Ramón María del Valle Inclán - La Corte de los Milagros

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Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación Facultad de Historia, Geografía y letras Departamento de Castellano Ramón María del Valle Inclán: La Corte de los Milagros Alumno :

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Universidad Metropolitana de Ciencias de la EducaciónFacultad de Historia, Geografía y letrasDepartamento de Castellano

Ramón María del Valle Inclán: La Corte de los

Milagros

Alumno : Asignatura : Literatura Española

Contemporánea I Profesora : Gilda Pandolfi Setti

Fecha : 03 de julio 2012

Biografía del autor

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Ramón Valle y Peña nació el 28 de Octubre de 1866 en Villanueva de Arosa.

Procede de familia noble, aunque ya no gozaba de buena situación económica. Era uno de

los tantos españoles que descendía de egregias familias que gozaron de fama y fortuna en

épocas pasadas. Entre su larga lista de antepasados ilustres se encontraba Francisco de

Valle Inclán de quien Valle toma su nombre artístico. Durante su juventud estuvo una

temporada en México y a fines de siglo compadeció en Madrid, a raíz de la muerte de su

padre, donde a raíz de su extravagancia y su genio intelectual ganó fama en los círculos

madrileños. Lucía un pintoresco atuendo: grandes quevedos, largas melenas y prolongada

barba. Además, era poseedor de una desbordante imaginación.

Valle-Inclán inició su formación bajo la tutela de su padre y el catedrático Jesús

Muruáis ejerció sobre él una gran influencia en los primeros años. Posteriormente se

matricula en la facultad de leyes de Santiago aunque más que a los estudios, se dedica

fundamental a participar en los círculos culturales gallegos. Pero sin duda su estancia en

México fue decisiva. Pues, En Veracruz, México, mantendrá relaciones con periodistas de

los diarios locales con los cuales comienza colaborar. Pronto marcha a la capital mexicana,

donde adopta el nombre de Valle Inclán y entra en contacto con el Modernismo, abrazando

en sus obras toda la tendencia modernista. Tras una temporada en Cuba vuelve a Galicia en

1893 y permanece algún tiempo ocupado en lecturas y tertulias. Es acá donde adopta ya la

indumentaria más o menos estrafalaria de los jóvenes escritores franceses y en 1895 publica

su primer libro, Femeninas, prologado por Manuel Murguía.

En 1896 Valle se instala en Madrid. Son los años del Desastre pero también un

tiempo fecundo en talentos literarios en el que se practica e idealiza la vida bohemia

marcada por tertulias, dificultades económicas. Entre los contertulios de nuestro escritor

destaca lo más representativo de la intelectualidad de la época: Benavente, Baroja, Azorín.

Se convierte en un personaje famoso y la fama de sus anécdotas se extiende por los

ambientes culturales madrileños.

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En 1902 la publicación de Sonata de Otoño le hace conocer el éxito y en 1907 se

casa con la actriz Josefina Blanco a la que acompañará en numerosos viajes por diversos

países como Argentina, Chile o Uruguay. En 1912 inicia la publicación de su Opera omnia.

Por otra parte, trabaja como corresponsal de guerra para distintos periódicos y se

crea para él la cátedra de estética de la Escuela de Bellas Artes a la que renuncia por no

saber aclimatarse a la vida académica. Los años siguientes están marcados por la

alternancia entre períodos de reconocimiento y cargos públicos con otros de penurias

económicas. Se divorcia de su esposa y ve rechazada definitivamente su candidatura a la

Academia. Muere en Santiago el 4 de Enero de 1936.

Estilo

Muchos ubican a Valle – Inclán dentro de la generación del 98. Pero esta poco tiene que ver

con la obra del autor más allá de las fechas de producción. Pues en la obra de Valle Inclán

no se encuentran preocupaciones de índole intelectual o moral ni afán de reforma política,

ni versan sobre el tema de España. Menos aún podemos encontrar fervor por el paisaje

castellano. Su producción solo revela interés por el arte y la belleza literaria. Por eso, su

estilo es original y se basa fundamentalmente en la correcta yuxtaposición de elementos

con valores musicales y pictóricos. Su prosa es puro arte, pura musicalidad, puro impacto

visual. Sin embargo, es posible encontrar dos etilo dentro de la bibliografía de Valle

Inclán. La primera lo sitúa en un estilo que se acerca a los modernistas.

En sus primeros años, su prosa es refinada y preciosista. Su musicalidad alcanza

niveles exquisitos, únicos en la labor literaria. Posee un ritmo suave, solemne y cadencioso,

con matices que van desde la creación de un mundo decadente hasta uno señorial y

arcaico. El recuerdo es fundamental en esta etapa de su obra. Este estilo dista mucho del

logrado en la segunda etapa de su carrera literaria.

El estilo de su segunda época se va apartando de las formas decorativas para forjar

una prosa en la que el humor desgarrado sustituya al sentimiento melancólico y la imagen

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grotesca a la emoción nostálgica. El cambio, entonces, es total. En las obras pertenecientes

a la segunda etapa de su estilo se nota, sin embargo, una preocupación por el tema de

España. El cual hallará su forma expresiva en la mordaz y burlesca sátira caricaturesca de la

realidad nacional.

Sin lugar a dudas lo que une a ambos estilos es la riqueza léxica y la maestría que

Valle Inclán tiene para dominar el idioma. Su producción por lo tanto alcanza niveles

inigualados. Es por esto que podemos considerarla uno de los mejores escritores españoles

del siglo XX, dada la belleza de su prosa modernista y el garbo y la gracia de sus cuadros

satíricos.

El Esperpento

Hoy en día se utiliza la palabra esperpento para referirse a alguien de aspecto

desgarbado, desordenado o de fea apariencia. Dicha acepción no está del todo lejana a su

definición literaria. Cuando hablaos de esperpento en términos literarios, hacemos

referencia a un verdadero género literario creado por Ramón del Valle-Inclán, cuya esencia

y principal función recae en el que deformar la realidad hasta la caricatura, recargando sus

rasgos grotescos, sometiendo a una elaboración muy personal el lenguaje coloquial y

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desgarrado. Esto hace que el esperpento sea ideal para aplicarla con fines políticos. Vale

decir, como forma de denunciar la realidad. Por eso, la deformación sistemática de la

realidad está dirigida en Valle hacia lo grotesco con un fin satirico que socaba la dignidad,

por ejemplo, de sus personajes políticos o literarios. Las técnicas de lo grotesco se pueden

resumir en las siguientes: lo monstruoso, animales reales o fantásticos con aspecto

repugnante o atemorizador, objetos y personas que de algún modo participan de lo

mecánico y lo orgánico y la utilización de lo macabro.

Estos elementos, propios de lo grotesco, son los que usa Valle para configurar su

sinsentido. Los personajes reales son deformados: se convierten en monigotes, en animales,

en monstruos, se cosifican a niveles degradantes y lo cómico se combina con lo trágico. El

esperpento no es sino una sistemática construcción de un mundo grotesco, lo grotesco

elevado a categoría simbólica. El Esperpento se puede en varias realizaciones artísticas,

teniendo mucho éxito en el teatro y la pintura. Sin embargo, el esperpento es, por sobre

todo, una poética, es decir, una forma de crear, que consiste en retratar hechos y personajes

de una determinada manera. Según comenta Valle-Inclán en una conversación con

Gregorio Martínez Sierra reproducida en el diario ABC (7 de diciembre de 1928), «hay tres

modos de ver el mundo, artística o estéticamente: de rodilla, en pie o levantando el aire»;

en el primer modo «se da a los personajes, a los héroes, una condición superior [...]

cuando menos a la condición del narrador»; la segunda manera es mirarlos, «como si

fuesen ellos nosotros mismos» (como en el teatro de Shakespeare); «y hay otra tercera

manera, que es mirar el mundo desde un plano superior y considerar a los personajes de la

trama como seres inferiores al autor, con un punto de ironía. Los dioses se convierten en

personajes de sainete. Esta es una manera muy española, manera de demiurgo, que no se

cree en modo alguno hecho del mismo barro que sus muñecos». Valle-Inclán refiere que

esperpento, tal como lo ve él, tiene sus precedentes artísticos y estéticos en la literatura de

Francisco de Quevedo y en la pintura de Francisco de Goya. «Y esta consideración es la

que me movió a dar una cambio en mi literatura y a escribir los "esperpentos", el genero

literario que yo bautizo con el nombre de "esperpentos". El mundo de los "esperpentos" -

explica uno de los personajes de Luces de Bohemia- es como si los héroes antiguos se

hubiesen deformado en los espejos cóncavos de la calle, con un transporte grotesco, pero

rigurosamente geométrico. Y estos seres deformados son los héroes llamados a representar

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una fábula clásica no deformada. Son enanos y patizambos que juegan una tragedia. Y con

este sentido los he llevado a Tirano Banderas y a El ruedo ibérico».

Personajes Principales:

El realismo de la obra está dado por la aparición de personajes históricos. Aparecen en la

novela una serie de personajes que existieron en la realidad histórica. Aunque con

características diferentes a las que le atribuye Valle – Inclán.

La reina: Alrededor de esta se va conformando una unidad grotesca y altisonante. La

presentan como una reina que se hace respetar, pero que todo el mundo sabe como es en

realidad. Una mujer como otra cualquiera, carada de defectos que tiene el común de la

gente.

Los marqueses de Torre Mellada: son una pareja aproblemada debido al malaccionar de

uno de sus hijos. El cual sumido en la borrachera asesinó a un militar. Pero debido a la

importancia que tiene el marqués en la corte, este hecho sucede sin mayores consecuencias.

La marquesa: Es una madre preocupada por sus hijos y por el resto de los individos. Muy

por el contrario al común pensamiento de su clase económico. Sin embargo, su carácter

histérico y su tendencia a exagerar complica su vida.

.

El marques: Importante actor de la sociedad. Su carácter fuerte, hace que no se deje

dominar por los hijos. Intenta imponerse pero su mujer se entromete, haciendo dificultoso

el que sus hijos le obedezcan.

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El general Narváez: Su figura es muy importante en el trascurro de la historia. Puesto que

todos los acontecimientos ocurren debido a su enfermedad y próxima muerte.

“La Corte de los Milagros”

Esta novela forma parte de la trilogía de novelas históricas. Al principio se nos deja

apreciar una descripción del reinado isabelino, haciendo hincapié en su destreza con las

armas y su lealtad a la reina. Alrededor de la reina, formando una unidad grotesca y

altisonante, aparecen una serie de personajes que existieron en la vida histórica, aunque con

características diferentes a las que les atribuye Valle-Inclán. Esta es la figura grotesca

esencial de la obra. A través de ella, Valle-Incán despliega una amarga visión satírica de la

realidad española. Logrando una visión satírica de la Corte de la España de Isabel II. La

reina Isabel en esta obra queda situada entre el plebeyismo y la deshumanización. Esta

caracterización es constante en las páginas de La Corte, veamos algunos ejemplos: la Reina

Nuestra Señora, chungona y jamona, regia y plebeya, enderezaba con su abanico el

borrego de toisón que llevaba al cuello el adusto Duque de Valencia, Presidente del Real

Consejo. Sin embargo, todos los personajes pertenecientes a esta monarquía caerán bajo las

deformaciones de Valle Inclán. .Además de estos personajes, históricamente bien

localizables, Valle introduce a otros bien conocidos en la época. A lo largo de la obra se

habla de un tal "Asmodeo", incluso una de las partes del libro se denomina Ecos de

Asmodeo, y se le relaciona con el periódico conservador La Época. "Asmodeo" es el

Príncipe de los demonios, con una tradición de leyendas en el Talmud y en la Biblia. En

este caso se trata de un pseudónimo, el de Ramón.

Asimismo, aprovecha para hacer alusiones a diversos personajes religiosos, a los

cuales atribuye, al mismo tiempo, cierto manejo político totalmente inescrupuloso. Prosigue

el texto dejando entrever la valentía del ejército español. Los héroes marciales de la

revolución española no mudaron de grito hasta los últimos amenes. Sus laureadas calvas se

fruncían de perplejidades con los tropos de la oratoria demagógica. Aquellos milites

gloriosos alumbraban en secreto una devota candelilla por la Señora. Ante la retórica de los

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motines populares, los espadones de la ronca revolucionaria nunca excusaron sus filos para

acuchillar descamisados. El Ejército Español jamás ha malogrado ocasión de mostrarse

heroico con la turba descalza y pelona que corre tras la charanga.

Se ubica, entonces, en los últimos años del reinado de Fernando VII el absolutismo

va mitigando su rigor, mientras que en la corte se va formando una vasta intriga alrededor

del hermano del monarca, que continúa con la subida al trono de Isabel II tras la derogación

de la ley sálica. Todo su reinado será una serie ininterrumpida de conspiraciones, revueltas

y camarillas. Dentro de la caricatura de lo que ya de por sí era una realidad esperpéntica,

Valle acierta a utilizar todos los tópicos vigentes, todos los lemas de los partidos, y a

componer un mosaico de personajes reales e inventados, a través de la historia de la familia

Torre-Mellada. La obra aporta todas las claves históricas y literarias para la comprensión de

este difícil fresco de la realidad española de la época. Funciona como un retrato de la

España del entonces, pero llevado al límite de la exageración y el ridículo. Alrededor de la

reina, formando una unidad grotesca y altisonante, aparecen una serie de personajes que

existieron en la vida histórica, aunque con características diferentes a las que les atribuye

Valle-Inclán.

Vemos cómo los personajes del gobierno son sometidos a una deformación sistemática. En

ese mismo gobierno se nombra Capitán General al Marqués de Novaliches, que no puede

ser otro que don Manuel Pavía y Lacy, ya que precisamente para él fue creado ese mar

quesado en 1848; en 1868 tomó el mando de las tropas contra los sublevados, siendo

derrotado en la batalla de Alcalea. Además de estos y otros personajes, históricamente bien

localizables, Valle introduce a varios bien conocidos en la época. A lo largo de la obra se

habla de un tal "Asmodeo", incluso una de las partes del libro se denomina Ecos de

Asmodeo, y se le relaciona con el periódico conservador La Época. "Asmodeo" es el

Príncipe de los demonios, con una tradición de leyendas en el Talmud y en la Biblia; en

este caso se trata de un pseudónimo, el de Ramón Valle hace frecuentes alusiones a

personajes religiosos a los cual le atribuye manejo político. Quiere entonces dejar en claro

el poder político que tenía la iglesia en esos tiempos. Vemos, entonces, como el conocer el

contexto histórico es crucial para entender la obra. Inclán se encarga de exponer la realidad,

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domarla y deformarla para su deleita. Intenta en esta deformación desnudar la realidad.

Despojarla de su falsedad y plasmarla en su verdad, darnos a coocer a nosotros, los lectores,

la horrible realidad e que estamos insertos. Por eso, en esta deformación hace sus

personajes verdaderamente reales, les quitas las máscaras y los ridiculiza porque justamente

son ridículos. La Corte de los milagros, es, por lo tanto, un tipo de ' realismo literario': una

elaboración de elementos más o menos reales o históricos según una visión del mundo de

una conciencia individual, conforme a una técnica literaria y con un sentido que sobrepasa

a la realidad pretendidamente referida.

El mundo del teatro, por su parte, queda reflejado en el libro II, XII-XIII: se

representa una refundición de El Alcalde de Zalamea, hecha por Adelardo López de Ayala,

a beneficio de Julián Romea. El conocido actor hacía el papel de D. Lope de Figueroa y

Valero, de Pedro Crespo; el escenario, el Teatro de la Cruz. Después del acontecimiento, en

el camerino, Valle nos lo muestra cansado, nostálgico, sin fortuna y enfermo. La cuestión

es si es cierto o no lo que se nos dice en la novela. Pues bien, la enfermedad de Romea es

un hecho sabido, así como los descansos a los que se refiere Valle, y también apoya el

relato la fecha de defunción del actor, 1868: el mismo año en el que don Ramón nos lo

presenta casi acabado y echan do sangre por la boca. Por lo que respecta a la representación

de esa refundición de Adelardo López de Ayala, al menos el texto sí que existe: Simón

Díaz en su Bibliografía de la Literatura Hispánica recoge una refundición de la obra de

Calderón C77 realizada por el dramaturgo y publicada en Madrid en 1864: luego pudo

representarse cuatro años después por Julián Romea.

.

Pues bien, el "realismo" de La Corte de los milagros queda conformado por la

aparición de unos personajes históricos: Isabel II, el rey don Francisco, Narváez, González

Bravo, Cánovas del Castillo, Julián Romea, Juan Valera, etc.; de unos hechos sucedidos: la

concesión en 1868 de la Rosa de Oro de Pío IX a Isabel II, la muerte de Narváez, el

problema del bandolerismo, etc.; de noticias de la política de la época: alusiones a los

vaivenes de la reina, las conjuras, los inicios del socialismo, etc.; detalles cotidianos y

populares de la nación; etc. A estos elementos se une una visión del mundo y una estética

deformadora de la realidad que presenta: con ello se da a la obra un particular sentido: lo

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absurdo y lo grotesco de un mundo y unos personajes: la ausencia de orden en lo real, el

eterno retorno y la perpetua y cíclica tragicomedia de España. Dentro de lo que es la

deformación generalizada, puede comprobarse que lo grotesco alcanza no sólo a las

personas particulares, sino también a los grupos sociales y al acontecer político de la

España de Isabel II. Los más duramente atacados son los aristócratas: son egoístas,

vividores, hipócritas, oportunistas, maniobreros, vacíos, etc. especialmente las mujeres:

después del asesinato del guardia la Marquesa Carolina y Feliche se reúnen para contarse

mutuamente sus penalidades, allí empiezan los clásicos gimoteos, pero Valle observa lo

siguiente: La Marquesa, con resabio de añeja coquetería –sólo lloraba en las entrevistas

galantes-, recogíase las lágrimas al borde del párpado, para que no corriesen abriendo surco

en el dulce carmín. Feliche gemía con la voz impostada en un sollozo.Dolorcitas Chamorro

jamás repudiaba su estirpe aguadora de la fuente de Pontejos: Era, por gracia de sus

doblones, Condesa-Duquesa de Villanueva del Condestable: Había feriado en lote las

deudas, los pergaminos y los alifafes de un linajudo vejestorio: ¡Aquel Don Pedro de Borja

y Azlos, Carvajal y Pacheco, descendiente por la mano izquierda de reyes aragoneses y

valencianos tirados! Los hombres no son mucho mejores: vividores y aprovechados: el de

Torre-Mellada, un viejo perdulario; el joven Barón de Bonifaz, un "perdis" y un

"pollastrón"; Gonzalón Torre-Mellada pega a su criado Toñete para sacarle los cuartos; el

Marqués de Redín tiene relaciones con la Marquesa Carolina y es un personaje de

pensamiento retorcido y nietzscheano, su hijo de siete años intenta suicidarse; el rey, un

pelele, patrón de conjuras; Narváez, un dictador hosco e intransigente. Los personajes

barriobajeros no salen mejor librados; son el contrapunto de los anteriores: les confiere

notas doctorales y aristocráticas, pero son extravagantes y ridículos. Se destaca entonces

unos de los temas constantes: la ridiculización de la decadente aristrocracia. Valle Inclán ve

en ellos el reflejo de la España. Nación en decadencia, pobre e ignorante que intenta

aparentar aquello que no es, pero que en un pasado si lo fue.