REESCRITURA Y FICCIONALIZACIÓN DEL PASADO, PROCESOS MELANCÓLICOS EN LA OBRA DE JORGE LUIS BORGES

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REESCRITURA Y FICCIONALIZACIN DEL PASADO, PROCESOS MELANCLICOS EN LA OBRA DE JORGE LUIS BORGES

Rewriting and ficcionalization of the past, melancholic proces in the work of Jorge Luis Borges.

Patricio Sullivan Achondo

Resumen: el presente ensayo busca mostrar cmo la reescritura histrica en Borges est mediada por una relacin melanclica con el pasado. Para ello se utilizan los conceptos de melancola propuestos por Freud y Agamben, y cmo estos permitiran explicar la relacin del autor con la Historia y el pasado mediante una paralizacin del tiempo desplegada en la circularidad y repeticin de los hechos histricos. Finalmente se analiza Tema del traidor y del hroe como ejemplo de reescritura melanclica.

Abstract: the present work tries to show how historical rewriting in Borges is mediated by a melancholic relation whit the past. For that manner, Freuds and Agambens concepts on melancholy are used to explain the relationship between the author and the History and the past, and how time paralysis is shown in the circularity and repetitions of historical facts. Finally, Tema del traidor y del hroe is analyzed from the melancholic point of view.

I. IntroduccinLa obra de Jorge Luis Borges tiene una indudable relacin con el pasado: desde sus primeros ensayos sobre Carriego y su barrio natal de Palermo hasta los cuentos que transcurren en los tiempos de las Mil y Una Noches, pasando por los poetas y narradores de los siglos XVIII y XIX, el escritor argentino vuelve constantemente al pasado como lugar idealizado, encontrando all gran parte del material de sus poemas y cuentos.Se tratara de un pasado real, de lugares, fechas y personajes reales que nutren constantemente las ficciones de Borges. Referentes que, bajo la pluma del poeta argentino, adquieren un tono diferente, mediado por la ficcin. Es as como la crtica suele pasar por alto los referentes histricos en la obra de Jorge Luis Borges, prefiriendo el anlisis de lo fantstico, sus smbolos y metforas y la potente sensacin de irrealidad y sorpresa que transmiten sus prosas y cuentos. En su ensayo Historical Situations in Borges (1990), Daniel Balderston seala que:Much of the critical work on Borges has been blinded by the notion that Borges is synonymous whit irrealidad. The frequency and density of reference to politics, history, and every day life has benn glosed over or, even worse, neutralized by the common asertion that such references are part of a literary game (Balderston, 331)Ya desde sus primeros escritos, Borges se planteaba frente a una realidad olvidada pero patente: el Palermo de su infancia, poblado por almacenes, compadritos y antiguos tranvas. La figura del poeta Evaristo Carriego le sirve a Borges como escusa para relatar y revivir un pasado extinto, y al mismo tiempo mitificarlo, reescribirlo y recordarlo. Ahora bien, a pesar de que se trate de un pasado real, el mismo autor seala en el prlogo a Evaristo Carriego (1930) que el Palermo que l recuerda sin duda fue diferente del verdadero, y que su visin fue mediada por sus lecturas y ensoaciones: Yo cre, durante aos, haberme criado en un suburbio de Buenos Aires, un suburbio de calles aventuradas y de ocasos visibles.() Palermo del cuchillo y de la guitarra andaba (me aseguran) por las esquinas, pero quienes poblaron mis maanas y dieron agradable horror a mis noches fueron el bucanero ciego de Stevenson,() y el traidor que abandon a su amigo en la luna (Borges, 101)En ese sentido, el mismo Borges llama la atencin sobre la irrealidad de sus textos, que a pesar de tener un referente concreto, es menos documental que imaginativo (101). Qu sentido tiene entonces buscar y estudiar los referentes reales que el propio autor desestima, sealando que estn siempre mediados por su imaginacin y memoria creativa?Las justificaciones al estudio de los referentes histricos y reales en la obra de Borges se pueden encontrar, como siempre, en los textos del propio autor. En Tln, Uqbar, Orbis Tertius (1944) cuenta Borges que en una conversacin con Bioy Casares otro referente real insertado en una ficcin- imaginaron una novela en primera persona donde el narrador mintiera y se equivocara deliberadamente y que permitieran a unos pocos lectores -a muy pocos lectores- la adivinacin de una realidad atroz o banal. (Borges, 431)Aqu se plantea una interrogante similar, cuestionando la relacin entre la ficcin y la realidad, dado que una esconde a la otra, a pesar de que esta puede estar presente para algunos lectores atentos. Buena parte de la obra de Borges est mediada por la idea anterior, donde solo al lector atento se le permite descubrir el texto real detrs de la ficcin. Como seala Ricardo Piglia: El punto central de la potica de Borges es su capacidad de borrar los contextos. La literatura es el arte de la elipsis. Lo primero que aparece elidido, porque est sobreentendido, es lo real mismo. (Piglia, 3)En ese sentido, la relacin entre el texto real la historia- y la ficcin es uno de los puntos ms interesantes a analizar en la obra borgiana: cmo se relaciona con el pasado y los referentes reales? Qu procesos definen la mirada del autor hacia el pasado? Cmo procesa Borges la historia para convertirla en un cuento o una prosa de ficcin? El presente ensayo busca mostrar cmo la reescritura histrica del pasado en Borges es un acto principalmente melanclico. Se tratara de una mirada que reelabora el pasado para poder superar un duelo mal llevado, una mirada cargada de algo ms que nostalgia.En algunos de sus cuentos y prosas Borges reconoce un pasado que le interesa y le llama la atencin, pero que ya es inaprensible. El tiempo pasado solo se puede revivir en la memoria o en los libros de historia, no como una experiencia real. Borges intenta modificar o alterar la historia como mtodo para revivir la experiencia de esos pasados ya enterrados. No es suficiente con leer y entender el pasado lo que sera el mero ejercicio nostlgico- sino que su carcter melanclico lo lleva a intentar modificar ese pasado como forma de volver a vivirlo. Se trata de un intento de paralizar el tiempo mediante la circularidad, superposicin y similitud de los hechos histricos, una forma de enfrentar y detener el tiempo sucesorio y lineal que evoca la muerte y la desaparicin del pasado.El ejercicio ficticio que el mismo autor denuncia en el prlogo de Evaristo Carriego es el mtodo que luego utilizar en cuentos como Tema del traidor y del hroe, Avelino Arredondo, La memoria de Shakespeare o incluso Pierre Menard. Se trata de un pasado en el que el autor deseara haber participado, pero por tratarse precisamente de un tiempo caducado le es imposible. La reescritura y reelaboracin histrica se convierte en el nico mtodo de salvar esta distancia y paralizar el tiempo.

II. La MelancolaEn su texto de 1917[1915], Duelo y Melancola, Freud hace un intento por definir el estado melanclico desde un punto de vista clnico. Para ello, compara lo que l considera es un estado patolgico la melancola- con una situacin anmica similar pero que nunca ha sido considerada una enfermedad: el duelo. A partir de esta comparacin Freud plantea las diferencias entre el duelo y la melancola, y qu hace de la segunda un estado patolgico del espritu o la mente.Seala Freud que el duelo se configura, en la mayora de sus casos, como: la reaccin frente a la prdida de una persona amada o de una abstraccin que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc. (Freud, 241) Pero que ante las mismas influencias, algunas personas presentan un cuadro melanclico, lo que demostrara su carcter patolgico.Los sntomas que presenta el duelo son por lo general bastante fciles de discernir: desazn profundamente dolida, cancelacin de inters por el mundo exterior, la prdida de la capacidad de amar, la inhibicin de toda productividad (Freud, 242) En general el duelo no es considerado una enfermedad, y es que se trata de un proceso sicolgico normal, en donde, ante la prdida del objeto amado, el sujeto debe pasar por un tiempo lgico de recuperacin: el examen de realidad ha mostrado que el objeto amado ya no existe ms, y de l emana ahora la exhortacin de quitar toda libido de sus enlaces con ese objeto. A ello se opone una comprensible renuencia; universalmente se observa que el hombre no abandona de buen grado una posicin libidinal, ni aun cuando sus sustituto ya asoma. (Freud, 241)Entonces la mente debe procesar, parte por parte, esa nueva ausencia del objeto amado. Todos los recuerdos lo reposicionan dentro de la psiquis del sujeto, por eso es un proceso que suele ser bastante lento. Esto sucede porque el objeto ha sido investido, es decir, ha sido cargado libidinalmente por el sujeto. En otras palabras, el inters de vivir ha sido puesto en el objeto, el narcisismo propio ha sido proyectado total o casi totalmente hacia el objeto, al punto tal que el sujeto ha quedado vaco de libido.Al desaparecer este objeto toda la libido que se haba cargado sobre l queda dispersa, lo que producira los sntomas propios del duelo. La melancola se asemeja, segn Freud, bastante al duelo, salvo por algunos detalles diferenciadores. Entre ellos, el ms importante es que en el estado melanclico el sujeto no sabe bien qu o cul fue el objeto investido que se perdi. Asimismo, en la melancola, los estados del duelo se acentan y son acompaados por una perturbacin del sentimiento del yo, que se expresa en autorreproches.En trminos psicolgicos, la melancola se produce porque la carga libidinal que se libera luego de la prdida del objeto no encuentra pronto otro lugar donde posarse, y termina volvindose sobre el sujeto mismo: La investidura de objeto result poco resistente, fue cancelada, pero la libido libre no se desplaz a otro objeto sino que se retir sobre el yo. Pero ah no encontr un uso cualquiera, sino que sirvi para establecer una identificacin del yo con el objeto resignado. La sombra del objeto cay sobre el yo. (Freud, 244 (Borges) (Freud) (Baldestorn) (Borges, Historia de la Eternidad) (Borges, Historia universal de la infamia) (Borges, Discusin) (Borges, Inquisiciones/Otras inquisiciones) (Agamben) (Balderston) (Barrenechea) (Balderston, Digamos Irlanda, digamos 1824: para repensar la historia en Borges))La ltima frase resume en pocas palabras las causas del estado melanclico: un objeto desaparecido, desengaado o que ya no est presente por algn motivo, y que proyect su sombra sobre el sujeto, que se ve afectado por la falta del objeto.Pero mientras Freud busca explicar las causas del estado melanclico, no termina de describir por completo cmo se manifiesta este cuadro patolgico en los sujetos. Y si bien se trata de una de las primeras aproximaciones clnicas hacia el fenmeno de la melancola, existe una largusima tradicin en torno a este estado del espritu.Segn Giorgio Agamben, ya en la Edad Media la melancola y sus manifestaciones ascidia, tristitia, taedium vitae, desidia- eran reconocidas como un mal complejo e importante. Particularmente la acidia, como sntoma de la melancola, se produca por un objeto deseado pero inalcanzable: Detenido en la escandalosa contemplacin de una meta que se le muestra en el mismo acto en que le es clausurada y que se le vuelve ms obsesiva cuanto ms inalcanzable (Agamben, 27). Pero este objeto inaprensible dota al acidioso de una oscura sabidura segn la cual slo se ha concedido la esperanza para quien no tiene esperanza y slo para quien en ningn caso podr alcanzarlas han sido establecida s las metas (27). La acidia, y por lo tanto la melancola, fueron asociadas desde los tiempos de Aristteles con el genio potico, filosfico o artstico.Se trata de un genio basado en un objeto inalcanzable. Y el sujeto, para poder aprehenderlo, se apropia del mismo de manera fantasmagrica, o sea, irreal: Recubriendo su objeto con los fnebres adornos del luto, la melancola le confiere la fantasmagrica realidad de lo perdido [al objeto]; pero en cuanto es luto por un objeto no apropiable, su estrategia abre un espacio a la existencia de lo irreal y delimita una escena en la cual el yo puede entrar en relacin con l e intentar una apropiacin que ninguna posesin podra equiparar y ninguna prdida asediar. (31)En resumidas cuentas, el melanclico se encuentra frente a un objeto que no puede poseer, que no puede alcanzar: un objeto imposible. Se trata de ese objeto desaparecido del que hablaba Freud, que ya no existe y que proyecta su sombra sobre el sujeto, y que solo puede ser abordado mediante la irrealidad, la fantasa o bien la poesa y el genio artstico.

III. Borges y la HistoriaEn el caso de Borges, la Historia como tal se presenta siempre como una entidad problemtica. Como en el sealado caso de Evaristo Carriego, donde la memoria personal moldea la realidad histrica, o Historia Universal de la Infamia (1935) e Historia de la Eternidad (1936), donde Borges plantea que su relacin con la historia y el tiempo lineal- est siempre mediado por la ficcionalizacin:Es sabido que la identidad personal reside en la memoria y que la anulacin de esa facultad comporta la idiotez. Cabe pensar lo mismo del universo. Sin una eternidad, sin un espejo delicado y secreto de lo que pas por las almas, la historia universal es tiempo perdido, y en ella nuestra historia personal lo cual nos afantasma incmodamente. (Borges, 125)Se trata de una mirada conflictiva de la Historia y la eternidad. Una forma compleja de ver el tiempo, en el que este no se manifiesta como una construccin lineal, sucesiva, sino ms bien como la conjuncin de momentos, sensaciones e imgenes que se superponen en una eternidad. Para ejemplificar esto, Borges relata una pequea ancdota: caminando por la ciudad se encontr de pronto con las inmediaciones de Palermo, el barrio de su infancia. Las calles adoquinadas, las casas de barro antiguo, el Maldonado al fondo, le situaron sin quererlo en un instante treinta aos atrs: El pensamiento Estoy en mil ochocientos y tantos dej de ser unas cuantas aproximativas palabras y se profundiz a realidad (129). Pero no se trat simplemente de un viaje en el tiempo al modo de Wells, ms bien de ser: poseedor del sentido reticente o ausente de la inconcebible palabra eternidad (129)La teora que Borges extrae de su pequea aventura es concreta: el tiempo sucesivo, propio de la razn y el intelecto, no logra explicar la superposicin de momentos y sensaciones propias de la vida humana:Esa pura representacin de hechos homogneos () no es meramente idntica a la que hubo en esa esquina hace tantos aos; es, sin parecidos ni repeticiones, la misma. El Tiempo, si podemos intuir esa identidad, es una delusin: la indiferencia e inseparabilidad de un momento de su aparente ayer y otro de su aparente hoy, bastan para desintegrarlo. (129)Entonces, Borges se relaciona con el tiempo de una manera especial: negando su linealidad y ms bien destacando su superposicin o eternidad. Todos los tiempos se encuentran dentro del tiempo presente, pasado y futuro son solo meras imgenes del presente eterno. Esta forma de mirar la Historia y el tiempo es caracterizada por Evelyne Pewzner en su libro El Hombre Culpable (1999). En l seala que el melanclico y el obsesivo tienen una relacin especial con el tiempo, ya que este evocara la imagen de la muerte y lo irreparable, y que ocupara el centro de su pensamiento:si el melanclico est aplastado por el peso del pasado, aniquilado por el pensamiento de lo irreparable, el obsesivo intenta con desesperacin detener y conjurar el tiempo. () Para ambos hay una especie de parlisis del tiempo, cuyo transcurrir slo podra brindarles la degradacin y el aniquilamiento (Pewzner, 256)La forma en que Borges se relaciona con la historia y el tiempo es bastante similar: intenta darle una forma circular, superpuesta, totalmente contraria a la forma habitual del tiempo lineal, que evocara la desaparicin y muerte de las cosas.En este punto radica la relacin melanclica que Borges tiene con la Historia: se trata de un objeto inaprensible, totalmente desaparecido en el tiempo. Un objeto que a todas luces anhela y que no quiere ver desaparecer su antiguo barrio, la cultura oriental, los viejos poetas, sus escritores preferidos- pero que ha muerto con el tiempo. La Historia para Borges es un objeto deseado, donde ha puesto una enorme carga libidinal (prueba de esto son textos como Evaristo Carriego, Historia Universal de la Infamia o Historia de la Eternidad, entre otros) y que inevitablemente ha desaparecido.De esta relacin problemtica, melanclica, se sigue que Borges busque reescribir la Historia en algunos de sus cuentos y textos. Es la forma que tiene de conservar el pasado, paralizar el tiempo. Es el modo de evitar la degradacin y el aniquilamiento que plantea Pewzner. La teora de tiempo como eternidad no es otra cosa que el mtodo terico de llevar esta parlisis temporal a la prctica, y l mismo lo reconoce: La eternidad es una ms copiosa invencin. Es verdad que no es concebible, pero el humilde tiempo sucesivo tampoco lo es. Negar la eternidad, suponer la vasta aniquilacin de los aos cargados de ciudades, de ros y de jbilos, no es menos increble que imaginar su total salvamento (Borges, 129)Esta mirada melanclica permitira explicar esa relacin ambigua, muchas veces contradictoria, que tiene Borges con la Historia. En algunos textos el escritor argentino se burla de la Historia y sus pormenores, como en Sobre el Vathek de William Beckford, donde hace patente la imposibilidad de una historia o biografa, o bien en De alguien a nadie, donde adopta la visin de Schopenhauer. En cambio otros textos muestran la Historia como un campo de material inmenso, donde se pueden encontrar momentos claves de la historia humana, como El pudor de la historia, donde llama la atencin sobre la dificultad para discernir los nombres y acontecimientos que tuercen verdaderamente los caminos de la historia (Barrenechea, 125)La Historia, por ser un objeto melanclico para el escritor, se comportara contradictoriamente: por un lado se trata de un objeto deseado, el autor vuelve a ella constantemente, revisndola, conocindola y leyndola. Pero al mismo tiempo se trata de un objeto imposible, por estar diluida en el tiempo lineal, lo que provocara los constantes ejercicios de reescritura y relectura.

IV. La reescritura melanclica en Tema del traidor y del hroeSon muchos los cuentos, prosas, ensayos y poemas en donde el escritor argentino aplica esta mirada sobre el tiempo lineal y el tiempo como eternidad. Historia Universal de la Infamia y ms an, Historia de la Eternidad, son dos ejemplos claros de aquello. Breve refutacin del Tiempo, La perpetua carrera de Aquiles y la tortuga o Avatares de la tortuga representan los textos y ancdotas que sirvieron a Borges para confeccionar su forma de ver el tiempo.Pero hay otros escritos donde la relacin melanclica que desea el pasado pero al no poder aprehenderlo lo ficcionaliza- se manifiesta de manera sutil pero no por ello menos ilustrativa.Tema del traidor y del hroe fue publicado por primera vez en el nmero 112 de la revista Sur. Luego sera incluido en el apartado Artificios, del libro Ficciones (1944). En l, se narra la historia de un joven Ryan- que decide escribir un libro sobre su antepasado Fergus Kilpatrick, hroe de la independencia irlandesa. Ryan descubre pronto que la muerte de Kilpatrick esconde un secreto: quien fuera la gran figura de la revolucin irlandesa era tambin un traidor de la causa, pero que al ser descubierto decidi, en un ltimo acto de patriotismo, fingir un asesinato poltico que ayudara a encender la revolucin.Ahora bien, este cuento tiene, desde el comienzo, varios detalles que ilustran cmo Borges reescribe la historia para demostrar su manera de ver el tiempo. En primer lugar, la trama misma y su circularidad. Pero tambin los mismos personajes podran ser una seal de circularidad o parlisis temporal mediante la identificacin entre Kilpatrick y otros hroes, pero tambin del narrador, Ryan, y Borges mismo.Si bien el cuento remite a la historia irlandesa, en el principio el narrador plantea que los sucesos podran haber sucedido en: un pas oprimido y tenaz: Polonia, Irlanda, La repblica de Venecia, algn estado sudamericano o balcnico... (Borges, 496) Pero esta no es la primera pista que el narrador entrega sobre la visin temporal que predominar en el cuento, ya que en el primer prrafo Borges plantea que escribe este argumento siguiendo al consejero ulico Leibniz (que invent la armona preestablecida) (496) Dos pistas de que tanto el espacio como el tiempo no sern abordados de manera lineal.Sabiendo que en un cuento de Borges nada es gratis, se hace pertinente revisar qu tenan en comn Polonia, Irlanda, Venecia y Sudamrica por los aos en que Borges sita el argumento. Daniel Balderston, revisando las fuentes histricas del relato comenta que:El relato evoca un periodo de la historia cultural donde el romanticismo, con su fuerte mitologa del individuo y su propensin por crear mitos nacionales tena tanto que ver con el surgimiento de nuevos pases (los sudamericanos, por ejemplo) y nuevos proyectos nacionales (Balderston, 37)En Sudamrica, por ejemplo, se libraban por esos aos (1824 para ser ms exactos) las ltimas batallas de independencia: Junn y Ayacucho. Simn Bolvar y otros tantos hroes patriticos podran representar sin problemas el lugar de Fergus Kilpatrick.El caso de Polonia es tambin emblemtico: segn Baldestorn, por esos aos Polonia comenzaba a fraguar su independencia de los zares rusos, e incluso propone al padre de Josef Conrad como un alter ego de Kilpatrick: es decir, la labor poltica y literaria del padre de Conrad se asocia claramente con los proyectos de resistencia al dominio ruso de Polonia (Baldestorn, 38).Venecia, por esos aos, se encontraba bajo el dominio napolenico y ser escenario de un periodo de luchas entre austracos y franceses (39). Tambin por esas tierras pasara uno de los personajes heroicos ms importantes del siglo XIX: Garibaldi, quien fuera un personaje bastante teatral y que se asemejara a Kilpatrick: Y a la vez, lo teatral en la accin de Kilpatrick tiene mucho que ver con Garibaldi (39). Garibaldi tambin recorrera las tierras sudamericanas (en la independencia uruguaya de la tirana de Rosas y donde conocera a su mujer) y los Balcanes, donde participara en la revolucin Griega (40).Lo que une a todas estas situaciones histricas son tanto los hechos, personajes y contextos histricos como su mediacin con la literatura. Polonia, Irlanda, Venecia y los Balcanes vieron revoluciones y guerras que fueron fuertemente influidas por la literatura: En todas estas luchas por la independencia la literatura juega un papel central en la consolidacin de la nacionalidad (39) Del mismo modo que Ryan, finalmente, decide guardar el secreto de su antepasado y escribir un elogioso libro sobre las gestas de Kilpatrick, comprendiendo el rol que haba jugado en la construccin de la identidad irlandesa. De esta manera Borges escoge un pas que podra ser otros muchos, debido a la similitud de situaciones y contextos. No es Irlanda, ni tampoco Polonia o Sudamrica, son todos a la vez, comprendiendo que cualquiera de aquellas opciones podra representar perfectamente el argumento. Es, en cierto modo, una forma de paralizar el tiempo mediante el descubrimiento de las similitudes que existen a pesar del tiempo y el espacio diferente en que suceden las revoluciones. El narrador encuentra, en la historia oficial, los argumentos para plantear una historia eterna, simultnea, no lineal.As mismo los personajes del cuento plantean una tesis similar: Kilpatrick es tambin Julio Csar, quien es tambin Lincoln. La historia se repite, puesto que el tiempo lineal y sucesorio es solo una ilusin. Tambin las escenas se superponen e identifican: una pgina en blanco, archivos alterados, una gran ciudad moderna, un teatro clsico y la Roma antigua (Estola, 457) Es interesante notar cmo cada asesinato est mediado por la escritura y la ficcin: el asesinato de Julio Csar est mediado por Shakespeare, al mismo tiempo que el asesinato de Kilpatrick est ficcionalizado por Nolan, cabe preguntarse, como seala Estola: En qu dramaturgo se inspiraron Brutus y Casius? (457)Es interesante notar que este proceso mediante el cual un asesinato o un hecho de la vida real se transforma mediante la literatura. En cierto sentido, se trata del mismo proceso que realiza Borges al ficcionalizar la historia de Irlanda.Por ltimo, cabe mencionar una ltima identificacin entre personajes, en este caso entre Ryan y Borges mismo. Ryan es, como seala el narrador, bisnieto del joven, del heroico, del bello, del asesinado Fergus Kilpatrick (Borges, 496). Podra sealarse el parecido que existe entre la historia familiar de Ryan y la del Coronel Isidoro Surez, bisabuelo de Borges, quien combati precisamente en la batalla de Junn, que presenta otra coincidencia ms: La fecha de la muerte de Kilpatrick es la de la batalla de Junn, el 6 de Agosto de 1824 (Baldestorn, 37)Surez, al igual que Kilpatrick, es sealado como traidor y devuelto, junto con otros oficiales argentinos a Buenos Aires (38). Las coincidencias histricas no son causas del azar, o por lo menos no lo parecen en un texto de Borges. De esta manera, no es difcil apuntar la identidad entre Ryan, un joven dedicado a escudriar la historia pero que, luego de descubrir su secreto, prefiere seguir ficcionalizndola, y Borges, quien revisa la Historia precisamente para encontrar en ella las superposiciones y atemporalidades que le permitan recuperar tiempos perdidos. Como se seala en el cuento: Otras facetas del enigma inquietan a Ryan. Son de carcter cclico: parecen repetir o combinar hechos de remotas regiones, de remotas edades. (Borges, 497) Lo que inquieta a Ryan es tambin lo que inquieta al propio Borges.

V. Conclusiones y proyeccionesEn la historia de Kilpatrick y la independencia irlandesa, Borges encuentra una situacin histrica y un contexto propicios para entregarle un sustento dramtico a su teora temporal. Que Shakespeare, Csar, Kilpatrick (figura ficticia pero fcilmente identificable con personajes histricos) y Lincoln muestren repeticiones de la historia es la situacin perfecta para que el autor actualice su mirada de la Historia. Como siempre, el escritor argentino lo resume de modo ejemplar: Que la historia hubiera copiado a la historia ya era suficientemente pasmoso; que la historia copie a la literatura es inconcebible... (Borges, 497)Lo interesante es constatar cmo esta reescritura histrica que hace patente la circularidad y la repeticin se produce por un estado melanclico. El tiempo lineal y sucesorio evoca necesariamente la muerte, la finitud y el olvido. En cambio el tiempo eterno, superpuesto y cclico representara todo lo contrario: la presencia constante de todos los hroes, poetas, narradores y personajes en un tiempo presente, actualizable.Moldear el tiempo a travs de la ficcin significa entregarle un carcter circular, que no es otra cosa que paralizarlo, detenerlo. Es la forma de mantener vivos a Carlyle, Yeats, Richard Madden, Garibaldi, Shakespeare, y porqu no, a su bisabuelo el Coronel Surez.Desde el punto de vista freudiano, el pasado y la Historia seran el objeto del deseo, un objeto que se ha perdido por culpa del tiempo sucesorio- y en el que el narrador y autor han puesto una fuerte carga libidinal. Esto provoca una reaccin melanclica, que intenta volver al pasado mediante una apropiacin fantasmagrica, cargada de irrealidad. Esta apropiacin se manifiesta mediante la ficcionalizacin de ese mismo pasado, de la Historia como conjunto de repeticiones y simultaneidades. Este mtodo de lectura no pretende ser, de ninguna manera, exhaustivo. La misma obra de Borges, en extremo vasta y extensa, pocas veces permite lecturas totalizadoras. El presente ensayo pretende ser solo una entrada posible a la obra borgeana. Son muchos los cuentos, prosas, ensayos y poemas que se remiten a un tiempo anterior y a la Historia oficial. Son tambin muchos los que plantean una Historia circular, repetitiva y simultnea. En ambos casos, entender esa escritura desde la melancola permite abrir lecturas que expliquen mejor porqu Borges propone una temporalidad distinta y cmo se relaciona l con su pasado individual y colectivo.BibliografaAgamben, Giorgio. Los Fantasmas de Eros. Revista de la Universidad de Mexico (1982): 25-33.Balderston, Daniel. Digamos Irlanda, digamos 1824: para repensar la historia en Borges. Teoria y crtica de la cultura y la literatura. Investigaciones de los signos culturales. Nueva York: Georg Olms Verlag, 2010. 35-45.. The rag-and-bone shop: on Borges, Yeats and Ireland. Variaciones Borges (2011): 41-57.Baldestorn, Daniel. Los senderos de lo histrico. Primer Plano (1991): 1-3.Barrenechea, Ana Mara. Borges en la eternidad y la historia. Fernando, Lafuente. Espaa en Borges. Madrid: El Arquero, s.f. 123-139.Borges, Jorge Luis. Discusin. Buenos Aires: Random House Mondadori, 2012.. Historia de la Eternidad. Buenos Aires: Sudamericana, 2011.. Historia universal de la infamia. Buenos Aires: Sudamericana, 2011.. Inquisiciones/Otras inquisiciones. Buenos Aires: Random House Mondadori, 2012.. Obras Completas. Buenos Aires: Emec, 1984.Freud, Sigmund. Obras Completas. Vol. 14. Buenos Aires: Amorrortu, 1976.