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l.X

- I-

Para el teórico de la economía, el estudio de la his­

toria de su ciencia es una actividad abundante en recompensas.

En primer lugar, como muy bien lo dijo Keynes, ella coadyuva a e­

manc'par la mente, o lo que viene a ser lo mismo, pone al espíri­

tu frente a la evidencia de cuán libres han sido los hombres en

su afán por asir los resortes últimos de las cosas en la trama

social. Y, en segundo lugar, la historia de la ciencia, a falta

de una vía de acceso más expedita y segura, franquea el recinto

de la psicología del descubrimiento y la invención.

Np debe desprenderse de aquí, so pena de incurrir en

un lamentable non ~eq~, que en los episodios de la historia

del quehacer científico han de hallarse las soluciones y respues­

tas, de otra manera no conseguidas. Para muchos, deseosos de apu­

rar y acortar un camino que no puede sino ser largo y difícil,el

caer en la cuenta de ello les es causa de una honda y definitiva

desilusión. Pero lo que sí cabe esperar encontrarse allí, a tra­

vés de la confrontación de los problemas percibidos y las expli­

caciones ofrecidas, y de la repetición mental de este proceso u­

na y otra vez, es esa libertad que ?e requiere para escudriñar

críticamente la realidad, y 10 que es más, para atreverse a pro-

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poner relaciones explicativas de los fenómenos y eventos.

Se quiere dejar bien sentado, así,que no sólo la fas­

cinación puramente intelectualista que provocan los logros de los

predecesores es causa del interés que despierta la historia de

la ciencia, sino que hay algo más, vinculado a la actividad cien­

tífica como tal, y que sirve a sus propósitos.

El historial de los es~erzos empeñados en la mejor

comprensión del cosmos social, está abarrotado de nombres. MIchos

de entre ellos, sin embargo, son apenas material para el especia­

lista. Otros tantos, menores en número, reclaman y obtienen sin

dificultades un lugar en las breves menciones históricas que acom­

pañan los libros y manuales de texto. Y hay otros ,finalmente, que

pertenecen al dominio del común de las gentes, que andan de boca

en boca como parte del acervo cultural de la humanidad, y de cuya

contribución, es 10 usual, se ha desprendido una tradición de pen­

samiento. En este último grupo de escogidos, sobresale con singu­

lar brillo el nombre de Adam Smith.

Adam Smith, se ha .repetido tantas veces, es el funda­

dor, o cuando menos, el co-fundador más importante de -la Econonrra

Política. También se le tasa corno el mentor ideológico por exce­

lencia de la sociedad occidental, y corno el pilar central del edi-

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ficio doctrinal del liberalismo. John Millar le llama el Newton

de las Ciencias Sociales. BuckIe, en un arrebato de exageración,

va más lejos aún, y dice refiriéndose a The Wea!th 06 Nationó,

que es el libro más importante que alguna vez se haya escrito.

Viner, por su parte, con la especial perspicacia que siempre a­

compañó su exégesis doctrinaria, comenta que un economista debe

de tener teorías muy originales, si no puede citar a Smith en a­

poyo de sus tesis.

Esta suerte de opiniones y panegíricos son un lugar

común en la literatura de la Econonrra Política. El nombre de A­

dam Smith, el economista, en verdad tiene reservado sin disputa

su santuario de admiración.

Empero, para quien se acerca a Smith al través de u­

na lectura integral y exhaustiva de su obra, y no meramente al

través de The Wealtn 06 Nationó, y sin que ello, a la postre,ha­

ga mengua en la estima intelectual que Smith crea en su favor,

\IDa inefable desazón no tarda en embargarle. El Smith que se va

perfilando cuando todos los objetos de su pasión intelectual se

colocan juntos, y así se les aprecia, no es exactamente el Smith

de la tradición.

En efecto, la faceta del Smith economista ocupa un

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lugar preeminente en el todo de la obra, mas ella no es la úni­

ca faceta. En cada interstic,io de la obra se descubren otros

ángulos y propósitos, que lucen inseparables de la faceta alu­

dida, y que sin embargo, es 10 frecuente, se dejan de lado co­

mo si no contaran significativamente dentro del conjunto. Es

verdad que muchos estudiosos han considerado al.gunos de estos

otros intereses de Smith, y con éxito han mostrado la cuantía

y calidad de su logro, pero para ellos también vale la crítica

que se dirige a los primeros: el todo de la obra se ha fraccio­

nado, por 10 que quizás se ha presentado y popularizado una i­

magen distorsionada.

En descargo de tal proceder pueden traerse múlti ­

pIes razones, la más importante de las cuales tiene que hacer

con la cuestión de la especialización profesional.El punto,des­

de donde se le tome, es de peso y no puede ignorarse. Mas es in

admisible que con él se fabrique un muro que impida a los 'es­

pecialistas' dar marcha atrás para aprovechar y aprender de 10

que en el pasado fueron logros intelectuales grandemente exito­

sos ,cualesquiera sus métodos,orientaciones y propósitos. Las va

ces agoreras que proclaman el riesgo que se corre con estas em­

presas en tratamientos superficiales o repetitjvos, desconocen

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o prefieren desconocer las sólidas ganancias en comprensión y

penetración que se derivan del enfrentamiento crítico entre

los problemas percibidos y la naturaleza de las soluciones a­

portadas en el pasado por un autor o grupo de autores, y que

se alcanzaron, fue lo usual, desbordando las fronteras de las

áreas del conocimiento que hoy, el especialista, define y res­

peta como si ellas formasen parte de una estructura inviola­

ble de las cosas.

Una segtmda razón, que posiblemente también cuen­

ta en el ánimo del especialista, se asocia al tema ya secular

de la consistencia interna de la obra de Adam Smith. Con es­

to último se alude, dicho brevemente, a la imposibilidad de

reconciliar en un todo armónico las distintas partes del es­

fuerzo intelectual smithiano. En torno a esta cuestión se gra­

vitará en todo lo que sigue; no obstante, algunos comentarios

preliminares se hacen pertinentes.

En primer lugar, aun si la inconsistencia fuera

tal y así se reconociese, ella no tendría por qué detener a

un investigador en su intento de aprehender el sentido de

conjunto de la obra. La misma percepción de las inconsisten­

cias, según 10 dicho en párrafos anteriores ,no puede sino ser

de provecho en las investigaciones sobre su propia realidad.

Además,en el caso de Smith, el problema de la consistencia in

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terna de su obra, es JI11cho menos importante de 10 que se ha creí­

do. Dentro de este contexto, la lIIL1Y autorizada opinión de A. L.

Macfie, no puede ser más atinada: " al metodo escoces le importaba

menos el rigor lógico que el dar una visión de las cosas que

fuese amplia, bien balanceada, comprehensiva, y lograda desde di­

ferentes perspectivas •• El propósito de Smith era presentar todo~

los hechos críticamente. El escritor moderno arranca desde un an­

gulo totalmente distinto: su punto de partida es la ley de la no

contradicción. Su fin es aislar un aspecto de la experiencia pa­

ra desmenuzarlo por el analisis en sus componentes lógicos. De a­

llí que al escritor de viejo cuño se le atribuyesen 'inconsisten-

cias', y con toda certeza, estas se encuentran presentes. Para

el analista, tales inconsistencias son anatema; para el método mo

derno, no son mas que fallas. Pero para el filósofo, ( Smith,A.B.)

ellas reflejan los hechos de la experiencia "

-II-

Adam Smith fue el resultado notable de un tiempo sin­

gularmente iluminado y creativo. Las circunstancias que rodearon

su existencia, en ténninos de los individuos con quienes por una

razón u otra mantuvo relaciones personales, en ténninos de los a­

contecimientos que se estaban sucediendo frente a su mirada, en

ténninos, especialmente,de una vocación infatigable de reflexión

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y observación, jlIDto a lIDa pasión voraz por la lectura y el es­

tudio, difícilmente podían fallar en dar el producto que dieron.

Allí se congregaron Hume, Turgot, Quesnay, Hutcheson, Kames,~fi­

llar, Ferguson, Robertson, Burke, Robert Simson; también el as­

censo de la ciencia moderna; el establecimiento de los estados

nacionales y el nacimiento de los Estados Unidos de Norteaméri­

ca; la irrupción de la idea del progreso lIDiversal; el adveni­

miento del capitalismo con toda su significación histórica: el

trabajo asalariado y la proletarización, la génesis de compli­

cados mecanismos financieros, el crecimiento de las ciudades,

la introducción de refinadas tecnologías, la expansión vertigi­

nosa de la producción y el comercio, el declinar del poder de

los terratenientes y de su importancia económica; y, también,

la Revolución Francesa y el vórtice de célebres controversias

filosóficas. De la unión de estos eventos, sucesos y relacio­

nes, amalgamadas bajo la presión de propensiones naturales de

las cuales Smith estaba ciertamente dotado, surgió una obra,

que no sólo de dio en vida gran fama a su autor, sino que le

sobrevivió en razón de su decisiva influencia sobre la conduc­

ta política de los tiempos posteriores.

Adam Smith intentó abarcar en lID único esfuerzo el

todo de la realidad social.Parafraseando a algún pensador moderno,

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pudiera bien decirse así que, aunque sólo le interesó el fenóme­

no social, de él quiso comprenderlo todo.

.John Millar, quien antes se ha mencionado y que fue

discípulo de Smith en la Universidad de Glasgow, ofrece esta na-

rrativa sobre el contenido de los cursos del Profesor Smith.Por

la importancia del texto, se transcribe ,{,n meMO: "El curso

se dividía en cuatro partes. La primera de ellas era Teología Na-

tural; allí se consideraban las pruebas del Ser y los atributos

de Dios, así como los principios de la mente humana sobre los que

se fundamenta la religión. La segunda parte comprendía la Etica,

estrictamente hablando, y abarcaba las doctrinas que luego· se pu-

b1icaron en The Theo~y 06 Mo~ Sentimenth. En la tercera parte,

trataba con esa rama de la moral que se relaciona con la Justicia,

y que por ser susceptible de reglas precisas y fijas puede exp1i-

carse plenamente. En esta última materia seguía el plan que pare-

ce haber sido sugerido por Montesquieu. Se intentaba seguir el

progreso gradual de la jurisprudencia pública y privada, desde

los tiempos primitivos hasta los tiempos mas refinados, y seña-

lar las alteraciones y mejoras en la ley que producen las artes

que contribuyen a la subsistencia y a la acumulación de propie-

dad. Era su intención dar a conocer el resultado de su trabajo

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en estas materias, tal y como se promete en The Theo~y 06 Mo~

Sentiment6, pero no vivió para hacerlo.

En la última parte de sus clases, examinaba Smith las

reglas políticas que se fundan, no en el principio de justicia,

sino en el de la conveniencia personal (expedi~neyJ. y que se

promueven para incrementar la riqueza, el poder y la prosperi-

dad del Estado. En este respecto estudiaba las instituciones po­

líticas relacionadas con el comercio, las finanzas y los esta­

blecimientos militares y eclesiásticos. La materia de este tra-

bajo se publicó posteriormente bajo el título de An Inq~y in-

:to :the Ca.u6 es and NcLtuJr.e 06 :the Wea.Uh 06 Na.-Uo tU" •

En 17 S9, al final de la primera edición de The Theo­

~y 06 Mo~ Sentime.nt..6, escribe Smith 10 siguiente:

" Podía haberse esperado que los razonamien­

tos de los jurisconsultos sobre las imperfec­

ciones y adelantos de las leyes de los distin­

tos países, hubiese dado ocasión a una inves­

tigación sobre las reglas naturales de la jus­

ticia que son independientes de toda legisla­

ción positiva ... Grocio parece haber sido el

primero que busco darle al mundo algo semejan­

te a un sistema de los principios que deben

servir de fundamento a las leyes de todas las

naciones",

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y concluye,

" En otra parte intentare yo dar cuenta

de los principios generales de la ley y

del gobierno, y de las diferentes revo­

luciones que los mismos han experimenta­

do en distintas epocas y períodos de la

sociedad". "

En los cursos impartidos en la Universidad de Glas­

gow en el período 1763-1764, cUYa transcripción publicó Cannan

en 1896, y en los de 1762-1763, cuya transcripción recién pu­

blicaron Meek, Raphael y Stein, se vuelve sobre 10 anterior.En

la introducción se lee:

" La jurisprudencia es la ciencia que in­

vestiga los principios que han de servir

de fundamento a las leyes de todas las n~

ciones",

y se añade,

" La jurisprudencia es la teoría de los

principios generales de la ley y el go­

bierno. Los cuatro grandes objetos de la

ley son la justicia, la política, los in­

gresos y la milicia ".

El contenido de estas lec.tuJr..e6, sin embargo, no sa-

tisface la promesa hecha en 1759, y en verdad no tenía por

qué hacerlo.Allí se encuentra,es cierto,el germen de una sus tan-

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cial porción de lo que habría de conformar The Wea1..th 06 Na.- .

~nó, pero la parte normativa, estrictamente, está ausente.

En la sexta edición de The Theo!ty 06 MoJt..a.l Senti.­

men-t6, que se publicó unos meses antes de su muerte, Smith

incorporó una nota introductoria en la cual se lee 10 siguien­

te:

" En el último párrafo de la primera edi­

ción del presente trabajo, dije que en o­

tra parte trataría de dar una relación de

los principios generales del derecho y

del gobierno, y de las diferentes revolu­

ciones que los mismos han experimentado

en distintas épocas y períodos de la so­

ciedad, no sólo en lo relativo a la jus­

ticia, sino también en lo concerniente a

la política, los ingresos, la milicia,y

todo aquello que es materia del derecho.

En The Wea1..th 06 Nationó he cumplido par­

cialmente mi promesa, al menos en lo que

corresponde a la política, el ingreso y

la jurisprudencia. Lo que resta, la Teo­

ría de la Jurisprudencia, hasta ahora no

he podido cumplirla ... Aunque mi avanza­

da edad me deja, lo reconozco, muy pocas

expectativas de que podré ejecutar este

gran trabajo a mi entera satisfacción,no

he abandonado del todo mi propósito, y

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deseo continuar bajo la obligación de ha­

cer lo que pueda".

Cinco años antes, le decía por carta ale Duc de la

Rochefoucald:

" No he olvidado la promesa que hice a su

Gracia en una~dición de The Theo~y 06 Mo­~ Sentiment6, y que espero ejecutar an­

tes del venidero invierno. De la misma ma­

nera, tengo dos trabajos en el yunque; el

primero, es una especie de Historia Filo­

sófica de las diferentes ramas de la Filo­

sofía, la Poesía y la Elocuencia ( los es­tudiosos de Smdth disponen de una transcrip­

ción de las clases de Smith en Glasgow so­

bre Retórica y Bellas Letras, Le~~ onRe.:tho!Lic. and Bille LettJt~, Ed, J .M.Lothian,

London, 1963; A.B. ); el segundo es una es­

pecie de Teoría e Historia de la Ley y del

Gobierno. Los materiales para ambos traba­

jos, en gran medida, estan reunidos, y una

buena parte de ambos se encuentra tolera­

blemente ordenada. Pero la indoléncia de la

vejez, aunque con violencia lucho en su con­

tra, la siento viniendo rapidamente sobre

mí. La cuestión de si seré capaz de con­

cluirlos, es en extremo incierta" (1 de

noviembre de 1785 ).

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Finalmente, los editores de sus E~~ay~ on Philo~o~

pYúc..a1- Su.bjew, publicados póstumamente, añaden el siguiente

comentario en una nota introductoria:

" El autor de estos ensayos los dejó en

manos de sus amigos para que dispusie­

sen de ellos según su mejor entender.

Muchos otros manuscritos, acerca de los

cuales él pensaba que no eran apropiados

para la publicación, se destruyeron an­

tes de su muerte. Cuando estos últimos se

revisaron, en su gran mayoría parecían ser

parte de un plan que alguna vez el autor

se trazó, de dar una historia filosófica

de las ciencias liberales y de las artes

elegantes".

Esta larga, y quizás tediosa, colección de citas,

bien patentiza la cuantía de las pretensiones de Smith. La

meta que le atraía, y en la dirección de la cual empeñó sus

esfuerzos, era el hecho social en su integridad,sin rupturas

ni fronteras artificiosas. Deseó abarcar el acontecer huma-

no en un único y ornnicomprensivo abrazo intelectual, donde se

conjugasen armónicamente la miríada de eventos - en aparien­

cia aislados e inconexos - que se se suceden en la rea1i~~d.

Dentro de este conjunto, 10 económico, 10 específi-

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par­

alguno,

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camente sobresaliente en su ma.gnum OplL6, era, a pesar de su de­

cisiva importanc~a, apenas una parcela. Smith percibió este he­

cho en toda su significación. Junto a 10 económico, en sentido

estricto ,hay otros fenómenos que no pueden ignorarse, si 10

que se persigue es aprehender el todo. La visión smithiana de

la realidad social, puede~ sin duda, inferirse a partir de 10

económico, mas el riesgo de la interpretación parcial es dema­

siado grande. Además, para la reflexión sobre el resto del con­

junto se tienen invalorables piezas de evidencia, cuya conside-

ración es absurdo omitir si se quiere penetrar el verdadero

sentido de la WeU:a.n6c.ha.uung smithiana.

Se hace entonces preciso buscar juntar las diver­

sas piezas del legado intelectual de Smith.Tal tarea presupone,

en su turno, que existe un elemento vinculante entre las

tes.De otra manera el resultado, si es que se obtiene

sería una mera supersposición y no un conjunto armónico.

Dicho elemento vinculante existe y se discierne

en Srnith bajo la forma de una gran unidad de propósito. La o­

bra de Srnith, inconclusa aunque claramente bosquej ada , es una

unidad no sólo en las directrices metodológicas y patrones doc­

trinales,sino más aún,en los propósitos y motivos que acicatea­

ban al autor.Es de reconocer,empero,que este último elemento ha

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escapado de la atención de muchos de sus intérpretes; por razo­

nes que no es fácil descubrir, los estudiosos de Srrüth, dispo­

niendo de fuentes de primera mano para conocer de las intencio­

nes del autor con su afán intelectual, han procurado casi inva­

riablemente desestimarlas. Ello les ha privado de un poderoso

instrumento de interpretación crítica.

- III-

En The. The.oJty 06 MoW Se.ntime.YLt6, se lee el si­

guiente párrafo:

" El hombre fue hecho para la acci6n. y

para promover mediante el ejercicio de

sus facultades. tales cambios en las cir­

cunstancias externas de sí y de los 0­

tros.que parezcan ser las más favorables

a la 6e.ticidad de todos. El no debe sen­

tirse satisfecho con la benevolencia in­

dolente ni creerse amigo de la humanidad

s6lo porque en su coraz6n desee la pros­

peridad del mundo. Para que llame en su

ayuda todo el vigor de su alma. y para

que pulse cada nervio de modo que produz­

ca esos fines que persigue promover. la

Naturaleza le ha enseñado que ni la huma­

nidad ni sí mismo estarán plenamente sa-

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tisfechos con su conducta, ni le concede­

rán todo el aplauso que merece, a menos

que esos fines realmente se hayan produ­

cido".

El carác~er autobiográfico tan peculiar con el que

The. TheoJty 06 MoJr.al. Se~err.-t6 se presenta en incontables o­

casiones a su lector, ofrece en estas líneas una evidencia muy

revelatoria.

A su vez, en The Weai.:th 06 Na.:tion6, cuando Smith

discute la cuestión de los gastos en educación, dentro del te­

ma general de de los gastos del estado, ofrece una disquisi­

ción no menos interesante. Dice allí Smith que los griegos di­

vidían la filosofía en tres grandes ramas, una de las cuales,

io: má.J., ..impoJtta.nte de todas, era la Filosofía Moral. Y agrega,

11 Esta división general parece perfecta­

mente acorde con la naturaleza de las

cosas ".

En otro lugar, señala Smith con estos términos los

propósitos de la Filosofía Moral:

" En qué consiste la felicidad y la per­

fección del hombre, considerado no sólo

como un individuo, sino como miembro de

una familia, de un estado, y de la gran

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sociedad de la especie humana, era el

objeto que la antigua filosofía moral

se proponía investigar".

Pues bien, lllla mirada de conjlIDto al todo de la o­

bra smithiana, revela el hecho capital de que Smith fue, en su

más estricta acepción, lID filósofo moral. a la usanza antigua.

O si se desea, Smith quiso devolver a la filosofía JOOral su

brillo anterior, restaurando sus fines y propósitos. En efec­

to, por todo lo visto, la jurisprudencia natural, según la lla­

ma Smith, y que en su entender es la ciencia más importante de

todas las ciencias, no es ni más ni menos que la filosofía JOO­

ral que él se propone hacer retornar a su sitial clásico.

Las evidencias que pueden recogerse en favor de es­

te alegato, bien si se considera a Smith en cuanto profesor o

SI se le considera en cuanto pensador y escritor, son ablIDdan­

tes y concluyentes. Adam Smith fue lID ser humano íntimamente

preocupado y comprometido con la decisiva cuestión de la feli­

cidad humana. Es por ello que su amigo personal y primer bió­

grafo, Dugald Stewart, puede así escribir que " su pasión do-

minante fue la de contribuir a la felicidad humana ", y tam-

bién, " que sus estudios, desde la juventud, estuvieron orien-

tados hacia temas de la mayor importancia para la felicidad h~

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mana".

Esta preocupación y este compromiso, resultaron en

una obra manifiestamente política, con la cual el autor creyó

dar el salto, que él mismo tan bien define, del deseo a la ac-

ción, de los propósitos a los resultados positivos ..Smith buscó conocer el funcionamiento de la reali-

dad social con la decidida intención de derivar, a partir de

ese conocimiento, reglas para intervenir sobre ella, y así ,pro­

mover los cambios necesarios en el arreglo institucional que

favoreciesen o desobstaculizasen el logro de la felicidad de

la humanidad. Con esa orientación primigenia, Sndth construye

una obra cuyas partes se organizan y ensamblan armoniosamente.

El estudio e interpretación de la obra smithiana,

no puede sino ser para los científicos del hecho social una

actividad ciento por uno gratificante. Cabe insistir una vez

más, que si el ánimo que mieve a tal tarea es el de hallar so­

luciones para problemas contemporáneos ,él podría frustarse.Pe-

ro si, por el contrario, lo que se persigue es descubrir las

concepciones metodológicas del autor, su lucha interior por

capturar la naturaleza íntima de un evento, su pasión por la

verdad, sus medios y maneras de ver o de aproximarse a los fe-

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nómenos, sus intenciones recónditas, entonces la promesa de la

recompensa no tarda en satisfacerse.

Adam Smith observa el acontecer social, lo examina

en los muchos eventos que lo integran, hace de él materia de

clasificación, lo escudriña, lo describe e intenta explicarlo.

y a partir de todo ello, propone nonnas de conducta y de acción

política.

Esta tarea, ambiciosa como pocas, la cumple Smith

con clara consciencia de su significado en relación a su esfuer­

zo intelectivo o cognitivo. Esto es, Sndth reflexionó maduramen­

te en torno a la naturaleza y especificidad de su actividad in­

telectual. Dichas reflexiones, hacen de verdadero ~ub~~ de

la totalidad de su obra.

El paso siguiente lo conforma el estudio del hombre

y de su naturaleza, hecha ésta manifiesta en sus relaciones fun­

damentales con otros hombres en el único marco donde la vida hu­

mana es posible: el marco social. La constÍtución de este punto

de referencia social, en cuanto instrumento del hombre y de sus

fines, es también materia de este segundo contexto.

Mas la sociedad cambia y se modifica. Su base ma­

terial, y por ende, su organización política, sufren alteracio-

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nes esenciales que afectan y signan de necesidad las relaciones

entre los hombres. En este proceso histórico de cambios y modi­

ficaciones, la sociedad ha llegado a una situación caracteriza-

da, específicamente, porque su base roa.terial se apoya en "la

tenencia privada de la tierra y en la acumulación de capital ".

El marco social que de este modo resulta, econórnica--

mente hablando, funciona según ciertas reglas, que, como es ob-

vio, le son privativas. El discernimiento y comprensión de es­

tas reglas, y el conocimiento y la previsión de las consecuen-

cias que su imperio tiene sobre la existencia humana, conducen

a la decisión política de intervenir para ajustarlas de manera

que se pleguen a unos fines deseados y queridos, que en otras

circunstancias no se alcanzarían si dichas reglas se dejasen

actuar libre e irrestrictamente. En la encrucijada de esta cien­

cia para la acción, Smith vive sus mejores horas.

-N-

Las páginas que siguen, son un resultado parcial del

estudio de la obra de Adam Smith, o de su sistema intelectual.

Con todos los antecedentes que pudimos recoger, y de

cuyas consecuencias nos hicimos autoconscientes, estimamos menes-

ter disponer un esfuerzo metódico para entender primeramente las

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concepciones del autor tanto en torno a la ciencia en general co­

mo a su propia ciencia en particular. Ello nos llevó sin remd­

sión a su visión histórica del acontecer social.

Las dos partes del resultado parcial que entregarnos,

hacen de verdadero ftmdamento del sistema intelectual de Adam

Srrdth. Las dos partes que restan, ameritan de cierta elaboración

adicional que esperamos cumplir en el futuro. En toda circunstan

cia, decidimos anexar al cuerpo principal de este trabajo la sec­

ción introductoria de la tercera parte, que trata de los aspec­

tos éticos de la cosmovisión smithiana.

El lector, así se 10 encarecenos , debe siempre hacer

clara cuenta de la motivación que yace tras de estas páginas, y,

por lo tanto, de su carácter. Quisimos conocer a Adam Smith: e­

llo lo voceamos de nuy viva voz. De este modo se nos puso en el

camino de una aventura sin par, cuyo testimonio parcial aquí rnos­

tranns.

Para ClDlIplir nuestros deseos, nos fue dada la opor­

tunidad de utilizar a Oxford y su Bodleiana desde la Cátedra ~

drés Bello, durante al año académico que corrió entre octubre de

1976 y julio de 1977. La estancia en Oxford, tan rica en instruc­

ción, evoca de inmediato la gratitud por quienes la hicieron po-

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sible: El Banco Central de Venezuela, El Comité de la Cátedra

Andrés Bello, Sto Antony's College y la Universidad de los An­

des.

Los gastos en los que hubo que incurrir para

publicar estas notas se sufragaron con sendos aportes de la

Corporación de los Andes y el Consejo de Desarrollo Científi­

co y Human'ís t ico de la Universidad de, los Andes. La Sra .Alba

de Medina, con esmero y eficiencia, hizo la escritura mecano­

gráfica. Y Marlene, desde luego, con su amor ilimitado por to­

do lo que involucra al Hombre y sus aspiraciones, dio el sen­

tido y alumbró las razones.

A.B.