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 Las Bienaventuranzas Padre Rainiero Cantalamessa Predicador de la Casa Pontificia cruzgloriosa.org

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  • Las Bienaventuranzas

    Padre Rainiero CantalamessaPredicador de la Casa Pontificia

    cruzgloriosa.org

  • .................................................................................................INTRODUCCIN 1

    ..................................................................................LAS BIENAVENTURANZAS 2

    ..............................................................1. BIENAVENTURADOS LOS POBRES 3

    ........................................................................1. Pobres y pobres de espritu! 3

    ..................................................................2. La explicacin teolgica no basta! 4

    ..........................................................................3. La pobreza en la vida de Cristo! 6

    ...............................................................4. Ser para los pobres y ser pobres! 8

    ......................................................................5. Por qu la pobreza voluntaria?! 10

    ............................................6. Actualidad de la bienaventuranza de la pobreza! 11

    ......2. BIENAVENTURADOS LOS MANSOS PORQUE POSEERN LA TIERRA 14

    ...................................................................................1. Quines son los mansos! 14

    .................................................................................................2. Jess, el manso! 15

    ................................................................................3. Mansedumbre y tolerancia! 17

    ...........................................................................4. Con mansedumbre y respeto! 18

    ..................................................................................................5. Aprended de m! 19

    ............................................................................................6. Mansos de corazn! 20

    .......................................................7. Revestirse de la mansedumbre de Cristo! 21

    ....................................3. BIENAVENTURADOS LOS QUE AHORA LLORIS! 23

    ..........................................................1. Una nueva relacin entre placer y dolor! 23

    ....................................................................................2. Dnde est tu Dios?! 24

    ..........................................................................3. Se han llevado a mi Seor!! 25

    ................................................4. Lloren los sacerdotes, ministros del Seor! 29

    ...................................................................................5. Las lgrimas ms bellas! 30

    4. BIENAVENTURADOS LOS QUE TENIS HAMBRE AHORA, PORQUE SERIS ......................................................................................................SACIADOS 32

    ..............................................................................................1. Historia y Espritu! 32

    ..................................2. Quines son los hambrientos y quines los saciados! 33

    .................................................................3. A los hambrientos colm de bienes! 35

  • ...........................................................................................4. Una parbola actual! 35

    ..................................5. Bienaventurados los que tienen hambre de justicia! 37

    .......................................................................................6. Eucarista y compartir! 39

    5. BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS PORQUE ELLOS ......................................................................ALCANZARN MISERICORDIA 41

    ..................................................................................1. La misericordia de Cristo! 41

    ............................................2. Un Dios que se complace en tener misericordia! 42

    ............3. Nuestra misericordia, causa o efecto de la misericordia de Dios?! 44

    ................................................................4. Experimentar la misericordia divina! 45

    ...................................................................5. Una Iglesia rica en misericordia! 47

    .......................................................6. Revestos de entraas de misericordia! 48

    6. BIENAVENTURADOS LOS PUROS DE CORAZN PORQUE VERN A DIOS.......................................................................................................................... 50

    .......................................................1. De la pureza ritual a la pureza de corazn! 50

    ....................................................................................2. Una mirada a la historia! 52

    .............................................................................................3. La hipocresa laica! 54

    ......................................................................................4. La hipocresa religiosa! 56

    7. Bienaventurados los que trabajan por la paz porque sern llamados ...................................................................................................hijos de Dios 59

    ................................................1. El mensaje para la Jornada Mundial de la Paz! 59

    .........................................................2. Quines son los que trabajan por la paz! 60

    ................................................................................................3. La paz como don! 61

    ..............................................................................................4. La paz como tarea! 63

    ...................................................................................6. Una paz sin religiones?! 66

    ........BIENAVENTURADOS LOS PERSEGUIDOS A CAUSA DE LA JUSTICIA... 68

  • INTRODUCCIN

    Los textos aqu ofrecidos han sido predicados por el Padre Cantalamessa, predicador de la Casa Pontifica, ante el Papa Benedicto XVI y la curia durante los tiempos de Adviento y Cuaresma de 2006 y 2007.

    Para introducir estas predicaciones el Padre Cantalamessa deca lo siguiente:

    Empezamos, con esta meditacin, un ciclo de reflexin sobre las bienaventuranzas que, si Dios quiere, proseguiremos en la prxima Cuaresma. Las bienaventuranzas han conocido, dentro del propio Nuevo Testamento, un desarrollo y aplicaciones diferentes, segn la teologa de cada evangelista o las necesidades nuevas de la comunidad. A ellas se aplica lo que San Gregorio Magno dice de toda la Escritura, que ella cum legentibus crescit1, crece con quienes la leen, revela siempre nuevas implicaciones y contenidos ms ricos, de acuerdo con las instancias y los interrogantes nuevos con los que se lee.

    Mantener la fe en este principio significa que tambin hoy nosotros debemos leer las bienaventuranzas a la luz de las situaciones nuevas en las que nos encontramos viviendo, con la diferencia, se entiende, de que las interpretaciones de los evangelistas estn inspiradas, y por ello normativas para todos y para siempre, mientras que las de hoy no comparten tal prerrogativa.

    De las ocho bienaventuranzas, seis fueron recogidas por la agencia de informacin Zenit. Las he incluido aqu dndoles el formato de libro y colocando las notas al pie de pgina (la mayora de referencias estn en italiano, pero no ser difcil remitirse a la versin espaola del texto citado, en caso que se quiera profundizar ms en el tema). Pero faltaban dos bienaventuranzas que no fueron publicadas por la agencia Zenit: La de los pobres y la de los perseguidos a causa de la justicia. Casi todo el texto de la primera lo encontr en Google libros (aunque falta una mnima parte) y es que se ha publicado un libro titulado: Las Bienaventuranzas, ocho escalones hacia la felicidad cuyo contenido aparece parcialmente en lnea. Con respecto a os perseguidos a causa de la justicia no he encontrado nada, no obstante, la he puesto en el ndice para tener el esquema general de las mismas y sobre todo con la esperanza de poderlas encontrar y completar el libro.

    HiplitoMarzo del 2015cruzgloriosa.org

    11 Gregorio Magno, Commento morale a Giobbe, 20,1 (CC 143 A, p. 1003).

  • LAS BIENAVENTURANZAS

    MATEO 5, 3-12

    Bienaventurados los pobres de espritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

    Bienaventurados los mansos, porque ellos poseern en herencia la tierra.

    Bienaventurados los que lloran, porque ellos sern consolados.

    Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos sern saciados.

    Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarn misericordia.

    Bienaventurados los limpios de corazn, porque ellos vern a Dios.

    LUCAS 6, 20-26

    Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.

    Bienaventurados los que tenis hambre ahora, porque seris saciados.

    Bienaventurados los que lloris ahora, porque reiris.

    Bienaventurados seris cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre.

    Alegraos ese da y saltad de gozo, que Vuestra recompensa ser grande en el cielo.

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  • 1. BIENAVENTURADOS LOS POBRES

    1. Pobres y pobres de espritu

    A propsito de la primera bienaventuranza existe, ante todo, un problema literario. Lo constituye el hecho de que la bienaventuranza se nos refiere de manera un poco diversa en Mateo y en Lucas. Uno tiene un discurso indirecto: Bienaventurados los pobres; en el otro, el discurso directo: Bienaventurados vosotros, pobres; uno tiene pobres de espritu; el otro, simplemente pobres.

    La explicacin ms plausible parece ser la que admite una fuente comn de la que dependen tanto Mateo como Lucas y que deca simplemente pobres. Lucas, preocupado por acentuar tambin el alcance social del trmino, lo conserva tal cual y ms an, lo refuerza, contraponiendo a bienaventurados vosotros pobres! el ay de vosotros ricos! (Lc 6,24). Mateo, que tiene una intencin catequtica, se apresura a explicitar el sentido religioso que la palabra pobres tiene en la espiritualidad hebrea y en el pensamiento de Jess, aadiendo de espritu. Entre los intrpretes actuales algunos acentan, con Mateo, el significado religioso; otros, con Lucas, el significado social.

    Para los primeros, pobres de espritu indicara ms una actitud interior que un estado social. Jess, dicen, no ha tratado de beatificar una clase social. Slo una situacin espiritual puede ser puesta en relacin con una realidad espiritual como es el Reino. Es muy verdad que la pobreza real es una va privilegiada hacia la pobreza de espritu y Jess lo repite de mil modos; sin embargo, no se debe pensar que en la bienaventuranza estn en juego los proletarios o los llamados hombres de la tierra del judasmo del tiempo. El verdadero pobre evanglico es el cliente de Dios que ha apostado todo por Dios, en la fe. En el judasmo de la poca, el trmino pobre era prcticamente sinnimo de santo (hasid) y de devoto2. Los Padres de la Iglesia hacen del pobre de espritu casi un sinnimo de humilde.3

    Los que se apoyan en el texto de Lucas acentan el significado social de la bienaventuranza, viendo expresada con la palabra pobres ante todo una condicin social, un estado concreto de vida. Segn ellos, la interpretacin tradicional pone demasiado el acento en las disposiciones interiores del pobre y

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    2 1 Cf. A GELIN, Les pauvres de Jahv (Pars 1953); cf. del mismo autor: Les pauvres que Dieu aime (Pars 1968).

    3 San Agustn, Sermn 53, 1: PL 38, 365; San Len Magno, Discurso 95 sobre las Bienaventuranzas 1, 2: PL 54,462.

  • demasiado poco en la naturaleza del Reino que va a venir. Las bienaventuranzas, dice, son ante todo una revelacin sobre la misericordia y sobre la justicia que deben caracterizar el reino de Dios: contienen ms una revelacin sobre Dios que sobre el hombre o sobre el pobre. La palabra usada en el evangelio para indicar a los pobres (ptchoi) designa a los indigentes, a los infelices, a los hambrientos, a los que necesitan limosna para vivir. El trmino hebreo correspondiente, anawm, designa en origen a las personas curvadas, es decir plegadas, humildes, oprimidas.

    Por qu motivo nos preguntamos deberan estos ser favorecidos por Dios? No por sus particulares mritos religiosos, se responde, o por su buena disposicin, sino porque Dios debe por s mismo, en cuanto rey justo, defender a quien no tiene defensa. Los pobres, segn la mentalidad del Antiguo Testamento, son los protegidos del rey.

    Y cmo se explica, en este caso, la persistencia del estado de pobreza o de opresin de los pobres, incluso en Israel, en torno a Jess, para el cual el reino de Dios ya ha venido? El desmentido de los hechos no lleva a abandonar la conviccin de la justicia real de Dios, sino a proyectarla en el futuro, en el reino de Dios de los ltimos tiempos. Entonces los pobres sern vengados de todos los que los opriman, entonces gozarn verdaderamente de los beneficios de la solicitud de Dios4.

    2. La explicacin teolgica no basta

    Estas son, pues, las dos interpretaciones principales de la bienaventuranza de los pobres. Una, como se ve, pone ms de relieve la pobreza como estado de nimo; la otra, ms la pobreza como estado social. En ambos casos, la liberacin de la pobreza viene del reino de Dios, pero en el primer caso supone una disposicin que est en el hombre; en el segundo, slo la exigencia de Dios hacia s mismo. Tomadas aisladamente, ninguna de las dos tesis satisface plenamente. La primera porque tiende a excluir demasiado la referencia a lo social, a la realidad de la pobreza; la segunda, porque excluye demasiado drsticamente las disposiciones interiores del pobre.

    Querra subrayar, en particular, los inconvenientes de la segunda interpretacin que hace de la pobreza un problema teolgico, haciendo depender todo de Dios. No explica el parentesco estrecho que existe en el evangelio entre el concepto de pobreza y el de humildad, entre el privilegio de los pobres y el de los nios. Se trata, adems, de una explicacin que, tomada rgidamente, no desemboca de hecho en nada. La gran liberacin de los pobres, sociolgicamente tales, debera estar constituida por el reino de Dios, pero luego, analizando la

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    4 Cf. J. Dupont, Les Batitudes, 3 vols. (Pars 1969) trad. it. en 2 vols, Le beatitudini (Edizioni Paoline, Roma 1974).

  • naturaleza de dicho Reino, se ve que, por su situacin real, no trae nada nuevo, porque no los hace ni ms ricos ni ms saciados en el plano material.

    Por tanto, slo aparentemente esta interpretacin moderna est ms atenta a lo social. Ms an, existe el riesgo de instrumentalizar la pobreza, haciendo de ella slo una ocasin que permite a Dios demostrar su soberana justicia. Esto sin contar que, tambin en este caso, la realizacin se situara en un plano totalmente diverso del de la promesa y del de la espera: al pobre se le promete una liberacin de su pobreza material, pero una liberacin que, al final, se revela que es slo de naturaleza espiritual.

    Jess se preocupa ciertamente de los pobres reales, pero no lo hace tanto cuando proclama a los pobres bienaventurados, sino cuando considera que se le hace a l lo que se les ha hecho o dejado de hacer a ellos y cuando amenaza con el infierno, como en la parbola del rico epuln, a los que no cuidan del pobre.

    En nuestro caso, la dificultad nace de usar la categora de mritos y de virtudes all donde se debera usar la de fe. Dios no es inducido a obrar a favor de los pobres por sus mritos o sus disposiciones. En los pobres Dios no aprecia tanto lo que tienen, cuanto lo que no tienen: autosuficiencia, estar cerrados, pretensin de salvarse por s solos. Pensar lo contrario sera como decir que el Reino es ofrecido primero a los publicanos y a las prostitutas porque Dios privilegia dicho estado, no porque ellos sean capaces de arrepentimiento y los falsos justos no.

    No se trata de saber si el obrar de Dios presupone algo antecedentemente: es claro que no lo presupone; se trata de saber si exige algo en respuesta. El pobre debe reconocer y acoger este ofrecimiento preferencial de Dios; en definitiva, debe creer. Dios -dice Santiago- escogi a los pobres en el mundo para enriquecerlos mediante la fe (Stg 2,5).

    La bienaventuranza evanglica Bienaventurados los pobres en el espritu porque de ellos es el reino de los Cielos se debe leer a la luz del binomio gracia-fe: Por gracia estis salvados, mediante la fe (Ef 2,8). El Reino representa, en la bienaventuranza, el ofrecimiento de gracia, la pobreza en el espritu, la respuesta de fe. Los pobres en el espritu son los pobres creyentes. Es como si Jess dijera: Bienaventurados vosotros, los pobres, porque habis credo (no se debe olvidar que se dirige a personas concretas que lo haban seguido, igual que en los ay! se dirige a los que de hecho le haban rechazado); o tambin: bienaventurados vosotros si creis. La fe est en el fondo de cada discurso de Jess.

    Por tanto, la solucin de las dificultades se debe buscar en la sntesis de las dos perspectivas. Hay que unir, no contraponer, los pobres de Lucas y los pobres en el espritu de Mateo. Aadiendo a pobres la expresin en el espritu no slo ha hecho una accin catequtica, sino tambin hermenutica:

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  • ha puesto de relieve una comprensin implcita, pero real, del concepto de pobre en el uso que de l haba hecho Jess.

    3. La pobreza en la vida de Cristo

    La mejor exgesis de la bienaventuranza de los pobres es la vida misma de Cristo. San Pablo escribe: Jesucristo, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza (2Co 8,9). No hay duda de que aqu se habla de la pobreza material de Cristo. El sentido es: Cristo, siendo (en la posicin de) rico, se hizo pobre materialmente para enriquecernos espiritualmente. Asumi la pobreza material -comenta santo Toms- para darnos las riquezas espirituales.5 En efecto, no vino a hacer a los hombres ms ricos en bienes terrenos, sino a hacerlos hijos de Dios y herederos de la vida eterna.

    La pobreza de Cristo, ante todo, tiene un aspecto concreto, existencial, que le acompaa desde el nacimiento hasta la muerte. La beata ngela de Foligno tiene una pgina bastante profunda sobre la pobreza del Salvador:

    La pobreza tiene tres modos de ser. El primer grado de la perfecta pobreza de Cristo fue que quiso vivir y ser pobre de todas las cosas temporales de este mundo. No quiso para s una casa, ni un terreno, ni una via, ni ninguna propiedad, ni dinero o fondos. Fue pobre, tuvo hambre, sed, sufri el calor y el fro, el cansancio, toda privacin y necesidad. No dispone de cosas refinadas y de valor... La segunda pobreza fue que quiso ser pobre en los parientes y en los amigos... La tercera pobreza fue que quiso despojarse de s mismo, quiso hacerse pobre en su misma fuerza divina, en su sabidura y en su gloria6.

    Pobre, pues, de cosas, pobre en apoyos, pobre en prestigio. Esta tercera pobreza es la ms profunda de todas porque toca a la esfera del ser, no ya slo la de tener. Para Cristo consisti en el hecho mismo de hacerse hombre, de despojarse, si no de la naturaleza divina, al menos de todo lo que dicha naturaleza habra podido reivindicar para s en tema de gloria, de riqueza y esplendor. Qu hay -exclama san Gregorio de Nisa- de ms pobre para Dios que la forma de siervo? Qu ms humilde que la comunin con nuestra naturaleza?7. En Cristo brilla la pobreza en su forma ms sublime que no es la de ser pobre (esto puede ser una realidad impuesta o heredada), sino la de hacerse pobre, y hacerse pobre por amor, para enriquecer a los dems.

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    5 Santo Toms de Aquino, Suma Teolgica, III, q. 40, a. 4.

    6 Il libro della beata Angela da Foligno (Ouaracchi, Grottaferrata 1985) 642s.

    7 San Gregorio de Nisa, Sobre las bienaventuranzas, 1: PG 44, 1201.

  • Sin embargo, respecto de la pobreza material de Jess, hay quiz lugares comunes que rectificar basndose en un examen ms atento de los evangelios. Por cuanto podemos saber al respecto, Jess no perteneci, por condicin social, al proletariado de la poca, es decir a la clase nfima de la sociedad. Era un artesano y se ganaba la vida con el propio trabajo, que era sin duda una condicin mejor que el trabajo por cuenta ajena. Tambin durante la vida pblica, el prestigio del que gozaba como rabbi, las invitaciones que reciba tambin por parte de personas de posicin acomodada, las amistades de las que gozaba, como la de Lzaro y la de sus hermanas, la ayuda que reciba de algunas mujeres que disponan de bienes (cf. Lc 8,2s), son cosas que nos impiden hacer de l el ltimo de los pobres. La misma frase: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza (Lc 9, 58) se explica mejor pensando en su condicin de predicador itinerante, sin morada fija, que como carencia de techo, aunque esto pueda estar tambin incluido.

    Desde el punto de vista estrictamente material, en su tiempo haba ciertamente personas ms pobres que l, masas enteras de desheredados, de las que l mismo tuvo compasin, vindolas vejadas y abatidas (Mt 9, 36). Tambin entre sus futuros discpulos, por ejemplo entre ciertos ascetas y eremitas del desierto, hubo quienes superaron al Maestro en tema de austeridad y pobreza puramente material.

    El equvoco deriva de atribuir un excesivo valor a las manifestaciones externas y materiales de la pobreza. Jess nunca reivindic para s un primado en la pobreza, tal como lo reivindic, en cambio, respecto de la caridad, diciendo que nadie tiene un amor ms grande que el que da la vida por los propios amigos (cf. Jn 15,13). Era libre tambin ante su pobreza, igual que lo era en comer o beber, hasta el punto de pasar, sin reaccionar mucho ante ello, por un bebedor y un comiln. En tema de ascesis, el Precursor era mucho ms rgido que l.

    Jess no cay en la trampa, en la que cayeron a continuacin algunos de sus imitadores, de absolutizar la pobreza material, midiendo sobre ella el grado de perfeccin y terminando as por convertirse en ricos de la peor condicin que haya: de s mismos y de la propia justicia. No se da un valor absoluto a las cosas materiales, un punto ms all del cual no se pueda ir. Por mucho que uno quiera ser pobre, descubrir que siempre hay alguien ms pobre que l. La pobreza material no tiene lmite. Lo que da valor religioso a la pobreza es el motivo por el que se elige, , en el caso de Cristo, el motivo es el amor: Por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza (2Co 8, 9). El don es precioso sobre todo cuando es fruto del despojo, cuando uno se priva de lo que regala. Y el Verbo, en algn modo, se priv de su riqueza divina para hacernos partcipes de ella. La pobreza de Dios es una expresin de su gape, de su ser que es amor. Los filsofos cnicos de tiempos de Jess vivan una

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  • pobreza material, en algunos aspectos, ms radical que la suya, pero no estaba inspirada en el amor hacia los hombres. Era ms bien un desafo que les lanzaba en su cara para demostrar la independencia y la superioridad del hombre sobre la naturaleza y sobre las cosas.

    4. Ser para los pobres y ser pobres

    Con la venida de Cristo se registra un salto de cualidad en materia de pobreza. Se puede caracterizar as: el Antiguo Testamento nos presenta un Dios para los pobres; el Nuevo Testamento, un Dios que se hace, l mismo, pobre. El Antiguo Testamento est lleno de textos sobre el Dios que escucha el grito de los pobres, que tiene piedad del dbil y del pobre, que defiende la causa de los miserables, que hace justicia a los oprimidos; pero slo el evangelio nos habla del Dios que se hace uno de ellos, que elige para s la pobreza y la debilidad. La pobreza material, de mal que hay que evitar, adquiere el aspecto de un bien que hay que cultivar, de un ideal que hay que perseguir. Esta es la gran novedad que ha trado Cristo.

    De este modo, estn puestos ya claramente los dos componentes esenciales del ideal de la pobreza evanglica: ser para los pobres y ser pobres. La historia de la pobreza cristiana es la historia de la diversa actitud ante estas dos exigencias. Se refleja, por ejemplo, en el diverso modo de interpretar el episodio del joven rico (cf. Mt 19, 16ss). A veces, de l se acenta el vende todo; otras, en cambio, el dalo a los pobres; es decir, o el despojamiento de cara a un radical seguimiento de Cristo, o la preocupacin por los pobres8.

    En la antigedad, a la interpretacin de los encratitas -corriente radical que propugnaba la abstencin (engrateia) total del matrimonio y de la posesin-, se enfrenta la conciliadora de un Clemente de Alejandra. Este corre el riesgo, a su vez, de ir al exceso opuesto cuando afirma que lo que cuenta no es tanto la pobreza cuanto el uso que se hace de la riqueza:

    Quien considera posesiones y oro y plata y casas como dones de Dios, y en honor a Dios le da todo eso, colabora con sus haberes a la salvacin de otros hombres: ste es a quien el Seor declara bienaventurado y es proclamado pobre en el espritu9.

    Una primera sntesis y un equilibrio entre las dos instancias se logra con el pensamiento de hombres como san Basilio y san Agustn y en la experiencia monstica que dio inicio con ellos. En ella, a la ms rigurosa pobreza personal, se une una igual solicitud hacia los pobres y enfermos. Esta se concreta en

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    8 Cf. AA. VV., Per foramen acus. Il cristianesimo antico di fronte alla pericope evangelica del giovane ricco (Vita e Pensiero, Miln 1986).

    9 Clemente de Alejandra, Qu rico se salva, 16, 3: GCS 17, 170.

  • instituciones adecuadas que servirn, en algunos casos, como modelo para las futuras obras caritativas de la Iglesia.

    En el medioevo asistimos, en otro contexto histrico, a la repeticin de este ciclo. La Iglesia, y en particular las antiguas rdenes monsticas que llegaron a ser bastante ricas en Occidente, cultivan ahora la pobreza casi slo en la forma de la asistencia a los pobres, a los peregrinos, es decir, gestionando instituciones de caridad. Contra esta situacin, a partir del inicio del segundo milenio, surgen los llamados movimientos paupersticos, que ponen en primer plano el ejercicio efectivo de la pobreza, la vuelta de la Iglesia a la simplicidad y pobreza del evangelio. El equilibrio y la sntesis las realizan, esta vez, las rdenes mendicantes, que se esfuerzan por practicar al mismo tiempo un despojo radical y un cuidado amoroso hacia los pobres, los leprosos, los esclavos y, sobre todo, por vivir su pobreza en comunin con la Iglesia, no contra ella.

    Con todas las cautelas del caso, quiz podamos captar tambin una dialctica anloga en la poca moderna. La explosin de la conciencia social en el siglo pasado, y del problema del proletariado ha roto nuevamente el equilibrio, empujando a poner entre parntesis el ideal de la pobreza voluntaria, elegida y vivida en el seguimiento de Cristo, para interesarse por el problema de los pobres. Sobre el ideal de una Iglesia pobre prevalece la preocupacin por los pobres. Esta traduce en mil iniciativas e instituciones nuevas, sobre todo en el mbito de la educacin de los nios pobres y de la asistencia a los ms abandonados. Tambin la doctrina social de la Iglesia es un producto de este clima espiritual.

    Fue el Concilio Vaticano II el que puso en primer plano, sobre todo a continuacin de la conocida intervencin del cardenal Lercaro, el discurso sobre Iglesia y pobreza. En la constitucin sobre la Iglesia se lee, a este propsito:

    Como Cristo efectu la redencin en la pobreza y en la persecucin, as la Iglesia es la llamada a seguir ese mismo camino... Cristo fue enviado por el Padre a evangelizar a los pobres y levantar a los oprimidos, para buscar y salvar lo que estaba perdido; de manera semejante la Iglesia abraza a todos los afligidos por la debilidad humana, ms an, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en aliviar sus necesidades y pretende servir en ellos a Cristo10.

    En este texto estn reunidas ambas cosas: el ser pobres y el estar al servicio de los pobres. No se dice que estos dos aspectos deban y puedan ser cultivados en igual medida por cada creyente, o por cada categora de creyentes. En efecto, hay que tener presente tambin la doctrina de los carismas y de las diversas funciones asignadas a cada miembro, en el cuerpo de Cristo. San Pablo

    910 Lumen gentium, 8.

  • parece que incluye tambin en la enumeracin de los carismas el despojamiento voluntario de los propios bienes en favor de los dems. De hecho, para l carisma es dar con simplicidad (cf. Rm 12, 6s) y distribuir todas las pertenencias propias a los pobres como lo son, en el mismo contexto, la profeca, el hablar lenguas, la ciencia (cf. 1Co 13, 3).

    Por tanto, en algunos de sus miembros y rdenes religiosas, la Iglesia expresar ms al Cristo pobre y en otros al Cristo que carga sobre s con las flaquezas y enfermedades de los pobres (cf. Mt 8, 17). La plenitud del Espritu y de los dones est en la Iglesia, no en el creyente individual. En la comunin eclesial, sin embargo, dicha plenitud se hace de todos. En efecto, si yo amo la unidad y me mantengo unido a ella, lo que tiene o hace cada uno en ella, es tambin mo, lo hago yo tambin. Pertenezco, de hecho, a ese cuerpo que es pobre y que cuida de los pobres. Destierra la envidia -deca san Agustn-, y ser tuyo lo que es mo, y si yo destierro la envidia ser mo lo que t posees11.

    La consecuencia de todo esto es que debemos desterrar la animosidad y el juicio, sustituyndolos por la estima mutua y la alegra debidas al bien que Dios realiza a travs de otros. Los que trabajan por la justicia social y la promocin de los pobres (que necesitan frecuentemente grandes medios y estructuras) se alegran de que haya otros que viven y anuncian el evangelio en pobreza y simplicidad, y viceversa. Cesemos pues -exhortaba el Apstol en una situacin semejante a esta- de juzgarnos unos a otros... Dediqumonos ms bien a las obras de la paz y de la edificacin recproca (Rm 14, 13.19).

    5. Por qu la pobreza voluntaria?

    Nos queda responder a la pregunta quiz ms importante: Por qu Cristo introdujo en el mundo el ideal de la pobreza voluntaria? Por qu renunciar voluntariamente a las cosas que Dios ha creado para la alegra del hombre? Acaso se pone la redencin en contraste con la creacin?

    La respuesta est en el motivo que justifica la propuesta de Cristo. Est expresado claramente en el texto: el reino de los cielos o el reino de Dios. Todo toma sentido de la naturaleza de este reino que ya est presente en el mundo, pero todava no est plena y definitivamente establecido.

    Puesto que el reino de Dios est ya presente en la tierra, en la persona y en la predicacin de Jess, es necesario no dejarlo escapar, sino agarrarlo, dejando de lado todo lo que pueda ser obstculo para ello, incluidos tambin, si fuera necesario, la mano y el ojo (cf. Mt 18, 8s). En otras palabras, es posible comenzar a vivir desde ahora como se vivir en la situacin definitiva del Reino,

    1011 San Agustn, Comentario al evangelio de Juan, 32, 8: CCL 36, 304.

  • donde los bienes terrenos ya no tiene valor alguno, sino que Dios ser todo en todos.

    Esta es la motivacin de la pobreza que podemos llamar escatolgica, o tambin proftica, en cuanto que anuncia los cielos nuevos y la tierra nueva. La pobreza es proftica porque, con el ejemplo del desapego de los bienes terrenos, proclama silenciosa pero eficazmente, que existe otro bien; recuerda que la escena de este mundo pasa, que no tenemos aqu abajo morada permanente, sino que nuestra patria est en el cielo.

    Esta motivacin escatolgica, basada sobre la repentina irrupcin del Reino o, tras la Pascua, sobre la espera del regreso inminente de Cristo, contina actuando tambin despus, pero de una forma un poco diversa. El cristiano no tiene aqu abajo ciudadana estable, pertenece a otra ciudad: por eso, es un contrasentido que se apegue a los bienes del tiempo presente que deber dejar de un momento a otro. La motivacin escatolgica acta ahora bajo forma de esperanza de los bienes eternos.

    Esto, por lo que respecta a la primera caracterstica del Reino, que es la de haber venido ya. Pero puesto que, en otro sentido, el Reino debe venir todava, est en camino para alcanzar hasta los ltimos confines de la tierra, se necesitan personas que se dediquen totalmente a su venida, libres de todo vnculo y compromiso terreno que obstaculizara dicho anuncio. Si el evangelio debe llegar hasta los confines extremos de la tierra (Hch 1, 8), es necesario que sus mensajeros, como los corredores en el estadio, vayan ligeros, libres, desnudos, para no frenar la carrera de la palabra (cf. 1Ts 3,1).

    Esta segunda es la motivacin misionera, o apostlica, de la pobreza, puesta de relieve sobre todo en los discursos de envo de Jess: No tomis nada para el camino, ni bastn, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengis dos tnicas cada uno (Lc 9, 3).

    6. Actualidad de la bienaventuranza de la pobreza

    La bienaventuranza de los pobres es de gran actualidad en el contexto histrico en el que vivimos, marcado por la preocupacin por la ecologa y la salvaguarda de lo creado. Una manera de vivir la bienaventuranza evanglica, posible y accesible a todos, es volver a un uso sobrio y moderado de las cosas, a un estilo de vida simple que permita gozar de los bienes de la creacin sin abusar de ellos o desperdiciarlos.

    Necesitamos esta invitacin, especialmente en los pases ricos del hemisferio norte. Estamos tentados de sustituir las cosas despus de nuestro uso: vestidos, coche, ordenador y aparatos electrnicos en general. Usa y tirase

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  • ha convertido en la sntesis de nuestra civilizacin. Esto asume a veces formas maniticas.

    Francisco de Ass sola decir a sus frailes: Nunca he sido ladrn de limosnas, en pedir o en usar ms all de lo necesario. Cog siempre menos de lo que necesitaba para que otros pobres no fueran privados de su parte; hacer lo contrario habra sido robar12. Deberamos poder decir lo mismo de los bienes de la creacin: No he robado a las generaciones futuras recursos destinados a ellas: agua, energa, madera para hacer papel. Todo lo que usamos ms all de lo necesario, directa o indirectamente, lo sustraemos a otros que viven ahora en la tierra o que vendrn despus de nosotros.

    Me gusta recordar las palabras de un escritor ingls, J. K. Jerome, un humorista que, en este caso, sin embargo, habla seriamente. La experiencia de un viaje en barca sobre el Tamigi en sentido contrario a la corriente le sugiere una observacin sobre la vida:

    Cunta gente, en el viaje a lo largo del ro de la vida, carga, hasta casi hacerle hundirse, el propio barco de una infinidad de chismes que cree necesarios para que el viaje mismo resulte placentero, pero que en realidad son intiles y sin importancia. Por qu no hacer, ms bien, que la barca de nuestra vida sea ligera, cargada slo con las cosas de las que tendremos verdadera necesidad: una casa acogedora, placeres simples, uno o dos amigos dignos de este nombre, alguien a quien amar y alguno que te ame, un gato, un perro, una pipa o dos, lo suficiente para comer y para cubrirse? Encontraremos que, de este modo, es mucho ms fcil empujar la barca. Tendremos tiempo para pensar, para trabajar y tambin para beber algo estando tumbados al sol13.

    No es exactamente el ideal evanglico de la pobreza por el Reino, pero al menos hace ver cmo no es contrario a la felicidad humana, sino ms bien un aliado potente.

    La contemplacin es otra actitud que estimula la bienaventuranza evanglica de la pobreza. Hay que descubrir y estimar la forma especial de posesin que es la contemplacin. Es una manera de poseer las cosas de modo ms profundo, con el alma y no slo con los sentidos y el cuerpo.

    San Pablo define a los apstoles e, indirectamente, a todos los cristianos, como personas que no tienen nada y lo poseen todo (2Co 6, 10). La contemplacin hace este milagro: nos permite poseer las cosas sin acapararlas

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    12 Espejo de perfeccin, 12: San Francisco de Ass, Escritos, Biografas, Documentos de la poca (BAC 399, Madrid 1993) 705.

    13 J. K. Jerome, Three Men in a Boat (Longman, Londres 1962) trad. esp. Tres hombres en una barca (Triple Editorial, Madrid 2007).

  • para nosotros y sin sustraerlas a otros. Cuando una persona tiene el derecho de propiedad sobre una cosa un parque, un bosque, una playa marina, un lago- le pertenece slo a ella y cualquier otra est excluida. En la contemplacin, miles de personas pueden gozar de ese mismo lago y de ese parque sin quitarle a nadie ningn gozo de ello.

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  • 2. BIENAVENTURADOS LOS MANSOS PORQUE POSEERN LA TIERRA

    1. Quines son los mansos

    La bienaventuranza sobre la que deseamos meditar hoy se presta a una observacin importante. Dice: Bienaventurados los mansos porque poseern la tierra. Pues bien; en otro pasaje del mismo evangelio de Mateo, Jess exclama: Aprended de m, que soy manso y humilde de corazn (Mt 11, 29). De ah deducimos que las bienaventuranzas no son slo un buen programa tico que el maestro traza para sus discpulos; son el autorretrato de Jess! Es l el verdadero pobre, el manso, el puro de corazn, el perseguido por la justicia.

    Est aqu el lmite de Gandhi en su aproximacin al sermn de la montaa, que igualmente admiraba mucho. Para l, aqul podra hasta prescindir del todo de la persona histrica de Cristo. No me importara siquiera dijo en una ocasin- si alguien demostrara que le hombre Jess en realidad no vivi jams y cuanto se lee en los Evangelios no es ms que fruto de la imaginacin del autor. Porque el sermn de la montaa permanecera siempre verdadero ante mis ojos14.

    Es, al contrario, la persona y la vida de Cristo lo que hace de las bienaventuranzas y de todo el sermn de la montaa algo ms que una esplndida utopa tica; hace de ello una realizacin histrica, de la que cada uno puede sacar fuerza para la comunin mstica que le une a la persona del Salvador. No pertenecen slo al orden de los deberes, sino tambin al de la gracia.

    Para descubrir quines son los mansos proclamados bienaventurados por Jess, es til pasar revista brevemente a los trminos con los que la palabra mansos (praeis) se plasma en las traducciones modernas. El italiano tiene dos trminos: miti y mansueti. Este ltimo es tambin el trmino empleado en las traducciones espaolas, los mansos. En francs la palabra se traduce con doux, literalmente los dulces, aquellos que poseen la virtud de la dulzura (no existe en francs un trmino especfico para decir mansedumbre; en el Dictionnaire de spiritualit esta virtud est expuesta en la voz douceur, dulzura).

    1414 Gandhi, Buddismo, Cristianesimo, Islamismo, Roma, Tascabili Newton Compton, 1993, p. 53.

  • En alemn se alternan diversas traducciones. Lutero traduca el trmino con Sanftmtigen, esto es, mansos, dulces; en la traduccin ecumnica de la Biblia, la Eineits Bibel, los mansos son aquellos que no ejercen ninguna violencia -die keine Gewalt anwenden-, por lo tanto los no-violentos; algunos autores acentan la dimensin objetiva y sociolgica y traducen praeis con Machtlosen, los inermes, los sin poder. El ingls vincula habitualmente praeis con the gentle, introduciendo en la bienaventuranza el matiz de gentileza y de cortesa.

    Cada una de estas traducciones evidencia un componente verdadero, pero parcial, de la bienaventuranza. Hay que considerarlas en conjunto y no aislar ninguna, a fin de tener una idea de la riqueza originaria del trmino evanglico. Dos asociaciones constantes, en la Biblia y en la parnesis cristiana antigua, ayudan a captar el sentido pleno de mansedumbre: una es la que acerca entre s mansedumbre y humildad, la otra la que aproxima mansedumbre y paciencia; la una saca a la luz las disposiciones interiores de las que brota la mansedumbre, la otra las actitudes que impulsa a tener respecto al prjimo: afabilidad, dulzura, gentileza. Son los mismos rasgos que el Apstol evidencia hablando de la caridad: La caridad es paciente, es servicial, no es envidiosa, no se engre... (1 Co 13, 4-5).

    2. Jess, el manso

    Si las bienaventuranzas son el autorretrato de Jess, lo primero que hay que hacer al comentar una de ellas es ver cmo la vivi. Los evangelios son, de punta a punta, la demostracin de la mansedumbre de Cristo, en su doble aspecto de humildad y de paciencia. l mismo, hemos recordado, se propone como modelo de mansedumbre. A l Mateo aplica las palabras del Siervo de Dios en Isaas: No disputar ni gritar, la caa cascada no la quebrar, ni apagar la mecha humeante (Mt 12, 20). Su entrada en Jerusaln a lomos de un asno se ve como un ejemplo de rey manso que huye de toda idea de violencia y de guerra (Mt 21, 4).

    La prueba mxima de la mansedumbre de Cristo se tiene en su pasin. Ningn gesto de ira, ninguna amenaza. Insultado, no responda con insultos; al padecer, no amenazaba (1 P 2, 23). Este rasgo de la persona de Cristo se haba grabado de tal forma en la memoria de sus discpulos que San Pablo, queriendo exhortar a los corintios por algo querido y sagrado, les escribe: Os suplico por la mansedumbre (prautes) y la benignidad (epieikeia) de Cristo (2 Co 10, 1).

    Pero Jess hizo mucho ms que darnos ejemplo de mansedumbre y paciencia heroica; hizo de la mansedumbre y de la no violencia el signo de la verdadera grandeza. sta ya no consistir en alzarse solitarios sobre los dems, sobre la masa, sino en abajarse para servir y elevar a los dems. Sobre la cruz,

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  • dice Agustn, l revela que la verdadera victoria no consiste en hacer vctimas, sino en hacerse vctima, Victor quia victima 15.

    Nietzsche, se sabe, se opuso a esta visin, definindola una moral de esclavos, sugerida por el resentimiento natural de los dbiles hacia los fuertes. Predicando la humildad y la mansedumbre, el hacerse pequeos, el poner la otra mejilla, el cristianismo introdujo, en su opinin, una especie de cncer en la humanidad que ha apagado su empuje y ha mortificado su vida... En la introduccin al libro As hablaba Zaratustra, la hermana del filsofo resuma as el pensamiento de su hermano:

    l supone que, por el resentimiento de un cristianismo dbil y falseado, todo lo que era bello, fuerte, soberbio, poderoso como las virtudes procedentes de la fuerza- ha sido proscrito y prohibido, y que por ello han disminuido mucho las fuerzas que promueven y ensalzan la vida. Pero ahora una nueva tabla de valores debe ponerse sobre la humanidad, esto es, el fuerte, el hombre magnfico hasta su punto ms excelso, el superhombre, que nos es presentado ahora con arrolladora pasin como objetivo de nuestra vida, de nuestra voluntad y de nuestra esperanza16.

    Desde hace algn tiempo se asiste al intento de absolver a Nietzsche de toda acusacin, de amansarle y hasta de cristianizarle. Se dice que en el fondo l no va contra Cristo, sino contra los cristianos que en ciertas pocas predicaron una renuncia fin de s misma, despreciando la vida y yendo contra el cuerpo... Todos habran tergiversado el verdadero pensamiento del filsofo, empezando por Hitler... En realidad l habra sido un profeta de tiempos nuevos, el precursor de la era postmoderna.

    Ha quedado, se puede decir, una sola voz que se opone a esta tendencia, la del pensador francs Ren Girard, segn el cual todos estos intentos perjudican ante todo a Nietzsche. Con una perspicacia en verdad nica, para su tiempo, l capt el verdadero ncleo del problema, la alternativa irreducible entre paganismo y cristianismo.

    El paganismo exalta el sacrificio del dbil a favor del fuerte y del progreso de la vida; el cristianismo exalta el sacrificio del fuerte a favor del dbil. Es difcil no ver un nexo objetivo entre la propuesta de Nietzsche y el programa hitleriano de eliminacin de grupos humanos enteros por el adelanto de la civilizacin y la pureza de la raza.

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    15 S. Agostino, Confessioni, X, 43.

    16 Introduzione alledizione tascabile di Also sprach Zarathustra del 1919.

  • No es por lo tanto slo el cristianismo el blanco del filsofo, sino tambin Cristo. Dionisio contra el Crucificado: he ah la anttesis, exclama en uno de sus fragmentos pstumos17.

    Girard demuestra que lo que forma el mayor honor de la sociedad moderna la preocupacin por las vctimas, estar de parte del dbil y del oprimido, la defensa de la vida amenazada- es en realidad un producto directo de la revolucin evanglica que, sin embargo, por un paradjico juego de rivalidades mimticas, es ahora reivindicado por otros movimientos, como conquista propia, incluso en oposicin al cristianismo18.

    Hablaba la vez pasada de la relevancia hasta social de las bienaventuranzas. La de los mansos es su ejemplo tal vez ms claro, pero lo que se dice de ella vale, en conjunto, para todas las bienaventuranzas. Son la manifestacin de la nueva grandeza, el camino de Cristo a la autorrealizacin en la felicidad.

    No es verdad que el Evangelio mortifique el deseo de hacer grandes cosas y de sobresalir. Jess dice. Si uno quiere ser el primero, sea el ltimo de todos y el servidor de todos (Mc 9, 35). Es por lo tanto lcito, e incluso est recomendado, querer ser el primero; slo que el camino para llegar a ello ha cambiado: no elevndose por encima de los dems, tal vez aplastndoles si son un obstculo, sino abajndose para elevar a los dems consigo.

    3. Mansedumbre y tolerancia

    La bienaventuranza de los mansos ha pasado a ser de extraordinaria relevancia en el debate sobre religin y violencia, encendido despus de hechos como el del 11 de septiembre. Ella recuerda, ante todo a nosotros, los cristianos, que el Evangelio no da lugar a dudas. No hay en l exhortaciones a la no violencia, mezcladas con exhortaciones contrarias. Los cristianos pueden, en ciertas pocas, haber errado sobre ello, pero la fuente es lmpida y a ella la Iglesia puede volver para inspirarse de nuevo en toda poca, segura de no encontrar ah ms que verdad y santidad.

    El Evangelio dice que el que no crea se condenar (Mc 16, 16), pero en el cielo, no en la tierra, por Dios, no por los hombres. Cuando os persigan en una ciudad dice Jess-, huid a otra (Mt 10, 23); no dice: ponedla a hierro y fuego. Una vez, dos de sus discpulos, Santiago y Juan, que no haban sido recibidos en cierto pueblo samaritano, dijeron a Jess: Seor, quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?. Jess, est escrito, volvindose, les reprendi. Muchos manuscritos recogen tambin el tono del reproche: No

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    17 F. Nietzsche, Opere complete, VIII, Frammenti postumi 1888-1889, Adelphi, Milano 1974, p. 56.

    18 R. Girard, Vedo Satana cadere come folgore, Milano, Adelphi, 2001, pp. 211-236.

  • sabis de qu espritu sois, porque el Hijo del hombre no ha venido a perder las almas de los hombres, sino a salvarlas (Lc 9, 53-56).

    El famoso compelle intrare, obligadlos a entrar, con el que San Agustn, si bien muy a su pesar19, justifica su aprobacin de las leyes imperiales contra los donatistas20 y que se utilizar despus para justificar la coercin respecto a los herejes, se debe a un forzamiento del texto evanglico, fruto de una lectura mecnicamente literal de la Biblia.

    La frase la pone Jess en boca del hombre que haba preparado una gran cena y, ante el rechazo de los invitados a acudir, dice a los siervos que vayan por las calles y las cercas y que hagan entrar a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos (Lc 14, 15-24). Est claro que obligar no significa otra cosa, en el contexto, que una amable insistencia. Los pobres y los lisiados, como todos los infelices, podran sentirse violentos al presentarse con sus trastos en el palacio: venced su resistencia, recomienda el seor, decidles que no tengan miedo de entrar. Cuntas veces, en circunstancias similares, nosotros mismos hemos dicho: Me oblig a aceptar, sabiendo bien que la insistencia en estos casos es signo de benevolencia, no de violencia.

    En un libro-investigacin sobre Jess que ha suscitado mucho eco ltimamente en Italia, se atribuye a Jess la frase: Pero a aquellos enemigos mos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aqu y matadlos delante de m (Lc 19, 27), y se deduce que es a frases como stas que se remiten los partidarios de la guerra santa21. Pues bien: hay que precisar que Lucas no atribuye tales palabras a Jess, sino al rey de la parbola, y se sabe que no se pueden trasladar de la parbola a la realidad todos los detalles del relato parablico, y que en cualquier caso hay que trasladarlos del plano material al espiritual. El sentido metafrico de estas parbolas es que aceptar o rechazar a Jess no carece de consecuencias; es una cuestin de vida o muerte, pero vida y muerte espiritual, no fsica. La guerra santa no tiene nada que ver.

    4. Con mansedumbre y respeto

    Pero dejemos de lado estas consideraciones de orden apologtico y procuremos ver cmo hacer de la bienaventuranza de los mansos una luz para nuestra vida cristiana. Existe una aplicacin pastoral de la bienaventuranza de los mansos que empieza ya con la Primera Carta de Pedro. Se refiere al dilogo con el mundo externo: Dad culto al Seor Cristo en vuestros corazones,

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    19 S. Agostino, Epistola 93, 5: Dapprima ero del parere che nessuno dovesse essere condotto per forza allunit di Cristo, ma si dovesse agire solo con la parola, combattere con la discussione, convincere con la ragione.

    20 Cf. S. Agostino, Epistole 173, 10; 208, 7.

    21 Corrado Augias Mauro Pesce, Inchiesta su Ges. Mondadori, Milano 2006, p.52.

  • siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razn de vuestra esperanza. Pero hacedlo con mansedumbre (prautes) y respeto (1 P 3,15-16).

    Han existido desde la antigedad dos tipos de apologtica; uno tiene su modelo en Tertuliano, otro en Justino; uno se orienta a vencer, el otro a convencer. Justino escribe un Dilogo con el judo Trifn, Tertuliano (o un discpulo suyo) escribe un tratado Contra los judos, Adversus Judeos. Estos dos estilos han tenido una continuidad en la literatura cristiana (nuestro Giovanni Papini era ciertamente ms cercano a Tertuliano que a Justino), pero es verdad que hoy es preferible el primero. La encclica Deus caritas est del actual Sumo Pontfice es un ejemplo luminoso de esta presentacin respetuosa y constructiva de los valores cristianos que da razn de la esperanza cristiana con mansedumbre y respeto.

    El mrtir San Ignacio de Antioquia sugera a los cristianos de su tiempo, respecto al mundo externo, esta actitud, siempre actual: Ante su ira, sed mansos; ante su presuncin, sed humildes22.

    La promesa ligada a la bienaventuranza de los mansos -poseern la tierra- se realiza en diversos planos, hasta la tierra definitiva que es la vida eterna, pero ciertamente uno de los planos es el humano: la tierra son los corazones de los hombres. Los mansos conquistan la confianza, atraen las almas. El santo por excelencia de la mansedumbre y de la dulzura, San Francisco de Sales, sola decir: Sed lo ms dulces que podis y recordad que se atrapan ms moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre.

    5. Aprended de m

    Se podra insistir largamente sobre estas aplicaciones pastorales de la bienaventuranza de los mansos, pero pasemos a una aplicacin ms personal. Jess dice: Aprended de m que soy manso. Se podra objetar: pero Jess no se mostr, l mismo, siempre manso! Dice por ejemplo que no hay que oponerse al malvado, y que al que te abofetee en la mejilla derecha, ofrcele tambin la otra (Mt 5, 39). Pero cuando uno de los guardias le golpea en la mejilla, durante el proceso en el Sanedrn, no est escrito que ofreci la otra, sino que con calma respondi: Si he hablado mal, declara lo que est mal; pero si he hablado bien, por qu me pegas? (Jn 18, 23).

    Esto significa que no todo, en el sermn de la montaa, hay que tomarlo mecnicamente a la letra; Jess, segn su estilo, utiliza hiprboles y un lenguaje figurativo para grabar mejor en la mente de los discpulos determinada idea. En el caso de poner la otra mejilla, por ejemplo, lo importante no es el gesto de ofrecerla (que a veces hasta puede parecer

    1922 S. Ignazio dAntiochia, Agli Efesini, 10,2-3.

  • provocador), sino el de no responder a la violencia con otra violencia, vencer la ira con la serenidad.

    En este sentido, su respuesta al guardia es el ejemplo de una mansedumbre divina. Para medir su alcance, basta con compararla a la reaccin de su apstol Pablo (que era un santo) en una situacin anloga. Cuando, en el proceso ante el Sanedrn, el sumo sacerdote Ananas ordena golpear a Pablo en la boca, l responde: Dios te golpear a ti, pared blanqueada (Hch 23, 2-3).

    Hay que aclarar otra duda. En el mismo sermn de la montaa, Jess dice: El que llame a su hermano imbcil, ser reo ante el Sanedrn; y el que le llame renegado, ser reo de la gehenna de fuego (Mt 5, 22). Varias veces en el Evangelio l se dirige a los escribas y fariseos llamndoles hipcritas, insensatos y ciegos (Mt 23, 17); reprocha a los discpulos llamndoles insensatos y tardos de corazn (Lc 24, 25).

    Tambin aqu la explicacin es sencilla. Hay que distinguir entre la injuria y la correccin. Jess condena las palabras dichas con rabia y con intencin de ofender al hermano, no las que se orientan a hacer tomar conciencia del propio error y a corregir. Un padre que dice su hijo: eres un indisciplinado, un desobediente, no pretende ofenderle, sino corregirle. Moiss es definido por la Escritura como ms manso que cualquier hombre sobre la tierra (Nm 12,3); con todo, en el Deuteronomio le omos exclamar, dirigido a Israel: As pagis a Yahveh, pueblo insensato y necio? (Dt 32, 6).

    Lo decisivo es si quien habla lo hace por amor o por odio. Ama y haz lo que quieras, deca San Agustn. Si amas, ya corrijas, ya lo dejes pasar, ser amor. El amor no hace ningn dao al prjimo; de la raz del amor, como de un rbol bueno, no pueden ms que nacer frutos buenos.23

    6. Mansos de corazn

    Hemos llegado as al terreno propio de la bienaventuranza de los mansos, el corazn. Jess dice: Aprended de m que soy manso y humilde de corazn. La verdadera mansedumbre se decide ah. Es del corazn, dice, que proceden los homicidios, maldades, calumnias (Mc 7, 21-22), como de las agitaciones internas del volcn se expulsan lava, cenizas y material incandescente. Las mayores explosiones de violencia, como las guerras y conflictos, empiezan, como dice Santiago, secretamente desde las pasiones que se agitan dentro del corazn del hombre (St 4, 1-2). Igual que existe un adulterio del corazn, existe un homicidio del corazn: El que odia a su propio hermano escribe Juan-, es un homicida (1 Jn 3, 15).

    2023 S. Agostino, Commento alla Prima Lettera di Giovanni 7,8 (PL 35, 2023)

  • No existe slo la violencia de las manos; existe tambin la de los pensamientos. Dentro de nosotros, si prestamos atencin, se desarrollan casi continuamente procesos a puerta cerrada. Un monje annimo tiene pginas de gran penetracin al respecto. Habla como monje, pero lo que dice no vale slo para los monasterios; apunta el ejemplo de los sbditos, pero es evidente que el problema se plantea de otro modo tambin para los superiores.

    Observa -dice-, aunque sea por un da, el curso de tus pensamientos: te sorprender la frecuencia y la vivacidad de tus crticas internas con interlocutores imaginarios, y si no con los que te son cercanos. Cul es habitualmente su origen? ste: el descontento a causa de los superiores que no nos quieren, no nos estiman, no nos entienden; son severos, injustos o demasiado cerrados con nosotros o con otros oprimidos. Estamos descontentos de nuestros hermanos, sin comprensin, obstinados, bruscos, desordenados o injuriosos.... Entonces en nuestro espritu se crea un tribunal en el que somos fiscal, presidente, juez y jurado; raramente abogado, ms que en nuestro favor. Se exponen los agravios; se pesan las razones; se defiende, se justifica; se condena al ausente. Tal vez se elaboran planes de revancha o trampas vengativas... 24.

    Los Padres del desierto, al no tener que luchar contra enemigos externos, hicieron de esta batalla interior contra los pensamientos (los famosos logismoi) el banco de prueba de todo progreso espiritual. Tambin elaboraron un mtodo de lucha. Nuestra mente, decan, tiene la capacidad de preceder el desarrollo de un pensamiento, de conocer, desde el principio, adnde ir a parar: si a disculpar al hermano o a condenarle, si a la gloria propia o a la gloria de Dios. Tarea del monje deca un anciano- es ver llegar de lejos los propios pensamientos25, se entiende que para cerrarles camino, cuando no son conformes a la caridad. La manera ms sencilla de hacerlo es decir una breve oracin o enviar una bendicin hacia la persona que tenemos tentacin de juzgar. Despus, con la mente serena, se podr valorar si y cmo actuar respecto a aquella.

    7. Revestirse de la mansedumbre de Cristo

    Una observacin antes de concluir. Por su naturaleza, las bienaventuranzas estn orientadas a la prctica; llaman a la imitacin, acentan la obra del hombre. Existe el riesgo de desalentarse al constatar la incapacidad de llevarlas a cabo en la propia vida y la distancia abismal que existe entre el ideal y la prctica.

    21

    24 Un monaco, Le porte del silenzio, Ancora, Milano 1986, p. 17 (Originale: Les porte du silence, Libraire Claude Martigny, Genve).

    25 Detti e fatti dei Padri del deserto, a cura di C. Campo e P. Draghi, Rusconi, Milano 1979, p. 66.

  • Se debe recordar lo que se deca al inicio: las bienaventuranzas son el autorretrato de Jess. l las vivi todas en grado sumo; pero y aqu est la buena noticia- no las vivi slo para s, sino tambin para todos nosotros. Respecto a las bienaventuranzas, estamos llamados no slo a la imitacin, sino tambin a la apropiacin. En la fe podemos beber de la mansedumbre de Cristo, como de su pureza de corazn y de cualquier otra virtud suya. Podemos orar para tener la mansedumbre, como Agustn oraba para tener la castidad: Oh Dios, t me mandas que sea manso; dame lo que mandas y mndame lo que quieras26.

    Revestios, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entraas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre (prautes), paciencia (Col 3, 12), escribe el Apstol a los colosenses. La mansedumbre y la bondad son como un vestido que Cristo nos ha merecido y del que, en la fe, podemos revestirnos, no para ser dispensados de la prctica, sino para animarnos a ella. La mansedumbre (prautes) es situada por Pablo entre los frutos del Espritu (Ga 5, 23), esto es, entre las cualidades que el creyente muestra en la propia vida, cuando acoge al Espritu Santo y se esfuerza por corresponder.

    Podemos, por lo tanto, terminar repitiendo juntos con confianza la bella invocacin de las letanas del Sagrado Corazn: Jess, manso y humilde de corazn, haz nuestro corazn semejante al tuyo: Jesu, mitis et humilis corde: fac cor nostrum secundum cor tutum.

    2226 Cf. S. Agostino, Confessioni, X, 29.

  • 3. BIENAVENTURADOS LOS QUE AHORA LLORIS!

    1. Una nueva relacin entre placer y dolor Omitiendo la bienaventuranza de los pobres que hemos meditado en un

    Adviento precedente, concentrmonos en la segunda bienaventuranza: Bienaventurados los afligidos porque sern consolados (Mt 5, 4). En el evangelio de Lucas, donde las bienaventuranzas, que son cuatro, estn en forma de discurso directo y reforzadas por una advertencia, la misma bienaventuranza suena as: Bienaventurados los que ahora lloris, porque reiris. Ay de vosotros, los que ahora res, porque gemiris y lloraris! (Lc 6, 21.25).

    El mensaje ms formidable est contenido precisamente en la estructura de esta bienaventuranza. sta se permite recoger la revolucin que el evangelio obr respecto al problema del placer y dolor. El punto de partida comn tanto al pensamiento religioso como al profano- es la constatacin de que en esta vida placer y dolor son inseparables; se suceden el uno al otro con la misma regularidad con la que a la elevacin de una ola en el mar le sigue un hundimiento y un vaco que succiona al nufrago mar adentro.

    El hombre busca desesperadamente separar a estos dos hermanos siameses, aislar el placer del dolor. Pero es intil. Es el mismo placer desordenado el que se vuelve contra l y se transforma en sufrimiento, o de improviso y trgicamente, o un poco a la vez, en cuanto es por su naturaleza transitorio y genera cansancio y nusea. Es una leccin que nos llega de la crnica diaria y que el hombre ha expresado de mil maneras en su arte y en su literatura. Un no s qu de amargo escribi el poeta pagano Lucrecio- brota de lo ntimo de cada placer y nos angustia ya en medio de nuestras delicias27.

    La Biblia tiene una respuesta que dar a esto, que es el verdadero drama de la existencia humana. Hubo desde el inicio una eleccin del hombre, hecha posible desde su libertad, que le llev a orientar exclusivamente hacia las cosas visibles la capacidad de gozo de la que estaba dotado para que aspirara a gozar del Bien infinito que es Dios.

    Al placer, elegido contra la ley de Dios y simbolizado por Adn y Eva que saborean el fruto prohibido, Dios permiti que le siguieran el dolor y la muerte, ms como remedio que como castigo. A fin de que no ocurriera que, siguiendo a

    2327 Lucrecio, De rerum natura, IV, 1129 s.

  • rienda suelta su egosmo y su instinto, el hombre se destruyera del todo y destruyera cada uno a su prjimo. As, al placer vemos como se le adhiere, como su sombra, el sufrimiento.

    Cristo rompi por fin esta cadena. l, a cambio de la gloria que se le propona, soport la cruz (Hebreos 12, 2). Hizo, en resumen, lo contrario de lo que hizo Adn y de lo que hace cada hombre. La muerte del Seor escribi San Mximo el Confesor-, a diferencia de la de los dems hombres, no era una deuda pagada por el placer, sino ms bien algo que era arrojado contra el placer mismo. Y as, a travs de esta muerte, cambi el destino merecido por el hombre28. Resucitando de la muerte, l inaugur un nuevo gnero de placer: el que no precede al dolor, como su causa, sino que le sigue, como su fruto.

    Todo esto es maravillosamente proclamado por nuestra bienaventuranza, que a la secuencia risa-llanto le opone la secuencia llanto-risa. No se trata de una sencilla inversin de los tiempos. La diferencia, infinita, est en el hecho de que en el orden propuesto por Jess es el placer, no el sufrimiento, el que tiene la ltima palabra y, lo que importa ms, una ltima palabra que dura eternamente.

    2. Dnde est tu Dios?

    Procuremos ahora entender quines son exactamente los afligidos y los que lloran, proclamados bienaventurados por Cristo. Los exgetas excluyen hoy, casi unnimemente, que se trate de afligidos slo en sentido objetivo y sociolgico, gente a la que Jess proclamara bienaventurada por el solo hecho de sufrir y de llorar. El elemento subjetivo, esto es, el motivo del llanto, es determinante.

    Y cul es este motivo? La va ms segura para descubrir qu llanto y qu afliccin son proclamados bienaventurados por Cristo es ver por qu se llora en la Biblia y por qu llor Jess. Descubrimos as que existe un llanto de arrepentimiento, como el de Pedro tras la traicin, un llorar con quien llora (Rm 12, 15), de compasin por el dolor ajeno, como llor Jess con la viuda de Nam y con las hermanas de Lzaro; el llanto de exiliados que anhelan la patria, como el de los judos en los ros de Babilonia... Y muchos otros.

    Deseara sacar a la luz dos de los motivos por los que se llora en la Biblia y por los que llor Jess que me parece que merecen particular meditacin en el momento histrico que estamos viviendo.

    En el Salmo 41 leemos: Mis lgrimas son mi pan de da y de noche,

    2428 Mximo el Confesor, Capitoli vari, IV cent. 39; en Filocalia, II, Torino 1983, p. 249.

  • Y a lo largo del da me repiten: Dnde est tu Dios?...Mis huesos se quebrantan,mis opresores me insultan,y me repiten a lo largo del da: Dnde est tu Dios?.

    Nunca esta tristeza del creyente por el rechazo presuntuoso de Dios a su alrededor ha tenido tanta razn de ser como hoy. Despus del perodo de relativo silencio posterior al atesmo marxista, estamos asistiendo a un resurgimiento de un atesmo militante y agresivo, con marca de origen cientfico o cientista. Los ttulos de algunos libros recientes son elocuentes: Tratado de ateologa, La ilusin de Dios, El fin de la fe, Creacin sin Dios, Una tica sin Dios...29

    En uno de estos tratados se lee la siguiente declaracin: Las sociedades humanas han elaborado varios medios ordinarios de conocimiento, generalmente compartidos, a travs de los cuales se puede comprobar algo. Quien afirma la existencia de un ser no cognoscible con esos instrumentos, debe asumir la carga de la prueba. Por esto me parece legtimo sostener que, mientras no se pruebe lo contrario, Dios no existe30.

    Con los mismos argumentos se podra demostrar que tampoco existe el amor, dado que no es comprobable con los instrumentos de la ciencia. El hecho es que la prueba de la existencia de Dios no se encuentra en los libros ni en laboratorios de biologa, sino en la vida. En la vida de Cristo ante todo, en la de los santos y en la de los innumerables testigos de la fe. Se encuentra tambin en la tan despreciada prueba de los signos y milagros que Jess mismo daba como prueba de su verdad y que Dios sigue dando, pero que los ateos rechazan a priori, sin tomarse siquiera la molestia de examinarla.

    Motivo de tristeza del creyente, como para el salmista, es la impotencia que experimenta frente al desafo: Dnde est tu Dios?. Con su misterioso silencio, Dios llama al creyente a compartir su debilidad y derrota, prometiendo slo en estas condiciones la victoria: La debilidad de Dios es ms fuerte que los hombres (1 Co 1, 25).

    3. Se han llevado a mi Seor!

    No menos doloroso es hoy, para el creyente cristiano, el rechazo sistemtico de Cristo en nombre de una investigacin histrica objetiva que, en ciertas formas, se reduce a lo ms subjetivo que se pueda imaginar: fotografas de los autores y de sus ideales, como apunta el Santo Padre en las pginas

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    29 Respectivamente de Michel Onfray, de Richard Dawkins, Sam Harris, Telmo Pievani, Eugenio Lecaldano.

    30 Carlo Augusto Viano, Laici in ginocchio, Laterza, Bari.

  • introductorias de su prximo libro sobre Jess. Asistimos a una carrera para ver quin logra presentar un Cristo ms a la medida del hombre de hoy, despojndole de toda prerrogativa trascendente. A la pregunta de los ngeles: Mujer, por qu lloras?, Mara de Magdala, la maana de Pascua, respondi: Porque se han llevado a mi Seor, y no s dnde lo han puesto (Jn 21, 13). Un motivo de llanto que podramos hacer nuestro.

    Siempre ha existido la tendencia a revestir a Cristo de los ropajes de la propia poca o de la propia ideologa. En el pasado, en cambio, si bien discutibles, se trataba de causas serias y de gran suspiro: el Cristo idealista, romntico, liberal, socialista, revolucionario... Nuestra poca, obsesionada por el sexo, no consigue pensar en l ms que con problemas sentimentales: Una vez ms Jess ha sido modernizado, o mejor dicho, postmodernizado31.

    Es bueno saber de dnde viene esta corriente reciente que hace de Jess de Nazaret el campo de pruebas de los ideales postmodernos de relativismo tico e individualismo absolutos (el llamado desconstruccionismo) y que, directa o indirectamente, est inspirando novelas, pelculas y espectculos e influye tambin en las investigaciones histricas sobre l. Se trata de un movimiento nacido en los Estados Unidos en las ltimas dcadas del siglo pasado, que tiene en el Jesus Seminar -Seminario sobre Jess- su punto de agregacin ms activo.

    Se le ha definido como neoliberalismo, por su retorno al Jess de la teologa liberal decimonnica, sin vnculos ni con el judasmo, por un lado, ni con el cristianismo y la Iglesia, por otro; un Jess propagador de ideas morales, pero ya no de gran alcance, como en el liberalismo clsico (paternidad de Dios, valor infinito del alma humana), sino de sabidura sencilla, de alcance sociolgico ms que teolgico. El objetivo de estos estudiosos ya no es simplemente corregir, sino destruir, como dicen ellos, ese error llamado cristianismo .

    Es muy significativo el discurso programtico realizado por el fundador del movimiento en 1985: Estamos a punto de embarcarnos en una empresa de gran alcance. Queremos sencilla y vigorosamente ponernos en busca de la voz de Jess, de lo que l dijo verdaderamente. En este proceso, plantearemos interrogantes en el lmite de lo sagrado y hasta de la blasfemia para los odos de muchos en nuestra sociedad. Como consecuencia, el camino que seguiremos podra revelarse arriesgado. Podra nacer hostilidad, pero avanzaremos a despecho de los peligros porque el problema de Jess es lo que nos desafa, como el Everest desafa la cordada de escaladores32.

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    31 J. D.G. Dunn, Gli albori del cristianesimo, I,1, Brescia, Paideia 2006, p. 81.

    32 Robert Funk, Discurso inaugural de marzo de 1985 en Berkeley, California.

  • Jess es liberado ya no slo de los dogmas de la Iglesia, sino tambin de las Escrituras y de los Evangelios. Qu fuentes quedan, en este punto, para hablar de l, que no sea la pura y simple fantasa? Naturalmente, los apcrifos, y en primer lugar el Evangelio de Toms, fechado incluso, segn ellos, en los aos 30-60 despus de Cristo, antes que los Evangelios cannicos y que el propio Pablo; despus, el anlisis sociolgico de las condiciones de vida en Galilea en tiempos de Cristo.

    Qu imagen de Jess se saca de ah? Cito algunas de las definiciones que se han dado, no todas, naturalmente, compartidas por todos: un excntrico galileo, el proverbial fiestero, un sabio vagabundo o subversivo, el maestro de una sabidura aforstica, un campesino judo empapado de filosofa cnica33.

    Queda por explicar el misterio de cmo es que un ser tan inocuo haya acabado en la cruz y haya podido convertirse en el hombre que cambi el mundo. Lo que es verdaderamente para llorar no es que se escriban estas cosas (tambin hay que inventar algo nuevo si se quieren seguir escribiendo libros); sino que, una vez publicados, estos libros se vendan a centenares de miles, si no millones, de copias.

    La incapacidad de la investigacin histrico-filolgica de empalmar el Jess de la realidad con el Jess de las fuentes evanglicas y de la Iglesia depende, a mi entender, del hecho de que aquella ignora y no se molesta en estudiar la dinmica de los fenmenos espirituales y sobrenaturales. Sera como querer or un sonido con los ojos o ver un color con los odos.

    El estudio y la experiencia de los fenmenos msticos (tambin estos son una realidad!) muestra cmo todo un desarrollo posterior, en la vida de la propia persona o del movimiento nacido de ella, puede estar contenido en un evento, a veces en un instante (cuando se trata de un encuentro con lo divino), del cual slo despus, por los frutos, se revelan las potencialidades escondidas. Los socilogos se acercan a esta verdad con el concepto del statu nascenti34.

    El nio o el hombre adulto se ven de una manera distinta al embrin del comienzo; sin embargo en ste todo estaba contenido. De igual manera el reino es al principio la ms pequea de las semillas, pero est destinado a crecer y a convertirse en un gran rbol (Mt 13, 32).

    El nacimiento del movimiento franciscano se presta para una comparacin, naturalmente en un plano cualitativamente diferente. Las fuentes franciscanas presentan divergencias y contradicciones casi sobre cada punto de vista del

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    33 Cfr. J. D.G. Dunn, Gli albori del cristianesimo, I, 1, Brescia 2006, pp. 75-82.

    34 Cf. F. Alberoni, Innamoramento e amore, Garzanti, Miln 1981.

  • Pobrecillo: sobre la visn y la palabra del crucificado de San Damin, sobre el episodio de los estigmas... De ninguna palabra del santo, excepto de los pocos escritos de su puo, se tiene la seguridad de que haya salido de su boca. Las Florecillas parecen toda una idealizacin de la historia.

    Sin embargo, todo lo que floreci en torno y despus de Francisco el movimiento franciscano con sus reflejos en la espiritualidad, en el arte, en la literatura- depende de l; no es sino una manifestacin e incluso empobrecida- de las energas espirituales puestas en movimiento por su persona y por su vida; mejor, por lo que Dios haba hecho en su vida.

    Muchos, hasta entre los estudiosos creyentes, dan por descontado que el Jess real fue, y pretendi ser, mucho menos de lo que est escrito de l en los evangelios, que no se atribuy tal o cual ttulo. La verdad es que l es inmensamente ms, no menos, que lo que est escrito de l! Quin es el Hijo, slo lo sabe el Padre y lo saben, en pequea medida, tambin aquellos a quienes el Padre lo quiera revelar, en general no los doctos y los cientficos, a menos que tambin ellos se hagan pequeos...

    Pablo deca que experimentaba en el corazn tristeza inmensa y un profundo y continuo dolor por el rechazo de Cristo por parte de sus compatriotas (Rm 9, 1s.); cmo no experimentar el mismo dolor por el rechazo de l por parte de muchos contemporneos nuestros, en los pases de antigua fe cristiana? Por un motivo similar, por no haber reconocido en l al propio amigo y salvador, Jess llor en Jerusaln...

    Afortunadamente parece precisamente que se est cerrando ya un ciclo y se est pasando pgina en las investigaciones sobre Jess. En una obra de tres volmenes de un millar de pginas cada uno- titulada Los albores del cristianismo (Christianity in the Making), destinada a crear poca como otros estudios suyos precedentes, uno de los mximos estudiosos vivos del Nuevo Testamento, James Dunn, tras un meticuloso anlisis de los resultados de los ltimos tres siglos de investigaciones, lleg a la conclusin de que no ha habido ninguna interrupcin entre el Jess que predica y el Jess predicado, y por lo tanto, entre el Jess de la historia y el de la fe. sta no naci despus de la Pascua, sino con los primeros encuentros de los discpulos, quienes se hicieron discpulos justamente porque creyeron en l, si bien al inicio con una fe frgil y an ignorante de sus implicaciones.

    El contraste entre el Cristo de la fe y el Jess de la historia es el resultado de una fuga de la historia, antes que de una fuga de la fe, debidas, la una y la otra, al hecho de haber proyectado sobre Jess intereses e ideales del momento. Se liberaba, s, a Jess de los ropajes de la dogmtica eclesistica, pero para ponerle encima vestidos de moda que cambiaban en cada estacin. El inmenso esfuerzo de investigacin en torno a la persona de Cristo no ha sido en

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  • cambio en vano, porque es precisamente gracias a l que ahora, exploradas todas las soluciones alternativas, estamos en grado de llegar crticamente a esta conclusin35.

    4. Lloren los sacerdotes, ministros del Seor

    Existe tambin un segundo llanto en la Biblia sobre el que debemos reflexionar. Hablan de l los profetas. Ezequiel refiere la visin que tuvo un da. La voz poderosa de Dios grita a un misterioso personaje vestido de lino, que llevaba a la cintura la cartera de escribir: Pasa por la ciudad, recorre Jerusaln y marca una tau en la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las nefastas acciones que se cometen dentro de ella (Ez 9, 4).

    Esta visin tuvo resonancias profundas en la continuacin de la revelacin y de la Iglesia. Aquel signo, tau, ltima letra del alfabeto hebreo, por su forma de cruz se convierte en el Apocalipsis en el sello del Dios vivo impreso en la frente de los salvados (Ap 7, 2 s.).

    La Iglesia ha llorado y suspirado en tiempos recientes por las abominaciones cometidas en su seno por algunos de sus propios ministros y pastores. Ha pagado un precio elevadsimo por esto. Ha corrido a poner remedio, se ha dado reglas frreas para impedir que los abusos se repitan. Ha llegado el momento, tras la emergencia, de hacer lo ms importante de todo: llorar ante Dios, afligirse como se aflige Dios; por la ofensa al cuerpo de Cristo y el escndalo a los ms pequeos de sus hermanos, ms que por el perjuicio y deshonor ocasionado a nosotros.

    Es la condicin para que de todo este mal pueda verdaderamente llegar el bien y se obre una reconciliacin del pueblo con Dios y con los propios sacerdotes.

    Tocad la trompeta en Sin,proclamad un ayuno sagrado, convocar una asamblea... Que entre el vestbulo y el altarlloren los sacerdotes, ministros del Seor, y digan:Perdona a tu pueblo, Seor,y no entregues a tu heredad al oprobio, a la burla de las gentes. (Jl 2, 15-17).

    Estas palabras del profeta Joel contienen un llamamiento para nosotros. No se podra hacer lo mismo tambin hoy: convocar un da de ayuno y de

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    35 Cfr. Dunn, Christianity in the Making, Grand Rapids, Michigan 2003. Se han publicado en italiano los primeros dos volmenes del primer tomo con el ttulo Gli albori del cristianesimo, I, La memoria di Ges, vol. 1: Fede e Ges storico; I, 2: La missione di Ges, Paideia, Brescia 2006.

  • penitencia, al menos a nivel local y nacional, donde el problema haya sido ms fuerte, para expresar pblicamente arrepentimiento ante Dios y solidaridad con las vctimas, obrar, en resumen, una reconciliacin de los nimos y reanudar un camino de Iglesia, renovados en el corazn y en la memoria?

    Me dan el valor de decir esto las palabras pronunciadas por el Santo Padre al episcopado de una nacin catlica en una reciente visita ad limina: Las heridas causadas por estos actos son profundas, y es urgente la tarea de restablecer la esperanza y la confianza cuando stas han quedado daadas... De este modo la Iglesia se reforzar y ser cada vez ms capaz de dar testimonio de la fuerza redentora de la Cruz de Cristo36.

    Pero no debemos dejar sin una palabra de esperanza tambin a los desventurados hermanos que han sido la causa del mal. Sobre el caso de incesto ocurrido en la comunidad de Corinto, el Apstol sentenci: Que este individuo sea entregado a Satans, con el fin de que, aunque quede corporalmente destrozado, pueda salvarse en el da del Seor (1 Co 5,5). (Hoy diramos: que sea entregado a la justicia humana, para que su alma obtenga la salvacin). La salvacin del pecador, no su castigo, es lo que le importaba al Apstol.

    Un da que predicaba al clero de una dicesis que haba sufrido mucho por esta razn, me impact un pensamiento. Estos hermanos nuestros han sido despojados de todo, ministerio, honra, libertad, y slo Dios sabe con cunta responsabilidad moral efectiva, en cada caso; han pasado a ser los ltimos, los rechazados... Si en esta situacin, tocados por la gracia, se afligen por el mal causado, unen su llanto al de la Iglesia, la bienaventuranza de los afligidos y de los que lloran pasa a ser de golpe su bienaventuranza. Podran estar cerca de Cristo, que es el amigo de los ltimos, ms que muchos otros incluido yo-, ricos de la propia respetabilidad y tal vez llevados, como los fariseos, a juzgar a quien yerra.

    Pero hay una cosa que estos hermanos deberan absolutamente evitar hacer y que alguno, lamentablemente, est intentando en cambio realizar: aprovechar el clamor para sacar beneficios hasta de la propia culpa, concediendo entrevistas, escribiendo memorias, en la tentativa de hacer recaer la culpa sobre los superiores y sobre la comunidad eclesial. Esto revelara una dureza de corazn verdaderamente peligrosa.

    5. Las lgrimas ms bellas

    Concluyo aludiendo a un tipo de lgrimas distintas. Se puede llorar de dolor, pero tambin de conmocin y de alegra. Las lgrimas ms bellas son las

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    36 Benedicto XVI, Discurso a los obispos de la Conferencia Episcopal de Irlanda, sbado, 28 de octubre de 2006.

  • que nos llenan los ojos cuando, iluminados por el Espritu Santo, gustamos y vemos cun bueno es el Seor (Sal 34, 9).

    Cuando se est en este estado de gracia, sorprende que el mundo y nosotros mismos no caigamos de rodillas y no lloremos todo el tiempo de estupor y de conmocin. Lgrimas de este tipo deban correr por el rostro de Agustn cuando escriba en las Confesiones: Cunto nos has amado, oh Padre bueno, que no te has reservado a tu nico Hijo, sino que lo has dado por todos nosotros. Cunto nos has amado!37.

    Lgrimas como stas verti Pascal la noche en que tuvo la revelacin del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob que se revela por las vas del evangelio, y en una hojita de papel (hallada cosida en el interior de su chaqueta tras su muerte) escribi: Alegra, alegra, lgrimas de alegra!. Pienso que tambin las lgrimas con las que la pecadora empap los pies de Jess no eran lgrimas slo de arrepentimiento, sino tambin de gratitud y de gozo.

    Si en el cielo se puede llorar, es de este llanto del que est lleno el paraso. En Estambul, la antigua Constantinopla, donde el Santo Padre viaj das atrs, vivi en torno al ao 1.000 San Simen el Nuevo Telogo, el santo de las lgrimas. Es el ejemplo ms brillante en la historia de la espiritualidad cristiana de las lgrimas de arrepentimiento que se transforman en lgrimas de estupor y de silencio. Lloraba cuenta en una obra suya- y estaba en un gozo inexpresable38. Parafraseando la bienaventuranza de los afligidos, dice: Bienaventurados los que siempre lloran amargamente sus pecados, porque les asir la luz y transformar las lgrimas amargas en dulces39.

    Que Dios nos conceda gustar, al menos una vez en la vida, estas lgrimas de conmocin y de alegra.

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    37 Agustn, Confessioni, X, 43.

    38 Simen, el Nuevo Telogo, Ringraziamenti, 2 (SCh 113, p. 350).

    39 Simen, el Nuevo Telogo, Trattati etici, 10 (SCh 129, p. 318).

  • 4. BIENAVENTURADOS LOS QUE TENIS HAMBRE AHORA,

    PORQUE SERIS SACIADOS

    1. Historia y Espritu

    La investigacin sobre el Jess histrico, hoy tan en auge tanto la que hacen estudiosos creyentes como la radical de los no creyentes- esconde un grave peligro: el de inducir a creer que slo lo que, por esta nueva va, se pueda remontar al Jess terreno es autntico, mientras que todo lo dems sera no-histrico y por lo tanto no autntico. Esto significara limitar indebidamente slo a la historia los medios que Dios tiene a disposicin para revelarse. Significara abandonar tcitamente la verdad de fe de la inspiracin bblica y por lo tanto el carcter revelado de las Escrituras.

    Parece que esta exigencia de no limitar nicamente a la historia la investigacin sobre el Nuevo Testamento comienza a abrirse camino entre diversos estudiosos de la Biblia. En 2005 se celebr en Roma, en el Instituto Bblico, una consulta sobre Crtica cannica e interpretacin teolgica (Canon Criticism and Theological Interpretation) con la participacin de eminentes estudiosos del Nuevo Testamento. Aquella tena el objetivo de promover este aspecto de la investigacin bblica que tiene en cuenta la dimensin cannica de las Escrituras, integrando la investigacin histrica con la dimensin teolgica.

    De todo ello deducimos que palabra de Dios, y por lo tanto normativo para el creyente, no es el hipottico ncleo originario diversamente reconstruido por los historiadores, sino lo que est escrito en los evangelios. El resultado de las investigaciones histricas hay que tenerlo enormemente en cuenta porque es el que debe orientar a la comprensin tambin de los desarrollos posteriores de la tradicin, pero la exclamacin Palabra de Dios! seguiremos pronuncindola al trmino de la lectura del texto evanglico, no al trmino de la lectura del ltimo libro sobre el Jess histrico.

    Las dos lecturas, la histrica y la de fe, tienen entre s un importante punto de encuentro. Un evento es histrico escribi un eminente estudioso del Nuevo Testamento- cuando asoman en l dos requisitos: ha "sucedido" y adems ha asumido una relevancia significativa determinante para las personas que

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  • estuvieron involucradas en l y establecieron su narracin40. Existen infinitos hechos realmente ocurridos que, en cambio, no pensamos en definir histricos, porque no han dejado huella alguna en la historia, no han suscitado ningn inters, ni han hecho nacer nada nuevo. Histrico no es por lo tanto el descarnado hecho de crnica, sino el hecho ms el significado de l.

    En este sentido, los evangelios son histricos no slo por lo que refieren verdaderamente ocurrido, sino por el significado de los hechos que sacan a la luz bajo la inspiracin del Espritu Santo. Los evangelistas y la comunidad apostlica antes que ellos, con sus aadidos y subrayados diversos, no hicieron sino evidenciar los diferentes significados o implicaciones de un determinado dicho o hecho de Jess.

    Juan se preocupa de hacer que se explique anticipadamente por Jess mismo este hecho cuando le atribuye las palabras: Mucho tengo todava que deciros, pero ahora no podis con ello. Cuando venga l, el Espritu de la verdad, os guiar hasta la verdad completa; pues no hablar por su cuenta, sino que hablar lo que oiga y os anunciar lo que ha de venir (Jn 16,12-13).

    Estas observaciones nos resultan de particular utilidad cuando se trata del uso que hay que hacer de las bienaventuranzas evanglicas. Es bien sabido que las bienaventuranzas nos han llegado en dos versiones distintas. Mateo tiene ocho bienaventuranzas; Lucas slo cuatro, seguidas, en cambio, de otros tantos ay contrarios. En Mateo el discurso es indirecto: bienaventurados los pobres, bienaventurados los que tienen hambre; en Lucas el discurso es directo: bienaventurados vosotros, los pobres, bienaventurados los que tenis hambre; Lucas dice pobres y hambrientos, Mateo pobres de espritu y hambrientos de justicia

    Despus de toda la labor crtica realizada para distinguir lo que, en las bienaventuranzas, se remonta al Jess histrico y lo que es propio de Mateo y de Lucas,41 la tarea del creyente de hoy no es la de elegir como autntica una de las dos versiones y dejar de lado la otra. Se trata ms bien de recoger el mensaje contenido en una y otra versin evanglica y segn los casos y las necesidades de hoy- valorar, cada vez, una u otra perspectiva, como hizo cada uno de los dos evangelistas en su tiempo.

    2. Quines son los hambrientos y quines los saciados

    Siguiendo este principio, reflexionamos hoy sobre la bienaventuranza de los hambrientos, partiendo de la versin de Lucas: Bienaventurados los que tenis hambre ahora, porque seris saciados. Veremos, en un segundo

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    40 D. H. Dodd, Storia ed Evangelo, Brescia 1976, p.23.

    41 Cf. J. Dupont, Le beatitudini, 2 Voll. Edizioni Paoline 1992 (ed. originale Parigi 1969).

  • momento, que la versin de Mateo, que habla de hambre de justicia, no se opone a la de Lucas, sino que la confirma y refuerza.

    Los que tienen hambre, en la bienaventuranza de Lucas, no constituyen una categora diferente de los pobres mencionados en la primera bienaventuranza. Son los mismos pobres considerados en el aspecto ms dramtico de su condicin, la falta de alimento. Paralelamente, los saciados son los ricos que en su prosperidad pueden satisfacer no slo la necesidad, sino tambin la voluntad al comer. Es el propio Jess quien se preocup de explicar quines son los saciados y quines los que tienen hambre. Lo hizo con la parbola del rico epuln y del pobre Lzaro (Lc 16, 19-31). Tambin sta considera pobreza y riqueza bajo la perspectiva de la falta o sobreabundancia de alimento: el rico celebraba todos los das esplndidas fiestas; el pobre deseaba hartarse de lo que caa de la mesa del rico.

    La parbola sin embargo no explica slo quines son los hambrientos y quines los saciados, sino tambin, y sobre todo, por qu los primeros son declarados bienaventurados y los segundos desventurados: Un da el pobre muri y fue llevado por los ngeles al seno de Abraham. Muri tambin el rico y fue sepultado... en el infierno entre tormentos

    La riqueza y la saciedad tienden a encerrar al hombre en un horizonte terreno porque donde est tu tesoro, all estar tambin tu corazn (Lc 12, 34); agravan el corazn con la disipacin y la ebriedad, sofocando la semilla de la palabra (Cf. Lc 21, 34); hacen olvidar al rico que la noche siguiente podran pedrsele cuentas de su vida (Lc 16,19-31); hacen la entrada en el Reino ms difcil que para un camello pasar por el ojo de una aguja (Lc 18, 25).

    El rico epuln y los dems ricos del evangelio no son condenados por el simple hecho de ser ricos, sino por el uso que hacen, o no, de su riqueza. En la parbola del rico epuln Jess da a entender que habra, para el rico, un camino de salida, el de acordarse de Lzaro a su puerta y compartir con l su opulenta comida.

    El remedio, en otras palabras, es hacerse amigos de los pobres con las riquezas (Lc 16, 9); el administrador infiel es elogiado por haber hecho esto, si bien en un contexto equivocado (Lc 16, 1-8). Pero la saciedad confunde el espritu y hace extremadamente difcil ir por esta va; la historia de Zaqueo muestra cmo es posible, pero tambin lo raro que es. De ah el porqu del ay dirigido a los ricos y a los saciados; un ay!, en cambio, que es ms un atentos! que un malditos!.

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  • 3. A los hambrientos colm de bienes

    Desde este punto de vista, el mejor comentario a la bienaventuranza de los pobres y de los que tienen hambre es lo que dice Mara en el Magnificat.

    Despleg la fuerza de su brazo, dispers a los que son soberbios en su propio corazn. Derrib a los potentados de sus tronos y exalt a los humildes. A los ham