Representación cartografica en las ciencias sociales y humanidades-SGA

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Retos de la representación cartográfica en las ciencias sociales y humanidades Salomón González Arellano Departamento de Ciencias Sociales de la UAM-Cujaimalpa Un mapa nos dice “Léeme con cuidado, sígueme de cerca y no dudes de mí”. Y continúa: “Soy la tierra en la palma de tu mano. Sin mí, estás solo y perdido”. En realidad lo estamos. Si todos los mapas del mundo fueran destruidos y desaparecidos por órdenes de alguna mente malévola, todos los hombres volverían a estar ciegos, todas las ciudades serían extrañas entre sí, todas las marcas de la tierra se convertirían en señales sin significado apuntando hacia la nada. No obstante, al verlo, sentirlo, pasar un dedo sobre sus líneas, un mapa es una cosa fría, no tiene ninguna gracia y es aburrido, es producto de los instrumentos de medición y la hoja del dibujante. Aquella costa, ese garabato irregular con tinta escarlata no muestra arena ni mar ni rocas; no habla de ningún marinero moviéndose a toda vela en mares profundos para legar a la posteridad, en un pergamino o en una tabla de madera, un manuscrito invaluable. Esta mancha café que marca una montaña no tiene, para el ojo común, ningún significado, aunque 20 hombres, o 10 o sólo uno hayan arriesgado la vida para escalarla. Aquí está un valle, allá una ciénaga y más allá un desierto, y aquí está un río que algún alma curiosa y valiente, como un lápiz en las manos de Dios, trazó por primera vez con los pies sangrantes. Beryl Markham, West with the Night, 1983 ; Citado por J.B. Harley (Harley 2005). 1

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Retos de la representación cartográfica en las ciencias sociales y humanidades

Salomón González ArellanoDepartamento de Ciencias Sociales de la UAM-Cujaimalpa

Un mapa nos dice “Léeme con cuidado, sígueme de cerca y no dudes de mí”. Y continúa: “Soy la tierra en la palma de tu mano. Sin mí, estás solo y perdido”.En realidad lo estamos. Si todos los mapas del mundo fueran destruidos y desaparecidos por órdenes de alguna mente malévola, todos los hombres volverían a estar ciegos, todas las ciudades serían extrañas entre sí, todas las marcas de la tierra se convertirían en señales sin significado apuntando hacia la nada.No obstante, al verlo, sentirlo, pasar un dedo sobre sus líneas, un mapa es una cosa fría, no tiene ninguna gracia y es aburrido, es producto de los instrumentos de medición y la hoja del dibujante. Aquella costa, ese garabato irregular con tinta escarlata no muestra arena ni mar ni rocas; no habla de ningún marinero moviéndose a toda vela en mares profundos para legar a la posteridad, en un pergamino o en una tabla de madera, un manuscrito invaluable. Esta mancha café que marca una montaña no tiene, para el ojo común, ningún significado, aunque 20 hombres, o 10 o sólo uno hayan arriesgado la vida para escalarla. Aquí está un valle, allá una ciénaga y más allá un desierto, y aquí está un río que algún alma curiosa y valiente, como un lápiz en las manos de Dios, trazó por primera vez con los pies sangrantes. Beryl Markham, West with the Night, 1983 ; Citado por J.B. Harley (Harley 2005).

IntroducciónEn las dos últimas décadas hemos vivido una especie de democratización de mapas. El auge de las tecnologías de la información y comunicación (TICs), aunado con el desarrollo de los sistemas de información

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geográfica (SIG) y la producción y distribución de datos espaciales, ha multiplicado la generación y difusión de material cartográfico sin precedentes. Sin embargo, este incremento en la producción cartográfica no sólo se explica por factores de carácter tecnológico como los que hemos señalado, un renovado interés por la dimensión espacial en las ciencias sociales y una mayor conciencia geográfica en la sociedad en las últimas dos décadas permite entender lo que algunos han llamado el giro espacial (spatial turn). Transformaciones mayores en la sociedad asociadas a los procesos de globalización, a la investigación sobre la historia de la cartografía, al interés por saber qué pasa más allá de nuestra ciudad o país, el incremento y complejización sostenida de las movilidades de personas, mercancías, capitales e información son algunas otras razones por las que “el mapa”1 ha cobrado un renovada interés. En una visión panorámica y rápida de la importancia del mapa es común limitarse a su dimensión utilitaria, verlo como objeto técnico cuyo uso nos permite relacionarnos y mediar con el mundo. Esta visión es la más comúnmente referida cuando se analiza este objeto, incluso cuando se le aborda con una visión histórica, se hace un tratamiento siguiendo su desarrollo técnico-científico y político-militar. Una segunda línea de estudio, menos recurrida que la mencionada, se refiere a los trabajos abordados desde la semiótica en donde se trata al mapa como el sistema de signos producidos en un cierto contexto histórico y cultural con el fin de representar cierta realidad geográfica. Lo cierto es que el mapa tiene implicaciones muy diversas, que pueden ir desde lo militar, a lo identitario, desde lo rigurosamente científico a lo totalmente subjetivo, imaginario o fantástico, desde la burocracia de la administración del Estado al movimiento de cartografía participativa y de resistencia. Es justamente esta riqueza y diversidad de contenidos y saberes de los mapas que consideramos precisa poner a la luz. El capítulo tiene por objetivo desarrollar una reflexión sobre el papel que juega el mapa en las ciencias sociales y las humanidades, especialmente hace énfasis en una serie de retos de tipo metodológicos que la cartografía tendrá que resolver ante el “giro espacial”. En la primera parte del texto se presenta, con el propósito de sobrepasar la visión utilitaria del mapa, un análisis de cómo este objeto puede ser una valiosa herramienta portadora y productora de saberes. En la segunda parte se tratan algunas dificultades que la cartografía tradicional tiene que resolver para una mejor

1 Mapa en latín quiere decir “mantel”, El vocablo mapa fue utilizado por primera vez en 1582 por Fray Luis de Granada. (J. Corominas, J.A. Pascual, Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Madrid, Gredos, 1984, p. 836. (citado por Russo Alessandra, 2005, El Realismo Circular. Tierras, espacios y paisajes de la cartografía indígena novohispana siglos XVI y XVII, UNAM.IIE, p. 35).

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integración metodológica en las ciencias sociales y humanidades. Por último, a manera de conclusión se presentan algunas perspectivas de desarrollo y aplicaciones innovadoras, entre las cuales los sistemas de información geográfica han tenido un papel importante.

Primera Parte: el mapa como objeto portador y productor de saberesUna definición común que puede ser encontrada en cualquier diccionario define el mapa como la representación de un espacio, de la trascripción de una imagen de fenómenos localizados y de relaciones que se desarrollan entre ellos. El mapa es, además, una herramienta para analizar, comprender y comunicar de manera predominante información geográfica. En este sentido, se entiende que una imagen cartográfica contiene un sistema de reglas de representación del conocimiento geográfico que toma forma en las imágenes y que definimos como mapas y atlas. De estas definiciones será valioso rescatar algunas ideas que nos servirán para el desarrollo de nuestro trabajo. Primero, la idea que el objeto cartográfica capta y comunica “relaciones espaciales” y, sobre todo, del desarrollo de un sistema de reglas de representación del conocimiento geográfico”. El mapa, además de ser una herramienta, y una representación, ha tenido cuatro implicaciones y papeles importantes en la historia de las sociedades: una implicación político-militar, una expansionista usada para el dominio y ocupación del territorio, un rol para el ordenamiento y la planeación del territorio y un papel social (Fremont 2005).

El mapa ha sido uno de los fieles acompañantes de la humanidad. Los mapas más antiguos dan testimonio de la necesidad constante de representar el mundo por parte de los hombres: prueba de ellos son la tableta que representa a Babilonia y el mapa sobre una piedra pulida para representar algún valle del norte de Italia de más de dos mil años a.c. Pero son los matemáticos griegos quienes establecieron las bases de la cartografía reconociendo la naturaleza esférica de la tierra, e inventando el sistema de coordenadas de longitud y latitud. Durante la expansión de las rutas de navegación y con la consolidación gradual de los Estado-Nación, la cartografía vivió un desarrollo importante. Con un rigor científico cada vez más confiable, los cartógrafos tuvieron que resolver algunos problemas fundamentales. Por ejemplo, el de representar en una superficie plana la superficie esférica de la tierra, y el

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de representar todas las rugosidades de la superficie de la tierra, relieves de los continentes y profundidades de los océanos: problemas que ahora pueden parecer banales constituyeron, en su momento, verdaderos desafíos a la ciencia y a la técnica de la cartografía. Hoy en día, los retos a la cartografía no son menores. Reflejo de nuestra nueva relación con el mundo, la cartografía tiene retos complejos, algunos será discutido más adelante en este texto. De esta manera, la cartografía se ha apoyado desde un inicio en ciencias fundamentales, de manera especial en las matemáticas, la geometría, y de otras, en segunda instancia, pero no menos importantes, como la semiología, la informática, el derecho y la ética. A la vez, la cartografía ha sido un recurso usado y enriquecido por otras disciplinas para representar territorialmente los diversos fenómenos que les atañen, como la localización de los grupos étnicos o del patrimonio cultural por la antropología, la reestructuración territorial de las naciones después de una guerra por la ciencia política, la concentración tecnológica en los parques industriales por los estudiosos de la tecnología, etc.

Por otro lado, el mapa como representación, implica una simplificación y proyección del cartógrafo por medio de las cuales se captan las relaciones espaciales que mantienen las entidades geográficas. A diferencia de un texto escrito, el texto cartográfico se puede leer en muchos sentidos y direcciones (si bien el mapa es en esencia descriptivo, los hay de naturaleza narrativa, un ejemplo son los mapas de ciertas culturas ilustrando su proceso migratorio, ciclos de caza y explotación de recursos naturales). En su texto, podemos leer las relaciones espaciales más elementales y diversas de un territorio: podemos saber dónde está tal o cual objeto con respecto a alguna referencia geográfica, podemos interrogar quiénes son sus vecinos más próximos y con respecto a qué otras entidades mantiene distancia y control. Podemos identificar rupturas y discontinuidades, fronteras o vínculos y comunicaciones. Podemos comparar la jerarquía y estructura socioterritorial que el cartógrafo ha decidido representar en el mapa. Podemos averiguar una historia, una leyenda y captar cicatrices, rugosidades, fricciones y conflictos. Desde una lectura crítica, podemos interrogar al mapa, y a “su autor”. ¿Por qué se seleccionaron tales criterios de representación y no otros? , ¿A quién va dirigido el mapa?, ¿de qué nos quieren persuadir estas imágenes?

El mapa y la cartografía como ciencia

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El saber científico de la cartografía trata de dos principales pretensiones: primera, la de poder analizar e interpretar las relaciones geográficas y la comunicación de los resultados mediante los mapas. Segunda y, que parte de la anterior, se pretende ser la depositaria de la representación veraz, objetiva y precisa del territorio terrestre. Así, las grandes tareas del proceso cartográfico: la selección, omisión, simplificación, clasificación, creación de jerarquías y simbolización han aceptado desde hace varios siglos jugar las reglas de la ciencia. Desde el punto de vista del desarrollo de la cartografía, parece que las grandes etapas de su historia siguen en paralelo y muy de cerca, las fases de la construcción del conocimiento científico. Durante mucho tiempo los mapas se han interesado a la descripción del territorio. Es ahí donde ha radicado el principal reto de la cartografía: al ser una representación ha implicado una simplificación (una selección y omisión) y una proyección del cartógrafo o de la sociedad que la produce. Esta tarea, si bien ha tratado en muchas ocasiones de ser exhaustiva, no se puede dar por terminada ya que nunca acabaremos por registrar cada rincón de la superficie de la Tierra. Por otro lado, nuevos intereses han venido preocupando a la cartografía. Más allá de la descripción, una nueva generación de mapas pretende tratar de explicar, modelar y predecir estructuras y procesos geográficos. En este aspecto, la frontera entre la geografía y la cartografía no es muy clara.Desde el punto de vista temático, prácticamente no hay ciencia social o natural que no integre el uso de los mapas como herramienta de comunicación o de análisis. En el caso de las ciencias naturales, la tradición de registrar las variaciones de especies y fenómenos sobre la superficie terrestre data de muy largo tiempo. La representación de territorios por medio de las exploraciones, primero de tipo político-militar y después, de carácter científico durante el siglo XIX son un ejemplo de esta práctica.

En el caso de las ciencias sociales, la cartografía ha sido un recurso usado por las diversas disciplinas para representar, por ejemplo, la distribución de la población y de sus actividades económicas pero, de manera más reciente, dichas disciplinas han reevaluado e integrado gradualmente los mapas dentro de su repertorio de herramientas imprescindibles: la antropología, la sociología, las ciencias políticas, el periodismo, etc., dando lugar a lo que recientemente se le ha llamado ciencias sociales espacialmente integradas (Spatially Integrated Social Sciences). Desde esta perspectiva, la mayor parte de estas ciencias,

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hacen uso de los mapas para registrar y describir, y con menor frecuencia, para la explicación, modelación y, muy raro, para la predicción. Casos más claros con relación a esto último, son los de la meteorología, o de la geomorfología, disciplinas que han desarrollado elaborados modelos predictivos de sus procesos espaciales.

Pero el mapa no sólo es descripción, también, aunque en menor ocurrencia, intenta explicar fenómenos espaciales. Si bien esto implica un avance importante en las capacidades de representación espacial, por ejemplo, con el surgimiento de los cartogramas y los coremas que han desarrollado innovadores sistemas de representación de estructuras y procesos espaciales. La cartografía como ciencia tiene, por tanto, mucho por ofrecer y deberá tener cuidado de no confundir sus metas programáticas con las de la geografía. Harley (2005) identifica dos grandes leyes o constantes que históricamente han regido el quehacer de la cartografía: la primera refiere a su carácter etnocentrista. De una manera u otra, en ocasiones de manera más explícita o disfrazada con una supuesta neutralidad científica, las sociedades en sus mapas han posicionado su territorio en el centro de sus cosmografías. La segunda regla trata sobre la casi perfecta articulación del sistema social imperante y la composición, codificación y diseño de los mapas.

El mapa y los saberes técnicosEl saber hacer cartográfico consiste en el conjunto de habilidades prácticas y técnicas para la elaboración de mapas, cartas, atlas y globos terrestres. Este saber depende íntimamente de recursos tecnológicos disponibles: la invención del papel, la tinta en diversos colores, materiales plásticos, herramientas de precisión y reproducción, sistemas de cómputo, imágenes de satélite, etc., el desarrollo de instrumentos de observación y medición en campo, de registro, reproducción, conservación y difusión, son algunos aspectos que tecnológicamente marcan la historia de la cartografía.

En el caso de los mapas, su historia ilustra muy bien el desarrollo tecnológico de un saber hacer importante. La fabricación de un mapa nunca ha sido algo banal, el cartógrafo ha representado al experto que domina un conjunto de técnicas muy precisas que van desde la astronomía hasta las técnicas de dibujo, pasando por las matemáticas, evidentemente, entre otras, y sin esperarse jamás la ausencia de su hermana mayor, la geografía. En este sentido, podríamos distinguir, dos

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tipos de saberes asociados a los mapas: los saberes necesarios para su fabricación y los saberes necesarios para su utilización.

En cuanto a la construcción de mapas, desde muy temprano, su elaboración ha representado un reto importante. Procedimientos de observación, medición, registro, y representación cartográfica son, hasta nuestros días, retos constantes en la construcción de mapas del mundo. Sea la escala del Mundo o de la calle en que vivimos, nuevos procedimientos están constantemente poniéndose al día en la elaboración de cartografías cada vez más complejas. En este desarrollo, vemos reflejada la evolución de las preocupaciones del hombre con respecto a su entorno: primero por describir el mundo, después explicarlo, para, posteriormente, modelarlo, y eventualmente, predecirlo. Los desafíos técnicos de la cartografía son más amplios de lo que pudiéramos imaginarnos. Como se ha mencionado, el paso de la forma esférica a una superficie plana fue uno de los primeros problemas a resolver. La noción de escala y la representación de la topografía por medio de las curvas de niveles son bastante recientes dentro de la historia de la construcción de los mapas. El desarrollo de un sistema de codificación para representar el sistema de transporte, carretero, marítimo, aéreo, no es menos complejo. La representación de fenómenos discretos como los límites de un edificio no representa sino el problema de la limitación espacial de fenómenos continuos y difusos. ¿Dónde inicia o termina la mexicanidad?, ¿termina con la frontera del territorio nacional o llega hasta Los Ángeles, Chicago o Quebec? ¿Cómo captar las temporalidades de ciertos fenómenos en un mapa?Además de la representación de estructuras o fenómenos sociales, otro reto de la cartografía ha sido la representación de procesos espaciales. Por otro lado, la anamorfosis del espacio había estado relegada en las representaciones cartográficas hasta hace poco tiempo. Ya son comunes los cartogramas que muestran deformando, exagerando o minimizando el peso relativo de algún país con respecto a otros en cuanto a una variable como el desarrollo científico, medallas ganadas en juegos olímpicos, población infectada de SIDA, etc. (ver figura 4). Para representar de manera más realista el relieve terrestre se desarrollaron técnicas para la representación cartográfica en tres dimensiones. Actualmente, los datos de altitud o las cotas de nivel pueden ser sustituidos por cualquier otra variable como nivel de ingresos, criminalidad, etc. y así tener una representación en 3D de cualquier otro fenómeno. Gracias al progreso en los sistemas de información geográfica

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y a los GPS en tiempo real, se trabaja en el desarrollo de mapas en animación o interactivos, lo que permite incorporar el movimiento, es decir la dimensión temporal a los procesos espaciales.En cuanto al uso de los mapas, quizás, hoy en día, como nunca antes, vivimos una democratización de los mapas. En efecto, estos objetos reservados anteriormente a una elite, tanto por su rareza como por su inaccesible comprensión, se han convertido rápidamente en un objeto común y cotidiano. Quien utilice el metro para desplazarse, quien trate de localizar algún servicio dentro de su barrio, o quien se anime a navegar por Internet hará uso seguramente de alguna representación cartográfica de una porción de la tierra (o del ciberespacio). Sin embargo el uso tan ampliamente aceptado de los mapas requiere del dominio de un lenguaje gráfico del espacio. La representación de objetos localizados en el espacio, de su relación de distancia y posición, de su escala, etc., implica un bagaje previo de saberes para su uso, es decir, para su tecnicidad.

Segunda parte: retos de la cartografía en las ciencias sociales y humanidadesDel giro espacial- al giro cartográfico

La expresión “giro espacial” (spatial turn) hace alusión a lo que ciertos autores han identificado como “el creciente y renovado interés” de las ciencias sociales y humanidades por la integración de la dimensión espacial tanto en la construcción y revisión teórica como en el desarrollo de métodos y técnicas de observación y análisis con un componente explicito del espacio. Los trabajos que reconocen esta transformación sugieren que este interés coincide, por una lado, con una renovación teórico y metodológico en la geografía impactando a disciplinas cercanas, y por otro lado, con una serie de sucesos contextuales (económicos, políticos y culturales) que han favorecido el surgimiento de una mayor sensibilidad al papel que juega el espacio en la producción y reproducción de las relaciones sociales (Soja 1989; Lévy 1999; Goodchild and Janelle 2004; Falkheimer and Jansson 2006; Warf and Arias 2008).

Dos principales factores permiten explicar esta tendencia: Primero, consiste en reconocer que la poca atención al espacio manifestada por una subordinación a la dimensión tiempo en el desarrollo de las ciencias sociales en el siglo XIX desde una conciencia de la modernidad. La recuperación de un lugar más relevante por parte del espacio en el pensamiento científico fue lográndose gradualmente a lo largo del siglo

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XX. No se puede negar que a lo largo del siglo XX se dieron destacadas aportaciones a la reflexión del espacio desde distintos campos de las ciencias sociales, sin embargo, la idea del giro espacial sobrepasa al trabajo de alguna elite intelectual. Se trata más bien, “a un pensamiento social más amplio que refleja transformaciones en la economía, la política y la cultura… es decir, la producción de ideas espaciales sólo se pueden comprender en la producción de especialidad” (Warf and Arias 2008).

En este sentido es posible identificar una serie de factores que explican la emergencia y desarrollo del giro espacial. Por ejemplo, la literatura hace énfasis a los procesos de globalización reciente que experimenta la economía, la política y la cultura; se evocan las recientes transformaciones geopolíticas, la intensificación de flujos migratorios, la reterritorialización del capital, las reestructuraciones del mercado laboral, el impacto de los medios y el consumo cultural, las identidades, el efecto de las tecnologías de la comunicación, especialmente del Internet, el turismo, etc. Por otra parte, las transformaciones ambientales y climáticas, y los consecuentes discursos científicos, periodísticos y políticos, ponen en evidencia el vínculo entre sociedad y territorio.

El desarrollo de una mayor conciencia espacial ha sido incorporado de manera muy desigual entre disciplinas como entre actores sociales. Además, entre los trabajos que integran esta dimensión en sus estrategias de investigación, se puede advertir una gran diversidad de enfoques, métodos, herramientas, y gradientes de integración. Otra motivación ha sido que el espacio ha venido a ser, sin buscarlo, un excelente medio para tender puentes entre disciplinas. Esta interpretación pragmática, se basa en que algunas experiencias han demostrado que incorporar categorías espaciales ha permitido incrementar la comprensión del fenómeno estudiado, identificar elementos que no estaban originalmente considerados en el análisis y de representar por medio de la visualización los datos productos de las observaciones como los resultados de su análisis. Este pudiera ser por sí mismo una buena razón para incorporar el espacio en las nuevas metodologías de investigación, sin embargo, aun permaneciendo (uni) disciplinario, el espacio permite aclarar y mejorar la capacidad de explicación de muchos de los problemas de investigación de los distintos campos de interés de las ciencias sociales. En este sentido Harvey va más lejos al afirmar que “la construcciones teóricas “a-espaciales” de las disciplinas cercanas (a la geografía) tienden a desmoronarse al confrontarlas con el espacio y al lugar, a menudo al grado que el

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problema teórico deberá ser replanteado, radicalmente modificado, o completamente abandonado” 2.

Cualquier de estas razones, la búsqueda de un método transdisciplinario o de la búsqueda de una mayor comprensión son buenos motivos para poner mayor interés en la manera de que los métodos de las ciencias sociales han integrado la dimensión espacial en su distintas etapas de la generación de conocimiento. Pareciera que se está transitando a una postura donde se acepta que el espacio no es simplemente un reflejo pasivo de lo social, sino que juega un papel activo en su producción y reproducción: “…space has become indispensable across the social sciences and humanities. In this light, the spatial turn is irreversible” (Warf and Arias 2008).

A pesar de lo anterior, Soja advierte que el giro espacial no ha alcanzado a posicionarse en la corriente domínate de la mayor parte de las ciencias sociales. “Su expansión tiene el potencial de ser una de los más influyentes progresos intelectuales y políticos del siglo XXI” (Soja 2008).

El espacio es inevitable: Los procesos sociales, tienen sin duda un componente espacial que no se puede dejar de lado. No se trata simplemente de la “contextualización” de las relaciones sociales sino de entender el espacio y lo social desde una perspectiva dialéctica. La construcción de relaciones sociales, (de tipo político, económico, cultural o de otro tipo) se apoyan y a la vez generan una estructura y dinámica espacial particular y no accidental. Los actores sociales (individuos o colectivos) hacen uso de una serie de estrategias espaciales para mantener todo tipo de relaciones con otros actores y objetos. Michel Lussault (2009) explica bien este conjunto de competencias espaciales que permiten en todo proceso social la producción del espacio y viceversa. Podemos aceptar la idea que los individuos como las colectividades buscarán tener dominio de lo espacial para asegurar el logro de sus objetivos. En este sentido es útil entender cuáles son las acciones que permiten tales operaciones. Se pueden identificar cinco competencias elementales y complementarias de la espacialidad de los individuos:

(1)Competencia para establecer las distancias: Por medio de la adecuada discriminación de lo lejano y lo cercano se llega al manejo conveniente de la distancia permitiendo establecer un régimen

2 Citado por Gould y Strohmayer en Benko y Strohmayer 2004: 31

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aceptable de proximidad con respecto al otro. El mundo de lo próximo refiere a lo familiar, incluyendo su componente espacial, útil para nuestro propósito.

(2)Competencia para localizar y ordenar el espacio: Saber establecer distancia implica saber localizarse ante otros y saber ordenar de manera favorable el espaciamiento entre los otros (pudiendo ser individuos, colectivos, u objetos). La discapacidad de localizarse convenientemente dentro de un orden socioespacial con lleva a la intrusión.

(3)Competencia de la extensión espacial (escalar): Dominio de lo espacial implica distinguir la extensión del funcionamiento de las cosas, discriminar lo pequeño de lo grande. Consiste ubicarse y saber actuar dentro y a través de distintos arreglos espaciales autocontenidos. Es saberse “pequeño” o sentir la “escala humana”.

(4)Competencia para dividir y delimitar el espacio: Saber dividir el espacio y establecer límites entre las unidades pertinentes son acciones complementarias esenciales para la apropiación del espacio. Implica entender el juego de escalas (tamaño de las partes) y el establecimiento de distancia por medio de fronteras.

(5)Competencia para traspasar entre espacios: En contraparte del establecimiento de límites, el desarrollo de habilidades para saber traspasar las fronteras se convierte en una competencia importante para numerosos actores. Implica primeramente reconocerlas y después descodificar los dispositivos que las hacen operantes.

En este sentido Las relaciones espaciales que mantienen las relaciones sociales entre actores meritan ser analizadas de manera rigurosa y sistemática por las ciencias sociales y las humanidades. La geografía, como ciencias dedicadas al estudio de la dimensión espacial de lo social, apoyada de la cartografía pueden aportar una serie de recursos teóricos, metodológicos y técnicos para este fin.

Retos de la cartografía en las ciencias sociales y humanidades

Si bien hemos advertido un creciente interés por el uso de los métodos y herramientas cartográficas en las ciencias sociales, muchas de las aplicaciones se ven limitadas por los recursos disponibles en el desarrollo actual de los Sistemas de Información Geográfica (SIG). Es posible identificar dos principales retos metodológicos que la cartografía

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enfrenta para una mayor integración en problemas tratados por las ciencias sociales y humanidades. Parte de estos retos tiene que ver con el tipo de métodos de investigación que han desarrollado disciplinas como la antropología, la historia, la psicología social, etc. En una revisión de la perspectivas analíticas la geografía y otras ciencias sociales, han tratado el espacio desde cuatro perspectivas distintas: descriptivo, explicativo, comprensivo, y predictivo (González 2010). Es el plano descriptivo que la cartografía ha visto una mayor recepción en el campo de algunas ciencias sociales. El análisis comprensivo normalmente adopta métodos cualitativos privilegiando el discurso y las representaciones de los individuos. Es en este tipo de análisis que se advierte una mayor dificultad en el uso de la cartografía. El uso de mapas en estudios de tipo cualitativo es relativamente reciente. Algunos casos ejemplares son los mapas mentales desarrollados en los años 60 como un recurso de traducir de manera cartográfica los imaginarios que las personas construyen de algún territorio (Lynch 1960). Numerosos trabajos similares han recurrido a las entrevistas y técnicas similares para producir una representación cartográfica del discurso de las personas sobre muy distintos temas: historias de vida, seguridad, patrimonio, trayectorias residenciales, relaciones de parentesco, memoria colectiva, vida cotidiana, etc.

El desarrollo de los sistemas de información geográfica ha permitido sin duda un avance considerable en la representación y análisis de las relaciones espaciales. Sin embargo y seguramente debido a que los SIG nacen y se desarrollan en las ciencias naturales que su arquitectura dificulta la representación del discurso de actores y en general de su integración en métodos de tipo cualitativos.

Otro reto al que se enfrentan los SIG es en su implementación en estudios históricos. La dimensión temporal ha sido descuidada por parte de los SIG y hasta muy recientemente se han implementado gradualmente en aplicaciones que permiten manejar, representar y analizar datos espaciales con un referente temporal. En este sentido es posible identificar dos grandes retos: en el análisis de discurso y en la integración de la dimensión temporal.

A.- La representación y análisis cartográfico del discurso

Los sistemas de información geográfica comerciales han sido diseñados para manejar datos tanto cuantitativos como cualitativos. Los valores de los atributos de objetos presentes en un espacio geográfico pueden ser

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representados visualmente de distintas maneras; básicamente siendo con la variación del tamaño, o la intensidad de tono con que es representado el objeto. En cuanto al manejo de datos cualitativos, los SIG tienen la posibilidad de representar los atributos de tipo nominal de los objetos geográficos recurriendo principalmente a la variación de figura o color. Este tipo de atributo es lo que ha permitido en un primer momento integrar algunos trabajos de corte cualitativo con el uso de la cartografía.

Ejemplo de lo anterior es la representación cartográfica del análisis de discurso. Esta técnica permite identificar por medio de entrevistas o del análisis de documentos los lugares y sus atributos dando posibilidad de tener una categorización y, por medio de un análisis de frecuencias, captar el grado en que se mencionaron ciertos lugares o la importancia que se les da a ciertos atributos. Esta es la manera más común, recurrida y simple que se podemos ver de la representación cartográfica del discurso. Variantes de esta técnica siguen básicamente el mismo procedimiento: 1) identificación de lugares, 2) caracterización de los atributos que el discurso asigna a estos lugares, y 3) representación de las categorías de los lugares o de las frecuencias de sus atributos.

Una alternativa más un poco sofisticada de la representación cartográfica del discurso consiste en además de identificar lugares y sus atributos, captar las relaciones espaciales entre los objetos presentes en el discurso. Esta idea implica el desarrollo de una cartografía orientada al análisis de objetos como lugares, objetos como lugares de ruptura espacial, atributos espaciales, acciones espaciales, relaciones espaciales.

La cartografía de relaciones socioespaciales

Objetos (lugares: ciudad, barrio, esquina, casa, rio, etc.)

Objetos como ruptura espacial (esquina, frontera, puente, escalera, crucero, callejón, túnel, enclave, acceso, sótano, etc.)

Cualidades (atributos espaciales: grande, lleno, alto, extenso, compacto, etc.)

Acciones (interacción espacial: caminar, alejar, llamar, agrupar, entrar, bajar, etc.)

Relaciones (entre el lugar a y el lugar b, adentro del lugar a, junto al lugar a, lejos del lugar a, arriba del lugar a, etc.)

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La integración de métodos como el análisis de discurso y la representación cartográfica presentan dificultades que tienen como origen dos principales diferencias en el tipo de lenguaje utilizado. Mientras que la cartografía maneja un leguaje no secuencial y no verbal, el discurso consiste en un leguaje secuencia y verbal (ver cuadro 1). Lo anterior implica dos grandes dificultades para la representación cartográfica de un discurso: 1) se corre el riesgo de perder la secuencia en que se presentan las ideas en el discurso, (por ejemplo: producir un mapa que no permita captar que cuales fueron los primeros lugares de una ciudad identificados como seguros o peligrosos por una persona), y 2) el riesgo de caer en una simplificación y perdida de información semántica del discurso por medio de la construcción de categorías y clases en la construcción de la cartografía.

Cuadro 1: Tipos de lenguaje según su carácter secuencial y verbal (Levy 1999)

B.- La integración de la dimensión temporal

El manejo del tiempo en la cartografía presenta una serie de retos tanto metodológicos como técnicos. El mapa tradicional mantiene constante el tiempo para representar la variación espacial de los objetos (en un momento determinado) y de los valores de sus atributos. Dos principales maneras de tratar el tiempo por parte de la historia y la cartografía han sido: el uso de mapas antiguos como fuentes documentales, y la reconstitución cartográfica a partir de documentos históricos. Si bien estas dos maneras hacen explícitos el momento histórico de estructuras

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espaciales se trata de una manera primaria de integrar el tiempo en la representación y análisis cartográfico.

Una segunda estrategia consiste en la representación de variaciones espaciotemporales de ciertos objetos y eventos. Este tipo de cartografía hace énfasis en presentar las transformaciones de un territorio como la difusión de una enfermedad, el crecimiento de una ciudad, la invasión de un ejército, etc. Para este caso de representaciones normalmente se mantiene constante los atributos de los objeto, y la estructura espacial es la que varía al controlar el tiempo pudiendo ser de distintas maneras; intervalos regulares (décadas, semanas, horas), por periodos relativamente homogéneos, eventos políticos, etc.). Un buen ejemplo de esta cartografía es el famoso mapa de Charles M. Minard donde muestra la evolución de la campaña de Napoleón hacia Moscú en 1812-1813. El mapa muestra la variación espacio-temporal de los efectivos del ejército francés de este evento histórico. El grosor de la línea que ilustra la ruta del contingente permite dar cuenta del número de soldados mientras que el color divide el evento en dos periodos; la avanzada y la retirada.

Figura 1. Mapa de Charles M. Minard realizado en 1869 ilustrando la campaña de Napoleón en Moscu 1812-1813

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A diferencia de la geografía histórica que incorpora el componente temporal en el análisis de los hechos geográficos, la geografía-tiempo desarrolla una perspectiva innovadora al interesarse en el comportamiento de las acciones humanes en el espacio y el tiempo. Los trabajos pioneros en la década de los 70 por Torsten Hägerstrand han permitido construir un marco conceptual importante para entender las restricciones de las actividades en el espacio y tiempo. Algunas de las más importantes aportaciones de la geografía–tiempo consisten en el desarrollo de una serie de herramientas de representación y modelación de los objetos en movimiento. Posteriormente, con el avance de las ciencias computacionales y el desarrollo de tecnologías espaciales (GPS, telefonía celular, navegadores, SIG, etc.) la modelación espaciotemporal ha experimentado un progreso significativo (Egenhofer and Golledge 1998; Bassiouni and Llewellyn 1999; Ott and Swiaczny 2001; Van de Weghe, Cohn et al. 2005).

El estudio del comportamiento de objetos en el espacio, ha permitido identificar tipologías en los patrones espacio-temporales de entidades geográficas resumidas por seis tipos: cambio, transformación, movimiento, difusión, y subdivisión (Thériault and Clarmunt 1999). Aplicado al movimiento de personas, estos patrones muestran, por ejemplo las restricciones que tenemos en la gestión del tiempo y el espacio en la vida cotidiana (ver figura 2).

Figura 2. Tipología de procesos espaciotemporales

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Entre las primeras aportaciones de la geografía–tiempo y podemos citar las siguientes tres: la trayectoria espaciotemporal, el prisma espacio temporal y la noción de “estación”. El prisma espaciotemporal es quizás el instrumento mejor conocido, representa una extensión de la trayectoria espaciotemporal y consiste básicamente en la modelación en tres dimensiones de objetos en espacio y el tiempo (Peuquet 2002; Miller 2005). De manera más simple la trayectoria de objetos en el espacio y tiempo puede ser representada por medio de un diagrama que en el eje de las abscisas sirve para la localización de lugares y el eje de las ordenadas para su localización en el tiempo. Para el caso del prisma temporal, las abscisas devienen una superficie donde el tiempo se representa como una sobre posición de capas. La figura 3 ilustra la trayectoria espaciotemporal de tres personas. Las líneas verticales representan actividades fijas en el espacio, mientras que las líneas oblicuas son desplazamientos (variación en el tiempo y el espacio). Los cilindros representan las estaciones, es decir la concurrencia de varias personas (mismo lugar al mismo momento). Las líneas punteadas son un segundo tipo de estaciones, donde la interacción se establece a distancia por medio de las telecomunicaciones. Este tipo de interacciones puede ser, gracias a los teléfonos móviles, de varios tipos, de fijo a fijo, de fijo a móvil y de móvil a móvil, lo que implica una multiplicación de posibilidades en lo que algunos autores han designado como espacio

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extensible (Janelle 1973; Adams 2000). Además, la integración de varias trayectorias en un mismo prisma permite identificar lo que la geografía tiempo ha designado como “estación”. La estación consiste en una ubicación, un lugar donde dos o más trayectorias pueden concurrir espacial y temporalmente. El modo que los primas espacio-temporales representan las estaciones es por medio de cilindros verticales (variación en tiempo pero estables en el espacio). La duración de la estación será entonces la vigencia de la misma (en términos de modelación de eventos seria el ciclo de vida del evento).

A partir de estos modelos y de una estimación de la velocidad máxima de desplazamiento de los objetos, la geografía-tiempo ha identificado el espacio potencial de la trayectoria y el área potencial de la trayectoria. Lo que permite inferir sobre comportamientos probables de entidades geográficas, por ejemplo la posibilidad de interacción de dos personas en una metrópoli con distintos modos de transporte, o el desplazamiento de un virus hacia masas de aire cálido.

Figura 3. Representación espaciotemporal de viajes y actividades para tres personas

Este tipo de herramientas, desarrolladas desde la geografía-tiempo, ha encontrado un campo de aplicación en el análisis de los patrones de viajes y actividades de personas (Janelle 1973; Recker, McNally et al. 1985; Kwan 2000; Lin, Lo et al. 2009). Efectivamente, el uso de las

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encuestas origen destino que se aplican para el sector de los transportes ofrecen un inventario de actividades, su distribución espaciotemporal y las características de las personas que las realizan permitiendo modelar sus trayectorias espaciotemporales. Aunado a esto, los sistemas de información geográfica han progresado en el desarrollo de una serie de herramientas para la representación y análisis de datos con referentes espaciales y temporales (Peuquet 2002). Trabajos recientes en este sentido demuestran una gran potencia de exploración de las dinámicas territoriales (Thériault and Clarmunt 1999; Kwan 2000; Kwan and Weber 2003).

Perspectivas de desarrolloEn buena medida la aplicación de los SIG en investigaciones de corte cualitativo han consistido en adoptar métodos existentes a nuevas herramientas. Es muy posible que en corto plazo veamos la emergencia de innovaciones en el cambio de la cartografía cualitativa. De cierta manera la cartografía está viviendo una especie de crisis en la que no se ve un avance significativo desde el desarrollo de los primeros SIG. Algunos de los avances vendrán del trabajo disciplinario. Los dos tipos de retos que se mencionan previamente; del análisis de discurso y de la integración temporal, son dificultades entre otras tantas que tendrán que ser resueltas para ampliar el espectro de aplicación de la cartografía. En términos generales se pueden ver algunas líneas de desarrollo que pueden ser sintetizadas en cuatro grandes rubros: 1) la captura y gestión de datos cualitativos y de fuentes tan diversas como grabaciones sonoras, imágenes, dibujos a mano, modelos en tres dimensiones, archivos históricos, textos, etc., 2) la producción colaborativa de cartografía por medio de desarrollo de interfaces amigables que permita a un amplio espectro de perfiles de personas y organizaciones representar un territorio, 3) representación cartográfica de entidades geográficas que permitan reconstituir los procesos espaciotemporales de manera legible, 4) desarrollo de una serie de operadores espaciotemporales que permitan analiza y representar las relaciones espaciales entre entidades geográficas.

Algunas de estos aspectos ya están siendo tratados por grupos de investigación y los resultados en muchos de estos casos son prometedores. Ejemplo de esto es el desarrollo cada vez más común de cartogramas para representar algún atributo de objetos geográficos modificando su geometría de base (su distancia o superficie). Este tipo de representaciones cartográficas son una buena manera de comunicar y consisten un ejemplo de la potencial que los SIG están por desarrollar. El

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cartograma de la figura 4 muestra la distribución poblacional de México por entidad federativa para el 2005. La desigual distribución de la población con respecto a la superficie de cada entidad geográfica produce una deformación de la imagen que tenemos del territorio nacional.

Figura 4. Cartograma de la población en México

Elaboración propia, fuente: II Conteo de Población y Vivienda (2005)

ConclusionesLa dimensión espacial se hace cada vez más explícita tanto en las investigaciones sociales y como en la humanísticas. El giro espacial muestra evidentes cambios en el quehacer de las ciencias, pero también en la sociedad en general. Un interés mayor por la dimensión geográfica está presente en día a día de los individuos y de las organizaciones. Una especie de conciencia espacial parece estar impregnando numerosos aspectos de la sociedad, entre ellos las relacionadas con la generación de conocimiento científico. Efectivamente, y de manera destacada, las ciencias sociales y las humanidades han visto emergen en la última década una serie de herramientas que incorporan de manera explícita el espacio para la revisión, construcción de teorías, métodos y técnicas de investigación. La enseñanza universitaria no se queda atrás y numerosos

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programas integran herramientas como los Sistemas de Información Geográfica en su curricula. El diseño de políticas públicas tiene cada vez más, de manera explícita, un componente territorial, el desarrollo sustentable integral es “la receta” de muchos programas gubernamentales (salu, transporte, agricultura, energía, turismo, etc.).

Las evidencias de una creciente conciencia espacial en la sociedad actual son contundentes y la cartografía es parte central de estas transformaciones. Efectivamente, el mapa, como instrumento que sirve de interface entre el territorio y la sociedad, portador y generador de saberes, tendrá un papel importante en la construcción de una conciencia colectiva del territorio. Los avances científicos y técnicos en las últimas dos décadas han sido significativamente importantes gracias al desarrollo de los Sistemas de Información Geográfica. Pero más que un asunto tecnológico, la democratización del mapa resulta posible al

La integración de estas tecnologías en la investigación científica ha sido desigual. Si bien las ciencias ambientales son las que ven nacer y desarrollar las tecnologías para la construcción de una nueva ciencia cartográfica, las ciencias sociales y las humanidades, no tardan mucho en incorporar a su manera este tipo de tecnologías. Sin embargo, dentro de estas mismas disciplinas el uso de los mapas en general, y de los SIG en particular es muy desigual. Como se mencionó en el texto, cierta incompatibilidad entre el tipo de lenguaje y el carácter estático que ha venido caracterizando el mapa con ciertos métodos de corte cualitativo ha dificultado la integración de los recursos cartográficos en la representación y análisis de manera más amplia y profunda. Los avances que los SIG y el desarrollo de nuevas metodologías de investigación, específicamente de tipo mixtas, permiten identificar los retos y posibles soluciones para disminuir la distancia entre las ciencias sociales, las humanidades con la cartografía.

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