Reclamos patrimoniales

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INDICE: Índice Página 1 Juicios contra el país por más de $1000 millones La Nación - Miércoles 28 de febrero de 2001 Página 2 Intento oficial por frenar reclamos La Nación - Miércoles 28 de febrero de 2001 Página 5 Denuncia contra un diplomático argentino La Nacion - Lunes 14 de mayo de 2001 Página 7 Oposición oficial a los juicios patrimoniales La Nación - Martes 15 de mayo de 2001 Página 9 A la CIDH no van empresas Página/12 – Julio de 2001 Página 11 Fallo en la OEA a favor de la Argentina Clarín - Miércoles 18 de julio de 2001 Página 12 La Argentina a salvo de pagar 80 millones Clarín – Jueves 19 de julio de 2001 Página 13 Desestiman un reclamo en contra del Estado La Nación - Domingo 22 de julio de 2001 Página 14 Alivio oficial por un fallo de la CIDH La Nación - Domingo 19 de agosto de 2001 Página 16 La Justicia investiga una firmita que vale cien palos 1

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INDICE:

Índice Página 1

Juicios contra el país por más de $1000 millonesLa Nación - Miércoles 28 de febrero de 2001  Página 2

Intento oficial por frenar reclamosLa Nación - Miércoles 28 de febrero de 2001  Página 5

Denuncia contra un diplomático argentinoLa Nacion - Lunes 14 de mayo de 2001 Página 7

Oposición oficial a los juicios patrimonialesLa Nación - Martes 15 de mayo de 2001 Página 9

A la CIDH no van empresasPágina/12 – Julio de 2001 Página 11

Fallo en la OEA a favor de la ArgentinaClarín - Miércoles 18 de julio de 2001    Página 12

La Argentina a salvo de pagar 80 millonesClarín – Jueves 19 de julio de 2001    Página 13

Desestiman un reclamo en contra del EstadoLa Nación - Domingo 22 de julio de 2001 Página 14

Alivio oficial por un fallo de la CIDHLa Nación - Domingo 19 de agosto de 2001 Página 16

La Justicia investiga una firmita que vale cien palos Página/12 – Miércoles 1 de agosto de 2001 Página 19

El Gobierno se ahorra juicios por US$ 1.000 millonesClarín - Lunes 20 de agosto 2001    Página 22

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Miércoles 28 de febrero de 2001 | Publicado en edición impresa

Juicios contra el país por más de $1000 millones

La Argentina está demandada por más de mil millones de dólares ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que, pese a su espíritu original, hoy acepta tratar litigios netamente patrimoniales.

Esos millones son el precio fijado por sólo ocho demandantes -siete argentinos y un chileno-, que presentaron sus casos ante la corte, que funciona en Washington, dependiente de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Si bien es cierto que la corte aún no decidió si son admisibles las ocho demandas, en la Casa Rosada se teme que la resolución sea adversa a los intereses del Gobierno. El paso previo para tal admisión es que una comisión, que funciona como instancia previa a la corte seleccionando los expedientes, dé vía libre al tratamiento de cada caso, un sí que ya otorgó en requerimientos millonarios.

Por ejemplo, lo hizo a la realizada por José María Cantos, un empresario dueño del Nuevo Diario de Santiago del Estero, que reclama 400 millones de dólares por la expropiación de sus bienes que dice haber sufrido durante la última dictadura militar. Cantos llegó a la CIDH luego de que la Corte Suprema de Justicia aquí rechazara sus reclamos por miles de millones de pesos.

En los próximos días, la comisión de la OEA debe decidir si declara admisibles las causas presentadas por el abogado Ernesto Galante, por 126 millones de pesos, y la planteada por el banquero chileno Tomás Carvallo Quintana, que pide un resarcimiento de 81 millones de pesos luego de que los gobiernos militares, y los de Raúl Alfonsín y Carlos Menem clausuraro el banco del que era accionista, el Regional del Norte Argentino.

A estas tres demandas, las más abultadas, se suman otras cinco:son de profesionales que consideran insatisfechos sus honorarios y de empresarios en quiebra. Además de la hecha por un hombre que asegura haber sido expropiado de sus bienes por Menem, aunque luego los habría recuperado. El querellante pide ahora "restitución a la inversa": en los hechos, que vuelvan a quitarle sus propiedades a cambio de recibir dinero por ellas.

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Todas estas causas suman los más de mil millones de dólares que el Estado debería desembolsar si tales reclamos lograran sentencias favorables.

Con el temor de que la CIDH diga sí, el Gobierno ya preparó su defensa: considera que no le corresponde a la corte interamericanafallar en demandas patrimoniales.

Más allá de los abultados montos requeridos por los querellantes, el Gobierno debe hacerse cargo además de los costos del proceso. Y todo ese dinero sale de las arcas de la Cancillería, en rojo profundo desde antes de la asunción del canciller Adalberto Rodríguez Giavarini.

En el caso de la presentación de Cantos, la Cancillería paga a profesionales que patrocinan al Estado desde 1984, cuando la CIDH decidió hacerse eco del pedido del empresario santiagueño. Y desde entonces es que oficialmente se responde cada una de las recomendaciones del organismo dependiente de la OEA.

La última respuesta fue avalada por Rodríguez Giavarini en abril último. Concluyó que "la CIDH no es competente" en esta contienda. Tal contestación está aún muy lejos de ser el punto final de la causa.

Quien representa oficialmente al Estado en todas las causas de esta especie, más allá de los abogados privados, es el representante especial en el ámbito de los derechos humanos, Leandro Despouy. No es una tarea que le agrade, y asegura que los reclamos patrimoniales poco tienen que ver con los derechos humanos.

"Quiero que se defiendan, por lo menos en la CIDH, los derechos individuales, las libertades, pero no el capital que cada persona dice tener o haber perdido. No es igual defender a quien le quitaron los ojos que a quien perdió un millón de pesos", comparó Despouy en diálogo con La Nación .

La posición del gobierno de De la Rúa frente a demandas patrimoniales en el exterior se topó con un obstáculo oriundo del gobierno precedente.

La entonces secretaria de Asuntos Consulares Alicia Martínez Ríos asintió a los requerimientos del abogado Galante, el mismo que aún hoy reclama 126 millones de dólares al Gobierno, suma que Celulosa no quiso pagarle cuando la representó en un juicio contra el Estado.

La funcionaria, hoy denunciada por la Oficina Anticorrupción, accedió entonces a abonar unos 100 millones de pesos, que saldrían de la Cancillería, aún cuando la Corte había denegado los argumentos del abogado.

Así las cosas, el Gobierno tiene una doble estrategia respecto de la pretensión de Galante:apunta a revertir el eventual juicio adverso de la CIDH y a la vez busca ayuda de la Oficina Anticorrupción para sus argumentos.

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Especulaciones oficiales En la Casa Rosada, y también en el PalacioSan Martín, especulan con que una sola denegatoria de la CIDHservirá de primer freno a la catarata de reclamos patrimoniales semejantes. Sin embargo, el temor creciente a que la CIDH acceda es inversamente proporcional a sus esperanzas de lograr el primer no a los demandantes.

Lo cierto es que al presentar sus reclamos ante la comisión interamericana, los demandantes se abstienen de precisar cuál es la cifra que reclaman.Sólo plantean el caso, sin precisiones monetarias ni siquiera vagas. Aunque, en rigor, los números de cada pedido constan en la justicia del país de origen del querellante, por lo que a ese dato es muy fácil acceder.

No lo dicen oficialmente, pero tanto funcionarios como diplomáticos creen que de una u otra manera una sentencia contraria al Estado nacional en demandas de tantos millones hechas por particulares devendría algún beneficio para la CIDH, un juez habitual en favor de los ciudadanos sin cargos ni investiduras oficiales. .

Por Andrea Centeno De la Redacción de La Nación

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Miércoles 28 de febrero de 2001 | Publicado en edición impresa

Intento oficial por frenar reclamosDe la Rúa no quiere litigar afuera

"El presidente Fernando de la Rúa desea que deje en claro que la Argentina no acepta que las empresas presenten demandas por daños a su actividad comercial ante tribunales de derechos humanos. Estos no deben mezclarse con los intereses comerciales", dice Leandro Despouy, representante especial en el ámbito internacional para los derechos humanos.

Despouy tiene por delante una tarea difícil: mañana, en Washington, intentará convencer a los miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que deben rechazar una demanda que presentó un banquero, Tomás Enrique Carvallo Quintana.

Reclama que el Estado pague 81 millones de dólares para indemnizarle el daño que, hace más de 20 años, le produjo el Banco Central cuando ordenó cerrar su firma, el Banco Federal del Norte. Del otro lado, defendiendo los intereses del banco, está el estudio de Bob Dole, ex candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos.

El caso del Banco Federal tuvo bemoles: en 1981, el BCRA revocó su autorización para operar, pero tres años más tarde la Corte dispuso su reapertura; en 1985, el BCRA volvió a la carga, pero la Corte volvió a beneficiar a la entidad; a pesar de eso, en 1994, el BCRA ordenó su cierre.

La liquidación del banco sigue en trámite ante un juzgado comercial, pero Carvallo Quintana presentó ante la comisión una demanda.

Los argumentos del Gobierno no apuntan a discutir si el BCRAobró bien o mal cuando dispuso liquidar el banco, sino a otra cuestión, más de fondo: las únicas que pueden presentar demandas ante los organismos de derechos humanos son las personas, no las empresas.

Si las empresas quieren reclamar, que lo hagan ante tribunales arbitrales. Pero que no utilicen el sistema de la OEA ni el Pacto de San José de Costa Rica. "No se puede convertir todo en un negocio", se dice en la Cancillería. Además, la Argentina declaró que no admitiría condicionamientos a su política económica ni expropiatoria.

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No es la primera vez que la Argentina enfrenta este tipo de demandas ni tampoco la primera en que intenta que se acoja ese principio. En el caso que planteó José María Cantos, dueño de Nuevo Diario de Santiago del Estero que persigue una indemnización de más de 400 millones de dólares, la Argentina sostuvo ese mismo argumento. Pero no tuvo éxito, porque se declaró admisible el caso y se elevó a la CIDH.

Ahora, el Gobierno intentará otra vez que la comisión le ahorre al Estado mucho dinero

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Lunes 14 de mayo de 2001 | Publicado en edición impresa

Denuncia contra un diplomático argentinoPor evitar pagar una indemnización

Un abogado que demandó al Estado argentino ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en un escrito ante ese organismo, acusó al embajador Leandro Despouy de intentar "violar el tratado internacional y actuar con significativa ligereza", al haber sostenido que la Argentina se oponía a que la Comisión y la Corte Interamericana indemnizaran por los daños al derecho de propiedad.

Según el abogado, los dos organismos interamericanos no sólo deben condenar al Estado a indemnizar los casos de torturas, sino también las violaciones a los derechos patrimoniales.

El planteo fue efectuado por Ernesto Galante, quien reclama que el Estado debe abonarle los honorarios por su actuación en el concurso de la empresa Celulosa Argentina, que sufrió diversos avatares políticos durante el último gobierno de facto, hasta que entró en convocatoria de acreedores.

Se reaviva la controversia En febrero último, una nota publicada en La Nación reavivó la controversia, pues dio cuenta de que la Argentina enfrenta en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y en la Corte Interamericana demandas por más de 1000 millones de dólares y que nuestras autoridades sostendrían el criterio de que no corresponde pagar en sede internacional los daños al derecho de la propiedad.

Nuestro país fue cuestionado ante esos organismos por casos de torturas, desapariciones o abusos policiales y por otros de contenido netamente patrimonial.

Entre las demandas más cuantiosas, por ejemplo, está la promovida por José María Cantos, dueño del Nuevo Diario de Santiago del Estero, que pide un resarcimiento de más de 400 millones de dólares por la expropiación de sus bienes.

Galante, que actuó como letrado de Celulosa, pretende que los honorarios se liquiden conforme con la ley provincial de Santa Fe, donde tramitó la causa. Pero a fines de 1996 la

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Corte Suprema argentina rechazó la pretensión: la Corte, aplicando una ley nacional, concluye que a Galante no le corresponderían 126 millones, como pretende, sino veinte.

En noviembre de 1999, la entonces secretaria de Asuntos Consulares, Alicia Martínez Ríos, firmó un preacuerdo con Galante y accedió al pedido del abogado hacia fines de la gestión de Carlos Menem.

Pero no llegó a cumplirlo, ya que, con el cambio de gobierno, el actual procurador del Tesoro, Ernesto Marcer, dictaminó en contra.

Despouy, en la aludida nota, sostuvo que la Corte Interamericana "debe defender los derechos individuales, las libertades, pero no el capital que cada persona dice haber perdido". .

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Martes 15 de mayo de 2001 | Publicado en edición impresa

Demanda en la OEA contra el Estado argentino

Oposición oficial a los juicios patrimonialesEl Gobierno defendió otra vez su postura

El Gobierno refirmó ayer su postura adversa a que los organismos internacionales que investigan violaciones a los derechos humanos atiendan a demandas patrimoniales.

La reiteración de la postura oficial fue hecha a propósito de las críticas que formuló un abogado contra el representante en el ámbito internacional de los derechos humanos, embajador Leandro Despouy, a quien acusó de "violar el tratado internacional y actuar con significativa ligereza" al oponerse a que la Corte Interamericana de Derechos Humanos indemnice los daños de derechos a la propiedad.

Quien hizo esas acusaciones es el abogado Ernesto Galante, denunciado por la Oficina Anticorrupción, junto con la ex secretaria de Asuntos Consulares de la Cancillería Alicia Martínez Ríos por supuesta tentativa de estafa contra el Estado nacional.

Galante fue en 1991 letrado de la empresa Celulosa Argentina, cuando ésta pidió su propio acuerdo preventivo, que, una vez aprobado por la Justicia, originó el reclamo de los honorarios de Galante, fijados en 100 millones de dólares.

Pero todas las instancias de la justicia de Santa Fe rechazaron la demanda del abogado que llevó su reclamo a la Corte Suprema de Justicia que, a su vez, también rechazó el planteo en 1996.

Por ello, Galante hizo su presentación ante la Corte Interamericana (CIDH), con sede en Washington y que depende de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Galante sostuvo que la Corte no actuó en forma imparcial.

Mientras en Washington se tomaban su tiempo, Galante y Martínez Ríos firmaron un acuerdo amistoso por el cual la ex funcionaria de la Cancillería se comprometió, en nombre

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del Estado argentino, a saldar la deuda de honorarios -que supera largamente los US$ 100 millones-, más sus respectivos intereses.

Lo cierto es que el 9 de diciembre de 1999 circuló un decreto que autorizaba tal pago y que llevó la firma del entonces canciller, Guido Di Tella.

Pero Di Tella, cuando declaró ante el juez federal Gabriel Cavallo, negó haber firmado ese decreto. También su último vicecanciller, Andrés Cisneros, criticó el convenio. Por eso, Cavallo ordenó realizar un peritaje caligráfico sobre la firma en cuestión, mientras continúa con la investigación sobre Martínez Ríos y Galante.

Rechazo oficial

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