que abona un español medio para el sostenimiento de laeducación no universitaria española. Hay que tener en cuentaque existen 8 millones de alumnos y 19,5 millones de contribu-yentes (contados a partir de los que tributan por el IRPF). Estecálculo que hemos hecho podría hacerse de modo muy genéri-co multiplicando el número de estudiantes y su coste individualentre los contribuyentes y descontar la parte destinada al siste-ma universitario. La cifra resultante sería de poco más de 2.000euros anuales en impuestos. Esta cifra es mayor que la real, pueshay pagos por IVA de muchos no contribuyentes por IRPF.29 Deeste modo, reiteramos la cifra real como 1.560,49 euros anuales.

Con estos datos ya podemos calcular los costes de la educa-ción pública en toda la vida de un contribuyente medio. Para loscostes de la enseñanza privada hemos hecho varios supuestos.En vez de calcular el precio medio de la educación privada,vamos a ver los resultados en función del colegio privado. Nohemos incluido colegios benéficos ni otros similares (fundacio-nes, colegios privados financiados por empresas, etc.) en dondela matrícula es nula o casi nula, por lo que el colegio más bara-to es de 2.500 euros, mientras que el más caro es de 6.000 (tampo-co hemos incluido colegios más caros, pues son muy pocos y fueradel rango común).30 Este rango es arbitrario, pero sirve para la

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por una enorme deuda. Estos estudios de Modigliani y Miller afirman que una es -tructura de capital debe tener una proporción adecuada entre recursos propios y deuda.

29 Los partidarios de la no intervención de los poderes públicos en la educaciónno deben caer en el error de escoger la cifra de 2.000 euros anuales como pago al es -tado en concepto de educación pues, aunque los cálculos favorecerían la defensa dela no intervención estatal, no se tendrían en cuenta impuestos de enorme relevanciacomo es el IVA.

30 Algunos de los colegios privados conocidos como de «élite» o «elitistas» tie -nen unos precios inferiores a 5.000 euros, por lo que hemos encontrado adecuado

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inmensa mayoría de españoles. Por tanto, para ver cuál es el mo -delo más beneficioso para un individuo medio, podemos ver latabla 4. En ella podemos comprobar cómo en muy pocos casos losaños de cotización necesarios para financiar de modo privado laeducación se elevan por encima de los 40 años: educación muycara y de los 6 a los 18 años; lo que hace pensar que solo ren tasaltas considerarían esta opción, de manera que no afecta los añoscotizados, pues estas familias tienen recursos suficientes para pa -gar la matrícula cada año sin necesidad de recurrir a préstamosde educación. Para el resto de los casos nos encontramos con unaopción asumible, sobre todo si tenemos en cuenta que el periodode cotización exigido para el cobro total de la pensión completason 38 años, desde el año 2027 (Tabla 4).

Según los años de escolarización que se quieran y según el tipode colegio, esta tabla nos muestra los años de cotización que setarda en igualar el importe de la educación privada. Es curioso elhecho de que 10 años de escolarización (lo que obliga el estadoen la actualidad —de los 6 a los 16—) en un colegio caro (6.000euros) cueste prácticamente lo mismo que los años mínimos quese deben cotizar para disponer de la totalidad de la pensión. Cur -sar estudios primarios y secundarios, utilizando los años me -dios cotizados,31 y suponiendo un colegio privado de 5.000 euros,el coste de la educación pública sería 14.280 euros más cara quela privada para un contribuyente medio. Todos los pagos en lavida cotizada de un contribuyente medio superan con creces elpago de un colegio privado medio. En un modelo escolar caro,como el actual, un español medio podría ir a un colegio de «éli -te» durante 12 años. Con la teoría económica, que demuestra la

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un rango en el que el coste mínimo sea poco menor que el de un colegio concertadoy el precio máximo sea algo mayor al de un colegio medio de «élite». Cada uno puederealizar los cálculos necesarios para ver otros precios de colegios y otra cantidad deaños estudiados.

31 Cfr. Barr, N. (2006), pp. 1-14. Y Argandoña, A., Díaz-Giménez, J., Díaz-Saave-dra, J. y Álvarez, B. (2013).

No obstante no utilizamos estos datos de forma general porque son datos de GranBretaña y las tasas de paro españolas hacen que no se pueda utilizar en este país sinaplicar un filtro reductor de los años cotizados por la media de número de años queun español está en el paro.

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disminución de precios en el mercado libre de competencia, ima -ginemos las posibilidades de ahorro que ofrece este sistema.

La solución que proponemos al pago de la educación es la su -presión del 10% del pago de los impuestos, de modo que un es -pañol medio pueda pagar la educación por sí mismo, además deahorrar dinero al estado y ahorrar de manera personal. Se favo-rece también la empresarialidad, la mejora continua de la educa-ción y la adecuación entre el sistema de enseñanza y el mercadolaboral.

El pago de la escuela quedaría del modo siguiente: cada alum-no paga su matrícula anual (normalmente por medio de los pro -

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TABLA 4AÑOS NECESARIOS DE COTIZACIÓN

Años de estudio Precios del colegio Pago total Años que debes cotizar

2.500 20.000 12,823.000 24.000 15,383.500 28.000 17,94

84.000 32.000 20,514.500 36.000 23,075.000 40.000 25,635.500 44.000 28,206.000 48.000 30,76

2.500 25.000 16,023.000 30.000 19,223.500 35.000 22,43

104.000 40.000 25,634.500 45.000 28,845.000 50.000 32,045.500 55.000 35,256.000 60.000 38,45

2.500 30.000 19,223.000 36.000 23,073.500 42.000 26,91

124.000 48.000 30,764.500 54.000 34,605.000 60.000 38,455.500 66.000 42,296.000 72.000 46,14

Fuente: Elaboración propia.

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genitores). Habrá quien realice el pago directamente, pero habrátambién numerosas circunstancias económicas que induzcan amuchas familias a pedir financiación. Esta financiación podrá ve -nir a través de las administraciones públicas o de entidades fi nan -cieras. Al igual que existe un pago de pensiones a lo largo de lavida, se establecería uno de similares características pero a la in -versa. Es decir, la administración adelanta el pago para que el es -tudiante pueda cursar normalmente su escolarización. Cuandoeste estudiante trabaje podrá devolver el crédito. Estos cré ditosdeberían ser en condiciones ventajosas para incentivar la educa-ción e informar de cuántos años se precisan para devolver lo (verTabla 4). Este mismo sistema puede resolverse con entidades pri -vadas en vez de con la administración. Habrá también familiasque podrán pagar su educación sin necesidad de créditos.

Puede existir un conjunto de familias que no pueda hacer fren -te al pago futuro del crédito, por lo que carecerían de este incen-tivo a la educación. Para este pequeño porcentaje puede destinar -se una cantidad reservada para costear su educación —del mismomodo que los que soliciten este préstamo— pero sin tener obli-gación de devolverlo (siguiendo el símil, se podría asemejar a laspensiones no contributivas). Si por las circunstancias futuras ypor la educación recibida este alumno pudiese devolver el impor-te, estaría obligado a hacerlo.32 El número de declaraciones de larenta que tienen una contribución con la que no pueden costearla educación es de menos del 35%, que cotejado con los hogarescon hijos, resultan menos de 3 millones de alumnos.33 Para estasfamilias existen casi 2 mil millones de euros en becas de la admi-nistración, becas en colegios privados, colegios pagados con lasprácticas en empresa y un sinfín de alternativas. No obstante,se podrían incluso modificar los cálculos realizados hasta ahoray dar un sistema de becas que cubra a todos esos alumnos (a pesarde que muchos de ellos podrán devolver la beca). La cuantía de

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32 La situación económica en que pueda devolver el importe sería arbitraria. No -sotros proponemos que se le aplique el 10% más de impuestos (porcentaje que ha -bía sido eliminado) durante su vida laboral. El término máximo de años es la devolu -ción completa del pago educativo recibido.

33 INE.

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ese fondo —suponiendo 3 millones de alumnos— sería de casi10 mil millones de euros; muy alejados de las cifras actuales degasto educativo.

Una de las grandes ventajas de este sistema es que el dinerose transfiere de las familias al colegio. En ningún caso se transfie -re de la administración a la escuela. Este sistema es conocido comolos Vouchers o cheques escolares. La transferencia monetaria sedirige de la entidad financiera, ya sea la administración o una em -presa privada, a la familia y, de la familia al colegio. Este sistemafavorece la pluralidad y la libertad de elección de centro. De estemodo, cada individuo puede ir al tipo de escuela que se ajuste asus convicciones (los programas de los colegios no están impues-tos por la ley). Se puede asistir a una escuela privada totalmenteo a una escuela que siga siendo pública, pasando por todo un elen -co de diferentes modelos escolares. Este sistema favorece la racio-nalización del gasto de forma importante, ya que las escuelas quemás personas atraigan obtendrán mayores beneficios y podráncrecer, mientras los modelos que no se adapten a los gustos de lademanda fracasarán. Pero este fracaso no conllevará una pérdi-da innecesaria de dinero para todos los españoles, sino para el equi-po directivo de la escuela y sus empleados (en caso de cerrar), comosucedería en cualquier empresa. Del mismo modo que una empre-sa que deje insatisfechos a los clientes no tiene porqué ser finan-ciada por el estado para que mantenga su ineficiencia, una escue-la que, por mala calidad, no tenga alumnos, no debe mantenerseabierta. Las personas defensoras de la escuela pública, además detener la opción de ir a ella, pueden elegir la zona. Dos de los pun -tos de la Declaración de Principios de la Escuela Autónoma en Euro-pa siguen esta línea que hemos indicado:

«De entre los distintos modos de subvención creemos que el quees más conforme con el criterio de la libertad de elección de cen -tros docentes, consiste en atribuir a cada familia, según la justiciadistributiva y en proporción al número de hijos, una cuota que pro -ceda del presupuesto estatal dedicado a las escuelas. Las fami-lias destinarán dicha cuota al pago de la escolaridad en el centroedu cativo escogido para sus hijos.

Pero si tal modo de actuar no pudiera aplicarse de momento,las subvenciones del estado para la enseñanza deberán distribuirse

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entre todas las escuelas, sin discriminación alguna entre escuelasestatales y no estatales.

De no seguirse cualquiera de los medios de subvención indi-cados en el punto anterior:

1) Se crearía un privilegio en favor de la escuela estatal al dotar-la mejor económicamente, forzando a las familias de economíamás modesta, a mandar a sus hijos a dicha escuela, aunque nofuera la que hubieran elegido conforme a sus preferencias.

2) El acceso a la Escuela Autónoma, quedaría reducido a las fa -milias mejor dotadas económicamente, dando a aquella unafalsa impresión de clasista, contraria a su verdadera voluntadde acoger alumnos de todos los niveles sociales.

Los padres que mandasen a sus hijos a la Escuela Autónoma,contribuirían doblemente a la tarea educativa: de una parte man -teniendo las escuelas estatales o entidades públicas, mediante lasatisfacción de impuestos; de otra, sosteniendo la escuela por elloselegida o creada».34

VICONCLUSIONES

Las conclusiones a las que llegamos en este trabajo no difierenmucho de las recomendadas en el informe Mckynsey de educa-ción. Si bien hay unas diferencias de fondo, suscribimos las tesisde este informe, haciéndolas propias y aportando un enfoque nue -vo dirigido a los mismos objetivos.

1. Una de las principales claves del sistema educativo es el lide-razgo en la educación.35 La motivación que ejercen los profe-sores sobre el alumno es clave para el desarrollo de ambos,pupilo y maestro. Pero la iniciativa de la motivación y el espí-ritu de liderazgo parten desde el profesor. No se puede preten-der establecer medidas utópicas sobre la importancia de queel sistema haga que los profesores sean elementos de cambio

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34 Picó, V., Romera, G., Humblet, A., Plöger, W., Devlin, T., van der Meer, B.S., Nolan,D., Vinciguerra, A. y Diez Hochleitner, R. (1977).

35 Cfr. Barber, M., y Mourshed, M. (2007).

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y que por establecer esta medida en un boletín oficial sea efec -tiva. Estas propuestas tienen que tener bases claras para quepuedan ser exitosas. El liderazgo del cuerpo docente pasa poruna alta formación. Esta medida sí puede ser obligada por elaparato estatal, al menos en parte, pero no asegura que la for -mación tenga resultados visibles. Para la medida de la forma-ción del profesorado, el mejor termómetro es la empleabilidadde los recursos que los futuros profesores adquieran. Comohemos explicado, si la elección del profesorado es libre porparte de los centros, se exigirá una formación continua, unascualidades empáticas, unas habilidades sociales, un gusto porla docencia, una formación previa mínima, unas expectativasfuturas. Con un modelo de profesor que sabe de la importanciade su reciclaje, de su «buen hacer» para poder seguir ejerciendola docencia, el panorama de la educación da un giro bastanteescorado. El medio que proponemos para esto es liberalizarla profesión docente. Libre entrada y salida, desgaje de la in -tervención estatal en el profesorado. Solo así, cada centro edu -cativo tendrá los profesores que se adapten a sus alumnos delmejor modo. Consecuencia de esto es el añadido pecuniario,que hace que cuanto mejor sea un docente, mayor sea su sala-rio. Por eso el sueldo de los profesores no será alto ni será bajo;será lo que cada uno, en función de sus méritos, merezca.36

Para potenciar esto es necesario contar también con equiposdirectivos responsables.

2. La autonomía en los centros es la que favorece la pluralidady diversidad. La autonomía hace que los medios económicossean gestionados de manera más eficiente, pues una combi-nación de equipos directivos preparados junto con capaci-dad de gestión, suele llevar a un mejor trabajo. Este trabajoes servicio a las familias que opten por esa escuela y, de modo

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36 Es probable que ante la mención del sueldo, muchos docentes miren con rece-lo esta medida. Si consideran que su trabajo lo hacen bien, no deberían preocupar-se por esta medida, sino que debería ser grande la alegría. Si el trabajo del conjun-to de los docentes fuese el adecuado, la profesión docente tendría cada vez mayorprestigio, lo que engendraría un círculo virtuoso de calidad, prestigio social y sala-rios elevados.

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secundario, al resto de la sociedad. La autonomía favorece tam -bién la toma de decisiones y, sin entrar en cada una de las múl -tiples ventajas, apuntamos dos que consideramos especial-mente relevantes: 1) la capacidad de financiar los estudios dealumnos con becas, convenios de colaboración con distintasempresas o inversores; y 2) la igualdad de oportunidades quegenera, pudiendo adaptar el currículo a cada alumno o tipode alumno, de modo que la educación deje de ser exclusiva-mente un conjunto de conocimientos que hay que memorizary pase a ser un conjunto de habilidades y conocimientos adap-tados al alumno que le permiten obtener unas cualidades ycompetencias concretas que necesitará en el futuro para su de -sarrollo profesional.

3. Un sistema de alta autonomía y libertad debe tener un altogrado de responsabilidad. La autonomía tiene ligada la rendi-ción de cuentas por parte de las escuelas. Este sistema debe seraltamente transparente. La publicación de las cuentas y de losresultados académicos de los distintos exámenes que cursensus alumnos serán requisitos imprescindibles que garanticenuna alta y transparente información. Esta responsabilidad esnecesaria para el correcto desarrollo del sistema educativo pro -puesto.

Pareciendo este modelo una alternativa radical, en modo al -guno lo es. Nos hemos acostumbrado a la provisión estatal deeducación. Nuestra tesis ha sido demostrar que el funcionamien -to del sistema educativo mejora cuando somos las personas lasque decidimos.

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CONSENTIMIENTO: CONTRATO SOCIALVS. REDES CONTRACTUALES

ANDRÉS CASAS SOTO*

Fecha de recepción: 24 de junio de 2014.Fecha de aceptación: 15 de marzo de 2015.

Resumen: El presente texto se enfoca en abordar cómo la idea de consen -timiento como manifestación expresa de la voluntad individual de vin cularsese presenta para los ámbitos de la vida civil y política. Tradicio nal mente, lamisma idea de consentimiento era manejada en los ámbitos del derecho pri -vado y de la política, al menos en la tradición que antecede a la filosofía po -lítica libertaria. Sin embargo, a raíz de las teorías contractualistas, las ideasde consentimiento que se practican en el derecho civil y en el ám bito delEstado (con la idea de representación) se han disociado.

Palabras clave: Consentimiento, Propiedad, Individualismo, Red Contractual,Contrato Social.

Clasificación JEL: A12, B41, B53, D12, D16, G01, L43.

Abstract: In this paper we analize in which way the idea of consent hasbeen disociated between the private and the public spheres of human action,specially since the development of contractualist theories of society.

Key words: Consent, Private Property, Individualism, Contractual Networks,Social Contract.

JEL Classification: A12, B41, B53, D12, D16, G01, L43.

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 119 a 141

* Licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas y de la Administración y Másteren Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

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IINTRODUCCIÓN

La idea de consentimiento es una idea central en el análisis delas relaciones intersubjetivas, tanto en el ámbito de los ciudadanosen sus relaciones privadas entre sí, como a la hora de analizar lasdiferentes realidades políticas que han ido tomando forma a lolargo del tiempo, la más importante de las cuales ha sido el cono-cido como «Estado Moderno». La idea de consentimiento, y pesea los intentos que veremos que ha habido de trasladarla al ám -bito de lo político, es esencialmente una noción propia de las re -laciones jurídicas entre particulares. Es una idea que cumple supapel en derivación de las normas de los derechos de propiedad.Y todo intento de trasladar la noción de consentimiento hacia unaparato de compulsión social como el Estado Moderno, está con -denado a fracasar. Esta cuestión la trataremos con más detallecuan do hablemos concretamente de un tipo de explicación (des -criptiva y normativa) concreta que se ha dado del Estado Moder-no: la teoría basada en la existencia de un «Contrato Originario»,«Pacto Social» o «Contrato Social».

Creemos que existe una alternativa realista a este enfoque quepermite trasladar la idea jurídico-privada de consentimiento alámbito de las sociedades complejas y de las organizaciones. Estemecanismo creemos que debe ser llamado de «Redes Contractua -les», y resulta mucho más adecuado para el estudio de cualquierfenómeno de tipo social y organizativo que el enfoque alternativode un único «Contrato Social» de carácter holístico y permanente.

IISOBRE LA IDEA DE «CONSENTIMIENTO»:PRIVADO Y PÚBLICO. CONTRATO SOCIAL

La idea de consentimiento juega un papel esencial en las rela -cio nes cotidianas entre los particulares. El consentimiento es labase de los contratos y tiende a considerarse a los mismos comoun elemento central y nuclear de la idea de libertad de los indivi -duos. No obstante es necesario precisar un par de errores bastante

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di fun didos con respecto al consentimiento antes de proceder acon tinuar con nuestro análisis sobre la cuestión.

La primera idea errónea respecto del consentimiento consis-te en afirmar que el consentimiento es la causa de la libertad. Elconsentimiento tiene una doble relación con la libertad. Por unlado, y en el sentido propio del individualismo metodológico (cen -trándonos siempre en el individuo) el consentimiento no es causa,sino efecto de la libertad. El consentimiento es aquí lógica y tem -poralmente posterior a la libertad. O dicho de otro modo: pues-to que somos libres, podemos prestar nuestro consentimiento ysi no lo fuésemos, no podríamos consentir porque nuestro consen-timiento no sería válido.

La confusión sobre la prioridad del consentimiento sobre la li -bertad solamente puede producirse como consecuencia de aban-donar ese individualismo metodológico e intentar razonar en tér -minos de agregados sociales. El razonamiento sería del siguientetipo: para que la sociedad sea libre, debe existir un consentimien -to por parte de los miembros de la misma respecto de las normas.Pero démonos cuenta de que aquí lo que alguien está haciendo eshablar de la «libertad» de un ente agregado, una sociedad. Estáabandonando el individualismo metodológico que tan necesarioes para comprender estos fenómenos que, como el consentimien -to, son producto de la acción humana individual.

Otro error que a veces ha sido planteado consiste en pensarque la propiedad privada es consecuencia del consentimiento y,por lo tanto, de los contratos. Mas la cuestión no es así, sino jus -tamente a la inversa. Para comprender adecuadamente los contra-tos (y el con sentimiento en que se basan) es preciso que previa-mente existan tí tulos de propiedad sobre los bienes, propiedadque deriva del en torno de escasez, la apropiación legítima origi-naria de los bienes y el traslado de los mismos desde un propie-tario anterior a uno pos terior como consecuencia del intercam-bio voluntario. Es la propiedad la que antecede de nuevo lógicay temporalmente al contrato y el consentimiento. Es esta idea la

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1 Véase a título de ejemplo Evers (1977a); Rothbard (2009); Kinsella (2003); Barnett(1986a), ídem (1986b), ídem (1992a).

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que late tras las diferentes teorías del contrato basadas en la trans -ferencia de títulos y el consentimiento.1

Por lo tanto tiene que ser fundamental describir cual es nues-tro punto de partida inicial para tratar el fenómeno del consenti -miento. Este punto de partida viene determinado por lo siguiente:

1) Un enfoque basado en el individualismo metodológico, propiodel razonamiento praxeológico propio de la Escuela Austriacade Economía.

2) Una teoría previa sobre los derechos de propiedad que en nues -tro caso nos parece más razonable que se fundamente en lasimplicaciones necesarias derivadas del axioma de que el serhumano es capaz de argumentar racionalmente.2

Partiendo de esta base podemos ya proceder a definir lo queentendemos por consentimiento. Podemos definir el consenti-miento como la mmanifestación expresa de la voluntad de modificarlas relaciones jurídicas existentes entre una persona y una cosa o entreuna persona y una persona, y cualidad moral por la cual esa manifes-tación de voluntad es jurídicamente exigible.

Por lo tanto, el consentimiento tiene una doble naturaleza: unanaturaleza si se quiere de tipo económico y epistemológico; y unanaturaleza de tipo ético. El consentimiento, como mecanismo in -tersubjetivo de relación permite dos cuestiones fundamentales:

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1 Véase a título de ejemplo Evers (1977a); Rothbard (2009); Kinsella (2003);Barnett (1986a), ídem (1986b), ídem (1992a).

2 No podemos detenernos en esta idea porque excede el ámbito inicialmente con -siderado del trabajo. Simplemente señalaremos que la idea fundamental es que delhecho de que los seres humanos son capaces de argumentar racionalmente se siguenecesariamente que son capaces de reconocerse a sí mismos como propietarios deaquellos bienes escasos que hacen posible continuar el proceso de argumentaciónracional, empezando por su propio cuerpo y siguiendo con los recursos escasos nece -sarios para continuar con el proceso. El intento de negar a otro esos mismos derechosde propiedad que son necesarios para continuar con el proceso de argumentación ra -cional supone una contradicción lógica insalvable con mi propia preferencia demos-trada en la acción a favor del proceso de argumentación racional, y por lo tanto esun argumento necesariamente inválido o un no-argumento. Este proceso, más de -sarrollado, es lo que se conoce como «Ética de la Argumentación» y ha sido principal -mente desarrollado por Hans-Hermann Hoppe y otros autores, como Jörg Guido Hüls-mann, Stephan Kinsella o Frank Van Dun entre otros.

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1) Asegurarse de que la asignación de los recursos en una socie-dad se asigne aprovechando las mejores potencialidades deconocimiento de circunstancias particulares de los diferentesindividuos.3

2) Dota de respaldo ético a los contratos, al permitir que estosrespeten a las personas en cuanto que personas naturales li -bres y autónomas.4

Son estas dos características fundamentales (y no otras) lasque dotan al «consentimiento» de un papel praxeológico funda-mental.5 Lo importante aquí no es tratar sobre cuál de las dos ca -racterísticas fundamentales (económica y ética) del consentimien -to tiene un carácter, si se quiere, «más fundamental». Esa discusiónsería interesante pero irrelevante a nuestros efectos. Lo esencialpara nuestro trabajo consiste en darse cuenta de que ambas ca -racterísticas caminan en la misma dirección: la de señalar el pa -pel central que para la consecución de los fines individuales yel respeto de los individuos como personas naturales separadastiene el reconocimiento del papel central del consentimiento entoda teoría de la propiedad privada y su transmisión mediantelos contratos.

Respecto de la primera característica del consentimiento (laque hemos calificado como «económica», o si se prefiere inclu-so «epistemológica») tenemos previamente que comprender elfenómeno de las preferencias. Las preferencias tienen un origen

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3 Ver Barnett (1992b)4 Ver Van Dun (2003)5 Dice Hülsmann: «This comparison [between economic means and political

means of appropriation] has a particular character, though, that needs to be empha-sized. Because the alternative between economic and political means is dichotomous,the choice of one of them precludes the other. […] It follows that the comparisonbetween the two possible courses of action is a counterfactual one. Whatever Jonesdoes, one compares it to what he could have done instead.» Hülsmann (2004, 58).A nuestro juicio, el razonamiento contrafactual expuesto por Hülsmann debe ser teni-do como uno de los tres pilares fundamentales del razonamiento praxeológico, sien-do los otros dos el axioma de la acción y el a priori de la argumentación. Precisamen -te la distinción entre «medios económicos» y «medios políticos» se encuentra, en laexistencia o no de un consentimiento válido (no sometido a violencia ni fraude), comomanifestación expresa de la elección individual.

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exclusivamente basadas en la apreciación subjetiva que los indivi -duos al actuar damos a los fines que perseguimos, así como a losmedios que utilizamos para alcanzar esos fines. Esta noción esuna implicación lógica necesaria del axioma de la acción huma-na entendida como el comportamiento humano deliberado orien-tado a alcanzar unos fines determinados entre otros posibles.

Como los recursos (medios) son escasos para alcanzar un nú -mero prácticamente ilimitado de fines alternativos de un mismosujeto o de varios individuos diferentes, debe existir algún crite-rio que permita que los recursos se orienten hacia la satisfacciónde aquellos fines que son más intensamente perseguidos por losindividuos que forman parte de todo un entramado complejo derelaciones intersubjetivas basadas en la división del trabajo y delconocimiento.

Siendo las preferencias subjetivas, y por lo tanto internas a lossujetos, el único modo que podemos tener de conocer, siquierasea de intuir, las preferencias de los diversos agentes que operanel proceso de cooperación social, dichas preferencias deben dealgún modo poder ser externalizadas y transmitidas al resto deactores, con la finalidad de que estos puedan conocerlas y adap-tar sus propios comportamientos a una situación tal en que pue -dan tener en cuenta (y por lo tanto, respetar mediante su acción)las mismas. En el ámbito de una economía de mercado, esta «ex -ternalización de preferencias» se manifiesta en la fijación librede precios que permite que los actores accedan a una informaciónmuy condensada, pero suficiente, con la que orientar sus diferen -tes cursos de acción.6

En esta función el consentimiento juega un papel fundamen -tal, ya que es dicho respeto del consentimiento el que permiteque los recursos se asignen eficientemente de acuerdo con laspreferencias demostradas por los actores de acuerdo a sus circuns-tancias particulares persiguiendo unos fines subjetivos y utilizan -do para ello unos recursos que perciben como útiles para alcan-zarlos.

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6 Quizás el mejor tratamiento del papel de los precios como transmisores de infor-mación se encuentra en el célebre artículo de Hayek titulado «The Use of Knowled-ge in Society». Ver Hayek (1945).

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El papel del consentimiento es tan esencial para el surgimien -to y evolución de los precios de mercado que Randy Barnett llegaa afirmar:

The requirement of consensual transfers affects our ability totake into account the knowledge of others far more profoundlythan this simple example suggests. Such a requirement also makespossible the evolution of a powerful institution that enables thispersonal and local knowledge to be «encoded» and transmittedworldwide in a form that can be easily understood by othersand incorporated into their decisions without centralized direc-tion. In short, the requirement of consent permits the evolutionof prices.7

Derivado de todo ello, podemos entender por qué desde laciencia económica pueden articularse dos leyes económicas dis -tintas según hablemos de un intercambio voluntario (es decir, don -de media el consentimiento) o de un intercambio involuntarioo coercitivo (donde el consentimiento no existe, ya sea por culpade la violencia, la amenaza de violencia, o el fraude). En tanto queeconomistas podemos concluir que un intercambio voluntario serealizará si, y solamente si, lo que ambas parten esperan obtenerdel intercambio tiene mayor valor para ellos que aquello que espe-ran entregar a cambio. O lo que es lo mismo, en un intercambiovoluntario, en el momento de realizar el mismo, cada uno de losactores demuestra su preferencia por lo que obtienen sobre lo queentregan. Por el contrario, un intercambio no voluntario permi-te satisfacer los fines de una sola de las partes del proceso (el quecoacciona o defrauda) a costa de dejar de satisfacer los fines dela otra (el coaccionado o defraudado, cuya preferencia demos-trada es por un «no intercambio»). De este modo vemos comoel consentimiento marca la diferencia entre el hecho de que laspreferencias de ambas partes sean tenidas en cuenta con respec-to al hecho de que solamente las preferencias de una parte entren

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7 Barnett (1992b). La lectura de este artículo es especialmente conveniente paraanalizar como la propiedad privada y la libertad contractual basadas en el consenti -miento permiten lidiar con los problemas de conocimiento e interés (parcialidad e in -centivos) en una sociedad libre.

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en la ecuación, haciendo imposible formar auténticos precios demercado para la transacción y asignar de un modo eficiente losrecursos en una sociedad.

La otra gran característica que hemos mencionado tiene nues-tra teoría sobre el consentimiento es que permite dotar de una jus -tificación ética a los contratos, una justificación ética que permi-te a los individuos respetarse entre sí como personas naturalesseparadas y diferenciadas que son. Aunque hablemos de algunamanera de «seres humanos», estos no son una abstracción gené-rica (como veremos, uno de los principales problemas de las teo -rías contractualistas consiste en no tener en cuenta este hecho),sino individuos concretos con una existencia real, que medianteel proceso discursivo son conscientes de su propia individualidad.Ese proceso discursivo permite a cada individuo ser conscientede su naturaleza como ego. Enfrente del ego, y separado física ymentalmente de él, se encuentra el otro, un alter. Y es medianteel proceso de argumentación racional entre ego y alter, que estosson plenamente conscientes no solamente que son dos personasfísica y mentalmente separadas, sino que a su vez, la persona dealter tiene la condición de ego para sí misma y la categoría de alterpara con nosotros del mismo modo en que nuestro caso es igualpero a la inversa. Del mismo modo en que yo (ego) soy una perso-na natural, el otro (alter, que a su vez es ego para sí mismo), debeser también una persona natural (un ego) solo que distinta de mí(y por eso para mí es alter), y no hay nada que yo pueda decir-le a él para negar su condición de persona natural física y men -talmente independiente de mí sin contradecirme a mí mismo alhacerlo.8

La importancia del consentimiento, en su sentido ético, es quees la condición por la que los sujetos se reconocen mutuamentecomo personas naturales, capaces de elección y argumentaciónautónomas, y por lo tanto la negación del consentimiento impli-ca la negación de las condiciones que son básicas para un proce-so de argumentación racional. El consentimiento en la argumen -tación es la facultad de los individuos autónomos implicados para

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8 Ver Van Dun (2009).

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alcanzar alguna clase de acuerdo, incluso aunque simplementesea el acuerdo sobre que ningún otro acuerdo es posible.9

Un orden tal de personas naturales (al que Frank Van Dun lla -ma «orden natural») que sea armónico y ético, por lo tanto exigecomo condición necesaria (aunque no siempre suficiente) un res -peto por la naturaleza autónoma de esas personas naturales ensu transmisión de títulos de propiedad y en sus relaciones jurídi -cas. Y eso solamente es posible a través de un respeto por el con -sentimiento del otro.

Viendo la importancia que el consentimiento tiene, no debe sor -prendernos que el artículo 1261 del Código Civil establezca losiguiente:

«Art. 1261. No hay contrato sino cuando concurren los requisitossiguientes:

1) Consentimiento de los contratantes.2) Objeto cierto que sea materia del contrato.3) Causa de la obligación que se establezca.»

Lo importante no es que se recoja en el Código Civil (al fin yal cabo, una simple norma de derecho positivo), sino que elCódigo Civil se limita a sistematizar en este punto un principioge neral del derecho que establece que para que un contrato seaválido deben existir al menos tres elementos esenciales: consen-timiento, objeto y causa del contrato.

La idea del consentimiento como elemento central de las re -laciones entre individuos particulares es, por lo tanto, bastantecla ra e incontrovertible. Sin embargo nos encontramos con unproblema cuando esa idea sobre el consentimiento pretende tras-ladarse al ámbito de las relaciones políticas, entendidas como re -laciones de poder. Entre muchos filósofos del derecho y de la po -lítica se produce un salto cualitativo: parecen creer adecuada lanoción de consentimiento en un sentido «micro», pero lo aban-donan en cuanto dan el paso al nivel «macro» de las relacionessociales. Esta idea es aún más radical en el caso de los llamados

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9 Ver Hoppe (2010). Capítulo 7.

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«científicos políticos», que inspirados por el empirismo estrictode los positivistas y el colectivismo metodológico, refieren sus es -tudios simplemente a agregados medibles y cuantificables, com -pletamente despersonalizados y al análisis de supuestas «estruc-turas de poder» de las cuales los individuos (siempre genéricos)no son más que simples recipientes sin almas propias, que vienendeterminadas por las circunstancias estructurales, olvidandoque si esto fuese así, como bien señala Steven Lukes, «dentro deun sistema caracterizado por un total determinismo estructuralno habría sitio para el poder».10

En el ámbito de la «ciencia política»,11 las interpretacioneshan transformado el concepto de consentimiento tan rico que seproduce en el ámbito de las relaciones intersubjetivas, hasta re -ducirlo simplemente a un mucho más estrecho concepto de «re -presentación» y a una serie de reglas de adopción de decisionescolectivas, la más importante de las cuales es la que se conoce conel nombre de «regla de la mayoría».

Además, incluso el concepto de «representación» ha sido trans -formado, de tal modo que hoy resultaría incomprensible el fe -nómeno de la representación (con nuestro concepto actual) paraaquellos que empezaron a utilizar este concepto siglos atrás. Elorigen de la representación (en su sentido político) cobra interésfundamentalmente a partir de la Edad Media, y fundamentalmen -te cobra especial impacto en Inglaterra, mientras va de la manode dos nuevos elementos del mundo político medieval: el surgi-miento de los rudimentarios parlamentos, y el comienzo de sur -gimiento de una cierta administración fiscal en manos de los reyes.El conocido adagio del «No Taxation Without Representation»muestra muy bien cuáles son los orígenes de estos mecanismos.

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10 Lukes (2007, 59).11 Según Ludwig von Mises, «lo que hoy se conoce como ciencia política es la

rama de la historia que estudia la historia de las instituciones políticas y la historiadel pensamiento político manifiesto en los escritos de autores que disertaban acercade las instituciones políticas y diseñaban planes para su modificación» Mises (2012,149). Han pasado 50 años desde que Mises escribió Los fundamentos últimos de la Cien -cia Económica, y pese a su pretendido cientificismo y cuantificación, lo que hoy cono-cemos y se enseña como «Ciencia Política» no ha producido más avance que el deproporcionar nuevos datos e interpretaciones diferentes sobre la historia.

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El mandato, como relación entre los representantes y los repre-sentados, es quizás el cambio más significativo que ha sufridoesta figura de la representación. En sus orígenes, el mandato derepresentación guardaba relación con la figura del derecho priva-do mediante la cual el mandante (o representante) está claramentevinculado por las instrucciones dadas por el mandatario (o repre-sentado), y suponía una delegación de cierto modo bastante li -mitada en su ámbito (por lo general para votar en un sentido uotro sobre un determinado impuesto concreto o para presentardeterminado consejo al Rey en sus labores de gestión del reino).Esta figura, conocida como «mandato imperativo» establecía unarelación directa, limitada y responsable entre la figura del repre-sentante y la de sus representados. Si acudimos por ejemplo a lostextos del movimiento leveller (los niveladores) veremos comoJohn Lilburne o Richard Overton se refieren a la representaciónen ese sentido.

Sin embargo el concepto de representación actual ha sido to -talmente trastocado. En nombre de la libertad y el progreso, lafigura que vinculaba a representante y representado se vacía decontenido. Una herencia que desde la Revolución Francesa se hizoimparable y que ha llegado hasta nosotros de forma corregida yaumentada. El mandato imperativo (al que se considera fruto deotros tiempos ya superados) ha dejado paso a una nueva figura,la del «mandato representativo» (que por ejemplo consagra nues-tra Constitución vigente en su artículo 67.2). Siguiendo a Sieyes,una nación es «un cuerpo de asociados que viven bajo una leycomún y representados por una misma legislatura»12 y todos ycada uno de los representantes reunidos en el parlamento repre-sentan a la nación en su conjunto (sea esto lo que quiera signifi -car que sea). Vemos por lo tanto que a partir de la Revolución Fran -cesa la relación entre representados y representantes se quiebrapara ser sustituida por una relación en el mejor de los casos indi-recta, general, ilimitada (salvo por si misma), y cuya rendiciónde cuentas frente a los representados es, cuanto menos, dudosa.La regla de la mayoría se convierte, además, en la regla habitual

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12 Sieyes (2008, 92).

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para tomar decisiones, con el riesgo de que una mayoría suficien -temente extensa pueda pisotear completamente los derechos delos individuos.

No obstante, hay una cierta tradición no siempre adecuadamen -te percibida, que mantiene vivos los principios del consentimien -to aplicados al ámbito de la política. En un par de excelentes artí-culos, Carl Watner13 repasa la tradición que desde la Edad Mediay a través del individualismo, ha acabando llegando a nuestrosdías. Esa tradición voluntarista se resume en la máxima romanade derecho privado quod omnes tangit, ab ómnibus approbetur (loque afecta a todos, debe ser aprobado por todos) e identifica lasbases culturales de esta máxima (muy presente durante la EdadMedia y en los albores del surgimiento del Estado Moderno) contres nociones fundamentales: el concepto aristotélico del derechode la comunidad a participar de su gobierno, la idea germánicade Genossenchaft (que recoge el derecho de los miembros de la tri -bu a elegir a su propio líder), y las nociones de autonomía moralpropios de la tradición judeo-cristiana. La idea de consentimien -to en esta tradición, pese a que de partida pueda parecer colec-tivista para algunos lectores superficiales, se aclara perfecta-mente por parte de Watner como tiene un impulso individualista,porque no debe entenderse como una voluntad del grupo, sinocomo una voluntad de todos y cada uno de los integrantes del gru -po. La idea consiste en que la decisión sobre aquello que perte-nece a todos y no puede ser divisible en partes alícuotas se tomaatendiendo al criterio de unanimidad, mientras que lo que per -tenece a cada uno de ellos de forma distinguida se rige por vin -cular solamente a los que manifiesten la voluntad de obligarse.No se trata de una regla de la mayoría, ni tampoco de un «contra-to social», sino más bien de una derivación de la idea ius-priva-tista del consentimiento hacia el ámbito de la comunidad políti -ca. Estas ideas están presentes en el «Movimiento Conciliarista»,en figuras como Marsilio de Padua y Guillermo de Occam,14 se

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13 Watner (1986), ídem (2005).14 Dos figuras a las que por otra parte Rothbard nunca llega a entender. Califi-

ca a Marsilio de Padua como «el [primer] y más influyente de [los] campeones tardo-medievales del absolutismo» y señala que el nominalismo de Occam «desde el punto

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trasladan hacia la escolástica española (y en especial hacia el pa -dre Juan de Mariana), y desembarcan en el mundo anglosajóngracias a John Ponet, al «Movimiento Leveller» (en especial a JohnLilburn y Richard Overton) y terminarán desembocando en latradición del «anarquismo individualista» americano, tradiciónque ya en la segunda mitad del siglo XX será recogida por losteóricos austro-libertarios.

Una última consideración sobre el consentimiento que resul-ta importante consiste en revisar la idea sobre el llamado «consen-timiento tácito» que ha sido frecuente en ciertas teorías contrac-tualistas. Esta idea puede remontarse hasta el diálogo platónicode «Criton»,15 y que consiste en señalar que existiendo la posi-bilidad de emigrar, la decisión de permanecer en un determina -do territorio debe considerarse como una aceptación tácita de lasnormas establecidas políticamente.

La mejor refutación de esta idea la ofrece David Hume, cuan-do al señalar lo siguiente: «Sería como si afirmásemos que, puessigue en el barco, un hombre consiente libremente en obedecer asu capitán, aunque lo llevaron a bordo mientras dormía y para dejarel navío tendría que saltar al mar y perecer».16 Resulta por lo tantocompletamente injustificado hablar de un consentimiento tácitode las normas políticas, y por lo tanto hemos insistido en nuestradefinición de consentimiento hablando de manifestación expre-sa de la voluntad.

Desgraciadamente, la tradición señalada por Carl Watner noha sido la única que ha abrazado la idea de consentimiento. Lasteorías contractualistas han dominado en buena medida la filo-sofía política sobre legitimidad y consentimiento, en la obra de

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de vista político, fue incapaz de proporcionar criterios de ley natural que oponer alestado, lo que le hacía encajar en el creciente absolutismo estatal del Renacimien-to». Ver Rothbard (1999, 102-103). Olvida Rothbard el papel que ambos autores con -ceden a los individuos libres y al consentimiento voluntario, que para Marsilio dePadua y para Occam son los auténticos fundamentos del gobierno. En el caso de Gui -llermo de Occam, incluso, se excluye la posibilidad remota de que individuos libresy bajo con sentimiento voluntario entreguen un poder absoluto y definitivo a los gober-nantes.

15 Evers (1977b).16 Hume (2006, 105).

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grandes autores y en muchas cabezas de ciudadanos comunes,hasta estar presentes todavía el día de hoy.

No es objeto de este trabajo analizar en profundidad cada unade las teorías contractualistas, sino establecer sus característicasgenerales y enumerar algunos de sus principales errores con elfin de posibilitar nuestra alternativa basada en el consentimientoy en las redes contractuales.

Lo primero que tenemos que decir es que no existe una solateoría del «Contrato Social», sino que podemos distinguir al me -nos dos etapas muy claramente diferenciadas, y en cada una deellas diferentes teorías. Podemos así distinguir entre un contractua -lismo clásico, vinculado sobre todo a las obras de Thomas Hobbes,John Locke y Jean-Jacques Rousseau (así como a otros autorescomo Spinoza o Kant), y una serie de teorías neo-contractualis-tas surgidas en las últimas década a raíz de la obra «Teoría de laJusticia» de John Rawls. Aunque ambas tradiciones compartenciertos rasgos, se trata de dos tradiciones intelectuales diferen-tes, cada una de ellas con sus propios inconvenientes.

El contractualismo clásico se puede analizar por autores, peroexisten una cierta serie de rasgos generales que todos ellos com -parten en mayor o menor medida y es en estos elementos en losque vamos a centrar nuestro análisis.

En primer lugar, las teorías del contractualismo clásico ofre-cen un intento de explicación integral de la sociedad humana (yen esto se diferencian claramente de los neo-contractualistas).Partiendo desde una idea misma de la naturaleza humana queen cada autor es diferente, idean una situación de «estado de na -turaleza» que por un motivo o por otro es inadecuado para lacooperación social. Puede ser un estado de guerra permanente(como en Hobbes), de cooperación social con ciertas dificulta-des (como en Locke), o de un buen salvaje que se ha visto corrom-pido por las instituciones de la sociedad, y en concreto de la pro -piedad privada (sería el caso de Rousseau). Para salir de dichainsatisfacción, los individuos participan de una suerte de granpacto o contrato que engloba a toda la sociedad, por el cual loshombres abandonan el estado de naturaleza ingresando en unnuevo «estado de sociedad». El contrato es, para estos autores,el origen mismo de la sociedad humana tal como la conocemos.

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Es el fundamento de todas las normas y derechos de los indivi-duos y de sus gobernantes (en ocasiones, como en Locke, los queserán gobernantes participan del propio contrato, mientras queen otras, como el Leviathan de Hobbes, el pacto es entre los súb -ditos pero el soberano queda formalmente fuera del mismo). Trasel pacto y la entrada en sociedad, las decisiones deben ser adop-tadas siguiendo alguna clase de regla de decisión: la voluntaddel soberano (Hobbes), la regla de la mayoría (Locke) y la noción,tan metafísica como inexplicable, de la «voluntad general» queno es una suma de voluntades individuales sino algo que, sin sa -ber por qué, la trasciende (Rousseau).

Al margen de la posibilidad o no de desentrañar la correcciónde una idea sobre la «naturaleza humana» en abstracto (cosaque realmente excede el objetivo de este trabajo), este esquemapre senta algunos problemas. En primer lugar, presenta el contra-to social como base a través de la cual se forma la sociedad. Sedes conoce por lo tanto que el individuo, desde el momento mis -mo en que nace, participa ya en relaciones sociales, como el ám -bito familiar. No existe por lo tanto tal «estado de naturaleza»independiente de las relaciones sociales. En segundo lugar, sehace desaparecer para el estado de sociedad el mismo criteriode con sentimiento que estaba presente en la formación del con -trato. La razón que da cada autor es diferente, pero todos tie nenen común que parecen señalar que el criterio de consentimien -to previo y posterior al pacto no es asimilable. En tercer lu gar,el criterio de decisión que se adopta en los diferentes casos esarbitrario, pues ni la regla de la mayoría, ni el criterio de volun-tad del soberano, ni la idea de «voluntad general» ofrece crite-rios de «consentimien to» de carácter colectivista, completamentedesvinculados del consentimiento tal como lo hemos entendidoen este trabajo.

El segundo elemento que las diferentes teorías contractualistascomparten es que pretenden tener una doble naturaleza. Por unlado buscan ser teorías que den cuenta sobre el origen históricodel Estado, mientras que por el otro buscan servir de sustentonormativo a la legitimidad de la dominación política. Respectode la primera idea, puede señalarse claramente como ningunode los estados que conocemos, ni tampoco los gobiernos que los

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dirigen, han aparecido o llegado al poder como consecuencia deningún pacto firmado expresamente por los gobernados. Por elcontrario, todos ellos son consecuencia de una variada propor-ción de fenómenos complejos, el donde las luchas internas y lasguerras (más que los contratos) han desempeñado un papelfundamental.17

Respecto de la segunda idea, la de la justificación de la domi-nación política, debemos señalar que todos estos autores se aco -gen de uno u otro modo a una idea del consentimiento tácito,18

con lo que la introducción de esa idea vicia de por sí cualquier ra -zonamiento al respecto, al ser un consentimiento que, como he -mos señalado, no puede considerarse válido ni permite justificaren su nombre norma política alguna.

La tesis de los autores neo-contractualistas es más modes -ta. Estos autores (entre los que podemos destacar a Rawls, Gau -thier y Buchanan) lo que buscan es encontrar una justificacióna las normas de justicia y a la labor del Estado respecto de las mis -mas.

El razonamiento es ligeramente distinto al de los contractua -listas previos. Para ellos existe una situación o posición originaria,pero reconocen que no es más que un constructo teórico con fi -nes de la exposición. En esa situación de posición originaria, losindividuos deben racionalmente elegir sobre las situaciones departida en el seno de una sociedad, atendiendo a una serie de cri -terios que cada autor considera más importantes pero compartien -do todos ellos que los individuos en la posición originaria se en -cuentran inmersos en una situación de «velo de la ignorancia»o «velo de incertidumbre» que les impide conocer ex ante la po -sición de partida que ocuparán en cada sociedad. El «contrato»o «pacto» es el acuerdo racional entre los individuos (bajo crite-rios de justicia moral y de maximización económica) sobre el tipode normas que permiten alcanzar lo que a juicio de cada uno deestos autores es una sociedad más justa, con normas diferentesen cada caso (por ejemplo Rawls se inclina por ciertas políti cas

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17 Tilly (1985).18 Evers (1977b).

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de redistribución de la riqueza que intentan mejorar a quien me -nores recursos iniciales tiene, mientras que Gauthier y Buchananconsideran que dichas normas carecen de justificación en el con -texto del pacto).19

Los tres principales errores de estas teorías consisten en:

1) Desconocen que la racionalidad del ser humano no funcionadel mismo modo en que parecen explicarla los modelos de ma -ximización propios del enfoque económico neoclásico.

2) El problema del «velo de ignorancia» o «velo de incertidum-bre» no consiste en la admisión de problemas del conocimien -to por parte de los actores. Para estos autores, no existen real-mente problemas de conocimiento al usar los mecanismos dela economía neoclásica. El problema del «velo de la ignoran-cia» lidia con «problemas de interés».20 Debería por lo tantorebautizarse, para una mayor comprensión como «velo de im -parcialidad».

3) Al igual que el contractualismo clásico, presentan los proble-mas de la adopción de decisiones, consentimiento tácito ypro blemática colectivista desligada de una noción verdadera -men te individualista y dinámica del consentimiento y el con -trato. La propia idea de un solo pacto social, debe darnos laidea del error.

IIIREDES CONTRACTUALES COMO ALTERNATIVA

REALISTA Y DINÁMICA

Nuestra crítica no pretendía ser una crítica completa de las teo -rías contractualistas, sino más bien una crítica en el problemade en foque y de entendimiento sobre el consentimiento. No

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19 Kymlicka (1995). Pese a que no compartimos el enfoque presentado por Kym -licka, excesivamente colectivista y basado en los «derechos de grupo», su trabajo sírepasa cuales son los elementos explicativos más frecuentes en la teoría neo-contrac-tualista rawlsiana y en sus alternativas más «libertarias».

20 Barnett (1992b).

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obstante, consideramos que es posible una alternativa a la con -cepción es tá tica y holística que ofrecen las diversas concepcio-nes contrac tua listas sobre el consentimiento.

Nuestro modelo se fundamenta en una perspectiva tanto realis -ta como dinámica para trasladar la noción de consentimiento pro -pia de los contratos privados al ámbito de la organización de fe -nómenos de interacción social de cierta complejidad (a nuestromodo de entender, da buena cuenta explicativa de las sociedadesmercantiles, de las comunidades de propietarios y de las redes derelaciones de vasallaje durante el feudalismo, aunque sería posi-ble encontrarle otras aplicaciones). Las características o rasgos fun -damentales del modelo de redes contractuales que proponemosson los siguientes:

1) El modelo de redes contractuales presupone la existencia deindividuos (personas naturales) con un conocimiento limitadoy disperso, y que son titulares de derechos de propiedad tantosobre sí mismos como de aquellos bienes que originalmente seapropian (o producen) de manera legítima.

2) El modelo de redes contractuales presupone un individualismometodológico, esto es identifica al individuo como el sujeto depensamiento, sentimiento y acción único. Solamente los indi-viduos piensan, solamente los individuos sienten, solamen-te los individuos actúan. Sin embargo, individualismo meto-dológico no implica individualismo atomizado: desde nuestromismo nacimiento (en el seno de una familia) estamos inser-tos los individuos en un marco de relaciones intersubjetivas.Estas relaciones intersubjetivas son las propias de un «ordende personas naturales», y se traducen en el principio de noagre sión y en el respeto del otro como persona natural físicay mentalmente separada de nosotros (realidad que se hace evi -dente en el proceso de argumentación).

3) El consentimiento en un marco de redes contractuales se co -rresponde con el consentimiento propio del derecho privadoque hemos señalado. Debe por lo tanto ser expreso, y el funda-mento del consentimiento consiste en hacer expresa la volun-tad de modificar las relaciones jurídicas existentes previamen -te. El contrato no solamente no es único sino múltiple, sino que

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además tampoco es estático sino que cambia, como lo hacenlas manifestaciones expresas del consentimiento. Además, elhecho de que el consentimiento sea necesariamente expresono implica que el contrato deba plasmarse en documento físi-co tangible (es válido un contrato verbal, siempre que se expli-cite la voluntad de vincularse al mismo).

4) La «sociedad» no se rige por un único contrato social homo-géneo y vinculante para todos. En la «sociedad», por el con -trario, se producen cantidad de contratos privados entre losindividuos, todos ellos conviviendo en un mismo tiempo y es -pacio y resultando vinculantes exclusivamente para aquellosque hayan consentido en vincularse a los mismos. La «socie-dad» es por lo tanto un inmenso orden espontáneo de relacio -nes contractuales, un inmenso mapa conceptual de contratosvinculados o no entre sí, superpuestos, integrados de formano centralizada. Ese mapa conceptual va sufriendo pequeñasvariaciones paulatinas, cada vez que una relación jurídica en -tre dos personas o entre una persona y una cosa se modifica através de un acuerdo voluntario. Cada nueva transformaciónvaría también las normas de las relaciones en un gran mecanis -mo de «leyes policéntricas».

5) Las organizaciones, son también ellas mismas pequeñas redescontractuales de ámbito más reducido. La principal diferen-cia entre la gran red contractual y estas otras más limitadas,a parte del ámbito, consiste en que todos los individuos queforman parte de esta organización tienen entre sí relacionescontractuales por el hecho mismo de formar parte de esta (esdecir, los contratos en red, producen un vínculo entre todos ycada uno de los miembros de la organización).

6) Aunque el modelo de redes contractuales presupone la ideade propiedad privada entendida como uso exclusivo de recur -sos escasos, no excluye por sí misma la posibilidad de que lospropietarios decidan la posibilidad de poseer propiedades encomún. Las decisiones de gestión de las propiedades en co -mún, para respetar plenamente nuestra idea de con sentimientodeben adoptarse teniendo en cuenta la máxima de quod omnestangit, ab ómnibus approbetur y por lo tanto exige la norma deunanimidad. Fórmulas como la regla de la mayoría vulneran

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el principio de consentimiento en la gestión de propiedadesque son poseídas verdaderamente en común.21

Brevemente vamos a intentar explicitar el modo en que nues-tra idea de redes contractuales permitiría explicar tres fenóme-nos distintos: las sociedades civiles y mercantiles basadas en de -recho privado, las comunidades de propietarios en una sociedadlibre, y las redes de vasallaje de la sociedad feudal.

Respecto de las sociedades civiles y mercantiles, encontramosque una serie de individuos, compartiendo una serie de fines co -munes deciden establecer una organización para alcanzar dichosfines, dotando a la misma con personalidad jurídica. Sin embar-go, esta idea no es más que una simplificación del fenómeno querealmente tiene lugar. En una sociedad civil o mercantil, lo querealmente se produce es una intensa transformación de los víncu-los contractuales entre todos sus miembros (para simplificar, en -tre los socios en su origen, grupo al que luego se añaden otros in -dividuos, como por ejemplo los que prestan servicios laborales enla sociedad). Esta transformación de vínculos, tradicionalmen tese plasma en un documento al que se da el nombre de «contratode sociedad». No obstante, el contrato de sociedad simplemen tees uno de los contratos que tienen lugar, quizás el único que se plas -ma en un documento formal, pero no es ni mucho menos el úni -co contrato (y por ende, consentimiento expreso) que tiene lugar.Todos y cada uno de los socios, entre sí, establecen una red de vín -culos contractuales ligados entre sí por el contrato de so ciedadformal. La personalidad jurídica que se concede a la so ciedad noes sino un constructo conceptual teórico que permi te entenderlas relaciones internas de los socios, simplificar las relaciones de

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21 A estas alturas debería estar claro que, siempre a nuestro juicio, la totalidadde los Estados existentes y buena parte de las sociedades mercantiles (al menos ensus formas habituales de Sociedad Anónima y Sociedad Limitada) tienden a vulne-rar este principio de consentimiento y son, por lo tanto, contrarias a lo que enten-demos como criterio de consentimiento para una sociedad libre, al menos en lo quese refiere a las decisiones sobre gestión de propiedad común. Vulnerar este princi-pio no niega la existencia (y el posible análisis conforme a nuestro modelo) de dichasorganizaciones, simplemente establece un criterio de que las mismas vulneran elconsentimiento libre y voluntario del derecho privado en su composición actual.

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los socios con terceros y dotar de un cierto carácter de «inmorta-lidad» a la sociedad permitiéndole mantenerse en el tiempo másallá de la presencia de los socios en la misma. No deja, sin embar-go, de ser una simple ficción legal, pues las únicas personas rea -les son los individuos que participan de la relación de sociedad.

La explicación más frecuente para las comunidades de propie-tarios es la explicación «descentralizadora» según la cual un únicoindividuo se apropia del total de la propiedad y va enajenando par -tes de la misma a terceros con ciertas condiciones.22 No obstante,también es posible una explicación «federativa» según la cual pro -pietarios aislados originalmente, deciden integrarse a través deuna serie de pactos entre ellos en una comunidad de propietariosde nueva creación. Las explicaciones libertarias tradiciona les res -ponden bien al primer modelo, pero creemos que para el segun-do resulta más conveniente nuestra idea de redes contractuales.

Un caso muy parecido es el que se produce entre las relacio-nes de vasallaje en la sociedad feudal. Los contratos de vasalla-je (a diferencia de las relaciones de servidumbre también propiasde la sociedad feudal) deben entenderse como contratos sinalag -máticos (de derechos y obligaciones por ambas partes) integra-dos en una red que vincula a múltiples individuos en calidad deseñor y de vasallo, hasta el punto que un señor podía ser a la vezvasallo de otro. Las explicaciones tradicionales tienden a perci-bir una «pirámide de vasallaje», aunque las relaciones quizás fue -sen más horizontales y de «redes contractuales» de lo que normal-mente se piensa.

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22 Por ejemplo, Evers (1977a).

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TEORÍA DEL INTERCAMBIO.PROPUESTA DE UNA NUEVA TEORÍADE LOS CAMBIOS INTERPERSONALES

BASADA EN TRES ELEMENTOSMÁS SIMPLES

JORGE BUESO MERINO*

Fecha de recepción: 23 de julio de 2014.Fecha de aceptación: 14 de febrero de 2015.

Resumen: Se presenta una teoría de los cambios interpersonales basada entres elementos más simples: juegos de suma positiva, juegos de suma cero,y juegos «con resta». Integra las teorías económicas de Menger, y de Mises,a la vez que retoma de Böhm-Bawerk la distinción (que se pretende crucial)entre bienes y promesas. Sobre dicha base se apunta hacia una explicaciónintegral tanto de los procesos de auge artificial y recesión de los ciclos eco -nómicos, como del fenómeno del monopolio en tanto que dañino.

Palabras clave: Menger, Praxeología, Intercambio, Expansión del Crédito,Monopolio.

Clasificación JEL: A12, B41, B53, O12, O16, G01, L43.

Abstract: We present a theory of interpersonal economic changes based onthree simplest elements: Positive Sum Games, Zero-Sum Games, and Games«with subtraction». This proposal integrates Menger’s and Mises’s theories;it includes also the distinction made by Böhm-Bawerk between goods andpromises. On such a ground we present a comprehensive explanation for theboom-burst cycle processes, and also for distinguishing where is it the damagingcharacter related to monopoly.

Key words: Menger, Praxeology, Exchange, Credit Expansion, Monopoly.

JEL Classification: A12, B41, B53, O12, O16, G01, L43.

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 143 a 176

* Máster en Economía de la Escuela Austriaca (URJC), promoción 2011-2012;[email protected].

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IINTRODUCCIÓN

En el presente trabajo proponemos una teoría de los cambios in - terpersonales basada en la consideración de «tres elementos mássimples» en las interacciones económicas entre dos o más perso-nas. Esta propuesta pretende integrar el análisis de Menger,entendido como una teoría evolutiva de los bienes, con la teoríade la acción humana de Mises. En dicha dirección retomamos tam -bién, junto con sendas aportaciones de Böhm-Bawerk, la concep-ción relativa al orden social expuesta por un autor «no austria-co», Butler Shaffer, en su libro Boundaries of Order (Shaffer 2009).

1. La teoría económica de Menger; visión evolutiva

Carl Menger nos explica en el prefacio de su Grundsätze der Volks-wirtschaftslehre (Menger 1871; Principios de Economía Política) sumétodo de estudio (punto de partida de la revolución marginal-subjetivista aún en marcha), que supone en realidad todo un com -pleto programa de investigación:

This is the ground on which I (we) stand. In what follows I haveendeavored to reduce the complex phenomena of human econom-ic activity to the simplest elements that can still be subjected toaccurate observation, to apply to these elements the measurecorresponding to their nature, and constantly adhering to thismeasure, to investigate the manner in which the more complexeconomic phenomena evolve from their elements according todefinite principles (Menger 1871: 46-47).

En una reciente Guía de Estudio (Rostan 2008), Jérémie Rostanresalta las líneas maestras de este tratado fundacional, que esque-matizamos en la Tabla 1. Observando dicho esquema nos damoscuenta de que la aproximación mengeriana puede ser entendi-da como una completa «teoría evolutiva de los bienes», que explici -ta, paso por paso, las condiciones universalmente1 necesarias que se

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1 Esto es, «en todo tiempo y lugar». De esta manera Menger estaba ofreciendoa la Escuela Histórica Alemana (léase el prefacio de Principios de Economía Política) el

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han de dar para que un objeto o actividad pueda alcanzar, sucesi -vamente, (1) el carácter de bien, (2) el carácter de bien económico,(3) manifestándose entonces como de mayor o menor valor, (4)se pueda llegar a intercambiar (intercambiabilidad), y, en algún caso,(5) alcance el carácter de dinero (esto es, la mercancía más inter-cambiable en una sociedad, que es generalmente aceptada comointermediaria en los intercambios indirectos).

La actualización o materialización de tales caracteres requie-re de personas concretas que por medio de «acciones» concre-tas —teoría de la Acción Humana (Mises 1949)— los hagan reali-dad, históricamente, en relación con alguna necesidad humana.De esta manera Menger comienza explicitando las cuatro famo-sas condiciones universalmente necesarias para que una cosa oactividad alcance el carácter de «bien» (de gran interés: ver Tabla1). En el siguiente paso, explicita la relación cuantitativa nece-saria para que «dicho bien» alcance, adicionalmente, el carácterde «económico» (esto es, que los requerimientos hacia el mismosean superiores a las concretas cantidades disponibles de él). Alpercibir este hecho la persona «economiza» tal objeto o activi-dad, lo que conlleva hacer una elección entre aquellas necesida -des que satisfará y aquellas otras que habrá de dejar insatisfechas,lo cual va asociado con la imputación de mayor o menor «va -lor» a las con cretas cantidades disponibles de los distintos bie -nes eco nómicos.

Es «la central» teoría del valor de Menger. El valor (que es unfenómeno subjetivo, ordinal, y marginal) no es algo inherente enun objeto o actividad, sino la relativa mayor o menor impor-tancia que cada persona atribuimos a poder disponer de concre-tas cantidades de bienes económicos (escasos) en vistas a unaconcreta utilización, pues en última instancia lo que valoramosson las distintas satisfacciones o necesidades adicionales —alter-nativas— que creemos cubrirá.

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asidero que, ya desde Savigny, esta andaría buscando. Esto es, ese mínimo de teoríade carácter necesario, que expresa las constricciones lógicas inevitables —inerradi-cables hasta donde conocemos— implicadas en el actuar, ante cuya realidad cadapersona y cada sociedad «históricamente» se ha habido de enfrentar, desarrollandosus peculiares soluciones.

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Al pasar al nivel interpersonal Menger explicita las condicio-nes universalmente necesarias que se han de dar para que unapersona actúe un concreto intercambio voluntario histórico (queambas partes habrán de valorar los bienes económicos a inter-cambiar «en orden inverso» en su respectivo ranking u orden devaloraciones), para lo cual deberá percibir tal posibilidad demejora de las respectivas utilidades (descubrir y crear la opor-tunidad —de intercambio—), comunicarla al otro, negociar yconvencerle.

Obsérvese además que, esos caracteres (de «bien», «bien econó-mico», la atribución de mayor o menor «valor», su «intercambia -bilidad», dinero) no son algo predeterminado o «fijo», sino que,igual que se alcanzan, se pueden perder, cuando alguna de las va -rias condiciones necesarias (que se requiere que se hayan ido acu -mulando en sucesivos pasos previos) deja de darse. Tales carac-teres se alcanzan y se van desarrollando en un proceso histórico,cambiante, evolutivo, resultante de la acción creativa diaria decada persona y las interacciones de que es parte. Un proceso ten -tativo de conocimiento, continuado, descentralizado (en red), me -diante el cual vamos aprendiendo, por prueba y error, a adaptarnuestras habilidades y la realidad material a los deseos y necesi -dades de cada uno de nosotros.2

2. Una distinción clave de Böhm-Bawerk(bienes y promesas)

En 1881 Böhm-Bawerk publicó Rechte und Verhältnisse vom Stand-punkte der volkswirtschaftlichen Güterlehre (Böhm-Bawerk 1881)preguntándose «Whether legal rights and relationships are economicgoods». Este estudio realiza una limpieza o clarificación del con -cepto de bien, corrigiendo una clasificación que ha devenido pleo -nástica, al duplicar un mismo bien y enumerarlo bajo varios nom -bres diferentes (lo que supone, como predijo Böhm-Bawerk, un«storehouse of misconceptions»):

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2 Llamamos la atención sobre la enorme capacidad explicativa que, como comple-mento de la teoría de la evolución natural, la teoría de los bienes de Menger posee.

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[...] We have disencumbered the economic goods concept of a wholecategory of pseudo-goods. It was a mistake to regard rights andrelation ships as goods in and of themselves, or as goods whichexisted beside and in addition to the categories of material goodsand services. For the whole category we are dealing with concernsnot the existence of goods but only the connection of goods withindividuals, or it concerns the assignment of reasons for subjectivegoods-qualities.

We will therefore, as economists, speak of rights and relation -ships only where we are dealing with the form of the connectionbetween persons and goods, but when, on the contrary, we aredealing with goods themselves, we shall speak only of theelements underlying rights and relationships, of their substratum,as it were.

[...] payment claims and good-will relationships are notgenuine goods, no matter how... in practical economic life rightsand relationships are bought and sold, it is not, in truth, thoseintangibles that are meant and are valued and transferred, butthat actually it is material goods and renditions of service thatare so dealt in; [...] (Böhm-Bawerk 1881: 134-138).

Esta clarificación o expurgación realizada por Böhm-Bawerkhabría de servir, en nuestra opinión, para distinguir conceptual -mente tres clases de intercambios:

a) Intercambio simultáneo de bienes económicos presentesb) Crédito: Un bien económico (presente) es entregado a cambio

de una promesa.c) Lo que se intercambian son promesas.

IITEORÍA DE LOS CAMBIOS INTERPERSONALES

De acuerdo con la teoría de la acción humana de Mises (Mises1949), cada persona poseemos una innata capacidad creativa, quees a su vez desarrollable en cada proceso vital histórico, que con -lleva tiempo e incertidumbre. Actuamos, intentamos sustituir unasituación que juzgamos insatisfactoria por otra que considera-mos más satisfactoria, movidos y motivados por la consecución

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de nuestros propios fines,3 ponderando4 implícita y subjetiva-mente tanto estos (nuestros fines, conscientes o no) como, in -directamente, a través de la utilidad que creemos nos van a pro -porcionar para ello, los medios con los que pensamos poderalcanzarlos (Mises 1949; Huerta de Soto 1992: 41-86).

A lo largo del tiempo, conforme actuamos, mediante pruebay error principalmente, variamos nuestras ponderaciones ytambién la apreciación de la adecuación de los diferentes mediosa nuestro alcance (tanto materiales como no materiales, ideas,hábitos, etc.) en relación a los fines que perseguimos (fines, nece-sidades y deseos, que tampoco son fijos, sino que también estánsujetos a cambio, en el mismo proceso vital histórico).5

Tanto la teoría de la acción humana de Mises como la teoríaevolutiva de los bienes de Menger (Menger 1871; Rostan 2008;Tabla 1) enfocan una misma realidad: las constricciones lógicasinevitables ante las que se enfrenta nuestro actuar. Pero lo hacendesde distintos ángulos: Mises enfoca hacia la acción, el ser hu -mano que actúa, mientras que Menger lo hace hacia la realidadtransformada por la acción, en relación a las necesidades senti-das por cada persona, que históricamente va haciendo aparecerbienes, bienes económicos, valor, intercambios... e instituciones.

De la acción humana, interpretada desde ambas teorías inte-gradas (la de Mises y la de Menger), los elementos más simples quepueden ser sometidos aún a adecuada observación, son nuestras prefe-rencias efectivamente demostradas (Herbener 1997; siguiendo aRothbard y a Mises). De entre nuestras preferencias efectiva-mente demostradas, destacan los intercambios realizados en rela-ción a «bienes económicos»6 (ver la Tabla 1).

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3 «Fines» (según la terminología de Mises), «satisfacción de nuestras necesidades»o deseos (según Menger), ambos enfoques o terminologías son complementarios (vermás adelante). Por ello en este apartado hemos optado por comenzar con Mises, porentender que así se consigue una integración más clara de ambos enfoques.

4 Utilizamos aquí el verbo «ponderar» para reservar la palabra «valor» o «valo-rar» a contextos en los que lo que se pondera son ya bienes económicos (véase laTabla I), como hace Menger.

5 También variamos con el tiempo nuestro entendimiento sobre las relacionesde causalidad, tanto física como teleológica (esto es, la acción humana que interfiereen aquella en búsqueda de un propósito).

6 Nótese que la concepción de Mises de acción humana supone un marco másamplio y no solo abarca el campo de los bienes económicos. Por otra parte, también

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Proponemos que, en el esquema de la Tabla 1, entre la teoríadel valor (nivel intrapersonal) y la teoría del intercambio de bie -nes económicos (nivel interpersonal) habría implicado, no uno (ununívoco paso evolutivo posible), sino «tres elementos más simples»(o posibilidades o clases de interacciones o cambios interperso-nales posibles):

— Juegos de Suma Cero (objetiva) en los cuales la ganancia por par -te de una persona significa idéntica pérdida por parte de otrau otras. Característico de los juegos de azar.

— Juegos «de solo» Suma Positiva (subjetiva), interacciones win-wincon ganancia subjetiva en utilidad por parte de ambas perso-nas según la perciben ex ante (característico del intercambiovoluntario), cuando, en adición, nadie pierde.

— Juegos «con resta», característico de los cambios interpersona -les en los que media fraude (engaño), violencia o coacción ha -cia alguna persona.

En este contexto, se nos revela crucial distinguir lo más clara-mente posible cuando nos encontramos ante uno u otro elemen-to más simple para así poder entender los efectos (relaciones decausa y efecto [Menger 1871: 51]) que se siguen a partir de cadauno de ellos, y poderles aplicar la medida correspondiente a su natu-raleza.

Lo que caracteriza a los juegos de suma cero es que la suma detodos los objetos implicados que cambian de manos en el juegono varía,7 solo varía su distribución entre los participantes. Ob -sérvese que el hecho de la suma cero no tiene nada que ver conla utilidad o valoración subjetiva que cada uno de los participan -tes atribuye, ni se ve afectado por la voluntariedad o no de suparticipación en el juego o interacción, o porque se ejerza por parte

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existen intercambios de otros tipos: de palabras (lenguaje) o pareceres, de favores,relaciones de amistad, promesas, etc. En este contexto, la distinción realizada porBöhm-Bawerk (que interpretamos como) entre bienes y promesas podría servir comoenlace o contraste entre ambos enfoques (el de Menger y el de Mises).

7 Y en algún caso (como veremos en el punto IV-2) no es la suma de bienes lo queno varía, sino la utilidad objetiva que estos en conjunto tienen (su función agregada),lo que es constante. Véase también la nota 26.

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de alguien violencia o fraude (piénsese por ejemplo en una parti-da de azar «amañada», que continúa siendo de «suma cero»).

En relación a los juegos de suma positiva, como en el intercam -bio voluntario, debido a la naturaleza subjetiva de la utilidad,sabemos por inferencia lógica que las dos partes implicadasestán aumentando su utilidad según la ven ex ante, pues cada unode ellos asigna mayor valor a lo que recibe que a lo que entrega.Pero no podemos conocer cuál es la utilidad de cada intervinien -te, ni mucho menos la suma o cuánto aumenta la misma tras elintercambio, pues la utilidad no es una magnitud cardinal (sinoordinal), ni es cognoscible, ni aditiva, ni comparable entre perso-nas distintas (tampoco lo es para una misma persona en tiem-pos diferentes) (Mises 1912: 51-62). Asimismo, no existe ninguna«equivalencia» entre los bienes intercambiados; muy al contrario,es precisamente el hecho de que cada parte valore de maneradesigual y en orden inverso los respectivos bienes lo que posi-bilita el recíproco intercambio.

Aquí se plantea la disyuntiva de si en todo intercambio «libre»(«libre» empleado en un sentido laxo) estamos ante un juego desuma positiva, o únicamente lo estaremos en aquellos casos enque, además, se respeta a la persona y su propiedad, no solo delos contratantes, sino también de terceras personas (juegos «desolo» suma positiva). Por ello cobra plena relevancia el hecho de quese consideren efectivamente todos los efectos, «lo que se ve y lo queno se ve», incluido aquellos que afectan a otras personas (terce-ros) o grupos, o aparecen más retrasados en el tiempo.8

IIIPRINCIPIO DE ORDEN SUBYACENTE

Al enfrentarnos a esta cuestión nos preguntamos si no habrán sur -gido, quizás, contemporáneamente, concepciones teóricas incom-pletas debido a una contemplación de lo económico y lo jurídico

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8 Dos obras pioneras y punteras en tal dirección son Lo que se ve y lo que no se vede Frédéric Bastiat (http://bastiat.org/es/lqsvylqnsv.html) y Economics in One Lesson,de Henry Hazlitt.

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como si fueran dos realidades separadas, fragmentadas o autó-nomas, en vez de un mismo y único objeto de estudio para la Pra -xeología: ese mínimo de teoría9 de la acción de carácter estrictamen -te necesario en términos lógicos, bajo supuestos realistas.

1. Distintas formulaciones teóricas

Murray Rothbard propuso como fundamentación del libre merca-do al principio o ley «de total libertad»: «Every man has freedom todo all he wills...» (Rothbard 1970: 1311-1312), en tanto que ausen-cia de coacción sobre cada persona y su propiedad. Siguiendo eneste punto a Clara Dixon Davidson, retomó como clave para lacorrección y simplificación superadora de la ley «de igual liber-tad» anteriormente propuesta por Herbert Spencer, que la pala-bra «cada» (every), rinde la segunda parte —o proviso— de lapropuesta de Spencer («...provided he infringes not the equal freedomof any other man») redundante, puesto que:

[f]or if every man has freedom to do all that he wills, it followsfrom this very premise that no man’s freedom has been infringedor invaded.

Por su parte, Butler Shaffer, comenzó cuestionándose la inve-terada creencia que insiste en que libertad y orden son valores in -consistentes que deben ser contrapuestos. En Boundaries of Order(Shaffer 2009) nos muestra que son dos caras de la misma mone-da, dos formas de hablar sobre una misma realidad: cómo nos re -lacionamos con cada otro en un mundo físico. Y nos ofrece unavisión integrada de la propiedad como principio funcional (un prin -cipio de orden) que al ser asumido o integrado entre congéneresen sus relaciones origina núcleos y patrones de un orden espon-táneo emergente no prefijado, muy ligado a lo que es la propia na -turaleza autodirigida de la vida.

Por su parte, el significado dual del término «boundary», comose paración o límite, y, a la vez, enlace o ligazón, centra la con -cepción de Shaffer, que es aplicada o descubierta en áreas tan

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9 Según la acertada distinción de Mises entre Teoría e Historia.

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llamativamente distintas como el humor, el lenguaje, o la for -mación de identidades colectivas. En tanto que sistemas de in -formación, señala el contraste entre «property boundaries» y «ego-boundaries», y como estos últimos abren el camino al conflicto(Shaffer 2009: 102-109).10

El siguiente párrafo nos muestra como Shaffer concreta elcon tenido funcional del principio de propiedad en relación al temaque aquí tratamos:

[...] Respect for the inviolability of private property is the definingcharacteristic of a free market system. Only when individualowners assess their own risks and bear all the costs and benefitsof their actions; only as they commit their own resources towarda desired end; and only when the range of their decision-makingcontrol is defined by the boundaries of what they own, can theself-disciplining nature of the marketplace function (Shaffer 2009:74-75).

2. Diversas materializaciones prácticas históricas

Una tercera aproximación a la cuestión planteada, en este caso noteórica sino práctica, es la realizada históricamente por los propiosciudadanos romanos (cives) en tiempos republicanos, guiada porla actividad consultora casuística privada de los jurisprudentes(jurisconsultos). La peculiaridad histórica de esta aproximaciónresidía en que los conflictos interindividuales venían a ser resuel-tos por jueces-árbitros independientes, caso por caso, sin que exis-tiera apenas «legislación» material como marco obligado de refe-rencia (en marcado contraste con lo que ocurre en nuestros días).¿Qué podía guiar entonces a los ciudadanos romanos? Ellos loexpresaban así: la virtud o voluntad perpetua de «dar a cada unolo suyo»; esto es, «suum cuique tribuere».11

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10 Abriendo lo que creo que sería una muy prometedora e interesante línea deinvestigación.

11 Que junto con «alterum non laedere» y «honeste vivere», constituían los tres iurispraecepta recogidos más tarde al inicio de las Institutiones de Justiniano, en su puntoI,1,3.

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Las actividades ligadas a tal virtud o voluntad pueden ser vis -tas como una aplicación práctica del principio de total libertad deRothbard, en que cada parte, cada ciudadano, es tratado por «igual»(equidad), negando por principio cualquier eventual privilegiopara algún individuo particular, o grupo. Desde la aplicación detal principio, fueron emergiendo históricamente, acción trasacción, caso por caso, reglas (regularidades), distinciones e insti-tuciones que venían a concretar en la práctica, en el día a día, loque podríamos considerar que es el más abstracto principio depropiedad de Shaffer. Así se iban perfilando como sistemas de infor-mación los límites de actuación (boundaries) de las distintas posi-ciones jurídicas que aparecen en cada modalidad de interacciónemergente, cristalizando así cada concreta institución (con sus ele -mentos esenciales y su característica neutralidad, dando formaa juegos de solo suma positiva), expurgada de elementos extraños,conflictivos, que no respetan al otro y su propiedad.

Alrededor de tales referentes (reglas, distinciones, institucio -nes), por imitación, se van desarrollando órdenes emergentes in -teractivos, abiertos a la creatividad, y que, al respetar a cada perso-na,12, 13 evitan y previenen los conflictos.

En cuanto a la cuestión relativa a dónde, cuándo y cómo sur -gió la aplicación práctica de tal principio funcional de orden (elprincipio de propiedad), el mismo emergería históricamente comoresultado de una asimilación o integración voluntaria por perso-nas concretas desde una mera intuición, inclinación o costumbre,y se extendería por imitación por parte de otras personas concre-tas, conformando redes de interacción o de orden. En tanto querealidad o cualidad «emergente», tras su desaparición (muchasveces probablemente ahogada por el más prevalente principiode violencia o irrespeto a la propiedad) rebrotaría de igual mane-ra en diferentes lugares y personas.

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12 Con la muy señalada excepción de la esclavitud institucionalizada, caracterís -tica de la Edad Antigua, y el papel subordinado de la mujer.

13 Otras aproximaciones prácticas históricas similares a la de los romanos son lade la common law de los países anglosajones, el derecho mercantil medieval, el con -temporáneo arbitraje de conflictos entre empresas transnacionales, o el milenario Tribu-nal de las Aguas de Valencia.

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IVEFECTO DE LA APARICIÓN DE UN NUEVO CAMBIO

INTERPERSONAL, SEGÚN SEA UNO U OTROEL ELEMENTO MÁS SIMPLE IMPLICADO

En búsqueda de los patrones de causa-efecto implicados en laló gica de la acción humana, desde sus elementos más simples,estudiaremos los efectos de la aparición de un nuevo cambio in -terpersonal según se produzca integrando o no el principio depropiedad, o bien constituya un juego de suma cero:

1. Integrando el principio de propiedad(juego de suma positiva)

Siguiendo a Böhm-Bawerk (véase el anterior apartado I-2 in fine),un punto clave aquí es determinar qué es lo que se está intercam -biando por cada parte, un bien o una promesa, por lo cual es nece-sario distinguir entre:

a) Intercambio simultáneo de bienes económicos presentes

Cada nuevo intercambio voluntario simultáneo de bienes o ser -vicios presentes mejora la posición de ambas partes. Cuando losbeneficios y los costes de tal transacción y sus consecuencias que -dan «íntegramente» entre las partes contratantes (sin externali-zar costes a terceras personas), nos encontramos ante un juego desolo suma positiva: alguien mejor, nadie peor.

b) Crédito: un bien económico (presente) es entregado a cambio deuna promesa

Cuando nos encontramos ante un nuevo contrato de crédito (ointercambio interpersonal transtemporal: una persona entrega unbien económico presente a cambio de la promesa por parte deotra persona de cumplir su parte del trato en una fecha futura)

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realizado de manera voluntaria, ocurre lo mismo, siempre que,igual que en el caso anterior, los beneficios y todos los costes detal transacción, incluido la asunción plena de un eventual incumpli -miento de la promesa por la contraparte, y «todas las consecuencias»negativas que resulten sean asumidas de forma efectiva e «ínte-gra» entre ambas partes contratantes (Bueso 2013a). En elloconsiste lo que venimos a denominar principio de propiedad («PdP»en la Tabla 2, o también principio de libertad responsable).

Para ello se requiere de cada parte que solo implique en su ac -ción, y circunscriba el rango de sus respectivas decisiones, a loslímites (para ello se requiere que estos estén bien definidos y deli-mitados) de los recursos que le son propios, sobre los que tienecapacidad de disposición, y en cuanto tiene capacidad de dispo-sición.

Asimismo, irá en contra de la integración del principio de pro -piedad (aunque parezca que en un principio no aparecen proble-mas) borrar o difuminar los límites de lo que pertenece a una uotra persona (o difuminar si lo que se está cediendo es un bien ouna promesa de entregar un bien), o no delimitar lo que le estápermitido realizar a cada parte, y aquello por lo ha de responder.

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TABLA 2EFECTOS DE LA APARICIÓN DE UN NUEVO CAMBIO

INTERPERSONAL O INTERCAMBIO VOLUNTARIO

Cambio interpersonal del tipo Juego (interacc.) Utilidad Efecto general

1 2 3 TInstantáneo de bienes económicos,

incluyendo el PdP Suma Positiva + + o + Coordinador

Transtemporal (crédito),incluyendo el PdP Suma Positiva + + o + Coordinador

Intercambio de promesas,incluyendo el PdP Suma Positiva + + o + Coordinador

Excepción: Incremento de la«oferta monetaria» Suma Cero + … (-) ? (=) Redistributivo

No incluyendo el PdP(principio de propiedad) Con resta + – ? Disruptivo

y descoord.

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c) Intercambio de promesas

Lo mismo podemos decir para el intercambio voluntario de pro -mesas (ver Tabla 2). Sin embargo, no podemos olvidar que noes lo mismo una promesa que un bien, el bien económico subya-cente a aquella, o su substrato (Böhm-Bawerk 1881), y que deli-mitar esta circunstancia es importante (véase más adelante elpunto VII-1b).

d) Conclusiones (efectos de integrar el principio de propiedad)

Hemos comentado que no es un elemento esencial de la integra -ción del principio de propiedad que la otra parte cumpla su par -te del trato, su promesa. O lo que es lo mismo, que no podemosocasionar costes a terceros para intentar forzar (o sustituirle) alincumplidor a cumplir su promesa. Así, a la hora de contratar conuna persona, la incertidumbre sobre la eventualidad de que cum -pla o incumpla su promesa se viene a asumir en virtud de la con -fianza que dicha persona nos merece. De esta manera, van apare-ciendo personas con fama de cumplir su palabra, sus promesas, queson vistas como confiables para contratar con ellas. En torno adichas personas se van creando redes de interacciones que preci-samente constituyen los núcleos de orden y evolución a partir delos cuales se ha ido desarrollando la sociedad (vía juegos de sumapositiva).

Además, podemos comprobar que de actuar ambas partes in -tegrando el principio de propiedad, se produce un incrementode utilidad, no solo subjetiva de los dos concretos contratantes(repartiéndose unos recursos dados y obligándose a determina -das acciones), sino de toda la sociedad (se matiza más adelantelo de «toda» en el punto VI-1) de forma indirecta.14 La produc-tividad de conjunto se va incrementando de forma tentativa (por

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14 Véase el libro de Manuel Ayau Not a Zero-Sum Game (Ayau 2007) exponiendode una forma sencilla pero extraordinaria las importantes (y no tan obvias como ini -cialmente puede parecer) repercusiones de largo alcance de la ley de asociación deMises-Ricardo sobre las ventajas-costes comparativos.

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prueba y error) pues la perspectiva de intercambiar induce a cadapersona a dedicar sus recursos y habilidades hacia aquello en loque tiene o encuentra una ventaja comparativa «relativa» mayor(esto es, un coste comparativo «relativo» menor), poniéndolosa disposición de los demás, reduciéndose a través de los intercambiosel coste de oportunidad de todos y cada uno de los participan-tes, en términos objetivos, reales: ahorro de sus recursos propios,trabajo y tiem po, para conseguir lo deseado, para mejorar la pro -pia utilidad (Ayau 2007: 21-50).

Así, cuando alguien aparece en el mercado ofertando algúnnuevo bien o cantidad o servicio que resulta susceptibles de serintercambiado (de acuerdo con las valoraciones subjetivas de quienlo oferta y quienes se planteen adquirirlo), en tanto que supon-drá (en tanto que suponga) una nueva transacción en el margen(marginalidad entendido ahora como fenómeno colectivo super-puesto a la marginalidad individual —véase más adelante elpunto V—), constituye una expectativa de cambio o de mejoraen la utilidad (desde la perspectiva ex ante, pues estamos en unproceso tentativo, de prueba y error) para todas y cada una delas personas (directa, para los contratantes; indirecta, para los de -más). Y en cuanto se materialice en forma de intercambio o con -trato voluntario que integre el principio de propiedad, lo supone dehecho.15, 16

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15 Ese incremento de utilidad (general) también para terceros, no ha sido consi-derado en la Tabla II, donde hemos calificado de «0» el efecto «directo» en la utili-dad para terceros no directamente implicados en el intercambio.

16 Es importante recordar aquí que si un día alguien aparece y nos desplaza anosotros del mercado al ofrecer algo parecido a lo que hasta la fecha nosotros vení-amos ofertando con éxito, eso no significa que hayamos pasado a estar ante un juegocon resta. Nos encontraremos simplemente ante un fenómeno de frustración de lasexpectativas; si se incluye el principio de propiedad en los diferentes intercambios,seguiremos ante juegos de suma positiva (ver Rothbard 1962: 882-883). En este contex-to, es muy expresiva la frase de Manuel Ayau: «Had we achieved job security in the StoneAge, we would still live in caves» (Ayau 2007: 47).

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2. Excepción a la regla anterior: nuevas cantidades del biendinero traídas al mercado o variaciones en la ofertamonetaria implican un juego de suma cero

La regla o conclusión anterior presenta una señalada excepción:cuando el nuevo bien o cantidad traído al mercado es de aqueltipo de bien que denominamos dinero. Esto se produce porqueel bien que denominamos dinero pertenece a una tercera catego -ría analítica separada, que no es ni bien de capital, ni bien de con -sumo; de hecho, es posible tanto producir como consumir sindinero (Mises 1912: 95-102). Pues bien, a la sociedad como conjun-to, aumentos en la cantidad del bien dinero no le aporta un incre-mento de utilidad pues, con el dinero y sus incrementos, nosencontramos ante un juego de suma cero de carácter funcional.17

A diferencia de lo que ocurre con los bienes de consumo o losbienes de capital, cualquier cantidad que exista del bien dineromaximiza los beneficios de los participantes.18 La aparición deuna nueva pepita de oro (o un nuevo billete impreso por el bancocentral, o apunte contable, o...) a la sociedad «como conjunto» nole aporta nada.19 Subjetivamente, tanto el minero como el canti-nero, que le vende mejor su botella de whisky en subasta, valo-ran más la nueva operación en el margen (de manera similar alo que ocurre en el caso genérico); y sucederá probablemente lomismo con algunos de los subsiguientes proveedores del canti-nero o del minero. Pero a diferencia del caso genérico, aquí sí

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17 Es interesante resaltar aquí la diferencia que existe entre que se alcance tal ca -rácter de manera espontánea (intercambios voluntarios, libre competencia [Menger1871: 236-285]), o de manera coactiva (monopolios coactivos —véase más adelanteel apartado VII-2—).

Por otro lado, hemos de señalar que aunque la idea de «suma cero» está latenteen el trabajo pionero de Mises (Mises 1912), ha sido recientemente cuando Gary Northha venido a hacerla patente (North 2012: 42-43).

18 Dentro de unos márgenes; márgenes que ya jugaron su papel a la hora de emer-ger y venir a materializar de manera competitiva la institución dinero en tal sociedad.

19 En el caso de dinero-mercancía (por ejemplo, patrón oro metálico), sí que exis-tiría una ventaja parcial, en relación a aquella fracción de la nueva cantidad que afec-ta al precio (o capacidad de intercambio) del oro, en tanto viniera a suponer una reba-ja del coste para destinarlo a la función industrial o no monetaria. En el caso del dinerofiat, sin embargo, tal eventualidad o fracción no existe.

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que existen perjudicados indirectos o perdedores: todos los queno participan en los primeros intercambios en que interviene lanueva pepita, que impacta los precios encontrándoselos ellos (elconjunto de la sociedad) más elevados, con lo que las desventa -jas de la nueva situación, quedan «entre todos» (no solo entre loscontratantes). Los no contratantes en este caso ven disminuida suutilidad, pues la consecuente pérdida de capacidad adquisitivade las concretas unidades del bien dinero se ve redistribuida entretodos los usuarios (ver Tabla 2).

De la misma manera, la eliminación o disminución de la ofer-ta de un bien de consumo o un bien de capital empeora a la so -ciedad como conjunto (deja de poder satisfacer utilidades o ne -cesidades individuales, la sociedad como conjunto es más pobretras su desaparición). Sin embargo no ocurría lo mismo cuandodesaparecía en el océano Pacífico una pepita o un galeón carga-do de oro, que afectaba negativamente a su propietario en exclusi -va, pues la sociedad como conjunto veía cumplida la función ejer-cida por el dinero-oro de igual manera.

3. No integrando el principio de propiedad(juego «con resta»)

Cuando existe actuación fraudulenta o coacción (amenaza de vio -lencia física) o violencia hacia alguien o su propiedad, se daña aesa persona. En estos cambios no voluntarios siempre existe obvia-mente (visto también ex ante) alguna persona perjudicada (subje-tiva y objetivamente) en su utilidad, perjuicio que ni puede sercuantificado, ni puede ser compensado.20

Recordemos que las utilidades no son sumables, ni cognos-cibles, luego en este caso no podemos conocer ni siquiera elsigno de una eventual suma y resta de utilidades (por eso marca-mos en la Tabla 2 con un interrogante el apartado «T»: la «utili-dad Total» resultante). Sin embargo no es difícil comprender que,por parte del agresor-estafador, se quiera mostrar o hacer parecer

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20 Incluso un acuerdo voluntario posterior resarcitorio no cambia el carácter dejuego con resta de ese cambio interpersonal anterior.

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(pretendida justificación) que una eventual suma y resta de utili-dades podría resultar «positiva», al menos ex post (e incluso pue -de que también pretenda mostrar que podría resultar así en refe-rencia al propio agredido).

Sin embargo, cuando los costes, o los perjuicios derivados delcontrato, no son asumidos por los contratantes, o son derivadosa terceros, estos se ven perjudicados en su utilidad directamen-te. De la misma manera, cuando en un intercambio se utilizanbie nes propiedad de un tercero (sin que el mismo haya cedidola capacidad de disposición sobre los mismos), se daña a este,incluso en el caso de que no llegue a darse cuenta de lo sucedi-do: por ejemplo cuando los bienes «depositados» por él le sonretornados antes de que se dé cuenta de que durante tal perio-do se le ha escamoteado su capacidad de disposición. Y más aúnsi no se los reponen, o se los reponen utilizando la propiedad de«otro tercero» (al que se le traslada el daño). Así lo expresa ButlerShaffer:

[...] It is not that property trespasses can produce violence; theyare violence, whatever the degree of force that is used. The prop-erty principle —in restricting the range of one’s actions to theboundaries of what one owns— precludes the use of violence(Shaffer 2009: 320).

En tal sentido es crucial que se realice una clara distinción entrelo que son bienes y lo que son promesas. O lo que es lo mis mo, quequede claro a quien corresponde el poder de disposición sobre quéconcretos bienes o cantidades en cada determinado momento.

Un ejemplo de indiferenciación se da cuando se emiten, comosi fueran títulos de propiedad, más «promesas» que bienes efec-tivamente han sido «depositados» en un orfebre o entidad banca-ria. Cuando tales promesas se utilizan para comprar bienes, esta-mos ante la aparición de sustitutos monetarios perfectos (dinero«in the broader sense» les llama Mises [Mises 1912: 296-300]). Cuan -do se intercambian por otras promesas, generan una «expansiónartificial del crédito» (zirculationskredit). En ambos casos se produ-cen los efectos diferidos que indicamos en el apartado VII-1b (aun -que de manera más prolongable en el tiempo en este segundo caso).

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Y es que, en general, de no integrarse el principio de propie-dad, se produce un decremento de utilidad, no solo subjetiva delagredido-engañado, sino de toda la sociedad de forma indirec-ta (argumento «a contrario» del citado por Manuel Ayau [Ayau2007: 21-50]). La productividad de conjunto se ve disminuida, deforma brusca esta vez, ante la frustración de la perspectiva de po -der realizar intercambios mutuamente beneficiosos y no conflic-tivos, y como resultado de la respuesta ante la carga de costes operjuicios «no debidos» (no voluntariamente asumidos). Cadapersona ante este temor decide proteger o esconder sus recur -sos y habilidades (en vez de dedicarlos a aquello en lo que tieneo podría encontrar una ventaja comparativa al servicio de los de -más), en una espiral de inhibición social. Disminuye el númeroy la calidad de bienes y servicios en el mercado. Aumenta, al dis -minuir la oferta dirigida a intercambios voluntarios, el coste deoportunidad de todos y cada uno de los participantes, en térmi-nos objetivos, reales: aumenta el trabajo y el tiempo necesa rio paraobtener los bienes o recursos que desea, y disminuyen las satis-facciones que podemos obtener a cambio de los bienes o serviciosque cada uno ofrecemos. En definitiva, disminuyen las oportuni -dades que están realmente a nuestro alcance.

VPROCESOS DE MERCADO

1. Marginalidad básica (individual)

El valor es, por naturaleza, un fenómeno subjetivo, ordinal y margi-nal. Es una persona concreta (subjetividad) la que asigna impor-tancias relativas a sus diferentes necesidades (ordinalidad) y a lossucesivos concretos actos de satisfacción de las mismas que es -pera que produzcan las concretas unidades de bienes económicosque se encuentran accesibles en su contexto y entre los que tieneque elegir (marginalidad). La marginalidad, característica esen-cial básica que acompaña la emergencia del valor, es un fenómenoestrictamente individual (Mises 1912: 60). Refiere a que lo quecada persona solemos valorar es la satisfacción que esperamos que

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produzca esa nueva unidad más (o menos) de tal bien, más alláde las necesidades de esa misma clase que ya tenemos cubier-tas. De la misma manera, en caso de perder una unidad del bienen cuestión, como pasaríamos a dedicar las unidades que aúnconservamos a aquellas necesidades más importantes (esto es,desplazaríamos las unidades disponibles para así cubrir las ne -cesidades situadas más arriba en nuestro particular ranking), elvalor vendría a estar marcado otra vez por aquella necesidad me -nos importante o marginal que quedaría sin cubrir a consecuen -cia de tal pérdida (véase Rostan 2008: 28-35; Menger 1871: 114-148).

2. Marginalidad individual operandocomo fenómeno colectivo

Por otra parte, ya en el nivel interpersonal, en los específicos merca-dos suelen concurrir en competencia múltiples oferentes y múlti-ples demandantes de cada tipo de bien (cada quien con sus pro -pias valoraciones en relación a tal bien considerado como máso menos homogéneo), y en él se dan concretos intercambios, his -tóricos. Condicionados por los distintos entornos instituciona-les emergen relaciones de intercambio típicas, o «precios de merca-do». Böhm-Bawerk (1889: 99-121) estudió sistemáticamente elproceso (paso a paso) por el cual impactan recíprocamente lasvaloraciones subjetivas de cada participante sobre los bienes ylos medios de cambio, alineándose unos y otros hasta perfeccio -nar los intercambios efectivos, mostrando que el juego de inter-acciones lleva a que dicho intervalo o precio de mercado vengaa estar determinado por las valoraciones subjetivas exclusivamen -te de los pares señalados de las parejas marginales; esto es, la úl -tima pareja de comprador y vendedor que logran cerrar la ventao intercambio, y la primera pareja (con mayor capacidad de in -tercambio) que no lo logra.

O lo que es lo mismo, que las valoraciones mucho más altaso mucho más bajas que pudieran tener otros participantes distin-tos de los de las concretas parejas marginales no cuentan direc-tamente, pues vienen bien a neutralizarse entre sí (al negociar,

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emparejarse uno y otro y consumar el intercambio), o bien a noser consideradas (caso de poseer menor capacidad de intercam -bio que las correspondientes de las parejas marginales). Y no es -tamos ante una analogía metafórica, sino ante una «realidad vi -viente» (Böhm-Bawerk 1889: 99-121; con el famoso ejemplo de loscaballos).

Como «manifestación de que causas relacionadas subyacentes enambos casos (determinación del valor subjetivo —individual—, yel —interindividual— proceso de formación del precio de merca-do) producen resultados relacionados» observamos que, a nivel indi-vidual, mediante los procesos de valoración y economización, cadapersona viene a satisfacer sus necesidades más importantes por en -cima de la marginal; mientras que a nivel interpersonal «...hay con -sumación del intercambio... por parte de todas aquellas parejas quesobrepasan a la pareja marginal en su capacidad de intercambio».

Nótese también que en el proceso de formación del precio demercado, «[s]olo son realmente significativos dos tipos de cam -bios. Uno es un cambio en la valoración por parte de aquellas per -sonas que forman la pareja marginal; el otro es un cambio unilate -ral en el número de personas cuya capacidad de intercambio excede lade la pareja marginal» (Böhm-Bawerk 1889: 110, 113).

3. Competencia

Pues bien, en tanto que fenómeno complejo colectivo de inter-acción múltiple, el mercado «se mueve» principalmente preci-samente a través de los cambios que se producen de la mano deesas «nuevas personas»21 que vienen a condicionar la formación

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21 La funcionalidad que tiene la aparición de esas «nuevas personas» con mayorcapacidad de intercambio nos abre los ojos también al incentivo que existe para laconvergencia de los productores «instalados» hacia un «interés colectivo» que intentebloquear su acceso. Dependiendo de cómo se materialice, integrando o no el princi-pio de propiedad (que obviamente excluye barreras de entrada y otros privilegioscoactivos), supondrá contextos o contornos, y con ello, también, efectos, totalmen-te diferentes:

— Cuando se realice simplemente mediante acuerdos voluntarios entre oferentes(cártel), seguiremos estando ante juegos de solo suma positiva, con efectos que no

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de las parejas marginales por tener una capacidad de intercam-bio que excede la de las mismas (vienen a desplazar o «correr»la lista de emparejamientos, bien aumentando el número de in -tercambios efectivos o bien «desplazando» a un oferente de su ladode la posición marginal, a la vez que hacen descender los már -genes del intervalo de valoraciones subjetivas que delimitan, yconstituyen, el precio de mercado). Por ello es característica esen -cial del libre mercado que cada posición tanto oferente como de -mandante esté abierta para cualquier persona, lo que induce y cons-tituye el típico proceso dinámico de rivalidad característico de lacompetencia [Huerta de Soto 1992: 74-79], con su papel clave enla movilidad social, la extensión de la división del trabajo-cono-cimiento, y el incremento de oportunidades reales de intercam-bio (laborales, comerciales, etc.) para cada persona.

VIMATIZ (I): FINES Y MEDIOS

Como son subjetivos de cada persona los fines, para una perso-na dominada por los sentimientos de envidia, o cuyo fin u obje-tivo principal fuera «dinamitar» el proceso de cooperación socialque los procesos de mercado significan, su apreciación de los mis -mos sería negativa. A pesar de ello, también para él las relacio-nes de causa y efecto continúan operando de la misma manera,y también él «se beneficiará» de ellas en cuanto «medio» o instru-mento, en la medida que participe en intercambios voluntarios.

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dejan de ser coordinadores (pues solo pueden lograr maximizar el beneficio mo -netario sirviendo mejor a los consumidores [Rothbard 1962: 634, 690]).

— Cuando se materialice utilizando medios coactivos, constituirá juegos con resta(procesos monopólicos coactivos; véase el punto VII-2), con efectos disruptivosy descoordinadores.

Además de crear barreras de entrada, otros objetivos de ese «interés colectivo» orga-nizado podrán ser: disminuir el número o cantidad de bienes ofertados (fijando cuo -tas), «fijar» un precio mínimo «de oferta», y evitar la diferenciación cualitativa delproducto, o del método habitual de producción o de comercialización. Y por el ladode la demanda, buscará incrementar la viveza o movilidad de la posición del deman-dante marginal; por ejemplo, favoreciéndola mediante una expansión monetaria ocrediticia.

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VIIMATIZ (II): DOS FORMAS DE RETRASAR

O CIRCUNSCRIBIR LOS EFECTOSDESCOORDINADORES

Los efectos de cada tipo de juego o elemento más simple depen-den en gran medida de la percepción que tengamos de lo que estáocurriendo. Así, en relación con los cambios interpersonales enque no se incluye el principio de propiedad (juegos con resta), en -contramos dos maneras de retrasar u ocultar los efectos de «laresta»:22 (1) enmascarar o retrasar la percepción de la agresión o«no integración» del principio de propiedad, y (2) la aplicaciónselectiva de la fuerza o el engaño a un perfil concreto de persona.

1. La ocultación de la percepción del daño,costes, o «la resta» en utilidad

También es subjetiva, en cierta medida, la apreciación, o no, deuna concreta situación de coacción o fraude a la que uno está (opuede estar) siendo sometido.

Así, por ejemplo, cuando alguien celebra un contrato en quela otra parte falta a la buena fe, tarda habitualmente un tiempo enpercatarse de tal situación. Lo mismo puede ocurrir cuando al -guien dispone de nuestros bienes mientras o en tanto no nos damoscuenta de ello. En la medida, y en tanto que, el agredido-enga ñado«no se da cuenta» de tal situación, o no se siente afectado en cuan-to a sus móviles (estímulos, aspiraciones, o inhibiciones), las con -secuencias lógicas indicadas (en especial la operatividad de laley de Mises-Ricardo «a contrario») y los efectos se ven retrasadosen el tiempo.

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22 Podríamos decir que estas dos maneras vienen a coincidir, respectivamente,con: (1) un alejamiento en el tiempo (de la percepción de la situación), o (2) un ale -jamiento en el espacio de la incidencia de la coacción (en realidad, segregando per -sonas).

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a) La crucial distinción entre bienes y promesas(siguiendo a Böhm-Bawerk)

Böhm-Bawerk señaló, en el estudio «Whether legal rights and rela-tionships are economic goods», argumentándolo minuciosa y por -menorizadamente, que un derecho o una promesa, o incluso el goodwill, no son bienes económicos (en realidad, no son bienes [Böhm-Bawerk 1981]; véase más arriba el punto I-2). Por ello es funda-mental, en orden a una correcta y completa integración del prin-cipio de propiedad, que las partes de un contrato conozcan conprecisión y sean conscientes del contenido de lo que contratan,y del carácter o naturaleza de la prestación de cada parte. Así, noes lo mismo ser el dueño de un bien económico, que el acreedorde una promesa, por muy garantizada que, supuestamente, la mis -ma se presente. Ni tampoco es lo mismo, ni supone el mismo sacri-ficio, «entregar» un bien económico, que una promesa.

Obsérvese que existe una diferencia crucial entre el campoabierto a los intercambios mutuamente beneficioso de bienes eco -nómicos (escasos), que presentan un límite en cada determinadocontexto (se van agotando las oportunidades de intercambiar,pues valoramos menos cada nueva unidad adicional a adquirir,y sin embargo más cada nueva unidad que perdemos del bienque entregamos a cambio), y algún tipo de intercambio de prome-sas de la práctica financiera actual, como los contratos de deri-vados tipo CFDs («contratos por diferencias»; que no dejan deser, a su vez, también, un juego de suma cero) que «no tienen lími-te»: se podría dedicar «todo el dinero o todo los recursos del mun -do» (…y aún más, multiplicándolos varias veces a través de pro -mesas) a este tipo de contratos.

En un reciente trabajo, Vuillemey (Vuillemey 2013) apuntaen dicha dirección al considerar que se debe conceptualizar como«futuros», esto es, intercambio de promesas, aquellas transaccionesfinancieras que se vienen considerando «spot» a pesar de que lapráctica actual consiste en que un eventual intercambio de dine-ro por el activo no se realizaría hasta el final de la jornada. Asíse evitaría que durante tal intervalo, mediante la controvertidapráctica de «high-frequency trading», se sobreemitieran derechoso títulos de propiedad sobre los activos, y la paralela creación ex

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nihilo de medios fiduciarios (pues los intercambios de promesasen cuanto tales no tienen efectos inflacionarios reales).

De igual modo, tampoco es lo mismo entregar, o recibir, algoen concepto de depósito, que en concepto de préstamo, ni impli-can las mismas obligaciones y posibilidades tras recibirlo en unou otro concepto. Ya por ello entre los romanos emergieron comodos instituciones totalmente diferentes el depósito irregular porun lado, y el mutuum o préstamo de cosas fungibles o consumi-bles por otro (Huerta de Soto 1998: 9-34). Y tal diferenciación yreferentes sirven de guía para evitar conflictos (cuando no se ex -cluye coactivamente su aplicación o se privilegia a alguien paraque «se salte» la neutralidad del libre mercado —véase el siguien-te punto VII-2—). No es «indiferente» lo que luego haga con elloquien lo recibe (como a veces se oye en comentarios poco funda-dos); y quien contrata debería estar informado y tener claro quées lo la otra parte va a hacer, o va a poder hacer, con ello (para asírealmente poder integrar efectivamente el principio de propie-dad en el correspondiente acuerdo de voluntades).

b) Efecto de la indiferenciación (un ejemplo):el proceso de desarrollo de ciclos recurrentes de auge «artificial»seguido de recesión a partir de la emisión de promesasextranumerarias por parte de orfebres y bancos

Este retrasarse en el tiempo en relación a la percepción del verda-dero contenido del contrato o transacción, supone, cuando nosencontramos ante transacciones de crédito realizadas sistemá-ticamente «desconociendo» el principio de propiedad (véase elanterior punto IV-3), que se vayan acumulando progresivamentey agravando los desajustes entre las promesas emitidas y los bie -nes económicos subyacentes.

Ante tal situación, en los primeros momentos «parece» como sinos encontráramos ante una serie de juegos de suma positiva: esel periodo de «boom» o auge artificial (que, a su vez, genera «burbu-jas» en determinados precios). Dicho periodo se prolonga hasta que,por cualquier circunstancia, algún perjudicado re clama «sus» bie -nes (o «lo que no es lo mismo», la efectividad del cumplimiento de

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la promesa). Si el deudor no consigue sacar di chos bienes de otrolugar para intentar reponerlos, esa y sucesi vas reclamacionesdesencadenarán un proceso en el que se revelan todos los desajus-tes previos: es la crisis o recesión (Huerta de Soto 1998).

Sin embargo, no es el advenimiento de la crisis lo que empobrece alas personas, fue el «boom» (periodo o momento en el que, en reali-dad, se produjeron las concretas transacciones de crédito que «no inte-graban» o desdibujaban el principio de propiedad). Así que cuando vie -nen a reclamar «sus» bienes los particulares, como estamos enrealidad ante un juego con resta «institucionalizado» donde sistemá -ticamente existen más presuntos propietarios que bie nes, apare-ce un proceso litigioso o tira y afloja para «redefinir» esos «previa-mente escamoteados» límites (boundaries) sobre la propiedad deunos bienes reales que parece como si hubieran men guado o dis -minuido en número.

Y obsérvese que los procesos de causa-efecto ocurrirán aunquela legislación de esa concreta sociedad «no prohíba» (o bien pri -vilegie a determinados agentes a costa de otros: véase el siguien-te apartado VII-2), o su sistema judicial no haya sido capaz dedetectar y expurgar, tal «no integración» del principio de propie-dad. E incluso a pesar de que los implicados sean bellísimas per -sona o lo realicen con miras a los fines más elevados y desinte-resados posibles.

Ciertas escuelas de pensamiento (como la Escuela Bancaria) de -fienden que las organizaciones que así actúan (emitiendo más pro -mesas que bienes reales tienen realmente bajo su capacidad dedisposición, prevaliéndose de su papel de custodio de los bie -nes de los demás y el mayor margen de indiferenciación o «desdi-ferenciación» que ello permite) simplemente estarían originan-do sustitutos o complementos monetarios, que la gente acepta(y «circulan» de manera «idéntica» a los bienes reales que repre-sentan) porque son útiles, y que esas promesas podrían luego «sercumplidas» y desaparecer (caso que el público mantuviera la «con -fianza» en ellos), revirtiendo supuestamente el proceso. Tales es -cuelas consideran que una promesa útil es «un bien» en sí mismo,desconociendo la distinción de Böhm-Bawerk.

Pasan también por alto tales escuelas que los incrementos mo -netarios conforman un juego de suma cero (véase el apartado IV-2),

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con efectos redistributivos. Y que el «daño» inicialmente produ-cido a concretas personas (el «menos» en utilidad entre parénte -sis de la Tabla 2) no viene a ser compensado por la nueva «redis-tribución» que se produce o se produciría al tiempo de cancelarselas promesas, pues estos nuevos efectos recaen ahora sobre perso-nas distintas (con lo cual siguen resultando dañadas personasque no estaban directamente implicadas ni participaron en lasconcretas transacciones con las entidades emisoras de promesas)(Mises 1912: 161-162, 239-242). Todo ello nos revela, también aho -ra por sus efectos, que estamos ante un claro juego «con resta»: nose está integrando el principio de propiedad en la emisión de talespromesas extranumerarias.

La creación de «sustitutos monetarios perfectos» confiere ri -queza a quienes los crean junto con quienes los reciben en lospri meros intercambios (que tienen acceso a los mismos antes deque ejerzan su efecto sobre los precios), a expensas de quien losreciben tardíamente, cuando ya ha impactado los precios. Enrealidad, el transcurrir del proceso nos revela que la «resta» enutilidad vie ne a equipararse con la disminución de la capacidadadquisitiva del dinero preexistente de esa sociedad, al «fijarse»o igualarse la valoración de las promesas sobreemitidas a la co -rrespondiente del bien real que prometen (Bueso 2013a). De estamanera, me diante tal proceso, la «resta» en utilidad, la coacción oel daño, se redistribuye «entre todos» los usuarios, como un juegode suma cero.

Significativamente, el espíritu jurídico de los romanos no per -mitió que pudieran emerger promesas «que circularan». En cual-quier caso, la integración del principio de propiedad re queriríade una nueva valoración de la promesa por cada nuevo receptor,asumiendo íntegramente este un eventual incumplimiento de lamisma por parte del promitente. Lo cual significa que tales pro -mesas circularían habitualmente «a descuento».

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7.2. La aplicación selectiva de la coacción o el engañoa un perfil concreto de persona: Hacia una teoríaintegrada del monopolio

El segundo modo por medio del cual el efecto en cadena disrup-tivo y descoordinador de las acciones en que media fraude, co -acción, violencia, o en general falta de integración del principiode propiedad, puede verse mitigado, retrasado o circunscrito, seproduce cuando la fuerza o el engaño se hace recaer en exclusivasobre un perfil concreto diferenciado de la población (en tanto seperciben «a salvo» el resto de personas no incluidas en tal perfil).

Creemos que esta idea apunta hacia un nuevo entendimien-to del conjunto de fenómenos señalados bajo la difusa etiquetade monopolio o fenómenos monopólicos. Una guía en tal direc-ción la podemos encontrar en la redefinición del concepto reali-zada por Murray Rothbard en el antepenúltimo capítulo de sumanual de economía Man, Economy and State (Rothbard 1962). Yse aprecia mejor si nos damos cuenta de cómo funciona la margi-nalidad en los procesos de mercado, y cuál viene a ser el «inte-rés colectivo» percibido por los diferentes «grupos» o perfiles depersona (véase la nota 21).

Cuando en una sociedad un «interés colectivo» se hace reali-dad no integrando el principio de propiedad, se está haciendoefectivo a costa de los demás no pertenecientes a ese grupo o colec-tivo. Así, el concepto significativo (e intuido siempre como dañi-no) del monopolio no se basaría en la observación de una supues-ta imagen estática de liderazgo momentáneo en el mercado, sinoen que se esté impidiendo coactivamente a determinadas perso-nas el acceso a las distintas posiciones posibles dentro del proce-so de «rivalidad» dinámica característico del mercado: competircreativamente buscando ofrecer mejores oportunidades de inter-cambio a los demás.23

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23 Visto de otra manera, estaremos ante la institucionalización de juegos con resta,con vulneración sistemática del principio de propiedad. Esta idea la he intentadodesarrollar en mi «Propuesta de integración de la teoría del monopolio de Rothbard;y su aplicación a las pensiones», presentada en el II Congreso Economía y Libertad cele-brado en Ávila en 2014 (pendiente de publicación).

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VIIICONCLUSIONES

En el presente artículo hemos presentado una integración de lasteorías de Menger y de Mises, centrándonos en el punto con -creto de los intercambios, donde hemos distinguido no uno sinotres elementos más simples (juegos de solo suma positiva, juegosde suma cero, y juego «con resta»), encontrando que el principioclave subyacente es la integración o no del principio de propie-dad.24

En paralelo a los tres elementos más simples de nuestra pro -puesta y los distintos contextos que conforman, con sus efectoscorrespondientes (coordinador, redistributivo y disruptivo, res -pectivamente), creemos necesario distinguir también al menos tressignificados diferentes de la palabra competición. En claro contras-te con los otros dos, el significado vinculado a los juegos de solosuma positiva presentaría claramente naturaleza cooperativa, ala vez que facilitadora de una expansión descentralizada del co -nocimiento y la división de la labor. Esta clase de competencia,este tipo de juego, ha emergido de la mano de los humanos, y estácaracterizando una transición evolutiva en los procesos de la his -toria natural.

Por otra parte, tomando como referente a Böhm-Bawerk (1881),hemos mostrado que, en relación a la integración del principio depropiedad, es fundamental que quede claro a quien correspondeel poder de disposición sobre qué concretos bienes o cantidadesen cada determinado momento; o lo que es lo mismo, si lo que setransmite entre los contratantes es un bien económico o una pro -mesa. De este mismo autor nos hacemos eco también de unas pala-bras en tanto que llamamiento a la crítica de las diferentes pro -puestas teóricas, incluida la presente:

[...] the economic theorist... remains his duty to demand that therejection of error take place for the correct reason.

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24 La corriente denominada Análisis Económico del Derecho llega, sin embargo, ala conclusión opuesta. Para una crítica constructiva a dicha corriente véase: Froneky Sima (2009).

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[...] if other, similar, related fallacies should turn up in subtlerform. In that event they might remain unrecognizable for us.

And it is indeed true that fallacies of such subtler nature dohaunt our science of economics, even today, in greater numbersthan one might suppose (Böhm-Bawerk 1881: 38).

Continuando en esa línea, hemos mostrado que «la resta» enutilidad implicada en la circulación como si fuera bien dinerode las promesas extranumerarias emitidas por determinadosagentes como orfebres y bancos (funcionando así como «sustitu -tos monetarios perfectos»), se redistribuye entre todos los usua-rios del dinero como un juego de suma cero.25

Y hemos acabado señalando dos vías26 mediante las cuales losefectos disruptivos o descoordinadores de la no integración delprincipio de propiedad se ven, o bien retrasados en el tiempo, obien circunscritos a una relación desigual y, en realidad, explota -tiva entre grupos de personas. Postulamos que tales vías seríanla explicación, por un lado, por ejemplo, de los procesos que ge -neran los ciclos de auge artificial y recesión que de manera recu-rrente azotan nuestras sociedades, y por otro, de la interpreta-ción o integración que subyace al fenómeno del monopolio.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

AYAU, M.F. (2007): Not a Zero-Sum Game: the paradox of exchange,Guatemala, Universidad Francisco Marroquín.

BÖHM-BAWERK, E. (1881): «Whether legal rights and relationshipsare economic goods», en Shorter classics of Eugen von Böhm-

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25 Como nota adicional apuntamos aquí que la Teoría de los Juegos, a partir de laaportación original de Von Neumann y Morgenstern (Coleman 1945), estaría desarro-llando exclusivamente el elemento más simple de juego de suma cero. Aún así, su de -sarrollo sistemático como campo aplicado ha permitido a Martin Krause (Krause 1999)apoyarse en ello para explicar el origen y evolución de las instituciones, como formasemergentes de colaboración entre jugadores, precisamente en tanto se intenta ir másallá, o evadirse, de la suma cero.

26 Queremos llamar la atención también sobre las interconexiones que suelendarse entre ambas vías (y en ambas direcciones; por ejemplo, en la actividad bancariade nuestros días).

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JORGE BUESO MERINO176

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REALISMO EN LA ECONOMÍA:¿ES LA HORA DE LA ECONOMÍAHUMANA DE WILHELM RÖPKE?

JERÓNIMO MOLINA CANO*

JESÚS A. GUILLAMÓN AYALA**

Fecha de recepción: 11 de diciembre de 2014.Fecha de aceptación: 14 de febrero de 2015.

Resumen: La influyente escuela alemana de pensamiento liberal que se formaen torno a la revista ORDO cuenta con excepcionales economistas. Uno desus líderes fue Wilhelm Röpke, quien realiza una revisión crítica de la evoluciónde la economía política durante la época de la política social. Su pensamientoresulta muy oportuno para reconsiderar el papel de los poderes públicos enla economía de la época postwelfarista. La reflexión röpkeana parte de unaperspectiva humanista de la economía, crítica tanto con el paleoliberalismocomo con el socialismo. A diferencia de otros ideólogos liberales y libertarios—como Hayek, Mises, Rothbard o Hoppe—, Röpke no es contrario a la quedenomina «intervención conforme» en la economía y aporta una alternativaa las ideologías del siglo XIX: la «tercera vía».

Palabras clave: Wilhelm Röpke, Ordoliberalismo, Tercera Vía, Economíahumana.

Clasificación JEL: A12, B29, B31, D60, P16.

Abstract: The ORDO review group was an influential German-speakingliberal school made up of outstanding economists. One of those leaders wasWilhelm Röpke, who did a critical review of the political economy developmentduring the social policy period. Our aim is to show its advisability in orderto reconsider the role of the state political economy at «the post-welfarist

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 177 a 200

* Profesor de Política social. Facultad de Trabajo Social. Universidad de Murcia.Email: [email protected]

** Doctorando en Política social. Facultad de Trabajo Social, Universidad de Mur -cia. Email: [email protected]

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age». Röpkean thought is based on a humanistic approach to the economy,from which he criticized both paleoliberalism and socialism. Unlike otherliberal and libertarian ideologists —Hayek, Mises, Rothbard or Hoppe—,Röpke is not against the public intervention in the economy, providing analternative to the nineteenth century ideologies: the Third Way.

Key words: Röpke, Ordoliberalism, Third Way, Human Economy.

JEL Classification: A12, B29, B31, D60, P16.

IINTRODUCCIÓN

Mientras los abusos de la razón cientista han terminado con bue -na parte de los intelectuales intentando separar la ciencia eco nó -mica de la ciencia política, solo unos pocos han advertido la ín ti -ma ligazón entre ambas, tal y como la extraordinaria estatizaciónactual de la economía demuestra. Además, en el ámbito universi -tario, esta tendencia ha determinado la institucionalización delPolitical System1 —en el sentido de una teorización de y para laspolíticas prácticas— y de la Metodología econométrica o econo-mía matemática, en perjuicio del estudio de la Economía y de laPolítica como actividades inherentes a la naturaleza humana.

Las röpkeanas Human Economy y Dritter Weg, así como laPolítica social, muestran la imposibilidad de separar ambos as -pectos en la realidad, pues históricamente son herederos del de -sarrollo metodológico de la Economía y de la ruptura acaecidaen el pensamiento moderno a partir de la República francesa de1848. El conocimiento de la inflexión vivida en la Economía polí-tica (Staatswirtschaft), y sus consecuencias sobre la Volkswirtschafty la Socialpolitik, nos ayudará a comprender el alcance de la pro -puesta de Röpke.

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1 Se ha de tener en mente que, durante la Edad moderna, «pensamiento estatal»y «pensamiento político» se identificaron erróneamente, consiguiendo que desde laII Guerra mundial el primero haya monopolizado la universidad y que el pensamientopolítico haya quedado relegado a un cultivo casi privado.

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El Traicté de l'Oeconomie politique, publicado en 1615 por Antoi-ne de Montchrestien, constituye una señal clara de los cambioshistóricos que se estaban produciendo y que llevarían a la apari-ción del Estado moderno (Schmitt, 1998). Este hecho fue adver-tido por el polemólogo francés Julien Freund unos cuatrocien-tos años más tarde. Si bien el libro puede considerarse dentro dela categoría de las compilaciones de consejos para príncipes2 y,en el aspecto económico, se centraba en la gestión de la hacien-da real, utilizó por primera vez el término «economía política».Significa esto un giro epistemológico enorme para la Economía,que queda trabada por primera vez de forma explícita con la Polí-tica (Freund, 1993, pp. 23-25). El mérito de este descubrimientofue señalar la naturaleza económica inherente al Estado —la for -ma moderna de lo político—, pues, hasta este momento y desdela Grecia Antigua, la economía siempre se había movido dentrode los límites marcados por la oikonomia o economía domésticay la crematística o el arte de hacerse rico (Aristóteles, 1989, caps.VIII y IX). La imbricación constitutiva de capitalismo y Estadoexplica, en parte, el desarrollo de la modernidad como un proce-so de «totalización» de lo político, que transformó revoluciona-riamente el modo de vida europeo. Con la aparición de la Econo-mía política, el Estado había creado un novedoso contexto parala economía.

En Alemania, respecto a la difusión de la nueva terminología,tuvo circulación la expresión politischen Ökonomie,3 sin embargo,

REALISMO EN LA ECONOMÍA 179

2 Al estilo de Saavedra Fajardo (1640) o Fernández Navarrete (1626). Este últi-mo también habla de «gobierno político y económico» Fernández (1621, pp. XXXVIIy XXXVIII).

3 La expresión Staatswirtschaft, en cierto modo equivalente, ajustábase más a latradición político-económica germánica de las Staatswissenschaften. Por cierto, que larealización más lograda de esta última la constituyó, con todos sus defectos y limi-taciones, la Cameralística, que se encuentra en el origen de la primitiva ciencia polí-tica alemana, pero también de la teoría económica (Müller-Armack, 1967, pp. 228,234 y ss.). Significativamente, el declive de las ciencias camerales, que únicamentebrillaron a cierta altura en los estudios hacendísticos, coincidió con la recepción enAlemania de la economía política de Adam Smith. Esto explica, en parte, la diferen -ciación en la matriz de las viejas ciencias camerales de una Oekonomische Wissenschafty una Polizeiwissenschaft. Detalles de lo que aquí comentamos esquemáticamente, enMiglio (1988).

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tuvo a la larga mayor aceptación Volkswirtschaft o Nationalöko-nomie, más en contacto, por otro lado, con el espíritu del roman-ticismo.4 Decía Schmoller que la originalidad de la lengua alema-na al anteponer Volk a Wirtschaft había consistido en generar unnombre individual y, al mismo tiempo, colectivo, pues represen -ta la unión de todas las «economías» de una nación. De modo quela Volkswirtschaft es distinta a la Staatswirtschaft, al mismo tiem-po que, conceptualmente, la primera abarca la segunda (Schmo-ller, 1905, Vol. II, pp. 85-86).5

Ahora podemos percibir más claramente la transformaciónepistemológica que el nacimiento de la Política social significó,décadas antes de que apareciera la Economía social —tal comofue vagamente nombrada por la terminología científica-econó-mica. Ligado al nuevo contexto creado por la economía política, lapolítica social también reveló un nuevo espacio económico o, sise prefiere, un nuevo orden pragmático separado de los órdenesconocidos (familia, empresa, Estado). El concepto Socialpolitik apa -reció ligado a la crítica ética de la Economía política, cuyo espe-cialista —el Socialpolitiker— era un economista que sentía unaparticular vocación por la lucha contra las injusticias históricas(Schmoller, 1905, vol. I, pp. 119 y ss.). Como era de esperar, nu -merosos autores entendieron la cuestión en términos de redistri -bución de la renta, introduciendo la moralización de la economíapara justificar la alteración de los resultados del proceso de mer -cado. A pesar del primado que la retórica científica y metodoló-gica tenían para Schmoller y la Escuela Histórica, ha de aceptarseque las consecuencias teóricas que creyeron deducir de sus inves-tigaciones tenían muy poco de económicas. De hecho, la cons-titución del Verein für Socialpolitik en 1873 no dejaba de ser unestímulo para el socialismo, mereciendo por parte de Schumpeterel apelativo de «contracorriente del liberalismo».6 Sin embargo,

JERÓNIMO MOLINA CANO Y JESÚS A. GUILLAMÓN AYALA

4 Sobre esta delicada cuestión terminológica se hace alguna luz en el artículo «Wirt -schaft», recogido en el séptimo volumen de la obra dirigida por Koselleck, Brunner,& Conze (1972, pp. 581-584).

5 Tenía razón pues Kirzner (1976, p. 85) cuando anunció la novedad del uso schmo -lleriano de la «terminología Political Economy como sinónimo de Volkswirtschaft».

6 Según el economista de origen austriaco, Schmoller y su nutrido grupo «se des -viaron del abrupto sendero que lleva a las conquistas científicas» (Schumpeter, 1982,

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este solo tenía la razón parcialmente, pues, al estar exclusivamentecentrado en el desarrollo de la economía científica, no tuvo encuenta el significado histórico de la Socialpolitik, que respondíaa la aparición de una nueva dimensión de la existencia colectiva,«lo social».

Lorenz von Stein expuso sus ideas sobre la dialéctica entre so -ciedad y Estado como determinante de los movimientos históri -cos en Geschichte der sozialen Bewegung in Frankreich von 1789 bisauf unsere Tage (1850). Aquí, la Política social aparece como la únicamediación posible entre la política del Estado (reino de la liber-tad) y la economía (reino de la necesidad) (Stein, 1981, pp. 193 yss.). La Economía política de Montchrestien pertenecía al con -texto del Estado antiguo, anterior a la revolución francesa, de lasdinastías nacionales, de la ratio status y de la Economic Society an -glosajona, por lo que no podía responder al desafío que el conflic-to sociedad-estado implicaba. La Socialpolitik sí pertenece a lascircunstancias concretas del siglo XX. Es la expresión de la espe-cífica mentalidad y circunstancias de lo que podemos llamar la«era de lo social», incluso la «era de la política social» (Molina,2004, cap. I). Creemos que la separación de la Política social y laEconomía política está justificada desde la óptica del espíritu dela época, pues, por ejemplo, no se pueden entender los derechossociales en el contexto de la economía política, pero sí en el dela política social.

IILA MEDIACIÓN EN LA ECONOMÍA POLÍTICA

Desde los últimos años del siglo XIX y durante la mayor partedel XX, economistas de todo signo han discutido abundante-mente so bre cuál sea la especificidad del punto de vista econó-mico. Como quiera que la Política social y la Economía políticahan recibido un tratamiento parecido, consideramos de interés

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p. 878), estando a punto de aplastar el «componente teórico de la economía general»(Schumpeter, 1982, p. 922).

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repasar estos debates, pues en ellos podremos entender lo quelas diferencia.

Una evaluación rápida de la situación muestra tres actitudesfundamentales: 1) El amalgamamiento de lo económico-políti-co y de lo político-social en las distintas formas de la Economíadel bienestar. 2) La depuración de los errores de la Economía polí-tica y su conversión en la praxeología especial («catallactics») ex -puesta por la Escuela Austriaca. 3) La reelaboración de los ma -teriales históricos y teoréticos acumulados en las décadas pre viasa la II Guerra mundial, para desarrollar una nueva línea del sabereconómico, la Economía social de mercado (Soziale Marktwirts-chaft), que aspira a reunir al Socialpolitiker y al economista polí-tico. El contexto intelectual de la Economía social de mercadonos es especialmente interesante, por contener una de las con -cepciones de la economía política mejor justificadas, la HumaneEconomy de Wilhelm Röpke.

La polémica sobre el método (Methodenstreit) que enfrentódurante algún tiempo al líder de los economistas alemanes y dela Escuela histórica de economía, Gustav Schmoller, y al promo-tor de la Escuela Austriaca, Carl Menger, a pesar de tener lugarprincipalmente durante los años 1883 y 1884, fue de tal impor-tancia que la influencia de su desarrollo ha llegado hasta nues-tros días (Huerta de Soto, 1994, p. 64).

El debate versaba sobre el rumbo que debía seguir la cien-cia económica: teórico o histórico. En síntesis, Menger postula-ba que el corpus teórico de la economía política, en tanto cien-cia del espíritu (Geisteswissenschaf) o ciencia moral, podía serde sarrollado deductivamente a partir de ciertos axiomas. Schmo-ller vio en ello un ataque a su Escuela y defendió vehementemen -te la preeminen cia del método histórico (Schmoller, 1883). Se -gún Böhm-Bawerk, el meollo del asunto estaba en que la Escuelahistórica confundió los postulados austriacos con los de la Eco -nomía clásica. Sin em bargo, el método defendido por aquellostiene su precedente re moto en el realismo aristotélico y, portan to, no es «aempírico». Muy al contrario, «utilidad marginal»,«preferencia temporal» u otros axiomas de la Escuela Austriacanacen en la experiencia cotidiana (Böhm-Bawerk, 1999, pp. 165-181).

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Considerado el dilema teoría-historia, la praxeología propues-ta por Ludwig von Mises ubicó la Economía en las ciencias dela acción humana y supuso una crítica mayor a todo el paradigmaneoclásico. Su plan, expuesto en Human Action (Mises, 1986), esun intento de refundación de la Economía sobre lo que Schum-peter llamó «individualismo metodológico». Mises y su escue-la trazaron la línea divisoria entre Economía política y Política so -cial. De ahí, el interés en los autores que intentaron volver a unir las,no desde viejos esquemas, sino desde la renovación de una cier-ta forma de pensar la economía. Uno de ellos, Walter Eucken,vindicó la renovación de la economía como superación de la de -formante visión dicotómica establecida. Según este, pensar laeconomía en «órdenes (concretos)» liberaría a la economía de laservidumbre de la «abstracción individualizadora», típica delos «tipos ideales». Este excepcional grupo intelectual —Röpke,Rüstow, Müller-Armack, etc.—, el de la Universidad de Fribur-go, fue el que defendió la conocida Economía social de Mercado(Soziale Marktwirtschaft). Todos ellos tienen en común una visiónentrelazada de todos los órdenes humanos, sirviendo el políti-co de soporte a los demás. Es abusiva la prevención intelectualcontra toda acción estatal por ser «política», pues, en última ins -tancia, la ordenación económica, incluida la continuidad del mer -cado, son siempre un problema político (Eucken, 1963).7 La eco -nomía es, por encima de todo, un orden; pero no un orden natural,como pretendía la economía clásica, sino un orden en íntima de -pendencia con los demás órdenes (legal, político, etc.), cuyo sig -no definitorio no es la ausencia o presencia de planificación, yaque toda acción económica está basada en planes. La cuestiónestá en qué tipo de organización económica se darán los hombres:¿economía de dirección central o economía de tráfico? (Eucken,1967).

Wilhelm Röpke pertenece a este grupo, siendo su importan-te contribución, principalmente, la de una aproximación hu ma -nista a la filosofía, la política, la economía y la sociología. Su «eco -nomía humana» es la base de su propuesta de Civitas humana, que

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7 Para Eucken, la interdependencia entre política y economía es evidente. Lo im -portante es descubrir los motivos y necesidad de la misma.

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supone una reprobación tanto del paleoliberalismo como del co -lectivismo.

IIIWILHELM RÖPKE: EL HOMBRE Y EL INTELECTUAL

Wilhelm Röpke nació el 10 de octubre de 1899 en Schwarmstedt,un pueblecito cerca de Hannover. Sin duda, la vida en el ambien-te rural marcó sus años de niñez y juventud, cuya influencia sepuede apreciar en el elogio de la vida sencilla de las pequeñascomunidades que hace de tanto en tanto en sus escritos.

Murió el 12 de febrero de 1966 en Coligny, cerca de Ginebray, pese a haber sido uno de los economistas más leídos durantelas dos décadas posteriores a la II Guerra mundial, hasta ahora,no ha habido demasiados estudios sobre un economista que, comoRöpke, debiera figurar entre los más importantes de la Europa delsegundo tercio del siglo pasado. Este economista a contracorrien -te ha pasado prácticamente desapercibido —excepto en los círcu-los ordoliberales— para las promociones de jóvenes economistas,especialmente en el mundo anglosajón (Gregg, 2010, p. 10), cuyainstrucción en las universidades europeas se ha centrado casi ex -clusivamente en el entrenamiento matemático y estadístico.

Wilhelm Röpke, como tantos otros jóvenes, pertenecía a unade las más tristes generaciones europeas que conformaron su pen -samiento y su persona en la belicosa atmósfera de la I Guerra mun -dial, la cual acabó con todo un mundo de representaciones polí-ticas, económicas y técnicas. El militarismo puso fin a un modode vida y se convirtió en la expresión más clara de la forma polí-tica Estado, que terminó prevaleciendo en toda Europa. La guerray la particular organización económica que esta hizo adoptar alos Estados, la famosa «economía planificada» de Walther Rathe-nau (1867-1922),8 pusieron de manifiesto la amenaza que para las

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8 Quizá no se haya prestado suficiente atención a la figura de este alemán políti -co, visionario publicista, industrial, y teórico del desarrollo histórico: Von kommendenDingen (1917), Die neue Wirtschaft (1918), Der neue Staat (1919a), Die neue Gesellschaft(1919b). Ver Röpke (1922).

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libertades personales suponía lo que Schumpeter (1970) llamóel «Estado fiscal» (Steursstaat).

El joven Röpke, que quedó marcado por los campos de bata-lla en los que luchó,9 se hizo a sí mismo la promesa de que si con -seguía salir de aquel infierno, dedicaría su vida a la prevenciónde tamaño desastre. A la comprensión de sus causas, para ayudara evitarlo (Röpke, 1959, p. 12).

En un principio, Röpke sintió la convicción de que el origendel mal estaba en la corrupción de la sociedad y de sus élites, ge -neralmente identificadas con el capitalismo. Por eso, para él y paramiles de estudiantes, la solución lógica era el socialismo (Röpke,1959, p. 13). Sin embargo, su deseo de ser un economista riguro -so y realista, antes que socialista, le hizo descubrir rápidamen-te las incoherencias intelectuales de esta ideología. Por ejemplo,los socialistas se declaraban pacifistas y antimilitaristas, pero es -taban en contra del libre mercado, que no es sino el modo máspacífico y cooperativo de ordenar las relaciones internacio nales.También abogaban por restringir el poder del Estado —un prin-cipio liberal—, siempre que no estuvieran ellos en el poder. Ade -más, conforme el socialismo internacionalista se expandía, las du -das sobre la rectitud moral de este tipo de utopías colecti vistasaumentaban. Definitivamente, en este momento de su vida, acon-teció uno de los mayores trances de su vida intelectual: la lecturadel Die Gemeinwirtschaft: Untersuchen über den Sozialismus (1922),de von Mises. Como Hayek observó, este libro desveló a los jóve-nes economistas como él, Röpke o Robbins lo equivocado de susaproximaciones iniciales (Hayek, 1981, p. xix).

El siguiente evento decisivo en su etapa de formación intelec -tual fue su nombramiento en 1923 como experto de la Comisióndel Ministerio de Asuntos Exteriores alemán para el estudio del pro -blema de las reparaciones de guerra. Gracias al profundo conoci -miento que aquí obtuvo de la realidad económica internacional,se convirtió en uno de los grandes defensores contemporáneos deun comercio internacional sin trabas. Dicho de otro modo, abogó

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9 Decía Erich Maria Remarque en su inolvidable Sin novedad en el frente, que aque -lla generación «fue destruida por la guerra, aunque escapara a las granadas» (Remar-que, 1999, p. 7).

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por un orden económico internacional basado en la libertad, cuyoreferente era la ordenación del comercio mundial anterior a la IGuerra mundial —solidez del patrón oro, desarme arancelario,etc. En este sentido, su libro Die Internationale Handelspolitik nachdem Krieg (1923) puede ser considerado el punto de inflexión desu juventud. No obstante, el pensamiento de Röpke, aunque ba -sado parcialmente en la tradición de la economía de mercadorenovada por von Mises, no siguió estrictamente la línea de laEscuela Austriaca y sus discípulos. Es por esto que la actitud deRöpke hacia la política es uno de los aspectos más interesantesde su razonamiento. Para él, se cometía un gran error al ignorarla profunda relación entre los diferentes órdenes humanos, espe-cialmente en los órdenes político y económico. Frente al recha-zo miseano a aceptar cualquier tipo de interferencia estatal en laeconomía, Röpke afirmó su fe en el mercado como principio deordenación, pero argumentó la necesidad de un Estado fuerte ca -paz de sostenerse por encima de los intereses económicos, de con -tener el pluralismo social que terminó por disolver la Repúbli-ca de Weimar y de defender el capitalismo de sus propias prácticasrestrictivas (Röpke, 1966, p. 223).

Debido a sus duras palabras contra el nacionalsocialismo deHit ler, Röpke tuvo que dejar Alemania en 1933, aceptando la ofer -ta de la Universidad de Estambul para fundar un instituto de cien-cias sociales. Este periodo turco no lo alejó de los asuntos de mayorinterés abordados en Europa. Prueba de ello es su profundi za -ción en la teoría de los ciclos económicos, basada en la teoría delcapital trazada por Böhm-Bawerk y Mises. En esencia, Röpke atri-buye el origen de las crisis a la expansión crediticia y al mo nopo -lio de los bancos centrales, pero con la originalidad de señalar queesta sobreinversión se da igualmente, incluso en mayor medida,en las economías socialistas. De hecho, presumía de que sus tra -bajos en este campo habían lanzado las primeras adverten ciassobre los efectos falsarios de las políticas keynesianas, caracte ri -zadas por la expansión monetaria y un terror irracional a la de -fla ción postbélica.

Probablemente, el trabajo académico más importante de estaépoca sea Die Lehre von der Wirtschaft (Röpke, 1943), donde de -sarrolla su concepción de la economía como acción humana, cuyo

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problema central, la cuestión del orden, de la «anarquía ordena -da» (Röpke, 1966, p. 15), queda planteado sobre cuatro premisasesenciales: la fenomenológica, el proceso de formación de precios;la epistemológica, la utilidad marginal, sobre la que toda la teo -ría económica moderna ha sido construida (Röpke, 1966, p. 25).Además, cabría una tercera sociológica, según la cual, existen tresformas de combatir socialmente la escasez, a saber: la éticamentepositiva (altruismo), la éticamente negativa (violencia) y la ética-mente neutra (intercambio económico). Finalmente, tendríamosla praxeológica, según la cual existen diversas vías para armoni -zar las necesidades con las preferencias: el sistema económico co -lectivista, el de libre fijación de precios del mercado, y todas lasformas intermedias.

En 1938 se estableció definitivamente en Suiza para trabajar enel Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, dondealcanzó su plenitud intelectual. A pesar de que la neutralidad sui -za le mantuvo relativamente aislado del horror que se vivía enEuropa, la II Guerra mundial no hizo sino reforzar sus conviccio -nes proeuropeas y su preocupación por el destino del continente.

Según Röpke, las guerras europeas habían forzado a adoptarun punto de vista sin precedentes. La solución no era el viejo libe-ralismo, lastrado por su ceguera sociológica, ni el colectivismoresponsable de la masificación de la vida. Así, en el invierno de1942, mientras se combatía durísimamente en Estalingrado, hizoaparición en Suiza su Die Gesellschaftskrisis der Gegenwart (Röpke,1947). El libro es el «resultado de las ideas que se ha ido forman-do un economista acerca de la enfermedad de nuestra civilizacióny del procedimiento para llegar a vencerla» (Röpke, 1947, p. 1).Röpke propone en este trabajo lo que otros habían llamado yaDritter Weg (tercera vía): una suerte de mediación empírica e inte -lectual entre el liberalismo individualista y el socialismo colec-tivista, cuyo corolario era lo que él llamaba «humanismo econó-mico». Es esta una nueva concepción de la economía, subordinadaa imperativos éticos y jurídicos e integrada en una vasta acción po -lítica configuradora de una ordenación social sana (Röpke, 1947,pp. 287 y ss.).

A diferencia del resto de la Escuela Austriaca, que la entendíacomo una alteración más en las naturales operaciones del mercado

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(Mises, 1986, p. 1205), lo que Röpke proponía era una Socialpoli -tik renovada. Mises y sus discípulos no comprendieron correcta -mente la visión humanista del ordoliberalismo que fue condenadapor aquel como una «middle-of-the-road-policy,» un socialismosuavizado que conducía igualmente a una sociedad estatizada(Mises & Rothbard, 1980). Röpke admitía el carácter intervencio -nista de la Política social, pero, a diferencia de Mises, entendióque hay una justificación satisfactoria desde el punto de vista dela correcta ordenación humana de la sociedad. En los años siguien-tes, esta idea10 desembocó en la Gesellschaftspolitik (Achinger, 1958)o política configuradora de una sociedad bien ordenada,11 ahora,en un mundo globalizado. En este sentido, en el último volumende la trilogía,12 volvió a una de las constantes de su pensamiento:la decadencia de la economía mundial y sus efectos sobre el or -den social. Para él, se equivocan los que pretenden resolver la si -tuación desde la burocracia normativista multinacional, pues losmales del orden internacional, que él consideraba el decisivo, sehabían originado dentro de los Estados, cuyo insensato naciona -lismo propaló graves deformaciones de la realidad.

Röpke consiguió el reconocimiento internacional en el perio-do 1946-66.13 La trilogía mencionada le confirmó como uno delos más importantes críticos de la cultura, gracias a su exposiciónrealista y equilibrada de los desórdenes políticos, económicos yespirituales, así como a la de su alternativa: una economía huma-nizada al servicio de la Civitas humana.

Röpke fue ejemplo de renovación para el pensamiento liberal,contribuyendo a abandonar los tópicos del «paleoliberalismo».

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10 Lo que fue desarrollado en Röpke (1944).11 La idea de la «Gesellschaftspolitik» como una Política social dirigida a la esta-

bilización de la sociedad, trascendiendo los fines clasistas de la «Socialpolitik», esprobablemente anterior a la II guerra mundial. No obstante adquirió curso legal conun importante libro del jurista Hans Achinger (1958).

12 Nos referimos a: Die Gesellschaftskrisis der Gegenwart (1942), Civitas Humana.Grundfragen der Gesellschafts und Wirtschaftsreform (1944) y Internationale Ordnung (1945).En este trabajo hemos utilizado las ediciones españolas: La crisis social de nuestro tiem-po (1947), Civitas humana (1956) y Organización e integración económica internacional(1959).

13 A pesar del relativo desinterés actual en su trabajo, ha sido traducido a catorcelenguas y continua siendo publicado hoy.

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Sus coetáneos reconocieron en él una especial resistencia contrala ideología y la propaganda (Hayek, 1996, p. 211), y su liderazgo,compartido con Eucken y Müller-Armack, en el grupo de la Eco -nomía social de mercado. No es dato despreciable la enorme influen-cia que estos tuvieron en la inteligente política económica —elllamado «milagro alemán»—, implementada por Ludwig Erharden la década de 1950.14

IVCRÍTICA DE LA CULTURA, ECONOMÍA HUMANA

Y TERCERA VÍA

El pensamiento de Röpke supone una dura crítica al economicismo.Su trabajo desafía el modo de entender la economía que había do -minado a lo largo de todo el siglo XX: el Economic Analysis, quedesplaza la economía como actividad humana, en favor de la ma -nía econométrica.

Paradójicamente, liberales y anti-liberales trabajaron conjun-tamente para expulsar al hombre de la economía. La afirmacióndel interés privado materialista como fundamento de la econo-mía —que para los liberales lleva al bien común, y para los anti-liberales a la ruina de la sociedad— dio carta de naturaleza a undeterminismo epistemológico, cuyas leyes convirtieron la activi -dad económica humana en un montón de números con aparien-cia científica, por estar dispuestos según el lenguaje matemático.Podemos decir que los economistas abandonaron la realidad prác -tica económica como objeto de estudio para abrazar las cifras, comosi estas existieran.

Para Röpke, el resultado de este proceso es una disciplina ale - jada de la realidad humana y obsesionada con las cantidades, elculto al nivel de vida, el desarrollo y el crecimiento económico.Es claro que la respuesta a las necesidades de los seres huma-nos —fundamento de lo económico— no puede permanecerindiferente al problema de la productividad, pero pretender que

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14 De gran interés, Erhard (1989).

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la «producción de cosas» constituya el fin último de la economía,oculta y desmerece la condición humana de lo económico. La Eco -nomía es una moral science. Por eso, el economista debe prestarespecial atención a la «producción de valor» (Röpke, 1956, p. 22).Es aquí donde el empresario se hace vital, debiendo rechazar elpapel de autómata en exclusiva búsqueda del mayor beneficiopro pio, que la moderna teoría económica le ha asignado, para asu -mir su función creativa y moral más elevada (Röpke, 1960, p. 339).Como comprendió Röpke, el daño causado por estos abusos dela razón solo puede ser reparado desde premisas extra-econó-micas: políticas, pero sobre todo morales. No hablamos del in -consistente moralismo económico de la crítica de la sociedad decon sumo, tan del gusto de la intelectualidad progresista actual,15

sino de compatibilizar la superación del economicismo con el me -recido beneficio material, que el cumplimiento de la importan-tísima función de satisfacción de la irresoluble escasez vital con -lleva.

Para entender en toda su profundidad la propuesta renova-dora de la Economía política de Röpke, Dritten Weg o Tercera vía,es conveniente hacer repaso de los presupuestos filosóficos quefundamentan su pensamiento. Röpke no encaja en la figura delintelectual distante. Muy al contrario, humanista convencido,prefería la «escala humana», que para él significaba «un ánimoinclinado a lo simple» (Röpke, 1947, p. 126) y un modo de pensarrealista e inclusivo. El economicismo padece de una sesgada con -cepción del hombre, típica de aquellos con una actitud espiritualcuantitativa-mecánica, que quieren diseñar la economía, el Esta-do o la sociedad a escuadra y cartabón, en matemática armoníacon supuestas leyes científicas, reservándose siempre mentalmen -te el papel de arquitecto para ellos (Röpke, 1956, p. 81). En sínte-sis, la «tercera vía» de Röpke propone una reconstrucción socialy moral del modo de vida europeo, alternativa al clásico interven -cionismo (seguro social, socialismo fiscal, pleno empleo), todavez que su objetivo no es la redistribución económica, sino la des -proletarización y desmasificación de la existencia humana.

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15 En el sentido en que es tratado, por ejemplo, en Galbraith (1969).

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Ampliamente se ha debatido sobre la posibilidad de una terce-ra vía durante el siglo XX, pudiendo distinguirse dos fases: desde191216 hasta el final de la II Guerra mundial; y desde el colapsodel socialismo, a partir de 1989, hasta nuestros días. Sin embar-go, solo en el primer periodo se abordaron las cuestiones esencia -les, a saber: el cambio histórico-político que supone el fin de larevolución social liderada por el Estado; y la emergencia de unanueva forma de pensamiento político anti-ideológica. Frente aesta nueva disposición, caracterizada por la dialéctica entre so -ciedad y Estado señalada por von Stein, el «liberalismo esencial»de la tradición europea produjo dos respuestas. De un lado, laintelectualidad política comprendió que el triunfo de la sociedadauto-organizada en forma de Estado (Schmitt, 1931), o «sociedadabsoluta» (Stein, 1981, p. 61), llevaba irremediablemente a unpluralismo despolitizador que amenazaba con disolver el propioEstado. Con el fin de evitar una crisis política global, algunos auto-res, como Schmitt, lanzaron la idea de Estado total17 (Totaler Staat),que consiste básicamente en el reforzamiento de los poderes delEstado al propósito de evitar su propia desintegración. Del otro,la propuesta de la intelectualidad económica fue la «ter cera vía»,como superación de la dicotomía entre socialismo y capita lismo.El primero, con su rechazo de la propiedad privada, produjo unmundo proletarizado. El segundo, creó grandes concentracionesde poder económico y político. Frente a ellos, cabe una terceraposibilidad: no contener el curso de los acontecimientos ni dejar-lo a su libre albedrío, sino encauzarlo por derroteros de terminadosen beneficio del ser humano.18

Para Röpke, la tercera vía constituía una nueva economía po -lítica (Röpke, 1947, p. 29) orientada a la «constitución económica

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16 Año de publicación de The Servil State, (Belloc, 1912).17 Es un error común confundir este concepto con el de Estado totalitario o Esta-

do autoritario.18 Apurando la cita, prosigue Heckscher: «Esto ha valido innumerables repro-

ches a los estadistas de Inglaterra de comienzos del siglo XIX. Y es innegable quesu conducta, mejor dicho, su pasividad, influyó en el modo y en el sentido como sedesarrollaron las cosas» (Heckscher, 1943, p. 455). Aunque tardíamente, un libro de1938 de H. Macmillan (1938) marca la ruptura de los estadistas ingleses con los hábi-tos mentales anteriores.

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del hombre libre». Es decir, una síntesis de orden y libertad. Nose trata de una simple negación del liberalismo y del colectivis-mo, sino un verdadero proyecto de reforma social, definido comoconservador y radical. Conservador, porque defiende la conti-nuidad de la evolución cultural y económica, basada en los valo-res de la personalidad libre. Radical, en su denuncia de la des -composición del sistema socio-económico liberal y en la críticade los falsos caminos de la filosofía y práctica liberales (Röpke,1947, p. 29). Podemos decir sin titubeos, que este plan va más alláde lo económico, ya que subordina la economía a imperativossuperiores políticos y jurídicos, pero sobre todo, culturales y mo -rales.

Ambos, la tercera vía19 de Röpke y el Estado total de Schmittapuntan, ante todo, al problema del poder político. El liberalis-mo, que siempre se ha caracterizado por su negligente actitudhacia la política (Molina, 2001), mereció la crítica de Röpke (1947,p. 318), que veía en este ademán un estímulo para la expansióndel pluralismo despolitizador. Con todo, no es que Röpke consi-derara el pluralismo como algo perjudicial en sí. Hay un plura-lismo sano, puramente defensivo: el de aquellos grupos que seinstitucionalizan para evitar que otros grupos representados porel Estado ataquen sus derechos (Röpke, 1960, pp. 192-193). Estosgrupos son el objeto de las operaciones del pluralismo insano, quese ha profesionalizado en el uso del Estado para explotar al restode ciudadanos.

Ante tal escenario, ¿podemos continuar confiando en la polí-tica? ¿Es la política una actividad valiosa o innoble? ¿Puede serla política liberal compatible con un orden político digno? ¿Teníarazón Oppenheimer al definir los «medios políticos» como unaexpropiación del trabajo de los demás para satisfacer las necesi -dades propias y los «medios económicos» como el recurso, con elmismo fin, para el intercambio de los frutos respectivos del tra -bajo de cada uno (Oppenheimer, 1997)?

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19 A pesar de que la actitud de Röpke puede parecer ambigua a partir de la IIGuerra mundial, ha de afirmarse que cuando habla de humanismo económico, ciu -dad humana y eucosmos (Röpke, 1947, p. 55), se está refiriendo siempre al mismo plan -teamiento.

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Röpke no dudó en conceder la primacía al orden político, puesdota a las comunidades humanas de sentido de continuidad, perosiempre apelando a la tradición liberal europea como base parael establecimiento de un Estado fuerte y neutral, caracterizado porsu independencia frente a los grupos de interés y por imponer suautoridad en tanto digno representante de la comunidad (Röpke,1947, p. 246). Para que este Estado sea ejemplo de «sobriedad, hon -radez, concisión y realismo» (Röpke, 1959, p. 58) será necesario elcontrapeso de una ejemplar nobleza de espíritu que haga de guía.Desde aquí, Röpke se encamina hacia el trazado de una teoría delas relaciones entre la Política y la Economía, al establecer un mar -co general para la acción de gobierno, delimitado por lo que élllamó «intervención conforme», rubricando la reconciliación dela economía política liberal con el liberalismo político.

Asiduamente constatamos que el intervencionismo políticoen economía es juzgado en base a criterios cuantitativos. Esto es,en una escala que va desde la no intervención a la intervencióntotal, desde el laissez-faire a la programación centralizada. Estaóptica es desacertada, ya que no hay economía que no sea plani-ficada. La diferencia está en el modo de planearla: desde la libreelección de medios y objetivos, o desde un plan coercitivo. El in -terrogante desde el que parte Röpke podría ser formulado delsiguiente modo: ¿las decisiones políticas tienen alguna legitimi -dad20 para intervenir en la economía sin destruir el orden econó-mico sano? Dicho de otro modo, hay intervenciones que respetanla configuración específicamente económica del orden económi -co (Röpke, 1947, p. 204), y que podemos llamar «intervencionesconformes». De aquí, podemos deducir que también existen in -tervenciones que perturban el orden económico o «intervencio-nes no-conformes», distinguibles por su inagotable necesidad desucesivas intervenciones, que terminan por dejar en manos de laautoridad política las funciones típicas de autorregulación delmercado (Röpke, 1947, p. 205). Cabría aún otra forma legítimade intervención fiel a la intervención conforme, a saber: la inter-vención readaptadora, cuya misión es reconducir hacia el modelode mercado libre aquellas situaciones viciadas. Buen ejemplo de

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20 Sobre la legitimidad de la política, se leerá con gran provecho Conde (2012).

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que la intervención estatal puede ser liberadora socialmente yeconómicamente provechosa fue el rendimiento de la economíaalemana occidental, por comparación a la oriental.

Una economía de mercado libre viable no aparece gracias ala inacción. Muy al contrario, es un producto de nuestra civiliza -ción, particularmente difícil de construir (Röpke, 1956, p. 33), quenecesita la ayuda de los órdenes jurídico, político y moral. Soloasí se puede desarrollar una economía política que persiga prove-chosamente los objetivos del «humanismo económico», que po -demos sintetizar en cuatro niveles (Röpke, 1956, pp. 33-41):

— «Política de encuadramiento» o regulación general de las ins -tituciones económicas y la competencia.

— «Política de mercado», que solo actuará según las intervencio -nes conforme y readaptadora.

— «Política de estructura» o «humanismo económico» (Röpke,1956, p. 36). Es puramente política, pues se ha de decidir so -bre el tipo de compañías que se prefieren, las relaciones estruc-turales entre economía e industria, o la forma de distribuciónde la carga fiscal más apropiada.

— «Política social». Hasta aquí, dice Röpke, nos hemos ocupadode economía política; pero hemos de ir más allá (Röpke, 1956,p. 37), pues, por muy desacostumbrado que sea este paso en -tre los economistas, la economía de mercado solo se sostienecon una política social que le sirva de contrapeso (Röpke, 1956,p. 40).

Como ya hemos dicho, Röpke no asume que el mercado seauna institución natural. El mercado simboliza un modo especí-fico de ver la vida que no puede ser improvisado: el burgués, ba -sado en el esfuerzo personal, la previsión, la responsabilidad ydemás virtudes del «espíritu burgués» (Sombart, 1993, p. 115 yss.; Röpke, 1960, p. 142). Así, se hace evidente que la propuestade Röpke trasciende lo económico, planteándose objetivos socia-les. En este sentido, la idea de Política social de Röpke es asimi-lable en ciertos aspectos a la de la Doctrina Social Católica, en tan -to se propone perfeccionar los procesos de mercado como mediopara la desproletarización y la desmasificación.

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Para Röpke, la proletarización acontecida en Europa con elpaso del siglo XIX al XX no constituye en nuestros días un proble-ma de salarios bajos y extenuantes jornadas de trabajo. Se tratade una enfermedad del espíritu, a la que ha contribuido decisi-vamente una división funcional del trabajo a menudo llevada aextremos incompatibles con la moral humana (Röpke, 1947, p.166). Esta inédita situación se distingue por la dependencia eco -nómica-social, la falta de arraigo, la vida de cuartel, el alejamien -to de la naturaleza y la falta de atractivo del trabajo (Röpke, 1947,p. 19). En resumen, el «Estado servil» se ponía por delante del «Es -tado de propietarios», dividiendo a todos los ciudadanos en doscategorías: empleadores y empleados (Belloc, 1945, p. 167).

Al mismo tiempo que Huizinga intentaba mostrar las raíceslúdicas de toda cultura en Homo Ludens (1938), Jünger (1932) anun -ciaba que el trabajo se había convertido en un nuevo modo de vida,poniendo al trabajador en la posición decisiva del nuevo ordenelemental (Jünger, 1990, p. 61). Quizá la suma de ambos autoresnos muestre como la cultura ha devenido más seria desde el finaldel siglo XVIII, suscitando un cambio de actitud hacia el tra bajo,en la que, sin duda, la perspectiva puritana del trabajo como unobjetivo en sí mismo tuvo en ello gran influencia. Según Röpke,este «trabajismo» ha producido una sociedad totalitaria del traba-jo, de seres humanos dependientes e individualistas, prerrequisi -to para la masificación, cuya alternativa es la sociedad de propie -tarios. La dificultad mayor proviene del olvido de los hombres dela actitud espiritual necesaria para poseer. Por lo cual, se hace ne -cesaria un acción pedagógica que restablezca en el hombre el de -seo de poseer y le advierta del perjudicial hábito de aferrarse a laseguridad únicamente declarativa de los derechos sociales, pues,si hay algún derecho social cierto es el derecho de propiedad, aun -que ningún gobierno lo lleve en su programa (Röpke, 1956, p. 193).

No menos importante es señalar que la propiedad requiere,igualmente, evitar su concentración excesiva, pues esta invalidasu función. En este sentido, estimamos con Hayek que sería másapropiado el término «propiedad plural» que el de «propiedadprivada», ya que implica la valoración positiva de su diseminaciónen la sociedad (Hayek, 1991, p. 169). Para ello, se hace necesariomoderar la imposición sobre la herencia, pues el hostigamiento

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fiscal y la presión de los desposeídos puede anular toda motiva -ción por la propiedad, de entre cuyas posibles formas, Röpke seinclinaba por la tierra y la vivienda, por su carácter descentrali -zador y vital para las familias. No olvidemos que estéticamente,como dijimos al principio, Röpke siempre estuvo a favor de lopequeño, la vida rural, la agricultura y la medida humana. Lo queno significa que estemos ante un conservador tradicionalista, puesbien sabía que la historia nunca vuelve sobre sus pasos. Al contra-rio, su filosofía social de la descentralización es una meditada crí -tica al colosalismo social.

En parte inspirado en Ortega y Gasset, Röpke discernió dife-rentes causas de la masificación21 de las sociedades, donde la con -vivencia es anónima y sin sustancia comunitaria, pero distinguien -do dos grupos principales: causas transitorias o «masa en estadoagudo»; y causas permanentes o «masa en estado crónico». Lasprimeras se deben a las reacciones de la psicología de las muche-dumbres ante determinadas circunstancias y las segundas se re -fieren tanto al gregarismo (masificación moral), como a la disoluciónde la estructura social y sus lazos institucionales (masificación socio-lógica) (Röpke, 1960, pp. 80-81), que hacen al hombre fácilmentecontrolable por el Estado. Es palpable el ejemplo del desgarro dela familia tradicional en la misma medida en que el Estado le haido expropiando algunos de sus derechos naturales, como la edu -cación (Röpke, 1956, p. 165). Así, concluye Röpke, el problema dela sociedad moderna no es el de cómo aumentar los ingresos fa -miliares y el nivel de vida, sino la profunda transformación ope -rada en la naturaleza humana universal (Röpke, 1956, p. 168).

La cuestión paradójica inicial es: ¿Cómo es posible que el indi-vidualismo liberal promueva enormes concentraciones de podereconómico? Los omnipotentes estados y las poderosas corporacio -nes económicas son las dos estructuras que la Revolución france -sa y la Revolución industrial contribuyeron a formar y con lasque el hombre actual se ha familiarizado.22 Este fue el origen de

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21 Espirituales y morales, pero también demográficas, tecnológicas, políticas einstitucionales (Röpke, 1947, p. 18).

22 Decía Jesús Fueyo (1967), en afortunada expresión, que Estado y capitalismoson las «grandes estructuras concentracionarias de la Edad Moderna».

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la laminación de la tradición europea y sus valores. La «cegueraso ciológica» del liberalismo para comprender que el mercado noes un producto natural (Röpke, 1956, p. 66) le impidió percatarsede la predisposición de todo poder económico a convertirse,directa o indirectamente, en poder político. Así, flagrantes abusoslegales fueron presentados como consecuencias de la libre com -petencia, sin ver que se estaba marchando hacia la antítesis delmercado libre, hacía una suerte de «colectivismo privado» (Röpke,1956, p. 141).

No se prestó la suficiente atención a la crítica llena de senti-do común de escritores como Röpke y pasóse al extremo opues-to, es decir, a un colectivismo socializante, masificador y proleta -rizador, que hace aconsejable una sociedad que refuerce los lazosde solidaridad entre los pequeños grupos y que tenga por princi -pio rector de la vida política la subsidiariedad.

VCONCLUSIONES

Röpke ha pasado desapercibido para varias generaciones de eco -nomistas, principalmente instruidos en la concepción técnica dela economía. Pese a ello, hemos de afirmar que fue un autor muyinfluyente durante el tercio central del siglo XX. En nuestros días,de búsqueda de nuevos caminos, estimamos de gran interés el es -tudio de su reflexión teórica, cuya propuesta económica, en tantoactividad humana, puede ser fundamental en la revisión del ac -tual economicismo, vigente en la formación de los economistas.

Toda ideología es una visión sesgada de la realidad, tanto desus causas como de su destino. Socialistas y paleoliberales ofre-cen seductoras explicaciones monocausales que solo justifican unmanejo acientífico de la Economía política. Astutamente, para am -bas, cuantas más acciones ideológicas ejecutamos, más cerca es -tamos de la demostración de la verdad de sus premisas, con lo quela comprobación científica queda siempre un poco más allá denuestra vista.

Röpke constituye una alternativa realista a los dogmas ideoló -gicos, ofreciéndonos una visión multicausal, histórica y rigurosa

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tanto de la economía política, como de la cultura occidental. Fueun liberal comprometido y un defensor del mercado libre, pero,por encima de todo, un intelectual riguroso, que entendió quelo definitorio del liberalismo no es su deseo de eliminar cualquiersigno de intervención pública. Desde el nacimiento del Estadomo derno y a través de todo el periodo de germinación de la eco -nomía política —especialmente desde las revoluciones libera -les—, la autoridad pública siempre ha intervenido, de un modou otro, en la economía. Lo importante en el liberalismo es su fun -damento moral, que justifica la acción pública mientras no alte-re el orden socioeconómico dado, pues su fuerza impulsora es laconstitución económica del hombre libre.

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JERÓNIMO MOLINA CANO Y JESÚS A. GUILLAMÓN AYALA200

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Notas

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A REALISTIC LIBERTARIANISM

HANS-HERMANN HOPPE*

Fecha de recepción: 16 de enero de 2015.Fecha de aceptación: 27 de mayo de 2015.

«Libertarianism is logically consistent with almost any attitudetoward culture, society, religion, or moral principle. In strict logic,libertarian political doctrine can be severed from all other con -siderations; logically one can be —and indeed most libertariansin fact are: hedonists, libertines, immoralists, militant enemies ofreligion in general and Christianity in particular— and still beconsistent adherents of libertarian politics. In fact, in strict logic,one can be a consistent devotee of property rights politically andbe a moocher, a scamster, and a petty crook and racketeer inpractice, as all too many libertarians turn out to be. Strictly logically,one can do these things, but psychologically, sociologically, andin practice, it simply doesn’t work that way.» [my emphasis, HHH]

Murray Rothbard, «Big-Government Libertarians,» in: L. Rock -well, ed., The Irrepressible Rothbard, Auburn, Al: Ludwig vonMises Institute, 2000, p. 101

Let me begin with a few remarks on libertarianism as a puredeductive theory.

If there were no scarcity in the world, human conflicts wouldbe impossible. Interpersonal conflicts are always and everywhereconflicts concerning scarce things. I want to do X with a giventhing and you want to do Y with the same thing.

Because of such conflicts —and because we are able to com -municate and argue with each other— we seek out norms ofbehavior with the purpose of avoiding these conflicts. The

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 203 a 229

* Political philosopher, sociologist, libertarian theorist and an Austrian Schooleconomist. He is Professor Emeritus with the College of Business at the Universityof Nevada, Las Vegas.

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purpose of norms is conflict-avoidance. If we did not want toavoid conflicts, the search for norms of conduct would be sense-less. We would simply fight and struggle.

Absent a perfect harmony of all interests, conflicts regardingscarce resources can only be avoided if all scarce resources areassigned as private, exclusive property to some specified individ-ual. Only then can I act independently, with my own things, fromyou, with your own things, without you and me coming into conflict.

But who owns what scarce resource as his private propertyand who does not? First: Each person owns his physical bodythat only he and no one else controls directly (I can control yourbody only in-directly, by first directly controlling my body, andvice versa) and that only he directly controls also in particularwhen discussing and arguing the question at hand. Otherwise,if body-ownership were assigned to some indirect body-controller,conflict would become unavoidable as the direct body-controllercannot give up his direct control over his body as long as he isalive; and in particular, otherwise it would be impossible thatany two persons, as the contenders in any property dispute, couldever argue and debate the question whose will is to prevail, sincearguing and debating presupposes that both, the proponent andthe opponent, have exclusive control over their respective bodiesand so come to the correct judgment on their own, without a fight(in a conflict-free form of interaction).

And second, as for scarce resources that can be controlledonly indirectly (that must be appropriated with our own nature-given, i.e., un-appropriated, body): Exclusive control (property)is acquired by and assigned to that person, who appropriatedthe resource in question first or who acquired it through voluntary(conflict-free) exchange from its previous owner. For only the firstappropriator of a resource (and all later owners connected tohim through a chain of voluntary exchanges) can possibly acquireand gain control over it without conflict, i.e., peacefully. Other -wise, if exclusive control is assigned instead to latecomers, conflictis not avoided but contrary to the very purpose of norms madeunavoidable and permanent.

Let me emphasize that I consider this theory as essentiallyirrefutable, as a priori true. In my estimation this theory represents

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one of the greatest —if not the greatest— achievement of socialthought. It formulates and codifies the immutable ground rulesfor all people, everywhere, who wish to live together in peace.

And yet: This theory does not tell us very much about real life.To be sure, it tells us that all actual societies, insofar as they arecharacterized by peaceful relations, adhere, whether consciouslyor subconsciously, to these rules and are thus guided by rationalinsight. But it does not tell us to what extent this is the case. Nordoes it tell us, even if adherence to these rules were complete,how people actually live together. It does not tell us how closeor distant from each other they live, if, when, how frequent andlong, and for what purposes they meet and interact, etc.. To usean analogy here: Knowing libertarian theory —the rules ofpeaceful interactions— is like knowing the rules of logic —therules of correct thinking and reasoning. However, just like theknowledge of logic, as indispensible as it is for correct thinking,does not tell us anything about actual human thought, about actualwords, concepts, arguments, inferences and conclusions usedand made, so the logic of peaceful interaction (libertarianism)does not tell us anything about actual human life and action.Hence: just as every logician who wants to make good use of hisknowledge must turn his attention to real thought and reasoning,so a libertarian theorist must turn his attention to the actions ofreal people. Instead of being a mere theorist, he must also becomea sociologist and psychologist and take account of «empirical»social reality, i.e., the world as it really is.

This brings me to the topic of «Left» and «Right.»The difference between the Right and the Left, as Paul Gottfried

has often noted, is a fundamental disagreement concerning anempirical question. The Right recognizes, as a matter of fact, theexistence of individual human differences and diversities andaccepts them as natural, whereas the Left denies the existenceof such differences and diversities or tries to explain them awayand in any case regards them as something unnatural that mustbe rectified to establish a natural state of human equality.

The Right recognizes the existence of individual humandifferences not just with regard to the physical location andmake-up of the human environment and of the individual human

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body (its height, strength, weight, age, gender, skin- hair- oreye-color, facial features, etc., etc.). More importantly, the Rightalso recognizes the existence of differences in the mental make-up of people, i.e., in their cognitive abilities, talents, psychologicaldispositions, and motivations. It recognizes the existence ofbright and dull, smart and dumb, short- and far-sighted, busyand lazy, aggressive and peaceful, docile and inventive, impulsiveand patient, scrupulous and careless people, etc., etc.. The Rightrecognizes that these mental differences, resulting from theinteraction of the physical environment and the physical humanbody, are the results of both environmental and physiological andbiological factors. The Right further recognizes that people aretied together (or separated) both physically in geographicalspace and emotionally by blood (biological commonalities andrelationships), by language and religion, as well as by customsand traditions. Moreover, the Right not merely recognizes theexistence of these differences and diversities. It realizes also thatthe outcome of input-differences will again be different andresult in people with much or little property, in rich and poor,and in people of high or low social status, rank, influence orauthority. And it accepts these different outcomes of differentinputs as normal and natural.

The Left on the other hand is convinced of the fundamentalequality of man, that all men are «created equal.» It does not denythe patently obvious, of course: that there are environmentaland physiological differences, i.e., that some people live in themountains and others on the seaside, or that some men are talland others short, some white and others black, some male andothers female, etc.. But the Left does deny the existence of mentaldifferences or, insofar as these are too apparent to be entirelydenied, it tries to explain them away as «accidental.» That is, theLeft either explains such differences as solely environmentallydetermined, such that a change in environmental circumstances(moving a person from the mountains to the seaside and viceversa, for instance, or giving each person identical pre- and post-natal attention) would produce an equal outcome, and it deniesthat these differences are caused (also) by some —comparativelyintractable— biological factors. Or else, in those cases where it

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cannot be denied that biological factors play a causal role indetermining success or failure in life (money and fame), such aswhen a 5 foot tall man cannot win an Olympic gold medal in the100 meter dash or a fat and ugly girl cannot become Miss Universe,the Left considers these differences as pure luck and the resultingoutcome of individual success or failure as undeserved. In anycase, whether caused by advantageous or disadvantageous en -vironmental circumstances or biological attributes, all observableindividual human differences are to be equalized. And where thiscannot be done literally, as we cannot move mountains and seasor make a tall man short or a black man white, the Left insiststhat the undeservedly «lucky» must compensate the «unlucky»so that every person will be accorded an «equal station in life,»in correspondence with the natural equality of all men.

With this short characterization of the Right and the Left Ireturn to the subject of libertarianism. Is libertarian theory com -patible with the world-view of the Right? And: Is libertarianismcompatible with leftist views?

As for the Right, the answer is an emphatic «yes.» Every liber-tarian only vaguely familiar with social reality will have no diffi-culty acknowledging the fundamental truth of the Rightist world-view. He can, and in light of the empirical evidence indeed mustagree with the Right’s empirical claim regarding the fundamen-tal not only physical but also mental in-equality of man; and hecan in particular also agree with the Right’s normative claim of«laissez faire,» i.e., that this natural human inequality willinevitably result also in un-equal outcomes and that nothingcan or should be done about this.

There is only one important caveat, however. While the Rightmay accept all human inequalities, whether of starting-points orof outcomes, as natural, the libertarian would insist that only thoseinequalities are natural and should not be interfered with thathave come into existence by following the ground-rules of peace-ful human interaction mentioned at the beginning. Inequalitiesthat are the result of violations of these rules, however, do requirecorrective action and should be eliminated. And moreover, thelibertarian would insist that, as a matter of empirical fact, thereexist quite a few among the innumerable observable human

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inequalities that are the result of such rule-violations, such as richmen who owe their fortune not to hard work, foresight, entre-preneurial talent or else a voluntary gift or inheritance, but torobbery, fraud or state-granted monopolistic privilege. The correc-tive action required in such cases, however, is not motivated byegalitarianism but by a desire for restitution: he (and only he),who can show that he has been robbed, defrauded or legallydisadvantaged should be made whole again by those (and onlythose) who have committed these crimes against him and hisproperty, including also cases where restitution would result inan even greater inequality (as when a poor man had defraudedand owed restitution to a rich one).

On the other hand: As for the Left, the answer is an equallyemphatic «no.» The empirical claim of the Left, that there exist nosignificant mental differences between individuals and, byimplication, between various groups of people, and that whatappear to be such differences are due solely to environmentalfactors and would disappear if only the environment were equalizedis contradicted by all everyday-life experience and mountains ofempirical social research. Men are not and cannot be made equal,and whatever one tries in this regard, inequalities will always re-emerge. However, it is in particular the implied normative claimand activist agenda of the Left that makes it incompatible withlibertarianism. The leftist goal of equalizing everyone or equalizingeveryone’s «station in life» is incompatible with private property,whether in one’s body or in external things. Instead of peacefulcooperation, it brings about unending conflict and leads to thedecidedly un-egalitarian establishment of a permanent ruling-class lording it over the rest of the people as their «material» to beequalized. «Since,» as Murray Rothbard has formulated it, «notwo people are uniform or “equal” in any sense in nature, or in theoutcomes of a voluntary society, to bring about and maintain suchequality necessarily requires the permanent imposition of a powerelite armed with devastating coercive power.»1

There exist countless individual human differences; and thereexist even more differences between different groups of indi-

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1 Egalitarianism and the Elites, Review of Austrian Economics, 8, 2, 1995, p. 45.

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viduals, since each individual can be fit into countless differentgroups. It is the power-elite that determines which of these differ-ences, whether of individuals or of groups, is to count as advan-tageous and lucky or disadvantageous and unlucky (or else asirrelevant). It is the power elite that determines how —out ofcountless possible ways— to actually do the «equalizing» of thelucky and the unlucky, i.e., what and how much to «take» fromthe lucky and «give» to the unlucky to achieve equality. Inparticular, it is the power elite, by defining itself as unlucky,that determines what and how much to take from the lucky andkeep for itself. And whatever equalization is then achieved: Sincecountless new differences and inequalities are constantly re-emerging, the equalizing-job of the power elite can never evercome to a natural end but must instead go on forever, endlessly.

The egalitarian world-view of the Left is not only incompatiblewith libertarianism, however. It is so out of touch with realitythat one must be wondering how anyone can take it seriously.The man-on-the-street certainly does not believe in the equalityof all men. Plain common sense and sound prejudice stand in theway of that. And I am even more confident that no one of theactual proponents of the egalitarian doctrine really, deep down,believes what he proclaims. Yet how, then, could the Leftistworld-view have become the dominant ideology of our age?

At least for a libertarian, the answer should be obvious: theegalitarian doctrine achieved this status not because it is true,but because it provides the perfect intellectual cover for thedrive toward totalitarian social control by a ruling elite. Theruling elite therefore enlisted the help of the «intelligentsia» (orthe «chattering class»). It was put on the payroll or otherwisesubsidized and in return it delivered the desired egalitarianmessage (which it knows to be wrong yet which is enormouslybeneficial to its own employment prospects). And so the mostenthusiastic proponents of the egalitarian nonsense can be foundamong the intellectual class.2

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2 Murray Rothbard has listed them: «academics, opinion-molders, journalists,writers, media elites, social workers, bureaucrats, counselors, psychologists, personnelconsultants, and especially for the ever accelerating new group-egalitarianism, a

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Given, then, that libertarianism and the egalitarianismprofessed by the Left are obviously incompatible, it must comeas a surprise —and it is testimony to the immense ideologicalpowers of the ruling elites and their court intellectuals— thatmany who call themselves libertarian today are, and considerthemselves to be, part of the Left. How is such a thing possible?

What ideologically unifies these left-libertarians is their activepromotion of various «anti-discrimination» policies and theiradvocacy of a policy of «free and non-discriminatory» immi-gration.3

These «libertarians,» noted Rothbard, «are fervently committedto the notion that, while each individual might not be “equal”to every other, that every conceivable group, ethnic contingent,race, gender, or, in some cases, species, are in fact and must bemade “equal,” that each one has “rights” that must not be subjectto curtailment by any form of “discrimination.”»4

But how is it possible to reconcile this anti-discriminationstand with private property, which all libertarians are supposedto regard as the cornerstone of their philosophy, and which, afterall, means exclusive property and hence, logically impliesdiscrimination?

Traditional leftists, of course, do not have this problem. Theydo not think or care about private property. Since everyone isequal to everyone else, the world and everything on and in itbelongs to everyone equally —all property is «common»property— and as an equal co-owner of the world everyone hasof course an equal «right to access» to everywhere and everything.

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veritable army of “therapists” and sensitivity trainers. Plus, of course, ideologuesand researchers to dream up and discover new groups that need egalitarianizing.»(Ibid, p. 51)]

3 As for who among today’s so-called libertarians is to be counted as a leftist,there is a litmus test: the position taken during the recent presidential primaries onDr. Ron Paul, who is easily the purest of libertarians to ever gain national and eveninternational attention and recognition. Beltway libertarians around Cato, GeorgeMason, Reason, and various other outfits of the «Kochtopus» dismissed Ron Paulor even attacked him for his «racism» and lack of social «sensibility» and «tolerance,»i.e., in short: for being an upstanding «right-wing bourgeois,» leading an exemplarypersonal and professional life.

4 Ibídem, p. 102.

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Absent a perfect harmony of all interests, however, you cannothave everyone have equal property and equal access to every -thing and everywhere without leading to permanent conflict.Thus, to avoid this predicament, it is necessary to institute aState, i.e., a territorial monopolist of ultimate decision-making.«Common property,» that is, requires a State and is to become«State property.» It is the State that ultimately determines notjust who owns what; and it is also the State, then, that ultimatelydetermines the spatial allocation of all people: who is to live whereand allowed to meet and have access to whom —and privateproperty be damned. After all, it is they, the Lefties, who wouldcontrol the State.

But this escape route is not open to anyone calling himself alibertarian. He must take private property seriously.

Psychologically or sociologically, the attraction of non-dis -crimination policies to libertarians can be explained by the factthat an over-proportionally large number of libertarians are mis -fits or simply odd —or to use Rothbard’s description, «hedonists,libertines, immoralists, militant enemies of religion …., moochers,scamsters, and petty crooks and racketeers»— who becameattracted to libertarianism because of its alleged «tolerance»toward misfits and outliers, and who now want to use it as avehicle to free themselves from all discrimination typically, ineveryday life, dished out to their likes. But how do they do it«logically?» Left-libertarians, bleeding heart libertarians andhumanitarian-cosmopolitan libertarians are not simply leftists.They know of the central importance of private property. Yethow can they seemingly logically reconcile the notion of privateproperty with their promotion of anti-discrimination policiesand in particular their propagation of a policy of discrimination-free immigration?

The short answer is: in placing all current private propertyand its distribution among distinct people under moral suspicion.With this claim, the left-libertarians fall into the opposite errorfrom that committed by the non-libertarian Right. As indicated,the non-libertarian Right commits the error of regarding all (orat least almost all) current property holdings, including inparticular also the property holdings of the State, as natural and

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just. In distinct opposition, a libertarian would recognize andinsist that some present property holdings, and all (or at leastmost) State-holdings, are demonstrably unnatural and unjustand as such require restitution or compensation. In reverse, theleft-libertarians claim that not only all or most State-holdings areunnatural und unjust (from this admission they derive their title«libertarian»), but that also all or most private property holdingsare unnatural and unjust. And in support for this latter claim,they point to the fact that all current private property holdingsand their distribution among various people have been affected,altered and distorted by prior State action and legislation andthat everything would be different and no one would be in thesame place and position he currently is had it not been for suchprior State-interferences.

Without any doubt, this observation is correct. The State inits long history has made some people richer and others poorerthan they would have been otherwise. It killed some people andlet others survive. It moved people around from one place toanother. It promoted some professions, industries or regionsand prevented or delayed and changed the development ofothers. It awarded some people with privileges and monopoliesand legally discriminated against and disadvantaged others,and on and on. The list of past injustices, of winners and losers,perpetrators and victims, is endless.

But from this indisputable fact it does not follow that all ormost current property holdings are morally suspect and in needof rectification. To be sure, State-property must be restituted,because it has been unjustly acquired. It should be returned toits natural owners, i.e., the people (or their heirs) who werecoerced to «fund» such «public» property by surrendering partsof their own private property to the State. However, I will notconcern myself with this particular «privatization» issue here.5

Rather, it is the further-reaching claim that past injustices alsorender all current private property holdings morally suspect,

HANS-HERMANN HOPPE

5 See on this subject Hans-Hermann Hoppe, «Of Private, Common and PublicProperty and the Rationale for Total Privatization,» Libertarian Papers, vol. 3., n.º 1,2011. http://libertarianpapers.org/articles/2011/lp-3-1.pdf

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which does not follow and which is certainly not true. As amatter of fact, most private holdings are likely just, irrespectiveof their history —unless and except in such cases in which aspecific claimant can prove that they are not. The burden ofproof, however, is on whoever challenges the current propertyholdings and distribution. He must show that he is in possessionof an older title to the property in question than its currentowner. Otherwise, if a claimant cannot prove this, everything isto remain as it currently is.

Or: To be more specific and realistic: From the fact that Peteror Paul or their parents, as members of any conceivable group ofpeople, had been murdered, displaced, robbed, assaulted, orlegally discriminated against in the past and their current propertyholdings and social positions would have been different if it hadnot been for such past injustices, it does not follow that anypresent member of this group has a just claim (for compensation)against the current property of anyone else (neither from withinnor from outside his group). Rather, in each case, Peter or Paulwould have to show, in one case after another, that he personallyhas a better because older title to some specified piece of propertythan some current, named and identified owner and allegedperpetrator. Certainly, a considerable number of cases exists wherethis can be done and restitution or compensation is owed. But justas certainly, with this burden of proof on any challenger of anycurrent property distribution, not much mileage can be gained forany non-discriminatory-egalitarian agenda. To the contrary, inthe contemporary Western world, replete with «affirmative action»laws that award legal privileges to various «protected groups» atthe expense of various other correspondingly un-protected anddiscriminated groups, more —not less— discrimination andinequalities would result if, as justice would require, everyone whoin fact could provide such individualized proof of his victimizationwas actually permitted to do so by the State and bring suit andseek redress from his victimizer.

But left-libertarians —the bleeding-heart and humanitarian-cosmopolitan libertarians— are not exactly known as «fighters»against «affirmative action.» Rather, and quite to the contrary,in order to reach the conclusion that they want to reach, they relax

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or dispense altogether with the requirement for someone claimingvictimhood of offering individualized proof of victimization.Typically, in order to maintain their intellectual status aslibertarians, the left-libertarians do so quietly, surreptitiouslyor even unknowingly, but in effect, in giving up this fundamentalrequirement of justice, they replace private property and propertyrights and rights violations with the muddled notion of «civilrights» and «civil rights violations» and individual rights with«group rights» and thus become closet-socialists. Given that theState has disturbed and distorted all private property holdingsand distributions, yet without the requirement of individualizedproof of victimization, everyone and every imaginable groupcan easily and without too much intellectual effort claim somehow«victimhood» vis-à-vis anyone else or any other group.6

Relieved of the burden of individualized proof of victim -hood, the left-libertarians are essentially unrestricted in their«discovery» of new «victims» and «victimizers» in accordancewith their own presupposed egalitarian assumptions. To theircredit, they recognize the State as an institutional victimizer andinvader of private property rights (again, from this derives theirclaim to be «libertarians»). But they see far more institutional andstructural injustices and social distortions, far more victims andvictimizers, and far more need for restitution, compensation andattendant property redistribution in the current world than onlythose injustices and distortions committed and caused by the Stateand to be resolved and rectified by shrinking and ultimatelydismantling and privatizing all State holdings and functions.

HANS-HERMANN HOPPE

6 Characteristically, this stealthy transformation of libertarianism into closet-socialism via the confused notion of «civil rights,» has been identified decades agoalready by Murray Rothbard. To quote him: «Throughout the Official LibertarianMovement [of left-libertarians], “civil rights” has been embraced without question,completely overriding the genuine rights of private property. In some cases, theembrace of a “right not to be discriminated against” has been explicit. In others, whenlibertarians want to square their new-found with their older principles, and haveno aversion to sophistry and even absurdity, they take the sneakier path blazed bythe American Civil Liberties Union: that if there should be so much as a smidgen ofgovernment involved, whether it be use of the public streets or a bit of taxpayerfunding, then the so-called “right” of “equal access” must override either privateproperty or indeed any sort of good sense.» Ibid, pp. 102/03.

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Even if the State were dismantled, they hold, as late and lastingeffects of its long prior existence or of certain pre-State conditions,other institutional distortions would remain in place that requiredrectification to create a just society.

The views held by left-libertarians in this regard are not entire-ly uniform, but they typically differ little from those promotedby cultural Marxists. They assume as «natural,» without muchif any empirical support and indeed against overwhelmingevidence to the contrary, a largely «flat» and «horizonta» societyof «equals,» i.e., of essentially universally and world-wide homo-geneous, like-minded and -talented people of more or less simi-lar social and economic status and standing, and they regard allsystematic deviations from this model as the result of discrimi-nation and grounds for some form of compensation and resti-tution. Accordingly, the hierarchical structure of traditional fami-lies, of sex roles and of the partition of labor between males andfemales, is considered unnatural. Indeed, all social hierarchiesand vertical rank orders of authority, of headsmen and clan-chiefs, of patrons, nobles, aristocrats and kings, of bishops andcardinals, of «bosses» generally, and of their respective under-lings or subordinates, are viewed with suspicion. Similarly, allgreat or «excessive» disparities of income and wealth —of so-called «economic power»— and the existence of both a down-trodden under-class as well as of an upper class of super-wealthypeople and families are deemed unnatural. As well, large indus-trial and financial corporations and conglomerates are consideredartificial creatures of the State. And also suspect, unnatural andin need of repair are all exclusive associations, societies, congre-gations, churches and clubs, and all territorial segregation, sepa-ration and secession, whether based on class, gender, race, ethnic-ity, lineage, language, religion, profession, interests, customs ortradition.

From that vantage point, the «victim» groups and their «vic -timizers» are easily identified. As it turns out, «victims» makeup the vast majority of mankind. Everyone and every conceivablegroup is a «victim,» except that small part of mankind composedof white (including northern Asian) heterosexual males, livingtraditional, bourgeois family lives. They, and especially the most

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creative and successful ones among them, (excluding interesting-ly only rich sports or entertainment celebrities) are the «victim-izers» of everyone else.

While this view of human history strikes one as bizarre in lightof the amazing civilizational achievements originating from precise-ly this minority group of «victimizers,» it coincides almostcompletely with the victimology also propagated by culturalMarxists. Both groups only differ on the cause of this similarly iden-tified, described and deplored «structural state of victimization.»For the cultural Marxists, the cause for this state of affairs is privateproperty and unbridled capitalism based on private propertyrights. For them, the answer how to repair the damage done is clearand easy. All necessary restitution, compensation and redistrib-ution are to be done by the State, which they presumably control.

For the left-libertarians this answer does not work. They aresupposed to be in favor of private property and the privatizationof State-property. They cannot have the State do the restitution,because as libertarians they are supposed to dismantle andultimately abolish the State. Yet they want more restitution thanonly that resulting from the privatization of all so-called publicproperty. Abolishing the State is not enough for them to createa just society. More is needed to compensate the just mentionedhuge majority of victims.

But what? And on what grounds? Whenever there is indi-vidualized proof of victimization, i.e., if some person A candemonstrate that another person B had invaded or taken A’sproperty, or vice versa, no problem exists! The case is clear. Butabsent any such proof, what else is it that the «victimizers» owetheir «victims,» and on what grounds? How to determine whoowes whom how much and of what? And how to implement thisrestitution scheme in the absence of a State, and without there-by trampling on someone else’s private property rights? Thisposes the central intellectual problem for any self-styled left-libertarian.

Not surprisingly, the answer given by them to this challengeturns out evasive and vague. From all I can gather, it amounts tolittle more than an exhortation. As a keen observer of the intel-lectual scene has summarized it: «Be nice!» More precisely: You,

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you small group of «victimizers,» must always be especially«nice,» forgiving, and inclusive vis-a-vis all members of the vastmajority of «victims,» i.e., the long and familiar list of everyoneexcept white, heterosexual males! And as for enforcement: All«victimizers» not demonstrating proper respect to some victim-class member, i.e., victimizers who are «nasty,» unforgiving orexclusive or who say «nasty» or disrespectful things aboutthem, must be publicly shunned, humiliated, and shamed intoobedience!

At first sight or hearing, this proposal how to do restitutionmay —as can be expected coming from «nice» people— appear,well, well meaning, harmless and plain «nice». In fact, however,it is anything but «nice» and harmless advice. It is wrong anddangerous.

First off: Why should anyone be particularly nice to anyoneelse —apart from respecting ones’ respective private propertyrights in certain specified physical means (goods)? To be nice isa deliberate action and takes an effort, like all actions do. Thereare opportunity costs. The same effort could also be put to othereffects. Indeed, many if not most of our activities are conductedalone and in silence, without any direct interaction with others,as when we prepare our meal, drive our car, or read and write.Time devoted to «niceness to others» is time lost to do other,possibly more worthwhile things. Moreover, niceness must bewarranted. Why should I be nice to people who are nasty to me?Niceness must be deserved. Indiscriminating niceness diminishesand ultimately extinguishes the distinction between meritoriousand faulty conduct. Too much niceness will be given to undeservingpeople and too little to deserving ones and the overall level ofnastiness will consequently rise and public life become increasinglyunpleasant.

Moreover, there are also genuinely evil people doing real evilthings to real private property owners, most importantly theruling elites in charge of the State-apparatus, as every libertarianwould have to admit. One surely has no obligation to be nice tothem! And yet, in rewarding the vast majority of «victims» withextra love, care and attention, one accomplishes precisely this:less time and effort is devoted to exhibiting nasty behavior

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toward those actually most deserving of it. The power of theState will not be weakened by universal «niceness,» then, butstrengthened.

And why is it in particular the small minority of white,heterosexual males, and especially its most successful membersthat owes some extra-kindness to the vast majority of all otherpeople? Why not the other way around? After all, most if not alltechnical inventions, machines, tools and gadgets in current useeverywhere and anywhere, on which our current living standardsand comforts largely and decisively depend, originated withthem. All other people, by and large, only imitated what theyhad invented and constructed first. All others inherited theknowledge embodied in the inventors’ products for free. And isn’tit the typical white hierarchical family household of father,mother, their common children and prospective heirs, and their«bourgeois» conduct and lifestyle —i.e., everything the Leftdisparages and maligns— that is the economically most successfulmodel of social organization the world has ever seen, with thegreatest accumulation of capital goods (wealth) and the highestaverage standards of living? And isn’t it only on account of thegreat economic achievements of this minority of «victimizers»that a steadily increasing number of «victims» could be integratedand partake in the advantages of a worldwide network of thedivision of labor? And isn’t it only on account of the success ofthe traditional white, bourgeois family model also that so-called«alternative lifestyles» could at all emerge and be sustained overtime? Do not most of today’s «victims,» then, literally owe theirlives and their current living to the achievements of their alleged«victimizers?»

Why not the «victims» giving special respect to their «victim-izers»? Why not bestow special honor to economic achievementand success instead of failure, and why not give special praiseto traditional, «normal» lifestyles and conduct rather than anyabnormal alternative that requires, as a necessary condition of itsown continued existence, a pre-existing dominant surroundingsociety of «normal» people with «normal» lifestyles?

I will come to the apparent answer to these rhetorical questionsshortly. Before, however, a second —strategic— error in the left-

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libertarian advice of special niceness towards «historic victims»must be briefly addressed.

Interestingly, the «victim» groups identified by both left-liber-tarians and cultural Marxists differ little if at all from the groupsidentified as «underprivileged» and in need of compensation alsoby the State. While this poses no problem for cultural Marxists andcan be interpreted as an indicator of the extent of control that theyhave already gained of the State apparatus, for left-libertariansthis coincidence should be cause for intellectual concern. Whywould the State pursue the same or similar end of «non-discrim-ination» of «victims» by «victimizers» that they, too, want toachieve, if only by different means? Left-libertarians are typicallyoblivious to this question. And yet to anyone with only somecommon sense the answer should be apparent.

In order to reach total control over each individual person,the State must pursue a divide et impera policy. It must weaken,undermine and ultimately destroy all other, rival centers of socialauthority. Most importantly, it must weaken the traditional,patriarchic family household, and especially the independentlywealthy family household, as autonomous decision-makingcenters by sowing and legislating conflicts between wives andhusbands, children and parents, women and men, rich and poor.As well, all hierarchical orders and ranks of social authority, allexclusive associations, and all personal loyalties and attachments—be it to a particular family, community, ethnicity, tribe, nation,race, language, religion, custom or tradition— except theattachment to a given State qua citizen-subject and passportholder, must be weakened and ultimately destroyed.

And what better way to do this than to pass anti-discriminationlaws!

In effect, by outlawing all discrimination based on gender,sexual orientation, age, race, religion, national origin, etc., etc.,a vast number of people are declared State-certified «victims.»Anti-discrimination laws, then, are an official call upon all«victims» to find fault and complain to the State about their own«favorite» «oppressors,» and especially the more wealthy onesamong them, and their «oppressive» machinations, i.e., their«sexism,» «homophobia,» «chauvinism,» «nativism,» «racism,»

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«xenophobia,» or whatever, and for the State to respond to suchcomplaints by cutting the «oppressors» down to size, i.e., insuccessively dispossessing them of their property and authorityand correspondingly expanding and strengthening its ownmonopolistic power vis-a-vis an increasingly weakened, frag -mented, fractionalized and de-homogenized society.

Ironically, then, and contrary to their self-proclaimed goal ofwanting to shrink or even eliminate the State, the left-libertarianswith their peculiar, egalitarian victimology become accomplicesto the State and effectively contribute to the aggrandizement ofits power. Indeed, the left-libertarian vision of a discrimination-free multicultural society is, to use Peter Brimelow’s phrase,Viagra to the State.

Which brings me to my final subject.The role of left-libertarianism as Viagra to the State becomes

even more apparent when one considers their position on theincreasingly virulent question of migration. Left-libertarians aretypically ardent advocates in particular of a policy of «free andnon-discriminatory» immigration. If they criticize the State’simmigration policy, it is not for the fact that its entry restrictionsare the wrong restrictions, i.e., that they do not serve to protectthe property rights of domestic citizen, but for the fact that itimposes any restrictions on immigration at all.

But on what grounds should there be a right to un-restricted,«free» immigration? No one has a right to move to a place alreadyoccupied by someone else, unless he has been invited by thepresent occupant. And if all places are already occupied, allmigration is migration by invitation only. A right to «free»immigration exists only for virgin country, for the open frontier.

There are only two ways of trying to get around this conclusionand still rescue the notion of «free» immigration. The first is toplace all current place occupants and occupations under moralsuspicion. To this purpose, much is made of the fact that allcurrent place occupations have been affected by prior State-action, war and conquest. And true enough, State borders havebeen drawn and redrawn, people have been displaced, deported,killed and resettled, and state-funded infrastructure projects(roads, public transportation facilities, etc., etc.) have affected the

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value and relative price of almost all locations and altered thetravel distance and cost between them. As already explained ina slightly different context, however, from this undisputable factit does not follow that any present place occupant has a claimto migrate to any place else (except, of course, when he owns thatplace or has permission from its current owner). The world doesnot belong to everyone.

The second possible way out is to claim that all so-calledpublic property —the property controlled by local, regional orcentral government— is akin to open frontier, with free andunrestricted access. Yet this is certainly erroneous. From the factthat government property is illegitimate because it is based onprior expropriations, it does not follow that it is un-owned andfree-for-all. It has been funded through local, regional, nationalor federal tax payments, and it is the payers of these taxes, then,and no one else, who are the legitimate owners of all publicproperty. They cannot exercise their right —that right has beenarrogated by the State— but they are the legitimate owners.

In a world where all places are privately owned, the immi-gration problem vanishes. There exists no right to immigration.There only exists the right to trade, buy or rent various places. Yetwhat about immigration in the real world with public propertyadministered by local, regional or central State-governments?

First off: What would immigration policies be like if the Statewould, as it is supposed to do, act as a trustee of the taxpayer-owners’ public property? What about immigration if the Stateacted like the manager of the community property jointly ownedand funded by the members of a housing association or gatedcommunity?

At least in principle the answer is clear. A trustee’s guidelineregarding immigration would be the «full cost» principle. Thatis, the immigrant or his inviting resident should pay the fullcost of the immigrant’s use made of all public goods or facilitiesduring his presence. The cost of the community property fundedby resident taxpayers should not rise or its quality fall on accountof the presence of immigrants. On the contrary, if possible thepresence of an immigrant should yield the resident-owners aprofit, either in the form of lower taxes or community-fees or a

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higher quality of community property (and hence all-aroundhigher property values).

What the application of the full cost principle involves indetail depends on the historical circumstances, i.e., in particularon the immigration pressure. If the pressure is low, the initial entryon public roads may be entirely unrestricted to «foreigners» andall costs insofar associated with immigrants are fully absorbedby domestic residents in the expectation of domestic profits. Allfurther-going discrimination would be left to the individualresident-owners. (This, incidentally, is pretty much the state ofaffairs, as it existed in the Western world until WW I.) But eventhen, the same generosity would most likely not be extended tothe use made by immigrants of public hospitals, schools,universities, housing, pools, parks, etc.. Entry to such facilitieswould not be «free» for immigrants. To the contrary, immigrantswould be charged a higher price for their use than the domesticresident-owners who have funded these facilities, so as to lowerthe domestic tax-burden. And if a temporary visitor-immigrantwanted to become a permanent resident, he might be expectedto pay an admission price, to be remitted to the current ownersas compensation for the extra-use made of their communityproperty.

On the other hand, if the immigration pressure is high —ascurrently in the entire Western, white, heterosexual male do -minated world— more restrictive measures may have to beemployed for the same purpose of protecting domestic residentowners’ private and common property. There may be identitycontrols not only at ports of entry, but also at the local level, inorder to keep out known criminals and otherwise undesirableriffraff. And apart from the specific restrictions imposed on visi-tors by individual resident-owners regarding the use of theirvarious private properties, there may also exist more generallocal entry restrictions. Some especially attractive communitiesmay charge an entrance fee for every visitor (except for resi-dent-invited guests) to be remitted to resident-owners, or requirea certain code of conduct regarding all community property.And the requirements of permanent ownership-residency forsome communities may be highly restrictive and involve inten-

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sive screening and a heavy admission price, as is still the casetoday in some Swiss communities.

But of course, then: this is not what the State does. The immi-gration policies of the States that are confronted with the highestimmigration pressure, of the US and Western Europe, have littleresemblance with the actions of a trustee. They do not follow thefull cost principle. They do not tell the immigrant essentially to«pay up or leave.» To the contrary, they tell him «once in, you canstay and use not just all roads but all sorts of public facilities andservices for free or at discounted prices even if you do not pay up.»That is, they subsidize immigrants —or rather: they force domes-tic taxpayers to subsidize them. In particular, they also subsidizedomestic employers who import cheaper foreign workers. Becausesuch employers can externalize part of the total costs associatedwith their employment— the free use to be made by his foreignemployees of all resident public property and facilities —ontoother domestic taxpayers. And they still further subsidize immi-gration (internal migration) at the expense of resident-taxpayersin prohibiting —by means of non-discrimination laws— not onlyall internal, local entry restrictions, but also and increasingly allrestrictions concerning the entry and use of all domestic privateproperty.

And as for the initial entry of immigrants, whether as visitoror resident, States do not discriminate on the basis of individualcharacteristics (as a trustee would, and as every private propertyowner would, regarding his own property), but on the basis ofgroups or classes of people, i.e., based on nationality, ethnicity,etc.. They do not apply a uniform admission standard: of checkingthe identity of the immigrant, of conducting some sort of creditcheck on him, and possibly charging him an entrance fee. Instead,they allow some classes of foreigners in for free, without anyvisa requirement, as if they were returning residents. Thus, forinstance, all Rumanians or Bulgarians, irrespective of theirindividual characteristics, are free to migrate to Germany or theNetherlands and stay there to make use of all public goods andfacilities, even if they do not pay up and live at German or Dutchtaxpayers’ expense. Similarly for Puerto Ricans vis-à-vis the USand US taxpayers, and also for Mexicans, who are effectively

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allowed to enter the US illegally, as uninvited and unidentifiedtrespassers. On the other hand, other classes of foreigners aresubject to painstaking visa restrictions. Thus, for instance, allTurks, again irrespective of their individual characteristics, mustundergo an intimidating visa-procedure and may be entirelyprevented from traveling to Germany or the Netherlands, evenif they have been invited and command over sufficient funds topay for all costs associated with their presence.

Resident owner-taxpayers are thus harmed twice: once byindiscriminatingly including some classes of immigrants evenif they can’t pay up and on the other hand by indiscriminatinglyexcluding other classes of immigrants even if they can.

Left-libertarians do not criticize this immigration policy ascontrary to that of a trustee of public property ultimately ownedby private domestic taxpayer-owners, however, i.e., for notapplying the full-cost principle and hence wrongly discriminating,but for discriminating at all. Free, non-discriminatory immigrationfor them means that visa-free entry and permanent residency bemade available to everyone, i.e., to each potential immigrant onequal terms, regardless of individual characteristics or the abilityto pay for the full cost of one’s stay. Everyone is invited to stayin Germany, the Netherlands, Switzerland or the US, for instance,and make free use of all domestic public facilities and services.

To their credit, left-libertarians recognize some of the conse-quences this policy would have in the present world. Absent anyother, internal or local entry restrictions concerning the use ofdomestic public properties and services and increasingly absentalso all entry restrictions regarding the use of domestic privateproperty (owing to countless anti-discrimination laws), thepredictable result would be a massive inflow of immigrants fromthe third and second world into the US and Western Europe andthe quick collapse of the current domestic «public welfare» system.Taxes would have to be sharply increased (further shrinking theproductive economy) and public property and services woulddramatically deteriorate. A financial crisis of unparalleled magni-tude would result.

Yet why would this be a desirable goal for anyone callinghimself a libertarian? True enough, the tax-funded public welfare

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system should be eliminated, root and branch. But the inevitablecrisis that a «free» immigration policy would bring about doesnot produce this result. To the contrary: Crises, as everyonevaguely familiar with history would know, are typically used andoften purposefully fabricated by States in order to further increasetheir own power. And surely the crisis produced by a «free»immigration policy would be an extraordinary one.

What left-libertarians typically ignore in their nonchalant oreven sympathetic appraisal of the predictable crisis is the factthat the immigrants who caused the collapse are still physicallypresent when it occurs. For left-libertarians, owing to theiregalitarian preconceptions, this fact does not imply a problem.For them, all people are more or less equal and hence, an increasein the number of immigrants has no more of an impact than anincrease of the domestic population via a higher birthrate. Forevery social realist, however, indeed for everyone with anycommon sense, this premise is patently false and potentiallydangerous. A million more Nigerians or Arabs living in Germanyor a million more Mexicans or Hutus or Tutsis residing in the USis quite a different thing than a million more home-grown Ger -mans or Americans. With millions of third- and second-worldimmigrants present when the crisis hits and the paychecks stopcoming in, it is highly unlikely that a peaceful outcome will resultand a natural, private-property-based social order emerge. Rather,it is far more likely and indeed almost certain that civil war,looting, vandalism, and tribal or ethnic gang warfare will breakout instead —and the call for a strong-man-State will becomeincreasingly unmistakable.

Why, then, one might ask, does the State not adopt the left-libertarian «free» immigration policy and grasp the opportunityoffered by the predictable crisis to further strengthen its ownpower? Through its internal non-discrimination policies and alsoits current immigration policies, the State has already done muchto fragment the domestic population and so increase its ownpower. A «free immigration» policy would add another, enormousdose of non-discriminatory «multiculturalism.» It would furtherstrengthen the tendency toward social de-homogenization, divisionand fragmentation, and it would further weaken the traditional,

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white, heterosexual male dominated «bourgeois» social order andculture associated with the «West.»

The answer as to «why not?» appears simple, however. Incontrast to left-libertarians, the ruling elites are still realisticenough to recognize that besides great opportunities for Stategrowth, the predictable crisis would also entail some incalculablerisk and could lead to social upheavals of such proportions thatthey themselves may be swept out of power and be replaced byother, «foreign» elites. Accordingly, the ruling elites proceedonly gradually, step by step, on their path toward a «non-discriminatory multiculturalism.» And yet they are happy aboutthe left-libertarian «free immigration» propaganda, because ithelps the State not just to stay on its present divide et imperacourse but to proceed on it at an accelerated pace.

Contrary to their own anti-statist pronouncements and preten-sions, then, the peculiar left-libertarian victimology and itsdemand for undiscriminating niceness and inclusiveness vis-a-vis the long, familiar list of historical «victims,» including inparticular also all foreigners qua potential immigrants, actual-ly turns out to be a recipe for the further growth of State power.The cultural Marxists know this, and that is the reason why theyadopted the very same victimology. The left-libertarians doapparently not know this and are thus the cultural Marxists’useful idiots on their march toward totalitarian social control.

Let me come to a conclusion and return to libertarianism,and the topic of Left and Right —and thereby finally also to theanswer to my earlier rhetorical questions concerning the peculiarleftist victimology and its significance.

You cannot be a consistent left-libertarian, because the left-libertarian doctrine, even if unintended, promotes Statist, i.e., un-libertarian, ends. From this, many libertarians have drawn theconclusion that libertarianism is neither Left nor Right. That it isjust «thin» libertarianism. I do not accept this conclusion. Nor,apparently, did Murray Rothbard, when he ended the initiallypresented quote saying: «but psychologically, sociologically, and inpractice, it simply doesn’t work that way.» Indeed, I consider myselfa right-libertarian —or, if that may sound more appealing, a realisticor commonsensical libertarian— and a consistent one at that.

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True enough, the libertarian doctrine is a purely aprioristicand deductive theory and as such does not say or imply anythingabout the rival claims of the Right and the Left regarding theexistence, the extent and the causes of human inequalities. Thatis an empirical question. But on this question the Left happens tobe largely unrealistic, wrong and devoid of any common sense,whereas the Right is realistic and essentially correct and sensible.There can be consequently nothing wrong with applying a correctaprioristic theory of how peaceful human cooperation is possibleto a realistic, i.e., fundamentally rightist, description of the world.For only based on correct empirical assumptions about man isit possible to arrive at a correct assessment as regards the practicalimplementation and the sustainability of a libertarian socialorder.

Realistically, then, a right-libertarian does not only recognizethat physical and mental abilities are unequally distributed amongthe various individuals within each society and that accordinglyeach society will be characterized by countless inequalities, bysocial stratification and a multitude of rank orders of achievementand authority. He also recognizes that such abilities are unequallydistributed among the many different societies coexisting on theglobe and that consequently also the world-as-a-whole will becharacterized by regional and local inequalities, disparities,stratification and rank orders. As for individuals, so are also notall societies equal and on a par with each other. He notices furtherthat among these unequally distributed abilities, both within anygiven society and between different societies, is also the mentalability of recognizing the requirements and the benefits of peacefulcooperation. And he notices that the conduct of the various regionalor local States and their respective power elites that have emergedfrom different societies can serve as a good indicator for thevarious degrees of deviation from the recognition of libertarianprinciples in such societies.

More specifically, he realistically notices that libertarianism, asan intellectual system, was first developed and furthest elabo-rated in the Western world, by white males, in white male domi-nated societies. That it is in white, heterosexual male dominatedsocieties, where adherence to libertarian principles is the greatest

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and the deviations from them the least severe (as indicated bycomparatively less evil and extortionist State policies). That it iswhite heterosexual men, who have demonstrated the greatestingenuity, industry, and economic prowess. And that it is societiesdominated by white heterosexual males, and in particular by themost successful among them, which have produced and accu-mulated the greatest amount of capital goods and achieved thehighest average living standards.

In light of this, as a right-libertarian, I would of course first sayto my children and students: always respect and do not invadeothers’ private property rights and recognize the State as an enemyand indeed the very anti-thesis of private property. But I wouldnot leave it at that. I would not say (or silently imply) that onceyou have satisfied this requirement «anything goes.» Which ispretty much what «thin» libertarians appear to be saying! I wouldnot be a cultural relativist as most «thin» libertarians at leastimplicitly are. Instead, I would add (at a minimum): be and dowhatever makes you happy, but always keep in mind that as longas you are an integral part of the worldwide division of labor, yourexistence and well-being depends decisively on the continuedexistence of others, and especially on the continued existence ofwhite heterosexual male dominated societies, their patriarchicfamily structures, and their bourgeois or aristocratic lifestyle andconduct. Hence, even if you do not want to have any part in that,recognize that you are nonetheless a beneficiary of this standard«Western» model of social organization and hence, for your ownsake, do nothing to undermine it but instead be supportive of itas something to be respected and protected.

And to the long list of «victims» I would say: do your ownthing, live your own life, as long as you do it peacefully andwithout invading other people’s private property rights. If andinsofar as you are integrated into the international division oflabor, you do not owe restitution to anyone nor does anyoneowe you any restitution. Your coexistence with your supposed«victimizers» is mutually beneficial. But keep in mind that whilethe «victimizers» could live and do without you, albeit at a lowerstandard of living, the reverse is not true. The disappearance ofthe «victimizers» would imperil your very own existence. Hence,

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even if you don’t want to model yourself on the example providedby white male culture, be aware that it is only on account of thecontinued existence of this model that all alternative cultures canbe sustained at their present living standards and that with thedisappearance of this «Western» model as a globally effectiveLeitkultur the existence of many if not all of your fellow «victims»would be endangered.

That doesn’t mean that you should be uncritical of the «Wes -tern,» white male dominated world. After all, even these soci-eties most closely following this model also have their variousStates that are responsible for reprehensible acts of aggressionnot only against their own domestic property owners but alsoagainst foreigners. But neither where you live nor anywhere elseshould the State be confused with «the people.» It is not the «West-ern» State, but the «traditional» (normal, standard, etc.) lifestyleand conduct of the western «people,» already under increasing-ly heavy attack by their very «own» State-rulers on their drivetoward totalitarian social control, that deserves your respect andof which you are a beneficiary.

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¿LA ÉTICA AL RESCATEDE LA ECONOMÍA?

JESÚS M. ZARATIEGUI*

Fecha de recepción: 27 de enero de 2012.Fecha de aceptación: 29 de enero de 2015.

IINTRODUCCIÓN

La ética empresarial está de moda. Códigos éticos, compromisocon nobles causas como el ecologismo o el alivio de la pobrezaen el mundo, publicidad enfocada a mostrar los aspectos éticosde la actividad de la empresa. Nuevos negocios con conciencia cí -vica, como Ruck.us, que ayuda a la gente a crear, y a incorporar -se, a movimientos políticos, eludiendo el sistema convencionalde partidos políticos, dando por hecho que la única razón por laque en el pasado necesitábamos la democracia representativa eraporque los costes de comunicación eran demasiado altos. La con -vicción de las ventajas de ser ético se extiende y las empresas handescu bierto que mejora la imagen cor pora tiva y aumenta los be -neficios. Los medios de comunicación recuerdan a dia rio las con -secuencias de malas conductas empresariales, aunque no está cla -ro si tal notoriedad sirve para refrenarlas. Un panorama similarse observa dentro de la profesión donde eco nomistas como Sen(1977) y Buchanan (1994) apostaron hace tiempo por la inversiónsocial en valores éti cos, ya sean estos trabajo, ahorro o lealtad.Para ellos, esta conducta altruista puede ser manejada como un

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 231 a 251

* Profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Navarra. Unaversión de este artículo fue presentada en el congreso de la European Business EthicsNetwork, celebrado en Pamplona entre 6 y 8 de junio de 2013. Agradezco las sugerenciasque el revisor y dos participantes en el coloquio hicieron, para mejorar la calidad deltexto.

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efecto externo positivo (de consumo), donde cada individuo estáhaciendo su voluntaria contribución. Ambos autores se apoyanen la tradición utilitarista: la sociedad en su conjunto es taría me -jor si esos valores es tuvieran más ampliamente implantados. Laclave de su aceptación por parte de una mayoría de personas estáen que no remite a ningún orden de valores que exceda el simplebienestar social. La inversión en valores éticos se encuentra, sinembargo, con el problema de que la Economía no tiene otro modode acercarse al mundo que no sea en clave de utili dad.

Esta vuelta sobre la validez de los valores ético-morales tienepoco que ver con la actitud de denuncia de autores del siglo XIXcomo Carlyle o Ruskin, que atribuyen al capitalismo la destruc-ción de una parte de los lazos sociales y, con ellos, los valores mo -rales que eran la espina dorsal de la sociedad de su época. Porel contrario, conecta con la ética webe riana del trabajo. Estamosasistiendo al último acto del proceso que la ciencia econó micacomenzó en el siglo XVII buscando un ámbito autónomo propio.El proceso histórico muestra un progresivo y lento, pero inexo-rable, camino de autonomización de la Economía (de las ideassobre la Economía) respecto a la Ética. Tal proceso marca la derro -ta histórica de la Ética, o bien el triunfo de la lógica puramenteeconómica sobre las razones y las exigencias de la Ética, esto es,en último término, el triunfo de los intereses sobre las virtudes.Primero vino su separación de la moral y la política. Más tarde,se fue perfilando como ciencia de la mano de Adam Smith y Da -vid Ricardo. Así inició una existencia separada y, en estadios su -cesivos, fue ha ciendo objeto de su análi sis otros ámbitos cientí-ficos. Este proceso ha sido descrito con el impreciso término de«imperialismo económico» (Udéhn, 1992).

Hoy en día, la Economía es el subsistema social con mayor ca -pacidad de in tegrar a otras ciencias sociales. En este artículo ana -lizamos la inversión de papeles en la relación entre Ética y Eco -nomía. Para ilustrar ese cambio puede servir como referenciacomparar el punto de partida en los al bores de la Edad Moder-na (lo económico como una pieza secundaria de la ciencia moral)y de llegada en nuestros días (los economis tas analizando las im -plicaciones económicas de una conducta ética). Alfred Marshallsupo captar la esencia de ese proceso al afirmar que la sirvienta

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(Economía) se había convertido en señora de la casa (antes la Ética).Lo ético (ahora con minúscula) volvería a encontrarse en su ca -mino con lo económico, aunque en circunstancias muy distintas.

Por lo tanto, se nos presentan dos cuestiones entrelazadas queconviene analizar por separado: a) cómo se ha producido en lahistoria esa progresiva emancipación de lo económico hasta con -vertirse en un ámbito propio (1); y la progresiva invasión de cam -pos de análisis fuera de lo estrictamente económico —ese «impe-rialismo» (2); y b) como consecuencia, estamos quizá asistiendoa un cambio de roles en la relación entre Economía y Ética; hechoque ha provocado la perplejidad de los economistas a la hora deanalizar los comportamientos éticos (3); terminamos con algunasconclusiones (4).

IICÓMO LA CIENCIA ECONÓMICAENCONTRÓ UN ÁMBITO PROPIO

La economía estuvo en sus orígenes estrechamente vinculada ala ética. El lenguaje económico estaba entonces cargado de ele -mentos normativos por la sencilla razón de que lo que se buscabaera la «norma» ética en las corrientes actividades mercantiles (eco -nómicas). Sin em bargo, con el tiempo la economía se fue depuran -do de juicios de valor y se hizo más positiva. La transformaciónrespecto al orden tradicional de tiempos medievales fue comple-ta. En ese mundo, donde no habían aparecido toda vía las tensio-nes anejas a la complejidad moderna, lo eco nómico estaba insertodentro de lo político y de lo moral: predominaba lo político (lainstitución y la comuni dad) sobre el deseo indi vidual de enrique -cimiento (bienestar). Y, por supuesto, ninguna conducta estaría jus -tificada por simples razones económicas (crematísticas).

Obviamente moral y ética son términos diferentes. Ética es laciencia cuyo objeto de estudio es la moral, pese a que ambas tie -nen el mismo significado etimológico. La ética estudia la justifi -cación racional de la moral, la moral no es racional, la moral esel conjunto de normas trasmitidas y adquiridas, en primera ins -tancia por nuestro núcleo familiar. Es solo cuando una persona

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adquiere una conciencia crítica con respecto a sus creencias mo -rales cuando puede hablarse de una conciencia moral autónoma;es decir, ya no cree en algo porque sus padres o maestros le dije-ron que era así, su racionalidad le dicta en qué creer o cómo ac -tuar. Por otro lado la ética es el estudio de esa moral racional, esuna disciplina filosófica: la ética no es sinónimo de moral. Depen-diendo de las sociedades la conciencia moral es distinta, la reglapara estudiar esa conciencia moral seguirá llamándose ética.

Esta tensión entre lo ético y lo económico se plantea por pri -mera vez en la filosofía griega. En La República de Platón apare-ce la primera formulación conceptual sobre la economía. El mo -delo propuesto por Platón se funda en motivaciones éticas, encuanto su propuesta político-económica busca forjar un nuevohombre en el cual la virtud guiará sus acciones y lo alejará de laviolencia. Por ello postula la propiedad común, y en Las Leyesaplica una rigurosa concepción ética de la que deriva los princi -pios que la traducen en la organización del Estado y de la econo-mía. Platón es consciente que hay una absoluta distancia entrela economía real y su formulación ética de la economía, pero esclara su intención de que esta llegue a aplicarse. También Aristó -teles examina la economía desde la ética, distinguiendo la econo-mía doméstica (el gobierno de la casa) y la crematística (los nego-cios), ensalzando la primera y criticando la segunda, por razonesmorales (Jaeger, 1971). Aristóteles enseña que la organización dela economía y del Estado debe orientarse por la búsqueda delbien común, y con este criterio el conocimiento económico consis-te en distinguir lo bueno de lo malo.

Los primeros indicios de emancipación de la economía respec-to a la ley moral aparecen en el periodo renacentista, en un con -texto de creciente secularización. La puesta en escena del idealcartesiano implicó crear una ciencia obje tiva que evitase las inter-ferencias de lo divino. Se produjo así una separación entre el planomoral (privado) y el de las actividades mundanas, públicas (lapolítica y la economía). El proceso implicaba sustituir gradual-mente la moral por una «providencia mundana», la creencia enel papel benéfico del mer cado. Se argumentaba para ello que lascategorías morales eran aplicables a so ciedades pe que ñas, perono a las nuevas poderosas naciones-Estado.

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Es al compás del naci miento de los estados nacionales a partirdel siglo XVI cuando se acelera una tendencia que podríamos ca -lificar de «politización de la riqueza». Las crecientes ne cesidadesde los nuevos estados (ejército, burocracia, gastos suntuarios) for -za ron la búsqueda de fuentes estables de riqueza. No era otra latarea de los arbitris tas aconsejando al rey cómo reducir gastos yaumentar los ingresos por cualquier medio a su alcance. La rique-za como instrumento de poder adquiere carta de naturaleza y pasaa ser controlada básicamente por el Estado. Eso no ocurría en elrégimen medieval, cuando estaba dentro de lo político y no se veíacomo un fin. El proceso de uni ficación territorial y jurídica (fuerala costumbre, los fueros) se pone al servicio de la creación de ri -queza. La politización de la riqueza conduce a la privatización dela propiedad (cercamientos de tierras en Inglaterra).

Las formulaciones de mercantilistas como Colbert, Petty o Law,constituyen el comienzo del proceso de emancipación de la cien-cia económica respecto a la ética; pero es una separación precaria,pues todavía se busca apoyo moral para las formulaciones econó-micas, sobre todo encontrará una base ética en la doctrina de Cal -vino y en los reformistas protestantes, que daban una valoraciónpositiva de la actividad económica y del enriquecimiento perso-nal y de las naciones. Hay una relación mutua de interdependen -cia pero la riqueza (lo econó mico) seguía subordinada al poderpolítico. El mercantilismo no tiene sentido para quien quiera dis -tinguir la historia económica de la política. Predomina lo polí ti -co, y la relación con la economía es jerárquica: un medio para laprosperidad y fuerza del Estado. El or den económico de pende delcuerpo político, y de una orientación glo bal que afecta a to dos losaspectos de la vida. En la doc trina mercantilista, ri queza (econo-mía) y poder (política) aparecen mez clados: conside ran los he -chos eco nómicos desde el punto de vista de la política. Así apare-ce la expresión «economía política» (Montchretien) para de signarel estu dio de los medios «económicos» para lograr el fin «polí-tico». La obtención de riqueza está al servicio del poder. El ám -bito econó mico comienza a dar sus primeros pasos bajo la tute-la vigilante de su hermana mayor, la política.

La definitiva separación se produce con la doctrina fisiocrá-tica y, más marcadamente, con el liberalismo que de la mano de

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Vicente de Goumay formula la célebre sentencia del laissez faire,laissez passer. El proceso teórico culmina en Adam Smith, consi-derado el fundador de la ciencia económica moderna. Smith eraun filósofo y su primera obra Teoría de los sentimientos morales teníaun marcado carácter ético en cuanto se centraba en el estudio dela conducta humana. Pero ya en La riqueza de las naciones estable -ce que los objetivos de la economía son: permitir que las perso-nas se consigan ingresos; y proporcionar al Estado los ingre -sos que le permitan la prestación de los servicios públicos. AdamSmith es un eslabón más de una trabada ca dena de ideas. Pero enel plano de los principios, la ruptura es completa aun que la tran-sición se realice por etapas sucesi vas. En el esquema adamita,la economía es un subsistema parcial en curso de reali zación. Laclave se encuentra en que se va liberando de carga normativa,y se mueve en una dirección positivista. La originalidad de Smithradica no tanto en lo novedoso de sus ideas —ampliamente di -fundidas en la época— como en el modo en que las ensambla paracrear algo nuevo. Es el economista escocés quien da el paso deromper la uni dad entre lo político y lo económico. Lo económi-co adquiere un sentido nuevo y un estatuto autónomo. Desde elámbito de lo moral llegamos primero al ámbito político y, des -pués, al económico. Para analizar lo económico, no le queda másremedio que arran carlo del campo de lo social. Este paso puederastrearse en su Teoría de los sentimientos morales, más que en Lariqueza de las naciones. La ética desaparece así de los objetivos dela economía, y también del análisis económico. En efecto, Smithplantea que la economía se caracteriza por hechos constantes yuniformes que se repiten y constituyen leyes.

Con Ricardo la disciplina adquiere madurez y claridad en suformula ción a partir de las intuiciones adamitas. A pesar de ha -cer un uso modesto de las mate máticas, esa pequeña dosis de for -malismo le aporta legitimi dad científica al tiempo que eleganciay simplicidad. La reformulación ricardiana hizo ganar res petabi -lidad a la disciplina en un momento clave, cuando están nacien-do las mo dernas ciencias sociales. Otros economistas clási cos (Mal -thus, Mill) contribuyeron a perfilar el «núcleo duro» (optimizaciónindividual, equilibrio, racionalidad de los agentes) de la re ciénestrenada ciencia. Las gafas para ver la realidad de un modo nuevo.

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Pero también contribuyeron a que la adquisición de carta de na -turaleza científica haya obsesionado a la economía hasta tiemposrecientes.

El siglo XIX asiste a la separación académica entre las cienciassociales de marco o espectro amplio (como la Sociología), y lasmás especializadas (como la Economía). Aquella acabó retirán-dose del campo de operaciones de la nueva disci plina, olvidan-do su pretendida misión de coordinar todas las ciencias socia-les, in cluyendo la Economía, que comienza a mostrar sus primerasincli naciones colonizadoras. Quizá habría que preguntarse siestamos ante un caso de falta de modestia ante los límites de sucompetencia o se trata de una tenden cia natural en las cien ciassociales. En el siguiente apartado intentamos probar que se tratade un desarrollo inevitable.

IIILA VOCACIÓN COLONIZADORA DE LA ECONOMÍA

Todas las ciencias sociales están sometidas a la ley de rendimien -tos margina les decrecientes, y la Economía no es una excepcióna esta regla. Los temas especí ficos de análisis y la profundidadque se puede alcanzar tienden a reducirse con el paso del tiem-po. Este es un primer argumento explicativo de por qué las cien-cias buscan nuevas áreas donde aplicar su método propio. Hastaque Ricardo dio consistencia formal al legado de Smith, los eco -nomistas fueron explorando nuevos territorios usando un para-digma basado en axiomas como el egoísmo de los agentes y la ra -ciona lidad en las decisiones. La maduración del paradigma fueacompañada de una reducción de los campos no cubiertos por laciencia. Desde entonces, se viene tra bajando sobre casi los mis -mos temas que Smith anuncia en La riqueza de las na ciones. Por fuer -za, los resultados tenían que ser cada vez más pobres a menos quese ampliara el área de exploración. Estos nuevos exploradores di -rigieron su atención en direcciones diversas. La tenden cia es claraen autores como Cournot respecto a las matemáti cas, en el inten-to de J.S. Mill de elaborar una sociología económica, y en E. Chad -wick, economista pio nero en el aná lisis económico del dere cho

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(otra ciencia social) y de los bienes pú blicos (ferrocarriles, sumi-nistro de agua).

Pero fue el desarrollo de la economía en la Inglaterra victoria -na —ya como área de trabajo e investigación independiente—lo que motivó un dilema sobre el alcance de su método (PérezAdán, 1997: 21-2). Como pionera de las nue vas ciencias socialesnacidas a partir del siglo XVIII, la economía partía de una po si -ción de ventaja en cuanto a desarrollo y delimitación de su per -fil y modos de trabajo. El debate fue especialmente intenso conlos sociólogos (J.S. Mill). Las discusiones se producían en el en -torno ideológico dominado por la pujanza intelectual de AdamSmith. Esa es la razón por la cual, paulatinamente, Alfred Mar -shall y su discípulo John M. Keynes asentaron la autonomía dela ciencia económica. El proceso de independización de la eco -nomía res pecto de la ética llega a su máxima expresión con Key -nes que, por primera vez reconoce y formula algo que estabaimplícito en auto res anteriores: que la economía funciona de ma -nera adecuada cuando se organiza olvidando los principios éti -cos tradicionales. Keynes propone para ilustrar sus conceptos lafábula «El panal rumoroso o la rendición de los bribones». Deeste modo la racionalidad ética pareció haber perdido la parti-da histórica en que se había enfrentado con la racionalidad cien-tífica.

Esta separación o delimitación inicial de campos y de áreasde conocimiento e investigación, supuso un cambio notable enel rumbo de la ciencia económica. Se produjo un viraje gradualdesde posiciones interdisciplinares (Adam Smith analizando lasfuentes de la riqueza de las na ciones) a otras más especializadasy excluyentes desde el punto de vista de la rela ción con el resto delas ciencias sociales (la formación de los precios, por ejemplo).Era consecuencia lógica de haber refinado sus instrumentos deanálisis, y de precisar sus objetivos.

Se podría argüir con razón que la interrelación y solapamientode disci plinas científicas —un suave «imperialismo»— es unfenómeno común a todas las ciencias. Por poner solo un ejem-plo que afecta a nuestra disciplina, está la Política eco nómica quebusca enmarcar las cuestiones estrictamente económicas dentrode un contexto social y político más amplio. Es indis cutible que

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las actividades eco nómicas aparecen imbricadas en un marco deinstituciones sociales y políticas.

Lo mismo se puede afirmar de ciencias sociales como Dere-cho o Sociología. Todas aplican su método propio en el análisisde otras parcelas del amplio campo de las ciencias sociales. Perola Economía tiene otra ventaja que se añade a su carácter pione-ro, de ir por delante —aunque solo sea en cuanto a naci miento—respecto a otras ciencias sociales: la sencillez de los modelos queutiliza. Los economistas teóricos son por naturaleza creadores demodelos explicativos de la realidad. Pero la clave para una exi -tosa construcción de sistemas o modelos es su simplicidad, unaexigencia de orden instrumental: las cosas sencillas resultan másfáciles de entender que las complicadas. Y en este punto la Econo-mía lleva varios cuerpos de ventaja a otras ciencias sociales.

No se trata únicamente de la consistencia lógica que ha su -ministrado un extendido uso de la matemática. Hay algo másimportante: la ciencia económica ha sabido mantener un «núcleoduro» de axiomas que son la base de cualquier análisis. En con -creto, me refiero a las hipó tesis de optimización (cómo se formu-lan los planes individuales), equilibrio (cómo armonizar planesen conflicto) y racionalidad de las decisiones (lo que implica es -tabilidad en las preferencias). Después, en la solución de cadaproblema individual, se pueden añadir a ese núcleo central otrosaxiomas que son útiles en esas circunstancias particulares.

Aquí radica una de las diferencias esenciales con otras cien-cias porque es la estandarización de esos axiomas básicos la quegarantiza la coherencia interna de los distintos modelos económi -cos para alcanzar un grado razo nable de ge neralidad. La combi-nación de axiomas básicos y circunstanciales que entran en juegoen cualquier predicción significa que la falsación de una predic -ción concreta no toca directamente el núcleo; simplemente invi-ta a un refina miento del modelo. Esta distinción es compartidapor otras ciencias que también pretenden inmunizar los princi-pios generales contra críticas específi cas. Las hipó tesis básicasno son nunca objeto directo de falsación. Ceder a la tentación deañadir nuevas hipótesis a ese núcleo duro ha llevado a ciertasciencias sociales por un camino de confusión metodológica ypér dida de capacidad explicativa. Además, reconocer esa ventaja

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comparativa de la ciencia económica, ofrece una explicación depor qué las críticas recibidas parecen no ha cer mella en sus axio-mas básicos. El camino para el «imperialismo de la econo mía»quedaba expedito.

La matemática es un poderoso símbolo de la consistencia ló -gica interna alcanzada en este siglo por la ciencia económica. Perotambién la fuente de una parte de las críticas que ha recibido ladisciplina en las últimas décadas ya que ha sido acusada de ha -cer un uso acrítico del método matemático, y de convertirlo enun arma de imperialismo económico. Es cierto que para apun-talar su categoría de «ciencia» la Economía ha aceptado la ayudadel método matemático. Para algunos se ha ido demasiado lejosen esa dirección pero la forma de criticar esto tendría que basar-se en principios como: hacer buena economía sin matemáticasinnecesarias; o bien, mostrar la vacuidad de los enfoques matemá -ti cos en determinados casos. El problema se revela como inexis-tente cuando se re duce a su verdadera dimensión: hacer buen omal uso de la formalización matemática.

La ciencia eco nómica ha acabado en un callejón sin sa lida —si -gue la crítica— donde la Economía Política habría sido suplanta -da por la Econometría, las facul tades de Economía convertidasen anexos de las de Ciencias Exactas, y el re clutamiento del per -sonal en las grandes empresas financieras y bur sátiles se llevaa cabo entre fí sicos, ingenie ros y matemáticos. Una enmienda asía la totalidad no vale mucho; lo que debemos preguntarnos essi el uso de esa técnica añade algo en términos de cono cimientonuevo a lo que ya sabíamos.

Una línea más constructiva de abordar la cuestión es analizarlas consecuencias derivadas de la pretensión predictiva de la eco -nomía. Desde el famoso artículo sobre metodología de Friedmanse considera una pérdida de tiempo toda especulación eco nómicasin horizonte de predictibilidad. Debe ser predictiva por natu-raleza propia. Esa orientación es su mamente sugerente, espe-cialmente para los economistas más jóvenes, por que les permi-te jugar a ser «aprendiz de brujo». El problema reside en que aleconomista se le piden resultados, que conteste a preguntas comoqué ocurrirá con los tipos de interés, o qué cesta de valores re -sultará más rentable. Eso puede conducir a reprimir la ló gica

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perplejidad ante estas y otras cuestiones, mediante la ostentaciónde resulta dos. Pero ¿qué pasa cuando esos resultados no llegan?Hablo de casos reales que se producen a diario en nuestros depar-tamentos. Un ejemplo. El joven in vestigador ha probado diver-sos modelos (hay muchos en el mercado) intentando predecir laevolución futura de la Bolsa, pero acaba defraudado/a con lasmanos vacías; eso sí, durante ese tiempo se ha convertido en unexperto en el uso de programas econométricos. Incluso es posi-ble que haya publicado varios artículos en revistas de reconoci-do prestigio. La pregunta pertinente es: ¿cuánta ciencia cierta haadquirido en ese proceso?, ¿se han ensanchado los horizontes desu curiosidad científica?, ¿comprende mejor el mundo? Me temoque muy poco.

Lo cierto es que, salvo para los empiristas (que la considerancomo camino para la verificación), la predicción es menos impor-tante que entender la realidad. Es más sensato el punto de vistade la comprensión de lo razonable: si se entienden bien las cosas,mucha gente captará su mensaje sobre lo que es razonable, loscomportamientos buenos se difundirán (con o sin análisis), demodo que los parámetros de reacción irán cambiando. Es posibleentender y explicar; no lo es tanto prede cir.

Más que predecir, el economista puede persuadir, orientar ala opinión pú blica, asesorar al político o al empresario. Esta tareaes consecuencia directa de la comprensión inicial respetuosa y deseñalar comportamientos ra zonables, de ejemplos a seguir. Lapredicción viene siempre detrás de la com pren sión de los hechoseconómicos, y exige rigor lógico en la deducción y respeto a losdatos en el tra bajo inductivo. La actividad consistente en marti-rizar los datos hasta que nos digan lo que queremos que nos di -gan, debería ser considerada como lo que es: no científica, un frau-de. Sin embargo, cada día disponemos de nuevas técnicas pararefinar ese martirio.

Entre otros, la idea de un «imperialismo de la economía» pa -rece desagradar a los seguidores de ciertas corrientes al margende la ortodoxia neoclásica, como la Socioeconomía. Esa actitud estámotivada en su origen por el programa neo clá sico de aplicar loscriterios de racionalidad económica a comporta mien tos no eco -nómicos, como la maternidad o la religión. Han ido demasiado

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le jos, dice Pérez Adán (1997: 53-4). En buena lógica, debería seral revés: los factores ex tramercantiles influyen en el comporta-miento económico. Los modelos neo clási cos, buscando exacti-tud, han ido a la simplificación y de ahí a la pérdida de refe renciascontextuales. La más obvia de estas simplificaciones es el ol vidode la capacidad que tienen los individuos de utilizar criterios mul -tirreferen ciales a la hora de adoptar decisiones. Su conclusiónes contundente: el intento neoclá sico de entender comportamien -tos no económicos de manera exclusiva mente ra cionalista no esaceptable.

En realidad, conviene aclarar que la idea de «imperialismo dela economía» no es más que una etiqueta descriptiva. Probable-mente es cierta la idea de que el constructo del homo oeconomicus(junto con el análisis marginal) ha permitido a la Economía in -vadir el ámbito propio de otras ciencias sociales. Pero esto en símismo no es ni bueno ni malo; simplemente, es así. No es un he -cho más preocupante que la redondez de la tierra. Lo relevantees que al ampliar nuestro campo de análisis, ganemos algo entérminos de conocimiento: es decir, que nos acerquemos un pocomás a la verdad. Esa es la lógica simple del análisis científico.

Si medimos el éxito de una ciencia por su capacidad para ex -plicar una gama amplia de fenómenos, podemos afirmar que laEconomía es la que más éxito ha tenido entre todas las cienciassociales. Y también que este éxito está estrechamente ligado a laidea del homo oeconomicus (HO, a partir de ahora). Naturalmen-te esta idea no es más que un artificio metodológico, es decir, unsupuesto útil. Por eso, tendría que ser motivo de alegría si lasexplicaciones económicas (basadas en la hipótesis del HO) fuesen«mejores» desde un punto de vista empí rico, que las alternati-vas. Una crítica de tal imperialismo tendría que proceder demos-trando que los nuevos enfoques economicistas no contienen nin -gún avance, son inconsistentes lógicamente, inconsistentes conlos hechos, o algo por el estilo. Si de verdad aspiran a tener algúnsentido, tendrían que ser críticas empíricas, caso por caso. No valeuna enmienda a la totalidad sin aportar una he rramienta alterna -tiva de análisis de la realidad.

Casson y Buckley (1993: 1041) mencionan dos casos que ilus-tran el modo de actuar que puede calificarse de «científico». Uno

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exitoso y otro no tanto. El exitoso es la teoría de la elección públi-ca. J. Buchanan —en un trabajo pionero con G. Tullock (1962)—examina la lógica del proceso democrático y su relación con laac ción de grandes grupos so ciales (Olson, 1965). El énfasis deleconomista en la ra cionalidad de las elecciones indi viduales ex -plica aspectos que sus colegas de la ciencia política no habían con -se guido resolver hasta entonces: desde los grupos políticos depre sión y las buro cra cias hasta la predicción de algunos com por -tamientos elec torales. Resultado de la aplicación de ese método,es que hoy en día sabemos mejor qué criterios aplica la gente ensus decisiones políticas.

Quizá menos prometedores han sido los resultados obtenidosen el campo de la «economía de la familia», de la que es precur-sor G. Becker (1976), que aborda actividades antes consideradascomo de no-mercado (la familia, el mundo de la delincuencia).Para él, la economía no era tanto un campo de estudio como unmétodo de análisis, uno más para combinar con otros e intentarentender el comportamiento humano y comprender el funciona -miento de la sociedad. Su paradigma se sustentó sobre la idea deque los seres humanos toman sus decisiones valorando los prosy las contras, barajan opciones y responden a incentivos, algunosde ellos de orden ético. Que hay interés propio, egoísmo, búsque-da de la riqueza, sí, pero no solo ni principalmente siquiera. Beckerinsistió en que todos respondemos a múltiples estímulos e influen-cias. Su análisis está bien construido, aunque no siempre sea fá -cil su verificación empírica. Parte del pro blema está, también, enque la conducta altruista juega un papel mucho más importanteen el nivel fami liar que en el de una nación.

IVLA PERPLEJIDAD DEL ECONOMISTA

ANTE LA «CONDUCTA MORAL»

Dentro de esta tendencia imperialista de la economía, en las últi-mas décadas se ha aplicado la perspectiva del homo oeconomicusal campo de la ética. El ya citado Premio Nobel de Economía en1992, Gary Becker, se adentró en el análisis de la decisión racional

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detrás de los delitos. Para él, el crimen se explica en buena partepor el precio. Delinquir es, muchas veces, barato. Por eso, los la -drones o asesinos, actores racionales que en el fondo quieren ma -ximizar su bienestar como cualquier otra persona, pero por me -dios ilegales, toman decisiones. Este y otros ejemplos nos podríanllevar a pensar que la Economía retorna a sus orígenes y que vuel-ve a encontrarse con la ciencia moral en cuyo seno nació. Comovimos, las sociedades precapitalistas tenían una concepción ho -lista con un elemento aglutinador que primero fue la moral y,más tarde, la política. La Economía surgió de modo progresivo,afianzándose en su método hasta lograr su autonomía como cien -cia. Hoy en día, tras un largo camino de tres siglos, pa rece que he -mos encon trado un nuevo compacto, con la diferencia de que aho -ra es la Economía la que ejerce el papel hegemónico sobre otrasciencias sociales. La ac tual prepon derancia de «lo económico»en la vida social no parece ajena a esa con sideración; proceso im -pulsado por el status de respetabilidad que ha adquirido la disci-plina y la im portancia que su estudio tiene en la sociedad actual.Hoy es la disciplina hegemó nica en la política y en las universi -dades.

En este proceso de reencuentro de lo ético y lo económico hatenido una parte importante el hecho de que la ética no se ha dadopor vencida y en la economía moderna ha mantenido su discur-so, buscando eficacia práctica por tres caminos diferentes. El pri -mero ha sido el de plantear formas económicas éticas como pro -puestas alternativas a las predominantes. Así el cooperativismo,las finanzas éticas, o el comercio justo, proyectos en los que seproponen modelos económicos (de producción, distribución yconsumo) derivados de principios éticos. El segundo camino hasido buscar la subordinación de la economía a la ética a travésde la acción del poder social y político. Las razones éticas propor-cionan argumentos a las luchas sociales contra la marginacióneconómica, y a las corrientes políticas que las convierten en polí-ticas de Estado y que acaban imponiendo las exigencias éticas ala actividad económica. El tercer modo en que se mantiene vigen-te el pensamiento ético sobre la economía es a través de propues-tas que propugnan un equilibrio entre la búsqueda de la eficien-cia económica y las exigencias de la ética. Se sacrifica en parte la

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racionalidad económica y se moderan las exigencias de la racio-nalidad ética, en busca de un punto intermedio de encuentro ode compromiso.

El problema de fondo de estas tres caminos es que en realidadla ciencia económica tiene razón cuando sostiene que la subor-dinación de la lógica económica a la ética, o más en concreto, lasinterferencias de esta en el mercado capitalista, implican sacrifi -car parte de la eficacia económica. La evidencia histórica al res -pecto es decisiva y contundente. De ahí se infiere que este aparen-te reencuentro con lo ético-moral se parece a la benévola actituddel hombre que ha triunfado en sus negocios, con el viejo amigode la infancia con menos fortuna. Se permite que la Ética, sepa-rada de los ámbitos político y eco nómico, vuelva a entrar en eledificio económico pero por la puerta de atrás, sin ha cer muchoruido y para desempeñar tareas humildes. Como los emigrantessin papeles, el contrato es temporal y dentro de un tiempo habráque revi sar si seguimos necesitando sus servicios.

Esta pacífica invasión del campo de la ética por la economíaha tenido lugar a dos niveles distintos. En primer lugar, la econo-mía se ha planteado el por qué de las conductas éticas: si supo-nemos que todos los hombres son egoístas —van a lo suyo— ¿quésentido tiene hablar de ética? Surge así la idea de que las nor -mas éti cas son, básicamente, acuerdos mutuamente beneficiososcuyo sentido último tiene que ver con la maximización del bie -nestar individual en situaciones carac teriza das por la interdepen -dencia (para maximizar mi bienestar tengo que tener en cuentael de los otros). Lo que se busca aquí no es descubrir reglas parala «vida buena» sino entender por qué los individuos de las másdiversas culturas se han dotado siempre de ciertas reglas éticas(en el sentido de reglas autoimpuestas), y cuáles son las cons tan -tes (interculturales) de los comportamientos éticos (si es que talescons tantes existen). Este enfoque, que podemos llamar «teoría po -sitiva de la éti ca» no aparece siempre de un modo explícito: a me -nudo no es más que un argu mento implícito, algo que subyace de -trás de un planteamiento explícitamente norma tivo.

En segundo lugar, la idea del homo oeconomicus ha sido utiliza -da con fines abiertamente normativos. Se ha pretendido construiruna ética para los se res humanos de carne y hueso inspirada en

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la idea del HO (si todos nosotros per tenecemos a la es pecie delHO, ¿qué reglas deberíamos seguir en tales o cuales si tuaciones?).Se impone entonces la tarea de construir un sistema de normasmo rales para los se res humanos a partir de los supuestos del HOy haciendo (más o menos) tabla rasa de la moral tradicional, lospreceptos religiosos, etc.

En cualquier caso, la mo ral tradicional solo se salvaría en lamedida en que sus preceptos tuviesen algún sentido dentro deese esquema utilitario y contrac tual. Un ejemplo de este en foquepodría ser la obra de Gauthier; y en parte tam bién el trabajo deBuchanan (aunque el suyo es una teoría de la ética —de ciertaclase de ética: la cultura puritana del ahorro y del trabajo— máspositiva que normativa). Gauthier (1986: 83) afirma que el buenfuncionamiento de un orden económico de mercado aparente-mente no necesita una conducta moral específica. Ni siquiera unamoral de mínimos.

La idea básica de Buchanan (1994) es que los participantes enuna economía estarán me jor cuando comparten un compromisoético de trabajo duro que si ese com promiso no existe. Trabajarmás y ahorrar como medio para me jorar el bie nestar indi vidualy colectivo. Él ve la dificultad de partir de un concepto de la Éticacomo un conjunto de va lores absolutos impresos en la naturale -za humana por que es difícil poner de acuerdo a la gente sobre elsentido, origen y trascendencia moral de esas convic ciones. Poreso, se pregunta por qué surgen de modo espon táneo tales con -ductas éticas en la relación entre las perso nas.

Algunos estudios recientes parecen concluir que los economis -tas se comportan de modo más egoísta que los no economistas:los estudiantes universitarios de primer año de Economía eranmucho más proclives que sus colegas de otras facultades a seguirel papel del gorrón en experimentos que se referían a la contri-bución privada para suministrar bines públicos (Maxwell, 1981:295-310). En mi opinión, aquí reside la esencia del problema quevenimos planteando. Es sabido que entre los economistas hay unatendencia creciente a tratar problemas éticos. Pero la nota carac-terística de esta Economía y el análisis ético es su diverso carácterinterdisciplinar, especialmente con relación a la Sociología (Et -zioni, 1988) y la Filosofía (Nussbaum, Sen, 1993).

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Lo que parece prevalecer entre los economistas ortodoxos esuna actitud de perplejidad hacia la conducta moral y ética. Estafalta de herramientas apropiadas para entender la conducta éticano explica la totalidad del problema. Algunos economistas sufrende una incapacidad natural para entender qué es la conducta ética,lo que quizá explica por qué los economistas han comenzado acentrar su atención de modo creciente sobre las relaciones entreÉtica y Economía. El aspecto más problemático para delimitarun acercamiento ético a la Economía tiene que ver con la determi -nación de los estándares éticos de partida y con la formación delas creencias: los actuales modelos económicos no sirven para ex -plicar bien este aspecto tan espinoso de las creencias.

Un apunte final. A pesar de la dificultad para asir ese aspectoinmaterial de la vida, hasta Silicon Valley ha entrado en esta rueda.Sus compañías de más éxito quieren aparentar ser los equivalen -tes digitales de Greenpeace y Human Rights Watch, no de Wal-Marto de Exxon Mobil. Mark Zuckerberg, de Facebook, está de acuer-do. Como afirmó en su carta original a potenciales inversores: «No -sotros no nos despertamos cada mañana con el objetivo primordialde hacer dinero». Tal humanitarismo digital se propone ge nerarla buena voluntad de los de fuera y estimular la moral de los dedentro. Después de todo, salvar al mundo puede ser un precio quemerezca la pena pagar a cambio de destruir la privacidad de to -dos, mientras una misión de proporciones épicas podría conven-cer a empleados jóvenes e idealistas de que no están desperdician -do sus vidas engañando a crédulos consumidores para que haganclic en anuncios de productos inútiles. Al atribuirse la capacidadde solucionar los problemas del mundo las empresas tecnológicaspueden ofrecer lo que Wall Street no puede: un sentido de misiónsocial. La Ética al rescate de la Economía.

VCONCLUSIONES

Los economistas están cada vez más interesados en el análisis dela conducta moral de las personas porque encuentran difícil apli-car con éxito el esquema del HO en esas situaciones. Autores como

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Andreoni (1990) han conseguido una representación formal deesta conducta a través de una maximización de la función de utili-dad sometida a ciertas restricciones. Pero, en su conjunto, domi-na una actitud de cu riosidad y perplejidad ante tales conductas.

En este artículo hemos analizado cómo se puede interpretareste renovado in terés por lo ético en el campo de la Economía comoel final natural de un proceso de relación mutua entre ambas cien-cias, que se habría roto cuando la Economía se convierte en unaciencia autónoma. Los asuntos económicos tenían cabida, en unaetapa precapitalista, dentro de la consideración de materias de tipomoral. Sirva como ejemplo la escolástica española de la escuelade Salamanca (siglos XVI y XVII) con logros tan significativoscomo la primera formulación de la te oría cuantitativa del dine-ro por Martín de Azpilcueta (1556), un poco antes que Jean Bodin,considerado el padre de la teoría.

Vimos, después, las distintas fases de ese proceso de emanci -pación que al canza su culmen con la obra de Adam Smith. Des -pués, la Economía comenzó a invadir el ámbito de otras ciencias,en un suave «imperialismo económico». Esa tendencia coloniza -dora venía empujada por el hecho de haber conseguido un núcleocentral de proposiciones para el análisis de la realidad económica.Un nuevo paso vino con el uso cada vez más frecuente de méto-dos cuantitativos. Para algunos, las matemáticas habrían servi-do como punta de lanza para invadir terre nos ajenos, reforzadaademás por el carácter predictivo que la nueva ciencia ha adqui-rido en este siglo.

Las críticas ante ese imperialismo han venido de otras cienciassociales como la Sociología, principal contendiente y antagonis-ta en el empeño de constituirse como ciencia hegemónica entre lassociales. La discusión se centró en dos ejemplos, la Public Choicey la economía de la familia. Vimos la inconsisten cia de ciertas ac -titudes críticas cuando no están basadas en las reglas de lo que esla discusión científica. Partiendo de una posición retrasada, laEconomía habría recorrido el camino en sentido inverso. Una vezliberada de los elementos normativos que había re cibido de laMoral y la Política, se sintió con fuerzas para estudiar desde elpunto de vista económico ámbitos reservados a la Sociología, elDerecho, la Política, etc. En los últi mos decenios, los economistas

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se han sentido cada vez más atraídos por aplicar el método pro -pio a la conducta moral. Es aquí donde se produce el apa rentere-en cuentro de las dos ciencias. El círculo se cerraría de nuevo.

Con todo, debemos ser muy cautos al establecer esa relación.En primer lugar, porque poco tiene que ver el carácter y con tenidode la vieja Ética con la conducta moral de nuestros días: ha bla -mos de cosas distintas. Además, han cambiado los roles: ahoraes la Economía quien goza de un mayor prestigio social y acadé-mico, mientras que en las eta pas iniciales del proceso era la Ética(o la Moral) quien ejercía el control dentro de una vi sión holistade la sociedad. Y ha cambiado el enfoque: ahora se trata de anali-zar por qué individuos de culturas tan diferentes adoptan normaséticas y la base cul tural de tales comportamientos. Este es un enfo-que positivo de la Ética. Cabe tam bién una visión normativa liga -da a la construcción del homo oeconomicus. Pero no podemos califi -carlo más que como un suave espíritu colonizador de la Economíasobre la Ética (conducta moral).

¿Significa esto que la ética debe renunciar a su intento de obte -ner que la economía proceda siempre buscando el bien social?Nues tra conclusión es que hay una respuesta diferente, que no vaen la dirección antigua de subordinación de la economía a la ética,ni en la dirección moderna de mantenerlas separadas de modo quela razón ética no interfiera en la razón económica. Se trataría dealgo completamente nuevo que ya hemos insinuado en los párra-fos anteriores, consistente en introducir la razón ética en la teoríaeconómica, pero no por la puerta de atrás y de modo oportunistao vergonzante, sino de desplegar el conocimiento científico demodo que lo haga capaz de reconocer con rigor las exigencias dela ética en el razonamiento y en el análisis propiamente económi -co. Solo de esta forma será posible establecer una relación dura-dera y mutuamente enriquecedora entre ética y economía.

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LA INTERPRETACIÓN JUDICIALDE LA RESPONSABILIDAD CIVIL

COMO FUERTE AMENAZAA LA LIBERTAD

DAVID DE BEDOYA*

Fecha de recepción: 24 de junio de 2014.Fecha de aceptación: 12 de abril de 2015.

IINTRODUCCIÓN

Si amamos la libertad debemos amar también la responsabilidad.Son dos conceptos que no se entienden el uno sin el otro puestoque precisamente el uno fluye del otro. La responsabilidad surge,de hecho y como ahora pasaremos a ver, cuando el ser humanoactúa.

El economista francés Frederic Bastiat1 escribió una vez: «Esrealmente una cosa singular que la gente desee aprobar leyes paraanular las consecuencias desagradables que la ley de la respon-sabilidad implica. ¿Es que nunca se darán cuenta de que no elimi -nan tales consecuencias sino que meramente las trasladan a otraspersonas? El resultado es una injusticia de más y una moral demenos». Sin embargo, no es la ley el único obstáculo para la ple -na libertad que cercena hoy en día la esencia del ser humano, nosolo el poder legislativo estatal subyuga la responsabilidad indi-vidual de las personas, también la arbitrariedad del poder eje -cutivo supone un duro obstáculo para lograr tan ansiado fin. Em -pero, no son objeto de este breve ensayo ambos poderes sino que,en esta ocasión, nos debemos de fijar en el poder judicial como

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 253 a 271

* Graduado en Administración de Empresas y Derecho.1 Bastiat, Frederic, La Ley, 8.

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escollo insoslayable para el individuo, sus derechos de propie-dad y su libertad.

IIFUNDAMENTO EPISTEMOLÓGICO DE LA RENDICIÓN

INDIVIDUAL DE CUENTAS

El ser humano actúa. La acción humana es la conducta, externao interna, fruto de la autonomía de la voluntad del hombre. La ac -ción, en fin, es «conducta consciente; movilizada voluntad trans-formada en actuación, que pretende alcanzar fines precisos y ob -jetivos».2 También el no actuar entra dentro de esta expresión dela voluntad.

Inevitablemente, esta definición de acción nos lleva al concep-to de voluntad. ¿Cómo se caracteriza la voluntad del ser huma-no? La voluntad del ser humano es la que respalda cada decisiónque toma el hombre, conscientemente, que se transforma en unaacción. Ahora bien, hemos concatenar lo anteriormente expresa -do dentro de un concepto fundamental que es el de consciencia.Actuar es querer actuar y actuar con autonomía. La libertad hu -mana, entendida en el seno de cada acción que desarrolla el hom -bre, requiere que dicha acción reflejo de dicha voluntad y, por ende,reflejo de su libertad esté ejecutada de manera consciente.

No podríamos, por ejemplo, admitir como acción deliberaday consciente un impulso natural e irrefrenable, como el que pue -de sentir un hombre cuando, sin percatarse, apoya su mano en unobjeto incandescente. En tal caso, desconocedor el hombre de latemperatura del objeto que está palpando, un impulso natural eirracional moverá automáticamente el brazo alejándolo de la fuen -te de calor y dicho movimiento no podrá reputarse de acción.

Sentada esta base, la consciencia que sustenta la voluntad deactuar supone no solo encaminar nuestros actos a la consecuciónde unos fines determinados, sino la capacidad de razonamien-to que desarrolla el ser humano y que le permite anticipar cuál

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2 Mises, Ludwig von, La acción humana, 35.

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será el siguiente paso que dará tras su primera actuación. Así pues,el hombre que acerca conscientemente su brazo a un objeto in -candescente sabrá que su inmediata y próxima actuación será lade retirar dicho brazo bruscamente y, por tanto, dicha violentaretirada estará dentro del marco de la primera acción (acercar elbrazo a una fuente de calor). Sin embargo, cuando la fuente decalor es desconocida por el hombre a priori, no es posible pre -ver el movimiento brusco que vendrá después y, por tanto, noentrará dentro de la acción primigenia la retirada violenta delbrazo.

Lo que estamos plasmando aquí no es, ni más ni menos, queel fundamento último de la rendición individual de cuentas. Cuan -do un hombre es consciente de sus actos, encamina su voluntad—libre— hacia la consecución de un fin preciso y finalmente ac -túa (o no actúa) dicha acción engloba lo que vendrá después entanto sea previsible de una manera racional por el hombre. Sinembargo, lo que queda lejos de esa marco de acción no será portanto previsible y difícilmente podremos decir que la libertad delhombre expresada en su primera acción engloba también las con -secuencias de su inmediatamente posterior acto.

Por ello, no son dos conceptos dispares la libertad y la respon-sabilidad desde el momento en el que, al establecer mentalmentela acción y ejecutarla, estamos englobando en nuestro actuar laconsecuencia que genera nuestro acto. Gracias a que el ser huma-no es libre puede, el ser humano, ser responsable. Y, a sensu con -trario, cercenar la responsabilidad de un hombre es equiparablea limitar su libertad.

IIILA RESPONSABILIDAD EN EL MARCO

DEL DERECHO PATRIMONIAL

En su ensayo «Derecho y Ley», Friedrich A. Hayek recoge la si -guiente afirmación: «La idea de libertad bajo el derecho, en los2.500 años que han transcurrido desde que los antiguos griegosla concibieron, se ha conservado permanentemente solo en lospueblos que tomaron el derecho, no como la voluntad de ciertas

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personas, sino como el resultado de un proceso personal».3 Arre-mete aquí el brillante economista contra la perversión de la insti-tución del derecho realizada por los gobernantes desde que origi-nariamente fuera concebida citada institución en la Grecia clásica.Siguiendo su razonamiento, el derecho no puede ser nunca enten-dido como cercenador de la libertad individual («el derecho pro -tege la libertad: las leyes la matan»),4 sino que ha de ser entendi -do como una institución en los términos que Hayek concebía lasinstituciones sociales.

Las características que las instituciones han de tener, para re -putarse como tales, son la ausencia de un autor o mente concre-ta, la evolución no centralizada de la misma a través de la prue-ba y el error, la utilidad que la institución ha de recibir de cadapartícipe, la voluntariedad y la estabilidad.5 Sin estas caracterís -ticas no podemos estar ante una institución y, por lo tanto, nosenfrentaríamos en el derecho a la paradoja que nos ofrece Hayek,un derecho expresado en una ley que violenta la libertad.6

Así pues, una institución ha de gozar de cierto margen de cer -tidumbre7 sobre el rumbo de las propias acciones del hombre

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3 Hayek, Friedrich August von, Derecho y Ley, 1.4 Hayek, Friedrich August von, Ibíd.5 Rallo Julián, Juan Ramón, El Estado contra el Derecho, 7. 6 Tales instituciones, en palabras de Juan Ramón Rallo Julián, «vendrían carac-

terizadas por tres rasgos: a) La ausencia de autor o mente creadora concreta, b) con -tinua evolución descentralizada de las mismas a través de prueba y error, y c) la utili-dad que le atribuyen sus participantes.

De estos tres rasgos podemos deducir la condición necesaria de Hayek para unasociedad libre: la ausencia de un fin universal que restrinja los fines particulares. Dehecho, la grandeza de las instituciones reside en que no han sido diseñadas por hom -bre alguno y, por tanto, no están constreñidas por una finalidad inicial. En cambio,son tremendamente flexibles para que cada individuo las adapte a sus fines concre-tos sin, por ello, dañar las expectativas ajenas». Ibíd, p. 8.

7 Esto establece una diferencia radical frente a una ley estatal. La ley positivalleva en sí misma el germen del cambio súbito. El derecho no es algo externo, sinoalgo que debe crearse. En ese sentido, es el propio individuo quien concibe las institu -ciones. Como diría Bruno Leoni acerca del derecho romano: «Nadie promulgaba laley; nadie podía cambiarla a su propio arbitrio. Esto no significaba que no hubieracambio, sino la certeza de que nadie se iba a la cama haciendo sus planes sobre la basede una regla actual para levantarse a la mañana siguiente y descubrir que esa leyha bía sido derogada por una innovación legislativa». Freedom and the Law, LibertyFund, 55.

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puesto que si hemos dejado citado que para poder actuar con li -bertad el ser humano ha de conocer previamente hasta dónde abar -ca dicha actuación la institución en el seno de la cual desarrollasu acción el ser humano ha de configurar las relaciones del ser hu -mano con el resto de seres humanos y con el medio en un marcoen el que sea sencillo establecer un nexo causal entre la acción adop -tada y la consecuencia derivada de la misma.

Dentro de este marco deseable de certidumbre, en las relacio -nes del ser humano con su entorno y con el resto de seres huma-nos las consecuencias que deriven de la acción que toma un serhumano deben ser asumidas por este y debe existir un mecanis -mo que asegure que, frente al menoscabo de la propiedad de untercero que, sin derecho a ello fruto del consentimiento del pro -pietario, ha realizado un individuo, fuerce a dicho individuo areintegrar en el patrimonio del perjudicado el daño provocado.Ese mecanismo es la institución del derecho tal y como ha queda-do definida supra y toda desviación de este ideal jurídico supon-drá, de una u otra manera, un ataque frontal a la esencia del serhumano por violentar su libertad (y responsabilidad) y por nopermitir la protección de su propiedad.

Las leyes, no ajenas a esta situación, se han encargado tambiénde velar por la rendición individual de cuentas en un, a nuestrojuicio, correcto entendimiento de la función de la responsabili-dad como concepto unido al de libertad. Así, el Código Civil de1889 de España (vigente en la actualidad) establece que «el quepor acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o ne -gligencia, está obligado a reparar el daño causado».8 Preceptos si -milares podemos encontrar en legislación comparada.9

La esencia que comparten todas estas regulaciones es la de laresponsabilidad, puesto que de ella se deriva el deber de resar-cir un daño que ha sido provocado libre y conscientemente a otro.

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8 Artículo 1902 Código Civil, Real Decreto de 24 de julio de 1889.9 Así, el artículo 1382 del Código Civil francés establece que «cualquier hecho

del hombre que causa a otro un daño, obliga a aquel por cuya culpa hubiera ocurri-do, a repararlo». Preceptos similares se encuentran, a su vez, en el Código Civil italia-no, el Código civil alemán y el artículo 1109 del Código Civil argentino, según el cual«todo el que ejecuta un hecho, que por culpa o negligencia ocasiona daño a otro, estáobligado a la reparación del perjuicio».

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De hecho, todas estas normas enmarcan perfectamente el marcode la acción estableciendo como límite a dicha responsabilidadque en el daño obre el dolo (actuar conociendo las consecuenciasde los actos y asumiendo las mismas) o la culpa o negligencia (ac -tuar pudiendo prever las consecuencias de los actos y asumiendolas mismas como posibles consecuencias de la ejecución o ineje-cución de la acción). De hecho, estas normas no solo configuranaquellas relaciones sociales en las que media un consentimientoprevio, esto es, una situación contractual, sino que también sirvende corolario para aquellas otras situaciones que no nacen en el senode una relación obligacional entre partes que han sellado su vo -luntad en un contrato extendiéndose a aquellos supuestos en losque no media contrato alguno entre las partes10 puesto que no to -das las acciones que puede emprender un ser humano van liga-das necesariamente a un contrato. Así, por ejemplo, un ser huma-no puede decidir destruir la propiedad ajena sin tener permisoa dicha acción y sin que exista ningún tipo de contrato entre elpropietario y el dañante y no por el mero hecho de la inexistenciadel contrato debemos exonerar de responsabilidad al dañantesino todo lo contrario, debemos hacer que la institución jurídi-ca haga que el dañante cargue con las consecuencias de sus ac -tos, haya mediado contrato de por medio o no.

Finalmente, la herramienta de resarcimiento de citada respon-sabilidad ha de ser necesariamente la indemnización, esto es, elmecanismo por el cual el dañado puede forzar al dañante a dejar-le indemne en su patrimonio, es decir, a procurar que el que ha

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10 Así, siguiendo al jurista Luis Díez-Picazo, «la figura que aparece dibujada enestos preceptos aludidos [el artículo 1902 del Código Civil español] es una norma deresponsabilidad, puesto que en ella se consagra y establece un deber de resarcimien -to de daños y perjuicios y, además, también con justo título, se puede calificar dicharesponsabilidad como extracontractual, pues es notorio que los códigos civiles, y entreellos el nuestro [el español], contienen dos bloques de normas relativos ambos a losdeberes de indemnización de daños y perjuicios, de los cuales unos contemplan elsupuesto de ejecución e inejecución o ejecución defectuosa de obligaciones contrac-tuales entre personas vinculadas por una relación contractual, como ocurre en los ar -tículos 1101 y 1106 y siguientes del Código Civil, mientras que los otros, aunque nose diga de manera expresa, solo se aplicarán en el terreno no cubierto por los anterio -res y, por consiguiente, organizan una norma que se puede llamar extracontractual».Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial V, 19-20.

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sufrido el daño, tras recibir la indemnización, cuente con un pa -trimonio igual al que tendría de no haberse producido la lesiónal mismo. Para ello, se establecerán reglas de cómputo de dañosy perjuicios y reglas de valoración de los mismos así como ajus-tes de su variación temporal para evitar la posible pérdida de va -lor que pudiera sufrir el dañado desde que sufrió el daño hastaque este le fue indemnizado.11, 12

IVLA RESPONSABILIDAD EN EL MARCO

DEL DERECHO PENAL

Aunque en esencia no comporte grandes diferencias el concep-to de responsabilidad en derecho patrimonial con el concepto deresponsabilidad en el marco del derecho penal sí resulta impor-tante realizar siquiera un breve comentario al respecto.

Dentro de la ciencia jurídica, la propuesta más extendida13 su -giere usar el concepto de responsabilidad penal para señalar laexistencia de una obligación a cargo de un sujeto (el responsablepenal) y dicha obligación se materializa en el deber de cumplir lasanción penal impuesta.14 No debe horrorizarnos la idea de la

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11 No siendo objeto del presente ensayo analizar tal circunstancia nos remitimosa Díez-Picazo, Luis, Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial.

12 No deja de ser importante traer aquí a colación las reflexiones de Frederic Bastiaten su ensayo «Lo que vemos y lo que no vemos» al respecto de la falacia de la ventanarota. Observamos pues, en relación a un daño producido y posteriormente indemni-zado, que ninguna riqueza es creada en el conjunto de la economía puesto que lo queen un primer lugar se ha destruido en un segundo momento se ha pagado. La funciónde la indemnización no es, por tanto, la de enriquecer al dañado sino la de trasladarel daño del patrimonio de uno —el que ha sufrido el daño— al otro —el causante deldaño— sin que dicho daño se haya eliminado de la economía y, por tanto, podemosconcluir sin atisbo de duda que una indemnización no genera riqueza sino que distri-buye pobreza, esto es, el daño causado que origina el deber de indemnizar.

13 Víd. Gómez Lanz, Javier, La aplicación de las consecuencias jurídicas del delito,pp. 207 y ss.

14 También cabría aventurar que «responsabilidad penal» se usa para indicar laexistencia de una obligación, pero no del sujeto activo del delito sino de la institu-ción jurídica. En este marco teórico, la responsabilidad penal se resolvería en eldeber que tiene la institución del derecho de activar los mecanismos dirigidos a laimposición efectiva de la condena.

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sanción penal como consecuencia última de un derecho públicopuesto que no debemos entenderla de esta manera. Así pues, lasanción penal ha de entenderse como la consecuencia lógica yprevisible de una acción que se lleva a cabo contra un bien jurídi -co de otro ser humano que la institución del derecho ha conside -rado fundamental como para no solo aplicar al causante del dañounas consecuencias patrimoniales, como en el caso del derechocivil anteriormente señalado, sino unas consecuencias persona-les de mucha mayor entidad.

Lo que será preciso es que la institución del derecho ostentelos caracteres propios de una institución para poder imponer unasanción a un individuo más allá del resarcimiento puro del dañocausado, como podría ser la privación de la libertad. Si bien estees un debate que sigue generando controversia dentro del libe-ralismo (y no es otro que si es legítimo que se imponga la priva-ción de la libertad, y quién la impone, a un ser humano por el hechode haber arrebatado la vida a otro, por ejemplo) dejar señaladoque es esta la única diferencia apreciable entre las característicasbásicas de ambos regímenes de responsabilidad siendo todas lasdemás características de ambos reconducibles a lo ya expresadocon anterioridad.

VLA DILIGENCIA DEBIDA COMO FORMA DE MEDIR

HASTA DÓNDE LLEGA LA ACCIÓN HUMANA

La institución jurídica ha articulado la extensión de la responsa -bilidad dentro del concepto de la diligencia debida. Los distintosniveles de diligencia irán en función de la capacidad del ser hu -mano de prever lo que ocurrirá después,15 es decir, tendrá unafuerte característica casuística. Así, no será exigible el mismo ni -vel de diligencia a un empresario que a una persona no empre-sario.16 Pero ni tan siquiera será exigible el mismo nivel de dili-gencia entre dos empresarios. Si, verbigracia, un empresario se

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15 Díez-Picazo, Luis, Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial V, 273.16 Veiga Copo, Abel, Fundamentos de Derecho Empresarial Tomo 1, pp. 107 y ss.

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dedica a las labores de auditoría su responsabilidad en la llevan-za y ajuste a la veracidad de la contabilidad de su empresa serámucho mayor que un empresario que se dedica a la distribuciónde frutas y verduras, puesto que se le presume un mayor conoci -miento respecto a estas materias.

De hecho, podemos encuadrar esta concepción de diligenciadentro de las reglas de la acción que hemos expuesto con anterio -ridad. «Los daños y perjuicios de que responde el deudor de bue -na fe son los previstos o que se hayan podido prever al tiempo deconstituirse la obligación y que sean consecuencia necesaria desu incumplimiento»,17 es decir, dentro de esos fines precisos y con -cretos que establece el hombre al actuar deben estar estas con -se cuencias y dichos fines establecidos deben asumirlas como pro -pias de la acción. Incluso cabría plantearse si resulta legítimoim ponerle un mayor nivel de previsibilidad a aquel ser huma-no que actúa de mala fe, en el sentido que el haz de derechos yobligacio nes extraídos de la acción es superior a cuando se actúade buena fe.18

La concepción económica de la diligencia ha sido, también, ob -jeto de estudio de los analistas económicos del derecho quienesse ocuparon de las funciones y objetivos del sistema de respon-sabilidad civil y esbozaron una forma bastante objetiva de medirla negligencia. Así, podríamos citar aquí la regla de POSNER, quienjustificó que no tenía sentido evitar un daño con unos costos ex -traordinarios, pues la regla de la eficiencia económica es minimi -zar la suma de daños más los costos de prevención de daños, yaque los costos de prevención exigen recursos cuya optimizaciónpuede y debe producirse destinándolos a otros fines.

Tal vez la argumentación de POSNER podamos sostenerla deuna manera más comprensiva a través de un ejemplo. Imagine-mos que se decide construir, en uno de los extremos de un campode golf, una urbanización de chalets. Citada urbanización se sitúa

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17 Redacción del artículo 1.107 del Código Civil español de 1889.18 De hecho, no es extraña esta situación en la legislación. Así, en el Código Ci -

vil español se recoge: «En caso de dolo responderá el deudor de todos [los perjui-cios] los que conocidamente se deriven de la falta de cumplimiento de la obligación».Ibídem.

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a una distancia que está tan lejana de la zona de ejecución del dis -paro, es más, a una distancia tal que no consta en los registros quenunca un jugador haya alcanzado semejante distancia. Quinceaños después de la construcción de la urbanización, en la celebra -ción de un torneo, un golfista con su golpeo traspasa esa distan-cia y golpea en la cabeza a una de las propietarias. Por supuesto,es exigible el resarcimiento del daño al golfista pero la preguntaaquí importante, en lo que a la medida de la diligencia de POSNERse refiere, es si es exigible también parte de la responsabilidad alos dueños del campo de golf o a los promotores de la urbaniza -ción. Según la regla de la previsibilidad de la acción, la acción deconstruir cerca de un campo de golf puede tener como consecuen -cia que una de las bolas golpee a una de las propietarias. ¿Es exigi-ble, por tanto, que el promotor o el propietario del campo de golfhubiera construido una valla para evitar este posible —aunqueimprobable— suceso? Según la interpretación económica de ladi ligencia debida no sería exigible porque el coste de la construc -ción de la valla supera con creces el riesgo de que una bola gol -pee (habida cuenta de que nunca había alcanzado tal distancia)y la responsabilidad solo sería exigible al golfista. De hecho, estaha sido la vía que ha tenido en consideración la jurisprudencia alrespecto.19

En síntesis, la diligencia debida es la ratio decidendi que utili-za la institución del Derecho para extender el campo de la accióny de las consecuencias que asume el hombre al actuar, quedan-do ajena a la misma lo que no entre dentro del campo previsiblede consecuencias asumidas por el hombre.

VIEL RIESGO MORAL DE CONVERTIR

AL CIUDADANO EN UN IRRESPONSABLE

Lo dicho hasta ahora nos sirve de referencia para poder hablar,en esta ocasión, que entraña la eliminación de la responsabilidad

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19 Albadalejo, Manuel, La Responsabilidad Civil Extracontractual levísima, RealAcademia de Jurisprudencia y Legislación, Madrid, 2000.

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de las relaciones humanas. No solo porque, como hemos visto, laresponsabilidad no sea más que una expresión de la libertad delser humano sino porque el hecho de reducir o eliminar citada res -ponsabilidad supone, de facto, cercenar la libertad del hombre.

El riesgo moral que nos ocupa lo podemos definir como aque-lla situación en la que un individuo actúa a sabiendas de que lasconsecuencias de sus actos no entrarán dentro de su marco de ac -ción sino que serán incorporadas a un tercero. Es decir, se pier-de la conexión entre la acción humana y la responsabilidad y setraspasa esa rendición de cuentas a un tercero ajeno a la acciónprimigenia. Este riesgo moral nos informa de cómo los individuosasumen mayores riesgos cuando las consecuencias derivadas desus actos no son asumidas por estos sino por un tercero20 (pues-to que la previsibilidad o la diligencia debida le es indiferenteal individuo que actúa). Así, y continuando con este razonamien -to, el riesgo moral no solo implica que se cercene la libertad y lapropiedad de las personas (puesto que se imputa al patrimoniode un sujeto no responsable el daño causado por otro) sino quetambién supone, de facto, el aumento del riesgo asumido por elconjunto de la sociedad, en forma por ejemplo de inversiones muyarriesgadas como las que se pueden dar en la fase de degradaciónde la liquidez,21 pudiendo resultar enormemente perjudicial paratodos los seres humanos.

Si bien el uso económico del término viene de los clásicos22

la doctrina actual ha retomado el término para ajustarlo a los

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20 Krugman, Paul; Wells, Robin, Introducción a la economía: Microeconomía, 449.21 Haberler, Gottfried von, Prosperity and Depression, Lake Success, NY: United

Nations, 301-303.22 Así, Adam Smith se refiere al riesgo moral en las sociedades, cuando dice: «[...]

la mayor parte de estos accionistas [...] no se interesan en sus asuntos y están satis-fechos con recibir el dividendo semestral o anual que los directivos consideran con -veniente pagarles. Esta ausencia total de inconvenientes y riesgos, más allá de unasuma muy limitada, anima a muchas personas a volverse empresarios en una socie-dad por acciones, personas que en ningún caso arriesgarían su fortuna en una socie-dad particular [...] Ahora bien, no es razonable esperar que los directivos de estas com -pañías, al manejar mucho más dinero de otras personas que de ellos mismos, lo vi gilencon el mismo ansioso cuidado con el que frecuentemente vigilan el suyo los sociosde una empresa particular [...] En consecuencia, el manejo de los negocios de esas com -pañías siempre está caracterizado en alguna medida por la negligencia y la prodiga -lidad.» Smith, Adam, La riqueza de las naciones.

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problemas que pueden surgir de información asimétrica.23 Si unindividuo tiene mayor información que el resto, y los demás noposeen los medios según los cuales pueden verificar la infor -ma ción del mismo, se incurre en riesgo moral. Podemos ilustraresto de mejor manera a través de un ejemplo. Supongamos unindividuo que administra depósitos, cuentas o inversiones ajenas—como apunta A. Smith— será menos cuidadoso con las mismasde lo que lo sería con depósitos, cuentas o inversiones propias,al igual que, por ejemplo, será más cuidadoso si puede disponerlibremente de una parte de estas inversiones ajenas.24

En síntesis, las consecuencias de eliminar la imputación de laresponsabilidad del campo de la acción no son solo lesivas al con -cepto anteriormente reseñado de libertad (intrínsecamente co -nectado con la libertad) sino también a la propiedad de tercerosajenos a la acción primigenia y a toda la sociedad elevando peli-grosamente el riesgo asumido por los agentes.

VIIEL PODER JUDICIAL DE INTERPRETACIÓNDE LOS CONTRATOS COMO CATALIZADO

DEL RIESGO MORAL

La responsabilidad se puede eliminar de la acción humana de for -ma coactiva —para el tercero que la asume sin la obligación deasumirla— y esta eliminación quedará fuera del campo de actua-ción de la institución jurídica previamente definida sino quesolo la ejercitará el Estado, incumpliendo el principio de no agre-sión. El Estado podrá utilizar a tal fin cualquiera de sus tres po -deres: el legislativo, el ejecutivo o el judicial.

En lo que respecta el poder legislativo, el Estado podría esta-blecer por ley, por ejemplo, la exoneración de toda responsabi-lidad derivada de los actos que lleven a cabo las personas peli-rrojas. De suceder esto, el riesgo moral de este colectivo quedaría

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23 Vid Arrow, Keneth, Essays in the Theory of Risk-Bearing.24 Como apunta Huerta de Soto, Jesús, en Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Eco -

nómicos.

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fuertemente incrementado puesto que todos los perjuicios queocasionasen los soportaría el patrimonio de un tercero.

Desde el lado del poder ejecutivo, supongamos que la indus-tria maderera se encuentra en serios problemas y el Estado de -cide utilizar fondos públicos para proveer de liquidez a los em -presarios de este sector en vez de dejarles caer y que asuman susinversiones. De esta manera, la pérdida se traslada al patrimo-nio del contribuyente y se genera un perverso incentivo para losparticipantes de esta industria de asumir más riesgos una próxi-ma vez puesto que no serán sus bolsillos los que se vean afecta -dos por sus riesgos.25

Por último, el Estado puede también generar perversos in -centivos en forma de riesgo moral a través del poder judicial. Sientendemos la figura de los jueces como los que se encargan deejecutar las decisiones de la institución jurídica que estos gene-ren un riesgo moral desde esta institución sería un sinsentido. Asípues, solo la corrupción de esta institución puede dar lugar a estepoder de los jueces para generar riesgo moral en la sociedad. Demanera que podemos concluir que toda alteración del régimende responsabilidades que se produzca desde el poder judicial esilegítima por contraria a la libertad individual como principio bá -sico de la acción humana.

Habida cuenta de que la institución jurídica, a día de hoy, estáfuertemente corrompida atendiendo a los términos utilizados conanterioridad (puesto que no es Derecho sino que es Estado) nonos debería sorprender la interdicción de cierta arbitrariedad encada actuación del poder judicial.

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25 Y así reflexiona Hazlitt al respecto, «[…] Los pasillos del Congreso hállanseatestados de representantes de la industria X. La industria atraviesa una grave situa-ción. Está al borde de la ruina económica. Hay que salvarla y solo cabe hacerlo me -diante un arancel protector, precios más elevados o concediéndole una subvenciónestatal. Si se la deja morir, pronto veremos los obreros en la calle. Sus caseros, tende-ros, carniceros, comerciantes de tejidos y empresas de espectáculos públicos experi-mentarán una contracción en sus negocios y la depresión se extenderá en círculos cadavez más amplios. Pero si gracias a la pronta intervención del Congreso, la industriaX se salva, entonces, ¡oh milagro!, adquirirá equipo de otras industrias, aumentaráel número de personas empleadas, quienes proporcionarán mayores ingresos a los car -niceros, panaderos, fabricantes, etc., y ahora una ola de prosperidad se extenderá encírculos crecientes.» Hazlitt, Henry, Economía en una Lección.

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Sin embargo, en puro derecho dispositivo en el que según laley rige la voluntad de las partes, aquel derecho regido por losprincipios más elementales de la acción humana (el derecho pri -vado de obligaciones y contratos) ¿cómo es posible que el poderjudicial intervenga y corrompa la voluntad de las partes?

Los jueces, a priori, tienen impedido entrar en las relacionesque establecen los individuos desde el punto de vista de que estosson libres y responsables y pueden obligarse en los términos ycondiciones que estos deseen (siempre que la obligación esté en -cuadrada dentro de la acción humana, es decir, la obligación nazcade la libre voluntad del obligado,26 recaiga sobre un objeto cier-to —fines precisos— y medie una causa válida —elemento esen-cial del contrato—).

Cuando este régimen legal se estableció en España los juecestenían prácticamente imposible alterar las normas que las partesse habían impuesto en los contratos. Sin embargo, el intervencio -nismo judicial utilizó como pretexto la aparición de los contra-tos masivos de adhesión.27

Tal intervención es legítima en tanto en cuanto salvaguarde lalibertad de las partes correctamente expresada, reputando inefi-caz un contrato que genere obligaciones en una parte cuando di -chas obligaciones provengan de un consentimiento arrancadomediante violencia. Sin embargo, cuando la intervención respon-de a otras oscuras causas acaba generando el riesgo moral ante-riormente descrito y cada interpretación judicial28 de los contra-tos que injiere de manera directa en la voluntad de las partes acabagenerando este riesgo moral.

DAVID DE BEDOYA

26 Así, por ejemplo, el Código Civil español de 1889 establece en su artículo1261 cuando se establece que «No hay contrato sino cuando concurren los requisi-tos siguientes: 1.º Consentimiento de los contratantes». Y más adelante reputa deineficaz el consentimiento extraído mediante violencia en el artículo 1267, lo que noslleva de nuevo al marco de la acción humana.

27 Vid Díez-Picazo, Luis, Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial II.28 Y no puede ser aquí argumentado, sensu contrario, el proverbio latino «in claris

non fit interpretatio», es decir, cuando los términos contractuales son claros no cabela interpretación lo que, en sentido contrario, implica que ante la oscuridad del régi-men de obligaciones el juez podría interpretar. Empero, son las partes las legitima-das a solucionar esta problemática y para ello podrán integrar el contrato en base alas restantes obligaciones contenidas o bien estar a los antecedentes de la relación con -tractual para saber a qué atenerse.

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VIIILA DERIVA INTERVENCIONISTA ACTUAL:

HIPOTECAS, PREFERENTES Y DAÑOS PUNITIVOS

Habiendo quedado demostrado los perjuicios que puede ocasio-nar para el patrimonio de un tercero no responsable y para la li -bertad del individuo así como los perjuicios que sufre la sociedaden general derivados del riesgo moral que se genera al cercenarla responsabilidad del individuo, hemos de referirnos aquí a trestemas de máxima actualidad en los que es el poder judicial (y noel poder legislativo o ejecutivo) el que está alterando los regíme -nes de responsabilidad de las partes. Estamos hablando de la pro -blemática de los desahucios, de las participaciones preferentesy la (menos conocida fuera del mundo jurídico) problemática delos daños punitivos.

Comencemos con las obligaciones hipotecarias. Para entenderla relación jurídica que nace de la garantía real de hipoteca pode-mos simplificar29 dicha garantía como sigue. La garantía hipote -caria es aquella que grava un bien inmueble para que, en caso deincumplimiento del deudor de la obligación principal (el pagodel crédito) el acreedor ejecute el bien inmueble para, con lo queobtenga de él, poder satisfacer su derecho de crédito.

Es decir, en el marco de la acción humana expuesto con anterio -ridad, el deudor asume desde el momento constitutivo de la ga -rantía real de hipoteca como posible consecuencia de su acción lapérdida del bien inmueble fruto del incumplimiento, esto es, laacción humana primigenia abarca hasta la posibilidad de versedespojado del bien inmueble, luego toda intervención que, unavez acontezca el supuesto de hecho —el incumplimiento de la obli -gación principal por parte del deudor— impida la consecuenciaasumida no solo viola el régimen de obligaciones del contrato sinoque supone una grave afrenta a la libertad del deudor, a la propie-dad del acreedor y al riesgo que soporta el conjunto de la sociedad.

Al margen de desventuras legislativas tales como la aprobación,mediante ley, de una dación en pago retroactiva que vulnere de

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29 Para un análisis mucho más profundo se recomienda Bercovitz, Rodrigo, Ma -nual de Derecho Civil. Derechos Reales.

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facto la libertad de las partes, el poder judicial del Estado estáinterviniendo de manera activa en estas relaciones jurídicas me -diante mecanismos tales como la paralización de ejecuciones hi -potecarias (desahucios) sin mediar causa legítima que les otor-gue tal poder.30

Otro tema de máxima actualidad en el que se genera este per -verso incentivo no es otro que el de las participaciones preferentes.Fuera de aquellos casos en los que no están presentes los elemen-tos indispensables de la acción humana,31 las intervenciones eneste tema han ido en la dirección de argumentar el grado de dili-gencia debida exigido a la figura del preferentista. Así pues, seha justificado la invalidez de estos contratos solo por el mero he -cho de que se trataba de productos financieros complejos y queel entendimiento de los mismos no se daba por entero por partedel preferentista.

Esta argumentación nos trata de llevar, inevitablemente, a unareducción del campo de la acción humana. Si el consentimientono ha alcanzado todas las vicisitudes del contrato de participa-ciones preferentes esto implica que el individuo no se ha obliga -do a tales circunstancias y, por lo tanto, no le son exigibles. Sinembargo, esta argumentación ha de ser frontalmente rechazadaen el caso que nos ocupa. El consentimiento no es otro, en el casode las preferentes, que el del lucro económico del preferentistasiendo el elemento esencial del contrato al que alcanza la volun-tad del individuo la alta rentabilidad ofrecida por estos contra-tos financieros.

Y dentro del deber de diligencia debida bien es cierto que noes exigible que todos los individuos conozcan los elementos delas participaciones preferentes al detalle pero sí es exigible quecada individuo conozca aquello que va necesariamente apareja -do a una alta rentabilidad: un alto riesgo. Así, un individuo cono -ce que un depósito bancario (sea o no sea de guarda y custodia)

DAVID DE BEDOYA

30 Un ejemplo de ello: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/12/suvivienda/136tz5775815.html, en lo referido a la paralización de desahucios que están llevandoa cabo Jueces y Magistrados en España.

31 Como podría ser aquellos casos en los que no se ha manifestado la voluntadde manera libre o que el consentimiento proviene de una persona incapaz de otorgartal consentimiento.

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tiene menor rentabilidad y, mentalmente, sabe que el depósitoes un contrato bastante seguro. Luego debe razonar praxeológica -mente que una alta rentabilidad le aleja de la seguridad que leda el depósito y, por tanto, debemos rechazar que el consentimien -to no alcance los riesgos puesto que sí se enmarcan en el campode la acción humana expresada en el contrato de suscripción oadquisición de participaciones preferentes.

Por último, hemos de referirnos por ampliar el debate, siquie-ra sucintamente, a la discusión jurídica que está generando el es -tablecimiento de los punitive damages anglosajones (daños puni-tivos). Hasta ahora, los supuestos a los que nos hemos referidotenían como elemento común la restricción o eliminación total delrégimen de responsabilidades surgido tras la acción. Sin embar-go, en el caso de los daños punitivos, lo que se produce es una am -pliación de esta responsabilidad más allá de los límites de la ac -ción humana como ahora pasamos a ver.

Los daños punitivos32, 33 son los que se añaden al daño efecti -vamente causados por el responsable como medida sancionadoraadicional a la obligación de reparar el daño. Es decir, una vez cu -bierto el perjuicio en el patrimonio del dañado, el juez fuerza aque el dañante enriquezca injustamente34 al dañado con una fi -nalidad punitiva y disuasoria.

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32 Un ejemplo de daños punitivos podría ser el de una compañía tabacalera quecausa la muerte por envenenamiento de un fumador. Una vez indemnizados los here-deros y/o legados por el daño causado, un juez impone un pago extra que sirva comoejemplo a otras tabacaleras que obren con más cautela. Esto, como al final todamedida intervencionista, acaba volviéndose en contra del intervencionismo puestoque en vez de eliminar o reducir la asunción de riesgos siembra un campo en el quereina la inseguridad jurídica.

33 En palabras de Carrascosa, «Estos daños punitivos constituyen una especie depena privada prevista solo para castigar actos particularmente dañosos, graves, veja-torios y ofensivos tales como los daños al medio ambiente, a la salud y a la vida delas personas, y a la seguridad pública». Carrascosa, Javier, Derecho de Daños 2013, 387.

34 El problema de esta estos daños punitivos es que se asientan en propio de -recho privado, donde la arbitrariedad pública debería ser inexistente, no es la fun -ción del derecho privado castigar sino establecer las relaciones patrimoniales entrelas partes. Así, Pantaleón expone: «para prevenir y castigar está el derecho penal yel ad ministrativo sancionador: está el derecho público, que no lucra a las víctimas.El de recho de la responsabilidad civil es derecho privado, que soluciona el conflic-to pri vado en tre el perjudicado y el causante de daño, sin tratar de hacer política

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Esto supone una clara afrenta a la acción humana en tanto encuanto se está traspasando la responsabilidad asumida por la partea la hora de actuar, los fines precisos y objetivos se alejan de larelación jurídica para entrar en un terreno abonado por la inse-guridad jurídica y por la falta absoluta de legitimidad del juez(fuera de la cuestionable legitimidad que emana del Estado) quedecide imponer una responsabilidad agrediendo con fuerza elpatrimonio del causante (al que se le imputa el resarcimiento deldaño más el del daño punitivo) y de la libertad de las partes deobligarse de manera autónoma.

IXLA SOLUCIÓN A LA INTERVENCIÓN JUDICIAL:

MÁS DERECHO, MENOS ESTADO

La solución al problema del riesgo moral generado por la inter-vención judicial, así como por cualquier tipo de intervención, pasanecesariamente por volver a los cánones de la institución jurídi -ca definida con anterioridad. Por volver al derecho y rechazar laley, por volver a un ideal de justicia que tome como fundamentola acción humana.

Para ello, la primera medida debe ser la regulación de todos losmercados, la férrea regulación de cada relación jurídica, así comode las acciones que pueda tomar el individuo fuera de los casosen los que se ha obligado mediante contrato (casos de responsabi -lidad extracontractual). No entendemos esta regulación como con -traria al liberalismo, pues no nos estamos refiriendo aquí a unaregulación arbitraria del Estado. La regulación necesaria es la ren -dición individual de cuentas. Esta es la férrea regulación que pre -cisan todas las relaciones humanas. Y que dicha responsabilidadsolo abarque el campo de la acción humana, como plasma el Có -digo Civil Español, de las obligaciones contraídas se responda contodos los bienes, presentes y futuros (sic) y solo de las obligacio -nes contraídas.

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social». Pantaleón, Fernando, «La importación de frigoríficos jurídicos», diario El País,19 de julio de 1999.

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En segundo lugar, es necesaria la liberalización de las relacio -nes humanas para alejar la interdicción de la arbitrariedad de lospoderes públicos del individuo ya que impide la estabilidad, di -ficulta la previsibilidad y entorpece la acción humana. Es un ata -que a la seguridad jurídica que bloquea, en síntesis, la función em -presarial y la generación de riqueza.

En suma, es necesaria una liberalización de las relaciones hu -manas acompañada de la sana y férrea regulación del régimen deresponsabilidad que se extrae de la acción humana.

Sin embargo, no podemos ser optimistas en el contexto en elque nos desenvolvemos, avanzamos hacia una progresiva desre-gulación de todas las relaciones humanas que se plasma en la con -tinua eliminación de la responsabilidad de la imagen. Los pode-res públicos (legislativo, ejecutivo y, como aquí se ha reseñado,judicial) están convirtiendo la sociedad en una sociedad de suje-tos irresponsables con las consecuencias gravísimas que ello ge -nera. No hay ninguna nota de optimismo que podamos extraerdel contexto actual.

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PDVSAAND THE NATIONALIZATION

OF THE OIL INDUSTRYIN VENEZUELA

DOUGLAS DELGADO-LANDAETA*

Fecha de recepción: 14 de agosto de 2014.Fecha de aceptación: 21 de abril de 2015.

IINTRODUCTION: BRIEF HISTORY

OF THE VENEZUELAN ECONOMY

Before the arrival of the Oil Industry in Venezuela, Venezuela hadan agrarian economy. Its main products of export were cocoa,coffee, livestock, among others. The majority of these products wereexported to the European markets. Ever since the Venezuelanindependence, the country was ruled by Warlords that embarkedon a series of political philosophies that can be considered the earlierstages of the populism that followed in the XX century (Niño, 2012).

The existence of oil was already known to Venezuelan indige-nous prior to the Spanish arrival in the country. However, itwas not until 1878 that Manuel Pulido and other businessmenfounded Compañía Nacional Minera Petrolia del Táchira under aconcession from the central government in Caracas.

Even after the establishment of Compañía Nacional MineraPetrolia del Táchira, the country still remained an agrarian basedeconomy. It was after 1908 when then dictator Juan Vicente Gomezgranted concessions to foreign companies giving Venezuela newertechnology necessary for crude exploration, production, andrefining.

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 273 a 285

* Houston, TX, USA. +1.281.750.9491.

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IIVENEZUELA: FROM A BANANA REPUBLIC

TO AN OIL NATION

After the «discovery» of oil in Venezuela, the government startedgranting concessions to foreign oil companies. Traditionally, inVenezuela there has been the common myth that foreign oil compa-nies were «exploiting» the resources that belong to the people. Inaddition, Venezuelan culture has never been open to the idea offree markets and private property. As a result of cultural beliefsand political desire to exercise more power and exploitation in theterritory it controls, the state began to increase taxes and finallydecided the nationalization of those privately held oil companies.

Before I continue, it is important to analyze the myth of exploita-tion the foreign companies were blamed for. To begin with, the mythof exploitation can be easily refuted by pointing out that foreigncompanies were employing voluntary local labor and were usingthe resource, oil, to satisfy consumers demand in either Venezuelaor elsewhere in the world. Furthermore, these so called exploita-tors brought to the country the technology that was not producedlocally something not mentioned by many intellectuals and localwriters. Another common demagogue commonly used in Venezuela,has been that the minerals, in this case oil, belongs to the nation orthe people of Venezuela, but in reality is to the state (Nino, 2012).Murray N Rothbard pointed out, all of these problems would hadbeen solved with the establishing property rights of the mineralsof the land that is been explored. However, it is easier said thandone. As explained above, initially the idea of free market wouldnot fit well into the Venezuelan mentality because of these commoncultural barriers. While there had been few attempts to open upthe economy, these attempts were almost dead on arrival.

Conversely, after foreign companies began extracting oil, thecountry’s output began to rise steadily and it was in 1970 whenVenezuela reached its peak and produced 3,780,000.00 barrels ofoil making Venezuela the world’s top oil exporter (Niño, 2012).

During this period Venezuela became a victim of the so-called«Dutch Disease.» The arrival of such disease had to do, in great part,with the previous economic policies of previous governments.

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Had Venezuelan governments engaged towards privatizationof minerals, tax cuts, and other free-market reforms, the impactof oil dependency could had been avoided or greatly reduced.Unfortunately, due political demagogue and the traditional rent-seeking mentality among the local population the governmentdid not engage in such policies (Hirschbold, 2000).

By mid 1970s, local political demagogue and an internationalmovement towards nationalism lead to the nationalization of allforeign owned assets in Venezuela giving birth to Petroleos deVenezuela, S.A. (PDVSA) (Hernandez, Grisanti, 1974).

IIIPDVSA: MYTH OR REALITY?

There has been false illusion in Venezuela, created mostly bypoliticians as well as PDVSA’s own PR team, that made employeesand the rest of the nation believe that PDVSA, or the state’s oilmonopoly, was some sort of the goose of the golden eggs. Anyonewho entered PDVSA’s labor force believed he or she will havea «secured» retirement account, cannot be fired, and enjoy benefitsabove what any other private company could offer.

Such illusions could only be possible in the short to mediumterm. Monopolies as well as vertically integrated firms face theeconomic calculation problem. Huerta de Soto (2009) explains that«as the division of knowledge becomes broader, deeper and moredetailed, and the economic progress becomes more complex, itbecomes more difficult for a company to expand.» Along withthe labor market rigidity, PDVSA employees lived in a govern -ment create bubble of job security and higher wages and benefitsthan most of those in the private sector.

Before the nationalization, the Venezuelan government sawits revenues double. This huge increase, along with political ambi-tions and demagogue, lead to the nationalization of all foreignassets (Hirschbold, 2000). There were 14 companies in total thatwere taken over by the government in 1976 and by 1986 PDVSAmerged most of them and left only three out of those 14, Lagoven,Maraven, and Corpoven.

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As expected as soon as the nationalization became effective,the results were starting to be seen. The massive influx of moneythe government started to receive due to high oil prices, led tomassive government spending in public buildings, roads, andlike any other democratic government, government debt becamealso a problem. As expected, consumers began to spend part ofthis new influx of money leading to chronic price inflation. Whenthe oil price plummeted, in the mid 1980s the government facedthe same situation all governments face when the bubble isbursting. Basically, it saw its revenues plummet and its publicspending was affected by the collapse of the oil price (Nino, 2012).

PDVSA as a vertically integrated company faced severalproblems that can be expected on such firms. For instance, theeconomic calculation in the different stages of production. Afully integrated firm is able to make internal calculation onlybecause of the existence of a market price. If such market wouldnot exist, then the firm will not be able to determine in whichstage is making losses or profits (Huerta de Soto, 2009). SincePDVSA was and is a monopoly in the country, it had no way ofknowing which stage was being profitable or not at least in thelocal market. As a result, it was constantly challenged by the allo-cation of factors in the various stages.

In today’s economy there have been several cases that provethe above statement. In the energy industry, there have beencases in which oil companies sell their refineries and midstreamoperations or simply divest their assets in such stages of produc-tions. ConocoPhillips and Marathon Petroleum are two of themost recent examples in the oil industry. Since the free marketalways tends to establish the most efficient and profitable typeof production (Rothbard, 1962), one can conclude that the PDVSAexperiment was and has been a fraud.

For every capital good there must be a market in which one canbuy and sell that good; this did not happen in Venezuela withPDVSA. As the area of incalculability increases, the degrees of irra-tionality, misallocation, loss, impoverishment, etc. become greater(Rothbard, 1962). Such problems were being face by the companyever since the nationalization in 1976. After the oil nationalization,the country as a whole has never reached its peak in total oil produc-

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tion, it has had a mediocre production in net oil export, and totalrefining capacity has been in an almost non-stop decline. Thefollowing charts give an illustration of the company’s per formance:

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VENEZUELA TOTAL OIL PRODUCTION (1980-2013)

Source: U.S. Energy Information Administratrion.

VENEZUELA REFINERY CAPACITY (1980-2012)

Source: U.S. Energy Information Administratrion.

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As the charts above show, PDVSA’s performance for most ofthe years after the nationalization has been all but exemplar.However, this is not the concept that has been sold to its employeesand the Venezuelan public in general.

Furthermore, evidence of PDVSA’s poor performance in thecountry can be easily seen by the fact that by the late 1980s early1990s the country had to open borders to foreign capital mainlydue to excesive government taxation and low revenues (Marsh,2008, pp. 461). The fact that PDVSA was not able to stay competitivein its local market is enough evidence of the problem that manymonopolies face.

IVVENEZUELA: A NATION WITHA RENT SEEKING MENTALITY

Venezuela, a renter nation, that has, for the most part, lived ofthe income perceived from its natural resources, created the

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VENEZUELA ESTIMATED PETROLEUM NET EXPORTS(1980-2012)

Note: The «estimated petroleum net exports» are calculated by subtracting «oilconsumption» from «total oil production».

Source: U.S. Energy Information Administratrion.

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perception to its citizen that the country can live off from itsnational resources (Niño, 2012). The income the state perceivedfrom the oil export was used mainly for building public infra-structure, welfare support, and for political enrichment.

While there has been some sort of blame on the abundance ofnatural resources for the country’s lack of economic performanceand continuous underdevelopment, Venezuela’s continuouseconomic backwardness relies more on the mentality of its peopleand the never ending political demagogue.

In Venezuela, there has never been an industrial revolutionper se. With the birth of the petro state, the state’s power grew toits current size. As the state’s power grew, politicians put them-selves in charge of the country’s planning, and as we may expect,they have been greatly inefficient.

In Venezuela, as well as most of Latin America, there has neverbeen a system that encourages competition in the private sector(Hirschbold, 2000). Hirschbold (2000), points out that Venezuelanprivate companies were being protected by the state from 1950s,1960s, and 1970s through tariffs and other barriers erected by thegovernment. He also further points out that the private sectorwas constantly subsidized by the government. These protectivemeasures also «benefited» PDVSA. By being protected by thestate, PDVSA was been able to enjoy relatively success in thecountry for the years after the nationalization.

Moreover, Hirschbold (2000) pointed out state employmentin Venezuela more than tripled after the nationalization of theoil companies from 1975 to 1997. The massive increase in govern -ment employees and bureaucrats creates a bigger burden on thestate’s finances and a deeper rent-seeking mentality amongVenezuelans.

A common problem that this nationalization brought to Ve -nezuela was the so called «Dutch Disease.» After the arrival ofoil companies into Venezuela and the state’s growth going deep-er into the economy, the country’s main revenue has been comingfrom its oil sales. The myth created among the population wasthat Venezuela’s vital source must come from oil (Hirschbold,2000). Such theory is not only dangerous, but also its applica-tion is counterproductive for the whole economy. Venezuela’s

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immense dependency from its resources, namely oil, and itscontinuous protectionist measures has kept the country in aconstant under development. This lack of development has alsohad its effect on PDVSA. By being a monopoly, PDVSA has notbeen able to compete efficiently with other major corporationssuch as Exxon Mobil, Chevron, BP, among others. The govern-ment’s interference in the company’s policies as well as PDVSAinherently inefficiency to operate as a private company has takenPDVSA to a low performance among other privately owned oilcompanies. Manzano (2008, pp. 8) shows that PDVSA’s declinein revenue was linked to a collapse in oil price. Although thedecline in oil prices may have had some effect in the collapse ofprofit margins, the collapse in profit margins can also be attrib-uted to a poor effort in reduce operating costs.

Furthermore, before the arrival of Hugo Chavez to the pre -sidency, PDVSA’s employees, as well as the rest of the country,enjoyed a rigid labor market that allowed them to believe that theirjobs were safe forever. Even today the labor market is still a veryrigid one as pointed out by The Heritage Foundation (See Apendix).As a result of these policies, employers were always reluctant tohire new em ployees. Therefore, in 1998 47.5% of the labor marketwas working on the underground economy. Hirschbold (2000)points out that during the oil bonanza the country received in theearly years of the oil industry, the government further developedthe con cept of a welfare state among the local inhabitants. One ofthe major consequences of such policies was the never endinglack of work ethics among the labor force. While some companieswere successful in finding efficient managers, there were manyothers which have to always deal with the problem.

VCOULD PDVSA SURVIVE IN A COMPETITIVE

AND FLEXIBLE LOCAL ECONOMY?

Hirschbold (2009) correctly pointed out that Venezuela’s restric-tive labor markets as well as its protectionist measures hadcontributed to the country’s constant underdevelopment.

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Traditionally, when a country embraces a competitive policy,with no barriers to enter the market, its standards of livings willrise. A country with limited resources will be immensely poorershould it engage in opposite policies. This will also apply to acountry with vast resources available as it was the case of theformer USSR. Should Lichtenstein engage in protectionist policies,it could probably survive but with a much smaller standards ofliving, and probably its local population will have to return tohunting or farming for surviving.

The case for PDVSA, and Venezuelan private sector to an extent,is similar to the case I explained above. PDVSA, which simply isthe result of the government aggression towards foreign privatecompanies and capital, had enjoyed a monopoly position for mostof the years after the nationalization. Interestingly enough, thecompany had never reached the previous production record thatwas set by all the private companies that were operating in thecountry before the first nationalization of 1975.

Murray N Rothbard (1962) pointed out, as did Mises in 1920,the economic calculation on Monopoly companies will be impos-sible and it would eventually lead to its own collapse. In the caseof PDVSA, the problem is even worse since the company not onlyenjoys a monopoly in the country, but also labor markets aretoo rigid. In the event that top management needs to cut produc-tion and lay employees off, so it can position better in the eventof a market downturn, it would be a very tiresome task. This isnot the case for other private oil companies in the United States,which in the oil crash of 2008, many private companies laid offa big percentage of their task force. Such reduction is essentialin times of crisis. Had labor markets, especially in Texas, beenrigid, it could had been much worse.

One interesting fact that it is rarely mentioned or studied amongVenezuelan economists and other so-called experts, it is that mostof the technology that PDVSA uses comes from foreign privatecompanies. PDVSA, which is simply the result of expropriationof foreign capital instead of domestic capital that was previouslysaved and invested, would had not reached its peak had it notbeen for previously invested foreign equipment and technology.In fact PDVSA’s inefficiency can be seen when in the second

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phase of privatization, in which after the new concessions it sawits production increase by 50% but its operating cost by 175%(PDVSA, 2014). While the company’s new management blamesit on foreign companies and outsourcing technology, it never wenton to described the company’s benefits to its employees whichwere higher than those privately owned companies in the U.S.

Hirschbold (2009) describes that traditionally, Venezuelahas never had a culture in which individualism and competi-tiveness is rewarded. He also points out that the policy of importsubstitution had a wrong impact on the country’s economy. Thepolicy’s effect was that it created local wages more expensive incomparison with other Latin American countries, it also ledimported food to be more expensive than domestic food, and itled many small farmers to purchase sophisticated capital equip-ment for their farms with which they had no knowledge of howto operate them and they later sold them out to bigger landowners that had the personnel capacity operating such machin-ery. Under such cultural «barriers» it would have been difficultif not impossible for PDVSA to survive.

It can be summarized that PDVSA as well as any other stateowned vertically integrated oil firms would have never been ableto compete with other privately owned companies. Not onlydid protectionist barriers allowed PDVSA to give its employeesgenerous benefits, but also it allowed the state to fund its neverending social programs.

VIHOW COULD PDVSA SURVIVE IN A FREE MARKET

ECONOMY? OR COULD IT?

In a pure free market economy, entrepreneurs will always competeamong each other in satisfying consumer demands. Their tasksalso include forecasting future consumer demands and adjustingtheir companies to current market conditions, this will includelaying off employees when necessary, cutting benefits whenneeded, expanding or halting current production, and makingnecessary investments in R&D. In the case of the oil industry, the

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owner of the oil field will be able to cut production when he feelsmost appropriate and expand when he feels it as well. When thescenario is not as above, then two different scenarios can occurwhich are state owned oil fields and state leased oil field. In thefirst scenario, the state can never operate as a privately ownedcompany and suffer the same fate of vertically integrated firms,which are economic calculation as well as operating inefficien-cies. In the second scenario, the case that can be described as «OilCommunism» or the tragedy of the commons. In this case, oiloperators will come to the field and extract as much oil as theycan since there will be other firms extracting oil as well and theywould like to extract as much as possible before it runs out. This isthe case happening in Canada, Venezuela before the nationaliza-tions, and in other parts of the world in which the governmentleases out the oil field. There are many reasons which would beargued as to why PDVSA must remain «working» for the peopleor state owned, but none of those reasons will deal with the rootcause that has plagued PDVSA since its inception which is notbeing an efficient oil firm able to compete on a worldwide scale.PDVSA, which is simply the result of government aggression andex propriation of privately held firms, must be sold in pieces todifferent buyers whether domestically owned or international.While there would be many opponents of such measure includ-ing politicians on both sides and voters in general, it is the onlypossible solution for such inefficient behemoth. One reasonagainst the privatization that is commonly brought up whendiscussing privatization of minerals in a country is that a firmcould grow to such extent that it will become a monopoly. Whilstmonopolies are the result of government interference in theunhampered market, such theory is totally absurd. Rothbard(1962) pointed out the free market will always put a limit on thesize of the firm. Whenever a company is making big profits othercompetitors will soon enter the field and take away profit fromexisting competitors. Only those competitors that correctly predictfuture consumer demands and operate more efficiently will beable to stay on business.

Traditionally, private companies obtain funding from one ormore investors. They can cut expenses whenever they see it most

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appropriate and invest in any other department or cut productionas well. Since PDVSA does not have any private investor, it cannever work as such. All those efforts they tried in the past suchas working «independently» from the government were in vain.Economic calculation was always an issue and had it not beenfrom outside market prices it would had been impossible tosurvive for all these years. Only as privately held, the company’sowner and management can more efficiently expand or cut pro -duction capacity according to current consumer demands.

VIICONCLUSION

It can be concluded that PDVSA would have not existed in Ve -nezuela without an environment which promotes and defendprivate property and free trade. In fact, much of the technologyand capital equipment that has been used in PDVSA are not builtin the country.

In order for Venezuela to have one or more global players inthe oil industry, the country would have to switch radicallytowards privatization of land, resources, and any other govern-ment owned company. It will also require for labor markets tobe liberalized, cut government involvement in the economy asmuch as possible as well as a radical change in the mentality ofVenezuelans. Such measures, while it may be considered tooextreme even for many Venezuelans, it will allow a rapid real-location of the resources and entrepreneurs will make better useof them than government bureaucrats and politicians.

While such idea may seem unattainable from today’s currentsituation, it does not necessarily have to be such a difficult taskas it has been shown that ideas can bring down governments andsystems overnight. Since entrepreneurship is innate to everyhuman being (Huerta de Soto, 2009), once privatization occurs,those entrepreneurs that are better at allocating resources andsatisfying consumer demands will be able to establish new firmsthat can compete with major players in the global arena.

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LA LIBERTAD INDIVIDUAL:OBJETIVO Y METODOLOGÍADE LA ESCUELA AUSTRIACA

DE ECONOMÍA

ELADIO GARCÍA GARCÍA*

Fecha de recepción: 19 de febrero de 2015.Fecha de aceptación: 29 de marzo de 2015.

IOBJETIVO

El objetivo que se propone el autor de este trabajo aspira a des -cribir una teoría de tipo fundamental, en la cual tengan cabidatodos los fenómenos que existen en la naturaleza, y en especialaquellos procesos económicos que constituyen la base natural delactuar humano. En suma, se pretende elaborar una teoría omni-comprensiva, que vincule los fenómenos sociales entre sí, y quetambién relacione estos fenómenos con aquellos otros que, si bienno pertenecen al ámbito específico de la sociología, sin embar-go sí comparten una misma raíz. El hombre es un elemento másde la naturaleza. Si hablamos de fundamentos reales no podemoslimitarnos a realizar un estudio que solo tenga en cuenta los he -chos sociales. Tenemos que describir fenómenos que estén presen-tes en todas las estructuras del universo, y aplicar luego esas no -ciones en el marco concreto del ser humano.

Este objetivo coincide plenamente con el propósito que siem-pre ha perseguido la Escuela Austriaca de Economía. Aunque apriori parezca que los estudios de esta escuela se circunscriben

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 287 a 321

* Licenciado en Biología por la Universidad de León, en las especialidades deBioquímica y Genética. Egresado del máster de Economía de la Escuela Austriaca porla Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Email: [email protected] Blog:elreplicadorliberal.com

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al ámbito de la sociología, demostraremos aquí que en realidadtienen mucho más que ver con la filosofía y la metafísica. Dichaescuela es la única que ha sido capaz de identificar correctamen -te los elementos eidéticos que corroborarían la existencia de unarealidad verdaderamente fundamental. Los principios metodo-lógicos de esta escuela son el dualismo metodológico, en el cam -po de la gnoseología, y el individualismo metodológico, en el cam -po de la metafísica. Su análisis nos permitirá entender mejor cuánimportantes son las contribuciones que ha hecho esta corrientede pensamiento al acervo general del conocimiento humano.

1. Reducción metafísica del concepto de la libertadindividual: de concepto económico a concepto metafísico

La idea seminal sobre la que se construye la matriz teórica de esteestudio se inspira en una declaración del economista y pensadoraustriaco Murray Rothbard, que este escribió en 1982, en los pro -legómenos de uno de sus libros más famosos: La Ética de la Li -bertad. En ella el autor afirmaba lo siguiente: «Todas mis obrashan girado en torno al tema central de la libertad humana. Tengo,en este punto, la convicción de que, si bien cada disciplina poseesu propia autonomía e integridad, en el análisis final todas lasciencias y enseñanzas de la actividad humana están interrelacio -nadas y pueden integrarse en una ciencia o disciplina de la liber-tad individual.» (Rothbard, 2009, p. 21)

Esta reflexión de Rothbard tiene una profundidad y un cala-do enormes, y no ha habido hasta la fecha ningún exégeta quehaya sido capaz de llevar a cabo un desarrollo adecuado de la mis -ma, tal y como habría querido su autor. No existe una fundamen -tación de la libertad individual suficientemente extensa, que abar -que todos los ámbitos de la naturaleza y el conocimiento humano.Es precisamente esa ausencia explicativa, y la propia convicciónde Rothbard, lo que estaría justificando en gran medida el traba-jo que aquí se presenta.

La libertad individual constituye un principio tan elementalque no existe otro que subyaga a este; no hay en el universo unaley que describa un fenómeno más básico. La libertad individual

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del hombre es solo la punta del iceberg, el corolario de una nor -ma metafísica, de carácter general, que se puede aplicar a todaslas cosas que habitan el orbe. No se equivocaba Rothbard cuan-do columbraba en su libro la enorme importancia que tiene esteprincipio general: «…todas las ciencias y enseñanzas de la acti-vidad humana pueden integrarse dentro de una disciplina de lalibertad individual.» Si interpretamos las palabras de Rothbarden sentido literal, y si acertamos a darles un significado todavíamás extenso, que abarque no solo las actividades humanas sinotambién cualquier otra circunstancia, podemos llegar a afirmarque todas las ciencias, desde la física más elemental, pasando porla biología y la antropología, y llegando hasta la economía y lapolítica, analizan fenómenos que están interrelacionados y quepueden interpretarse como casos particulares de un hecho muchomás general.

En un sentido amplio, la libertad individual constituye una ver -dad de tipo metafísico; indemostrable. Es un axioma irrefutable,un presupuesto irreductible, que no cabe referir a ningún otro yque tampoco es necesario demostrar. En consecuencia, se puededecir que describe una cualidad de carácter irrenunciable, quesupone un requisito existencial, necesario en el estudio de cual-quier orden material, e implícito en la naturaleza de todos los se -res del universo.

Por consiguiente, también constituye una cualidad sumamen -te importante para el ser humano. Precisamente por eso, tende-mos a creer equivocadamente que solo nos afecta a nosotros. Es - tamos tan acostumbrados a valorar y asumir como nuestra esafacultad de obrar, que no concebimos otra forma de libertad queno sea aquella que disfrutamos nosotros de manera consciente,por medio de los sentidos y las acciones voluntarias. Por eso, siafirmamos que la libertad individual es una propiedad más dela materia, igual que lo es el volumen o la masa, inmediatamen -te habrá muchos que pensarán que estamos defendiendo tonte-rías, y no vacilarán un instante antes de negarnos su aprobación.Hace falta, por tanto, una explicación previa más exhaustiva,que consigne los puntos más básicos de nuestra propuesta. A con -tinuación intentaré detallar las razones que me llevan a pensarasí.

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De las palabras de Rothbard que se han resaltado más arriba,se desprende que la libertad individual constituye una cualidadhumana ciertamente importante. Pero si decimos que esa cuali-dad está inserta en la naturaleza de todas las cosas, enseguidanos mirarán con asombro y nos tomarán por locos. No hay dudade que esta afirmación produce un cierto rechazo en la gente. Elhombre, en su fuero interno, está completamente convencido deque es un ser único y especial, dotado de una espiritualidad y unaintención que trascienden la materia. Sin embargo, aunque enprincipio pueda parecer extraño, lo cierto es que aquellas cuali-dades humanas que más valoramos, con frecuencia son cualida -des que no podemos atribuir en exclusiva al género humano, apesar de que también tengan una dimensión peculiar. En reali-dad, esto no debería producir ninguna sorpresa: si son cualida-des que representan valores trascendentales, es obvio que tienenque trascender la realidad de cualquier ser particular, y afectarsin excepción a todas las cosas que existen. Pero esta afirmacióndesata profundos recelos en la mayoría de las personas. A todosles parece inaceptable asumir ese tipo de generalización. Si lascualidades que más nos identifican son también cualidades quetenemos que compartir con el resto de las criaturas, de algún modoesto hace que pierdan ese carácter especial, y que degeneren enhechos mucho más vulgares. El hombre necesita sentirse espe-cial. Necesita henchirse de orgullo y llenarse de aliento. Por eso,siempre que es comparado con los demás animales, cada vez quese equipara con las criaturas inferiores, se produce en su interioruna profunda sensación de desazón y de rechazo, que le impideaceptar esa identificación. Pero además, si la comparación quepre tendemos hacer incluye a todas las cosas que existen en la na -turaleza, ya sean estas seres vivos o estructuras inanimadas, lareacción que debemos esperar no dista mucho de la que se pro -duciría si dijésemos que somos Santa Claus.

Sin embargo, muy a nuestro pesar, hemos tenido que ir acep-tando la realidad de la que estamos hechos. Hace tiempo que asu -mimos que el hombre no formaba parte de ningún plan delibe-rado. Descubrimos cariacontecidos que no habitábamos el centrodel universo, y fuimos poco a poco siendo conscientes de que tam -poco estábamos al margen de las fuerzas evolutivas que modelan

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la forma y la fisionomía de todas las criaturas del planeta. Ahora,al comenzar el siglo XXI, nos vemos obligados a aceptar tambiénotra generalización más. Existen cualidades humanas muchomas importantes, que valoramos en mayor medida, que constitu -yen elementos fundamentales de la naturaleza, y que por consi-guiente tampoco son exclusivas del género humano. La más im -portante de todas esas cualidades es la libertad individual.

La libertad individual, de la que tanto se enorgullecen los pen - sadores liberales, no es en realidad una propiedad exclusiva delhombre. Es una cualidad omnímoda, completamente general. Noobstante, esto no debería ser motivo para que disminuyera eseorgullo, sino más bien para que aumentase, ya que nos estamosatribuyendo una propiedad verdaderamente importante. En unsentido amplio, podemos afirmar que todas las cosas que exis-ten en el universo son individuos, y también podemos decir quetodas ellas tienen un cierto grado de libertad. Todos los seres tie -nen una identidad particular. Su individualidad es lo que los con -vierte en entidades existentes y reconocibles. Sin esa propiedadno podrían existir, y tampoco podrían ser identificados como ta -les. Además, la individualidad también supone una cierta inde-pendencia a la hora de actuar. Todas las cosas que existen provo-can algún efecto en su entorno, que viene determinado en partepor la naturaleza concreta de la cosa. Todos los seres actúan conun cierto grado de independencia y libertad. La existencia indi-vidual siempre va seguida de acciones individuales. Estas accio-nes se consideran libres en tanto en cuanto sean generadas porel individuo, sin que intervengan factores externos. En el casocon creto del ser humano, esas acciones individuales son codifi-cadas en forma de normas, y se establecen y apuntalan leyesque indican y determinan los movimientos más apropiados, enorden a conseguir un bienestar general mayor. Ese marco cons-titucional acaba definiendo el nivel de progreso que alcanzanlas distintas sociedades del planeta. El mayor o menor respetodel individuo, de lo que este decide hacer con su vida y supropiedad, es lo que al final determina toda la organización delsis tema y el desarrollo del mismo. En este sentido, la libertadin dividual constituye un valor humano sumamente importan-te. Pero esto no nos pue de llevar a pensar que la libertad es una

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cualidad exclusivamente humana. No debemos olvidar que suimportancia deriva, en úl tima instancia, del hecho de que tambiénsea una propiedad uni versal incuestionable, necesaria para exis-tir y para actuar.

La libertad individual es un principio existencial; es el requi-sito más básico de todos. Todos los entes son estructuras indivi -duales e independientes (si no lo fueran no serían entes, no existi -rían). Y la libertad es la forma en la que todos ellos se manifiestan,a través de las acciones particulares que son capaces de provo-car en sus entornos. Tanto la individualidad como la acción libredel individuo, constituyen propiedades de carácter absoluto, quese pueden asignar a cualquier cosa del universo, y que se predi-can, en último término, del principio de la libertad individual quedetermina la existencia de todos los seres.

Según Rothbard: «La ética de la ley natural establece que, paratodos los seres vivientes, es bueno lo que significa satisfacciónde lo que es mejor para ese tipo concreto de criatura…» (Rothbard,2009, p. 37). Igualmente, para Santo Tomás de Aquino la accióndel hombre es un caso particular de la ley natural por la cual serigen todos los seres del universo, cada uno de ellos se gún su pro -pia naturaleza y sus propios fines. Bajo estos mismos principiosgenerales, Gabriel Zanotti, en su tesis de 1990, intenta conectarla praxeología de Mises y Rothbard con el pensamiento de Tomásde Aquino, que para el argentino es el fundamento último de laprimera. Siguiendo al Aquinate, Zanotti afirma que todas las co -sas finitas se mueven hacia sus fines mediante el desarrollo desus potencialidades. Y continúa diciendo: «Pero respecto de losentes que se mueven, que pasan de la potencia al acto, Santo To -más establece un principio fundamental, que abarca no solo almovimiento en sentido propio, sino a toda operación… Me estoyrefiriendo a este principio: todo agente obra por un fin. Es el prin-cipio de finalidad, intrínsecamente relacionado con la causafinal, esto es, aquello por lo cual el agente obra.» (Zanotti, 2004,p. 21). Esta visión integradora de la naturaleza constituye tam -bién el marco teórico que va a permitir desarrollar el argumen-tario que jalona los distintos apartados de este artículo. Bajo eseprisma, el principio de acción humana de Mises, todos los me -dios, los fines y la libertad del hombre, quedan reducidos a casos

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particulares, y empequeñecidos frente a la imagen de una reali-dad mucho mas grande.

Todas las cosas del universo son entes existentes. La tauto-logía que entraña esta afirmación revela cuan absurdo es inten-tar pensar en alguna alternativa distinta. La existencia es la con -dición más fundamental de todas, y con ella también lo son lasdos propiedades que están asociadas a la misma, a saber, la indi-vidualidad y la acción. Todos los objetos que existen son indivi -duos, y todos ellos actúan de forma que consiguen mantener esaindividualidad y esa existencia. Normalmente, un objeto inani-mado e inerte no invita a pensar en ningún tipo de acción. No obs -tante, dicho objeto solo puede existir si es capaz de ejercer algu-na acción que le beneficie y que le procure una cierta estabilidad.Pero al hombre le resulta difícil concebir una actuación que noesté producida por un individuo consciente, o que no esté diri-gida a conseguir unos objetivos que hayan sido marcados previa-mente por él. Es conveniente que pongamos algún ejemplo queilustre esta posibilidad. Utilizaré para ello el objeto más inermeque se me ocurre. Imagínese una piedra más o menos plana, llenade aristas y de ángulos, y otra, del mismo tamaño, completamentepulida y redonda, sin ningún abultamiento. Ambas se encuen-tran en la cima de una montaña. Pero, mientras la primera tende-rá a permanecer ahí arriba, la segunda terminará por rodar coli-na abajo, sin detenerse en ninguna terraza de la orografía, hastaacabar en el fondo de algún valle. Es mucho más probable quela piedra redonda termine precipitándose y hundiéndose en al -guna laguna o cuenca del terreno. La primera piedra estará ex -puesta a la abrasión de los elementos aéreos, pero la segunda serásometida a la erosión que provocan las escorrentías. Estos dosescenarios determinan la existencia y la forma de las dos piedras,tanto o más que su origen y su constitución. Esas piedras habránactuado de distinta manera y con distintos resultados. Lo que en -tendemos aquí por acción no es solo la acción consciente de unindividuo pensante, es el efecto que provocan en el entorno todoslos objetos del mundo, por el mero hecho de existir y tener unaforma y una estructura particular, la cual interfiere en dicho en -torno de un modo también concreto, y con unas consecuenciaspara el objeto muy significativas. La acción no es otra cosa que

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el resultado de una fuerza física. En este sentido lato del térmi-no, podemos decir sin ambages que todos los objetos actúan, quetodos producen un efecto en su entorno más próximo, y que to -dos reciben a cambio una reacción del entorno que acaba deter-minando su existencia y su permanencia en el mundo. La acciónes una propiedad metafísica y universal, que determina la exis-tencia de todos los seres.

La acción se manifiesta en los seres vivos con una intensidadmucho mayor, debido a que estos son individuos más complejos,con una capacidad de interactuar más elevada. Pero en el fondo,las reglas básicas que determinan la existencia de todos ellos sonlas mismas. La habilidad de Darwin consistió en darse cuenta deque los entes vivos existen y proliferan en base a los mismos prin-cipios que cualquier otro objeto. Subsisten en tanto en cuantosean individuos (principio de la individuación) y en la medidaen que actúen para mantenerse vivos y sobrevivir (principio dela acción). Las piedras que, en base a su forma, consigan habitarun entorno menos agresivo, acabarán perdurando más tiempo queaquellas que no puedan evitar esas agresiones erosivas. De igualmanera, los animales que se mueven, se reproducen y actúan con -tinuamente para habitar un entorno más favorable, existirán pormás tiempo que aquellos que no saben o no pueden moverse deese modo. La teoría darwiniana de la evolución es una teoría meta-física. Todos aquellos que critican esta teoría bajo el supuesto deque no hay suficientes evidencias que la corroboren (los creacio -nistas que afirman que nunca encontraremos el eslabón perdi-do, o los que dicen que el ojo es tan complejo que no puede ha -ber aparecido por evolución), no se enteran que están yendo encontra de una proposición que no necesita ninguna demostracióny que no tiene alternativas. La evolución darwiniana y la super-vivencia del individuo son conceptos irrenunciables, ya que nohay nada que exista y sobreviva de otra manera. Todos los obje-tos existen porque se individualizan, y sobreviven porque compi-ten y se adaptan al entorno a través de alguna acción que conso-lida y fortalece esa individualidad o identidad. Todos los objetosdeben adoptar una dimensión espacial (existir como individuosconcretos, como estructuras únicas), y acto seguido deben adop-tar también una dimensión temporal (actuar para mantener esa

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individualidad, por medio de las influencias que consigan pro -vocar en el entorno, por el mero hecho de existir). A su vez, estascondiciones dimensionales determinan también la existencia, laforma y la estructura de todas las cosas. La selección natural mol -dea a todas las criaturas, sin excepciones de ningún tipo. La una -nimidad que refleja esta visión de la naturaleza permite integrarlas ciencias naturales bajo un mismo principio. Pero este prin-cipio también se puede extender al hombre. El ser humano tam -bién actúa movido por esos principios, para conseguir sobrevi-vir y permanecer (ese es su último objetivo, el sentido y la ra zónde su existencia y su creación). En este caso, la unanimidad afec-taría no solo a las ciencias naturales, la física y la biología (las pie -dras y los animales), sino también a las ciencias sociales y huma-nas. La teoría de la evolución de Darwin y la teoría de la acciónde Mises no son sino dos demostraciones particulares del mis -mo fenómeno general. La individuación y la acción determinanla existencia de todos los objetos, en unos casos constituyen labase principal de la supervivencia biológica, y en otros la basede la organización y la existencia social. Además, dentro de lasciencias humanas podemos implementar de nuevo otra integra -ción. La síntesis que se alcanza al contemplar el sistema axio-mático que aquí se propone, compuesto por dos principios (indi-viduación y acción), permite elaborar una imagen todavía másunitaria. En concreto, resulta especialmente interesante detener -se a analizar esa combinación que aúna la teoría social y deduc-tiva de Ludwig von Mises y la de Ayn Rand. Considero impres-cindible destacar las contribuciones que han hecho a la metafísicaestos dos autores, sin menoscabar ninguna de ellas. No en vano,cada uno se ha encargado de describir uno de los dos axiomasque componen la realidad. Ayn Rand centra sus investigacionesen el axioma de la existencia individual, o axioma de la identi-dad o individuación. Por su parte, Mises hace lo mismo con elaxioma de la acción individual o acción humana. Mi intenciónes poner de manifiesto las profundas relaciones que creo que exis-ten entre la escuela objetivista que fundó la filósofa ruso-ameri-cana y la escuela subjetivista de Menger y Mises. Las rencillasintestinas que se dan entre los integrantes de estas dos corrientesno tienen ninguna justificación. Hay buenas razones para pensar

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que esas dos escuelas representan los pilares del pensamientomás general de todos, y que por tanto se complementan y enca-jan como dos piezas de puzle, en el rompecabezas del universo.Su unión viene sellada por un principio absoluto, y sus detracto -res o enemigos incurren en un error que es proporcional al hechoque niegan.

2. Reducción ontológica del concepto de la libertadindividual: descomposición del concepto metafísicoen sus elementos entitativos

Todas las cosas son entes finitos, que se mueven hacia fines concre-tos. Es decir, todas las cosas son entidades individuales (axio-ma randiano de la identidad), son seres particulares perfectamen -te delimitados y con unos fines que también son específicos. Ytodos ellos se mueven en alguna dirección, presentan un propó-sito determinado, y buscan continuamente la manera de conse-guirlo (axioma misesiano de la acción). Es decir, todos los seresdetentan una libertad intrínseca, y protagonizan una acción quesolo ellos saben provocar. Según nos dice Mises: «El hombre, alactuar, aspira a sustituir un estado menos satisfactorio por otromejor» (Mises, 2011, p. 18). Para Mises, este es el principio másbásico de la economía, que rige y mueve a toda la sociedad. Noobstante, en términos generales, la satisfacción del hombre no esotra cosa que la manifestación de un estado anímico (una coloca -ción interna) que tiene por objeto estimular su movimiento y suactuación, y que se deriva, a fin de cuentas, del logro de algunameta que habrá tenido como resultado la prevalencia y la existen -cia del individuo humano (la propia satisfacción encuentra aquísu motivo principal: es el estímulo hormonal que insta a existir).De lo contrario, nada de eso se habría producido. Por consiguien -te, este es un principio que se puede aplicar también a todas lascosas que existen.

Todas las estructuras presentan una posición que las identi-fica como tales. Como dijo Aristóteles: «…una cosa es un umbralporque está colocada de cierta manera» (Aristóteles, 2011, libroVIII, p. 259). Además, todas provocan un efecto determinado en

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el entorno, como resultado de haber adquirido esa posición. Y entodas ellas la supervivencia depende de que ese entorno que mo -difican, y sobre el que actúan, acabe procurándoles algún bene-ficio particular, gracias al cual consigan mantenerse tal y comoson. Todas las cosas que existen tienen que haber provocado esteefecto beneficioso. El propósito existencial de todas ellas es per -manecer. Si existen es porque, de algún modo, han conseguido al -canzar dicho propósito. Todos los seres existen como individuos,y actúan para conseguir mantener y conservar esa existencia, ysolo existen si consiguen su objetivo. No cabe otra alternativa. Yel ser humano no es ninguna excepción. El hombre se mueve yactúa en virtud de los mismos algoritmos, buscando fines existen -ciales, actuando sobre el entorno, y sirviéndose de los mediosque tiene a su alcance. La única diferencia es que, en su caso, la ra -zón y la conciencia juegan claramente a su favor, y le permitenplanificar e interiorizar todos esos propósitos y movimientos.

En definitiva, no nos equivocamos si decimos que todos losseres albergan dos propiedades principales, que ya fueron pues-tas de manifiesto por Aristóteles hace muchos siglos, en su teoríadel Ente. En primer lugar, todas las cosas son entidades finitas,individuales. Como dice el polímata griego: «…y esto es la sustan-cia o el individuo, que es precisamente lo que se manifiesta enuna categoría tal; sin ello, no decimos nunca bueno o sentado,por ejemplo. Es evidente pues que gracias a esta categoría, sontambién todas las demás, por lo tanto el Ser en su sentido prime-ro, y no el ser algo, sino el Ser absoluto, ha de ser la sustancia [elindividuo]» (Aristóteles, 2011, Libro VII, p. 208). Y en segundo lu -gar, las cosas también son entidades actoras, que se mueven se -gún sus potencialidades, hacia objetivos concretos, con una li -bertad intrínseca, buscando un beneficio particular. De nuevo,Aristóteles sale al paso de esta afirmación para decirnos: «De ma -nera que, si hay un fin de todas las cosas propias de la acción, estesería el bien propio de la acción» (Aristóteles, 2012, Libro I, p. 28).

Por tanto, podemos estar seguros que todas las cosas queexis ten son entes individuales, y también son entes que actúanpara conservar esa individualidad. La convicción que tiene queacompañar a esta declaración se debe precisamente a que esasdos características son las únicas que provocan y permiten toda

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existencia. En consecuencia, el principio de la libertad individual,que también participa de las mismas propiedades, estaría apelan-do igualmente a una realidad normativa que carece por comple-to de excepciones.

La libertad individual es una expresión que apela a dos he chosexistenciales inseparables, la individuación de la cosa, y la acciónlibre del individuo. Estas propiedades constituyen dos axiomasirrefutables, imposibles de negar. Es imposible que exista algoque no se disponga en el espacio de una manera con creta, con unaidentidad. Y también es imposible que, una vez que haya adqui-rido esa identidad, esa cosa no provoque ningún efecto beneficio -so en su entorno, a través de una acción que le permita conservarsu existencia en el tiempo. Nada escapa a esta sentencia irrefu-table. En el sentido lato que empleamos aquí, y como tambiénnos dice Mises, incluso la ausencia de acción se consideraría igual -mente un tipo de acción, con unas consecuen cias claras: «Puesel no hacer nada y el estar ocioso también cons tituyen actuacio-nes que influyen en la realidad» (Mises, 2011, p. 17).

La libertad individual es una locución que se compone de dostérminos gramaticales: individual y libertad. Lo individual es loidentitario, la esencia del ente, su naturaleza existente, su cosifi -cación espacial. Por su parte, la libertad alude directamente a laacción, es la facultad que tienen todos los seres para actuar segúnsus potencialidades (o para dejar de actuar), para provocar unefecto en el entorno que permita que se conserven y, en definiti -va, para existir, desplazarse y moverse por la otra dimensión: ladimensión temporal. Estas dos cualidades, la individuación y laacción, constituyen los dos fundamentos más básicos de la reali-dad, y dan a la libertad individual el carácter trascendental queesta tiene. Estos mismos atributos son resaltados ya por SantoTomás de Aquino en el capítulo III del libro II de su Suma contraGentiles, cuando explica las condiciones y características que con -figuran la esencia ontológica del Ente finito: «Toda acción y todomovimiento parecen ordenarse de algún modo al ser, ya para quese conserve según el individuo [acción], ya para que se adquierapor primera vez [individuación]. Y el mismo ser es un bien, y poresto todas las cosas apetecen el ser. Luego, toda acción y todo mo -vimiento es por un bien» (Santo Tomás de Aquino, BAC, 1967).

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El principio de la libertad individual, que defienden algunasescuelas de pensamiento (entre las que sobresale la Escuela Aus -triaca de Economía), no adquiere su importancia en base a unasdecisiones arbitrarias o subjetivas. Se construye, en cambio, utili-zando dos axiomas fundamentales, el axioma de la individua-ción y el axioma de la acción. Estos axiomas podrían describir-se de la siguiente manera. Todas las cosas son individuos. Ytodos los individuos producen algún efecto en su entorno. Eseefecto es una acción individual. Dicha acción recibe el nombrede libertad (gra dos de libertad). Además, cualquier individuodebe actuar siempre para beneficiarse a sí mismo (de maneraegoísta), o al menos para no perjudicarse, de tal forma que soloexisten aquellos individuos que producen esos efectos benefi-ciosos: que apetecen el Ser. Todos los demás desaparecen. El bene-ficio aquí es simplemente todo resultado que permite mantenerla existencia, y que consecuentemente también permite asegu-rarla y mejorarla. La libertad individual, en el caso de que se atri-buya al hombre, supone para este unas cualidades y unos bene-ficios importantísimos. Esa importancia se debe precisamente aque es una propiedad que está inserta en la naturaleza existen-te de todas las cosas, en la sustancia más fundamental del univer-so y de la realidad. El valor ético de la libertad individual no tieneotra causa que la de ser también un valor eidético, sustentado so -bre dos principios axiomáticos, y referible a una propiedad uni -versal, necesaria en todo tiempo y lugar (es decir, afín a la exis-tencia como tal, con sus dos dimensiones principales, la temporaly la espacial). Todo lo que existe debe cumplir dos condicionesbásicas. Debe adquirir una posición espacial, una identidad, unaindividualidad, o una presencia concreta. Y además debe adop-tar también una dimensión temporal, es decir, tiene que actuarsegún sus potencialidades, con una libertad intrínseca, en posde la permanencia. Todo objeto tiene que provocar necesaria -mente un efecto que no le destruya, que le beneficie. Por consi-guiente, todo lo que existe viene determinado por dos elemen-tos entitativos de carácter absoluto: uno de naturaleza individualy otro de naturaleza actuante. Dichos elementos quedan a su vezdefinitivamente integrados en el concepto de la libertad indivi-dual.

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La intención de este trabajo es analizar esa integración, invo-lucrando en dicho estudio a las ciencias naturales y a las cienciassociales, y elaborando una comparativa suficientemente am plia,que permita entender mejor el carácter esencial que revisten es -tos preceptos básicos, los principios referidos.

3. Reducción gnoseológica del concepto de la libertadindividual: unificación de las ciencias

Una vez que hemos reducido el concepto económico de la liber-tad individual (rothbardiano) a concepto metafísico (aristotélico),y que lo hemos descompuesto en sus dos elementos ontológicos(la individuación y la acción), quedaría por analizar la relaciónque existe entre ese concepto metafísico y todos los aspectos gno -seológicos que rodean al mismo. Es decir, vamos a ver de qué ma -nera el concepto de la libertad individual contribuye, no solo ala unificación de las nociones y las ideas, sino también a la unifi-cación de las herramientas con las que se elaboran estas.

En 1998, el profesor emérito Eduard O. Wilson, notable ento-mólogo, autoridad moral en el estudio de las hormigas y los in -sectos, y pionero indiscutible de la sociobiología, afirmaba en sulibro Consilience, La Unidad del Conocimiento, lo siguiente: «Recuer-do muy bien la época en que me cautivó la idea del saber unifi-cado […] Era yo un biólogo en ciernes, inflamado por el entusias -mo de la adolescencia, pero de teoría y visión cortas… De repentevi el mundo de una manera totalmente nueva… estaba subyu-gado, no podía dejar de pensar en las implicaciones que la evolu-ción tenía para la clasificación y para el resto de la biología. Ypara la filosofía. Y para todo… Me di cuenta de que podía subirlos peldaños de la organización biológica, desde las partículasmicroscópicas de las células hasta los bosques que cubren las lade-ras de las montañas. Un nuevo entusiasmo se agitaba en mi inte-rior. Los animales y las plantas que yo amaba tan profundamen -te volvían a entrar en el escenario como actores principales deun gran drama. La historia natural quedaba validada como unaciencia real. Había experimentado el hechizo jónico. Tomo estaexpresión del físico e historiador Gerald Holton, quien la acuñó

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recientemente. Significa la creencia en la unidad de las ciencias,una convicción mucho más profunda que una simple proposiciónde trabajo, que el mundo es ordenado y puede ser explicado porun pequeño número de leyes naturales. Sus raíces se remontana Tales de Mileto, en Jonia, en el siglo VI a.C. Dos siglos más tardeAristóteles consideraba al legendario filósofo como el fundadorde las ciencias físicas. Desde luego se le recuerda más concreta-mente por su convencimiento de que toda la materia está consti -tuida en último término por agua. Aunque esta idea se suele ci -tar como ejemplo de lo muy equivocadas que las especulacionesde los primitivos griegos podían llegar a ser, su significado reales la metafísica que expresó acerca de la base material del mundoy de la unidad de la naturaleza. El hechizo, que se ha hecho cadavez más refinado, ha dominado el pensamiento científico desdeentonces. En la física moderna, su punto central ha sido la unifi-cación de todas las fuerzas físicas (la electrodebil, la fuerte, y lade la gravitación) […] Pero el conjunto del hechizo se extiendeasimismo a otros campos de la ciencia, y para algunos va mas allá,alcanzando las ciencias sociales, y todavía más lejos, como expli-caré más adelante, hasta tocar las humanidades» (Eduard O. Wil -son, 2009, p. 9).

No comparto en absoluto la manera en la que Wilson aspiraa unificar las ciencias naturales y las ciencias sociales. Pero sí meidentifico plenamente con el espíritu que le impulsa a llevar ade -lante ese proyecto. Comparto la admiración que siente por la ideadel saber unificado, y me siento cautivado ante esa forja, igual queél. Pero admito que Wilson es un científico positivista. Su idea deunificación pasa por conseguir que las ciencias sociales adoptenel método y el diseño que prevalece en el estudio de las cienciasnaturales.1 Como dice Mises «La gente tiene ideas equivocadas

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1 Para Wilson, las ciencias sociales deben adoptar el método de las ciencias natu-rales, sus modelos empíricos, sus análisis predictivos, y sus explicaciones biofísicas:«…los científicos sociales resultan enmarañados por la desunión y la falta de visión.Y las razones para tal desunión se están haciendo cada vez más claras. Los científi-cos sociales, en general, rechazan la idea de la ordenación jerárquica del conocimientoque une y guía a las ciencias naturales… Si los científicos sociales deciden elegir lateoría rigurosa como objetivo último, como han hecho los científicos naturales, ten -drán éxito… La unión es la mejor manera de que las ciencias sociales ganen en poder

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sobre una ciencia unificada, que debería estudiar el comporta-miento de los seres humanos según los métodos empleados porla física de Newton, en el estudio de la masa y movimiento» (Mi -ses, 2013, p. 13). Los positivistas creen que solo existe un mé todode investigación (el suyo), y tachan a los filósofos de ignorantesy de hechiceros. Esta forma de entender la unificación es bastan-te ridícula, y enormemente simplista. Es preciso que insista -mos una y otra vez en la necesidad de proponer una agrupacióndistinta, que también incluya a la filosofía. Y la mejor forma deconseguir esto es uniendo las ciencias naturales y las cienciassociales a través del concepto más básico que existe: la libertadindividual. La exactitud e irreductibilidad de este concepto, asícomo su ecumenicidad y su generalización, acreditan el métododeductivo que emplea la filosofía, lo equiparan con el científico,y en consecuencia proponen una visión integral de la gnoseolo -gía, dualista (científica y filosófica, inductiva y deductiva).

Los apologistas del positivismo y el monismo metodológicosolo conciben un método de estudio, el método científico. Es pre -ciso que les hagamos ver que la noción de individuo constituyeun hecho irrefutable, que no es preciso investigar, y que solo cabeafirmar o intuir de manera filosófica, exponiendo a continuacióntodas las implicaciones lógicas que podamos derivar. La indi-vidualidad (la existencia y la acción libre del individuo) es unacualidad que está inserta en todas las cosas que existen. Nadapuede existir si no dispone de una entidad propia. Y nada surgesi no es como individuo. Por tanto, podemos tomar esta cualidady proponerla como principio básico, sin necesidad de compro-barla, pues todo lo que existe tiene que tenerla. Y a continuaciónpodemos derivar algunas conclusiones importantes, por ejem-plo, que la individualidad y la libertad de acción del ser huma-no constituyen también cualidades fundamentales, necesarias parael buen funcionamiento y el progreso firme de cualquier sociedad

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de predicción… Los modelos avanzados de micro y macroeconomía están en el buencamino. Pero los teóricos se han puesto a sí mismos impedimentos innecesarios alcerrar sus teorías a la biología y la psicología serias, que comprenden principios obte-nidos de la descripción atenta, de la experimentación y del análisis estadístico.»(Consilience, La unidad del conocimiento, cap. 9)

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avanzada. Si las acciones que benefician a un agente en particu -lar son siempre un requisito necesario para que este exista, conmás motivo lo serán todas aquellas que permiten que los seres sedesarrollen y proliferen de manera conjunta.

Como vemos, aparte del método inductivo que emplea la cien -cia, existiría otro método complementario: el método deductivo,que nos permitiría llegar también a conclusiones ciertamente ra -zonables (y racionales). Es más, con ese método alcanzamos unasconclusiones determinantes, indiscutibles, absolutamente uni -versales, y de un grado de generalización superior al de cualquierteoría científica.

La unificación no debe consistir en utilizar un único métodode estudio, porque entonces estamos obviando un amplio aba -nico de investigaciones. La unificación no significa unificar lasherramientas, y que al final solo tengamos un martillo. La unifi-cación consiste en hallar un fenómeno único, que determine lanaturaleza de todos los objetos de estudio y de todos los objeti-vos científicos, y en conseguir que todas las herramientas que te -nemos a nuestra disposición se pongan al servicio de este hallaz-go. Precisamente, es la división epistemológica que contemplados métodos racionales, el llamado dualismo metodológico, loque nos estaría permitiendo utilizar uno de esos caminos paraanalizar mediante deducción el fenómeno que nos interesa, el másimportante de todos.

La libertad individual es el fenómeno que buscamos. Si nosajustamos a la idea de Wilson, según la cual es necesario estable -cer una unificación real de todas las ciencias, y si tomamos pres-tada la definición de Rothbard, que dice que la libertad indivi-dual constituye un presupuesto elemental de carácter indiscutible,podemos abordar un estudio integral de la naturaleza, y elabo-rar de ese modo un plan de acción suficientemente amplio y am -bicioso.

En las ciencias naturales existe un consenso y un progreso queno se observa en el mundo de la economía y las ciencias huma-nas, donde todos parecen defender ideas contrarias. Este traba-jo se propone eliminar esas diferencias. Para ello, es necesarioelaborar una síntesis general que establezca los principios deacuerdo básicos que habrán de determinar el marco común de

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una verdadera teoría natural de la libertad. El liberalismo no pue -de tener otro objetivo distinto de ese. La importancia que aquíasignamos a la Escuela Austriaca de Economía se debe precisa-mente a que dicha escuela es la única corriente de pensamientoque ha sido capaz de identificar correctamente ese problema, yavanzar en las soluciones.

IIMETODOLOGÍA

La metodología que defiendo en este trabajo es la misma que vie -ne aplicando la Escuela Austriaca de Economía desde su origen,en todas las investigaciones en las que ha participado. La Escue-la Austriaca, o Escuela de Viena, es una corriente de pensamientoeconómico y político que se sustenta sobre dos pilares metodo-lógicos básicos: el dualismo metodológico y el individualismometodológico. Estos principios constituyen también la base doc -trinal que soporta y que da consistencia a los argumentos que seexponen y defienden en este opúsculo.

1. La importancia trascendental de los principiosde la Escuela Austriaca: causas metodológicas

Sin ánimo de ser exhaustivos, podemos afirmar que la clasifica -ción es casi la única actividad intelectual que llevan a cabo los fi -lósofos y los pensadores. La taxonomía es una ciencia fundamen -tal, que está presente en todas las operaciones intelectuales querealiza el ser humano. Toda definición aspira a encuadrar el ob -jeto que describe dentro de un orden determinado, junto con to -dos los demás objetos que comparten las mismas características.Cualquier proposición teorética pretende ordenar los diversosfenómenos que se observan en la naturaleza haciendo que estosqueden incluidos en un conjunto más general y preciso. No hayduda que la clasificación ejerce en todas estas aspiraciones inte-lectuales un papel de primera magnitud. Ahora bien, de todas lasclasificaciones posibles, la más importante y perentoria es aquella

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que trata de ordenar las distintas clases de conocimiento que exis -ten, pues gracias a esta podemos conocer la función que desempe -ña el investigador, y también cómo se clasifican el resto de cosas.

En términos generales, dicha clasificación podría quedar dela siguiente manera. Solo existen tres disciplinas o herramientasde conocimiento fundamentales. En primer lugar, está la gnoseo -logía, que trata de los métodos y la naturaleza del conocimiento.Luego vendría la metafísica, que abarca todo el conocimiento quese consigue gracias a la utilización de la deducción y la filosofía.Y finalmente tendríamos la física (según la definición aristoté-lica), dentro de la cual se ubican todas las ramas experimentalesvinculadas al estatuto de la ciencia y el conocimiento fáctico (lafísica propiamente dicha, la química, la biología, etc...). Sin em -bargo, de las tres herramientas que acabamos de nombrar, sololas dos primeras serían realmente esenciales. La ciencia no lo es.La ciencia utiliza métodos indirectos, a través de los cuales llegaa conocer la realidad solo después de una dura indagación. Portanto, es incapaz de establecer principios realmente fundamen-tales, de manera inmediata; sus teorías siempre están cambian-do y perfeccionándose, y siempre son provisionales. No ocurrelo mismo con la gnoseología y la metafísica. Estas disciplinas seconstituyen a priori. En el momento de iniciarse la investigaciónya deben tener claro qué principios básicos son verdaderos.

La gnoseología y la metafísica son disciplinas elementales. Loson en la medida en que están obligadas a establecer unos prin-cipios apriorísticos. Dichos principios deben ser independientesde la experiencia, es decir, no pueden proponerse con posteriori -dad, como resultado del proceso fáctico. Tienen que basarse, porel contrario, en alguna necesidad general incuestionable, que ga -rantice su carácter universal y su utilidad inmediata.

Cualquier búsqueda de conocimientos debe iniciar su trave-sía resolviendo una cuestión cardinal. Tiene que identificar el mé -todo gnoseológico que le va a permitir atravesar la parte del océa -no desconocida en la que decida adentrarse. Antes de echarnosa la mar, tenemos que revisar el contenido de nuestras mochi-las, la solidez de la quilla sobre la que recae todo el peso del barco,las herramientas que se encuentran almacenadas en las bodegasdel mismo, y las condiciones del piélago al que queremos llegar.

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Por tanto, la gnoseología es la primera disciplina que tenemos quecontemplar, la primera en proponer unos principios fundamen-tales, que tendrán que establecerse incluso antes de haber inicia-do cualquier búsqueda (de hecho, es la que permite dicha búsque-da); por eso decimos que es una ciencia apriorística. Y el dualismometodológico es el único principio que nos puede indicar el ca -mino correcto, desde el primer instante, ya que es el único quedefiende la validez de esas verdades apriorísticas, el único queadmite la filosofía como herramienta, y el único que se basa enuna realidad incuestionable, universal e inmediata.

El universo está compuesto por dos tipos de fenómenos o cua -lidades. Todos los objetos constan de propiedades particulares ypropiedades generales. El análisis de esos tipos requiere por tan -to que contemplemos dos vías de conocimiento alternativas, queatiendan respectivamente a cada uno de ellos. De este modo, sur -gen y se desarrollan por separado la ciencia y la filosofía. La cien -cia investiga los hechos concretos, y extrae posteriormente teo -rías generales. Por su parte, la filosofía se inspira en primer lugaren todos aquellos conceptos y fenómenos que se refieren a cuali-dades que son evidentes (absolutamente generales), y solo des -pués deduce toda la serie de implicaciones lógicas particularesque se derivan de dichos conceptos. De la aceptación gnoseoló-gica de esa doble posibilidad, de esa alternativa de caminos quecomienza fijando su atención, ora en las propiedades generales,ora en las propiedades particulares, surgen también dos discipli -nas básicas: la metafísica y la física. La metafísica es la disciplinaque compete a la filosofía, la que emplea conceptos abstractospara producir una cosmovisión general del mundo. Por su parte,la física se corresponde con el estatuto de la ciencia. En su caso,los investigadores analizan primero los hechos físicos concretos,y posteriormente extraen conceptos y teorías más generales. Laintegración de la ciencia con la filosofía da lugar al método de co -nocimiento más exitoso y completo de todos: el dualismo metodo -lógico.

El dualismo metodológico se deduce de manera inmediata, apartir de una realidad fundamental, de una dicotomía primordial:la existencia de dos tipos de fenómenos, generales y particula-res. Dicha metodología utiliza dos vías distintas para alcanzar

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el conocimiento, la vía filosófica y la vía científica. La vía filo-sófica parte de fundamentos metafísicos, atinentes a fenómenosmuy generales, y los intenta aplicar luego a los casos concretos.Por su parte, la vía científica usa un camino inverso, parte de he -chos concretos, que posteriormente intenta relacionar con el ob -jeto de construir teorías más generales. Por tanto, la metafísicay la física abarcan con sus estudios todos los ámbitos y todas lasposibilidades de conocimiento que existen. Tanto la vía filosófi -ca como la científica proponen sendas teorías generales. Sin em -bargo, una las propone al principio, y otra las elabora con poste-rioridad. De esta manera, solo la vía filosófica da cuenta de unarealidad eidética, apriorística, y completamente general, pues esla única que está obligada a establecer una teoría inicial realmenteuniversal.

Aparte de la gnoseología, la otra disciplina fundamental quees necesario apreciar es la metafísica. El dualismo metodológi-co es la herramienta que acredita a la filosofía, y esta establece asu vez un presupuesto categórico universal, de carácter metafísi -co. La vía científica parte de presupuestos particulares, y efectúaafirmaciones relativas del tipo: «esta cebra es rayada», o «aque-lla flor se pone mustia con el calor». En cambio, la vía filosóficacomienza diciendo: «el universo es...» Evidentemente, los dos ti -pos de afirmación exigen el uso de una metodología concreta, ydan por hecho que podemos describir algunos fenómenos funda-mentales. Pero sus investigaciones toman en consideración obje-tos completamente distintos, y se desarrollan de manera inde-pendiente. La vía filosófica intenta llegar a conclusiones lógicasderivándolas a partir de realidades absolutamente generales. Lavía científica intenta reunir muchos fenómenos particulares y de -rivar luego teorías más generales. En ambos casos se describenlos mismos fenómenos. Las ideas generales tienen muchas impli-caciones a nivel particular, y los hechos particulares quedan me -jor agrupados y definidos dentro de una teoría genérica, que alu -da a procesos globales. Ahora bien, el modo que tienen estas dosvías de abordar el problema es bien distinto.

La filosofía, como quiera que se ve obligada a partir de pre -supuestos universales, debe asegurarse de que esos presupues-tos sean absolutamente verdaderos. Deduce con ellos todas las

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conclusiones y las teorías que elabora, y lo hace de manera intui-tiva, basándose en esas necesidades eidéticas que habrá identi-ficado previamente en los hechos ecuménicos. En cambio, laciencia, como está obligada a partir de hechos particulares contin-gentes, no tiene una referencia tan amplia. En su caso, cobra es -pecial importancia la experimentación y la prueba. El proceso queutiliza la ciencia es inductivo, y presenta una incertidumbre in -trínseca. La filosofía debe comenzar siempre con una certeza uni -versal (nótese que no afirmamos que tenemos un conocimientoabsoluto de todo, sino que conocemos absolutamente un fenó-meno o cualidad determinada). Por su parte, la ciencia atribuyeal hombre un desconocimiento inicial absoluto, observa hechospuntuales, detalles concretos, pero no sabe cómo se producen,ni cuáles son las causas últimas que los provocan. La ciencia tra -baja con hechos posibles, que siempre pueden acabar siendo deotra manera, y que deben investigarse de forma fiable. De ahíque la demostración adquiera en ella un papel central, y que nose alcance nunca un conocimiento completo, seguro y definitivo.El investigador debe pertrecharse con un aparato técnico que leasegure y le confirme que está describiendo algo cierto, entretodas las posibilidades que existen, y también debe estar dispues-to a modificar en el futuro sus conclusiones, si así lo requierenlos datos que va recabando. Sin embargo, la metafísica y la gno -seología atribuyen al hombre un conocimiento inicial absoluto.Como parten de hechos generales, están obligadas a contemplarprincipios que son absolutamente ciertos. La evidencia no se ex -trae, en este caso, de las experiencias fácticas, como hace la cien-cia con sus objetos de estudio, se obtiene en cambio al utilizar unaevidencia inmediata, que se extrae a partir del conocimiento deun fenómeno necesario, que no puede ser de otra manera, que seconoce y se reconoce con solo pensarlo, y que por tanto no nece-sita comprobación. En este sentido, el individualismo metodoló -gico, que designa aquello que condiciona y posibilita la indivi-dualidad (y la existencia), es el único principio filosófico que tienela capacidad de responder a estas necesidades. Las únicas cuali-dades del universo que son realmente generales, las únicas queestán presentes en todos los objetos del mundo, son la cualidadindividual, que identifica al objeto, y la acción de supervivencia,

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que emana del mismo y que posibilita su permanencia. Cualquiercosa, si quiere existir, tiene que mostrarse como un individuo,tiene que tener unos límites reconocibles, tiene que aparecer entanto que Ser, y tiene que actuar para conseguir permanecer talcual. El principio de individuación y el principio de acción, queson base fundamental de este trabajo, deben ser considerados portodos como los principios más elementales que existen, los úni -cos que realmente suponen una condición sine qua non, y los úni -cos que acreditan y posibilitan la vía filosófica.

Recapitulemos. El dualismo metodológico sería entonces elprincipio más básico de la gnoseología o epistemología general.Y lo mismo se podría decir del individualismo metodológico enrelación con la metafísica. Estos dos principios son incuestiona -bles, sustancian las dos disciplinas más fundamentales que exis-ten, constituyen abstracciones inmediatas, legitiman la libertadindividual que defienden todos los liberales, y se comportan comopilares básicos del conocimiento (como verdaderos principios).Resulta por tanto muy significativo que hayan sido también lospilares que ha elegido la Escuela Austriaca de Economía para le -vantar el edificio que alberga los postulados de sus teorías. Estaadopción vendría a confirmar, una vez más, la superioridad y lagrandeza que distingue a esta escuela de pensamiento.

En este sentido, la Escuela Austriaca es la única corriente queha conseguido entablar una relación completa con la realidad, ten -dente a establecer los principios que instituyen esas disciplinasfundamentales (el dualismo metodológico en el ámbito de la gno -seología y el individualismo metodológico en el ámbito de la me -tafísica). Se entenderá por tanto que defienda la importanciacru cial que ha tenido esta escuela de pensamiento en el contex-to general de la historia humana. No existe parangón con ningu-na otra. Ninguna ha conseguido describir los fundamentos dela realidad como lo ha hecho la Escuela Austriaca. Resulta para-dójico que haya sido al mismo tiempo la escuela más ningunea -da de todas las que han existido. Este hecho no puede dejar desorprendernos. Es preciso que encontremos también una expli-cación para este rechazo general.

Existe, por tanto, una clara relación entre los problemas mástrascendentales que siempre han preocupado a los filósofos, y

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aquellos otros que ha venido tratando la Escuela Austriaca du -rante su corta y precaria existencia. Es fundamental sacar a laluz esas conexiones, ya que esto nos va a permitir obtener unaperspectiva más amplia, que realce el prestigio de la Escuela Aus -triaca de Economía, y que conciba la misma como parte de unatrayectoria y una tradición filosófica milenarias. La EscuelaAustriaca representa una de las etapas finales de dicho recorri-do. Este peregrinaje nos habría llevado desde los primeros filó-sofos griegos hasta los pensadores modernos, y desde las prime-ras preguntas de los socráticos hasta las cotas de conocimientomás elevadas, donde se observa finalmente un paisaje de una uni -vocidad magnífica, trazado en torno a una única verdad univer-sal: el principio de individuación, la sacralización del individuoy de la libertad individual.

2. La importancia trascendental de los principiosde la Escuela Austriaca: causas sociológicas

Ahora bien, una vez demostrada la trascendencia de los princi-pios que consagran y avalan la trayectoria intelectual de la Escue-la Austriaca de Economía, tenemos que dirigir nuestra atenciónhacia otros dos aspectos de la misma idea. Debemos compren-der las causas que han llevado a que dicha escuela haya sido laúnica en darse cuenta de la conveniencia de dichos principios, ytambién la única que ha sufrido el ostracismo de las demás co -rrientes y el desprecio de muchos pensadores ajenos a esas ideas,que se niegan a aceptarlas. Lo que más sorprende es el contras-te que existe entre la importancia del pensamiento austriaco y elninguneo al que se han visto sometidos aquellos que se han de -clarado partidarios y defensores de estas ideas.

Por tanto, tenemos que responder a dos cuestiones importan -tes. En primer lugar, es necesario saber cuáles son las razones quehan hecho que la Escuela Austriaca se haya convertido en la úni -ca escuela de pensamiento preocupada por resolver los proble-mas más importantes de la filosofía, a pesar de ser una escuelade economistas. Y en segundo lugar tenemos que saber tambiénqué razones llevan al resto de escuelas a rechazar el legado que

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han dejado los economistas austriacos, a pesar de la importan-cia que este tiene. Cada una de estas cuestiones encuentra asimis-mo dos respuestas o motivos principales, atinentes a las dos dis -ciplinas elementales que configuran todo el pensamiento de laEscuela Austriaca: la gnoseología y la metafísica.

El éxito que ha cosechado la Escuela Austriaca, a la hora deaplicar los principios axiomáticos al ámbito de las sociedades,atiende básicamente a dos motivos principales, uno gnoseológi -co y otro metafísico. Con respecto a la gnoseología, es preciso queentendamos que el estudio de las sociedades humanas exige aveces el uso de herramientas filosóficas, y el abandono de los mé -todos que se empeñan en prescribirnos los científicos. Un siste-ma complejo, lleno de datos y de informaciones, y compuesto porseres humanos impredecibles, no se deja analizar del mismo modoque se deja una muestra del laboratorio.2 La Escuela Austriacatiene por objeto el estudio de esas sociedades complejas, y ha sidoconsciente desde el primer momento de la existencia de estos im -pedimentos gnoseológicos, que hacen necesario que partamos dealgunos conceptos generales simples, intuitivos, que no requie-ran un probatorio experimental, y que puedan implementarsefácilmente en el análisis de esos sistemas tan complejos. Ese esel motivo gnoseológico que lleva a la Escuela Austriaca a intere -sarse por los problemas filosóficos y por los principios verdade -ros que rigen dentro de la filosofía. Por eso adopta el dualismometodológico, único sistema que admite la posibilidad de utili-zar dos vías de conocimiento distintas, con lo cual también selegitima la filosofía y se devuelve al ámbito académico más se -rio, lugar del que nunca debería haber salido. La Escuela Aus -triaca utiliza un método muy antiguo, que es el mismo que apli-caban los primeros pensadores griegos, pero que hoy en día seencuentra bastante desprestigiado por culpa de esas investigacio -nes me diáticas que los científicos han convertido prácticamen-te en una religión. Es necesario que revirtamos esta situación, que

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2 Jesús Huerta de Soto, en su análisis de las características de la función empre-sarial, sito en el segundo capítulo (p. 51) de su libro Socialismo, Calculo Económico yFunción Empresarial, realiza un análisis exhaustivo de la naturaleza de la informacióny de los motivos que estarían impidiendo su abordaje empírico.

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recuperemos el arjé de los helenos; es necesario que enfaticemoslos valores filosóficos de la Escuela Austriaca de Economía.

En el campo de la metafísica, la Escuela Austriaca también nosha proporcionado otro principio fundamental: el individualis-mo metodológico. Este principio hace hincapié en el papel quejuega el individuo humano dentro de las sociedades por él crea-das. La economía y el bienestar de los hombres tienen muchoque ver con la libertad de estos, con su carácter de individuos,y con sus necesidades subjetivas, todo lo cual lleva a pensarque el in dividuo es el único soberano y el principal motor detodos los sucesos que ocurren en una sociedad. Pero el indivi-duo no es solo un elemento fundamental de la sociedad, es másbien un ele mento fundamental del universo. Todas las cosas sonindividuos, entes concretos. Por consiguiente, la Escuela Austria-ca estaría describiendo también aquí un hecho verdaderamen-te universal, nuevamente relacionado con el estatuto supremode la filosofía.

3. La importancia trascendental de los principiosde la Escuela Austriaca: causas ideológicas

Hasta aquí, las razones metodológicas y sociológicas que esta-rían avalando el prestigio de la Escuela Austriaca de Economía,su interés por las verdades más esenciales y su merecida eleva-ción a la categoría de Escuela Filosófica. Pasemos a ver ahora cuá -les son los motivos de su defenestración, las causas ideológicasque ponen a esta escuela en la picota. Sin duda, el análisis de estascausas también servirá para realzar la trascendencia que tienenlas ideas que defienden los economistas austriacos (como se sue -le decir, la adversidad siempre nos hace fuertes).

La crítica que se suele hacer a la Escuela Austriaca tiene igual-mente dos razones principales, una gnoseológica y otra metafí-sica. Cada una de ellas encuentra eco en el rechazo que suele exis-tir por parte de la comunidad científica hacia los principios queconfiguran esas dos disciplinas. Se critica el dualismo metodoló -gico, y también se critica el individualismo metodológico (en ge -neral, se critica toda la filosofía).

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La crítica más habitual está relacionada con el dualismo me -todológico y tiene una raigambre antigua. Se basa en esa ideacientista que afirma que el único método racional es el métodocientífico de la experimentación. Esta es la actitud que toman losmonistas metodológicos y la mayoría de científicos expertos. Comola Escuela Austriaca utiliza una metodología distinta, dualista,que admite la posibilidad de partir también de principios filosó -ficos irrefutables, que no necesitan ser demostrados, algunos creenque esta escuela pertenece a la misma categoría a la que pertene -cen todas las religiones del mundo, que tampoco admiten ningu-na contrastación, que se aferran igualmente a una revelación in -cuestionable, y que se muestran igual de tajantes y seguras de símismas. No obstante, esta comparación es totalmente falsa. De -bemos esforzarnos en distinguir dos tipos de verdades fundamen -tales (apriorísticas), las que se basan en una creencia arbitraria,de carácter divino, y las que se basan en un hecho natural, eviden-te e incontrovertible. Los conceptos y realidades que describe laEscuela Austriaca son tan esenciales que no requieren ningún tipode probatorio, pero también son tan pedáneos y verdaderos queno necesitan apelar a ninguna clase de religión o creencia infun-dada. El ideario de los economistas austriacos no es un ideariomedieval o esotérico, que adore a una figura incorpórea, antesbien, constituye una teoría racional completamente moderna,de carácter material. Los austriacos asumen de forma natural lautilización de la filosofía, y se basan para ello en una noción in -cuestionable, ubicua, presente en toda la materia y en todas lascosas: la individualidad.

El concepto de dualismo metodológico que acredita a la filo-sofía ha sido desarrollado sobre todo en el último siglo, y segu-ramente por eso todavía no tiene la aceptación que podría tener.Por tanto, contrariamente a lo que se suele pensar, son las demásideologías las que acusan una actitud obsoleta, basada en una ne -cedad cientista de amplia tradición académica, que solo admiteun método de investigación.

En relación con la segunda acusación, la que se dirige, ya nocontra el método, sino contra los principios que se derivan del usodel mismo, contra la metafísica y el individualismo metodoló-gico, podemos aducir exactamente lo mismo. Las imputaciones

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más importantes provienen de nuevo de aquellos que quierenconvertir el mundo en una organización dirigida y dominada porellos, en un campo de experimentación científica, donde podertener controladas todas las variables que se afanan en medir. Elcolectivismo y el totalitarismo son organizaciones de este tipo.En su caso, el control se efectúa sobre las personas, y las medi-das originan Estados primitivos y atrasados, enemigos acérrimosdel individualismo y de las sociedades abiertas. No obstante,dichos Estados se han visto beneficiados también por esa arro-gancia moderna que ha prendido en la sociedad a rebufo deldesarrollo de la ciencia experimental. Sus idearios abogan porquelos individuos carezcan completamente de libertad, y porquetodo se decida a través de un órgano dictatorial compuesto porun comité de sabios y profesionales científicos (o políticos), entrelos cuales figuren por supuesto los propios interesados. De estemodo, se escudan en esa supuesta profesionalidad científica, yjustifican sin ambages cualquier acción de control y de inspec-ción que se dirija a conseguir lo que ellos entienden que es másbeneficioso. Por tanto, aunque la negación de la realidad indivi -dual y del derecho de libertad genere retraso y suponga un lastreimportante, la sociedad al final acaba por encontrar alguna ma -nera de progresar (la vida siempre se abre paso), y los negacio-nistas siempre se pueden subir al carro de la modernidad y gritardesde ahí arriba consignas y arengas en contra de la libertad delindividuo.

Puesto que los cientistas y los monistas son, la mayoría de lasveces, fervientes defensores del colectivismo y del constructivismosocial, y puesto que todos ellos han sido relanzados y aclamadosen los últimos siglos, cuando se ha confundido el éxito de la cien -cia con el culto ciego a la diosa razón, unos y otros han venidoa unirse y apoderarse de las instituciones académicas y univer-sitarias, y del resultado de todo ello ha nacido una civilizaciónmoderna excesivamente arrogante, que en muchos casos despre-cia cualquier idea que no se atenga a la deontología profesionalque asumen como propia los científicos experimentales (los nue -vos sabios). No es extraño, por tanto, que la Escuela Austriaca deEconomía, de naturaleza interdisciplinar, que aboga por el esta-blecimiento de un dualismo metodológico en el que quepan tanto

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la ciencia como la filosofía, y de clara tradición individualista, quenecesariamente pasa por desacreditar a los colectivistas y a lospolíticos, haya sido siempre el blanco fácil de todas las burlas,y se la haya intentado encuadrar en la misma categoría en la quese suele encuadrar a los charlatanes y a los fanáticos religiosos.

Sin embargo, paradójicamente, son las demás ideologías lasque pecan de primitivas, las únicas que pueden catalogarse depseudociencias y designarse con ese estigma. Cuando uno com -prende y acepta el ideario de la Escuela Austriaca, se traslada auna época anterior a la revolución industrial, cercana a la edadmedia. De repente, las otras corrientes aparecen como un con -junto esotérico de adivinaciones, malamente defendidas por unamasa de ignorantes y analfabetos. Uno casi siente cómo crepitael fuego de la pira que arde bajo sus pies, avivado con los sopli-dos del rebuzno que emiten todos esos ignaros. La gente aun creeen ese desiderátum marxista que anuncia la llegada inexorabledel socialismo científico, y que exige la inmediata abolición delsistema capitalista de libre competencia y de las leyes que esta-blecen la libertad de comercio y de intercambio. Esa es la verda-dera religión de nuestro tiempo, y no la que se suele achacar ala Escuela Austriaca. Esa es la única forma de subyugar a los cre -yentes y los beatos: prometiéndoles un futuro igualitario, un pa -raíso obligatorio diseñado por el sacerdote (o sabio) de forma mili-métrica, en el que siempre va a ser necesario que alguien te digaqué tienes que hacer, o qué cosas te deben gustar, para ir a la parcon los demás, en clara comunión. Como dice Rothbard: «En losmovimientos religiosos mesiánicos, el milenio es invariablemen -te instaurado por una gran convulsión violenta, un Harmaguedón,un gran combate apocalíptico entre el bien y el mal. Tras este con -flicto titánico se instauraría sobre la tierra un milenio, una nuevaera de paz y armonía, un reino de justicia. […] En la versión deMarx, el instrumento que conduciría al advenimiento de su mile-nio, del comunismo, sería una violenta revolución mundial lleva-da a cabo por el proletariado oprimido. […] En efecto, al igualque los milenaristas, Marx llegó a sostener que el reino del malsobre la Tierra alcanzaría su punto álgido justo antes de la Apoca-lipsis» (Rothbard, 2013, p. 917). Rothbard utiliza las palabras deTuveson para recordarnos también otra cosa: «el milenarista [del

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socialismo] cree que la historia opera de tal forma que, cuandoel mal haya alcanzado su punto máximo, la situación desespera -da se invertirá. Se restablecerá el estado original, el estado verda-deramente armonioso de la sociedad, en la forma de algún géne-ro de orden igualitario» (Tuveson, 1984, pp. 326-7). Sin embargo,dicho estado es contrario al orden natural que se establece conel mercado bajo el capitalismo, el cual solo se puede basar en laslibertades individuales y en las diferencias que esa individuali-dad supone (como ya hemos dicho, la realidad más fundamen-tal y la mayor verdad de todas no resulta del igualitarismo, re -sulta del hecho individual, de la identificación diferenciadora yde la capacidad del individuo para actuar, sobreponerse y sub -sistir; el mundo está hecho con estos seres). Por eso los comunis -tas siempre han odiado este sistema y siempre han vaticinado sumuerte. Ante esta negativa, lo único que cabe hacer es utilizar denuevo esa famosa frase que se atribuye a Galileo y que, al pare-cer, fue murmurada por este después de ser obligado a retractar -se en público. Muchos son los que afirman que el capitalismo estádestinado a desaparecer… y sin embargo se mueve (la realidady la verdad siempre acaban emergiendo).

Algún día la Escuela Austriaca de Economía será reconoci -da como lo que realmente es: una corriente interdisciplinar, unaamalgama de ideas y pensamientos coherentes, reunidos sobreun tamiz general que abarca todas las disciplinas existentes; unacosmovisión filosófica con una aplicación social clara; una es -tructura de pensamiento enraizada en los clásicos griegos y ar -bolada por pensadores de todas las épocas. Algún día la Escue-la Austriaca ocupará una posición preponderante en el estudiogeneral de la naturaleza. Ese día aun tiene que llegar. Hasta en -tonces tendremos que soportar la división y la miopía que impe-ran en todos los ámbitos del conocimiento. Entablar una conver-sación con un economista austriaco, y descubrir que en realidades un biólogo, un físico, o un psiquiatra, dice mucho del carácteromnicomprensivo y del motivo trascendental que guía a esta es -cuela de pensamiento, la Escuela Austriaca de Economía (y filo-sofía). Al menos, esas charlas contribuyen a rebajar un poco lafiebre que uno padece cuando contempla el rechazo general quesuscitan las ideas austriacas, y el desprecio que muestra el mundo

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académico hacia los maestros y los epígonos de dicha escuela,y hacia todos aquellos que se esfuerzan por pensar radicalmen-te. Este trabajo aspira a dignificar todo lo posible esos esfuerzosy a esos maestros. Considero que no hay mejor manera de haceresto que la de resaltar la importancia de la que goza la metodo-logía que auspicia todos esos empeños, metodología que es tam -bién el baluarte más importante que tiene cualquier estudioso dela ciencia o la filosofía.

IIICONCLUSIONES

La razón que ha llevado al autor de este trabajo a escoger el con -cepto rothbardiano de la libertad individual, al objeto de usarlocomo gozne fundamental y simiente del mismo, encierra un mo -tivo que, visto en perspectiva, nos da la clave para entender elverdadero propósito que estaría detrás de todo el estudio. La li -bertad individual es una noción económica, jurídica y política quemide el grado de responsabilidad y autonomía que detentan losciudadanos de una determinada comunidad. Pero, al mismotiem po, dicho concepto se puede descomponer en dos términosesenciales, que se refieren respectivamente a dos atributos delSer absolutamente necesarios, afines a la propia existencia. La in -dividualidad es definida entonces como la característica que apor-ta una concreción espacial a la cosa. La finitud espacial, a saber,la ubicación, es lo único que da sentido y presencia al individuo:nada existe si no es como un ente concreto; una entidad. Por suparte, la libertad alude directamente a la capacidad de acción delSer, que no es otra cosa que su concreción temporal, esto es, sucapacidad para sobrevivir y seguir existiendo. De esta manera,el concepto de la libertad individual permite ligar dos discipli-nas tradicionalmente aisladas, que son las que están más aleja-das entre sí (la economía y la ontología). Al hacer esto, acorda-mos los elementos metafísicos más simples y fundamentales dela realidad con aquellos otros que se aplican a la sociedad y lossistemas más evolucionados y complejos de todos, las comuni-dades humanas. Esta ligadura no es en absoluto arbitraria. Por

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el contrario, atiende a una relación importantísima. Si consegui -mos integrar aquellas disciplinas que están más alejadas, podre-mos responder al deseo ultimísimo de elaborar una unificacióngnoseológica general (en nuestro caso, una teoría sintética de lalibertad individual), deseo que también tuvieron algunos de losfilósofos más ilustres de la historia, Aristóteles o Descartes. A esterespecto, Ortega y Gasset nos dice: «Téngase presente que paraDescartes, como para Aristóteles y para nosotros en este estudio,ciencia es exclusivamente la teoría o teorías deductivas… todaslas teorías deductivas forman un cuerpo continuo, se derivan lasunas de las otras o mutuamente se implican, y los nombres delas distintas disciplinas designan meramente miembros de un uni -tario organismo. Esa ciencia única empieza con la metafísica ytermina con la meteorología y con la fisiología» (Ortega y Gasset,1958, p. 279).

De esta aceptación unitiva de la gnoseología, que Ortega noduda en referir a los clásicos (de la comunicabilidad de los gé -neros de Descartes), surge también una aceptación metafísica (lateoría aristotélica del Ente, o la teoría cartesiana del ente ensimis -mado, pensante y existente). El dualismo metodológico atribuyeuna importancia semejante a la ciencia y la filosofía, y abre de esemodo la puerta para que aceptemos una teoría deductiva basadaen principios apriorísticos y absolutos, que es la misma que refie-re Aristóteles cuando elabora su teoría del Ente finito, donde de -fiende que dichas entidades son siempre concretas (individua-les). Como bien apostillará más tarde Suárez, el principio de nocontradicción del estagirita viene a decir que no es posible queuna misma cosa sea y no sea al mismo tiempo, de lo cual se de -riva que «todo ente es uno, pues una cosa no puede ser y no seral mismo tiempo, por el hecho de que solo puede ser una cosadeterminada [un ente concreto].» (Suárez, 2011, p. 95). Sobre loslomos de esta teoría ontológica se construye el edificio intelec-tual que cobija bajo sus muros el pensamiento que brota de lasilustres cabezas de los filósofos y los metafísicos, pero que tam -bién alberga las estancias donde habitan todos aquellos economis -tas y pensadores que a lo largo de la historia han reivindicadola libertad individual del hombre como fundamento principal desus ideas. Entre estos últimos, aparecen de forma destacada los

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epígonos de la Escuela Austriaca de Economía, empezando porMenger y terminando por Rothbard. El individualismo que defien-den estos economistas hodiernos apela directamente a las propie-dades más características y necesarias del Ente, cualidades queya fueron puestas de manifiesto en los papiros que escribieron losclásicos griegos. La revolución marginalista y subjetivista queMenger inicia en el siglo XIX integra de forma magistral la defen-sa del dualismo y el individualismo metodológicos, y apela sinduda a la importancia que tiene el carácter individual del entehumano, importancia que se deriva directamente de esa otra queostenta el ente en general —el hecho individual—. No puede ha -ber otro principio de individuación —nos dice Suárez— másque la misma entidad de cada cosa, «que de suyo es tal y por simisma se distingue de las otras» (Suárez, 2011, p. 124). Conposterioridad, Hayek se encargará de desarrollar el concepto dela individualidad en entornos complejos, donde emerge un or -den espontáneo como resultado de permitir que millones de seresmanifiesten su individualidad y actúen en relación con ella. Porsu parte, Mises, casi al mismo tiempo, labora también sobre losmismos atributos del Ente, resaltando la importancia que tienela acción individual del hombre, y utilizando esta como princi-pio para fundar la ciencia económica. Por último, Rothbard afir-mará por fin, a las claras, ya sin tapujos, que la libertad indivi-dual es un presupuesto universal, propio de una ciencia que estáobligada a regirse y gobernarse por un apriorismo radical.

En realidad, las ideas y los principios que han defendido to -dos los epígonos de la Escuela Austriaca no son sino sucedáneosde la teoría del Ente que nace y se desarrolla con Aristóteles. Noen vano, el ente humano es una parte indiscutible del ente ge -neral. Por tanto, es necesario que contemplemos estos esfuerzosde los austriacos como si se tratasen de uno solo. Todos aspirana encontrar y consolidar un principio económico y social que,como ha quedado demostrado en este trabajo, es a la vez un hechoeidético y metafísico, capaz de contraponerse a ese otro princi-pio que brega también por imponerse en todas las sociedades:el colectivismo y el socialismo. Este esfuerzo austriaco no es enabsoluto baladí, antes bien, es el más importante de todos. Si con -seguimos demostrar que el concepto de la libertad individual, y

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el individualismo que enarbolan con orgullo los economistas aus -triacos, se basa a su vez en un principio ontológico absolutamentecierto, estaremos en disposición de probar también que su concep-to antagónico, la negación del individuo (el colectivismo, el co -munismo, el estatismo), es la mayor mentira que jamás nos hancontado, el error intelectual más grave de todos y el que peoresconsecuencias ha traído para la humanidad. En definitiva, estare -mos preparados para asumir sin ambages las consecuencias na -turales que depara la aceptación de una libertad auténtica (de unindividuo real), y podremos instigar por fin una prosperidad yuna bonanza sanas y duraderas. Ha llegado el momento de trasla -dar la lucha por la libertad del plano económico al plano filosófi -co, pues ese será el único terreno en el que se pueda preparar labatalla final. Este trabajo obedece y atiende al mismo propósito.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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LA CORRUPCIÓN POLÍTICAEN JUAN DE MARIANA

DAVID GARCÍA-MARTÍN SOUSA*

Fecha de recepción: 24 de junio de 2013.Fecha de aceptación: 5 de mayo de 2015.

La Giges era un pastor que servía al entonces rey de Lidia. Undía sobrevino una gran tormenta y un terremoto que rasgó la tierray produjo un abismo en el lugar en el que Giges llevaba el gana-do a pastorear. Asombrado al ver esto, descendió al abismo y ha -lló, entre otras maravillas que narran los mitos, un caballo de bron-ce, hueco y con ventanillas, a través de las cuales divisó adentroun cadáver de tamaño más grande que el de un hombre, segúnparecía, y que no tenía nada excepto un anillo de oro en la mano.Giges le quitó el anillo y salió del abismo. Ahora bien, los pasto-res hacían su reunión habitual para dar al rey el informe mensualconcerniente a la hacienda, cuando llegó Giges llevando el anillo.Tras sentarse entre los demás, casualmente volvió el engaste delanillo hacia el interior de su mano. Al suceder esto se tornó invi-sible para los que estaban sentados allí, quienes se pusieron a ha -blar en torno a él como si se hubiera ido. Giges se asombró, y lue -go, examinando el anillo, dio vuelta al engaste hacia fuera y tornóa hacerse visible. Al advertirlo, experimentó con el anillo para versi tenía tal propiedad, y comprobó que así era: cuando giraba elengaste hacia adentro, su dueño se hacía invisible, y cuando lo gi -raba hacia fuera, se hacía visible. En cuanto se hubo cercioradode ello, maquinó el modo de formar parte de los que fueron a laresidencia del rey como informantes; y una vez allí sedujo a lareina, y con ayuda de ella, mató al rey y se apoderó del gobierno.Por consiguiente, si existiesen dos anillos de esa índole y se otor-gara uno a un hombre justo y otro a otro injusto, según la opinión

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 323 a 343

* Doctor en Filosofía Política por la Universidad de Sevilla y Máster en la Escue -la Austriaca de Economía por la Universidad Rey Juan Carlos.

[email protected]

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común no habría nadie tan íntegro que perseverara firmementeen la justicia y soportara abstenerse de los bienes ajenos, sin to -carlos, cuando podría tanto apoderarse de lo que quisiera del mer -cado, como, entrar en las casas, acostarse con la mujer que prefirie -ra, y tanto matar a unos como librar de las cadenas a otros, segúnsu voluntad, y hacer todo como si fuera igual a un dios entre loshombres.

(PLATÓN. La República 359d-360a)

Platón es considerado por algunos ilustres filósofos1 como el pa -dre ideológico de los totalitarismos contemporáneos. Sin en trara valorar estas consideraciones, considero que la grandeza de Pla -tón fue la de haber esbozado, a la vez que exponía su teo ría políti -ca, los argumentos opuestos a sus propias proposiciones. Huelgadecir que con el tiempo, la Academia con Platón al frente, desem-bocó en el probabilismo.

Platón trasmite en este mito la simple idea de que el poder co -rrompe. Así de buena y breve es la conclusión. Giges, un humil-de pastor, trabajo que representa la quintaesencia del pueblo, en -cuentra un medio que le permite alcanzar cualquier fin que sepro ponga. Es el famoso Hobbit que Tolkien dibujó en su tierramedia. Es la criatura más dócil, sencilla y simple que uno pudie-ra imaginarse pero, en contacto con el anillo de poder, es arras-trado por la vorágine de la corrupción. Platón deduce que si hu -biera dos anillos iguales, seríamos indiscernibles en nuestraacción política, por lo que la idea de límite de mi acción visibledefine la justica de la injusticia. Así pues, la misma idea de poder,unida a la del deseo, es ilimitada por definición. Y cuando esepoder ilimitado se hace carne, no hay cuerpo que la resista. Lacorrupción hace el resto. Primero al portador del anillo pero, in -mediatamente después, al resto del cuerpo político y de la socie-dad. Pero, ¿qué es la corrupción?

DAVID GARCÍA-MARTÍN SOUSA

1 Popper, (145: 1945).

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IDE LA IDEA DE CORRUPCIÓN

La plataforma lógica desde la que vamos a analizar la idea de co -rrupción requiere su correspondiente taxonomía, clasificación ycrítica. Descartaremos las posiciones idealistas o espiritualistasque consideran que las ideas brotan de una conciencia subjetivao, mutatis mutandis, por inspiración mística. Partiremos de hechos«indubitables» y de los que cualquiera puede asentir. Así pues,seguiremos una metodología crítica respecto a las ideas que ire -mos desarrollando en el presente artículo. Para abordar la clasifi -cación del concepto de corrupción seguiré la ofrecida por el profe-sor Gustavo Bueno2 en el que exige cuatro criterios ontológicospara la idea de corrupción.

1. El criterio de la corporeidad. Para que algo sea corruptible hade poseer corporeidad pero este criterio no exige exclusividad.Así, por ejemplo, Aristóteles3 consideraba a los astros corpó-reos pero incorruptibles.

2. Ha de estar integrado e insertos en otros cuerpos y que esa in -tegración sea dinámica, no meramente mecánica o geométri-ca. Nos topamos, de hecho, con la idea de identidad y unidad.

3. La corrupción de ese cuerpo en movimiento supone una trans-formación pero nunca una aniquilación.

4. Esas unidades corpóreas, cuando analizamos el organismo po -lítico, no se mueven a través de una armonía preestablecida,como sostienen las ensoñaciones socialdemócratas, krausistao incluso marxistas cuando alcancen el paraíso comunista, sinocon disritmias permanentes que permite la interacción de unoscuerpos con otros.4

Puede comprobarse desde estas coordenadas que el términocorrupción no es unívoco sino equívoco, esto es, tiene sentidos muy

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2 Bueno (2009).3 Aristóteles, Metafísica. 1069a-1076a.4 Leibniz (11: 2001). La armonía preestablecida supone que Dios, desde la crea-

ción, insufló en las unidades elementales (mónadas) un movimiento teleológico ofinalista. Así lo vio Leibniz con su teoría de las mónadas, las cuales son negadas pormetafísicas e idealistas.

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heterogéneos que es preciso clasificar u ordenar. El concepto decorrupción suscita la idea de podredumbre, de algo que provo-ca una reacción organoléptica de repugnancia y asco. Este senti-do primario se expande, como concepto análogo de atribución,hacia el resto del campo semántico, volviéndose cada vez másconfuso, perdiendo las líneas de visión de conjunto.

Lo más llamativo del concepto de corrupción aplicado a la po -lítica es que no abarca la totalidad del campo semántico cuandolas actuaciones que el gobernante ejerce corrompen la república.A modo de ejemplo, se habla de corrupción cuando aparece unacontabilidad negra de un partido político pero no se hace lo pro -pio si el ejecutivo de ese mismo partido cierra un ejercicio presu-puestario con déficit. ¿Existe acaso algo más corruptor de unasociedad que el déficit o la inflación o la devaluación de la mone-da? ¿No corrompería más la sociedad el despilfarro que supon-dría la unión de todas las capitales de provincia con líneas de fe -rroviarias AVE que la mordida de un guardia civil de tráfico? Yainmersos en la retórica política, ¿por qué no se habla de corrup-ción política cuando un parlamento regional proclama de mane-ra unilateral la secesión?

Rodrigo Sánchez de Arévalo5 extiende el campo de la corrup-ción a la sociedad política entera:

Las pequeñas discordias entre los ciudadanos y súbditos creceny aumentan de que viene corrupción en la ciudad», citando comode costumbre a Aristóteles, sostiene que «muchas veces aconte-ce que tales discordias por las grandes adherencias de los dis -cordantes, corrompen o al menos trasmudan las pollecías y regi-mientos.

Nuestros legisladores no consideran que entran en la idea decorrupción ni la traición, ni a sedición o rebelión, actos que otro-ra eran considerados como las más altas cotas de estupro. Llamala atención que se ha reducido la aplicación del concepto de co -rrupción a personas individuales, nunca a grupos por aquello deque las sociedades nunca pueden delinquir.

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5 Suma de la Política (1454).

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IIEL ESTADO DE DERECHO

Roberto Von Mohl, creador de la idea de Estado de derecho, esta-bleció la distinción ontológica entre el Gobierno y la AsambleaRepresentativa. Los ministros representan antes la voluntad delPríncipe que la de alguna fracción parlamentaria. La cohesión ounidad del Estado quedaba garantizado por el Príncipe. Así, cual -quier atisbo de corrupción quedaba circunscrito al ámbito de lasconductas individuales que no afectaban, de ningún modo, a laestructura del Estado. Mientras que las personas de carne y hue -so son las únicas susceptibles de sucumbir a la corrupción debi-do a los pecados capitales, soberbia, avaricia y lujuria, las institu -ciones disfrutan de un hado de incorruptibilidad por una especiede gracia santificante.

La creencia de que las sociedades—familia, grupo, banda, na -ción, empresa o país—no delinque, tuvo un respaldo definitivodurante el siglo XX con el juicio de Núremberg, cuyo propósitofue exculpar a Alemania de las atrocidades cometidas du rante elimperio nazi. La culpa de los crímenes nazis se debió a un elencode ciudadanos concretos, nunca al estado agente.

IIIEL AGUSTINISMO POLÍTICO

Otra aplicación del concepto de corrupción, cuya transcenden-cia en la Historia de las Ideas Políticas es importantísima, fue elagustinismo político. Su influencia sobre el marxismo, así comoen los distintos nacionalismos y socialismos que tiñen el actualpanorama político, es fundamental. Estas mitologías son, en pa -labras de Ettien Gilson, metamorfosis de la Ciudad de Dios. La obrade San Agustín ha inspirado gran parte de la metafísica políticade occidente gracias a las diversas interpretaciones que la Igle-sia Católica, el protestantismo y el socialismo han destilado de susescritos. La secularización agustiniana, primero de la mano deLutero, y posteriormente de los revolucionarios franceses, sirvióen bandeja al socialismo su corpus teórico.

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Para mostrar al lector esta influencia, haremos una brevísi-ma exposición de la metafísica cristiana de corte agustiniano. Inillo tempore, en un tiempo anterior a la historia humana, tuvo lugarla rebelión de los ángeles ante Dios. Esta narración mitológica po -see una alegoría psicológica pragmática de las motivaciones queimpulsan en general la conducta de los hombres en la Ciudad deDios. Esta rebelión obedece a un concepto político interpretadoen términos de soberbia:

Y cuando indagamos la causa de la miseria de los ángeles maloscon razón se nos ofrece que es porque, volviendo las espaldas aDios, se miraron a sí mismos, que no son sumos u omnipotentes;y a este vicio ¿cómo lo designaríamos sino con el nombre de so -berbia? Porque la soberbia es el origen de todo pecado.

(ECLESIASTÉS 10,15)

En esencia, San Agustín desconfía del hombre, individualmen -te considerado, dejando el camino expedito para que, siglos des -pués, un fraile de su congregación recogiese el testigo de la des -confianza ante el hombre para sumir a la cristiandad en siglos deguerras. Hablamos de Lutero.

Lutero, como buen agustino, partirá de esta misma antropolo -gía pesimista de la naturaleza humana, la cual muestra una ten -dencia a la corrupción individual de la carne:

Nosotros, los alemanes, pecamos y somos esclavos del pecado,vivimos en los placeres carnales y nos arrojamos a la libertad conel corazón alegre hasta las orejas. Queremos obrar a nuestra ma -nera, servir los intereses del diablo y ser libres de hacer únicamen -te lo que nos place... Estamos muy contentos de habernos desem-barazado del Papa, de los oficiales y de las otras leyes, pero desaber cómo debe servirse a Cristo y librarse de los pecados nadiese preocupa.6

Lutero concibió la política como un conflicto permanente, sinposibilidad de tregua o solución pactada. En cualquier caso, este

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6 Lutero XLVIII, p. 389.

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cuadro mitológico de pugna enturbia y desequilibra la paz y laarmonía que reinaba en la primera sociedad jerárquica espiritual, cons -tituida por las personas de la Santísima Trinidad y los coros an -gélicos que contemplaban en paz y libertad perpetuas. El peca-do de la soberbia se reduce a la singularidad específica. Este pecadode los ángeles fue trasmitido al Género Humano, por Lucifer cuan -do tentó a Adán y Eva, que vivían en un paraíso gozando de laabundancia y falta de escasez. El pecado original, fruto igualmen -te de la soberbia, produce una alienación (término utilizado porSan Agustín, que pasará después por idealismo alemán hasta eclo-sionar en el marxismo) que les llevaría a volverse hacía sí mismos,en lugar de mantenerse cara a Dios. Comienza desde ese mismomomento la corrupción o caída de la Edad de Oro.

El marxismo consiste en una secularización de este relato mi -tológico, puesto que el fin que persigue consiste en retornar aese estado embrionario de la historia, en el que ni la escasez ni elconflicto turbaban la paz:

La primera edad que se creó fue la del oro, la que cultivaba lalealtad y el bien, sin autoridad, por propia iniciativa, sin ley. Noexistía el castigo ni el miedo, ni se leían amenazas en tablas debronce ni suplicante la gente temía el rostro de su juez, sino quesin autoridad vivían seguros (…) La primavera era eterna (…) yla tierra producía sin arar frutos, y el campo sin barbecho se blan -queaba de espigas preñadas. Ya corrían ríos de leche, ya ríos denéctar, y amarilla miel goteaba de verde encina.7

El mito de la edad dorada es el fundamento de la metafísicapolítica que estructuró la idea del paraíso comunista prometidoen su biblia sui generis. Este relato mitológico ha acompañado lascosmovisiones del ser humano desde Hesíodo,8 con el mito delas edades, hasta las últimas revoluciones sudamericanas y cari-beñas en las que se propagaba la idea de pérdida de un paraísoal que el mesías de turno permitiría retornar. El principal pro -blema de la economía, la escasez, fruto de la avaricia y soberbia

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7 Ovidio. Las metamorfosis, 110.8 Hesíodo. Los trabajos y los días, 110.

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humana que, leyes que regulan la propiedad privada mediante,han provocado un exilio al que el socialismo marxista promete po -ner fin. Marx, su profeta, en el elegido para señalar el camino deregreso al paraíso perdido. Ese Género Humano cantado en laInternacional encuentra el camino de retorno a la tierra prometi -da. Ese paraíso comunista derivó en el estado de bienestar propio dela social-democracia cuando la URSS prometió educación, sani-dad y trabajo a todos los miembros de su sociedad: se acabó laescasez.

Desde las coordenadas marxistas, la persona que disfruta demás bienes y servicios no es debido a su acierto en la cooperaciónsocial, cuando produce bienes y servicios a la sociedad. La rique-za no es la consecuencia de una disciplina de su comportamientoque le coadyuva a adecuarse a los demás. Para el marxismo la ri -queza es fruto de la rapiña y el robo al resto, originando las des -igualdades sociales. Por lo tanto, es de justicia la redistribuciónde la riqueza.

Este mismo esquema metafísico es aplicado a los nacionalis-mos, compartiendo exactamente las mismas fases: desde una Uni -dad Primordial, se produce una caída o alienación9 en el que sepasa de la unidad a la multiplicidad, haciéndose necesario un re -torno o vuelta a la unidad.10 En el origen de los tiempos hubo unaEuskal Herria pura y prístina, en la que ningún tipo de escasezenturbiaba la serenidad de sus moradores, hasta que una inva-sión castellana provocó que el pueblo vasco sufriese una aliena-ción. El profeta Sabino Arana fue el elegido para mostrar el ca -mino de retorno a esa tierra prometida. Se reproduce el mismoesquema metafísico en el que se da por supuesto lo que precisa -mente se ha de demostrar: una Unidad Primigenia que sufre unaalienación o pérdida de la unidad o caída a la que es necesario re -gresar.

Lo más llamativo de esta concepción antropológica del hom -bre fue la supervivencia en la tradición anglosajona preñada deribetes protestantes. Un texto clave que resume esta cosmovisión

DAVID GARCÍA-MARTÍN SOUSA

9 Los filósofos estoicos lo llamaban pro-odós o salida de sí.10 Explicatio-complicatio, terminología propia del estoicismo clásico. Podría tra -

ducirse como expansión-contracción.

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contra-actualista del hombre la podemos hallar en la Ciudad deDios, cuando San Agustín dice:

Por el pecado de Adán, no solo cayó el primer hombre, sino quela naturaleza humana quedó corrompida y mudada, de maneraque padeciera en sus miembros (individuales y sociales) la desobe-diencia y repugnancia de la concupiscencia y quedase sujeta ala necesidad de morir.11

El hombre es malo por su naturaleza pecaminosa. Solo cabeante esta posición abandonarse a la fe y proceder a un salto alabismo, despojando de todo valor a la acción humana, una acciónque puede domeñar la fe. El Dios voluntarista de los protestan-tes, caprichoso y alejado completamente del hombre, cuya moti-vación por la que decide salvar a un determinado hombre estánen un plano inaccesible para la razón humana, otorga al Príncipela representación de la voluntad de Dios sobre la tierra, bajo laforma de Estado Absolutista. Y la soberanía reside allí en quiendecide sobre el Estado de Excepción, esto es, la fuerza.12 La natu-raleza humana necesita del Estado para que su naturaleza, caíday pecaminosa, deje de serlo y se eleve hacia Dios en un proceso queel idealismo alemán, de corte protestante denominó Aufghebung.

Es el pueblo de Dios un pueblo que engloba a la totalidad desus individuos. Ya no hay distinción entre griegos y bárbaros, nientre ricos ni pobres.13 Todos son el pueblo de Dios que, tras laencarnarse en el hombre, su naturaleza ha podido redimirse desu pecado original, pudiendo entrar en el Reino de los Cielos.

La corrupción es formulada en términos teológicos, mitológi -cos pero estructurados y con su despliegue teórico. Si es imposi -ble eliminar la corrupción política desde la ciudad de Caín, serála otra ciudad, la de Abel, el refugio seguro para tal elevación. Estaciudad de Abel es la Iglesia, secularizada en la democracia conla figura del Partido. Así cómo solo hay una Iglesia, la de Roma,

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11 San Agustín, Libro XIII, III.12 Teología política: «Es soberano quien decide el estado de excepción» TP, p.

23, Schmitt, Carl. 13 Gálatas 3: 28 : «No hay judíos ni griegos; no hay esclavos ni libres; no hay hom -

bre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús».

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solo hay un Partido, el comunista. El Príncipe-estado, y con éltodo su aparato burocrático, no pueden equivocarse o corrom-perse porque cuentan con la gracia santificante,14 quedando asílegitimado el Estado a través del Volksgeist o espíritu del puebloque lo hace digno de elevarse para entrar en el reino de los cielos.

Puesto que el pueblo-estado está imbuido de gracia santificante,circunscribir la corrupción al ámbito del código penal y que laculpa recaiga sobre el individuo tiene unas consecuencias dañi-nas porque impide poder perseguir la corrupción amparada porla ley. La corrupción entendida como separación de partes delcuerpo político, si es ilegal, puede ser perseguida. La que realmen -te destruye la sociedad porque imposibilita que sea perseguidaes aquella que es amparada por la ley, especialmente las que des -truyen la cooperación social. Y de ese género tenemos demasia-dos ejemplos.

Esta asunción supuso una novedad respecto a la tradición filo-sófico-política ya que, desde la teorización de Platón y Aristóte -les, las sociedades políticas son el receptáculo de la metáfora dela corrupción. No así los sujetos corpóreos. Estos simplementedelinquen o no.

IVLA SOCIALDEMOCRACIA COMO EJEMPLO

DE CORRUPCIÓN POLÍTICA

La socialdemocracia como ideología democrática fue inspirada porLuis Blanc durante el periodo revolucionario de 1848. El propioKarl Marx, con cierto aire irónico, consideró que era un tibio sin -cretismo entre las reivindicaciones proletarias y burguesas:

A las reivindicaciones sociales del proletariado se les limó la pun -ta revolucionaria y se les dio un giro democrático; a las exigen-cias democráticas de la pequeña burguesía se las despojó de laforma meramente política y se afiló su punta socialista. Así nacióla socialdemocracia.15

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14 San Pablo, Carta a los romanos 4: 4.15 Marx, Karl. El dieciocho de Brumario.

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Las ideas del revolucionario francés fueron rápidamente ab -sorbidas por Fernando Lasalle, protagonista del congreso deEisenach, en el que se fundó el Partido Socialista Obrero Alemán,así como en otro congreso, esta vez en la ciudad alemana de Gotha,dando el nombre al célebre manifiesto:

La clase obrera procura, en primer término su emancipación den -tro del marco del Estado nacional.16

La eterna lucha de clases marxista impele a la revolución dela clase obrera para con el sistema de producción capitalista. Enesta relación se gesta la sempiterna creencia de que el rico es ricoporque roba al pobre, hecho que legitima la acción-reacción dela clase obrera frente a la encarnación del poder tiránico capita -lista. Así, la socialdemocracia contiene la simiente marxista ensu esencia. Pero, a diferencia del marxismo beligerante, admitela posibilidad de hallar una solución «dialogada» o «pacífica» queponga fin a la pugna de intereses, siempre y cuando ese supues-to diálogo concluya en la consecución de sus intereses.

Pero la experiencia nos ha mostrado qué entiende la socialde -mocracia por solución dialogada al supuesto conflicto de intere -ses entre capitalistas y trabajadores. Y digo supuesta porque talconflicto es una burda estratagema creada por Marx con oscurosy abyectos fines. En una economía capitalista no existen conflic-tos entre la capitalista y trabajadores, sino acuerdos voluntariosentre ambas partes. Los conflictos aparecen cuando surgen, porgeneración espontánea, terceros que dicen representar los inte-reses de los más desvalidos: el estado y su apéndice, los sindi-catos. Así, la socialdemocracia nace ya con el gen defectuoso delmarxismo. Mientras Europa se desangraba en estos «dimes y di -retes», los EE.UU. comenzaban ya a despuntar y elevar el nivel devida de los trabajadores, sin contar apenas con labor sindical.

La justicia social, usando la doctrina social de la Iglesia,17 se -ría resuelta por el Estado, como medio, pero dirigida hacia el finque los socialdemócratas eligiesen cuando conquistasen el poder

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16 Marx, Karl: Crítica del Programa de Gotha, 18.17 Catholicam Christi Ecclesiam, 6 de enero de 1967.

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del estado. Así, llevarían a la humanidad hacia el paraíso perdi-do pero de un modo menos sanguinario y más aséptico que elmarxista: los impuestos. Y siendo el estado la herramienta coac-tiva per se para imponer, se hacía indispensable la conquista delestado para llevar al proletariado a la edad dorada en la que losríos eran ora de leche, ora de miel. Mientras que los socialdemó -cratas veían al estado como una herramienta de primer ordenpara llevar a cabo su programa político, los marxistas lo veíancomo el enemigo al que hay que batir inmisericordemente. Si biendiscutían por los medios, el fin era el mismo: el paraíso de la edaddorada.

La corrupción, aplicado a la política, es propia de cualquier tipode estado. No existe ningún sistema, per se, superior ontológicao formalmente a otro. Todos son susceptibles de corromperse. Esteprincipio, del que los escolásticos eran sabedores, ha sido orilla-do por un nuevo fenómeno que ha irrumpido en el escenario dela filosofía política, a saber: el fundamentalismo democrático.18

Allí donde el marxismo no ha triunfado, la retaguardia de lasocialdemocracia aspira a llevar al pueblo al paraíso perdido. Poresto, precisamente, los teóricos marxistas vieron que, tras el es -trepitoso derrumbe de la URSS, solo la mimesis de la socialdemo -cracia podría mantener viva la llama de su profeta barbudo. Fu -kuyama y compañía se apresuraron a sentenciar, con solemnidadde catedrales, que la historia había llegado a su fin. Y este finalvenía de la mano de la democracia.

VLA DEMOCRACIA: SISTEMA DE CASTAS

Tal como si fuera el Espíritu Absoluto de Hegel, la democraciaapareció frente al derrumbe soviético como la única soluciónplausible al problema de las relaciones nacionales e internacio-nales. La teoría de la democracia ha sido proyectada a través dela propaganda política como el único sistema político capaz de

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18 Concepto acuñado por Gustavo Bueno y que da título a una de sus obras másrelevantes.

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controlar todas las variables, cuyos componentes formaban unsistema procesual cerrado capaz de expandirse. Este sistema escerrado y sus componentes serían la Libertad, la Igualdad y laFraternidad. Estas ideas-fuerza, paradigma de la Revolución Fran -cesa, no surgieron ex nihilo de una conciencia subjetiva por par -te de los revolucionarios jacobinos, sino que ya estaban pululandopor las calles de las principales plazas europeas. Estas ideas nofueron más que la trasformación a la política de los axiomas dela mecánica que Newton había postulado en sus Principia: liber-tad —todo cuerpo persevera en su estado de reposo o uniforme -mente rectilíneo salvo que una fuerza externa le obligue a cambiar;igualdad —es el principio de la dinámica según el cual, la fuerzaes igual a la masa por la aceleración; y el principio de fraterni-dad— o de acción recíproca, más conocido como acción-reacción.

El profesor Huerta de Soto explica con lucidez19 las dramáti -cas consecuencias de aplicar la metodología de la física a la eco -nomía. Mutatis mutandis, aplicar la mecánica newtoniana a la respública ha supuesto la misma asfixia metodológica. Los seres hu -manos nos organizamos a través de lo que Hayek denominó ordenespontáneo. Es lógicamente imposible ordenar a través de man -datos coactivos una sociedad, por muy buena voluntad que ten -gan los dirigentes. Y si tienen buena voluntad es peor que si nola tienen. Cuando un dirigente político democrático esgrime unabuena voluntad, es conveniente recordar las palabras del filósofomás leído por el nazismo:

No hay nada en el mundo, ni tampoco fuera de él, que pueda sertenido por bueno sin limitación alguna sino la buena voluntad.20

La buena voluntad es una excrecencia del protestantismo pie -tista más peligroso que uno puede encontrar y esa es la principalconsecuencia del fundamentalismo democrático. Solo un desal-mado o un egoísta insolidario podría oponerse a la buena volun-tad que destilan las Organizaciones no gubernamentales, las po -líticas sociales de las autonomías o cualquiera de las ocurrencias

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19 Huerta de Soto (2010: 3).20 Kant 1996: 19.

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con las que nos deleitan los filántropos que abundan por doquieren las democracias. La buena voluntad legitima el constante yperpetua saqueo por parte de la casta política al ciudadano. Si aña -dimos a este pietismo amanerado el sistema procesual cerradode la mecánica de Newton, nos hallamos ante una vulgar tiranía,tal como reflejaba el verbo krathos en griego clásico. Que ese krathoslo ostente una persona, unas cuantas o la mayoría, es una simplecuestión de grado. Incluso aceptando la mayor, es preferible sercoadyuvado por uno que por muchos.

VIJUAN DE MARIANA

Juan de Mariana es una de las grandes figuras de la historia dela filosofía pero que, por motivos oscuros, carece de la fama quesus aportaciones merecen. Apartado de las programaciones delsistema público de enseñanza, tanto en institutos como en univer-sidades, ha quedado incomprensiblemente para el estudio deeruditos Quizás fue la leyenda negra protestante, la nefanda Ilus-tración o la desidia propia del español, lo cierto es que sus apor-taciones a la filosofía política y a la economía han caído en el ol -vido.

Nacido en Talavera de la Reina, su obra magna fue De rege etregis institucione (Sobre la dignidad real y la educación del rey)y destaca por su célebre defensa del tiranicidio. Fiel a la vetus-ta tradición platónica de hacer de los reyes, filósofos, concibiósu obra como un intento por dotar de prudencia al rey para queno perdiese dignidad regia ni cayese en la tentación de la tiranía.Siguiendo la doctrina paulina, Dios entrega la regia potestad (so -beranía) al pueblo como bien recogen las voces latinas, Vox populi,vox dei o Salus populi suprema lex, y este a su vez lo delega en elpríncipe si y solo si cumple con sus obligaciones de respetar lavoluntad de Dios. A diferencia del protestantismo, no se entre-ga la regia potestad directamente al príncipe. El mundo protestan -te vio la representación de otra guisa: el pueblo recibe de Dios lasoberanía pero se le da sin derecho a retorno; es el Leviatán hobbe -siano, legitimando el absolutismo estatal:

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El único modo de erigir un poder común que pueda defenderlosde la invasión de extraños y de las injurias entre ellos mismos (…)es el de conferir todo su poder y toda su fuerza individuales a unsolo hombre o a una asamblea de hombres que pueda reducir lasvoluntades de los súbditos a una sola voluntad (…) Una vez he -cho esto, una multitud así unida en una persona es lo que llama-mos ESTADO, en latín CÍVITAS. De este modo se genera ese granLEVIATÁN, o mejor dicho, ese dios mortal a quien debemos, bajoel Dios Inmortal, nuestra paz y seguridad.21

Hobbes desdeña la dialéctica que habían mantenido cierta ar -monía en la Edad Media y Renacimiento: la dialéctica de las dosciudades agustinianas, por medio de la cual la Iglesia de Romalimita al príncipe y este, a su vez, trata de someter a su diócesis.La teocracia ya tomaba cuerpo en el mundo anglosajón.

Ambas ciudades tienen fines diferentes, lo cual les lleva unaeterna pugna: la ciudad terrenal es el poder político, la ciudad deCaín que posee la fuerza bruta y se enfrenta a Abel, que es el poderreligioso o la sociedad civil.22 En la ciudad de Dios sus moradoresson libres de desarrollar sus fines últimos e iguales ante la leyde Dios; libres porque no existen obstáculos y porque puedendisponer de sus bienes sin que nadie esté legitimado para im -pedirlo; iguales ante la ley, no mediante. Sin embargo, el dios deLutero y Calvino es caprichoso y voluntarista, cuya criaturas crea -das no son análogas como en el tomismo, simpliciter diversa secun-dum quid eadem. Para el tomismo católico hay una analogía entredios y la creación, mientras que para el protestante cada criatu-ra es creada de la nada y sin ninguna relación, hecho que sumeen la contingencia más absoluta al hombre y cuya única salidaposible es el salto al abismo de la fe. Solo queda plegarse ante lavoluntad de Dios encarnada por el poder terrenal de unos prín-cipes teocráticos.

Este es el contexto en el que se mueve Juan de Mariana, el deun Imperio Católico con una clara vocación universal en el que

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21 Hobbes 1999: 157.22 San Agustín fue el creador del concepto de «sociedad civil» como ente opues-

to ontológicamente al poder político.

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se le advierte al rey de las consecuencias que podrían acarrearlesi rebasa los límites: la muerte.

Dos amores, fundaron, pues, dos ciudades, a saber: el amor pro -pio hasta el desprecio de Dios, la terrena, y el amor de Dios hastael desprecio de sí propio, la celestial. La primera se gloría en símisma, y la segunda, en Dios…En aquella, sus príncipes y las na -ciones avasalladas se ven bajo el yugo de la concupiscencia deldominio, y en esta sirven en mutua caridad, los gobernantes acon -sejando y los súbditos obedeciendo».23

El padre Mariana reproduce la taxonomía aristotélica de lasformas de gobierno.24 Existen tres formas de gobierno rectas opuras y la posibilidad de que esas mismas tres formas se trans-formen en impuras. Las formas rectas, siguiendo la lógica de pro -posiciones, son la monarquía, aristocracia y república; gobierno deuno, algunos o todos. Mientras que las formas impuras devienenen tiranía, oligarquía y democracia.

En el capítulo VI titulado Si es lícito matar al tirano dice que eltirano es odiado por Dios y por los hombres. Comienza con losejemplos de tiranicidio de Enrique III de Francia. A continuaciónexpone:

El pueblo, en donde tiene su origen la potestad regia, dicen, siasí lo exigen las circunstancias, no solo tiene facultad para llamara derecho al rey, sino también para despojarle de la corona si seniega a corregir sus faltas. El pueblo le ha transmitido su poder,pero se ha reservado otro mayor y así, para imponer tributos opara cambiar sus leyes fundamentales, es siempre indispensablesu consentimiento.25

Mariana recoge parte de la tradición republicana al reprodu -cir el concepto de patriotismo entendido como la tierra en la queestán enterrados nuestros muertos y a la que le debemos la vida,la lengua, la moral y nuestro ser a través de las instituciones:

DAVID GARCÍA-MARTÍN SOUSA

23 San Agustín, La Ciudad de Dios, XIV 28.24 Aristóteles, La Política Pol., III, cap. VII, 1279a.25 Mariana 1981: 77.

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¿Hemos de consentir que un tirano veje y atormente a su capri-cho nuestra patria, a la cual debemos más que a nuestros padres?(…) aunque hayamos de poner en riesgo la riqueza, la salud y lavida hemos de salvar la patria del peligro de la ruina.26

Tanto los teólogos como los filósofos sostienen que si un prín-cipe se apoderó de la república por la fuerza de las armas y sin queinterviniera el consentimiento del pueblo, puede ser despojado porcualquiera del gobierno y de la vida.

La misión del rey es la de proteger las fronteras con los recur-sos que la Ciudad de Dios le pone a su alcance, pero el rey nuncapuede saquear o imponer leyes dentro de la sociedad civil. Sicruza esa línea roja los sujetos operatorios o el hombre en tantoen cuanto empresario está legitimado por Dios para matar, no alrey porque ya ha perdido su condición, sino al tirano. Esa razónle dice que en economía no debe meter sus zarpas; que en polí-tica se someta a las Cortes castellanas; que en sociedad, deje alpueblo completa libertad para moverse en la búsqueda de su por -venir. Así pues Mariana nos pinta un rey bastante contemporá-neo, por así decirlo, describiendo al tirano de la siguiente guisa:

Sustrae la propiedad de los particulares y la saquea, impelido porvicios tan impropios de un rey como la lujuria, la avaricia, la cruel-dad y el fraude27 (...) los tiranos intentan perjudicar y arruinara todo el mundo, pero dirigen sus ataques en especial contra loshombres ricos y justos que viven en su reino, consideran el bienmás sospechoso que el mal, y temen como a nada precisamenteesas mismas virtudes de las que carecen... los tiranos expulsan delreino a los mejores con la excusa de que ha de rebajarse a quien-quiera que destaque sobre el resto... dejan exhausto al pueblopara que no pueda reunirse, exigiendo casi a diario nuevos tribu-tos, promoviendo disputas entre los ciudadanos y empalmandoel fin de una guerra con el comienzo de otra. De situaciones así

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26 Mariana 1982: 79.27 Las categorías políticas han de estar subordinadas a la moral. Es una muestra

de que el catolicismo responde al canon griego de que la moral debe tutelar y guiarlos asuntos políticos. En esta idea se desmarca claramente de Maquiavelo y de la tra -dición protestante que sucumbe ante un positivismo moral: lo que tiene éxito es buenoper se.

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surgieron las pirámides de Egipto28 (...) el tirano no puede menosde temer que aquellos a quienes esclaviza puedan intentar derro-carlo... por eso prohíbe que los ciudadanos se reúnan o formenasambleas o discutan en común los asuntos del reino, arreba-tándoles con métodos propios de policía secreta la ocasión mismade hablar o escuchar con libertad, impidiendo incluso que puedanexpresar sus quejas libremente...

Pero sin lugar a dudas este fragmento de Mariana demuestracómo la monarquía absoluta fue un invento protestante y hastaqué punto la Ilustración supuso una vuelta a las cavernas:

No es posible ignorar su maldad cuando trastornan toda la comu-nidad, se apoderan de las riquezas de todos, menosprecian las le -yes y la religión del pueblo y desafían con su arrogancia y su im -piedad al propio cielo (…). En este caso hay que pensar en el mediode destronarlos. Debe empezarse por declarar públicamente queno se le reconoce como rey. Y como esta declaración provocaránecesariamente una guerra (…) y si fuera necesario y no hubie-ra otro modo de salvar la patria, matar al príncipe como enemi-go público, con la autoridad legítima del derecho de defensa. Puesesta facultad reside en cualquier particular que, sin preocuparsede su castigo, y despreciando su propia vida, quiera ayudar a lasalvación de su patria.29

El rey no puede imponer impuestos sin la aprobación de losciudadanos, ni crear monopolios estatales pero además, tampo-co podrá reducir el contenido de metal noble que hay en las mo -nedas y que los ciudadanos utilizan como dinero ya que ello pro -vocará el encarecimiento de todos los productos:

Si baja el dinero del valor legal, suben todas las mercadurías sinremedio, a la misma proporción que abajaron la moneda, y todose sale a una cuarta.30

DAVID GARCÍA-MARTÍN SOUSA

28 La actualidad de este texto de Mariana encumbra aún más si cabe su pensa-miento.

29 Mariana (1981: 80).30 Mariana (1987: 46).

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Mariana, fiel a la división agustiniana, niega la potestad delrey sobre la propiedad de sus vasallos y como buen aristotélico,apoya el axioma de que la sociedad comienza con la propiedadprivada (oikós) y evoluciona hacia una sociedad política (polis)formada por hombres libres e iguales.31 La libertad es definidapor la propiedad privada de la casa oikós. Si el rey grava impues-tos sin consentimiento de los hombres libres de su reino, auto-máticamente se habrá convertido en tirano, corrompiéndose suesencia regia y deviniendo de rey en tirano. Ya no tiene la regiapotestad.

Mariana considera que es un despropósito que un rey altere elcontenido de la moneda. Este hecho automáticamente le conver-tiría en un malvado ya que confundiría la común consideraciónque los hombres tienen de las cosas ya que valoran las mercancíaspor su calidad, la abundancia o escasez. La tremenda entrada demetales preciosos precedente de América impuso un constantevaivén monetario, subiendo los precios de todos los productos has -ta niveles insoportables.

Para Mariana el valor de las cosas se encuentra en la estima-ción subjetiva de las cosas, siguiendo la doctrina de Diego de Co -varrubias y Leyva, el cual postuló que:

El valor de una cosa no depende de su naturaleza objetiva sinode la estimación subjetiva de los hombres, incluso aunque tal esti-mación sea alocada, ya que en las Indias el trigo se valora más queen España porque allí los hombres lo estiman más, y ello a pesarde que la naturaleza del trigo es la misma en ambos lugares.32

El abandono de esta noción subjetivista de la economía y de lateoría del valor supuso que una serie de ingenieros sociales fue -sen los encargados de dotar de valor objetivo a lo que de suyoes subjetivo.

El programa de política económica de nuestros escolásticos estáa las antípodas de lo que hoy día se entiende por economía polí-tica. Desde las facultades de economía se destilan manuales en

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31 Aristóteles, La Política I.32 Diego de Covarrubias y Leyva (1604: 131).

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los que se enseña a determinar objetivamente el valor de los bie -nes y servicios. El panorama actual ensalza todavía más aún sicabe la labor de nuestros escolásticos españoles, los cuales vieroncon claridad la naturaleza subjetiva de los precios, una natura-leza que ni Dios, con toda su omnisciencia y omnipotencia, puedesaber cómo el libre arbitrio del hombre valorará la naturaleza delas cosas. Dios puede saber el futuro contingente o las infinitasposibilidades de mi acción, pero no cuál será exactamente esaelección valorativa. Así, verbigracia, el jesuita Juan de Lugo dijopretium justum mathematicum soli licet Deo notum, es decir, el pre -cio justo de las cosas solo a Dios le es lícito conocerlo. A los sim -ples mortales nos queda el mercado.

El protestante confía en Dios y así lo plasma en su moneda.Dios, que habla directamente a la conciencia de los hombres «ele -gidos», les dice el valor de su moneda. Cuando los presidentes delos Bancos Centrales de los países occidentales suben o bajan lostipos de interés se creen ungidos por la gracia divina y juegan aser dioses. Para un católico debería ser una monstruosidad e in -cluso una blasfemia ver cómo una persona cree estar ungido poruna gracia especial para conocer lo que de suyo es incognoscible.Y ese conocimiento privativo y exclusivo es fruto de la arrogan -cia intelectual que el idealismo protestante ha vertido sobre laeconomía. Para un protestante ungido por la gracia del EspírituSanto la adscripción irracional de la conciencia subjetiva le per -mite creer estar en condiciones de aprehender un conocimientorevelado por Dios porque habla a las conciencias de los hombreselegidos para tal fin. Es la doctrina de la predestinación aplicadaa la configuración de la adoración al estado. Por estas razones,entre otras muchas, el liberalismo solo pudo comenzar en un con -texto católico. Jamás pudo haber sido concebido la existencia deun Banco Central o Reserva Federal en un contexto católico, perola historia siempre la escriben los vencedores.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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ledge.KANT, E. (1996): Fundamentación de la metafísica de las costumbres.

Ed. Santillana. LUTERO (1543): Von den Juden und ihren Lügen, Wittenberg; XLVIII,

p. 389. Citamos según la traducción y división en capítulos pro -puesta por Elías Bernard, c. 11.

MARIANA, J. DE (1981): Sobre la dignidad real y la educación del rey. Ed.Centro de Estudios Constitucionales.

MARX, K. (1997): Crítica del programa de Gotha. Ed. Santillana.OVIDIO (2000): Las metamorfosis. Ed. Gredos.PLATÓN (2005): La República, Ed. Gredos.POPPER, K. (1945): Sociedad abierta y sus enemigos. Ed. Paidós.ROTHBARD, M. (2012 y 2006): Historia del Pensamiento económico.

Unión Editorial. Volumen I-II. Madrid. (2.ª Ed.).SAN AGUSTÍN: Civitas dei. Ed. Gredos.SÁNCHEZ DE ARÉVALO, R. (1954): Suma de la política. SCHMITT, C. (2001): Teología Política I, compilada en «Carl Schmitt

teólogo de la política». Héctor Orestes Aguilar, Fondo de Cul -tura Económica, México D.F.

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UN ANÁLISIS «AUSTRIACO»DE LA BUROCRACIA

EDGAR CARLOS DUARTE AGUILAR*

Fecha de recepción: 24 de junio de 2014. Fecha de aceptación: 21 de abril de 2015.

La gestión burocrática implica detalladas normas y reglamenta -ciones prefijadas autoritariamente por el superior. Es la única alter-nativa que cabe adoptar cuando la gestión con fin lucrativo no esposible… Toda empresa que no se inspire en el afán de lucro hade ser gobernada por normas burocráticas.

MISES, LUDWIG VON (1949)

Es conocido que los teóricos de la Escuela de la elección pública(Public Choice School), también denominada Escuela de Virginia,centran su programa de investigación en un aspecto de la vidasocial que había sido descuidado por otros teóricos de la econo-mía, a saber, el comportamiento individual en la toma de decisio -nes colectivas, es decir en el ámbito público. Es así que analizanel comportamiento de gobernantes y representantes, políticos, elec -tores, grupos de presión y burócratas, utilizando para ello las he -rramientas que provee la economía.

Es menos conocido que representantes de la denominada Es -cuela Austriaca de Economía, utilizando el enfoque dinámico queles es característico, también han analizado algunos de los mismostemas que la escuela de la elección pública. El propósito de esteensayo es doble: nos proponemos demostrar que fue Ludwig vonMises uno de los primeros economistas que realizó un análisiseconómico del comportamiento de los burócratas y, además, com -parar y contrastar los enfoques de ambas escuelas para mostrar

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 345 a 359

* Master of Economics de la Escuela de Negocios y Profesor auxiliar del CentroHenry Hazlitt, Universidad Francisco Marroquín, Guatemala.

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cómo ambos se complementan y describir lo que los austriacostienen que decir en cuanto al análisis de la burocracia.

Para esto, hemos dividido el presente ensayo en tres partes:en la primera hablaremos sobre el libro Bureaucracy1 de Mises,indicando el contexto en el que apareció la obra y algunos puntosde vista incluidos en el mismo; en la segunda parte contrasta-remos el enfoque de la Escuela de Virginia y de la Escuela Aus -triaca y demostraremos cómo ambos enfoques se pueden com -plementar en el caso concreto del análisis de la burocracia; en latercera parte expondremos los aportes de economistas austria-cos al análisis de la burocracia, entre ellos Ludwig von Mises,Friedrich A. Hayek y Murray Rothbard y, finalmente, daremosnuestras conclusiones y recomendaciones finales.

IEL LIBRO BUREAUCRACY DE LUDWIG VON MISES

Hay que señalar que antes que Mises, Max Weber realizó un aná -lisis de la burocracia, si bien no estrictamente económico sino so -ciológico, lo cual consta en su obra Economy and Society.2 Debidoa la influencia que tuvo el propio Weber sobre Mises, no es de ex -trañar que años más tarde este también haya realizado su análi-sis sobre el tema.3

El libro Bureaucracy (Burocracia) de Ludwig von Mises. Fue elsegundo que el autor escribió en inglés, luego de su llegada aEstados Unidos.4 A Mises se le atribuye ser uno de los primerosestudiosos en abordar el tema de la burocracia desde una pers-pectiva económica.5

En él, Mises dice que la expansión de la burocracia es la conse-cuencia de una mentalidad que requiere que la intervención del

EDGAR CARLOS DUARTE AGUILAR

1 Mises, L. (1944).2 Weber (1922). Existe una versión en español: Weber, M. (1922). Economía y so -

ciedad. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2004.3 Para una comparación detallada del enfoque de Mises con el de Weber ver An -

derson (2004).4 Mises, M. (1976), p. 103.5 Boettke y Leeson (2003), p. 3.

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Estado entre a más y más ámbitos de la vida privada. La adminis -tración pública, es decir, el gobierno o Estado (que no es otra cosaque el aparato social de coerción y compulsión) debe ser necesa -riamente burocrático y no hay reforma que sea capaz de cambiaresto.6 Al carecer las dependencias públicas de un estado de pérdi-das y ganancias que les indique si han tenido éxito o no en satis-facer las necesidades de los consumidores, no tienen tampoco elincentivo que tienen las empresas con ánimo de lucro.

También señala que no tiene ningún caso criticar la observan -cia de estrictas reglas y reglamentos por parte de los burócratasdebido a que aquellas son la única alternativa a las señales de mer -cado puesto que sin ellas el control se saldría de manos de las al -tas autoridades y a caería en manos de los subordinados y, lo quees más, estas reglas son el único medio para controlar la conduc-ta de asuntos públicos y para proteger a los ciudadanos de la arbi-trariedad de los funcionarios públicos.

Mises añade que nunca se habría llegado a reconocer como de -ficiencias aquellas de la burocracia si no se pudiera compararlacon la administración de los negocios con ánimos de lucro.

Según Mises no se pueden aplicar a una estación de policía oa la administración de impuestos los métodos que han funciona -do bien en la iniciativa privada (que persigue el lucro).

Según Mises la burocratización de las empresas privadas noes un fenómeno de mercado sino de la intervención del gobier-no en más ámbitos relacionados con aquellas.

Para Mises, el problema no es la burocracia en sí sino la expan-sión de los medios burocráticos a otros ámbitos de la vida priva-da de las personas y el resultado de esta expansión no puede sersino desastroso. Reemplazar el ánimo de lucro con el «ánimo deservicio» implicaría abandonar el único método para la raciona -lidad y el cálculo en la satisfacción de necesidades.

Un punto importante en la obra de Mises es que la burocraciaparaliza la iniciativa del individuo mientras que en una econo-mía de mercado, el innovador tiene oportunidad de sobrevivir.

Podemos decir que en Bureaucracy Mises sigue desarrollan-do su argumento de la imposibilidad de cálculo económico bajo

UN ANÁLISIS «AUSTRIACO» DE LA BUROCRACIA 347

6 Cf. Mises (1949), pp. 290, 331.

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el socialismo, análogamente con la propiedad privada, al desapa-recer el ánimo de lucro, el único incentivo para satisfacer mejorlas necesidades de los clientes; y el estado de pérdidas y ganan-cias, la señal irrebatible de cálculo económico, los burócratas nosolo no tienen incentivo sino que están a ciegas.

Como podemos ver, el análisis de Mises provee unas perspec -tivas profundas sobre la forma de actuar en las dependencias pú -blicas y esto dos décadas antes de que apareciera la que se de -nomina la obra fundadora de Public Choice, escrita por JamesBuchanan y Gordon Tullock, de modo que en este sentido pode-mos decir que la obra de Mises fue pionera.7

IICONOCIMIENTO VERSUS MOTIVACIONES:EL ENFOQUE DE LA ESCUELA AUSTRIACAFRENTE AL DE LA ESCUELA DE VIRGINIA

La doctrina política tradicional había adoptado un enfoque conrespecto al gobierno basado en dos premisas (implícitas o explí-citas) que las dos escuelas de pensamiento económico que nos ocu -pan vinieron a desafiar:8

1. El gobierno tiene conocimiento perfecto sobre las necesida-des de los ciudadanos, la cual llamaremos la premisa de om -nisciencia.

2. La única motivación del gobierno es lograr el bien común en elinterés público, la cual llamaremos la premisa de benevolencia.

El gobierno sería entonces un «déspota benévolo» que sabríalo que es mejor para sus súbditos (o ciudadanos) y procuraríalo grarlo. Usando el individualismo metodológico, esto es, la con -cepción de que toda organización colectiva está integrada por sereshumanos individuales con sus propias motivaciones y actuaciones,

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7 Buchanan y Tullock (1962). No estamos asegurando que Mises haya sido el pri -mero sin embargo sí que anticipó el análisis que luego desarrollaría Public Choice.

8 Ver Boettke y López (2002); Ikeda (2003) y Boettke y Leeson (2003).

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ambas escuelas, de manera distinta, desafiaron alguna de estaspremisas.

La Escuela Austriaca se ha diferenciado de la corriente prin-cipal en economía entre otras cosas en su resistencia a la forma-lización matemática y a los medios empíricos para derivar teoría,pero también a que renuncia al supuesto de conocimiento perfec-to por parte de los agentes económicos.9 Los austriacos tambiéntienen una concepción dinámica del proceso de mercado, comouna serie de acciones sucesivas. En lugar de ver la economía comosiempre en equilibrio, los seres humanos están constantementeactuando para modificar el status quo, lo cual hace que a su vezotros humanos actúen, de modo que, aunque el mercado tien -da al equilibrio, ese estado final de reposo nunca se alcanza.10 Elcam bio constante tiene como protagonista al emprendedor (entre-preneur) que actúa para modificar el status quo, asumiendo lasincertidumbres inherentes al futuro, coordinando las acciones deotros individuos y cosechando, si tiene éxito, ganancias empresa -riales o pérdidas empresariales, si es que no lo tiene.

Por las razones citadas anteriormente, los austriacos han cues-tionado la premisa de omnisciencia en su análisis del gobierno.Aunque los burócratas tuvieran las mejores intenciones y su úni -co motivo último fuera el bien común,11 aun así carecerían de guíapara utilizar los recursos públicos de la mejor manera posible.La tendencia al crecimiento en el gasto público y en el número deburócratas sería, bajo este enfoque, una consecuencia no intencio -nada de la actuación burocrática: al carecer de un beneficio em -presarial, no hay forma de saber que aumentar el gasto públicono se justifica por los beneficios adicionales.

Lo que es más, debido a que cada medida de intervención enel ámbito privado de las personas, tiene consecuencias no de sea -das que no fueron previstas, una medida de intervención implica

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9 Ibíd.10 Ikeda (2003).11 En este sentido la economía para los austriacos es Wertfrei o es libre de juicios

de valor. Los austriacos no cuestionan, por lo tanto la conveniencia o no de los finesy de los medios que los actores deciden. Más aún, los austriacos consideran posibleque a los seres humanos los muevan motivaciones distintas a las pecuniarias.

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otra medida de intervención para tratar de arreglar los proble-mas provocados por aquella. Esto se repite indefinidamente has -ta que toda la economía se encuentre intervenida.12 Tal es el ar -gumento que presenta Mises en otra de sus obras.13

De esta manera, entonces, el enfoque austriaco estaría en cues -tionar la premisa de omnisciencia y no tanto la premisa de bene-volencia.14

Por su parte, al adoptar el modelo neoclásico, el cual implicaconocimiento perfecto por parte de los agentes económicos, laEscuela de Virginia ha entrado a cuestionar, en particular, la pre -misa de benevolencia. Además, debido a que el modelo maximi -zador, el homo economicus, que asume la economía neoclásica, defi-ne la ganancia que este agente intenta maximizar en un sentidomuy estrecho (específicamente en sentido pecuniario), las moti-vaciones que tienen los agentes de Public Choice son también másestrechas.15

Como los resultados de sus acciones son conocidos ex antepor los agentes, solo se puede asumir que las consecuencias no

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12 Ibíd.13 Mises, L. (1950).14 Boettke y López (2002) y Boettke y Leeson (2003) mencionan que, en el caso

particular de Ludwig von Mises, su compromiso con una ciencia económica libre dejuicios de valor evita que este entre a cuestionar las motivaciones de los burócratas.No creemos que esta sea la razón por la que Mises no cuestione la premisa de bene-volencia, porque no es lo mismo que los fines últimos de los humanos sean indife-rentes para la ciencia económica que decir que analizar los incentivos a los que estánsometidos no le conciernen al economista. Sin embargo, concederemos que el enfo-que más estrecho de maximización que la Escuela de Virginia ha tomado de la es -cuela neoclásica (maximización personal y pecuniaria) sí empuja el análisis haciacierta dirección en particular en su caso. Para un austriaco, que los seres humanosactúen para pasar de una situación menos satisfactoria a otra más satisfactoria tieneun enfoque más amplio que para los neoclásicos. La satisfacción tiene más que vercon una satisfacción o «ganancia» psíquica que con una pecuniaria. Por ejemplo, unfunciona rio público (o cualquiera) podría tener un mayor espíritu de servicio y ele -gir un curso de acción que le resulte menos redituable pecuniariamente porque sesiente compelido por el «deber a su patria», lo cual no obsta de que la ganancia pecu-niaria personal sea uno de los fines que también pueda perseguir. Seguir con la lec -tura para ver el enfoque de Public Choice.

15 Dicho sea de paso, al adoptar la retórica en torno a la metodología positivis-ta del mainstream de la profesión, el enfoque de Public Choice es más aceptado entrelos economistas, particularmente entre los partidarios del libre mercado, como la Es -cuela de Chicago, por ejemplo.

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deseadas que enfatizan los austriacos y que, dicho sea de paso,se verifican en la realidad son intencionales (que no necesariamen -te deseables), son un subproducto (aunque conocido) en la bús -queda de su propio interés por parte de los agentes políticos. Enefecto, cuando, por ejemplo, un burócrata solicita más presupues -to lo hace para aumentar sus ingresos personales, para aumen-tar su prestigio al tener más funcionarios a su cargo, influenciapolítica, etc. Sin embargo, debido a que es necesario conservar unafavorable opinión pública, siempre dirá que tal aumento en elpresupuesto se hace por el bien común, porque es necesario, etc.(si bien el funcionario sabe muy bien que ésa no es la verdaderarazón). Todo esto aunque la consecuencia no intentada sea el in -cremento en el gasto público.

Debido a su individualismo metodológico, a pesar de las dife-rencias de enfoque, para ambas escuelas no existe en realidad unaabstracción tal como un gobierno que actúe en algún sentido nicon fines independientes de quienes lo componen sino que ungobierno está integrado por burócratas y funcionarios, cada unocon su propia motivación personal, quienes son, además, falibles.

Ambos principios (incertidumbre y propio interés) son realis-tas para nuestro punto de vista, de modo que ambos enfoques noson mutuamente excluyentes sino complementarios. En algunosmodelos se puede asumir que el funcionario público actúa moti-vado por algo más que su ganancia pecuniaria pero que su cono-cimiento es limitado; en otros modelos se puede asumir que elfuncionario solo está actuando por un interés pecuniario particu -lar y, si bien no se puede asumir conocimiento perfecto, se puedeasumir que el funcionario conoce las consecuencias de sus accio-nes y actúa de cualquier forma interesadamente. Lo que es másimportante, en otros modelos se pueden asumir ambos, interéspersonal pecuniario e incertidumbre. Creemos que un enfoquecombinado puede llevarnos a una economía política más robus-ta para la explicación del comportamiento de los burócratas.16

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16 En esto seguimos a Ikeda (2003).

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IIIOTROS APORTES AUSTRIACOS

PARA EL ANÁLISIS DE LA BUROCRACIA

En la primera y segunda parte hemos compartido algunos puntosde vista que Ludwig von Mises tiene con respecto a la burocra-cia. En esta parte compartiremos algunos otros de Mises y de otroseconomistas a quienes se identifica con la Escuela Austriaca paraanalizar de qué manera podrían ser útiles para el estudio que nosocupa. Especialmente relevantes nos parecen algunos aportes deFriedrich A. Hayek y Murray Rothbard, de manera que los expon-dremos y exploraremos a continuación.

1. Ludwig von Mises

En la primera parte de este ensayo, comentamos los aportes deMises al análisis de la burocracia, especialmente en su libro de1944. En esta parte quisiéramos comentar las implicaciones quea nuestro criterio pudieran tener sus observaciones para el estu-dio de Public Choice.

Sobre el comentario que hace Mises acerca de que la expan-sión burocrática es la consecuencia de carecer de un criterio paraestablecer el éxito o fracaso de determinada política pública, qui -siéramos decir que, en efecto, a pesar de que para los austriacosla teoría explica más que predice, este extremo se ha verificado alo largo del siglo XX y siglo XXI. La actitud de los gobiernos deasignar más presupuesto a los programas que patrocina, a pesarde no conocerse su éxito (incluso en aquellos casos en que el fr -caso es manifiesto) se explica muy bien por la teoría. El gobier-no puede echar mano de los fondos privados incrementando losimpuestos, utilizando el poder coactivo del que dispone, indepen -dientemente de cuan satisfechos estén los ciudadanos con su ges -tión de los mismos.17

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17 Esto no quiere decir, por supuesto, que los impuestos puedan incrementar -se ilimitadamente. Debido a que la autoridad de cualquier gobierno descansa en laopinión pública (Hume, 1777), además de las consideraciones hechas por Mises con

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El aporte de Mises de que al no existir un estado de pérdidasy ganancias la única alternativa es la observancia de estrictas re -glas burocráticas es muy importante para entender la rigidez inhe-rente al sistema burocrático y la falta de innovaciones por par -te del empleado público. Como también dice Mises, este mismoambiente burocrático paraliza la iniciativa individual, la empre-sarialidad. Si extrapolamos estas consecuencias para el resto dela sociedad, conforme la burocracia va interviniendo en más áreasde la vida privada de las personas, podemos predecir que la ac -titud de las personas será más pasiva, esperando que los manda-tos vengan desde arriba, lo cual removerá de la sociedad el motorde cambio que es el empresario. Por muy buenas intenciones quetengan los burócratas, su entorno les impide utilizar su creativi -dad para servir a los ciudadanos como ellos desean en la presta -ción de sus servicios.

2. Friedrich A. Hayek

Friedrich A. Hayek, discípulo dilecto de Mises y autor de variasobras, dedicó la segunda mitad de su vida a analizar una gamade temas sociales mayor de la que se espera de un economistaconvencional, lo cual es una muestra de la tendencia de los eco -nomistas austriacos a ser multidisciplinarios. Es así que, al anali-zar el orden social de la libertad, Hayek distingue entre la Leyy los mandatos.18

Para Hayek, la Ley, en sentido material, son aquellas normasgenerales, abstractas, sin contenidos específicos, que no buscanun determinado fin y negativas19 que aplican a todos los habi-tantes por igual. En contraste, los mandatos son aquellas normasparticulares, concretas, con contenido específico, con un fin de -terminado y que pueden ser positivas o negativas. Lo relevante

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respecto al cálculo económico, los gobiernos solo pueden incrementar los impues-tos hasta cierto límite.

18 Hayek (1960).19 Que más que especificar lo que debe hacerse indican aquello que no debe ha -

cerse, por ejemplo, matar a un conciudadano.

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para el estudio de Public Choice es las distintas consecuencias queuna o los otros tienen para el orden social (y para los burócratasen particular).

La Ley en sentido material tiene carácter evolutivo y consue-tudinario, es producto de la costumbre y resultado de un periodode tiempo muy dilatado, que concentra los aportes de varias ge -neraciones de personas. En contraste los mandatos emanan deuna autoridad específica, este es el tipo al que pertenecen las re -glas burocráticas. Mientras que la Ley permite libertad para quelos individuos desarrollen su empresarialidad, el segundo tipode normas restringe la actuación del individuo, quien se quedaes perando a que se le den instrucciones o que le llegue un nuevomandato.

El enfoque de Hayek es totalmente compatible con el de Misesy vemos como tomando los aportes de ambos va tomando formauna teoría austriaca de la burocracia más robusta. Hayek se ex -tiende todavía más en el análisis de órdenes espontáneos en con -traposición a órdenes creados y podemos identificar los primeroscon el mer cado y los segundos con el gobierno.20 Y es que la na -turaleza de los unos y los otros condiciona la forma de actuar delas personas en determinado ámbito y es donde el aporte de Ha -yek consideramos que puede utilizarse en el análisis de la buro-cracia en particular y de Public Choice en general.

3. Murray N. Rothbard

La posición política de Murray Rothbard puede considerarse másextrema que los teóricos de Public Choice y que Mises o Hayek.Basándose en el principio de no agresión, Rothbard llega a la con -clusión de que el Estado no tiene justificación ninguna y que es,en términos prácticos, una institución criminal. No obstante, aligual que Mises, Rothbard cree que la economía (o la praxeolo-gía) es una ciencia positiva y, por lo tanto, libre de juicios de valor.Sin embargo, hay que reconocer que su posición política permea

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20 Véase en particular Hayek (1960), (1967), (1973) y (1978).

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el análisis que hace Rothbard sobre la política en general y la buro-cracia en particular. A diferencia de Mises, Rothbard no asumenecesariamente todas las veces que los burócratas tengan las me -jores intenciones y que su fin sea el bien común.

Desarrollando sobre el análisis de Mises, Rothbard dice quereglas estrictas y precisas son necesarias no solo para mantenerel control de las actividades de los subalternos sino también paraque estos puedan demostrar que utilizaron los fondos asigna-dos exactamente como se les indicó y que no se han apropiado departe de los mismos.21

Dice además que el subordinado depende del juicio que su su -perior tenga sobre su personalidad y no de su trabajo. Debido aque para mejorar su imagen puede recurrir a gastar más, la fru -galidad debe imponérsele por medio de normas estrictas.22

Debido a que el estatus en la burocracia depende del núme-ro de subalternos a cargo del burócrata, las diferentes agenciascom piten por ampliar el tamaño de su presupuesto. Mientras quela ten dencia en el mercado es que las empresas sean lo más efi -cientes posible al servir las demandas de los consumidores, laten dencia de la burocracia es a crecer y crecer, a expensas del con -tribuyente.23

Un aporte original de Rothbard es lo que él llama la «ley de Hie -rro de la oligarquía», esto es, que cualquier organización hu ma -na va a ser dirigida nada más que por una élite pequeña. Esto y elhecho de la tendencia a aumentar el número de subalternos, hacenque la burocracia sea jerárquica y como, en la ausencia de merca-do, no hay una verdadera prueba del mérito de los servicios delgobierno hacia los «consumidores», al mérito se le reemplaza conla antigüedad en el cargo, lo que hace que se promueva a las per -sonas de mayor antigüedad en la burocracia, se haga un escala-fón y se agreguen niveles de burócratas adicionales bajo su cargo.

En otra obra Rothbard dice que, debido a la fractura entre losingresos de los burócratas y el servicio que ellos prestan, en lugarde intentar halagar al consumidor, más bien se le ve como una

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21 Rothbard (1995).22 Ibíd.23 Ibíd.

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molestia para el gobierno, alguien que gasta los escasos recur-sos que el gobierno posee. Al consumidor se le trata como un in -truso no deseado, como una interferencia entre el burócrata y elsereno disfrute de su ingreso fijo.24

Si bien se podría argumentar que los aportes de Rothbard noson originales, su análisis, muestra su mayor afinidad con el cues -tionamiento de la benevolencia que hace la Escuela de Virginia.De hecho los economistas austriacos más contemporáneos hantenido un intercambio mayor con los teóricos de Public Choice, locual demuestra lo señalado por nosotros en la segunda parte deeste ensayo, que un enfoque combinado puede crear un progra-ma de investigación más fértil.

IVOTROS APORTES Y POSIBLES LÍNEAS

DE INVESTIGACIÓN

Hay otras contribuciones de otros economistas austriacos que danindicios de otros aportes que podría tener la Escuela Austriaca parael Análisis de Public Choice.

Thomas DiLorenzo propone incorporar un análisis del «em -prendedor institucional». Mientras que el emprendedor en el mer -cado no responde pasivamente a las demandas de los consumido -res sino que intenta identificar nuevas oportunidades de ganancia,de manera análoga el emprendedor institucional no solo respon-de pasivamente a las presiones de los grupos de interés sino quetrata de estimular la demanda por sus servicios.25 Esto agregaríaun enfoque dinámico, como el austriaco, al análisis del comporta -miento de los burócratas.

Por su parte, Laurent Carnis propone que la mala asignaciónde recursos de la burocracia se debe a dos características: la impo -sibilidad de cálculo económico y la ausencia de la clara definiciónde los derechos de propiedad de los activos y recursos públicos.26

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24 Rothbard (1973).25 DiLorenzo (1988).26 Carnis (2010).

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Esto empujaría el análisis de Public Choice hacia la teoría de losderechos de propiedad y Derecho y Economía.

Vemos, pues, que el análisis económico de la burocracia es unárea de investigación con un potencial bastante grande, que pue -de enriquecerse desde diversas perspectivas.

VCONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES FINALES

El trabajo Bureaucracy de Ludwig von Mises fue uno de los pione-ros en el análisis de la burocracia desde un punto de vista eco -nómico y los puntos de vista ahí compartidos son un punto departida muy útil para ulteriores análisis del tema utilizando eseparadigma.

El problema de conocimiento disperso que reconocen los aus -triacos, así como su concepción más amplia de fines y medios sub -jetivos que el estrechamente pecuniario, pueden enriquecer elanálisis de Public Choice, ampliando los tipos de modelos que sepueden utilizar para su análisis.

El enfoque en el propio interés estrechamente definido comolo toma Public Choice es un caso particular del análisis que de laacción humana hacen los austriacos, uno que, sin embargo, es muyfértil para el estudio de los fenómenos políticos pero que no esel único que se puede utilizar al analizar las motivaciones de losburócratas.

Se puede concebir el proceso de burocratización como una seriede acciones sucesivas, al no rendir los resultados esperados seincrementa el presupuesto de las agencias y se aumenta su núme-ro así como el número de funcionarios. Al carecer además de lamedida de éxito que da el mercado, el aumento en el presupues -to y las regulaciones parece la única salida razonable.

Aparte de los aportes de Mises, los de otros economistas aus -triacos también son útiles para crear un paradigma de análisis dela burocracia bastante robusto, que permita explicar la acción delos burócratas.

El análisis hayekiano de las normas da una explicación de cómolas distintas reglas condicionan la forma de actuar de los burócratas.

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Incluir al «empresario» institucional, el análisis de los derechosde propiedad y otros enfoques en la literatura de Public Choice pue -de dar por resultado un programa de investigación bastante másamplio y riguroso.

En estas breves páginas no ha sido nuestra intención agotarel tema de la burocracia y los aportes de la Escuela Austriaca (yotros enfoques) al estudio de la misma. Consideramos que los eco -nomistas austriacos han aportado líneas de investigación que pue -den ser muy útiles para futuras investigaciones. Recomendamosconsiderar los efectos que estas pueden representar para el para-digma de Public Choice.

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EL INTERÉS*

LUDWIG VON MISES

IEL FENÓMENO DEL INTERÉS

Hemos visto cómo la preferencia temporal es una cate goría inhe-rente a toda acción humana. En el interés originario, es decir, enel descuento de bienes futuros por bienes presentes, queda refle-jada esta preferencia temporal.

Interés no es solo el interés del ca pital. No es la ganancia es -pecífica derivada de la uti lización de bienes de capital. La corres-pondencia entre los tres tipos de factores de producción —el tra -bajo, el capital y la tierra— y los tres ti pos de ingresos —salario,beneficio y renta— tal como la entendían los economistas clási-cos hoy en día ya no es admisible. La renta no es la ganancia espe-cífica procedente de la tierra. Es un fenómeno cataláctico gene-ral; igual la produce la pro ductividad del trabajo o del capital quela productividad de la tierra. Es más: no existe fuente permanentede beneficio en el sentido que los clásicos empleaban el vocablo.No hay razón para suponer que el beneficio (entendido en el senti-do de beneficio empresa rial) y el interés sean ingresos más típi-cos del capital que de la tierra.

El precio de los bienes de consumo, por el juego de las fuer zasque operan en el mercado, se reparte entre los factores complemen - tarios que intervienen en su producción. Comoquiera que los bie -nes de consumo son bienes presentes, mientras que los factoresde producción son medios para obtener bie nes futuros, y puestoque los bienes presentes valen siempre más que los futuros de lamisma calidad y cuantía, la suma total repartida entre los diferen -tes factores de producción es, aun en la imaginaria construcciónde la economía de giro uniforme, menor que el precio actual de

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 363 a 379

* Ludwig von Mises, La acción humana, Unión Editorial, 11.ª edición, Madrid 2015,capítulo XIX.

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los correspondientes bienes de consumo. La diferencia entre unay otra cifra es el interés originario. Este no se relaciona específi -camente con ninguno de los tres factores de producción que loseconomistas clásicos distinguían. Las ganancias y las pérdidasempresariales tienen su origen en las variaciones registradas porlas circunstancias del mercado y en los consecuentes cambios quelos precios re gistran a lo largo del periodo de producción.

El observador superficial no ve nada llamativo en la renta regu-lar que produce la caza, la pesca, el ganado, la silvicultura y laagricultura. La naturaleza produce los venados, los peces y losterneros, haciéndoles después desarrollarse; también la naturale -za ordena a las vacas producir leche y a las gallinas po ner huevos,así como a los árboles madera y a las semillas espi gas. Quienesposeen título bastante para apoderarse de ta les riquezas recurren -tes gozan de una renta asegurada. Como el manantial que conti-nuamente nos proporciona agua, tales «fuentes de renta» fluyensin descanso, regalando a su propietario con regulares y nuevasriquezas. Todo el proceso se nos presenta como un fenómeno natu-ral. Pero el economista se topa con el problema de la determina -ción del precio de la tierra, del ganado y de todo lo demás. Si noexistiera un descuento en el precio de los bienes futuros por lospresentes, el comprador de tierras habría de pagar por ellas unprecio igual a la suma de todos los futuros productos netos de lasmismas y no quedaría margen para renta alguna.

Los ingresos anuales que regularmente devengan los propie -tarios de tierras y ganados en nada se diferencian de los ingre sosprocedentes de factores de producción que más pronto o más tar -de se desgastan y consumen en sus procesos productivos. Dispo-ner de una parcela de terreno equivale a disfrutar de la capacidadque la misma posee para contribuir a la producción de todos losfrutos que en ella puedan obte nerse, lo mismo que disponer deuna mina equivale a disfrutar de su potencialidad para contribuira la extracción de los mine rales que de ella puedan obtenerse. Enidéntico sentido, poseer una máquina o una bala de algodón im -plica tener a disposición propia la cooperación de la misma parala producción de los bienes que con ellas pueden fabricarse. El errorfundamental de to das las teorías que apelan a la productividado al uso para ex plicar el interés estriba en considerar el fenómeno

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del interés como función de los servicios productivos de los fac -tores de pro ducción. Porque la utilidad de los factores de produc-ción determina no el interés, sino el precio de los mismos. Dichoprecio comprende toda la dife rencia que existe entre la produc-tividad de cierto proceso con tando con la colaboración del factoren cuestión y la productivi dad del mismo sin esa colaboración.La disparidad que, aun en ausencia de toda variación de las cir -cunstancias del mercado, se produce entre el precio del produc-to y la suma de los precios de los factores intervinientes es con -secuencia del mayor valor que se atribuye a los bienes presentesfrente a los bienes fu turos. A medida que la producción progre-sa, los factores emplea dos van transformándose en bienes pre -sentes más altamente va lorados. Este incremento de valor, queproduce específicos bene ficios a los propietarios de los factoresde pro ducción, es la base del interés originario.

Los poseedores de factores materiales de producción —a dife-rencia del empresario puro en el imaginario planteamiento de lasdiferentes funciones catalácticas— devengan dos tipos de ingre-sos catalácticamente diferentes: de un lado, los pre cios que se lespagan por la cooperación productiva de los fac tores en cuestióny, de otro, el interés. Se trata de conceptos que conviene distinguir.Para explicar el interés no debemos apelar a los servicios que losfactores de producción rinden en la obtención de las mercancías.

El interés es un fenómeno homogéneo. No hay varias fuen tesde interés. El interés pagado por el empleo de bienes dura derosy el abonado por créditos de consumo es, como todo in terés, con -secuencia del mayor valor atribuido a los bienes presentes quea los futuros.

IIEL INTERÉS ORIGINARIO

El interés originario es igual a la razón existente entre el valoratri buido a satisfacer una necesidad en el inmediato futuro y elvalor atribuido a dicha satisfacción en épocas temporalmen temás distantes. Dentro de la economía de mercado, el interés ori -ginario se manifiesta en el descuento de bienes futuros por bienes

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presentes. Se trata de una razón entre precios de mercancías, node un precio en sí. Dicha razón tiende en el mercado a una cifrauniforme cualesquiera que sean las mercan cías de que se trate.

El interés originario no es «el precio pagado por los serviciosdel capital».1 La mayor productividad de los métodos de pro -ducción que consumen periodos de tiempo más amplios, a la queBöhm-Bawerk y posteriores economistas apelaron para explicarel interés, en realidad no nos explica el fenómeno. Al contrario,es el fenómeno del inte rés originario el que explica por qué el hom -bre recu rre a métodos productivos que consumen menos tiem-po, pese a que hay otros sistemas de mayor inversión temporalcuya productividad, por unidad de inversión, resulta superior.Es más: únicamente el fenómeno del interés originario explicapor qué se puede comprar y vender parcelas de tierra a preciosciertos. Si los servicios futuros de un terreno se valoraran igualque los presentes, ningún precio específico sería suficientementeelevado para inducir a su propietario a venderlo. La tierra no po -dría ser objeto de compraventa por sumas di nerarias ciertas nitampoco se la podría intercambiar por bienes que solo reporta-ran determinados servicios. Un terreno solo podría intercambiar -se por otro terreno. El precio de un edificio que durante un perio-do de diez años pudiera producir una renta anual de cien dólaresse cifraría (independientemente del solar) en mil dólares al co -menzar ese periodo; en novecientos al iniciarse el segundo año,y así sucesivamente.

El interés originario no es un precio que el mercado de terminasobre la base de la oferta y la demanda de capital o de bienes decapital. Su cuantía no depende de la demanda u oferta. Al contra-rio, es el interés originario el que determina tanto la demandacomo la oferta de capital y bienes de capital. Indica qué porciónde los bienes existentes deberá consumirse en el inmediato fu -turo y cuál convendrá reservar para aprovisionar periodos másremotos. La gente ahorra y acumula capital no porque haya inte-rés. No es este ni el impulso que hace ahorrar ni la com pensacióno premio otorgado a quien renuncia al inmediato consumo. Es la

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1 Esta es la popular definición del interés que ofrecen, por ejemplo, Ely, Adams,Lorenz y Young, Outlines of Economics, 3.ª ed., Nueva York 1920, p. 493.

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razón entre el valor otorgado a los bienes presentes y el reconocidoa los futuros.

El mercado crediticio no determina el tipo de interés. Acomo-da el interés de los préstamos a la cuantía del interés originario,según resulta del descuento de bienes futuros.

El interés originario es una categoría de la acción humana. Apa -rece en toda evaluación de bienes externos al hom bre y jamás po -drá esfumarse. Si reapareciera aquella situación que se dio al fi -nalizar el primer milenio de la era cristiana, en la cual había ungeneral convencimiento del inminente fin del mundo, la gentedejaría de preocuparse por la provi sión de las necesidades terre-nales del futuro. Los factores de producción perderían todo valory carecerían de importancia para el hombre. Pero no desaparece -ría el des cuento de bienes futuros por presentes, sino que aumen-taría considerablemente. Por otra parte, la desaparición del inte-rés originario significaría que la gente dejaría de interesarse porsatisfacer sus más inmediatas necesi dades; significaría que pre -ferirían disfrutar de dos manzanas dentro de mil o diez mil añosen lugar de disfrutar de una manzana hoy, mañana, dentro de unaño o diez años.

No es ni siquiera pensable un mundo en el que el fenómenodel interés originario no exista como elemento inexorable de todotipo de acción. Exista o no división del trabajo y cooperación so -cial; esté organizada la sociedad sobre la base del control priva-do o público de los medios de producción, el interés originariose halla siempre presente. En la república socialista desempeñala misma función que en la economía de mer cado.

Böhm-Bawerk desenmascaró definitivamente las falacias delas ingenuas explicaciones del interés basadas en la productivi-dad, es decir, la idea de que el interés es la expresión de la pro -duc tividad física de los factores de producción. Y, sin embargo,Böhm-Bawerk, hasta cierto punto, basó su propia teoría en laproductividad. Al referirse a la superioridad técnica de los méto-dos de producción de mayor complejidad (consumi dores de mástiempo), evita ciertamente los aspectos más burdos de la teoríade la productividad. Pero de hecho vuelve, aunque en forma mássutil, a las expli caciones basadas en este prin cipio. Los econo-mistas poste riores que, dejando de lado la idea de la preferencia

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temporal, se basan en los conceptos de productividad de la teoríade Böhm-Bawerk se ven obligados a admitir que el interés origi -nario desaparecería si los hombres un día llegaran a aquel es ta -do en el cual ninguna ulterior ampliación del periodo de produc-ción incrementaría la productividad.2 Tal suposición es totalmenteerrónea. El interés originario no puede desapa recer en tanto hayaescasez y, consecuentemente, acción.

Mientras nuestro mundo no se transforme en el país de Jauja,el hombre habrá de hacer frente a la escasez y, por tan to, habráde economizar; será preciso optar entre satisfacer antes o despuéslas necesidades, pues no se puede dejar atendidas plenamenteni las presentes ni las futuras. Variar la utiliza ción de los facto-res de producción, dedicando algunos de ellos en vez de a aten-der necesidades temporalmente más próximas, a la satisfacciónde otras más alejadas, forzosamente tiene que restringir el núme-ro de apetencias cubiertas en determinado momento, para incre-mentarlo en otro. Si rechazamos esta afirmación, nos veremos su -mergidos en insolu bles contradicciones. Podemos imaginar queun día nuestros co nocimientos técnicos lleguen a la máxima per -fección y que los mortales no puedan superar ese nivel de sabi-duría. Ningún proceso que amplíe la producción por unidad dein versión cabría ya inventar. Pero si suponemos que algunos fac -tores de producción son escasos, forzosamente habremos de con -cluir que no todos los procesos de mayor productividad —inde-pendientemente del tiempo por ellos absorbido— están siendoplenamente utilizados y que, si se aplican ciertos sis temas de me -nor productividad por unidad de inversión, es simplemente enrazón a que sus frutos se cosechan en un lapso de tiempo menor.La escasez de factores de producción significa que nos hallamosen una situación en que podemos trazar planes destinados a satis -facer nuestras necesidades cuya realización no es posible debidoa la insuficiente cantidad de medios disponibles. Es precisamente

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2 V. Hayek, «The Mythology of Capital», The Quarterly Journal of Econo mics, I (1936),pp. 223 ss. Es cierto que el profesor Hayek ha cambiado posterior mente su modo depensar (v. su artículo «Time-Preference and Productivity, a Reconsideration», Econo-mica, XII, pp. 22-25, 1945) [trad. esp. como apéndice V de La teoría pura del capital,Aguilar, Madrid 1946, pp. 423-428]. Pero la idea criticada en el texto sigue siendoampliamente defendida por los economistas.

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la inviabilidad de tales proyectos la que constituye el elementode escasez. Confunden a los modernos defensores del plantea-miento basado en la productividad las connotaciones de la expre-sión de Böhm-Bawerk com plejos métodos de producción (roundaboutmethods of pro duction) y la idea de progreso técnico que la mismasugiere. Sin embargo, si hay escasez, siempre habrá algún proce-so técnico capaz de mejorar nuestro bienestar a base de ampliarel periodo de pro ducción en algunas ramas de la industria, conindependencia de que el estado del conocimiento técnico hayacambiado o no. Si hay escasez de medios, si la correlación praxeo -lógica entre medios y fines sigue existiendo, habrá que con cluirforzosamente que existen necesidades insatisfechas por lo quese refiere tanto al futuro próximo como al más remoto. Siem prehabrá bienes a los que renunciamos porque su produc ción exigedemasiado tiempo y tal dilación tem poral nos impide satisfacerotras necesidades más urgentes. Si no aprovi sionamos más am -pliamente el futuro es precisamente porque preferimos atenderlas necesidades de un mo mento temporalmente más próximo,en vez de las de otro más alejado. La razón que resulta de esta va -loración es el interés originario.

En semejante mundo de plenos conocimientos técnicos unpromotor traza un plan A que prevé la construcción de un hotelen un paraje pintoresco, pero de difícil acceso, que exige cons-truir la correspondiente carretera. Al examinar la viabilidad delplan, el interesado se percata de que los medios disponibles noson suficientes para su ejecución. Cuando cal cula la rentabilidaddel proyecto, advierte que la cuantía de los ingresos previstosno es suficiente para cubrir los costes del trabajo y de los mate-riales empleados y atender el pago de los intereses del capital in -vertido. En conse cuencia, renuncia al proyecto A prefiriendo otro,que denominaremos B. Con arreglo a este segundo, el hotel seubicará en un lugar menos pintoresco, pero más accesible, don -de, o bien son menores los costes de la cons trucción, o bien puedeterminarse la obra en un plazo más breve. Si no se tomara en con -sideración el interés del capital empleado, se podría caer en elerror de supo ner que las circunstancias del mercado —bienes decapital existentes y valoraciones de la gente— permitirían lle -var a la práctica el plan A. Su ejecución, sin embargo, implicaría

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de traer factores de producción escasos de diferentes empleosque habrían permitido atender deseos considerados más urgen-tes por los consumidores. Estaríamos ante una mala inversión,una dilapidación de los me dios disponibles.

La ampliación del periodo de producción permite obtenermás cantidad de producto por unidad de inversión o disponerde bienes que en un periodo de tiempo más corto no pueden fabri-carse. Pero el interés no deriva de imputar el valor de esas rique-zas adicionales a los bienes de capital pre cisos para ampliar elperiodo de producción. Si tal se afirmara, se caería en los erroresmás evidentes de las teorías de la productividad ya definitiva-mente refutados por Böhm-Bawerk. La contribución de los facto-res complementarios de producción al resultado del proce so esla razón de que sean considerados valiosos; ello explica los pre -cios que por ellos se pagan, precios que comprenden el valor to -tal de esa contribución. No existe residuo útil que tales preciosno hayan cubierto y en el que pudiera ampa rarse el interés.

Se ha dicho que en la construcción imaginaria de una econo-mía de giro uniforme el interés desaparecería.3 Sin embargo, esfá cil demostrar que esta afirmación es incompatible con los su -puestos en que se basa dicha construcción.

Comencemos distinguiendo dos clases de ahorro: el co múny el capitalista. El primero consiste meramente en acu mular bie -nes de consumo con vistas a consumirlos más tarde. El ahorroca pitalista, por el contrario, consiste en reunir mer cancías desti-nadas a perfeccionar los procesos productivos. El objetivo quepersigue el ahorro común es proveer al consumo de mañana; setrata simplemente de aplazar el consumo. Más pronto o más tar -de, esos bienes acumulados serán consumidos y desaparecerán.El ahorro capitalista, en cambio, pretende reforzar la productivi -dad de la actividad humana. Acumula a tal fin bienes de capitalpara invertirlos en ulteriores produc ciones, por lo que no son sim -plemente reservas para posterior consumo. El beneficio que elahorro común reporta consiste en poder consumir mañana bie -nes que otrora no lo fueron y que se reservaron precisamente para

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3 V.J. Schumpeter, The Theory of Economic Development, trad. de R. Opie, Cambrid-ge 1934, pp. 34-46, 54 [trad. esp., FCE, 3.ª ed., México 1963].

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tal empleo. Las ventajas del ahorro capitalista consisten en incre-mentar la cantidad de bienes producidos o en obtener mercan-cías que sin ese ahorro no habrían podido ser fabricadas. Al ima -ginar una economía de giro uniforme (estática), los eco nomistasse desentienden del problema relativo a la acumula ción de capi-tal. Los bienes de capital son una cifra dada e invariable; pues,por definición, las circunstancias de ese mercado no registran nin -gún cambio. No hay acumulación de nuevos capitales medianteel ahorro ni tampoco aquellos se reducen por razón de un exce-so de consumo sobre ingresos netos, es decir, sobre la diferenciaresultante entre la produc ción y las reinversiones exigidas porel mantenimiento del ca pital. Pasemos, pues, a demostrar que ta -les presupuestos son incompatibles con la idea de la desaparicióndel interés.

Podemos, en nuestra argumentación, dejar de lado el ahorrocomún. En efecto, mediante este se pretende aprovi sionar épocasfuturas que el interesado piensa podrán hallar se menos abaste-cidas. Ahora bien, uno de los presupuestos fundamentales quecaracterizan a la construcción imagi naria que nos ocupa es queel futuro no difiere en absoluto del presente, que los actores sonplenamente conscientes de este hecho y obran en consecuencia.En el marco de referencia no hay lugar, pues, para el ahorro común.

No sucede lo mismo con el ahorro capitalista, el aumento delfondo de bienes de capi tal acumulados. Bajo la economía de girouniforme no hay ahorro y acumulación de adicionales bienes decapital, ni tam poco consumo de los bienes de capital existentes.Ambos fenómenos vendrían a variar las circunstancias del plan -tea miento, lo cual perturbaría el giro uniforme típico de esa cons -trucción imaginaria. Ahora bien, la magnitud del ahorro y acumu-lación de capital realizada en el pasado —es decir, durante elpe riodo an terior al establecimiento de la economía de giro unifor-me— se correspondía con la cuantía del tipo de in terés. Si —im -perante ya la economía de giro uniforme— los poseedores de losbienes de capital de jaran de percibir interés, se alterarían las nor -mas que venían regu lando la distribución de los existentes bie nesde capital entre futuras necesidades diversamente alejadas delmomento pre sente. Esa nueva situación exigiría una nueva redis -tribución. Tampoco en la economía de giro uniforme desaparece

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la di ferencia en la valoración de las satisfacciones disfrutadas enfu turos más o menos distantes. También en este imaginario mo -delo la gente atribuye más valor a una manzana disponible hoyque a una man zana disponible dentro de diez o de cien años. Siel capitalista no percibe interés, la equivalencia entre satisfacernece sidades en momentos futuros diferentemente alejados delpre sente quedaría alterada. El que un capitalista mantenga acu -mulada una cifra de 100.000 dólares se halla condicionado por lacircunstancia de que 100.000 dólares ac tuales equivalen a 105.000mil dólares disponibles dentro de doce meses. Esos 5.000 dóla-res tienen para el capitalista mayor valor que las ventajas a deri-var del inmediato consumo de una parte de esta suma. Si se su -prime el pago de inte reses, se provoca el consumo del capital.

Este es el fallo fundamental del sistema estático tal como lodes cribe Schumpeter. No basta con suponer que el equipo de ca -pital de ese sistema ha sido acumulado en el pasado, que actual-mente es utili zable en la medida de su previa acumulación y quese mantiene inal terado en toda su cuantía. Es necesario, además,indicar qué fuerzas son las que mantienen su permanencia. Si eli -minamos al capi talista que recibe intereses, provocamos la apari-ción del capitalista que consume capital. No hay entonces moti-vo alguno que pueda inducir al poseedor de bienes de capital ano consumirlos in mediatamente. Con arreglo a las bases implí-citas en la construcción imagi naria de condiciones estáticas (laeconomía de giro uniforme) no hay por qué acumular reservaspara cuando vengan tiempos peores. Pero, aun cuando —con ma -ni fiesta incoherencia lógica— admi tiéramos que una parte de losbie nes se destinara a la constitución de tales reservas, quedan-do consecuentemente detraída del inmediato consumo, por fuer -za habremos de concluir que se consumirá capital en aquella me -dida en que el ahorro capitalista supere al ahorro común.4

Si no hubiera interés originario, los bienes de capital jamás se -rían dedicados al consumo inmediato y, consecuentemente, elcapital nunca disminuiría. Al contrario, en esas condiciones nohabría consumo, sino exclusivamente ahorro, acu mulación de

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4 V. Robbins, «On a Certain Ambiguity in the Conception of Stationary Equili-brium», The Economic Journal, XL (1930), pp. 211 ss.

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capital e inversión. Lo que provocaría reduc ción del capital nosería la imposible desaparición del interés originario, sino laabolición del pago de interés a los capitalistas. Consumirían es -tos sus bienes de capital y su capital precisamente porque hayinterés originario y se prefiere atender necesidades presentes aotras futuras.

De ahí la imposibilidad de abolir el interés mediante institu-ciones, leyes o manipula ciones bancarias. Quien desee «supri-mir» el interés habrá primero de convencer a la gente para queno valore en me nos una manzana disponible dentro de cien añosque la que hoy pueden tener a su disposición. Lo único que se pue -de abolir me diante leyes y decretos es el derecho del capitalistaa cobrar interés. Pero tales disposiciones provocarían el consumode capital y rápidamente reconducirían a la gente a su originariay natural pobreza.

IIILA CUANTÍA DEL TIPO DE INTERÉS

En el ahorro común, así como en el ahorro capitalista practicadopor sujetos económicos aislados, el distinto valor otorgado a sa -tisfacer más pronto una necesidad o a atenderla más tarde quedareflejado en la proporción en que la gente prefiere proveer antesal futuro más próximo que al más distante. En la economía demercado —siempre que se den las circunstancias propias de laconstruc ción imaginaria de una economía de giro uniforme— eltipo del interés originario es igual a la razón existente entre unadeterminada suma de dinero hoy disponible y otra suma futuraconside rada equivalente a la primera.

El tipo del interés originario orienta las actividades in versorasde los empresarios. Determina el periodo de espera y el periodode producción en cada rama industrial.

La gente a menudo se pregunta qué tipos de interés —los «ele -vados» o los «reducidos»— estimulan más el aho rro y la acumu-lación de capital. El interrogante carece de sentido. Cuanto menorsea el descuento atribuido a los bienes fu turos, menor será el tipodel interés originario. La gente no ahorra más porque se eleve

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el tipo del interés originario ni este desciende por el aumentodel aho rro. Las variaciones registradas por los tipos originariosde interés, así como los cambios en la cuantía del ahorro —in -variadas las restantes circunstancias, en especial los factoresinstitucionales—, son dos caras de un mismo fenó meno. La des -aparición del interés originario implicaría la des aparición delconsumo. Un incremento verdaderamente inmo derado del inte-rés originario provocaría la abolición del ahorro y de toda previ-sión del futuro.

La cuantía de los bienes de capital disponibles para nada in -fluye ni en el tipo del interés originario ni en la suma del ahorroul terior. Incluso las más amplias existencias de capital no tienenpor qué implicar necesariamente ni una baja en el tipo de interésni una disminución de la tendencia al ahorro. Esa mayor cuan-tía del capital acumulado y de la cuota de capital invertido porindividuo, que es nota característica de las naciones económica -mente más avanzadas, no desata for zosa mente una tendencia ala baja del interés originario ni induce a la gente a reducir su aho -rro. Son muchas las per sonas que, en estos asuntos, se confundenal comparar mera mente los tipos de interés tal como aparecenen el mercado de capitales. Estos tipos brutos no reflejan exclusi -vamente la cuantía del interés originario, sino que contie nen,como veremos más adelante, otros elementos cuya con currenciaaclara por qué los intereses brutos suelen ser, por lo general, máselevados en las naciones pobres que en las ricas.

Suele decirse que —en igualdad de circunstan cias— cuantomejor suministrados estén los individuos para el futuro inme-diato, mejor proveerán a las nece sidades del futuro más alejado.En consecuencia, se afirma, la cuantía total del ahorro practicadoy del capital acu mulado en el ámbito de una economía dependede que los individuos se hallen distribuidos en grupos de ingre-sos diversos. Según esta tesis, en una sociedad con gran igual-dad económica habrá siempre menos actividad ahorradora queen una sociedad con mayor desigualdad. La observación contie-ne una brizna de verdad. Sin embargo, estas afirmaciones se re -fieren a hechos psicológicos y, por tal razón, carecen de la nece-saria y universal validez de las conclusiones praxeológicas. Esmás, entre esas otras circunstancias que se suponen invariadas,

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se encuentran las valoraciones de múl tiples personas, es decir,sus subjetivos juicios de valor for mulados al ponderar los prosy los contras de proceder al consumo inmediato o a la posposi-ción del mismo. Habrá mu chos individuos que reaccionarán talcomo presumen las afirmaciones mencionadas; pero tambiénhabrá otros que actuarán de modo distinto. El labriego francés—por lo general, de mode rados medios— fue comúnmente consi-derado durante el si glo XIX persona mezquina y avarienta en susgastos; los ricos aristócratas, así como los herederos de las gran-des fortunas de origen comercial e industrial, se caracterizaron,en cambio, por su vida dispendiosa.

Así pues, no se puede formular ningún teorema praxeológi-co que relacione la cantidad total de capital existente en la nacióno poseído individualmente por la gente, de un lado, con la cuan-tía del ahorro o del capital consumido y el nivel del tipo de inte-rés, de otro. La asignación de medios siempre escasos a la pro -visión de épocas futuras diver sa mente aleja das está regida porjuicios de valor y, de manera indirecta, por todos aquellos facto-res que integran la individualidad del sujeto actu ante.

IVEL INTERÉS ORIGINARIO

EN LA ECONOMÍA CAMBIANTE

Hasta ahora hemos abordado el estudio del interés origi nario su -poniendo que las operaciones mercantiles se efectúan mediantedinero neutro (neutral money); que el ahorro, la acumulación decapital y la fijación de los tipos de interés se practica libremente,sin obstáculos de orden institucional; y que todo el proceso eco -nómico se desenvuelve dentro del mar co de una economía de girouniforme. En el capítulo siguiente eliminaremos los dos prime-ros presupuestos. Ahora nos ocu paremos del interés originario enuna eco nomía cambiante.

Quien pretenda atender futuras necesidades deberá prevercon acier to en qué consistirán estas el día de mañana. Si el intere -sado yerra en tal previsión, sus verdaderas necesidades futuraso no serán atendidas o lo se rán solo imperfectamente. No existe

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un ahorro, como si dijé ramos, abstracto, aplicable a toda clase denecesidades, in mune a los cambios de circunstancias y valoracio -nes. De ahí que en una economía cambiante el interés origina-rio jamás puede aparecer en forma pura y sin mezcla alguna. Soloen el marco de la economía de giro uniforme el interés ori ginariocierra su ciclo por el simple transcurso del tiempo; por el decur-so del mismo y a medida que progresa el proceso de producción,se va añadiendo cada vez más valor a los factores complemen-tarios de producción: al concluir el proceso, el paso del tiempoha hecho que que de incluido en el precio la totalidad de la cuotacorrespon diente al interés originario. En la economía cambian-te, por el contrario, durante el periodo de producción tienen lu -gar al mismo tiempo otras variaciones en las evaluaciones. Haybienes que se estiman más que antes; otros, en cambio, menos.Tales alteraciones constituyen la base de las ganancias y las pér -didas empresariales. Solo aquellos empresarios que supieron pre -ver acertadamente la futura situación del mercado consiguen, alvender sus productos, cosechar un excedente de ingresos so brelos costes de producción (en los que se comprende el interés ori -ginario neto). El empresario que erró en la anticipación del futu-ro logrará, en el mejor de los casos, vender sus mercancías a pre -cios que no cubren la totalidad de sus gastos más el interés delcapital invertido.

El interés no es un precio, como tampoco lo son la pérdida nila ganancia empresarial; se trata de magnitudes que pue den serseparadas, mediante el oportuno cálculo, del pre cio total alcan-zado por los productos, siempre y cuando la operación haya sidolucrativa. La diferencia en tre el precio de venta de la mercancíay la suma de los costes (excluido el interés del capital invertido)ocasionados por su producción es lo que los economistas clásicosingleses denominaban be neficio.5 La economía moderna, en cam -bio, ve en dicha magnitud un conjunto formado por diferentes con -cep tos catalácticos. En ese excedente de ingresos sobre gastos, de -nominado beneficio por los economistas clásicos, se com prende

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5 V.R. Whately, Elements of Logic, 9.ª ed., Londres 1948, pp. 354 ss; E. Cannan, AHistory of the Theories of Production and Distribution in English Political Economy from1776 to 1848, 3.ª ed., Londres 1924, pp. 189 ss [trad. esp., FCE, México 1948].

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el valor del trabajo con que el propio empresario ha contribuidoal proceso productivo, el interés del capital invertido y, finalmente,el beneficio empresarial en sentido propio. Si los rendimientosde las ventas no llegan a producir este excedente de ingresos, elempresario no solo se ve privado de beneficio propiamente dicho,sino también de la retribución que el mercado hubiera otorgadoa su trabajo personal, así como de los intereses del capital que de -dicó a la empresa.

El distinguir entre los beneficios brutos (en el sentido que losclásicos los entendían), salario propio, interés y beneficio empre-sarial no es un simple capricho de la investigación económica.Tal distinción tomó cuerpo en la práctica mercantil al perfeccio -narse los sistemas de contabili dad y cálculo, con plena indepen -dencia de los estudios de los economistas. El hombre de nego-cios perspicaz no concede vir tualidad práctica alguna al confusoy enmarañado con cepto de beneficio defendido por los clásicos.Entre los costes de producción sabe que debe incluir el potencialprecio de mercado de su trabajo personal, los intereses efecti-vamente pagados en razón a créditos obtenidos y, asi mismo, loseventuales intereses que, de acuerdo con las con diciones del mer - cado, podía haber devengado si hubiera pres tado a terceras per -sonas el capital propio invertido en el negocio. Solo si los ingre-sos superan la cuantía de todos estos costes puede el empresarioconsiderar que ha obtenido auténtico beneficio.6

Separar el salario empresarial de los demás concep tos inclui-dos en el concepto de beneficio de los economistas clásicos no pre -senta especial problema. Más difícil es separar el beneficio empresa -rial del interés ori ginario. En la economía cambiante, los interesespactados en las operaciones crediticias constituyen siempre unconglome rado, del cual es preciso deducir el interés originario puromediante un particular método de cálculo y distri bución analíti -ca. Como ya vimos anteriormente, todo crédito, independiente -mente de las variaciones que el poder adquisitivo del dinero pue -da experimentar, es siempre una especulación empresarial que

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6 La confusión que actualmente se pretende crear en torno a los conceptos eco -nómicos contribuye a oscurecer esta distinción. Así, en Estados Unidos, los dividendosque pagan las compañías la gente los califica como «beneficio».

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puede ocasionar la pérdida total, o al menos parcial, de la canti-dad prestada. El interés efectivamente convenido y pagado com -prende, por tanto, interés originario y, además, beneficio empre-sarial.

Este hecho perturbó durante mucho tiempo todos los intentosde articular una teoría científica del interés. Solo la formulaciónde la construcción imaginaria de la economía de giro uniformepermitió, finalmente, distinguir con preci sión el interés originarioy la ganancia o pérdida empresarial.

5EL CÓMPUTO DEL INTERÉS

El interés originario es fruto de valoraciones que conti nuamentefluctúan y cambian. Con dichas variaciones tam bién aquel cambiay fluctúa. El que, por lo general, el inte rés se compute anualmenteno pasa de ser un mero uso comercial adop tado por razones prác -ticas. Esta costumbre no influye en la cuantía del interés que elmercado determina.

Las actuaciones empresariales desatan una tendencia a la im -plantación de un tipo uniforme de interés originario en toda laeconomía. Tan pronto como determinado sector del mer cado re -gistra un margen entre los precios de los bienes pre sentes y losde los bienes futuros distinto del que prevalece en otros secto-res, se pone en marcha un movimiento tendente a la supresiónde tal diferencia por la propensión de los hom bres de negociosa operar solo allí donde dicho margen es más elevado, rehuyen -do los lugares donde es menor. En la economía de giro uniforme,todos los sectores del mercado registran un mismo tipo final deinterés originario.

La gente, al formular las valoraciones que provo can la apari-ción del interés originario, prefiere satisfacer las necesidades enun futuro más próximo a satisfacerlas en un futuro más lejano.Carece de justificación suponer que ese descuento de la satisfac -ción perviva con respecto a todo futuro de modo permanente yuniforme. Ello significaría esti mar de magnitud infinita el pe riodoaprovisionado. Pero el que la gente se distinga por lo que respecta

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a la provisión de las futuras necesidades y que hasta el más pro -viden te individuo se despreocupe de situaciones posterio res aun cierto momento futuro nos impide afirmar la dimen sión infini -ta del periodo aprovisionado.

No deben confundirnos los usos del mercado crediticio. Sueleconcertarse un tipo uniforme de interés por toda la du ración delpréstamo,7 e igualmente aplicar un tipo invariable en los cómpu-tos de interés compuesto. Pero la efectiva determi nación de lostipos de interés nada tiene que ver con estos u otros arbitrios arit-méticos adoptados en las liquidaciones. Si se conviene la invaria -bilidad del interés durante un cierto periodo, las variaciones delmismo que el mercado pueda registrar se reflejan en los cambiosdel precio pagado por la cantidad prestada, suponiendo que se hayaestipulado la invariabilidad del prin cipal que debe restituirse alfinalizar el préstamo. No varía el resultado final por el hecho deoperar con interés invariable y precios mudables por lo que alprin cipal se refiere, con tipos de interés cambiantes y principalfijo, o con interés y principal ambos variables.

Las condiciones de los préstamos no son, desde luego, ajenasa la duración de los mismos. Los créditos se valoran diferentemen -te, resultando distinto su coste según sea su dura ción; y ello no soloporque los elementos que entran en el tipo de interés del merca-do y que le apartan del tipo de interés originario se ven afectadospor la duración del préstamo, sino también porque se producenacontecimientos que hacen variar al propio interés originario.

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7 Naturalmente, hay excepciones a esta práctica.

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REFLEXIONES SOBRELA TEORÍA PURA DEL DINERO

DEL SEÑOR J.M. KEYNES1

F.A. HAYEK

I

La aparición de cualquier trabajo del señor J.M. Keynes es siem-pre un asunto importante y la publicación del Treatise on Money2

ha sido esperada durante mucho tiempo y con gran interés portodos los economistas. Sin embargo, en esta ocasión me pareceque el Treatise es una obra que pone de manifiesto una fase tran-sitoria de un proceso de rápida evolución intelectual y por tantono se puede decir que su aparición tenga la importancia defini-tiva que se esperaba de ella. Es verdad que se ve en esta obra laimpronta del descubrimiento reciente por su autor de ciertas lí -neas de pensamiento ajenas a la escuela a la que Keynes pertene -ce, pero no sería adecuado considerarla como algo más que untrabajo experimental, algo así como un primer intento de incor-porar estas nuevas ideas al núcleo de las enseñanzas tradiciona -les de Cambridge pero todavía muy en la línea de los primerostrabajos del autor. La línea adoptada por el autor, que viene a con -vertir al tipo de interés y a sus relaciones con el ahorro y la in -versión en el eje central de la teoría monetaria, es ya un enor meavance por lo que respecta a su posición inicial y no hay duda deque se en cuentra en la dirección correcta. Pero a un economista

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 381 a 442

1 [Publicado con el título «Reflections on the Pure Theory of Money of Mr. J.M.Keynes», Economica, vol. 11, n.º 33, agosto de 1931, pp. 270-295. -Ed.]

2 J.M. Keynes, A Treatise on Money, 2 vols. (Londres: Macmillan, 1930). [NuevaEdición como vol. 5 (subtitulado The Pure Theory of Money) y volumen 6 (subtitula-do The Applied Theory of Money) (1971) de The Collected Writings of John MaynardKeynes, cit. -Ed.] [Traducción españo la de José A. de Aguirre en un solo volumen quecontiene prácticamente todo el volumen prime ro sobre la teoría pura del dinero yalgunos capítulos seleccionados del volumen segundo: Teoría del dinero (Madrid: Edi -ciones Aosta, Biblioteca de Grandes Economistas del Siglo XX, 1996)].

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continen tal esto no es algo que pueda parecerle tan novedosocomo al autor, aunque haya que admitir que se trata del intentomás ambicioso realizado hasta ahora para abordar todos los de -talles y complica ciones del problema. Lo que tendremos que exa -minar aquí es si este intento ha sido satisfactorio y no se ha vistoafectado seriamente por el hecho de haber aplicado más esfuer-zo a ciertos adornos que a los teoremas fundamentales del análi-sis económico real, que son los únicos sobre los que cabe construircon éxito cualquier tipo de explicación monetaria.

No se puede decir que el libro no sea teóricamente estimu lan -te. Pero a la vez es difícil dejar de expresar cierta preocupaciónsobre el efecto inmediato que pueda tener su publi cación parael desarrollo de la teoría monetaria. No hay duda de que la prisaen publicarlo, que el autor atribuye a la necesidad de apoyar teóri-camente toda una serie de propuestas de política económica queconsidera importantes, ha contribuido a la publi ca ción de un tra -bajo que, para decirlo abiertamente, está sin termi nar. Las pro -puestas son, en verdad, revolucionarias y desde luego no creo quefracasen en su intento de llamar la atención. Vienen de un escri-tor que se ha ido labrando una reputación casi única y bien mere-cida por la valentía y el sentido práctico de sus puntos de vista,puestos de manifiesto en numerosos pasajes de la obra, dondedemuestra su excelente preparación, erudición y conocimientode la realidad, así como el gran esfuerzo realizado para apoyar,siempre que ha sido posible, los razonamientos teóricos en lasinformaciones estadísticas disponibles. Es más, la mayoría de lasconclusiones prácticas que se alcanzan parecen coincidir bastan-te bien con lo que dicta el sentido común al hombre de la calle ydesde luego la impresión a su favor que esto suscita no se va aver disminuida por la dificultad teórica que tiene una buena par -te del trabajo (Libros 3 y 4), que incluso puede ser difícil de en -tender por los expertos en la materia. Pero de esta parte de la obradepende todo lo demás. Aquí es donde se encuentra tanto lafuerza como la debilidad del argumento así como la originalidaddel trabajo. Desafortunadamente, la exposición es tan asistemáti -ca, difícil y oscura que resulta extraordinariamente difícil paraun economista que no esté de acuerdo con las conclusiones llegara establecer de un modo preciso cuál es el punto exacto de su

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desacuerdo y cuál la objeción concreta a formular. Hay pasajesde la obra en los que la inconsistencia en el uso de la terminolo -gía produce un grado tal de oscuridad que cualquiera que estéfami liarizado con los trabajos anteriores de Keynes lo encontr -rá increíble. Solo con extrema precaución y la máxima reservapuede uno intentar la crítica, porque nunca se está seguro de ha -ber entendido lo que Keynes quiere decir exactamente.

Por esta razón, propongo dejar a un lado en estas reflexio neslos aspectos de los que se ocupa casi por entero todo el volumen2 de la obra para concentrarme en los aspectos centra les. Me di -rijo expresamente a aquellos lectores expertos que hayan leídola obra completa.3

II

El libro 1 hace un análisis y clasificación de las distintas clasesde dinero en muchos aspectos excelentes; donde surgen dudasy objeciones, los puntos de discrepancia no merecen la pena con -siderarse ahora y se pueden dejar para después. El punto másimportante e interesante de este análisis tal vez sea el estudiode los factores que determinan las distintas cantida des de dine-ro retenidas por los diferentes miembros de la comuni dad y ladivisión de la circulación total de dinero en los llama dos «depó-sitos de renta» y «depósitos de negocios». Dicho sea de paso, estadistinción viene apareciendo una y otra vez en los escritos mone-tarios desde la época de Adam Smith (al que cita Keynes), perohasta ahora no ha demostrado tener demasiada utilidad.

El libro 2 constituye una interesante discusión acerca delproblema de la medida del valor del dinero. El autor nos ofreceun tratamiento excelente y sistemático de esta cuestión tan con -trovertida. En este punto bastará decir que aborda el problema

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3 Si algún punto de mi propio análisis de este tema se da por sabido, los lecto-res ingleses puEd.en recurrir a los capítulos 2 y 3 de mi libro Prices and Production[Edición española: Precios y producción, cit.], donde he tratado de exponer con carác-ter amplio las consideraciones teóricas generales que considero indispensables paracualquier trata miento de este problema.

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de una forma muy actual, basándose en los números índices deprecios entendidos como expresión de las variaciones en la sumade precios de una cesta de mercancías, según las líneas científi-cas marcadas por Haberler en su Sinn der Index zahlen.4 Su prin-cipal aportación en este tema consiste en el intento de basar enla teoría de la probabilidad la metodología para el cálculo de estaclase de números índices.

Para poder entender lo que sigue solo preciso decir aquí queKeynes, a efectos de la teoría del dinero, distingue, como cosa re -lativamente menos importante, el Patrón Monetario en sus dosformas de Patrón Transacciones y Patrón Saldos de Caja (así comoel infinito número de índices de precios secundarios del dineroque pueden construirse para fines especiales) de su Poder paraadquirir unidades de trabajo y el Poder Adquisitivo General pro -piamente dicho, que son fundamentales en un sentido en el quelos niveles de precios basados en otro tipo de gastos no lo son,porque «el esfuerzo y el consumo humano son, en último térmi-no, las únicas referencias de las que cabe derivar algún significa -do» (vol. I, p. 134).5

III

En los libros 3 y 4 Keynes propone «un método nuevo para abor-dar el problema fundamental de la teoría monetaria».6 Co mien -za haciendo un catálogo muy elaborado de los términos que sepropone utilizar, y ya en este punto y desde el comienzo nosencontramos con algo muy peculiar y que probablemente seráun obstáculo para la mayoría de los lectores; me refiero al con -cepto de «beneficios del empresario» que, de manera expresa,se exclu yen del concepto de renta monetaria y forman una cate-goría apar te.

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4 [Gottfried, Haberler, Der Sinn der Indexzahlen, cit. Para más referencias sobreHaberler véase en este volumen capítulo II, nota 73. -Ed.]

5 Treatise (1930), cit. vol. 1, p. 134. [The CollectEd. Writings, vol. 5, p. 120. -Ed.][en la edición esp., p. 131].

6 Ibíd., Prefacio. [The CollectEd. Writings, p. xvii. -Ed.] [p. 11].

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No tengo que hacer ninguna objeción fundamental a esta mo -lesta distinción y estoy conforme con la definición que formu -la cuando dice: «Por tanto, cuando la remuneración real de losempresarios es superior o inferior a la definida como normal, demanera que los beneficios sean positivos o negativos, los empre -sarios —en la medida en que no tengan limitada su libertad deacción por los contratos existentes con los factores de la pro duc -ción que en ese momento sean irrevocables— tratarán de aumen -tar (o disminuir) la escala de sus operaciones»,7 deduciendo deaquí que los beneficios de los empresarios son la fuerza princi -pal del cambio dentro del sistema económico. Pero no puedo estarde acuerdo con la explicación que da de la forma en que hacen suaparición los «beneficios» ni con su afirmación de que sola mentelas variaciones de los «beneficios agregados», en el senti do en queemplea este término, pueden llevar a la expansión o con tracciónde la producción. Desde su punto de vista, los beneficios se con -sideran como un «fenómeno puramente monetario», en el senti-do más estricto de esta expresión. La causa de la aparición de estosbeneficios, como motor fundamental del cambio, no es un factorreal, ni un desajuste en la demanda y oferta relativa de los bienesque constituyen los costes y sus respectivos productos (es decirla oferta relativa de los bienes intermedios de las fases sucesivasdel proceso de producción), es decir algo que pudiera sucedertam bién en una economía de trueque, sino solo los cambios es -pontáneos en la cuantía y en la dirección de los flujos de dinero.En realidad, en su razonamiento el flujo de dinero es tratado comosi fuera la única variable independiente que pudiera dar lugara una diferencia positiva entre los precios de los productos y susrespectivos costes de producción. La estructu ra de bienes sobrela que incide la corriente de dinero se supone que es relativamen -te rígida. Pero, en la práctica, naturalmente, la causa original delcambio puede ser también una variación en la oferta relativa decada una de estas clases de bienes que, a su vez, afectará a las can -tidades de dinero gastadas en ellos.8

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7 [Ibíd., pp. 112-113. -Ed.] [p. 124].8 La diferencia entre la tesis de Keynes y la mía aquí no se debe, como puede pa -

recer a primera vista, al descuido por mi parte en advertir que Keynes trata solo un

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Pero aunque muchos lectores sentirán que Keynes, en su aná -lisis, deja a un lado muchas cosas esenciales, no es del todo fácildetectar el fallo del argumento. Su explicación parece deducir-se necesariamente del tópico que implica afirmar que los «bene-ficios» solo pueden aparecer si se recibe más dinero por la ventade los bienes que el gastado en su producción. Pero aunque estosea evidente, la conclusión que se deduce de ello se con vierte enuna auténtica falacia si lo único que hacemos es compa rar losprecios de los bienes de consumo ya terminados y los pagadosa los factores de la producción. Pero esto es exactamente lo quehace Keynes, si exceptuamos el caso absolutamente insufi cientede la nueva inversión.

Como tendré ocasión de señalar en más de una ocasión, Key -nes trata el proceso de producción corriente de los bienes de con -sumo como si se tratara de un proceso integral en el que solo losprecios pagados inicialmente a los factores de la producción sonlos que importan a la hora de medir su rentabilidad. Parece pen -sar que su concepto de inversión (positiva o negativa), es decirel aumento o disminución neto del capital de una comunidad, essuficiente para explicar el cambio en la oferta relativa (y por tantoen su valor) de los bienes intermedios de producción. Manejar unconcepto agregado de inversión neta (positiva o nega tiva) de -jando a un lado la posibilidad de variaciones entre cada una delas fases del proceso de producción es claramente insufi ciente, peroesto es exactamente lo que Keynes hace.

La realidad es que el concepto de inversión agregada que ma -neja es am biguo y está basculando continuamente entre la ideade un excedente por encima de lo necesario para reponer o amor -ti zar el capital utilizado en la producción corriente y la de unaadición al valor agregado de los bienes de capital, cosa todavíamenos apropiada para explicar este fenómeno.

Cuando me ocupe del concepto de inversión indicaré en quése basa esta confusión; por el momento, y con independencia dealgunas expresiones claramente contradictorias de Keynes, vamos

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problema de corto plazo, sino que Keynes, con su supuesto implícito de que los fac -tores reales están en equilibrio, no se da cuenta de que está introduciendo una vi sióna largo plazo del tema.

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a considerar que el concepto de inversión incluya, como probable -mente hará, solamente la adición neta al valor de todos los bie -nes de capital existentes. Si partimos de una situación en la que,de acuerdo con este criterio, no tiene lugar inversión alguna y portanto todo el gasto en los factores de la producción está dirigidoa procurar bienes de consumo, es claro, para tomar un caso extre-mo, que no habrá una diferencia neta entre los ingresos agrega-dos que procura la producción y los pagos a los factores de laproducción y tampoco habrá un beneficio neto agregado de losempresarios considerados en su conjunto, porque los beneficiosen las fases inferiores del proceso de producción estarán compen -sados con las pérdidas de las fases superiores. No obstante, en estecaso, no será rentable para los empresarios, en su conjunto, conti-nuar empleando por más tiempo la misma cantidad de factoresde producción que antes.

Solo tenemos que imaginarnos el caso en el que para cada unade las fases sucesivas de un proceso de producción haya más bie -nes de carácter intermedio de los que hacen falta para volver aproducir los bienes intermedios que existen en ese mismo mo -men to en la fase siguiente, de manera que en las fases inferiores(es decir, aquellas más próximas al consumo) haya escasez y enlas fases superiores excesos de producción, en comparación conla demanda corriente de bienes de consumo. En este caso los em -presa rios de las fases superiores probablemente experimentaránpérdidas, pero incluso si estas pérdidas estuvieran exactamentecompensadas o más que compensadas por los beneficios de lasfa ses inferiores, no compensará el empleo de todos los factoresde la producción disponibles en una buena parte del proceso deproduc ción que necesitamos completar para mantener la ofertade bienes de consumo. Y aunque las pérdidas de los empresariosde las fases superiores estén equilibradas con los bene ficios delos empresa rios de bienes de consumo terminados, la disminu-ción de la demanda de factores de producción en los primeros nopue de ser compen sada por el incremento de la demanda de losfac tores de los últimos, pues lo que estos necesitan son bienessemi-terminados y solo pueden utilizar trabajo en la medida enque esos bienes son producidos en cada una de las fases respecti -vas. En un caso así, los beneficios y las pérdidas no tienen el efecto

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que Keynes asigna en su análisis a la diferencia que se produceentre el ingreso que procuran los bienes de consumo terminadosy el gasto en los factores de la producción. O, mejor dicho, nohay nada parecido a esos «beneficios agregados» de los que noshabla Keynes y no se dan esos efectos que él atribuye a la apari-ción de esos beneficios o pérdidas agregados. La explicación de estoreside en que la definición de beneficios que he citado antes sir -ve bien cuando se aplica al caso de los beneficios de empresas con -cretas, pero se convierte en algo desorientador cuando se apli caa los empresarios como un todo. Los empresarios que obtienenbeneficios no tienen necesariamente que emplear más factorespara ampliar su producción, sino que pueden extraerlos funda-mentalmente de las existencias de bienes intermedios que se acu -mulan en las fases anteriores de la producción, al tiempo que losempresarios que experimentan pérdidas en esas fases despi dentrabajadores.

Pero esto no es todo. No solo es posible que los cambios queel señor Keynes atribuye exclusivamente a las variaciones en los«beneficios agregados» ocurran cuando esos «beneficios agrega -dos», en el sentido en que él los entiende, no existan. Tambiénes posible que aparezcan «beneficios agregados» por causas dife-rentes a las que considera en su análisis. No es necesario en modoalguno que los «beneficios agregados» sean el resultado de la dife-rencia entre los ingresos y los gastos corrientes, ni que todas lasdiferencias entre los ingresos y los gastos corrientes den lugara la aparición de «beneficios agregados», porque incluso si no hayni inversión positiva ni negativa, los empresarios pueden ganaro perder en términos agregados a causa de las variaciones en elvalor de sus bienes de capital, variaciones debidas a nuevas adi -ciones o deducciones del capital existente.9 Son estas variacio-nes en el valor de los productos intermedios existentes (o «inver-sión», o capital, o como se le quiera llamar) lo que actúa comofactor de equilibrio entre los ingresos y los gastos corrientes. O,para decirlo de otra forma, los beneficios no se pueden explicarcomo la diferencia entre los gastos de un perio do y los ingresos

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9 Por supuesto, esta clase de cambios no tienen por qué afectar solo a los empre-sarios. Pueden también afectar a los demás propietarios del capital.

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del mismo periodo o un periodo de igual longi tud, porque el re -sultado del gasto que se ha hecho en un periodo se venderá muy a me -nudo en un periodo que es más largo o más corto que el primero. Estaes la característica esencial de la inversión positiva o negativa quetiene que considerar el argu mento.*

No es posible, en este escenario, demostrar que una diferen -cia entre los ingresos y los gastos corrientes tenderá siempre aprovocar variaciones en el valor del capital existente que en modoalguno vienen constituidas por esa diferencia y que, a causa deesto, los efectos de una diferencia entre los ingresos y los gastoscorrientes (es decir, los «beneficios» en el sentido de Keynes) pue -de conducir a una variación en el valor del capital existente quepuede más que compensar los beneficios monetarios. Tendremosocasión de tratar esta materia con más detalle cuando nos ocu -pemos de la explicación que da Keynes al ciclo económico, peroantes de que podamos hacerlo tendremos que analizar con másatención su concepto de inversión.

A estas alturas debería resultar muy claro que incluso si suconcepto de inversión no se refiere —como hemos supuesto— avariaciones en el valor de los bienes de capital existentes, sinoa variaciones en la existencia física de esos bienes, y no hay dudade que en muchos pasajes del libro lo utiliza en ese senti do, estoya no sirve para remediar las deficiencias de su análi sis. Tampo-co hay duda alguna de que es precisamente la falta de un concep-to claro de inversión —y de capital— lo que da lugar a esta insa-tisfactoria explicación de los beneficios.

Hay otras peculiaridades que resultan bastante perniciosas ensu concepto de «beneficios» y que debemos señalar en este mo -mento. La derivación de los beneficios de la diferencia entre losingresos de la producción agregada y el gasto en los factores dela producción implica la existencia de alguna clase de tasa normal

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* La expresión inglesa «profits», que Keynes utiliza en el Treatise on Money y a laque se refiere Hayek aquí, es una expresión abreviada, elegida por el autor, de «wind -fall profits», que cabe traducir por «beneficios agregados inesperados», aunque a lolargo del texto y hecha esta advertencia traduciremos simplemente por «beneficios»o «beneficios agregados». Véase la traducción española de este libro, cit., p. 125 [N.del T.].

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de remuneración del capital invertido que es más estable que los«beneficios». El señor Keynes no afirma esto de una manera ex -plícita, pero incluye la remuneración del capital inver tido en suamplio concepto de «tipo monetario de retribución de eficienciade los factores de la producción», un concepto general sobre el quetendremos algo que añadir más adelante. Pero aunque fuera ver -dad, como probablemente lo sea, que la tasa de remuneración delos factores originales de producción es relativamente más rí gidaque los «beneficios», no lo es en lo que se refiere a la remunera-ción del capital invertido. El señor Keynes llega a esta conclusióncomo consecuencia de la separación artificial que hace entre lafunción de los empresarios como propietarios del capital y su fun -ción como empresarios en sentido estricto. Es más, cual quier nuevaoportunidad de hacer beneficios empresariales es idéntica a un cambioen las oportunidades de invertir capital y se reflejará siempre en las tasasde retribución del capital invertido y en su valor (por ra zones pareci -das, me resulta imposi ble consi derar los beneficios empresaria-les como algo fundamen talmente diferente, por ejem plo, de lasganancias extraordinarias que consigue un trabajador que se tras -lada allí donde escasea su trabajo, de forma que durante algúntiempo obtiene unos salarios más elevados que la tasa normal).

Ahora bien, esa separación artificial entre los beneficios de losempresarios y las remuneraciones del capital existente tiene con -secuencias muy serias para el análisis posterior de la inversión.Esto no conduce a una explicación del precio de deman da queofrecen los empresarios por el capital nuevo, sino exclusi vamentea una explicación de las variaciones en su demanda agre gada paralos «factores de la producción» en general. Pero un análisis de lainversión debería incluir, con toda seguridad, una explicación delas causas que la hacen más o menos atractiva. No obstante, estaexplicación solo cabe lograrla mediante un análisis atento de los facto-res que determinan los precios relativos de los bienes de capital en cadauna de las sucesivas fases del proceso de producción, puesto que lasdiferencias entre estos precios son el único origen del interés. Peroesto resulta excluido de entrada si el objetivo de la investigación,como hace el señor Keynes, son solo los beneficios totales. Losagregados del señor Keynes de hecho nos están ocul tando los me -canismos más fundamentales del cambio.

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IV

Paso ahora a examinar el tema central y más oscuro del libro, ladescripción y explicación que hace del proceso de inversión. Meparece que una de las dificultades principales que surgen eneste punto deriva del especial método de análisis adoptado porel señor Keynes, quien desde el principio estudia la compleja diná-mica del proceso sin establecer con claridad las bases necesariaspara hacer un análisis estático adecuado del proceso fundamen -tal. No solo fracasa a la hora de precisar las condiciones que tie -nen que darse para asegurar la continuidad de la organizacióncapitalista de la producción (es decir, los méto dos de producciónmás o menos intensivos en el uso de capital) que existen en cadamomento, analizando cómo se llega a asegurar el equilibrio entrela depreciación y la renovación del capital existente, sino que dapor resuelta la cuestión del mantenimiento del capital (cuestiónesta que no es tan sencilla como parece, pues exige mantener unarelación adecuada entre los precios de los bienes de consumo ylos de los bienes de capital que haga rentable el mantenimientodel capital intacto). Sencillamente no hace nada por explicar lascondiciones de equilibrio para un volumen de ahorro dado, nilos efectos que tiene una variación del ahorro. Solo cuando el dine-ro entra en escena como un factor de perturbación para hacer quela producción de bienes de inver sión difiera del volumen de aho -rro es cuando esto empieza a interesarle.

Todo esto no tendría importancia si su análisis de este compli-cado asunto estuviera basado en una teoría del capital y el ahorrodesarrollada en algún otro lugar, ya sea por él mismo o por algúnotro. Evidentemente, no es así, pero es que además hace muchomás difícil todo este asunto debido a una peculiaridad de su aná - lisis que consiste en separar por completo el proceso de amorti -zación del capital existente y la inversión en capital nuevo, y tra -tando el primero como si formara parte de la producción corrientede bienes de consumo en contra del hecho evidente de que laproducción de bienes, ya se destinen a la reposición del capitalexistente o a su incremento, tiene que estar determinada por elmismo conjunto de circunstancias. Los nuevos ahorros y las nue -vas inversiones son tratados como si fueran algo completamente

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diferente de la reinversión de las cuotas de amortización del ca -pital, como si no fuera el mismo mercado aquel en el que se de -terminan los precios de los bienes de capital necesarios para laproducción corriente de bienes de consumo y los de los nuevosbienes de capital. En lugar de una división «horizontal» entrebienes de capital (bienes de orden o fases de producción supe -rio res) y bienes de consumo (bienes de orden o fases de produc-ción inferiores) que podía haber aconsejado utilizar el hechode que la producción tiene lugar en condiciones similares, el se -ñor Keynes intenta una especie de división «vertical», al consi-derar aquella parte de la producción de bienes de capital que sepreci san para mantener la producción corriente de bienes de con -sumo como una parte del proceso de producir bienes de con -sumo y toman do solo como producción de bienes de inversióna la producción de bienes de capital que se añade a la existenciade capital que tengamos. Pero este procedimiento, como vere-mos, le obliga a tener que hacer frente a serias dificultades a lahora de preci sar qué es lo que se añade al capital existente, di -ficultades que no han sido resueltas con claridad. La cuestiónque se presenta es la de si tenemos que considerar cualquierincremento de valor en la existencia de capital como una adiciónneta, caso en el que la adición podía tener lugar sin producirnuevas unidades de capital, o si, por el contrario, solo los incre-mentos que lleven aparejado el aumento de nuevas unidadesreales de bienes de producción serían integrados en el concep-to, un método de cálculo que resulta claramente imposible dellevar a cabo cuando los bienes de capital no son reemplazadospor otros de la misma clase, debido a que la transición hacia mé -todos de producción más capitalistas da lugar a que se produz-can otros bienes de produc ción distintos de los utilizados hastaentonces.

Este continuo intento de aclarar las dificultades especialessin antes procurar establecer bases sólidas en forma de una ex -plicación suficiente de las relaciones de equilibrio más sencillasse pone de manifiesto cuando el señor Keynes, al final de su in -vestigación, trata de integrar su propio sistema en el de ideas deWicksell. En el sistema de Wicksell son necesarios los adelantosmás recientes que poseemos de la teoría del capital, que son los

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debidos a Böhm-Bawerk.10 Es a priori bastante improbable queun intento de utilizar las conclusiones que se derivan de una cier-ta teoría pueda tener éxito sin aceptar esa misma teoría. Pero enel caso de un autor del calibre intelectual del señor Keynes el in -tento produce un resultado verdaderamente destacable.

El señor Keynes ignora completamente las bases teóricas ge -nerales de la teoría de Wicksell. Pero, a pesar de ello, parece dar -se cuenta de que esas bases son necesarias y de acuerdo con ellose pone a trabajar por su cuenta. Le parece que todo esto está fue -ra de lugar en un tratado sobre el dinero y en lugar de presentarsu teoría del capital aquí, al comienzo de su exposi ción, conside -ra más indicado relegarla al volumen II de su obra y pide dis -cul pas por no introducirla en este momento.11 Pero la caracte-rística más destacable de los capítulos 27 y 29, donde nos ofrece,al menos, una parte de los fundamentos teóricos necesarios, essu descubrimiento de ciertos elementos esenciales en la teoríadel capital de Böhm-Bawerk, en especial lo que él llama (comoya tuvo lugar antes en muchas discusiones sobre esta teoría, delas que menciono solo el ejemplo anterior y más co noci do quees la obra de Taussig Wages and Capital)12 el «verdadero fondo

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10 [Para más referencias sobre Wicksell véase en este volumen, cap. I, nota 4.Keynes menciona a Wicksell en varios pasajes de su Treatise (por ej., pp. 139, 167,176-178 [pp. 148, 171, 174 y 179]) pero la referencia es siempre al libro de Wicksellde 1898, que fue traducido al inglés por un discípulo de Keynes, Richard F. Kahn,con el título Interest and Prices, cit. En su primer trabajo, Über Wert, Kapital und Rente[1893], traducido al inglés con el título Value, Capital and Rent (Londres: Allen & Unwin,1954), Wicksell proponía una sínte sis de la teoría del equilibrio económico generalde Walras y la teoría del capital de Böhm-Bawerk, síntesis que comple tó en los dosvolúmenes de su Vorlesungen über Nationalökono mie [1901, 1906], traducido al inglésbajo el título Lectures on Political Economy, cit. Es interesante resaltar que Keynes hizouna crítica entusiasta de la traducción inglesa de esta obra a comienzos de los añostreinta. Véase su carta en Economic Articles and Correspondence: Investment and Edito-rial, Donald Moggridge, Ed., vol. 12 (1983) de The Co llectEd. Writings of John MaynardKeynes, cit., pp. 862-865. La observación de Hayek en esta sección es que el aparatoanalítico de Interest and Prices está basado en una teoría del capital que se en contrabaen el libro primitivo de Wicksell, cuya referencia está ausente en el Treatise de Keynes.-Ed.]

11 Treatise (1930), cit. vol. 2, p. 95. [The Co llectEd. Writings..., vol. 6 p. 85].12 [Frank Taussig, Wages and Capital (Nueva York: D. Appleton, 1896; reimpre-

sión, Nueva York: Kelley, 1968). Para más referen cias a Taussig véase en este mismovolumen capítulo I, nota 4. -Ed.].

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de salarios»13 y la fórmula primitiva14 de Böhm-Bawerk que re -laciona el periodo medio del proceso indirecto de producción yla cuantía del capital.15 ¿No habría sido más sencilla la tarea delse ñor Keynes si hubiera aceptado las teorías que derivan de la deBöhm-Bawerk y al mismo tiempo hubiera estado más familiari -zado con la esencia de este tipo de teorías?

V

Vamos a ocuparnos ahora con más detalle del análisis que haceKeynes del proceso de inversión. La parte más difícil de esta ta -rea es saber lo que quiere dar a entender con la palabra inversióny no es casual que la inconsistencia terminológica a la que ya healudido antes se presente aquí, en el tema de la inversión, con unaespecial fuerza. Tengo, pues, que hacer refe rencia aquí a algunasde las dificultades con las que tropezará cualquiera que estudiecon seriedad el libro del señor Keynes.

Quizás la exposición más clara de lo que Keynes entiende porinver sión se encuentre en el pasaje en que la define como «aquelacto del empresario cuya función es determinar qué parte de laproducción no estará disponible para ser consumida», y sueleconsistir en un «acto positi vo de iniciar o continuar un determi -nado proceso productivo o mantener ciertos bienes líqui dos, y sesuele medir por el incremento neto de la riqueza, ya sea en formade capital fijo, circulante o líquido.»16 Tal vez es desorientador

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13 Treatise (1930), cit., vol. 2, pp. 127-129. [The Co llectEd. Writings..., vol. 6, pp.114-115. -Ed.]

14 Ibíd., vol. 1, p. 308. [The Co llectEd. Writings..., vol. 6, pp. 276-277. -Ed.]15 De acuerdo con Böhm-Bawerk (Positive Theory, 3.ª Ed.ición, p. 535, traducción

inglesa p. 328), si x es la longitud total del proceso de producción y si los factoresoriginales de la producción se aplican a una tasa constante, la existencia de capitaltiene que ser igual (x+1)/2 veces el volumen de bienes consumidos durante el perio-do. Keynes llama 2r-1 a la magnitud que Böhm-Bawerk llamó x, y como [2r-1+1]/2= r, llega a la conclusión de que el capital circulante (al que por razones inexplica-bles limita su fórmula) es r veces las remuneraciones por unidad de tiempo [Hayekse refiere a la Positive Theory of Capital de Böhm-Bawerk, cit., p. 318. -Ed.]

16 Treatise (1930), cit., vol. 1 p. 182 [The Co llectEd. Writings..., vol. 5, p. 155. -Ed.][p. 161].

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el utilizar el término inversión tanto para el acto de tomar la deci-sión como para el resultado de esta, y podía haber sido más apro -piado utilizar para el primero el término «inver tir». Pero esto notendría demasiada importancia si el señor Keynes se limitara autilizar estos dos sentidos, pues no sería difícil mantenerlos se -parados. Pero aunque la expresión «in cre mento neto de la rique-za», del pasaje citado antes, indica clara mente que inversión sig -nifica aumento de valor del capital existente, ya que la riquezasolo puede medirse en términos de valor, un poco antes, cuandoel término «valor de la inversión» aparece por primera vez,17 sele define expresamente diciendo que significa «no el incremen-to del valor del capital total, sino el valor del incremento del capi-tal en un periodo». Ahora bien, si no suponemos en todo caso queel capital existente está integrado siempre por bienes de la mis -ma clase, de forma que se le pueda medir como a una mag nitudfísica, es difícil hacer esto, pues resulta imposible imaginar cómose puede determinar el aumento de capital de otra forma que nosea la de medir el aumento de valor del total. Pero incluso paraponer las cosas más difíciles, al lado de estas dos definiciones dela inversión como aumento del valor del capital existente y comovalor del incremento, cuatro páginas después del pasaje quehemos citado, define el, «Valor de la Inversión» (¿es la V mayús-cula o «la» de la Inversión lo que explica la distinta definición?),no como un incremento sino como el «valor agregado del Capi-tal Real y el Capital de Préstamo» y lo contrasta con el aumentode la inversión que define ahora como «el incre mento neto de se -rie de partidas que pertenecen a las distintas categorías que in -tegran el capital agregado real y de présta mo» al tiempo que el«valor del incremento de la inversión» es ahora «la suma de losvalores de las partidas adicionales».18

Todas estas oscuridades no son asunto de importancia menor,pues son ellas las que le hacen fracasar a la hora de abordar todoel importante problema de las variaciones en el valor del capitalexistente, y este fallo, como ya hemos visto, es la causa principaldel insatisfactorio tratamiento que hace del beneficio. Y en parte

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17 Ibíd., vol. 1, p. 126 [Ibíd., vol. 5, p. 114. -Ed.] [p. 125].18 [Ibíd., vol. 5, p. 117. -Ed.] [p. 128].

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también estas oscuridades son las responsables de las deficien-cias que tiene su concepto de capital. He tratado con gran esfuer-zo de descubrir qué es lo que el señor Keynes nos quiere dar aentender utilizando el término «inversión» a base de examinarlos distintos usos del mismo, pero todo ha sido en vano. Cabíaesperar que actuando por exclusión, y partiendo de su definiciónde «producción corriente de bienes de consumo», obtendríamosun concepto más claro, porque, como veremos después, el volu-men de la inversión mantiene una relación defini da con la pro -ducción corriente de bienes de consumo, de manera que el costeagregado de ambas es igual a la renta monetaria de la comunidad.Pero aquí las oscuridades que obstruyen el camino son todavíamayores que en otras partes. Mientras en la página 135,19 el costede la producción corriente de bienes de consumo se define comoel total de las remuneraciones de los factores menos la parte quese ha empleado en remunerar la producción de bienes de inver-sión (que unas páginas antes20 se ha definido como la producciónno disponible más la acumulación de existencias), en la página130 la «producción de bienes de consumo del periodo» se definecomo «la corriente de producción disponible más el aumento decapital circulante que emergerá como producto disponible», in -cluyendo así parte de lo que en el pasaje anterior se ha conside -rado como bienes de inversión, como parte no disponible de laproducción. Y solo unas páginas antes21 nos habla de la «corrien -te de bienes de consumo» como parte de la producción disponi -ble, mientras que en la misma página «la producción no disponi -ble se compone (a) del flujo excedente que representa el aumentode los bienes semiterminados en proceso de fabricación sobre losbienes terminados (ya sean fijos o líquidos) y que surgen del pro -ceso productivo, y (b) el flujo excedente de bienes de capital fijoque surgen del proceso productivo sobre la depreciación del ca -pital fijo antiguo más el incremento del capital préstamo». Creoque no soy yo solo el que se siente perdido y sin esperanza en estajungla de definiciones diferentes.

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19 [Ibíd., vol. 5, p. 121. -Ed.] [p. 132].20 Ibíd., vol. 1, p. 130. [Ibíd., vol. 5, p. 118. -Ed.] [p. 129].21 Ibíd., vol. 1, p. 127. [Ibíd., vol. 5, p. 115. -Ed.] [p. 126].

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VI

En las secciones anteriores hemos tratado de familiarizarnos conlos conceptos fundamentales que utiliza Keynes como herramien -tas de su análisis del proceso de circulación del dinero. Ahora te -nemos que volver a su descripción del proceso mismo. El esquele -to de su exposición viene dado en muy pocas páginas22 me dianteuna serie de ecuaciones puramente alge braicas que no solo sonmuy difíciles sino que solo pueden entenderse correctamenteen conexión con todo lo que integra el conjunto del Libro 3. Enel Esquema 1 he tratado de ofrecer un cuadro sinóptico del pro -ceso que Keynes dibuja y que espero sirva para dar una imagenadecuada de los elementos esenciales de su exposición.

La letra E arriba y abajo del diagrama representa (de acuer docon la definición que abre el Libro 3) las remuneraciones totalesde los factores de la producción, que se consideran idénticamenteiguales a: (a) la renta monetaria de la comunidad (que compren-de todos los salarios en el sentido más amplio de este término),la remuneración normal de los empresarios, los intere ses del ca -pital, las ganancias ordinarias del monopolio, las rentas y cosasparecidas, y (b) el «coste de la producción». Aunque la definiciónno lo dice expresamente así, la utilización que hace el señor Key -nes del símbolo E demuestra claramente que el «coste de produc-ción» se refiere a la producción corriente. Pero aquí surge la pri -mera dificultad. ¿Es necesariamente cierto que E, entendido comocoste de la producción corriente, es lo mismo que E entendidocomo la obtenida en el periodo en el que esa producción accedeal mercado y está disponible por tanto para ser comprada? Si to -mamos la figura como un corte cruzado en un momento del tiem -po, no hay duda de que la E arriba y abajo de nuestro diagrama,es decir la renta disponible para adquirir la produc ción y las re -tribuciones de los factores de la producción, serán idénticas, peroesto no prueba que el coste de la producción corriente sea necesa -riamente la misma cosa. Solo si considera mos que el diagrama

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22 Ibíd., vol. 1, pp. 135-140. [Ibíd., vol. 5, pp. 121-126 26 [pp. 131-137]. Esta es laparte del Treatise donde se formulan las famosas «ecuaciones fundamentales» deKeynes. -Ed.]

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23 Las fórmulas en las que se basa el diagrama son las siguientes:

— R + C = O (volumen de la producción real corriente)— E/O = W1 (tasa de retribuciones de eficiencia o por unidad de producto) = W/e

(tipo de retribuciones por unidad de esfuerzo humano dividido por el coeficientede eficiencia)

— Q1 (Beneficio agregado de las industrias de bienes de consumo) =(E-S) - (E-I’) = I’ - S

— P (nivel general de precios de los bienes de consumo) =E/O + (I’- S)/R = W1+ (Q1/R) (1)

— Q2 (Beneficio agregado de las industrias de bienes de inversión) = I - I’— P’ (Nivel general de precios de los bienes de inversión*) =

E/O + I - (I’/C) = W1+ Q/C— Q (Beneficio de la producción total) = E - S + I - E = I - S— II (Nivel general de precios de la producción total) =

E/O + (I - S) /R = W1+ (Q/O) (2)

(Las fórmulas (1) y (2) son las «ecuaciones fundamentales» de Keynes.)

…/…

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ESQUEMA 1 VERSIÓN DIAGRAMÁTICA DE LA TEORÍA

DE LA CIRCULACIÓN DEL DINERO DE KEYNES23

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representa el proceso en el tiempo como una especie de secciónlongitudinal, y las dos E, la de arriba y la de abajo (es decir la rentamonetaria corriente y las retribu ciones de los factores de la pro -ducción obtenidas al llevar a cabo la producción corriente) toda-vía fueran iguales, se podría admitir que realmente se da el su -puesto formulado por Keynes. Pero esto solo puede ser verdaden un estado estacionario y Keynes ha construido su fórmula pre -cisamente para anali zar lo que sucede en una sociedad dinámi-ca. Y en una sociedad dinámica este supuesto no se aplica.

Pero cualesquiera que sean las relaciones entre las rentas o re -muneraciones y el coste de la producción corriente, no hay dudade que Keynes está en lo cierto cuando destaca la importan cia delhecho de que la corriente de retribuciones que integran la rentamonetaria admite una doble división: (1) la que ha sido ganadaen la producción de bienes de consumo y bienes de inver sión y(2) la que se gasta en bienes de consumo y la que se ahorra,24 yque estas dos divisiones no tiene que guardar la misma propor-ción, siendo muy importantes las consecuencias que se siguen dela divergencia entre ellas.

Está claro que todos aquellos que perciben rentas tienen quellevar a cabo una elección. Pueden gastarlas en adquirir bienesde consumo o abstenerse de hacerlo. En la terminología del señorKeynes, esta última operación constituye un ahorro. En la medi-da en que ahorran, en este sentido, tienen además que hacer otraelec ción más entre lo que podríamos llamar «atesorar» o «inver-tir», o, como hace Keynes (porque ha utilizado estos términos másfamiliares para referirse a otros conceptos), tienen que elegir en -tre «depósitos bancarios» o «valores».25 En la medida en que el

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No obstante, en general hay una falta de método en la elección de los símbolospor parte de Keynes que hace muy difícil seguir su álgebra. En especial, el lectorpuEd.e observar que mientras los beneficios agregados de las indus trias de bienesde consumo, de inversión y de la producción total se designan con las letras Q1, Q2y Q, para los nive les generales de precios correspondientes se eligen P1, P’ y I y I’para el nivel general de todos los precios. En el caso de la inversión se eligen I e I’para distinguir el valor de la inversión de su coste.

* Esta fórmula no la da Keynes.24 Treatise (1930), cit., p. 134. [Op. cit., vol. 5. p. 121. -Ed.] [p. 132].25 Ibid., vol. 1, p. 141. [Ibid., vol. 5, p. 127. -Ed.] [p. 137]. Algunos lectores pueden

encontrar confuso que el señor Keynes utilice los términos «depósitos banca rios» y

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ahorro monetario se convierte en «capital de préstamo o real»;es decir, se presta a los empresarios o se utiliza para comprar bie -nes de inversión, estamos ante lo que Keynes ha querido desig -nar con la expresión «valores», por oposición a la expresión «de -pósitos bancarios», que es la utilizada para designar la elec ciónde mantener el dinero en esa forma. Sin embargo, esta elec ciónno está abierta solo a las personas que llevan a cabo el ahorro co -rriente, sino a todas las que ahorraron antes, es decir a todos lospropietarios de la existencia total de capital. Pero hay más. Hayun tercer factor más importante que puede afectar a la relaciónentre lo que se ahorra corrientemente y lo que llega a estar dispo-nible de ordinario co rrientemente con fines de inversión: los ban -cos. Si la demanda de depósitos bancarios por parte del públicoaumenta, ya sea porque quienes ahorran invierten solo una par -te de las cantidades aho rradas o porque los propietarios del ca -pital existente tratan de transformar sus «valores» en «depósitosbancarios», los bancos pueden crear depósitos adicionales y utili-zarlos para adquirir los «valores» que el público ya no desea man -tener, generando así una diferencia entre el ahorro corriente y lacompra de valores. Naturalmente, el sistema bancario tambiénpuede crear depósitos en mayor o menor medida que la que se -ría necesaria con este objeto y de esta forma sería por sí mismouno de los tres facto res que dan lugar a una divergencia entre losahorros y las inversiones en «valores».

Por otra parte, los empresarios recibirán dinero de dos fuen-tes: de la venta de la producción de bienes de consumo o de la«venta» de «valores» (es decir de la inversión en su sentido ordi-nario). Esta última operación puede tomar la forma de venta debienes de inversión que se han producido o de la colocación de

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«depósitos de ahorro» indistintamente en este contexto sin explicar por qué unaslíneas después, habiendo introducido el término «depósitos bancarios» en su senti-do técnico especial, lo sustituye por «depósitos de ahorro» (o depósitos a plazo). Cuan-do se definen los depósitos de ahorro (Treatise [1930] vol. 1, p. 36 [The Co llected.Writings..., vol. 5, p. 31. -Ed.] [p. 31]) como depósitos bancarios «mantenidos nopara hacer pagos sino como una forma de emplear los ahorros; es decir, como unainversión», esa sustitución es coherente con la definición, aunque ciertamente es mo -lesto el empleo de los ahorros «como una inversión» en este sentido para con trastarlocon otros posibles usos del ahorro para adquirir «valores» que también es una inver-sión, pero en otro sentido especial.

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empréstitos con el propósito de producir nuevos bienes de inver -sión o mantener los antiguos. Yo entiendo —pero no estoy segu-ro de si el señor Keynes trata realmente de transmitir esta impre -sión— que el total de lo recibido de estas dos fuentes será igualal valor de la nueva inversión, pero en este caso sería idéntico ala suma de los «valores» y no habría razón para intro ducir estaúltima expresión. No obstante, si yo estuviera equivo cado en estepunto, el símbolo I (que sirve para designar el valor de las nuevasinversiones) no correspondería al lugar en el que lo he insertadoen el diagrama anterior.

Con respecto a esa cantidad total de dinero que está a dispo-sición de los empresarios, estos tienen que hacer una elecciónadicional y —en ello lleva razón Keynes— en cierta medida inde-pendiente: tienen que decidir qué parte utilizarán en la produc-ción de bienes de consumo y qué parte destinarán a la producciónde bienes de inversión nuevos. Pero en modo alguno se trata deuna decisión arbitraria y la forma en que esta decisión viene afec -tada por las variaciones en las dos variables mencionadas antes,los cambios en los conocimientos teóricos y la demanda relativade los distintos bienes de consumo (que requerirán métodos deproducción más o menos intensivos en capital) es un tema de lamáxima importancia que solo puede afrontarse sobre la base deuna teoría completa del capital. Y es aquí precisamente donde sedejan sentir la ausencia de una base teórica firme y las oscurida -des de su concepto de «inversión» a las que nos referimos antes.Es aquí donde, a pesar del gran esfuerzo desplegado por el señorKeynes para discutir este pro blema central, estas deficiencias sehacen sentir con más fuerza.

En su conjunto, la idea de que se puede trazar, como hace él,una clara línea de separación entre la producción de bienes deinversión y la producción de bienes de consumo es errónea. Laalternativa no se establece entre producir bienes de consumo o bienesde inversión, sino entre producir bienes de inversión que posibilitaránla obtención de bienes de consumo en una fecha más próxima o máslejana en el futuro. El proceso de inversión no consiste en produ-cir a la vez lo que se necesita para continuar la producción de bie -nes de consumo con los métodos de producción de siempre y losnuevos bienes de inversión, sino de producir otra maquinaria con

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el mismo propósito pero con una mayor efi ciencia que venga asustituir a la utilizada hasta ahora (menos eficiente) en la produc-ción de bienes de consumo. Y cuando los empresarios decidenincrementar su «inversión», esto no significa necesari mente queen ese momento un número superior de factores originales de laproducción van a ser empleados en la producción de bienes deinversión, sino solamente que los nuevos procesos que se inician,a causa de su mayor duración y durante algún tiempo después,tendrán como resultado hacer que una proporción menor de laproducción sea la que «esté disponible». Esto tampoco quieredecir que, por norma, aquella parte de la suma total gastada enlos factores de la producción que no constituye nueva inversión,sino exclusivamente la reproducción del capital utilizado en laproducción corriente de bienes de consumo, llegará a estar dis -po nible después del tiempo habitual.

VII

Pero además de todas estas oscuridades, que son la consecuen ciade la ambigüedad del concepto de inversión utilizado por Keynesy que naturalmente empañan la aparente claridad de sus fórmu-las matemáticas, hay una dificultad adicional introducida porestas fórmulas. Para poder dar una explicación de las variacionesen el nivel de los precios (o, mejor dicho, en los distintos nive lesde precios) se necesita, además de sus símbolos de sumas de dine -ro o valores monetarios, otros que hagan referencia a las magnitu -des reales en las que se gasta el dinero. Para lograr esto, elige lasunidades representativas de cantidades de bienes de tal maneraque «cada unidad tenga el mismo coste de producción en la fe -cha que sirva de base» y llama O a la producción total de bienesexpresada en esas unidades y por unidad de tiempo, R al volu-men de bienes y servicios de consumo líquidos que afluyen al mer -cado y son adquiridos por los consumidores, y C al incrementoneto de la inversión de manera que se cumpla O = R + C.26 Estas

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26 Ibid., 1, p. 35. [Ibid., vol. 5, p. 122. -Ed.] [p. 132].

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indicaciones, que es todo lo que se dice para explicar tan impor-tantes magnitudes, suscitan numerosas dudas. Sea cual fuere elsignificado de la expresión «coste de producción» empleada enla primera de esas definiciones (supongo que signifi ca coste mo -netario, en cuyo caso R sería idéntico a E - I’ y al mismo tiempoC sería idéntico a I’ en la fecha base), el hecho de que estas unidadesestén basadas en la relación existente en un momento del tiempo quese ha elegido arbitrariamente las hace absolutamente inapropiadas paraexplicar cualquier clase de proceso dinámico. No puede haber dudaalguna de que cualquier variación de la proporción que existe en -tre lo que Keynes llama producción de bienes de consumo y pro -ducción de bienes de inversión estará relacionada con las variacio -nes en las cantidades de bienes de ambas clases que cabe pro ducircon el gasto de una cantidad determinada de costes. Pero si, comoconse cuencia de semejante variación, los costes relativos de los bienesde consumo y los bienes de inversión varían, esto quiere decir que la me -dida en unidades que son producidas a un coste igual en alguna fechatomada como base es una medida de acuerdo con un criterio totalmenteirrelevante. No tendría sentido considerar como equivalentes uncierto número de botellas y la máquina automática que las produ-ce por el hecho de que el coste de producir una sea igual al dela otra, antes de que la caída del tipo de interés haga rentable lautilización de esta clase de máquina. Pero esto es exactamentelo que el señor Keynes se vería obligado a hacer si se ciñe exclu-sivamente a sus definiciones. Por supuesto que él no lo hace, comose pone de manifiesto cuando trata (E/O)R como idéntico a E - I’y (E/O)C como idéntico a I’ a lo largo de todo el perio do de va -riación, cosa que solo sería cierta si sus unidades reales no estu-vieran determinadas por una igualdad de costes monetarios enuna fecha elegida como base (los costes monetarios sin una basefija no nos dan me dida alguna de cantidades reales) ni por cual-quier clase de coste en una fecha base, sino por alguna especiede variable «costo real». Esto probablemente es lo que el señorKeynes tiene constantemente in mente, aunque no lo diga nuncaasí. Por mi parte, no alcanzo a comprender qué ayuda puede pres-tarle en su propósi to.

Pero no es solo la división de O en sus componentes R y C loque da origen a este tipo de dificultades. El mismo uso que hace

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de O no está exento de problemas. Como veremos, hay un mo -mento en el que E/O (es decir la renta monetaria total divididapor el volumen de producción) forma uno de los términos de susdos ecuaciones fundamentales. Keynes llama a este térmi no «tasamonetaria de retribuciones de eficiencia o por unidad de produc-to de los factores de la producción» o, de forma más abre viada,«tasa monetaria de retribuciones por unidad de producto o efi -ciencia». Ahora bien, permítaseme que recuerde al lector lo quesignifica E, que a un tiempo es lo mismo que: (1) la renta moneta -ria agregada de la comuni dad, (2) las rentas agregadas de todoslos factores de producción, y (3) el coste agregado de producción,en el que de una forma expresa está incluido el interés del capi-tal y por tanto están incluidos todos los intereses ganados por losbienes de capital existentes.27 Tengo que confesar que soy abso -lu tamente incapaz de encontrar qué significado, de alguna utili -dad, tiene el concepto «tipo monetario de retribuciones de efi -ciencia de los factores de la producción» si el capital está incluidoentre estos factores y si, por hipótesis, se supone que la existen-cia de capital, y por tanto su productividad, varían. Si las unida-des en las que se mide O son unidades de coste en algún sentido,está completamente claro que el interés no manten drá la mis marelación en el coste de producción de los bienes de capital que laremuneración de los demás factores de producción a su coste deproducción. ¿Acaso subyace en la base del concepto algún inten-to de construir una especie de denominador común de coste realque incluya la «abstinencia»?

Keynes manifiesta cierta inclinación a identificar la retribuciónde los factores con los salarios. Cuando nos habla del tipo de con -tratos que prevalecen entre los empresarios y los factores de laproducción distingue entre retribuciones por unidad de produc-to y retribuciones por unidad de esfuerzo (pero yo me pregunto

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27 En ibid., vol. 1, p 211. [Ibid., vol. 5, p. 189. -Ed.] [p. 189] se dice expresamen-te, en relación a este problema especial, que «en este caso el interés es simplemen-te el tipo monetario de retribución de uno de los factores de la producción». Perocomo E incluye el interés y el tipo monetario de retribución de los factores de la produc-ción viene dado por E/O, esto tiene que ser verdad con carácter general y no soloen este contexto particular.

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¿qué sentido puede tener esto respecto del capi tal?). Cuando ha -bla de tasas de retribución por unidad de esfuer zo humano28 re -firiéndose a los salarios, el con cepto de retribuciones de eficien-cia ciertamente tiene algún sentido si se identifica, como hace enla página 166, con los salarios por pieza. Pero aunque suponga-mos que todos los contratos laborales lo fueran en base a salariospor pieza, no se deduciría de ello que mientras los contratos semantuvieran, los salarios de eficiencia o por unidad de produc-to serían siempre E/O. Los tipos por pieza se refieren a un solotrabajador, o quizás a un grupo de trabajadores, y respecto a laproducción inmediata, pero nunca respecto a la producción agre-gada. Si, a un tipo de salario por pieza para un trabajador indi-vidual invariante, la producción se eleva como resultado de unamejora de organización en el proceso de producción, E/O puedecambiar (puesto que O lo hace) sin cambio alguno en los tipos mo -netarios de retribuciones indi viduales. Un tipo de contrato en elque las retribuciones de los factores empleados en las fases su -periores de la producción varía automáticamente cuando lo hacesu contribución a la producción de las fases últimas no solo noexiste sino que es inconcebible. Por tanto, no existe un mercadodonde se determine el «tipo monetario de retribución de eficien-cia o por unidad de producto de los factores de la producción»y no hay un conjunto de precios que se corresponda con este con -cepto. Lo que equivale a esto, como el propio Keynes sostiene envarios lugares,29 no es otra cosa que un coste medio de producciónde una unidad de producto elegida de una forma más o menosarbitraria (es decir, esa clase de unidades que tendrán «costesiguales en una fecha elegida como base») que cambiará con cadavariación en el precio unitario de los factores de la producción(incluido el interés), así como con los cambios en la organizaciónde la producción, y por consiguiente no exclu sivamente con losprecios medios unitarios de cada uno de los factores sino con susprecios relativos —variaciones que, por regla general, conducena un cambio en los métodos de producción y, por consiguiente,

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28 Ibid., vol. 1, pp. 135, 153, 166 ss. [Ibid., pp. 122, 137-138, 149 ss. -Ed.] [pp. 133,146, 147, 155 ss.].

29 Ibid., vol. 1, p. 136. [Ibid., vol. 5, p. 122. -Ed.] [p. 133].

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en la cuantía producida por una cantidad determinada de fac -tores. Llamar a esto «tipo monetario de retri bución de eficienciao por unidad de producto de los factores de la producción» y oca -sionalmente «tasa de retribuciones» no puede tener otro efectoque transmitir la impresión errónea de que esta magnitud estádeterminada en los contratos existentes con los factores de la pro -ducción.

VIII

La descripción que hace Keynes del proceso de circulación deldinero presenta tres puntos en los que se puede iniciar una varia-ción espontánea o autónoma: (1) puede variar el ahorro; es decir,la parte de la renta moneta ria que no se gasta en bienes de consu-mo; (2) puede variar la inversión; es decir, la parte de los facto-res de la producción que los empresarios dedican a la pro ducciónde nuevos bienes de inversión y a la producción de bienes de con -sumo; (3) los bancos pueden entregar a los inversores más o me -nos dinero que la parte del ahorro que no se invierte de formadirecta (y aquella parte del capital existente que se detrae de lainversión) y se convierte en «depósitos bancarios» de forma talque el dinero que se dirige a los empresarios puede estar por en -cima o por debajo de los ahorros totales.

Si varía el ahorro sin que lo haga ninguna otra de las dos mag -nitudes referidas en (2) y (3) y consideramos que la posición exis -tente previamente es de equilibrio, el efecto será que los produc-tores de bienes de consumo recibirán una cantidad superior oinferior a la gastada en su producción. Cuando E-S es superioro inferior a E-I’, entonces esa diferencia (E-S) - (E-I’) = I’-S (es de -cir, la diferencia entre el coste de la inversión y el ahorro) nos mideel beneficio o la pérdida agregada de los empresarios que fa bricany venden bienes de consumo, y esto les impulsará a aumentar odisminuir el volumen de producción. Siempre que (3) permanezcaen po sición de equilibrio; es decir, siempre que los bancos propor-cionen a los empresarios exactamente la suma ahorra da que nose invierte directamente, el efecto sobre la producción de bienesde inversión de un cambio autó nomo será exactamente el inverso

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del que se produzca sobre la producción de bienes de consumo.Es decir, los beneficios o pérdidas en las industrias de bienes deconsumo vendrán compensados exactamente por las pérdi daso beneficios en las industrias de bienes de inversión. Por consi-guiente, una variación de la tasa de ahorro (1) nunca aumen tarálos beneficios agregados totales, sino solo los beneficios parcia-les que se equilibrarán con pérdidas parciales también y condu-cirán solamente a desplazamientos de las industrias de bienes deconsumo a las de bienes de inversión o viceversa. Y estos despla -zamientos continuarán hasta que esos beneficios agregados (po -sitivos o negativos) desaparezcan en las dos.

Resulta fácil comprobar que los efectos de las variaciones enla inversión (2) que no están acompañados de cambios en (1) o(3) tienen exactamente la misma naturaleza que las variacionesen el ahorro (1). Los beneficios de una parte y las pérdidas de laotra pondrán de manifiesto muy pronto que la desviación en laposición de equilibrio existente antes, sin una variación corres -pon diente en la tasa de ahorro (1), no será rentable y conduciráal restablecimiento de la proporción anterior entre la producciónde bienes de consumo y la producción de bienes de inversión.

Solo un cambio en el volumen de crédito (3) conducirá a unavariación de los beneficios agregados (que se refleja también enla fórmula dada para estos beneficios Q = (I-S). Ahora bien, lascausas por las que la inversión I puede diferir del ahorro son denaturaleza muy compleja y son analizadas por Keynes con granminuciosidad. Tendremos que discutir su análisis de este proble-ma cuando nos ocupemos de su teoría acerca del tipo de interésbancario. Para el objetivo que perseguimos aquí puede ser apro -piado dar por sentada la posibilidad de una divergencia de esanaturaleza y mencionar solo que el hecho de que se invierta más(o menos) dinero del que es ahorrado equivale a añadir (o reti -rar) dinero de la circulación industrial; por lo tanto, los benefi -cios agregados, es decir, la diferencia entre los ingresos y los gas -tos de los empresarios en su conjunto, que es el elemento esen cialdel segundo término de las ecuaciones fundamentales, será igualal aumento (o disminución) neto de dinero de la circulación efec -tiva. De acuerdo con Keynes, encontramos así el meca nismo envirtud del cual los factores monetarios provocan el cambio de nivel

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de precios, y precisamente la ventaja principal de sus ecuacio-nes fundamentales es que aíslan ese factor.

IX

El objetivo de las ecuaciones fundamentales es «mostrar el pro -ceso causal por el que se determina el nivel de precios y la tran-sición de una posición de equilibrio a otra».30 Lo que nos dicenesencialmente esas ecuaciones fundamen tales es que el poder decompra del dinero (o el nivel general de los precios) se desvia-rá de su posición de equilibrio, es decir, del coste medio por uni -dad de producción, solo si el coste de la inversión I’ o la inversiónI (cuando lo que está implicado es el nivel general de los preciosy no el poder adquisitivo del dinero o nivel de precios de los bie -nes de consumo) es dife rente del ahorro S. El lector de la obra tie -ne que tener siempre esto en cuenta para no dejarse desorientarpor afirmaciones ocasionales que dan la impresión de que estose aplica a cual quier cambio del nivel de precios y no solo a lasvariaciones respecto al coste de producción31 o «posición de equi -librio» que viene determinada de una forma definitiva por loscontratos existentes con los factores de la producción32 y no sim -plemente el coste de producción o, lo que es lo mismo, el «tipomonetario de retribución de el «tipo monetario de retribución deeficiencia de los factores de producción».

La explicación más breve del significado de las ecuaciones fun -damentales la encuentro en el siguiente pasaje:33

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30 Ibid., vol. 1, p. 135. [Ibid., vol. 5, p. 120. -Ed.] [p. 131].31 Véase, por ejemplo, ibid., vol. 1, p. 158. [Ibid., vol. 5, p. 142 -Ed.] [p. 150], en

que Keynes habla simplemente de la «condición para la estabilidad del poder decompra» donde evidentemente no quiere decir estabilidad absoluta, sino coinci-dencia permanente con el «nivel de equilibrio».

32 Véase, por ejemplo, ibid., vol. 1, p. 138. [Ibid., vol. 5, pp. 124-125. -Ed.] [p. 135],donde se dice que «estas ecuaciones nos dicen que el precio de los bienes de consu-mo es igual a la tasa de retribuciones de los factores de producción por unidad deproducto más la tasa de beneficios por unidad de producto en el sector de bienes deconsumo y lo mismo para la producción agregada o total.

33 Ibid., vol. 1, pp. 152-153. [Ibid., vol. 5, pp. 137-138. -Ed.] [pp. 146-147].

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Por tanto, el equilibrio a largo plazo del poder de compra del dine-ro viene dado por la tasa monetaria de retribuciones por unidadde producto o eficiencia de los factores de la producción, aunque,a corto plazo, el poder real de compra oscilará por debajo o porencima de ese nivel de equilibrio, según que el coste de la nuevainversión sea mayor o menor que el volumen total de ahorro...El objeto principal de este tratado es demostrar que aquí residela clave de cómo tienen lugar las fluctuaciones del nivel de losprecios, ya se deban a oscilaciones alrededor de una misma posi-ción de equilibrio estable o al pasar de un equilibrio a otro... Deacuerdo con esto, cuando el sistema bancario permite que la in -versión exceda al ahorro o viceversa, el nivel de precios (suponien -do que no hay una variación autónoma en el nivel de retribucionesde los factores) tenderá a subir o bajar. No obstante, si los contra-tos que predominan entre los empresarios y los factores de la pro -ducción lo son en términos de retribuciones por unidad de esfuer-zo (W) y no en términos de retribuciones por unidad de producto(W1) —aunque probablemente se situarán en algún punto inter-medio entre las dos variedades—, entonces lo que tendería a su -bir o bajar sería (I/e)P, donde igual que antes el coeficiente de efi -ciencia es e.

Esto dice claramente que no todas las variaciones en el nivelde precios tienen necesariamente su origen en una divergen cia en -tre el coste de la inversión I’ (o la inversión I) y el ahorro S, sinosolamente las debidas a una causa concreta; es decir, las variacio -nes en la cantidad de dinero en circulación que la ecuación funda-mental aísla en su segundo término. Pero la peculiar sustituciónde la confusa expresión «tipo monetario de retribuciones de efi -ciencia o por unidad de producto de los factores de la producción»por la de coste monetario de la pro ducción simplemente parecehaber equi vocado al mismo Keynes en algunos lugares. Yo nopuedo ver cuál es la razón por la que, como se indica en el pasa-je citado antes y elaborado in extenso en la sección última,34 cuan-do el segundo término de la ecuación está en equilibrio, es decir,es igual a cero, los movimientos del nivel de los precios tendríanque depender, por completo, del tipo de contrato que prevalece

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34 Ibid., vol. 1, pp. 166-170. [Ibid., vol. 5, pp. 149-153. -Ed.] [pp. 155-159].

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con los factores de la producción. Mientras la suma de dineroen circulación, o más exactamente la renta monetaria E, no varíe,las fluctuaciones en el nivel de precios en modo alguno vendrádeterminada por los contratos existentes, sino exclusivamentepor la cuantía de los factores de la producción disponibles y porlos cambios de su eficiencia; es decir, por los factores que afec-tan a la producción total. Todo el razonamiento de Keynes, eneste punto, parece estar basado en el supuesto de que los contra-tos existentes los modificarán los empresarios, que actuarían in -ducidos exclusivamente por la presión que ejercen en ellos losbeneficios agregados positivos (o negati vos) originados por el cam -bio en el segundo término de la ecua ción. Pero a mí me parece, porel contrario, que si se produce una variación en el coeficiente deeficiencia (o en la cantidad de los factores disponibles), los con -tratos existentes tendrán que variar, a no ser que cambie el segun-do término. Entiendo que la diferencia radica en que el señor Keynescree que es posible adaptar la cantidad de dinero en circulación a lo queresulta necesario para el mantenimiento de los contratos existentes sindistorsionar el equilibrio entre el ahorro y la inversión. Pero con la or -ganización monetaria existente, donde todas las varia ciones enla cantidad de dinero en circulación se producen a base de pres-tar a los empresarios más o menos dinero que el que se ahorra,cualquier cambio en la circulación tiene que venir acom pañadode una divergencia entre lo que se invierte y lo que se ahorra.

No puedo entender por qué razón «si estas variacio nes es -pontáneas en las retribuciones de los factores requieren una ofer-ta monetaria que es incompatible con las ideas o las limitacionesque afectan a las autoridades monetarias, entonces estas se ve -rán obligadas a reconducir la situación mediante acciones queimplican distorsionar el equilibrio entre la inversión y el ahorro,induciendo a los empresarios a que modifiquen las condi cionesde su oferta a los factores de la producción y contrarres tando asílas variaciones espontáneas que han tenido lugar en las retribu -ciones de los factores».35 Creo, por el contrario, que si la autoridadmonetaria deseara adaptar la oferta monetaria a las exigencias

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35 Ibid., vol. 1, p. 167. [Ibid., vol. 5, p. 150. -Ed.] [p. 156].

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cambiantes, solo podría hacerlo distorsionando el equilibrio en -tre lo que se ahorra y lo que se invierte. Pero el señor Keynes másadelante y de forma expresa considera que esos aumentos en laoferta de dinero, cuando corresponden a un aumento de la pro -ducción, no distorsionan el equilibrio. Ahora bien, yo me pregun-to: ¿Cómo es posible introducir dinero en la circulación sin darlugar a una discrepancia entre lo que se ahorra y lo que se invier-te? ¿Existe acaso alguna justificación para suponer que en estascondiciones los empresarios pedirán prestado más dinero del ne -cesario para mantener la producción corriente y no lo utiliza ránpara hacer nuevas inversiones? Y aunque lo usaran exclusi va -mente para financiar un aumento de la producción, ¿no significaesto una nueva inversión en el intervalo de tiempo hasta que losproductos adicionales lleguen al consumidor?

A mí me parece que, al no diferenciar entre coste estable porunidad de producto, contratos estables con los factores de la pro -ducción y coste total estable (es decir renta monetaria E invaria -ble), el señor Keynes se ve empu jado a poner en conexión dos cosasque no tienen nada que ver una con otra: de un lado, el manteni -miento del nivel de precios, que cubrirá los costes mien tras loscontratos con los factores de la producción sean más o menos rígi-dos, y, de otro, el mantenimiento de un equilibrio entre lo que seahorra y lo que se invierte. Pero sin variaciones en la cantidadde dinero, y por con siguiente sin divergencia entre el coste dela inversión I’ y el ahorro S, no solo el Poder de Compra del Di -nero sino también el Poder del dinero para adquirir unidades deTrabajo, y por tanto los contratos con los factores de la producción,tendrían que variar a cada cambio en la producción total.

Por supuesto, no hay duda de que toda divergencia entre lainversión I o el coste de la inversión I’ y el ahorro es de una enor -me importancia. Pero esta importancia no radica en la direc ciónen que esto influye en las fluctuaciones del nivel de pre cios, ya seansus fluctuaciones absolutas o las fluctuaciones alrededor de laposición de equilibrio, determinada de acuerdo con los contra-tos existentes con los factores de la producción.

Es verdad que en este intento de establecer una conexión di -recta entre las diferencias entre la inversión I y el ahorro S o, loque es lo mismo, las diferencias entre el tipo natural y el tipo

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monetario de interés con el nivel de precios, el señor Keynes estásiguiendo las líneas marcadas por Wicksell. Pero es precisamenteen este punto donde Wicksell exige demasiado a su teoría, comohan puesto de manifiesto D.A. Robertson entre los economistasingleses36 y el que esto escribe entre los continentales.37 E inclu-so si el señor Keynes sustituye la esta bilidad absoluta del nivelde precios que Wicksell tenía siempre in mente por un nivel deprecios de equilibrio que no se define con demasiada claridad,lo que está buscando es una inen contrable relación más defini-da entre el nivel de precios y la diferencia entre lo que se ahorray lo que se invierte.

X

Hasta ahora nos hemos concentrado de manera especial en la se -rie de herramientas conceptuales que Keynes ha ido creando parapoder explicar los procesos dinámicos y el ciclo económico. Enla segunda parte de este artículo tengo la intención de discutir suexplicación real empezando por su teoría del tipo bancario de in -terés y todo el libro 4.38

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36 Dennis Robertson, Money [1922], cit. p. 99. [Véase en este volumen, capítuloII, notas 21-25, para más referencias a Robertson -Ed.]

37 Geldtheorie und Konjunkturtheorie (Viena y Leipzig: Hölder-Pichler-Tempsky,1929) pp. 61, 131 ss. [Véase la traduc ción inglesa de esta obra ya citada Monetary Theoryand the Trade Cycle. -Ed.] [traducción española, Madrid: Espasa-Calpe, 1936].

38 Consideraciones de espacio me han obligado a dividir en dos este artículo. Perohay otras razones que aconsejaban retrasar la segunda parte de mi crítica. Como reco-nozco al comienzo de este artículo, a veces resulta extraordina riamente difícil saberexactamente el significado de los conceptos que el señor Keynes maneja. En diver-sas ocasiones he tenido que señalar las definiciones en conflicto que se dan para elmismo concepto y en otras no estoy seguro de haber entendido correctamente lo queKeynes quiere decir con esos conceptos. Es realmente difícil seguir su análisis mien-tras estas ambigüEd.ades no se aclaren. En cada punto concreto del análisis uno seve obligado a discernir cuál de los distintos significados de un concepto como la inver-sión es el que supuestamente se emplea. Hay un gran número de cuestiones de estaclase que se van acumulando y que, en verdad, Keynes podría aclarar, de manera queparece más pru dente detenernos aquí y esperar a que Keynes se pronuncie para poderseguir la discusión sobre bases más firmes. [La segunda parte de este artículo proba-blemente hubiera apare cido en Economica, noviembre de 1931, pero no lo hizo hastafebrero de 1932. Se publica en este volumen como capítulo VI. -Ed.]

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Hay solo una cosa que me gustaría añadir en este punto. Es muyposible que mis comentarios anteriores hayan adoptado una ex -presión excesivamente crítica cuando, en realidad, lo que estoypidiendo es sencillamente una explicación adicional de algunostérminos. También es posible que haya insistido demasiado en loque son inexactitudes de expresión de importancia menor. Espe-ro que ese tono crítico no se tome como una señal de que no apre-cio en todo lo que vale el magnífico esfuerzo realizado. Mi únicoobjetivo ha sido contribuir a la comprensión de un libro realmen -te importante y espero que mi esfuerzo en esa línea sea la mejorprueba de la importancia que le atribuyo. Incluso es posible queal final la diferencia entre mis puntos de vista y los de Keynes seamenor de lo que parece a primera vista. El problema puede radi-car solamente en que el señor Keynes ha llevado a cabo un traba-jo tan extraordinariamente arduo que realmente resulta difícilde seguir. Espero que se me disculpe si en mi intento de entender -lo haya podido ser traicionado por la impaciencia de superar losincontables obstáculos que el autor ha ido poniendo en el cami-no que lleva a la total comprensión de sus ideas.

XI39

Al final de su resumen del argumento contenido en aquellas sec -ciones del Treatise que se discutieron en la primera parte de esteartículo Keynes escribe:

Si el sistema bancario controla las condiciones del crédito, de formaque el ahorro y la inversión sean iguales, entonces el nivel gene-ral de los precios será estable y será el que corresponda a la tasa me -dia de remuneración de los factores de producción. Si el sistemabancario relaja las condiciones del crédito, los precios se elevarán,aparecerán beneficios agregados inesperados, los patrimonios seincrementarán más rápido que los ahorros, como consecuencia de

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39 [F.A. Hayek, «Reflections on the Pure Theory of Money of Mr. J.M. Keynes (conti-nued)», Economica, vol. 12, n.º 35, febrero de 1932, pp. 22-44. Véase la primera partede este artículo, la contestación de Keynes y la réplica de Hayek en este mismo volu-men, capítulos III, IV y V. -Ed.]

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que las rentas del público, en general, valen menos; la diferen-cia está siendo transferida a los bolsillos de los empresarios enforma de ganancias de capital; los empresarios compiten unoscon otros por los servicios de los factores de producción y sus ta -sas de remuneración tienden a elevarse, hasta que sucede algo quemodifica las condiciones de crédito y las aproxima a lo que exigenlas condiciones de equilibrio.40

Esto nos lleva a la primera y en muchos aspectos la más im -portante de las cuestiones que tenemos que considerar en este ar -tículo: la teoría del tipo bancario de interés del señor Key nes.

El concepto fundamental sobre el que se basa su análisis esla idea del tipo natural de interés de Wicksell o tipo de interésde equilibrio; es decir, la tasa a la que las nuevas inversiones igua-lan a los ahorros, una definición del concepto de Wicksell sobrela que probablemente sus seguidores estarían de acuerdo.41 Real-mente, cuando se lee la exposición del señor Keynes, a cual quierestudiante formado en las enseñanzas de Wicksell le parece rá quese mueve en un terreno que le resulta familiar; sus sospe chas em -piezan a aparecer cuando llega a las conclusiones, y enton ces des -cubre que detrás de una definición que es idéntica en términosverbales se esconden diferencias fundamentales (a causa de lapeculiar definición que hace Keynes del ahorro y la inver sión).Porque el significado que da Keynes a sus términos «aho rro» e«inversión» difiere del habitual. De aquí que el tipo de interés queequilibrará el «ahorro» y la «inversión» en el senti do de Keyneses completamente distinto del tipo de interés que debería mante-ner ese equilibrio en los términos habituales.

El rasgo más característico de la explicación del señor Keynesde una desviación del tipo de interés real, a corto plazo, de su po -sición «natural» o de equilibrio es su insistencia en el hecho deque esto puede suceder con independen cia de lo que ocurra con lacantidad efectiva de dinero. Su insistencia en este punto es de talnaturaleza que a pocos lectores pasará inadvertido que eso es lo

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40 Treatise on Money (1930), cit., vol. 1, pp. 183-184 [The Collected Writings..., vol.5, p. 165. -Ed.] [p. 169].

41 [Otras referencias a Wicksell en este volumen, capítulo I, nota 4, y capítulo III,nota 10. -Ed.]

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que él trata de demostrar. Pero, a la vez, y mientras él quiere de -jar ciertamente bien sentada esta proposición, yo no encuentroprueba alguna de ella en todo el Treatise. Realmente, en todos lospuntos clave el supuesto que parece deslizarse, sin apenas perci-birlo, es que esta diferencia solo es posible por un cambio nece-sario en la oferta de dinero.42

La razón de su creencia en que la diferencia entre el ahorroy la inversión puede aparecer sin que los bancos varíen la circu -lación monetaria no está demasiado clara en la primera seccióndel capítulo correspondiente. En esta sección distingue tres líne-as diferentes de pensamiento dentro de la doctrina tradicional,pero solo la primera y la tercera tienen conexión con este asun-to; la segunda, relacionada con los efectos del tipo bancario deinterés en los movimientos internacionales de capital, podemosdejarla a un lado por el momento. De acuerdo con el señor Key -nes, la primera de estas líneas de pensamiento «considera el tipode interés bancario simplemente como uno de los medios de re -gular la cantidad de dinero bancario»,43 mientras la tercera «conci-be el tipo bancario de interés como regulador, en alguna medida,de la tasa de inversión, y quizás, en el caso de Wicksell y Cassel,de la tasa de inversión respecto a la de aho rro».44 Pero como el pro -pio Keynes entiende en otro lugar,45 no hay un conflicto nece sarioentre estas dos teorías. La relación obvia entre ellas, que cualquierlector de Wicksell no tiene dificultad en comprender —y quefue sostenida por el propio Wicksell— es que, puesto que, bajolas actuales condiciones monetarias, las variaciones en la canti-dad de dinero en circulación se producen básicamente mediantela expansión y contracción de los créditos, y puesto que el dinero

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42 No hago mención aquí de ciertos pasajes (p. ejemplo, vol. 1, pp. 198, 272, y vol.2, p. 100) [The Collected Writings..., vol. 5, pp. 177 y 243-244 [pp. 180, 236 y 237] y vol.6, p. 89. -Ed.] donde este supuesto se expresa de manera absolutamente explícita.Esto se explica por el hecho de que el señor Keynes realmente creía algo parecidocuando comenzó a trabajar por vez primera en el Libro 3 de su Treatise (véase répli-ca a la primera parte de este artículo p. 389) [p. 168 de este volumen. -Ed.]

43 Treatise (1930), cit., vol. 1, p. 187. [The Collected Writings..., vol. 5, p. 168. -Ed.][p. 171].

44 Ibíd., p. 190. [Ibíd., pp. 170-171. -Ed.] [pp. 174-175].45 Ibíd., p. 197. [Ibíd., pp. 176-177. -Ed.] [pp. 180].

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tomado a interés se usa con preferencia para hacer inversiones,cualquier aumento de la oferta monetaria que no esté compen-sado por una variación en sentido contrario de la velocidad decirculación producirá, con bastante probabilidad, un exceso de lainversión sobre el ahorro, y cualquier descenso el fenómeno con -trario, un exce so del ahorro sobre la inversión. Pero Keynes creeque la teoría de Wicksell era distinta de esta y de hecho más pa -recida a la suya, en apariencia, porque Wicksell pensaba que «unay la misma» tasa de interés puede servir para hacer el ahorro yla inversión iguales y para mantener constante el nivel generalde los precios. Como ya he señalado, este es un punto en el que,en mi opinión, Wicksell estaba equivocado. Pero no hay duda al -guna de que Wicksell estaba plenamente convencido de la posi-bilidad de que existieran diferencias entre el tipo de interés delmercado y el tipo de interés de equilibrio y de que estas dife ren -cias se debían, por completo, a la «elasticidad del sistema mone-tario»,46 es decir a la posibilidad de aumentar o disminuir la can -tidad de dinero en circulación.

XII

La exposición que hace Keynes de la teoría general del tipo deinterés bancario47 no resuelve en modo alguno el problema de enqué forma las diferencias entre el tipo de interés bancario y el deequilibrio deberían afectar a los precios y a la producción por al -gún camino o medio diferente del de las variaciones de la ofertamonetaria. En ningún otro lugar se percibe mejor la falta de unateoría satisfactoria como cuando se analizan los efectos de unavariación en el tipo de equilibrio y en la confusión que resulta deltratamiento diferente que se hace según se trate del capital fijoo del circulante. En la mayoría de las partes de su análisis no se

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46 Véase Geldzins und Güterpreise, cit., p. 101; Vorlesun gen, cit., vol. 2, p. 221. [Tra -ducidas con los títulos Interest and Prices y Lectures on Political Economy, obras cita-das [solo de la segunda existe traducción española]. -Ed.]

47 Treatise (1930), cit., vol. 1, pp. 200-209 [The Collected Writings..., vol. 5, pp. 179-187. -Ed.] [pp. 182-188].

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pue de ver con claridad si está hablando de los efectos de cual-quier variación en el tipo de interés bancario o si lo que dice seaplica solo a los efectos de un tipo bancario que es diferente deltipo de mercado; en ninguna parte expone con más claridad queel banco central está en posición de determinar el tipo bancariosolo por que está en condiciones de aumentar o disminuir la can -tidad de dinero en circulación.

Pero la parte menos satisfactoria de esta sección es la explica -ción muy simplificada que nos da sobre la forma en que una va -riación del tipo bancario de interés afecta a la inversión o, mejordicho, al valor del capital fijo, ya que, por alguna razón que no seexplica, este último concepto viene a sustituir al anterior.

Esta explicación consiste simplemente en señalar que «unavariación del tipo bancario de interés no se lleva a cabo para afec-tar a la productividad real del capital (salvo quizás como un efec -to secundario)», y puesto que los posibles efectos sobre los pre -cios pueden dejarse a un lado, el único efecto «inme diato, directoy evidente» de una variación del tipo bancario sobre el valor delcapital fijo será que los beneficios esperados se capitalizarán alnuevo tipo de interés.48 Pero la capitaliza ción no es tanto un efec-to directo del tipo de interés; sería mejor decir que los dos sonefectos de una misma causa, la esca sez o abundancia de mediosdisponibles para la inversión respecto a su demanda. Solo alte-rando esta escasez relativa podrá la variación del tipo de interésbancario variar el precio de demanda de los servicios del capitalfijo. Si la variación del tipo de interés bancario se correspondecon la variación en el tipo de equilibrio, ello solo es indicativo deque esta escasez relativa se ha producido con independencia deaquella varia ción. Pero si significa que la tasa de interés se apar-ta de su tipo de equilibrio, llegará a ser efectivo y afectará soloal valor del capital fijo en la medida en que produzca un cambioen la cantidad de fondos disponibles para la inversión.

No es difícil ahora entender por qué el señor Keynes deja aun lado este hecho elemental. Es muy difícil ver cómo actúa eltipo de interés si se deja a un lado, como hace Keynes, la parte que

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48 Ibíd., p. 202. [Ibíd., pp. 181. -Ed.] [pp. 183-184].

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juega el capital circulante que coopera con el capital fijo en el pro -ceso productivo. Solo teniendo ambos en cuenta se puede unohacer una idea de en qué forma la cantidad de capital libre pue -de afectar al valor del capital invertido.

Exagerar la distinción entre capital fijo y circulante, que a lapostre solo es una diferenciación de grado y en modo alguno de -cisiva, es una constante de la teoría económica inglesa y proba-blemente ha contribuido más que ninguna otra cosa a su pococonvincente situación en los momentos actuales.

En relación con el problema que nos ocupa, debemos indicarque el dejar a un lado el capital circulante no solo le impide verde qué manera la variación del tipo de interés afecta al valor delcapital fijo, sino que también le lleva a una afirmación comple-tamente errónea acerca de la intensidad y uniformidad de esteefecto. Sencillamente, no es verdad que una varia ción en el tipode interés no tendrá efectos perceptibles en la rentabilidad delcapital fijo; esto sería tanto como desconocer el efecto de unavariación de esta clase sobre la distribución del capital circulan -te. La rentabilidad atribuible a cualquier parte del capital fijo,una planta industrial, una máquina, etc., es, a corto plazo y esen-cialmente, la diferencia que queda una vez que los costes de ex -plotación se deducen del precio obtenido por el producto. Y unavez que una cantidad ha sido invertida de forma irrevocablebajo la forma de un capital fijo, incluso la producción total obte-nida con la ayuda de ese capital fijo varia rá considerablemente,de acuerdo con la cantidad de capital circulante que, a los preciosdados, puede ponerse en juego junto a ese capital fijo. Cualquiervariación del tipo de interés alte rará materialmente la rentabi-lidad relativa del empleo de capital circulante en cada una delas fases del proceso productivo, según que el periodo de inver-sión sea más corto o más largo, lo cual producirá siempre trasva -ses en el uso del capital circulante entre las diferentes fases dela producción y cambios en la productividad marginal (la renta-bilidad real) del capital fijo que no puede trasvasarse de esa for -ma. Cuando el precio del capital circulante complementariovaría, la rentabilidad y el precio del capital fijo también lo harány esta variación puede afectar de forma distinta a cada fase delproceso productivo.

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Sin embargo, la variación en el precio del capital circulan te es -tará determinada por la variación del conjunto de los medios deinversión disponibles para la inversión en toda clase de bienesde capital (productos intermedios), ya se trate de bienes de natu-raleza duradera o no. Cualquier aumento en los medios disponi -bles para la inversión tenderá a reducir la productividad margi-nal de las inversiones adicionales en capital; es decir, bajarán losmárgenes de beneficio derivados de las diferencias entre los pre -cios de los bienes finales y los productos interme dios, elevandolos precios de estos últimos respecto a los primeros.

Parece que el fracaso de Keynes a la hora de entender este tipode relaciones se debe al hecho de que en el pasaje citado antesno distingue adecuadamente entre rentabilidad bruta y neta delcapital fijo. Si él hubiera concentrado su análisis sobre los efec-tos de una variación del tipo de interés en la rentabili dad neta, quees lo único que importa, no podría haber fallado a la hora de en -tender que el efecto sobre el capital fijo no es ni tan directo ni tanuniforme como él supone, y no habría olvidado que también hay unatendencia a que la rentabilidad real del capital y el tipo de interés se igua -len. Por tanto, el proceso de capitalización a una tasa dada de inte -rés no significa otra cosa que mientras el dinero puede conseguir -se a un tipo de interés más bajo que la rentabilidad del capitalexistente, el dinero tomado a préstamo será utilizado para com -prar bienes de capital hasta que su precio alcance un punto enque la rentabilidad iguale al tipo de interés, y viceversa.

XIII

Aunque estas deficiencias pueden explicar por qué el señor Key -nes no ha entendido lo que yo creo es el verdadero efecto de unadiferencia entre el tipo bancario de interés y el tipo de equilibrio,ello no explica la solución que el propio Keynes da al problema.Esto hay que ir a buscarlo en otro lugar, en el especial conceptode «ahorro» que utiliza Keynes.

Él cree que, para mantener el equilibrio, la nueva inversióntiene que ser igual no solo a la parte de la renta monetaria de to -dos los individuos que excede a su gasto en bienes de consumo

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más lo que tiene que reinvertirse para mantener el equipo capi-tal existente (que es lo que constituiría el ahorro en el sentido or -dinario de la palabra), sino también aquella parte de las rentas«normales» de los empresarios por la que su renta real (y por tantosu gasto real de consumo) queda por debajo de esa renta «nor -mal». En otras palabras, si los empresarios experimen tan pérdi-das (sus ganancias son inferiores a las normales esperadas) y lascubren reduciendo su propio consumo pari passu o pidiendo pres -tado una cantidad equivalente a los ahorradores, entonces, segúnKeynes, estas cantidades harán posi ble la sustitución del capitalexistente y la nueva inversión,49 y como el señor Keynes piensa,por supuesto, que el ahorro (es decir, la abstención de consumo)puede, en muchos casos, hacer que los empresarios experimen-ten pérdidas que absorberán una parte de esos ahorros que, deotra forma, irían a las nuevas inversiones, este especial concep-to de ahorro explica probablemente por qué sospecha que cual-quier incremento del ahorro conduce a la creación de un peligro -so exceso del ahorro sobre la inversión.

Para intentar esclarecer este punto, tratemos de entender loque sucede habitualmente cuando las gentes ahorran. El primerefecto será que se venderán menos bienes de consumo a los pre -cios existentes. Esto no quiere decir que esos precios deban des -cender, y mucho menos que deban hacerlo en proporción a la re -ducción de la demanda. Realmente, el primer efecto probable seráque los vendedores de bienes de consumo serán incapaces de ven -der tanto como antes a los precios existentes, y antes de vender conpérdi das decidirán incrementar transitoriamente sus existenciasy ralen tizar el proceso de producción.50 Esto es lo previsible, no

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49 En relación con la inclusión de estas sumas en el concepto de ahorro del señorKeynes véase Treatise vol. 1, 139 [The Collected Writings..., vol. 5, p. 161. -Ed.] [p. 166]y mi réplica, op. cit., p. 400 [en este volumen, p. 182 -Ed.] Que Keynes desea realmenteque las nuevas inversiones adicionales se correspondan con el ahorro en este sentidose deduce claramente de su definición de inversión neta, tal y como aparece al comien-zo de la p. 397 de la misma edición de Economica [véase en este volumen, p. 176]

50 Probablemente esta tendencia resulta modificada solamente en la medida enque el coste de almacenar esos bienes haga más aconsejable reducir los precios y desha-cerse de ellos rápi damente. Pero conviene recordar que estos costes también dismi-nurán como consecuencia de la caída del tipo de interés, lo cual inducirá a los comer-ciantes a almacenar mayores existencias.

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solo por razones psicológicas, y es importante señalarlo aquí, sinoporque tal es su interés y es necesario para que el mayor deseode ahorrar pueda ser efectivo. El ahorro implica una reduc cióndel consumo, a fin de que pueda acumularse, en bienes termina -dos y semiterminados, un stock de bienes de consumo que permi-ta salvar el desfase que existe en el tiempo que se necesi ta em -plear para la adopción de procesos de producción más capita listasy que consumen más tiempo desde que se inicia el proceso hastaque los nuevos bienes de consumo finales están disponibles enel mercado.51 Al mantener sus bienes en sus almacenes durantealgún tiempo, los empresarios hacen posible (si el ahorro ha con -ducido a una nueva inversión) disponer de ellos al precio anterior.

Si, no obstante, suponemos que por alguna razón los produc-tores de bienes de consumo prefieren continuar trabajando a plenacapacidad vendiendo con pérdidas y esperando a que la deman-da se acabe recuperando de forma que sus pérdidas sean meno-res de las que podría producirles la reducción de la produc ción,entonces, como Keynes señala acertadamente, se verán obli ga -dos a cubrir sus pérdidas por alguno de estos cuatro procedi mien -tos: (1) reduciendo sus gastos personales (o, en la terminolo gíade Keynes, ahorrando para cubrir pérdidas); (2) reduciendo sussaldos bancarios; (3) pidiendo prestado a los que ahorran; o (4)vendiendo a estos otros activos de capital como valores mobilia -rios. De acuerdo con Keynes, en todos estos casos la inversión per -manecerá por debajo del ahorro, y por tanto son estos casos losque tenemos que considerar con mayor atención.

La tarea de averiguar cuándo, en una situación dada, el ahorrose corresponderá o no exactamente con la inversión en el senti-do de Keynes, resulta algo difícil, porque, como vengo señalando,no nos ha dado un concepto claro e inequívoco de lo que entien-de por «inversión». Pero, a lo que ahora interesa, creo que pode-mos superar esa dificultad sin más que considerar el caso en elque la inversión cae por debajo del ahorro e investigando los efec-tos que esto produce. El efecto de un exceso de ahorro sobre la in -versión, según Keynes, será que la renta total no será suficiente

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51 Véase Treatise, cit., vol. 1, p. 283 [The Collected Writings..., vol. 5, p. 254. -Ed.][p. 245], y mi Prices and Production, cit., p. 79. -Ed.] [pp. 79-80]

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para comprar la producción total a precios que cubran los costes(Si I e I’= S, entonces la tasa de retribuciones de eficiencia W1 =E/0 es constante e idéntica a P y II, el nivel de precios de bie nesde consumo y de la producción total respec tivamente).52 El pro -blema, por tanto, es si aquel exceso del ahorro sobre la inversión,en el sentido de Keynes, ocasionado porque una parte de esos aho -rros que se está utilizando para cubrir las pérdidas, en alguna delas formas mencionadas antes, provocará que las rentas totalesdesciendan por debajo del coste total de produc ción.

La contestación a esta cuestión me parece que tiene que ser ca -tegóricamente negativa. Los productores de bienes de consumodisponen, en principio, de dos caminos para financiarse cuandono reducen su producción y experimentan pérdidas por mante-ner la producción al mismo nivel que antes. Cuando para mante-ner esa producción de bienes de consumo los empresarios dismi-nuyen sus gastos, las rentas derivadas de la producción de estosbienes no disminuirán más allá de lo que lo haga inicialmente lademanda de bienes de consumo, por cuanto el descenso en el con -sumo de los empresarios compensará exactamente el descenso ini -cial de sus rentas. En otros casos, cuando los productores de bie -nes de consumo no reducen su propio consumo sino que cubrensus pérdidas pidiendo prestado o vendiendo activos de capital,la renta deri vada de la producción de bienes de consumo no des -cenderá en forma alguna.53 En el primer caso, por lo tanto, la co -rriente de renta será la misma que cuando una cantidad igual denuevos ahorros se usa para cubrir las nuevas inversiones y, en elúltimo caso, será igual considerando que el exceso (si existe) delahorro sobre lo que ha sido prestado o pagado para cubrir las pér -didas se destina a nuevas inversiones. El señor Keynes, sin em -bargo, parece creer que una reducción en el gasto de los empre sa -rios en bienes de consumo constituye una disminución neta enla demanda de estos bienes, distinta y añadida al desplazamiento

F.A. HAYEK

52 [Para una definición de estos términos véase en este volumen cap. III, nota23. -Ed.]

53 En relación con esto, dejo a un lado, como hace Keynes, un tercer caso posibledonde los empresarios reducen sus saldos para continuar la producción. Evidente-mente, el efecto aquí será similar al de un aumento en la cantidad de dinero.

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de rentas de los productores de bienes de consumo a los produc-tores de bienes de inversión, que siempre será el efecto inicial deun aumento del ahorro y que, para impedir perturbaciones inde-seables, esta reducción del consumo debería ser compensada coninversiones nuevas adicionales, a ser posible mediante el incre-mento de los préstamos bancarios.

Concentrémonos, de momento, en este ejemplo en el que el em -presario que experimenta pérdidas reduce su consumo, como laúnica forma de mantener su capital y recuperarlo por la reinver -sión. Si, a pesar de que experimenta pérdidas, reinvierte en elmis mo sector productivo, en lugar de acudir a un sector más ren -table, entonces su sacrificio será baldío, porque una vez que secomplete el ciclo de negocios si guiente de ese capital, se encon-trará con que tendrá que hacer frente a nuevas pérdidas de igualcuantía que las viejas. Lo que se precisaría para hacer efectivossus esfuerzos de conservar no solo el capital sino también el aho -rro inicial es reducir su producción de forma tal que se liberen losfactores necesarios para las nuevas inversiones. Pero mientrasinsista en mantener su producción al mismo nivel que antes, suahorro (en el sentido del señor Keynes) no solo no puede sinoque realmente no debería dar lugar a ninguna nueva inversión.En el caso en el que el empresa rio obtiene prestados de los ahorra -dores los fondos necesarios para cubrir sus pérdidas, no hay dudaque esos ahorros se dilapi dan, es decir, no es posible incrementoalguno del equipo capital. Pero esto es así solo porque se suponeque el empresario que está perdiendo consume su capital y por -que cuando se hace uso de los ahorros de los demás para compen-sar las pérdidas, lo que se está impidiendo es cualquier ahorroneto. Pensándolo bien, y puesto que las rentas no exceden de lasretribuciones netas, no hay razón alguna para decir que ha tenido lu -gar una nueva inversión, y esto se pone de manifiesto también enel hecho de que, al seguir siendo la misma la producción de bie -nes de consumo, no se libera factor de producción alguno quepudiera ser empleado en la pro ducción de bienes de inversión.Cualquier intento de provocar un aumento de la inversión que correspon -da a este «ahorro» que se precisa para mantener el capital existente tendráexactamente el mismo efecto que los intentos de elevar la inversión porencima del ahorro neto, inflación, ahorro forzoso, errónea asignación de

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la producción y al final, la crisis. Tenemos que llamar la atención so -bre el hecho de que mien tras los empresarios insistan en produ-cir bienes de consumo al mismo nivel que antes y venderlos pordebajo de sus costes norma les de producción, no hay restricciónalguna que actúe sobre el consumo y por tanto no hay ahorro realy no puede acumularse existencia alguna de bienes de consumopara cubrir el desfase al que antes nos referimos.54

A la vez, naturalmente es cierto que, bajo el supuesto de Key -nes, el ahorro conducirá a una caída en el nivel general de precios,porque ese supuesto implica que, a pesar de que la deman da parala parte de producción disponible haya disminuido, el dinero queno se gasta en bienes de consumo se inyecta en una fase anteriorde la producción para mantener allí los precios y la producción.El único efecto del ahorro, bajo este supuesto, sería por tanto hacerque el dinero que se escabulle de las fases finales del proceso deproducción (bienes de consumo) vaya direc tamente a las fasesanteriores ayudando a mantener la demanda allí; como resulta-do, no se produciría aumento de la demanda en ningún otro lu -gar que compense la disminución de la demanda de bienes de con -sumo ni aumento de precios en otro sector que com pense de lacaída en el nivel de precios de los bienes de consu mo.

Todo esto es verdad solamente porque desde el principio sesupone que a pesar de que la producción de bienes de consumoes menos rentable (quizá incluso está produciendo pérdidas), losempresarios del sector de consumo insisten en invertir lo mismoque antes y (en la medida en que no se procuran a sí mismos elcapital que precisan reduciendo su consumo) ofrecen a los ahorra -dores mejores condiciones que los productores de bienes de in -ver sión. Tengo la impresión de que en este punto el señor Keynesha errado debido a su tratamiento del interés como una parte delo que ha llamado «la tasa de retribución de eficiencia de los fac -tores de la producción» que considera establecida por los contra-tos existen tes de forma que los capitalistas obtengan la mismarentabilidad dondequiera que inviertan, de manera que solo lasrentas de los empresarios serían las únicas afectadas. En todo caso,a mí me parece que al suponer que al hacerse menos rentables las

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54 [Véase este capítulo, p. 201 -Ed.]

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indus trias de bienes de consumo no es posible encontrar secto-res en que el capital sea más rentable, se hace imposible conside -rar en toda su extensión el papel que juega el tipo de interés.

Lo más curioso de todo esto es que desde el principio todo elrazonamiento del señor Keynes, cuyo objetivo es probar que elincremento del ahorro no conducirá a un aumento de la inversión,se basa en el supuesto de que, a pesar de la caída en la demandade consumo, la producción disponible no se reduce. Esto signifi -ca que desde el comienzo supone lo que pretende probar. Esto sepodría mostrar con muchas citas del Treatise y se vería que algu-nas de sus más desconcertantes conclusiones, tales como la fa -mosa analogía de los beneficios y el pozo inagotable y entre laspérdidas y la jarra de Danaid se basan expresa mente en que «losempresarios simplemente (sic) continuarían producien do lo mis -mo que antes».55 Pero en su reciente réplica al señor D.A. Robert-son56 Keynes admite que «no ha tratado, en este libro, en detallela cadena de sucesos que se producen cuando, como consecuen -cia de sus pérdidas, los empresarios reducen su produc ción.»57

Esto es realmente una gran sorpresa en un autor que se ha pro -puesto estudiar los desplazamientos entre la producción dispo -ni ble y la no disponible y que quiere probar que el ahorro no esel que gobierna esta clase de desplazamientos.

Para resumir lo que ya empieza a ser una larga discusión deeste tema, en ninguno de los casos que hemos considerado ten -drán lugar los efectos que deberían producirse si el ahorro y lainversión (en el sentido ordinario de estas palabras) divergen,es decir, si la renta total se encuentra por encima o por debajo delos costes totales de producción. Tampoco hay razón alguna por laque el ahorro y la inversión nueva, en el sentido en que emplea Keynesestos términos, se deberían corresponder. Modificando de forma ar -bitraria el significado ordinario de estos términos, el señor Key -nes ha hecho plausible una proposición que nadie acepta ría si los

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55 Treatise (1930), cit., vol. 1, pp. 139-140. [The Collected Writings..., vol. 5, p. 126.-Ed.] [p. 136].

56 [J.M. Keynes, «A Rejoinder», cit. El pasaje citado se encuentra en la nota 1 dela página 418. Véase también D.H. Robertson, «Mr. Keynes’s Theory of Money», op.cit., pp. 395-411. -Ed.]

57 Keynes, «A Rejoinder», cit., p. 412.

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términos que utiliza lo fueran en su sentido ordina rio. En la for -ma establecida por el señor Keynes, esta proposi ción no tiene nadaque ver con la teoría de Wicksell ni Wicksell es responsable de lainterpretación que hace Keynes.

XIV

El tema discutido en la última sección muestra que ésa es la ra -zón principal por la que Keynes cree que puede aparecer una di -ferencia entre el ahorro y la inversión sin cambio en la canti dadefectiva de dinero en circulación. Pero hay otras dos razones másen su Treatise. Una de ellas (como el mismo Keynes señala) es demenor importancia; se trata, de hecho, de un caso en el que la di -ferencia surge debido a razones que no son moneta rias, mientrasla otra tiene, sin duda, enorme importancia e implica un cambioen la circulación efectiva. Trataré de exponer la primera de ella,la de me nor importancia, y me ocuparé de la segunda en la pró -xima sección.

Un caso en el que el ahorro podría superar a la inversión sinvariación en la circulación efectiva es cuando parte de estos aho -rros son absorbidos de forma permanente por el mercado de va -lores. Si esto llegara a suceder en cuantía suficiente, si por ejem-plo los Depósitos de Negocios B del señor Keynes o aquella partede Circulación Financiera que sirve para llevar a cabo las trans-acciones de valores mobiliarios variase en cantidades impor tan -tes, ello querría decir realmente que una parte de los ahorros nose de dicaría «a nuevas inversiones», porque la «Circulación Fi -nanciera está de trayendo recursos de la Circulación Industrial».58

Pero puesto que Keynes mismo dice59 que la varia bilidad ab solutade los Depósitos de Negocios B es, por lo regu lar, solo una parteproporcionalmente pequeña de la cantidad de dinero, y puestoque sus palabras se han interpretado, posiblemen te con justicia,

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58 Treatise (1930), vol. 1, p. 254. [The Collected Writings..., vol. 5, p. 226. -Ed.] [p.223].

59 Ibíd., pp. 244, 249, 256, 267. [Ibíd., pp. 218, 223, 229, 239. -Ed.] [pp. 216, 220225 y 233].

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como una negación de que la especulación en valores mobiliariospuede absorber crédito,60 podríamos pasar por alto esta posibi-lidad si no fuera porque, en su Réplica al señor D.A. Robertson,no diera la impresión de que ahora se inclina a conceder más im -portancia a este punto. No obstante, este es uno de los casos yadiscutidos en la sección anterior y no precisa mente uno de esosque se nos pueden ocurrir a la primera. Es el caso en el que losproductores de bienes de consumo cubren las pérdidas que hansufrido a consecuencia de la reducción de la demanda vendien-do valores. En este caso, se podría decir que la caída de los pre -cios se debe al hecho de que el dinero ahorrado se dirige a losproductores de bienes de consumo a través de compras de valo-res en lugar de por medio de las compras de bienes de consumo,de manera que una operación de valores ocupa el lugar de unaoperación de mercancías y la corriente total de dinero que se diri-ge a la compra de bienes (y en consecuencia, el nivel de preciosde esos bienes) ha caído. En la última sección ya he expuesto loque pienso sobre el particular.

XV

La última y quizá la más importante causa de divergencia entreel ahorro y la inversión a que se refiere el señor Keynes es unavariación en la circulación efectiva, no en la cantidad de dinero,sino simplemente en su «efectividad» o «velocidad de circula-ción». De la misma forma que el ahorrador en potencia tiene quehacer una doble elección y elegir, primero, si ahorra o no, y luegosi invierte o atesora lo que ha ahorrado, también existen dos for -mas distintas por las que el ahorro supera a la inversión. Segúnuna de ellas, se ahorra más de lo que los empre sarios están dis -puestos a utilizar para hacer nuevas inversiones. Según la otra,se atesora el dinero en lugar de invertirlo. El primer caso ha sidoya discutido antes en la sección III y es el único al que de una for -ma bastante inapropiada se le puede bautizar, como ha hecho

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60 [Profesor J.H. Williams, «The Monetary Doctrine of J.M. Keynes», Quaterly Jour-nal of Economics, vol. 45, agosto de 1931, pp. 547-587. -Ed.]

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Keynes, como «exceso de ahorro»; el segun do, del que pasamosa ocuparnos, es lo que él llama «exceso de propensión bajista».61

Como ya indicamos antes, el problema a estudiar aquí es el del«atesoramiento», pero no el del simple atesoramiento de dineroefectivo, sino el problema más complicado e interesante del «ate -soramiento» en una sociedad en que todo el dinero corriente con -siste en depósitos bancarios.62

Es innegable que los economistas, por regla general, siguenutilizando con profusión el supuesto de que el ahorro consiste,en principio, en la acumulación de dinero efectivo que terminarápronto en las cuentas del banco si no se invierte de otra manera.Se ha prestado escasa atención al hecho de que, puesto que unabuena parte de nuestro dinero actual reviste la forma de depósi -tos bancarios, no hay necesidad de que las gentes lleven sus aho -rros al banco, y por tanto un incremento de la cantidad que sedeja en los bancos como ahorro no necesita incrementar su podero propensión a prestar. Esto es muy claro cuando la gente dejasu ahorro en cuenta corriente y también cuando —como sucedea menudo— se paga interés por estas cuentas y también cuan-do se transfiere de estas cuentas a otras de vencimiento aplaza-do, puesto que esto incrementará el poder para prestar del bancosolo en proporción a la diferencia que exista en las reservas líqui-das que hayan de mantenerse según se trate de una u otra clasede cuentas.63

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61 Treatise (1930), vol. 1, p. 145. [The Collected Writings..., vol. 5, p. 130. -Ed.] [p. 140].62 Debería recordarse, a lo largo de toda la discusión que sigue, que en la expo-

sición teórica del señor Keynes se supone que los depósitos bancarios son la únicaforma de dinero en la circulación general y que el efectivo mantenido por los bancoscomo reservas frente a sus depósitos no entra nunca en la circulación general (pp.204-205 de este volumen). -Ed.]

63 Si, por ejemplo, las reservas mantenidas frente a las cuentas corrientes (depó-sitos a la vista) son el 9 por ciento y las mantenidas frente a las cuentas de depósito(depósitos a plazo) son solo del 3 por ciento, entonces el desplazamiento de una deter-minada cantidad desde las cuentas corrientes a las cuentas de depósito liberará dostercios de las reservas mantenidas previamente y capacitará al banco para crear unademanda adicional de depósitos igual a dos tercios de la suma transferida a las cuen -tas de depósito. Por lo tanto, el señor Keynes sería absolutamente consecuente si consi-derara deseable que a los bancos no se les obligara a mantener ninguna clase de re -servas para hacer frente a las cuentas de depósito (véase Treatise, vol. 2, p. 13). [TheCollected Writings..., vol. 6, pp. 11-12. -Ed.]

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Uno de los mayores logros del trabajo del señor D.H. Robert -son es que ha llamado vigorosamente la atención respecto a estehecho, cuya existencia hace muy difícil cualquier solu ción prác-tica a esta clase de problemas. Creo, sin embargo, que teóricamen -te debería estar claro que lo que sucede en este caso es lo mismoque cuando se atesora (es decir, una disminución de la velocidadde circulación) y que estas consideraciones particu lares solo de -muestran que la importancia práctica de este proble ma es mayorde lo que los economistas acostumbran a suponer.

La elaboración que hace Keynes de esta contribución del se -ñor Robert son es, en muchos aspectos, la parte más interesantede su análisis teórico. Su contribución consiste principalmenteen un detallado análisis de las causas que llevan a la gente a pre -ferir atesorar en lugar de invertir, o viceversa, y puesto que ellodepende de las expectativas del público respecto al precio futu-ro de los valores, el análisis se convierte en un estudio amplio delas relaciones entre el crédito bancario y el mercado de valores.Y aunque Keynes no es muy claro y su solución del problema noes plenamente satisfactoria, no hay duda de que aquí abre nuevoshori zontes.

A la vez su exposición de este asunto, contenida en especial enlos capí tulos 10 (sección III) y 15, no es menos difícil que aque-llas partes de su dis cusión a las que ya nos hemos referido, y ten -go mis dudas de que haya alguien que pueda extraer, con la solaayu da del texto del Treatise, el signi ficado completo de la teoríadel autor sobre este tema. Por mi parte, tengo que confesar quesolo después de estudiar las explicaciones adicionales da das porel autor en su réplica al señor D.H. Robertson, me atrevo a creerque he entendido adónde quiere llevarnos. A este objeto utiliza -ré en la dis cusión la exposición que hace en esta réplica mejor queel texto del Trea tise.

Antes de entrar en la discusión del problema principal, tene-mos que familiarizarnos con la terminología especial del autor,que es aquí tan rica y variada como en el resto de la obra. Como yadije anteriormente,64 su terminología inicial para las alter na tivas

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64 Economica, n.º 33, cit., p. 184. [En este volumen, p. 153 -Ed.]

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llamadas ordinariamente «atesoramiento» e «inversión» son «de -pósitos bancarios» y «valores mobiliarios». Pero en lugar del térmi -no «depósitos bancarios» (o «depósitos de ahorro» o «depósi tosinactivos»), utiliza con frecuencia los términos «activos líquidos»,«dinero atesorado» o «atesoramientos», mientras que «valoresmobiliarios» se convierte en «activos no líquidos». Los «depósi -tos activos» corresponden naturalmente a «cuentas corrien tes»o «depósitos a la vista». Solo una parte del total de los «depósitosde ahorro», por ejemplo los «depósitos de ahorro B», son una al -ternativa a la inversión en valores mobiliarios en el sentido deque el tenedor mantiene una expectativa adversa acerca del valormonetario futuro de los valores. Esto es lo que Keynes llama una«posición bajista», es decir, una situación en la que se prefiere evi -tar los valores y prestar efectivo, mientras que en la posición «al -cista» se prefiere tener valores y pedir prestado dinero. La prime-ra anticipa que los precios de los valores caerán y en el segundocaso que subirán.65 Esto resulta claro, pero cuando Keynes desa -rrolla su concepto «sobre el estado de las preferencias respectoa los depósitos de ahorro» o en el «estado o grado de la disposi -ción bajista» o «la propensión al atesora miento», de forma espe-cial en su artículo del Economic Journal,66 nos encontramos, derepente, que esto no depende de las expecta tivas sobre los pre -cios futuros de los valores, sino del precio actual, en el sentidode que en cualquier momento una curva que expresa la «propen-sión a atesorar» se puede representar en un sistema de ejes don -de la ordenada expresa el precio de los acti vos no líquidos en tér -minos de los activos líquidos y la abscisa la cantidad de «depósitosinactivos» o «activos líquidos» mante nidos por la comunidad.67

Esta curva, que, de acuerdo con la explicación dada en las pági-nas 250-1 del Treatise,68 probable mente se parece a una parábolacon una de las ramas paralela al eje de abcisas y convexa respecto

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65 Treatise (1930), vol. 1, p. 250 [The Collected Writings..., vol. 5, p. 224. -Ed.] [p.221].

66 J.M. Keynes, «A Rejoinder», cit.67 Ibíd., p. 412.68 Treatise (1930), vol. 1 [The Collected Writings..., vol. 5, pp. 224-225. -Ed.] [pp.

221-222].

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al eje de ordenadas (aunque en el caso discutido aquí puede quese haya desplazado o variado de forma) está por tanto basada enel supuesto de que, dentro de ciertos límites, en una situación dada,cualquier reducción en el precio de los valores producirá una dis -minución en la propensión a atesorar, o, en otras palabras, quecualquier caída de esta clase en el precio de los valores reforza-rá la expectativa de un alza en el futuro. Para mí es muy dudo-so que una variación a la baja en el precio actual de los valoresnos lleve a una inversión inmediata de la expectativa acerca delos movimientos de los precios de los valores en el futuro.

Esta curva de demanda para los valores o activos no líquidostiene una gran importancia en relación con un supuesto adicio-nal de Keynes según el cual el sistema bancario está en posiciónde determinar la cantidad de los depósitos de ahorro, y, «dadoel volumen de los depósitos de ahorro creado por el sistema ban -ca rio, el nivel de precios de los bienes de inversión»69 (viejos o

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69 Hay considerable contradicción y oscuridad respecto a la relación entre el ni -vel de los precios de los «bienes de inversión» y el nivel de precios de los «valores».En el pasaje citado en el texto (y en muchos otros, por ejemplo al comienzo de la p.418 en el artículo del Economic Journal) evidentemente los dos son tratados como igua-les y la sub-sección que trata de la determinación del precio de los valores, de la queestá tomado este pasaje, se titula «The Price Level of New Investment-goods» (p.140). [The Collected Writings..., vol. 5, p. 127. -Ed.] [p. 137]. Aquí los «valores» se de -finen expresamente como capital real o capital préstamo (p. 141) [The Collected Wri -tings..., vol. 5, p. 127. -Ed.] [p. 137] y la conclusión de la sección se resume en la siguien-te frase: «El nivel de precios de las inversiones totales, y por tanto el de las inversionesnuevas, es aquel en el que la disposición del público a mantener depósitos de ahorroes igual al volumen de estos depósitos que el sistema bancario puede y quie re crear.»[Ibíd., vol. 5, p. 129. -Ed.] [p. 139]. La misma afirmación esencialmente se hace en lapágina 413 del artículo de Keynes en el Economic Journal, referente a la determina-ción del precio de los «activos no líquidos» que, como sabemos, es solo otro nombrepara su concepto de «valores». Pero en la p. 253 [ibíd., vol. 5, p. 226 -Ed.] [p. 223] sedice que «cuando el precio de los valores sube, es probable, pero no necesariamen-te, que ello estimule una subida en el nivel de precios P’ de los nuevos bienes deinversión», y en la p. 249 [ibíd., vol. 5, p. 222 [219-220]. -Ed.] la siguiente afirmación:«Ni tampoco el precio de los valores existentes depende estrechamente y a corto plazoni del coste de producción ni del precio de los nuevos bienes de capital que se produ-cen» (la cursiva es mía). Este último pasaje es el más destacable a la vista del hechode que en las secciones que tratan del efecto del tipo bancario sobre la inversión seconsideraba solo el efecto sobre la producción de capital fijo, exclu sión hecha de lasdemás clases de bienes de inversión (p. 202) [ibíd., vol. 5, p. 180. -Ed.] [pp. 182-183].

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nuevos) está determinado únicamente por la propensión del pú -blico a «atesorar dinero».

Si aceptamos ambos supuestos: la dependencia de la deman-da de valores respecto a los precios actuales y el poder del siste-ma bancario para determinar el volumen de depósitos de ahorro,entonces la conclusión que se sigue no admite dudas. Pero los dossupuestos son altamente cuestio nables.

En cuanto al primero, solo se necesita decir que cualquiercaída en el precio de los valores puede dar lugar tanto a una ex -pectativa de descenso como de alza en el futuro. El segundo esmás difícil de refutar, porque, hasta donde yo alcanzo, el señorKeynes se ha limitado a afirmarlo sin realizar intento alguno deofrecer pruebas. Todo depende del supuesto (que, curiosamente,recuerda bastante al principio que inspiraba a la vieja escuelabancaria) de que la cantidad de dinero (o depósitos) necesariospara la circulación industrial se determina con independenciade las condiciones en las que el sistema bancario presta el dine-ro, de forma que cualquier exceso de depósitos creados por elsistema es «atesorado», mientras que en caso contrario los fon -dos previa mente «atesorados» acudirán a cubrir la diferencia,de manera que la circulación efectiva está siempre determina-da por las necesi dades de la industria y no le afecta la políticade crédito bancario.70 Pero esta posición no es solamente taninsostenible que apenas necesitamos probarlo; es también unacuriosa contra dicción con otra parte del argumento del señorKeynes. ¿Qué puede hacer el sistema bancario para mantenerla cifra de depósitos constante si el público se torna alcista, yreduce sus depósitos de ahorro para comprar valores? Cierta-mente una reducción del tipo de interés servirá solo para esti-mular el movimiento alcista, y ¿cómo podría ejercer influenciasobre la inversión el sistema bancario si todos los depósitos quecrea en exceso de los que se requieren por la industria se convier-ten en inactivos?

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70 La suma de depósitos inactivos o atesorados que se mantienen realmente sedetermina por el sistema bancario, puesto que es igual al exceso del dinero banca-rio creado sobre el que se necesita como depósitos activos. Véase J.M. Keynes, «ARejoinder», cit., p. 413. Ver también pp. 414, 415 y 419.

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Toda la nebulosa que envuelve esta parte del argumento entorno al sistema bancario se hace todavía más espesa cuando Key -nes discute la función de los bancos como intermediarios en unasituación en la que «unos son partidarios de tener más depó sitosque antes y otros prefieren tener valores».71 El sistema bancariopuede hacer esto «creando depósitos no contra valores sino con -tra préstamos a corto plazo».72 Ahora bien, para conside rar soloun caso en el que, de acuerdo con Keynes, tiene lugar un incre-mento en los depósitos de ahorro a costa de la circulación indus-trial, por ejemplo una elevación anormal en los depósitos de aho -rro acompañada de una elevación en los precios de los valores,esto puede ser indicativo de una diversidad de opiniones respec-to a las expectativas de precios de los valores, de manera que los«alcistas» deciden comprar valores endeudándose a través delsistema bancario con los bajistas que hacen lo contrario.73 No estoyseguro si, llegado a este punto, lo que Keynes tiene in mente es quelos bancos vuelvan a prestar esos «depósitos de ahorro» comouna especie de «préstamos por cuenta de otros», o si piensa queel incremento en los «depósitos de ahorro» lleve a los bancos aconceder préstamos por su propia cuenta a los especula dores.Pero sea lo que sea, no puedo ver cómo esta clase de proce so, alfinal, disminuye la cantidad de depósitos activos. Mien tras lapreferencia de unos por los depósitos de ahorro se co rrespondacon la de otros por los préstamos para adquirir valo res, cualquierincremento en los depósitos inactivos, implicado en esta clase deproceso, no significará una disminución corres pondiente en losdepósitos activos.

En su conjunto, esta discusión de la relación entre las circula -ciones industrial y financiera sirve para poco más que para de -mostrar que cualquier incremento en los depósitos inactivos acosta de los depósitos activos conducirá a un exceso del ahorrosobre la inversión y que estos cambios se verán proba blemente

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71 Treatise (1930), vol. 1, pp. 143,151. [The Collected Writings..., vol. 5, p. 129. -Ed.][p. 139].

72 Ibíd. [Ibíd. -Ed.]73 Treatise (1930), vol. 1, p. 251. [The Collected Writings..., vol. 5, p. 224. -Ed.] [p.

221].

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afectados por variaciones en las expectativas sobre el curso delos precios de los valores en el futuro, resultado que no tiene nadade sorprendente. Lo que Keynes dice además de esto (en parti-cular su obiter dictum sobre los deberes del banco central)74 estátan estrechamente relacionado con las oscuridades ya citadas queapenas es posible saber lo que quiere decir.

El «factor de bajista excesivo» discutido en esta sección es laúltima de las diferentes causas que producen la «misteriosa dife-rencia entre el ahorro y la inversión» que el señor Keynes discu-te. El último gran tema de su análisis teórico que discuti remosaquí es la interacción de estos factores durante el ciclo del cré -dito. Antes de volver sobre este problema, debo hacer algunasprecisiones sobre un asunto que es mejor considerar aquí que encualquier otro lugar de estas Reflexiones.

XVI

El tema en cuestión se refiere a una afirmación tan extraordina-ria que, si no estuviera tan clara y por escrito en el libro, uno nose creería que Keynes hubiera podido llegar a hacerla. Dentrode los ejemplos históricos que se manejan en el Volumen II, dedi-ca toda una sección a lo que llama la «paradoja de Gibson», esdecir «la extraordinaria y estrecha relación durante un periodode más de cien años entre el tipo de interés, medido por la renta-bilidad de la Deuda Pública, y el índice de precios al por mayor».75

El señor Keynes reprocha a los economistas, en general, el no ha -ber caído en la cuenta de la significación de este fenómeno y lesinsta a que verifiquen esta teoría. Sin su teoría, sostiene, es im -posible dar una explicación de este fenó meno, en particular a cau -sa del «conocido teorema de Fisher respecto a la relación entreel tipo de interés y la tasa de apreciación (o depreciación) en el

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74 Ibíd., pp. 254-256. [Ibíd., pp. 227-228. -Ed.] [pp. 225-226].75 Treatise (1930), vol. 2, p. 128. [The Collected Writings..., vol. 6, p. 177 [345 ss].

A.H. Gibson identificó una elevada correlación entre los tipos de interés y el nivelde los precios en su trabajo «The Future Course of High Class Investment Values»,The Bankers, Insurance Managers, and Agents Magazine, enero de 1923, pp. 15-34 -Ed.]

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valor del dinero».76 De acuerdo con este teorema, nos dice, debía -mos esperar que sucediera justo lo contrario. Segura mente estono es más que una falacia, porque se puede demostrar fácilmen -te que la pretendida paradoja no es sino un ejemplo del teoremadel Profesor Fisher.

En el caso de una suma de dinero tomada a préstamo hoy yque debemos devolver dentro de un año, el señor Keynes creeque «si el tipo de interés real es el 5 por ciento al año y el valordel dinero está cayendo al 2 por ciento, el prestamista pedirá quele devuelvan 107 por los 100 prestados hoy.77 Pero los movi-mientos sobre los que el señor Gibson llama la atención, lejosde ser compensatorios, agravan, de hecho, la relación entre pres-tamista y prestatario. Por tanto, el comprador de valores a largoplazo, si los precios se elevan al 2 por ciento cada año, tendrádentro de un año una suma de dinero que vale un 2 por cientomenos en términos monetarios y se encontra rá un 4 por cientopeor que antes. Ahora bien, esto es exactamente lo que podía es -perarse de acuerdo con el teorema de Fisher, porque, en el casode los valores a largo plazo, una venta antes de su vencimientono es lo que se dice el cumplimiento de un contrato en el que supropietario, como prestamista, esté en condiciones de pedir poranticipado una compensación por la caída en el valor del dine-ro, sino que, al contrario, el comprador está en la posi ción de un pres-tamista que (puesto que la cantidad a amortizar está dada) ofrecerá me -nos si espera que el valor del dinero descenderá. Solo si el tenedoractual, al tiempo que compró el valor, prevé una caída en el va -lor del dinero (y si encuentra alguien que también lo prevé y estádispuesto a vender), sería entonces capaz de ofrecer menos porun valor que representa el derecho a una cantidad fija de un di -nero que se va a depreciar. Pero encuentro absolutamente impo-sible entender por qué van a esperar, como hace Keynes, que untenedor de valores de renta fija ha de estar en posición de pedirmás interés por su dinero cuando el valor de este desciende. La

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76 Treatise (1930), vol. 2, p. 202. [The Collected Writings..., vol. 6, p. 181 [349]. Paramás referencias a Fisher, véase en este volumen, cap. IV, nota 8. -Ed.]

77 [The Collected Writings..., vol. 6, p. 181 [349]. -Ed.]

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paradoja de Gibson no es, por lo tanto, una paradoja y no prue-ba nada a favor de la teoría de Keynes.78

XVII

Dentro de los límites que impone este artículo es imposible anali-zar, con el mismo detalle con el que han sido discutidos los con -ceptos fundamentales, el último de los temas que quiero tra tar,el ciclo del crédito. Es natural que cuando se intenta utilizar to -dos esos conceptos como herramientas apropiadas al objeto parael que se construyeron, todas las dificultades que se han señala -do no solo reaparecen sino que se incrementan. Demos trar condetalle cómo afecta esto a los resultados requeriría una discusiónmucho más extensa de las secciones respectivas del Treatise quese ocupan de este tema. Lo máximo a lo que podemos aspirar esa tratar algunos puntos esenciales y dejar a un lado no solo losproblemas más difíciles que resultan de combinar todas las difi-cultades ya señaladas, sino también algunos de los principalesproblemas relacionados con el tradicional concepto inglés del ca -pital, en particular la distinción entre capital fijo y circulante a laque se ha concedido tanta importancia y que exigiría un artículoseparado.

El primer punto que tiene que sorprender a cualquier lectorfamiliarizado con los escritos de Wicksell y lo que el señor Key -nes llama la escuela «neo-wickseliana» es la poca utilización que,a la postre, hace el autor de los efectos de un desequili brio mone-tario en la inversión real que tanto trabajo le costó elaborar. Enrealidad, en lo único en que está realmente interesa do es en losdesplazamientos de las corrientes monetarias y en las variacionesconsiguientes en los niveles de precios. Parece que nunca se le haocurrido que los estímulos artificiales a la inversión que la llevana exceder del ahorro corriente pueden causar un desequilibrio en

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78 Mientras leía las pruebas de este artículo me di cuenta de que el mismo profe-sor Fisher, en su nueva Theory of Interest (Nueva York: Mcmillan, 1930; reimpreso,Porcupine Press, 1977), pp. 417 y ss., utiliza los mismos datos de Gibson que usó Keynescomo prueba que confirma su teoría.

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la estructura real de la producción, que tarde o temprano tiene queprovocar una reacción. Como otros muchos que sostienen unateoría puramente monetaria del ciclo económico (como el señorR.G. Hawtrey en este país y el Dr. L.A. Hahn en Alemania),79 pare-ce creer que, si la organización moneta ria existente no lo hicieraimposible, la expansión podría conti nuar de modo indefinido.Aunque el término «supercapitalización» aparece una y otra vez,sus consecuencias no han sido exploradas más allá de su prime-ra conclusión, según la cual, mientras la renta total menos el aho -rro sea superior al coste de producción de los bienes de consumodisponibles (porque la inversión excede al ahorro), el nivel de pre -cios tenderá a elevarse.

En la explicación del ciclo que da el señor Keynes, la caracterís -tica principal de la expansión no es el incremento de la inversiónsino el aumento de los precios de los bienes de consumo y el bene-ficio que esto procura. La inflación directa del consumo da lugara un auge que es tan efectivo como el que provo caría un exceso dela inversión sobre el ahorro. Esto es coherente con la defensa quehacía, en sus conferencias radio fó nicas,80 de la estimulacióndirecta del consumo, en la misma línea sugerida por otros teóri-cos del subconsumo* como Abbati, Martin, y Foster y Catchings,81

porque en su teoría los efectos del dinero barato y el incrementode los gastos de los consumidores son la misma cosa.

REFLEXIONES SOBRE LA TEORÍA PURA DEL DINERO DE J.M. KEYNES 437

79 [Para más referencias a Hawtrey, véase cap. IV, nota 17. Albert Hahn (1889-1968) fue un teórico alemán del ciclo económico autor de Volkswirtschaftlichen Theoriedes Bankkredits (Tubinga: Mohr, 1920, 3.ª edición 1930). -Ed.]

80 Véanse sus Essays in Persuasion, 1931, pp. 148 ss. [Las charlas radiofónicas«Saving and Sending» se recogen en The Collected Writings..., vol. 9 (1972), pp. 135-141. -Ed.]

* Hayek dice textualmente: «by other purchasing-power theo rists», que literal-mente traducido podría no reflejar exacta mente que se refiere a una deficiencia delpoder de compra. En la literatura sobre el ciclo económico las teorías basa das en esefenómeno son las teorías del subconsumo. [N. del T.]

81 [Alfred H. Abbati (1885-?) fue el autor de The Unclaimed Wealth: How MoneyStops Production (Londres: Allen & Unwin, 1924) y The Final Buyer (Londres: P.S.King, 1928). Para más referencias a P.W. Martin ver cap. II, nota 22. William TrufantFoster (1879-1950) fue economista y director de la Pollak Foundation for EconomicResearch, y Waddill Catchings (1879-1967), economista, banquero y abogado ameri-cano, funda dor de la Pollak Foundation. Para más referencias a Foster y Catchingsvéase el capítulo II de este volumen. -Ed.]

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Puesto que, según esta teoría, el exceso de la demanda de losconsumidores sobre el coste de la producción de bienes de consu-mo es lo que da lugar a la expansión, esta solo subsistirá mientrasla demanda vaya por delante de la oferta y finalizará cuando lademanda cese de incrementarse o cuando la oferta esti muladapor beneficios anormales alcance a la demanda. Entonces los pre -cios de los bienes de consumo caerán por debajo de sus costes yla expansión llegará a su fin, aunque esto no conducirá ne cesaria -mente a la depresión. Sin embargo, en la práctica, aparecen ten -dencias deflacionarias que tienden a invertir el proceso.

Tal creo yo que es, a grandes líneas, la explica ción que da Key -nes del ciclo económico. En esencia, no es solamente bastantesimple, sino mucho menos original de lo que el autor supone,aunque, eso sí, mucho más complicada en los deta lles de la expo-sición. A mí, no obstante, me parece que adolece de las mismasdeficiencias que todas las demás teorías del ciclo económico ba -sadas en el subconsumo, aunque estén menos elabora das.

Las principales objeciones a estas teorías —sobre las que nopuedo en trar en detalle y pido disculpas por dirigir al lector aotros trabajos en los que me ocupo de ello—82 me parece a mí queson tres: Primera: Que el incre mento original de la inversión solopuede mantenerse mientras sea más rentable incrementar la pro -duc ción de bienes de capital que impulsar al alza los precios delos factores de producción en un esfuerzo de satisfacer los incre-mentos en la demanda de bienes de consumo. Segunda: Que el in - cremento en la demanda de bienes de consumo, si no viene acom -pañado por un incremento en la cantidad de dinero disponibleque dé un nuevo impulso a la inversión, conducirá a su dismi-nución a causa de los efectos sobre precios de los factores de laproducción. Tercera: Que una vez que el proceso de inversión hacomenzado y se ha hecho poco rentable, como resultado del in -cremento en los precios de los factores de la producción que lointerrumpen, esto, por sí mismo, es causa suficiente para produ-cir un descenso de la actividad económica general y del empleo(en resumen, una depresión), sin necesidad de acudir como causa

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82 Véase mi Prices and Production, cit., y «The “Paradox” of Saving» [«La “para-doja” del ahorro», cap. II de este volumen].

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que lo explique a la deflación monetaria. En la medida en que ladeflación se pro duce —como puede suce der debido a este cambioen las expectativas de la inversión—, se trata de un fenómeno se -cundario o inducido por otro más fundamen tal, un desequilibrioreal que no puede ser resuelto mediante más inflación sino sola-mente mediante un proceso largo y penoso que reajuste la estruc-tura de la producción. Keynes, en ocasiones, parece vislumbrarel carácter alternativo que tienen la pro duc ción de los bienes deinversión y la producción de bienes de consumo,83 pero no siguepor esa línea y, en mi opinión, esto es lo único que hubiera podi-do llevarle a dar una explicación de la crisis. Pero no es sorpren-dente que fracase en su intento, desde el punto y hora en que lasherramientas que ha creado para tratar el problema no son lasapropiadas para vérselas con este tipo de relaciones. Realmentees imposible alcanzar ese objetivo con sus conceptos de «capi-tal» e «inversión» sin tener una noción clara de lo que represen -tan los cambios en la estructura capitalista de la producción que tie -nen lugar al pasar de unas a otras, más o menos intensivas en eluso del capital. Una crítica apropiada de la explicación del cicloeconómico del señor Keynes exigiría una descripción detalladade este proceso. Esto es lo que he intentado hacer en los trabajosa que me referí antes. Todo lo que trataré de hacer aquí será ex -plicar con más detalle los tres puntos ya mencionados.

XVIII

De la réplica que el señor Keynes hace a estas Reflexiones84 míasdeduzco que él considera que lo que yo he llamado variacio nes

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83 Por ejemplo, cuando dice (p. 289) [The Collected Writings... vol. 5, p. 259. -Ed.]que el incentivo para aumentar la producción de bienes de capital disminuirá tantocomo aumente el de la producción de bienes de consumo, o de nuevo en el pasajeal comienzo de la p. 310 [ibíd., vol. 5, p. 278. -Ed.] que claramente implica que es laproducción más rápida, y por tanto menos intensiva en capital, de bienes de consu-mo, la que se ha hecho relativamente más rentable a consecuencia del alza de susprecios relativos.

84 Véase J.M. Keynes, «The Pure Theory of Money: A Reply to Dr. Hayek» [eneste volumen, cap. IV].

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en la estructura de la producción (aumento o disminución delperiodo medio de producción) es un proceso de largo plazo quepodemos dejar a un lado en el análisis de un proceso de cortoplazo como es el ciclo económico. Me temo que esto prueba queel señor Keynes no se ha dado cuenta todavía de que cualquiervaria ción en la cifra de capital per cápita es equivalente a unavariación en la duración de los procesos indirectos de produc-ción y que la variación de esta cifra a lo largo del ciclo económi -co prueba mi afirmación.85

Cualquier incremento en la inversión significa que, en pro -me dio, se necesita un periodo más largo de tiempo entre el mo -mento en que se aplican los factores de producción y la termina -ción de ese proceso. Lo que importa en esto es que el alargamientode este proceso no tiene lugar solamente cuando la inversión estáen ejecución, sino que será así en el futuro si la inversión se man -tiene y no se destruye; es decir, la inversión total (nueva y la dereposición) tendrá que ser constantemente mayor de lo que eraantes. Pero si el incremento de la inversión no es conse cuenciade una decisión voluntaria de reducir el nivel de consumo posi-ble, no hay razón alguna por la que deba ser permanente y el in -cremento en la demanda de consumo que el señor Keynes ha des -crito llegará a su fin tan pronto como el sistema bancario cese desuministrar los créditos baratos adicionales que han hecho posi-ble esa inversión. De aquí su exclusiva insistencia en las nuevasinversiones y su descuido del proceso de reinversión, que es loque le hace olvidar el hecho de que un incremento en la deman-da de bienes de consumo no solo tenderá a detener la inver sión,sino que puede hacer inevitable la reordenación de toda la estructu -ra productiva, lo que implicaría perturbaciones considera bles yharía imposible, temporalmente, emplear a toda la fuerza laboral.

Mientras la elevación en el precio de los bienes de consumo seamás pequeña que la de los precios de los bienes de inversión debi-do a la continua expansión del crédito, el auge cíclico continua -rá. Pero tan pronto como la elevación de aquellos supere a la delos últimos, no se podrá decir con certeza que la «fase expansiva

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85 Ver Treatise, vol. 2, capítulos 27-29.

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del ciclo ha hecho aparición»,86 sino todo lo contrario, ése seráun periodo de descenso en la inversión,87 todo lo cual induce apensar que es el descenso en la producción de bienes de inver-sión y no la imposibilidad de vender bienes de consumo a preciosque cubran sus costes lo que caracteriza el comienzo de la depre-sión. Realmente la experiencia de todas las depresiones, y espe-cialmente de la actual, es que las ventas de bienes de consumose han mantenido durante bastante tiempo después de la crisis,las industrias que producen bienes de consumo son las únicasque prosperan o incluso son capaces de absorber y rentabilizarel nuevo capital durante las depresiones. El decrecimiento delconsumo es solo el resultado de la caída del empleo en las indus -trias pesadas, y puesto que el incremento de la demanda en losbienes de consumo fue lo que hizo perder rentabilidad a las in -dustrias de inversión, al empujar al alza el precio de los factoresde producción, solo reduciendo estos precios podremos restable -cer el equilibrio.

Si el problema real es que la proporción que los empresariosdeciden que no esté disponible para el consumo es demasiado gran -de respecto a lo que los consumidores exigen que esté dispo nibley por lo tanto la producción de bienes de capital tiene que redu-cirse, entonces ciertamente el paro resultante se debe a causas másprofundas que la mera deflación y solo puede remediar se median-te la reducción del consumo, de forma que las decisiones de unosy otros coincidan, pues, de no hacerlo, la alternativa sería retor-nar a métodos de producción menos intensivos en el uso de capi-tal que, a la pos tre, reducen la producción total y el nivel de vida.Yo no niego que durante un proceso depresivo de esta naturaleza,

REFLEXIONES SOBRE LA TEORÍA PURA DEL DINERO DE J.M. KEYNES 441

86 Treatise (1930), vol. 1, p. 283 [The Collected Writings... vol. 5, p. 254. -Ed.] [p.245].

87 Algo similar a esto parece que está sucediendo en estos momentos en Rusia,donde después del gravamen impuesto por el Plan Quinquenal sobre los consumi-dores, todo esto empezó a encontrarse intolerable y las autoridades han decididomodificar sus planteamientos y acelerar la producción de bienes de consumo. Nodebería haber sorprendido que esto hubiera conducido al paro igual que en la socie-dad capita lista, y de hecho, si me han informado correctamente, esto ya ha tenidolugar. No obstante, no se refleja en las cifras de paro, sino del número de los que allíse denominan trabajadores no susceptibles de empleo, puesto que los traba jadoressolo son despedidos si se consideran ineficientes.

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de ordinario, se manifiestan tendencias a la deflación; en espe-cial este será el caso cuando la crisis provoca quiebras frecuen-tes y aumenta así el riesgo de la concesión de cré ditos. Pero estopuede empeorar seriamente si se intenta artificialmente mante-ner el poder de compra y se retrasa el proceso de ajuste comoprobablemente ha sucedido en la crisis actual. Esta deflación, noobstante, es un fenómeno secundario, en el sentido de que estáproducida por la inestabilidad en la situación real y la situaciónpersistirá mientras las causas reales no sean atajadas. Cualquierintento de combatir la crisis mediante la expansión del créditoafecta a los síntomas, no a las causas reales, y no hará otra cosaque diferir el reajuste real inevitable. No es difícil de entender,a la luz de estas conside raciones, por qué la política monetariapermisiva que se adoptó inmediatamente después de la crisis de1929 no tuvo efecto algu no.

Desafortunadamente, el señor Keynes, como otros muchoseco no mistas, solo parece interesado en estas complicaciones decarácter secundario. Esto no quiere decir que él no haya hechosugerencias de gran valor para tratar estas complicaciones se -cundarias. Pero, como indiqué al comienzo de estas Reflexiones,su falta de consideración de los fenómenos reales le ha impe di -do dar una explicación satisfactoria de las causas profundas dela de pre sión.

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Reseñasbibliográficas

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JAIME BALMES (1810-1848)Y EL MARGINALISMO EN ESPAÑA

LEÓN GÓMEZ RIVAS*

El profesor Lucas Beltrán tiene escrito en su manual de Historiade las Doctrinas Económicas un brevísimo epígrafe (dos páginas)titulado «Un precedente español: Balmes», dentro del capítulosobre el Marginalismo.1 Allí se comenta un artículo del presbí-tero catalán Jaime Balmes titulado «Verdadera idea del valor»,que publicó en 1844 (aunque parece ser anterior a esa fecha), ydel que copia literalmente los párrafos más relevantes (comoharemos nosotros en un apéndice final). Beltrán señala que, «aun -que sería exagerado llamar a Balmes economista», en su artícu-lo «la idea de la utilidad marginal se dibuja con suficiente pre -cisión».

Por su parte, en los Nuevos estudios de economía política, JesúsHuerta de Soto2 hace también una alusión al citado artículo deBalmes, explicando cómo este autor «tomista» fue «capaz de re -solver la paradoja del valor y enunciar muy claramente la teoríade la utilidad marginal veintisiete años antes que el propio CarlMenger». Efectivamente, el texto es anterior no solamente a losPrincipios de Menger, sino incluso también a las intuiciones pre-marginalistas de las Leyes de Gossen (1854).

Y en tercer lugar (además de algunas otras breves referenciasa la economía en la obra de Balmes),3 tenemos un discurso del

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 445 a 464

* Universidad Europea de Madrid. [email protected] Barcelona, 1989, pp. 230-232. 2 Madrid, 2002, p. 261. Ya había hecho referencia también a Balmes en sus Estu-

dios de economía política, Madrid, 1994, p. 22.3 En la formidable enciclopedia Economía y economistas españoles de otro gran maes-

tro fallecido recientemente, Fuentes Quintana, se menciona la formulación de unateoría de la utilidad marginal por Balmes en el artículo de Pedro Schwartz: «Los econo-mistas y la prosperidad de España», t. 1, p. 486.

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recordado prof. Lluch en el Ayuntamiento de Vich, conmemoran -do la muerte de Jaime Balmes.4 Aunque no se trata de un textoacadémico, más adelante volveremos sobre él. Porque sin hacerreferencia al aspecto teórico del marginalismo que nos ocupa, nodeja de tener interés conocer la opinión que tenía de Balmes nues -tro insigne economista (que ya anticipo es positiva).

Así las cosas, voy a resumir a continuación algunos motivosde mi interés por Balmes y la teoría del valor, para ubicar en se -guida su figura y terminar analizando más despacio ese brevetex to que señalaba al principio.

ILA ESCUELA DE SALAMANCA

Y LA TEORÍA SUBJETIVA DEL VALOR

Como quiera que se trata de un argumento ya bien conocido portodos los presentes, no voy a insistir más en las importantísimascontribuciones de Marjorie Grice-Hutchinson para demostrar cómolos escolásticos españoles del XVI y XVII atisbaron una teoría delvalor basada en la utilidad, la escasez y la elección subjetiva. Apartir de unos fundamentos aristotélicos, que se habían reafir-mado con el tomismo de la Edad Media, no tuvieron mayor pro -blema en distinguir el papel de la abundancia de los bienes enla determinación de su valor. Particularmente, aquellos doctoresque escribieron al tiempo de la inflación provocada por la plataamericana se dieron cuenta de que el exceso de metal precioso dis -minuía su valor, alterando por el contrario hacia arriba el preciode las mercancías. De manera que tuvieron muy claro que el tra -bajo, como erróneamente se comenzó a pensar a partir de AdamSmith y —sobre todo— David Ricardo, tenía un peso menor enla determinación del valor de los bienes. Lo cual ratificaron defi-nitivamente los llamados autores de la «revolución marginalis-ta» de finales del siglo XIX; y así ha quedado asentado en la teo -ría económica, hasta nuestros días.

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4 Balmes, entre l’economia i la historia, Vic, 9 de julio de 1980.

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Como un corolario del razonamiento anterior, he podido con -firmar en una Tesis Doctoral recientemente defendida en la UCM5

que esta teoría «subjetiva» del valor no se quedó en el ámbito his -pánico (e incluimos aquí a los territorios de la Corona españolaen Europa, pero también en América), sino que traspasó sus fron -teras particularmente gracias a la mediación del jurista holandésHugo Grocio, buen conocedor de los doctores salmantinos, y queen virtud de su procedencia geográfica y credo reformado tuvouna mucho mayor difusión en la Europa protestante que aque-llos maestros católicos. Y la misma argumentación puede servir-nos para rastrear los fundamentos utilitaristas de los pensado-res económicos franceses e italianos del siglo XVIII, o tambiénlos orígenes de la propia Escuela Austriaca de economía, intensa -mente vinculados a la península Ibérica por el eje Madrid-Vienaque se mantuvo vigente durante la hegemonía de los Habsburgoen ambas capitales.6

Ahora bien; siendo todo esto cierto, ¿cómo es que tales intui-ciones económicas desaparecen por completo de la literaturauniversitaria española desde el siglo XVIII? Porque junto a esaeclosión tardoescolástica de las centurias anteriores, lo cierto esque la Ilustración hispana (valiosa, por lo demás, en otros aspec-tos) olvidó casi por completo muchas de aquellas aportacionespolíticas, jurídicas o económicas.

No vamos a dar respuesta a esa pregunta en el trabajo que nosocupa. Pero sí quería expresar algunas consideraciones al respec-to, y que podrían servirnos de pistas para comprender esta bienconocida crisis del pensamiento español. Y uno de los primerospasos a dar sería conocer cómo era nuestro panorama universi-tario del siglo XVIII y XIX, donde se debería efectuar el relevo delos saberes acumulados hasta entonces: maestros, cátedras, asig-naturas, programas, bibliografías, etc. Se trata sin duda de una

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5 «La Escuela de Salamanca, Hugo Grocio y los orígenes del liberalismo enGran Bretaña», dirigida por el catedrático de la URJC Dr. Victoriano Martín (juniode 2004).

6 Lo cual está analizando con sumo detalle el prof. Gabriel Calzada, como esta-mos comprobando por sus conferencias recientes en los Cursos de Verano de la URJCen Aranjuez, o también en la Universidad Francisco Marroquín, de Guatemala.

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tarea compleja, que debería dar alguna solución a estos interro-gantes. Pero lo cierto es que hasta mediados del siglo XIX no en -contramos otra alusión consistente a la teoría económica del Valorque un artículo muy breve de un joven sacerdote, formado en launiversidad catalana de Cervera. Veamos quién fue este perso-naje y qué podemos averiguar de su educación superior.

IIJAIME BALMES, UNA BIOGRAFÍA ELEMENTAL

(1810-1848)

Ya hemos anotado en el título una primera información sustanti -va: Balmes tuvo una vida breve, muriendo muy joven para nues-tros parámetros actuales (38 años). Es verdad que en su época eramenos excepcional, y además se compensaría con una cierta pre -cocidad intelectual (comenzó a estudiar Teología con 15 años) yuna copiosa producción literaria escrita en poco tiempo: en me -nos de diez años redactó los libros que en sus obras completasabarcan 33 volúmenes. Pero no podemos dejar de lamentarnosaquí por la fatalidad del fallecimiento demasiado prematuro deuna persona ilustre de nuestra historia reciente.

Aunque también conviene recordar que Balmes fue un perso-naje polémico, inserto en las guerras civiles de la España del si -glo XIX (que nosotros llamamos ahora carlistas). Su figura sueleubicarse con cierto prejuicio entre los conservadores opuestos alliberalismo de la corte isabelina, quizás por la fundación de unarevista moderadamente cercana al carlismo: El pensamiento de lanación. Aunque destaca sobre todo como filósofo, y apologista,también fue un escritor político a pesar de (o mejor diríamos, juntoa) su condición sacerdotal; lo cual era frecuente en la España de -cimonónica. En definitiva, le tocaron vivir unos años complejosde la historia de nuestro país, con la sucesión de Fernando VII, lasreferidas guerras carlistas (sufrió el asedio y bombardeo de Bar -celona en 1842), o las más polémicas reformas liberales, como fuela desamortización eclesiástica de Mendizábal.

No es difícil encontrar una biografía de Balmes suficientementecompleta en libros y enciclopedias. Sigo ahora el esquema de un

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trabajo conocido de Sainz de Robles,7 que incluye también unaantología de sus escritos. Nacido en una familia de pequeños em -presarios industriales de Vich (o ahora, Vic), ingresó en el semi-nario de esta ciudad con menos de diez años. Con dieciséis co -mienza los estudios de Teología en la universidad de Cervera,que culminó con una Tesis Doctoral en 1835, justo el año siguien-te a su ordenación sacerdotal. Por entonces ocurre el traslado deesta Universidad a Barcelona, donde quiso entrar como profesorde teología, sin éxito;8 tampoco consigue una canonjía en la ma -gistral de Vich. Trabajó un tiempo como profesor sustituto de Es -critura, y ganó finalmente una plaza de su Ayuntamiento paraenseñar matemáticas (¿!) en 1837. A partir de entonces comienzaa escribir artículos de prensa y a editar sus libros,9 por lo que viajacon regularidad entre Madrid y Barcelona. En la capital fundó surevista El pensamiento de la nación (1844), y su opinión tendrá al -guna importancia entre los seguidores de don Carlos de Borbóny su hijo, el duque de Montemolín. En 1847 y 1848 recibe variasdistinciones religiosas y civiles, siendo elegido miembro de laReal Academia Española el mismo año de su muerte. Sintiéndoseenfermo en Madrid viajó a Barcelona, y finalmente a Vich. Allítuvo un entierro solemne y multitudinario, siendo luego trasla-dados sus restos a la Catedral.

Sus contactos con el mundo empresarial y económico

Aunque se trata de un aspecto mucho menos conocido en la fi -gura de nuestro pensador, lo cierto es que su procedencia fami-liar le acercaba al mundo del empresariado catalán de comien-zos del XIX.

Sigo aquí la conferencia mencionada del prof. Lluch, dictadaen un acto al parecer ya institucionalizado durante años en el

JAIME BALMES (1810-1848) Y EL MARGINALISMO EN ESPAÑA 449

7 Balmes. Un autor en un libro, Compañía Bibliográfica, Madrid, 1964.8 Lucas Beltrán señala (p. 230) que la cátedra a la que opositó era de Economía;

pero seguramente lo correcto es Teología.9 Una apurada selección de los más conocidos puede ser: Filosofía elemental (1840),

Consideraciones políticas sobre la situación de España (1840), Cartas a un escéptico (1843),El protestantismo comparado con el catolicismo (1844), El criterio (1845), Filosofía fundamen -tal (1846), o sus Escritos políticos (1848).

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Ayuntamiento de Vich: la conmemoración de la muerte de Bal -mes (el día 9 de julio), con un pequeño homenaje académico.Lluch recuerda precisamente que dos de sus maestros, Jaime Vi -cens-Vives y Fabián Estapé ya habían escrito sobre algunas re -laciones entre Balmes y la economía, la industria o, por citar untema bien concreto, la expansión urbanística de Barcelona a tra -vés del Ensanche. Pero volviendo al texto de Lluch, después deuna introducción sobre la ubicación ideológica de Balmes, o suposición en lo que respecta al nacionalismo y el uso de la lenguacatalana, en seguida nos ofrece unas pinceladas interesantes so -bre ese conocimiento directo que tuvo del mundo económico yempresarial.

Su padre, y después su hermano por enlace matrimonial, ges -tionaron sendas empresas de cueros y pieles curtidas (uno de losproductos fabricados eran barretinas, de piel de conejo). Cono-ció por tanto de primera mano una naciente industria textil, queincorporaba máquinas de vapor al proceso productivo. Y esa in -quietud queda manifiesta por ejemplo en diversas cartas desdeParís a su hermano Miguel, contándole los avances tecnológicosque allí observaba. Nada frecuente para un cura de la época.

Así que, como señalaba al principio, la valoración de Lluch so -bre Balmes es favorable: un hombre que supo comprender el pro -ceso industrial de su época, anticipando algunos efectos que pro -duciría, como por ejemplo la necesidad de mano de obra en tornoa las fábricas; lo que haría crecer inexorablemente la poblacióndel cinturón proto-industrial de Barcelona. También comprendíalos problemas sociales que iba a generar este crecimiento econó-mico desigual, con una acumulación de la riqueza en pocas ma -nos que necesariamente desembocaría en conflictos sociales. Eneste punto, Lluch alaba una premonitoria preocupación socialde Balmes, quien denunciaba un pauperismo creciente por elaumento de la población.10 Concluyendo que «Balmes es, al meu

LEÓN GÓMEZ RIVAS

10 Cita al respecto el siguiente texto, aunque sin ubicar su procedencia: «Traba-jando quizás todo el día en manufacturar las telas más exquisitas, andan los obre-ros cubiertos de harapos que no les guardan del rigor de la intemperie y al salir deuna sala inmensa destinada al trabajo para sepultarse durante la noche en un subte-rráneo húmedo y malsano donde les esperan el llanto de su mujer y de sus tiernos

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entendre, el primer pensador que descriu, realment, una Catalun -ya industrial» (p. 21).

Y es que, señala Lluch, Balmes había estudiado economía po -lítica en Cervera. Una pista bien interesante que procuraremosaclarar mejor en el siguiente epígrafe: si es posible conocer susestudios, y cómo era el ambiente universitario catalán. Tambiénnos indica Lluch que Balmes conocía a Fourier y Saint-Simón,junto al también socialista inglés O. Robertson. Todo ello expli-ca esas preocupaciones sociales, y su interés por el movimientosindical y las asociaciones de obreros. Anticipando, por ejemplo,algunas prestaciones que finalmente se conseguirán al ir creán-dose la Seguridad Social.

Unos últimos comentarios de Lluch sobre las opiniones econó-micas de Jaime Balmes nos llevan al interesante debate sobre elliberalismo y proteccionismo, que vemos ya estaba latente en laprimera mitad del siglo XIX. Explica cómo el empresariado cata-lán tenía miedo de la competencia inglesa, por lo que en este senti-do prefería que Gibraltar se mantuviera bajo el dominio británi -co a cambio de unas leyes proteccionistas para su industria. Balmestambién participó en ese debate, aportando algunas ideas avan-zadas, como la constatación de que Inglaterra veía un peligro enla industria textil catalana, y no solamente un mercado para ex -pansionarse. Otras propuestas innovadoras fueron la diversifica -ción industrial en Cataluña, más allá de la fuerte especializacióntextil que se estaba consolidando; o también su preocupación porla enseñanza y la formación profesional.

Muchas de estas reflexiones las implementó Balmes a travésde una sociedad ligada al Fomento del Trabajo Nacional, aunqueno he tenido tiempo de averiguar más cosas al respecto. Porqueno se trataba aquí de exponer toda la economía política de Balmes,sino su aspecto precursor en cuanto a la teoría de la utilidad mar -ginal.

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hijos». Seguramente Balmes no leyó esta descripción en una novela contemporánea…sino que lo vería con sus propios ojos.

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IIILA UNIVERSIDAD DE CERVERA

Volvamos entonces a otra pesquisa interesante: qué formación fi -losófica y teológica recibió en Cervera, junto a algunas nocionesde economía. Y previamente, diremos algunas palabras sobre aque -lla universidad.

Cervera es una irregular continuación de la Universidad deBarcelona, que se había fundado a mediados del siglo XV comoun Estudio General, y se consolida en 1536 por el compromisodel Consell de Cent de levantar un edificio como sede y ocupar-se de su mantenimiento. Durante los siglos XVI y XVII tuvo undesarrollo normal: se fundaron y dotaron cátedras, se establecie -ron colegios para sus estudiantes, se escribieron estatutos y orde-namientos, o se hicieron visitas y reformas.11

Pero a comienzos del siglo XVIII, durante la Guerra de Suce-sión al Trono español, va a ocurrir un acontecimiento muy nota-ble, que fue el traslado de la Universidad de Barcelona a Cerve-ra. Y es que, habiendo sido fiel esta pequeña ciudad a la causaborbónica, a pesar de los asaltos y ocupaciones de las tropas delArchiduque Carlos, al poco tiempo de la toma de Barcelona en1714 el flamante rey Felipe V decidió trasladar sus Estudios Su -periores a esa población como premio a su lealtad.12 Las facul-tades de Filosofía, Teología, Cánones y Leyes pasaron entonces

LEÓN GÓMEZ RIVAS

11 He consultado aquí los volúmenes II y III de una extensa Historia de las Univer-sidades Hispánicas del Dr. Ajo y Sainz de Zúñiga, Ávila, 1958 y 1959. La vida univer-sitaria en Barcelona no debió ser tan intensa como en otras ciudades como Salamancao Alcalá, a juzgar por el capítulo dedicado al siglo XVII «Sigue con pocos vuelos lareal universidad del Principado catalán en Barcelona» (t. III, p. 242).

12 A este respecto hay dos tópicos muy conocidos en Cataluña sobre los porme-nores de esta refundación, por lo demás algo cruéles. Se dice que Felipe V pregun-tó a los cerverinos que formularan un deseo como recompensa a su lealtad, y estoscontestaron con la frase: «Señor, queremos un puerto de mar». Entonces, el rey, quese hallaba a la sazón a sesenta kilómetros de la costa, decidió que lo que les hacíafalta con urgencia era desasnarse, y mandó el traslado referido. También se atribu-ye a Cervera la frase: «Lejos de nosotros la perniciosa novedad de discurrir», queposiblemente expresada en un contexto crítico con el pensamiento ilustrado francésmás radical, sirve con facilidad para zaherir a sus autores. Lo cual se complementacon supuestas conspiraciones absolutistas y carlistas precisamente ya en la primeramitad del siglo XIX.

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a establecerse en los conventos de dominicos y jesuitas de Cerve-ra, dictándose al respecto un Decreto (de 23 de octubre de 1714)que estipulaba las necesidades materiales de mesas y bancos, elhospedaje de estudiantes y profesores, la dotación de cátedras,etc.

Los primeros estatutos propios de Cervera son de 1725, y enseguida vinieron las visitas y reformas de 1731, 1749 ó 1762.Disponemos de algunas noticias más bien escasas sobre su histo-ria universitaria durante el siglo XVIII en la referida coleccióndel Dr. Ajo, que completo aquí con una interesante Tesis Docto-ral13 sobre las vicisitudes de la institución cerverina. Son 771folios con una buena orientación bibliográfica, que desde luegono vamos a examinar ahora, sino tan solo destacar lo más relevan -te en relación al paso de Jaime Balmes por sus aulas.

Suelen distinguirse dos etapas en la historia de Cervera: la pri -mera desde su fundación hasta la expulsión de los jesuitas (1714-1767) y una segunda desde entonces hasta su regreso definitivoa Barcelona en 1842. He observado, no obstante, alguna discrepan -cia respecto a esta cronología y, sobre todo, en el juicio sobre susperiodos de auge y decadencia que simultáneamente se atribu-yen a la presencia o ausencia de la Compañía de Jesús. A vecesresulta un poco extraño que se califique a los jesuitas de «ultra-montanos y antiliberales, en cuyo seno nacería después el car -lismo» (p. 43), siendo que una de las razones de su expulsión (ycondena de la enseñanza de sus autores) fue su crítica contra elregalismo y el intervencionismo borbónico.

En cualquier caso, la Universidad de Cervera es un reflejo másdel desconcierto en la enseñanza superior de nuestro país duran-te ese final de siglo. Con varios proyectos de reforma impulsa-dos por gente de la categoría de Campomanes, Jovellanos14 o Flo -ridablanca, el caso es que no llegaron a buen puerto casi nunca.

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13 José Luis Llaquet de Entrambasaguas: La facultad de cánones de la Universidadde Cervera, Universidad de Barcelona, 2001. Las páginas entre paréntesis correspon -den al manuscrito inédito.

14 «El ministro de Justicia, Jovellanos, a duras penas logró implantar sus deseosreformadores, que pasaban por sustituir la Suma tomista por el Curso teológico lugdu-nense, y logró introducir los libros de Van Espen, Grocio, Pufendorf y Wolf» (p. 56).

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La ambiciosa Real Cédula de 1786 no pudo aplicarse debido ala muerte de Carlos III el año siguiente. Hubo nuevas reformasy contrarreformas en 1794, 1796, 1802 ó 1805. El año de 1807 nosinteresa también porque fue cuando se introdujeron los estudiosde Economía en las universidades españolas,15 y también por unnuevo intento de reforma de corte regalista que tampoco lle -garía a aplicarse por los acontecimientos de 1808. Desde 1810 a1814 las aulas permanecieron cerradas, y con la restauración deFernando VII las cosas no mejoraron: control del gobierno, repre-sión de las ideas liberales y —en lo que atañe a Cervera— unafuerte presión para su traslado a Barcelona. Este sería el ambien-te universitario que vivió Balmes de 1826 a 1835: «Durante estosaños la Universidad no se mantuvo al margen de los movimien -tos populares en pro de los tradicionalistas… o de los liberales,en los años previos a la primera guerra carlista (1833-40). En elstaff de Cervera prevalecieron los profesores de ideología libe-ral (que formaron el embrión docente de la futura universidadde Barcelona), mientras que los partidarios del carlismo … tras-ladaron provisionalmente la Universidad de Cervera a Solsonay a Sant Pere de la Portella en 1838» (p. 68).

De nuevo se cerraron las aulas entre 1830 y 1832. En seguidavienen los años de la compleja sucesión de Fernando VII, la mi -noría de edad de Isabel II y las diversas regencias, que ya encon-trarían a Balmes fuera de la Universidad (aunque todavía tuvotiempo de estudiar cánones entre 1833 y 1835, defendiendo ade -más su tesis doctoral ese mismo año), y comenzando sus acti-vidades publicísticas o políticas. La etapa final de Cervera es undesorden de traslados y cierres provisionales, hasta su desman-telación definitiva por un Decreto del regente Espartero de 10de agosto de 1842: jurídicamente la Universidad no desaparece,sino que se traslada a Barcelona.

Nuestras conclusiones en este punto son provisionales y nece-sitarían de alguna información más completa. Pero al menos po -demos evidenciar la inestabilidad académica durante el periodo

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15 Ver aquí el artículo de Manuel Martín Rodríguez: «La enseñanza de la econo-mía en España hasta la Ley Moyano», en Economía y economistas españoles, t. 4, pp.593 y ss.

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balmesiano; a la vez que no es tan seguro afirmar que la docen-cia en Cervera fuera siempre pro-carlista y ultramontana. Huboprofesores de todo tipo, y para el caso de los estudios de Teolo-gía habría que investigar despacio en la composición de sus cáte-dras, los programas, la bibliografía empleada, etc. Sí tenemos unareferencia indirecta sobre su educación escolástica, que veremosmás adelante. Y quedaría otro posible campo de análisis en el es -tudio de las bibliotecas que frecuentó (aparte de la de Cervera,en sus biografías refieren la del obispado de Vich)16 o en la biblio-teca particular que con toda seguridad tenía, de la que todavíano he podido averiguar más datos.

IVLA VERDADERA IDEA DEL VALOR

Pasemos finalmente al breve artículo de Balmes sobre esta mate-ria del valor, que ya hemos recordado cómo se considera en mu -chos aspectos como una intuición bastante completa de la Teoríade la Utilidad Marginal, anterior en el tiempo a los textos más fa -mosos de Menger, Jevons o Walras, pero también de Gossen. Yaunque lo mejor sin duda es leer el propio texto que extracto des -pués, sin embargo conviene adelantar algunas consideracionesque al cabo justifiquen el sentido de esta Comunicación. Porque,más allá de buscar una imposible conexión entre el político/filó-sofo español y estos economistas europeos, sí parece convenienteanalizar con algún detalle los orígenes de la aportación balmesia -na. Y comencemos por ubicarla en su entorno editorial.

El texto se publicó en la revista La Sociedad, el 17 de septiembrede 1844.17 Era una de las varias iniciativas periodísticas fundadaspor nuestro autor, en este caso en Barcelona y apenas el año pre -vio de 1843. Descrita como «Revista religiosa, filosófica, política

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16 Tomando nota, en este caso, de lo escrito por el propio Balmes en su «Vindi-cación personal» publicada en El pensamiento de la nación el 19 de agosto de 1846:«Nadie me vio en otro lugar que en mi casa, en la iglesia, en el colegio, en algunascasas de los regulares con quienes tenía frecuentes relaciones y en la biblioteca epis-copal, donde me hallaba mientras estaba abierta» (p. 516).

17 Cuaderno 22, vol. II, pp. 458 y ss.

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y literaria», salía en seguida de otro proyecto impreso: La Civi-lización, nacido en 1841; y fue anterior a su revista madrileña másconocida El pensamiento de la nación.

Es interesante descubrir que «La verdadera idea del valor»se escribió a continuación de un largo ensayo sobre «El socialis -mo» (primavera-verano de 1844), por el que Balmes se jactaría—con razón— de haber sido uno de los primeros españoles enocuparse de este gran movimiento ideológico. Y en la misma re -vista había aparecido el año anterior otro ensayo sobre «La pobla-ción» que sin duda destaca por lo actualizado de su contenidoy reflexiones. Aquí se muestra esa clarísima idea que tenía Balmesde la revolución demográfica que se estaba operando en la Euro-pa industrializada. Apoyado en un trabajo de don Ramón de laSagra,18 Balmes cita un buen número de filósofos y economistasque habían escrito sobre esa materia con dos opiniones: «la pri -mera, que cuenta entre sus defensores a Montesquieu, Necker,Mirabeau, Adam Smith, Everett, Moren de Vindé, sostiene quela fuerza y riqueza de los Estados son proporcionales al aumen-to de la población, por considerar a esta como un elemento pro -ductor. La otra, que defienden Ortés, Ricci, Franklin, J. Stewart,Arthur Young, Towesend [sic], Malthus, J.B. Say, Ricardo, Destuttde Tracy, Droz, Duchatel, Blanqui, Sismondi, de Coux, Godwin,considera el aumento de la población como un verdadero mal»(p. 162).19 No vamos a despistarnos ahora de nuestro objetivo ana -lizando el pensamiento demográfico de Balmes. Pero sí querríadestacar su buen conocimiento de la bibliografía contemporá -nea (habla con soltura de las progresiones aritméticas o geométri -cas de Malthus); y lo acompaña con unos completos y modernoscuadros estadísticos, que sin duda reflejan una cierta habilidadmatemática.

* * *

LEÓN GÓMEZ RIVAS

18 En este caso, como en la mayoría de sus artículos divulgativos, Balmes no siguióninguna disciplina científica para reconocer sus fuentes y citas. Tal vez pueda tratar-se aquí de las Lecciones de economía social (1840) de ese gran polígrafo que fue don Ra -món de la Sagra.

19 Cito a partir de ahora las páginas de sus Estudios Sociales (t. XI de las ObrasCompletas, Barcelona, 1925).

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Regresamos a «La verdadera idea del valor», artículo que segu-ramente se contextualice mejor si añadimos el subtítulo: «Refle-xiones sobre el origen, naturaleza y variedades de los precios».Que parece aproximarse a la Teoría del Valor a partir de una cons -tatación más práctica a este punto, como son las variaciones delos precios. En realidad, ya desde Aristóteles las disquisicionesteóricas sobre el valor venían unidas al problema vital de las al -teraciones en los precios; como sabemos que ocurrió muy parti-cularmente al tiempo de la inflación por la plata americana quevivieron los Maestros de Salamanca y dio lugar a sus conclusio -nes sobre la utilidad, la escasez y la preferencia subjetiva. No esaventurado sospechar que alguna influencia pudo tener en estetrabajo (de 1844) la circunstancia concreta del asedio de Barcelo -na (con el consiguiente encarecimiento de los alimentos) que su -frió personalmente Balmes el año 1842.

El texto comienza preguntándose por el significado de la pa -labra valor, que como en muchos otros casos Balmes indica quehay que analizar desde el sentido común. Dice que es un vocabloque todo el mundo usa, pero casi nadie explica correctamente;cuestión que pretende aclarar. Y para ello da unas primeras pis -tas bien interesantes: que el valor de una cosa es susceptible deaumento o disminución; que es comparable con el valor de otras;y que esta comparación puede expresarse con precisión, y estimar -se referida a un plazo de tiempo pasado o futuro. Por lo tanto,para juzgar el valor de algo hay que referirse al criterio de compa-ración con el que se le mide (pone el ejemplo de un estanque, quesería enorme comparado con una gota de agua, pero minúsculoal lado del océano… p. 233).

De manera que se hace evidente la pregunta: ¿qué medidanos sirve, entonces, para juzgar el valor [económico] de las cosas?Y responde en primer término con un autor menos conocido,Destutt de Tracy,20 que «la medida del valor de las cosas era el

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20 A continuación copio una biografía de internet: «Destutt de Tracy, Antoine-Louis-Claude (1754-1836). Filósofo francés. Diputado por la nobleza en los EstadosGenerales de 1789, se alineó con el Tercer Estado para la abolición de los privilegiosfeudales. Encarcelado durante el Terror, fue luego senador y miembro del Con -sejo de Instrucción Pública. Combatió la trata de negros y fue amigo personal de

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trabajo que costaba» (p. 334). Pero en seguida explica que esteargumento es completamente erróneo, a pesar de que —sinembargo— Destutt no fue propiamente un seguidor de la teoríaricardiana del valor (que seguramente no llegó a conocer, puessu obra es contemporánea con los Principios de economía políticay tributación). Porque «el valor de una cosa es su utilidad. Entien-do aquí por utilidad la aptitud de la cosa para satisfacer nuestrasnecesidades» (p. 336). Parece que el problema queda resuelto. Einsiste que «en este punto, el error fundamental está en confun-dir el coste con el valor… ideas que a veces andan en proporción,a veces en suma discrepancia» (p. 337). Incluso muestra un cier-to carácter premonitorio en su crítica del autor francés, siemprecorrecta en lo personal, pero intuyendo que se trataba de una delas «ideas más fundamentales de la economía política, y será di -fícil caminar sin tropiezo en no teniendo por guía una clara inte-ligencia de este punto» (p. 337); como sabemos ahora que efec-tivamente ocurrió hasta la revolución marginalista de un cuartode siglo después.

Y sin embargo, se sorprende que tales errores se mantenganen el ámbito intelectual, cuando el sentido común —como avisa-ba al principio— demuestra claramente la experiencia que todostenemos de «cosas que cuestan mucho trabajo, y no valen nada».Lo cual no se opone a que, en algunos casos, «el coste del traba-jo contribuya al aumento del valor de la cosa; pero es acciden-tal y nunca depende de aquí el verdadero valor de ella» (p. 339).

Viene a continuación un sumario de lo dicho hasta ahora, quees el texto elegido por Lucas Beltrán para reproducir en su libro,

LEÓN GÓMEZ RIVAS

Jefferson. Principales obras: Comentario al "Espíritu de las leyes" (1811, publicada porJefferson en Estados Unidos), Memoires sur la faculté de penser (1798), Élements d idéo-logie (1801-17), y Traité d’Economie politique (1823)». Destutt es un autor hoy apenasconocido, pero que debió tener alguna importancia en la España del siglo XIX. SuTratado fue extrañamente traducido al castellano con el título de Principios de econo-mía política en 1817, antes de la edición francesa de 1823. (lo mismo que al inglés conuna edición del propio Jefferson). Hay otra versión de 1824 ya con el nombre de Trata-do de economía política. Merecería la pena un estudio aparte de su figura, ya que lovemos citado en algunas webs liberales como un defensor de la propiedad privadao uno de los inspiradores de Bastiat en la fundamentación del mercado libre… Resul-ta curioso que esta referencia balmesiana nos lo ubique más bien entre los teóricosdel valor-trabajo.

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y que nosotros copiamos también después. Insistiendo en que«la medida única del valor de una cosa es la utilidad que propor-ciona» (p. 339), Balmes se pregunta por la famosa paradoja delalto valor de un diamante, aparentemente inútil. Cuestión queen un primer momento diríamos que no resuelve, ya que se ponea explicar cómo la abundancia o escasez de los bienes puede al -terar sus precios (aquí se nos antoja ese recuerdo a la carestía delos alimentos durante el asedio de Barcelona), así como la urgen-cia en la satisfacción de una necesidad. No se refiere a las piedraspreciosas entonces, sino que considera cómo una parte del traba-jo sí debe tener alguna remuneración, en el sentido de que si hade durar el trabajo, al tiempo deben mantenerse cubiertas las ne -cesidades del que trabaja. Es decir, que la retribución del traba-jo es un requisito para conservar el instrumento, persona o animalque trabaja. Lo que Balmes sintetiza hábilmente con esta frase:«para que continúe la producción del efecto es menester conser-var la causa» (p. 342). Idea que pone en su lugar el verdadero al -cance del coste de producción; ni más ni menos.

Y la acompaña con un sencillo ejemplo del mundo textil, tancercano a su experiencia personal como hemos visto: razona cómolos costes objetivos del trabajo, necesario para producir un paño,pueden ser mayores que el precio de venta de un material veni-do del exterior «por razón del mayor adelanto de la fabricaciónde los nuevos competidores» (p. 346). ¿Qué hacer en este caso?:acomodarse al precio de estos. Luego el valor de esas telas vieneahora determinado por el precio de la competencia. Hay uncambio en el cálculo de las utilidades, aunque los costes siguensiendo los mismos. La explicación de Balmes discurre por un ca -mino de necesidad subjetiva: ya no nos resultan útiles aquellospaños al precio anterior; las necesidades se satisfacen de otra ma -nera.

En sentido contrario, plantea que si un fabricante consigueelaborar más barato (sigue con el ejemplo de telas y colorantes)lo que el mercado le compra mucho más caro: ¿cuál es su valor?No tiene duda en responder que es el precio de venta, determina -do por la utilidad [de la demanda] y no el coste de producción; «lue -go no hay una necesaria conexión entre lo que cuesta una cosa ylo que vale» (p. 346). Argumento que remacha con una referencia

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a los precios de las obras de arte: aquí sí que se ve claramente ladisparidad entre los costes de producción y los precios de venta.La obra de un artista puede adquirir un precio desorbitado; ¿esrazonable? Para Balmes, el valor de tal objeto será el precio queun comprador esté dispuesto a pagar. Este último razonamien-to seguramente buscaba resolver también la paradoja de las pie -dras preciosas que habíamos señalado unas líneas atrás. Efecti-vamente, tampoco es (junto al coste de producción) la utilidadobjetiva lo que otorga valor a un diamante, sino la percepciónsubjetiva de esa utilidad. A lo que nosotros ahora podemos aña -dir también el factor abundancia/escasez, o sea, la raritas de losescolásticos.

Otro texto inédito sobre el valor

Después de leer el artículo precedente, me sorprendió grata-mente descubrir un brevísimo texto sobre la misma materia queaparece a continuación en sus Obras Completas21 y que me permi-to reproducir también al final. El editor señala en una nota biblio-gráfica que «este fragmento Balmes lo dejó inédito y fue publi-cado en las Reliquias literarias de Balmes, núm. 13. Probablementefue un esbozo del artículo precedente» (p. 349).

El contenido se nos muestra claramente mucho menos elabo-rado y disperso, con algunas fugaces referencias a la propiedad,al dinero y el interés, o a la justicia en los cambios. Ofrece algúnrazonamiento llamativo sobre la justificación de los rendimien-tos del capital (que describe como «un trabajo adelantado, acumu-lado, ahorrado», p. 353), y los compara con el cobro de alquilerespor una vivienda o de rentas por un campo. ¿no son legítimos enambos casos? Deja la respuesta en suspense.

Pero lo que juzgo ahora más relevante es una somera indica -ción bibliográfica, cosa bien poco frecuente en Balmes, y que talvez nos confirme alguna sospecha de su formación clásica. No serefiere al valor, sino a la propiedad. Y entre paréntesis escribe:

LEÓN GÓMEZ RIVAS

21 En la edición de la Biblioteca Balmesiana, Barcelona, 1925, pp. 351-353.

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véase Etica. Con toda seguridad debe tratarse del texto aristoté -lico, pero tampoco ofrece más datos. Así que me he dedicado abuscar en los índices de sus obras completas22 alguna posible re -ferencia a este Filósofo griego y otros autores escolásticos me -dievales o renacentistas. Y efectivamente son abundantes lasllamadas a Santo Tomás y Aristóteles (de este se cita una Econo-mía, que seguramente sea el nombre por el que se llamaba a laEtica a Nicómaco), pero también a Vitoria, Suárez, Mariana, Domin-go de Soto o Luis de Molina. Para una última constatación de es -tas raíces filosóficas (aparte de un espíritu abierto) tenemos va -rios datos en sus biografías,23 y particularmente el testimonio deMenéndez Pelayo, buen conocedor de su obra: «Los novísimoscampeones de la escolástica pura, de fijo encontrarán algo quetachar, bajo este aspecto, en la Filosofía fundamental, libro cuyasustancia es tomista (Balmes sabía de memoria la Summa, comoeducado en el seminario de Vich), pero que en los pormenoresostenta tolerancia, hoy desusada, y aún cierta especie de eclec-ticismo… Balmes hace grande aprecio de Descartes, objeto de laira de otros neoescolásticos; aprovecha lo que puede del análi-sis de la escuela escocesa, siguiendo en esto la tendencia de lospensadores catalanes, y tampoco mira de reojo ciertas concepcio -nes armónica de Leibniz», (Historia de los heterodoxos, t. III, Méxi-co, 1983, p. 485).

De manera que, cerrando este somero análisis, podemos in -tuir que los fundamentos de la teoría del valor que estamos co -mentando con seguridad los pudo conocer en los textos escolás -ticos de santo Tomás y los Doctores de Salamanca.

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22 Tomo XXXIII, Barcelona, 1927.23 Por ejemplo, el citado Carlos Sainz de Robles señala que «aprendió la Teolo-

gía en Santo Tomás comentado por Suárez y Berlamino. Y se pasó cuatro años sin leerotro libro que la Summa. Todo, decía Balmes, se encuentra en ella: filosofía, religión,derecho político; todo está en ella» (p. 22).

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VERDADERA IDEA DEL VALORTomo XI de las Obras completas,

Barcelona, 1925, pp. 339-341(Cursiva original)

«Para poner en claro tan complicada materia recordaremos lo quellevamos ya asentado, a saber, que la medida única del valor deuna cosa es la utilidad que proporciona; y extendiendo y aplican -do esta definición quedará todo en un punto de vista luminoso.

Si la utilidad es la única medida del valor de una cosa, ¿cómoes que vale más una piedra preciosa que un pedazo de pan, queun cómodo vestido, tal vez que una saludable y grata vivienda?No es difícil explicarlo; siendo el valor de una cosa su utilidad,o aptitud para satisfacer nuestras necesidades, cuanto más preci-sa sea para la satisfacción de ellas tanto más valor tendrá; débe-se considerar también que si el número de estos medios aumen-ta, se disminuye la necesidad de cualquiera de ellos en particular;porque pudiéndose escoger entre muchos no es indispensableninguno. Y he aquí por qué hay una dependencia necesaria, unaproporción entre el aumento y disminución del valor, y la cares-tía y abundancia de una cosa. Un pedazo de pan tiene poco va -lor, pero es porque tiene relación necesaria con la satisfacción denuestras necesidades, porque hay mucha abundancia de pan; peroestrechad el círculo de la abundancia, y crece rápidamente el va -lor, hasta llegar a un grado cualquiera, fenómeno que se verificaen tiempo de carestía y que se hace más palpable en todos los gé -neros entre las calamidades de la guerra en una plaza acosada pormuy prolongado asedio. Entonces podrá valer un pan una onzade oro, diez, diez mil si el hambre llega a su máximo. Y ¿por qué?Porque se aumenta la relación que tiene aquel pan con la satis-facción de la primera necesidad; el valor del oro entonces decaerápidamente, y puede llegar a reducirse a la nada. Y ¿por qué?Porque pasa a ser inútil, porque no sirve, no vale para satisfacernuestras necesidades; y si algún valor le queda es por la eventua -lidad que hay de que, pasado el asedio, podrá ser útil, podrá valerpara el propio objeto.

De todo lo asentado hasta aquí se deduce que el valor de unobjeto consiste en la dependencia que de dicho objeto tiene la

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satisfacción de nuestras necesidades; y, por consiguiente, cuan-to más capital sea esta necesidad y cuanto más urgente, y ademáscuanto más preciso sea en particular el objeto para satisfacerla,tanto más será el valor de él; por manera que podría decirse, ha -blando matemáticamente, que el valor está en razón compuestade la directa de la importancia de la necesidad y de su urgencia,y de la inversa de la abundancia de los medios de satisfacerla».

EL VALORTomo XI de las Obras completas,

Barcelona, 1925, pp. 351-353(Cursiva original)

«El valor material o económico de un objeto (sea persona o cosa)es la cantidad de su utilidad para satisfacer una necesidad, una co -modidad o un placer.

El valor se aumenta con la escasez, porque crece su necesidad.Aniceto se muere de hambre en una soledad, teniendo sobre síoro, diamantes, etc.: para él un bocado de pan lo vale todo. En lamisma soledad Florencio tiene pan en abundancia, y le es fácilproporcionárselo cuando se le acabe: para él el pan no tiene másvalor que el corriente en el país. ¿Será justo que Florencio exijaa Aniceto un diamante por el valor del pan que le venda? No. Lue -go el valor en los contratos no se ha de estimar por la necesidadde una sola parte. No hay más pan, ambos están iguales: enton-ces el pan lo vale todo, no será caro a ningún precio.

Propiedad es el derecho sobre una cosa con exclusión de losdemás. Su origen primitivo es el trabajo (véase Ética).

El propietario tiene derecho a percibir el fruto de su cosa. Sies natural y espontáneo, sin industria, el fruto es todo tuyo; si hayindustrial, es preciso satisfacer el valor de la industria, y de aquíla repartición del fruto entre el propietario y el colono, u otro géne-ro de industria.

El dinero produce mediante la industria: sin esta el dinero noes productivo, sino satisfactivo; esto es, vale para comprar. Perosin dinero tampoco sirve muchas veces la industria: luego el di -nero puede ser considerado en ciertos casos como productivo.

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Un campo sin cultivo no produce más que abrojos; cultivadoda trigo. El propietario lo entrega al colono y, sin hacer nada, sinmás que poner el campo, recibe una renta: luego hay justas per -cepciones de renta procedentes de un capital empleado sin indus-tria del perceptor, sin peligro de perder el capital y sin deterioro.Se dirá que el campo pierde, que se desubstancía [sic]; pero essabido que la renta se percibe aunque el campo esté muy desubs-tanciado y se haya de abonar; y además esta desubstanciaciónno es como el deterioro de una casa: el campo no se hunde, durasiempre. Y ¿qué será si consideramos que el campo con el culti-vo mejora? Entonces ¿no se podría percibir fruto por no haber nipeligro ni deterioro?

El principio de la justicia de dicha percepción está en que elque adquiere un capital tiene un derecho a vivir de él y sin traba-jo: el capital es un trabajo adelantado, acumulado, ahorrado; y,por consiguiente, se vive de él justamente, de lo contrario nadieadelantaría su trabajo. Este vivir no se puede entender de la puraconsunción del capital, es que así todos los capitales se harían im -productivos y el más inútil sería una posesión en tierras, pues nose comen.

Aún en la propiedad urbana, a más del riesgo (que desapare -ce con el seguro) y del deterioro, se percibe un tanto por cientodel capital empleado; pues de otro modo sería preciso calcularcuánto podrá durar la casa, y solo se podría percibir en alquilerel dividendo de la duración con más las obras de reparación y elinterés del seguro.

Aniceto tiene tierras valor cien mil duros: las entrega a sus co -lonos, y sin peligro ni trabajo percibe tres mil duros de renta. Flo -rencio tiene cien mil duros en dinero: ¿podrá entregarlos a otro,y sin peligro ni trabajo percibir tres mil duros de renta?

El valor de las tierras es variable: a veces son tres, a veces dos,o cuatro o seis por ciento, lo cual depende no solo de su calidadintrínseca, sino del mercado o de la habilidad del país, etc. El dine-ro a veces es más útil en la industria: por circunstancias semejan -tes ¿podría variar el rédito?».

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RESEÑA DEL LIBROENSAYOS DE ECONOMÍA POLÍTICA

DE JESÚS HUERTA DE SOTO(Unión Editorial, Madrid 2015,

498 páginas)

ANTONIO MARTÍNEZ GONZÁLEZ*

El profesor Huerta de Soto no solo es un gran economista, es unode los mayores exponentes de la Escuela Austriaca de Economíaen la actualidad y es por ello que sus estudios y sus opiniones gi -ran necesariamente alrededor del individualismo y de la libertad.Su libro Ensayos de Economía Política se va a convertir en una p -blicación de referencia de la literatura de la Escuela Austriaca enespañol, ya que recoge un compendio del pensamiento de esteautor tan destacado, en el que sobresale su capacidad de cues-tionarse lo incuestionable, intentado dar respuesta a preguntasesenciales y de gran alcance que afectan a cómo se viene atacan-do a la libertad política y económica de nuestras sociedades. Afir -mamos vivir en democracia, pero como puede ser así cuando en -tregamos una cuota tan importante de nuestra libertad individuala una sola entidad sin cuestionarlo.

La evolución del clima ideológico y social realza la actualidaddel pensamiento de Huerta de Soto, que es en España uno de losmás destacados paladines del libre mercado, temeroso de la tira-nía de las mayorías en las sociedades democráticas, un anti key -nesiano convencido, y un defensor a ultranza de la imposibilidadde una planificación eficiente. Sin embargo, sus reflexiones sonaún más profundas y ricas en contenidos de lo que pueda derivar -se del simple análisis económico, y nos lo recuerda la lectura de

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 465 a 472

* Profesor Titular de Economía Aplicada, Universidad Rey Juan Carlos.

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este libro que se mueve libremente entre las distintas ramas delas ciencias sociales —desde la filosofía política a la reflexión mo -ral, pasando por la teoría del derecho y la historiografía. Sin em -bargo y como no podía ser de otra forma, además de las aporta -ciones específicas, el enfoque económico impregna todas y cadauna de las páginas de este libro.

El libro se divide en cinco apartados en los que se ordena laproducción científica más destacada de los últimos diez años deHuerta de Soto, incluyéndose artículos seminales, conferenciasmagistrales, además de notas y comentarios, ensayos bibliográ -ficos y entrevistas para diversos medios de comunicación tantoen forma escrita como visual.

La primera parte, dedicada a sus ensayos de teoría económi-ca y filosofía política, recoge el corazón del pensamiento de Huer -ta de Soto quien, como no podía ser menos para un reconocidorepresentante de la Escuela Austriaca de Economía, abre su librocon un artículo dedicado a «La teoría de la eficiencia dinámica».La escuela neoclásica mantiene que la economía de mercadoalcanza siempre una situación de equilibrio a largo plazo, sin be -neficios, pérdidas e incertidumbre. Sin embargo, aunque en físi-ca el «equilibrio» es un estado en el que una entidad permanece,en economía se aprecia una tendencia hacia el equilibrio pero quefinalmente nunca se alcanza. Huerta de Soto destaca cómo la Es -cuela Austriaca se centra no en el equilibrio mismo sino en el pro -ceso a través del cual el mercado se mueve hacia el equilibrio.

Los agentes económicos tienden al equilibrio pero no puedenalcanzarlo, porque este se modifica al cambiar continuamente losdeterminantes de la actividad económica: valores, recursos, tec -nologías, conocimientos, productos, etc. Por el simple hecho deque el hombre actúe, no puede existir equilibrio. Según la cons-trucción praxeológica de la Escuela Austriaca el conocimiento delpresente, y más aún el del futuro, es imperfecto, y el mundo engeneral y el mercado en particular, se caracterizan por una incer-tidumbre permanente. Por su parte, el hombre adquiere con eltiempo una comprensión de las leyes naturales que le permiti-rá alcanzar sus objetivos con una mayor eficacia. Por lo que se re -fiere a la incertidumbre, es función del empresario enfrentarsea ella, asumiendo riesgos e intentando conseguir beneficios. Con

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el tiempo, aquellos empresarios que hayan sido capaces de asu -mir los riesgos y prever su futuro particular, conseguirán be -neficios y ampliarán su actividad, mientras que aquellos que nohayan sabido asumir los riesgos y se hayan equivocado en susprevisiones tendrán pérdidas y verán reducido su campo de ac -tividad. Así pues, la función empresarial genera y transmite in -formación, es creativa, coordinadora y competitiva, y su proceso«jamás se detiene ni se agota».

Estas características de la función empresarial y en particularsu capacidad de creación tienen importantes implicaciones éticasy en particular:

Concibiendo la economía como un proceso dinámico de tipo em -presarial, el principio ético que ha de regular las interacciones so -ciales se basa en considerar que la sociedad más justa será aquellaque de manera más enérgica promueva la creatividad empresa-rial de todos los seres humanos que la compongan, para lo cual esimprescindible que cada uno de ellos pueda tener la seguridada priori de que podrá apropiarse de los resultados de su creativi -dad empresarial y de que estos no le serán expropiados total o par -cialmente por nadie, y menos aún por las autoridades públicas.

Por otro lado debe concluirse que el principio básico de éticasocial que hemos enunciado, basado en la propiedad privada detodo aquello que se crea y descubre empresarialmente y, por tan -to, en el intercambio voluntario de todos los bienes y servicios,es simultáneamente la condición necesaria y suficiente de la efi -ciencia dinámica. [p. 48]

El ejercicio de la acción humana sometida a los principios éti -cos de respeto a la vida, a la propiedad privada y el cumplimientode los contratos da lugar a un proceso social dinámicamente efi -ciente, porque «en la perspectiva del análisis dinámico, justiciay eficiencia no son sino las dos caras de una misma moneda».

El siguiente capítulo, «Liberalismo versus anarcocapitalismo»,también se dedica al análisis de las ideas más interesantes y dife-renciales de la teoría económica, filosófica y política de la Escue-la Austriaca. Una vez reconocido el fracaso del liberalismo clásicoen limitar el poder del estado, Huerta de Soto plantea la ne ce -sidad de proceder a una revisión profunda del ideario liberal. En

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este sentido, el anarcocapitalismo extiende el ámbito de actua-ción del liberalismo también a aquellos sectores —justicia, segu-ridad— que los liberales clásicos consideraban como típicamenteestatales.

Siguiendo el análisis de Huerta de Soto, cabe hacer hincapiéen lo que Rothbard define como el axioma de la no agresión, segúnel cual ningún hombre tiene el derecho de agredir a otra personao a sus propiedades, por lo que el único orden social legítimo esel que surge del conocimiento y del respeto de los derechos depropiedad de los demás. En este sentido, los anarcocapitalistastienen que coincidir con Proudhon cuando afirma que la libertadno es hija del orden sino su madre.

En palabas de Huerta de Soto,

El anarcocapitalismo es el único sistema que reconoce plenamen -te la libre naturaleza creativa del ser humano y su capacidad con -tinua para asumir comportamientos pautados cada vez más mo -rales en un entorno en el que, por definición, nadie puede arrogarseel derecho a ejercer con carácter monopolista ninguna coacciónsistemática. [p. 75]

Por lo tanto, es indispensable contrarrestar la agresión —físi-ca, fiscal, etc.— de algunos hombres sobre otros hombres, peropara ello habrá que confiar en una antigua y anónima invenciónhumana, cuyo origen es más viejo que el propio mundo: la com -petencia. Es por lo tanto necesario que unas instituciones públi-cas superadas por la evolución de los acontecimientos, abran pasoa unos organismos legales elegidos por los individuos en un mer -cado competitivo.

Como explica Gustave de Molinari, partiendo del principiode que en un mercado privado en competencia todo bien y servi-cio se suministra en mayor cantidad y menor precio que en régi-men de monopolio, si esto es cierto para la producción de trigoo el suministro de tratamientos médicos, también tendrá que ser -lo para la protección de las personas y de sus bienes frente a po -sibles amenazas de personas malintencionadas. En su lenguajeaustero y equilibrado, Molinari plantea la dilución de lo políti-co en lo económico, la utopía de una sociedad en la que la coer-ción deja lugar al contrato privado, la obligación política a la libre

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asociación. Mientras que los liberales clásicos siempre habían con -siderado a la ley y la seguridad, la justicia y la defensa, como acti -vidades que por su propia naturaleza quedaban excluidas del mer -cado y de la competencia, Molinari, anarcocapitalista ante litteram,anuncia la utopía de una sociedad integralmente liberal.

Así pues, podemos concluir que el anarcocapitalismo no es sim -plemente una síntesis de dos tradiciones culturales. Las teoríasanarcocapitalistas representan por encima de todo la maduraciónde lo que contenían, desde sus orígenes, los textos clásicos del li -beralismo correctamente interpretados. La proclamación de losderechos individuales conduce de hecho a la negación de toda pre -tensión estatista de disponer de los individuos, de sus recursos,de su trabajo y de su tiempo. Y, como apunta Huerta de Soto:

La progresiva desaparición de los estados y su paulatina susti-tución por un entramado dinámico de agencias privadas, por unlado patrocinadora de diferentes sistemas jurídicos y, por otro,prestadoras de todo tipo de servicios de seguridad, prevencióny defensa constituye el contenido más importante de la agendapolítica y científica así como el cambio social más trascendentalque habrá de verificarse en el siglo XXI. [p. 75]

Del primer apartado de este libro que estamos revisando, tam -bién hay que resaltar los tres artículos dedicados al análisis críti-co del socialismo, cuestión esta que ocupa un lugar destacado enel pensamiento del Prof. Huerta de Soto.

Tendremos socialismo, cuando el intervencionismo estatal al -canza todo el sistema económico y elimina la propiedad privada.En otras palabras, podemos considerar el socialismo como la mo -nopolización forzosa del conjunto de la capacidad productiva porparte del estado, quien poseerá todos los medios de producción.Huerta de Soto afirma categóricamente que:

… toda intervención del estado en la economía de libre merca-do siempre tiene efectos indeseados, destruye la iniciativa indi-vidual, corrompe los hábitos de comportamiento moral y respon-sable, infantiliza y hace irresponsable a las masas, impulsa lade cadencia del cuerpo social, consume la riqueza acumulada, ybloquea la ex pansión del género humano y de la población, así

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como el avance de la civilización, incrementando la pobreza pordoquier. [pp. 93-94]

Y propone como ejemplo y a modo de ilustración, el proce-so de decadencia y desaparición de la civilización clásica roma-na.

Según Mises, la razón fundamental del fracaso del socialismo,por muy benévolo que sea el planificador, es la falta de in forma -ción, puesto que el órgano director no dispone de los instrumen-tos para calcular beneficios y pérdidas debido a su pro piedad enexclusiva de los factores de producción y a la ausencia de propie-dad privada, lo que se deriva en ausencia de mercado y por lotanto de precios, y en particular del precio de los factores de pro -ducción. Sin el precio de mercado de los factores de producción,el planificador central no puede tomar ninguna decisión sobrecómo asignarlos. Posteriormente Hayek plantea la imposibilidaddel socialismo como problema de conocimientos y no de propie-dad como en el caso de Mises. En esta línea, Huerta de Soto afir-ma que «el propio carácter coactivo del socialismo —que, comohemos dicho, responde a su más íntima naturaleza— bloquea,dificulta o imposibilita […] la creación empresarial de aquellainformación que es la que precisamente necesita el gobernantepara dar un contenido coordinador a su mandato». Y, despuésde analizar las propuestas de los socialistas de mercado, conclu-ye que si no existe completa libertad para el ejercicio de la funciónempresarial, se llegará a la inexorable consecuencia de imposibi -litar el cálculo económico racional:

… basta con que se restrinja violentamente el libre actuar huma-no en cualquiera área social, y especialmente en aquella relacio -nada con los factores o medios de producción, para que el merca-do, que es la institución social por excelencia, deje de funcionarde manera creativa y coordinadora y de generar la informaciónpráctica que se precisa para hacer posible el cálculo económico.Lo que los «socialistas de mercado» no entienden, en suma, es queno se puede ejercer impunemente la violencia sistemática en con -tra de la más profunda esencia del ser humano: su capacidad deactuar libremente en cualquier circunstancia concreta de tiempoy lugar. [pp. 126-127]

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Entre las distintas cuestiones a las que se enfrenta el Prof. Huer -ta de Soto en el libro, hay que destacar, aunque solo sea breve-mente, el debate de candente actualidad sobre el euro. Como sabe-mos, los economistas de la Escuela Austriaca son partidarios delpatrón oro, porque frena y limita la arbitrariedad de políticos ygobernantes. En este sentido, el autor realiza una defensa de lamoneda única europea en cuanto esta actúa como proxy del pa -trón oro, caracterizándose pues por su impulso al rigor presupues -tario y por su capacidad disciplinante del comportamiento detodos los agentes que participan en el proceso democrático. Asi -mismo, como muy efectivamente hace hincapié Huerta de Soto:

Hasta ahora la democracia crónicamente sufría corrompida porla acción política irresponsable basada en la manipulación mone-taria y la inflación, verdadero impuesto de efectos devastadoresque, al margen del parlamento, se imponía de forma gradual, ocul-ta y sinuosa a todos los ciudadanos. Hoy, con el euro, el recursoal impuesto inflacionario se ha bloqueado, al menos a nivel localde cada país, y sus políticos han quedado de golpe en evidenciay se han visto forzados a decir la verdad, asumiendo el correspon -diente desgaste. [p. 163]

Es cierto que hasta la introducción de euro, en caso de crisislos gobiernos y los bancos centrales actuaban inevitablemente dela misma manera, inyectando al sistema la liquidez necesaria, loque permitía que su moneda se moviera libremente en los mer -cados internacionales de cambio y que se depreciara, retrasandopues indefinidamente las necesarias y dolorosas reformas es -tructurales de liberalización de la economía, de desregulación, demejora de la flexibilidad de los mercados y en particular del mer -cado de trabajo, así como la reducción del gasto público y un drás-tico recorte en los excesos del estado del bienestar.

En la segunda parte del libro, el Prof. Huerta de Soto reúne seisconferencias magistrales, que tocan temas muy diversos, aunquetodas ellas están unidas por un mismo hilo conductor, es decirla coherencia sistemática del pensar, la continuidad sintética dela ideación. Estas aportaciones representan un bagaje extraordi -nario de instrumentos teóricos para todo académico o estudianteque desee comprender los principios cardinales de la economía

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y la filosofía política de la Escuela Austriaca, así como sus oríge-nes que se enraízan profundamente en el pensamiento de los es -colásticos de la Escuela de Salamanca.

La tercera parte recoge notas y comentarios, mientras que elcuarto apartado se dedica a ensayos bibliográficos. Finalmente,la quinta y última parte recopila entrevistas en prensa escrita ytelevisión. Todas estas aportaciones representan un recorrido porla trayectoria académica, profesional y personal del Profesor Huer -ta de Soto, que se desarrolla a lo largo de un proceso cognitivoe intelectual marcado por la síntesis más profunda entre teoríay práctica, asertividad y crítica.

Este libro representa seguramente un esfuerzo ambicioso eimpresionante. Huerta de Soto presenta en él una enorme canti-dad de ideas y conceptos, pero consigue evitar caer en la super-ficialidad. El análisis es siempre sustantivo e incluye ejemplosexplicativos de sus ideas. Aunque no fácil, es seguramente unalectura obligada para la comprensión de la importancia de la libreinteracción entre individuos y el peligro de la concentración delpoder público en un único centro decisional. Hay que celebraraportaciones como esta que contribuyan a debilitar este monopo -lio legal y abran nuevos espacios de libertad y competencia.

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RESEÑA DEL LIBROEL HOMBRE, LA ECONOMÍA

Y EL ESTADO , VOL. IDE MURRAY ROTHBARD

(Unión Editorial, Madrid 2011,576 páginas)

CRISTÓBAL MATARÁN LÓPEZ*

Se queja amargamente el autor en el prefacio a la edición revi-sada de 1993 de que «una de las pérdidas de la Primera GuerraMundial parece haber sido lo ocurrido con los viejos tratados so -bre “principios” de economía». No le faltaba razón en absoluto.La diáspora de la ciencia económica a lo largo del s. XX pareceno tener fin: teoría económica, teoría monetaria, historia del pen -samiento económico, metodología, análisis económico del de rechoy un largo etcétera. Aunque los integrantes de la Escuela Austria-ca tratasen diversos temas a lo largo de sus carreras investigado -ras, no es menos cierto que la vuelta a los orígenes parecía unaasignatura pendiente. La publicación de La acción humana. Trata-do de economía en 1949 parecía cerrar el capítulo de conjunción enun solo tomo de los principios económicos. Pero Mises no pensa-ba en ello en absoluto. Siempre incentivó a sus discípulos a quecontinuaran la senda abierta en La acción humana y profundiza-sen en los principios económicos sobre la base del método pra -xeológico. De esta forma, uno de sus más fervientes discípulosnorteamericanos, junto con Israel Kirzner, recogió el guante. Y lohizo a la edad de treinta y seis años, en 1962. Hablamos de MurrayRothbard.

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* Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Car -los de Madrid.

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Porque Murray Newton Rothbard (Nueva York, 1926, NuevaYork, 1995) no fue un discípulo al uso. Graduado en matemáti-cas en la Universidad de Columbia con un expediente brillante,comenzó a asistir al seminario de Mises, interesado en realizarun doctorado en filosofía. Su conversión hacia el liberalismo lellegó a una velocidad difícilmente igualable. En apenas unosaños, había seguido los pasos de Mises y publicado su principaltratado: El hombre, la economía y el Estado. Sin embargo, debidoal gran volumen de la obra, los últimos capítulos fueron desgaja -dos del texto principal y publicados bajo el título Poder y mercado,cuya publicación en España es inminente. Rothbard, a lo largode su vida, comenzó cultivando la teoría económica en su senti-do puro. Porque, tal y como reconoce en el prólogo, considera queLa acción humana de su amado maestro Mises se centra más en lametodología de las ciencias sociales, mientras que Rothbard tratade llenar esos huecos que el tratado de Mises deja más para elestudio del lector en otros manuales.

Así, el manual de Rothbard puede, y debe, ser utilizado poraquellos estudiantes universitarios que se inician en el estudiode la ciencia económica. Por una vez, contamos con un manualalejado de la concepción mainstream, aquella que concibe la eco -nomía como la maximización de unas fantasmagóricas funcio-nes y en la búsqueda de un inexistente equilibrio de mercado, enel que nada sucede y nada se inventa. Rothbard ofrece, de mane-ra lenta pero segura, una explicación tremendamente ahondaday estratificada de los procesos económicos, desde la formación deprecios o el interés.

En cuanto a este primer volumen en concreto, se encuentranen él los siete primeros capítulos. Comenzando con los fundamen -tos de la acción humana, con evidente influencia de la obra ho -mónima de su maestro Mises, Rothbard diseña la función del serhumano como la acción deliberada. Así, en el primer capítulo nosexplica, mediante el ejemplo de Robinson Crusoe, los fundamen -tos últimos de la acción humana, es decir, del ser humano asila-do y solo en su isla desierta. Conceptos como la preferencia tem -poral, la escalara de valores o el ahorro como paso previo a lafabricación de bienes de capital. La búsqueda de unos fines desea -dos, ordenados de una forma concreta, se realiza mediante unos

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medios en una acción que conlleva tiempo. Una idea tan básicaes perdida de vista en muchos análisis económicos. Rothbard deri-va, mediante un análisis praxeológico, los conceptos de la cien-cia económica, todos mediante cadenas de razonamientos senci-llos y explicados con ejemplos.

Así, una vez descubiertos los principios básicos de la acciónindividual, Rothbard introduce un segundo sujeto en la isla deRobinson, Smith, dando lugar a la economía del intercambio di -recto o trueque. Centrándonos en el intercambio de bienes y ser -vicios de manera voluntaria, Rothbard analiza qué tipos de con -tratos pueden darse y las consecuencias de este nuevo comercio:la división del trabajo. Esta continua profundización en una es -pecialidad da pie a conceptos como la elasticidad o la formaciónde los precios, con sus correspondientes cambios y las causas quelos provocan.

Seguidamente, Rothbard, sabedor de que una economía detrue que es apenas útil, introduce el dinero como medio de inter -cam bio, es decir, analiza la economía del intercambio indirecto.Ya no se produce con el fin de intercambiar las mercancías deuno por las de otro, sino que se produce con la intención de unamercancía intermedia que sirva para adquirir bienes a distintosproductores, independientemente de que no deseen consumir losproductos fabricados por aquel que los demanda. La división deltrabajo y la multiplicación de bienes no tendrán límites a partirde este momento. El dinero, además, surge como reserva de va -lor ante las eventualidades del futuro. La posibilidad de no gas -tar lo obtenido en el momento solo puede realizarse mediante unmedio de pago, generalmente oro, que pueda mantener su poderadquisitivo en el tiempo con el fin de que el actor económico, enel uso de su soberanía, decida su empleo en el momento que con -sidere oportuno.

Los precios y su formación merecen, por tanto, un capítuloaparte. Aunque la principal conclusión a la que nos induce Roth-bard es la siguiente: no se debe analizar el dinero sino como unamercancía más. Las mismas leyes deducidas anteriormente paracualquier bien, a saber, utilidad marginal, preferencia temporal,etc., deben aplicarse al dinero de la misma forma. Rothbard ana -liza cómo se forman estos precios, cuáles son sus determinantes

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y las relaciones existentes entre ellos, como por ejemplo, las rela-ciones de complementariedad o sustitución. Uno de los grandesaportes de Rothbard, y me refiero en todo el libro, es la crítica querealiza a las fantasmagóricas curvas de utilidad que tanto se utili-zan en la concepción mainstream, las cuales han contaminado lamente de millones de estudiantes de economía en Occidente du -rante décadas. En apenas un epígrafe de diez páginas, Rothbarddesmonta toda la teoría que supone como cierta la posibilidad demedir cardinalmente la satisfacción del consumidor.

En un último bloque, Rothbard trata la producción en tres ca -pítulos, en lo que podría considerarse como la segunda parte deeste volumen. Para empezar, Rothbard explica la estructura dela producción capitalista, formada por una serie de etapas que con -sumen tiempo, con unos bienes de capital necesarios para su tér -mino, en un claro homenaje a Böhm-Bawerk. Rothbard nos pre -viene de que la economía de giro uniforme (concepto tomado deMises) no puede utilizarse para sacar conclusiones, ni mucho me -nos conclusiones sobre la ética del sistema capitalista. No puedetomarse una economía en estático como la moralmente deseable,mientras que todo lo que se aleje de ella sea punible. De esta for -ma, el sistema de mercado sería inmoral ya de partida.

A continuación, Rothbard deduce una idea que acompañaráel resto del libro: el tipo de interés es aquel que equilibra el mer -cado de bienes presentes en términos de bienes futuros. El tipode interés no es el precio de equilibrio del mercado de présta-mos, sino que representa lo bienes a los que se está dispuesto arenunciar hoy a cambio de una mayor satisfacción mañana. Y loque es más importante: este tipo de interés es el mismo para todala economía y a lo largo de todo el sistema productivo. Si se pro -dujeran desviaciones a lo largo del mismo, surgirían oportunida -des de arbitraje, consistentes en comprar en una parte del mer -cado más barato para vender en otra más caro, lo cual llevaría auna igualación del tipo de interés. Adicionalmente, no se debepensar que el tipo de interés se calcula de forma distinta en unassociedad o entre el mercado de bienes de consumo o de présta-mos. En absoluto. Las mismas leyes rigen para la determinacióndel tipo de interés en cualquier mercado. Por ello son leyes eco -nómicas.

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Por último, Rothbard nos invita a razonar las leyes que diri-men la formación del precio de los factores de producción. Nosexplica que al dar valor al pan que consumimos, siendo este unbien de consumo o de primer orden, como diría Menger, otorga-mos indirectamente valor al servicio del repartidor que lo trajohasta la panadería donde lo adquirimos. Pero no solo eso, ya quepodemos efectuar una regresión hasta la semilla que fue plan-tada en la tierra que dará fruto el trigo necesario para la fabrica -ción del pan.

En resumen, es un libro que no puede pasar desapercibido, so -bre todo para estudiantes que se inician en el estudio de la cien-cia económica y que, casi con total seguridad, tendrán la desgra-cia de ser obligados a aprenderse que los deseos humanos puedenmatematizarse y dibujarse en curvas. Pero mucho más que eso.Porque si una idea debe quedar clara a los que nos dedicamos ala ciencia económica, independientemente de la rama en la quenos especialicemos, es la teoría sobre la que se asientan las con -clusiones a las que unos buenos cimientos nos llevan.

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RESEÑA DEL LIBROEL HOMBRE, LA ECONOMÍA

Y EL ESTADO , VOL. IIDE MURRAY ROTHBARD

(Unión Editorial, Madrid 2013,600 páginas)

CRISTÓBAL MATARÁN LÓPEZ*

Siguiendo con lo expuesto en su primer tomo, Murray Rothbardcontinua, en un primer momento, con los dos temas que aún fal - tan para comprender la producción. No puede entenderse lo quesucede en un sistema económico sin la función empresarial. Perono hablamos de una empresarialidad consistente en una meragerencia en la búsqueda de unos beneficios contables. Nosreferi mos a la rica y variada acción humana que Mises nos ense-ña en su tratado homónimo. Una función empresarial consis-tente en la alerta ante oportunidades de ganancia en las que sebusca un beneficio empresarial puro. Porque, aunque esta pala-bra se en cuentre proscrita y casi maldita en nuestro acervo lé -xico, el beneficio es lo que guía las acciones humanas de todos.Nadie, por mu cho que se grite en contra de ánimo de lucro, seguía por el ánimo de pérdida. La humanidad, para llegar a dondese encuentra, se ha guiado por el principio de que los ingresossuperen los costes. Por supuesto, entendiendo ingresos y costesen un sentido puramente subjetivo, como la Escuela Austriaca en -seña.

Para acabar con el bloque sobre producción, Rothbard trata detema del cálculo del precio de los factores producción. Esto noslleva necesariamente al teorema de la imposibilidad del socialismo,

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* Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Car -los de Madrid.

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vislumbrado por Ludwig von Mises en 1919 y ampliado poste-riormente en 1922. Según esta doctrina, el socialismo no es posi-ble debido a la imposibilidad de establecer un cálculo económi -co, lo cual necesita de dinero y propiedad privada para llevarsea cabo. El socialismo, al negar la propiedad privada de los me -dios de producción, evita el establecimiento de un sistema de pre -cios que permita a los agentes económicos una guía clara y con -cisa de sus acciones. Para entendernos, los precios son algo asícomo señales de tráfico que guían las acciones humanas. Sin ellos,el caos es evidente.1

A continuación, el tema sobre monopolio y competencia debeser someramente estudiado y comprendido por aquellos quehan cultivado la metodología mainstrean a lo largo de su carrera(aun que seguramente sea porque no conocen otra). La crítica des -de la Escuela Austriaca hacia la síntesis neoclásica cuenta conuno de sus principales ataques en el concepto de monopolio. De -riva do del estático concepto de competencia perfecta en el que na -die inventa nada y nadie hace nada nuevo, se deriva la necesa-ria con secuencia de que un monopolio es un mercado en el quesolo existe una empresa. Sin embargo, el análisis austriaco va mu -cho más allá. Al ser su concepción mucho más rica y dinámica,el monopo lio no se basa en una fotografía en la que, en un mo -mento dado, existe una única empresa proveyendo al mercado.La idea se basa es que ninguna otra empresa pueda entrar acompetir en ese mer cado. Llegados a este punto, ninguno de losargumentos sobre empresa demasiado grande frente a otraspequeñas sería válido, ya que, volviendo al teorema de la impo-sibilidad del socialismo, a esta gran empresa le sería mucho másdifícil efectuar un cálculo económico exacto sobre sus accionesy se encontraría en una posición de difícil competencia frente auna constelación de py mes que le vayan comiendo cuota de mer -cado poco a poco. Por tanto, el monopolio es posible si, y solosi, el estado otorga un privilegio en virtud del cual, haciendo uso

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1 Por cierto, uno de los argumentos utilizados por los soviéticos para defender-se de las acusaciones de esta teoría era que sí se utilizaban precios en la extinta UniónSoviética. Esto era cierto. Por supuesto que en la URSS se sabía cuál era el precio deuna tonelada de petróleo o de hierro: el precio que se daba en los países capitalistas.

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de su aparato coactivo, impida el acceso a otras empresas en librecompetencia.

Rothbard nos explica, seguidamente, el dinero y sus funcio-nes. Esto da pie para introducir la crítica a la Escuela Keynesia-na. Rothbard defiende la función del dinero como depósito devalor. Keynes se centró en un ataque a su demonio particular: elatesoramiento. No fue consciente, sin ninguna duda debido a suignorancia en materia económica, de que una de las funcionesprincipales del dinero es que funciona frente a depósito de valorfrente a las eventualidades de la vida. En el estudio de la ofer-ta y la demanda de los medios de pago, Rothbard llegar a la con -clusión que defendió durante toda su vida: solo el oro puede fun -cionar como moneda que realmente cumpla las funciones paralas que fue inventada. Un invento, recordemos, que surge espon-táneamente al necesitar los seres humanos un medio de cambiointermedio con el que efectuar sus transacciones y, de esta for -ma, aumentar exponencialmente sus posibilidades de intercam -bio y de división del trabajo.

Finalmente, como anarquista que fue, Rothbard ofrece un aná -lisis pormenorizado de las consecuencias de la intervención delestado en la economía. Este último capítulo da pie a la obra querecientemente se ha publicado en español: Poder y mercado, des -gajada del texto principal debido a su extensión. El autor expli-ca desde la intervención en los precios, posiblemente la preferi-da por los gobiernos, hasta los impuestos, pasando por el gastopúblico o la regulación. Deja para el final un breve apunte sobreel ciclo económico, el cual, para Rothbard, viene como consecuen -cia de la intervención sistemática de gobiernos y bancos centra-les sobre el sistema financiero y monetario. Porque no es posibleexplicar el ciclo económico en el mercado libre. Es ontológicamen -te imposible. Como mucho, puede explicarse una crisis cuandola economía está poco desarrollada y es muy dependiente de laagricultura. Así, una sucesión de malas cosechas condena al ham -bre a la mayoría de la población. Sin embargo, el tema del cicloeconómico, al que tan mal acostumbrados estamos en las econo-mías mal llamadas capitalistas como algo inevitable, conlleva laidea de una caída súbita en la actividad económica. Este descen-so repentino, con su dramático colorario en forma de elevada tasa

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de desempleo, centró la atención de muchos economistas a raízde la Gran Depresión (1929). Aún así, en la mayoría de centrosuniversitarios se explica que estas caídas son obra y gracia dealguna autoridad divina, sin posibilidad de explicación. Roth-bard, de manera brillante, pone el punto sobre la i: la violaciónde los principios generales del derecho en materia de guarda ycustodia del 100% de los depósitos a la vista, combinado con unabajada en los tipos de interés, suponen un cóctel perfecto parala tormenta financiera. Realizando un estudio histórico, el autornos explica que los bancos, en un primer momento, se sintierontentados a emitir más recibos de aquella mercancía que los de -positantes dejaban para la guarda y custodia. Así, mediante unproceso inflacionario se engañó a los agentes económicos bajo lacreencia de que el ahorro de la sociedad había aumentado, cuan-do tal cosa no había sucedido. Tarde o temprano, los errores deinversión se manifiestan en forma de una recesión económica,donde dichos errores serán depurados. Sin embargo, lo realmen -te trágico de las economías occidentales es, como ya se ha dicho,la creencia de que se trate de una condición intrínseca del capi-talismo, cuando el sistema financiero y bancario es aquel másintervenido de las economías modernas.

En resumen, Rothbard ofrece un tratado que bien puede ser uti -lizado como manual para los estudiantes de primero de cualquiergrado en economía. Sus detenidos argumentos, combinados conalgún trazo de ácido humor, construyen un edificio teórico inigua-lable sobre el que asentar posteriores estudios económicos, ya seaen ámbitos históricos o teóricos.

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RESEÑA DEL LIBROUNA REVOLUCIÓN LIBERAL

PARA ESPAÑADE JUAN RAMÓN RALLO

(Editorial Deusto, Madrid 2014,400 páginas)

CRISTÓBAL MATARÁN LÓPEZ*

En unos de los libros indispensables para formarse en el debatede ideas frente a los socialistas, que vienen a ser el 95% de la pobla-ción del país, Juan Ramón Rallo nos ofrece una visión de lo queel estado dice ser, de lo que en realidad es y de lo que debería con -vertirse. En un primer momento, Rallo nos ofrece la visión de loque el estado pregona: la defensa de los pobres y la justicia social(concepto que, por cierto, Hayek odiaba). Con datos y cifras, des -monta tan falsa apreciación: el estado vive por y para sí mismo,para el mantenimiento de sus privilegios y de quienes lo justifi -can. Para ello, no puede obviarse el caso de Suecia, repetido hastala saciedad por los socialdemócratas de toda Europa como el mo -delo de estado bueno y bondaso, y, por tanto, en las antípodas delnuestro, basado en un estado fuerte y una economía de mer ca -do con gran margen. Falso. No caben ambas cosas. Estado o mer -cado. Libertad o socialismo. Rallo explica cómo el estado suecocreció hasta niveles insostenibles (otra palabra defenestrada porel pensamiento único) hasta el 70% de su PIB. Pero, a partir de losaños 80, fue reduciendo paulatinamente el peso del sector públi-co hasta por debajo del 50% y sin final a la vista.

A continuación, Rallo nos muestra lo que el estado ocupa ennuestra vida, es decir, lo que en realidad es. Con ejemplos de

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* Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Car -los de Madrid.

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diversa índole, nos muestra los despilfarros, especialmente enmateria de funcionarios y empleados públicos, a los que el esta-do vive acostumbrado debido a su propia naturaleza. La soluciónpasa, por ejemplo, por un estado descentralizado con competenciafiscal entre regiones o, yendo al caso extremo, entre ciudades. Deesa forma, se conseguirían dos grandes ventajas. En primer lugar,los ciudadanos serían conscientes del volumen de impuestos quepagarían, ya que los ayuntamientos gestionarían la inmensa ma -yoría de los impuestos, dejando un tanto por ciento a la gestióncomún, como la representación internacional o el ejército. Ade -más, los ciudadanos serían más libres de situarse en aquella pre -sión fiscal que más les atraiga. Es complicado que una personacambie de país solo para pagar menos impuestos, ya que los lazosfamiliares y culturales con una tierra están siempre presentes. Cam -biarse de región dentro del mismo país es algo más sencillo. Perolo que sería un golpe para los amantes de la fiscalidad alta seríala posibilidad de que los ciudadanos pudieran cambiarse solo unoskilómetros para pagar menos impuestos, dejando en evidencia alos gestores derrochadores.

Así, la pregunta que se formula cualquier persona que ve cómoel estado le atraca en la nómina cada mes sería, ¿cuál sería el tama-ño óptimo del estado? ¿Cuántos funcionarios son necesarios? ¿Ten -dría que ser funcionarios de por vida o podrían ser contratacionescomo en cualquier empresa? Rallo ofrece una respuesta tajante,aunque debe ser matizada: el 5% del PIB. Esto supondría redu-cir el estado actual diez veces. No se llegaría a ello de manera in -mediata, sino que sería un proceso de evolución en la sociedad,de que estas se vaya dando cuenta de las ventajas que le ofrece elmercado en la gestión de aquellos sectores que los estados hancolmado a lo largo del s. XX. Igualmente, bien podría suceder quela sociedad decidiese que un estado del, por ejemplo, 3% sería másrecomendable. No es un modelo exacto sobre el que no quepa va -riación o experimentación. Sin ir más lejos, la sociedad se basa enla búsqueda de lo mejor mediante métodos de prueba y error, porlo que no puede cerrarse la puerta a cualquier cambio.

A partir de aquí, Rallo comienza la verdadera exposición dellibro. Uno a uno, cuan estación de penitencia en un vía crucis, elautor desmota los argumentos sobre por qué el estado es mejor

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que el mercado en la provisión de determinados servicios. ¿Quiénconstruiría las carreteras? ¿Podrían los pobres pagarse la sani-dad? ¿Sería la educación un bien exclusivo para los hijos de losmás pudientes? ¿Qué sucedería con la cultura y el arte? ¿Y con losservicios municipales, como la recogida de basuras? Los argumen -tos como los monopolios naturales o un elevado coste que fuerainasumible para la ciudadanía son refutados mediante la contra-prestación de la gestión privada de sanidad, educación, carrete -ras, etc., frente a la gestión pública. Sobre todo son de especial in -terés aquellos capítulos en los que se tratan aquellos sectores que,intervenidos por el Estado del Bienestar, la ciudadanía ha llega-do a asumir como algo normal que deban ser provistos por el sec -tor público.

Pese a las reticencias de la mayoría de la población, ya sea porignorancia o por exacerbado antiliberalismo, la transición haciala gestión de servicios privados desde sistemas públicos ha teni-do diversos ejemplos a lo largo de la historia. No solo los repe-tidos de Ronald Reagan en Estados Unidos o Margaret Thatcheren Reino Unido, sino otros muchos aún más increíbles y con ma -yor fuerza. La Polonia post soviética o la Chile de las dos últimasdécadas constituyen ejemplos de cómo el camino de la libertadpuede, y debe, abrirse camino, con sus consecuentes incrementosde riqueza para todos los estamentos de la población. Sin ir máslejos, la apertura de Polonia al comercio internacional la ha con -vertido en uno de los grandes destinos de los inversores interna -cionales en la última década. En cuanto a Chile, su ejemplo detransición hacia un sistema de capitalización individualizada depensiones constituye el más vigoroso ejemplo de cambio de mo -delo que condena a la pobreza a la tercera edad frente a la disposi -ción plena y planificación de su propia jubilación.

En definitiva, lo que Rallo plantea es un arsenal de argumen -tos con los que debatir frente a los deseos de la colectivización dela economía. Lo que debemos asumir es que estamos en una ba -talla de ideas más que en ninguna otra época, en la que nos juga-mos el porvenir de nuestra generación, frente a las posturas quedesean volver a las épocas más oscuras de la civilización humana.

RESEÑA DEL LIBRO UNA REVOLUCIÓN LIBERAL PARA ESPAÑA 485

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RESEÑA DEL LIBROMAKERS. LA NUEVA

REVOLUCIÓN INDUSTRIALDE CHRIS ANDERSON

(Ediciones Urano, 352 páginas)

FERNANDO G. JAÉN COLL*

Un nuevo libro de Chris Anderson (autor del La economía LongTail, que trataba según él mismo nos dice del «desplazamientoen la cultura hacia los bienes de nicho» y empresario de 3D Ro -botics), ha sido publicado en España en junio de 2013, MAKERS.La nueva revolución industrial (Ediciones Urano, S.A., del originalde igual título, en inglés, publicado por Crown Business, NuevaYork). Título fácil para atraer a los lectores de lo nuevo, de lo quesiendo incipiente parece que va a venir en amplitud transforma -dora de tal calibre que podemos etiquetarlo de revolución, en elsentido de cambio profundo y singularmente reconocible, aun -que no incurra en cambio de instituciones, que, a lo mejor, tam -bién. Tal vez sea un pelín exagerado, aunque valga para llamarla atención del curioso.

La idea que vertebra el libro es que asistimos a la posibilidadde uso de técnicas que permiten superar la producción industrialmasiva que hoy se practica, quedando la cuestión valorativa desi, como el propio autor nos muestra, será una manera de produ-cir complementaria para atender unos segmentos de mercado obien se generalizará. Me inclino por la complementariedad y creoque si deducimos el entusiasmo expositivo del autor, él mismotam bién se inclina por ello, sin que deba considerarse residual, perotampoco dominante este modo de producir.

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 487 a 491

* Profesor Titular de Economía y Empresa de la Universidad de Vic.

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El par combinado de posibilidad técnica, el de elementales me -dios de producción vinculados a las nuevas tecnologías informá -ticas y de comunicación, junto a nuevos comportamientos socia-les, el de personas que disfrutan del desarrollo y de la innovacióntécnica poniendo en común soluciones por ellos inventadas, almargen de los derechos de propiedad registrados al modo tradi-cional, da como resultado una nueva forma de producir indus-trialmente a escala pequeña, pero no meramente artesanal conresultados mayores en ingenio, productividad y satisfacción alcliente (si se quiere, perteneciente a segmentos específicos) quela producción a gran escala propia de las grandes organizacionesindustriales.

No crea el lector que el libro se orienta a una disquisición pro -funda sobre el modo de producción que puede alumbrar el cam -bio técnico y sus nuevas formas de organizar la producción, enel sentido en que lo discutirían los marxistas, por ejemplo, aden-trándose en la modificación de las relaciones de producción ysus consecuencias revolucionarias o no, que bien les iría a estosel reflexionar al respecto y aplicar el modo de análisis de Marxa una nueva realidad, renovando los utensilios intelectuales, enlugar de repetir los esquemas analíticos del siglo XIX a la reali-dad del s. XXI, que el trabajo asalariado masivo concentrado enlas fábricas en que se basaba Marx tiende a desaparecer, abrién-dose paso el forzado o voluntario trabajo llamado independiente,al modo del que lo fuera el artesano, pero que en realidad es traba-jo de empresario autónomo que depende de grandes organizacio -nes para conseguir contratos de producción y venta, o trabajo encomunidad en el marco de la denominada economía de la felici -dad (p. 104), que es de lo que va el libro que comentamos.

En el sentido de abrirse paso una nueva forma de producir quesubvierte o prescinde de la propia relación de asalariado, Ander-son nos muestra que con escasos medios de producción se puedenalcanzar niveles de producción de cierta consideración gracias ala técnica disponible, que básicamente reduce a impresoras 3-D,máquina CNC, cortadora láser, escáner 3-D y diseño CAD, todoello con aplicaciones informáticas en código abierto y, eso sí, unanueva organización abierta, en la que colaboran por diferentesobjetivos, distintas personas, empleadas o no en otras empresas,

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guiadas por el entusiasmo del avance en soluciones técnicas ycon un sistema de remuneración peculiar, como el que describeen la página 162, que se jerarquiza desde la obtención de una ca -miseta, en el nivel inferior, hasta participaciones de la empresa,en su vértice.

El libro está organizado en dos partes: Primera, «La revolu-ción», más breve, consta de cinco capítulos: 1. La revolución dela inventiva. 2. La nueva revolución industrial. 3. La historia delfuturo. 4. Ahora todos somos diseñadores. 5. La Long Tail de lascosas. Y la Segunda, «El futuro»: 6. Las herramientas de la trans-formación. 7. Hardware abierto. 8. Reinventar las fábricas másgran des de todas. 9. La organización abierta. 10. Financiar el Mo -vimiento Maker. 11. Negocios Maker. 12. La fábrica en la nube.13. Biología DIY. Sigue un Epílogo con el título «La nueva confi-guración del mundo industrial» y un Apéndice titulado «El tallerdel siglo XXI». En junto, unas trescientas cincuenta páginas. ¿Elestilo? Alejado de la lógica deductiva, basado en su experienciapersonal que arranca de sus recuerdos de niñez vinculados a losinventos de su abuelo materno, de la que extrae una primera con -secuencia: la distinción entre inventor y emprendedor, esta últi-ma condición no la tenía su abuelo ni estaba tan a mano ejercerlacomo lo está hoy desde que disponemos de Internet. Ser empren-dedor y no solo inventor: «Lo cual, en definitiva, es el tema delpresente libro.» (p. 30)

El horizonte temporal no es ilusorio ni escapa a lo que la in -tuición puede guiar: los próximos diez años, periodo en el quelas lindes de lo físico-material y lo digital serán nebulosas, puesno poco de lo que hoy es estrictamente material tendrá una com -ponente digital que puede modificar el tratamiento económicode la mercancía en cuestión (otro ángulo de indagación para losmarxistas). Nos adentramos en el emergente movimiento-merca-do Maker, cuyo origen tuvo un primer hito en el año 2005, con ellanzamiento de la revista Make y la primera celebración de la Fe -ria de igual nombre en Silicon Valley. Tres son las característicasde dicho movimientos según el autor:

«1. Gente que usa en casa herramientas digitales para diseñarnuevos productos y hacer de ellos prototipos (“DIY digital”).

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”2. Una norma cultural para compartir esos diseños y colaborarcon otros en comunidades en línea.

”3. Utilizar estándares de diseño de archivos comunes para per -mitir que todo el mundo, si lo desea, pueda enviar sus dise-ños a servicios comerciales de fabricación» (p. 39).

Dejemos al lector la lectura de la reconstrucción histórica delfuturo en base a la sucesión de los principales inventos fabrilesde siglos anteriores. Ahora ya, «La fabricación computerizada seencamina hacia la plena fabricación mediante dispositivos per -sonales.» (p. 85)

No crea el lector que está ante el libro de un iluso altruista alque no le importa ganar dinero. En el capítulo 7, nos ofrece laevolución de su empresa, desde la fase inicial de entretenimien -to hasta la actual, con un mensaje bien claro para este tipo deindustria: competir en el mercado internacional desde el primerdía (p. 153) y poner un precio que permita continuar el negocio,distinguiendo entre bits y átomos, los primeros se ofrecen libre-mente en línea bajo licencia de uso casi prácticamente sin restric-ciones, «pero los productos físicos mismos —los átomos— sevenden porque tienen costes reales que deben ser recuperados.»(p. 157)

El retorno a la producción en el propio territorio, o sea, el re -torno a casa de las deslocalizaciones de los últimos decenios, queempiezan a plantearse tienen un fundamento que Anderson ponede relieve en relación con la fabricación de automóviles: la compo-nente mano de obra se reduce a niveles muy bajos porcentualmen -te, de manera que la diferencia salarial tiene una repercusión me -nor. «Con el ascenso de la fábrica robotizada, el flujo de siglos decomercio mundial en dirección a la mano de obra barata puedeestar llegando a su fin.» (p. 205)

Una organización abierta corresponde a la nueva fabricación.En términos de doctrinas económicas, se acomoda mejor la de Ha -yek que la de Coase, según Anderson: «Mientras que este explica -ba por qué existen las organizaciones centralizadas, Hayek argu-mentaba que no deberían existir.» (p. 210).

Los últimos capítulos del libro nos aproximan a la práctica,a cómo se financia el movimiento Maker, a los negocios que han

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adoptado este camino y a los límites que todavía hay frente al sue -ño del Maker de disponer de materia programable al modo delreplicador de Star Trek. Queda camino a la invención mientrasse adoptan los nuevos métodos de fabricación hoy posibles.

RESEÑA DEL LIBRO MAKERS. LA NUEVA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 491

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RESEÑA DEL LIBROLA CRISIS DEL SIGLO XVII.

RELIGIÓN, REFORMAY CAMBIO SOCIAL

DE HUGH TREVOR-ROPER(Ed. Katz, Madrid 2009,

488 páginas)

JOSÉ CARLOS MARTÍN DE LA HOZ

Una visión nueva del siglo XVII

El profesor Hugh TREVOR-ROPER realiza en su último trabajosobre el siglo XVII europeo una autentica revisión a fondo de lasfamosas tesis de Max Weber y el origen del capitalismo. Así em -pieza por estudiar si realmente el calvinismo fue el motor deldesarrollo económico y cultural europeo desde el siglo XVII: «Sianalizamos a la clase empresarial de las nuevas ciudades “capi-talistas” del siglo XVII, descubrimos que en ella predominan losinmigrantes, y que esos inmigrantes, cualquiera sea su religión,provienen en su gran mayoría de cuatro zonas: flamencos, judí-os Lisboa-Sevilla; algunos del sur: italianos de cómo, Lucano, Mi -lán» (p. 32).

Seguidamente, añade: «Las técnicas que los flamencos lleva-ron a Holanda, Suecia y Dinamarca, y los italianos a Suiza y Lyón,eran las viejas técnicas del capitalismo medieval tal como se ha -bían perfeccionado en vísperas de la Reforma, con la diferenciade que ahora se aplicaban a nuevas regiones. Eso es todo» (p. 35).

Inmediatamente desarrolla su propuesta: Eran erasmistas antesque calvinistas (p. 38). Y añade: «Los revolucionarios del Norteadoptaron la crítica erasmista de la repúblicas mercantiles, pero,claro está, con una gran diferencia. Aunque era posible que los

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 493 a 494

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erasmistas simpatizaran con parte del programa luterano, no po -dían adaptarlo hasta las últimas consecuencias: de hacerlo, ha -brían traicionado su civilización» (p. 44).

Así pues, con rotundidad confirma que: «Las nuevas ideas quenos interesan no surgieron de los calvinistas, sino de los herejesque se las habían ingeniado para desbaratar o eludir el controlde la Iglesia calvinista: herejes a quienes los verdaderos calvinis -tas habrían quemado si se les hubiera presentado la oportunidad»(p. 212).

Para Trevor-Roper: «La religión en el marco del cual florecióla ilustración no fue el calvinismo, sino el arminiamismo o el socia-nismo. El calvinismo, esa feroz y cerrada recreación del escolas -ticismo medieval, era su enemigo: el último enemigo que cayóen las últimas trincheras de Holanda, Inglaterra, Suiza y Esco-cia» (p. 221).

Y vuelve a su Tesis erasmiana: «Si el arminismo es libre albe-drío en la teoría y tolerancia en la práctica, en el marco de una Igle -sia cristiana reformada, primitiva y visible, Erasmo es el primerarminiano; de hecho, los arminianos holandeses lo creían así»(p. 226). Para nuestro autor, el erasmismo es sinónimo de: «libe-ral, escéptico, tolerante y místico» (p. 227).

La conclusión de nuestro autor es contundente: «A su llega-da, la Ilustración del siglo XVIII fue una reunión de todos los here-jes, la reintegración de un movimiento que la revolución religiosahabía frenado y transformado, pero no había logrado destruir»(p. 238).

De todas formas, Trevor-Roper no deja de señalar: «Si bien elcalvinismo fue retrógrado y represivo en el terreno de la intelec -tualidad, en el campo político prestó un servicio esencial» (p. 238).

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RESEÑA DEL LIBROCUANDO MUERE EL DINERO

DE ADAM FERGUSSON(Alianza Editorial, Madrid 2012,

320 páginas)

JAIME HERNÁN-PÉREZ AGUILERA*

Recientemente Alianza Editorial ha reeditado el libro de AdamFergusson Cuando muere el dinero, una obra de plena actualidadjusto cuando las políticas monetarias lanzadas por los Bancos Cen -trales para contrarrestar las consecuencias de la crisis actual pue -den provocar un episodio de inflación.

En la década de los años 20 del pasado siglo, la República deWeimar tuvo que afrontar un escenario económico especialmentecomplejo, a consecuencia del final de la Primera Guerra Mundialy de los acuerdos de paz que se plasmaron en los Tratados de Ver -salles. Una de estas consecuencias fue la hiperinflación de 1923,la mayor elevación de precios que registra la reciente historia euro-pea. Para poder afrontar el pago de las reparaciones de guerraim puestas en los Tratados, Alemania se lanzó a una enloqueci-da fabricación de papel moneda. A lo largo de cuatro años, entre1920 y 1923, los precios subieron exponencialmente, de hecho, ennoviembre de 1923, el tipo de cambio con el dólar alcanzaba los4.200.000.000.000 marcos.

Las consecuencias de este episodio de hiperinflación fueronterribles para la República de Weimar. Adam Fergusson descri-be cómo el sistema comercial se desenvolvía por medio del true-que al quedar totalmente destruido por la inflación, o cómo seestablecían cambios en los precios de los bienes en cuestión de

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 495 a 496

* Doctor en Economía y Máster en Economía de la Escuela Austriaca.

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horas. Por ello, esta obra resulta imprescindible para compren-der el entorno económico y social que acompañó tanto a Misescomo a Hayek. Los economistas son hombres de su tiempo y losacontecimientos o las coyunturas críticas que afectan a la socie-dad en la que se desenvuelven lógicamente ejercen una influen-cia sobre sus vidas. La mayor carga de la hiperinflación recayósobre la clase media, clase media a la que pertenecían tanto Mi -ses como Hayek, y que había invertido sus ahorros en cuentas deahorros, renta fija o vitalicia, etc. Tras la hiperinflación su valorquedó reducido a cero, eliminando los ahorros de miles de ciuda-danos, de hecho el propio Hayek vio cómo los ahorros de su fa -milia se evaporaron.

El presente libro es un testimonio práctico que ilustra cómo lapérdida de la confianza en el dinero altera el día a día de las perso-nas, sus economías, sus planes, y sobre todo deja al descubiertola impotencia de la sociedad que sufre la inflación, su des mora -lización y sufrimiento, que va más allá del evidente desorden eco -nómico que provoca, pues también debilita los principios éticosy solidarios y termina provocando la supresión de las libertadespolíticas e individuales. Solo así se entiende la obsesión que man -tuvo toda su vida Mises contra las políticas tendentes a la infla-ción, de hecho, publica su obra Socialismo en 1922, cuando lossignos de la hiperinflación se manifestaban ya en todo su rigor.

Adam Fergusson narra el fracaso de toda una generación euro -pea que terminó con el ascenso al poder del fascismo y del comu-nismo, en definitiva, el imparable ascenso al poder de los regí-menes autoritarios, que precisamente provocaron tanto en Misescomo en Hayek el exilio. El propio Mises siempre echaría de me -nos el ambiente de la Viena anterior a la Primera Guerra Mundial,ambiente que quedó marcado por el conflicto bélico y que la in -flación destruyó por completo. Por todo ello, la obra de Fergussonresulta imprescindible para comprender no solo las consecuen-cias de la inflación, sino para intentar entender el porqué de lospensamientos y de las ideas que entorno al dinero y a su manipu -lación expusieron con acierto y maestría tanto Mises como Hayek.

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RESEÑA DEL LIBROLA RESERVA FEDERAL

Y LA CRISIS FINANCIERADE BEN B. BERNANKE

(Princeton y Oxford: PrincetonUniversity Press, 2013, 134 páginas).

(Traducido por AntonioMartínez González)

DAVID HOWEN*

Ben Bernanke, entonces presidente de la Reserva Federal, diouna serie de conferencias a estudiantes de la George Washing-ton Uni versity en 2012. En ese momento, la economía america-na se encontraba en el medio de recuperación más débil desdela posguerra, y la Reserva Federal había sido ampliamente enco-miada por haber evitado una segunda Gran Depresión. Las confe-rencias de Bernanke se centraron en 1) los orígenes y el papel dela Reserva Federal, 2) su comportamiento en la posguerra (exclu-yendo convenientemente la Gran Depresión), 3) sus políticas ysu comportamiento antes de la crisis crediticia de 2008 y en res -puesta a ella, 4) una revisión de su comportamiento después dela crisis.

Hay problemas gravitando en cada uno de los cuatro capítulosdel libro. El texto empieza con mal pie cuando Bernanke revisalos orígenes y los objetivos de la Reserva Federal. En opinión deBernanke, los bancos centrales se crean para lograr la estabilidadde la economía (es decir, mediante una inflación baja y estable yevitando fluctuaciones económicas), y del sistema financiero, pre -viniendo el pánico y la congelación financiera.

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 497 a 501

* Doctor en Economía, Universidad Rey Juan Carlos.

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¿De dónde proceden dichas inestabilidades? Bernanke des -cuidadamente atribuye la inestabilidad al hecho de que «ningúnbanco mantiene una liquidez igual a sus depósitos» (p. 7). Nohace referencia a la posibilidad de que las reservas fraccionariaspodrían generar mayores inestabilidades, y en un intento por sub -rayar su argumentación, Bernanke señala que durante el SistemaBancario Nacional (1873-1914), los bancos efectivamente cerra-ban puntualmente sus puertas durante las crisis y los ataques depánico. Investigaciones recientes sugieren que aunque el siste-ma bancario no desempeñó un papel particularmente estabili-zador durante este periodo, maniatado como estaba por muchasonerosas reglamentaciones, la Reserva Federal lo hizo bastantepeor tanto en términos monetarios como de inestabilidad macro-económica (Selgin, White y Lastrapes, 2012).

No tiene que sorprender demasiado la falta de referencias alas imperfecciones del periodo anterior a la creación de la Reser-va Federal, considerado el nivel lamentable del conocimiento his -tórico entre los economistas. Más grave es cómo Bernanke tratala Gran Depresión, en parte debido a que lo que más le dio a co -nocer antes de ser nombrado presidente de la Reserva Federal fue -ron sus investigaciones sobre este periodo, y en parte porque estátan equivocado. En el periodo previo al crack de 1929, Bernankeenumera casi todo posible fallo en la economía global con la ex -cepción de una política monetaria relajada: un excedente desdela Primera Guerra Mundial, «problemas» indefinidos con el patrónoro, una burbuja financiera y el contagio de todos los valores comocausas destacadas de la recesión (pp. 19-20). La recuperación noempezó hasta que Roosevelt abandonó el patrón oro en 1933, yse estableció el seguro de depósito en 1934. De forma parecida ala mayoría de los debates de la economía imperante sobre la GranDepresión, se presta escasa atención al periodo anterior a 1929,así como a la tesis mantenida de que el boom financiero de fina-les de los años veinte fuera sintomático de una política moneta-ria laxa, y una señal de que se estaban generando desequilibriosmás profundos en la economía real. El análisis es bastante limita -do si lo comparamos, por ejemplo, con Rothbard (1963).

La lectura de los capítulos que se dedican a las actuacionesmás recientes de la Reserva Federal es la parte más frustrante del

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libro. Bernanke rellena casi 100 páginas con los motivos de la cri -sis crediticia de 2008; solamente en una ocasión reconoce que laReserva Federal contribuyó a la inestabilidad que condujo a lacrisis, o a la dureza del golpe.

La «psicología» jugó un papel importante en la subida del pre -cio de las viviendas (p. 42). La rebaja en los criterios de concesiónde préstamos y la proliferación de los créditos de segundo nivelposibilitaron la entrada en el mercado de nuevos compradoresque hubieran estado mejor manteniéndose al margen (pp. 43-44).(Más adelante [p. 133] hace mención a que la calificación de loscréditos en las hipotecas de nueva creación no eran más bajas du -rante el boom de la vivienda, pero no explica cómo esto encaja conla afirmación de que los prestamistas persiguieron ciegamentea prestamistas de segundo nivel). Las agencias de calificación tam -bién se equivocaron en su valoración del riesgo o manipularonpara minimizar el riesgo de impago (pp. 69-70). Las aseguradoraselaboraron y vendieron derivados complejos que alimentaron lasinestabilidades (p. 70). Hubo falta de regulación y supervisión(pp. 50-51). Solo con este último punto Bernanke admite que laReserva Federal no desempeñó su papel tan bien como hubierapodido y por ello pudo haber contribuido a la crisis. Pero su fra -caso en este sentido fue, según él, endémico durante la gestióndel anterior presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, yno un fracaso de su mandato, llegando incluso a afirmar que «apartir de mi nombramiento, pusimos en marcha algunas de estasmedidas de protección pero era demasiado tarde para evitar lacrisis» (p. 50). Uno tiene la impresión de que Bernanke piensa quesi solo hubiera asumido el cargo un poco antes, se podría haberevitado mucho dolor.

Bernanke vierte ríos de tinta para explicar los estudios (desdedentro de la Reserva Federal o predominantemente escrita en aso -ciación con la Reserva Federal) que absuelven a la Reserva Fede-ral de la responsabilidad de haber hecho que los precios de la vi -vienda salieran de contexto (pp. 52-54). Esto no es sorprendenteya que proviene del presidente de la Reserva Federal. Lo que re -sulta sorprendente es que dedica casi el mismo tiempo en seña-lar que el papel de la Reserva Federal en la crisis de la viviendaes muy controvertido y que «esta cuestión [sobre la relación entre

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política monetaria y precio de la vivienda] sigue debatiéndose»(p. 54, nota 4). Por un lado, Bernanke se toma tantas veces la mo -lestia de disertar sobre la cuestión polémica de que la política mo -netaria no tiene ningún efecto sobre los precios de la vivienda queuno duda de su sinceridad al realizar esta afirmación. Por otrolado, después de la crisis la Reserva Federal adoptó políticas mo -netarias dirigidas explícitamente a sujetar los precios de los acti-vos, así que puede haber poca duda de que dentro de la ReservaFederal existe una convicción de que la institución afecta deter-minados activos, incluyendo la vivienda.

Como en muchos libros, lo que no está escrito es tan reveladorcomo lo que lo está. No se menciona el «riesgo moral» ni una vez.Bernanke sí menciona el «demasiado grande para quebrar», perono en profundidad o en el contexto de que la Reserva Federal fo -mentara el problema (p. 86). Solo cuando presionado por un es -tudiante durante el turno de preguntas Bernanke desarrolla laidea, pero solo para conceder que la interpretación del proble-ma por parte de la Reserva Federal está «evolucionando» y quese necesita más tiempo para aclarar la amplitud del papel quejugó en la crisis (pp. 94-95). No menciona la posibilidad de des -pejar la posición de la Reserva Federal hasta que lo presiona otroestudiante (p. 123), y simplemente reitera la idea general de re -vertir posiciones a través de los medios normales sin prestar aten -ción a las dificultades que surgirán si sus activos pierden valoro si el sector bancario no los vuelve a exigir. A este revisor pare-ce que salir de la política monetaria más expansiva de la histo-ria de la Reserva Federal es tan importante para su éxito comopromulgarla. Me hubiera gustado que Bernanke voluntariamenteplanteara el asunto y lo ampliara.

A pesar de sus carencias, este libro tiene una ventaja. Graciasa su público de estudiantes, Bernanke explica claramente lo queson sus ideas sobre el papel de la Reserva Federal hasta y duran-te la crisis. Por muy equivocadas e incompletas que sean sus ideas,la claridad de su exposición da valor a un libro por lo demás me -diocre.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ROTHBARD, M.N. (1963): America’s Great Depression, 5th ed. Auburn,Ala.: Ludwig von Mises Institute, 2008.

SELGIN, G.A., William D. Lastrapes and Lawrence H. White. 2012.«Has the Fed Been A Failure?» Journal of Macroeconomics 34,n.º 3: 569-596.

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Noticias

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Fallece Jesús Huerta Ballester,padre del profesor Huerta de Soto

El pasado jueves 5 de febrero de 2015 falleció Jesús Huerta Balles-ter, distinguido empresario de seguros de vida, abogado y graneconomista liberal, que supo guiar la educación desde muy jo -ven de su hijo, el profesor Huerta de Soto, por la senda del rigoren la búsqueda de la verdad científica y en el impulso de la econo -mía de mercado y del sistema económico capitalista. Nacido enMadrid el 5 de noviembre de 1930, en 1949 amplió sus estudiosde Economía en la Universidad de Columbia en Nueva York, sien-do uno de los miembros fundadores del Colegio Nacional de Eco -nomistas, cuya medalla de oro recibió, 50 años después, de la manodel también fallecido profesor Enrique Fuentes Quintana. Edi -torialista especializado en temas de economía del diario ABC deMa drid, el 17 de mayo de 1988, el gobierno de la nación le otorgó,igual mente, la Medalla de Oro al Mérito en el Seguro en recono -cimiento a los servicios prestados por Huerta Ballester en estecampo.

A continuación, y a modo de homenaje, reproducimos el Pró -logo escrito por su hijo Jesús Huerta de Soto al libro Ensayos perio -dísticos, publicado por Huerta Ballester en 2006.

PRÓLOGO

En el presente libro se incluyen, a modo de homena je, treinta ytres artículos que mi padre, Jesús Huerta Ballester, publicó comoeditorialista del diario ABC de Madrid durante la década de losaños sesenta del siglo pasado. La mayoría de estos trabajos fueronampliamente reproducidos en otros periódicos y revistas de nues -tro país, y para comprender adecuadamente el contenido, alcan -ce e influencia de los mismos es preciso recordar, prime ramen -te, el contexto político, económico y social en que se desenvolvíanues tra nación durante esos años. Tras el Plan de Estabilización de

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 505 a 586

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1959, España había iniciado su despegue económico en un marcode economía de mer cado relativamente más liberal, pero que se -guía todavía muy lastrado por los viejos errores del intervencio -nismo económico y la autarquía. El régimen del General Fran coiniciaba sus últimos quince años de vida de la mano de un grupode tecnócratas que con dificultades trataban de romper con másde veinte años de autarquía y aisla miento internacional, pero quetampoco tenían muy cla ro el modelo de liberalización a seguir,muy influidos todavía por los mitos del keynesianismo y la pla -nifica ción indicativa que tan de moda se pusieron durante esosaños. Además, las estructuras políticas se mostra ban muy rígidasante cualquier intento de reforma, impe rando, por ejemplo, la cen -sura previa en la publicación de cualesquiera artículos de pren-sa, lo cual condiciona ba en gran medida la forma y contenido delos mismos, dando lugar, como luego veremos, a una peculiar tác -ti ca y picaresca para burlar el férreo control del censor. Con todo,las tímidas medidas liberalizadoras tuvieron un rotundo éxito yEspaña inició durante ese periodo lo que algunos —a semejan-za del Wirtschaftwunder alemán de los años cincuenta— han cali-ficado de «milagro eco nómico español de los años sesenta». Gra -cias a ese impulso, nuestro país podría ingresar, veinticinco añosdes pués, en el Mercado Común Europeo, llegando a ser ya en elsiglo XXI uno de los Estados fundadores de la Unión Monetariay alcanzando un grado de desarrollo econó mico y social muy com -parable al de las naciones euro peas más desarrolladas.

Es este el contexto en el que se deben insertar los tra bajos re -copilados en el presente libro, que, a pesar del variado contenidode los mismos, comparten una serie de características comunesque es ahora necesario resaltar. En primer lugar, la gran brevedady esfuerzo de síntesis realizado por el autor en todos y cada unode ellos. Tén gase en cuenta que, en la mayoría de los casos, solose disponía de una única columna para presentar el diag nósticodel problema y la posible solución, por lo que, lite ralmente, habíaque destilar la esencia de cada argu mento en un número muy bre -ve de palabras. En segun do lugar, y a pesar del condicionan te an -terior, cada artículo está escrito con una claridad pasmosa. Los ar -gumentos económicos más complejos se explican con un len guajeasequible y transparente para todo el mundo, sin que ello me nos -

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cabe en nada su necesario rigor científico. Qui zás esta especial ha -bilidad de mi padre para escribir de forma clara, breve, concisa yconcreta los argumentos más complicados sea una de las vir tudesmás sobresalientes que explican su éxito durante esos años comoeditoria lista del ABC. Además, la claridad y brevedad ex positi vassolo se hicieron posible gracias a un dominio abso luto de nuestracomún lengua española y de las ricas posibilidades de expresióncon los más variados y sutiles matices que la misma permite. Entercer lugar, y ya en cuan to al contenido, destaca el espíritu a lavez crítico y cons tructivo de estos trabajos. Se trataba de criticar,sí, pero a la vez de enseñar y convencer, siempre con un tono pe -da gógico y comprensivo que, aunque no exento de iro nía en mu -chas ocasiones, tenía ante todo que evitar herir cual quier tipo desusceptibilidades, ciertas o imaginarias, que pudieran des pertarlos recelos del funcionario de turno encargado de ejercer la censu-ra previa a la publicación de cada artículo. Por lo demás, los lec -tores de la prensa de esos años ya habían desarrollado, im pul -sados por la necesidad, una rara habilidad para «saber leer entrelíneas» el verdadero alcance de la crítica o el carácter realmente«revolucionario» del análisis o de la solución propuesta. Por úl -timo, y en cuarto lugar, hemos dejado para el final la que quizássea la característica más impor tante de los trabajos aquí recopila -dos, a saber: que en todos ellos late como hilo conductor la defen-sa de la libertad individual, del mercado libre y de la libre empre-sa, fren te al estatismo rampante que todo lo pretende invadir, yello no solo por estrictas razones de eficiencia económi ca, sino so -bre todo por poderosas motivaciones de orden moral y de justicia.

Los artículos incluidos en esta recopilación pueden agrupar-se, a pesar de su gran variedad de contenido, en torno a siete gran-des temas. Primero, la defensa de los principios de la economíade mercado, incluida espe cialmente en los artículos de apoyo—prácticamente soli tario en todo el panorama periodístico es -pañol de aquel periodo— al senador Barry Goldwater, candida -to repu blicano a la Casa Blanca en las elecciones presidencialesde 1964. Los artículos titulados «Extremismo y modera ción» y«Las ideas económicas de Barry Goldwater» se hicieron eco enEspaña del rearme de una nueva revo lución liberal-conserva dora,que si bien no logró impo nerse en las elecciones de 1964, triunfó

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arrolladoramen te tan solo 15 años después en todo el mundo bajoel impulso de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, culmi nandocon la caída del Muro de Berlín y el desmorona miento del comu-nismo en Rusia y en Europa oriental.

El segundo grupo de artículos se refiere a la campaña contralos excesos socializantes de la Reforma Tributaria de 1964. Esteproyecto legislativo estuvo muy influido por las obsesiones pro -gresistas de diversos teóricos de la Hacienda Pública que, enca-bezados por Enrique Fuen tes Quintana, pretendían incorporarun alto grado de progresividad en el Impuesto sobre la Renta yen el de Suce siones, en grave perjuicio de la clase empresarial ymás productiva del país, justo en la fase de transición hacia el de -sarrollo económico en que menos podía permitirse tal lujo nues-tra nación.

El tercer tema del que se ocupó nuestro autor fue el de la de -seada integración de España en el Mercado Común, debiendo des -tacarse cómo ya en 1963 se previó por él , con gran escándalo demuchos, que nuestra plena inte gración se demoraría al menos20 o 25 años, como de hecho así sucedió, pues la incorporaciónde España como miembro de pleno derecho en la Comunidad Eco -nómi ca Europea no tuvo lugar hasta el 1 de enero de 1986, es decir,exactamente casi veintitrés años después de que así lo vaticinarami padre con gran presciencia.

Los temas monetarios y relacionados con la evolución de la in -flación constituyeron el cuarto campo de interés de nuestro autor.En efecto, durante la segunda mitad de los años sesenta fue ali -mentándose una importante expan sión crediticia y de medios fi -duciarios que habría de cul minar con la recesión inflacionaria queafectó a todos los países occidentales a partir de comienzos delos setenta, y que dio al traste con el edificio teórico keynesianoy con las ilusorias esperanzas que se pusieron en el hiper trofiado«estado del bienestar». Hay que resaltar que, aun que no puedocompartir el mito repetido en alguna oca sión de que un crecimien -to del comercio y del desarrollo económico exige un concomitan -te aumento de la liqui dez monetaria, el análisis presentado debeaceptarse con muy pocas reservas, sobre todo teniendo en cuen -ta que las críticas por la evolución del índice de precios eran lasmás sensibles políticamente y enseguida des pertaban las suscep-

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tibilidades del censor, como ocurrió con el artículo «Inflación a lavista», que aunque ini cialmente prohibido por este, luego logrópublicarse con un simple cambio de título («Sobre el actual des -equili brio de los precios»).

Los artículos sobre temas monetarios se completaron, en quin-to lugar, con otros sobre la reforma del orden monetario interna -cional, en unos años en los que el sis tema de Bretton Woods yaanunciaba su fin, y se iba pre parando el sistema caótico de tiposde cambios flexibles que terminó preponderando a partir de losaños setenta. En este contexto es especialmente meritorio que elarti culista mencionara ya entonces propuestas mucho más solven-tes desde el punto de vista de la estabilidad mone taria interna-cional, como la defendida por Jacques Rueff, que abogaba porel restablecimiento del patrón-oro, y que aunque ha sido imprac-ticable hasta ahora, no ha dejado de influir en la evolución haciala independencia de los bancos centrales en general, y en parti-cular en el esta blecimiento —ya a comienzos del siglo XXI— deleuro y del Banco Central Europeo, que, como se sabe, mantie neuna parte importante de sus reservas en oro.

En sexto lugar, tuvo más importancia práctica que teó rica lacampaña a favor de la emisión de billetes de 5.000 pesetas (queno se haría realidad hasta quince años des pués) o pidiendo la re -tirada de la circulación de las mone das de céntimos de peseta(llamadas «calderilla» o «perras gordas») por su escasísimo valory carácter engorroso. También resalta la aplicación de la «Ley deGresham», que indica que «la moneda mala expulsa a la buena,que se atesora» (y que no es sino un caso particular de los efec tosineludibles de generación de escasez que tiene la fija ción por elgobierno de cualquier precio máximo inferior al que fijaría el mer -cado), para explicar por qué habrían de desaparecer rápidamen -te del mercado las famosas monedas de plata de cien pesetas, que,en número de vein ticinco millones, fueron acuñadas con la efigiedel General Franco, fenómeno que se verificó con gran rapidez,tal y como había sido predicho.

Finalmente, y en séptimo lugar, Jesús Huerta Balles ter dedi-có su actividad como articulista del ABC a temas más específi-camente relacionados con su actividad empre sarial en el mun -do del seguro. Así, por encargo expreso de dicho diario, escribió

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—sin firma— los diez artículos que se recogen bajo el epígrafede este libro titulado «Campaña sobre el seguro del automóvil».Esta campaña tuvo un éxito sin precedentes, pues logró, nada másy nada menos, contra los criterios mal entendidos de muchas en -tidades del sector y los deseos de la propia Dirección General deSeguros, que el gobierno de la nación deja ra sin efecto toda la le -gislación sobre este tema a los seis meses escasos de haber sidopromulgada. Aunque deja mos al lector que se forme su propiojuicio leyendo los citados artículos, tan solo mencionaremos comobotones de muestra el acertado análisis sobre los efectos perjudi - ciales de la introducción de la responsabilidad objetiva fren te alconcepto tradicional de responsabilidad culposa recogido en elartículo 1.902 del Código Civil, especial mente a la hora de desin-centivar la conducción respon sable por parte de la ciudadanía,con el correspondiente incremento de la siniestralidad y aumen-to descontrolado de las primas, fenómenos estos que se han po -dido corro borar con toda su máxima crudeza cuando años des -pués, y obligada por las directivas comunitarias, España se vioforzada a retomar la senda denunciada por nuestro edi torialista.Por último, hay que mencionar su análisis crí tico del «affaire»Matesa, empresa que terminó convir tiéndose en un simple entra-mado para justificar el cobro de subvenciones a la exportación(de telares prácticamente inútiles que se «vendían» a empresasfantasma del exte rior, creadas por la propia exportadora). Más de11.000 millones de pesetas de la época desaparecieron por esteprocedimiento, pretendiéndose injustamente que el se guro decrédito a la exportación se hiciera cargo de los quebrantos corres-pondientes. Posteriormente, y con el paso de los años, la laborde Jesús Huerta Ballester en pro del sector asegurador fue reco-nocida cuando el gobierno de la nación, ya en pleno régimen de -mocrático, tuvo a bien concederle la Medalla de Oro al Méritodel Seguro el 14 de mayo de 1998.

No puedo terminar estas líneas sin referirme, siquiera sea depasada, a mis vivencias personales sobre la acti vidad de mi pa -dre como articulista y editorialista del ABC durante este periodo.Recuerdo que, a pesar de ser tan solo un niño con menos de diezaños de edad, ya acom pañaba a menudo a mi padre jugando asu lado duran te las horas interminables que dedicaba a pulir y

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mejorar una y otra vez sus escritos. Su objetivo estilístico siem-pre fue la perfección, y los manuscritos que se conservan, lle nosde innumerables correcciones y añadidos, así lo ates tiguan. Tam -bién recuerdo esas madrugadas acompa ñando a mi padre a la casadel ABC, en la calle Serrano de Madrid, para entregar los manus-critos de sus trabajos a la hora en que menos probabilidades te -nían de ser pro hibidos por la censura, e incluso una ocasión en laque logró parar la rotativa del periódico para corregir una errata—el simple cambio de una coma— de la que se había aper cibidoa última hora, y que cambiaba todo el sentido de lo que pretendíadecir.

JESÚS HUERTA DE SOTO

Formentor, viernes 11 de agosto de 2006

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El profesor Philipp Baguspublica en inglés su tesis doctoral

En defensa de la deflación

El profesor Philipp Bagus acaba de publicar, en la colección de«Financial and Monetary Policy Studies» de la prestigiosa edito-rial alemana Springer, su libro In defense of Deflation, que recogela versión inglesa de su tesis doctoral sobre el mismo tema y quefue dirigida, hace ahora ya algunos años, por el profesor Huertade Soto. Damos la enhorabuena al profesor Bagus por esta nuevapublicación que habrá de convertirse en todo un hito de máximaactualidad en las presentes circunstancias.

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El profesor Giancarlo Ibarguenobtiene el Premio Leonard E. Read

Giancarlo Ibargüen, durante muchos años rector de la Universi -dad Francisco Marroquín de Guatemala, ha sido distinguido conel «2015 FEE Leonard E. Read Distinguished Alumni Award», porsu muy relevante e intensa contribución, a lo largo de toda su vida,en pos de la enseñanza e impulso de la libertad. Damos nuestrasmayores felicitaciones al profesor Ibargüen por tan merecido re -conocimiento y aprovechamos para enviarle desde Madrid nues-tros máximos afectos y mejores deseos.

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Artiom Loginov montaun Curso de Economía Austriaca

en la Escuela Superiorde Economía de Moscú

Artiom Loginov, máster en Economía Austriaca por la Universi -dad Rey Juan Carlos de Madrid, y uno de los más brillantes dis -cípulos rusos del profesor Huerta de Soto, ha organizado un Cursode Economía Austriaca en la prestigiosa Escuela Superior de Eco -nomía de Moscú, en el que se utilizan como principales libros detexto y de lectura los cuatro libros hasta ahora traducidos y pu -blicados en ruso del profesor Huerta de Soto.

A continuación reproducimos la comunicación oficial que so -bre este tema recibió el profesor Huerta de Soto, así como sus pa -labras de apoyo a tan interesante y meritoria iniciativa.

Estimado Don Jesús:Le felicito de todo corazón: ¡feliz cumpleaños, feliz Navidad

y próspero Año Nuevo!He aquí un regalo de Moscú: ya es el segundo año consecutivo

que imparto un Curso de Economía Austriaca en la Escuela Supe -rior de Economia, este año he tenido cuatro seminarios corporati -vos sobre el tema y ya llevo un mes con un grupo privado de es -tudiantes explicando las leyes económicas y los eventos en Rusia.

En la primera clase siempre cuento la historia de su libro y demi conversión a la Escuela Austriaca. Ya a la segunda los estu -diantes empiezan a leer sus libros y me ponen preguntas.

Esta semana estoy lanzando mi página web para promovermás los seminarios. La tragedia del rublo da excelente pretextopara llamar la atención. En el futuro sueño con abrir un centroentero. Si Dios quiere, un día este momento llegará.

Me daría mucho orgullo si pudiera usted escribirme un cortosaludo para mi página web.

Reciba un gran saludo navideño de Rusia,Artiom.

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Querido Artiom:

Me alegra mucho la noticia de tu e-mail, y te deseo lo mejorpara 2015 así como que paséis unas Felices Navidades. Mi saludopara tu web es el siguiente: «Desde España saludo a todos losseguidores de la Escuela Austriaca en Rusia y que, liderados porArtiom Loginov —uno de mis más brillantes y prometedores dis -cípulos—, estoy seguro de que lograrán los más ambiciosos ob -jetivos científicos, académicos y empresariales en ese gran país».

Un fuerte abrazo,Jesús Huerta de Soto.

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Reunión del Institute for Researchin Economic and Fiscal Issues

en la Universidad Rey Juan Carlos

El pasado 19 de febrero, nuestra universidad organizó conjunta -mente con el IREF (Institute for Research in Economic and FiscalIssues) una importante jornada dedicada a «Monetary Policies,Taxation and Entrepreneurship: Six Years Into The Crisis», a laque asistieron, aparte de los profesores Huerta de Soto, PhilippBagus y Miguel Ángel Alonso, importantes profesores de todaEuropa, entre los que destacan Gordon Kerr, Jean-Philippe Delsol,Serge Tabery, Victoria Curzon Price, Jacques Garello, Pierre Ga -rello, Andreas Hoffmann, Jiri Schwarz, Bogdan Calinescu, LucasLeger, Alexander Fink y Enrico Colombatto.

A continuación reproducimos la convocatoria al acto distribui -da en los ámbitos académicos de Europa, así como una foto de losprincipales profesores asistentes.

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Fallece el economista «austriaco»y liberal holandés Dr. Gerrit Meijer

El pasado 22 de enero de 2015, falleció en Loosdrecht (Holan -da) el decano de los economistas «austriacos» de Holanda, GerritMeijer, nacido en 1938 y doctor en Ciencias Económicas, oficialde la Orden de Orange-Nassau y distinguido miembro de la MontPelerin Society.

Cristiano protestante de profundas convicciones religiosas, fueuno de los principales artífices del I Congreso Europeo de Eco -nomía Austriaca que tuvo lugar en Maastrich, del 9 al 10 de abrilde 1992, y cuyas ponencias se plasmaron en el libro New Perspec -tives on Austrian Economics, editado por Meijer y publicado porRoutledge en 1995, incluyendo un importante artículo del pro -fesor Huerta de Soto titulado «Entrepreneurship and EconomicAnalysis of Socialism». Huerta de Soto participó también con sutrabajo «A Hayekian Strategy to Implement Free Market Reforms»en el liber amicorum, en honor de Gerrit Meijer, publicado en 2003por Lit Verlag con el título Economy Policy and Orderly Framework.

Descanse en paz.

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Importante Conferencia pronunciadaen el Instituto de Empresa

sobre el arbitraje internacionaly la Escuela Austriaca

El pasado 3 de diciembre de 2014, Marco de Benito y SonsolesHuerta de Soto pronunciaron, en el Instituto de Empresa de Ma -drid, una conferencia sobre «El arbitraje internacional como or -den jurídico espontáneo», que, por su gran interés y el animadodebate a que dio lugar, reproducimos a continuación.

EL ARBITRAJE INTERNACIONALCOMO ORDEN JURÍDICO ESPONTÁNEO1

Marco DE BENITO2 y Sonsoles HUERTA DE SOTO3

IRAÍCES HISTÓRICAS DE LA ESCUELA AUSTRIACA4

Queremos empezar agradeciendo a los coordinadores del CEA–40 el haber incluido esta charla, un poco especial, en la agendadel Club. Es especial porque hoy vamos a hablar de teoría y de

1 Texto de la conferencia pronunciada por Marco DE BENITO y Sonsoles HUERTA

DE SOTO el 3 de diciembre de 2014 en el Pabellón de Papel de IE Law School, en Madrid,en el marco de las actividades del CEA-40. El vídeo está disponible, dividido en sec -ciones y con un índice para acceder cómodamente a cada una de ellas, en <http://multimedia.ie.edu/profesor/Arbitraje_internacional.html>. El proyecto ha sido fi -nanciado con el apoyo de la Comision Europea. La publicacion es responsabilidadexclusiva de sus autores. La Comision no es responsable del uso que pueda hacersede la informacion aquí difundida.

2 Profesor de IE University y Of Counsel en Moscardó Abogados. Doctor en De - recho por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. Profesor e investigador vi -sitante en Yale Law School y otras universidades de Europa, América y Asia. Ha in -tervenido como abogado de parte en arbitrajes con sede en Madrid, París, Ginebra,Londres, Miami o Washington, D.C.

3 Abogada en B. Cremades & Asociados. Licenciada en Derecho y en Direccióny Administración de Empresas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster

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economía, lo que puede parece raro en un foro de abogados. Perolo cierto es que se trata de cuestiones de plena actualidad. Enconcreto los temas de teoría son el último grito en arbitraje. Empe-zó Emmanuel GAILLARD con un curso en la Academia de DerechoInternacional de La Haya en 2007.5 Le siguió Jan PAULSSON conalgún artículo y ahora con The Idea of Arbitration, en 2013.6 La CCIacaba de organizar, en septiembre de este año —hace apenas dosmeses—, una gran reunión en pleno viñedo de Borgoña para tra -tar el mismo tema.7

Todo esto nace de la intuición de que efectivamente el arbitra -je internacional forma un sistema en cierto modo autónomo. Estaidea la compartimos totalmente. Pero creemos que todas esas pro -puestas, que son buenísimas, andan un poco a tientas. Les faltaalgo esencial: una buena teoría que pueda explicar todo esto deuna forma integrada, coherente. Y esto es justo lo que hace la Es -cuela Austriaca. Se le llama Escuela Austriaca de Economía, peroen realidad es toda una forma de entender la economía, la socie-dad, el derecho, y en última instancia el hombre, la acción huma-na, como en el título del libro del gran Ludwig VON MISES.8

Ante todo, los españoles tenemos buenas razones para tener-le ya de entrada cariño a esta Escuela, porque la empezamos no -sotros; más concretamente, los profesores de la Universidad deSalamanca de los siglos XVI y XVII, nuestro gran Siglo de Oro. To -dos sabemos que en la Escuela de Salamanca nació, por ejemplo,

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en International Business Law por la London School of Economics and PoliticalScience. Ha participado como abogado de parte o como secretaria del tribunal arbi-tral en arbitrajes en la CCI, el CIADI, la SCC y la PCA, entre otras instituciones.

4 A cargo de Marco DE BENITO.5 El curso fue publicado primero en francés: GAILLARD, E., Aspects philosophiques

de l’arbitrage international, Leiden/Boston: Martinus Nijhoff, 2008; y más tarde en inglés:Legal Theory of International Arbitration, Leiden/Boston: Martinus Nijhoff, 2010.

6 PAULSSON, J., «Arbitration in Three Dimensions», en International and Compa-rative Law Quarterly, vol. 60, n.º 2, abril 2011, pp. 291-323; The Idea of Arbitration,Oxford: Oxford University Press, 2013.

7 «The New World Order of Economic Relations in the Light of Arbitral Juris-prudence», Beaune, 27 septiembre 2014.

8 VON MISES, L., Human Action: A Treatise on Economics, New Haven: Yale Univer-sity Press, 1949; en español, La Acción Humana: Tratado de Economía, traducción de REIG

ALBIOL, L., prólogo de HUERTA DE SOTO, J., Madrid: Unión Editorial, 2011.

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el Derecho internacional, con el gran padre dominico FranciscoDE VITORIA. VITORIA niega que Castilla pueda entrar sin más enlas Indias, arrasar con todo, esclavizar a los indios... No: hay unorden internacional, con reglas; reglas que nadie ha creado, quehan surgido de la interacción de los pueblos y a las que cualquierapuede acceder por la razón: en una palabra, el Derecho natural.

También es un orden natural el de la economía. En materia deteoría económica, la Escuela de Salamanca dejó ya sentados lospilares fundamentales. Por ejemplo, la teoría subjetiva del valor.Decía Diego DE COVARRUBIAS, Obispo de Segovia en el siglo XVI,que el valor de las cosas surge de la estimación subjetiva de loshombres, «aunque esta estimación sea alocada», decía. De la esti -mación subjetiva de los hombres: no de algún otro factor externo,objetivo: los materiales, las horas de trabajo, lo objetivamente útilque sea la cosa, etc. Nada de eso es importante: lo importante sonlos deseos, las valoraciones, subjetivas, personalísimas, imposi-bles de anticipar, de cada cual; por mucho que para otros «esta es -timación sea alocada».

(Luego Adam SMITH, lleno de prejuicios anticatólicos y ron -dándole siempre en la cabeza el dogma protestante de la reden-ción por el trabajo, se apartó de esta tradición subjetivista —quees la buena—, afirmando que el valor es una especie de renta oproducto del trabajo. Partiendo de esa idea, Carlos MARX llegaráluego a la conclusión, perfectamente coherente, de que, si el va -lor de las cosas es resultado del trabajo que se ha puesto en ellas,su apropiación por el empresario y no por el trabajador es un robo.Pero en fin, dejemos a los marxistas y volvamos a nuestra queri-da Escuela de Salamanca.)

Además de la teoría subjetiva del valor, los teólogos de Sala-manca defienden la propiedad privada; fustigan la excesiva pre -sión fiscal, el gasto público, la fijación de precios, la fijación de sa -larios… Descubren cómo funciona la inflación; y denuncian queequivale a un auténtico latrocinium, por usar el término originalde Juan DE MARIANA.

El propio Juan DE MARIANA, y antes que él Francisco SUÁREZ

—jesuitas los dos—, sacan conclusiones prácticas de todo esto.¿Qué ocurre si el rey tiraniza al pueblo y gobierna en contra delorden natural de las cosas? Para SUÁREZ y MARIANA está claro:

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que la autoridad deja de ser legítima y la soberanía revierte en elpueblo. El tiranicidio es legítimo. Matar al tirano no es pecado.

Es fácil imaginarse cómo sentaban estas doctrinas en los tro -nos de Europa, ya lanzados en su carrera hacia el absolutismo.En París directamente los libros de Juan DE MARIANA se quemanen la hoguera pública, y se lanza una campaña feroz de calumniascontra la Compañía. Si leéis a PASCAL —se acaba de publicar unaantología en español hace poco— o veis La Misión —con RobertDE NIRO y Jeremy IRONS— os podréis hacer una idea de la tirria quese llega a tener a los jesuitas, instigada sobre todo desde Francia.

Ahora bien: el hecho de que durante muchos años las ideas dela Escuela de Salamanca quedaran arrinconadas, ¿significa queesas ideas no fueran verdad? Yo creo que no: eran verdad, y casiprecisamente por eso fueron muchas veces arrinconadas. Y poreso mismo acabaron por resurgir. ¿Dónde? En el Imperio Aus -triaco, donde más se había mantenido la influencia española, yademás, curiosamente, donde el poder central era más débil. ¿Ycuándo? En el siglo XIX, el siglo liberal por excelencia. Stefan ZWEIG

cuenta en sus memorias —también publicadas en español hacepoco en una cuidada edición— lo felices y contentos que vivíanlos vieneses con su querido emperador octogenario y sus minis-tros principescos que estaban a sus cosas, en sus intrigas, y nose metían en nada, mientras la ciudad bullía con la más fantásti -ca actividad intelectual, literaria, musical y artística del mundo.

Es en esa época —1871— cuando Carl MENGER funda la moder-na Escuela Austriaca con sus Principios de Economía Política. MENGER

retoma la vieja tradición subjetivista que se había truncado conAdam SMITH y reformula la idea de que las instituciones socia-les —como el dinero, el derecho, el lenguaje, en cierto modo in -cluso las propias convenciones morales— resultan de la libre in -teracción de infinitas acciones humanas.

Pero los economistas de la Escuela Histórica, entonces domi-nantes en el medio académico alemán, en seguida vieron en estoun desafío peligroso. Estos economistas se oponían al ideal libe-ral y enseñaban ya la patita socializante; se les llamaba, no porcasualidad, «socialistas de cátedra». Muchos estaban además enla construcción nacional alemana —«nosotros, la Universidad deBerlín, situada en frente del Palacio Real, somos, según nuestra

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acta fundacional, el cuerpo de guardia de los Hohenzollern»— yeran, por ende, abiertamente estatistas. Fueron ellos los que em -pezaron a llamar a MENGER y compañía «los austriacos», «esos aus -triacos», así despectivamente, mientras les cortaban el paso a suscátedras.

Socialismo, construcción nacional alemana… Suena, sin duda,a nacional-socialismo avant-la-lettre. No es extraño que prontoaquellos «austriacos» —algunos judíos, no todos— tuvieran quesalir huyendo de Europa.

Otra gran polémica austriaca la lideró MISES entre los años 30,40 y 50, primero desde su seminario privado en Viena, luego enGinebra y luego en la Universidad de Nueva York. Se enfrenta-ban el paradigma austriaco y el neoclásico. Vamos a ver algunasdiferencias metodológicas entre las dos escuelas.

Para los neoclásicos, el hombre es un homo oeconomicus, quereacciona como un autómata tomando decisiones con vistas a laoptimización de beneficios y costes. Para los austriacos, esto nopasa de ser una mala caricatura. Para ellos lo importante es el hom -bre de carne y hueso, con iniciativa, con imaginación, con una in -nata creatividad. El ser humano hace mucho más que decidir entrevarias opciones: el ser humano actúa con todo su libre albedrío;actúa para poner en marcha procesos para alcanzar fines que soloél conoce.

Puede, por tanto, acertar y equivocarse. Los neoclásicos, consu robot calculador de costes y beneficios, no admiten que puedahaber errores. Los austriacos sí. Y por una razón fundamental: yes que el conocimiento y la información son subjetivos, están dis -persos, y además cambian constantemente.

Y otra diferencia importante entre las dos escuelas. Con su ac -ción, el hombre, el empresario, el emprendedor… produce un pro -ceso general espontáneo de coordinación; no un modelo de equi-librio, que es el que hemos oído siempre de los neoclásicos. Laspersonas, al buscar los fines y medios que les da la gana, generanconstantemente nueva información, que nunca está dada de ante -mano, y van creando así casi mágicamente —sin darse cuenta,sin proponérselo— un proceso espontáneo de coordinación social.

Por ello, el auténtico orden solo puede venir desde dentro de lasociedad misma: nunca desde fuera, nunca desde arriba. Cuando

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desde fuera o desde arriba se impone una determinada opción—un precio máximo para la vivienda, un salario mínimo, un tipode interés determinado—, no se está introduciendo orden, sinodesorden; no se está creando información, sino desinformación.Con ello no se genera armonía social, sino que se corrompe elcuerpo social con la formación de grupos que luchan por el po -der para imponer a los demás grupos sus propias preferencias.

Este punto lo desarrolla MISES para formular su famoso teo -rema de la imposibilidad del socialismo. Si la fuente de todo estáen nuestra libre iniciativa, en nuestra capacidad creativa, un sis -tema que se base en la coacción, en la negación de esa iniciativay creatividad, como el socialismo —de cada cual según sus capa-cidades, a cada cual según sus necesidades—, impedirá necesaria -mente que surja y que fluya la información necesaria para que lasociedad se coordine, para que la sociedad funcione. O sea, queel socialismo no es que sea una opción más o menos preferible:es que sencillamente, por definición, no puede funcionar. Cuan-do cayó el muro de Berlín, quedó demostrado el teorema de laforma más descarnada. Y aún hoy lo vemos todos los días en lasnoticias que nos llegan de Venezuela, cuando vemos los supermer -cados vacíos y fuera colas interminables. Bajo coacción central,sin libertad, no hay coordinación posible.

Otra gran polémica austriaca: la de HAYEK y KEYNES. Hay porinternet un vídeo de un rap buenísimo con los dos como prota-gonistas. Hoy podemos decir que el keynesianismo ha triunfa-do. La gran mayoría de gobiernos del mundo son hoy profun-damente keynesianos. Esto es así desde que Roosevelt consiguióalargar la crisis del 29 y convertirla en la Gran Depresión hastala Guerra Mundial; no olvidemos que la guerra es siempre el úl -timo recurso del buen keynesiano. Ese éxito no nos puede sor -prender, porque KEYNES les dice a los políticos del mundo lo quequie ren oír: que tienen un margen casi ilimitado para el mango-neo social —que es en el fondo por lo que todos suspiran, comotristemente podemos comprobar todos los días, en todos los paí -ses, en todos los partidos—.

Por eso también, cuando en los años 70 y 80 se produce una re -acción contra la izquierda entonces hegemónica, los políti cos echanmano no de las ideas austriacas, sino de la Escuela de Chicago, que

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en el fondo parte y cae en los mismos errores metodológicos quesus colegas neoclásicos y keynesianos.

Pero estas derrotas aparentes ya las vivimos: con los jesuitasy los protestantes, o con los profesores de Viena y aquel proto-nacionalsocialismo alemán. ¿Quiere decir que estas ideas eranerróneas? Una vez más, en absoluto. De hecho, los malos es verdadque ganan muchas veces. Pero se trata solo de victorias pírricas.Al final, el ser humano es constitutivamente como es. Y todoslos poderes del mundo —con sus bancos centrales, ministerios,cátedras, observatorios y demás centros de ingeniería social; conesa «fatal arrogancia» de que hablaba HAYEK—9 no serán capacesnunca de erradicar la innata libertad del hombre, que es el cora-zón mismo de la Escuela Austriaca.

IIPOSTULADOS ESENCIALES

DE LA ESCUELA AUSTRIACA10

Tras esta introducción histórica, vamos a considerar algunos delos principios esenciales de la Escuela Austriaca; en concreto, porsu especial relevancia en nuestra disciplina, el concepto de ordenespontáneo de mercado y otras nociones clave para entenderloadecuadamente.

El estatismo como sistema preponderante de organización so -cial, política, jurídica y económica está actualmente sometido auna fuerte crisis. El estatismo se entiende por la Escuela Austria-ca como todo sistema de coacción o agresión institucional contrael libre ejercicio de la función empresarial y la acción humana. Enel estatismo se pueden distinguir siempre los siguientes elemen-tos: un órgano director, una jerarquía —que puede ser o no demo-crática— y los mandatos coactivos a través de los cuales el órga-no director intenta imponer el orden social.

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9 VON HAYEK, F.A., The Fatal Conceit. The Errors of Socialism, Chicago: Universityof Chicago Press / Oxford: Routledge, 1988; en español, La fatal arrogancia. Los erroresdel socialismo, traducción de REIG ALBIOL, L., prólogo de HUERTA DE SOTO, J., Madrid:Unión Editorial, 2010.

10 A cargo de Sonsoles HUERTA DE SOTO.

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Pues bien: el estatismo, sistema actual de organización socialpor antonomasia, no cumple de manera satisfactoria con las ne -cesidades de la sociedad ni de los individuos que la integran. Losagentes económicos y jurídicos son cada vez más conscientes deello, y sus respectivas disciplinas académicas están sometiendoal estado a una severa crítica. Es, como decíamos, la Escuela Aus -triaca la que presenta la crítica más contundente al sistema de or -ganización social estatal.

Una de las aportaciones más trascendentales de la Escuela essu análisis del llamado orden espontáneo de mercado como la for -ma de coordinación social más armoniosa: tanto como sea huma-namente posible en cada circunstancia histórica.

El paradigma austriaco se construye sobre una serie de concep-tos clave que exponemos a continuación:

En primer lugar, la función empresarial. La función empresa-rial consiste en descubrir y apreciar las oportunidades de lograralguna ganancia que se presentan en el entorno, y actuar en con -secuencia, poniendo los medios necesarios para aprovecharlas.Este ejercicio requiere una especial perspicacia por parte del em -presario o emprendedor.

En segundo lugar, la acción humana. La función empresarialestá íntimamente relacionada con la acción humana. Bajo el para-digma austriaco, la ciencia económica es una ciencia esencial-mente humanista: la ciencia de la acción humana.

En tercero, la naturaleza de la información o conocimiento. La in -formación o conocimiento que posee el actor, y que resulta relevan -te para el ejercicio de la función empresarial y clave para el proce-so social, es un conocimiento con las siguientes características:

a) Es un conocimiento subjetivo y práctico, es decir, adquirido através de la práctica particular de cada actor. Es un conoci-miento que no se puede representar de manera formal —esno científico—, sino que se adquiere a través de la práctica.Es un conocimiento, por tanto, diferente al articulado en revis-tas científicas y sesudos tratados. Además, versa sobre valora -ciones humanas concretas acerca de los medios necesarios paralograr unos fines particulares, unidas a la percepción subjeti -va de los fines y medios de los demás.

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b) Es un conocimiento privativo y disperso. Cada hombre ejercela función empresarial de manera personal e irrepetible, yaque cada cual tiene una percepción del mundo y una formade vivirlo única y privativa. Asimismo, el conocimiento se en -cuentra diseminado, disperso en las mentes de los hombres,de toda la humanidad.

c) Es un conocimiento tácito, no articulable. El actor tiene el knowhow —sabe cómo llevar a cabo determinadas acciones— perono el know that —no conoce los elementos o partes que las inte-gran y si son ciertos o falsos—. Esto se entenderá mejor con unejemplo muy sencillo. El golfista no conoce en absoluto cuálesson las reglas de la física y las ecuaciones matemáticas segúnlas cuales debe subir el palo a un altura X, bajarlo a una velo-cidad Y para que la bola recorra una distancia Z. Se aprendea jugar al golf saliendo al campo todos los días y enfrentándo -se al campo cada uno con su particular concepción del juego,de la vida incluso. Se van adquiriendo así unos hábitos prác-ticos de conducta, y de este modo el golfista acaba encontran -do su swing, un swing que es único, personal e irrepetible.

Sigamos con la exposición de los conceptos clave del paradig -ma austriaco:

En cuarto lugar, la creatividad. La función empresarial es esen-cialmente creativa. El hecho de darse cuenta o descubrir la situa-ción de descoordinación social que puede dar lugar a una ganan-cia o fin a partir de la información única que posee el actor no exi geen sí mismo medio ni coste alguno, sino que surge de la nada, exnihilo, con independencia de que luego haya que actuar y ponerlos medios necesarios para alcanzar aquel fin.

En quinto, la competencia. La función empresarial es por natu-raleza competitiva. Descubierta una oportunidad de ganancia,el emprendedor actúa para aprovecharla; si tiene éxito, la opor-tunidad de ganancia desaparece y ya no puede ser apreciada yaprovechada por otro. El proceso social es, por tanto, netamentecompetitivo. Lo que no quiere decir que los competidores se en -frenten o luchen uno contra otro, sino que cada uno de ellos se es -fuerza por crear y ofrecer al mercado un producto o servicio mejorque los demás.

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Todos estos conceptos clave nos permiten comprender la no -ción de orden espontáneo de mercado. En efecto: mediante el ejer-cicio de la función empresarial, el actor crea o descubre nueva in -formación que antes no existía, ni en la mente del actor ni en la delos demás. De nuevo, un ejemplo nos ayudará a entender estaidea. Imaginemos a tres personas: Ticio, Cayo y Sempronio. Ticiotiene un recurso en abundancia que no necesita para nada; leestorba; no sabe qué hacer con él. Cayo, por el contrario, necesi -ta con urgencia precisamente ese recurso para emprender unaserie de planes de acción, pero desconoce que existe. A Sempro-nio —nuestro emprendedor— se le enciende la bombilla: Ticiotiene un recurso que le resulta inútil y Cayo necesita ese recur-so con urgencia. Dándose cuenta del desajuste, pone en contac-to a Ticio y Cayo. Ello genera nueva información para estos úl -timos: Ticio se da cuenta de que su recurso no es inútil, sino muyapreciado por otra persona, y que por tanto le interesa conser-varlo en buenas condiciones. Para Cayo la noticia es igualmen-te generadora de información valiosa: el recurso que tanto nece-sita no solamente existe, sino que además seguramente lo puedaadquirir; ello le permitiría emprender la serie de planes de acciónque casi había ya desechado.

Esta nueva información creada en las mentes de nuestros trespersonajes se recoge de forma muy resumida y comprimida enlos precios, que no son sino un compendio de las relaciones histó-ricas de intercambio. Los precios constituyen unas señales extra -ordinariamente potentes y útiles, porque permiten transmitir a lasociedad, en oleadas sucesivas, una enorme cantidad de informacióna muy bajo coste.

Además, nuestro ejemplo ha producido un efecto aprendizaje:los sujetos aprenden a ordenar su comportamiento en función delos demás seres humanos. Y la maravilla es que lo hacen de for -ma voluntaria y espontánea, mientras cada uno persigue sus pro -pios fines e intereses. Este es el núcleo del proceso de coordinaciónque hace posible la vida en sociedad.

El orden espontáneo de mercado es, pues, el proceso en queel libre ejercicio de la función empresarial hace posible la vida ensociedad a partir de la coordinación voluntaria y espontánea delos desajustes sociales, permitiendo así el desarrollo de la civili -

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zación de forma tan armoniosa y ajustada como sea humanamenteposible en cada circunstancia histórica.

Además, este proceso empresarial de coordinación social nose detiene, no se agota jamás, ya que el acto coordinador elemen-tal consiste en descubrir, crear y transmitir nueva información,que a su vez modifica la percepción general de objetivos y mediosde todas las personas que participan en el proceso. Se crean o des -cubren así constantemente nuevos desajustes, que suponen a suvez nuevas oportunidades de ganancia y que por tanto son sus -ceptibles de composición o ajuste, y así sucesivamente. Este pro -ceso social es, pues, un proceso dinámico que no tiene fin, que haceavanzar constantemente a la civilización y que trasciende a cadaser humano.

La función empresarial como elemento coordinador, no obs -tante, exige que las personas que participan en el proceso mues-tren de forma constante y repetitiva unas determinadas pautaso reglas de conducta: las instituciones. El lenguaje, la familia, eldinero, el derecho en el sentido tradicional —el ius del que habla-remos más adelante— son instituciones, entendidas como un con -junto de esquemas pautados de comportamiento que se han idoformando y depurando de manera espontánea, evolutiva y con -suetudinaria.

La propuesta de la Escuela Austriaca es, por todo ello, radical -mente opuesta al estatismo:

En el proceso social libre la coordinación social se produce es -pontáneamente, gracias a la función empresarial que continua-mente descubre y elimina los desajustes sociales. En el modeloestatista la coordinación social se intenta imponer desde arribade forma deliberada —no espontánea— y coactiva —no libre— me -diante mandatos, órdenes y reglamentos coactivos que emanande un poder con pretensiones de dirección social.

En el proceso social espontáneo el protagonista del proceso esel hombre, que actúa y ejerce la función empresarial creativa. Enel estatismo los protagonistas son el gobernante y sus funciona -rios, que actúan ateniéndose a las órdenes y reglamentos adminis -trativos emanados del poder.

En el proceso social espontáneo los vínculos sociales son detipo contractual, voluntario: las personas intercambian bienes y

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servicios de acuerdo con unas determinadas normas jurídicas. Enel estatismo los vínculos de interacción social son de tipo hege-mónico: unos mandan y otros obedecen.

En el orden espontáneo predominan las relaciones de tipo abs -tracto, económico y comercial. Cada actor ordena su comporta-miento en función de las normas jurídicas y participa de un or -den social universal. No existen para él —en el orden social—amigos o enemigos, sino tan solo seres humanos, la mayor par -te de ellos desconocidos, con los que interactúa de forma mutua-mente satisfactoria y cada vez más amplia y compleja. En el es -tatismo, por el contrario, prepondera lo político en la vida social;el proceso social coordinador se corrompe y se sustituye por otrobasado en la lucha por el poder, por la dinámica amigo-enemi-go. Los vínculos sociales básicos son de tipo tribal: identidad porla pertenencia a un grupo; respeto al orden jerárquico; ayuda alprójimo conocido y miembro del grupo —amiguismo, nepotis-mo— y hostilidad frente al que no lo es.

En el orden espontáneo predomina el concepto tradicional deley como norma abstracta de naturaleza material y contenido ge -neral, que se aplica a todos por igual sin tener en cuenta circuns-tancias particulares. En el estatismo prevalece el mandato o re -glamento que, pese a su apariencia de ley, no es sino una ordenespecífica de contenido concreto que manda hacer cosas deter-minadas en circunstancias particulares y que no se aplica a todospor igual: el poder normativo determina el contenido concreto decada comportamiento humano.

En el orden espontáneo suele regir el sentido tradicional dejusticia, que supone aplicar la ley material de forma igual paratodos, con independencia de los resultados concretos a que ellodé lugar. Con ello el elemento central pasa a ser el propio compor-tamiento humano, justo o injusto. En el estatismo, por el contra-rio, prevalece la llamada justicia social, que atiende a la igualdaden los resultados, y que orilla así el elemento central: si el compor-tamiento enjuiciado es justo o injusto.

En el orden espontáneo las leyes e instituciones que hacen po -sible el proceso social no han sido creadas de forma deliberada,sino que tienen un origen evolutivo y consuetudinario, e incorpo -ran un inmenso volumen de experiencia e información práctica

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acumulada a lo largo de generaciones y generaciones. En el es -tatismo los mandatos y reglamentos, con independencia de suapa riencia formal de ley, son decisiones concretas del poder or -ganizado, siempre imperfectas y a menudo equivocadas por lainsoslayable ignorancia en que se halla el poder en relación conla sociedad.

El proceso social espontáneo hace, en fin, posible la paz so -cial. Cada actor, en el marco de la ley, aprovecha su conocimientopráctico y persigue sus fines particulares, cooperando pacífica-mente con los demás y ordenando su comportamiento en funciónde los demás seres humanos, a quienes reconoce la búsqueda defines distintos. El estatismo exige que un fin o conjunto de finesprevalezca y se imponga a todos. Ello genera siempre, por defi-nición, conflicto; un conflicto permanente e irresoluble, que haceimposible la paz social.

Si se entiende bien la idea de orden espontáneo se llega defor ma natural a la conclusión de que el socialismo o estatismoes imposible. Sencillamente, no es posible que el órgano direc-tor se haga con toda la información necesaria para coordinar lavida en sociedad. Primero, por las propias características del co -nocimiento o información que resulta relevante para el ejerciciode la función empresarial, que —como ya hemos visto— es detipo práctico, privativo, disperso y no articulable, y por tanto im -posible de transmitir a ningún órgano director. Segundo, porquelos seres humanos, en el ejercicio de la función empresarial, creany descubren constantemente nueva información que va surgien-do como resultado del propio proceso social; y no es posible trans -mitir, ni al órgano director ni a nadie, información que no existetodavía. Tercero, por razones obvias del inconmensurable volu-men de esa información. Cuarto, porque el ejercicio de la coaccióninstitucional al libre actuar humano impide que se cree y descu-bra la información que es precisamente necesaria para coordinarla vida en sociedad, es decir, la coacción trunca el proceso de libredescubrimiento y coordinación de los desajustes sociales, por loque en realidad introduce descoordinación y desorden. Por esoel estatismo o socialismo es un imposible categórico, además deresultar completamente insatisfactorio como pretendido sistemade coordinación social.

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¿Y qué tiene que ver el arbitraje con el orden espontáneo demercado? El arbitraje es un ejemplo práctico muy claro del ordenespontáneo de mercado. El paradigma austriaco ofrece el marcoteórico desde el que debemos entender, estudiar y analizar nues-tra disciplina. De ahí la importancia de esta charla.

El arbitraje es un oficio más, que está llamado, sin embargo,a satisfacer una de las necesidades más importantes de la socie-dad: administrar justicia. Es un oficio que se desempeña por per -sonas particulares que descubren una oportunidad de gananciapotencial en el desajuste social que supone el no actuar conformea derecho de determinados actores y el daño que ello causa a suvez a otros seres humanos. Cada árbitro tiene una informaciónúnica e intransferible y es por tanto capaz de encontrar su parti-cular hueco o nicho de mercado. Los actores del mundo arbitralactúan en constante competencia unos con otros y por ello debenser perspicaces para aprovechar las oportunidades de gananciaque descubren, poniendo los medios necesarios para ello: forma-ción, experiencia, ética, reputación, etc. En el arbitraje es prota-gonista la función empresarial: mediante su ejercicio se logra lacoordinación social en el ámbito de la administración de justiciade un modo espontáneo, libre y voluntario.

La labor del árbitro contribuye a que la conducta de los acto-res se ajuste a las instituciones jurídicas —a derecho—, hacien-do posible la vida en sociedad y la paz social. Los árbitros estánllamados a desempeñar una labor intelectual abstracta de aplica -ción del derecho en sentido material con independencia del re -sultado concreto sobre los individuos y de cualquier concepto dejusticia social.

No es casualidad que sea en el ámbito internacional dondeel arbitraje se ha desarrollado más vigorosamente. En el ámbitointernacional hay mayor libertad para el ejercicio de la funciónempresarial, pues los estados no son capaces de ejercer su podercoactivo tan fácilmente; al contrario, sin la presencia de manda-tos coactivos, se ven normalmente constreñidos a cooperar pací-ficamente buscando la relación comercial y la inversión.

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IIIEL ORDEN AUTÓNOMO

DEL ARBITRAJE INTERNACIONAL11

Vamos a ver ahora qué tiene todo esto que ver con la teoría delarbitraje, sobre todo del arbitraje internacional. Recordaréis loque decía Jan PAULSSON: que arbitraje y arbitraje internacional separecen como elefante y elefante marino: esto es, nada; son dosanimales distintos. Aquí vamos a centrarnos en el elefante mari-no: en el arbitraje internacional.

Tenemos para empezar las obras de Emmanuel GAILLARD, deJan PAULSSON y las discusiones de la CCI en Borgoña. Vamos a verqué dice cada cual.

En sus Aspects philosophiques de l’arbitrage internacional, GAILLARD

sostiene que todos tenemos unas determinadas «representacio-nes mentales», unas gafas teóricas a través de las cuales vemosla realidad arbitral de una u otra forma. E identifica tres de estasrepresentaciones mentales. La primera se resume con este lati-najo: lex facit arbitrum, la ley hace el arbitraje. La ley del país dellugar del arbitraje es la que da al arbitraje cualquier existenciajurídica. Cualquier laudo es criatura única de ese sistema jurídi -co. No existe, en puridad, tal cosa como el arbitraje internacio-nal. La segunda la llama GAILLARD westfaliana, por referirse a unapluralidad de estados igualmente soberanos, como en el trata-do de Westfalia. Quien se pone estas gafas no ve el foro de la sede,sino el de la ejecución del laudo. Es el auto de exequátur lo queconvalida retroactivamente todo el proceso. Esta era la idea origi-nal del Convenio de Nueva York. Y es mucho mejor que la ideaanterior, la de la sede. Pero seguimos anclados en una forma depensar muy positivista. Finalmente, GAILLARD lanza su propiapropuesta y para ello retoma la idea de la lex mercatoria; una idea,por cierto, excelente de los juristas franceses. GAILLARD habla deun ordenamiento jurídico arbitral internacional o mejor transna -cional, como les gusta decir a nuestros vecinos. Ahora bien, ¿quiéndefine el contenido de ese sistema jurídico? Lo dice el propio

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11 A cargo de Marco DE BENITO.

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autor: el consenso entre estados. Se trata de identificar las seme-janzas, los principios comunes a las leyes arbitrales de todo elmundo; bueno, en realidad del mundo civilizado, que empieza¿por dónde? Por Francia, por supuesto.

Jan PAULSSON, por su parte, opina que todo esto no es más que«poesía parisina», Parisian poetry, dice; poesía barata, le faltadecir. Y la verdad es que un orden así, de autónomo, tiene poco.Autónomo es lo que se da leyes a sí mismo. Pero si son los esta-dos los que dan las leyes al arbitraje, entonces el arbitraje no esautónomo, sino heterónomo, que es evidentemente todo lo con -trario. Para PAULSSON, el arbitraje es una realidad compleja, en laque distintos sistemas se solapan y se superponen. La legitimi-dad del arbitraje proviene así del número, a priori desconocido,de normas jurídicas potencialmente aplicables, que no solo sonlas estatales, sino también las convencionales: los reglamentosde arbitraje, las propias reglas que las partes pactan entre ellaso con los árbitros, las que dictan los árbitros…

Pero a esta propuesta le sigue faltando algo: y es que el arbi-traje internacional no está hecho solo de normas positivas. En estesentido va un paso más allá nuestro amigo Alfredo DE JESÚS, enun brillante artículo de 2012.12 Alfredo describe muy gráficamen -te el orden autónomo del arbitraje como un rinoceronte, al prin-cipio con las patas muy finas y muy largas, como en el cuadro deDalí, y luego cada vez más como un buen ejemplar de rinoceron -te africano, cada vez con las patas más gruesas, mejor asentado.

Tal es la idea de partida —sin mencionar directamente al rino-ceronte— del position paper de la reunión de la CCI en Borgoñahace dos meses, que llevaba un título tan ambicioso como: «Elnuevo orden mundial de las relaciones económicas a la luz de lajurisprudencia arbitral». Y es que esto es clave: la jurisprudenciaarbitral. No estamos diciendo que un laudo vincule como si fue -ra un precedente de la antigua House of Lords. Nadie sostiene eso.Pero entre el blanco del stare decisis del common law y el negroque sería, por ejemplo, echar una moneda al aire, hay un gris, y

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12 DE JESÚS O.A., «The Prodigious Story Of The Lex Petrolea And The RhinocerosPhilosophical Aspects Of The Transnational Legal Order Of The Petroleum Society»,en TPLI Series on Transnational Petroleum Law, vol. 1, n.º 1, 2012, pp. 1-52.

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ese es el gris de la jurisprudencia arbitral. Jurisprudencia, porsupuesto, en sentido amplio: laudos que citan otros laudos comoargumento de autoridad para seguirlos, laudos que citan otroslaudos para decidir en sentido contrario, como en los laudos so -bre estado de necesidad en Argentina. Todos esos laudos seríancomo puntos que van apareciendo, al principio lentamente sin or -den aparente, pero poco a poco más rápido y dibujando una for -ma, una figura, un patrón reconocible. ¡Eso sí es orden de verdad!

Como decía Juan FERNÁNDEZ-ARMESTO en esa reunión de la CCI,hay tres campos donde este orden arbitral se hace evidente: uno,en el procedimiento: hoy todos manejamos categorías procesalesya claramente universales; dos, en la manera de aplicar e inter-pretar el derecho en los países de tradición romanística, igual enAlemania que en Laos; y tres, en la manera de aplicar e interpre -tar el derecho en los países de common law, lo mismo en Alaskaque en Nueva Zelanda.

Y esto, ¿cómo es posible, si no hay una autoridad central, si nohay un cuerpo sistemático, universalmente aceptado de reglas,de principios, de maneras de interpretar el derecho? Aquí es don -de entra la Escuela Austriaca. Para la Escuela Austriaca —comodecía Sonsoles—, el arbitraje internacional no es más que un ejem -plo de orden espontáneo de mercado.

Quien mejor ha tratado la idea de orden espontáneo es HAYEK

en el primer volumen de Derecho, legislación y libertad.13 TambiénBruno LEONI en La libertad y la ley.14 Los dos libros, muy recomen -dables. Estos autores definen «espontáneo» como «no diseñadoartificialmente». HAYEK señala que ya los griegos distinguían en -tre lo que existe physei («por naturaleza») de lo que existe thesei(«por decisión deliberada»). Y esto lo tradujeron los romanos comonaturalis frente a positivus. Así, los autores de la Escuela de Sala-manca hablaban del pretium naturale de una cosa en el mercado:

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13 VON HAYEK, F.A., Law, Legislation and Liberty. A New Statement of the Liberal Prin -ciples of Justice and Political Economy, vol. 1, Rules and Order, Chicago: University ofChicago Press, 1973; en español, Derecho, legislación y libertad. Una nueva formulaciónde los principios liberales de la justicia y de la Economía política, vol. 1, Normas y orden,traducción de REIG ALBIOL, L., Madrid: Unión Editorial, 2014.

14 LEONI, B., Freedom and the Law, Los Ángeles: Nash, 1961; en español, La libertady la ley, prólogo de HUERTA DE SOTO, J., Madrid: Unión Editorial, 2010.

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el precio natural, no determinado por nadie. La clave para distin-guir lo que es natural y lo que es positivo es que lo natural surgede un proceso endógeno, y no exógeno: surge de sí mismo, delproceso dinámico de coordinación en que él mismo consiste, node fuera. Si el orden es exógeno, si es impuesto desde fuera, másque orden deberíamos hablar simplemente de una forma de or -ganización. Organización más o menos perfecta, pero organiza -ción, no orden.

Aplicando esto al derecho, HAYEK contrapone de un lado el de -recho de los juristas y los jueces —que emana, digamos, de la pro -pia comunidad, de forma dinámica y descentralizada— y lasnormas, los mandatos impuestos desde arriba por el poder polí-tico de turno. Y resulta que esta contraposición se da en muchí-simos idiomas: y es que la lengua es muy sabia, porque no la hainventado nadie. Así, tenemos: en griego, nomos y thesis («dere-cho» y «legislación»); en latín, ius y lex; en francés y otras lenguasrománicas, le droit y la loi; en alemán, das Recht y das Gesetz, comoen Zivilrecht («derecho civil»), y Verwaltungsgesetz («ley de proce-dimiento administrativo»).

Esta distinción es especialmente importante en el arbitraje,porque nos permite separar dos cosas, dos realidades: el propioorden arbitral, que es ius, y luego todas las cortezas normativasque se le sobreponen: los tratados multilaterales, las leyes de ar -bitraje de la sede, las del foro de la ejecución, etc., que constitu -yen la lex del arbitraje. Y nos permite además entender la rela-ción que hay entre una cosa y otra, y juzgar la una por la otra,juzgar la lex por el ius. La lex solo puede regular lo que previa-mente ha llegado a existir, que en nuestro caso es el ius del arbi-traje internacional. Por ejemplo, el Convenio de Nueva York nocrea el arbitraje internacional: solo toma nota, levanta acta de suexistencia y de su desarrollo; y solo pretende facilitar que sigaevolucionando.

Como decía una canción popular francesa que recoge LEONI:qué sabia es la naturaleza, que hace pasar los ríos justo por de -bajo de los puentes. Justo al revés de cómo es en realidad. Tene-mos que acostumbrarnos a dejar de pensar que el derecho es soloel puente que algún ingeniero ha construido, porque el derechoes principalmente el río, que fluye con todo el ímpetu y la irregu -

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laridad de la naturaleza. Nadie pudo nunca sentarse y ponersea diseñar el arbitraje internacional tal como hoy lo conocemos: conlas innumerables empresas que incluyen en sus contratos cláu-sulas arbitrales, los propios estados que se someten a arbitrajeen cientos, miles de acuerdos bilaterales de protección recípro-ca de inversiones, todas las instituciones administradoras de ar -bitrajes, los despachos —ejércitos de abogados o pequeñas bouti-ques— que llevan los asuntos, esos señores de plateadas sienesque anhelan nuevos nombramientos como árbitros, los congre-sos donde todo el mundo se reparte viejas y nuevas tarjetas, lasasociaciones +40 y –40… Nadie podría, por definición, tener lainteligencia, el conocimiento, la información necesarias para mon -tar de la nada un tinglado semejante.

Lo expresa CICERÓN mejor que nosotros, hablando sobre la re -pública romana. Dice CICERÓN, citando a CATÓN EL JOVEN: «La cons -titución romana es superior a todas las demás porque no ha sidohecha por un ingenio solo, sino por el concurso de muchos; ni seconsolidó en una sola generación, sino por el transcurso de mu -chas. Porque no ha habido en el mundo ingenio tan grande quepueda abarcarlo todo; y el concurso de todos los varones escla-recidos de una época no conseguiría, en materia de previsión yprudencia, suplir las lecciones de la experiencia del tiempo.»15

¡Este es nuestro orden arbitral! Ahora bien: para que siga sien -do así, la lex tiene que reconocer al ius como anterior a ella y limi-tarse a permitir que crezca bien lustroso, bien rollizo, como aquelelefante marino del que hablaba PAULSSON. De hecho, en el arbitra -je internacional tenemos además la gran ventaja sobre el arbi-traje interno de que cada lex nacional no puede imponerse desdearriba, porque no hay —a Dios gracias— una autoridad global,sino que se ve forzada a competir con todas demás leges naciona -les para atraer algo de ese orden espontáneo a su territorio. Tanforzados se ven los estados a entrar en competencia que llegana integrarse en el proceso de formación del orden endógeno delarbitraje internacional, pasando de meros productores de lex aauténticos agentes creadores de ius, por ejemplo al someterse a

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15 CICERÓN, De re publica, Libro II, I, 2.

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acuerdos bilaterales de protección recíproca de inversión y to -mar parte en arbitrajes internacionales en igualdad de condicio -nes con los particulares que les reclaman.

En todo caso, como decíamos, en el arbitraje la lex tiene unasola función: reconocer al ius arbitral como anterior a ella y ase -gurarse de que puede seguir desarrollándose libremente, orgá-nicamente. El legislador en materia arbitral tiene que hacer comola Real Academia Española en materia lingüística: limitarse a pu -lir y plasmar las palabras que forman el idioma, que es el pri mery más importante orden espontáneo. Quedémonos con esto: comola Real Academia, el legislador «limpia, fija y da esplendor» al ar -bitraje, que es lo único que, en suma, debe resplandecer.

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Tesis de fin de licenciaturadel padre Francesco Mazzisobre la obra del profesor

Huerta de Soto leídaen la Facultad de Teologíade la Universidad Pontificiade la Santa Croce de Roma

Bajo la dirección del reverendo monseñor profesor Ángel Rodrí-guez Luño, se acaba de leer en la Facultad de Teología de la Uni -versidad de la Santa Croce el importante trabajo del padre Fran-cesco Mazzi, con el título «Gli Effetti Dell’Espansione CreditiziaSul Sistema Economico Secondo Jesús Huerta de Soto», cuya por -tada, índice e introducción reproducimos a continuación.

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El Atlantic Economy Journalpublica en su número de marzode 2015 un importante artículo

del profesor Huerta de Sotosobre el euro y la deflación

En el n.º 1 del volumen 43 (marzo de 2015) del Atlantic EconomyJournal aparece el artículo del profesor Huerta de Soto «An AustrianDefense of the Euro and the Current Antideflationist Paranoia».

Por su interés reproducimos la presentación que inicia el men -cionado número de la revista a cargo del Dr. Gordon Brady, eco -nomista-jefe del Senado de los Estados Unidos.

Public Debt and Monetary StabilityGordon L. Brady

Published online: 4 February 2015© International Atlantic Economic Society 2015

The plenary session consisted of four papers presented byProfessors Jesús Huerta de Soto, Angelo Santagostino, FrancescoForte, and Dr. Gordon L. Brady. Professor Jesús Huerta de SotoBallester is Professor of Political Economy at the Universidad ReyJuan Carlos in Madrid. He is also a Senior Fellow at the Lud -wig von Mises Institute and member of the Mont Pelerin Society.His education includes a BA in economics (1978) and PhD ineconomics (1992) from the Universidad Complutense de Madrid.Professor De Soto is a major contributor to the Austrian school ofeconomics and for his political commentary. He has been describedas:

• «[O]ne of the great contemporary champions of the AustrianSchool of Economics. He has been a tireless advocate for themethodological, analytical, and ideological importance of the

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writings of Mises, Hayek, Rothbard, and Kirzner» (Boettke etal. 2010).

• «[…] a thoroughly inspiring man with the most exceptionalintellect and passion for society» (Baker 2010).

His masterpiece Money Bank Credit and Economic Cycles (1998)focuses on the origins of the business cycle, identifies flaws inthe monetary system and bank credit, and proposes major bankreforms. Professor De Soto also edited the seven volume Spanishlanguage version of The Collected Works of F.A. Hayek, Universityof Chicago Press. He serves on the editorial board of QuarterlyJournal of Austrian Economics, the advisory board of the ActonInstitute, and the board of the Ludwig von Mises Institute. Heis formerly distinguished Hayek Visiting Fellow at the LondonSchool of Economics.

In his paper entitled, «An Austrian Defense of the Euro andthe Current Antideflationist Paranoia,» Professor Huerta de Sotoargues that economists of the Austrian School are supporters ofthe gold standard because it serves to restrict arbitrary policiesof govern ments and unprincipled rulers. He sees additional socialbenefits in that the gold standard augments transparency andtruth in social relations. He argues the Euro has acted similarlyto the gold standard and for this reason should be considered aproxy for the gold standard. The paper also discusses the antiEuro coalition, analyzes fatal errors of Europe as well as the fatalerror of the European Central Bank.

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Publicación de la 5.ª ediciónen español del libro

del profesor Huerta de SotoSocialismo, cálculo económico

y función empresarial

Unión Editorial ha publicado en marzo de 2015 la 5.ª edición revi-sada del libro originariamente publicado por el profesor Huertade Soto en 1992 Socialismo, cálculo económico y función empresarial,cuyo prefacio a esta última edición reproducimos a continua -ción.

PREFACIOA LA QUINTA EDICIÓN

En esta quinta edición de Socialismo, cálculo económico y funciónem pre sarial, se han efectuado algunas pequeñas correcciones y seha incluido alguna bibliografía reciente, sobre todo en relación conlos infructuosos in tentos de Roemer y otros por «resucitar» el so -cialismo de mercado. Fuera de estos cambios, que no han afecta -do a la paginación de la obra, no se han introducido más modifica -ciones, por lo que los estudiosos e investigadores podrán seguirconsultando y utilizando las referencias aparecidas en relación conlas cuatro anteriores ediciones.

Desde la aparición de la cuarta edición de este libro en 2010, sehan pu blicado sus versiones china (2010), polaca (2011), rumana(2012), italiana (2012), eslovaca (2012), portuguesa (2013), brasi-leña (2013), árabe (2013), alemana (2013) y francesa (2014), graciasal esfuerzo de un nutrido y entusiasta conjunto de discípulos yamigos que, dispersos a lo largo del mundo, no solo se preocupa -ron por culminar con un elevado grado de calidad las correspon -dientes traducciones, sino que además impulsaron su publicación

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en prestigiosas editoriales. A todos ellos les agradezco mucho elesfuerzo que vienen realizando.

JESÚS HUERTA DE SOTO

Madrid, 12 de octubre de 2014Fiesta de Nuestra Señora del Pilar

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Octavo Congreso Nacionalde Economía Austriaca

El pasado miércoles 27 de mayo de 2015 tuvo lugar en la Funda-ción de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, el VIII Congre-so Nacional de Economía Austriaca (2015) de dos días de duración.A continuación reproducimos tanto la convocatoria como el pro -grama de este Congreso.

VIII CONGRESO DE ECONOMÍA AUSTRIACA - 2015

De Miér., 27/05/2015 - 16:00 hasta Jue., 28/05/2015 - 21:30Fundación de la Universidad Rey Juan Carlos.Plaza de Manuel Becerra, 14, Madrid.

Los próximos 27 y 28 de mayo tendrá lugar el VIII Congreso deEconomía Austriaca en el marco de la Semana de la Libertad delInstituto. Puedes enviar tus propuestas de ponencias.

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El Congreso de Economía Austriaca

Es una cita anual de referencia donde estudiantes, profesionalesy profesores debaten las más recientes aportaciones académi-cas en los ámbitos de la economía, la política, la sociología, la filo-sofía y la ética en la tradición de la Escuela Austriaca de Econo-mía o desde posiciones que la complementen y enriquezcan.

Como en las anteriores ediciones, el Congreso se integra dentrode la Semana de la Libertad, en la que se celebran también Liber -Acción (la feria del libro liberal) y la Cena de la Libertad (https://www.juandemariana.org/actividades/premio-juan-de-maria-na-y-cena-de-la-libertad-2015), ambas el 29 de mayo.

Características del Congreso

El Congreso de Economía Austriaca gira alrededor de tres blo -ques temáticos: «Liberalismo, sociología y política», «Teoría eco -nómica y monetaria» y «Políticas públicas».

• Durante cada bloque, los autores presentarán las ponenciasaceptadas para el congreso.

• Entre las novedades que incluimos este año, dentro de cadabloque temático, habrá una mesa redonda compuesta por es -pecialistas en la materia de ese bloque.

• Cada bloque temático quedará coronado por una conferenciamagistral de alguna figura relevante del liberalismo.

• Como segunda gran novedad de este año, invitamos a los doc -torandos que estén interesados a hacer una breve exposiciónde 5 minutos sobre su trabajo de tesis doctoral (para ello, porfavor diríjanse a [email protected] para comu-nicarnos su interés).

Publicación y certificación

Como el año pasado, en esta edición elaboraremos una publica -ción académica con aquellos trabajos cuyos autores deseen quesalgan publicados.

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Gracias a la revista académica digital, que tendrá su corres-pondiente ISSN, trabajaremos en uno de nuestros principalesobjetivos: que los avances en el estudio de las teorías de la liber-tad no queden en el olvido. De esta manera, los trabajos de esteCongreso podrás consultarse por cualquier interesado en el futu-ro. Pero además, desde la perspectiva de los autores, esta reco-pilación se convierte en un vehículo para futuras acreditacioneso para disponer de una bibliografía académica propia.

Asimismo, podrás solicitar la entrega de una certificaciónacadémica por tu participación en el Congreso (ver modalida-des de inscripción más abajo).

El acuerdo de colaboración entre el IJM y el máster en Econo-mía de la Escuela Austriaca (http://www.urjc.es/estudios/masteres_universitarios/ciencias_juridicas_sociales/escuela_austriaca/index.htm) (URJC) nos permite asimismo ofrecer estaactividad formativa como complemento al programa académi-co del máster, así como emitir las certificaciones de maneraconjunta.

La ubicación final del congreso está aún por determinar.

Bases de la convocatoria y plazos

Abrimos oficialmente el plazo de recepción de trabajos acadé-micos para quienes deseen participar en el Congreso, que tendrálugar a lo largo de dos días (27 y 28 de mayo). Los interesadosdeben tener en cuenta los siguientes plazos:

PRIMER PLAZO: Envío de resúmenes (abstracts)

• Para optar a presentar un trabajo para el congreso es necesa-rio enviar, con fecha límite el lunes, 27 de abril, una solici-tud por correo electrónico a [email protected](mailto:[email protected]). Nota: este plazopodría ampliarse hasta completar aforo, siempre que seaconsistente con el tercer plazo (consultar en el email delcongreso si hay espacio).

• Dicha solicitud deberá ir acompañada de un resumen (o abs -tract) de hasta 300 palabras o del resumen más la ponencia com -pleta en formato digital (MS Word).

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• Asimismo, deberá explicar en qué bloque temático cree que sepodría encuadrar su trabajo.

SEGUNDO PLAZO: Notificación de aceptación de ponencias

• Los coordinadores de cada bloque temático contactarán duran-te la siguiente semana, y hasta el lunes, 4 de mayo como tar -de, con los autores de las propuestas para comunicar si ha sidoseleccionado, cerrar la estructura definitiva de cada bloque yel programa de ponencias.

• Los trabajos de los ponentes que se hayan adherido a la moda-lidad A (ver a continuación) se incluirán en el volumen recopi -latorio que el Instituto Juan de Mariana publicará posterior-mente en formato digital con el ISSN correspondiente.

TERCER PLAZO: Envío del texto completo (modalidad A)

• Los autores adscritos a la modalidad A deberán enviar el textocompleto (borrador o versión final) el lunes, 25 de mayo alcoordinador de su panel.

• La versión definitiva, tras incluir revisiones críticas que pue -dan surgir durante el Congreso, correcciones de formato, etc.,deberá presentarse conforme a las normas de publicación dela revista académica no más tarde del miércoles, 15 de juliode 2014.

• Las normas de publicación se pueden consultar aquí.(https://www.juandemariana.org/file/1038/download?token=C26zQiLx)

Modalidades de inscripción

• A) Quienes quieran ser publicados en la revista académica,así como recibir certificación por la participación en el Congre-so, deberán abonar una pequeña tasa que cubrirá parcialmen -te los gastos de gestión.

• B) Quienes solo deseen presentar su ponencia en el congre-so (y no ser publicados ni recibir certificación) deberán cum -plir con los plazos previstos (a excepción del tercero), pero noten drán que abonar ninguna tasa. En ese caso, aceptan no ser

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pu blicadas en la revista y no recibir documento acreditativode participación.

La inscripción en la modalidad A incluye la participación enel Congreso, la publicación en la revista académica del trabajoy las tasas de expedición de la certificación académica que acre-ditan la participación como ponente.

• 30 €: Miembros del Instituto Juan de Mariana y alumnos delMáster de Economía de la Escuela Austriaca de la Universi-dad Rey Juan Carlos.

• 60 €: Resto.

Una vez aceptados y confirmados quienes se inscriban porla modalidad A, deberán realizar el ingreso correspondiente enla cuenta del Instituto del Banco Santander (antiguo Banesto): 00301005 18 0000576271 (IBAN ES16 0030 1005 1800 0057 6271). De -berá indicar en el concepto del ingreso o transferencia: «Congre-so - nombre de quien realiza el abono».

Esperamos con este Congreso poder contribuir al avance delas investigaciones en la tradición de la Escuela Austriaca de Eco -nomía e impulsar su máxima divulgación. ¡Anímate a participar!Por otro lado, el acto es libre para el público asistente.

Programa

Miércoles, 27 de mayo

16.15 Apertura del Congreso.

PANEL DE TEORÍA ECONÓMICA Y MONETARIA

16.30 Rafael García Iborra: El dinero como activo financiero.

16.50 Ricardo Dias de Sousa: Descalce de plazos y reserva frac-cionaria dentro de la Teoría Austriaca.

17.10 Jorge López-Cifre: Negociación multi-etapas como formade reducir la complejidad.

17.30 Turno de preguntas

18.00. Descanso

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18.15 Ponencia magistral de Jesús Huerta de Soto: «El error fatalde Mario Draghi».

19.15. Descanso

19.30 Mesa redonda: El futuro de Bitcoin. Con Miguel Vidal, FélixMoreno y Fernando Herrera.

Jueves, 28 de mayo

PANEL DE POLÍTICAS PÚBLICAS

10.30 José María de la Cuesta Rute: El principio de conservaciónde la empresa insolvente.

10.50 Luis Espinosa Goded: La medición del PIB: la (pen)últi-ma contienda del debate sobre la imposibilidad del cálcu-lo en el socialismo.

11.10 Adrià Pérez Martí: Teoría sobre la incidencia impositiva.

11.30 Turno de preguntas

12.00. Descanso

12.15 Mesa redonda sobre «El populismo latinoamericano y susrepercusiones en Europa». Con Ricardo Manuel Rojas, Ed -gar Ortiz y John Müller.

13.15. Descanso

13.30 Ponencia magistral de Juan Ramón Rallo: «Por qué el pa -trón oro: la inflación no es el motivo».

PANEL DE LIBERALISMO, SOCIOLOGÍA Y POLÍTICA

16:30 José Hernández Cabrera: La peligrosa idea de Molinari.

16.50 Elias Huber: Una síntesis metodológica de Mises y Hayek.

17.10 Gilberto Rodríguez: Ecología de la Acción Humana: UnMarco Visual de la Escuela Austriaca.

17.30 Turno de preguntas.

18.00. Descanso.

18.15 Mesa redonda con Robert Higgs. Presenta: Gabriel Calzada.

19.15. Descanso.

19.30 Ponencia magistral de Miguel Anxo Bastos: «Un análisisde la Defensa como justificacion del Estado».

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Séptima Jornada Liberacciónorganizada por el Instituto

Juan de Mariana

El pasado 29 de mayo de 2015 tuvo lugar en el Círculo de BellasArtes de Madrid la Séptima Feria del Libro Liberal (Liberacción2015), cuya convocatoria y programa reproducimos a continuación.

LIBERACCIÓN 2015:LA FERIA DEL LIBRO LIBERAL

Viernes, 29/05/2015 - De 09:30 hasta 14:30Círculo de Bellas Artes, en la Sala Ramón Gómez de la Serna.Calle Alcalá, 42, Madrid.

El viernes, 29 de mayo, de 9.30 a 14.30, ven al Círculo de BellasArtes de Madrid para conocer los lanzamientos editoriales detemática liberal más importantes de los últimos doce meses ennuestra octava edición de LiberAcción. Jesús Huerta de Soto,

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Carlos Rodríguez Braun, Ricardo Rojas y John Müller son sóloalgunos de los que ya han confirmado su asistencia. También esta-rá con nosotros el economista y pensador anarcoliberal RobertHiggs, flamante Premio Juan de Mariana 2015, que repasará conCarlos Rodríguez Braun el trabajo de toda una vida dedicada ala defensa de la libertad.

No dejes pasar esta magnífica oportunidad para conocer y es -cuchar a tus autores favoritos. Estos son algunos de los éxitoseditoriales que se presentarán y que podrás llevarte firmados ydedicados:

• Las tribus liberales, de María Blanco• ¿Podemos?, de Asís Timermans• Contra la renta básica, de Juan Ramón Rallo• El método Podemos, de David García y Enrique Fonseca

Completa tu biblioteca con las últimas novedades y títulos defondo de catálogo que podrás encontrar a precios especiales enlas mesas de Unión Editorial, Innisfree y la librería Antonio Ma -chado. ¡No te pierdas las ofertas que están preparando sólo paraesta edición de Liberacción! Además, participa en el sorteo de unlote de libros valorado en 100€ del catálogo de Unión Editorial.

Marca la fecha en tu calendario: viernes, 29 de mayo, de 9.30a 14.30 en la sala Ramón Gómez de la Serna del Círculo de BellasArtes, calle Alcalá 42.

Recuerda que LiberAcción se encuadra en la Semana de la Li -bertad, con un Congreso de Economía y la Cena de la libertad.

¡Te esperamos!

Programa

9.30 – 9.35 Bienvenida y presentación a cargo de Juan RamónRallo.

9.35 – 10.00 Panel A. Presenta: Vicente Boceta

• Captación de fondos, de Bruce Eberle (Hazte Oír), presentadopor Ignacio Arsuaga.

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• La importancia del empresario familiar en la riqueza de los países,de Fernando Nogales (Unión Editorial).

• Un ensayo sobre Joseph Schumpeter, de Franco D’Orazio (UniónEditorial).

• La filosofía política de Jorge Luis Borges, de Adramis Ruiz (UniónEditorial).

• Borges, Paz, Vargas Llosa. Literatura y Libertad, varios autores(Unión Editorial).

10.00 – 10.30 Panel B. Presenta: María Blanco

• La tiranía de los imbéciles, de C.P. Weiller (United PC).• Leones contra dioses, de John Müller (Atalaya).• Futuro Imperfecto, de David Friedman (Innisfree) presentado

por Albert Esplugas.• Las tribus liberales, de María Blanco (Deusto).• Por una derecha liberal, de Lorenzo Bernaldo de Quirós

(Deusto).

10.30 – 11.00 Panel C. Presenta: Juan Ramón Rallo

• Autoritarismo de base democrática, de Ricardo M. Rojas (UniónEditorial).

• Ciudad central, de Carlos Losada (Unión Editorial).• ¿Podemos?, de Asís Timermans (Última línea).• Podemos. Deconstruyendo a Pablo Iglesias, coordinado por John

Müller (Deusto).• El método Podemos, de David Álvaro García y Enrique Fonseca

(Última línea).

11.00 Descanso

11.30 – 12.00 Panel D. Presenta: Fernando Díaz Villanueva

• Contra la renta básica, de Juan Ramón Rallo (Deusto).• Contra la Modern Monetary Theory. Los siete fraudes inflacionistas

de Warren Mosle, de Juan Ramón Rallo (Unión Editorial).• Tonterías Económicas III, de Carlos Rodríguez Braun (LID Edi -

torial).• La década perdida, de Mauricio Ríos (Unión Editorial).• Índice de Libertad Económica, presentado por Francisco Cabrillo.

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12.00 – 12.30 Panel E. Diálogo entre Carlos Rodríguez Braun yRobert Higgs, Premio Juan de Mariana 2015.

12.30 – 13.00 Descanso

13.00 – 13.30 Panel F. Presenta: Luis Alberto Iglesias, sobre «Laedición de libros electrónicos».

• Mayra Ramírez (Universidad Francisco Marroquín)• Juan Pablo Marcos (Unión Editorial).

13.30 – 14.00 Panel G. Presenta: Jesús Huerta de Soto, con «RevistaProcesos de mercado y otras novedades editoriales».

14.00 – 14.30 Despedida y cierre de la feria literaria.

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Robert Higgs obtieneel Premio Juan de Marianaen la Cena de la Libertad

El pasado viernes 29 de mayo de 2015 Robert Higgs recibió el«Premio Juan de Mariana a una trayectoria ejemplar en defensade la libertad» en una cena de gala que tuvo lugar en el Casino deMadrid.

A continuación reproducimos tanto el anuncio oficial del actocomo las palabras de presentación del homenajeado pronuncia -das por el profesor Huerta de Soto, terminando con el texto dela Conferencia de aceptación del premio que pronunció RobertHiggs en dicho acto.

PREMIO JUAN DE MARIANAY CENA DE LA LIBERTAD 2015

Viernes, 29/05/2015 - De 21:00 hasta 23:45Casino de MadridCalle Alcalá, 15, Madrid.

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El próximo 29 de mayo celebraremos nuestra novena Cena de laLibertad. Es un placer poder anunciar al próximo Premio Juande Mariana a una trayectoria ejemplar en defensa de la libertad,que será entregado durante la ceremonia. Se trata del economis -ta estadounidense Robert Higgs, quien ha destacado en su trayec-toria profesional por su defensa de las libertades individualescomo contraposición al peligroso objeto de sus estudios: el Esta-do. Higgs ha estudiado como pocos los mecanismos de crecimien -to y expansión de los estados modernos, poniendo en tela de jui -cio su supuesta legitimación, y reflexionando y alertando acercadel peligro que entraña la existencia de los Estados para los indi-viduos.

Robert Higgs, premio Juan de Mariana 2015

Robert Higgs recibe el premio de 2015 por su perfil académico yla importancia de las teorías que ha desarrollado. Las aportacionesde su obra a la ciencia y a la historia económicas resultan de enor-me trascendencia. De entre ellas pueden destacarse tres:

• Su teoría del «efecto trinquete» (ratchet effect), en la que expli-ca que el Estado crece en situaciones de emergencia nacionaly se contrae cuando esa amenaza disminuye o se disipa, perosin llegar nunca al nivel anterior a la emergencia, de tal mane-ra que cada crisis desplaza al Estado hacia un mayor tamaño,alcance y poder.

• Su concepto de incertidumbre de régimen (regime uncertainty),que demuestra cómo los inversores huyen, por temor a perder-lo todo en el largo plazo, de contextos en los que los derechosde propiedad privada estén amenazados.

• Su análisis sobre la Gran Depresión, en el que defiende que Es -tados Unidos no salió de la crisis gracias a la II Guerra Mundialsino a pesar de ella y a la consecuente economía dirigida quepadecieron los estadounidenses, puesto que la prosperidad realse alcanzó al finalizar el conflicto, gracias a una intensa inver-sión empresarial —una vez desaparecida la incertidumbre derégimen— y a mejores condiciones para la creación de rique-za que las que había habido durante el devastador New Deal.

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Unas notas biográficas sobre el premiado

Formado inicialmente en la teoría económica neoclásica, Higgsse convirtió pronto en un gran crítico del mainstream académicoal rechazar tanto el formalismo matemático como el alejamien-to de la realidad tan característicos del paradigma económico do -minante. De la economía austriaca, en cambio, es precisamenteel realismo lo que destaca. Además de esta Escuela, en la que pos -teriormente se formó y profundizó, fue también de gran influen-cia para él el neoinstitucionalismo de Douglas North.

Actualmente es investigador en Economía Política en el thinktank californiano The Independent Institute y editor de la revis-ta The Independent Review. Asimismo, es investigador en el Mi -ses Institute, académico asociado en el Cato Institute y profesorhonorario en Economía e Historia en la Universidad Francisco Ma -rroquín, donde ha supervisado programas de doctorado.

Ha sido profesor en las Universidades de Washington, Seattle,Oxford, Stanford, así como en el Lafayette College y la Universi -dad de Praga, e investigador en la Hoover Institution y en la Na -tional Science Foundation.

Además, ha escrito más de un centenar de artículos en revistasacadémicas y una decena de libros, entre los que destacan Crisisand Leviathan: Critical Episodes in the Growth of American Government(1987) y Depression, War and Cold War: Studies in Political Economy(2006).

En reconocimiento a sus contribuciones ha recibido nume -rosos premios, entre los que se encuentran el Gary SchlarbaumAward for Lifetime Defense of Liberty, el Thomas Szasz Awardfor Outstanding Contributions to the Cause of Civil Liberties oel Templeton Honor Rolls Award on Education in a Free Society.

El Premio Juan de Mariana a una trayectoria ejemplar endefensa de la libertad ha recaído en ediciones pasadas en LuisReig Albiol (2007), Manuel Ayau Cordón (2008), Anthony de Ja -say (2009), Carlos Alberto Montaner (2010), Giancarlo Ibargüen(2011), Mario Vargas Llosa (2012), Carlos Rodríguez Braun (2013)y Pedro Schwartz (2014).

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PRESENTACIÓN A CARGODEL PROFESOR HUERTA DE SOTO

Una de las contribuciones más importantes de Robert Higgs essu reinterpretación sobre las causas de la Gran Depresión de 1929,y en concreto el haber sido capaz de demoler la versión oficial mo -netarista debida a Milton Friedman y Anna Schwartz según la cualla Depresión del 29 fue tan grave, precisamente, porque un Or -ganismo Público (La Reserva Federal) no intervino lo suficiente(inyectando dinero) ¡Y este es el argumento de un supuesto granliberal como Milton Friedman! No Friedman, como bien ha de -mostrado Robert Higgs la Depresión del 29 fue Grande como con -secuencia de la grave crisis de confianza empresarial que gene-raron las políticas intervencionistas del New Deal de Rooseveltespecialmente a partir de 1937.

Además la depresión fue causada por la grave expansión cre -diticia previa protagonizada por la Reserva Federal durante losfelices años 20 y se agravó aún más por las políticas proteccionis -tas, de subidas de salarios, impuestos y gasto público que lleva-ron a cabo Hoover y Roosevelt. Friedman comete por tanto ungarrafal error teórico de interpretación de los hechos históricosque además ha tenido consecuencias trágicas y muy dañinas in -cluso hasta hoy, pues indudablemente ha sesgado el comporta-miento de los bancos centrales siempre a favor de la inflación, laexpansión crediticia y las burbujas, todo ello en contra de lo que,desde siempre, Rothbard, los austriacos y, sobre todo Robert Higgshan venido preconizando.

Por todo ello y por el resto de tus grandes méritos Robert, espara mi un gran honor hacerte entrega del «Premio Juan de Ma -riana 2015 a una trayectoria ejemplar en defensa de la libertad».

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DISCURSO DE ROBERT HIGGS

Democracy’s Most Critical Defect

Damas y caballeros, estimados amigos,Es un gran honor para mí estar aquí en Madrid a fin de recibir

el Premio Juan de Mariana. Tengo muchos amigos en España yAmérica Latina, pero nunca pensé que algunos de ellos me elegi-rían para recibir tan maravilloso galardón. Dudo mucho que lomerezca, pero no obstante me encuentro complacido de aceptarlocomo alguien que ha, dentro de los límites de mis exiguas habili -dades, intentado durante mucho tiempo comprender y explicarlos beneficios de una sociedad libre y los peligros del Estado, espe-cialmente los peligros que plantean los Estados tal como funcio-nan en la actualidad.

Esta noche desearía expresar algunas palabras acerca de la de -mocracia, un sistema político al que muchas personas considerancomo el más deseable, si bien yo creo que es uno que acarrea gran-des peligros —no solamente peligros políticos y económicos,sino también fundamentalmente un peligro moral. A efectos deque mis observaciones sean las más claras posibles, les hablaréen inglés. Lamento que mi dominio del español no sea lo suficien -temente bueno como para poder proceder con claridad en eseidioma.

Although democracy now comes closer than anything else toserving as a world religion, it has never lacked critics. For millen-nia those critics, such as Aristotle, had large followings amongpolitical thinkers and practicing politicians. Even as late as 1787,when a group of prominent men met in Philadelphia to composethe U.S. Constitution, democracy was viewed with trepidation,and the framers created an apparatus of government in whichdemocracy was hemmed in on all sides, lest the country fall intothe much dreaded condition of «mob rule.»

Nowadays, democracy’s defects are more likely to be seen asrelatively benign — its devotees like to quote Winston Churchill’squip that «democracy is the worst form of government except allthose other forms that have been tried from time to time» — orthe defects are seen as properties not of democracy itself, but of

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the party maneuvers and other «frictions» that keep the demo-cratic system from operating more fully. Thus, people complainof «gridlock» and bemoan a «do nothing» Congress becausethese things impede the unrestricted functioning of democracy.

Public choice theorists have written countless articles andbooks spelling out the manifold ways in which democracy,viewed as a political decision rule for making collective choic-es by means of voting, may fail to aggregate the preferences ofindividual constituents into an outcome that represents the «willof the people.» More than fifty years ago, however, KennethArrow showed that no such aggregation is possible, given certainseemingly reasonable restrictions on the nature of people’s pref-erences.

None of this theorizing has had the slightest effect on thegeneral public’s idea that democracy can and should translatethe «will of the people» into collective choices; nor has it keptgenerations of politicians from talking as if such a translation werepossible and desirable. (Political practice, in contrast to politi-cal rhetoric, has always proceeded in the usual corrupt fashion,featuring scheming plutocrats, privilege-¬seeking special inter-est groups, and the iron law of oligarchy.)

I mention these things only by way of introduction, however,because on this occasion I wish to claim that democracy’s gravestdefect has little or nothing to do with the defects traditionallyascribed to it. I maintain that its severest defect, indeed, a flawso critical that it gives democracy the potential to destroy civi-lization, pertains to its effect in corrupting the people’s moraljudgment.

To see how this corruption comes about, let us begin byrecognizing that in many people’s eyes, certain governmentfunctionaries may legitimately take actions that would becondemned as criminal if anyone else were to take them. If youor I were to threaten a neighbor with violence unless he handedover a specified sum of money, we would be universally recognizedas engaged in extortion or attempted robbery. Yet, governmentfunctionaries at various levels routinely obtain money from us inprecisely this manner. And although many people subject to suchtakings may complain that the amounts demanded are excessive,

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hardly anybody describes the exactions as constituting extortionor armed robbery. Why not? Because the functionaries who assessand collect these sums of money — which they call «taxes,» notloot, plunder, or swag — are democratically elected «publicservants.»

From a moral point of view, I am hard pressed to see how theiremployment status gives them a defensible right to act in waysthat everyone would recognize as criminal if undertaken by aprivate individual. In political theory, a representative democraticgovernment is said to derive its just powers by delegation fromthe people who are governed, with their consent. I assure youthat I have never consented to have the various governmentsrob me, especially for the financing of countless activities that Iconsider to be useless, destructive, or inherently criminal. Regard-less of the uses to which a government puts its booty, however,the people cannot justly delegate to political representativesrights that they do not possess themselves. If I do not have a rightto plunder my neighbor, how can I delegate that right to a govern-ment functionary who purports to represent me?

The situation is the same in regard to innumerable otheractions that governments carry out, including unjust imprison-ment, murder, and demands for compliance with so called «regu-lations.» If you or I were to demand the same actions that regu-lators commonly mandate, our demands would be plainly seento constitute unjustified intimidation and lawless coercion, at best.Likewise, if I were to send a private Predator drone to Pakistanto fire explosive missiles into villages, killing women, children,and other innocent persons, I would be seen as a monstrous massmurderer, and demands would be made that I be apprehendedand «brought to justice» or killed. Yet when President Obamacauses deaths in this way, no such demands are made. How didBarack Obama acquire a right to kill innocent people? By demo-cratic election to the presidency of the United States, of course.Most people actually believe, and act on the belief, that mereelection to a political office can endow a person with standingto disregard the moral requirements applicable to people ingeneral. And not only the elected official, but all those officialsbeneath him in the chain of command — nobody demands that

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the technician who sits comfortably in the United States anddirects the exact operation of the lethal drone be brought tojustice; he, as the saying goes, is «only following orders.»

In the war crimes tribunals conducted after World War II,many defendants pleaded not guilty on the grounds that theywere only following orders. This defense, however, was ruledinadmissible, because the top authorities of the Nazi regime,from Adolf Hitler on down,, were themselves viewed as warcriminals, albeit unavailable in many instances to stand trial assuch. In contrast, none of the military officers and men whocarried out the fire bombings of Tokyo, Hamburg, and Dresdenwere indicted; nor were those who dropped the atomic bombson Hiroshima and Nagasaki; nor were Churchill and Truman.Strange to say, Hitler himself originally came to power throughdemocratic procedures, which shows that sometimes democra-cy is not enough to absolve a leader of criminal acts. Winning awar may also prove decisive when innocence and guilt are beingdecided and punishments administered.

I fully understand how most Americans would react to thepreceding observations. They would say that in wartime, certainactions that would be regarded as crimes during peacetime auto-matically cease to have this character. It’s an interesting theory:if the leader, especially a democratically elected one, prosecutes awar, he thereby overturns the entire basis of morality — providedof course that his side wins the war. Killing the innocent, for exam-ple, carries no stigma; nor does wanton destruction of property,unjust punishment or imprisonment, and many actions that wouldbe regarded as flagrant crimes during peacetime.

As the government has grown in the United States of Ameri -ca (and other countries) during the past century, the scope ofgovernment action has widened greatly. Government officialsnow demand vastly greater sums of money from their subjects,and they demand compliance with vastly more regulations. Theyand they alone may act in these ways without bringing moraldenunciation down on themselves. No wonder they sometimesdeport themselves as gods: by their election they have evident-ly been loosed from the moral bonds that constrain you and me,and, thus unencumbered, they have soared to ever greater heights

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of criminality and savagery. Richard Nixon insisted, «When thepresident does it, that means that it is not illegal.» InterviewerDavid Frost pursued this statement, asking: «the dividing lineis the president’s judgment?» To which Nixon responded, «Yes,and the dividing line and, just so that one does not get the im -pression, that a president can run amok in this country and getaway with it, we have to have in mind that a president has tocome up before the electorate.» Ah, yes, blessed election — that«accountability moment,» as George W. Bush described it — sure-ly covers a multitude of sins. We may think of those sins as de -mocracy in action.

Libertarians often argue about whether they might moresuccessfully recruit followers by showing that a free society worksbest or by showing that an unfree society is unjust. Most libertar-ians, as I see the matter, have chosen to base their arguments onutilitarian grounds, often because they despair of ever convincingthe average person that government officials chronically, or evenintrinsically, violate moral strictures. Although I have no doubtwhatsoever that free societies do work better than unfree ones,that they deliver, for example, greater prosperity and more rapideconomic progress for the masses, I am skeptical that we can cutdeeply into the current mass support for the welfare warfaretherapeutic state unless we open people’s eyes to see that thegovernment actions they now support — and demand ever moreof — are utterly immoral because they violate individuals’ justrights on a gigantic scale and because the government leaders whopropose and implement these measures acquire not an ounce ofmoral justification from their democratic selection for office.«What works best» remains ever open to dispute, as public poli-cy debate on almost any current issue illustrates: each side hasits academic experts, prestigious scientists, or other authoritiesto prop up its position, and although these two sides rarely offerequally compelling evidence, the ordinary person can scarcely beexpected to see through all of the disinformation and rhetoricalobfuscation.

Everybody understands, however, without any advancedinstruction, that murder and robbery are wrong, and that no onehas a justifiable right to bully his neighbors simply because he does

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not like the way in which they are conducting their lives. Thegreatest barrier to libertarian progress continues to be that mostpeople give a moral pass to such criminal actions when demo-cratically elected functionaries take them. This presumed moralimmunity by virtue of election to public office is the sheerestsuperstition — a monstrous mistake in moral reasoning — andif people can be brought to see it for what it really is, then they willbe able to act more effectively to regain some of their lost freedom.

Esto, amigos míos, es todo lo que tengo para decir respecto dela democracia en esta ocasión. Una vez más, deseo expresar miagradecimiento al Instituto Juan de Mariana por galardonarmecon este espléndido premio y decir que es un gran honor para mírecibirlo.

Muchísimas gracias, mis estimados amigos.

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La revista francesaMarché & Organizations

publica un importante artículodel profesor Huerta de Soto

sobre el socialismo

La prestigiosa editorial francesa L’Harmattan ha publicado unnú mero monográfico de la revista Marché & Organizations (n.º 22,2015), dedicado a las economías del Este, y que incorpora el artícu -lo del profesor Huerta de Soto «A Note on the Crisis of Socialism»(pp. 188-195).

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Se gradúa la 7.ª promocióndel Máster en Economíade la Escuela Austriaca

Con el acto público de defensa de los trabajos de fin de Másterque tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales dela Universidad Rey Juan Carlos el pasado viernes 26 de junio de2015, culminaron su graduación los alumnos de la 7.ª promociónde dicho Máster, la mayoría de los cuales aparecen a continuaciónfotografiados con el profesor Huerta de Soto.

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Éxito de ventas de librosde la Escuela Austriaca

en la Feria del Libro de Madrid

Una vez más Unión Editorial estuvo presente con su caseta (n.º356) en la Feria del Libro de Madrid que tuvo lugar del viernes 29de mayo al domingo 14 de junio de 2015, debiendo destacarse elimportante incremento de ventas de libros sobre la Escuela Aus -triaca que ha tenido lugar este año.

El profesor Huerta de Soto dedicó el sábado 30 de mayo a fir -mar ejemplares de sus libros a aquellos lectores que se aproxima -ron a la caseta para adquirirlos, conocerle personalmente o co -men tar su contenido. A continuación reproducimos una fotografíatomada ese día en la caseta de Unión Editorial y la que el profesorHuerta de Soto se esfuerza para convencer a su primera nieta IreneIsabel de la necesidad de adquirir un libro de economía austriaca.

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El redactor-jefe de economíadel Financial Times , Martin Wolf,

cita en su último libroal profesor Huerta de Soto

Martin Wolf, redactor jefe de economía del prestigioso diario lon -dinense Financial Times, acaba de publicar un interesante libro,traducido por Deusto (Bilbao 2015) con el título La gran crisis: cam -bios y consecuencias, en el que cita en diversas ocasiones al profe-sor Huerta de Soto. A continuación reproducimos alguna de lasreferencias al profesor Huerta de Soto que recoge Martin Wolf ensu libro.

La gran crisis: cambios y consecuencias(pp. 310-311)

Von Mises siguió a Wicksell en su atención a los tipos de interésnaturales y del dinero, pero añadió una gran cantidad de deta-lles sobre el papel de los bancos en una expansión del crédito.Como explica el austriaco español Jesús Huerta de Soto: «SegúnMises, la amplificación de cualquier proceso inflacionario a tra -vés de la expansión del crédito más tarde o más temprano e ine -xorablemente revertirá y provocará una crisis o recesión económi -ca en la que los errores de inversión cometidos saldrán a la luz yaparecerá un desempleo masivo junto con la necesidad de liqui-dar y reasignar todos los recursos mal invertidos. Para eliminarlos cielos económicos recurrentes, Mises propone el establecimien -to de un sistema bancario con un requisito del 100 por ciento dereserva para los depósitos a la vista». Irónicamente, un gran após -tol del libre mercado deseaba suprimirlo en la provisión de dine-ro. De este modo, recomendaba, la capacidad de las institucionesbancarias para crear dinero y crédito terminaría, por imperativolegal, aunque el respaldo de la reservas vendría del oro.

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Hayek argumentaba que las divergencias entre los tipos de in -terés natural y monetario darían lugar a distorsiones en la estruc-tura de producción. Así, si se abriera una brecha positiva por losesfuerzos del banco central de expandir el crédito, los beneficiosesperados aumentarían, ya que el rendimiento real de las nuevasinversiones (el tipo natural) estaría por encima del tipo al que losnegocios podrían financiarse (el tipo monetario). Esto animaríauna, expansión del crédito (es decir, falsos ahorros), a través deun mayor apalancamiento en el sistema bancario, y un movimien -to hacia métodos de producción más intensivos en capital (en ter -minología austriaca de «alargamiento» de la inversión): cuantomás bajo sea el coste del capital (en este caso, aproximado porel tipo monetario) más rentables se volverán las técnicas deproducción intensivas en capital. Semejante adopción forzada detécnicas intensivas en capital es «mala inversión». Cuanto mayorsea la divergencia entre los dos tipos de interés, mayor será el augey mayor la caída. En particular, Hayek culpaba de la Gran Depre-sión a las políticas crediticias expansivas de la Reserva Federaldurante la década de los veinte. En palabras del profesor Huertade Soto: «Hayek ve el remedio keynesiano para la Gran Depresiónnada más que como una solución temporal con consecuencias ad -versas. De hecho, cualquier aumento artificial de la demanda agre-gada distorsionará gravemente la estructura productiva y sólopuede generar empleo inestable». En años posteriores, Hayek de -dicó su atención a la idea del dinero de emisión privada, en lugarde la reserva respaldada del 100 por ciento de Von Mises.

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La revista norteamericanaForbes se hace eco

de los esfuerzos académicosdel profesor Huerta de Soto

En un artículo publicado el pasado 26 de mayo de 2015 en la re -vista Forbes por Alejandro Chafuen, este se refirió al profesorHuerta de Soto de la siguiente manera:

«Several academics also work as intellectual entrepreneurs andopinion makers. Dr. Jesús Huerta de Soto, at Universidad Rey JuanCarlos, is a case in point. Through his teaching, graduate mentoring,publications, and monetary support, he disseminates and expandsthe horizons of Austrian economics like few others. His strong andunflinching anarcho capitalist views and direct aggressive styleearn him some enemies, but no one can take away from him hisenormous contribution to free market thinking. Huerta de Sotoedits and publishes an academic journal, Procesos de Mercado, whichis open to a wide variety of Austrian School perspectives».

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Se publica en China el artículodel profesor Huerta de Soto

sobre Juan de Marianay los Escolásticos españoles

Gracias al esfuerzo traductor de Li Yang, Wang Jingjing y DongZiyun se ha publicado en 2015 en Peking por Tsinghua Univer-sity Press, la versión china del libro 15 Great Austrian Economists,en el que incluye el artículo del profesor Huerta de Soto «Juande Mariana and the Influence of the Spanish Scholastics».

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Carlos Villaescusalee una importante tesis doctoral

sobre Ibn Jaldun

El pasado martes 2 de junio de 2015 tuvo lugar la lectura de la te -sis doctoral, dirigida por el profesor Huerta de Soto, sobre Austro-liberalismo en Ibn Jaldun por parte del doctorando Carlos Villaes -cusa y que obtuvo la máxima calificación de «Sobresaliente cumlaude por unanimidad» de un tribunal presidido por Carlos Ro -dríguez Braun y del que también formaron parte los profesoresGarcía Echevarría, Bagus, Tenorio y Cruz Rambud. A continua-ción reproducimos una fotografía del nuevo doctor, con su direc-tor de tesis y los miembros del tribunal.

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Rubén Méndez Reáteguilee su tesis doctoral dirigida

por el profesor Huerta de Soto

El pasado de 11 de marzo de 2015, en la Universidad Rey JuanCarlos, sede Vicálvaro, D. Rubén Méndez Reátegui de naciona-lidad peruana presento la tesis doctoral titulada «Instituciones,Empresarialidad y Políticas Públicas: Un Análisis Institucional».La tesis fue dirigida por el Profesor Jesús Huerta de Soto Balles-ter. El tribunal estuvo presidido por Armando Torrent Ruiz,participando como Secretario el profesor Philipp Bagus y comovocales, los profesores Pedro Julio Tenorio, Alberto Ruiz Ojeday Santiago García Echevarría.

En la defensa se examinó la necesidad de introducir una com -prensión complementaria de cómo las reglas jurídicas y políticasse relacionan a partir de una comprensión alternativa de la teoríahayekiana de los fenómenos complejos y el análisis de la natura -leza competitiva del derecho y sus fuentes.

Asimismo, la tesis buscó introducir un puente de diálogo (main -line economics) al contemplar aportes provenientes de enfoquestradicionalmente descritos como metodológicamente contrapues -tos: a) el Análisis Austriaco de las Políticas Públicas; b) las contri-buciones —market oriented— del Public Choice, y la NEI; c) lacríticas desarrolladas por la Iuseconomía; y d) la teoría políticade los mecanismos de gobernanza descritos como de organiza-ción social —entendida como el efecto combinado de la acción in -dividual y que el mainstream prefiere denominar como accióncolectiva—.

El doctorando sostuvo que comprender cómo las institucionesse relacionan implica a su vez revalorar el rol de los individuos yla acción humana como punto de partida para todo análisis exito-so, y asumir la preeminencia de la cooperación voluntaria como unelemento esencial dentro del estudio de las Ciencias Sociales.

La tesis también representó una oportunidad excepcional conmiras a introducir una contribución original, es decir, de utilidad

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para el estudio de la economía de las instituciones desde un pun -to de vista más amplio que aquel expresado por aquella limita-da teoría inspirada únicamente en modelos de carácter estático, enla daltónica competencia perfecta y el irreal Óptimo de Pareto. La tras -cendencia de la propuesta puede ser juzgada a través del estudiode las pattern recognition pattern prediction (Hayek, 1961). En estesentido, disertar a partir de la naturaleza competitiva de las ins -tituciones jurídicas y políticas y su relación, asume un carácterejemplificador, es decir, nos presenta un escenario donde el in -vestigador debe pensar fuera de la caja negra y atribuir importan -cia a las particularidades que dominan la formación de los arre-glos institucionales y cómo éstos serán considerados en función asu capacidad para contribuir con la evolución de los procesos dedescubrimiento, aprendizaje y conocimiento en la sociedad civil.

Finalmente, la propuesta teórica fue explicada a través de unrecorrido de cómo se termina delineando la relación entre institu -ciones en tres contextos específicos: 1) el sistema de justicia; 2)las políticas públicas para la protección ambiental; y 3) las reglasde juego que rigen los mecanismos de protección social activa.Las ilustraciones presentadas en la tesis hicieron una remisióndescriptiva y analítica de los hechos y el contexto actual a partirde la experiencia peruana. La tesis obtuvo del tribunal la máxi-ma calificación de «Sobresaliente cum laude por unanimidad».

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Don Leonardo EstebanRavier Rodríguez lee su tesisdoctoral en la Universidad

Rey Juan Carlos

El pasado martes 14 de julio de 2015 tuvo lugar en el Salón deGrados de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Uni -versidad Rey Juan Carlos de Madrid, el acto académico en el queDon Leonardo Esteban Ravier Rodríguez leyó su tesis doctoraltitulada Aproximación histórica a los principios de una teoría praxeo -lógica de la firma desde la perspectiva de la Escuela Austriaca de Eco -nomía, elaborada bajo la dirección del Prof. Dr. Don Jesús Huertade Soto Ballester coordinado por el departamento de EconomíaAplicada I e Historia e Instituciones Económicas y Filosofía Moral.

El tribunal estuvo compuesto por los eminentes profesores Dr.Don Carlos Rodríguez Braun (Presidente), Dr. Philipp Bagus (Se -cretario), Dr. Don Santiago García Echevarría (Vocal), Dr. DonArmando Torrent Ruiz (Vocal) y el Dr. Don Pedro Julio TenorioSánchez (Vocal), quienes calificaron de «SOBRESALIENTE» la in -vestigación presentada.

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El tribunal manifestó el reconocimiento del aporte original dela tesis a la tradición de la Escuela Austriaca de Economía, conside -rándolo un tema de plena actualidad y proponiendo su convenien -te publicación. De la misma manera, se hizo hincapié en con tinuarcon dicha investigación a través de la incorporación de estudioscomparados a otras posiciones sobre el tema y la aplicación de lamisma a la realidad empresarial y su relación con los aspectos nosolo económicos sino también sociales y éticos.

Por su parte, el Dr. Jesús Huerta de Soto Ballester tomó la pala-bra al concluir la exposición del tribunal, expresando lo siguiente:

«Ha sido una satisfacción trabajar durante todos estos años conLeonardo. El desafío que tenía era inmenso porque es cierto quees un hueco pendiente en la Escuela Austriaca. Creo que ha pues-to su granito de arena en tratar de cubrir ese hueco. Todavía que -da mucho por hacer, pero creo que es un trabajo meritorio y queasí lo sabrá apreciar el tribunal. Muchas gracias».

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Sugerenciasde nuevas lecturas

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Nicolás Cachanosky y Adrián Ravier en «A Proposal of MonetaryReform for Argentina - Flexible Dollarization and Free Banking»publicado en The Independent Review, vol. 19, n.º 3, pp. 397-426,2015 proponen una reforma monetaria para Argentina que elimineel banco central, sustituya los pesos por dólares e introduzca lalibertad de elección de la moneda, lo que llaman una «dolarizaciónflexible». Además sugieren que los bancos puedan emitir sus pro -pios billetes en un sistema a la Selgin. Una banca de reserva frac -ciona ria podría hacer que el sistema fuera finalmente inestable ypro vocar la reintroducción de un banco central.

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The Collected Works of F.A. Hayek, Chicago, University of Chica -go Press, 2012, Business Cycles, vols. I y 2, editado por HansjoergKlausinger, contienen todas las publicaciones de Hayek relaciona -das con los ciclos económicos como Precios y Producción y TeoríaMonetaria y el Ciclo Económico. En estos volúmenes destacan unosartículos que se publican por primera vez. Además, dentro deesta colección también se ha publicado The Constitution of Liberty:The Definitive Edition, editado por Ronald Hamowy. Esta obra, quepara Hayek era una defensa del liberalismo, igualmente in cluyelas notas que Hayek añadió en su versión alemana.

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Joshua R. Hendrickson en «Monetary equilibrium» publicado enReview of Austrian Economics, vol. 28, pp. 53-73, 2015, defien dela teoría del equilibrio monetario. Mantiene que cambios en lademanda de dinero deberían ser compensados por cambios enla oferta monetaria para evitar reducciones del bienestar. Res -pondiendo a un artículo de los profesores Philipp Bagus y DavidHowden, sostiene que el argumento a favor de la teoría del equi -librio monetario no depende de la rigidez de los pre cios.

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Michael Olbrich, Tobias Quill y David J. Rapp en «BusinessValuation Inspired by the Austrian School», publicado en Journal

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía PolíticaVol. XII, n.º 1, Primavera 2015, pp. 589 a 596

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of Business Valuation and Economic Loss Analysis, 2015, pp. 1-43,intentan explicar por qué muchas fusiones y adquisiciones fa -llan. Mantienen que el método mainstream de valoración de em -presas está mal planteado al basarse en métodos de DCF que seapoyan en el modelo CAPM. Para sustituir el enfoque mainstreamproponen una teoría de la valoración de empresas subjetiva ins -pirada en la teoría de la Escuela Austriaca.

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Carmen Elena Dorobat en «Foreign Policy and Domestic PolicyAre but One System - Mises on International Organizations andthe World Trade Organization» publicado en The Independent Review,vol. 19, n.º 3, pp. 357-378, 2015, explica recurriendo a argumentosde Ludwig von Mises las razones por las cuales las negociacionesde la organización mundial del comercio fracasan. Mises sosteníaque en un mundo de políticas domésticas intervencionistas consubvenciones, regulaciones y monopolios como consecuenciade una mentalidad socialista, la política internacional no podríaestar a favor del libre comercio. Por el contario, si las políticasdomésticas fueran de laissez-faire no harían falta organizacionesinternacionales. Se podría responder a Mises que el libre comerciopodría generar una presión para eliminar las políticas interven -cionistas (proteccionistas) domésticas, de igual modo que el europresiona a los gobiernos para efectuar reformas estructurales quepermitan mejorar el nivel de competitividad.

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Carles Sudriá en «Las crisis bancarias en España: Una perspecti -va histórica» publicado en Estudios de Economía Aplicada, vol. 32,n.º 2, pp. 473-496, 2014, analiza las mayores crisis bancariasespañolas de los siglos XIX y XX. Concluye que la historia se repitey que todas las crisis comienzan después de un período de auge(burbuja). No obstante, en lugar de recomendar como elementode prevención una reforma institucional y la introducción de uncoeficiente de caja del 100%, el autor solo propone mejorar y am -pliar la supervisión financiera por parte de los reguladores.

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Arthur M. Diamond Jr. en «Seeking the Patent Truth - PatentsCan Provide Justice and Funding for Inventors» publicado en TheIndependent Review, vol. 19, n.º 3, pp. 325-355, 2015, contribuyeal debate sobre la ética y la eficiencia de las patentes. Mantieneque las patentes son éticas ya que en ellas se mezcla el trabajo conalgo material para obtener una invención. Por tanto, sostiene quela invención deber ser propiedad del inventor. Lo que no entien -de Diamond es que otros individuos podrían mezclar su trabajoigualmente con materia de su propiedad para obtener la mismainvención sin quitársela al primero. Las ideas no son escasas. Va -rias personas pueden emplear simultáneamente la misma receta.Respecto a la eficiencia, el autor mantiene que las patentes gene -ran ingresos que permiten a los inventores como Thomas A. Edi -son seguir descubriendo nuevas cosas. Sin embargo, en este casopuede responderse que el monopolio de las patentes puede desin -centivar innovaciones ulteriores, desviar los esfuerzos empresa -riales, y generar el coste de absorber recursos que podrían haberseutilizado de otra forma.

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En «Mark-to-market accounting and systemic risk: evidence fromthe insurance industry» publicado en Economic Policy, pp. 297-341, abril 2014, Andrew Ellul, Chotibhak Jotikasthira, ChristianT. Lundblad y Yihui Wang comparan los efectos del principio decontabilidad de mark-to-market con la contabilidad de costes his -tóricos (Historical Cost Accounting). Contrastan empíricamente doshipótesis. En primer lugar, mantienen que bajo el Mark-to-marketun descenso de precios en un contexto de crisis genera ventas deliquidación (fire-sales). Esta hipótesis es compartida por la litera -tura académica y comúnmente se considera negativa. En segundolugar, introducen el argumento de que las empresas de segurosque siguen el Historical Cost Accounting invierten con más riesgodurante las etapas de auge porque no temen las ventas de liqui -dación, cosa que sí ocurre en el caso de las aseguradoras que si -guen el mark-to-market. El artículo es criticable por varias razones.1) En las fases de auge suele prevalecer un optimismo generaliza -do, por lo que no se suele tener miedo a las ventas de liquidación.

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2) Las ventas de liquidación se pueden considerar positivas en elsentido de que purgan las malas inversiones con mayor rapidez.3) El mark-to-market no solo es pro-cíclico en la recesión sino tam -bién en el auge, cuando genera beneficios ficticios que puedenprovocar consumo de capital. 4) Evolutivamente ha surgido el«Lowest Value Principle», que protege más el capital y es más con -servador.

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Per L. Bylund en «Ronald Coase’s Nature of the Firm and the Ar -gument for Economic Planning» publicado en Journal of the His -tory of Economic Thought, vol. 36, n.º 3, pp. 305-345, 2014, revisala teoría de la empresa de Coase en la que se establece una dicoto -mía injustificada entre el mercado y la empresa. Sostiene que loscostes de transacción del mercado pueden hacer que la planifica -ción dentro de una empresa sea la mejor alternativa. Bylund se -ñala que los argumentos de Coase se pueden interpretar comouna defensa de la planificación central, en el contexto del debatesobre el cálculo económico en el socialismo.

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En «Financial crises in historical perspective: Parallels betweenthe past and present», Elena Martínez-Ruiz y María Pons, presen -tan una edición especial de la revista Investigaciones de Historia Eco -nómica, vol. 10, pp. 77-80, 2014, acerca de las crisis financieras. Hayun artículo de Carlos Marichal «Historical Reflections on the Causesof Financial Crises: Official Investigations, Past and Pre sent 1873-2011,» que analiza las investigaciones oficiales acerca de las crisisfinancieras de 1873, 1907 y 2008. Foreman Peck com para la GranDepresión con la Gran Recesión en «Great Recessions compared».Anna Cerro y Osvaldo Melosci en «Making Explosive Cocktalis.Recipes and Costs of 25 Argentine Crises,» intentan desarrollarun sistema de alerta temprana de crisis financieras. MathewHolloway y Javi Erolanta analizan la crisis asiática de la décadade los noventa desde una perspectiva minskiana. Por último,Sebastián Álvarez y Juan Flores buscan vías para salir de una crisis.

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Carlo Gambesci en «¿Qué Liberalismo?» publicado en Razón Es -pañola, nº 186, pp. 29- 44, 2014, distingue cuatro tipos de liberalis -mo. 1. El micro-arquico de tipo Mises y Hayek que es utilitaristay defiende un estado mínimo. 2. El anárquico de tipo Rothbard,Hoppe o Block que está a favor de la abolición del Estado. 3. Elmacro-árquico de tipo Bentham, Mill, o Keynes en el que el Esta -do impone condiciones iguales para los ciudadanos. 4. El «realis -ta» de tipo Tocqueville, Pareto, Max Weber o Roepke, que defiendeun Estado fuerte que protege y a la vez pide obediencia a sus ciu -dadanos.

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Eric Swanson y John Williams «Measuring the Effect of the ZeroLower Bound on Medium- and Longer-Term Interest Rates» pu -blicado American Economic Review, vol. 104, n.º 10, pp. 3154-3185,2014, evalúan la efectividad de la política monetaria cuando lostipos de interés de referencia, en este caso los tipos sobre los fondosfederales, están próximos a cero. Para los economistas neoclásicosla efectividad de la política monetaria es importante, ya que encaso contrario solo queda la política fiscal para manipular la eco -nomía. La política monetaria puede «estimular» la economía aun -que el tipo de los fondos federales esté próximo a cero, ya quepuede influir en las expectativas acerca de la evolución futura dela política monetaria y manipular a la baja los tipos de interés amedio y largo plazo.

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En «Blanco White, Spanish America, and Economic Affairs: TheSlave Trade and Colonial Trade» publicado en History of PoliticalEconomy, vol. 46, n.º 4, pp. 573-608, Luis Perdices de Blas y JoséLuis Ramos-Gorostiza analizan la vida y el pensamiento de JoséMaría Blanco White (1775-1841), intelectual liberal que vivió enla segunda parte de su vida en Inglaterra. Blanco White quisoabolir el tráfico de esclavos y reformar las relaciones de Españacon sus colonias introduciendo el comercio libre y una mayor auto - nomía.

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SUGERENCIAS DE NUEVAS LECTURAS 593

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Mark Pennington en «Realistic Idealism and Classical Liberalism:Evaluating Free Market Fairness» publicado en Critical Review, vol.26, n.º 3-4, pp. 375-407, critica el libro Free Market Fairness de JohnTomasi. En este libro, Tomasi utiliza el modelo idealista de JohnRawls para justificar las libertades económicas. Pennington sos -tiene que la defensa de la libertad de Tomasi está mal construida,ya que se puede justificar cualquier sistema con una teoría idea -lista que emplea supuestos irreales o en contra de la realidad. Ensu respuesta «Democratic Capitalism: A Reply to Critics,» publi -cado en Critical Review, vol. 26, n.º 3-4, pp. 439-471, Tomasi con -testa a Pennington y a otros críticos de la izquierda que lo calificancomo «Rawlsiano de derechas». Mantiene Tomasi que tanto Bu -chanan como Hayek pensaron en conceptos parecidos al velo deignorancia de Rawls, como un test sobre la equidad de los prin -cipios de la justicia. Ahora Tomasi se considera hayekiano. Intentadefender el derecho a la propiedad privada como uno de muchosderechos básicos, con varias excepciones como los impuestos desucesiones.

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John Conlon en «Should Central Banks Burst Bubbles? SomeMicro economic Issues» publicado en The Economic Journal, vol.125, pp. 141-161, 2014, analiza si un banco central debería reven -tar las burbujas de precios. Sostiene que si el banco central notiene una ventaja de información frente al mercado no deberíahacerlo.

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Dick Carpenter II, Lisa Knepper, Angela Erickson y John Ross en«Regulating Work: Measuring the Scope and Burden of Occu-pational Licensure among Low- and Moderate-Income Occu-pations in the United States» publicado en Economic Affairs, vol.35, n.º 1, pp. 3-20, 2015, analizan los costes para obtener licen-cias profesionales en Estados Unidos. Concluyen que estos costesson introducidos por los mismos profesionales que intentan re -ducir la competencia.

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594 SUGERENCIAS DE NUEVAS LECTURAS

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Martin Rhonheimer en un artículo muy interesante con el título«The True Meaning of Social Justice : A Catholic View of Hayek»publicado en Economic Affairs, vol. 35, n.º 1, pp. 35-51, examinael concepto de «justicia social». Básicamente está de acuerdo conla crítica de Hayek al concepto de justicia como justicia distribu -tiva, pero defiende otro sentido de justicia social, que es la justiciade las instituciones que rigen el funcionamiento de la sociedad.

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La Revista de Derecho Bancario y Bursatil (n.º 136, Oct.-Dic. 2014,pp. 127-170), publica un importante artículo de la profesora Te -resa Hualde Manso de la Universidad Pública de Navarra titula -do «Causa, función y perversión del depósito bancario a la vista»,que utiliza la teoría del profesor Huerta de Soto sobre la necesi -dad legal y moral del coeficiente de caja del 100 por cien en relacióncon el proyecto de reforma del Código Mercantil español sobre tanimportante tema.

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Laura Davidson ha publicado en el Journal of Business Ethics (ju -lio 2014, Springer) el importante artículo «Ethical DifferencesBetween Loan Maturity Mismatching and Fractional ReserveBanking: A Natural Law Approach», que también se fundamenta,en gran medida, en las contribuciones del profesor Huerta de Soto.

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El CATO Institute ha publicado el libro del profesor Weiying ZhangThe Logics of the Market: An Insider’s View of Chinese Economic Reform,que se hace eco del libro del profesor Huerta de Soto Money, BankCredit and Economic Cycles y de su influencia en el mundo económi -co, político y académico del gigante asiático.

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Steven Semedaro ha publicado en el vol. 5, n.º 2 de abril de 2014de la revista William and Mary Business Law Review, un artículosobre la política antitrust que considera seriamente el valor de laalternativa analítica austriaca en este ámbito. El trabajo se titu la

SUGERENCIAS DE NUEVAS LECTURAS 595

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«Worse That The Tower of Babel? Remedying Antitrust’s FalseDichotomy Through De Novo Apellate Review».

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Tillman C. Lauk es autor del libro The Triple Crisis of Western Capi -ta lism: Democracy, Banking, and Currency, donde cita profusamentela contribuciones del profesor Huerta de Soto sobre la teoría deldinero y del crédito bancario.

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La editorial alemana FBV ha publicado el libro de Thomas MayerDie Neue Ordnung Des Geldes, donde discute in extenso una reformamonetaria fuertemente fundamentada en el análisis austriaco.

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Fernando Hernández Fradejas ha publicado en Econ Journal Watch(12, 2, mayo 2015, pp. 221-232) un artículo titulado «Liberal Eco-nomics in Spain», donde repasa, desde los escolásticos del si gloXVI hasta hoy, a los principales economistas liberales españoles.

* * *

Fernando Herrera González analiza críticamente las contribucio -nes del último premio nobel de economía Jean Tirole, en su artícu -lo «El rigor de la teoría económica para decidir cuándo regular»,publicada en las páginas 253-258 del número de junio de 2015 dela revista Economistas.

PHILIPP BAGUS

MIGUEL A. ALONSO NEIRA

596 SUGERENCIAS DE NUEVAS LECTURAS

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Han actuado como evaluadores externos del número XII de la revista Pro -cesos de Mercado los siguientes especialistas, a los que agradecemos suscon sejos, esfuerzos y dedicación para mejorar los originales recibidos.

— Alberto Benegas Lynch— Alejandro Pérez y Soto

Domínguez— Antonio España— Antonio Pancorbo— Antonio Zanella— Carlos Villaescusa García— Cristóbal Matarán López— Darío Fernández Suárez— David Sanz Bas— Elías Huber— Fernando Hernández

Fradejas— Fernando Nogales— Gabriela Maldonado

Fernández— Gilberto Rodríguez

Campbell

— Guillermo Barba— Ignacio Andrés Mondejar— Ignacio de Andrés— Ignacio Martínez

Fernández— Ignacio Olave Valdivieso— Jesús del Amo Lamborena— Joaquín Granero— José Manuel Carballido

Cordero— Luis de Fuentes Losada— Luis Pires— Miguel Anxo Bastos

Boubeta— Pedro Tenorio Sánchez— Rubén Méndez Reategui— Santiago García Echevarría— Tatiana Macias Muentes

EVALUADORES

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VOLUMEN I, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2004

Artículos– Jesús Huerta de Soto: La teoría de la eficiencia dinámica– Dulce Saura Bacaicoa y Ángel Rodríguez García-Brazales: Dinámica no li neal y

economía austriaca– Miguel Ángel Alonso Neira: Una guía para el estudio de la Macroeconomía del Capital:

¿Existen razones para pensar que los ciclos recesivos responden a errores políticos yempresariales?

– Paolo Zanotto: Alcune osservazioni sugli aspetti economico-politici dell’opera di Juande Mariana

– Óscar Vara Crespo: La fundamental homogeneidad de las teorías monetarias de GeorgSimmel y Ludwig von Mises

Notas– Walter Block: Open Letter to Mothers against Drunk Driving– Miguel Ángel Alonso Neira: Economía experimental, economía del comportamiento

y el futuro de la Ciencia Económica como disciplina científica

Documentos– Benjamín M. Anderson: Moneda administrada frente a Patrón Oro

Reseñas bibliográficas– José Ignacio del Castillo: Una lección magistral para entender el nazismo. Reseña

de «Gobierno Omnipotente», de Ludwig von Mises

Noticias1. Seminario de R.W. Garrison en la London School of Economics2. Fallecimiento de Marjorie Grice-Hutchinson3. Concesión del Premio Víctor Mendoza a Tesis Doctorales

VOLUMEN I, NÚMERO 2, OTOÑO 2004

Artículos– Javier Aranzadi del Cerro: Teoría de la Acción y Fundamentos de Economía– François Facchini: La théorie autrichienne des cycles: une théorie de la récurrence des

erreurs collectives d’anticipation– Dario Antiseri: Friedrich A. von Hayek e il problema della solidarietà

NÚMEROS PUBLICADOS DE LA REVISTA

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Notas– Jesús Huerta de Soto: Hayek’s Best Test of a Good Economist– Philipp Bagus: La tragedia de los bienes comunales y la escuela austriaca: Hardin, Hoppe,

Huerta de Soto, y Mises

Documentos– Hans Mayer: El valor cognitivo de las teorías funcionales del precio. Investigaciones

críticas y positivas referidas al problema del precio

Reseñas bibliográficas– Ingolf Günter Krumm: Ludwig von Mises

Noticias1. Seminario sobre la macroeconomía del capital y la teoría del ciclo eco nómico

en la DICEA de la Universidad Autónoma de Chapingo (México D.F.)2. Finn E. Kydland y Edward C. Prescott, premios Nobel de Economía del año

20043. Presentación de dos nuevos libros4. Lectura de dos nuevas tesis doctorales5. Presentación del primer número de la Revista Procesos de Mercado

VOLUMEN II, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2005

Artículos– Miguel Anxo Bastos Boubeta: ¿Puede la intervención estatal ser justificada

científicamente? Una crítica– Juan Castañeda Fernández: Regla de productividad y señoreaje: Una crítica al

objetivo de estabilización de precios– Massimiliano Neri: A Survey on Exchange Rates Determination in the Teachings of

the Austrian School

Notas– Gabriel Calzada Álvarez: Mises and Rothbard On War Finance– Joseph T. Salerno: Economics: Vocation or Profession?

Documentos– Murray Rothbard: El mito de la eficiencia– Ludwig von Mises: El tratamiento de la «irracionalidad» en las ciencias sociales

Reseñas bibliográficas– Jaime Hormigos Ruiz: Reseña de Diccionario de Sociología, de O. Uña Juárez y

A. Hernández Sánchez– Luis de Fuentes Losada: Cine, filosofía y economía austriaca (Lo que un austriaco

diría a Juan Antonio Rivera). Reseña de Lo que Sócrates diría a Woody Allen, deJuan Antonio Rivera

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– Juan Velarde Fuertes: La Escuela de Viena, al alcance de los economistas. Reseña delvol. I, n.º 2, de la revista Procesos de Mercado

Noticias1. El Premio «Adam Smith» 20052. Se publica la traducción al español de Time and Money. The Macro economics

of Capital Structure, de Roger W. Garrison (Edward Elgar, 2001)3. Publicación de An Eponymous Dictionary of Economics. A Guide to Laws and

Theorems Named after Economists (Edward Elgar, 2004)4. El pensamiento económico de la Escuela de Salamanca llega a Rusia través

de la Revista de Método Económico y Matemáticas5. Una tesis doctoral de referencia imprescindible6. Presentación pública y primer evento del Instituto Juan de Mariana7. Noticias breves

VOLUMEN II, NÚMERO 2, OTOÑO 2005

Artículos– François Facchini: L’ordre de marché comme croyance– José Atilano Pena López: El problema de la racionalidad en la economía neoclásica– Paolo Zanotto: Il divieto dell’usura nella società cristiana. Valore morale, significato

storico e implicazioni economiche– Estrella Trincado Aznar: La originalidad de la economía marginalista de Jeremy

Bentham

Notas– Luis María Linde: El dinero de los anarquistas– Francisco Capella: Ética, libertad y drogas– Sonsoles Huerta de Soto: Eficiencia y equilibrio en los mercados de capitales

Documentos– Ludwig von Mises: El problema de las naciones subdesarrolladas– Peter J. Boettke: Hayek y el socialismo de mercado: ciencia, ideología y política

pública

Reseñas bibliográficas– Ludwig van den Hauwe: Review of Honnecke, Hans Jörg (2000): «Friedrich August

von Hayek: Die Tradition der Freiheit»– Adrià Pérez Martí: Reseña de Thomas DiLorenzo (2004): «How capitalism saved

America»

Noticias

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VOLUMEN III, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2006

Artículos– Enrico Colombatto: Law, Economics and the Institutional Approach to Deve lopment

and Transition: towards an Evolutionary Perspective– Albert Esplugas: El monopolio de las ideas: Contra la Propiedad Intelectual– Philipp Bagus: Five Common Errors about Deflation– Ignacio de León: El Espejismo de la Eficiencia Económica

Notas– Jesús Huerta de Soto: La Escuela Austriaca– Martín Krause: Las limitaciones del trueque– Héctor Ñaupari: ¿Fracasó el liberalismo en América Latina?

Documentos– Gustave de Molinari: Sobre la producción de seguridad– Ludwig von Mises: La cataláctica lógica frente a la cataláctica matemática

Reseñas bibliográficas– Joan Font i Rosselló: Reseña del libro de Juan Antonio Rivera «Menos utopía y más

libertad»– Óscar Vara Crespo: Reseña del libro de Kevin D. Hoover «Causality in Macro -

economics»

Noticias

VOLUMEN III, NÚMERO 2, OTOÑO 2006

Artículos– Hans-Hermann Hoppe: The Limits of Numerical Probability: Frank H. Knight and

Ludwig von Mises and the Frequency Interpretation– William Barnett II y Walter Block: On Hayekian Triangles– Ludwig van den Hauwe: The Uneasy Case for Fractional-Reserve Free Banking– Francisco Gómez García: Juegos estratéticos: ¿es racional el comportamiento

cooperativo?

Notas– Fabio Monsalve Serrano y Óscar de Juan: Juan de Lugo y la libertad en Economía.

El análisis económico escolástico en transición– Francisco Capella: Ética, economía y prostitución– Philipp Bagus: The Problem of Accuracy of Economic Data

Documentos– Ludwig von Mises: Ciencia Social y Ciencia Natural

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Reseñas bibliográficas– Philipp Bagus: A Tale of Two Schools: Mark Skousen’s «Vienna & Chicago: Friends

or Foes?»– Juan E. Castañeda Fernández: Reseña del libro «Tiempo y dinero. La macro economía

de la estructura del capital», de R.W. Garrison– Luis de Fuentes Losada: ¿Juega Dios a los dados? Reseña del libro «El gobierno de

la fortuna», de Juan Antonio Rivera

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN IV, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2007

Artículos– Massimiliano Neri: Historical Analysis of the Microeconomic Processes Associated

with the Development of the Internet– Ludwig van den Hauwe: Did F.A. Hayek Embrace Popperian Falsificationism? A

Critical Comment About Certain Theses of Popper, Duhem and Austrian Methodology– María Blanco González: El rechazo de Carl Menger a la economía matemática. Una

aproximación

Notas– José Antonio García-Durán de Lara: Crédito, búsqueda e innovación de producto– Juan R. Rallo: El derecho como institución espontánea– Jesús Huerta de Soto: Una nota sobre la crisis del socialismo

Documentos– Ludwig von Mises: El liberalismo y el principio de nacionalidad– Carl Menger: Sobre la teoría del capital– Hans-Hermann Hoppe: Falacias sobre la teoría de los bienes públicos y la producción

de seguridad

Reseñas bibliográficas– Armando Torrent Ruiz: ¿Justicia sin estado? ¿Es el estado un mal innecesario?

Recensión de un libro de Bruce L. Benson– R. Pérez Redondo: Recensión del libro El Urbanismo ante el encuentro de las culturas,

2005

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

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VOLUMEN IV, NÚMERO 2, OTOÑO 2007

Artículos– Jesús Huerta de Soto: Liberalismo versus anarcocapitalismo– Michal Kvasnicka: Stability of Gold Standard and Its Selected Consequences– Philipp Bagus: Asset prices - An Austrian Perspective– Laurent Carnis: La théorie autrichienne de la bureaucratie de Mises: une perspective

critique– William Barnett II y Walter Block: On Say’s Law, Keynes’s Money, and Post Keynesians

Notas– José Ignacio del Castillo: Grandes controversias de la historia de la Ciencia Económica:

Böhm-Bawerk refuta la teoría marxista de la explotación– Raimondo Cubeddu: Tempo, incertezza e istituzioni. Conseguenze dell’innovazione

e ruolo della politica– Albert Esplugas: Libertad sin Estado: ¿Es factible el anarco-capitalismo?

Documentos– Ludwig von Mises: The place of Economics in Society– James Redford: Jesus Is an Anarchist. A Free-Market, Libertarian Anarchist, That

Is-Otherwise What Is Called an Anarcho-Capitalist– Robert Higgs: Diecinueve consecuencias olvidadas de la redistribución de ingresos

Reseñas bibliográficas– Miguel Anxo Bastos Boubeta: Reseña del libro Artesanos de la culpa: los intelectuales

y las buenas intenciones de Joan Font Roselló– Gabriel A. Giménez Roche: El hombre libre: Reseña bibliográfica de L’Homme Libre,

compendio de ensayos en homenaje al Profesor Pascal Salin– Ludwig van den Hauwe: Review of Huerta de Soto’s «Money, Bank Credit, and

Economic Cycles»

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN V, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2008

Artículos– Ludwig van den Hauwe: John Maynard Keynes and Ludwig von Mises on Probability – José Guillermo Peláez Gramajo: El dinero como medio de cambio y su evolución:

análisis de Katsuhito Iwai y su interpretación de Carl Menger – Miguel Ángel Quintana Paz: ¿Es éticamente aceptable la propiedad intelectual de

los derechos de autor?– Antonio Zanella: Simmetrie Spezzate. Natura, nascita ed evoluzione della proprietà

privata

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Notas– David Howden: Stability of gold standard and its selected consequences: a comment – Jesús Huerta de Soto: El pensamiento económico en la antigua Grecia – Walter Hernández: Origen de las normas del recto actuar en Hayek

Documentos– Ludwig von Mises: El capitalismo– José María de la Cuesta Rute: La publicidad y el sistema económico constitucionalizado– Ángel Alvarado Rangel: Agenda política y económica

Reseñas bibliográficas– José Carlos Rodríguez: Ludwig von Mises, la biografía– Philipp Bagus: Reseña de «Die Ethik der Geldproduktion» de Jörg Guido Hülsmann– Jesús Huerta de Soto: Reseña de «El método de las Ciencias Sociales» de Carl Menger– José Luis Palacios Gómez: Reseña de «Las dimensiones sociales de la globalización»

de Uña Juárez, O., Hormigos Ruiz, J. y Martín Cabello, A. (coords.)

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN V, NÚMERO 2, OTOÑO 2008

Artículos– Jörg Guido Hülsmann: Time preference and investment expenditure – Walter Block, Christopher Westley y Alexandre Padilla: Internal vs. external

explanations: A new perspective on the history of economic thought – Ludwig M.P. van den Hauwe: Credit expansion, the prisoner’s dilemma and free

banking as mechanism design– León Gómez Rivas: Algunos antecedentes del liberalismo constitucional en España:

El pensamiento político de la segunda escolástica– Fernando Herrera González: Análisis de la regulación sectorial de telecomunicaciones

desde la perspectiva de la Escuela Económica Austriaca

Notas– Jesús Huerta de Soto: Financial crisis and economic recession – Ángel Sanz Sarte, Miguel A. Alonso y Alejandro Ruiz-Ayucar Seifert: La labor

de tasación de la propiedad inmobiliaria en tiempos de crisis – Paolo Zanotto: Lo spirito del libertinage e la genesi del capitalismo moderno.

Riflessioni sulla «purezza quasi classica» di Benjamin Franklin– David Sanz Bas: La eficiencia dinámica en la economía de un campo de concentración nazi

Documentos– Ludwig von Mises: La incertidumbre– Friedrich A. Hayek: Dos tipos de mente

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Reseñas bibliográficas– Luis Perdices de Blas: Mises y los otros liberales– Jesús Huerta de Soto: El Essai sur la Nature du Commerce en Général de Ricardo

Cantillon: Nota bibliográfica– David Sanz Bas: El método de las Ciencias Sociales de Carl Menger

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN VI, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2009

Artículos– Mark Thornton: Cantillon and the rise of anti-mercantilism – Adrián Osvaldo Ravier: Hacia un estudio multidisciplinar del proceso de globalización – Mónica Vinje Redpath: Risks and returns in hedge funds – econometric and austrian

economic perspectives– Ángel Martín Oro: Una crítica a la teoría de los fallos el mercado desde la perspectiva

de la Escuela Austriaca– Marek Micuch: The economic teaching of the scholastics

Notas– Francisco Capella: Metodología de la ciencia en general y la economía en particular– David Howden: Money as a medium of exchange and its evolution: An elaboration

on mengerian monetary economics – Juan Morillo Bentué: La metodología de Milton Friedman y la predicción en la ciencia

económica– Jesús Huerta de Soto: El error fatal de Ben Bernanke

Documentos– Raymond de Roover: San Bernardino de Siena y San Antonino de Florencia. Los

dos grandes pensadores económicos de la Edad Media– Ludwig von Mises: El interés, la expansión crediticia y el ciclo económico– Friedrich A. Hayek: Clases de racionalismo

Reseñas bibliográficas– María Blanco: Reseña de Friedrich A. Hayek: Nuevos estudios de filosofía, política,

economía e historia de las ideas– David Howden y Antonio Zanella: Reseña de Crash Proof: how to profit from

the coming economic collapse– Jesús Huerta de Soto: La influencia de La acción humana de Mises y Los fundamentos

de la libertad de Hayek sobre la evolución del pensamiento económico y político español

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

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VOLUMEN VI, NÚMERO 2, OTOÑO 2009

Artículos– Ludwig van den Hauwe: Gary Becker on free banking– José Luis Muñoz García: Banca de emisión competitiva en Chile– Giancarlo Ianulardo: El derecho como pretensión del individuo en Bruno Leoni:

su importancia para la economía y sus límites– Rubén Méndez Reátegui: Contratos, economía y regulación ambiental– Giovanni Patriarca: Oresme e l’etica monetaria nella crisi del XIV secolo

Notas– Luis Carlos Sánchez Martínez: El mejor dinero posible– Rafael Hotz: Considerations on Fractional Reserve Banking and Free-Banking – Michal Kvasnicka: Stability of gold standard and its selected consequences: A reply

to prof. Howden– Carlos Hoevel: Economía e instituciones en el pensamiento de Antonio Rosmini:

coincidencias y diferencias con la tradición liberal

Documentos– Ludwig von Mises: Los datos del mercado– Peter Temin: La economía del Alto Imperio romano– Bruno Leoni: Introduction to «The Scientific Demonstration»

Reseñas bibliográficas– Juan Ramón Rallo: El retorno de la deprimente economía keynesiana. Reseña del libro

de Paul Krugman El retorno de la economía de la depresión y la crisis actual– María Blanco: Reseña del libro de Anthony de Jassay Social Contract, Free Ride.

A Study of the Public-Goods Problem

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN VII, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2010

Artículos– Gabriel Calzada Álvarez, Raquel Merino Jara, Juan Ramón Rallo Julián y José

Ignacio García Bielsa: Study of the effects on employment of public aid to renewableenergy sources

– Adrián Ravier: La curva de Phillips de pendiente positiva y la crisis de 2008– Carlos Arturo Goméz Restrepo: Los desarrollos teóricos de la Escuela Austriaca

en Economía inspirados en la Escuela de Salamanca. Validez en el estudio de problemascontemporáneos

– Ken Schoolland: Courage, fear and inmigration: The significance of welcomingnewcomers in a free economy

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– Antonio Zanella: El uso de las matemáticas en la ciencia económica– William Barnet II, Walter Block y Jerry Dauterive: Negative externalities of

government

Notas– Ludwig van den Hauwe: Free banking, the real-balance effect, and Walras’ Law – Benito Arruñada: Crisis de responsabilidad en una democracia adolescente– David Sanz Bas: Crítica a la teoría keynesiana del ciclo económico – Jesús Huerta de Soto: A brief note on economic recessions, banking reform and the

future of capitalism – Philipp Bagus: The bailout of Greece and the instability of the Eurozone – José Carlos Herrán Alonso: Instituciones y praxeología. Un análisis comparado

Documentos– Ludwig von Mises: Efectos destructivos de la política intervencionista– Friedrich A. Hayek: El carácter subjetivo de los datos de las ciencias sociales

Reseñas bibliográficas– Álvaro Feuerman: Anarcocapitalismo: una búsqueda sincera. Reseña sobre el artículo

«Liberalismo versus Anarcocapitalismo» de Jesús Huerta de Soto, 2007– Jesús Huerta de Soto: Introduction to the Dutch edition of Murray N. Rothbard’s

book, What has government done to our money?– María Blanco: En busca de Montesquieu: La democracia en peligro

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN VII, NÚMERO 2, OTOÑO 2010

Artículos– Manuel Martín Rodríguez: Faustino Ballvé Pallisé y sus Diez Lecciones de Economía

(1956)– Tudor Smirna: The New Deal was no deal– Cristián Larroulet Philippi: El dilema de John Stuart Mill– Gabriel J. Zanotti: La filosofía política de Ludwig von Mises– Leonidas Zelmanovitz: The theory of money value and monetary evolution for Simmel

and Mises

Notas– Philipp Bagus: El mejor dinero posible: un comentario – Jesús Huerta de Soto: Algunas reflexiones complementarias sobre la crisis económica

y la teoría del ciclo– Juan Ramón Rallo: Destruction and reconstruction of the capital structure – Brian Gerard Canny: The economics and ethics of Celtic Ireland

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Documentos– Friedrich A. Hayek: La fuente de la hybris científica: l’ecole polytechnique– Ludwig von Mises: Los salarios mínimos– Fritz Machlup: La consunción del capital en Austria

Reseñas bibliográficas– Juan Velarde: Frente al Socialismo, la sexta generación. Reseña sobre el libro Socialism:

economic calculation and entrepreneurship de Jesús Huerta de Soto (Edward Elgar,2010)

– Mario Silar: Reseña de The invisible hook: The hidden economics of Pirates dePeter T. Leeson (New Jersey, Princeton University Press, 2009)

– Fernando Q. Jaén Coll: Reseña de la Escuela Austriaca: Mercado y creatividadempresarial de Jesús Huerta de Soto (Editorial Síntesis, S.A., Madrid, 2000. Colección«Historia del pensamiento económico»)

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN VIII, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2011

Artículos– Javier Aranzadi del Cerro: Two theoretical approaches to human behavior and social

institutions– Antonio Pancorbo de Rato: «Caritas in Veritate»: puntos para el diálogo entre la

teoría económica y el Magisterio Social– Marius Kleinheyer: Schumpeter’s Entrepreneur and The German Historical School.

A Critical Analysis– Rodrigo Hidalgo Torres: Liberalismo económico y doctrina moral católica– Sergio M. Rodríguez Lorenzo: El fletamento de mercancías en la carrera de Indias

(1560-1622): introducción a su estudio– Pablo Guido: Coordenadas intelectuales de Álvaro Alsogaray

Notas– Philipp Bagus: The trade union cycle – Fernando Herrera González: El poder de mercado, visto desde la perspectiva del

proceso de descubrimiento de mercado– David Sanz Bas: An Austrian Analysis of the Nazi Economic Recovery (1933-1939) – Edward W. Fuller: Capital Budgeting and business cycles– Vincent Wolters: Artificial intelligence, dynamic efficiency and Economics

Documentos– Ludwig von Mises: La economía en el sistema educativo– Friedrich A. Hayek: El orden extenso y el aumento de la población

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Reseñas bibliográficas– Fernando Hernández Fradejas: Reseña del libro de Eugen von Böhm-Bawerk, Valor,

Capital, Interés (Unión Editorial, 2009, 181 páginas)– Andy Duncan: Jesús Huerta de Soto: Socialism, Economic Calculation and

Entrepreneurship– R. Pérez Redondo: Uña Juárez, O.: Nuevos ensayos de sociología y comunicación

(Editorial Universitas, Madrid 2010, 215 páginas)– Daniel D’Amico: Reseña de Jesús Huerta de Soto, The Austrian School: Market

order and entrepreneurial creativity (Edward Elgar, 2008 y 2010)

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN VIII, NÚMERO 2, OTOÑO 2011

Artículos– Carlos Villaescusa García: Austroliberalismo en Ibn Jaldún– Philipp Bagus and David Howden: Unanswered quibbles: George Selgin still gets

it wrong with fractional reserve free banking– Antonio España Contreras: Una aproximación praxeológica a la energía– José María de la Cuesta Rute: Sobre la responsabilidad social empresarial– Tuur Demeester: The business cycle: a definition– Adrián O. Ravier:The non-neutrality of money: a response to Dr. Humphrey

Notas– Jamie Whyte: El alto coste de una libra barata – Xavier Méra: «Time preference and investment expenditure»: comment on Hülsmann– Jesús Huerta de Soto: Civilización, mercado y orden moral – Juan Ramón Rallo: La refutación de la teoría cuantitativa del dinero– Antonio Pancorbo de Rato: La usura, ¿sigue siendo inmoral el préstamo con intereses?– Fernando Hernández Fradejas: La Escuela de Salamanca como precursora de la

economía moderna: A.R.J. Turgot

Documentos– Ludwig von Mises: El patrón oro– Friedrich A. von Hayek: Tres aclaraciones sobre el efecto Ricardo

Reseñas bibliográficas– Gary Chartier: Reseña del libro de Anthony de Jasay Political Philosophy, Clearly:

Essays on Freedom and Fairness, Property and Equalities (Indianapolis: LibertyFund, 2010)

– Óscar Timón Arnaiz: Reseña de La educación y el Estado de E.G. West (UniónEditorial, 1994)

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– José María Larrú: Recesión de Schwartz, Pedro (2011) La economía explicada aZapatero y a sus sucesores (Espasa, Madrid)

– Ion Pohoat,a: Jesús Huerta de Soto: Artisan of new horizons on the origin of economiccycles and crises. (Review of Jesús Huerta de Soto’s book Bani, credit bancar s, i ci -cluri economice, published in Romanian by the «Al. I. Cuza» University Press incollaboration with Ludwig von Mises Institute, Bucharest, 2010, 853 p.)

– León M. Gómez Rivas: Reseña de José Barrientos García: Repertorio de moral eco -nómica (1536-1670). La Escuela de Salamanca y su proyección (EUNSA, Pam -plona, 2011)

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN IX, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2012

Artículos– Jesús Huerta de Soto: En defensa del Euro: un enfoque austriaco. (Con una crítica

a los errores del B.C.E. y al intervencionismo de Bruselas)– Gonzalo Melián y Gabriel Calzada Álvarez: Freedom, creativity and the future of

cities– Joaquín Azpitarte: El derecho urbanístico español. Introducción a una visión crítica

desde la perspectiva de la Escuela Austriaca de Economía– Jesús del Amo Lamborena: La teoría del ciclo monetario endógeno y la economía china

en 2011– Fernando Nogales Lozano: La educación desde la perspectiva de la Escuela Austriaca

de Economía– David Sanz Bas: Fallacies and economic errors in globalization discussions– Diego E. Quijano Durán: Vínculos entre la Escuela Austriaca de Economía y el método

de la inversión en valor– Nicolás Daniel Fernández Álvarez: El lenguaje como institución. Una aproximación

de su función evolutiva, económica y política desde una perspectiva austriaca

Notas– Jesús Huerta de Soto: Socialismo y descivilización – Walter Block y William Barnett, II: Giffen goods, backward bending supply curves,

price controls and praxeology; or, who’s afraid of the big bad boogie man of giffen goodsand backward bending supply curves? Not us

– Axel Kaiser: La paradoja de los indignados – Philipp Bagus: Austrian business cycle theory: are 100 percent reserves sufficient to

prevent a business cycle?– Anthony J. Evans y Toby Baxendale: Heterogeneous entrepreneurship and the Sunday

Times Rich List

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– Roddy A. Stegeman: Money creation and the revolution. Along the Path to Real Change– José María de la Cuesta Rute: ¡Basta! (A propósito de la Nota de Justicia y Paz de

Octubre de 2011)– Antonio Pancorbo de Rato: ¿Qué humos ideológicos han entrado en el Pontificio

Consejo de Justicia y Paz?– Robert A. Sirico: The Vatican’s Monetary Wisdom

Documentos– Ludwig von Mises: Los Estados Unidos de Europa– Friedrich A. von Hayek: Sindicatos, inflación y beneficios– Edward Stringham: Nacimiento y desarrollo de la Bolsa de Valores de Londres como

asociación con normas establecidas autónomamente

Reseñas bibliográficas– Jesús Huerta de Soto: Reseña del libro The First Great Recession of the 21st Century:

Competing Explanations. [Oscar Dejuán, Eladio Febrero y María Cristina Marcuzzo(Eds.) Edward Elgar, Cheltenham, UK and Northampton, Ma, USA, 2011]

– Edwin Zarco Nieva: Reseña del libro La mentalidad anticapitalista. (Autor: Ludwigvon Mises, Unión Editorial)

– Manuel Martín Rodríguez: Reseña del libro Ayn Rand and the world she made.(Autor: Anne C. Heller, New York: Nan A. Talese, Doubleday, 2009, 567 pp.)

– Diego E. Quijano Durán: Reseña del libro Mad About Trade: Why Main StreetAmerica Should Embrace Globalization. (Autor: Daniel Griswold. Prólogo: ClaytonYeutter. Editorial: Cato Institute, Washington DC, EE.UU., 2009)

– José Luis Palacios Gómez: Reseña del libro Integración de los inmigrantes a travésde los servicios sociales municipales de la Comunidad de Madrid. (Autores:Antonio Gutiérrez Resa y Octavio Uña Juárez, Madrid, UNED, 2010, 166 páginas)

– Fernando G. Jaén Coll: Reseña del libro El mito de la mano invisible. (Autor:Alessandro Roncaglia, Genueve Ediciones, 2011)

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN IX, NÚMERO 2, OTOÑO 2012

Artículos– Joseph T. Salerno: Ludwig von Mises as currency school free banker– Iván Cachanosky: Eficiencia técnica, eficiencia económica y eficiencia dinámica– Robyn Harte-Bunting: The Mises-Hayek business cycle theory– Brian O’Caithnia: Multiplicando la pobreza agrícola: cómo la política agraria común

de la Unión Europea está estrangulando la recuperación– Guillaume Vuillemey: Monetary policy and the time-dimension of firms’ financing

structure

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– Antonio Pancorbo de Rato: Una aproximación a las intervenciones discrecionalesdel Estado como fuente de inestabilidad financiera

Notas– Jesús Huerta de Soto: Nota crítica sobre el «Socialismo de mercado» – Walter Block: Andrei Shleifer on government: A rejoinder – Leonardo Ravier: Carta contra-argumentativa al Freebanking con reserva fraccionaria – Eduard Braun: The subsistence fund in Ludwig von Mises’s explanation of the business

cycle– Alejandro José Morillo Ferrer: El empresariado en un régimen socialista: el caso

Venezuela– Gaetano Elnekave: Politica monetaria, prezzo degli asset e ciclo immobiliare– Daniel Lahoud: En torno al origen del dinero

Documentos– Ludwig von Mises: El liberalismo y los partidos políticos– Friedrich A. Hayek: El atavismo de la justicia social– Jesús Huerta de Soto: Recesiones económicas, reforma bancaria y el futuro del

capitalismo

Reseñas bibliográficas– Jesús Huerta de Soto: Reseña del libro de Jörg Guido Hülsmann Mises: The Last

Knight of Liberalism (Ludwig von Mises Institute, Auburn, Alabama, 2007, 1.143páginas)

– Roger W. Garrison: La alquimia del apalancamiento. La Reserva Federal y las finanzasmodernas

– Leonard P. Liggio: Money, bank credit and economic cycles (Jesús Huerta de Soto)– Fernando G. Jaén Coll: Reseña del libro La mentalidad anticapitalista (Ludwig

von Mises, Unión Editorial, 4.ª ed., 2011)– Jesús Huerta de Soto: Reseña del libro Los Árabes: del Imperio Otomano a la

actualidad (Eugen Rogan, Editorial Crítica, Barcelona 2010, 846 páginas)

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN X, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2013

Artículos– María Blanco González: La decisión como acción humana: aportaciones de las

neurociencias– Carmelo Ferlito: Bruno Leoni and the socialist economic calculation debate– Herbert Grubel: Will Greece go Bankrupt and kill the euro?– William Barnet II y Walter E. Block: New paths in Austrian Macroeconomics

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– Ángel Fernández: Presupuestos 2007-2012 y reducción del gasto público para obtenerel crecimiento económico de España

– Joakim Kämpe: Individual secession and extraterritoriality

Notas– Otmar Issing: Political Union? Some Critical Reflections – Daniel Lahoud: La eficiencia del mercado, más allá de los modelos matemáticos– Mark Thornton: Real Austerity – Christian Castro: Islamic banking– Giovanni Patriarca: Boisguilbert: un pré-physiocrate et un post-oresmien? Un parcours

comparé d’histoire de la pensée economique française– Spyros Mallios: Kavafis and Mises: Means and End– Walter E. Block: Gary North: a critique

Documentos– F.A. Hayek: El centenario de Keynes: la crítica austriaca– Ludwig von Mises: El futuro del liberalismo– Gerhard Schwarz: Nuevos «ismos» que amenazan la libertad

Reseñas bibliográficas– Philipp Bagus: More Krugmanomics. End this depression now (2012). Paul Krugman,

WW Norton– Jorge Bueso Merino: Reseña de Study Guide To Carl Menger’s Principles Of

Economics de Jérémie T.A. Rostan (Ludwig von Mises Institute, 2008) – Philipp Bagus: The errors of Keynes (los errores de la vieja economía) (Juan Ramón

Rallo, Unión Editorial, 1st edition)– Fernando G. Jaén Coll: Reseña del libro para bachillerato Economía de Jordi Franch

Parella (Unión Editorial, 2012)– María Blanco González: Reseña a Los errores de la vieja economía de Juan Ramón

Rallo

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

VOLUMEN X, NÚMERO 2, OTOÑO 2013

Nota conmemorativa

Artículos– Javier Aranzadi del Cerro: The firm is a creative institution: the driving force of entre -

preneurship– Cristina Lozano González: Liberalismo y feminismo: un análisis austriaco– León Gómez Rivas: Adam Smith: algunos antecedentes olvidados– Alejandro Pérez y Soto Domínguez y Katherine Flórez Pinilla: Las patentes como

límite a la innovación tecnológica

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– Juan Ramón Rallo Julián: Crítica a la teoría neo-ricardiana (y clásica) del valor– Rubén Méndez Reátegui: An Introduction to Institutional Coordination as An Alternate

Model for Neo-Institutional Economic Analysis

Notas– Peter Bernholz: The slow and hidden road to serfdom– Carmen González Marsal: El pensamiento económico en las enseñanzas de Jesús de

Nazaret– Adrián Ravier: The current unsustainable boom in the Argentine economy– Felio José Bauzá Martorell: Hacia la creación de un mercado del suelo en España– Juan Luis Valderrábano López: La economía y las ciencias de la complejidad. El

fenómeno de la Pila de Arena– Steve Baker: Bank reform demands monetary reform

Homenaje al obispo Diego de Covarrubias– Jesús Huerta de Soto: Nota introductoria– Vicente Boceta: Presentación– José Carlos Martín de la Hoz: En el V Centenario de Diego de Covarrubias y Leyva

(1512-1577)– León M. Gómez Rivas: Influencia de Diego de Covarrubias en la obra de Hugo Grotius

(Mare Liberum, 1609)– Jesús Huerta de Soto: El obispo Diego de Covarrubias, los escolásticos españoles y

la Escuela Austriaca de Economía

Documentos– Friedrich A. von Hayek: La fatal arrogancia– Ludwig von Mises: Libertad y propiedad

Reseñas bibliográficas– Richard M. Ebeling: Herbert Davenport’s Economics of Enterprise and Entrepreneur -

ship: A Centenary Appreciation– David Howden: Reseña del libro Exorbitant Privilege: The Rise and Fall of the

Dollar and the Future of the International Monetary System (Barry Eichengreen,Oxford: Oxford University Press, 2011)

– Andrés Casas Soto: Reseña del libro Monarquía, democracia y orden natural (Hans-Hermann Hoppe, Unión Editorial, 2004)

– Luis Espinosa Goded: Reseña del libro de Antonio Escohotado Espinosa Los enemigosdel comercio. Una historia moral de la propiedad, tomo II (Espasa, 2013)

– Jesús Huerta de Soto: Reseña del libro The Concept of Equilibrium in DifferentEconomic Traditions, de Bert Tieben (Edward Elgar, 2012)

– Miguel Ángel Alonso Neira: La teoría austriaca del ciclo económico en la literaturaacadémica del mainstream

– Antonio Martínez González: Reseña del libro Un análisis económico de la pro -ducción y contratación de los sistemas de defensa (IUGM, 2013, 227 páginas)

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

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VOLUMEN XI, NÚMERO 1, PRIMAVERA 2014

Artículos– Alok Basu: How to create a banking & monetary system for the 21st century: the Huerta

de Soto and Chicago plans reworked– Eric Clifford Graf: Juan de Mariana y la política monetaria estadounidense moderna:

Salamanca, Cervantes, Jefferson y la Escuela Austriaca– Philipp Bagus: Austrian economics and new currency theory on 100% banking: A

response to Huber– Francisco Saavedra González: El precio del oro durante la Gran Recesión desde una

perspectiva austriaca– Ignacio Andrés Mondéjar: El derecho de consumo: notas sobre su repercusión– Alan G. Futerman: Hacia una teoría de los bienes públicos como bienes políticos y el

rol estatal

Notas– Chris LeRoux: Why bitcoin can never be money– Iván Carrino: La Escuela Austriaca frente al euro: Un resumen del debate entre el pro -

fesor Jesús Huerta de Soto y el Dr. Philipp Bagus respecto de la moneda común europeay una propuesta de salida que satisfaga ambas posturas

– Carmen González Marsal: Eficiencia social y educación afectivo-sexual– Francisco José Contreras Peláez: ¿Son compatibles el catolicismo y el liberalismo

económico?– Anna Gruhn: Lord Kelvin was wrong: About the effectiveness of innovation indexes– Lorenzo Ramírez: Crisis y reforma del mercado laboral español. Una perspectiva aus -

triaca– León Gómez Rivas: Hayek y San Juan Pablo II– Richard Ebeling: Individual self-determination vs. Ukrainian or Russian nationalism

Documentos– Ludwig von Mises: Los límites de los derechos de propiedad y los problemas de los

costes externos y las economías externas– Friedrich A. Hayek: La pretensión del conocimiento

Reseñas bibliográficas– Philipp Bagus: The Economics of Ancient Rome. Review of Peter Temin’s The Roman

Market Economy (Princeton University Press, 2013)– Juan Ramón Rallo: Reseña del libro La economía del empobrecimiento común– Jesús Huerta de Soto: Reseña de la Encyclopedia of Creativity, Invention, Inno-

vation, and Entrepreneurship (Elias G. Carayannis et al. [eds.], Springer, Heidel-berg 2013)

– David Howden: Robert Shiller’s Egalitarian, Regulated, and Subsidized «Good So -ciety». Reseña de Finance and the Good Society de Robert J. Shiller (Princeton andOxford: Princeton University Press, 2012, 288 pp.)

– Jesús Huerta de Soto: Reseña del libro Liberalismo, catolicismo y ley natural deFrancisco José Contreras (Ediciones Encuentro, Madrid 2013)

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– José Carlos Martín de la Hoz: Las raíces de la crisis. (Reseña de Fergurson, N.[2013], La gran degeneración. Cómo decaen las instituciones y mueren las eco-nomías, Madrid: Debate)

Noticias

Sugerencias de nuevas lecturas

Relación de evaluadores externos

VOLUMEN XI, NÚMERO 2, OTOÑO 2014

Artículos– Jaime Hernán-Pérez Aguilera: La decadencia española del siglo XVII: La Escuela

Austriaca de Economía y la interpretación de la crisis– Alexander William Salter y David J. Hebert: Tullock’s Challenge: A Reconsideration

of Constitutional Monarchy– Miguel Ángel Echarte Fernández: El impacto de la dolarización en América Latina– Antony P. Mueller: Beyond Keynes and the Classics. Outline of the Goods Side/Money

Side Model of the Business Cycle and Macroeconomic Configurations– Emile Phaneuf y Carmelo Ferlito: On Human Rationality and Government Control– Gaetano Leone Flores: Una teoría libertaria para la paz

Notas– José Alberto Pérez Martínez: Estatismo, socialismo y colapso. Las verdaderas causas

de la debacle espartana del s. IV a.C– Leland B. Yeager: A libertarian case for monarchy– Paul Laurent: Del derecho a la economía, y viceversa. El reencuentro desde el factor

empresarial– Peter Bernholz: Politics, Central Bank, Monetary Regime and Government Bankruptcy– Rubén Méndez Reategui: Structured, Transitional and Unstructured Civil Societies:

An Institutional Approach– Martin Sibileau: Formalizing the Austrian thought: A suggested approach

Documentos– F.A. Hayek: El flujo de bienes y servicios– Ludwig von Mises: La supuesta irracionalidad del nacionalismo– F.A. Hayek: La teoría de los fenómenos complejos

Reseñas bibliográficas– Jesús Huerta de Soto: Reseña del libro Grandes personajes del siglo de oro español.

(Juan Belda Plans, Edics. Palabra, Madrid 2013, 427 páginas)– Miguel Anxo Bastos Boubeta: Reseña del libro de Juan Ramón Rallo: Una revolución

liberal para España. (Deusto, Barcelona, 2014)– Cristóbal Matarán López: Reseña del libro La economía del tiempo y de la ignorancia.

(O’Driscoll, Jr. y Rizzo, Unión Editorial, Madrid 2009)

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– Antonio Martínez González: Reseña del libro El mapa y el territorio de Alan Greenspan.(The Map and the Territory. Risk, Human Nature and the Future of Forecasting,Penguin Press, 388 páginas)

– Alberto González García: Reseña del libro Rome’s economic revolution de PhilipKay. (Oxford, Oxford University Press, 2014, XV+384 páginas)

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Sugerencias de nuevas lecturas

Relación de evaluadores externos

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1. El original y dos copias de cada texto se enviarán a Procesos de Mercado: RevistaEuropea de Economía Política, c/o Jesús Huerta de Soto, Facultad de Cien ciasJurídicas y Sociales, Universidad Rey Juan Carlos, Campus de Vicálva ro,P.º de los Artilleros, s/n, 28032 Madrid. O bien a la dirección electró[email protected], o a través de la propia página web de la revistaprocesosdemercado.org.

2. La extensión total de los trabajos no deberá exceder normalmente de 30 páginas(10.000 palabras) mecanografiadas a doble espacio, incluyendo cuadros, gráficosy referencias bibliográficas. Se agradecerá el envío de la versión definitiva ensoporte informático, preferentemente en formato Word tanto para el texto comopara los gráficos.

3. Cada texto deberá ir precedido de una página que contenga el título del trabajoy el nombre del autor o autores, junto con su dirección y teléfono. En páginaaparte se incluirá un breve resumen del trabajo de unas 150 palabras en españoly en inglés, así como las palabras clave y los respectivos códigos del Journal ofEconomic Literature.

4. El texto y símbolos que se desee aparezcan en cursiva deberán ir en ese tipode letra o, en su defecto, subrayados.

5. Las referencias irán al final del artículo bajo el epígrafe Referencias bibliográficas,ordenadas alfabéticamente por autores y de acuerdo con el siguiente orden:apellido y nombre (en minúsculas) del autor o autores, año de publicación (entreparéntesis y distinguiendo a, b, c, en caso de que el mismo autor tenga más deuna obra citada en el mismo año), título del artículo (entre comillas), título de larevista a la que pertenece el artículo (en cursiva o subrayado), lugar de publicación(en caso de libro), editorial (en caso de libro), número de la revista, y páginas (xx-yy, en caso de un artículo de revista o de una contribución incluida en un libro).Cuando se trate de artículos o libros traducidos y se cite de acuerdo con latraducción, el año que debe seguir al nombre del autor será el de la ediciónoriginal, en tanto que el año de la versión traducida figurará en penúltimo lugar,justo inmediatamente antes de la referencia a las páginas.

6. Las notas irán numeradas correlativamente y voladas sobre el texto, incluyéndosesu contenido a pie de página y a espacio sencillo.

7. Las referencias bibliográficas que aparezcan en el texto o en las notas deberánhacerse citando únicamente el apellido del autor o autores (en minúsculas) y entreparéntesis el año y, en su caso, la letra que figure en las Referencias bibliográficas,así como las páginas de la referencia.

8. Los cuadros y gráficos incluidos en el trabajo irán numerados correlativamentey deberán ser originales, incluyendo además su título y fuente.

9. La Redacción de Procesos de Mercado acusará recibo de los originales a vueltade correo, y la Dirección, a la vista de los informes de los evaluadores, resolverásobre su publicación en un plazo no superior a seis meses desde la recepcióndel original. Esta resolución podrá venir condicionada a la introducción demodificaciones en el texto original.

10. Los trabajos remitidos a Procesos de Mercado no podrán haber sido publicadoso aceptados para su publicación en cualquier otro medio.

NORMAS PARA EL ENVÍO DE ORIGINALES

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