Propiedad y Libertad-(Richard Pipes)

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Richard Pipes

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  • Propiedad y Libertad:La Piedra Angular de la Sociedad Civil

    Richard Pipes

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  • El contenido de esta publicacin fue extrado de Richard Pipes, Propiedad yLibertad, Espaa, Turner Publicaciones/Fondo de Cultura Econmica, 2002.La seccin "La idea de la propiedad" corresponde al Captulo uno, pp. 23-24;"La institucin de la propiedad" corresponde al Resumen del Captulo dos,pp.157-163; y "La propiedad en el siglo XX" corresponde al Resumen delCaptulo cinco, pp. 355-357.

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  • NDICE

    Biografa........5

    Definiciones..6

    La idea de la propiedad...............8

    La institucin de la propiedad..10

    La propiedad en el siglo XX......15

    Predicciones...17

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  • Biografa

    Richard Pipes es desde hace cuarenta aos profesor einvestigador de historia en la Universidad de Harvard.Como experto mundialmente reconocido en historia rusa,sovitica y caucsica, asesor a diversos gobiernos y orga-nizaciones. De sus estudios en historia, deriv importantesreflexiones sobre el papel de la propiedad como clave parael establecimiento institucional del Estado de Derecho y lalibertad individual.

    Adems de ser profesor emrito en Harvard, su trabajo influy en la definicinde las polticas pblicas estadounidenses, siendo miembro de diversas institu-ciones. Fue Director del Centro de Investigacin sobre Rusia de Harvard(1968-73); colabor como un experto ante el Tribunal Constitucional de Rusia(1992); fue Director del equipo de Asuntos de Europa del Este y Soviticos delConsejo Nacional de Seguridad (1981-82), miembro del Equipo de Transicindel Ministerio de Asuntos Exteriores de la administracin Reagan (1980), yPresidente de la Agencia Central de Informacin " del equipo B " para revisarEstimaciones de Inteligencia Estratgicas (1976). Adicionalmente, el Dr.Pipes es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores.

    El Dr. Pipes forma parte del consejo editorial de varias publicaciones: StrategicReview, Orbis, International Journal of Intelligence and Counter Intelligence,Continuity, Journal of Strategic Studies, East European Jewish Affairs, andNuova Storia Contemporanea. Es autor de 18 libros publicados, el msreciente Comunismo: Una Breve Historia (2001 Casa Arbitraria). Sus libroshan sido publicados en doce lenguas, siendo el editor de seis libros.Igualmente fue receptor de la beca Guggenheim en dos ocasiones.

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    Definiciones

    Posesin se refiere al control fsico de los activos, materiales o inmateriales,sin un ttulo formal hacia ellos: es una pertenencia de facto, no de jure.Comnmente se justifica por el uso prolongado o porque se haya heredado delos padres, lo que en el Derecho ingls se llama "prescripcin" y se aseguramediante la fuerza fsica y por apoyo comunitario tcito. Aunque los objetosposedos no se pueden vender, en la prctica casi siempre su poseedor puedelegarlos a sus descendientes y de esta manera tienden a convertirse enpropiedad. A travs de la historia, y en muchas partes del mundo contempor-neo, los activos se poseen de esta forma.

    Propiedad se refiere al derecho del dueo o de los dueos, reconocidos for-malmente por la autoridad pblica, a explotar los activos excluyendo a todoslos dems y a venderlos o disponer de ellos de otra forma. "Lo que distinguela propiedad de la simple posesin momentnea es que la propiedad es underecho que se reconoce por la sociedad o el Estado, por la costumbre o porla convencin o por la ley. En la prc-tica, postula una autoridad pblica decierto tipo. El concepto se origi-n en la Roma antigua, cuyos juristas desig-naron con el trmino de dominium a lo que entendemos por "propiedad".

    La propiedad es de dos tipos: productiva, es decir, la que puede crear mspropiedad (por ejemplo, tierra, capital) y personal, que sirve exclusivamentepara usarse (por ejemplo, vivienda, ropa, armas, joyas). As es como se usacomnmente. Pero en un sentido ms amplio, en la termino logia de la teoraoccidental desde finales de la Edad Media, "propiedad" abarca todo lo quepropiamente pertenece a una persona (suum en latn), incluyendo su vida y sulibertad. Es esta definicin ms amplia de property (propiedad) o de "proprie-ty" (propiedad), como se utiliz en el siglo XVII en Inglaterra y como fuetrasplantada a la colonia de Amrica, la que contribuye al vnculo filosficoentre propiedad (ownership) y libertad.

    Bajo la influencia de Marx, algunos tericos modernos prefieren definir"propiedad" (en su sentido ms estrecho, convencional) no como el derechosobre "las cosas" sino como "relaciones entre personas con respecto a lascosas". "El derecho a la propiedad no se debe identificar con el hecho de laposesin fsica [...] el derecho a la propiedad no es una relacin entre un

    C.B. Macpherson, ed., Property: Mainstream and Critical Positions (Oxford, 1978), p. 3.* Etimolgicamente, "propiedad" se deriva del latin proprius, que significa particular a, o apropiado a, una persona individual. De aqu,

    la jurisprudencia bizantina desarroll el trmino proprietas o "pertenencia".Stephen R. Munzer, A Theory of Property (Cambridge, 1990), 17- Morris Cohen en Cornell Law Quarterly 13, no. 1 (diciembre, 1927), p. 12.

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    Se puede disponer de dos tipos de propiedad: (1) colectivamente y (2) privada-mente. El derecho a la propiedad colectiva se confiere conjuntamente a todoslos miembros de una comunidad, pero sta no dispone de ella; ni tampocotiene derechos colectivos sobre ella (por ejemplo, un edificio moderno deapartamentos en cooperativa). La propiedad privada pertenece a un individ-uo, a un grupo familiar o a una asociacin de individuos. La "propiedad comu-nista" es una contradiccin de trminos, en tanto que la "propiedad"pertenece al dominio de la ley privada, mientras que en el comunismo, elEstado, una institucin pblica, es el dueo exclusivo de todos los activos pro-ductivos en su condicin de autoridad soberana.

    En el uso cotidiano, es muy difcil mantener la distincin legal entre posesiny propiedad. Por lo tanto, en el libro, con excepcin de los momentos en quese aclare especficamente, se utilizarn indistintamente "posesin" y"propiedad".

    El trmino libertad, como se usa en este estudio, abarca cuatro aspectos: (1)libertad poltica, es decir, el derecho del individuo a participar en la eleccinde los responsables del gobierno bajo el cual vive; (2) libertad legal es decir,el derecho, tanto en relacin con otros individuos como con respecto alEstado, a ser juzgado por terceras partes de acuerdo con la ley; (3) libertadeconmica, es decir, el derecho de usar y de dispo-ner, libremente, de losactivos propios, y (4) los derechos personales, es decir, el derecho del indivi-duo a su vida y a su libertad y la facultad de hacer lo que desee siempre ycuando no infrinja las libertades y derechos de los otros: en otras palabras, laausencia de coercin. La libertad y los derechos personales no estn,necesariamente, incluidos en la democracia poltica: "No existe una conexinnecesaria entre la libertad individual y el precepto democrtico". De estaforma, el ciudadano de la Atenas antigua disfrutaba de derechos polticospero no de derechos civiles, mientras que sbditos privilegiados de algunosdspotas ilustrados tenan derechos civiles pero no polticos.

    Isaiah Berlin, Two Concepts of Liberty (Oxford, 1958), p. 14.

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    La idea de la propiedad

    La propiedad puede ser estudiada desde dos puntos de vista bien distintos:como concepto y como institucin. Los dos enfoques generan resultados muydiferentes. A travs de la historia del pensamiento, la propiedad ha disfruta-do de una reputacin ambivalente, y ha sido identificada en ocasiones con laprosperidad y la libertad, y otras veces con la corrupcin moral, la injusticiasocial y la guerra. Las fantasas utpicas, como regla general, sitan en el cen-tro de su anlisis la abolicin de la distincin entre "mo" y "tuyo". Inclusomuchos pensadores que defienden la existencia de la propiedad la ven, en elmejor de los casos, como un mal inevitable. Por otro lado, la historia de todaslas sociedades, desde la ms primitiva a la ms avanzada, revela la universali-dad de los derechos de propiedad y el fracaso de todos los intentos de estable-cer una comunidad sin propiedad, ya sea voluntariamente o por la fuerza. Eneste caso, por lo tanto, existe una disparidad excepcionalmente amplia entrequ es lo que la humanidad piensa que quiere y lo que, a juzgar por sus actos,realmente prefiere. Lewis Mumford explic esta disparidad cuando sugiri queel hombre vive en dos mundos, el mundo interior y el mundo exterior. Elprimero es el reino de las ideas, deseos e imgenes. El ltimo es el mundo dela realidad dura e inevitable. "Si el entorno fsico es la tierra, el mundo de lasideas pertenece a los cielos."

    De acuerdo con esto, dividiremos nuestro anlisis en dos partes. Este captu-lo tratar sobre las actitudes con relacin a la propiedad de filsofos, telo-gos y tericos polticos occidentales. El captulo siguiente se dedicar a lainstitucin de la propiedad tal corno se manifiesta en la historia, la psicologa,la antropologa y la sociobiologa. La distincin, por supuesto, es artificial yse introduce para facilitar la claridad de la exposicin; en realidad, las ideasy los hechos han tenido una interaccin constante. Como sealaremos msadelante, cada cambio de actitud con relacin a la propiedad puede explicarsea partir de desarrollos polticos y econmicos.

    Louis Mumford, The Story of Utopias (Nueva York, 1922), pp. 13-14.* Limito mi anlisis a Occidente en parte porque la literatura complementaria existente se reduce casi exclusivamente a esta regin

    del mundo, y en parte porque no me siento capaz de abordar otras civilizaciones. El asunto, sin embargo, ha sido tratado en China ypor otras civilizaciones no europeas: ver Amold Knzli, Mein und Dein: Zur Idee der Eigentumsfeindschaft (Kln, 1986), pp. 43-60. Sureflejo, principalmente en la mitologa occidental clsica, pero tambin en la de Irn, Babilonia y la India es ana-lizado por Bodo Gatzen Weltalter, goldene Zeit und sinnverwandte Vorstellungen (Hildesheim, 1967). Sobre la propiedad en el pensamiento legal islmicocontemporneo vase Sohrab Behdad en Review of Social Economy 47, No. 2 (1989), pp. 185-211. El tratado ms claro sobre el com-portamiento occidental es Private Property: The History of an Idea, de Richard Schlatter (New Brunswick, N J., 1951). Resulta tam-bininstructivo The Socialist Tradition: From Moses to Lenin, de Alexander Gray (Londres etc., 1947), que estudia la actitud hacia lapropiedad de escritores socialistas y de sus predecesores.

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  • Los anlisis sobre la propiedad desde los tiempos de Platn y Aristteles hastael presente han tenido que ver con cuatro cuestiones principales: su relacincon la poltica, con la tica, con la economa y con la psicologa.1. El argumento poltico a favor de la propiedad sostiene que sta (a menosque se distribuya de una forma extremadamente injusta) promueve estabili-dad y limita el poder del gobierno. En contra de la propiedad se argumentaque la desigualdad, que necesariamente la acompaa, genera intranquilidadsocial.2. Desde el punto de vista moral se afirma que la propiedad es legtima porquetodo el mundo tiene derecho a los frutos de su trabajo. A lo que los crticosresponden que muchos dueos no realizan ningn esfuerzo para adquirir loque poseen, y que la misma lgica demanda que todos deben tener las mis-mas oportunidades a la hora de adquirir propiedad.3. El razonamiento econmico que defiende la propiedad sostiene que es elmodo ms eficiente de producir riqueza, mientras que sus opositores afirmanque la actividad econmica impulsada por el afn de obtener beneficios con-duce a una competencia destructiva.4. La defensa psicolgica de la propiedad sostiene que eleva el sentido deidentidad y auto estima del individuo. Otros afirman que corrompe lapersonalidad al infectarla con la avaricia.Estos cuatro enfoques abarcan, prcticamente, el espectro de argumentos afavor y en contra de la propiedad articulados en los ltimos trescientos aos.En sus races, la controversia enfrenta el enfoque moral al pragmtico.

    Kenneth R. Minogue en Nomos, no 22 (1980), p. 3.

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    La institucin de la propiedad

    La visin de conjunto en relacin con la aparicin y con la evolucin e la ideay de la institucin de la propiedad privada ha tratado de demostrar lassiguientes proposiciones:

    El deseo de adquirir es un fenmeno universal, tanto en los animales como enlos seres humanos, en los nios como en los adultos, en los pueblos primitivosy en las sociedades culturalmente avanzadas. Est enraizado en el instinto dela autoconservacin, pero tambin posee una dimensin psicolgica impor-tante porque acenta los sentimientos de compe-encia y confianza en unomismo. Sus objetivos son, en primer lugar, los bienes materiales, pero tambintiene un aspecto intangible, que abarca las ideas, las creaciones artsticas, lasinvenciones e incluso el propio espacio que nos rodea. Las exigencias sobre eluso exclusivo son especialmente acusadas en relacin con la tierra, a la cuallos seres humanos estn ligados por vnculos msticos. La nocin del comu-nismo primitivo no tiene, de hecho, ninguna base: es simplemente el mitoantiguo (y aparentemente indestructible) de la Edad de Oro, disfrazada con unlenguaje moderno pseudocientfico. La antropologa no conoce ningunasociedad en la que no hayan existido los derechos de propiedad: en palabrasde E.A. Hoebel, citadas anteriormente, "la propiedad es tan omnipresentecomo el hombre, una parte del tejido bsico de toda sociedad". Lo que quieredecir, por emplear un trmino aristotlico, que no es solamente una institu-cin "legal" o "convencional" sino una institucin "natural". Como tal, no esya un asunto de moral (a no ser que sea por sus excesos), como no lo es lamortalidad o cualquier otro aspecto de la existencia sobre el que los sereshumanos tienen, al menos, un mnimo de control.

    Durante ms del noventa por ciento de la historia de la humanidad, cuandola caza y la recoleccin eran los formas principales de la actividad econmi-ca, los derechos de propiedad se centraban en el control tribal del territorio,que era celosamente defendido para evitar la presencia de intrusos; lasdemandas de propiedad individual se dirigan a las armas, herramientas yotros efectos personales. El ganado se consideraba siempre como unapropiedad, generalmente tribal. Con el cambio gradual hacia una vida msasentada, centrada en la agricultura, los derechos de propiedad cambiaron deperspectiva y se atribuyeron a la casa y sus pertenencias. La autoridad pbli-ca (el Estado) fue una consecuencia de estos cambios. Aunque los orgenes delEstado no estn claros y dan pie a muchas controversias, parece ser que lacausa decisiva para su aparicin fue la transicin de la organizacin social

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  • basada en el parentesco y en la economa preagraria a la organizacin basa-da en el terri-torio y en el cultivo de la tierra, forzada, en gran medida, por lapresin que ejerci el crecimiento de la poblacin y el aumento resultante dela competencia por la obtencin de recursos naturales. En las sociedadesasentadas, polticamente organizadas, la propiedad privada gan en impor-tancia, porque la tierra cultivada necesita de un cuidado intensivo y continuo.El cambio hacia un control exclusivo de la tierra es prcticamente imparabletanto por razones econmicas como psicolgicas: incluso sucedi en laEuropa feudal en la que, en teora, la propiedad de la mayor parte de la tierraera condicionada. Una de las funciones fundamentales del Estado es garanti-zar la seguridad de la propiedad. Antes de la existencia del Estado slo existela posesin, un ttulo que el dueo hace valer a partir de una larga tenenciay que est respaldada por la costumbre y, en ltima instancia, por la fuerza;en una organizacin poltica, esta responsabilidad la asume la autoridadpblica. La transformacin de la posesin en propiedad avanza en todaspartes con una fuerza inexorable, debido fundamentalmente a la institucinde la herencia, que se aplica tanto al dueo como al poseedor, pero que bene-ficia al ltimo porque tiene el control fsico ininterrumpido de los objetos queestn en juego.

    La siguiente fase en el desarrollo de la propiedad privada es resultado delcomercio y del desarrollo de las ciudades. Se puede tener la posesin de latierra de diferentes maneras que restringen la duracin de la tenencia o queimponen otras limitaciones sobre ella. Sin embargo, las mercancas que secomercializan, y el dinero que proporcionan, se consideran, siempre y en todaspartes, como propiedad privada. Al perder importancia la agricultura enrelacin con el comercio y con la industria, el dinero asume un papeleconmico mayor, al igual que la propiedad. El hecho de que en la Europa delos siglos XVIII y XIX la propiedad privada se elevara a un status de institucinsacrosanta fue un resultado directo del desarrollo econmico que haban pro-ducido el comercio y la industria.

    La relacin de la propiedad privada con las libertades civiles y polticas es eltema principal de nuestro estudio. La libertad y los derechos que emanan deella son posibles solamente con la aparicin de la autoridad pblica, es decir,del Estado. En una organizacin social basada en el parentesco, las relacioneshumanas son informales y el individuo no est en condiciones de llevar a cabouna reclamacin legal para defender sus intereses. Una vez que surge elEstado y su autoridad se extiende sobre un territorio definido y sobre todossus habitantes, el individuo puede reclamar. Un "derecho" ha sido acertada-mente definido como "la capacidad de un hombre de influir sobre los actos de

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    New York Times, 30 de abril de 1997, pp. A1 y A20.9

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    otro a partir, no de su propia fuerza, sino de la opinin o de la fuerza de lasociedad". Bajo estas condiciones la propiedad (donde quiera que le sea per-mitido aparecer) es protegida por el Estado como un "derecho", pero esemismo derecho de propiedad tambin protege al individuo del Estado: juntocon la ley, su consecuencia se convierte en el medio ms eficaz para limitarel poder del Estado. En los lugares en los que el Estado reclama la propiedadde todos los recursos productivos, como sucede con las antiguas monarquasorientales, los individuos o las familias no tienen forma de hacer valer sulibertad porque econmicamente dependen totalmente del poder soberano.De hecho, no es ninguna coincidencia que la propiedad privada sobre la tie-rra y la democracia surgieran primero en la antigua Hlade, particularmenteen Atenas, una ciudad-Estado fundada y gobernada por campesinos indepen-dientes que constituan la columna vertebral de su economa y de sus fuerzasarmadas. Tampoco fue casualidad que muchas de las instituciones ms impor-tantes de la democracia moderna desciendan directamente de la comunidadurbana medieval, en donde el comercio y la industria dieron lugar a unapoderosa clase adinerada que consideraba sus posesiones como un aspecto desu libertad.

    La nocin moderna de la libertad y de los derechos evolucion a partir deestas experiencias. En la Europa medieval, y especialmente en el siglo XVII,poca en qua nacieron las ideas sobre la libertad, la "propiedad" lleg a con-cebirse como "propiedad", la suma total de derechos sobre las posesiones, ascomo sobre los derechos personales, que les son concedidos al hombre por lanaturaleza, y de los que no se le puede privar sin su consentimiento, e inclu-so, no siempre con su consentimiento (como, por ejemplo, la negacin del"derecho" de venderse a uno mismo como esclavo). La nocin de "derechosinalienables", que ha juga-do un papel cada vez mayor en la prctica y en elpensamiento poltico de Occidente desde el siglo XVII, se desprende del dere-cho a la propiedad, el ms elemental de todos los derechos. Uno de sus aspec-tos es el principio de que el soberano gobierna pero no posee y por tanto nopuede apropiarse de las pertenencias de sus sbditos o violar sus derechospersonales, esto es, un principio que se convirti en una poderosa barrera con-tra la autoridad poltica y permiti la evolucin, primero, de los derechosciviles y, despus, de los derechos polticos.El historiador de la antigedad clsica Mases Finley seala que "es imposibletraducir la palabra 'libertad', eleutheria en griego, libertas en latn u 'hombrelibre' a cualquier otro idioma antiguo del Oriente Prximo, incluido el hebreo,

    *M.I. Finley, The Ancient Economy (Berkely y Los ngeles, 1973), p. 28. Los japoneses, cuando entraron en contacto por primera vezcon la influencia occidental en el siglo XIX, tuvieron mucha dificultad para traducir la palabra "libertad"; finalmente la tradujeroncomo jiyu, que significa "vida licenciosa" ("licentiousness'). Lo mismo sucedi en China y Carea. Orlando Patterson, Freedom (NuevaYork, 1991), p. x. Los escritores musulmanes se enfrentaron con el mismo problema: "Los primeros ejemplos en tierras islmicas del usodel trmino libertad en un sentido poltico claramente definido llegan a travs del Imperio otomana a finales del siglo XVIII y principiosdel siglo XIX y evidentemente se derivan de la influencia europea, en ocasiones a partir de traducciones directas de textos europeos.Las primeras referencias a la libertad que aparecen en obras de autores musulmanes son hostiles y la equiparan con el libertinaje, lavida licenciosa y la anarqua". Bernard Lewis, Islam in History (Nueva York, 1973), pp. 267-269.

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  • ni tampoco se puede traducir a un idioma del Lejano Oriente, por la mismarazn". Por qu sucede as? Qu tenan en comn la antigua Grecia y laantigua Roma que no posean los imperios del Oriente Medio y del LejanoOriente? Una respuesta posible es la idea de la libertad. Pero entonces surgela cuestin inmediata: qu haba en la cultura de estos dos pases quepudiera provocar la aparicin de una idea tan original? Porque las ideas no seforman en el vaco: al igual que las palabras que las articulan, se refieren acosas que son lo suficientemente importantes como para necesitar un nom-bre que permita la comunicacin.

    Se ha sugerido que la idea de la libertad nace a partir de la conciencia de laexistencia de la esclavitud y del contraste que crea entre la persona que eslibre y la que no lo es: se afirma que quien no es esclava se da cuenta de sustatus de hombre libre al compararse con el esclavo. Segn las palabras deuno de los defensores de esta explicacin: "Los orgenes de la cultura occi-dental y de su ideal ms apreciado, la libertad, se fundaron [] no sobre unaroca de virtud humana sino sobre el tiempo degradado en que el hombreaplic su inhumanidad ms vil a otro hombre". Pero esta explicacin noresulta convincente. Aunque la esclavitud era universal, y se practicabaampliamente, incluso por el "buen salvaje", como el indio americano, el con-cepto de libertad personal no surgi en ninguna sociedad esclavista, salvo enOccidente. En Rusia, por ejemplo, en donde la mayora de la poblacin habaestado en rgimen de servidumbre desde finales del siglo XVI, nadie parecaconcebir la libertad personal en contraste con la servidumbre ni perciban laservidumbre como algo antinatural hasta que, bajo el reinado de la empera-triz Catalina la Grande, nacida en Alemania, se importaron de Occidente lossentimientos abolicionistas.

    Lo que genera la idea de la libertad es el sentido de independencia econmi-ca y el del valor personal. Se ha sugerido que los griegos antiguos ya conocaneste sentimiento a partir del pasaje en la Historia de Herodoto en donde seafirma que el valor con que los atenienses se enfrentaban a los persas se debaal hecho de que ya no "trabajaban para un amo". Herodoto quera decir,especficamente, que se haban liberado de los antojos de los tiranos. Pero elconcepto tiene implicaciones que van ms all de las estrictamente polticas,al definir tambin a la persona que trabaja para s misma, que era indepen-diente econmicamente. El tema se refleja en la oracin fnebre de Pericles,en la cual a cada individuo ateniense se le concede que est "en posesin desu propia persona... que es autosuficiente en las ms variadas formas de

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    Jeffrie G. Murphy en Steven M. Cahn, ed., Affirmative Action and the University (Filadelfia, 1993), 168.Stephen H. Balch y Meter Warren en Chronicle of Higher Education, 21 de junio de 1996, p. A44; tambin en National Association of

    Scholars, Newsletter: Update 7, no. 3 (1996), pp. 2-3.Richard Epstein, Forbidden Grounds (Cambridge Mass., 1992), pp. 3-4.

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    actividad" y una autosuficiencia de este tipo slo es posible en las sociedadesque reconocen la propiedad privada. Es mucho ms probable, por tanto, quela idea de libertad haya surgido del contraste entre el dueo y el no dueo (yesta categora inclua, en la Atenas antigua, a todos los no ciudadanos) quedel contraste entre el hombre libre y el esclavo, porque una insuperable barre-ra psicolgica separa a los dos ltimos, lo que hace muy difcil de concebir lascomparaciones entre ambos. La fuente original de independencia econmicafue la tierra cultivada de forma privada, que primero surgi en el antiguoIsrael, Grecia y Roma. Finley se adhiere claramente a esta explicacin sobrelos orgenes de la libertad en Occidente, aun cuando no la expresa explcita-mente:

    Las economas del Oriente Prximo [de la antigedad] estaban dominadas porgrandes palacios (o complejos de templos) [a los cuales] pertenecan la mayorparte de la tierra cultivable y, virtualmente, monopolizaban todo lo que podallamarse "produccin industrial" as como el comercio exterior [...] y organiza-ban la vida econmica, militar, poltica y religiosa de la sociedad a partir deuna operacin de registros nica, complicada y burocrtica, para la cual lapalabra "racionamiento", tomada en un sentido muy amplio, es la mejordescripcin que se me ocurre. Nada de esto tuvo importancia para el mundogrecorromano hasta las conquistas de Alejandro Magno y, despus, las de losromanos [tras haber] incorporado grandes territorios del Oriente Prximo.

    No quiero simplificar demasiado. Existan parcelas privadas de tierra en elOriente Prximo, trabajadas por propietarios privados; existan artesanos yvendedores ambulantes "independientes" en los pueblos. Nuestros datos nonos permiten cuantificado, pero no creo que sea posible considerar que estosindividuos constituan el patrn predominante de la economa, mientras queel mundo grecorromano era de propiedad privada esencialmente y exacta-mente, ya sea unos pocos acres o los enormes dominios de los emperadores ysenadores romanos, un mundo de comercio privado y de industria privada.

    El contraste entre el mundo grecorromano de la antigedad y las monarquasdel Oriente Medio se reprodujo, mutatis mutandis, en la Europa moderna, apartir del desarrollo divergente tanto de la propiedad como de la libertad enlas mitades ms occidentales y ms orientales del continente, personificadaspor Inglaterra y por Rusia. Inglaterra fue la primera en desarrollar la propiedadprivada y proporcion al mundo el modelo de la democracia poltica, mientrasque Rusia, al haber tardado en aceptar la propiedad privada, e incluso cuan-do lo hizo en forma irregular, no pudo crear instituciones capaces de protegera su pueblo de la autoridad dspota del Leviatn.

    Citado por Jonathan Rauch en New Republic, 23 de junio de 1997, p. 26.

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  • La propiedad en el siglo XX

    El anlisis de los derechos de propiedad en el siglo XX indica que los vientosno han sido favorables a los derechos de propiedad ni a todo lo que los acom-paa. El hecho de que en la contienda entre el totalitarismo y la democracia,sta y los derechos de propiedad finalmente hayan resultado vencedores, nodebe ocultamos el hecho de que incluso en las sociedades democrticas elconcepto de propiedad haya sufrido una revisin sustancial, que lo ha trans-formado de ser un dominio absoluto a algo parecido a la posesin condicionaly que, como resultado, los derechos de los individuos a sus bienes han sido ycontinan siendo sistemticamente violados. Los procedimientos democrti-cos para elegir a los gobiernos no garantizan automticamente el respeto alos derechos civiles de los ciudadanos. Por si se requieren pruebas, uno slonecesita recordar el reinado de Napolen III, el jefe del Estado francs elegi-do mediante sufragio universal masculino, y que utiliz su mandato, obtenidolegalmente, para reprimir la libertad de prensa, arrestar y exiliar ciudadanosSin el debido proceso legal y, en general, para atribuirse poderes dictatoriales.La democracia, sin lugar a dudas, puede ser "antiliberal".

    Ahora bien, puede alegarse que es aceptable el sacrificio de cierta libertadpersonal si esto sirve para obtener una mejora significativa en la situacin delos miembros menos afortunados de la sociedad. El problema es que no seobserva tal mejora: sin duda, parece que el bienestar social de hecho incre-mentar la pobreza, cuando pretende satisfacer algo ms que las necesidadesbsicas.

    Hemos demostrado que medidas tales como los salarios mnimos, control dealquileres y transporte escolar obligatorio, o bien no solucionan los problemaspara los que se pusieron en vigor o bien los agravan. Pero existen indicios mspreocupantes que hacen pensar que todo el despliegue de medidas sobre elbienestar social, concebidas para abolir la pobreza y la desigualdad, ha sidocontraproducente.

    Desde que comenz la guerra contra la pobreza en 1965, los gobiernos fed-erales, estatales y locales han gastado ms de 5,4 billones de dlares en lalucha contra la pobreza en este pas. Cunto es 5,4 billones de dlares? Esun 7% ms de lo que cost la Segunda Guerra Mundial. Por 5,4 billones dedlares usted podra comprar los bienes de las 500 sociedades annimas de

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    Fareed Zakaria en Foreign Affairs, noviembre-diciembre de 1997, pp. 22-43.

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    Fortune y todas las tierras cultivables de los Estados Unidos. Sin embargo elndice de pobreza es de hecho ms alto hoy en da (1996) de lo que era en1965.

    Entre 1965 y 1993, cuando tuvo lugar el lanzamiento de la idea de la GranSociedad, el porcentaje de poblacin que vive por debajo del nivel de pobrezacreci del 12,5% hasta el 15%. Esto ha sucedido en un perodo en el que losgastos de bienestar social han aumentado desde ser menos de 50.000 mi-llones de dlares al ao hasta 324.000 millones de dlares. La razn de estesorprendente resultado es que el bienestar social incita a la dependencia y ladependencia promueve la pobreza. Esta tendencia es ms evidente en el casodel programa de Ayuda a las Familias con Hijos. Concebido originalmentecomo una forma de ayudar a las madres viudas, su principal efecto ha sidoalentar a las madres solteras a tener hijos, que se convierten en hurfanosbajo la tutela del gobierno. De este modo, mientras que en 1960 slo el 5,3%de los nacimientos ocurra fuera del matrimonio, en 1990 esta cifra alcanzel 28%, entre los negros era del 65,2%. En el 92% de las familias dependien-tes del bienestar social, falta el padre. Un bienestar social generoso, unbienestar social que no se limita a las situaciones de emergencia que escapanal control de sus beneficiarios, sino que intenta proporcionarles artificial-mente (como dijera Franklin Delano Roosevelt) una "vida cmoda" no slo esnocivo para el principio de la propiedad privada, ese elemento imprescindiblepara la sociedad, sino que es tambin contra-producente.

    El derecho de propiedad no garantiza en s y de por s los derechos y liber-tades civiles. Pero, histricamente, ha sido el mecanismo ms efectivo paraasegurar ambas cosas, porque crea una esfera autnoma en la que, de mutuoacuerdo, ni el Estado ni la sociedad pueden incurrir en usurpacin: al trazaruna lnea entre lo pblico y lo privado, hace al propietario cosoberano. De ahque pueda afirmarse que es an ms importante que el derecho al voto. Eldebilitamiento de los derechos de propiedad por mecanismos tales como ladistribucin de la riqueza para fines de bienestar social y las intromisiones enlos derechos de contratacin en nombre de los "derechos civiles" socava lalibertad en las democracias ms avanzadas, aun cuando la acumulacin deriquezas y la observancia de los procedimientos democrticos en tiempos depaz puedan dar la impresin de que todo marcha bien.

    Michel Tanner, The End of Welfare (Washington, D.C., 1996), p. 96. Ibid, p. 70.* Tanner End of Welfare, p. 70, 63. En Alemania 500.000 nios son mantenidos no por sus padres, sino por el Estado. Vera Gaserow en

    Die Zeit, no. 51 (13 de diciembre de 1996), p. 67.* "El Departamento de Estado utiliza la democracia como un importante indicador de los derechos humanos. El estudio realizado por

    el Departamento sobre los Derechos Humanos en 1995 denunci a China como un 'Estado autoritario' en el que el Partido Comunista'monopoliza la autoridad para la toma de decisiones'. Esto no es exacto, por cuanto una parte considerable de la autoridad para latoma de decisiones, las decisiones que la gente toma para ganarse la vida, las decisiones de sembrar, recoger, cosechar, vender e inter-cambiar, es en gran medida delegada en el pueblo. El Departamento de Estado podr tener razn, slo si la vida se contempla comovida poltica." Tom Bethell, The Noblest Triumph (Nueva York, 1998), 335. No s si yo ira tan lejos, pero el punto de vista de este argu-mento es vlido.

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  • Predicciones

    Hemos seguido la evolucin de la propiedad privada, como idea y como insti-tucin, y hemos demostrado, con los ejemplos opuestos de Inglaterra y Rusia,hasta qu punto estn estrechamente relacionadas la propiedad y su comple-mento, la ley, con la libertad: la propiedad y la ley deben existir como condi-ciones previas necesarias, aunque no suficientes, para la existencia de la liber-tad. En el captulo final hemos presentado pruebas de los cambios alarmantesocurridos en el siglo XX que han permitido a los gobiernos, en nombre de lajusticia social y del "bien comn", abolir o lesionar los derechos de propiedady, al hacer esto, en ocasiones, eliminar y, a menudo, restringir, las libertadespersonales.

    Al acercarse a su fin el siglo XX, los peligros tradicionales que amenazaban ala propiedad privada y a la libertad han disminuido. La cada del comunismoha eliminado a su adversario ms directo y peligroso, mientras que los fraca-sos econmicos del socialismo han desacreditado la idea de que la anulacinde la propiedad privada sobre los medios de produccin resuelve todos losmales sociales. Aunque en algunos lugares todava subsisten tiranas que notoleran la propiedad privada, o bien estn aisladas o bien se rinden lenta-mente al espritu de los tiempos: las consignas del momento son democraciay privatizacin.

    Sin embargo, estas bienvenidas transformaciones no significan de ningunamanera que el futuro de la libertad est asegurado: an est en peligro,aunque este peligro procede de una fuente nueva y diferente. La principalamenaza para la libertad hoy en da no procede de ninguna tirana sino de laigualdad la igualdad definida como uniformidad de compensacin. Asociadaa ella est la bsqueda de la seguridad.

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    Un mundo en el que los hombres sean libres e igualessera el paraso en la Tierra. Un mundo as es difcil delograr; y obligados a escoger, debemos poner la liber-tad por encima de la igualdad. Porque la ausencia delibertad conduce a la ms desastrosa de las desigual-dades e injusticias: el despotismo. Pero la desigualdadno conduce necesariamente a la ausencia de libertad.

    KARL POPPER

    Frankfurter Allgemeine Zeitung, 24 de diciembre de 1976.* Esto es vlido a pesar del hecho de que los antiguos pases comunistas que han adoptado recientemente la democracia y la privati-

    zacin, especialmente Rusia, estn experimentando enormes dificultades para seguir el modelo occidental. Debe recordarse que nisiquiera los partidos comunistas de estos pases se pronuncian en favor de un regreso al modelo sovitico. Ellos pretenden relacionar lademocracia y el mercado con las polticas de bienestar social y un cierto grado de intervencin del gobierno en la economa, lo cual no

    es una combinacin inviable.

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    La libertad por su propia naturaleza no es igualitaria, porque los seres vivosdifieren en fuerza, inteligencia, valor, perseverancia y todo aquello que con-tribuye al xito. La igualdad de oportunidades y la igualdad ante la ley (en elsentido legado a los israelitas por Moiss en el Levtico 24,22: "Un mismoestatuto tendris para el extranjero, como para el natural; porque yo soyJehov vuestro Dios") no slo son compatibles con la libertad sino inherentesa ella. No es as con relacin a la igualdad de resultados. Ya que este tipo deigualdad no existe en el reino animal ni tampoco entre los pueblos primitivos,debe considerrsela antinatural, alcanzable slo mediante la coercin, raznpor la cual todos los sistemas utpicos presuponen un poder desptico y todoslos dspotas insisten en la igualdad de sus sbditos. ** Como percibi WalzerBagehot un siglo atrs, "no existe un mtodo para lograr que los hombressean, a un tiempo, libres e iguales".

    Irnicamente, la pretensin de alcanzar la igualdad no slo destruye la liber-tad sino tambin la propia igualdad, pues como demuestra la experiencia delcomunismo, los encargados de garantizar la igualdad social reclaman para sprivilegios que los elevan por encima del comn de las gentes. Tambin traecomo resultado una corrupcin generalizada, porque la elite que monopolizalos bienes y servicios, como debe hacerse si se quiere distribuirlos equitativa-mente, espera una compensacin para s a cambio de su distribucin.

    Y sin embargo el ideal de una Edad de Oro en la que todos los hombres eraniguales, pues no exista "lo mo y lo tuyo", nunca ha cesado de fascinar a lahumanidad: es uno de esos mitos persistentes y al parecer indestructibles. Enla lucha entre la igualdad y la libertad, la primera tiene ms fuerza, porque laprdida de la libertad slo se experimenta cuando ocurre, mientras que eldolor de la desigualdad est presente en cada momento del da.

    La tendencia del mundo contemporneo parece indicar que los ciudadanos delas democracias estn dispuestos a entregar sus libertades despreocupada-mente a cambio de la igualdad social (junto con la seguridad econmica), sintener en cuenta las consecuencias. Y las consecuencias son que su capacidadpara retener y utilizar aquello que ganan y poseen, para contratar o despedira voluntad, para firmar contratos libremente, e incluso para decir lo que sepiensa, est siendo sistemticamente erosionada por los gobiernos que seocupan en re distribuir el capital privado y en subordinar los derechos indivi-

    * Conscientes de este problema, algunos tericos polticos contemporneos han intentado redefinir "igualdad" a fin de hacerla com-patible con la libertad. De este modo Michael Walzer en Spheres of Justice (Nueva York, 1983) distingue entre igualdad "simple" -igualdad en el ms comn sentido de la palabra- e "igualdad compleja" en la que las personas son diferentes en las distintas esferas dela vida y no adquieren por tanto el poder de dominar; su eliminacin es, segn l lo define, el objetivo del igualitarismo poltico (XIII).La distincin, independientemente de sus mritos tericos, no es aplicable a la vida coti-diana en la que slo importa la igualdad "sim-ple". Significativamente, al proponer su programa, Walzer desaprueba cualquier intencin de explicar "cmo pudiera llegar a crearseuna sociedad as (XIV).

    The Collected Works of Walter Bagehot, IV (Cambridge, Mass., 1968), p. 94.

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  • duales a los derechos de los sectores sociales. Todo el concepto de bienestarsocial, tal como ha evolucionado en la segunda mitad del siglo XX, es incom-patible con la libertad individual, porque permite que diversos grupos connecesidades comunes se alen y reclamen sus derechos a satisfacer estascarencias a expensas de la sociedad en su conjunto incrementando, en el pro-ceso, el poder del Estado que acta en nombre de ellos. Esta realidad actual-mente est enmascarada por la enorme riqueza generada por las economasindustriales, que operan a escala mundial en tiempos de paz. Sin embargo,podra volverse dolorosamente visible si la situacin econmica se deteriorasedrsticamente y los controles establecidos por el Estado en tiempos de pros-peridad le permitieran restaurar la estabilidad social a costa de la libertad.

    La supresin del bienestar social con sus diversas formas de "ayuda social",sus "derechos" espurios y la devolucin a las familias y a la caridad privada delas responsabilidades relacionadas con la asistencia social, tal como era antesde que empezara el siglo XX, sera un paso importante para solucionar estedilema. Pero esta solucin no es viable. El ideal libertario de una sociedad enla que el gobierno no dirige nada es tan poco realista como el ideal utpicode una sociedad en la que el gobierno se encargue de todo. Incluso, en el apo-geo del laissez faire, los gobiernos en todas partes han intervenido en algunamedida en los asuntos econmicos y sociales: la idea de un Estado pasivo estan mtica como la del comunismo primitivo.

    Pero debera ser posible encontrar una alternativa sensata a estas dos posi-ciones extremas. Al estudiar el alcance del poder del Estado la cuestin no esdecidir entre lo uno o lo otro -que no intervenga o que intervenga siempre-sino entre ms o menos. Cuando, en el siglo XIX, el Tribunal Supremo estimnecesario intervenir en los compromisos contractuales privados (y lo hizo congran reticencia) su intervencin vino acompaada del previsor adjetivo"razonable". El Estado debe regular hoy en da ms que nunca, pero debe hac-erla con reticencia, en el menor I grado posible, siempre teniendo presenteque los derechos econmicos de sus ciudadanos (derechos sobre la propiedad)son tan esenciales como sus derechos civiles (derechos a un tratamientoigualitario), y que, sin lugar a dudas, ambos son inseparables. Y en cuanto al"derecho" de igualdad de resultados, ste es inalcanzable y, en cualquier caso,resulta destructivo para los verdaderos derechos privados.

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    * Albert O. Hirschman, en su Rethoric of Reaction (Cambridge, Mass., 1991), cuestiona todo el corpus de crtica al Estado democrticoy de bienestar social desde la Revolucin Francesa hasta el presente, incluyendo la de Tocqueville; demuestra que sus temas funda-

    mentales -las reformas "progresistas" - logran justamente lo contrario a lo que prometen, o bien no logran nada y no obstante ponenen peligro la libertad -se repiten con montona regularidad cuando se proponen un cambio significativo-. El objetivo aparente del

    autor -desacreditar la oposicin al cambio "progresista" (que l no define)- se incumple, pues persiste deliberadamente en no pregun-tarse si esta critica es justa o no: "No es mi propsito", escribe, "analizar el contenido de los diversos argumentos contra las polticasde bienes-tar social" sino ms bien mostrar cmo "los protagonistas de este episodio 'reaccionario' han sido atrados poderosamente

    una y otra vez por la misma lnea de razonamiento" (35). Pero, como l mismo observa (p. 164, 166), la recurrencia de la misma "lneade razonamiento" no prueba nada y ciertamente no invalida sus conclusiones; de hecho, pudiera igualmente demostrar su justeza.

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    Resulta imprescindible abandonar la idea, arraigada en la Ilustracin e indis-pensable al ideal del igualitarismo, de que los seres humanos son criaturasinfinitamente maleables que, provistos de una educacin, adoctrinamiento ylegislacin adecuados, son capaces de alcanzar una perfeccin moral. Tantola antropologa como la historia indican la existencia de un ncleo duro en lanaturaleza humana que es inmune a toda presin externa. El afn legislativode la poca actual, que procede de la creencia falaz de que el comportamien-to humano puede alterarse de manera profunda y permanente, se desmoronafrente a este conocimiento, especialmente despus del desplome del comu-nismo sovitico, el ms decidido esfuerzo que se haya intentado jams porcondicionar los pensamientos y el comportamiento de un pueblo. Si la ideapremoderna de que la leyes eterna e inmutable, que requiere slo ser inter-pretada, no es sostenible, entonces tampoco lo es la opinin de Bentham deque la leyes slo legislacin y su funcin es el control de la sociedad. El sen-tido comn nos indica que ciertos aspectos de la conducta humana jamscambian, porque se repiten en todas partes y en todas las pocas. Como dijeraJames Harrington hace tres siglos y medio, "aquello que siempre ha sido as yno de otra manera, an es as y no de otra manera, por siempre ser as y node otra manera". Esto significa que existe un lmite para lo que la legislaciny la educacin pueden lograr, aun si las acompaan de coercin: por s mis-mas no pueden eliminar la envidia social, la antipata racial, la hostilidad con-tra los homosexuales, y que los intentos por emplearlas para este fin proba-blemente producirn el efecto contrario.

    Una de las constantes de la naturaleza humana, insensible ante la manipu-lacin legislativa y pedaggica, es el afn por adquirir. Confo haber logradopersuadir al lector de que el deseo de poseer no indica codicia, del mismomodo que el apetito no indica gula, ni el amor lujuria. El deseo de adquirir escomn a todos los seres vivientes, y es universal entre los animales, los niosy los adultos en todas las etapas de la civilizacin, razn por la cual no essusceptible de ser reformado. En su forma ms elemental es una expresin delinstinto de supervivencia. Pero ms all de esto, constituye un rasgo esencialde la personalidad humana, para la cual los logros y las adquisiciones son,medios de autorrealizacin. Y en la medida en que la autorrealizacin es laesencia de la libertad, la libertad no puede florecer cuando la propiedad pri-vada y la desigualdad que ella engendra se eliminan por la fuerza. Como dijoun terico de la poltica en la Inglaterra del siglo XIX, "la propiedad privada esla esencia misma de la desigualdad" y, al mismo tiempo, la adquisicin de lapropiedad es la ms importante de las libertades.

    * James Harrington, Policaster (Londres, 1659), citado en Charles Blitzer, An Immortal Commonwealth (New Haven, Conn., 1960), p.93. Aparentemente un eco del Eclesiasts 1,9: "Qu es lo que fue? Aquello que ser".v

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  • La propiedad es un ingrediente indispensable de la prosperidad y la libertad.La estrecha relacin entre propiedad y prosperidad se pone de manifiesto atravs de la historia, donde se demuestra que una de las razones principalesde la preeminencia econmica de Occidente es la institucin de la propiedad,que se origin all y all mismo alcanz su mayor desarrollo. Este hecho se hapresentado de modo convincente en muchos trabajos de investigacin deautores como North y Thomas, Landes, y Bethell. Tambin lo demuestran lasestadsticas del mundo contemporneo. Incluso si admitimos que este tipo deestadsticas cae fuera de los parmetros de las ciencias exactas porque lascategoras empleadas son en cierto grado subjetivas, los resultados, noobstante, son de una consistencia impresionante. Estudios auspiciados con-juntamente por la Heritage Foundation y el Wall Street ]ournal sealan que,prcticamente sin excepcin, los pases ms ricos son los que ms firmementegarantizan la independencia econmica, incluyendo los derechos depropiedad. Tambin disfrutan de los mejores servicios civiles e institucionesjudiciales. Esto no slo describe a los pases europeos sino tambin a Japn,Carea del Sur, Hong Kong, Chile y Taiwn. A la inversa, los pases con unmenor ndice de derechos de propiedad y libertad de mercado (Cuba, Somaliay Carea del Norte, por ejemplo) estn en el fondo de la escala.

    La relacin entre propiedad y libertad es ms compleja, porque a diferenciade la prosperidad, el trmino "libertad" tiene ms de un significado (vase"Definiciones"): de este modo es posible disfrutar de firmes derechos(econmicos) de propiedad y carecer de derechos polticos, esto es, del dere-cho al voto. En la Europa occidental se respetaban los derechos de propiedadincluso antes de que se otorgara a los ciudadanos el derecho al sufragio. Hoyen da en algunos de los pases ms prsperos (por ejemplo, Singapur, HongKong y Taiwn), con las ms firmes garantas sobre la propiedad, existenregmenes autoritarios.

    Es un grave error, cometido frecuentemente, por desgracia, por el gobiernode los Estados Unidos en sus asuntos externos, definir la libertad exclusiva-mente como democracia, pues, como se seal antes, los ciudadanos corrien-tes pueden disfrutar de numerosos privilegios econmicos y legales as comode derechos individuales, aun cuando no tengan potestad para elegir a susgobernantes. Esto se debe probablemente a que los americanos, comoherederos y beneficiarios del desarrollo constitucional ingls, estn tan acos-tumbrados a disfrutar de estos privilegios y derechos que identifican a la

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    James Fitzjames Stephen, Liberty, Equality, Fraternity (Cambridge, 1967), pp. 174-75.Douglass C. North y Robert Paul Thomas, The Rise if the Western World (Cambridge, 1973); David Landes, The Wealth and Poverty of

    Nations (Nueva York, 1998); Tom Bethell, The Noblest Triumph (Nueva York, 1998)Bryan T. Johnson, Kim R. Holmes y Melanie Kirkpatrick, eds., 1998 Index of Economic Freedom (Washington , D.C., 1998).

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    libertad con el gobierno representativo., La historia demuestra que lapropiedad privada puede coexistir con un poder poltico arbitrario e inclusorepresivo, mientras que la democracia no puede existir sin la propiedad priva-da.

    La relacin simbitica entre propiedad y libertad no presupone que el Estadono imponga restricciones razonables sobre la utilizacin de los objetos pose-dos, o garantice un nivel de vida elemental a los estratos ms necesitados dela poblacin. No puede permitirse que los derechos de propiedad sirvan comopretexto para destruir el medio ambiente o ignorar las necesidades bsicas delos desempleados, los enfermos y los ancianos. Prcticamente nadie defiendeesta posicin hoy en da: incluso Frederick Hayek, un enemigo implacable dela intromisin del Estado en la economa, admiti que ste tiene el deber degarantizar a todos los ciudadanos "un mnimo de alimentacin, techo y abri-go, suficiente para conservar la salud y la capacidad de trabajar". Pero estono quiere decir que el Estado use sus poderes para interferir en la libertadcontractual, para re distribuir la riqueza u obligar a una parte de la poblacina costear los auto titulados "derechos" de determinados electores. Las limita-ciones en el uso de la propiedad, impuestas por el inters pblico, se conside-rarn como "expropiaciones" y debern compensarse adecuadamente. Talcomo expres el Tribunal Supremo con ocasin del caso Dolan (vase arriba,p. 322), "no vemos razn por la cual deba relegarse a un segundo plano laClusula de Expropiaciones de la Quinta Enmienda, que pertenece a laDeclaracin de Derechos tanto como la Primera o la Cuarta Enmienda". Esnecesario restaurar los derechos de propiedad al lugar que les corresponde enla escala de valores, en lugar de sacrificarlos en nombre del ideal inalcanzablede la igualdad social y de la seguridad econmica global. Se requiere un cam-bio de actitud por parte de los ms altos rganos judiciales, que desde ladcada de 1930 han aceptado "que los derechos civiles y los derechos depropiedad pueden distinguirse entre s perfectamente, y que los derechosciviles merecen una mayor proteccin judicial que los derechos de propiedad".

    El equilibrio entre los derechos "civiles" y "de propiedad" debe revisarse siqueremos proteger la libertad. Los derechos de propiedad, cuyo significado sereduce cada vez ms a posesin exclusiva en vez de a una utilizacin sinrestricciones, deben recuperar, en la mayor medida posible, su sentido origi-nal e integral. De igual modo, debe examinarse todo el concepto de derechosciviles. La Ley de Derechos Civiles de 1964 no autorizaba al gobierno a impo-ner cuotas para la contratacin de personal en las empresas privadas o para

    Ver Arriba, p. 357.F.A. Hayek, The Road to Serfdom, (Londres, 1976), p. 90Citado por Richard Mister en Policy Review, no. 70 (1994), pp. 45-46

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  • la admisin de estudiantes en centros de enseanza superior y, no obstante,la burocracia federal acta como si esto se hubiera autorizado. Tampoco estaley permita interferir en la libertad de expresin en el puesto de trabajo. Alreducirse sistemticamente la aplicacin del ejercicio de los derechos depropiedad, la categora de "derechos civiles" se ha ampliado hasta incluir lasdemandas de cualquier grupo social sobre aquellos bienes y servicios que susconciudadanos han de adquirir sacrificando algunos de sus propios derechos,o bien pagando la cuenta. Citando un catlogo de lo que ella llama los "dere-chos de imprenta" del programa de accin del Partido Demcrata de 1960,Ayn Rand se pregunta "a costa de quin" se garantizan estos "derechos?"Responde que, teniendo en cuenta que los empleos, la comida, la ropa, larecreacin, los hogares, la atencin mdica, la educacin, etc. "no se con-siguen de la naturaleza", slo pueden provenir de los otros. Siendo este elcaso, no son "derechos":

    Si algunos hombres reciben "por derecho" el producto del trabajo de otros,esto quiere decir que esos otros estn desprovistos de derechos y sometidos aun trabajo de esclavos. Cualquier supuesto derecho que requiera la violacinde los derechos de otro hombre, ni es ni puede ser un derecho. Ningn hom-bre puede tener derecho a imponer a otro una obligacin forzosa, un debersin recompensa o una servidumbre involuntaria. Un derecho no incluye suaplicacin material por parte de otros hombres: incluye tan slo la libertad deconquistar esa aplicacin mediante el propio esfuerzo.

    Los "derechos de clase", por tanto, son un fantasma. "No existen ni puedenexistir otros derechos que los Derechos del Hombre, es decir, los derechos queataen a lo que es verdaderamente universal en cada ser humano como indi-viduo, y que son aplicables a todos, sin distincin de raza, religin, color, pro-fesin, etctera.

    Los derechos, que resultan significativos, son los derechos naturales, no losque se confieren por una autorizacin legislativa. Los llamados "derechossociales" de hoy en da no son "derechos" y, sin dudas, no son "programas de

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    * William H. Riker en Ellen Frankel Paul y Howard Dickmau, eds., Liberty, Property, and the Future of Constitutional Development(Albany, N.Y., 1990), 49. El contraste ficticio entre los "derechos de propiedad" y los "derechos de los hombres" fue establecido ya en

    1910 por Teodoro Roosevelt y se reafirm por Franklin Delano Roosevelt en 1936. Tom Bethel, The Noblest Triumph (Nueva York, 1998),pp. 174-76.

    * Ayn Rand, Capitalism: The Unknown Ideal (Nueva York, 1996), pp. 290-1. "Obsrvese, en este contexto", aade, "la precisin intelec-tual de los Fundadores de la Nacin: ellos hablaron del derecho del derecho a la felicidad-. Esto significa que un hombre tiene el dere-cho de tomar las acciones que estime pertinentes para alcanzar la felicidad: lo que no significa que los dems deban hacerlo feliz". (p.

    291)* Henri Lepage, Pourquoi la proprit (Pars, 1985), p. 438. Cf. Raud, Capitalism, p. 292: "Slo existen los Derechos del Hombre -los

    derechos que posee todo individuo y todos los hombres en cuanto a individuos-".Roger Miners en Bruce Yandle, ed. Land Rights: The 1990s Property Rights Rebellion (Lanham, Md., 1995), p. 272.

    Jan Herin en Financial Times, 7 de febrero de 1997, p. 10.Roscoe Pound en Yale Law Journal 18, no. 7 (1909), p. 467.

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    ayuda social" pues nadie tiene la facultad de ayudar a expensas de otro; sonms bien demandas que la sociedad puede o no satisfacer. Y no obstante, enlas democracias industriales modernas, a un gran nmero de ciudadanos seles exige trabajar para mantener a otros: en Suecia, el Estado ms retrgradoen este sentido, por cada ciudadano que se gana la vida, 1.8 son mantenidoscompleta o parcialmente por los impuestos que l debe pagar; en Alemania yGran Bretaa la proporcin es de 1:1, y en los Estados Unidos de 1:0, 76.Puesto que la poblacin dependiente del Estado incluye a un gran porcentajede ancianos, y los contribuyentes son trabajadores asalariados de menos edad,es posible que a medida que la poblacin envejezca se produzca un conflictogeneracional indeseable.

    La costumbre moderna de pensar en trminos de derechos de grupos y no dederechos individuales conlleva un peligro adicional: del mismo modo en quepuede usarse para identificar a los que merecen beneficios especiales, puedeservir para aplicarles sanciones especiales. El programa estaliniano de "liqui-dacin", es decir, asesinar, por ejemplo, a los kulaks, y el genocidio desatadopor Hitler contra los judos y los gitanos, se justificaba a partir del criterio deque las personas deben juzgarse y tratarse, no sobre la base de su compor-tamiento personal, sino de su pertenencia a un determinado grupo social,tnico o racial.

    A menos que se tomen las mayores precauciones para proteger los derechosde propiedad, corremos el riesgo de terminar sometidos a un rgimen que, sinser tirnico en el sentido tradicional de la palabra, haga imposible la libertad.Los creadores de la Constitucin americana no previeron esta posibilidad:"Intentaron proteger al pueblo de sus gobernantes, no de s mismos". Estoocurri porque procuraron defender la libertad del nico peligro conocido porellos, el absolutismo monrquico. Pero result que, en las circunstancias de lademocracia moderna orientada al bienestar social, esta amenaza tambinpuede emanar desde abajo, de nuestros propios conciudadanos quienes, cadavez ms, dependen de la generosidad del gobierno y se preocupan ms por suseguridad personal y menos por la libertad general. "La experiencia", escribiel juez Brandeis, debera ensearnos a estar en guardia al mximo para pro-teger la libertad cuando los propsitos del gobierno son benficos. Los hom-bres que nacen en libertad tienen la propensin natural de repeler las trans-

    Una opinin discrepante en 1927, citada en F.A. Hayek, The Constitution of Liberty (Chicago, 1960), p. 253. Las itlicas son mas a labsqueda de la felicidad -no del derecho a la felicidad-. Esto significa que un hombre tiene el derecho de tomar las acciones queestime pertinentes para alcanzar la felicidad: lo que no significa que los dems deban hacerlo feliz". (p. 291)

    * Henri Lepage, Pourquoi la proprit (Pars, 1985), 438. Cf. Raud, Capitalism, p.292: "Slo existen los Derechos del Hombre -los dere-chos que posee todo individuo y todos los hombres en cuanto a individuos-".

    Roger Miners en Bruce Yandle, ed. Land Rights: The 1990s Property Rights Rebellion (Lanham, Md., 1995), 272.Jan Herin en Financial Times, 7 de febrero de 1997, p. 10.

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  • gresiones contra sta por parte de gobernantes perversos. Los mayores peli-gros para la libertad yacen en las usurpaciones insidiosas cometidas por hom-bres celosos del deber, bien intencionados, pero sin discernimiento.

    La razn de esto es que el despotismo se muestra bajo dos formas distintas.El gobierno arbitrario de los monarcas o dictadores absolutos, que no fueronelegidos y que no tienen que someterse a restricciones constitucionales o par-lamentarias. Y la tirana, presente en las sociedades democrticas, de unaparte de la poblacin sobre la otra: la de la mayora sobre la minora, perotambin -cuando las elecciones se ganan por un margen estrecho- de lasminoras sobre la mayora. La Rusia zarista en su forma clsica aport unejemplo extremo de despotismo tradicional: las autoridades podan detener,encarcelar, o deportar a cualquier sbdito sin mediar un proceso legal; podanconfiscar sus propiedades; podan legislar como mejor les pareciese. Y sinembargo, en la prctica, bajo el Antiguo Rgimen, el ruso medio tena muypoco contacto con el gobierno y sufra muy poca interferencia por parte delmismo, porque el campo de accin del gobierno era muy estrecho, limitndosebsicamente a la recaudacin de impuestos, al reclutamiento de soldados y ala preservacin del orden establecido. Hoy en da, el rango de accin delgobierno es inmensamente ms amplio: el gobierno es elegido, sin dudas, perosu interferencia en la vida de los ciudadanos es mayor que nunca.

    Como seal Hayek, la ampliacin de la accin gubernamental, en s misma yde por s, conlleva las semillas de un despotismo tanto o ms mezquino queel tradicional. La principal preocupacin de Hayek fue proteger a la libertadde la tendencia, que pareca imparable en las democracias occidentales, desometer la economa nacional a la planificacin, pues esto, segn pensaba,conducira inevitablemente a la tirana. En este sentido sus temores resultaroninfundados. Pero su observacin sobre los peligros implcitos en la extensiny alcance del gobierno conserva su validez:

    La probabilidad de un consenso entre una parte sustancial de la poblacinsobre una lnea de accin determinada disminuye al aumentar el alcance dela actividad estatal. El gobierno democrtico ha funcionado eficazmentehasta el momento pues, debido a una creencia generalizada, las funciones delEstado se han limitado a aquellas esferas en las que la mayora puede alcan-zar un consenso real. El precio que tenemos que pagar por un sistemademocrtico es la restriccin de la accin del Estado a las esferas en las quese puede alcanzar un consenso; y el gran mrito de una sociedad liberal es

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    Roscoe Pound en Yale Law Journal 18, no. 7 (1909), p. 467.Una opinin discrepante en 1927, citada en F.A. Hayek, The Constitution of Liberty (Chicago, 1960), p. 253. Las itlicas son mas.

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    que reduce la necesidad de un consenso al mnimo requerido por la diversi-dad de opiniones que han de existir en una sociedad libre.

    Este razonamiento explica por qu la interferencia del gobierno en la vida dela ciudadana, aun por razones benvolas, pone en peligro la libertad: da porcierto un consenso que no existe y entonces requiere la coercin. Comohemos sealado, el moderno Estado de bienestar social ejerce, sin dudas, lacoercin en mltiples formas para conseguir sus inalcanzables propsitos.

    Pero el paternalismo bien intencionado tambin exaspera a las personas alprivarlas del espritu empresarial implcito en la libertad. El dao que puedeproducir la larga dependencia del Estado de bienestar social se hizo patentedespus del desplome de la Unin Sovitica, cuando una parte considerablede la poblacin, sbitamente privada del amparo estatal y no acostumbradaa defenderse por s misma, lleg a desear la restauracin del yugo desptico.

    El problema es que como las escuelas no ensean bien la Historia, especial-mente Historia del Derecho y de la Constitucin, la inmensa mayora de losciudadanos del presente no tienen idea de a qu deben su libertad y su pros-peridad, es decir, que su libertad es el resultado de una lucha larga y fructferapor los derechos, de los cuales el derecho a la propiedad es el fundamental.No tienen, por tanto, conciencia de los efectos perjudiciales que la restriccinde los derechos de propiedad tendr, a la larga, sobre sus vidas.

    El aristcrata Tocqueville, al observar la democracia de los Estados Unidos yde su burguesa Francia natal, hace siglo y medio, tuvo la premonicin de quela libertad en el mundo moderno se enfrentara a peligros desconocidos hastaentonces. "No temo que encuentren tiranos entre sus gobernantes", escribide las generaciones futuras, "sino ms bien guardianes". Tales "guardianes"privarn a los pueblos de su libertad al satisfacer sus deseos y al explotardespus la dependencia engendrada por su generosidad. Vaticin un tipo dedespotismo democrtico en el que "una multitud de hombres, todos idnticose iguales" lucharan incesantemente por alcanzar "los mezquinos y desprecia-bles placeres con que atiborran sus vidas". El gobierno paternalista benevo-lente (el moderno Estado de bienestar social) se cierne sobre ellos:

    Este gobierno trabaja de buena voluntad por su felicidad, pero decide ser elrbitro exclusivo de esa felicidad; les garantiza su seguridad, prev y compen-sa sus necesidades, facilita sus placeres, gestiona sus principales preocupa-

    F.A. Hayek en Contemporary Review 153 (abril de 1938), pp. 437-38.Alexis de Tocqueville, Democracy in America, II (Cambridge, 1862), p. 391 (cuarto libro, captulo VI).

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  • ciones, dirige su actividad, regula la dejacin de propiedades y subdivide susherencias: qu queda sino librados de todo el trabajo de pensar y de todaslas dificultades de la vida?

    El "principio de la igualdad ha preparado a los hombres para todas estascosas" y a menudo para que las consideren como beneficios.Despus de tener a cada miembro en su puo de hierro, y moldeado a suvoluntad, el poder supremo extiende sus brazos sobre toda la comunidad.Cubre la superficie de la sociedad con una red de regulaciones pequeas ycomplicadas, diminutas y uniformes, que ni las mentes ms originales ni losindividuos ms enrgicos pueden desentraar, para alzarse sobre los dems.La voluntad del hombre no se quiebra, sino que se reblandece, se somete ygua; apenas se obliga a los hombres a actuar por su voluntad, pero constan-temente se les restringe su actuacin: un poder semejante no destruye, sinoque impide la existencia; no tiraniza, pero comprime, exaspera, extingue yatonta al pueblo, hasta que cada nacin queda reducida a tan slo un rebaode tmidos e industriosos ani-males, cuyo pastor es el gobierno.

    Esto es lo que queremos?

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    Ibid.Ibid., pp. 392-93.

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