Proyecto Eneria nuclear

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 116 >  www.vocesenelfenix.com NUESTRO PAÍS TIENE UNA LARGA TRADICIÓN EN EL DESARROLLO DE TECNOLOGÍA NUCLEAR. SIN EMBARGO, ESTO NO LA DEJA FUERA DE LAS PRESIONES DE LOS PAÍSES CENTRALES. EL PROBLEMA NO PARECE SER LA PROLIFERACIÓN, SINO LA PRETENSIÓN DE LOGRAR UN DESARROLLO AUTÓNOMO. A CONTINUACIÓN, UN REPASO POR EST A HISTORIA NO EXENT A DE RESTRICCIONES Y SANCIONES. LA CONSTRUCCIÓN DE LA ARGENTINA COMO PAÍS PROLIFERADOR

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Proyecto de acoplamiento de una planta desaladora a un reactor nuclear

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    nuestro pas tiene una Larga tradicin en eL desarroLLo de tecnoLoga nucLear. sin embargo, esto no La deja fuera de Las presiones de Los pases centraLes. eL probLema no parece ser La proLiferacin, sino La pretensin de Lograr un desarroLLo autnomo. a continuacin, un repaso por esta historia no exenta de restricciones y sanciones.

    La construccin de La argentina como pas proLiferador

  • por diego hurtadoCentro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Tcnica Jos Babini, EHU-UNSAM

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  • A partir de los trabajos de autores como Giovan-ni Arrighi, George Modelsky o Joachim Renns-tich, las tecnologas pueden entenderse como causas primarias del surgimiento y prolongacin de los ciclos de hegemona econmica y militar en el sistema mundial moderno. La energa nuclear acompaa el primer ciclo de hegemona de los Estados Unidos y algunos autores estudian la redistribucin de poder que desencadenaron en el sistema mundial, durante el ltimo cuarto del siglo veinte, las industrias basadas en la tec-nologa de la informacin y la biotecnologa como condicin de posibilidad para un segundo ciclo de hegemona de los Estados Unidos.

    Por otra parte, la Argentina pertenece a la categora de pases que autores como Emmanuel Wallerstein definen como semipe-riferia. Los pases semiperifricos son aquellos que poseen capa-cidad industrial e impulsan procesos de desarrollo dependien-tes. Es decir que, por un lado, son los que se presentan como mercados de tecnologa codiciados por los pases avanzados ventas llave en mano, derechos de patente, asistencia tcnica y, por otro lado, los que suelen ser objeto de las estrategias de obstaculizacin o bloqueo de aquellos desarrollos tecnolgicos que puedan significar una alteracin del equilibrio o de la esta-bilidad militar y/o comercial del sistema mundial.

    Desde esta perspectiva, puede ser interesante analizar al-gunos ejemplos del variado y tenaz arsenal de estrategias de presin que fueron desplegadas desde la arena internacional aunque principalmente impulsadas por los Estados Unidos para obstaculizar el desarrollo de capacidades autnomas de la Argentina en el rea nuclear.

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    Polisemia de la exclusinEl gobierno de Pern (1946-1955) se esforz por integrar el factor tecnolgico a su programa de gobierno. Como marca poltica del peronismo y rasgo para ser asimilado a la identidad nacional, este gobierno impuls en sus estadios iniciales el desarrollo de sistemas tecnolgicos de diversas escalas en las reas de ener-ga, aeronutica, infraestructura o ingeniera civil, entre las ms visibles. A comienzos de los aos cincuenta, el gobierno de Pe-rn asoci al impulso de la energa atmica poderoso smbolo de modernidad la bsqueda de la autonoma tecnolgica y la profundizacin del proceso de industrializacin. Estos objetivos estuvieron en el cdigo gentico de la Comisin Nacional de Energa Atmica (CNEA), creada en 1950.

    Por esos mismos aos, Estados Unidos intentaba regular el rea nuclear, mientras elaboraba estrategias de promocin que le aseguraran, desde los estadios tempranos, un lugar dominan-te en este mercado, que presentaba proyecciones ilimitadas. Sobre el programa tomos para la Paz, impulsado por el presi-dente norteamericano Eisenhower desde mediados de los aos cincuenta, sostiene el historiador Martin Medhurst:

    Brevemente, si la industria norteamericana pudiera ser la primera en establecer una presencia nuclear en varios pases, estos seran casi inevitablemente dependientes de los Estados Unidos en el diseo, construccin, operacin inicial, materiales educativos y de cada aspecto de una industria incipiente. Por supuesto que, una vez establecida, la tecnologa norteamericana sera difcil, sino imposible, de sustituir.

    La Argentina supo aprovechar este perodo inicial de aper-tura y colaboracin internacional en los usos pacficos de la

  • energa nuclear para avanzar en la construccin de competen-cias propias. Durante las dcadas de 1950 y 1960, en la CNEA se consolid una lnea de desarrollo de reactores de investigacin, se busc autoabastecer al mercado local de radioistopos, se inici la prospeccin, extraccin y elaboracin de uranio, se seleccion una tecnologa para los reactores de potencia para la produccin de electricidad con el objetivo de minimizar la dependencia del uranio enriquecido norteamericano y se pro-movi la conformacin de una industria nacional proveedora del sector.

    Sin embargo, es justamente a mediados de los aos sesenta que comienza a crecer en la arena internacional el problema de la proliferacin nuclear. Si bien en la superficie semntica de este concepto se encontraba la preocupacin de las potencias nucleares por el desarrollo de bombas atmicas en los pases del Tercer Mundo, en un segundo estrato de sentido aparece un componente de etnocentrismo protector, que sugestiva-mente coincide con los intereses militares y comerciales de las potencias exportadoras de tecnologa nuclear. As, la nocin de proliferacin, combinada con la preocupacin por el avance del comunismo, iba a abrir un horizonte de posibilidades ilimitadas para el despliegue de nuevos dispositivos de coercin, cuya inci-dencia ms tenaz se concentr justamente en los pases pobres que aspiraban a construir una industria nuclear.

    Cargado de ambigedades y asimetras, la polisemia selecti-va puesta en circulacin con el marco regulatorio cristalizado a fines de los aos sesenta inici un proceso de naturalizacin de lo que podra caracterizarse como un apartheid nuclear, expre-sin utilizada por el canciller de Alfonsn.

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    La permanente prctica de una supuesta evaluacin de intenciones que despliega este enorme dispositivo poltico de coercin diplomtico, acadmico y periodstico asume como postulado de partida la naturaleza opaca e inestable de la periferia.

    Producir energa, industrializarse, incorporar valor agregado, significa tambin volverse peligroso: en el mercado y en guerra, que son los lugares donde se juegan las relaciones de poder.

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  • cerca de una futura opcin de armas nucleares. Ahora bien, en el tem Produccin anual aproximada de plutonio se indicaba que la Argentina tena la capacidad de producir 200 kilogramos de plutonio anuales y para 1977 se proyectaban 400 kilogramos. Es decir, mientras que la Argentina haba producido para esa fecha menos de un gramo de plutonio, el cuadro del SIPRI daba a entender que ya estaba produciendo 200 kilogramos por ao.

    Es interesante ver cmo esta cifra errnea, 200 kilogramos de plutonio, rpidamente fue tomada y reproducida en los anlisis sobre proliferacin nuclear sin aludir al contexto. El mismo ao del informe del SIPRI, otro analista norteamericano, John Redick, sostena: [] el presente artculo trata de lo que se considera una realidad endmica de los programas nucleares latinoamericanos: i.e. orientados hacia fines pacficos pero con potencialidades militares. Y agrega:

    La existencia de programas nucleares civiles no implica necesariamente el futuro desarrollo de armas nucleares. Sin em-bargo, el clima poltico dentro de una nacin puede cambiar r-pidamente: las intenciones pueden ser alteradas con un cambio de rumbo en el gobierno, en respuesta a la percepcin de una amenaza externa y muchos otros factores. El punto importante es que el inevitable subproducto del desarrollo de la produccin de energa nuclear es un potencial militar.

    Este autor tomaba los datos de asociaciones internacionales: reproduca los de la United Nations Association, que estimaba que la Argentina y Brasil producirn 145 y 100 kilogramos de plutonio respectivamente en 1976 y los datos del SIPRI, que es-timaban 400 y 190 kilogramos respectivamente para 1977. En

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    El fantasma del plutonioLa tecnologa del plutonio es un ejemplo para mostrar cmo funciona esta maquinaria de exclusin. En 1968 se puso en fun-cionamiento en la CNEA una planta piloto de reprocesamiento de plutonio y al ao siguiente se logr separar poco menos de medio gramo de plutonio de algunos elementos combustibles del reactor de investigacin RA-1. En ese momento, los intereses de la CNEA en el plutonio se vinculaban a la opcin de acceder en el futuro a la tecnologa de los reactores de reproduccin r-pida, tecnologa ampliamente promocionada por las potencias nucleares que prometa grandes adelantos en el rendimiento de los combustibles nucleares.

    En 1972, el anuario del Instituto Internacional de Investi-gaciones para la Paz de Estocolmo (en adelante SIPRI) anali-zaba un conjunto de quince pases con desarrollos nucleares incipientes (near-nuclear countries) que no haban firmado o ratificado el Tratado de No Proliferacin de Armas Nucleares. All se sostena que la Argentina era el pas latinoamericano ms avanzado en el campo nuclear y se reconoca que su principal objetivo, igual que Brasil, era la contribucin de la energa nu-clear al desarrollo econmico y que era principalmente en este aspecto que la Argentina ha criticado el Tratado de No Prolifera-cin. Sin embargo, con referencia a la planta de reprocesamien-to de plutonio de la CNEA, el artculo del SIPRI sealaba que la Argentina es uno de los pocos pases del mundo, al margen de las potencias que poseen armas nucleares, que cuenta con una planta de separacin qumica. Si bien su produccin es peque-a, el dominio de esta tecnologa ubica a este pas un paso ms

    La nocin de proliferacin, combinada con la preocupacin por el avance del comunismo, iba a abrir un horizonte de posibilidades ilimitadas para el despliegue de nuevos dispositivos de coercin, cuya incidencia ms tenaz se concentr justamente en los pases pobres que aspiraban a construir una industria nuclear.

  • la oracin anterior a la presentacin de estos datos, Redick acla-raba: Cinco a 10 kilogramos de plutonio son suficientes para la construccin de una bomba que puede arrasar una ciudad de tamao medio.

    Todava en 1984, Walter Patterson, otro analista colabora-dor de las publicaciones britnicas New Scientist y The Guar-dian y consultor editorial del prestigioso Bulletin of the Atomic Scientists, publicaba un extenso trabajo titulado The Plutonium Business and the Spread of the Bomb (El negocio del plutonio y la dispersin de la bomba) para el Instituto de Control Nuclear britnico, donde sostena:

    [la Argentina] construy una planta piloto de reprocesamien-to en su centro nuclear de Ezeiza, cerca de Buenos Aires. La plan-ta oper entre 1969 y 1972. Surgieron y persistieron extraas discrepancias sobre su capacidad [] Sin embargo, el autorizado e independiente Instituto Internacional de Investigacin para la Paz de Estocolmo dio la cifra de 200 kilogramos por ao.

    Clubes secretosEn mayo de 1974, la sorpresiva prueba nuclear de la India utili-zando tecnologa canadiense, entre sus muchas consecuencias, haba iniciado un proceso de rpido deterioro de las relaciones de la Argentina con Alemania Federal y Canad, a quienes se les haba comprado las centrales de potencia de Atucha I y Em-balse. Por iniciativa de los Estados Unidos, aquel mismo ao los

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    pases exportadores de tecnologa nuclear se haban comenza-do a reunir en forma secreta. Las reuniones de este grupo, que iba a ser conocido poco ms tarde como el Club de Londres, fueron conducidas inicialmente por el secretario de Estado nor-teamericano Henry Kissinger. El objetivo explicitado era poner restricciones al comercio de equipos y tecnologas nucleares y evitar que la competencia entre los pases exportadores las de-bilitara. Ignorando el OIEA, el Club de Londres intentaba definir por tiempo indeterminado una nueva demarcacin entre unos pocos pases que podran desarrollar el ciclo completo del com-bustible nuclear y los que deberan resignarse al papel de pases importadores de esta tecnologa. Las iniciativas de este grupo crearon las condiciones para la violacin unilateral de acuerdos de transferencia de tecnologa, como el firmado por la Argentina y Canad en ocasin de la compra de la central de Embalse.

    Un batalln de expertos ayud a consolidar un escenario de sospecha. En 1975, el ya citado Redick, por ejemplo, afirmaba que el programa nuclear argentino mostraba una semejanza perturbadora con el de la India. Para este autor la conclusin era obvia: [] es difcil escapar a la conclusin de que cada paso del programa nuclear argentino parece haber sido disea-do para poder pasar rpidamente al desarrollo de armas.

    Jorge Sabato responda, a mediados de los setenta, que las decisiones tomadas por el desarrollo nuclear en la Argentina, coherentes y racionales, tropiezan con la firme oposicin de los

  • graves violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, duran-te este perodo, en el cual eran temidas las consecuencias proli-feradoras de la guerra de Malvinas, la Argentina logr acuerdos comerciales con Alemania Federal, Canad, Italia, Suiza, Esta-dos Unidos, Gran Bretaa, la Unin Sovitica, China y Francia. Es decir, el problema no parece ser la proliferacin, sino la puja desarrollo autnomo versus comercializacin.

    tomos y deuda externaDurante el retorno a la democracia, a mediados de los aos ochenta, en un contexto de ajuste econmico estructural y limitaciones financieras extremas, se busc condicionar el desa-rrollo nuclear argentino a travs de los prstamos de los organis-mos internacionales de crdito. Mientras tanto, en 1984, en las pginas del diario Wall Street Journal se sostena:

    Estados Unidos no puede descontar por completo la posi-bilidad de que la Argentina pueda en algn momento ser go-bernada por militares lunticos ansiosos de expresar su fervor patritico construyendo la bomba.

    En un panorama de creciente debilidad presupuestaria del rea nuclear, los funcionarios norteamericanos presionaban para que la Argentina firmara los tratados internacionales con el objetivo de controlar el impacto de sus actividades de exporta-cin, deca un artculo de 1985 en el Houston Chronicle. El art-culo finalizaba: La tecnologa americana es tambin ofrecida

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    pases centrales que, so pretexto de impedir la proliferacin de armas nucleares, tratan de impedir a toda costa que los pases en desarrollo alcancen pleno dominio de las tcnicas de repro-cesamiento y de enriquecimiento.

    En noviembre de 1977, la CNEA firm el contrato para cons-truir y poner en marcha el Centro Nuclear de Investigaciones, en Huarangal, Per. Esta primera exportacin importante a otro pas de la regin inclua la construccin de lo que sera el reactor de investigacin de mayor potencia de Amrica latina. Sin embargo, la nueva legislacin norteamericana, aprobada en abril de 1978, estableca la prohibicin de cooperar en el rea nuclear con pases que no aceptaran salvaguardas completas de todas sus instalaciones. Esto significaba, entre otras cosas, que Estados Unidos dejaba unilateralmente sin efecto el acuerdo bilateral de colaboracin nuclear vigente con la Argentina y al compromiso norteamericano de proveer el uranio enriquecido para que la Argentina pudiera fabricar los elementos combus-tibles, tanto para sus propios reactores de investigacin como para el reactor que se construira en Per.

    La superficialidad (podra hablarse tal vez de hipocresa) de las regulaciones y argumentos que circularon en la arena inter-nacional en contra de la proliferacin de armas nucleares qued evidenciada por los acuerdos comerciales logrados por quien fuera el presidente de la CNEA durante la ltima dictadura ocu-rrida en la Argentina, cuestionada ya en aquel momento por las

    Durante el retorno a la democracia, a mediados de los aos ochenta, en un contexto de ajuste econmico estructural y limitaciones financieras extremas, se busc condicionar el desarrollo nuclear argentino a travs de los prstamos de los organismos internacionales de crdito.

  • como una zanahoria.Las iniciativas de integracin argentino-brasileas iniciaron

    un proceso exitoso de colaboracin nuclear que desactiv par-cialmente argumentos que vaticinaban la potencial escalada nuclear como consecuencia de la rivalidad de ambos pases. As, luego de que en 1980 se reunieran en Buenos Aires los presiden-tes de facto de ambos pases, un hito de este proceso ocurri a fines de noviembre de 1985, cuando se reunieron en Foz de Iguaz los presidentes democrticos Ral Alfonsn y Jos Sarney, con la firma de la Declaracin conjunta sobre poltica nuclear, que se continu con la visita de ambos presidentes a las instala-ciones nucleares sensibles de la Argentina y Brasil.

    Impertrrito ante estas iniciativas de integracin, empeci-nado en deducir la realidad de los pases perifricos utilizando sus propios prejuicios como premisas, el prestigioso anuario del SIPRI de 1986 presentaba una lectura del proceso indito de colaboracin entre la Argentina y Brasil. De la Argentina, sos-tena que su poltica de adquirir elementos para un programa de armas nucleares no ha dado sus frutos: no ha mejorado la seguridad del Estado, su reputacin internacional, la cohesin de la nacin o las condiciones materiales del pueblo. Ms an, agregaba, los precisos blancos de las posibles armas nucleares argentinas han sido siempre oscuros. Es decir que la Argentina habra estado persiguiendo un programa de armas nucleares sin objetivos determinados. Luego de decir otro tanto de los grandiosos proyectos de energa nuclear, totalmente injustifica-bles de Brasil, finalizaba: En cualquier caso, Argentina y Brasil al presente enfrentan una estrechez econmica que los obliga

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    a descartar los programas de armas nucleares. De esta forma, el acercamiento argentino-brasileo pareca una consecuencia del fracaso de sus ambiciosos y ambiguos programas y las crisis econmicas de ambos pases resultaban ser una garanta para evitarlos.

    En 1987, Cynthia Watson una experta en proliferacin, que se haba doctorado haca pocos aos en la Universidad de Notre Dame con una tesis titulada Desarrollo nuclear argentino: ca-pacidades e implicaciones, refirindose a Brasil y la Argentina, afirmaba: Pero la luz al final del tnel para aquellos preocupa-dos por la dispersin de armas nucleares y la industria nuclear es que la crisis econmica que enfrentan estos estados es proba-blemente prohibitiva de cualquier expansin nuclear grandiosa para los prximos aos. Es decir, igual que para el SIPRI, para esta experta la pobreza de los pases perifricos era finalmente una fuente de esperanza para los pases exportadores de tecno-loga nuclear.

    A fines de los aos ochenta, para el prestigioso Bulletin of the Atomic Scientists la posibilidad de que el ultranacionalista Partido Peronista ganara las elecciones arrojaba un manto de incertidumbre sobre la continuidad de las relaciones argenti-no-brasileas, ya amenazada por las severas crisis econmicas que afrontaban ambos pases. En un artculo publicado en 1989, titulado Los peronistas buscan la grandeza nuclear, se afirmaba: Si se puede creer en las encuestas de opinin, el pero-nismo, movimiento argentino de masas autoritario y xenfobo, retornar al poder en las elecciones del 14 de mayo. Y agregaba poco ms abajo: Esto ha renovado la preocupacin sobre el

    Las tecnologas pueden entenderse como causas primarias del surgimiento y prolongacin de los ciclos de hegemona econmica y militar en el sistema mundial moderno.

  • EplogoEstos breves fragmentos de historia ejemplifican los numerosos mecanismos que a travs de la prensa, las relaciones interna-cionales o la academia ponen en juego los pases exportadores de tecnologa para obstaculizar desarrollos autnomos en los pases de la periferia.

    La permanente prctica de una supuesta evaluacin de intenciones que despliega este enorme dispositivo poltico de coercin diplomtico, acadmico y periodstico asume como postulado de partida la naturaleza opaca e inestable de la peri-feria. En definitiva, se trata de una operacin de construccin de la opacidad y la inestabilidad perifrica como justificacin para promover restricciones, sanciones, presiones informales, todos recursos naturalizados en la arena internacional.

    La Argentina presente, en sincrona con el escenario regional, atraviesa un perodo indito en la construccin de sinergia entre sus sectores de ciencia, tecnologa e industria. reas como la biotecnologa, la tecnologa espacial, las telecomunicaciones, o los materiales avanzados, junto a la tecnologa nuclear, estn en el foco de los intereses locales.

    Ahora bien, est en la esencia del capitalismo considerar que aquello que es peligroso por su poder de manipulacin, de con-trol transformador constructivo o destructivo es justamente lo que la lgica de mercado define como costoso y codiciado, justamente por su capacidad de control transformador. Esto es la tecnologa. Producir energa, industrializarse, incorporar valor agregado, significa tambin volverse peligroso: en el mercado y en guerra, que son los lugares donde se juegan las relaciones de poder.

    Si resulta verosmil lo que estoy intentando argumentar, la intensidad de las presiones que padecer la Argentina ser proporcional a la importancia relativa que los pases centrales les asignen a las tecnologas con potencialidades econmicas o estratgicas que nuestro pas logre desarrollar.

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    desarrollo nuclear en la Argentina, un pas con una larga historia de inestabilidad poltica y nacionalismo militante.

    En el mismo momento en que el Banco Mundial urga a los pases pobres a gastar ms en desarrollo econmico y menos en defensa, en octubre de 1989, un columnista del diario Buenos Aires Herald escriba en el diario norteamericano Chicago Tribu-ne que la carrera entre la Argentina y Brasil por la supremaca nuclear regional est tomando un fuerte carcter geopoltico. A pesar de las conversaciones sobre integracin econmica, sostena el autor, las fuerzas armadas de ambas naciones per-manecan intranquilas y continuaban forzando a sus gobiernos electos a obtener costosas tecnologas nucleares europeas bajo el disfraz de desarrollo econmico. Frente a este escenario, el embajador norteamericano Richard Kennedy urga a Menem a ratificar los tratados de no proliferacin.

    En esta encrucijada de inestabilidad poltica, presiones y cri-sis econmica, la poltica exterior del gobierno de Menem deba acompaar una poltica econmica fundada en la apertura de la economa, la desregulacin de los mercados en especial, de los mercados financiero y laboral y la privatizacin de las princi-pales empresas pblicas. Bautizada como realismo perifrico, la nueva poltica exterior sostena que un pas perifrico, empo-brecido, endeudado y poco relevante para los intereses vitales de las potencias centrales como la Argentina, segn Carlos Escud, deba bajar el nivel de sus confrontaciones polticas con las grandes potencias a prcticamente cero. Como parte de esta estrategia, el desarrollo de tecnologa nuclear era un punto de conflicto que deba desactivarse.