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Guatemala, 2005 Revista de Derechos Humanos Revista de Derechos Humanos Año III, Núm. 4 Año III, Núm. 4 Instituto de Investigaciones Jurídicas Universidad Rafael Landívar IIJ/URL Instituto de Derechos Humanos Universidad de San Carlos de Guatemala

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GuatemalaAño IIINúm. 4

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os

Con el apoyo del Gobierno de Finlandiay del Programa de las Naciones Unidas

para el Desarrollo –PNUD–

G O B I E R N O D E F I N L A N D I A

Instituto de Investigaciones JurídicasUniversidad Rafael Landívar IIJ/URL

Instituto de Derechos HumanosUniversidad de San Carlos de Guatemala

Universidad de San Carlos de Guatemala

Guatemala, 2005

Revista deDerechos HumanosRevista deDerechos HumanosAño III, Núm. 4Año III, Núm. 4

Instituto de Investigaciones JurídicasUniversidad Rafael Landívar IIJ/URL

Instituto de Derechos HumanosUniversidad de San Carlos de Guatemala

Instituto de Investigaciones Jurídicas–IIJ–

Universidad Rafael Landívar

MISIÓN

El Instituto de Investigaciones Jurídicas es una unidadacadémica de la Universidad Rafael Landívar, cuyamisión es el estudio, desarrollo y divulgación de lasciencias jurídicas y sociales, mediante la investigación,capacitación, asesoría, consultoría y difusión de temasnacionales, regionales y mundiales de interés yactualidad, que impliquen la participación de todos lossectores de Guatemala, conscientes de las característicaspluriculturales, multiétnicas y multilingües de AméricaCentral y, congruentes con el ideario landivariano.

OBJETIVOS ESTRATÉGICOS

InvestigaciónParticipar activamente en el análisis, discusión ypropuesta de soluciones a los problemas jurídicos ysociales, de Guatemala y Centroamérica, en el contextomundial, para formar criterios y alcanzar consensos queconduzcan al desarrollo integral de la persona humanay de la sociedad.

CapacitaciónFormar en las distintas áreas jurídicas y sociales, atodos los sectores académicos, políticos, económicos ysociales interesados, analizando y divulgando losresultados de las investigaciones, para transformar lasociedad.

AsesoríaCoadyuvar con los catedráticos y estudiantes en elproceso de enseñanza-aprendizaje. Particularmente,apoyar la elaboración de tesis, orientando el desarrollode la investigación para que la misma constituya unaporte a la ciencia y cultura jurídico- social del país.

ConsultoríaProporcionar apoyo técnico a personas y entidades quelo requieran o lo necesiten, sobre asuntos jurídicos ysociales, aplicando las experiencias obtenidas en lasinvestigaciones.

DifusiónCompartir con todos los sectores de la sociedad lasinvestigaciones realizadas, con el objeto de participaractivamente en la creación de una bibliografía queanalice y aporte soluciones a los actuales problemasjurídicos y sociales.

Instituto de Investigaciones Jurídicas –IIJ–Universidad Rafael Landívar, Campus Central,

Vista Hermosa III, zona 16Edificio “O”, 2do. nivelApartado postal 39-C,

Ciudad de Guatemala, Guatemala01016

Teléfono: (502) 24262626Extensión: 2551

Fax: (502) 24262595Correo electrónico: [email protected]

Página electrónica: www.url.edu.gt

Instituto de DerechosHumanos de la

Universidad de SanCarlos de Guatemala

-IDHUSAC-

El Instituto fue creado por resolución inicial de la JuntaDirectiva de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Socialesde la USAC y el 9 de febrero de 2000 fue ratificada suaprobación por el Consejo Superior Universitario.

El IDHUSAC, como parte de sus responsabilidades,debe orientar, formar y proteger los derechos humanosdentro y fuera del ámbito universitario.

MISIÓN

El IDHUSAC tiene como misión contribuir a lapromoción del conocimiento, ejercicio y vigencia delos derechos humanos, para fortalecer los procesosdirigidos a la consolidación de una cultura de paz y lademocracia participativa.

OBJETIVOS ESTRATÉGICOS

Apoyar procesos educativos para la paz, la democracia,la tolerancia, contra la violencia y el respeto a losderechos humanos.

Potencializar la consolidación de la cultura de la paz,la democracia y el respeto a los derechos humanos.

Garantizar el acercamiento a los problemas de lossectores más vulnerables, discriminados y marginadoshistóricamente.

Promover y difundir masivamente los valoresdemocráticos, de reconciliación nacional y de respetoa los derechos humanos.

Desarrollar la observancia estratégica de seguimientoy evaluación en materia de derechos humanos dentrodel marco de un desarrollo humano y social.

Apoyar el rescate de la identidad multiculturalguatemalteca.

ACTIVIDADES

• Investigación• Formación y capacitación• Asesoría• Consultoría• Difusión• Readecuación curricular• Sensibilización• Prevención, mediación y resolución de conflictos• Observancia• Interacción universitaria nacional e internacional

Instituto de Derechos Humanos de laUniversidad de San Carlos

de Guatemala–IDHUSAC–

10a. Calle 9-37 zona 1, 2do. nivel,Ciudad de Guatemala, Guatemala

Teléfono/fax: (502) 22324625Correo electrónico: [email protected]

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

Guatemala, 2005

Año III, Núm. 4

Instituto de Investigaciones JurídicasUniversidad Rafael Landívar

Instituto de Derechos Humanos Universidad de San Carlos de Guatemala

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Revista de Derechos Humanos / Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), Instituto de Derechos Humanos (IDHUSAC). [2003 - ] Guatemala: Universidad Rafael Landívar. (IIJ): Universidad de San Carlos de Guatemala. (IDHUSAC). 2005. Año III, Núm. 4 (julio – diciembre de 2005). 333 págs.

ISBN 99922-886-0-4 1. Derecho agrario 2. Agricultura - Aspectos ambientales 3. Derecho constitucional 4. Derechos humanos - Guatemala 5. Emigración e inmigración 6. Pobres - Condiciones sociales 7. Derechos humanos – Honduras 8. Derechos del niño 9. Adolescencia - Aspectos sociales 10. Derecho consuetudinario indígena

Revista de Derechos Humanos, año III, número 4, 2005.

D.R. © Proyecto Regional de Apoyo a la Educación, Capacitación e Investigación en Derechos Humanos en Centroamérica, con el apoyo del Gobierno de Finlandia y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD–.

Sede del componente de investigación del Proyecto: Universidad Rafael Landívar, Campus Central, Vista Hermosa III, zona 16, edifi cio “O”, 2º. nivel Aportado Postal: 39-C, Ciudad de Guatemala Guatemala, 01016Teléfono: (502) 24262626 - Extensión 2551Fax: (502) 24262595Correo electrónico: [email protected]ágina electrónica: www. url.edu.gtEditora responsable: Raquel Montenegro Muñoz

Impreso en Serviprensa S. A.3ª. Av. 14-62, zona 1 Teléfonos 22320237 - 22325424 - 22329025Correo electrónico: [email protected] Ciudad de Guatemala, Guatemala

El contenido de los artículos incluidos en la presente publicación es responsabilidad de cada autor y, por lo tanto, no necesariamente coincide ni compromete la posición del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Rafael Landívar ni del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de San Carlos de Guatemala, agentes implementadores del componente de investigación del Proyecto.

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CONSEJO EDITORIAL

Directora del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de San Carlos de Guatemala

–IDHUSAC–M. A. María Elisa Sandoval Argueta

Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Rafael Landívar

–IIJ/URL–Dr. Larry Andrade-Abularach

Jefe Académico e Investigador Principal del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Rafael Landívar –IIJ/URL–

M. A. Gustavo García Fong

Coordinador Nacional del Proyecto Regional de Apoyo a la Educación, Capacitación e Investigación en Derechos Humanos en Centroamérica

M. A. Pablo Gerardo Hurtado García

Secretaria del Consejo Editorial M. A. Raquel Montenegro Muñoz

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ÍNDICE

PRESENTACIÓN ........................................................................................................................................7

DOCTRINA Nuevas dimensiones del derecho agrario y una justicia agraria para el siglo XXI .............................. 11 Ricardo Zeledón Zeledón

Los derechos humanos individuales a la luz de la Constitución Política de la República de Guatemala y los instrumentos internacionales ...........................................................79Carmen Patricia Jiménez Crespo

Factibilidad y viabilidad de construir una plataforma de acción social con instituciones atingentes a los derechos humanos en Guatemala ........................................................ 117Jorge Alejandro Batres Quevedo

En defensa de los pobres ....................................................................................................................147Antonio Francisco Mosquera Aguilar

El andar del migrante hacia el norte .................................................................................................179Carol Lisseth Girón Solórzano

Los derechos económicos, sociales y culturales desde la perspectiva de las mujeres .......................197María Eugenia Solís García

Una mirada a la infancia y a la adolescencia. Sus derechos y la violencia .......................................219Miriam Ileana Argueta Laines

INVESTIGACIÓN

Restitución de la armonía cósmica. Propuesta jurídica de los pueblos originarios de Abya Yala .................................................................................................247José Emilio Rolando Ordóñez Cifuentes

RESEÑAS

Recensiones de tesis sobre Derechos Humanos ................................................................................319 Claudia María López DavidPablo Gerardo Hurtado García

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Con la ayuda del Proyecto Regional de Apoyo a la Educación, Capacitación e Investigación en Derechos Humanos en Centroamérica, y trabajando en cooperación el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de San

Carlos de Guatemala y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Rafael Landívar, agentes implementadores del componente de investigación del proyecto, ha sido posible la publicación de la Revista de Derechos Humanos, número 4.

En relación con su contenido, se establecieron algunos criterios dada la na-turaleza de la publicación y, el Consejo Editorial decidió incluir algunos temas doctrinarios, investigaciones efectuadas en el marco de este programa y reseñas sobre tesis que fueron presentadas con el tema de derechos humanos; todo este material está relacionado con la temática más actual y vigente, a la cual se le debe dar el tratamiento adecuado en estos espacios, para ser socializadas con los entes responsables de la implementación de políticas públicas y colaborar de esta manera con la presentación de ponencias que contengan acciones posibles y ejecutables, con el ánimo de coadyuvar en la solución de problemas nacionales, que es una responsabilidad de todos y todas los ciudadanos y las ciudadanas.

Por otra parte, la experiencia de haber publicado las revistas anteriores, nos de-muestra que éstas contienen una riqueza bibliográfi ca que es utilizada por estudiantes e investigadores y que cada día son más los que están interesados en profundizar en la temática de derechos humanos más ahora que nuestras universidades en sus respectivas curricula, mediante los rediseños curriculares, están incorporando en la educación superior el tema de los derechos humanos.

PRESENTACIÓN

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Al ser esta publicación, parte de un proyecto educativo y con la certeza de que la educación transforma y libera a los pueblos, esperamos que la misma sea una contribución a la sensibilización de sus lectores y que poco a poco se vaya interna-lizando en los colectivos sociales, la necesidad de la promoción, defensa y ejercicio pleno de los derechos humanos, que nos lleve a alcanzar el bienestar general y la vida en plenitud que es el deseo de todas las personas.

M. A. María Elisa Sandoval ArguetaDirectora del Instituto de Derechos Hu-

manos de la Universidad de San Carlos de Guatemala –IDHUSAC–

M. A. Raquel Montenegro MuñozSecretaria del Consejo Editorial

de la Revista de Derechos Humanos

Dr. Larry Andrade-AbularachDirector del Instituto de Investigaciones

Jurídicas de la Universidad Rafael Landí-var –IIJ/URL–

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DOCTRINA

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NUEVAS DIMENSIONES DEL DERECHO AGRARIO

Y UNA JUSTICIA AGRARIA

PARA EL SIGLO XXI

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Costarricense, licenciado en derecho, con especialidad en derecho público por la Uni-versidad de Costa Rica, doctor en derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, cursó un post doctorado en la Facoltà di Giurisprudenza, Università degli Studi di Pisa, Pisa, Italia; además, posee la especialización en derecho agrario internacional y comparado, en el Istituto di Diritto Agrario Internazionale e Comparato, Florencia, Italia. También llevó a cabo una pasantía en la Court de Cass-atiòn, Paris, Francia.

Su labor profesional ha sido ardua, pues se ha desempeñado en múltiples cargos, tales como magistrado de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, Costa Rica, magistrado de la Corte Internacional de Arbitraje y Conciliación Ambiental, México-España. También ha sido catedrático de la Universidad de Costa Rica, presidente de la Academia Costarricense de Derecho, presidente de la Asociación Costarricense de Dere-cho Agrario, presidente de la Asociación de Juristas del Derecho Agrario Costarricense y presidente de la Unión Mundial de Agraristas Universitarios, con sede en Pisa, Italia. Actualmente es el presidente del Comité Americano de Derecho Agrario.

Ha publicado gran cantidad de libros tanto en Costa Rica como en Argentina,

México, Brasil y Colombia; ha dirigido obras colectivas con autores latinoamericanos y europeos en derecho agrario, derecho civil y derecho procesal.

Tiene más de 125 artículos publicados en revistas especializadas de Europa y América Latina, producto de sus investigaciones científi cas, dictámenes, discursos académicos y relaciones presentadas en congresos internacionales. Después, muchos de éstos fueron incorporados en libros publicados en Costa Rica y diversos países de América Latina.

Participó como jurista en la investigación interdisciplinaria “Evaluación del Proyecto de Titulación de Tierras de Honduras”. También intervino como jurista en la investiga-ción interdisciplinaria “Diagnóstico para el Establecimiento de un Proyecto de Tierras para Panamá”. Además, fue el jurista codirector de la investigación interdisciplinaria “Evaluación del Proyecto de Titulación de Tierras en República Dominicana”, junto con David Stanfi el, del Land Tenure Center de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos. Asimismo, dirigió el Proyecto de Tribunales Agrarios para América Latina, del ILANUD, en San José, Costa Rica.

RICARDO ZELEDÓN ZELEDÓN

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RESUMEN EJECUTIVO

Las nuevas dimensiones del derecho agrario deberán ser analizadas en dos ámbitos distintos, vinculados entre sí, el primero inmerso en el mundo del derecho, el segundo como producto de los grandes movimientos de solida-

ridad impulsados a partir de las cumbres de Naciones Unidas donde se encuentran las defi niciones y los valores por donde aspira a caminar la humanidad del futuro.

En el ámbito del mundo del derecho, las nuevas dimensiones toman en cuenta que el derecho agrario de los mercados emana como exigencia para la co mer cializa ción de los productos agrícolas y que la vertiginosidad jurídica del derecho ambiental ha producido transformaciones profundas; además, debe considerar el desarrollo como derecho fundamental y la modernización de los sistemas judiciales.

Como respuesta a nuevas dimensiones de la humanidad el derecho agrario propone respuestas, tales como la seguridad alimentaria. Esta constituye una de las grandes columnas vertebrales de la solidaridad y la construcción de un derecho agrario para la paz.

Una reforma estructural, profunda y humanista del sistema de administración de justicia para el derecho agrario, debe dirigirse a la consecución de dos ideas fundamentales, impuestas por el derecho procesal comparado a todo tipo de moder-nización procesal: abandonar el sistema inefi caz de la escritura, para vincularse al de la oralidad y la modernización, orientada a superar la multiplicidad de los sistemas procesales y a eliminar la infi nidad de procedimientos especiales. El fi n del proceso de modernización, es la reorganización y la reestructuración judicial agraria, para concebir un sistema más efi ciente. Dentro de ésta se inscribe la reforma procesal del derecho agrario.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

La columna vertebral del nuevo sistema procesal, debe estar constituida por una estrategia de conciliación, llamada a darle un sentido más humano, efi ciente y pacífi co al proceso. El juez agrario de la oralidad debe ser un personaje extremada-mente dinámico, de ingenio agudo y profundo, impulsor de actividad creativa dentro del proceso, capaz de encontrar fórmulas de entendimiento en un diálogo para la paz, impulsor de soluciones, investigador acucioso de la verdad, profundamente perspicaz para ingresar en los casos y llevarles luz jurídica, comprometido con el desarrollo del derecho y su misión en la sociedad. El tránsito de un sistema escrito a uno oral también signifi ca una evolución del papel y el protagonismo del abogado dentro del proceso.

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NUEVAS DIMENSIONES DEL DERECHO AGRARIO Y UNA JUSTICIA AGRARIA PARA EL SIGLO XXI

The new dimensions of the agrarian laws should be analyzed in two different fi elds, linked within each other. In the fi rst fi eld is immersed the world of the law. In the second one the result of the large movements of solidarity

prompted from the Summits of United Nations where the defi nitions and values of humanity pretend to walk in the future.

In the environment of the world of the law, the new dimensions that should be taken into account are that the agrarian laws applied to the markets originate the demand for the commercialization of the agricultural products that the rapid changes in the legal system have produced deep transformations, besides, the development should be considered as a fundamental right and the modernization of the legal jurisdiction.

In response to the new dimensions of humanity the agrarian laws propose answers, such as: the alimentary security which constitutes the big backbone of the solidarity, the construction of an agrarian law for the peace.

A deep, structural and humanist reform of justice administration system for the agrarian law should be directed to the achievement of two fundamental ideas impo-sed by the straight procedural compared to all kinds of procedural modernizations: to abandon the ineffective system of writing to be linked to the oral speech and the modernization oriented to overcome the mutiplicity of the procedural systems and eliminate the infi nite special procedures.

The aim of the process of modernization is the re-organization and restructuring of the Judicial Agrarian System, to conceive a more effi cient one. The procedural reform of the agrarian law is considered here.

ABSTRACT

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

The backbone of the new procedural system should be constituted by a strategy of conciliation so that the process is more human, effi cient and peaceful while the agrarian judge for the oral speech should be an extremely dynamic person, with a deep and sharp talent, very creative in the process, capable of fi nding formulas of understanding in a dialogue for the peace, and proposer of solutions, and a diligent investigator of the truth, deeply perceptive to deal with the cases and committed with the development of the law and his mission in the society. The transit from a writing system an oral means also an evolution of the role and the prominence of the lawyer in the process.

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NUEVAS DIMENSIONES DEL DERECHO AGRARIO Y UNA JUSTICIA AGRARIA PARA EL SIGLO XXI

1. Los grandes cambios en el derecho agrario. Críticas. El dilema frente a las emergentes vicisitudes de los últimos tiempos ............................192. Las nuevas dimensiones ofrecidas al derecho agrario por los avances del derecho en general y por la conciencia internacional a través de la solidaridad ..........................................................223. Primera dimensión jurídica: el derecho agrario de los mercados ..................................................................................244. Segunda dimensión jurídica: el ambiente .......................................................275. Tercera dimensión jurídica: el desarrollo .......................................................296. Cuarta dimensión jurídica: la modernización de los sistemas judiciales ....................................................................................307. Las nuevas dimensiones de la humanidad a través de la solidaridad ...................................................................................318. Trascendencia de las nuevas dimensiones para el nuevo derecho agrario ........................................................................349. La justicia agraria y ambiental como otra dimensión del nuevo derecho agrario .....................................................3510. Éxitos y retos de la justicia agraria en Latinoamérica y sus etapas evolutivas ......................................................................................3711. Problemas y desafíos genéricos de los poderes judiciales a superar por la justicia agraria y ambiental ...................................................4812. Los nuevos horizontes de la justicia agraria y ambiental ...............................5013. La modernización del sistema judicial agrario y ambiental a través de un sistema estructurado de fuentes e interpretación del derecho ...........................................................................5514. La nueva justicia agraria y ambiental .............................................................5915. La urgencia de la sociedad civil por una nueva justicia agraria más humanista .......................................................................6116. Los fi nes de una reforma procesal humanista ................................................63

CONTENIDO

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

17. Por un proceso más humano fundado en la oralidad y la inmediatez ............6518. Estrategia para superar los dogmas encargados de alargar el proceso e impedir la aplicación de la justicia ............................6719. Procesos agrarios de única instancia, con casación en ordinarios y apelación en los demás ....................................7020. La conciliación como columna vertebral para un proceso agrario humanista, fundado en la búsqueda concertada de la paz ...................................................................7221. El juez agrario de la oralidad debe ser más humano, respetuoso de las partes, sin alterar el equilibrio, la justicia ni la verdad. ....................................................................................7522. El papel histórico del abogado dentro del proceso agrario humanista ........................................................................76

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NUEVAS DIMENSIONES DEL DERECHO AGRARIO Y UNA JUSTICIA AGRARIA PARA EL SIGLO XXI

Cuando el mundo avanza nutrido de gran inspiración, con paso sólido, con una mente profunda-

mente abierta y positiva, no obstante ha-ber pasado pensativo por el umbral, para entrar victorioso hacia el siglo XXI, el derecho agrario también ha recibido todo ese infl ujo de gran positivismo y, por ello, se le identifi ca con características absolutamente novedosas, pues ahora se ofrece dentro del complejo sistema jurídico como un producto mucho más acabado y sustancialmente distinto al de sus orígenes.

Las profundas variaciones conocidas en los últimos años del siglo anterior le

impregnan nuevas, evidentes y comple-jas dimensiones. Son variantes de la más diversa índole. De aquel origen incipien-te, rico en realidades y profundamente comprometido con el fortalecimiento jurídico de una nueva agricultura, ha pasado a una nueva etapa, donde conoce una marcada formación y desarrollo, di-fícilmente conocida por otras disciplinas jurídicas. Sus fuentes se han multiplica-do para ofrecer un ordenamiento jurídico cada vez más completo y orgánico, tanto en el plano normativo como axiológico, en un proceso en permanente evolución y cambio.

Las nuevas dimensiones se descu-bren en la evolución misma de la hu-manidad. En Europa se encuentra una conformación sociopolítica diferente, pero profundamente enraizada con la agricultura, base de una larga historia agraria con proyecciones, siempre

1. Los grandes cambios en el derecho agrario. Críticas. El dilema frente a las emergentes vicisitudes de los últimos tiempos

NUEVAS DIMENSIONES DEL DERECHO AGRARIO

Y UNA JUSTICIA AGRARIA

PARA EL SIGLO XXI*

RICARDO ZELEDÓN ZELEDÓN

* Conferencia pronunciada el 7 de febrero de 2006 en la Sala de Vistas de la Corte Suprema de Justicia con motivo de la inauguración del Diálogo Nacional Agrario Intersectorial convocado por la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia de Guatemala.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

comprometidas con fortalecerla a través de un sistema jurídico y político cada vez más perfeccionado. Por su parte, América Latina también ha evolucio-nado dentro de un sensible cambio de su equilibrio y orientación, donde el retorno a lo agrario cada vez se percibe como una alternativa de proyecciones incalculables. Evidentemente, el mundo es otro, ha salido de etapas difíciles y oscuras para proyectarse con una per-sonalidad e inspiración absolutamente nueva. La agricultura y sus normas su-fren el impacto positivo de fenómenos cada vez más originales, con horizontes más profundos y retos de la más diversa naturaleza.

Dentro de los efectos más evidentes se encuentran los cambios ocurridos en casi todos sus institutos fundamentales. Surgen en forma espontánea muchísimos con gran vigor y solidez, de ahí el na-cimiento de un complejo conjunto muy diferente al de los orígenes de la disci-plina, también se manifi esta una cierta metamorfosis en otros como consecuen-cia de las nuevas vicisitudes económicas e históricas, y en ese complejo proceso también se presencia la desaparición de algunos otros institutos, otrora funda-mentales, como consecuencia de todos estos grandes cambios.

En esta marcada evolución, o involu-ción para otros, la doctrina se ve afectada, progresando en la mayoría de los casos,

lanzada hacia la construcción de nuevas fórmulas jurídicas o fundando las bases para una cada vez más sólida teoría ge-neral. De la misma manera, un sector de la doctrina agrarista se muestra perplejo u oscilante, incluso cambiante e inseguro.

Dentro del sector de los escépticos, hace algunos años se comenzaron a escuchar muchas tesis pesimistas. Ante los profundos cambios, cuya reacción fue quedar estáticos, se anunció la crisis del derecho agrario e incluso su propia desa parición.

La influencia economicista im-pulsada por la Organización Mundial del Comercio comenzó a dividir a los agraristas, pues muchos encontraron en aquella defi nición fría, calculadora, donde la agricultura del capitalismo pretende ser tratada en los mismos términos del comercio o la industria, una orientación política llamada a negar la inspiración social propia del nacimiento de la disci-plina; otros, por el contrario, se sumaron a ese proceso para darle una explicación distinta, considerándolo como la única alternativa válida para la agricultura. El impacto del comercio internacional gene-ró las más diversas tomas de posición.

Para un sector de la doctrina clásica latinoamericana, nacida al calor de la reforma agraria, cuya tesis se inclinó por identifi car al derecho agrario con dicha reforma, predicen el derrumbamiento

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NUEVAS DIMENSIONES DEL DERECHO AGRARIO Y UNA JUSTICIA AGRARIA PARA EL SIGLO XXI

de las bases mismas de la disciplina, porque han podido constatar la brutal derogatoria de grandes modelos jurídi-cos, encargados de iluminar importantes procesos reivindicatorios para la región. Dentro de esos casos se subraya con nostalgia lo ocurrido en países como México, Perú y Ecuador. También de-nuncia esta corriente doctrinaria la pér-dida de juridicidad palpable en muchos otros países con procesos de la misma índole, donde incluso hay defi niciones políticas evidentes, dirigidas hacia la desregulación o hacia la negación de los principios de leyes aún vigentes, pero sin contenido real. Estas críticas encuentran un respaldo tangible en la multiplicación de los levantamientos armados en el campo, tanto de sectores campesinos como indígenas, cuyos reclamos de tie-rras recuerdan las luchas de las primeras décadas del siglo pasado.

Para unos pocos, la creación misma de los tribunales agrarios en muchos países latinoamericanos, constituye un retroceso, pues consideran ese fenóme-no como el tránsito de un “derecho de los campesinos” a un “derecho de los abogados”.

Casi todas las críticas encuentran una coincidencia en señalar la negación de lo social, el empobrecimiento de la agri cul tura de la región y la pérdida de prota go nismo de la agricultura en la onda neoliberal, pues por la vía de la

apertura de mercados donde los ciuda-danos pobres del campo sólo adquieren el califi cativo de consumidores, se ha pues to en peligro todos los institutos na-cidos al calor de la tutela de los derechos humanos económicos y sociales. El cré-dito agrario fue uno de los institutos más afectados con esta visión econo micista, pues se acusa de haber sido el primero en desaparecer.

En este complejo movimiento de frus tración, de pesimismo, originado en la década de 1980, también se ha impac ta-do a importantes sectores de los cul to res del derecho agrario. Por ello, insignes juristas abandonan su enseñanza, pues comenzaron a considerarla como parte de la historia del derecho, porque los nue vos fenómenos la muestran como una rama jurídica deformada, la cual dista mucho de todo cuanto fue en sus orígenes.

El agrarista del nuevo siglo, del nue-vo milenio, se encuentra evidentemente frente a una compleja coyuntura, una encrucijada, un dilema donde tiene dos gran des opciones frente a todas estas gran des modifi caciones o alteraciones. La primera resulta mucho más compleja y comprometedora. El agrarista se ve compelido a investigar todos estos pro-fundos cambios para valorar todo cuanto hasta ahora ha acontecido, es decir, debe determinar a ciencia cierta, si en este proceso han operado verdaderos avances para encontrar el nuevo derecho agrario

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

o, por el contrario, identifi car todos los factores de estos retrocesos, para en-contrarles una adecuada solución. Urge conocer el estado actual de las fuentes normativas, fácticas y axioló gi cas para llegar a determinar los alcances de su contenido. Sólo así, recurriendo a mo-dernos criterios de interpretación podrá fortalecer y descubrir el nuevo derecho agrario, decidir si efectivamente se em-peña en continuar luchando por construir su ciencia. La segunda opción resulta ser mucho más simple, consistiría en aceptar irremediablemente la crisis, no hacer absolutamente nada y acusar el estado terminal del derecho agrario.

2. Las nuevas dimensiones ofrecidas al derecho agrario por los avances del derecho en general y por la conciencia internacional a través de la solidaridad

El descubrimiento de las nuevas dimensiones del derecho agrario se ve directamente vinculado con la acertada apreciación y la toma de conciencia de los caminos por los cuales debe comen-zar a avanzar el derecho y la humanidad del futuro, no la del futuro remoto, sino la de los próximos años.

Si bien es cierto, la terminación del siglo XX, particularmente en sus dos últimas décadas, como siempre ha acon-tecido con todos los grandes fenómenos

históricos, ofreció un panorama desola-dor, sobre todo en los países pobres, esto ha sido el producto de la crisis a la cual fue llevado el mundo como consecuencia de procesos de deshumanización. Se trata de movimientos donde se dejó de lado al ser humano para colocar al consumo, al dinero, al mercado, es decir, bienes y no valores. Contra esta defi nición des-humanizante se levantan las opiniones más respetadas de todo el mundo, repre-sentadas por la conciencia del concierto internacional de las naciones.

Las nuevas dimensiones del derecho agrario deberán ser analizadas en dos ámbitos distintos, vinculados entre sí, aunque fácilmente identifi cables a través de movimientos culturales de gran trascen-dencia en el mundo moderno. El primero de ellos se refi ere a las nuevas dimensiones por donde marcha el mundo del derecho; el segundo es el producto de los grandes movimientos de solidaridad impulsados a partir de las cumbres de Naciones Unidas donde se encuentran las defi niciones y los valores por donde aspira a caminar la humanidad del futuro.

A) El derecho en general, con una marcada infl uencia en el agrario, presenta una evolución en cuatro dimensiones:

1) la nueva economía impulsa la creación de un cierto derecho de los mercados, como forma de in-

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NUEVAS DIMENSIONES DEL DERECHO AGRARIO Y UNA JUSTICIA AGRARIA PARA EL SIGLO XXI

tegrar las economías nacio nales en ámbitos mayores para lograr una defensa conjunta de los paí-ses, privilegiando la protección de sus propios consumidores y no sólo la de los comerciantes;

2) para combatir la degradación de la naturaleza surge, con una energía sin precedentes, el fenómeno de la protección del ambiente, y la garantía como derecho funda-mental de un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, para garantizar la sobre viven cia del ser humano en el planeta;

3) como exigencia de los pueblos, de los grupos y de las personas el desarrollo se convierte en un derecho fundamental, en un fi n y una esperanza, para lograr un trato más justo para los seres humanos; y,

4) frente a la acusada crisis del derecho y la jurisprudencia, basados en instrumentos desfa-sados de las nuevas realidades, se plantea como una urgencia inaplazable la modernización de los sistemas judiciales, par-ticularmente de todo cuanto se refi ere a la justicia agraria.

B) Frente a los procesos de globa liza-ción económica, donde se descuida

o se abandona al ser humano, se levantan los movimientos de solida-ridad. Constituye la incorporación indiscutible dentro de la conciencia internacional de valores, y prin-cipios de gran contenido ético y axiológico, orientados a proclamar una serie de derechos ina lie nables de todas las personas, particular-mente de derechos humanos de la tercera generación encargados de reivindicar los derechos humanos, para superar la crisis y proyectar a la humanidad hacia nuevos rumbos en el futuro.

Estas dimensiones de solidaridad, en cuanto interesan al derecho agrario, se encaminan en las siguientes direcciones:

1) garantía de la seguridad ali-mentaria, a través de productos sanos para preservar la salud y la vida de las personas, permitiendo en los países desarrollados bienes agroalimenta rios de la mejor calidad, producidos en armonía con la naturaleza y para el bien-estar de los ciudadanos, y en los países en vías de desarrollo o pobres, garantizando la alimen-tación de las personas, luchando contra el fl agelo del hambre y la miseria, dotándoles a su vez de instrumentos para convertirse en protagonistas del proceso de autoabastecimiento, y

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2) garantía de la paz, rechazando el enfrentamiento y el caos social, como instrumento para per mitir la plena realización co mo seres humanos dentro de la sociedad, y para el logro de una auténtica democracia donde los seres humanos puedan desarrollarse plenamente, pues sólo al amparo de la paz todos los demás dere-chos humanos podrán cumplirse efi cien temente.

Dependiendo del ángulo desde donde se analice cada fenómeno, podrá encontrarse un derecho agrario en crisis o en evolución. En crisis, si las nuevas dimensiones ahogan, traicionan o des-truyen al agrario. En evolución, si el fenómeno lo enriquece, moderniza o le convierte en instrumento para alcanzar nuevos objetivos.

Optar por la evolución implica replantear muchos criterios. Se trata de un proceso donde la agricultura ad-quiere, y también pierde, protagonismo. Además, axiológicamente, los derechos humanos sobre los cuales se acrisoló, se fortalecen con nuevos derechos fundamentales.

Identifi car correctamente estos fe-nómenos permitirá valorar las nuevas dimensiones.

3. Primera dimensión jurídica: el derecho agrario de los mercados

El derecho agrario de los mercados emana como exigencia para la comercia-li zación de los productos agrícolas. Como en todo el mundo, América Latina está in mersa en un complejo proceso de integración. La unión procura la solida-ridad entre países ricos con menos ricos, pobres con otros en proceso de desarro-llo; unidos para el logro de un fi n común. Aquí se descubre una redimensión del derecho agrario. El mayor impacto es el enriquecimiento de sus fuentes.

Este fenómeno opera en varias ver-tientes: con los nuevos fenómenos inte-gra cionistas y con los acuerdos de la Or-ganización Mundial del Comercio, pues pese a los grandes obstáculos, en ambos se está considerando a la agricultura.

A. En América Latina hay dos grandes

momentos de la integración. El prime-ro, incipiente, localizable entre 1960 y 1991, tuvo como centro la in dus-tria y no la agricultura. El segundo, más moderno, de 1992 en adelante, en glo ba también a la agricultura.

En la primera etapa, los países de una mayor riqueza prefi eren relaciones bilaterales. A partir de los menos desarro-llados surgen las ideas integra cionistas, avanzando hasta cubrir el continente.

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El Mercado Común Centroamericano, 1960; el Mercado Andino, 1969; el Merca-do Común del Caribe, 1973 y el Mercado Común del Cono Sur, 1991. Se integraron para impulsar la industria ignorando cons-cientemente el tema agrario.

Sólo en la experiencia de Centro-américa con el Protocolo de Limón, sobre granos básicos, 1965, (que nunca rigió, pues el mercado se desarticuló con la guerra y el del Caribe), se presenta co mo innovación un estilo de coopera-ción por áreas dentro de las cuales está la agrícola, y allí podría encontrarse un cierto germen histórico de un nuevo derecho agrario comunitario.

En la segunda etapa se descubren facetas más interesantes para el derecho agrario. Muchos factores infl uyen en esta nueva toma de posición. Los cambios políticos en la región y también en Eu-ropa Oriental, el Tratado de Maas tricht, la superación del proceso infl acionario y un acentuado desarrollo democrático en el continente parecen estar llamados a permitir un avance signifi cativo en esta materia.

El primero en avanzar fue el Pacto Andino. Con el Tratado de Galápagos, 1989, y el de Machu Picchu, 1990, se adop tan medidas para la comercia-lización de productos agrícolas. Sobre todo, se asumen posiciones más fi rmes en la protección del ambiente.

En el Tratado de Libre Comercio, 1993, entre Estados Unidos, Canadá y México, se encuentran novedades realmente interesantes. Por medio de este tratado se crea una zona de libre co-mercio para todo el norte del continente. Tiene dos particularidades: incorpora la agricultura como parte de la integración y contempla normas protectoras del ambiente.

El tratado, en la segunda parte referida al Comercio de Bienes tiene el Capítulo VII referido a lo “agro-pecuario”. Especifi ca los mecanismos de la co mer cialización de los productos agrícolas entre los países, así como sus excepciones, plazos, preferencias, res-tricciones y particularidades. Incluye normas fi to y zoo sanitarias, reglas de origen y de calidad de productos, nor-mas técnicas comunes, crea un comité trilateral encargado de imponer normas para el comercio de productos agrícolas. Reduce y elimina tarifas aduanales a la agricultura, armoniza la legislación sobre importación de carne, aumenta las cuotas de exportación de aves, huevos y derivados y, en general, contempla derechos de los consumidores dentro del mercado, orientadas a la protección de su salud y su vida.

Lamentablemente, los procesos de integración en el continente son hori-zontales y no verticales. Aún se mantie-nen los viejos criterios de los Estados

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soberanos y no se encuentran políticas comunes capaces de crear verdaderos procesos de integración económica, con dimensiones más profundas y de mayor solidez histórica.

B. Los acuerdos por los cuales se creó, en Marrackecht, 1994, la Or ga ni-zación Mundial del Comercio con-forman la otra corriente. Dentro de sus objetivos, al igual de como era la inspiración del GATT, se continuó por la línea de impulsar un sistema mundial de comercio más abierto y transparente. Éstos tienen ahora una dimensión prácticamente universal por los temas abordados y por el número de participantes.

Respecto de la agricultura, la Organi-zación Mundial del Comercio continúa atacando los elementos distor sionadores de la actividad comercial; tal es el caso de las medidas de protección en fronteras, o bien, el apoyo directo a la producción y subsidios a la exportación. Este es un tema complejo, entendible dentro de una economía globalizada y para países desarrollados, pero cada vez resulta más criticable porque condiciona a los países en vías de desarrollo y a los pobres, convirtiéndolos en más pobres, dependientes de los grandes mercados y de las transnacionales.

El Acuerdo sobre la Agricultura refuerza normas para el comercio de

productos agrarios en un marco a lar-go plazo y de políticas internas. En la transición se prevén compromisos de acceso a los mercados, ayuda interna y competencia de las exportaciones.

El Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias limita las medidas para proteger la vida o la salud de las perso-nas y de los animales, para preservar los vegetales, eliminando discriminaciones arbitrarias o injustifi cables en condicio-nes idénticas o análogas.

C. Principalmente en Europa, el im-pacto del mercado sobre el de recho a gra rio ha sido determinante. La doc trinaria clásica ha visto el de-rrumbamiento de sus fundamentos, ahora superados y atípicos, mientras se erigen originales perspectivas.

La explicación es simple. El objeto parece haber cambiado. Las fuentes y el contenido se acrecentaron. La defi nición debe replantearse.

Una primera orientación es más radical, además, muestra visos de auto-nomía. Se ha identifi cado con el nombre de “derecho agroalimentario”. Un sector lo justifi ca en la prevaleciente comercia-lización de los productos alimentarios dentro del mercado. Otro, lo favorece por la importancia de la alimentación en el mundo moderno: es el surgimiento del derecho da la alimentación.

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También hay otra orientación. Re-sulta más evolucionada, pues busca for-talecer la disciplina. Distingue el dere-cho agrario comunitario, en el cual forja toda la nueva orientación de una fi gura su pra nacional, con sus fuentes y parti-cularidades propias como ordenamiento, en relación con los viejos criterios de un derecho agrario nacional.

Esto es así porque Europa está co-nociendo los fenómenos de la multi fun-cionalidad y la multidimensionalidad de la agricultura moderna. Porque los actos normativos emanan de órganos comuni-tarios con competencia supra nacional, cuyo fi n consiste en impulsar una po-lítica agraria y una política ambiental común para todos los países miembros, dirigiendo en esta forma las estructuras productivas en relación al ambiente y al desarrollo sostenible; todo en función del mercado.

4. Segunda dimensión jurídica: el ambiente

La segunda dimensión del derecho agrario está en el campo ambiental. La vertiginosidad jurídica del tema ha producido transformaciones profundas. Ninguna disciplina conoció, en tan poco tiempo, una formación y desarrollo tan impresionante. Tras las convenciones internacionales se promulgaron reformas constitucionales y legales.

Para los escépticos la afi rmación del ambiente como derecho transversal, afecta el entero ordenamiento jurídico, y no como una nueva clasifi cación ju-rídica, afecta los cimientos mismos del agrario. Para ellos la protección de la naturaleza implica el empobrecimiento del patrimonio agrario.

La tesis pesimista resulta inacep-table porque el impacto del ambiente en el derecho es asombroso. De 1972 a la fecha todo cambió. El origen puede ubicarse en dos documentos de Naciones Unidas: la Carta de Estocolmo de 1972 y la Carta de la Naturaleza de 1982. El clímax se encuentra constituido por los documentos aprobados en la célebre Cumbre de Río en 1992.

La cumbre erigió un hecho histórico trascendente con impacto universal e inspiró 4 documentos cardinales.

La Agenda XXI, orientada hacia la formación de un nuevo orden econó-mico internacional sobre la base de la protección del ambiente: pretende fi jar las estrategias indispensables para mini-mizar el daño ambiental y garantizar la sostenibilidad del proceso de desarrollo. La Declaración sobre los Bos ques, toma todas las medidas necesarias para rever-decer la Tierra, tute lando, protegiendo y manteniendo los pulmones más impor-tantes del planeta. La Convención sobre la Diversidad Biológica, tiene como fi -

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nalidad asegurar una efectiva acción na-cional para contrarrestar la destrucción de las especies biológicas, los há bitat y ecosistemas. La Convención sobre el Cambio Climático, protege la atmósfera de la contaminación, especialmente de la industria y la agricultura.

Estos documentos comienzan a nu-trir las fuentes normativas del derecho internacional e interno. Surge así una nue va axiología jurídica. El resultado inmediato, ha sido la aparición del “derecho al ambiente sano y ecológica-mente equilibrado”. Ahora, es tangible e incontrastable. Constituye uno de los derechos humanos de solidaridad de la tercera generación.

Por esto, la sensibilidad universal hacia la naturaleza, la tutela del ambien-te, el surgimiento del derecho humano a un ambiente sano y ecológicamente equi librado, como derecho de la tercera generación, impactan todos los orde-namientos jurídicos y particularmente al derecho agrario.

La repercusión, a todas luces, lógica-mente es positiva. Implica un fortaleci-miento conceptual y axiológico. Porque lo ambiental siempre ha sido inquietud profunda del agrarista. La agricultura está en función de la naturaleza. La teoría agrobiológica y la teoría de la agrariedad son una prueba irrefutable. La tierra, el agua, el aire, constituyen

elementos indispensables para el cultivo y la cría de vegetales y animales.

El agrarista, en defensa del am-biente y la agricultura, desde siempre se encargó de denunciar ardientemente tanto la agricultura contaminada como la agricultura contaminante. Condenó el abuso de contaminar y, también, más adelante la de dañar, perjudicar o alternar la naturaleza. En esta tesitura el agrarista siempre simpatizó con el requerimiento de los consumidores de sus derechos ina-lienables a productos agrícolas naturales, sanos, biológicamente puros.

Urge delimitar las áreas para ejercer la actividad empresarial agraria y señalar dónde debe ser prohibido cultivar si ello afecta al ambiente. Debe producirse conforme a las exigencias del ambiente. Resulta inconveniente destruir bosques para sustituirlos por agricultura. Los de-sechos de las empresas no deben conta-minar los ríos ni los mares. La propiedad agraria debe ejercerse en consonancia con la naturaleza. Los contratos agrarios no pueden afectar la sobrevivencia del mundo vegetal o animal.

Evidentemente, la nueva dimensión suscita límites a la actividad agraria. También crea conflictos de intereses en tre empresa, propiedad y contrato si éstos se analizan aisladamente y no en armonía con el ambiente. La función económica de estos institutos debe

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ejercerse en armonía con la tutela del ambiente, sin depredarlo ni degradarlo. La jurisprudencia está llamada a jugar un papel protagónico en la fi jación de este nuevo equilibrio, condenando la destrucción y sentando el principio de la responsabilidad objetiva, aplicable a quien contamine, dañe o afecte el ambiente.

El tema ambiental ha sido tan im-portante en el derecho agrario, como para permitir una cierta afi rmación de lo “agroambiental”. No es una nueva corriente aislada o negadora del agrario, tampoco es un movimiento autonomista. Por el contrario, es la aceptación de una auténtica área de coincidencia entre lo agrario y lo ambiental llamada a con-cretar el fortalecimiento del derecho agrario, influido por el pensamiento ambiental.

5. Tercera dimensión jurídica: el desarrollo

La tercera dimensión para el derecho agrario es el desarrollo, como derecho fundamental. La inaugura la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo, de 1986. Es otro de los derechos humanos de solidari-dad o de la tercera generación. La paterni-dad corresponde a Naciones Unidas.

El tema no es nuevo. Se trata del desarrollo agrario ya impulsado por la disciplina. Constituye una etapa superior

de la reforma agraria. Busca solucionar los problemas de las estructuras agrarias, crear nuevos modelos empresariales, mejorar los regímenes de propiedad y posesión de bienes productivos, promo-ver un régimen completo de contratos agrarios. En esencia, pretende agilizar y revitalizar el funcionamiento del co-razón del proceso económico de la agri-cultura, tanto en la producción como en la industrialización y comercialización de los productos.

El derecho debe participar en la consolidación jurídica y humanista del desarrollo agrario. Tiene la responsabi-lidad de reorientar conceptualmente el proceso, concebir los nuevos institutos y darle una fi losofía.

Es bien sabido que tanto el desa-rrollo como la protección del ambiente, constituyen hoy, verdaderos super-derechos humanos. Entrelazando ambos es como ha conocido la cultura moderna el “desarrollo sostenible”. Se convierte así en una especie de megaderecho hu-mano. Este concepto nace de la Cumbre de Río, donde se reunió el concierto de las naciones para sentar las bases del futuro desarrollo, y ahí el ambiente se tuvo como estrategia o columna ver-tebral, por ello, esta cumbre no es una reunión del ambiente sino de desarrollo. El desarrollo sostenible, constituye una etapa superior, donde se resolverán los problemas del futuro derecho agrario. Se

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piensa en una agricultura desarrollada en equilibrio pacífi co con la naturaleza, con el medio ambiente.

6. Cuar ta dimensión jurídica: la modernización de los sistemas judiciales

La modernización de los sistemas ju-diciales constituye una cuarta dimensión para el derecho agrario. Se plantea como una de las exigencias más sentidas de las sociedades democráticas modernas.

En general, la modernización de los sistemas de administración de justicia constituye un importante instrumento, para superar la acusada crisis del dere-cho, en cuanto a la pérdida de signifi cado de la ley y la indeterminación de la ju-risprudencia. Esto porque, aún en países con gran tradición jurídica, la mayoría de los aparatos judiciales se muestran atrasados, con una gran mora judicial, todavía vinculados a sistemas procesales fundados en la escritura, la me diatez, sin responder a las exigencias de la sociedad, las relaciones económicas y sociales, y las aspiraciones de prontitud de los ciudadanos y los pueblos.

Cuando el derecho agrario debe resolverse dentro de sistemas judiciales atrasados, los avances en el ámbito sus-tantivo fracasan por falta de un sistema procesal moderno.

Hoy, como nunca, es evidente el desarrollo alcanzado por el derecho agrario, dotado de todo tipo de normas, principios, una rica axiología, respal-dado todo ese conjunto normativo por una sólida doctrina llamada a integrar el entero sistema, sin embargo, por ser el agrario un derecho de realidades, donde las vicisitudes y las situaciones emer-gen todos los días, también se conoce el fenómeno de la ausencia de normas agrarias para casos concretos. Esto exige la presencia de tribunales agrarios, lla-mados a aplicar los principios generales y permitir el desarrollo de la disciplina, a través de un derecho agrario juris pru-dencial evolutivo.

La inexistencia de códigos, nunca ha sido un problema para el agrario, pues esta disciplina, por lo general, ha venido siendo desarrollada a través de la normativa especial o especializada. De aquí la importante labor del agrarista, en-cargado de promover permanentemente la sistemática, impulsando a través de la interpretación, la lógica del siste-ma, pues en todos los ordenamientos agrarios también hay multiplicidad de disposiciones desperdigadas, sin lógica, ni coherencia, donde se requiere la labor del intérprete.

Como consecuencia de sistemas de administración de justicia atrasados, no obstante el esfuerzo del legislador cons-titucional y derivado de ofrecer un dere-

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cho agrario en permanente evolución y cambio, la jurisprudencia proveniente de órganos no agrarios ofrece un producto contradictorio e insatisfactorio. Esto es así, porque los operadores del derecho no son agraristas, generalmente recurren a cuerpos normativos como el Código Civil para resolver problemas particula-res con una óptica general, desprovista de la materia donde se debe resolver el problema; sin tomar en cuenta la fun-ción económica, social y ambiental del derecho agrario. El reclamo de justicia, en esta forma, fracasa. No soluciona los graves problemas modernos.

Se pretende la instauración de siste-mas judiciales donde exista siempre la especialización agraria, con tribunales específi cos de la materia, dotados de jueces conocedores del derecho agra-rio, capaces de resolver con un sentido humanista los graves problemas de la materia jurídica agraria, pretendiendo sobre todo, reivindicar la interpretación jurídica, como garantía fundamental de la libertad.

Los principios generales del dere-cho agrario, asumen un papel cardinal. Signifi ca la negativa a utilizar normas de otras ramas jurídicas, aún cuando sean de rango superior. Si no hay norma se recurre a sus mismos principios. Es el instrumento para aplicar únicamente sus propias fuentes jurídicas, exclusiva-mente las idóneas, pues de lo contrario

se traicionaría al agrario. Incluso pueden aprovecharse los institutos del Derecho Romano o del mismo Código Civil, pero en este caso, a fi guras con una determi-nada estructura, se debe necesariamente aplicar la función económica, social y ambiental de lo agrario. La verdadera autonomía está ahí. Es la forma como en el plano de la solución de los casos en la contienda judicial, se logra la completez del sistema.

Se anhela consagrar la evolución. Para ello debe concebirse un método de interpretación jurídico moderno, capaz de visualizar la norma a la luz de los valores de la sociedad y la realidad don-de va a ser aplicado, dándole al hecho técnico y al hecho político su verdadera dimensión. Es así como se confi gura el derecho agrario jurisprudencial a través de un moderno sistema de administra-ción de justicia.

7. Las nuevas dimensiones de la humanidad a través de la

solidaridad

En otro orden de nuevas dimen-siones, la humanidad se fi ja horizontes humanistas, tendientes a señalar las vías por donde deberá caminar el mundo del futuro. Son rumbos de solidaridad des-tinados a impulsar, bajo otra fi losofía, la justicia social y el desarrollo económico para los más necesitados.

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La solidaridad es el nombre sím bolo de los derechos humanos de la tercera generación, de aquellos derechos fun-damentales concebidos para los pueblos, los grupos sociales y también para los individuos, capaces de introducir una nueva ética y una moderna axiología a las exigencias del futuro. La solidaridad se dirige a crear una sólida conciencia in ter nacional dirigida a interpretar los des tinos de la humanidad e iluminar a los países en vías de desarrollo y pobres, proponiéndoles verdaderos proyectos políticos y jurídicos, con el objetivo de prepararlos para un futuro más prometedor.

El movimiento adquiere una am-plia connotación política, pero tam-bién tiene un signifi cado en las más diversas manifestaciones de la cultura, constituyendo un sólido pilar de la religión, pues la solidaridad es la más clara expresión del amor hacia los más necesitados.

Todos dependemos de todos. El bienestar propio está en el de los de-más. Siempre debe mediar un espíritu de servicio hacia los similares. Si otros sufren no puede existir justicia ni paz en el mundo. El individualismo abso-luto es representación del egoísmo; la afi rmación de sí mismo es la negación de todos. El consumismo desmedido es la representación del individualis-

mo económico. El mundo moderno no puede seguir la línea del egoísmo, debe construir la solidaridad. Principalmente, los Estados más ricos se encuentran obli-gados a contribuir con el desarrollo de los más necesitados, prestarse a cooperar y no a explotar, no pueden enriquecerse a costa de la miseria y el hambre de los demás. A los débiles, a los más pobres, a los abandonados se les debe brindar una atención mayor.

La solidaridad es el compromiso constante y permanente para el logro del bien común. Infl uye en todos los ámbi-tos del orden de la vida humana, muy particularmente de la convivencia civil y social. Es la interdependencia transfor-mada en valor, el valor de la solidaridad. Porque entre los seres humanos, entre los grupos, entre los pueblos debe existir una interdependencia derivada de las relaciones humanas, de la coexistencia y el bien común.

En el mundo de los más necesitados, y particularmente de quienes viven y se desarrollan en el ámbito agrario, la dignidad humana permanentemente es ofendida, humillada, sacrificada, abandonada, a través de fl agelos im-perdonables de hambre, miseria, dis-criminación y violencia. Frente a estos graves problemas de la humanidad, el derecho agrario se empeña en formular respuestas acertadas.

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A) La seguridad alimentaria consti-tuye una de las grandes columnas ver te brales de la solidaridad. Sería el derecho de todos los ciudadanos del mundo, a recibir productos agro-alimentarios indispensables para satisfacer el hambre, permitir una adecuada nutrición, contribuir al mejoramiento de su salud y adquirir un nivel de vida digno.

Su génesis se vincula principalmen-te con el derecho humano a la salud, no tanto al de la vida; es por tanto, un derecho humano de la primera genera-ción, pero cuando la salud adquiere una atención mayor dentro de la seguridad social incluida dentro de los derechos humanos económicos y sociales, pasa a ser parte de la segunda generación. Y más recientemente su máxima expresión deriva de una visión de avanzada, acriso-lada en documentos de Naciones Unidas, tendientes a expandir y darle vigencia al derecho a la alimentación consagra-do desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948, en el mundo jurídico internacional.

La globalización económica utiliza el término de la seguridad ali men taria, con una visión mercantil, referido a la garantía de productos agro alimentarios de buena calidad, con garantía de origen, colocados en los mercados para un consumidor de más categoría y más refi nado.

El crecimiento del hambre y la pobreza en el mundo, consecuencia de procesos economicistas, ha acrisolado en los últimos años expresiones como “discriminación alimentaria” e “insegu-ridad ali mentaria”, frente a los cuales el mundo ha comenzado a sentar una serie de estrategias donde el derecho agrario está llamado a jugar un papel de solida-ridad muy importante.

B) La construcción de un derecho agra rio para la paz se convierte en otro de los desafíos de la dimen-sión de la solidaridad impuestas por la ética y la axiología del mundo moderno.

Es una lucha por combatir la con-frontación, la intolerancia, la violencia, los levantamientos armados, la guerra; como consecuencia de las injusticias so-ciales, hacia sectores vinculados al agro, absolutamente abandonados por las polí-ticas de sus países, o bien por constituir estas zonas las áreas escogidas para el enfrentamiento ideológico, sumando al problema político del descontento de las clases pobres y campesinas de los países más oprimidos, quienes se convierten en soldados para abandonar la agricultura.

De la pobreza en los campos, de la falta de oportunidades para los cam-pesinos, de la ausencia de trabajo, del levantamiento armado o la guerra, se

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sirven también grandes males como el narcotráfi co, pues la agricultura de dro-gas constituye una alternativa para esos sectores marginales, que optan por una vida de ilegalidad o clandestinidad como única salida a su situación económica.

Un derecho agrario para la paz busca constituirse en un estandarte de libertades, pretende reencontrarse con sus estatutos originales, inspirados en la justicia social, para garantizarle a los ciudadanos de las zonas de confl icto en el campo, verdaderas alternativas de reinserción en la sociedad civil.

Aquí resurgen los temas clásicos, de gran trascendencia en el pensamien-to del mundo moderno, como la orde-nación del territorio, el saneamiento de la propiedad agraria, la distribución equitativa de tierras, a través de proce-sos integrales de reforma y desarrollo agrario. Otro instrumento del derecho agrario para la paz es el de la justicia agraria, en tanto sea un instrumento idóneo para impulsar fi guras proce-sales modernas, dentro de un nuevo concepto de sistema judicial, para ga-rantizar la paz, tanto en las relaciones inter per sonales, como entre los grupos campesinos e indígenas, respetando sus derechos, buscando soluciones a través del diálogo, al respeto, la tole-rancia, entre los sectores en confl icto, pues la paz no se logra sólo en los grandes acuerdos, sino también en la

equidad aplicable al caso concreto de todos los días.

8. Trascendencia de las nuevas dimensiones para el nuevo derecho agrario

La humanidad avanza hacia estados superiores. El derecho vive momentos frenéticos de agitación. El agrarista no puede ser personaje anónimo. Se le abren grandes posibilidades. No debe aceptar la crisis, la marginalidad o anunciar el apocalipsis. El derecho agrario cambió y seguirá cambiando. Retrocediendo unas veces, pero agre-sivo en búsqueda de la culminación y el apogeo; entre tristezas y alegrías. En ello radica su riqueza, su inagotable versatilidad.

Las nuevas dimensiones le ofrecen un derecho más vinculado al proceso económico y social, a la realidad, a los valores superiores de la sociedad. Es la hora del agrarista para recapacitar, refl exionar, fi losofar, empeñado en la construcción de un mundo mejor.

En efecto, corresponde ahora a los juristas del derecho agrario atinar en los senderos del futuro. Se requiere audacia, creatividad, esperanza para la construcción de una ciencia más sólida. Deberán convertirlo en parte esencial de la cultura.

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En los inicios del siglo XXI existe una profunda convicción en todos los sectores, de que la disciplina evolucio-na, pero sobre todo las mayorías están esperanzadas en encontrar soluciones acordes a sus graves problemas a través de disciplinas como la agraria. Por esta razón, comienza a difundirse un espíritu cada vez más generalizado, consciente, comprometido con la disciplina del de-recho agrario, con la seguridad de haber iniciado una marcha poderosa hacia un destino aún inconcluso, rindiendo homenaje al pasado, pero con la mente en el mañana.

9. La justicia agraria y ambiental como otra dimensión del nuevo derecho agrario Al avanzar el siglo XXI los retos de la

justicia agraria y ambiental tienen orienta-ciones específi cas. Por una parte se dirigen hacia la protección de derechos e intereses de naturaleza cada vez más profunda para garantizar la democratización de los sis-temas de administración de justicia. Ade-más, coinciden con valores universales dirigidos a la preservación y sobrevivencia de la humanidad, en un planeta capaz de suministrar alimentos a la población, sin ser destruido ni degradado.

Junto a la tutela de los derechos sub-jetivos, fundamento de todo el sistema, en cuanto protege al ser humano, con lo

agrario y ambiental, también cobran vida los derechos humanos de la segunda y tercera generación. Junto a lo económico y social también estará la solidaridad. Se trata de derechos llamados a garantizar la vida del hombre en sociedad y en relación con los pueblos para la sobre-vivencia del planeta.

Esto obliga a contar con una visión más amplia. Los sistemas judiciales deberán permitir el acceso a la justicia a todos los grupos y sectores de la so-ciedad. Generarán opciones claras, para garantizar el ejercicio pleno y cristalino de sus derechos. Exige una apertura democrática, llamada a dinamizar la manifestación real de los sistemas de administración de justicia, satisfacien-do principalmente los intereses de los justiciables.

Se trata de una concepción instru-mental para el cumplimiento de fi nes trascendentales. Fines vinculados tanto a las particularidades de la materia agra-ria y ambiental, como al valor justicia, impregnado en sus articulaciones. Si no se incorporan criterios de equidad en este tipo de relaciones, la sobreviven-cia del sistema no tiene por sí solo, un fundamento de cohesión susceptible de permitirle existir.

En este sentido, las instancias juris-diccionales, tanto las del mundo judicial como las del administrativo, en el ámbito

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nacional e internacional, se convierten en requisito indispensable para garan-tizar el funcionamiento de lo agrario y ambiental, creciendo y defi niéndose en las nuevas dimensiones ofrecidas por el mundo moderno.

Los sistemas productivos del nuevo siglo no pueden limitarse a lo eminen-temente dinámico o tecnológico, para mostrar procesos de mayor productivi-dad o efi ciencia. Tampoco basta con su incorporación en procesos de mercadeo, para garantizar el éxito de las nuevas eco-nomías. Resulta indispensable contar con valores y principios, con normas claras y, sobre todo, con la posibilidad de garan-tizar a los pueblos, así como a sus em-presarios y productores, la obtención de rendimientos, tanto a nivel nacional co mo internacional, del rédito de sus esfuerzos y del de la entera sociedad productiva. En las complejas relaciones de produc-ción, en la fi jación de cuotas y precios, incentivos y restricciones, así como en la ejecución de políticas, no puede faltar la coercitividad para el cumplimiento de las obligaciones y la garantía de la im-parcialidad ante los confl ictos. En suma, producción y justicia deben encontrarse y generar su acercamiento.

Igual acontece con la imperativa necesidad de contar con una agricultura llamada a respetar, preservar y conservar el ambiente. Ella no podrá subsistir si al mismo tiempo no se sanciona a tra-

vés de mecanismos efi caces cualquier tipo de actividad productiva orientada a irrespetar, degradar, destruir o dañar los recursos naturales. En este ámbito, la justicia es ampliamente requerida y sus posibilidades deben ofrecer todo tipo de alternativas. Ha de tratarse tanto de mecanismos sancionatorios, como com pensatorios y de restauración del daño ambiental, pues la sensibilidad de la sociedad internacional limita cada vez con mayor energía, la transgresión de los bienes comunes e irreparables, de la humanidad.

He aquí donde lo agrario y am-biental se entrelazan, en un proceso de desarrollo sostenible, con visos de auténtica justicia para garantizar a las nuevas generaciones la posibilidad real de sobrevivir en un mundo cada vez más complejo y esperanzadamente menos degradado.

Se trata de exigencias urgidas por la comunidad internacional y señaladas también, por el proceso de interna ciona-lización del derecho agrario, en su es-trecha vinculación con lo ambiental, al momento de refl exionar sobre el futuro de las sociedades llamadas a impulsar su propio desarrollo, en el mundo de la producción agraria.

Al visualizar y colocar acertadamente las eventuales dimensiones del escenario, donde se interpretará la trama del desa-

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rrollo de los pueblos urgidos de nuevas posibilidades de sobre vi ven cia, conviene agregar la exigencia de la paz y la justicia, como única posibilidad cierta de sobrevi-vir en un mundo equilibrado.

10. Éxitos y retos de la justicia agraria en Latinoamérica y sus etapas evolutivas

La justicia agraria tiene una profunda historia vinculada al nacimiento mismo de la disciplina en Latinoamerica. In-cluso, la primera manifestación jurídica del continente se encontró vinculada al tema procesal en México, a principios del siglo pasado. A partir de ahí la idea se fue difundiendo en todo el continen-te, con distintas respuestas y niveles de profundidad, generando un verdadero movimiento identifi cado con el nombre símbolo de “jurisdicción agraria”.

En una mirada retrospectiva, sin el afán de sentar las bases de una evaluación crítica de todo el movimiento, pueden señalarse una serie de éxitos alcanzados por la idea, cuya vinculación original fue la de darle cumplimiento adecuado a la normativa iusagraria. Se temía, con razones fundadas, la posible traición del derecho sustantivo dentro de los sistemas tradicionales de justicia. Se percibía un proceso de restauración jurídico, llamado a impedir el cumplimiento de las aspira-ciones de la sociedad, y las exigencias

socio econó micas de esos tiempos cuyo equilibrio debía ser corregido.

Las graves difi cultades atravesadas por esos modelos de justicia agraria, se constituyeron en verdaderos retos para el movimiento. Particularmente, cuando los ejemplos elaborados caían uno a uno frente a las adversidades ofrecidas por el ordenamiento jurídico, en especial el derivado de los sistemas concebidos sin la variable económica o social, o donde éstos se manifestaban como negación política o histórica a los esquemas tra-dicionales.

Los éxitos de la jurisdicción agra-ria se aprecian, con solo recordar las etapas evolutivas, encontradas en el derecho procesal agrario latinoame-ricano. En efecto, entre principios de siglo y la última década de éste, pueden ubicarse dos etapas bien diferenciadas, con sus características y particularida-des propias.

La primera etapa, es el resultado de una serie de intentos legislativos, cuyo conjunto constituye un momento carac-terizado por la búsqueda de un modelo susceptible de responder a las exigencias institucionales del derecho agrario. Su duración fue de casi medio siglo. En ese período hubo complejos problemas para crear un nuevo modelo. Primero, por-que el derecho agrario no tenía perfi les institucionales lo sufi cientemente claros

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como para generar un sistema procesal específi co. Como existían ideas con-trastantes respecto del derecho positivo, también las hubo del procesal. Además, los modelos procesales concebidos no fueron lo sufi cientemente sólidos, desde el punto de vista jurídico, como para superar los embates de los cambios y tampoco respondieron a las exigencias y expectativas de la disciplina.

Lo acontecido en cada uno de los países con el modelo creado, ofrece una idea de cuanto se afi rma.

México fue, dentro del concierto de los países latinoamericanos, el más precoz, diáfano y preocupado por la pro mulgación de normativa procesal agra ria. Ello ocurrió incluso a nivel constitucional. Sin embargo, los prin-cipios de la ley del 6 de enero de 1915 fueron reiterados luego en futuros códi-gos y leyes, en los cuales se reformó y modernizó, los llamados a concebir una jurisdicción especial. Esto es así porque se ubicó fuera del Poder Judicial. Su competencia se dirigió a conocer de las acciones de restitución, ampliación, acomodamiento, creación de nuevos centros de población agrícola, inafecta-bilidad, expropiación, nulidad de frac-cionamiento y muchas otras más. Los procedimientos, tenían la modalidad del juicio ordinario, para conocerse en dos vías: la restitutoria y la dotatoria. Se crearon tantas acciones como derechos

que a favor de los benefi ciarios de la ley existan. El desarrollo del proceso, en sus dos instancias, siempre se dirigió por el sector administrativo agrario. Desde el Gobernador y la Comisión Agraria Mixta, en primera instancia, y la Secretaría de Reforma Agraria y el Presidente de la República, en se-gunda.

Poco tiempo después, en 1920, en República Dominicana se instituyeron órga nos constitucionales, encargados de conocer los asuntos referidos a la pro piedad inmobiliaria. Fueron insti-tuidos por la ordenanza No. 511 del Gobierno norteamericano. Luego, por Ley No. 1542 del 7 de noviembre de 1947, es una jurisdicción especializada. Los tribunales de tierras dependen del Poder Judicial y se encuentran dividi-dos orgá nica mente, siguiendo los linea-mien tos generales de la administración de justicia. En grado conoce un tribunal superior de tierras. Contra lo resuelto por éste, cabe recurso de casación ante la Corte Suprema de Justicia. Sin embargo, sólo tiene competencia para conocer lo referido a la propiedad inmo-biliaria, pues todos los demás asuntos agrarios se siguieron discutiendo en la jurisdicción civil, penal y laboral. El procedimiento tiende a cumplir el objetivo fundamental de registrar todos los terrenos en el territorio nacional, y se orienta más hacia el derecho civil y no al agrario.

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También en Colombia se concibió un modelo muy interesante. Desde 1936 se incorporó en la Constitución Política el principio de la función social de la propiedad. De igual manera, se sentaron las bases de la jurisdicción agraria. En la Ley de Tierras del mismo año, 1936, se dispuso la creación de juzgados agra-rios. Éstos, eran indispensables para co-nocer de institutos tan avanzados para la época, como los de la propiedad agraria, posesión agraria, extinción del dominio agrario por el no uso, y muchos otros más. Aún cuando no llegaron a existir esos tribunales agrarios, el legislador de aquella época previó la institucio-nalización de la justicia agraria, cuya semilla llegó a fl orecer muchos años después.

Un modelo totalmente diferente fue el argentino. En 1948, con el carácter de órgano jurisdiccional especial, se crearon las cámaras regionales parita-rias de conciliación y arbitraje obliga-torio, en las diferentes provincias, y una cámara central; por medio de la Ley No. 13.246 del 10 de septiembre de 1948, se encomendó al Poder Ejecutivo la creación de este tipo de órganos dentro del Ministerio de Agricultura. Estaban integradas por representantes de los arren dantes, arrendatarios y aparceros, así como por funcionarios de ese Mi-nisterio. La competencia se refi ere a toda la problemática de los contratos de arrendamiento y aparcería. Funcionaron

durante varios años, pero en 1960 fue-ron declarados inconstitucionales por la Corte Suprema de la Nación.

En 1953, en Bolivia, se impulsa un profundo proceso de reforma agraria. Ello ocurrió a través de la Ley No. 3464 del 2 de agosto, seguida por el Decreto Supremo No. 3471 del 27 de agosto. Se pretendió institucionalizar una jurisdic-ción agraria especial, sobre las mismas bases del modelo mexicano. Se apli-caría por medio del Servicio Nacional de Reforma Agraria, constituido por el presidente de la República, el Consejo Nacional de Reforma Agraria, jueces agrarios y brigadas agrarias móviles. Las acciones son exactamente las mismas de México: afectación y dotación, resti-tución y reversión. Para concebir estas acciones fue necesaria la promul gación de una serie de leyes principalmente en 1955 y 1956.

La primera jurisdicción especiali-zada se crea a través del decreto como fuerza de Ley sobre Tribunales Agra-rios No. 2 del 3 de octubre de 1967. Esto ocurrió en Chile con fundamento en el artículo 86 de su Constitución Política y el 154 de la Ley de Reforma Agraria No. 16.640 del 28 de julio. Los tribunales creados fueron de primer grado en las provincias y uno de apelaciones. Eran colegiados y se integraban tanto por jueces juristas como por jueces laicos. Lamentablemente, su competencia era

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muy reducida, pues se limitaba a las acciones derivadas de las expropiaciones de interés agrario cumplidas conforme a la Ley de Reforma Agraria. Si bien se dejó abierta la posibilidad para ampliar la competencia, ello nunca ocurrió. El proceso era estrictamente civil. Es decir, se remitió la normativa al Código de Pro-cedimientos Civiles sin crear procesal-mente nada nuevo. En 1973 el régimen militar desarticuló este modelo.

En Ecuador, la Ley de Reforma Agraria y Colonización No. 480 del 11 de julio de 1964 instituye los tribunales agrarios. El marco general sólo se logra obtener hasta la promulgación de la Ley de Procedimiento Agrario No. 918 del 21 de junio de 1971. Sin embargo, la vida de estos órganos fue efímera por-que la normativa procesal fue derogada por la Ley No. 11.712 del 9 de octubre de 1973. Paradójicamente, ésta también era de reforma agraria. La competencia otorgada fue mucho más amplia que todas las conocidas en otros países latinoamericanos. Esos tribunales de-berían de conocer todas las acciones derivadas de la Legislación de Reforma Agraria. Los órganos agrarios estaban constituidos, en primera instancia, por los juzgados de tierras y, en segunda, por una sala especializada de la Corte Suprema de Justicia. El procedimiento fue, sin embargo, prácticamente el mismo utilizado en la materia procesal civil.

Los modelos anteriores van a ser am-pliamente superados, no sólo histórica sino principalmente por la profundidad institucional, con una serie de ejemplos muy sólidos llamados a constituir la segunda etapa de la jurisdicción agraria latinoamericana. Se trata de modelos más modernos de justicia agraria; fueron concebidos como verdaderos sistemas jurisdiccionales, con órganos especiali-zados, estructurando procesos originales y con principios modernísimos. Con todas sus vicisitudes llegaron, incluso a impactar en los sistemas civiles de administración de justicia, porque se revelaron contra el tradicionalismo. En esta forma, se fundaron las bases para la consolidación de un verdadero movimiento de jurisdicción agraria especializada.

Se encarga de abrir esta nueva etapa, con criterios realmente originales, la Ley de Reforma Agraria peruana No. 17.716 del 24 de junio de 1969. Por su medio se concibe un Fuero Privativo Agrario. Es-tuvo constituido por un tribunal agrario ubicado en Lima y juzgados de tierras distribuidos por todo el país. Se concibió una estructura de administración de jus-ticia ágil, sencilla. Se buscó la celeridad para resolver los procesos sin dilación; por eso se quedó en dos instancias sin casación. El tribunal fue un órgano co-legiado mientras los juzgados de tierras serían unipersonales. Para ambos casos la ley exigió requisitos de especialidad

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y probidad. Uno de los aspectos más importantes fue la competencia; porque el legislador peruano, además de la normativa de reforma agraria, abarca todo el contenido del derecho agrario. Se conciben dos tipos distintos de pro-cedimientos: el ordinario agrario y los especiales.

En el ordinario agrario se conoce de todos los asuntos para los cuales no existe una tramitación especial. Fue profundamente simplifi cado; sin inci-dentes ni formalidades. Por esta razón tiene tres etapas muy bien determinadas: interposición de la demanda, audiencia de pruebas y sentencia.

Los procedimientos especiales, por el contrario, se encuentran constituidos por las expropiaciones, recursos de am-paro, juicios de las comunidades cam-pesinas, deslinde, tercerías excluyentes de dominio, formación de títulos suple-torios, división y partición, interdictos, y muchos más. En los especiales, se sigue la tramitación establecida por la normativa donde se originaron y no en la normativa procesal agraria.

Las características califi cantes del fuero son las simplifi caciones proce-sales y la función activa del juez. Sus principios procesales, por los cuales cobra fama el fuero, son el de la orali-dad, amplios poderes otorgados al juez para conducir el proceso y encontrar la

verdad real, así como el de la gratuidad de la justicia. La oralidad, se manifi esta en la audiencia de pruebas. En ella, las partes y sus abogados disponen, bajo la dirección del juez, de la evacuación de la prue ba a través de la expresión oral, creando el contradictorio, interrogando, discutiendo, en fi n, aportando los ele-mentos para probar los hechos de sus pretensiones.

Con la oralidad se encuentran tam-bién los principios consustanciales de inmediatez y concentración. El contacto directo del juez con las partes y la prueba va a crear la inmediatez. La concentración está presente, porque el juicio se verifi ca en una sola diligencia continua, general-mente en el terreno, donde además de in-terrogar a los testigos también se cumple la inspección ocular y se ordena la prueba pericial. Finalmente, también se consagró el principio de la gratuidad de la justicia. Por una parte existe gratuidad fi scal para campesinos, cooperativas y comunida-des. El aspecto más importante, desde el punto de vista social, es la gratuidad de la defensa técnica, la cual se debía ejercer a través de la Ofi cina General de Asesoría Jurídica del Ministerio de Agricultura.

La jurisdicción agraria venezola-na fue organizada desde 1976, a través de la Ley Orgánica de Tribunales y Procedimientos Agrarios, donde se institu cio nali za una jurisdicción especia-lizada para el derecho agrario. Luego fue

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reformada, el 29 de agosto de 1982, para adquirir las características actuales. Con-ci be a los tribunales agrarios de primera ins tancia y los tribunales superiores agra rios, en segunda. Además, se crea un órgano administrativo llamado Pro cura-duría Agraria Nacional, cuya función es ejercer la defensa y representación de los benefi ciarios de la reforma agraria. La competencia se refi ere a todos los asun-tos donde deba aplicarse la legislación agraria, así como el aprovechamiento de los recursos agrícolas, después se agrega lo referido a la protección de los recursos naturales y se incorpora el contencioso administrativo agrario.

Los procedimientos establecidos son los mismos pautados en la Ley Orgánica de los Tribunales y Procedimientos de Trabajo, a falta de procedimientos espe-ciales en la materia. Se encuentran dos tipos de procesos; por el ordinario agrario se conoce de todos aquellos asuntos pre-vistos en la competencia, para los cuales no exista un procedimiento especial previamente establecido; los especiales, son aquellos con una regulación en otra normativa, cuyo carácter agrario los atrae hacia esta jurisdicción especializada. Ini-cialmente, se previeron los principios de la oralidad, el inquisitivo, abreviación y concentración.

Con la reforma se pretendió mante-ner el de la oralidad junto con mayores poderes para el juez y la gratuidad de

la justicia. Verdaderamente, la oralidad no se manifi esta en forma plena, pues la prueba no es recibida en esta forma por el juez. Por tal la inmediatez y la concentración también tiene sus límites. El problema está en no haber concedido un proceso para el derecho agrario y asumir el laboral, donde las normas del proceso civil incluso, se aplican suple toriamente. Al no haberse resuelto el tema de la oralidad, con la reforma, sí se mejoró en alguna forma el de los poderes del juez. Principal-mente, se consagran los preceptos de la verdad real, amplitud de la prueba e igualdad real entre las partes. Esto ocurre sin perjuicio de las facultades genéricas de los jueces de ordenar de ofi cio la evacuación de pruebas, o dictar ofi ciosamente medidas para asegurar y proteger la producción agraria y los recursos naturales renovables. Dentro de esos poderes, conviene destacar el de la facultad del juez para improbar una transacción, cuando estime una lesión a derechos o intereses de los benefi ciarios de la reforma agraria.

Se redefi ne también, con la reforma, la función de la Procuraduría Agraria Na cional. Ahora va a ser un organismo administrativo con autonomía funcional, adscrita al Ministerio de Agricultura y Cría. Su acción se amplía a la asistencia técnica gratuita a pequeños productores pesqueros; y se le faculta, con un sen-tido más amplio, a interponer de ofi cio

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acciones, cuando hubiere violación o transgresión lesiva a los derechos de los benefi ciarios.

En Costa Rica también se ha conce-bido una jurisdicción especializada a tra-vés de la Ley No. 6.734 del 29 de marzo de 1982. Toda la estructura se encuentra ubicada dentro del Poder Judicial. Se institucionalizaron juzgados agrarios para conocer en primera instancia, un tribunal superior con sede en San José, para la segunda y recurso ante la Sala de Casación, Primera de la Corte Suprema de Jus ticia, como tercera instancia roga-da. Junto a los órganos judiciales, se ha estructurado una sección para la defensa agraria, dentro del Departamento de Defensores Públicos. La competencia otorgada a la jurisdicción es amplísima, pues abarca todo el derecho agrario. Si bien, se señalan una serie de acciones, la jurisprudencia ha interpretado la competencia evo lutivamente, siguiendo el criterio de la teoría de la empresa. En esta forma se conocen los asuntos, donde se discutan temas referidos a la actividad empresarial agraria. Igualmen-te, abarca las actividades conexas a ésta de industrialización, transformación y comercialización de productos agrícolas; naturalmente, las acciones referidas a fundos de aptitud agraria.

La ley contempla tres tipos distintos de procesos. Primero, el ordinario agra-rio. En él, se discuten todos los asuntos

para los cuales no hay una tramitación específi ca. La ley concibe el proceso en forma concreta, pero mucho más sumario respecto del civil, bajo los linea mientos del proceso laboral cuyos principios también se siguen supletoria mente. En el ordinario, jurispruden cial mente, se han incluido los civiles de Ha cienda contra el Estado, y en un cierto momento también, contenciosos administrativos, pero en este último caso, luego, la misma jurisprudencia los limitó.

En segundo lugar, se encuentran los procedimientos especiales, contempla-dos en la misma ley, constituidos en un principio por las expropiaciones agrarias y las demasías. En cuanto a expropiacio-nes, una ley general de esta materia las sustrajo para pasarlas a la jurisdicción ordinaria. Finalmente, se encuentran los otros procedimientos, constituidos por un conjunto de acciones, ubicados en diferentes cuerpos procesales e incluso legislación especial, atraídos a esta ju-risdicción por referirse a fundos agrarios o a la actividad agraria. En el ordinario agrario se sigue la verbalidad, que en es-tricto sentido no es oralidad. Porque en la etapa de pruebas el juez, casi siempre, se traslada al lugar del confl icto y ahí re-cibe el elemento probatorio. Comienza con un reconocimiento judicial, luego recibe los testigos, y eventualmente la prueba pericial. Es verbal porque el juez interroga, dando luego la palabra a las partes para formular preguntas y,

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posteriormente, consagra en un acta lo declarado por el deponente a todas las preguntas. Con la verbalidad se está también en presencia de los principios de inmediatez y concentración. Nunca se comisiona a otro juez para realizar el juicio y, además, hay poca distancia entre la demanda y la sentencia. Este criterio no constituye la oralidad y como aspecto negativo en casi todos los ordinarios hay la posibilidad de tres instancias. Esto último rompe con la concentración. No obstante, como segundo principio fundamental, hay un reequi li brio por medio de los importan-tes poderes otorgados al juez. Ellos van desde el impulso ofi cioso del proceso, pasando por facultades concedidas para la admisión y evacuación de la prueba, hasta culminar con una amplia discre-cio na lidad, para apreciar y valorar la prueba sin sujeción estricta a las normas de derecho común.

En tercer lugar, se consagra el principio de la gratuidad de la justicia. Hay gratuidad fi scal, porque no se de-ben pagar impuestos ni rendir fi anzas, aun cuando las pruebas de peritos y los gastos de transporte corren por cuenta de la parte. La defensa pública agraria es la máxima expresión de este principio. Se otorgó, inicialmente, sólo para defender a los no habientes, pero luego el servicio se amplió para ejercer acciones deman-dando el cumplimiento de los derechos de esos benefi ciarios.

La ley costarricense de 1982, en este momento, es objeto de un profundo debate, tanto en el Poder Judicial como en la Asamblea Legislativa, para aprobar una profunda reforma. La competencia se ampliaría a lo ambiental en cuanto interesa a lo agrario. Va a abarcar todo el ámbito agroambiental. De igual manera, la competencia se reduce para dejar co-nocer lo penal. Se pretende incorporar la oralidad plena. Los jueces agrarios tan solo instruirían el proceso, cumpliendo la misión de llevar la paz a las partes por medio de la mediación y la conciliación. Si no hubiere arreglo, o solo fuere en parte, el juicio oral y público lo realizará el tribunal superior agrario, a través de secciones llamadas a recorrer el país y apersonarse en los lugares de confl icto. Sin embargo, lo más novedoso es la incorporación de normas de fondo aun-que con impacto en lo procesal, sobre el sistema de fuentes y la interpretación en el derecho agrario y lo agroambiental.

Colombia forma parte también del concierto de los ordenamientos de la segunda etapa de la jurisdicción agraria. El Estatuto de Jurisdicción Agraria, fue aprobado por medio del decreto No. 2.303 del 7 de octubre de 1989. Por su medio se cumple el sueño frustrado de la Ley No. 200 de 1936. La competencia es de carácter genérico, ya que abarca un amplio campo de acción cuyo objeto es el derecho agrario. Se refi ere a la actividad agraria fundiaria,

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así como los recursos naturales y el ambiente rural en general. Uno de sus fi nes principales es garantizar un tra-tamiento compensador entre las partes desiguales. En este sentido también se incluye la acción popular para la protección del ambiente rural. Aun cuando se han creado pocos órganos jurisdiccionales la ley crea y organiza la jurisdicción agraria a través de 115 juzgados agrarios en todo el país. Para ciertos casos de menor cuantía, conocen en única instancia y para los demás, como primera instancia. Se crean a su vez las salas agrarias en la mayor parte de los tribunales superiores de distrito judicial. A ellas les corresponde conocer en alzada de las sentencias dictadas por los juzgados. En los casos establecidos por la ley procede el recurso de casa-ción. Aún cuando los juzgados tienen asignada una competencia territorial, también se introduce la modalidad del desplazamiento de los jueces.

En esta normativa se contemplan tres tipos de procesos declarativos. Por medio del ordinario, con mucha similitud del proceso abreviado de la legislación procesal civil, se conoce de todos los asuntos carentes de un proceso especial. Por otro lado, están los procesos verbales, enumerados en la ley, casi siempre fun-diarios, defi nidos por una cuantía inferior a la del ordinario. Finalmente, están los procesos especiales referidos a contratos, posesión y recursos naturales.

Como principios procesales des-tacan la simplicidad, concentración y brevedad de las actuaciones, como for-ma de buscar la celeridad del proceso. Destacan los amplios poderes del juez. Le corresponde conducir el proceso y principalmente, verifi car dos audiencias de gran trascendencia por el resultado del asunto sometido a su conocimien-to. La primera es la obligatoriedad de la audiencia de conciliación en todo proceso declarativo. Ella se celebra después de la etapa de la interposición de la demanda, o a solicitud de partes, en cualquier etapa del proceso. Ahí se procura un acuerdo amigable, salvo el caso de transacción en derechos de personas incapaces o amparadas por pobres. El efecto principal es la cosa juzgada parcial o total. Con la primera se delimita el punto de discusión y con la segunda, fenece el proceso. En la práctica hay un gran éxito con la conci-liación judicial, porque muchos procesos terminan ante los juzgados o las salas agrarias por la acción pacifi cadora de los titulares de estos órganos. La otra audiencia fundamental, es la de pruebas cuando no hay conciliación total. En ella el juzgador dirige y administra el elemento probatorio. Se procura man-tener una cierta situación de equilibrio procesal, para evitar la desigualdad ma-terial entre las partes. El principio de la defensa técnica gratuita, se materializa a través del Instituto del Amparo de Po-breza, garantizado para los campesinos

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de escasos recursos, así como para las comunidades e indígenas.

Estas etapas de la jurisdicción agra-ria muestran un modelo consolidado de justicia. Incluso dentro de los sistemas procesales latinoamericanos, se les ca-lifi ca históricamente con una marcada personalidad y constituyen un modelo, para incorporar sus novedades a los otros tipos de jurisdicciones especiali-zadas. Su infl uencia se ha sentido, sobre todo, en materia laboral y de familia. Es más, existen inquietudes para llevar estos avances al proceso civil; por eso, parecen marcar una impronta histórica. Sin embargo, no dejan de surgir muchos riesgos. Se trata de nuevos problemas, referidos a su eventual efi cacia y sobre-vi vencia, dentro de los sistemas judicia-les. Ello obedece a reacciones frente a los procesos de reforma agraria, donde algunos de ellos fueron concebidos, o bien, al fenómeno de la restauración tan típico de los sistemas jurídicos. Un breve análisis de estos riesgos, permiti-rá comprender mejor los peligros y los retos del futuro.

El más complejo de los problemas es la restauración judicial. Independiente-mente de los criterios del legislador para concebir un modelo original, dotado de instrumentos procesales idóneos y bien concebidos, al entrar en contacto con el sistema judicial, donde imperan otros principios y fi nes, la justicia nueva corre

el riesgo de sucumbir, porque resulta un cuerpo extraño dentro de la justicia tradicional.

En este caso pueden presentarse dos fenómenos. Uno de ellos, lógicamente, es el de derogar la nueva normativa por no llenar las expectativas o por no cumplir sus objetivos. El caso más claro fue el de la ley peruana de 1969. En una reforma posterior del Poder Judicial se consignó un Transitorio, encargado de fi jarle un límite temporal al Fuero Agrario. En realidad, esto obedeció a una defi nición política contraria a la reforma agraria. La pretensión fue incorporarlo a la estructura del Poder Judicial, para someterlo a los lineamientos de éste. Aún cuando el fuero se mantuvo varios años más, no tuvo sufi ciente capacidad de resistencia. Fue así como, posterior-mente, fue anulado y más tarde desarti-culado. El otro caso es el de su anulación dentro del Poder Judicial; constituye una cierta pérdida de efi cacia, pérdida de objetivos y, sobre todo, desaparición de la especialidad. La jurisdicción agraria venezolana presenta esta patología. Los juzgados agrarios, originalmente conce-bidos para conocer exclusivamente de esta materia, comenzaron a perder su especialidad. El mecanismo consistió en atribuirles competencia en materias dis-tintas. En esta forma, en vez de agrarios han comenzado a ser juzgados mixtos. Porque, en el mismo territorio, tienen la obligación de conocer y resolver causas

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no agrarias. No se trata de llevar a lo civil, laboral o familia el nuevo proceso a través de los juzgados agrarios. Por el contrario, se trata de desvirtuar su fun-ción, al recargarles causas distintas, cuyo procedimiento es totalmente diferente al agrario. En esta forma, no sólo se le brin-da menor importancia a la materia, sino también, dentro del cúmulo de trabajo, la disciplina tiende a desnaturalizarse.

Esto trae como consecuencia otro problema que puede llegar a ser un riesgo aún más grave; se trata del nom-bramiento de jueces sin especialidad en derecho agrario. La explicación de los poderes judiciales está en la falta de ne-cesidad de nombrar especialistas para lo agrario, si ese requisito no rige para las demás materias. Efectivamente, muchos sistemas latinoamericanos no exigen a los jueces de las otras materias especialidades académicas para el ejer-cicio de su cargo. Esta omisión debería ser corregida. Además, esto no justifi ca en modo alguno el nombramiento de jueces agrarios desconocedores de la materia cuando la ley impone ese requisito. El problema no es de orden procesal, es de política judicial. El ries-go es devaluar la calidad de la justicia agraria, porque la especialidad de los institutos de la disciplina, requiere de un conocimiento más profundo para aplicar los principios propios y no los de cualquier otra rama del derecho. Cuando esto ocurre se desnaturaliza

el modelo. Ello signifi ca un retroceso en cuanto se comienzan a aplicar nor-mas contradictorias o contrastantes. En consecuencia, las exigencias de la agricultura, y toda su compleja proble-mática, en vez de resolverse se agrava, porque la restauración resulta más evidente al aplicarse el ordenamiento civil y no los principios generales del derecho agrario.

Otro de los graves riesgos de la jus-ticia agraria y ambiental, está en la pér-dida de signifi cado de su jurisprudencia, porque a falta de claridad de los criterios unifi cadores de una cierta disciplina, al iniciarse la contaminación de aquélla con conceptos antagónicos, sólo se genera la inseguridad jurídica y su absoluta desar-ticulación. A este riesgo con tribuyen mu-chos factores; uno de ellos, naturalmente, es el de los jueces sin especialidad; otro, tener jueces espe cializados superiores je-rárquicos sin dominio de la materia, prin-cipalmente por falta de discernimiento de ellos para aplicar en forma preeminente los principios generales de la materia so-bre normas de otras disciplinas. Y en este riesgo pueden incurrir incluso los órganos jurisdiccionales especializados como ocurre, generalmente, en todas las demás disciplinas. Este es el más claro ejemplo de la restauración. Signifi ca la aplicación de un cierto derecho amorfo, indistinto, ajeno a las exigencias de la sociedad, desconocedor de las realidades, muchas veces resumido en el Código Civil.

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11. Problemas y desafíos genéricos de los poderes judiciales a superar por la justicia agraria y ambiental

La justicia agraria y ambiental en-frenta los mismos problemas de todos los poderes judiciales. Son problemas y desafíos genéricos; es importante tener claridad meridiana sobre ellos, porque también, frente a estos riesgos pueden sucumbir los nuevos intentos.

En efecto, la sociedad democrática moderna tiene nuevos requerimientos para los sistemas judiciales. El sistema organizado de justicia debe ser instru-mento para la solución de los confl ic-tos de toda la sociedad, no sólo de los confl ictos de intereses subjetivos. Se trata de alternativas y orientaciones para el rumbo cultural, democrático, económico y social de los tiempos modernos.

Los dos requerimientos más im-portantes de la sociedad democrática moderna son la nueva dimensión del principio de igualdad ante la ley y la seguridad jurídica para un mundo en permanente evolución y cambio. Se trata de exigir al derecho un mayor contacto con el pueblo. No aislado o a espaldas suyas; porque el derecho no es, ni puede ser, el producto de un ejercicio intelec-tual. Es, por el contrario, una vivencia real llamada a resolver problemas reales.

Estas exigencias se evidencian con la acusada crisis del derecho, y sus con-sustanciales crisis del Estado y de los sistemas judiciales.

Las objeciones planteadas para su-brayar la crisis del derecho tienen dos perspectivas distintas. Por un lado, la pérdida de signifi cado de la ley y, por el otro, la indeterminación de la juris-prudencia. La primera se acusa cada día con mayor insistencia. Se le achaca a la ley la falta de capacidad como ins-trumento para el logro de las soluciones más justas entre los ciudadanos; porque el legislador moderno parece estar más preocu pado por la sobre vivencia del Estado que por el desarrollo jurídico de la sociedad. Sus tareas se dirigen a resolver problemas de fi nanciamiento, buscar empréstitos, aprobar presupues-tos. Ello signifi ca quedar en la órbita del aparato estatal. La producción legislativa de los problemas más apremiantes de la sociedad (en el plano económico, social, cultural o humano) no se enfrentan. El ordenamiento jurídico se muestra como un sistema desfasado de la realidad actual; por eso ofrece un panorama desolador. Aun cuando el conjunto normativo es de grandes dimensiones, complejo e inexpugnable, también se encuentran muchísimas leyes viejas, obsoletas, lejos de ser las mejores o las urgidas por la sociedad. Los principales códigos, por lo general, producto de la herencia de otros momentos históricos,

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se encuentran en posición contrastante con la misma sociedad.

En el ámbito agrario y ambiental se encuentra una situación alarmante, porque se trata de disciplinas sin nor-mas. En esta forma, la agricultura para regirse moderna y adecuadamente debe recurrir a los principios generales de la materia y no a la legislación. En materia ambiental el contenido de la disciplina es limi tadísimo, reducido a documentos internacionales sin normas claras y vincu-lan tes, por esa razón, existen muchos criterios porque es un derecho intuido; no concreto ni delimitable.

Estos fenómenos ponen a dudar al ciudadano de la igualdad ante la ley. El concepto popular de ella es totalmente diferente. Para superar las difi cultades el derecho agrario y ambiental, deben concebir un adecuado sistema de justi-cia, donde principalmente se garantice el establecimiento de una igualdad material y no meramente formal. Debe constituir una garantía democrática de seguridad para los ciudadanos; de lo contrario, caería en los mismos problemas de la justicia tradicional.

Por otra parte, se acusa la indeter-minación de la jurisprudencia. La labor judicial no puede orientarse única y exclusivamente a la satisfacción de in-tereses individuales o a la solución de confl ictos interpersonales. La solución

de casos, sin una política general, con base en una legislación desfasada de la realidad ofrece un producto contradic-torio e in satisfactorio. Por esa razón, soluciones disímiles para presupuestos fácticos semejantes, crea en la ciudadanía una desconfi anza en el sistema judicial. La crisis resulta más evidente cuando el juez resulta ser un mero instrumento del designio de cuerpos jurídicos dotados de soluciones sin credibilidad. Si la exégesis es el método del juzgador para resolver los graves problemas modernos, poco sentido tiene el reclamo de justicia.

Frente a estos graves problemas debe plantearse urgentemente en lo agrario y ambiental una nueva interpretación jurídi-ca; porque es el único mecanismo para la evolución. La interpretación del derecho se muestra como una garantía fundamen-tal de la libertad. En la interpretación, labor propia de los sistemas judiciales, y por medio de los más altos tribunales, se deben satisfacer los principios de igual-dad ante la ley y de seguridad jurídica.

12. Los nuevos horizontes de la justicia agraria y ambiental

Para tener claridad de las vicisitudes históricas de la jurisdicción agraria en Latinoamérica, en una mirada retrospec-tiva, así como de sus éxitos y fracasos, problemas y riesgos actuales, conviene ahora mirar hacia el futuro para encon-

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trar las bases de su modernización, a través de nuevas alternativas ins titu-cionales. Sólo así se podrá cumplir con las expectativas de la disciplina.

Se trataría de vislumbrar los hori-zontes de la justicia agraria y ambiental, como nueva dimensión hacia el siglo XXI, con el propósito de concebir los lineamientos sobre los cuales se debe-rían consolidar y fortalecer los modelos procesales existentes y tratar de orientar los nuevos intentos.

A) Debe quedar claro, naturalmente, el obligado acercamiento entre lo agra-rio y lo ambiental; por eso, la moder-nización obliga a institu cio nalizar la dimensión ambiental de lo agrario. Ello implica, necesariamente, atraer hacia la competencia de los órganos jurisdiccionales especializados, todo lo agroam bien tal; esto signifi ca úni-camente lo vinculado al agro, porque los otros campos son competencia de otros tribunales, como los civiles, penales o contencioso administrati-vos.

B) Los principios procesales meta han de constituir las grandes orienta-ciones por donde deberán dirigirse los sistemas procesales agro am-bientales para adquirir rasgos de modernidad.

1) Desde hace muchos años en el derecho procesal se ha con-

siderado a la oralidad como el nombre símbolo de evolución y avance, porque los sistemas procesales aún atados al princi-pio de la escritura, encuentran límites muy complejos para constituir verdaderos vehículos para la justicia. Si bien es cierto, después de la Revolución Fran-cesa la escritura constituyó una garantía para la igualdad, frente al secreto de los procesos medie-vales, la lentitud encontrada en ellos, así como el formalismo y, sobre todo, la distancia estableci-da entre la realidad y los jueces, pronto demostraron su incapaci-dad para cumplir los objetivos de una administración de justicia realmente igualitaria. Es to es explicable porque si el proceso es lento, lleno de articulaciones y recursos, sólo sirve al culpable, quien se vale de él para retardar los fallos; se convierte en instru-mento para la injusticia, por esta razón fue necesario crear nuevos criterios procesales.

Con la oralidad se pretende darle dinamicidad al proceso; debe ser más ágil y rápido. Es en la etapa probatoria, la más importante del proceso, donde se manifi esta realmente. Ésta, constituye un instrumento para acercar a las partes, establecer contacto entre ellas con sus abogados, entonces se les permite expre-

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sarse, se crean las condiciones idóneas para el contradictorio, se satisface la posibilidad de encontrar la verdad real a través del interrogatorio amplio de los testigos, se conocen a viva voz y direc-tamente los dictámenes de los expertos, se intercambian criterios y opiniones y, sobre todo, por medio de este principio se facilita la labor del juez para apreciar en una dimensión verdadera el contenido y valor de las probanzas.

En las otras etapas donde deben docu mentarse los actos siempre es im-portante la escritura. En consecuencia, tanto la etapa de la interposición de la demanda y la contestación, incluidos los documentos aportados en esa, así como en la etapa constituida por la resolución del proce so representada por la senten-cia, sigue manteniéndose la expresión escrita.

Con la oralidad se manifi estan otros dos principios absolutamente consus-tanciales como son el de la inmediatez y la concentración. Ellos van a garan-tizar la humanización del proceso y la celeridad. Con la inmediatez se expresa el contacto directo del juez con las partes y la prueba. Permite al juzgador adentrarse en el elemento probatorio para encontrar la verdad real, y no sólo a la formal pretendida por las partes. Con esa relación se superan los límites del juez típico de la escritura, donde se confunde el mundo de los documentos

y alegatos escritos con la realidad, porque la inmediatez facilita al juez en-contrar el cuadro fáctico buscado para aplicar el derecho. Por su parte, como las pruebas deberán recibirse en una o pocas audiencias, también está pre-sente el principio de la concentración. Las distancias entre la etapa inicial de la interposición de la demanda y la sentencia se estrechan más. Habrá, en consecuencia, una administración de justicia más pronta y cumplida.

La oralidad concebida en esta forma obliga necesariamente a la identidad física del juzgador, ya que sólo podrá dictar sentencia el juez imbuido de la discusión. Jamás, quien no estuvo en el juicio.

2) El principio de la oralidad impli-ca necesariamente darle poderes al juez; porque en la escritura los poderes le son otorgados única-mente a las partes, y el juez es tan solo un árbitro, encargado de fi jar las pautas establecidas en la ley a instancia de ellas.

Con la oralidad los poderes son de

las partes, pero también otorgados al juez de diferente tipo, aunque no pue-den ser ejercidos ni sobre las partes ni arbitrariamente, pues siguen siendo las partes las que defi nen el contenido del proceso, su prueba, y la búsqueda de la verdad, con el auxilio del juez.

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Primero, lógicamente, está la facul-tad para conducir el proceso. Las etapas previstas en las normas son abiertas y cerradas por el juzgador, sin necesidad de instancia de parte. En esta forma, asume el papel de director y conduc-tor del proceso. Una vez puesto en su conocimiento el contenido del debate, a través de la demanda y contestación, está obligado a continuar hasta su fi nal. En consecuencia, no podría imputarse a las partes el castigo de la desestimación o el abandono. El avance por las diferen-tes etapas procesales, puede conducir a la sentencia, pero también, a fórmulas alternativas de solución de confl ictos, porque esta última también constituye una vía para terminarlo.

Los poderes más importantes se refi eren, en segundo lugar, a la ad-ministración del elemento probatorio, porque el juez es quien decide sobre la admi sibilidad de la prueba. Éste puede rechazar la impertinente o abundante, más no puede ordenar otras, ni siquiera para mejor proveer, pues esa es una característica de los sistemas procesa-les autoritarios. Además, al dirigir el debate en la etapa probatoria, decide los criterios para evacuarla, permite a las partes interrogar o preguntar, se-ñalar límites en cuanto a su contenido o alcances y, sobre todo, ha de estar facultado para formular preguntas directamente para obtener el máximo provecho de ella.

Finalmente, deberá tener amplios poderes para apreciar y valorar la prueba recibida. Esto signifi ca gozar de amplias facultades para determinar el cuadro fác-tico sobre el cual deberá dictar la senten-cia. Para tal efecto razonará y justifi cará el valor dado a las probanzas, expresando los criterios de legalidad o de equidad para sus valoraciones, sin sujeción estric-ta a las normas de derecho común sobre la valoración de la prueba.

3) La modernización procesal de berá implicar también la gra-tuidad de la justicia. Ello opera a través de la garantía de defensa de los justiciables sin recursos económicos para enfrentar los procesos. Igual mente, por me-dio de mecanismos llamados a llevar a los estrados judiciales el que branto de normas am bien-tales y buscar las sanciones previstas en las leyes.

La defensa técnica gratuita, ga-rantizada como principio general del derecho procesal debe incluir, tanto la asistencia para ser demandado, como para demandar. En esta forma, el acceso a la justicia es más amplio y democráti-co. El abogado nombrado para asistir a los no habientes, deberá gozar de especialización en derecho agrario y ambiental, y tener el apoyo logístico necesario para desempeñar su labor en forma efi ciente.

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En el caso de las infracciones norma-tivas al ambiente, una sana administra-ción de justicia debe contar con fi scales ambientales o ecológicos, llamados a investigar y denunciar las infracciones cometidas. Han de constituir un cuerpo uniforme con los defensores públicos, pues aun cuando actúan en campos dis-tintos, cumplen los mismos fi nes.

C) La modernización de la justicia agraria y ambiental exige introducir fi guras fundamentales para alcanzar también la paz. Se trata de institutos procesales llamados a distensar a las partes. Encontrar soluciones alterna-tivas para evitar, sólo en casos indis-pensables o extremos, la impo si ción de la sentencia.

Estos institutos son de diferente tipo y pueden ser utilizados conforme a las exigencias mismas del proceso. La mediación y la conciliación consti-tuyen algunos de ellos. En este caso, el juez trata inicialmente de mediar entre las partes para encontrar una solución conforme a las diferentes pautas seña-ladas por éstas. Posteriormente, trata de buscar una posible solución y la ofrece como vía conciliatoria. Para tal efecto, el juzgador deberá inicialmente identifi car los aspectos respecto de los cuales no existe disputa, y poco a poco incursio-nará en los aspectos confl ictivos. Si se llega a un acuerdo, éste se documenta y posteriormente se aprueba. Lo acorda-

do se comprende limitado a extremos negociables, nunca a los irrenunciables, respecto del cual opera la cosa juzgada. Si tan solo existe un acuerdo parcial, también se le documenta y se continúa el proceso.

La mediación y conciliación puede plantearse en diferentes etapas del pro-ceso. Conviene intentarlo desde el prin-cipio; incluso si no se logra volver sobre ello una vez evacuadas las pruebas, aún antes de dictar la sentencia.

En todo caso, conviene impulsar estas soluciones garantizando los de-rechos profesionales de los abogados, porque si va en perjuicio de sus hono-rarios ellos mismos se convierten en un obstáculo, pero si ocurre lo contrario, otorgando porcentajes, lucharán por la conciliación.

También conviene prever fórmulas arbitrales cuando no funcione la me-diación o conciliación. En este caso se trataría de árbitros llamados a encontrar solución al confl icto. También puede preverse la intervención de expertos conciliadores dentro del mismo sistema de administración de justicia distintos del juez de la causa.

D) En el campo agrario y ambiental evi-dentemente sólo lo patológico debe-ría llegar a las instancias ju di ciales; por eso, dentro de las solu ciones

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alternativas de la justicia también se comienzan a prever instancias administrativas.

En materia agraria existen intere-santes posibilidades respecto de los contratos agrarios, cuando son los mismos gremios o grupos organizados de productores y propietarios, asistidos por la Administración Pública, quienes encuentran solución a sus propios pro-blemas o intereses contrastantes. En los contratos de arrendamiento y aparce-rías, así como en los agroindustriales, generalmente hay organizaciones vi-gilantes del cumplimiento y satisfac-ción de sus intereses. En este caso la creación de instancias administrativas para resolver los problemas adquieren gran validez.

Igual acontece con los problemas de la propiedad y posesión. Porque hay instituciones llamadas a conocer esos confl ictos a través de procedimientos administrativos. Cuando se encuentra solución a los diversos confl ictos, en-tonces los acuerdos o soluciones deben sustituir la contienda judicial.

Particular relevancia adquiere tam-bién la solución de confl ictos por los propios interesados a través de sus comunidades con la asistencia de la Ad-ministración Pública. Uno de los casos más interesantes para Latinoamerica lo constituye la justicia comunal e indígena

donde se aplica el derecho consuetudi-nario; en ellos debe, privar su derecho, no el ordinario.

En el aspecto ambiental también hay tribunales administrativos, llamados a encontrar solución a confl ictos de ese orden. Por su medio pueden imponerse sanciones. Sin embargo, adquiere mayor importancia cuando sirve de instrumen-to para la prevención. Los ciudadanos teniendo acceso a estas instancias, adquieren una cultura de conservación y protección de los recursos naturales indispensables para preservar el medio ambiente.

E) También para lo ambiental se vienen impulsando modelos inte-re san tí simos para la solución in-ternacional de confl ictos. En estos casos los Estados y los organismos in ter na cio na les tendrían una vía para encontrar respuesta a los serios problemas, refe ridos a la infracción de normas internacionales en zonas fronterizas, respecto de ríos, mares o, en gene ral, daños al ambiente con efecto en áreas de ellos o de terceros Estados.

Uno de los ejemplos más valiosos, lo constituye la creación de una Corte Internacional de Arbitraje y Concilia-ción Ambiental, por un grupo de des ta -ca dísimos juristas, expertos en derecho ambiental, con sede en San Se bas tián,

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España, y en México, cuyo fi n es ofre-cer la posibilidad a los Estados, los organismos internacionales, así como a los sujetos de cualquier tipo, cuando los Estados están dispuestos a some-terse a arbitraje o a esa jurisdicción, para encontrar soluciones jurídicas a los problemas.

La Corte cuenta con un grupo de especialistas de reconocida fama en todo el mundo, y con procedimientos de carácter internacional, para resolver los casos.

También resulta estimulante y válido el intento por crear una Corte Interna-cional del Ambiente. Esta fue sometida a la aprobación de las Naciones Unidas. Su objetivo es constituir un organismo supranacional con competencia para aplicar los tratados y convenios inter-nacionales, garantizar en esta forma el debido cumplimiento de esos instru-mentos internacionales y la adecuada preservación de los recursos naturales en el mundo.

13. La modernización del sistema judicial agrario y ambiental a través de un sistema estructurado de fuentes e interpretación del derecho

El secreto fundamental de la mo-dernización de la justicia agraria y

vambiental, así como de cualquier sis-tema judicial, se encuentra íntimamen-te vinculado con el tema de las fuentes y la interpretación del derecho. Constituye el despertar dinámico, constructivo, de avance, en las disciplinas de cambio constante y vicisitudes novedosas.

El tema del sistema de fuentes propio y específi co, aparece como consecuencia de la necesidad de contar con un criterio para determinar cuáles son ellas y cuáles no; porque hay fuentes absolutamente extrañas, e incluso con trastantes o ne-gadoras, de lo agrario y ambiental. Ade-más, conviene establecer una jerarquía entre unas y otras. Cuando la exigencia se dirige a buscar un modelo con fuentes propio y específi co es porque el sistema “general” de fuentes del ordenamiento no implica una discriminación para cada una de las ramas. En consecuencia, care-ce de sentido aplicar el sistema general cuando es necesario darle un sentido a la rama, en el campo específi co, y urgen de la ley o la jurisprudencia para señalar la forma como adquieren relevancia en cada campo específi co.

El tema de la interpretación, surge como excitativa para la defensa del ius constitutionis, del derecho objetivo. Esa salvaguardia entraña una fi nalidad pú-blica en lo agrario y ambiental más allá del interés de las partes. Cuando éstas acuden a la administración de justicia contribuyen a mantener incólume la

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aplicación e interpretación en lo agro-ambiental en forma directa, y en forma indirecta, cuando exista quebranto al derecho objetivo, también a encontrar respuestas a sus pretensiones.

Tanto para las fuentes como para la interpretación judicial, modernamente, la aplicación formal no es sufi ciente. La legislación general de los códigos ha dado paso a la legislación especial en el derecho agrario y ambiental. La especialidad, complejidad y mul-tiplicidad de estas normas obligan a la jerarquización y a nuevas formas interpretativas. Sobre todo porque los errores en la producción legislativa resultan hoy más evidentes. Existe mayor confusión y contradicción. Los criterios de la derogatoria de las leyes no constituye un instrumento confi able ni tampoco el de las reformas. La labor del juez especializado cobra mayor relevancia, porque resulta difícil la aplicación del derecho y, por ello, requiere de una preparación técnica más acabada.

La aplicación formal del derecho no es suficiente, porque en la época moderna el mayor problema radica en la ponderación, equilibrio y construcción entre valores y fuerzas para ir creando el derecho agrario y ambiental. El juez, sobre todo, aquel ubicado en la cúspide del sistema judicial llamado a sentar los criterios jurisprudenciales, va defi niendo

los principios generales de la disciplina. Estos adquieren aplicación concreta en cuanto informan al ordenamiento. En forma abstracta son pro gra máticos, pero en su aplicación cotidiana son con-cretos. Por esto la preeminencia de los principios generales del derecho agrario y ambiental juegan dentro del sistema de fuentes de la creación normativa, un papel histórico.

En consecuencia, el paso de la épo-ca clásica a la moderna se encuentra constituido por el cambio de criterio respecto al dogma de la primacía de la ley. En la clásica bastaba la aplicación formal y exegética. Hay una intención legislativa por consagrar la literalidad de la norma. La realidad jurídica o los valores de la sociedad poco importaban. Era una aplicación formal y no real. En la época moderna prevalecen la realidad y los valores. El derecho se debe aplicar en forma real.

Por esta razón hay un elemento real-mente novedoso. En el derecho agrario y ambiental se reivindica a la jurispru-dencia como fuente del derecho. Esto constituye la base para crear un auténtico sistema de fuentes, concebir modernos criterios de interpretación y, sobre todo, darle a la jurisprudencia el carácter de fuente formal del ordenamiento, con aplicación obligatoria y vin cu lan te; porque todas las fuentes normativas son vinculantes. En lo agrario y ambiental no

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se comparte el viejo criterio liberal de proteger únicamente la libertad del juez desprotegiendo a su vez la libertad de la sociedad. La interpretación de la ley, su integración, y sobre todo los principios agrarios y ambientales deben ser acata-dos obligatoriamente por los juzgadores de instancia. La inobservancia de la jurisprudencia constituye inobservancia de la ley.

En un proyecto de Ley de Jurisdic-ción Agraria y Ambiental costarricense, se ha planteado un esfuerzo muy impor-tante por estructurar un adecuado siste-ma de fuentes, dar respuesta al tema de la interpretación jurídica en lo agro ambien-tal, y también reivindicar el carácter de la jurisprudencia como fuente del derecho. Las normas encargadas de señalar estos novísimos criterios, ofrecen un intento por iniciar formalmente el reto de esta fundamental transformación. También se muestran, en forma nove dosa, como una posibilidad para la discusión.

Artículo 6. Fuentes.

Las fuentes del derecho agrario, por su orden de jerarquía, son:

a) El derecho de la Constitución,b) Los tratados y convenios interna-

cionales y todas las declaraciones y principios de derechos humanos,

c) Esta y todas las demás leyes coinciden-tes con el espíritu de esta normativa, y

d) Los reglamentos y demás actos nor-mativos administrativos generales de carácter agrario o ambiental.

Artículo 7. Ordenamiento agrario.

El ordenamiento agrario es especial en cuanto a su materia y contenido.

La jurisprudencia y los principios generales del derecho agrario servirán para interpretar e integrar las normas escritas. Cuando éstos interpreten, integren o delimiten las normas ten-drán el mismo valor de la disposición interpretada, integrada o delimitada. En ausencia de norma tendrán rango de ley.

La costumbre y los usos servirán de fuente complementaria siempre y cuan-do amplíen, clarifi quen o mejoren esta nor mativa sin oponerse a ella. Sólo en ausencia de norma o principio general de esta materia, se aplicará el derecho común, en cuanto coincida con su fi lo-sofía y no se oponga a ella.

Artículo 8. Aplicabilidad.

Las disposiciones de los dos artí-culos anteriores se aplicarán también al derecho agroambiental.

Lo fundamental del sistema de fuen-tes estructurado, entre los numerales 6 y 7, es la clara defi nición por ser derecho

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agrario, sólo el derivado de las fuentes agrarias. Esto signifi ca apartarse del cri-terio de poder contaminar lo agrario con normas distintas de las suyas. Eso tiene fundamento en la especialidad, no en la generalidad. Ahí mismo radica ahora su autonomía.

Las fuentes más importantes, aparte de las escritas ya conocidas, serán los principios generales y la jurisprudencia. Los primeros derivan tanto del ordena-miento como de la cultura: son jurídicos y metajurídicos. Por su medio, realmente se está también reincorporando, aún cuando no se diga, a la doctrina porque la cultura de la disciplina es la conformada por los científi cos y cultores del derecho agrario y ambiental en sus obras, y a ellas recurre el juez. Las fuentes escritas serán sólo aquellas, coincidentes con la fi losofía de los principios; las antagóni-cas y negadoras no lo son.

En la interpretación no podrá apli-carse norma distinta de las agrarias; hay varios casos. En ausencia de ésta impe-ran los principios generales del derecho agrario y ambiental. Así la jurisprudencia adquiere importancia cardinal. Por otra parte, si interpreta la norma escrita logra integrarla de la misma manera. En este sentido, la jurisprudencia es la segunda voz de la ley, la nueva voz, y adquiere un rango sustitutivo. Entonces, cuando inte-gra la norma la jurisprudencia adquiere el valor de la norma integra da. Cuando, en

ausencia de ésta, suple el vacío o la laguna jurídica, tendrá rango de ley.

Independientemente de todo cuan-to deberá discutirse científi camente sobre este tema subyace otro aspecto más importante; en la técnica de estas normas hay una respuesta política, o si se quiere de política de la justicia agraria y ambiental. Es la respuesta para enfrentar la acusada crisis del de-recho; porque la pérdida de signifi cado de la ley se trata de superar con una dimensión más amplia de comprender dentro de ese concepto al or dena miento jurídico agrario, es decir, la integración de las fuentes formales y las materiales, donde la ausencia de norma escrita no requiere de la aplicación de disposi-ciones de otras disciplinas, sino de sus propios principios, y al comprenderse como especial se reduce el ámbito de su aplicación sólo a las agrarias. Por otra parte, la indeterminación de la jurisprudencia se supera dándole un papel protagónico dentro del proceso de interpretación, a través de instru-mentos reales, para la integración y delimitación de la disciplina. Así la ju-risprudencia será, junto a los principios generales, la fuente más importante del derecho agrario. Para todos los efectos, los criterios de fuentes e interpretación se aplican a lo agro am biental. Con ello, el cuadro de la modernización queda completo, cerrado, con visos de autonomía.

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Tampoco debe olvidarse la incor-poración de los usos y las costumbres agrarias como fuente; pero no son todos. Solamente aquellos llamados a ampliar, clarifi car o mejorar las normas agrarias. Esto es así porque, y sobre todo en agri-cultura y ambiente, muchos usos y cos-tumbres son contra legem. Es evidente en el sector agrario en la contratación. Existe la imposición del fuerte sobre el débil. Se conciben fi guras bajo el míni-mo legal irrespetando derechos del más pobre. Igual acontece en lo ambiental. Se desarrollan prácticas anti econó micas, violatorias del ambiente, como aquellas de quemar los bosques, destruir especies, lanzar desechos y, también, contratar la extracción de especies maderables donde hay vedas o exigencias legales de cumplir requisitos para la reforesta-ción. Por esta razón, sólo serán fuentes los usos y costumbres llamados a darle una dimensión más amplia, y justa, a las normas agrarias.

Pareciera contradictorio haber in-cluido “el derecho de la constitución” o, genéricamente, los tratados y conve-nios internacionales sin discriminar de lo no agrario o ambiental, pero no hay contradicción; en ambos casos se trata de fuentes con carácter general. En la Constitución están todos los derechos y no sólo los agrarios o ambientales. En buena técnica jurídica los derechos deben aplicarse en forma armónica, coherente, proporcional. Así el derecho

al ambiente sano y ecológicamente equi-librado no está por encima ni debajo de ninguna libertad. En la interpretación constitucional cobra vida el sentido de toda la sociedad, de sus valores y prin-cipios. Igual acontece con los convenios y tratados internacionales. Más bien en el seno de la Constitución y el derecho internacional, el agrario y ambiental se enriquecen.

14. La nueva just ic ia agrar ia y ambiental

La forma como se prepara el de-recho agrario para el nuevo milenio se encuentra directamente vinculada con las nuevas dimensiones de la disciplina y como una de esas dimensiones es la justicia; las nuevas orientaciones preten-den incorporar los aspectos referidos a los mercados, el ambiente y el desarro-llo como parte indisoluble de la nueva concepción.

La vinculación derecho agrario y ambiente para enriquecerse en lo agro-ambiental parece ser una de las claves fundamentales; porque por medio de este entrelazamiento, se impulsará también en el ámbito jurisdiccional, al desarrollo sostenible para asegurar la sobreviven-cia de un mundo productivo en armonía con la naturaleza. Ello signifi ca mayor productividad y efi ciencia protegiendo, respetando, preservando y conservando

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el medio. Si esta aspiración se cumple, podrán afi rmarse enfrentados positiva-mente los retos y se habrán cumplido sus fi nes trascendentales. Esto es fortalecer la democracia, dinamizando el ejercicio real de los derechos de los sujetos vinculados a la agricultura, en una nueva etapa don-de el ambiente es su base, pero también objeto de garantía para el futuro de las nuevas generaciones.

En el nuevo milenio la evolución vivida por la jurisdicción agraria en el siglo XX, ahora llamada a convertirse en agraria y ambiental o agroambien-tal, ofrece posibilidades ciertas para impulsar modelos desprovistos de los problemas ya conocidos de restauración judicial o su posible derogatoria legis-lativa. Para ello la garantía de llevar adelante un derecho agrario cada vez más moderno, por medio de la justicia, deberá comprender el aporte de jueces especializados dotados de gran mística y extraordinaria capacidad, imbuidos en la tarea y el compromiso de fortalecer la disciplina y evitar cualquier tipo de contaminación jurídica, su traición o negación.

La moderna justicia agraria y am-biental está llamada a dar respuestas no-vedosas, ágiles, originales, inteligentes, para contribuir con las aspiraciones de la sociedad democrática, dando mayor seguridad jurídica y superando cualquier posible crisis del derecho.

La legislación de la nueva justicia agraria y ambiental debe estar dotada de las técnicas jurídicas de los nuevos tiempos. Y ello debe ser comprendido en un sistema más amplio. Desde los órga-nos jurisdiccionales, hasta aquellos de la administrativa y los concebidos para los confl ictos internacionales. Deben estar indisolublemente concebidas, en una relación de complementariedad porque han de cumplir los mismos fi nes.

Por una parte, los temas de la ora-lidad, así como los de las soluciones alternativas de confl ictos, principalmente la conciliación y la mediación, deberán garantizar una justicia más humana, me-nos traumática, más ágil, orientada hacia la paz social y el desarrollo humano.

Además, en los nuevos sistemas ju-diciales, urge defi nir fórmulas orientadas a fortalecer institucionalmente la disci-plina, impidiendo por todos los medios su contaminación normativa. En este aspecto, las propuestas por introducir, junto a las pautas procesales, criterios más acabados para defi nir un sistema sólido de fuentes, donde cobren vida las materiales junto a las formales para superar los problemas fundamentales de lo agrario y ambiental, de ser disciplinas sin normas, reivindicará a la realidad y los valores más altos de la sociedad, para concebir un derecho más dinámico y vigente. Con este sistema de fuentes, el cual puede tener una construcción

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legal, pero también ju ris pru dencial y doctri naria, aparejado a nuevos criterios de in terpretación jurídica, se podría abrir para el siglo XXI un derecho agrario ver-daderamente original, vislumbrado por el avance de la política agro am biental y las exigencias económicas y sociales de ese ámbito. Sólo una visión futurista, imaginativa, incluso soñadora en un mundo mejor, permitirá al derecho agra-rio entrar al siglo XXI con la seguridad de su consolidación.

15. La urgencia de la sociedad civil por una nueva justicia agraria más humanista

Al iniciar el encuentro del nuevo mi-lenio, la sociedad civil está urgiendo del Estado, de la sociedad, de sus gobernantes, una sólida reforma estructural, legislativa y judicial, profundamente más humana.

La cultura jurídica es deudora, con la actualización de las normas sustan tivas de los privados y las exi-gencias de los nuevos tiempos. Este aspecto ha sido descuidado, relegado, olvidado. Con esta actitud, también el legislador no ha contribuido a mejorar el ordenamiento jurídico, ni a fortalecer el desarrollo humano.

En el ámbito procesal agrario los ciudadanos, de derecho privado y de derecho público, cada vez exigen con

mayor angustia un proceso rápido, ágil, divorciado de formalismos estériles, comprensible al pueblo, llamado a re-solver efi cazmente todas sus emergen-tes y complejas controversias.

El derecho de los ciudadanos, es de cir, el civil, el contencioso admi nis tra-ti vo, el laboral, el de familia, el agra rio, han sido preteridos, injustamente olvida-dos. Todas las disciplinas requieren una mayor atención del legislador y de la modernización judicial; porque aún hoy se encuentran encarcelados en una his-toria de sistemas procesales des fa sados y con problemas para el nuevo siglo. En efecto, arrastran la herencia de tiempos remotos, sin correspondencia con las urgencias ciudadanas, y han sido con-cebidos en forma tan alambicada, para impedir el conocimiento y dominio por parte de jueces, abogados, y con mucha mayor razón del pueblo.

Una reforma estructural, profunda y humanista del sistema de administración de justicia para el derecho agrario, debe dirigirse a la consecución de dos ideas fundamentales, impuestas por el dere-cho procesal comparado a todo tipo de modernización procesal.

La primera idea consiste en abando-nar el inefi caz sistema de la escritura para vincularse al de la oralidad. Por medio de este principio se pretende reivindicar el derecho inalienable de los ciudadanos a

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comunicarse con la justicia, a través de sus jueces, para ser vistos y escuchados en sus angustias y en sus requerimientos judiciales. En esta forma, se humaniza el proceso y la justicia. A través de la inmediatez, el juez junto con las partes, no frente o sobre ellas, podrá intentar fórmulas de conciliación para encontrar entre todos una adecuada, justa y con-certada solución a la contienda judicial y en esa forma cumplir, entre todos, los acuerdos logrados abandonando la imposición de la sentencia.

Sin embargo, si no se encontrare una vía conciliatoria, a través de las opor-tunidades ofrecidas por la inmediatez, el mismo juzgador podrá comprender mejor el problema sometido a su co-nocimiento por los justiciables. Tendrá mayores posibilidades para acercarse a la verdad real. Sobre todo por medio de ese contacto directo con las partes y la prueba estará facultado para dictar sus sentencias lo más ajustadamente posible a la equidad y al derecho. La oralidad debe cumplirse a través de una o pocas audiencias, desprovistas de todo tipo de incidencias y nulidades, pues si se resuelven previamente, también los procesos se acortarán, porque media el principio de la concentración. El tiempo entre la interposición de la demanda y la sentencia se acorta, se avecina. De esta forma se debe superar la rémora de la morosidad judicial y habrá mayor confi anza en el sistema. Para el efi caz

cumplimiento de los fi nes de la oralidad debe impulsarse la creación de un juez auténtico y nuevo. Un hombre de su tiempo. Con amplios poderes, para con-ducir el proceso e investigar la verdad real, a través de una libre apreciación de la prueba, sin sujeción a una tarifa legal o tasación probatoria, consciente de su obligación de responder, a través de fórmulas inteligentes y justas, a la sociedad con sentencias aleccionadoras y de gran calidad.

La segunda idea de la moderniza-ción, se orienta a superar la multipli-cidad de los sistemas procesales y a eliminar la infi nidad de procedimientos especiales. Se aspira a la promulgación de un código procesal general. Debe ser concebido para ubicar en un solo sistema procesal, todas las discipli-nas del derecho privado y público: ahí entrarán el agrario, civil, familia, contencioso administrativo y laboral. Naturalmente, deberá tenerse especial consideración respecto de ciertas par-ticularidades propias del derecho de fondo, cuya infl uencia en el proceso le da personalidad a cada materia, así como en la difi cultad de los casos. Toda la enorme gama de procedimientos, de-ben reconducirse a unos pocos procesos mucho más efi cientes y seguros. En esta forma, se cumpliría la tarea histórica de unifi car todo lo disperso. En cualquier caso, para cada disciplina jurídica debe mediar un juez especializado en su res-

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pectiva materia, para aplicar correcta y profundamente el derecho de fondo. Los abusivos incidentes, propios de los sistemas antiguos, deben reformu-larse, para prever su interposición sólo respecto de aquellas eventualidades procesales donde cumplen una misión efectiva. Para com batir el abuso de las nulidades, conviene una reclasifi cación para limitarlas sólo a las infracciones constitucionales, tanto antes como durante el proceso. En am bos casos la formulación de cualquier in cidencia o nulidad, debe tener un momento pro-cesal determinado, donde se conozcan todas las infracciones pro tes tadas para sanearlas oportunamente. La unidad del sistema procesal conducirá a la seguridad jurídica y la especialidad de sus jueces en las respectivas materias a una mejor calidad de la justicia.

16. Los fines de una reforma procesal humanista

La propuesta de este nuevo sistema procesal, profundamente humanista, debe satisfacer una serie de fi nes fun-damentales.

A) El primero es de carácter cien-tífi co y técnico. Se dirige a seguir necesariamente los lineamientos impulsados por la ciencia del derecho procesal, en sus éxitos y experiencias de derecho com-parado, con la formulación de

nuevos y más efi caces institutos, demostradamente capaces para responder a las nuevas exigencias de las sociedades modernas. El di-seño arquitectónico de la obra debe ser armónico, de líneas sobrias y grandes proyecciones, destinado a resistir las inclemencias y, sobre todo, durar en el tiempo.

B) El segundo es de carácter fi losó-fi co. El sistema debe ser concebido con la sufi ciente claridad concep-tual, para impulsar un modelo más eficiente y humano susceptible de faci litarle a los ciudadanos el acceso real y no hipoté tico, a una justicia pronta y cumplida. Ese ac-ceso a la justicia debe ser defi nido como un derecho fundamental, porque es otorgado a las personas para encontrar soluciones pacífi cas fundadas en la equidad y no en el arbitrio. Para tal fi n es necesario fundar toda su estructura en una base de principios procesales mo-dernos, idóneos y efi cientes, para ofrecerle al justiciable un contacto humano con su juez, con el sistema de administración de justicia y, sobre todo, para contribuir a en-contrar, por medio del diálogo y la conciliación, soluciones pacífi cas a sus problemas, a través de vías alternativas de los viejos sistemas fundados en la imposición arbitral de la sentencia.

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C) Naturalmente, el sistema también debe cumplir un fi n social. Es el tercero. Debe adaptarse a la sociedad y contribuir a transformarla gradual-mente, para llevarla hacia estadios más evolucionados, aplicando el derecho más justa y rectamente, creando los mecanismos para pro-piciar también un ambiente de paz y democracia.

El objetivo general de la propuesta, pretende eliminar todas las distinciones procesales entre civil, laboral, familia, agrario y contencioso administrativo, para estructurar un solo sistema proce-sal para todas las diversas disciplinas, garantizando y respetando las particu-laridades de cada rama y la aplicación especializada del derecho en cada una de ellas.

El primer objetivo específi co de la reforma procesal propuesta, procura reconducir la infi nidad de procedimien-tos ordinarios y especiales de todas las materias a unos pocos procesos. De esta forma se brindaría mayor seguridad ju-rídica a los ciudadanos porque podrían comprender mejor el proceso.

El segundo gran objetivo específi co de la unifi cación procesal, es superar los obstáculos de las innecesarias di-ferencias procesales entre las distintas disciplinas jurídicas, para garantizar la efi caz aplicación del derecho sus-

tantivo a los casos concretos en cada jurisdicción especializada. Esta es una diferencia fundamental.

Cada sede debe contar con jueces especializados en el derecho sustantivo de su disciplina jurídica. El proceso es el camino, cuyo dominio debería ser ejer cido por todos, pero las normas de fondo identifi can por especialidad cada disciplina. Sería imperdonable recono-cer la existencia de jueces, conocedores sólo del derecho procesal, porque ese no es el fi n de la solución de controversias en la sociedad y es inconcebible la de navegantes del proceso, sabedores sólo del derecho de fondo. Se trata de la unifi -cación del sistema procesal, para la segu-ridad jurídica y la justicia especializada como garantía democrática. Por lo tanto, con un código procesal general dotado de pocos procesos, se podrá garantizar una mejor justicia a los ciudadanos.

17. Por un proceso más humano fundado en la oralidad y la inmediatez

Las nuevas dimensiones de la mo-dernización procesal, se identifican con la aspiración de crear sistemas desprovistos de formalidades innece-sarias, caracterizados por las simpli-fi caciones procesales y la celeridad en armonía con la seguridad jurídica. Para la humaniza ción del proceso es

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indispensable el contacto directo del juez con las partes, para buscar desde un primer momento soluciones pacífi -cas a la contienda judicial a través del diálogo, la conciliación y el debido entendimiento. De esta manera, el resultado eventualmente podría no ser impuesto sino concertado, igualmente, la ejecución podría ser voluntaria sin imposición judicial; porque las partes quieren ser vistas y escuchadas por el juzgador. Tienen derecho a manifes-tarse públicamente, por sí o por medio de sus representantes legales, delante de la parte contraria, de los abogados y demás participantes. Incluso, cuando no medie conciliación total y el proceso lógicamente deba seguir, se obtendrán importantes frutos, si desde un princi-pio se ha permitido a los contendientes estar en contacto, se les ha invitado públicamente a expresar en forma libre sus argumentos, porque ello signifi ca materializar el derecho a ser escucha-dos por la administración de justicia, tanto en sus pretensiones personales y las motivaciones del confl icto, como en sus reclamos de justicia.

Esa inmediatez del juez con las partes, es indispensable para conocer sus pretensiones en el caso concreto; así como sus requerimientos hacia la administración de justicia, escuchar sus argu mentos y recibir las pruebas, sólo puede lograrse a través de un sistema de ora lidad procesal.

Oralidad, entraña la posibilidad de expresarse en la forma más amplia, ser percibido por el juzgador, así como por las otras partes, a través de todos los sentidos, con la seguridad de ubicarse en un ámbito de comunicación amplio donde la interacción es la regla.

La oralidad es el mejor instrumento para facilitar la inmediatez y la publici-dad; pero también se cumplen muchos otros principios colaterales. Entre ellos el de la concentración; porque si las au-diencias son concebidas para escuchar a las partes y evacuar las pruebas, también ellas deberán contribuir a la celeridad, esto es acortar considerablemente el tiempo, entre la interposición de la de-manda y el dictado de la sentencia.

Con la concentración, en una o pocas audiencias, se contribuye a evitar el mal endémico de los procesos intermina-bles. Evidentemente, la resolución de los recursos necesitará de tiempos más reducidos y, en ese sentido, serán más fá cil combatir las dilaciones innecesarias de las incidencias y nulidades.

Otro principio consustancial al sistema de la oralidad, importantísimo, es el de la identidad física del juzgador. El juez o tribunal encargado de dirigir la audiencia donde se ha celebrado el debate, y frente a quien se han evacua-do todas las pruebas y se han emitido las conclusiones de las partes, en razón

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de sus probanzas y pretensiones, es el único facultado para dictar la sentencia. Ese juzgador llamado a estar en la etapa más importante del proceso, dotado de amplios poderes, dentro de los cuales sobresale el de la libre valoración de las pruebas, deberá obligatoriamente dictar el fallo a la terminación de la audiencia.

Otro principio fundamental es el del permanente contradictorio. No es colateral, pero adquiere una mayor rele-vancia dentro del sistema de la oralidad. El contradictorio no debe reducirse sólo a la etapa de la contestación de la demanda.

El juez de un sistema dotado de oralidad es un personaje distinto al tra-dicional, porque el principio sólo puede cumplirse si el juez tiene amplios poderes para conducir el proceso, con una activa participación durante todo su desenvolvi-miento. Se trata de potestades otorgadas para prevenir a las partes la corrección de la demanda o la contra demanda, las contestaciones, excepciones y nulidades. Se busca tener más clara la contienda judicial, integrar correctamente la litis, y evitar la repetición del juicio por erro-res formales. Lógicamente, también se otorgan poderes para conducir el proce-so, admitir, rechazar, evacuar y ordenar las pruebas, y, fundamentalmente, para apreciar libremente el material probato-rio recibido delante suyo.

El principio de la oralidad no sig-nifi ca un proceso totalmente oral. No en traña un proceso reñido o desligado ab-so lutamente de lo escrito. Por el contra-rio, la oralidad opera fundamentalmente en la etapa de recepción de pruebas. Es indispensable aprovechar todas las ventajas de la escritura para documentar muchas partes del proceso.

Dentro de todo este conjunto im-portantísimo de principios, debe incluirse el de la buena fe y lealtad procesal. Cons-tituye un elemento indispensable para impulsar la paz, la tolerancia, el respeto entre los adversarios y, sobre todo, la dig-nidad de la justicia. Las partes, sus repre-sentantes o asistentes y, en general, todos los llamados al proceso, deben ajustar su conducta a estos principios. En todos los casos deberán actuar con lealtad y buena fe. Para tal efecto el tribunal deberá, por todos los medios a su alcance, impedir el fraude procesal, la colusión y cualquier otra conducta ilícita o dilatoria.

Las aspiraciones de un proceso moderno pueden cumplirse, a través del desarrollo de los principios procesales de inmediatez, oralidad, concentración, identidad física del juzgador, publicidad, impulso procesal, ordenación, respeto a la iniciativa privada de la demanda, contradictorio, buena fe y lealtad pro-cesal. Todos ellos deberán contribuir al cumplimiento del derecho fundamental de todo ciudadano al proceso, y junto

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a una pronta y efi ciente administración de justicia, deben lograr un proceso más humano para combatir la morosidad ju-dicial, la litigiosidad, limitar los excesos de la parte culpable dentro del proceso y, darle vigencia al principio constitucional de justicia pronta y cumplida.

18. Estrategia para superar los dogmas encargados de alargar el proceso e impedir la aplicación de la justicia

El fi n del proceso de modernización es la reorganización y la reestructura-ción judicial agraria para concebir un sistema más efi ciente. Dentro de ésta se inscribe la reforma procesal del derecho agrario.

La estrategia de la propuesta pre-tende acortar, en forma signifi cativa, la duración de los procesos en armonía con el respeto y debido cumplimiento de todos los derechos constitucionales de los justiciables. La propuesta no tendrá éxito, si no logra superar muchos crite-rios arcaicos, cuya única función ha sido la de entorpecer los procesos y retrasar la justicia.

A) Tres son los falsos dogmas levan-tados para garantizar los derechos procesales de los ciudadanos cuya verdadera función ha sido la de dilatar, alargar, complicar, retrasar,

entorpecer la prosecución de los procesos.

En primer lugar, se ubica el dogma de la doble instancia. Entraña el correla-tivo derecho a apelar absolutamente to-das las resoluciones dictadas por los jue-ces. Se califi ca por sus defensores como una verdadera garantía constitucional. En realidad, es desconfi anza hacia los jueces adornada de una estrategia des-tructiva. Si a cada gestión de cualquiera de las partes va aparejada una decisión judicial para resolver lo pedido, entonces recurrir a todas las decisiones, signifi ca obstaculizar el camino del proceso con resultados frustrantes para el ciudadano con sed de justicia.

Doble instancia signifi ca implícita-mente, tercera instancia; porque en el concepto equivocado de este principio se pretende revisar y revisar, anular y anular, impedir el dictado de la sentencia.

El segundo dogma, es el imperio de los incidentes. Se trata de otra inmensa y deforme puerta gigantescamente abierta, para permitir el ingreso al proceso de todo tipo de discusiones, cuyo efecto principal es tratar de destruir todo el ca-mino cumplido para volver a comenzar. Por su medio se introducen confusiones, dudas, malos entendidos, se siembran las bombas destinadas a explotar antes o después en el corazón del camino pro-cesal para impedir el avance, o como si

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fuere un juego declarar inexistente todo lo actuado y comenzar de nuevo.

Finalmente, se encuentra el dogma de las nulidades. Son el perfecto com-bustible y la pólvora de las dos armas anteriores. Son consecuencia de los errores cometidos por los jueces o la parte contraria cuya reserva y correcta aplicación, en un momento procesal de-terminado, hace fracasar todo intento por el avance enemigo; y como el dogma de las nulidades tampoco tiene límites, se busca darle ese califi cativo a cualquier tipo de error, inadvertencia, infracción procesal o de fondo, muchas veces re-presentativas de insignifi cancias cuya discusión debe atender el juez, y cuya resolución, naturalmente, va a quedar suspendida por la apertura de nuevos recursos de apelación.

Todos estos dogmas son fi guras extra-ñas y antagónicas con el interés público, general y social de la modernización procesal, porque la multiplicación de los recursos, la infi nidad de los incidentes y nulidades no compaginan con un sistema efi ciente de administración de justicia.

B) La única forma de combatir los dogmas extrajurídicos encargados de deformar el proceso y obstaculi-zar una justicia dotada de celeridad, es construir un sistema alternativo, susceptible de impedir la dilación y el abuso del proceso.

1) Se propone reestructurar los procesos del derecho privado y público, eliminando la doble instancia e impidiendo la revi-sión excesiva.

La idea es reducir los procesos, en absolutamente todos los casos, a una única instancia, garantizando el resul-tado fi nal con una sola revisión, por parte de otro órgano judicial, ubicado jerár qui ca mente en una escala superior. La revisión es única y exclusiva de la sentencia, y en algunos casos de reso-luciones con características similares, porque provisionalmente fi jan estado al adelantar efectos del futuro fallo, y excluyen total mente la revisión de todas las resoluciones por un órgano distinto o superior.

En los procesos con estructura de ordinarios, la exhortación se dirige a eliminar la actual primera instancia. Consecuentemente, la única instancia se realizará ante el actual superior. Esto signifi ca, una única instancia ante un tribunal colegiado y con la revisión pro-cesal de su sentencia, a través del recurso extraordinario de casación.

2) En el nuevo sistema para el dere-cho privado y público se propone un nuevo proceso incidental. Los incidentes sólo podrán oponerse en el momento procesal corres-pondiente y por las causales es-

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tablecidas por la ley. Solamente suspenderán el dictado de la sentencia, cuando también lo de-termine el ordenamiento jurídico. Por esta razón, aún en los casos de nulidad, deberá avanzarse por las diferentes etapas procesales; porque es un imperativo la pro-secución del juicio y conducir el proceso lo más cerca posible a la sentencia. Se mantiene el criterio de dejar el trámite incidental úni-camente para cuando no exista otro proceso.

Con la oralidad, los incidentes se in-terponen por escrito fuera de la audiencia y en forma oral durante el trámite de la audiencia.

3) Se propone crear una nueva categoría de nulidades comple-tamente original.

Solamente habrá dos tipos de nuli-dad susceptibles de análisis y discusión judicial. Las primeras son las expre-samente califi cadas como tales en las normas procesales (nulidad, admisi bi-lidad y caducidad) y las segundas, las derivadas de infracciones a derechos constitucionales cometidas antes o du-rante el proceso. El principio colateral, es suministrar sufi cientes poderes a los jueces, para cumplir con un método llamado a permitir la subsanación de las nulidades. Con ello se pretende sanear

los posibles vicios, evitando anular las etapas procesales cumplidas. Natural-mente, pueden encontrarse casos de nulidades absolutas cuya reposición es imposible, pero ésta debe ser la excep-ción y no la regla.

Debe desterrarse por ley, a través de un principio bien claro y correctamente concebido para no dejar ningún portillo; el viejo y tradicional criterio de decretar nulidades por razones no contempladas expresamente en el ordenamiento jurídi-co. Sobre todo, debe superarse la inefi -ciente e insensible práctica de anular los procesos, ordenando su reposición sin considerar los actos cumplidos, algunos de ellos incluso irrepetibles. Dentro de los principios generales del Código debe establecerse el de la economía procesal con mención específi ca a este tema.

En la oralidad, las nulidades se in vo can como proceso incidental y se oponen en el momento procesal corres-pondiente.

19. Procesos agrarios de única instancia, con casación en ordinarios y apelación en los demás

Todos los ordinarios agrarios se tramitarán en única instancia ante un órgano colegiado, siguiendo el principio de la oralidad. Contra las sentencias dic-tadas en ellos, se otorga como revisión procesal el recurso de casación. De ellos

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conocerá la respectiva sala de la Corte Suprema de Justicia con competencia en razón de la materia.

La estrategia sugerida es eliminar la actual primera instancia. Todo queda re-ducido a una única instancia en la actual segunda. Se opta por eliminar la primera y no la segunda, porque generalmente, existe más confi anza popular en un órga-no colegiado y no en uno unipersonal; y como el órgano colegiado en defi nitiva, siempre debería conocer mejor, entra en escena inmediatamente como único y exclusivo.

Todos los demás procesos, distintos de los ordinarios, se propone tramitar-los también en única instancia ante un órgano unipersonal. La revisión opera ante un órgano colegiado, a través del recurso de apelación. Cuando se cele-bren audiencias en este tipo de procesos, siempre serán orales y el resultado de las mismas, deberá consignarse en un acta lacónica y en la sentencia defi nitiva o interlocutoria.

Los procesos de ejecución serán siempre escritos.

En los ordinarios agrarios el proceso se reduce a dos fases específi cas y con-cretas. La primera es la de iniciación y la segunda, de pruebas y sentencia.

A) La fase de iniciación de todos los procesos debe estar absolutamente

documentada; por obligación será siempre escrita. La demanda, bajo pena de inadmisiblidad, deberá contener en forma clara, precisa y circunstanciada un elenco de todos los hechos, así como señalar expresamente los fundamentos de derecho, petitoria, la prueba ofrecida para evacuar y lugar para oír notifi caciones. También deberá acompañar todos los documentos en su poder, así como certifi caciones de hechos o documentos encontrados en cualquier tipo de registro y, salvo casos excepcionales, podrá solicitar prueba documental por medio del tribunal. El tribunal deberá revisar la demanda y estará facultado para ordenar su corrección, si no se ajusta a los requerimientos legales de todos los aspectos indispensables para permitir un debate claro.

Con el emplazamiento se prevendrá a la parte contraria de la obligatoriedad de contestar la demanda ajustándose a los términos de cómo fue formulada y el derecho a interponer excepciones. Igual-mente, se prevendrá de la obligación de aportar todo el elemento probatorio, para la contestación y las excepciones. Todas las excepciones, sin distingo de su califi cación, deberán ser interpuestas en el mismo acto de la contestación. Salvo el caso del proceso incidental por incompetencia, todas las excepciones, incidencias o nulidades formuladas no

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interrumpirán el proceso. Se actuará en la misma forma, si con la contestación se formula contrademanda.

Si mediara proceso incidental por incompetencia, se evacuará la prueba y se resolverá. Si hubiere confl icto debe-rá someterse el asunto a conocimiento inmediato de la Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia con compe-tencia para dirimirlo. Resuelto, se remi-tirá el expediente al tribunal competente para proseguir con el juicio.

B) La fase demostrativa, de conclu-siones y sentencia, bajo pena de nulidad, será totalmente oral. La au-sencia a esta fase de la parte actora, tendrá por desistida la demanda, y si faltare la parte demandada, se tendrá por contestada afi rmativamente la demanda. En cualquiera de estas eventualidades, en el mismo acto, se dictará sentencia.

En el proceso ordinario esta fase ten-drá dos audiencias: una preliminar, donde el órgano judicial actuará como despacho sanador y otra complementaria para eva-cuar la prueba, escuchar las conclusiones de las partes, expresadas oralmente y para el dictado de la sentencia.

En los procesos ordinarios todo se resolverá en una sola audiencia. Esta comprenderá tanto la preliminar, como la complementaria. El juez tiene la fa-

cultad para determinar si separa ambos momentos a través de un receso o le da continuidad.

En todos los casos la parte dispo-sitiva de la sentencia será leída por el tribunal, previo receso para deliberar, al fi nalizar la audiencia de pruebas, después de la intervención de las partes para emitir sus conclusiones. Se ex-ceptúan de esta regla los contenciosos administrativos, civiles de Hacienda y tributarios. En los anteriores y todos los demás casos la sentencia como documento, se notifi cará en estrados, dentro de los 5 días siguientes a la última audiencia.

Los procesos de ambos tipos, se caracterizan por seguir el principio de la oralidad a través de audiencias. En los ordinarios hay dos audiencias: la preliminar y la complementaria. En los otros, ambas audiencias se producen en un único día.

20. La conciliación como columna vertebral para un proceso agrario humanista, fundado en la búsqueda concertada de la paz

La columna vertebral del nuevo sis-tema procesal debe estar constituida por una estrategia de conciliación llamada a darle sentido más humano, efi ciente y pacífi co al proceso.

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La humanización del proceso y la conciliación son elementos indisolubles del principio de la oralidad, como nuevas propuestas del moderno derecho pro-cesal; son principios paralelos. Por esa razón, resulta imposible comprenderlos por un sistema procesal como el de la escritura, donde impera el tradicional principio dispositivo en su máxima ex-presión. En la oralidad, por el contrario, humanización y socialización del proce-so son la regla.

En el sistema de la escritura impera el criterio de la heterocomposición. El Estado está concebido, como un instru-mento para impedir la autotutela de los privados, porque es imposible hacerse justicia entre la partes. Por el contrario, la oralidad se aparta completamente de la heterocomposición, asume una de-fi nición y un principio absolutamente distinto, es el de la autocomposición. No es concebible un juez distante de las partes e incapaz de ofrecer soluciones al confl icto. La humanización y la paz exigen un proceso dotado de jueces con mayores poderes, capaces de intervenir en todas las etapas procesales para la pronta solución judicial. Esta estrategia sólo es posible si existe un contacto directo del juzgador con las partes y los litigantes. Esto opera sólo con la

inmediatez. En esa comunicación per-manente, las tres partes buscarán una salida al diferendo. Se acercarán para lograr un resultado ideado por todos y no impuesto por uno. El momento de la conciliación debe preverse como opción válida durante todas las etapas procesales. Desde la primera audiencia, cuando se cita a las partes para sanear el proceso, se deben prever y buscar todos los medios de conciliación. Y este crite-rio conviene institucionalizarlo para ser utilizado en cualquier otro momento y en todas las etapas. La conciliación, así, se prolonga incluso para la ejecución de la sentencia.

Se procura superar el enfrentamiento judicial por el entendimiento a través de los sistemas de administración de justicia. Este es el auténtico sentido de la solución alternativa de confl ictos. No se trata de la privatización ni de la desju-dicialización, sino de la huma nización procesal, a través de los sistemas orga-nizados de justicia. Es la búsqueda de soluciones antes y durante el proceso, para evitar la confrontación y la litigio-sidad, pero a través de las vías judiciales o parajudiciales.

Son exigencias del siglo XXI la hu-manización del proceso y la conciliación judicial, pues constituyen instrumentos para la satisfacción de la paz. Esta es una

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nueva dimensión del proceso del futuro. Constituye un elemento indispensable de cualquier forma de modernización judicial.

La sociedad moderna exige un trato humano e igualitario para los justi cia bles. Deben abrirse los des-pachos judiciales para dejar entrar al pueblo. La nueva justicia requiere de juz ga dores capaces de escuchar atentamente los planteamientos de los ciudadanos, observar con atención to-das sus probanzas. Sólo a través de esa inmediatez y con un sentido profunda-mente humano, podrá acercarlos hacia la consecución de soluciones prácticas y razonables.

Los poderes del juez deben ser sufi cientes para ingresar a la compleja maraña del problema y opinar libremen-te sin reputarse, en ningún momento, un adelanto de criterio. Además, esos poderes deben permitirle aden trarse en la discusión, sabedor de ser instru-mento para la tutela de los intereses de los más desfavorecidos; esto es tener la posibilidad de identifi car correcta-mente el objeto del debate y corregirlo cuando ello sea necesario; así como auxiliar al más débil, garantizando el adecuado respeto a sus derechos frente a quien mejor asesorado o con mayores posibilidades, de cualquier tipo, pueda utilizar el proceso en perjuicio del otro. En disciplinas de carácter social, como

es el caso de laboral, familia o agrario, estas potestades están concebidas para garantizar los derechos económicos y sociales de los justiciables. En tal virtud, solo será conciliable lo jurídica-mente posible, sin transar en derechos indisponibles.

La conciliación puede intentarse previa al desarrollo del proceso. En tal caso, deberían crearse centros de con-ciliación con funcionarios debidamente capacitados. No conviene establecerla como requisito o presupuesto para accio-nar. Consecuentemente, la parte puede acudir libremente a plantear la acción judicial; pero por estas características, el juez podría remitir, trabada la litis, a una conciliación previa.

En la conciliación la solución no pro-viene del juez ni puede ser su exclusiva responsabilidad. Debe ser concordada y negociada. Solo así las partes resuelven sus diferencias. La conciliación judicial puede ser total o parcial. Si es total y aprobada por el juez, inmediatamente produce cosa juzgada. Si es parcial, sólo será objeto de discusión judicial lo no acordado. La sentencia interlo cutoria se encargará de defi nir esta última si-tuación.

Las opiniones del juez conciliador no son motivo de recusación. Esta es una regla de oro. Sólo así puede el juz-gador propiciar, en forma imparcial, sin

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temores ni preocupaciones, un arreglo justo y equitativo para las partes. En su modalidad intraprocesal, debe tener ca-rácter obligatorio como etapa procesal, y obligaciones del juez promoverla, con sanciones a quien falte a la audiencia. Tiene muchísimas ventajas. La concilia-ción estimula sentimientos colectivos de justicia, potencia la argumentación y el discurso entre las partes, desestimula la imposición de la fuerza y la violencia, satisface a las partes cuando llegan a un acuerdo, no existen vencedores ni ven-cidos, no hay la sensación de victoria o derrota. Es efectiva, porque los acuerdos adquieren valor de cosa juzgada y sus efectos se cumplen con mayor disposi-ción, en comparación con las sentencias coercitivas. La celeridad, contribuye a ahorrar tiempo y dinero. Y dentro de la política judicial, descongestiona los despachos, permitiendo la humani zación de la justicia.

En un replanteamiento de la con-ciliación debe preverse tanto la previa como la intraprocesal, debe ser obliga-toria, imponiendo sanciones a quien falte a la audiencia, como la desestimación de la demanda, si es el actor, o la pre-sunción de contestación afi rmativa, si es el demandado, y debe abarcar tanto a los sujetos de derecho privado, como al Estado y sus instituciones.

Los jueces deben ser capacitados para su cargo. Sobre todo para ser jueces

de paz, con un profundo sentido de la conciliación. Debe fomentarse la cultura conciliatoria entre ellos y, naturalmente ser impuestos de todo cuanto fi losófi ca y socialmente, está detrás de este instituto. Debe fl orecer una conciencia nacional pacifi sta y contestataria de la litigiosidad y la violencia.

Tradicionalmente, el sector más pesimista respecto de esta corriente ha sido el de los abogados. Esta actitud tiene varias explicaciones, por una parte, su pérdida de protagonismo; porque han sido forjados en la cultura del litigio y el enfrentamiento. Además, porque el sistema está concebido para los procesos largos, donde los honorarios se calculan en función del tiempo y las etapas proce-sales cumplidas. Una de las soluciones más lógicas es tomar medidas para pre-miar a los abogados conciliadores pro-tegiendo sus honorarios. En ese sentido serán aliados, no obstáculo, a fórmulas conciliadoras y de paz.

La capacitación para la paz signifi ca impulsar un cambio de cultura. Desde la forma de expresarse públicamente en la audiencia, el respeto al adversario, la tolerancia, la capacidad de escuchar y comprender, la posibilidad de razonar sobre fórmulas conciliatorias, la satis-facción personal y la paz espiritual para llegar a acuerdos. Este cambio de cultura abarca a los jueces y a los abogados, pero debe involucrar a toda la sociedad.

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NUEVAS DIMENSIONES DEL DERECHO AGRARIO Y UNA JUSTICIA AGRARIA PARA EL SIGLO XXI

21. El juez agrario de la oralidad debe ser más humano, respetuoso de las partes, sin alterar el equilibrio, la justicia y la verdad

El juez agrario de la oralidad, debe ser un personaje extremadamente di-námico, de ingenio agudo y profundo, impulsor de actividad creativa dentro del proceso, capaz de encontrar fór-mulas de entendimiento en un diálogo para la paz, impulsor de soluciones, investigador acucioso de la verdad, profundamente perspicaz para ingresar en los casos y llevarles luz jurídica, comprometido con el desarrollo del derecho y su misión en la sociedad. De esta forma se podrá garantizar la imparcialidad y la igualdad de las partes en el proceso, porque impar-cialidad no signifi ca indiferencia, ni insensibilidad frente a los problemas humanos discutidos por las partes, más bien entraña un interés por encontrar la verdad y la justicia a través de la equi-dad en el caso concreto, sin prejuicio, ni perjudicar previamente a ninguna de las partes. La igualdad, tampoco se garantiza detrás del velo del secreto o la me dia tez con las partes, porque, con-trariamente, sólo conociéndolas puede el juzgador dotar de los reales dere-chos a quienes acuden a su despacho en busca de justicia. No puede ser un árbitro ni mucho menos un funcionario pasivo, porque esas son características

incompatibles con la nueva fi losofía. Tampoco puede abusar de sus poderes para ordenar su propia prueba, conducir la verdad hacia donde él crea, ni asumir posiciones inquisitivas propias de regí-menes totalitarios o de fuerza.

Para el cumplimiento de la paz social, superar el antagonismo tribuna-licio, combatir la morosidad judicial y buscar el justo entendimiento entre las partes, los jueces de la oralidad son do-tados de poderes conciliadores. Por su medio, el juzgador asume un rol nuevo y distinto del de la tradicional escritura. Con el recurso de la inmediatez y cono-cidos todos los extremos sobre los cua-les versará el debate, el juzgador debe proponer e intentar la solución al con-fl icto por medio del diálogo y el enten-dimiento mutuo. El nuevo rol se dirige al encuentro de soluciones concordadas y equilibradas entre los contendientes. Se trata de poderes nuevos porque en la audiencia de advenimiento el juez puede, incluso, proponer soluciones, se-ñalar ventajas de la solución anticipada, esgrimir argumentos de conveniencia, sin encontrarse en ningún caso inhibido para conocer el fondo del asunto, si no logra la conciliación. Estos poderes son amplísimos porque, si al menos se logra un acuerdo parcial o se señalan aspectos sobre los cuales no hay controversia, el juez es investido de la potestad de dictar sentencia interlo cutoria, con la cual precluye la discusión sobre esos

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temas. Por lógica, el límite a los poderes conciliatorios está en la imposibilidad de invitar a las partes o, en defi nitiva, aprobar, cualquier tipo de solución en perjuicio de derechos, indis ponibles; porque este tipo de derechos no pueden ser cuestionados ni desacreditados, por un afán conciliatorio en benefi cio del circulante.

Naturalmente, los poderes más importantes se relacionan con la admi-nistración y valoración de la prueba; porque en la oralidad, la inmediatez con las partes, la prueba y todos los demás participantes en el proceso, constituyen el principal instrumento para llegar a la verdad real de los hechos y a la garantía de una sentencia justa.

22. El papel histórico del abogado dentro del proceso agrario humanista

El tránsito de un sistema escrito a uno oral, significa también una evo-lución del rol y el protagonismo del abogado dentro del proceso.

Con la escritura, la mediatez, el secreto, el abogado es un personaje disminuido. Debe comunicarse con un expediente, una cierta cosa inanimada muy lejos de ser humana, a través de escritos y razones cuyo contenido no sabe nunca si fueron leídos o compren-

didos. Es el contacto entre su cliente y la administración de justicia; pero ni uno ni otra jamás verán al juez. Su único vínculo con el aparato judicial es a través de funcionarios o actuarios cuando se evacúa la prueba.

Esto cambia con la oralidad. El abogado adquiere un protagonismo realmente espectacular. Es el ideal del auténtico abogado, porque comparece personalmente ante los tribunales, a ex-presarse verbal y enérgicamente frente a los jueces, delante de su cliente, para clamar por justicia. Ejerce la defensa en público y está seguro de ser escuchado. Discute, razona, conversa, impulsa el diálogo. Éste debe estar muy preparado, tanto en los detalles del caso, como en los extremos de los aspectos jurídicos y procesales en discusión. Ahora sí debe estudiar la retórica y comprender el arte de comportarse a gran altura delante de sus colegas y adversarios. Debe convencer también con su intachable conducta a los juz ga dores de las razo-nes de su cliente; y como los procesos deben desarrollarse en períodos breves se encontrará mejor retribuido y podrá co brar lo justo. En esta forma la ora lidad permite al abogado reivindi carse social-mente, convertirse en un personaje útil en la búsqueda de la verdad y el ejercicio de los derechos, impulsor de la defensa, pero también de soluciones pacífi cas a la contienda judicial. En el ambiente tribunalicio, saldrá del anonimato para

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NUEVAS DIMENSIONES DEL DERECHO AGRARIO Y UNA JUSTICIA AGRARIA PARA EL SIGLO XXI

entrar en contacto con los jueces, darse a conocer y a estimarse como buen abogado.

La ética del profesional en derecho debe crecer en el nuevo sistema procesal, porque el ejercicio de su misión, a la luz del día y en períodos más breves, obliga necesariamente a comportarse rectamen-te frente a los tribunales, pero también frente a los adversarios. Deberá actuar ajustando su conducta en todo momen-to tanto a la dignidad y majestad de la justicia, como al respeto de los derechos y la personalidad de las demás partes y litigantes. Estos principios han generado en la oralidad, una cierta reciprocidad de consideraciones entre adversarios. Tal

es el caso del intercambio de copias de escritos y docu mentos, para evitar a la contraria la obligación de ir al tribunal a procurarlos, en el derecho anglosajón. Toda esta con cepción ética, se encuentra como base de conducta en los principios mismos de un código general del proce-so. Por ello, el tribunal estará facultado para impedir el fraude procesal, la co-lusión y cualquier otra conducta ilícita o dilatoria.

Naturalmente, el nuevo sistema procesal exige del abogado, especiales condiciones intelectuales y de do minio del derecho, porque aun cuando se simplifi ca el proceso, esta participación pro ta gónica requiere mucho más.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA

REPÚBLICA DE GUATEMALA Y LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES

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Es licenciada en ciencias jurídicas y sociales además de abogada y notaria. Ha realizado estudios de maestría en tres campos: docencia universitaria, derechos humanos y asesoría académica.

Entre su experiencia laboral se ha desempeñado como asesora jurídica en varios bufetes. También ha laborado en el Centro de Formación Pro-fesional para la Mujer Junkabal, donde se desempeñó como directora del Programa Nutricional y Asistencia Social y asesora de orientación además de catedrática del área de sociología. Asimismo, ha ejercido como docente en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar, en la Universidad del Istmo –UNIS– y en el Instituto Nacional de Administración Pública –INAP–.

Actualmente, es investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídi-cas de la Universidad Rafael Landívar –IIJ/URL–. También es asesora académica en la Universidad del Istmo –UNIS–.

PATRICIA JIMÉNEZ CRESPO

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RESUMEN EJECUTIVO

En este artículo se realiza un análisis comparativo entre los derechos huma- nos incluidos en la Constitución Política de la República de Guatemala 1 y los contenidos en algunos instrumentos internacionales.

La comparación inicia con el derecho a la vida. Cuando aborda este derecho expone los artículos de la Constitución guatemalteca relativos al tema. Conti-núa con los instrumentos internacionales y cita la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, entre otras.

La exposición continúa con el análisis del derecho a la libertad e igualdad. La autora se refi ere nuevamente a la Constitución y a instrumentos internacionales. Anota, además, cómo muchas veces este derecho es violentado.

Después, se refi ere a la libertad de acción y a la detención legal. Respecto a la libertad de acción, indica que ésta, constituye una novedad para la legislación constitucional guatemalteca actual. Respecto a la detención legal, aborda aquellos artículos referidos a la detención propiamente dicha. Continúa con los derechos del detenido y allí se refi ere a los derechos que, corresponden a la persona que dados los presupuestos de la detención legal, se encuentra sometida a proceso.

Se interna, el artículo, en el análisis comparativo de la inviolabilidad de la vivienda, de la correspondencia, documentos y libros. Para esto, compara la

1 Se refi ere a la Constitución Pólitica de la República de Guatemala proclamada en 1985, parcialmente reformada en 1994.

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Constitución guatemalteca, la Declaración Universal de los Derechos Huma-nos, la Convención Intera mericana sobre Derechos Humanos, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Además, se refi ere al registro de personas y vehículos, a la libertad de locomoción, en donde también se toman en cuenta, los instrumentos internacionales ya enumerados.

Finalmente, se refi ere al derecho de asilo, de petición, libre acceso a tribunales y dependencias del Estado, de reunión y manifestación, derecho de asociación, de libre emisión del pensamiento y de religión. En todos estos casos toma como base lo preceptuado en los instrumentos ya referidos en el párrafo anterior.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

ABSTRACT

This article presents a comparative analysis among the human rights included in the Political Constitution of the Republic of Guatemala and the contents in some international instruments.

The comparison initiates with the right to life. When this right is undertaken, it is based on the articles of the Guatemalan Constitution.2 It continues with the international instruments and cites the Universal Declaration of the Human Rights, the American Convention on Human Rights; among others.

The exposition continues with the analysis of the right for freedom and equali-ty. The author refers again to the Constitution and to international instruments. He notes, besides, how many times this right is broken.

Later, refers to the Right of Action and to the Right of protection from arbitrary arrest. With respect to the Right of Action it is indicated that this constitutes a novelty for the current Guatemalan constitutional legislation. In relation to the lawful deten-tion, the reference is made to those articles that have to do specifi cally to detention. The author continues with the right to a fair trial, Right of protection from arbitrary arrest and states that these rights prevail while the cause is submitted to process.

The comparative analysis of the right to the inviolability of the home, corres-pondence, documents and books. To do this, the author compares the Guatemalan Constitution, the Universal Declaration of the Human rights, the American Con-vention on Human rights, the American Declaration of the Rights and Duties of the

2 It´s the Constitución Política de la República de Guatemala, proclamed in 1985, partially reformed in 1994.

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Man and the International Agreement of Civil and Political Rights. Besides, it is mentioned the register of people and vehicles, the freedom of mobilizing, where the author also refers to the international instruments.

Finally, the author talks about the right to asylum, right of petition, free access to courts and State Agencies, Right to a fair trial, the right for demonstrations, Right of assembly, freedom of speech and religion, the right to freedom of opinion and of the expression of ideas; Right to religious freedom. All of these cases are based on the rules established in the international human rights instruments already mentioned in the previous paragraph.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

1. Derecho a la vida ........................................................................................... 87 2. Libertad e igualdad ........................................................................................ 89 3. Libertad de acción ......................................................................................... 92 4. Detención legal ............................................................................................. 92 5. Derechos del detenido ................................................................................... 95 6. Inviolabilidad de la vivienda, de la correspondencia, documentos y libros .................................................................................... 100 7. Registro de personas y vehículos ................................................................ 102 8. Libertad de locomoción ............................................................................... 103 9. Derecho de asilo .......................................................................................... 10410. Derecho de petición ..................................................................................... 10611. Libre acceso a tribunales y dependencias del Estado; publicidad de los actos administrativos y acceso a archivos y registros estatales ................... 10712. Derecho de reunión y manifestación y derecho de asociación .................... 10813. Libre emisión del pensamiento ................................................................... 11014. Libertad de religión ..................................................................................... 112

Bibliografía ....................................................................................................... 115

CONTENIDO

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3 Jorge Mario García Laguardia. Constitución y orden democrático. (Guatemala: Editorial Universitaria de la USAC, 1984). Pág. 122.

LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA

Y LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES

Es necesario que los pueblos que están reformando sus ordenamientos den a la democracia un auténtico y sólido fundamento, mediante el reconocimiento explícito

de los derechos humanos. Entre los principales hay que recordar el derecho a la vida, del que forma parte integrante el derecho del hijo a crecer bajo el corazón de

la madre, después de haber sido concebido…

Encíclica Centesimus annus.

PATRICIA JIMÉNEZ CRESPO

Aun cuando los derechos huma- nos son indivisibles, para efec- tos de estudio y análisis, los com -

pararemos tomando en cuenta su regula-ción tanto en nuestra Carta Magna como en algunos instrumentos internacionales.

1. Derecho a la vida

Este derecho ha sido reconocido como uno de los más importantes, de manera explícita, en la Constitución de 1945 (artículo 23), en la de 1956 (artículo 40, tercer párrafo),3 en la de 1965 (artículo 43, segundo párrafo) y en nuestra actual Carta Magna, en los artículos 2o. y 3o. que establecen:

Artículo 2o. Deberes del Estado. Es deber del Estado garantizar a los habitantes de la república la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona.

Artículo 3o. Derecho a la vida. El Es tado garantiza y protege la vida hu mana desde su concepción, así co mo la integridad y la seguridad de la persona.

A manera de refuerzo y complemen-to, encontramos también la protección de este derecho en otros instrumentos internacionales tales como la Declara-

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ción Universal de Derechos Humanos, en su artículo 3; la Convención Ame-ricana sobre Derechos Humanos, en el artículo 4.1; la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, en el artículo 1; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 6.1; la Convención sobre los Derechos del Niño, los Convenios y Protocolos de Ginebra, la Convención Intera-mericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos, el Código de Conducta para Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley; por citar los principales.

Como uno de los primeros derechos que contempla el texto constitucio-nal, el derecho a la vida es uno de los valores más sagrados,4 elementales y fundamentales; alrededor de éste giran todos los demás. El mismo contempla, tanto el derecho a no ser privado injus-tamente de su vida, como a la protec-ción de la vida desde el momento de su concepción, en cuyo caso, el aborto sería una clara violación a este derecho, elevado jerárquica mente a nivel de norma constitucional.

Aunque, por otro lado, se defi ende el derecho a la vida digna, como argumento para fundamentar la práctica de la euta-nasia; aún por el amparo de este artículo, no se aprueba esta acción como excep-ción al derecho a la vida; más bien, se re-conoce el derecho del enfermo incurable a vivir dignamente; se complementa éste con el derecho a la salud y la seguridad social; cuando ésta le proporciona los medios necesarios para una vida digna en tales circunstancias.

Otra excepción a este derecho es el de la pena de muerte, que también ha estado presente en otros textos consti-tucionales y a la fecha se mantiene en nuestra legislación, con las limitaciones y condiciones que marca la ley. Para el efecto, nuestra actual Constitución establece:

Artículo 18. Pena de muerte. La pena de muerte no podrá imponerse en los siguientes casos:

a) Con fundamento en presunciones;b) A las mujeres;c) A los mayores de sesenta años;d) A los reos de delitos políticos y co-

munes conexos con los políticos, ye) A reos cuya extradición haya sido

concedida bajo esa condición.

4 Álvaro Castellanos Howell. Derecho constitucional. (Guatemala: PROFASR. URL, 1988). Capítulos “Los derechos fundamentales” y “Derechos humanos individuales”. Pág. 38.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

Contra la sentencia que imponga la pena de muerte, serán admisibles todos los recursos legales pertinentes, inclu-sive el de casación; éste siempre será admitido para su trámite. Además, sólo se ejecutará después de agotarse todos los recursos. Finalmente, el Congreso de la República podrá abolir la aplicación de esta pena.

También se incluye como parte de este derecho el de la integridad y la seguridad de la persona,5 interpretado como la obligación por parte del Estado de garantizar que todo ser humano por ningún motivo, será objeto de tortura, mutilaciones, lesiones6 u otras que vul-neren su integridad personal o que pon-gan en peligro, tanto su integridad como su vida, sus bienes u otros derechos; en cuyo caso de acuerdo con esta norma, las personas que por cualquier razón se en-cuentren privadas de libertad, no deben ser sometidas a torturas, tratos y/o penas crueles, inhumanos o degradantes.

2. Libertad e igualdad

Ya sea de manera explícita o en for-ma genérica, este derecho se encuentra consagrado en los textos constitucio-

nales de 1879 (artículos 16 y 20), de 1945 (artículo 23), de 1956 (artículos 40, primer párrafo y 116), de 1965 (ar-tículos 43, primer párrafo y 114, inciso 3o.)7 y en el actual, en el artículo 4o. que se complementa con el 19 y que establecen:

Artículo 4o. Libertad e igualdad. En Guatemala todos los seres huma-nos son libres e iguales en dignidad y derechos. El hombre y la mujer, cualquiera que sea su estado civil, tienen iguales oportunidades y res-ponsabilidades. Ninguna persona puede ser sometida a servidumbre ni a otra condición que menoscabe su dignidad. Los seres humanos deben guardar conducta fraternal entre sí.

Artículo 19. Sistema penitencia-rio. El sistema penitenciario debe tender a la readaptación social y a la reedu cación de los reclusos y cumplir con el tratamiento de los mismos, con las siguientes normas mínimas:

a) Deben ser tratados como seres hu-manos: no deben ser discriminados por motivo alguno, ni podrán infl i-

5 Tarcisio Navarrete y otros. Los derechos humanos al alcance de todos. 3ª. ed. (México: Ed. Diana, 2001) Págs. 35 a 39.

6 Ramiro De León Carpio. Catecismo constitucional. 7ª. ed. (Guatemala: Instituto de Investigación y Capacitación Atanasio Tzul, 1995). Pág. 48.

7 García, Op. cit. Pág. 123.

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gírseles tratos crueles, torturas físi-cas, morales, psíquicas, coacciones o molestias, trabajos incompatibles con su estado físico, acciones de ni-grantes a su dignidad, o hacerles víc-timas de exacciones ni ser sometidos a experimentos científi cos…

A continuación se presenta una lista de algunos instrumentos internacionales donde se consagran los derechos a la libertad y a la igualdad:

• Código de Conducta para Funciona-rios Encargados de Hacer Cumplir la Ley;

• Convención 105 Relativa a la Abo-lición del Trabajo Forzoso;

• Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer “Conven-ción De Belém Do Pará”;

• Convención sobre Asilo Territorial;• Declaración sobre los Derechos Hu-

manos de los Individuos que no son Nacionales del País en que Viven;

• Convención sobre el Estatuto de los Apátridas;

• Convención sobre el Estatuto de los Refugiados;

• Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer;

• Convención sobre la Esclavitud; • Convención sobre la Nacionalidad

de la Mujer Casada; • Convención Suplementaria sobre

la Abolición de la Esclavitud, la Tra ta de Esclavos y las Institu-ciones y Prácticas Análogas a la Esclavitud;

• Convenio 169, de la Organización Internacional del Trabajo –OIT–, sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes;

• Declaración sobre la Raza y los Prejuicios Raciales.

Además, los principios básicos o rectores que se formulan respecto a estos derechos aparecen en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; en la Convención Americana de los Dere-chos y Deberes del Hombre y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. A continuación se presenta un cuadro resumen de los artículos referidos a estos derechos en los instrumentos mencionados.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

Libertad Artículo 1 Artículo 7,1 Artículo 1 Artículo 9,1

Igualdad y

protección de

y ante la ley Artículo 7 Artículo 24 Artículo 2 Artículos 26

De derechos Artículo 2 Artículos 2.1 y 3

De deberes Artículo 2

Ante tribunales Artículo 14,1

No discriminación Artículo 7

Declaración Universal de los Derechos

Humanos

Convención Americana

sobre Derechos Humanos

Declaración Americana de los

Derechos y Deberes del Hombre

Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos

Según los derechos de libertad e igualdad, todos los seres humanos goza-mos de la misma dignidad y los mismos derechos frente a la ley, sin importar si somos hombres o mujeres, ni otra con-dición; nadie puede convertir en esclavo a otro ser humano, este derecho se com-plementa con el de la libre elección del trabajo y a no ser sometidos a trabajos forzados que menoscaben la persona-lidad, dignidad o decoro de ninguna persona; aún en el caso de contratos de trabajo, dicha relación debe guardar los límites del respeto a la persona humana, por el mandato de la conducta fraternal, que a su vez conlleva la paz.

También abarca el derecho a gozar de la libertad personal, salvo en el caso de delito, donde se requiere la acción

penal; en este caso, le asistirán los derechos de detención, es decir, ésta debe realizarse mediante notifi cación judicial, basada en ley. Cuando esto sucede, el Estado debe proteger a todas las personas de la privación ilegal de la libertad, mediante un procedimiento judicial, sin el cual, teóricamente, no se puede privar de este derecho a ninguna persona; aún cuando nuestra historia muestra arbitrariedades en este campo, como el caso de las redadas donde se detienen a personas por tener apariencia de sospechosos, por citar los casos me-nos escandalosos. También está el caso de los desaparecidos; muchos de ellos por motivos políticos, que en ningún momento son sometidos a procesos en ningún tribunal establecido conforme a la ley.

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Asimismo, contempla el derecho a la misma protección por medio de la ley, en orden a la igualdad que les caracte-riza; sin importar su raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, origen nacional, social, posición económica, nacimiento,8 o cualquier otra condi-ción que pudiera originar algún tipo de discriminación. La misma, en nuestro medio, se puede dar en dos sentidos, en cuanto a los desposeídos, negándoles sus derechos u obstaculizándoles su ejercicio, en algunos casos vedándoles su derecho de defensa; y en el caso de quienes tienen posibilidades económicas o poder político brindándoles aún los medios más allá de la ley, cayendo en el llamado “ïnfl uyen tismo”.9 Aunque el caso más notable de discriminación en materia de administración de justicia, es el menosprecio hacia las personas indígenas, quienes reciben en muchos casos una doble discriminación; por su posición social y por su etnia.

3. Libertad de acción

Constituye una novedad para nuestra legislación constitucional actual, pues no se encontraba en textos constitucionales anteriores de forma tan explícita como en nuestro texto vigente, regulado en el artículo 5o. que establece:

Artículo 5o. Libertad de acción. Toda persona tiene derecho a hacer lo que la ley no prohíbe; no está obli-gada a acatar órdenes que no estén basadas en ley y emitidas conforme a ella. Tampoco podrá ser perseguida ni molestada por sus opiniones o por actos que no impliquen infracción a la misma.

Este derecho comprende la libertad de hacer todo lo que la ley no prohíba, entre otros, el derecho a expresarnos in-dividualmente, a emitir nuestra opinión sin que ninguna autoridad o persona nos pueda molestar10 o amonestar por ello (siempre y cuando no se lesione con ello, los derechos de otros). Igualmente, abarca el derecho a realizar acciones no prohibidas por la ley.

4. Detención legal

Aquí se tratarán exclusivamente los derechos referidos a la detención propiamente dicha, para luego anali-zar los procesales y los referidos al detenido.

Siguiendo la metodología que he-mos venido realizando, encontramos el derecho a no ser ni ilegal ni arbi-trariamente detenido o preso; éste se

8 Artículo 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.9 Navarrete, Op. cit. Págs. 65 a 67 y 115.10 De León Carpio, Op. cit. Pág. 50.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

encuentra contemplado en la Constitu-ción de 1879 (artículos 30 y 33); en la de 1945 (artículos 43, 47 y 49); en la de 1956 (artículos 43, 62 y 67); en la de 1965 (artículos 46, 49 y 52) y en la de 1985 en los artículos 6, 11 y 13, que establecen:

Artículo 6o. Detención legal. Nin-guna persona puede ser detenida o presa, sino por causa de delito o falta y en virtud de orden librada con apego a la ley por autoridad judicial competente. Se exceptúan los casos de fl agrante delito o falta. Los detenidos deberán ser puestos a disposición de la autoridad judicial competente en un plazo que no exce-da de seis horas, y no podrán quedar sujetos a ninguna otra autoridad.

El funcionario o agente de la autori-dad que infrinja lo dispuesto en este artículo será sancionado conforme a la ley, y los tribunales, de ofi cio, ini-ciarán el proceso correspondiente.

Artículo 11. Detención por faltas o infracciones. Por faltas o por infrac-ciones a los reglamentos no deben permanecer detenidas las personas cuya identidad pueda establecerse mediante documentación, por el testimonio de persona de arraigo, o por la propia autoridad.

En dichos casos, bajo pena de la sanción correspondiente, la autoridad limitará su cometido a dar parte del

hecho a juez competente y a prevenir al infractor, para que comparezca ante el mismo dentro de las cuarenta y ocho horas hábiles siguientes. Para este efecto, son hábiles todos los días del año, y las horas comprendidas entre las ocho y las dieciocho horas.

Quienes desobedezcan el emplaza-miento serán sancionados conforme a la ley. La persona que no pueda identifi carse conforme a lo dispuesto en este artículo, será puesta a dispo-sición de la autoridad judicial más cercana, dentro de la primera hora siguiente a su detención.

Artículo 13. Motivos para auto de prisión. No podrá dictarse auto de prisión, sin que preceda información de haberse cometido un delito y sin que concurran motivos racionales sufi cientes para creer que la persona detenida lo ha cometido o participa-do en él.

Las autoridades policiales no po-drán presentar de ofi cio, ante los medios de Comunicación social, a ninguna per sona que previamente no haya sido indagada por tribunal competente.

Entre los instrumentos interna-cionales que refuerzan estos derechos encontramos los presentados en la siguiente tabla.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

Detención legal

Prohibición de

detención ilegal Artículo 9 Artículo 23 Artículos 7, 2, 3

El juez verifi ca la

legalidad de la detención Artículo 25

Reparación por

detención ilegal Artículos 9, 5

Declaración Universal de los Derechos

Humanos

Convención Americana

sobre Derechos Humanos

Declaración Americana de los

Derechos y Deberes del Hombre

Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos

En primer lugar, se debe partir de un presupuesto básico: el motivo de la detención debe ser la comisión de un delito o falta, además el detenido debe ser señalado como presunto responsa-ble, en cuyo caso debe mediar orden de juez competente de acuerdo con la ley, ante quien tendrá el detenido derecho a presentarse para defenderse. Esto sig-nifi ca que ninguna autoridad (salvo el caso de fl agrante delito) tiene facultad para detener a ninguna persona, sin que medien los presupuestos y requisitos antes indicados; si éstos no han sido presentados, deberá cumplirse con éstos dentro del período que indica la ley, o en su caso, según jurisprudencia internacional, dentro de un período razonable, que en ningún caso debe sobrepasar el mes.

En cuanto al derecho a la indemni-zación, no existe práctica judicial de su reclamo en nuestro medio, no obstante

la jurisprudencia internacional ha avan-zado en esta materia acreditando la responsabilidad al Estado para su recla-mo. Tomando en cuenta que Guatemala ratifi có estas convenciones y declara-ciones, los afectados pueden ampararse en ellas, ya sea en el caso de prisión por condenas revocadas, como en el de prisión preventiva que se eterniza por retardo innecesario de la administración de justicia.

Finalmente, debe tomarse en consi-deración que las personas detenidas no deben ser presentadas por la autoridad ante los medios de comunicación social, como muchas veces vemos en los tele-no ticiarios o diarios escritos, donde se muestra la imagen de los capturados, ya sea en el momento posterior a su apre-hensión o al momento de su indagatoria. Esta acción vulnera el principio de ino-cencia que veremos dentro del siguiente bloque de derechos.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

5. Derechos del detenido

En este apartado contemplamos los derechos que corresponden a la perso-na que, dados los presupuestos de la detención legal, se encuentra sometida a proceso. En las constituciones ante-riores se señala que el detenido tiene derecho a un recurso efectivo, a un juicio regular y a ser juzgado con las debidas garantías contempladas en las disposiciones siguientes: Constitución de 1879 (artículos 34, segundo párrafo, incisos 1o. y 2o.; 35 y 36); Constitución de 1945 (artículos 41, 42, 51, letras a y b y 50, segundo y tercer párrafos); Constitución de 1956 (artículos 60, segundo y tercer párrafos; 79, literales a), b) y c); 73 segundo párrafo y 75) y en la Constitución de 1965 (artículo 50, 53 primer párrafo; 78, 80, incisos 1o. a 4o.).

En los textos mencionados en el pá-rrafo anterior, ninguno menciona otros de-rechos esenciales que deben reconocerse a toda persona privada de su libertad, por ejemplo, el que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad, el de ser liberada bajo caución, sometiéndola a determinado control, de cualquier otra forma. Durante el juicio, el derecho a ser juzgada en un plazo razonable, a que se le impute o

compense el tiempo pasado en detención preventiva sobre la pena que fi nalmente le fuere impuesta, a que se le otorgue una indemnización o reparación en caso de detención ilegal, injusta o excesiva, etcé-tera.11 En cuanto a la Constitución Política de la República de Guatemala aprobada en 1985, éstos se encuentran regulados en los siguientes artículos:

Artículo 7o. Notifi cación de la causa de detención. Toda persona detenida deberá ser notifi cada inme-diatamente, en forma verbal y por escrito, de la causa que motivó su detención, autoridad que la ordenó y lugar en el que permanecerá. La mis-ma notifi cación deberá hacerse por el medio más rápido a la persona que el detenido designe y la autoridad será responsable de la efectividad de la notifi cación.

Artículo 8o. Derechos del de-tenido. Todo detenido deberá ser informado inmediatamente de sus derechos en forma que le sean com-pren sibles, especialmente que pueda proveerse de un defensor, el cual podrá estar presente en todas las diligencias policiales y judiciales. El detenido no podrá ser obligado a declarar sino ante autoridad judicial competente.

11 García Laguardia, óp. cit. Pág. 127.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

Artículo 9o. Interrogatorio a dete-nidos o presos. Las autoridades judiciales son las únicas competen-tes para interrogar a los detenidos o presos. Esta diligencia deberá prac ticar se dentro de un plazo que no exceda de veinticuatro horas.

El interrogatorio extra judicial ca-rece de valor probatorio.

Artículo 10. Centro de detención legal. Las personas aprehendidas por la autoridad no podrán ser conducidas a lugares de detención, arresto o pri sión diferentes a los que están legal y públicamente destinados al efecto. Los centros de detención, arres to o prisión provisional, serán dis tintos a aque-llos en que han de cumplirse las condenas.

La autoridad y sus agentes, que violen lo dispuesto en el presen-te artículo, serán personalmente responsables.

Artículo 12. Derecho de defen-sa. La defensa de la persona y sus derechos son inviolables. Nadie podrá ser condenado ni privado de sus derechos, sin haber sido citado, oído y vencido en proceso legal ante juez o tribunal competente y pre esta blecido.

Ninguna persona puede ser juz-gada por Tribunales Especiales o secretos, ni por procedimien-

tos que no estén pre esta ble ci dos legalmente.

Artículo 14. Presunción de ino-cencia y publicidad del proceso. Toda persona es inocente, mientras no se le haya declarado responsable judicialmente, en sentencia debida-mente ejecutoriada.

El detenido, el ofendido, el Mi-nisterio Público y los abogados que hayan sido designados por los interesados, en forma verbal o escrita, tienen derecho de conocer, personalmente, todas las actua-ciones, documentos y diligencias penales, sin reserva alguna y en forma inmediata.

Artículo 15. Irretroactividad de la ley. La ley no tiene efecto retroac-tivo, salvo en materia penal cuando favorezca al reo.

Artículo 16. Declaración contra sí y parientes. En proceso penal, ninguna persona puede ser obli-gada a declarar contra sí misma, contra su cónyuge o persona unida de hecho legalmente, ni contra sus parientes dentro de los grados de ley.

Artículo 17. No hay delito ni pena sin ley anterior. No son punibles las acciones u omisiones que no estén califi cadas como delito o fal-

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

ta y penadas por ley anterior a su perpetración.

No hay prisión por deuda.

Artículo 19. Sistema penitencia-rio. El sistema penitenciario debe tender a la readaptación social y a la reedu cación de los reclusos y cumplir con el tratamiento de los mismos, con las siguientes normas mínimas:a) Deben ser tratados como seres

humanos: no deben ser discri-minados por motivo alguno, ni podrán infligírseles tratos crueles, torturas físicas, mora-les, psí quicas, coacciones o mo-lestias, trabajos incompatibles con su estado físico, acciones de ni grantes a su dignidad, o ha-cer les víctimas de exac ciones, ni ser sometidos a experimentos científi cos;

b) Deben cumplir las penas en los lugares destinados para el efecto. Los centros penales son de carácter civil y con personal especializado; y

c) Tienen derecho a comunicarse, cuando lo soliciten, con sus familiares, abogado defensor, asistente religioso o médico, y en su caso, con el representante diplomático o consular de su nacionalidad.

La infracción de cualquiera de las normas establecidas en este artículo, da derecho al detenido a reclamar del Estado la indemnización por los daños ocasionados y la Corte Suprema de Justi-cia ordenará su protección inmediata.

El Estado deberá crear y fomentar las condiciones para el exacto cum-plimiento de lo preceptuado en este artículo.

Artículo 32. Objeto de citaciones. No es obligatoria la comparecencia ante autoridad, funcionario o em-pleado público, si en las citaciones correspondientes no consta expresa-mente el objeto de la diligencia.

En este orden de ideas, la legis-lación internacional contempla estos derechos en los siguientes instrumen-tos: Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas; Código de Conducta para Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley; Declaración sobre la Protección de Todas las Personas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhuma-nos o Degradantes; Declaración sobre los Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas de Delito y del Abuso de Poder; Convención Internacional so-bre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, Convención sobre los Derechos del Niño, el Conve-nio 151 sobre las Relaciones de Trabajo

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

en la Administración Pública; Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes; Convenio para Mejorar la Suerte de Heridos y Enfermos en las Fuerzas Armadas en Campaña; Convenio para Mejorar la Suerte de los Heridos, Enfermos y Naúfragos de las Fuerzas Armadas en el Mar; Convenio Relativo al Tratamiento de los Prisio-neros de Guerra; Convenio Relativo

a la Protección de Personas Civiles en Tiempos de Guerra; los protocolos adicionales a los convenios de Ginebra relativos a la protección de las víctimas de los confl ictos armados sin carácter internacional y el relativo a la protección de las víctimas de los confl ictos armados internacionales, entre otros. También podemos encontrarlos en los siguientes instrumentos:

Derechos del detenido

Deber de informar sobre causas

Recurrir a tribunal que decida

sobre legalidad de la detención

Derecho a ser juzgado o puesto

en libertad

Derecho a tratamiento humano

Derecho a obtener reparación

por detención ilegal

Prohibición de prisión por deudas

Acusado

Acusaciones que se le formulan

De qué se le acusa

Presunción de inocencia

Derecho a disponer de intérprete

Derecho a ser juzgado sin

dilaciones

Derecho a defenderse

Preparación de su defensa

Juzgado por tribunal imparcial

Declaración Universal de los Derechos

Humanos

Convención Americana

sobre Derechos Humanos

Declaración Americana de los

Derechos y Deberes del Hombre

Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos

Artículo 7,4 Artículo 9,2

Artículo 7,6 Artículo 25

Artículo 7,5 Artículo 25 Artículo 9,3

Artículo 25 Artículo 10,1

Artículo 9,5

Artículo 7,7 Artículo 25

Artículo 9,2

Artículo 8,2 Artículo 14,3

Artículo 11, 1 Artículo 8,2 Artículo 14,2

Artículo 8,2 Artículo 14,3

Artículo 8,1 Artículo 14,3

Artículo 8,2 Artículo 14,3

Artículo 8,2 Artículo 14,3

Artículo 10 Artículo 26 Artículo 14,1

Continúa

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

Declaración Universal de los Derechos

Humanos

Convención Americana

sobre Derechos Humanos

Declaración Americana de los

Derechos y Deberes del Hombre

Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos

Interrogar a sus acusadores

No declarar contra sí mismo

No imponer penas crueles

Derecho del Estado a estar

presente cuando se examine su caso

Amparo

Condenado

Derecho a indemnización

Derecho al indulto

Deber de indemnizar al

condenado injustamente

Artículo 8,2 Artículo 14,3

Artículo 8,2 Artículo 14,3

Artículo 26

Artículo 41,1

Artículo 25,1 Artículo 18

Artículo 10

Artículo 4,6 Artículo 6,4

Artículo 14,6

En resumen, podríamos decir de estos derechos que toda persona sujeta a proceso penal, cuenta con una serie de derechos y garantías, con esto, la Constitución protege la integridad de los procesados, garantizando una serie de principios en la aplicación de cualquier otra norma de materia penal, cuyo objeto ideal, es hacer prevalecer la justicia mediante la correcta aplicación de la misma.

Con base en los artículos citados, como mínimo el acusado debe gozar, como parte del debido proceso, de las siguientes garantías: conocer el nom-bre de su acusador; ser careado con los testigos que depongan en su contra

para hacerles preguntas; conocer los hechos que se le imputen, la publicidad o audiencia pública que deberá tener el juicio; que la justicia sea expedita y sea juzgado en el término que señala la ley; la garantía de audiencia y de ofrecimien-to de pruebas, y a contar con un defensor asignado por él o que le sea nombrado uno de ofi cio.12

La irretroactividad de la ley ga-rantiza que nadie puede ser juzgado por ley posterior a la comisión de un hecho califi cado en dicha ley como delito o con agravación de la pena. Ésta tiene como fundamento la segu-ridad jurídica, con el propósito que los habitantes de Guatemala sepan a

12 Op. cit. Págs. 120 y 121.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

qué atenerse con sus actuaciones, de acuerdo con la ley vigente al momento de la celebración de un acto o contrato o comisión de un hecho delictivo, por razones de justicia.

Una crítica que podríamos hacer a la presunción de inocencia, es que según dicho principio toda persona es inocente, mientras no se le haya declarado respon-sable judicialmente, no obstante, en la práctica pareciera ser que el principio fuera “todo acusado es culpable mientras no demuestre lo contrario...”, es decir, se invierte el principio y la carga de la prueba, pues quien acusa debería probar la culpabilidad, así el Estado mediante sus investigadores debería comprobar la culpabilidad del acusado, y no a la inversa.

Además, debe tomarse en cuenta que en el medio nacional los defen-sores de ofi cio son muy pocos y no se dan abasto para atender la magnitud del trabajo existente. Un solo defensor debe hacerse cargo, simultáneamente, de muchos procesos, esto tiene como consecuencia la reducción del tiempo disponible para estudiar cada uno y le difi culta su asistencia a todas las audiencias, esto es, en muchos casos, materialmente imposible, por lo que se requiere el incremento de recursos económicos, materiales, pero princi-palmente personales, para opti mizar la garantía de la debida defensa.

6. Inviolabilidad de la vivienda, de la correspondencia, documentos

y libros

Este derecho se formula en otros tex-tos constitucionales como el derecho de la persona a no ser objeto de injerencias en su vida privada y familiar, domicilio o correspondencia; de la misma manera se refi ere en estos textos, los ataques ilegales a su honra y reputación, con una curiosa mezcla de protección contra las calumnias e injurias de los medios de comunicación, lo que defi nitivamente regula también el derecho de rectifi cación correspondiente. Estos derechos se encontraban regulados en los respectivos cuerpos legales en los artículos siguientes: Constitución de 1879 (artículo 37 y 38), en la de 1945 (artícu-los 35 y 37), en la de 1956 (artículos 55 y 56), y en la de 1965 (artículos 57 y 58). En la actual Constitución, se incluye en los ar tículos 23 y 24, que se transcriben a continuación.

Artículo 23. Inviolabilidad de la vivienda. La vivienda es inviolable. Nadie podrá penetrar en morada ajena sin permiso de quien la habi-ta, salvo por orden escrita de juez competente en la que especifi que el motivo de la diligencia y nunca antes de las seis ni después de las dieciocho horas. Tal diligencia se realizará siempre en presencia del interesado, o de su mandatario.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

Artículo 24. Inviolabilidad de correspondencia, documentos y libros. La correspondencia de toda persona, sus documentos y libros son inviolables. Sólo podrán revi sarse o incautarse, en virtud de resolución fi rme dictada por juez competente y con las formalidades legales. Se garantiza el secreto de la correspondencia y de las comuni-caciones telefónicas, radiofó ni cas, cablegráfi cas y otros productos de la tecnología moderna.

Los libros, documentos y archivos que se relacionan con el pago de impuestos, tasas, arbitrios y con-tribuciones, podrán ser revisados por la autoridad competente de conformidad con la ley. Es punible revelar el monto de los impuestos

pagados, utilidades, pérdidas, costos y cualquier otro dato referente a las contabilidades revisadas a personas individuales o jurídicas, con excep-ción de los balances generales, cuya publicación ordene la ley.

Los documentos o informaciones obtenidas con violación de este ar tículo no producen fe ni hacen prueba en juicio.

Del mismo modo, en instrumentos internacionales, se contemplan de la siguiente manera en el cuadro.

Este derecho constituye fundamen-talmente una defensa contra las intro-misiones y/o ataques a la intimidad de la persona y los ámbitos donde la misma tiene más valor. Este derecho custodia lo

Declaración Universal de los Derechos

Humanos

Convención Americana

sobre Derechos Humanos

Declaración Americana de los

Derechos y Deberes del Hombre

Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos

Inviolabilidad del domicilio Artículo 12 Artículo 11 Artículo 9 Artículo 17

Inviolabilidad de la

correspondencia Artículo 12 Artículo 11 Artículo 10 Artículo 17

Derecho a la intimidad Artículo 17

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

íntimo de ésta, como el domicilio y sus comunicaciones, que ahora se amplían hacia los medios telefónicos, radiofó-nicos y otros usados actualmente, tales como fax, Internet y otros análogos que en algún momento pudieran usarse.

La inviolabilidad de la vivienda o su intromisión tiene dos excepciones: la primera, cuando se cuenta con la autorización de quien la habita y la se-gunda, cuando media orden escrita de juez competente, fi rmada y sellada por el mismo, siempre y cuando se efectúe dentro de las seis de la mañana y seis de la tarde; fuera de este horario, nadie puede ingresar al inmueble. Al llevarse a cabo el allanamiento, se debe entregar una copia de la orden a quien habita el lugar o al encargado; si alguna autoridad infringie-re estos condi cio nantes, su conducta se tipifi caría como delito de allanamiento ilegal conforme el artículo 436 del Código Penal. Si, por otra parte, el infractor fuese un civil o persona particular, el delito que correspondería sería el de allanamiento de morada, según el artículo 206 del Código Penal. También se debe recordar que este derecho es uno de los que no puede ser suspendido, ni aún en Estado de excepción decretado legalmente.

En cuanto a la inviolabilidad de la correspondencia, documentos y libros,

se han tomado como una extensión de la persona, por lo cual, la violación o intromisión en los mismos constituye un ataque contra su dignidad y la propia persona. Respecto a la correspondencia, no sólo abarca las cartas, postales, tele-gramas, sino también otros impresos, encomiendas, paquetes, giros, etc.13 La revisión de éstos al igual que de la vivienda, sólo puede ser realizada me-diante orden de juez competente.14

7. Registro de personas y vehículos

En textos constitucionales anteriores al actual no encontramos reglamenta-ción al respecto, pero sí se regula en el artículo 25 de la Carta Magna vigente, que determina:

Artículo 25. Registro de perso-nas y vehículos. El registro de las personas y de los vehículos, sólo podrá efectuarse por elementos de las fuerzas de seguridad cuando se establezca causa justificada para ello. Para ese efecto, los elementos de las fuerzas de seguridad deberán presentarse debidamente uniforma-dos y pertenecer al mismo sexo de los requisados, debiendo guardarse el respeto a la dignidad, intimidad y decoro de las personas.

13 Castellanos, Op. cit. Págs. 59 a 61.14 De León Carpio, Op. cit. Pág. 75.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

En un Estado de derecho ideal, el re-gistro de personas y vehículos correspon-de únicamente a las fuerzas de seguridad, la Policía Nacional Civil en el caso del Estado guatemalteco. Esta labor no debe ser realizada por las fuerzas armadas ni por miembros de policías particulares, como se produce en la actualidad en el ingreso a los edifi cios de los bancos u otras instituciones privadas.

Por otra parte, este registro debe ser efectuado por personas del mismo sexo que la requisada. Esta condición no siempre se cumple, pues con mucha frecuencia son hombres quienes se encargan de revisar las pertenencias de mujeres aun cuando se considera que carteras o porta folios, son efectos perso-nales, que al igual que los documentos son una extensión de la persona y su intimidad.

De la misma manera, el registro de vehículos no puede ser llevado a cabo si no hay una mujer con la función de requisar el vehículo de una dama; si se presenta este caso, ella no tiene obliga-ción de bajarse del mismo, únicamente será susceptible de revisión de la papele-ría reglamentaria (tarjeta de circulación y licencia de conducir vigente), y aún en este caso, no podrá ser objeto de sanción si no se tratare de policía de tránsito, en el caso que su papelería no estuviere de acuerdo con la ley.

8. Libertad de locomoción

Este se conoce en legislaciones anteriores como derecho de libre cir-culación y residencia; se contempla en los artículos 19, en la Constitución de 1879; en el 25, en la de 1945; en el 46, en la de 1956 y en el 59, en la de 1965. Nuestra actual Constitución le dedica el artículo 26, en el siguiente sentido:

Artículo 26. Libertad de locomo-ción. Toda persona tiene libertad de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio nacional y cambiar de domicilio o residencia, sin más limitaciones que las establecidas por la ley.

No podrá expatriarse a ningún gua-temalteco, ni prohibírsele la entrada al territorio nacional o negársele pasaporte u otros documentos de identifi cación.

Los guatemaltecos pueden entrar y salir del país sin llenar el requisito de visa. La ley determinará las respon-sabilidades en que incurran quienes infrinjan esta disposición.

De igual manera, en la legisla-ción internacional se consagra este derecho, regulado en los siguientes instrumentos:

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

Declaración Universal de los Derechos

Humanos

Convención Americana

sobre Derechos Humanos

Declaración Americana de los

Derechos y Deberes del Hombre

Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos

Libre circulación intranacional Artículo 13,1 Artículo 22,1 Artículo 8 Artículo 12,1

Límites a circulación

internacional Artículo 22,3,4

Libre circulación internacional Artículo 13,2

Ciudadano

Entrar al Estado al que pertenece Artículo 22,2 Artículo 12,4

Salir del Estado al que pertenece Artículo 22,2 Artículo 12,2,3

Limitaciones de salir del Estado

al que pertenece Artículo 22,3

Prohibición de la expulsión del

Estado al que pertenece Artículo 22,5

El derecho de circulación deno-minado también derecho de tránsito, constituye una forma de manifestación de la libertad general, y de la necesidad que tiene toda persona de desplazarse para la realización de sus objetivos particulares. Este abarca también el derecho de libertad de salir, entrar y residir; también conocidas como “li-bertades clásicas”,15 propias de todo régimen democrático. Estos derechos pueden ser restringidos en caso de Estado de excepción, en caso de con-dena y a los extranjeros que no cuenten con permiso o visa para permanecer o ingresar al país.16

En cuanto a la circulación dentro del propio país, no se requiere el visado para trasladarse de un lugar a otro dentro del propio territorio; aunque sí se requiere el pasaporte vigente cuando se ingresa y egresa del territorio nacional, para con-trolar los movimientos migratorios.

9. Derecho de asilo

En nuestra historia constitucional no aparece sino hasta la Constitución de 1945 (artículo 26), regulado tam-bién en la de 1956 (artículo 48), en la de 1965 (artículo 61) y en la actual Constitución, en el artículo 27. Dichos

15 Navarrete, Op. cit. Pág. 73.16 Castellanos, Op. cit. Pág. 65.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

textos prohibían, en primer lugar, con-ceder la extradición de reos políticos extranjeros o intentar obtener la de reos políticos guatemaltecos, recono-ciendo con ello el derecho de asilo a los perseguidos políticos siempre y cuando éstos se acogieran a la bandera nacional y respetasen la soberanía y las leyes del país. También se comprendía dentro de la prohibición, la de perse-cución por delitos comunes conexos con los políticos.

Cabe, asimismo, hacer una obser-vación en cuanto a terminología, en los citados textos el término refugiado se refi ere a los “guatemaltecos que por causas políticas se refugiaren en otro país”,17 equiparando el derecho de asilo al de refugio; como sabemos, el segundo, por la recién terminada historia nacional de confl icto armado interno, comprende otros alcances, más en materia de dere-cho humanitario que de derecho de asilo. Pero volviendo a nuestra actual Consti-tución, la misma lo regula en el siguiente sentido:

Artículo 27. Derecho de asilo. Guatemala reconoce el derecho de asilo y lo otorga de acuerdo con las prácticas internacionales.

La extradición se rige por lo dispues-to en tratados internacionales.

Por delitos políticos no se intentará la extradición de guatemaltecos, quienes en ningún caso serán entre-gados a gobierno extranjero, salvo lo dispuesto en tratados y conven-ciones con respecto a los delitos de lesa humanidad o contra el derecho internacional.

No se acordará la expulsión del territorio nacional de un refugiado político, con destino al país que lo persigue.

En este sentido, en materia interna-cional se encuentra este derecho regu-lado en el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el artículo 22,7 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y en el artículo 27 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. También en materia espe-cífi ca regularán los tratados celebrados, tales como la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y sus Familiares, la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Conven-ción Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, la Declaración so-bre la Protección de Todas las Personas contra la Desaparición Forzada, la De-

17 García Laguardia, Op. cit. Págs. 131 y 132.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

claración sobre los Derechos Humanos de los Individuos que no son Nacionales del País en que Viven y el Estatuto de la Ofi cina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, entre otros.

Es de hacer notar que dicha regula-ción se orienta no sólo a la protección de la persona, a su propia integridad, por la comisión de delitos políticos, sino también los conexos con éstos, y también los casos de confl icto armado interno, salvo el caso de delitos de lesa humanidad.

10. Derecho de petición

Este derecho es regulado en las le-yes fundamentales de 1879, artículo 22; en la de 1945, artículo 30; la de 1956, ar tículo 52 y en la de 1965, artículo 62. Las dos últimas presentan la variante que excluían del derecho de petición en materia política a los extranjeros, y la del 65 dispone ya en caso de silencio administrativo, que el peticionario tiene el derecho de recurrir al amparo que a efecto de que se fi je un término fi nal a la autoridad para su resolución.18 La actual legislación, al efecto dispone lo transcrito a continuación.

Artículo 28. Derecho de petición. Los habitantes de la República de Guatemala tienen derecho a dirigir, individual o colectivamente, peticio-nes a la autoridad, la que está obliga-da a tramitarlas y deberá resolverlas conforme a la ley.

En materia administrativa el tér-mino para resolver las peticiones y notifi car las resoluciones no podrá exceder de treinta días.

En materia fiscal, para impugnar resoluciones administrativas en los expedientes que se originen en repa-ros o ajustes por cualquier tributo, no se exigirá al contribuyente el pa go previo del impuesto o garantía alguna.

En cuanto a la legislación inter-nacional, únicamente la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, en su artículo 24 regula el mismo en el sentido de una pronta reso-lución. En general, este derecho también es una garantía individual.19

Fundamentalmente, este derecho confi ere la facultad de dirigir solicitudes a las autoridades, tanto en forma indivi-

18 García Laguardia, Op. cit. Págs. 132 y 133.19 Castellanos, Op. cit. Pág. 67.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

dual como colectiva; éstas pueden ser de benefi cio común, en cuyo caso las autoridades tienen la obligación de tra-mitarlas y resolverlas conforme la ley.20 En materia administrativa, las autorida-des tienen por mandato constitucional la obligación de resolver y notifi car las mismas dentro de 30 días de ser pre-sentadas las solicitudes respectivas. En otras materias úni camente se refi ere el citado precepto de obligación de resol ver conforme a la ley, lo que da margen a una reso lución con forme lo establecen las distintas resoluciones a nivel interna-cional “en tiempo razonable”, pero ¿cuán to será un tiempo razonable en Gua temala y en cada materia?

Un avance importante en materia fi scal, es que se ha dejado sin efecto el pago previo del impuesto o ajuste impugnado, pues la legislación anterior obligaba a pagar primero el impuesto o ajuste del reclamo antes de tener ac-ceso a la justicia en este campo. Debe recor darse que existe una gran riqueza de jurisprudencia, en cuanto a fallos emitidos por la Corte de Constitu ciona-lidad, como fuente de derecho, en cuanto a esta facultad.

11. Libre acceso a tribunales y dependencias del Estado; publ ic idad de los actos administrativos y acceso a archivos y registros estatales

No existe legislación constitucional anterior que regule estos derechos en la forma como los regula nuestro actual texto constitucional, en los artículos 29, 30 y 31, de la manera siguiente:

Artículo 29. Libre acceso a tribu-

nales y dependencias del Estado. Toda persona tiene libre acceso a los tribunales, dependencias y ofi cinas del Estado, para ejercer sus acciones y ha-cer valer sus derechos de conformidad con la ley. Los extranjeros únicamente podrán acudir a la vía diplomática en caso de denegación de justicia.

No se califi ca como tal, el solo hecho de que el fallo sea contrario a sus in-tereses y en todo caso, deben haberse agotado los recursos legales que establecen las leyes guatemaltecas.

Artículo 30. Publicidad de los actos administrativos. Todos los actos de la administración son pú-

20 De León Carpio, Op. cit. Pág. 80.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

blicos. Los interesados tienen dere-cho a obtener, en cualquier tiempo, informes, copias, reproducciones y certifi caciones que soliciten y la exhibición de los expedientes que deseen consultar, salvo que se trate de asuntos militares o diplomáticos de seguridad nacional, o de datos suministrados por particulares bajo garantía de confi dencia.

Artículo 31.- Acceso a archivos y registros estatales. Toda per-sona tiene el derecho de conocer lo que de ella conste en archivos, fichas o cualquier otra forma de registros estatales, y la fi nalidad a que se dedica esta información, así como a corrección, rectifi cación y actualización. Quedan prohibidos los registros y archivos de fi liación política, excepto los propios de las autoridades electorales y de los par-tidos políticos.

En cuanto a legislación internacio-nal, además de la Declaración Ameri-cana sobre Derechos Humanos, está la Declaración sobre los Principios Funda-mentales de Justicia para las Víctimas de Delitos y del Abuso de Poder, así como el Código de Conducta para Funciona-rios Encargados de Hacer Cumplir la Ley, entre otros.

También se encuentra regulada esta materia concretamente en la Ley de lo

Contencioso Administrativo. Este dere-cho, en general, comprende la facultad de acceder a los tribunales en demanda de sus propios intereses o de sus re-presentados, además, a cada persona le corresponde el derecho a conocer lo que de ellos mismos obre en archivos estatales, así como conocer los procedi-mientos que en cualquier dependencia del Estado obre ya sea sobre sí, o en caso de procesos fenecidos, sobre cualquier otro asunto, como consecuencia de la publicidad que tienen algunos de esos actos, con las reservas de ley. Aunque constituye un derecho, en Guatemala las crecientes estadísticas en materia de delitos, asaltos, secuestros, ha hecho que por seguridad de las mismas personas, alguna de esa información no sea su-ministrada de forma tan indiscriminada como se solía hacer.

12. Derecho de reunión y manifestación y derecho de asociación

La Constitución de 1879 (artículo 25); la de 1945 (artículos 31 y 32); la de 1956 (artículos 53 y 54) y la de 1965 (ar tículos 63 y 64), comprendían más bien las limitaciones a estos derechos; se prohibía, inclusive en las de 1879 y 1945 el establecimiento de congre-gaciones con ventuales y monásticas, equi pa rán dolas a las instituciones o asociaciones que atentaran contra la moral pública, lo que en algún momento

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histórico hizo ver a Guatemala como un país con un franco rechazo hacia todo lo religioso.21

Actualmente, estos derechos se en-cuentran comprendidos en los artículos 33 y 34 que se anotan a continuación.

Artículo 33.- Derecho de reunión y manifestación. Se reconoce el derecho de reunión pacífi ca y sin armas.

Los derechos de reunión y de ma-

nifestación pública no pueden ser restringidos, disminuidos o coar-tados; y la ley los regulará con el único objeto de garantizar el orden público.

Las manifestaciones religiosas en el exterior de los templos son permiti-dos y se rigen por la ley.

Para el ejercicio de estos derechos bastará la previa notifi cación de los orga nizadores ante la autoridad competente.

Artículo 34.- Derecho de asocia-ción. Se reconoce el derecho de libre asociación.

Nadie está obligado a asociarse ni a formar parte de grupos o asocia-ciones de autodefensa o similares. Se exceptúa el caso de colegiación profesional.

21 García Laguardia, Op. cit. Págs. 124 y 125.

Declaración Universal de los Derechos

Humanos

Convención Americana

sobre Derechos Humanos

Declaración Americana de los

Derechos y Deberes del Hombre

Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos

Libre asociación Artículo 20 Artículo 16,1 Artículo 22 Artículo 22, 1

Limitaciones Artículo 16,2 Artículo 22,2

Libertad de manifestación Artículo 1 Artículo 7,1 Artículos 1 y 21 Artículo 9,1

Reunión limitaciones Artículo 20,1 Artículo 15 Artículo 21 Artículo 21

Asociación

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Este derecho constituye una mani-festación de la libertad de las personas y una de sus variantes es la reunión y otra, la asociación con el propósito de conseguir intereses comunes; mientras que la primera constituye un derecho de reunirse dos o más personas sin el obje-tivo concreto de formar una asociación, la que puede o no ser pasajera y tener o no como objetivo la obtención de un objetivo determinado, en algunos casos podrá ser con fi nes de crítica política, social, cultural, entre otros. Su única limitación es que no afecte derechos ni intereses de terceros.

Según nos indica Navarrete,22 este derecho de reunión se ha entendido también como manifestación pública de ideas, ligado al derecho de petición; se puede decir que es el recurso utilizado por grupos de personas o la sociedad entera para hacer oír su voz ante las autoridades gubernamentales, cuyo limitante es la no afectación de los derechos de los demás, como sucediera recientemente en nuestro país con el conocido “Jueves Negro”.

En cuanto al derecho de asociación, cabe comentar que el mismo tiene igual-mente una excepción a la libertad de aso-ciación, y es la colegia ción profesional, la que persigue como fi n la superación del gremio e igualmente la seguridad

de las personas que usan los servicios profesionales de un agremiado.

13. Libre emisión del pensamiento

Reconocido en legislaciones anterio-res, como derecho a opinar, expresarse e informarse libremente, este derecho tam-bién forma parte de la esfera del derecho de libertad de todo pueblo democrático, que permite el desarrollo en los campos intelectual, político y social y abarca la difusión de ideas, opiniones o valores, por cualquier medio escrito, impreso o artístico. Este derecho es reconocido en la Constitución de 1879 (artículo 26), en la de 1945 (artículo 36), en la de 1956 (artículos 44 y 57) y en la de 1965 (artículos 45 y 65).

El derecho de información es la facultad de solicitar, obtener o divul-gar datos o informaciones, cuya única limitante son algunos actos administra-tivos y algunos asuntos diplomáticos o militares; es reconocido a partir de la Constitución de 1945 (artículo 53), en a de 1956 (artículo 71) y la de 1965 (ar-tículo 75).23 En la Carta Magna actual se regula de la siguiente forma:

Artículo 35. Libertad de emisión del pensamiento. Es libre la emisión del pensamiento por cualesquiera

22 Op. cit. Págs. 100 y 101.23 García Laguardia, Op. cit. Pág. 124.

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medios de difusión, sin censura ni licencia previa. Este derecho cons -titucional no podrá ser restringido por ley o disposición gu ber namental alguna. Quien en uso de esta libertad faltare al respeto a la vida privada o a la moral, será res ponsable conforme a la ley. Quie nes se cre yeren ofendi-dos tienen derecho a la publicación de sus defensas, aclaraciones y rec-tifi caciones.

No constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denun-cias, críticas o imputaciones contra funcionarios o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio de sus cargos.

Los funcionarios y empleados pú-blicos podrán exigir que un tribunal de honor, integrado en la forma que determine la ley, declare que la pu-blicación que los afecta se basa en hechos inexactos o que los cargos que se les hacen son infundados. El fallo que reivindique al ofendido, deberá publicarse en el mismo me-dio de comunicación social donde apareció la imputación.

La actividad de los medios de comu-nicación social es de interés público y éstos en ningún caso podrán ser expropiados. Por faltas o delitos en la emisión del pensamiento no podrán ser clausurados, embarga-

dos, intervenidos, confiscados o decomisados, ni interrumpidos en su funcionamiento las empresas, los talleres, equipo, maquinaria y ense-res de los medios de comunicación social.

Es libre el acceso a las fuentes de

información y ninguna autoridad podrá limitar ese derecho.

La autorización, limitación o cance-lación de las concesiones otorgadas por el Estado a las personas, no pueden utilizarse como elementos de presión o coacción para limitar el ejercicio de la libre emisión del pensamiento.

Un jurado conocerá privativamente de los delitos o faltas a que se refi ere este artículo.

Todo lo relativo a este derecho constitucional se regula en la Ley Constitucional de Emisión del pen-samiento.

Los propietarios de los medios de comunicación social, deberán proporcionar cobertura socio eco nó-mica a sus reporteros, a través de la contratación de seguros de vida.

En materia internacional, encon-tramos su regulación en los siguientes cuerpos legales:

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

Declaración Universal de los Derechos

Humanos

Convención Americana

sobre Derechos Humanos

Declaración Americana de los

Derechos y Deberes del Hombre

Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos

Libertad de pensamiento Artículo 18 Artículo 13 Artículo 18,1

Derecho a la libertad de

difusión del pensamiento Artículo 4

Este derecho cuenta para la pro-tección de los particulares frente a los medios de comunicación social, pues aun cuando los medios tienen el derecho de información y publicación deben respetar el resguardo de la reputación, la buena imagen o fama de terceros. Además, deben tutelar como valores jurídicos la honra, la reputación personal y la vida privada, protegiéndolos frente a un ejercicio excesivo y a veces abusivo de la libertad de expresión, que despe-daza indiscriminadamente a diestra y siniestra sin importar el daño que cause, “mientras más escandalosa la noticia y venda más ejemplares… no importa lo demás”.

Entre los ataques que se producen en contra de estos medios de comu-nicación, en cuanto a la libertad de expresión, están la desinformación, la represión y la compra o acaparamiento de los medios de comunicación. La pri-mera consiste en el ocultamiento de la verdad o decir verdades a medias para provocar confusión o mantener la igno-rancia. La segunda constituye el ataque

directo o persecución del Gobierno en contra de los medios; por ejemplo, en tiempo del “Serranazo”, cuando se prohibía la publicación de todo lo que estaba sucediendo en las cúpulas de Gobierno y por eso el diario Siglo Veintiuno hizo una publicación especial titulada Siglo XIV, denunciando con ello el retroceso de esta libertad, propia de todo Estado democrático, valuarte de la verdadera libertad de un pueblo. Final-mente, el apoderamiento de los medios de difusión o comunicación social por parte del Gobierno es otra forma de amordazarlos, dado que no se permite la publicación o difusión de todo lo que acontece.

14. Libertad de religión

Se contemplan como derecho a la libertad de conciencia, religión y culto, los textos constitucionales de 1879 (artí-culo 24) y los de 1945 (artículo 29) que reconocían la profesión libre de todas las religiones y el libre ejercicio de los cultos siempre y cuando los mismos se realizaran en el interior de los templos,

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

cuya única limitante es el respeto al derecho de otros y que no se produzcan acciones subversivas o prácticas contra-rias a la paz y al orden público.

En cuanto a la Constitución de 1956 (artículo 51) y la de 1965 (artículo 66) este derecho se amplía además al reco-nocimiento del libre ejercicio de todas las religiones, se reconoce el derecho a la exteriorización y práctica de las religiones o creencias, tanto en forma individual como colectivamente, en público o en privado; mediante la en-señanza, el culto y la observancia, sin más limitaciones que la paz, el orden público y el respeto a los símbolos pa-trios, así como la prohibición expresa de participación en política partidista a las asociaciones y agrupaciones religiosas y a los ministros de los cultos.24 Por su parte, la Constitución de 1,985 la regula de la siguiente manera:

Artículo 36. Libertad de religión. El ejercicio de todas las religiones es libre. Toda persona tiene derecho a practicar su religión o creencia, tanto en público como en privado, por medio de la enseñanza, el culto y la observancia, sin más límites que el orden público y el respeto debido a la dignidad de la jerarquía y a los fi eles de otros credos.

Artículo 37. Personalidad jurídi-ca de las iglesias. Se reconoce la personalidad jurídica de la Iglesia Católica. Las otras iglesias, cultos, entidades y asociaciones de carácter religioso obtendrán el reconoci-miento de su personalidad jurídica conforme las reglas de su institución y el Gobierno no podrá negarlo si no fuese por razones de orden público.

El Estado extenderá a la Iglesia Ca-tólica, sin costo alguno, títulos de propiedad de los bienes inmue bles que actualmente y en forma pacífi ca posee para sus propios fi nes, siem-pre que hayan formado parte del patrimonio de la Iglesia Católica en el pasado. No podrán ser afectados los bienes inscritos a favor de ter-ceras personas, ni los que el Estado tradicionalmente ha destinado a sus servicios.

Los bienes inmuebles de las entida-des religiosas destinados al culto, a la educación y a la asistencia social, gozan de exención de impuestos, arbitrios y contribuciones.

Además, se toma en cuenta dentro de los instrumentos internacionales el articulado presentado en el siguiente cuadro.

24 García Laguardia, Op. cit. págs. 130 y 131.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

Se suman a los anteriores, la Con-vención Internacional sobre la Elimi-nación de Todas las Formas de Discri-minación Racial y la Declaración sobre la Eliminación de Todas las Formas de Intolerancia y Discriminación Fundadas en la Religión o las Convicciones, entre otras.

Este derecho en sí, involucra tres aspectos, el de la intimidad de la con-ciencia en la que radica la creencia, la de ma ni festación exterior de la fe reli-giosa,25 y la libertad de culto.26

Dichas formas, en muchos países y casos, se han visto limitadas por otras prác ticas despreciativas y discrimina-torias, lo que ha creado la necesidad de la formulación de la Declaración sobre la Eliminación de Todas las Formas de Intolerancia y Discriminación Funda-das en la Religión o las Convicciones, proclamada por la Asamblea General de Naciones Unidas de 1981.

Declaración Universal de los Derechos

Humanos

Convención Ame-ricana

sobre Derechos Humanos

Declaración Americana de los

Derechos y Deberes del Hombre

Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos

Derechos de creencia

religiosa Artículo 3

Libertad de conciencia Artículo 18 Artículo 12,1 Artículo 18

Entre las formas de manifestación de este derecho tenemos la celebración de ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, tanto en los templos como en otros sitios. En Guatemala, se presentan ciertas manifestaciones características de fe; por ejemplo, las procesiones princi-palmente las que se producen durante la época de Semana Santa o aquellas propias de la cosmovisión maya. En la actualidad se defi ende el derecho de los grupos ma-yas a celebrar sus cultos y ceremonias en centros ceremoniales y que hoy en día son patrimonio nacional, tales como ruinas, cuyos horarios de visita les restringen la realización de determinadas actividades, que de acuerdo con su calendario, son cele-bradas en la noche, a la puesta del sol, etc.

En cuanto a la exoneración de im-

puestos y la concesión de títulos, debe destacarse que a partir de esta Consti-tución ya se amplía su base a todas las iglesias; anteriormente era casi con exclu-sividad para la Iglesia Católica.

25 Navarrete, Op. cit. pág. 80.26 Castellanos, Op. cit. pág. 78.

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LOS DERECHOS HUMANOS INDIVIDUALES A LA LUZ DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA…

BIBLIOGRAFÍA

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5. Navarrete M., Tarcisio y otros. Los derechos humanos al alcance de to-dos. 3ª. ed. México: Ed. Diana, 2001.

6. Organización de los Estados Ame-ricanos. Convención Americana sobre Derechos Humanos. 22 de noviembre de 1969.

7. ________________ Convención sobre Asilo Territorial. 28 de marzo de 1954.

8. ________________ Declaración Americana de los Derechos y De-beres del Hombre. 1948.

9. Organización de las Naciones Uni-das. Convención Interame ricana para Prevenir, Sancionar y Erra-dicar la Violencia Contra la Mujer “Convención De Belém Do Pará”. 9 de junio de 1994.

10. ________________ Convención sobre el Estatuto de los Refugiados. 22 de abril de 1954.

11. _________________ Convención sobre el Estatuto de los Apátridas. 6 de junio de 1960.

12. _________________ Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer. 3 de septiembre de 1981.

13. _________________ Convención sobre los Derechos del Niño. 2 de septiempre de 1990.

14. __________________ Convención Suplementaria sobre la Abolición de la Esclavitud, la Trata de Esclavos y las Instituciones y Prácticas Aná-logas a la Esclavitud. 30 de abril de 1957.

15. __________________ Declaración sobre la Raza y los Prejuicios Racia-les. 27 de noviembre de 1978.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

16. __________________ Declaración sobre los Derechos Humanos de los Individuos que no son Nacionales del País en que Viven. 13 de diciem-bre de 1985.

17. __________________ Pacto In-ternacional de Derechos Civiles y Políticos. 23 de marzo de 1976.

18. _______________ Código de Con-ducta para Funcionarios Encarga-dos de Hacer Cumplir la Ley. 17 de diciembre de 1979.

19. _________________ Convención sobre la Esclavitud. 9 de marzo de 1927.

20. _________________ Convención Suplementaria sobre la Abolición de la Esclavitud, la Trata de Esclavos y las Instituciones y Prácticas Aná-

logas a la Esclavitud. 30 de abril de 1957.

21. _________________ Declaración Universal de los Derechos Huma-nos. 10 de diciembre de 1948.

22. _________________Convención sobre la Nacionalidad de la Mujer Casada. 29 de agosto de 1934.

23. _________________ Declaración sobre la Eliminación de Todas las Formas de Intolerancia y Discrimi-nación Fundadas en la Religión o las Convicciones. 25 de noviembre de 1981.

24. Organización Internacional del Tra-bajo. Convenio (No. 169) sobre Pue-blos Indígenas y Tribales en Países Independientes. 5 de septiembre de 1991.

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FACTIBILIDAD Y VIABILIDAD DE CONSTITUIR UNA PLATAFORMA DE

ACCIÓN SOCIAL CON INSTITUCIONES ATINGENTES A LOS DERECHOS

HUMANOS EN GUATEMALA

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Licenciado en psicología por la Escuela de Psicología, maestro en formu-lación y evaluación de proyectos por la Facultad de Ciencias Económicas y maes tro en psicología social y violencia política por la Escuela de Psi-cología, todos estos títulos otorgados por la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC).

Además, el magíster Batres aprobó el Seminario Permanente de In-vestigación en Derechos Humanos organizado por el Instituto de Derechos Humanos de la USAC (IDHUSAC) y por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Rafael Landívar (IIJ/URL) y fue capacitado como investigador en pobreza, por FLACSO, Sede Guatemala.

Actualmente, se desempeña como docente universitario en la Escuela de Psicología de la USAC.

JORGE ALEJANDRO BATRES QUEVEDO

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RESUMEN EJECUTIVO

Las prácticas de promoción de los derechos humanos en Guatemala han sido condicionadas históricamente por los problemas sociales y políticos que atraviesa el país, y que en ningún momento han dado descanso a los de-

fensores de derechos humanos, para plantearse con tranquilidad algo diferente a la defensa frontal y legítima, ante situaciones que ponen en riesgo la vida de la población guatemalteca. En este contexto, los esfuerzos de las organizaciones pro derechos humanos se producen a partir de coyunturas específi cas, se dispersan y no tienen el impacto esperado.

La situación de desarticulación de las organizaciones de derechos humanos en Guatemala es alarmante y llama en lo inmediato a reunir alrededor de prácticas paradigmáticas los esfuerzos aislados de la sociedad guatemalteca por construir una cultura que vea en los derechos humanos una oportunidad de desarrollo.

En esta investigación se proporcionan elementos para las organizaciones gua-temaltecas interesadas en articular frentes aglutinantes, las orientaciones teóricas y condiciones prácticas en que esta alianza es viable y factible.

No existen impedimentos reales entre las organizaciones de derechos humanos en Guatemala para constituir una plataforma de acción social en el tema, por lo cual se invita a los actores de la promoción, educación y defensa de los derechos humanos, a acoger críticamente este informe y abrir un espacio de discusión que le encuentre sentido a los intentos de articulación en Guatemala, más allá de coyunturas incidentales, efectos de una situación mantenida y estructurada de violación de los derechos humanos en la sociedad guatemalteca.

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ABSTRACT

The practice of publishing about the human rights in Guatemala, has been conditioned historically by the political and social problems that occur in the country, and in any circumstance have given the defenders of human rights

a time to cease the defense, in a way that they could put into practice something different to the legitimate and frontal defense, before situations that put in risk the life of the Guatemalan population. In this context, the efforts of the organizations for human rights are given from specifi c joints, they are scattered and they do not have the impact expected.

The situation of breaking-up the organizations of human rights in Guatemala is alarming and calls in the immediate time to meet around paradigmatic practices the isolated efforts of the Guatemalan society, to build a culture that see in the human rights an opportunity of development.

In this investigation we are providing the elements for the Guatemalan organiza-tions, interested in articulating agglutinative fronts, the theoretical orientation and practical conditions in which this alliance is viable and feasible. There are not real obstacles among the organizations of human rights in Guatemala to constitute a platform of social action in this issue, that’s why the actors of the promotion, edu-cation and defense of the human rights are invited to receive this report critically, and to open a space of discussion that fi nd pertinent the intents of articulation in Guatemala, beyond incidental joints, which effects have maintained a situation of structured violation of the human rights in the Guatemalan society.

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CONTENIDO

Introducción .................................................................................................... 125

1. Antecedentes del movimiento social de derechos humanos en Guatemala ................................................................................. 126

2. Ideas que las organizaciones atingentes asocian a los derechos humanos ................................................................................... 129 2.1 Orientación eclesial o iusnaturalista ...................................................... 129

2.2 Orientación legal o positivista ............................................................... 131 2.3 Orientación de desarrollo o histórica ..................................................... 132

3. Acciones que se desarrollan en torno a los derechos humanos en Guatemala.................................................................. 133

4. Validez teórica y práctica de los derechos humanos en Guatemala .............. 135

5. La plataforma de acción social en derechos humanos como una posibilidad .................................................................................... 135 6. Lecciones aprendidas en coordinaciones anteriores ..................................... 136

7. Condiciones y características de la plataforma ............................................. 137

8. Organizaciones que podrían participar en la plataforma .............................. 139

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9. Condiciones sociales que facilitan y obstaculizan la constitución de una plataforma de acción social en derechos humanos .................................................................................... 140

Conclusiones ............................................................................................... 141

Bibliografía ................................................................................................... 144

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A partir del retiro de la Misión de las Naciones Unidas para Guatemala (MINUGUA) en

2003, se evidenció la falta de madurez del movimiento de los derechos huma-nos en Guatemala y también se hizo evidente la necesidad de hacer un alto en el camino para evaluar profundamente cuál ha sido el papel que ha jugado la sociedad civil y el Estado en materia de derechos humanos.

En el marco de esta discusión, a continuación se describen y analizan las orientaciones que están sustentando y orientando las prácticas de derechos humanos de las organizaciones atingen-tes al tema, para buscar pistas de cómo articular y fortalecer los esfuerzos dis-persos ya iniciados; presumimos que en la medida que se identifi quen orientacio-nes comunes y, por qué no decirlo, evo-lucionadas desde prácticas específi cas, se facilitará la consolidación de frentes aglutinantes, que permiten en el corto plazo un mayor avance e incidencia.

Introducción La factibilidad de esta convergencia está sujeta a la solidez de la lucha por los derechos humanos en Guatemala, orientada y dirigida por temas comunes o diversos; la viabilidad depende de la dis-posición de los actores principales por reunirse alrededor de iniciativas afi nes, disposición que estará condicionada por circunstancias que recogen sus propósi-tos orga ni zativos inmediatos.

Este análisis corresponde a una investigación realizada con veintidós or-ganizaciones dedicadas a la promoción, educación y defensa de los derechos hu-manos en el país; con éstas se discutieron los siguientes temas: orientaciones en derechos humanos, es decir, factibi lidad y con diciones de viabilidad de cons tituir una plataforma.

Esta investigación se fundó con el pro pósito de devolverle a las organizacio-nes guate maltecas interesadas en articular frentes aglutinantes que mejoren su inci-dencia en la promoción, educación y de-fensa de los derechos humanos, las orien-taciones teóricas y condiciones prácticas en que esta alianza es viable y factible.

FACTIBILIDAD Y VIABILIDAD DE CONSTITUIR UNA PLATAFORMA DE ACCIÓN SOCIAL CON INSTITUCIONES

ATINGENTES A LOS DERECHOS HUMANOS EN GUATEMALA

JORGE ALEJANDRO BATRES QUEVEDO

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

1. Antecedentes del movimiento social de derechos humanos en Guatemala

Para entender el desarrollo his-tórico que ha tenido la lucha por los derechos humanos en Guatemala, nos parece necesario adscribirnos a una comprensión histórica de los mismos; es decir, comprenderlos como resul-tado del proceso de evolución de la sociedad, y más concretamente, una evolución forzada por las luchas de transformación social. En este senti-do nos parece importante hablar de desarrollo de los derechos humanos en Guatemala, reconociendo que éste ha sido posible por la existencia de un movimiento social que ha forzado cambios en las cúpulas de poder eco-nómico y político.

Sin afi rmar que antes de estos años no hayan ocurrido movimientos y transformaciones sociales, ubicaremos el inicio del movimiento por los dere-chos hu manos con esta denominación: derechos humanos, en la década 1944 -1954;1 que dicho sea de paso, ha sido

reconocida como la década en la que se han logrado más y mayores cambios sociales en Guatemala.

Vale la pena destacar, en este primer momento, la promoción de los derechos por parte del Estado; los gobiernos de Arévalo y Arbenz eran vigilantes y promotores de los derechos humanos, lo cual ha quedado ampliamente docu-mentado en la historia de Guatemala. Los gobiernos sucesivos iniciaron una época de violación sistemática de los derechos humanos, haciendo surgir las primeras demandas de la población guatemalteca por el respeto de sus derechos.

Después de 1955 se registran im-portantes acciones organizadas del movimiento social por contrarrestar la ola represiva iniciada por el gobierno con trarrevolucionario de Castillo Ar-mas.2 Las acciones “anticomunistas” de los go biernos que sucedieron a Armas, se extendieron a toda la población, generando una tensión social tal que en noviembre de 1960 dio origen a las primeras acciones del confl icto armado interno.3

1 Antonia Reyes Prado. “Aportes para la discusión: un movimiento por los derechos humanos en Guatemala”. La Insignia; Guatemala, 2003. http://www.lainsignia.org/2003/julio/der_035.htm. Pág. 1.

2 Ofi cina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG). Informe del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica “Guatemala Nunca Más”. El Entorno Histórico, Tomo III. (Guatemala, 1998). Pág. 19.

3 ODHAG, Op. cit., pág. 25.

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FACTIBILIDAD Y VIABILIDAD DE CONSTITUIR UNA PLATAFORMA DE ACCIÓN SOCIAL…

La década de los años sesenta se caracterizó por una política de represión estatal, dirigida principalmente contra dirigentes estudiantiles y sindicales, y líderes políticos que no eran afi nes a las políticas de gobierno; también se iniciaron las primeras prácticas de des-aparición forzada y secuestro.4

A partir de la década de los años se-tenta, el ejército se instaló en el gobierno e inició un largo período de dictaduras militares; las “acciones pacifi cadoras” del gobierno de Arana iniciaron con la suspen sión de las garantías individuales y la declaración de la “guerra civil”; se inició una nueva ola de terror que incluía la cen su ra de la prensa, el toque de que-da, cateos domi ciliares, desapariciones selec ti vas, secuestros y asesinatos, entre otras medidas drásticas que tenían como fi n “salvar al país y terminar con la ola de criminalidad”, según el discurso gu-bernamental.5

Hoy en día resulta inconcebible negar la vinculación que el movimiento social (popular), tuvo con el movimien-to guerrillero; de hecho a mediados de los años setenta se produjeron acerca-mientos importantes, que nutrieron la lucha de ambos sectores; eso sirvió de

justifi cación para que el ejército impul-sara desde el gobierno una represión generalizada, al amparo de una política “con trainsurgente” que conoció las formas más crueles de control social. Las manifestaciones organizadas del movimiento social, con denominación específica de derechos humanos se registraron en estos difíciles años de la historia guatemalteca.6

En los gobiernos de Romeo Lucas García, Efraín Ríos Montt y Oscar Mejía Víctores, las violaciones a los derechos humanos son incontables; la política de “tierra arrasada”, la organización de las Patrullas de Autodefensa Civil y las continuas campañas militares, marcan una época de terror sin precedentes para los derechos humanos en Guatemala. Durante los años más álgidos del confl icto armado interno surgen las organizaciones que hoy mantienen la lucha por los dere-chos humanos: el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (CONAVIGUA), el Centro de Estudios e Investigaciones en Derechos Humanos (CIEPRODH), la Coordinadora Nacional de Desplazados de Guatemala (CONDEG), las Comuni-dades de Población en Resistencia (CPR), entre otras.

4 Reyes, Op. cit., pág. 2.5 ODHAG, Op. cit., pág. 74.6 Reyes, Op. cit., pág. 2.

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A fi nales de los años ochenta las organizaciones de víctimas habían de-sarrollado un esfuerzo importante por los derechos humanos en Guatemala, lo que debe ser reconocido como un mérito histórico, pues fue el inicio de un movi-miento que se construyó en el interior de Guatemala y en una época sumamente difícil para la historia del país.7

Entre fi nales de los años ochenta y principio de los noventa, también na-cieron instituciones especializadas en derechos humanos, como la Fundación Myrna Mack (FMM), la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG), el Centro de Atención Legal en Derechos Humanos (CALDH), la Ofi cina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), entre otras. Debe anotarse también el surgimiento de organizaciones que defendían los de-rechos de las mujeres y los pueblos indí-genas; grupos que defendían los derechos de grupos especiales como personas con disca pa cidad o de la tercera edad; orga-nizaciones a favor de los derechos de la niñez, trabajadoras de casa, trabajadoras del sexo, enfermos de SIDA o por el de-recho a la preferencia sexual, etc.

A partir de la fi rma de los Acuerdos de Paz se produce cierta digresión en el movimiento social, contrario a lo espe-

rado, pues los acuerdos constituían una plataforma importante, sobre la cual pudieron emanar demandas tan abar ca-doras como los derechos humanos.

A fi nales de los noventa y principios de 2000 crece la preocupación por los derechos humanos, esfuerzos que como característica general comparten la búsqueda por reconceptualizarse como luchas posconfl icto, argumentando sobre todo que ocurren en un nuevo escenario histórico, social y político.

El movimiento por los derechos humanos en Guatemala, según nuestro parecer, no ha logrado superar totalmen-te la crisis de dispersión de estos últimos años; correspondemos con Antonia Re-yes Prado en algunos hechos que podrían causar esta falta de articulación:8

a. El hecho de que el tema de los de-rechos humanos se vincule a orga-nizaciones de izquierda, que en un principio rehuyó el tema por consi-derarlo pequeño-burgués, provoca divergencias en el presente.

b. El movimiento social protagonizado por las organizaciones formadas durante los años ochenta, alcan-zaron a fi nales de los noventa un pro tagonismo importante en la vida social del país, al punto que

7 Reyes, Op. cit. pág. 3.8 Reyes, Op. cit. pág. 6.

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algunos de sus líderes se lanzaron a la actividad política partidista, lo que provocó vacíos de liderazgo; a lo que agregamos que no hubo una renovación adecuada de líderes; lo cual provocó que estas organizacio-nes perdieran prota gonismo social.

c. El surgimiento de entidades espe-cializadas, sobre todo en los años noventa, y su rápido proceso de institu cionalización, provocó que el movimiento por los derechos hu-manos se profesionalizara y perdiera contacto con las bases sociales.

d. En los últimos años se ha producido un desencuentro entre las organi-zaciones de derechos humanos y la falta de reconocimiento mutuo; las ocasiones de coordinación son coyunturales y no logran un impacto sostenido.

2. Ideas que las organizaciones atingentes asocian a los derechos humanos

En el análisis discursivo del ma-terial proporcionado por las organi-zaciones que participaron se encon-traron tres orientaciones discursivas: la eclesial, la legal y la de desarrollo;

cada una de estas orientaciones cabe dentro de defi niciones más amplias ya reconocidas por su origen, propó-sito o referencia;9 así la línea eclesial sigue el fundamento más antiguo y nos brinda el entendimiento de los derechos humanos como inherentes al ser humano; la orientación legal deriva de la noción anterior y pone límites al poder, que debe reconocer y proteger los derechos humanos; fi nalmente, la fundamentación histórica de los dere-chos humanos se refi ere a ellos como frutos de la evolución de la sociedad y más específi camente como fruto de las luchas de los pueblos.

2.1 Orientación eclesial o iusnaturalista

Una primera orientación de dere-chos humanos se ha producido alrede-dor de la Iglesia Católica, que funda-mentada en su doctrina social tiene su manera de ver los derechos humanos. En la Carta Encíclica del Papa Juan Pa-blo II “Cente simus Annus”,10 se resalta la existencia de derechos humanos que no proceden de ninguna obra realizada por el hombre, sino de su dignidad esencial de persona: y se explica esta postura por el principio personalista:

9 Marco Antonio Sagastume. Educación en derechos humanos. (Consejo Superior Universitario. Centroamérica, 1998). Págs. 3 a 6.

10 Doctrina Social de la Iglesia. (México: Ediciones Paulinas, 1997).

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“el hombre vale por lo que es y no por aquello que tiene o hace; reconocer este principio signifi ca aceptar que la persona humana (hombre y mujer) con su dignidad trascendente es el centro y fi n de toda la vida económica y social”.11

De esa manera, la práctica de promo-ción y defensa de los derechos humanos se remonta a los inicios de la historia evangélica de la Iglesia Católica, que encuentran su motivación en los mismos principios evangélicos: “la dignidad humana hunde sus raíces en la imagen de Dios (...) esto hace que todas las personas sean esencialmente iguales (...) de ahí que la promoción de los de-rechos humanos sea una exigencia del evangelio.”12

Por extensión, se puede comprender que todas las denominaciones religio-sas, por lo menos las cristianas, compar-ten, en esencia, esta misma motivación por la dignidad humana: “las iglesias siempre han propuesto el amor al pró-jimo, hasta el amor a los enemigos, en la mejor línea evangélica. Sin embar-go, el concepto de derechos humanos, que a la postre tendría un alcance más restringido, nace en el campo jurídico

y político, en una sociedad laica y sin referencia religiosa”.13

La comprensión de esta orientación resulta fundamental para entender la práctica de defensa de derechos hu-manos de las distintas denominaciones religiosas, particularmente de la Iglesia Católica. Sin embargo, bajo esta pers-pectiva podrían ubicarse con facilidad un sinfín de comprensiones y prácticas de derechos humanos de muchas institu-ciones guate maltecas, que de una u otra manera se han visto infl uenciadas por estos principios esencialistas, algunas veces sin que ni siquiera se percaten de ello.

En la orientación eclesial más amplia y de vanguardia parece estar implícito un reconocimiento de los derechos humanos en dos sentidos: a) esencialmente, los derechos humanos son naturales al ser humano, pero b) necesitan de un orde-namiento social que los haga posible. De esa cuenta, se les vincula a un cuerpo de leyes que regulen el ordenamiento social; es importante rescatar que este tipo de enfoque, parte del ser humano y lo pone en una posición superior ante la ley, de manera que ninguna ley puede ser violatoria de un derecho humano.

11 Bartolomeo Sorge. La propuesta social de la Iglesia. (España: BAC Popular, 1999).12 Ofi cina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG). Plan Estratégico ODHAG 2005 - 2009.

(Guatemala: ODHAG, 2005). Pág. 54.13 Ibíd. ODHAG. Pág. 55.

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2.2 Orientación legal o positivista

El surgimiento del Sistema de Na-ciones Unidas14 suscitó, en su proceso de consolidación, dos corrientes importan-tes: la legalista y la desarrollista; éstas se distinguen por su forma de percibir los derechos humanos, pero en la práctica no son plenamente distin gui bles, porque al interior de la organización que les dio vida las prácticas son indiferenciables; mas bien se nota una separación entre la una y la otra en las organizaciones que han adoptado una u otra forma de pensamiento.

La corriente legalista encuentra su génesis en la misma constitución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 1945;15 cuando todas las naciones buscan sentar las bases de una nueva forma de relaciones internacio-nales, que eviten nuevas confrontacio-nes bélicas. Es importante mencionar que el preámbulo de surgimiento de la ONU, no estuvo precisamente en los derechos humanos, sin embargo, son adoptados como una suerte de derecho internacional, materializados en los tratados internacionales, a partir de la declaratoria en 1945, y para efecto se

establece la Asamblea General de la ONU, facultada inter nacionalmente para “ayudar a ser efectivos los dere-chos humanos y las libertades funda-mentales”.16

En las prácticas institucionales es muy frecuente que el trabajo de defensa y promoción de los derechos humanos se asocie a tareas de índole legal y de administración de justicia; de hecho se piensa en un vínculo in-equívoco entre ley y derecho humano, que más bien corres ponde a un este-reotipo que asume, entre otras cosas, que los abogados son especialistas en derechos humanos; esta interpreta-ción llevada a sus extremos supone la primacía de la ley ante los derechos humanos; sin embargo, no es el objeto de nuestro análisis; en esta sección nos ocuparemos de presentar las declara-ciones institucionales que validan la existencia de una orientación legal moderada.

En esta orientación surgen asociacio-nes entre Estado y derecho, obligación y derecho, justicia y derecho; entre dere-chos colectivos y derechos individuales, derechos y democracia, entre otras.

14 Manuel Diego De Velasco. Derecho internacional público. (España: Editorial Aguilar, 1931). También: Alfred Vedross. Derecho internacional público. (España: Editorial Aguilera, 1961) y Francisco Cancino Cuevas. Tratado sobre la organización internacional. (México: JUS S.A., 1962).

15 Ministerio de Gobernación. Derechos humanos: la ONU. (Guatemala, 1991).16 Alfred Vedross. Resolución 1296, Sistema de las Naciones Unidas. Carta de las Naciones Unidas. Sustracción del

artículo 13, inciso b. Las Naciones Unidas y los derechos humanos.

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Se presume que el ordenamiento jurídico recoge los derechos humanos y crea las posibilidades prácticas para hacerlos vigentes en las relaciones sociales; el Estado se constituye en el vigi lante de esos derechos a través del cum plimiento de la ley y en esencia en el úni co violador de derechos humanos.

En esta orientación nos interesa re-saltar el vínculo que tienen los derechos humanos con el Estado, el marco jurídi-co que los posibilita y la administración de justicia; sumado a los elementos que rescatamos en la orientación eclesial, an-ticipamos desde ya las posibilidades de una concepción inte gradora, por ahora en dos niveles: a) el nivel intencional que corresponde a la orientación eclesial, y b) el nivel operativo, que corresponde a la orientación jurídica.

2.3 Orientación de desarrollo o histórica

En las publicaciones sucesivas del Sistema de las Naciones Unidas en Gua-temala, sobre la situación del desarrollo humano, se identifi ca una orientación que ve en el respeto de los derechos hu-manos una condición sine qua non del

desarrollo. El desarrollo es entendido como “un proceso integral mediante el cual se amplían las oportunidades del ser humano en: educación, salud, ingresos, empleo, libertad, seguridad y participación”,17 dicho de otra mane-ra, sólo cuando los derechos humanos tengan plena vigencia, podrá darse un auténtico desarrollo humano.

Los indicadores con los cuales se mide el desarrollo forman parte de su mismo concepto: educación, salud, ingresos, empleo, libertad, seguridad y participación; concep-tos que a su vez aparecen asociados a los derechos humanos en algunas comprensiones.

El tema de la integralidad de los derechos humanos comienza a aparecer cuando se cuestionan los ámbitos don-de los derechos humanos se cumplen o violan; la vida se coloca en el centro de toda la discusión y alrededor de ella las condiciones materiales de existencia que la afectan. Una concepción integral de los derechos humanos permite la indiferenciación de los mismos de las condiciones políticas, sociales y cultu-rales en que éstos se dan.

17 Sistema de las Naciones Unidas para Guatemala. Informe de Desarrollo Humano, 1998. Sistema de las Naciones Unidas para Guatemala. (Guatemala, 1999).

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De la mano del desarrollo caminan también las modificaciones estruc tu-rales necesarias para permitir una vida digna, que en términos prácticos signi-fi ca la plena vigencia de los derechos humanos.

La concepción de desarrollo parece sumar a las dos concepciones anteriores, el contexto en donde los derechos huma-nos se materializan y las consecuencias que éstas tienen en la existencia humana, en la vida, más concretamente. Podemos decir que el nivel esencial corresponde a la orientación eclesial, el nivel operativo a la orientación jurídica y el nivel con-textual a la orientación de desarrollo.

3. Acciones que se desarrollan en torno a los derechos humanos en Guatemala

Las prácticas de promoción, defensa y educación en derechos humanos en Guatemala, han sido condicionadas his-tóricamente por los problemas sociales y políticos que atraviesa el país, y que en ningún momento han dado descanso a los defensores de derechos humanos, para plantearse algo diferente a la de-fensa frontal y legítima, ante situaciones que ponen en riesgo la vida y la sociedad misma.

En este contexto, los esfuerzos de las organizaciones pro derechos humanos y

de la sociedad civil se dispersan, haciendo triunfar las prácticas desarticuladoras de grupos de control social. Este ámbito es crítico, sin embargo, no ha desalentado la creatividad y entusiasmo de muchas organizaciones por desarrollar una amplia gama de acciones en derechos humanos.

Debemos entender que la institu-ción, a diferencia de la organización, recoge los valores o normas subjetivas que se acogen como propios para defi nir una identidad, en este caso identidad institucional; de esa cuenta el repaso por las coincidencias en cuanto identidad institucional, pasa por esas subjetivida-des, que algunas veces están expresadas en la misión institucional, en los valores, y aún en la visión; lo que siempre ocu-rre es que forman parte de un discurso institucional.

Una primera coincidencia en la identidad institucional es la de defi nirse como actores de transformación social, frente a los grupos más vulnerables, excluidos o afectados por el confl icto armado interno. Esta dualidad, actor de transformación social –vulnerable, excluido o afectado– es razón de un compromiso ético o responsabilidad social, como se le ha dado por llamar re-cientemente. Este compromiso ético está inspirado en los derechos humanos.

Los derechos humanos, como eje transversal de sus acciones conforman

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una segunda coincidencia importante, que para el caso de las organizaciones analizadas es explícito, lo que no provo-ca ninguna difi cultad en su discurso al declararse como organizaciones de dere-chos humanos; y mencionamos esto con el propósito de alimentar esa discusión que ya hemos iniciado, sobre la difi cul-tad que tienen algunas organizaciones por defi nirse como “organizaciones de derechos humanos”.

Otro elemento subjetivo de coinci-dencia institucional es defi nirse como actores de transformación social, frente a las acciones u omisiones del Estado; lo cual crea una triangulación interesante: organizaciones, poblaciones vulnerables o afectadas, Estado.

Estas acciones frente al Estado, no plantean su suplantación o supresión; más bien, proponen su fortalecimiento y su conversión en un Estado de derecho, un Estado democrático; que promueva la justicia, la igualdad, que acepte y repare los daños ocasionados por sus acciones u omisiones.

Ahora bien, en la medida que no se plantea sustituir o suprimir al Estado, los objetivos y acciones van encami-nadas, en su mayoría, a fortalecer a la sociedad en su conjunto, pero sobre todo a los sectores más vulnerables y afectados; para que, a través de la or-ganización, la demanda, la incidencia y

la participación ciudadana, generen las transformaciones necesarias.

Como un ejercicio meramente di-dáctico se pueden clasifi car las acciones según la dirección que lleven: a) aquellas que se dirigen a sensibilizar, fortalecer o crear capacidades en los grupos meta, que por ahora les llamaremos “indirec-tas”, en la medida que no se constituyen en un fi n en sí mismas, sino que tienen como propósito fi nal incidir en la trans-formación social; ahora, a través de las poblaciones vulnerables o afectadas; b) aquellas que se dirigen a incidir o trans-formar las estructuras de funcionamiento del Estado, para generarle condiciones al derecho y la democracia, que pode-mos reconocerlas como “directas”; y c) aquellas cuyo fi n es fortalecer las capa-cidades de intervención de los actores de transformación social, que aquí las conoceremos como “internas”.

Es muy importante que como parte de las coincidencias de identidad ins-titucional, la mayoría de las organiza-ciones se inspiran en los efectos de la historia reciente del país; su identidad se construye alrededor de las necesi-dades reales y concretas, pero también históricas.

Lo histórico le da un carácter de mo vimiento, de actuar procesual, en la medida que toma en cuenta los lo-gros sociales recientes: los Acuerdos

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de Paz, por ejemplo. Queremos decir, en resumen, que las organizaciones se inspiran en su contexto espacial y temporal e intentan incidir en él para producir transformaciones que se refl e-jen en el desarrollo del país. Esto atra-viesa sus identidades, se ve expresado en sus propósitos y sin lugar a dudas matiza sus intervenciones operativas. Aun que algunas veces no se vea así, las acciones de transformación social que desarrollan estas y otras organiza-ciones han producido cambios sustan-ciales en el tiempo, Guatemala no es la misma de hace unos diez años; este reconocimiento es importante porque ayuda a situar en perspectiva, qué se puede aspirar con ese esfuerzo, si es sostenido en el tiempo; aún mejor, si es un esfuerzo sostenido, que haga coincidir y logre articular en un mo-vimiento social todas las acciones que se desarrollan.

4. Validez teórica y práctica de los derechos humanos en Guatemala

Los derechos humanos en Guate-mala dejaron de ser concebidos como una reivindicación burguesa, para convertirse en una sombrilla que bajo su techo recoge muchas luchas socia-les. A futuro, los derechos humanos parecen ser una posibilidad de lucha factible para procurar la necesaria

transformación social; al igual que la violencia parecen ser un discurso común, compartido por casi todos los sectores del país. Esto es alentador y estratégicamente ofrece muchas posibilidades para poner a dialogar aún aquellas posturas históricamente antagónicas.

Las condiciones formales –teóricas– existen, pero hace falta un largo trecho importante que recorrer en el camino de la práctica; las leyes, los tratados y con-venidos por sí solos no son sufi cientes; la práctica de todos los actores sociales es necesaria.

Esta relación entre teoría y prácti-ca pasa, sin duda alguna, por cultu rizar los derechos humanos, como ya se viene diciendo en el ámbito discur si vo de las organizaciones atingentes al tema.

5. La plataforma de acción social en derechos humanos como una posibilidad

Los esfuerzos de las organizacio-nes de derechos en Guatemala aún son dispersos, en la medida que triunfan las prácticas desarticuladoras de gru pos de control social por un lado y, por el otro, muchas de las experiencias de trabajo en derechos humanos han surgido a partir de intereses de organizaciones internacionales, que apoyan proyectos

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transitorios y no tienen interés en arti-cular procesos, más allá de sus líneas de fi nanciamiento.

Los esfuerzos de trabajo conjun-to que han surgido, no han tenido el impacto esperado; pues las manifes-taciones de trabajo conjunto se produ-cen a partir de coyunturas específi cas: “vio laciones graves a los derechos humanos”, y no se logra actuar más allá de un comunicado conjunto, una marcha o una denuncia, en el mejor de los casos.

Cuando se busca coordinar esfuer-zos más sostenidos, surgen diferencias ideológicas entre las organizaciones atingentes, impidiendo una comprensión de la dimensión nacional, por sobre la dimensión organizacional.

No se pretende desconocer los avances signifi cativos que ha alcan-zado el movimiento social en Guate-mala: han sido muchos y sus costos han sido muy elevados como para ig-norarlos; sin embargo, la situación de desarticulación de las organizaciones de derechos humanos en Guatemala es preocupante y llama en lo inmediato a reunir alrededor de prácticas paradig-má ticas los esfuerzos aislados de la sociedad guatemalteca por construir una cultura que vea en los derechos humanos una oportunidad de desarro-llo real y sostenible.

6. Lecciones aprendidas en coordinaciones anteriores

Cuando se indagó sobre las expe-riencias de coordinaciones anteriores, las organizaciones señalaron: protago nismo e individualismo, objetivos confusos, im posición de agendas, coyun tu ra lismo, discontinuidad, instituciona lización de las instancias, únicamente se invita a or ga nizaciones afi nes, algunas organiza-ciones pequeñas se sienten excluidas, las acciones son dispersas, falta de tiempo, el contexto adverso afecta y no se siste-ma tiza la experiencia. En tre los aspectos positivos se señala: que producen avances a nivel social, se facilita la interac ción organi za cional y se fomenta la unidad.

El protagonismo representa una experiencia que una y otra vez se señala como un desalentador o bloqueo de los procesos conjuntos; se le asocia a la concentración del poder y que las plata-formas sirven de “escalón o puente” de personas con intereses particulares.

La exclusión es una de las difi cul-tades que, sobre todo, organizaciones pequeñas experimentan. La institucio-nali zación, llamada también “oenegi za-ción”, tiene apariciones continuas: cuan-do se habla de las formas organizativas que debe adoptar la plataforma, cuando se hace referencia al tema fi nanciero y asociada a la agilidad y capacidad ope-rativa que debe tener la plataforma.

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7. Condiciones y características de la plataforma

Las características más importantes que se le designan a una plataforma de acción social que capte la disponibili-dad y el interés de las organizaciones de derechos humanos son: priorizar los temas; defi nir objetivos claros; que sea incluyente, amplia y plural; que se asu-ma con responsabilidad la delegación; que sea práctica; evitar la institucio na -li za ción; que sea afín a los diversos intereses organiza cionales; evitar los prota go nismos; que facilite las coor-dinaciones internas; que propicie la conversión del movimiento social; que tenga agenda propia; que se articule alrededor de refe rentes; que renueve sus formas orga ni za tivas; que mantenga su independencia y que formule planes de largo aliento.

El protagonismo, la exclusión y la “oenegización” son conceptos que se relacionan con las características que presenta el movimiento social en Guatemala, sobre todo después del enfriamiento de las tensiones que se vivieron durante el confl icto armado; y por qué no decirlo, desde que la coope-ración internacional apoya los procesos

de desarrollo y organización social en Guatemala por la vía de proyectos.

El movimiento social en Guatemala enfrenta muchos desafíos; entre ellos puede anotarse la necesidad de renovarse en formas de intervención, en sus maneras discursivas, pero sobre todo en sus lideraz-gos. El confl icto armado interno heredó a la organización en Guatemala formas de lide razgo que se caracterizan, entre otras, por el prota go nismo. Aún persiste una concepción de liderazgo unipersonal, típico del pensamiento individualista de una época marcada por el autoritarismo, el caciquismo, abuso de poder y la violencia; para bien o para mal, esta forma de lide-razgo uni personal sintetizó y cristalizó los valores de esta época y se perpetuó en la vida organiza cional del país, impidiendo formas más democráticas de convivencia, a través de prácticas como el prota go-nismo, por ejemplo.

Euclides Sánchez,18 en el 2000, ha ce una interesante síntesis acerca de las for-mas en que, teóricamente, se con cibe la participación, el liderazgo y la organiza-ción. Sobre la primera se ñala el én fasis de las concepciones teóricas desde los exper-tos, que para bien o para mal, responden a una comprensión de la participación como una condición de necesidad de las organi-

18 Euclides Sánchez. Todos con la esperanza: continuidad de la participación comunitaria. (Venezuela: Universidad Central de Venezuela, 2000). Pássim.

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zaciones de segundo piso, que intervienen en los procesos de desarrollo comunitario; al respecto del liderazgo señala el énfasis de defi nirlo desde lo unipersonal, es decir, centrar en una persona las características ideales de un gestor social; con respecto a la organización nos invita a reconocer la verticalidad como característica de las estructuras, pero también de las líneas de poder y decisión.

Estos tres acercamientos teóricos resultan interesantes en la medida que sirven de referente para medir el impacto de las condiciones sociales, económicas y políticas que generan estas formas de construcción social, y que son, a la vez, motivo de disidencia de modelos emergentes de participación, liderazgo y organización social.

En la medida que se piense a la participación como una forma de par-ticipación social y se le vincule a la participación política, el ejercicio del poder, pe ro sobre todo a la ciudadanía, se constituye en el camino y se convierte en el ve hículo de formas más sanas de democracia; por su parte, una partici-pación como la que se está pensando: amplia e incluyente, sólo es posible desde un li derazgo que va más allá de las personas para inscribirse en los grupos y que sólo es posible en estructuras orga-ni zativas que privilegian las relaciones horizontales y circulares en el ejercicio del poder y la toma de decisiones.

Otra de las características del mo -vi miento social en Guatemala, so bre todo en los últimos años es la ins titu-ciona lización u “oenegi za ción” de la organización y las demandas sociales; y esto sí resulta preocupante porque estas formas de intervención han sustituido o robado espacio a las demandas de las or-ganizaciones de base, a la organización voluntaria, consciente y sentida.

El peligro del “talle rismo” y el “proyec tis mo” ha llegado a las agendas de los actores socia les en Guatemala y con difi cultad se logran separar los proyectos de transformación social, de los documentos proyecto para la gestión de recursos.

Finalmente, quisiéramos referir-nos, con entusiasmo, a la necesidad de constituir espacios incluyentes, amplios, plurales; desde nuestra perspectiva esto es el resultado de ese encuentro social que se está produciendo en Guatemala entre la diversidad de organizaciones que existen. Apunta, sin lugar a dudas, a ese reen cuentro social que inevitable-mente iba a ocurrir después de todas las divisiones y dispersiones que se provocaron en años de represión, temor y desconfi anza.

Muchas organizaciones, de diversa índole han surgido en nuestro país; y corresponden a ese “movimiento emer-gente” que muchos pensadores hoy en

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día han señalado; en algunos casos son “minorías activas”, con una propuesta renovada que reta a la mayoría de es-quemas prefabricados por la costumbre y el “modo de hacer las cosas”. Estas organizaciones le abren paso a la inclu-sión, a la pluralidad, a la amplitud, y ya no podemos seguirnos haciendo de “oídos sordos”.

8. Organizaciones que podrían participar en la plataforma

Cuando se indagó sobre las organi-zaciones que podrían integrar la plata-forma, las respuestas fueron variadas, pero bien se pueden integrar en dos sentidos: a) las opiniones en torno a quiénes deberían integrar la plataforma, y b) las exclusiones o condiciona mientos de participación para algunas organiza-ciones.

A la plataforma se le reconoce un carácter amplio, incluyente y plural; la posibilidad de integración se amplía más allá de las organizaciones tradicionales y se considera a aquellas que no nece-sariamente se denominan “de derechos humanos”, pero indudablemente reali-zan alguna acción en el tema.

Los condicionamientos o exclusio-nes de participación se presentan para organizaciones del Estado, vinculadas al gobierno, partidos políticos o aquellas

que por su naturaleza y acciones son violadoras de los derechos humanos.

Resulta interesante destacar que, por un lado, se aboga por una plataforma amplia, plural e incluyente, pero por el otro, se encuentran impedimentos para la integración de determinas entidades, de grupos que han actuado en contra de los derechos humanos de la población; se entiende con facilidad, pero cuando se extienden esos con dicionamientos a organizaciones estatales o gubernamen-tales, cuya naturaleza específica son los derechos humanos, creemos que es necesario refl exionar más.

Según nuestro análisis se excluye o se condiciona la participación de enti-dades gubernamentales y estatales por la actuación de éstas en la promoción y la vigilancia de los derechos humanos frente al Estado, ante sus acciones u omisiones. Estas ideas se orientan en la línea de que el principal, si no el único, violador de los derechos humanos es el Estado.

El Estado es la instancia encargada de promover y vigilar a través de todas sus instancias el cumplimiento de los derechos humanos, porque en suma es quien los ratifi ca y se compromete a hacerlos vigentes en su espacio territo-rial, pero eso no lo hace el único viola-dor. El Estado ha creado internamente organismos que lo vigilen o sancionen

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en su actuar, porque él es defi ciente, o mejor dicho, no es perfecto. Esta misión sancionadora no le correspon-de exclusivamente a la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), es también el ofi cio de múltiples or-ganizaciones sociales en Guatemala. Las organizaciones sociales cumplen con esta función por defi ciencia del Estado o porque una dinámica social democrática lo permite o lo exige; nos inclinamos por la segunda propuesta, la democracia, como sistema necesita de la actuación del movimiento so-cial, de su continua demanda, de su vigilancia y promoción, porque estas mismas actuaciones son insumos para transformar al Estado, pues éste no es perfecto, pero sí perfectible.

Ahora bien, debido a que las or-ganizaciones de derechos humanos continuamente llevan a cabo acciones que afectan la dinámica social, pue-den favorecer los derechos humanos, pero también pueden crear ocasiones de violarlos, pues en toda interacción social existe esa posibilidad. ¿Quién vigila a los que vigilan?, ¿quién cons-tata o verifi ca que las mismas organiza-ciones de derechos humanos no violen los derechos humanos?

Para crearle condiciones a lo dere-chos humanos, se les debe apreciar más allá de las leyes y procurar que sean parte de la cultura, como valores bási-

cos de interacción social; en ese sentido defendemos la idea de la pluralidad, la inclusión y la amplitud en la integración de los espacios de coordinación social. Reconocemos que los derechos huma-nos pueden ser posibles sólo poniendo a discutir al Estado, al gobierno y al movimiento social.

9. Condiciones sociales que facilitan y obstaculizan laconstitución de una plataforma de acción social en derechos humanos

En Guatemala la situación de los derechos humanos es compleja y preocu-pante; su defensa es legítima y urgente. No podemos confi ar en que el Estado, por lo menos en el mediano plazo, pueda garantizarlos.

En el análisis de las organizaciones se pueden identifi car los siguientes pun-tos nucleares: el Estado es débil y los gobiernos no muestran voluntad política por transformar la preocupante situación de derechos humanos en Guatemala; la mayoría de la población vive en condi-ciones que obligan su sobre vi ven cia, y muy difícilmente pueden transcen derla para plantear la reivindicación de sus derechos humanos.

El sistema social se ha visto afec-tado por la dispersión, la pérdida de

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valores de convivencia democrática, si alguna vez los hubo en Guatemala; aunque se han hecho esfuerzos de coin cidencia en el movimiento social, aún hay dispersión y contradicciones que no han podido ser superadas; la época de poscon fl icto que vivimos, aún pertenece al confl icto; no estamos

en la “época de la paz” y si bien los discursos se han modifi cado, las si-tuaciones que originaron el confl icto interno persisten y en el peor de los casos, han empeorado; las formas de intervención deben revestirse en el presente y asumir los retos ideológicos y discursivos actuales.

CONCLUSIONES

1. Los antecedentes de un movimiento social por los derechos humanos en el país pueden ser organizados en cuatro períodos:

Primero. Entre 1944 y 1954, co-rrespondiente a los gobiernos revo-lucionarios de Arévalo y Arbenz. Caracterizó a este primer período, el reconocimiento, defensa y pro-moción de los derechos humanos por parte del Estado.

Segundo. Entre 1956 y 1970; a partir de la instalación del gobierno contrarre volucionario de Castillo Armas, el Estado inició una época de violación sistemática de los derechos humanos de la población organiza-da. En este contexto adverso para el movimiento de derechos humanos surgen las primeras expresiones organizadas de la población por la defensa de sus derechos: sindical y

campesina, sobre todo; además se origina el confl icto armado interno.

Tercero. Se produce entre 1970 y 1986. Cuando el ejército se instala en el gobierno inicia una época de viola ción generalizada de los dere-chos humanos; corresponde tam-bién a la agudización del confl icto armado inter no, el surgimiento de las Paatrullas de Autodefensa Civil (PAC) y las sucesivas campañas mi-litares de “pa ci fi cación social”. En este período surge la defensa de los derechos humanos que hoy conoce-mos en el país, a partir del esfuerzo de organizaciones de familiares de víctimas de tortura, desaparición forzada y masacres.

Cuarto. Se lleva a cabo entre 1986 y 1996 y se caracterizó, entre otras cosas, por la instalación de gobiernos civiles, el inicio del proceso de paz y

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el surgimiento de la mayoría de orga-nizaciones especializadas en derechos humanos. Tras la fi rma de los Acuer-dos de Paz en 1996, el movimiento de derechos humanos en Guatemala se dispersó y las reivindicaciones conjuntas ocurren en coyunturas in-cidentales, efectos de una situación mantenida y estructurada de violación de los derechos humanos en la socie-dad guatemalteca.

2. Las prácticas de intervención en de-rechos humanos en Guatemala están inspiradas en tres orientaciones es-pecífi cas: a) eclesial (iusnatu ra lista), b) legal (positiva), y c) de desarrollo (histórica-integral).

La orientación eclesial se ha produ-cido alrededor de la Iglesia Católica, que fundamentada en su doctrina social, defi ende que hay derechos humanos que no proceden de ninguna obra realizada por el hombre, sino de su dignidad esencial de persona, lo que conduce a la naturalización de los derechos humanos y su preexistencia.

La orientación legal encuentra su génesis en la misma constitución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En esta orientación los derechos humanos se asocian a tareas de índole legal y de ad-ministración de justicia y surgen asociaciones entre Estado y dere-

cho, obligación y derecho, justicia y derecho.

La orientación de desarrollo ve en el respeto de los derechos humanos una condición sine qua non del desa-rrollo, en la medida que éste amplía las oportunidades del ser y hacer humano: “sólo cuando los derechos humanos tengan plena vigencia, podrá darse un auténtico desarrollo humano”.

Esta orientación ofrece la posibili-dad de un enfoque más integral de los derechos humanos, en la medida que cuestiona los ámbitos en los que los derechos humanos se cumplen o violan, coloca a la vida en el centro de toda la discusión y alrededor de ella las condiciones materiales de existencia que la afectan; a la vez, permite la indife ren ciación de los derechos humanos de las condicio-nes políticas, sociales y culturales donde éstos se producen.

3. En los propósitos y acciones de las organizaciones pro derechos hu-manos en el país, puede leerse una triangulación interesante: organiza-ciones, población, Estado. A nivel de la identidad institucional, implícita-mente todas se defi nen como actoras de transformación social, frente a las acciones u omisiones del Estado, en la vigilancia de los derechos huma-

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nos de la población más vulnerable, afectada o excluida.

Los derechos humanos se constituyen en el contenido ético que motiva actuar fren te al Estado.Y esta ac-tuación no plantea su suplantación o supresión, más bien propone su fortalecimiento y su conversión en un Estado de derecho, democrático; que promueva la justicia, la igualdad, que acepte y repare los daños ocasionados por sus acciones u omisiones.

En la medida que no se plantea sustituir o suprimir al Estado, los objetivos y acciones van encaminadas a fortalecer a la población para que, a través de la organización, la demanda, la incidencia y la participación ciudadana genere las transformaciones necesarias. Las acciones pueden clasifi carse, según la dirección que llevan en: a) indirectas: aquellas que se dirigen a sensibilizar, fortalecer o crear capacidades en la población, en la medida que no se cons-tituyen en un fi n en sí mismas, sino que tienen como propósito fi nal incidir en la transformación social, ahora a través de la población; b) directas: aquellas que se dirigen a incidir o transformar las estructuras de funcionamiento del Estado, para generarle condiciones al derecho y la democracia; y c) inter-nas: aquellas cuyos fi n es fortalecer las capacidades de intervención de los actores de transformación social.

4. El protagonismo, la institucio na-lización y la exclusión aparecen como problemas importantes en las expe-riencias de coordinación en tre las or-ganizaciones de derechos humanos.

El protagonismo representa una ex-periencia que una y otra vez se señala como un desalentador o bloqueo de los procesos conjuntos, y se corres ponde con un modelo de lide razgo uniper-sonal que la historia reciente del país heredó a la vida orga niza cional, por-que sintetiza y cristaliza los valores del autoritarismo, caciquismo, abuso de poder y violencia.

La institucionalización u “oene-giza ción” de la organización y las demandas sociales ha sustituido o robado espacio a las demandas de las organizaciones de base, a la or-ganización voluntaria, consciente y sentida. El peligro del “talle rismo” y el “proyectismo” y la burocracia ha llegado a las agendas de las actores sociales en Guatemala y con difi cultad se logran separar los proyectos de transformación social, de los documentos proyecto para la gestión de recursos.

Finalmente, la exclusión es experi-mentada, sobre todo, por organiza-ciones pequeñas que no ven inclui-das sus demandas en las agendas de coordinación.

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5. Todas las organizaciones indagadas muestran disponibilidad de integrar-se a la plataforma bajo ciertas condi-ciones. Se ponen condiciona mien tos a la integración de organizaciones estatales y de gobierno, y se excluye la participación de partidos políticos o aquellas que por su naturaleza y acciones son violadoras de los de-rechos humanos.

6. Estos condicionamientos se razonan como válidos en la medida que se concibe al Estado como el único violador de los derechos humanos y no puede ser “juez y parte” en la pla-taforma; pero sí se acepta que todas las organizaciones sociales pueden violar los derechos humanos, resulta ser ésta una contradicción reac tiva. Estratégicamente, es mucho más valioso tener en un mismo espacio a todos los actores de derechos, pues obliga su actuación pronta y facilita

la incidencia en los espacios de po-der político.

7. Existen condiciones adversas que afectan la integración de una plataforma de acción social en derechos humanos en Guatemala: a) un Estado débil y los gobiernos no muestran voluntad política por transformar la preocupante situación de derechos humanos en Guatema-la, b) la mayoría de la población vive en condiciones que obligan su sobre vivencia, y muy difícilmente pueden trascen derla para plantear la reivindicación de sus derechos humanos, c) el sistema social se ha visto afectado por la dispersión, la pérdida de valores de convivencia democrática; y d) aunque se han hecho esfuerzos de coincidencia en el movimiento social, aún hay dispersión y contradicciones que no han podido ser superadas.

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EN DEFENSA DE LOS POBRES

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Doctor en dinámica humana por la Universidad Mariano Gálvez de Gua-temala. Además, es maestro en sociología, especializado en sociología rural por la Pontifi cia Universidad Católica del Ecuador. También es li-cenciado en ciencias jurídicas y sociales por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Ha publicado artículos en revistas y libros de texto, entre ellos: La organización popular en Guatemala. Guatemala; la fi nca El Carmen Villaseca. Su gente. Su historia; Trabajadores guatemaltecos en México.

El doctor Mosquera se ha desempeñado como profesor en la Facultad de Ingeniería y en la Escuela de Ciencias Psicológicas de la USAC, en la Universidad del Valle de Guatemala y en la Universidad Rafael Landívar. También fue profesor de la Universidad Autónoma de Chiapas donde tam-bién fue presidente del Comité de Investigaciones Sociales de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Chiapas.

ANTONIO FRANCISCO MOSQUERA AGUILAR

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RESUMEN EJECUTIVO

Los derechos humanos están establecidos en la normativa constitucional vigente. Desafortunadamente, en el texto constitucional no se expresó la necesidad de acciones urgentes a favor de quienes no gozan de tales dere-

chos.

A fi nales del siglo XX, en Guatemala, las ofi cinas estatales de planeación ini-ciaron trabajos con el propósito de defi nir una estrategia para reducir la pobreza. La formulación resultante, carece de focalización, se confunde con un plan nacional de desarrollo y muestra una falta de vinculación entre los planteamientos generales y la propuesta programática.

En este trabajo se propone desarrollar la defensa de los derechos humanos de los pobres, considerando tal situación con las características siguientes: como una violación de las garantías constitucionales, atención focalizada, llevarse adelante conociendo el punto de vista de los pobres mismos, poseer carácter de urgencia y reconocer que es coadyuvante con los planes nacionales, los planes sectoriales y las acciones locales. Se aboga porque en estas tres últimas actividades, se consideren las metas del milenio de la Cumbre Social de Naciones Unidas.

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ABSTRACT

The human rights are established in the actual constitutional regulation. Un fortunately, in the constitutional text is not expressed the need of urgent actions in favor of the people who do not enjoy such rights.

In the end of the 20th century, the state offi ces of planning initiated works with the purpose of defi ning a strategy to reduce the poverty. The resultant formulation, lacks the focus of it. It is confused with a national plan of development and shows a lack of a bond between the general planning and the programmed proposal.

This work pursuits the defense of the human rights of the poor, with the char-acteristics to consider such situation as a violation of the constitutional guarantees, attention gotten into focus to be carried ahead knowing the point of view of the poor themselves, to possess character of urgency and to recognize that is cooperative with the national plans, the sectorial plans and the local actions. It is pleaded that in the three last activities, the goals of the millennium be considered in the the social summit of United Nations.

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CONTENIDO

1. Situación de los derechos de los pobres ....................................................... 1552. Univocidad de los pobres.............................................................................. 1563. Pluralismo metodológico para determinar a los pobres ................................ 1574. Los funcionarios aceptan la pobreza............................................................. 1615. ¿Qué hacer? .................................................................................................. 1636. Un camino equívoco ..................................................................................... 1637. Los derechos humanos y los pobres ............................................................. 1668. Las metas del milenio. Orientación para los planes de desarrollo ................ 1719. Procuración contra la pobreza ...................................................................... 173

Conclusiones ...................................................................................................175

Bibliografía .....................................................................................................176

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1. Situación de los derechos de los pobres

Como resultado de las re vo lucio - nes sociales de principios del siglo XX, se inició la práctica de

incluir un programa social en las cons-tituciones. En efecto, la Constitución mexicana (5 de febrero de 1917), la so-viética (1918, precedida por la Declara-ción de Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado, entró en vigor en 1921), la de Weimar (11 de agosto de 1919), etc. fueron el origen de la corriente que se plasmó en sendos tí tulos de garantías sociales, culturales y económicas en las cartas magnas de varios Estados.

El país no fue una excepción, por lo que durante más de medio siglo, los diferentes ordenamientos constitucio-nales han establecido mandatos para conseguir ciertos objetivos de carácter social. Una y otra vez, se han reitera-do similares o idénticos reclamos de justicia social que no alcanzan a ser cumplidos por los diferentes regíme-nes políticos que históricamente se han conformado.

EN DEFENSA DE LOS POBRES

Las indicaciones de derechos de-seables en varios ámbitos de la vida social están presentes en la legislación. La actual Constitución Política de la República de Guatemala, en su Título II, Derechos Humanos, contiene los siguientes capítulos:

Capítulo I. Derechos individualesCapítulo II. Derechos socialesSección primera. FamiliaSección segunda. CulturaSección tercera. Comunidades indígenasSección cuarta. EducaciónSección quinta. UniversidadesSección sexta. DeporteSección séptima. Salud, seguridad y asistencia socialSección octava. TrabajoSección novena. Trabajadores del EstadoSección décima. Régimen económico y

socialCapítulo III. Deberes y derechos cívicos y políticosCapítulo IV. Limitación a los derechos constitucionales

Para mencionar algunos de los dere-chos proclamados, se puede hacer un rápi-do inventario: el trabajo es un derecho de la persona y una obligación social (artículo

ANTONIO FRANCISCO MOSQUERA AGUILAR

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101); debe haber asistencia crediticia y técnica preferencial al patrimonio familiar y vivienda popular en tierras en posesión de indígenas (artículo 67); o de conjuntos habita cionales con fi nancia miento para los trabajadores (artículo 105) o de vivienda popular (artículo 119 inciso g); derecho a una alimentación y nutrición que reúna los requisitos mínimos de salud (artículo 99); utilización del agua bajo interés social (artículos 127 y 128) sin contaminarla (ar-tículo 97); los habitantes tienen el derecho y la obligación de recibir la educación inicial, preprimaria, primaria y básica (artículo 74); derecho fundamental del ser hu mano a la salud sin discriminación alguna (artículo 93); etc.

En la Constitución Política no apa-rece ninguna referencia que permita establecer la existencia de un sector de la ciudadanía carente de dichos dere-chos y, por lo tanto, debería realizarse un esfuerzo adicional para conseguir la igualdad ante la ley. Esta omisión impide señalar situaciones sociales indeseables o grupos necesitados de políticas y pro-gramas para su progreso social.

Tal situación no es absoluta, pues la Constitución en su artículo 13 reco-noce que existe el “analfabetismo de la población económica activa”. No

obstante, estatuyó que ese indeseable estado habría de ser erradicado durante los tres primeros gobiernos de vigencia constitucional. No hace falta apuntar que los ministros del ramo reiteradamente manifi estan el incumplimiento de ese mandato constitucional.1

La consideración que tuvieron los constituyentes sobre el concepto de desarrollo es insufi ciente y desprovisto de consideraciones hacia el futuro, pues lo hacen equivalente a programas de gobierno o de organización de servicios públicos y no un esfuerzo nacional o ac-tos remediales de rectoría estatal para el logro de una sociedad más justa. Así, al ignorarse la existencia de una población privada de los derechos declarados, no existe ninguna conciencia de la gravedad de su situación y de la demanda de accio-nes urgentes para corregir esa situación. A la población menesterosa económica-mente y, por lo tanto, privada de muchos de los derechos sociales declarados constitucionalmente se les denominará pobres, en esta exposición.

2. Univocidad de los pobres

El reconocimiento y conceptualiza-ción de los pobres no parece dar lugar a equívocos. Antes bien, numerosos

1 Ministra de Educación Carmen Aceña: trescientos mil guatemaltecos serán alfabetizados este año. El analfabetismo es actualmente de 29 por ciento y la meta del gobierno es que descienda 4 puntos porcentuales, durante los cuatro años del actual período de gobierno. Diario de Centroamérica. Miércoles, 16 de junio de 2004. Pág. 9.

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EN DEFENSA DE LOS POBRES

acerca mientos por los más diversos autores e instituciones jamás llegan a formar anfi bologías sino ayudan a dibu-jar un cuadro bastante comprensivo de la pobreza. La conciencia del fenómeno ha provocado refl exiones ligadas tanto a la preocupación por su causa económica y hasta de carácter teológico.2

En una publicación del Banco Mun-dial citada por Emilio Velazco Gamboa, se expone: “La pobreza es hambre. La pobreza es falta de techo bajo el cual resguardarse. La pobreza es estar en-fermo y no poder ser atendido por un médico. La pobreza es no poder ir a la escuela y no saber leer. La pobreza es no tener trabajo, tener miedo al futuro y vivir día a día. La pobreza es perder a un hijo debido a enfermedades relacio-nadas con el agua impura. La pobreza es impotencia, falta de representación y libertad”.3 Muchos han destacado que la precariedad produce inseguridad y, por lo tanto, retraimiento en la participación ciudadana. Los pobres suelen poseer un pensamiento fatalista y pesimista.4

En suma, los pobres, cualquiera que sea la causa de su infortunio, son recono-cidos fácilmente en todo sistema social. No se basa sólo en razones económicas sino también en otras dimensiones reco-nocidas como resultado de factores ex-plicativos diferentes que también pueden presentarse combinados.

3. Pluralismo metodológico para determinar a los pobres

La pobreza es un fenómeno históri-co y regional. Lo primero quiere decir que el estado de pobreza o necesidad ha venido cambiando a lo largo del tiempo. De la misma manera que ha aumentado la esperanza de vida de la población, la pobreza muestra diferencias en relación con el pasado, pero en una sociedad se puede observar que las diferencias en fortuna también consisten en un dife-rencial de los benefi cios y las cargas que se soportan. Lo regional se expresa en que las variedades climáticas y de riqueza social, hacen a los pobres dife-rentes en cada lugar.

2 Gustavo Gutiérrez. Una teología de la liberación. Trad. Sister Caridad Inda & John Eagleson. (Maryknoll, N. Y.: Orbis, 1988). Pág. 172. Para el teólogo latinoamericano Gustavo Gutiérrez, la opción por los pobres supone: “un acto de amor y liberación. Ésta tiene un valor redentor. Si la última causa de la expoliación y enajenación humana es el egoísmo; la profunda razón para la pobreza voluntaria es el amor por el prójimo. La pobreza cristiana tiene como signifi cado solamente un compromiso de solidaridad con el pobre, con aquellos que sufren miseria e injusticia. El compromiso es testifi car que el mal ha resultado del pecado y contraviene la comunión. No es un asunto de idealizar la pobreza sino tomarla como lo que es: un mal que llama a protestar en contra y a luchar por abolirla”. (traducción libre del autor de esta ponencia).

3 Emilio Velazco, Gamoa. La pobreza y su combate: el caso de México <http://www.monografi as.com/trabajo904/combate-pobreza-mundo/combate-pobreza-mundo.shtml.> (16 de junio de 2004).

4 Ignacio Martín Baró, S. J. Así piensan los salvadoreños urbanos 1986-87. (San Salvador: Universidad Centro-americana “José Simeón Cañas”, 1987).

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Un común denominador, la po-breza, signifi ca menos oportunidades, vulnerabilidad y gozar de menos re-cursos. Fijándose en el sujeto se puede defi nir la pobreza como una merma de la capacidad. En efecto, Amirtya Sen, Premio Nobel de Economía 1998, ha insistido que la pobreza se defi ne des-de el sujeto como “la imposibilidad de las capacidades básicas para alcanzar determinados niveles mínimamente aceptables”.5

Un indicador muy abstracto, pero bastante objetivo, señalaría que los pobres tienen menos energía a su dis-posición que la mayoría de las demás personas de su sociedad y, en su balance orgánico con su medio, mantienen un défi cit persistente.6

Relativo a la causa de la pobreza, E. O. Wright ha establecido las siguientes tendencias teóricas para explicarla:

1. La pobreza como resultado de atri-butos inherentes al individuo;

2. La pobreza como producto de carac-terísticas individuales contingentes;

3. La pobreza como producto de causas sociales;

4. La pobreza como resultado inhe-rente a las propiedades del sistema social.7

Como tendencias teóricas tienen su fundamentación y consecuencias prác-ticas que sustentan muchos programas de acción.

Reconocer a lo pobres y cuantifi car-los es necesario para todo programa de gobierno en un Estado de bienestar. Por esta razón, el afán de medir a la pobreza ha sido una constante para gobiernos e instituciones interesadas en el desarrollo. No obstante, la medición supone crite-rios disímiles. Según Amartya Sen, para identifi car a los pobres se debe:

5 Amartya Sen. Inequality Re-examined. (Cambridge, Harvard University Press, 1992). Pág. 107. Citado por la Ofi cina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Los derechos humanos y la reducción de la pobreza. Un marco conceptual. (Nueva York y Ginebra: Naciones Unidas, 2004). Pág. 7.

6 Contra lo que algunos afi rman, no es un obstáculo carecer de una precisa línea de pobreza, pues como se mencionó, los estudios cualitativos siempre la pondrán en duda. Esta es la razón por la que Amartya Sen, que ha hecho más que nadie por ampliar el concepto de pobreza, insiste en que “existen algunas claras conexiones que restringen la índole del concepto, más no podemos con entera libertad caracterizar la pobreza de cualquier manera que queramos” (A. Sen, Inequality Re-examined. (Cambridge, Harvard University. Press, 1992). Pág. 107. Citado en pág. 5.

7 Wright, E.O.: “El análisis de clase de la pobreza”, en VVAA, Desigualdad y clases sociales, Madrid, 1995. Funda-ción Argentaria-Visor. Citado por Daniel Reventós. La pobreza, la renta básica y el marxismo clásico. (Barcelona: Claves de la razón práctica, 2002). Pág. 3.

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EN DEFENSA DE LOS POBRES

1. Detallar la población objeto de estudio;

2. Elegir a las variables que mejor capten la posición económica de los individuos considerados como pobres;

3. Especifi car la línea de pobreza, es decir, quien se encuentre por de-bajo de la misma, será considerado pobre.

El mencionado Banco Mundial expone: “Cuando se estima la pobreza a nivel mundial, se tiene que usar la misma línea de pobreza de referencia, y expresarla en una unidad común a tra-vés de los países. Por lo tanto, a efectos de agregar y comparar datos a nivel global, el Banco Mundial usa líneas de referencia de $1 y $2 por día en dólares de 1993 en términos de la Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) (donde la PPA mide el poder adquisitivo relativo de las monedas a través de los países). Se ha estimado que en 1999 1,200 millones de personas en el mundo tenían niveles de consumo inferiores a $1 por día (23 por ciento de la población de los países en desarrollo) y 2,800 millones de personas vivían con menos de $2 diarios”.8

Por su parte, el Programa de Nacio-nes Unidas para el Desarrollo –PNUD–, afi rma: “Se defi ne la pobreza humana por el empobrecimiento en múltiples dimensiones: la privación en cuanto a una vida larga saludable, en cuanto a co-nocimiento, en cuanto a un nivel decente de vida, en cuanto a participación. Por el contrario, se defi ne la pobreza de ingreso por la privación en una sola dimensión, el ingreso, ya sea porque se considera que ese es el único empobrecimiento que interesa o que toda privación puede reducirse a un denominador común. El concepto de pobreza humana considera que la falta de ingreso sufi ciente es un factor importante de privación humana, pero no el único. Ni, según ese concepto, puede todo empobrecimiento reducirse al ingreso. Si el ingreso no es la suma total de la vida humana, la falta de in-greso no puede ser la suma total de la privación humana”.9

Para realizar mediciones, el PNUD u ti liza dos índices de desarrollo humano10:

1. El Indice de Pobreza Humana (IPH)-1 mide la privación en cuanto a las

8 Emilio Velazco Gamboa, Op. Cit.9 Citado por Alberto Romero. Aproximación conceptual. Defi nición de pobreza. <http://www.eumed.net/cursecon/

libreria/arglobal/5**htm> (14 de junio de 2004).10 Cfr. ONU. Informe sobre desarrollo humano 2004. Notas sobre las estadísticas en el Informe sobre Desarrollo

Humano. <http://webs.uvigo.es/aprada/IDH/IDH%202004%20pp.%2025I-276.pdf> (14 de junio 2004).

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mismas dimensiones del índice de desarrollo humano (IDH). Las variables utilizadas son el porcen-taje de personas que se calcula que morirá antes de los 40 años de edad, el porcentaje de adultos analfabetos y la privación en cuanto al apro-visionamiento económico ge neral –público y privado– refl ejado por el porcentaje de la población sin acceso a servicios de salud y agua potable y el porcentaje de niños con peso insufi ciente.

2. El IPH-2 se centra en la privación en las mismas tres dimensiones que el IPH-1 y en una adicional, la exclusión social. Las variables son el porcentaje de personas que se calcula morirá antes de los 60 años de edad, el porcentaje de personas cuya capacidad para leer y escribir no es sufi ciente para ser funcional, la proporción de la población que es pobre de ingreso (con un ingreso dis-ponible inferior al 50% del mediano) y la proporción de desempleados de largo plazo (12 meses o más).

No obstante, varios estudiosos lati-noamericanos demostraron que no era

posible hacer una asociación muy fuerte entre la pobreza por ingresos y necesi-dades básicas insatisfechas cuando se trataba de señalar a los pobres en un país o región.11 Obviamente, un campesino puede tener bajo ingreso y cubre las necesidades básicas con relativa su-perioridad a un habitante pobre de la ciudad. Otras veces, ciertas prácticas que se consideran deseables bajo un punto de vista sanitario moderno, tienen obstáculos para ser adoptadas en regio-nes tradicionalistas que gozan de buena alimentación e integración armónica con la naturaleza. Así, la línea de pobreza es relativa, pues sucede, en otros casos, que algunas personas tienen ingresos altos, pero carecen de servicios de salud, agua potable, drenaje, etc., lo que chocaría con el cálculo de necesidades básicas insatisfechas.

Julio Boltvinik es partidario de la adopción de lo que llama multidimen-sionalidad, es decir, combinar el méto-do de medición integrada de la pobreza con la línea de pobreza y necesidades básicas insatisfechas. De esa cuenta puede “identifi car las carencias asocia-das a las insufi ciencias de varias de las seis fuentes de bienestar de los hogares

11 Julio Boltvinik cita a Beccaria, Luis y Alberto Minujin, s.f. Métodos y alternativas para medir la evolución de la pobreza. Documento de trabajo, INDEC, núm. 6. Kaztman, Rubén. “La heterogeneidad de la pobreza. El caso de Montevideo”. Revista de la CEPAL, núm. 37. 1989. Damian, Araceli. Cargando el ajuste: los pobres y el mercado de trabajo en México. (El Colegio de México, México, 2002). Ya el mismo Boltvinik, Julio, “Capítulo 5. Incidencia e intensidad de la pobreza en México”, en J. Boltvinik y E. Hernández Laos. Pobreza y distribución del ingreso en México. (México: Siglo XXI, 1999).

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y personas: a) el ingreso corriente (mo-netario y no monetario); b) los derechos de acceso a servicios o bienes guber-namentales de carácter gratuito (o sub-sidiados); c) la propiedad, o derechos de uso, de activos que proporcionan ser-vicios de consumo básico (patrimonio básico); d) los niveles educativos, las habilidades y destrezas, entendidos no como medios de obtención de ingreso, sino como expresiones de las capaci-dades de entender y hacer; e) el tiempo disponible para educación, recreación, el descanso y las tareas domésticas, y f) la propiedad de activos no básicos y la capacidad de endeudamiento del hogar”.12

Tal como señalan algunos tra ta-distas, la pobreza tiene muchas con-ceptualizaciones que pueden ser com-plementadas desde una perspectiva cualitativa donde se consideren aspectos subjetivos de gran importancia.13 En conclusión, con buena voluntad se pue-de determinar quiénes son pobres, para una vez identifi cados, facilitarles que sean sujetos de programas de apoyo y éstos les permitan abandonar el estado de miseria del que son parte.

4. Los funcionarios aceptan la pobreza

Al inicio del siglo XXI, los altos fun cionarios de Guatemala aceptaron la existencia de pobres en el país. Utili-zando esquemas de informes del Banco Mundial, la Secretaría de Planifi cación y Programación de la Presidencia, (SE-GEPLAN), elaboró un documento inti-tulado: Drama de la pobreza: el drama de la pobreza en Guatemala: sus rasgos y efectos sobre la sociedad. Inician su estudio buscando provocar un efecto retórico, puesto que se refieren a un personaje descrito por investigadores de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Sin embargo, tal recurso persuasivo no es para nada ori-ginal, pues en un informe semejante, el Banco Mundial también había relatado la vida de un personaje similar al inicio de su exposición.14

Basrabai vive en Mohadi, una villa a 500 kilómetros de Ahme da bad, en el estado hindú de Gu ja rat, en el litoral del mar Arábigo. Ella es la primera mujer que fue sarpanch de panchayat –presidenta del consejo local…

12 Julio Boltvinik & Araceli Damián. Derechos humanos y medición ofi cial de la pobreza en México. Universidad Autótoma del Estado de México. Red AL y C. Red de Revistas científi cas de América Latina y el Caribe, Ciencias Sociales y Humanidades. (México D. F.: CIAEAP/UAEM, Papeles de población No. 35 enero/marzo 2003). Pág. 109. <http://redalyc.vaemex.mx/redalyc/pdf/112/11203506.pdf>

13 Miguel Ángel Mateo Pérez. Desiguales, pobres y excluidas. Lecciones metodológicas desde la (ausente) perspectiva de género. (Alicante: Universidad de Alicante. Departamento de Sociología II. 2001).

14 World Development Report 2000/2001. Attacking Poverty. (Oxford: Oxford University Press & World Bank, 2001).

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(Banco Mundial, Attacking poverty, traducción propia).

Alba es una joven chortí de 17 años, originaria de la aldea El Tesoro, municipio de Jocotán, departamento de Chiquimula. Es la mayor de ocho hermanos en un hogar en el que falle-ció el padre, el principal generador del ingreso familiar... (SEGEPLAN, Drama de la pobreza)

Los planifi cadores estatales continúan con una descripción de la pobreza, para fi nalmente deducir que en Gua temala hay seis millones de guate maltecos con ingresos insufi cientes (menores de Q389.30). Luego, enumeran las repercu-siones de esta situación, que básicamente consisten en un aumento de la degrada-ción ambiental y la desnutrición.

Pero la ofi cina gubernamental fue más lejos, apoyándose en la Conferencia Episcopal de Guatemala, clamando que “Las masas analfabetas son la dramá-tica expresión de la injusticia secular que nos oprime. Son la expresión de un gran fracaso como país y son también un lastre para un desarrollo integral siempre postergado”.15 Semejantes expresiones avaladas por una secretaría de la presi-dencia no deja de sorprender.

Finalmente, la Secretaría de Pla-nifi cación y Programación de la Presi-dencia, sentencia: “La pobreza en Gua-temala es un fenómeno estructural que se transmite de forma intergenera cional, cuya manifestación no es producto de una situación momentánea específi ca. Más bien, es el fruto de varios procesos concurrentes que se han ido generando y enraizando en la sociedad a lo largo de varias generaciones. Dado su carácter multidimensional, es difícil establecer cuál es la causa última que la genera”.

Por lo tanto, la persistencia se expli-ca por obstáculos económicos, sociales, institucionales, que provocan una situa-ción que es “un fenómeno estructural: no se ha producido recientemente. Sus raíces son de carácter histórico. Se perpetúa de manera inter genera cional. Quien nace y crece dentro de un hogar pobre tiene muchas probabilidades de prolongar esta condición a lo largo de su vida y, a la vez, de transmitírsela a sus descendientes. Es un proceso que se acentúa con la desigualdad. En la medida en que el quintil superior au-menta la porción que recibe de la renta nacional, en esa medida disminuye el ingreso de los quintiles más bajos. Es decir, aumenta la brecha entre pobres y ricos”.16

15 Conferencia Episcopal de Guatemala. 1995. Urge la verdadera paz. http://www.iglesiacatolica.org.gt/nav98.htm-llk (14 de junio 2004).

16. Conclusiones, en: Secretaría de Planifi cación y Programación de la Presidencia de la República. Drama de la pobreza: el drama de la pobreza en Guatemala: sus rasgos y efectos sobre la sociedad. Guatemala: sf.

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5. ¿Qué hacer?

Si hubiere un precio por deducir del planteamiento, las consecuencias que se derivan, resultaría que con apego a la lógica, dado que la pobreza es un fenó-meno estructural y se conocen los obs-táculos, así como la obstinación y porfía del proceso, sólo queda la reestructura-ción removiendo de tajo los obs táculos y llamando a la participación ciudadana para terminar con el agravio de haber fracasado en el proyecto nacional.

De allí que más de alguno se haya felicitado y pensado que se desencade-naban las fuerzas del cambio: la partera de la historia asistiría al alumbramiento de una nueva transformación. Pero nada de eso sucedió: antes que llamar a po-nerse de pie para superar la pobreza, la SEGEPLAN utiliza un recurso viejo en los menesterosos: ponerse de rodillas y extender la mano pidiendo limosna.

Mientras, hasta el 26 de mayo de 2003, por medio de decreto del Con-greso de la República, se ordenó el reconocimiento de los idiomas nacio-nales en Guatemala tanto en las esferas públicas como privadas, obligando a la traducción de leyes, educación, servicios públicos etc., la SEGE PLAN publicó el 30 de noviembre de 2001, la Estrategia de reducción de la pobreza. El camino de la paz, tanto en español como en in-glés. Antes que el bilingüismo al interior

del país, se anticipa uno, que sirve para alcanzar los buzones de las “agencias de desarrollo” de los países “cooperantes y donantes”.

6. Un camino equívoco

Los pobres pueden ser utilizados por vivales que juegan de intermediarios para obtener recursos supuestamente destinados al alivio de su penuria. Estos intermediarios suelen hacer fotos pano-rámicas de los asenta mientos humanos miserables, un buey fl aco al lado de un jacal o un basurero donde los humanos compiten con los zopilotes por rescatar lo que otros han tirado. Pero también las fotos de los niños sirven para conmover: un niño desnutrido o un encuadre de faz lo más cercano posible de una niña bonita con su ropa rota y, cuanto mejor, si se trata de vestiduras regionales.

Mientras la consecución de fondos se haga sin violencia, la promoción está permitida para los particulares. Así se han montado ofi cinas que ofrecen patro-cinar a un niño utilizando el concepto del padrinazgo, otras se dedican a mostrar en la calle a la juventud y niñez, men-digando para conseguir donaciones que aseguran invertirán en albergues y pro-yectos para alejarlos de la vía pública. Sin dejar de mencionar a las campañas de algunos medios de comunicación masiva para conseguir donaciones, en medio de cantantes y artistas.

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No obstante, esta conducta no es per-mitida para las autoridades del Estado. Estas no pueden promocionar la imagen de la miseria en el país, para conseguir recursos frescos que serán destinados a propósitos diferentes y en algunos casos pueden ser malversados; sino, al contrario, les corresponde organizar el presupuesto de gastos e ingresos, para buscar la efectividad de los programas gubernamentales.

Dichas autoridades no pueden denigrar al país y rebajar su dignidad internacional para mover a la lástima y gestionar de esa manera recursos. Como se mencionó en 2003, la Ofi ci-na de Planifi cación Estatal publicó la Estrategia de reducción de la pobreza. El camino de la paz, sin haber tomado en cuenta las consideraciones prece-dentes.

Además, tal estrategia es inco-herente pues se observa un divorcio entre sus supuestos teóricos y la pro-puesta programática. El documento que la contiene, se inicia con las dimensiones de la pobreza, donde se ofrecen ci fras muy generales para caracte ri zarla. Una acumulación de datos: fuente de empleo de los pobres,

pequeños agricultores sin tierra, acceso a servicios básicos, red vial, tamaño del hogar, salud, educación y desnutrición; sirven para una ponderación que hace oscilar la pobreza entre un 80 y un 43 por ciento de la población fuera del área metropolitana.

Al carecer de estudios precisos se llega a conclusiones absolutas que im-piden focalizar la inversión. La estra-tegia gubernamental indica que “Más de la mitad de la población es pobre y un cuarto extremadamente pobre (...) Tres cuartas partes de la población rural son pobres, mientras un cuarto de la población urbana es pobre”.17 Con tal magnitud no puede establecerse una estrategia focalizada, de impacto en población menesterosa y con programas destinados a que los indigentes puedan obtener una subsistencia digna.

Un principio general que establece la Ofi cina de Planifi cación consiste en la atención preferencial del área rural.18 La propuesta programática coincide con las líneas generales de desarrollo social: diversificar cultivos, mejorar “infraestructura física” (riego, transpor-te, comunicaciones, energía eléctrica) y servicios de apoyo (investigación,

17 Gobierno de la República de Guatemala. Estrategia de reducción de la pobreza. El camino de la paz. SEGEPLAN. (Gua temala: s. e., 30 de noviembre de 2001). Pág. 21.

18 Idem, pág. 22.

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extensión agro pecuaria y capacitación), etc. Pero si se sigue más adelante, se observa que la inversión se centrará en obras de ingeniería civil.

En efecto, si se suman los costes de “construcción de infraestructura de educación”, construcción de puestos de salud, agua potable y saneamien-to, “infraestructura rural” (caminos y electrifi cación) resulta que lo calculado para cuatro años supone el 73% de la inversión.19 El apunte que aumenta la desconfi anza en la seriedad de tal pro-puesta ocurre cuando se analiza “el rol de la comunidad internacional”, pues se afi rma: “En todo caso, para fi nanciar la estrategia en su totalidad y alcanzar las metas propuestas dentro del horizonte de tiempo señalado, será necesario reorien-

tar par te de los gastos existentes, generar más recursos fi scales, y gestionar fondos externos”.20

Si se deja de lado la opción preferen-cial por lo rural, el tejido conceptual de principios hace un curioso tapiz:

Con este cuadro de triple entrada se puede hacer cualquier combinatoria y los títulos de las columnas continúan sin expresar ninguna diferencia. En otras palabras, cabría defi nir “principio”, “eje vital” y “tema transversal”, para que tuvie ra sentido esa construcción conceptual.

Pero como se mencionó, lo que supone una serie de políticas de mucha amplitud y profundidad (principios,

Fortalecimiento de la gestión pública

Impulso a la descentralización

Aumento de participación ciudadana

Principios Ejes vitales Temas transversales

Inversión en capital físico

Inversión en capital humano

Crecimiento económico con equidad

Multiculturalidad e intercultura-lidad

Equidad de género

Reducción de la vulnerabilidad a desastres naturales

19 Cálculos realizados sobre la base del Cuadro 11. Costos incrementales de la estrategia de reducción de pobreza. Ibíd, pág. 47.

20 Ibíd, pág. 48.

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ejes vitales, temas transversales) no encuentra vínculo con la propuesta de inversión centrada en obras de in-geniería civil, contenida en el mismo documento. Más aún, la estrategia parte de una transformación del Estado para llevarse a cabo:

Para fortalecer la gestión pública, se requiere promover nuevos sistemas de administración del Estado que incorpo-ren criterios de solidaridad, efi ciencia y efi cacia en el gasto público y fortalezcan la capacidad de recaudación para respon-der más dinámica mente a los cambios en las condiciones de la sociedad.21 De esa cuenta, para reducir la pobreza (designio bastante modesto)22 se requiere hacer una transformación del Estado (empeño bastante ambicioso), pues como reco-noce la misma Ofi cina: “la acción del Estado es inadecuada”.

En consecuencia, la Oficina de Planifi cación Estatal está errada, pues la estrategia de reducción de la pobreza no puede corresponder a un programa global para la modernización del Estado. Tampoco puede ser equivalente a un plan nacional de desarrollo. La estrategia podría consistir en el impulso de una serie de planes de acción sectoriales (en vivienda, educación, salud etc.).

Igualmente, se conseguiría con la formulación de políticas sociales en la gestión departamental, municipal y local dirigidas a enfrentar la po-breza extrema. Eventualmente, podría hacerse un ordenamiento de los planes de acción sectoriales o de las zonas de atención prioritaria y llamarse estrategia a tal ejercicio.

7. Los derechos humanos y los pobres

La defensa de los derechos humanos puede constituirse en un valioso auxiliar para fi jar un límite al empobrecimiento, es decir, impedir la miseria o pobreza extrema. Se trata, entonces, de identi-fi car situaciones que no son aceptables bajo ningún punto de vista y deben ser corregidas por la autoridad.

La Ofi cina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha indicado que “la manera como los pobres se ven obligados a vivir a menudo viola sus derechos humanos o que la promoción de los derechos humanos podría atenuar la pobreza ha tardado mucho en produ-cirse. Con todo, el enfoque de los dere-chos humanos para reducir la pobreza está siendo cada vez más reconocido

21 Ibid, pág. 23. 22 Es modesto porque se habla de reducir y no terminar o poner fi n.

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inter nacio nalmente y se está aplicando gradualmente”.23

No obstante lo afi rmado por el Alto Comisionado, esta vinculación ha sido ampliamente reconocida; por ejemplo, ha sido subrayada en la resolución apro-bada por la Asamblea General de Nacio-nes Unidas en su 81a sesión plenaria del 4 de diciembre de 2000 cuando quedó como principio de las políticas que se impulsan desde ese organismo.24

Además, como subraya Sen, la previsión es inherente a los regímenes democráticos, pues si existen medios de información relativamente ecuánimes, los políticos electos buscarán medidas preventivas adecuadas ante males re-currentes. De esa cuenta, los derechos civiles y políticos desempeñan una función causal importante en la preven-ción y mandato de evitar males como ham bruna o pobreza extrema.25

Este enfoque va más allá de la ex-presión de buenas intenciones o de ex-cusas de insufi ciencia para cubrir todas las necesidades, pues se centra en que una persona debe recobrar sus derechos

inmediatamente. Tal como se men-cionó, la acción en derechos humanos contra la pobreza es directa y resuelve inmediatamente porque no es un plan nacional de desarrollo. Sin embargo, tampoco es un enfoque global absoluto pues se reconoce un umbral de todos los derechos humanos. En otras palabras, es imposible exigir el pleno y absoluto cumplimiento de todos los derechos al máximo nivel, pues también parte de que existe escasez de recursos.

El Alto Comisionado de las Nacio-nes Unidas para los Derechos Huma-nos ha expresado convenientemente, el aspecto procesal de los planes de desarrollo y el enfoque en derechos humanos.

“La idea de una realización progre-siva tiene dos repercusiones estraté-gicas importantes.

En primer lugar, da entrada a una dimensión temporal en la estrategia al reconocer que la plena realización de los derechos humanos puede producirse de manera progresiva a lo largo de un período.

23 Bertrand Ramcharan. Alto Comisionado en funciones de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Di-ciembre, 2003. Prefacio a: Los derechos humanos y la reducción... Op. cit.

24 Resolución aprobada por la Asamblea General, [sobre la base del informe de la Tercera Comisión (A/55/602/Add.2)], 55/106. Derechos humanos y extrema pobreza. 81a. sesión plenaria, 4 de diciembre de 2000. Distribución General, A/RES/55/106, 14 de marzo de 2001.

25 Amartya Sen. Inequality... Op. cit.

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En segundo lugar, posibilita el es-tablecimiento de prioridades entre diferentes derechos en cualquier momento determinado porque la limitación de los recursos normal-mente no permite una estrategia que consista en llevar adelante todos los derechos simultáneamente con igual energía.

El reconocimiento de una dimensión temporal y la necesidad de estable-cer prioridades son características comunes de todas las estrategias para la adopción de políticas. Lo que distingue al enfoque de los derechos humanos es que impone ciertas condiciones a esas características, con el fi n de que la búsqueda de los derechos humanos no se reduzca a una mera retórica en nombre de la realización progresiva”.26

De esa cuenta, lo considerado sirve para expresar las primeras caracterís-ticas de este enfoque coadyuvante en la atenuación de la pobreza. En primer lugar, la problemática de la pobreza y la pobreza extrema están relacionadas con los derechos humanos. Es decir, se reconoce que una situación social es expresamente rechazada por las leyes vigentes que proclaman las garantías

ciudadanas. Que, además, son coinci-dentes con los tratados ratifi cados por Guatemala, que en virtud del artículo 46 de la Constitución Política de la Re-pública de Guatemala forman parte del ordenamiento legal.

En segundo lugar, se deben privi-legiar las acciones en la población en extrema pobreza. Debe existir una ubi-cación, si es posible, hasta de nombre y apellido de las personas que serán objeto de atención por las acciones reme diales para paliar su situación. Un ejemplo puede ayudar en ese sentido: asfaltar una carretera, no necesariamente alivia la pobreza extrema, al contrario, puede incrementarla. Puede ocurrir que las ma-las condiciones del camino obligaban a los transeúntes a detener sus automóviles en determinados pueblos para averiguar el estado del mismo o abastecerse. Si hay una vía rápida que evita al pueblo, se acaba la posibilidad de mendigar, de emplearse como buhonero u ofrecer servicios de mantenimiento a los auto-móviles. Y, por lo tanto, se agrava la pobreza extrema que puede llevar a la migración a centros urbanos en busca de la ocupación de sobrevivencia perdida.

Esta constatación lleva a la tercera característica consistente en que debe

26 Ofi cina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Asamblea General de las Naciones Unidas. 81a Sesión Plenaria, del 4 de diciembre de 2000. Pág. 25

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conocerse la pobreza desde los pobres; porque ellos conocen a los que están peor. Pueden dirigir la atención de programas y también poner en alerta sobre manipulaciones y falta de tino de las acciones emprendidas. Este conocimiento se puede generar tanto por investigaciones científi cas como a partir de eventos donde se escuche a los pobres u organizaciones que buscan llevar adelante sus reivindicaciones. Las personas de clases sociales elevadas no reconocen la gradación social existente entre los pobres. Pueden tomar a una persona con recursos como pobre, sólo porque tiene un arreglo personal seme-jante al utilizado por éstos o desconocer dónde se esconden o encuentran refugio los extremadamente pobres; porque los refugios tienen como característica esen-cial la de facilitar el ocultamiento. De allí que, el conocimiento de la pobreza se encuentra de manera preferente entre los pobres mismos.27

La cuarta característica de una política de defensa de los derechos humanos dirigida a remover la extrema pobreza, consiste en que tiene carácter

de urgencia. Se actúa para hacer reac-cionar a las instituciones del Estado que deben solucionar la situación crí-tica de manera inmediata. No se busca solucionar el problema en el año 2015 u otro, sino solventar la situación de hambre, enfermedad o indigencia en la vía pública. Se busca dar amparo para evitar males mayores. Muchas veces se realizan planes, programas y proyectos que tienen tiempos de ejecución que los vuelven inútiles para solucionar los problemas actuales de los pobres. Por ello, el apremio es una característica de la relación de los derechos humanos con la pobreza.28

La quinta y última característica consiste en afi rmar que la defensa de los derechos humanos contra la pobreza no es la única y exclusiva política que puede impulsarse para reducirla. Así, los planes de desarrollo, los planes y estrategias sectoriales, las acciones locales etc., tienen varios ingredientes para defi nir los objetivos de los mismos; es decir no tienen sólo una sustancia dirigida a cumplir metas en la defensa de los derechos humanos sino también

27 Este planteamiento está cercano al de pertinencia evaluativa que utiliza la OACDH de NU, según la cual, toda defi nición de pobreza debe ser validada. Ibid. Pág. 12.

28 En términos generales, existen cuatro categorías de mecanismos de responsabilidad: judicial (por ejemplo, examen judicial de los actos y omisiones del poder ejecutivo); cuasijudicial (tales como los ombudsmen [defensores del pueblo] y los órganos internacionales de tratados de derechos humanos); administrativa (es decir, la preparación, publicación y examen público de las evaluaciones del impacto de las políticas y programas en los derechos huma-nos); y política (es decir, por medio de procesos parlamentarios), todos están a disposición de la acción contra la pobreza desde los derechos humanos.

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otras aspiraciones, tales como el desa-rrollo de tecnología, posicionamiento geoestra tégico, aseguramiento de los valores nacionales, etc. Estos objetivos son ejemplo de otros componentes de tales prácticas de planeación que no son necesariamente considerados en accio-nes para reducir la pobreza.

Sin embargo, los planes siempre deben tomar en consideración, la amplia-ción en el goce de los derechos humanos a través de garantizar una real y auténtica igualdad ante la ley. Así, la defensa de los derechos humanos dirigida a erradi-car la pobreza extrema se combina con las demás estrategias de reducción de la pobreza, ya que llama la atención y reclama que se preste la debida atención a: 1) establecer sectores estratégicos (por ejemplo la salud) y los subsectores (ver-bigracia, el saneamiento ambiental) que tienen particular impacto en las políticas favorables a los pobres, y 2) priorizar u ordenar los recursos escasos para buscar la efi ciencia durante la ejecución de los mismos.

Como expresó la Ofi cina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OAC-DH),

“Esta congruencia entre las caracte-rísticas de muchas estrategias de re-ducción de la pobreza y los derechos humanos internacionales plantea dos cuestiones fundamentales. En primer lugar, no se debe dar una importancia exagerada a la nueva orientación representada por la introducción de un enfoque de derechos humanos con respecto a la reducción de la pobreza. En segundo lugar, la apli-cación ponderada y coherente de los derechos humanos a la reducción de la pobreza refuerza algunas de las características existentes de las es-trategias de lucha contra la pobreza”. (subrayado del autor del artículo).29

En cuanto al establecimiento de prio-ridades, se trata de un asunto de política del desarrollo que deciden los órganos correspondientes. Incorporar la defensa de los derechos humanos en los planes de desarrollo, no propone ninguna regla infl exible más que la consideración de que deben cumplirse con los compro-misos ofrecidos por los políticos y las metas del milenio aceptadas por todos los Estados del mundo.30

En suma, habrían por lo menos tres especies de consideración de la

29 Ofi cina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Op. cit., pág. 2. 30 Existe una serie de sesiones de la Asamblea General donde se han fi jado metas para el año 2015, Copenhague 1995

y Ginebra 2000, son dos hitos, pero también tiene un proceso de seguimiento.

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EN DEFENSA DE LOS POBRES

pobreza tanto desde la procuración para atenuarla como en la planifi cación para reducirla:

a) La defensa de los derechos humanos de los pobres;

b) La planeación sectorial que obedece a una priorización estratégica de reducción de la pobreza;

c) El plan nacional de desarrollo que en sí, expresa el derecho humano al desarrollo, tiene otros objetivos adicionales distintos a la reducción de la pobreza.

8. Las metas del milenio. Orientación para los planes de desarrollo

Como se indicó, una serie de resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas han venido a constituirse en objetivos y metas para el desarrollo en cada uno de los países, (véase el recuadro de la siguiente página). El Secretario de Naciones Unidas ha esbozado un mapa de ruta para la ejecución de tales acuerdos.31 Interesa aquí resaltar dos elementos de ese camino: a) los derechos humanos

necesitan de democracia y buen gobierno; y b) se debe proteger a los vulnerables.32

En cuanto al primer punto, es obvio que si los derechos humanos se levantan sobre la dignidad humana, es necesario que ésta sea asegurada. Ello sólo es posi-ble, allí donde existe una ciudadanía con poder de decisión y participación sobre el sistema político; para el efecto, se ne-cesita la fortaleza de las instituciones de procuración de los derechos humanos, la participación en instituciones decisorias de los planes de desarrollo y funciona-miento de la democracia representativa en elecciones limpias. Complemento a tal situación es la eliminación de todas las formas de discriminación, en especial contra la mujer, proteger a los migrantes y asegurar la libertad de prensa.

Respecto al segundo aspecto, la protección del vulnerable se enfoca en aquellos grupos sociales, incluyendo a los ancianos, mujeres y niños para pre-venir que sufran en caso de emergencia o por la misma debilidad social observada en cada sociedad.

31 Secretary General. Road map towards the implementation of the United Nations Millennium. Follow-up to the outcome of the Millennium Summit. Fifty-sixth session Item 40 of the provisional agenda. (New York: United Nations, 6 September 2001. Original: English. A/56/326).

32 Ibíd, Sección V y VI.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

Objetivo 1 Erradicar la pobreza extrema

y el hambre

Meta: Reducir a la mitad, para el 2015, el porcentaje de habi tantes del planeta cuyos in gresos sean inferiores a un dólar al día.

Objetivo 1 Erradicar la pobreza extrema

y el hambre

Meta: Reducir, entre 1990 y 2015, el por centaje de personas que sufren de hambre.

El mundo desarrollado, Asia occi-dental y sudoccidental, Amé rica Latina y el Caribe están en vías de alcanzar dicho objetivo entre la población infantil.

Objetivo 2 Lograr la enseñanza primaria

universal

Meta: Alcanzar para el 2015 el ac ce so universal a la educación pri-maria completa.

Objetivo 3 Promover la igualdad entre los

gé neros y la autonomía de la mujer

Meta: Eliminar las desigualdades en-tre los géneros en la enseñanza pri maria y secundaria preferible-mente para el 2005 y en todos los niveles de la ense ñanza

Metas del milenio

para 2015.

Objetivo 4 Reducir la mortalidad infantil

Meta: Reducir a dos terceras partes la tasa de mortalidad de los niños me nores de 5 años entre 1990 y 2015.

Objetivo 5 Mejorar la salud materna

Meta: Reducir la tasa de mortalidad materna en tres cuartas par-tes.

Objetivo 6 Combatir el VIH/SIDA, el pa lu-

dismo y otras enfer me dades

Meta: Detener y comenzar a reducir la propagación del VIH/SIDA para el 2015.

Objetivo 7 Garantizar la sustentabilidad

del medio ambiente

Meta: revertir la pérdida de los re cur-sos naturales.

Objetivo 8 Fomentar una asociación mun-

dial para el desarrollo

Meta: Atender las necesidades de los países menos adelantados.

Cfr. Naciones Unidas. Ejecutar la Declaración del Milenio. Nueva York: s. e.

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EN DEFENSA DE LOS POBRES

En Guatemala, la Constitución Po-lítica de la República de Guatemala, en su artículo 74 norma las funciones del Procurador de los Derechos Humanos; allí se establece que ha sido comisionado por el Congreso de la República para la defensa de los derechos humanos garan-tizados por la Constitución.

La Ley de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de la Repúbli-ca y del Procurador de los Derechos Humanos (Decretos 54-86 y 32-87 del Congreso de la República de Guatema-la), que desarrolla lo establecido cons-titucionalmente decreta:

Artículo 21. Derechos tutelados. El Procurador protegerá los derechos individuales, sociales, cívicos y políticos comprendidos en el título II de la Constitución Política de la República de manera fundamental la vida, la libertad, la justicia, la paz, la dignidad y la igualdad de la persona humana, así como los defi nidos en tratados y convenciones internacio-nales aceptados y ratificados por Guatemala.

De donde corresponde al procurador de los Derechos Humanos la defensa de

la población que requiere la efectividad de los derechos establecidos en la nor-mativa constitucional.

9. Procuración contra la pobreza

En la ofi cina del Procurador de los Derechos Humanos se han organizado una serie de defensorías que se enfocan en la población vulnerable. Actualmente (2004), funcionan las de fensorías del a) adulto mayor, b) debido proceso y derechos del recluso, c) mujer, d) niñez y adolescencia, e) personas con disca-pacidad, f) población desarraigada y migrante, g) pueblos indígenas, y h) tra-bajadores.33 Con dicha organización se busca enfatizar la acción del procurador en estos grupos poblacionales.

Salvo mejor criterio, se podría con-siderar que los extremadamente pobres son un grupo altamente vulnerable. El empeoramiento de las condiciones de vida de una persona o grupo humano puede deberse a muchas circunstan-cias, en consecuencia, una tutela de estos grupos habría de estar alerta para evitar el agravamiento de dichos males. Además, se debe considerar, que por su situación de necesidad no satisfecha, los extremadamente pobres se ven obligados

33 Para conocer de su actividad consulte: Procurador de los Derechos Humanos. Informe anual circunstanciado al Congreso de la República de las actividades y de la situación de los derechos humanos en Guatemala durante el año 2003. Guatemala: PDH, 2003.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

a renunciar al ejercicio de sus derechos y libertades, pues están apremiados por problemas de sobrevivencia cotidiana que pueden llevar a enajenarlos con tal de subsistir. Consecuentemente, pueden ser objeto de abuso y arbitrariedad por-que no pueden movilizar recursos para su defensa. La actuación en su favor es inaplazable.

Por lo tanto, cabría evaluar el esta-blecimiento de una tutela específi ca de los derechos de los pobres. Además, su-pondría realizar actividades de verifi ca-ción de los programas gubernamentales dirigidos al alivio de su estado de nece-sidad, lo que redunda en la promoción y fortalecimiento del buen gobierno.

Además, desde la posición de defensa de los derechos humanos de los pobres se pueden considerar metas estratégicas más amplias, tales como: coad yu var en la elaboración de una política de desarrollo rural y acceso a la tierra, en la revisión de la Ley del Fondo de Tierras y establecimiento de una bolsa de tierras, impulsar un código agrario y ambiental, la ley de regularización de la tenencia de la

tierra. Además, se cuidaría que las ins-tituciones competentes man tuvieran un mapa de pobreza actualizado donde se considerara especialmente, el défi cit en los servicios de agua, salud, electricidad y teléfono.

Cuando el gobierno haya defi nido sus políticas se tendría que verificar cómo se traducen en programas y pro-yectos concretos. Lo que también con-lleva realizar evaluaciones de impacto y efi ciencia en la prestación de servicios.

Relacionado con los pobres de las ciudades, se han sugerido también una serie de ejes que deben considerarse:

1. Desarrollo local, trabajo, ingreso y microcrédito;

2. Acuerdos de cooperación de políti-cas integradas de cada municipali-dad o consorcios de municipios para reducir y combatir la pobreza;

3. Redes de protección social y super-visión de los riesgos sociales;

4. Políticas de educación ligadas a la asistencia y previsión social;

5. Habitación, urbanización, inclusión territorial y seguridad en posesión.34

34 Véase, Jaime Castillo Palma, Elsa Patiño Tovar y Sergio Cermeño G. comp. Pobreza y organizaciones de la so-ciedad civil. (Puebla: RNIU, 2001). También las discusiones llevadas a cabo por la Red URBAL 10, lucha contra la pobreza urbana, Ayuntamiento Municipal de São Paulo.

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EN DEFENSA DE LOS POBRES

En Guatemala, las políticas que se acuerden en esas dimensiones de acción para enfrentar la pobreza urbana, serán consideradas por los consejos de desa-rrollo. Asimismo, podrían ser objeto de verifi cación y propuesta por parte de las Comisiones Municipales de Derechos Humanos establecidas por ley.35

Sin afán de abundar en lo dicho, lo central consiste en llevar adelante

la defensa de los derechos humanos de los pobres, tal como se ha defi nido: enfocándose en sujetos reales y grupos identifi cados que requieren efi ciencia en la atención inmediata de los servicios públicos. De esa cuenta, resultaría que la verifi cación por parte de la defensoría se constituiría en el centro de su activi-dad para la promoción de los derechos humanos.

35 Artículo 36, inciso 8 del Código Municipal, Decreto número 12-2002 del Congreso de la República de Guatemala.

CONCLUSIONES

La defensa de los derechos humanos de los pobres es un complemento de la actividad de planeación del desarrollo, del aumento de la efi cacia de los servi-cios públicos y de la verifi cación de los programas gubernamentales dirigidos a erradicar la pobreza.

La lucha contra la pobreza no debe llevar a la exageración de su objetivo en la planeación estatal, mucho menos a convertirla en un pretexto para la obtención de fondos o motivo de ges-

tión ante organismos internacionales de desarrollo. Aunque se reconoce la pertinencia de esta actividad de planea-ción gubernamental, la defensa de los derechos humanos de los pobres está dirigida a hacer efectivas las libertades y garantías constitucionales. Un en-cargado de tutelar estos derechos debe dirigirse de preferencia a evitar la pro-ducción de los males que acompañan la situación enfrentada por los pobres, en especial quienes atentan contra la vida de los mismos.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

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EN DEFENSA DE LOS POBRES

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EL ANDAR DEL MIGRANTE HACIA EL NORTE

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Licenciada en relaciones internacionales por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Además, es miembro fundador del Instituto Centro-americano de Estudios Sociales y Desarrollo –INCEDES– Guatemala y, actualmente, funge como coordinadora de proyecto e investigadora de esa institución. También es co-investigadora en la investigación “Religión vivida, espacio y poder: el caso de la comunidad inmigrante guatemalteca”, de la Universidad del Atlántico de Florida –FAU– (2002-2006) y coor-dina dora de la Secretaría Técnica de la Red Regional de Organizaciones Civiles para las Migraciones –RROCM– .

Asimismo, la licenciada Girón es investigadora / coordinadora de trabajo de campo en el estudio comparativo sobre percepción de iden-tidades en cuatro comunidades guatemaltecas. Universidad de Oxford, Inglaterra –INCEDES–.

CAROL LISSETH GIRÓN SOLÓRZANO

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RESUMEN EJECUTIVO

La migración internacional es un fenómeno que crece aceleradamente en la región, en la medida que los países no puedan solucionar sus problemas estructurales y mientras naciones como Estados Unidos continúen siendo

países atractivos por su amplio mercado laboral. En este sentido, la autora coin-cide con la postura de muchos expertos en el tema en cuanto a que la migración se diversifi ca y acentúa en el contexto de las históricas desigualdades y brechas del desarrollo entre países como Estados Unidos y los de Centroamérica.

En este sentido, se observa un fuerte crecimiento en la migración, principalmente en la irregular o no autorizada; se debe tomar en cuenta, especialmente, que Guate-mala constituye un puente importante para los migrantes hacia el norte; por eso, se considera importante profundizar en la dinámica de este tipo de migración.

Con base en lo anterior, este artículo ofrece algunas consideraciones generales sobre las principales características de la población migrante en su paso por el territorio. También se defi nen algunos elementos del perfi l sociodemográfi co de la persona migrante, así como algunos aspectos de su historia migratoria. Esta última tiene que ver con las causas de su emigración y con el país de destino en la mayoría de la población.

Debido al endurecimiento de las políticas migratorias y a la militarización de las fronteras, los riesgos en la migración aumentan considerablemente, por ello, se pre-senta un acercamiento a las diferentes situaciones y/o abusos a los que son expuestos los migrantes durante su trayecto.

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The international migration is a phenomenon that grows in a rapid way in the region. if the countries cannot give solution to their structural problems and while the nations like The United States continue being an attractive coun-

try because of its extensive labor market. In this respect, the author coincides with those experts that emphasize that the migration is diversifi ed and accentuates in the context of the historic inequalities and gaps of the development among countries like The United States and those of Central America.

In this sense, a strong growth in the migration is observed, mainly in the irregular one or not-authorized. Considering that Guatemala constitutes a very important bridge for the migration toward the north, it is important to deal with the dynamics of this type of migration in depth.

This article offers some general considerations on the main characteristics of the mi-grant population on its way by the territory. Some elements of the sociodemographic profi le of the migrant person are defi ned, as well as some aspects of their migratory history. This last one has to do with the causes that provoked its emigration, as well as the country of destiny where most of the population go.

Due to the hardening of the migratory politics and the militarization of the borders, the risks in the migration are increasing considerably, because of it, an approach to the different situations is presented and/or abuses that the migrants face during their journey.

ABSTRACT

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1. Presentación .................................................................................................. 187

2. El fenómeno de la migración internacional .................................................. 188 2.1 Caracterización de la migración irregular .............................................. 188 2.2 Las violaciones a derechos humanos ..................................................... 190

3. Consideraciones fi nales ................................................................................ 194 Bibliografía ...................................................................................................... 195

CONTENIDO

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1. Presentación

La migración internacional hacia países del norte, principalmen- te a Estados Unidos, ha aumen-

tado considerablemente en las últimas décadas. Sin embargo, los volúmenes de esa migración han sido difíciles de establecer y caracterizar debido a que la mayor parte de estos migrantes, se han visto en la necesidad de migrar de manera irregular o no autorizada.

Los estudiosos de la migración atribuyen sus causas, principalmente,

EL ANDAR DEL MIGRANTE HACIA EL NORTE

a problemas estructurales de los países de origen, tales como la ausencia de una política de desarrollo sostenida y sustentable; el crecimiento en los ni-veles de pobreza y exclusión social; la prevalencia de la impunidad y procesos de corrupción; entre otros. Asimismo, otros factores asociados a la ocurrencia de fenómenos naturales han incremen-tado la emigración de varios (terremotos y huracanes1) al exterior. Aparecen otras razones que se asocian al surgimiento y conclusión de conflictos armados internos en la región;2 la caída del Mer-cado Común Centroamericano; etc. No

1 En especial el terremoto en El Salvador y el huracán Mitch (1998) incrementaron las presiones migratorias de-bido a la pérdida de todos sus bienes. Muy recientemente los impactos de la tormenta Stan (ocurrida en octubre de 2005) han provocado graves daños en la economía nacional y han dejado miles de víctimas que de la noche a la mañana han perdido todo (familiares, cosechas, casas, terrenos, animales, etc.). Se advierte un crecimiento considerable en la emigración –principalmente de guatemaltecos– hacia Estados Unidos como la única estrategia para la sobrevivencia familiar y ante la incapacidad del Estado de atender las consecuencias de este fenómeno.

2 La conclusión formal (fi rma de Acuerdos de Paz) de algunos procesos de confrontación social y políticos nacionales (confl ictos armados) no necesariamente aseguraron el cambio de los motivos que les dieron origen. Persisten los problemas de orden estructural, particularmente los relacionados con la distribución de la riqueza y la tierra, la ampliación de la base y la captación fi scal, la fi nanciación del desarrollo y la discriminación social/exclusión en diversos tipos y planos. Esta dinámica profundiza la difi cultad para proponer e impulsar de manera consensuada iniciativas de cambio que favorezcan la democratización de los Estados, en el amplio sentido del concepto. Ello contribuye a que el diálogo y la puesta de acuerdo intersectorial sean en función de proyectos comunes. Este fenómeno de arrastre de procedimientos y modalidades de interrelación han difi cultado el impulso de una agenda de gestión de las migraciones en donde se privilegie el derecho a migrar así como el de no hacerlo. Silvia Irene Palma. Balance de las migraciones en Centroamérica. Informe de investigación. Instituto Centroamericano de Estudios Sociales y Desarrollo –INCEDES–. Págs. 8 y 9.

CAROL LISSETH GIRÓN SOLÓRZANO

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

obstante, en la actualidad, la migración se asocia a la búsqueda de mejores con-diciones de vida para la familia.

La región centroamericana cons-tituye un corredor muy importante para la migración de indocumentados provenientes de los mismos países de Centro américa, Sudamérica, África, Asia y de Medio Oriente. En este senti-do, Guatemala se convierte en la puerta que los migrantes deben cruzar para llegar a la última frontera en su viaje: México. No obstante, los riesgos en la migración han aumentado considera-blemente debido a las fuertes medidas de seguridad que, tanto México como Guatemala, han tomado en torno a la migración indocumentada.

A continuación se plantean algunas breves refl exiones en torno al fenóme-no de la migración, especialmente de la migración en tránsito, tomando en cuenta que Guatemala es lugar de origen y tránsito de un importante número de migrantes indocumentados que se diri-gen hacia Estados Unidos.

2. El fenómeno de la migración internacional3

2.1 Caracterización de la migración irregular

Para tener una imagen clara de la persona que transita por el territorio, es necesario partir de algunos elementos de información sociodemográfi ca que defi nen su perfi l. De esta cuenta, el com-portamiento de la migración irregular para el período reportado, señalaba que en su mayoría provenían de Honduras, El Salvador y Nicaragua. Sin embargo, a estas nacionalidades se suman mi gran-tes de Ecuador, Perú, Colombia, Bolivia, entre otros. Esta información coincide con diversos estudios de monitoreo rea-lizados en los últimos años, en los cuales se evidencia un fuerte crecimiento en el paso por el país de migrantes centroame-ricanos, especialmente hondureños.4

Prevalece la migración masculina sobre la femenina. Puede ser que este com portamiento se deba a la multiplici-

3 Los datos de la población migrante que se presentan en este artículo corresponden a 108 entrevistas realizadas a personas en su paso por la Casa del Migrante de la capital (del 10 al 18 de octubre de 2005). Véase Carol Girón. “Violaciones a derechos humanos sufrida por migrantes en territorio guatemalteco en su paso por la Casa del Mi-grante”. Informe de investigación. Instituto de Investigaciones Jurídicas –IIJ– de la Universidad Rafael Landívar e Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de San Carlos –IDHUSAC–, 2005.

4 El 66% de los centroamericanos que emigraron a Estados Unidos entre 1995 y 2004 son hondureños y abandona-ron su país por la grave situación económica que enfrentan. De 70 mil personas que se atendieron en la Casa del Migrante de Tecún Umán, en los últimos 10 años, unas 45,939 eran hondureñas. En 2004 se incrementó en 20% el paso de los hondureños hacia Estados Unidos. Ademar Barilli (Director). “Miles de hondureños emigran hacia el norte”. La Opinión. EEUU, 15 de mayo de 2005.

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dad de riesgos a los cuales las mujeres se ven expuestas por su condición de género y, por ello, es posible que las mujeres estén viajando en “formas más seguras”,5 siempre y cuando, se cuente con los recursos necesarios y sufi cientes para costear el viaje. La edad promedio de los migrantes es de 19 (para las mu-jeres) y 28 (para los hombres). Llama la atención, los posibles impactos pro-vocados en las comunidades de origen, a raíz de la migración de los hombres jóvenes. Es decir, que se está frente a comunidades en donde la mayoría de su población está formada por mujeres, niños (menores de 14 años) y ancianos. Los efectos de esta emigración han cau-sado cambios importantes en la asunción de roles, de desarrollo comunitario (a través del envío de remesas), así como en el ámbito socio cul tural de sus habi-tantes (a través de la adopción de nuevas pautas de comportamiento), entre otros muchos.

Aunque se continúa observando que los emigrantes tienen muy bajos niveles de escolaridad (la mayoría apenas cursó un grado de primaria), ellos poseen el deseo de trabajar, la necesidad de cum-plir con promesas y acuerdos familiares, así como la fuerza física sufi ciente para

desempeñar cualquier tarea que le pro-vea de recursos. No obstante, su nivel académico seguramente será una limi-tante para conseguir mejores ingresos y empleos que requieren de mano de obra califi cada.

Las causas que originan la emigra-ción son diversas. En la mayoría de los casos, las personas abandonan su lugar de nacimiento en búsqueda de mejores condiciones de vida. La falta de opor-tunidades para el empleo y los bajos salarios han condicionado la salida de muchos, ya que en su mayoría tienen entre uno y cuatro dependientes econó-micos. Otros, por su parte, han tenido que emigrar debido a la adquisición de deudas, la enfermedad de un familiar cercano (padre / madre), la separación de la pareja y/o para lograr el “sueño americano”.

Para el caso de los inmigrantes gua-temaltecos de llegada reciente a Estados Unidos, se ha demostrado que la unidad familiar constituye el motor principal de su decisión de desplazamiento. La familia se asocia con la esperanza por la realización de un sueño que se es-tructura integralmente por los siguientes elementos: bienestar básico, mejora en

5 Aquí se hace referencia al uso de coyotes / guías / polleros, quienes son reconocidos –por quienes utilizan este servicio– como facilitadores para llegar al lugar de destino. La integración de redes sociales y de apoyo también constituyen un medio frecuentemente utilizado por los migrantes.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

el nivel de vida, fortalecimiento de las capacidades de sus miembros y obten-ción de un patrimonio heredable para la generación siguiente.6

Sin embargo, los factores que provo-can la emigración cambian dependiendo del segmento de la población tratada, del período estudiado, de las dinámicas na-cionales que se observan, entre otros.

La mayoría de los migrantes en su paso por Guatemala se dirigen a Esta-dos Unidos. Este último, cada vez más, refuerza su frontera e impulsa medidas restrictivas de control y detención de la migración indocumentada, no obstante, la migración irregular continúa y au-menta considerablemente.

Las personas en su lugar de origen se ven altamente atraídas por la imagen que Estados Unidos proyecta sobre su desarrollo económico. Por eso, el mi-grante percibe que en el norte hay mejo-res posibilidades económicas y sociales y, por lo tanto, mayores probabilidades para el éxito personal y para la mejora de las condiciones de la familia.

Seguramente, la integración y for-talecimiento de las redes sociales en Estados Unidos han facilitado el proceso

migratorio de sus familiares. Se observa que las redes sociales de apoyo proveen tanto de los recursos necesarios para el viaje, como de información, acogida, relaciones sociales e inclusive empleo al momento de su arribo. Hoy día, la mayoría de los migrantes cuentan con un familiar o un conocido en el lugar de destino.

2.2 Las violaciones a derechos humanos

Luego de los atentados terroristas ocurridos en Estados Unidos en septiem-bre de 2001, la tendencia de la política migratoria regional ha sido diseñada y orientada a la protección de la seguridad nacional. Con esto, se suma otro califi -cativo más a la migración irregular o no autorizada ya que al migrante se le ha estigmatizado como: ilegal, narco-trafi cante, alien, delincuente, marero y, ahora, terrorista.

La política migratoria de Estados Unidos es aún más restrictiva y demanda –si no es que exige– de los demás países un mayor control en sus fronteras (espe-cialmente de México y Guatemala). Por su parte, estos países han incre men tado sus medidas de verifi cación migra toria y con ello se evidencia el aumento en los

6 Irene Palma y Carol Girón. “De Jacaltenango a Júpiter: negociando espacio transnacional y tiempo”. Ponencia presentada en la Conferencia Latinos en Florida: religión vivida, espacio y poder. Universidad de Florida. Antigua Guatemala. Guatemala, del 9 al 11 de diciembre de 2005. 10 págs.

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procesos de detención y devolución de migrantes. Por ejemplo, los eventos de deportación desde México aumentaron considerablemente en 2005. En este caso, sólo para noviembre del año pasa-do, 42.5% del total de las devoluciones realizadas por México correspondió a nacionales guatemal tecos. Con esto Guatemala se constituyó en el país con el mayor número de devoluciones (94,203) en comparación con el 2004, con 93,667. Para este mismo período, se deportaron 75,310 (34.0%) de mi-grantes hondureños, en comparación con 73,043 de 2004. En un tercer lugar aparece El Salvador, con 40,362 devolu-ciones frente a 35,270 del año anterior. Un número mucho menor, pero signi-fi cativo, corresponde a Nicaragua7 con 3,341 devoluciones para el año 2005 en comparación con las reportadas en 2004 cuando fueron 2,224.

En ese orden de ideas, uno de los riesgos8 más frecuentes en la migración es la posibilidad de ser deportados. A éste se suman otros que tienen que ver con la seguridad misma del migrante, como el sufrimiento de violaciones a derechos humanos, hasta la pérdida de la vida. Los migrantes están conscientes de los diversos riesgos a los que se verán expuestos a lo largo de su camino, sin embargo, están dispuestos a enfrentarlos con tal de llegar al norte.

En su andar, los migrantes se enfrentan a una serie de abusos y atropellos por parte de autoridades y personas que están al acecho de su paso. La mayoría es víctima de estafa, amenaza e intimidación al momento de la ve rifi cación del estatus migratorio.9 Asimismo, el maltrato físico (golpes) y psi co lógico es parte de los abusos

7 En el caso de Nicaragua se observa más una migración sur-sur, ya que desde épocas antiguas, los nicaragüenses se han desplazado hacia Costa Rica por la cercanía del territorio, también por la posibilidad de emplearse tem-poralmente durante la época de la cosecha. Con el paso de los años, se observa un crecimiento en la cantidad de migrantes que se establecen permanentemente en dicho país. Ver Guillermo Acuña. Situación de los derechos humanos de los migrantes nicaragüenses en Costa Rica. Informe de Investigación. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales –FLACSO– 2004. 37 págs.

8 Se entenderá por riesgo en la migración a toda amenaza por parte de personas, instituciones o peligro que deviene de eventos naturales que pueden dañar o perjudicar, incluso irreversiblemente, el proyecto de migrar. Carol Girón. Monitoreo Regional: Seguimiento a las violaciones de derechos humanos y situaciones de riesgo que vive la po-blación migrante en su paso por Centroamérica. Informe de investigación. Programa de Migración de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales –FLACSO–, 2001.

9 La verifi cación del estatus migratorio hace referencia al encuentro inicial de un migrante con un funcionario res-ponsable de hacer cumplir la ley migratoria o con cualquier otra autoridad policíaca o de seguridad pública, siempre y cuando la legislación local lo permita. Tal encuentro puede ocurrir por azar o a partir de que se ha expedido una orden para que el migrante comparezca ante una autoridad. Con posterioridad al encuentro inicial, el migrante puede ser dejado en libertad o puede iniciarse un procedimiento migratorio, en desarrollo del cual puede ordenarse su de-tención. Lineamientos Regionales para la Protección de los Derechos Humanos de los Migrantes en Situaciones de Verifi cación del Estatus Migratorio, Detención, Deportación y Recepción. Red Regional de Organizaciones Civiles para las Migraciones –RROCM– y Sin Fronteras. (México. Versión anotada. Año 2005). 111 págs.

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sufridos por los migrantes. Otra de las violaciones a derechos humanos repor-tada por los migrantes es el abuso de autoridad asociado al registro indebido, uso del arma de fuego (como amenaza), destrucción de documentos y los gritos e insultos.

Varios de estos padecimientos se producen por la apariencia física y/o acento del migrante, características que lo colocan en una situación de mayor vulnerabilidad con respecto a ser identifi cados como “indocumentados”. Sin embargo, de acuerdo al Linea-miento 13 sobre la prohibición de la discriminación en la verificación del estatus migratorio: “Ninguna persona migrante será sujeta a la verifi cación de su estatus migratorio en razón de su raza, color, sexo, edad, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen na-cional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social”.

Y como si fuese poco, para el mi grante, además de la angustia que conlleva su condición migratoria, se enfrenta a abusos que afectan su estado emocional y físico, al ser víctima de violación sexual. Dicho abuso marca defi nitivamente la vida del migrante y su recuerdo del viaje migratorio. Este tipo de violación ya no es exclusiva de las mujeres.

En este escenario de violaciones a derechos humanos aparecen otras transgresiones contra los migrantes que se acentúan en los procesos de la deten-ción10 y devolución.11 A estos momentos se asocian violaciones al derecho al debido proceso; la privación de las nece-sidades básicas (acceso a medicamentos, hospedaje, alimentación, agua, etc.); encierro en cárceles comunes, y otros.

De acuerdo con la normativa in-ternacional todas las personas tienen derecho a condiciones de plena igualdad durante el proceso que se le lleve adelan-

10 De acuerdo con los Lineamientos Regionales, la detención debe entenderse como la privación de la libertad y a la custodia de las personas migrantes por parte de las autoridades estatales. La detención sigue al momento de la verifi cación del estatus migratorio. Se inicia con la expedición de una orden de detención por parte de autoridad competente. La detención termina cuando la persona es dejada en libertad o es deportada a otro país.

11 La deportación se constituye por procedimientos según los cuales una persona extranjera es removida o expulsada de un país. Generalmente, estos procedimientos incluyen la decisión de una autoridad competente con respecto de la nacionalidad del individuo y de su derecho a obtener un estatus legal o el estatus de refugiado en el país donde se encuentra. La deportación puede incluir la expulsión en o cerca de la frontera o en el puerto de entrada, así como la remoción de la persona que se encuentra dentro del territorio nacional. Dichos procedimientos pueden incluir la imposición de una prohibición a entrar nuevamente.

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te. De acuerdo al Lineamiento 512 sobre el derecho al debido proceso: “Todas las personas migrantes tienen derecho a que la decisión en torno a su estatus migratorio se tome y ejecute con pleno respeto y garantía del derecho al debido proceso… juez o autoridad administra-tiva responsable e imparcial; derecho a la defensa; derecho a la información; traducción e interpretación de los pro-cedimientos en la lengua que entienda el migrante; derecho a la representación legal; derecho a la revisión judicial; y, acceso a las autoridades consulares.”

En ese marco, se evidencia una clara violación por parte de los Estados de tránsito, de garantizar las condiciones mínimas de atención y protección a los migrantes asegurados, con la excusa de falta de presupuesto o con la inmediatez de los procesos de devolución.

La falta de garantía por parte de los Estados de tránsito, de las disposiciones contenidas en los diversos instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, coloca en una mayor situación de vulnerabilidad e indefensión a la persona migrante. De acuerdo con los Lineamientos Regionales “toda persona

migrante tiene derecho a la vida y a que se respete su integridad física, psíquica y moral. Nadie puede ser sometido a tratos crueles, inhumanos o degradan-tes. Las personas migrantes que sean sujetas a verificación de su estatus migratorio, detenidas, deportadas y las que se encuentren bajo procedimientos de recepción deberán ser tratadas con el debido respeto a su integridad perso-nal.” (Lineamiento 3. Derecho a la vida y a la integridad personal).

A esta información se suma que los actores abusadores de la población mi grante, en su mayoría, pertenecen a instituciones públicas del Estado. En el caso de Guatemala son algunos agentes de la Policía Nacional Civil –PNC– y fun cionarios de la Dirección General de Migración –DGM–, principalmente aquellos que se encuentran en los de-partamentos o territorios fronterizos. Asimismo, los delincuentes comunes, coyotes, tramitadores y otros se suman a este grupo de perpetradores que atentan contra la seguridad del migrante.

Qué difícil es el caminar del mi-gran te por los territorios de la región. Enfren tarse a un entorno desconocido

12 Dicho lineamiento se fundamenta en la Declaración Universal de Derechos Humanos, art. 10; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, arts. 9.3 y 14.3; Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y sus Familiares, arts. 16.5 y 23; Convención sobre los Derechos del Niño, arts. 12.2, 37 y 40; Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, art. 36; Convención Americana sobre Derechos Humanos, art. 8, entre otros.

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requiere de una fuerte capacidad para sobrellevar las distintas situaciones que se presentan, en donde los enemigos más fuertes son las amenazas y los peligros de personas y/o fenómenos naturales que pueden impedir que lleguen al norte.

3. Consideraciones finales

Con base en lo expuesto se puede decir que la migración irregular o no autorizada muestra un rostro joven, predominantemente masculino y con grados muy bajos de escolaridad. La mayoría de esta migración se dirige a Estados Unidos en la búsqueda de me-jores oportunidades de vida.

Los factores que motivaron la migración, se asocian a la búsqueda de mejores empleos y la obtención de mayores ingresos para el sostenimiento de la familia, principalmente. No obs-tante, el “sueño americano” constituye un elemento para la emigración muy importante, en especial para los más jó-venes, quienes anhelan lograr el éxito en ese país. Este éxito se asocia a la conse-cución de bienes materiales (compra de automóvil; compra/construcción de

casa; equipamiento del hogar; compra de terreno; etc.) y la acumulación de re-cursos económicos (dólares americanos) para retornar a sus países de origen.

Por otro lado, se evidencia cómo los migrantes que cuentan con redes sociales de apoyo en el lugar de destino, tienen acceso a mayores recursos en la migración (económicos, de información, de recepción, etc.). Por ello, la integra-ción y fortalecimiento de estos grupos, es importante para la mitigación de algunos riesgos de la migración indo-cumentada.

Tomando en cuenta las violaciones a derechos humanos que viven los mi-gran tes, durante su trayecto migratorio y durante los diferentes momentos (verifi -cación del control migratorio, detención, deportación y recepción), es importante difundir los estudios de monitoreo13, que dan seguimiento a las diferentes situa-ciones enfrentadas por los migrantes en su tránsito por Guatemala.

Debido a que en su mayoría y de ma-nera recurrente, algunos miembros de la Policía Nacional Civil –PNC– y de la Di-rec ción General de Migración –DGM–

13 Por ejemplo, las casas del migrante cuentan con registros de los fl ujos migratorios que atienden así como de los diferentes abusos que los migrantes enfrentan. Es necesario orientar recursos para la difusión de estas cifras como una fuente de información básica sobre la situación y comportamiento de la migración indocumentada. Asimismo, existen otros esfuerzos por parte de la sociedad civil que en varias oportunidades han llevado a cabo ejercicios de monitoreo sobre las situaciones que enfrentan los migrantes en territorio guatemalteco.

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son autores responsables de abusos a los migrantes y en el entendido que las instituciones mencionadas no obedecen y/o representan la política institucional, se insiste en la implementación de pro-cesos que verifi quen el desempeño y el comportamiento de sus agentes en el ejercicio de sus funciones.

Asimismo, en atención a los riesgos que viven los migrantes durante su trán-sito, es de vital importancia insistir en la necesidad de campañas de difusión

e información sobre los mismos. Tam-bién deben difundirse los datos de las instituciones donde pueden presentar quejas o denuncias sobre hechos espe-cífi cos que atenten contra su integridad personal.

Es necesario y urgente el diseño e im-plementación de una política migra toria regional, con un enfoque de protección y respeto a los derechos humanos de los migrantes que sustituya a la de seguridad nacional vigente a la fecha.

BIBLIOGRAFÍA

1. Acuña, Guillermo. Situación de los derechos humanos de los migrantes nicaragüenses en Costa Rica. Infor-me de Investigación. Facultad Lati-noamericana de Ciencias Sociales –FLACSO–, 2004. 37 págs.

2. Girón, Carol L. Violaciones a dere-chos humanos sufrida por migrantes en territorio guatemalteco en su paso por la Casa del Migrante. In-forme de investigación. Instituto de Investigaciones Jurídicas –IIJ– de la Universidad Rafael Landívar y el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de San Carlos de Guatemala –IDHUSAC–, diciembre de 2005.

3. ___________________ Monitoreo regional: seguimiento a las vio-laciones de derechos humanos y situaciones de riesgo que vive la población migrante en su paso por Centro américa. Informe de investi-gación. Programa de Migración de la Facultad Latinoamericana de Cien-cias Sociales –FLACSO–, 2001.

4. Lineamientos Regionales para la Protección de los Derechos Huma-nos de los Migrantes en Situaciones de Verifi cación del Estatus Migra-torio, Detención, Deportación y Recepción. Red Regional de Orga-nizaciones Civiles para las Migra-

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

ciones –RROCM– y Sin Fronteras, México. Versión anotada. Año 2005. 111 págs.

5. Palma, Irene y Carol Girón. “De Ja cal tenango a Júpiter: negociando espacio transnacional y tiempo”. Ponencia presentada en la Confe-rencia Latinos en Florida: religión vivida, espacio y poder. Universidad

de Florida. Antigua Guatemala, Gua-temala, del 9 al 11 de diciembre de 2005. 10 págs.

6. Palma, Silvia Irene. Balance de las migraciones en Centroamérica. Informe de investigación. Instituto Centroamericano de Estudios So-ciales y Desarrollo –INCEDES–, octubre de 2005.

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LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES DESDE

LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

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Abogada y notaria, graduada en la Universidad de San Carlos de Guate-mala. Además, posee estudios especializados en derecho laboral. También ha publicado un manual para capacitar facilitadoras en derechos de las trabajadoras y un estudio sobre el acoso sexual en el trabajo.

La licenciada Solís ha trabajado por más de 12 años en la promo-ción y defensa de los derechos humanos, con énfasis en mujeres, niñez y adolescencia. Es fundadora e integrante de la Asociación Feminista La Cuerda, que publica mensualmente la revista del mismo nombre. También es integrante de la Alianza de carácter internacional denomina-da “Caucus de Mujeres por una Justicia de Género” que es un grupo de trabajo y de presión que ha luchado por el establecimiento de la Corte Penal Internacional.

MARÍA EUGENIA SOLÍS GARCÍA

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RESUMEN EJECUTIVO

La autora defi ende la idea que las mujeres deben conocer los Derechos Económicos Sociales y Culturales –DESC– desde una perspectiva de género en un proceso que facilite la apropiación de estos derechos para generar y

fortalecer los procesos de exigibilidad política y jurídica.

El artículo inicia con una introducción a los derechos humanos para continuar con los aportes de la teoría feminista a estos derechos; en esta última parte, se afi rma que a partir de los movimientos de mujeres y movimientos feministas, se empieza a cuestionar la promesa de universalidad de los derechos humanos y su integralidad en relación con los seres humanos.

También se refi ere a los derechos sexuales y reproductivos y cómo éstos son parte de la regulación en el contexto de la redefi nición de los ámbitos de regulación de los derechos humanos. Además, se anota que los derechos sexuales y reproduc-tivos, tienen su origen en derechos ya consagrados, como el derecho a la vida, a la salud, a la integridad física y a estar libre de la violencia, a estar libre de explotación sexual, a decidir el número e intervalo de hijos e hijas, a la intimidad, a la igualdad y no discriminación, al matrimonio, a fundar una familia, al empleo, a la seguridad social, la educación.

Por otra parte, presenta a los DESC en el ámbito internacional, y cómo éstos, se ligan a las necesidades de las personas y, por lo tanto, si bien tienen un punto de partida, se encuentran en evolución y desarrollo permanente a partir de las nuevas problemáticas y modos de vida que enfrentan los seres humanos. Sin embargo, en los pactos y convenciones, las mujeres siguen siendo consideradas en particular, por su papel de madre y en un contexto familiar en donde el hombre es el jefe del hogar y su proveedor.

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Afi rma que estos derechos incorporan la división entre un ámbito público y el privado, invisibilizando los aportes de las mujeres en el trabajo, la salud y el cuidado familiar y comunitario.

Finaliza la autora proponiendo mecanismos de exigibilidad y protección de los DESC y el papel de las organizaciones de mujeres y cómo a ellas, como miembros de la sociedad civil, les corresponde un papel determinante en la presión para que los Estados garanticen estos derechos.

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ABSTRACT

The author defends the idea that women must know the Economical, Social, and Cultural Rights from a perspective of gender, in a process that facili tates the appropriation of these rights to generate and fortify the processes

of political and legal demanding.

The article initiates with an introduction of the human rights to continue with the contributions of the feminist theory to these rights; in this last part, it is confi rmed that from the women´s liberation movements, the people began to question about the promise of universality of the human rights and its holism in relation to human beings.

Also states the sexual and reproductive rights and how they are part of regulation in the context of the redefi nition of the scope of regulation of the human rights. In addition, it is written down that the sexual and reproductive rights have their origin in rights already consecrated, like the right to the life, the health, integrity and physics and to be free of the violence, to be free of sexual exploitation, decide the number of children, to the intimacy, the equality and nondiscrimination, the right to marriage and to found a family, to employment and social security, also to education.

Also presents the DESC in the international fi eld and how they are bound to the necessities of the people, and therefore, even they have a departure point, they are evolving permanently from the new problematic ways of life that the human be-ings face. However, in the agreements and conventions, the women continue being considered particularly for their role of mother and in a familiar context where the man is the head of the home and provider.

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The author states that these rights incorporate the division between a public fi eld and a private one, making the contributions of women invisible in their work, and the familiar and community healthcare.

The author ends, proposing mechanisms of demanding and protecting the DESC and the role of the organizations of women and how they, as members of the civil society, have a decisive role to make pressure so that the State guarantee these rights.

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Introducción .................................................................................................... 205

1. Derechos humanos y el desarrollo de los derechos humanos de las mujeres ........................................................... 206 2. Aportes de la teoría feminista a la doctrina de los DD HH. ........................ 2073. Derechos sexuales y reproductivos ............................................................... 2094. Consideraciones acerca de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales –DESC– y lo internacional ........................................ 2105. Valores del desarrollo humano sostenible..................................................... 2116. Cuestiones básicas para abordar los DESC ................................................. 2127. Crítica de las mujeres a la formulación de los DESC .................................. 2138. Mecanismos de exigibilidad y protección de los DESC y papel de las organizaciones de mujeres para la consagración y vigencia de los derechos humanos....................................... 215

Bibliografía ...................................................................................................... 217

CONTENIDO

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Introducción

En las últimas décadas, los efectos económicos, sociales y políticos de la globalización y el neoliberalismo, han profundizado la exclusión social, la marginalidad económica y la violación sistemática de los derechos humanos. Un proceso caracterizado por el permanente condicionamiento de la soberanía y el bienestar de los pueblos, a las decisiones de las instituciones internacionales del sistema fi nanciero.

Las mujeres continúan enfren-tando diversas formas de exclusión y discriminación en el espacio familiar, social y político y en aquellas áreas relacionadas con la dimensión eco-nómica y cultural. Son ejemplos de la inefi caz respuesta que han dado los programas estatales a las mujeres en los últimos decenios: la subvaloración o invisibiliza ción del trabajo repro-ductivo, la condena de las mujeres

a ser parte del sector informal de la economía, el no acceso a la seguridad social, la falta de políticas públicas que les garantice ser sujetos de derechos, la subordinación a esquemas culturales, que tienen su máxima expresión en prácticas de mutilación y uso de sus cuerpos.

Sin embargo, también en estos años, los logros alcanzados por el movimiento internacional de mujeres, en pro del reco-nocimiento de sus derechos humanos, han sido signifi cativos. Éstos, se refl ejan en el marco jurídico internacional de Naciones Unidas, en los instrumentos regionales de organismos, como la Organización de Estados Americanos, así como en la incorporación de estos parámetros en las legislaciones nacionales. Pese a los avances en materia de los derechos políticos, es evidente que en el campo de los derechos económicos, sociales y culturales –DESC– hay muchos temas pendientes.

LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES DESDE LA PERSPECTIVA

DE LAS MUJERES1

MARÍA EUGENIA SOLÍS GARCÍA

1 Ponencia presentada en el Encuentro entre la Universidad Rafael Landívar, la Universidad Iberoamericana y Unión Nacional de Juristas de Cuba. Este se llevó a cabo en La Habana, Cuba, del 29 de noviembre al 2 de diciembre de 2004.

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En el esfuerzo por hacer visibles sus problemáticas y exigir sus derechos, las mujeres han planteado la necesidad de un abordaje integral e indivisible de los derechos humanos. En esta perspectiva, los DESC, el derecho a la cultura y al de sarrollo, no pueden entenderse como meras declaraciones programáticas de postergada aplicación. Por el contrario, son derechos consustanciales a la dig-nidad de los seres humanos, frente a los cuales los Estados tienen obligaciones, precisas de respeto, garantía, protección y promoción. Todas estas obligaciones están debidamente establecidas en pactos y convenios internacionales de carácter vinculante.

Conocer los DESC desde una pers-pectiva de género, es un proceso que facilita la apropiación de estos derechos, para generar / fortalecer procesos de exigibilidad político jurídica desde las mujeres.

1. Derechos humanos y el desarrollo de los derechos humanos de las mujeres

Cuando hablamos de derechos hu-manos, estamos hablando de un sistema que comprende, tanto normas jurídicas que consagran derechos humanos, como normas que establecen instancias y mecanismos para su protección a nivel nacional e internacional. Desde una

perspectiva ética los derechos humanos son un conjunto de valores que ponen en el centro al ser humano en convivencia. Estos valores, refrendados a nivel social, instalan como punto de partida y de lle-gada de una sociedad, su capacidad so-lidaria y de respeto por la diversidad, así como la dignidad de los seres humanos por el hecho mismo de serlo. Desde una perspectiva política, son condición para la democracia y, a la vez, proveen de un conjunto de están dares para evaluar su estado. Constituyen una condición para la democracia, en la medida que son la expresión de la lucha ciudadana por la in-clusión en la vida social, política. Desde una perspectiva jurídica, constituyen un orden normativo, explícito o no, que consagra una serie de facultades para los seres humanos, por el mismo hecho de serlo y sin discriminación de ninguna especie, con el fi n de resguardar la dig-nidad de las personas y potencializar el desarrollo de planes de vida individual y colectivo.

A partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se desarrolla un vertiginoso proceso de reconocimien-to, creación y formulación de derechos, en el que se establecen ciertos ámbitos de regulación. Un primer ámbito, es el de los derechos civiles y políticos, otro el de los derechos económicos, sociales y culturales y un tercero, aún en desarrollo, el de los pueblos o de la solidaridad. Los contextos históricos (Guerra Fría) en el

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LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

que este proceso tiene lugar, se refl ejan en una división más de tipo conceptual de los derechos, distinguiéndolos entre aquellos que ponían énfasis en derechos vinculados con la tradición fi losófi ca in-dividual y aquellos que ponían acento en los procesos colectivos y en las garantías materiales para generar condiciones de vida.

Los derechos civiles y políticos son en este sentido una distinción arbitraria, que permite mostrar un cierto conjunto de derechos, que ponen énfasis en los procesos de participación social y polí-tica, a la vez que establecen coordenadas de la identidad de persona. El eje de este tipo de derechos, está concentrado en la tradición de pensamiento liberal y pone al individuo como eje en una relación de tensión con la sociedad.

Los derechos económicos, sociales y culturales constituyen a la vez, un conjunto de derechos que posicionan la sociedad como valor superior y que centran en el desarrollo de condiciones materiales, la posibilidad del ejercicio universal de los derechos humanos.

Los llamados derechos de solida-ridad o de los pueblos constituyen uno de los ámbitos más nuevos y menos regulados dentro del derecho internacio-nal de los derechos humanos. Ponen su énfasis en problemas que van más allá de las fronteras impuestas por el Estado

y, que por tanto, afectan a los pueblos en su conjunto. Se trata de una conciencia generada del hecho de ser parte de una comunidad planetaria, más que la refe-rencia al Estado Nacional.

2. Aportes de la teoría feminista a la doctrina de los DDHH

Los derechos humanos, a pesar de su formulación universal, se originaron bajo un paradigma y tradición mas-culina. En la tradición de los derechos huma nos no se incluyó a las mujeres, es decir, sus intereses y necesidades no fueron considerados y, cuando lo fueron, se llevó a cabo a través de la interpreta-ción que de éstas hicieron los varones. Es indudable que el sesgo masculino que tienen los derechos humanos, va más allá de un problema de discurso. Refl eja la invisi bi li dad en las que históricamente estuvieron las mujeres, en tanto sujeto titular de derechos universales y espe-cífi cos.

Por una parte, no fueron consi-deradas para el ejercicio de aquellos derechos que se consagraban universal-mente para todos (voto) y por otra, no fueron consideradas en su especifi cidad de mujeres, en torno a temas que les son propios, como la violencia sexual, los derechos sexuales y reproductivos, etc. Más aún, a la par coexistieron his-tóricamente regulaciones de derechos

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humanos supuestamente universales, con regulaciones a nivel nacional que restringieron, limitaron o impidieron el acceso al ejercicio y goce de los derechos humanos (obediencia al marido, limitación para la adminis-tración patrimonial, restricciones al libre desplazamiento, limitaciones si no, prohibiciones para el ejercicio de soberanía sobre los propios cuerpos, etc.). A partir de los movimientos de mujeres y movimientos feministas se empieza a cuestionar la promesa de universalidad de los derechos humanos y su integralidad, en relación con los seres humanos.

Los aportes desde la teoría femi-nista a la doctrina de los derechos humanos son, principalmente:

a) Crítica al sujeto universal, como abstracción que no da cuenta de la diversidad de los sujetos y los con-textos en los que se desarrollan y, que modifi can su forma de estar en el mundo. En este sentido la univer-salidad esconde un paradigma de lo humano: el varón.

b) Crítica a la integralidad de los dere-chos humanos, expresada en la indi-visibilidad e interdependencia de los mismos. En efecto, hasta hace una década, los derechos humanos se consagraban en el ámbito público, dejando el ámbito privado fuera

de su esfera de protección. Recién en 1993 en la Conferencia Mundial de Viena, los Estados señalan en el documento fi nal que los derechos de las mujeres, son derechos humanos y, que la violencia contra la mujer es una violación a sus derechos hu-manos. Por otra parte, las mujeres viven la discriminación como un continuo, que transita desde lo pú-blico hacia lo privado y viceversa. De ahí que planteen la imposibilidad de escindir o jerarquizar los dere-chos humanos, en tanto la violación a uno afecta el goce y ejercicio de otros.

c) Crítica al enfoque exclusivamente jurídico de los derechos humanos. Conscientes de que las reformas legales para adecuar la legislación nacional a la internacional, o para superar la discriminación de género, no son sufi cientes para generar un cambio que es fundamentalmente cultural, las feministas señalaron que los derechos humanos constituyen un campo para intervenir en la cul-tura y que, por lo tanto, constituyen un compromiso de la sociedad y los individuos en su conjunto y no sólo del aparato estatal. Asimismo, señalan que no es sólo el Estado el violador de los derechos humanos, sino que también los terceros en cuestión, que relevan la importancia de educar en esta materia.

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LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

3. Derechos sexuales y reproductivos

A través de la redefi nición de los ámbitos de la regulación de los dere-chos humanos, los derechos sexuales y re pro ductivos se convierten en “otro campo de regulación”. Hacen visible a un ac tor específi co, que promociona su reco nocimiento y protección, a partir de la ne ce sidad de constituirse en calidad de sujeto: las mujeres. En la base de es-tos derechos se encuentran otros, tanto civiles y políticos como económicos, sociales y culturales.

Asumiendo una perspectiva integral de los derechos humanos, los derechos sexuales y reproductivos a pesar de su reciente formulación, tienen su origen en derechos humanos ya consagrados. Estos derechos, que constan en los pac-tos y tratados universales y específi cos de las mujeres son:

a) Derecho a la vida: derecho de las mujeres a que el Estado tome medi-das que impidan la muerte por abor-tos clandestinos, o …que pongan fi n al maltrato de que son objeto las mujeres que ingresan a los centros de salud por abortos mal practicados.

b) Derecho a la salud, incluida la salud reproductiva: la planifi cación familiar y la obligación de los Estados de pro-veer servicios para toda la población de acuerdo con los requerimientos es-pecífi cos que incluyen la salud sexual

y reproductiva, están comprendidas dentro de este derecho.

c) Derecho a la integridad física y a estar libre de violencia: la vio lencia sexual en sus diferentes manifestacio-nes, es una violación a los derechos reproductivos de las mujeres, puesto que repercute en su autonomía sexual y reproductiva.

d) Derecho a estar libre de explotación sexual: expresión de la violencia sexual, por su gravedad en términos del tráfi co sexual y la prostitución forzada, ha sido reconocida incluso en instrumentos específi cos y como crimen internacional.

e) Derecho a decidir el número e intervalo de hijos / as: se relacio-na con la autonomía reproductiva dentro de un marco o esfera de in-timidad, también reconocido en los instrumentos internacionales.

f) Derecho a la intimidad: incluido el derecho a asumir una identidad se xual libre de discriminación. En general, aborda un campo amplio de decisiones, relacionadas con la soberanía de las personas sobre sus cuerpos.

g) Derecho a la igualdad y no discri-minación: uno de los pilares de los de rechos humanos y ampliamente con sagrados en los pactos, en par-ticular en torno a la igualdad ante la ley, en el ámbito de la salud y en la obligación de penalizar o regular la prohibición de toda discriminación.

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h) Derecho al matrimonio y a fundar una familia: que implica el derecho a contraerlo libremente, a disolver-lo, y a tener edad y capacidad para con traerlo. A la vez se establece la igualdad de hombres y mujeres, en relación con los derechos y deberes que de allí surgen.

i) Derecho al empleo y a la seguridad social: principalmente en términos de acceso al trabajo y de no discri-minación, en relación a su capacidad reproductiva y en términos de estar libre de acoso sexual.

j) Derecho a la educación: incluida la educación en derechos humanos, educación sobre salud reproductiva, orientación sexual y reproductiva.

4. Consideraciones acerca de los Derechos Económicos, Sociales y Cu l t u r a l e s –DESC– y l o internacional

La cada vez mayor interrelación e in-terdependencia entre los Estados, sumado al vertiginoso avance tecnológico, ha pro-ducido un profundo cambio en la forma en que vivíamos en el mundo. Al gunas de las expresiones de este fenómeno en su versión más negativa son: el creciente proceso de acumulación de riqueza, el au mento de las desigualdades y de la brecha entre ricos y pobres, el for taleci-mien to del mercado fi nanciero por sobre el mercado productivo, el mo no polio de

la producción de armas de destrucción masiva, la catástrofe ambiental que asola a todo el planeta y una tendencia al endurecimiento del eje norte-sur, bajo el cual, los países más pobres, siguen un proceso descendente en su calidad de vida. A ello cabe agregar, la difusión de una forma de ver el mundo, que al mis-mo tiempo de homogeneizar, margina a aquello que muestra su diferencia local. Cifras concretas dan cuenta de cómo esto afecta a América Latina, y en particular, a las mujeres del continente.

El poder de los Estados es cada vez menor, en la medida que su capacidad de decisión se encuentra supeditada a los or-ganismos crediticios y privados internacio-nales y al mercado que ha reemplazado el poder regulador que antaño tenía. En este contexto, las demandas y reivindicaciones nacionales no encuentran un referente claro al cual dirigirse y, el poder ciudada-no a nivel local ha perdido su capacidad de incidencia, frente a la difusión de los circuitos de toma de decisiones.

El impacto de la globalización económica en las mujeres también es negativo. En efecto, las mujeres se han em pobrecido más y esto por la vía de la fl e xibilización del mercado del trabajo y, su consecuencia, en la pre ca rización del mismo y por el desarrollo de nuevas tecnologías que disminuyen la necesi-dad de mano de obra y, a la vez, exige mayores grados de califi cación que se

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LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

encuentran menos disponibles para las mujeres. A ello se agrega que los avances en materia de “igualdad entre hombres y mujeres” –demanda institu cionalizada en las últimas décadas en casi todos los países del continente– no ha signifi cado una modifi cación sustancial en los roles que hombres y mujeres desempeñan en nues tras sociedades, a pesar de la incorporación de ellas al trabajo. Así, la crianza y el cuidado de los hijos, ligado a las tareas de manutención del hogar, todas éstas aún devaluadas en nuestras economías, han contribuido a aumentar la desigualdad económica y la discrimi-nación en que viven las mujeres.

El mercado constituye un espejismo de aparente democratización en los roles de género, cuestión que desde la ho mo-geneización de los mensajes culturales, impuestos desde los centros de poder, pareciera verse reforzado. Sin embargo, las realidades de las mujeres en América Latina, las sitúan frente a una paradoja entre la modernización y la manuten-ción a referentes cada vez más rígidos, en relación con los roles que cumplen. Esto se traduce, por una parte, en el mayor empobrecimiento de las mujeres y por otra, en la acumulación de roles y jornadas. Mas aún, los discursos de igualdad de oportunidades han genera-do expectativas en las mujeres que no guardan correspondencia con la capaci-dad de contención de estas expectativas en el tejido social. Es decir, cada vez

existen menos referentes colectivos que hagan viable o sirvan de canales para la concreción de los discursos instalados sobre igualdad.

Al igual que en el caso de los de-rechos civiles y políticos, los derechos económicos, sociales y culturales tie-nen condiciones para su concreción y, a la vez, contribuyen a generar dichas condiciones. En el caso de los civiles y políticos, la condición está en ciertos parámetros indicadores de la existencia de un sistema democrático; en el caso de los derechos económicos, sociales y culturales es el desarrollo y más, un modelo de desarrollo sustentable.

5. Valores del desarrollo humano sostenible

El derecho al desarrollo es inaliena-ble y en virtud del cual todo ser humano y todos los pueblos están facultados para participar en un desarrollo económico, social, cultural y político, en el que pue-dan realizarse plenamente los derechos humanos y libertades fundamentales, a contribuir a ese desarrollo y a disfrutar de él, esto también implica la plena realización del derecho de los pueblos a la libre determinación, que incluye el ejercicio de su derecho inalienable a la plena soberanía sobre todas sus riquezas y recursos naturales.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

El desarrollo humano sostenible implica una calidad de vida para todos los habitantes de una población que, a su vez, obliga a la implementación de políticas públicas con base en ciertos valores:

a) Considerar como elemento esencial, el problema de la distribución equi-tativa de la riqueza y de las formas de propiedad.

b) Integrar las preocupaciones ecoló-gicas y ambientales, que cuestionan los modelos de consumo e industria-lización, que están acabando con nuestros recursos naturales.

c) Promover la democracia participa-tiva en lo político, en lo económico, en lo social, lo cultural, lo ambiental, como factor esencial de las grandes decisiones de los pueblos.

d) Desarrollar una perspectiva de géne-ro, como avance de la humanidad en la equidad entre los sexos.

e) Tener como objetivo el respeto de los derechos humanos de todos y cada uno de los seres humanos, inde-pendientemente de su edad, género, raza, ideas, etc.

f) Tener en cuenta la construcción so-cial de regiones y micro regiones, en zonas urbanas y rurales como factor de identidad y de participación so-cial y comunitaria.

g) Reconstruir el tejido social, como ele mento necesario en Latino amé ri-ca para la conformación de sujetos colectivos del desarrollo.

h) Orientar y proteger nuestras riquezas naturales, biodiversidad, diversidad cultural y capacidad de trabajo, de manera autónoma y soberana, como pilares para levantar pro puestas económicas que garanticen un crecimiento económico sostenible, en un contexto internacional inter-dependiente.2

6. Cuestiones básicas para abordar los DESC

Los derechos económicos, sociales y culturales son una de las dimensiones o ámbitos que se protegen en el derecho internacional de los derechos humanos. Estos derechos en la práctica están tan ligados a la vida cotidiana, que a veces es difícil identifi carlos como tales. Están muy ligados a las necesidades de las personas y, por lo tanto, si bien tienen un punto de partida, se encuentran en evo-lución y desarrollo permanente a partir de las nuevas problemáticas y modos de vida que enfrentan los seres humanos.

En América Latina, los derechos económicos, sociales y culturales fueron

2 CEDAL, Desarrollo y participación democrática. Cultura de derechos. Unidad 2, Cuaderno 4. Alternativa, APRODEH. Lima, 2001.

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LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

eje de los proyectos de transformación social y política. Forman parte de los grandes movimientos por el cambio social. Existe, por lo tanto, una memoria colectiva que aún pesa y que es relevan-te para la continuidad en la tarea de la vigencia de estos derechos.

Los DESC han sido defi nidos como un conjunto de normas de derechos hu-manos, que tienen por objeto establecer condiciones de vida dignas para el ser humano. La dignidad es una idea fuer-za, que establece un mínimo, respecto del cual no puede descenderse. Se trata de un mínimo para el desarrollo de la vida y no para sobrevivir y, por tanto, su satisfacción permite y habilita para el desarrollo individual y colectivo de las personas. No se trata entonces de la creación de condiciones objetivas y materiales solamente, sino que de la generación de condiciones subjetivas, que ubiquen al ser humano en armonía con su entorno y en relación de solida-ridad con los otros, tomando en cuenta las diferentes posiciones y ubicaciones sociales, expresión del sistema de género que se encuentra en la base.

El origen de los derechos económi-cos, sociales y culturales, al igual que los derechos civiles y políticos, se en cuen tra en la Declaración Universal de los De-rechos Humanos. Estos comparten las cualidades de los derechos humanos y en ese sentido, constituyen un continuum

de derechos con aquellos que regulan otros ámbitos de la convivencia huma-na. Tal espíritu, se encuentra refl ejado en dicha Declaración, al proponer el “advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y la miseria” disfruten de sus libertades.

7. Crítica de las mujeres a la formulación de los DESC

En los pactos y convenciones que consagran los derechos económicos, sociales y culturales, las mujeres son consideradas en particular, sólo en relación con su rol de madre y en un contexto fa miliar, en el que el varón es el jefe del hogar y el proveedor. Estos derechos incorporan la división entre un ámbito público y un ámbito privado, invisi bili zando los aportes que hacen las mujeres en el trabajo, la salud y el cuidado familiar y comunitario.

Los principales instrumentos inter-nacionales que consagran los derechos económicos, sociales y culturales son el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PI-DESC) y la Convención para Eliminar Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW -por sus siglas en inglés-), en un contexto de indivisibilidad e interdependencia entre ambos estatutos. El Pacto surge al mis-mo tiempo que el Pacto Internacional de

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

Derechos Civiles y Políticos y, consti-tuye un todo indivisible en materia de derechos humanos. A nivel regional existe también un instrumento jurídico que consagra los derechos económicos, sociales y culturales (Protocolo de San Salvador).

Tanto en el caso del PIDESC como en el Protocolo de San Salvador, resulta evidente el sesgo androcéntrico que se esconde bajo el concepto del sujeto universal. En efecto, en relación con el primero, la concepción de familia que evoca a partir de su enunciado en el Art. 11 es el de una familia tradicional patriarcal, en la que el hombre es el jefe de familia y proveedor del hogar. Asimismo, la otra referencia explícita en relación con las mujeres es el de las “madres que trabajan”(10:2). En el caso del Protocolo de San Salvador, sucede algo similar, en tanto deja entrever un paradigma de sociedad, donde la mujer aparece cumpliendo el rol de reproduc-tora de una familia nuclear tradicional. Es el caso de los artículos 15 (familia) y 16 (niñez) en que se refi eren a ellas en su calidad de madres.

Las mujeres han sido consideradas en los instrumentos de derechos econó-micos, sociales y culturales sujetos de protección, básicamente, en relación

con la protección a la familia y a la maternidad.3 Aún así, y bajo el principio de no discriminación que sustenta todos los instrumentos de derechos humanos, es posible hacer una relectura de los derechos para ver aspectos específi cos a ser considerados, o bien para analizar la forma en que se han concretado en el caso de las mujeres. Las implicaciones que tienen los sistemas de género en la concreción de los derechos humanos, han sido tardíamente reconocidas. La subvaloración del trabajo doméstico y su contribución al PIB, el menor acce-so a la propiedad de la tierra, a pesar de que son parte fundamental de su producción, el aporte en términos de gestión en salud familiar y comunita-ria, son elementos que recién afl oran y que deben continuar cuestionando la universalidad que han tenido los DESC en la práctica.

La CEDAW también es un instru-mento jurídico que desde la integralidad del sujeto mujer (en tanto no lo reduce a madre o familia) y desde la integrali-dad de los derechos humanos (en tanto no escinde los ámbitos de regulación de los derechos en civiles y políticos), contempla y consagra derechos econó-micos, sociales y culturales. Desde el avance que signifi can estos tratados, deben re leerse el PIDESC y el Protocolo

3 Arts. 15 y 16 del Protocolo de San Salvador.

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LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

de San Salvador. Así, a cada derecho corresponde un análisis de contexto que dé cuenta de las diferencias y, por lo tanto, de las necesidades que desde dichas diferencias discriminadas se construyen.

El PIDESC clasifi ca los derechos en:

a) derecho a la autodeterminación; b) derechos en el ámbito laboral; c) derechos referidos a la subsistencia; d) derechos culturales;e) protección a ciertas categorías o

sectores como la familia, las madres y los y las niños/as y los/las

adolescentes.

La CEDAW contempla los siguien-tes derechos en relación con el ámbito económico, social y cultural:

a) derecho a la educación;b) derechos en el ámbito laboral; c) derecho a la salud;d) derecho a prestaciones familiares;e) derecho al acceso a créditos fi nancieros; f) derecho al ocio y recreación;g) protección a las mujeres rurales.

En ambos casos el principio de no discriminación está en la base de la for-mulación de los derechos. En el primero por la vía general, mientras que en el segundo se establece en relación con cada derecho que se consagra.

En cada uno de los países de la región es diferente la forma cómo se concretan o se violan estos derechos para las mujeres, en el contexto de una impu nidad generalizada. A pesar de contextos globalizados, de factores culturales, de migración, de mayor o menor mul ti culturalidad, todos generan prácticas que deben ser identifi cadas y analizadas desde las propias organiza-ciones. Aún así nos atrevemos a decir que el derecho a la salud y el derecho al trabajo, incluido todas las formas de trabajo que realizan las mujeres y que no han sido reconocidas desde la tradición de los derechos humanos, requieren de profundización.

8. Mecanismos de exigibilidad y protección de los DESC y papel de las organizaciones de mujeres para la consagración y vigencia de los derechos humanos

La protección de los derechos huma-nos comprende, tanto la idea de su cum-plimiento o concreción, como la de su defensa frente a la violación o amenaza de violación. Es un concepto amplio, que contempla un conjunto de mecanismos y procedimientos que cumplen con la fi -nalidad de supervisar la aplicación de las normas jurídicas que consagran los dere-chos humanos. Hablamos de exigibilidad de los derechos humanos, para referirnos

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

al conjunto de iniciativas que desde los distintos actores de la sociedad civil pueden activarse para el cumplimiento y protección de los derechos humanos. En este sentido, asumiremos que la idea de exigibilidad incluye la de control ciudadano o vigilancia ciudadana, ade-más de la activación de mecanismos de protección jurídica de dichos derechos.

Cada vez que se establecen normas que consagran derechos humanos, a nivel nacional o internacional, deberían quedar establecidos los mecanismos de protección frente a su eventual vio-lación o amenaza de violación. En la práctica, ha habido que luchar para que estos mecanismos existan y a pesar de que en ocasiones esto se ha logrado, no siempre son efi cientes para proteger un derecho. La falta de estos mecanismos hace difícil su exigibilidad y los dere-chos consagrados pueden quedar en una mera declaración.

Si bien los Estados tienen la respon-sabilidad central de promover, garantizar y respetar los derechos humanos, a la sociedad civil le corresponde un rol determinante en la presión para que esto ocurra y más aún, en la denuncia y activación de mecanismos de protección cuando el Estado no cumple con las obligaciones jurídicas que ha contraído al suscribir y ratifi car los pactos o con-venciones de derechos humanos. Para-lelamente, las instancias internacionales

que se han creado para la supervisión del cumplimiento de los derechos humanos, también cumplen un rol de monitoreo respecto de cómo se cumplen estos derechos o si se incumplen, cuáles son las difi cultades que se presentan en su cumplimiento y también pueden llegar a intervenir para resolver situaciones en que el Estado se niega o no tiene la capa-cidad de proteger un derecho violado.

En materia de derechos humanos el Estado es el principal responsable de garantizar y respetar, promover y pro-teger estos derechos. Los mecanismos de que nos dota el sistema internacional son, por tanto, recursos que permiten fortalecer los procesos de construcción de ciudadanía; pero que por sí solos no son capaces de transformar las realida-des nacionales. Más aún cuando se trata de cambios culturales en relación con la discriminación que viven las mujeres. De ahí que el eje del trabajo en materia de derechos humanos, sumando los re-cursos que el sistema internacional nos brinda, deba anclarse en la capacidad de generar procesos que permitan avanzar en el campo de los derechos humanos de las mujeres. Estos procesos, en un mun-do de cada vez mayor interdependencia e interrelacio nes, nos obligan también a asumir el desafío de mirarnos como mujeres en el mundo, en la región y en el país para establecer distintos niveles de trabajo en torno a la exigibilidad de los derechos humanos de las mujeres.

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LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

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2. Centro de Asesoría Laboral del Perú. Informe sobre la situación de los derechos económicos, sociales y cul-turales de los migrantes peruanos en Chile, Bolivia y Argentina. Lima, 1999.

3. Centro de Derechos Económicos y Sociales. Memorias del Encuentro Latinoamericano para la Promo-ción de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Quito, 1998.

4. Grupo Seguimiento Regional. De-claración de Quito: acerca de la exigibilidad y realización de los derechos económicos, sociales y culturales en América Latina y el Caribe. Quito, 1998.

5. Herramientas para la capacitación de mujeres y derechos económicos, sociales y culturales. Consorcio Regional de Instituciones, Tribu-

nal de las Mujeres por los DESC Coordinadora de la Mujer-Bolivia, ILSA Casa de la Mujer-Colombia, La Morada-Chile, Corporación Promoción de la Mujer / Taller de Comunicación Mujer-Ecuador, DE-MUS-Perú. Abril de 2003. Quito, Ecuador.

6. Instituto Interamericano de Dere-chos Humanos. Los derechos eco-nómicos, sociales y culturales: un desafío impostergable. San José, 1999.

7. Mayorga Lorca, Roberto. Naturale-za jurídica de los derechos económi-cos, sociales y culturales. Santiago de Chile: Editorial Jurídica de Chile, 1990.

8. Organización de las Naciones Uni-das. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. 23 de marzo de l976.

9. ___Pacto Internacional de Derechos Económicos. Sociales y Culturales. 3 de enero de 1976.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

10. Plataforma Sudamericana de De-rechos Humanos. Democracia y desarrollo. Bogotá, 1999.

11. Romero Medina, Amanda. Los DESC también nos tocan: ayudas para desarrollar talleres de sen-sibilización; en: Plataforma Suda-mericana de Derechos Humanos,

Democracia y Desarrollo. Bogotá, 1999.

12. Villamizar, Martha Ligia, Francisco Castillo y Hugo Prieto. Plataforma colombiana de derechos humanos. Los DESC: el pan de cada día, Plataforma Sudamericana de De-rechos Humanos, Democracia y Desarrollo. Bogotá, 1999.

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UNA MIRADA A LA INFANCIA Y A LA ADOLESCENCIA.

SUS DERECHOS Y LA VIOLENCIA

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Ha cursado estudios de doctorado en psicología clínica y de maestría en psicología clínica en la Universidad Mariano Gálvez. También ha hecho estudios en las maestrías en derechos humanos y en docencia universita-ria en la Universidad Rafael Landívar. En esta misma universidad cursó el diplomado en psicología social y violencia política. Es Licenciada en Psicología por la Universidad de San Carlos de Guatemala.

La Licda. Argueta también ha particidado en diversidad de seminarios,

entre los que sobresalen los siguientes: Seminario Taller Incidencia de los Acuerdos de Paz en el Nuevo Código de la Niñez y la Juventud, real-izado por UNESCO y el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala; Seminario Taller Sensibilización en Violencia, Mujeres, Niñas y Niños y la Aplicación del Nuevo Código de la Niñez y Juventud, realizado por la Unión Europea, a través del Programa a favor de los Niños de la Calle y el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala.

Además, posee experiencia como catedrática en la Universidad Rafael Landívar, en la Universidad del Valle de Guatemala, en la Universidad Panamericana, en la Universidad de San Carlos de Guatemala y en la Universidad Francisco Marroquín.

Participó en la formulación, elaboración y evaluación de varios proyectos de la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente –SOSEP–, entre ellos: el de equipamiento para los centros de tratamiento y orientación para menores; el de equipamiento de los talleres del Centro de Tratamiento de Niñas, Los Gorriones; el del Programa Reeducativo Integral para Jóvenes en Confl icto con la Ley Penal. También participó en el Diseño de Políticas Educativas y Guías Curriculares para el plan de equivalencia de primaria tradicional a primaria acelerada que se imparte en los centros de tratamiento y orientación para menores de la Secretaría de Bienestar Social.

MIRIAM ILEANA ARGUETA LAINES

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En este artículo se aborda la situación actual de la niñez y la juventud en Gua - temala, es un análisis del incumplimiento de sus derechos humanos como premisa de la génesis de la violencia juvenil, que se manifi esta en actos

violentos que se cometen diariamente por parte de grupos conformados por niños y adolescentes, conocidos con el nombre de “maras” o pandillas, que mantienen a la población guatemalteca en un estado generalizado de angustia.

En la primera parte, se presenta el escenario histórico del reconocimiento de los derechos de la infancia y adolescencia, así como una panorámica de la si tua ción política y social de la niñez y juventud, el marco legal y su incum plimiento. Poste-riormente, en la segunda parte, se analiza el rol de la sociedad en la formación de la infancia y adolescencia, así como las frustraciones que le impone y su impacto en el desarrollo de su agresividad, lo que conlleva su infl uencia en su ciudadanía.

Con la fi nalidad de abordar de forma integral el tema de la violencia juvenil, en la tercera parte del trabajo, se analiza la génesis de la delincuencia juvenil y se reconoce como producto de condiciones sociales, se defi nen tipos de delincuentes, características de personalidad y formas de cometer los hechos delictivos. Se enfatiza en la importancia de profundizar en por qué los adolescentes quebrantaron la ley; con esto se persigue contribuir a una mejor comprensión del fenómeno que nos ocupa.

Finalmente, se presentan algunas conclusiones en el marco de las políticas educativas y de salud que deberán ser consideradas, desde la perspectiva del desar-rollo humano.

RESUMEN EJECUTIVO

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The situation of the childhood and youth in Guatemala is presented in this article. It is an analysis of the breach of its human rights as premise of the genesis of the youthful violence, that is declared in violent acts that are

committed daily on the part of groups conformed by children and adolescents, called “gangs”, that maintain the Guatemalan population in a state of generalized anguish.

The fi rst part presents the historic setting of the recognition of the rights of the infancy-adolescence, as well as a general view of the social and political situation of the childhood and youth, the legal framework and its breach. Subsequently in the second part, the role of the societyin the formation of the infancy-adolescence is analyzed, as well as the frustrations that this society imposes and its impact in the development of its aggressiveness, that consequently infl uence in the citizensp.

With the integral purpose to undertake the theme of the youthful violence, on the third part of this work genesis of the youthful delinquency is analyzed and is recognized as a product of social conditions; types of delinquents are defi ned, with their characteristics of personality and ways to commit the crimes. It emphasizes the importance to deepen in the reasons why adolescents break the law. The purpose here is to contribute to a better comprehension of this phenomenon.

Finally, some conclusions are presented in the framework of the educational and health policies that should be considered, from the perspective of the human development.

ABSTRACT

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Introducción .................................................................................................... 227

1. El escenario: panorámica histórica de los derechos de la infancia y de la adolescencia .................................................................... 2272. El papel de la sociedad: la formación del carácter en el ser humano ........... 2303. El papel de la frustración y de la agresividad social en el desarrollo del niño, la niña y el adolescente ................................................. 2314. La sociedad y su infl uencia en la ciudadanía ................................................ 2335. La génesis de la delincuencia juvenil: la delincuencia como producto de condiciones sociales ........................................................ 235 5.1 Factores sociológicos ............................................................................. 235 5.2 Plano sociocultural ................................................................................ 237

6. Una pregunta sin respuesta: ¿por qué los adolescentes quebrantaron la ley? ............................................ 2407. Políticas y acciones a favor de la niñez y la juventud. Resumen del Preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño ......................................................................... 242

Conclusiones ................................................................................................ 244

Bibliografi a ...................................................................................................... 245

CONTENIDO

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Introducción

Este estudio es el acopio de infor mación recabada sobre los temas más relevantes en lo con-

cerniente a la génesis de la violencia juvenil; es decir, la violencia estructural que favorece conductas también vio len-tas, así como la confor mación de maras o pandillas, para la realización de hechos cada vez más violentos. Se inicia con una panorámica de la situación de la niñez en lo que respecta al marco legal y su tortuoso devenir.

También se aborda, con especial én fasis, el papel que la sociedad juega en la formación de la personalidad y el per fi l del ciudadano; para contribuir a la comprensión del fenómeno de la violen cia juvenil y su abordaje integral, se pre sentan todos aquellos aspectos de de sarro llo psicosocial, que determinan en gran medida el presente y futuro del sector más vulnerable de nuestra población: la niñez y juventud. Se evi-dencia que los pocos recursos y escasas oportunidades de desarrollo para la

población en ge ne ral y, para la niñez y juventud en parti cular, son en principio causa y efecto del mismo irrespeto a sus derechos humanos.

Por último, se plantea el desafío de adoptar políticas sociales en don-de se preste atención a la temática de educación y salud, principalmente; que aún cuando se han hecho esfuerzos por parte del gobierno por responder a estas prioridades, es evidente que la cobertura, sobre todo en el área rural, aún es defi -citaria, por lo que es fundamental defi nir las responsabilidades de las familias, las instituciones y principal mente los pro-pios niños y jóvenes en la construc ción de una relación más humana, equitativa y justa.

1. El escenario: panorámica histórica de los derechos de la infancia y de la adolescencia

Es hasta muy recientemente, cuando se considera a la infancia y a la adoles-cencia como sujetos de derechos y no como objetos de protección. En 1923

UNA MIRADA A LA INFANCIA Y A LA ADOLESCENCIA. SUS DERECHOS Y LA VIOLENCIA

MIRIAM ILEANA ARGUETA LAINES

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se redactó la Declaración de los Dere-chos del Niño, la cual fue adoptada por la Sociedad de Naciones en 1924 en la Declaración de Ginebra. Luego, en 1947 el Secretario de Naciones Unidas retomó la Declaración de Ginebra para esta-blecer una carta del niño, proceso que culminó en 1958 con la declaración de los diez principios que se han co no cido como Declaración sobre los De rechos del Niño.

En 1979, la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ini-ció la elaboración de un proyecto de con vención; en noviembre de 1989, con cluye la elaboración de uno de los ins trumentos jurídicos internacionales más importantes en la historia de la huma nidad: los derechos humanos de la niñez, contenidos en la Convención sobre los Derechos del Niño.

Es importante recordar que la Con-vención sobre los Derechos del Niño, desde su naturaleza jurídica y social, acompaña el proceso de la pro tección integral de la niñez, doctrina que per-sigue dos objetivos: la protección social y la protección jurídica de los niños y las niñas, y garantizar la satisfacción de sus necesidades e intereses y que sean protagonistas de su propio desarrollo.

El alcance de la Convención como instrumento jurídico es universal, con igual signifi cado para todos los pueblos del mundo, tomando en cuenta sus rea-lidades culturales, sociales, econó micas y políticas.

La Convención va más allá de las normas y prácticas jurídicas vigentes en los Estados parte, especialmente de las disposiciones referentes al derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo integral de todos los niños y las niñas, amplía el marco jurídico de los derechos humanos, protegiendo a niños y niñas contra toda forma de explotación, contra el abandono y la drogadicción. Protege a grupos minoritarios e indígenas, así como a los afectados por conflictos armados.

En síntesis, como refiere García Méndez1, es el instrumento que ha tenido el mérito de llamar la atención; tanto de los movimientos sociales como del sector más avanzado de las políticas públicas, acerca de la importancia de la dimensión jurídica en el proceso de lucha por mejorar las condiciones de vida de la infancia.

La Convención sobre los Derechos del Niño quedó abierta a su fi rma el 26 de

1 Emilio García Méndez. Infancia de los derechos y de la justicia. (Argentina: Editorial del Puerto, 1998).

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enero de 1990, fecha cuando fue suscrita por 61 países, entre ellos Guatemala. Entró en vigor el 2 de septiembre del mismo año, un mes después de haber sido ratifi cada por el vigésimo Estado, adquiriendo para estos países carácter de ley internacional. De tal manera que, los Estados que han ratifi cado la Convención quedan obligados a propor cionar a la niñez un trato prefe-rencial en función de su vulnerabilidad y de sus necesidades específi cas, así como garantizar sus derechos humanos.

Guatemala ratifi có la Convención el 10 de mayo de 1990; desde que esta Convención entró en vigor el 2 de agosto del mismo año, para el Estado guatemal-teco ésta se convirtió automática mente en ley interna.

El carácter de ley interna no ma-terializó su cumplimiento, puesto que en Guatemala se continuó aplicando el Código de Menores de 1979, legislación que se basa en la doctrina de la situación irregular, en la que el menor es consi-derado como objeto de la compasión –represión– por parte del Estado. En 1996, el Congreso guatemalteco apro-bó un nuevo Código de la Niñez y la Juventud, cuya entrada en vigor estaba prevista para 1998, pero no se logró por el debate que se originó en algunos sectores de la sociedad.

Posteriormente, se propusieron reformas que fueron presentadas por la

mesa de consenso, integrada por repre-sentantes de la Conferencia Episcopal de Guatemala, el Consejo Latinoamericano de Iglesias, la Alianza Evangélica y el Movimiento Social por los Derechos de la Niñez y Juventud, a la Presidencia de la Comisión de Seguimiento al Código de la Niñez que integró el Congreso de la República en 1999. La discusión en torno a este importante instrumento jurí-dico y social, se caracterizó por un fuerte antagonismo entre los sectores en pro y contra de los contenidos del Código y la puesta en vigencia del mismo.

Finalmente, en julio de 2003, entró en vigencia la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia y su Refor-ma, Decreto No. 37-2003, en la que se materializa el espíritu de la Convención de los Derechos del Niño. A partir de esta fecha existe en Guatemala una legislación que responde al contenido y espíritu de la Convención, es decir, a la consideración de la infancia y adolescen-cia como sujetos plenos de derechos.

Se evidencia una lenta y dolorosa implementación, lenta en acciones que favorezcan directamente a la niñez y juventud guatemaltecas en general; esta situación se agrava cuando se bus-can acciones a favor de los grupos mal llamados minoritarios de la población marginada, entre los que se encuentran los adolescentes en confl icto con la ley penal, quienes cada día aumentan en nú-

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mero, al igual que la gravedad de delitos que cometen y las estrategias utilizadas, por lo cual se han convertido en el látigo de la sociedad que los ha marginado; pues, la sociedad les ha negado desde antes de nacer, el derecho inalienable al goce de su dignidad humana; de esta manera se ve implicada directamente en el círculo vicioso de la delincuencia juvenil, participación que analizaremos con detenimiento.

2. El papel de la sociedad: la formación del carácter en el ser humano

En general puede decirse que ser niño, niña o adolescente en Guatemala es sinónimo de riesgos, de sufrimientos, de violación a los derechos fundamentales contemplados en la Convención sobre los Derechos del Niño; esto nos lleva a pensar en la importancia de la formación del carácter del ser humano. De acuerdo con Rubenstein,2 los rasgos del carácter son las características esenciales del hombre, de las cuales se derivan con de-terminada lógica e interna consecuencia, una cierta línea de conducta. Esta forma está determinada por los motivos en los cuales se basa la conducta, por eso son importantes las experiencias y el medio que rodea al ser humano, pues la relación

del hombre con el ambiente que le rodea se expresa en los motivos y se manifi esta en sus actos; dicha relación se fi ja por éstos y se convierte en costumbre. El carácter se forma en la actividad práctica del hombre, en las acciones y los actos que ejecuta. Deriva del modo de vida del ser humano y sólo secundariamente, se refl eja en su modo de pensar.

Así es que, si tenemos niños, niñas y adolescentes maltratados y violentados por otros seres humanos y su entorno, ¿nos asiste la solvencia moral para pedir una niñez y juventud sana, propositiva y emprendedora?, o como diría García Méndez, existe la necesidad de desa-rrollar una nueva cultura, una cultura de la tolerancia, que nos signifi ca el duro aprendizaje de convivir con la diversidad; es mucho más profundo cuando refi ere que los comportamientos socialmente indeseables, pero sin llegar a constituir una infracción penal, pue den y en muchos casos deben, ser objeto de políticas específi cas, pero eso sí, despo-jadas absolutamente de contenidos de carácter coercitivo.

En este orden de ideas, ¿no será que nuestra labor debe ir encaminada a rea-lizar un trabajo preventivo, educativo y de respeto a los derechos de la infancia y adolescencia?, sería equivocado que

2 S. L. Rubenstein. Principios de psicología general. (México: Grijalbo, 1967).

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para disculpar las malas acciones de un individuo, se haga hincapié en que éste ya poseía su carácter, como si éste fuera fatalmente predeterminado. Pues el carácter se forma según la ideología y fi losofía, según las convicciones y las costumbres de la conducta moral que el individuo observa, así como por las acciones y los hechos del hombre y las condiciones vitales que lo rodean.

Además, la sociedad colabora en la formación del carácter de sus pobladores y sobre ella debe recaer toda la respon-sabilidad del producto fi nal; no se trata de señalar culpables, pero sí de acep tar responsabilidades y de trabajar conjun-tamente, lo cual sólo puede lo grar se desde la plataforma de la comprensión del fenómeno que nos ocupa; en este caso, la génesis de la violencia juvenil y sus consecuencias, a la luz del incumplimien-to de los derechos humanos de la niñez guatemalteca, específi camente.

En tal sentido es imprescindible un abordamiento multidisciplinario, para que cada ciencia aporte lo suyo, pues la violencia que está presente en la co-tidianidad guatemalteca no es producto de la casualidad sino de la concatenación de hechos y contextos que han creado y fomentado actitudes y acciones que rechazamos desde todo punto de vista,

pero que al mismo tiempo permitimos y recreamos con nuestra actitud pasiva y permisiva. Por eso, debemos enfatizar en la forma como nuestra sociedad está construyendo el tipo de personalidad y el perfi l del ciudadano, que paradójicamen-te estamos rechazando de antemano, por lo cual es preciso hablar de los aspectos psicosociales que intervienen en este fenómeno, esto nos permitirá tener una mejor comprensión de la razón de ser de la violencia juvenil, como respuesta a las frustraciones y vejaciones sufridas en la niñez.

3. El papel de la frustración y de la agresividad social en el desarrollo del niño, la niña y el adolescente

De acuerdo con Pancheri,3 los con-ceptos de frustración y de agresividad constituyen modalidades normales de desarrollo y de expresión de la perso-nalidad. En condiciones de desarrollo normal, el individuo plasma su persona-lidad adaptándose a las reglas que le son transmitidas y haciendo suyos los valo-res del propio grupo cultural o social. ¿De qué valores y de qué reglas estamos hablando en un contexto como el guate-malteco, donde la corrupción campea y la impunidad llegó para quedarse, en un lugar donde somos valorados por lo que

3 Paolo Pancheri. Manual de psiquiatría clínica. (México: Trillas, 1978).

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tenemos y representamos, más que por quienes en realidad somos? Según Pan-cheri pueden presentarse casos donde se presente un confl icto entre sistemas de valores propios de determinado grupo y el sistema de valores que el individuo se ha dado a sí mismo para compensar desequilibrios; esto explica contunden-temente el caos social en el cual nos encontramos en la actualidad.

Según lo anotado en Pancheri, en el caso de la niñez y juventud es fácil com-prender cómo este período de acomoda-ción generacional y de revalo ra ción, no está siendo adecuadamente guiado o no ha contado con el sufi ciente acompaña-miento de los padres de familia, los maes-tros, los políticos, los gobernantes y de todos y cada uno de los integrantes de esta sociedad. El resultado de esta situación es un producto fi nal que no llena la calidad total esperada en este caso, individuos que pueden manifestar comportamientos agresivos hacia sí mismos, hacia quienes los rodean o hacia la estructura social del grupo a donde pertenecen. De tal manera que será necesario que continuemos pre-guntándonos las razones del incremento desmesurado de la violencia cometida por niños, niñas y jóvenes... ¿no es esta la recreación del contexto social que les rodea y que impunemente atenta contra su dignidad?

Para abordar el fenómeno de la vio-lencia juvenil, es necesario referirnos

a la adolescencia; este período es un proceso de desarrollo que viene de la niñez y prosigue hasta la edad adulta; puede defi nírsela por límites de edad, por cambios físicos y anatómicos, por cambios en la conducta social y por cambios en el yo, que conforma su es-tructura psíquica.

Según la edad, puede defi nirse como el período comprendido entre los 12 a los 18 años. Durante este período se presenta en el individuo multiplicidad de cambios físicos conocidos como signo de crecimiento de la pubertad. Socio cul-turalmente, la adolescencia se defi ne como el período durante el cual la con-ducta social del niño, se transforma en conducta social del joven adulto. El niño dependiente se convierte en un adulto independiente. El niño cuyo principal interés es el juego, llega a ser el adulto cuyo principal interés es el trabajo. De acuerdo con esto, la adolescencia di fi ere de una sociedad a otra, de una clase social a otra y dentro de una misma so-ciedad, porque la conducta social de los jóvenes de una misma edad varía según las clase social a que pertenece.

La adolescencia es un período de aprendizaje de los papeles y normas del adulto y cada niño aprende los de su grupo social, aunque a menudo, imperfecta-mente. En resumen, es la cultura y no la biología la que explica la mayoría de estas diferencias.

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Con base en lo anotado, podemos concluir en que toda la vida estaremos ajustando nuestro comportamiento a las expectativas sociales. Hagamos un alto y refl exionemos sobre cuáles son las expectativas que como sociedad tenemos de nosotros mismos; ¿cuántas veces nos hemos visto al espejo y he-mos podido decir de nosotros mismos, que somos emprendedores, victoriosos en la batalla que confrontamos con la globalización, la tecnología y el desa-rrollo del conocimiento científi co? que dicho sea de paso, no ha contado con sufi ciente apoyo fi nanciero por parte del Estado, entre otras cosas. No será acaso que los niños, niñas y adolescentes que se han agrupado para cometer actos reñidos con la ley, se han convertido en el resultado de la profecía que se ha cumplido...

En consecuencia, si la socializa-ción también es el proceso modelador y creador por el cual la cultura del gru-po se transmite al niño y, por el cual el sentimiento y el comportamiento individual mudan progresivamente, de acuerdo con los valores importantes para la sociedad, ¿quiénes debemos ser señalados, cuestionados y perseguidos por nuestras propias conciencias, antes de señalar, cuestionar y crear leyes que se traducen en acciones aún más vio-lentas de las ya presentadas por la niñez y juventud? Algunas de estas acciones violentas son la ley antimaras, la lim-

pieza social, encubierta tras el mensaje de “ajuste de cuentas” y tantas otras me didas adoptadas por los gobiernos; mismos que se muestran impotentes ante el fl agelo de la violencia pade-cida por los países tercermundistas, y como resultado se encuentran creando y recreando nuevas violaciones a los derechos del ser humano.

Por lo expuesto anteriormente, es salu dable evitar al máximo el aborda-miento del fenómeno de la violencia cometida por la infancia y adolescen-cia, con el aumento máximo de las sanciones contra los hechos cometidos por ellos, como se ha venido haciendo hasta el momento y aun más, pidién-dolo a gritos. Sin embargo, hasta el momento no se ha presentado una es-trategia integral de abordaje en el tema de niñez y adolescencia, que incluya una postura más comprensiva y huma-na del fenómeno de la violencia, para crear los vínculos entre la sociedad, el individuo y el ciudadano que queremos formar, con la participación de todos los sectores representativos de nuestra sociedad.

4. La sociedad y su influencia en la ciudadanía

El niño es una criatura de la sociedad desde su nacimiento y está constante-mente infl uido por la manera de vivir de la gente que lo rodea. Sus experiencias

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sociales son decisivas en la formación de su comportamiento e infl uyen di-rectamente en su desarrollo personal y social.4

La forma como un niño piensa y habla, cómo expresa sus emociones y se comunica con otras personas; todos esos son comportamientos aprendidos y su enseñanza es un resultado de la inte-racción social. Como puede notarse, la visión presentada en este artículo sobre el fenómeno de los actos violentos que comete la niñez y juventud, sus motivos y sus fi nes, es más integral. A conti-nuación, en el recorrido por el valladar del aprendizaje social del ser humano, destacan: el proceso general del apren-dizaje social o de socialización, pues la sociedad a través de sus agentes (padres, profesores y otras personas) actúa para socializar al niño y fomentar la forma-ción de lealtades sociales o la expansión del horizonte del niño.

Conforme el niño va creciendo se convierte en el ciudadano de la comuni-dad local, del Estado, de la nación y del mundo. Estos procesos son paralelos: por un lado, la socialización que tiende a hacer de cada individuo un hombre competente de un grupo pequeño y defi nido y, por otro lado, la expresión

social que quiere hacer de él un miem-bro competente y de grupos cada vez mayores.

Cuando fallamos en este intento, so-mos precisamente nosotros, los padres, los maestros, los clérigos, los políticos y todos aquellos que conformamos las redes de apoyo más cercanas a los niños y adolescentes, quienes debemos evaluar nuestro quehacer, pues no somos un país en donde acostumbramos evaluar nuestras acciones.

Pero prosigamos esta mirada al fenómeno de la delincuencia y pregun-témonos ¿qué papel juega la frustración a la que son sometidos, a tan temprana edad, los niños, las niñas y los adoles-centes guatemaltecos...?, ¿qué clase de ciudadanos estamos formando?

Se espera que los jóvenes al fi nal de la adolescencia asuman mayores respon-sabilidades para el bien de su comunidad y de su nación; también se espera que ob-serven una conducta acorde a las reglas y costumbres imperantes. Aunque se encuentran lejos de ser ciudadanos for-mados con una fi losofía política y social desarrollada y con plenas responsabili-dades físicas, se espera que su conducta procure alcanzar las siguientes metas:

4 Robert Havighurst. Psicología social de la adolescencia. (Washington: Unión Panamericana, Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos).

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orgullo cívico, comprensión de las res-ponsabilidades ciudadanas y altruismo social. De acuerdo con Havi ghurst5 la negación del civismo es la delincuencia; este grupo de jóvenes generalmente rechaza las costumbres y las normas de su sociedad y se niega a cumplir sus de-beres cívicos. Generalmente, crece con una experiencia de continua frustración y fracaso ocasionada por quienes en esos momentos representan a la sociedad.

Como la sociedad los ha castigado de diversos modos y no han experimen-tado recompensa por la buena conducta, crecen sin respeto ni amor por la socie-dad y sus normas. Estos disturbios de la personalidad pueden adquirir la forma de conducta criminal agresiva, o pueden llevarlos a un mundo de ensueño, don-de permanecen fuera de contacto con la realidad. Lo cual puede fácilmente comprobarse al preguntar a los niños y adolescentes el por qué de sus actos; sus motivos carecen de toda lógica.

La causa de la delincuencia juvenil se debe más a desajustes dentro de la estructura social que a inadaptación personal. Son jóvenes sin un desarrollo satisfactorio, debido a las defi ciencias de su vida en la familia, la escuela y el vecindario. Por lo cual la comprensión afectuosa de los problemas de cada

muchacho, el apoyo moral y la raciona-lización de la conducta son procedimien-tos fundamentales para la ree du cación. En esta situación, el sistema ree ducativo se dirige a formar una personalidad armónica, estable y productiva, en don-de se reintegre, reestructure y formen los valores individuales y sociales de la persona, dentro de un contexto que facilite el apoyo social y provea la sa-tisfacción a las necesidades básicas del ser humano.

5. La génesis de la delincuencia juvenil: la delincuencia como producto de condiciones sociales

Como hemos visto, es imposible com prender el problema de los actos violentos cometidos por niños, niñas y ado lescentes en la actualidad, si no se tienen en cuenta aspectos sociales, el ambiente familiar y la organización propia de la personalidad del delincuen-te. A continuación se describen algunos de ellos.

5.1 Factores sociológicos

Se ha considerado que la delin-cuencia es el producto de condiciones sociales, por lo cual podría afi rmarse que el niño delincuente es un niño normal,

5 Ibídem.

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víctima de causas accidentales externas; argumento ya abordado ampliamente.

En Guatemala, es alta la frecuencia de los actos delictivos cometidos por grupos juveniles en las zonas urbanas y era poco frecuente en las zonas rura-les. Actualmente, esto ha cambiado en forma notable; probablemente se deba a las nocivas consecuencias de orden económico, social y psicológico de la urbanización y de la industrialización, que acarrearía una gran complejidad en la vida de los individuos; asimismo, se ha atribuido una gran importancia a la movilización de las masas de población que, por razones económicas, pueden traer consigo modificaciones de las normas de vida y, como consecuencia de desadaptación social. También puede considerarse de capital importancia la infl uencia de la televisión, de la radio, de la prensa y del cine. Estos medios de información visual y audiovisual, presentan constantemente actos delicti-vos y muestran a menudo la impunidad del acto delic tuo so; estas condiciones pueden repercutir en una tendencia a la delincuencia; ya sea en razón de un mecanismo de imitación o, porque dan carácter de realidad a una parte de nuestra vida fantasiosa y de nuestros más profundos instintos.

En consecuencia, no sería convenien-te emplear castigos en la lucha contra la criminalidad, sería mejor tomar medidas

que no se dirijan contra la acción, sino contra la persona que cometió la acción, con esto se deja claro que se está sancio-nando la falta cometida contra la sociedad o una acción inmoral.

Volvamos al punto de partida y re-tomemos la importancia de las medidas preventivas, educativas y de rehabili-tación que han sido consideradas en la Convención sobre los Derechos del Niño; a pesar de estar en vigencia los planteamientos de la Convención a tra-vés de la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia y su reforma; se está abordando esta problemática desde la óptica de medidas arbitrarias e incon-gruentes con el espíritu de la misma, pues no se ha logrado responder a las de-mandas de atención en salud, educación, vivienda, seguridad alimentaria, es decir, respetar los derechos de la niñez ya que, fi nalmente, debe prevalecer el interés superior por los niños y las niñas.

También es conveniente caracterizar al delincuente, quien –de acuerdo con Ajuria Guerra– es autor de actos delic-tivos sólo ante la ley, pero no desde el punto de vista psicológico. Hay que diferenciar entre Estado y proceso, entre delincuente reincidente y delincuente que incurre en delito por primera vez y entre antisocial y asocial. En la pa-labra antisocial se ve la actividad o el comportamiento contra la sociedad; un actuar contra las leyes y los derechos

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naturales de los demás. Mientras que lo asocial es la indiferencia, la negligen-cia, es pobreza de sentimiento; ningún sentimiento a favor o en contra de los demás, ni tampoco contra sí mismo. Son términos opuestos.

De mayor signifi cación es la historia de la vida de los delincuentes reinci-dentes, quienes lo son por reacción, insubordinación o terquedad; es decir, lo contrario de indiferencia; generalmente actúan para vengarse de una injusticia real o imaginaria, como reacción contra una humillación o una ofensa. No se comportan asocialmente, sino antiso-cialmente, diríamos entonces que son criminales más por las pérdidas sufridas que por el deseo innato de dañar a los demás.

Existe, sin duda, al lado de estos reincidentes obstinados, otros delitos aislados que se pueden comprender como una reacción por la historia de la vida, como una solución de un confl icto intrapsíquico o interhumano; y, enton-ces, es natural la conclusión de que no es culpable el criminal, sino la sociedad.

¿Son delincuentes innatos? Defi-nitivamente no, pero según el análisis realizado, con base en el carácter que se ha ido conformando, sí quieren ser cri-

minales y lo son con gusto, pero pueden al fi nal de sus vidas, si no son asesinados por sus congéneres, volver a desempeñar el papel de hombres honrados. Se debe enfatizar en que no son criminales natos, pero se han hecho delincuentes, y el carácter, la vivencia y el medio les han facilitado verse envueltos en la maraña de la violencia, ejercida contra sí mismos y hacia la sociedad.

5.2 Plano sociocultural

En relación con el plano socio-cul tural, con frecuencia proceden de hogares cuyos miembros tienen una inteligencia relativa o limitada y ofrecen poco afecto, estabilidad, moralidad. Sus padres son, generalmente, incapaces de ser ejemplares y protectores (según la teoría psicoanalítica), modelos de emu-lación en la identifi cación de un supe-rego lógico y equilibrado y socialmente normal en el momento de la formación del carácter.6

Es posible describir esquemática-mente un tipo de delincuente, pero un acto delictuoso puede ser realizado por personalidades de tipo diverso. Por esta razón, un cierto número de autores han descrito muchos tipos de personalidades delincuentes: unos partiendo de las peculiaridades de la

6 Ibídem.

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actividad delictiva, otros del modo de or-ganización psico social del medio donde el niño se desarrolla y otros utilizando los dos métodos a la vez: descriptivo y patogénico.

R. L. Jankins señala diversas cate-gorías de delincuentes: los ocasionales, los pseudosocializados, los que sufren perturbaciones de la personalidad y los asociales. Los ocasionales poseen per-sonalidad esencialmente normal, ellos tienen poca necesidad de ser reeducados; los pseudosocializados, cuya socializa-ción se ha producido en el seno del grupo delincuente. Y fi nalmente, el grupo de los que tienen perturbaciones de la personalidad, cuyo tipo de comporta-miento delic tivo está, en cierto modo, interiorizado. El grupo de los asociales, que es el más perturbado, comprende los casos más difíciles de tratar y son quie-nes corren el riesgo de convertirse en adultos aso ciales psicópatas perversos. Los tipos de separaciones familiares son tan diversas y su infl uencia es tan dife-rente para cada edad que es imposible generalizar.

Por otro lado, A. M. Jhonson des-cribe dos categorías de delincuentes: el individual y el sociológico. Este último caso posee una ideología compleja que puede estar relacionada con un abando-no, sufre falta de educación válida, con ejemplos de con tagio antisocial, etc. El caso del delincuente individual sería

fácilmente com prensible si se hiciera referencia a la inmaduración psíquica de los padres. En el caso de estos niños, se trata del con fl icto intrasíquico, con falta de formación del súper ego y en particular de algunos aspectos sociales y morales, poco desarrollados en sus mismos padres.

Las siguientes circunstancias de la infancia parecen estar especialmente co-rrelacionadas en los delitos juveniles:

• Rechazo o falta de seguridad en el hogar.

• Los demás esperan hostilidad de parte del individuo.

• Contacto con modelos antisociales dentro del hogar o fuera del mismo.

• Falta de apoyo para su desenvolvi-miento social en la escuela.

• Presiones antisociales de sus com-pañeros.

• Malas condiciones físicas y econó-micas en el hogar o en el vecindario.

Los delincuentes a menudo se divi-den en tres subgrupos principales: los socializados subculturalmente, los no socializados, los psicopáticos y los si co -ló gica mente trastornados. Nos referire-mos al primer subgrupo porque des de nuestro punto de vista, en esta cate goría puede encajar el gran porcentaje de la población infanto juvenil gua te mal teca de bido a las carencias sufridas por este grupo desde muy temprana edad. Debe

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tomarse en cuenta a Powell,7 para quien la personalidad de los delincuentes socializados sub cul turales no parece diferir marcada mente de los no delin-cuentes. La situa ción en que crecieron, las actitudes paternales, el barrio donde vivieron y las presiones de sus compañe-ros ejerció una infl uencia notable sobre sus delitos.

Por otro lado, es importante analizar la adolescencia como un período de cam-bios críticos en la relación del individuo con su ambiente, es cuando se ponen a prueba las posibilidades adap tativas y mediatizadoras del yo. D. Elkind resalta la capacidad de introspección; el adoles-cente puede autoexa minarse y comparar mejor las actitudes ajenas sobre sí. Los aspectos inadap tativos se van desvane-ciendo, conforme el adolescente partici-pa en grupos de amistades y tareas como el estudio y el trabajo, que le permitan reconocer y aceptar las limitaciones propias y ajenas, y aprovechar mejor los nuevos instrumentos a su alcance.

P. Furter señala que en la vida moral del adolescente:

a) La ausencia de la adolescencia como situación existencial provoca el fracaso de la conducta moral del

individuo, es decir, ésta constituye la condición de la autonomía moral del adulto.

b) En este período la existencia ente-ra plantea problemas morales, la existencia juvenil en su totalidad es un problema moral. El adolescente comienza a defi nir su estilo de vida según su marco de referencia que incluye metas o ideales, así como medios para evaluar su conducta y comprender la realidad que lo circunda.

Todo lo mencionado, evidencia la importancia del contexto y del apoyo social en el desarrollo de las diversas etapas de la vida del ser humano y, la forma como se entrecruzan aspectos sociológicos, psicológicos, económicos, políticos y culturales para explicar la razón de ser del delincuente subcultural. Este se distingue por la existencia de varias de las siguientes formas de com-portamiento: actúa en pandillas, andan en malas compañías, comete robos con cómplices, falta a la escuela de manera habitual. Muchos de ellos proceden de hogares donde predomina la negligencia y el ambiente los expone a las in fl uencias de delincuentes. Cada niño logra sentirse seguro a través de su iden tifi cación con un grupo del que re cibe apoyo.

7 Marvin Powell. La psicología de la adolescencia. (México: Editorial Fondo de Cultura Económica, 1994).

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El trastorno del comportamiento puede resultar del esfuerzo para ob-tener una satisfacción que no recibe del hogar. También puede resultar de sentimientos de incompetencia o infe-rioridad, es decir, un esfuerzo del niño para producir en sí mismo la sensación de ser valiente y superior, mostrando a los demás su independencia a través de una conducta agresiva y molesta. En otros casos el trastorno surge como consecuencia de un deseo de ser casti-gado, que se crea en respuesta a intensos sentimientos de culpa.

6. Una pregunta sin respuesta: ¿por qué los adolescentes quebrantaron la ley?

En un esfuerzo por contestar esta pregunta, los investigadores de la Uni-versidad de Michigan entrevistaron a más de 800 muchachos adolescentes que vivían en una zona de alta delin-cuencia (Institute for Social Research, 1974). Según este estudio, los jóvenes que tenían problemas con la ley se distinguían porque eran jóvenes más pesimistas que los otros; los resulta-dos indicaron que los delincuentes y los no delincuentes tienen diferentes percepciones del mundo y del futuro, podría esperarse que las perspectivas de los no delincuentes serían más amplias que la de los delincuentes. Estos resultados indican el papel de

las perspectivas futuras en el proceso de socialización. Los adolescentes más socializados tienden a aceptar en mayor grado los valores y las metas de la sociedad, en comparación con los adolescentes menos socializados.

Para ilustrar mejor la magnitud del problema de la delincuencia juvenil y para hacer evidente la antigüedad de las alusiones a este tema y vislum-brar la manera cómo se mantiene esta constante en la agenda de problemas nacionales, es propicio mencionar la publicación hecha en un diario de circulación nacional de fecha 25 de mayo de 1997 donde se anota: “Maras atemorizan en todos los estratos socia-les. De simples robos, los mareros han pasado a asesinatos y secuestros, ad-vierte Fiscal”. Asimismo, se entrevista a una fi scal de menores del Ministerio Público y se le pregunta: ¿Qué progra-mas ree duca ti vos existen para atacar el problema?, ella responde que no se cumple a ca ba li dad con lo mandado por la ley, debido a la ausencia de recursos, pues sólo se cuenta con dos centros con talleres pa ra la atención de los menores transgresores.

También se señala: “la mayoría de acciones que se han tomado para este fe-nómeno son encaminadas al exterminio y poco a la rehabilitación. Es importante crear programas educacionales... Grupos de refl exión en los que el joven pueda

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expresarse y asumir la responsabilidad de su vida”.

Dentro del artículo mencionado se incluye un anexo con información de todos los departamentos, el cual permite comparar la información de la población capitalina entrevistada, en donde el 99% señala que las acciones de las pandillas afectan o atemorizan a la sociedad en general.

Este artículo refleja la concep-tualización de violencia de Galtung, citado en García Méndez,8 que dice: “la violencia es como la causa de la diferencia, entre realidad y potenciali-dad”. Nos muestra cómo una realidad llena de de sigualdad, pobreza, injusticia e inseguridad hace la diferencia entre una niñez y juventud, con salud, educa-ción, vivienda y, en fi n, en pleno goce de sus derechos, y es que la pobreza se traduce en la negación de los derechos humanos, pues de acuerdo con el in-forme Guatemala, una Agenda para el Desarrollo Humano 2003, en nuestro país solamente 4 de cada 10 niños que entran a la primaria terminan el tercer año y sólo 3 son promovidos del sexto grado; mientras que en los ciclos de educación básica y diversficada, la cobertura no alcanza ni la tercera parte de los jóvenes que deberían asistir. Esta

situación se produce en el área rural y en el caso particular de las niñas.

Cuando hablamos de potencialidad, estamos adentrándonos en el contro ver-sial tema del desarrollo humano; éste ha sido defi nido en el informe ya men-cionado como un proceso de fortaleci-miento de las capacidades humanas, para ampliar las opciones y oportunidades de manera que todas las personas, sin exclu-sión, puedan vivir una vida de dignidad y valor. Este tema ocupa una posición determinante cuando se trata de niñez y de juventud, pues debemos proveer estas oportunidades ya que en la actualidad, en el tema de salud, Guatemala sigue presentando una de las situaciones más precarias de América Latina. En el país predominan las enfermedades infeccio-sas y nutricionales, que por supuesto, afectan en primer término a la niñez y juventud, dentro de un sistema que no distingue las necesidades específi cas de mujeres y de hombres, a lo largo de todas las etapas de su ciclo de vida y, en donde se calcula que un 20% de los habitantes, no tiene acceso a ningún tipo de apoyo en este tema.

Esta situación nos permite referirnos a la violencia latente, caracterizada por un grado tal de inestabilidad en la situación actual, capaz de producir de inmediato

8 García Méndez, Op cit.

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una disminución del desarrollo de las actuales potencialidades de la niñez y adolescencia, que se encuentra inmersa en un contexto frustrante y violento. García Méndez9 identifi ca la violencia estructu-ral, en donde las causas de la diferencia entre realidad y potencialidad son parte de la fi siología y no de la patología del funcionamiento del sistema social. Por lo cual, la mejor salvación que podemos ofrecer a la niñez y adolescencia guate-malteca, es la inversión que como socie-dad realicemos en el respeto a los dere-chos económicos y sociales, llamados de segunda generación. Sin embargo, estos derechos cobran mayor vigencia cada día, cuando su incumplimiento conduce a la pérdida de la dignidad humana y al derecho de alcanzar el desarrollo huma-no basado en la equidad, la justicia y la seguridad; es posible, tal como lo señala Ajuria Guerra,10 que exista la necesidad de una nueva defi nición de juventud y de cambio radical de los medios de educa-ción. Si queremos intentar el desarrollo de la nueva juventud, debemos estudiar con cuidado y señalar claramente aque-llos patrones que provocan confl ictos de interacción social, como la violencia juvenil.

Ahora bien, el reto es la prevención de la delincuencia, si no iniciamos hoy,

¿cuándo?; si no lo hacemos nosotros, ¿quiénes? y si no es aquí, ¿en dónde?

7. Políticas y acciones a favor de la niñez y la juventud. Resumen

del Preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño

Las Naciones Unidas han procla-mado y acordado en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en los pactos internacionales de derechos humanos, que toda persona tiene todos los derechos y libertades enunciados en ellos, sin distinción alguna, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Así también la Declaración Univer-sal de Derechos Humanos y las Naciones Unidas proclamaron que la infancia tiene derecho a cuidados y asistencia espe-ciales y, se reconoce que el niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de su familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión, considerando que el niño debe estar plenamente prepa-rado para una vida independiente en sociedad y ser educado en el espíritu de los ideales proclamados en la Carta de las Naciones Unidas y, en particular, en

9 Ibidem.10 Ajuria Guerra, Op. cit.

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UNA MIRADA A LA INFANCIA Y A LA ADOLESCENCIA. SUS DERECHOS Y LA VIOLENCIA

un espíritu de paz, dignidad, tolerancia, libertad, igualdad y solidaridad.

Es prioritario que el Estado de Gua temala garantice el acceso a la jus-ticia, como un factor determinante en el desarrollo de una cultura de respeto a los derechos humanos, basada en el principio de igualdad ante la ley, para lo cual deberá cumplirse con los tratados internacionales, la Constitución de la República y los Acuerdos de Paz, en los ámbitos social, laboral, ambiental y cultural, en el que se establecen las relaciones sociales de la población.

Es imprescindible esforzarnos por alcanzar una convivencia dentro de un verdadero Estado de derecho, que garan-tice el respeto a la ley y proteja los dere-chos humanos; donde se privilegien las políticas de desarrollo social dirigidas a la niñez y juventud. Se debe reconocer que en Guatemala, como sucede en todo país en vías de desarrollo, la población mayoritaria es joven, las personas de menos de 14 años ascienden al 44.1%

del total, las de menos de 25 años llegan al 64.7%. De cada diez, seis viven en el campo; cinco son de origen maya; tres no saben leer ni escribir; la mitad son mujeres, probablemente sólo dos han votado alguna vez; cua tro se encuentran buscando trabajo y una realiza estudios universitarios que no es seguro pueda culminar exitosamente.

De acuerdo con el Informe Guate-mala, el Rostro Rural del Desarrollo Humano, edición 1999, entre las diver-sas modalidades que adopta la violencia contra la niñez, destaca el maltrato in-fantil. Este maltrato es defi nido como el daño físico o mental, el abuso sexual, el trato negligente o soez contra un menor por parte de la persona responsable di-recta o indirectamente, en circunstancias que indican cómo la salud o su bienestar sufren serias amenazas o daños. Tam-bién se manifi esta en la callejización de la niñez, como una combinación de la extrema pobreza, sobre todo en las ciudades urbanas donde se presenta el maltrato infantil…

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

El problema crucial de nuestra rea-lidad social puede tener dos vertientes: por un lado, el desconocimiento al utilizar la información y experiencias en el proceso de reeducación, revalo-ración y reconstrucción de la niñez y la adolescencia, yendo mucho más allá de los tradicionales e inefi caces métodos lega listas represivos, incorporando otras concepciones menos tradicionales y, por otro lado, la falta de conocimiento sobre el uso de nuevos métodos en el manejo del fenómeno estudiado, pues no hay propuestas integrales específi cas a la problemática, integradoras de los abor-dajes multidisciplinarios, pues hasta el momento el fenómeno de la delincuencia juvenil se ha abordado priori taria mente desde la plataforma legalista y no desde la comprensión del fenómeno como par-te del proceso del desarrollo humano.

En el caso de la infancia y de la adolescencia que ha caído en prácticas violentas y reñidas con la ley, podrían lograrse, en alguna medida, expectativas de vida positiva, ya que no todos han cometido delitos de la misma gravedad. Además, son seres vivos capaces de sufrir modifi caciones substan ciales a través de cambios en el ambiente, forma de relación y aceptación, capacidad de aprendizaje, de análisis y de refl exión,

basados en paradigmas si no innovado-res al menos generadores de inquietudes orientadas al cambio de actitudes, menos dañinas para la misma infancia y adoles-cencia; para alcanzar una mejor calidad de vida, pues al poseer elementos de juicio para re solver situaciones de una forma más acertiva se estarán contra-rrestando las consecuencias.

En la actualidad, a pesar de nuestras carencias, es inimaginable una niñez y juventud sin apoyos sociales válidos y nuevas alternativas de desarrollo y logro personal. Estas carencias son una de las causas originadoras del caos social actual, en parte, porque la estructura social debe experimentar transformaciones substanciales, lo cual implica cambios. Estos cambios se lograrán, únicamente si como sociedad adoptamos una actitud de respeto por los derechos más elementales de la in-fancia y adolescencia y hacemos de la Convención sobre los Derechos del Niño la plataforma sobre la que construyamos hoy la Guatemala que queremos para mañana.

Es evidente la ausencia de verda-dera voluntad política para promover acciones contundentes dirigidas al sector infantojuvenil, que favorezcan el

CONCLUSIONES

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UNA MIRADA A LA INFANCIA Y A LA ADOLESCENCIA. SUS DERECHOS Y LA VIOLENCIA

pleno desarrollo y goce de los derechos humanos de este sector de la población guate malteca. Este es un problema de compromiso moral y ético, puesto que este no es un grupo poblacional etario que represente un porcentaje de votos importante en una contienda electoral.

Es prioritario generar demandas concretas, con respecto a la inversión

social y, con ellas, estimular un diálogo más objetivo y consecuente dentro de la comunidad, y de ésta con las institu-ciones públicas y no gubernamentales, así como organismos internacionales que ofrecen y gestionan programas de atención a la niñez y juventud, en donde el respeto a los derechos humanos sea la estrategia clave y fundamental de la nueva dinámica social.

BIBLIOGRAFÍA

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INVESTIGACIÓN

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Ke taal qtxu tx’otx’ (Maya/mam)A las hijas de la madre tierra

Totonicapán, mi pueblo, doña Rome, mi madre; Telma, mi esposa y, Natalia, mi nieta.

“Gracias a la vida que me ha dado tanto…”Violeta Parra

RESTITUCIÓN DE LA ARMONÍA CÓSMICA. PROPUESTA JURÍDICA DE LOS PUEBLOS

ORIGINARIOS DE ABYA YALA

SOCIOLOGÍA DEL DERECHO CUADERNOS LASCASIANOS

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Obtuvo el grado académico de licenciado en derecho en la Escuela de Derecho, Quetzaltenango, Universidad de San Carlos de Guatemala. Además, es maestro y doctor en sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México. También ha participado en cursos de especialización en derechos humanos por el Instituto de Derechos Humanos de Estrasburgo en colaboración con el Instituto de Investigaciones Jurídicas IIJ / UNAM y también en el Instituto Interamericano de Derechos Humanos con sede en San José Costa Rica.

El Dr. Ordóñez se ha desempeñado como investigador titular del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Además, es miembro de número de la Academia Mexicana de Derechos Humanos. También, comisionado honorario de Guatemala, en apoyo a los Acuerdos de Paz y Contactos y Cooperación a través de las Fronteras. Asimismo, es fundador y coordinador de las Jornadas Lascasianas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas IIJ/UNAM, celebradas en México y Guatemala.

Por otra parte, ha sido profesor visitante en universidades de México, Centroamérica, Colombia, Cuba, Austria, Finlandia, Holanda, España, Estados Unidos de Norteamérica.

JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES

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RESUMEN EJECUTIVO

En Guatemala, el denominado “derecho consuetudinario indígena”, no es aceptado como un sistema jurídico y constituye simplemente, usos y cos-tumbres en la práctica jurídica ofi cial.

Sin embargo, los denominados usos sociales, en términos comunes, son el conjunto de normas para testimoniar el respeto y la deferencia que las personas se deben entre sí, denominándoseles asimismo como urbanidad.

Los pueblos originarios tienen una serie de mecanismos y procedimientos para resolver sus confl ictos por vías consensuales, reparatorias, restitutivas y conciliatorias (sistema jurídico). Algunos de tales mecanismos están vinculados a la espiritualidad. Asimismo, el mundo indígena además de su sistema jurídico, tiene normas de convivencia social, es decir, sus propios usos sociales.

Al considerar el sistema jurídico y los usos sociales como un universo, es vá-lido expresar que respetar ese universo, no signifi ca postular su perfeccionismo, ni olvidar sus errores, tampoco signifi ca idealizar a un pueblo, a su historia o a su cultura, por el contrario, es preciso que surja un proceso de revisión, mismo que debe realizarse, en una sociedad como la de Guatemala, como parte de un proceso democrático, pluralista, tomando en cuenta aspectos étnicos, sociales, culturales, religiosos, etc.

En Guatemala, el estudio sobre los pueblos indígenas y en particular de su derecho indígena, constituye una problemática, que se agrava cuando se aborda la temática de la constitucionalidad de los derechos de los pueblos indígenas a partir de la vigencia de las normas contenidas en el Convenio 169 de la OIT1 que fueron dejadas por un lado, luego que la Consulta Popular para la reforma de Constitución de 1985, refl ejara un rotundo “no”.

1 Organización Internacional del Trabajo.

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El Convenio 169 de la OIT reconoce el derecho consuetudinario indígena con serias limitaciones, a saber: primero, que es el Estado el que debe aplicar el derecho consuetudinario; y segundo, que los pueblos indígenas tienen el derecho de con-servar sus propias costumbres e instituciones, siempre que no sean incompatibles con los derechos fundamentales defi nidos por el sistema jurídico nacional ni con los derechos humanos internacionalmente reconocidos, agregando que deberán establecerse procedimientos para solucionar los confl ictos que surjan con motivo de aplicar tal disposición.

De acuerdo con una investigación realizada en Guatemala, se encontró que el concepto de respeto sería la expresión que más cerca podría estar de “derechos humanos”. De tal suerte que el abordaje de los denominados derechos humanos desde la perspectiva del mundo indígena es diferente y tiene continuidad en sus aspectos básicos, tales como lo normativo, lo jurisdiccional y lo procedimental.

Para el ejercicio del derecho consuetudinario indígena es necesario instaurar los principios de autonomía interna, dentro de los cuales se encuentra el diálogo nacional, la libre autoderminación, así como la regulación y vigencia del pluralismo jurídico.

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ABSTRACT

In Guatemala, the “indigenous common law” is not accepted as a juridical system; in fact, in relation to the offi cial legal practice, it simply constitutes a group of customs.

Nevertheless, the social customs, in usual terms, constitute a group of social rules which provide for the respect and the deference that persons owe to each other. They are also known as “urbanity”.

The original peoples have a series of mechanisms and proceedings for sol-ving their confl icts by means of the agreement, the repair, the restitution and the conciliation (juridical system). Several of said mechanisms are closely related to spirituality. The indigenous world, in addition to its juridical system, has its own social coexistence rules and customs.

If we consider the juridical system and the social customs as a universe, we

could validly say that the respect of said universe does not mean either to defend its perfectionism, forget its mistakes or idealize a specifi c people, its history or its culture; to the contrary, a review process that takes into consideration ethnic, social, cultural and religious aspects, among others, should necessarily be carried out in the Guatemalan society as a part of a democratic and pluralist process.

In Guatemala, the analysis of the indigenous peoples and particularly of their indigenous common law constitutes a problem that worsens when it is related to the constitutional status of the rights of the indigenous peoples derived from the provisions of the ILO1 Convention No. 169, rights which were set aside after the

1 International Labor Organization

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negative results of the popular consultation carried out in Guatemala, which aimed to support the constitutional amendments.

The ILO Convention No. 169 acknowledges the indigenous common law, but with serious limitations: in fi rst place, it provides that said law should be applied by the State; in second place, it provides that the indigenous peoples have the right to keep their own customs and institutions, provided that they are not incompatible with the internationally-recognized rights. As well, it provides for the necessary establishment of proceedings aimed to solve the confl icts that may arise from the application of the aforementioned provisions.

According to a research carried out in Guatemala, the concept of respect would be the expression that may result closest to “human rights”. Therefore, the concep-tion of human rights from the perspective of the indigenous world is different, but continuous in regard to basic aspects such as rules, jurisdiction and proceedings.

The implementation of principles of internal autonomy such as national dialogue, free self-determination and the ruling and effectiveness of the juridical pluralism becomes necessary in order to apply the indigenous common law.

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En Guatemala, el denominado “de-recho consuetudinario indígena”, no es aceptado como un sistema

jurídico y constituye simplemente, usos y costumbres,2 en la práctica jurídica ofi cial.3

Con un claro sentido peyorativo en tanto que los denominados usos socia-les, en términos comunes, no son más que un conjunto de normas para testi-moniar el respeto y la diferencia que las personas se deben entre sí. El conjunto de preceptos que rigen este aspecto de

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ORIGINARIOS DE ABYA YALA*

las relaciones sociales constituye la ur-banidad, disciplina, cuyo objeto no es otro que el de facilitar y hacer agradable dichas relaciones. Así se dice que la urbanidad consiste fundamentalmente en dar al prójimo lo que se le debe y en no exigirle más de lo que no es debido. Ni por exceso ni por defecto: esta es la regla de oro para las relaciones con nuestros semejantes. Naturalmente que el mundo indígena, además de su sistema jurídico tiene normas de convivencia social, sus propios usos sociales por ejemplo, cuando entre los pueblos indí-

“Lucho porque no quiero que se roben más las mieles de nuestros panales”

Tupac Amaru

JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES

* Nombre que en idioma kuna (Panamá) los pueblos originarios adoptaron para el Continente americano.2 “Uso social es una práctica social uniforme y repetitiva, vigente en un grupo social, que contiene una mínima

obligatoriedad y cuya violación producen una reprobación del grupo. Las costumbres jurídicas exigen la confl uencia de dos requisitos: uno es coincidente con los usos y costumbres sociales: la práctica repetitiva (la repetitio actuum de los juristas clásicos) pero lo otro es exclusiva de aquellas: la convicción jurídica, es decir, la convicción que la conducta está registrada por una norma jurídica vinculante (la opinio juris vel neccesitates). Soriano, Ramón, Sociología del Derecho, España, Ariel, 1997. pp. 231/232.

3 La investigación se realizó in situ en las zonas en donde se dio el confl icto armado en Guatemala después de ha-berse signado el Acuerdo de Paz y se contó con el apoyo de la Secretaría Ejecutiva de la Instancia Coordinadora del Sector Justicia de Guatemala y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de UNAM en apoyo a los Acuerdos de Paz en Guatemala y en cumplimiento del Convenio 169 de la OIT ratifi cados por México y Guatemala.

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genas de la orilla del lago de Atitlán se besa la mano a los mayores o es de mala costumbre verlos a los ojos; las propias prácticas sociales en la celebración de las bodas, sepelios, festividades propias del lugar etc., es decir, incluyen los protocolos propios de comportamiento que son diferentes en ocasiones entre los propios pueblos étnicos dependiendo del lugar.4

Los pueblos originarios tienen una serie de mecanismos y procedimientos para resolver sus conflictos por vías consensuales, reparatorias, restitutivas y conciliatorias. Algunos mecanismos están más vinculados a la espiritualidad como hacer ceremonias dentro de un procedimiento de “restitución de la ar-monía cósmica” rota por una falta o un incumplimiento. También cuentan con mecanismos sancionatorios de carácter “simbólico y material”.

Conformando un universo, lo pro-piamente normativo (sistémico jurídico) y los usos sociales, implica que respetar “los valores de un pueblo, sus formas de organización social y su visión del mundo, no quiere decir olvidar sus errores y postular un perfeccionismo que no ha existido en ninguna parte de

la historia humana. No signifi ca idealizar a un pueblo, su historia, su cultura y sus luchas”,5 pero esa revisión debe hacerse en una sociedad como la guatemalteca, dentro de un proceso democrático pluralista, viendo el contexto nacional no sólo en términos étnicos: ladino, indígena y garífuna sino también los demás aspectos sociales y culturales (religiosos, etc.).

El estudio sobre los pueblos indíge-nas y en particular el derecho indígena, responde a inquietudes no solamente de carácter académico y el cumplimiento de los Acuerdos de Paz y en especial en el Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos indígenas.

Lamentablemente la problemática se inscribe en la escena vigente de la dominación del colonialismo interno propuesto por Pablo Gonzáles Casanova y Rodolfo Stavenhagen para México y Jean Loup Herbert para Guatemala.

Más grave, es la asignatura pendien-te de la constitucionalidad de los dere-chos de los pueblos indígenas, esfuerzos que se iniciaron en la Constitución de 1945 inspirados en la fi losofía política del constitucionalismo social. 6

4 Larousse. Enciclopedia Metódica No 4. Derecho, México, 1984, pp. 343-348.5 Menchú, Rigoberta, “Pluralismo cultural para la paz” Diálogo. Publicación trimestral de UNESCO, Caracas, No.

9, Julio de 1993. p. 3.6 Véase: Marroquín Rojas, Clemente, Crónicas de la Constituyente del 45, Guatemala, Tipografía Nacional, 1970.

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Cuarenta años más tarde la Cons-titución de 1985 nuevamente le da rango constitucional, dado el emergente movimiento popular e indígena y de alguna manera el movimiento armado que recoge los postulados de los pueblos indígenas.

Entre las acciones negativas al estado de derecho, tuvimos en Guatemala la denominada “consulta nacional” sobre la constitucionalidad de los derechos de los pueblos indígenas en donde se votó por un “no” manipulado por los intereses etnocráticos ladinos, a las propuestas in-dígenas que demuestran la necesidad de fortalecer la unidad de los indígenas gua-temaltecos, en el manejo de sus asuntos di-rectamente desde sus bases comunitarias.

La consulta dejó de lado lo que dis-pone el Convenio 169 de OIT, ratifi cado por Guatemala en la materia, así:

El artículo 6, inc. 1:

a) “consultar a los pueblos interesados mediante procedimientos apropia-dos y en particular a través de sus instituciones representativas, cada vez que se prevean medidas legisla-tivas o administrativas susceptibles de afectarles directamente,

b) establecer los medios a través de los cuales los pueblos interesados pueden participar libremente, por

lo menos en la misma medida que otros sectores de la población, a todos los niveles en la adopción de decisiones en instituciones electivas y organismos administrativos y de otra índole, responsables de políticas y programas que les conciernen.

Establecer los medios para el pleno desarrollo de las instituciones e inicia-tivas de esos pueblos, y en los casos apropiados proporcionar los recursos necesarios a este fi n: 1. Las consultas llevadas a cabo en aplicación de este convenio deberán efectuarse de buena fe y de un manera apropiada a las cir-cunstancias, con la fi nalidad de llegar a un acuerdo o lograr el consentimiento acerca de las medidas propuestas.”

El artículo 8.1. “Al aplicar la legis-lación nacional los pueblos interesados deberán tomar debidamente en consi-deración sus costumbres o su derecho consuetudinario”.

Para el caso de sus costumbres, recordemos que los conceptos básicos del Convenio 169 son respeto y partici-pación, respeto a la cultura, la religión, la organización social y económica y la identidad propia, esto constituye la premisa de la existencia perdurable de los pueblos indígenas y tribales. Partici-pación en los procesos de elaboración y puesta en práctica de medidas suscepti-bles de afectarles directamente.

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En la consulta no se hizo (parece) un acompañamiento adecuado con los indígenas y resulta necesario, que los indígenas se pronuncien, marcando ellos mismos sus propios mecanismos (artícu-lo 7 del Convenio, Primer párrafo).

El abstencionismo a nivel nacional de la consulta fue, en promedio, del 81%; por debajo de éste se situaron los Depar-tamentos del Altiplano Occidental con población mayoritariamente indígena.

El Artículo 2.l. “Los Gobiernos de-berán asumir la responsabilidad de de-sarrollar con la participación de los pue-blos interesados, una acción coordinada y sistemática como miras a proteger los derechos de esos pueblos y a garantizar el respeto a su integridad”.

Los incisos a, b y c de este artículo también versan sobre la “igualdad de los derechos y oportunidades...”; “Efec-tividad de sus derechos económicos, sociales y culturales...” y “Eliminar las diferencias socioeconómicas...”

Al tenor del Convenio 169 de OIT, el derecho consuetudinario indígena es reconocido, con serias limitaciones que deben ser revisadas, así por ejemplo conforme el artículo 8, se dan dos cir-cunstancias:

La primera: que al aplicar la legisla-ción nacional a los pueblos interesados

deberán tomarse debidamente en con-sideración sus costumbres o su derecho consuetudinario. O sea, el que debe aplicar el derecho consuetudinario es el Estado.

La segunda: Que dichos pueblos (los indígenas) tienen el derecho de conservar sus costumbres e instituciones propias, siempre que no sean incompatibles con los derechos fundamentales defi nidos por el sistema jurídico nacional ni con los derechos humanos internacional-mente reconocidos y agrega que siempre que sea necesario, deberán establecerse procedimientos para solucionar los con-fl ictos que puedan surgir en aplicación de este principio.

Luego el artículo 9 pone un can-dado:

Que deben ser compatibles con el sistema jurídico nacional y con los derechos humanos internacionalmente reconocidos. Esto constituye una seria limitación, en tanto el sistema jurídico nacional puede resultar también incom-patible con los avances reconocidos en materia de derechos humanos interna-cionalmente establecidos.

En materia de derechos fundamen-tales, encontramos en este artículo del convenio, una grave contradicción, cuando per se niega las posibilidades de la vigencia del derecho consuetudinario indígena.

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“Una forma de reconocimiento de los derechos étnicos y culturales es el respeto a las costumbres jurídicas indígenas por parte de la sociedad nacional y de sus aspectos legales y jurídicos. En cambio una forma de violación de los derechos humanos indígenas es la negación por parte del Estado y de la sociedad dominante, de sus costumbres jurídicas, la cual conduce a la negación de algunos derechos individuales contenidos en los instrumentos internacionales”.7

Por otro lado, excluir al derecho indígena, al decir de René Kuppe, es negar los procesos civilizatorios de los pueblos invadidos de lo que hoy es América, así:

“La persistencia de las culturas indígenas fue y es una realidad in-discutible para los Estados indepen-dientes de América Latina, donde ...los indígenas no han aceptado la invitación a desaparecer. A pesar de haber declarado a los miembros de esas sociedades como ‘ciudadanos iguales’ frente al sistema del dere-cho ofi cial, las culturas indígenas

han seguido existiendo. Por esto, las repúblicas se vieron obligadas, en consecuencia con sus aspiracio-nes, a dictar una política activa para ‘integrar’ esas sociedades al sistema dominante occidental. Así el origen de un política corruptiva, que tuvo el propósito de hacer desaparecer los rasgos culturales específi cos de estos pueblos”.

Y agrega: “En ellas existe un sistema de orden social, el cual generalmente funcionaba basándose en principios muy distintos a aquellos que carac-terizan al estado moderno europeo. El rasgo predominante de la vida social es la dinámica de balances y mecanismos, los cuales no permiten el establecimiento de centros de poder estrictamente defi nidos”.8

El Convenio 169 de OIT y la visión ofi cial de los Estados latinoamericanos y en general de los operadores de jus-ticia, parte de la idea que los pueblos indígenas, construyen su cosmovisión jurídica con el ideario semiótico de la expresión derechos humanos, pero resulta que en su glosario jurídico el

7 Stavenhagen, Rodolfo, “Introducción al derecho indígena”, Cuadernos del IIJ/UNAM, México, núm 17, mayo-agosto 1991, pp. 303-317.

8 “Algunas observaciones sobre la relación entre las instituciones indígenas y los derechos humanos” Revista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México, No 10, junio de 1994. pp. 145-159. Este material y otros, presentado en la sesión O8: Rigths of Indigenous Populations, XIII World Congress of Sociology, 18-23 julio 1994, Bielefeld, Alemania, coordinamos la publicación con Carlos Villaroel Sandoval.

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concepto resulta ambiguo, por varias razones; la primera, como se dice en Santiago Atitlán (departamento de Sololá); Santa Eulalia (departamento de Huehuetenango); Ixchiguán (depar-tamento de San Marcos); Playa Grande y Nebaj (departamento de Quiché) en donde se ubicaron recientemente los denominados Centros de Justicia, como proyecto piloto de la Instancia Coordi-nadora del Sector Justicia de Guatemala, que haremos referencia más adelante, se estima que no sólo los hombres y mujeres tenemos derechos sino también la madre naturaleza, es decir, también la fl ora y la fauna que es una visión más integral y que en el derecho de occidente se refi ere a los derechos denominados de tercera generación.

En búsqueda de una mayor com-prensión en Guatemala, mediante la investigación Acción participativa con los pueblos indígenas, se encontró que el concepto de respeto sería la expresión que más cerca podría estar del concepto occidental de “derechos humanos” y así aparece una especie de inventario enu-merado de lo que se considera el respeto, el irrespeto y las entidades a quien debe respetarse. Así, respeto es “mantener la cultura” e irrespeto la explotación de los

indígenas por los poderosos, el robo de tierras, inducir a los indígenas al conformismo (las sectas), la discrimi-nación y el mal trato de los ladinos; los ladinos no entienden el tzutujil (Lago de Atitlán) pero nosotros sí entendemos lo de ellos... Para el caso de Santa Eulalia, Huehuetenango, el respeto sólo puede recuperarse sacando a las PAC (Patru-llas de Autodefensa Civil creadas por la contrainsurgencia).9

Tener respeto constituye una idea sumamente compleja que sintetiza va-lores, creencias y contenidos, quien no respeta no tiene educación y su com-portamiento avergüenza a la familia y a la comunidad, por eso a los niños se les enseña a respetar. La actitud del respeto (sentimiento de veneración), es una actitud que tiene que ver con lo sagrado y constituye un concepto operativo mediante el cual la visión de la cultura maya tiene de la relación con los demás elementos de la crea-ción, según lo pudo apreciar Yolanda Pastor Cojulum, en su trabajo de tesis como parte del programa de especiali-zaciones sobre derecho indígena, que se realiza en Guatemala, por parte del Instituto de Investigaciones Jurídicas de UNAM.10

9 Véase Solares, Jorge, Derechos Humanos desde la perspectiva indígena en Guatemala, Guatemala, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO, 1995.

10 Condición social y jurídica de la mujer indígena en el departamento de Quiché, Tesis de Licenciatura, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de San Carlos de Guatemala, 2001. p. 49.

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El indígena en su formación parte, afi rma Avendaño Durand, que debe “res-peto a sus leyes, costumbres, creencias, el respeto a la autoridad, a la familia, a los ancianos, al pueblo, al templo; cuando este respeto, esta consideración se pierde la comunidad piensa que se está acabando, destruyendo. Un anciano Tacuate me dijo: ‘cuando este respeto no existe se muere el Tacuate’; no se expre-só en el sentido de una persona, del indi-viduo, sino de todo un pueblo, que tiene sus leyes, su respeto, ese sentimiento de veneración de lo sagrado que son sus creencias, sus costumbres, su tradición jurídica, que representa su identidad, y al decir se muere el Tacuate nos está diciendo que se pierde la identidad. Se pierde el respeto, que para el indígena, simboliza la autonomía”.11

El respeto entre los Kaqchiqueles, es una regla de comportamiento que no depende de cada persona, sino que ha sido construido y socializado sobre la

base de un consenso social. Los hom-bres más respetados dentro del pueblo Kaqchiquel, son los que ejercen cierto poder económico, político, sociocultu-ral o personas que asumen autoridad en ciertos espacios sociales.12

Los pueblos indígenas, se pregun-tan: ¿Los llamados derechos humanos, son las disposiciones que vienen de la ley y lo que hacen los jueces, mi-nisterios públicos...? Y encuentran de inmediato una contradicción entre el discurso y la praxis preñada de vicios por demás conocidos y en donde so-bresalen: el irrespeto, la corrupción y la impunidad de funcionarios y em-pleados que no los comprenden porque para empezar no conocen sus idiomas, es decir, su mundo, la otredad étnico cultural guatemalteca.

Lamentablemente para los indíge-nas, hay falta de credibilidad y legitimi-dad13 del sistema judicial guatemalteco,

11 Cordero Avendaño de Durand, Carmen, La vara de mando. Costumbre jurídica en la transmisión de poderes, México, edición del H. Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, 1997. p. 43

12 Ver Chirix García, Enma Delfi na, “Vivencias y sentimientos de la masculinidad Kaqchikeles”en Cabrera Pérez, Naria Luisa, Macleod, Morna, et al. Identidad: rostros sin máscara, refl exiones sobre cosmovisión, género y etnicidad maya, Guatemala, Nojib´sa, 2000. “...en lo colectivo; al emplear el término juariano, nos referimos al Benemérito de las Américas, Benito Juárez, y en especial a su máxima: el respeto al derecho ajeno es la paz. Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando, Ensayos sobre la realidad social guatemalteca: economía, derecho, sociología, Guatemala, 1974. p. 21.

13 Rachel Sieder, sobre el punto señala: “Cualquier sistema de derecho necesita gozar de legitimidad para poder funcio-nar. El sistema judicial guatemalteco, si embargo, sufre en este momento una crisis de legitimidad extremadamente grave, siendo talvez uno de sus eslabones más débiles la construcción de la democracia y la paz duradera. Su natu-raleza inefi ciente y discriminatoria contribuye a la permanencia de la impunidad y la falta de acceso a una justicia mínimamente efi caz para la gran mayoría de la población, con el resultado de que grandes sectores de la población, y en particular los pueblos indígenas, no tienen confi anza en él”. Prólogo en Esquit Edgar e Iván García, El derecho Consuetudinario, la Reforma Judicial y la implementación de los Acuerdos de Paz, FLACSO, Guatemala, 1998. p. 8.

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y el incremento de la pobreza difi cul-ta el acceso a la justicia, el alarmante crecimiento de la delincuencia y de la inseguridad pública.

Los sistemas normativos indígenas, con bases de lo que algunos llaman “usos y costumbres” son de base muy antigua pero también en movimiento, apuntan hacia una visión integral que busca más conciliación y la armonía que la represión y la sanción por faltas o violaciones a la ley.

Por ahora, las reformas y los meca-nismos que se han venido implemen-tando, entre ellos los Juzgados de Paz Comunitarios y los Centros de Admi-nistración de Justicia CAJS, más allá de la buena intención, llevan la justicia a los lugares pobres, en donde se vivió el enfrentamiento armando.

El problema sigue siendo la no aceptación de la cultura indígena y mucho menos de sus portadores como seres humanos, persiste la idea, que los mayas ya no existen, los que quedaron, digamos que son otros. Aquí justamen-te, recojo el pensamiento de Miguel León Portilla:

“Valiéndonos de la expresión ná-huatl que designa al hombre como:

dueño de un rostro y de un corazón, podría decirse que la suprema crea-ción de los seres humanos, su cultura posee asimismo rostro y corazón propios.14

Lo anterior presupone la necesidad del diálogo intercultural en el campo del derecho para analizar los puntos comu-nes y las diferencias entre los sistemas normativos indígenas y el llamado derecho positivo nacional, analizadas y armonizadas en relación con las au-tonomías que piden los indígenas, sin desconocer los marcos constitucionales y la necesidad de mantener la unidad nacional pero en cuanto a los marcos constitucionales resulta que los mismos son lamentablemente por ahora insatis-factorios y no contemplan los reclamos de los pueblos indígenas, pero que no tienen que ver sólo con la cuestión del derecho que se ligan a la justicia, sino a la democracia, desarrollo y bienestar social y derechos de las mujeres y de los niños; pero estos derechos se refi e-ren no sólo en lo interno en su propio mundo indígena, sino en lo externo, en la obligación del Estado de sacarlos adelante, las coberturas de atención a la mujer y a los niños, en el campo de la salud, la educación, la seguridad social, el acceso a la cultura, etc., son inexistentes.

14 Antología de Tehotihuan a los Aztecas. Fuentes de interpretaciones históricas, México, UNAM, 1995. p 256.

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En Guatemala, resulta imposible y menos que romántico un derecho al de-sarrollo, superar las serias limitaciones que anualmente, con más preocupación, en términos estadísticos, Naciones Uni-das, hablan de desarrollo humano, o a lo mejor podríamos emplear otros términos como la geografía del hambre; ese orden económico de países centrales y periféricos, la creciente incidencia de los grupos de presión y la delincuencia organizada en la comunidades; de la impagable deuda externa; de los prés-tamos internacionales y el pago de sus intereses. Así,15 no podemos recurrir al milagro de la Santísima Trinidad, la ini-ciativa privada, Gobierno y burocracia sindical conservadora. El bondadoso FMI pide “cristianamente reducir el gasto público para asegurar el pago de la deuda externa”.

La lectura del Pop Vuh16 nos remite nuevamente a la idea que el primer deber del ser humano es ser agradecido e im-plica también un ideario de justicia y por

eso los primeros hombres, los hombres de madera no pervivieron.

Desde una perspectiva más recien-te, la de la colonización española y el colonialismo interno criollo/ladino, el escritor guatemalteco Carlos Wyld Os-pina, en su novela los Lares Apagados, apunta otro ideario:

Mex chal guán, toj te rechán le chooch (No volváis hasta que la tierra sea vuestra).

De esa suerte, el abordaje de los denominados derechos humanos desde la perspectiva del mundo indígena es diferente y tiene continuidad en sus aspectos básicos,17 digamos:

“Modo de vida armónico, autosufi -ciencia, altruismo, apego a la justi-cia, a la verdad y al trabajo, respeto por los extraños, cumplimiento de las obligaciones, disciplina, obe-diencia y veneración de los mayores

15 Bair, Peter y Ed. Mc Caughan, México-Estados Unidos. Relaciones económicas y lucha de clases, México, editorial Era, 1979.

16 Para Adrián Inés Chávez “Pop -Wuj el nombre correcto del libro y la expresión POP signifi ca tiempo y Wuj signifi ca libro, papel, carta escritura pública y un arbusto aromático. Relacionando las dos explicaciones se concluye que POP WUH signifi ca “libro del tiempo” o “Libro de acontecimientos” vale tanto como decir “historia del universo”.Véase: Chávez Adrián I., Pop Vuh. Poema Mito-histórico Kí-chè. Traducción directa del manuscrito. Edición privada del autor, se.sf.

17 “El derecho consuetudinario indígena actual, el que considero que en muchos aspectos sigue vigente, lo encuentro todavía sin rupturas con su cosmogonía ancestral en sus ceremonias importantes que marcan la vida cotidiana de estos pueblos indígenas: en sus plegarias, en las ceremonias y rituales de cambio de autoridades, entrega de la vara de mando, pedimentos hechos por las autoridades en el Año Nuevo, nacimientos, consejos a los desposados, muertes, fi estas religiosas, en a época de siembra y cosecha, en los momentos difíciles para el pueblo y en el momento que van a ejercer la justicia”. Cordero Avendaño de Durand, Carmen, La Vara de mando, México, H. Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, 1977. p. 19.

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(ancianos, principales del pueblo, padres, abuelos), no sólo por razones de Jurídica sino, principalmente, por ser los educadores y los trasmisores de nuestra herencia.”18

Para el caso tomemos tres aspectos fundamentales que desde la perspectiva de las demandas indígenas se plantean: Lo normativo, la jurisdiccional y lo procedimental:

En cuanto a las normas consuetudi-narias que rigen la vida comunitaria:

Esta normatividad incluye princi-pios, criterios y valores, vinculados a la cosmovisión indígena. Regula la vida social, el orden comunal; la prestación de servicios y el sistema de cargos (Derecho Público). El uso, manejo y transferencia de recursos naturales, las relaciones interpersonales y relaciones familiares, como unión conyugal, fi lia-ción, etc. (Derecho de familia) contratos y otros aspectos (Derecho Civil); el concepto de “daño social”, normas pro-hibitivas y sanciones (Derecho Penal); contraprestaciones de fuerza de trabajo (Derecho laboral), contraprestaciones de bienes; entre otros aspectos.

Ahora bien, resulta forzado, querer

hacer un parangón entre la práctica ju-

rídica indígena y la nomenclatura que ponemos entre paréntesis, en la medida que para el mundo indígena, el derecho del Estado y que algunos denominan el derecho de los ladinos y o caxlanes, viene de la Constitución, está escrita en los libros (códigos) pero los hombres que hacen justicia a veces no las cumplen. En cambio para el mundo indígena, deviene de la comunidad, se toma en cuenta su parecer y quienes son enjuiciados tam-bién opinan y contribuyen en la cons-trucción de la “normatividad” en el caso concreto. Para algunos hay dos tipos de justicia, la propiamente terrenal y otra, la que viene del Supremo creador, en ese sentido esta interpretación parte de una “justicia inmanente”, planteamiento que no es compartido necesariamente por todos.

En cuanto a las autoridades e ins-tituciones indígenas constituidas de acuerdo a sus normas: Las autoridades indígenas que intervienen en la regula-ción de la vida social y en la resolución de confl ictos principalmente son: Alcal-des auxiliares, y todos los cargos de la Corporación Municipal, ancianos, prin-cipales, cofrades, comadronas, Aj´Quij Ab (Guías espirituales), etc.

En el II Seminario Internacional y Taller de Experiencias sobre Adminis-

18 Pop Caal, Antonio. “Réplica del indio a una disertación ladina” en Bonfi l Batalla, Guillermo (Compilador). Utopía y revolución, México, Nueva Imagen, 1981. pp.153-165.

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tración de Justicia y Pueblos Indígenas, celebrado en el Centro de Interpretación de la Naturaleza y la Cultura Maya, ce-lebrado en Tulun, Solidaridad, Quintana Roo, México, del 4 al 6 de diciembre de 2003, dentro de la participación de la Asociación de Jueces Tradicionales de Quintana Roo y Tribunal Unitario Indígena, a la pregunta formulada a uno de los jueces, quien además es sacerdote maya, de cómo vinculaba la religiosidad maya y la práctica de la justicia indígena, manifestó: “es importante la estima, es decir que todos debemos estimarnos, querernos y es lo primero que le digo a quienes recurren para tratar un asunto y buscarle solución”.

Las autoridades indígenas se insti-tuyen por diversos mecanismos que les dan legitimidad dentro de los pueblos indígenas (fecha de nacimiento de acuer-do con el calendario maya, elección, designación, turno, etapa del ciclo vital, etc.). Las instituciones indígenas tienen sus propios mecanismos de creación y dirección. Los Acuerdos de Paz les reconocen validez.

En cuanto a los procedimientos y mecanismos de resolución de confl ictos o formas de administración de justicia: de acuerdo con la cultura maya, los pueblos indígenas tienen una serie de mecanismos y procedimientos para resolver sus confl ictos por vías con-sensuales, reparatorias, restitutivas y conciliatorias. Algunos mecanismos están más vinculados a la espiritualidad (como hacer ceremonias) dentro de un procedimiento de “Restitución de la armonía cósmica” rota por una falta e incumplimiento. También mecanismos coercitivos o sancionatorios de carácter simbólico y material.19

Estas prácticas culturales diferen-ciadas no obligan a encontrar el asidero legal al pluralismo político y al plura-lismo jurídico.

La Constitución vigente en Guate-mala, al decir de Jorge Mario García Laguardia, tiene dos principios básicos: supremacía constitucional y pluralis-mo político y refi ere con relación al pluralismo:

19 Conforme mis investigaciones in situ realizadas en los departamentos de Totonicapán, Sololá, Quiché, San Marcos y Huehuetenango, en especial en donde se encuentran ubicados los denominados CAJs, Centros de Administración de Justicia estatal comprobé que estas prácticas, que por demás ofrecen diferencias, no sólo en el ámbito estatal de lo que podríamos denominar el espacio geopolítico de los llamados departamento, sino también el ámbito de las propias etnias indígenas han sufrido alteraciones. Como se ha señalado en informes sobre Guatemala en cuanto a la jurisdiccionalidad indígena en materia de aplicación de su propio derecho, estas se vieron afectadas durante la lucha armada. Actualmente el narcotráfi co, la conquista evangélica fundamentalista, el cuestionamiento de los propios operadores de justicia y la administración pública estatal difi cultan seriamente la vigencia del derecho indígena que nuevamente se vuelve “subterráneo” una práctica “invisible”, un “derecho clandestino” ante el acecho persecutorio. Las disposiciones del Convenio 169 de la OIT no se cumplen.

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“El otro principio es el del pluralismo político. La estructura social es por naturaleza heterogénea, como suma de muchas realidades económicas, sociales, profesionales, étnicas, que muchas veces generan intereses contrapuestos. Un estado moderado de conflicto es un elemento natural para califi car un sistema democrático legítimo. Y el pluralismo signifi ca el reconocimiento de esa diversidad y la canalización de su expresión a través de instituciones intermedias que realicen las funciones clásicas de articulación y segregación de demandas sociales, así como su consiguiente responsabilidad, el bloqueo de expresión de esos intereses contrapuestos en un sistema abierto de competencia, producen un régimen de exclusión que deviene régimen autoritario, no importa el signo con el cual se imponga una fórmula de convivencia por una minoría a los demás...”20

Lo anterior da pie a que la acepta-ción del pluralismo jurídico en Guate-mala es importante de legislarlo, como expresión de un universo mayor, el plu-ralismo cultural, en tanto para el caso del derecho consuetudinario indígena tiene una existencia real, no obstante la ins-tauración de circunstancias graves en su

contra, que analizaremos más adelante y que hemos denominado una suerte de “etnocidio jurídico”.

Su razón fi losófi ca es claramente enunciada por Luis Villoro, en lo que denomina el estado plural, pluralidad de culturas, cuando afi rma que “Dos ideas forman parte de la modernidad; ambas derivan del concepto de una razón universal y única, igual en todos los hombres y en toda época. El estado nación es la primera...El progreso hacia una cultura racional es la segunda idea. Porque sólo hay una cultura conforme la razón: la occidental, de raíces griegas y cristianas; las demás tienen valor como estadios en evolución hacia esa cultura superior. Así como la Revelación es una, así también la Razón sólo puede dar lugar a una forma de civilización.

Si algo han anunciado nuestros días es el fi n de esas dos ideas. Los naciona-lismos llevaron al mundo al borde de la destrucción; el secuestro de la razón en una cultura, al genocidio y la esclavitud. Es necesaria una nueva visión...” Así para el Maestro Emérito de UNAM, el dominador se cree siempre portador de un mensaje ‘universal’; su revelación a otros pueblos es, según él, un bien impagable que justifi ca con creces el do-

20 García Laguardia, Jorge Mario, Política y Constitución. La Constitución de1985. Guatemala, Procuraduría de Derechos Humanos, 1993. p. 55 y sigs.

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minio. La expansión de la única religión verdadera o de la civilización se puede presentar como la cara benéfi ca del co-lonialismo, sólo porque se considera de validez universal.21

En este contexto, es claro, como afirmó Claudio Esteva Fabregat, en su ponencia en las VII Jornadas Las-casianas, “que es difícil encontrar un Estado democrático moderno que no incluya entre sus problemas la cuestión política de grupos nacionales internos, territorialmente localizados y específi -cos, y también es un asunto corriente que los Estados americanos tengan pendiente de resolución el problema de sus grupos indígenas en la dirección de reconocer a estos el derecho político de autodeterminarse, más que en función de reconocimiento de nacionalidades dife-rentes o separadas de la que representa el Estado, en función de derechos políticos corporativos relacionados con la admi-nistración y control de sus territorios y derechos políticos corporativos relacio-nados con la administración y control de sus territorios y derechos políticos de representación en el discurso polí-tico de los asuntos del Estado. Dentro de una dimensión política ciertamente ecuánime...”22

La propuesta de Fabregat, invita a superar el individualismo occidental con una justicia atomista frente a los recla-mos colectivos de los grupos, y sobre todo, a reclamos de pueblos en desven-taja, como es el caso de la mayoría de los países del mal llamado “tercer mundo” o de los “pueblos étnicos” desde los indígenas, los vascos, los gitanos, etc., es decir las culturas oprimidas.

Lo expuesto implica que el recono-cimiento del derecho consuetudinario indígena, para superar su exclusión en el contexto nacional, requiere dos presupuestos básicos, por un lado, la aceptación del pluralismo jurídico y, por el otro, el reconocimiento de su autonomía. La realidad más inmediata lamentablemente es la práctica de su destrucción cultural, que denominamos etnocidio jurídico o sea la destrucción de su cultura jurídica.

Veamos someramente, estos tres aspectos, en el contexto de la realidad social guatemalteca:

Ayer y hoy, escucho en Guatemala, en las aldeas indias, en el mayor de lo secretos, que pueden estar ubicadas desde la cumbre de Cotsij, la más alta

21 Estado Plural, pluralidad de culturas. Paidos y Universidad Nacional Autónoma de México, 1998. p. 141.22 Las Jornadas se realizaron del 21 al 24 de mayo de 1997 en la Ciudad de Durango y en los Municipios de Nuevo

Ideal y el Mezquital en el mismo Estado. Las Memorias: Pueblos Indígenas y derechos étnicos, México. IIJ/UNAM, 1999.

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de Centroamérica, ubicada en Ixchiguán, San Marcos, en el ubérrimo paisaje del Ixcán, o en el triángulo Ixil.

En el paisaje maravilloso de Atitlán en donde Mario Monteforte Toledo, escribió Entre la Piedra y la Cruz, y la conquista cristiana continua, con los nuevos misioneros evangélicos, propugnando que los indios se vuelvan cristianos compulsivos y renuncien a su identidad espiritual, la gente se defi ne en su orfandad socio cultural como “vacía”, “sin alma”, a la pérdida de esa identidad en lengua quiché se le denomina: Ri u ojer tzij tajim ka quisic (vienen acabando con nuestra cultura).

Lo que está en juego para los ma-yas es: “la opción por su identidad. Es encontrar el real valor que entrañan como pueblo a pesar de las opresiones ancestrales. Esta opción y la riqueza de su fuerza debe presentarse como un aporte, como algo con lo cual los ladinos sientan también relación y algún tipo de relación, no ya del corte “folclórico” o de atracción turística”, sino de potenciar para construir23 un Estado con base en la riqueza de autonomías éticas con reper-cusión en la estructura política”

La opción por la permanencia de su identidad, se ve afectada y natu ral mente

la práctica de su propio derecho, comple-menta la observación precedente:

“En la actualidad hay cosas que potencia la identidad maya”; está claro. Pero hay también estructuras poderosas que restan capacidad de lucha a los indí-genas auque sean la mayoría de la pobla-ción guatemalteca. El ejército –mientras no se pruebe lo contrario– sigue siendo un vehículo clave para gastar “la iden-tidad nacional” de Guatemala.

Las sectas, en especial las funda-mentalistas, minan cualquier compro-miso y borran elementos de identidad cultural.

Por supuesto que nos referimos a una práctica militante agresiva, que históricamente, viene desde la invasión española, o sea, el confl icto de la religión indígena con las religiones formales con registros oficiales por el Estado guatemalteco, siempre se ha dado un confl icto permanente, que continúa de forma expresa y violenta y modifi ca los confl ictos tácitos siempre presentes.

De esa manera, la aceptación de estas religiones como el derecho del Es-tado, es un ropaje que les permite seguir con la práctica de su propia religión sin el peligro de ser perseguidos.

23 Cabarrús Pellecer, Carlos, Lo maya ¿una identidad con futuro?, Guatemala, Cedim-Fafo, 1998. pp. 78 y 79, respectivamente.

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La defensa de su religión constitu-ye otros mecanismo de defensa de su identidad indígena y campesina, y esto igual en Guatemala como en la zona andina.24

Los medios de comunicación bom-bardean las conciencias de los mayas. Las migraciones a los Estados Unidos exigen adoptar identidades “hispánicas” frente a las presiones económicas que allí reciben”.25

Ese debilitamiento de la justicia indígena, al decir de Raquel Irigoyen y Víctor Ferrigno, se ha producido de jure

y de facto, en particular en las últimas décadas, en tres momentos clave: la gue-rra26, la Constitución de 1985 y el fracaso del reconocimiento constitucional del derecho indígena en 1998.27

También la presencia del narco-tráfi co, el tráfi co de indocumentados a los Estados Unidos y las denominadas “maras” ha provocado estos desajustes como se ha señalado.

Para Luis Rodolfo Dávila Sánchez, investigador de CIDECA, Consejo de Investigaciones para Centro América, al referirse al Consejo de Principales

24 Araóz Velasco, Raúl, Quinientos años de confl icto: estrategias de supervivencia de los pueblos originarios, Bolivia, Centro Diocesano del Pastoral Social, 1992, p. 99

25 Idem.26 Consultar: Le Bot Yvon, La guerra en tierras mayas, México, Fondo de Cultura Económica 1995 y Ordóñez

Cifuentes, José, Rostros de las prácticas etnocidas en Guatemala, México, IIJ/UNAM, 1998.27 “Durante la guerra, lo que más debilitó el Derecho indígena fue la militarización de las comunidades, la eliminación

física de autoridades indígenas, y el reemplazo de estructuras comunitarias por estructuras militares o paramilitares –como las patrullas de autodefensa civil subordinadas al ejército, o las fuerzas irregulares locales de la guerrilla que utilizaban métodos violentos para controlar a la población y resolver de toda índole, aunque en dimensiones y modalidades diferentes. La reforma de la Constitución de 1985 elimina funciones de justicia a los Alcaldes y sanciona, dejando sin ventana legal al Derecho Indígena y a la justicia comunitaria basada en la actuación de los alcaldes. En 1998 fracasa la Consulta Popular o referéndum para aprobación de reformas a la Carta Magna que debía constitucionalizar los Acuerdos de Paz... En términos políticos el “no” congeló el tema del derecho indígena y dejó en gran medida sin efectividad el reconocimiento legal hecho por el Convenio 169 de la OIT. De otro lado, la mayor presencia física de los aparatos de justicia de la zona indígena también trajo como consecuencia un mayor celo frente a las autoridades tradicionales...” Véase: Irigoyen Raquel, Pautas de coordinación entre el derecho Indígena y el Derecho Estatal, Guatemala, Fundación Myrna Mack, 1999 y “El debate sobre el reconocimiento constitucional del derecho indígena en Guatemala” América Indígena, Vol. LVIII, Núm 1-2, enero-junio 1998. Ferrigno, Víctor, “proyecto justicia y multiculturalidad”, Quetzaltenango, Guatemala, Misión de Naciones Unidas para Guatemala (MINUGUA), informes de seguimiento, 1998/99. Irigoyen Fajardo, Raquel, Víctor Ferigno Figueroa y Jesús Acevedo, “Acceso a la justicia en Guatemala: situación y propuestas”, Informe para la Agencia Sueca para el Desarrollo, Guatemala, mayo 2003.

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de Xojolá, municipio de Nahualá, en el departamento de Sololá, al plantear los desafíos en los sistemas de cargos indígenas, puntualiza:

“Uno de los principales desafíos que confrontan las instituciones indígenas como el Consejo de Principales de Xojolá es el proceso de la modernización. El embate de los medios de comunicación, las relaciones económicas que establecen alrededor y dentro de la comunidad, la expansión de las sectas protestantes, la injerencia política del Estado y los partidos políticos son otras de ellas. No podemos dejar de mencionar otros actores como las organizaciones de desarrollo nacionales e internacionales, que de buena intención pero bajo el pretexto del desarrollo intervienen y presionan para modifi car valores. Todo esto presagia un futuro difícil para la sobrevivencia de instituciones representativas de los valores y cosmovisión indígena debido a que muchos de los jóvenes carecen de sentido de pertenencia ancestral producto de la opresión y discriminación étnica. Otro elemento

importante de considerar en la so-brevivencia de la institucionalidad indígena, es el impacto de las ten-dencias descentralizadoras y de reforma del Estado”.28

Para los pueblos indígenas guate-maltecos su problema fundamental es la de su supervivencia física y cultural y, por lo tanto, el de su reconocimiento como entidades nacionales específi cas que viven bajo el signo de la muerte, tales como el racismo que es el re-crudecimiento de la manifestación humana más irracional; la destrucción ambiental que amenaza la suerte del planeta; la opulencia de la oligarquía y burguesía nacional que se disputa el poder, como fracciones de clase que se codean con la miseria y la destrucción cultural, aparentemente menos violenta, pero más insidiosa.

Esto se vincula a un problema en el terreno de la cultura, en lo que se refi ere a sus elementos, en donde el problema está defi nido en términos de relaciones entre grupos sociales, la dialéctica del control cultural no se establece entre “lo mío” y “lo tuyo”, sino entre “nues-tro” y “de los otros”. Propio y ajeno

28 Ponencia presentada en las VIII Jornadas Lascasianas, Balance y perspectivas del Derecho Social y los Pueblos Indios de Mesoamérica”, Guatemala, Guatemala, del 25 al 28 de mayo de 1998.

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tiene connotación social, no individual, como lo planteó Guillermo Bonfil Batalla.29

En los pueblos del Lago de Atitlán, el Triángulo Ixil, Santa Eulalia e Ixchi-guán, las prácticas del derecho consue-tudinario no parecen en la escena de la vida pública, se tornaron nuevamente clandestinas, se les equipara de mala fe con el fenómeno de los linchamientos, algunos operadores de justicia, formu-lan la acusación que el Convenio 169 de la OIT, los legitima y da pie a los linchamientos, cuando la verdad es otra, es una práctica emparentada con la contrainsurgencia y además porque la administración de justicia en el decir ciudadano, no tiene crédito ni capacidad para resolver la problemática del acceso y la administración de justicia. Los indí-genas prefi eren acudir a la Municipali-dad en vez de ir a los Centros de Justicia –Cajs– o a los Tribunales.

Los pueblos indígenas a su compleja problemática, que no sólo implica los recuerdos y el agobio psicosocial de la guerra que no se ha abordado y tratado convenientemente como un compromiso de Estado; las disputas y confl ictos por las tierras traídos a cuenta como proble-ma postconfl icto en donde aparecen los reclamos de los refugiados en México y en el interior del país y la instauración de reservaciones militares en donde se trasladó población en forma forzada que ocupó las tierras y que en términos jurídi-cos no hablamos de propiedad, como un derecho real, sino más bien de derechos posesorios, cuya solución no puede diri-mirse satisfactoriamente en los tribunales de justicia sino encierra un problema emi-nentemente político que debe ser tomado en cuenta en la transición a la democracia si se da en el país, en donde las mejores tierras están en manos de la oligarquía nacional y hoy en crisis por los problemas del mercado internacional del café.

29 “Como el problema está defi nido en términos de relaciones entre grupos sociales, la dialéctica del control cultural no se establece entre “lo mío” y “lo tuyo”, sino entre “nuestro” y “de los otros”. Propio y ajeno tie-nen connotación social no individual. Cultura autónoma: el grupo social posee el poder de decisión sobre sus propios elementos culturales: es capaz de producirlos, usarlos y reproducirlos. La agricultura tradicional del maíz... Cultura impuesta: ni las decisiones ni los elementos culturales puestos en juego son del grupo social, sin embargo, los resultados, sin embargo, entran a formar parte de la cultura total del propio grupo. Podría ser el caso de los hábitos de consumo impuesto por el sistema mercantil: la introducción de la cerveza en substitución del pulque...Cultura apropiada: los elementos culturales son ajenos, en el sentido de que su producción y/o reproducción no está bajo control cultural del grupo, pero este lo usa y decide sobre ellos. Cultura enajenada: aunque los elementos culturales siguen siendo propios, la decisión sobre ellos es expropiada. El bosque es de la comunidad, pero la tala es de una compañía maderera de acuerdo con sus intereses.La folclorización de danzas y festividades religiosas que se promueven con un interés comercial completamente a su sentido original”. El autor advierte que los ejemplos son muy obvios, sólo para ilustrar a brocha gorda. Pensar nuestra cultura. México, Alianza Editorial, 1992. pp. 51-52.

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Esta problemática que señalamos responde a una respuesta de carácter político, pero en lo jurídico, encontra-mos que en materia agraria no existe tribunales, ni menos aún un Procurador como existen en otros países y es más en las Facultades de Derecho en el pensum de estudios es poco reconocido y la lite-ratura para su enseñanza es francamente pobre y no porque en Guatemala no exista profesionales competentes sino quedó prohibida su enseñanza y su in-vestigación, debemos recordar que los profesores de derecho agrario, derecho del trabajo, derecho penal alternativo, sociología del derecho y otras materias fueron perseguidos y de esa suerte aban-donaron la universidad para dedicarse a otros menesteres, salieron al exilio y otros fueron asesinados.

Por ejemplo una de las limitaciones de los Centros de Administración de Justicia, como modelo alternativo y de los tribunales en Guatemala, es que no se cuenta con personal entrenado en derechos humanos, sociología del derecho, antropología jurídica, crimi-nología, psicología judicial, médicos y antropólogos forenses, etc. Los cursos de actualización de ninguna manera pueden resolver esta situación y cons-

tituyen una contribución por lo que lo recomendable es que la carrera de dere-cho tenga al fi nal del pensum de licen-ciatura especialidades en estos campos y enseñanza de lenguas indígenas. Para el caso de profesionales de otros campos también un conocimiento adecuado de campo jurídico.

Estas inconveniencias profesionales fueron señaladas por Rodolfo Staven-hagen, en su visita a Guatemala, como relator de Pueblos Indígenas de Nacio-nes Unidas.

La práctica como abogados nos demuestra lo que podríamos denominar la “ignorancia de la doble vía”: por un lado, el procesado indígena que desco-noce el derecho estatal (ladino), debido a su condición monolingüe, analfabeta y de precaria situación económica; por otro lado un juez, ministerio público, médico forense, peritos, traductores, coordinadores de programas de justi-cia, en síntesis burocracia judicial, que desconoce las normas internacionales y los principios que orientan los derechos humanos en materia penal pero que además desconocen la cosmovisión jurídica de los procesados en términos culturales y que da una situación de

30 Esto tiene carácter vinculante con el denominado positivismo jurídico, veáse: Scarpelli, Uberto ¿Qué es el positi-vismo jurídico?, México, editorial Cajica, 2001; Raz, Joseph, La autoridad del derecho, México, UNAM, 1982. Treves, Renato, Introducción a la Sociología del Derecho, España, Taurus, 1978.

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suma gravedad. En ese orden de ideas, los programas con los operadores de justicia deben ser de actualización pues para ocupar las plazas debe exigirse un perfi l adecuado pero que lamentable-mente las Facultades de Derecho, no proveen que es otro problema, por lo que sugiero la posibilidad de especia-lizaciones terminales en la carrera de derecho para quienes ofrecerán servicios profesionales en el campo de la admi-nistración de justicia.

Lo anterior implica que el nuevo operador en el campo de la adminis-tración de justicia, tiene que superar necesariamente las perspectivas de la dogmática jurídica1 y estar al día con los aportes contemporáneos de la crimino-logía, la psicología y sociología judicial, la antropología jurídica y los derechos humanos.

Para superar las limitaciones del ordenamiento legal interno, el caso de Nicaragua es ejemplar porque dispone la plena aplicabilidad de la Declara-ción Universal de Derechos Humanos, los Pactos de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.

Lamentablemente para el caso de Guatemala es imposible por ahora par-tir de la consagración constitucional de los derechos específi cos de los pueblos

indígenas, como es el caso de Nicaragua o Colombia.

Siempre he insistido en retomar la idea del amicus curiae, expresión latina, pero institución de tradición anglosajona. La idea es que el pueblo pueda valer su opinión ante el juez y exponerle a título de amigo o colaborador del tribunal ante un tema. La participación ciudadana es, para quienes sustentan la idea, que la reforma de la justicia no es sólo la reforma de los jueces; es también la reforma de todos: la reforma de la sociedad y, en ese sentido, la sociedad es la que tiene que ser la impulsora directa de una mejor justicia y de una justicia mucho más atenta a los valores sociales y en ese sentido para el caso deben recurrirse al amigo indígena.

Abrir foros de consulta sobre el ac-ceso y la administración de justicia que afecta a los pueblos indígenas y en lo particular sobre el reconocimiento del derecho consuetudinario indígena.

Por ahora el número de intérpretes es insufi ciente y no tienen una formación jurídica adecuada que permita califi car que conocen el derecho estatal y en al-gunos casos el derecho consuetudinario indígena.

Pero sin duda alguna, el problema no termina para los procesados en materia penal con las limitaciones en la adminis-

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tración de justicia sino en lo más grave en el sistema penitenciario, como es del conocimiento público y en los lugares apartados e incluyendo los Centros de Administración de Justicia, son verda-deras mazmorras.

En todo caso estas circunstancias afectan a los procesados indígenas en materia penal, amén de los grandes vi-cios que en general existen como lo son: la problemática del preso sin condena; la lentitud judicial, el castigo no al de-lito sino a la pobreza; la discriminación étnica y económica, el racismo, y el terrorismo judicial, aspectos por demás conocidos y señalados en materia de derechos humanos por la doctrina.

A los anteriores se suman otros pro-blemas sociales serios, que son motivo de acciones de impunidad y constituyen tabú, como me lo manifestaron infor-mantes en Santiago Atitlán31 y otros lugares en Guatemala, me refi ero al nar-cotráfi co, al “coyotaje” o sea los llama-dos también polleros, de los emigrantes a los Estados Unidos. En Nebaj y otros

pueblos, las “maras” o sea el fenómeno conocido primero en México y que viene de los Estados Unidos, o sean los “cholos” y no decir de los suicidios de los jóvenes, la prostitución de mujeres y hombres y la dependencia a las drogas y al alcohol.

Estos fenómenos deben ser incorpo-rados como materia de investigación so-ciológico-jurídica. Por supuesto que no es un problema que deba ser resuelto con la creación de leyes represivas sino como un problema social y con un tratamiento desde esa perspectiva. A lo anterior debe sumarse la inseguridad por las bandas de delincuentes robacarros y asaltantes como el antiguo oeste norteamericano y contrabandista de toda índole.

Para concluir, haré referencia a la necesidad de instaurar los principios de autonomía interna para el caso del ejercicio del derecho consuetudinario indígena, y la factibilidad de la regula-ción y vigencia del pluralismo jurídico en Guatemala.

31 En conversaciones en Santiago Atitlán, pregunté que quizás por los vientos fuertes que ponen en peligro la nave-gación, “Xocomil” no circulan embarcaciones nocturnas, bueno me respondieron puede ser, pero por las noches navegan los “narcos”, el lago de Atitlán desde hace muchos años, desde fi nales de los sesenta, se volvió un paraíso primero para los denominados “hipis”, luego los veteranos de la guerra de Corea y Vietnam, actualmente también: jubilados, drogadictos, homosexuales y pederastas que corrompen a los jóvenes de la comunidad, norteamericanos particularmente, se dice. La población se queja de ellos, pues tampoco dejan ninguna derrama económica a la comunidad. Uno de los operadores de justicia me insinuó que no debe hablarse del problema del narcotráfi co pues es peligroso... por lo tanto, también es peligroso tratarlo en los tribunales de justicia y en lo particular en el CAJ...Pues sólo existe se dice: “consumo” seguramente cae del cielo...

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Para comenzar la temática tiene escasas posibilidades de desarrollarse en el ámbito político práctico en el país, justamente en el marco de los Acuerdos de Paz, que como compromiso de Esta-do signo Guatemala, cabe para hacerlo efectivo, signar un pacto con los pueblos indígenas encaminado a regular constitu-cionalmente sus derechos administrativos (autonomía interna y resolver como las fronteras departamentales y municipales no corresponden a las fronteras étnicas) y el acceso y la administración de justi-cia, sin excluir ni discriminar al derecho consuetudinario indígena y superar las propuestas de los denominados Juzgados de Paz Comunitarios y los Centros de Administración de justicia denominados Caj y algunos consentimientos dados en su aplicación pero que quedan como señales de buena voluntad pero frágiles si no tienen un reconocimiento de la natura-leza que proponemos y que, por otro lado, no se trata de sugerir enfrentamientos interétnicos, sino reconocimientos en una sociedad pluricultural y pluriétnica que tiene dos dimensiones, siendo la primera naturalmente más amplia que también debe considerarse en un nuevo pacto político nacional, en especial a lo que se denomina culturas subalternas de otros sujetos sociales, llamados en materia de derechos humanos “sectores vulnerables” que también sufren exclusiones en el ac-ceso a la administración de justicia, como advertimos algunos casos en los primeros ítems de este ensayo.

En las Cumbres de Pueblos Indíge-nas, convocadas por la Premio Nóbel Rigoberta Menchú, al tenor de las ideas propuestas, encontramos estos resguar-dos, sobre el asunto:

I. Cumbre: Declaración de Bokob, Chimaltenango, Guatemala, celebrada del 24 al 28 de mayo, 1993.

“A las puertas del Siglo XXI, ve-mos con preocupación la sistemática violación de los derechos de los pueblos indígenas, el incremento de la violencia contra las mujeres y niños indígenas, las exclusiones en la toma de decisiones po-líticas, la discriminación y las distintas formas de explotación que mantienen los Estados y las corporaciones trasnacio-nales sobre nuestros pueblos...Frente a este panorama sombrío, las culturas mi-lenarias que encarnan nuestros pueblos emergen como una voz de esperanza de un futuro más equilibrado, como lo han demostrado a través de la historia.

II. Cumbre, en Oaxtepec, Morelos, México, territorio de los pueblos nahuas y tlahuicas y lugar de retiro del Señor Moctezuma en tiempos antiguos, hoy parte de la República mexicana, celebrada del 4 al 8 de octubre de 1993.

“Por último, los delegados asistentes a la II Cumbre de los Pueblos Indígenas, venidos de los cuatro rumbos de nues-

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tro planeta, reiteramos que no es por el camino de la confrontación como habre-mos de construir las nuevas relaciones entre nuestros Pueblos y los Estados nacionales. Serán el diálogo, respeto mutuo y el trato digno en el concierto de las naciones y al interior de los países, lo que nos permitirá alcanzar una nueva relación con los pueblos no indígenas y avanzar en la construcción de un nuevo futuro para nuestros pueblos y para la humanidad entera.

Creemos en la sabiduría de nuestros ancianos y sabios, quienes nos enseña-ron y legaron la fuerza y el arte de la palabra, hablada o escrita en los libros antiguos y que permanece viva en la memoria cotidiana de nuestros pueblos. Han pasado los 500 años de oscuridad, y hoy sabemos que este es el tiempo del Nuevo Amanecer que ha de alumbrar el futuro de nuestros pueblos”.

Las propuestas de las Cumbres In-dígenas, tienen que ver con lo que Luis Villoro, plantea como el Estado equita-tivo, o sea que para mantener la unidad de un Estado plural se requiere más que la tolerancia. Porque la tolerancia pue-de ser un respeto a todas las opiniones divergentes. Pero un respeto que admite dicha diversidad sin ponerlas en relación

las unas con las otras. Porque encima de la tolerancia es necesaria la cooperación, la aceptación de las diferencias puede variar desde una simple condescen-dencia hasta un reconocimiento activo del valor de la posición ajena, así para Villoro, sólo el diálogo racional podrá avanzar en el proyecto de una nueva forma de Estado.32

Naturalmente que una de las vías es el diálogo y para el caso de Guatemala, que sufrió un proceso de contrainsur-gentes desde 1954 y luego en los últi-mos años 32 años de guerra interna y un proceso de tránsito a la democracia que no se advierte, las propuestas auto-nómicas, se enfrenta para implementar la democracia multiétnica, al decir de Marcos Roitman Rosenmann, con varios problemas, y subrayo lo que a lo largo de su escrito me parece trascendente:

“América Latina no se caracteriza por su homogeneidad étnica. Por el con-trario, su peculiaridad está en ser una re-gión donde la diversidad étnica-cultural deja constancia de sociedades nacionales que se han conformado en un proceso de conquista y violencia étnica”.

La exclusión de pueblos y comu-nidades indígenas ha dado lugar al

32 “Del Estado homogéneo al estado plural”, en: Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando. (Coordinador) Pueblos Indígenas y derechos Étnicos. VII Jornadas Lascasianas, México, IIJ/UNAM, 1999. pp. 69-83.

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nacimiento de Estados que solventan la dominación ladina sobre una doble hegemonía: de clase y étnica.

El etnocentrismo y el mito de la su-perioridad racial confi guran las bases de una peculiar hegemonía monoétnica.

El ejercicio del poder reserva “de-recho de admisión” a los miembros de la etnia hegemónica, siendo sus valores, simbología, lenguaje y comportamiento social lo que determina la pertenencia política al Estado. A la división de clases de capitalismo se añade un componente étnico, cuya fuerza radica en el consenso previo sobre la “natural” superioridad de la cultura del capitalismo. Es la naciona-lidad truncada por exclusión.

El colonialismo interno, forma de dominación-explotación, asumida por las clases sociales que comparten la hegemonía monoétnica se redefi ne bus-cando una caracterización del problema étnico sobre criterios de efectividad de mercado.33

Ver la problemática en la doble pers pectiva de clase y etnia, superan las propuestas que en el debate de los científi cos sociales guatemaltecos, hizo

partido únicamente desde una sola pers-pectiva. Norma Stoltz, lo vio con mucha claridad:

“Junto a la división indio-ladina de la sociedad guatemalteca, existe otra con implicaciones políticas aún más impor-tantes: la de clases. Ambas categorías se traslapan en medida considerable. Por lo general ser indio signifi ca ser pobre y poseer poca tierra o carecer de ella. Los que son ricos y tienen propiedades no son indios; salvo un pequeño grupo de familias indígenas que poseen estableci-mientos comerciales en contados centros urbanos de las áreas indígenas no hay indios ricos. La burguesía indígena exis-tente no goza del poder político como el grupo ladino de propietarios”.34

La cuestión radica en las relaciones, los procesos y estructuras político-eco-nómicas y socioculturales específi cas de dominación. Lamentablemente las condiciones vigentes de explotación inscritas en los programas neoliberales continúan provocando decrecimiento poblacional, dado los estragos produ-cidos por enfermedades (desnutrición, paludismo, tuberculosis, lepra y sida) y las mismas condiciones de vida, los movimientos migratorios y el desarraigo

33 “Formas de Estado y democracia multiétnica en América latina”. Pablo Gonzáles Casanova y Marcos Roitman, Coordinadores, Democracia y estado multiétnico en América Latina. México, UNAM, 1996. pp36-62.

34 “La minoría que es una mayoría” en Susanne Jonas y Dabis Tobis (Compiladores). Guatemala, una historia inmediata, México, Siglo XXI, 1976. pp. 53-79

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de los lugares de origen y el resquebra-jamiento de sus lazos de parentesco e identidad étnica, y naturalmente, de las relaciones de intercambio y reciprocidad que son bases fundamentales de articu-lación de la sociedad indígena.

Los problemas que enfrenta la cul-tura popular y la cultura nacional; las relaciones socio-políticas del Estado y los pueblos indígenas (la cuestión de las autonomías) y, el problema del marco ju-rídico en que se desarrolla la vida social y cultural de la nación guatemalteca.

De esa suerte, tenemos que los movimientos de liberación y desco-lonización internas, son también los movimientos que en los inicios del nuevo siglo, son los únicos capaces de reelaborar una nueva concepción de los derechos humanos, que tomen en cuenta los derechos colectivos de los pueblos y bajo los signos de la toleran-cia, el pluralismo cultural y en contra de las prácticas neoliberales que les afectan más que otros sectores. Estos movimientos contribuirán notablemen-te a la construcción de la paz mundial y sobre el particular, tenemos como muestras los Acuerdos de Paz que para Guatemala y México se dieron y que in-fortunadamente los estados nacionales comprometidos incumplen con su pala-bra peligrando con ello la transición a la democracia y la construcción del estado nacional pluriétnico y pluricultural.

Se trata también de rescatar lo que se ha denominado los aportes “tercermun-distas” en materia de derechos humanos, que son fruto de la lucha descolonizado-ra. Seguramente en ellas, se inscriben las propuestas frente a la destrucción cultu-ral; en tanto que uno de los principales problemas en el campo de los derechos humanos es el etnocentrismo cultural e ideológico. El problema, como lo señala el Departamento de Sociología del De-recho, de la Universidad de Lund, Sue-cia, es cómo superar el individualismo occidental con su justicia atomista frente a los reclamos colectivos de pueblos y grupos y, sobre todo, a reclamos de grupos en desventaja como es el caso de la mayoría de los países del “tercer mun-do”. Este problema se agudiza cuando tomamos en cuenta la tercera generación de los derechos colectivos. Este grupo de derechos humanos está basado en el proceso de descolonización y para nues-tros países de descolonización interna, lo mismo que en el surgimiento de la lucha por un Nuevo Orden Económico Internacional.

Por lo tanto la lucha radica en la creación de un nuevo discurso jurídico en el marco del derecho nacional e in-ternacional, que de cabida a estos pos-tulados y abra brecha, tal como sucede en los Convenios 11 y 169 de la OIT con sus limitaciones, la Convención contra los delitos de genocidio, ratifi cada por Guatemala pero nunca aplicada, el que-

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hacer de la UNESCO frente a racismo y las discriminaciones y las propuesta de la Declaración Universal de los Derechos de los pueblos indios.

Las contribuciones de los pueblos indígenas y otras culturas subalternas del mundo, en sus propuestas enriquecen las limitaciones etnocéntricas dominantes del occidente, en donde las formas, los contenidos y los “valores” de su cultura se asumen como patrón para medir las culturas ajenas, que proclaman por parte de la cultura dominante la discrimina-ción y las prácticas etnocidas sobre las culturas oprimidas y la resistencia de los grupos periféricos y subalternos a las imposiciones “civilizadoras”, al decir de Cirese. Esta resistencia se vincula a las propuestas del desarrollo de una “cul-tura propia” o sea, a la capacidad de las respuestas autónomas ante la agresión, la dominación y también la esperanza en el sentido bonfi liano.

En mi revisión bibliográfica de Guatemala, me ha llamado profunda-mente la atención el trabajo Nosotros conocemos nuestra historia, escrito por una población casi analfabeta no capacitada académicamente, (dicho por ellos) pero capaz de escribir y de expli-citar, como comunidad y como pueblo, sus experiencias históricas y que recoge los manuscritos de la población en su mayoría indígena, refugiada en las montañas selváticas del norte de Guate-

mala y de los refugiados guatemaltecos en la selva de las Margaritas, Chiapas, México, este trabajo no sólo me enseñó sino también aprendí cómo la historia nacional va más allá del mundo acadé-mico que no terminamos de construir nuestro marco teórico o quizás se deba a que olvidamos a Gramsci, en el ideario de los intelectuales orgánicos.

En todo caso, he considerado oportunas estas observaciones para Guatemala antes de entrar en materia en torno a la cuestión de la autono-mía. Que para el caso solo contribuirá como una referencia, el movimiento indio guatemalteco a diferencia del mexicano no lo viene reclamando en forma directa pero para el caso de la aplicación del derecho consuetudinario indígena puede ser un elemento fun-damental con características propias y rescatables, me parece.

En torno a la autodeterminación de los pueblos, encontramos, como dicen los tratadistas, que la prevalencia del estado sociológicamente multinacio-nal en el mundo de hoy es un hecho. Más del 90 por ciento de los Estados actualmente existentes están com-puestos de diversos pueblos. De tal manera que el Estado uninacional, que para muchos pensadores constituiría el ideal de una sociedad internacional verdaderamente democrática, es hoy una excepción.

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José A. Obieta Chalbaud, en cuanto al derecho de autodeterminación de los pueblos, nos enseña, que este derecho se desdobla en cinco derechos particu-lares:35

1. El derecho de autoafi rmación, dere-cho básico de todo pueblo y como la introducción a todos los demás dere-chos. Consiste fundamentalmente en la capacidad exclusiva que tiene un pueblo de proclamarse existente, de dar un testimonio válido de sí mis-mo sin ninguna clase de injerencias extrañas y, consiguientemente, en el derecho a que este testimonio sea reconocido por los demás y aceptado como tal con todas sus consecuen-cias36.

2. El derecho de autodefi nición. Con-forme este derecho, que es una consecuencia del anterior, la co-lectividad determina por sí misma quiénes son las personas califi cadas para constituir ese grupo. Otro es el caso de un pueblo que por no ser independiente forma parte de un Es-tado que no es el suyo propio, como ocurre con las minorías nacionales y grupos étnicos englobados en los llamados Estados nacionales.

3. El derecho de autodeterminación. Este es un complemento del ante-rior e implica el derecho del grupo o pueblo a determinar los límites de su territorio. La delimitación del territorio la llevará a cabo el propio pueblo basándose en el principio histórico, cuando este no ofrezca duda razonable.

4. La autodeterminación interna. El cuarto aspecto de la autodetermi-nación es el llamado derecho de autodeterminación interna. Consiste este en la facultad que tiene la co-lectividad de darse el régimen de gobierno que quiera el pueblo. Es, pues, una consecuencia directa de la concepción democrática de la vida social según la cual no existe ningún poder público que no provenga de la colectividad.

5. La autodeterminación externa, con-siste esencialmente en la facultad que tiene el pueblo de determinar por sí mismo su status político y su futuro en relación a otros grupos sociales. Así como por la autode-terminación interna el pueblo fi jaba su régimen político respecto de sus propios miembros, por la autode-

35 El derecho de autodeterminación de los Pueblos. España, Universidad de Deusto Bilbao, 1980º. p. 57 y sigs.36 El autor cita: A. Fenet. Un regrettable pas en arrière: le concept de peuple minoritaire dans la Declaration Uni-

verselle des Droits des peuples, en la obra colectiva A. Fenet (ed), Peuples et etats du Tires Monde face à l´orde international, París, P.U.F., 1978, p. 13o

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terminación externa lo fi ja respecto a los demás pueblos y estados. En derecho internacional el ejercicio de la autodeterminación externa reviste tres formas: La primera consiste en la decisión libremente tomada de un pueblo de unirse a un Estado ya existente; la segunda forma de ejer-citar la autodeterminación externa es aquella en la que un pueblo decide libremente unirse a otros pueblos para formar todos juntos un nuevo Estado; la tercera y última forma que reviste es aquella en la que el grupo o pueblo decide libremente separarse por completo del estado al que hasta entonces había estado sometido para constituir por sí un nuevo estado independiente.

Los cinco derechos que se acaban de explicar son los que encierran el concepto genérico de autodeterminación tal como ha sido este tradicionalmente entendido. Obieta Chalbaud, también señala dos notas importantes: la nacio-nalidad étnica y la nacionalidad estatal. La nacionalidad étnica tiene un carácter sociológico y consiste en un vínculo psicológico y afectivo que une y liga permanentemente a una persona con una nación o grupo étnico, a la vez que ex-presa la pertenencia real de esa persona a una determinada comunidad cultural.

La nacionalidad estatal, en cambio, tiene un carácter jurídico-político, y consiste en un vínculo jurídico por el que una persona queda adscrita a un determinado estado, o comunidad política. Es evi-dente que estos dos vínculos no tienen porqué coincidir.37

Para Héctor Díaz Polanco, “A nuestro juicio, usando precisamente su derecho de autodeterminación, los pueblos pueden decidir libremente por una gran variedad de caminos, que va desde la constitución de un estado nacional propio hasta la conformación de entes autónomos en el marco de un Estado determinado” e insiste que “La eventualidad de esta úl-tima opción es una especie de ineludible agenda teórico política para los próximos años. Algunas de esas cuestiones serían las siguientes: l. Hay que discutir a fondo cómo se relaciona la problemática étnica con la cuestión de la democracia en el contexto latinoamericano... 2. Es nece-sario analizar lo que es, hasta hoy, una contradicción cultural: la que se da entre la particularidad étnica y la universalidad. Es decir, la difícil compatibilidad de los derechos étnicos y la universalidad... 3. Actualmente existe un debate internacio-nal en torno a las poblaciones indígenas y las comunidades étnicas del mundo... 4. Tenemos que abordar en todos sus aspectos (no sólo en los económicos y

37 Ibidem, p. 28.

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políticos, sino también en los sociales y culturales) el problema del centralismo en la organización y el funcionamiento de las naciones latinoamericanas... 5. Al parecer existe un renacimiento del reclamo popular por la pluralidad. Este se estrella contra el principio de la unidad nacional como homogeneidad sociocul-tural que históricamente han pagado caro las etnias latinoamericanas, y 6. Así las cosas, próximos a 1992, los esfuerzos encaminados a esclarecer los rasgos y las implicaciones de eventuales regímenes de autonomía en las complejas condi-ciones latinoamericanas, considerando la vasta experiencia mundial acumulada, se vuelven más urgentes y necesarios.38

Lo propuesto por Díaz Polanco, en verdad constituyen una agenda importante y es sumamente complejo en nuestro contexto y para el caso que abordamos, como lo señala en su artí-culo: “el reconocimiento de derechos socioculturales a través de la autono-mía suscita incertidumbres respecto a su compatibilidad con los derechos y garantías individuales consagrados en las respectivas constituciones. Pero no existe fundamento para suponer que la vigencia de los derechos socioculturales puede crear algún género de privilegio perturbador de los derechos individuales. Se trataría de renovar el pacto social para

–dejando a salvo las garantías y derechos individuales– que constituyen al menos formalmente, evidentes conquistas his-tóricas de nuestros pueblos solventar las omisiones que en ese terreno, y en el de los derechos colectivos, han afectado a los pueblos indios”.

Cabe aclarar que la notable evolu-ción de los derechos humanos, desde la perspectiva del occidente, difi culta entender cómo el otro derecho, el del mundo indígena, más que privilegiar los derechos individuales se priorizan los derechos colectivos en la medida que en su construcción, o sea en la forma que producen y reproducen su vida social parte de otros principios en los cuales predominan los intereses colectivos, los derechos comunitarios.

Sobre las contradicciones jurídicas expuestas por Díaz Polanco, analicemos la siguiente observación, producto de investigaciones de campo:

“En una cultura comunitaria, cuya raíz es la vida colectiva, el derecho indi-vidual es una excepción. La defi nición misma de derecho lleva implícita la idea del consenso, del acuerdo, y del respeto por las normas establecidas por la co-munidad. Desde este punto de vista, es evidente que, mientras la cosmovisión

38 “Derechos Indígenas y autonomía”. Crítica Jurídica, No 14. México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Uni-versidad Autónoma de México y Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, No 11, 1992, pp.31-59.

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de los mestizos, marcada por la pre-eminencia del individuo sobre el grupo, requiere de una normatividad que oriente la búsqueda del bien común, en el caso de los pueblos indígenas esta visión está en la raíz de su concepción del derecho, lo que resulta extraño a su mentalidad es, justamente, la valorización de lo indivi-dual por encima de lo colectivo”39

Lo anterior se liga también con la libre determinación de los pueblos como señala Augusto Willensem, y rescato tres de sus observaciones verbales que manifestó en un evento celebrado en la Ciudad de México:

“La primera, que la unidad que pre-ocupa a los estados puede lograrse más cabalmente y a nivel más profundo a tra-vés de una diversidad respetuosa de las diferencias entre los grupos existentes que reivindican una realidad diferencia-da dentro de la sociedad global.

La segunda, pluralismo, autogestión, autogobierno, autonomía y autodetermina-ción, dentro de una política de desarrollo endógeno haría justicia a las aspiraciones de los pueblos y comunidades indígenas que han estado sometidas a interferencias e imposiciones durante tanto tiempo.

La tercera, el principio de libre de-terminación de los pueblos consagrados internacionalmente no necesariamente implica la separación de los mismos del Estado para formar otros, como equivo-cadamente se afi rma. Por el contrario incluye formas de autonomía dentro del Estado.

Esta es la forma que en sus diversas manifestaciones favorecen hoy los pue-blos indígenas en los países latinoameri-canos. Hacerla posible es un imperativo de la convivencia pacífi ca y democrática dentro del Estado contemporáneo”40.

Debemos recordar al respecto que el principio de autodeterminación de los pueblos como un derecho colectivo, aparece en forma expresa en la Carta de la ONU, ingresa a los dos Pactos Inter-nacionales de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de los Derechos Eco-nómicos, sociales y culturales y el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, aprobados por la Asamblea General en 1966 y vigentes a partir de 1976, consagrándose en el artículo 1 de ambos Pactos en la siguiente forma: “To-dos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de ese derecho establecen libremente su condición polí-

39 Fundación Vicente Menchú, “Cosmovisión y prácticas jurídicas indígenas” en Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando (coord.), VI Jornadas Lascasianas. Cosmovisión y prácticas jurídicas de los pueblos indios, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas. UNAM, 1994. p. 69

40 ILSA. Asociación Interamericana de Servicios legales. Talleres de derecho alternativo, Documento No 2. Bogotá, Colombia, 1989.

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tica y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural”.

El artículo 27 de la Declaración Uni-versal de Derechos Humanos, establece:

“Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científi co y en los benefi cios que de él resulten”.

Lamentablemente la práctica de Naciones Unidas es todavía limitada principalmente a Estados naciones, y no así a minorías y menos pueblos indíge-nas, en una fl agrante contradicción con el principio legislado en los Pactos.

Diferenciado que no son mandatos normativos internacionales, pero que re-cogen estos principios en el nivel decla-rativo, son importantes la Declaración de San José Costa Rica del 11 de diciembre de 1981, bajo el amparo de UNESCO y

FLACSO, con la presencia de dirigentes indígenas y expertos comprometidos con el desarrollo de los derechos de los pueblos indígenas:

“Como creadores, portadores y reproductores de una dimensión civili-zatoria propia, con rostros únicos y espe-cífi cos del patrimonio de la humanidad, los pueblos, naciones y etnias indias de América son titulares colectivos e individuales de todos los derechos ci-viles, políticos, económicos, sociales y culturales amenazados”.

En los principios de la Cooperación Cultural Internacional, en el artículo I:

“Toda cultura tiene una dignidad y valor y...todo pueblo tiene el derecho de desarrollar su propia cultura en su fecunda variedad y por las infl uencias recíprocas que ejercen sobre otras, todas las culturas forman parte del patrimonio de la humanidad”.41

41 En los últimos años, los llamados derechos de los pueblos han cobrado una importancia cada vez mayor dentro del derecho internacional, en cuanto ejemplo único de ese grupo de derechos no basados en Estados, sino más ampliamente, en comunidades humanas aparentemente distintas de los Estados. En particular la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos de 1981 ha signifi cado un nuevo momento para el desarrollo de los nue-vos derechos colectivos de los pueblos. En sus artículos 19 al 24, esta carta hace una relación de un número sin precedentes de derechos de los pueblos empezando por un derecho a la igualdad y terminando con un derecho al medio ambiente. Quizás podríamos agregar que históricamente en el campo de la historia del derecho indiano, fruto de las polémicas de los defensores religiosos de los indígenas, es signifi cativa la denominada Carta magna de los indios, realizada por el sacerdote Francisco de Vitoria y la carta de Derechos Civiles y políticos (de regia Potestate) de Fray Bartolomé de las Casas. Consultar: Pereña, Luciano, Carta magna de los Indios, Madrid, Uni-versidad Pontifi cia de Salamanca, 1987 (Cátedra V Centenario). Véase también: Zavala, Silvio, La defensa de los derechos de los hombres en América Latina (siglos XVI y XVIII). México, UNAM, 1982 y Ordóñez Cifuentes José y Carlos Ordóñez Mazariegos, “Etnicidad y Derechos Humanos”, Revista Crítica Jurídica No 12, México, IIJ/UNAM, 1993.

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Los pueblos indígenas han venido sosteniendo para el caso, que no son minorías, en Bolivia, Perú, y Guate-mala son mayorías. Esta posición ya viene siendo reconocida inclusive por Naciones Unidas, así, la Subcomisión de Derechos Humanos ha considerado que la cuestión de los pueblos indígenas debe ser tratada de manera diferente a los problemas relacionados con las minorías en general.

Los propios pueblos indígenas sostienen que la situación es diferente a las minorías en general y que debe, por tanto, ser objeto de especial atención: en primer lugar, porque en algunos países latinoamericanos no represen-tan de ningún modo una minoría, sino una mayoría numérica; en segundo lugar, porque los indígenas son des-cendientes de los habitantes nativos de un país que fue poblado o colonizado por in migrantes o conquistados por la fuerza; en tercer lugar, porque han sido víctimas de ciertos procesos de desarrollo económico y político que le han colocado en una situación de sub-ordinación y dependencia con respecto a la sociedad dominante en su propio territorio.42

Pero la autonomía es importante más allá que podamos considerarla como una “demanda madre” como lo sugiere Héctor Díaz Polanco, sino la posibili-dad de hacer efectivos los reclamos de los pueblos indígenas que van desde el reclamo genérico de sus territorios para asegurar sus medios de vida, su desa-rrollo económico y el mantenimiento de sus propias prácticas culturales, sin perturbación de sus propios modos de vida: el desarrollo cultural, el derecho a desarrollar, sus lenguas, religiones, prác-ticas culturales, prácticas médicas, sabe-res tradicionales, organizar sus propios procesos educativos y de comunicación social en general, etc. 43

De esa suerte José Matos Mar, ex Director del Instituto Indigenista Interamericano, en las Primeras Jornadas Lascasianas, precisaba que “La autonomía: En tanto creación de las condiciones políticas en las cuales los anteriores reclamos sean posible y seguros en el largo plazo. No implica un afán de secesión respecto de los estados; plantea un reordenamiento orgánico para compartir las responsabilidades del ejercicio de la soberanía como parte integrante de la nación” y desde

42 Stavenhagen, Rodolfo, Derechos Humanos y Derechos de los Pueblos y Székely, Alberto. Instrumentos Funda-mentales de Derecho Internacional Público, Tomo I, México, IIJ/UNAM, 1981.

43 Para el caso de Guatemala anoto los reclamos de los pueblos indígenas.

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esa perspectiva indica que las políticas indigenistas en respuesta a las presiones indígenas, se transforma en tres pasos fundamentales:

“De la integración a la articulación en la diversidad, como objetivo estra-tégico.

Del asistencialismo a la participa-ción, como la táctica o mecanismos de acción privilegiada.

Del paternalismo a una actitud de diálogo intercultural, como un estilo de relación.

En cuanto a la autonomía: es un te-rreno muy complejo y en general poco desarrollado. En casos excepcionales algunos gobiernos aceptan las formas tradicionales de autoridad, lo jueces locales y las prácticas consuetudinarias de administración de justicia.

Históricamente el sistema de Co-marcas en Panamá y el Estatuto de Au tonomía de la Costa Atlántica de Nicaragua, son dos ejemplos de lo

que se puede hacer en el futuro a este respecto”.44

Como dato sobre la cuestión, Pablo Gonzáles Casanova, rescata los plantea-mientos de José Carlos Mariátegui:

“Mariátegui propuso ‘la coordina-ción de las comunidades indígenas por regiones’, la ‘defensa de la propiedad comunitaria’, la prosecución de acti-vidades políticas y culturales en las comunidades para vincularlas con los movimientos urbanos. Pensaba Mariáte-gui que estas medidas podrían conducir a la ‘autonomía política de la raza india’ y a la ‘obligación de los indios de diversos países’ para liarse estrechamente con los proletarios contra los regímenes feudales y capitalistas. Con todas las variantes históricas que vivimos, su perspectiva es válida aún hoy para comprender y cambiar la realidad de las oligarquías que con los señores de la tierra, los caciques, caudillos y burocracia autori-tarias imponen un colonialismo global, transnacional y neoliberal. La historia de los “indios” y “campesinos” es una y la misma hasta los tiempos presentes”.45

44 “A propósito de Fray Bartolomé de las Casas: los nuevos retos del indigenismo a fi nal de milenio”, en: Jornadas Lascasianas: Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas. Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando (coord.) México. IIJ/UNAM, 19 mayo-agosto 1991. p. 222

45 “Las etnias coloniales y el Estado multiétnico”. Democracia y Estado multiétnico en América Latina, Pablo Gonzáles Casanova y Marcos Roitman (Coordinadores) México, UNAM, 1996. p. 34. Vease: Mariátegui, Siete ensayos de la realidad peruana, varias ediciones. Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando, “José Carlos Mariátegui: Precursor ante el problema agrario y el “problema del indio” en Derecho y poder: la cuestión de la tierra y los pueblos indios, Gerardo Gómez y José Ordóñez Cifuentes, Coordinadores, México, Universidad Autónoma de Chapingo, 1995.

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A estas experiencias autonómicas cabe agregar particularidades, la expe-riencia de la República Popular China que su constitución establece que se trata de un estado multinacional unitario y que la idea de este Estado multina-cional según la versión gubernamental: “Los países occidentales tienen una sola nación, es decir, una nacionalidad forma un país, mientras que en China, cincuenta y seis nacionalidades forman el Estado multinacional chino”. Lo anterior, se dice, responde a la nece-sidad de unifi car la diversidad étnica del territorio y de construir el llamado Estado “multinacional unitario”. Hacia el nuevo siglo, la política y la estrategia no ha cambiado pero sí la terminología, de manera que lo “étnico”, substituye a lo nacional, así: “La República Popular China es un país unitario multiétnico, con 56 etnias”.46

Pero tratándose de la aceptación del ejercicio jurisdiccional del derecho con-suetudinario indígena, de hecho y por derecho es aplicado, como se dice, en Guatemala por ejemplo, en las cabeceras departamentales de Sololá y Totonica-pán, se ejercita el derecho indígena y hoy esas experiencias vienen siendo do-cumentadas por las propias autoridades indígenas con el apoyo de intelectuales

indígenas con conocimiento profesional del derecho estatal y el subsidio de la cooperación internacional. Naturalmente que con limitaciones jurisdiccionales ante la presencia de la justicia estatal y la acusación de mala fe, de esas autori-dades son las responsable de los “lin-chamientos” cuando se dan en las zonas indígenas que resulta incomprensible, pues responde a otros intereses y de los cuales la Misión de Naciones Unidas para Guatemala, MINUGUA, ha docu-mentado con bastante seriedad.

Pero volvamos a nuestro punto de interés, naturalmente que los procesos autonómicos son parte importante de la autodeterminación de los pueblos, y las autonomías son una realidad de distintas partes del mundo y para el caso americano y los pueblos indígenas y afroamericanos, tenemos las experiencias de los Kunas de Panamá, que como fruto de la denominada Revolución de Tule, se les concedió en el año de 1925 la Costa Atlántica en Nicaragua y en Chiapas, México, como experiencias concretas que debemos considerar a futuro y que por supuesto ofrecen diferencias notables con otras partes del mundo, en particular con la española, que es muy interesante pero inscrita en otro contexto.

46 Consultar: Gutiérrez Chong, Natividad, Autonomía étnica en China, México, Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM, 2001.

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En Guatemala tal tratamiento tie-ne que pasar por un reconocimiento constitucional y la aceptación del plu-ralismo cultural y con él el pluralismo jurídico.

Para el caso del derecho consuetudi-nario indígena, el propio Convenio 169 de la OIT, que no reguló y excluyó la autodeterminación de los pueblos, que parte de su propia defi nición restringida de pueblo, lo legitima con un tratamiento con remanentes colonialistas y occiden-talistas como lo hemos advertido y que sobre el particular muchos autores han hecho interesantes observaciones y que en medio de lo “ambiguo” da cabida y acepta con un tratamiento ligero la aplicación del derecho consuetudinario que permitió admitir para el caso de Guatemala los denominados Juzgados de Paz Comunitarios que no son exacta-mente derecho indígena y/o maya como lo señala Rodolfo Stavenhagen en su informe, que hicimos amplia relación en páginas precedentes y en este caso, algunos estiman que puede quedar como una aplicación de un principio de auto-nomía interna.

Lo dispuesto por el Convenio 169 de la OIT, en torno al derecho consuetu-dinario indígena, cuando fue abordado por la Corte de Constitucionalidad de Guatemala, en opinión consultiva, emi-tida el 18 de mayo de 1995, sostuvo el criterio:

El artículo 8 del Convenio estable-ce que debe tomar en consideración el derecho consuetudinario de los pueblos a conservar sus costumbres e institu-ciones propias “siempre que éstas no sean incompatibles con los derechos fundamentales defi nidos por el sistema jurídico nacional ni con los derechos hu-manos internacionalmente reconocidos, es decir, no existe incompatibilidad con la Constitución.”

El Acuerdo de Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad Democrática, agregó como tema de la agenda:

“Con la participación de las orga-nizaciones de los pueblos indígenas, dar seguimiento a los compromisos con tenidos en el Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas res-pecto a la forma de administrar justicia por parte de dichos pueblos, con miras a facilitar un acceso simple y directo a la misma por parte de grandes sectores del país que no logran llegar al sistema de justicia o comparecen ante él en con-diciones disminuidas” (IV, 16, d).

Los compromisos del Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas:

- Promover el reconocimiento del derecho indígena.

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- “Para fortalecer la seguridad jurí-dica de las comunidades indígenas, el Gobierno se compromete ante el organismo Legislativo, con la participación de las organizaciones indígenas, el desarrollo de normas legales que reconozcan a las comu-nidades indígenas el manejo de sus asuntos internos de acuerdo con sus normas consuetudinarias, siempre que éstas no sean incompatibles con los derechos fundamentales internacionalmente reconocidos.” (IV,E,3)

- Respeto de autoridades indígenas en el manejo de sus asuntos:

- “Teniendo en cuenta el compromiso constitucional del Estado de reco-nocer, respetar y promover estas formas de organización propias de la comunidades indígenas, se re-conoce el papel que corresponde a las autoridades de las comunidades, constituidas de acuerdo a sus normas consuetudinarias, en el manejo de sus asuntos”. (IV,B,2)

La Comisión de Fortalecimiento de la Justicia en Guatemala,47 en torno al pluralismo jurídico, fue de la opinión:

“Tal comprensión de la justicia no se ha hecho cargo de la existencia de otras formas de resolver confl ictos que tienen vigencia en un importante sector de la población y corresponden a raíces culturales propias. La ausencia de reconocimiento y consideración de estas formas de “justicia tradicionales”, alternativa a la ofi cial, ha correspondi-do en Guatemala a una falencia mayor del sistema de justicia, consistente en su falta de correspondencia con el carácter multicultural y pluriétnico del país”.48

El artículo 203 de la Constitución, tercer párrafo, da atribución de exclusi-vidad a la Corte Suprema de Justicia y los demás tribunales de la República.

Lamentablemente todo ha quedado propositivamente en la medida que no se constitucionalizan estos reclamos.

47 La Comisión de Fortalecimiento de la Justicia fue constituida por Acuerdo Gubernativo No 221-97, según lo previsto en el Acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad Democrática, su mandato fue el de producir, mediante un debate amplio en torno al sistema de justicia, un informe y un conjunto de recomendaciones susceptibles de ser puestas en práctica con la mayor brevedad.

48 Comisión de Fortalecimiento de la Justicia, Una Nueva Justicia para la Paz. Informe fi nal, Guatemala, Magna Terra Editores, 1999. p. 120.

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Bien, la aceptación de la justicia indígena, nos acerca al ideario del plu-ralismo jurídico49 que al aceptarlo, como señala Raquel Irigoyen, para el caso de la reforma constitucional del Perú (1993) que permitió una fuente de legitimación sociológica para la pluralidad jurídica, sino también una jurisdicción legal, lo cual aceptó reivindicar una perspectiva pluralista y democrática tanto en la con-fi guración global del estado y como en la producción del Derecho “Una ruptura del carácter monista y etnocéntrico de la relación Estado-Derecho, quebrándose la teoría del monopolio estatal de la violencia legítima, pues el reconoci-miento de funciones jurisdiccionales y del derecho consuetudinario de las comunidades implica que el Estado reconoce el ejercicio legítimo de la vio-lencia para tales comunidades mediante

sus propios sistemas. De ese modo, las decisiones de las autoridades comuna-les que impliquen formas de coacción personal de los miembros de la comu-nidad en el cumplimiento del derecho consuetudinario, ya no confi guran una “usurpación de funciones”, ni delitos contra la administración de justicia contra la libertad individual, ejemplo a seguir para el caso guatemalteco, con sus particularidades.

El artículo 149 de la Constitución tiene una profunda relevancia, de este modo señala Irigoyen hay un triunfo en tanto que “De esa forma, la cultura occidental pierde el monopolio cultural como fuente de orientación jurídica, ya que la normatividad propia de las comu-nidades es producida en el contexto de sus propias culturas”.50

49 Óscar Correas lo defi ne: “La coexistencia de dos o más sistemas normativos que pretenden validez en el mismo territorio” o lo que es lo mismo: “el fenómeno de la coexistencia de normas que reclaman obediencia en un mismo territorio y pertenece a sistemas normativos distintos” Ver: “La teoría general del derecho frente al derecho indíge-na”. Crítica Jurídica No 14, Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM, México 1994, p. 26 “Ideología jurídica, derecho alternativo y democracia” InfoJUS, México, III/UNAM, Boletín no 81, p. 1. Por su parte Raquel Irigoyen, “La pluralidad jurídica como la existencia simultánea dentro del mismo espacio de un estado de diversos sistemas de regulación social y resolución de confl ictos, basados en cuestiones culturales, étnicas, raciales ocupacionales y resolución de confl ictos, basados en cuestiones culturales, étnicas, raciales, ocupacionales, históricas, económicas ideológicas, geográfi cas, políticas, o por la diversa ubicación en la conformación de la estructura social que ocupan los actores sociales. En Desfaciendo Entuertos, LIMA, Perú, CEAS, 1995, p. 9. Ver: Cabedo Mallol, Vicente, “Análisis de las Constituciones latinoamericanas. Regulación constitucional del Derecho Indígena Iberoamericano, en Peña Jumpa, Antonio, Vicente Cabedo Mallol y Francisco López Barcenas. Constituciones, Derecho y Justicia en los Pueblos Indígenas de América Latina, Pontifi cia Universidad católica del Perú, Fondo Editorial, 2002.

50 “Marco constitucional para la pluralidad jurídica” En: Desfaciendo entuertos, Año 3, Numero 1, Instituto Peruano de Resolución de Confl ictos, Lima, octubre de 1966. pp. 21-29.

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Para Colombia al igual que Perú el mandato constitucional presente en el artículo 246 de la Constitución de 1991 reconoce la jurisdicción indígena. “Las autoridades de los pueblos indígenas podrán ejercer funciones jurisdiccio-nales dentro de su ámbito territorial, de conformidad con sus propias normas y procedimientos, siempre que no sean contrarias a la Constitución y leyes de la República. La ley establecerá las formas de coordinación de esta juris-dicción especial con el sistema jurídico nacional”.

En Colombia la Corte de Constitu-cionalidad declaró: plenamente válida y legítima esta justicia en base a la Constitución.

De esa suerte se plantea que la ad-ministración de justicia de la comuni-dad resulta un mecanismo positivo para el acceso a la justicia, así el reconoci-miento a sus autoridades del derecho administrar justicia cumple con este objetivo.51

En México, conforme el artículo 4to. constitucional, en su último apar-tado: “En los juicios y procedimientos agrarios en que aquellos sean parte

(se refi ere a los pueblos indígenas), se tomarán en cuenta sus prácticas y cos-tumbres jurídicas en los términos que establezca la ley”. (D.O.F. 28 de enero de 1991).

México fue el primer país de Amé-rica Latina y el segundo en el mundo en ratifi car el Convenio 169 de OIT y por lo tanto son vigentes las disposiciones de este instrumento en lo que se dispone en la materia.

Pero no podemos perder de vista, que el pluralismo jurídico, es un com-ponente de algo mayor, el pluralismo cultural52 que se sustenta en dos presu-puestos: que la diversidad cultural es un hecho natural, una tendencia espontánea de los grupos humanos, y como tal, un valor (“cada cultura representa un conjunto de valores únicos e irrempla-zable..., la humanidad se empobrece cuando ignora o destruye un grupo de-terminado (Preámbulo de la Declaración de la Conferencia Mundial de Políticas Culturales celebrada en México en 1982, propiciada por la UNESCO) y que la personalidad del individuo no se desenvuelve aisladamente, sino al calor de ambientes y contextos culturales de-terminados. Difícil sería expresar esta

51 Francia Sánchez, Luis “La justicia en las comunidades indígenas en Colombia” En: Desfaciendo entuertos, año 3, número 1, Instituto Peruano de Resolución de Confl ictos, octubre 1996. pp. 29-34.

52 Seguimos en este apartado los planteamientos Prieto de Pedro, Jesús, Cultura, culturas y constitución, España, Congreso de los Diputados y Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1993.

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idea con más claridad que el artículo 2º de la Constitución Italiana: “La Repú-blica reconoce y garantiza los derechos inviolables del hombre, ya sea como individuo, ya sea en las formaciones sociales donde desenvuelve su perso-nalidad.

Junto a la consideración de la diver-sidad cultural como un valor aparece también, como idea concatenada, la de igual dignidad de todas las culturas. En ese sentido la Constitución española de 1978 contiene un amplio abanico de garantías de la pluralidad cultural de los grupos y formaciones.

Conjugando las ideas de pluralismo cultural y pluralismo jurídico encontra-mos en las propuestas de Agustí Nicolau Coll y Robert Vachon, que “El estudio del pluralismo jurídico no debe limitarse al simple estudio de la pluralidad jurí-dica, puesto que la pluralidad se sitúa a nivel del logos, mientras que el pluralis-mo se sitúa a nivel del mito. Aceptar la existencia de culturas jurídico políticas y de concepción de nación y pueblo dis-tintas y tan válidas como las vehiculadas por el estado-nación...” y como ejemplo conductor señalan poniendo ejemplos, uno de ellos: “En el caso de la Confe-deración de las seis naciones Iroquesas, con una larga tradición diplomática in-ternacional en relación con las naciones europeas que colonizaron América del Norte, esta no se basa ni en el principio

de soberanía, ni en el principio de poder, sino en el principio ontológico de la gran paz. Es por ella y en virtud de ella que los distintos tratados fueron establecidos, basados siempre en el respeto de las naciones europeas, respeto que no fue recíproco, pues en todos los casos estas trasgredieron, tarde o temprano dichos tratados. Actualmente se niega validez a los tratados en virtud del derecho inter-nacional y de la soberanía de los estados. Por ello, nuestros autores, agregan entre otras conclusiones, dos que van al fondo de nuestro problema de estudio: “Acep-tar la existencia de culturas jurídico políticas y de concepciones de nación y pueblo distintas y tan válidas como las vehiculadas como Estado nación y que la superación del monismo jurídico del estado nación moderno es una condición sine qua non para lograr una paz real y duradera entre las naciones y pueblos de la tierra; la aceptación del pluralismo jurídico no señala tan sólo un imperativo moral exclusivamente antropológico, sino que se inscribe en el marco de un imperativo ontológico y ontonómico de la realidad entera, en virtud de la iden-tidad fundamentalmente pluralista de ésta. Aceptar el pluralismo jurídico no representa tan solo un acto de justicia humana, sino también cósmica y divina pues se colabora al mantenimiento del equilibrio y la armonía de todo el univer-so. El pluralismo jurídico no conlleva tan solo a una dimensión política y humana, sino a una dimensión también cosmo-

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lógica y en última instancia religiosa y espiritual”.53

Pero en el proyecto pluralista, como enseñó Guillermo Bonfi l Batalla “la uni-dad nacional es la unidad de lo diverso, en el ámbito común para el diálogo y el intercambio fecundo de experiencias culturales diferentes. Esta posibilidad se entiende como una garantía mayor de unidad nacional, que la improbable imposición de una cultura uniforme, cualquiera que ella sea...”54

En ese sentido y en referencia con-creta sobre lo jurídico, hace algunos años, Isidro Lemus Díaz, para Guate-mala, sostuvo en sus escritos “que en un sentido político, se da un vasto régimen de derecho no legislado, en parte, no escrito. Este derecho, aunque en algunas de sus formas, tiene carácter local –es el derecho de casos, por ejemplo y otras modalidades provenientes del derecho indígena –constituye en su conjunto, “Corpus Juris Guatemalensis” de una vasta unidad reguladora de la conducta y de la actividad del guatemalteco”.55

Desde la práctica política, en torno al pluralismo jurídico y el ideario de

justicia indígena, como resultado de la Primera mesa sobre Derechos y Cultura Indígena, en Chiapas, México, del 18 al 22 de octubre de 1995, marcan nuevos horizontes, (Diálogo de Sacam Ch´en), que resulta a nuestro juicio, válido tam-bién para Guatemala.

Que la problemática en materia de justicia, se puede agrupar en dos grandes campos:

1. El que se refi ere a la vida interna de los pueblos indígenas y

2. El que se refi ere a la relación que existe entre los pueblos indígenas y la procuración a nivel nacional.

Se identifi có también, que el siste-ma general de justicia en el país es un sistema esencialmente injusto y que es necesario transformarlo de raíz, de manera que se garantice verdadera y plenamente la vigencia de los derechos y garantías individuales y colectivas de todos los ciudadanos y grupos sociales y en particular de los pueblos indígenas.

En relación a la justicia entre los pueblos indios y no indios, es necesaria

53 “Etnicidad y derecho: un enfoque diatópico y dialogal del estudio y la enseñanza del pluralismo jurídico”, Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando, (Coordinador), V Jornadas Lascasianas Etnicidad y derecho: Un diálogo postergado entre los científi cos sociales. México, IIJ/UNAM 1996.

54 “La querella por la cultura”en Nexos, núm. 100, México, 1986.55 Cuatro grandes claves en la interpretación de la cultura, Guatemala, Editorial Universitaria USAC, 1976. p.88.

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una reestructuración profunda del poder judicial en todos sus niveles e instancias, de manera que se abran a corto plazo espacios de legalidad y respeto a los de-rechos y garantías de los grupos sociales e individuos en confl icto.

Esto trajo consigo los siguientes puntos, que ligan la cuestión del plu-ralismo y los derechos de los pueblos indígenas en el ámbito nacional e inter-nacional:

1) Que los derechos indígenas son de los pueblos y que los pueblos indígenas lo que reclaman no es que se les conceda más garantías que al resto de los mexicanos sino que el estado mexicano reconozca su derecho a ser pueblos, de acuerdo con la carta de las Naciones Unidas, los pactos de Derechos Económicos, políticos, sociales y culturales. Es el mismo caso que el guatemalteco y para el caso del Convenio 169 de OIT México y Guatemala son países ratifi cantes.

2) Este reconocimiento se sustenta en los principios de identidad, digni-dad, diferencia, pluralidad, recono-cimiento y tolerancia.

3) Que su condición de pueblos nos da derecho que el estado reconozca y respete nuestro territorio, recursos naturales, cosmovisión, formas de organización y sistema normativo,

esto es, la libre determinación que aquí se asume como autonomía.

4) Dentro del sistema normativo, el es-tado debe reconocer la aplicación de nuestro propio derecho en nuestros territorios, que no es otra cosa que nuestra visión de conducir el orden, de acuerdo con nuestras propias circunstancias dentro del marco de la Constitución y con respeto a los derechos humanos para lo cual se deben permitir nuestra participación en la elaboración de la primera, la Constitución y en la segunda incluir la concepción indígena de derechos humanos.

5) Para poder hacer realidad los de-rechos indígenas es condición in-dispensable el reconocimiento constitucional de la jurisdicción de los pueblos indígenas, delimitando el territorio donde podrá ejercerse y reconociendo validez a los actos de las autoridades encargadas de aplicar la justicia indígena. Junto a ella se debe especifi car los materia-les que en dichos territorios serán competencia estatal por rebasar el interés comunal, y los mecanismos de coordinación entre las autorida-des jurisdiccionales indígenas tanto entre ellas como frente al Estado.

6) Cualquier medida que se llegara a tomar para ser accesible la justicia

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para los pueblos indígena en este país es parcial e insufi ciente si no se reconoce y respeta la existencia de los pueblos indígenas y al mismo tiempo se les garantiza el ejercicio de sus derechos. Entre ellos, el derecho a regirse por su propio sistema normativo, así como las facultades de nombrar a sus autoridades para que lo apliquen según sus propios procedimientos.56

En los Acuerdos de San Andrés del 16 de febrero de 1996, en las propuestas de las reformas constitucionales con rela-ción al nuevo marco jurídico y vinculante a la cuestión del pluralismo jurídico, es importante recordar lo siguiente:

“Derechos de jurisdicción: Para que se acepten sus propios procedimientos; para designar sus autoridades y siste-mas normativos para la resolución de confl ictos internos, con respeto a los derechos humanos (Pronunciamiento Conjunto. P.7).

Obtener el reconocimiento de sus sis-temas normativos internos para la regula-ción y sanción, en tanto no sean contrarios a las Garantías Constitucionales y a los Derechos Humanos, en particular lo de las mujeres- (Propuestas Conjuntas, p. 5).

El reconocimiento de espacios juris-diccionales a las autoridades designadas en el seno de la comunidad, pueblos indígenas y municipios, a partir de una redistribución de competencias del fuero estatal, para que dichas autoridades estén en aptitud de dirimir las controversias internas de convivencia, cuyo conoci-miento y resolución impliquen una me-jor procuración e impartición de justicia (Propuestas Conjuntas, p. 6).

En el contenido de la legislación, tomar en consideración la pluriculturali-dad de la nación mexicana que refl eje el diálogo intercultural con normas comu-nes para todos los mexicanos y respeto a los sistemas normativos internos de los pueblos indígenas.

Legislar sobre los derechos de los pueblos indígenas a elegir a sus autori-dades y ejercer la autoridad de acuerdo con sus propias normas en el interior en el ámbito de su autonomía. Garantizar la participación de las mujeres en condicio-nes de equidad. (Propuestas Conjuntas, p. 12).

Derechos de jurisdicción. Para que se acepten sus propios procedimientos para designar sus autoridades y sus sistemas normativos para la resolución

56 Ce-Acatl. Revista de la Cultura de Anáhuac, Número 73, México Distrito Federal, 7 de noviembre de 1995. pp. 12/14.

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de confl ictos internos, con respeto a los derechos humanos. (Pronunciamiento Conjunto. P. 7).

Designar libremente a sus represen-tantes tanto comunitarios como en los órganos de gobierno municipal, y a sus autoridades como pueblos indígenas, de conformidad con las instituciones y tradiciones propias de cada pueblo. (Propuestas Conjuntas, p. 5).

...Se propone al Congreso de la Unión el reconocimiento, en reformas constitucionales y políticas que se de-riven, del derecho de la mujer indígena para participar, en un plano de igualdad, con el varón en todos los niveles de gobierno y en el desarrollo de los pue-blos indígenas. (Propuestas Conjuntas, p. 4.).

Naturalmente que no pretendo abor-dar la cuestión del pluralismo jurídico que no es el motivo de esta monografía, sino simplemente proponer que la ex-clusión y la discriminación, del derecho consuetudinario indígena y la regulación constitucional de pluralismo cultural y el pluralismo jurídico, marcan, como el Estado guatemalteco la práctica; por

ahora en la esperanza, que a futuro sea superada esa actitud; pues hay voces que se levantan además de los pueblos indí-genas en contra de esta práctica de exclu-sión, discriminación e intolerancia.

Pero, debemos tener presente, que el pluralismo cultural, es posible en una sociedad democrática y que en esa medida, en el plano ideológico las ideas dominantes no son otra cosa que relaciones materiales dominantes... Por tanto, como se dice, las relaciones que hacen una clase determinada la clase dominante son también las que confi eren el papel dominante a sus ideas.57

Lo mismo sucede con las culturas dominantes en Estados de corte etno-crático.

Y aunque pareciera fuera de con-texto, esto limita las posibilidades del etnodesarrollo58, entendido más allá de la propuesta aceptada por el Estado gua-temalteca, contenida en el Convenio 169 de la OIT, como “El desarrollo autodeter-minado y autogestionado de los pueblos étnicos –el etnodesarrollo– ha venido a representar una propuesta central en esta situación y probablemente la única

57 C. Marx y F. Engels. La Ideología Alemana, (varias ediciones) cita tomada de Dumoulin, John, Cultura, sociedad y desarrollo, La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1973. p.36.

58 Promovido por la UNESCO. Varios autores, Etnocidio y etnodesarrollo en América Latina, San José de Costa Rica, FLACSO/UNESCO, s.f.

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alternativa de sobrevivencia indígena en un mundo de cambios acelerados que también están formando las mismas bases de la sociedad occidental. La tesis fundamental del etnodesarrollo sostiene que la cultura étnica contiene en sí mis-ma un potencial de desarrollo, capaz de generar transformaciones endógenas y gestionadas autónomamente. Ese po-tencial está implícito en la experiencia histórica de los pueblos indios desde el momento mismo del contacto, y se fue desarrollando a lo largo de las distintas fases por las que ha pasado la formación, consolidación y desarrollo del estado nacional en nuestros países”.59

Pero la exclusión para los indígenas, de su propio derecho, es decir, el derecho a su derecho, a su ejercicio jurisdiccional en la clandestinidad, en la medida que como afi rmó Fanon, en los Condenados de la Tierra, “La cultura nacional (para el caso la de los pueblos indígenas) bajo el dominio colonial (aquí el colonialismo interno)60 su destrucción es perseguida de manera sistemática. Muy pronto es una cultura condenada a la clandesti-nidad. Esta noción de clandestinidad es percibida de inmediato en las reac-ciones del ocupante, que interpreta la complacencia en las tradiciones con una

fi delidad al espíritu nacional, como una negación a someterse. Se hacen todos los esfuerzos para llevar al colonizador a confesar abiertamente la inferioridad de su cultura, transformarla en conductas instintivas, a conocer la realidad de su nación y, en última instancia, el carác-ter desorganizado y no elaborado de su propia estructura biológica”.

A su persecución desde la cristiandad más reaccionaria, los operadores de justicia y para el caso no sólo los juristas, de otros sectores interesados en la práctica del etnocidio jurídico, en una clara propuesta integracionista de viejo cuño y el no reconocimiento amplio del pluralismo jurídico, constituye sin lugar a dudas una práctica de exclusión y discriminación y se inscribe: bajo los signos de la muerte, que fotografi ados desde el espacio étnico del mundo cachiquel guatemalteco, en la Declaración de Bokob, territorio de los mayas kaqchikeles y heroico pueblo de Ixmulew. Encontramos:

“Al analizar la situación actual, constatamos que vivimos bajo los signos de la muerte, tales como: el recrude-cimiento de la manifestación humana más irracional y perversa: el racismo;

59 Valencia, Enrique, “Etnodesarrollo y perspectivas étnicas”. Etnicidad y derecho. Un diálogo postergado entre los científi cos sociales, V Jornadas Lascasianas. México, IIJ/UNAM, 1996.

60 Lo encerrado entre paréntesis es nuestro.

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la destrucción ambiental que amenaza el futuro del planeta, la opulencia que se codea con la miseria, la búsqueda de la fortuna fácil que no se detiene ante nada y ensaña con los más débiles, como lo testifi ca el tráfi co de niños; en suma: estamos frente a un desorden mundial que se traduce en una crisis global sin precedentes”.

En el fondo de este sombrío panora-ma que exige la constitucionalidad de los derechos de los pueblos indígenas y la aceptación del pluralismo cultural y con él el pluralismo jurídico, de esa suerte la lucha de los pueblos indígenas como afi rmó Amílcar Cabral, se ha convertido y constituye, sin duda alguna, uno de los rasgos esenciales de la historia de nuestro tiempo.

Se requiere de una nueva relación del Estado con los pueblos indígenas y resulta indispensable diseñar políticas indigenistas que contribuyan a resolver los problemas presentes de la articula-ción pueblos étnicos, Estado nación, pro-blemas que por lo demás son generales a los grupos populares: la preservación, valorización y desarrollo de las culturas, no sólo como testimonios arqueológicos o reconstrucciones románticas sino como formas de praxis; la recuperación de los recursos y capacidades para el desarrollo

autogestionado y las posibilidades de inserción en la economía nacional; la mejoría de los niveles de vida y de bien-estar social, superando la pobreza crítica, y la generación de condiciones políticas y jurídicas que reconozcan y propicien el ejercicio pleno de los derechos étnicos, es decir, consensuar las propuestas del etnodesarrollo.61

Desde esta perspectiva es proce-

dente rescatar el derecho indígena, en especial en la regulación de formas comunitarias de propiedad y produc-ción, organización social, vida cultural, relaciones familiares, etc., en la medida que, a la luz de la presión del Estado, o sea, el régimen jurídico institucional, comienza a reconocer esa necesidad y romper con el divorcio entre la realidad y el derecho, entre la vida y la ley, a la apertura del pluralismo jurídico; ha de descomprometer la incredulidad en el derecho como instrumento eficaz de cambio social en nuestros países.

El desarrollo autodeterminado y au-togestionado de los pueblos étnicos del mundo, representan la única perspectiva de la sobrevivencia de los pueblos indí-genas. Las propuestas enmarcadas en el Convenio 169 de la OIT son el inicio de las propuestas del etnodesarrollo que debemos insistir que conlleva, en medio

61 Valencia, Enrique, “Etnodesarrollo y perspectivas étnicas” en Estudios Internacionales, Instituto de Relaciones Internacionales para la Paz, Guatemala, año 6, no 12, junio-diciembre 1995, pp. 40-41.

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de algunas limitaciones, la propuesta un contenido socio cultural y político de autoidentidad que solicita una mayor comprensión en las relaciones de los pueblos étnicos y sociedad nacional en la posibilidad de construir el desarrollo y la democracia.

Estos aspectos, tampoco resultan novedosos, en el ámbito guatemalteco. El Consejo de Organizaciones Mayas de Guatemala, editó en septiembre de 1991, el documento intitulado Ru-junamil Ri Mayab Amaq (Derechos específi cos del Pueblo Maya); en el orden jurídico plantearon que el Estado guatemalteco:

1) Reconociera constitucionalmente la autonomía del pueblo maya;

2) Reformara la Constitución políti-ca en lo referente al artículo que oficializa únicamente el idioma español, a efecto de que también se coofi cializaran los idiomas mayas a nivel de sus propias comunidades lingüísticas (en esto se avanzó re-cientemente);

3) Reconociera, respetara y promovie-ra el desarrollo del Derecho maya, cuya expresión sobresaliente es la costumbre que regula la vida cotidia-na de los mayas en la actualidad, así como los órganos u organismos que hacen aplicación de dicho derecho;

4) Implementará la Administración de Justicia alternativa y paralela en los idiomas mayas de cada comunidad lingüística y que esté a cargo de los órganos u organismos de las propias comunidades.

5) Ratifi car los Convenios internacio-nales sobre los derechos indígenas (En esa fecha se encontraba pen-diente la ratifi cación del Convenio 160 de OIT)

Debemos recordar también que en 1971, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos, consideró que “la protección especial de los pue-blos indígenas constituye un compromi-so sagrado de los estados (miembros) y recomendó a los gobiernos que tomaran medidas para proteger a los pueblos in-dígenas de los abusos de los agentes del estado, manifestando que “las personas indígenas (...) no deben ser objeto de ningún tipo de discriminación”.

El Estado guatemalteco, por ahora, no se encuentra convencido de la necesi-dad de superar su visión integracionista a pesar de haber ratifi cado el Convenio 169 de la OIT, y en el plano internacio-nal, en la cual tiene pleno sentido y se ofrece un amplio marco para acciones prácticas, conceptos tan en boga. Como son los de “construcción de la paz (Peace building), “Diplomacia preventiva”, y

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“medidas para el fomento de la confi anza mutua”: ese campo es justamente, el de las relaciones “estado-nación” (no indí-gena) y los pueblos indígenas dentro de las fronteras de aquel.

Sociedades de los países de la región. En realidad los problemas que los han agobiado y continúan ago-biándolos son inmensos. Y, a pesar de esfuerzos emprendidos “Los fenóme-nos de la marginación y la exclusión sociales y la falta de oportunidades –con sus inevitables secuelas de des-empleo, pobreza crítica, desnutrición, analfabetismo y falta de condiciones sanitarias mínimas en el entorno en el que viven– tienen para ellos un enorme costo cotidiano. De hecho en nuestros países, para el caso de Guatemala de manera indudable, los peores índices de desarrollo humano están entre los miembros de los pueblos indígenas. No es por azar que, en el marco de

Naciones Unidas, cada vez con mayor frecuencia se incluyen a los pueblos indígenas entre los así llamados ‘sec-tores o grupos más vulnerables’”.

Para terminar, con memorias y desmemorias, retomando un proverbio africano:

“Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historia de ca-cerías seguirán glorifi cando al cazador”.

“La memoria del poder sólo escucha las voces que repiten la aburrida letanía de su propia sacralización. “Los que no tienen voz”, son los que más voz tienen, pero llevan siglos obligados al silencio, y a veces da la impresión que se han acostumbrado. El elitismo, el racismo, el machismo y el militarismo, que nos impiden ser, también nos impiden recordar.62

62 Galeano, Eduardo, Le Monde diplomatique, Año II no 21, julio-agosto 1997.

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

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RESTITUCIÓN DE LA ARMONÍA CÓSMICA. PROPUESTA JURÍDICA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE ABYA YALA

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

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RESTITUCIÓN DE LA ARMONÍA CÓSMICA. PROPUESTA JURÍDICA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE ABYA YALA

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

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RESTITUCIÓN DE LA ARMONÍA CÓSMICA. PROPUESTA JURÍDICA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE ABYA YALA

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

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RESEÑAS

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Licenciada en ciencias jurídicas y sociales, abogada y notaria por la Univer-sidad Rafael Landívar de Guatemala. Magíster en derechos humanos por la misma universidad. Profesora universitaria. Fue Coordinadora del Programa de Maestría en Derechos Humanos de dicha universidad y actualmente se desempeña como Directora de Posgrados en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar.

PABLO GERARDO HURTADO GARCÍA

Licenciado en ciencias jurídicas y sociales, abogado y notario además de ma-gíster en derechos humanos por la Universidad Rafael Landívar. Miembro del cuerpo de instructores académicos del Comité Internacional de la Cruz Roja, Delegación Regional para México, Centroamérica y el Caribe Hispanohablante. Ex Asesor de la Corte de Constitucionalidad de Guatemala.

Actualmente se desempeña como Coordinador Nacional del Proyec-to de Apoyo a la Educación, Capacitación e Investigación en Derechos Humanos en Centroamérica, y como catedrático universitario.

CLAUDIA MARÍA LÓPEZ DAVID

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El procurador de los Derechos Humanos y la justicia constitucional en Guatemala ............................................................................... 321Pablo Gerardo Hurtado García

Una visión integral de los derechos humanos: Proyecto “Uniendo Lazos y Esfuerzos por los Derechos Humanos” en Baja Verapaz ................................. 323Anantonia Reyes Prado

Régimen jurídico y aplicación práctica de la pena de muerte en Guatemala, a la luz de los estándares internacionales en materia de derechos humanos ........................................................................ 327Karin Paola Wagner Mota

Los crímenes de guerra enmarcados dentro del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional: violencia sexual ............................................... 329Ana Rocío de la Cruz Recinos

El principio de complementariedad en el Estatuto de la Corte Penal Internacional, su defi nición y el fundamento de su inclusión ............................................................................. 331Julio César Cordón Aguilar

CONTENIDO

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El procurador de los Derechos Hu- manos y la justicia constitucio- nal en Guatemala. Tesis pre-

sentada al Consejo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar previo a optar al grado académico de magís-ter en derechos humanos (Magister Artium). Guatemala, febrero de 2005. 225 páginas.

Desde la introducción a la inves-tigación, el licenciado Hurtado García refl exiona sobre la importancia que los dos mecanismos constitucionales de protección de los derechos humanos en Guatemala, el procurador de los Derechos Humanos y la justicia cons-titucional, interactúen sobre la base del objetivo común por el que fueron esta-blecidos; pues en un país con amplia y lamentable experiencia en violaciones a derechos humanos, la mejoría de la situación requiere que cada órgano, institución o entidad; pública, privada o social, emprenda acciones coordinadas y constantes.

En tal virtud, el sustentante se planteó el objetivo de establecer cuál ha sido el papel que el procurador de los Derechos Humanos ha jugado en la justicia constitucional de Guatemala, desde la vigencia de la Constitución de 1985, para contabilizar y analizar los casos en que ha intervenido, bien como accionante o promotor, como autoridad impugnada o bien como tercero con in-terés, por la materia en discusión.

Para el efecto, la tesina inicia con una breve explicación del origen, natura-leza, características, mandato y aspectos organizativos y funcionales de ambos elementos de estudio: el procurador de los Derechos Humanos y la jurisdicción constitucional. Estas descripciones per-miten al lector comprender el profundo lazo que les une y la necesidad advertida por el autor, principalmente en aspectos como la defensa de intereses difusos (aquellos de la colectividad).

El principal aporte de la investiga-ción se encuentra en la sistematización

EL PROCURADOR DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL

EN GUATEMALA

PABLO GERARDO HURTADO GARCÍA

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

de los casos de materia constitucional en que ha intervenido o se ha dado interven-ción al procurador de los Derechos Hu-manos, en amparo, exhibición personal o inconstitucionalidad de normas. Estos casos son analizados críticamente por el licenciado Hurtado García, desde el punto de vista jurídico de los derechos humanos, tanto en cuanto a lo argu-mentado y solicitado por el ombuds man como en lo resuelto por los tribunales de la jurisdicción de mérito.

De las conclusiones del trabajo, se advierte que el interés y actuación del procurador de los Derechos Humanos

en los asuntos de jurisdicción consti-tucional ha sido diferente, en atención a los distintos períodos de quienes han ostentado el cargo, lo cual repercute di-rectamente en los derechos colectivos de la población guatemalteca, algunas ve-ces en forma positiva y otras, la mayoría, en indefensión. Por ello, atinadamente, se llega a recomendar la creación en la Procuraduría de los Derechos Hu-manos, de un departamento o unidad especializada, cuya misión sea velar y actuar judicialmente en defensa de los derechos humanos individuales y de la sociedad, al menos en las instancias de la jurisdicción constitucional.

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RESTITUCIÓN DE LA ARMONÍA CÓSMICA. PROPUESTA JURÍDICA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE ABYA YALA

Una visión integral de los dere- chos humanos: Proyecto “Unien do Lazos y Esfuerzos

por los Derechos Humanos” en Baja Verapaz. Tesis presentada al Consejo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Lan-dívar previo a optar al grado académico de magíster en derechos humanos (Ma-gister Artium). Guatemala, noviembre de 2002. 112 páginas.

En su tesina, la licenciada Reyes Prado examina la propuesta metodoló-gica del Proyecto “Uniendo Lazos y Esfuerzos por los Derechos Humanos” –ULEDH–, que organizaciones locales han impulsado en municipios de Baja Verapaz. Como punto de partida de su investigación, la autora se cuestionó, ¿cómo impulsó ULEDH un abordaje de los derechos humanos, en un contexto en el que varios referentes con sideraron este tema “demasiado politizado”, “demasia-do elevado como para ser entendido por

gente sencilla”, “de abogados”, “cosa de la guerrilla”, o “asunto occidental ajeno a nuestra cultura”?

La sustentante estableció que los ejes principales alrededor de los cuales ULEDH ha desarrollado el proceso de apropiación del concepto de derechos humanos, fueron: 1) autoconciencia, entendida como el hecho de los partici-pantes-benefi ciarios se reconocieran y se asumieran como sujetos de derechos y deberes, con dignidad que debe ser respetada y desarrollada por sí mismos, por los otros, por la comunidad y por el Estado; 2) integralidad, entendida en varias dimensiones: como una valora-ción y atención igualitaria de todos los derechos humanos reconocidos por los Estados, así como de los ya reconoci-dos por la comunidad, aunque no por los Estados; como la responsabilidad compartida de la promoción, respeto y vigencia de los derechos humanos tanto por parte del Estado como por la comu-

UNA VISIÓN INTEGRAL DE LOS DERECHOS HUMANOS: PROYECTO “UNIENDO LAZOS Y

ESFUERZOS POR LOS DERECHOS HUMANOS” EN BAJA VERAPAZ

ANANTONIA REYES PRADO

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

nidad y la persona misma y como cohe-rencia entre los principios y la práctica cotidiana de los trabajadores de derechos humanos, y 3) vigencia, entendida como la concreción, el disfrute o goce de los derechos humanos por el esfuerzo de todos los responsables, especialmente del Estado.

Refi ere la licenciada Reyes Prado que de acuerdo con la propuesta de ULE-DH, todo ello conduciría a una “nueva visión o reconceptualización del tema y trabajo por los derechos humanos”, pues al contar con una nueva forma de ver y entender el tema, era posible un cambio de mentalidad y de actitud frente a estos derechos, una nueva forma de concebir-los y trabajar por ellos.

La investigación permitió identifi car que en esta experiencia local se trató de superar algunas de las carencias más comunes del trabajo por los derechos humanos:

• El peso de la experiencia no estuvo en el manejo de contenidos, aunque éstos no fueron dejados de lado; los contenidos respondieron a una de-manda, los problemas más sentidos por los miembros de ULEDH y no a una proclama institucional.

• El tratamiento jurídico fue poco relevante, dio preferencia a los derechos humanos como valores y enfatizó en la necesidad de revisar

las actitudes. Se adquirió conciencia de que los derechos humanos no son tema exclusivo de abogados.

• Se propició intencionadamente la refl exión sobre la necesidad de ha-cer esfuerzos para formar opciones personales y colectivas y generar actitudes y comportamientos alre-dedor de la dignidad de la persona, lo que se tradujo si no en un cam-bio inmediato de actitudes sí en un propósito de revisar el propio comportamiento.

• Se trató de recuperar el taller como “una experiencia de creación co-lectiva de conocimiento”, pues cada reunión mensual constituía un momento en el que se refl exionaba sobre diversos temas, se daba se-guimiento a los procesos de cada grupo, se proponían soluciones a los problemas encontrados. El proceso no se agotaba en el taller, pues cada grupo en su propio espacio continua-ba impulsando su actividad concreta relacionada con un derecho humano que se había propuesto; así, el taller era sólo un momento de todo el proceso.

• Se trató de que la participación fuera una vivencia y no un discurso, por lo que los integrantes de ULEDH par ticiparon desde la formulación del proyecto.

• Con escasas excepciones, los partici-pantes no se habían acercado al tema de los derechos humanos, por lo que

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RESEÑAS

podrían ubicarse en el segmento de los “no convencidos”, cuando usual-mente la educación en derechos humanos se dirige a sectores que ya tienen alguna identifi cación con éstos.

• Todo el planteamiento estuvo ba-sado en la preocupación de generar refl exión sobre cómo lograr que los derechos humanos fueran apropia-dos y vivenciados por la población.

La principal conclusión de la in-vestigación es que el tratamiento que dio ULEDH al manejo de los derechos humanos ha roto con los esquemas que usualmente aplican las organizaciones en la educación en derechos huma-nos; las organizaciones integrantes de ULEDH buscaron una forma de abordar los derechos humanos en su integralidad.

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Régimen jurídico y aplicación práctica de la pena de muerte en Guatemala, a la luz de los

estándares internacionales en materia de derechos humanos. Tesis presentada al Consejo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar previo a optar al grado académico de magíster en derechos hu-manos (Magister Artium). Guatemala, octubre de 2004. 126 páginas.

Con una fi nalidad inductiva al te ma, la licenciada Wagner Mota describe las teorías y tendencias internacionales en relación con la pena de muerte y su aplicación, tanto en el ámbito del siste-ma universal de protección de derechos humanos, como en el regional intera-mericano.

Con base en ello, la autora desa-rrolló su investigación con el objetivo

de determinar si al aplicar la pena de muerte, el Estado de Guatemala observa las garantías mínimas que al respecto establecen los estándares internacionales sobre derechos humanos.

Dichos estándares, afi rma la sus-tentante, encuentran su marco de referencia en las Salvaguardias para garantizar la protección de los derechos de los condenados a la pena de muerte, aprobadas en 1984 por el Consejo Eco-nómico y Social de la Organización de Naciones Unidas. Las “salvaguardias” desarrollan una serie de garantías mí-nimas que corresponde a los Estados observar en aquellos casos en que se imponga o se ejecute la pena capital.

Como parte medular de la tesis, ana-liza el régimen jurídico y la aplicación de la pena de muerte en el país, a la luz de los siguientes aspectos:

RÉGIMEN JURÍDICO Y APLICACIÓN PRÁCTICA DE LA PENA DE MUERTE EN GUATEMALA,

A LA LUZ DE LOS ESTÁNDARES INTERNACIONALES EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS

KARIN PAOLA WAGNER MOTA

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

• Si la pena de muerte se impone únicamente para los delitos más graves;

• A quiénes no se puede imponer ni ejecutar la pena capital;

• Si están contemplados los derechos a apelar ante un tribunal de jurisdic-ción superior, así como a solicitar el indulto o la conmutación de la pena;

• Si existe o no prohibición de ejecutar la pena de muerte mientras algún re-curso está pendiente de resolución; y

• Si la pena es ejecutada se debe procurar el menor sufrimiento posible.

Se llega a concluir que los estándares analizados han sido constantemente inob-servados, lo que unido a la comprobada inefi cacia de la pena de muerte como ins-trumento de política criminal, refuerza la propuesta que al fi nal del trabajo se hace en el sentido de que el Estado de Guate-mala debe emprender acciones hacia la abolición de la pena capital.

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RESTITUCIÓN DE LA ARMONÍA CÓSMICA. PROPUESTA JURÍDICA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE ABYA YALA

Los crímenes de guerra en mar - cados dentro del Estatuto de Roma de la Corte Penal In-

ternacional: violencia sexual. Tesis presentada al Consejo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar, previo a optar al grado académico de licenciada en ciencias jurídicas y sociales y a los títulos de abogada y notaria. Guatemala, noviembre de 2002. 144 páginas.

Este trabajo analiza los derechos de la mujer desde la perspectiva de los confl ictos armados, según lo estipulado en el artículo 8 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.

Señala algunos antecedentes de la Cor te Penal Internacional y se adentra en lo que respecta a la violencia sexual en mar cada dentro de los crímenes que abarca el estatuto, analizando cada uno de ellos.

LOS CRÍMENES DE GUERRA ENMARCADOS DENTRO DEL ESTATUTO DE ROMA

DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL: VIOLENCIA SEXUAL

Asimismo, estipula cuáles pueden ser las consecuencias que emergen a raíz de la comisión de crímenes de carácter se xual en contra de las mujeres y ejem-plifi ca. Guatemala es uno de los países que toma la investigadora como referen-cia y señala algunos casos acontecidos según el Informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico.

Dentro de sus conclusiones apunta que los crímenes sexuales pueden ser tanto de guerra, como de lesa humanidad y que una de las novedades que trae el Estatuto de Roma de la CPI es precisa-mente, la inclusión de esos crímenes.

Los cuadros de cotejo elaborados por la investigadora son muy intere-santes, ya que analiza las diferencias previstas entre tratados de derecho inter-nacional humanitario con respecto a los de derecho internacional de los derechos humanos, en los cuales la mujer juega un papel preponderante.

ANA ROCÍO DE LA CRUZ RECINOS

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El principio de com ple men ta-riedad en el estatuto de la Cor te Penal Internacional. Su defi -

nición y el fundamento de su inclusión. Tesis presentada al Consejo de la Facul-tad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rafael Landívar previo a optar al grado académico de licenciado en ciencias jurídicas y sociales y a los títulos de abogado y notario. Guatemala, agosto de 2005. 255 páginas.

La investigación realizada por el licenciado Cordón Aguilar parte del reconocimiento de la dificultad que ha representado para la humanidad alcanzar la paz mundial y la aplicación de justicia para quienes, mediante la comisión de atroces crímenes, han vio-lentado ese valor. Sin embargo, refi ere también los esfuerzos que la comunidad internacional ha realizado en la lucha contra la impunidad, principalmente mediante la adopción de tribunales ad hoc, establecidos para el juzgamiento de personas acusadas de cometer crímenes

EL PRINCIPIO DE COMPLEMENTARIEDAD EN EL ESTATUTO DE LA CORTE PENAL

INTERNACIONAL, SU DEFINICIÓN Y EL FUNDAMENTO DE SU INCLUSIÓN

contra la humanidad en ciertos casos concretos.

El autor hace ver las difi cultades y limitaciones que, desde el punto de vista jurídico, ha implicado la instauración de tribunales ad hoc. Por ello, expresa, se planteó la necesidad, acogida por la comunidad internacional, de establecer un tribunal internacional permanente de justicia penal, la Corte Penal Internacio-nal, cuya función primordial sería la de juzgar y sancionar a los responsables de los más graves delitos contra la paz mundial y la humanidad misma: el ge-nocidio, los crímenes de guerra, de lesa humanidad y el de agresión.

En su tesis, Cordón Aguilar traslada uno de los principales cuestiona mientos que en derecho internacional han plan-teado los Estados: ¿de qué forma la su-jeción a la Corte Penal Internacional no vulnera su soberanía? Dicha interrogante se fundamenta en los ordenamientos constitucionales de los países, según los

JULIO CÉSAR CORDÓN AGUILAR

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REVISTA DE DERECHOS HUMANOS

cuales al Estado le asiste la atribución de ejercer la función jurisdiccional en toda situación susceptible de caer bajo el imperio de sus leyes.

Para responder el cuestiona miento, el sustentante de la tesis desarrolla y explica el principio de complemen tarie-dad contenido en el Estatuto de la Corte Penal Internacional, en virtud del cual la función de dicho tribunal es ejercida en forma “subsidiaria” a las jurisdicciones nacionales; es decir, únicamente en los casos en que éstas no estén dispuestas o no puedan proceder contra los respon-sables.

Como parte de los alcances e impli-caciones del principio de complemen-tariedad que rige la actuación de la Corte Penal Internacional, el licenciado Julio Cordón Aguilar expresa que este tribunal podrá actuar aun cuando en el plano nacional se hubiere dictado un fallo irrevocable, conocido por todas las instancias previstas, siempre y cuando

logre establecerse que la sentencia fue pronunciada con la intención de exculpar a los responsables, cuestión que consti-tuye una excepción válida al principio non bis in idem (no múltiple persecución penal).

Como aporte de especial importan-cia, la tesis contiene una concreta y clara explicación de los aspectos constituti-vos, organizativos y de funcionamiento de la Corte Penal Internacional, con lo cual coadyuva a despejar muchas dudas que aún persisten al respecto; además, es relevante indicar que el autor, mediante la referencia al confl icto armado interno que sufrió Guatemala por más de 36 años y al informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico, contribuye a concienciar al lector en la urgente necesidad de que Guatemala acepte el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y con ello asegure que de producirse actos como los ocurridos en la guerra, los mismos no queden impunes.

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Esta publicación fue impresa en los talleres gráfi cos de Serviprensa, S. A. en el mes de febrero de 2008. La edición consta de 1,000 ejemplares en papel bond 80 gramos.

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GuatemalaAño IIINúm. 4

Rev

ista

de

Der

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s H

uman

os

Con el apoyo del Gobierno de Finlandiay del Programa de las Naciones Unidas

para el Desarrollo –PNUD–

G O B I E R N O D E F I N L A N D I A

Instituto de Investigaciones JurídicasUniversidad Rafael Landívar IIJ/URL

Instituto de Derechos HumanosUniversidad de San Carlos de Guatemala

Universidad de San Carlos de Guatemala

Guatemala, 2005

Revista deDerechos HumanosRevista deDerechos HumanosAño III, Núm. 4Año III, Núm. 4

Instituto de Investigaciones JurídicasUniversidad Rafael Landívar IIJ/URL

Instituto de Derechos HumanosUniversidad de San Carlos de Guatemala

Instituto de Investigaciones Jurídicas–IIJ–

Universidad Rafael Landívar

MISIÓN

El Instituto de Investigaciones Jurídicas es una unidadacadémica de la Universidad Rafael Landívar, cuyamisión es el estudio, desarrollo y divulgación de lasciencias jurídicas y sociales, mediante la investigación,capacitación, asesoría, consultoría y difusión de temasnacionales, regionales y mundiales de interés yactualidad, que impliquen la participación de todos lossectores de Guatemala, conscientes de las característicaspluriculturales, multiétnicas y multilingües de AméricaCentral y, congruentes con el ideario landivariano.

OBJETIVOS ESTRATÉGICOS

InvestigaciónParticipar activamente en el análisis, discusión ypropuesta de soluciones a los problemas jurídicos ysociales, de Guatemala y Centroamérica, en el contextomundial, para formar criterios y alcanzar consensos queconduzcan al desarrollo integral de la persona humanay de la sociedad.

CapacitaciónFormar en las distintas áreas jurídicas y sociales, atodos los sectores académicos, políticos, económicos ysociales interesados, analizando y divulgando losresultados de las investigaciones, para transformar lasociedad.

AsesoríaCoadyuvar con los catedráticos y estudiantes en elproceso de enseñanza-aprendizaje. Particularmente,apoyar la elaboración de tesis, orientando el desarrollode la investigación para que la misma constituya unaporte a la ciencia y cultura jurídico- social del país.

ConsultoríaProporcionar apoyo técnico a personas y entidades quelo requieran o lo necesiten, sobre asuntos jurídicos ysociales, aplicando las experiencias obtenidas en lasinvestigaciones.

DifusiónCompartir con todos los sectores de la sociedad lasinvestigaciones realizadas, con el objeto de participaractivamente en la creación de una bibliografía queanalice y aporte soluciones a los actuales problemasjurídicos y sociales.

Instituto de Investigaciones Jurídicas –IIJ–Universidad Rafael Landívar, Campus Central,

Vista Hermosa III, zona 16Edificio “O”, 2do. nivelApartado postal 39-C,

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Teléfono: (502) 24262626Extensión: 2551

Fax: (502) 24262595Correo electrónico: [email protected]

Página electrónica: www.url.edu.gt

Instituto de DerechosHumanos de la

Universidad de SanCarlos de Guatemala

-IDHUSAC-

El Instituto fue creado por resolución inicial de la JuntaDirectiva de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Socialesde la USAC y el 9 de febrero de 2000 fue ratificada suaprobación por el Consejo Superior Universitario.

El IDHUSAC, como parte de sus responsabilidades,debe orientar, formar y proteger los derechos humanosdentro y fuera del ámbito universitario.

MISIÓN

El IDHUSAC tiene como misión contribuir a lapromoción del conocimiento, ejercicio y vigencia delos derechos humanos, para fortalecer los procesosdirigidos a la consolidación de una cultura de paz y lademocracia participativa.

OBJETIVOS ESTRATÉGICOS

Apoyar procesos educativos para la paz, la democracia,la tolerancia, contra la violencia y el respeto a losderechos humanos.

Potencializar la consolidación de la cultura de la paz,la democracia y el respeto a los derechos humanos.

Garantizar el acercamiento a los problemas de lossectores más vulnerables, discriminados y marginadoshistóricamente.

Promover y difundir masivamente los valoresdemocráticos, de reconciliación nacional y de respetoa los derechos humanos.

Desarrollar la observancia estratégica de seguimientoy evaluación en materia de derechos humanos dentrodel marco de un desarrollo humano y social.

Apoyar el rescate de la identidad multiculturalguatemalteca.

ACTIVIDADES

• Investigación• Formación y capacitación• Asesoría• Consultoría• Difusión• Readecuación curricular• Sensibilización• Prevención, mediación y resolución de conflictos• Observancia• Interacción universitaria nacional e internacional

Instituto de Derechos Humanos de laUniversidad de San Carlos

de Guatemala–IDHUSAC–

10a. Calle 9-37 zona 1, 2do. nivel,Ciudad de Guatemala, Guatemala

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