Recurso de reposicion

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2 El recurso de reposición Daniel Ernesto CERNA SALAZAR

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El recurso de reposición

Daniel Ernesto CERNA SALAZAR

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El recurso de reposición(*)

Daniel Ernesto CERNA SALAZAR(**)

Sumario I. Introducción. II. Antecedentes del recurso de reposición. III. Concepto y naturaleza del recurso de reposición. IV. Fina-lidad y principios del recurso de reposición. V. El recurso de reposición en la legislación procesal penal. VI. Procedencia y requisitos del recurso de reposición. VII. El recurso de reposi-ción en el Derecho Comparado. VIII. Aspectos problemáticos en la aplicación del recurso de reposición en el ordenamiento procesal vigente. IX. Casuística referencial sobre la materia. X. Bibliografía.

I. INTRODUCCIÓN

Qué duda cabe que el concepto de “debido proceso” ha experimentado una evolución –aparejada de una revalorización por su importancia– a partir de mediados del siglo XX, con lo cual pasó de ser un principio (en algunos ca-sos enunciativo o simplemente declarativo) a consagrarse en un concepto que engloba un conjunto de garantías que regulan todo confl icto jurídico a cargo de un órgano decisor, no de exclusiva aplicación a los procesos judi-ciales e, incluso, en sede administrativa, en tanto en ellos también se crean, modifi can y extinguen relaciones jurídicas.

[*] Mi especial agradecimiento al Dr. Ricardo Luperdi Gamboa, amigo y colega por sus valiosas opiniones, apo-yo y facilidades para escribir el presente trabajo. Igualmente, a los Drs. Irma Rivertte Chico y Fermín Caro Rodríguez, insignes magistrados del Poder Judicial y del Ministerio Publico, respectivamente, por el material facilitado en el punto fi nal del presente trabajo.

[**] Abogado egresado de la Universidad Privada Antenor Orrego de Trujillo. Abogado de Muñiz, Ramírez, Pérez-Taiman & Olaya. Abogados - Trujillo. Docente de la Universidad Privada Antenor Orrego de Trujillo en los cur-sos Derecho Penal II y Derecho Penal III. Maestría en Derecho Penal y Ciencias Criminológicas de la Escuela de Posgrado de la Universidad Nacional de Trujillo.

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Es dentro de este cúmulo de garantías y principios que el instituto de la im-pugnación (mediante el empleo de los recursos que la ley franquea a todo justiciable) adquiere signifi cativa preponderancia, en tanto si bien la deci-sión a recurrir emana de un órgano investido de la potestad para adminis-trar justicia, también es cierto que, en puridad, se trata de un ente humano, por lo tanto, susceptible a yerro o equivocación.

Pues bien, de toda la gama de medios impugnatorios existentes, el que me-nos ha sido objeto de estudio –tanto a nivel de doctrina nacional como ex-tranjera–, sin duda alguna es el denominado recurso de reposición. Ello es entendible en cierta forma, por cuanto en la teoría de la impugnación resultan tener un mayor espectro de estudio los recursos de apelación y casación, so-bre todo por las situaciones fácticas y confl ictos sociales que estos resuelven.

En línea opuesta, cuando el recurso está destinado a reexaminar y –en el fondo, en el caso de la parte recurrente– revocar solo resoluciones de impul-so procesal o de mero trámite (decretos), en cierta forma, baja para algunos la intensidad del objeto de estudio.

Fue precisamente esta la razón que nos animó a recopilar información e ini-ciar un estudio sobre el recurso de reposición, tomando en cuenta además que el Código Procesal Penal de 2004 –que, en defi nitiva, se orienta en el camino hacia un nuevo modelo de justicia penal–, además de acoger dicho recurso, le otorga un plus adicional.

En efecto, a partir de su aplicación en audiencia se le otorga un mayor grado de protagonismo dentro del procedimiento recursal; de otra parte, les permi-te a los propios integrantes de la judicatura un mayor análisis lógico-refl exivo y capacidad de autocrítica, que lejos de ser cuestionable, ensalzaría más bien la difícil misión de administrar justicia, pues humana es la posibilidad de errar, pero más digna es cuando, advertidos los errores en una resolución judicial, estos son corregidos a tiempo y por el propio órgano que la expidió.

II. ANTECEDENTES DEL RECURSO DE REPOSICIÓN

Como bien se precisó, el concepto de un procedimiento judicial “justo” cro-nológicamente resulta más o menos reciente, ello si tenemos en cuenta el desarrollo jurídico-político de la cultura y la humanidad.

Si nos remontamos a sus antecedentes, tenemos que en el Derecho Romano germánico (que es el sistema jurídico que nuestro país adopta), se verifi ca un

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proceso común como forma de reacción de una sociedad más primitiva[1], con cuatro características saltantes: a) El procedimiento es público y oral; b) La jurisdicción recaía en la Asamblea del Pueblo o tribunales populares; c) El surgimiento de un sistema acusatorio, cuyo soporte era la pugna argumen-tativa entre el acusador y acusado; y d) La ausencia de recursos contra las decisiones adoptadas; características todas estas propias del enjuiciamiento penal, que se mantienen más o menos invariables, incluso, luego de la caída del Imperio romano, durante la Edad Media.

Es recién durante el auge de la Inquisición y de la Edad Moderna que se inicia una mutación del procedimiento judicial en materia penal. Marca un hito fundamental, el traspaso del poder de persecución en manos anterior-mente de los individuos hacia el poder político central, aparato constituido por estamentos y jerarquías e integrado por funcionarios (toda una organi-zación vertical), lo que se tradujo en la delegación del poder.

Es dentro de este contexto que el instituto de la impugnación encuentra su razón de ser, erigiéndose a manera de “control jerárquico”[2], de forma tal que los administrados podían cuestionar, a manera de queja, la decisión adopta-da por el inquisidor, quien, como bien se conoce, ejercía sus funciones den-tro de un procedimiento secreto donde, además de prevalecer la escritura y el testimonio como fuente de prueba, no se reconocían límites en cuanto a la tarea de investigación encaminada al descubrimiento de la verdad[3].

Es así que la idea de revisar todo el protocolo recayó en el superior jerárqui-co, quien ya no ejercía la facultad de perseguir o investigar, sino que se le encargaba una función de mayor importancia: la de controlar el ejercicio del poder de quien era su delegado[4].

[1] Entre otros autores, consultar: VÉLEZ MARICONDE, Alfredo. Derecho Procesal Penal. Tomo I, Lerner, Buenos Aires, 1969, p. 15.

[2] MAIER, Julio B. J. “Acerca de la garantía procesal del recurso contra la condena penal en las convenciones internacionales sobre derechos humanos”. En: Antología. El proceso penal contemporáneo. Palestra - Instituto de Ciencias Penales de la Universidad Privada Antenor Orrego de Trujillo, Lima, 2008, p. 722 y ss.

[3] Un interesante y exhaustivo estudio acerca de las trasformaciones actuales del sistema penal, producto de la evolución experimentada en las tensiones propias de la inquisición y composición –como modos diferentes de resolver confl ictos sociales– y donde se da cuenta de las principales características del régimen inquisitivo, véase en: MAIER, Julio B. J. “Entre la inquisición y la composición”. En: Homenaje al Dr. Marino Barbero Santos. In Memoriam. Arroyo Zapatero, Luis y Berdugo Gómez De La Torre, Ignacio. (editores), Volumen II, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha - Ediciones de la Universidad de Salamanca, Cuenca, 2001, p. 801 y ss.

[4] Y es dentro de esta tramitación revisora que se desarrolla y desprende el llamado “efecto devolutivo” del recur-so, pues una vez examinados y controlados los actuados, estos retornaban a la instancia inferior (el inquisidor). CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo V, Ediar, Buenos Aires, 1960, p. 443 y ss.

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Ciertamente, la garantía procesal del recurso encontró su máxima expresión cuando se impugnaba una sentencia condenatoria, en la medida que ello implicaba la revisión de la restricción de derechos fundamentales como la li-bertad o el patrimonio del justiciable, sin embargo, parte de esta evolución también fue la posibilidad luego, de cuestionar no únicamente la resolución de fondo (sentencia), sino del proceso en sí, pues dentro de toda la secuela de actos procesales se podían producir vicios que deberían ser enmendados.

Empero, dentro de la idea de sanear o subsanar errores judiciales dentro del proceso vía alzada, también podía caerse en un excesivo ritualismo, el cual, en la medida que se provoca la dilación del procedimiento, se aleja de la idea de hacer justicia en un tiempo racionalmente prudente; más aún si se impugnaban cuestiones que constituían simples errores materiales: ac-tuaciones que de forma alguna quebrantarían derechos y garantías de las partes intervinientes, y que fácilmente podrían ser resueltas en la misma instancia que se produjeron.

Se consagró así que dentro de una organización vertical y jerárquicamente organizada, podía coexistir un “control horizontal”. Es así que de la apelación de sentencias y autos se pasó a la impugnación de resoluciones de mero trámite o de impulso procesal: decretos (providencia simple de la Corte), dando origen al denominado recurso de reposición.

En nuestra legislación procesal, como tampoco en el Código de Enjuicia-mientos en Materia Civil de 1854, ni en el Código de Enjuiciamientos en Materia Penal de 1863, existía mención alguna al recurso de reposición. Es recién a partir del Código de Procedimientos Civiles de 1912 que se contem-plan los decretos dentro de las resoluciones judiciales y se admite el recurso de reposición de fi nalidad modifi catoria o revocatoria, previo traslado a las partes procesales (artículo 1088).

El recurso de reposición no estaba descrito en el Código de Procedimientos Penales, lo que no impedía su planteamiento, aunque de forma supletoria[5], como más adelante se verá. En efecto, es a partir de la promulgación del Có-digo Procesal Civil en 1993 que se empieza a desarrollar de manera más ela-borada la reposición, cuya fi nalidad residía en la “(…) máxima brevedad que informa este recurso, si interpuesto este, el juez advierte que el vicio o error es evidente, o que el recurso es notoriamente inadmisible o improcedente,

[5] SÁNCHEZ VELARDE, Pablo. Manual de Derecho Procesal Penal. Idemsa, Lima, 2004, p. 890.

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lo declarará así sin necesidad de trámite”[6]. La introducción de este recurso es otra novedad del Código [Procesal Penal], toda vez que el recurso de re-posición no estaba descrito en el Código del cuarenta y su planteamiento se hacía mediante aplicación supletoria de la norma procesal civil[7].

Como hemos visto, el recurso de reposición ha sido desarrollado in extenso por la doctrina civil (procesal) y es de allí que fue trasladado e insertado en nuestro ordenamiento adjetivo penal. Así, por ejemplo, el artículo 338 del Proyecto de Código Procesal Penal de 1991 hacía una alusión (aunque minúscula) a esta clase de recurso, únicamente contemplado para impug-nar los decretos. Es recién en el Proyecto del Código Procesal Penal de 1996 (artículo 382.4) que se admite una sustancial innovación concordante con la oralidad que se pretendía: “(…) si la resolución impugnada se expidiera en una audiencia, el recurso se interpondrá verbalmente y se tramitará y resol-verá de inmediato, sin suspenderla, en lo posible”.

Referencia especial merece el Proyecto Huanchaco –liderado por el insigne maestro Florencio Mixán Mass– por su indudable aporte a la transformación del proceso penal en nuestro país y que sirvió como paradigma al actual texto adjetivo. El citado Proyecto Alternativo al actual CPP contempló al re-curso de reposición pero no solo como aquel que atacara los decretos, sino perfeccionándolo y consagrándolo como única reforma (impugnativa) que podía ser admitida en audiencias (interposición oral) para su correspondien-te decisión por el propio juez que emitió la resolución recurrida.

III. CONCEPTO Y NATURALEZA DEL RECURSO DE REPOSICIÓN

De las diferentes denominaciones utilizadas por los distintos ordenamien-tos jurídicos donde se acoge el recurso de reposición, es posible distinguir una noción común, la que se desprende de su propio nombre: recurso de retractación, de revocatoria, de reconsideración y de súplica[8]; y es que a

[6] SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. Volumen II, Grijley, Lima, 1999, p. 692 y ss.[7] CÁCERES JULCA, Roberto e IPARRAGUIRRE NAVARRO, Ronald. Código Procesal Penal Comentado.

Concordancias-Jurisprudencia-Índice Analítico. Jurista Editores, Lima, 2005, p. 474.[8] Véase que todas las denominaciones hacen alusión al carácter invocatorio para que el mismo órgano jurisdic-

cional subsane agravios incurridos. Así, por ejemplo, la primera acepción del Diccionario de la Real Academia Española para la palabra retractarse: “Revocar expresamente lo que se ha dicho, desdecirse de ello”; en tanto que al vocablo reconsiderar le asigna el signifi cado de “volver a considerar”, y en lo referido a súplica, contempla una locución adverbial interesante: “Mediante ruego o instancia”. Diccionario de la Real Academia Española, 22ª edición, Espasa-Calpe, Madrid, 2001. Por otro lado, la denominación de recurso de súplica a nuestro entender emerge de la intención de invocar más bien a la “bondad del juzgador” que a la razón y a la

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través de él se invoca al juzgador a reponer por “contrario imperio” la re-solución materia de cuestionamiento, a la sazón de una antigua regla de supuesta autoría de Ulpiano, que indica: “nada es tan natural como que cada cosa sea disuelta del mismo modo en que fue compuesta”[9], máxima que se armoniza con el principio latino: ejus est tollere cujus est condere: “quien tiene poder para hacer una cosa lo tiene para deshacerla”.

Para algunos tratadistas, la reposición vendría a constituir más bien un re-

medio, habida cuenta que se plantea ante la misma instancia en la que la resolución fue emitida para que subsane los agravios en que pudo haber incurrido, en tanto los recursos propiamente dichos son resueltos ante un órgano jurisdiccional distinto[10]. Así, por ejemplo, para el procesalista ar-gentino Levitán, el recurso de reposición importa un remedio en virtud del cual las partes de un proceso pueden pedir al juez o tribunal que dicte una resolución judicial, que la deje sin efecto[11]. Pese a lo antes anotado, en las legislaciones procesales, tanto civil como penal (al menos la nacional), se le denomina con el nombre de “recurso”.

La característica fundamental del recurso de reposición es que se interpone por la parte agraviada ante el mismo tribunal que dictó la resolución impug-nada, con el objeto de que este mismo la revise y resuelva su revocación o modifi cación[12]. De allí precisamente emerge la expresión “contrario impe-rio”, es decir, la retractación consumada en ejercicio de la misma potestad (imperio), por la cual el órgano que tiene el poder para dictar, también lo tiene para modifi car o revocar.

justicia que le asiste a la parte que lo plantea, esperando que la indulgencia de sus actos motive al propio juez a “volver tras sus pasos”, enmendando sus propios errores, situación que humanamente no es muy común –por decirlo menos– conforme más adelante se expondrá.

[9] ULPIANO, Domicio: “Nihil tam naturale est, qua meo genere quidque disolveré, quo colligatum est” (Nada es tan natural como que cada cosa se la disuelva del mismo modo como se la ligó). Digesto, libro I, título III, ley 37.

[10] GACETA PENAL & PROCESAL PENAL. Medios impugnatorios: Lo nuevo del Código Procesal Penal de 2004 sobre los medios impugnatorios. Gaceta Jurídica, Lima, 2010, p. 37.

[11] LEVITÁN, José. Recursos en el proceso civil y comercial. Astrea, Buenos Aires, 1986, p. 15. De similar opinión, Francisco Ramos, para quien “(…) el recurso de reposición es un recurso ordinario, no devolutivo (remedio) contra las resoluciones interlocutorias dictadas por un órgano jurisdiccional unipersonal. Mediante este reme-dio se persigue la revocación de la resolución recurrida y su sustitución por otra, sin limitaciones en cuanto a los motivos de impugnación”. RAMOS MÉNDEZ, Francisco. Derecho Procesal Civil. Tomo II. 5ª edición, José María Bosch Editor, Barcelona, 1992, p. 717. En similar postura Gernaert Willmar: “(…) por este medio técnico se pretende que el mismo tribunal, unipersonal o colegiado, que dictó la resolución impugnada (...) la modifi que o revoque por contrario imperio: todo ello tendiente a evitar el recurso por ante un tribunal de superior jerar-quía, favoreciéndose la celeridad y economía procesal” GERNAERT WILLMAR citado por DE SANTO, Víctor. El proceso civil. Tomo VIII-A, Buenos Aires, Universidad, 1987, p. 197.

[12] HORVITZ LENNON, María Inés y LÓPEZ MASLE, Julián. Derecho Procesal Penal chileno. Tomo II, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 2004, p. 366.

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Otra característica saltante es que en tanto que se peticiona ante el mismo juez que dictó la decisión impugnada que este mismo la revoque, no toda resolución puede ser recurrida vía reposición, sino solo aquellas expresa-mente señaladas por la ley, que vendrían a ser las más simples[13] de las reso-luciones judiciales: los decretos[14], y ello por cuanto, como ya se anotó, estos sirven para impulsar o dar trámite mecánicamente al proceso[15], por lo tanto al no estar referidos a decisiones de fondo, de acaecer un error material, fá-cilmente pueden ser resueltos en la misma instancia donde se produjeron.

San Martín Castro, cinco antes de la vigencia del Código Procesal Penal de 2004, defi nió el recurso de reposición –siguiendo a Véscovi– como aquél “(…) tendiente a obtener que en la misma instancia donde una resolución fue emi-tida, se subsanen, por contrario imperio, los agravios que aquella pudo haber inferido”. De este modo, precisa que su fundamento reside en la economía procesal, representada por la conveniencia de evitar una doble instancia, a través del expediente de otorgarle al tribunal autor de una resolución, la opor-tunidad de corregirla luego de un nuevo estudio de la cuestión[16].

Ergo, y dada su característica “contra imperio”, se desprende que este recur-so posee una naturaleza “no devolutiva”[17], es decir, impide la alzada: su co-nocimiento por parte del tribunal o superior jerárquico, en la medida que de ocurrir aquello se desnaturalizaría el fundamento del recurso: la economía procesal, siendo más bien el propio órgano emisor quien efectuará un re-examen impugnatorio del acto procesal dictado.

[13] De ahí que también se le conoce con los nombres de providencia simple o providencia de trámite, PALACIO, Lino Enrique. Tratado de Derecho Procesal Civil, citado por GÓMEZ PRETTO, Hernán. “Una introducción al estudio del recurso de reposición en sede civil (Análisis de la legislación peruana y comparada)”. En: Revista Peruana de Derecho Procesal. Nº 13, Año XIII, Communitas, Lima, 2009.

[14] A decir de Carrión Lugo, los decretos son las “(…) resoluciones judiciales que no tienen en su estructura los fundamentos de la decisión que la contienen (…) denominadas indistintamente decretos de sustanciación o providencias de trámite o resoluciones de impulso procesal”. CARRIÓN LUGO, Jorge. Tratado de Derecho Procesal Civil. Volumen II, 2ª edición, Grijley, Lima, 2000, p. 354.

[15] En opinión de Gómez Pretto, los decretos tienen como característica principal que su dictado no requiere con-tradicción entre las partes o con terceros, además el autor hace mención a la carencia de contenido refl exivo por parte del juez que los dicta, es decir, que requieren una elaboración lógica-jurídica. GÓMEZ PRETTO, Enrique. Ob. cit., p. 3.

[16] SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 691 y ss.[17] El efecto devolutivo hace referencia a que la tramitación y resolución del recurso corresponde al órgano supe-

rior jerárquico al que dictó la resolución recurrida. CORTES DOMÍNGUEZ, Valentín. “Los recursos, recursos contra las resoluciones interlocutorias”. En: GIMENO SENDRA, Vicente et ál. Derecho Procesal Civil. Colex, Madrid, 1996, p. 635.

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Ello es entendible, por cierto, toda vez que si la propia resolución que se cuestiona (decreto) es de “impulso procesal”, mal se haría con que el úni-co recurso tendiente a revocarla sea más bien un obstáculo que consagre la lentitud, trastocando así la propulsión pretendida. En esta línea de abre-viación, el legislador ha consagrado –siguiendo la tendencia en el Derecho comparado– la inimpugnabilidad del auto que resuelve la reposición, no solo por referirse a cuestiones no trascendentales, sino por cuanto, ya reexa-minado el decreto expedido, carecería del agravio necesario.

IV. FINALIDAD Y PRINCIPIOS DEL RECURSO DE REPOSICIÓN

Roland Arazi sostiene que el recurso de reposición “(...) tiene como fi nalidad que el mismo juez o tribunal que dictó una resolución la revoque o enmien-de, dictando en su lugar otra nueva por contrario imperio”; fórmula esta que apunta a que la revocatoria emerja por propia obra del órgano que la dictó y no por imperativo del superior jerárquico[18].

En línea disímil, se ubica José de Vicente y Caravantes, para quien el recur-so de reposición tiene por objeto evitar dilaciones y gastos consiguientes a una nueva instancia, respecto de las providencias que recaen en diligencias o puntos accesorios del pleito, para cuya revisión no son indispensables las nuevas alegaciones pruebas o plazos de las apelaciones, ni la mayor ilustra-ción que se supone en los jueces superiores que entienden en estas[19].

En lo referido a la fi nalidad del recurso de reposición, nos adscribimos al concepto enarbolado por José de Vicente y Caravantes –habida cuenta que el primer concepto más bien estaría referido a la característica más saltante del recurso–. En efecto, y siguiendo a este autor, se puede distinguir un pro-pósito bipartito del recurso en comento.

En primer lugar, el interés propio de la parte que lo plantea por cuanto pretende la modifi cación o revocación del decreto dictado por el propio juzgador que lo expide –de allí precisamente se desprende la fórmula “contra imperio”–. De ser fundada la pretensión, se entenderá que “repone”, pero no a un estado anterior o inicial, sino más bien al postulado por el propio justiciable, con lo cual el concep-to “repone” adquiere más bien una signifi cación consonante con revocatoria,

[18] ARAZI, Roland. Elementos de Derecho Procesal. 2ª edición, Astrea, Buenos Aires, 1991. p. 307.[19] CABANELLAS DE TORRES, Guillermo. Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual. Tomo VII, 21ª edición

revisada, actualizada y ampliada, Heliasta, Buenos Aires, p. 63.

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enmienda o reforma. En cuanto al segundo propósito, este más bien le atañe a la propia administración de justicia, pues considerando que será el mismo juez que dictó su resolución quien la reexamine y corrija (impidiendo la alzada), se estará consagrando la economía y celeridad procesal.

Ahora bien, ya desde el inicio se hizo mención que no todas las resoluciones pueden ser atacadas mediante reposición, sino tan solo aquellas expresamen-te señaladas por la ley, esto es: solo los decretos. Y es que la única forma que se admite que el juzgador “vuelva tras sus pasos” y revoque su propia decisión, es la contenida en el recurso de reposición; empero, ello únicamente por cuanto se trata de “la forma más simple de las resoluciones judiciales”[20].

Efectivamente, ni los autos ni las sentencias admiten siquiera la posibilidad de dicho recurso, en la medida que, lejos de dar cuenta de simples tramita-ciones de las partes o de dar impulso al proceso, versan sobre cuestiones de fondo, y especialmente en el caso de las sentencias, gozan de la autoridad de la cosa juzgada (cuando han quedado consentidas o ejecutoriadas).

En ese sentido, y en armonía con el párrafo precedente, solo pueden inter-ponerse los recursos expresamente previstos en la ley, conforme al principio de legalidad, acogido también por el artículo 404.1 del Código Procesal Pe-nal: “(…) las resoluciones judiciales son impugnables solo por los medios y en los casos expresamente establecidos por la ley”.

Otro principio que merece ser destacado, y con justa razón debe ser aplica-ble al recurso de reposición, es el principio de la prohibición de la reformatio in peius, (o de interdicción de la reforma peyorativa), pues si el derecho a recurrir por el justiciable obedece a considerarse afectado por una determi-nada resolución y en la procura de eliminar o aminorar el agravio ocasiona-do –en el caso que nos ocupa, por un decreto–, sería injusto y arbitrario que, al resolverse su petición, su situación se vea empeorada o agravada[21], en contra de lo pretendido.

[20] Entendido, de conformidad al artículo 121 del Código Procesal Civil, como aquella resolución que impulsa el desarrollo del proceso disponiendo actos procesales de simple trámite.

[21] Si bien es cierto, la interdicción de la reforma peyorativa ha sido acogida por la parte in fi ne del artículo 409.3 del Código Procesal Penal de 2004 al delimitar la competencia del Tribunal Revisor, no es menos cierto que dicha normativa le resulta también extensiva a la facultad de las partes intervinientes en un confl icto social vía recurso de reposición, y ello en la medida que el propio juez que dictó el decreto, al reexaminar su actuación, se convierte en revisor de sus propias decisiones.

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Finalmente, cabe referirnos en párrafo aparte al principio de instancia plu-ral, consagrado constitucionalmente en el artículo 139.6 de nuestra Carta Magna, entendido no solo dentro del derecho a impugnar toda resolución y como la posibilidad de que un órgano superior acceda a un control sobre la decisión adoptada. Esta constituiría la regla, sin embargo, existirían ciertas resoluciones por añadidura inimpugnables u otras en las que no se cum-pliría la exigencia de doble instancia, sin que ello implique necesariamente una conculcación al debido proceso.

Ciertamente, ni todas las resoluciones son recurribles, ni a toda impugna-ción necesariamente debe concedérsele la alzada. Ejemplo del primer su-puesto es la inimpugnabilidad de la decisión adoptada por el juzgado cole-giado sobre la recusación de uno de sus miembros (artículo 57.1 del Código Procesal Penal), o de aquella emitida por la Sala Penal de apelaciones res-pecto a la admisibilidad de pruebas ofrecidas en segunda instancia (artículo 422.4 del Código Procesal Penal). Incluso, en la legislación adjetiva anterior, el llamado “auto de apertura de instrucción” formalmente resultaba también irrecurrible[22]; o el auto de sobreseimiento emitido por el juzgador luego de haber elevado los actuados en consulta al Fiscal Superior, ratifi cando este el dictamen evacuado por el Fiscal Provincial.

En lo que respecta al segundo supuesto (no a toda impugnación debe conce-derse la alzada), este encaja perfectamente con la facultad del juez que dictó el decreto de pronunciarse ante el recurso de reposición interpuesto por una de las partes, efectuando un reexamen de su propia decisión. Y es que, en defi nitiva, ello no implica vulneración alguna de índole procesal, pues el prin-cipio a la instancia plural debe ser entendido no únicamente como el control jerárquico efectuado por el órgano superior, sino más bien como un doble grado de pronunciamiento jurisdiccional, lo cual sin duda –conforme se ha expuesto– se satisface en la dinámica y naturaleza del recurso de reposición.

V. EL RECURSO DE REPOSICIÓN EN LA LEGISLACIÓN PROCESAL PENAL

El recurso de reposición en materia penal se rige por los preceptos especia-les contenidos en la Sección III del Libro Cuarto del Código Procesal Penal

[22] Con ciertas excepciones claro está. Así, por ejemplo, el auto de apertura de instrucción era apelable solo en el extremo de la medida coercitiva, pero no en la decisión jurisdiccional de instaurar judicialmente el proceso (o instrucción como se le denominaba); sin embargo, al ser atacable vía hábeas corpus, podíamos hablar de que en sentido lato sí resultaba recurrible.

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de 2004 (artículo 415), así como los previstos en la Sección I (Preceptos ge-nerales) y la Sección II (Los recursos) del mencionado Libro (artículos 404 a 414). Conforme queda consagrado en el Código Procesal Penal de 2004, po-demos distinguir cuatro características saltantes del recurso de reposición:

a) Es un recurso que emana de la facultad del órgano jurisdiccional;

b) Es un recurso de efecto “no devolutivo”, pues tanto su tramitación y re-solución le corresponde al mismo órgano que dictó la resolución recu-rrida, impidiendo la alzada;

c) Es un recurso de retractación, pues pretende que el mismo órgano que dictó la resolución, corrija su propia decisión, y

d) Es un recurso ordinario, pues tanto en materia civil como penal, proce-de contra los decretos, además de todo auto generado en audiencia, excepto aquellos que ponen fi n al proceso.

Ya arriba se precisó que los trabajos anteriores al vigente Código Procesal Penal de 2004, que seguían la actual tendencia acusatorio-adversarial –con sus bemoles– contemplaban el recurso de reposición no solo porque con-tribuiría a la celeridad y economía procesal que se pretendía, sino principal-mente por estimar que su aplicación facilitaría ampliamente la oralidad[23] (como principal baluarte del Código Procesal Penal).

Ello debido a su aplicación práctica en las audiencias para cuestionar todo tipo de resoluciones que en su curso se dicten (salvo las fi nales), lo que con-tribuiría a la celeridad y transparencia, generando un vertiginoso cambio en las vetustas formas y prácticas procesales que en ese entonces goberna-ban. Así pues, aun cuando durante toda la vigencia del Código de Procedi-mientos Penales, el recurso de reposición podía ser interpuesto invocando la aplicación supletoria del Código Procesal Civil[24], tanto en el Proyecto de Código Procesal Penal de 1991 como en el Proyecto del Código Procesal Pe-nal de 1996, se incorporó en forma unívoca al recurso de reposición.

Su fundamento mismo se sustenta en la economía y celeridad procesal, siendo exclusivo para impugnar decretos y/o resoluciones dictadas durante el curso de una audiencia (con la salvedad antes indicada). Bajo esta lógica

[23] BINDER, Alberto. Introducción al Derecho Procesal Penal. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1993, p. 99.[24] Al amparo de la primera disposición fi nal del Código Procesal Civil, dicha normativa es de aplicación supletoria

a los demás ordenamientos procesales si son compatibles con su naturaleza.

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es que se impide tanto la alzada y se permite al mismo juzgador el reexamen de su propia resolución recurrida. Y es que bastaría solo imaginarnos la cal-mosa tramitación que experimentaría un proceso cada vez que se recurren simples resoluciones –carentes de parte considerativa– que solo sirven para atender los pedidos formulados por las partes y que no versan sobre el fon-do del asunto.

Ello con mucha más razón en el nuevo ordenamiento procesal penal, cuya dinámica preconiza en forma superlativa los principios de oralidad, publi-cidad, inmediación, contradicción, economía y concentración, en abierta oposición a los fríos formalismos que caracterizaban la pretérita normati-vidad de corte inquisitivo y que contribuía más bien a la morosidad y buro-cracia judicial.

Se posibilita así, con mayor énfasis, el derecho de acceso a la justicia. Apa-rejado a ello, está también el hecho de que algunas veces recurrir una reso-lución constituye una mala praxis y una forma dilatoria, para benefi ciarse con el transcurso del tiempo, obteniendo la prescripción de la acción penal.

De otra parte, en el actual código adjetivo la oralidad se erige como uno de los baluartes que lo consagran, en tanto resulta el mejor medio o meca-nismo para la práctica de la prueba[25]. En consonancia con tan importante mecanismo, se exige el conocimiento de las técnicas de litigación oral –que determinarán el éxito o fracaso de la estrategia trazada en juicio–, que com-prenden la posibilidad de la recurribilidad oral contra todo tipo de resolu-ciones, excepto las fi nales (entiéndase sentencia), vía recurso de reposición, lo que es totalmente congruente y concordante con los principios de conti-nuidad del juzgamiento y concentración de los actos del juicio.

Consecuentemente, es un acierto más del legislador al introducir tan novedosa aplicación, que destierra la posibilidad de truncar las audiencias con la sola in-terposición del recurso en análisis, que por demás debe hacerse en forma oral y ser resuelto en el mismo acto de audiencia, en la procura siempre de sesiones continuas y sucesivas, con lo que también se impide la alzada y la dilatación de la causa. Ello alienta a la preparación no solo de los abogados en un discurso que establezca de manera precisa y puntual del recurso con inequívoca indica-ción del agravio que se ocasiona, sino también permite una mejor preparación del juez que deberá resolver dicho recurso en el mismo acto.

[25] NEYRA FLORES, José Antonio. “Manual de juzgamiento, prueba y litigación oral en el nuevo modelo procesal penal”. En: Código Procesal Penal. Manuales operativos. Academia de la Magistratura, Lima, 2007, p. 36.

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El recurso de reposición

VI. PROCEDENCIA Y REQUISITOS DEL RECURSO DE REPOSICIÓN

En cuanto a su procedencia, resulta meritorio precisar que en el proceso penal peruano actual el recurso de reposición procede contra los decre-tos (artículo 415.1 primer párrafo del Código Procesal Penal de 2004); sin embargo, como ya se adelantó, también procede contra los autos dictados en audiencia, a excepción de aquellos que pongan fi n al proceso (artículo 415.1, segundo párrafo del Código Procesal Penal de 2004). Asimismo, el aludido código establece diferencias en cuanto al plazo, la forma de interpo-sición, la tramitación y el auto que resuelve el recurso de reposición, según se trate de resoluciones dictadas en audiencia o fuera de ella.

En cuanto a los requisitos formales, ellos se refi eren a la forma de su interpo-sición, cuya inobservancia ocasionará que el recurso sea declarado inadmi-sible. Se distingue:

a) El órgano ante el que se propone, que es el juez que expidió la resolu-ción que se pretende reponer, y

b) El tiempo de su presentación, que, según lo preceptúa el artículo 414.d) del Código Procesal Penal de 2004, es de dos días computados a partir del día siguiente del emplazamiento con la resolución impugnada.

En lo que concierne a requisitos de fondo, la omisión de ellos acarreará la improcedencia del recurso. Entre estos distinguimos:

a) La legitimidad para proponer la tiene aquel que se considera agraviado por la resolución recurrida, esto es, cualquiera de las partes intervinientes en el confl icto jurídico (el investigado, el agraviado y el Ministerio Publico);

b) Ataca los decretos y las resoluciones dictadas en audiencia, excepto las fi nales; y

c) Su presentación puede ser escrita u oral. De optarse por la forma escri-ta, es de entenderse que nos estaremos refi riendo a las resoluciones que impulsan o dan trámite mecánicamente al proceso: decretos, a los que, en dicho caso, les será aplicable la normativa contenida en el artículo 405 del Código Procesal Penal de 2004 (“formalidades del recurso”) en lo que le fuera aplicable.

Igual rigurosidad se exige si la reposición es presentada oralmente, lo que no libera al recurrente de atacar los puntos que causan agravio, así

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Medios Impugnatorios

como de hacer expresa mención a los fundamentos de hecho y jurídi-cos en que basa su pretensión.

En el caso de resoluciones dictadas en audiencia, el recurso deberá in-terponerse únicamente en el mismo acto en que se da lectura a la reso-lución cuestionada –se entiende, de inmediato–, por cuanto pasado ya dicho acto y dándose paso a otra actuación procesal, el derecho de la parte interviniente ya habrá precluido.

Siguiendo la tramitación dispuesta por el Código Procesal Civil, si interpues-to el recurso el juez repara en que es palmariamente inadmisible o impro-cedente –de allí la exigencia de las formalidades–, así deberá declararlo sin necesidad de trámite alguno. Sin embargo, si considera necesaria la absolu-ción de las partes, conferirá traslado del recurso, tras lo cual deberá resolver con lo alegado por las partes o sin ello.

En ese sentido, advertidos los vicios o errores por el juzgador, su subsa-nación deberá realizarse mediante un auto debidamente motivado –con expresa mención a los fundamentos de hecho y de derecho–, cuya parte resolutiva declarará fundado el recurso de reposición interpuesto, ello en consonancia con la dinámica prescrita en el artículo 363 del Código Procesal Civil, y aunque el código no lo contemple, asumimos que puede darse tam-bién el caso de que el recurso sea declarado fundado en parte. Conforme ya se indicó anteriormente, contra el auto que resuelve el recurso no cabe impugnación alguna.

Finalmente, creemos meritorio destacar que, conforme se ha expuesto, el propósito de dicho recurso es que el juez anule su propia resolución, repo-niendo el proceso al trámite que le corresponde. Visto así –y en la medida de que en el ordenamiento procesal civil es viable y el penal no lo impide–, es perfectamente dable que, advertido que sea el vicio o error, sea el propio juzgador quien, de ofi cio, declare fundado el recurso, invalidando su preté-rita resolución.

VII. EL RECURSO DE REPOSICIÓN EN EL DERECHO COMPARADO

Empezaremos por el proceso penal español, el cual se encuentra gobernado por la denominada Ley de Enjuiciamiento Criminal –en adelante LECrim–, promulgada mediante Real Decreto del 14 de setiembre de 1882, cuya úl-tima modifi cación por Ley 13/2009, de vigencia a partir del 4 de mayo del 2010, confi gura un sistema acusatorio formal o mixto.

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El recurso de reposición

Pues bien, el recurso de reposición se encuentra contemplado en el artículo 238 bis de la LECrim, empero, se ejercita para recurrir las diligencias de ordena-ción y los decretos expedidos por los secretarios judiciales. Es de exigencia escrita, con fi rma de letrado autorizado y requiere copias para que las partes intervinientes y el Ministerio Fiscal realicen sus alegaciones respectivas en el plazo de dos días, luego del cual el secretario judicial resolverá el recurso de reposición mediante decreto, contra el cual no cabe medio impugnatorio alguno.

Pese a lo antes expuesto, la normativa hispana contempla dos recursos adi-cionales, los cuales ciertamente poseen marcadas semejanzas con el recurso bajo análisis. Así, por ejemplo, contra los autos del juez de instrucción cabe interponer el recurso de reforma (artículo 217 de la LECrim), el cual es “(…) fundamentalmente un medio de gravamen, con el que se busca un nuevo conocimiento, más sosegado, de la materia decidida por el mismo juez que dictó la resolución recurrida”, que en buena cuenta pretende una nueva de-cisión sobre su anterior resolución, la cual podría afectar normas de carác-ter procesal o no estrictamente procesales[26]; sin embargo, este recurso no comparte una de las características comunes de todos los ordenamientos que también lo admiten, pues el auto que lo resuelve resulta impugnable vía recurso de apelación. Existe también otro recurso denominado recurso de súplica (artículo 238 de la LECrim), el cual posee la misma naturaleza y tramitación que el de reforma, sin embargo, es propio para recurrir autos dictados por los tribunales de lo criminal (órganos colegiados).

El sistema procesal penal colombiano adopta los rasgos propios de un sis-tema acusatorio con características esencialmente matizadas por su condi-ción adversarial[27]. Ello a partir de la introducción legislativa adoptada por el Acto Legislativo 03 de 2002, por medio del cual se modifi có la Constitución Política de Colombia, y que, bajo el imperio del Código de Procedimiento Penal (Ley 906 del 31 de setiembre de 2004), establece la normativa en ma-teria procesal penal.

El recurso de reposición –junto al de apelación– se encuentra dentro de los llamados recursos ordinarios, en tanto que, el recurso de casación y la

[26] GIMENO SENDRA, Vicente et ál. Derecho Procesal Penal. 2ª edición, Colex, Madrid, 1997, p. 640.[27] Marcada tendencia acusatoria y adversarial que presentan su mayor exponencial en el juicio, donde se ex-

plicitan de especial manera las características esenciales del sistema procesal penal, manifestadas en el reconocimiento de igualdad de armas a las partes. Ver, entre otros: AVELLA FRANCO, Pedro Oriol. Estructura del proceso penal acusatorio. Fiscalía General de la Nación, Imprenta Nacional de Colombia, Bogotá, 2007,p. 88 y ss.

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Medios Impugnatorios

acción de revisión forman parte de los recursos extraordinarios. La reposi-ción, contemplada en el segundo párrafo del artículo 176 del citado cuerpo normativo, constituye el medio a través del cual el inconforme con la deci-sión del juez le solicita de manera argumentada que reconsidere su posición para que la modifi que, aclare, adicione o revoque[28]. Del estudio de esta nor-mativa, es posible distinguir las siguientes características:

a) Es un recurso horizontal, pues es resuelto por la misma instancia ante quien se interpone;

b) Ataca todas las decisiones, a excepción de las sentencias;

c) Oralidad, tanto en su interposición como su resolución en forma inme-diata en audiencia,

d) Traslado a la parte contraria para su opinión y absolución, que aunque la ley no lo indica, en aras de garantizar los principios del debido pro-ceso, el derecho, de defensa, igualdad de armas y especialmente el de contradicción, se ha convertido en una “regla de oro” o práctica genera-lizada; y

e) Inimpugnabilidad, salvo que la decisión arribada contenga aspectos nuevos y/o distintos que aquella materia del recurso.

Otro ordenamiento escogido para analizar el recurso en comento –porque en gran medida de él se ha nutrido el nuestro– dada su semejanza en el modelo acusatorio-adversarial, es el chileno. La Ley 19.696 publicada el 12 de octubre de 2000[29] contiene el Código Procesal Penal de Chile, el cual contempla en sus artículos 362 y 363 al recurso de reposición.

En el anterior ordenamiento de índole adjetivo de marcada tendencia inqui-sitiva –Código de Procedimiento Penal[30]– también era admitido (artículos 56, 67.6 y 455), siendo defi nido como “(…) el remedio procesal tendiente a obtener que en la misma instancia en la cual fue dictada una resolución se subsanen, por el mismo juez, por la totalidad de los miembros del tribunal al

[28] AVELLA FRANCO, Pedro Oriol. Ob. cit., p. 159.[29] Modifi cado por la Ley 19.815 de fecha 11 de julio de 2002, que establece una vigencia gradual a partir de dicho

año y que toma como fuente principal el Código Procesal Penal Modelo para Latinoamérica y otros como el Proyecto de Código Procesal Penal del Perú del año 1991.

[30] De fecha 31 de diciembre de 1894, con sucesivas modifi caciones, hasta la última acaecida mediante Ley 19.693, de fecha 29 setiembre del año 2000.

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El recurso de reposición

que este pertenece, o por el mismo tribunal, los agravios que aquella pudo haber inferido”[31].

En ambos cuerpos normativos servía para impugnar decretos, autos y sen-tencias interlocutorias[32], a efectos de que el mismo órgano del cual emana-ban los modifi que o deje sin efecto; sin embargo, una diferencia saltante en el nuevo ordenamiento procesal estriba en el tiempo para su interposición: de tratarse de resoluciones escritas, el plazo es de tres días[33], y si se trataba de resoluciones dictadas en audiencia el recurso debía interponerse de in-mediato y en forma oral (artículo 363).

En contraparte, la antigua normativa, que no hacia diferenciación acerca del plazo para interponer el recurso en caso de resoluciones escritas o dicta-das oralmente, establecía en forma general un término de tres días. Y en lo que respecta a las resoluciones dictadas fuera de audiencia, se exige que el recurso se interponga por escrito y esté debidamente fundado (artículo 362.1), entendiéndose por fundado “(…) aquel que expresa sus fundamen-tos de hecho y de derecho y contiene peticiones concretas que se someten a la resolución del tribunal”, los que vendrían a constituir los requisitos de fondo y forma del recurso[34].

Por regla general, se entiende que posee efectos no suspensivos, sin embar-go, la excepción se ocasiona si se trata de una interposición subsidiaria a la del recurso de apelación (artículo 362 in fi ne). En el caso de tratarse de reso-luciones que emanan del acto de una audiencia, la interposición del recurso es en forma oral y precedida de un debate –esto último como exigencia, bajo sanción de inadmisibilidad–, luego del cual el juez procede a resolver (fallo) igualmente en forma oral, siendo esta última resolución inimpugna-ble, ya que carece del agravio necesario.

[31] PALACIO, Lino Enrique. Los recursos en el proceso penal. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998.[32] La diferencia entre estos yace en el artículo 158 del Código Procesal Civil chileno: “Las resoluciones judiciales

se denominarán sentencias defi nitivas, sentencias interlocutorias, autos y decretos. Es sentencia defi nitiva la que pone fi n a la instancia, resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto del juicio. Es sentencia interlocutoria la que falla un incidente del juicio, estableciendo derechos permanentes a favor de las partes, o resuelve sobre algún trámite que debe servir de base en el pronunciamiento de una sentencia defi nitiva o interlocutoria. Se llama auto la resolución que recae en un incidente no comprendido en el inciso anterior. Se llama decreto, providencia o proveído el que, sin fallar sobre incidentes o sobre trámites que sirvan de base para el pronunciamiento de una sentencia, tiene solo por objeto determinar o arreglar la substanciación del proceso”.

[33] Se trata de un plazo de días corridos, fatal e improrrogable que, si venciere en día feriado, debe entenderse ampliando hasta las veinticuatro horas del día siguiente que no fuere feriado (artículos 14 y 16 del CPP), HORVITZ LENNON, María Inés y LÓPEZ MASLE, Julián. Ob. cit., p. 368.

[34] Ídem.

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VIII. ASPECTOS PROBLEMÁTICOS EN LA APLICACIÓN DEL RECURSO DE REPOSICIÓN EN EL ORDENAMIENTO PROCESAL VIGENTE

Ahora bien, con ocasión de la puesta en vigencia de nuestro Código Proce-sal Penal de 2004, y con motivo de la recopilación de información para el presente estudio, se han logrado verifi car algunos aspectos problemáticos que vale la pena precisar.

El primero se refi ere al desconocimiento por parte de los abogados acerca de la importancia y procedencia del recurso de reposición. Ello por cuanto durante las resoluciones dictadas en audiencia –control de acusación y jui-cio oral, con especial énfasis–, lejos de interponer la reposición correspon-diente, se opta por presentar (verbalmente) el de apelación, el que de plano es rechazado por improcedente, y ello por cuanto el auto que se recurría no resolvía una cuestión sobre el fondo del asunto, por ejemplo, el rechazo de un medio probatorio[35].

De otra parte, al tratarse de un recurso presentado ante el mismo juez para que este, luego de un reexamen de los actuados, invalide la resolución (de-creto o aquellas dictadas en audiencia) afecta de error o vicio, tal rescisión no resulta una práctica usual de los magistrados[36], pues importa retractarse de sus propias decisiones, situación que debería cambiar en la medida que por mucha preparación técnica son pasibles de incurrir en yerros. Sin em-bargo, se verifi ca que cuando se trata de un juzgado colegiado, es mucho más dable que el recurso de reposición sea estimado y declarado fundado, dado que la decisión arribada se emite luego de la correspondiente delibe-ración, ya sea por consenso o por mayoría.

Otro punto que merece un análisis particular es el que emerge del artículo 420.4 del Código Procesal Penal de 2004, el cual prescribe: “(…) El auto en el que la Sala declara inadmisible el recurso podrá ser objeto de recurso de reposición, que se tramitará conforme al artículo 415”. Y ello no solo por una exigencia taxativa que el propio código acoge, sino también porque –en la mayoría de estos casos– dicha resolución es expedida en forma oral por el colegiado.

[35] Tal situación se verifi ca en el día a día de administrar justicia y es puesta en relevancia por la jueza de investi-gación preparatoria RIVERTTE CHICO, Irma. “La facultad de recurrir y el recurso de reposición en el Código Procesal Penal”, en: http://agendamagna.wordpress.com/2009/06/11/la-facultad-de-recurrir-y-el-recurso-de-reposicion-en-el-codigo-procesal-penal/.

[36] Ciertamente, con meritorias excepciones, conforme se verifi ca en una de las resoluciones que se anexan al punto fi nal del presente trabajo.

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El recurso de reposición

Tal situación se ha verifi cado en la Sentencia del Tribunal Constitucional con ocasión del Exp. Nº 073-2010-PHC/TC[37], en la cual se esboza el criterio de que la justifi cación del abogado defensor (que presentó un certifi cado mé-dico por problemas de salud) que no concurrió a la audiencia de apelación programada debió ser recurrida vía reposición.

Sobre el particular, consideramos que este vendría a ser un tema materia de un mejor análisis en procura de una modifi cación legislativa del ordena-miento procesal. Ello en la medida de que tal y como la norma se encuentra confi gurada aparentemente devendría en un despropósito –procesalmente hablando– que se permita que vía recurso de reposición se pueda generar una revisión de la decisión del órgano jurisdiccional superior (Sala Penal) que declaró inadmisible un medio impugnatorio porque la parte recurrente no acudió a nivel de segunda instancia a sustentar dicho medio impugnatorio.

Este criterio se sustenta en el corte acusatorio adversarial de nuestra norma adjetiva, donde el rol de los abogados dentro de la litigación oral adquiere vital importancia, lo cual ubica a la defensa letrada en una “lucha” constante con las partes o sujetos procesales. En este sentido, la justifi cación que pu-diera generar la reprogramación de la audiencia debe generarse antes de la celebración de la audiencia (como regla general), así entonces, si una de las partes se encuentra imposibilitada de asistir –por enfermedad o excu-sa justifi cada acaecida el mismo día, o el día anterior por la noche–, tendrá posibilidad de justifi car ex ante su ausencia. En todo caso, la justifi cación ex post –como ocurre en la sentencia expedida por el Tribunal Constitucional mencionada– deberá ser analizada en cada caso concreto.

Otra problemática que merece análisis y cuestionamiento es aquella rela-cionada con la inimpugnabilidad del auto que resuelve el recurso de reposi-ción interpuesto. Efectivamente, conforme se ha expuesto, dicha resolución deviene en irrecurrible por cuanto ya se satisfi zo la exigencia del doble gra-do de pronunciamiento jurisdiccional (en interpretación extensiva del prin-cipio de instancia plural), también porque se refi ere a cuestiones no trascen-dentes, y además por cuanto ya reexaminado el decreto expedido, carecería del agravio necesario.

Sin embargo, el propio Código Procesal Penal de 2004, en su artículo 437, prevé el denominado recurso de queja de derecho, el cual si bien resulta un “(…) medio impugnatorio de naturaleza ordinaria y con efecto devolutivo

[37] Dicha sentencia se anexa también en el punto fi nal del presente trabajo. El texto de esta sentencia puede encontrarse también en: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2010/00073-2010-HC%20Resolucion.html.

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Medios Impugnatorios

destinado a lograr la admisión del recurso que haya sido negado por una instancia inferior, ya sea de nulidad, apelación o casación”[38] (atacando en forma exclusiva estos recursos), podría ser mal utilizado para intentar su interposición contra la resolución que declara improcedente el recurso de apelación, que pretende atacar el auto que haya resuelto –se entiende de-clarando infundada– una reposición planteada.

Sin duda alguna, una apelación en ese sentido será desestimada por el órga-no jurisdiccional (que ya sometiera a un reexamen su propia resolución), sin embargo, planteando el recurso de queja por denegatoria podría generarse el concesorio, habida cuenta que formalmente se trata de la denegatoria de un recurso de apelación (situación prevista en la norma), empero, el trasfondo de ello sería la dilación del proceso, lo que es incompatible con el recurso de re-posición y los principios de economía y celeridad procesal que lo gobiernan.

Siendo así, y en la medida que tales malos artifi cios siguen siendo –entre otros– una constante en el ejercicio profesional de la abogacía, con directa incidencia en la administración de justicia[39] y que merecen ser desterra-dos, los órganos jurisdiccionales son los llamados a intervenir imponiendo multas a los abogados por el ejercicio indebido de la profesión e infringir el Código de Ética de los Colegios de Abogados del Perú[40], pudiendo además remitir copias a la Orden respectiva donde se encuentre inscrito, para el pro-cedimiento disciplinario o sancionatorio correspondiente.

Relacionado con este último punto, la interposición del recurso de queja no se debe manipular de manera antojadiza, y en todo caso dependerá de la estrategia procesal decidir qué conviene para el interés del patrocinado, pues en algunos casos resultaría conveniente deducir una nulidad antes que la interposición del recurso de reposición (ambos tienen la misma fi na-lidad: una nueva revisión en principio por el mismo órgano que expidió la

[38] VILLA STEIN, Javier. Los recursos procesales penales. Gaceta Jurídica, Lima, 2010, p. 71.[39] Las consecuencias del tipo de desempeño profesional predominante sobre la administración de justicia son:

congestión, dilación y corrupción. Se lleva al sistema casos que no lo requieren; se litiga promoviendo inci-dentes y apelaciones inconducentes que entrampan los procesos; y corromper al funcionario es un recurso importante. Este desempeño se vale de la creación de expectativas falsas en el cliente y, por consiguiente, alimenta el descrédito social de la justicia. PÁSARA, Luis. La enseñanza del Derecho en el Perú: Su impacto sobre la administración de justicia. Ministerio de Justicia, Lima, 2004, p. 15.

[40] El artículo 5 del Código de Ética de los Colegios de Abogados del Perú prohíbe promover recursos y formalida-des innecesarias y toda gestión dilatoria que entorpezca el normal desarrollo del proceso. Sobre el particular, el profesor Pásara acertadamente afi rmó: “(…) la falta de ética en el ejercicio es un género dentro del cual la corrupción es una especie”, PÁSARA, Luis. Los abogados de Lima en la administración de justicia. Una aproximación preliminar. Consorcio Justicia Viva, Lima, 2005, p. 75.

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El recurso de reposición

resolución), con la diferencia de que en el primer supuesto, de ser rechazada la nulidad procesal, podría intentarse el conocimiento y control del superior jerárquico vía apelación.

IX. CASUÍSTICA REFERENCIAL SOBRE LA MATERIA

En este punto fi nal, hemos escogido dos resoluciones concernientes al re-curso de reposición. La primera de ellas, materia de un comentario en el ítem precedente, que fuera expedida por el Tribunal Constitucional (Exp. Nº 073-2010-PHC/TC) con motivo de analizar la justifi cación por parte del abogado defensor que no concurrió a la audiencia de apelación programa-da, la que fuera declarada inadmisible (a criterio del Tribunal Constitucional, tal justifi cación debió ser recurrida vía recurso de reposición).

La segunda de las resoluciones que se acompaña es la emanada de Sexto Juzgado de Investigación Preparatoria de Trujillo (Exp. Nº 00057-2009-1), con motivo de la audiencia de amonestación, escogida por cuanto se verifi -can los razonables argumentos –expuestos por la Fiscalía– que justifi can re-poner la resolución recurrida, además de ilustrar, conforme ya se ha expues-to, su aplicación y uso contra las resoluciones que se expidan en audiencias (excepto las fi nales).

Exp. Nº 073-2010-PHC/TC

La Libertad

Rafael Eduardo Castro Luján

Resolución del Tribunal Constitucional

Lima, 5 de abril de 2010

Visto:

El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Rafael Eduardo Castro Luján contra la resolución de la Primera Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de La Libertad, de fojas 95, su fecha 2 de no-viembre de 2009, que declaró improcedente la demanda de autos; y,

Atendiendo a:

1. Que, con fecha 2 de octubre de 2009, el recurrente interpone deman-da de hábeas corpus contra los Jueces integrantes de la Segunda Sala

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Medios Impugnatorios

Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de La Libertad, don Víctor Burgos Mariños, don Juan Rodolfo Zamora Barboza y don Óscar Alarcón Montoya; señala que con fecha 7 de julio de 2009 la Se-gunda Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de La Libertad resolvió declarar inadmisible el recurso que presentó contra la sentencia que lo condenó por la comisión del delito contra el pudor en agravio de menor, por no haber justifi cado su inconcurrencia a la audiencia de apelación; aduce haber presentado una solicitud con fe-cha 1 de setiembre de 2009, a fi n de que la inadmisibilidad se deje sin efecto en razón de que se trataba de problemas de salud, presentaba un cuadro de gastritis, lo cual acreditaba con un certifi cado médico; pe-dido que fue declarado infundado con fecha 14 de setiembre de 2009 por la Sala emplazada; por lo que solicita que se declare su nulidad por haberse vulnerado sus derechos constitucionales a la tutela procesal efectiva, de acceso a la justicia y al debido proceso.

2. Que la Carta Política de 1993 establece expresamente en el artículo 200, inciso 1, que el hábeas corpus procede cuando se vulnera o amenaza la libertad individual o derechos constitucionales conexos; que de otro lado, el Código Procesal Constitucional establece en su artículo 4 que el proceso constitucional de hábeas corpus procede cuando una reso-lución judicial fi rme vulnera en forma manifi esta la libertad personal y la tutela procesal efectiva; por lo tanto, no procede cuando dentro del proceso penal que dio origen a la resolución que se cuestiona no se han agotado los recursos que otorga la ley para impugnarla o cuan-do, habiéndola apelado, esté pendiente de pronunciamiento judicial dicha apelación. En consecuencia, a contrario sensu, el hábeas corpus no procede cuando dentro de un proceso penal no se han agotado los recursos que contempla la ley para impugnar una resolución (Cfr. Exp. Nº 4107-2004-HC/TC, Caso Lionel Richi Villar de la Cruz).

3. Que el recurso que le corresponde al auto en el que la Sala declara inad-misible el recurso de apelación es el de reposición, conforme lo señala el numeral 4 del artículo 420 del Nuevo Código Procesal Penal, recurso que debe ser tramitado conforme a lo señalado en el artículo 415 del mismo cuerpo de leyes.

4. Que en el caso de autos (f.58) se observa que la solicitud presentada por el recurrente el 1 de setiembre de 2009; esto es 40 días después de la realización de la audiencia de apelación de sentencia, no cumple con los requisitos establecidos para el Recurso de Reposición, puesto que el

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plazo para su interposición, según lo estipulado en el literal d) del artí-culo 414 del Nuevo Código Procesal Penal, es de dos días; además, la Sala emplazada lo declara infundado invocando el numeral 3 del artículo 423 del Nuevo Código Procesal Penal, que indica que si el acu-

sado recurrente no concurre injustifi cadamente a la audiencia, se

declarará la inadmisibilidad del recurso que interpuso (ff . 9-10); por lo que de no concurrir por motivos de salud, pudo haber presentado la justifi cación correspondiente por intermedio de su abogado defensor en la misma audiencia o, en todo caso, presentar un escrito de justifi -cación en el plazo de ley, en cumplimiento de los requisitos dispuestos para el recurso de reposición.

5. Que en ese sentido, se aprecia que tenía expedita la vía para utilizar los medios impugnatorios correspondientes; actuación que no se eviden-cia en autos toda vez que no impugnó dicha resolución, careciendo así de la condición de resolución judicial fi rme. Siendo así, al no confi gurar-se el requisito de procedibilidad, cabe la aplicación a contrario sensu, del artículo 4 del Código Procesal Constitucional.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confi ere la Constitución Política del Perú

Resuelve:

Declarar IMPROCEDENTE la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS. LANDA ARROYO; BEAUMONT CALLIRGOS; ÁLVAREZ MIRANDA

CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE LA LIBERTAD

Procesado : Francisco Antenor Ulloa BohuytronDelito : Omisión a la asistencia familiarAgraviado : Pedro Rafael Ulloa RiverosFecha : 21 de enero de 2011

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SEXTO JUZGADO DE INVESTIGACIÓN PREPARATORIA DE TRUJILLO

ACTA DE REGISTRO DE AUDIENCIA DE AMONESTACIÓN[41]

Expediente Nº 00057-2009-1

I. Introducción

En la ciudad de Trujillo, siendo las 09:41 a.m. del día 21 de enero del año 2011, en la Sala de Audiencias del Sexto Juzgado de Investigación Prepa-ratoria de Trujillo, dirigida por la señora Juez Irma Marina Rivertte Chico, se realiza la audiencia de amonestación, en el proceso seguido contra Francis-co Antenor Ulloa Bohuytron por el delito de Omisión a la asistencia familiar, tipifi cado en el primer párrafo del artículo 149 del Código Penal, en agravio de Pedro Rafael Ulloa Riveros, dirige la audiencia la Dra. Irma Rivertte Chico, juez del Sexto Juzgado de Investigación Preparatoria.

II. Acreditación

- Fiscal: Buenos días señora juez y colega de la defensa. Por el Ministe-rio Publico, concurre Fermín Alberto Caro Rodríguez, Fiscal Provincial del Quinto Despacho de Investigación de la Primera Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Trujillo, con domicilio procesal en la intersección formada por las avenidas Jesús de Nazareth y Daniel Alcides Carrión, quinto piso, ofi cina 501.

- Abogado: Buenos días doctora, mi nombre es Katherine del Carmen Becerra Orrego, con registro de Colegio de Abogados de La Libertad N° 3336, con domicilio procesal en Jirón Ayacucho N° 582, ofi cina 202.

- Sentenciado: Francisco Antenor Ulloa Bohuytron con domicilio en Pa-saje San Martín N° 184, distrito El Porvenir.

(…)

III. Debate

- Fiscal: Muchas gracias señora juez. Con fecha 6 de octubre del año 2009, se dictó una sentencia condenatoria al señor Francisco Antenor

[41] El presente documento (Acta de registro de audiencia de Amonestación) ha sido complementado con la trans-cripción del audio del Exp. Nº 00057-2009, ello para una mejor comprensión del tema materia de análisis.

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Ulloa Bohuytron por el delito de Omisión a la asistencia familiar. Esta sentencia señora juez (sic), lo condena a 3 años de pena privativa de la libertad suspendida por 2 (años), y se le establece una obligación de pa-gar el monto de las pensiones devengadas en el plazo de 10 meses bajo apercibimiento de amonestación; se fi jo además la reparación civil en la suma S/. 200.00. Esta sentencia, señora juez (sic), fue materia de apela-ción y confi rmada por la Sala de Apelaciones con fecha 23 de diciembre del año 2009, en la cual se confi rma en todos sus extremos respecto a la pena e inicialmente la revocaron ordenando que se pague el total de los alimentos devengados en S/. 3,484.60 en quince días, que luego fue materia de una aclaración por la propia Sala (de apelaciones) por reso-lución del 28 de enero del año 2010. A la fecha del requerimiento del Ministerio Público (…) esto es al 27 de agosto de 2010 el sentenciado no ha cumplido con realizar ninguno de los pagos establecidos en las cuotas correspondientes al pago de los alimentos y la reparación civil que eran en cuotas de S/. 363.46. A agosto del año pasado estaba de-biendo la suma de S/. 2,700.88; estamos hablando de que ya se ha ven-cido setiembre, octubre, noviembre que son justamente ya el total de cuotas que se habían establecido en la sentencia inicial y no ha cumpli-do con el pago; por eso, señora juez, solicito a usted se sirva amonestar al sentenciado habida cuenta que el artículo 4 de la LOPJ establece que las sentencias deben cumplirse en sus propios términos, no habiéndose cumplido con esta regla de conducta, solicito a usted se amoneste bajo apercibimiento de revocarse la suspensión de la condena y se efectivice esta pena en el establecimiento penal de El Milagro.

- Abogada: (…) en este caso solicito que se declare infundado el pedido de amonestación por parte de la Fiscalía por cuanto mi patrocinado ha cumplido con cancelar la totalidad del monto adeudado. En este acto –tengo el documento aquí– donde el agraviado Francis Pedro Rafael Ulloa Riveros, está declarando que ha recibido (sic) el íntegro del di-nero por parte de su señor padre. Teniendo en cuenta que se trata de una manifestación de voluntad por parte de dicho agraviado y como establece el artículo 4 de la LOPJ que las sentencias se cumplen en sus propios términos, en este caso la sentencia ha establecido que el monto sea cancelado al agraviado y eso es lo que se ha realizado. Aquí tengo el documento que pongo a su disposición.

- Fiscal: Aquí debemos tener presente lo siguiente: desde el inicio de este proceso, el señor Bohuytron pretendió que se le hiciera el pago directamente al hijo que estaba en su poder, y la sentencia no establece

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que se le pague al hijo sino a la madre, señora juez. Esto es una burla, me parece, al mandato judicial. Es cierto que el agraviado aquí, es el señor Francis Pedro Rafael Ulloa Riveros, pero la demanda fue iniciada por la madre del menor alimentista, no fue iniciada por él (agraviado), por tanto esta declaración o ese recibo que ha hecho el señor no se estaría ajustando a la realidad de los hechos, a lo dispuesto, tanto en la demanda civil dado que el menor estuvo en poder de la mama durante el tiempo en que se generó la obligación alimentaria y yo no sé hasta qué punto esa declaración jurada sea válida.

- Abogada: En este caso nosotros tenemos que cumplir lo que establece la sentencia. La sentencia dice claramente: “páguese a favor del agravia-do”. ¿Quién es el agraviado en este caso? (…)

IV. Resolución

(Se tiene por cerrado el debate y dicta la resolución Número cinco)

- Juez: El artículo 59 del Código Penal prescribe de que (sic) si el senten-ciado no cumple con las reglas de conducta impuestas en la sentencia, el juez podrá según el caso, amonestar al infractor; prorrogar el pe-

riodo de suspensión; o revocar la condicionalidad de la pena impuesta en la sentencia y hacerla efectiva en el establecimiento penal como co-rresponde. Que al amparo de esta norma acudió a este órgano jurisdic-cional el representante del Ministerio Público solicitando se amoneste al sentenciado Francis Pedro Rafael Ulloa con ocasión del proceso seguido en su contra por el delito de Omisión a la asistencia familiar en agravio de Francis Pedro Rafael Ulloa Riveros. En el acto de la presente audiencia el representante del Ministerio Público ha manifestado que el senten-ciado no ha cumplido con una de las reglas de conducta impuestas en la sentencia, que además fuera confi rmada por la Sala (de apelaciones) y luego aclarada en el sentido de dejar sin efecto la regla de conducta que la Sala impuso, manteniéndose la regla de conducta inicial impues-tas en la sentencia que fue de que cancelara el monto adeudado por concepto de pensiones devengadas en un plazo de 10 meses. Que en el acto de la presente audiencia la defensa ha presentado una declara-ción jurada suscrita por Francis Pedro Rafael Ulloa Riveros, a la sazón: el agraviado en este proceso, el cual se encuentra identifi cado con DNI N° 70999790, y en él se encuentra que, esta persona ha sido legalizada su fi rma (sic) conforme a la legalización notarial dada por el Doctor Marco Antonio Corcuera García. En esta declaración se precisa que esta persona

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ha recepcionado la suma de S/. 3,473.60 de forma directa por parte de su padre, el ahora demandado Francisco Antenor Ulloa Bohuytron. Cuestio-nada la parte sentenciada, en relación a que si esta persona Francis Pedro Rafael Ulloa Riveros es menor de edad o mayor de edad, dada la observa-ción que hizo el representante del Ministerio Público, ha referido que es menor de edad y recién adquiere la mayoría de edad en marzo del pre-sente año, pero que en todo caso, dado que la sentencia establece que es esta persona quien deba recepcionar el dinero y siendo que esta tiene a la fecha documento nacional de identidad, es por esto que se debe con-siderarse valido este documento de tal forma que, consecuentemente se declare infundado el requerimiento fi scal. Ello obedece a un desconoci-miento total del derecho, y me sorprende que la defensa del imputado pretenda hacer valer este documento como válido cuando sabe perfec-tamente que cuando las personas no han adquirido la mayoría de edad, la patria potestad y la representación de las mismas es ejercida por los padres de ella, en tal sentido ningún documento que certifi que que esta persona ha recibido dinero en efectivo de manera directa por parte del sentenciado puede ser válido, porque toda representación conforme a ley, es ejercida por parte de la madre que en este proceso ha realizado la presente denuncia y que ejerce la representación de la misma hasta que un juzgado decida que no la ejerce o hasta que esta persona adquiera la mayoría de edad y solicite la exclusión de la madre como su representan-te legal y que se entienda con él el tramite consecuente del proceso, pero ello no es así; esta persona ha recibido un dinero supuestamente de Fran-cisco Antenor Ulloa Bohuytron sin que tenga la facultad para hacerlo, me sorprende también que el notario Marco Corcuera García haya legalizado una fi rma de un menor de edad, cuando tampoco le correspondía a sus facultades de realizar tal situación, primero debió verifi car si esta persona era o no mayor de edad. El hecho que una persona tenga un documento nacional de identidad no verifi ca, no acredita que este tenga facultades para ejercer por sí mismo los derechos civiles que a su interés respec-ta, el hecho que una persona tenga documento nacional de identidad obedece tan solamente a que pueda ser sujeto de derechos, es decir que pueda pasar para efectos prácticos reconocimiento médico correspon-diente ante el Seguro Integral de Salud, es para eso que se le ha otorgado a los niños o a los menores de edad documento nacional de identidad pero no para que puedan ejercer por sí mismos los derechos civiles que el Código Civil le faculta porque todos saben –y me sorprende una vez más– el cuestionamiento de la defensa, que la persona adquiere recién facultades para ejercer por sí mismo derechos civiles cuando adquiere la mayoría de edad, esto es los 18 años de edad. Por las consideraciones

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precedentes se declara Fundado el requerimiento de amonestación rea-lizado por parte del representante del Ministerio Publico con ocasión del proceso seguido contra el sentenciado Francisco Antenor Ulloa Bohu-ytron, y en consecuencia se resuelve amonestar al mismo y conminarle al pago de la suma adeudada a la fecha ascendente a s/ 3,634.60 en el plazo de 15 días hábiles a partir de la fecha de la presente resolución, dado que el imputado está presente bajo apercibimiento de conformidad con la sentencia de prorrogarse el periodo de suspensión de la pena hasta por un año más, en caso de incumplimiento (…).

V. Notificación

- Juez: Notifi ca con la resolución dictada en este acto a los sujetos proce-sales asistentes y/o citados a la audiencia.

VI. Impugnación

- Fiscal: (…) Interpongo recurso de reposición por lo siguiente: al ampa-ro de lo establecido en el artículo 415 del CPP. Señora juez, la reposición que estamos planteando se basa en lo siguiente, durante todo el juicio oral, lo que se pretendió por la parte imputada –en este caso, el senten-ciado– fue demostrar que su hijo que se encontraba en su poder en ese momento, había recibido directamente las pensiones alimenticias, con lo cual pretende y pretendía digamos evitar la acción de la justicia, lo que se está pretendiendo incluso con el documento que se está presen-tando es lo mismo señora juez, pues nos está informando la abogada defensora que en un mes (el agraviado) está cumpliendo 18 años y en un mes probablemente lo que va a ocurrir es que el hijo del señor, ya mayor de edad, fi rme como que hubiera recibido el pago de los alimen-tos devengados, cuando en realidad nunca se efectivizó ningún pago de alimentos devengados. Eso es lo que ha pretendido durante todo este proceso, con el fi n de evitar el pago a quien, en ese momento inició la acción y que en ese momento era la representante legal del menor agraviado. En esa situación, señora juez, el apercibimiento debería ser el de revocatoria porque existe una manifi esta mala intención de eva-dir su obligación alimentaria, y además respecto del plazo de 15 días (pues) en 15 días útiles, estamos hablando cerca de un mes, el menor ya va a cumplir 18 años y con los 18 años válidamente van a volver a cele-brar el documento de recibo del supuesto pago alimentario y con eso

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lo que se haría y se estaría consumando es una burla a la administración de justicia. Señora juez, yo solicito que el apercibimiento sea de solo 3 días hábiles a efectos de que en ese plazo cumpla bajo apercibimiento de revocársele la medida y que cumpla en efectividad la pena estable-cida en la sentencia confi rmada por la Sala y se pase al establecimiento penal El Milagro porque no se puede permitir este tipo de actitudes de parte de los procesados que cometen un delito.

- Abogada: Yo en este caso, pienso que es un argumento –por parte de la Fiscalía–, que carece de coherencia por cuanto es una manifestación de voluntad del menor y que como le repito, le reitero, en la sentencia que ha sido admitida por un magistrado establece claramente “en fa-vor del menor agraviado” ¿Quien es sujeto de los alimentos?: el menor agraviado. En todo caso no se trata de una burla Doctora, porque mi patrocinado es consciente de la obligación alimentaria que tiene con su hijo, entonces está tratando de cumplir en la medida de sus posibilida-des y en este caso ha sido establecido que su hijo ha recibido el dinero. Que si bien es cierto es una persona menor de edad, pero también es cierto que el Código del Niño y el Adolescente establece que se tiene que tener en cuenta la referencia –en este caso– del menor, y está es-tableciendo que él ha recibido el dinero. En este caso yo apelo también (…)

- Juez: Doctora, estamos en el recurso de reposición. Bien, el artículo 4 de la LOPJ, establece que la sentencia debe cumplirse en función de sus propios términos. Por sentencia llevada a cabo con fecha 6 de octubre del año 2009, se consignó, entre otras reglas de conducta, que cumplie-ra con el pago de la reparación civil bajo apercibimiento de amonesta-ción, ampliación del periodo de prueba y revocar la pena suspendida prevista en el artículo 59 del Código Penal, es decir, que allí taxativa-mente se consignó esos apercibimientos. Posteriormente, en la confi r-matoria de la apelación, la Superior Sala Penal en un primer momento varía el apercibimiento y consigna el apercibimiento de revocatoria de la condicionalidad de la pena en caso de incumplimiento, varía incluso el plazo y establece un plazo de 15 días para efectos de que cumpliera con el pago y posteriormente cuando la defensa solicita la aclaración de la misma, y que la Sala aclara la misma y al hacerlo confi rma la sentencia en todos su términos dice: “suspendida en 2 años con lo demás que con-tiene…”. Con lo demás que contiene debe entenderse con los apercibi-mientos contenidos en la sentencia llevada a cabo en octubre del año 2009. En el ítem dos, de la misma resolución aclaratoria de la sentencia,

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se establece claramente que, se revoca en el extremo de las reglas de conducta, tienen por no consignado en la parte resolutiva de la resolu-ción número 13 –sentencia de fecha 23 de diciembre del año 2009–, el numeral 2 que revoca el extremo las reglas de conducta contenida en el literal c) y reforma dicho extremo ordenando que cumpla con hacer efectivo el pago del saldo de las pensiones alimenticias devengadas, que asciende a la suma de S/. 3,634.60 en el plazo de 15 días contados a partir de la fecha, todo bajo apercibimiento expreso de revocarse la condicionalidad de la pena en caso de incumplimiento de cualquiera de las reglas de conducta, y hacerla efectiva ordenando su internamien-to en el establecimiento penal, es decir, revoca este extremo de la sen-tencia de fecha (…) manteniéndose pues, los apercibimientos previstos en la sentencia emitida por la a quo; en tal sentido el apercibimiento que corresponde es el apercibimiento de prórroga de condicionalidad de la pena tal y como lo ha expuesto esta judicatura. Que en cuanto al plazo otorgado al imputado, para efectos que cumpla con el pago de las pensiones alimenticias devengadas, esta judicatura lo hizo sin tomar en consideración el hecho de que el imputado desde el momento en que se expidió la sentencia –confi rmada por la Sala– ha realizado pago alguno y sin tomar en consideración además lo expuesto por parte del representante del Ministerio Público en atención a la prioridad alimen-ticia que le asiste al agraviado Francis Pedro Rafael Ulloa Riveros, por lo que en tal sentido sí debe consentir con el representante del Ministerio Público en relación a que el plazo otorgado al sentenciado Francisco Antenor Ulloa Bohuytron para efectos de que cumpla con el pago de las pensiones alimenticias devengadas resulta ser excesivo.

(Resolución N° 6) En consecuencia declara Fundado en parte el recur-so de reposición planteado por parte del representante del Ministerio Público de tal forma que, otorga al sentenciado el plazo de 10 días na-turales para que cumpla con el pago de las pensiones alimenticias de-vengadas, bajo apercibimiento de revocatoria de prórroga de la condi-cionalidad de la pena.

VII. Conclusión

Siendo las 9:55 a.m. se da por terminada la audiencia (…) procediendo a fi rmar la Señora Juez y la Asistente de Audiencia encargada de la redacción del acta, como lo dispone el artículo 121 del CPP.

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