Punte, María José - Perón Personaje de Novela

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PERÓN: PERSONAJE DE NOVELA María José PUNTE Viena BIBLID [0213-2370 (2004) 20-2; 223-239]  A pesar de la marca dejada en la vid a social, política y cul tural de Argentina, por Juan Domingo Perón, no existen muchos abordes literarios de este personaje. En ese vacío, re- salta con especial intensidad “La novela de Perón” (1985), de Tomás Eloy Martínez. Esta obra se acerca a la persona del líder, desde los resquicios que la historiografía ha de-  jado vacantes. Recurre a un a técnica cercana al discurso periodístico. Busca, mediante la acumulación de testimonios y de relatos, alcanzar una imagen más abarcadora del viejo ex presidente. Otra novela que también se concentra en el pasado de Perón es “El mucha- cho peronista” (1992) de Marcelo Figueras. Sin embargo este texto no pretende indagar en el personaje histórico, sino que utiliza a Perón como figura novelesca. En ambos casos, la confrontación entre historia y ficción hace referencia al modo en que se construyen to- dos los relatos, que poseen una matriz común. In spite of the trace left by Juan D. Perón in Argentina ’s social, political and cultural life, there are not many literary approaches to his figure. “La novela de Perón” (1985), by T. E. Martínez represents a remarkable exception in this panorama. This work tries to get closer to the leader, coming from the empty gaps left by historiography. The style in which it is written borrows from journalistic techniques. Through the accumulation of testi- monies and stories, the plot seeks to reach a more comprehensive image of the old ex-pres- ident. Another book concentrated in Peron’s past is “El muchacho peronista” (1992), by  Marcelo Figueras. This te xt is not inte rested in investigating his histor ical per sonality. Instead of that, it prefers to develop the character’s fictional aspects. In both cases, the confrontation between history and fiction refers to the common matrix shared by every story. 1. ¿Quién teme a Juan Domingo Perón? CIER TOS PER SONA JES HISTÓRI COS ADQUIER EN una talla tan desmesurada que se vuelven de difícil acceso para el tratamiento literario. Uno de ellos parece ser Juan Domingo Perón. Si comparamos la presencia literaria de Eva Perón con la de su esposo, certificamos una diferencia considerable. Eva ha sido protagonista de numerosas novelas, obras de teatro, poesías, un musical, pe- lículas, etcétera. Y no sólo en la década de los 90, circunstancia que tendió a ser vista como un supuesto fenómeno de mercado, la “Evitamanía ”. Hasta el presente, existe un único texto en donde el viejo caudillo campea con un rol RILCE 20.2 (2004) 223-239 Punte Quark 30/6/04 10:28 Página 223

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  • PERN: PERSONAJE DE NOVELA

    Mara Jos PUNTEViena

    BIBLID [0213-2370 (2004) 20-2; 223-239]

    A pesar de la marca dejada en la vida social, poltica y cultural de Argentina, por JuanDomingo Pern, no existen muchos abordes literarios de este personaje. En ese vaco, re-salta con especial intensidad La novela de Pern (1985), de Toms Eloy Martnez.Esta obra se acerca a la persona del lder, desde los resquicios que la historiografa ha de-jado vacantes. Recurre a una tcnica cercana al discurso periodstico. Busca, mediante laacumulacin de testimonios y de relatos, alcanzar una imagen ms abarcadora del viejoex presidente. Otra novela que tambin se concentra en el pasado de Pern es El mucha-cho peronista (1992) de Marcelo Figueras. Sin embargo este texto no pretende indagaren el personaje histrico, sino que utiliza a Pern como figura novelesca. En ambos casos,la confrontacin entre historia y ficcin hace referencia al modo en que se construyen to-dos los relatos, que poseen una matriz comn.

    In spite of the trace left by Juan D. Pern in Argentinas social, political and cultural life,there are not many literary approaches to his figure. La novela de Pern (1985), by T.E. Martnez represents a remarkable exception in this panorama. This work tries to getcloser to the leader, coming from the empty gaps left by historiography. The style in whichit is written borrows from journalistic techniques. Through the accumulation of testi-monies and stories, the plot seeks to reach a more comprehensive image of the old ex-pres-ident. Another book concentrated in Perons past is El muchacho peronista (1992), byMarcelo Figueras. This text is not interested in investigating his historical personality.Instead of that, it prefers to develop the characters fictional aspects. In both cases, theconfrontation between history and fiction refers to the common matrix shared by everystory.

    1. Quin teme a Juan Domingo Pern?

    CIERTOS PERSONAJES HISTRICOS ADQUIEREN una talla tan desmesurada quese vuelven de difcil acceso para el tratamiento literario. Uno de ellos pareceser Juan Domingo Pern. Si comparamos la presencia literaria de Eva Perncon la de su esposo, certificamos una diferencia considerable. Eva ha sidoprotagonista de numerosas novelas, obras de teatro, poesas, un musical, pe-lculas, etctera. Y no slo en la dcada de los 90, circunstancia que tendi aser vista como un supuesto fenmeno de mercado, la Evitamana. Hasta elpresente, existe un nico texto en donde el viejo caudillo campea con un rol

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  • central y absoluto. Se trata de la muy conocida La novela de Pern (1985) deToms Eloy Martnez. Por qu no ha habido otros intentos ms exhaustivosde abordar a este personaje? Tal vez parte de la clave est en un comentariode T. E. Martnez que aparece en Santa Evita:

    Pens, siguiendo a Walter Benjamin, que cuando un ser histrico ha sido redimido sepuede citar todo su pasado: tanto las apoteosis como lo secreto. Ser tal vez por esoque en La novela de Pern slo acert a narrar lo ms privado de Pern, no sus haza-as pblicas: cuando trataba de abarcarlo por entero, el texto se me quebraba entrelos dedos. (64)

    Qu quiere decir con eso de que Pern no ha sido redimido? Por ahora, que-da claro que ese relato ambicioso, complejo, paradigmtico de un estilo deescritura que se confronta con la historia, ha ganado un merecido protago-nismo a la hora de hablar sobre las relaciones del peronismo y la literatura.La intencin de este trabajo es encarar este texto en dilogo con otra novelams reciente, El muchacho peronista (1992) de Marcelo Figueras. En ella, sibien Pern no es el protagonista, ocupa un papel suficientemente significati-vo para establecer un precedente en conexin con la narrativa referida al Ge-neral. Adems, por razones que tienen que ver ms con lo narrativo en s, esposible trazar varios paralelos reveladores con el texto de T. E. Martnez.

    2. Marcelo Figueras, El muchacho peronista

    Varias novelas en la tradicin de los ltimos aos nos recuerdan desde el ttu-lo una pieza musical, ya sea un bolero o un tango.1 La obra de Figueras nosremite a la Marcha Peronista, el himno con el que los seguidores de este par-tido renovaban sus votos de adhesin al ideario y al lder. La marcha comien-za con el verso Los muchachos peronistas/ todos unidos venceremos. El t-tulo de Marcelo Figueras, sin embargo, se ha reducido al singular. Laeleccin es consciente y el autor explica la razn: La utopa del personaje demi novela es individual, por eso es el muchacho peronista en contrapartidacon aquellos muchachos peronistas. Salvarse a s mismo, no a la gran masa(Russo). En la obra se despliega por lo tanto una aventura personal, la de Ro-berto Hilaire Calabert, lo cual parece estar muy en consonancia con el espri-tu de los 90, como sostiene Figueras. El ttulo de todos modos est sugirien-do otra dimensin, que es colectiva, y que se encuentra muy arraigada en elimaginario social de la Argentina. Se alude a una referencia tanto polticacomo histrica, de inmediato identificable. Llama la atencin entonces que

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  • esta narracin no se encuadre en el gnero de la novela histrica. Estamosfrente a un texto de aventuras en el ms puro sentido de la palabra. Pero notodo es fabulacin. Hay un personaje histrico. Nada ms ni nada menosque Juan D. Pern.

    2.1. La carne y el espritu

    La novela puede ser vista en principio bajo la categora de Bildungsroman.2

    El personaje se encuentra en el umbral que separa la niez de la adultez. Ro-berto tiene trece aos cuando comienza su periplo. Se cri rodeado de tas yde una madre sobreprotectora, bajo la sombra agobiante del abandono pater-no. La novela cuenta una aventura que es un viaje, una salida del hogar, yque dura una semana. Ese tiempo limitado aparenta ser mucho ms largo delo que realmente fue. Suceden cosas inimaginables e increbles para un nio.Consiste en un viaje que guarda todas las caractersticas de un proceso de ini-ciacin: el abandono del mundo conocido, el encuentro de personajes tantobenficos como malficos, un descenso a los infiernos, el retorno del prota-gonista convertido en hroe. La aspiracin a la aventura se halla simbolizadapor la metfora de la China, que abre y cierra la obra. El to Hugo utiliza di-cha imagen para confirmarle al nio algo que ste sospecha: si quiere saber loque es la vida, tiene que irse, como hizo su padre, al cual la madre prefieredar por muerto. Este periplo aparece parodiado, sin por eso dejar de perdersus caractersticas. Refuerza la idea de que se trata de una iniciacin al revs.Es decir, el hroe corresponde al tipo del anti-hroe.

    Roberto Calabert cierra una parte de su vida en ese itinerario de una se-mana. De ah en ms se abrir otra dimensin. Todo comienza un primerode enero de 1938. El personaje se escapa, luego de haber tomado varias copasen compaa del to Hugo. Su estado, por ende, no es del todo sobrio. Elmovimiento inicial de fuga se da cuando sube a un tren cualquiera. Ese trenno lo va a llevar demasiado lejos en lo que concierne a distancias fsicas. Seinterna en la provincia de Buenos Aires, en los alrededores de Junn. Pero lotransporta a un mundo muy diferente del usual. El encuentro con el que sersu mentor, Tardewski, le franquea las puertas a un mbito relacionado con elcrimen, la mafia, e indirectamente, la poltica.

    Uno de los temas desarrollados es el de la naturaleza dual del ser humano,la lucha entre lo anglico y lo demonaco. Est tematizado sobre todo en Tar-dewski. Su historia se expone, largamente narrada, en el captulo tres. Tar-dewski naci en Polonia en 1902. Tampoco lleg a conocer a su padre, queera un intelectual, idealista, de origen aristocrtico, devenido pobre. Sufre to-das las vicisitudes de una historia centroeuropea convulsionada por las gue-rras. Su maestro en el arte de la supervivencia es Brodzinski, de quien apren-

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  • de la destreza para ponerse en escena y para inventar historias crebles. Sobretodo se ejercita en la habilidad de ser fuerte y de recomponerse de las cadas.Tardewski debe huir de Polonia y termina como inmigrante de la Argentinaaluvional. Brodzinski le facilita un contacto que va a ser crucial, Trauman.Este personaje, tambin complejo y ambivalente, es un hombre poderosoque maneja con xito los hilos de la prfida Buenos Aires de los aos 20.Trauman es quien dirige en la ficcin la Zwi Migdal, una organizacin de lapoca dedicada a la prostitucin, que se convierte a su vez en mentor del am-bicioso joven. Los tres caracteres comparten esta doble naturaleza de ngel ydemonio. Pueden llegar a ser tan inescrupulosos como benvolos. Una figuraparadigmtica sirve como teln de fondo sobre el que se proyectan estos per-sonajes: Judas. El Iscariote, amigo de Cristo que lo traiciona, es introducidomediante unas visiones del protagonista. Esas visiones ponen en duda queJudas haya sido un traidor. Se lo presenta como vctima de la historia. A par-tir de la genealoga trazada desde Judas, se da una valoracin positiva de estosindividuos que oscilan entre el Bien y el Mal.

    La educacin de Roberto Calabert es la versin invertida de una novela deaprendizaje. El nio se vuelve especialista en el engao, el subterfugio, la trai-cin. Sus maestros o mentores son personajes demonacos. En particular Tar-dewski, que es un villano exitoso y lindo, seductor. En una escena que es cla-ve, el nio asesina (luego veremos a quin) y lo hace por impulso. Lo muevela curiosidad, el pecado satnico por excelencia. l mismo ve con horror esteaprendizaje, pero tambin con naturalidad. En el ltimo captulo, Robertonarra desde su presente. Se ha convertido en monje y est en plena carrera in-telectual. Una carrera que, segn se sugiere, puede llevarlo al corazn del Va-ticano. Queda abierto un interrogante: ser ste el prximo Papa? Un anti-Cristo?

    2.2. La dinmica de la ficcin

    Sin lugar a dudas, la reflexin principal de la novela tiene que ver con lacuestin de la accin de narrar. Hay una lnea argumental, la huida de Ro-berto y las subsiguientes aventuras. Sin embargo, la trama est armada a par-tir de una acumulacin de relatos que incursionan en distintos tipos de dis-cursos. Se encuentra estructurada en tres libros. El primero lleva por ttuloUn barco hacia la China. Consta de cinco captulos numerados. Uno deellos, Tardewski, es casi una nouvelle dentro de la novela. Implica una rup-tura evidente con lo que vena siendo narrado. Cuenta la biografa del perso-naje y su pasado en Polonia, con lo cual no slo se provoca un considerablehiato temporal, sino espacial. El mismo recurso se utiliza en el libro segundo,La avenida de la Ciencia. En este caso, la historia narrada es la de Potota,

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  • la primera esposa de Pern. Esta nueva irrupcin se comporta hasta ciertopunto como independiente de la trama principal. La vida de Tardewskiadopta el tono de la picaresca, mientras que la de Potota evoca al folletn. Elprimero es un personaje ficcional y el segundo, histrico. Ms all de las di-ferencias, ambos comparten la cualidad de lo novelesco. Esta coincidenciahace evidente la idea de que todo aquello que es susceptible de ser narrado,participa de una misma naturaleza. El libro tercero se titula Haceldama3 yconsta de tres captulos. El ltimo est dedicado a Calabert, el protagonis-ta, quien cierra la narracin. En este fragmento se profundiza la cuestin delos relatos a travs de la inclusin de la Biblia, el Libro de los Libros. Los re-latos se van ramificando y multiplicando hasta el infinito. Cada nuevo espa-cio genera una historia (el tren, el cine, el circo Roma, el prostbulo, el pobla-do de Las Parvas, una casa de pesadillas, etc.). Cada personaje sirve comohilo que podra deshilvanar una nueva narracin. La esposa del director delcirco Roma, Leonor, da una clave para entender la dinmica que subyace atoda la obra: siempre es posible inventar una historia, crear un pasado, darlea la realidad una dimensin mtica. Hay varias ficciones dentro de esta fic-cin, que remiten siempre al arte de narrar. Y que recuerdan el grado decompenetracin que las personas tienen con la lectura. A todo esto, falta su-mar todava las visiones que padece el protagonista. Roberto descubre que lpodra poseer la rara habilidad de penetrar en los pensamientos de los otros.Esto se presenta como una metfora de la accin de narrar. La visin princi-pal es la mencionada historia de Judas. Su interpretacin vendra a contrade-cir la versin oficial de la Biblia. Judas nunca a traicion a Cristo. Tampocose ahorc, sino que puso en su lugar otro cadver. Luego escribi la historiade Cristo, su Maestro, no como fue realmente, sino como l quera que hu-biera sido. Le dio una dimensin mtica. As lleg el Evangelio hasta nuestrosdas. De acuerdo con esta mirada hertica, se insina que detrs de toda ver-dad, hay una falsificacin. Pero no es slo un mero afn deslegitimador loque impulsa dicha interpretacin, sino la conciencia de que todas las accio-nes humanas se hallan atravesadas por esta configuracin de sentido que es elrelato. En resumidas cuentas, relato de relatos, todo es relato. La novela colo-ca a los discursos ms dismiles en un plano de igualdad. Al final abre inclu-so una puerta ms, porque lo que acabamos de leer bien podra haber sido elproducto de un desvaro. Esto ltimo queda sugerido con la historia de Ju-das. Al escaparse, Judas se encuentra con un chino que le ofrece opio. Parti-mos de la China, para llegar finalmente a la China: el ensueo es la matriz detodos los relatos.

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  • 2.3. Cuando todava Pern no era Pern

    El personaje de Pern es introducido en el captulo cinco. Roberto y Tar-dewski se han refugiado en un prostbulo en las afueras de Junn. Es un pros-tbulo importante, al que van los polticos, los estancieros y los hombres ilus-tres de la regin. Pern entra al local haciendo gran alharaca. Aparece comoun personaje simptico, seductor, pero ruidoso. Busca llamar la atencin so-bre s. Hay en la descripcin algo de artificioso, como si fuera un personajede pelcula: Subieron las escaleras con la perfeccin de un musical hollywo-odense en sus movimientos (130). Pern se va con Luisa, la chica ms sim-ptica del local, que acaba de iniciar sexualmente a Roberto. En un descuidode Tardewski, Roberto se escurre hacia un recinto desde el que puede espiara Pern con su amante. Es parte del voyeurismo que aparece una y otra vezcomo una dinmica inherente a la ficcin: siempre hay alguien que es espec-tador y que disfruta observando. Roberto espa a Pern y escucha su conver-sacin. De ese modo se entera de que acaba de llegar de Chile. All se ha vis-to envuelto en un episodio dudoso. Esta historia verdica est narrada de lasiguiente manera, en una apreciacin que no tiene asidero histrico: Habafotografiado documentos secretos y actitudes non sanctas de personajes a losque convena controlar (131). Roberto, al ver a Luisa ocupada con el mili-tar, tiene un ataque de celos. Entra en la habitacin y de modo impulsivo,empua la pistola Mauser de Pern y lo mata. Lo nico que se le ocurre ha-cer en semejante momento es gritar Viva, Chile, carajo y escapar.

    Hasta aqu, lo que tiene que ver directamente con Pern. Pero la historiasigue. En el captulo siete, Roberto se encuentra con una mujer dando vuel-tas en un Packard, en un estado de conmocin evidente. La ayuda, y juntoslogran irse en el auto, que la mujer apenas sabe manejar. Esa mujer es Poto-ta, la primera esposa de Pern. Aqu se inicia otro largo captulo en donde seficcionaliza esta parte de la biografa del General, a travs del personaje de suesposa Mara Aurelia Tizn. La narracin de su nacimiento, infancia y ado-lescencia, apela a un tipo de relato que evoca el realismo mgico. El naci-miento presenta rasgos especiales, que parecen asegurarle una existencia at-pica y vaticinarle un futuro excepcional. Mara Aurelia es retratada como unapersona de una sensibilidad exacerbada, rayana en lo visionario, silenciosa, t-mida. Para las monjas de su colegio rene las caractersticas tpicas de unasanta. Sin embargo, Aurelia, voraz lectora de una nica novela, Susquehan-nah, elige la pasin, no los velos. Tiene un noviazgo ms que decente y llenode buenos augurios con el joven teniente Juan Domingo Pern. Luego se ca-san y lo que sigue es lo que se conoce sobre este perodo de su biografa. Laficcin permite ver la intimidad de la pareja. Pern es un joven de carrera

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  • promisoria, simptico, popular entre los nios del barrio. Luego de la bodase transforma. Se muestra obsesionado por el trabajo. Al parecer, lo tortura lalentitud con la que avanza su carrera. Aurelia se va arrinconando cada vezms en ese matrimonio que no resulta ser lo que esperaba. Pern es un hom-bre seductor, pero fro, nada tierno. El matrimonio de Pern y Aurelia bienpodra ser una tpica unin de clase media de la poca. Sirve como muestra-rio de los prejuicios sexuales, la clara divisin de roles, la subordinacin de lamujer. En parte, hay datos histricos: la muerte de la madre de Aurelia queella sufri mucho, el traslado a Chile, el descubrimiento de su cncer. Conrespecto a la ancdota de Chile, lo que se introduce como pura ficcin es quese le adjudica a Potota la organizacin del complot que casi trunca la carrerade Pern. Porque quiere emular a la intrpida Susquehannah de su novela,monta lo que ella imagina va a ser una maniobra genial y termina en un granfiasco.

    Potota es la tercera gran protagonista de la novela. Adquiere un rol que lees escatimado a Pern. Roberto inventa que fue Tardewski quien mat al te-niente. De esa manera convence a Potota de ir a buscar al rufin y de entre-garlo a la polica. Esta frgil mujercita de vestido a lunares, termina matandocon su pistola de cartera al sanguinario Tardewski. A pesar de lo brutal de es-tas relaciones, un lazo se ha generado entre los tres: Potota me abraz. Yo loabrazaba a l. Hicimos una cadena, los tres: la familia perfecta (264). En elltimo captulo, Roberto cuenta que va a visitarla al hospital, cuando ella yaest enferma. Potota le regala una foto. Le dice, refirindose a ella y a Pern:Sos como el hijo que no pudimos tener (270). Esa foto es un elemento msque se adjunta a la superposicin de discursos. Se puede ver al final de la no-vela, en la pgina 284. La foto habla desde sus recursos propios. Muestra aun Pern joven y sonriente, vestido de militar. Todava es un hombre que sepermite una pose natural y fresca, con un pie torcido. A su lado, se encuen-tra una mujer cuyo rostro resulta muy desconocido. Parece una mujer nor-mal. Est vestida ntegramente de blanco. La parte superior del rostro se vebien iluminado, mientas que hay sombras en la parte inferior. La pareja pro-yecta felicidad, confianza en el futuro, pero sobre todo, vida.

    3. Toms Eloy Martnez, La novela de Pern

    3.1. Periodismo verdad

    La novela de Pern (1985), al igual que Santa Evita (1995) o la reciente Elvuelo de la Reina (2002), se coloca en una regin fronteriza, desde dondeirradia una serie de dinmicas de mltiples sentidos. Estas dinmicas se ha-

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  • llan muy en consonancia con el modo en el que un actual receptor se enfren-ta hoy a ese conjunto multifactico e informe que llamamos realidad. Losmedios masivos de comunicacin (cine, televisin, prensa escrita), son ele-mentos inseparables de una percepcin que ya no funciona de manera unidi-reccional. La novela de Pern es un texto fronterizo porque trabaja con dis-cursos tomados de diversas reas, entre las que el periodismo juega un rolcentral. Genera un espacio nuevo, imposible de encasillar en una u otra. Secaracteriza por la hibridez, cualidad que se ha tornado frecuente en los rela-tos escritos a partir de los ochenta. Y eso se debe a que la percepcin del lec-tor se encuentra entrenada para aceptar la convivencia de espacios dismiles.La relacin entre el periodismo y la literatura aparece desarrollada de modoexplcito en la novela a partir del personaje de Zamora, el periodista que in-vestiga el pasado de Pern. T. E. Martnez esboza reflexiones concretas sobreel periodismo, que adems de ser su profesin, es tema recurrente en susobras. El autor encuentra que lo distintivo en este medio es el carcter de re-construccin de la realidad que posee la palabra. La crnica en el diario, dice,confirma lo que hemos visto en imgenes (ya sea en la televisin o de mane-ra directa). Necesitamos recurrir a ella para redondear nuestra percepcin.Segn l, la verdadera noticia, cuando se trata de un periodismo narrativo, esla manera en que se construye un mito colectivo. Aquello que certifica en l-tima instancia su logro es la visin personal que el periodista ofrece. Lo deci-sivo radica entonces en que esa mirada es tanto o ms verdadera porque bus-ca todos los ngulos, incluso los ms oscuros (Halpern).

    La novela ya ha sido analizada a partir de la categora del archivo, queda cuenta de una estructura trabajada a partir de la acumulacin (Spiller). Lapremisa de este tipo de escritura consiste en que para alcanzar algo as comouna versin de los hechos, se hace necesario reunir un amplio caudal de in-formacin. Refleja el modus operandi del periodista, que arma su historia me-diante la pesquisa. Spiller tambin hace hincapi en esta cualidad cuandodescribe al narrador como detective literario. Dicha dinmica habla a suvez del cruce que se da entre poltica y literatura, periodismo e historia. Laequiparacin entre la tarea del periodista y la figura novelesca del detectiveno es casual en una historia nacional que se ha criminalizado. El recurso con-siste en provocar un encuentro de gneros para ponerlos en cuestin y hacerdudar de sus lmites. Esto parece querer sugerir que las categoras clsicas noson suficientes para aprehender dicha realidad. No porque no sea evidente,sino todo lo contrario. La criminalizacin est demasiado a la vista. De modoque reacomodar los recursos de la percepcin y el anlisis, se torna un desafode la escritura.

    La novela de Pern no es una novela histrica. En ella hay personajes in-

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  • ventados conviviendo con personajes reales; datos documentados con el mis-mo status epistemolgico que la ms delirada fabulacin. El efecto de loreal, expresin tomada de Roland Barthes, nada tiene que ver aqu con elobjetivo de facilitarnos una ancdota o de hacernos accesible una determina-da personalidad histrica. Tampoco se equipara al gnero testimonial, a pesarde estar montada sobre testimonios existentes.4 Parece bastante plausible afir-mar que esta novela surgi de una insuficiencia. La pregunta que la movilizaes quin es Pern? Precisamente porque all hay un vaco. Explicar a Pernse presenta como la va para entender numerosos hechos de la historia argen-tina, tal es el grado de identificacin de la personalidad del lder con el pue-blo al que intent conducir. Martnez lo sintetiza del siguiente modo, cuan-do irrumpe l mismo como personaje:

    No era un simple hombre. Eran veinte aos de Argentina, en contra o a favor. Vea lasmanchas de su cara, la picarda de sus ojos chiquitos, oa su voz agrietada. Mi pas en-tero pasaba por su cuerpo: el odio de Borges, los fusilamientos de la Libertadora, losgremios revolucionarios, la burocracia sindical, y aunque no lo supiera entonces, tam-bin pasaban por all los muertos de Trelew. (262)

    El contrapunto principal en la bsqueda est dado por la confrontacin dePern y Zamora. La accin transcurre en ese 20 de junio de 1973, el da enque el viejo poltico vuelve a la Argentina para finalizar su exilio de dieciochoaos. Zamora recorre un camino de ida y de vuelta. O varios caminos, que sedistribuyen entre el centro y el aeropuerto de Ezeiza. Pero ese movimientotiene un pin fijo, ya que todo gira alrededor de Pern. El viejo caudilloslo est concentrado en las lecturas de sus Memorias, abstrayndose deldevenir externo. Lo gua la inquietud de colocarse ms all del tiempo, cosaque luego se manifestar como imposible. El texto de las Memorias se vadesplegando a lo largo de la narracin, en una lnea que nos conduce por lavida anterior de Pern, la que llega hasta el ao 1945. Paralelamente, van aser ledas las Contramemorias, es decir, el texto escrito por Zamora para larevista Horizonte. Este relato fue construido por el periodista a partir de lostestimonios de setenta testigos, siete de los cuales han sido reunidos para dar-le la bienvenida al General. Son parientes de Pern y de su primera esposaMara Aurelia, casi reliquias de un pasado que nadie quiere traer a la memo-ria. Los dos discursos constituyen los reversos de la misma moneda, la histo-ria indita de Pern: sus antepasados, su infancia, los aos del Liceo Militar,su formacin ideolgica, los primeros pasos como teniente, la revolucin del30, la del 43, los dos aos pasados en Italia, el primer matrimonio, su en-cuentro con Eva. Son reversos porque uno le contesta al otro, corrigiendo el

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  • texto periodstico los hechos que Pern escribi a su manera. Las voces de lostestigos se suman para dar a entender que existen muchas versiones, no coin-cidentes. En esta lnea argumental, es en donde se produce la irrupcin deci-siva de los factores extra-literarios. Hay un cmulo de textos detrs o encimade La novela de Pern, rodendola. Fundamental es la investigacin realizadapor T. E. Martnez mismo en 1970 y publicada en el semanario Panorama. Elautor narra las peripecias que lo condujeron a efectuar esta entrevista, en elprlogo de su libro Las memorias del General. Ah cuenta que durante cuatrodas, del 26 al 29 de marzo de 1970, grab unas memorias que Pern habadictado a Lpez Rega. Al confrontar el texto periodstico aparecido en Pano-rama y la novela, se comprueba que lo central de lo que est narrado en laficcin es verdadero.5 Martnez desnuda en el mencionado prlogo el proce-so de la escritura y el impulso que lo llev a embarcarse en semejante histo-ria. El periodista, luego de armar su texto con las declaraciones de Pern,percibi los vacos, las omisiones, las tergiversaciones. De modo que conti-nu investigando en 1971. Entrevist a los amigos de la infancia del ex Pre-sidente. Busc los documentos. Lleg a una certeza: Los documentos y, confrecuencia, tambin los recuerdos de los testigos contradecan a tal punto loque Pern o los historiadores de Pern haban sancionado como verdad quea veces yo crea estar antes dos personajes distintos (Martnez 1996b, 13).La mencionada confrontacin que se da entre Zamora y Pern a partir de laescritura de las memorias, funciona como espejo de estas entrevistas que tu-vieron lugar entre Pern y T. E. Martnez. El autor nos lo hace saber, paramostrar el carcter de relato que poseen tanto la crnica, como la historia,como todo relato historiogrfico. La ficcin se superpone en tanto que otramanera de narrar, cuyo status no les queda a la zaga.

    3.2. La manipulacin de los documentos

    Una curiosa igualacin es llevada a cabo por T. E. Martnez en un artculo.Se trata de dos figuras esenciales al imaginario colectivo argentino: Pern yBorges. Martnez dice lo siguiente:

    Tanto Pern como Borges compartan la idea de que los documentos se pueden ma-nipular en la Argentina con una cierta impunidad. Pern haba aprendido que el Po-der es siempre impune; Borges, a su vez, saba que todo testimonio del pasado est so-metido en la Argentina a un proceso de sistemtica e inevitable destruccin (Martnez1996a, 94).

    Para Martnez, Borges hace en el terreno de la literatura, lo que Pern en elde la poltica. Ambos comparten la dinmica de la invencin: comenzar la

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  • propia tradicin, sentando primero las bases. Martnez menciona tambin aMitre, porque es el historiador que mediante la escritura, en este caso la his-toriogrfica, inventa una nueva Argentina, la historia del pas europeo,blanco, civilizado. Estas reflexiones le sirven para decir que novela e historiaposeen en la Argentina un estatus equivalente. No slo porque la realidad ar-gentina est plagada de ancdotas inverosmiles, sino tambin porque se es-cribe una historia a partir de 1810, como si antes no hubiera existido nada.As como la literatura desde el Facundo en adelante mantiene el valor testi-monial y simblico, la historia ha sido fraguada a partir de la manipulacinde documentos. A eso se suma una literatura fraguada a partir de la manipu-lacin de datos, ya que al fin y al cabo, no hay nada ms ficcional que la rea-lidad, tal como lo entenda Borges.

    En la novela, el viejo General narra su biografa. Sabe que la letra es lonico que va a quedar de l. Entonces se toma la libertad de elegir qu tipode monumento va a legar a la posteridad. Escribe una historia que respondea una tctica precisa. Zamora la describe como la estrategia del zigzag. Laimagen est tomada de un recurso que usan los guanacos en la Patagoniapara escapar de los cazadores. Consiste en hacer el movimiento contrario alque se supone que van a realizar. El Pern del texto, que aprende a cazar gua-nacos en su infancia, adopta esta tcnica para desorientar a sus rivales. En lanovela se escenifica la manera en que la utiliza con Cmpora. Pero sobretodo, la practica con los discursos.

    Otro tema es el de la Historia narrada como epifana. Parecera ser quePern no hubiera tenido un pasado anterior a 1945. A Zamora le molestaque falte una parte importante de la biografa del Conductor. Esto lo impul-sa a investigar. De hecho, es el director de la revista Horizonte quien lo con-mina a averiguar todo:

    El Pern oficial ya estar vaciado. Hay que buscar al otro. Cuente los primeros aosdel personaje, Zamora: nadie lo ha hecho en serio. Abundan las alabanzas, las mitolo-gas, los rejuntes de documentos, pero la verdad no aparece por ninguna parte.Quin era el general, Zamora? Descfrelo de una buena vez: rescate las palabras quel nunca se atrevi a decir, describa los impulsos que seguramente reprimi, lea entrelneas La verdad es lo que se oculta, no? (38)

    Se juega aqu con la idea de que existen dos facetas del personaje, la histricay la personal. La primera de ellas, es construida a partir de la historiografa.Hay mucha documentacin, porque fue pblica. Pero, y la otra? Cmo sellega a ella? Eva haba hecho transparente este dilema cuando ubicaba su na-cimiento a la vida verdadera el 17 de octubre de 1945. Trataba de hacer des-

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  • aparecer un pasado que sus antagonistas le reprochaban y en el cual intenta-ban escarbar para encontrar sus puntos dbiles. Con el Pern de T. E. Mart-nez pasa lo mismo. El periodista constata al indagar que los relatos biogrfi-cos referidos a Pern comienzan a partir de su entrada a la escena poltica.6

    La Historia tambin es interpretacin. Cuando se escribe un texto sobreel pasado, se est hablando del presente del que escribe y de su contexto. Elgnero novela, por su carcter que la lleva a cuestionar a los otros relatos fa-gocitndolos, nos alerta sobre este aspecto. Es la sospecha de que la cruz quele faltaba a la iglesia peronista (49), como parece ironizar el viejo Pern, noera otra cosa que una ficcin. Esa plusvala que proporciona la ficcin surgeen este caso del dilogo de todos estos gneros.

    3.3. El vaciamiento sistemtico de Pern

    Hay una frase clave para entender la visin que la novela ofrece de Pern. Esla que resume la trayectoria del lder para concluir que al final, todos esos ro-les se confunden en la nada, porque no sirven para alcanzar el ncleo de in-teligibilidad de la persona:

    Haba sido el conductor, el General, el Viejo, el dictador depuesto, el macho, el quete dije, el tirano prfugo, el cabecilla del GOU, el primer trabajador, el viudo de EvaPern, el exiliado, el que tena un piano en Caracas. Quin sabe qu otras cosas po-dra ser maana. Tantos rostros le vi que me decepcion. De repente, dej de ser unmito. Finalmente me dije: l es nadie. Apenas es Pern. (262)

    Estamos en condiciones de conocer los diversos aspectos del personaje hist-rico. A eso se suma lo que l pudo o quiso contar de s mismo. No es grancosa, si se piensa en la posibilidad de manipulacin que se mencion antes.La pesquisa de Zamora es una empresa fracasada de antemano. A lo sumopuede llegar hasta el punto aquel en donde el personaje se fuga. Zamora losospecha, al usar como paradigma el teorema de Gbel. Sin embargo, el pe-riodista se empea en llevar a cabo el encargo del dueo del peridico. El re-trato que recibimos no deja de ser un espejismo. Ese Pern ntimo, en pan-tuflas, matando las hormiguitas del jardn, mirando por la televisin unaserie de cowboys (194), aparece, por cierto. En el presente del relato, es unpoltico viejo, cansado, enfermo. Que es tratado como un nio por Isabel yLpez Rega. Que est harto de los entretelones de la poltica. Obsesionadoslo en corregir sus memorias, porque sa es la efigie que va a perdurar de l.Tambin es un hombre que siente celos de Eva. Ella logr la fama y la gloriaque l no va a poder disfrutar.

    El otro costado humano de Pern, tiene que ver con la rivalidad que se

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  • desata ante Cmpora.7 El representante del General es un hombre leal, queacepta su rol histrico, aunque lo percibe como demasiado grande para l.Cmpora no atina a comprender la tctica de Pern, que nace de algo irra-cional. Son los celos que le produce al viejo ex Presidente el surgimiento defiguras que puedan significar una competencia. Se est diciendo que la trage-dia de Ezeiza tuvo mucho que ver con esto. Fue una lucha entre Pern yCmpora, o entre Lpez Rega y Cmpora, que de todos modos podra resu-mirse como una lucha entre Pern y los otros. Al destejer la complicada ma-deja de hechos histricos, cuyo discernimiento es esencial para entender loocurrido, lo que se halla son algunas de las pasiones bsicas de toda la histo-ria humana, tan antigua como la tragedia de Can y Abel.

    Una tercera faceta de Pern surge del ampuloso manantial narrativo de lasMemorias. Respira en ella una intencin psicoanaltica, una tentacin in-evitable, que supone encontrar la causa de todo en el pasado. Existen un parde ancdotas algo desvadas que dan pie para crear un perfil psicolgico delpersonaje. Una de ellas es la que da cuenta del adulterio de la madre, JuanaSosa, episodio que marca al nio y le genera una profunda misoginia.8 Elotro tema es el que lo describe como un hombre que ha tenido que ocluir lossentimientos para sobrevivir en un mundo hostil. Juan Domingo se cra en lavasta Patagonia. Su padre los va llevando de forma paulatina pero ineluctablea la lejana y al vaco de esos parajes inhspitos. Se suma luego la dura educa-cin militar. Ambos elementos convergen para hacer de Pern un hombre re-acio a los sentimientos, incapaz de ternura, un hombre que se ha vaciado:

    Cuando mozo, le dijeron que no saba sentir, sino representar los sentimientos. Nece-sitaba una tristeza o una seal de compasin, y ya: las pegaba con un alfiler sobre lacara. Su cuerpo vagaba siempre por otra parte, donde los afanes del corazn no pudie-ran lastimarlo. [] Nada le haba pertenecido, y l mismo se perteneca menos quenadie. (11)

    Y sin embargo, ms all de las conjeturas y de las fantasas que son el alimen-to de la ficcin, se llega a una certeza. Zamora en tanto que contrapunto evo-ca cierta estructura de payada, es decir, de duelo musical. Apenas logra dis-frazar el encuentro entre ficcin y no-ficcin. T. E. Martnez irrumpe y creaun efecto de espejos enfrentados: la imagen se multiplica. De igual modo semultiplican los documentos que hablan de Pern, lo que genera la idea deque es un vaco sobre el cual, cada persona o grupo puede inscribir su propiaversin. Pero no es as. Zamora realiza un camino de ida y de vuelta, al cabodel cual est en condiciones de proporcionar una salida. Una reflexin clavepara la novela aparece en la pgina 97. Es un juicio acerca de Cmpora que

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  • Zamora haba publicado en 1972 en la revista Horizonte. El fragmento es lar-go, pero en resumen expone lo siguiente: todo ser, por ms imprevisible quesea, incurre en una conducta que, al violentar el ser, lo revela. Nos manifesta-mos al hacer, en especial, cuando actuamos contrariando a la conciencia. Za-mora concluye: El hombre es lo que es: es el tortuoso y laberntico impulsoque lo induce a dibujar una vida que rara vez se le parece a su proyecto devida. Slo viviendo nos conocemos. La vida nos delata (97). Aplicado a Pe-rn, se refiere a la opcin poltica final del gran lder. A la hora de elegir, lprefiri rodearse de gente como Lpez Rega y de adoptar como sucesora aIsabel. Martnez no deja de sugerir lo trgico que subyace a esta eleccin, noslo para el pueblo, sino para el mismo Pern. De ah el dramatismo de la l-tima escena, que tiene lugar en la Villa Insuperable. Ese Resucit, machito!(358) que profiere Doa Luisa, exhibe toda la compasin frente al hombreque ahora no va a poder cambiar ms su ltimo rostro.

    4. Breves reflexiones finales

    Nos ubicamos frente a la pregunta de cmo narrar a Pern. Ha habido eta-pas, porque la historia sigue su devenir inexorable y ni los personajes histri-cos se salvan de esa realidad. Se mantiene la conviccin de que la figura dePern no es de fcil tratamiento. A lo largo de su trayectoria, adquiri unadimensin demasiado grande como para abarcarla de un vistazo. No slofueron muchos aos, sino tambin situaciones polticas de enorme compleji-dad. Habr que acceder a ella de manera fragmentaria. Esas elecciones de-pendern de cada autor. En este trabajo hemos enfrentado a dos generacio-nes, lo que marca una diferencia. Marcelo Figueras tiene una distancia conlos hechos histricos, que lo conduce a otras elecciones estticas. T. E. Mart-nez carece de esa separacin. No slo por haber sido testigo, en tanto que en-trevistador, sino protagonista de una poca histrica muy convulsionada.Para Marcelo Figueras, Pern es algo as como un personaje de historietas,mientras que T. E. Martnez delata la conmocin y los sentimientos que leprodujo el contacto con el viejo lder.9

    El General Pern que escenifica T. E. Martnez remite a la figura del pa-triarca, que ha sido un recurso narrativo usual de la literatura latinoamerica-na.10 Consiste en un procedimiento discursivo adecuado para hacer una revi-sin de un determinado perodo histrico. Al bucear en la intimidad, lamirada narrativa parte de la sospecha de que existen reas inaccesibles. Laconfrontacin con el discurso historiogrfico no slo es inevitable, sino partedel discurso ficcional. T. E. Martnez es atrado por la pre-historia de Pern,

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  • es decir, todo lo escatimado al mito del peronismo, que nace el 17 de octubrede 1945. Figueras retoma este desafo, aunque su intencin es diferente. Lahistoria argentina no est en el centro de su reflexin, sino como parte del in-menso caudal de relatos que atraviesan nuestra vida.

    Hay algo interesante en El muchacho peronista. Por qu matar a Pern?Por qu torcer de manera tan drstica el curso de la historia? El asesinato dePern a cargo de un nio de trece aos es un hecho aislado en la estructuramisma de la novela, que no tiene consecuencias mayores en la organizacindel relato. Figueras cuenta en una entrevista, que esta idea surgi de un guinde historieta en el que estaba trabajando. l lo pas a la novela, sin pregun-tarse la causa, y se niega a saberlo (Russo). Sin embargo, agrega algo que re-sulta significativo:

    Yo tena 13 aos cuando el golpe de Estado del 76 y crec sin saber lo que pasaba. Noentenda, pero lo que resultaba claro era que tena miedo y ese miedo me hizo mier-da. Entonces todo lo que hice, desde que pude, lleva esa marca a la inversa. Es decir,probarme que no tengo miedo, meterme en berenjenales como matar a Pern o res-cribir el Evangelio.

    Este relato se ofrece como una enorme travesura. El asesinato de Pern esuna fantasa edpica. De manera indirecta se est recurriendo a la imagen delPadre, que como se sabe, es uno de los atributos que se adjunt el ex Presi-dente.

    Las dos novelas tienen en comn el imperativo de conducir al lector a laencrucijada en donde se plantea la pregunta acerca de la verdad. Esa pregun-ta es un motor de bsqueda. Si bien se acepta de entrada que se est ante unaficcin, siempre resulta inquietante la confrontacin con tanto dato verdade-ro, es decir, extrado de la crnica. El lector puede y debe preguntarse hastaqu punto tiene derecho un autor a jugar con la imagen de un personaje queexisti. Al preguntrselo, est llegando hasta los lmites que demarcan la re-gin fronteriza en donde la realidad se confunde con la ficcin. Est aceptan-do el riesgo que el autor decidi por su parte tomar. Est entrando en un jue-go que no es inocente. Si las voces resultantes de estos textos nos inquietan,es porque se asumen como alternativas frente a la no aceptacin de la reali-dad tal como es, la impugnacin de todo determinismo o fatalismo histricoy la necesidad de ofrecer una utopa. Es decir, un mundo otro. No se estcontando una historia ms verdadera que la que plantea la Historia conmaysculas. Se est contando una historia del deseo. Lo hacen tanto Mar-celo Figueras cuyo tono es ms bien ldico, como T. E. Martnez desde unaactitud ms desgarrada. Pero ambos coinciden en narrar lo que se deseara

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  • contar.

    NOTAS

    1. Para citar algunas, La vida entera (1981) de Juan Martini, No habr ms penas ni ol-vidos (1983) y Una sombra ya pronto sers (1990) de Osvaldo Soriano.

    2. Para una caracterizacin de este tipo de novelas, resulta til la descripcin de Bajtn210-16.

    3. Es una alusin bblica. Haceldama proviene del arameo y quiere decir campo desangre. Se refiere al terreno comprado con el dinero de la traicin de Judas a Cristo.

    4. Keith McDuffie desecha esta opcin. Esta novela presenta una intencionalidad dia-lgica de interrogar la realidad histrica (300), mientras que el testimonio se carac-teriza por ser monolgico. Por otro lado, ambos apuntan a la necesidad de presentarel lado escondido de la historia (McDuffie 296).

    5. Este recurso es utilizado tambin en Santa Evita.6. Esto se ve en la biografa de Joseph Page. En sus dos tomos de trescientas pginas

    cada uno, dedica unas veinte pginas al perodo que va desde el nacimiento de Pernhasta 1943. Lo irnico es que Page usa como fuentes para estos captulos las Memo-rias de Panorama escritas por Martnez. Se genera un tipo de dilogo endogmico,en el que se diluyen las fronteras discursivas.

    7. Este personaje aparece construido en gran medida en correspondencia con la versinque da el periodista Miguel Bonasso en su libro de gnero testimonial El presidenteque no fue.

    8. Esa ancdota puede no ser ms que un chisme, cuyo sentido actual es meramentenarrativo. S se ha documentado el rechazo de Pern ante la posibilidad de que sumadre rehiciera la vida matrimonial.

    9. Se ve muy bien en la escena ltima del captulo 14, y que vale la pena leer, en dondese narra un encuentro postrero del periodista con Pern.

    10. Baste recordar al Bolvar de El general en su laberinto (1989) de Garca Mrquez, elRosas de El farmer (1996) de Andrs Rivera o el Coln de El arpa y la sombra (1979)de Alejo Carpentier, para citar algunos.

    OBRAS CITADAS

    Bajtn, Mijail. Esttica de la creacin verbal. 5 ed. Mxico: Siglo XXI Editores, 1992.Bonasso, Miguel. El presidente que no fue: los archivos ocultos del peronismo. Buenos

    Aires: Planeta, 1997.Figueras, Marcelo. El muchacho peronista. Buenos Aires: Planeta, 1992.Halperin, Jorge. Me interesa la zona enfermiza de la poltica. Entrevista a T. E.

    Martnez. Clarn. Domingo 3 de mayo de 1998. www. literatura.orgMartnez, Toms Eloy. La novela de Pern. 1985. Buenos Aires: Planeta, 1991.. Santa Evita. Buenos Aires: Planeta, 1995.

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    Punte Quark 30/6/04 10:28 Pgina 238

  • . Historia y ficcin: dos paralelas que se tocan. Literaturas del Ro de la Platahoy: de las utopas al desencanto. Ed. Karl Kohut. Frankfurt: Vervuert, 1996a.89-100.

    . Las memorias del General. 2 ed. Buenos Aires: Planeta, 1996b.Mcduffie, Keith. La novela de Pern: historia, ficcin, testimonio. La historia en

    la literatura iberoamericana. memoria del XXVI Congreso del IILI. Ed. RaquelChang Rodrguez, Gabriella de Beer. New York/ Hanover: Ediciones delNorte, 1989. 296-305.

    Page, Joseph. Pern: primera y segunda parte. 2 vols. Buenos Aires: Javier Bergara,1984.

    Russo, Miguel. Nuestra utopa es sacar un libro por ao. Entrevista a Rodrigo Fre-sn y Marcelo Figueras. La Maga 9. Nota del 11 de marzo de 1992.www.lamaga.com.ar

    Spiller, Roland. Zwischen Utopie und Aporie: Die erzhlerische Ermittlung der Iden-titt in Argentinischen Romanen der Gegenwart. Frankfurt: Vervuert, 1993.

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