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RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS AL MEDIO AMBIENTE I. Introducción Como es sabido, la expresión medio ambiente fue acuñada en el año de 1800, por el danés Jens Baggesen e introducida en el discurso biológico por Jakob von Uexküll. El Derecho Ambiental puede ser definido como el sistema de normas y principios que rigen las relaciones de los seres humanos con los elementos que componen el ambiente natural. Se trata de un sistema, y no de un conjunto de normas y principios, dado que sus elementos poseen una lógica que los vincula entre sí, allende la simple existencia de una característica común. Dicho sistema está compuesto no sólo por normas (leyes y actos administrativos normativos), si no igualmente por principios que pueden no estar positivados. Autores como José Luís Serrano 1 observan que no es correcto definir el derecho ambiental como un conjunto de leyes, ya que esto podría significar un reduccionismo que volvería la eficacia y la justicia de las normas ambientales problemas extra-jurídicos. Además, como hemos dicho, el derecho ambiental no se compone exclusivamente por leyes y normas, si no de igual forma por principios, estructuras y reglamentos administrativos. Como es sabido, no todas las normas son leyes. El bien ambiental es un bien jurídico ligado a la protección ambiental, y se introduce en el ordenamiento jurídico, conviviendo con el régimen de bienes de otras naturalezas jurídicas y bajo el amparo disciplinario de las reglas estructurales del sistema jurídico. Como esclarece Piva 2 , se trata de un bien colectivo, en un sentido amplio, que puede ser material o inmaterial. Es un bien difuso, protegido 1 SERRANO, José Luís. Principios de derecho ambiental y ecología jurídica. Madrid: Editorial Trotta, 2007, p. 30 – 31. 2 PIVA, Rui Carvalho. Bem ambiental. São Paulo: Max Limonad, 2000.

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RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS AL MEDIO AMBIENTE

I. Introducción

Como es sabido, la expresión medio ambiente fue acuñada en el año de

1800, por el danés Jens Baggesen e introducida en el discurso biológico por Jakob

von Uexküll.

El Derecho Ambiental puede ser definido como el sistema de normas y

principios que rigen las relaciones de los seres humanos con los elementos que

componen el ambiente natural. Se trata de un sistema, y no de un conjunto de

normas y principios, dado que sus elementos poseen una lógica que los vincula

entre sí, allende la simple existencia de una característica común. Dicho sistema

está compuesto no sólo por normas (leyes y actos administrativos normativos), si

no igualmente por principios que pueden no estar positivados.

Autores como José Luís Serrano1 observan que no es correcto definir el

derecho ambiental como un conjunto de leyes, ya que esto podría significar un

reduccionismo que volvería la eficacia y la justicia de las normas ambientales

problemas extra-jurídicos. Además, como hemos dicho, el derecho ambiental no se

compone exclusivamente por leyes y normas, si no de igual forma por principios,

estructuras y reglamentos administrativos. Como es sabido, no todas las normas

son leyes.

El bien ambiental es un bien jurídico ligado a la protección ambiental, y se

introduce en el ordenamiento jurídico, conviviendo con el régimen de bienes de

otras naturalezas jurídicas y bajo el amparo disciplinario de las reglas estructurales

del sistema jurídico. Como esclarece Piva2, se trata de un bien colectivo, en un

sentido amplio, que puede ser material o inmaterial. Es un bien difuso, protegido

1 SERRANO, José Luís. Principios de derecho ambiental y ecología jurídica. Madrid: Editorial Trotta, 2007, p. 30 – 31.

2 PIVA, Rui Carvalho. Bem ambiental. São Paulo: Max Limonad, 2000.

por el derecho, y sus titulares son personas indeterminadas y ligadas por

circunstancias de facto.

En este sentido, María Delia Pereiro de Grigaravicius señala que “no resulta

nada sencillo establecer con cierto rigor el significado jurídico del medio ambiente,

ya que es un bien indefinido, complejo e integrado por numerosos factores”3.

Por otro lado, es necesario tener en mente que tradicionalmente se ha

adoptado una concepción según la cual la calidad ambiental debe ser medida por

una mayor o menor aptitud de sus bienes a satisfacer las necesidades humanas.

Por lo tanto, si no hay peligro para la salud humana o para la vida, no hay razón

que justifique la reparación ambiental. Es decir, en palabras de Ricardo Lorenzetti,

“todo el edificio teórico de la cultura occidental ha sido construido sobre la base del

individuo, utilizando los paradigmas de la libertad y de la igualdad”4.

Además, conforme apunta con propiedad Annelise Steigleder, “los

problemas ecológicos no son exclusivos del modo de producción capitalista y se

verifican con intensidad en partes del mundo donde la concepción de la propiedad

privada era rechazada”5. Esto porque, de igual forma, se encuentra vigente en

estos países el paradigma antropocéntrico-utilitarista, volcado a la satisfacción de

las necesidades humanas.

Sin embargo, una concepción menos antropocéntrica y más geocéntrica se

ha venido desarrollando, dando pie al surgimiento de la naturaleza como un sujeto

de derecho. Los bienes ambientales ya no son tan sólo un postulado de hecho

pasivo de la norma, sino un sistema que motiva sus propias regulaciones.

Actualmente se sabe que los recursos ambientales son finitos, y por esta razón

resulta inconcebible que estos bienes puedan ser utilizados por todos de forma

indiscriminada y para cualquier propósito.

Según Mario F. Valls, en Argentina, “Vélez Sarsfield incorporó al Código Civil

las normas ambientales que consideró adecuadas y siempre tuvo presente la

variable ambiental”6. El art. 2619 del Código Civil, hoy derogado, dio a los jueces la 3 GRIGARAVICIUS, Maria Delia Pereiro de. Daño ambiental en el medio ambiente urbano: un nuevo fenómeno económico en el siglo XXI. Buenos Aires: La Ley, 2001, p. 01.4 LORENZETTI, Ricardo Luis. Teoría del derecho ambiental. Buenos Aires: La Ley, 2008, p. 18.5 STEIGLEDER, Annelise Monteiro. Responsabilidade civil ambiental. As dimensões do dano ambiental no direito brasileiro. Porto Alegre: Livraria do Advogado, 2004, p. 51. La traducción es nuestra.6 VALLS, Mario F. Derecho Ambiental. Buenos Aires: Abeledo Perrot, 2008, p. 40.

facultad de otorgar indemnizaciones por perjuicios causados a una propiedad por

las emisiones generadas por inmuebles vecinos, disminuyendo su valor de renta o

venta.

Mientras tanto, al igual que en Brasil, la fuerza que los Códigos Civiles

dieron al derecho de propiedad como un derecho absoluto, permitió a los

propietarios degradar sus bienes, aún causando daños al ambiente natural. En

muchas ocasiones, para impulsar actividades industriales, comerciales o rurales, o

para favorecer determinados intereses, se llegó a sancionar normas jurídicas

permisivas, que a la larga perjudicarían al medio ambiente.

II. La noción de daño ambiental

El origen de la noción de daño se encuentra en el derecho romano, y en su

base se encuentra una obligación. Más tarde, se consideró el daño como siendo

toda disminución patrimonial. El concepto de patrimonio era entonces el más

extenso posible, incluyendo también a la persona, aunque en el lenguaje común el

patrimonio sea frecuentemente asociado a un contenido exclusivamente

económico. Las progresivas evoluciones sociales condujeron a la prevalencia de la

noción jurídica de daño, por la cual un bien jurídico es cualquier bien protegido por

la ley.

Según Maria Helena Diniz7, el daño es la lesión que, debido a un cierto

evento, sufre una persona contra su voluntad, sobre cualquier bien o interés

jurídico, patrimonial o moral. Es la disminución, substracción o destrucción de un

bien jurídico o la lesión a un derecho o interés tutelado por el derecho.

Para Álvaro Mirra, el daño ambiental “consiste en la lesión al medio

ambiente, abarcando elementos naturales, artificiales y culturales, como un bien de

uso común del pueblo, jurídicamente protegido”8. El daño ambiental es igualmente

la violación del derecho de todos a un medio ambiente ecológicamente equilibrado,

que es derecho humano fundamental, de naturaleza difusa, en el derecho

brasileño.7 DINIZ, Maria Helena. Curso de Direito Civil Brasileiro. 18ª ed. São Paulo: Saraiva, 2004, p. 66.8 MIRRA, Álvaro Luiz Valery. Ação civil pública e a reparação do dano ao meio ambiente. 2ª ed. São Paulo: Ed. Juarez de Oliveira, 2004, p. 90. La traducción es nuestra.

Como lo observa Helita Barreto Custódio, la Convención de Lugano de 1993,

del Consejo Europeo, resulta extremadamente importante para la determinación de

la responsabilidad, ya que su primer proyecto formó parte del Documento General

de “Contribución a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente

y el Desarrollo”, realizada en Rio de Janeiro, Brasil, en el año de 19929.

Por último, la responsabilidad civil por daño al medio ambiente puede ser

definida como la obligación de reparar daños ambientales causados a terceros,

resultando de comportamientos comisivos u omisivos, materiales o jurídicos, lícitos

o ilícitos. Ésta no debe confundirse con la responsabilidad penal ni con la

administrativa.

III. La protección internacional del medio ambiente

La mayoría de los autores, tal como Michel Prieur, prefiere evitar el debate

con respecto a la fractura del concepto tradicional de soberanía estatal, y defiende

en su lugar que el derecho ambiental condujo a una internacionalización de la lucha

por el medio ambiente saludable, trayendo como consecuencia, “una nueva forma

de solidaridad entre los pueblos”10.

Conforme al tercer principio de la Declaración de Rio de 1992, “el derecho al

desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las

necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y

futuras”11. En las últimas décadas, han surgido un centenar de textos, tanto a nivel

internacional como en las legislaciones internas de cada país, con el objetivo de

asegurar el respeto a todas las formas de vida y el reconocimiento de su valor

intrínseco12.

Pese a esto, Ana Flávia Barrios Platiau13 subraya que, si bien el derecho

9 CUSTÓDIO, Helida Barreto. Responsabilidade civil por danos ao meio ambiente. Campinas: Millenium, 2006, p. 570.10 PRIEUR, Michel. Droit de l´environnement. 4ª Ed. Paris: Dalloz, 2001, p. 12 – 13. 11 Ver la Declaración de Rio, http://www.un.org/esa/dsd/agenda21_spanish/res_riodecl.shtml. Consultado el 20/08/10.12 CUREAU, Sandra. “Apresentação” de la série Grandes Eventos. Meio Ambiente. Vol. I. Brasília: ESMPU, 2004.

ambiental se ha desarrollado de manera extraordinaria en las últimas décadas, los

mecanismos para asegurar la implementación y el cumplimiento de sus normas no

han logrado los efectos deseados. Aunque el derecho internacional público haya

ganado relevancia, aún no es posible afirmar la existencia de una sociedad civil

global. Si la soberanía de los Estados puede ser contestada teóricamente frente a

los intereses de la humanidad, esto aún no corresponde de facto a la realidad del

derecho internacional.

A pesar de la manifiesta articulación de actores no estatales, el Estado aun

posee el monopolio de elaboración de las normas jurídicas. Por lo tanto, el papel de

estos actores concierne más la creación de valores y de consenso que la de

normas internacionales.

Sin adentrarse en la difícil problemática de la soberanía estatal, Michel

Prieur señala que, la unificación progresiva del derecho ambiental a nivel

internacional se debe en parte a su vocación universalista y a la presión de la

opinión pública.

En cuanto a las bases jurídicas a nivel internacional, Prieur14 destaca que

actualmente el derecho ambiental contempla numerosas convenciones y

resoluciones obligatorias de los órganos internacionales, así como un cierto

número de textos no obligatorios cuya importancia no puede ser ignorada.

Entre dichos textos, las recomendaciones y directivas tienen un papel

fundamental. Las declaraciones de principios se limitan a fijar las líneas generales

a seguir por los Estados. En esta categoría se encuentran la Declaración de

Estocolmo, adoptada en 1972 por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el

Medio Ambiente, y la Declaración de Rio de Janeiro de 1992.

A la categoría de textos no obligatorios corresponden los programas de

acción, entre los cuales por ejemplo el Agenda 21 de Rio de Janeiro, compuesta

por 40 capítulos, y que está destinada tanto a los gobiernos, como a las

organizaciones internacionales y diversos actores sociales.

Finalmente, Prieur cita la jurisprudencia internacional, especialmente las

13 PLATIAU, Ana Flávia Barros. “Novos atores, governança global e o direito internacional ambiental”. Grandes Eventos. Meio Ambiente. Vol. I. Brasília: ESMPU, 2004, p. 13.14 Op. Cit., p. 14 – 17.

decisiones de la Corte Internacional de Justicia, como aquella relativa a la consulta

sobre el empleo de armas nucleares, del 8 de julio de 1996.

En cuanto a las decisiones internacionales, resultan extremadamente

interesantes los señalamientos realizados por Adriana B. Tripelli15, quien analiza la

evolución de diversos casos sometidos a las Cortes Internacionales. Entre éstas al

Tribunal Internacional del Derecho del Mar, al Órgano de Solución de Diferencias

de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y a la Corte Internacional de

Justicia. Tripelli concluye que sólo hasta finales del siglo XX, en el caso relativo al

Proyecto Gabcíkovo-Nagymaros de 1997 (Hungría versus Checoslovaquia), la

Corte propuso una solución nueva para el derecho internacional: el estado de

necesidad ecológica. Con esto, se afirmaba la existencia de un conjunto de normas

internacionales ambientales que, en nombre del desarrollo sostenible, buscaban

conciliar el desarrollo económico con la salvaguarda del medio ambiente. Sin

embargo, la Corte prefirió abstenerse en la decisión sobre el alcance y el contenido

del principio de precaución, por no haber llegado a concluir, probablemente, sobre

la existencia de una posición jurídica univoca de los Estados frente al tema.

Finalmente, si la Declaración de Estocolmo de 1972 – a través del célebre

Principio 21 – afirma que “los Estados […] tienen la obligación de asegurar que las

actividades que se lleven a cabo dentro de su jurisdicción o bajo su control no

perjudiquen al medio de otros Estados”, esto no implica, a nuestro modo de ver,

una intervención de los organismos internacionales en la soberanía estatal16. Los

Estados, por su parte, son libres para adherir o no a dichas convenciones,

directivas o recomendaciones internacionales.

IV. Responsabilidad internacional del Estado por daño ambiental

La responsabilidad internacional del Estado se basa en su vinculación al

cumplimiento de los compromisos que asume a nivel internacional. Tiene como

15 TRIPELLI, Adriana B. La protección internacional del ambiente en el siglo XXI – hacia un derecho internacional del desarrollo. Buenos Aires: LexisNexis, 2008, p. 307 – 314.16 Ver la Declaración de Estocolmo, http://www.pnuma.org/docamb/mh1972.php.

finalidad la reparación de un daño causado a otro(s) Estado(s) a través de la

práctica de un acto ilícito, culposo o doloso. Este acto ilícito puede ocurrir tanto por

acción como por omisión.

Sin embargo, como lo señala Alessandra de Medeiros Nogueira Reis “el

concepto de acto ilícito a nivel internacional no se confunde con su concepto a nivel

interno”17. La ilicitud no es un concepto en sí mismo, sino que deriva de una

calificación dada al acto por un determinado ordenamiento. Por esto, el

ordenamiento jurídico interno e internacional pueden calificar diferentemente a un

mismo acto.

Trataremos a continuación algunas catástrofes que fueron emblemáticas en

la construcción de las decisiones de las Cortes Internacionales, entre las cuales se

encuentran Minamata (1959); “Torrey Canyon” (1967); Seveso (1976); “Amoco-

Cadiz” (1978); “Three Miles Island” (1979); Chernóbil (1986) y la Marea Negra de

Alaska (1989). Trataremos igualmente la reciente explosión en la plataforma de

perforación petrolera “Deepwater Horizon”, en el Golfo de México, sucedida el 20

de abril de 2010.

1. Minamata, Japón, 1959.

En 1953 una epidemia comenzó a expandirse en el área en torno a la Bahía

de Minamata, una región industrial de Japón. Su causa fue descubierta hacia 1957

y el 1959 su fuente fue identificada. Se trataba de desechos de mercurio de origen

industrial, que habían sido tirados en las aguas de la bahía y habían sido ingeridos

por los peces con los que se alimentaba la población.

El mercurio expuesto en el aire fue acumulándose en las corrientes fluviales

y en los océanos, convirtiéndose en mercurio metílico. Los peces lo fueron

absorbiendo a medida que se iban alimentando en esas aguas y el mercurio se fue

17 REIS, Alessandra de Medeiros Nogueira. Responsabilidade internacional do Estado por dano ambiental. Rio de Janeiro: Elsevier, 2010, p. 50. La traducción es nuestra.

acumulando en sus cuerpos18. Cuando las personas ingirieron estos peces, el

mercurio pasó a su sangre y se fue acumulando en su hígado y cerebro. En 1983,

1.369 victimas habían sido indemnizadas, mientras 5.368 casos quedaron en

suspenso. Fueron registrados oficialmente 549 muertes.

2. Torrey Canyon, Reino Unido, 1967

El 18 de marzo de 1967, el navío “Torrey Canyon”, que transportaba 119.000

toneladas de petróleo bruto, naufragó en Cornualia, Reino Unido, sobre los

arrecifes de las Islas Scilly. Algunos días después, una explosión provocó la

apertura de un agujero en el casco del navío, derramando así 50.000 toneladas de

petróleo bruto sobre 1.800 km². La polución se expandió por la costa de Inglaterra y

Francia. Cerca de 100 Km² de playa fueron contaminados y la flora y fauna marina

de esta área destruidas.

Después de un proceso llevado a cabo conjuntamente en el Reino Unido y

en los Estados Unidos – ya que el navío había sido alquilado por los americanos y

subalquilado por una sociedad británica – así como en las Bermudas – en donde el

navío estaba matriculado – Francia pudo obtener una indemnización de un millón y

medio de libras esterlinas. Una suma equivalente fue pagada en el Reino Unido y

cerca de 25 000 libras fueron dadas a los particulares perjudicados, en concepto de

reparación de daños.

3. Seveso, Italia, 1976

En la mañana del 10 de Julio de 1976, una nube cargada de dioxina escapó

de una fábrica situada a los alrededores de Milán, en Italia, contaminando toda la

región. La dioxina es un solvente orgánico, altamente tóxico, carcinogénico y

teratogénico. Es uno de los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs), sujetos

a la Convención de Estocolmo.

La población fue evacuada, sus casas destruidas, los establecimientos

18 Ver http://www.epa.gov/waterscience/fish/advice/aviso.htm. Consultado en el 10/07/ 2010.

comerciales cerrados y el acceso al local clausurado. En la zona afectada fue

necesario retirar cerca de 20 cm de tierra en la superficie, substituirla y replantarla.

Cerca de 600 cabezas de ganado y 80.000 gallinas tuvieron que ser sacrificadas.

Más de 37.000 personas sufrieron las consecuencias del accidente.

4. Amoco-Cadiz, Francia, 1978

En el mes de marzo de 1978, un navío-cisterna, propiedad de una filial de La

Standard Oil of Indiana, se hundió al norte de Bretaña, en Francia, derramando

220.000 toneladas de petróleo bruto. Un tercio de ese volumen llegó a la costa,

alcanzando 440km. La fauna y flora fueron devastadas y los pescadores quedaron

sin empleo. Las operaciones de limpieza se extendieron hasta el verano. En ese

año, las playas de Bretaña fueron abandonadas, con grandes perjuicios para la

actividad turística. El 18 de abril de 1984, al final de un proceso llevado a cabo en

Chicago, Estados Unidos, fue reconocida la responsabilidad civil de la sociedad

propietaria del navío. En 1988, 468 millones de francos fueron concedidos, una

parte al gobierno francés y una parte a las comunas bretonas, agrupadas en un

sindicato. En febrero de 1989, ese valor fue aumentando para 645 millones de

francos. Los perjuicios, en la época del desastre ambiental, fueron del orden de 800

a 1.200 millones de francos. Éste fue un caso emblemático de los intereses

materiales directamente afectados.

5. Three Miles Island, Estados Unidos, 1979

El 28 de marzo de 1979, una válvula del sistema de refrigeración del reactor

n°2 de una central nuclear en Pensilvania, E.E.U.U, se rompió. Cerca de un millón

de personas fueron amenazadas de evacuación, siendo efectivamente 3.170

familias relocalizadas y 636 personas privadas de sus empleos. Las

indemnizaciones por el accidente fueron del orden de 33 millones de dólares, una

parte destinada a las familias evacuadas, una parte a los trabajadores

desempleados -como compensación por las pérdidas salariales- y una parte a titulo

de acompañamiento médico para las personas que vivían en un área de 25 millas a

la redonda. El restante iría a la reparación de los demás perjuicios sufridos en la

región. El empresario responsable pagó además 4 millones de dólares para las

operaciones de descontaminación.

6. Chernóbil, U.R.S.S, 1986

A mediados de la década de los 70, fue construida por la Unión

Soviética una central nuclear a veinte kilómetros de la ciudad de Chernóbil. El 25

de abril de 1968, a el reactor n°4 de la central nuclear se incendió, causando 32

muertes y 299 hospitalizaciones. Apenas 5 trabajadores de la fábrica sobrevivieron

al accidente. El accidente de Chernóbil produjo cerca de 400 veces más radicación

que la bomba atómica de Hiroshima en Japón, durante la Segunda Guerra Mundial.

Fueron evacuadas 12.000 residencias y sus habitantes fueron relocalizados.

Centenas de millares de niños fueron apartados de la región por varios meses. En

un radio de 10km a la redonda, toda actividad agrícola fue prohibida. El costo total

para la economía soviética fue evaluado en 8 millones de rublos.

En los territorios contaminados, fueron retirados aproximadamente 200.000

m² de granito, 2.500 km de carreteras fueron pavimentadas y algunos poblados

fueron destruidos y enterrados. Aún así, no fue posible la plena recuperación de

todas las aéreas contaminadas. Cinco millones de hectáreas de tierra fueron

inhabilitadas, y hubo una contaminación significativa de los bosques.

En el año de 2006, fue realizada una exposición sobre los 20 años del

desastre ambiental de Chernóbil. Periodistas en bicicleta recorrieron las regiones

en donde antes del accidente existían casas y habitantes. Los locales se

encontraron ahora totalmente abandonados y en ruinas19. El accidente liberó una

inmensa nube radioactiva, que contaminó personas, animales y el medio ambiente

en una vasta extensión de Europa.

Después del accidente de Chernobíl, fueron adoptadas dos convenciones en

septiembre de 1986, sobre accidentes nucleares y asistencia a víctimas. Sin

embargo, como informa Prieur20, éstas fueron estrictamente limitadas a situaciones 19 Entre otros países, la exposición fue llevada a España y, mas específicamente, a Barcelona.20 PRIEUR, Michel. “A política nuclear francesa: aspectos jurídicos”. In Seminário Internacional: o direito ambiental e os rejeitos radioativos. Anais. Brasília: Escola Superior do Ministério Público da União, 2002, p. 17.

de crisis y a la notificación de accidentes, ya que fue constatado que la URSS no

había informado nada a los Estados vecinos. Fue tan sólo hasta 1994 que se firmó

una convención sobre seguridad nuclear, organizando el control de las centrales

nucleares civiles. Aún así, la convención no dispuso nada sobre la información y la

participación de la sociedad civil.

7. La marea negra de Alaska – Exxon-Valdez, E.E.U.U, 1989

La noche del 24 de marzo de 1989, la petrolera Exxon-Valdez, que

transportaba 1,2 millones de barriles, ósea 170.000 toneladas de petróleo bruto –lo

que correspondía a un 25% del consumo americano de petróleo- derramó 41

millones de litros de petróleo en un área de vida salvaje de Alaska, E.E.U.U. En

esta ocasión, el navío se encontraba en piloto automático y el oficial responsable

no contaba con los diplomas ni con la experiencia exigidas.

En tan sólo unos días, el manto se expandió por sobre más de 1.500 km²,

devastando áreas de pesca preciadas, principalmente en razón de los criaderos de

salmón. La fauna marina salvaje, que es muy rica en la región, fue profundamente

afectada.

La elección de la Bahía de Valdez como terminal del oleoducto había sido

cuestionada desde el principio, por causa de la fragilidad ecológica de la región.

En efecto, las operaciones de limpieza fueron extremadamente difíciles, ya que el

local en donde ocurrió el accidente (situado al sur de Alaska) se encontraba muy

apartado de los centros de seguridad, y era de difícil acceso, dada la profusión de

islas de fiordos y las costas rocosas. Además, las aguas congeladas dificultaron

enormemente la disolución del petróleo.

La sociedad petrolífera se mostró por su parte incapaz de solucionar el

problema causado, acumulando error tras error. El capitán del navío sufrió dos

condenas criminales por conducir ebrio, y el gobernador del Estado de Alaska fue

obligado a asumir la situación y declarar el Estado de urgencia. En 1991,

ExxonMobil fue considerada culpable por infringir numerosas leyes ambientales y

fue multada por más de un billón de dólares. Ese fue el mayor castigo de la historia

con el objetivo de minimizar los daños causados por un desastre ambiental

corporativo21.

8. Deepwater Horizon, Golfo de México, 2010

El 20 de abril de 2010, una explosión demolió la plataforma de perforación

Deepwater Horizon de la British Petroleum, en el Golfo de México, matando a 11

personas. El accidente ocurrió en una región intensa de extracción de petróleo, a

unos 65 km de las costas de Louisiana, E.E.U.U.

Cuando la plataforma Deepwater Horizon prendió fuego, un sistema

automático debería haber cerrado inmediatamente una válvula en el fondo del mar.

Sin embargo, el equipo de emergencia falló, y cuando la plataforma se hundió dos

días después, la tapa de pozo quedó abierta22. Cada día, por los menos 800.000

litros de petróleo se liberan en el Golfo desde el accidente. El combustible alcanzó

las costas americanas de los Estados de Louisiana, Mississipi, Alabama y Florida.

La substancia utilizada para disolver las concentraciones de petróleo

derramado es agresiva, altamente tóxica y nociva para el ecosistema. Además,

20% del Golfo de México fue cerrado para la pesca, ya que la vida subacuática

está contaminada. Existen riesgos de que la salud de la población local sea

afectada. Algunas playas próximas, como es el caso de las Islas Bahamas, podrán

inclusive permanecer inapropiadas para un uso recreativo. Por tratarse de una

región que subsiste principalmente del turismo, su economía puede verse

duramente afectada, causando un impacto social extremadamente grave.

Apenas el 15 de julio, es decir casi tres meses después del accidente, la

prensa notificó que el flujo de petróleo fue interrumpido, cuando la última de las tres

válvulas del gigantesco embudo pudo ser cerrada. Aún así, los ingenieros

acompañan atentamente la operación para ver si el petróleo comienza a

derramarse de nuevo.

21 Los resúmenes de los siete primeros casos fueron hechos a partir del libro Du droit de détruire – essai sur le droit de l´environnement. RÈMOND-GOUILLOUD, Martine. Paris: PUF, 1989, p. 75 a 80.22 Ver http://g1.globo.com/mundo/noticia/2010/05/vazamento-de-petroleo-desafia-tecnologia-no-golfo-do-mexico.html. Consultado el 13/07/10.

Hechas estas consideraciones iniciales, trataremos a continuación la

responsabilidad civil por los daños causados al medio ambiente en el ámbito de la

Unión Europea, y del Mercosur y sus países miembro.

V. Responsabilidad civil ambiental en la Unión Europea

El primer documento importante a ser citado en el ámbito del Consejo

Europeo es la Convención de Lugano sobre la responsabilidad civil por daños

causados al medio ambiente a través de actividades peligrosas.

Firmada el 21 de junio de 1993, esta Convención consagra la

responsabilidad objetiva del causante del daño e introduce el nexo de causalidad

en su art. 10. De igual forma, admite exclusiones, tales como la guerra civil,

fenómenos naturales o actos de terceros, y dispone que si la victima contribuyó al

evento causante la indemnización puede ser reducida o inclusive suprimida. En

mayo de 1993, la Comisión Europea publicó el Libro Verde sobre la reparación de

daños al medio ambiente, y en febrero del 2000 presentó el Libro Blanco sobre el

mismo tema23. Finalmente, la Directiva n°2004/35/CE del 21 de abril de 2004, Del

Parlamento Europeo y del Consejo Europeo, estableció un cuadro de

responsabilidad ambiental, basado en el principio de contaminador-pagador,

buscando prevenir y reparar daños ambientales.

Resulta importante para el presente trabajo, citar el Anexo I de La

Convención, que trata sobre los criterios referidos en el alineado A, punto 1, del

art.2, y que establece los parámetros para fijar el carácter significativo de los daños

a ser reparados.

Tratándose de daños con efectos comprobados para la salud humana,

independientemente de cualquier examen acerca de sus dimensiones, estos serán

siempre considerados significativos. En cuanto a los demás daños, serán tomados

en cuenta: el número de individuos que componen las especies afectadas, su

23 PASTORINO, Leonardo Fabio. El daño al ambiente. Buenos Aires: LexisNexis, 2005, p. 354. Ver el portal de la Unión Europea, “Europa”: http://europa.eu/documentation/official-docs/green-papers/index_es.htm para los verdes, http://europa.eu/documentation/official-docs/white-papers/index_es.htm para los blancos.

densidad, el área ocupada, el papel de esos individuos o de la zona damnificada

(relativamente a la especie o la conservación del hábitat), la rareza de la especie y

su capacidad de reproducción, la viabilidad o la incapacidad de regeneración

natural del hábitat y la capacidad de las especies o del hábitat a recuperarse en un

corto plazo tras la ocurrencia del daño.

La Directiva establece igualmente, que según el principio del contaminante-

pagador, quien causa los daños ambientales debe costear la reparación necesaria,

asegurando a las autoridades competentes el derecho de cobrar el costo de dichas

medidas.

Finalmente, la Directiva asegura a los Estados miembro que tengan una

legislación más rigurosa sobre la materia, el derecho a mantener dicha

legislación24.

VI. Responsabilidad civil en el Mercosur

Abordaremos a continuación la responsabilidad civil por daños causados al

medio ambiente en el ámbito del Mercosur así como en la legislación interna de sus

países miembro.

El Mercado Común del Sur, Mercosur, nace con el Tratado de Asunción del

26 de marzo de 1991, firmado por la República de Argentina, la República

Federativa de Brasil, La República de Paraguay y la República Oriental de

Uruguay. Las Repúblicas de Chile y Bolivia son países asociados al bloque, pero

sólo los cuatro primeros son miembros plenos de derecho. El Mercosur, desde su

nacimiento, trató la materia ambiental como un tema de importancia para su

proceso de integración, aunque éste no sea tratado explícitamente en el Tratado de

24 WINTER, Gerd. Desenvolvimento sustentável, OGM e responsabilidade civil na União Européia. Campinas: Millenium, 2009, p. 63.

Asunción.

Los compromisos asumidos por los países miembro, en virtud del Tratado de

Asunción que instituyó el Mercosur, fueron instrumentalizados por resoluciones

comunitarias. Para algunos autores, el primer instrumento jurídico ambiental del

Mercosur es el Acuerdo Parcial de Cooperación e Intercambio de Bienes en

Defensa y Protección del Medio Ambiente, firmado entre Brasil y Argentina en junio

de 1992. Éste establece como uno de sus objetivos la utilización de medios

concretos para dicha cooperación en materia de protección ambiental. Los

principales problemas ambientales en los países del Mercosur son el crecimiento

de la urbanización, la polución industrial y agrícola, la degradación del suelo, la

deforestación y la pérdida de la biodiversidad.

En 1992 fue creada La Reunión Especializada en Medio Ambiente (REMA),

a través de la resolución 22/92, con el objetivo de formular recomendaciones al

Grupo Mercado Común (GMC). El objetivo específico principal de la REMA, era

elaborar una normativa ambiental buscando asegurar condiciones de

competitividad adecuadas entre los Estados miembro, reconociendo la necesidad

de tratar conjuntamente los temas comerciales y ambientales25.

A través de la resolución n°10/94, el GMC aprobó el documento Directrices

Básicas de Política Ambiental, que reglamenta la política ambiental entre los países

del Mercosur.

En 1995, la Declaración de Taranco reconoció el trabajo desarrollado por la

Reunión Especializada en Medio Ambiente (REMA), en el estudio de la legislación

ambiental de los cuatro países miembro por la búsqueda de la armonización de las

mismas, resaltando el principio de que la armonización no significa establecer una

única legislación ambiental.

A través de la Decisión del Consejo del Mercado Comun, CMC nº 9/95, fue

establecido el Programa de Acción del Mercosur hasta el año 2000. En la Parte II,

denominada Profundización del Proceso de Integración, punto 3 – La Dimensión

Global de la Integración – la Decisión afirma:

25 ROCHA, Ednaldo Cândido, CANTO, Juliana Lorenzi do e PEREIRA, Pollyanna Cardoso. Avaliação de Impactos Ambientais nos países do Mercosul. Ver http://www.scielo.br/pdf/asoc/v8n2/28609.pdf, consultado el 28/08/2010.

3.1. El Medio Ambiente. El objetivo será formular y proponer

estrategias y directrices que garanticen la protección del medio

ambiente de los Estados Partes en un contexto de libre comercio y

consolidación de la Unión Aduanera, considerando las directrices

básicas de política ambiental aprobadas por la Resolución nº 10/94 y

los principios del desarrollo sostenido emanados de la Conferencia de

Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo llevada a

cabo en Río de Janeiro en 1992.

El acuerdo Marco sobre el Medio Ambiente en el Mercosur, firmado en

Asunción, Paraguay, el 22 de junio de 2001, reafirmó el compromiso de los Estados

miembro con la Declaración de Rio de Janeiro sobre el Medio Ambiente y

Desarrollo Sostenible de 1992. Entre esas áreas temáticas previstas para la

agenda de trabajo está la legislación ambiental, poniendo de acuerdo a los países

sobre el hecho de que las controversias que surjan sobre la aplicación,

interpretación e incumplimiento de las disposiciones del Acuerdo, sean resueltas a

través del sistema de solución de controversias vigentes en el Mercosur26.

VII. La temática ambiental en el derecho interno de los Estados miembro del Mercosur

1. Responsabilidad civil ambiental en el derecho brasileño

La temática ambiental entra en el escenario jurídico brasileño a partir de la

Ley 6.938/81, que instituyó la Política Nacional del Medio Ambiente27. Por la

primera vez se conceptualiza al medio ambiente como el conjunto de condiciones,

leyes, influencias e interacciones de orden física, química y biológica, que permite,

abarca y rige la vida en todas sus formas, concepto que fue integrado en la

Constitución de 1988.

26 VALLS, Mário F. , op. Cit., p. 125 – 128.27 Cabe resaltar que, antes de la Ley 6.938/81, ya habían instrumentos legales para la tutela del medio ambiente, como, por ejemplo, el Código Forestal – Ley 4.771/65 – que fue recepcionado en la Constitución Federal y se encuentra vigente hasta el día de hoy.

Además de esto, se trata de la primera gran ley ambiental brasileña, que

introdujo en el sistema jurídico la noción de medio ambiente como patrimonio

público. Ésta formuló el Sistema Nacional de Medio ambiente- SISNAMA,

buscando entrelazar a nivel teórico, la integración de la Unión de los Estados y

Municipios, y creó igualmente el Consejo Nacional de Medio Ambiente-CONAMA,

que sólo fue instalado el 5 de junio de 1984. Creó además el Sistema Nacional de

Informaciones y la Evaluación del Impacto Ambiental.

Otros puntos importantes que deben ser señalados son la instauración de la

responsabilidad civil sin culpa y la legitimación del Ministerio Público para proponer

acciones por daños (art. 14, § 1º), dando inicio a partir de ese momento a la

estructura que sería dada por la Ley 7.347/85 (Ley de Acción Civil Pública). Cabe

resaltar la importancia que fue dada a la información por los arts. 6º; 9º y 10º de

dicha Ley. Para esto, basta afirmar que, de los 12 instrumentos previstos en el

art.9, tres abordan el derecho a la información.

La Constitución Federal de 1988 fue la primera que dedicó todo un capítulo

a la protección del medio ambiente, rompiendo con la tradición anterior que

consistía en tratar las problemáticas ambientales apenas de forma puntual, y

generalmente relacionadas con la salud.

Siguiendo los avances obtenidos a nivel internacional por el movimiento

ambiental -a partir de diversos tratados, convenciones, estudios y relatorías, entre

otros, que se fueron dando especialmente desde inicios del siglo XX- la actual

Constitución pasó a tratar la problemática ambiental de forma amplia, confiriendo

una alto grado de protección al ambiente natural. A pesar de que el medio ambiente

se reduce a un artículo, todos los puntos de mayor relevancia fueron abordados,

confiriendo de tal forma una base consistente, tanto para la legislación ambiental

infra-constitucional, como para las acciones y políticas volcadas a la protección del

medio ambiente28.

Si la Constitución Federal brasileña define al medio ambiente como un bien

de uso común, esto significa que no existe titularidad plena, es decir, que el uso no

es individual, sino de todos, y si el bien es de uso común, no podría ser 28 LEUZINGER, Márcia Dieguez e CUREAU, Sandra. Direito Ambiental. Rio de Janeiro: Elsevier, 2008, p. 25.

exclusivamente un bien público29. Por esta razón, algunos autores brasileños

pasaron a defender la tesis de que la actual Constitución Federal no recibió el

art.66, I, del antiguo Código Civil, y que el patrimonio público, en adelante, estaría

constituido apenas por los bienes dominicales y por los bienes de uso especial30.

Sin embargo, en el actual Código Civil, la Ley nº 10.406 del 10 de enero de 2002,

echó abajo las discusiones, al disponer en el art.99, que son bienes públicos los de

uso común del pueblo, los de uso especial y los dominicales, manteniendo la

reacción del Código de 1916.

Por lo dispuesto en el art. 14, § 1°, de la Ley n° 6.938/81, y del art. 225, § 3°,

de la CF/88, la responsabilidad civil ambiental es objetiva, lo que significa que no

es necesario inquirir acerca del elemento subjetivo de la conducta del agente o

sobre la ilicitud de la conducta. Quien causa daños al medio ambiente tiene el

deber jurídico de repararlo, independientemente de haber actuado con dolo o

culpa, siendo suficiente la existencia del vínculo de causalidad entre la acción y el

resultado. La prueba del vínculo causal es de este modo conditio sine qua non de

la responsabilidad.

Como apunta Patrícia Iglecias Lemos31, en materia ambiental raramente nos

encontramos con una causa única del daño. Y esa causalidad compleja es una de

las razones que dificultan muchas veces la producción de la prueba de vínculo

causal.

La dificultad evocada anteriormente es que se pueden generar la creación

de ciertas presunciones de causalidad que irán auxiliar al operador del derecho en

la solución del caso concreto. Además, tratándose de daño ambiental, muchas

veces su constatación ocurre mucho tiempo después del evento que lo generó. De

este modo, en muchos casos, es preciso aceptar la “verosimilitud en detrimento de

la certeza”32.

29 PIVA, Rui Carvalho, op. Cit., p. 109 – 114,30 Entre estos autores, PIVA señala Celso A. P. Fiorillo y Marcelo Abelha Rodrigues.31 LEMOS, Patrícia Faga Iglecias. Meio ambiente e responsabilidade civil do proprietário. Análise do nexo causal. São Paulo: Ed. Revista dos Tribunais, 2088, p. 151 – 152.32 LEMOS, op. Cit., p. 152.

Según José Alfredo de Oliveira Baracho33, “la responsabilidad objetiva por

daño causado al medio ambiente [está] fundamentada en la teoría del riesgo

integral”. De esta forma, la culpa o el provecho de tercero que invoca la protección

jurisdiccional, que son dos excluyentes de la responsabilidad objetiva, no puede ser

suscitadas34.

De este modo, parte de la doctrina defiende que la responsabilidad civil por

daños causados al medio ambiente es objetiva por riesgo integral. Por

consiguiente, no admite cualquier excluyente el caso fortuito o de fuerza mayor –

como es el caso de Hugo Nigro Mazzilli35, que en ciertas hipótesis tiende a aceptar

el caso fortuito y de fuerza mayor como excluyentes de la responsabilidad por daño

al medio ambiente.

Baracho, defendiendo una posición prácticamente aislada entre los

doctrinarios brasileños, entiende que “las normas que definen los derechos y las

garantías fundamentales requieren su concretización en casos concretos, lo que

puede llevar a un reconocimiento de situaciones en las cuales, a pesar del daño

ambiental de facto, no haya imputación de responsabilidad en razón del principio

de adecuación, recomendado en el caso la aplicación de la norma que garantiza

otro derecho fundamental”.

Como el daño ambiental puede ser considerado como una lesión colectiva

que recae sobre el patrimonio ambiental común a la colectividad, o como daño

ambiental individual, sufrido por las personas o sus bienes, pueden ser juzgadas

acciones diferentes en virtud del mismo hecho, apuntando tanto a la reparación del

daño individual, como a la reparación del daño colectivo.

Existen dos formas de reparación del daño ambiental: la reparación del daño

como un retorno status quo ante y la indemnización económica. Lo ideal es que se

busque la reconstitución o recuperación del ambiente, pero no siendo viable la

restauración, se admite la condena en forma de pago de indemnización económica,

que será destinada a un fondo del medio ambiente.

33 BARACHO, José Alfredo de Oliveira, Junior. Responsabilidade civil por dano causado ao meio ambiente. Belo Horizonte: Del Rey, 2000, p. 320.34 El autor cita, entre aquellos que consagran expresamente la teoría del riesgo integral a Rodolfo de Camargo Mancuso, Édis Milaré, Antonio Herman de Vasconcelos e Benjamin, José Nery Junior, Jorge Alex Nunes Athias y Adalberto Pasqualotto.35 MAZZILLI, Hugo Nigro. A defesa dos interesses difusos em juízo. São Paulo: Saraiva, 1996.

Debe ser considerada la existencia de situaciones propicias, utilizando la

expresión adoptada por Celso Antonio Bandeira de Mello (2002), es decir,

situaciones capaces de hacer surgir el deber de reparar, aunque la causa inmediata

del daño ambiental haya sido un fenómeno natural. Esto ocurre cuando alguien

crea una situación que, de ser inexistente, no habría dado oportunidad para que el

fenómeno natural causase un daño.

Recientemente, el Superior Tribunal de Justicia (STJ), examinando un caso

que se volvió famoso en Brasil, negó el acceso al recurso de la Unión, consagrando

su responsabilidad civil objetiva en relación a un grave episodio de contaminación

por radioactividad, ocurrido en Goiânia (GO), en 198736. En la decisión, el Tribunal

destacó que el artículo 8º del Decreto n. 81.394/1975, que regula la Ley nº

6.229/1975, atribuyó al Ministerio de Salud competencia para desarrollar

programas, siendo su objetivo la vigilancia sanitaria de los locales, instalaciones,

equipamientos y agentes que utilizan aparatos de radiodiagnóstico y radioterapia.

El accidente radioactivo de Goiânia comenzó en septiembre de 1987,

cuando un aparato utilizado en radioterapia de un hospital abandonado fue

encontrado en la zona central de la ciudad. La contaminación se originó a partir de

una capsula que contenía cloruro de cesio, una sal obtenida del radioisótopo 137

del elemento químico cesio (Cesio 137). El instrumento, dejado en el local de

manera irresponsable, fue encontrado por recolectores de papel que pensaron que

se trataba de chatarra. El aparato fue desmontado y entregado a terceros,

generando un rastro de contaminación que afectó seriamente la salud de centenas

de personas.

En otro caso, el mismo Superior Tribunal de Justicia decidió que37:

1. (............................................................................).

2. La decisión de primer grado, que fue objeto de agravio de

instrumento, apartó la preliminar de ilegitimidad pasiva porque

entendió que las entidades de derecho público (in casu, el Municipio

36 Recurso Especial 1180888, 2ª Turma del STJ, relator Ministro Herman Benjamin.37 AgRg no Ag 973577 / SP, 2ª Turma, Relator Ministro Mauro Campbell Marques, publicado en el Diario de

Justicia del 19/12/2008.

de Juquitiba y el Estado de São Paulo) pueden ser vinculadas al polo

pasivo de la acción civil pública. Esto cuando se instituyen licencias

irregulares en áreas ambientales protegidas o en áreas de protección

de los manantiales, sea por acción -cuando la Prefectura expide

licencias que autorizan el parcelamiento sin obtener antes la

autorización de los órganos competentes de protección ambiental- o

bien sea, como en este caso, por omisión – en la fiscalización y

vigilancia con respecto a la implementación de los parcelamientos.

3. La conclusión consignada por el Tribunal a quo se alinea a

la jurisprudencia de este Supremo Tribunal de Justicia, orientada en el

sentido de reconocer la legitimidad pasiva de la persona jurídica de

derecho público para que figure en una acción que pretende

responsabilizarla por daños causados al medio ambiente derivado de

su conducta omisiva en cuanto al deber de fiscalizar. Igualmente, se

coaduna con el texto constitucional, que dispone en su art.23, VI, la

competencia común a la Unión, Estados, Distrito Federal y Municipios

en lo que se refiere a la protección del medio ambiente y el combate a

la polución en cualquiera de sus formas. Además, el art. 225, caput,

de la Constitución Federal, que prevé el derecho de todos a un medio

ambiente ecológicamente equilibrado e impone al Poder Público y a la

colectividad el deber de defenderlo y preservarlo para las presentes y

futuras generaciones.

4. La competencia del Municipio en materia ambiental, como

en todo lo demás, queda limitada a actividades y obras de “interés

local” cuyos impactos en la biota sean también estrictamente locales.

La autoridad municipal que avoca el poder de licenciar, con

exclusividad, aquello que, según el texto constitucional, es obligación

también del Estado y hasta de la Unión, atrae contra si la

responsabilidad civil, penal, así como la improbidad administrativa,

por los excesos que practica.

En el caso expuesto, el Estado tenía el deber legal de vigilar y fiscalizar la

implantación de los parcelamientos. Deber que se omitió, lo que permitió la

creación de parcelamientos irregulares en áreas de protección de manantiales y,

por lo tanto, ambientalmente protegidas.

Las personas jurídicas de derecho público, es decir, Unión, Estados, Distrito

Federal, Municipios, autarquías y fundaciones públicas, cuando causan un daño al

medio ambiente, responden civilmente, aun que no responden criminalmente,

siguiendo la mayor parte de la doctrina, teniendo en cuenta la inutilidad de la

aplicación de sanciones de esa naturaleza por el prejuicio que causarían a la propia

colectividad beneficiaria del servicio público o de la actividad del Estado.

Comparten ese entendimiento Guilherme José Purvin de Figueiredo, Solange

Telles da Silva y Sérgio Salomão Shecaia, entre otros.

El fundamento de la responsabilidad civil del Estado por daños causados a

los administrados, de manera general, es distinto al fundamento sobre el que se

basa la responsabilidad de los particulares, que reside en el principio de repartición

de los cargos y encargos sociales para toda la colectividad. En otras palabras,

cuando alguien sufre un cargo mayor que el de los demás en razón de una

actividad estatal, se rompe el equilibrio que, para ser restablecido, impone que la

sociedad indemnice con recursos del erario público a la víctima del daño. De ahí la

aplicación de la teoría de responsabilidad objetiva en la que la idea de culpa es

substituida por la de nexo de causalidad. Para que surja el deber de indemnizar,

basta con que se demuestre la relación causal entre acción y daño, siendo

inclusive irrelevante la ilicitud de conducta.

En lo que respecta a la responsabilidad de los administrados, ésta es por lo

general subjetiva. Exceptuando los casos en los que se aplica la responsabilidad

objetiva, la responsabilidad del Estado es siempre objetiva. Eso es porque los

deberes públicos colocan permanentemente al Estado en la posición de

obligaciones variadas que debe cumplir, actuando muchas veces por medio de

actos de policía, restringiendo o condicionando el uso de bienes, el goce de

derechos o el ejercicio de actividades, y disponiendo por lo tanto del uso natural de

la fuerza. Además de esto, los administrados no tienen como evitar los peligros del

daño proveniente de la acción del Estado, lo que determina la continua extensión

de su responsabilidad (Mello, 2002).

En los casos de daños provocados por un acto comisivo de un agente

público, el Estado deberá repararlo, aunque esté actuando ilícitamente, pues el

fundamento será el principio de repartición de cargas de la actividad estatal por los

administrados. Si al actividad que produce el daño es ilegal, todavía incide el

principio de legalidad. Del mismo modo, en la hipótesis de daños causados al

medio ambiente, en virtud del acto practicado por el agente público, responderá el

Estado objetivamente, siendo suficiente para que surja la obligación de repararlo la

existencia de acción, daño y relación causal entre estos.

Cuando el daño, sea éste ambiental, es causado por una persona jurídica

distinta de la entidad estatal, ya sea de derecho público o de derecho privado -en

este último caso como prestadora de un servicio público- la responsabilidad del

Estado, aunque sea objetiva, es apenas subsidiaria, una vez agotadas las fuerzas

de la entidad responsable por la prestación del servicio.

Distinta es, sin embargo, la solución para los casos de omisión estatal. Si el

Estado no actuó, no puede ser el autor del daño, porque no lo causó (su omisión

puede ser apenas condición del daño). Cabe sólo responsabilizarlo en caso que

estuviese obligado a actuar, impidiendo el perjuicio, lo que significa haber

incumplido el deber legal que le impugna evitar el evento lesivo, como quedó

demostrado en los dos casos juzgados por el Supremo Tribunal de Justicia.

No existiendo situación propiciatoria (riesgo creado), no habrá lugar a la

responsabilidad civil, lo que no significa que el daño ambiental no deba ser

reparado. Esto porque existe una obligación genérica del Estado y de la

colectividad de proteger y preservar el medio ambiente para las presentes y futuras

generaciones. De este modo, aunque no esté caracterizada la responsabilidad civil

de una persona determinada, deberán tanto el Estado como la colectividad, actuar

para la conservación de los elementos que componen el ambiente natural,

recuperando el bien afectado.

Además de esto, en casos específicos, como el de daños causados a áreas

de preservación permanente, la obligación de reconstitución deriva directamente de

la Ley, independientemente de la configuración de nexo de causalidad entre

acción/omisión y daño. Por esta razón, una propiedad adquirida sin la vegetación

de preservación permanente o aquella en la que dicha vegetación haya sido

suprimida por la fuerza de la naturaleza, se impone la reconstitución del área por el

propietario, en virtud de la obligación impuesta por el Código Forestal – a pesar de

no estar configurada en la hipótesis la responsabilidad civil. Además, incidiría en el

caso ejemplificado la obligación genérica del Estado y de la colectividad de

proteger y preservar el medio ambiente. Por esto, el art. 18 del Código Forestal

prevé la posibilidad de que el Estado reforeste el área de preservación permanente,

sin que por ende se deba expropiar o indemnizar al particular.

La relevancia de limitarse a la configuración o no de la responsabilidad civil

reposa en los casos en que la reconstitución del bien lisiado sea inviable. De ser

configurada la responsabilidad civil del agente, deberá ser estipulada la

indemnización económica, que será destinada a un fondo ambiental. De lo

contrario, no podrá ser determinada semejante condena.

Por otro lado, la solidaridad que surge de un daño ambiental, producido por

varios autores, es extra-contractual. En caso de existir una pluralidad de autores,

hay responsabilidad solidaria, pudiéndose accionar a cualquiera de ellos por la

integralidad del perjuicio, cabiendo a éste el derecho de regreso contra los demás.

Por otra parte, en la producción del perjuicio no es preciso que un producto

contaminador cause por sí mismo el daño. Deben ser considerados a su vez los

efectos sinérgicos de las emisiones y establecerse de ésta misma forma la

solidaridad. Sobre este tema, Hugo Nigro Mazzilli afirma que “cuando se presenta

la responsabilidad solidaria, pueden los litisconsortes ser accionados em

listisconsorcio facultativo (Código de Proceso Civil, art. 46, I); no se trata pues de

litisconsorcio necesario (CPC, art. 47), de modo que no se exige que el autor de la

acción civil pública accione a todos los responsables, aunque pudiese hacerlo”38.

Al respecto, fue decidido por el Supremo Tribunal de Justicia que, “el ente

público que concedió la licencia para la explotación de actividad económica en

zona ambiental, sin las exigencias legales, responde solidariamente con el infractor

por los daños”39. Se trataba en este caso de proyectos de carcinicultura (criaderos

de camarón) en el área de manguezal que, como se comprobó, afectaron la

estructura tradicional de la naturaleza y causaron daños irreparables en la región.

38 MAZZILI, Hugo Nigro. A Defesa dos Interesses Difusos em Juízo, 19ª ed., São Paulo: Saraiva, 2006,

39 Recurso Especial 997538 / RN, STJ, 1ª Turma, Relator Ministro José Delgado, publicado en el Diario de Justicia del 23/06/2008.

2. Responsabilidad civil ambiental en el derecho argentino

En Argentina, la influencia del movimiento ecológico internacional, sumada a

la necesidad de contemplar la protección ambiental, llevaron inicialmente a que

algunas constituciones provinciales incorporasen el derecho al medio ambiente. Se

fue desarrollando su contenido y sus garantías, el deber de preservación atribuido

a los entes estatales, la legitimación activa, de la educación ambiental y la creación

de la figura del defensor del pueblo.

Una vez sancionada la Ley 24.309 que volvió posible la reforma

constitucional, el tema de la preservación del medio ambiente fue insertado en el

inciso k de su art.3. La Constitución Nacional Argentina, en su art.41, incorporó

igualmente el derecho al medio ambiente sano y equilibrado, como un derecho

humano. No obstante, advierte Pastorino, esto no implica la adopción de una

postura puramente antropocéntrica, ya que conjuntamente al derecho humano al

medio ambiente sano, se está concibiendo la protección del medio ambiente en sí

mismo “como garantía para que el derecho del hombre se haga posible” 40.

Tal como ocurre en las Constituciones de Colombia, Paraguay, Ecuador,

España, Portugal y Brasil, la Constitución Argentina, al proteger el medio ambiente,

está beneficiando no sólo a los habitantes del país, sino a la humanidad entera,

considerando la trascendencia impactos ambientales que no respetan fronteras

geográficas. Del reconocimiento del derecho de todos surge la garantía de todos,

afirma Pastorino41, quien considera esa circunstancia una factura del tradicional

concepto de soberanía nacional, interpretación que está lejos de ser conciliadora

en la doctrina internacional.

Por su parte, Mariana Valls42 observa que la responsabilidad objetiva que el

art. 1113 del Código Civil establece es la típica responsabilidad aplicable al daño

ambiental. El art. 1083 del mismo documento legal dispone que la reposición de las

cosas afectadas debe ser hecha en especie, es decir, que las cosas vuelvan a su

estado anterior. Ésta debe ser conjugada con la nueva obligación de componer el

daño causado al medio ambiente, introducida por el art. 41 de la Constitución 40 PASTORINO, Leonardo Fabio. El daño al ambiente. Buenos Aires:LexisNexis, 2005, p. 123 – 126.41 Idem, p. 128.42 VALLS, Mariana. Derecho ambiental. Los grandes problemas ambientales que enfrenta la Argentina a fin de siglo. Legislación y propuestas de solución. Buenos Aires: Ciudad Argentina, 1999, p. 26.

Nacional, que establece:

“Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano,

equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades

productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer

las de las generaciones futuras, teniendo el deber de preservarlo. El

daño ambiental generará, prioritariamente, la obligación de

reparación, según lo establezca la Ley.”

En el derecho argentino, según Renato Rabbi-Baldi Cabanillas, el derecho

ambiental comprende igualmente al patrimonio natural y cultural. Además, “no se

ha de proteger cualquier habitat, sino un ambiente sano y equilibrado, es decir, un

ámbito en el que la persona pueda desarrollar una `calidad de vida´ acorde con sus

requerimientos”43.

Sin embargo, hasta el día de hoy, Argentina no cuenta con una legislación

de ámbito nacional para la Evaluación del Impacto Ambiental. El país mantiene un

sistema de competencias de las Provincias para legislar sobre la materia ambiental,

lo que llevado a la existencia de una legislación heterogénea.

En lo que se refiere a la responsabilidad solidaria por daños causados al

medio ambiente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, decidió que:

La responsabilidad solidaria del art. 31 de la ley 25.675 exige que los

miembros del grupo responsable hayan "participado" en la comisión del

daño ambiental, sin que esta exigencia suponga una demostración

anticipada de que la actividad desplegada por cada uno de sus

supuestos integrantes sea individualmente dañosa para quien reclama,

ni implica requerir que la definición del grupo de responsables sea

exhaustiva, pues bien pueden concurrir otras causas y agentes que

realicen actividades distintas que por su naturaleza y diversidad

43 CABANILLAS, Renato Rabbi-Baldi. “El derecho ambiental en la República Argentina”. In O Direito Ambiental na América Latina e a atuação do Ministério Público. Tomo I – América do Sul. Org.: STEIGLEDER, Annelise Monteiro y LOUBET, Luciano Furtado. Rede Latino-americana de Ministério Público Ambiental. 2009, p. 17 – 18.

impidan precisar qué relación guardan con el daño invocado.44

En cuanto a la responsabilidad estatal por daños causados al medio

ambiente, la posición de la Corte Suprema, en la acción originaria juzgada por la

Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, fue la siguiente:

El eventual ejercicio por parte de la Nación de facultades relacionadas

con el medio ambiente, sustentadas en la responsabilidad general en

orden a la obligación de evitar que se causen daños ecológicos, no

resulta suficiente para atribuirle el carácter que se pretende, ya que su

responsabilidad de carácter general al respecto, no permite involucrarla

a tal extremo, de manera obligada, en las consecuencias dañosas que

se produzcan con motivo de hechos extraños a su intervención.45

El derecho argentino viene buscando concepciones que lleven a un criterio

mas justo en la solución de conflictos, como es el caso de la teoría de las cargas

de prueba dinámicas, que implica una postura más distributiva de las cargas de

prueba.

3. Responsabilidad civil ambiental en el derecho uruguayo

La República Oriental de Uruguay nunca tuvo grandes preocupaciones

relacionadas a la problemática ecológica. Este factor, según la Relatoría del

Ministerio de Vivienda, se debe a que el país no presenta un gran desarrollo

industrial, no tiene sobrepoblación y no tuvo un proceso de colonización semejante

a los de los otros países latinoamericanos.

44Mayoria: Petracchi, Highton de Nolasco, Fayt, Lorenzetti, Argibay Voto: Disidencia: Maqueda, Zaffaroni Abstencion: A. 1274. XXXIX; ORI - Asociación de Superficiarios de la Patagonia c/Y.P.F. S.A. y otros s/daño ambiental. 29/08/2006. T. 329, P. 349.45 A. 1722. XLII; ORI, Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas c/Buenos Aires, Provincia de y otros s/acción de recomposición y saneamiento del Río Reconquista s/ medida cautelar - IN1. 08/04/2008T. 331, p. 699.

En los últimos años, el derecho uruguayo ha despertado despertando en

materia ambiental, principalmente por la gran incidencia de la erosión de los suelos

y de la contaminación de las aguas, particularmente la del Rio de la Plata. En la

Reforma Constitucional de 1996, fue entonces acrecentado el art. 47, que dispone

específicamente sobre la preservación del medio ambiente.

Desde un punto de vista institucional, el primer organismo oficial es el

Instituto Nacional para la Preservación del Medio Ambiente (INPMA), creado por la

Ley n.° 14.053, del 30 de diciembre de 1971. Ese instituto estaba vinculado al

Ministerio de Educación y Cultura hasta junio de 1990, fecha en la que fue creado

el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial Y Medio Ambiente, que absorbió

todas esas funciones.

4. Responsabilidad civil ambiental en el derecho paraguayo

La legislación ambiental paraguaya se fundamenta en los arts. N°7 y 8 de la

Constitución, que disponen sobre el derecho a un medio ambiente saludable y a su

protección, respectivamente.

El artículo 7 de la Constitución Nacional de 1992, estatuye que:

“Toda persona tiene derecho a habitar un medio ambiente saludable y

ecológicamente equilibrado. Constituyen objetivos prioritarios de

interés social la preservación, la recomposición y el mejoramiento del

medio ambiente, así como su conciliación con el desarrollo humano

integral. Estos propósitos orientaran la legislación y la política

gubernamental pertinentes. Toda persona o grupo amenazado de ser

privado de tal derecho puede exigir de las autoridades la protección o

la intervención para impedir el daño”.

Paraguay posee un expresivo conjunto de leyes que ofrece buenas

condiciones para la protección ambiental. Sin embargo, la efectividad de las

normas ambientales es aún el gran desafío del país. Dichas leyes, en muchos

casos, resultaron de exigencias de organismos internacionales, pero no fueron

asumidas por los formuladores y ejecutores de políticas públicas, siendo además

desconocidas por la mayor parte de la población.

Cabe resaltar el art. 8 de la Ley n° 294/93 que se destaca por establecer, de

manera innovadora, que “cuando los impactos negativos sean susceptibles de

producir efectos transfronterizos, la Autoridad Administrativa deberá informar al

Ministerio de Relaciones Exteriores”.

Con relación a los países limítrofes y del Mercosur, según el art.29 del

Decreto n° 14.281/96, cuando el proyecto tenga repercusiones sobre el medio

ambiente de otro país, el gobierno dará conocimiento al país limítrofe tanto del

contenido del Estudio de Impacto Ambiental (EIA), así como del de la Evaluación

del Impacto Ambiental (AIA). De esta forma, cuando el estudio advierta que el

proyecto producirá efectos transfronterizos, el Ministerio de Relaciones Exteriores

intervendrá en el área de su competencia, manteniendo informado al Ministerio de

Relaciones Exteriores de los países que puedan ser afectados.

VIII. Conclusión

Autores como Paulo Roberto Pereira de Souza defienden que la

armonización de legislaciones, procedimientos y políticas exigirá que se le brinda

una atención particular a la variable ambiental, en razón de las implicaciones y

reflejos que las decisiones del Mercosur puedan provocar en el medio ambiente46.

La inexistencia de programas de conservación de suelos genera un enorme

pasivo ambiental en todos los países del Mercosur, siendo indispensable la

adopción de una legislación común al respecto. Para nivelar las exigencias

ambientales, resulta entonces necesario el establecimiento de patrones de calidad

ambiental comunes a los todos los países miembro.

Souza menciona igualmente la falta de legislación sobre los agro-tóxicos en

la mayoría de estos países, lo que desemboca en graves problemas ambientales,

cuyas consecuencias se ven especialmente en el Pantanal, el Chaco paraguayo y

la Pampa argentina. A falta de una ley ambiental adecuada, pesticidas que han sido

46 SOUZA, Paulo Roberto Pereira. “Harmonização de leis ambientais nos dez anos de Mercosul". Ver http://www.buscalegis.ufsc.br/revistas/index.php/buscalegis/article/viewFile/21823/21387, consultado el 04/09/10.

inclusive prohibidos en sus países de origen están siendo comercializados en

algunos países del Mercosur.

Por otra parte, la problemática del licenciamiento de grandes obras, en

especial aquellas que producen impactos ambientales directos o indirectos en los

países vecinos, merece ser evaluada cuidadosamente, con miras a la creación de

un organismo supranacional para tratar específicamente del asunto. En estos

casos, audiencias públicas regionales pueden ser de gran utilidad, así como

estudios de impacto ambiental que tomen en cuenta a todos los países

involucrados.

La problemática de la polución transfronteriza ya ha sido tratada en diversos

trabajos, que resultaron en la Convención de Basilea, ratificada por Brasil en 1993.

Este asunto también debe ser colocado en la pauta de armonización legal en el

ámbito de los países miembro del Mercosur.

En cuanto al tema del que es objeto nuestro trabajo, consideramos preciso

que haya reglas comunes con respecto a la responsabilidad civil por daños

ambientales, incorporando a su vez los principios del contaminador-pagador y del

usuario-pagador. Para tales fines, debe buscarse la armonización de las diversas

legislaciones procesuales sobre jurisdicción, de modo a crear mecanismos de

derecho comunitario que posibiliten la aplicación de leyes y la adopción de

acciones comunes, que traten los ecosistemas de forma integral. Se impone por lo

tanto, la creación de un Tribunal supranacional con jurisdicción sobre los países del

Mercosur, para la solución de los problemas que conciernan el interés colectivo en

la preservación de la calidad de vida y de los patrones ambientales.

Desde el 2 de agosto del presente año, Brasil, Argentina y Paraguay son

signatarios de un acuerdo de cooperación que va a regular las acciones que sean

desarrolladas en el ámbito del Acuífero Guaraní, uno de las mayores reservas de

agua subterránea del mundo, con un área total de 1.087,879 km². De este total,

Brasil posee el 68%, Argentina el 21% y Paraguay el 8%.

De acuerdo con al protocolo firmado en San Juan, Argentina, los tres países

miembro promoverán la gestación, el monitoreo y el aprovechamiento sostenible de

los recursos hídricos, buscando garantizar el uso múltiple, racional, sostenible y

equitativo de la reserva. Esta cooperación busca facilitar el intercambio de

informaciones técnicas sobre estudios, actividades y obras, así como evitar que las

partes causen perjuicio sensible al medio ambiente. Cada parte deberá informar a

las otras sobre todas sus actividades. En caso de perjuicio a las partes, el causador

deberá adoptar todas las medidas necesarias para eliminarlo o reducirlo47.

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- Portal de informaciones “G1”, de la Agencia Globo, “Vazamento de petróleo desafia tecnologia no Golfo do México”, publicado en el 02/05/2010: http://g1.globo.com/mundo/noticia/2010/05/vazamento-de-petroleo-desafia-tecnologia-no-golfo-do-mexico.html

- “Europa”, el portal de la Unión Europea, “Libros verdes”: http://europa.eu/documentation/official-docs/green-papers/index_es.htm

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- Pagina de la revista digital “Envolverde”, “Acordo de cooperação vai regular ações no Aqüífero Guarani”, publicado el 06/08/2010: http://www.envolverde.com.br/materia.php?cod=78995&edt=

Textos consultados

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- Recurso especial 1180888/GO, 2ª Turma, STJ, relator Ministro Herman Benjamin.

- AgRg no Ag 973577 / SP, 2ª Turma, Relator Ministro Mauro Campbell Marques, publicado en el Diario de la Justicia del 19/12/2008.

- Mayoria: Petracchi, Highton de Nolasco, Fayt, Lorenzetti, Argibay Voto: Disidencia: Maqueda, Zaffaroni Abstencion: A. 1274. XXXIX; ORI - Asociación de Superficiarios de la Patagonia c/Y.P.F. S.A. y otros s/daño ambiental. 29/08/2006. T. 329, P. 349.

- A. 1722. XLII; ORI, Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas c/Buenos Aires, Provincia de y otros s/acción de recomposición y saneamiento del Río Reconquista s/ medida cautelar - IN1. 08/04/2008

T. 331.