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RAYNI0ND ARON, ACTOR CONTEMPLATIVO " Mis conclusiones pertenecen a la es- cuela inglesa. mi formación proviene sobre todo de la escuela alemana": 'asi concluía Raymond Aron en 1967 su in- troducc ión a Les étapes de la pensée sociologique. En cierto modo estaba destacando la singularidad del lugar que ocupa en la inteligencia francesa. una singular idad que sus obras poste- riores y la evolución del campo cultural francés no han hecho más que acen- tuar. Impregnado de tradiciones muy diferentes de las de su admirado Alexis de Tocqueville. Aron comparte más de un rasgo con su mentor espiritual. entre los cuales quizá no sea el de menor significación precisamente éste. el de const ituir un ejempla r solitar io en el paisaje intelectual de su país. Una confluencia de factores podrá quizás estos días. si no reducir la impre - sión de soledad de Aron -que. como Tocqueville. podría escribir que tiene "parientes. vecinos y amigos. pero su (mi) espíritu no tiene familia ni pa- tria" -. por lo menos hacerlo conocer mejor al gran público francés y extran- jero . En efecto . una serie de tres progra- mas de televisión y la simultánea apari- ción de este libro. que recoge 24 horas de conversaciones con el autor de El opio de los intelectuales. perm itirán. sin duda una reflexión sobre la obra de Aron y su influencia en la vida política y cultural de Francia. Otra circunstancia prop icia para esa reflexión quizá la constituya el hecho de que desde mayo de 1981 Aron sehaconvertido en el críti- co más riguroso de la nueva oposi- ción. un papel que parece acomodarse mejor a su naturaleza que el de con- ciencia vigilante del Príncipe. que ejer- ció tantos años con fortuna diversa y que en todo caso acepta con filosofía ("me encuentro aislado y opositor. des- tino normal de un auténtico liberal"). Ji,. Ravmond Aron : Le spectateur engag9. En· tretiens avec Jean-Louis Missika et Dominique Wolton. Paris . Julliard. 340 pp. RESEÑAS Ordenado cronológicamente en tres grandes etapas (1930-1947 ; 1947- 1967 y 1967-1980) y constru ido en torno a tres ejes fundamentales -las ideas y la actitud de los intelectuales. la sociedad francesa y su clase dirigente y la política internacional Le spectateur engagé ofrece el itinerario singular de este admirable conocedor de Marx y de Weber. de ese representante ejemplar de lo que en Francia podría pertinente- mente llamarse "temperamento políti- co moderado" que es Aron. La forma- ción y situación de los entrevistadores -Jean-Louis Missika y Dom inique Wolton- aparecen ideales a prime ra vista. impresión que la lectura del libro y el desarrollo del programa televisado no hacen más que confirmar: econo- mista el primero. sociólogo el segundo. judíos de sensibilidad de izquierda y pertenecientes a la generac ión que cumpl ió 20 años en 1968 ambos . todo . en suma . predisponía a que el producto resultara un diálogo entre generac iones y lecturas diferentes de la realidad a partir de un tronco común de preocupa - ciones. Desdeñosamente descartado en 1968 por los treintañeros de hoy en 41 tanto que pensador político de la dere- cha. Aron se ha convertido con el paso de los años en el principal interpelante de una inteligencia de izquierda que. entre tanto. ha dejado de ser marxista. Como el libro ha recibido -y que descartamos seguirá recibiendo- abundantes y just ificados elogios por lo que dice. por como fue concebido y por la manera en que los diálogos fueron conducidos. quizá convenga comenzar aquí por formu lar algunos reparos en torno a lo que allí se omitió. En efecto. después de haber recorrido las 340 pá- ginas de entrevistas . el lector se seguirá preguntando en vano cómo y dónde trabaja Aron , cuál fue el humus cultural de su infancia. cómo es su circunstan- cia social inmediata (familia. amigos). su modo de insertarse en la vida activa. El personaje se presta mal a las confe- siones personales. se dirá con razón. pero hay mil maneras indirectas de dar al público una visión más directa e in- mediata que la racional que el propio Aron contr ibuyó seguramente a impri- mir. Repleto de ideas. apasionante por momentos . Le spectateur engagé care- ce -por falta precisamente de un ma- yor espesor psicológ ico- del calor y del

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RAYNI0ND ARON,ACTOR

CONTEMPLATIVO" M is conclusiones pertenecen a la es­cuela inglesa. mi formación provienesobre todo de la escuela alemana": 'asiconcluía Raymond Aron en 1967 su in­troducc ión a Les étapes de la penséesociologique. En cierto modo estabadestacando la singularidad del lugarque ocupa en la inteligencia francesa.una singular idad que sus obras poste­riores y la evolución del campo culturalfrancés no han hecho más que acen­tuar . Impregnado de tradiciones muydiferentes de las de su admirado Alexisde Tocqueville. Aron comparte más deun rasgo con su mentor espiritua l. entrelos cuales quizá no sea el de menorsign ificación precisamente éste. el deconst ituir un ejempla r sol itar io en elpaisaje intelectual de su país.

Una confluenc ia de factores podráquizás estos días. si no reducir la impre ­sión de soledad de Aron -que. comoTocqueville. podría escribir que tiene"parientes. vecinos y amigos. pero su(mi) espíritu no tiene familia ni pa­tria" -. por lo menos hacerlo conocermejor al gran públ ico francés y extran­jero . Enefecto . una serie de tres progra­mas de telev isión y la simultánea apari­ción de este libro. que recoge 24 horasde conversaciones con el autor de Elopio de los intelectuales. perm itirán. sinduda una reflexión sobre la obra deAron y su influencia en la vida política ycultural de Francia. Otra circunstanciaprop icia para esa reflexión quizá laconstituya el hecho de que desde mayode 1981 Aron seha convertido en el crít i­co más riguroso de la nueva opos i­ción. un papel que parece acomodarsemejor a su naturaleza que el de con­ciencia vigilante del Príncipe. que ejer­ció tantos años con fortuna diversa yque en todo caso acepta con filosofía("me encuentro aislado y opositor. des­t ino normal de un auténtico liberal ").

Ji,. Ravmond Aron : Le spectateur engag9. En·tretiens avec Jean-Louis M issika et DominiqueWolton. Paris . Julliard. 340 pp.

RESEÑAS

Ordenado cronológicamente en tresgrandes etapas (1930-1947 ; 1947­1967 y 1967-1980) y constru ido entorno a tres ejes fundamentales -lasideas y la actitud de los intelectuales. lasociedad francesa y su clase dirigente yla política internacional Le spectateurengagé ofrece el itinerario singular deeste admirable conocedor de Marx y deWeber. de ese representante ejemplarde lo que en Francia podría pertinente­mente llamarse " temperamento polít i­co moderado" que es Aron. La forma­ción y situación de los entrev istadores-Jean-Louis Missika y Dom iniqueWolton- aparecen ideales a prime ravista. impresión que la lectu ra del libroy el desarrollo del programa televisadono hacen más que confirmar: econo­mista el primero. sociólogo el segundo .judíos de sensibilidad de izquierda ypertenecientes a la generac ión quecumpl ió 20 años en 1968 ambos . todo .en suma . predisponía a que el productoresultara un diálogo entre generac ionesy lecturas diferentes de la realidad apartir de un tronco común de preocupa ­ciones.

Desdeñosamente descartado en1968 por los treintañeros de hoy en

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tanto que pensador político de la dere­cha. Aron se ha convert ido con el pasode los años en el principal interpelantede una inteligencia de izquierda que.entre tanto. ha dejado de ser marxista.

Como el libro ha recibido -y quedescartamos seguirá recibiendo­abundantes y just ificados elogios por loque dice. por como fue concebido y porla manera en que los diálogos fueronconducidos. quizá convenga comenzaraquí por formu lar algunos reparos entorno a lo que allí se omitió. En efecto .después de haber recorrido las 340 pá­ginas de entrevistas . el lector se seguirápreguntando en vano cómo y dóndetrabaja Aron, cuál fue el humus culturalde su infancia. cómo es su circunstan­cia social inmediata (familia. amigos).su modo de insertarse en la vida activa.El personaje se presta mal a las confe­siones personales. se dirá con razón.pero hay mil maneras indirectas de daral público una visión más directa e in­mediata que la racional que el propioAron contr ibuyó seguramente a impri­mir. Repleto de ideas. apasionante pormomentos . Le spectateur engagé care­ce -por falta precisamente de un ma­yor espesor psicológico- del calor y del

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Nbor que respiran otros libros de re­portaje (pienso, por ejemplo, en Un his­torien du dimllllche. que recoge lasconversaciones que Michel Winockmantuvo con Philippe AriIs, otro ejem­plar raro si los hay de la vida culturalfrancesa).

El reparo va. en realidad, bastanteINSallá del maro desdén por las condi­ciones de 'vida inmediatas de Aron yapunta a una dimensi6n capital: en el f

a",lisis de la producci6n intelectual seolvida demasiado a menudo las conCli­clones en que la misma se elabora. Siuna obra es -como diría Ortega y Gas­set- un diálogo con la circunstancia, la'circunstancia de un intelectual se com­pone de un co".'Plejo manojo de facto-

. res que WoIton y Missika bien .podrianhaberdejado entrever: un sistema edu­cativo y una prensa. por empezar, quepagan tanto por ta'ntas horas de traba­jo. pero también un vasto público con­sumidor de libros cuya demanda atien­den (¿yde qué manera?) las casasedi­toriales. En sínte.sis, Le Sptletllteuf en­gllgé no subraya con fuerza suficienteel lugar desdedonde Aron miró la pcilí­!ica y desde el cual teji6 su'compromi­so, una situaci6n que nada tiene deneutral ni de .irrelevante. .

Al término de la lectura. y todo bienpesedo. ¿qué queda de Le sptlCtllteur

. engagé para un lector no francés? Senos ocurre que pueden retenerse tresaspectos. tres niveles diferentes. Enpri­mer lugar. un tono . Sobre cualquiera delos temas abotdados hay un modo pe­culiar de leer la política en Aron que lees propio, un talante racional ("pourpenser la politique. iI faut atre le plus ra­tionnel possible. mais pour en faire ilfaut inévitablement utiliser les passionsdes autres hornmes. L'activité politiqu~

est donc impure .et c'est pourquoi jeprefere la penser"). frío por momentos.un horror al agravio, un marcado gustopor situarse en el lugar del adversario ytratar de analizarlo -más que de com­batirlo- a través de su propia l6gicain­tema. una actitud que -huelga casise­I\8larlo- lo distanció no sólo de sucompaftero de estudios Jean-Paul sar­tre ("un moraliste d'un styIe tres diffé­rent du type habituel, moraliste de I'au­tenticité et pas du toot du conformismebourgeoia dont iI &Vait horreur"). sinode casi toda la familia intelectual fran­ceu de los aftos 60 y 80. Esetono ela­borado seguramente en la marcha. te-

~SEÑAS• '..?J

I'lidode escepticismo y que deja traslu­cir cierta repugnancia por -la accíón-:habría de pesar de varias maneras en laobra aroniana: por serie fiel siempre leestuvieron vedados los panfletos. la ac­tividad política partidaria. la conducciónde una escuela. y en cierto modo loconfinó a su papel de conciencia vigi­lante pero aislada. respetada pero mar­ginada. de la derecha liberal.

En segundo término, queda en relie­ve una trayectoria intélectual construi­da desde el periodismo y la cátedra. nu­trida de ambas v_ertientes y marcadaspor urgencias diferentes. El comentariode actualidad. ya fuera en Le Figaro(mástie un lector descubrirá sorprendi­do que su tribuna bien pudo haber sidoLe Monde) o en I.os últimos años enL'Express. oblig6 a Aron a seguir y revi­sar casi a diario la evolución francesa einternacional: la cátedra sirvió de basea la mayoría de los libros duraderos deAran. Ambas actividades se nutrieronrecíprocamente. se imbricaron en unamirada que, alerta sobre el aconteci­miento puntual. se preocupó perma­nentemente por guardar el sentido delas proporciones. por discernir, más alláde la excitación momentánea. las ten­dencias profundas: La unidad funda­mental de esa doble trayectoria me pa­rece derivar de una opción radical deAron que puede resumirse así: dos con­cepciones de la economía. de la socie­dad y del ~r se disputan el mundo.mis críticas y mi acción se ejercen den­tro del campo occidental. en un comba­te entre "lo preferible '1. lo detestable "que no excluye los matices. Si esta op­ci6n radical ha convertido -a Aron enuno de los escasos analistas polfticosfrancases escuchados por la derechalatinoamericana, el hecho no pareceimputable al propio ~ron. sino explica­ble por la inanidad intelectual. la faltade rigor V la proclividad a hac~r lecturasselectivas de esa derecha. que retieneloa aspectos más fáciles de sus escritosy deja cuidadosamente de lado los másexigentes: la bipolaridad del mundo ac­tual. la defensa de la democracia occi­dental suponen respeto a valores y em­pel'los concretos que van bastante másallá de la mera defensa del status quasocial.

Por último, Le $peciateuf engagéofrece un vasto panorama de la vidapotrticafrancesa y sus imbricaciones in­temacionales desde los años 30 hasta

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nuestros días. así como de los principa­les debates intelectuales en los queAron part ic ipó de un modo u otro (conSartre y Merleau-Ponty . principal perono únicamente). Al respecto. el lectorno fam iliarizado con este dominio en­contrará en este diálogo un proli jo resu­men de las posiciones de una derechamoderna. realista. abierta (en el sentidode no hexagona l). cuidadosa de la uni­dad nacional. pero con escasa percep­ción de las dimensiones sociales y cul­turales de la vida política (capitalespara comprender fenóm enos como elFrente Popular de 1936 o el movimien­to de mayo de 19681.

Las tres líneas retenidas aquí no pre­tenden obv iamente agotar 01 libro y tie­nen algo de caprichosas. En todo caso.soslayan del iberadamento lo que porestos días se ha dado un llamarse elaronismo . concepto sin duda abusivo.contra el cual comienzan a oírso airadasprotestas (el prol ll ico Burnnrd·HenryLévy se preguntaba haco poco on L8Mlltin de PII';S d dóndo provrune estavoluntad de " transtormur un Ulgantedel pensam iento a un hombro dol quetodo el mundo sobo. urnpuznndo por élmismo. que quedará sobro todo por sustalentos de periodista y do vulgariza­dor") . La om isión so uxpncn sin dificul­tad: el repentino red scubnrruento deAron -curiosamento cierta Ilqulerdano esperó esta mini-moda pura ver enél a uno de sus críti cos más estima­bles- se inscribe en 01vasto marco dela crisis de las esperanzas do los años60 y de las cert idumbres do 10 5 eños70. una historia que nada nene de fácily que. de alguna manera. también esotra historia.

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'SENDAS DE J APÓEN TABLADA

Después de la muerte de José Juan Ta­blada (igual que después de la muertede otros -muy pocos- artistas) siguie­ron ocurriendo grandes episodios en elmundo. como antes. cuando vivía.Siempre hay episodios en el mundo.Nunca tienen importancia directa parala historia de la literatura. Lo importan-

"" Atsuko T.nabe: El ¡."on/smo d. Jos. Ju.nTablMl.. UNAM. Mi.leo . 1981 .

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te es el vivir del Poeta (porque hay algo" que sólo el Poeta mira cuando cierralos ojos" . pensaba Tablada). Y la únicahuella que queda de este acontecimien­to es su obra. Aunque también quedanmiles de episodios ocurridos mientrasél vivía. algunos mencionados en lashistorias generales. De tal manera. noes difíc il imaginar la siguiente escena:una mañana. mientras el artista escribeun poema. alrededor de su rnornentá­nea torre de marfil una fecha memora­ble transcurre . Al enterarse del hecho.¿qué artista corregiría su poema paraadaptarlo al acontecimiento? Creo quetal lujo es inalcanzable para el Poeta.Sucedería que si un poema hubiera sidoescrito antes de esa fecha y publicado.tendría que reeditarse con enmiendas.como si el Poeta fuera un legislador" atento a la voz del pueblo". como situviera que esperar una guerra para es­cribir un poema épico. Pero algunos ne­cios. llamados sociólogos de la literatu­ra en los últimos tiempos. han escritolibros donde ejecutan extraños malaba ­rismos verbales. ilusiones ópticas depalabras que tratan de hacernos creerque los episodios del mundo y la litera­tura pueden convivir en algo así comouna socioratura. burla estúpida. y el ar­tista que rechazó en vida los juegos de

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ALA ~oMBRA DE UN HERMEg

la violencia de estos enamorados delpoder más que del arte. generalizadoresde la historia. ya muerto no se salva delhostigamiento o. peor. de la reticencia :es evocado con odio por quienes se nie­gan a reconocer su valor absolutamen­te literario.Atsuko Tanabe ha escrito un libro. El¡a­ponismo de José Juan Tablada. en elque ha sabido observar la distinción en­tre el episodio circunstancial y la vidaartística. "Es de notarse que el año de1904 -dice. por ejemplo- justamentecuando (Tablada) deja (temporalmente)su carrera de poeta . marca otra épocaen el japonismo en general. pues eneste año el Japón sale victorioso. antela asombrada mirada occidental. en laguerra ruso-japonesa." Por esa distin­ción. Atsuko registra que "en el mundoliterario de México. Tablada no ha sidoapreciado debidamente hasta ahora porun 'error político'. Se ha confundido unerror cometido en política con un errorartístico que. en realidad . el poeta no co­metió nunca".

Después de la muerte de Tabladaninguna malevolencia impedirá que seareconocido como el más grande poetadel siglo XX en México. junto con Octa­vio Paz (a pesar de las consignas deciertos periodistas a los que se aplica lo

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que Tablada decía de la crítica : "paraella mi poesía es y será mucho t iempotan inaccesible como intangible yo asus necios comentarios y a sus torpesinsinuaciones"). El exilio y la destruc­ción de algunos de sus escritos e inclu­so de su casa volvieron monstruoso eltamaño de su "error" . En 1928. bajo elorgullo de ser el autor de Hiroshigué (li­bro acerca de un pintor japonés. "escri­to con valor de testamento". según At­suka). Tablada declaró que ello servíapara aplacar sus "escrúpulos de con­ciencia por haber realizado una obra deuna atmósfera de odio y de destruc­ción" . aludiendo a "aquellos congojo­sos y adversos días de 1914". Y puestoque son tantos los honores debidos aTablada. estas palabras -recuperadasen apéndice por Atsuko- deben pare­cer insufic ientes a los cronistas. arbitra­rios y persistentes destructores.

Resulta claro ahora que este episo­dio de la vida del poeta es mucho menosimportante que la ampliación de la líricaenespañol lograda por Tablada gracias asu curiosidad por la cultura japonesa.

Elhallazgo de los haikais es el aspec­to que ha sido mejor reconocido en laobra del poeta. Es interesante. por tan­to. referirse a otro costado no menosimportante: el de los caligramas. hacialos que he notado desdén de parte de lacrítica. Es natural que en el estudio deAtsuko. que sigue el itinerario y la evo­lución del poeta dentro del japonismo.la última parte. la única en la que semuestra un tanto intolerante. es preci­samente en la de los caligramas -lla­mados en realidad poemas ideográficospor Tablada.

Con la publicación del libro de hai­kais, Un día.. .. Tablada sorprendió almundo poético hispanoamericano. re­fiere Atsuko. Al año siguiente sacó a laluz otra forma poética. causando mayorsorpresa. La crítica tradicional ha queri­do entender los caligramas de Tabladacomo un juego del que tuvieron la culpalas vanguardias europeas de principiosde siglo. Es posible. Pero el afán de Ta­blada. en sus fundamentos iluminadopor el sol de Japón. no fue ingenuo. Se­gún Atsuko. luego de ilustrar la riquezadel arte de la caligrafla. "Tablada esta­ba ansioso por encontrar algún mediopara expresar el arte poético de modomás dinámico. como unificación de to­dos los intentos que hasta entonces ha­bía realizado. En cuanto al poema ("U-

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Po"), desgraciadamente su experimen­to no resultó satisfactorio. Dejando a unlado el valor artístico del poema escritodentro del ideograma, esta caligrafíapuede tener un valor estético. ademásde sufrir equivocación en los rasgos".Lamisma Atsuko cita un artículo anóni­mo publicado en El Universal /lustradoen 1919, que auguraba -con burlapropia de cronistas de una literaturaque les es ajena- que "tal vez, antes demucho, logre Tablada en un soneto larealización plástica de la cuadratura delcírculo".

Ese año, nos recuerda también Atsu­ka, López Velarde, con respeto y admi­ración, había dudado de estos "experi­mentos" del poeta, en los que veía algoconvencional". López Velarde, "sin em­bargo,'estaba seguro de que el genio deTablada triunfaría "aun en los procedi­mientos más desusados de la belleza".

Quizás la última interpretación acer- .ca de este problema no se le permita alcrítico hasta la publicación. ya inaplaza­ble, de todos los escritos. de Tablada.Por lo pronto, de la contestación delpoeta se desprende que para una ex­presión "simultáneamente lírica y'gráfi­ca" (las comillas son del propio Tabla­da, lo que crea otra interrogante: en la"exégesis prematura" que practicabaen su respuesta, la quién citaba?). nosólo había seguido el desarrollo de supasión por la cultura japonesa, sino elde otras fuentes, la conoc ida de Mallar­mé ("Imiter le Chinois .. ."). además dela de 'Jules Renard tanto como la deApollinaire. Aunque causa 'un V1ayorasombro la siguiente referencia :

I

" Hace muchos años leí en la Antolo-. . gia griega de Panude. que un poeta

heleno había escrtto un poema enforma de 'ala' y otro en forma de 'al­tar': supe por mis estudios chinosque en el templo de Confucio se can­ta cierto himno cuyos caracteres es­criben con el movimiento de la danza.los coreógrafos, sobre el pavimen­to,"

Recuérdese aquí el "Ex voto a LópezVelarde", de 1921 , y algunas formas dela poesía-acción contemporáneas. Re­sulta entonces que, por un lado. el pen­samiento de Tablada abarcaba un uni­verso literario mayor que el que has­ta ahora se le ha reconocido.

Jerome Peignot publicó en 1978(Editions du Chene, Paris) una recopila-

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ción, de caligramas que se inicia mu- .chos años antes de nuestra era en di­versas regiones, en Oriente y en Occi­dente.

Ante la afirmación de Atsuko de que"es imposible que una escritura fonéti­ca tenga el mismo efecto que una ideo­gráfica como la japonesa", quizás Ta­blada habría' replicado con nuevos in­tentos e ideas y, sobre todo, c~n poe­mas. Creo que la gran pregunta en estecaso trataría de saber por qué la poesíafonética ha tenido un desarrollo muchí­simo más vasto que el de la poesía vi­sual. Atsuko concluye con justicia: "Ta­blada fue el primer poeta en introduciren la poesía hispanoamericana el ritmovisual -el efecto gráfico- de la poesía,tema que actualmente inquieta profun­damente a los poetas de nuestros días.., y en ello, el japonismo jugó un papelimportante: por medio del arte japonés(pintura, poesía y caligrafía) Tabladaaprendió la simplificación, la simboliza ­ción, la concisión y la sintetiza ción de lapoesía".

Por lo demás, después de la lecturadel libro de Atsuko Tanabe, y pensandosin cesar en José Juan Tablada, me in­vadió una gran curiosidad por el paísdesconocido que Tablada supo encon­trar y amar: "Tablada fue asimismo elprimer mexicano que mostrara un inte­rés serio por el Japón de nuestra era: elprimero en hacer esfuerzos por estable­cer una imagen no distorsionada delJapón; el primero en aproximarse alcampo de la japonología con una erudi­ción comparativamente rica. Sus obras[aponlstas son el resultado de no pocoesfuerzo.. ...

Jaime G. 'Velázquez

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ALVARO MUTIS: LASAGA DE MAQROLL

Alvaro Mutis nace en Bogotá (Colom­bia). en el año de 1923. Hijo de diplo­máticos, pasa gran parte de su niñez yprimera juventud en Bélgica . Así, pues,los años más importantes de su vidatranscurren en escenarios radicalmentedistintos. Meses de estudio entre las

• Alvaro Mutis: Cereven.ery. Fondo de Cul·tura Económica, México, 1981.

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brumas y las tierras bajas de Flandes.horas de lectura en el sosiego de la bi­blioteca del colegio San Michel. en con­traste con los largos días de vacacionesen la finca cafetalera de la familia; ociode juventud inundado con los olores deltrópico mientras se contempla la vege­tación cómplice de la lluvia y en la Quese enlazan beneficio y destrucción. Laausencia de los días luminosos de Co­lombia, los llena el joven poeta con lalectura de autores que alimentan suimaginación.. Entre los cientos de pági­nas sobre tierras feraces e inhóspitas.hombres rudos y nobles. topon im ias ygeografías remotas. se destacan losnombres de Salgari y Verne. Poco apoco se suman lecturas: la de Conradserá definitiva. En Comad descubre unmundo en el que los hombres se en­frentan a sí mismos y a los elementosnaturales. Los preside un código de ho ­nor que no acepta deserc iones. En AI­mayer, dice Mutis, encontré esos ele ­mentas de destrucción V de tróp ico Quecoinciden con mis experiencias realesde la tierra caliente de mis abuelos.

Mutis se instala en Bogotá para ter ­minar los estud ios de preparatoria. Allíconoce V se relaciona con Eduardo Ca­rranza. El contacto con este poeta serácentral en la vida de Mutis: decide quela poesía es el medio más apropiadopara expresar lo que sus sueños V lectu­ras le han sugerido.

Regresemos a la infanc ia de Mutis.En un país vecino. Ecuador. escribe ungran poeta. Jorge Carrera Andrade. Quetiene más de un punto de contacto conCarlos Pellicer . Para ambos el tróp icoes motivo de celebrac ión. Hay algoedénico en la visión de Carrera And ra­de. Su verso nombra una naturalezaque ante nuestros ojos se hace materiareal. Mutis, a pesar de que el tróp icodebió haber representado la novedadde la patria después de su estancia enBruselas y París, ve el lado oscuro deesa realidad: en el trópico, el calor de­vastador, las grandes avenidas de losríos y los accidentes del terreno quecercan a las aguas. son los elementosde un desastre que en su caída arras­-tran al hombre y sus valores morales. Eltrópico es un desafío. Más tarde el poe­ta encontrará que ese desafío se da enotras latitudes. donde el tedio y el abu­rrimiento roen la carne V los sueños.donde los sent imientos más nobles ylas ambiciones más veniales son pues-

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Alvaro Mutis.

tos a prueba. Acaso la intensa visión deun trópico que degrada tenga su origenen la experiencia de un mundo someti ­do a leyes de racional idad que niegan lavalidez del libre tránsito de la imagina­ción, Bruselas y París expresan un or­den. aunque en este último se da elasalto a la razón de Breton y sus ami ­gos. Mutis toma del surrealismo la li­bertad de asociación. la complej idad dela metáfora que lo distingue. Lautréa­monto Saint- John Perseo Jorge Zala­mea. Pablo Neruda . son entonces nom ­bres que dejaron huella en la escriturade Mutis.

Muy joven aún publica en el periódi­co El Espectador sus primeros poemasque alcanzan la forma de libro en 1947.con el título de La balanza. Es un libroque también incluye poemas de otro jo­ven. Carlos Patiño. que se olvidó luegode la poesía. El libro fue una edición deautor y quizá abarca dos nombres por­que el dinero de uno solo no fue sufi ­ciente para cubrir los costos . En La ba­lanza hay un poema que encierra el ger­men de una voz y de lo que sería mástarde la figura central de la poesía deMutis: Maqroll. el gaviero . El poema se

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en Mutis desde sus primeros poemases la fuerte presencia de las criaturasque transcurren por sus páginas y queson como un eco que resuena en lamente del lector.

En el año de 1953 apareció lo queen sentido estricto es su primer libro :Los elementos del desastre. El libro re­coge algunos poemas de La balanza,que el autor consideró lo más rescata­ble. Allí ya se expresa una voz personalen el contexto de la literatura latinoa­mericana. Y allí hace su aparición Maq­roll, el gaviero . Su sitio es la altura. don­de conoce la dirección de los vientos.columbra tormentas, y desde el palomayor sabe si van todos a buen puertoo es la incertidumbre la que se eleva enel horizonte. Los poemas están aquímarcados por la desolación . El epígrafeelegido para el poema "Oración deMaqroll " , un verso de René Crevel. "Tuas marché por les rues de Chair" (Hascaminado por las calles de la carne). esla síntesis del mundo que tocó enfren­tar al Gaviero. La carne y sus miserias.Maqroll dirá : " ¿Por qué quitaste a losciegos su bastón con el cual rasgabanla densa felpa de deseo que los acosa ysorprende en las tinieblas?". En este li­bro también aparece otra figura habita-

llama "Lástimas por Felipe 11". y está da por el dolor: la dolorosa certeza de laestructurado en forma de cláusulas; destrucción y la batalladan lustre a suson enunciaciones de una vitalidad per- presencia: escribe: "En la muerte des-dida, el recuerdo de hazañas que se cu- cansaré como en el trono de un monar-bren de polvo como cuadros olvidados ca milenario" y luego el poeta señala:en una bodega. y que narran y atesti- "Esto escribió con su sable en el polvoguan un esplendor imposible de resca- de la plaza. Los rebaños borraron las le-tar. Lástimas por Felipe 11 " monarca en- tras con sus pezuñas. pero. ya el gritocerrado en la mansión eficaz y tranquila circulaba por toda la ciudad l ...) Solita-que lentamente bebe su sangre de rep- rio, esperaba el paso de los años quetil indefenso y creyente". Los elemen- derrumbarían su fe. el tiempo bárbarotos dispersos de su memoria son : " cam- en que su floria había de comerciarsepanillas de hoteles de miseria. viejos na- en los hoteles". En medio de todo ellovías cuyos costados de metal hermosísi- aparecen la ciudad. el campo y lasmo carcome el salitre . escarcha de los montañas : pero las analogías que esta-cazadores. hondo disparo de la madru- blece Mutis con los elementos que losgada. humo de carboneros. pozo helado componen señalan la singular idad dede las minas". He aquí a Felipe 11 que sus poemas: " Hoy, cuando el amanecerhabita un paisaje moral semejante al de crece en los parques. el olor de los pi-Maqroll. El gusto por la cláusula, la ne- nos recién cortados . ese aroma resino-cesidad de pronunciar palabras que so y brillante como el recuerdo vago deconvoquen la presencia de otro tiempo una hembra magnífica o como el dolorpara revelar la desdicha y la derrota de de una best ia indefensa" . Entre los pri-,los hombres. queda expresado con ple- "<, meros poemas apareció Maqroll. frag-nitud en el poema "Reseña". en el que <, mentariamente. " No está aquí comple-un arquero de .Flandes "volvió por su ta la oración de Maqroll. el gaviero"mujer y se perdió para siempre en la -con estas palabras inicia su presenta-selva y gritó hasta apagar el rumor de ción.las manadas voraces" . Lo que asombra En Colombia . en la década de los

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i1:1 cincuentas, un grupo de jóvenes cultos

y apasionados por la literatura se dan ala tarea de aerear el ámbito cultural desu país; el arma de su acción: la revistaMito. Jorge Gaitán Durán. FernandoCharry Lara, Alvaro Mutis, entre otros,hacen que Mito se vincule al gran '!1ovi­miento de renovación que tenía sus po­los más importantes en la Revista Me­xicana de Literatura de México, y enOrígenes, de La Habana. Octavio Pazcelebra que en Mito haya riesgo inte­lectual. Y saluda con entusiasmo laaparición de Maqroll en un breve libropublicado con el pie de imprenta de esarevista. Mutis reuni6 unos cuantos poe­mas que se refieren a Maqroll en unaedición pobre tipográficamente. Lleva­ba como título Reseñade los hospitalesde ultramar. Al ocuparse de ellos, Pazdijo de Maqroll: "no es tanto un mundofísico como un paisaje moral". Es difícilno aceptar las observaciones de Paz, yaque no es tanto la relación de hechoscalamitosos ni el recuento de penas y,desdichas lo que importa destacar aMutis. El Gaviero nace para señalar lalepra moral que nos contamina', y quees el origen de los sufrimientos, de laambición, de la violencia y de las vidasextraviadas. Una furia ciega dicta las'acciones de los hombres que se pudrencomo las aguas estancadas. Un ojo cie­go y una memoria que recuerda el brillodel oropel. Laaventura no fue coronadacon un epílogo de grandeza. No es la

..,-, muerte heroica la que espera a los se­res de Mutis: el ' hospital es ei últimodestino, antesala de una muerte singloria ni,dignidad. En' el recinto del hos­pital. el Gaviero está dividido entre elsufrimiento y la imposible esperanza. Eleco de lo sombrío llega hasta nosotrosporque la respuesta a la esperanza es elhundimiento en el abandono, la esperade la nada, momentos en los que El Ga­viero se sobrevive a sí mismo elaboran­do "una amplia teoría de males". Laexacta enumeración de males que haceel Gaviero produce una especie de vér­tigo: Maqroll vive la miseria de un des- •tino, la humillaci6n de un cuerpo , laenervaci6n de los sentidos. Alrededordel Gaviero se colocan los arreos deuna ceremonia fúnebre que sólo la sun­tuosidad del lenguaje posterga. Lo in­quietante de Maqroll es que se nos pre­senta como una metáfora de nuestrasvidas porque hace ya tiempo que alhombre le es negado un destino glorio-

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so y que de su mundo se' ha borrado eirostro de lo sagrado. Es el autor quienda la mejor definicién de Maqroll. cuan­do a una preguntaresponde que éste es"una persona de ficci6n que asimilamuchos de mis suei'ios y nostalgias. asícomo mis alegrías y mis tristezas. Esunpersonaje totalmente al servicio de miimaginaci6n". ' '

Seis ai'ios más tarde. en México: adonde emigra el poeta en 1956, apare­ce Los trabajosperdidos, que incluye laReseña de los hospitales de ultramar.En este libro el poeta ha dado una dis­posición tipográfica distinta a los poe­mas, lo que ai'iade eficacia a su lectura.En la serie de Los trabajos perdidos,Mutis cala más hondo en la concienciade exilio y soledad que se desprende dela lectura de sus primeros poemas. Suexperiencia es la del trópico colombia­,no'donde ferrnentansustanclas homici­das. Trópico y calor. Vegetación y has­tío de horas colmas de .luz que ciega.aromas de las fincas. ríos tempestuo-

,sos;' el poeta elige nombrar esta reali- .dad donde se 'desenvuelve la vida de'unos hombres que fueron piedra de ,fundación y corrupción: "Todo irá des­vaneciéndose en el olvido y el grito deun mono. el manar blancuzco de la sa­via por la herida corteza del caucho. elchapoteo del agua contra la quilla en,viaje, serán asuntos más memorablesque nuestros largos abrazos." Son poe- 'mas , expresados con una actitud ro­mántica que no dejan de asombrarnospor las inesperadas asociaciones que'Mutis convoca : "Cuando le pregunta­ron por un puerto del Estrecho. mostróel ojo disecado de un ave de rapiñadentro del cual danzaban las sombrasdel canto."

Después de Los trabajos perdidoshay un largo silencio interrumpido ape­nas por la aparición de algunos poemasque llevan al título de Lied. que según'Mutis "en alemán significa canción-pero es una palabra que tiene unaconnotación lírica muy especial. No hepodido ni he querido buscar la traduc­ción exacta al español. y creo que no lahay". Hasta la fecha no se ha publicadoel libro de los Lied. En 1973, Barral Edi­tores recogió en un hermoso volumentoda la poesía de Alvaro Mutis con el tí­tulo Summa de Maqroll, El Gaviero. Alfrente lleva un ensayo esclarecedor ylúcido de J. G. Cobo Borda. Es el testi­monio de la constancia poética de un

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hombre que define así su poesía: " Es lasuma de mis nostalgias; en ella estánmis visitas a lugares que frecuenté enmi juventud y que aún siguen en mi me­moria,"

A pesar de que para Mutis está su­perada la frontera entre el verso y laprosa. habría que señalar que sus pri­meros poemas son narrativos . escr itosen amplios periodos que buscan refle jarla vastedad de lo que nombran : así. hayuna porción de su obra que se inscribeen los cánones de la narrativa. Es brevey fragmentaria. como toda su produc­ción. y en ella se prolonga el mundo quehabita Maqroll. Con ese con junto deprosas se quiere añadir un fragmentomás al paisaje moral de los poemas. Laparte central está formada por el relatoLa mansión de la Araucaíma, publ icadoen 1973. Poster iormente. el libro se

- volvió a publicar acompañado de los re­latos que antes habían aparecido en elDiario de Lecumberri. Este diario. enpalabras del autor. es " el testimon ioparcial de, una experiencia y la ficc iónnacida en largas horas de encierro y so­ledad. La ficción hizo posible que la ex­periencia no destruyera toda razón devida". Tres son los relatos. En el prime ­ro el título " Antes de que cante el gallo"alude a la sentencia evangél ica de lanegación del discípulo. Un pescador seune a un predicador que a pesar de laadvertencia de que está proh ibido reu ­nirse en las calles. propaga su doctrina,La violencia y la insensibil idad al dolorson las pruebas en las que se templa laverdad; el pescador no resiste la pruebay con turbación se reintegra a la med io­cridad de su vida. En "Sharaya" el poe­ta elabora un juego de planos: observa ­mos y somos observados. Sharaya .santón de Jandripur, sentado a la salidadel pueblo. hace el recuento de las mi­serias de los hombres: inmóvil. su pre ­sencia en nada inquieta: las horas demeditación' y ayuno lo han acercado ala sabiduría . Petrificado. casi ausentede la vida . contempla su prop io asesi­nato. Es la comprobación de que nadase salva del desastre. "La muerte delestratega " es la relación de algunos he­chos de la vida y la muerte de Alar elll i­rio, estratega de la emperatriz bizant inaIrene. que en una especie de estado au­sente muere por un imperio que para élha perdido sent ido y por una religiónque de nada salva. No hay heroísmo ensu actitud. Hay la dignidad de cumplir

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con un deber. A estos tres relatos sesuma un fragmento de un ambiciosoproyecto: la biografía de Bolívar. En "Elúltimo rostro" quedan páginas esplén­didas sobre el héroe que resumió así subúsqueda de unir voluntades. en pala­bras que parecen tomadas de Maqroll:"aré en el mar y edifiqué en el aire".

La mansión de la Araucaíma es unbreve relato impregnado del mismo airede desolación y sufrimiento que se des­prende de los poemas. La casa del títu ­lo se ubica en el trópico colombiano.Allí. en una especie de falansterio. ungrupo de hombres deciden que sus vi­das las gobierne la inercia de los actoscot idianos. que paulatinamente va im­poniendo sus leyes. Es un universo enque las relaciones no tienen fisura. Loshombres de la casa son seres que hanvisto pasar su oportunidad en la vida. Elorden se rompe con la presencia de unamuchacha que traspone el umbral de lamansión. Al principio es un viento fres­co que disipa el tedio . Su presenciahace que el sopor de las horas cálidassea menos agobiante. y será como unreactivo que desencadene la pasiónamorosa de los habitantes de la casa.La muchacha está poseída de una car­ga erótica que conocerá la alucinacióndel placer en brazos de la única mujerque vive en la mansión; el gozo del pla­cer será su condena cuando esa mismamujer la repudie. Sus relaciones sexua­les rompen el equil ibrio de la casa. Hayun destino inexorable que todos cum­plen: la muerte toma su ración de vida.Don Graci. el dueño de la casa. un viejopederasta. comparte la suerte del Ga­viera: la pérdida de un reino. Su casa.semejante a las otras haciendas de laregión. poseía un rasgo que la hacíadistinta : "su injusti ficada y gratuita vas­tedad que producía cierto miedo" . Aca­so alguna vez el Gaviero pisó los patiosde la mansión. y de él tal vez don Graciaprendió las máximas que regían el or­den de la casa: "el silencio". decía unade ellas. " es como el dolor. propicia lameditación . mueve el orden y prolongalos deseos" .

Ya señalamos que una característicarelevante de Mutis es su afición poratribu ir a sus criaturas pensamientos devastas resonancias dichos en cláusulas.Una retórica cuyo vigor atestigua sumás reciente libro : Caravansary. en elque continúa la saga de Maqroll. y quese vincula con La mansión de la Arau-

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caíma. La lírica y la épica ejecutan denuevo su canto en las páginas de Cara­vansary : los hombres expresan la mate­ria de sus sentimientos pero una tramavital dibuja los rasgos del héroe. Ma­qroll pronuncia otra vez sus cláusulas.Es la palabra del juglar que halla placer.el único placer disponible. en modelarla materia verbal que da la nueva de sudestino . Mutis nos conduce a otras lati­tudes. nos lleva en el tiempo a mundosque desaparecieron o que agonizan.evocándolos con nombres claves. Conla mención de un nombre significativo.aparecen de golpe. con rasgos precisos.los entornos de otras culturas en lasque los hombres también estuvieron di­vididos entre el sufrimiento y la espe­ranza. Mutis sabe que el tiempo y lageografía no borran los secretos y po­derosos lazos que unen las vidas de loshombres. Todos somos contemporá­neos de Maqroll o de esos nómadasque en su constante ir y venir por las ru­tas del desierto han confiado a las es­trellas que guíen sus destinos. Caravan­sary es el nombre en inglés del recintopúblico que da albergue a las carava­nas. Su nombre en español no es tanafortunado : caravanera. Este edificio seconstruía fuera de las murallas de lasciudades.

El poeta evoca la vida de los nóma­das que buscan alivio a la fatiga entrelos muros de garavanzary. en el que semezclan lenguas. sueños. proyectos : unlugar de paso donde se "ventilan losmodestos negocios de los hombres".En la brevedad de la primera parte deCaravansary aparece el abigarrado al­bergue; se habla de navegaciones. decomercios clandestinos. cargamentospreciosos. muertes infames. de grandeshambrunas. La huella más perdurableque dejan los huéspedes en los patiosson las manchas del betel que escupenmientras conversan y cuyas formas bo­rran los pasos. manchas que se añadena la grasa y a la materia inmemorial quecubren el piso. Encima de la humildaddel piso. sobre la posada. en la clara no­che bengalí. las estrellas trazan "su len­ta trayectoria inmutable" . Lo de siem­pre. dice el poeta. Nada altera la inmi­nencia del desastre. Mutis rescata unmundo que los cataclismos han borra­do; la perduración de ciertos fragmen­tos bastan para dibujar la imagen de unentorno donde los hombres vivieronnuestros mismos padecimientos.

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Ya se señaló que la negación de undestino heroico o la falta de valor paracumplir un deseo marcan a los seresque pueblan la imaginación de Mutis-pero en su nobleza. en su mezquin­dad. en su fracaso nos devuelven nues­tra propia imagen. Así. la trama de lavida de un hombre. que soñaba viajespor tierras de fiebre y aventura. está te­jida con los vulgares y cotidianos actosde dar lustre a las lámparas de hojalataque sirven a su amo para la caza del zo­rro. Quizá la exclusión de una realidadmenos vulgar V fascinante exprese me­jor el sufrimiento V la amargura: un sol­dado polaco antes de morir en el campode batalla sólo alcanza a recordar supasión incestuosa por una hermana quenunca se enteró de su asedio.

EnCaravansary está otra vez presen­te un mundo de objetos y de cosas quenada tiene de extraordinario pero que.gracias a la mirada del poeta. su mismacondición de anodinas se revela miste­riosa. Misteriosa en la medida que esosobjetos adquieren una significacióndesconocida en su relación con noso­tros. Lo mismo sucede con los hombresy las mujeres más vulgares. o más insó­litas. como las reinas egipcias de Bohe­mia y de Hungría. Pero lo importante esque aquí el poeta amplía y profundizaen la saga de Maqroll. Su destino estáescrito desde su primera aparición :evocar la gloria perdida: el harén y elhospital. La evocación de lugares queMaqroll halló naturales y que para no­sotros son sorprendentes: "el fuego. sí.las llamas que lamían con premura las .altas paredes de un castillo de Mora­vía". "El entrechocar de los vasos en unsórdido bar del Strand, en donde supode esa cara del mal que se deslíe. pau­sada y sin sorpresa. ante la indiferenciade los presentes" . Navegaba Maqrollpor los esteros de un trópico henchidode sol que bajo la exuberante vegeta­ción. bajo el manto de las aguas fera­ces. oculta un rostro que adivinó Maq­roll era el de la muerte. La fascinacióndel Gaviero deriva de su afin idad con elpersonajede Shakespeare:es un enaje­nado lleno de sonido y furia. pero su fá­bula tiene un sentido: la materia verbalde sus evocaciones son los exorcis­mos que buscan librarnos de la terriblenegación del olvido. Es el rescate deapenas unos fragmentos de la vida.

Miguel Angel Flores

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