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CAPÍTULO 27
Lesión del bíceps braquial Ramón Balius i ]uli y Montse Pujol Marzo
El bíceps braquial (m. bíceps brachii) es un músculo con dos porciones musculares, una doble inserción proximal y una única distal. Se encuentra situado en la parte superficial de la cara anterior del brazo (fig. 27-1). Su lesión es poco frecuente, aunque con unas características muy particulares, según recaiga sobre el cuerpo carnoso del músculo, sobre el tendón de inserción de su porción larga o sobre el tendón distal. Estas diferencias se observan en relación con la edad de los afectados: jóvenes en las lesiones del músculo, mayores y viejos en las del tendón de la porción larga y adultos jóvenes
bíceps braquial,
Figura 27-1. Lámina anatómica del bíceps braquial.
en las del tendón distal. Existen también diferencias en relación con el cuadro clínico, poco aparente en las lesiones del tendón de la porción larga, y aparatoso en las del cuerpo muscular y, especialmente, en las del tendón distal. También hallamos diferencias en cuanto a la terapéutica a seguir, ya que suele ser abstencionista en las lesiones del tendón de la porción larga, casi siempre incruenta en las del cuerpo y la mayoría de veces quirúrgica en las del tendón distal.
Se observan en deportistas jóvenes con una importante hipertrofia muscular, que practican deportes que obligan a realizar esfuerzos para mantener el cuerpo estabilizado por la acción de las extremidades superiores, con cambios bruscos e intermitentes de posición o por una tracción súbita de extensión sobre un codo contraído en flexión, provocada por un agente externo (gimnastas, lanzadores, deportes de lucha). Son generalmente roturas parciales y muy raramente totales. La ecografía y la RM permitirán, en muchas ocasiones, realizar un diagnóstico de localización y de extensión. Únicamente la percepción clínica de un hachazo y la ayuda de estas técnicas pe:rmitirán sospechar una rotura total que obligará a realizar tratamiento quirúrgico con sutura del Cesgano. En todos los casos, la adaptación de un -.:;e::::
daje con el brazo en aducción y el codo en flexió;:¡ superior a 90°, durante al menos 2 semanas, cor:::pletará el tratamiento.
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192 Patología muscular en el deporte
LESIONES DEL TENDÓN DE LA PORCIÓN LARGA DEL BÍCEPS
ETIOPATOGENIA
Constituyen la mayor parte de lesiones del bíceps (fig. 27-2). En general se presentan en individuos de más de SO años (deportistas veteranos) o en ancianos, con antecedentes de molestias dolorosas del hombro, consecutivas a procesos articulares o periarticulares degenerativos que actuarán como factores predisponentes. Asimismo, tendrá igual consideración la observación de irregularidades en la parte más proximal de la corredera bicipital. A este nivel se han descrito anomalías más o menos desarrolladas, en el borde interno de la corredera, las cuales en algunos casos llegan a originar una verdadera cresta (cresta
Figura 27-2. Rotura del tendón largo del bíceps braquial.
supratubercular de Meyer). Todas estas alteraciones provocan una degeneración del tendón, debilitándolo y facilitando que ante una flexión súbita del codo por contracción del bíceps, que actúa como factor desencadenan te, pueda romperse. No es necesario que la contracción sea importante para que se produzca la lesión.
DIAGNÓSTICO
Al presentarse la rotura, el paciente experimenta un dolor agudo, generalmente de poca intensidad y duración en el hombro, que en muchos casos es inapreciable. No es raro que vea aparecer en la cara anterior del brazo, con evidente sorpresa, un tumor blando, que se vuelve más aparente y se retrae hacia el codo en la flexión activa contrarresistencia o en la supinación forzada. Una ligera tumefacción y la aparición de una equimosis por debajo del deltoides completan el cuadro inicial. A los pocos días se hace evidente el denominado síndrome de Fiéves (fig. 27-3), que se caracteriza por la existencia de un tumor blando («como una gran sanguijuela llena de sangre y retraída»), indoloro y móvil transversalmente, asociado a una depresión subdeltoidea palpable y a la percepción también, en la palpación del tendón largo, del bíceps engrosado. La ecografía permite observar las características
Figura 27-3. Inspección de una rotura completa del tendón largo del bíceps braquial (síndrome de Fiéves).
Lesión del bíceps braquial 193
musculares de la tumoración, su contracción y descenso al realizar una flexión y supinación, así como las condiciones del tendón desgarrado. Una hipotética ecografía anterior a la rotura, realizada para valorar las molestias que aquejaba el paciente en el hombro, posiblemente habría permitido ver un tendón engrosado y estructuralmente heterogéneo, flotando dentro de un ambiente líquido. La RM proporcionará imágenes de la rotura, no superiores a las obtenidas por la ecografía, pero que serán necesarias ante la posibilidad de un tratamiento quirúrgico.
TRATAMIENTO
Para establecer la conducta terapéutica que se deberá seguir, es importante recordar que el bíceps realiza las siguientes acciones: flexión del antebrazo sobre el brazo, supinación del antebrazo, elevación del brazo hacia delante y descenso del hombro cuando el brazo se halla fi jado. Soto-Hall y Struot estudian la fuerza de flexión del codo y de la abducción del hombro con el brazo en rotación externa, en pacientes que han sufrido roturas recientes del tendón de la porción larga del bíceps, y encuentran una disminución del 20% en la flexión y del17 %en la abducción. Los mismos casos examinados tardíamente no mostraron esta pequeñ.a debilitación, por lo que concluyen que el tratamiento puede ser conservador en la mayoría de pacientes, con la excepción de los jóvenes. Ahora bien, el tratamiento quirúrgico se considerará en el caso de individuos en edad laboral o que siguen practicando deporte en ambiente de veteranos. Además, la importancia que se da al bíceps como expresión de la fuerza física de un sujeto en ocasiones hace difícil que se adopte el tratamiento incruento. No olvidemos que la deformidad que permanece como secuela es estéticamente mal aceptada. Se han propuesto técnicas ilusorias de reconstrucción tendinosa, teniendo en cuenta el proceso degenerativo que afecta al tendón, técnicas de transposición a la apófisis coracoides y técnicas de fijación ósea, fibroperióstica o muscular. De entre todas, nos parece de elección la preconizada por Sylvain-Blondin y Roy. Esta técnica coloca el músculo adosado a la porción anterior del deltoides. Después de una in-
movilización de 3 a 4 semanas, se iniciará la mo\-i lización activa del hombro y el codo. Los resultados plásticos y funcionales son excelentes.
DESIN~,~R~,IÓ __ N DEL TENDÓN DISTft\t DEL BICEPS BRAQUIAL
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La primera observación se atribuye a Aquaviva en 1898, y desde entonces son relativamente poco frecuentes los casos publicados. Consiste en el arrancamiento del tendón distal del bíceps, y de su inserción sobre la tuberosidad bicipital del radio (fig. 27-4).
ETIOLOGÍA
Se presenta en hombres de alrededor de 30 afias, vigorosos y musculados, sin anteceden-
Figura 27-4. Rotura del tendón distal del bíceps braquial.
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tes de afectación del codo. Puede considerarse como factor predisponente en deportistas, la existencia de una denominada entesotendinopatía, localizada en el citado tendón distal. Se diagnostica clínicamente -dolor y engrosamiento palpable del tendón- y por medio de imagen eco gráfica de tendinopatía crónica. El factor desencadenante consiste en un movimiento brusco, violento e imprevisto de extensión del codo, el cual se hallará en flexión y pronación forzadas, mientras se estaba realizando una carga.
DIAGNÓSTICO
En el momento de la desinserción, el lesionado nota un dolor muy intenso en el pliegue del codo, con percepción de un chasquido. El paciente explica que casi simultáneamente observó la aparición de una masa carnosa en la cara anterior del brazo, que ascendía al flexionar el codo. La exploración permite apreciar la desaparición del relieve del tendón distal del bíceps a nivel de la flexura del codo, que en esta situación es visible y palpable, y el desarrollo, en su lugar, de un hematoma no muy importante. Tardíamente aparece una equimosis en la misma localización. La presunción diagnóstica de desinserción de tendón distal del bíceps se impone y puede confirmarse mediante pruebas complementarias. La ecografía y la RM informan sobre la estructura del tendón desinsertado y del músculo retraído (fig. 27-5).
TRATAMIENTO
El bíceps es un potente flexor del codo, y por su inserción en la tuberosidad bicipital del radio, es el más potente músculo supinador. Para decidir la conducta terapéutica, es necesario conocer la evolución espontánea de la lesión .
Después de que ésta se produce, aparece una atrofia del bíceps compensada por la hipertrofia del braquial anterior, pero se pierde gran parte de la supinadón, ya que los músculos supinadores no compensan esta pérdida. Con el codo extendido, el bíceps es dos veces más potente que el supinador
Figura 27-5. Imágenes RM (DP) que muestran una rotura completa del tendón distal del bíceps braquial (flechas), el cual aparece en el plano coronal retraído proximal mente (A). En el plano axial (B) el tendón está ausente.
corto y esta potencia es aún mayor al flexionarlo. Se impone la intervención quirúrgica temprana para evitar la retracción y la atrofia del músculo.
Las técnicas reparadoras son fundamentalmente de dos tipos: de reimplantación y de reinserción. La reimplantación se puede realizar suturando el tendón desinsertado sobre la región terminal del braquial anterior (técnica de reimplantación de Ceconi), o insertando el tendón desdoblado longitudinalmente en dos lengüetas, sobre el tendón de inserción del braquial anterior (técnica de reimplantación de Dobbie). Ahora bien, con la reimplantación no se recupera la supinación, pues únicamente las técnicas de reinserción a la tuberosidad bicipital permiten recobrar este movimiento. Se han propuesto numerosos procedimientos de reinserción, los cuales varían por el sistema de fijación del tendón al hueso. Sin embargo, todas estas técnicas se efectúan por vía anterior, con el evidente riesgo de traumatizar la rama profunda del radial. En 1961, Boyd y Anderson comunicaron un procedimiento de reinserción (técnica de reinserción de Boyd y Anderson) que utiliza dos incisiones y evita una arriesgada disección profunda de la fosa antecubital. Se mantiene la inmovilización durante unas 4 semanas, después de las cuales se comienza la movilización activa. Esta técnica está indicada en la mayoría de los casos; sin embargo, en casos vistos tardíamente podrá optarse por una de las técnicas de reimplantación.