pueblo admirable 101 PUEBLO... · fueron internándose hasta los campos de Cojedes en donde fueron...

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pueblo admirable 101 “El Teniente del pueblo de Guardatinajas con el más debido respeto a Vuestra Alteza expone: que por el adjunto expediente que en testimonio acompaña, quedará Vuestra Alteza orientado no solamente de los hechos tan notorios y escandalosos de Rafael Cas- tillo, hombre salteador y ladrón envejecido; sino que también se satisfará de la violenta excarcelación que en el año pasado de ocho- cientos once hizo de esta Real Cárcel, lle- vándose consigo a los reos criminales Pedro Hernández y Juan Nepomuceno Rondón, de- jando el pequeño cepo quebrantado e inútil, y la cárcel en su puerta y paredes grandes rumbos, los grillos que tenían acerrojados se los llevaron y botaron en un charco del río de Tiznados. Este reo persistió en sus hechos y maldades después llevándose de este pueblo dos esclavos que por cimarrones se hallaban presos con grillos y formando una escolta fueron internándose hasta los campos de Cojedes en donde fueron presos los esclavos por parte de la cuadrilla de este territorio, salvándose por medio de la fuga Castillo. Este hombre luego de conocido el indulto promulgado a virtud de la Constitución Na- cional sancionada por las Cortes de España, se presentó impelido en esta gracia ante el Teniente Justicia Mayor de la Villa de Ca- labozo el que tuvo la facultad de dejarlo en entera libertad, pero este reo despreciando la gracia del indulto ha persistido y reincidido (...) de sus nuevo robos que resultan del su- mario aprobados, y que se hallaba preso en la Real Cárcel de aquella Villa... Guardatinajas a 24 de febrero de 1813. Preguntado si sabe es delito robar lo ajeno y andar (...) robando casas, a los caminantes y pasajeros y acompañándose con los malhe- chores y salteadores, que sólo se ejercitan en este oficio: contestó que si lo sabe. Reconvenido como si lo sabe, se ha entre- tenido en estos vicios porción de años, ro- bando a quienes ha encontrado, fugándose de la Cárcel de dicho pueblo de Guardati- najas, llevándose al salteador Nepomuceno Rondón, y al reo matador Hernández con quienes estaba preso, cometiendo varios ex- cesos en aquella jurisdicción, en los dichos, escaló y robó la casa de Don Juan Hipólito (...) intentando matarlo, que también robó a Don Juan Rojas (...) que después robó a Don Nicolás Borean dos caballos, los mismos que este le quitó en el sitio Don Juan Igna- cio en donde lo alcanzó, y se le fue al monte huyendo. Que a Don Matías Govea, le robó un criado, y Don Pedro Polanco otro; y otros varios trastos de la casa; cometiendo otros varios excesos en aquella misma jurisdicción. Contestó escaló la cárcel y se profugó con Rondón y Hernández y acompañado con ellos anduvieron cometiendo varias travesu- ras y robos, como lo fue en la casa de Don Clemente Poleo, habiendo entrado de noche le robaron toda la ropa, y que allí no había nadie, que es falso robaron a José Rojas: que es cierto robó a Don Nicolás Borean dos ca- ballos, y habiéndolo alcanzado con Juan Ig- nacio se los quitó, y se escapó por el monte huyendo, que a Don Matías Govea le llevó un criado, y a Don Pedro Polanco otro, y que es falso hubiese llevado hurto alguno de la casa, que Rondón se murió y Hernández se fue en el ejército para Caracas y no se sabe de él...” 1 1 Archivo de la Academia Nacional de la Historia, Sección Civiles-Independencia, Tomo 203, Doc. 906, Fols. 1-4. Rafael Castillo: una campaña nada admirable ”Preguntado si sabe es delito robar lo ajeno y andar (...) robando casas, a los caminantes y pasajeros y acompañándose con los malhechores y salteadores, que sólo se ejercitan en este oficio: contestó que si lo sabe.” Vendedora del mercado en viaje hacia Caracas. 1852-1854. Colección Banco Central de Venezuela. La guerra de independencia fue propicia para el surgimiento de grupos de bandoleros y asaltadores que, aprovechándose del desorden y la anarquía que siempre genera la guerra, se dieron a la tarea de asaltar caminos y poblados, La historia de Rafael Castillo es testimonio de ello. Fugado de la cárcel, se hace acompañar por ladrones y cimarrones que comparten sus tropelías o se incorporan al ejército

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pueblo admirable 101

“El Teniente del pueblo de Guardatinajas con el más debido respeto a Vuestra Alteza expone: que por el adjunto expediente que en testimonio acompaña, quedará Vuestra Alteza orientado no solamente de los hechos tan notorios y escandalosos de Rafael Cas-tillo, hombre salteador y ladrón envejecido; sino que también se satisfará de la violenta excarcelación que en el año pasado de ocho-cientos once hizo de esta Real Cárcel, lle-vándose consigo a los reos criminales Pedro Hernández y Juan Nepomuceno Rondón, de-jando el pequeño cepo quebrantado e inútil, y la cárcel en su puerta y paredes grandes rumbos, los grillos que tenían acerrojados se los llevaron y botaron en un charco del río de Tiznados. Este reo persistió en sus hechos y maldades después llevándose de este pueblo dos esclavos que por cimarrones se hallaban presos con grillos y formando una escolta fueron internándose hasta los campos de Cojedes en donde fueron presos los esclavos por parte de la cuadrilla de este territorio, salvándose por medio de la fuga Castillo.

Este hombre luego de conocido el indulto promulgado a virtud de la Constitución Na-cional sancionada por las Cortes de España, se presentó impelido en esta gracia ante el Teniente Justicia Mayor de la Villa de Ca-labozo el que tuvo la facultad de dejarlo en entera libertad, pero este reo despreciando la gracia del indulto ha persistido y reincidido (...) de sus nuevo robos que resultan del su-mario aprobados, y que se hallaba preso en la Real Cárcel de aquella Villa... Guardatinajas a 24 de febrero de 1813.

Preguntado si sabe es delito robar lo ajeno y andar (...) robando casas, a los caminantes y pasajeros y acompañándose con los malhe-

chores y salteadores, que sólo se ejercitan en este oficio: contestó que si lo sabe.

Reconvenido como si lo sabe, se ha entre-tenido en estos vicios porción de años, ro-bando a quienes ha encontrado, fugándose de la Cárcel de dicho pueblo de Guardati-najas, llevándose al salteador Nepomuceno Rondón, y al reo matador Hernández con quienes estaba preso, cometiendo varios ex-cesos en aquella jurisdicción, en los dichos, escaló y robó la casa de Don Juan Hipólito (...) intentando matarlo, que también robó a Don Juan Rojas (...) que después robó a Don Nicolás Borean dos caballos, los mismos que este le quitó en el sitio Don Juan Igna-cio en donde lo alcanzó, y se le fue al monte huyendo. Que a Don Matías Govea, le robó un criado, y Don Pedro Polanco otro; y otros varios trastos de la casa; cometiendo otros varios excesos en aquella misma jurisdicción.

Contestó escaló la cárcel y se profugó con Rondón y Hernández y acompañado con ellos anduvieron cometiendo varias travesu-ras y robos, como lo fue en la casa de Don Clemente Poleo, habiendo entrado de noche le robaron toda la ropa, y que allí no había nadie, que es falso robaron a José Rojas: que es cierto robó a Don Nicolás Borean dos ca-ballos, y habiéndolo alcanzado con Juan Ig-nacio se los quitó, y se escapó por el monte huyendo, que a Don Matías Govea le llevó un criado, y a Don Pedro Polanco otro, y que es falso hubiese llevado hurto alguno de la casa, que Rondón se murió y Hernández se fue en el ejército para Caracas y no se sabe de él...” 1

1 Archivo de la Academia Nacional de la Historia, Sección

Civiles-Independencia, Tomo 203, Doc. 906, Fols. 1-4.

Rafael Castillo: una campaña nada admirable”Preguntado si sabe es delito robar lo ajeno y andar (...) robando casas, a los caminantes y pasajeros y

acompañándose con los malhechores y salteadores, que sólo se ejercitan en este oficio: contestó que si lo sabe.”

Vendedora del mercado en viaje hacia Caracas. 1852-1854. Colección Banco Central de Venezuela.

La guerra de independencia fue propicia para el surgimiento de grupos de bandoleros y asaltadores que, aprovechándose del desorden y la anarquía que siempre genera la guerra, se dieron a la tarea de asaltar caminos y poblados, La historia de Rafael Castillo es testimonio de ello. Fugado de la cárcel, se hace acompañar por ladrones y cimarrones que comparten sus tropelías o se incorporan al ejército