Redes Sociales en el Periodismo

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Redes Sociales en el Periodismo ¿Es Facebook un estimulante de la autoestima? Investigación revela que al recibir alguna crítica, los us- uarios de Facebook inconscientemente vuelven a sus perfiles para fomentar su sentimiento de autoestima. La comezón del séptimo año (o por qué Twitter es más que sólo una plata- forma para red so- cial) REDES SOCIALES Editorial: Catarsis REDES SOCIALES Editorial: Catarsis # 01 CATARSIS

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Trabajo para la materia de Diagramación con articulos sobre redes sociales

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Redes Sociales en el

Periodismo

¿Es Facebook un estimulante de la autoestima? Investigación revela que al recibir alguna crítica, los us-uarios de Facebook inconscientemente vuelven a sus perfi les para fomentar su sentimiento de autoestima.

La comezón del séptimo año (o por qué Twitter es más que

sólo una p l a t a -

f o r m a para red so-

cial)

REDES SOCIALESEditorial: Catarsis

REDES SOCIALESREDES SOCIALESEditorial: CatarsisEditorial: Catarsis # 01

CATARSIS

EDITORIALEsta editorial es de un grupo independiente de personas que buscan la

objetividad dentro de la producción de sus artículos. Hacemos todo tipo de trabajo periodístico independiente sobre cualqui-

er tema de actualidad.

¿Por qué Catarsis?

Sigmund Freud retomó este concepto en sus primeros trabajos, y denominó método catártico a la expresión o remembranza de una emoción o recuerdo reprimido durante el tratamiento, lo que generaría un “desbloqueo” súbito de dicha emoción o recuerdo.

Aristóteles, plantea el termino de la catarsis como la facultad de la trage-dia de redimir (o “purifi car”) al espectador de sus propias bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra, y al permitirle ver el castigo merecido e inevitable de éstas; pero sin experimentar dicho castigo él mismo. Al involucrarse en la trama, la audiencia puede experimentar dichas pasio-nes junto con los personajes, pero sin temor a sufrir sus verdaderos efectos. De modo que, después de presenciar la obra teatral, se entenderá mejor a sí mismo, y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico fi nal.

Es así como se caracteriza nuestras editorial en el desempeño en el medio peri-odístico.

Editora en Jefe: Ana Martín Suárez Hernández

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CONTENIDO

Editorial: (Su revista)

Contenido: (Paginado y mas de sus articuloes)

La comezón del séptimo año: (o por qué Twitter es más que sólo una plataforma para red social)

¿Es Facebook un estimulan-te de la au-toestima? (Investigación realizada por la Universidad de Cornell Estados Unidos)

Patrocina-dores

Trabajar gra-tis y agra-decidos: (¿Alguien te paga por tuitear?)

Creditos Edi-toriales: (Realizadores de Editorial Catar-sis)

Pág. 2

Pág. 3

Pág. 4 y 5

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Pág. 9

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La comezón del séptimo año

No es matrimonio, aunque casi sí. En Twit-ter nos hemos odiado, ignorado, amado, conocido, desencontrado, abrazado y pasado por alto. Hemos creído que hac-emos la revolución (cuando a duras pe-nas hemos intentado hacer el amor), y nos hemos ido a dormir con la sensación de que “a pesar de todo se mueve”.

“Aprendiendo cómo funciona esta cosa”.

Mi primer tuit fue tan obvio

como el de todos. 24 de abril de 2009. Lo sé no por obsesión n o s t á l g i c a ,

sino porque ahora Twitter te

permite descargar en un archivo todos los tuits

que alguna vez enviaste. Es algo así como la bitácora de tus barbaridades en menos de 140 caracteres. Y eso escribí entonces. “Aprendiendo cómo funciona esta cosa”.

La cuenta la abrí el 10 de febrero de 2008 [hoy todo se sabe gracias a la señora Huella Digital]. Es decir que por más de 14 meses durmió el sueño de los justos, o de los igno-rantes. Ni un tuit de entonces al profundo “aprendiendo cómo funciona esta cosa”.

Recuerdo vagamente que me metí a eso del Twitter por insistencia de un acel-eradillo colaborador en la radio que en-tonces dirigía. Anda, anda, cuál Speedy González de los acotados caracteres. Está bien, te va a gustar, vas a tener contacto con todo y todos.

Así que dije: pues va. [Tan inconsciente de lo que hacía, que seleccioné como nombre de usuario @warkentin. En ese momento el mundo tuitero era casi casi de los que ahí estábamos. ¡¡Pude haber seleccionado un @Gabriela, @Gabrielita!! Y hoy me la vivo deletreando arrobadobleúaerrek-dekiloeenetdeteresaideignaciondeniño. Aclaro que no llevo g al fi nal (no soy gerun-dio) y abrazo con simpatía la cuenta chile-na @warketing que me debe odiar, y sí va la n antes de la t (y denuncio como espuria la cuenta @warketin, que ni soy ni seré).Pero es que una no estaba entonces para saber hacia dónde caminaría esto].

La historia viene a cuento porque en estos días Twitter cumple sus primeros siete años de vida

Siete años, y la comezón arrecia.

No es matrimonio, aunque casi sí.

Finalmente, en esta plataforma de red social nos hemos odiado, ignorado, amado, cono-cido, desencontrado, abrazado y pasado por alto. Hemos creído que hacemos la revolución (cuando a duras penas hemos intentado hac-er el amor), y nos hemos ido a dormir con la sensación de que “a pesar de todo se mueve”.

Al principio nos sentíamos como exclu-sivo club de hippies, y lo que tuiteábamos eran como alaridos libertarios entre los pocos cientos que nos seguíamos.

Luego todo se volvió mainstream, y hasta lle-garon los políticos [que siempre llegan a en-suciarlo todo, dicen por ahí]. Como en Méxi-co nos pintamos solos y de los mismos colores siempre, trasladamos el acarreo de la plaza física, con todo y sus matracas, al ciberespacio.

L l e g a r o n las guerritas de trend-

ing topics (sí, e s o d e l o q u e s e

habla e n e s t a r e d ) y más de un candi-d a t o sonrió s a t i s - fecho c u a n d o s u C o o r d i n a - d o r de Asesores le dijo: usted no se preocupe, mi candidato, que de usted hablan rete harto en eso del Twitter, y siempre bien. (pssss sí, habrase visto un bot expresa-mente cultivado para fi nes de aplauso que no cumpla con su mandato, ¡jo’er!).

Siete años después, y como lo prueba el video celebratorio para la ocasión, Twitter se manifi esta demasiado im-portante para los tiempos que corren.

Si hacemos caso a las narrativas dominantes, pareciera que sin este servicio de mensajeo wen pocos caracteres sobre una plataforma colaborativa en red, el mundo de hoy no sería el que es: los españoles no se habrían indignado, los árabes no habrían incendia-do su Primavera, los diversos y dispersos

no habrían ocupado de Wall Street para abajo, los mexicanos no hab-rían comunicado sus muertes, los venezolanos no habrían peleado el legado chavista, el Papa Francisco no nos habría bendecido (o algo así).

Pura cosa acá muy importante, dicen.

Pero sabemos que tampoco es, no en esa dimensión, porque de nar-rativas dominantes está tapizado el cielo de los que tienen el control re-moto de la tecnología en la mano.

No sé si en algunos años seguiremos hablando de Twitter. Tal vez esta plat-aforma de red social interactiva y digital comience a dar de si, como su-cedió con todas las que le precedieron.

Y ya desde ahora hemos sabido mati-zar eso de que la revolución defi nitiva-mente no será tuiteada, y que la movili-zación de calle y la implicación personal en asuntos diversos requieren también de los otros lazos duros, esos que con-tinúan del espacio físico al virtual.

Sin Twitter nada, pero sólo con Twitter tampoco.

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¿Qué me dejan estos años de conexión en 140 caracteres?

Mucho. Y lo he repetido innumera-bles veces: mi vida no sería lo que

es sin esta red social que me acompaña cotidianamente. Gracias a Twitter he tenido discusiones de fondo, he seguido escarceos superfi ciales, he aprendido a tolerar más allá de mis límites, he hecho amigos y he abrazado a los de siempre.

He podido seguir las voces en directo de los enfrentamientos en Honduras, Venezu-ela, Egipto, España…, de las tragedias en Haití, Japón, Chile…, de la narración a pelo de las vicisitudes del Méxi-co que se sigue desentrañando.

He padecido ataques ab-surdos (y dolorosos, a veces) y he blandido tam-bién la espada de la pal-abra para atajar embestidas (no siempre exitosamente).

He aprendido a ver la televisión en una sala gigantesca y a com-partir las lecturas de los diarios en domingo, a incitar al #Ca-féAmable y recordar la bon-dad del #GüisquitoNecesario.

En resumen, he acompañado la vida cotidiana con una di-mensión conversacional que la enriquece. Ni más, ni menos.Vuelvo a ese tuit ini-cial: “aprendiendo cómo funciona esta cosa”. Y más allá de la obvie-dad pienso que en esas palabras está encerra-do el reto vivencial de nuestros días.

Porque no se trata de Twitter ni de una plataforma específi ca. Se trata de la ac-ción dialogante y conversacional con la que le conferimos sentido al mundo acel-erado y sobreinformado en que vivimos.

Eso es lo que le celebraría a Twitter, en estos siete años. Y esa es la comezón que le temo: saberse de-masiado importante (lo que sea que esto sig-nifi que) atrofi a también la esencia. Y enton-ces me enamoro de mi ombligo. Y entonces me celebro con un video que… me celebra.

Será que pronto diremos que Twitter es de-masiado dosmilseis. Y sí, las curvas del entu-siasmo tienden a emparejarse realistamente.

Con todo, lo que creo que se manten-drá es la dimensión conversacional de la comunicación, por lo menos en los años venideros. Y la ampliación de la misma a través del consumo y la pro-ducción digitales e interawctivas, en tiempo real, fragmentadas e infectadas. Siete años son una eternidad en tiempos de Internet. Ya veremos qué estaremos celebrando en los futuros que se intuyen.

Mientras tanto sostengo: hoy, como en el 2009, estoy acá “aprendiendo cómo funciona esta cosa”.

Leer Más: http://www.animalpo-litico.com/blogueros-mexico-bizar-ro/2013/03/24/la-comezon-del-sep-timo-ano/#ixzz2OtJ9wgwh

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¿Es Facebook un estimulante de la autoestima?

Investigación revela que al recibir alguna crítica, los usuarios de Facebook incon-scientemente vuelven a sus perfiles para fomentar su sentimiento de autoestima.

Un estudio de la Univer-sidad de Cornell (EE UU), sugiere que tener un per-

fil en Facebook puede fortalecer la autoestima de las personas, porque dichos perfiles les per-miten mostrar sus rasgos perso-nales más valiosos y sus relacio-nes.

Los resultados de la investig-ación también revelan que al re-cibir alguna crítica, los usuarios de Facebook volvían inconsci-entemente a sus perfiles en línea para fomentar su sentimiento de autoestima.

“El sentido común convencional considera que Facebook es una mera pérdida de tiempo y que lle-va a una serie de consecuencias negativas, pero nuestra inves-tigación muestra que puede ser una actividad psicológicamente significativa que aporta un sen-timiento de bienestar a un nivel relativamente profundo”, afirmó el coautor del estudio, Jeff Han-cock.

Ver su perfil en Facebook puede proporcionar beneficios emocio-nales a millones de usuarios de redes sociales, al restablecer al-

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gunas nociones profundas de sí mismos en tanto que buenas per-sonas queridas por un grupo de amigos y familiares, señaló Han-cock.

“Quizá las personas que buscan pareja en línea, ansiosas por el hecho de encontrarse solteras o que se hayan divorciado reci-entemente, pueden encontrar un consuelo en el proceso de crear y revisar sus perfiles en línea, en la medida en que eso les permita reflejar sus valores principales y su identidad”, afirmó. “Los estu-diantes que se sienten estresados por la cercanía de los exámenes quizá encuentren en sus perfiles de las redes sociales un lugar en el que relajarse”.

Los hallazgos aparecen en la edición de marzo de la revista Per-sonality and Social Psychology Bulletin.

Ann

CATARSISPHOTOGRAPHY

Fotos reales para personali-dades únicas; un solo enfoque y sin retoques...

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Trabajar gratis y agradecidos

La paradoja más estudiada y diagnos-ticada de nuestra época mediática es que cada vez se requiere de más y me-jor contenido, y cada vez hay menos po-sibilidades de que éste sea retribuido.

¿Alguien te paga por tuitear?Pues no.

Pues por wey.

Igual y sí, porque los que ganan cuando lo hacen, ganan bastante bien. Un tuit patro-

cinado a 50 o 60 mil pesos, no suena mal. A poquito más de 150 pesos por caracter es-crito… con lo que llevo del título hasta esta línea, ya me compro unas cositas. Pero no, a mi no me pagan por tuitear (porque así lo he decidido), y me pagan poco por producir contenidos (porque así lo han decidido).

¿Quién paga entonces por contenidos?

La paradoja más estudiada y diagnosticada de nuestra época mediática es que cada vez se re-quiere de más y mejor contenido, y cada vez hay menos posibilidades de que éste sea retribuido. Veamos: escribir un artículo de dos o tres pági-nas, con algo de investigación de fondo, te lleva unas cinco horas (en lo que le pensaste al tema, le diste vuelta, checaste quién más escribió algo sobre lo mismo, investigaste los datos, trabajaste el tono). Si cobraras por hora (¿no había algo así como propuesta en la Reforma Laboral?) pues tendrías para tus chuchulucos (o para pagar el Internet o para darle unas car-nazas a tu perro, que espera ansioso que sueltes el teclado para salir a la calle). Pero la verdad es que un porcentaje creciente del contenido que se produce (y publica o transmite o archiva) no recibe remuneración alguna (o muy poca). Ante la pregunta sobre posibles emolumentos al tra-bajo realizado, suele venir la misma respuesta: “no tenemos presupuesto, pero te ofrecemos proyección”. Cierto, cierto, buena persona, sólo que de proyección no vive ni un astronauta.

Dirigí durante casi nueve años una de las principales escuelas de Comunicación en México. Y formamos ahí a cientos de profe-sionales de los medios y los procesos comu-nicativos. Sólo que nunca, o casi nunca, les dijimos: no te van a pagar por lo que pro-duces. Sería un poco anticlimático decirlo, ¿o no? Pero habría sido más honesto [eso quiero creer]. También dirigí un medio universitario en el que las colaboraciones eran voluntarias. ¿Dónde trazar la línea de responsabilidad?

Hoy, las páginas y los segmentos de opin-ión de los medios están llenos de personas que escriben, hablan o se muestran… por el placer de hacerlo. La mayoría vive de otras cosas: son académicos, militantes en parti-dos, integrantes de organizaciones civiles, etc.

Eso, lo otro, les da para vivir. Esto, el contenido, les da para ¿ser?, ¿soñar?, ¿existir? Es un traba-jo ya no mal pagado; es no pagado. Es gratuito.

Tendríamos entonces que repensar la ecuación.

¿Cómo exigirle rigor a quien te ofrece contenido por el placer de hacerlo? ¿Qué rigor exigirle? ¿Cómo tratarlo? ¿Cómo exigirle puntualidad y presencia, pertinencia y efectismo a quien te es-cribe o te graba en sus tiempos libres? ¿A qué acuerdo se llega con las instituciones académi-cas o las organizaciones de la sociedad civil o las instancias públicas, para que ellas reconozcan el valor de lo que sus voces producen y que no es remunerado por el medio que las amplifi ca?

Reitero: repensemos la ecuación.Mientras tengamos más contenido a disposición y menos personas dispuestas a pagar por ello, tendremos un creciente intríngulis con implica-ciones éticas. Los medios vivirán del favor de quienes les producen la parte amplia del conteni-do, y pagarán a aquellos que “hacen la diferen-cia” o que les “dan nombre”. El problema ya no es que unos cobran mucho y otros poco: el prob-lema es que unos cobran mucho, y otros nada.

¿Qué les decimos a las generaciones en for-mación? Aquellas que pasan meses en prác-ticas profesionales escasamente remuneradas para después recibir un “gracias” y al que sigue. ¿Cómo trabajar nuevos esquemas de fi nancia-miento que permitan a los medios contar con recursos para pagar a sus colaboradores? Ten-dríamos que estarnos haciendo ya las preguntas que en otros países llevan décadas de refl exión avanzada. La otra es que cada articulista u opi-nador se mire en el espejo: si de reconocimiento vive el alma, ¿qué son unos pesos que no llegan?

Cuando el mundo tuitero comenzaba a expan-dirse, y algunos ya merodeábamos por ahí con singular alegría, fueron muchos los que des-potricaban en contra de la gratuidad de los 140 caracteres. ¿Por qué, decían, si soy periodista y vivo de ello, debo escribir en esta platafor-ma sin que nadie me pague? Y algo de razón había en el reclamo. Hace tiempo que aposta-mos por la gratuidad de los contenidos sin ase-gurarnos la sustentabilidad de sus productores.

Pienso todo esto mientras termino de dar clase. Tengo frente a mi a un grupo grande de jóvenes entusiastas, todos con un guión o un libreto o una novela o un reportaje bajo el brazo. Así estábamos también nosotros, mi generación, cuando es-tudiábamos. Y en aquel entonces lo que no había era salidas. Hoy sí, las hay muchas. Medios y plat-aformas se multiplican, todas ansiosas de consum-ir contenidos. Salidas hay, entradas muy pocas.

Santa paradoja, Batman.Me dan un poco de ternura, nuevamente, aquellos que vociferaban en contra del tuiteo gratuito. ¡Jo’er!, si ahora escriben de manera gratuita. Pero también me da gusto aprender de todos esos nuevos esfuerzos que sí están dando resultado: otra forma de combinar y cruzar recursos que permiten a las estrellas de la nueva época de los contenidos… existir.

Será que en el repensar la ecuación ya co-mienzan a afi anzarse nuevas fórmulas.

¿Alguien te paga por tuitear? Pues no. Pues por wey.

Y no, no se trata de cobrar por tuitear. Se trata de entender que la producción de contenido tiene su dinámica y sus exigencias. Y que el consumo del mismo tiene sus benefi cios.

Ahora falta repartirlo entre aquellos a quienes corresponda.

Por: Gabriela Warkentin

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Catarsis es una produc-ción por la editora en

jefe Ana Martin Suarez Hernandez .

Ella se encarga desde su difusion hasta concentrar información e investigar sobre el maeterial que se

publica,

Tambien se ocupa del dis-eño creativo y la estruc-

tura de esta su revista.

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