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    Quique Hache

    El mall embrujado y otrashistorias

    Sergio GmezIlustraciones de Gonzalo Martnez

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    i pap nos fue a dejar a la estacin de trenes. El tren sala alas nueve y media de la noche con destino a Temuco. Hacados meses que habamos planificado el viaje con Gertrudis

    Astudillo, mi nana; por fin conocera su ciudad natal y a sufamilia, aunque era como si ya los conociera por todo lo queella hablaba del lugar y de la parentela.

    Me gusta viajar. Si existiera alguna profesin como lade viajero, sa sera la ma. Hace algunos siglos exista laprofesin de explorador, pero ahora las cosas son distintas ynadie estudia algo as porque quedan muy pocos lugares porexplorar. Por eso, por ejemplo, conservo mi coleccin deTintn, no se la presto a nadie, ni siquiera a Len, que es miamigo pero que tiene la mala costumbre de doblar lasesquinas de las pginas de los libros para marcar dnde quedacuando deja de leer. Tintn y Mil viajan al Cong'o, al Tbet,al oeste americano, a China, incluso la Luna. ^ .

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    Y ah iba yo, viajando a la ciudad de Temuco, 600kilmetros al sur de Santiago, a un lugar que le gustaautodenominarse como la regin de la Frontera. Si yo fuera

    extranjero, por ejemplo de Madagascar o de Alemania,tendra un enorme inters en un lugar que se llamara a smismo La Frontera. El nombre alterna con otro: Regin de laAraucana. Todos esos nombres se deban a una razn: hastahaca poco ms de 100 aos el pas llegaba hasta ah; es decir,all estaba la frontera, del otro lado viva el pueblo de losmapuches, los que le daban la pelea a los conquistadoresdesde haca muchos aos, desde que haban llegado de

    Espaa. Los mapuches eran un pueblo difcil de vencer hastaesa fecha, reclamaban sus tierras y no se conformaban. Unda decidieron, despus de 400 aos, que no daban ms lapelea. Entonces se sentaron a conversar y a tratar desolucionar las cosas por las buenas. Eso signific un tratadoque se llam Pacificacin de la Araucana. Pero losmapuches lo que no saban era que los espaoles en ese

    momento convertidos en chilenos, eran expertos enconversar y convencer, en poco tiempo los tenan rodeadosde ciudades, carreteras, mails, hoteles, Internet y televisinpor cable, es decir estaban perdidos; ahora s que los habanvencido sin que se dieran cuenta.

    Esa era la historia resumida de los mapuches, la le enun libro de historia antes de emprender el viaje. Tambin leque a fines del siglo XIX surgi la ciudad de Temuco, enplena Arau- cana, creci y se llen de gente y de automvi-les. All vivi Pablo Neruda cuando era nio. Y all naciGertrudis Astudillo, mi nana, quien estudi en el Liceo deNias, en el mismo que trabajara otra poeta, Gabriela Mistral,pero muchos aos antes. Despus de cuarto medio, Gertrudis

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    decidi que lo suyo tambin era viajar y un da lleg aSantiago, la capital, donde la recibi mi mam. Desde ese daestaba en mi casa, y yo recin cumpla un ao de vida.

    Las primeras horas fueron agradables en el vagn y,como en los aviones, en los trenes no se ve para adelante, slopara el lado, entonces parece que no se avanzara a ningunaparte. Antes de apagar las-luces, nos recostamos en losasientos. Nadie ms ocupaba los cercanos, as que tenamossuficiente espacio. Entonces vi a Gertru masajendose la caracon crema, lo que la haca parecer un fantasma o un mimo

    callejero.Tienes que echarte la crema justo ahora, frente a los

    dems pasajero? le pregunt un poco avergonzado.Ella ni siquiera me mir para contestar, sigui

    sobndose el cuello y respondi:Dulces sueos, Quique.Por la ventana vimos pasar pequeos pueblos con muy

    pocas luces y un seor muy viejo que esperaba a alguien en elandn o simplemente paseaba por ah mirando al tren. Meimagin viviendo en esos lugares: no era muy interesanteporque eran pueblos que parecan aburridos y lentos, dondeno existan salas de cine. Pero por otra parte la vida eraordenada y tranquila; por ejemplo, si uno sala en bicicleta noera necesario llevar candados para amarrarla a un poste de laluz, porque nadie estaba pensando en robarla. Por las tardes,

    despus del almuerzo, se dorma una siesta de media hora. Mihermana deca que vivir en un pueblo chico era comoenterrarse, claro que el nico pueblo chico que ella conocaera Pucn, que no es el ejemplo de un tpico pueblo.

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    Y as, poco a poco, con la cadencia del Iren, me fuiquedando dormido hasta que no supe nada ms, como sucedecuando uno se duerme, simplemente todo se borra y viene la

    oscuridad hasta el otro da.Llegamos temprano y el fro de la ciudad me hizotiritar, mientras un inspector de ferrocarriles conuniforme nos ayudaba con las maletas. Es decir, conmi nica maleta y que es tambin el bolso que ocupopara la clase de educacin fsica en el liceo. Lastoneladas de equipaje eran de, no poda viajar y menosa su ciudad sin lo necesario: ropas, cremas y muchas

    carteras.Qu raro que mi pap no viniera a buscarnos

    dijo Gertru , se supona que tena que venir a laestacin.

    Hicimos parar a un taxi. El viaje era corto, comotodos los que hara en la ciudad. Las distan- tas noeran las enormes que hay que recorrer en Santiago;

    tampoco en Temuco exista el metro, pe ro 110 senecesita, aunque s exista congestin por la cantidadde automviles en las calles.

    Llegamos hasta la poblacin Pueblo Nuevo. Iascasas eran pequeitas, pero con grandes patios llenosde rboles, como cerezos o durazneros, llegamosfrente a la casa de Gertrudis. En la vereda

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    nos estaban esperando dos viejecitas que sonrean como lashadas madrinas de La bella durmiente. Eran, lo supe ms tarde, Nenitay Gladis, las tas de Gertru, dos solteronas que vivan felices.

    Nos abrazaron, sobre todo a m; segn ellas, me conocantanto porque Gertru hablaba de m, y por mis fotos que tenandesde que era una guagua. Me dio un poco de vergenzaporque me apretaban y me estiraban la cara como si la tuvierade hule, pero as es la gente en el sur, cariosa, entonces nohay nada que hacer ms que aguantar que a uno le jalonen lacara y se la dejen adolorida.Nenita fue la encargada de contarnos cuando Gertru preguntpreocupada por su pap: No pudimos avisarte, Gertru, nonos dio tiempo y tampoco queramos preocuparte demasiado.Qu pas con mi pap? pregunt ella, al borde de las

    lgrimas.Est internado en el hospital de Temuco, sufri un

    preinfarto.Entonces habl Gladis, que era un poco ms seria que su

    hermana, ms alta y huesuda:Tuvo un problema en el trabajo. Desde hace dos aos

    est de cuidador del Mal Temuco, all le vino el infarto,mientras haca una ronda nocturna.

    Desde haca algunos aos exista un mal en Temucoque llevaba ese nombre. Fue el primero de la ciudad. En lospocos aos de funcionamiento haba tenido muchos

    problemas y estaba a punto de cerrar. Slo quedaban algunastiendas y un supermercado. Estaba ubicado en la entrada deTemuco, muy cerca del barrio donde estbamos.

    Nosotros no queramos dijo la ta Nenita quetrabajara de noche, se decan muchas cosas de ese lugar, t losabes muy bien.

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    Se miraron entre ellas.Tengo que ir a ver a mi pap dijo Gertru.Estuvimos todos de acuerdo que iramos apenas

    desayunramos.Cuando dijimos que tenamos hambre, ta Nenita y taGladis pusieron cara de felicidad, como si esperaran esemomento. Pasamos a la cocina, donde estaba preparada lamesa repleta de comida. Eso era lo que me esperaba en losprximos 10 das que permanecera all: comida. Me habanadvertido que en el sur se coma bien; por eso, lo ms im-portante, lo que nadie puede hacer es rechazar la comida, eso

    es una ofensa grave. Al menos para esas dos tas rechazar unqueque de miel, una empanada de pera, un pedazo de brazode reina, un sndwicn de palta con huevo, equivala a uninsulto.

    En medio del desayuno me acord y par darle tregua ami estmago pregunt:

    Qu cosas se decan de ese lugar, del

    mal?Me miraron con caras de televisin apagada. Gertrumovi la cabeza como esos perros de plstico en la parte deatrs de los autos, y dijo:

    Habladuras de la gente.Pero qu habladuras?insist.

    Cuando recin abri el mal se corri la voz de queel lugar estaba embrujado, que era peligroso, sobre todo porlas noches.

    -Embrujado? Temuco me comenz a parecerinteresante: su primer mal acusado de diablico.

    Mira, Quique dijo Gertru, moviendo los dedoscomo si martillara una pared. Saba que esas cosas te iban

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    a interesar, pero nada de investigaciones de detective aqu enTemuco, por favor. Tu pap me dej a cargo tuyo y vamos ahacer lo que yo diga, entendido?

    Era tarde, haba dicho la palabra clave: embrujado.Cuntos lugares as se conocen, pocos en la vida.Nos dimos una ducha rpida y nos vestimos con parka

    y bufanda porque en Temuco siempre parece que comenzara llover, y cuando lo hace, dicen, no para en semanas.

    Cuando llegamos al hospital, antes de entrar a la piezadel pap de Gertru, sta me detuvo y me advirti:

    Te recuerdo, nada de investigaciones, en esta ciudad

    no se necesitan investigadores privados.

    El pap de Gertru estaba en una cama; a su lado, en otra, unhombre al que haban atropellado con un carro de

    supermercado, quebrndole una pierna. Cada vez quecontaba lo ocurrido no poda dejar de rerse. Segn l, estabacomprando un yogurt de frutilla cuando otro que andaba porah, al parecer muy apurado, lo pas a llevar. Cuando serecuperara completamente demandara al conductor del carro

    y al supermercado.El pap de Gertru estaba viejo, pero tena buena cara,algo plido y aburrido de permanecer all, en un hospitalpblico. Cuando nos vio se alegr enseguida.

    Lo que nos cont el pap de Gertru nr s dej helados.

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    Estaba en el hospital porque tuvo una fuerte impresin,eso le caus el infarto. Haca su ronda nocturna por el MalTemuco, un edificio de un solo y largo piso. El mal tena dos

    guardias permanentes durante la noche. A cada hora se hacauna ronda, tanto por el pap como por su ayudante, unhombre joven. Cerca de las tres de la madrugada, el pap deGertru escuch ruidos justo en el centro del mal. Llevabauna linterna y un bastn para defenderse. Los pasillos estabaniluminados con poca luz, la poca que exista en ese momentocomenz a apagarse. Por delante, desde debajo de unaescalera, apareci una figura transparente y fluorescente,

    poda ser un hombre o una mujer, no estaba seguro. S estabaseguro que era igual a un fantasma, al menos a los de laspelculas. No alcanz a reaccionar, se qued all petrificado.El fantasma dio una vuelta y subi por una escalera a un patiode comida. El pap de Gertru corri entonces despavoridopor el pasillo, pero antes de llegar al puesto de los guardias lefalt el aire, no pudo ms y cay al suelo. Un da despus

    despert en el hospital lleno de tubos y alambres. Se sentadbil y enfermo.Un fantasma, uno de verdad dije casi con un

    preinfarto yo tambin.Y eso que no creo en ellosdijo el pap, pero de

    que vi uno lo vi esa noche en mi ronda. Y te voy a decir algoms, Quique, pero no lo comentes. Cuando lo vi sent miedo,pero miedo de verdad.

    No me asuste al niodijo Gertru.No me asustdije yo asustado.El nombre del pap de Gertru es Armando. Segn l,

    cuando se enteraban de su nombre siempre le hacan lamisma broma: Armando qu? Armando silla o armando

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    mesa. El mal chiste haba tenido que escucharlo los ltimos30 aos, as que mejor no se me ocurriera a m repetirlo. Enrealidad yo estaba ms interesado en el asunto del fantasma.

    Lo peor era que corran rumores de que el mal secerrara finalmente, el negocio no funcionaba, la gente no setrasladaba hasta la entrada de la ciudad para comprar.Entonces don Armando perdera su trabajo y, como era viejo,le costara encontrar un nuevo empleo.

    Le pregunt todos los detalles de la aparicin. Gertrudismovi la cabeza y mir al cielo.

    Lo nico que me faltaba enseguida le dijo a su

    pap: Y usted, pap, no le meta esas tonteras en la cabeza aQuique, que no sabe cmo es de ideas fijas.

    Don Armando se sent en la cama. Debajo de la bata dehospital, su cuello era un pedazo de carne que se mova comolos de algunos pjaros. Entonces dijo con cara asustada:

    Eso no es todo. A m no es al primero que se aparece.Hace unos aos, el fantasma del mal llev al hospital a otro

    guardia.Gertrudis se ech aire en los pulmones y exclam:Lo nico que faltaba.

    lmorzamos pantrucas, arrollado, lentejas con arroz ylonganizas; de postre comimos flan casero y smola concaramelo. Nunca haba comido tanto en mi vida. Ta Nena yta Gladis estaban muy felices de verme satisfecho y con unaenorme panza. Despus, Gertrudis se fue a buscar a su padreal hospital, y yo, para bajar la comida, dije que ira a dar unavuelta al barrio. Me sub a una micro pequeita que llamanliebre. En pocos minutos me baj en el mal de la entrada dela ciudad. Era un edificio alargado, como serpiente, con unamplio estacionamiento. En el nico lugar que se vea gente

    A

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    era en el supermercado de la entrada. Por los pasillos del malmuy pocos pascaban, muchas de las tiendas estaban cerradasy las vitrinas cubiertas con papel de envolver o diarios. En el

    centro del lugar exista un segundo piso con un pequeo patiode comida. No era como los grandes centros comerciales deSantiago, pero lejanamente se pareca. Me imagin que enaquel lugar, en el centro del pasillo, se haba aparecido unfantasma y un escalofro me recorri el cuerpo.

    Camin hasta la playa de estacionamiento, dondeencontr papeles en el suelo que decan: Prefiera elcomercio establecido del centro.

    Cuando decid regresar a la casa encontr en la entradaa cinco nios en bicicleta que me rodearon. Uno de ellos mepregunt de dnde era porque nunca antes me haban visto.Entonces comet mi primer error en la ciudad, les dije laverdad, es decir, que vena de Santiago, y esto era elequivalente a declararles la guerra. Bajaron de las bicicletas yno me dejaron seguir. No les gustaban los santiaguinos. Yo

    viva en uoa, que era como Temuco, en la calle JuanMoya, que se pareca a cualquier calle de Temuco. Comenca preocuparme, as que les invent otra historia: haba nacidoen Temuco haca 13 aos, pero me haban raptado unos tiposde un circo que me llevaron hasta el norte, hasta Antofagas-ta; de all me rescataron los carabineros. Como nadie saba demis padres, uno de esos carabineros me adopt, con l vivaen uoa, por eso ahora buscaba a mis verdaderos padres enTemuco. Agregu, como ltimo argumento, que desdesiempre me gust Club de Deportes Temuco, el equipo deftbol de la ciudad, aunque fuera un equipo muy malo y quesiempre jugaba en la segunda divisin, pero lo segua ycelebraba sus escasos triunfos. Los nios de las bicicletas me

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    miraron con caras de mansin del horror. No saban sicreerme o apalearme all mismo. Pero entonces apareci otronio, alto y delgado, fumando un cigarrillo:

    A volar, a volar

    les dijo, y los de las "bicicletashuyeron espantados.Le di las gracias.Soy Julio Painemalestir la mano. Trabajo en el

    supermercado, en empaques.Soy Quique Hache, de Santiago dije enseguida

    para dejar las cosas claras.Lo s. Vivo en Pueblo Nuevo, cerca de la casa de don

    Armando. Supe que vena su hija con un santiaguino, quedebes ser t.

    Me ofreci un cigarrillo, pero yo no fumo.Supe lo de don Armando aqu en el

    mal.Dice que vio un fantasma la otra noche.A Julio no le extra demasiado.

    Desde que se construy este lugar han existidoproblemas. La gente dice que suceden cosas raras. Ves esospanfletos en el suelo? Los han mandado a tirar aqu para quela gente no compre en el mal y vuelva al comercio del centrode la ciudad.

    Pero eso del fantasma... pregunt.Por la noche lo han visto all adentro.Y qu crees t?Debajo de este lugar, antiguamente, exista un

    cementerio de mis antepasados, los mapuches, los primerosque vivieron aqu.

    Los mapuches?

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    todas las aventuras que le contar. Slo entonces tal vezsentir nostalgia por mi barrio, por el parque Juan XXIII, queera el lugar donde jugrnos o donde he pasado tardes de

    verano leyendo una novela de Jack London sobre un perrolobo, o del Estadio Nacional cuando mi pap me llevaba,antes de que las galeras se transformaran en campos debatalla. Entonces, viejo y cansado, me acordar que Gertrusenta lo mismo por su ciudad.

    Gertru me cont que estaba muy emocionada con elregreso, pero de todas las emociones la mayor era volver aencontrarse con el innombrable, es decir con Vctor, que

    desde ese momento haba dejado de llamarse el innombrable,por eso lo haba llamado por su nombre: Vctor. El era uno desus pololos, uno de cientos, pero uno que nunca olvid,porque era muy caballero con ella, porque le escribi lindascartas y porque no lo volvi a ver desde que se fue de laciudad. Ahora sera distinto, antes de llegar a Temuco sehaban escrito y esperaban encontrarse, por eso ella estaba

    emocionadsima.Volvimos a la casa, donde nos esperaban las dos tascon aspecto de cientficos locos antes de un experimentotrascendental. Detrs de ellas apareci una mesa llena decomida. Sent que mi estmago me peda clemencia, pero alas tas no se les poda decir que no.

    Antes de sentarme a la mesa segu hasta el dormitoriopara saludar a don Armado. Luego, escuch una discusin enla cocina. Gertru hablaba con ta Gladis.

    Qu pasa? pregunt cuando llegu hasta all.El pap, eso es lo que pasa dijo enojada Gertru.En la mano llevaba un ejemplar de El Diario Austral

    que le acababa de entregar ta Gladis.

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    Mi pap apareci en el diario. Le hicieron unaentrevista en el hospital y cont que haba visto un fantasma,justo lo que los periodistas queran que dijera.

    La ta Gladis agreg:Ahora, la gerencia del mal lo va a despedir por malapublicidad para la empresa.

    No tena para qu ir a contar algo as insistiGertru.

    En ese momento apareci ta Nenita, quedijo: Quique, te buscan all afuera.

    Era Julio Painemal. Ped permiso para

    salir. Julio tambin haba ledo lo del diarioy crea que la entrevista perjudicara aArmando Astudi- 11o. Me dijo que vena abuscarme para presentarme a alguien. A unvecino de Pueblo Nuevo. Viva a unascuadras, en la calle Erciila. As que nos fui-mos caminando, rindonos de los

    santiaguinos, sin darme cuenta que yo erauno de ellos. Tocamos una puerta. Sali unamujer con mala cara.

    Qu quieren. Rpido que estoyviendo la comedia la comedia era latelenovela de la televisin.

    Buscamos al Cortadodijo Julio.En el tallerdijo la mujer y cerr

    la puerta sin decir nada ms.El taller estaba a unos metros de la

    casa, detrs de un portn de madera. Antesde entrar le pregunt a Julio quin era elCortado.

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    El Cortado fue el primero.El primero de qu?El primero que vio al fantasma del

    mall.

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    1 Cortado tena ese nombre porque trabaj muchos aos enferrocarriles, donde sufri un accidente en el que perdi eldedo meique de una mano. Desde ese da le llamaron El

    Cortado. Estaba retirado y se ocupaba de arreglar bicicletasen un pequeo taller en el patio de su casa. Llevaba unoverol y un cigarrillo pegado a la boca. Mientras lijaba elmarco de una bicicleta que esperaba pintar, nos cont quedespus de ferrocarriles le ofrecieron ese trabajo de guardiaen el mal recin inaugurado. l acept a pesar de tratarse deun trabajo nocturno. Slo dos meses despus comenzaronlos problemas, sobre todo de noche, primero con ruidos

    extraos, risas y carrerones por los pasillos cuando el malestaba cerrado.

    Por las noches el lugar quedaba vaco, entonceshaca mis rondas. A veces escuchaba ruidos, voces que meempezaron a preocupar y a enfermar de los nervios, hastaque un da se me apareci...

    Qu apareci? le preguntamos intrigados conJulio.

    El fantasma.Te lo dije, uno de mis antepasados; ah est la

    explicacindijo Julio.Era un figura, un hombre que brillaba, pero a la

    vez era transparente, caminaba lentamente por los pasillos.Cuando lo vi me dio tanto miedo que sal corriendo.

    Lo mismo que vio don Armando dije.El Cortado dej de lijar, se despeg el cigarrillo de

    la boca, alcanzamos a ver su mano de cuatro dedos antesde que dijera muy serio:

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    Mejor no jueguen con lo que ocurre all, es algodelicado.

    Tragamos saliva y salimos del patio-taller. Julio

    insisti que la explicacin para l era muy clara, y paraprobarlo lo mejor era visitar a su abuelo. En el cielo,nubarrones negros anunciaban que llovera muy pronto; elaire estaba fresco, muy distinto al de Santiago.

    Nos subimos a una micro muy colorida. L a gentearriba conversaba alegre y desde la radio emei ganrancheras y corridos mexicanos; luego, escuchamos a unlocutor que imitaba el acento mexicano. A m eso me

    pareci muy divertido. Julio me explic:Es que esa radio la escucha mucha

    gente, sobre todo en el campo, donde lesencanta la msica mexicana.

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    Me cont que sus padres estaban sin trabajo, por eso lhaba dejado de estudiar, al menos por ese ao; trabajabaempaquetando en el supermercado, pero esperaba entrar a

    estudiar a la Industrial una carrera tcnica como mecnica, legustaban los autos y el olor a aceite y a bencina. Me dijo queno conoca la capital, pero tampoco le llamaba la atencin,pues la gente de Santiago andaba muy apurada y siempre seaprovechaban de los provincianos. A veces lo molestaban porser mapuche, pero, en general, senta un orgullo especial porserlo. En su pieza, colgada en la pared de su cama, tena unagran bandera mapuche con colores muy alegres. Su hroe

    mximo era Lautaro, un joven guerrero mapuche que habacombatido a los espaoles con mucha inteligencia, habavivido como un empleado de ellos slo para estudiar a susenemigos. Aprendi, por ejemplo, a montar a caballo y,cuando pudo, huy y se transform en una pesadilla para losespaoles. Pero, como todos los hroes, finalmente fuetraicionado, capturado y asesinado.

    Entonces le pregunt a Julio si l se consideraba chilenoo mapuche. Pens un buen rato, mientras la micro pasaba unlargo puente. Abajo corra el ro Cautn. Entonces respondi:

    Soy ms mapuche que chileno dijo.Yo hice ahora una larga pausa antes de

    hablar:Pero entonces t y yo no podramos ser amigos

    porque yo soy chileno; es decir, somos enemigos.Nos quedamos mirando como debieron mirarse Lautaro

    y Pedro de Valdivia. En ese momento, sin que nospusiramos de acuerdo, comenzamos a rernos, y fue tanta larisa que contagiamos a algunos pasajeros que tambin serean, pero sin saber por qu. Entonces comprend que la

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    gente que vive en el sur es de risa fcil y que ese es el mejorcomienzo para resolver todos los conflictos, como los queexisten entre mapuches y chilenos.

    Llegamos hasta una comuna apartada, al otro lado delro, llamada Padre Las Casas. Tuvimos entonces que esperarque la micro saliera del lmite de la comuna para bajarnos.Ms all se vea el campo y al fondo la carreteraPanamericana. Nos acercamos por un camino de tierra a lachacra del abuelo de Julio.

    El abuelo se alegr de vernos. Dijo que viva all en lafalda de un cerro, que sus tierras fueron muy extensas en una

    poca, pero se vio en la obligacin de venderlas; ahora tenaslo esa pequea chacra, donde cultivaba lechugas y porotosverdes.

    Quique Hache, de Santiagome present.Moiss Painemal Huincamal, para servirle dijo el

    abuelo.Nos dio un paseo por su propiedad. Vimos unas

    gallinas aburridas y un chancho algo flaco. Tambin, en eljardn, unas plantas de fruti- Ilas que crecan en verano y ungran manzano. Cuando le pregunt qu tipo de manzanascrecan de ese rbol, el abuelo dijo:

    Cabeza de nio, as se le llama a esas manzanas porlo grandes que son.

    Luego, nos fuimos a sentar en la puerta de la casa. Nohaca fro, pero en el horizonte las nubes negras preparaban elataque final. El abuelo Moiss ceb el mate y se fue a sentarcon nosotros cargando una tetera. Tambin trajo un enormepan amasado que cortamos en varias partes y que comimoscon tomate-

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    Julio le cont lo que ocurra en el Mal Temuco, cmohaba vuelto a aparecer el fantasma. El abuelo nos dijo:

    Si ustedes miran para all indic, al otro lado del

    ro, a la ciudad, sus casas, los edificios lejanos. En esemomento aterrizaba un avin en el aeropuerto, que estaba apocos kilmetros de all. Toda la ciudad est construidasobre nuestros antepasados. Yo no estoy de acuerdo con losconflictos, pero s con el respeto. Si todos nos tratramos conrespeto nada de esto pasara.

    Pero ahora tenemos ese aparecido dijo Julio,Dgame, abuelito, qu hacemos?

    Pero entonces t y yo no podramos ser amigosporque yo soy chileno; es decir, somos enemigos.

    Nos quedamos mirando como debieron mirarse Lautaroy Pedro de Valdivia. En ese momento, sin que nospusiramos de acuerdo, comenzamos a rernos, y fue tanta iarisa que contagiamos a algunos pasajeros que tambin serean, pero sin saber por qu. Entonces comprend que la

    gente que vive en el sur es de risa fcil y que ese es el mejorcomienzo para resolver todos los conflictos, como los queexisten entre mapuches y chilenos.

    Llegamos hasta una comuna apartada, al otro lado delro, llamada Padre Las Casas. Tuvimos entonces que esperarque la micro saliera del lmite de la comuna para bajarnos.Ms all se vea el campo y al fondo la carreteraPanamericana. Nos acercamos por un camino de tierra a lachacra del abuelo de Julio.

    El abuelo se alegr de vernos. Dijo que viva all en lafalda de un cerro, que sus tierras fueron muy extensas en unapoca, pero se vio en la obligacin de venderlas; ahora tena

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    slo esa pequea chacra, donde cultivaba lechugas y porotosverdes.

    Quique Hache, de Santiago me present.

    Moiss Painemal Huincamal, para servirle

    dijo elabuelo.Nos dio un paseo por su propiedad. Vimos unas

    gallinas aburridas y un chancho algo flaco. Tambin, en eljardn, unas plantas de frutillas que crecan en verano y ungran manzano. Cuando le pregunt qu tipo de manzanascrecan de ese rbol, el abuelo dijo:

    Cabeza de nio, as se le llama a esas manzanas por

    lo grandes que son.Luego, nos fuimos a sentar en la puerta de la casa. No

    haca fro, pero en el horizonte las nubes negras preparaban elataque final. El abuelo Moiss ceb el mate y se fue a sentarcon nosotros cargando una tetera. Tambin trajo un enormepan amasado que cortamos en varias partes y que comimoscon tomate-

    Julio le cont lo que ocurra en el Mal Temuco, cmohaba vuelto a aparecer el fantasma. El abuelo nos dijo:Si ustedes miran para all indic, al otro lado del

    ro, a la ciudad, sus casas, los edificios lejanos. En esemomento aterrizaba un avin en el aeropuerto, que estaba apocos kilmetros de all. Toda la ciudad est construidasobre nuestros antepasados. Yo no estoy de acuerdo con losconflictos, pero s con el respeto. Si todos nos tratramos conrespeto nada de esto pasara.

    Pero ahora tenemos ese aparecido dijo Julio.Dgame, abuelito, qu hacemos?

    Nada se puede hacer. Es decir, habra que hcer unaceremonia para convencerlos a ellos, a los espritus, de que

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    vuelvan a descansar; pero eso nunca se va a hacer, porque nohay respeto, la gente no se respeta ni respeta las creenciasajenas.

    Nos quedamos pensando en lo que deca el abueloMoiss. El avin haba aterrizado en el horizonte. Unagallina picote mi zapatilla. Y las primeras gotas de lluviacayeron tmidamente. Entonces, el abuelo entr a su casa demadera, aunque volvi enseguida con un collar de hilos yramas.

    Al menos pueden calmar al aparecido con este collar;debe estar muy enojado.

    Nos despedimos con el regalo. Volvimos caminandohasta encontrar una micro.

    No tenemos paraguasdije. Julio se ri.Aqu nadie usa paraguas, estamos acostumbrado a

    que llueva todo el ao.sa noche comenz a llover de verdad; es decir, no una lluvia

    que dura unos minutos como en la capital y que lo anega todo

    para que ms tarde se convierta en una gran noticia en latelevisin, sino una lluvia torrencial, potente, que golpeabalos techos y pareca que iba a arrancar la casa entera, unalluvia con viento que pareca tocar batera. Nunca antes habavisto y escuchado algo as y me dorm feliz, doblado en unatonelada de frazadas que olan a lana cruda.

    Por la maana segua la lluvia, haba durado sindetenerse la noche entera. Cuando me levant, don Armandome llam a su pieza. Estaba sentado en la cama mientrastomaba una taza de leche caliente.

    Cmo se siente, don Armando?Bien, pero un poco aburrido.Se le ve con mejor cara.

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    Cmo va la investigacin? me pregunt. Hayque averiguar sobre ese fantasma, Quique, si no voy a perderdefinitivamente la pega.

    Es difcil probar algo as; quiero decir, que existanlos fantasmas.Yo no s si existen o no, pero que vi algo esa noche

    nadie me lo saca de la cabeza.Tal vez si se acuerda de algn detalle que me pudiera

    servir...Don Armando se rasc la cabeza para hacer memoria.

    Me sent a escucharlo en una silla cerca de la cama.Esa noche estaba con Ramiro, mi ayudante. Cada

    cierto tiempo haca una ronda por los pasillos, que son largosy con poca luz. Todo era normal al principio. Cuando meacerqu al patio de comida empec a escuchar unos ruidoscomo de voces y carreras. Me acuerdo que en ese momentoalgo me distrajo. En el piso encontr una llave. Pens que erauna de las mas, que se me haba cado. Vi cmo pestaeaban

    las luces. Entonces, por delante, apareci, a menos de 10metros, justo adelante, esa figura de luz semitransparente.Corr con todas mis fuerzas. Pero antes de llegar a la guardiasent un dolor en el pecho y ca.

    Y esa llave que encontr, todava latiene?

    Esa noche me la ech al bolsillo el abuelo abri elcajn del velador y mostr una llave. Tengo llaves de todoel mal, pero las mas son de colores y no como sta. Debicarsele a alguien, cuando hicieron el aseo no se dieroncuenta y qued en el piso.

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    Me la voy a llevar... Dgame, don Armando, a quinpodra perjudicar el asunto del mal embrujado? He visto queno todos estn contentos que exista.

    mapuches, que alegan porque se construy sobre uncementerio indgena. Tambin los comerciantes del centro,que no les gusta que la gente acuda al mal y no a susnegocios.

    Podra hablar con su ayudante?No hay problema, Ramiro es de mi absoluta

    confianza, se qued a cargo de todo en la guardia; dile quevas de parte ma.

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    unca he credo en fantasmas. Me gustan las pelculas defantasmas. Me gusta que me d miedo con esas pelculas

    porque s que los fantasmas no existen. O al menos lo saba

    hasta que fui a Temuco. Mi pap, una vez, me cont unahistoria verdadera de fantasmas, una que haba vivido l.Cuando era nio, en La Serena, lo invitaron a un paseo decurso. Se iran a una playa del litoral. Ese da se levant alamanecer. Lo fueron a dejar a la plaza donde los esperaba unbus. Pero antes su padre, mi abuelo, debi pasar a buscar algoa otro lugar. Mi pap se qued en el auto con mucho sueo,tanto que comenz a dormirse. Entonces, de pronto, todava

    en la se- mioscuridad del amanecer, sinti que la puerta de;auto se abra, alguien lo tomaba de la mano y lo haca caminarpor la vereda. No supo cmo lleg a una casa muy vieja, yall, en el portal de esa casa, se qued dormidoprofundamente. So que jugaba con otro nio. Mientrastanto, el padre de mi padre volvi al auto pero no encontr asu hijo. Lo busc por todas partes sin resultados. Por supuesto

    se preocup y fue a llamar a los carabineros. A mediamaana, cuando el bus con los dems compaeros de cursohaba partido al paseo, lo encontraron durmiendo en el portalde esa casa antigua. No supo explicar cmo lleg hasta all yno se atrevi a contar lo que ocurri, y menos ese extraosueo. La sorpresa vino ms tarde. De regreso del paseo a laplaya, el bus que traa a sus compaeros de curso tuvo unaccidente. A muchos de esos nios debieron llevarlos heridosal hospital. Ninguno se muri, pero fue un tremendoaccidente. Mi pap qued impresionado, pero no dijo nada yse guard todo lo que haba ocurrido. Cuando creci, antes deirse definitivamente a Santiago, decidi investigar. Lleghasta el portal de aquella casona vieja donde durmi esa

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    maana, pero despus de ms de 10 aos no la encontr, esdecir encontr un edificio nuevo de departamentos. Demorunas semanas en descubrir a un antiguo vecino de la cuadra

    que le cont que aquella casa la haban derribado haca cincoaos. A mitad de siglo la haba habitado una familia con unhijo, pero la familia se traslad al extranjero despus de queese nico hijo muriera de tifoidea a los 11 aos. Mi padrequed impresionado, era la misma edad que l tena ese aodel accidente. Entonces concluy que aquel nio fantasma lohaba salvado impidiendo que llegara a encontrarse con suscompaeros en ese paseo que terminara mal. La historia la

    repeta mi pap todos los aos. Y todos los aos le agregabaalgn nuevo detalle. Para l era su historia ms importante, lams personal y de la que no se deba dudar, aunque mi mam,cada vez que comenzaba con cuando yo tena i i aos en LaSerena me ocurri algo increble..., mova la cabezaaburrida de escucharlo una y otra vez con lo mismo.

    En el taller del Cortado me prestaron una bicicleta. Me

    fui entonces al mal. Llova menos, aunque las callescontinuaban mojadas. En la oficina interior encontr aRamiro, un tipo joven con pinta de hip-hopero pero que debavestirse de guardia para trabajar en el mal. Su ropa la debaguardar porque a sus jefes no les gustaban sus gorros, suspoleras extra large de'basquetbolistas, los collares y lascadenas para el celular. Trabajaba como guardia y los fines desemana pona msica en una discoteque a la salida de laciudad. Haba trabajado desde muy nio y nunca haba tenidovacaciones.

    Mientras hablbamos escriba en un libro, donde debaanotar lo ocurrido la noche anterior.

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    . Como est el viejito Armando? Mira que venirletoda esa tonteradijo mientras escriba.

    Qu crees que ocurri esa noche?pregunt.

    Antes djame decirte algo: los periodistas son los querevolvieron esto, por culpa de ellos tal vez don Armandojubile anticipadamente y yo me tenga que ir con l.

    Voy a averiguar lo que pas.Desde esa noche slo hago guardia por

    aqu cerca de la oficina, no me atrevo a ir ms lejos en lospasillos.

    Entonces crees que existe ese fantasma?

    Algo raro existe, pero la administracin del mal mevino a advertir que no deba abrir la boca. Se escuchan ruidos,pero yo no soy tan valiente como don Armando, as que novoy a salir a ver.

    Entonces se me ocurri una idea:Qu te parece si esta noche vengo con un amigo,

    pasamos la noche por ac y descubrimos ese fantasma?

    Ests seguro? Pero yo no respondo por lo que lespase.No tenemos para qu contarle a nadie

    dije.Si es para ayudar a don Armando Astu- dillo puedo

    hacer cualquier cosa. l me consigui esta pega. Eso s, nome pidan que los acompae a saludar a ese fantasma.

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    uando llegu a la casa comenz otra vez a llover muy fuerte.Las tas se haban ido a la iglesia, a la misa de las siete de la

    tarde. Gertrudis estaba feliz y se peinaba ante un espejo.Cuando le pregunt por qu la alegra me dijo que habahablado esa tarde por telfono con Vctor, el exinnombrable, el que ahora s se poda nombrar todos lasveces que se quisiera. Acordaron reunirse en la plaza, perono en la de Armas, sino en una llamada Anbal Pinto, a unascuadras de la primera. A la cita, segn Gertru, tena que iryo y servir de testigo porque ella estaba nerviosa. No tena

    escapatoria, as que al da siguiente deba acompaarla a sucita con el pasado.

    Aprovech de que las tas no estaban paraescabullirme a mi dormitorio, senta mi estmago estirado ydbil de tanto comer. Me perd unas sopaipillas conchancaca, un pedazo de queque mrmol y unos arrolladitosde masa con mermelada de membrillo, la especialidad de ta

    Neni- ta. Le dije a Gertru que estaba cansado y me fui adormir antes de las nueve de la noche. Ella no sospech nadaporque estaba ilusionada con su propio panorama del dasiguiente.

    Mientras escuchaba esa lluvia tan contundente yalharaca me qued dormido temprano, as tambindescansara pues me esperaba una larga noche.

    A las dos de la madrugada me despert un ruido en laventana. Era Julio. La lluvia pareca ms suave pero seguapersistente. Me vest con una gran parka y baj por la ventanasin hacer ruido.

    En la calle, arriba de las bicicletas, con Julio revisamoslo que llevbamos: linternas, una cmara fotogrfica y los

    C

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    collares especiales con poderes antifantasmas que nosconfeccion el abuelo Moiss.

    El recorrido bajo la lluvia hasta el mal nos dej

    empapados. A esa hora el recinto luca aterrador, como unaserpiente movindose en la oscuridad. Slo algunasluminarias de la extensa playa de estacionamiento estabanencendidas. En la entrada del mal estaba la oficina de losguardias. Nos acercamos sin hacer ruido. Dejamos lasbicicletas. Ramiro miraba una pelcula en un DVD, una deguerra, con muchos disparos y explosiones. Cuandoentramos, de la impresin se cay de la silla.

    Avisen, casi me matan del susto dijo, sobndoseadolorido.

    Nos pusimos ropa seca que traamos en las mochilas.Ramiro, a qu hora ms o menos se aparece ese

    fantasma?pregunt.Como a las tres de la madrugada, o sea mir su

    relojen 40 minutos ms. Pero les aviso que yo de aqu no

    me muevo; de fantasma no quiero saber nada.Nos preparamos. En la galera del pasillo central todoestaba en una semioscuridad que aterraba de slo mirarla. Aesa misma hora podra estar en la cama lleno de frazadas,feliz y calientito, soando que era el jefe de una expedicin aBirmania en busca de un elefante blanco, lo que me hara fa-moso, CNN me entrevistara para todo el mundo, y, en uningls que no dejara contento a rniss Elena mi profesora deeste idioma, dira: Sankiu y viva Chile, y levantara lasmanos y mostrara la nica fotografa conocida del elefanteblanco de Birmania que acababa de descubrir. Pero, en cam-bio. estaba en medio de un pasillo oscuro en busca 11

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    Encendimos la linterna. En realidad, Julio

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    bastante femeninos, Julio y yo salimos corriendodespavoridos hacia la entrada del Mal Temuco.

    Cuando llegamos el corazn me rebotaba como bombo

    en el estadio. Julio tena los pelos de la cabeza levantados ynuestros ojos parecan loza china. Le gritamos a Ramiro,quien apareci detrs de la puerta. Por supuesto se neg a darun paso hacia los pasillos. Entramos a la oficina y cerramoscon llave, candados y seguro, y nos quedamos all tratando decalmarnos.

    Nos consideraran unos cobardes por todo esto; enrealidad lo ramos. Pero hay que estar frente a un fantasma de

    verdad como para dar una opinin. Nosotros habamos estadoa tres metros de uno y no se podra calificar como unaexperiencia grata.

    Una hora despus decidimos regresar a lacasa.

    En el camino de vuelta las calles estaban vacas. Slovimos pasar a los camiones que abastecan a los grandes

    supermercados. Toda la ciudad dorma sin preocuparse deapariciones.Antes de despedirnos le ped a Julio q^e no contara nada

    de lo ocurrido, necesitaba aven guar algo ms antes delsiguiente paso que daramos. Julio dijo que estaba tanimpresionado con lo que haba visto, que seguro maana sequedaba mudo. Lo que ms senta, en todo caso, era que loscollares de su abuelo no haban servido de nada.

    pesar de todo dorm hasta tarde. Despert con muchaspreguntas en mi cabeza, pero no dije nada. Me duch yacept el desayuno: una paila de huevo, queso en

    A

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    marraqueta, un plato de harina tostada con agua hirviendo,azcar y miel.

    Don Armando se levant tambin, estaba cansado de

    la cama. Se senta mejor, algo dbil, pero poda ponerse enpie y as salir a conversar con sus vecinos. Quien sedemor en aparecer fue Gertrudis. Estuvo probndose todala maana vestidos para su encuentro con Vctor. Por finlleg con unos jeans muy ajustados y una polera que deca:Pan de azcar. La miramos como si se hubieraequivocado y en vez de despertarse en Temuco, capital dela Araucana, en pleno invierno, lo hubiera hecho en Miami

    Beach. Ella levant los hombros y dijo: -Y? "La lluvia, mgicamente y slo para ayudar a Gertru,

    desapareci por el momento. Recorrimos en un taxiavenida Caupolicn y doblamoshasta encontrarnos con la plaza Anbal Pinto. Nos sentamosen un banco, que segn Gertru era el mismo donde siempre sesentaba con Vctor despus de tomar helados en la Confitera

    Central de calle Bulnes. Esperamos 10 minutos en los queella me pregunt 34 veces cmo se vea. Por mi parte, quisesaber cmo era el tal Vctor.

    Es muy flaco y buen mozo dijo ella.Cuando apareci un seor muy gordo, con una barriga

    que pareca una mochila al revs, ninguno de los dos loreconoci. Del Vctor que recordaba Gertrudis poco quedaba.Pero lo peor estaba por venir, es decir lleg con el gordoVctor, pues junto a ese Vctor irreconocible caminaban de lamano dos nios de no ms de seis aos cada uno.

    Mis dos hijos los present.Gertrudis no poda salir del asombro. No s si por ver

    gordo y mofletudo al ex aco de Vctor o porque dijera mis

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    dos hijos. Vctor le cont que haca siete aos se habacasado con Matilde, una ex compaera de Gertru. Enrealidad, y eso lo supe ms tarde, ambas se odiaban desde el

    liceo. El asunto era que ahora Vctor y Matilde eran felices,ambos engordaban sin remordimientos, ella era buenacocinera, trabajaba en el Hotel La Frontera, el ms importantede los de la ciudad. Para coronar el pastel, Vctor leconfidenci arrugando los ojos, como si fuera un tiernosecreto, que haban encargado otro hermanito para los dosque tenamos all delante.

    Por supuesto y como siempre, Gertrudis Astudillo se

    comport a la altura de las circunstancias, como si todo esofuera normal, como si nada le sorprendiera y fuera naturalencontrarse a su ex novio, el idntico a Brad Pitt, convertidoen el Profesor Barriga, adems de inmensamente casado yfeliz. Yo saba, en cambio, que por dentro Gertru sufra; laculpa, otra vez, la tendramos nosotros los hombres.

    Una hora ms tarde estbamos en una cafetera, slo

    ella y yo, llorando las penas frente a dos cafs con leche. Alfinal concluy con su frase habitual, una que, a la larga,siempre la haca entraable para m, una que me servasiempre de ejemplo de cmo comportarme en la vida y cmosuperar las adversidades:

    Una decepcin ms en la vida, Quique, una ms, quele hace el agua al pescado.

    omo no quera volver todava a la casa, le dije a Gertrudisque me quedara un rato por el centro. Ella se fue por calleBulnes contornendose muy digna, atrapando las miradas delos oficinistas y taxistas, del carabinero de la esquina y delquiosquero. Porque una cosa era tener mala suerte en el amory otra la certeza de una nueva oportunidad.

    C

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    Me qued recorriendo las calles. Cerca del mercadomunicipal encontr una cerrajera. Entr y le mostr alempleado aquella llave que don Armando haba encontrado

    en el suelo momentos antes de que apareciera el fantasma delmal.A verme dijo, examinando la llave. Estas son

    llaves modernas, no se venden en cualquier parte.Pero a qu puede corresponder?No sabra decirte, pero parece una llave elctrica.Cmo elctrica?Me refiero a que no se usa para abrir puertas, sino

    para paneles elctricos, por ejemplo.Muchas gracias dije y sal de all.Regres a la plaza de Armas y pregunt dnde estaban

    las oficinas del diario de la ciudad.El Diario Australestabafrente a la plaza. Necesitaba ver archivos antiguos. Mepidieron mi carn de identidad y pas hasta los archivos,donde permanec casi dos horas.

    Durante el almuerzo estbamos todos en la mesa. SloGertrudis tena una cara larga que llegaba al suelo, pero losdems nos reamos de los chistes que ta Nenita contaba.

    Como siempre, la comida est deliciosa dije.Qu bueno que te guste dijo ta Gladis, satisfecha.As engordas un poco antes de volver a Santiago

    dijo ta Nenita.

    Qu te pasa, Gertrudis? Ests en la lunapreguntdon Armando.

    Perdn, estaba pensando en... otra cosa dijo ella.Yo saba en lo que estaba pensando en ese momento.

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    Entonces, don Armando se limpi la boca con unaservilleta de gnero y dijo:

    Les aviso que esta noche regreso al trabajo.

    Pero, pap, usted est todava en reposo.Tengo que probar que no menta con lo que meocurri, y la nica forma es que me enfrente a esa cosa.

    Pero esa cosa como la llama usted no existe dijoGertru.

    Yo creo que es una buena ideauije.No te metas, Quiqueme detuvo Gertrudis.Aprovech de ir ms lejos y le dije al pap de Gertru:

    Quiero pedirle un favor, don Armando.Dime, Quique.Quiero acompaarlo esta noche en su ronda

    nocturna. De ninguna manera, sobre mi cadver, primero

    muerta dijo Gertrudis.

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    Nos preparamos con don Armando para la noche.Mientras nos vestamos de la mejor manera aprovechde hacerle algunas preguntas:

    Dgame, cul es el apellido de Ramiro, su ayudante?Loyola, por qu lo preguntas?Por nadadije.Gertrudis no quiso hablar conmigo y se encerr en su

    dormitorio a escribir su diario de vida. En realidad no llevabaningn diario de vida, slo se le ocurra escribir cuando lesucedan cosas tremendas como la que acababa de ocurrir conVctor, as se desahogaba.

    A las nueves de la noche estbamos listos para iniciar elturno de guardia en el Mal Temuco.

    Cuando llegamos nos quedamos en la oficina jugando alas cartas. Ramiro y don Armando eran muy buenos.Despus, Ramiro cont algunos chistes que nos hicieron rer.Los tres estbamos un poco nerviosos por lo que vendra,pero tratbamos de que no se notara.

    En un silln de la oficina me ech a dormir un rato.Despert a las dos de la madrugada. Todava quedaba unahora para la aparicin. Entonces nos preparamos. A las tresen punto haramos una ronda completa por el mal, donArmando y yo. Ramiro se quedara en la oficina.

    Cuando lleg la hora le pregunt al pap de Gertru si sesenta bien.

    Sperme respondi, y salimos al pasillo central.Caminamos lentamente con dos linternas. Cuando

    llegamos hasta el otro extremo del mal, nada extrao habaocurrido. Pero entonces vimos por los ventanales siluetas quecorran por el exterior> Don Armando dijo:

    Viste lo que yo vi?

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    Apenas alcanc a decirle que s, pues la voz me salacomo desde los zapatos.

    Seguimos avanzando de regreso hasta el centro del

    mal, donde antes se haba aparecido el fantasma. Nosdetuvimos all y esperamos. Entonces la iluminacinpestae y se extingui por completo en el pasillo. Enseguidaapareci una luz verde que se convirti en azul frente anosotros, la que form una figura que pareca un hombre conun sombrero. Don Armando trag saliva. Yo tragu saliva.

    Quique dijo susurrando don Armando nodeberamos salir corriendo ahora.

    Norespond, y enseguida con voz ms alta dije : Luz...

    S, s, la vi, esa luz es el fantasma.No me haba entendido. La aparicin brillante y

    transparente pareci darse cuenta y comenz a avanzar haciadonde nos encontrbamos. Con el pap de Gertrucomenzamos instintivamente a retroceder. Entonces, otra vez

    grit con ms fuerza:Luz.Don Armando debi creer que me haba trastornado,

    que la aparicin me haba hecho perder los sesos. En eseinstante aparecieron casi 10 sombras por la escalera del patiode comida del segundo piso. Luego, escuchamos carrerones yel sonido del interruptor que provoc que todas las luces delmal, incluidas las de las vitrinas, se encendieran de pronto.As, como todo se ilumin la figura del fantasma sedesvaneci, como si la tragaran desde el techo. Por delante denosotros apareci Julio Painemal y otros 10 mapuches concintillos en la cabeza y bastones. Dos de ellos traan atrapadode los brazos a Ramiro.

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    Parece que encontramos al fantasma del mal dijecuando Ramiro lleg hasta donde estbamos

    No entiendodijo don Armando.

    Don Armando, este es mi amigo Julio y su gentedije, presentndolo.Pero Ramiro...balbuce don Armando.Cada vez que apareca el fantasma haba una

    disminucin del voltaje de la electricidad del mal leexpliqu. Desde el segundo piso, Ramiro conectaba unproyector de rayo con el que imitaba una figura como la de unfantasma. Los mismos rayos que usaba los fines de semana

    en la discoteque.Pero... dijo don Armando.Le ense la llave que me haba pasado y que haba

    encontrado en el piso del mal.Tena razn con esta llave. Con ella se accede a los

    paneles de control de luces de todo el mal, ah instalaba suequipo.

    Pero Ramiro para qu querra hacer algo as?

    Todo tiene que ver con su apellido, Lo- yola, no esverdad, Ramiro?

    Ramiro movi la cabeza mientras lo sol- laban para quehablara.

    Yo no quera causarle un dao a usted, ilon Armando,se lo prometo.

    Me adelant y dije:Estuve esta tarde en El Diario Australicvisando los

    archivos. Encontr la noticia cuando recin se inaugur elmal, el caso del guardia i|ii< vio el fantasma en esa poca: elCortado, cuso nombre completo es Eduardo Loyola.

    Ramiro se adelant ahora:

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    Es cierto, el Cortado es mi pap. La empresa loech y nadie le crey, por eso aprovech que tena esteequipo de luces de la discote- que para usarlo y hacer creer en

    el fantasma otra vez. Mi pap sufri mucho y quera que se lereconociera. Pero le juro, don Armando, que no era nadacontra usted.

    Est bien. Ramiro. De todas maneras este trabajo nova a durar mucho ms. Si volv a trabajar era para descubrir laverdad, pero veo que ya sabemos lo que ha pasado.

    -Nosotros nos vamos dijo Julio con sus amigos, ydespus de un grito de guerra mapuche nos dejaron a los tres

    sentados en el banco del centro del mal, pensando en todo oque haba ocurrido.

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    Cudese, pap, no trabaje mucho le dijo Gertrudis a su pap desa ambos.Por su parte, ta Gladis y ta Nenita me volvieron a apretar mi cara c

    de anunciar:Gladis y yo te hicimos algunas cositas para que no pases hambreque ola rico.

    Cuando nos despedimos de don Armando me dijo, slopara que yo escuchara, que nunca ms hablara defantasmas. Estuve de acuerdo.

    Subimos al tren. Pero antes, en la escalera. don

    Armando se acord de algo ms.Se me olvidaba dijo, antes de salir a la

    estacin lleg esta carta para ti, Gertrudis.Le entreg un sobre de color damasco a

    Gertru.Una carta? Y de quin? pregunt ella,

    aunque adivinamos enseguida de quin sera la carta.

    Vena por mensajero dijo don Armando,de un tal Vctor.

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    ientras el tren enfilaba hacia el norte comenc aprobar esos ricos empolvados que las dos tassolteronas me haban preparado. Estaban deliciosos.

    Cerr los ojos y pens en todo lo que habamos vividoen esos das en el sur. Cuando los volv a abrir,Gertrudis pareca triste, sobre sus dedos mova la hojacolor damasco de la carta. Le pregunt despacito,tratando de no molestar:

    Qu deca la carta?La carta... deca que todo tiempo pasado fue

    mejor, eso deca...

    No he vuelto a la ciudad de Gertrudis y ganastengo este verano o el prximo. Julio Painemal meescribi y me envi una bandera mapuche que tengoahora en la pared de mi pieza. Poco tiempo despusde nuestro viaje ese invierno cerraron el MalTemuco, los negocios quebraron y fracasaron y ellugar qued abandonado durante mucho tiempo.Dicen que la propiedadentera la van a vender para levantar edificios de sdepartamentos. Tambin en la carta, Julio me contque su abuelo no resisti la ciudad y se fue a vivir alcampo, muy lejos, cerca de un lago, donde tiene lasmismas gallinas y un chancho. En Temuco ahorahay un mal grande, idntico a los de Santiago, y

    esperan seguir construyendo ms y ms, edificios,tiendas, ampliando las calles. Con esos adelantos lagente en la ciudad est feliz, eso dicen, pero yo, laverdad, es que no creo que tanto.

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    ra el primer 18 de septiembre que pasbamos solos. Mispaps aprovecharon la temporada de rebajas y se fueron aBuenos Aires en una promocin que les pagaba el hotel, un

    city toury un paseo por los malls de Buenos Aires, que enrealidad son idnticos a los malls de ac o a los de cualquierparte del mundo, pero igual mis paps se moran por ir acomprar al otro lado de la cordillera.

    Estbamos en la cocina tomando la once con mihermana Sofa y Gertrudis Astudillo, mi nana. Mi hermanaaprovechaba que no estaban mis paps y planificaba sussiguientes noches fuera de la casa con su pololo Nacho, al que

    to dos odibamos en silencio, no porque fuera un mal tipo,sino porque no hablaba o lo haca a murmullos que nadie,salvo Sofa, entenda. Mi mam le pregunt un da a mihermana si Nacho era un estudiante extranjero porque no se leentenda nada. Mi hermana se sinti ofendida y llor porqueno la comprendamos. Ella s captaba cmo hablaba Nacho ylo justificaba diciendo que era as porque sus padres eran

    diplomticos y nunca estaban en su casa; su madre erabudista y pasaba todo el da meditando. Tal vez por esoNacho no hablaba, porque su mam se lo prohiba mientrasella meditaba.

    Esa noche mi hermana saldra con su pololo al cine, aver una pelcula de un director iran en la cual apenas existanlos dilogos, y la que me imagin le encantara a Nacho.

    Mientras esperaba que la mantequilla se derritieralentamente en mi marraqueta tostada, en las noticias de latelevisin aparecan las protestas de los estudiantes deenseanza media para que bajaran el valor del pasaje de lamicro. Entonces escuchamos el telfono del living. Mi her-mana se fue a atenderlo creyendo que sera su pololo. Con

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    Gertrudis nos preparamos para esas extraas conversacionesa susurros que podan durar una eternidad.

    Pero no era l al otro lado del telfono. Sofa regres a

    la cocina decepcionada y dijo con cara de botella de aguamineral que se le escapa el gas:Buscan a un tal detective Quique Hache.Nos miramos nerviosos con Gertru; se supona que ese

    era un secreto entre ambos.Para m? pregunt con voz de inocente que no

    entiende nada, aunque saba perfectamente la respuesta.Qu es eso de detective privado? dijo mi

    hermana.Nada. Una confusinrespond.Sofa unt con mermelada lightsu rebanada de pan diet

    y revolvi su caf con sacarina.En qu los ests, Quique? dijo.Sal al living a contestar el telfono.Del otro lado escuch una voz gruesa, ronca, como la de

    un locutor radial de medianoche. Me pidi la direccin de mioficina. Como estaba nervioso y sorprendido por la llamada,slo se me ocurri entregarle la direccin de mi casa.Trabajaba como detective ocasional despus de un curso porcorrespondencia, lo que era un secreto entre mi nanaGertrudis y yo. Del otro lado me dijeron que en media horaestara por all la seora Blanca del Ro, quien requera misservicios de detective. Tragu saliva y respond:

    La espero mi voz son natural, o por lo menos tannatural como flor de plstico en un macetero.

    Unos minutos despus estaba en mi dormitoriorevisando cajones y carpetas. Entr Ger- tru con cara de

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    desesperacin, una que le conozco y que es parecida a la carade alguien bajando una montaa rusa con la boca abierta.

    Pens que se haba acabado el asunto de los

    detectives. Ella no saba que otra vez haba pagado un avisoen el diario ofreciendo misservicios al mundo.

    Cuando me vio desbaratando los cajones pregunt:Qu buscas?Buscaba el diploma de detective, lo haba conseguido

    en ese curso por correspondencia haca dos veranos. Loencontr. El diploma tena impresa la marca circular de una

    taza de caf justo en el centro, pero con un poco de liquidpaperno se notara.

    En unos minutos ms viene una tal seora Blanca delRo, dice que quiere contratar los servicios de un detectiveprivado.

    A la casa?En realidad le dije que era mi oficina, as que hay

    que transformarla en algo que se parezca a una oficina. Paraeso necesito mis diplomas. Y t sers mi secretaria.Gertru, que es solidaria y comprensiva, me respondi:Jams de los jamases.Te necesito como mi secretaria para que no sospeche

    esa seora.Jams de los jamases insisti Gertru, echando

    fuego por los ojos.dejamos los muebles en un rincn del li- ving. Instalamos unamesa en el centro con tres sillas por delante y una detrs,como si se tratara de un escritorio. En la pared pegu conscotch el diploma de detective privado y otro de las

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    olimpiadas del colegio, el que slo me haban otorgado porparticipar en una carrera de ensacados.

    Unos minutos despus golpearon a la puerta. Por la

    ventana vi un elegante automvil color verde musgo convidrios negros. Varios vecinos en la vereda de calle JuanMoya miraban con admiracin el automvil, acostumbradosa los miles de Opel Corsa y Toyota de segunda mano denuestra vereda.

    Abr la puerta y apareci un seor elegante, como losmayordomos de las pelculas. Result que era, justamente, elmayordomo de la seora, la que enseguida se baj tambin

    del automvil vestida con ropa elegante, un abrigo de peloslargos y collares; la ropa que nunca usara mi mam, noporque amara a los animales, sino porque no tena plata parapagar la fortuna que la seora llevaba encima.

    Se ve muy jovencito para ser detective dijo elmayordomo con cara de mayordomo.

    En esta profesin no hay edad respond.

    Sin esperarlo, de improviso, despus de entrar a lacasa-oficina, Blanca del Ro comenz a llorar; eso s, llorabade forma diferente, es decir, lloraba con elegancia.

    Desde la cocina apareci Gertru, mi asistente. Llevabauna libreta de notas esperando que le dictara o slo paratomar apuntes de la conversacin. A Gertru le gustaba actuar,haba realizado cursos para actriz aficionada en el CentroCultural de uoa. Delfina Guzmn, la actriz de la televisin,la felicit por una obra en que Gertru tena slo una lnea,pero en la que actuaba estupendamente. Delfina Guzmn lehaba dicho que su actuacin era regia, estirando la erre. Elsueo de Gertru era que la descubrieran y le dieran algnpapel en una telenovela. Se conformaba con el rol de nana en

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    una telenovela, una nana, por ejemplo, que ayudara a laprotagonista, se transformara en su confidente, y que luego elguardia de la cuadra se enamorara de ella y resultara

    finalmente ser el hijo de un millonario, ese tipo deargumentos.Gertru crea en los personajes que representaba, por eso

    ese da pareca la secretaria ms eficiente de una agencia dedetectives.

    La escucho, seorale dije a Blanca del Ro cuandodetuvo el llanto que pareca no acabar a pesar de su elegancia.

    Me han robado al seor Robinson dijo, y no pudo

    evitar volver a llorar.El mayordomo, a quien nadie le haba pedido su

    opinin, levant una mano vendada y dijo:La polica no quiere hacerse cargo del secuestro; por

    eso, despus de leer su aviso en el diario, acudimos a usted.Extrajo una fotografa. Alrededor de la figura dibujada

    de Winnie de Pooh apareca la frase: Un nuevo amiguito, y

    en el centro la fotografa de un gato blanco y gordo, tal vez elms gordo que haba visto.Le presento al seor Robinsondijo el mayordomo.

    tii a seora Del Ro era la duea de la botone- QJ ra msgrande de Santiago, con sucursales repartidas en toda laciudad, es decir tena mucho dinero. Haca cinco aos sehaba separado de su marido, el que vivi mucho tiempo sintrabajar ni hacer nada gracias al negocio de los botones. Unda la seora se dio cuenta y deshizo el matrimonio. Enreemplazo del marido compr al seor Robinson, un enormegato blanco que engordaba en una vitrina y que nadie seatreva a comprar por su precio y peso. Para la seora Blancadel Ro eso no fue un problema y durante los siguientes cinco

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    aos fue el confidente ms cercano que tuvo. Pero el gatotena algo en comn con su ex marido: no haca nada ms quedormir y comer, pero tambin era intratable y no soportaba a

    nadie ms que a la seora.El mayordomo me mostr su mano vendada, era laltima caricia del gato antes de que lo robaran. Haca 10 dasla seora Del Ro debi viajar fuera del pas, y considerentonces que lomejor era dejar a su mascota en un hotel de animales enVitacura, cerca de la Clnica Tabancura. Cuando fueron areclamar el gato, de regreso del viaje, le dijeron que alguien

    se haba adelantado y lo haba retirado. La polica no quisosaber nada del asunto; a pesar de los millones de la seora DelIVO, tenan asuntos mas imponantes de que ocuparse.Entonces, ella vio mi aviso en el diario, lleg a mi casa, meextendi un cheque y me dio una orden: encontrar a ese gatogordo y agresivo antes de que ella se muriera de pena.

    Justo en el momento en que la seora Del Ro y su

    mayordomo se disponan a salir de mi casa oficina yGertrudis tomaba notas fingiendo que escriba, tocaron a lapuerta. Gertrudis me mir, sonri como secretaria cuandoescucha que golpean a la puerta de la casa que no es unaoficina.

    Abr la puerta. Al otro lado estaba mi hermana.Se me qued el bolso de...no alean z a decir nada

    ms antes de que le cerrara la puerta a centmetros de su cara.El mayordomo me mir, la seora De Ro me mir y

    Gertrudis mir hacia otro lado.La colecta... dije, en esta oficina no estamos de

    acuerdo con ninguna colecta, en eso somos muy claros, nadade colectas pblicas. Verdad, seorita Gertrudis?

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    Trae mala suerte respondi ella.ba arriba de una de esas micros nuevas, de esas que parecendos pero que en realidad son una sola, largas como gusanos,

    por avenida Apoquindo hacia el oriente. En las esquinas nosdetenan los malabaristas que lanzaban al aire desde cuchilloshasta pollos desplumados. Los automovilistas miraban a losmalabaristas con caras aburridas.

    Avanzamos por avenida Las Condes. Baj del bus antesde llegar a la Clnica Tabancura. En una casa con aspecto dejardn infantil estaba el Hotel de mascotas Bed and Pet. Entry enseguida ol algo extrao que vena desde el interior, no

    era un olor a flores, sino a animales. Una secretaria conespinillas en la cara y chasquillas alzadas como se usabaantes, hace 15 aos, me recibi sin despegar la vista de sucomputador.

    Buenos das, vena por...No alcanc a nada ms. La encargada revis una lista en

    un computador.

    Nombre de la mascota? Descripcin? dijo.

    No vena a eso, sino por el asunto de un gato quetuvieron ustedes hace una semana, el seor Robinson.

    La secretaria despeg los ojos del computador y porprimera vez me observ como una mquina fotocopiadora.

    No me diga que es periodista. No s cmo dan elcartn a gente tan joven.

    En realidad...Le voy a decir algo, pero no me cite con mi nombre,

    se lo ruego. Aqu... mir alrededor suyo como si alguiennos pudiera escuchar, pero slo escuchbamos a lo lejos losladridos de perros y a un papagayo afnicoen la empresaestn preocupados por el robo de ese gato. La duea, la

    (

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    millonaria, la seora Del Ro, tiene influencias, y anademanda hoy no es un chiste. Pero esto se lo cuento a ustednoms, no me vaya a citar en el reportaje.

    Como no tena alternativa le segu el juego.Slo quera que me confirmara un dato: quin vinoa retirar al seor Robinson ese da?

    No lo sabe? Quin cree? El seor DelRo.

    Pero el seor Del Ro est separado de la seora DelRo, su mujer. Adems, parece que l vive en el extranjero.

    Mire, seor periodista, aqu en los registros tenemos

    firmado a un seor Esteban delRo, por eso se lo entregamos a l cuando vino; o sea, laculpa no fue del hotel.

    Pero cualquiera podra haber venido y dar elnombre.

    Ah, no s yo. Se identific como el seor Del Ro,por qu bamos a dudar?

    Pero se acuerda de algo especial en l?Se ech un lpiz marca Bic a la boca antes deresponder.

    Me acuerdo de ese seor porque cojeaba de unapierna. No s si eso puede servirle, seor periodista.

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    provech el viaje por el barrio alto de la ciudad y me fui alMal Alto Las Condes. Por supuesto, eso me hizo recordar a

    mis paps sufriendo en los malls de Buenos Aires, cansados

    de comprar, cansados de llevarse ofertas que ni siquiera lesinteresaban pero que haba que aprovechar porque el cambioles favoreca.

    Un guardia del mal me indic el tercer piso cuandopregunt por tiendas de animales. Sub por una escaleramecnica. Los pasillos estaban llenos de brasileos que,como mi pap en Argentina, venan a comprar al pasporque era ms barato.

    Los animales de la tienda, sobre todo los cachorros deperros, estaban adentro de cajones de vidrio, con carassuplicantes para que alguien se apiadara de ellos y se losllevara. El olor era parecido al del hotel de mascotas,aunque aqu un empleado, disimuladamente, se paseabapor el lugar con un desodorante ambiental con aroma abosque silvestre que confunda los dems olores.

    Me atendi otro empleado con trenzas rastafari. Leentregu la fotografa del seor Robinson y le pregunt:Qu tan caros son estos gatos?El empleado lo observ detenidamente, respondi con

    una voz suave y con olor a no precisamente un cigarrillo,pero algo parecido.

    Nosotros tenemos unos gatos persas muy bonitos, nocomo stos.

    Pero qu tan caro puede llegar a costar este de lafoto?

    Nosotros vendemos gatos de raza, y el de esta fotoque me muestra es uno comn y corriente, fcil de encontraren la calle.

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    Abr los ojos sorprendido.O sea, es un simple gato callejero.Exactamente sostuvo otra vez la fotografa del

    seor Robinson e indic un detalle

    : En todo caso, lo caroes el collar que lleva, vale millones.El collar?Examin la fotografa. Se distingua un collar luminoso

    y brillante en el que antes no me haba fijado.De ese tipo valen millones contest con una

    sonrisa que mostraba todos los dientes, como si estuviera oquisiera estar en una playa de Jamaica echado en la arena.

    legu a mi casa en uoa justo cuando Gertrudis levantabael telfono y del otro lado de la cordillera mi pap saludabacon acento argentino despus de apenas dos das en BuenosAires.

    S, s, aqu est estudiando le contest Gertrudis,mirndome nerviosa.

    Estbamos en vacaciones del Dieciocho, tragando

    centenares de cuecas y empanadas, chicha, Parada Militar yfondas. A nadie se le ocurrira que yo estara repasandomaterias para el ltimo tercio del ao en el liceo. Entonces,mi pap sospech y pidi hablar conmigo:

    Nada de jueguitos, Quique, le obedeces a Gertrudis ya tu hermana.

    Le dije que todo estaba bien. Le ped que me compraraunos libros de Asterix, los que eran ms baratos all, y uno deTintn que me faltaba: Tintn en el pas del oro negro.Colgamos y me fui a la cocina a comer una empanada conmucha cebolla y pasas enanas.

    Gertrudis haba decidido no seguir el difcil camino dela actuacin. No era la forma de obtener el xito y el dinero

    L

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    con el que esperaba traer a toda su familia de Temuco. Lafrmula era ahora otra: entrar a un reality show de la televi-sin. Lo haba estudiado muy cuidadosamente, esa sera su

    meta de ahora en adelante. Gertrudis Astudillo era unamorena alta y buena moza, cuando iba por la calle le silbabany los hombres le observaban el trasero, que segn la mismaGertru es lo mejor que tiene.

    Le cont entonces todo lo que haba averiguado delseor Del Ro en el barrio alto. Antes le haba preguntado portelfono a Alamiro, el mayordomo de la seora, detalles de suantiguo patrn. Me confirm que cojeaba levemente debido a

    un accidente en moto cuando era joven. Todo coincida,entonces. Caso resuelto. A cobrar. El culpable era Esteban delRo, que quiso vengarse de su mujer y por eso secuestr algato. Slo faltaba un detalle: el gato.

    Desde haca cinco aos, Alamiro no vea a su antiguopatrn. La explicacin de todo lo que estaba ocurriendo erasimple: el collar del gato vala millones y el seor Del Ro

    necesitaba dinero. Dos ms dos, igual cuatro.Despert con unas bulliciosas cuecas que le gustabaescuchar en esa fecha a Gertru: una del gordo Loyola, otra

    de los lagos de Chile y la de adis Santiago querido. Esamsica emocionaba a Gertrudis y enfureca a mi hermana,que se lamentaba de haber nacido en Santiago de Chile y noen Pars.

    A Gertru las cuecas le recuerdan a un pololo enTemuco, quien la abandon por una carabinera. El pololo eraun experto bailarn de cueca, ganaba todos los concursosregionales, hasta que, en un mes de septiembre, se fue aCuric a la final nacional de cueca. Todo iba bien, segn laGertru, pero en ese lugar conoci a la carabinera que cuidaba

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    el gimnasio donde se realizaba el evento. Fue amor a primeravista, l le dedic una cueca con zapateo y ella se pusocolorada. Al final, l no gan el campeonato nacional, pero se

    qued con la carabinera. Dos meses despus se casaron.Mientras tanto, Gertru se qued en Te- muco muerta de amory celos.

    Le ped a don Artemio que me llevara. l maneja untaxi, pero lo hace casi por diversin porque es jubilado de laArmada de Chile. Vive cerca de mi casa, en avenida Greciacon Juan Moya. Como le encanta manejar me asegur que levena bien un paseo por el barrio alto.

    Nos fuimos entonces por Amrico Vespu- cio,cruzamos un puente grande y luego nos internamos por LaDehesa, por calles que no conoca, bordeando los cerros. Allse vean casas grandes, todas con piscinas y variosautomviles en los estacionamientos. A don Artemio no lemolestaba llevarme porque deca que l toda la vida navegpor los canales del sur de Chile en una barcaza de la Armada,

    por eso le gustaba manejar su taxi, se aburra si se quedaba ensu casa mirando en la televisin el ftbol espaol o la ligainglesa. Como segua siendo un marino, cada vez queindicaba algo utilizaba su terminologa de navegacin.

    A babor se encuentra el ro Mapocho. A estribor elcerro.

    Por fin llegamos a la casa de la seora Del Ro. Desdeall, mirando hacia abajo, la vista de Santiago eraespectacular pero lejana, con sus calles parejas, con el sol delmedioda y los automviles pequeitos. Me baj del taxi ydon Artemio dijo:

    Me quedo esperndolo, marino.

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    Me recibi en la puerta Alamiro, el mayordomo. Sesorprendi de verme. Todava llevaba su mano vendada.Cuando le pregunt cmo estaba la herida me dijo que cada

    vez que se observaba las vendas se acordaba del seorRobinson y de su mal humor, as que era sincero cuando medeca que estaba feliz porque alguien se lo haba llevado deesa casa.

    La mansin era enorme y antigua. A diferencia delexterior, adentro de la casa pareca el Polo Sur. Pero no slopor fro. Todo pareca oscuro, los muebles antiguos, tristes,pasados de moda. El mayordomo me advirti que perda el

    tiempo porque la seora Del Ro estaba con unos amigos enColina, en un almuerzo campestre.

    En realidad vena a conversar con usted le dije.Quiero que me cuente del seor Del Ro, necesito msdetalles.

    El mayordomo me hizo pasar a una cocina enorme, deltamao de mi casa entera. El piso pareca un tablero de

    ajedrez, con cuadrados negros y blancos. Me dej por delanteun vaso de leche cultivada con sabor a frutilla.La seora Blanca se separ de su marido porque l

    era un intil, pero adems porque era un alcohlico.Y qu sabe de ese collar que llevaba

    el gato?Ese collar se lo regal hace muchos aos el mismo

    seor Del Ro a la seora, pero eso hace tiempo.Y qu le parece si le digo que al seor Robinson lo

    rob el propio marido de la seora?Al seor Del Ro no le gustaban, segn me acuerdo,

    los animales. Cuando se separ de la seora qued sin nada.Instal una oficina de propiedades en el Caracol de

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    Irarrzaval con Pedro de Valdivia, pero quebr casienseguida.

    Y no sabe dnde estar ahora?

    Dicen que se fue del pas, otros lo han visto en algnbar por Irarrzaval, pero yo prefiero no meterme en eso.Sal de la casa. Don Artemio me esperaba en su taxi

    durmiendo con la boca abierta, soando con alta mar.

    uando llegu a la casa nadie me esperaba. Era el pago a undetective privado despus de un da de trabajo. Me fui a ver la

    televisin. Los estudiantes seguan en una huelga eterna. Enlas noticias apareci entonces una historia extraordinaria,as les llamaba mi pap a las historias curiosas. Esta era sobreun perro y su amo. El amo viva en Nueva York, pero portrabajo debi viajar a establecerse a Los ngeles; es decir,debi cambiarse a una ciudad al otro extremo del pas. Elpas, por supuesto, era Estados Unidos, donde siempre pasan

    historias extraordinarias. Las historias tristes, las malashistorias o las que terminan mal, ocurren slo en los pasescomo el nuestro. El amo del perro se cambi a un trabajo enSilicon Valley, un lugar donde van a parar los genios de lacomputacin, aunque al parecer este no era un genio pero sun buen vendedor de computadores. Entonces debi dejar asu perro con un vecino y olvidarse para siempre de l. Ochomeses despus, cuando el amo trabajaba en una tienda decomputadores, en un pueblo de California con nombre encastellano, sali a almorzar. A su regreso se encontr en lavereda, echado en la puerta de su negocio, a su perro. Ni l ninadie supieron cmo lleg hasta all. Al vendedor decomputadores lo entrevistaron en la televisin y llor frente a

    C

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    la cmara. El perro, en cambio, slo se vea algo cansado. Esaera una historia extraordinaria.

    De pronto apareci Gertru vestida elegantemente,

    seguida de Sofa, mi hermana, que la miraba como diciendo:Todo esto es mi obra. El vestido era nuevo. Gertru llevabaun maquillaje en la cara que la haca verse extraa.

    Qu tal? pregunt, esperando lo que toda mujerespera despus de una pregunta como esa, la que tiene unasola respuesta posible.

    Estupendadije. Adonde vas?Mi hermana me hizo un resumen. Haba aparecido otra

    vez el profesor Araneda, del Colegio San Agustn de uoa,quien antes la haba invitado varias veces a salir. El profesorera elegante y culto, pero, por largas temporadas, des-apareca. Al parecer, como los volantines, en septiembrehaba vuelto. Esta vez la haba invitado al cine de La Reina, aver una pelcula donde actuaba el mismo actor de la pelculaTitanic, aunque ahora no se mora en la pelcula.

    Aprovech para advertirle en secreto aGertru que tena que ayudarme al da siguiente con el caso delgato perdido, pero ella en esos momentos estaba en las nubes.

    Cuando el profesor Araneda lleg, dej un aroma acolonia Rodrigo Flao por toda la casa. Se fueron al cine enLa Reina; yo, en cambio, sin nada ms que hacer, me fui aacostar.

    l da siguiente era 18 de septiembre, Da de la Patria. Talvez por lo anterior me qued dormido hasta las doce del da,hora en que otra vez deb soportar las cuecas de Gertru. Minana estaba feliz, todo haba resultado perfecto la nocheanterior con el profesor. Y como ocurra siempre que seenamoraba sbitamente, asegur con las manos en el corazn

    A

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    que s, que esta vez era el hombre de su vida. No sera yoquien le arruinara la felicidad dicindole que le habaescuchado decir antes lo mismo casi una docena de veces.

    Antes del almuerzo me fui hasta el centro de uoa, poravenida Irarrzaval. All me informaron de los bares msconcurridos. Llegu hasta Los Cisnes, bajando hacia Macul.El bar era oscuro; adems de ofrecer lo habitual para beber,vendan huevos duros. Me acerqu al empleado, que sonreacomo si se hubiera ganado la lotera.

    Busco al seor Del Ro, me dijeron que a veces vienepor aqu.

    Se le borr enseguida la sonrisa. Me haba conseguidouna fotografa con el mayordomo de la seora Del Ro. Alhombre del mostrador se le cay an ms la cara y le cambiabruptamente por un rostro cuadrado, como un pedazo depiedra recin expulsada de un volcn.

    A ese seor no lo queremos ver en estelugar.

    Por qu?Nos inventaba historias y nos peda dinero prestado.

    Un da nos dijo que tena que operarse en Cuba porque lehaban encontrado un tumor. Todos nosotros aqu en el barhicimos una colecta para ayudarlo. Un mes despus, depronto, sorpresivamente estaba sano y sin viajar a Cuba; asque no lo queremos ver ms.

    Y no sabe dnde lo puedo encontrar?En otro bar, eso es seguro.Sal de all. Don Artemio el taxista me hizo un recorrido

    por los bares de la comuna, los ms importantes.Cuando iba en el bar nmero cinco, el Manhatthan de

    avenida Irarrzaval, encontr a Esteban Del Ro.

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    1 seor Del Ro estaba en la mesa del fondo de aquel bar. Enla radio se escuchaba una cancin de Ricardo Montaner, unaque a m me parece horrible pero que a Gertrudis, en cambio,

    le recuerda a otro gran amor que tuvo en Temuco y del que nose ha podido olvidar, a pesar de haber tomado unas hierbasmedicinales de un doctor de la Plaza de Armas, unas quecuraban los males de amor a distancia. El doctor de la plazaque le vendi esas hierbas, ms tarde apareci en la televisinacusado de tener una fbrica de DVD's piratas en EstacinCentral.

    En persona no se vea muy bien Esteban del Ro, ms

    bien, digmoslo, tena aspecto acabado, como si un carro delmetro de Santiago hubiera pasado sobre l varias veces.Estaba solo en una mesa, tomando una copa y no dejaba demirarla fijamente como si fuera de oro. No estaba borrachotodava, segn me dijo el empleado del bar, necesitaba doscopas para emborracharse, y todava estaba en la primera.Aprovech y me present:

    El seor Esteban del Ro? Vengo a hacerle unaspreguntas.Del Ro me mir como si fuera un enviado de

    Ganmedes, pero enseguida pareci no importarle, estabaacostumbrado a todo lo que se le presentaba. Desde hacacinco aos su vida iba en bajada, como si fuera sobre patinesen lnea, as que no le sorprenda lo que le pasara, saba quetodava poda seguir bajando un poco ms.

    Me cont que trat de trabajar en una corredora depropiedades. Todava tena la oficina, pero prefera que laocupara un socio ms confiable que l. De eso viva, mientrastanto se alojaba en una casita arrendada detrs del EstadioNacional. Recordaba con cario y nostalgia sus comodidades

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    anteriores y el amor de la seora Del Ro, pero reconoca queella tena razn, que su verdadera realidad era lo que vivaahora, sentado en un bar, tomando alcohol temprano en la

    maana.Quiero hacerle una preguntale dije.Dgame.Estar enterado de que luego de su separacin su ex

    mujer compr un gato.S, un gato gordo y feo dijo con rabia.De eso vena a preguntarle. Alguien se rob el gato y

    de pasada un collar que llevaba. La seora Del Ro me mand

    a investigar el asunto.El seor Del Ro me qued mirando sin entender.Cuando me separ nunca ms vi a mi ex mujer. Supe

    de ese gato, pero a m no me gustan los animales, les tengofobia, cada vez que estoy cerca de uno comienzo a estornudar.

    Usted no tiene entonces al seor Robinson?Seor Robinson? No, no tengo a nadie con ese

    nombre, en realidad a nadie con ningn nombre.Nos quedamos mirando a los dems que beban, todossolitarios y tristes en un bar oscuro. Entr un nio y nos dejun santito con la imagen de San Tadeo, pero como no ledimos nada a cambio sali de all llevndose el santo depapel. Esteban del Ro se acerc a m y me dijo:

    No tendras unos pesos para pagar otra copa?

    l da siguiente era 19 de septiembre, Da del Ejrcito. Cuandoera chico me gustaba ver la Parada Militar. Pero hay quereconocer que es de los actos ms aburridos que existen,

    A

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    sobre todo si se ve por televisin, pero a mi pap le gustaba;l alguna vez fue cadete de la Armada, pero cuando era muyjoven. Por supuesto, mi mam aclaraba que haba alcanzado a

    estar slo tres semanas en la Escuela Naval. Volvi a la casaporque echaba de menos a su familia. Pero para l era como sihubiera vivido toda una vida en el mar, con barcos yuniformes.

    En realidad era triste pasar un Diecinueve sin mis paps,sin la obligacin de ver ese desfile en la televisin, que, comotodos los aos, era siempre el mismo, y, como todos los aos,el comentarista de la televisin siempre lo defina como

    gallardo. Echaba de menos a mi pap, perdido en una selvade malls en Buenos Aires.

    Ese da almorzamos con Gertrudis, la que segua muyalegre. De la pelcula de la otra noche poco se acordaba opoco le importaba. Dijo que el profesor Araneda era uncaballero, y muy culto; saba el nombre de la capital deNigeria. Es decir, ella le preguntaba cualquier pas del

    mundo, sin saber si exista siquiera, y l le respondaenseguida con el nombre de la capital. Pero, adems, segnGertru, el profesor era encantador.

    Mientras mi hermana se fue a hablar por telfono con supololo casi mudo, aprovech para explicarle a Gertru que unacosa era su profesor y otra distinta era el trabajo de detective;por lo tanto, tena que ayudarme siguiendo una pista esamisma tarde. Gertru mir al cielo y reclam con su frasepreferida:

    Dios mo, dame tu fortaleza. Nos subimos al taxi dedon Artemio, a quien tampoco le gustaba mirar la ParadaMilitar, segn l porque le recordaba su pasado como marino,

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    uno de verdad, no como el de mi pap y sus tres semanascerca del mar.

    Llegamos por las calles de tierra de La Dehesa. Nos

    quedamos esperando a un costado del camino, a pocos metrosde la casa de la seora Del Ro. Cuando Gertrudis quisocomenzar a protestar, vimos el auto verde musgo, el de vi-drios polarizados, salir de la casa. Por supuesto, como en laspelculas, le dije a don Artemio:Siga a ese auto.

    Nos acercamos a Santiago rodeando el cerro SanCristbal. Bajamos por Bellavista y subimos por Recoleta. Elviaje fue largo, pero don Artemio era un buen piloto y nos

    entretena contando historias de su poca de marino.En un supermercado de calle Independencia vimos

    como el auto que seguamos se detuvo en losestacionamientos. Nosotros tambin lo hicimos a unadistancia razonable. Vimos bajar del auto a Alamiro, elmayordomo, pero con una ropa diferente, con jeans y unachaqueta de motociclista. Entr al supermercado. Lo

    seguimos con Gertrudis. Al principio pareci que lo perda-mos, pero despus lo encontramos en la seccin de carniceracomprando carne molida. Nos escondimos en el pasillosiguiente. Pero justo cuando doblbamos, vimos en el otroextremo, cerca de las pias y las naranjas, al profesorAraneda, el posible o casi pretendiente de Gertrudis Astu-dillo. A ella se le ilumin la cara como en un bautizo, peroenseguida se le apag con la misma velocidad. Junto alprofesor vimos, aferrada a su mano, a una seora gorda y ados nios arriba de los carritos de compras. El profesor noalcanz a vernos. Gertru qued paralizada. Si existieran losrayos paralizantes, Gertru hubiera sido una buena promotorade ellos en ese momento. No se mova, tena la boca abierta

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    como si le hubieran dado un golpe en la cabeza con un bate debisbol.Al final del pasillo vi al mayordomo avanzar hasta las cajas.

    Arrastr a Gertru conmigo, ella me sigui como cordero.Seguimos por la vereda llena de vendedores decalcetines y pantys. Como Gertru pareca todava choqueada,prefer entrar con ella a una fuente de soda donde sonaba porlos altoparlantes un reggaeton. La dej sentada con unabotella de Fanta por delante y con la mirada prdida. Le dijeque volvera, que no se preocupara, que todo se arreglara,aunque saba que lo del profesor Araneda significara varias

    semanas de consuelo por otra desilusin amorosa, la nmero467. Por supuesto, tena rabia contra el profesor Araneda y suengao, pero tampoco tena tiempo para preguntarle. Dej aGertru ahogando sus penas en la Fanta lighty me escabull.

    El mayordomo me haba sacado ventaja, pero alcanc averlo entrar a un edificio. Me acerqu: no tena ventana, slouna puerta metlica por delante. La casa vecina pareca llegar

    a una ventana lateral de la bodega. Entr al patio de la casa yme recibi un perro de una raza difcil de imaginar, que meladr sin ganas y sin atreverse a atacar. Despus me di cuentaque estaba cojo y le faltaba la cola; es decir, durante su vidahaba pasado por muchas cosas, as que se tomaba con calmasu rol de guardin. Segu por el patio con el perro detrs.Junt unos cajones y unos neumticos viejos. Me acerqu auna ventana que le faltaban los vidrios y salt hacia el otrolado.

    Llegu hasta una habitacin oscura que ola a aceite demotores. Al fondo escuch un televisor encendido dondereconoc las bandas militares con sus marchas, las mismas desiempre en el parque O'Higgins. Decid primero revisar el

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    otro sector de la bodega. Cruc por varias puertas: encontrautomviles inservibles y carteles antiguos donde apareca elnombre de la botonera de la seora Del Ro. Probablemente

    ese lugar era una bodega de la fbrica. Entonces escuch unmaullido, de esos que vienen de un solo animal conocido: ungato.

    All estaba el seor Robinson, en una jaula de madera,mirando con cara de indiferencia y seriedad, como lo hacentodos los gatos que conozco, pero, adems, con ciertoatrevimiento de saberse un gato importante y no cualquierade la calle, aunque naciera y se criara en la calle, peleandocon otros gatos, defendindose o atacando por un pedazo

    de pescado frito.Abr la puerta de madera. Al principio el seor

    Robinson se intranquiliz; no quera ser liberado por unextrao. Cedi y volvi a ser un gatito de saln, permitique lo tomara en brazos y lo sacara de esa jaula. Perotambin era un gato astuto, un gato-zorro, si es que sepuede decir as. Cuando sinti que estaba libre, se revolvi

    en mis brazos, me lanz dos zarpazos que me dejaronadolorido y subi por unas cajas de cartn hacia lo alto dela bodega. Podra haber intentado convencerlo de quebajara de all, pero el escndalo que hizo fue suficiente paraque lo escuchara el barrio completo.

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    El detective privadodijo Alamiro, el mayordomo,en la puerta de la bodega. Llevaba una pedazo de madera quepareca un travesao de arco de ftbol.

    Estaba acorralado. Mientras, arriba en las cajas decartn, el seor Robinson pareca rerse, contento por todo loque haba causado, pero ms contento an porque no estabaprisionero en la aula.

    Cmo llegaste hasta aqu?me dijo amenazante elmayordomo.

    Lo segu. Sospech de usted el da que lo conoc porla venda que traa.

    Se observ la mano vendada.Ese gato me las va a pagardijo mirando hacia