Qué Es Un Cineasta - Jean Claude Biette

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7/24/2019 Qué Es Un Cineasta - Jean Claude Biette http://slidepdf.com/reader/full/que-es-un-cineasta-jean-claude-biette 1/8 Jean Ciaude Biette. ¿Qué es un cineasta? tares de repertorio o anónimos productos intercambiable de consumo ( as ca tegorías pudiendo ser tanto mixtas como invertidas), ya no pueda ser directa si- 1o exponencialmente mediatizada. Con lo virtual en ideal de pulverización. Finalmente, por haber descubierto, cuando me había detenido a mitad de :amino de un guión, de qué se constituye el gobierno de los filmes , me sen r a la altura de verificar las hipótesis en la obra de un cineasta que me acom raña desde hace mucho tiempo (Walsh), y de emplearlas para sondear la de •tro (Kubríck), de la cual todo o casi me es ajeno. Esta regla de tres expuesta llí formaba el indispensable principio abierto de contradicción de lo que hu íera podido tornar el color de dogma separatista en la distinción que hago 1tre realizador, met teur en scime (director), autor y cineasta. l tercero, para >ntrariar el cuarto, parecía una buena cifra para una lucha que demanda ín  santes ajustes en vistas a una historia por escribir. Describir los filmes, tal ca o exactamente nos aparecen, sería un medio más fiable que el que consiste 1 interpretarlos: deja la puerta abierta a as contradicciones de los protagonis ; de la experiencia. Hay en la interpretación, cuando es la primera, una tenta rnímperiosa de orientar cada detalle en el sentido de la perfección s u p ~ e s t todo. La interpretación de una obra necesita de un mayor tiempo de explo :ión que el que es necesario en una descripción que sitúa sus límites. :s en esta limitación en el campo del presente donde creí encontrar un sen ·o de continuidad que, para todo lector dispuesto a tomarlo, y tal vez a alar lo, podría abrir un espacio de ensoñación activa entre un filme, una obra, lutor o un otro, etcétera, y sus retratos provisorios, que encontrará dibuja aquí en una perspectiva insistente de fingida eternidad: aquella misma en ue el presente conserva en nosotros la ilusión. Septiembre de 2000 ¿Qué es u cineasta? Realizador, met teur en scéne cineasta, autor, son los nombres principales para denominar, a través de un siglo de cine, a cualquiera que hace un filme, luego otro y luego otros: el primero tiene una connotación neutra, como si se trata ra de una simple actividad material y mecánica, y se aplica a todos, mientras que los Otras tres denominaciones sugieren, cada cual, una orientación específi ca en el trabajo de os filmes a los que se refieren. metteur en scéne nos indica que hay, como en e teatro, actores y espacio para actuar, y sugiere conjuntos en movimiento y una producción de imágenes; cineasta, en cambio, evoca a un demiurgo más oscuro que se interesa más en los planos y en su disposición orgánica que en una continuación feliz de efectos visibles; mientras que autor de un filme implica instantáneamente esa conciencia indiscutida para la cual el que lleva tal título ocupa un lugar preciso en la producción cinematográfica, asume una posición moderna de responsabilidad, reivindicada por él, recono cida por los otros, y sugiere también un modo individualista de atropellar las cosas y de hacer un filme relegando la búsqueda de la belleza o la eficiencia, virtudes netamente más borrosas detrás la urgencia de formular una verdad o un conjunto de verdades personales. Por estas razones de urgencia que le acordamos gustosamente, el autor ha adquirido un status social gracias al cual el examen de la calidad de sus filmes, . si no es francamente abandonado, es casi siempre considerado como secunda río, facultativo, considerado sine die puesto que su ser de autor -que necesita que un filme surja con cierta regularidad para recordar su existencia, en un es pacio más o menos importante (pudiendo ser desde sólo su país de origen hasta el mundo entero) que asegure su proyección en un público venidero- detenta un potencial de persuasión medíática inmediata tanto más grande que se ve dis pensado de esperar realmente las críticas y a los espectadores que toman la li bertad de hacer idas y venidas entre un legítimo acercamiento subjetivo y la ve rificación más desapacible de que el filme está bien, no por cuanto nos dice el

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7/24/2019 Qué Es Un Cineasta - Jean Claude Biette

http://slidepdf.com/reader/full/que-es-un-cineasta-jean-claude-biette 1/8

Jean Ciaude Biette. ¿Qué es un cineasta?

tares de

repertorio o anónimos productos intercambiable

de

consumo ( as

ca

tegorías pudiendo

ser

tanto mixtas

como

invertidas), ya no pueda ser directa si-

1o exponencialmente mediatizada.

Con lo

virtual

en

ideal de pulverización.

Finalmente, por haber descubierto, cuando

me

había detenido a mitad de

:amino de un guión, de qué se constituye el gobierno de

los

filmes ,

me sen

r

a

la

altura

de

verificar

las

hipótesis

en

la

obra

de

un cineasta que me acom

raña desde hace mucho tiempo (Walsh), y de emplearlas para sondear la de

•tro

(Kubríck),

de

la

cual todo o casi me es

ajeno. Esta

regla de tres

expuesta

llí formaba el

indispensable

principio abierto de contradicción de lo que hu

íera podido tornar

el

color de dogma separatista en la distinción que hago

1tre realizador, met teur en scime (director), autor y cineasta. l tercero,

para

>ntrariar el cuarto, parecía una buena cifra para una lucha que demanda ín

 santes

ajustes en vistas

a

una

historia por

escribir. Describir los

filmes, tal

ca

o exactamente nos aparecen, sería un medio más fiable que el que consiste

1

interpretarlos: deja la puerta abierta a

as contradicciones

de

los

protagonis

; de la

experiencia.

Hay en la interpretación,

cuando

es la

primera, una

tenta

rnímperiosa de orientar cada detalle en el

sentido

de la

perfección

s u p ~ e s t

todo.

La

interpretación

de una obra necesita de un mayor

tiempo

de

explo

:ión

que

el que es necesario en una

descripción

que sitúa sus límites.

:s en

esta

limitación en

el

campo

del

presente donde

creí

encontrar

un

sen

·o de continuidad

que,

para todo lector

dispuesto

a tomarlo, y

tal

vez a

alar

lo, podría abrir un espacio

de

ensoñación activa entre un filme,

una

obra,

lutor o un otro,

etcétera,

y sus retratos

provisorios, que

encontrará dibuja

aquí en una perspectiva

insistente

de fingida eternidad:

aquella

misma

en

ue el

presente conserva en

nosotros la ilusión.

Septiembre de 2000

¿Qué es

u

cineasta?

Realizador, met teur en scéne cineasta,

autor,

son

los nombres principales

para

denominar, a través de un

siglo

de cine, a

cualquiera

que hace un filme, luego

otro y luego otros: el primero tiene una connotación neutra, como si se trata

ra

de

una

simple

actividad material y mecánica, y se aplica a todos,

mientras

que

los Otras

tres

denominaciones sugieren, cada cual,

una

orientación

específi

ca en el trabajo

de

os

filmes

a los

que

se

refieren. metteur en scéne

nos

indica

que

hay, como en e teatro, actores y espacio

para actuar,

y sugiere conjuntos

en

movimiento y

una

producción

de imágenes; cineasta, en

cambio, evoca a

un demiurgo más

oscuro

que se interesa más en los planos y en su

disposición

orgánica que en una continuación feliz de efectos

visibles;

mientras

que autor

de

un

filme

implica

instantáneamente

esa

conciencia

indiscutida

para

la

cual

el

que lleva tal título ocupa

un

lugar preciso en la

producción

cinematográfica,

asume

una posición moderna de responsabilidad, reivindicada por él, recono

cida por los

otros,

y sugiere también un modo individualista de atropellar las

cosas

y de hacer un filme

relegando

la búsqueda de la belleza o la eficiencia,

virtudes

netamente más

borrosas detrás la urgencia

de formular

una

verdad o

un

conjunto de verdades personales.

Por

estas razones

de urgencia

que le acordamos

gustosamente, el autor ha

adquirido

un status

social gracias al cual el examen de la calidad de

sus filmes,

.

si no

es francamente abandonado, es casi siempre considerado como

secunda

río, facultativo,

considerado

sine

die puesto que

su ser

de

autor -que necesita

que un filme surja con cierta regularidad para recordar

su

existencia,

en un

es

pacio más o menos importante

(pudiendo

ser desde sólo su país de

origen hasta

el mundo

entero)

que asegure su proyección en

un

público

venidero-

detenta

un

potencial de persuasión medíática inmediata tanto

más

grande que se ve

dis

pensado de esperar

realmente

las críticas y a los espectadores

que

toman la li

bertad de hacer

idas

y venidas entre

un

legítimo acercamiento subjetivo y la

ve

rificación más

desapacible

de que el filme está bien, no por cuanto nos dice el

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Jean-Ciaude Biette. ¿Qué es un cineasta?

autor (dice

siempre demasiado

o

demasiado

poco

con respecto

a

lo

·que es el

filme: él mismo y su discurso no estiln más que al costado del filme , sino lo

que nos dice del filme

él

mismo paso a paso en su andar de filme que avanza

y

se

constituye sobre

la

marcha. l tiempo apura y nadie o casi nadie les pidió

seriamente cuentas a

los

filmes de hasta qué punto avanzan. Otros filmes

es

peran en

la puerta,

cada semana,

como próximos

desaflos

a la memoria.

En

un

sistema

cinematográfico anterior, aquel en el que el autor no

tenfa

un

papel

reconocido,

era sobre el mismo

filme, perdido

en

la

masa de

filmes y

neros Y privado de todo discurso que hubiera anunciado su singularidad, en el

que

era necesario apoyarse,

si

no

se

quería

descuidar

lo

que

escapaba en silen

cio a lo ordinario de

la

producción industrial

y

testimoniaba sin prevenir un ser

del cine. A cine escondido,

crítica

paradójica. Esta situación

de

inocencia y

de

gran

deseo

de hacer

la

selección en

uno mismo, efectivamente

existió, pero fue

antes de los tiempos del reconocimiento

social de

los autores

de

los filmes yso

bre

todo

antes de esta suerte de

conciencia que

los realizadores

adquirieron

hoy, no tanto de lo que podlan acumular en su memoria y utilizar

en

su prác

tica

todas las fórmulas

técnicas

y las figuras

de

estilo (lo que sus

predecesores

-muchos filmes

dan cuenta de

esto- hicieron

siempre, aun

conociendo

menos

filmes que nosotros), sino que, haciendo esto, ya no tienen en lo sucesivo esa

embriagante

perspectiva, ni

el poder

de

transgredir

un cine en

su

plena

fuerza

(como lo hicieron en su momento Welles, Rossellini,, Godard,

Pasolini) para

abrir

el

presente

a

un

sentimiento

de

vértigo y a la inmensidad

del

tiempo que

ha

brla todavfa para

recorrer,

ni siquiera de

poder brindarle

una nueva fuerza.

Hoy el cine (y afortunadamente no los filmes) es considerado como

un

arte

que pertenece

al

pasado (tiene sus siglos

y

sus bases),

mientras que

los

filmes

se continúan viendo como

espectáculos

venidos del presente, pero nunca como

partículas

constituyentes

de un

todo

en

movimiento,

menos

aún

de un

arte in

clinado

hacia

el

futuro, porque dejamos

casi

en general de procurar descubrir

el vinculo entre

lo

que

hay en

el presente y

lo

que

existía con

anterioridad:

lo

que

es

monumentalizado en

la

Historia del Cine está, por un lado, omnipresen

te

en

calidad

de

fantasmas y separado

de

nosotros

en

tanto objetos

de

culto.

La

debilidad del

cine

como

conciencia de

conjunto

reside en un

sentimiento di

fuso de

ausencia de perspectivas

futuras, por el

cual

se ve sin notable inquietud

disociarse

entre

dos

entidades

descriptivas,

cada

una

a su manera,

p r e ~ u p -

das por

la

pureza, y que le representan un porvenir dividido y no le dejan más

2

¿Qué es u cineasta?

que la

rudeza de un

presente emplrico que

hay

que inventar en cada filme: el

efecto de arte sobre

el

monitor (la videografía de museo) y el efecto de medi

ción de

audiencia

(el cine

televisado

de

las familias). Pero

esta

desunión

no ha

ce más

que

responder

a

un

movimiento general

de división

social.

La

conciencia

de

un porvenir infinito del que debla disponer el cine desde su

nacimiento

había sido

formulada

en

otra

época

por

Lang,

Eisenstein,

Gance,

Vidor,

Godard, que

pensaban

que el cine podía y entonces debía, sino atrever

se a todo,

al menos

intentarlo.

Esta

conciencia hoy

no

la tiene

nadie. Hay que

ir a

buscarla

nuevamente

en

la

soledad de los filmes,

teniendo

cuidado de no

acordarles

demasiado crédito a

las

palabras

de las personas

que los

hacen

cuando se

exponen

al público,

palabra

que

debe ser examinada

como

un

do

cumento marginal del filme.

l

sentimiento

de

porvenir renunció a su bella cer

teza: Germanía anno zero Alemania año

cero

Nuit t brouillard

Noche

bruma Hiroshima

mon

amour

Hiroshima mi

amor

nos o hicieron saber: Si

hay

porvenir,

ya

no consta de

los antiguos

colores épicos de

la inmensidad te

rrestre (el blanco y negro), ni siquiera de ese ingenuo mamarracho de los estu

dios

en

el

que todos creíamos,

se

encuentra

ya en

esa

fragmentación vertical

en que

todos

los filmes avanzan para caer

al vacfo.

Incluso

cuando salen y jun

tos

recorren

una

Parte del camino durante algunas semanas, son irremediable

mente ·solitarios y

están separados unos de

otros, ya

que

nadie se

hace cargo

de traerlos nuevamente a la horizontalidad de un diálogo. Así tenemos filmes

de realizadores, de metteurs

en

scéne de cineastas, de

autores.

Si tomamos

en consideración

el

ejercicio

que implica

antes

que

los pensa

mientos aisladamente

intensos,

en Francia,

la

critica

de

cine se desarrolló desde

los

años

veinte

hasta

el final

de los

años setenta, y se constituyó

en una suer

te de tradición;

en

ese sentido,

la

elección de

la

denominación dada a quien

haya hecho

un

filme,

no siempre era

insignificante. En cambio,

en

otros países

con cinematografías constantemente presentes, como

Estados

Unidos

o,

me

nor medida, Italia,

la

denominación

parece

no dejar aflorar demasiados mati

ces: filme director movie-maker

o

regista no

indican

más

que el acto

de hacer

un filme

y

de organizar en el rodaje un movimiento de personas (aun sin olvi

dar el movimiento

de filme-makers -Cassavetes, Clarke,

Mekas-

que

reivindi

caron el status de cineastas, del que América reniega). Después de

la

Segunda

Guerra

Mundial,

en

Francia libramos batallas teóricas que nadie

esperaba ni

se

preguntaba por

sus

términos: autor

(con una

polltica

de referencia), puesta en

3

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1

Jean-Ciaude

Biette

¿Qué es u cineasta?

escena

(basados en

particular en los

textos de Michel

Mourlet),

cuando

la no

ción de autor comenzaba ya a englobar a

demasiada

gente

-para no hablar de

lo

que

se inscribió

en

la crítica estética

alrededor de

los

años cincuenta

y

sesen

ta-, dimos. a dichos términos puntos

de

aplicación más precisos

de

los que an

tes tenían, de

tal

manera que descubríamos

por

qué,

por

ejemplo, podíamos en

lo

sucesivo decir

que Hawks era

un

autor (mismo título que

Fellini

o Bergman)

que

el

arte

de

la

puesta

en escena era

algo

aún más raro

y

por

lo

tanto,

más

indiscernible,

del

cual

muchos

autores

-los que

eran

reconocidos

hace

tiempo

y los que repentinamente se proclamaban como tales- casi nunca

sabían

cap

tar el

secreto

cuatro

medallas bajaba de la escalera del cine

Mac-Mahon

en

París, presentándonos a

los

poseedores

del seéreto: Lang,

Walsh, Preminger,

Losey).

A lo largo de los

años

venideros,

el

cine en general, con la

memoria

co

lectiva

de

filmes

y la cultura

crítica

generalizada

(mientras había sido

al princi

pio

fundamentalmente paradójico), banalizó la noción

de

autor,

haciendo de

ella uno de los dos

términos

exclusivo de un maniqueísmo

propio

de

la

socie

dad de consumo,

y dejando

de lado

el concepto de puesta en

escena, no ex-

.

plotable comercialmente.

·

Entonces, ¿qué

hace que

un

cineasta

se

distinga

de las

otras tres

denomina

ciones,

sin que pareciera que

exista una diferencia,

que

son

los términos que

se

usan

comúnmente

en francés para

nombrar a

cualquiera que hace un

filme 7

¿Aquel que realiza

el mejor

de

los

filmes,

el más

reconocido

internaoionalmen

te -digamos, Ladri di biciclettel Ladrones de bicicletas- es por

este,hecho,

in

diferentemente, a a vez y en

el mismo grado, realizador,

metteur en scene

au

tor

de

filme(s) y

cineasta?

¿Puedo hacerme la

misma

pregunta, y esperar una

misma respuesta, si

tomo como

ejemplos The bridge on

the river Kwai 1 El

puente sobre el

río

Kwai Les enfants

du

paradise 1Sombras del paraíso La re

gle

du

jeu 1

La

regla del juego?

Dicho de

otra forma, admitiendo que estas

obras hayan

alcanzado la misma

.calidad de

acuerdo con sus proyectos, ¿estos filmes nos hablan

de

la misma

porción del mundo en

el que vivimos

y

morimos,

y testimonian de

esa

unidad

del cine en que os hombres que los habfan realizado creían?

En este

punto

me veo

obligado,

para

poder

responder,

a

arriesgar una

defi

nición propia, que

es

un poco

más

que una

hipótesis y

menos que una

certe

za Es cineasta

aquel

o

aquella

que

expresa un

punto de vista

sobre

el mundo

y

sobre el cine,

y que,

en el acto

mismo

de hacer un filme,

lleva a

cabo una

do-

14

¿Qué es u cineasta?

ble

operación

que

consiste

en

cuidar el

mantenimiento

de

la

percepción particu

lar

de

una

realidad (cualesquiera sean

el

relato, los

actores, el

espacio y el tiem

po) y a la vez en

expresarla

partiendo

de

la concepción general

de

la fabrica

ción

de

un

filme,

que

también es una y singular, que

resulta de una percepción

y de

una

asimilación

de

los filmes existentes

antes

que él, y que le permite por

una larga serie de maniobras subterráneas que

el

cineasta puede

perfectamen

te

ignorar o dejar

que

se le

realice

en

un

estado de semi-conciencia, o

pensar

lo en forma completa, encontrar soluciones personales y singulares que

deben

estar en semejante

filme, en el momento

siempre cambiante

en

que

se

fabrica

su relato, sus actores, su espacio, su tiempo, siempre con un poco más de

mundo

que de cine. Esta

doble

operación puede

tomar

formas

infinitamente

variadas:

puede

ir

desde una

manifestación

casi invisible que

confina

a

veces

al

trabajo

ordinario del realizador a una

ilustración

del

guión.

Buñuel. por ejem

plo,

en

una época

precisa

de su

obra,

puede hacer creer que apenas intervie

ne que se

contenta con poner

en orden los

elementos

para alcanzar una cre

dibilidad que

no sobrepasa

la

demanda

de la

retórica

de

los

géneros. Por el

con

trario,

se puede ubicar la extrema

inscripción m aterialista

del

cine de

los Straub,

donde

vemos

bien,

a diferencia

de esos

filmes

de

Buñuel, que

cada cosa, cada

ser,

da

señales

singulares de

mismo. No podemos, sin

embargo, obse Var

un

grado

de

relajación diferente o

sensible,

en uno o en

otros,

en

el

cuidado

pues

to en

cada uno de los dos aspectos de esta doble operación. Además, pode

mos

obsefVar que

la visión

de una

realidad le demanda al primero

más años de

reflexión y de maduración, y que haciendo ese trabajo interno resolvió,

como

sin

pensarlo, las cuestiones

del

otro aspecto

de esta

doble

operación. Los

Straub alcanzaron esta reflexión y esta maduración de su percepción

de

la rea

lidad mediante el tiempo

empleado

en

plantear una

infinidad de interrogantes

a

sus herramientas para obtener respuestas en

el

corazón

de sus

filmes,

y

siempre

de los dos aspectos presentes en sus

filmes

no

es tanto la

exacta

pro

porción o la repartición

de

sus movimientos es lo

que

importa, sino esa

pre

sencia constante, simultánea y móvil de ambos: sólo ella

puede

responder a

la pregunta

de

si

hay un cineasta en

la obra, y

no

solamente

un

realizador,

un metteur

en

scene o

un

autor de filmes.

¿Qué me dice sobre esto Ladrones

de bicicletas

si

quisiera

llamar cineasta

a

Vittorio De Sica?

Que

la percepción

de

la realidad italiana

viene

aquí

de una

sensibilidad de

la época y

no de un solo hombre

-es

Rossellini un hombre solo

15

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Jean-Ciaude

Biette.

¿Qué

es

u cineasta?

explorando

las ruinas todavfa

humeantes

de Alemania

que

nadie

quiere

ver en

un filme-, y que la

convicción

ese cómodo biombo) con la cual De Sica

cuen

ta esta historia

particular

está en

armonía

con un sentimentalismo doble

y

que

no

quiere

ser separado-,

que

es a la

vez

el de la cultura de la

pequeña

burgue

sía

italiana con

la

cual

en

un

momento u otro

nos

identificamos),

en

cuanto

vi

ve de sus

referencias pero

no las

analiza y

también al

interior

de

esta cultura

el del sistema

confuso

de su

representación

por el cine

arte

todavía popular),

que

no puede

funcionar es

dedr

convencer o impresionar- más que a cond·l

ción de

considerar

la

retórica

de la

obra

de los filmes

como

una información

natural, universal y prohibida de

análisis. Así

como hay en tal o cual país un do

ble

sentimentalismo, vivo y

preparado,

luego está el cine,

como instancia ge

neral superior, para divulgarlo en el mundo,

más

aún cuanto

que

no le faltan

talentosos manipuladores incluso hoy

en la televisión,

que alivió

al

cine

de una

parte de

sus funciones);

asimismo hay otro sentimentalismo, complejo y

astu

to,

que actúa

desde hace

tiempo: aquel que, a consecuencia de

las

transforma

ciones sociales y

políticas

de las que

captamos

su alcance

siempre demasiado

tarde, hace volver -hoy o mañana-

elementos

retóricos de otro tiempo, tanto

en

el

plano

de los

afectos

sociales

como en sus bases

expresivas,

cuyo carácter

común

es

no querer que

se

presenten disociados

sin6-más

bien que

se

los

o -

sidere

como

s nada

hubiera

cambiado

como seres eminentemente naturales

siendo

que no tienen por función más que

hacer

digerible una pesada econo

mía de consumo

que funciona

con

el

reconocimiento.

Rossellini

como

cineasta separaba esta

realidad

-tal

como

la entendía- de la

representación natural que

pretendían

dar sus colegas italianos entre

los

que

excluyo

a Antonioni, Fellini,

Visconti,

situándome

antes

de

1960).

De

Sica

bien

puede

ser

l l ~ d o

metteur

en scéne en cuanto a

que no

cuestiona la

retórica

general del cine de

su

tiempo, y que

su

trabajo consiste en

valorizar los mate

riales de uso narración, actores, decorados,

fotogenia,

voces dobladas,

ento

naciones propias de cada dialecto),

como muchos

lo hicieron y o hacen en to,

do

el mundo, y de

manera

brillante,

en

Hollywood. Aún en

un

filme tan

rea

cio en el conjunto de su

obra como L oro

di Napoli El

oro

de Nápo/es, en el

cual

la personalidad

del

filme proviene

de cada

una

de las

historias fragmenta

das y de su

orden

de sucesión, de los

actores

y

comediantes que

vemos mez

clados en

una

muchedumbre de desconocidos

del

Nápoles de

los

años cincuen

ta,

de

las

atmósferas precisas

de los oficios o de las vidas

familiares,

de la

habi-

  6

¿Qué

es

u cineasta?

lidad para crear una impresión durable a la vez de comedia y de tragedia el

muy hermoso episodio

del cortejo fúnebre

que

atraviesa la

ciudad),

de donde

podemos

hasta

extraer el hilo que une la

personalidad

generosa del actor que

organiza

esa

feria

de

la

vida con

la

del

hombre que,

olvidando su

gusto

por los

bufones

de

feria, simplemente recorrió

el

destino ordinario

de Umberto

D.

Así,

podemos ver en De Sica a un m tt ur en s éne de alto

~ i v e l

ya

un

autor de fil

mes

consistente,

según su definición tradicional anterior al trabajo crítico de la

Nouvelle Vague, por la permanencia de sus intereses

sociales

como lo

hace

hoy, de otra manera, Ken Loach),

pero

algo falta, en

esa

plenitud que asegura

a sus

filmes

la

felicidad

de

su

arte

con

demasiada facilidad, para que el autor

se abra a la condición de cineasta. Los

filmes

menos

logrados

o más marcados

por una ideología de época

como,

justamente, Ladrones

de

bicicletas) no

son

menos

susceptibles de

clarificar esa distinción, y los de los últimos años de ac

tividad no dan más

rastros

de empatía: s están siempre en sincronía con el

res

to

del

cine de

su

tiempo, si testimonian sobre una permanencia

apenas

empa

ñada

del savoir-faire, no supieron

retener

esa

parte viva del sentimentalismo

·que era le fe -tal vez ciega- en el cine como medio para mostrar la realidad es

clarecida por un enfoque

parcialmente c rítico.

El

caso

de

conversiones inesperadas

y

tardías

es el de, por ejemplo, de John

Huston, mucho menos frecuente que

el

de

los

cineastas que se pierden en

el

academicismo, siendo

el caso más lamentable el

de

Preminger, abandonán

dose a

mismo después de Bunny Lake is missing Bunny Lake

ha

desapa

recido

1965),

en

donde todavía da

cuentas de una

forma

única

de articular

una

suerte

de ubicuidad de dueño de teatros con una democrática impasibi

lidad

goethiana.

Huston

fue

durante mucho tiempo en el cine hollywoodense una suerte de

prototipo

del

autor a la europea, incluso anterior a la definición de autor -que

los

futuros

cineastas de

la

Nouvelle

Vague

iban

a delinear

la

política-

y

sobre

todo, diferente, por la concepción

que representaba.

Mientras

que

Godard,

Rivette, Rohmer,

Chabrol, Truffaut intentaban definir como

se

podía, a partir de

una

reflexión

sobre la puesta en escena,

que

era lo único con lo

que

se conta

ba

en un marco comercial apremiante, convertirse lentamente,

al

igual que

los

grandes novelistas que funcionaban

todavía como modelos,

en un autor

com

pleto,

Huston había respondido hace mucho tiempo poniendo en primer pla

no un

efecto de presencia escénica

que

hacía

que,

por

sus

ideas

preconcebidas

7

Page 5: Qué Es Un Cineasta - Jean Claude Biette

7/24/2019 Qué Es Un Cineasta - Jean Claude Biette

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n

H

¡¡

i

Jean-Ciaude Biette. ¿Qué es u cineasta?

de un escepticismo casi desconocido

en

Hollywood con respecto a los valores

americanos,

toda construcción personal

de una puesta en

escena fuera inútil y

vana, porque lo que contaba

para

él, tácitamente autor, era

la

misma elección

de

los sucesos y

los personajes,

que, una vez

puestos en sucesión

o

en

relación

entre sí,

desembocarían en una

narración suficientemente convincente

para los

espectadores. Con lo cual no creía necesario recurrir, durante el rodaje del fil

me,

a

una

técnica elaborada

de

puesta

en

escena. En efecto, ese trabajo abs

tracto del guión técnico, de

la

puesta en espacio, del ritmo de los planos, po

día parecerle una pérdida

de

tiempo

y

energía, mientras que Hawks o Lang

amaban esta

técnica

de

artesano jugador

que consiste en hacer

notar

una dis

tancia analítica frente a las restricciones, pero Huston las rechazaba

y,

seguro

de

su práctica

responsable

de guionista,

una

vez asegurado

de

poder destilar

los ingredientes perturbadores en un guión bien arreglado, pensaba en no te

ner mayor

necesidad

que la

de

contar

con

la sola eficiencia de los grandes

ac

tores de

taquilla y

un

trabajo

de realización discreto,

intercambiable,

casi

auto

mático, para obtener lo que su conciencia de autor le dictaba. En sus filmes, el

estilo nacía

de un

tono general y no específicamente

de una

disposición de

los

planos -mientras que basta un solo plano para reconocer un filme de

Lang,

y

de

dos

para uno de Hawks-,

y

el

interés no

se

construye, como en Buñuel; por

un

arte

del

montaje

de cosas ligadas en una

lógica

de la

significación abrupta.

Huston fue entonces, por mucho tiempo, realizador y autor, o con mayor exac

titud

realizador,

despreocupado y tranquilo

de

sus propias intenciones como

autor. Ahora bien, los filmes de realizadores y de autores, tan apasionantes co

mo puedan ser por la potencia o

la

agudeza

con que expresan

su representa

ción del

mundo,

nos

hablan de la

relación

intensa que mantienen

con su

tema,

o incluso

de

la técnica,

de

la habilidad o

de

la inteligencia práctica

de

aquellos

que los hacen,

pero si queremos hacer la distinción entre lo

que

un

cineasta

ex

trae de singularidad en un filme que no lo

exige

en un primer abordaje,

estos

no nos

dicen,

puesto que trabajan

en una

perspectiva inmediata

de

contempo

raneidad,

dónde y cómo se sitúan

en la .avanzada

errante y poco

ruidosa de

la

tradición,

pues nada de

ese trabajo puesto al descubierto los conduce a buscar.

lo

que

los

involucraría con

una

dimensión

de

tiempo

más vasta.

Sin embargo,

su capacidad

de

absorción

de

todas las realidades

de

su tiempo ayuda a

sus

fil

mes

a constituir,

con

frecuencia por falta

de

advertencia, y

con los

códigos

ca

ducos pero aún sólidos

de

su vieja coherencia, testimonios preciosos y dotados

18

¿Qué

es u

cineasta?

de una

resonancia

histórica. Esta dimensión de registro documental en e cora

zón

mismo

de

la ficción

más pegajosa

-digamos Le corbeau 1 El cuervo

de

Clouzot-

es

uno de los motivos de prestigio asegurados. Puesto que más allá

de las diferentes formas

de

nombrarlos, señaladas

aquí, aún sin poseer un

ta

lento particular,.quedan inscritos en el cine.

John

Huston

realiza

en el final de su vida, como último filme, The

Dead

Desde

ahora y para siempre

un

filme

de cineasta. Podría decir

su único filme

de

cineasta,

si

Patrice

Rollet, que prácticamente me encargó este texto con

es

te

título, no

me asegurara

que Fat City 1Ciudad

dorada,

que

no conozco, era

ya un

filme

de cineasta. Sin duda, algunos filmes

entre

los que preceden

a Des

de

ahora

y para siempre contienen momentos que

sobrepasan

el

nivel de

logro

transitivo del

que un

autor es capaz

(lo que Huston fue desde

sus

primeros filmes

cuyo

mejor abogado de los que

habían

comparecido en mi tribunal personal

bía

sido

James

Agee

Sur fe cinéma [Sobre el

cine].

ed. Cahiers du cinéma

1991- Y o

conducían ya

a

esa

vía

que da señales de

la

presencia de un c i n e s ~

ta. Pero cuando

hace

su último filme, Huston sabe que

está

cerca

de

la muer

te, y si no

lo

hubiera notaao, el libro

de Joyce

lo

habría hecho,

y somete ente

ramente su savoir-faire muchas veces malicioso, al sentimiento grave

de

lasco

sas

que exigen que

nos

detengamos -porque

he

aquí que, a

su

edad,

ellas

son

su

primer público- y

se

aboca a una evocación fulminante de los muertos que

deben

revivir delante

de

nosotros, es decir, reencontrarse,

cantar, bailar,

evocar

su

vida

anterior y compartir

una comida en

la que sentimos claramente, por

una

vez en el cine, que

es

el festín efímero de

la

vida. De esta representación

de

la

vida

como concentración

de existencias

vivídas y

pasadas,

Huston

exalta

su

teatralidad

(hasta el

sonido

e

la

madera de las tablas),

toda la duración

ri

tual que se libera de la dramaturgia, como si todo aquello que

había

descuida

do

en

tantos filmes anteriores

incluso

cuando Hollywood se lo permitla, y que

a su

vez

lentamente el

cine

que lo rodeaba

había

comenzado a

despreciar, de

bía

ser ahora

para él,

en la

cercanía de

la muerte, finalmente experimentado,

a fin de sostener no sólo a sus

personajes

que vivieron y amaron y luego mu

rieron,

sino también a

ese

descuido que aceptaba y del que se

reapropia

in ex

tr mis

como

-su

defecto más auténtico, y sobre el cual por primera vez

se

to

ma, teniéndolo ahora menos

que

nunca, el tiempo

de

edificar su filme, esa fal

ta misma sobre la cual

trabaja todo

cineasta,

adoptando

otras leyes que las

cambrantes del presente.

19

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7/24/2019 Qué Es Un Cineasta - Jean Claude Biette

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Jean-Ciaude Biette. ¿Qué

es

un cineasta?

Pues en esto reside el propósito

de un cineasta

-cque el metteur en scéne

que

sólo valoriza los

materiales

que se

le

dan como

cualidades

negociables) Yel au

tor que no tiene tiempo para ensuciarse

las

manos con ello) no toman

en

con

sideración-: sabe que

debe

avanzar

sobre

la base difícilmente negooable de

sus

faltas y de sus defectos

que

lo alejan

de

la

demanda

de la medianía gene

ral.

Si el

autor

no lo dice

todo,

se

detiene

en

un umbral, y

elige acercar

su

te

ma a través de una selección razonada, y realiza

la

proyección instrumentalt

zando al

cine,

el

cineasta amplía

su base: confiere a sus faltas Y defectos el pa

pel de representar lo más íntimo de sí mismo

en

un diálogo que entabla con su

filme

soñado;

de

esto extrae su

fuerza, por

la

que el

cine

en su

estado presen

te

secretamente relegado

a no ser más que un episodio, ciertamente especta

cular

y opresivo por

su peso

social y económico, de ese cine esencial, menos vi

sible

y extendido, busca su camino entre

ruinas, olvidos,

puestas en duda, Y

o

encuentra poco a poco

en la

prueba del tiempo.

Faltas

y defectos son enton·

ces

la verdad

de

un

diálogo entre un

cineasta

y el

cine: es cineasta aquel

o

aquella que, sabiendo que su fuerza no es la misma para todo,

le da

un lugar

real

al

inconsciente

en

el

corazón de

su

trabajo, que

consiste en pensar, con

la

mayor

precisión posible,

los

detalles

implicados para darle forma, sabiendo

que como

no

se

tr t de

acomodar hábilmente

seres y cosas

Sino

de

ponerlos

en

relación

en forma

orgánica,

el filme terminado no es ni más ni menos- que

un lugar de tránsito generosamente abierto entre el cine y el mundo. . •

Podemos notar

en su

camino un dogma critico

que

mantiene la

confus1on en

el examen de los poderes respectivos entre el metteur en

scéné,

el autor Yel ci

neasta

el realizador

se ubica

raramente

en un·a situación de ambigüedad),

en

cuanto al

buen

logro o

no

de un filme: es el de

la

infalibilidad de

la obra. En

efecto, si un filme de realizador es frecuentemente identificable con un produc

to que

no

espera ser más

que

empaquetado, atado, consumido y olvidado,

un

filme de cualquiera de los otros tres postula hoy -ya que es de

hoy

de lo que

se trata- casi siempre el estatuto de obra o se

asevera

simplemente de ser una

obra,

y si irrumpe con frecuencia una parte que

arrastra

al filme hacia el p r ~ -

ducto, una otra parte

más

fuerte lo arrastra hacia

la

obra.

s

de esta tenSion

que

la

mayorfa de los filmes toman

su

fuerza o su carácter, que inscribe

la

solución

que plantean, y hace que ganen su

causa

ante el público y los cntl·

cos. Pero a partir

de

ese sentimiento

que

hace

que

un filme sea agradable o

apasionante, encantador o trastornante, se deduce rápidamente que, una vez

20

¿Qué

es

un cineasta?

ganada

su causa, el filme se hace indivisible y único, y que,

una

vez obtenido

su buen logro, todo

en

él se

hace

necesario y toma sentido;

así

el filme, de

ser

mirado como

un

objeto

cerrado

en sí

mismo, puede

darnos todas

las

llaves

que

permiten abrirlo. Si este dogma no afecta todavfa a los filmes de autor puros

en

los

que la urgencia de expresión, con

su

instrumentación interesada

de-

los

medios técnicos y expresivos, nos inclina a buscar defectos, es porque sabemos

que son

circunstanciales,

casuales,

que están a mitad

de

camino y que no afec

tan

en

absoluto a la sustancia

del

cine. Esa sustancia no está

presente

más que

como instancia simbólica

de

responsabilidad

social

y como demarcación nobi

liaria con respecto

al

funcionalismo televisivo serían buenos ejemplos Ken

Loach

o Woody Allen), y no como sistema formal, orgánico, individual, que

re

cordaría

al cine como sustancia y tradición

que

hay que

llevar

y

relatar);

si es

te dogma deja a

esos

filmes de puros metteurs en scéne en una relativa visibi

lidad en que

la

valoración

de

los

materiales allí donde

los

realizadores se con

tentan de explotarlos) es completa, parcial o no del todo lograda, es sobre los

filmes de cineastas que terminan por

ser los más

estudiados) que

este

dogma

lógra

la

mejor

manera

de

presentarnos

un mundo de filmes perfectos.

Si tomamos como ejemplo a Murnau, podremos verificar en su sistema for

mal extremadamente elaborado, examinando cada plano

con esa

inscripción

tan enriquecedoramente inventiva del espado, no sólo su irreducible coheren

cia,

sino también la necesidad que da sentido a todo y

la

resonancia de la fuer

za del misterio humano y poético que pocos cineastas alcanzaron. En el caso

de

los metteurs

en scene

que no serían

sin

embargo -según

los

criterios que

aquí expongo- cineastas tales como Billy Wilder o Mankiewicz, autores que

ponen

en

escena lo que quieren decir,

en

filmes más bellos, a veces, que los fil

mes

de

cineastas: The

Ghost

and Mrs. Muir

La

dama el fantasma, People

wi/1

talk Lo llaman pecado, The Secret Life

o

Sherlock

Ha/mes El último se-

creto de Sherlock Ha/mes ,

seria la

arquitectura escenográfica

la

que

daría

ese

sentimiento

de coherencia

que fundarla las leyes

de

una

puesta

en escena

cu

ya eventual ambigüedad puede surgir

en

el examen general del filme, en su

al

cance dramatúrgico, y

no

en el detalle autónomo del plano,

aún menos

en

una

dinámica polisémica

de los planos. Pero para un

cineasta,

como Murnau, aun

que también funda

su

cine sobre la

base

de la puesta

en escena

-su propia ex

periencia

de

actor,

familiar al teatro de Max Reinhardt, da este origen a su tra

bajo

en

el cine- y es entonces cineasta y

metteur en scéne,

el cine es para él

21

Page 7: Qué Es Un Cineasta - Jean Claude Biette

7/24/2019 Qué Es Un Cineasta - Jean Claude Biette

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Jean-Ciaude Biette. ¿Qué es un cineasta?

esa fuerza

de

mirada que le permite separarse por momentos de su trabajo de

puesta

en

escena, pues no concebía el valorizar sólo

su

material sino sugerir

igualmente lo que lo amenazaba, es decir, más allá de ese arte que supo in

ventar en la construcción de planos y que proviene de las facultades objetivas

y serenas

de

metteur

en

scéne, inscribió subrepticiamente en el filme lo que

podemos llamar por convención los defectos o las faltas -pesadez, sentimen

talismo, afectación, nacionalismo estético-- gracias a

los

cuales Murnau inscri

be sus emociones más fértiles, como podemos constatarlo en el sublime Der

brennende Acker 1922), reencontrado

en

su bella copia teñida

en

origen y

presentada por primera vez

en

Arte

con música,

por

una vez,

a la

escucha del

filme). Asimismo, podemos

señalar

que es

sobre

la

base

de su frialdad y de

una cierta crueldad que Preminger

sacó

y mantuvo a

distancia

las emociones

candentes Saint loan 1

Santa

Juana, Anatomy o a Murder 1 Anatomia

de

un

asesinato, Exodus 1Éxodo).

En

Murnau esta

nueva

disyunción entre

la

autonomía del

cineasta

y el traba

 o

sereno de la puesta en escena es a

veces

demasiado

violenta para el mate

rial con el

que trabaja

el cineasta

y

con el que

no

puede,

como cualquiera gue

hace un

filme,

sino

variar

su

relación personal.

Así,

más allá de

la

angustiante

belleza

de

los planos de cada filme, Murnau, por la naturaleza misma de su

sensibilidad, por

lo

que

hay de

mortal en toda

vida

-es en

esto

el poeta más

grande del cine-, no se encuentra inspirado de la misma forma,

en

esa parte

desconocida de sí mismo, por la

reserva

de las historias que eligió poner en es

cena, de la

misma

manera que los

personajes han

podido corresponder mejor

o peor, según el lugar o

¡¡

función que

ocupan

en

tal guión o tal otro, a algo

que

podía resonar

en

él. Si,

en su trabajo

de

metteur en

scime,

Murnau

siem

pre logró asegurar un umbral

de

solidez

de

representación

inventar solucio

nes

visuales

inmediatamente deslumbrantes

esa fase de

separación que se

da

en

el

secreto

de su trabajo, como en todo cineasta, porque no pertenece al do

minio

deJa

imaginación

razonada, ni de la paciencia artesanal, ni de

la

técnica

asistida

por el dinero,

ni

siquiera de

la misma experiencia,

es más

bien

debido

a esa parte oscura que viene del inconsciente, y que

le hace

tomar sordas e

inexplicables decisiones

y por

lo

que estas tienen de

capacidad

de escucha de

los

precedentes

dominios muchas

veces

felizmente manejables, esta fase de se

paración,

unas

veces

se

intensifica,

aun

y

odavía

más cuando revierte a

su

ne

gativo su representación Herr Tartüff 1 Tartufo, Der

Letzte

Mann 1 El último),

22

¿Qué es un cineasta?

otras veces acusa su vanidad señalando

la

falta de sustancia

aquellos

filmes

que no tenemos nunca ganas de citar), o arrastra el todo con ella y

crea

la di

vina fusión

de

las

grandes

obras Nosferatu, eine Symphonie des

Grauens

1

Nosferatu, Der Brennende Acker de aquí en

más,

y Tabu), o

incluso,

y es un ca

so

problemático precioso, se guarda

en

un mismo filme zonas de autonomía

expresiva

que

entablan agradables relaciones de heterogeneidad con

algunas

otras

más

dependientes que no se despegan de su origen como para

muchos

cineastas

es

el caso

de la puesta

en escena). Es el caso

de Sunrise:

A

song

o

two humans 1Amanecer), que yuxtapone lo que pertenece al cineasta

la

am

plitud

en

la metamorfosis física del actor, que

excede

la demanda implícita de

representación)

y

lo

que pertenece al metteur en scéne la

gran fiesta

foránea,

con lo que completa hasta

la

saciedad el contrato exterior).

Las

obras

de los más

grandes cineastas, una

vez

cerradas

por la muerte, de

jan

ver con frecuencia una recíproca contaminación entre los tres

roles; de

este

modo,

se

torna difícil

precisar cuál es,

considerando un filme,

la

parte

del

met-

teur en

scéne,

la

del

cineasta y la del

autor.

Así,

en

el caso de Pasolini, el autor

existe

como poeta desde

la infancia, pero

desde

su

primer filme (Accattone 1

Accattone,

un

muchacho

de Roma)

el

cineasta

también

está allí,

y

el

metteur

en s éne no interviene sino

mucho

más

tarde,

en

los

últimos

filmes,

en

el momen

to en

el que

en

él el

autor La trilogía

de la

vida:

//

Decameron 1El

Decamerón,

1

racconti di Canterbury 1Los cuentos de Canterbury y fiare del/e mil e e una

notte 1

Las mil

y una

noches) o el cineasta

Saló

o fe 120

giomate di Sodoma

1Saló o los 120

días

de Sodoma) así

lo

demandan.

Es difícil

establecer

en qué proporciones,

en

sesenta años de cine, Raoul

Walsh pudo ser y

es

a través

de sus filmes

metteur en

scene,

cineasta y autor:

su

obra, que

encuentra

su centro de gravedad

en

1939 con

The

Roaring Twenties 1

Héroes olvidados;

es

en este filme en

el

que sitúo su nacimiento como autor:

cuando afirma por primera vez los arquetipos de personajes que

volverán

lue

go periódicamente,

es

tan abundante y tan

variada

que

en ella

se

encuentran

todo tipo de figuras. De esta forma, uno de sus más célebres

filmes,

The Enfor-

cer 1

Sin

conciencia, es tal

vez

el único, luego de la repentina fusión de las tres

denominaciones en 1939, filme

de

estricta

puesta

en escena. Por más logrado

que esté, nada señala, ni

en la

dinámica

de

los planos

ni en

los personajes, que

Walsh

se

haya implicado como

cineasta había

retomado

el rodaje

imprevista

mente):

está, excepcionalmente,

sin

mirada.

De

hecho,

en

cada uno de sus fil-

Page 8: Qué Es Un Cineasta - Jean Claude Biette

7/24/2019 Qué Es Un Cineasta - Jean Claude Biette

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Jean-Ciaude

Biette

¿Qué es un cineasta?

mes

aun en los más secundarios

podemos

observar

un

recorte singular del es

pacio, registros de actuación del actor a la vez variados y

caracterizados

pero

siempre mantenidos por

una constante

secreta sobre todo una visión interior

del

relato que evoluciona

lentamente a lo largo

de

las décadas y los

datos téc

nicos

exteriores

al

cine. Entablan todos

más

o

menos relaciones

entre

sí,

no

en Sin conciencia. Inversamente,

su

filme-espía leer a Pierre

Léon,

Traffic

n.

0

9),

A Lion ls in

the

Streets, a

causa

del lugar excesivo

que

le otorga a

James

Cag

ney haciendo desbordar

al

personaje principal en detrimento del espacio y de

sus relaciones

con

los

otros es un filme mal soñado

-Walsh

soñaba sus fil

mes es

un

hecho- pero

funciona como linterna

para

un

gran

número

de sus

filmes de

la misma época a los que ilumina por

sus desarrollos privados

súbita

mente de relieve.

Se

le ha

acordado

a

Losey,

para darlo a conocer, el

haber sabido

iluminar los

rincones

secretos de

sus

personajes tanto

como

las relaciones de clase en las

sociedades que describía; pero

desde

que abandona la marginalidad america

na y su

período

de clandestinidad inglesa en el

que habla comenzado bajo

un

seudónimo,

es el cineasta en el que el sistema de

tensión

expresiva recaía so

bre un trabajo de

estricta

voluntad y hace

emanar

pronto más

bien

su propio

academicismo.

Eso pasa al final de su vida con Monsieur Klein

El

otro señor

Klein: ya no

es

un filme de cineasta,

aunque sea una

de sus mejores

películas.

Eso

que

hemos atribuido durante mucho tiempo a Losey fue, sin ningún anun·

cio, cumplido

hasta su

último filme por Walsh, como cineast;t

Si

bien

Pasolini

presenta, con su

tenacidad eruptiva de

conciencia, el

ejemplo exactamente

opuesto, podría bien

ser

una falta de conciencia sobre lo

que

se proponía regu

lar

en sus filmes

lo

que le

permitió precisamente a Walsh lograr expresar

lo que

Losey, descuidando sus

deseos,

confió

únicamente

a su voluntad. Eso pasa.

Walsh

es

el

único

cineasta

en que la obra pone en escena bajo una luz radiante

los

amplios

espacios

en donde

se

confrontan

la

energfa

social

y

os

sueños

sin

ilu

sión de los individuos: que

hace

que se crucen de forma inocente

Marx

y Freud.

Si la

puesta

en escena

fue,

notoriamente en Hollywood el medio por el cual

el cine nos

decía

que

representaba el mundo

entonces

es cineasta aquel que, .

más allá de lo

que diga

públicamente,

no

se

satisface con hacer

en

un

filme

na

da

más

que

cine, y continúa

hoy

sin satisfacerse. Así,

Godard,

desde

u

bout

du

souffle Sin aliento se

autoriza

a esa insatisfacción en referencia a una re

gla

que

afirmaba

que no

se debía, en un filme salirse del cine, es

decir que

fue

4

¿Qué

es

un cineasta?

primero antes que nada

cineasta: un

cineasta para

quien

la

disyundón

ha de

bido efectuarse,

por una falta de

experiencia

en la

puesta

en escena, sobre una

impresión rosselliniana de la realidad

conquistada

sobre el mundo. Tanto

Rouch

como ·Griffith

habían

preparado

e

terreno con Les Maítres-Fous

Moi un Nofr

Yo

un negro; en

su

renovación

y

su

asunción de

la

e ~ p e r i e ~ c i

personal

Cada cineasta

que descubrimos tiene una manera inédita de afirmarse en un

efecto de

disyunción que

hay

que

aprender

poco

a

poco

a identificar. Un día,

viendo un filme iraní que llevaba

el

título inglés Gose-Up Nema- Ye Nazdik 1

Primer plano , cuando

después de una larga secuencia en autocar en la

que

dos

desconocidos entablan relación, la cámara observa tranquilamente rodar una

bomba

casera vacía sin

relación

directa con

la

líne?:

dramática

supe

que su

au

tor, Kiarostami, era un cineasta. Es viendo a Monteiro convertido de pronto en

militar irrisorio

pero

imperturbable raspar con

su

bastoncito

las rejas de hierro

en

plena

calle

concurrida

de

Lisboa,

cuando

reconocf

al cineasta, y las meta

morfosis que hace experimentar a

su

propio parecido con

Nosferatu

lo confir-

man

en

cada filme.

Ya

cuando parece

ausentarse

en es¿¡ danza

de vida

que

es

en Su versión completa, O último mergulho o ya cuando le hace llevar una so

brecarga-de

él al

personaje

de A

comedia de

Deus 1

La comedia de Dios, sus

defectos y

sus

faltas, que

todavla

no

identifiqué están manos a la

obra.

Anti-

guo

o moderno

un

cineasta siempre se nos

ofrece

en alimento.

Trafic

n.o 18, primavera de 1996.

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