8/4/2019 Putos breves_Seleccin Sribd 3

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Putos brevesFiccin jedionda, continua y en blog

(Seleccin 3)Leonel Giacometto

Cuando un puto coge, no slo est cogiendocon alguien sino tambin con algo. O sea,dejmonos de joder un rato con la bsquedade una definicin posible y nica para la

palabra chongo, y que todas las pasivas delmundo breguen cuando es ms gentil lamitologa y no se afecta tanto el autoestimadel sacrificio. Ac est la cuestin, ac hayalgo que raspa hoy por hoy. En algo hay unproblema que ms de uno disimula en el actoen cuestin y le da para adelante como quien

dice, casi con caridad cristiana, con esaintencin, con ese afn reparador de ladefinicin sensorial que hizo posible la cogida,ah, en cualquier lado. Lo de la cogida,entrando en tema ya, no es unageneralizacin de todas la cogidas del puto,sino ms bien las referidas a aquellas en las

cuales -ya lo dije- el puto se cogi un chongo.Y no al revs. O sea, un chongo cogido es unfalso amigo lingsticamente hablando,implica una decepcin sobre la ficcinverdadera del otro pero, al mismo tiempo, unempeo del puto por no ablandar digamos,por no cederle terreno a la encuadernacin de

lo real, de lo que pareca una maquinariahormonal que encajaba perfecto en lo que

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siempre se supo en poder de otro mspoderoso, ms intenso, ms intervenido en loreal, como los albailes, los vendedores

ambulantes o ciertos jugadores de lasinferiores. Los jugadores hacen el deporte ylos putos construyen al chongo. El granproblema del teatro argentino quizs sea unproblema de actuacin que no encuentra unconjuro ms o menos creble en lo materialporque ste, de alguna manera, se sabe pero

se sigue digamos, est deteriorado, como la fea veces. Un chongo cogido, tambin.

Desencanto derepentedesvanecase ydejaba entrar, en el

caso de que comolos prejuicios, lasdefraudaciones y loscaprichos de losentido puedansuplantarse unaspor otras, ah,entonces, de ser posible eso deca, eldesencanto fue interrumpido de golpe por elhasto irrefutable de estar advirtiendo, ahnoms, no lenta ni solemnemente, sino furtivapero certera, la muda permanencia de doscomo un triunfo de la desolacin. Cogieronmal y esto lo sintieron ambos, casi la mismaenerga los traspas ah, pero mal. Uno, quese conceda infantiles mapas de travesas, que

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una repentina maana de octubre escuchcmo hace el viento cuando barre un campode trigo y que saba que las relaciones

humanas son como delgados hilos y que lapenas los contaba con una mano, se uno,inesperadamente, no quiso cumplir elrequisito de la realidad e impuso su deseo, elms obstinado de sus deseos, el deseo ciego.El otro, que muy de a ratos era capaz deexpresar algo, con el pasado y el porvenir

incrustados en el rostro como una comunincon lo que vendr, por decir, como unaafrenta a la imposibilidad del rechazo el otro,que tena la enfermedad de la nitidezdesparramada en todo su cuerpo, se alej sinmediar palabra esa noche comocomprendiendo, no que se era un motivo de

resistencia, sino el discreto y excntricoencanto de la piedad. Se cruzan cada dos portres y a veces se saludan, apenas, con lacordialidad un poco afectada de la especie,pero nada ms.

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Arrinconado el pobre puto respondi que s,que quera jugar al teto. Era de un pueblo delnorte, de padre y madre brutos perotrabajadores. Tanto que le mandaban todos

los meses, rutinariamente todos los 5 de cadames, un buen pedazo de plata que el pobreputo no usaba para estudiar sino para la ropay el boliche. Era puto, ms bienaputasadamente gay digamos y arrinconadopor un deseo que crey entender. Pero no.Harto una vez y para siempre de la vida

sexual gay, empez a yirar cerca del puerto.Yiraba mal. Y tan mal yir esa vez, la primera,

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que se levant a Ivn, un fugado de la crcelde Coronda, que lo invit a jugar al teto, lerob absolutamente todo y lo mat de gusto

noms, con un golpe seco en la nuca.