Resumen Del Capitulo 4

3
RESUMEN: Capítulo 4 - Usos de las aceras: Incorporación de los niños Entre las supersticiones del urbanismo y la vivienda, existe una fantasía sobre la mudanza: Una población infantil está condenada a jugar en las calles de la ciudad, lo cual se denomina como: el peaje moral y físico que las calles cobran a la juventud. Por lo cual se piensa que al sacar a estos desgraciados niños de las calles y ponerlos en parques y patios de recreo adecuados, éstos ya tendrían que estar en un lugar sano, pero hasta acá llega la fantasía. Al respecto, Guggenheim observó que los niños que hacían uso de las calles y aceras podían escapar de otros niños o adolescentes que los perturbaban, ya que conocían bien las calles y tenían rutas de escape. Por otro lado, observó lo aburridos y desérticos que eran los patios de recreo de las nuevas viviendas. Un caso de una batalla entre adolescentes se dio en el año 1959, en el parque Sara Delano Roosevelt, la cual culminó con la muerte de una muchacha que no formaba parte de ninguna de las pandillas. En este caso, el parque desolado y el espacio de la urbanización contribuyeron a los actos delincuenciales. Ralph Whelan menciona que siempre que se construye un nuevo complejo de viviendas de corte moderno “se produce invariablemente un incremento del índice de criminalidad”. Así también, estas viviendas son buenos ejemplos de los diversos intentos desplegados para expulsar a los niños de las calles. Pero ¿qué ocurre cuando se traslada a los niños de la calle animada y concurrida de una ciudad a los parques de rigor o a los habituales terrenos de recreo públicos o privados? Los niños son trasladados de un lugar en el cual son observados por una gran cantidad de ojos adultos, a otro lugar en el cual la mirada de los adultos es pequeña o nula. Sin embargo, no todas las aceras de una ciudad están sometidas a esta clase de vigilancia, lo cual es un fallo que los urbanizadores deberían corregir. Las aceras infrautilizadas no están sometidas a una vigilancia mínima necesaria para la educación de los niños. De igual manera, no todos los parques y terrenos de recreo son inseguros o pobres en vigilancia adulta, los saludables por lo

description

resumen del capitulo 4 del libro de jane jacobs, muerte y vida de las ciudades

Transcript of Resumen Del Capitulo 4

Page 1: Resumen Del Capitulo 4

RESUMEN: Capítulo 4 - Usos de las aceras: Incorporación de los niños

Entre las supersticiones del urbanismo y la vivienda, existe una fantasía sobre la mudanza: Una población infantil está condenada a jugar en las calles de la ciudad, lo cual se denomina como: el peaje moral y físico que las calles cobran a la juventud. Por lo cual se piensa que al sacar a estos desgraciados niños de las calles y ponerlos en parques y patios de recreo adecuados, éstos ya tendrían que estar en un lugar sano, pero hasta acá llega la fantasía.

Al respecto, Guggenheim observó que los niños que hacían uso de las calles y aceras podían escapar de otros niños o adolescentes que los perturbaban, ya que conocían bien las calles y tenían rutas de escape. Por otro lado, observó lo aburridos y desérticos que eran los patios de recreo de las nuevas viviendas.

Un caso de una batalla entre adolescentes se dio en el año 1959, en el parque Sara Delano Roosevelt, la cual culminó con la muerte de una muchacha que no formaba parte de ninguna de las pandillas. En este caso, el parque desolado y el espacio de la urbanización contribuyeron a los actos delincuenciales.

Ralph Whelan menciona que siempre que se construye un nuevo complejo de viviendas de corte moderno “se produce invariablemente un incremento del índice de criminalidad”.

Así también, estas viviendas son buenos ejemplos de los diversos intentos desplegados para expulsar a los niños de las calles. Pero ¿qué ocurre cuando se traslada a los niños de la calle animada y concurrida de una ciudad a los parques de rigor o a los habituales terrenos de recreo públicos o privados? Los niños son trasladados de un lugar en el cual son observados por una gran cantidad de ojos adultos, a otro lugar en el cual la mirada de los adultos es pequeña o nula.

Sin embargo, no todas las aceras de una ciudad están sometidas a esta clase de vigilancia, lo cual es un fallo que los urbanizadores deberían corregir. Las aceras infrautilizadas no están sometidas a una vigilancia mínima necesaria para la educación de los niños.

De igual manera, no todos los parques y terrenos de recreo son inseguros o pobres en vigilancia adulta, los saludables por lo general están ubicados en zonas cuyas calles presentan gran animación y seguridad, donde prevalece una vida de acera pública civilizada.

En la actualidad, muchas áreas urbanas están siendo rehabilitadas según los principios de los parques cerrados en el interior de modernas supermanzanas. Estos mundos protegidos y cercanos solo se usan y son posibles en los primeros tres o cuatro años de los niños, cuando aún son fáciles de manejar. Este tipo de urbanización requiere que los inmuebles se orienten hacia la parte interior del enclave, dando a las calles las partes traseras de los edificios.

El capítulo se centra en el aspecto negativo de la crianza de los niños: el factor de la protección. Con la insensata fantasía de que los parques son por definición, lugares adecuados para los niños. Y las calles, son también por definición, lugares no adecuados para los mismos.

Los niños de una ciudad necesitan una gran variedad de sitios donde poder jugar y aprender. Sirviendo las aceras animadas y diversificadas para este tipo de juego no especializado. En donde se supervisan los juegos, y se incorpora a los niños a la vida social. Los arquitectos urbanistas parecen no darse cuenta del alto porcentaje de adultos necesarios para criar a los

Page 2: Resumen Del Capitulo 4

niños en sus juegos informales, y tampoco parecen comprender que los espacios e instalaciones no crían a los niños.

Entonces, todo el mundo ha de aceptar un canon de responsabilidad pública mínima y recíproca. Estas son enseñanzas de urbanidad que la gente contratada para cuidar de los niños no puede enseñar, porque la esencia de esa responsabilidad es que lo haces sin que te paguen por ello. Siendo este juego en las aceras, un juego no dirigido por un matriarcado. Puesto que cualquier vigilancia planificada constituye un matriarcado.

Los centros de trabajo y de comercio han de entremezclarse adecuadamente con los residenciales si queremos que los hombres estén próximos a los niños en la vida cotidiana. Asimismo, la oportunidad de jugar en un mundo compuesto por hombres y mujeres es posible y habitual para los niños que juegan en aceras diversificadas y animadas. La accesibilidad y libertad de estas aceras es un capital muy importante también para los niños, lo que es diferente de ser encajonado en una reserva.

Conforme van creciendo los niños, estas actividades se van haciendo menos bulliciosas, el problema es cuando no pueden hacerlas dentro de la sociedad, sino como una actividad fuera de la ley.

Entonces, si las aceras de una ciudad son lo suficientemente anchas, los juegos prosperarán rápidamente juntos con los demás usos. Mientras que, cuando más estrechas sean las aceras, más sedentario se hará el juego. Pero, normalmente se sacrifica la anchura de las aceras al tráfico rodado, pues se considera a la acera sólo como un espacio de tránsito de los transeúntes y de acceso a los edificios. Al contrario, se debería considerarlas como lo que son en realidad: únicos e insustituibles órganos de seguridad ciudadana, vida pública y educación de los niños. Y cuando las aceras son perniciosas para la crianza de los niños, se debería promover las cualidades de las aceras que sí son positivas.

Para finalizar, la idea de eliminar calles e infravalorar y minimizar su importancia para la vida social y económica de una ciudad, es la idea más destructiva y malévola de la urbanística ortodoxa.