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FRAY ANTONIO DE FUENTELAPEÑA Y LA RACIONALIDAD DE LOS ANIMALES Antonio de Fuentelapeña and the rationality of beasts José Manuel Rodríguez Pardo Investigador en la Fundación Gustavo Bueno (Oviedo) RESUMEN El fraile capuchino Antonio de Fuentelapeña escribió en 1676 El ente dilucidado, obra de filosofía escolástica en la que su autor pretende demostrar la existencia de duendes. Sin embargo, la crítica poste- rior juzgó como extravagancia y locura la obra, sin reparar en que sus argumentos escolásticos analiza- ron muchos temas filosóficos de extrema importancia, como la racionalidad de los animales, tan en boga hoy día gracias al estudio de la conducta animal comparada, la Etología. Palabras Clave: Antonio de Fuentelapeña (1628-1702), Santo Tomás de Aquino, escolástica, filosofía es- pañola, animales, racionalidad, Etología. ABSTRACT Capuchin monk Antonio de Fuentelapeña wrote in 1676 El ente dilucidado, work of scholastic phi- losophy in which his author tried to probe the existence of spirits. Subsequents critics judged the book like an extravagance and insanity, without reparing in his scholastics arguments, which analized a lot of very important philosophical topics, like animal rationality, very famous today because of the study of com- parative animal behaviour, Ethology. Keywords: Antonio de Fuentelapeña (1628-1702), Santo Tomás de Aquino, scholastic, spanish philosophy, animals, rationality, Ethology. 1. ¿UN AUTOR HETERODOXO? Antonio de Fuentelapeña, conocido como Antonio Arias Porres en el siglo, nació en la lo- calidad de Fuentelapeña, hoy provincia de Zamora, en 1628. Ingresó en la Orden de Capuchi- nos en Salamanca en 1643 y fue ordenado sacerdote en 1651. Entre los numerosos cargos que ocupó en la Orden de Frailes Menores Capuchinos destaca el haber sido Secretario provincial de su orden en Castilla y Comisario General de las Provincias capuchinas de la isla de Sicilia. Tenemos noticia de estos cargos que ocupó a través de su papel de censor de libros de su orden. Tal es el caso del Arte y vocabulario de la lengua de los indios chaymas, cumanagotos, cores, parias y otros diversos de la provincia de Cumana, o Nueva Andalucía, obra del capuchino Fran- cisco de Tauste y publicado en Madrid en 1680. En la obra aparece la aprobación de Antonio de Fuentelapeña, de fecha 20 de mayo de 1680, donde se le define como «Provincial que ha sido de la provincia de Castilla, y Comisario general de las de Sicilia, de Menores Capuchinos» 1 . Revista Española de Filosofía Medieval, 17 (2010), ISNN: 1133-0902, pp. 157-168 1 Viñaza, Conde de la, Bibliografía española de lenguas indígenas de América [1892]. Madrid, Atlas, 1977, n. 208, pp. 109-110.

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  • FRAY ANTONIO DE FUENTELAPEA Y LA RACIONALIDAD DE LOS ANIMALES

    Antonio de Fuentelapea and the rationality of beasts

    Jos Manuel Rodrguez PardoInvestigador en la Fundacin Gustavo Bueno (Oviedo)

    RESUMEN

    El fraile capuchino Antonio de Fuentelapea escribi en 1676 El ente dilucidado, obra de filosofaescolstica en la que su autor pretende demostrar la existencia de duendes. Sin embargo, la crtica poste-rior juzg como extravagancia y locura la obra, sin reparar en que sus argumentos escolsticos analiza-ron muchos temas filosficos de extrema importancia, como la racionalidad de los animales, tan en bogahoy da gracias al estudio de la conducta animal comparada, la Etologa.

    Palabras Clave: Antonio de Fuentelapea (1628-1702), Santo Toms de Aquino, escolstica, filosofa es-paola, animales, racionalidad, Etologa.

    ABSTRACT

    Capuchin monk Antonio de Fuentelapea wrote in 1676 El ente dilucidado, work of scholastic phi-losophy in which his author tried to probe the existence of spirits. Subsequents critics judged the book likean extravagance and insanity, without reparing in his scholastics arguments, which analized a lot of veryimportant philosophical topics, like animal rationality, very famous today because of the study of com-parative animal behaviour, Ethology.

    Keywords:Antonio de Fuentelapea (1628-1702), Santo Toms de Aquino, scholastic, spanish philosophy,animals, rationality, Ethology.

    1. UN AUTOR HETERODOXO?

    Antonio de Fuentelapea, conocido como Antonio Arias Porres en el siglo, naci en la lo-calidad de Fuentelapea, hoy provincia de Zamora, en 1628. Ingres en la Orden de Capuchi-nos en Salamanca en 1643 y fue ordenado sacerdote en 1651. Entre los numerosos cargos queocup en la Orden de Frailes Menores Capuchinos destaca el haber sido Secretario provincialde su orden en Castilla y Comisario General de las Provincias capuchinas de la isla de Sicilia.Tenemos noticia de estos cargos que ocup a travs de su papel de censor de libros de su orden.Tal es el caso del Arte y vocabulario de la lengua de los indios chaymas, cumanagotos, cores,parias y otros diversos de la provincia de Cumana, o Nueva Andaluca, obra del capuchino Fran-cisco de Tauste y publicado en Madrid en 1680. En la obra aparece la aprobacin de Antoniode Fuentelapea, de fecha 20 de mayo de 1680, donde se le define como Provincial que ha sidode la provincia de Castilla, y Comisario general de las de Sicilia, de Menores Capuchinos1.

    Revista Espaola de Filosofa Medieval, 17 (2010), ISNN: 1133-0902, pp. 157-168

    1 Viaza, Conde de la, Bibliografa espaola de lenguas indgenas de Amrica [1892]. Madrid, Atlas, 1977,n. 208, pp. 109-110.

  • Fuentelapea consagr el final de su vida a la oracin y la escritura, dando a la luz variasobras teolgicas. La primera de ellas fue Retrato divino en que para enamorar las almas se pin-tan las divinas perfecciones con alusin a las facciones humanas (Madrid, 1685)2. Posterior-mente, publicar un Compendio de Teologa Mstica en 1688 y en 1701 otra obra asctico-ms-tica, Escuela de la verdad, un ao antes de fallecer en 1702, apareciendo ese mismo ao su Luxveritatis.

    Pero si por algo pas a la historia Fuentelapea fue por su obra El ente dilucidado3, unautntico tesoro para cualquier biblifilo. Libro que incluso tuvo un opositor muy temprano,Andrs Dvila Heredia4. Numerosos autores han juzgado como extravagancia esta obra; tal esel caso de Adolfo de Castro en su Discurso Preliminar al Tomo 65 de la Biblioteca de AutoresEspaoles de Rivadeneira5. No obstante, encarece El ente dilucidado por las noticias que el ca-puchino aporta sobre las creencias populares en Espaa, en una lnea etnolgica que seguircon posterioridad el antroplogo Julio Caro Baroja6.

    No obstante, las referencias habituales sobre Fuentelapea, ms habituales de lo que cabrasuponer, le han granjeado una fama de autor extravagante. Es el caso del mejicano EmeterioValverde Tllez, quien seala que el nmero 2.510 de El Imparcial, publicado el Martes 4 deAgosto de 1903 incluye un folleto del presbtero Agustn Rivera titulado El Ente Dilucida-do, adicin de su libro La Filosofa en la Nueva Espaa (1885), donde censura el libro de An-tonio de Fuentelapea, considerndolo muestra del grave atraso espaol en Filosofa y cien-cias naturales:

    El folleto a que nos referimos, aparte de la importancia que encierra, por las citas histri-cas en que abunda, tiene el mrito de reunir en unas cuantas pginas de sabrosa lectura, la ex-posicin de las causas principales a que tanto en la Pennsula, como en la Nueva Espaa, obe-decieron el atraso de la Filosofa y de las Ciencias Naturales, principalmente, y de la multitudde preocupaciones que dominaban, no ya entre el vulgo, sino entre aquellos que se tenan ypasaban por sabios7.

    Similar juicio presenta al respecto el historiador espaol Mario Mndez Bejarano, quiencensura el presunto atraso espaol en todos los rdenes, manifiesto en la obra del capuchino:

    Ejemplo del abismo hasta donde poda precipitarse la escolstica, salvando los linderosdel error e invadiendo los terrenos de la ridiculez, nos ofrece el Provincial de los capuchinosAntonio de Fuente la Pea con su obra El ente dilucidado, discurso nico novsimo, en que semuestra hay en naturaleza animales irracionales invisibles, y cuales sean (Madrid, 1676).Propsose su reverencia demostrar hasta por altos trminos filosficos la existencia de losduendes, su naturaleza no anglica (ni ngeles ni demonios) y hasta la posibilidad de hombresdel tamao de avispas o fabricados en crisoles, no sin discutir si estos ltimos deberan o no

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    2 Reeditada en 1686 con un resumen de Teologa mstica.3 Fuentelapea, Fray Antonio de, OFM Cap., El ente dilucidado. Discurso nico novsimo que muestra hay

    en la naturaleza animales irracionales invisibles, y cules sean. Madrid, Imprenta Real, 1676. Se prepar una se-gunda edicin en 1677.

    4 Responde Don Andrs Davila Heredia, Seor de la Carena, Capitn de Cavallo, Ingeniero Militar, Pro-fessor de las Mathematicas. Al libro Del Ente Dilucidado, Discurso nico... Impresso en Valencia, en la Oficina deVillagrassa, ao de 1678.

    5 Castro, Adolfo de, Discurso preliminar a Biblioteca de Autores Espaoles de Rivadeneira, Tomo 65,Obras escogidas de filsofos [1873]. Madrid, Atlas, 1953, pp. C-CI.

    6 Caro Baroja, Julio, Los duendes en la literatura clsica espaola, en Algunos mitos espaoles. Madrid,Ediciones del Centro, 1974, pp. 145-181.

    7 Valverde Tllez, Emeterio, Crtica Filosfica o Estudio Bibliogrfico y Crtico de las obras de Filosofaescritas, traducidas o publicadas en Mxico desde el siglo XVI hasta nuestros das. Mxico, 1904, p. 393.

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    recibir el bautismo. En vano aguza D. Adolfo de Castro su ingenio patritico para disculpartamaas extravagancias8.

    Esta mala fama continu durante mucho tiempo, pues el libro fue reeditado por EditoraNacional en el ao 1978, que lo recuper dentro de una biblioteca de heterodoxos. Edicina la que hemos de sumar la ms reciente del ao 2007 a cargo de la Diputacin de Zamora. Noobstante, Gustavo Bueno Snchez ya dio noticia de El ente dilucidado de Fuentelapea en1978, en unos trminos que sern muy valiosos para nuestro trabajo9.

    2. ANTONIO DE FUENTELAPEA COMO FILSOFO

    Pese a las opiniones negativas sobre Fuentelapea, durante el siglo XIX se realizaron in-tentos por recuperarle junto a otros filsofos espaoles. Es el caso de Juan Valera, quien llega proponer a Marcelino Menndez Pelayo, en carta fechada en Madrid el 29 de agosto de 1878,que se publicase en la Biblioteca de Autores Espaoles de Rivadeneira un segundo tomo defilsofos espaoles donde apareciese El ente dilucidado:

    La Biblioteca de filsofos espaoles me parece bien, y animar Perojo para que no de-sista de su idea. Trabajar lo que pueda en ello, aunque Vd. basta. Desde luego digo que elmedio de engolosinar las gentes no es solo publicar los filsofos serios, sino tambien algunosjocosos. Una edicin de El ente dilucidado se vendera. [...]10.

    Incluso Emilia Pardo Bazn, en una postdata de una carta suya fechada en La Corua el2 de agosto de 1885, le seala a Menndez Pelayo haber encontrado un ejemplar de El entedilucidado, prueba del inters que el polgrafo tena por el libro del capuchino:

    No crea V. que no me acuerdo de que le promet un libro apolillado, el Ente dilucidadodel P. Fuentelapea; pero tengo mis libros de suerte que no doy con l: en el otoo creo queme v habilitar mi padre una Biblioteca formal, donde podr ver los lomos de los libros, hoyhacinados; para entonces ser11.

    Promesa cumplida finalmente al ser enviado el ejemplar por Pardo Bazn a Menndez Pe-layo el 25 de mayo de 1886:

    [...] d con el P. Fuentelapea, que ah envio a V. junto con dos o tres cosillas gallegas delas que me dijo deseaba conocer; acaso las tenga V. ya, atendida su diligencia; no omitir, siencuentro otras ms raras, envirselas. Bien siento que el ejemplar del Ente est en tan la-mentable disposicion: as lo adquir y as lo doy; quisiera fuese flamante12.

    Pese a las fuentes citadas que lo acreditan como parte de la Historia de la Filosofa Es-paola, El ente dilucidado es un libro considerado tan extravagante que muchos, al leer su final,lo consideran un precedente de la aviacin13. En su Duda VI, Si el hombre puede artificiosa-

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    8 Mndez Bejarano, Mario, Historia de la filosofa en Espaa, hasta el siglo XX. Madrid, Renacimiento,1929, p. 310.

    9 Bueno Snchez, Gustavo, Animales virtuosos y animales cientficos, en El Basilisco, 2 (1978), pp. 60-66.10 Carta de Juan Valera a Marcelino Menndez Pelayo, Epistolario de Menndez Pelayo. Madrid, FUE,

    1983, Volumen 3, Carta 150, p. 43.11 Carta de Emilia Pardo Bazn a Marcelino Menndez Pelayo, Epistolario de Menndez Pelayo. Madrid,

    FUE, 1983, Volumen 7, Carta 291, p. 284.12 Carta de Emilia Pardo Bazn a Marcelino Menndez Pelayo, Epistolario de Menndez Pelayo. FUE, Ma-

    drid 1983, Volumen 7, Carta 525, pp. 135-137.13 Castaeda, Vicente, El primer libro impreso sobre aviacin, en espaol, en Revista de Archivos, Biblio-

    tecas y Museos, 33 (1915), pp. 350-360.

  • mente volar, el fraile capuchino plantea que, al igual que los slidos pueden navegar en elmedio lquido, stos pueden, en virtud de un impulso, vencer su cualidad de graves y elevarseen el cielo:

    Y que no repugne por el exceso, que con el aire tiene en lo grave, se prueba: pues comotenemos supuesto, y probado, los cuerpos slidos pueden navegar en los lquidos, si con el im-pulso, y agitacin suplieren, y vencieren el exceso de lo grave: luego no repugna al hombre porla parte de ser grave el sustentarse, y volar por el aire14.

    Impulso que, si bien las aves pueden vencer por naturaleza al poseer alas, los hombres po-dran vencer por artificio, al igual que se mueven en el agua mediante el impulso de remos:

    Y que no le repugne por razn de las alas, se prueba, porque las que le neg la naturale-za, se las puede dar el arte, hacindolas en la cantidad proporcionada al peso, de lienzo, y debarba de ballena, o de otra cosa ligera: pues los remos con que se navega el elemento del aguaalas son artificiales, que imitando las de los peces, suplen la naturaleza; y as de la misma suer-te, imitando las alas de las aves, podr el hombre imitar a los pjaros en el vuelo15.

    Sin embargo, las afirmaciones de Fuentelapea (cuerpos graves, cualidades naturales y ar-tificiales) no eran producto de la aeronutica ni ningn precedente suyo, sino de la filosofa es-colstica an en boga en los ambientes de la Orden de Frailes Menores Capuchinos. Si acaso,su inters por la fsica podra explicarse por su presencia biogrfica en la generacin de los de-nominados novatores, que fueron los principales impulsores de una renovacin filosfica ycientfica en Espaa durante el ltimo tercio del siglo XVII, durante el reinado de Carlos II,lo que tambin deja en evidencia la presunta decadencia general del perodo.

    De hecho, ya en el siguiente siglo, Fuentelapea conoci mencin como filsofo por elautor ms importante de la filosofa espaola en el siglo XVIII, el Padre Feijoo, quien criticasu tesis sobre la existencia de duendes:

    El Padre Fuentelapea en su libro del Ente dilucidado, prueba muy bien que los Duen-des ni son ngeles buenos, ni ngeles malos, ni Almas separadas de los cuerpos. La princi-pal razn es, que los juguetes, chocarreras, y travesuras que se cuentan de los Duendes, no soncompatibles, ni con la majestad de los ngeles gloriosos, ni con la tristeza suma de los con-denados. Esta razn milita del mismo modo respecto de las almas separadas; porque estas, oestn en gloria, o en pena: para las gloriosas son indecentes estas diversiones; y las que estnpenando no son capaces de gozarlas. A esto se puede aadir, que sera una incongruidad sumaen la Divina Providencia permitir que aquellos espritus, dejando sus propias estancias, vinie-sen ac solo a enredar, y a inducir en los hombres terrores intiles16.

    De este modo, si los duendes no son ni ngeles buenos, ni ngeles malos, ni Almas sep-aradas, Feijoo seala sorprendido, al igual que repetir varios aos despus en sus Cartas Eru-ditas y Curiosas17, que el fraile capuchino los considere animales areos, lo que para Feijooconstituye una sentencia inverosmil:

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    14 Fuentelapea, Antonio de, o. c, nmero 1788.15 Ibd., n. 1795.16 Feijoo, B. J., Teatro Crtico Universal, Tomo III [1729]. Madrid, 1777, Discurso 4, Duentes y espritus

    familiares, . I, 1.17 Feijoo, B. J., Cartas Eruditas y Curiosas, Tomo I [1742]. Madrid, 1777, Carta 41, Sobre los duendes,

    4. Si los Duendes fuesen lo que se imagin el Padre Fuente Lapea, esto es, ni ngeles buenos, ni Demonios, niAlmas separadas, sino cierta especie de Animales areos, no seran impropias en ellos las travesuras, que se refie-ren del Duende de Barcelona. Mas la invencin de estos Animales areos tiene contra s la terrible objecin, que hepropuesto en el citado Discurso sobre los Duendes. nm. 2.

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    Puesto, y aprobado que los Duendes ni son ngeles buenos, ni Demonios, ni Almas sep-aradas, infiere el citado Autor, que son cierta especie de animales areos, engendrados por pu-trefaccin del aire, y vapores corrompidos. Extraa consecuencia, y desnuda de todaverosimilitud! Mucho mejor se arguyera por orden contrario, diciendo: Los Duendes no sonanimales areos: luego solo resta que sean, o ngeles, o Almas separadas. La razn es, porquepara probar que los Duendes no son ngeles, ni Almas separadas, solo se proponen argumen-tos fundados en repugnancia moral; pero el que no son animales areos se puede probar conargumentos fundados en repugnancia fsica. Por mil captulos visibles son repugnantes la pro-duccin, y conservacin de estos animales invisibles: por otra parte, las acciones que fre-cuentemente se refieren de los Duendes, o son propias de Espritus inteligentes, o por lo menos,de animales racionales; lo que este Autor no pretende, pues solo los deja en la esfera de irra-cionales. Ellos hablan, ren, conversan, disputan. As nos lo dicen los que hablan de Duendes.Conque, o hemos de creer que no hay tales Duendes, y que es ficcin cuanto nos dicen de ellos,o que si los hay, son verdaderos Espritus18.

    Por lo tanto, no cabe la existencia, a juicio de Feijoo, de ningn tipo de duendes:

    El argumento, pues, es fuertsimo, formado de esta manera: Los Duendes, ni son nge-les, ni almas separadas, ni animales areos; no resta otra cosa que puedan ser: luego no hayDuendes. La mayor se prueba eficacsimamente con los argumentos que respectivamente ex-cluyen cada uno de aquellos extremos: la menor es clara; y la consecuencia se infiere19.

    De hecho, Fuentelapea considera que los duendes son animales irracionales invisibles,formados por corrupcin espontnea de vapores densos que se forman en estancias cerradas.Algo que recogi perfectamente y con toda seriedad Feijoo en su refutacin, como compro-bamos al leer al propio Fuentelapea:

    Prubase lo segundo: porque los duendes slo se producen en la putrefaccin de los va-pores: luego no provienen por generacin. Prubase el antecedente, porque los duendes slo hal-lanse en los caserones inhabitados, o en los desvanes, o stanos de las casas habitadas, dondepor falta de lumbre, comercio, y ventilacin, se corrompen los vapores, y exhalaciones gruesas:luego se engendran de la dicha corrupcin, pues no se percibe otra causa proporcionada20.

    Sin embargo, adems de las presuntas extravagancias sealadas a propsito de los duen-des, Antonio de Fuentelapea trat en su libro El ente dilucidado un tema muy importante ensu poca y de plena actualidad: la racionalidad de los animales, temtica a la que dedicaremosel grueso de nuestro trabajo.

    3. ANTONIO DE FUENTELAPEA Y LA RACIONALIDAD ANIMAL.

    Fuentelapea, al tratar de esos extravagantes duendes, se ve obligado a clasificarlos en lostrminos del rbol predicamental de Porfirio entonces vigente. Como afirma que los duendesson animales pese a no morir, ha de argumentar que los animales son mortales ab extrinsecoy no ab intrinseco:

    Opondrs finalmente: todo animal es mor tal, como la experiencia lo ensea, y se deducecon evidencia de principios filosficos, que arguyen, no slo el ser mortal, sino el ser mortal ab

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    18 Feijoo, B. J., Teatro Crtico Universal, Tomo III [1729]. Madrid, 1777, Discurso 4, . I, 2.19 Feijoo, B. J., o. c.., . I, 4.20 Fuentelapea, Antonio de, o. c., n. 1636.

  • intrinseco, que no se percibe de que, o como puedan morir los duendes. Luego, &c. Respondolo primero: negando, que el animal sea mortal ab intrinseco (aunque es cierto serlo ab extrin-seco ) [...]. Resp. lo segundo, que los duendes pueden morir de hambre, o por su senectud, o por-que los maten con estrpito, o estampido de plvora, u otra cosa, que los rompa, como se puedeinferir, y explicar a paridad de las campanas, y artillera, que deshacen los nublados21.

    Pero esta referencia a los duendes como animales le obliga al Padre Fuentelapea a ha-blar del gnero animal, de los brutos (los animales irracionales segn la tradicin escolstica).Y de los brutos afirma, contradiciendo su propia etimologa, que son racionales en cierto modo,tomando partido as por quienes defienden la racionalidad animal, y enfrentando as tanto aquienes los consideraban siguiendo precisamente el rbol predicamental porfiriano comoseres sensitivos, pero tambin frente a quienes los consideraban meras mquinas.

    Si bien Aristteles afirm que el alma es el acto primero del cuerpo fsico orgnico22 ytambin que el alma es aquello por lo cual vivimos, sentimos y entendemos23, la posicinpredominante en el mundo cristiano antes de que Santo Toms recupere la va aristotlica, sernlas tesis de San Agustn acerca del mecanicismo animal. El Obispo de Hipona, en su dilogoSobre la cantidad del alma, constata que los animales no podan sentir ni tenan alma, pues sise trocea un gusano, las partes resultantes de trocear sus cuerpos siguen movindose como sifueran seres distintos24.

    Cuestin que an se encontraba latente en el siglo XVII, no slo gracias a Descartes, sinoprincipalmente al mdico espaol Gmez Pereira, quien siguiendo senda semejante a la de SanAgustn haba afirmado que los animales eran meras mquinas, incapaces de sentir, pues en vir-tud de sus tesis nominalistas, slo existe el conocimiento sensible y otorgarles sensibilidad alos brutos sera igualarlos a los humanos25.

    Por el contrario, Fuentelapea se enfrenta a la posicin aristotlica y a la platnica yalude a una serie de autores antiguos y contemporneos a l que han otorgado racionalidada los animales:

    Respondo lo primero, que no faltan Filsofos, as antiguos, como modernos, que conce-dan a los animales juicio, y discurso, y que tengan alguna inteligencia, a lo menos adormeci-da, imperfecta, y como incoada: as se la concedieron Platn, Josefo, Porfirio, Eliano, Diodo-ro, Acosta, Plutarco, Valls, Cicern, Quintiliano y otros Filsofos; y lo que ms es, San Basilio

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    21 Ibd., nn. 938-939.22 Aristteles, Acerca del Alma. Libro II, 1, 412a27-b5.23 Aristteles, Acerca del Alma. Libro II 1, 414a12.24 Uno de aquellos jvenes, que tena por casualidad un estilo, volvindole dividi por medio al animal. En-

    tonces las dos partes, a partir de la herida del cuerpo, marcharon en direccin contraria con tal velocidad y con talmpetu como si fueran dos animales distintos. [...] Ensayamos hasta qu punto llegara esto, y dividimos el gusani-llo, ahora ms bien los gusanillos, en muchas partes. Todas se movan de tal forma que, si nos hubiramos hechoaquello nosotros mismos y apareciesen las heridas frescas, hubiramos credo que todos ellos haban nacido sepa-radamente y que cada uno haba vivido vida propia Hipona, Agustn de, De la cantidad del alma, XXXI, 62, enObras de San Agustn, Tomo III, Obras filosficas. Madrid, BAC, 1971.25 Cuando se dice que la facultad de sentir es comn a los brutos y a los hombres, no se da a entender otra

    cosa que los brutos ven lo que ven como lo vemos nosotros, y que, incluso, sienten tantas y tan grandes dife-rencias de numerosas formas de color, y de otras sensibilidades comunes e individuales, en la medida que nosotroslas percibimos con el puro conocimiento. Porque si hubiera sido posible que los brutos hablaran, stos habran de-nominado al color que ven blanco como album si hablaran en latn o blanco si hablaran en espaol. In-cluso si pudieran tocar una figura cuadrada, la habran denominado con el concepto latino quadratum o con laexpresin espaola figura cuadrada. Y de la misma manera se serviran de los dems sentidos externos. Perei-ra, Gmez, Antoniana Margarita [1554] (Reproduccin facsimilar de la edicin de 1749). Santiago de Composte-la, Universidad de Santiago de Compostela & Fundacin Gustavo Bueno, 2000, p. 2.

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    como lo testifican Moure, Opusc. 1 sect. cap. 1. n. 16., Delro, Disquisit. quaest. 20, y la Lau-rea Salmantina, Certam. 7, expositio, cap. 2 y 3 y en el cap. 4. dice: que muchos modernos fue-ron del mismo sentir en la Universidad de Salamanca, donde defendieron en su tiempo dichaopinin26.

    Semejante defensa de la racionalidad animal implicaba en justicia el desarrollo de unnuevo rbol predicamental que sustituyera al que elabor Porfirio27. Sin embargo, esta cuestinpermanece latente y no manifiesta en la obra de Fuentelapea, quien comienza afirmando quelos animales obran segn fin para poder alcanzar un bien que se representan, pues disponen desentidos externos e internos y de potencia imaginativa que les manifiesta el bien convenientey el inconveniente:

    Supongo lo segundo: que as como en el hombre, dems del entendimiento, y voluntad,se da la imaginacin, que es una potencia sensitiva, que aprehende, o juzga sensiblemente delobjeto, y tam bin apetito sensitivo, con que apetece el objeto sensible deleitable, representa-do por la imaginativa; as tambin en los brutos, se da imaginativa potencia, que por especiesinsensatas representa el bien conve niente, o el desconveniente mal; y tambin apetito sensiti-vo, que apetece el bien, y huye el mal representado: Esto supuesto. [...] Aquel agente, se dice,que obra por fin, el cual con intencin, y por amor, o apetito del bien representado, hace al-guna cosa en orden a conseguirlo; vemos, que los brutos por apetito del bien representado,hacen muchas cosas en orden a conseguirlo. Luego, &c28.

    Varios ejemplos pone al respecto para demostrar su tesis: el modo en que las aves edifi-can su nido, las hormigas que recolectan el grano para pasar el invierno o las araas que ela-boran sus telas para atrapar insectos. Sin embargo, el ms interesante para nosotros es el casodel perro que percibe el pan que le ofrece su dueo, e inmediatamente muestra su inters mo-viendo la cola; tambin cuando el mismo animal es capaz de huir de quien quiere pegarle:

    [...] como consta de la experiencia, la golondrina coge las pajas, y las mezcla con agua,y lodo, en orden a hacer un nido en que ponga sus huevos, engendre, y cre sus hijos. Lo 3 por-que vemos, que las hormigas, recogen en su granero por el esto los granos de trigo que pue-den, para alimentarse de ellos en el Invierno. Lo cuarto, porque las araas hacen sus telas enorden a cazar moscas de que se sustenten. Luego, &c. Confrmase lo dicho con el ejemplo delperro: cuando uno muestra pan al perro, y el perro llega al que se lo muestra, quin podrdecir, ni persuadirse, que en tal caso se mueve el perro, sin pensar en el pan, y sin orden a re-cibirlo, pues apenas se lo muestran, cuando empieza a mover la cola? Luego seal es, que ental caso se mueve por recibir el pan, y as el pan, en tal caso vendr a ser el fin, porque el perrose mueve, y el movimiento ser medio para conseguir dicho fin. Explcase lo mismo al con-trario: porque cuando el perro ve, que Pedro coge una piedra, o palo para pegarle, huye paraevitar el golpe, que le amenaza. Luego ya en tal caso, hace dicha fuga, y movimiento, por amordel fin, que pretende; conviene a saber por evitar el golpe, y heridas. Luego, &c.29.

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    26 Fuentelapea, Antonio de, OFM Cap., El ente dilucidado. Discurso nico novsimo que muestra hay en lanaturaleza animales irracionales invisibles, y cules sean, Madrid, Imprenta Real, 1676, n. 740.27 Algo que se discutir ampliamente en Espaa y Portugal a raz del discurso publicado en 1729 por Beni-

    to Jernimo Feijoo en su Tercer Tomo del Teatro Crtico Universal, titulado Racionalidad de los brutos, dondeel beneditino afirma que los brutos son, al igual que los hombres, animales racionales, pero en menor grado, y quepor lo tanto hay que reformular el rbol predicamental de Porfirio. Hemos estudiado detalladamente el tema en Ro-drguez Pardo, Jos Manuel, El alma de los brutos en el entorno del Padre Feijoo. Oviedo, Pentalfa-Biblioteca Fi-losofa en Espaol, 2008.28 Fuentelapea, Antonio de, o.c., nn. 945-946.29 Ibd., nn. 947-948.

  • Semejantes ejemplos suponen que los animales se equiparan a los hombres en cuanto aestar dotados de voluntad y no de meros apetitos, en una tendencia similar a la que desde lasposiciones de la moderna Etologa se mantienen. Sin embargo, Fuentelapea es consciente quesus tesis se enfrentan a las posiciones tomistas que argumentan que los animales slo realizansus acciones en vistas al fin deleitable, pero no con vistas al fin util y al honesto. Razn paraenfrentar las tesis de Santo Toms y refutarlas:

    Podr responder alguno: que dichas cosas las apetecen, y hacen los animales, slo por-que son bien deleitable, pero no en orden a otro bien. Pero en contra de esto se ofrece, que estoes contra Santo Toms, part. 1. quaest. 78. art. 4. por las siguientes palabras: Avis colligit pa-leam, non quia delectet sensuum, sed quia utilis ad nidificandum, y totalmente falso; por que,qu deleite pueden traer a la golondrina el lodo, y las pajas? O al perro el movimiento, yfuga? Luego si dichos brutos obran dichas cosas, por eso slo las obran, porque son mediostiles, para conseguir, o huir otra cosa a que se ordenan. Luego, &c30.

    Supone as Fuentelapea, en virtud de las acciones de los brutos tendentes a lograr un fin,que en ellos puede darse, al igual que en los seres humanos, juicio y discurso, aun siendo im-perfecto. Si existe aprehensin, juicio y discurso en el entendimiento, tambin puede dudarse sien la potencia imaginativa existen estas tres operaciones aunque imperfectas, lo que har que losbrutos posean juicio y discurso, aun siendo imperfecto respecto al del hombre. Supuesto que lasoperaciones del entendimiento son aprehensin o recepcin de la especie sensible, juicio o for-macin de una proposicin dotada de verdad o falsedad, y discurso o deduccin de una conclusinen base a varias proposiciones, pueden darse tales operaciones en la potencia imaginativa, ma-terial, de los animales, sin que dispongan de principios formales para captar el conocimiento31.

    Es ms, los brutos demuestran en su vida prctica que ejercen la prudencia, y sta slopuede ejercitarse si los animales disponen de juicio y raciocinio:

    Lo segundo: porque donde hay prudencia, hay tambin juicio, y razn: vemos, que en losbrutos hay prudencia: Luego hay en ellos juicio, y razn: la mayor es cierta, y la consecuen-cia buena: y la menor se prueba: ya de autoridad de Aristteles, lib. 4. Metaph c. 1. donde dice,que las abejas tienen prudencia, y lo mismo dicen otros de las hormigas: y ya porque la expe-riencia lo ensea; pues vemos admirables sagacidades en las obras de los animales; v. g. en lasabejas, en las araas, en los perros, en las simias, y en otros, de que se ha dicho harto en la 5.Subseccin, Objecin 2. Instancia 3. por toda ella: ergo, &c. [...] Lo cuarto: porque donde hayeleccin, es fuerza que haya razn, y juicio: vemos, que en los brutos hay eleccin: luego, &c.Prubase esta menor. Lo primero: porque eleccin es apetito de alguna cosa por algn fin, comose dice in 3. Ethicor. Vemos, que los brutos obran por fin, y apetecen alguna cosa por algnfin, como se prob en la Duda pasada: ergo, &c. Lo segundo: porque para la eleccin, slo serequiere, que se tome uno, y no otro, o que de dos cosas, la una se prefiera a la otra, como seinfiere del mismo nombre eleccin: vemos, que en los brutos se halla lo dicho, como se ve enla oveja cuando come una hierb a, y refuta otra: ergo, &c. Y lo tercero: porque a la prudenciapertenece el que uno elija bien los medios que se ordena al fin, como lo tiene Aristteles, in 6Ethicor. Vemos, que la prudencia conviene a los bru tos, como se prob arriba: luego tambinla eleccin: ergo, &c.32.

    Sin embargo, Fuentelapea no equipara los fines y apetitos humanos a los de los anima-les: los hombres operan mediante apetito espiritual y libre, los animales mediante apetito ma-

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    30 Ibd., n. 949.31 Ibd., nn. 958-960.32 Ibd., nn. 961-963.

  • 165FRAY ANTONIO DE FUENTELAPEA Y LA RACIONALIDAD DE LOS ANIMALES

    terial y necesario, en virtud de que los primeros disponen de un principio formal, su alma es-piritual, y los brutos de su imaginacin, que es principio meramente material:

    Opondrs lo tercero: luego los brutos, no se distinguirn del hombre en cuanto a obrarpor fin. Respondo, negando la consecuencia: porque el hombre obra por fin perfectamente, ycon libertad, pero el bruto, imperfecta, y necesariamente. Dirs: los brutos se mueven a susfines, mediante el apetito. Luego libremente: ergo, &c. Resp. distingo el antecedente, medianteapetito material, y necesario, concedo, mediante apetito espiri tual, y libre, niego el antecedente,y las consecuen cias33.

    Por lo tanto, Fuentelapea niega las tesis de Santo Toms en este aspecto sobre los bru-tos, reducindolas al mundo fsico pero meramente inerte:

    Opondrs lo cuarto: luego en esta sentencia tambin los agentes naturales insensiblescomo el fuego, la piedra, y el agua &c. Obrarn por fin; pues ab intrinseco se mueven en ordena l, esto es a su centro. Respondo negando la consecuencia; y la ra zn es, porque para obrarpor fin, se requiere conocimiento, y amor del bien que se dice fin, lo cual no tienen los agen-tes insensibles, como es constante. Pueden empero dichos agentes naturales insensibles,decirse, que obran por fin, no propia, y riguro samente, sino en lata significacin; esto es, poraquel fin, que pretende en ellos Dios Autor de la naturaleza: porque as como el Ballestero di-rige la saeta al fin, y blanco que tira, as Dios dirige los agentes naturales a sus fines, dndo-les tal naturaleza, y pro pensin, que fijamente les mueva ab intrinseco en orden a cierto fin sinconocimiento de ellos34.

    Fuentelapea, dentro de este compendio de conducta animal comparada, seala a los si-mios como los ms cercanos a los seres humanos, siendo incluso tratados con familiaridad enalgunos lugares:

    Lo 2. porque las monas, y simios tienen un instinto tan levantado, que parece entendi-miento, lo cual muestran en sus acciones, como ninguno ignora. Murciano dice, que se hanvisto jugar al ajedrez, y el Padre Juan Ardenois, y Antonio Balinguen, y Nieremberg en su pro-lusin pg 35. afirman, que en ciertas partes de la India, traban tanta familiaridad algunos Si-mios con los brbaros, que juegan con ellos por dinero, y si les ganan, los llevan a la tabernaa beber, pues pagan el vino contando su dinero. Las mo nas mansas, que han parido dentro decasa, traen consigo en brazos los hijuelos, y los muestran a todos, y se huelgan, que anden, yjueguen con ellos, enten diendo, que de aquella manera les dan el parabien, Plin. Lib. 8 cap. 54.y hacen tantas moneras, que slo les falta hablar, para que creamos ser hombres: ergo&c.35.

    E incluso, en una referencia que cobrara pleno significado con el darwinismo, seala quelos cercopitecos, simios catarrinos que Linneo no clasificar hasta el ao 1758, son los animalesms industriosos y sagaces de entre todos:

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    33 Ibd., nn. 955-956.34 Ibd., n. 957. Como se podr observar, toda la argumentacin sobre la existencia de prudencia en los ani-

    males, y por lo tanto de juicio y razn, sigue lo establecido por Santo Toms en su Summa Theologica, I, II, q. 13,a. 2, c., donde en la respuesta a la objecin 3 no slo niega el argumento citado, sino tambin que los brutos obrenpor ms fin que el divino: El movimiento es el acto de un mvil efectuado por algo que mueve, como se dice enel III Physic.Y, por eso, la virtud de lo que mueve se manifiesta en el movimiento del mvil y, a causa de esto, entoda cosa que es movida por una razn, aparece el orden de la razn que mueve, aunque la cosa misma carezcade razn; as una flecha se dirige directamente al blanco por mocin del arquero, como si ella misma tuviera razn.Y lo mismo se ve en los movimientos de los relojes y en todos los ingenios artificiales humanos. Ahora bien, lomismo que se relacionan las cosas artificiales con el arte humana, se relacionan todas las cosas naturales con elarte divina.35 Ibd., n. 743.

  • Lo 3. porque los Cercopitecos, aun son ms industriosos, que las monas, y lo son tanto,que algunos Autores, segn Gilio, lib. 7. cap. 24. quieren darles a estos el primer grado de in-dustria, y sagacidad entre todos los animales brutos; aunque otros se le dan a los perros, y otros,y con mayor razon a elefantes, pero quid quid de hoc sit, estos son tan industriosos, que segnGuerra, hay hombres de menos ingenio: ergo, &c.36.

    4. LOS ANIMALES Y LAS VIRTUDES TEOLOGALES.

    Los animales, dado que poseen racionalidad y buscan un fin, ejercen las virtudes naturales,tanto las intelectivas (sabidura, habitus conclusionis e intellectus principiorum, sindresis, artey prudencia), como las volitivas o cardinales (Fortaleza, Justicia, Templanza). As, las abejas for-man una repblica tan bien ordenada, que pasma el entendimiento humano37, las hormigas cono-cen la economa, y las grullas la virtud militar, formando cada especie las tres variedades deRepblicas: monarqua las abejas, aristocracia las hormigas y democracia las grullas38.

    Pero tambin Los Estorninos son Mdicos de sus enfermedades, lo cual se ha visto porexperiencia, curndose uno un pie, que tena lisiado, con huevos de hormigas; [...] y los Ele-fantes son diestros en la Ciruga39. No menos industria poseen los papagayos edificando susnidos40. Hasta los cuervos, cuando tienen sed, conocen que los leves suben al concurrir los gra-ves, pues cuando desean alcanzar el agua en una poza honda, la llenan de piedras hasta que elnivel sube: quin, pues, ense a los cuervos esta fsica, de que dos cuerpos no pueden pe-ne trarse, ni estar ambos en un lugar? Y quin les dijo esta magia natural, de que las cosas leveshan de subir, cuando concurren con las ms graves? Lo mismo cuenta Plutarco de un perro, quepara lamer un poco de aceite, que estaba en una vasija, ech en ella tan tas piedras, cuantas bas-taron para hacer subir el aceite41.

    En definitiva, existen derechos naturales de los animales, algo para nada descabelladopues los estudiosos de la conducta animal comparada afirman que la teologa natural, la ley queproviene de Dios, es un precedente de las conductas innatas (heredadas genticamente) en losanimales42:

    La jurisprudencia la ponen los juristas con Ulpiano sobre la ley 1. de Iustitia, &. iure entodos los animales, pues definiendo el derecho natural, di cen, que es aquel que la naturalezaense todos los animales, y que de ah viene el que el macho se junte con la hembra, lo cualllamamos matrimonio noso tros, y que de ah tambin vienen la procreacin, y educacin de loshijos, y otros efectos que arguyen en los animales pericia de este derecho43.

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    36 Ibd., n. 744.37 Ibd., n. 745.38 La poltica la pone en las abejas: la econmica en las hormigas: y la militar en las grullas: y en las mis-

    mas pone las tres formas de Repblicas; v.g. la Monarqua en las abejas, porque tienen un solo Rey: la Aristocra-cia en las hormigas, porque obedecen a las mayores, y mejores, y la democracia en las grullas, porque su gobiernoes popular, y comn el cuidado pblico, que se reparte entre todas. Ibd., n. 830.39 Ibd., n. 746.40 Ibd., n. 747.41 Ibd., n. 749.42 [...]la teologa moral trata de ver el orden divino en la naturaleza. La doctrina teolgica del derecho na-

    tural postula que el mundo de lo creado es la realizacin de las ideas divinas. Las criaturas irracionales fueron di-rigidas por Dios hacia su fin biolgico mediante la fuerza compulsiva de la naturaleza; [...] Eibl-Eibesfeldt, I., Amory odio. Historia natural del comportamiento humano. Barcelona, Salvat, 1994, p. 90.43 Fuentelapea, Antonio de, o. c., n. 831.

  • 167FRAY ANTONIO DE FUENTELAPEA Y LA RACIONALIDAD DE LOS ANIMALES

    Pero tambin parece que los animales, si son capaces de razonar como reconoce Fuente-lapea, y por lo tanto capaces de ejercitar virtudes naturales, pueden tambin ejercitar las so-brenaturales, que son las que verdaderamente distinguen el orden de la Gracia, el propio delhombre, del orden de la Naturaleza, propio aunque no privativo de los animales, como hemosvisto. Eso mismo defender el jesuita Juan Eusebio Nieremberg (1595-1658) en su Curiosa yOculta filosofa (1643)44.

    Si consideramos que la Gracia santificante como virtud intelectual, al igual que SantoToms de Aquino45, y reconocemos intelecto en los animales, como es el caso de Antonio deFuentelapea, entonces habremos de ser consecuentes y atribuirles virtudes teologales, es decir,sobrenaturales: Fe, Esperanza y Caridad. Sin embargo, Fuentelapea no se atreve a reconocerque la Gracia santificante sea tambin propiedad de los brutos. Para evitarlo afirma que las atri-buciones que realiza el jesuita Nieremberg de la existencia de virtudes Teologales en los ani-males se basan en milagros y por lo tanto no constituyen argumentos vlidos:

    Tambin pone en los animales la representacin de las Virtudes Teologales, Fe, Espe-ranza, y Caridad; pero los fundamentos en que lo funda, son milagrosos, no naturales, y as noson del intento: pues para la Fe trae la profesin, que contrahizo un buey, diciendo todo elCredo, por permisin de Dios, para confusin de un Rstico, que era negligente aprehender lasOraciones: para la Esperanza trae, un papagayo, vindose arrebatado de un milano, invoc aSanto Toms, y luego el milano cay muerto, y l qued libre: y para la Caridad, trae la mulade aquel Hereje, a quien propuso San Antonio la Hostia, para que la adorase, la cual dej sugusto por Dios46.

    En ese caso, los animales, al no conocer la Gracia santificante, no dispondrn de libre al-bedro como los hombres, pero s de libertad puramente fsica, al igual que los sonmbulos olos nios47. Este caso lo ejemplifica Fuentelapea con la situacin de insomnio de uno de losmiembros de su orden, capaz de hablar y realizar acciones libres, pese a mantener su insom-nio y por lo tanto su inconsciencia:

    Lo sptimo: porque no repugna el que un hombre, u otro cualquier animal, coma, y sesustente estando dormido, luego por falta del sustento, no implica que pueda dormir un hom-bre muchos aos: prubase el antecedente con ejemplares: porque de las mulas, y bueyes, y deotros animales, hay quien crea duermen caminando, y que comen durmiendo, y parece ser as,pues muchas veces se les ve comer in cesantemente toda la noche, no obstante que hayan tra-bajado todo el da: luego porque duermen, y co men al mismo tiempo. Prubase lo segundo:porque un Religioso Predicador de mi Orden, de la Provincia de Catalua (que creo an vive,y yo le conozco:) frecuentemente est dormido, y le suele durar el sueo ocho, y ms das sindespertar, no le impidiendo el sueo, el beber, el hablar, ni el discurrir, como si estuviera des-pierto: [...] Este Religioso estando dormido, acude al coro, hace en l las inclinaciones a tiem-

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    44 Bueno Snchez, Gustavo, Animales virtuosos y animales cientficos, en El Basilisco, 2 (1978), p. 64.45 Dice San Agustn en I Soliloq. que los principios de las ciencias son como las cosas que ilumina el sol

    para que puedan ser vistas. Y Dios es el sol que las ilumina. Por otra parte, la razn es para la mente como la mi-rada de los ojos, y las potencias del alma son como los ojos de la mente. Ahora bien, los ojos corporales, por agu-dos que sean, no pueden ver un objeto si ste no est iluminado por la luz solar. Luego tampoco la mente humana,por perfecta que sea, puede alcanzar la verdad con sus razonamientos sin la iluminacin divina y, por tanto, sin elauxilio de la gracia. Summa Theologica, I-II q. 109, a. 1.46 Fuentelapea, Antonio de, o. c., n. 829.47 Afirmacin inspirada en las tesis de Santo Toms, pues ste dice que Contra esto: est lo que dice Gre-

    gorio Niseno, que los nios y los irracionales obran voluntariamente, pero no eligen. Luego no hay eleccin en losanimales brutos. Summa Theologica, I, II, q. 13, a. 2.

  • po, y canta concertadamente como los dems: en el refitorio, guardando las ceremonias co-munes, come con los Religiosos, toma la vianda, hecha la bebida en el vaso, y con polica, do-blando, y desdoblando la servilleta, y haciendo cuanto debiera hacer si no durmiera, estandoen profundo sueo, habla, y discurre concertadamente en las conversaciones, trayendo a pro-psito las noticias que vienen a cuento; y si tal vez (por probarle) le meten en alguna murmu-racin, o muda de pltica, o corrige a los Religiosos, si son inferiores. Conoce dormido la ca-lidad de las cosas, por lo cual, si tal vez le dan a beber vino agrio, dicindole, que es generoso,o dndole una pera, diciendo que es manzana, se re de la burla, y descubre el engao48.

    5. FINAL.

    Terminamos aqu esta colaboracin sobre el libro El ente dilucidado del capuchino Anto-nio de Fuentelapea. No pretendemos cerrar un tema ya de por s amplio, sino concluir con unapequea reivindicacin de un autor que, analizado con cierta calma, no escribi tan grandes ex-travagancias como durante mucho tiempo se ha pensado.

    Jos Manuel Rodrguez [email protected]

    Enviado: 20 de abril de 2010Admitido: 12 de septiembre de 2010

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    Revista Espaola de Filosofa Medieval, 17 (2010), ISNN: 1133-0902, pp. 157-168

    48 Fuentelapea, Antonio de, o. c., n. 1318.