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La hospitalidad quiteña en el primer cuarto del siglo XX Qualitas, 13, 63-80. Junio 2017. 63 REPRESENTACIONES SOCIALES DENTRO DE LA HOSPITALIDAD QUITEÑA EN EL PRIMER CUARTO DEL SIGLO XX Teresa CEVALLOS-CABEZAS 1 1 Escuela de Hotelería y Turismo, Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Av. 12 de Octubre 1076 y Ramón Roca. Quito-Ecuador. Autora corresponsal: [email protected]; [email protected] Manuscrito recibido el 19 de octubre de 2016. Aceptado, tras proceso de revisión, el 28 de marzo de 2017. Resumen El presente estudio formó parte del proyecto de investigación Patrimonio cultural de las cocinas tradicionales y la hospitalidad en Quito”, llevado a cabo por la Escuela de Hotelería y Turismo de la PUCE. La importancia de esta investigación radica en el análisis efectuado sobre las relaciones socio-culturales y simbólicas de la hotelería quiteña en el primer cuarto del siglo XX y su impacto en los hábitos hospitalarios de la época. Este análisis consideró los postulados de Bourdieu enfocados a la hospitalidad en Quito en los hoteles de tal época. La metodología utilizada fue comparativa y tomó en consideración datos de fuentes

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La hospitalidad quiteña en el primer cuarto del siglo XX

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REPRESENTACIONES SOCIALES DENTRO DE LA HOSPITALIDAD QUITEÑA EN EL PRIMER CUARTO DEL SIGLO XX

Teresa CEVALLOS-CABEZAS 1 1 Escuela de Hotelería y Turismo, Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Av. 12 de Octubre 1076 y Ramón Roca. Quito-Ecuador.

Autora corresponsal: [email protected];

[email protected]

Manuscrito recibido el 19 de octubre de 2016. Aceptado, tras proceso de revisión, el 28 de marzo de 2017.

Resumen El presente estudio formó parte del proyecto de investigación “Patrimonio cultural de las cocinas tradicionales y la hospitalidad en Quito”, llevado a cabo por la Escuela de Hotelería y Turismo de la PUCE. La importancia de esta investigación radica en el análisis efectuado sobre las relaciones socio-culturales y simbólicas de la hotelería quiteña en el primer cuarto del siglo XX y su impacto en los hábitos hospitalarios de la época. Este análisis consideró los postulados de Bourdieu enfocados a la hospitalidad en Quito en los hoteles de tal época. La metodología utilizada fue comparativa y tomó en consideración datos de fuentes

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primarias de hoteles de 1895 a 1928, junto con los conceptos de capital cultural, económico, social y simbólico. Los resultados demostraron que la hotelería y la hospitalidad se enmarcaron en ámbitos sociales, principalmente en torno a las relaciones personales que al momento existían. Palabras clave: Pierre Bourdieu, hospitalidad, capital económico, capital cultural y social, capital simbólico.

Abstract This study was part of the research project “Patrimonio cultural de las cocinas tradicionales y la hospitalidad en Quito”, carried out by the School of Hospitality and Tourism of PUCE. The importance of this research lies in the analysis carried out on the socio-cultural and symbolic relations of the Quito Hotels in the first quarter of the twentieth century and its impact on the hospital habits of that time. This analysis considered the postulates of Bourdieu focused on the hospitality in Quito, materialized in the hotels of that time. The methodology used was comparative and took into account data from primary hotel sources from 1895 to 1928, along with the concepts of cultural, economic, social and symbolic capital. The results showed that hospitality and performance of the hotels were framed in social spheres, mainly around the personal relationships that existed at the time. Keywords: Pierre Bourdieu, hospitality, economic capital, cultural and social capital, symbolic capital.

Forma sugerida de citar el presente trabajo:

Cevallos-Cabezas, T. (2017). Representaciones sociales dentro de la hospitalidad

quiteña en el primer cuarto del Siglo XX. Qualitas, 13, 63-80. ISSN: 1390-

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1. INTRODUCCIÓN La presente investigación es parte del proyecto “Patrimonio cultural material e inmaterial de las cocinas tradicionales y la hospitalidad en la ciudad de Quito”, en el cual se buscó identificar las relaciones sociales existentes para conocer el patrimonio en el que se desarrollan las cocinas tradicionales y la hospitalidad quiteña. Este proyecto fue auspiciado por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. La hospitalidad, con referencia a los estudios modernos, está asociada con la actividad turística y vinculada a la categoría de industria hotelera, por lo que no siempre es vista desde la noción de la realidad humana y socio-cultural en la que vive y se desarrolla el ser humano. Este hecho hace que la presente investigación cobre relevancia ya que analiza la dinámica de las relaciones socio-culturales y simbólicas de la hotelería quiteña en el primer cuarto del siglo XX y su impacto en los hábitos hospitalarios de la época. 2. METODOLOGÍA Al ser un estudio teórico sobre campos poco explorados, es necesario plantear una propuesta metodológica que contribuya a la identificación de las transformaciones entre lo social (costumbres, hábitos, capital simbólico, reproducción social, estatus) y lo económico (los hoteles y sus servicios). La metodología aplicada (búsqueda, revisión y análisis de información) permitió la comparación e interpretación de datos. La mayor dificultad que se encontró giró en torno a la relativa escasez de documentos históricos que existen sobre hospitalidad y hotelería del primer cuarto del siglo XX; algunos de ellos no están ordenados y no detallan de manera adecuada las fuentes; igualmente, acceder a archivos personales

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de familias o entidades religiosas fue generalmente difícil. El análisis de las características de la hospitalidad del período de interés fue realizado considerando diferentes puntos de vista, como el histórico, sociológico, antropológico, gastronómico, hotelero, entre otros, puesto que la explicación de la vida social y las formas de comportamiento mostraron nuevas maneras de acogida y relación en la sociedad para la época. El levantamiento de información se realizó en Bibliotecas, Fondos y Archivos en la ciudad de Quito; como por ejemplo, el Archivo Nacional del Ecuador (ANE); el Fondo Quito del Centro Cultural Metropolitano; la Biblioteca, Hemeroteca y Archivo Histórico de la Dirección de Cultura del Patrimonio Cultural; la Biblioteca de la Casa de la Cultura Ecuatoriana; la Biblioteca de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador; y, la Biblioteca y Área de Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar. Para recopilar la información existente en estos lugares, se crearon fichas bibliográficas para cada registro, mismas que permitieron colocar los datos descriptivos de cada texto impreso o hemerográfico; cada ficha contó con varios códigos o descriptores (Tabla 1) que correspondían al lugar donde se encuentra la información, el año de la misma, el tipo de documento analizado, los fragmentos más importantes y relevantes para la investigación, el número de folio, número de caja, etc.

Tabla No. 1. Ejemplo de ficha técnica utilizada para registrar datos de documentos históricos de interés

Código Descripción

ANE Archivo Nacional del Ecuador.

FNJ Fondo Notarial, sección Juicios.

NP Notaría Primera.

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Código Descripción

541 Número de caja, volumen o carpeta.

1908 Año de la caja, volumen o carpeta.

1C Primer Contrato

F1124 Número de folio en el que inicia el documento.

1908 Año en que fue realizado el documento.

Un ejemplo del Código completo de un documento de interés, por ejemplo, fue: ANE.FNJ.NP.541.1908.1C.F1124.1908. Cabe explicar que el último año del código se escribe porque en algunos casos la caja en la que se ubica el documento puede contener más de un año. La cantidad de folios revisados para esta investigación fue de 15531, divididos en 3931 folios, 100 planos y 11500 hojas de periódico, recolectados en el Archivo Nacional del Ecuador y en la Hemeroteca y Archivo Histórico de la Dirección de Cultura y Patrimonio Cultural. Se aplicó una metodología comparativa entre objetos culturales similares mediante conceptos base como los puentes culturales y los propuestos por Bourdieu (1987) a través del análisis de capitales y la reproducción social. Es así que la investigación combinó los distintos métodos de levantamiento de información con entrevistas semi-estructuradas a Juan Carlos Valverde (Docente e Investigador universitario) y Javier Cevallos (Fundación Quito Eterno) que aportaron con información específica y valiosa en cuanto a hospitalidad e historia de la sociedad quiteña.

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3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN La modernidad simboliza un período de cambio en la cultura europea y, por ende, en la cultura latinoamericana que incluye a Ecuador. Los avances que se dieron no solo influyeron en el ámbito económico y político, también mostraron una marcada presencia en las relaciones sociales, la arquitectura, el conocimiento y el modo de ver el mundo. La modernidad es un período que antepone la razón a la religión, surgen nuevas clases sociales que permiten la prosperidad de una parte de la población y la pobreza extrema de otro. Es una etapa de actualización y cambio permanente. En Quito la modernidad se refleja en el comportamiento de la sociedad de finales del siglo XIX e inicios del XX, en cuanto a elementos sociales, políticos, económicos y arquitectónicos (Ayala-Mora, 2011; Lara, 2009). Las capitales latinoamericanas, convertidas en centro de los nuevos poderes públicos (segunda mitad del Siglo XIX y primer cuarto del XX) crecieron demográficamente y se transformaron en grandes urbes con innovaciones, como el paso del uso de acequias a contar con servicios de agua y desagüe, instalación de alumbrado público a gas, empedrado de calles y delimitación de grandes avenidas.

[…] la vida cotidiana en América Latina se deshizo de los antiguos hábitos coloniales, se desentendió de sus orígenes hispánicos y se orientó hacia la modernidad, haciendo suyos los hábitos y gustos de las grandes metrópolis europeas […] (Historia Universal, 2004, p. 100-101).

El alojamiento, como se lo conoce en la actualidad, no era un término usado y desarrollado como se debía a inicios del siglo XX. Se puede atribuir este hecho a que, como menciona Osculati “[…] no hay en Quito ni teatros ni hoteles, ya que apenas vienen forasteros y los pocos que llegan a la ciudad están obligados a procurarse carta de recomendación

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[…]” (Toscano, 1989, p. 301) que les permitía alojarse en casas de familias acomodadas quiteñas. Valverde-Lasso (2014, com. pers.) comenta que los extranjeros que llegaban a la ciudad eran muy pocos, y aún más los que se quedaban por largas temporadas, debido a las condiciones de la época para llegar a la ciudad, además de la inexistencia de hoteles de buena categoría, según la normativa europea de clasificación y calificación. El desarrollo de la hospitalidad, tomando en cuenta los cuatro tipos de capitales propuestos por Bourdieu, generó que la sociedad se mueva de una manera particular pues estaban influidos de manera consciente o no, por culturas diferentes y de gran poder. Esta influencia en Ecuador se generó por puentes culturales, los cuales son “[…] procesos de transferencia y adaptación de valores socio-culturales e ideológicos, por la migración de personas e ideas de una sociedad a otra […]” (Espinosa y Calle, 2002, p. 10). Es decir, llegaron desde Europa, valores socio-culturales como el de ser civilizado, culto con conocimientos en varias materias, tener dominio de varios idiomas, ser intelectual preparado en otros países, etc., y, en cuanto a los valores ideológicos, había uno predominante y fuerte que era ser creyente católico y mantener esta condición de fe. En cuanto a las influencias que marcaron la hospitalidad y la hotelería, éstas llegaron desde Europa, con hábitos franceses, españoles, suizos, italianos, entre otros, y desde Estados Unidos de América. La hospitalidad en Europa surge a raíz de la migración por los problemas sociales y políticos de la época como la guerra y la pobreza, además se vincula a los viajes realizados por peregrinos, clérigos y comerciantes; por ejemplo, en el siglo III a. C., el Imperio Romano desarrolló un sistema extenso de caminos revestidos con ladrillos y “[…] para conveniencia de los viajeros, se construyó una cadena de alojamientos a las orillas de las principales vías públicas, desde España hasta Turquía [...]” (Foster, 1994, p. 3). Siglos más tarde, en la Edad Media, las tabernas europeas ofrecían

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hospedaje en establos o cuartos compartidos, sin prestar atención a la higiene y, para los aristócratas, se crearon estructuras lujosas con cuartos privados y saneamiento individual en los castillos europeos, a cambio de recursos extremadamente altos. Estos establecimientos nuevos y elegantes adoptaron la palabra francesa hôtel que significa mansión (Foster, 1994, p. 3). Para este autor, los primeros comerciantes, mercaderes, exploradores y misioneros que se aventuraron a conocer el mundo, se hospedaron en moradas privadas que ofrecían alojamiento temporal a cambio de mercancías como adornos, telas, herramientas y ganado. En el momento en el cual la gente abrió sus hogares y sus cocinas a esos viajeros, nació la industria de la hospitalidad (Foster, 1994, p. 16); en este sentido, el hospedaje nació sin apelar al turismo. En las cruzadas, siglos XI al XIII d. C., el diseño de las posadas de la época era estándar y contenía un patio enclaustrado que estaba rodeado por la cocina, la taberna, las estancias públicas y los dormitorios. En el siglo XIV, en Londres, el escritor Chaucer habla de la Tabard, la cual era una posada que ofrecía la table d´hôte o menú del día que incluía una comida completa además de una posible factura por el hospedaje. Más tarde, en el siglo XVIII, se empezó a combinar el alojamiento con el servicio de comida y bebida en las posadas, en la segunda mitad de este siglo, conocida como la edad de oro de los viajes nace el Grand Tour debido a desplazamientos realizados por jóvenes pertenecientes a familias adineradas y poderosas hacia varios países europeos vecinos, los cuales empezaron a consumir un hospedaje con todo incluido. Entre 1750 y 1850 las posadas inglesas ganaron la reputación de ser las más finas del mundo, pero fue en Londres donde los posaderos incrementaron los servicios y alcanzaron estándares de limpieza (Foster, 1994, p. 1-4; Stewart, 2001, p. 4). En cambio, Estados Unidos desarrolló la hospitalidad, en un inicio desde el concepto de las tabernas europeas, en las que dos o más huéspedes compartían las habitaciones, inclusive la cama, siendo este hecho una práctica común. En 1710 se crearon los caminos de postas entre las ciudades más importantes, haciendo que granjeros conviertan sus

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propiedades en posadas. A lo largo del siglo XVIII y XIX, en Estados Unidos, se mejoraron los servicios y se construyeron propiedades de mayor tamaño que fueron equipadas adecuadamente y se encontraban en los puertos, las cuales cuidaban la higiene y la comodidad del ciudadano común. El primer establecimiento hotelero llamado City Hotel se crea en 1794 en Nueva York, el cual tenía 73 habitaciones. A lo largo del tiempo se crean más establecimientos en diferentes ciudades; sin embargo, el Tremont House (1829) en Boston se convirtió en un ícono al ser el primer hotel de primera clase con aseos internos, restaurante francés y una primera versión del botones llamado rotunda man. Con el paso de los años las innovaciones tecnológicas y el cambio de la sociedad, el concepto de hospedaje se transforma en negocio, con hoteles de gran tamaño. Por tal motivo, en 1908, Ellsworth Statler inventó un nuevo tipo de establecimiento de hospedaje conocido como el Statler Hotel y se construyó en Buffalo. Ofrecía habitaciones con baño privado, una jarra de agua y el periódico matutino, todo por un dólar y medio (Foster, 1994, p. 1-4; Stewart, 2001, p. 4). Es así que en la hospitalidad occidental aparecen dos corrientes que estaban marcadas por el tipo de servicio que ofrecían y la predilección por los clientes. En Europa se mantenía la idea de que “[…] un hospedaje higiénico continuaba siendo un privilegio reservado a la aristocracia […]”, mientras que en Estados Unidos “[…] daban la bienvenida a quienquiera que pudiera pagar las tarifas razonables […]” (Foster, 1994, p. 5). Esta predilección hizo que los hoteles europeos se reservaran para las familias adineradas, las personas con poder e importancia social y los artistas reconocidos de la época, brindando un buen servicio a cambio de un mejor estatus; mientras que en Estados Unidos se recibió a personas que estuviesen dispuestas a pagar la tarifa, sin importar si estas eran reconocidas o no. En un inicio, al parecer, el hospedaje se consideró un privilegio exclusivo de las clases acomodadas, pero con el surgimiento de las diferentes industrias, la hospitalidad se hizo accesible y segura, además que el progreso en cuanto al transporte (barcos a vapor, aeroplanos, automóviles, etc. permitió viajar distancias más largas, bajar

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los costos y aumentar la cantidad de viajeros. Las relaciones sociales que se crean desde estas influencias se las puede analizar desde los cuatro tipos de capitales de Bourdieu (1987), quién usa el término capital para referirse a todo aquello que no solo es acumulable como el dinero, los bienes, objetos físicos de gran valor, sino a los comportamientos de las personas en el medio de una realidad social de acuerdo a su conocimiento, intereses, vínculos, etc. A raíz de esta definición, define cuatro tipos de capitales: económico, cultural, social y simbólico, a través de los cuales explica las relaciones sociales entre individuos y colectivos y su forma de reproducción social (Bourdieu, 1987). El primer capital es el económico que está representado por la posesión de riquezas materiales y los medios de intercambio y producción, como dinero, tierra, animales, acciones en la bolsa, fábricas, acceso a mano de obra, etc. y es un elemento importante para la formación de las relaciones sociales, que pone un límite y genera una diferencia entre los pudientes y los carenciados (Chevallier & Chauviré, 2011, p. 26, 69-72). Esta definición se ve proyectada en los hoteles de la sociedad quiteña que tuvieron influencia de Estados Unidos en un aspecto muy importante que fue la marca del negocio o adopción del nombre, de hoteles importantes y emblemáticos como el Palace Hotel de la ciudad de San Francisco-California con el Hotel Palace ubicado en la carrera Flores N° 37 en Quito, también el hotel Royal con el New York Bar y el hotel Continental. En cambio, el capital cultural se constituye por un conjunto de bienes simbólicos:

[…] como conjunto de bienes que remiten a los conocimientos adquiridos (ser competente en tal o cual campo del saber, ser culto, tener un buen dominio del lenguaje, de la retórica, conocer y reconocerse en el mundo social y en sus códigos […] (Chevallier & Chauviré, 2011, p. 26).

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Por otra parte, se hallan las realizaciones materiales en el estado objetivado, que involucra el patrimonio de bienes culturales como cuadros, libros, diccionarios, instrumentos, máquinas, etc., y finalmente se encarna socialmente mediante el estado institucionalizado por títulos, diplomas y éxito que buscan el reconocimiento de competencias por parte de la sociedad, al hacerlo público, instituirlo y a menudo darle estatus. El capital cultural no se adquiere ni se hereda sin esfuerzos personales, demanda un aprendizaje y trabajo continuo, con el fin de incorporarlo y hacerlo “suyo”, puesto que este capital transforma el ser social del agente. Este tipo de capital cultural se limita a un grupo reducido (élites), el poder adquisitivo y su ascendencia generacional (Chevallier & Chauviré, 2011: 26). Con los elementos del capital cultural de Bourdieu se pueden definir lo que en realidad buscaban los hoteles en Europa, como el hotel Savoy (1889) y el Ritz (1898). El dinero era importante, siempre y cuando, el huésped que pagaba perteneciese a un estatus elevado o sea famoso, ya que era necesario el reconocimiento que podían llegar a tener por sus invitados especiales, y lo muestran al incorporar en su hotel símbolos distintivos de cierto personaje relevante (como sucedió con el Hotel Ritz); es decir, no importaba si el cliente tenía mucho poder económico, el único huésped que podía alojarse era aquel con influencia social o un estatus alto. Desde estos dos puntos de vista, capital cultural y capital económico, se puede analizar la calidad y lo que los consumidores buscaban y preferían para alojarse. Los hoteles establecidos entre 1895 a 1928 en Quito recibieron una marcada influencia de la calidad europea, sin dejar de lado ciertos detalles de la estadounidense. Como se mencionó en líneas anteriores, la adopción de los nombres para establecerlos en la ciudad era un hecho muy común; sin embargo, otro hecho que marca la hospitalidad en Quito con la influencia de estas dos corrientes es el movimiento de viajeros y pasajeros que recibe la ciudad para la época. El periódico El Día, en la publicación del jueves 1 de marzo de 1917 se

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registra el movimiento de hoteles, de acuerdo a las pizarras que debían publicar de manera obligatoria cada hotel y estaban supervisadas por el Intendente, y consta:

[…] Hotel Froment.- Sres. Dr. S. Balarezo, Dr. Sánchez Vera, Mr. P. I. Rich, Dr. A. Rey del Castro, Ministro del Perú; Whiter y señora, C. Gamba, V. I. Gallardo, V. H. Escala, Héctor Icaza, Van Dame, Manuel Marzo Ruiz, Vicente Cabezas, José E. Romero y familia, Crosby e hija. Hotel des Etrangers.- Francisco Parvan, W. Vonguickel, Jacinto Jouvin A., Dora M. Cartwhrit, Dr. José Levy y señora, Jhon Polh y señorita Eleonora Neuman. Hotel Oriental.-Sres. Antonio Faydad. Antonio Kuain, José Hayck, Nicolás Abad, Carlos Sabag, Vicente León, Velasco y Dávalos, Abraham Salame y Antonio Nieto. […] Hotel Palace.- W. C. Simons y Leocadio Loreto. […] Hotel París.- Ramón Bolañon, Francisco San Cristóbal, Alberto Shahlhein, Roberto Boeufré, Tomás S. G., Eduardo Labordo y Carlos Morla […]

Este registro de huéspedes muestra indirectamente la cantidad de extranjeros que llegaban a la ciudad desde diferentes países y continentes del mundo, por lo que no es de extrañarse que el primer hotel que se abrió hacia 1864, fue de dueño extranjero con el nombre de Casa Francesa y le pertenecía a Domenico Giacometti. Por lo tanto, los extranjeros que se aventuraban a llegar a Quito eran personas con un poder económico adecuado para realizar el viaje, asumir los costos y alojarse en Quito, si es que no se radicaban para vivir en la ciudad. Entre los tipos de capital estudiados por Bourdieu también se encuentra el capital social, el cual como su nombre lo indica, tiene relación con la clase social que se construye desde la propiedad del capital económico, el prestigio y el estatus social de acuerdo a la calidad y cantidad de conexiones y lazos con otros individuos. Corresponde al

[…] conjunto de recursos actuales y potenciales que están ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos

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institucionalizadas de inter conocimiento e inter reconocimiento; o, en otros términos, a la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes no solo dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser percibidas por el observador, por otros o por ellos mismos), sino también unidos por vínculos permanentes y sutiles […] (Chevallier & Chauviré, 2011, p. 27).

El tipo de contactos, conocidos, familiares y amistades le dan al individuo un poder de acción y reacción, en donde la importancia dependerá de la cantidad de conexiones y lazos con otros individuos. Se debe tener en cuenta que el capital social se da a través del acomodo familiar y no en la lógica individual. Los hoteles que se fueron creando a lo largo de la primera mitad del siglo XX en Quito, dependían de las conexiones y lazos que había entre los anfitriones y los huéspedes. Un ejemplo de este hecho es la venta del Hotel Royal con el Bar New York propiedad de Harrison Mason a Filemont Froment (ANE.FNJ.NP.541.1908.1C. F1124.1908) (Tabla 2), quien consideró la importancia de estos negocios y los hizo suyos cambiándoles el nombre. La conexión entre estos personajes es que ninguno de los dos fue quiteño o ecuatoriano, por lo tanto, pudo haberse considerado por algunos que la compra tenía más validez y el negocio más confianza.

Tabla No. 2. Ficha de subarrendamiento del Hotel Royal

Elemento Detalle

NÚMERO DE FICHA ANE.FNJ.NP.541.1908.1C.F1124.1908

INSTITUCIÓN Archivo Nacional del Ecuador

FONDO Notarial

SECCIÓN Juicios

NOTARÍA Primera

CAJA Y AÑO 541. Vol. II / 1908

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Elemento Detalle

CIUDAD/LUGAR Quito

FECHA 07.08.1908

FOLIO/EXPEDIENTE 1124, 1125

NOTARIO Daniel Rodríguez

DUEÑO W. Harrison Mason

ARRENDATARIO Filemont Froment

ARRIENDO DE Local y venta de especies

ELEMENTOS

CLÁUSULAS Señor Escribano. Sírvase extender en su protocolo de escrituras públicas una por lo que conste que Mister W. Harrison Mason propietario del Hotel Royal New York Bar, por una parte y monssier Filemont Froment por otra, convienen celebrar el siguiente contrato. 1. Harrison Mason cede y traspasa en subarrendamiento a Froment el contrato de arrendamiento que celebró con las Señoritas Rosa y María Palacios, en esta ciudad, en diez y ocho de Agosto de mil novecientos siete, por ante el Escribano Señor Fernando Avilés Flores, por todo el tiempo que falta para cumplirse dicho contrato, obligatorio y prorrogable. 2. Así también Mason vende y traspasa a Froment todos los derechos y acciones que le corresponden en los muebles y los inmuebles con que los ha guarnecido y accedido en dicho establecimiento, el primero de los contratantes, según el espíritu y las intenciones de lo estipulado con las arrendadoras en el contrato antes referido, al cual queda sujeto Froment enteramente. La entrega del “Royal Palace Hotel” Hotel Royal New York Bar, se hará previo inventario clasificándose las pertenencias, así las que son de propiedad de las arrendadoras, como las traspasadas en venta que son de Harrison Mason.

OBSERVACIONES El contrato de arrendamiento consta de 9 cláusulas.

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También se identifica el capital social cuando las familias, que en su pasado tenían un origen aristocrático, residían en el centro de la ciudad, pero luego se desplazaron a vivir en el norte (específicamente en el barrio de La Mariscal) (Espinosa, 1996, p. 91-92), como un mandato social de los sectores adinerados para mantener su estatus y su poder económico. Este es el caso de la Familia de Jacinto Jijón y Caamaño, quienes por sus recursos o la pertenencia a un grupo de élite, tenían una posición privilegiada en la sociedad, y su casa conocida como La Circasiana fue un modelo arquitectónico ícono en la época. Al hablar de capital social se puede incluir el capital simbólico, el cual, a través de la reproducción social, eleva el estatus de las personas, así como su influencia en las actividades sociales y del medio. Según Bourdieu, el capital simbólico:

[…] trata de ciertas propiedades que parecen inherentes a la persona misma del agente, como la autoridad, el prestigio, la reputación, el crédito, la fama, la notoriedad, la honorabilidad, el buen gusto, etc. […] y no es más que el capital económico o cultural conocido o reconocido (Bourdieu, 1987, p. 160).

En la familia se recrea el espacio fundamental de reproducción de capitales simbólicos sociales, en los que se refleja de manera adecuada el uso del habitus, sea de manera consciente o no. En el capital simbólico, Bourdieu (1987) define al habitus como las estrategias, oportunidades y disposiciones de la vida social, mediante las cuales las personas agrupadas por afinidad mantienen su status quo; y se usa como parte de un mundo familiar y social en donde se produce el cómo, dónde y por cuáles causas se construye, destruye, reconstruye o transforma el mundo social. En Quito, analizado desde el capital simbólico, la reproducción social y el habitus, se elevó más la reputación social de aquellas familias pudientes que recibían en sus hogares a extranjeros, les otorgó prestigio social, fama y honorabilidad al abrir las puertas de su casa; además, que

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en ciertos casos les concedió autoridad sobre el visitante. En la actualidad el individuo que va a un hotel importante o reconocido es quien adquiere cierto prestigio social, hecho que solo se veía reflejado en las casas familiares en aquella época (mediados del siglo XIX al primer cuarto del siglo XX). En las alianzas que se formaron hacia la época hubo una restitución del capital simbólico, al entender que la unión implicaba a un personaje externo a las costumbres locales, que no estaba sometido a la mirada prejuiciosa y tradicional de los quiteños (Valverde Lasso, entrevista, 2014). En los hoteles se pudo evidenciar este hecho en la ubicación de los mismos, pues los más importantes o los más reconocidos de la ciudad se encontraban cerca a la Plaza Mayor o de la Independencia, debido a que este lugar era el centro político, social y comercial de la época; por lo tanto, los viajeros que llegaban con estos fines preferían hoteles cercanos a este lugar. A su vez los hoteles buscaron reproducir esta estrategia mediante bailes en salones o bares en los restaurantes, en donde se requirió contacto y presencia social, tal fue el caso del Hotel Metropolitano (1914) que perteneció a Isaac Aboad, de origen judío, que fundó su negocio en 1914; sin embargo, para 1924 trasladó la ubicación del hotel a la casa esquinera de la Plaza Grande, en la calle Venezuela y Chile, donde ofrecía los días jueves una función de El Danzante y cenas-concierto con la Orquesta Mendelson (Jurado, 2010, p. 88-90; Periódico El Día, 1917; Periódico El Comercio, 1921, 1924 y 1925). 4. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES Las actividades relacionadas con la hotelería y la hospitalidad en el primer cuarto del S. XX en Quito se enmarcaron en ámbitos sociales, específicamente en las relaciones personales que existían. La vida cotidiana fue el eje central, pues la hospitalidad se encontraba puertas adentro y no era un bien que ostentar.

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Poco antes, es decir hacia la segunda mitad del siglo XIX, la hotelería en Quito se retrasó por la poca afluencia de visitantes, debido a las condiciones extremas que suponía realizar el viaje desde cualquier punto del país hacia la capital; además, la movilización por la Cordillera Andina era un viaje pesado y peligroso que no muchos querían asumir. Los diferentes tipos de capitales propuestos por Pierre Bourdieu se entrelazan con la hospitalidad quiteña debido a que la hotelería en la ciudad nace a raíz de las relaciones y reproducciones sociales, por lo tanto los conceptos propuestos desde la sociología se enmarcan adecuadamente en la hospitalidad vista desde la vida cotidiana de los individuos. El servicio y la calidad eran elementos que imponían los dueños de los hoteles, a los cuales el cliente se adaptaba, y al encontrar estos componentes en otros espacios (de Europa o Estados Unidos, por ejemplo) los definían como calidad y, por lo tanto, era positivo y valía la pena. Cada hotel creaba lo que el cliente podía percibir, con lo cual se diferenciaba de los demás, asimismo utilizaba influencias extranjeras, como las marcas o nombres para asegurar la particularidad de los productos hoteleros. 5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Archivo Nacional del Ecuador. ANE. (1908). Fondo Notarial Juicios, Notaría Primera. Caja 541, año 1908, Primer contrato, folio 1124.

Ayala-Mora, E. (2011). Ecuador del siglo XIX: Estado Nacional, Ejército, Iglesia y Municipio. 1ra. ed. Biblioteca Básica de Historia, volumen 30. Quito: Corporación Editora Nacional, 2011.

Bourdieu, P. (1987). Choses dites. París: Minuit. Chevalier, S., & Chauviré, C. (2011). Diccionario Bourdieu. 1ra. Ed. Buenos

aires: Nueva Visión. Espinosa, M. (Comp.) (1996). Quito según los extranjeros: La ciudad, su

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paisaje, gentes y costumbres observadas por los visitantes extranjeros. Siglos XVI-XX. Quito: Gráfica Araujo.

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