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Lunes, 28 de mayo de 2012 Gaur . Oficios Artesanales El sonido de la artesanía Construidos como el rompecabezas, los instrumentos musicales necesitan de piezas cuidadosamente unidas para producir buenas melodías. Los lutieres se encargan de ajustar cada parte del rompecabezas

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Lunes, 28 de mayo de 2012Gaur.

Oficios Artesanales

El sonido de la artesanía Construidos como el rompecabezas, los instrumentos musicales necesitan de piezas cuidadosamente unidas para producir buenas

melodías. Los lutieres se encargan de ajustar cada parte del rompecabezas

Dahiana J. Vásquez

na guitarra acústica de ma-dera brasileña con un mástil roto por la mitad es difícil de salvar. Tres años de vida y

un mal uso la han dejado sin una bue-na melodía. Su dueño, un aprendiz que apenas tañe dos o tres acordes, no sabe de maderas, metales y tampoco de re-paraciones. No conoce a un lutier que esté cerca de su ciudad, alguien que con la habilidad de un ebanista pueda arre-glar el objeto. Los lutieres son como los mecánicos: sin el taller no se puede arreglar el coche, sin el lutier no se pue-de reparar la guitarra.

Expertos en la madera, saben cuál utilizar para cada instrumento ya sea de viento, cuerda o percusión. El abeto, el cedro, el ébano y el palo santo son algunas que, combinadas con meta-les, cuerdas o piel de cabra, producen distintos tonos. Anteriormente sólo se consideraba lutier a aquellas personas

que fabricaban instrumentos de cuerda, actualmente el campo está más amplio incluyendo a la percusión y el viento.

Los lutieres autóctonos son los encar-gados de mantener vivas aquellas me-lodías celtas que, durante la Edad Me-dia, eran la música de las fiestas y los momentos de trabajo en los caseríos. El coruñés Antón Valera, de 56 años, lleva la mitad de su vida construyendo gaitas. Dedicado exclusivamente a esta profesión aprendió de la mano del viejo lutier Seivane, de la localidad gallega de Fonmiñá, el más famoso de la re-gión. Sin más escuela que su maestro y los libros que estudiaba por su cuen-ta, Antón explica que para ejercer esta labor “tiene que contar con una cierta habilidad manual, una curiosidad per-manente y mucha paciencia”.

No todos han contando con la tradi-ción del aprendizaje maestro-alumno. Por su curiosidad, el vasco Iker Diez

se inició de manera autodidacta en el estudio de la txalaparta. Cuenta que, a pesar de ser un tablón horizontal con soportes rudimentarios, lo “especial es el ritmo”, la forma en que es golpeada. Este bilbaíno ha dedicado 22 años a la investigación y propagación de la txa-laparta. Utilizada para dar el ambiente musical en las noches de fiesta de los caseríos, estuvo a punto de desaparecer por muchos años, hasta que unos pocos lutieres (txalapartaris) decidieron reno-varla. Ahora incluyendo con un mayor número de tablas cambia así la manera en que se toca y la sonoridad que emite. “Cada tabla produce una nota distinta, y en la manera en que se coloque o gol-pee se transforma en música”.

Antón támbien se refiere a la habili-dad manual, capacidad que el gallego Xaime Rivas confirma: “Yo procedo de una familia de carpinteros y ebanistas. Me crié entre virutas. Con cinco o seis

U

Cada detalle es esencial, ya sea de cuerda, percusión o viento los lutieres se encargan de armar el rompecabezas que más tarde emitirá los sonidos de una melodía. Desde la elección de la madera hasta el barnizado, es un proceso que requiere de mucha paciencia.

Los lutieres autoctonos se preocupan por mantenerr la tradición y cultura de sus pueblos. Por ello, la música celta sigue viva en muchas comunidades de Galicia.

Gatxe Alonso, Xaime Rivas y Xaneco Tubio en sus labores de luteria ◆ D.J. VÁSQUEZ

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EL SONIDO DE LA ARTESANÍAOficios Artesanales

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El SONIDO DE LA ARTESANÍA

años iba al taller de mi padre a clavar cuentas en una madera. Ya tenía una práctica adquirida”. Como Iker, lleva 22 años en la luteria pero enfocado en algo diferente: las zanfonas. Estas se asemejan a un violín mecánico en el que un manubrio pone a vibrar varias cuerdas por la fricción de una rueda en resina. La elaboración de este cordófo-no toma un mes o más, y según dice Xaime: “Tiene mogollón de trabajo”. Inicia con el diseño de un molde, pre-para la plantilla y con esta prefase lista, se dedica a armar la caja de cuerdas y colocar tecla por tecla para entonces

darle el acabado final con el barnizado.En cuanto a la paciencia a la que se

refiere Antón, Luis Martínez se ha de-dicado a la cuerda pulsada con mucha entereza. Oriundo de Pontevedra em-pezó en la lutería con 18 años. Joven ebanista, sin conocimientos en la mú-sica, se embarcó en su primer intento de reparación de instrumentos sin ob-tener buenos resultados. Aún así deci-dió seguir adelante en el aprendizaje al conocer el arpa: “Estoy muy contento con los instrumentos que estoy consi-guiendo. Estoy satisfecho”, afirma son-riente luego de dos décadas dedicado al

oficio. Tras varios años de prácticas, se ha dedicado a la experimentación, pa-sando de los modelos celtas a combi-naciones más singulares, como un arpa con forma de bozuki (un instrumento griego parecido a una guitarra con for-ma de pera).

“Mi aspiración es mantener la tradi-ción de los músicos”, expresa el galle-go Xaneco Tubio, lutier de la percusión desde 1990. La inquietud de crear sus propios tambores y bombos lo llevó a incursionar en este mundo artesanal. Los libros fueron sus maestros y con ellos aprendió la combinación de la madera y la piel de cabra. Pero más allá de construir buenos instrumentos, Xa-neco busca impulsar el folklore de su pueblo,Galicia. Dice haber elegido de-dicarse a esta clase por la talla identita-ria que tienen: “Estamos colaborando a que la identidad y cultura perdida en la globalización, se conserve”.

El control de cada material es fundamental. No es sólo conocer la madera, sino tambien el metal, las cuerdas y las pieles. Los “locos del sonido” se preocupan porque cada tono, cada nota sea la adecuada para cada instrumento. Son como los reposteros de la panadería.

uAugusto González empezó como lutier en percusión construyendo tambores. Con el paso del tiempo quiso experimentar y ver qué otras cosas podía crear. Utilizando elementos reciclados creó lo que denomina como ´Katxarrismos`. En una definición de su página web explica: “Dícese del arte de tocar, reparar o fabricar instrumentso musicales con material reciclado, encontrijos varios y otros katxarros”. Una lata de whisky, un mástil dañado, un pedazo de calabaza, una caja de puros... son algunos de los elementos con los que incursiona en la elaboración de guitarras, sonajeros, koras (instrumento tradicional africano) y todo aquello que tenga forma,

y sonido armónico.Sus orígenes como músico se remontan hace más de 20 años. “Lo realmente bonito de la actividad musical es que nunca se termina de aprender”. Autodidacta con el único aval de la experiencia, da clases en

distintos talleres para niños y jubilados. “Mi grandisima curiosidad es lo que me ha llevado a probar practicamente cualquier artefacto musical que se encuentre a mi alcance”. Oriundo de Portugalete, no se dedica laboralmente a ello: “Yo hago esto porque me gusta, económicamente no es

rentable”.

Katxarrismos

u La tecnología es un elemento que ha modificado la vida de las personas. No sólo se ha visto incursionada en la cotidianidad sino que incluso en el mundo de la música ha permitido el nacimiento de nuevos instrumentos. Es el caso de la gaita electrónica, invento de el gaitero asturiano José Ángel Hevia junto a Alberto Arias y Miguel Dopico, en la década de 1990, la «gaita MIDI». Ésta es una gaita de funcionamiento totalmente electrónico, que permite reproducir infinidad de timbres distintos e imitar el sonido de cualquier tipo de gaita, aunque está basada

en la asturiana.Curiosamente, la idea y motivación para desarrollar la gaita MIDI fue el problema que surgía para algunos alumnos de Hevia, que no podían practicar en sus casas debido al gran volumen del instrumento tradicional y su aguijoneador e incisivo

sonido (más para los no iniciados).Para poder tocarla es necesario el uso de un programa especial, sobre el cual corre el sonido, instalado en un ordernador. “Es un simulador de digitalización, no tienes que soplar para emitir melodías”, explica José, quien desde su descubrimiento se ha dedicado a la fabricación y venta de estas

gaitas modernas.

Gaitas Electrónicas

La gaita y la zanfona son algunos de los elementos que conforman la música

tradicional celta

Muchos lauderos son autodidactas, a falta de escuelas especializadas

para la enseñanza

Oficios Artesanales

La escuela de lutería del Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga fue funda-da en 1987, y desde entonces se dedica a la formación de lutieres en violines y violas. Única escuela oficial del Estado, no cuenta con una titulación aunque entregan un diploma al final de la ‘ca-rrera’.

Con aproximadamente veinte alum-nos, ofrecen un programa escolar de cuatro años de duración. Los estudian-tes aprenden al estilo ‘maestro alumno’ de una forma muy personalizada. Ac-tualmente sólo cuentan con dos pro-fesores, Javier Guraya y Unai Igartua, quienes se reparten las clases de arte-sanía y taller, y acústica, respectiva-mente. Esto que hace el curso sea lento.

Carlos González es estudiante de tér-

mino y dice estar contento con el resul-tado obtenido hasta el momento: “Hay que tener amor por la música. Creo que a partir de ahí puedes sacar cualquier cosa. Que te guste y ser paciente”. En la escuela aprenden a trabajar la ma-dera, conocen detalles tan mínimos como cuando el abeto es rígido o livia-no: “Somos unos locos del sonido”, dice al explicar cómo ha aprendido en los últimos años.

Siguen el método italiano de la cons-trucción de violines y violas, así lo ex-plica Javier Guraya. Construyen sobre un molde que está en la parte interna y sobre el que colocan todas las pie-zas. La tapa es de abeto y el fondo de arce. Al final con cuchillas y cepillos se le da una curvatura, y entonces traba-

jan con la acústica. El examen de los estudiantes es hacer dos instrumentos de manera que todos los días aprenden un poco. Tiene que investigar, saber cómo hacerlos y cómo funcionan. En total son cinco asignaturas las que con-forman los tres cursos. Aunque para el próximo año escolar planean ampliar el programa de clases incluyendo otras materias.

Para Unai Igartua, es una formación profesional que tiene un vínculo con el arte: “La gente tiene esa duda de si incluirla en una carrera especializada y artistica, o que sea una formación pro-fesional como la albañilería o fontane-ría”. Todavía falta por crear esos estu-dios y títulos, ya que no se sabe donde ubicarlo.

“La idea de ajustar una pieza que dejé el día anterior me da mucha vitalidad”

Gatxe Alonso, de 25 años, y David Fer-nández, de 32, se dedican a la construc-ción y reparación de guitarras clásicas y eléctricas. Con apenas dos años en el negocio de la luteria, admiten que les va bien “a pesar de ir a paso lento”. El taller `Guitarras Alonso y Fernández´ se inició como las bandas de rock, en una habitación de la casa de Gatxe. Así lo expresa David sonriente al recordar sus comienzos: “Empezamos moles-tando a su familia con el ruido de la sierra cortando madera. En el barniz se quedaban pelos de Gutis, su perro”. Poco después consiguieron un local en Indautxu dónde actualmente tienen su taller y han tomado una actitud más profesional.

Para ellos convertir un pedazo de abeto en una guitarra es la ilusión que los hace ponerse en pie cada día: “Me cuesta mucho levantarme por las maña-nas, pero la idea de ajustar una pieza que dejé el día anterior me da mucha vitalidad”, expresa David.

Tienen muy en cuenta el deseo de

sus clientes. A la hora iniciar un nuevo proyecto tienen varias reuniones con la persona, anotando cada detalle: “El instrumento se adapta al músico, por lo que el diseño y los materiales a utilizar dependen del estilo de cada quien”.

“Lo más difícil es que todo vaya al milímetro”, asegura Gatxe. Hay sema-nas en las que sólo se dedican a lijar y otras a barnizar. Armar el instrumento es un trabajo que conlleva mucha pre-cisión. De diferentes maderas obtienen las distintas partes de la guitarra. Estas se almacenan controlando la humedad y la temperatura. La tapa es uno de los componentes básicos, de ella depende la calidad sonora. Doblan los aros y moldean delimitando la longitud para dar forma al instrumento. Tras este pro-ceso se dedican a unir las partes como en un rompecabezas.

A nivel de trabajo formal son pocos los dedicados a esta labor. “No sé qué opciones hay. Si compran un instru-mento en Estados Unidos y se estropea, a algún lado deben mandarlo”, afirma

David. Explica que, a pesar de que mu-chos tienen una guitarra, son pocas las tiendas de reparaciones. Muchas han cerrado por causa de la crisis y la com-pra en el exterior a través del internet.

Esto a David y Gatxe los beneficia: “Nosotros estamos aquí al lado”, ex-plican.

Sólo cuentan con una página web como promoción, pero sus clientes se encargan de hacerles eco, pues según afirman, “están muy contentos con el trabajo”. Se consideran a ellos mismos aprendices y cada día tratan de incur-sionar un aspecto nuevo en sus diseños. Los días en los que están menos des-ocupados se dedican a experimentar no sólo con las clásicas sino también con las eléctricas.

David Fernández y Gatxe Alonso abrieron hace dos años un taller para la fabricación y reparación de instrumentos ubicado en el centro de Bilbao

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EL SONIDO DE LA ARTESANÍAOficios Artesanales

La formación profesional de los lutieres

Gatex Alonso mientras repara una guitarra clásica en su taller en Indautxu◆ D.J VÁSQUEZ

“Si compran un instrumento y se

estropea a algún lado deben mandarlo”

“Empezamos molestando a su familia. En el barniz

se quedaban pelos de Gutis, el perro”

Plantilla de un violín ◆ D.J VÁSQUEZ