Rearme 03 2012

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N°8 - Año 5 - Marzo 2012 Nosotros afirmamos que la tarea principal que tienen planteada los trabajadores del país en este periodo es alcanzar su rearme ideológico, político y orgánico. Reencontrarse con su conciencia revolucionaria de clase, construir las organizaciones de combate que representen sus intereses independientes y edificar un partido político que cumpla el rol de una verdadera dirección revolucionaria y por el socialismo. Creemos que las luchas en curso en los últimos años en Chile, luchas parciales libradas por distintos secto- res del pueblo, son una escuela que prepara a éste para su rearme, para la lucha entre explotados y explota- dores, y por tanto es un deber de las organizaciones revolucionarias analizar la forma y el contenido que éstas adoptan. La lucha del pueblo de Aysén es parte de un misma hebra que une y fisonomiza los primeros combates se- rios de los sectores oprimidos del país tras el regreso de la democracia burguesa en 1990, tras diecisiete años de dictadura. Durante el periodo que va desde 1970 a 1973 obre- ros y campesinos avanzaron decididamente hacia la transformación revolucionaria de la sociedad. En este camino no sólo construyeron, embrionariamente, las organizaciones de doble poder necesarias para conse- guir el objetivo de expropiar a los expropiadores, ver- daderos gérmenes de un nuevo régimen social, sino que también se separaron de las direcciones políticas que se erigían como un obstáculo para sus objetivos históricos. A pesar de esto las direcciones de los par- tidos Comunista y Socialista, embarcados ya en el camino de la claudicación sin combate, permitió el triunfo de la contrarrevolución burguesa. A pocos años de instalada la dictadura, enérgicas luchas populares estallaron contra el régimen (años 1982 y 83) amenazando en su dinámica convertirse en una ofensiva que retomara el camino interrumpido por la mano militar. Bajo la consigna de “evitar una nueva Nicaragua” (que derrotara la dictadura de So- moza mediante una insurrección popular) diversos sectores burgueses emprenden la tarea de dar una salida pactada al régimen dictatorial. La Concertación de Partidos por la Democracia nace justamente con el objetivo de encaminar el explosivo ascenso popular por la senda de la paz social y de la colaboración de clases. Quebrando el eje de la contra- dicción principal entre capitalismo / socialismo logra suplantarla por la falsa contradicción entre dictadura / democracia. Tras esta ilusoria argumentación logra comprometer al proletariado nacional en la hoy ama- rga experiencia de la democracia burguesa. La democracia así conseguida no fue diseñada al azar. El objetivo de ésta era vestir con ropaje civil la obra de la dictadura, impidiendo en su diseño la posibilidad de incidencia real de formaciones de clase al interior de la institucionalidad reaccionaria. Así, manteniendo intacta la edificación contrarrevolucionaria, la Con- certación consiguió mantener y profundizar la faena antiobrera y proimperialista. Esta realidad se erige hoy como una pesada loza sobre los hombros de los explotados. Las jóvenes genera- ciones han sido el azadón que comienza a agrietar la herencia dictatorial. En este camino la secundan hoy diversos sectores sociales que al luchar cuestionan el conjunto del modelo imperante. Sin embargo este contenido a momentos se le escapa a sus propios pro- tagonistas. El movimiento social de Aysén busca dar solución a una serie de problemas específicos. El eje está mar- cado por la carestía de la vida y por el abandono de que son objeto como región por parte del gobierno central en una serie de aspectos vitales (conectividad, educación, salud, etc.) Las soluciones a las que aspira el pueblo de Aysén son exigidas al gobierno. Para esto han confeccionado un petitorio de 11 puntos, cuya redacción ha sido guiada por una serie de personeros empresariales, tal como describe a El Mercurio Alejandro Cornejo, empresa- rio y delegado de la Cámara Chilena de Comercio de Aysén: “no sabían (los dirigentes sociales de Aysén) que querían en cada uno de los puntos. Eso nos mo- tivó a ayudarles con ideas y redactar el petitorio para que el gobierno tuviera una base con la cual nego- ciar”. El carácter policlasista que evidencia el Movimiento Social por Aysén se expresa en la composición de las La lucha del pueblo de Aysén muestra, en forma de ensayo, las formas y los contenidos que adopta el rearme de los trabajadores y el conjunto de los explotados del país. Índice La lucha del pueblo de Aysén/Editorial/¿ de que democracia nos hablan ?/ Mujer: el capitalismo nos iguala en la represión POR LA UNIDAD DE LOS DISTINTOS SECTORES EXPLOTADOS PERO BAJO LAS BANDERAS HISTORICAS DEL PROLETARIADO

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Periodico Rearme 03 2012

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N°8 - Año 5 - Marzo 2012

Nosotros afirmamos que la tarea principal que tienen planteada los trabajadores del país en este periodo es alcanzar su rearme ideológico, político y orgánico. Reencontrarse con su conciencia revolucionaria de clase, construir las organizaciones de combate que representen sus intereses independientes y edificar un partido político que cumpla el rol de una verdadera dirección revolucionaria y por el socialismo.

Creemos que las luchas en curso en los últimos años en Chile, luchas parciales libradas por distintos secto-res del pueblo, son una escuela que prepara a éste para su rearme, para la lucha entre explotados y explota-dores, y por tanto es un deber de las organizaciones revolucionarias analizar la forma y el contenido que éstas adoptan.

La lucha del pueblo de Aysén es parte de un misma hebra que une y fisonomiza los primeros combates se-rios de los sectores oprimidos del país tras el regreso de la democracia burguesa en 1990, tras diecisiete años de dictadura.

Durante el periodo que va desde 1970 a 1973 obre-ros y campesinos avanzaron decididamente hacia la transformación revolucionaria de la sociedad. En este camino no sólo construyeron, embrionariamente, las organizaciones de doble poder necesarias para conse-guir el objetivo de expropiar a los expropiadores, ver-daderos gérmenes de un nuevo régimen social, sino que también se separaron de las direcciones políticas que se erigían como un obstáculo para sus objetivos históricos. A pesar de esto las direcciones de los par-tidos Comunista y Socialista, embarcados ya en el camino de la claudicación sin combate, permitió el triunfo de la contrarrevolución burguesa.

A pocos años de instalada la dictadura, enérgicas

luchas populares estallaron contra el régimen (años 1982 y 83) amenazando en su dinámica convertirse en una ofensiva que retomara el camino interrumpido por la mano militar. Bajo la consigna de “evitar una nueva Nicaragua” (que derrotara la dictadura de So-moza mediante una insurrección popular) diversos sectores burgueses emprenden la tarea de dar una salida pactada al régimen dictatorial.

La Concertación de Partidos por la Democracia nace justamente con el objetivo de encaminar el explosivo ascenso popular por la senda de la paz social y de la colaboración de clases. Quebrando el eje de la contra-dicción principal entre capitalismo / socialismo logra suplantarla por la falsa contradicción entre dictadura / democracia. Tras esta ilusoria argumentación logra comprometer al proletariado nacional en la hoy ama-rga experiencia de la democracia burguesa.

La democracia así conseguida no fue diseñada al azar. El objetivo de ésta era vestir con ropaje civil la obra de la dictadura, impidiendo en su diseño la posibilidad de incidencia real de formaciones de clase al interior de la institucionalidad reaccionaria. Así, manteniendo intacta la edificación contrarrevolucionaria, la Con-certación consiguió mantener y profundizar la faena antiobrera y proimperialista.

Esta realidad se erige hoy como una pesada loza sobre los hombros de los explotados. Las jóvenes genera-ciones han sido el azadón que comienza a agrietar la herencia dictatorial. En este camino la secundan hoy diversos sectores sociales que al luchar cuestionan el conjunto del modelo imperante. Sin embargo este contenido a momentos se le escapa a sus propios pro-tagonistas.

El movimiento social de Aysén busca dar solución a

una serie de problemas específicos. El eje está mar-cado por la carestía de la vida y por el abandono de que son objeto como región por parte del gobierno central en una serie de aspectos vitales (conectividad, educación, salud, etc.)

Las soluciones a las que aspira el pueblo de Aysén son exigidas al gobierno. Para esto han confeccionado un petitorio de 11 puntos, cuya redacción ha sido guiada por una serie de personeros empresariales, tal como describe a El Mercurio Alejandro Cornejo, empresa-rio y delegado de la Cámara Chilena de Comercio de Aysén: “no sabían (los dirigentes sociales de Aysén) que querían en cada uno de los puntos. Eso nos mo-tivó a ayudarles con ideas y redactar el petitorio para que el gobierno tuviera una base con la cual nego-ciar”.

El carácter policlasista que evidencia el Movimiento Social por Aysén se expresa en la composición de las

La lucha del pueblo de Aysén muestra, en forma de ensayo, las formas y los contenidos que adopta el rearme de los trabajadores y el conjunto de los explotados del país.

ÍndiceLa lucha del pueblo de Aysén/Editorial/¿ de que democracia nos hablan ?/ Mujer: el capitalismo nos iguala en la represión

POR LA UNIDAD DE LOS DISTINTOS SECTORES EXPLOTADOS

PERO BAJO LAS BANDERAS HISTORICAS DEL PROLETARIADO

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organizaciones que lo integran. Pareciera que es po-sible unir tras los mismos objetivos a una gama de sectores que, a pesar de tener intereses contrapues-tos en ciertos aspectos, pueden batallar en una misma trinchera cuando se trata de un bien superior. ¡Nada más falso que esta idea! Si bien transitoriamente se mancomunan aquí obreros, pequeños productores, empresarios y políticos burgueses, los beneficios que cada uno de ellos persigue en esta amalgama son bien antagónicos.

Mientras obreros, estudiantes, pescadores artesanales y pobladores defienden en esta batalla sus condicio-nes básicas de subsistencia, los sectores empresaria-les del transporte buscan mayores cuotas de ganancia al reclamar un subsidio al precio de los combustibles, los empresarios del comercio buscan que los salarios suban a costa de subsidios del Estado, desentendién-dose de la responsabilidad de pagar mejores sueldos a sus trabajadores y, de paso, beneficiarse del incre-mento de la capacidad de consumo que resultaría de un alza de salarios. Lo que se afirma se expresa prácticamente en que quien cuida las barricadas día y noche, quien enfrenta y combate a las fuerzas repre-sivas es el proletariado aysenino.

La inexistencia de un sector activo que levante las banderas e intereses del proletariado en esta lucha ha posibilitado el desarrollo de un discurso “ciudadano” tras el cual se esfuma la naturaleza de clase del con-flicto que azota a los pobres de la región. La resul-tante de esta composición ha permitido imponerse a los sectores más conciliadores del movimiento, quienes han logrado, de momento, deponer los blo-queos a la espera de la negociación con el gobierno, aún cuando los bloqueos y barricadas constituyen la principal herramienta de presión de que se ha valido el pueblo de Aysén en estas jornadas.

A pesar de las debilidades con que los explotados de Aysén enfrentan esta pelea, creemos que los méto-dos de lucha empleados encierran una certera comp-rensión: si en este movimiento los ayseninos pobres

buscan solucionar una serie de problemas concretos mediante la negociación con el gobierno y para ello se asesoran y depositan su confianza en personeros políticos burgueses y empresariales que, creen, les facilitan el acceso a la vía institucional ¿por qué la forma que asume esta lucha es tan violenta y explo-siva? Porque simplemente saben que de otra forma no serán escuchados. Esto lo han aprendido con la experiencia de cuatro gobiernos de la Concertación y uno de la Alianza.

Esta compresión no es aún consciente. No debemos olvidar los peligros que engendra esta lucha de “todos juntos por un objetivo superior”, hoy expresada por la forma “ciudadana” que asume. Esta fue la forma que asumió la lucha por la democracia, “todos juntos con-tra la dictadura”, dejando de lado el problema medu-lar, que es el problema de clase, y así nos derrotaron.

La estrategia del gobierno ante el conflicto consta de cuatro claves: mostrarse siempre abierto al diálogo; impedir que se genere una imagen de conflictividad social en el país, para lo cual busca aplacar el mov-imiento vía represión; no ceder en ninguna demanda que “contagie” a otras regiones; dividir al movimien-to en la negociación misma, aludiendo al carácter “técnico” que requiere el diseño de cada una de las soluciones.

En definitiva, lo único que el gobierno ofrece es di-alogar sin ceder en ninguna demanda real mientras reprime y divide al movimiento. Pero, ¿qué podría ofrecer, si cada una de las cuestiones demandadas en-cierran un cuestionamiento al conjunto del modelo? ¿Por qué el actual sistema democrático chileno es incapaz de absorber mediante mecanismos institucio-nales flexibles las luchas y demandas sociales?

Porque la democracia “conquistada” vía pacto social ha sido diseñada justamente para excluir de ella a las mayoría explotadas del país, para erigirse y funcionar sólo en la medida en que el pueblo esté completa-mente aplastado y pasivo. Cuando esta pasividad se

rompe el modelo entra en crisis, siendo desbordado. Los sectores más clarividentes de la burguesía, preo-cupados por las luchas que irrumpen en la escena so-cial, no tardarán en buscar las reformas instituciona-les que permitan solucionar estas “fallas” del sistema, pero esas soluciones no son las que los explotados reclaman y necesitan.

Esta democracia defiende los intereses de los explota-dores, de los enemigos de los trabajadores. Los ex-plotados han de destruir las instituciones opresivas de la burguesía para levantar la verdadera democra-cia obrera mediante la conquista del poder político. Para lograr esto la forma que asuma el rearme de los explotados no da lo mismo. Si bien sus batallas deben librarse en conjunto con todos los sectores in-teresados en derribar el modelo pinochetista, sean o no estrictamente proletarios, en esta combinación la clase obrera debe marchar con total independencia de clase, levantando sus organizaciones y su programa de clase propio.

Mientras los gremios empresariales silvoagropecu-arios de Aysén declaran que “repudiamos el actuar de ciertos sectores cuyos actos han afectado la propie-dad pública y privada de la región. Rechazamos la violencia y nos declaramos en contra de los cortes de camino y principales vías de acceso a la región” y se desmarcan así del movimiento en defensa de sus in-tereses de clase; mientras los dirigentes claudicantes de la coordinadora de “Tu Problema es Mi Problema” llaman a no retomar el bloqueo de calles y declaran que esperarán al gobierno, “con todo el cariño del mundo” (palabras de Iván Fuentes a Emol) para lle-gar a una solución, el pueblo está cansado de esperar.

La dinámica de las luchas sociales en curso están pre-ñadas de lecciones. Nuestro deber es hacer que estas lecciones sean traducidas al lenguaje de la conciencia de clase para avanzar así en el urgente rearme ide-ológico, orgánico y político de los explotados del país.

En el escenario político nacional se alzan voces que reclaman una profundización de la democracia, muchos dicen que hay que terminar de una vez y para siempre con las limitaciones impuestas por la dicta-dura (y la Constitución de 1980) al sistema democráti-co. Se dictan leyes para lograr estos objetivos, la

inscripción automática en los registros electorales es un ejemplo, las discusiones en torno al termino del sistema binominal de elecciones es otra muestra de la preocupación que existe en torno al tema.

Si atendemos al fondo de estas discusiones podemos

advertir que entre las distintas expresiones políticas de la burguesía no existe una opinión unánime. Sus posiciones oscilan entre el temor a la generalización de la crisis social y política que se manifiesta con la irrupción del movimiento estudiantil y de los alza-mientos regionales, y el terror al cambio. Por una

¿ de que democracia nos hablan ?

El 11 de marzo se cumplieron 2 años desde que Se-bastian Piñera asumiera la presidencia de Chile. A diferencia de años anteriores, esta celebración estu-vo lejos de ser una celebreación repleta de discur-sos y cenas elegantes donde toda la clase política se felicitaba a si misma por cumplir con excelen-cia sus tareas; este aniversario fue invadido por la procupación y la desorientación. Las encuestas no son la única señal de la crisis latente que vive el gobierno. Las movilizaciónes estudiantiles por una educación estatal, gratuita y de caliad durante todo el 2011, y las manifestaciones que hoy se levantan en Aysen por el costo de la vida, son las mejores y mas claras señales de la decadencia no solo de un gobierno, sino de toda una clase politica y de un sistema económico.

La inefiencia e insensibilidad tecnocratica, los conflicto de intereses, la corrupción y la brutal represión son caracteristicas que resaltan en este gobierno, pero también marcaron con creces los gobiernos de la Concertación. Por tanto, las masi-vas y diversas movilizaciones sociales no son una reacción contra este gobierno, es una reacción nat-ural de rabia, frustración y dignidad contra todo un sistema ecónomico de explotación, que agudiza sus contradicciones y decadencia en Chile y en todo el

mundo. Todas las movilizaciones que se han levan-tado este último tiempo reivindican demandas que ponen en cuestión la democracia burgesa y el siste-ma capitalista, quizas no en forma directa y frontal, pero es latente la conciencia que adquieren nueva-mente grandes masas de trabajadores y estudiantes, que insitintivamente ven con claridad que los re-sponsables de sus miserias y angustiás son esas 5 familias, incluyendo la familia del presidente, que día a día incrementan sus fortunas a costa de la ex-plotación y robo toda la clase trabajadora.

El Gobierno y toda la clase política han sido encara-dos por grandes masas de explotados; la derecha, la concecertación, los descolgados de la Concertación y el PC no encuentran excusas que justifiquen sus innumerables traiciones, todos les recriminan por su trabajo incansable para implementar hasta el más mínimo detalle el modelo económico que la dictadura militar impuso brutal y sangrientamente. La clase política en su conjunto ha sido expulsada de las asambleas y de las marchas, muchos de el-los han querido colgarse sin ningún éxito. La de-mocracia burgesa no encuentra aún el mecánismo para encerrar las fuerzas de miles de estudiantes y trabajadores que han salido a las calles en la institu-cionalidad y el estado de dercho de la Constitución

de 1980.

Seguramente este año 2012 veremos al mismo go-bierno errático, respondiendo con represión poli-cial y medidas populistas. La burguesía seguirá buscando el mecanismo para poder volver a captu-rar a la clase obrera en las telarañas de su democ-racia. Pero el sistema Capitalista seguirá en crisis en todo el mundo, su decadencia seguirá afectando profunda y violentamente nuestras vidas, ante esto debemos continuar recorriendo el camino que es-tos años la clase trabajadora ha retomado. En las calles, en las asambleas, en las huelgas y en las to-mas del liceo, donde la clase en su conjunto ha nu-trido su conciencia de clase, donde día a día recoge las lecciones que solo la lucha le pueden dar. Este año 2012 estudiantes y trabajadores seguirán sa-liendo a las calles, ya quedo claro el 2011 que no existe otra opción. Pero nuestras tareas como clase siguen pendientes, el rearme político e ideológico de nuestra clase es una tarea urgente y necesaria, es el único camino que nos permitirá no solo obtener las legítimas y justas demandas que nuestro pueblo hoy defiende, si no que también nos permitirá re-tomar las banderas del socialismo revolucionario. Esta sólo en nuestras manos seguir en el camino que nuestra clase ha retomado estos últimos años.

editorial

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parte comprenden que los mecanismos democráticos existentes son limitados al momento de enfrentar es-tallidos de esta naturaleza y por otra parte, les resulta difícil abandonar estas herramientas de control sobre las masas porque les han brindado décadas de buenos negocios y de tranquilidad.

En más de un sentido, la burguesía se sabe prisionera de su propia historia. Si mantiene el sistema político intacto, corre el riesgo de que este sea desbordado. Si lo transforma corre el riesgo de facilitar la recom-posición política del campo proletario tal como ocur-rió durante aquel ciclo histórico que se desarrolló en-tre 1925 y 1973.

Ante esta discusión, nos preguntamos. Cuándo los personeros de la UDI, de RN, de la DC y del PC hablan de “profundizar la democracia”, ¿de que democracia están hablando? Esta pregunta es ple-namente valida ya que la democracia en general no existe. No existe una concepción de la democracia al margen de las clases sociales. El llamado “bien común”, o la “voluntad general” no existen al interi-or de una sociedad fragmentada porque lo que es bue-no para un burgués constituye una tragedia para un proletario. Un ejemplo: la educación privada en Chile es un excelente negocio para la burguesía nacional y es una brutal negación de todo derecho para la gran mayoría de la juventud. Otro ejemplo: la libertad de prensa es la libertad de los dueños de los medios de comunicación para imponer su burdo modelo de vida y de sociedad: farándula y consumo, alienación y de-spolitización masivos.

Insisto en la pregunta, ¿de que democracia nos hablan? Y defiendo su pertinencia ya que desde el pensamiento burgués existen distintas concepciones de democracia las que pueden llegar a ser incluso con-trapuestas; además si revisamos la historia de Chile podemos verificar que la configuración concreta de la democracia burguesa en nuestro país ha tenido una existencia las mas de las veces negadora de lo que se supone son sus principios inspiradores. Institu-ciones propias de la democracia burguesa tales como el sufragio universal, la igualdad de poder político expresada en la máxima “un hombre, un voto”, el re-speto a la voluntad de las mayorías, el derecho de petición a la autoridad, la separación de poderes, el derecho de organización y expresión políticas no han encontrado terreno fértil en nuestro país.

Un poco de historia: Acerca la Republica de 1833

Entre 1833 y 1891 rige en Chile la primera “re-publica democrática” estructurada al amparo de la Constitución Política de 1833, obra magna de Diego Portales. En la práctica se estableció un régimen monárquico con ropaje republicano. El Presidente de la Republica gozó de facultades extraordinarias y podía declarar el estado de sitio, medios que se con-sideraban indispensables para enfrentar desordenes públicos que amenazaran la tranquilidad del país.

La separación de poderes no era tal ya que el presi-dente de la republica tenía el poder de veto suspensivo sobre proyectos de ley aprobados por el Congreso. Un proyecto vetado podía ser rediscutido transcur-rido un año desde el veto y con la aprobación de dos tercios de los parlamentarios. Además el ejecutivo nombraba jueces y ministros de corte.

La Constitución de 1833 no contemplaba el sufra-gio universal y reconocía como ciudadanos activos con derecho a sufragio: “a los chilenos que habiendo cumplido 25 años si son solteros y 21 si son casados, y sabiendo leer y escribir tengan una propiedad inm-ueble o algún capital en giro”.

Este es el llamado voto censitario, de acuerdo a la fortuna. Resulta claro que no tienen derecho a voto

los pobres, los analfabetos y las mujeres, los que en conjunto constituyen la gran mayoría de los habitan-tes del país. Además, la ley electoral establecía un sistema de voto indirecto, mediante el cual los mu-nicipios controlaban las juntas calificadoras de ciu-dadanos. A ellas recurrían las minorías ciudadanas para obtener la calificación para votar. Intervenir en la composición de las juntas calificadoras resultaba de vital importancia para garantizar el resultado de las elecciones, cada gobierno de turno lo hacia sin mayor dificultad.

Diego Portales puso todo de su parte para establecer este régimen autoritario basado en la desconfianza hacia las mayorías. Decía Portales : “La Democ-racia que tanto pregonan los ilusos, es un absurdo en los países como los americanos, llenos de vicios en donde los ciudadanos carecen de toda virtud, como es necesario para establecer una verdadera republica. La Monarquía no es tampoco el ideal americano: sa-limos de una terrible para volver a otra y ¿Qué gana-mos? La Republica es el sistema que hay que adoptar; pero ¿sabe como yo la entiendo para estos países? Un gobierno fuerte, centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud y patriotismo y así enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las virtudes. Cuando se hayan moralizado, venga el gobierno completamente liberal, libre y lleno de ideales, donde tengan parte todos los ciudadanos”. (1)

¿Qué significaba para Portales enderezar a los ciu-dadanos por el camino del orden y de las virtudes? Mantenerlos sumisos. Solía afirmar que el orden so-cial se mantiene en Chile por el “peso de la noche co-lonial” y alababa esa tendencia general de las masas al reposo como garantía de tranquilidad publica.

Además la constitución era difícilmente modificable y por lo mismo los cambios tardaron décadas. Recién en 1874 se eliminó el voto censitario y en 1877 la mujer pudo ingresar a la Universidad. El absolutismo presidencial se legitimó en la misma medida en que pudo conservar el orden social establecido en favor de la oligarquía hacendada y de sus aliados de siem-pre, la Iglesia Católica.

En todo caso, Portales no ocupa un sitial exclusivo en lo que a autoritarismo y desprecio al pueblo se re-fieren. Tiene notables competidores. Por ejemplo Do-mingo Santa María (Presidente de Chile entre 1881 y 1886) afirmaba lo siguiente: “se me ha llamado autoritario. Entiendo el ejercicio del poder como una voluntad fuerte, directora creadora del orden y de los deberes de la ciudadanía. Esta ciudadanía tiene mucho de inconsciente todavía y es necesario dirigir-la a palos… Entregar las urnas al rotaje y a la canalla, a las pasiones insanas de los partidos, con el sufragio universal encima, es el suicidio del gobernante, y yo no me suicidaré por una quimera…” (2)

El orden oligárquico de los hacendados, plenamente vigente durante el siglo XIX, no se modificó en lo mas mínimo con el desarrollo de la minería pero para desgracia de los poderosos, la clase de los “no propi-etarios”, simples braceros, nuestros antepasados, crecía en número y se organizaba. Las condiciones de vida y de trabajo eran sencillamente atroces. El trabajo infantil en las minas, el trabajo de mujeres du-rante jornadas de hasta 12 horas diarias, la desocupa-ción, el hambre, el analfabetismo y el bandolerismo arrasaban sin control. Augusto Orrego Luco afirma: “los cálculos mas modestos revelan que el 60% de los niños mueren antes de llegar a los siete años… en medio de la miseria la higiene es imposible y la falta de higiene es mortal para el recién nacido…” (3)

En aquella época la única política estatal establecida en favor de los sectores populares fue el desarrollo de la educación que los liberales y conservadores con-sideraban una herramienta moralizadora de los obre-

ros, que les enseña el valor del ahorro, de la disciplina y el orden.

La republica parlamentaria (1891 a 1925)

El año1891 se inicia un nuevo periodo político para Chile caracterizado por la caída del absolutismo presidencial y por el establecimiento de un régimen parlamentario. Este período se extendió hasta 1925. Como decíamos, ya en 1874 se había eliminado el voto censitario y se estableció el voto masculino para todo aquel que supiera leer y escribir, junto con eso se había eliminado algunos mecanismos que permitían al ejecutivo manipular los resultados de las eleccio-nes. Producto de lo anterior, la nueva republica parla-mentaria tuvo que recurrir al falseamiento grotesco de los resultados de las elecciones y a la general-ización del cohecho.

La compra de votos se generalizó tanto que gran parte de la población llegó a considerar que tenían derecho a exigir dinero a cambio de su voto. Ante esta reali-dad Arturo Alesandri Palma planteaba en 1906 la idea de restringir el sufragio universal. Decía Ales-sandri: “Hemos dado el sufragio universal a un pueb-lo que no estaba preparado para ejercer este derecho, y esta altísima función de un pueblo soberano y li-bre, hemos tenido la vergüenza de verla convertida y degenerada en el mas vergonzoso mercado electoral. Necesitamos restringir el sufragio universal para con-tener el desborde del cohecho electoral desenfrenado que nos corroe y destruye”.(4)

El parlamentarismo no modificó el carácter autori-tario y con predominio oligárquico que predominó hasta 1925, en dicho período la democracia chilena se caracterizó por la absoluta falta de participación de los trabajadores, mineros, campesinos, inquilinos y de las mujeres en la vida política nacional. Los personeros de gobierno transitaban de la vida pública a la privada con total impunidad. Los presidentes y ministros de estado dejaban el cargo y retomaban sus negocios. Un ejemplo, Alessandri fue abogado de las salitreras, lo mismo Mac Iver y otros.

El quehacer político oficial era resorte exclusivo de la oligarquía terrateniente, de los altos mandos mili-tares y eclesiásticos, de banqueros y comerciantes. Producto de esta practica no existían diferencias pro-gramáticas entre los partidos políticos de la época, si surgían divergencias se falseaba el resultado de las elecciones o bien se recurría a la practica generaliza-da del cohecho. Cuando estos mecanismos resulta-ban insuficientes, la oligarquía recurrió a la represión “moderada” de los disidentes o bien a la masacre de los obreros que recurrirían a la huelga.

Desde fines del siglo XIX se hace sentir la existen-cia del movimiento obrero constituido por mineros del norte grande que se desempeñan en la industria del salitre, por los trabajadores de la zona del car-bón y por sectores fabriles y portuarios de Santiago y Valparaíso. Las huelgas fueron invariablemente rep-rimidas. Si los obreros mantenían el movimiento la respuesta fue la masacre. Así ocurrió en 1903 en Val-paraíso, en 1906 en Antofagasta, en 1907 en Iquique, en 1921 en la salitrera San Gregorio de Antofagasta y en innumerables ocasiones más. La represión retardó el crecimiento de la organización obrera pero en definitiva no pudo impedirla.

La oligarquía tampoco pudo impedir el surgimiento del Partido Obrero Socialista en el año 1912 , ni la ex-tensión de la organización masiva de clase tal como se expresó en la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (AOAN) constituida en 1918, organización que logró formar un frente común de lucha compues-to por obreros, capas medias y estudiantes. Fue tanta la fuerza que alcanzó la AOAN que el gobierno tuvo que acceder a sus peticiones, todas destinadas a en-

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frentar el problema de la carestía de la vida.

La oligarquía comprendió el peligro. En la AOAN convivían peligrosamente las temidas mayorías. Era necesario separar aguas y rescatar a las “clases me-dias” que se confundían en un común espacio con el “roterío”, con los proletarios. El diario El Mercurio comenzó una campaña sistemática para una orga-nización autónoma de la clase media. Alessandri Pal-ma atiende el llamado de estas capas y comprende la necesidad de su integración a la vida política na-cional, también comprende que la acción proletaria puede ser neutralizada mediante el establecimiento de legislación social. Alessandri Palma fue un líder antioligárquico que logró la adhesión masiva (y has-ta fanática) de amplios sectores medios y populares pero no puede sostenerse que fue un defensor de la democracia, al contrario, es responsable directo de la masacre de la oficina salitrera de San Gregorio en 1921 y años mas tarde, de los asesinatos cometidos en el Alto Bio Bio conocida como la masacre de Ranquil.

La democracia en expansión y sus limitaciones

No pretendemos hacer un recorrido exacto de la his-toria del llamado “Chile republicano”, esa es una tar-ea de enorme envergadura que excede estas páginas. Solo buscamos responder a una interrogante, ¿en que momento histórico las instituciones que caracteri-zan a la democracia burguesa tales como el sufragio universal, la igualdad de poder político expresada en la máxima “un hombre, un voto”, el respeto a la voluntad de las mayorías, el derecho de petición a la autoridad, la separación de poderes, el derecho de organización y expresión políticas de todos los secto-res sociales, han encontrado terreno fértil en nuestro país?

Por lo menos entre 1833 y 1925 el terreno fue clara-mente hostil al desarrollo de toda democracia. El ciclo inaugurado por la Constitución de 1925 y que culmina en 1973 constituye un nuevo escenario que posibilitó efectivamente la acción política organizada de amplios sectores populares. A paso lento se amplió el derecho a voto, en 1949 se otorgó derecho a voto a las mujeres mayores de 21 años y que supieran leer y escribir, recién en 1970 se reconoció este derecho a los analfabetos. Se legalizaron los sindicatos y se toleró el desarrollo de poderosos partidos obre-ros –socialista y comunista- de corte reformista que fueron tolerados mientras practicaron una política de reivindicaciones dentro del sistema sin cuestionar las bases de la dominación capitalista y burguesa. Estos

partidos sumaban conquistas “para la clase obrera” a través de compromisos con antagónicos sectores so-ciales con los que compartían escaños en el parlamen-to o gabinetes en los ministerios. Durante décadas los trabajadores reconocieron a estos partidos como “sus” partidos sin que tuvieran real protagonismo en su vida interna y menos aún en su dirección.

La existencia de la democracia en Chile durante el si-glo XX conoció constantes interrupciones. La dicta-dura de Ibáñez, la ley de defensa de la democracia, la ilegalización del PC, estados de sitios. Las masacres no terminaron, Ranquil y José María Caro son prueba de ello. Pese al carácter represivo de la democracia burguesa se puede afirmar que durante el siglo XX y hasta 1973 la sociedad chilena conoció una cierta ampliación de la democracia que se expresó en el sufragio universal, en la estructuración de partidos obreros que elección tras elección aumentaban su representación parlamentaria, que disputaban el mo-nopolio de la acción política a burgueses y oligarcas. Este ciclo terminó trágicamente el 11 de septiembre de 1973. Los mecanismos de la democracia burguesa se mostraron impotentes para detener la voluntad mayoritaria que manifestó su voluntad de poner fin al sistema de explotación capitalista; ante esto, el con-junto de la burguesía, acaudillada por su comando militar, impuso una salida sangrienta para restabl-ecer el orden capitalista y burgués amenazado.

El golpe de 1973 inauguró un nuevo escenario históri-co. La dictadura militar dominó durante 17 años. Se retiró después de dotar a la burguesía y al imperial-ismo de una institucionalidad política adecuada para garantizar sus intereses. La constitución de 1980 es la obra magna de la dictadura militar burguesa y en su concepción influyó notablemente Jaime Guzmán Er-rázuriz, feroz critico del sufragio universal. Refirié-ndose a éste señala Guzmán que : “las restricciones que inicialmente establecieron las democracias del siglo pasado para acceder a su ejercicio, revelan una cierta aceptación tacita a sus variados inconvenien-tes”.(5) El señor Guzmán considera una desgracia que en la sociedad de masas contemporánea no se pueda restringir el cuerpo electoral como lo hacía el voto censitario en Chile durante casi todo el siglo pasado. Todo su pensamiento revela la necesidad de diseñar mecanismos que permitan el ejercicio del poder político a la minoría social burguesa, que im-pidan la expresión política independiente del prole-tariado, pero esos mecanismos deben aparecer re-vestidos de la legitimidad propia de los regimenes democráticos. El pensamiento de Jaime Guzmán representa una exacta continuidad del pensamiento

oligárquico expuesto por Diego Portales y que preva-leció intacto en Chile, por lo menos hasta 1925. En la matriz de este pensamiento se encuentra la necesi-dad de imponer la voluntad de la minoría oligárquica o burguesa, el desprecio a las mayorías populares y la voluntad de aplastar tempranamente y por los mé-todos que sea necesarios cualquier amenaza al libre desenvolvimiento de su sistema. En el fondo sienten que este país les pertenece. Que nadie tiene derecho a transformarlo. Que los asalariados constituyen una desgracia inevitable y que desafortunadamente com-parten el mismo suelo.

Los gobiernos de la Concertación renunciaron a cam-biar las reglas del mal llamado sistema democrático, gozan del sistema binominal que les garantiza rep-resentación parlamentaria y que consolidó la derrota ideológica y política mas profunda que ha podido su-frir el proletariado nacional desde que hizo su apar-ición como actor de importancia en la vida del país. En la misma medida en que el sistema impone la for-mación de alianzas que morigeren las posiciones ex-tremas para evitar el conflicto político y social y ga-rantizar representación parlamentaria, en esa misma medida, se ha desdibujado toda posibilidad para la expresión autentica de la izquierda, de la oposición anticapitalista al sistema.

Nuestro periódico, Rearme Obrero, se propone con-tribuir a retomar el hilo histórico del pensamiento político proletario y de la práctica revolucionaria de masas. Las reflexiones acerca de la democracia bur-guesa y de sus crímenes continuarán ocupando un es-pacio en nuestra prensa. Sin reservas daremos a con-ocer en los próximos números nuestra concepción acerca de la democracia proletaria y de su negación absoluta personificada en la camarilla dirigente de los estados obreros burocratizados. Igualmente nos debemos una reflexión exacta acerca de las formas de “democracia burguesa” que hoy día preparan los poderosos de Chile.

notasnotas 1 a 4 tomadas de “los Mitos de la Democracia chilena”. Tomo I. Felipe Portales nota 5. Jaime Guzmán “El sufragio Universal y la nueva Institucionalidad”

El día de la mujer trabajadora, recientemente conmemorado, encuentra a las mujeres traba-jadoras de Chile luchando en las calles de Aysén, en la huelga de Tottus y en tantas otras trincheras, invisibles para los medios de comunicación bur-gueses, defendiendo las demandas del conjunto de la clase obrera.

Mientras los grandes titulares de los diarios enfa-tizan este 8 de marzo en las tareas pendientes que la sociedad tiene para con las mujeres en materia de igualdad, no se menciona que la burguesía ha logrado igualar a los sexos en la represión.

Si Bachelet llegó a la dirección de ONU Mujer manteniendo en prisión política a Juana Calfu-nao y habiendo dejado caer sobre miles de niñas la más brutales golpizas durante la Revolución Pingüina, es porque el problema de la opresión de género tienen sus orígenes en la sociedad de clases y su superación pasa ante todo por la abol-ición de la misma. Este es el camino que señalan

las mujeres que luchan comprometidas con la vasta gama del pueblo.

Pero las mujeres tenemos el doble de razones por las cuales luchar y en cada una de las luchas ge-nerales debemos defender nuestros intereses pro-pios. La pobreza es un mal que azota con mayor fuerza a las mujeres jefas de hogar; la moral re-accionaria de la clase dirigente se empoza sobre nuestros cuerpos al malograrse una vez más la ley de aborto terapéutico; la violencia domésti-ca como parte del paisaje; los abusos sexuales por parte de carabineros en contra de las niñas y adultas detenidas en manifestaciones y huelgas, etc.

Son éstos algunas de las expresiones de la larga lista que demuestra que la opresión de género es una cuestión real y que su conexión con la ac-tual sociedad de clases es innegable. La ex presi-denta Bachelet, la senadora Matthei, la ministra del Sernam Carolina Schmidt, son parte de ese

sector de mujeres que ocupan una posición privi-legiada dentro de la sociedad, de ese sector que crea e implementa planes para explotar de mane-ra más eficaz a las mujeres de la clase trabajadora y para animar con su moral decadente leyes que impiden el control de nuestros cuerpos.

Mientras ciertos aspectos de la opresión contra las mujeres es padecido por el conjunto de las mujeres del país, sólo las mujeres comprometi-das con la transformación revolucionaria del conjunto de la sociedad, que ha generado estos males, son consecuentes luchadoras de la causa de la liberación del género femenino y de la hu-manidad.

Saludamos desde Rearme la batalla que libran las mujeres y hombres pobres de Chile enfrentando la represión con dignidad y coraje en la defensa de sus condiciones de vida y en contra del mod-elo impuesto por la dictadura.

Mujer: el capitalismo nos iguala en la represión