Proocolos de sion

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LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION PROTOCOLO I: El derecho sy lo esti en la Fuerza.- La Libertad no es mi s que una idea.- El Liberalismo.- El oro.- La locura.- La Autonomt a.- El Despotismo del Capital.- El Enemigo Domp stico.- La Plebe.- La Anarqut a.- La Polt tica y la Moral.- El derecho del mi s fuerte.- El poder Judt o Francmasy n es invencible.- El fin justifica los medios.- Las turbas son ciegas.- Las discordias de los partidos.- La forma de gobierno que mejor conduce a nuestro fin es la Autocracia.- Los Licores Fuertes.- El Clasicismo.- El Libertinaje.- El principio y las Reglas del gobierno Judt o y Francmasy n.- El Terror.- Libertad, Igualdad y Fraternidad.- El principio del gobierno dini stico.- Los Privilegios de la Aristocracia de los Gentiles, destruidos. - La nueva aristocracia. - Ci lculo psicoly gico.- Abstracciy n de la Libertad.- Amovilidad de los Representantes del Pueblo. Dejemos de lado toda fraseologt a; estudiemos en st misma cada idea e ilustremos la situaciy n por medio de comparaciones y deducciones. Voy, pues, a formular nuestro sistema desde el punto de vista nuestro y desde el punto de vista de los Gentiles (Goyim). Hay que hacer notar ante todo que los hombres dotados de malos instintos abundan mi s que los de buenos sentimientos. Por esta razy n hay que esperar mejores resultados cuando se gobierna a los hombres por medio de la violencia y el terror, que cuando se trata de gobernarles por medio de las discusiones acadp micas. Todo hombre aspira al poder; cada uno quisiera convertirse en dictador; si esto fuera posible al mismo tiempo, muy poco faltart a para que no estuvieran todos prontos a sacrificar el bien de los demi s, a trueque de conseguir cada uno su propio provecho. ¢ Qup es, pues, lo que ha reprimido hasta ahora a esa bestia feroz que se llama hombre? ¢ Qup es lo que ha podido dirigirle hasta el presente? Al iniciarse el orden social, el hombre se ha sometido a la fuerza bruta y ciega; mi s tarde, a la Ley, que no es mi s que esa misma fuerza, pero disfrazada. De donde yo saco la conclusiy n que, seg~ n la Ley Natural, el derecho radica en la fuerza. La Libertad Polt tica es una idea y no un hecho. Se necesita saber aplicar esta idea cuando es necesario atraer las masas populares a un partido con el cebo de una idea, si ese partido ha resuelto aplastar al contrario que se halla en el poder. Este problema resulta de fi cil soluciy n si el adversario se mantiene en el poder en virtud de la idea de libertad, de eso que se llama Liberalismo, y sacrifica un poco de su fuerza en obsequio de esa idea: Libertad. Y he aqut por dy nde ha de llegar el triunfo de nuestra teort a: una vez que se aflojan las riendas del poder, inmediatamente son recogidas por otras manos, en virtud del instinto de conservaciy n, porque la fuerza ciega del pueblo no puede quedar un solo dt a sin tener quien la dirija, y el nuevo poder no hace otra cosa sino reemplazar al anterior debilitado por el Liberalismo. En nuestros dt as, el poder del oro ha reemplazado al poder de los gobiernos liberales. Hubo un tiempo en que la fe gobernaba. La idea de libertad es irrealizable, porque nadie hay que sepa usar de ella en su justa medida. Basta dejar al pueblo que por alg~ n tiempo se gobierne a st mismo, para que inmediatamente esta autonomt a degenere en libertinaje. Surgen al punto las discusiones, que se transforman luego en luchas sociales, en las que los Estados se destruyen, quedando su grandeza reducida a cenizas. Sea que el Estado se debilite en virtud de sus propios trastornos, sea que sus disensiones interiores lo ponen a merced de sus enemigos de fuera, desde ese momento, ya puede considerarse como irremediablemente perdido; ha cat do bajo nuestro poder. El despotismo del Capital, tal como esti en nuestras manos, se le presenta como una tabla de salvaciy n y a la que, de grado o por fuerza, tiene que asirse, si no quiere naufragar. A quien su alma noble y generosa induzca a considerar estos discursos como inmorales, yo le preguntart a: Si todo Estado tiene dos enemigos y contra el enemigo exterior le es permitido, sin tacharlo de inmoral, usar todos los ardides de guerra, como ocultarle sus planes, tanto de ataque como de defensa; sorprenderlo de noche o con fuerzas superiores, ¢ por qup estos mismos ardides empleados contra un enemigo mi s peligroso que arruinart a el orden social y la propiedad, han de reputarse como ilt citos e inmorales? ¢ Puede un espt ritu equilibrado esperar dirigir con p xito las turbas por medio de prudentes exhortaciones o por la persuasiy n, cuando el camino queda expedito a la rp plica, aun la mi s irracional, si se tiene en cuenta que p sta parece reducir al pueblo que todo lo entiende superficialmente? Los hombres, sean de la plebe o no, se gut an casi exclusivamente por sus pasiones, por sus supersticiones,

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Protocolos creados por los Zionistas. Aunque escritos hace muchos años, dichos protocolos se siguen implementando y sorprendentemente se están cumpliendo.

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LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION

PROTOCOLO I:

El derecho s lo est en la Fuerza.- La Libertad no es m s que una idea.- El Liberalismo.- El oro.- La locura.-La Autonom a.- El Despotismo del Capital.- El Enemigo Dom stico.- La Plebe.- La Anarqu a.- La Pol tica y laMoral.- El derecho del m s fuerte.- El poder Jud o Francmas n es invencible.- El fin justifica los medios.- Lasturbas son ciegas.- Las discordias de los partidos.- La forma de gobierno que mejor conduce a nuestro fin es laAutocracia.- Los Licores Fuertes.- El Clasicismo.- El Libertinaje.- El principio y las Reglas del gobierno Jud o yFrancmas n.- El Terror.- Libertad, Igualdad y Fraternidad.- El principio del gobierno din stico.- Los Privilegiosde la Aristocracia de los Gentiles, destruidos. - La nueva aristocracia. - C lculo psicol gico.- Abstracci n de la

Libertad.- Amovilidad de los Representantes del Pueblo.

Dejemos de lado toda fraseolog a; estudiemos en s misma cada idea e ilustremos la situaci n por medio decomparaciones y deducciones. Voy, pues, a formular nuestro sistema desde el punto de vista nuestro y desde

el punto de vista de los Gentiles (Goyim).

Hay que hacer notar ante todo que los hombres dotados de malos instintos abundan m s que los de buenossentimientos. Por esta raz n hay que esperar mejores resultados cuando se gobierna a los hombres pormedio de la violencia y el terror, que cuando se trata de gobernarles por medio de las discusiones acad micas.Todo hombre aspira al poder; cada uno quisiera convertirse en dictador; si esto fuera posible al mismo tiempo,muy poco faltar a para que no estuvieran todos prontos a sacrificar el bien de los dem s, a trueque de

conseguir cada uno su propio provecho.

Qu es, pues, lo que ha reprimido hasta ahora a esa bestia feroz que se llama hombre? Qu es lo que hapodido dirigirle hasta el presente? Al iniciarse el orden social, el hombre se ha sometido a la fuerza bruta yciega; m s tarde, a la Ley, que no es m s que esa misma fuerza, pero disfrazada. De donde yo saco laconclusi n que, seg n la Ley Natural, el derecho radica en la fuerza. La Libertad Pol tica es una idea y no unhecho. Se necesita saber aplicar esta idea cuando es necesario atraer las masas populares a un partido con el

cebo de una idea, si ese partido ha resuelto aplastar al contrario que se halla en el poder.

Este problema resulta de f cil soluci n si el adversario se mantiene en el poder en virtud de la idea de libertad,de eso que se llama Liberalismo, y sacrifica un poco de su fuerza en obsequio de esa idea: Libertad. Y he aqupor d nde ha de llegar el triunfo de nuestra teor a: una vez que se aflojan las riendas del poder,inmediatamente son recogidas por otras manos, en virtud del instinto de conservaci n, porque la fuerza ciegadel pueblo no puede quedar un solo d a sin tener quien la dirija, y el nuevo poder no hace otra cosa sino

reemplazar al anterior debilitado por el Liberalismo.

En nuestros d as, el poder del oro ha reemplazado al poder de los gobiernos liberales. Hubo un tiempo en quela fe gobernaba. La idea de libertad es irrealizable, porque nadie hay que sepa usar de ella en su justa medida.Basta dejar al pueblo que por alg n tiempo se gobierne a s mismo, para que inmediatamente esta autonom adegenere en libertinaje. Surgen al punto las discusiones, que se transforman luego en luchas sociales, en lasque los Estados se destruyen, quedando su grandeza reducida a cenizas.

Sea que el Estado se debilite en virtud de sus propios trastornos, sea que sus disensiones interiores lo ponen amerced de sus enemigos de fuera, desde ese momento, ya puede considerarse como irremediablementeperdido; ha ca do bajo nuestro poder. El despotismo del Capital, tal como est en nuestras manos, se lepresenta como una tabla de salvaci n y a la que, de grado o por fuerza, tiene que asirse, si no quiere

naufragar.

A quien su alma noble y generosa induzca a considerar estos discursos como inmorales, yo le preguntar a: Sitodo Estado tiene dos enemigos y contra el enemigo exterior le es permitido, sin tacharlo de inmoral, usartodos los ardides de guerra, como ocultarle sus planes, tanto de ataque como de defensa; sorprenderlo denoche o con fuerzas superiores, por qu estos mismos ardides empleados contra un enemigo m s peligrosoque arruinar a el orden social y la propiedad, han de reputarse como il citos e inmorales? Puede un esp rituequilibrado esperar dirigir con xito las turbas por medio de prudentes exhortaciones o por la persuasi n,cuando el camino queda expedito a la r plica, aun la m s irracional, si se tiene en cuenta que sta parece

reducir al pueblo que todo lo entiende superficialmente?

Los hombres, sean de la plebe o no, se gu an casi exclusivamente por sus pasiones, por sus supersticiones,

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por sus costumbres, sus tradiciones y sus teor as sentimentales; son esclavos de la divisi n de partidos que seoponen aun a la m s razonable avenencia. Toda decisi n de las multitudes depende, en su mayor parte, de lacasualidad, y cualquier resoluci n suya es superficial y adoptada con ligereza.

En su ignorancia de los secretos pol ticos, las multitudes toman resoluciones absurdas y la anarqu a arruina a

los gobiernos.

La pol tica nada tiene que ver con la moral. El gobierno que toma por gu a la moral no es pol tico, y enconsecuencia es d bil. El que quiera dominar debe recurrir a la astucia y a la hipocres a. Esas grandescualidades populares, franqueza y honradez, son vicios en pol tica, porque derriban de sus tronos a los reyesmejor que el m s poderoso enemigo. Estas virtudes deben ser atributos de los pr ncipes Gentiles; pero nunca

debemos tomarlas por gu as de nuestra pol tica.

Nuestro objeto es apoderarse de la fuerza. La palabra Derecho es un concepto abstracto, al que nadacorresponde en el orden real y con nada se justifica. Esta palabra simplemente significa: Dame esto que yo

quiero, para probar que yo soy m s fuerte que t ... D nde empieza y d nde acaba el derecho?

En un estado en el que el poder est mal organizado, en el que las leyes y el gobierno se han convertido enalgo impersonal, como efectivamente sucede con los innumerables derechos que el Liberalismo ha creado, yoveo un nuevo derecho: el de echarme en virtud de la ley del m s fuerte, sobre el orden, sobre todos losreglamentos y leyes establecidos, y trastornarlos; el de poner mano sobre la ley, el de reconstruir a mi antojotodas las instituciones y constituirme amo y se or de los que nos abandonan los derechos que su propia

fuerza les hab a dado, y a los que han renunciado voluntariamente, liberalmente...

Gracias a la debilidad actual de todos los gobiernos, el nuestro ser m s duradero que cualquier otro, porqueser invencible hasta el ltimo momento, y quedar tan profundamente arraigado que no habr astucia que

pueda causar su ruina...

De todos los males m s o menos transitorios que hasta hoy nos hemos visto obligados a causar, nacer elbien de un gobierno inconmovible que restablecer la marcha normal del mecanismo de la existencia nacional,perturbada por el Liberalismo. El xito justifica los medios. Pongamos la atenci n en nuestros proyectos, pero

fij ndonos menos en lo bueno y lo moral que en lo necesario y en lo til.

Tenemos delante de nosotros un plan en el que est n estrat gicamente expuestos los lineamientos de los queno podemos desviarnos sin peligro de ver destruidos el trabajo de muchos siglos. Para encontrar los mediosque conducen a este fin, debemos tomar en cuenta la cobard a, la volubilidad, la inconstancia de lasmultitudes; su incapacidad para comprender y valorizar las condiciones de su vida y de su bienestar. Esnecesario no perder de vista que la fuerza de las multitudes es ciega e insensata; que no discurren, que oyen

lo mismo de un lado que del otro. Un ciego no puede guiar a otro sin caer ambos al precipicio.

Pues de igual manera los hombres de las turbas, salidos del pueblo, aunque est n dotados de un geniosingular, les hace falta comprender la pol tica y no pueden intentar con xito dirigir a los dem s sin causar laruina de una naci n. S lo un individuo preparado desde su ni ez a la autocracia puede conocer el lenguaje y larealidad pol ticas. Un pueblo abandonado a s mismo, es decir, puesto en manos de un advenedizo, se arruina

por las discordias de los partidos que excitan la sed del mando y por los des rdenes que de esto se originan.

Pueden por ventura las turbas populares razonar serenamente, sin rivalidades intestinas y dirigir los asuntos

del Estado, que no pueden ni deben confundirse con los intereses personales? Pueden defenderse contra losenemigos de fuera?. Esto es imposible. Cualquier plan dividido entre tantas cabezas como son las de lasmultitudes, resulta ininteligible e irrealizable.

S lo un aut crata puede elaborar planes vastos y claros; dar a cada cosa el lugar que le corresponde en elmecanismo de la m quina del gobierno. Digamos, pues, en conclusi n, que para que un gobierno pueda ser

til al pueblo y alcanzar el fin que se propone, debe estar centralizado en las manos de un individuoresponsable. Sin el despotismo absoluto, la civilizaci n es. imposible; la civilizaci n no es obra de las masas,sino del que las dirige, sea ste el que fuere. La multitud es un b rbaro que en todas las ocasiones demuestrasu barbarie. Tan pronto como las turbas arrebatan su libertad, sta degenera en anarqu a, que es el m s alto

grado de barbarie.

Ved esos animales ebrios de aguardiente, embrutecidos por el vino, esos hombres a quienes al mismo

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tiempo que se les ha dado la libertad se les ha concedido el derecho de beber hasta ahogarse! Nosotros nopodemos permitir que los

Los pueblos Gentiles est n idiotizados por el alcohol y los licores; su juventud embrutecida por los estudioscl sicos y el libertinaje precoz al que la han empujado nuestros agentes-maestros, criados, gobernantes, enlas casas ricas; otros agentes nuestros, nuestras mujeres, en los centros de diversi n de los Gentiles. A estas

ltimas hay que sumar las que se llaman mujeres de mundo, imitadoras voluntarias del libertinaje de aqu llas

y de su lujo.

Nuestra palabra de orden es la fuerza y la hipocres a. S lo la fuerza puede triunfar en pol tica, principalmente

si permanece velada por el talento y dem s cualidades necesarias a los hombres de Estado.

La violencia ha de ser un principio: la hipocres a y la astucia una regla para los gobernantes que no quieran

dejar caer su corona en las manos de una fuerza nueva. Este mal es el medio nico de llegar al fin: el bien.

Por lo mismo, no debemos detenernos como espantados delante de la corrupci n, del enga o, de la traici n,siempre que ellos sean medios para llegar a nuestros fines. En pol tica se necesita saber echarse sinvacilaciones sobre la propiedad ajena, si por este medio podemos obtener la sumisi n de los pueblos y el

poder.

Nuestro Estado, en esta conquista pac fica, tiene el derecho de reemplazar y sustituir los horrores de la guerrapor las sentencias de muerte, menos ostensibles, pero m s provechosas para mantener vivo este terror quehace a los pueblos que obedezcan ciegamente. Una severidad justa, pero inflexible, es el principal factor de lafuerza de un Estado, y esto constituye no s lo una ventaja nuestra, sino tambi n un deber, el deber que

tenemos de adaptarnos a este programa de violencia y de hipocres a, para alcanzar el triunfo.

Tal doctrina basada sobre el c lculo es tan eficaz como los medios de que se sirve. No es, pues, solamentepor estos medios, sino tambi n por esta doctrina de la severidad como someteremos todos los gobiernos anuestro Super-Gobierno. Bastar que se sepa que somos inflexibles para reprimir todo conato de

insubordinaci n.

Somos los primeros que en los tiempos que se llaman antiguos echamos a volar entre el pueblo las palabras:LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD; palabras tantas veces repetidas en el correr de los a os por cotorrasinconscientes que, atra das de todas partes por este cebo, no han hecho uso de l sino para destruir laprosperidad del mundo, la verdadera libertad del individuo, en otras pocas tan bien garantizada contra las

violencias de las turbas.

Hombres que se juzgan inteligentes, no han sido capaces de desentra ar el sentido oculto de estas palabras,ni han visto la contradicci n que ellas encierran, ni han comprendido que no puede haber igualdad en lanaturaleza, ni puede haber libertad, y que la naturaleza misma ha establecido la desigualdad de esp ritus, decaracteres, de inteligencias tan estrictamente sometidos a sus leyes; tampoco han comprendido que lasturbas, son una fuerza ciega; que los advenedizos que ellas escogen para que las gobiernen no son menosciegos ni m s entendidos en pol tica que ellas mismas; que el iniciado en estos secretos, as sea un ignorante,ser apto para el gobierno, mientras que las multitudes de los no iniciados, aunque sean grandes talentos,

nada entienden de pol tica.

Todas estas consideraciones no est n al alcance de las inteligencias de los Gentiles; sin embargo, en ellasdescansa el principio de los gobiernos din sticos: el padre transmit a a su hijo los secretos de la pol tica,desconocidos a cualquier otro que no fuera de la familia reinante, a fin de que esos secretos no fuerantraicionados. M s tarde, el sentido de la transmisi n hereditaria y de los verdaderos principios de la pol tica se

perdi . El xito de la obra fue en aumento.

Sin embargo, en el mundo las palabras Igualdad, Libertad y Fraternidad, con la intervenci n de nuestrosagentes incondicionales, incorporaron a nuestras filas verdaderas legiones de hombres que tremolaron conentusiasmo nuestras banderas. Pero estas palabras son la carcoma que roe y destruye la prosperidad detodos los Gentiles, destruyendo por completo la paz, la tranquilidad, la uni n,- minando todos los fundamentos

de sus Estados.

Vosotros ver is en seguida que esto contribuye a vuestro triunfo: nos da, entre otras cosas, la posibilidad deobtener la victoria m s importante: es decir, la abolici n de los privilegios de la aristocracia de los Gentiles y

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del nico medio de defensa que ten an contra nosotros los pueblos y las naciones. Sobre las ruinas de laaristocracia natural y hereditaria, hemos alzado nuestra aristocracia de la inteligencia y del dinero. Hemostomado por criterio de esta aristocracia la riqueza, que depende de nosotros, y la ciencia que est dirigida por

nuestros sabios.

Nuestra victoria ha sido tanto m s f cil cuanto que nosotros, en las relaciones que tenemos con los hombresde que necesitamos para nuestro fin, sabemos siempre herir las fibras m s sensibles del esp ritu humano: elc lculo, la codicia, la insaciabilidad de las necesidades materiales de los hombres; cada una de estasdebilidades explotada separadamente es capaz de ahogar el esp ritu de iniciativa, poniendo la voluntad de los

hombres a la disposici n del que compra su actividad.

El concepto abstracto de la libertad ha hecho posible el persuadir a las multitudes de que un gobierno no esm s que un gerente del propietario del pa s, es decir, del pueblo, y que se le puede cambiar como se cambiaun par de guantes usados. La amovilidad de los representantes del pueblo los pone a nuestro arbitrio; ellos

dependen de nuestra elecci n.

PROTOCOLO II:Las guerras econ micas son base de la supremac a Jud a.- El Gobierno Visible y los Consejos Secretos.- Los

xitos de las Doctrinas Destructoras.- La asimilaci n en Pol tica.- El papel de la Prensa.- El precio del oro y el

valor de las v ctimas Jud as.

Nos es de todo punto necesario que las guerras, a ser posible, no confieran ninguna ventaja territorial a losbeligerantes. La guerra queda as transportada al terreno econ mico, con lo que las naciones ver n la fuerzade nuestra supremac a y esta situaci n pondr a los dos adversarios a la disposici n de nuestros agentes

internacionales que tienen millares de ojos, a cuya mirada no sirve de obst culo frontera alguna.

Entonces nuestros derechos internacionales crear n los derechos nacionales, en el verdadero sentido de lapalabra, y gobernar n a los pueblos de la misma manera que el derecho civil de los Estados normaliza las

relaciones de sus s bditos entre s .

Los gobernantes, elegidos de entre el pueblo por nosotros mismos, en raz n de sus aptitudes serviles, ser nindividuos no preparados para el gobierno del pa s. As , por este camino, vendr n a ser los peones de nuestrojuego de ajedrez f cilmente manejables por las manos de nuestros sabios y geniales consejeros, de nuestrosespecialistas educados y formados desde su tierna edad para el manejo de los negocios de todo el mundo. Noignor is que estos nuestros especialistas han sacado sus conocimientos de gobierno de nuestros planes

pol ticos, de las experiencias de la historia y del estudio de todos los acontecimientos notables.

Los Gentiles no se gu an en la pr ctica de observaciones imparciales sacadas de la historia sino por una rutinameramente te rica insuficiente para poder esperar de ella un resultado pr ctico. Por eso nosotros no hemosde tomarlo en cuenta. Dejadlos que se diviertan todav a por alg n tiempo; que vivan de esperanzas o de

nuevas diversiones o del recuerdo de las que ya pasaron.

Dej moslos creer en la importancia que nosotros mismos les hemos inspirado de las leyes cient ficas y susteor as. Precisamente con ese designio hemos fomentado constantemente por medio de nuestra prensa suconfianza ciega en esas leyes. La clase pensante de los Gentiles se ufanar orgullosa de sus conocimientos, ysin examinarlos a la luz de la l gica pondr en acci n todas las ense anzas de la ciencia acumuladas por

nuestros agentes para guiar sus inteligencias en el sentido que a nosotros nos conviene.

No pens is que carecen de fundamento nuestras afirmaciones. Fijaos solamente en el xito que hemosobtenido creando el darwinismo o el marxismo o el nietzchismo. Para nosotros, al menos, la influencia

delet rea de esas doctrinas debe ser del todo evidente.

Es necesario que tengamos en cuenta las ideas, los caracteres, las tendencias modernas de los pueblos, parano incurrir en errores en pol tica y en el manejo de los negocios. Nuestro sistema, cuyas partes pueden estardispuestas diferentemente, seg n son los pueblos con que tropezamos en nuestro camino, no puede tener

xito, si su aplicaci n pr ctica no est fundada en los resultados obtenidos en el tiempo pasado comparado

con el presente.

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Los Estados modernos tienen en sus manos una gran fuerza creadora: la Prensa. Su papel es el de expresarlas reivindicaciones que se dicen necesarias, indispensables; hacer conocer las quejas de los pueblos; crear el

descontento y darle una voz con que expresarlo.

En la Prensa est encarnada la libertad de palabra. Pero los Estados no han sabido utilizar esta fuerza que haca do ya en nuestras manos. Por la Prensa hemos conquistado toda la influencia, quedando nosotros ocultosen la sombra, y gracias a ella hemos podido amasar el oro con nuestras manos como precio de los torrentesde l grimas y de sangre, en medio de los cuales hemos podido arrebatarlo... Pero nos hemos rescatado a

nosotros mismos mediante el sacrificio de much simos de los nuestros.

CADA UNO DE LOS NUESTROS QUE HA SIDO SACRIFICADO VALE DELANTE DE DIOS POR MILLARES

DE GENTILES.

PROTOCOLO III:La Serpiente Simb lica y su significaci n.- La inestabilidad del equilibrio constitucional.- El terror en lospalacios.- El poder y la ambici n.- Las m quinas parlamentarias de hablar.- Los panfletos.- Los abusos delpoder.- La esclavitud econ mica.- La verdad del Pueblo. - Los acaparadores y la aristocracia. - El ej rcitoFrancmas n-Jud o. - La degeneraci n de los Gentiles.- El hambre y el derecho del Capital. - La venida ycoronaci n del Amo Universal -El objeto fundamental del programa de las escuelas populares del porvenir.- Elsecreto de la ciencia del orden social.- Crisis econ mica general - Seguridad de los nuestros.- El despotismoFrancmas nico y la Revoluci n Francesa o reinado de la raz n.-P rdida de un gu a.- El Rey d spota es de lasangre de Israel.- Causas de la invulnerabilidad de la Francmasoner a.- El papel de los agentes secretos de la

misma.- La Libertad.

Hoy puedo anunciaros que nos encontramos ya cerca del fin. Nos queda por recorrer un poco de camino y elc rculo de la Serpiente Simb lica, representaci n de nuestro pueblo, quedar cerrado. Cuando esto severifique, los Estados de Europa quedar n aprisionados como con un fuerte tornillo. Muy pronto quedardestruido el equilibrio constitucional, pues lo hemos falseado para que no cese de inclinarse ya a un lado, ya al

otro hasta que por fin la balanza se desgaste.

Los Gentiles cre an haber establecido ese equilibrio s lidamente y siempre estaban esperando que los platillosde la balanza se igualaran. Pero los gobernantes, es decir, el fiel de la balanza, est n protegidos por susrepresentantes que hacen mil tonter as y se dejan arrastrar por su poder sin control y sin responsabilidad. Estepoder lo deben al terror que reina en los palacios. Los gobernantes no pueden siquiera acercarse a su pueblo,

ni ponerse de acuerdo con l para defenderse contra los que aspiran al poder.

La fuerza clarividente de los gobernantes y la fuerza ciega del pueblo divididas por nosotros, han perdido toda

su importancia; separadas como est n, son tan impotentes como el ciego sin su bast n.

Para azuzar a los ambiciosos a abusar del poder, hemos enfrentado todas las fuerzas desarrollando sustendencias liberales hacia la independencia. Hemos estimulado todo instinto tendente a este objeto; hemosarmado a todos los partidos; hemos hecho del poder el blanco de todas las ambiciones. Hemos transformadotodos los Estados en arenas en que se desarrollan todas las luchas. Un poco m s de tiempo, y los des

rdenes y las bancarrotas aparecer n por dondequiera.

Charlatanes inagotables han transformado las sesiones de los parlamentos y las asambleas gubernativas entorneos oratorios. Periodistas audaces, panfletistas sin pizca de verg enza, atacan todos los d as a losgobernantes. Los abusos del poder preparar n finalmente el derrumbamiento de todas las instituciones y todocaer destruido a los golpes de las turbas enloquecidas. Los pueblos est n encadenados a un rudo trabajo,

m s fuertemente de lo que podr an encadenarlos la servidumbre y la esclavitud.

Ser a posible entrar en arreglos con ellos; pero de su miseria nadie puede librarlos. Los derechos que hemosconsignado en las Constituciones son ficticios para las masas, no son reales. Todos estos llamados Derechosdel pueblo no pueden existir sino en la imaginaci n, pero nunca en la realidad. Qu puede significar para elproletario, para el obrero que vive encorvado sobre su rudo trabajo, agobiado por su miseria, el derecho que seconcede al charlat n incansable, al periodista que escribe toda clase de necedades aun de asuntos serios que

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no conoce, desde el momento que el proletario no saca otra ventaja de la Constituci n que las miserablesmigajas que dejamos caer de nuestra mesa como precio de un voto emitido conforme nuestra consigna en

favor de nuestros agentes e intermediarios?.

Los derechos republicanos, para el pobre diablo no son sino una amarga iron a; la necesidad de un trabajodiario no le permite gozar; pero en cambio, esos derechos le privan de la garant a de una ganancia constante y

segura, y lo entregan atado de pies y manos a las huelgas, a los patronos o a los compa eros.

Bajo nuestra direcci n ha destruido el pueblo la aristocracia, que era su protectora, su bienhechora natural,porque sus intereses estaban inseparablemente unidos a la prosperidad del pueblo. Una vez destruida laaristocracia, el pueblo ha ca do bajo el yugo de los acaparadores, de los ladrones enriquecidos que lo oprimende manera despiadada y cruel. Nosotros debemos aparecer como libertadores del obrero de ese yugo que looprime, proponi ndole que se aliste en las filas de ese ej rcito de Socialistas, Anarquistas y Comunistas, quesiempre mantenemos en pie, con el pretexto de solidaridad entre los miembros de nuestra Francmasoner a

social.

La Aristocracia que disfrutaba, antes, enteramente del derecho al trabajo de los obreros, ten a inter s en que

stos vivieran bien alimentados, sanos y fuertes. A nosotros, por lo contrario, lo que nos interesa es que losGentiles degeneren. Nuestra fuerza radica en el hambre cr nica, en la debilidad del obrero, porque stas losubyugan a nuestro capricho, y porque as carecer en su impotencia de la energ a y la fuerza necesarias paraoponerse a ese capricho. El hambre dar al Capital m s derechos sobre el obrero que los que jam s

otorgaron a la Aristocracia la ley y el poder de los monarcas (!!!).

Mediante la miseria, el odio y la envidia que ella produce, manejaremos y utilizaremos sus manos paraaplastar a los que se oponen a nuestros designios (!!!). Cuando llegue el tiempo de que nuestro rey universalsea coronado, esas mismas manos barrer n todo obst culo que pudiera atravesarse en el camino a nuestrosoberano. Los Gentiles han perdido la costumbre de pensar por s mismos algo que sea distinto de lo que

nuestros consejeros cient ficos les inspiran.

Esta es la raz n de que no vean la necesidad urgente de hacer ahora lo que nosotros haremos aladvenimiento de nuestro reinado, esto es, ense ar en las escuelas primarias la nica ciencia verdadera y laprimera de todas, la ciencia del orden social, de la vida humana, de la existencia de las sociedades, que exigeimperiosamente la divisi n del trabajo, y por consecuencia la distinci n de los hombres en clases y

condiciones.

Es preciso que todos sepan que en virtud de las diferentes actividades a que cada uno est destinado, laigualdad es imposible, pues no todos pueden ser igualmente responsables ante la ley. No es la misma, porejemplo, la responsabilidad del que con sus actos puede comprometer a toda una clase, que la del quesolamente compromete su propio honor. La verdadera ciencia del orden social, en cuyos secretos no tenemoscostumbre de iniciar a los Gentiles, ense ar a todos que el lugar y el trabajo de cada uno deben ser

diferentes, como una consecuencia de la necesidad de relaci n que hay entre la educaci n y el mismo trabajo.

Una vez que los pueblos estudien y aprendan esta ciencia, obedecer n gustosos a los gobiernos y al ordenestablecido por ellos en los Estados, y al contrario, en el actual estado de la ciencia, tal como nosotros lahemos hecho, el pueblo, creyendo ciegamente la palabra impresa, se alimenta de los errores que en suignorancia, se le van insinuando por los iniciados en nuestros secretos, contra las otras clases sociales, que l

cree superiores, porque no comprende la importancia de cada una de ellas.

Cuando el pueblo ve que en nombre de la libertad, se le hacen tantas concesiones, y se tienen con l tantascomplacencias, se imagina que es due o y se or, y se echa sobre el poder; pero, naturalmente, tropieza comoun ciego con una multitud de obst culos; entonces se echa a buscar quien lo conduzca a trav s de esosobst culos, y no encontr ndolo, acoge la idea de volver a lo pasado y depone todos sus poderes a nuestros

pies.

Acordaos, si no, de la Revoluci n Francesa, a la que nosotros hemos dado el calificativo de grande; lossecretos de su preparaci n no son demasiado conocidos, porque esa revoluci n, tal como fue, es obra denuestras manos.

Desde entonces vamos llevando al pueblo de un desenga o a otro, para que, al fin, abdique en nosotros supoder, en provecho del Rey D spota de la sangre de Israel, que venimos preparando al mundo. En la

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actualidad, como fuerza internacional, somos invulnerables, porque, cuando se nos ataca en un Estado, enotros se nos defiende. Es la cobard a inmensa de los pueblos Gentiles, que se arrastran ante la fuerza, que notienen piedad para con la debilidad, ni misericordia para las faltas ligeras, pero s indulgencia para el crimen;que no quisieran tolerar las contradicciones de la libertad, pero son sufridos hasta el martirio, ante la violencia

de un audaz d spota; todo esto, favorece nuestra independencia.

Toleran y sufren a los primeros ministros de estos tiempos con abusos, por el menor de los cuales har anrodar ensangrentadas las cabezas de veinte reyes. C mo explicar este fen meno, esta inconsecuencia delas masas populares en presencia de hechos que parecen de la misma naturaleza? Este fen meno se explicapor el hecho de que estos dictadores- los primeros ministros- hacen, por medio de sus agentes, decir a sottovoce al pueblo, que si ellos causan tantos males a los Estados, es con el fin inmediato y ltimo de alcanzar la

felicidad de los pueblos, la fraternidad internacional, la solidaridad, la igualdad de derechos para todos.

Naturalmente que no se les dice que esta unidad debe hacerse bajo nuestra autoridad. Y aqu ten is al pueblocondenando a los justos y absolviendo a los culpables y cada vez m s persuadido de que puede hacer cuanto

le plazca. En estas condiciones, el pueblo destruye toda cosa estable y crea el desorden a cada paso.

La palabra Libertad conduce a las sociedades humanas a la lucha constante contra toda fuerza, contra todopoder, aunque sea el de Dios y el de la Naturaleza. Aqu ten is tambi n por qu a nuestro advenimiento sernecesario suprimir del vocabulario humano esta palabra, como principio de la brutalidad que transforma a lasmultitudes en bestias feroces. Es verdad que las fieras se adormecen cuando se las harta de sangre y que as

puede encaden rselas f cilmente.

Pero si no se las da sangre, no se adormecen y sus instintos de lucha se despiertan.

PROTOCOLO IV:Las diferentes etapas de una rep blica.- La Francmasoner a exterior.- La Libertad y la Fe.- La Competencia

internacional del Comercio y de la Industria.- El papel de la especulaci n.- El culto del oro.Toda Rep blica pasa por distintas etapas. La primera comprende los primeros d as de locura de un ciego queva dando tumbos a diestra y siniestra. La segunda es la de la demagogia que da origen a la anarqu a; despu sviene infaliblemente el despotismo; pero no un despotismo legal y declarado, y por consiguiente, responsable;sino desconocido, invisible, que, sin embargo, se hace sentir; un despotismo ejercido por una organizaci nsecreta que obra con tanto menor escr pulo cuanto que lo hace amparado y cubierto por distintos agentes,cuyo cambio, lejos de perjudicarlo, lo sostiene m s, dispens ndole de gastar sus recursos, en recompensar

largos servicios.

Qui n puede destruir una fuerza invisible? Pues tal es la nuestra. La Franc-Masoner a exterior no sirve m sque para encubrir nuestros designios; el plan de acci n de esta fuerza, el punto mismo en que se apoya,quedar n siempre para el pueblo en el m s absoluto misterio. Aun la libertad podr a ser inofensiva y existir enel Estado, sin da ar a la prosperidad de los pueblos, siempre que descansara sobre el principio de la creenciade Dios, y de la verdadera fraternidad humana, excluyendo la idea de igualdad, a la que aun las leyes mismas

de la creaci n son contrarias, supuesto que stas establecen la subordinaci n necesaria.

Con esa fe, el pueblo se dejar a gobernar bajo la tutela de sus pastores espirituales, y caminar a sumiso ytranquilo bajo la mano de su p rroco, resignado con la distribuci n que Dios ha hecho de los bienes de latierra. He aqu por qu es necesario que nosotros arruinemos la fe y arranquemos de los esp ritus Gentiles el

principio mismo de la Divinidad sustituy ndolo por los c lculos y las necesidades materiales (!!!).

As , pues, para que los esp ritus Gentiles no tengan tiempo para pensar y reflexionar, es necesario distraerlospor medio de la industria y del comercio. De esta suerte todos los pueblos buscar n su provecho material, y

luchando cada uno por sus propias ventajas, no dar n ninguna importancia al enemigo com n.

Pero para que la libertad pueda de esa manera disolver y destruir completamente las Sociedades Cristianas,se necesita hacer de la especulaci n la base de la industria, de tal manera que toda la riqueza que la industriaextraiga de la tierra, no quede en manos de los industriales, que se emplee en especulaciones, es decir, vengaa parar a nuestras cajas. La lucha encarnizada por la supremac a, los choques de la vida econ mica crear n,

mejor dicho, han creado ya, sociedades sin ideales, fr as y carentes de sentimientos.

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Estas sociedades sentir n repugnancia por la pol tica noble y elevada y por la Religi n. Su nico culto, sunica gu a ser el c lculo, o lo que es lo mismo, el oro, al que se tributar una verdadera adoraci n, por raz n

de los bienes materiales que proporciona.

Entonces, las clases humildes de los Gentiles nos seguir n en nuestra lucha contra las clases elevadas ypensantes que est n en el poder y son nuestros competidores, y nos seguir n, no ya para hacer el bien, ni aun

siquiera por adquirir riquezas, sino solamente para satisfacer su odio a los privilegiados.

PROTOCOLO V:Creaci n de un fuerte centro de gobierno. - Manera de adue arse del poder la Masoner a.- Por qu lasnaciones no pueden entenderse. -Predestinaci n de los jud os.- El oro, motor del mecanismo de las naciones.-Los monopolios en el comercio y la industria.- Importancia de la cr tica.- Las instituciones seg n se ven.-Cansancio ocasionado por los discursos.- C mo adue arse de la Opini n P blica?.- Importancia de la

iniciativa privada. - El Gobierno Supremo.

Qu forma de gobierno puede d rseles a sociedades en las que la corrupci n ha penetrado hasta lo m s

ntimo, en las que no se llega a la riqueza sino por medio de sorprendentes y h biles combinaciones quepueden ser juzgadas como fraudes o robos disimulados; en las que reina la licencia de costumbres, en las quela moralidad s lo se mantiene por medio de penas y severos reglamentos y no por principios voluntariamenteaceptados, en las que los sentimientos de Religi n y Patria apenas viven, ahogados por las creencias

cosmopolitas?

Qu forma de gobierno dar a esas sociedades sino la forma desp tica que describir m s adelante?.

Nosotros arreglaremos mec nicamente todos los actos de la vida pol tica de nuestros s bditos por medio deleyes nuevas. Esta leyes reprimir n una por una todas las complacencias y las m s grandes libertades quefueron decretadas por los Gentiles, y nuestra dominaci n se distinguir por un despotismo tan manifiesto y tangrandioso que estar en condiciones en cualquier tiempo y lugar de hacer callar a los Gentiles que intenten

opon rsenos y vivan descontentos de nuestro gobierno.

Pero se nos podr objetar que este despotismo de que hablo no est en armon a con los progresos modernos.Yo demostrar lo contrario. Cuando los pueblos ve an las personas de los reyes y gobernantes como unaverdadera emanaci n de la Voluntad Divina, se somet an sin murmuraciones al absolutismo de los reyes; perohoy, que nosotros les hemos sugerido la idea de sus propios derechos, los gobernantes son considerados

como unos simples mortales.

La unci n divina ha ca do de la frente de los reyes, despu s que nosotros arrebatamos al pueblo su creenciaen Dios; su autoridad ha rodado por las calles, esto es, por los lugares que son de p blica propiedad, ynosotros la hemos recogido y nos hemos adue ado de ella. Adem s, el arte de gobernar a las masas y a losindividuos, por medio de una teor a, de una fraseolog a h bilmente combinada, por reglamentaciones de lavida social y por toda clase de medios ingeniosos, de los que los Gentiles no entienden una palabra, formatambi n parte de nuestro talento de gobierno, educado por el an lisis, en la observaci n, en tales sutilezas deconceptos en los que nadie puede igualarnos, as como tampoco en concebir planes de acci n pol tica y de

solidaridad.

nicamente los jesuitas podr an igualarnos en este respecto, pero ya hemos tenido buen cuidado dedesacreditarlos a los ojos de las multitudes est pidas; porque ellos forman una organizaci n visible, en tantoque nosotros permanecemos en la sombra con nuestra organizaci n secreta. Por lo dem s, qu importa almundo qui n ser su amo? Qu le importa que sea el Jefe del Catolicismo o nuestro D spota de la sangrede Si n?. Pero para nosotros, que formamos el pueblo elegido, la cuesti n est muy lejos de sernos

indiferente.

Una alianza universal de los Gentiles podr a, tal vez, dominarnos por alg n tiempo; pero nos hemos precavidocontra este peligro por medio de los g rmenes de profunda discordia que hemos procurado sembrar en suscorazones y que nadie puede ya desarraigar. Hemos enfrentado unos a otros los c lculos individuales ynacionales de los Gentiles; sus odios religiosos y radicales que venimos fomentando y cultivando desde hace

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veinte siglos. Por esto, ning n gobierno encontrar auxilio en parte alguna.

Cada uno pensar que una alianza contra nosotros es desfavorable a sus intereses.

Somos muy fuertes. Es necesario que se nos tome en cuenta. Las Potencias no pueden concluir el m s

insignificante tratado sin que nosotros tambi n tomemos parte en l.

Per me reges regnant, "por m reinan los reyes", han dicho nuestros profetas, y que somos los elegidos porDios mismo, para dominar toda la tierra. Dios nos ha dado el genio para que podamos llegar hasta el fin deeste problema. Hubo un caudillo y gu a que hubiera podido luchar contra nosotros con xito; pero el reci nllegado sigui un camino distinto del que llevaba el viejo habitante; la lucha contra nosotros habr a sido a

muerte y tal como el mundo jam s la habr a visto. Luego... esos hombres de genio llegar an demasiado tarde.

Todas las ruedas del mecanismo de los gobiernos dependen de un motor que est en nuestras manos: este

motor es el oro.

La ciencia de la Econom a Pol tica, inventada por nuestros Sabios, nos ha dado a conocer, despu s de muchotiempo, el prestigio y valor del oro. El capital, para tener libertad de acci n necesita obtener el monopolio de laindustria y del comercio, lo que ya est en v as de realizarse, mediante una mano que opera en todo elmundo, pero que es invisible. Esta libertad dar m s importante desarmar a los pueblos, que empujarlos a laguerra; utilizar sus pasiones enardecidas para nuestro provecho mejor que calmarlas; importa m s adue arse

de las ideas de otros y comentarlas, mejor que suprimirlas.

El problema capital de nuestro gobierno est en debilitar el esp ritu p blico por la cr tica; en hacerle perder lacostumbre de pensar, pues la reflexi n da origen muchas veces a la oposici n; en distraer las actividades delos esp ritus con banales escaramuzas y torneos de oratoria. Los pueblos, lo mismo que los individuos,siempre han tomado como hechos las palabras, pues, content ndose con la apariencia de las cosas, rarasveces se toman el trabajo de examinar si las promesas que se les hacen, relativas a la vida social, sigue su

cumplimiento efectivo.

Por esta raz n nuestras instituciones deber n presentar una hermosa fachada que demuestre elocuentementelos beneficios que puede reportar el progreso a todos los hombres. Debemos apropiarnos la fisonom a detodos los partidos, de todas las distintas tendencias y ense ar a nuestros oradores a hablar tanto, que el

mundo se canse de o rlos.

Para adue arse de la opini n p blica es necesario tenerla siempre suspensa y vacilante, expresando por todoslados y por largo tiempo tantas opiniones contradictorias, que los Gentiles acaben por perderse en este

laberinto de ideas y por persuadirse que es mejor para ellos no tener opini n ninguna en pol tica.

Cuestiones son stas que la Sociedad no debe conocer. Este es el primer secreto. El segundo, necesariotambi n para gobernar con xito, consiste en multiplicar de tal manera los defectos del pueblo, las malascostumbres, las pasiones, los reglamentos de la vida com n, que no haya nadie capaz de desenmara ar estecaos y que los hombres acaben por no entenderse entre s . Esta t ctica nos dar tambi n por resultadosembrar la discordia en todas partes y disgregar todas las fuerzas colectivas que no hayan queridosomet rsenos; desalentar toda iniciativa personal, aun la m s ingeniosa, y ser m s poderosa y eficaz quelos mismos millones de hombres en cuyo seno hemos sembrado la discordia.

Necesitamos dirigir la educaci n de las sociedades cristianas en tal forma, que sus manos caigan abatidas enun gesto de desesperada impotencia ante cualquier negocio que exija iniciativa.

El esfuerzo que se ejerce sobre el r gimen de una libertad sin l mites es impotente, porque tropieza con los

esfuerzos libres de otros. De aqu se originan molestos y enojosos conflictos morales, decepciones y fracasos.

NOSOTROS CANSAREMOS DE TAL MANERA A LOS GENTILES CON ESTA LIBERTAD, QUE LESOBLIGAREMOS A QUE NOS OFREZCAN UN PODER INTERNACIONAL CUYA DISPOSICI N SER TALQUE SIN ROMPERLAS, PUEDA ENGLOBAR LAS FUERZAS DE TODAS LAS NACIONES DEL MUNDO YFORMAR EL SUPER-GOBIERNO UNIVERSAL. En lugar de los actuales Gobiernos, estableceremos uno

verdaderamente terrible que se llamar ADMINISTRACI N DEL SUPER-GOBIERNO.

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Sus manos alcanzar n a todas partes, a manera de unas enormes tenazas, y su organizaci n ser tan colosal

que ning n pueblo podr dejar de somet rsenos.

PROTOCOLO VI:Los monopolios. - Las riquezas de los Gentiles.- Su dependencia de esos monopolios.- La Aristocraciadespojada de riqueza territorial.- El Comercio, la Industria y la Especulaci n. - El lujo. - El alza de los salarios. -Encarecimiento de art culos de primera necesidad. - La anarqu a y la embriaguez. - La significaci n secreta de

las teor as econ micas y de su propaganda.

Muy pronto constituiremos enormes monopolios, verdaderos almacenes de riquezas colosales, a los que loscapitales de los Gentiles, aun los m s grandes, defender n de tal manera que al final ser n absorbidos, ascomo el cr dito de los Estados en v speras de una cat strofe pol tica. Se ores economistas que est is aqupresentes, Considerad la importancia de esta combinaci n!.... Necesitamos por todos los medios posiblestratar de explicar y desarrollar la importancia de nuestro Super-Gobierno, represent ndolo como el protector y

remunerador de todos los que voluntariamente se le sometan.

La aristocracia de los Gentiles como fuerza pol tica ha desaparecido y ya no tenemos que tomarla en cuenta;pero como propietaria de bienes territoriales, puede perjudicarnos en proporci n de la independencia quepueden proporcionarle esos recursos. Es, pues, absolutamente necesario despojarla totalmente de sus tierras.El medio m s eficaz para conseguirlo es el de aumentar los impuestos sobre la propiedad territorial a fin degravar la tierra. Esta medida mantendr la propiedad territorial en una dependencia absoluta. Los arist cratasGentiles, al pasar la propiedad de padres a hijos, no sabiendo contentarse con menos de lo que ten an,quedar n arruinados. Al mismo tiempo hay que proteger eficazmente el comercio y la industria, y m s todav a,

la especulaci n, cuyo papel es servir de contrapeso a la industria.

Sin la especulaci n, la industria aumentar a los capitales particulares, mejorar a la agricultura, librando las

tierras de los grav menes asignados por los pr stamos de los bancos hipotecarios de cr dito territorial.

Es necesario que la industria prive a la tierra del fruto, tanto del capital como del trabajo, y que ponga ennuestras manos para la especulaci n todo el oro del mundo, obligados en fuerza de estas combinaciones aquedar relegados a las filas del proletariado, todos los Gentiles se inclinar n ante nosotros para tener como

nico derecho el de existir. Para arruinar la industria de los Gentiles daremos un gran impulso a la

especulaci n y al gusto por el lujo, ese lujo que todo lo devora.

Haremos subir los salarios, pero de tal manera que esta alza no reporte ning n provecho a los obreros, porqueal mismo tiempo habremos provocado el encarecimiento de todos los art culos de primera necesidad,haciendo creer que ese encarecimiento es debido a la decadencia y postraci n de la agricultura y a la mismaelevaci n de los jornales, y minaremos adem s profundamente las fuentes de producci n habituando al obreroa la anarqu a y a la embriaguez, y tomaremos tambi n todas las medidas posibles para quitar la tierra de las

manos de los Gentiles inteligentes.

Para impedir que esta situaci n sea conocida antes de tiempo bajo su verdadero aspecto, disfrazaremosnuestros verdaderos designios con el aparente deseo de servir y ser tiles a los obreros y de propagar los

grandes principios econ micos que ense amos en los tiempos actuales.

PROTOCOLO VIl:Por qu deben aumentarse los armamentos. - Perturbaciones, discordias y odios en todo el mundo.-Represi n de la oposici n de los Gentiles por las guerras y por la Guerra General.- El Secreto, garant a del

xito en pol tica.- La prensa y la opini n p blica.- Los se ores americanos, japoneses y chinos.

El aumento de los Ej rcitos y de la Polic a es complemento necesario del plan que hemos expuesto. Esnecesario que en todos los Estados no queden fuera de nosotros sino las masas de proletarios, algunosmillonarios que nos sean adictos, polic as y sol dados. En toda Europa, lo mismo que en los otros continentes,

tenemos que suscitar la discordia, el odio y el desorden.

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El provecho de estos disturbios es doble.

Por un lado, el respeto de todos los pa ses que as sabr n que podemos, cuando queramos, provocar eldesorden o restablecer el orden, por otro, todos los Estados se acostumbrar n de este modo a considerarnos

como una carga necesaria.

En segundo lugar, nuestras intrigas enredar n todos los hilos que tenemos tendidos en los Gabinetes de lasNaciones, y esto por medio de la pol tica, de convenios econ micos y arreglos financieros. Para llegar anuestros fines necesitaremos desplegar una astucia muy grande en el curso de los arreglos y conferencias;pero, en lo que se llama lenguaje oficial, seguiremos una t ctica opuesta apareciendo siempre como honrados

y conciliadores.

De esta suerte, los pueblos y los gobiernos de los Gentiles, a quienes tenemos ya acostumbrados a no serm s que la apariencia de las cosas que les presentamos, nos tendr n una vez m s por los bienhechores y

salvadores del g nero humano.

A cualquier oposici n que surja deberemos estar en aptitud de hacer declarar la guerra por la Naci n vecina alos que se atreven a enfrent rsenos; y si esta Naci n vecina tuviera el atrevimiento de formar una alianzacontra nosotros, deberemos rechazarla por una guerra general. El camino que m s seguramente lleva al xitoen pol tica es el secreto en todo lo que se emprende: la palabra del diplom tico nunca debe estar de acuerdo

con sus actos.

Debemos obligar con eficacia a los gobiernos Gentiles a obrar seg n el plan que hemos concebido conamplitud y que toca ya a su fin. La opini n p blica nos ayudar ; esta opini n p blica, que es la gran potencia,

la prensa, secretamente ha venido tambi n a caer en nuestras manos.

Con pocas excepciones, sin importancia que es in til tener en cuenta, la prensa toda depende de nosotros.

En una palabra, para abreviar: he aqu nuestro sistema de coerci n de los gobiernos Gentiles en Europa. Auno, le haremos ver nuestra fuerza por medio de los atentados, esto es, del terror; a todos, si es que todos se

revuelven contra nosotros, contestaremos con los ca ones americanos, chinos o japoneses.

PROTOCOLO VIII:Uso equ voco del derecho jur dico.- Los colaboradores del r gimen Francmas n.- Escuelas particulares.-Educaci n superior particular.-Economistas y millonarios.- A qui n deben confiarse los puestos de

responsabilidad en el gobierno.Debemos apropiarnos todos los instrumentos que nuestros contrarios pudieran utilizar contra nosotros.Debemos encontrar en las sutilezas y minucias del lenguaje jur dico una justificaci n para aquellos casos enque nos veamos en la necesidad de pronunciar sentencias que pudieran parecer demasiado atrevidas oinjustas; pues importa mucho al formular tales sentencias hacerlo en t rminos que revistan la apariencia de

m ximas morales muy elevadas y un aspecto netamente legal.

Nuestro gobierno debe rodearse de todas las fuerzas de la civilizaci n, en medio de la que tiene que operar.Conforme a esto, se rodear de publicistas, de jurisconsultos experimentados, de hacendistas, dediplom ticos, en una palabra, de hombres preparados por una educaci n superior especial en es cuelastambi n especiales.

Estos hombres deber n conocer los secretos de la existencia social, todos los idiomas formados de letras y depalabras pol ticas; deber n tener conocimiento de las inclinaciones y costumbres de la naturaleza humana, desus cuerdas sensibles que deben saber tocar con acierto. Estas cuerdas son: la ternura del alma de losGentiles, sus inclinaciones, sus debilidades, sus vicios y sus cualidades, sus particularidades de clase y

condici n.

Ya se sobreentiende que esos colaboradores de nuestro gobierno no ser n sacados de entre los Gentiles

acostumbrados a desempe ar el trabajo administrativo sin preocuparse del resultado feliz.

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Los gobernantes Gentiles firman los papeles sin leerlos; sirven por inter s personal o por ambici n.Rodearemos asimismo nuestro gobierno de todo un mundo de economistas. He aqu por qu las ciencias

econ micas son las m s tiles y por qu importa tanto que se ense en a los jud os.

Estaremos rodeados de una pl yade de banqueros, industriales, capitalistas y m s que todo esto, de

millonarios, supuesto que, en ltimo t rmino los guarismos son los que todo lo deciden.

Por alg n tiempo, mientras llega el momento de confiar sin peligro los puestos de responsabilidad en losgobiernos de las naciones a nuestros hermanos jud os, los encomendaremos a individuos cuyo pasado ycar cter sean tales que en caso de desobediencia a nuestros mandatos no les quede otra cosa que esperar

sino el destierro o la muerte; as ellos defender n nuestros intereses hasta el ltimo aliento.

PROTOCOLO IX:Aplicaci n de los principios mas nicos en la reeducaci n de los pueblos. - La palabra de orden delFrancmas n.- Importancia del Antisemitismo.- La dictadura de la Francmasoner a.- El Terror.- Instrumentos dela Masoner a.- La fuerza inteligente y la fuerza ciega de los reinos Gentiles.- Participaci n del poder con elPueblo. - La arbitrariedad liberal. Usurpaci n de la instrucci n y la educaci n.- Interpretaci n de las leyes.- Los

metropolitanos.En la aplicaci n de nuestros principios deb is atender al car cter del pueblo en medio del que viv s y ten isque operar: Una aplicaci n general y uniforme de estos principios, antes que hayamos reeducado al pueblo, nopuede dar buenos resultados. Pero aplic ndolos prudentemente ver is que no pasar n diez a os sin que elcar cter m s obstinado no haya sufrido transformaci n y que no contemos con un pueblo m s, bajo nuestra

dependencia.

Cuando llegue nuestro reinado, sustituiremos nuestras palabras de orden liberal LIBERTAD, IGUALDAD,FRATERNIDAD no por otras palabras de orden, sino por las mismas trasladadas a su rango de merosconceptos abstractos; nosotros diremos: el derecho a la libertad; el deber de la igualdad; el ideal de la

fraternidad.

Cogeremos al toro por los cuernos, sin tapujos ni reticencias: hemos destruido ya todos los gobiernos exceptoel nuestro; m s a n, en muchas partes el nuestro es ya un gobierno de jure. En la actualidad, si hay algunasnaciones que levantan protestas contra nosotros, es por mera f rmula, u obedeciendo a nuestros deseos omandatos, porque el Antisemitismo nos es en cierto modo necesario para gobernar a nuestros hermanos

menores.

No os explicar esto con mayor claridad, pues es punto que m s de una vez ha sido tratado en nuestras

reuniones.

En realidad, no hay ya m s obst culos que nos detengan en nuestro camino. Nuestro Super-Gobierno se hallaen las condiciones extralegales que se ha convenido en llamar con una palabra demasiado en rgica:

DICTADURA.

En conciencia, puedo afirmar que actualmente somos los legisladores los que dictamos sentencias en materiade justicia, los que condenamos a muerte y otorgamos gracia: Somos como el jefe de un gran ej rcito y

marchamos a su frente, jinetes en el brioso corcel de su general supremo.

Gobernaremos con mano firme, pues tenemos en ella las riendas de un partido que fue fuerte en otro tiempo,hoy sometido a nosotros. Tenemos en nuestras manos ambiciones desmedidas, avideces ardientes,venganzas despiadadas, odios rencorosos. De nosotros proviene ese terror que todo lo ha invadido. Bajonuestras rdenes militan hombres de todas las opiniones, de todas las creencias; restauradores de lamonarqu a, demagogos, socialistas, comunistas, y todo g nero de utop as; a todo el mundo hemosenganchado en nuestra empresa, y cada uno de ellos va minando las ruinas de poder y se afana por acabar

de derribar lo que a n queda en pie.

Todas las naciones experimentan convulsiones y reclaman tranquilidad; est n prontas a sacrificarlo todo a

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cambio de un poco de paz; pero esa paz anhelada no se la daremos mientras no reconozcan nuestroSuper-Gobierno abiertamente y con completa sumisi n. El pueblo todos los d as est gritando que esnecesario dar una soluci n a la cuesti n social por medio de un acuerdo internacional en la materia. La divisi ndel pueblo en partidos lo ha puesto en nuestras manos, pues para sostener una lucha es indispensable dinero,

y el dinero somos nosotros los que lo tenemos en nuestro poder.

Podr amos temer una alianza de la fuerza inteligente de los gobernantes con la fuerza ciega de los pueblos,pero hemos tomado todas las medidas que dicta la prudencia para conjurar este peligro: entre esas dosfuerzas hemos levantado una muralla, esto es un terror rec proco. De esta suerte la fuerza ciega del pueblonos sirve de apoyo y s lo nosotros la podremos dirigir con toda precisi n hacia nuestros fines. Y para que lasmanos de ese ciego, el pueblo, no puedan rechazar nuestra direcci n, necesitamos de tiempo en tiempoponernos en contacto directo con l, si no personalmente, al menos con la intervenci n de nuestros hermanos

m s fieles.

Cuando ya seamos un gobierno reconocido, conversaremos nosotros mismos con el pueblo en las plazasp blicas; lo instruiremos respecto de las cuestiones pol ticas en el sentido que nosotros necesitamos.

C mo verificar lo que se ense a en las escuelas del pueblo?. Lo que diga el comisionado del gobierno o el

mismo gobernante, no puede dejar de conocerse luego en todo el Estado, porque se difundir inmediatamente

por la voz del pueblo.

Para no destruir prematuramente las instituciones de los Gentiles, hemos movido por medio de una manointeligente todos los resortes de su mecanismo. Estos resortes estaban dispuestos en un orden severo, perojusto; nosotros los hemos reemplazado por una arbitrariedad desordenada. Hemos desarreglado lajurisdicci n, las elecciones, la prensa, la libertad individual, y m s que nada, la educaci n y la instrucci n, que

son las piedras angulares en las que la existencia libre debe descansar.

Hemos corrompido, embrutecido y prostituido la juventud cristiana por una educaci n cimentada en principiosy teor as que sabemos son falsos y que no obstante han sido inspirados por nosotros. A m s de esto, las leyesexistentes, sin mudarlas en su esencia, las hemos desfigurado con interpretaciones contradictorias, obteniendo

resultados admirables.

Estos se manifiestan desde luego en esas glosas y comentarios, disfrazando las leyes, han sido ocultadasdiscretamente a los ojos de los gobernantes y las han dejado imposibles de reconocer en medio de una

legislaci n por dem s embrollada. De aqu procede la teor a del tribunal de la conciencia.

Y vosotros dir is que si los pueblos se dan cuenta antes de tiempo de estas maniobras, se revolver n contranosotros con las armas en la mano; pero si llegara este caso, en todos los pa ses de Occidente tenemospreparada una maniobra tan terrible, que a n los nimos m s esforzados temblar n: en todas las grandescapitales se ir n estableciendo los metropolitanos (tranv as subterr neos) y nosotros los volaremos por medio

de la dinamita con todas las organizaciones y todos los documentos del pa s.

PROTOCOLO X:La fuerza de las cosas en pol tica.- La genialidad de la bajeza.- Lo que promete el golpe de EstadoFrancmas nico.- El Sufragio Universal.- La estima de s mismo.- Los jefes de los Francmasones.- El gu agenial de la Masoner a.- Las Instituciones y sus funciones.- El veneno del Liberalismo. La Constituci n,escuela de disensiones de partidos.- La Era Republicana.- Los Presidentes, hechuras de Masoner a.-Responsabilidad de los Presidentes.- El Panam . El papel de la c mara de los diputados y del Presidente.- LaFrancMasoner a, fuerza legislativa.- La nueva Constituci n Republicana.- Tr nsito a la AutocraciaFrancmas nica. - Momento de la proclamaci n del rey universal. - Inoculaci n de enfermedades y otros

cr menes de la Francmasoner a.

Empiezo hoy por repetir lo que ya os he dicho, rog ndoos record is que los gobiernos y los pueblos no vensino la apariencia de las cosas, y c mo podr an desentra ar su sentido ntimo cuando sus representantes nosue an sino en divertirse? Mucho importa para nuestra pl tica conocer este detalle, pues, nos servir demucho cuando lleguemos a tratar y discutir sobre la divisi n del poder, la libertad de palabra, de prensa, deconciencia, el derecho de asociaci n, de la igualdad ante la ley, la inviolabilidad de la propiedad y domicilio, los

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impuestos y la retroactividad.

Todas estas cuestiones son tales que nunca es necesario tratarlas ante el pueblo directamente y abiertamente.

En los casos en que sea preciso tocarlas, no hay que enumerarlas, sino declarar en globo que los principiosdel derecho moderno son reconocidos por nosotros. La importancia de esta reticencia consiste en que unprincipio que no se nombre, nos deja en libertad de excluir esto o aquello, sin que nadie lo advierta, mientras

que si los enumeramos tenemos que aceptarlos sin reservas.

El pueblo siente un amor particular y una grande estimaci n por los genios pol ticos y responde a todos susactos de violencia con estas o parecidas palabras: "Es un canalla, pero qu listo!...;Esto es el colmo de la

habilidad!. Qu golpe m s bien dado. Pero qu brib n!".

Nosotros contamos con atraer a todas las naciones para la construcci n de un nuevo edificio fundamental delque tenemos ya proyectado el plan. He aqu por qu , ante todo, tenemos necesidad de hacer provisi n de estaaudacia y fuerza de esp ritu que en la persona de nuestros actores han de destruir todos los obst culos que se

oponen a nuestro paso.

Una vez dado nuestro golpe de estado diremos a los pueblos: Todo iba horriblemente mal; todos hemos tenidoque sufrir por una causa o por otra; esto era ya insoportable. Hemos destruido las causas de vuestrossufrimientos, las nacionalidades, las fronteras, la diversidad de monedas. Indudablemente que sois muy libresde jurarnos obediencia o no; pero pod is hacerlo con justicia si lo hac is antes de experimentar lo que oshemos dado?... Entonces nos exaltar n y llevar n en triunfo con un entusiasmo un nime, y lleno de

esperanzas.

El sufragio universal, del que hemos hecho el instrumento de nuestra entronizaci n, y al que hemosacostumbrado a los m s insignificantes iniciados que forman parte de la colectividad humana, por medio dereuniones, de grupos y de alianzas, representar por ltima vez su papel expresando el voto un nime de lahumanidad de conocernos antes de juzgarnos. Para esto es necesario arrastrar a todo el mundo hacia elsufragio universal, sin distinci n de clases y sin censos electorales, para establecer as el absolutismo de las

mayor as que no se puede obtener de las clases de contribuyentes y pensantes.

Una vez acostumbrado el mundo de esta manera a la idea de su propio valer, queda destruida la importanciade la familia cristiana y las trascendencias que tiene en la educaci n y no permitiremos que surjanpersonalidades a las que las turbas, dirigidas por nosotros, no permitir n que se destaquen ni siquiera quelevanten la voz; las multitudes est n acostumbradas a no escuchar sino a nosotros, que les pagamos su

obediencia y su atenci n.

De esta suerte haremos del pueblo una fuerza tan ciega, que no habr en el Estado ninguno que estdispuesto a hacer cualquier movimiento sino bajo la direcci n de los agentes que nosotros pongamos para que

los dirijan como jefes.

El pueblo se someter a esta direcci n, pues sabe bien que de esos nuevos jefes dependen las ganancias, lasgratuitas recompensas y toda clase de bienes. Un plan de gobierno debe ser proyectado por un solo hombre,pues resultar a incoherente si muchos talentos se distribuyen la tarea de formarlo. As , nosotros podemosconocer un plan de acci n; pero no debemos discutirlo para no romper su car cter peculiar, la trabaz n de sus

partes, la fuerza pr ctica y la significaci n oculta de cada uno de sus puntos.

Que el sufragio universal lo discuta y lo manosee, por decirlo as , y esto s lo bastar para que adquiera elcar cter de todas las falsas concepciones de inteligencias que no penetran la profundidad y el enlace de los

pensamientos.

Sean nuestros planes s lidos y bien concebidos como es necesario. Por eso no debemos arrojar lasproducciones de talento de nuestros jefes a los pies de las multitudes, ni abandonarlas tampoco en manos desociedades de cortos alcances. Estos planes no destruir n por lo pronto las instituciones modernas. Solamentemodificar n su econom a, y en consecuencia, todo su desarrollo que se orientar de conformidad con nuestrosproyectos. Casi en todas las naciones existen las mismas cosas, aunque tal vez con distintos nombres: la

Representaci n, los Ministerios, el Senado, el Consejo de Estado, el Cuerpo Legislativo v el Cuerpo Ejecutivo.

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No tengo necesidad de explicaros el mecanismo de las relaciones de estas instituciones entre s , porque os esbien conocido; notad solamente que cada una de estas instituciones corresponde a una funci n importante delEstado, y os ruego que tom is tambi n en consideraci n que es la funci n y no la instituci n la que yo llamoimportante, no son, pues, las instituciones las que son de importancia, sino sus funciones. Las instituciones se

han distribuido entre s todas las funciones del gobierno: funciones administrativas, legislativas y ejecutivas.

De esta manera, las instituciones desempe an en el organismo del Estado un papel semejante al de losrganos en el cuerpo humano.

Si nosotros trastornamos una parte de la m quina del Estado, ste caer enfermo como el cuerpo humano, ymorir . Despu s de haber inoculado en el organismo del Estado el veneno del Liberalismo, toda suconstituci n se ha trastornado; los estados est n enfermos de una enfermedad mortal, la descomposici n de

la sangre; no queda ya m s que esperar que el t rmino de su agon a.

Del Liberalismo han nacido los gobiernos constitucionales que han reemplazado entre los Gentiles a unasaludable autocracia, y la constituci n, como sab is vosotros, no es m s que una escuela de des rdenes, demalas inteligencias, de discusiones, de disputas, de agitaciones est riles de partidos; en una palabra, es la

escuela de todo aquello que hace a un Estado perder su personalidad e individualidad.

La tribuna lo mismo que la prensa, ha condenado a los gobiernos a la inacci n y a la debilidad y los han hechopoco necesarios, in tiles, lo que f cilmente explica que sean derribados.

La era republicana ha llegado as a ser posible; hemos reemplazado el gobierno por una caricatura degobierno, por un presidente que sacamos de la multitud, de entre los miles de hechuras y esclavos nuestros.

All est el fondo de la mina cavada por nosotros bajo el suelo de los pueblos Gentiles.

En porvenir no lejano, crearemos la responsabilidad de los presidentes. Entonces, sin molestarnos,provocaremos acontecimientos de los que nuestra creaci n impersonal tendr que responder. Qu nosimporta si las filas de los que aspiran al poder se van aclarando, si surgen dificultades capaces dedesorganizar completamente una naci n?.. En previsi n de este resultado, fraguaremos la elecci n de

presidentes que tengan en su pasado alguna mancha infamante oculta, alg n Panam .

El temor a las revelaciones y al esc ndalo y el deseo de todo hombre que llega al poder de conservar sus

privilegios y los honores que consigo lleva el puesto, los convertir n en fieles ejecutores de nuestras rdenes.

La C mara de Diputados encubrir , defender , elegir a los presidentes; pero le quitaremos el derecho deiniciar leyes y de modificarlas: este derecho se le adjudicar al presidente, que no ser sino un juguete ennuestras manos. El poder del gobierno vendr a ser blanco de todos los ataques. Nosotros le daremos elderecho de apelar a la decisi n del pueblo, sin tener que acudir a la intervenci n de sus representantes, laC mara; es decir: el derecho de recurrir a nuestro servidor ciego e incondicional: la mayor a. Adem s,

daremos al presidente el derecho de declarar la guerra.

Fundaremos este ltimo derecho alegando que el presidente, como jefe de todo el ej rcito de la naci n, debetenerlo a su disposici n para defender la nueva constituci n republicana, de la que l, el presidente, es elrepresentante responsable. En estas condiciones el Jefe del Santuario (la llave de la situaci n) estar ennuestras manos y nadie, excepto nosotros, podr encauzar la fuerza legislativa. Retiraremos adem s a laC mara, al implantar la nueva Constituci n, el derecho de interpelaci n, bajo el pretexto de que ese derechoes contrario a la salvaguardia del secreto pol tico. Igualmente restringiremos por la nueva Constituci n eln mero de representantes al m nimum, lo que producir el efecto de disminuir un tanto las pasiones pol ticas y

la pasi n por la pol tica.

Si, contra lo que esperamos, esas pasiones pol ticas se despertaran a n en ese corto n mero derepresentantes, lo reduciremos a nada, por medio de un llamamiento a la mayor a del pueblo. Depender n del

Presidente los nombramientos de presidente y vicepresidente de la C mara y del Senado.

En lugar de sesiones parlamentarias permanentes, limitaremos las sesiones a unos meses. Adem s elPresidente, como jefe del poder ejecutivo, tendr el derecho de convocar o disolver el parlamento, y en este

ltimo caso, el de aplazar el momento para una nueva convocaci n.Pero, para que las consecuencias de todos estos actos, realmente ilegales, no recaigan sobre laresponsabilidad establecida por nosotros del presidente, en lo relativo a nuestros planes, sugeriremos a losministros y dem s funcionarios que rodean al Presidente la idea de sobrepasar las disposiciones de ste, con

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sus propias medidas, de tal manera que ellos (los ministros) vengan a resultar los responsables.

Aconsejamos encomendar esta actuaci n, principalmente, al Senado o al Consejo de Estado o de Ministros,m s bien que a un solo individuo. El Presidente interpretar conforme a nuestros deseos las leyes existentesque sean susceptibles de distintas interpretaciones; las anular cuando le demostremos la necesidad dehacerlo; tendr derecho de proponer leyes provisionales, y aun nuevo cambio de Constituci n, con pretexto del

bien supremo del Estado.

Estas medidas nos dar an el medio de destruir poco a poco y paso a paso todo aquello que en el momento deposesionarnos del poder nos hayamos visto obligados a incluir en las Constituciones de los pueblos; por estemedio pasaremos insensiblemente a la supresi n de toda Constituci n cuando llegue la ocasi n y el momento

de agrupar todos los gobiernos bajo nuestra autocracia.

El reconocimiento de ella puede llegar antes de la supresi n de la Constituci n, si los pueblos, cansados detantos des rdenes y de la frivolidad de sus gobernantes dan engrifar. Echadlos y dadnos un rey universal quepueda unirnos y acabar con las causas de nuestras discordias: las fronteras internacionales, las religiones, losc lculos e intereses de Estado: un rey que nos d esta paz, esta tranquilidad que no podemos alcanzar con

nuestros gobernantes y representantes.

Sab is muy bien vosotros que para que estos deseos se realicen es necesario perturbar constantemente entodos los pueblos las relaciones entre ellos y sus gobiernos, con el prop sito de cansar a todo el mundo con ladesuni n, la enemistad, el odio, y aun con el martirio, el hambre, la propagaci n de enfermedades y la miseria

para que los Gentiles no encuentren otra salvaci n que la de recurrir a nuestra plena y absoluta soberan a.

Si damos a los pueblos una tregua para respirar, tal vez el momento favorable no llegar jam s.

PROTOCOLO XI:El programa de la nueva Constituci n.- Algunos pormenores del golpe de Estado proyectado.- Los Gentiles,

reba o de borregos.- La Francmasoner a secreta y sus logias de apariencia.

El Consejo de Estado tiene por objeto hacer destacar el poder del gobierno: bajo la apariencia de un cuerpo

legislativo, ser en realidad un comit de redacci n de las leyes y de los decretos del gobierno.

He aqu el Programa de la nueva Constituci n que preparamos: Crearemos la Ley, el derecho y el tribunal...1. bajo la forma de proposiciones al Cuerpo Legislativo2. por medio de decretos presidenciales, por actas del Senado y por resoluciones del Consejo de Estado,

bajo la forma de rdenes ministeriales3. en caso de que se juzgue oportuno, por medio del golpe de estado

Una vez que de manera aproximada dejamos establecido este modus vivendi, tratemos algo m sdetalladamente de las medidas que nos servir n para acabar la transformaci n del Estado en el sentido deque ya hemos hablado. Pretendo hablar de la libertad de la prensa, del derecho de asociaci n, de la libertad deconciencia, del principio electivo, y de otras muchas cosas que deber n desaparecer del repertorio humano, o

al menos alterarse radicalmente, tan luego como la nueva Constituci n se haya promulgado.

Entonces ser cuando nos sea posible promulgar todas nuestras leyes al mismo tiempo.

Despu s, cualquier cambio sensible ser a perjudicial por esta raz n: si la modificaci n se opera en el sentidode la severidad y del rigor, puede causar la desesperaci n provocada por el temor de nuevos cambios en elmismo sentido; si, por el contrario, es en el sentido de mayores complacencias, se dir que hemos reconocidonuestros errores, y esto debilitar el prestigio de la infalibilidad de nuestro gobierno, o bien se dir que hemostenido temor y nos vimos obligados a hacer concesiones, que nadie nos agradecer ni a nadie obligar n con

nosotros. Ambas cosas perjudican el prestigio de la nueva Constituci n.

Queremos que desde el d a de su promulgaci n, cuando los pueblos est n a n estupefactos por el golpe deestado que hemos de dar, cuando est n a n invadidos por el terror y perplejos, en ese preciso momentoreconozcan que somos tan fuertes, tan invulnerables, tan poderosos, que no contaremos con ellos para nada;

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que no solamente no atenderemos sus opiniones y pareceres, sino que estamos dispuestos y a punto dereprimir toda expresi n, toda manifestaci n de estos deseos y de estas opiniones, con una autoridadindiscutible; que de un solo golpe nos hemos adue ado de todo lo que nos era necesario y que en ning n caso

estamos dispuestos a compartir nuestro poder con ellos...

Entonces cerrar n los ojos y dejar n venir los acontecimientos...

Los Gentiles son un reba o de carneros y nosotros somos para ellos los lobos. Y ya sab is lo que sucede alos corderos cuando el lobo llega a penetrar en el redil? Cerrar n a n los ojos, sobre todo, por las promesasque les haremos de volverles todas las libertades que les hemos arrebatado, cuando los enemigos de la pazse hayan calmado y los partidos queden reducidos a la impotencia. Por supuesto que los Gentiles podr n

esperar sentados la vuelta del pasado!...

Para qu hab amos de inventar e inspirar a los Gentiles toda esta pol tica sin darles los medios de conocerlaa fondo, sino para poder emprender en secreto lo que nuestra raza dispersa no pod a intentar directa yabiertamente?. Esto nos ha servido de base para nuestra organizaci n de la Francmasoner a secreta, que noes conocida y cuyos designios ni aun siquiera sospechan los imb ciles Gentiles, alistados por nosotros en elej rcito visible de las logias para distraer las miradas de los hermanos.

Dios nos ha dado a nosotros, su pueblo elegido, la dispersi n, y en esta debilidad de nuestra raza radica

nuestra fuerza que hoy nos conduce al solio de un reino universal.

Poco es lo que nos falta edificar sobre estos cimientos.

PROTOCOLO XII:Interpretaci n mas nica de la palabra Libertad.- Porvenir de la prensa en el reinado de los FrancMasones.- Elcontrol de la prensa. Argucias de corresponsales.- Lo que es el progreso para los Francmasones.- Su

solidaridad en la prensa moderna.- Exageraci n de las exigencias sociales.- Infalibilidad del nuevo r gimen.

La palabra Libertad, que se puede definir de distintas maneras, nosotros la definiremos as : Libertad es elderecho que cada uno tiene de hacer lo que permite la ley. Tal interpretaci n de esta palabra en estos tiemposhar que toda la libertad est en nuestras manos, porque las leyes destruir n o crear n lo que nos agrade,

conforme al programa expuesto m s arriba.

Con la prensa obraremos de la manera siguiente: Qu papel desempe a la prensa en la actualidad?. Ellasirve para encender las pasiones o mantener el ego smo de los partidos. La prensa es banal, injusta,aduladora, y los hombres, en su gran mayor a, no comprenden bien para qu sirve. Nosotros la domaremos yla enfrenaremos con fuertes riendas, y otro tanto haremos con las dem s obras impresas, porque de qu nosservir a desembarazarnos de la prensa y del peri dico si hemos de ser el blanco de los ataques del libro y del

folleto?

Transformaremos la publicidad, que bastante caro nos ha costado hasta ahora, censurando los peri dicos y

convirti ndolos en una fuente de ingresos para el Estado.

Crearemos un impuesto especial para la prensa. Al fundarse un peri dico, o al establecerse una imprenta,exigiremos una participaci n. Con esta medida quedar garantizado nuestro gobierno de todo ataque por parte

de la prensa. En ocasiones, aun sin m rito para ello, impondremos multas.

Estampillas, participaciones y multas producir n un buen ingreso al Estado.

Es verdad que los peri dicos de los partidos podr an soportar estas p rdidas pecuniarias, pero lossuprimiremos a la segunda vez que nos ataquen. Nadie osar tocar impunemente la aureola de nuestrainfalibilidad gubernamental. El pretexto para suprimir un peri dico podr ser, por ejemplo, que el rgano encuesti n agita los nimos sin raz n ni motivo. Fijaos bien, os ruego, en que entre aquellos peri dicos que nosatacar n, habr algunos creados por nosotros mismos; pero stos dirigir n sus tiros exclusivamente a aquellos

puntos en los que nosotros deseamos alg n cambio.

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Nada se dar a conocer a las sociedades fuera de nuestro control. Ya desde ahora hemos obtenido esteresultado por el hecho de que todas las noticias se reciben por nuestras agencias, en las que esas noticias detodo el mundo vienen a centralizarse. Estas agencias entonces ser n exclusivamente nuestras y no publicar n

sino lo que nosotros les ordenemos.

Si ya desde ahora nos hemos podido adue ar de las inteligencias en las sociedades cristianas, a tal grado quecasi todos los hombres ven los acontecimientos mundiales solamente a trav s de las lentes de color queponemos delante de los ojos; si desde ahora no hay ya para nosotros cerradura que nos impida apoderarnosde lo que los Gentiles torpemente llaman Secreto de estado, qu ser cuando seamos los due os

reconocidos como tales del mundo, en la persona de nuestro rey universal?.

Cualquiera que desee ser editor, librero, bibliotecario, publicista o impresor, tendr la obligaci n de obtener undiploma o credencial que, en caso de que su due o llegara a hacerse reo de cualquier delito, serinmediatamente recogida. Con estas medidas, el instrumento del pensamiento y de las ideas vendr a ser unmedio educativo en manos de nuestro gobierno, que no permitir a las masas populares fantasear acerca delos beneficios del progreso. Qui n de nosotros ignora que estos beneficios ilusorios conducen a absurdos

desvar os?.

Estos desvar os han dado origen a las relaciones an rquicas de los hombres entre s y con el poder, porque elprogreso ha tra do las ideas de toda clase de libertades desenfrenadas-Todos aquellos a quienes damos elnombre de libera les son anarquistas, si no de hecho, a lo menos de pensamiento. Todos y cada uno de ellos

van persiguiendo la libertad y caen en la anarqu a, protestando por el simple placer de protestar.

Volvamos a la prensa. La abrumaremos, lo mismo que a los dem s impresos, con impuestos en sellos oestampillas a tanto por hoja, y con fianzas: los libros que tengan menos de treinta hojas, pagar n dobleimpuesto. A stos, los registraremos en la categor a de folletos; por una parte, a fin de reducir el n mero derevistas, que son el veneno m s peligroso, y por otra, porque esta medida obligar a los escritores a producirobras extensas que ser n poco le das, principalmente por su alto precio. Por el contrario, lo que nosotroseditemos para el bien moral, dentro de las tendencias que estableceremos, se vender barato y ser le do por

todos.

Los impuestos acallar n el vano deseo de escribir, y el temor del castigo someter a los literatos bajo nuestraautoridad. Si hay personas que intenten escribir contra nosotros, no se encontrar quien quiera imprimir susobras. Antes de aceptar alguna para su impresi n, el editor o impresor tendr que dirigirse a las autoridades

para obtener el permiso respectivo.

De este modo nosotros conoceremos anticipadamente los lazos que se nos tiendan y los destruiremos con lasexplicaciones previas que hagan el caso. La literatura y el periodismo son dos fuerzas educadoras de la mayorimportancia; por esto nuestro gobierno ser el propietario del mayor n mero de peri dicos. Por esta mismaraz n, tambi n, la influencia nociva de la prensa privada ser neutralizada y adquiriremos una influencia moralenorme. Si autorizamos diez peri dicos privados, fundaremos treinta de los nuestros.

Todos los peri dicos editados por nosotros ser n aparentemente de tendencias y opiniones las m s opuestas,lo que despertar la confianza en ellos y les atraer a nuestros adversarios sin recelos ; caer n en el lazo y

resultar n inofensivos.

Los rganos de car cter oficial estar n en primera l nea. Vigilar n siempre nuestros intereses y esta raz nhace que su influencia sea casi nula.

En la segunda fila estar n los oficiosos, cuyo papel ser atraer a los indiferentes y a los tibios.

En tercera fila colocaremos a nuestra pretendida oposici n.

Un rgano, cuando menos, ser el ant poda de nuestras ideas. Nuestros contrarios tomar n en este pseudoopositor por un aliado suyo y nos descubrir su juego. Representar n nuestros peri dicos todas las tendencias:las aristocr ticas unos, las republicanas otros, igualmente las revolucionarias y aun las anarquistas; pero esto,

naturalmente se entiende, mientras est en vigor la Constituci n.

Como el dios Vishnu de cien manos, cada una de ellas acelerar el cambio de la sociedad; esas manos

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guiar n la opini n en el sentido que convenga a nuestros intereses, porque un hombre que vive en un mediodemasiado agitado, pierde la facultad de razonar y se abandona f cilmente a la sugesti n. Los imb ciles quecreer n repetir la opini n del peri dico de su partido, no har n otra cosa que repetir y expresar nuestra opini no aquello que nos agrade. Se har n la ilusi n de seguir las opiniones del peri dico de su partido, y en realidad

seguir n la bandera que nosotros enarbolaremos para que vayan tras ella.

Para dirigir en este sentido nuestro ej rcito de periodistas desarrollaremos un cuidado especial en laorganizaci n de esta obra. Bajo el nombre de Oficina central de la prensa organizaremos reuniones literarias

en las que nuestros agentes, sin dejarlo conocer, dar n la palabra de orden y las se ales.

Discutiendo y objetando nuestras iniciativas de una manera superficial, y sin llegar al fondo de las cuestiones,nuestros rganos entablar n pol mica con los peri dicos oficiales para proporcionarnos el medio de hacerdeclaraciones m s francas sobre puntos en los que no hayamos podido ser m s expl citos en nuestras

primeras declaraciones oficiales.

Estos ataques tendr n, adem s, otro fin muy importante: nuestros s bditos se creer n con las necesariasgarant as para poder hablar libremente y esto, por otra parte, dar a nuestros agentes ocasi n para afirmarque los rganos que se declaran contra nosotros no hacen otra cosa que charlar, supuesto que no puedenpresentar razones de peso para refutar seriamente nuestras medidas y disposiciones. Estos procedimientosinadvertidos por la opini n p blica, pero seguros, nos atraer n seguramente la atenci n y la confianza del

p blico.

Merced a ellos encenderemos o calmaremos los nimos en las cuestiones pol ticas; los persuadiremos o losdesconcertaremos publicando unas veces la verdad, otras la mentira; ya confirmando los hechos orectific ndolos, seg n la impresi n que sea necesario provocar en el p blico, pero siempre tanteando elterreno antes de asentar en l el pie-Venceremos a nuestros adversarios infaliblemente, porque ellos notendr n a su disposici n peri dicos en los que puedan emitir sus ideas hasta llegar al fin de una pol mica, en

virtud de las providencias tomadas por nosotros, de las que ya antes tratamos.

En cambio, nosotros no tendremos necesidad de refutarlos seriamente. En nuestros peri dicos oficialesrefutaremos en rgicamente los art culos que, como globos exploradores, lanzaremos en nuestros rganos

clasificados en la tercera categor a, cuando sea necesario.

Ya desde ahora, en las filas del periodismo franc s, por lo menos, existe una solidaridad Francmas nica.Todos los rganos de la prensa est n ligados entre s por el secreto profesional: a semejanza de los antiguosaugures, ninguno de sus miembros dejar escapar el secreto de sus conocimientos, a menos que reciba la

orden de quien puede d rsela.

Ning n periodista se resolver a traicionar este secreto, porque nadie es admitido a este gremio si no tiene ensu vida pasada alguna tacha vergonzosa e infamante; y estas notas infamantes, al punto que se cometa latraici n, ser an reveladas. Mientras que esas infamias ocultas son el secreto de algunos, la aureola del

periodista atrae la opini n de la mayor a del pueblo, que los sigue con entusiasmo.

Nuestros c lculos y proyectos se extienden no s lo a las grandes capitales, sino tambi n a las provincias. Esnecesario que tambi n en ellas excitemos esperanzas y aspiraciones opuestas a las que excitemos en lacapital, a la que inspiraremos las esperanzas y aspiraciones espont neas de las provincias. Claro es que la

fuente de unas y de otras ser siempre la misma, es decir, nosotros.

Mientras no tengamos por completo el poder en nuestras manos, muchas veces tendremos necesidad de quelas capitales sean arrolladas por la opini n de las provincias, esto es, de las mayor as manejadas por nuestros

agentes.

Es preciso que las capitales, en el momento psicol gico, no discutan los acontecimientos por el solo hecho dehaberlos aceptado la mayor a de las provincias. Al entrar en el nuevo r gimen que preparar nuestro reinado,no podemos admitir que la prensa haga p blica la criminalidad: precisa hacer creer que el nuevo r gimen tiene

a todos de tal manera satisfechos, que aun los cr menes han desaparecido.

Los casos que puedan poner de manifiesto esa criminalidad, quedar n ignorados de todos, si no es de sus

v ctimas, de sus autores y de los testigos accidentales.

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PROTOCOLO XIII:La necesidad del pan de cada d a (el "Yugo del Pan").- Las cuestiones pol ticas.-Las cuestiones industriales.-

Las casas p blicas.- La verdad es una.- Los grandes problemas.-

La necesidad del pan de cada d a hace a los Goim (los Gentiles) callar, y los convierte en nuestros humildesservidores. Los agentes, sacados de entre ellos por nuestra prensa, discutir n bajo nuestras rdenes todoaquello que nos ser a molesto publicar directamente en documentos oficiales, y nosotros, entretanto,aprovechando el ruido provocado por estas discusiones, tomaremos las medidas que juzguemos convenientes

y las presentaremos al p blico como un hecho consumado.

Nadie tendr el atrevimiento de reclamar la anulaci n de lo que se haya decidido, tanto m s que esto serpresentado como un progreso. La prensa, por otra parte, llamar la atenci n hacia otras nuevas cuestiones; ya

hemos acostumbrado a los hombres a esto, como sab is, a buscar siempre novedades.

Algunos imb ciles, crey ndose instrumentos del DESTINO, se lanzar n sobre estas nuevas cuestiones, en las

que no entienden palabra de lo que intentan discutir.

Las cuestiones pol ticas no son asequibles a nadie, sino a los que han creado la misma pol tica y desde hacesiglos la vienen dirigiendo. Por aqu ver is que sondeando la opini n de las multitudes no hacemos m s quefacilitar la realizaci n de nuestros designios y pod is notar que simulamos buscar la aprobaci n no de nuestras

acciones, sino de nuestras palabras pronunciadas en tal o cual ocasi n.

Continuamente estamos proclamando que en todas nuestras providencias y disposiciones no tenemos m snorte ni m s gu a que la esperanza unida a la certeza de ser tiles al bien com n. Para distraer a los hombresdemasiado inquietos de las cuestiones pol ticas les pondremos delante las pretendidas nuevas cuestiones

industriales. Que desahoguen sus furias sobre estos nuevos temas.

Las masas consentir n en permanecer inactivas y en descansar de su pretendida actividad pol tica (a quenosotros mismos las hemos acostumbrado para luchar por medio de sus intermediarios con los gobiernos delos Gentiles) bajo la condici n de tener nueva ocupaci n; nosotros les se alaremos casi la misma direcci npol tica. Con el objeto de que no lleguen a nada por medio de la reflexi n, les distraeremos de pensar en cosasserias por medio de las diversiones, de los juegos, de los pasatiempos, de las satisfacciones de las pasiones,

de las casas p blicas...

Muy pronto propondremos por medio de la prensa concursos de arte, de belleza, de deportes..., de todo. Estasfutilezas alejar n definitivamente los nimos de ciertas cuestiones en las que nos ser a molesto entrar en lucha

con ellas.

Los hombres cada d a pierden m s la costumbre de pensar por s mismos y acabar n por hablar haciendocoro a nuestras ideas, porque seremos los nicos que fijemos rumbos al pensamiento..., por mediaci n de

personas tales que, ya se comprende, no se creer que somos solidarios de ellas.

El papel de los utopistas liberales acabar definitivamente cuando nuestro gobierno sea reconocido. Hasta

entonces nos prestar n un buen servicio.

Por eso todav a ahora seguimos impulsando y estimulando a las inteligencias a inventar toda clase de teor asfant sticas, nuevas y que dan en llamar progresistas, porque hemos trastornado la cabeza a esos imb cilesGentiles con xito completo por medio de esa palabreja: PROGRESO, y no existe entre ellos uno solo que veaque tras de esta palabra se oculta un error en todos los casos en que se trate de inventos materiales, pues LAVERDAD ES UNA Y NO SABE NI PUEDE PROGRESAR EL PROGRESO, COMO UNA IDEA FALSA, SIRVEPARA OSCURECER LA VERDAD A FIN DE QUE NADIE LA CONOZCA FUERA DE NOSOTROS, LOS

ELEGIDOS POR DIOS, LOS DEPOSITARIOS DE LA VERDAD.

Cuando llegue nuestro reinado, nuestros oradores disertar n acerca de los grandes problemas que han

conmovido a la humanidad para traerla finalmente bajo nuestro dominio.

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Qui n podr entonces poner en duda que todos esos grandes problemas fueron planteados por nosotros,

siguiendo un plan pol tico que nadie pudo adivinar ni sospechar siquiera en el transcurso de tantos siglos?.

PROTOCOLO XIV:La Religi n del porvenir.- La esclavitud futura.- Imposibilidad de conocer los misterios la Religi n del porvenir.-

La Pornograf a y el porvenir de la palabra impresa.

Al advenimiento de nuestro reinado no reconoceremos la existencia de ninguna religi n fuera de la de nuestroDios nico, con el que nuestros destinos est n ligados ntimamente, porque somos el Pueblo Escogido, por elcual este mismo destino est unido a los de todo el mundo. Por esto tenemos que destruir todas las creencias.Si stas han podido dar origen al Ate smo contempor neo, este estado transitorio no perjudica nuestrosobjetivos, sino que servir de ejemplo a las generaciones que oir n nuestras predicaciones sobre la Religi nMosaica, cuyo sistema estoico y perfectamente concebido nos ha dado por resultado la conquista de todos los

pueblos de la tierra.

Haremos ver as su verdad m stica en la que podemos decir descansa toda su fuerza educadora.Publicaremos entonces en todas las ocasiones art culos en los que haremos comparaci n de nuestro ben ficogobierno con los del pasado. Los errores de los gobiernos de los Gentiles ser n pintados con los m s vivoscolores. Tanto horror y repugnancia hacia ellos provocaremos, que los pueblos preferir n el descanso de laesclavitud a los famosos derechos de la Libertad que por tanto tiempo los trajeron atormentados y los privaronhasta de los medios necesarios de subsistencia; que los hicieron ser explotados por una turba de aventureros,

sin poder siquiera saber qu era lo que hac an...

Los cambios in tiles de gobierno, a los que continuamente empuj bamos a los Gentiles, mientras min bamossus instituciones, dejar n de tal manera cansados a los pueblos en esta poca, que m s querr n soportar

cualquier cosa de nuestra parte que correr de nuevo el riesgo de nuevas agitaciones.

Haremos notar especialmente los errores de los gobernantes que figuran en la historia, que sin haberproducido un verdadero bien a la humanidad, torturaron durante tantos siglos a los pueblos para correr en posde ilusorios bienes sociales, sin darse cuenta de que sus proyectos en vez de mejorar las relaciones de la vida

humana las empeoraban.

Nuestros fil sofos discutir n todas las deficiencias de las creencias cristianas; pero nadie jam s podr discutirnuestra religi n desde su verdadero punto de vista, porque nadie la conocer en su fondo, a excepci n denuestros sabios, que nunca ni por nada osar n revelar sus secretos. En los pueblos que se tienen poradelantados, crearemos una literatura obscena, l brica, abominable. La fomentaremos todav a por alg ntiempo antes de nuestra llegada al poder, para hacer resaltar el contraste entre nuestros discursos y

programas y aquellas torpezas y obscenidades.

Nuestros sabios, educados para gobernar a los Gentiles, compondr n discursos, memorias, proyectos que nosdar n el necesario influjo sobre las inteligencias y nos permitir n encauzar sus actividades hacia las ideas y

conocimientos que queramos imponerles.

PROTOCOLO XV:Golpe de estado mundial en un solo d a.- Las sentencias de muerte.- La futura suerte de los Francmasones.-Car cter m stico del poder.-Multiplicaci n de las logias mas nicas.- El gobierno central de los sabios.- Alasunto Azeff.- La Francmasoner a, gu a de todas las sociedades secretas.- Importancia del xito p blico.- Elcolectivismo.- Las v ctimas.- Sentencias de muerte de los Francmasones.- Desprestigio de las leyes y de laautoridad.- La predestinaci n.- Brevedad y claridad de las leyes del futuro reino.- Obediencia a la autoridad.-Medidas contra el abuso del poder.- Crueldad en los castigos.- L mite de edad para los jueces.- El liberalismode los jueces y del poder.- El dinero del mundo.- Absolutismo de la Masoner a.- Derecho de Casaci n.-Aspecto patriarcal del futuro gobierno.-Deificaci n del mismo.- El derecho del m s fuerte, derecho nico. - El

rey de Israel, patriarca del Mundo.

Cuando al fin comencemos a reinar con la ayuda de golpes de estado preparados en todas partes para el

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mismo d a, despu s de la confesi n definitiva de la nulidad de todos los gobiernos existentes (y para que estollegue pasar todav a alg n tiempo, tal vez un siglo), impediremos que se conspire contra nosotros. Para ellocondenaremos a muerte a todos aquellos que acojan nuestro advenimiento al poder con las armas en la

mano.

Toda creaci n de una nueva sociedad secreta, sea la que fuere, ser castigada con la pena de muerte. Lasque existen ahora y que nos son conocidas, quedar n igualmente abolidas, no obstante que nos han servido ytienen a n que servirnos, y ser n desterradas a los continentes m s lejanos de Europa. Esta es la conductaque habremos de seguir con los Francmasones Gentiles que saben demasiado; a los que perdonemos por

cualquier raz n, los mantendremos bajo un perpetuo terror del destierro.

Promulgaremos una ley, seg n la cual, todos los antiguos miembros de sociedades secretas deber nabandonar a Europa, centro de nuestro gobierno. Las resoluciones de nuestro gobierno ser n definitivas y sinque quepa apelaci n contra ellas. En las sociedades cristianas en las que hemos sembrado tan profundasra ces de discusiones y protestas, no se puede restablecer el orden, sino por medidas muy severas y quemanifiesten un poder inflexible; es in til tomar en cuenta el n mero de v ctimas que caigan en vista del bien

que de tales castigos ha de resultar.

El deber de todo gobierno que tiene conciencia de su personalidad y de su ser es no solamente gozar de losprivilegios, sino cumplir los deberes que como gobierno tiene y procurar el bien com n, aunque sea a costa deenormes sacrificios. Para que un gobierno sea verdaderamente fuerte, inconmovible, es necesario que hagabrillar el prestigio de su poder, lo que no se obtiene sino por la inflexibilidad majestuosa de su fuerza, que ha

de llevar consigo las se ales de la inviolabilidad m stica de la elecci n divina.

Tal era hasta hace poco tiempo la autocracia rusa, que constitu a nuestro nico enemigo serio en el mundocon el Pontificado de la Iglesia Cat lica. Recordad el ejemplo de Italia inundada de sangre, que no toc , sinembargo, un solo cabello de la cabeza de Sila que tanta de esa sangre hab a derramado. Sila, a los ojos delpueblo, era como un Dios por su poder; y, a su audaz regreso a Italia, ese pueblo martirizado por l, lo deific ,lo hizo intocable... As el pueblo no se atreve a tocar a quien ha sabido hipnotizarlo por su valor y su fuerza de

voluntad.

Mientras llega el tiempo de nuestra dominaci n, crearemos y multiplicaremos las logias mas nicas en todoslos pa ses del mundo, atraeremos a ellas a todos los que son y pueden ser agentes aptos. Estas logiasformar n nuestro principal centro de ense anzas y el medio mejor de nuestra influencia y difusi n de nuestrasactividades. Concentraremos todas esas logias en un gobierno solamente conocido por nuestros sabios. Laslogias tendr n su representante, detr s del cual quedar oculto el gobierno de que hablamos, y eserepresentante ser el que d la palabra de orden y el programa. Formaremos en esas logias el n cleo de

todos los elementos revolucionarios y liberales.

En su composici n caben como elementos todas las clases sociales. Los proyectos pol ticos m s secretos nosser n conocidos y caer n bajo nuestra direcci n aun antes que aparezcan. En el n mero de miembros deesas logias estar n casi todos los agentes de polic a nacional e internacional (como sucedi en el asuntoAzeff), pues sus servicios son insustituibles para nosotros; la polic a puede no solamente tomar providenciascontra los recalcitrantes, sino tambi n encubrir y solapar nuestros actos, crear pretextos de descontento, etc..Los que ingresan en las sociedades secretas, de ordinario son los ambiciosos, los aventureros, y en general,hombres ligeros en su mayor parte, con los cuales no tendremos dificultad para ponernos de acuerdo para la

realizaci n de nuestros proyectos.

Si se producen des rdenes, esto ser indicio de que tenemos necesidad de provocarlos para destruir unasolidaridad excesiva. Si surge alg n complot en su seno, al que hay que se alar como verdadero autor no hayque ir a buscarlo sino entre nuestros m s fieles servidores. Es natural que sea alguno de nosotros, pues nadiem s que nosotros manejamos los asuntos de la masoner a, porque sabemos a d nde vamos, conocemos elobjetivo final de toda acci n, mientras que los Gentiles nada saben, ni aun del resultado inmediato;ordinariamente se contentan con un xito moment neo de amor propio en la ejecuci n de sus planes, sin

fijarse siquiera en que esos planes no se deben a su iniciativa, sino que les fueron sugeridos por nosotros.

Los Gentiles entran en las logias por curiosidad, o si no, con la esperanza de que ello les sirva para poderobtener un puesto en el banquete del presupuesto p blico; algunos, para tener oportunidad de poder expresarp blicamente sus sue os irrealizables que no pasan de desvar os; est n sedientos de la emoci n que produceel xito, y acarrean los aplausos, cosas de que nunca nos mostramos parcos ni avaros. Tambi n lesproporcionamos xitos, para aprovecharnos de la satisfacci n que sienten de s mismos, la que a la vez nos

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proporciona la facilidad de que estos hombres acepten nuestras sugestiones sin recelo ni precauci n alguna yenteramente convencidos de que expresan sus propias ideas y de que son incapaces de apropiarse las de

otros...

No pod is imaginaros c mo se puede llevar a los Gentiles m s inteligentes hasta la m s inconscientesimplicidad a condici n de dejarlos satisfechos de s mismos y al mismo tiempo, cuan f cil es desanimarloscon el m s insignificante fracaso, aunque no sea sino neg ndoles el aplauso, y lo f cil que es someterlos a la

m s servil obediencia a fin de obtener un nuevo xito...

Mientras los nuestros tienen en poco el xito con tal que logren realizar sus designios, los Gentiles est nprontos a sacrificar todos sus proyectos a cambio de un xito ruidoso. Esta psicolog a nos facilita notablementeel trabajo de dirigirlos. Tigres en apariencia, tienen almas de cordero y sus cabezas est n completamente

vac as.

Les hemos dado como distintivo bufonesco el sue o o desvar o de la absorci n de la individualidad humanapor la unidad simb lica del colectivismo; y ellos no han comprendido, ni comprender n en mucho tiempo, queesta bufonada es una violaci n evidente de la m s importante de las leyes de la naturaleza, que cre despu sdel primer d a de la creaci n, cada ser distinto de los dem s, precisamente para que su distinci n afirmara su

individualidad.

El que nosotros hayamos podido inducirlos a aceptar ciegamente esta necedad no prueba con evidenciapalpable hasta qu punto su inteligencia es inferior a la nuestra? Esta circunstancia es la principal garant a denuestros xitos. Con qu claridad vieron las cosas nuestros sabios al decir que para llegar a nuestro fin no

deb amos detenernos ante los medios ni contar el n mero de v ctimas sacrificadas!

NOSOTROS NO HEMOS CONTADO A LOS IMB CILES GENTILES Y AUNQUE HAYAMOS SACRIFICADO

A MUCHOS DE LOS NUESTROS, HEMOS DADO SOBRE ESTA TIERRA A NUESTRO PUEBLO UN PODER

QUE JAM S SE HABR A ATREVIDO A SO AR!

Las v ctimas, relativamente pocas de los nuestros, lo han salvado de su ruina. La muerte es el fin inevitable detodos. Mejor es acelerar el fin de aquellos que ponen obst culos a nuestra obra, que no el de nosotros que

somos los que a esa obra hemos dado el ser.

A los Francmasones les damos muerte de manera que nadie, excepto sus hermanos, ni aun las mismasv ctimas, pueden sospechar de su condenaci n; todos mueren, cuando es necesario, como de unaenfermedad natural... Sabiendo esto, ni la hermandad misma se atreve a protestar. Estas medidas han

desterrado y extirpado de la masoner a todo germen de protesta.

A pesar de que a los Gentiles predicamos el liberalismo, a nuestro pueblo y a nuestros agentes los tenemosbajo una obediencia absoluta. Gracias a nuestra influencia, la ejecuci n de las leyes de los Gentiles haquedado reducida al m nimum. El prestigio de la ley est minado por las interpretaciones liberales quenosotros hemos introducido. En las causas y cuestiones pol ticas v de principios, los tribunales deciden comonosotros les ordenamos; ven las cosas a la luz que nosotros les presentamos. Para todo esto nos servimos,como intermediarios, de personas con las que nadie cree que tenemos nada de com n; nos servimos de la

opini n, de la prensa y de otros medios.

Los senadores mismos y la administraci n superior aceptan ciegamente nuestros consejos. La inteligencianetamente animal de los Gentiles es incapaz de an lisis y observaci n, y m s todav a, de prever hasta d ndepuede llegar una cierta manera de presentar las cuestiones. En esta diferencia de aptitudes que hay entrenosotros y los Gentiles para pensar, se puede ver claramente el sello de nuestra elecci n y la marca de

nuestra humanidad.

La inteligencia de los Gentiles es instintiva, animal. Ellos ven, mas no prev n ni inventan (excepto cosasmateriales). Por aqu se ve claramente que la naturaleza misma nos tiene destinados a dirigir y gobernar elmundo. Llegado el tiempo que gobernemos abiertamente y que mostremos al pueblo los beneficios de nuestrogobierno, compraremos todas las legislaciones: nuestras leyes ser n breves, claras, s lidas, sin comentarios ytales que todos las pueden conocer. La nota sobresaliente de ellas ser la obediencia a las autoridades llevada

a un grado sumo.

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Entonces desaparecer n todos los abusos como consecuencia de la responsabilidad de todos, hasta el ltimo,ante la autoridad superior del representante del poder. Los abusos de autoridad de los funcionarios inferiores

ser n castigados con tal severidad, que a nadie le quedar n deseos de ensayar sus propias fuerzas.

Seguiremos con ojo vigilante cada acto de la administraci n de que depende el mecanismo de la m quina degobierno, pues el libertinaje en el gobierno produce el libertinaje en todas las clases. Todo caso de ilegalidad ytodo abuso ser castigado de manera ejemplar. El encubrimiento, la complicidad solidaria entre los

funcionarios, desaparecer n con los primeros ejemplos de un castigo riguroso.

El prestigio de nuestro gobierno exige castigos eficaces, es decir, crueles, por la menor infracci n de las leyes,pues toda infracci n es un atentado al alto prestigio de la autoridad. El que resulte condenado serindefectiblemente castigado por su delito; ser como el soldado ca do en el campo de batalla gubernativo, porla autoridad, los principios y las leyes que no toleran que los intereses privados especulen con los cargos

p blicos, ni aun trat ndose de los que gu an el carro de la Sociedad.

Nuestros jueces sabr n que si buscan el elogio de una imprudente blandura, violan la ley de la Justicia que hasido instituida para ordenar a los hombres por medio del castigo de los delitos, y no para que el juez haga

ostentaci n de la bondad de su alma.

Es permitido hacer esas manifestaciones de bondad y de estas cualidades en la vida privada, pero no en elcampo de la vida p blica, que es como la base y fundamento de la educaci n de la vida humana. Nuestropersonal judicial no prestar servicios pasados los cincuenta a os de edad, pues los ancianos son m sobstinados en sostener sus opiniones preconcebidas y est n menos dispuestos a obedecer las nuevasordenanzas, y en segundo lugar, porque esto nos permitir m s f cilmente renovar el personal, que as nos

ser m s sumiso: quien quiera conservar su empleo, deber obedecer ciegamente para merecer este favor.

Generalmente, nuestros jueces ser n escogidos exclusivamente por nosotros entre aquellos que comprendanque su papel es el de castigar y aplicar leyes; no el de hacer ostentaci n de liberalismo con detrimento delEstado, como lo hacen al presente los Gentiles. Los cambios de personal servir n tambi n para afirmar lasolidaridad de los colegas y los tendr n a todos m s estrechamente ligados a los intereses del gobierno delque depende su suerte. La nueva generaci n de jueces ser educada de tal manera que considerarinadmisibles los abusos que puedan atacar el orden establecido en las relaciones de nuestros s bditos entre

s .

Hoy, los jueces Gentiles, no teniendo una idea exacta de su deber, se manifiestan indulgentes con todos loscr menes, porque los actuales gobernantes, al nombrar para este cargo a los jueces, no tienen cuidado de

inspirarles el sentimiento de ese deber y la conciencia de la labor que su cargo exige.

As como los animales hacen salir a su prole en busca de la presa, los Gentiles conf an a sus s bditos estospuestos proporcion ndoles una buena renta, sin preocuparse de hacerles comprender el fin para que talescargos han sido establecidos. Por eso los gobiernos se destruyen a s mismos con sus propias fuerzas y conlos actos de su administraci n. Saquemos, pues, del resultado ya conocido de estos actos una lecci n m s

para nuestro gobierno.

Desterraremos el liberalismo de todos los cargos importantes de nuestra administraci n; de esto depender laeducaci n de nuestros subordinados con relaci n al orden social. A esos cargos ser n admitidos solamentelos que hayan sido educados para ellos por nosotros. Se nos podr objetar que el retiro de los funcionariosocasionar fuertes gastos al Erario. Respondemos desde luego que previamente se les proporcionar unempleo particular para compensarlos del que se les quita en la administraci n p blica; y en segundo lugar, que

estando en manos de nuestro gobierno todo el dinero del mundo, ste no teme los gastos excesivos.

Nuestro absolutismo ser consecuente en todo. Por esta raz n nuestra poderosa voluntad ser respetada yejecutada sin objeci n alguna siempre que ordenemos. No tendr ella en cuenta murmuraciones nidescontentos; cualquier rebeld a ser reprimida con castigos ejemplares. El derecho de casaci n quedarabolido, sin que nadie, sino nosotros, los gobernantes, pueda recurrir a l, porque no debemos permitir quenazca en el pueblo la idea de que haya podido dictarse una sentencia injusta por jueces que han sidonombrados por nosotros. Si algo de esto llegase alguna vez a suceder, nosotros mismos casaremos lasentencia; pero aplicando al mismo tiempo al juez un castigo tan ejemplar, por no haber sabido comprender su

deber y su cargo, que semejantes casos no se repetir n.

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Una vez m s insisto en que nosotros tendremos conocimiento de todos los pasos de nuestra administraci n,que basta vigilar para que el pueblo est contento de nosotros, porque hay derecho de exigir a un buengobierno buenos funcionarios. Nuestro gobierno tendr , por su parte, cierta semejanza con una tutela patriarcalo paternal. Nuestro pueblo y nuestros s bditos ver n en l un padre que conoce a fondo todas las

necesidades, todos los actos, todas las relaciones de sus s bditos entre s y con el gobierno.

Con esto, los s bditos se penetrar n de tal manera del pensamiento de que es imposible evadir esta tutela ydirecci n, si quieren gozar de paz y de tranquilidad, que reconocer n la autocracia de nuestro gobierno con unrespeto que toque en adoraci n, principalmente cuando se convenzan de que nuestros funcionarios no deben

al pueblo el cargo que desempe an y en desempe arlo no hacen m s que cumplir ciegamente las leyes.

Quedar n contentos nuestros s bditos de que hayamos reglamentado todo en su vida social, como lo hacenlos padres prudentes que quieren educar a sus hijos en el sentimiento del deber y de la obediencia. Pues, lospueblos con relaci n a nuestra pol tica, y sus secretos, son hijos menores eternamente, como ahora lo son los

actuales gobiernos.

Como veis, yo establezco como base de nuestro despotismo el derecho y el deber: el derecho de exigir elcumplimiento del deber, es el primer deber de un gobierno, que es un padre para sus s bditos. El tiene elderecho del m s fuerte, y debe usar de l para dirigir a la humanidad hacia el orden establecido por lanaturaleza, hacia la obediencia. En el mundo todo obedece, excepto el hombre, a lo menos a las

circunstancias, o a su propia naturaleza, o al m s fuerte en todo caso.

Seamos, pues, EL MAS FUERTE en atenci n al bien.

Debemos saber sacrificar sin vacilaciones a los individuos aislados, violadores del orden establecido, porquehay una gran fuerza educadora en el castigo ejemplar del mal. Si el rey de Israel pone sobre su frente lacorona que le ofrecer Europa, l ser el patriarca del mundo. Las v ctimas necesariamente sacrificadas por lpara que pudiera llegar a este trono, no igualar n jam s en n mero, a los sacrificados durante tantos siglos de

locura y de grandezas por la rivalidad de los pr ncipes y gobiernos Gentiles.

Nuestro rey estar en contacto constante con el pueblo; le dirigir la palabra desde la tribuna, y la ya citada

oficina central de noticias difundir simult neamente su palabra por todo el mundo.

PROTOCOLO XVI:Las universidades inofensivas.- El Clasicismo sustituido.- La educaci n y la profesi n.- Reclame de laautoridad del gobierno en las escuelas.-Abolici n de la ense anza libre.- Las nuevas teor as.- La

independencia del pensamiento.- Ense anza por im genes.

Con el fin de destruir todas las fuerzas colectivas, excepto las nuestras, suprimiremos las universidades,primera etapa del colectivismo, y fundaremos otras con un esp ritu nuevo. Sus jefes y profesores ser npreparados secretamente en su labor, por programas de acci n secretos y minuciosos, sin poder apartarse deellos en ning n punto. Ser n nombrados con especial prudencia y en todo depender n del gobierno.Excluiremos de la ense anza el Derecho C vico, as como todo lo dem s que tenga relaci n con las

cuestiones pol ticas.

Estas materias ser n ense adas a unas cuantas decenas de individuos seleccionados en virtud de susaptitudes sobresalientes. Las universidades no deben dejar salir de sus aulas a esos picos de oro forjadores deconstituciones como si compusieran comedias o tragedias y que se ocupan en cuestiones pol ticas de las queni sus padres comprendieron jam s una palabra. El falso conocimiento que tienen los hombres de estamateria, las m s veces ha dado origen a los utopistas y a los malos ciudadanos: a vuestra vista est lo que la

educaci n general de hoy ha hecho de los Gentiles.

Hemos tenido necesidad de inyectar en su educaci n todos esos principios que tan brillantemente nos hanservido para debilitar su orden social. Pero una vez que nos hayamos adue ado del poder, proscribiremos dela educaci n todas las materias de ense anza que pueden traer el desorden, y haremos de los j venes, ni osobedientes a las autoridades y amantes de los que gobiernan, como un apoyo y una esperanza de paz y de

tranquilidad.

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Reemplazaremos el Clasicismo, haciendo otro tanto con el estudio de la historia antigua que presenta m sejemplos malos que buenos para el estudio del programa del porvenir. Borraremos de la memoria de loshombres todos los acontecimientos de los siglos pasados que no nos son gratos, no conservando sino los que

dan a conocer las faltas de los gobiernos Gentiles.

La vida pr ctica, el orden social natural, las relaciones de los hombres entre s , la obligaci n de evitar losmalos ejemplos del ego smo, que siembran la semilla del mal, y otras cuestiones semejantes de car cterpedag gico quedar n en la primera l nea del programa del porvenir, en la ense anza de cada profesi n, que

seg n ella sea, ser distinto, y que no generalizar la ense anza bajo cualquier pretexto.

Esta forma de plantear la cuesti n tiene una importancia particular. Cada clase social debe ser educada dentrode los l mites precisos, de conformidad con el destino y el trabajo que le son propios. Los genios potentessiempre han sabido y sabr n deslizarse entre las otras clases; pero dejar entrar en clase extra a a los quepueden considerarse como valores negativos, permitirles usurpar el lugar que corresponder a a otros por el

nacimiento y la profesi n al igual que a esos mismos genios excepcionales, es una verdadera locura.

Vosotros sab is qu consecuencias ha tenido para los Gentiles este absurdo manifiesto. Para que el gobiernotenga el lugar que le corresponde en los corazones y el nimo de sus s bditos, es necesario que mientras durese le ense e al pueblo en las escuelas y en las plazas p blicas la importancia del gobierno y cu les son susdeberes, y en qu cosas su actividad puede contribuir al bienestar del mismo pueblo. Aboliremos toda

ense anza libre.

Los estudiantes tendr n el derecho de unirse con sus padres en los establecimientos escolares, como seacostumbra hacerlo en los clubs y en los d as de fiesta, los profesores dar n conferencias, de las llamadaslibres, acerca de las relaciones de los hombres entre s ; sobre las leyes de la imitaci n; sobre los malosresultados de la competencia ilimitada; en fin, sobre filosof a de las nuevas teor as que el mundo todav a no

conoce.

Haremos de estas teor as un dogma y nos serviremos de ellas para atraer a los hombres a nuestra fe.

Al terminar la exposici n de nuestro programa de acci n en el presente y en lo futuro, os expondr las basesde esas teor as. En una palabra, sabiendo por la experiencia de muchos siglos, que los hombres viven y sedirigen por las ideas; que stas no les son inculcadas sino por la educaci n impartida con igual resultado atodas las edades con procedimientos diferentes, enti ndase bien: nosotros adoptaremos y nos asimilaremosen provecho nuestro los ltimos resplandores o destellos del pensamiento independiente que desde tiempo

atr s venimos dirigiendo hacia las materias e ideas que nos son necesarias.

El sistema de represi n del pensamiento ya est en vigor en el m todo llamado Ense anza por medio de laimagen, que debe transformar a los Gentiles en animales d ciles, que no piensen, que necesiten la

representaci n por las im genes para comprenderlas...

En Francia, uno de nuestros mejores agentes, Bourgeois, ha divulgado el nuevo programa de educaci n por

medio de la imagen.

PROTOCOLO XVII:El Foro.- Influencia de los sacerdotes Gentiles.- La libertad de conciencia.- El rey de los Jud os, Patriarca yPont fice.- Medios de lucha entre la Iglesia existente.- Problemas de la prensa contempor nea.- Organizaci n

de la polic a.- La polic a voluntaria.- El espionaje conforme al modelo jud o.- Los abusos del poder.

El Foro ha producido hombres crueles, fr os, testarudos, sin principios, que se colocan siempre en un terrenoimpersonal netamente legal. Se proponen a todo trance la defensa y no el bien social. De ordinario no reh sandefensa alguna tratando de obtener la m s alta recompensa por su labor y aferr ndose a las argucias de lajurisprudencia: esto es, lo que ha desmoralizado a los tribunales. Por todo esto, permitiendo esta profesi n

dentro de ciertos l mites, haremos a sus miembros funcionarios ejecutivos.

A los abogados, lo mismo que a los jueces, se les privar del derecho de comunicarse con los litigantes:

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recibir n las causas del tribunal; las estudiar n seg n las memorias y los documentos de los relatos judiciales,defendiendo a sus clientes conforme a los interrogatorios del tribunal, una vez que est terminado elesclarecimiento de los hechos. Los honorarios que percibir n ser n independientes de la calidad de ladefensa. De esta manera tendremos un defensa honesta e imparcial, dirigida no por el inter s, sino por la

convicci n.

Esto suprimir tambi n la corrupci n actual de los asesores, a los que no consentiremos m s que en el casoque aquel que pague sea el que gane una causa. Hemos tenido buen cuidado de desacreditar la clase de lossacerdotes Gentiles y de desorganizar por este medio su ministerio, que mucho podr a en la actualidad

perjudicarnos.

Su influencia sobre los pueblos decrece m s cada d a. La libertad de conciencia est hoy proclamada en todaspartes. Por lo tanto, s lo algunos a os tendremos que esperar para ver la ruina completa de la religi nCristiana; lograremos a n m s f cilmente la completa extinci n de las dem s religiones; pero es demasiado

pronto para hablar de ello.

Al clericalismo y a los clericales los meteremos dentro de marcos tan estrechos, que su influencia ser casinula en relaci n con la que tuvieron en pocas pasadas. Pero, cuando los pueblos se echen encima de ellosasumiremos el papel de defensores para evitar el derramamiento de sangre. Por esta l nea curva,

penetraremos dentro de la fortaleza, y por nada la abandonaremos hasta arruinarla completamente.

El rey de los jud os ser el verdadero papa del universo, el patriarca de la Iglesia internacional. Pero mientrasno hayamos educado a la juventud en las nuevas creencias de transici n, y despu s en las nuestras, notocaremos de una manera manifiesta a las iglesias cristianas existentes; pero lucharemos contra ellas por

medio de la cr tica, provocando las disensiones.

En general, nuestra prensa contempor nea revelar los negocios de estado, las religiones, la ineptitud de losGentiles, todo ello en t rminos los m s indecentes para infamarlos de todas maneras, COMO

EXCLUSIVAMENTE SABE HACERLO EL GENIO DE NUESTRA RAZA.

Nuestro reinado ser la apolog a del reinado de Vichnou, que es su s mbolo: de nuestras cien manos cada unatendr un resorte de la m quina social. Todo lo veremos sin la ayuda de la polic a oficial, que tal como la

hemos formado, en la actualidad no deja a los gobiernos Gentiles que vean todo lo que ser a necesario.

Conforme a nuestro programa un grupo de terceras personas vigilar a los dem s, y esto no por otro m vilque el sentimiento del deber y por servir al Estado voluntariamente. Entonces no se considerar deshonrososervir de esp a y delator, sino algo digno de alabanza y premio; pero las delaciones mal fundadas ser ncruelmente castigadas, para que no haya abusos en este sentido. Nuestros agentes ser n sacados lo mismode las altas clases sociales que de las bajas; de la burocracia que se divierte; de entre los editores, libreros,

impresores, dependientes de comercio, obreros, cocheros, lacayos, etc.

Esta polic a desprovista de derechos, sin autorizaci n para obrar por s misma, y por lo tanto, sin poderes, nohar otra cosa sino servir de testigo y presentar sus denuncias: la comprobaci n de las denuncias y lasaprehensiones depender n de un grupo de Directores de los asuntos polic acos, las aprehensiones ser nefectuadas por el cuerpo de gendarmes y por la polic a municipal. El que no presente su informe o denunciade lo que haya visto u o do, sobre cuestiones pol ticas, ser considerado igualmente como culpable del delito

de encubridor o como c mplice, lo mismo que si hubiera cometido ambos delitos.

Del mismo modo que hoy nuestros hermanos est n obligados bajo su responsabilidad, a denunciar ante lacomunidad a los renegados o a toda persona que emprenda cualquier acci n contraria a esa mismacomunidad, as en nuestro reino universal ser obligatorio para todos nuestros s bditos servir al Estado en esamisma forma. Esta organizaci n destruir los abusos de la fuerza, de la corrupci n y todo aquello que nuestros

consejos y nuestras teor as de los derechos del hombre han introducido en las costumbres de los Gentiles.

Pero c mo si no hubi ramos podido obtener que se multiplicaran los motivos de desorden en sus gobiernos?Por qu otros medios m s aptos? Ciertamente, uno de los m s importantes son los agentes a cuyo cargo

est la conservaci n y el restablecimiento del orden.

A stos hay que dejarlos en condiciones de que puedan manifestar y desarrollar sus malas inclinaciones y

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caprichos, de que abusen, en fin, de sus poderes, y al primer Jefe, a n de que pueda aceptar de vez en

cuando sus vasos de vino.

PROTOCOLO XVIII:Medidas de seguridad.- Vigilancia sobre los conspiradores.- Una guardia invisible es la ruina del poder.- La

guardia del rey de los Jud os.- El prestigio m stico del poder.- Prisi n a la primera sospecha.

Cuando sea necesario aumentar las medidas de precauci n por medio de la polic a (que tanto desprestigian alos gobiernos), simularemos des rdenes y manifestaciones de descontento vali ndonos para ello de buenos

oradores.

Las personas que efectivamente alimenten sentimientos contrarios a nosotros, se unir n a aquellos que vandesempe ando el papel que nosotros les hemos encomendado. Esto nos dar pie para autorizar pesquisas,cacheos y vigilancias especiales, para las que nos valdremos, como agentes, de los servidores que hayamosentresacado de la polic a de los Gentiles. Como la mayor a de los conspiradores lo son por amor al arte, y porfanfarronada, no les causa remos da o alguno mientras no lleguen a v as de hecho; lo nico que haremos

ser tenerlos bien vigilados.

No hay que olvidar que el prestigio del poder se menoscaba si con frecuencia se descubren conspiraciones;esto implica una confesi n de la impotencia del gobierno, o lo que es todav a peor, de la injusticia de su propiacausa. Vosotros no ignor is que el prestigio de los reyes y gobernantes Gentiles lo hemos destruido nosotrospor medio de frecuentes atentados cometidos por nuestros agentes, que no son sino est pidos borregos denuestro reba o; es cosa agradable impulsar al crimen por medio de unas cuantas fras enlas de sabor liberal,

con un tinte pol tico.

Obligaremos a los gobernantes a reconocer su impotencia por las medidas de seguridad que se ver n

obligados a tomar manifiestamente, y por este medio, aminoraremos el prestigio.

Nuestro gobierno ser custodiado por una guardia secreta, que casi nadie advertir , porque no admitimos nisiquiera la idea de que pueda existir un partido o facci n contrarios, que no est en condiciones de combatir yque tuviera que cuidarse de ellos. Si admitimos esta idea, como lo hacen todav a los Gentiles, habr amos

firmado una sentencia de muerte, si no la del soberano mismo, la de su dinast a en un porvenir no lejano.

Seg n las apariencias rigurosamente observadas, nuestro gobierno no se servir del poder sino para bien delpueblo, y no para provecho personal ni de su dinast a. As , guardando esta conducta honrada y decorosa, supoder ser honrado y respetado y defendido por sus mismos s bditos; se le adorar bajo la idea de que el

bienestar de cada uno de los s bditos depende del orden y de la econom a social...

Cuidar al rey de una manera manifiesta y visible ser a reconocer la debilidad de la organizaci n del gobierno.Nuestro rey, cuando se encuentre en medio de sus s bditos, estar siempre rodeado de una multitud dehombres y mujeres que parecer n curiosos que ocupan las primeras filas cerca de l, por mera casualidad, y

que detendr n las filas de los dem s, como para evitar el desorden.

Esto ser un ejemplo de moderaci n. Si entre la multitud hubiere alg n pretendiente que se empe e en hacerllegar al soberano su petici n, esforz ndose por abrirse paso a trav s del pueblo, los que se encuentren en lasprimeras filas deber n tomar la solicitud del peticionario de sus manos y a su vista hacerlo llegar a las delsoberano, para que todos sepan que lleg a su destino y para que al mismo tiempo comprendan que hay un

control, algo que impide que cualquiera pueda llegar hasta l.

Con la instituci n de una guardia oficial desaparece el prestigio m stico del poder. Cualquier hombre dotado decierta audacia se cree due o del poder, el faccioso no desconoce su fuerza y acecha la ocasi n de acometer

cualquier atentado contra el poder. Cosa muy distinta decimos a los Gentiles en nuestro discurso.

Pero bien vemos cu les han sido las consecuencias de las precauciones manifiestas y visibles. Arrestaremosa los criminales a la primera sospecha m s o menos fundada: el temor de padecer un error, no debe ser

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motivo para darles facilidades de huida a individuos sospechosos de un delito o de un crimen pol tico,

cr menes y delitos para los que no tendremos consideraci n y debemos ser despiadados.

Si se puede, forzando un poco el sentido de las cosas, aceptar el examen de motivos en los cr menesordinarios, no puede haber excusa ninguna para tolerar que alguien se ocupe en cuestiones pol ticas que

nadie, fuera del gobierno, puede entender.

Ni aun todos los gobiernos actuales son capaces de entender la verdadera pol tica.

PROTOCOLO XIX:El derecho de petici n y de iniciativa.- Los Partidos.- Los cr menes pol ticos juzgados por los tribunales.-

Publicidad para los cr menes pol ticos.

Si no admitimos que nadie se ocupe directamente en pol tica, en cambio, estimularemos todo informe o todainiciativa que invite al gobierno a mejorar la condici n del pueblo; lo que nos dar oportunidad de ver losdefectos o fantas as e ilusiones de nuestros s bditos, a los que responderemos o con la ejecuci n del proyecto

de que se trate, o con una refutaci n sensata que ponga de manifiesto la capacidad de sus autores.

Los partidos no son otra cosa que el ladrido de un perrito contra un elefante.

Para un gobierno bien organizado, no desde el punto de vista policial, sino social, el perrillo ladra al elefanteporque ignora el lugar que le corresponde y su valor. Basta demostrar con un buen ejemplo la importancia decada uno, para que los perrillos dejen de ladrar y se dediquen a menear el rabo tan pronto como ven a los

elefantes.

Para despojar al crimen pol tico del prestigio y la aureola del valor, llevaremos a los acusados por estos delitosal banquillo de los delincuentes vulgares, lo mismo que se lleva al ladr n, al asesino y a cualquier criminaldespreciable. Entonces la opini n p blica confundir en su interior esta categor a de criminales pol ticos en la

ignominia y verg enza de los dem s, y los castigar con igual menosprecio y repugnancia.

Nos hemos propuesto, y creo que lo conseguiremos, impedir a los Gentiles el que puedan ellos combatir loscr menes pol ticos de esta manera. Con este prop sito, por medio de la prensa, en discursos p blicos y por losmanuales de historia escritos conforme a nuestras miras, hemos hecho LA PUBLICIDAD DEL MARTIRIO, lo

que ser aceptado por los facciosos a causa del bien com n.

Tal reclamo ha aumentado los contingentes de liberales y a miles de Gentiles los ha alistado en nuestro

ej rcito.

PROTOCOLO XX:El programa financiero. - El impuesto progresivo.- Percepci n progresiva por sellos o estampillas.- Dep sito depapeles, valores y estancamiento del dinero. - Inspecci n.- Abolici n de la representaci n.- Estancamiento decapitales.- Emisi n de dinero.- El cambio del oro.- El cambio del costo del trabajo o de jornal.- Lospresupuestos.- Los empr stitos del Estado.- La serie de papel a uno por ciento de inter s.- Los papeles

industriales.- Los gobernantes de los Gentiles.-Los favoritos.- Los agentes de los Franc-Masones.

Hablaremos hoy del programa financiero, que he reservado para final de mi informe como el punto m s dif cil,culminante y decisivo de nuestros planes. Al tratar este punto, os recordar lo que ya se dijo en otra ocasi n:

que el conjunto de nuestros actos se resuelve por una cuesti n de cifras.

Llegado el tiempo de nuestra dominaci n, nuestro gobierno, por su propia seguridad y conservaci n, evitar atoda costa sobrecargar a las masas populares con impuestos y no olvidar que su papel es el de padre yprotector del pueblo. Pero, como la organizaci n de un gobierno tiene un costo elevado, es necesario

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encontrar los medios adecuados para sostenerlo.

Para esto es preciso ir buscando con todo cuidado el equilibrio financiero. En nuestro gobierno el rey tendr elgoce aparente de la propiedad legal de todo cuanto hay en su Estado (lo que es f cil ejecutar) y podr , por lotanto, recurrir a la confiscaci n de cualquier suma de dinero que juzgue necesaria para regularizar lacirculaci n de moneda en su Estado. Por donde se ve que las contribuciones deber n consistir principalmenteen un impuesto progresivo sobre la propiedad. De esta suerte, los impuestos ser n aumentados sin molestia y

sin arruinar, en una proporci n de tanto por ciento en relaci n a la propiedad, y a lo que cada cual posea.

Los ricos tendr n que comprender que su deber es poner a la disposici n del Estado una parte de sussobrantes, ya que l les da garant as y seguridades sobre el resto y el derecho de una ganancia honesta, ydigo ganancia honesta, porque el control de la propiedad suprimir todo robo legal. Esta reforma social debe

venir de arriba y su tiempo ha llegado ya, pues se necesita como garant a de paz.

La contribuci n que se exige a un pobre diablo es una semilla de revoluci n y es perjudicial para el Estado quepierde un provecho de consideraci n por ir en pos de ruines ingresos y beneficios. Sin tener esto en cuenta,todav a hay algo m s: el impuesto a los capitalistas disminuir el acrecentamiento de riquezas en manos departiculares, en las que han estado concentradas actualmente por nosotros, para contrarrestar la fuerza de los

gobiernos de los Gentiles, a saber, las finanzas del Estado.

Un impuesto progresivo producir una renta mejor que el impuesto proporcional de la actualidad, que no nossirve sino para provocar agitaciones y descontento entre los pueblos Gentiles. La fuerza que debe servir de

base a nuestro rey ha de ser el equilibrio y estabilidad de la paz.

Es necesario que los capitalistas sacrifiquen una peque a parte de sus rentas para asegurar el funcionamientode la m quina del gobierno. Las necesidades del Estado, ellos son los que deben cubrirlas, pues sus riquezasles permiten hacerlo sin grave molestia. Esta medida destruir el odio del pobre contra el rico, en el que aqu lver una fuerza financiera til al Estado, sost n de la paz y prosperidad, porque no podr menos de ver que es

el rico el que sufraga los gastos necesarios para obtener estos bienes.

Para que los contribuyentes de la clase pensante no reciban mayor disgusto por estos impuestos, se les darcuenta del destino de esas sumas, exceptuando las que se distribuyan para las necesidades del trono y de lasinstituciones administrativas. La persona reinante no tendr propiedad personal, puesto que todo lo que es delreino es de l, y habr a una contradicci n entre una y otra cosa: los recursos personales anular an el derecho

de propiedad sobre las posesiones de todos.

Los parientes de la persona real, excepto sus herederos, a quienes sostendr el Estado, deben colocarsecomo servidores del mismo o trabajar para adquirir el derecho de propiedad: el privilegio de pertenecer a la

familia real no debe servirles de pretexto para saquear el Tesoro p blico.

La adquisici n de una propiedad, la aceptaci n de una herencia, ser n gravadas con un derecho progresivo desellos o estampillas. La transmisi n de una propiedad en dinero o de otra manera no declaradanecesariamente nominal, ser afectada de un impuesto de tanto por ciento, a cargo del anterior propietariodesde el d a de la transmisi n hasta el d a en que el fraude sea descubierto. Los t tulos de traslaci n dedominio deber n ser presentados cada semana al fisco del lugar donde radique la propiedad, con la

designaci n del nombre y apellidos de la familia y de los domicilios del nuevo y antiguo propietario.

Este registro no se exigir sino cuando se trate de excedentes de una determinada cantidad: los gastosordinarios de compraventa de art culos necesarios, no ser n gravados m s que con un derecho m nimo por

cada unidad.

Calculad cu nto sobrepasar n los productos de estas impuestos a las actuales rentas de los estadosGentiles!. La caja de fondo del Estado deber guardar cierto capital de reserva, y todo el sobrante de este

capital deber ser puesto en circulaci n. Con las reservas se organizar n trabajos p blicos.

Como stos son pagados de los recursos del Estado, de all provendr que la clase obrera se sentirfuertemente adherida a los intereses del Estado y a las personas reinantes. Una parte de esas reservas

tambi n se destinar al pago de primas por inventos y producci n de art culos.

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Entonces, sobre esas cantidades fijadas y determinadas, ya no es necesario guardar una sola moneda en lascajas del Estado, pues el dinero se ha hecho para circular y todo estancamiento de dinero repercute en formaperjudicial sobre el funcionamiento del mecanismo del Estado; la falta de lubricaci n puede entorpecer lamarcha normal de ese mecanismo. La situaci n de una parte del dinero en valores en papel ha producido

justamente tal estancamiento.

Las consecuencias de este hecho se han dejado sentir bastante.

Tendremos tambi n un tribunal de cuentas, en el que el gobierno, en cualquier tiempo, tendr a su disposici nel estado detallado de los ingresos y pagos de la naci n, excepto el correspondiente al mes en curso noterminado y el del mes precedente, no expedido a n. El nico individuo que no tiene inter s en saquear lascajas del Estado es su due o, el gobernante. Por esto su control har imposibles las p rdidas, las filtraciones y

los desfalcos.

La representaci n que roba un tiempo precioso a los gobernantes en recepciones y otros actos que exige laetiqueta, ser suprimida, para que tenga tiempo para otros asuntos a fin de reflexionar sobre ellos ydominarlos. Su poder no quedar a merced de los favoritos que rodean el trono para darle mayor pompa yesplendor, pero que atienden m s a sus propios intereses que a los del Estado. Las crisis econ micas entre

los Gentiles han sido promovidas por nosotros con el nico fin de retirar la moneda de la circulaci n.

Capitales enormes quedaban estancados sustrayendo la plata y el oro de los Estados, que se ve an obligadosa dirigirse a estos mismos que sustra an esos capitales para obtener oro y plata. Estos empr stitos gravaban

las finanzas de las naciones por el pago de los intereses, los que esclavizaban al capital.

La concentraci n de la industria en manos de los capitalistas que han dado muerte a la peque a industria haabsorbido todas las fuerzas del pueblo y al mismo tiempo las del Estado. La emisi n de moneda actualmenteno est en general en proporci n con el consumo por cabeza, y no puede, por lo mismo, satisfacer todas lasnecesidades de los obreros. La emisi n de moneda debe estar en relaci n con el aumento de poblaci n, y es

necesario que se tome en consideraci n a los ni os, que consumen y cuestan desde que nacen.

La revisi n de la acu aci n de moneda es una cuesti n esencial para el mundo entero. Vosotros sab is que elpatr n oro fue perjudicial para los Estados que lo adoptaron, pues ste no puede dar abasto al consumo ogasto de moneda de plata, mucho menos, cuando nosotros retiramos de la circulaci n la mayor cantidad

posible de oro. Debemos introducir una moneda creada sobre el trabajo, que sea de papel o de madera.

Haremos una emisi n de plata de acuerdo con las necesidades normales de cada individuo, aumentando estacantidad a cada nacimiento y disminuy ndola a cada defunci n. Todo departamento, todo distrito llevar suscuentas con este objeto. Y para que no haya demoras en este env o de moneda argent fera para lasnecesidades del Estado, las cantidades y la fecha de su remisi n deber n fijarse por medio de un decreto delgobierno, con lo que quedar anulada la protecci n del Ministerio de Hacienda, que no podr favorecer a una

regi n con perjuicio de otras.

Estas reformas que proyectamos, las presentaremos de manera que no provoquen alarma. Demostraremos lanecesidad que hay de ellas como consecuencia del fango en que han ca do los des rdenes de los Gentiles en

materia hacendar a.

El primer desorden, diremos, consiste en que empiezan por establecer un simple presupuesto que vaaumentando a o por a o; por esta sencilla raz n se formula el presupuesto hasta la mitad del a o; despu s sepide un presupuesto reformado que en tres meses es derrochado y todo acaba con un presupuesto deliquidaci n, y como el presupuesto del a o siguiente es votado con arreglo al total del presupuesto general, y el

d ficit normal anual es de 50 por 100, el presupuesto anual se triplica cada diez a os.

Merced a estos procedimientos aceptados por la inconsciencia de los Estados Gentiles, sus cajas seencuentran siempre vac as. Los empr stitos subsiguientes devoran el resto y llevan esos gobiernos a labancarrota. Todo empr stito demuestra la debilidad del Estado y la incomprensi n de sus derechos. Losempr stitos, como la espada de Damocles, est n amenazando sobre la cabeza de los gobiernos, que en vezde tomar los que son nicamente necesarios de entre sus propios s bditos, mediante un impuesto provisional,

acuden como mendigos con la mano extendida a implorar limosna a nuestros banqueros.

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Los empr stitos exteriores son las sanguijuelas que nunca pueden ya despegarse del cuerpo del Estado y queest n chupando, si no caen por s solas o si el Estado no las arroja radicalmente. Pero los Estados Gentiles,lejos de arranc rselas, siguen aplic ndoselas, aunque tengan que perecer a consecuencia de estas sangr as

voluntarias.

En realidad, qu es por otra parte lo que representa un empr stito, especialmente si ste es exterior? Elempr stito es la emisi n de letras de cambio del gobierno conteniendo una obligaci n a cierto inter sproporcional al monto del capital por el que se hace el empr stito. Si el empr stito est tasado al 50 por 100,en veinte a os el Estado ha pagado sin utilidad ninguna un inter s igual al empr stito; en cuarenta a os, una

suma doble; a los setenta, una triple, y la deuda queda siempre sin amortizar.

Por aqu se ver que bajo la forma de un empr stito individual, el Estado toma hasta los ltimos c ntimos delpobre, invirti ndolos en pagar a los ricos extranjeros de los que ha tomado prestado el dinero, en vez de iracumulando sus riquezas para sus necesidades, sin pagar intereses. Si los empr stitos son interiores, losGentiles no hacen otra cosa que traspasar el dinero de la bolsa del pobre a la caja de los ricos. Pero una vezque nosotros nos hemos ganado a las personas que nos eran necesarias para hacer que los empr stitos setraspasaran al exterior, todas las riquezas de los Estados pasaron a nuestras capas y todos los Gentiles

quedaron reducidos a pagarnos este tributo de vasallaje.

Si la ligereza de los gobernantes Gentiles, en lo relativo a los negocios de Estado, si la corrupci n de losministros, o la ignorancia en materia hacendar a de otros gobiernos han abrumado a sus pueblos de deudasque no pueden reembolsar a nuestras cajas, deb is saber que esto tambi n nos ha costado mucho dinero y

grandes esfuerzos...

Nosotros no permitiremos el estancamiento de la moneda, y as no habr obligaciones sobre el Estado aexcepci n de una serie de obligaciones al 1 por 100, a fin de que el pago de intereses no entregue el poder delEstado a las sanguijuelas que lo chupan. El derecho de emisi n de valores quedar reservado exclusivamentea las compa as industriales que pagar n sin dificultad los intereses con sus utilidades; mientras que el Estadono saca ning n provecho del dinero que se le presta, aunque el pr stamo sea para gastar y no para hacer

inversi n alguna con l.

Los papeles industriales ser n comprados por el mismo gobierno, transform ndose as de recaudador deimpuestos en prestamista por c lculo. Esta providencia har cesar el estancamiento del dinero, el parasitismoy la prensa que nos eran tiles, mientras los Gentiles eran independientes; pero que no son deseables una vez

establecido nuestro gobierno.

Es evidente qu escasos de reflexi n son los cerebros puramente animales de los Gentiles! Nos tomabanempr stitos con inter s, sin reflexionar que debieran haber tomado ese dinero, aun con mayor inter s, de lascajas de sus Estados para pagarnos a nosotros. Qu cosa hab a m s f cil que tomar el dinero quenecesitaban de sus contribuyentes? Esto demuestra la absoluta superioridad de nuestra inteligencia que supo

presentarles el negocio de los empr stitos bajo el aspecto de que eran ventajosos para ellos.

Los c lculos que nosotros presentamos, esclarecidos a su tiempo con la ense anza de la experiencia demuchos siglos, que los estados Gentiles nos han dado en la materia, se distinguir n por su claridad y certeza,y demostrar n a todos hasta la evidencia la utilidad de nuestras reformas e innovaciones. Pondr n fin a losabusos, merced a los que hemos tenido bajo nuestro poder a los Gentiles, abusos que ya no podr n admitirse

en nuestro gobierno.

Estableceremos tambi n nuestro sistema de contabilidad, por el que ni el m s insignificante funcionario podrdistraer de su objeto la m s peque a suma, sin que ello sea advertido, ni aun darle siquiera otro destino del

que tiene indicado siempre en nuestro plan de acci n.

Es imposible gobernar sin un plan definido. Hasta los h roes, que siguen un camino determinado pero sinciertas reservas, al fin perecen en l. Los gobernantes Gentiles, a los que en otras ocasiones hemosaconsejado que se distrajeran de los negocios de Estado, por medio de las recepciones diplom ticas y deetiqueta y dem s diversiones, no eran m s que biombos y pantallas tras de los cuales actuaba nuestro

gobierno.

Los informes de los favoritos que los reemplazaban en el despacho de los negocios les eran suministrados pornuestros agentes y dejaban siempre satisfechas sus obtusas inteligencias con las promesas para el porvenir

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de econom as y mejoramientos. Pero ,econom as de qu ?, de nuevos empr stitos?. Esto hubieran podido

preguntar y no lo preguntaban a aquellos que le an nuestras cuentas y nuestros proyectos.

Bien sab is hasta d nde los ha conducido semejante apat a y a qu desbarajuste econ mico han llegado, a

cambio de la admirable actividad de sus pueblos.

PROTOCOLO XXI:Los empr stitos interiores.- .El pasivo y los impuestos.- Las conversiones.- Cajas de ahorro y la renta.-

Impresi n de la Bolsa de valores p blicos.- Tasaci n de valores industriales.

Agregaremos a lo que tratamos en la reuni n precedente una explicaci n detallada de los empr stitosinteriores. Sobre el empr stito interior nada nos queda por decir, sino que ellos llenaron nuestras arcas con eldinero de las naciones cristianas; pero para nuestro gobierno ya no habr ning n extranjero, supuesto que todo

el mundo ser nuestro dominio, y por lo tanto, nada habr que sea extra o a nuestro gobierno.

La corrupci n de los administradores y la desidia de los gobernantes las hemos aprovechado para recibirsumas dobles, triples y aun mayores, prestando a los gobiernos Gentiles m s de lo que sus Estadosnecesitan. Qui n podr a decir cosa igual respecto de nosotros? Por esto voy a exponer detalladamente el

punto relativo a los empr stitos interiores.

Cuando se lanza un empr stito, los Estados abren una suscripci n para la compra de las obligaciones o bonosdel mismo. Para que estas obligaciones est n al alcance de todas las fortunas, se emiten cupones de 100 a1.000 monedas; al mismo tiempo se hace una rebaja a los primeros suscriptores. Al d a siguiente hay un alzade precio artificial, motivada, seg n dicen, por el exceso de demanda de los bonos, pues todo el mundo se

echa a buscarlos.

Pocos d as despu s se corre la voz de que las cajas del tesoro est n atestadas de dinero y no se sabe yad nde guardarlo ( por qu , pues, seguir tom ndolo?). La suscripci n excede muchas veces la emisi n delempr stito: tan grande es la confianza que hay en las letras de cambio del gobierno! Pero cuando la comedia

ha terminado, nos encontramos delante de un pasivo que acaba de contraerse, pasivo demasiado gravoso.

Para el pago de los intereses es necesario recurrir a nuevos empr stitos que no absorben sino que aumentanla deuda principal. Una vez agotado el cr dito, se necesita recurrir a nuevos impuestos, y stos sirven no paracubrir el empr stito, es decir la deuda contra da, sino s lo para pagar los intereses del mismo. Resultando que

estos impuestos son un pasivo empleado en cubrir el pasivo anterior...

Viene despu s el tiempo de las conversiones que disminuyen solamente el pago de (o mejor dicho el monto)los intereses, pero sin amortizar la deuda, conversiones que, adem s, no pueden hacerse sin elconsentimiento de los que cubrieron el empr stito, o sea los prestamistas. Al anunciarse una conversi n, seofrece devolver el dinero a los que no est n dispuestos a aceptarla. Si todos expresan su deseo de recobrar su

dinero, el gobierno queda preso en sus propias redes y se encuentra imposibilitado de cumplir su oferta.

Afortunadamente, los s bditos de los gobiernos Gentiles, poco versados en negocios financieros, siempre hanoptado por sufrir la p rdida consiguiente a la baja de inter s mejor que correr el riesgo de nuevas inversionesde su dinero, con lo que muchas veces han dado a los gobiernos las facilidades necesarias para poder

descargarse de un pasivo de muchos millones.

En la actualidad, con las deudas exteriores, los Gentiles no piensan en hacer nada semejante, sabiendo, comosaben, que nosotros exigiremos todo nuestro dinero. As una bancarrota manifiesta demostrar a las naciones

la falta absoluta de uni n entre los intereses de los pueblos y los gobiernos.

Reclamo toda vuestra atenci n sobre este hecho y los que a continuaci n mencionar . Hoy todos losempr stitos interiores est n consolidados por las deudas llamadas flotantes, esto es, por deudas cuyo pago esm s o menos cercano. Estas deudas est n constituidas por el dinero colocado en las cajas de ahorro y en lascajas de reserva. Como estos fondos quedan por largo tiempo en manos de los gobiernos, se evaporan en elpago de intereses de los empr stitos exteriores, y en su lugar entra en las cajas una suma equivalente de

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dep sito de la renta. Estos ltimos son los que tapan los agujeros de las cajas del Estado entre los Gentiles.

Cuando nosotros lleguemos al poder, ocupando el trono del mundo, todos estos agujeros en la hacienda y lasfinanzas quedar n cubiertos, sin que quede de ellos ni el recuerdo, pues no es cosa que convenga a nuestrosintereses; suprimiremos igualmente las Bolsas de Fondos P blicos, pues no consentiremos que el prestigio denuestro poder se resienta por la fluctuaci n de precios de nuestros valores. Estos ser n declarados por ley alprecio de su valor completo sin fluctuaci n posible (el alza trae consigo la baja y as es como desde el principio

de nuestra campa a hemos jugado nosotros con los valores de los Gentiles).

Sustituiremos las Bolsas por grandes establecimientos de cr dito especial cuyo objeto ser tasar o cotizar losvalores industriales seg n las miras del gobierno. Estos establecimientos estar n en condiciones de lanzarsobre el mercado quinientos millones de valores industriales por d a. De esta manera todas las empresas

industriales quedar n bajo nuestra dependencia.

Ya pod is imaginar el poder que conquistaremos por este medio!.

PROTOCOLO XXII:El secreto del porvenir.- El mal secular base del bien futuro.- La aureola del poder y su adoraci n m stica.

Con todo lo que hasta hoy llevo expuesto me he esforzado para mostraros el secreto de los acontecimientospasados y presentes: ellos anuncian un porvenir pr ximo ya a realizarse. Os mostr el secreto de nuestrasrelaciones con los Gentiles y el de nuestras operaciones financieras. Poco queda que decir sobre este

particular.

Tenemos en nuestras manos la m s grande fuerza moderna: el oro; podemos en dos d as retirar nuestrosdep sitos en la proporci n y cantidad que sea de nuestro agrado. Ser , pues, necesario todav a demostrarque nuestro gobierno est predestinado por Dios? Lo que no podremos probar por medio de esta enormeriqueza es que todo el mal que nos hemos visto obligados a causar durante tantos siglos ha servido finalmenteal verdadero bien, a poner todo en orden... He aqu la confusi n de nociones de bien y de mal! El orden se

restablecer , en parte, por medio de la violencia, pero se restablecer al fin.

Sabemos probar que somos bienhechores de la humanidad; nosotros que hemos hecho al mundo torturado elverdadero bien de darle la libertad al individuo, que podr gozar de descanso; la paz, la dignidad en las

relaciones, a condici n, enti ndase bien, de observar las leyes establecidas por nosotros.

Explicaremos de paso que la libertad no es el libertinaje ni el derecho a la licencia; ni tampoco consiste ladignidad ni la fuerza, en el derecho de cada uno a proclamar principios subversivos y destructores, como elderecho de libertad de conciencia, de igualdad y otros semejantes, ni en modo alguno tampoco el derecho delindividuo consiste en excitarse a s mismo o excitar a otros haciendo alarde de talentos oratorios en asambleas

tumultuosas.

La verdadera libertad consiste en la inviolabilidad de la persona que observa honrada y exactamente todas lasleyes de la vida en com n; la dignidad en la conciencia de sus derechos y juntamente de sus deberes y de los

derechos de que carece, y no s lo en el desarrollo ilusorio y fant stico del tema de su YO.

Nuestro poder ser glorioso porque ser pujante; porque gobernar y dirigir y no ir remolcado, por decirloas , por l deres y oradores de los que a gritos lanzan palabras huecas y carentes de sentido que enf ticamente

llaman grandes principios, y que no son otra cosa en realidad sino utop as.

Nuestro poder ser el arbitro del orden, que es el nico que hace la felicidad de los pueblos, y de los hombres.

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PROTOCOLO XXIII:Reducci n de la producci n de art culos de lujo.- La peque a industria.- La huelga.- Prohibici n de laembriaguez.- Condenaci n a muerte de la sociedad antigua y su resurrecci n en su nueva forma.- El elegido

de Dios.

Para que los pueblos se acostumbren a la obediencia es necesario que se acostumbren a la modestia ydisminuir, por consiguiente, los objetos de lujo disminuyendo su producci n. Restableceremos la peque aindustria que dar el golpe a los capitales particulares de los fabricantes. Esto es a n necesario, porque losgrandes industriales dirigen todav a, muchas veces sin saberlo, es cierto, el esp ritu de las masas contra el

gobierno.

Un pueblo que fomenta las peque as industrias no sabe de huelgas; sino que vive apegado al ordenestablecido, y por lo mismo, tambi n a la fuerza del poder. La huelga es algo muy perjudicial para un gobierno.Para nosotros su papel terminar tan pronto como el poder est en nuestras manos. La embriaguez serigualmente prohibida por la ley y castigada como un crimen de lesa humanidad, pues los hombres que se

embriagan se transforman en brutos bajo la influencia del alcohol.

Los s bditos, lo repito una vez m s, no obedecen ciegamente sino a una mano firme, completamenteindependiente de ellos en la que ven una espada para defenderlos y una defensa contra las calamidades

sociales.

Qu necesidad tienen los s bditos de ver en su soberano un alma angelical? Lo que importa que vean en l

es la personificaci n de la fuerza y del poder.

El soberano que sustituya a los Gobiernos actuales que han venido arrastrando su existencia en medio desociedades desmoralizadas por nosotros y que han arruinado aun el mismo poder de origen divino, y en cuyo

seno.

Por todos lados se levanta el fuego de la anarqu a; este soberano, antes que nada, tendr que extinguir estallama devoradora. He aqu la raz n que le obligar a condenar a muerte esas sociedades: tendr queahogarlas en sangre para hacerlas luego resucitar bajo la forma de un ej rcito bien organizado que sepa luchar

y combatir conscientemente contra toda infecci n que pudiera invadir el organismo del Estado.

Este elegido de Dios es nombrado de lo alto para sujetar las fuerzas locas y desatinadas movidas por elinstinto, no por la raz n, por la bestialidad y no por la parte noble de la humanidad. Esas fuerzas triunfanahora, roban, cometen toda clase de atentados, toda suerte de violencias, bajo el pretexto de la libertad y delos derechos. Ellas han destruido todo orden en la sociedad para levantar sobre estas ruinas el trono del rey de

Israel; pero su papel terminar en el momento en que ese rey ascienda a su trono.

Entonces hay que alejarlas de su camino en el que no debe quedar el menor obst culo. Entonces podremosdecir a los pueblos: Dad gracias a Dios y prosternaos delante del que lleva en su frente el sello de lapredestinaci n hacia la que Dios mismo ha guiado su estrella para que nadie, excepto ese predestinado,

pueda libraros de todas las fuerzas y de todos los males.

PROTOCOLO XXIV:Consolidaci n de la estirpe del rey David.- Preparaci n del rey.-Exclusi n de los herederos directos.- El rey y

sus tres mentores. - El rey-destino. - Intachabilidad de costumbres exteriores del rey de los israelitas.

Pasaremos ahora a tratar de los medios de asegurar las ra ces din sticas del rey.

En esta obra nos guiar n los mismos principios que hasta ahora nos han suministrado nuestros sabios para ladirecci n de todos los negocios mundiales. Dirigiremos el pensamiento de toda la humanidad. Muchosmiembros de la estirpe de David preparar n los reyes y sus herederos, escogiendo estos ltimos, no seg n elderecho hereditario, sino teniendo en consideraci n sus cualidades sobresalientes; los iniciar n en los m socultos secretos de la pol tica; en los planes de gobierno, siempre bajo la condici n de que nadie llegue a

penetrar esos secretos.

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El objeto de esta manera de proceder es que todo el mundo sepa que el gobierno no puede ser puesto enotras manos sino en las de aquellos que est n iniciados en los misterios del arte de gobernar. S lo a estaspersonas se les ense ar la aplicaci n de los planes pol ticos, las ense anzas de la experiencia de los siglos;todas nuestras observaciones sobre las leyes pol tico-econ micas y sobre ciencias sociales ; en una palabra,todo el esp ritu de estas leyes que la naturaleza misma ha establecido como infalible para normalizar por ellas

las relaciones de los hombres.

Muchas veces los herederos directos ser n excluidos del trono, si en el tiempo de sus estudios dan pruebas deligereza, de dulzura de car cter y de otras de esas cualidades o defectos que son perjudiciales en el poder yque hacen ineptos a los hombres para gobernar y da an la actuaci n propia de un jefe de Estado. S lo a estaspersonas se les ense ar la aplicaci n de los fines firme e inflexiblemente, hasta cruelmente, si es necesario,

y recibir n de manos de nuestros sabios las riendas del poder.

En caso de alguna enfermedad que pudiera ser causa del debilitamiento de la voluntad, los reyes deber n,conforme a la ley, abdicar en otras manos que sean capaces de sostener con la firmeza necesaria las riendasdel gobierno. Los planes de acci n del rey, planes inmediatos que haya de trazar por razones imperativas deinmediata necesidad, sus planes m s remotos todos quedar n ignorados aun de aquellos que se le asignen

como primeros consejeros.

S lo el rey y sus tres mentores conocer n lo por venir. En la persona del rey, due o de s mismo y de lahumanidad, gracias a una voluntad inquebrantable, todos creer n ver el destino con sus caminosdesconocidos. Nadie sabr qu es lo que el rey pretende como objeto de sus mandatos, y as tampoco nadie

se atrever a atraves rsele en un camino que es para todos desconocido.

Es necesario sobreentender que la inteligencia del soberano ha de corresponder al plan de gobierno que tieneencomendado. Por esto es que no subir al trono sino despu s de haber dado pruebas satisfactorias de sucapacidad a nuestros sabios de que ya hemos hablado. Para que el pueblo conozca y ame a su soberano, es

necesario que trate al pueblo y se comunique con l en los lugares p blicos.

Esto producir la uni n necesaria entre las dos fuerzas que hasta hoy nosotros hemos conservadodistanciadas por el mutuo terror. Este terror nos era absolutamente necesario en otro tiempo, para que estasdos fuerzas, separadamente, cayeran bajo nuestro poder e influencia. El rey de Israel no debe estar bajo eldominio de sus pasiones, especialmente bajo el de la voluptuosidad, ni debe, por alguna flaqueza de su

car cter, dar lugar a que sus instintos animales se sobrepongan a su raz n.

La sensualidad obra de manera demasiado nociva sobre las facultades intelectuales y la clarividencia de lascosas, inclin ndose hacia el lado peor y m s bestial de la actividad humana. La columna de la humanidad enla persona de la semilla santa de David, debe sacrificar a su pueblo y por su bien, todos sus gustospersonales. Nuestro soberano tiene que ser de una irreprochabilidad ejemplar. La fuerza ciega del pueblo nopuede quedar un solo d a sin tener quien la dirija, y el nuevo poder no hace otra cosa sino reemplazar al

anterior debilitado por el Liberalismo.

En nuestros d as, el poder del oro ha reemplazado al poder de los gobiernos liberales. Hubo un tiempo en quela fe gobernaba. La idea de libertad es irrealizable, porque nadie hay que sepa usar de ella en su justa medida.Basta dejar al pueblo que por alg n tiempo se gobierne a s mismo, para que inmediatamente esta autonom a

degenere en libertinaje.

Surgen al punto las discusiones, que se transforman luego en lujos de buenos sentimientos. Por esta raz nhay que esperar mejores resultados cuando se gobierna a los hombres por medio de la violencia y el terror,que cuando se trata de gobernarles por medio de las discusiones acad micas. Todo hombre aspira al poder;cada uno quisiera convertirse en dictador; si esto fuera posible al mismo tiempo, muy poco faltar a para que noestuvieran todos prontos a sacrificar el bien de los dem s, a trueque de conseguir cada uno su propio

provecho.

Qu es, pues, lo que ha reprimido hasta ahora a esa bestia feroz que se llama hombre? Qu es lo que hapodido dirigirle hasta el presente? Al iniciarse el orden social, el hombre se ha sometido a la fuerza bruta y

ciega; m s tarde, a la Ley, que no es m s que esa misma fuerza, pero disfrazada.

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De donde yo saco la conclusi n que, seg n la Ley Natural, el derecho radica en la fuerza. La Libertad Pol ticaes una idea y no un hecho. Se necesita saber aplicar esta idea cuando es necesario atraer las masaspopulares a un partido con el cebo de una idea, si ese partido ha resuelto aplastar al contrario que se halla enel poder. Este problema resulta de f cil soluci n si el adversario se mantiene en el poder en virtud de la ideade libertad, de eso que se llama Liberalismo, y sacrifica un poco de su fuerza en obsequio de esa idea:

Libertad.

Y he aqu por d nde ha de llegar el triunfo de nuestra teor a: una vez que se aflojan las riendas del poder,inmediatamente son recogidas por otras manos, en virtud del instinto de conservaci n, porque la fuerza ciegadel pueblo no puede quedar un solo d a sin tener quien la dirija, y el nuevo poder no hace otra cosa sinoreemplazar al anterior debilitado por el Liberalismo. En nuestros d as, el poder del oro ha reemplazado al

poder de los gobiernos liberales.

Hubo un tiempo en que la fe gobernaba. La idea de libertad es irrealizable, porque nadie hay que sepa usar deella en su justa medida. Basta dejar al pueblo que por alg n tiempo se gobierne a s mismo, para queinmediatamente esta autonom a degenere en libertinaje. Surgen al punto las discusiones, que se transformanluego en luce parar n los reyes y sus herederos, escogiendo estos ltimos, no seg n el derecho hereditario,sino teniendo en consideraci n sus cualidades sobresalientes; los iniciar n en los m s ocultos secretos de la

pol tica; en los planes de gobierno, siempre bajo la condici n de que nadie llegue a penetrar esos secretos.

El objeto de esta manera de proceder es que todo el mundo sepa que el gobierno no puede ser puesto enotras manos sino en las de aquellos que est n iniciados en los misterios del arte de gobernar. S lo a estaspersonas se les ense ar la aplicaci n de los planes pol ticos, las ense anzas de la experiencia de los siglos;todas nuestras observaciones sobre las leyes pol tico-econ micas y sobre ciencias sociales ; en una palabra,todo el esp ritu de estas leyes que la naturaleza misma ha establecido como infalible para normalizar por ellas

las relaciones de los hombres.

Muchas veces los herederos directos ser n excluidos del trono, si en el tiempo de sus estudios dan pruebas deligereza, de dulzura de car cter y de otras de esas cualidades o defectos que son perjudiciales en el poder y

que hacen ineptos a los hombres para gobernar y da an la actuaci n propia de un jefe de Estado.

S lo a estas personas se les ense ar la aplicaci n de los fines firme e inflexiblemente, hasta cruelmente, sies necesario, y recibir n de manos de nuestros sabios las riendas del poder. En caso de alguna enfermedadque pudiera ser causa del debilitamiento de la voluntad, los reyes deber n, conforme a la ley, abdicar en otras

manos que sean capaces de sostener con la firmeza necesaria las riendas del gobierno.

Los planes de acci n del rey, planes inmediatos que haya de trazar por razones imperativas de inmediatanecesidad, sus planes m s remotos todos quedar n ignorados aun de aquellos que se le asignen como

primeros consejeros. S lo el rey y sus tres mentores conocer n lo por venir.

En la persona del rey, due o de s mismo y de la humanidad, gracias a una voluntad inquebrantable, todoscreer n ver el destino con sus caminos desconocidos. Nadie sabr qu es lo que el rey pretende como objetode sus mandatos, y as tampoco nadie se atrever a atraves rsele en un camino que es para todosdesconocido. Es necesario sobreentender que la inteligencia del soberano ha de corresponder al plan de

gobierno que tiene encomendado.

Por esto es que no subir al trono sino despu s de haber dado pruebas satisfactorias de su capacidad anuestros sabios de que ya hemos hablado. Para que el pueblo conozca y ame a su soberano, es necesarioque trate al pueblo y se comunique con l en los lugares p blicos. Esto producir la uni n necesaria entre lasdos fuerzas que hasta hoy nosotros hemos conservado distanciadas por el mutuo terror. Este terror nos eraabsolutamente necesario en otro tiempo, para que estas dos fuerzas, separadamente, cayeran bajo nuestro

poder e influencia.

El rey de Israel no debe estar bajo el dominio de sus pasiones, especialmente bajo el de la voluptuosidad, ni

debe, por alguna flaqueza de su car cter, dar lugar a que sus instintos animales se sobrepongan a su raz n.

La sensualidad obra de manera demasiado nociva sobre las facultades intelectuales y la clarividencia de lascosas, inclin ndose hacia el lado peor y m s bestial de la actividad humana. La columna de la humanidad enla persona de la semilla santa de David, debe sacrificar a su pueblo y por su bien, todos sus gustos

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personales.

Nuestro soberano tiene que ser de una irreprochabilidad ejemplar.