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ESTADO ACTUAL DE LOS ESTUDIOSSOBRE EL ARAGON VISIGODO

AcusriN Usre'l'o Anrpre

Separata de:

II Jornadas sobre el estado actual de los Estudios sobre Arag6n,

celebradas en Huesca del 19 al2l de diciembre de 1979

Zaragoza, 1980

S U M A R I O

l . I r r t roducci6n.7. l;ucntes referidas a Aragdn.

2.1 . Cr6nicas.2.1.1. Coet6neas hispanas.2.1.2. Coetdneas no hisoanas.2.1.3. Historiografia criitiana medieval.

2.2. Legislaci6n civil y eclesi6stica.2.3. Fuentes epigrdficas.2.4. Documentos.

-3. Aportaciones de otras disciplinas a la historia del Arag6n visigodo.3.1. Restos arqueoldgicos visigodos.3.2. Numismiitica.

4. Historias de conjunto sobre el Arag6n visigodo.4.1. Aragdn en su conjunto.4.2, Zonas geogr6ficas o comarcas.4.3. Historias locales.

5. La Iglesia aragonesa visigoda.5.1. Algunas obras de car6cter general.5.2. Estudios sobre la Iglesia en Arag6n.

6. Aspectos socioecon6micos y urbanisticos del Arag6n visigodo.6.1. Aspectos sociales.6.2, Aspectos econ6micos.6.3. Consideraciones sobre el urbanismo.

7. Aspectos culturales.7,1. Algunos trabajos de cardcter general sobre la cultura hispana.7.2. Notas sobre la cultura aragonesa visig6tica.

8. El Derecho visigodo en relacidn con Arag6n.9. Consideraciones finales.

1, INTRODUCCION

_ I.a presencia visigoda en la Peninsula Ibdrica, con independencrade las diversas vicisitudes territoriales y de gobierno por las que atra-ves6, abarca desde el siglo v hasta 711, momento dste de la invasi6nmusulmana. Los visigodos -depende de la postura de cada escuela-

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s( ) l l i t l l ( ' l 1 l l t ( l ( )s ( l c l l l t ' ( ) ( l ( ' l u l l i s to r iu i rn t igua < l c tc la n rcc l i cva l . pc ron() cs cxtrairo si tuur ' lc ls cn uni l zona intcr.nrcdia, quc rccibc nombrcsdivcrs<-rs y bicn signilicativr.rs: pcriodo tardorroma'rt, p.r*".a EdadMedia, alta Edad Media, periodo de transicirin al medievo, ctc.

A e_sta primera circunstancia debemos afradir el hecho dc quc, cngeneral, la investigaci6n hist6rica se ha centrado en Ia univcrsiclad,salvo casos excepcionales. En la d,e zaragoza, por imperativ's frrnda-mentalmente administrativos, la Historia antigua y la mcdia, dcscleel resurgimiento del medievalismo aragonds de-"o*i"rro, dcl sigr., x.x,han estado unidas en una misma catEdra o, a Io ,r.o, ra rrnivcr.rar,por una parte, y la_{e -E9Rr1u, por otro lado [Vid. Antoni' U'rrir.,Los estudios sobre Edad Media irogonero. oI Jornadas sobrc cl llsta_do actual de los estudios sobre Aiag6n. Teruel r97g,, I (Zar.ug.za,1979,), 235-2521, hasta que recientemente se ha efectuajo .,r' .r"rgi,,r",caminando la Histor ia ant igua y la Histor ia de Ia Edad Mcrl i^ 'b. iodirecciones distintas.-Pues bi".t,". pesar de la facilidacl cluc p,tlfrr srr-poner _estar aglutinados ambos periodos hist6ricos en una misrnlr c:i-tedra, la verdad es que sus jefei de fira no se han intcrcsact, 1.rrr. clmundo visigirtico aragonis, aunque su penriltimo reprcscnlarrtt., .r.scMaria LACRRRa, si haya tratado t"-o. del periodo, pcro co. (.lrr.ir(.lcrgeneral lLa lglesia.visigoda en cl siglo urt y ,r, reliciones t'rtrt l l.trta;Panorama de la historia urbana

"i lo p"itnsula lbificu da,tl. r,l si-

glov al x; La Penin.sula lbd.rica_d.el siglovtr alx: centros y vias t!t, irr.rt-diaci6n de la citil izaci)n, etc.]. No es extraflo, pues, quc lu t,st.rrt.lacreada en torno a tales maestros no se haya lniei".oio p.r l.s rt.rr'rsvisig6ticos aragoneses. Las pocas aportaciones han llcgaclo clcl t,xrc-1ior, Arqueologia, Lingiiistica, Historia del Derecho, ctc., 4csrrrt.irp46desde la Facultad de-Derecho zaragozana la figura de Josi orr.nrrrrs,hoy en la universidad de Navarra.

-p"ro ur' en este caso, co^ rrrl,.rrrra

e,xcepcirin, Ios trabajos han sido dedicados al conjunto hisp.n.vi'si1l'-do, no a la parcela aragonesa.

A estas dos circunstancias -problemas de delimitacirjn cr.orrolil i i-ca y desviaci6n de la investigaci6n hist6rica hacia otros nr6r1(.ptoshist6ricos- hay que afladir oiras dos, por lo menos, para h'ilur. raexplicacidn de la penuria de trabajos hist6ricos sobre cl Aragrirr vi-sigodo.

- -El primero, aunque sin ningrin intento de preraci6n, ro c.nstitrryce-l hecho de que Arag6n no existe ni como tar nombre ni como lal crrti-dad dentro de Ia concepci6n unitaria der reino visigoJl. Es clccir, rr,existe una Iglesia, un Derecho, una Lengua, etc., irugon"ro' pr.<lpia_mente dichos.

. . En segundo lugar, las fuentes son minimas y muy parcas en cl't,shistoriables para saber lo que ocurri6 en el ierritorio visigodo qucIuego cuajaria en Aragdn. ser:in los testimonios indirectos, Ios clatosgenerales aplicados a la particularidad aragonesa o la aparici6n cle

1'' A

i r l l , . r rrra l igura vis igoda radicada cn el hoy terr i tor io aragonds los c; trcrros han clc scrvir para tejer la urdimbre de la Historia de la zona visi-g<rclrr irragoncsa. Nuestra tarea va a consistir precisamente en dctcctarclrindc aparecen esos datos, testimonios y figuras y quidnes los hancsttrdiado. La tarea de sintetizar todo ello y de abrir nuevos derrotcrosa travds de la investigaci6n puede venir despuds.

2. FUENTES REFERIDAS A ARAGON

Las fuentes sobre la dpoca visigoda en general no son muy abun-dantes. De entrada, ello quiere decir que las fuentes para el estudiodel Arag6n visigodo son mds raquiticas todavia.

Para quien penetre por primera vez en esta vereda, pueden intere-sarle la lectura previa de una serie de obras que le pondr6n en contac-to con todos los vestigios escritos conocidos para esta 6poca. Por ejem-plo, R. Gnosse l"Fontes Hispaniae Antiquae>>, IX. Las fuentes de Iatpoca visigoda y bizantina.s. Barcelona, I947f , lleva a cabo una buenaselecci6n, de ritil manejo. M. PErrrcen [Zas ,,Fontes Hispaniae Anti-quae>> de Schulten, t. VI y IX, <PSANA,, 5 (1954), 220-225) hace unarecensi6n tanto del tomo VI como del IX de tan monumental obra.Al tratar del VI, se hace hincapid y se seleccionan las noticias que co-rresponden, directa o indirectamente al Arag6n actual.

De gran utilidad es el trabajo de Diaz t Dinz, M. C. llndex scripto-rum Latinorum medii aevi Hispanorum. Salamanca, 1959. 582 pp.]al recoger todos los escritos latinos de car6cter literario de autorespeninsulares de entre 500 y 1350, con un total de 2.165 entradas o citas,con expresi6n de los c6dices conocidos y las principales ediciones,acompaflado todo ello de cinco magnificos indices. En conjunto, pode-mos sefralar la de Dirz y Diaz como obra de interds capital.

Por riltimo, Angel CaNnrras lLa diplomdtica hispano-visigoda. "Mis-cel6nea de estudios dedicados al profesor Antonio Marin Ocete> (Gra-nada, 1974), 87-181] pone al dia cuanto conocemos sobre documentoshispano-visigodos conservados, efectuando un repaso de los "origina-Ies en pergaminor, .,originales epigr6ficos", (copias de textos legales,',ocopias de textos sinodalesrr, .rcopias de textos formularios> y <copiasvarias>. A pesar de tal mezcolanza, es decir, a pesar de recoger todocuanto existe, el oregesto> consta tan s6lo de 23L entradas, ni siquieraa una media de una por afro de dominaci6n visigoda. Este trabajo,mds completo, revisado y con nutrido ap6ndice de textos del mismoautor, ha sido publicado recientemente lDiplomdtica hispano-visigoda.Zaragoza, 1979, 283 pp.f .

ORraNors, J. lHistoria social y econ6mica de Ia Espafia tisigoda,Madrid, 1975, 17-221 hace una recopilaci6n de los distintos tipos defuentes visigodas, clasificdndolas en cr6nicas, biografias, legrslaci6n

r r l i l \ ' r ' r l r ' s i ; i s t i t l r v o ln ts l r r ( 'n l ( ' s . l ) t ' l l c t t tos cn tcn( lc r ' ( l t l c n i l . t t - Iuna dc<' l l : rs t 's t 'xt ' l r rs ivu clc Arlgr i rr . Quicrr c lcscc tral ' ra. iur s<-rtrrc nucstra re-l i iorr crr cstc 1'rcrfoclo, c lcbcrai cspigar cn todas cl las.

I)crcl pascmos a considcrar, con un poco mds de detalle, algunasdc cs:rs fucntcs, indicando d6nde pueden ser halladas.

2,1. Cr6nicas

2.1.1. Coetdneas hispanas

ZEUMnR, K. lMonumenta Germaniae Historica, AA, XL Chronica mi-nora II. Berlin, 18941 public6 reunidas las cr6nicas visigriticas m6simportantes, que abarcan el periodo que va desde fines dcl sislo v acomienzos del vrrr.

Aparte de la Cr1nica de Idacio, obispo de Chaves, poco intcresantepara la historia de nuestras latitudes aragonesas, el tcxto cronisticocoetdneo miis antiguo para lo visigodo es la denominada Crhtic(r Ce-saraugustane o, con mds propiedad, Chronicorum Caesaruugus!atlorumreliquae, publicada por Moumsrn [M.G.II., Auct. Antia., XI, pp. 222-2231, una urdimbre de noticias de gran parquedad, t)cro, cn compen-saci6n, de una gran exactitud y precisi6n. Redactada con tocla proba-bilidad en Zaragoza, por el obispo M6ximo, cubre cl cspacio tcmporalque va desde 450 a 568. Las respectivas historias sobrc Zaragoza deORtaunrs, J. lZaragoza visigftical y de Gancfe Iclnsrns fT.uragoza,ciudad visigodal, de las que hablaremos mes adelantc, dcbcn cn granparte sus noticias a este corto pero inevitable texto.

El historiador del periodo visigodo aragonds no pucclc clciar delado la Cluonica lohannis abbatis monasterii Biclarensis, aun(luc cu-bra un periodo corto de tiempo (567-590) y aunque las nolicias queafectan al valle medio del Ebro no sean muy numerosas. Actunlmenteexiste un texto asequible, eI de Cannpos, J. lluan de Biclaro, oltispo deGerona, su yida y su obra. Madrid, 1960]. T6ngase en cucnta cluc elperiodo contemplado en ella es capital para la historia clcl rcirro godo,puesto que coincide con Leovigildo y con parte del rcinuclo rlc Re-caredo.

La obra de Isidoro de SevrrI-a, Historia Gothorunt. Wurrdalorunt.Sueborum, aunque poco original, puesto que se basa cn las citadasanteriormente, es de suma importancia, porque Isidoro lc cla urr scllopersonal sali6ndose de la redacci6n del simple analista, hasta conver-tir a su Historia en la mds importante del periodo.

La versi6n de Isidoro tuvo una continuaci6n, la denominada Con-tinuatio Hispana [Vid. MoUMSEN, Th., Monuftienta Gcrntutiua IIisto-rica, aa, XIl, o Cr6nica de 754 o Pacense, debida a la pluma dc untoledano, para unos fMonnnrsnx, Th., MGH, aa, XI,324], corckrbis, paraotros [TarrHAN, J., Anonyme de Cordoue, Chronique rimde dcs derrtiers

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, t , t \ ( l t " l ' t t l i ' t l t r l t l , ' l t t ( ( )u ( l t t ( t l ( t l t ' l ' l i . s1 t t tg , t ( l ) ( t r l r ' . s t t t t r l t , , r . l ' l r r i s ,l l {Sr f , t , i t r t ' l t r so , lu r tc po t 'os l r i ros , z l r r ' : rg ( )z . i l r ) ( ) [V t ; r ; , r , A . ( ] . , l ' t t l ro l t tg lul :1 t1111111a1. Sur t I ld t ' lo r tso dc ' l ' o lcdo . Sus b iogru l ius y b i6gru los . Y .s l rst ' tu t )u r ' \ i l t t . s l ras . uBRAH" , 165 (1969) ,79-83 ] . En rca l idad cs !a obra c lcrur nr,z l i nrbc, cs dccir , sc ha producido la invasi<jn musulnr: .rna, pcr 'or ( )u r ) ( ( 'p t ' r ' l t ' c lamcnte lo ocur r ido en los ochenta r i l t imos a f los dc v ic lar l t ' l 1,111,1. ' r . l ro vis igodo. Mas, como en los casos anter iores, no olvidcmos(llr(' ('s rrrra cr'<inica general, y que los datos referidos al Aragirn actualIun tJ r rc csp igar los .

No rlcbcmos finalizar este apartado sin recordar algunos tcxtosnlf'norcs, entre los que la Nomina Ovetensis (siglo vrr) podria ser unt'icrrrplo, y en la que como rinica aportaci6n para Arag6n se nos dicetltrc la di<jcesis de Osca pertenece a la provincia de "Celtiberia, [SAN-ctrrz AtsonNoz, C., Fuentes para el estudio de las divisiones eclesidsti-t'tts visigoda5. "Bol. Univ. Santiago Compostelau, II (1929), 29-831.

2.1.2. Cr6nicas no hispanas

ORtANDrs, 1., lHistoria social... (op.cit.), p. 181 recoge la lista com-plcta, lo que me permite obviar esta tediosa enumeraci6n, si bienclcstacard, por su importancia general, las Historias de los Francos, laCr6nica del Pseudo-Fredegario, la Iordanis Romana et Getica y el Bel-lwn Gothicum, de Procopio de Cesarea.

2.1.3. Historiografia cristiana medieval

Muchos cronistas cristianos medievales sintieron la tentaci6n decomenzar sus historias retrotraydndose aI periodo visigodo y aun an-tes. De ahi que Tribal sea uno de sus personajes preferidos. Cualquierapuede ponerse al dia en este capitulo si acude a S,,(xcuBz Arnonuoz, C.llnvestigaciones sobre historiografia hispana medieval. Buenos Aires,1967f o a Ditz v DInz, M. C. lHistoriogralia hispana desde la invasiindrabe hasta el afio 1000, <<Settimane Studi alt. Medioevo>, XVII, I(Spoleto, 1970), 325 y ss.l. Esperemos que Antonio UnrEro tenga el so-siego suficiente para dar a la luz la monumental obra, terminada total-mente, sobre todas las cr6nicas -cristianas y musulmanas- de laEdad Media hispana, obra en la que repasa de forma critica, una auna, sus contenidos, autor, fecha de r-edacci6n, fuentes, ediciones, ma-nuscritos utilizados, las transmisiones y bibliografia. Obra de la quehe tomado algunos de los datos que siguen.

El periodo visigodo es abordado por varias de ellas. Por ejemplo,la Cr6nica de Alfonso ,I11 comienza su historia en 672, con Recesvinto.De dpoca visigoda conoci6, entre otras, la Chronica Gothorum, de Isi-doro de Sevilla, y la Crdnica mozdrabe de 754. Las versiones (rotense>y <ovetense, de la Cr6nica de Alfonso III son, pues, interesantes.

La Crotica Silense se remonta a mucho antes de la llegada de losvisigodos a Hispania, hasta el Emperador Constantino (307-337) nadamenos. Para el periodo visigodo bebe esencialmente en San Isidorode Sevilla. La dpoca visigoda es abordada asimismo por Ia CrdnicaProf d.tica.

La Crdnica Najarense acaba su primer libro con la historia del reyRodrigo (71,1); Rodrigo XrnmNez DE RADA, en su De rebus Hispaniaese remonta a tiempos prehist6ricos, luego abarca a los visigodos, ymaneja las historias de todos los pueblos b6rbaros, a San Isidoro,S. Juli6n, las Actas de los Concilios toledanos y la Cr6nica mozdrabede754, Tambi6n se adentra en los tiempos m6s remotos Al-toruso X ErSasro en la Primera Crdnica General. Demasiado alejada dc Ios acon-tecimientos, la Crdnica de 1344 comienza desde el origen clcl mundo,lo mismo que el Cronicdn Cordubcnsc, dc 1433 Alfons<-r Mntt't 'fnttz nBTaravsRe lAtalaya de las crdnicasl llcva su historia dcsdc Walia (415-419) hasta Juan I de Cast i l la o Juan I I , scgirn cl manusct ' i to.

Los Anales de Garci Sdtrtcrtrz, que vivc cn Ia ipclca clc Enriquc IV(1454-1474), comienzan en 617 y Rodrigo Sdt{cncz nli Ant'rv,u.o lll isto-r iae Hispanicae Libr i I I I I se remonta a los t icnrpos pr imit ivos y l legaa 1469, como hacen Pedro de Escavras lRepertorio da Prirt<'ipas deEspanal y Lope Gancia oe SarazeR lLas bienandattzus t lorttutu.sf.

Entre las cr6nicas de la Corona de Arag6n, lu Crdnica dc Surr Juande Ia Peita (textos latino, cataliln y aragonds) se remontn a los 1'rt' imcrospobladores de la Peninsula, pero nada especial para los visigoclos enArag6n, mientras que Juan FeRNANorz DE HEREDTA lGrartt Crotrica deEspanya] se remonta, en su primera parte, nada mcnos (luc a Tibalpara llegar a la invasi6n musulmana, y Fnaxcesc -siglo xv- ll ' ihrede les nobleses dels reysf a los tiempos primitivos. Tambicn sc rcmon-ta a Tribal Esteban RonAN lCronica regum Aragonuttt cl t 'orrtitumBarcinonensium et populationis Hispaniaef.

En resumen, para el Arag6n visigodo, prdcticamente nada. Noticiassueltas de poco relieve. No es pues en el mundo de las cr6nicits dondeel historiador aragonds encontrar6 sus primitivas sefras clc idcuticlad.

2.2. Legislaci6n civil y eclesiiistica I

Tambi6n de car6cter general, aunque interesantes y aplicablcs aArag6n, como una unidad del conjunto del reino, son las leycs y c6di-gos juridicos visigodos, las actas de los concilios y las reglas mon6s-ticas godas.

Al "C6digo de Eurico" se puede acceder f6cilmente a travds de laobra de Alvaro D'Ons lEl CddiTo de Eurico. Roma, 19601; al <Brevia-rio de Alarico", por HaeNer, G. lLex Romana Wisigothorltm, oScien-tia" (Aalen, 1962)l; y al "Liber Iudiciorum> o "Lex Wisigothorumomediante la edici6n de Zeunrnn, K. [en Monumenta Germaniae Histo-rica, <,Leg. Sectio I, tomo f, Leges Wisigothorsp" (Hannover, 1880)].

l .as Actas Conci l iarcs son l i rc i lmcnte asequibles en cl l ibro dc Vr-lris, J. fConcilios visi96ticos e hispano-romqnos. Barcelona-Madrid,19631, al que m6s adelante nos refer iremos.

I)c Ias reglas mon6sticas visigodas existen varias ediciones. La mdsrct'icntc y asequible, la de Caueos, J. y Roca, I. lSantos Padres Espa-rttilc.s, II, Madrid, I97lf .

2.3. Fuentes epigrrificas

Arag6n no ha tenido suerte tampoco con los restos epigr6ficos. So-bre pizarra no existe nada [Vid. GdmEz MoRrNo, M., Documentaci1nroda en pizarra. Madrid, 1966, y Dttz y DIaz, M. C., Los documentosItispano-visig6ticos sobre pizarra, "Studi Medievaliu, VII, n.' 1 (Spole-to, 1966), 75-1071 y, en cuanto a las inscripciones tradicionales, segrinVtvES, I- llnscripciones cristianas de la Espafia romano-visigoda, Bar-cclona, 1942, nim. 284], s6lo una, un epitafio de Venancio Fortunatosobre S. Victori6n, abad del monasterio de As6n, que nos muestra lalongevidad del monje, fallecido a los ochenta afr.os.

2.4. Documentos

Penuria total. Segrin Camnnas, A. [De Diplomdtica hispano-visigo-tla (op. cit.)l no se nos han conservado m6s de trece documentos. Ydirii textualmente: "La desaparici6n de los documentos hispano-visi-godos es muy antigua y se debi6 a causas mriltiples: las persecucionesreligiosas de Leovigildo, la anulaci6n de documentos redactados con-forme a la legislaci6n derogada por Recesvinto, la incuria del tiempoy, por supuesto, la invasi6n musulmana, que al cambiar situacionesjuridicas hizo inservibles numerosos documentos>.

De esos trece documentos, dos se escribieron en el actual Arag6n.Ni a una linea por aflo de gobierno visigodo. Quiz6s por ser tan raroshan merecido ambos la atenci6n continuada de nuestros historiadores.

El primero data de 29 de septiembre de 551, y en 6l Vicente, di6co-no, otorga testamento a favor del monasterio de As6n y de Victori6n,su abad. Ha sido publicado, por lo menos, por Tnacctd,, J. lAparato dehistoria eclesidstica de Aragdn, II (Madrid, 1972), p. 4341; Pascuer, J.lSacrae Antiquitatis Cataloniae Monumenta, vol. VIIII; Huesca, R.lTeatro histdrico de las lglesias del Reyno de Aragdn, V (Pamplona,1799)l; Frre, F. lPatrologia visig6tica, .,BRAH,, XLIX (1906), 151-1541;Manriru DueuE, A. J. lColeccidn diplomdtica de San Victoridn. Tesis Doc-toral, Zaragoza, Facultad de Filosofia y Letras, 1956, documento 1];DunAr.t GuDrot, A. lColecciin diplomdtica de la catedral de Huesca, I(Zaragoza, 1965), docum. 1, pp. 17-1,91; y Cauros, J. lVicente, obispodc Huesca, y Calasancius, en el siglo vr, .,Analecta Calasanctiana", 23(Madrid, 1970), 62-651.

l r l st '1,rrrr t lo. t lc t ' r r t rr ' 57.5-57tr, c() l ' l 'csl)onclc t l tcstan' Icnto dc Viccrt-I t ' , o lr ispo dc l l t rcsca, al l tc [stcbarr, inst i tuycndo como hcredcra a lal l l l t 's iu r lc l lucscu. l la sic lo publ icado por los mismos autores: Tnnc-(;rA, J. lApuruto.. . , p. 4361; Pascual- , J. lSacrae.. . , vol . VII I I ; Huns-oA, R. lTeatro.. . l ; Fna, F. lPatrologia.. . , pp. 156-1571; ManriN DUQUE,A. J. lColecci6n.. . , docum.2l; DunAx GuDtot, A. lColecci in. . . , I , do-cum.2, pp. 19-201; y Caueos, J. fVicente.. . , pp. 66-681.

Si Cantpos, J. fVicente, obispo de Huesca,. . . (op.ci t . ) , pp.68-941ya habia dedicado un largo comentario a ambos textos latinos, Aculo,M. M. y Arnaue, A. M. lNotas sobre eI ldxico del obispo Vicente (si-glo vt) extraidas de sus dos documentos suptirstitesl presentan a estasmismas <II Jornadas> una comunicaci6n sobre su ldxico, de indudableinterds para conocer el nivel lingtiistico del siglo vr.

En conclusi6n, ante tal parquedad de fuentes referentes al actualArag6n en 6poca visigoda dificilmente podemos aspirar a reconstruirla historia de este periodo. Tendremos que acudir a otras aportacionesindirectas, como pueden ser los restos arqueol6gicos y numismdticos,aunque, como vamos a ver, la suerte tambidn nos ha sido esquiva has-ta ahora.

3. APORTACIONES DE OTRAS DISCPLINAS A LAHISTORIA DEL ARAGON VISIGODO

3.1. Restos arqueol6gicos visigodos

Es en el campo de la Arqueologia donde, a pesar de los dispersosy poco significativos hallazgos, se han concitado filtimamente las in-vestigaciones, si bien carecemos todavia de una visi6n de conjunto,quizds dificil de acometer dada la desigualdad de los hallazgos y la diferente magnitud de los mismos. Repasemos los logros alcanz.ados.

Ricardo DEr Anco lExcavaciones en Monte Cillas, tdrmino de Cos'cojuela de Fanto,ta (Huesca), "Memorias de la Junta Superior de Ex-cavaciones Arqueol6gicas,, 38 (Madrid, 1921)l nos habla de una ne'cr6polis, en realidad paleocristiana, en la que aparecieron tambidntumbas del siglo vrr, visigodas, que proporcionaron como frutos tan-gibles algunos restos de ajuar, conservados en el Museo Provincial deHuesca.

En Fraga (Huesca), aparecieron algunas mueatras ornamentales,cifradas en un trozo de capitel y en dos laudas de m6rmol, una casientera y otra muy fragmentada, haliadas en Ia capilla denominada

"Villa Fortunatus>, muestras estudiadas por J. C. de Spnna RarolslLa villa Fortunatus de Fraga, oAmpurias", V (Barcelona, 1943), p. 26,

l , r r r r f \ . t l , p r r l ( ; r r los ( 'n r l t t t t t .< ;o l l t r t ' t - t t l c t t l c .s dc l r< t t t t t i t t i< .o t t t lul , , t t \ ' n t t t r t t l t ' I I t t r . \ ( r l , (Argr .nso luu ( l95 l ) , 125-152 | V p , r r I ta lae I I )u t i l t -I t ' , I I ' r , t l t t t j t t .s dc l t l t t t t i t r t t ' l t ' i<t I e.rc 'st , t t t ' iot tas dc lu yi l la Forl t t t t t t l t t .s,I t r t y ' . t t , "Nr r t i c i l r r i< l a r '<1r " rco l t ' rg ico h ispano" (Madr id , 1973) , 71-81 ] .

I MnHr(r ' rnz. Snvr 'Aot.nl . r-n lNucvas f ibulas aqui l i forntes hispanovi-l r , l , r / rr \ , uArchivo I lspairol dc Arqucologiar, 40 (Madrid, 1940), p. 401r ( ' { r } r , ( ' , ( 'n l l c ( ) l r r rs , los tcs t imon ios ha l lados en e l Cer ro c le Bdmbol : ' r ,t f . . l l r l l r i l is ( ' / .nrugoz.a), rc lcr idos a una f ibula aqui l i forme, de entrc los.rrros 5()0 v .5.50, y una pequefla estatua femenina, a la que han seguidolrr lrislrr rrsinrismo, entre otros, M. Manrfx-Buruo lElententos para es-ttttlio da lu urqueologia de Bilbilis, Zaragoza, 1,9701; G. I-6pnz lPara Ia('rtt ttt Arqueoligica del Td,rmino Municipal de Calatayud, <PSANA",\l-i2 (Taragoza, 1968), 143-1581 y M. Scuruur fRelaciones entre lal'. L y Bizancio durante la dpoca visigoda, .AEA,,, XVIII (1945), 178-ftil ].

Tres broches son testimonios del poblamiento visigodo en la actuallrrovincia de Teruel. Uno, de rasgos <bizantinoso, en San Antonio de[]alaceite [H. Znrss, Die Grab't'unde aus dem Spanischen Westgoten-rcich. Berlin-Leipzig, 1934, p. 147,l6m. 19.11; otro, de forma liriforme,cn Orihuela del Tremedal; y el tercero, en localidad no identificadatlc la misma provincia.

Hemos de afladir un pequefro jarro de bronce aparecido en el BajoArag6n, recogido en la obra de cardcter general de P. de Palol fBron-ces hispanovisigodos de origen rnediterrdneo. I, larritos y patenas Ii-ti lrgicos. Barcelona, 1950, p. 65 y ldm. XXIII.

Todos estos testimonios godos fueron cartografiados por P. de Pa-LoL en su magnifico trabajo sobre Demografia y arqueologia hispdni-cas de los siglos tv al vtrt. Ensayo de Cartografia l"Boletin del Semi-nario de Estudios de Arte y Arqueologia", XXXII (Valladolid, 1966),cartas VI, VII y VII I y pp. 13-151.

Con posteridad al trabajo de sintesis cartogr6fica de Pnror- hanaparecido otros varios que conviene tener en cuenta, como los de I. M.Bnnarouru(N fRes/os visigodos en Ia Cueva Foradada (Sarsa de Surta,Huesca), "EEMCA", IX (1973), 9-401, inventariando y describiendolos materiales recuperados en la que denomina oacci6n de rescate ur-gente>: a) restos arqueol6gicos: una moneda de Witiza, tres chetonesde bronce pertenecientes a sendas sortijas, dos anillos de bronce, etc.;b) restos humanos y c) restos de fauna.

Por otra parte, segrin indica Barandiar6n en el articulo que acaba-mos de reseflar, uhay que afladir otro broche de estilo obizantino,procedente del tdrmino de Borja (Zaragoza), conservado en los Depar-tamentos de Prehistoria y Arqueolog(a e Historia Antigua, de la Uni-versidad zaragozana,

Asimismo hay que sumar al trabajo de PRror varios estudios igno-rados por 6l en el momento de realizarlo, como los de R. Prre MencelLocalipciones arqueoligicas en el Bajo Cinca, "Argensola", 39 (1959),

229-2481 ; E. J. Vnl.t.ttspl y E. Lnt'nstt lPrutspccciortas arquetil6gi('(,r.\ ('ttMuc l la , "PSANA>, l1 -12 (1958) , 33-381.

Tambidn conviene tomar nota de obras de car6cter general que apor'tan datos parciales sobre Arag6n, como los casos de E. Caup Cazonra

lHistoria de Espafia, dirigida por Mendndez Pidal, III (Madrid, 1940),p.6361; J. Supror lHebi l las de cintur1n vis igodas, nPapeletaso,

"BSaa", III (Valladolid, 1935-36), p. 3571; N. Asrnc lDie Franken undWestgoden in der wdlkenwanderungsryif, Upsala-Leipzig-Paris, 1922f;M. ScuruNx lArte Visigodo. .,Ars Hispaniae", II (Madrid, 1947)l yV. VerpNzuera lI Reuni1n de Arque6logos del D. U- de ZaragoTa,.,PSANA', 17-18 (1961), p. 1781, que nos notifica el conocimiento derestos visig6ticos en la Seo de Huesca, concretamente una portada.

Resaltemos los cada dia m6s abundantes trabajos de la riltima, nu-trida e importante generaci6n de arque6logos: A. Brprsa lNecripolisaltomediertales en Aragdn, .Actas XIII Congreso Nacional de Arqueo-logia" (Zaragoza, 1975)1, Miguel BnrrnAH lExcavaci6n arqueoligicade la necr6polis hispano-visigoda del barranco de Ia Tranquera (Cuarte,Zaragoza), nEAEo, 87 (Madrid, 1975)1, que fecha la necr6polis descritaen el siglo vr y la relaciona con otras todavia en estudio, como las deLa Zaida, Urrea de Jal6n, Mequinenza, Oliete, etc.; P. Casano lMate-riales tardo-romanos y visigdticos en Aragdn, "PSANA>, 35-36 (1971-72),217-2261; M. ManriN-BuENIo lNuevos restos visigodos en Calatayud.

"EEMCA,, IX (1973), 435-442J; J. J. SAHcHrz y J. A. BoNa lLas cera'micas grises hispano-visigodas del despoblado de Los Pozos (Burctu,

Zaragola), ..Cuadernos C.E.B.', 2 (Zaragoza, 1978), a5-601; M. At-ua'cRo GoRBEa ltln nuevo iarrito ritual visigodo, (VIII Congr. Nal. Arq.Sevilla-M6laga 1963, (Zaragoza, t964), 485-4861 nos describe y cstudiaun pequeflo jarro, aparecido en la zona de Daroca, que sitrla crongl<j-gicamente a partir del siglo vrr; por riltimo, AncENrE, l. L. lLa necr6'polis visigoda del lugar La Varella'Castellar (Codo, Zaragozal, "EAE',87 (Madrid, 1975)] nos describe seis enterramientos, con escaso a.itrar',datado todo ello en los siglos vr'vrr.

En fin, J. J. SANcrnzy J. A. BoNe sistematizaron los distintos mrttc-riales visigodos en su trabajo titulado El periodo hispanovisil4r,tdrt t'rtArag6n. Problemdtica arqueollgica y estado de la cuestiin len "Estacloactual de los Estudios sobre Arag6no, I (Zaragoza, 1979), 265-272, clcn-tro de las oII Jornadasn, celebradas en Teruel en 1978].

Tambidn, aunque indditos todavia, han aparecido restos ccr/rmit'osg6dos en excavaciones efectuadas en el casco antiguo de Zaragozil l)ol'el Museo Provincial.

3.2. Numismdtica

He aqui una de las parcelas m6s necesitadas de aportacioncs, cltti-z6s porque la suerte no se ha aliado con los arque6logos, ya quc cntrc

Ios t ' t 's l t ts v is igt ' r t icos h;. t l l l tdos hasta ulrr l r i r cu Aragt in rro hun iryxrrct i tkrl t t t t t ' l u rs t r ro r rcdas .

Sigucn sicndo imprescindibles los trabajos clc car ictcr gcncral , c(,nr( ,l<rs clc G. C. Mn-rs lThe coinage of the vis igoths of Spain. Lcovi1i ld toAcltila 11, M<-rnografia de oHispania Numismatic Society>, Ncw York,19521, quc nos refiere las cecas visigodas peninsulares y, cntrc cll:.rs, lirsd,e Zaragoza, Tarazona y la, para el, dudosa de "Cestavio; la cliisic'lobra de A. Gerss lDescription gennerale des monnais des rois visigotltsd'Espagne. Paris, 18721 y la de F. Mareu i Lroprs lLas monedas uisigtt-das del Museo Arqueol6gico Nacional. Madrid, 1936f , a las que dcbc-mos unir la de J. R. Cavdn FnnyruAxoEz lLas monedas espafiolas dcsdcD. Pelayo a luan Carlos .I. Madrid, Ed. J. R. Cay6n, 19781.

No obstante, caben ser destacados, aparte la simple noticia del ha-llazgo monetario de Luceni [8. EsprNarr, Atlante Espafiol o descripcitirtde todo eI reyno de Espafia, III (Madrid, '1979), p. 64f , los trabaios clcP. de Paror lDemografia y arqueologia... (op. cit.), 13-15, cartas X-XIIsobre las cecas visigodas que hay enclavadas en suelo aragon6s, comolas de Cesaraugusta, Turiaso y Egessa (Ejea de los Caballeros); el deI. M. BanaNDTARAN [Resfos visigodos de Ia Cueva Foradada (Sarsa deSurta, Huesca), ..EEMCA,,, IX (1973), 9401, que nos habla de una mo-neda de Witiza, desconocida en el Museo Arqueol6gico Nacional; y,sobre todo, las investigaciones de Pio Beltrdn.

Pio BprrnAH ha pasado revista lLas cecas pirenaicas, ..Pirineoso, IX(1953), 17-511 a las primitivas monedas del otro lado de los Pirineos,a las catalanas y a las navarro-aragonesas de la 6poca reconquistadora,fundamentalmente a base de las citas cronisticas y documentales, afla-diendo asimismo las cecas griegas, iberas y visig6ticas. D. Pio tacharfde falsa la ceca de Egessa lRecti't'icaciones y falsificaciones en las tno-nedas visigodas, "III Congreso Arqueol6gico del Sudeste Espaffol". Mur-cia, 1947 y Cartagena, 1948f y afladird definitivamente la de Gistau.Efectivamente, en una ampliaci6n a sus Cecas pirenaicas lNueva cecagoda en eI Pirineo aragonds. Reduccidn de Ia ciudad de ,rCestavi, aIpueblo oscense de Gistau, *PSANA', V (1954), 129-1401 incide en laemisi6n de una moneda en Gistau, provincia de Huesca, en 589, pobla-ci6n que quiz6s fuera entonces capital administrativa de Urgel. Estudialas piezas de la dpoca de Recaredo para llegar a la localizaci6n de lade Gistau. Sobre 6sta expresa dudas L. Gancfa fcr-estls lZaragoza, ciu-dad visigoda, ut supral.

Es de destacar ia penuria de trabajos, por un lado, y, por otrcr-excepto el hallazgo descrito de la moneda vitizana de la Cueva Fora-dada-, la cronologia antigua de las riltimas investigaciones, circunstan-cia que habremos de achacar, como ya he indicado, a la carencia dchallazgos.

17.)

4. HISTORIAS DE CONJUNTO SOBRE EL ARAGONVISIGODO

No existe todavia una historia del Arag6n visigodo. Existen abun-dantes monografias sobre mriltiples facetas del reino visigodo en suconjunto, pero trat6ndose de un gobierno centralizado, caben pocasconcesiones a los regionalismos. Unicamente cabe destacar, con el des-plazamiento sucesivo del centro de gravedad politico-econ6mico deSeptimania y Catalufia a la B6tica y a Toledo, una mayor incidenciade los estudios hacia los acontecimientos ocurridos en esas tierras, o alas marginales y poco sometidas al poder central, cual es el caso deCantabria, Vasconia, la Galicia sueva o la zona bizantina del sur. Ara-g6n, la parte central del valle del Ebro, mejor dicho, debi6 tener pocopeso especifico dentro del conjunto, jugando un papel secundario enla diversidad geogr6fico-polirica visigoda, asi como en la socio-politica,con la salvedad dc algunos aspectos culturales, merced a un par dedestacadas figuras: Braulio y Taj6n, de Zaragoza. Todo ello hace queArag6n carezca todavia de una historia de su dpoca visig6tica, y presu-mimos adivinar que por mucho tiempo, dadas las limitaciones a lasque nos hemos referido con anterioridad.

La historia general del periodo visigodo ha avanzado bastante enlos riltimos aflos. Es el extremo opuesto a Ia penuria aragonesa. Paraconocer la historia general hispana contamos incluso con abundantesmonografias sobre aspectos muy concretos de la vida nacional, algu-nos incluso anecd6ticos: la cura pastoral, la penitencia, la liturgia, lapsiquiatria, el papel representado por la reina, la escritura y la histo-ria del libro, el urbanismo, etc. Pues bien, sobre aspectos de la historiaparticular de Arag6n no poseemos casi nada. Pero a estas alturas,cuando conocemos ya la limitaci6n de las fuentes respecto al Arag6nactual, esta penuria de estudios propios no debe sorprendernos.

Repasemos esta realidad teniendo en cuenta tres escalones diferen-ciados, en virtud del espacio geogrdfico historiado: Arag6n en su con-junto, zonas o comarcas determinadas y ciudades concretas.

4.1. Arag6n en su conjunto

Ninguna historia del Arag6n visigodo; s6lo algrln capitulo dentrode historias generales sobre el Reino aragonds. Asi, cuando J. M. Lacn-nna escribe su Arag6n en el pasado [Madrid, 19721, apenas si toca eltema de la historia preisl6mica. Dos p6ginas a lo sumo. Manrilr-Bue-No, M. lArag6n arqueol6gico: sus rutas. oColecci6n Arag6nr, lI (Zara-goza, 1977)] se encuentra con los mismos problemas, teni6ndose quelimitar a la resefla de los datos arqueol6gicos de que disponemos,hasta alcanzar apenas dos p6ginas y media para el periodo visigodoI p p . 1 0 2 - 1 0 a ] .

4.2. Zorrns gcograillcas o conlitrcits

S i c lcsccr rc lc r 'nos : . t la cons ic lc lac i< j t r dc l t - rs cs t r - tc l ios so l l rc ' zorurs 1 ' r ' , ,g lr i l icas dcl actual Arag6n, los rcsultados no son mirs haluui i t ' f ios. Asi( i r-r i l lcrmo Fn't ' , ' (s lLas t ierras oscenses dest le Scrtor io hustu lu i rn, t t .s i t i t tr r t t r .st t l r t turta, cn nAlto Arag6n. Su histor ia, cul tura y artc>, I (Matlr i t l ,1976),52-771, tras comenzar con la Osca de Sertor io, sc adcrr l t r l ) r l )nt()cn cl pcr iodo visigodo, del que apenas puede destacar la imporlanci l rclcl monasterio de San Victori:in como foco de cultura, dondc sc for.maron varios obispos, como nos muestran las Actas de los Bolanclis-tas. Pero pronto tiene que confesar que nlas investigacioncs sobrc l:r6poca visigoda en el Alto Arag6n son prActicamente inexistentcs), por'lo que dificilmente se puede acometer ninguna tarea de sintesis his-t6rica.

No tuvo antes m6s suerte Jaime de CaRuaNd lLa Tierra Baja turo-lense durante la dominaci1n visigoda y Edad Media. oTeruel',,25 (1961),5-1141, pues, a pesar del titulo y del amplio espacio del articulo, cldedicado al periodo visigodo es escaso, apenas dos pdginas, llenas inc-vitablemente de lugares comunes, lo que lleva al autor a condensarla realidad en dos lineas, con estas palabras: ..En suma, la historiade la dominaci6n visigoda en la Tierra Baja puede resumirse breve-mente: No existe>.

Por riltimo, a pesar del titulo, no esperemos hallar datos nuevos enGencfu IcLEStas, L. lAlgunas observaciones sobre los pueblos pirenai-cos en Ia Baja Antigiiedad. nII Colloqui Intern. d'Arqueologia. Puigcer-d6, 1976" (1978), 319-328).

4.3. Historias locales

Si descendemos al escal6n de las historias locales durante Ia domi-naci6n visigoda, la suerte no es mucho mejor, si exceptuamos Zarago-za, la rinica poblaci6n que ha atraido a algunos estudiosos, pero conconstantes llamadas a los aspectos generales del reino visigodo que,por extrapolaci6n, son aplicados al caso concreto cesaraugustano.

Aparte de las referencias que proporciona G. FarAs en Fuentes paraeI estudio de Ia colonia Caesaraugustana. [..PSANA", 39-40 (1,975-1976)];Lo que eI mundo antiguo escribif de Caesaraugusta fnCuadernos dcZaragoza,, (L977), 37 pp.] y Los pueblos antiguos del Pirineo aragoneis["Cuadernos de Zaragoza>> (1978), 43 pp.], tres publicaciones atraennuestra atenci6n sobre la historia de la Zaragoza visigdtica:

Cronol6gicamente la primera es la de OnraNnrs, J. lZaragoza visi-g6tica. Lecci6n inaugural del curso acad6mico 1,968-69 de la Universi-dad de Zaragoza,29 pp.l , donde nos muestra el perfecto conocimientoque el autor posee de las fuentes cronisticas hispanas y extranjeras,puesto que en ellas se basa fundamentalmente para entretejer la pri-

? ? <

mera historia seria de la zaragoza de los siglos v al vrrr. Tras una in-troducci6n -que nos proporciona una visi6n retrospectiva de la ciudaddurante el Bajo Imperio y en el <trdnsito de la Zaragoza del Bajo Im-perio a la visig6tica, (que) se harii sin cambios bruscos ni solucionesde continuidad"-, recoge el hecho de Ia visita a Ia ciudad del empera-dor Mayoriano (460), como epilogo de la ciudad romana, porque enseguida Zaragoza es incorporada al reino visigodo.

La historia de la Zaragoza goda no es f6cil de hacer, dada la caren-cia de datos, pero Orlandis aprovecha magistralmente los que dispo-nemos y sabe d6nde hallarlos. Los epigrafes que constituyen la tramade la narraci6n hist6rica son: laZaragoza incorporada al reino visigodo,el primer sitio de Zaragoza,la conversi6n de los visigodos al Catolicis-mo y su repercusi6n en Ia ciudad, los dos varones ilustres de su Igle-sia (Braulio y Taj6n), la personalidad de Braulio, la escuela cesarau-gustana, su biblioteca, las inquietudes de los tiempos, el tercer Conciliode Zaragoza y la comunidad moztrabe de la ciudad tras la invasi6nmusulmana.

Le sigue en el tiempo la Zaragoza visigoda de J. M. LacaRRa [coau-tor con A. Beltrdn y A. Canellas de la Historia de Zaragoza. I: EdadesAntigua y Media, Zaragoza, 1976, y de la que se hizo cargo de la EdadMedia del siglo v al xrr]. Constituye, pues, un pequeflo capitulo intro-ductorio [pp. 95-101] del periodo cronol6gico que verdaderamente abor-da, del siglo vrn al xrr. Con Ia Zaragoza visigdtica de Orlandis presente,Lacarra comienza esta breve exposici6n con una ojeada al (ocaso dela romanidadr, es decir, la transici6n del poder romano al visigodo;luego nos presenta la funci6n militar de la ciudad, su Iglesia, la fami-lia episcopal y su escuela, para finalizar hablando de sus muros de-fensivos. Realmente se trata de una sucesi6n de instant6neas pocohilvanadas, dada la naturaleza inconexa de los datos disponibles y ma-nejados.

Por riltimo, la tercera obra es la publicada recientemente por GancfaIGLESIas, L. lZaragoza, ciudad visigoda. Zarag<;za, Guara, I979f. Conconstantes penetraciones en la historia general del periodo visig6ticohispano, trata de encajar y dar sentido a los pocos datos dispersosque poseemos sobre la historia de la ciudad, tan esquiva adem6s enrestos arqueoldgicos de este periodo. Describe los cambios urbanis-ticos asi como el entorno y las vias de comunicaci6n que conducena ella. Aglutina diversas referencias cronisticas (Chronica Gallica, His-toria Gothorltm, Chronica Caesaraugustana, Historia Francorum, deGregorio de Tours, Cr1nica Biclarense, Cr6nica de Fredegario, Crdni-ca Mozdrabe, epistolas de San Braulio, etc.) para hablat de Zaragozadentro del contexto arriano, en primer lugar, y del catdlico, despuds,con un mayor detalle para los acontecimientos militares.

Pasa luego a insertar la historia de la ciudad dentro de la unidaddel pais en el aspecto de la administraci6n urbana, presentando algunasrepercusiones concretas al caso zaragozano. Prosigue despuds con la so-

'r7.4

r . i t ' r l l r t l y l11s 1r ' i t t1 r ' cs t ' co r r r i r r r i cos , pasat tc lo rcv is la i t l i t s l t to t t t ' t l l t s i t t t t t l i t -t l : rs t . rr sr. l ccca. [Jrra bucn: l partc dcl t raba. io csth clcdici t t lo l r l l l I l t ' r i r r( .cs1r ' lugustana, glosando Icl poco quc sabcmos sobrc st t t 'p ist rrp; t thr,para rcfcrirsc brcvcmente a los Concilios II y III dc Z'at'ug<tt.'.r y, l)r)l 't i l t inro, a la vida interna de esa Iglesia, s in olvidar la inf lucrrcirr grol i t ic lcluc itlcanzaron algunos de sus obispos, sobre todo san Britulio. l{t'pir-sa aspcctos concretos del culto, que solia girar en torno a los clivct'sllsmiirtircs romanos de la ciudad -Vicente y Engracia, fundatncltlltl-mcntc- junto con otros santos, como san Milldn y san Fdlix. Parl[inalizar contempla los aspectos culturales, circunscritos a los c:frcttloscclcsiristicos, esencialmente la catedral y Santa Engracia, rcfiridncloscal o5g1lp1srium, que debi6 existir en tiempos de san Braulio v a litbiblioteca de esta misma 6poca, centros a los que el obispo zaragozanosuele referirse en varias de sus cartas.

Fuera de Zatagoza, pocas cosas m6s. Las ya numerosas histoli:tslocales aragonesas soslayan sistemeticamente eI periodo visigodo cttatl-do no lo tratan de una manera legendaria y poco critica. Algunos datosm6s o menos dispersos e inconexos, cual pueden ser los casos dc Dtit.Anco, R. lResefia histirica de Ia villa de Ejea de los Caballeros. Rcim-presi6n. Zaragoza, 19721; Brasco ltlzo, J. lHistoria de Teruel. Zaru-goza, Libreria General, 19721; Brasco Val, C. lHistoria biogrdficu dalas ciudades, villas y pueblos de la provincia de Huesca. Huesca, l87ll;Lasara NAvAnRo, G. lHistoria de Ia muy noble, leal y antiquisima villude Hijar. Logroflo, Editorial Ochoa, s. a.] quien, corno ejemplo quc scpuede generalizar, dice, tras hablar de su historia romana: <Esta con-fusi6n y falta de datos claros sigue en la historia de Hijar durantclas dpocas visigoda y mahometana, aunque nadie se atrever6 a ncgarque unos y otros dominaron en su territorio...>; segrin Espartol. Mtr'zAS, f. lHistoria de Binaced. Huesca, 19541 "ninguna noticia ha llcga-do a nosotros sobre Binaced y su tdrmino durante la dominaci6n visi-g6tica y poquisimas del periodo ar6bigo,. La lista podria engrosarsc,con los mismos resultados negativos, hasta limites alarmantes.

Teniendo en cuenta que otra Ponencia de estas mismas .,II Jorna-das" estd dedicada a la Historiogra'fia local, preferimos remitirnos aella, no sin antes concluir que los datos hist6ricos sobre Arag6n, sttscomarcas y sus nricleos de poblaci6n durante la dominaci6n visig<>clason tan escasos, inconexos y distanciados en el tiempo, cuando los hav,que mds bien parece que o estos visigodos no hubieran existido nuncilen las tierras del Arag6n actual, o que hubidramos sufrido un alaclttt'de amnesia durante tres siglos de nuestra historia.

5. LA IGLESIA ARAGONESA VISIGODA

5.1. Algunas obras de caraicter general

Los estudios sobre la Iglesia goda, en general, son bastante abun-dantes, sin duda porque las fuentes exiguas que se nos han conserva-do son casi todas ellas de car6cter eclesi6stico, como ya se ha indicado.Pero esos son estudios de rlmbito nacional, aplicables en cierta medidaa la Iglesia aragonesa, hasta alli donde surgen personalidades propiasde la misma, por cierto bastante estudiadas.

El repertorio bibliogrdfico sobre la Iglesia nacional goda es muyamplio y los temas variadisimos. Recogerlo todo, aunque algrin traba-jo haga menci6n espor6dica a la Iglesia aragonesa, se sale por comple-to de nuestras intencioncs mds localistas. No obstante, tratar6 de es-pigar en tan variada producci6n, aun a riesgo de caer en lagunas qui-zds imperdonables.

Para hacersc una idea del contexto espiritual general puede acudir-se a JrufruEz DueuE, Baldomero lLa espiritualidad rormano-visigoda ymozdrabe, Madrid, 7977f , quien dedica una buena parte del libro a ladpoca visigoda (pp. 4l-202), haciendo hincapi6 en la liturgia, la viday santidad del clero, el monacato en general, los escritores de origeneclesiiistico -casi los rinicos-, las figuras de los grandes santos pen-insulares, las iglesias y los monasterios propios, etc., desde un puntode vista general, con algunas referencias espor6dicas a Arag6n.

Gencie MoRrno, L. A. lLa cristianizaciin de Ia topografia de las ciu-dades de la Peninsula lbdlica durante la antigiledad tardia, .A.E.A.,',50-5I (1977-78)l repite algunos datos sobre Zaragoza, dentro del pro-blema del emplazamiento de la primitiva catedral, con algunos desa-justes en lo que concierne a monasterios, parquedad de datos de Iaque comulga el trabajo de PueRres TnrcAS, R. llglesias hispdnicas, si-glos w al v:rt. Testimonios literarios, Madrid, 19751. Noticias sueltassobre Arag6n nos proporciona asimismo LAcARRa., J. M. lLa lglesiattisigoda en el siglo vrr y sus relaciones con Ronta, .VII Settimane diStudio del Centro Italiano di Studi sull 'Alto Medioevon (Spoleto, 1959)1.

Interesante para conocer la extracci6n social del clero visigodo esel articulo de OnraNnrc, J. IEI elemento germdnico en Ia lglesia espa-ftola del siglo vu,.A.E.M,", 3 (1966), 27-641, en el que se opone a Iahistoriografia germ6nica que mantiene la teoria de que el episcopadogodo del siglo vrr sigui6 siendo patrimonio exclusivo de los hispano-romanos, con independencia del tipo de nombre que llevaron los obis-pos, pues muchos eran de origen germdnico si bien romanizaron sussus nombres. Por otra parte, estima que en el monacato la proporci6nde godos fue inferior a la existente en el episcopado (p. 57).

La Iglesia en el siglo vrr, adem6s del articulo que acabamos de ci-tar, ha sido abordada asimismo desde otros 6ngulos tanto por ORLAN-

t 2 e

Drs, J. ll.u lglcsiu visigoda y los problemas de Ia sucasion ul lrot,() (tl

c/ iig/rr-vr, "VtI Settiirane "di

Studio del Centro Italiano di Str'rcli strll '

Al to Mccl iosverr, I (Spoleto, 1960),333'351] como por LncnnRA, J ' M'

fLa lglesia visigoda ei eI siglo vrI y sas relaciones con Rorna, <Vll Scl-

ii-o.r-" di Studio del Centio Italiano di Studi sull'Alto Mediocvoo, I

(Spoleto, 1960), 353-3841.purnras TRrcas, Rafael llglesias hispdnicas (siglos v al vtrt)' ?'r's'

timonios literorios, Madrid, 1975], al realizat el inventario de las mis'

mas, bas6ndose en textos latinos -siglo V (3), v1 (7), vrr (28)- nos

delata la penuria existente en Arag6n.Imprescindible para cuantos estudios se han acometido y se dcscctt

llevar a cabo sobre la Iglesia nacional visigoda, y por lo tanto sobrc

la Iglesia de Arag6n, es 1a publicaci6n y estudio de fas Actas dc los

.orrJilio5 visig6ticos, tema que acomete, entre otros,, VrvES, I' lCongiii. iitigaricis e hispano-roi*onos. Barcelona-Madrid, 1963f , quien ccli-

ta las Aitas a base de los c6dices Emilianense y Virgiliano' con apor'

taciones de otros manuscritos para las lagunas que dejan aqucll<ls,

epurte de los indices, seis en total, la obra incluye la traducci6n de las

Actas, que corre a cargo de Gonzalo Martinez Diez. Ram6n D'AsADA|,

[ntt'cir"ll is de Toledi, .,Homenaje a J. Vinckeo. I (Madrid' 1962-63),

)t-+Sl estudia los oconcilios geneialesu de la dpoca visig6tica, de-st-1'

cando en ellos dos etapas: Ia isidoriana (637-656) y la iuliana (681-al f i '

nal). Ahora el panorama aragonds se enriquece con !a comunicaci6n

presentada por Jesris LarruoE lDudas sobre la actividad conciliar dc

Aragdn entie los ttisigodosl a estas nII Jornadas"'ia divisi6n y orginiza.i6tr dio."sanas constituyen otro tema de cs-

tudio. YfizavBz oe iance, L. lLa Divisifin de Wamb6 Contribuci6n al

estudio de la historia y geografia eclesidsticas en Ia Edad Media espa'

fiola (Madnd, 1943)l y Si*Jnui ALBonnoz, C. lFuentes par? el estudio

de las diuisiones "il"tiritti"os

visigodas, "Boletin Universidad de San-

tiago de compostela", T (1929-30),28-551, entre otros, se han dedicad<r

a e'studiar el primer aspecto. MeNsrtla, D. lOrigenes de la organiTacitlrr

metropolitori ",

la lgiesia espafrola, oHispania Sacra,,, tZ (1959), 255'

2901 habla del segunJo, donde, como es sabido, encajan las tres di6-

cesis aragonesas del momento: Zaragoza, Huesca y Tarazona'

5.2. Estudios sobre la Iglesia en Arag6n

para los episcopologios de las sedes aragonesas -(zaragoza, Huesci't

y Tarazona), aunque con lagunas bastante justificables, hay que-actl-

dir a Gants, Pius 'Bonifacius

lSeries Episcoporum Eclesiae Catholica<"

Graz, !9571 o a AurnNe, c. M. lLate v:isigothic Bishops. Their schools

and the Transmission of Culture, oTraditior,, xxII (New York, 1966),

435-4441, donde trata de los obispos del siglo vII, €l mejor estudiaclo,

aunque-de manera muy resumida, indicando sus obras literarias' Rls'

co, M. lEspana Sagrada, XXX, Madrid, 1859] nos proporciona datossueltos sobre los obispos aragoneses.

Hagamos un breve repaso a los obls pos de Zaragoza, comenzandopor las obras generales, como las de Cannlrro fHistoria de San Vale-ro... con un cotdlogo de todos los prelados... del Reyno de Aragdn.Zaragoza, 16151, Annueco, J. lCdtedra episcopol de Zaragoza en eltiempo de San Salvador, desde su primitiva iglesia y en et principiode su fundaci1n. Zaragoza,1635] y Brasco IJAzo, I. lObispos y arzo-bispos que han regido Ia didcesis de Zaragola. Zaragoza, 19591.

Los obispos documentados, bien por sus obras bien como asisten-tes a algunos Concilios, son Vicente (516), Juan (540-546), Tranquilino,Simplicio (589), Vicente, Mdximo (fines siglo v-comienzos del vr), Juan(619-631), Braulio (631-651), Taj6n (651-680) y Valderedo (691). Volva-mos ahora a ellos tratando de aportar cuanto se ha escrito de Iosmismos.

Sobre Vicente ha tratado Maneunse oe MRrLre lVincent d'Agen etSaint Vincent de Saragosse. Etude de Ia "Passio S. Vincenti martyris.Meulun, 1949,74 pp.l, donde discute la autenticidad de San Vicente deAgen, al que identifica con San Vicente de Zaragoza, de cuya existen-cia llegan noticias a Francia a travds de Leoncio de Burdeos, quienestuvo en Zaragoza en 531. Parte del trabajo lo dedica al estudio de laformaci6n de la leyenda y su propagaci6n.

Del primer obispo llamado Juan sabemos bien poco, 1o mismo quede Simplicio y Tranquilino. De otro Vicente, que se convirti6 al arria-nismo, sabemos a trav6s del Sinodo reunido en Zaragoza en 592, coin-cidiendo con otro obispo no ap6stata, Mdximo.

Por San IsrooRo lDe viris illustribus, cap. 651 sabemos que Mdxi-mo, obispo de Zaragoza a fines del siglo v y comienzos del vt, .,scripsitet brevi stilo historiolam de iis quae temporibus Gothorum in Spaniisacta sunt historica et composito sermone", palabras que indujeron aMotvttvtsptt a creer que M6ximo fue el autor del Chronicorum Caesarau-gustanorum reliquae o Chronicon Caesaraugustanum. A Mdximo se atri-buye, por otra parte, Ia fundaci6n de un primer monasterio junto ala cripta de Santa Engracia, segrin PeLuceR DE OssAU, l.f Mdximo,obispo de Ia Santa Iglesia de Zaragola en Espafia, distinguido de Marco, levita y monje del sagrado monasterio de Cassino en ltalia. Valen-cia, 76711 y Ancavz, G. de lLa verdad en su punto y averiguaci6n dela que hay en la segunda parte de Marco Mtiximo, obispo de Zaragoza.Madrid, 16761.

luan, lr'etrr;rano de Braulio y antecesor suyo en la sede episcopal, de619 a 631, es objeto de un pequeflo estudio por VEGR, Angel CustodiolEl "Argumentum> o uKanon Paschalis" de Iuan de ZaragoTa, tha desa-parecido?, "La Ciudad de Diosn, CLXXII, nrim. 3 (1959), 522-5281, enel que le atribuye tal escrito y el c6mputo de la Pascua, aparte deconsiderarlo como iniciador de la biblioteca episcopal zaragozana. Tam'

l r i r - . r r I ) r i Vnr . , U . l ) . l J t ru t t dc Zarugozd, .DHEE, , I I , p . l .25 l l l c t l t ' t l i t r t

urr pctlucito art(culo en cl precitado Diccionario.IJrcttrlio (631-651) es la figura de mayor rclicve, sin duda algurrit. Srt

pcrsonalidacl y su obra trascienden al dmbito nacional y aun cs rcco-

n<-rcida su autoridad en todo el occidente europeo. Por otra partc, stls

nurncrosas cartas, dirigidas a las personalidades m6s relevantcs dcl

mundo, se han .onu"rlido en fuentes de primera magnitud para cl

estudio de los temas m6s diversos: economia, sociedad, aspectos rcli '

giosos y culturales, etc. De ahi que la figura y la obra de Braulio hayan

atraido a los historiadores de lo visigodo.

Aparte de citas en innumerables obras, trataremos de reflejar los

principales trabajos especificos sobre 61, desde LtonenTe, BartolomC

TViao- del bienaventurado S. Braulio, obispo de Zaragozy. Z^r^goza,

IOO:], uno de sus primeros bi6grafos, hasta el que parece ser el (rlti-

mo, J6dNez ppnnaies, R. [San Braulio. Madrid, l97I]. Entre ambos,

una abundante bibliografia tocando aspectos diversos de la obra del

obispo zaragozano.Rrsco, M. lEt estado antiguo de la santa lglesia de zaragoz4, oEs-

pafla Sagrada,, 30 (Maclrid, l17rl, a pesar del titulo, hace otra biogra-

iiu d"l sinto zaragozano. Por su parte, Fidel Frra le dedic6 varios tra-

bajos. Uno de ellos [El templo del Pilar y San Bryuli9 de Zaragoza.

Documentos anterioris at sigto xvr, (BRAH,,, 44 (1904)l trata -de la

antigi.iedad. de su culto; otto [g/ papa Honorio I y -San Braulio de

Zarigoza,..La Ciudad de Dioso, IV (1870), 187-204, 206-278; V (1871),

z7t-;7g,350-365, 447-458; vI (1871), 49-60, lol-107, 192-200, 252-260'

336-346 y a}-a291 estudia las relaciones entre el papado y el episcopa-

do espaflol a travds de la carta que Braulio envi6 a Honorio I en nom-

bre de dicho episcopado, entonces reunido en el VI Concilio de Toledo'

Se trata de la-contLstaci6n a una epistola dura del pontifice sobre lo

que para 6l era una tolerancia inadmisible para co-n los judios. -SanBrurilo contesta con gran independencia, e incluso le pone de relieve

al papa alguna cita err6nea que 6ste hizo de las Escrituras.

La obra de Braulio nos es muy conocida, pues, desde 6ngulos muy

diversos. En los trabajos de indole general sobre fuentes siempre -secita, inevitablemente, a Braulio,

"rruf "t el caso, a titulo de ejemplo,

de 6nossr, R. [Zas ir"nt"t de la 6poca visigoda y bizantinas. Barcelo-

na, 1947, pp. 287'291 y 294f, que nos presenta al obispo zaragozano

como godo de raza.obra importante para el conocimiento de Braulio es la de LvNcU,

C. H. y GariNoq p. [San Braulio, obispo de ZaragoTa (631-651). Su vida

y oirlt. Madrii, tgsol. El segundo seria el traductor y_ adaptador.

Lynch considera a Briulio de origen hispano-roma-no, independiente-

mente de la naturaleza de tal nombre. Lo que no cabe duda es que su

padre (Gregorio), sus hermanos (Fronimiano y Juan) y sus hermanas(Basilia y Fo-po.ria) son de ascendencia romana. Precisamente toda

Ia farnilia cs estudiada por LaMnrRt, A. lLa lantille de Sctirtt Brauli<t cll'expansi1n de Ia rDgle de lean de Biclar, "Universidad", X (Zaragoza,1933), 65-801, dedicdndose especialmente al padre de Braulio, Grego-rio, y a su hermano Juan, ambos obispos; a Fronimiano, abad; y aPomponia, abadesa.

Un trabajo sintdtico sobre el santo zaragozarro lo podemos hallaren P6nsz DE URBEL, J. lBraulio, <Dictionnaire d'Histoire et de G€ogra-phie Ecclesiastiques>, X (Paris, 1937), 441-4531y en Dr Var, U. D. lSanBraulio, "DHEE", I, p. 2821.

Braulio es autor de numerosas epistolas, cuyo contenido ha sidoprofusamente estudiado. Veamos los trabajos m6s representativos:

A Manoz, J., debemos varios de ellos lSan Braulio de Zaragoza y suepistolario. Madrid, l94ll, trabajo completado con otros lFuentes ie-ronitnianas en el Epistolario de San Braulio de Zaragoza, ,,Gregoria-num), 20 (1939), 407-422; Los cldsicos en San Braulio de Zaragoza,<Razdn y Fc", CXCIV, 231-236:' v Autcnticidad de las cartas de SanBraul io de Zaragoxa, nEstucl ios Eclcsi i rst icos", XVII (1943), 433-4851.

Pfnsz nn UnrEt, J., trata sobre la atribuci6n de una epistola a Brau-lio llUna carta a San Isidoro?, "Revista Hist6rica", I (Valladolid,1918)1, mientras RIESCo, L. lEpistolario de San Braulio. Sevilla, 19751estudia y traduce 44 cartas, fijando sus textos a trav6s de ocho manus-critos de los siglos xrv-xv y afradiendo a la edici6n critica sendos estu-dios sint6cticos y morfol6gicos.

Por otro lado, el resto de la obra de Braulio est6 citada, aunquetangencialmente, en mriltiples autores. La lista seria interminable. Esasotras obras son la oVida de San Milldnn y un "Himno, al mismo san-to, uno de los m6s representativos de la dpoca. Ylzevez DE PARGA, L.lsancti Braulionis Caesaraugustani Episcopi Vita Sancti Aemiliani.Madrid, 19431 publica Ia biografia brauliana de san Mill6n, manifes-tando que el autor la redact6 a instancias de su hermano Fronimiano,que vivi6 junto a los restos del santo riojano. Precisamente CazzaNrca,Ignazio lApunti intorno alla tradizione ms. della vita di S. Emilianodi Braulione Cesaraugustano ed alcune osservazioni di critica testuale(a proposito dell'edizione Madrilena del 1942), ..Acmer, VII, nrim. 3(Milano, 1954), 533-5491 nos habla del manuscrito Cassinese 324, queno fue utilizado por V6zquez de Parga, y anuncia su edici6n critica.

Por riltimo, cabe sefialar que durante su pontificado nace una tradi-ci6n sobre la aparici6n de la imagen de la Virgen de Cogullada, comonos relata Bur Gencfa, J. lNovenario a Ia Santisima Virgen de Cogtt-Ilada, aparecida en el afio 637, siendo obispo de Zaragoza eI gloriosoSan Braulio, y venerada... en el santuario del tdrmino de Corbera...Zaragoza, t902l.

Las citas sobre Tai6n (651-680), sucesor de Braulio en la sede zara-gozana, son tambi6n abundantes, sobre todo en todas las obras quetratan de la cultura visieoda de estas fechas, al ser destacado autor

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r t uos ( ' ( ) l n ( ' n l l r i os l r l os uMora l i uu r l c S ; . t r r ( i r c l i o r i o . l ) t , r z r l ) t . r r ,( ' . I A.spt ' t ' los dt ' lu L ' t t l t t t ru l i lc rur iu cn Iu I i .s l t t t t lu t ' i .s i14t i t icr r , . [1111-' l 'o lcc larr<-rs, , ,

l l l , -5-5-56] es L ln e. jcmplo c lc c l los.Sirt cntbnrgo, cxistcn t : rmbi in traba. jos monogr/r l ' ict . rs s<lbrc ' l ' l j r i r r ,

srt olrrir y su lcycnda, corno los de Arusracu, E. lTaionis at Isidori rtot,ttI rugrrtct t la et opera. Madrid, 1930]; SERRaNo, L. lLa obra , ,Moral t ,s, dtSurt Grctriorio en la literatura hispanogoda, "RltBM", 24 (l9ll), 4tl2-4971; VEcA, A. C. lTajdn de Zaragoza. (Jna obra inddita, ol-a Ciudadclc Dios,, CLV (1943), 145-1771, quien intenta identificar unos l.r'ag-nrcntos escritos hallados en un c6dice del siglo x, en la catech'al clcLirida, con una obra de Taj5n distinta de las <Sentencias"; Mnnoz., J.lTaidn de ZaragoTa y su viaie a Roma, "Mdlanges Joseph de Ghellinck,(Gembloux,795l),345-3601, que estudia y realiza una critica sobrc Ialeyenda que lleva a Taj6n a Roma en busca de bibliografia gregorianapara completar su propia biblioteca, leyenda que tambidn habia estu-diado L. SennaNo fVdase .,RABM", 20 (1.909), 40I-4ll). Ar-vannz Pnr.l-r-rERo, M. C. lEstudio de las -t'uentes y ldxico de la carta de Tajdn a Euge-nio de Toledo. Salamanca, 19661 pone de manifiesto que Taj6n bebi6en otras fuentes distintas a las gregorianas.

Por ultimo, aparte de la breve y sintdtica nota de De VaL, U. D.lTaj6n, uDHEEo, IV, p. 2.5161 es curiosa la antigua obra de l,6przBAcA, L. lPilar de ZaragoTe, colwnna firmisima de la fe de Espafia,primer templo catdlico del mundo... escrita por el obispo de ZaragozaTaydn en tiempo de los godos. Alcal6, 16491.

De Valderedo, :6ltimo obispo zaragozano conocido de esta dpoca,apenas si tenemos la noticia del Concilio nacional de 691 que convoc6.

Los obispos oscenses de la 6poca visig6tica, poco estudiados, hantenido no obstante algunos valedores, como Frra, F. lPatrolog|a visi-gdtica: Elpidio, Pompeyano, Vicente y Gabino, r,bispos de Huesca enel siglo vr, "BRAH",49 (1906), 141, y ss.l y Caranua,V. lEpiscopologiode la di6cesis de Huesca. Huesca, 13911.

Elpidio es, de todos ellos, el que ha atraido mds la atenci6n de losinvestigadores, cual es el caso de Quaurrw, D. H. lElpidius, d.vAque deHuesca et les souscriptions du deuxidme concile de ToIDde, ..Revue Be-nedictineo, XXIII (1906), 257-260 y 487 y ss.l, quien nos dice que (entiempos de Teudis, cuatro hermanos -Justiniano de Valencia, Justode Urgel, Nebridio de Egara (o tal vez Barcelona), Elpidio de Huesca-llegaron a ser obisposr, lo mismo que lo serian otros grupos de her-manos (Leandro de Sevilla, Isidoro de Sevilla y Fulgencio de Ecija),aparte de la familia de Braulio, ya citada, concluyendo eue, noobstante la coincidencia y reiteraci6n del hecho, no existen indiciosde nepotismo ni de simonia o, por Io menos, no consra en los sinodosde estos aflos, de manera que debieron ser nombrados e incluso suce-derse gracias a sus propios mdritos.

SclalrRorcr, K. lDie Kirche in den Reichen der Wcstgoten undSuewen bis zur Errichtung der Westgotischen Katholischen Staadskir-che. Berlin, 1967, 84, n. 47] vuelve a hablarnos de los cuatro obispos,entre ellos Elpidio de Huesca.

CaMpos, J. lVicente, obispo de Huesca y Calasancius en eI siglo vt,<Analecta Calasanctiana", 23 (Madrid, 1970), 53-94] trata de Vicente,disciplo de San Victori6n (t 558) en el monasterio de Asdn, como 1ofueron Tranquilino de Zaragoza, Gaudioso de Tarazona, Aquilino deNarbona y Eufronimo de Nimes. Vicente de Huesca constituye uncaso ins6lito en Arag6n, puesto que es el rinico del que se conservandocumentos escritos no literarios, aunque en sendas copias del si-glo xt, tal como puede verse en el apartado dedicado en esta Ponenciaa las uFuentes> aragonesas del periodo visigodo.

Usrero AnlerA, Antonio lTemas eclesitisticos oscenses, "Ligarzas>,3 (I97I>, 17-40) toca tangencialmente temas visig6ticos al hablar deobispos oscenses y la invasi6n musulmana.

Acerca de la di1cesis turiasonense, pocos trabajos. Poco es lo quenos dicen M. A. At-EcRe DE CASANATI lVida y encomio de S. Prudencio,obispo de Tarazona, y catdlogo de sus obispos. Zaragoza, 16261 y AR-GAtz, G. lHistoria del obispado de Tarazonal.

Si pasamos al mundo de los monjes, el panorama aragonds es deso-lador. Pocas, muy pocas cosas sobre el monaquismo aragonds visigdtico.

Para poder hilvanar una minima sintesis tlos vemos obligados aacudir a obras de cardcter general y entresacar datos dispersos. Talesson los casos de los trabajos de, entre otros, Garcia Villada, Pdrez deUrbel, Mund6, Martinez Diez, Linaje Conde, Orlandis, Abadal, CamposRuiz, Colombas, Diaz y Diaz, etc.

Efectivamente, hay que acudir a Gancfa VrLLAoa, Z. lHistoria ecle'sid.stica de Espafia], cuyo tomo segundo dedica una pequefla parte a losmonasterios visig6ticos (pp. 282-284), a PEnEz oe URuEt, J.lLos moniesespafioles en la Edad Media. Madrid, 19451 y IEI compromiso monds'tico en Ia Espafia de la Reconquista, "Studia Silensia", I (Silos, 1975),57-73f , sobre todo en el segundo estudio en el que, independientemen-te del titulo, trata fundamentalmente del monaquismo visigodo, tantode los monjes sujetos a las reglas de Fructuoso e Isidoro como de lospseudocenobios condenados por la uRegula Communis'r.

Interesante es el trabajo de Anscari MuNno III monachesimo nellaPenisola lberica fino al sec. vrr, <Settimane di Studio del Centro Ita-liano di Studi sull'Alto Medioevo" (Spoleto, 1957\, 73-1081, en el quedestaca, relativo a territorio aragonds, al abad San Victori6n de As6n,incluyendo el epitafio recogido por VtvEs, J. llnscripciones cristianasde la Espafta romana y visigoda. Barcelona, 1942, pp. 87-89, n." 283 y2841, y destacando al abad asanense como forjador de futuros obisposde Tarragona, Huesca y Tarazona.

l l r t t t ' t r l ta. io clc cl ts iunblajc y sir t tesis clc clatos cl is l ' lcrsos sobrc la [or-t t tacir i r r c lc lc ls patr imoni<- ls mondst icos, c l dcst ino dc sus bicncs, srrluclr tr in istraci6n, cxencioncs, etc. , pero de car6cter general , cs cl dc Gon.zirlo M,rn-t'fNrz Dfez lEl patrimonio eclesidstico en la Espafia visigodu.Estudio juridico. Comillas, 19591.

Anlonio Lrxacr CoNnE ha dedicado la mayor parte de su cxtcnsaproducci<in investigadora al monacato hispano. De esa obra me intc-resa destacar para el periodo visigodo los articulos EI ideal de los pa-dres visig6lrcos [oligarzas>>, 1 (1968), 79-981, La condici1n social y elrdgimen laboral en el monacato dsigodo ful-igarzaso, 2 (1970\, 5-20],sobre todo este segundo donde describe, en general, el ideario y el dc-sarrollo de la vida diaria de los monjes visigodos a trav6s de las misimportantes reglas mondsticas del momento y a los Monasterios alto-medievales espafroles de los Santos Cosme y Damidn [uCuadernos deHistoria de la Medicina Espafiolan, IX (Salamanca, 1970), 15-741, conun estudio inicial de las tradiciones conocidas sobre la vida de ambossantos, haciendo notar luego la proliferaci6n de monasterios nacidosbajo su advocaci6n, desde el periodo visigodo hasta 1109. Nos muestrala abundancia de monasterios dedicados a ellos en Castilla, c6mo de-crece en Ledn, para ser escasos en Asturias, Portugal y Arag6n e in-existentes en Galicia y Catalufra.

De todos es conocida la extensa y fundamental obra de Jos6 On-LANDTs sobre los visigodos hispanos. Su preparaci6n le ha permitidoescribir en profundidad sobre los mds variados temas de cultura, eco-nomia y sociedad, aspectos jurfdicos. Aqui nos interesa ahora desdeel punto de vista del monacato y, a este respecto, son interesantes susEstudios sobre instituciones mondsticas medievales (Pamplona, l97l),obra en la que redne varios trabajos publicados en revistas diversas.Para el periodo visigodo interesan, aparte de otros aparecidos poste-riormente, los siguientes articulos: Los origenes del monaquismo drt-plice en Espafia (pp. 20-3a), Notas sobre sociologia mondstica de taEspafia visigoda (pp. 53-68), La ,,lectio divina" en el monacato visigodo(pp. 85-9a), Las congregaciones mondsticas en Ia tradici6n suevo-gdti-cas (pp. 98-123), Los monasterios 't'amiliares en Espafia durante Ia AItaEdad Media (pp. 127-164), Los monasterios drtplices espaftoles en IaAlta Edad Media (pp. 167-202\ y La ,,Traditio corporis et animae". LaLcos y monasterios en Ia AIta Edad Media espafiola (pp. 219-378).

Sobre las reglas mon6sticas visig6ticas puede acudirse asimismoa la obra de J. Caupos Rurz e I. Roca MerrA lSantos Padres espafioles.I/.' S. Leandro, S. Isidoro, S. Fructuoso. Reglas mondsticas de Ia Espa-fia visigoda. Los tres libros de las <<Sentencias". Madrid, l97lf , comoes interesante asomarse a la de Gracia Maria Cor,onrsas Llurr. fEl mo-nacato primitivo. I: hombres, hechos, costumbres, instituciones. Ma-drid, 19747.

Otra olrr i r conrplcta a tcncr cn cucnt i-r cs la dc M. C. l ) f i t ' t . t l )Lt t . ,s i l r icn para cl tema que ahora nos ocupa, el monaquisnlo, i r rs ist i rc 'cn una concreta, La vie ntonastique d'aprds les dcrivains wisig<tlhi-qucs (vl siicle) fen nThdologie de la vie monastique, (Ligni, Abbav(.Saint Martin, 196l), 371-3831.

Dentro del actual territorio aragonds destaca el monaquismo de lazona pirenaica, si bien los datos aportados son en conjunto escasos,dada la parquedad de las fuentes escritas y arqueol6gicas.

Se pueden espigar noticias en LrNacE CoNnE, A. lLa ntozarabia yEuropa: en torno a San Eulogio y Ia Regla de San Benito, ,<Yermo>,XIV, nrim. 3 (1976), 189-1991 y Ram6n D'Aeaoar lEl renctixetnent mo-ndstic a Catalunya desprds de I'expulsi1 del sarrains, "Studia Monasti-ca>, f I I , nr im. I (1961), 165-1771.

F. Iftrcurz lAlgunos problemas de las viejas iglesias espctftolas..,cuadernos de Trabajos de la Escuela Espafiola de Hist. y Arqueologfaen Roma,, VII (Madrid, 1955), p. 181 nos habla de los monasteriosvisigodos pirenaicos, asoci6ndolos con lugares peflascosos. Se dedicaespecialmente, dentro de la parquedad informativa, a los monasteriosde Obarra y Ala6n (fundado 6ste en 656 por Vandregisildo), cenobiosa los que supone como origen de los pueblos de Sopenin y Sopeira,ambos derivados de "Sub petram>.

Angel Cnunuas recoge algunas Noticias sobre eremitismo aragondsf"Analecta Legerensia,,, I (1970), 257-308f y da algunas pinceladas devisigotismo mondstico altoaragonds, las pocas que ha podido encon-trar, en el trabajo dedicado a El monasterio de S. Urbez de Serrablo.Estudio historico y diplomdtico de su documentaci1n hasta la nluertede Ramiro 1/ fuUniversidad", XX (1943)].

Escaso en datos concretos sobre esta dpoca es el articulo de JaccluesDucos lMonastdres et pie monastique dans le Haut-Aragon. (Des origi-nes au xrt sidcles), oRCOMo, LXXX (1967), 183-1961.

En su articulo Fundaciones mondsticas en el Pirineo aragond.s[uPrincipe de Vianao, XLVI-XLVII (1952), 263-3381, Ricardo Der Ancoapenas si puede dar, por falta de datos, una vez m6s, algunas referen-cias al periodo visigodo. Algunas citas a los cuatro obispos oscensesElpidio, Pompeyano, Vicente y Gabino (522-600), alguna minima refe-rencia al monasterio de S. Urbez, sorprendido en su retiro por los mu-sulmanes, y a San Victoridn. Por cierto que San lJrbez tendrd en Da-mi6n IcuacEN Bonau lVida de S. Urbel, sol de la montafia. Zaragoza,19691 a un apasionado escritor.

El monasterio de San Victori6n es el cenobio que ha cosechadomds estudios, dentro de la parquedad general. Manrin Dueue, A. J.lNotas a prop6sito de una yisita al monasterio de San Victoritin deSobrarbe, nPirineos,, XI, nfms. 35-38 (1955), 305-3151 nos habla delmonasterio de San Martin de As6n, situ6ndolo cerca de Los Molinos,de donde fue abad San Victoridn a mediados del sislo vr. Realmente

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t l t ' t l i c t r l u t t u r . y o t ' p u r t c r l c l t t ' u I r a . j o : r l u r b l l r t ' t l c l i r t i p o t ' r r r l t ' t t u t y o t t ' .p l t ' r rck r r c lc l c lc Sun V ic to r i ; i r r (s ig los . \ l y x l t ) , pcnr l r i r cc r r t r i r l t t cv r 'rcvisir i r r cr i t ica clc los prcccdcr-t tcs vis ig<lt icos. La l )crs()r ta dc S. Vit ' lor i r i r r cs <r lr . jcto dc atcncion por paltc dc F. Ft ' r 'n l l :p i tol ios dc S. Vit l t tr iart ubud.. . , "BRAHo, XXXVII (1900), 491-5241, cpi tal ' ios a los <1ttcrrrc hc rcfcr ido al hablar de las inscr ipcioncs.

A. Dt;R,(t{ Gunror lEl monasterio de Asdn, oH<smena jc a .lostl Mirt lnLacarrao, I (1977), 135-1571 formula una intercsante tcorfa sobt'r' luubicaci<in de este cenobio, al colocarlo cerca de Quiccner y Mottlt 'rrt'rtgon. La aportaci6n es importante para la historia de Hucsca, 1'rlt ' ir ludi<jcesis oscense y para el monacato visig6tico.

Pocos son los datos que sobre Ala6n puede reunir CastIl-t.t1N, lr.lLos abades de Aladn: jurisdicci6n y prerrogutivas. .,Argcnsol:.to, ll5(1978), 41.-123), dedicando a su periodo visigodo las p6ginas 4l-44.

Como se ve, la falta de fuentes concretas han dificultado la rcirlizaci6n de cualquier estudio, y eso en el campo religioso, que pitrtc t'trcondiciones ventajosas sobre cualquier otro.

6, ASPECTOS SOCIOECONOMICOS Y URBANISTICOSDEL ARAGON VISIGODO

Los estudios socioecon6micos referidos al territorio que luego sc-ria Arag6n son pr6cticamente inexistentes. Las fuentes hist6ricas rrohan ayudado mucho a que la realidad sea distinta y, cuando lo haccn,se circunscriben fundamentalmente a acontecimientos bdlicos que, arnlcuando inciden en la sociedad y en la economia, no son los rinicosfactores a tener en cuenta. Si tenemos datos sueltos de epidemiuscomo, por ejemplo, la peste bub6nica de 542, o de plagas de langostten los campos zayagozanos en 584 y 642 [Bancn6, M., Les plagucs ilcllagost a la Carpetd.nia, 578-649, "Estudios d'Historia Agrarian, 1 (l97tl),67 y ss.l. Pero, en general, se trata de noticias dispersas en el ticnrpoy en el espacio, que mereceria la pena recoger, ordenar y sintetiz:rr'.

Tampoco conocemos prdcticamente nada sobre la agricultura Lrr't-gonesa del momento como no sean noticias parciales y adem6s muylocalizadas temporal y espacialmente, como el ejemplo de la epistollde Braulio a Yactato, en la que describe los productos agricolas rcc()-lectados en las tierras de la Iglesia zaragozana: vino, aceite, aceitunlsy ciruelas [V6ase J. Maooz, San Braulio de Zaragoza y su epistolurio(op. cit.), p. 93, y Rrrsco, Epistolario de S. Braulio (op. cit.), pp.80-81'1.Sobre la ganaderia, todavia menos noticias.

Para saber algo de la mineria hay que acudir a las Etimologias, dcIsrnono np SEvrtlR, noticias sistematizadas por Ditz y Dfaz, M. C. Iil, '-tales y mineria en la dpoca visigoda a partir de Isidoro de Sevilh. l:.tr

la nr incr ia hispana c ibcroamcricanao (Lc6n, l97O),261-274, y I t ts capl-tulos sobre metales en las Etimologias de Isidoro de Scvil/rr. Lc6n,1970, 99 pp.f.

En otro terreno, parece que hubo en Zaragoza una colonia dc oricn-tales y, desde luego, una de judios [Vdase Gancfa IcrESrAs, L., Los jtr-dios en Ia Espafia antigua (Madrid, 1975'), 62 y l74f , pero son tambidndatos aislados, como los que nos proporcionan, por ejemplo, algunascartas de San Braulio, cuya actuaci6n antisemita concuerda con laintransigencia del Estado cat6lico visigodo y la Iglesia goda nacional[Lvncn y Gattuno, San Braulio... (op.cit.), pp. 153-164]. Pero en esteterreno habremos de remitirnos a la bibliografia de car6cter general.

Con el rinico objeto de extrapolar sus logros a Arag6n, con los con-siguientes riesgos que ello supone, indicaremos a continuaci6n una su-marisima bibliografia de car6cter socioecon6mico general, muy limi-tada aunque seleccionada, pues Io general no es el fin de esta ponen-cia, sino Arag6n tan s6lo. Pero la parquedad de estudios sobre nues-tras tierras me oblisa a ello.

6.1. Aspectos sociales

Hablaremos, en primer lugar, de los aspectos sociales. Es impres-cindible comenzar por un trabajo amplio y sintetizador, como puedeser la obra de OntRIvnrs, J., lHistoria social y econ6mica de la Espafiavisigoda. Madrid, t975f , quien dedica todo un capitulo (el III), a sin-tetizar la (estructura social" visigoda, basdndose, sobre todo, en lalegislacidn y en los escritos coetaneos. Hace un repaso general sobrelas clases sociales, la nobleza visigoda, la aristocracia hispano-romana,la oligarquia dirigente del siglo vn y el pueblo libre, para finalizar conalgunos datos sobre los siervos, libertos y semilibres. A continuaci6npueden leerse dos trabajos de este mismo autor: El elemento germd-nico en Ia lglesia espafrola del siglo vrr [(AEM", 3 (1966),27-64f y Loshispanorromanos en Ia aristocracia visigitica del sig/o vu ["RevistaPortuguesa de Historia", XIII (Coimbra, 1970), 189-1961, donde trata,respectivamente, de la germanizaci6n del clero, antes hispano-romano,y de la pervivencia de la aristocracia hispano-romana en el desempeflode cargos en el nuevo Reino.

C. SANcnpz ArnoRuoz trat6 sobre Los grupos de presi1n en las pos-trimerias de Ia monarquia visigoda, l"Settimane di Studio sull'AltoMedioevon (Spoleto, 1962)l; por su parte, SrRouexER, K. F. lSpanischeSenatoren der spatrdmischen und westgotischen Zeit, en "MadriderMitteilungevl,,, 4 (1963), 107-1321 nos habla tambidn del papel repre-sentado por la antigua aristocracia hispano-romana en el nuevo Reino,tema en el que incide LaMBERT, A. lLa famille de Saint Braulio... (op.clt./l estudiando esa misma aristocracia a trav6s de ejemplos concre-tos. El de Gancfu MoRnNo, L. A. lProsopografia del Reino tisigodo de

)Le

l ' , , 1 r , 1 , , . S i r l r r r r r i r r r r ' l r , l ( ) 7 . 1 1 ( ' \ l n t i t r t c t t ' s r r t t l t ' l l l r l r l r l o r o l l t c l ; t r r x i c r l u r lI t i s l r i r t ro ' r ' i s i11ot l i r , t ' o tuo los r l t ' K tx r ; , l ' . l ) . IL t t r t ' t t t r t l Sor ' i r ' / . ' l ' i n l l t r l t t .t i r y t t l r i< ' K i t t . i t l tn r t , ( ' l u r r l> t ' i t l gc , 19721 y V l i t t t . tN t l t ,N , ( ' l r r r t ' l t ' s lL ' r ' r , l r l t ' r l .1 ; , ' , l , t t t . s L ' l i t t ropc t r t (d i (v t t l c . I : I ' c t t i t t s t i l t t lb l r i t l t r c , I ; ru t t t ' t . l l r t t l r r r ,l ( )55 l , r l r rc t lec l i ca par lc c lc la obra (Pp.62-97) a l l pob lu t ' i r i l r sc t t t i l i l r t cv si t ' t ' r ,os clc l ; rcr iodo visigockl .

Solr-r . l ' t cortrurt i t lud judia, Ia bibl iogral ia birs ica pucclc scr l l r t ; t t r 'apor ' l i r rr l l , r r t t , I . lA History ot ' the Jev,,s in thc Christ iurt Spuitr . L 'ul ; rort t t l rc uga ol RcconqLtest lo the fourteenlh ccntury". l ; i lat lc l l i r r ,1966'l; Jus'fnn, E. lLa conditiott ltgale des luit's soas /es rois visit{tllts,

"E tudcs d 'H is to i re iu r id ique o f fe r ts n P . F . G i ra rd , , I I (1912) ,275-3351,quc cstudia la condici6n legal de este pueblo bajo Ia monarqttfa visi'goda; Karz, Salom6n lThe Jews in the Visigothic and Franki.sh Kfrr;3.donts of Spanien and Gaul. New Jork, 1970, reprint of the 1937 cdition l;VRr-r-scrl-ro Avrr-a, Manuel lLos judios de Castilla en Ia alta Edad Mt-dia, "CHE", 14 (Buenos Aires, 1950), 17-110, concretamente pp. 19-271,donde proporciona una visi6n resumida de la situaci6n del puctrkriudio en esta 6poca, en gran parte tomada de Baer; y Lacavn Rlnti<1,I. L. lLa legislaci1n antiiudia de los visigodos, "Simposio Toledo .Iu-daico. Toledo, 1972,,,I (Toledo, 1973), 3l-421.

6.2, Aspectos econ6micos.

En el aspecto econ6mico, como en el anterior sobre la sociedad, csnecesario acudir para formarse una idea general a Onrauorc, J.lHistoriasocial y econdmica... (op.cit.)f, dentro de cuya obra los capitulos IV, V,VI y VII son dedicados, en un alarde de capacidad de sintesis, a losaspectos econ6micos, en general.

La Hacienda piblica lcapitulo IV] queda desmenuzada a travds dctres puntos: el Tesoro regio, el patrimonio de la Corona y el rdgimcntributario. Respecto al patrimonio real lo valora en m6s de tres milposesiones de car6cter rural al final de la 6poca visigoda. Nos narrac6mo los hijos de Witiza, tras Ia invasi6n musulmana, hubieron clccontentarse con el reparto del "Patrimonio de la Coronao y c6mo, porejemplo, mil posesiones le fueron adjudicadas a Akhila en territorioaragon6s.

La agricultura y la industria ocupan el capitulo V. De la agricullu-ra le interesan los repartos de tierras y la producci6n. De esta segundadestacan sendas alusiones a la zona zaragozana: una respecto s "lacontinuidad agraria con el periodo de la tardia romanidad, cuand<tAurelio Prudencio contemplaba la ciudad rodeada de cabezos cubicr'tos de olivoso lp. 1271, con la salvedad de que es una met6fora en laque la joven mujer que es Cesaraugusta comparece ante Dios, portatt-do su ofrenda de mdrtires y cefrida su cabeza por una rama de olivo;y la otra, referida a mediados del siglo vlr, cuando nsan Braulio envi/t

249

dcsdc Zaragoza a su amigo cl prcbi tcro Yaclat<l un prcscntc c1rrc, j t r rr-to con Ios cereales, puede estimarse reprcscntativo clc los pi6clrrctgsde esta tierra: vino, aceite, aceitunas y ciruelasD, como ya ircnros in_dicado.

- Poco espacio, porque pocos son los datos transmitidos, le dedicaa la ganaderia, sin especial mencidn a Arag6n; y otro tanto ocurre conla indusftia.

Der ,comercio lcapitulo VI] Ie interesan ros comerciantes y los lu-gares de comercio, el comercio exterior y el interior, destaiando dedste _la inseguridad de los caminos, a pesui de la legislaci6n que trata-ba de garantizarla.

"psr.6 estas leyes no siempre l6grarian su prop6-sito y hay indicios de que ciertos caminos no

-ofreciin garantiai pi.u

los viajeros. San Braulio, en una carta dirigida al obisp-o de Valencia'[Epistola xxIV de las publicadas por J. Maooz], le eicribia que lasgentes de la regirin de zaragoza temfan viajar a la ciudad levintina,por miedo a los ladrones. La comarca entre Arag6n y valencia era,por tanto, una zona insegura a mcdiados del siglo vrr, [p. l4l].

La moneda (mitrica, ley y cecas) y el cridito, constituyen la rilti-ma parte de este capitulo VI.

El capitulo VII y riltimo estii dedica do al nipel d.e vida, tocando eltema de ricos -y pobres, de modo general, lo mismo que en el caso deIa evoluci6n de la coyunrura.

A esta obra de cardcter general sobre economia convendria afladirlos trabajos de Gancie ne vaLnEAVELLANo, L. lLa moneda y to

"coii-mi.a de cambio en la Peninsula lbdrica desde el siglo vr hasta med.ia-dos del siglo xr, "vIrI settimane di Studio del centio italiano di studisull'Alto Medioevo" -(Spoleto, 196r), 203-2301 que, aunque se refierefundamentalmente al periodo medieval posterioi a Ia invasi6n musul-mana, es uno de los pocos intentos de interpretaci6n de la economiamonetaria de la dpoca visigoda; GoNzArEz Gau-scq r., escribe unosApuntes para un estudio econ1mico de Ia Espafia visigod.a [oArchivosLeonesesn, 4l (1967), 89-1091 en los que, a bise de lai "Etimologiasoy el "Fuero Juzgor, estudia los aspectos agropecuarios y pre-iidus-triales de la economfa visigoda; Bancerd rut. lmonedas iisigod.as deHispania: un estado de Ia cuesti1n y algunos problemas d.e metodolo-gia y organizacidn de las emisiones monetarias, oNumisma>, XXVII(r977)l; unrpro ARrEra, Antonio lciclos econ6micos en Ia Edad Med.iaespafiola. Valencia, 19691, obra de car6cter general, pero que trata,en su primera parte, del periodo visigodo y de la depresi6n econ6mi-ca que le afect6.

Por otro lado son interesantes los trabajos de Luis A. Gencfa MoReuo, sobre colonias de comerciantes orieniales en la peninsula lbiri-ca. siglos vr-vrr, ["rrabis", 3 (1972), 127-154f; el de LacaRRA, J. M. lLaPeninsula lbd.rica del siglo vrt al x: centros y vias de irradijaci1n di Iacivilizaciin, "centri e vie di irradizione della civiliti nell,Alto Medioe-

250

11v, , (Sgr r r l t ' to , l ( )6 ,1 ) , 23 t { 2^12 r ' 331-3 j4 , |

rp rc r . 'o r rs l i l r rv r . r r r r r r v is i r i r r r l t .t ' o t t i t t t t lo r ' l t l o l r r r l , r 'o r r t ' c l c lc r rc i r . rs a la I l sp l r i r l r g< lc la v s r rs l ' t ' l l r t io r r r ' rt ' r l r ' r ' ru rs ; V l tH< 'n t r t ' rH t iN , F . I Lu c i rc ' t i t t t io t t r / t ' . s t t t c rc l tu t ts t ' t t I i t t r t tp rt t t ' t i t l t ' t t l t t l t ' r / r t t ' t " art x" .s i lc/c: espccls tconorrt iqtras ct t ' t i l t tu ' rr l r ' .s, n( '1 '11-l r i t ' r ' i c c l i i r rac l iaz ionc c lc l la c iv i l i t i \ nc l l 'A l to Mcc l iocv t - r , ( .S ; r< l l c to , 1964) ,393-.1 l l ' l , r l t rc pucclc scrvir cn partc para cl cstucl io clc lus rclaciont 'svis iror las; y Ont.nntrts, J. lBl nivel t le yida at lu I l ispurr ia vi .s igt i t ict t ,uAI iMu, 8 (1972-73), 17-331, que abarca del s iglo vr al vrtr .

6.3. Consideraciones sobre el urbanismo

Por riltimo, algunas notas sobre urbanisnrc. La historia urbana clcArag6n en la dpoca visigoda, como en otros tantos aspectos, esti porhacer en profundidad, si ello es posible. De ahi que tengamos que acu-dir, una vez m6s, a trabajos de car6cter general que, de cuando en cuan-do, hacen referencias a nuestra tierra.

En este sentido es imprescindible el trabajo de Lacanna, J. M. [Pa-norama de la Historia urbana en la Peninsula lbd.rica desde el siglo vuI x, ,,La cittir nell'Alto Medievo. VI Settimane di Studio del CentroItaliano di Studi sull 'Alto Medioevon, I (Spoleto, 1959), 319-3551, qucabarca desde las invasiones germ6nicas hasta el siglo xt. Acerca de losvisigodos traIa, por un lado, el siglo v y, por otro, el vr y vrr, mostran-do (a base de datos arqueol6gicos y demogrAficos) una visi6n del tra-zado urbano y de su posible poblaci6n.

Para Arag6n, los datos m6s completos son los aportados por ORrau-Its, J. lZaragoza visigdtica (op. cit.)f y Gancfe Ictrsras, L. lZaragoza,ciudad visigoda (op. cit.)f, aunque referidos exclusivamente a la ciudaddel Ebro.

Aparte de esto, y acerca del rdgimen politico-administrativo de lasciudades hispanogodas, es fundamental la doble obra de SAucsez Ar-BoRNoa C. lEl gobierno de las ciudades en Espafta del siglo v aI x, ,,Lacittd nell'Alto Medioevo, VI Settimane di Studio del Centro Italianodi Studi sull 'Alto Medioevo>, I (Spoleto, 1,959),359-3911, en donde pro-fundiza en varios puntos en los que ya habia trabajado con anteriori-dad y m6s concretamente en su obra sobre Ruina y extinciin del mu-nicipio romAno en Espafia e instituciones que le reemplazan lBuenosAires, 1943, reed. gn

"Estudios visig6ticos> (Roma, 1971), 9-1471, re-construyendo el rdgimen politico-administrativo de fines del Imperio,durante el periodo visigodo y en los mundos musulm6n y cristianohasta el siglo x.

En conclusi6n, los estudios sobre aspectos socioecon6micos y urba-nos del actual Arag6n en 6poca visigoda no existen, si bien en este casoeI hecho no est6 motivado por Ia uniformidad que los monarcas visi-godos impusieron en su reino como puede ser el caso del derecho, laadministraci6n, los aspectos religiosos, etc., sino en virtud de la falta

casi total de datos, motivada por la carencia dc fucntcs dc todo tipo.Unas noticias inconexas, que las hay, no permiten por ahora profundi-zar mucho en el tema. De ahi que hayamos tenido que valernos de unaproducci6n historiogrdfica de cardcter general.

7. ASPECTOS CULTURALES

7.1. Algunos trabajos de cariicter general sobreIa cultura hispana

El estudio de aspectos generales y concretos de la cultura de la Es-pafia visigoda ha atraido a muchos historiadores hispanos y extranje-ros. En cambio, el estudio de la cultura goda en Arag6n ha llamadoa muy pocos, aunque si existen algunos trabajos parciales, dedicadosen su mayor parte a las autinticas "figuras> aragonesas del momento,Rraulio y Tajrin, fundamentalmente. Antes de paiar a los segundos, esobligado resefrar algunos estudios de tipo general, en el enlendimien-to de que la ocultura aragonesa> participd sin duda del movimientogeneral. La relacitin no es exhaustiva, pero tampoco es ese el objetivode esta puesta al dia.

Es obligado remitir al lector a las obras resefiadas en el apartadocorrespondiente a la rglesia visigoda aragonesa de este mismo irabajo,pues,to que la cultura del momento es eminentemente religiosa y no

-se

pueden estudiar de manera independiente. De todas ellas convi"nl hacerespecial hincapid en las de J. OnraNDrs y A. LrNacE.

Por otra parte, interesa tener presente la producci6n de M. C. Dlazv Dftz sobre todo su De Isidoro al siglo xr fBarcelona, El Albir, lg76f ,donde aglutina ocho estudios, algunos de ellos publicados con anterio-ridad en revistas diversas, interesandonos tan s6lo los correspondien-tes al periodo visigodo lLa penetraci1n cultural latina en Hispania enIos siglos vr y vrr (pp. 11-20); La cultura de la Espafi.a visig1tica d.ersiglo vtr (pp. 23-55); La cultura literaria en la Espafia visig6iica (p6gi-nas 59-86); La obra literaria de los obispos visigdticos toledanos: iu-puestos y circunstancias (pp.89-115); e Isidoro en la Edad Media his-pana (pp. 143-201)).

No se deben olvidar las aportaciones de Josd Maooz. Adem6s de susEpistolario de San .Braulio de ZaragoTa y Taj6n de Zaragoza y su viajea Roma, ya resefladas con anterioridad, interesan tambidn suj articulossobre Ecos d.el saber antiguo en las letras de la Espafta uisigoda [uRa-z6n y Pe.,', r22 (1941'), 228-240f; citas y reminiscencias cldsicas en losPadres espaiioles ["Sacris Erudiri", 5 (1953), 105-132]; y sus monogra-fias sobre san lulidn de Toledo ["Estudios Eclesi6stiisso, 26 (rgsz),39-691; san lldefonso de Toledo ["Estudios Eclesi6stic6s,,, 26 (r9s2)t,

.167 505 | y Srrrr I s idt tr t t r l r , .Sr ' r , i l l r t . sr t t t l t lut t l . t t t / , ' st t l r ' rs, t t tdir t r t l I l 'cr ' r l r ,

l ( l ( ' ( ) 1 .Arlcrrr i is convicnc acucl i r a Cl l t tT. I I t iRt lANtrt iz, M. [ 'Sarr I 's i t l t t ro t ' ' ' l

l t f t t l t l< ' r r t r t r ! r ' l a1 << ' r l l t t rau l t i sp t t t r t t ' t ' i s i , t l t t la , "A-EYl ' 3 (1966) ' 4 t3 -4231;

l)0lr fN<;rr Iz. r lE vnr. , Y. lCt i l t t r ra t t tcologia en la Espaf ia ui .s igor/r t , "Sir l 'r rurrr t iccrrsis, , , l7 (1g7q: -581-6121; Forur ' r tnt l , J ' l ls idorc de Sttvi l la r l l t

, , , t , , , r" c lassi , iqtrc dans l 'Espagtte ut is igothiquc' Paris ' 1959; Ctt ,varsi6tr

t ' t < ' t i l l t t re chcz. Ics i is igoths'd 'Espagn'c, ' iVI Sctt imanc di Strrcl i . t t ' l

( tcntro I tal iano di stui i sul l 'Al to Medioevoo (Spoleto, 1967), 86-147; v

i,i,,,, o, moyens de l'enseignement eccld'siastique Q9n1 l'Espttgrtc rt' isi'

11.t1ique, {rn oLa scuola iell 'Occidente latino dell'Alto Mcdiocv,', I

iSpulcto, lg72), UiaOZ y 213-229f. Tambi6n interesan los traba.i.s clc

Gnncfa MoReNo, L.- A. lProropogri1io del reino rtisigodo de Toledo. Su-

lanranca, 1,9741; Pnnri nr Unnir, J. lLas letr,as en-17 (noca visitlol!1'

uHistoria a" Erpunu", dirigida por R. Men6ndez Pidal, III (1963), 435'

4901; Rurnur, M. lLe oriini letterarie in Spagna'-I:.L'epoca visigolic'u'

Torino, 19511; Scu-or6nr Ruc.rtot, J.lAtte ionti della cultura ispunorti'

,ig'oiii l,.St;di Medievali" , t6 (1g43-t-gSO), 1*ATI y RrcHe, Pierre lEdu'

t'ution et culture ion, i;o""id"e'nt barbare, vpvrr siicles. Paris, 1962f,

quien hace constantes comparaciones con Ia Galia' distinguiendo I:1

cultura de los fui.o.- f"it"".tscrita a las grandes familias aristocrirticas)

v del mundo "cl"slarii.o,

a"r,ucando la mayor profundidad de la cul'

iura hispana, a pesar de la persecuci6n arriana'por riltimo, a pesar del titulo, interesa la obra de Rafael Grnnn'r

lEnsenanza det Direcho en Hispamia durante los siglos vr al xt, Mildn,

\gAZ, Sq pp.l, que trata en r"ulidud de la cultura literaria y de ensc-

itanza de las artes liberales y de las actividades juridicas de la Espafra

visigoda, cristiana -y

iozariae de la alta Edad Media. En cuanto al

.;;;;-iel DerechJ ,ro, habla de la imposibilidad de que existieratr

"r"rrilat en la EsPafia visigoda'

7 2. Notas sobre la cultura aragonesa visig6tica

La cultura aragonesa visigdtica participa dei movimiento general,

de eso no cabe d,ria algunu..-El p.ublema es que ten€mos pocos datos

concretos para nuestro 1u.o pariicular. No obstante podemos espig'r

algunos.La ret'rica representa quiz6s la principal actividad cultural. La flui-

dez verbal y el d'ominio del lenguaje fueron cultivados por los-grandes

iii".uto, viiigodos, destacando il put"."t Isidoro de Sevilla, Ildefonso

de Toledo, ritian de Toledo, Sisbelto de Toledo, Justo de urgel, Justi-

,rluno de Valencia y Braulio de Zaragoza, tambidn grandes maestros crr

la composici6n y estructuraci6n de sus escritos'- Los^ epistolaiio.s constituyen Lrna autdntica manifestaci6n didActica.

Como diie Diaz y DIA7., M. C. lLa penetraci6n cultural latina en Hispu'

, t iu cn /r . r .s sig/o.s vr-vlr , cn .Dc Isidr l ro al s igl<l xr>, Bur.c 'c lr l r1r, l l l Alhir . ,1976, 1l-20, p. 18] ola sola lectura de los dcst inertar ios y clc los cor.r .cs-ponsales nos deja ver c6mo el problema de Ia culturi, plasmaclo crrestas redacciones a menudo t6picas pero siempre interesantes, no screduce a las cuatro o cinco figuras sobresalientes que alcanzaron mun-dial renombre, sino que era fen6meno mds amplio e importante>. Eneste terreno, el futuro Arag6n tiene su m6ximo exponente en Braulio,a quien le hemos dedicado un espacio aparte como obispo zaragozano.En el campo epistolar, pues, Aragdn cont6 con la m6xima figura vi-sigoda.

Hoy estd en entredicho el clasicismo de ra cultura visig6tica, puesmuchas de las citas clAsicas aportadas suelen ser de seginda rrL.ro,reflejadas de los santos Padres fundamentalmente mds qire de los es-critores latinos cl6sicos, cual es el caso del zaragozano Braulio, quebebe en san Agustin y san Jer6nimo [Vdase Maooz, r., Epistolario...(op. cit.); citas y reminiscencias clcisicas en los padres espiftoles, nsa-cris Erudiri", 5 (1953), 105 y ss.; y Fuentes jeronimianas en eI episto-Iario de San Braulio dc ZaragoTa, nGregorianumo , 20 (lg3g>, 4O7-422f .

si los hintnos son, cntrc los cscritores visigodos, uno de los g€nerosliterarios m6s practicados, una vez mds hemos de destacar a brauliode zaragoza, pues, como dird Dittz v Dftz, M. c. lLa cultura cle la Espa-fia visigftica del siglo vl (op. cit.), p. 421, osu himno en honor de SanEmiliano de la cogolla junto con el epitafio de Antonina, cuyo aurorno conocemos, son los dos poemas m6s ricos, mds logrados y de m6sempuje de esta 6poca que produjo no pocos). pero debemos destacartambidn como poeta a un discipulo de Braulio, a Eugenio el poeta,quien desde Toledo se traslad6 a zaragoza para aprender junto almaestro, aunque su estancia en la ciudad del Ebro dur6 poco, pueschindasvinto le llam6 pronto a la corte para encomendarle la sede to-ledana. De su obra nos habla MESsrue, c. lRitratto di Eugenio iI poeta.Roma, I976J.

Tambi6n hemos citado a Taj6n al comentar la obra de los obisposzaragozanos, a cuya bibliografia nos remitimos para no rer ,"p"iiti-vos. Un Taj6n muy influido en su obra por Gregorio Magno lVeaseSenneNo, L., La obra de.Morales, de San Gregorio... (op.-cit)1, cuyaobra nos sistematiza y resume cl obispo zaragozar,q aunque ueuio !notras fuentes, como pone de manifiesto Arvanez pelrrteno, M. c. [Es-t,udio de las 't'uentes y ld.xico de la carta de Taj6n a Eugenio d.e Toledo(op. cit.)1.

como dice DunAw Guoror, A. lEstado actuar de los estudios sobre lahistoria de Ia lglesia aragonesa, en oI Jornadas sobre el Estado actualde los estudios sobre Arag6n. Teruel, l97},r, rr (zaragoza, 1979), p6gi-nas 703-721, p. 7141, (menos conocidos son el obispo orencio de AuJh,probablemente natural de Huesca, muerto hacia el 450, autor de unconmonitorium en verso [PL. 96, 973] y el obispo Juan de zaragoza

2s4

( h l ( r ( ) l l ) , l r r r t 1 1 r . r l t . p i t . z l r r l i t r r r ' l i i t l r s I l t l . . ( ) 6 , 2 ( l l l ' . l ) t ' t ' s l o \ ( l ( r \ ( ' t t l ( l l

t ( , \ l t l i t l l ( ) 1 t . s t . s p t t t , t l l t t t l t ' t t r ' t ' s t ' t t t l l i r . ' i l t s t ' r l l t t t ' t ' t : t s l t l t ' l t t ' t : s t l t ' l ) t ' t r , t t l( i r ' r r l r r t . , A . | / , o . s . s r l r / r r . s t t l l o t t r t t go t t t ' s r ' s . I l t t r . ' s t ' l t , 1957 I v l ) t l r . Vn l . , t l . ! )

l l t t t t t t t l t 7 . t t t ' t t go7 . r r , u l ) l l L I i " , l l , p . t . 2 .5 l ] . I i l ( o r t t r r t t t t i l t t t ' i t t l r t t l t ' O t ' t ' l t -

t i o l u r s i r l < l cs t r t c l i ac lo , c t t s t t l i b l ' t l I , p t l r J . A . V l l . l .A l lR l iA t . l 7 . l t t ' l t l l ou l r ,1978 ( i r r c r l i t o ) ' l , quc p l ' cpu ra sob rc c l t cn ra l a t cs i s c l oc to t ' i t l Y t ' d i t i r i t t

t r . i t ig l c lc l i t t1 t t l l idad dc la obra. El ldx ico c lc ia pr i r r lc l ' i l p . l r l ( ' ( 's l l l

l t 'a l izac lo ITcsis c lc l iccnciatura, d i r ig idar por G. FnlAs] '

L t l i turg ia tambidn sc v io enr iquccida cn tcr r i t<t r io aragoni 's , c l t ' sc l '

t ' ic r tos los tcst imonios de San Is idoro y San I ldefonso dc Tt- r lcckr , <1t tc

rlcst:-tcan la importancia de la escuela l iturgica aragoncsa dcl notncrrlrt,

so l r rc todo en " l

t ig lo vr t . Como dice DunAn GUoIoL, A. lEstudo ut ' t t r t l

la los estudios sobie Ia Ig les ia eragonesa (op. c i t . ] , p .7 l2 l , (cscr i l ) icr 'o t r

lcrr.irs y melodias los obispos Mdximo, Juan (PL. 96,20t) y Braulio (PI .

80,71i-7I6), todos ellos del siglo vrr. Aunque no se han conscrvitdtr

mucstras de su producci6n, es probable otra escuela l itr irgica arag()-

nesa: la del monasterio de As6n lHuesca), del que se cree que salicron

monjes para ocupar sedes de la Tarraconense>.

A pesar de los muchos c6nones conciliares visig6ticos incitando a la

.r"u"i6.r y mantenimiento de escuelas episcopales, la cultura mcdia

del clero -y no digamos del pueblo- debia ser bastante pobre en gc-

neral. Las noticias de la existencia de escuelas episcopales son muy

pocas, abundando mds las mondsticas. Huesca debi6 contar en el si-

glo vr con un centro importante de este tipo, sobre el que no tenemos

up".rar noticias concretas y criticas, como nos delata A. MuNoo [1/monachesimo nella Penisola lberica 't'ino al secolo vII, en "Il mona-

chesimo nell'alto medioevo e la formazione della civilith occidentalco

(Spoleto, 1957),89 y ss. l .En Zaragoza debi6 existir otra escuela mondsiica de renombre. Sc-

giurn Diez y -Diptz,

M. C. lLa cultura de la Espaita visig6tica del siglo vtt(op. cit.), p. 28], ,.en Zaragoza habia el monasterio unido a la iglesia

de santa -Engracia,

cuyos monjes m6s ilustres llegaron a obispos _dcZaragoza (como Io fueion muchos del Agaliense de Toledo), entre losqrr" ir".""e la pena recordar a Juan de Zaragoza, su, hermano Braulio,

Taj6n y, siguiendo la noticia que nos da Ildefonso de Toledo, tambi6nEugenib de toledor. Sobre esta escuela mon{stica zaragozana puede

verie asimismo OnraNDrs, J' lZaragoza visig'tica (op' cit'), pp' 25-271

y Gancin IctESms, L. fZaragoza, ciudad uisigoda (op. cit.)].

Es de suponer que otros muchos monasterios, recordemos al deAs6n, por ejemplo, debieron alimentar su propia escuela. Sus centroscongregan a los discipulos en torno a una figura de relieve, siendo lostextos religiosos y eclesi6sticos el principal objeto de estudio y comen-tario.

Las bibliotecas parecen ser abundantes en el mundo visigodo y, al-gunas de ellas, bastante bien dotadas. Son conocidos ciertos casos de

cl lc i t l 'g()s clc l ibrt-rs, conl() sc pucdc scgtr i r a travd's clc l rr f r l t i ; t lcs car. tasde Brirul i<.r [Mnrxtz, J. , El cpistolar io. . . (op.ci t . ) y Rrnsr.o, L, . Epistolu-rio... (op. cit.)f e incluso el viaje de Taj6n a Roma con cl cxclusivo I'inde copiar algunas obras de Gregorio Magno [V6ase Maooa J., Taj6nde Zaragoza y su viaje a Roma (op, cit.)). Zaragoza, cuando menos, de-bi6 disponer, pues, de una de las mejores bibliotecas de la Espaflavisigoda, como se deduce de la lectura de Onramrs, J. lZaragoza pisi-g6tica (op. cit.), pp. 27-301 y de Gancia Icrpsras, L. fZaragoza, ciudadvisigdtica (op. cit.)f.

E. EL DERECHO VISIGODO EN RELACION CON ARAGON

El Derecho visigodo, es l6gico, tiene un marcado sentido centraliza-dor, en general. De ahi que no podamos, ni mucho menos, hablar deun Derecho aragonds distinto del propio del conjunto del Reino. Noobstante, Gancfa-Gart-o, A. lNacionalidad y territorialidad del derechoen la ipoca visigoda, .,AHDE>, XIII ( 1936-1941), pp. 168 y ss.l intentademostrar Ia territorialidacl del Derecho visigodo,

-en conlra de la cl6-

sica y universalmente aceptada teoria de Ia nacionalidad de los c6di-gos, lo quc ha originado una pol6mica todavia no agotada. TambidnD'Ons, Alvaro lLa territorialidad del derecho de los visigodos, <Estu-dios Visig6ticoso, I (Roma-Madrid, 1956), 9t-t24l, intenta demostrartal teoria, aunque por caminos distintos a los de Garcia-Gallo.

Quien desee adentrase en el derecho visigodo debe acudir a zpu-MEn, K. lHistoria de la legislaciin visigoda. Barcelona, 1944, 345 pp.l,obra fundamental del principal recopilador de toda Ia legislaci6n godafLeges Wisigothoru.m, en .,Monumenta Germaniae Historican, Hanno-ver-Leipzig, 19021, mientras que PEnaz-PReNDES, J. M., enfoca el temadel Derecho y comunidad desde el dngulo hist1rico (Notas sobre el con-cepto y "fijaci6n del derecho espartol de los siglos v al vtlr) [<RevistaUniversidad de Madrid", XII, nrim. 46 (1963), 367-4181.

MnREa, Paulo, escribe _sobre a organigagilo judiciar ilsig1tica e post-visigitica ["Bol. Facultade de Direito,, XX (coimbra, 194-g)], mientrasque P. Lounamfa aborda un tema interesante sobre Los matrimoniosmixtos en eI Derecho de Ia Espafta uisigoda ["AHDE", XXVII-XXVIII(19s7-58), 61-1081.

Por supuesto que esta sucinta relaci6n bibliogr6fica no agota eltema, pero puede servir perfectamente a aquel que intente estudiar ycaptar el sentido de la historia del visigotismo en Arag6n.

Ahora bien, desde nuestro punto de vista estrictamente aragonds,interesa mucho mds el articulo de Jesris LarrnoB Asenia sobre Li pre-sencia visigoda en el derecho aragonds [..AHDE", XLII (1972), 643-656]y mds concretamente en el derecho del Reino aragonds medieval a tra-

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r ' . ' r r l t ' s u r o t t l t ' r u r t r r i t ' r r l o s j t r r ( t l i t ' o s . l ' l s t l t ' t i t ' , l r l l l r ' r t ' t r t i l r r l t ' l l . l l r r rI t t t l i t io r r t t r t o t l t ' t t l to t l c los p t i t t t c ros s ig los t l t ' l 1 l t ' t ' fo rk r t l c r l i rp t ' t r i r i t tr ro r l ru r l i van . l . t t cgo l f tac l i t ' i r l .n t . t t tn t i , ( ( ' ( ) r l rcspcr ' lo l t A t ' : r1 : r i t r , l l l t i r l r rr io l ln r l i l r gc r rc t 'a l no hu cxa l t : . rck r n rucho cs tc pa l l c l , c t t l l r r t lo l i t l t l r -tor iogr l l ' ia arag()ncsi l lo rcsalta mds dcsclc los l ictnpos lc. iarros t l t ' . lctr ir r i r rro clc Blancas,, ponicndo como c. icmplo cl c lc At.oNso LnnnrAN, M,l l ,u.s l<trr t tus leslamctt lar ias cn la al ta Edacl Media cn Arag<ju, "Rcvislut lc Dcrccho Notar ial" , V-VI (1954),7-196; y IX-X (19.55), 241-3q91, t ; t t i t ' t t ,l l anal izar las dist intas clases de testamcntos, se rcmonta a l<ls atr l t ' t ' t ' -clcrrtcs romanos y visig6ticos, admitiendo la influencia rJel I' ifur Iudi-<'iorunt cn los fueros aragoneses, como lo habian indicaclo antct'irlr-rncnte Snvalr v PBII6NI y Menro y Gavix, influencias que, aunquc dil 'tr-sas y vagas, cree ver J. L. Lacnuz Bp,nnnro en El rdgimen ntatrintoniulde los fueros de Aragdn ["ADA" (1946)].

LarrNoe Agania concluird que (aunque hay que reconocer quc n(,cn una gran proporci6n, puede afirmarse que el Derecho visigodo, casicxclusivamente a trav6s del Liber ludiciorum, independientementc dcque haya supervivido como conjunto al derrumbamiento de la monar-quia, ha estado presente a lo largo de la Edad Media en la elaboraci6nde los Fueros de Arag6n, y en prueba de ello se alegar6n a continua-ci6n diversos casos, los cuales se refieren a los Derechos penal y dcfamilia y sucesionesn [(op. cit.), p. 6451.

Efectivamente, LaLtNuE ilustra sus palabras con casos concretos qucse refieren a la influencia del Liber en la legislacidn aragonesa medic-val en: a) El Derecho penal: casos de homicidio por envenenamiento,en la defensa legitima ante el ladr6n, en el quebrantamiento de cdrcel;b) en el Derecho de -t'amilia y sucesiones, como en los temas de la ma-yoria de edad, la sociedad de gananciales y las formas testamentarias;y c) el Derecho de obligaciones, del que pone de relieve el prdstamoy alquiler de bestias.

En Arag6n, pues, se ha recurrido al Liber ludiciorum visig6tico, encontra de muchas opiniones, cuando la costumbre, el Derecho romanou otros ordenamientos juridicos no daban cumplida soluci6n a deter-minados problemas.

9, CONSIDERACIONES FINALES

El hecho de que el periodo cronol6gico que coincide con el gobiernovisigodo en la Peninsula Ibdrica constituya una dpoca discutida entrelos historiadores de Io antiguo y lo medieval ha podido influir en uncierto abandono de unos y otros por los estudios visig6ticos en Ara-g6n. Sin embargo, ello no sirve por si s6lo para explicar la penuriade trabajos de investigaci6n en esta parcela hist6rica. En nuestro caso

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cs t in l ( ) c l t rc h i ln in l lu ido mi is o t ras cucs t ioncs , co t l lo pucdc scr ' la c i r ' -cunstancia dc que, cn lo quc va dc siglo, hasta hacc muv pt-rco t icnrpo,Ia historia antigua y la medieval han estado unidas en un rnisrno dcpar-tamento universitario, dirigido por ilustres investigadores que han mar-cado los siglos x y xr como limite temporal m6s antiguo para sus tra-bajos, arrastrando consigo a los componentes de sus escuelas en esacompartimentaci6n. Habr6 que afladir ademds otros dos factores vincu-lantes. Por un lado, Arag6n no ha existido como tal entidad hasta bas-tante tiempo despuds de la invasi6n musulmana y, por otro lado, lasfuentes para poder profundizar en la historia del todavia nonnato te-rritorio aragonds son escasas y pobres en informaci6n. Todo ello hamotivado un autdntico desierto histori6grafico, -si exceptuamos algrinque otro oasis, generalmente ligado a determinadas personalidades in-dividuales del mundo visig6tico.

Las fuentes cronisticas coet6neas, hispanas o no, apenas si aportanalgunos datos inconexos, mientras que las epigrAficas y documentalesprd.cticamente no existen. ;Qud se puede hacer cuando todo un pueblocuenta tan s6lo con dos documentos para un periodo de trescientosaflos? 56lo la legislacirin civil y eclcsi6stica, ambas de car6cter estatal,tienen cierta importancia, pero es muy dificil extrapolarlas tnicamentea Arag6n. Tan s6lo nos quedan los escritos literarios, pero, por la in-dole dc sus autorcs, sicmpre eclesi6sticos que han alcanzado la cimade la jerarquia, dcjan escapar multiples matices e informaciones queson ncccsarios al historiador.

Tampoco la aportaci6n de las mal llamadas disciplinas auxiliaresha sido muy eficaz hasta ahora, y no por carecer de buenos especialis-tas en ellas. Pero la numism6tica, por ejemplo, funciona con monedasy datos concretos y ambos nos han sido esquivos. Y si los arque6logoshan proliferado las excavaciones en los riltimos aflos, al calor de unanueva generaci6n de investigadores, la realidad es que, muy a su pesar,lo que ha salido a la luz hasta ahora es poco concluyente.

No es de extraflar, pues, que no exista todavia una historia del Ara-g6n visigodo. Y cuando alguien ha intentado acometer la historia deuna comarca o de una poblaci6n aragonesa, ha tenido que concluirgeneralmente con palabras como dstas: olas investigaciones sobre Iadpoca visigoda en el Alto Arag6n son pr6cticamente inexistentes); o<(en suma, la historia de Ia dominaci6n visigoda en la Tierra Bajapuede resumirse brevemente: No existeo. O ..ninguna noticia ha llega-do a nosotros sobre Binaced y su tdrmino durante la dominaci6n visi-g6tica". O, por tltimo, .,esta confusi6n y falta de datos claros sigueen Ia historia de Hijar durante las 6pocas visigoda y mahometana),etcdtera. 36lo se ha salvado a medias Zaragoza, pero a base de muchaship6tesis, de abundantes llamadas a la historia general del Reino ygracias a haber sido la sede de Braulio y Taj6n, distinguidos por susescritos. Pero tambidn presentan lagunas insalvables.

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l t , r t t ' t t ' ( l r t ( ' ( ' \ t ' l r l r p i t t t l o r l t ' l l r l 1 ' l t ' s i l r l r t ; r l l o t l ( ' \ i l r t r i l , o t i r ; r t t t t l r t k 'l ; r . p r r r t t ' l r r s t t t t ' i o t ' r ' o r t o t ' i t l l r s , p t ' t ' o s i t ' r ' P l r s l r t t t o s c t r r r t t t r r s t ' l u r i t r t l i t l r t l , rt ' r r t ' l t ' l rp f l t r lo co t ' r ' t ' s l ro r t r l i cn lc , lo r lo g i l l t t ' n lo t ' r ro l l< ,s t los o l r i s lx r rz ; l r i r l t ( )z lu r ( )s sc f t l r l l t< los . l ; t t c ra c lc c l l< ls , n luy p ( ) ( 'us . ( )s l rs r ' ( )n r ' r ' t ' i l r s su-l l r t ' l os rcs l l rn lcs ob ispac los y c l i t i ccs is , ruonns le r ios , cscr r r ' l t r s ep isco-plr l r 's t ' r rronacalcs, c lr l t t r ra conclcta, c lc.

l )csclc cl punto clc vista sociccon6mico la aportar; i t i l " r c lc la l t istor io-gr ' ; r [ ' ia solr lc c l Aragon visigodo cs prhct icamcntc nula. Como cn klscasos untcr iorcs, nolas parciales y datos local iz: tc los muy lc. ianan' lcntccn cl l icmpo y cn el espacio, mientras que cl mundo dc la cul tura,apartc Ia influencia de Braulio y Taj6n otra vez, se reduce gencral-mcntc a suposiciones y noticias tomadas de aqui v de all6. Quizils clhccho m6s concreto sea la influencia del Liber ludiciorum en la lcgis-laci6n aragonesa, pero justamente fuera del marco cronol6gico de laipoca visigoda, cuando Arag6n ya es Arag6n.

El panorama, sin ser culpa de nadie, es desolador. El problema esque cuando no existen documentos, en el sentido arnplio de la palabra,no hay historia posible. Repitiendo palabras propias, nm6s bien pare-ce que o estos visigodos no hubieran existido nunca en las tierrasdel Arag6n actual o que hubidramos sufrido un ataque de amnesiadurante tres siglos de nuestra historia".

No obstante, estimo que mereceria la pena que alguien -quizdscon motivo de la realizaci6n de una tesis de licenciatura e incluso dedoctorado- recogiera, analizara, sintetizara, valorara y diera sentidoa cuantos datos dispersos de esta dpoca, directos e indirectos, existenacerca de las tierras que constituyen el Arag6n actual. Con estos datossistematizados mds la posibilidad de inferir a nuestra tierra los he-chos de car6cter general y la confrontaci6n con realidades de otrasregiones del reino visigodo, tal vez pudidramos, cuando menos, llegara una uaproximaci6n a la historia del Arag6n visigodon.