Reportaje Museo Cementerio San Pedro

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Medellín, martes 12 de noviembre de 2013 REPORTAJE EL ROSTRO POSITIVO DE LA MUERTE Por: Laura Carmona Olarte El mes de los difuntos no siempre se recuerda con lamento. Sepulturas que muestran como aquellos que ya no están en vida no han quedado en el olvido y además, actualmente, se brindan espacios donde se evoca la memoria y el entretenimiento para cambiar los paradigmas, partiendo de la muerte creando nuevas manifestaciones de vida. En las tumbas del cementerio San Pedro se guardan diversas historias de personajes históricos y ahora son recordados en los recorridos guiados con el fin de no ver la muerte como un suceso lamentable, sino como motivo de interés social y cultural, apostándole a la educación con su variedad de programaciones. Igualmente, mas de 1.000 tumbas guardan los cadáveres de personas comunes, como es el caso de Karol Julieta López Sáenz, una bebe de tres meses, quien falleció de neumonía y ahora es una más en la galería San Agustín, una de las mas curiosas y excéntricas del pasillo; éste se conforma únicamente de niños. Mariana Sáenz, su madre, se

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Medellín, martes 12 de noviembre de 2013REPORTAJE

EL ROSTRO POSITIVO DE LA MUERTE

Por: Laura Carmona Olarte

El mes de los difuntos no siempre se recuerda con lamento. Sepulturas que

muestran como aquellos que ya no están en vida no han quedado en el olvido y

además, actualmente, se brindan espacios donde se evoca la memoria y el

entretenimiento para cambiar los paradigmas, partiendo de la muerte creando

nuevas manifestaciones de vida.

En las tumbas del cementerio San Pedro se guardan diversas historias de

personajes históricos y ahora son recordados en los recorridos guiados con el fin

de no ver la muerte como un suceso lamentable, sino como motivo de interés

social y cultural, apostándole a la educación con su variedad de programaciones.

Igualmente, mas de 1.000 tumbas guardan los cadáveres de personas comunes,

como es el caso de Karol Julieta López Sáenz, una bebe de tres meses, quien

falleció de neumonía y ahora es una más en la galería San Agustín, una de las

mas curiosas y excéntricas del pasillo; éste se conforma únicamente de niños.

Mariana Sáenz, su madre, se encarga cada ocho días de cambiarle las rosas que

le deja a ‘Julietica’, igualmente lleva algunas frases de lamento que no pasan

desapercibidas por quienes visitan este corredor.

“A diario llegan turistas y personas de acá de la ciudad a conocer más el museo,

pero cuando ven la galería de los bebes, muchos quedan asombrados ya sea por

los mensajes, las fotos y hasta la decoración que le hacen a las tumbas, pues

somos el único lugar que permite hacer esto hasta ahora” así comenta Ana María

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Fotos Manuel Saldarriaga

Villa, comunicadora del cementerio. Más de 150 niños entre los 0 y 12 meses de

edad se encuentran allí; y es que al Museo Cementerio San Pedro, no llegaron

únicamente los cuerpos de los miembros de 50 familias, las más adineradas de la

época en la que se fundó; con el pasar del tiempo se ha ido conformando por

ciudadanos que no, necesariamente, han hecho parte de la historia y, tampoco

han hecho parte de las familias más pudientes.

El 5 de enero nació Julietica, era la segunda hija de Mariana y a quien decidió

ponerle ese nombre en honor a su bisabuela; Carlos López, el papá, no estuvo

presente en el parto, pues su trabajo de obrero no se lo permitía, pero se mantuvo

en contacto durante todo ese día por medio del celular. Sin embargo, para los

padres de Karol Julieta no era una novedad que ella naciera con complicaciones,

pues durante el tiempo de gestación los médicos siempre le informaron que su

bebe no había desarrollado completamente los pulmones y esto podría causarle la

muerte con mayor rapidez.

Inicialmente, tanto para Carlos como para Mariana esta fue una noticia que les

causo dolor y desconsuelo. “Julietica lucho contra la muerte pero nosotros

empezamos a recapacitar y aunque no queríamos perderla, pensamos que Dios

sabe como hace sus cosas, y a pesar de llevársela, mi niña será un angelito y la

vamos a recordar con el mayor amor del mundo” esa fue la conclusión a la que

llegaron ambos estando en terapias sicológicas, tras saber la noticia de las

dificultades con las que su hija podría nacer y morir.

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Han pasado un año y siete meses después de la muerte de la pequeña y para

Mariana es un deber ir al cementerio a ver a su “bebe”, cada domingo del mes

ella llega con diferentes flores artificiales (no siempre son rosas) y con una frase.

La única foto que conserva de su niña la mantiene allí pegada: una balaca blanca,

un vestido morado acompañada de una pequeña cobija rosada muestran a esta

bebe de piel canela, cachetona, muy pequeña y con sus ojos abiertos, y cuenta la

madre que ella se mantenía seria, solo sonreía cuando estaba dormida.

“Es muy bonito y curioso ver como esa muchacha llega cada ocho días y se

dedica por ahí cuatro o cinco horas a organizarle la tumba a la bebe, a veces la

veo llorando, le habla y todo. Hasta uno piensa que está loca pero cuando hablé

con ella, la entendí. La niña es un angelito y aún vive en ella”, comenta Alejandra

Torres, quien visita cada ocho días a su abuela que también está allí y no pierde

paso por la galería de los bebes, así fue como conoció a Mariana.

Y es que luego de que estas dos mujeres se conocieran, mantuvieron empatía

desde el principio y lograron ponerse de acuerdo para asistir a un evento que

propone el museo cementerio. “Noches de Luna Llena” se convirtió de un espacio

de entretención y culturización no solo para ellas, sino también para el público que

se entera de la programación que cada mes el museo pone en sus carteleras.

Para Mariana no fue fácil convencer a su esposo, pero lo logró y junto a la familia

de Alejandra han asistido en dos ocasiones. “Yo vengo con Carlos y con mi hija

Ana María, para mí es como si estuviéramos los cuatro, es muy vacano estar en

esos eventos porque uno le pierde como ese miedo a la muerte y a los estigmas

que se crea” dice Mariana, mientras al mismo tiempo sonríe.

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Otro Caso

Juan Esteban Ríos, va una vez al mes a visitar a su padre, quien fue asesinado

dos días después de su cumpleaños número 18. El 24 de agostos de 2010 en

medio de un enfrentamiento de bandas criminales en el barrio Doce de Octubre,

Don Horacio Ríos recibió dos impactos de bala que acabaron con su vida y

marcaron la de Esteban, quien con el amor que siente hacia su padre habla de él

como si aun viviera: “El no está muerto, simplemente es un ángel que merece ser

recordado con bombos y platillos; alegre, pues así era él”. Y cuando las personas

llegan al segundo piso de la galería San Luis suelen encontrarse con una tumba

rodeada de flores, la foto enmarcada del Señor Ríos, un escudo del Medellín, una

cruz de plata y la frase “Siempre estarás en nuestros corazones” debajo de su

nombre.

Como fieles hinchas del Deportivo Independiente Medellín, no perdían reunión

familiar para ver los partidos, a Don Horacio le gustaba más aun cuando eran

clásicos. “Todos en la cuadra lo conocían como el indigente porque éramos los

únicos hinchas del rojo por ahí, pero por eso nunca tuvimos problemas” cuenta

Esteban. Pero, fue un martes a las seis de la tarde cuando su padre salía a hacer

el chance, como de costumbre, que se inicio un fuerte tiroteo. “Por ese tiempo esto

estaba más caliente, peleaban por las fronteras imaginarias pero allí arribita donde

estaba mi papa nunca pasaba nada, siempre se escuchaban las balas de lejos, yo

estaba en el computador haciendo mi hoja de vida cuando escuché esa balacera

tan cerquita ahí mismo pensé en mi papa”.

El enfrentamiento duro cuatro minutos, y como resultado de éste quedaron tres

muertos, cinco capturados y el resto se fugaron; “todo sucedió porque los de ‘La

Oficina’ se les metieron a los de ‘El Chispero’, eso parecía el acabose” cuenta

Dolores Ospina, madre de uno de los jóvenes capturados y que aún se encuentra

pagando la pena de 10 años de cárcel por porte ilegal de armas, trafico de drogas

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y robo. “Yo sabía que eso iba a pasar en cualquier momento, yo le rogué mucho a

ese pelado para que se alejara de esa gente y no quiso, ahora está cumpliendo su

pena y no me choca porque soldado avisado no muere en guerra y a él se le dijo

mucho, menos mal no me lo mataron que ese era mi mayor miedo”.

Tres víctimas mortales, entre ellas, Horacio Ríos, un hombre de 48 años a quien

conocían como ‘El Indigente’ y era recordado por su buen sentido del humor,

además de ser fiestero pero muy responsable con sus deberes en el hogar. “Mi

papa era un vacan, yo me di cuenta que estaba muerto y no lo fui a ver, en ese

momento lo único que pensé fue: el siempre va a estar conmigo” dice Esteban; y a

sus 21 años sigue yendo al cementerio a organizar la tumba de su padre, cuenta

que con una vez al mes que valla es suficiente. Aunque, a veces “se pega la

voladita” y va a hablar con él un rato.

“Yo veo la gente cuando llegan a esta parte del cementerio donde está la tumba

del señor Horacio y, generalmente, se quedan mirándola, llama mucho la atención

porque es muy organizada, o sea no es muy cargada de cosas” comenta Juan

Diego Torres, historiador y coordinador académico del cementerio museo San

Pedro, quien a veces recorre el lugar y se encuentra con este tipo de tumbas. “En

el patio central se ven esas representaciones en torno al arte académico, 223

mausoleos y monumentos que guardan variedad de historias; y lo que hace

diferente este lugar es que en las galerías también se pueden observar esas

representaciones más desde lo popular: afluencia de flores, esquelas, tarjetas,

dedicatorias que en otros cementerios no es permitido”, expresa Torres.

Ahora Juan Esteban solo dice que debe afrontar la muerte de quien más quiso con

madurez, porque “nadie nace pa’ semilla” y su padre, a pesar de ser víctima de un

enfrentamiento del que ni siquiera participó, esta acompañándolo. Y seguirá yendo

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cada mes a hablarle, contarle como va su vida y “hacerle mantenimiento” a la

tumba que guarda sus restos. “Yo no quiero ni pensar en el asesino de mi papa, la

justicia de Dios ha de llegarle, si no es que ya le llego, prefiero estar tranquilo y

seguir viniendo donde mi ángel de la guarda”

Leve recorrido histórico

Muchos hablan del Cementerio de San Pedro como un lugar miedoso, otros como

algo tenebroso, algunos dicen que es curioso ver sus tumbas pero lo que la gran

mayoría sí admiten es que como museo capta la atención de todos aquellos

visitantes pues sus tumbas no sólo son mausoleos sino también galerías que

lograron hacer de este lugar un patrimonio cultural de la ciudad. Pero en un

terreno como estos, ubicado en la zona centro oriental de la ciudad, se promueve,

no solo la cultura a través de sus múltiples historias de personajes que la

protagonizaron, sino también la educación y la comunicación por medio de talleres

de arte y obras de teatro pues la mayor pretensión es romper el paradigma que la

sociedad ha creado acerca de los cementerios y para lograr esto, una de sus

principales creaciones ha sido “Noches de Luna Llena”, un evento que reúne a las

personas con el fin de perder el miedo por la muerte y verla de una manera

diferente, así como es el caso de Alejandra, Mariana y sus familias.

La historia de este lugar se remonta desde 1842, cuando

se fundó el primer cementerio privado de Medellín por

iniciativa de Pedro Uribe Restrepo, quien reunió a 50

socios representantes de la clase alta de la ciudad con

quienes acordó comprar un terreno al norte del Valle,

lejos del centro de la ciudad para la construcción del

Cementerio, éste inicialmente se llamó San Vicente de

Paúl y posteriormente Cementerio de San Pedro, que es

como se conoce hoy en día.

El 22 de septiembre el

Museo Cementerio San Pedro cumplió

170 años de historia.

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En este espacio se encuentran inhumados un alto número de personas influyentes

en la historia política nacional como los expresidentes: Mariano Ospina Rodríguez,

Carlos E Restrepo y Pedro Nel Ospina. Comerciantes y empresarios como: José

María Sierra "Pepe Sierra", Carlos Coriolano Amador Fernández, Luís Eduardo

Yepes, Germán Saldarriaga del Valle, Alejandro Ángel y Alejandro Echavarría.

Artistas y escritores como: Pedro Nel Gómez, Bernardo Vieco, Jorge Isaac, Efe

Gómez, Ciro Mendía y Fidel Cano. Con estos personajes confluyen monumentos

y mausoleos importados desde Italia y otros tantos realizados por artistas locales

como Marco Tobón Mejía o Bernardo Vieco, los cuales se encuentran adornados

con esculturas en materiales como el mármol o el bronce que evocan diferentes

momentos en el arte y la arquitectura, y que fueron adoptados en su momento por

haber sido expresión de lenguajes internacionales en el arte.

En 1996 se inició un proceso de valoración y recuperación

del patrimonio arquitectónico, funerario y cultural del

Cementerio San Pedro. Aunque son numerosas las

historias, especialmente tenebrosas, que cuentan acerca

de lo que pasa en el cementerio; pero ninguna ratificada a

cabalidad, lo que sí está plenamente confirmado es que

al ser declarado bien de interés cultural de carácter

nacional por el Ministerio de Cultura el 5 de agosto de

1999, este lugar cambio su estética en cuanto al concepto

de cementerio y como museo pretende entretener y

mantener la cultura de los ciudadanos invitándolos a

eventos donde se pueden apreciar conciertos y obras de

teatro que se orientan en hacer de las noches momentos

entretenidos.

Fue bendecido en

1845 y su capilla en

1847.

El 29 de octubre de

1998 el cementerio fue declarado museo de sitio por la Red

de Museos de Antioquia y el ICOM-LAC.

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A partir del año 2000 el cementerio de San Pedro ha permitido que niños, jóvenes

y adultos se apropien del lugar y de su historia, a través de diferentes programas

culturales como: noches de luna llena, la pelona en vacaciones, la pelona con

vida, florísteros del más allá, vive el cuento, noviembre la fiesta del ritual, el

personaje del mes, noche de la luz, los ángeles pintan en el cementerio, bazar de

la vida, me muero por jugar, talleres arte-vivo, ruta por los cementerios  y visitas

guiadas; hacen de éste espacio un lugar único y diferente en Medellín.

Además, el cementerio se divide por galerías como la de San Pedro, San Juan,

San Marcos, San Pablo, San Agustín, San Luis, entre otras que, además de captar

la atención igualmente logran impactar ya que éste no se conforma únicamente

por esculturas y grandes tributos, al mismo tiempo sigue teniendo sus tumbas

tradicionales, aquellas que se observan en grandes columnas y no solo guardan

un cuerpo sin vida, también van mas allá, recreando a las personas con los

detalles y decoraciones que las mismas conservan por medio de las personas que

aun los recuerdan; porque eso no solo lo hacen Mariana, Juan Esteban o

Alejandra, son muchas más las que llegan con las misma intención: “enaltecer a

quien aún no ha muerto”.

Vida más allá de la muerte

Tanto para Mariana Sáenz como para Juan Esteban Ríos, perder a un miembro de

su familia no fue sencillo; aunque ellos intentan ver la muerte desde un punto

diferente, porque los ángeles se convierten en su mayor compañía y el Museo

Cementerio San Pedro en el punto de encuentro con ellos. Mas que haberles

brindado cristiana sepultura, decidieron darle vida a sus seres queridos por medio

de integración y le decoración que no solo tienen ambos personajes, sino también

la gran mayoría de cuerpos que están allí.

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Adriana Giraldo, ex comunicadora del cementerio y docente, actualmente, del

Instituto Metropolitano de Educación (IME) habla del museo con orgullo y asegura

que gracias a esa experiencia, su visión sobre los cementerios cambio totalmente,

en especial cuando se habla de él como museo, ver los mausoleos de ex

presidentes, artistas y escritores, así como observar personas que con dedicación

exaltan las tumbas de sus seres queridos para ella es admirable y afirma que a

medida que pasa el tiempo, éste ha mejorado y mas con los proyectos de

culturización y entretenimiento que se le están brindando al público y en los que

ella hace algunos años trabajó.

En cuanto a las programaciones del cementerio,

éste ofrece variedad de eventos tanto para niños,

como jóvenes y adultos, el más nombrado por sus

obras de teatro, poesías, conciertos y recorridos

guiados con actores del lugar es “Noches de Luna

Llena”. A los cuales personas como Mariana,

Carlos, Alejandra y muchos más deciden asistir

como plan de recreación y espacio cultural, pues la

finalidad del museo es partir de la muerte para

crear nuevas manifestaciones de vida para romper

el prototipo que muchas personas tienen acerca de

ella. Proyectos como éste se han llevado a cabo

desde hace mas de 10 años, porque la cultura de

la ciudad merece ser vivida de otra manera y

marcar la diferencia es el reto que se ha puesto el

Cementerio San Pedro, especialmente desde el

momento que fue declarado museo y patrimonio cultural, argumenta Juan Diego

Torres.

“El principal aporte

que el cementerio ha hecho es lograr abrir un espacio para algo más que enterrar muertos; un lugar abierto a la cultura por medios de sus espectáculos, donde todos podemos aprender y conocer remitiendo a la muerte

a través de la vida”Adriana Giraldo Z.

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Hoy el Cementerio es un museo vivo, donde cualquier persona puede evocar el

pasado remoto o inmediato de Medellín; un campo santo donde los muertos son

honrados con sencillos o pródigos homenajes, un espacio sobre la reflexión. “Un

lugar donde la historia nunca muere” afirma Ana Villa. Y así como personajes

históricos se encuentran allí, Julietica y Don Horacio también marcan su propia

historia y logran captar la atención de quienes pasan por su tumba porque como

dice en la entrada del museo: “UNO SE MUERE CUANDO LO OLVIDAN” y este

par de personajes aun no han muerto para quienes pudieron conocerlos y quienes

siguen recordándolos por medio de los eventos que este lugar a creado. Cada

noche de luna llena el cementerio abre sus puertas para expresar vida en medio

de la muerte.