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Propuesta de Consolidación de la Política Ambiental en el Ecuador Garantizar el desarrollo sustentable y la conservación de la biodiversidad en el Centro Sur de la Amazonía Sigrid Vásconez D. Pedro Páez FUNDACIÓN PACHAMAMA

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Propuesta de Consolidación de la Política Ambientalen el Ecuador Garantizar el desarrollo sustentable y la conservación de labiodiversidad en el Centro Sur de la Amazonía

Sigrid Vásconez D.Pedro PáezFUNDACIÓN PACHAMAMA

El Proyecto “Ciudadanizando la Política: Aportes de Políticas Públicas para el Debate Nacional, Ecuador 2006” es una iniciativa de Grupo FARO en colaboración con Alianza Equidad, Infodesarrollo, CIESPAL y Participación Ciudadana” y el apoyo de NED, IDRC y UNICEF. Grupo FARO no comparte necesariamente las opiniones vertidas en la presente publicación, que son res-ponsabilidad exclusiva de sus autores.

Fuentes Fotografi cas:

• Fundación E•dúcate - Revista “Al Andar”, Acción para el desarrollo local, - Octubre 2006, número 2.

• Créditos: Fundación Pachamama.

PRESENTACIÓN

RESUMEN EJECUTIVO

INTRODUCCIÓN

SECCIÓN I:DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN: •Los problemas ambientales del país y de la Región Amazónica • La problemática ambiental en la Región Amazónica y su vínculo con la actividad petrolera • La Amazonía Centro Sur

SECCIÓN II:PROPUESTA DE POLÍTICAS PÚBLICAS1. Consolidación de una política ambiental2. Establecimiento de Política petrolera más efi ciente y menos depredadora • La débil aplicación de estándares de producción y medidas de sanción efectivas para mitigar los impactos ambientales y en la salud de la población replicaría el mismo modelo en el Centro Sur de la Amazonía • La expansión de la frontera petrolera sin una clara presencia de políticas públicas erosionará el tejido social y profundizará la resistencia hacia el modelo experimentado • El costo de inversión de infraestructura adecuada para la actividad hidrocarburífera en el Centro Sur se anticipa como un serio limitante • La propuesta: la mejora de la condiciones de participación del Estado Ecuatoriano en la renta petrolera y la modernización del sector

3. Una política macroeconómica menos dependiente del petróleo

SECCIÓN III:ANÁLISIS DE GANADORES Y PERDEDORES/ ALIANZAS/ OBSTÁCULOS

SECCIÓN IV:HOJA DE RUTA DE MEDIDAS POLÍTICAS • En los primeros 100 días del nuevo gobierno • Al Primer año del nuevo gobierno • A los Cuatro años del nuevo gobierno

REFERENCIAS

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El presente documento es parte del proyecto “Ciu-dadanizando la Política: Aportes de Políticas Públi-cas para el Debate Nacional Ecuador 2006”. Esta es una iniciativa de Grupo FARO, en alianza con otras instituciones, para contribuir con el enriquecimien-to del debate electoral proponiendo políticas públi-cas desde la sociedad civil. En el marco de esta ini-ciativa, Grupo FARO ha promovido la elaboración de propuestas de políticas públicas en siete temas que creemos deben ser enfrentados en el próximo gobierno:

• Ambiente• Educación• Género• Finanzas Públicas• Modernización del Estado• Productividad de las PYMES• Programas Sociales

Cada documento incluye un breve diagnostico de la situación del sector en el cual se enmarca la pro-puesta. A continuación, describe las diferentes al-ternativas de políticas que se podrían implementar para solucionar la problemática descrita así como los costos y benefi cios asociados a la implemen-tación de cada alternativa. A continuación, cada autor (a) desarrolla la alternativa de política que, a su parecer, tiene mas impacto y factibilidad de contribuir con el mejoramiento del sector y de la sociedad en general. Dada nuestra convicción que la sociedad civil puede contribuir con propuestas concretas para mejorar la calidad de las políticas publicas, cada documento propone una hoja de ruta que incluye las medidas concretas a imple-mentar en los primeros cien días, 1 ano y 4 anos del próximo gobierno.

El proyecto “Ciudadanizando la política” propone devolver la política a los ciudadanos. Creemos que esa es la única manera que la deliberación y las políticas públicas respondan a las necesidades y expectativas de la ciudadanía y contribuyan al de-sarrollo del país. En esa medida, se propone superar la visión que la sociedad civil se defi ne como tal en la medida que se distancia de la política. Por ello, durante la iniciativa se realizaran reuniones con los equipos de planes de gobierno de diferentes candi-datos a la presidencia de republica para presentar los documentos y contribuir con la elaboración de sus propuestas de gobierno. Adicionalmente, las propuestas serán difundidas en diferentes medios de comunicación y, buscando descentralizar el de-bate electoral, presentadas en foros en cinco pro-vincias del Ecuador.

En tiempos donde la política es percibida como el espacio de la confrontación y el antagonismo, el Proyecto busca generar espacios para un dialogo de amplia cobertura e ideológicamente incluyente. Respondiendo a la diversidad del Ecuador, las orga-nizaciones y autores que presentan sus propuestas en esta iniciativa provienen de diferentes trayec-torias, experiencias y posiciones ideológicas. Sin embargo, sus propuestas tienen en común la pro-moción y protección del derecho que tenemos la ciu-dadanía a vivir en una sociedad mas desarrollada, equitativa, productiva y justa. De esta manera esta iniciativa muestra el importante rol que podemos tener los ciudadanos promoviendo consensos so-bre las políticas publicas que nuestro país requiere para un desarrollo con igualdad de oportunidades.

A nombre de quienes hacemos la Fundación para el Avance de las Reformas y las Oportunidades – Grupo FARO queremos agradecer a Sigrid Vásconez D. Pedro Páez por la calidad de este documento, su compromiso con la iniciativa y su disposición para presentarlo en una diversidad de foros que exigieron pluralidad y apertura intelectual para enriquecerlo con los comentarios y sugerencias dados por los equipos de planes de gobierno y la ciudadanía en general.

De igual forma queremos agradecer a las organiza-ciones aliadas de esta iniciativa: Alianza Equidad, CIESPAL, Infodesarrollo y Participación Ciudadana. Su aporte y compromiso han sido claves para el de-sarrollo de este Proyecto. Además, queremos recon-ocer el valioso apoyo del Consorcio de Investiga-ciones Económicas y Sociales (CIES) del Perú cuya experiencia en “Elecciones 2006: Aportes para el gobierno peruano 2006-2011” fueron claves para esta iniciativa. Finalmente, queremos reconocer el aporte de las organizaciones cuya cooperación hizo posible la implementación de la iniciativa: Centro Internacional de Investigaciones para el De-sarrollo (IDRC, por sus siglas en ingles), Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF) y la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en ingles).

Quito, noviembre de 2006

Orazio J. BellettiniDirector Ejecutivo

Grupo FARO

PRESENTACIÓN DOCUMENTOS DE POLITICAS PÚBLICAS

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RESUMEN EJECUTIVO

La siguiente propuesta delinea una iniciativa que a partir de garantizar el desarrollo sustentable, los derechos colectivos de los habitantes, y la con-servación y manejo sustentable de la biodiversidad de la Región Amazónica Ecuatoriana (RAE), par-ticularmente en la zona Centro Sur (Provincias de Pastaza y Morona Santiago), abrirá para el país una oportunidad de desarrollo distinto al que venimos enfrentando. Esta opción parte de la necesidad de revertir los graves impactos macro económicos, socio-ambientales y políticos que se han genera-do por la excesiva dependencia en la explotación petrolera.

El eje articulador de la propuesta es un alto a la expansión de la frontera petrolera hacia el Centro-Sur de la Amazonía Ecuatoriana y plantea opciones construidas desde un enfoque ambiental pero a la vez tienen una incidencia estratégica en el sector petrolero y en el desempeño macro-económico, bajo la comprensión de que las acciones por el bien-estar nacional deben incorporar visiones y prácticas multisectoriales e interinstitucionales. Procurar que en el Centro Sur de la Amazonía no se desarrollen actividades extractivas de alto impacto, garantizará la conservación natural y la protección cultural y le permitirá al país obtener recursos fi nancieros innovadores e impulsar un desarrollo económico verdaderamente sustentable. Hoy en día, cuando el mundo entero está siendo afectado por el cambio climático, la crisis energética – propiciada por los altos precios en el petróleo y un visible agotamien-to de las reservas hidrocarburíferas– la noción de garantizar la protección de los bosques húmedos tropicales como un bien común estratégico para el futuro tiene mucha resonancia. El país tiene, en ese sentido, una oportunidad y ventaja inigualable mientras cuenta con su “capital natural” bien pro-tegido.

Es importante aclarar que esta propuesta no pre-tende abarcar el conjunto de las políticas ambi-entales que se deben impulsar para atender la compleja problemática ambiental que el país esta atravesando. Nos concentramos en aquellas que deberán ser operacionalizadas para la RAE, donde se evidencian los graves efectos de las contradiccio-nes entre un desarrollo económico que privilegia el crecimiento frente a la conservación de la biodi-versidad y el respeto a los derechos colectivos. Las recomendaciones políticas se circunscriben a la región Amazónica, y particularmente en el Centro Sur - Pastaza y Morona Santiago-, pues ésta es una

de las regiones prioritarias para la conservación de la biodiversidad continental (MAE, EcoCiencia, TNC y CI, 2006). El concentrarnos en esta región, aparte de fortalecer la requerida política ambiental pretende generar encadenamientos positivos en el resto de la gestión ambiental del país y eventual-mente replicar la experiencia en otras zonas del país, con las adecuaciones requeridas.

Al mismo tiempo, incursionar en las opciones aquí propuestas obliga a repensar el futuro no petrolero del país desde una perspectiva estratégica que per-mita avanzar a un nuevo esquema de desarrollo, más infl uyente y sustentable.

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INTRODUCCIÓN

La siguiente propuesta tiene como objetivo la pues-ta en marcha de una iniciativa que garantice el de-sarrollo sustentable, los derechos colectivos de los habitantes, y la conservación y manejo sustentable de la biodiversidad de la Región Amazónica Ecua-toriana (RAE), particularmente en la zona Centro Sur (Provincias de Pastaza y Morona Santiago). Para esto, la propuesta defi ne una serie de opciones de políticas públicas que desde el sector ambiental, sustenten la búsqueda de alternativas distintas al modelo de desarrollo vigente en la amazonía y re-vierta los graves impactos macro económicos y so-cio ambientales generados por la excesiva depen-dencia en la explotación petrolera en la región. La defi nición de políticas públicas para garantizar que en el Centro Sur de la Amazonía no se desarrollen actividades extractivas de alto impacto, le permitirá al país obtener recursos fi nancieros innovadores e impulsar un desarrollo económico verdaderamente sustentable.

Es importante iniciar con una aclaración del alcance de la propuesta de políticas públicas a ser desarro-llada. En primer lugar, ésta no pretende abarcar el conjunto de las políticas ambientales que se deben impulsar para atender la compleja problemática ambiental que el país esta atravesando. Del sin-número de prioridades de gestión ambiental, la propuesta se centra en aquellas que deberán ser operacionalizadas para la Región Amazónica, te-rritorio donde se evidencian los graves efectos de las contradicciones entre un desarrollo económico que privilegia el crecimiento frente a la conserva-ción de la biodiversidad y el respeto a los derechos colectivos. Ahora, si bien la propuesta se circuns-cribe a la región Amazónica, se enfoca particular-mente en el centro sur -circunscrita en las provin-cias de Pastaza y Morona Santiago-, pues desde la óptica ambiental esta es una de las regiones pri-oritarias para la conservación de la biodiversidad continental (MAE, EcoCiencia, TNC y CI, 2006). El concentrarnos en esta región, aparte de fortalecer la requerida política ambiental del país pretende generar encadenamientos positivos en el resto de la gestión ambiental del país.

Por otra parte, la siguiente propuesta parte de la comprensión de que todo esfuerzo en torno a la gestión para el desarrollo sustentable requiere la ar-

monización de estrategias en los sectores sociales, económicos y políticos. Por ello, la puesta en mar-cha de esta iniciativa requerirá un ordenamiento, defi nición y establecimiento de políticas de largo alcance en otros ámbitos de la gestión estatal, espe-cífi camente en torno al sector petrolero y al manejo macroeconómico y fi scal. Sin embargo, el presente análisis no pretende ser exhaustivo en la discusión de las medidas y estrategias que el Estado Ecuato-riano tomar en estos ámbitos, pues este ejercicio requeriría un proceso de mayor profundidad. Sin embargo, atendiendo a la conceptualización inte-gral del desarrollo sustentable, si se procura deli-near prioridades y estrategias para ordenar la políti-ca petrolera actual, a partir de la optimización de la infraestructura existente, el manejo ambiental y social responsable y cumpliendo con estándares óptimos para la prevención, mitigación y manejo de impactos. La construcción de una política petro-lera sostenible, implica necesariamente que la ac-tividad petrolera se concentre en el Nororiente de la Amazonía y no expanda su frontera de produc-ción. Esta constituye una condición necesaria para garantizar el desarrollo sustentable del Centro Sur Amazónico. Adicionalmente, la presente propuesta apunta a consolidar una política macroeconómica menos vulnerable a la dependencia del petróleo. Al garantizar la conservación y manejo sustentable de la diversidad biológica y cultural contenida en las provincias de Pastaza y Morona Santiago, las posibilidades de lograr apoyo internacional (tanto fi nanciero como de cooperación técnica) se expan-den, lo que permitirá una diversifi cación de la base productiva del país y generará benefi cios tangibles e intangibles asociados.

En el centro de lo propuesto está la necesidad de provocar un compromiso nacional e internacional para establecer y garantizar en la Amazonía Centro Sur un desarrollo y ordenamiento territorial susten-table. Esto signifi cará establecer un núcleo básico de “intangibilidad”1 que se complemente por una serie de áreas de uso y aprovechamiento (o zonas de amortiguamiento) con grados distintos de activi-dad humana.

El planteamiento es muy ambicioso en tanto con-vocaría para su implementación a un esfuerzo del Estado Ecuatoriano que iría mucho más allá del Ministerio del Ambiente y de otras institucio-nes públicas. El esfuerzo requerirá de la presencia

1 Es importante aclarar que el núcleo básico de intangibilidad se refi ere a áreas en las que no se desarrollen actividades extractivas petroleras y mineras, o aquellas que modifi quen sustancialmente las funciones ecológicas del ecosistema. Sin embargo, la intangibilidad propuesta incluye el manejo sustentable de los recursos maderables considerando que éstos son la base del sustento para la población que habita en estos ecosistemas, esto es caza, pesca, recolección y otros usos del bosque y de la biodiversidad.

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activa de ONG e instancias académicas naciona-les y extranjeras, que eventualmente demandaría defi niciones de organismos multilaterales y que, sobre todo, exigiría una participación categórica de los actores sociales y económicos locales y sus representaciones políticas.

Sin embargo, a pesar de lucir ambiciosa, la pro-puesta recomienda medidas de políticas públicas que han sido rezagadas en el país, y que hoy en día lucen inevitables. La necesidad de plantear una política de desarrollo humano sustentable en la Amazonía es indispensable desde la perspectiva del futuro ambiental, social y económico de la región. Incluso puede argumentarse que por afectar el pa-radigma depredador implícito en la profundización de esta globalización polarizadora que vivimos, la propuesta puede encontrar ecos y aliados a nivel mundial. En esa perspectiva, es necesario reco-nocer desde sus inicios la dimensión internacional y, básicamente, la importancia que una propuesta así tendría en el ámbito del manejo de la Cuenca Amazónica en su conjunto.

Este documento está organizado en cuatro seccio-nes básicas. La primera sección de Diagnóstico re-aliza un breve análisis de los problemas ambienta-les en el país concentrando la atención a la Región Amazónica. Luego analiza la situación en el Centro Sur de la Amazonía (Provincias de Pastaza y Moro-na Santiago) como una región de extrema prioridad para la conservación y manejo sustentable de los recursos naturales. En la segunda sección se elabo-ran las propuestas de políticas públicas, donde se desarrolla la argumentación en tres ámbitos: a) consolidación de la política ambiental, b) apuntalar una política petrolera más efi ciente y no depreda-dora de los recursos naturales y del tejido social y c) generar la diversifi cación de la política macro-económica y así evitar la dependencia petrolera. La tercera sección desarrolla el análisis de Ganadores y Perdedores y fi nalmente la cuarta sección esta- blece la hoja de ruta para el nuevo gobierno.

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El Ecuador, posee más de 46 tipos de ecosistemas terrestres, marinos y dulceacuícolas, distribuidos en sus cuatro regiones naturales (Costa, Sierra, Oriente y Galápagos). La gran diversidad ecosis-témica, ha posicionado al país entre los 17 países más ricos en biodiversidad (megadiversos)2. Con-siderando su superfi cie (256.370 Km2) el Ecuador mantiene primeros lugares en lo que respecta a es-pecies taxonómicas por 1000 Km2 y cuarto lugar a nivel mundial en diversidad de vertebrados y aves (Sáenz, 2004)

La Tabla número 1 resume la diversidad de especies encontradas en el Ecuador:

En contraste a lo anterior, el Ecuador está atrave-sando graves problemas ambientales. Para 1996, Sierra, et.al (1999) reportó que el país habría per-dido: 68.4% de los bosques originales de la Costa; 42.7% de los bosques en la Sierra y el 15.7% de los bosques de la Amazonía; de un total nacional de 40.9%.

Varios estudios muestran la vocación forestal del Ecuador3 sin embargo, este potencial está siendo rápidamente desmantelado. La modifi cación en la cobertura vegetal ha resultado en la pérdida de especies de fauna y fl ora. De acuerdo a las Listas Rojas elaboradas por la UICN para el 2000, existen al menos 39 especies de mamíferos amenazados

o extintos, un 6% de las aves están en peligro de extinción, el 10% de los anfi bios están amenazados y un 6% de los reptiles se encuentran en peligro (Cuvi, et al 2000). En el caso de las plantas vascu-lares, de las especies endémicas al menos el 83% tienen algún grado de amenaza (Valencia, et al 2000).

El Ministerio del Ambiente se refi ere a la diversidad biológica como “un recurso estratégico, cuyo apro-vechamiento sustentable permitiría mejorar la cali-dad de vida de la población y potenciar los benefi -cios sociales, culturales y económicos asociados” (MAE, 2001: 31). Sin embargo, el grave deterioro ambiental que atraviesa el país y la correspondien-te pérdida de este recurso estratégico resalta como el Estado Ecuatoriano no ha asumido e implemen-tado políticas que garanticen su sostenimiento.En términos generales, las diferentes fuentes coinciden en las áreas de confl icto, así como en las necesi-dades de intervención y acción en el ámbito de los distintos niveles que comprende la biodiversidad4: ecosistemas, especies y genes.

Las amenazas a la riqueza natural de nuestro país, residen en gran medida en un intensivo y desregula-do cambio en el uso del suelo, en donde se proyec-ta una pérdida anual de alrededor de 200,000 hec-táreas de bosque al año, y posicionan al país con la segunda tasa más alta de deforestación en América

SECCIÓN I:DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN:Los problemas ambientales en el país y la región Amazónica

Indicadores Mamíferos Aves Reptiles Anfibios PlantasVasculares

# de especiesreportadas

# y porcentaje deespecies endémicas

% sobre elnivel mundial

369

30(8.1)

7.7

1616

52(3.2)

16.2

379

114(30.1)

4.8

458

138(33)

8.4

15.306

4.173(27.3)

1.7

Tabla 1: Información nacional sobre número y porcentaje de especies reportadas

Fuentes: Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE), 2001 Políticas y Estrategia Nacional de Biodiversidad 2001-2010;Saénz, 2004

2 Ser ricos en biodiversidad signifi ca que tenemos las más variadas formas de vida expresadas en nuestra fl ora, fauna y microorganismos, su di-versidad genética, y una signifi cativa variedad de ecosistemas que se forman gracias a nuestras particulares condiciones geográfi cas de ubicación, relieve y clima (MAE, 2001).3 Cerca del 60% del territorio nacional posee un potencial forestal, sin embargo solamente unas 600,000 hectáreas de bosque nativo presentan condiciones económicas para su explotación pero la superfi cie para ser reforestada supera las 3’000.000 de hectáreas (Informe Nacional de Bio-diversidad, MAE: 2001).4 El término biodiversidad abarca todo lo relativo a la diversidad de la vida, tanto en lo que se refi ere a la diversidad de las formas de vida (diver-sidad sistemática) como en lo referido a la diversidad y complejidad interna de los ecosistemas (diversidad ecológica).

Latina (MAE, 2006). Es evidente que la problemática ambiental del país se da en el marco de una débil (ausente) política de planifi cación y de desarrollo territorial sustentable a nivel nacional, regional y local. La ausencia de un marco de ordenamiento territorial le provoca al país millonarias pérdidas económicas, sociales y ambientales y socava las posibilidades de un desarrollo sustentable.

En los múltiples estudios y propuestas de políticas desarrolladas para el sector ambiental en las últi-mas décadas, existe un acuerdo sobre la debilidad jurídica e institucional de la gestión ambiental y de la biodiversidad en el país. Si bien el país cuenta con instrumentos de Políticas y Estrategias para la Conservación de la Biodiversidad y el Desarrollo Sustentable, estas carecen de fuerza de implemen-tación porque no tienen una reglamentación efec-tiva. Además, el Ministerio del Ambiente como autoridad ambiental tiene escasa fuerza coercitiva (para hacer cumplir la ley), poder político y recur-sos fi nancieros y técnicos5.

La débil articulación de la Estrategia Nacional para la Conservación de la Biodiversidad (MAE, 2001) y la Estrategia Nacional para el Desarrollo Forestal Sustentable (MAE, 2000) en las decisiones de plani-fi cación y desarrollo económico provocan que los confl ictos entre el desarrollo y la conservación sean cada vez más graves. Además, considerando que nuestra economía depende de la explotación de sus recursos naturales, las tendencias del deterioro del capital natural nos presentan serias disyuntivas sobre las opciones y viabilidad de un desarrollo sustentable para el país.

La debilidad y dispersión institucional en la gestión ambiental muestran la grave inconsistencia entre las políticas públicas. Esta inconsistencia no per-mite al Estado Ecuatoriano propiciar una política de largo aliento que propicie un verdadero desa-rrollo sustentable. La sobre posición de funciones y muchas veces la contradicción entre los ámbitos de acción contribuyen a limitar el accionar del Minis-terio del Ambiente.

La problemática ambiental en la Región Amazónica y su vínculo con la actividad petrolera

La región Amazónica constituye un ejemplo de la ausencia de una política ambiental coherente que propicie el desarrollo sustentable. La contraposición de actividades de alto y extensivo impacto en una región caracterizada por su fragilidad y compleji-dad ecosistémica ha traído consigo un legado ne-fasto de impactos ambientales y sociales. El legado de la explotación petrolera en el Nororiente de la Amazonía Ecuatoriana es visible. Varios análisis cuantifi can el impacto en el cambio de cobertura vegetal ocasionando directa e indirectamente por la explotación petrolera, el mismo que bordea las 700,000 a 850,000 hectáreas6.

Además de la deforestación, la actividad petrolera ha traído consigo otra serie de impactos que se ex-presan en una ocupación desordenada del territo-rio, donde se contrastan altos niveles de crecimiento poblacional, y al mismo tiempo niveles muy altos de pobreza y de ausencia de infraestructura social.

La región Amazónica concentra niveles de pobreza extremadamente altos, donde a través del cálculo del Índice de pobreza por ingreso, la gran parte de la población se ubica en los rangos entre 77 a 97% de pobreza y 74 a 77%. Vale destacar la correspon-dencia de la concentración de la extrema pobreza en las áreas donde existe actividad hidrocarburífera en plena producción.

La Amazonía Centro Sur

La actual distribución de las áreas de bosque en el país que permiten una conservación efectiva de la biodiversidad7, denota que el país tiene un alto grado de fragmentación ecosistémica. Las grandes superfi cies de bosque continuo, fuera de aquel que se encuentra en el interior de las áreas protegidas del Estado (Patrimonio de Áreas Naturales del Es-tado (PANE), comúnmente denominado Sistema Nacional de Áreas Protegidas – SNAP), se concen-tran en el norte occidente de la costa (provincia de Esmeraldas principalmente) y en la Amazonía, es-pecialmente hacia el centro sur.

5 En el 2003, el presupuesto para el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado no llegó a ser el 0,0004 % del Presupuesto General del Estado (PGE) a pesar de cubrir un contener el 18% del territorio nacional (Análisis de las Necesidades de Financiamiento del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas, MAE 2005).6 No existe consenso sobre el número exacto de deforestación en la región.7 Para conservar la biodiversidad a sus distintos niveles, desde la biología de la conservación se plantean varios parámetros para asegurar la integri-dad ecosistémica, entre esos el tamaño del polígono (superfi cie del área con cobertura vegetal en buen estado de conservación), la fragmentación y aislamiento del polígono (posibilidades de conectividad para el fl ujo de especies y genes) y la forma del polígono (para evitar los efectos de borde). En este caso, se trabaja sobre superfi cies de mayor a 50,000 hectáreas de bosque continuo.

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Los bosques húmedos tropicales del centro sur de la Amazonía (provincias de Pastaza y Morona Santiago) ofrecen esta posibilidad ya que mantienen por sobre el 80% de su cobertura vegetal original. En contra-posición, en el resto del territorio la política ambiental debería apuntalar esfuerzos hacia un manejo de los bosques remanentes propiciando su conectividad, restauración y rehabilitación ecológica (a través de reforestación y enriquecimiento). Cabe destacar sin embargo, que desde un análisis de costos, la inversión en conservación (o prevención de la deforestación) es mucho menor que los de reforestación, rehabilit-ación y restauración. Para establecer y mantener 1 (una) hectárea de bosque (incorporando especies nati-vas y de alto valor maderable) se estima un costo de USD 2,500 por año. Considerando que el país pierde al año 200,000 hectáreas al año, solo en árboles se está perdiendo USD 500 millones de dólares/año, si a esto se le suman los servicios que proporcionan los ecosistemas en la provisión de agua y la biodiversidad pérdida ésta cifra fácilmente puede duplicarse. En contraste, una aproximación al costo estimado para el manejo y administración básica8 de un área natural protegida podría estar por el orden de USD 15 a 30 dólares por hectárea/año, lo que representa entre USD 3 a 6 millones por año.

El apuntalar una política de conservación y manejo sustentable de la biodiversidad en el centro sur de la amazonía ecuatoriana tiene enorme coherencia con los resultados del reciente “Análisis de vacíos y prio-ridades de Conservación de la Biodiversidad Terrestre en el Ecuador continental” (MAE, Ecociencia, TNC y CI, 2006 en publicación). En este análisis se reconoce, a pesar del gran vacío de investigación científi ca existente en el área, que ésta es un área irremplazable, en extrema vulnerabilidad a los factores socio-económicos y por ende una prioridad crítica para la conservación y manejo sustentable de la diversidad biológica.9 En otras palabras, el Centro Sur de la Amazonía (Provincias de Pastaza y Morona Santiago) con-stituye la región con mayor viabilidad de establecer una política ambiental de desarrollo y ordenamiento territorial sustentable.

Mapa 1: Áreas Prioritarias para la Conservación de la Biodiversidad en el Ecuador continental y vías de Acceso en las Provincias de Pastaza y Morona Santiago

Elaboración: EcoCiencia, 2006. Escala 1:2.500.000. Fuentes: Áreas Prioritarias de Conservación: F.Cuesta et al, 2006. Identifi -cación de Vacíos y Prioridades de Conservación en el Ecuador Continental

8 Esta estimación básica solo se refi ere a los costos mínimos de control y vigilancia y de acuerdo a la complejidad ecosistémica (i.e. geografía, relieve, condiciones climáticas) puede variar. 9 De acuerdo al estudio, la variable irremplazable se defi ne como un área que concentra especies en distintos niveles de vulnerabilidad y en peligro de extinción.

En el Mapa 1 se observa la concentración de áreas prioritarias de conservación en las Provincias de Pastaza y Morona Santiago. Las áreas remarcadas en color rosado se clasifi can como de muy alta prioridad de conservación, y las amarillas/naranjas son aquellas con alta prioridad. Vale resaltar que este análisis defi nió prioridades de conservación basándose en el estado actual del estado de conservación de la biodiversidad, que luego proyectados en modelos predictivos determinaron aquellas áreas que por criterios de áreas ir-remplazables y vulnerables resultaron prioritarias (Cuesta, F. et al. 2006 en publicación).

La identifi cación de tal concentración de áreas prioritarias para la conservación de la biodiversidad en las Provincias de Pastaza y Morona Santiago tiene una correspondencia lógica en el estado actual de la cobe-rtura vegetal presente en éstas. Al menos el 80% de la cobertura vegetal se mantiene en excelente estado en el Centro Sur, como lo muestra el siguiente Mapa 2 que superpone las áreas prioritarias de conservación con el Uso Actual del Suelo. En el mapa también se observa que las áreas de color más oscuro son las intervenidas y se concentran a lo largo de las vías.

Otro aspecto fundamental de la región Centro Sur de la Amazonía que debe resaltarse es que ésta tiene una enorme trascendencia del Centro Sur para la supervivencia y desarrollo territorial de las nacionalidades Shuar, Achuar, Kichwa, Shiwiar y Zápara que habitan en el área. Más de 2 millones de hectáreas están bajo manejo de estas nacionalidades y hoy en día se encuentran en procesos inéditos de ordenamiento territorial. En el siguiente mapa se resaltan los Territorios de las Nacionalidades Indígenas principalmente en la Provincia de Pastaza, dado que en la provincia de Morona el proceso de delimitación está aún en curso y no se cuenta con información cartográfi ca actualizada. A pesar de esta visión parcial, se observa que los territorios indígenas se superponen con las áreas prioritarias de conservación, demostrando la gran correlación que existe diversidad biológica y diversidad cultural. El manejo ancestral que las nacionali-dades indígenas han desarrollado en ésta región ha contribuido signifi cativamente al mantenimiento de la cobertura vegetal y la conservación de la biodiversidad en general.

Mapa 2: Áreas Prioritarias para la Conservación de la Biodiversidad y Uso Actual del Suelo

Elaboración: EcoCiencia, 2006. Escala 1:2.500.000. Fuentes: Áreas Prioritarias de Conservación: F.Cuesta et al, 2006. Identifi cación de Vacíos y Prioridades de Conservación en el Ecuador Continental; Uso del Suelo: EcoCiencia, 2002. Monitoreo Socio-Ambiental

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SECCIÓN III:ANÁLISIS DE GANADORES Y PERDEDORES ALIANZAS/ OBSTÁCULOS

El establecimiento de una política de Estado para el desarrollo sustentable de la Amazonía requiere una visión sistémica, en donde los distintos ángu-los sectoriales que intervienen: ambiental, social, económico deben guardar coherencia.

Ahora bien, como se ha discutido anteriormente, el eje central de las opciones de políticas públi-cas descritas en el presente documento parte de la consolidación de una política ambiental para el desarrollo sustentable de la región Amazónica del Ecuador (RAE) en la que se excluyan las actividades extractivas de alto impacto en el Centro Sur.

Guardando una perspectiva integral al seleccionar esta opción de política, el Estado Ecuatoriano de-berá ordenar y consolidar políticas complemen-tarias específi camente en los ámbitos petroleros y económicos. Sin este engranaje, el enfoque secto-rial previsto tendrá serias limitaciones de sostenerse en el tiempo. Aún más, desde una perspectiva de desarrollo sustentable, es indispensable alinear a

los distintos ámbitos de la actividad social y pro-ductiva en la región Amazónica para garantizar que las metas de equidad en el acceso, distribución y mantenimiento de los recursos naturales para las futuras generaciones se logren.

En esta sección se describen los tres ámbitos en los cuales el establecimiento de opciones de políticas públicas coherentes y de largo plazo son necesarias de activar: 1. Ambiental, 2. Petrolero y 3. Económi-co.

1. Consolidación de una política ambiental

“ Si me dedico, por ejemplo, a depredar totalmente un recurso natural, mi economía crece mientras lo hago, pero a costa de terminar más pobres. En rea-lidad la gente no se percata de la aberración de la macroeconomía convencional que contabiliza la pérdida del patrimonio como aumento de ingreso. Detrás de toda cifra de crecimiento hay una historia humana y una historia natural. Si esas historias son positivas, bien venido sea el crecimiento, porque es preferible crecer poco pero crecer bien, que crecer mucho pero mal” (Carta abierta del Econo-mista Manfred Max-Neef al Ministro de Economía de Chile, 4 de Diciembre 2001).

Mapa 3: Áreas Prioritarias de Conservación y Territorios Indígenas en la Provincias de Pastaza y Morona Santiago

Elaboración: EcoCiencia, 2006. Escala 1:2.500.000. Fuentes: Áreas Prioritarias de Conservación: F.Cuesta et al, 2006. Identifi cación de Vacíos y Prioridades de Conservación en el Ecuador Continental; Territorios Indígenas: Amazanga – Comunidec, 2000.

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La cita anterior debería generar una refl exión pro-funda del porqué debemos establecer una política ambiental sólida que garantice el desarrollo sus-tentable del país. La biodiversidad y los recursos naturales son la base de toda nuestra economía, y de su mantenimiento (tanto en calidad y calidad) depende la reproducción social y productiva de la sociedad.

Ahora bien, siendo el petróleo un recurso natural no renovable lo que signifi ca que tiene un plazo previsto de agotamiento, es indispensable que el Estado Ecuatoriano no se obstine en adoptar una estrategia sustentada únicamente en extraer la may-or cantidad de petróleo en el corto plazo. En su lugar se oriente a administrar el recurso de manera inteligente, procurando obtener el mayor benefi cio posible en cada barril extraído, antes que maxi-mizar el volumen de extracción. Es preciso manejar el petróleo como una reserva energética para el futuro, a ser extraída posteriormente, siempre que existan sufi cientes garantías para no poner en riesgo las principales riquezas de la Ama-zonía: su diversidad biológica y su diversidad cultural. Sin embargo, como destacamos en la actualidad, es necesario considerar al Centro Sur de la Amazonía como una reserva de capital natural, por lo que una pausa en la expansión de la actividad petrolera es indispensable.

El replantearnos un modelo económico sustentado más allá de la explotación de la extracción petro-lera no es algo irrealizable en los momentos geo-políticos actuales. A nivel global la búsqueda de la autosufi ciencia energética está siendo ensayada por varios países10, respuesta que se genera en gran medida por los graves riesgos y efectos que se están presentando por el calentamiento global y también por la increpante alza en el precio del petróleo. Esta tendencia geopolítica, nos plantea un enorme

desafío interno, pues en un futuro no muy lejano tendremos que empezar a modifi car nuestra oferta país.

Como lo destaca Acosta (2006) en el 2001, el Go-bierno de Chile estableció su política energética basándose en un análisis del escenario energético global: “ en 2025 el petróleo y el gas natural serán las fuentes de energía primaria más usadas en el mundo. Probablemente el petróleo mantenga leve preponderancia, pero no será signifi cativa. Ambas fuentes responderán por más de dos tercios de la matriz energética mundial. Detrás de ellas se situ-arán el carbón, la energía nuclear y las fuentes renovables de energía (principalmente la hidroelec-tricidad)” . Otros países han tomado este tipo de es-

cenarios energéticos para plantearse sus estrategias de desarrollo. El Ecuador de-

bería hacerlo tam-bién.

Actualmente, ex-iste una fuente im-

portante de recursos fi nancieros y técnicos

para aquellos países que sostienen políticas hacia

el desarrollo sustentable. El Ecuador podría aprovechar de

manera inteligente las oportuni-dades que se están abriendo a par-

tir de la puesta en marcha del debate global sobre la escasez de los recursos

naturales, especialmente el petróleo. Existen un sinnúmero de mecanismos y estructuras institucio-nales que le apuestan de manera innovadora a es-fuerzos para la protección de los “bienes y servicios globales comunes”, como por ejemplo los bosques tropicales amazónicos. Los bosques tropicales de la Amazonía, son reservorios clave tanto para la in-dustria farmacéutica como para la captura de los gases invernadero (especialmente CO2) cuya liber-ación incrementa el efecto del calentamiento glob-al11. En las actuales condiciones de alerta climática internacional, el mantener y proteger los bosques tropicales se ha convertido en una actividad crítica. El actual Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), en vigencia a partir del Protocolo de Kyoto, permite

10 Un reporte especial de la Revista Time (2 de Abril 2006) detalla una serie de iniciativas que están tomando los países para lograr la sufi ciencia energética.

11 Si bien en la actualidad el MDL solo libera recursos para reforestación en áreas deforestadas previo a 1990, existe un intenso cabildeo de las naciones tropicales para que en el 2010 la Convención incorpore “a la deforestación evitada” como parte del mecanismo. Esta posibilidad, que ahora está solo considerada a nivel de la Convención pero no a nivel del Protocolo podría signifi car la incorporación de áreas con bosque en pie como reservorios y en ese sentido puedan recibir recursos por secuestro de carbono. El Ecuador es parte del grupo que está negociando esta inclusión.

15Ciudadanizando la política

la liberación de recursos fi nancieros para la puesta en marcha de iniciativas de conservación a gran es-cala. Cabe destacar que en febrero del año pasado cuando entró en vigencia el Protocolo de Kyoto, la tonelada de CO2 se cotizaba en USD 8 hoy en día está por el orden de USD 15. El incremento en el precio revela el dinamismo de este mercado y se anticipa un incremento aún mayor en el precio del bono de CO2, pues en países como Japón las in-dustrias deben pagar una multa equivalente a USD 30 por Tonelada de CO2 adicional al cupo estable-cido. Al garantizar la conservación de la biodiver-sidad y el manejo sustentable de los recursos natu-rales en el Centro Sur, será una señal muy positiva a nivel internacional, lo que permitirá la liberación de este tipo recursos.

Sin embargo, apuntalar la conservación a gran esca-la como la propuesta requiere de la voluntad políti-ca de consolidar a lo ambiental como una política de estado. El Ministerio del Ambiente ya cuenta, como se ha señalado anteriormente con una serie de instrumentos políticos y estrategias que deno-tan la importancia de conservar la biodiversidad en el Centro Sur de la Amazonía, sin embargo existen serios cuellos de botella para la implementación efectiva de éstas.

Por un lado la base jurídica ambiental del país re-quiere ser fortalecida. La Ley de Gestión Ambien-tal, expedida en 1999 un año después de creado el Ministerio del Ambiente (MAE) carece en gran me-dida de aplicación por la falta de reglamentación apropiada. La propuesta de Ley Especial para la Conservación y Uso Sustentable de la Biodiversidad sigue a la espera del segundo debate por parte del Congreso desde hace más de dos años. Lo mismo sucede con la Ley de Desarrollo Forestal Susten-table. Para solventar de manera parcial la imposibi-lidad de contar con un marco jurídico y regulatorio efi ciente y moderno12 esta debilidad jurídica la Au-toridad Ambiental ha tenido que innovar mecanis-mos para viabilizar los mandatos constitucionales como un camino alternativo ante la difi cultad de que los poderes legislativo y ejecutivo aprueben proyectos como el de la Ley Especial de Conser-vación y Manejo Sustentable de la Biodiversidad o

el Proyecto de Ley de Desarrollo Forestal. A través de la publicación del Texto Unifi cado de la Legis-lación Ambiental Secundaria, en el 2003, el MAE incorpora innovaciones a la Ley Forestal vigente que data de 1981, a la Ley de Gestión Ambiental e impulsa aspectos en torno a la biodiversidad. Sin embargo, es en esta esfera (de la biodiversidad y áreas protegidas) los cambios introducidos a través de la reglamentación secundaria aún no permiten potenciar las opciones que su adecuado aprove-chamiento brindaría para el desarrollo del país.

Los avances para establecer instrumentos jurídicos que incorporen conceptos y mecanismos de van-guardia no han podido ser puestos en práctica. Si en la década de los noventa el país se destaco por esfuerzos para ordenar su política ambiental a par-tir de la suscripción del Convenio de Diversidad Biológica (CBD) en 1993 que tiene vigencia “su-pralegal”13. Sin embargo, el impulso de la década pasada no ha podido ser retomado.

Varios análisis a parte de la notoria debilidad insti-tucional del MAE identifi can la debilidad en otras instituciones públicas y privadas, como parte de la problemática en la gestión ambiental. En la gestión pública es recurrente la escasa preocupación para hacer cumplir las disposiciones políticas y legales, los bajos niveles de coordinación internos; y la baja capacidad de gestión y el limitado impacto de las intervenciones, la atomización, dispersión y desar-ticulación de los esfuerzos desarrollados por ONG y la cooperación”. (REGAL-EcoCiencia, 2004)

La incongruencia entre las políticas públicas se ob-serva claramente en la región Amazónica, zona ca-racterizada por extrema fragilidad y enorme riqueza de biodiversidad. Aquí se desarrollan actividades de extracción de recursos naturales no renovables (como el petróleo, los minerales metálicos y no me-tálicos) autorizadas por la Dirección Nacional de Protección Ambiental (DINAPA) en lugar del MAE. Esta superposición de competencias se desató a partir de la expedición del Reglamento Sustitutivo del Reglamento Ambiental para las Operaciones Hidrocarburíferas (2001). Con este reglamento, evi-dentemente se ha socavado la capacidad de la MAE de ejercer control sobre el patrimonio natural.

12 Aquí me refi ero a un marco regulatorio que incorpore el sinnúmero de innovaciones para la conservación, manejo, uso y aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y la biodiversidad; así como mecanismos para su incentivo y fi nanciamiento, puestos en marcha a partir del Convenio de Diversidad Biológica (CDB) 1992. 13 La inclusión del artículo 163 en la actual Constitución Política de la República fortaleció la jerarquía y obligatoriedad de la aplicación de los instrumentos internacionales celebrados por el Ecuador, asumiéndolos como partes integrantes de la legislación nacional.En gran medida, sigue siendo el CBD y otras Convenciones Internacionales como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) , Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, especialmente como Hábitats de Aves Acuáticas (RAMSAR) entre otras, que han permitido incorporar herramientas de políticas públicas en el ámbito de la gestión ambiental y de la biodiversidad del país.

16 Ciudadanizando la política

Otro ejemplo de incoherencia jurídica e institu-cional se evidencia en proliferación de actividades petroleras y mineras al interior de las áreas prote-gidas del Patrimonio Nacional de Áreas Protegidas (comúnmente conocido como Sistema Nacional de Áreas Protegidas- SNAP). A pesar que la Consti-tución de la República establece “que el país tendrá un sistema nacional de áreas naturales protegidas que garantice la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de los servicios ecológicos” (ENCB: 2001: 32), hoy en día de las 33 áreas que conforman el Sistema, 5 áreas tienen bloques petroleros en su interior y en otras 6 el sistema de transportación de crudo (i.e. SOTE y OCP) generan impactos recurrentes.

A pesar de la debilidad jurídico-institucional exis-tente, existen una serie de oportunidades singula-res para llevar adelante una propuesta coherente de conservación y manejo sustentable de los recursos naturales en el Centro Sur de la Amazonía. Estas oportunidades parten por el hecho que varios doc-umentos estratégicos nacionales recuperan cada vez con más fuerza las temáticas ambientales. En la Estrategia Nacional de Reducción de la Pobreza y Plan Plurianual, la biodiversidad constituye un elemento relevante.

Por otra parte, en el contexto internacional desta-can como oportunidades la disponibilidad de re-cursos para apoyar asuntos relacionados con bio-diversidad y el fortalecimiento de las capacidades necesarias para asumir su conservación y manejo sustentable, así como de nichos de mercado cada vez más inclinados a productos naturales.

La puesta en marcha de esta estrategia permitirá al país posicionar su liderazgo en el ámbito de fi -nanciamiento de la conservación a gran escala. El acceso a inversiones en el ámbito de la conserva-ción (i.e. fondos patrimoniales, canjes de deuda, condonaciones, etc.) y la posibilidad de entrar con fuerza en la negociación de mecanismos para el secuestro o captura de carbono de bosque en pie (i.e. mecanismo de desarrollo limpio para el sec-tor forestal) supondrá una articulación con fuentes fi nancieras frescas no atadas a actividades extracti-vas petroleras.

En la RAE el Estado Ecuatoriano ha implementado políticas contradictorias – orientadas básicamente a la extracción insostenible de los recursos natura-

les no renovables (petróleo y minería)- las mismas que han generado enormes pérdidas ambientales y sociales. El principal eje de desarrollo en la Ama-zonía ha sido el petrolero, lo que ha traído consigo: deforestación, colonización desregulada, cambio en el uso del suelo (expansión de la frontera agrí-cola y ganadera), contaminación hídrica y del sue-lo, pérdida de biodiversidad (animales y plantas) y deterioro del tejido cultural. En contraste, el estab-lecimiento de una política de desarrollo sostenible en la amazonía inaugurará una nueva etapa de la gestión pública en la región.

La puesta en marcha de esta iniciativa abriría el camino para que el Estado Ecuatoriano sea recipi-ente efectivo de apoyos internacionales. Existen una serie de mecanismos fi nancieros internacio-nales que apoyan este tipo de iniciativas a nivel mundial. Ejemplos de varias áreas protegidas o zo-nas de manejo sustentable de los recursos natura-les en India, Nepal, Paraguay, Madagascar, Brasil son ejemplos a seguir. En estos países, áreas con-stituidas a partir de procesos participativos con las poblaciones locales, han recibido fi nanciamiento a perpetuidad (a través de fondos patrimoniales o fi duciarios) para su sostenimiento. Este podría ser el caso del Centro-Sur de la Amazonía. A esto se debe sumar que hoy en día con la amenaza del cambio climático, el Centro Sur de la Amazonía Ecuatori-ana se convierte en sitio mucho más atractivo. La puerta de para acceder y negociar de manera inteli-gente este capital natural crítico para la estabilidad climática mundial, dependerá sin embargo en la efi cacia con la que el Estado Ecuatoriana garantiza su desarrollo sustentable y conservación.

Finalmente, una política coherentes de planifi -cación del desarrollo en la RAE contribuiría al en-riquecimiento social y cultural, la superación de la pobreza y el sostenimiento de largo plazo de nuestro desarrollo económico. El turismo de natura-leza y ecoturismo, por ejemplo son actividades que a nivel global están creciendo pero que requieren de espacios naturales de calidad.14 Sin embargo, al superponer actividades extractivas de alto im-pacto (i.e. petróleo y minería) en áreas protegidas (i.e. Parque Nacional Yasuní) socavan gravemente la posibilidad de este tipo de inversiones en el país. Al respecto se deben emular experiencias en otros países, como por ejemplo de Costa Rica. Para em-prender su política de desarrollo ecoturístico, Costa Rica optó por zonifi car y regular sobre su territorio,

14 Considerando que el Turismo genera $2.3 mil millones cada año, y la mayoría de turistas visitan áreas protegidas, el turismo de naturaleza y ecoturismo es una opción económicamente muy viable.

17Ciudadanizando la política

en miras de alojar dinámicas productivas alternati-vas. El efecto de esta decisión es visible en el caso costarricense, es un destino turístico de alto nivel, lo que a nivel interno le ha traído réditos en lo lab-oral y distribución de riqueza. Se ha demostrado que el ecoturismo (y en general un turismo mane-jado de manera sustentable) es una de las formas más importantes de generación de encadenamien-tos productivos exitosos para el crecimiento equita-tivo de economías rurales. En el país debemos ver estos ejemplos en Mindo (Noroccidente de Pich-incha), Vilcabamba (Loja), Baños (Tungurahua). En estos sitios, los niveles de empleo y reducción de pobreza son visibles. Esta propuesta procuraría la generación de esta dinámica que desde el punto de vista local y regional generaría incidencia en la reducción de pobreza.

Sumados a los encadenamientos productivos sus-tentados en el ecoturismo se complementarían otros vinculados al manejo sustentable del bosque tropical. Por ejemplo, la extracción de productos no maderables (como semillas, hierbas medicinales) y manejo de fauna y fl ora silvestre (en zoocriaderos o jardines forestales para su aprovechamiento y co-mercialización local) permitirá la diversifi cación de ingresos por parte de la población local. Estas actividades, además de generar ingresos comple-mentarios también proporcionarían mayor seguri-dad alimentaria, reduciendo los graves niveles de desnutrición materno-infantil que existe en la RAE.

En resumen, la propuesta planteada exige una política ambiental que ordene desarrollo de la RAE, entendiendo que en la región no puede existir sola-mente una estrategia extractiva de los recursos na-turales pero que se debe dar cabida a una estrategia de conservación y manejo racional de los recursos naturales.

Si el Estado Ecuatoriano propone un ordenamiento territorial sustentable en la RAE los efectos para el resto del país serán positivos:

Se generará la posibilidad de capitalizar de manera realista tanto los benefi cios inme-diatos (por ejemplo: la creación de fuentes de empleo local en actividades productivas que están ligadas a los recursos naturales: ecoturismo, productos no maderables del bosque (artesanías, semillas, plantas medici-nales), investigación científi ca, etc.) y futuros (por ejemplo: posicionamiento en la nego-ciación internacional de mecanismos para reducir los efectos del cambio climático,

inserción en mercados fi nancieros “verdes” que apuntalan iniciativas de conservación a gran escala)Se reducirán los confl ictos socio-ambien-tales en la región, posibilitando que el Esta-do Ecuatoriano se concentre en atender los problemas de fondo y no solamente tenga que actuar como bombero – o con interven-ciones corto plazistas- frente a las demandas de la RAE.Renovaría la posibilidad de encontrar acu-erdos con los actores sociales de la RAE, y en ese sentido contribuiría a inaugurar una política de diálogo democrático.Fortalecería el rol del Ministerio del Ambi-ente como autoridad ambiental, que hasta el momento se halla marginalizado de las decisiones de desarrollo del país, y estaría afi rmando lo propuesto por instrumentos de políticas: Políticas Básicas Ambientales y Estrategia Nacional de Conservación de la Biodiversidad, las mismas que señalan la importancia de la RAE para el futuro ambi-ental del país.

2. Establecimiento de Política petrolera másefi ciente y menos depredadora

Para garantizar el desarrollo sustentable y la con-servación de la diversidad biológica y cultural del Centro Sur de la Amazonía es necesario un pro-fundo ordenamiento de la actividad petrolera ac-tual, concentrada en la región Nororiental de la Amazonía. La necesidad de establecer una política petrolera más efi ciente y menos depredadora, no tiene solamente un fundamento socio-ambien-tal pero también es una condición para asegurar la sostenibilidad del sector hidrocarburífero y con esto la mejora sustancial de la calidad de vida de la sociedad en su conjunto, minimizando los impac-tos ambientales y sociales que genera la actividad.

Hay una serie de argumentos que sustentan la nece-sidad de que el Estado Ecuatoriano establezca una política racional para el manejo de la actividad hi-drocarburífera. A continuación se elaboran algunos de estos elementos:

La débil aplicación de estándares de pro-ducción y medidas de sanción efectivas para mitigar los impactos ambientales y en la salud de la población replicaría el mismo modelo en el Centro Sur de la Amazonía

Ofi cialmente, y dado el manejo discrecional y has-ta especulativo de este tipo de cifras, se las debe

18 Ciudadanizando la política

tomar solo como referencia, el Ecuador tiene reser-vas probadas de crudo de alrededor de 4.3 miles de millones de barriles, 56% de sus reservas originales de 7.7 miles de millones, la mayoría descubiertas hasta 1984. De acuerdo a Echeverría (2006:116) los últimos contratos exploratorios que han dado frutos fueron fi rmados hasta 1988, año en el cuál se inicia una carrera de insostenibilidad petrolera, pues el país está consumiendo sus reservas sin op-timizar el factor de recobro. Ahora bien, una opción para incrementar las reser-vas consistiría en la ampliación de la frontera de prospección y exploración en nuevas áreas. Frente a esto, algunos expertos estiman que la zona Cen-tro Sur de la Amazonía podría incrementar unos 3.3 miles de millones de barriles de reservas. No ob-stante, los resultados de los trabajos realizados tan-to en la parte ecuatoriana como en la prolongación peruana de la misma formación geológica no son muy auspiciosos, al punto de que el oleoducto pe-ruano nunca pudo trabajar a su máxima capacidad y aún ahora tiene una gran capacidad ociosa que está siendo ofrecida al Ecuador para eventualmente evacuar las reservas de la zona Centro Sur.

De las estimaciones preliminares de Petroecua-dor se desprende, sin embargo que menos de un 30% de las reservas en el Centro Sur pueden ser considerados crudos livianos. Aunque el horizonte tecnológico en el manejo de crudos pesados está cambiando muy dinámicamente a nivel mundial, el reto de su explotación, y manejo en superfi cie del crudo y otros subproductos es bastante prob-lemático. Estos 15 años de experiencia con crudos pesado en Ecuador, básicamente a manos de em-

presas transnacionales supuestamente más ágiles en su acceso a tecnologías de punta, apunta a tasas de recuperación que no alcanzarían a un 30%, con lo cual las esperanzas de incrementar reservas se ven seriamente mermadas.

Por otra parte, vale destacar que en comparación los costos de producción del crudo pesado son sig-nifi cativamente más altos, incluso si solo se con-sidera la parte que las empresas privadas realmente internalizan. La tendencia histórica en la produc-ción del Oriente ecuatoriano muestra curva de agua sube rápidamente hasta llegar a extremos de tener entre 4 y 9 barriles de agua por cada barril de petróleo en ciertos pozos, asfi xiando las posibili-dades de rentabilidad de los pozos por un lado, y externalizando, de manera exponencial, los pasi-vos ambientales que luego el país, y sobre todo las poblaciones locales deberán afrontar.

Obviamente, las condiciones naturales específi cas de cada pozo defi nirán una diversidad de situacio-nes, dependiendo de las tasas de producción, las características hidrodinámicas de los yacimientos y a la diferencia de viscosidades entre el petróleo y el agua. Agua y crudo se ponen en competencia, y dado que la velocidad de movimiento del agua de formación es hasta 100 veces mayor que el crudo, se forma un cono que impide que el crudo fl uya. El agua de formación de desecho contiene altas concentraciones de elementos tóxicos de rápido efecto una vez llevada a superfi cie al tomar con-tacto con los terrenos y fuentes de agua dulce de los alrededores, debido a sus propiedades de escur-rimiento y percolación en los suelos y su mezcla en

ambientes acuáticos o napas subterráneas. Las propiedades y la forma de disposición de las aguas de formación son ex-tremadamente riesgosos para la salud humana y el ambi-ente.

A pesar de que estándares mundiales llaman la atención sobre el cuidado en el mane-jo de esas aguas de desecho desde hace décadas, la prác-tica de muchas corporaciones transnacionales como Texaco, fue descargarlas directamente al medioambiente (ríos, sue-los, etc.), esto a pesar de que su operación en otras partes del mundo exigía tomar otras

19Ciudadanizando la política

precauciones. Desgraciadamente CEPE-Petroec-uador tuvo la misma práctica también por déca-das. La presión pública ha hecho que la práctica común ahora incluya distintos tipos de gastos de confi namiento del agua producida, sea en piscinas artifi ciales o a través de su reinyección en estratos permeables de las formaciones subterráneas (i.e. Orteguaza y Tiyuyacu, Napo y Hollín).

Sin embargo, este procedimiento no presenta ga-rantías porque hay probabilidades de migración del agua de desecho hacia estratos superiores, con peligro de polución de los acuíferos subterráneos o superfi ciales, ya que los sellos lutíticos y arcillosos de baja permeabilidad presentes pueden ser volu-métrica y estructuralmente discontinuos y/o tener fallas, o bien puede ser que el volumen y la presión de la reinyección rebasa las capacidades efectivas de confi namiento de las formaciones.

La descripción anterior releva los riesgos ambien-tales y para la salud que trae consigo una explo-tación petrolera sin consideración de tecnologías y estándares óptimos. Si bien esta situación podría cambiar signifi cativamente, es indispensable que el Estado Ecuatoriano ejerza un efectivo poder de regulación y sanción. Sin embargo, considerando la fragilidad del estado en su función fi scalizadora, es previsible que la situación descrita se traslade al Centro Sur de la Amazonía, con lo cuál se incre-mentarían los pasivos ambientales dejados por la explotación petrolera en la Amazonía Norte. En ese sentido, se observa indispensable aplicar el prin-cipio de precaución y prevención de los impactos socio-ambientales en el Centro Sur. Mientras el Es-tado no establezca reglas fi rmes y mecanismos de control efectivos, el riesgo es sumamente alto.

La expansión de la frontera petrolera sin una clara presencia de políticas públicas erosion-ará el tejido social y profundizará la resisten-cia hacia el modelo experimentado

La notoria ausencia de políticas públicas coheren-tes en la región amazónica ha generado distorsio-nes enormes. Hoy en día las petroleras se relacio-nan directamente con las poblaciones amazónicas, asumiendo el papel de suministradores de todo tipo de servicios y de constructores de obras públicas (Acosta, 2006: 106). La creciente confl ictividad social en la Amazonía son evidencias claras de la necesidad de cambios en el papel del estado en la región, y como muchos autores destacan muestran que la principal política de Estado en la región se ha caracterizado por su ausencia. El vacío dejado

por el Estado ha redundado en la generalización de prácticas clientelares e irresponsables, en la de-manda de recursos atomizada, sin contraparte y sin rendición de cuentas de parte de la población ya sea al Estado o a las compañías individualmente. Los recientes paros petroleros, denotan el creciente polvorín que se está gestando en la región debido a décadas de frustración y abandono.

Al panorama de creciente confl ictividad social en la región amazónica, se deben sumar el efecto del Plan Colombia. La elevación del confl icto Colom-biano tiene serias repercusiones en la seguridad fronteriza y en las dinámicas socio-económicas de la región Amazónica y en general del país. El incremento de poblaciones desplazadas, la creci-ente inseguridad (secuestros, crímenes) denotan un grave deterioro del tejido social en la región. Sin embargo, más allá de los esfuerzos emprendidos, se deben considerar ciertas dinámicas de gravísi-mas dimensiones. La gran concentración de los cultivos ilícitos frente a la frontera amazónica y en comparación a la presencia de éstos cultivos frente al resto de las provincias fronterizas (Esmeraldas, Carchi), debería generar una refl exión profunda. Hay serios indicios que los enclaves de produc-ción del narcotráfi co en la región del Putumayo Co-lombiano se estarían abasteciendo de precursores químicos (gasolina blanca, ácido sulfúrico, ácido clorhídrico, ácido nítrico, hidróxido de sodio, per-manganato de potasio) utilizados en la actividad hidrocarburíbera. Al ampliar la frontera petrolera, se estaría ampliando el espectro de esta cadena de abastecimiento, lo que elevaría la tensión más allá de la zona Norte de la Amazonía ecuatoriana.

Otro elemento que debe considerarse si la expan-sión de la frontera petrolera se propicia desde una óptica similar a la actual constituye el escenario de resistencia organizada por las nacionalidades indí-genas presentes en el Centro Sur. Desde hace más de 10 años las nacionalidades indígenas y comu-nidades locales han ejercido un proceso de franca resistencia a la actividad petrolera, desde la rein-vidicación de sus derechos territoriales y de auto-derminación.

Este frente de resistencia se ha alimentado por la constatación de que el modelo de producción petrolera en el Nororiente ha traído consigo más costes sociales y ambientales que benefi cios para la población local. Por otra parte, la resistencia se ha dado desde un elemento gravitante: los derechos territoriales y a la autodeterminación. Estas deman-das tienen su sustento en el hecho que el país ha

20 Ciudadanizando la política

ratifi cado el Convenio Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes (Convenio 169) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y también por el reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas consagrado en la Constitución Política de 1998. Por otra parte, el Estado Ecu-atoriano ha otorgado los derechos territoriales a estas nacionalidades a través de la legalización de vastas extensiones de tierras, como se destaca en el Cuadro 1 a continuación:

Las acciones de resistencia que han ejercido las nacionalidades frente a las empresas CGC en el bloque 23 y frente a la Burlington en el bloque 24, bloques que constituyen la puerta de entrada al Sur Oriente, muestran cómo el viejo estilo de actuar con los indígenas en el ámbito petrolero con una estrategia de “hechos consumados”, es cada vez más difícil de aplicar pues las organizaciones están cada vez más concientes de sus derechos y de la posibilidad de exigirlos (Melo, 2006). Las consecuencias de esta resis-tencia ha impedido que en estos bloques se hayan desarrollado actividades de explotación, situación que ha repercutido en los procesos licitatorios del resto de los bloques, los mismos que han fallado (i.e. 10ma Ronda).

En defi nitiva, estas experiencias demuestran que la ampliación de la frontera petrolera sin ninguna consid-eración a los derechos territoriales de las nacionalidades indígenas resulta un mal negocio, y hoy en día el accionar de las empresas y del Estado Ecuatoriano está siendo interpelado a nivel internacional en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En este escenario de creciente confl ictividad, es evidente que la expansión petrolera solo va a generar una mayor profundización de ésta. Los resultados de licitaciones en regiones como la del Centro Sur resultarán en bloques dibujados pero sin real actividad, lo que contribuirá a caotizar aún más la actividad hidrocarburífera.

Al no garantizar el cumplimiento de los mecanismos de consentimiento informado previo y de consulta con las poblaciones locales, el Estado Ecuatoriano está hipotecando la calidad de las inversiones petroleras que pretende atraer al sector. Las empresas transnacionales que dominan el mercado petrolero buscan inversiones rentables y de largo plazo, y son cada vez más renuentes a incursionar en sitios con alta con-fl ictividad social. Para muchas de estas empresas la responsabilidad corporativa es un gran activo que no

#

1

2

3

4

5

6

7

Quichua

Huaorani

Shuar

Achuar

Zápara

Andoas

Shiwiar

1‘102.000

612.215

727.615

428.000

255.000

30.000

68.320

1‘500.000

809.215

887.615

478.000

298.000

30.000

169.000

498.000

197.000

160.000

50.000

43.000

101.000

Pastaza

Napo, Orellanay Pastaza

Pastaza, MoronaSantiago y Zamora

Pastaza y MoronaSantiago

Pastaza

Pastaza

Pastaza

Nacionalidad

TOTALES 3‘223.150 1‘049.000 4‘172.150

Provincias Total (ha)Superficie

Legalizada enhectáreas (ha)

Superficie noLegalizada enhectáreas (ha)

Cuadro 1Territorios de las nacionalidades y pueblos de la Amazonía Centro Sur

Fuente: “Mapa de mosaico de territorios indígenas de la Amazonía Ecuatoriana”, OPIP, 2002

21Ciudadanizando la política

desean arriesgar tan fácilmente. En ese sentido, se puede anticipar que dado el escenario socio-cul-tural en el Centro Sur, las empresas que se arries-garán constituirán empresas oportunistas volcadas a inversiones especulativas y no de larga duración. Obviamente, la calidad de este tipo de empresas también redundará en los criterios ambientales con los que se manejen, los mismos que probablemente serán muy laxos. Tanto las empresas CGC y Burl-ington son ejemplos de este tipo de empresas cuyo comportamiento exacerban la confl icitivad en el Centro-Sur.

El costo de inversión de infraestructura ad-ecuada para la actividad hidrocarburífera en el Centro Sur se anticipa como un serio limi-tante

La decisión de seguir con una expansión de la fron-tera petrolera hacia el Centro Sur de la Amazonía debe traer consigo un análisis de las inversiones necesarias para que ésta sea rentable. Al momento, la infraestructura petrolera (carreteras y vías, insta-laciones de almacenamiento y refi namiento, insta-laciones para el transporte del crudo) se concen-tran en el Nororiente de la Amazonía. La inversión en infraestructura necesaria a parte de los costos que ésta representa, traerá consigo innumerables efectos sociales, ambientales y políticos. Con la apertura de vías se estará inaugurando patrones de asentamiento y de uso de suelo completamente in-sustentables y por ende no adecuados para el ter-ritorio amazónico.

En la actualidad, el Centro Sur carece de una red vial y de la infraestructura productiva requerida para ll-evar adelante este tipo de actividades. Desde esta perspectiva, entonces será necesaria una inversión signifi cativa ya sea por parte del Estado Ecuatoriano o por las empresas interesadas, lo que redundaría en los costos reales de la actividad prevista. Como se ha señalado en otras secciones, es de anticipar que la instalación de este tipo de infraestructura en la región generarán impactos sociales y ambiental-es altamente negativos.

Desde un enfoque pragmático señalado por Eche-verría (2006), las inversiones en el sector petrolero deberían orientarse a fi jar una meta de produc-ción estable, la misma que se debería defi nir por la capacidad de los dos ductos existentes (produc-ción límite) es decir aproximadamente 750,000 - 800,000 barriles/diarios. Desde esta perspectiva

el Estado debería invertir intensivamente en la in-fraestructura petrolera de almacenamiento de gas y derivados, un Terminal de exportación e import-ación15 y refi nación, pues hoy en día la importación de combustibles (1,000 millones de dólares en el 2005) es incomprensible para un país petrolero.

De acuerdo a Baquero Tenezaca (2006), la insta-lación de una nueva refi nería de alta conversión con capacidad de 200,000 b/d. permitiría una op-timización en la calidad y mejores rendimientos de productos que alimentan a las unidades. Además se podrán procesar crudos más pesados, cumpliendo con las especifi caciones futuras de producción. También se debería construir nuevas unidades de azufre y para el tratamiento de amina y soda, a fi n de garantizar la recuperación de los contaminantes derivados de los combustibles.

Por otra parte, la optimización de la infraestructura existente también debe ir de la mano de un mejor aprovechamiento de los campos (bloques) petrole-ros actuales. Petroecuador posee el 74% de las reservas probadas del país, las cuales en su may-oría corresponde a crudos livianos de alta calidad. La explotación de estas reservas tiene un menor impacto ambiental, ya que se realizaría dentro de los campos actualmente en explotación, sin una ampliación del área petrolera. Además, el Estado apropiaría la gran mayoría del excedente (Larrea, 2006).

La decisión de una política petrolera racional tam-bién requerirá que se realicen inversiones para lograr mayores niveles de recuperación de crudo de los campos en explotación (a través de la apli-cación de tecnologías de punta) y propicie que en estos se cumplan efectivamente estándares de producción ambiental y socialmente responsable y transparente.

La propuesta: la mejora de la condiciones de participación del Estado Ecuatoriano en la renta petrolera y la modernización del sector

La defi nición estratégica de una política petrolera se ha postergado varias décadas ya. A pesar que la explotación petrolera ha tenido un gravitante efecto en la economía ecuatoriana, la situación so-cio-económica que a traviesa el país hoy en día, contrasta radicalmente a lo experimentado con el “boom” petrolero de la primera década de explo-tación (1972-1982). En esa década el petróleo con-

15 En la actualidad se sigue utilizando el TEPRE o Terminal provisional por más de 30 años.

22 Ciudadanizando la política

tribuyó signifi cativamente al crecimiento económico, y a mejoras considerables en la salud y educación de la población. Sin embargo, hoy en día “se observa que a pesar de los elevados volúmenes exportados y precios favorables, el sector petrolero ha debilitado signifi cativamente su vinculación con la economía nacional, adquiriendo en parte características semejantes a una economía de enclave” (Larrea, 2006:63).

Para Larrea (2006), esta confi guración se observa con claridad a partir del 2000 y surge por una serie de factores endógenos y exógenos. A partir del 2000, se observa una tendencia ascendente en los precios internacionales del petróleo, movida por una creciente demanda de producción que no puede ser respon-dida efi cazmente con la capacidad de producción internacional - que se encuentra muy cerca de su punto máximo, y donde la incorporación futura de nuevas reservas es improbable- (Larrea, 2006; Echeverría, 2006).

Por otra parte a partir del 2000 se inicia un período de apertura a las empresas petroleras privadas. El siguiente gráfi co muestra esta incorporación, lo que ha signifi cado una gradual pero consistente reducción

de la dependencia petrolera en el Presupuesto del Estado durante los últimos años. Vale destacar que esta apertura no ha permitido que se dispongan de recursos adicionales para la inversión social y productiva, pues los porcentajes de participación del Estado en la renta petrolera han sido en extremo desfavorables.

A esta situación se suma que a partir de 1993, la producción estatal de crudo liviano empieza a declinar gran parte debido a una limitada reinversión de Petroecuador en recuperación secundaria y terciaria en campos antiguos. Otro elemento es la limitada capacidad de refi nación y el crecimiento de la demanda interna de combustbles, que han conducido a la importación creciente de productos refi nados a costos elevados. Esta situación es el resultado de la mínima inversión en el sector eléctrico (y la correspondiente inversión en fuentes renovables de generación) que han obligado al desperdicio de combustibles en la generación térmica (Larrea, 2006: 66).El gráfi co 2 muestra el exiguo aporte de las empresas privadas al fi sco en contraste con el aumento de su participación en la explotación. El panorama y la tendencia cambiarían signifi cativamente con la ade-

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20,000

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1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006

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MIL

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DE

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RR

ILE

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PETROECUADOR COMPAÑIAS

Gráfi co 1:Participación de privada y estatal en la producción de crudo

Fuente: Petroecuador

23Ciudadanizando la política

cuada aplicación de las reformas a la Ley de Hidrocarburos y el manejo estatal de los campos manejados anteriormente por la compañía Occidental. Se estima que en 2006 ingresarían entre 800 y 900 millones de dólares netos inicialmente no presupuestados y a partir del 2007 entre 1200 y 1500 de recursos adicio-nales respecto a la tendencia histórica, dependiendo de los precios del petróleo en dólares de 2006.La participación de la compañía estatal, que mayor porcentaje de sus ingresos destina al estado, ha venido declinando desde la Ley de Presupuesto de 1992 que establecía una situación de asfi xia fi nanciera estruc-

tural. De persistir el reciente cambio de rumbo en la política petrolera, la tendencia se revertiría, debido a los 110 mil barriles diarios que manejaba la compañía Occidental. El diseño responsable de una política petrolera efi ciente y responsable puede mostrarse no solo sufi ciente para sostener las “tareas” que el mod-elo económico vigente le ha encomendado, sino también puede convertirse en una palanca para buscar un desarrollo alternativo para la región amazónica.

En el caso que el Estado Ecuatoriano propicie de manera miope (es decir sin atender a un principio de precaución básico) una expansión de la frontera petrolera en el Centro Sur de la Amazonía, se puede anticipar que las inversiones que se van a atraer no serán aquellas de mejor calidad. Como se mencionó anteriormente, se puede anticipar que dado que el escenario socio-cultural en el Centro Sur, aquellas que se arriesgarán constituirán empresas oportunistas que buscarán solo la especulación de la concesión sin consideración alguna de mecanismos de consulta y participación social real, y la internalización de los costes sociales y ambientales. Esta afi rmación tiene un refl ejo en la situación actual del Centro Sur de la Amazonía, donde las empresas CGC y Burlington han querido imponer su actividad a toda costa, consti-tuyen ejemplos claros del tipo de inversiones que se atraerían.

Desde la perspectiva de la composición de las inversiones petroleras que requiere el país, el atraer inver-sionistas de baja calidad (“piratas”) no es lo más óptimo y fomentaría aún más el caos en el sector hidro-carburífero, que de por si es altamente volátil.

INGRESOS PETROLEROS PRESUPUESTO DEL GOBIERNO CENTRAL

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Petroecuador Compañías Privadas

Gráfi co 2:Proporción de la contribución de las compañías petroleras privadas al fi sco.

Fuente: Petroecuador

24 Ciudadanizando la política

En este escenario es indispensable reorientar la política petrolera. Uno de los puntos centrales de esa reorientación debe incluir la planifi cación del horizonte petrolero ecuatoriano, internalizando todos los costos sociales y ambientales que hasta ahora han podido ser mantenidos con relativo éxito como externalidades por parte de las compañías, pero que le van a signifi car al país pasivos cuya magnitud y duración aún no se termina de vislum-brar. El papel regulador del Estado es central en este empeño. Así se podría auspiciar sólidas inversiones y no un manejo especulativo como el que parece empezar a difundirse a falta de una política petrol-era sustentable y legitimada por la sociedad.

Hay que concentrar los esfuerzos en las zonas ya intervenidas, incorporando las tecnologías de pun-ta tanto en la exploración y explotación de nuevos pozos como en la recuperación mejorada, la reme-diación y la prevención ambiental.

La posible reducción de ingresos petroleros ya dis-cutida en secciones anteriores podría ser compen-sada con creces con un manejo más racional del recurso a través de un fortalecimiento de Petroecua-dor en adecuada simbiosis con el sector privado.

3. Una política macroeconómica menosdependiente del petróleo

En su sabiduría profética, varias culturas primige-nias veían al demonio detrás del petróleo, mucho tiempo antes que esta sociedad consumista con un paradigma tecnológico adicto a los hidrocarburos haga patente la magnitud de esos efectos malig-nos. Contaminación, guerras, corrupción, desin-tegración social, enfermedad y muerte aparecen como una constante en las zonas ligadas a la ex-plotación hidrocarburífera, que, no obstante, re-presenta pingües ganancias en bolsillos de otros.

Cuando algunas de esas cul-turas llaman al petróleo, por ejemplo, “excremento del dia-blo”, talvez prefi guraban lo que en la literatura especializada se conoce como la “maldición de los recursos naturales”. Ciertos economistas en particular creen ver una regularidad histórica en la alta correspondencia entre abundancia de recursos natu-rales y subdesarrollo y desin-stitucionalización. La riqueza fácil, exenta de la disciplina del ahorro, la inversión, la inno-

vación y el trabajo, daría lugar a la constitución de redes más de tipo mafi oso para defi nir su disputa. Otros economistas e historiadores, como el Nóbel de Economía Joseph Stiglitz, por ejemplo, sin des-merecer el peso del argumento lo califi can, most-rando excepciones muy decidoras como el caso de los países nórdicos y el de los propios Estados Unidos. Dentro de la trágica experiencia del con-tinente africano, han aparecido incluso un par de casos paradigmáticos con trayectorias tan disímiles: Sierra Leona y Botswana. Ambos países exportado-res de diamantes, pero con experiencias coloniales y societales distintas que han llevado al primero al estancamiento y a la degradación político-social y al otro a exhibir tasas de crecimiento promedio de más del 9% durante ya tres décadas y en un ambi-ente institucional crecientemente estable.

En la gran mayoría de casos, la misma discusión es prisionera de una trampa recurrente en otras temáti-cas: la de confundir crecimiento con desarrollo. La confusión tiene una larga tradición entre economis-tas, especialmente, sobre todo luego de la Segunda Guerra Mundial cuando las economías tanto del Norte como del Sur efectivamente crecían. Los as-pectos más cualitativos ligados a la noción de de-sarrollo, supuestamente acompañarían al proceso, en la más optimista de las visiones presentes a la época. No obstante, en ese entrampamiento no se quería ver ni los reclamos en torno a la justicia, la equidad y /o la calidad de vida de sectores críticos de diverso horizonte, ni el referente teórico de la propia economía convencional dominante que en el más simple de sus modelos, al menos liga y con-trapone el crecimiento del consumo material a la opción del descanso.

Pero de esos años dorados en los que el crecimien-to (así, crudo y duro) era más o menos la norma, hemos pasado a lo que autores como Paul Krug-man defi nen como la “era de las expectativas dis-minuídas”. En efecto, durante las últimas décadas los años auspiciosos, de por sí escasos y efímeros, registran tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto que no son sino la mitad o un tercio de la tasa

25Ciudadanizando la política

común en la era de las políticas “keynesianas” y del estado de bienestar en los países industrializados y de su versión tercermundista -ligada a la industrialización sustitutiva de importaciones- en algunos países de América Latina. Circunstancias éstas que han llevado a muchos analistas a priorizar implícita o explícita-mente las metas de la estabilización frente a las del por sí unidimensional crecimiento.Pese al prestigio de otro Nóbel de Economía, Amartya Sen, y de sus colegas, sus ideas mucho más inte-grales en torno al desarrollo, defi niendo el despliegue de las capacidades y de la libertad como fi nes y al crecimiento solo como instrumental en ese proceso distan mucho de ser las predominantes en el diseño de las políticas económicas.

En los hechos, cuando no está desplazada totalmente por la obsesión por la estabilización, la preocupa-ción por el crecimiento del PIB está en el centro del diseño de las políticas públicas. Por ello es muy im-portante subrayar las limitaciones del indicador como medida de la producción y/o del consumo de una sociedad. Temas como la no valoración del trabajo familiar (atravesado o no por condiciones de género), la valoración relativa a la estructura de mercado de la producción de servicios, el crecimiento de los lla-mados “gastos defensivos” (gastos en seguridad personal o colectiva, remediación ambiental y social, etc), el tratamiento de la producción de medios de destrucción, el tratamiento de las actividades básicamente extractivas, etc., defi nen un ineludible cuestionamiento del propio indicador y de aspectos axiológicos y epistemológicos más profundos en la macroeconomía.

Pese a los matices señalados, nuestra discusión seguirá teniendo como referente el crecimiento del PIB en tanto esa puede ser una preocupación fundamental de los contradictores de esta propuesta. En efecto, proponer límites a la expansión de la actividad hidrocarburífera podría suscitar temores sobre la sustent-abilidad de la economía dado su papel primordial en el desempeño de la macroeconomía ecuatoriana. Nuestro punto es mostrar, por un lado, los límites y los vicios de ese patrón de crecimiento, y, por otro lado, señalar que con una adecuada racionalización de la política energética, se puede proveer el fi nan-ciamiento necesario para la economía en otra perspectiva de desarrollo.

Como puede observarse en el gráfi co siguiente (Gráfi co 3), más allá de los efectos multiplicadores y los encadenamientos hacia delante y hacia atrás de la actividad petrolera, la mera contribución de las tasas de crecimiento del PIB de las ramas petroleras tiene un peso desproporcionado en la evolución del creci-miento. A pesar de una relativa mejoría del PIB de las ramas no petroleras en los últimos años, las tasas de crecimiento son muy modestas, defi niéndose una categórica reducción del PIB per cápita no petrolero en los últimos 25 años.Los signos relativamente alentadores de los últimos años presentan, no obstante serios interrogantes re-specto a su duración. El PIB per cápita, los salarios reales y las tasas de subempleo y desempleo se han recuperado respecto a la desastrosa crisis provocada por la banca y que estalló en 1998-9, pero solo para

Gráfi co 3:Comparación de las tasas de variación del PIB de las ramas petroleras y no petroleras.

Fuente: Banco Central del Ecuador

26 Ciudadanizando la política

alcanzar rangos similares a los anteriores a la crisis y muchos sectores productivos muestran poca vitalidad frente a la competencia y la oportunidad de las importaciones, presentando una insufi ciencia dinámica para absorber empleo cada vez más evidente. Inclusive, hay sectores que empiezan ya a enfrentar prob-lemas de defl ación en condiciones en que el crédito sigue segmentado, caro y de difícil acceso, con un mercado interno cada vez más polarizado y raquítico y un mercado externo incierto aunque no exento de buenas oportunidades. Es necesario apuntar hacia un nuevo tipo de desarrollo, más diversifi cado, más inclusivo, más sustentable.

Los efectos de la llamada “enfermedad holandesa” sobre el aparato productivo son complejos y no nec-esariamente fatales. Si los recursos adicionales del boom petrolero son manejados conforme al interés nacional, puede, en efecto, “sembrarse el petróleo” y conseguir fuentes alternativas de divisas y de ingresos fi scales. Hacia allá es lo que apunta la presente propuesta.

Aparte de su contribución bruta al PIB, la extracción petrolera constituye el eje que sostiene la balanza de pagos del país. Desde la época de una tardía industrialización por sustitución de importaciones, la economía ecuatoriana muestra una adicción creciente a las importaciones. El progresivo desmantela-miento de ese esquema y el patrón de polarización social resultante han ido elevando el peso proporcional del crecimiento de los bienes de consumo duradero y no duradero en la canasta de importaciones, con propensiones marginales a importar mayores que la unidad, sobre todo en los estratos de ingresos medios y altos. La debilidad estructural de la balanza comercial ha sido básicamente compensada por las exporta-ciones petroleras, pero la creciente dependencia de importaciones de combustibles debido a una política energética irracional e insostenible, hace que el soporte del crudo sea cada vez más insufi ciente, como puede apreciarse en el gráfi co (Gráfi co 4) siguiente.Más aún, esas difi cultades en la balanza comercial ponen en cuestión la capacidad de los ingresos petrole-ros para solventar el servicio de la deuda pública, rol implícitamente asignado luego de la crisis latino-americana a la producción petrolera en el manejo fi scal y macroeconómico en general. Todo ello, a pesar

que las exportaciones petroleras han pasado de 789 millones de dólares en 1998 a 5397 millones en el año 2005. Para estructurar un sector externo sustentable, también resulta crucial, entonces, una alternativa de desarrollo basada en una renegociación de la inserción internacional, que reduzca la dependencia en la exportación del crudo. La provisión de divisas vía servicios ambientales, diversos tipos de turismo y de recuperación y despliegue de los valores culturales y de biodiversidad del país puede ser un vector central en esa alternativa.Como signo alentador, de todas maneras, debe señalarse que luego del agudo proceso devaluatorio que

Gráfi co 4:Evolución de la balanza comercial ecuatoriana.

Fuente: Banco Central del Ecuador

27Ciudadanizando la política

colocó la relación deuda externa/PIB a fi nes de 1999 en más del 100%, la recuperación de los últimos años ha marcado una mejoría hasta niveles mucho más manejables de alrededor del 40%. De cualquier modo, la gravitación de la deuda externa sobre la economía sigue siendo insostenible, en tanto compromete la inversión estratégica en capital físico y humano. El peso de la amortización de la deuda sobre el PIB que ha fl uctuado entre el 9 y el 11% en los últimos años, tiene como contraparte una presencia agobiante en el Presupuesto General del Estado, que va entre un tercio y casi la mitad.

Bajo dolarización ofi cial, las circunstancias de estrangulamiento que provoca el servicio de la deuda ex-terna se ven exacerbadas, en la medida en que el régimen implica no solo una eliminación de la política cambiaria y una mutilación casi total de la política monetaria sino también una restricción fundamental sobre la restante política fi scal. La presión por lograr superávits fi scales altos para pagar la deuda externa se convierte en la columna vertebral de toda política económica (el Gobierno Central ha logrado superávits de entre el 8.1 y el 3% del PIB en cada uno de estos últimos años), minimizando las posibilidades de una política soberana en torno a las grandes prioridades nacionales.Gracias a las rentas petroleras, la carga tributaria que enfrenta el sector privado en el Ecuador es una de las más bajas del continente, entre el 11 y el 14%, muy lejos del 27-30% de países de ostensible credo liberal como Chile, por ejemplo. Actualmente, el país se juega un albur al apostar al precio del petróleo sus posi-bilidades de acabar cada año fi scal sin moratoria y la sustentabilidad misma del fi sco, en un plazo mayor, está defi nida por la más acelerada extracción de un recurso natural no renovable. El gráfi co siguiente (Gráfi co 5) muestra la gradual pero consistente reducción de la dependencia petrolera en el Presupuesto del Estado, pasando, por ejemplo de 43 al 26% solo entre 2000 y 2005. No solo que esa dependencia fi scal puede reducirse como se ha probado en los últimos años, sino que con el mismo nivel de explotación del crudo pueden reportar recursos fi scales sufi cientes para la inversión social y productiva para cambiar las condiciones de vida y de competitividad del país si se cambia una

política petrolera excesivamente favorable a las contratistas transnacionales, que no ha permitido que el país se benefi cie adecuadamente ni durante el boom de los precios del petróleo de los últimos 5 años, al menos. El panorama cambiaría signifi cativamente con la adecuada aplicación de las reformas a la Ley de Hidrocarburos y el manejo estatal de los campos manejados anteriormente por la compañía Occidental. Se estima, por ejemplo, que en 2006 ingresarían entre 800 y 900 millones de dólares netos inicialmente

Gráfi co 5:Participación de los ingresos petroleros y de los tributarios en el Presupuesto.

Fuente: Banco Central del Ecuador

28 Ciudadanizando la política

no presupuestados y a partir del 2007 entre 1200 y 1500 de recursos adicionales respecto a la tendencia histórica, dependiendo de los precios del petróleo en dólares de 2006.

Este modelo de crecimiento, sin duda que ha dejado satisfechos a ciertos sectores, minoritarios, de la so-ciedad. No obstante las condiciones de agudizamiento de la pobreza y la desigualdad, a pesar de mejoras coyunturales, anidan situaciones muy riesgosas para amplios segmentos de la población. Como muestra el gráfi co 6, al presentar la evolución de las condiciones de pobreza y extrema pobreza calculadas según el método del consumo, incluso durante pleno boom petrolero, la región productora del crudo en las zonas rurales de la Amazonía entre 2001 y 2003 experimentan un agravamiento, si bien, las nuevas disposiciones de descentralización de los recursos fi scales parecen haber logrado un efecto a nivel de las áreas urbanas de la región.De cualquier manera, las reservas petroleras tienen un límite y dada la estructura de incentivos para su explotación privada, a las tasas históricas de producción, el horizonte petrolero ecuatoriano es bastante limitado, aunque las áreas manejadas por Petroecuador pueden tener una vida productiva bastante mayor.

El país debe prepararse para transitar a una economía post-petrolera y en esa perspectiva debe cuidar sus opciones, sobre todo en lo que tiene que ver con la preservación y valoración de sus capitales social y natural.

3. SECCIÓN IIIANÁLISIS DE GANADORESY PERDEDORES/ ALIANZAS/ OBSTÁCULOS

Como se ha destacado a lo largo del presente documento, el escenario es propicio para construir una es-trategia de conservación y manejo sustentable a gran escala en el Centro Sur de la Amazonía. Sin embargo, existe la clara necesidad de generar la voluntad política necesaria para embarcar este desafío. Existen ventajas de no expandir la explotación petrolera hacia el Centro Sur y propiciar ahí otra estrategia de desa-rrollo, que deben ser analizadas con mayor profundidad. Sin embargo, entre éstas se destacan:

Gráfi co 6:Evolución de la pobreza y la indigencia en las regiones del Ecuado

Fuente: SIISE

29Ciudadanizando la política

Al conservar esta parte importante de bosque húmedo tropical, el país y el mundo se be-nefi ciaría por los servicios ambientales que brinda (la fi jación de carbono, el balance climático y diversidad biológica). Experien-cias previas de canje y donación en Hotspots (o puntos calientes de biodiversidad) como la región Centro Sur constituyen ejemplos inspi-radores. Para las poblaciones locales y comunidades indígenas queda abierta la esperanza de una propuesta de desarrollo sustentable y partici-pativo, basado en sus propios planes de vida y que mejora en todo escenario su situación actual y la perspectiva de la explotación del crudo al estilo del Nororiente ecuatoriano. Para el Estado Ecuatoriano se liberarían re-cursos que podrían ser utilizados en tareas de legitimación y bienestar social. Además el ingreso de nuevos recursos no provenien-tes de los ingresos petroleros diversifi caría la base productiva del país lo que redundaría en menor vulnerabilidad macroeconómica.Se evitarían graves costos ambientales (pasi-vos) generados por la actividad petrolera. Esto afi anzaría una estrategia de desarrollo basa-da en el principio de precaución. Sólo con-siderando la contaminación y deforestación causadas por la industria petrolera en el norte de la Amazonía, las cifras son signifi cativas: $600 millones para reinyectar el agua de for-mación (desechos tóxicos que salen con el crudo), mas de $720 en deforestación (en-tre 1990-97, valorizando cada hectárea en $600), por un total de $1,320 millones (Páez, P. 2004).16 Se evitarían serios incrementos en la confl ic-tividad social de la RAE, dinámica que día a día aumenta en la región. Al tomar la de-cisión política de garantizar el desarrollo sus-tentable de la Región, el Estado Ecuatoriano podrá inaugurar una nueva etapa de concilia-ción y diálogo con los sectores sociales de la región y propiciar así mejoras sustanciales en la gobernabilidad democrática.Se consolidaría la política ambiental en el país, pues se estará priorizando la conserva-ción una de las áreas irremplazables para la biodiversidad del país. En el contexto interna-cional esta decisión será acogida de manera positiva. El Ecuador afi ncaría su imagen pio-nera con la puesta en marcha de una iniciati-va de este tipo, lo que le generaría benefi cios

en su posicionamiento a nivel global.Se propiciaría el ordenamiento de la política petrolera actual, priorizando la necesidad de optimizar y mejorar la producción a partir de la infraestructura existente y estableciendo reglas claras para que la participación del Es-tado en las rentas petroleras signifi quen ver-daderos réditos para el desarrollo del país. Este ordenamiento permitirá la sostenibilidad de la actividad petrolera en el largo plazo, tema crucial considerando un escenario global de creciente demanda energética y el agotamiento de este recurso natural no reno-vable. El Estado Ecuatoriano estará tomando una decisión visionaria, pues estará protegiendo un recurso estratégico para la estabilidad climática global: los bosques húmedos tropi-cales. Considerando el escenario global del cambio climático, los bosques húmedos tro-picales pronto constituirán sitios de excepcio-nal importancia en el mercado del secuestro de carbono. Tomando la decisión de conser-var el Centro Sur con su bosque en pie cons-tituirá en ese sentido una decisión altamente provechosa en un futuro no muy lejano.

De todos estos benefi cios, es muy importante des-tacar que ésta propuesta tiene amplia legitimación a nivel internacional. A nivel global, tanto orga-nismos internacionales como gobiernos están cla-mando (demandando) que países como el nuestro (con una riqueza natural enorme) tomen medidas sólidas para la conservación y manejo sustentable de los recursos naturales (o capital natural). El Ecua-dor, sin embargo está dando señales negativas. Los efectos de la ausencia de una voluntad política de hacer realidad un desarrollo sustentable en el país se están evidenciando: el país pierde anualmente unas 200,000 hectáreas de bosque, está en el 2do puesto a nivel de Latinoamérica en cuanto a la tasa de deforestación, los desastres naturales (sequías, inundaciones, erupciones volcánicas, deslizamien-tos) se agravan por la falta de un ordenamiento te-rritorial que organice el desarrollo urbano, rural y productivo adecuadamente.

Con la puesta en marcha de una iniciativa de con-servación y desarrollo sustentable en la Amazonía Ecuatoriana, el Ecuador estará reposicionando su imagen a nivel global. Los réditos políticos de este posicionamiento serán muy positivos pues orga-nizaciones de cooperación y gobiernos internacio-

16 C. Koons (1995); NRDC (1994); Southgate & Whitaker (1994), citados por Páez, P (2004).

30 Ciudadanizando la política

nales reconsiderarán al país como un sitio apto y sólido para la inversión ambiental. Cabe destacar que en la última década la inversión en el sector ambiental se ha reducido signifi cativamente, justa-mente porque el Ecuador ha dejado que su institu-cionalidad (que tuvo un repunte entre 1992-2000 luego de la Cumbre de Río) ambiental no ha logra-do un apoyo efectivo (tanto en recursos como en su articulación en las decisiones de política nacional). Este re-posicionamiento permitirá al Ecuador rene-gociar su espacio de país pionero. Al contrario, de expandir la frontera petrolera el país seguirá sumido en una imagen de país que no planifi ca con cohe-rencia su desarrollo, pues se estarán ampliando los focos de confl ictividad social y ambiental lo que defi nitivamente será visto como un incremento de riesgo para inversiones petroleras y de otras de tipo ambientalmente más sanas.A pesar de las evidentes ganancias que el país per-cibiría con la puesta en marcha de esta iniciativa, la no expansión petrolera hacia el Centro Sur si sig-nifi cará sacrifi cios y costos de oportunidad. La pro-puesta procura un cambio audaz en los preceptos del desarrollo del país, y emprenderla tiene algunos obstáculos. En primer lugar, en el país el “establish-ment político-económico” ha propiciado políticas que se encaminan solamente al crecimiento del PIB y más no a hacia un desarrollo más equitativo que genere reales transformaciones en la base produc-tiva actualmente depredadora y concentradora de riqueza. La pobreza y la creciente inequidad en el Ecuador, muestran los efectos de la implantación de un modelo irracional y en franca decadencia. En los últimos doce años (1994-2005) la pobreza se ha incrementado, de 47% en 1994, 77% en 1999 a 79% en el 2005. Esto es completamente inau-dito en un país con tanto potencial de desarrollo. El Ecuador podría generar fácilmente un desarrollo más equitativo y sustentable a partir de un manejo racional de su riqueza natural. Esto podría apunta-lar la diversifi cación en los ingresos fi scales, que conjuntamente a otras políticas en el campo de la densifi cación de infraestructura productiva y de servicios, la puesta en marcha de micro fi nanzas y otra serie de medidas debería permitirnos no de-pender tanto del modelo petrolero. Sin embargo, el Ecuador se halla atrapado en una cultura ren-tista del que se sirven las élites político-económicas del país. La extracción inmediatista de los recursos naturales nutre esta cultura, del que se benefi cian enormemente unos pocos. Al igual que en Nicara-gua, en el Ecuador se recrea una suerte de feudos rentistas, a quienes simplemente no les conviene (porque correrían riesgos sus intereses corporativos) que existan otras opciones. En esta perspectiva vale

analizar el caos petrolero en el que está sumido el país. No hay razones racionales para mantener la inefi cacia en la actividad petrolera estatal. Sin embargo, a pesar que la necesidad de reordenar la política petrolera tiene un eco en el sentido común hay serios opositores. Y esos opositores serán quienes también se contrapongan a esta propuesta. La expansión de la frontera petrolera, a pesar que no le conviene al país como país - si le conviene a los grupos rentistas. Considerando la confi guración actual de los ingresos petroleros fi scales, el sentido común llama a que se invierta en optimizar la ex-tracción de crudo liviano, que no está en el Centro Sur o en su defecto en manos del sector privado. Pero como se ha señalado, esto no es conveniente en la estructura actual de nuestro modelo de creci-miento. Por otra parte, es indispensable tomar en cuenta que esta propuesta está trabajando en función de una premisa intergeneracional, lo que demanda una visión de largo plazo. Esta visión sin embar-go, no es mayoritaria. Al embarcarnos en un de-sarrollo extractivista, el país a perdido una noción del futuro. Es como si nos haríamos la pregunta: ¿Y, entonces luego de acabados nuestros recursos naturales, a que nos vamos a dedicar? Si bien, la respuesta deviene del sentido común: - debemos diversifi car nuestra base productiva y aprovechar sustentablemente lo que tenemos-, la lógica de de-sarrollo en la que estamos no nos permite ver el horizonte. Los líderes políticos no están pensando más allá de un plazo inmediato. Esta cultura del corto plazo también ha perneado entre los gobier-nos locales, y probablemente éstos – al principio- se opondrán a la propuesta. Lamentablemente, por defecto muchos creerán que estarán sacrifi cando ingresos para su desarrollo, sin refl exionar que la mejor inversión es aquella que les permite recursos sostenidos a lo largo del tiempo. Como acuña Jo-seph Stiglitz – premio Nobel de Economía- los go-biernos deben entender que el único “bien común” es el “bien común”, el pensar a largo plazo requiere de esta perspectiva. Las políticas rentistas e inme-diatistas no generan, multiplican y/o capitalizan en el bien común, pero simplemente generan pocos bienes “corporativos”. Entonces, esta propuesta si generará sacrifi cios principalmente para los secto-res petroleros que procuran mayores rentas en el corto plazo y en aquellos líderes locales que bus-can solamente benefi cios inmediatos. Pero en todo caso, el país se benefi ciaría enorme-mente de no contar con sectores que tienen man-tienen el círculo vicioso de prácticas rentistas y que han impedido (tanto por omisión o por intención deliberada) que los recursos petroleros propicien

31Ciudadanizando la política

un verdadero desarrollo sustentable y equitativo en el país. Ahora bien, vale analizar la relativa situ-ación de pérdida en la que se encuentran estos sectores con la reciente modifi cación a la Ley de Hidrocarburos (2006) y el ingreso de la producción del Bloque 15 –ex Oxy- a las arcas del Estado. Un análisis transparente debería apuntar a establecer si en este nuevo escenario es posible que el Estado genere desarrollo sustentable para sus habitantes y no solo crecimiento y concentración de riqueza. Desde un enfoque de distribución económica, la respuesta resultaría en que no es necesaria la ex-pansión petrolera para generar el bienestar futuro de la población. Además, como se ha señalado an-teriormente, la región del Centro Sur presenta se-rias limitaciones fi nancieras para ser incorporada efectivamente en el circuito petrolero, tanto por la infraestructura requerida como el tipo de crudo que ésta al parecer contiene. Los perdedores de la puesta en marcha de esta política serán aquellos que a pesar de los riesgos fi nancieros, sociales y ambientales que provocaría la expansión querrán insistir en el mantenimiento de una política petrol-era depredadora.

SECCIÓN IVHOJA DE RUTADE MEDIDAS POLÍTICAS

En los primeros 100 días del nuevo gobierno

Declaratoria de una moratoria a la expansión petrolera hacia el Centro Sur de la Amazonía. Se deberá declarar un alto a la actividad petrolera, por lo menos de tres, lo que in-cluye una negociación en este sentido con las compañías que operan los Bloques 23 y 24. La suspensión del desarrollo petrolero en estos dos bloques estaría encaminada tam-bién hacia una resolución pacífi ca de los gravísimos confl ictos que existen entre las compañías y las comunidades indígenas en la región. El impacto de la declaración de una pausa en el corto plazo será mínimo dada que las ganancias petroleras de esta área no se harán presentes hasta el 2010, cu-ando más pronto17.Conformación de una Comisión de alto niv-el e intersectorial entre entidades públicas y organizaciones de la sociedad civil y rep-

resentantes de las organizaciones indígenas que habitan en la zona. La Comisión estaría conformada por parte del sector público al menos por los Ministerios del Ambiente, de Economía y Finanzas, de Relaciones Exte-riores, de Energía y Minas, SENPLADES y ECORAE. Por parte de la sociedad civil or-ganizada se propone la participación de las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que trabajan en la región y las repre-sentaciones de las nacionalidades indígenas: Kichwas, Achuar, Shuar, Shiwiar, Zápara, Huaorani. El trabajo de la Comisión deberá ser transparente y participativo para ayudar a generar una discusión nacional sobre mod-elos de desarrollo y construir un soporte pú-blico para nuevas propuestas. Esta Comisión tendrá como principales objetivos:

Analizar las opciones de la declaratoria de una zona intangible en el Centro Sur de la Amazonía, a través del impulso de un pro-ceso participativo de zonifi cación y orde-namiento territorial sustentable de las dos provincias, donde se consideren distintos es-cenarios de manejo, administración y protec-ción (por ejemplo: Circunscripción Territorial Indígena, Reserva de Biosfera, Área Protegida Comunitaria, entre otras). La nueva estructura legal del área a protegerse, deberá satisfacer tanto los requerimientos de los derechos y aspiraciones de desarrollo de los habitantes de la región así como con los intereses na-cionales e internacionales que respaldan la conservación de la biodiversidad.

Analizar las alternativas económicas para el desarrollo sustentable de la región, sobre la base de los derechos territoriales y de autode-terminación de las nacionalidades indígenas. También será necesario contar en este análi-sis una diferenciación entre los intereses de la población colona y mestiza de la región, así como un análisis de las aspiraciones rura-les versus urbanas. A este análisis se deberán incorporar expertos independientes tanto na-cionales e internacionales, y permitirá una determinación más clara de los puntos de encuentro entre los distintos actores y secto-res que habitan las provincias de Pastaza y Morona Santiago.

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17 La necesidad inmediata de ingresos para el Ecuador en el 2006 esta ligada a cumplir con la obligación de hacer pagos a los tenedores de los Bonos Globales. Esto solo podría hacerse a trabes de incrementar la producción petrolera en el Norte. La expansión de la frontera petrolera en el Sur no tendría un impacto signifi cativo hasta el 2010- 2012, cuando mas temprano, ni resolvería las necesidades básicas de el país- todas exarcebadas por la carga de la deuda publica. (Tomado de documento no publicado, “El Plan Verde y su Viabilidad”, CDES y Ec. Pedro Páez, Diciembre 2003).

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Analizar las oportunidades (basadas en un examen de las tendencias) para obtener el apoyo político y económico internacional para el fi nanciamiento del desarrollo sustent-able en el Centro-Sur de la Amazonía a través de la puesta en marcha de varios dispositivos y mecanismos fi nancieros para la conserva-ción de la biodiversidad, la protección de los derechos colectivos y el alivio a la deuda ex-terna. Este trabajo será un insumo fundamen-tal en los siguientes acuerdos para el manejo y uso de los recursos naturales en la región, pues permitirá anticipar el tipo de negoci-ación requerida y en ese sentido el ensamb-laje institucional que se deberá arreglar para viabilizar que los recursos vengan al país.

Los resultados de estos análisis permitirán el en-samblaje de una política pública para el Centro-Sur de la Amazonía que sostenida en la participación amplia y el diálogo democrático. En ese sentido, lo que se logrará es una oportunidad para un acuerdo de largo plazo para iniciar un verdadero desarrollo sustentable de la RAE.

Al Primer año del nuevo gobierno

Las Comisiones deberán reportar los resul-tados de los análisis desarrollados, sobre los que se deberá declarar y delimitar una zona intangible (o de exclusión permanente de ac-tividades extractivas) en el Centro Sur.

Los análisis desarrollados durante los 100 días habrán desembocado en el ensamblaje de una propuesta de Agenda de Desarrollo Sustentable del Centro Sur de la Amazonía. Esta Agenda, avalada al más alto nivel, per-mitirá potenciar los hallazgos de cómo el Ecuador puede maximizar las posibilidades y benefi cios del desarrollo sustentable en el Centro Sur, a nivel internacional. Esta políti-ca pública innovadora le permitirá al nuevo gobierno capitalizar su imagen para la atrac-ción de inversiones frescas en los sectores de ambientalmente menos nocivos como el tu-rismo, por ejemplo.

A partir de la Declaratoria, se pondrá en marcha una Segunda Comisión de Alto niv-el cuyo objetivo será la búsqueda de apoyo político y fi nanciero internacional para ga-rantizar el sostenimiento del desarrollo sus-tentable y conservación de la biodiversidad en el núcleo intangible y sus zonas de amor-tiguamiento.

A los Cuatro años del nuevo gobierno

Se contará con una zonifi cación y orde-namiento territorial para el desarrollo sus-tentable y la conservación de la biodivers-idad del Centro Sur de la Amazonía producto de un proceso de participación amplia

Se contará con recursos fi nancieros y técni-cos iniciales para garantizar la intangibilidad de la zona núcleo a partir de la negociación de alto nivel con gobiernos y organismos de cooperación internacional

Se iniciarán las actividades previstas en el plan para el desarrollo económico de la región a partir de la puesta en marcha de ini-ciativas productivas ligadas a la conservación de la biodiversidad, como por ejemplo eco-turismo, turismo de naturaleza, producción de productos no maderables, manejo forestal sustentable y provisión de los servicios de los ecosistemas (agua y secuestro de carbono).

Se contará con una estrategia clara para la re-negociación y canje de deuda para sostener la conservación y desarrollo sustentable del Centro Sur de la Amazonía. Se habrán inicia-do negociaciones preparatorias al respecto.

Se habrá consolidado una política pública sólida para la RAE, que a través de un pro-ceso de amplia participación, consulta y de-liberación estará incidiendo en la creación de una cultura Estatal más democrática y e-quitativa.

Se habrá fortalecido y generado tejido social renovador en la RAE. Con la iniciativa se ha-brán iniciado experiencias de emprendimien-tos locales que reconecten a los habitantes con un desarrollo territorial sustentable. Em-prendimientos productivos vinculados con el manejo racional de los recursos naturales, habrán dinamizado economía local, provin-cial y regional. Este dinamismo se traducirá en la mejora de indicadores socio-económicos: mayor empleo local, mejoras en la nutrición familiar, reducción en los niveles de pobre-za.

Se habrá fortalecido el escenario democráti-co en el país. La puesta en marcha de esta iniciativa habrá reducido la confl ictividad so-cial vigente en la RAE, con lo cuál el gobierno

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podrá atender los temas de fondo (o estruc-turales) a diferencia de atender las demandas coyunturales. En ese sentido, se inaugurará un período de conciliación y diálogo con los sectores sociales de la RAE, en donde a partir de reglas transparentes y honestas, se podrán propiciar acuerdos políticos de largo plazo.

El país estará posicionado internacional-mente como pionero en la búsqueda de un desarrollo sustentable y equitativo. Este posi-cionamiento le permitirá al gobierno capita-lizar su imagen para atraer inversiones y rela-ciones de cooperación bilateral y multilateral en condiciones favorables para su desarrollo soberano y de largo aliento.

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