Que Es La Globalizacion (Ulrich Beck )

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Ulrich Beck ¿QUÉ ES LA GLOBALIZACIÓN? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización ~~ . PAIDÓS Barcelona· Buenos Aires· México

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Ulrich Beck

¿QUÉ ESLA GLOBALIZACIÓN?

Falacias del globalismo,respuestas a la globalización

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PAIDÓSBarcelona· Buenos Aires· México

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Traducción de Hernardo More-no (p.lrTl'\; 1 r 11)t\,1.'' Ros.i Bo,,'!., (p.nt<;, 111 v IV)

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PRÓLOGO

En este libro nos proponemos tratar con el mayor dete-nimiento y claridad posibles acerca del arduo -y sembradode minas- problema de la globalización: su polivalencia,su ambigüedad y sus dimensiones (raras veces diferencia-das). Intentaremos descubrir algunas trampas mentales, yenseñar cómo eludidas, pero, sobre todo, abrir el horizontea respuestas políticas al tema de la globalización. En el fon-do late también esta doble pregunta, a la vez sencilla y com-pleja: ¿Qué es la globalización, y cómo se puede configurarpolític<íme~t~?:~-~-~-- - .

El presente ensayo está asimismo recorrido por dos filo-nes críticos, en los que se documentan y presentan diversoshilos temáticos, experiencias y controversias sobre la gleba-lización con la ayuda de textos «clásicos» y recientes:

La política de la globalizacián. /Perspectivas de la sociedayundial: controversias,conflictos y paradojas.

Hace dos años que inicié este trabajo, cuya terminaciónha sido posible fundamentalmente gracias a una «Distin-guished Research Professorship» que me concedió la uni-versidad de Cardiff, en Gales, y que desempeñé durante el

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semestre de invierno de 1995-1996. Sin las interesantísi-mas charlas mantenidas con Barbara Adam, Martín Al-brow, Jórg Dürrschmidt, Anthony Giddens, David Held,Scott Lash, John Thompson, Robin White-Grove, HelenWilkinson, Brian Wynne y tantos otros, pero, sobre todo,como siempre, con Elisabeth Beck-Gernsheim, este textono habría visto nunca la luz. Aprovecho la ocasión para ex-presarles a todos ellos mi más profundo agradecimiento.

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LAAPERTURA DEL HORIZONTE MUNDIAL:HACIA UNA SOCIOLOGÍA DE LA

GLOBALIZACIÓN

«Con su explotación del mercado mundial, la burguesíaha imprimido un sesgo cosmopolita a la producción y con-sumo de todos los países. Para chasco y desazón de los reac-cionarios, ha retirado de debajo de nuestros pies el misrnísi-mo suelo nacional. Las viejas industrias nacionales se hanido -y se siguen yendo- a pique, presionadas por nuevasindustrias cuya entrada en escena constituye un serio peligropara todas las naciones civilizadas. La vieja autosuficiencia ycerrazón a nivel local y nacional han dado paso a un movi-miento y a una dependencia multilateral de las naciones. Yesto no sólo en la producción industrial, sino también en laproducción espiritual. Así, los productos del espíritu de cadanación se convierten en bien común. La unilateralidad y ce-rrazón nacionales tienen los días contados, mientras vemoscómo a partir de numerosas literaturas nacionales y locales seva formando una sola literatura rnundial.»!

Esta cita no pertenece a ningún manifiesto neoliberal de1996, sino al Manifiesto comunista de Marx y Engels, publi-cado, como se sabe, en febrero de 1848. De esta cita se coli-gen muchas ideas importantes: en primer lugar, que los au-

l. Karl Marx y Friedrich Engels, lvfanijest der KommunistischenPartei, incluido en K. Marx, Die Frühschriften, Sruttgart, pág. 529.

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tores del Manifiesto comunista fueron los primeros en ensal-zar el papel revolucionario de la «burguesía» en la historiamundial; en segundo lugar, que el debate sobre la «explota-ción del mercado mundial» se remonta a una fecha muchomás vieja de 10 que suele aceptar la memoria «miope» deldebate público; en tercer lugar, que, irónicamente, las pos-turas neoliberal y protomarxista se parecen bastante en elfondo; y, en cuarto y último lugar, que la visión estatal-na- 'cional, que ha venido dominando hasta hoy en las cienciassociales, en su primera fase ya se vio cuestionada en mediode los torbellinos políticos del floreciente capitalismo in-dustrial.

1. LA SOCIOLOGÍA COMO POTENCIA DE ORDEN

INTELECTUAL: LA TEORÍA DEL CONTENEDOR DE LA

SOCIEDAD

La sociología «moderna» se entiende, cuando se hojeaalguno de sus libros de texto, como la ciencia «moderna» dela sociedad «moderna». Por esto se entiende un esquemade clasificación del espacio social -tan oculto como con-sensuado--, que podríamos denominar como la teoría delcontenedor de la sociedad.

En primer lugar, según esto, las sociedades presuponen-política y teóricamente- el «dominio estatal del espacio»a. Agnew y S. Corbridge). Lo cual quiere decir que la vi-sión sociológica resulta de la autoridad ordenadora -po-der y violencia- del Estado nacional. Esto se expresa en elhecho de que las sociedades-Estados estén (por definición)subordinadas; las sociedades son sociedades estatales, y elorden de la sociedad significa orden estatal. Es en este sentido

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como, en el lenguaje cotidiano y en el de la ciencia, se hablade sociedad «francesa», «americana» o «alemana».

Más allá de todo esto, el concepto de 10 político estávinculado no a la sociedad, sino al Estado, 10 que a 10 largode la historia no ha sido en modo alguno el caso (como se-ñala M. Viroli).2 Dentro de esta arquitectura mental e ins-titucional, las sociedades «modernas» se convierten en so-ciedades individuales y delimitadas las unas respecto de lasotras. Sin embargo, se recogen, como en un contenedor, den-tro del espacio de poder de los Estados nacionales. Por otrolado, las sociedades «modernas» son, según esta ~oncep-ción, no políticas, toda vez que el quehacer político se des-plaza hacia -y sólo hacia- el espacio del Estado.

Este esquema del ordenamiento vale, en segundo lugar,no sólo hacia fuera, sino también hacia dentro. El espaciointerno de las sociedades individuales delimitadas haciafuera se subdivide en totalidades internas que, por un lado,son pensadas y analizadas como identidades colectivas (cla-ses, estarnentos, grupos religiosos y étnicos, formas de vidadelimitables de hombres y mujeres) y, por el otro, estánteóricamente separadas y ordenadas, según la metáfora or-gánica del «sistema social», en los mundos privativos de laeconomía, la política, el derecho, la ciencia, la familia, etc.,con sus «lógicas» (o «códigos») respectivas. La homogenei-dad interna es esencialmente una creación del control esta-tal. Todos los tipos de prácticas sociales -producción, cul-tura, lenguaje, mercado laboral, capital, educación- están

2. Así, por ejemplo, en el primer Renacimiento italiano el concep-to de lo político estuvo estrechamente relacionado con lo social; véaseM. Viroli, From Politics to Reason of State: The Acquisition and Trans-formation o/ the Language o/ Politics, 1250-1600, Cambridge, 1992,págs. 2 y sigo

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regulados, acuñados, limitados, racionalizados y, al menos,etiquetados desde el punto de vista nacional (economía,lengua, literatura, opinión pública, historia ... nacionales). ElEstado aduce, en su calidad de «contenedor», una unidadterritorial en la que se realizan sistemáticamente estadísticassobre procesos y situaciones económicas y sociales. De estemodo, las categorías de la autoobservación estatal se con-vienen en categorías de las ciencias sociales empíricas, demanera que confirmen las definiciones de la realidad de ín-dole sociológica y burocrática.

En tercer lugar, dentro de esta imagen de sociedades indi-viduales delimitadas y ordenadas hacia fuera y hacia dentro yconstituidas a modo de Estados nacionales, cabe asimismouna auto imagen evolutiva y una autoconciencia de las socie-dades modernas. Ser moderno significa mostrarse superior.Esta pretensión universalista se expresa, por una pane, comoexigencia de «liberación del hombre de su inmadurez auto-culpable» (Kant) en el establecimiento de los derechos y nor-mas fundamentales de la autorregulación democrática. Porotra pane, esta exigencia de felicidad se plasma ante todo enla historia violenta del colonialismo y el imperialismo euro-peos, y luego, tras la segunda guerra mundial, en la denomi-nada «política del desarrollo» y en la «teoría de (los países envías de) desarrollo». A este respecto, no es casual que la pala-bra «modernización» apareciera por primera vez a principiosde los años cincuenta en un libro titulado La modernizaciónde lospaíses en vías de desarrollo. Las ciencias empíricas socialesy políticas se entienden, según las circunstancias, como mé-dicos o ingenieros políticos de este proceso que desarrollan«indicadores sociales» que, al parecer, permiten que las fases ylos éxitos de la modernización resulten medibles, controla-bles y modelables para los actores del Estado nacional.

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No pretendo proponer aquí un triste modelo para el au-torretrato. La axiomática de una sociología de la primeramodernidad planteada a nivel de Estado nacional se ha vistofuerternenre zarandeada en los debates de los últimos años.Sin embargo, la visión programada que ofrece, sobre todo laque afecta a la praxis de la investigación organizada y a lascontroversias sobre cuestiones muy específicas, sigue siendopredominante, de manera especial en Alemania. Pero, sobretodo, permite y obliga a esta teoría del contenedor de la so-ciedad a remontarse al origen de la sociología en la primerafase del Estado nacional de la Europa del siglo XIX y de prin-cipios del xx. La estrecha relación entre la sociología y el Es-tado nacional llega tan lejos que la imagen de las sociedades«modernas» y «ordenadas», que se impuso obligatoriamentecon el modelo de organización política del Estado nacional,se absolutiza principalmente por el empeño en crear concep-tos -en el mejor sentido de la palabra- por pane de los clá-sicos de la ciencia social con vistas a una imagen más críticade la sociedad. Más allá de todas sus diferencias, los clási-cos de la ciencia social moderna, como Émile Durkheim,Max Weber e incluso el mismo Karl Marx, comparten unadefinición territorial de la sociedad moderna.! y también delmodelo de sociedad nacional-estatal, que en la actualidad seve claramente zarandeado por la globalidad y la globaliza-ción. Si hoy se «espengleriza» por todas partes -y se percibeun tufo generalizado de decadencia-, esto tiene segura-mente que ver con el hecho de que la sociedad y la sociologíahan caído en la «trampa territorial» (Agnew/Corbridge) de laequiparación de Estado nacional con sociedad. Pero el mun-do no decae porque -como ya lo formulara en cierto modo

3. A. D. Srnith, Nationalism in Tioentietb Century, págs. 191 ysigs.

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contra sí mismo Max Weber-la luz del gran prob~em~ cul-al sigue abriéndose camino al tiempo que los científicos

tur bri dse sienten obligados a cambiar de opinión y a a ~1fSe e nue-vo, en el plano intelectivo, a la multiplicidad no integrada deun mundo sin fronteras.

Para dar a conocer estos presupuestos básicos e ilustradosdebidamente, nada más útil que desarrollar y estudiar dete-nidamente las posibles alternativas existentes. Podemos re-presentamos la sociología d~ la glo~~ización como u.n co~-junto aparte y contradictono de disidentes de. ~asoclOlo~ladel orden nacional-estatal. Se trata-con relac~on a l~ m~z~-stream-- de teorías, hipótesis y tendencias de mves~~gaCI?nhasta ahora más bien divergentes, ya menudo también, solode promesas de investigación que, en contexto.s cult~ral~~ ytemáticos completamente diferentes (desde la rnvesngacrondel problema de la emigración hasta la so~iología .de la granciudad pasando por el análisis de clases mtern~clOnales, ~apolítica internacional, la teoría de l~ democrac~a y la teonacultural), han surgido y se contradicen de vanas maneras,pero que de una u otra manera han traspasado la barrer~ delsonido del pensamiento nacional-estatal; y esto -reparesebien-, menos desde la simple crítica que creando y elabo-rando alternativas teóricas. En otras palabras, el debate acer-ca de la globalización en las ciencias sociales se en:iende y de-sarrolla como una discusión fructífera sobre que supuestosfundamentales, qué imágenes de lo social y qué unidades deanálisis pueden sustituir a la axiomática nacional-estatal ..

Pensar e investigar en la trampa de los mundos socialesnacional-estatales bien separados y ordenados excluye todolo que cae fuera de estas categorías in~ernas y exter?~s.Todo lo que queda así excluido -lo ambivalente, lo móvil,lo pasajero, el estar al mismo tiempo aquí y allí- reaparece

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e~,primer lugar en el marco de la investigación de la migra-cion a la hora de valorar los espacios sociales transnacionales.

En segundo lugar, la teoría del sistema mundial radicali-za esta perspectiva de puente hacia la contratesis de quetodo quehacer social tiene lugar en un espacio transjronterizo--el de~ sistema mundial capitalista-, en el que se tiendeprogresIvamente a la división del trabajo ya la desigualdad.

En tercer lugar, esta gran ojeada al sistema mundial serelativiza de nuevo mediante lo que el politólogo }ames Ro-senau denomina los «dos mundos de la política mundicrl»; asaber, mediante la afirmación de que no existe una sola so-cied~d global~ sino por lo menos dos en recíproca cornpe-tencia: la sociedad de los Estados (nacionales) y la de las~ú~t~ples orga~izaciones transnacionales, actores, grupos emdIvIduos vanos que tejen y destejen un vasto entramadode relaciones sociales.

En todas las valoraciones hasta ahora apuntadas surgen,de uno u otro modo, espacios transnacionales de actividaden c~anto que los actores sociales los buscan, producen ymantIenen. En cuarto lugar, en la teoría de la sociedad delriesgo mundialv~mos cómo, en el lugar de la unidad funda-mental del quehacer funcional, penetra la categoría de la se-cuela no deseada. Según dicha teoría, existen riesgos globa-les (su construcción social y política) y, por tanto, varias(definiciones de) crisis ecológicas, que producen nuevos de-sórdenes y turbulencias mundiales.

En quinto lugar, en las investigaciones que se realizanen el ámbito de la teoría cultural es preceptivo sustituir elconcepto de linealidad y la diSyuntiva «o esto o eso», quesubyacen a la axiomática nacional-estatal, por afirmacionesil.ativas del tipo «esto yeso»: globalización y regionaliza-ción, vinculación y fragmentación, centralización y deseen-

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tralización son, según esto último, dinámicas que se mirany corresponden como las dos caras de una moneda.

En sexto lugar, en las reflexiones acerca de la sociedad ci-vil transnacional resultan evidentes procesos, experiencias,conflictos e identidades socioculturales que se orientan a«un modelo mundial», a movimientos sociales transnacio-nales, a la globalización «desde abajo» o a un nuevo cosmo-politismo. Aquí se quiebra la axiomática que equipara mo-dernidad con sociedad individual apolítica. La sociedadmundial sin Estado mundial significa una sociedad no orga-nizada políticamente en la que surgen nuevas oportunida-des de acción y de poder para actores transnacionales de-mocráticamente no legitimados. Esto quiere decir que seabre un nuevo espacio transnacional de lo moral y de losubpolítico, como se puede ver, por ejemplo, en los boicotsde compras, pero también en cuestiones acerca de la comu-nicación y la crítica transculturales.

A continuación, trataremos de esbozar estas ideas fun-damentales sobre la sociedad postnacional y transnacional,junto con las unidades de la investigación realizada a tenorde las mismas; asimismo contrastaremos las distintas «lógi-cas de desarrollo» de la dinámica de la globalización para,de este modo, ofrecer un cuadro lo más aproximativo posi-ble del debate de la globalización en el seno de las cienciassociales, sin obviar sus contradicciones internas.

2. ESPACIOS SOCIALES TRANSNACIONALES

La mejor manera de eludir el carácter abstracto de lo«global»es aportando unos cuantos ejemplos. ¿Qué signifi-ca «espacio social transnacional»?

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a. Africa no es un continente sino un concepto

Como muestra Patricia Alley-Dettmers en su estudioTrivial Arts,4 África no es una magnitud geográfica fija niun lugar perfectamente delimitado en el globo terráqueo,sino una idea transnacional junto con su escenificación, quese da y organiza de manera puntual en diversos lugares delmundo: en el Caribe, en los guetos de Manhattan, en losEstados sureños de EE.UU., en las favelas brasileñas, perotambién en la mayor mascarada callejera de Europa, el car-naval de Londres. La elección de las máscaras, la música, lostrajes y las danzas se planifica y proyecta según un guión te-mático que obedece a un doble criterio: se inspiran en elacervo cultural «africano» de todo el mundo, al tiempo quese adaptan a las particularidades de las subculturas negrasde los barrios londinenses.

El África escenificada en las calles de Londres no se co-rresponde con el continente africano propiamente. Cosaperfectamente explicable, pues ¿dónde se encuentra -enlos dos sentidos del verbo-- África en una sociedad mun-dial cuyas fronteras están perforadas? ¿En las ruinas que de-jaron al marcharse los señores coloniales? ¿En el aspecto delas grandes urbes de un África modernizada sólo a medias?¿En los hoteles africanos de cuatro estrellas? ¿En los safarisorganizados? ¿En las esperanzas e ilusiones de una «vuelta alas raíces» de los negros americanos? ¿En los libros sobreÁfrica que se publican en las universidades occidentales?¿O en el Caribe y su abigarramiento cultural? ¿O, final-mente, en los círculos que existen en torno a una identidadnacional en las subculturas negras británicas?

4. U. Beck (cornp.), Perspektiuen der Weltgesellschajt, op. cit.

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En opinión de quienes diseñan y organizan las danzas ymáscaras del «carnaval africano» en Nottingham, África haperdido su emplazamiento geográfico. Para ellos, África re-presenta una visión, una idea, de la que se pueden sacar ele-mentos concretos para una estética negra, pero sin que estosirva en definitiva para fundamentar, crear o renovar unaidentidad africana nacional para los negros de Gran Breta-ña. Esta (Contra-)África británica es, en el sentido literal dela palabra, una «comunidad imaginada». Sirve para acabarcon la enajenación de los grupos afrocaribeños en Inglate-rra. También «hay» África en Nottingham.

Sin embargo, igual de paradójicas son las relaciones en las«comunidades» transnacionales: lo que aquí se «descubrió»,o, mejor dicho, se inventó, contradice a menudo lo que signi-fica «África» para cada «africano» transnacional. Una granparte del África histórica fue hecha esclava y desparramadapor todo el mundo. Sus culturas se disolvieron y destruye-ron. También responden a esta imagen de África aquellosque se denominan -a menudo por parte de otros- como«africanos». Más aún, África y ser africano es para muchos«africanos» la mismísima contraidentidad. La condenan. Talvez se han hecho adultos en un batiburrillo de culturas don-de hace tiempo que no existe ninguna «univocidad» y dondeprecisamente las particularidades --el ser negros. en sucaso-- han sido valoradas negativamente. El resultado es, detodos modos, bastante paradójico: los negros del Caribe ode las ciudades de Gran Bretaña asocian <<África»con la no-identidad, el nfrprogreso, y también con los tambores, lasdanzas, las supersticiones, los ancestros desnudos yanalfabe-tos, la permanente ausencia de esperanzas ...

Aquí podemos reconocer el reflejo, negativamente valo-rado, de la imagen de África eurocéntrica, adoptada por los

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negros de las metrópolis occidentales. Pero esto no hacesino resaltar más aún la pregunta: ¿qué es y dónde está Áfri-ca en el espacio social transnacional?

b. Mexicanos norteamericanos y norteamericanos mexicanos

COI!l.º Y_<l.s~hadicho, los espacios sociales transnaciona-les suprimen la vincul;~ió~-deTa:socTeda(Ei'un-IU~rcori-creto (según la concepci6iúlicionaI:estitiraell'soc:iúfid).La hipótesis que estamos avanzando aquí une dos cosas queparecen imposibles de unir, a saber, vivir y actuar a la vezaquí y allí. Ludger Pries aclara lo que esto significa con elejemplo de los emigrantes."

En el mundo ideológico y político de las sociedades in-dividuales organizadas según el modelo nacional-estatal, lamigración se divide en las fases y contextos (que tambiénhay que estudiar causalmente separados) de la partida, elviaje, la llegada y la integración (que también puede fraca-sar). Frente a esto, la valoración en el terreno de la teoría yla praxis de los espacios sociales transnacionales da por su-puesto que ha surgido algo nuevo -una tercera vía-: in-terrelaciones de vida y actividad sociales en las que rige el«aquí y allí» o el «no sólo sino también». Bajo y entre mun-dos separados y ordenados se forman «paisajes sociales»(Martin Albrow) que a la vez enlazan y modifican los luga-res de procedencia y los de destino.

En un estudio sobre las formas de comunidad, de vida y

5. Ludger Pries, «Transnationale soziale Raurne», Zeitschrift forSoziologie, año XXV, n." 6, 1996, págs. 456-472; y también en U. Beck(comp.), Perspektioen der Weltgesellschajt, op. cit.

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de política transnacionales entre los mexicanos de Nortea-rnérica y sus lugares de origen, Robert Smith nos ilustraacerca de cómo se consigue este cotidiano «puenteo». «Paraalgunas comunidades de la Mixteca Poblana se organizaronen Nueva York comités de apoyo que se propusieron, porejemplo, el traslado de las conducciones de agua potable alas comunidades de origen o la restauración de iglesias y pla-zas del lugar de origen, y a tal fin organizaron colectas entrelos emigrados que trabajaban en N ueva York. Sobre las con-ferencias telefónicas se tomaron importantes decisiones y sepresentó el problema a los responsables de las comunidadesde origen. Las sumas de dinero recogidas de este modo enlas comunidades mexicanas de Nueva York superan a me-nudo los gastos públicos para mejoras de infraestructura.Un aspecto importante y un argumento serio para la estabi-lidad y estabilización de los espacios sociales transnacionaleses la circunstancia de que, entre tanto, el Estado mexicanono sólo ha reconocido la enorme importancia económica delos emigrados laborales, sino también su importancia políti-ca. Desde las elecciones presidenciales de 1988, el potencialelectoral de los trabajadores mexicanos en el extranjero (quepor cierto votaron mayoritariamente contra el partido gu-bernamental PRI) fue particularmente importante, y en laactualidad el gobierno mexicano se está esforzando porpracticar una política activa y selectiva de vinculación eco-nómica y político-cultural. Así, por ejemplo, son numero-sos los alcaldes de las pequeñas comunidades mexicanas queviajan ahora a Nueva York para proponer a las asociacionesde emigrados allí residentes proyectos de inversión para eldesarrollo de las localidades de origen. En colaboración conlas asociaciones deportivas de los emigrados de N ueva York,la embajada apoya activamente el desarrollo de los grupos

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guadalupanos, que se encargan de organizar el culto a la Vir-gen de Guadalupe (la Virgen mexicana más importante) enNueva York. Asimismo, en todos los demás ámbitos de lapolítica mexicana la emigración laboral no se considera yasólo como válvula de escape (pasiva) para el problema de laocupación, sino como un importante potencial en capital yrecursos humanos para el propio desarrollo económico-so-cial. Como resultado de esta reorientación política, es cadavez mayor el número de instancias institucionales que hanentrado a formar parte del sistema de migración México-EE.UU., instancias que prestan consistencia y estabilidad alos espacios sociales transnacionales que se forman ... Pero elengranaje socioeconómico entre la región de origen y la dedestino dista mucho de ser exclusivamente de naturalezanostálgico-tradicional (por ejemplo, la celebración de fies-tas del terruño) o de limitarse a mandar dinero a la genera-ción más vieja que se quedó en México; antes bien, en laMixteca se desarrollan, por ejemplo, actividades económi-cas que apuntan mucho más allá de un carácter puramentetransitorio en el mundo de la emigración. Un buen ejemploes la Puebla Food Incorporation, un clan familiar que regentauna cadena de Tortillas en el gran Nueva York, que, basán-dose en la comida mexicana tradicional, ha conseguido con-vertirse en un auténtico holding. También se «extienden»estructuras de producción y mercadotecnia transnacionalesentre la Mixtecay Nueva York que implican una nueva di-mensión de cumulatiue causation: en la medida en que ladinámica de las redes de la emigración mantiene en rnovi-miento las corrientes migratorias crece también la demandade alimentos y servicios mexicanos específicos, lo que a suvez abre nuevas oportunidades industriales originadas porla migración a las regiones de origen y destino ...

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En N ueva York propiamente, por ejemplo, los emigran-tes laborales que acuden, nada más llegar, a sus parientes yconocidos cuentan con una red diversificada de grupos deapoyo informales, servicios especializados y organizacionesde solidaridad (oficinas de asesoramiento jurídico, comitésde ayuda a determinadas etnias o regiones, etc.). Manzanasenteras (por ejemplo, la parte septentrional de AmsterdamStreet o los neighbourhoods de Queens) testimonian de estainfraestructura por el momento bastante estable, con la quepueden contar los emigrantes transnacionales y que, al mis-mo tiempo, se reproduce a través de estos mismos. Existenactividades retribuidas y grupos de ayuda (de mexicanos yamericanos de EE.UU.) que viven exclusivamente de la mi-gración permanente y de los transmigrantes y para los cualeses de interés vital seguir desarrollando y perfilando espaciossociales transnacionales. Aquí se incluyen también las citasdeportivas a las que acuden también todos los fines de sema-na muchos de los emigrantes laborales -aun sin permisode residencia ni de trabajo, es decir, «indocurnentadose-e-que viven en Nueva York. Para la temporada de fútbol de1996 de la liga «mexicana» se inscribieron nada menos que. .sesenta y cmco eqUIpos ...

En EE.UU. (con mayor fuerza actualmente en Califor-nia que, por ejemplo, en Nueva York) prosperan tambiénotras agrupaciones y organizaciones de índole política (porejemplo, el Frente Indígena Oaxaqueño Binacional o la re-vista La MixtecaAño 2000), que se preocupan de los intere-ses económicos y de los derechos humanos de los emigran-tes laborales. La capacidad de presión política de estosgrupos en EE.UU., y sobre todo en el vecino México, supe-ra a menudo las posibilidades de influjo de los respectivospolíticos locales. El presidente de la liga de fútbol mexicana

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de Nueva York lo formuló de esta manera: «Como simplesmexicanos y también como simples emigrantes laboralesno contamos prácticamente nada, pero ahora por primeravez somos cortejados por los altos políticos mexicanos-.s

Con toda seguridad, existen también parecidos espaciossociales transnacionales entre los alemanes turcos y los tur-cos alemanes; aunque, que yo sepa, tal problemática no seha estudiado bien todavía.

3. LÓGICAS, DIMENSIONES Y CONSECUENCIAS DE LA',

GLOBALIZACIÓN

Como se ha apuntado más arriba, en la bibliografía dela globalización existe una controversia de base? A la pre-gunta de qué es lo que hace avanzar la globalización se ofre-cen dos respuestas enfrentadas (y también diferenciadas ensí mismas). Un grupo de autores subraya la existencia deuna «lógica» dominante, mientras que otro grupo avanzateorías que hacen reconocibles las complejas y multicausa-les lógicas de la globalización. Digamos de paso que estaimportante controversia teórica hace estallar el horizontesemántico de la palabra «globalización», pues a menudoofrece significaciones contrarias.

Constatamos aquí que se repite la vieja controversia his-tórica Marx- Weber a la hora de decidimos entre el predomi-nio económico y un pluralismo teórico de valoraciones eco-

6. Ibid., págs. 416 y sigs.7. Para lo que viene a continuación, véanse A. McGrew, «A Glo-

bal Sociery?», en St.Hall et alii (comp.), Modernity and its Futures,Cambridge, 1992, págs. 61-116.

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nórnico-social-culturales en e! campo temático de la sociolo-gía de la globalización. Los intentos por poner en e! centroesta única lógica resaltan una dimensión esencial de la globa-lización. El colocar, unas junto a otras, lógicas individualesde la globalización que (aparentemente) se excluyen condu-ce a -se desliza hacia- una visión en la que compiten entresí distintas lógicas parciales de la globalización.

Ante todo, urge exponer las distintas valoraciones queprivilegian una dimensión o una lógica especiales de la glo-balización. Aquí es preciso citar los siguiente nombres: Wa-llerstein, Rosenau, Gilpin, Held, Robertson, Appadurai,así como ese punto de referencia común que es Giddens.Wallerstein -uno de los primeros que en los años setentase propuso confrontar las ciencias sociales con la cuestiónde la globalización- ha introducido el concepto de sistemamundial; para él el capitalismo es el motor de la globaliza-ción. Por su parte, Rosenau, Gilpin y Held se han ocupadomás bien de la política internacional; cuestionan la ortodo-xia nacional-estatal al, por un lado, destacar la importanciade la globalización tecnológica (la sociedad del conoci-miento y de la información) y, por el otro, subrayar factoresy puntos de vista político-militares (el poder y la política).

No cabe duda de que, como ya se ha dicho antes, la crisisecológica y su reconocimiento mundial tras la Conferenciade Río de Janeiro de 1992 han sacudido «definitivamente»el pensamiento y quehacer generales del Estado nacional.La sociedad mundial en cuanto sociedad con un destinoeco lógico percibido ha alcanzado la conciencia de sí mismaal verse «acusada» de «sociedad de! riesgo mundial».

Por su parte, Robertson, Appadurai, Albrow, Feathers-tone, Lash, Urry y muchos otros se mueven dentro de latradición de la teoría cultural. Contradicen de manera deci-

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Page 14: Que Es La Globalizacion (Ulrich Beck )

dida el extendido concepto de la macdonaldización del mun-do. La globalización cultural no significa que el mundo sehaga más homogéneo culturalmente. La globalización sig-nifica sobre todo «glocalización», es decir, un proceso llenode muchas contradicciones, tanto por lo que respecta a suscontenidos como a la multiplicidad de sus consecuencias.Conviene aclarar bien dos de las consecuencias más proble-máticas que esto tiene para la estratificación de la sociedadmundial: la riqueza y la pobreza locales (Bauman) y el capi-talismo sin trabajo.

Cada uno de estos autores sitúa el origen y lasconse-cuencias de la dinámica de la globalización fundamental-mente en un solo sector del quehacer institucional a escalamundial: la economía, la tecnología, la política internacio-nal, la ecología, las culturas (o, si se quiere, las industriasculturales mundiales) o las nuevas desigualdades sociales.Del conjunto de todas estas perspectivas se desprende laimagen de una sociología plural de la globalización.