Resumen de La Ilíada
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La obra comienza cuando los aqueos y los troyanos llevaban ya nueve años de guerra,
porque Paris se llevó a Helena, esposa de Menelao, que fue la recompensa que recibió
Alejandro por decidir entre las diosas Hera, hermana y mujer de Zeus; y sus hijas:
Atenea y Afrodita, sobre cuál de ellas era la más hermosa, debido a que en las boda de
Tetis y Peleo, la Dicordia al no ser invitada lanzó dicha manzana entre las diosas para
provocar un enfrentamiento, del cual no quiso ser participe Zeus y por eso mandó a
Hermes a buscar a Paris, para que solventar dicho conflicto.
En el canto I: los aqueos van muriendo a causa de una peste originada por las flechas
de Apolo, dirigidas primero hacia los animales y poco después hacia los hombres
porque según el adivino Calcante Agamenón es el culpable de tal mal, pues hasta que
este no devuelva a Criseida, su esclava, a su padre Crises la peste no cesará. Ya que
cuando el sacerdote de Apolo fue con una enorme recompensa a cambio de su hija fue
rechazado por el rey y respondido con malas palabras. Sin embargo, a pesar de que
Agamenón la devuelve, no contento con tal perdida decide tomar la recompensa de
Aquiles, su esclava y joven sacerdotisa Briseida, lo que despertará la cólera de Aquiles
y que desatará en él dos sentimientos, desenvainar su espada y matarlo en el ágora
dónde están celebrando todos los aqueos dicha reunión, o refrenar sus sentimientos.
Finalmente decide la segunda opción debido a que Atenea baja del cielo para
comunicarle que ese es el deseo de Hera y el suyo propio, y que es lo que más le
conviene a largo plazo. Una vez que Agamenón manda a dos heraldos a por ella y se la
entrega el amigo de Aquiles, Patroclo, el héroe afligido se va hacia la orilla del mar y
llora ante tal ultraje, pidiéndole ayuda a su madre. Zeus a través de la petición de Tetis,
que tiempo atrás le ayudó, acepta vengar el ultraje que ha recibido Aquiles y después se
dirige a su palacio dónde se encuentra el resto de deidades, aunque solo destaca la voz
de Hera pues lo acusa de saber que ha tramado algo con otra divinidad y que debe
contárselo al ser su marido, este la ignora.
En el canto II: Zeus, inquieto por la promesa que le había hecho a Tetis, aconseja por
medio de un sueño a Agamenón que arme a sus tropas para atacar Troya, ya que es el
momento adecuado para hacerlo. Sin embargo, Agamenón, para probar a su ejército,
propone a los aqueos regresar a sus hogares, orden que en un principio iban a llevar a
cabo sino fuera por la intervención de Hera que mandó a Atenea para que los
convenciera de los contrario, tras bajar del Olimpo habló con Ulises, al que convenció y
se encargó este de hacer lo mismo con el resto de capitanes y reyes para que la
propuesta fuese rechazada. Nadie se atrevió a contradecirle salvo Tersites, bizco y cojo
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conocido como el troyano más feo de todos, que se le reprendió con graves palabras, el
cual tras ser respondido por el propio Ulises también fue golpeado con un cetro,
dejándole una marca del mismo golpe y provocando la risa de todos los presentes. Los
hombres se emocionan y se preparan para pelear después de oír los discursos de Ulises,
Néstor y Agamenón. A continuación, parten y le piden a Zeus que los ayude en la
batalla tras hacerle sus sacrificios, no obstante este no les va a ayudar. A continuación
se enumera el Catálogo de naves del contingente aqueo y el de las fuerzas troyanas.
En el canto III: El jefe de las tropas troyanas, Héctor, increpa a su hermano Paris por
huir del carro ante la presencia de Menelao, al cual se ha encontrado en el campo de
batalla. Por ello, Paris para demostrar su valentía decide desafiar a Menelao en combate
cara a cara y que el vencedor se lleve a Helena y sus riquezas. Héctor, orgulloso ante tal
decisión se interpone entre ambos ejércitos con su lanza para comunicar la nueva
noticia, hecho que deja a todos sin palabras. Y le pide a la mensajera Iris que se lo
comunique a Helena, la cual al escuchar tales palabras tuvo un dulce deseo de su
anterior marido, de su ciudad y de sus padres. Seguidamente se dirige a las puertas
Esceas para presenciar el combate junto a Príamo y otros nobles troyanos, puesto que ha
suscitado que el resto del combate se detenga para la celebración de dicho duelo. Helena
se sienta al lado de Príamo, porque este se lo pedido para así poder conocer mejor a los
aqueos que contempla desde su posición. El primero por el que preguntó fue por
Agamenón, anterior cuñado de Helena; después por Ulises y por Ayante.
En el momento preciso en el que Menelao iba a herir a Alejandro en el casco se le
rompió la espada en pedazos. Y cuando estaba a punto de matar a Paris, éste último fue
salvado por Afrodita, y enviado junto a Helena en una densa niebla. La diosa la lleva
junto a él y este la convence para que le perdone y se unan en el lecho. Mientras
Menelao furioso lo busca y asegurando que de no ser por su desaparición repentina
abría ganado, exige a su mujer y sus riquezas, además de una indemnización.
En el canto IV: La historia se centra ahora en los dioses que están tratando de decidir
quién va a ganar la guerra. Zeus piensa que ya que Paris dejó el campo de batalla la
guerra debe terminar con la victoria de los aqueos. Esta decisión no le agrada ni a Hera,
ni Atenea porque quieren ver más sangre troyana derramada. Así pues, Atenea,
disfrazada, incita a que Pándaro lance una flecha a Menelao. La flecha no lo mata pero
sí reanuda la lucha. Agamenón habla con los soldados para motivarlos.
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En el canto V: Entre los aqueos destaca en la batalla Diomedes por casi matar a Enteas
y por ser ayudado por Atenea, la cual le indica que no ataque a otros dioses, excepto a
Afrodita. Entonces decide herir a Eneas y cuando su madre Afrodita baja a por él,
también la daña. Afrodita sube al Olimpo y se queja ante Zeus, pero él le dice que no se
meta en cuestiones de guerra. Mientras, Ares y Héctor comandan a las tropas troyanas
van consiguiendo grandes victorias, y entre ellos también destaca Sarpedón, había
venido desde Licia y tras recriminar a Héctor que ninguno de sus familiares estuvieran
luchando junto a ellos, el príncipe ánimo a su ejército, a la vez que Sarpedón se
enfrentaba y mataba entre otros al rey de Rodas, Tlepólemo.
Luego tras hablar con Zeus, Hera y Atenea, consiguen que este acepte que de nuevo su
hija se involucre en la batalla, vestida con su traje para la guerra y portando su escudo
llamado égida. Diomedes, amparado nuevamente por Atenea, hiere a Ares donde el
cinturón le ceñía y este dolorido se retira del combate y se dirige al Olimpo a
recriminarle a Zeus que por culpa de su hija Atenea este así, Zeus disgustado por dichas
palabras lo manda curar de mala gana porque es hijo de Hera.
En el canto VI: Ante el empuje de los aqueos, Menelao captura a un troyano llamado
Adresto y piensa pedir un rescate por él, pero su hermano le dice que lo mejor es
matarlo y Agamenón lo hace. Héleno, también hijo de Príamo y adivino, insta a Héctor
a que regrese a Troya para encargar a las mujeres troyanas que realicen ofrendas en el
templo de Atenea y así calmarla, por el camino se encuentra con su madre a quien
comunica la noticia. Mientras en la batalla Diomedes y el licio Glauco reconocen sus
lazos de sangre al hablar antes de combatir y entonces, ambos se intercambian las armas
en símbolo de respeto. Héctor, tras realizar el encargo de su hermano Héleno, va en
busca de Paris a su habitación para increparle para que regrese a la batalla, al igual que
hace Helena la cual está con él, en el lecho. Por último, va a su palacio en busca de su
mujer, sin embargo descubre que se ha ido a la torre con su hijo y una sirvienta, cuando
vuelve atrás para despedirse, se la encuentra en el camino y esta le ruega que no se
marche pues no tiene ni padre, ni madre y él es lo único que le queda. Héctor le asegura
que quería hacerlo pero que su deber es luchar y defender la ciudad con sus
compañeros, se despide de su esposa Andrómaca y de su hijo.
En el canto VII: Tras el debate entre Atenea y Apolo, interpretado por Héleno, Héctor
desafía en duelo singular a cualquier aqueo destacado. Los principales jefes aqueos, no
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desean hacerlo aunque aceptan el desafío y tras echarlo a suertes, Áyax Telamonio es el
elegido. El duelo tiene lugar, pero la llegada de la noche pone fin a la lucha entre ambos
y se intercambian regalos. Néstor insta a los aqueos a construir una muralla y una fosa
que defienda su campamento. Los troyanos en asamblea debaten si deben entregar a
Helena y su tesoro (postura defendida por Anténor), o sólo su tesoro (postura defendida
por Paris). Príamo ordena que se traslade a los aqueos la propuesta de Paris. Esta es
rotundamente rechazada, pero se acuerda una tregua para incinerar los cadáveres. Los
aqueos cavan una fosa muy grande y construyen altas paredes alrededor. Mientras
tantos Zeus lanza rayos durante toda la noche.
Canto VIII: Zeus ordena al resto de los dioses que se abstengan de intervenir en la
batalla. Seguidamente como duda a favor de quién estar, coge una balanza de oro y en
cada lado coloca el destino funesto de cada bando. La balanza se inclina en contra de los
aqueos, por lo cual Zeus les lanza varios rayos para se asusten y huyan del combate. Los
troyanos, animados por Zeus, avanzan en la batalla y hacen retroceder a los aqueos. No
obstante, por parte de los aqueos, Teucro causa graves daños en las filas troyanas con
sus flechas hasta que Héctor lo mata con una piedra y deben retirar su cuerpo del
enfrentamiento. Atenea y Hera no se rinden y tratan de ayudar a los aqueos, pero Iris les
informa de la orden de Zeus de que no deben intervenir. Al llegar la noche, los troyanos
acampan cerca del campamento aqueo.
Canto IX: Agamenón totalmente desanimado con la nueva situación, decide reunir a
los capitanes, príncipes y demás hombres que vinieron con él, para comunicarles que lo
mejor será que abandonen el combate y vuelvan a sus hogares. Tras un largo silencio,
Diomédes habla para contradecir su opinión, pues en anteriores ocasiones el propio
Agamenón lo acusó de cobarde y en este caso lo estaba siendo él, por rendirse tan
fácilmente después de todo lo vivido y de la predicción de Zeus, de que podría tomar
Troya. Como respuesta a su gran intervención el resto de los compañeros le apoyan y
deciden quedarse todos. A continuación se celebra una cena en la que Néstor le propone
a Agamenón que sería lo más conveniente que se disculpase con Aquiles ya que su
anterior comportamiento con él, podía haber ocasionado el descontento de los dioses y
algunas de sus posteriores decisiones.
Reconociendo su error, envía a varios mensajeros para comunicarle al héroe sus
disculpas y la multitud de regalos que le daría a cambio de su perdón y su regreso. Entre
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los que se presentaron en la tienda de Aquiles destacan: Fénix, Áyax Telamonio, Odiseo
y dos heraldos. Tanto desea que este les ayude que le devolverá a Briseida, a la cual
aseguró no haber tocado, y a cualquiera de sus hijas como esposa. Pero éste se niega a
pesar del consejo de Fénix.
En el canto X: Como ni Menelao ni tampoco Héctor pueden dormir a causa de que
temen perder la guerra, ambos deciden que la mejor opción es enviar espías para
averiguar los planes del enemigo. En el caso de los aqueos, Diomédes y Odiseo,
nuevamente por consejo de Néstor, realizan una misión de espionaje nocturna guiados
por una ave enviada por Atenea para ayudarlos. En el caso de los troyanos, Dolón, que
igualmente había sido enviado en misión de espionaje. Este es capturado por los aqueos
y por miedo a morir y como resultado de que los otros le aseguran que no lo matarán si
a cambio les comunica los nuevos planes de los troyanos, así lo hace. A pesar de que
finalmente lo degollan. Luego, con la información conseguida, asesinan a soldados
tracios que iban a venir en ayuda de los troyanos junto a su rey Reso mientras duermen
y se llevan sus hermosos caballos.
Atenea y Afrodita, sobre cuál de ellas era la más hermosa, debido a que en las boda de
Tetis y Peleo, la Dicordia al no ser invitada lanzó dicha manzana entre las diosas para
provocar un enfrentamiento, del cual no quiso ser participe Zeus y por eso mandó a
Hermes a buscar a Paris, para que solventar dicho conflicto.
En el canto XI: Amanece, se reanuda la batalla y los aqueos empiezan llevando la
iniciativa. Destaca entre ellos Agamenón, hasta que resulta herido por Coón y debe
retirarse. Eso es lo que le indico Zeus a Héctor para que los troyanos ganasen Entonces
toman la iniciativa los troyanos. Los aqueos contraatacan pero Diomédes, Eurípilo y el
médico Macaón son heridos por flechas de Paris. Mientras el troyano Soco muere a
manos de Odiseo pero consigue herirle. Patroclo es enviado por Aquiles a la tienda de
Néstor para enterarse de las noticias de la batalla, el cual le comunica que la situación es
pésima. Patroclo decide volver rápidamente hacia las naves para comunicárselo a
Aquiles, pero por el camino se encuentra a Eurípilo, el cual le suplica que le limpie la
herida, y así lo hace este, tras llevarlo a la tienda.
En el canto XII: Los troyanos, siguiendo primero los consejos de Polidamante, y según
el augurio que les aparece atraviesan el foso previo al muro de los aqueos pero luego
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desoyen su consejo de no asaltar el muro. El licio Sarpedón abre una brecha en el muro
que es atravesado por las tropas troyanas con Héctor a la cabeza, a pesar de la
resistencia de Áyax y Teucro.
En el canto XIII:
Poseidón acude a la batalla para animar a los aqueos a resistir las cargas de los troyanos.
Entre los aqueos se destaca Idomeneo, rey de Creta. Héleno y Deífobo deben retirarse
tras ser heridos por Menelao y Meríones. Pero Héctor prosigue en su avance hasta que
se le opone Áyax.
En el canto XIV: Hera, a favor de los aqueos, concibe un plan para engañar a Zeus y
con ayuda del cinturón de Afrodita seduce a Zeus, con el cual se une en la cima de un
monte, tapada por una nube que pone el propio Zeus. Tras esto, con la ayuda de Hipnos
lo hace dormirse. Después encarga a Poseidón que intervenga en favor de los aqueos.
Áyax Telamonio hiere de gravedad a Héctor, que es retirado del combate por sus
compañeros y llevado cerca a la ciudad. A pesar de la resistencia de Polidamante y su
hermano Acamante, los aqueos toman una breve iniciativa en la batalla.
En el canto XV: Zeus al despertarse descubre el engaño del que ha sido objeto y ordena
a Poseidón a través de Iris que deje de ayudar a los aqueos. Así pues tras enfrentarse a
Hera, le dice que a partir de ahora las cosas cambiarán y que en la batalla ganarán los
aqueos hasta que Aquiles regrese. Luego insta a Apolo a que infunda nuevas fuerzas a
los troyanos. Ares tiene el propósito de ir a combatir al lado de los aqueos para vengar
la muerte de su hijo Ascálafo pero Atenea le advierte de que será objeto de la ira de
Zeus. Héctor recobra las fuerzas y los troyanos llegan combatiendo hasta las naves de
los aqueos. Incluso Áyax Telamonio tiene que retroceder.
En el canto XVI: Héctor logra prender fuego a una de las naves de los aqueos. Patroclo
molesto ante la situación de los aqueos, decide ayudar y le pide permiso a Aquiles para
tomar sus armas y repeler el ataque. Al mando de los Mirmidones este hace huir a los
troyanos, que creen que en realidad se trata de Aquiles. Puesto que mata entre otros a
Sarpedón, rey de Licia e hijo de Zeus. Pero Apolo acude en ayuda de los troyanos y
golpea a Patroclo por la espalda para que se caiga y así quede al descubierto quién es en
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realidad. En ese preciso instante será herido por Euforbo con su lanza y finalmente
rematado por Héctor tras una breve charla.
En el canto XVII: Menelao consigue matar a Euforbo y defiende el cuerpo sin vida de
Patroclo, en torno al cual se entabla un duro combate. Pues cada uno de los bandos
desea algo de lo que hay en el suelo. Los troyanos lo hacen retroceder y Héctor despoja
a Patroclo de sus armas, que pertenecían a Aquiles. Mientras que los aqueos seguían
intentando conseguir el cuerpo. Después acuden refuerzos aqueos al combate y
consiguen llevárselo a las naves.
En el canto XVIII: Antíloco, hijo Néstor, comunica a Aquiles la amarga noticia de la
muerte de su amigo Patroclo entre lágrimas. El héroe culpándose por haberlo dejado
marchar, decide volver a la lucha para vengarse de la muerte de su amigo. Cae la noche
y los troyanos se reúnen. Polidamante es partidario de ir a Troya a refugiarse tras sus
muros pero prevalece la opinión de Héctor de seguir peleando en campo abierto debido
a que hasta ahora les ha ido bien. La divina Tetis, única ninfa del mar que está casada
con un hombre (Peleo), apenada por las múltiples penas que tiene su hijo va a pedirle a
Hefesto que le ayude, fabricándole nuevas armas nuevas para el combate. Este acepta
sin ningún inconveniente pues alega que de no ser por ella y por su hermana no habría
vivido cuando su madre lo despreció.
En el canto XIX: Cuando Tetis regresó junto a su hijo Aquiles con la nueva armadura
fabricada por Hefesto se lo encontró llorando sobre el cuerpo de su amigo y después de
animarle con palabras se marchó. Este se encaminó hacia Agamenón, el cual le entregó
todos los regalos que anteriormente le había ofrecido para hacer las paces, incluyendo a
Briseida, con la que aseguró que no se había unido. Asegurando de este modo la
reconciliación entre ambos. Entonces Aquiles ansioso por vengar a su amigo afirma
que deben disponerse ya para la batalla, pero Ulises asegura que esta será larga y que lo
mejor para enfrentarse a los troyanos es ir bien alimentados, para tener más fuerza. Con
dicho argumento lo convenció y tras esto, hicieron un sacrificio en honor a Zeus.
Una vez que todos estaban dispuestos, Janto el caballo de Aquiles le habló al héroe
gracias a que Hera le dotó de voz, anunciándole que el culpable de los dioses por la
muerte de Patroclo fue Apolo, pues lo empujó y que si se iba para la batalla moriría.
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Aquiles sorprendido ante tales palabras gritó y se colocó en primera fila con el resto de
los caballos.
En el canto XX: Zeus da permiso al resto de los dioses para que intervengan en la
batalla y ayuden al bando que prefieran. En el caso de Eneas es incitado por Apolo para
que ataque a Aquiles, sin embargo este es víctima de un furioso ataque en el cual
finalmente es salvado por Poseidón, pese a que este apoye al bando de los aqueos.
En cuanto a Aquiles mata a Polidoro, hijo de Príamo al verlo Héctor va corriendo hacia
el cuerpo de su hermano, obviando el consejo de Apolo de no acercarse a Aquiles, y
entonces tras varios ataques del héroe con la ayuda de Atenea, de los que es salvado
Héctor por el divino Apolo. Aquiles decide posponer su enfrentamiento con el hijo de
Príamo y seguir matando troyanos entre los que se encuentra: Dríope, Equelco,
Deucalión, Rigmo, Areítoo…
En el canto XXI: Aquiles avanza hacia el río Escamandro (o Janto), próximo a la
ciudad de Ilión; toma algunos prisioneros para inmolar en el funeral de Patroclo y luego
inicia una matanza en las mismas aguas del río. Sólo un guerrero, Asteropeo, consigue
herirlo en un brazo al arrojarle dos lanzas a la vez; sin embargo, Aquiles lo liquida al
instante. El dios del río, furioso porque el héroe no deja de amontonar cadáveres en el
río, hasta tal punto que desvía el curso de agua, persigue a Aquiles y cuando está a
punto de ahogarlo, Hera hace que Hefesto con sus llamas lo salve.
Los demás dioses pelean entre ellos en uno u otro bando. Por ejemplo: Atenea deja
fuera de combate a Ares, y cuando Afrodita va en su ayuda también la golpea. Poseidón
reta a Apolo que no lo acepta por respeto. Ante tal acción, Artemis lo llamó cobarde,
pero este no cambió de parecer. Entonces está se enfrentó a Hera que la desarmó y la
hizo huir.
El rey Príamo ordena abrir las puertas al ver que los aqueos tienen la iniciativa para que
las tropas se refugien en sus muros. Por su parte Apolo logra distraer a Aquiles para que
los guerreros troyanos tengan tiempo de refugiarse tras las murallas de Troya,
transformándose en Ágenor para que Aquiles lo persiga.
En el canto XXII: Las fuerzas troyanas se refugian en la ciudad pero Héctor se queda
fuera. Mientras que los troyanos lo observaban inmóvil esperando la inminente llegada
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de Aquiles, Hecuba y Príamo le pedían que entrara a la ciudad. Pero una vez frente a
frente, Héctor huye y es perseguido por Aquiles alrededor de la ciudad de Príamo dando
hasta tres vueltas. Como Aquiles quería combatir solo con él, le dijo a sus compañeros
que no arrojaran flechas. Atenea al ver la escena, le aconsejó a Aquiles que le animara a
pelear cara a cara, y tras decir esto, la diosa se transformó en Deífobo, hermano de
Héctor, para convencerlo de que luchara contra Aquiles, pues al ser su hermano estaría a
su lado para ayudarlo en el combate. Engañado Héctor aceptó, y finalmente se enfrentó
a Aquiles, el cual tras un intento fallido de clavarle la lanza que le devolverá Atenea
rápidamente del suelo, sin que Héctor se percate, lo volverá a atacar a la vez que Héctor
tampoco conseguirá herir a Aquiles pues errará con su lanza. Sabiendo que no tiene
otra, acude a Deífobo, el cual ya no está a su lado; comprendiendo así que en realidad
era Atenea quien lo instó para el combate y que su hermano sigue dentro de la muralla
troyana. Asume que su destino es la muerte, mas por miedo a que su cadáver se lo
coman los perros de los aqueos, le suplica a Aquiles que se lo devuelva a su familia ya
que recibirá una gran recompensa de este modo. Negándose a tal ruego, asegura que
hará todo lo contrario a su última voluntad y tras decir esto, lo mata. Seguidamente le
quita la armadura, y ata su cadáver por los pies a su carro, provocando que su cabeza se
llenara del polvo de la tierra. Dicha escena la contempló la madre con rabia y tristeza,
al igual que el padre. En cuanto a la esposa de Héctor, nada sabía de que su marido se
había quedado fuera luchando contra Aquiles y al oír numerosos gemidos supuso lo que
pasaba, tristemente descubrió que su sospecha era cierta y llorando recordó a su
marido.
En el canto XXIII: Una vez que en las naves de los aqueos se hizo la pira donde se
incineraría a Patroclo. Aquiles sacrificó animales y troyanos para alimentar el fuego de
la pira de su amigo. A la mañana siguiente convocó a los aqueos a unos juegos atléticos
en honor a este con las siguientes pruebas: carrera de carros, la cual ganó Dionmédes;
pugilato en el que venció Epeo; lucha en la que empataron Ayax Telamonio y Ulises;
carrera, combate en el que se paró por temor a dañarse Ayax y Diomédes, lanzamiento
de peso, tiro con arco que ganó Meriones y lanzamiento de jabalina en la que triunfó
Agamenón.
En el canto XXIV Cada mañana Aquiles ataba el cuerpo sin vida de Héctor su carro y
lo arrastraba. Los dioses pensaron entonces que lo mejor sería que Tetis fuera a hablar
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con su hijo, para comunicarle el descontento de los dioses porque hiciera eso. Justo
después Iris le sugirió al rey troyano que fuera ante Aquiles para pedirle el cadáver de
su hijo. Príamo y un viejo heraldo, se dirigieron hacia el campamento aqueo, en el
camino se encontraron con Hermes (enviado por Zeus), para ayudarlos a pasar
desapercibidos hasta la tienda de Aquiles. Una vez allí, Príamo le pide a Aquiles que le
entregue el cadáver de Héctor, y le ofrece regalos, que Aquiles conmovido acepta. Pese
a que en un principio no le hizo demasiada gracia la actitud del anciano rey, ya que casi
le exigía que le entregase el cuerpo de su hijo, al cual desataron del carro: el propio
Aquiles junto con Automedonte y Álcimo, los compañeros que más apreciaba Aquiles
desde la muerte de Patroclo. Luego Príamo pide a Aquiles un lecho para que lo acoja el
sueño, y el hijo de Peleo ordena que se dispongan dos lechos; uno para Príamo y otro
para su heraldo. Después de eso Aquiles da a petición del anciano Príamo 11 días para
los funerales de Héctor, de modo que el duodécimo día los troyanos volverían a pelear.
Príamo y su heraldo se van a dormir, pero son despertados por Hermes, y vuelven a
Troya con el cuerpo de Héctor. En el palacio todos estaban tristes. No obstante, Príamo
ordenó que construyeran una pira gigantesca, la cual tardaron en hacer nueve días y al
décimo quemaron a Héctor. Concluido esto colocaron los huesos de este en una urna de
oro y erigieron encima de ella un túmulo con grandes piedras. Tras esto, volvieron a
palacio para celebrar un enorme banquete funerario.
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