Resumen Sachs

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Capítulo 13. Qué inversiones hay que hacer para erradicar la pobreza

Sachs hace referencia a su propia clasificación de capital, argumentando que los pobres extremos carecen de estos 6 tipos de capital:

Capital Humano: salud, nutrición, capacitación, etc. Capital empresarial: maquinarias, instalaciones y transportes motorizados para la agricultura, industria y servicios.Infraestructura: carreteras, energía, agua, aeropuertos, puertos, sistemas de telecomunicaciones, etc. Capital natural: tierra cultivable, suelos en buenas condiciones, biodiversidad, ecosistemas que funcionen correctamente. etc. Capital institucional público: legislación, sistemas judiciales, servicios gubernamentales, políticas laborales, fuerza pública, etc. Capital intelectual: saber práctico, científico, tecnológico, que eleva la productividad de los beneficios empresariales y la calidad de vida de los habitantes.

Según el autor, los pobres parten de un nivel muy bajo de capital por persona, y después se ven atrapados en la pobreza porque la proporción de capital por persona va decreciendo de una generación en otra. La cantidad de capital por persona decrece cuando la población crece más rápido de lo que se acumula el capital. Además, si los ahorros son menores que la depreciación, la acumulación de capital decrece.Una mayor acumulación de capital desemboca en crecimiento económico, que a su vez eleva los ingresos familiares; sin embargo, las familias pobres en general gastan todo su ingreso en consumo, simplemente para seguir con vida. En este contexto no hay impuestos para que el gobierno utilice en inversión, ni tampoco ahorro para aumentar el stock de capital. Sin embargo, el crecimiento demográfico y la depreciación continúan aumentando sin cesar. El resultado es un descenso del capital por persona y por tanto un crecimiento negativo de la renta per cápita. Esto es lo que se denomina trampa de pobreza.Así pues, las inversiones orientadas y respaldadas por la ayuda de los donantes constituyen la clave para la desactivación de la trampa. Estas inversiones son necesarias para elevar el nivel de capital por persona. Cuando la acumulación de capital por persona es lo suficientemente alta, las rentas serían tales que los hogares podrían ahorrar para el futuro y la economía no solo saldría de la trampa, sino que comenzaría a crecer por sí sola.Una vez que se tuviera la ayuda suficiente, el sector público debería centrarse en cinco tipos de inversiones: capital humano, infraestructuras, capital natural, capital institucional y parte del capital intelectual. El sector privado (financiado por el ahorro privado) debería ser responsable principalmente de las inversiones empresariales y en capital intelectual; así como las contribuciones familiares a la salud, educación y nutrición que complementen las inversiones públicas en capital humano. Sachs menciona una serie de victorias logradas en esta dirección, entre ellas: La Revolución Verde en Asia (Variedades de alto rendimiento), La erradicación de la viruela, la campaña para la supervivencia infantil de UNICEF, la alianza mundial para la vacunación y la inmunización, la campaña contra la malaria, desarrollada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la década de 1950 y 1960, el control de la enfermedad de la ceguera de los ríos en África, la difusión de las políticas de planificación familiar, la revolución del teléfono móvil en Bangladesh.

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Capítulo 14. Un pacto global para acabar con la pobreza. La falta de financiación por parte de los donantes despoja a los países pobres de su entusiasmo en la lucha contra la pobreza. El siguiente diálogo entre Jeffrey Sachs y un alto funcionario del Fondo Monetario Internacional refleja muy bien la idea del capítulo.“«¿De qué te quejas ahora Jeff?» Le repetí la historia y le comenté que Etiopía vivía sin apenas atención sanitaria moderna, con una esperanza de vida de 42 años, con una mortalidad infantil de 170 muertes por cada 1000 niños, con unas probabilidades que no superan el 30% de alcanzar los 65 años, 1 médico por cada 30 mil habitantes y un gasto público sanitario de $2 por persona por año. «¿Y que quieres que haga?» me dijo el funcionario. «Quiero que el FMI apoye un mayor incremento en el gasto público sanitario en Etiopía.» «¡Pero Jeff, no hay ningún donante para hacerlo!» «El mundo de los donantes es escandalosamente rico», le informé. «Jeff, los donantes no ofrecen más dinero para Etiopía». «Pero entonces no hay ninguna posibilidad en lo absoluto para que Etiopía cumpla con los Objetivos de Desarrollo del Milenio». «Tienes razón, esos objetivos son inalcanzables». Exasperado le dije: «Muy bien; pero entonces dilo públicamente por lo menos»…”Acabar con la pobreza del planeta en el año 2025 exigirá que tanto los países ricos como los países pobres lleven a cabo acciones concretas, empezando por alcanzar un pacto global entre ambos. Los países pobres deben abordar el fin de la pobreza con rigor y tendrán que dedicar una parte más importante de sus recursos a reducir la pobreza, antes que a la guerra, la corrupción y la contienda política. Los países ricos tendrán que avanzar en sus reiteradas promesas de enviar más ayuda.En un pacto global, al igual que cualquier otro contrato, hay al menos dos partes, y por tanto las responsabilidades recaen sobre ambas. Los países pobres no tienen garantizado por derecho cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio ni recibir de los países ricos ayuda para el desarrollo. Solo tienen derecho a ello si por su parte cumplen con sus compromisos de buen gobierno. En este pacto global el compromiso de los países ricos debería ser ayudar a todos los países pobres donde haya voluntad colectiva de ser socios de esta empresa. El problema de nuestros días no es que los países mal gobernados reciben demasiada ayuda, sino que los países bien gobernados reciben demasiada poca.Una verdadera estrategia de reducción de la pobreza basada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio debería contar con 5 elementos:

- Un diagnóstico diferencial que identifique las políticas e inversiones que el país debe realizar para alcanzar esos objetivos.

- Un plan de inversión que exponga la amplitud y los plazos de las inversiones necesarias.

- Un plan económico para financiar el plan de inversión que incluya la proporción de las necesidades económicas que tendrán que completar los donantes.

- Un plan de los donantes que incluya los compromisos plurianuales de los mismos para financiar el plan económico.

- Un plan de gestión pública que muestre los mecanismos de gobierno y administración pública que contribuirán a implantar la estrategia de ampliación de inversiones públicas.

Un plan económico apropiado debe empezar con una estimación del coste unitario para dotar al territorio de las infraestructuras básicas (aulas, kilovatios/hora de electricidad, km de carretera, etc) y después analizar la cantidad de población adicional que se verá beneficiada por estas intervenciones. En algunos casos los donantes han apoyado una

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fórmula de compromiso según la cual se les pide a los pobres que paguen una parte, no todo del coste del servicio. Estas recomendaciones han fracasado rotundamente. No han sido realistas acerca de lo que los pobres pueden permitirse pagar. Quienes viven en pobreza extrema no tienen ni siquiera para comer, así que mucho menos para pagar electricidad, mosquiteras o anticonceptivos. Así que, el plan económico debe incluir una previsión realista de los que los pobres pueden pagar en realidad y lo que no. La financiación es necesaria pero no suficiente para obtener el éxito económico. Si el gobierno es incapaz de llevar a término su plan de inversión, el dinero se derrochará o quedará muerto en alguna cuenta bancaria. Poner en práctica un plan de inversión exige tiempo para la planificación la construcción, la formación y la supervisión de las mejorasLos países pobres tienen también necesidades cruciales que no pueden resolver mediante inversiones nacionales o regionales ni a través de reformas políticas interiores. Hay asuntos que deben abordarse a escala mundial. Entre ellos están la crisis de la deuda, la política comercial, la ciencia aplicada al desarrollo y la gestión medioambiental. Para esto, se necesita una colaboración mucho más estrecha de los organismos especializados de la ONU, como la FAO, FIDA, PNUD, UNICEF, OMS con el FMI y el Banco Mundial.

Capítulo 15. ¿Pueden los ricos permitirse ayudar a los pobres?

Hay 5 razones por las que el esfuerzo necesario para acabar con la pobreza resulta verdaderamente modesto. La primera es que la cantidad de pobres extremos ha disminuido a una proporción relativamente pequeña de la población mundial. Hace una generación las personas en pobreza extrema representaban una tercera parte de la población mundial. Actualmente representan poco menos de la quinta parte. En segundo lugar, la propuesta apunta a acabar con la pobreza extrema, no con toda la pobreza, y menos aún a igualar las rentas mundiales, reduciendo las distancias entre ricos y pobres. En tercer lugar, el objetivo de acabar con la trampa de la pobreza es mucho más sencillo de lo que parece. Cuando se adopta un punto de vista práctico y se habla de inversiones en sectores específicos como carreteras, energía, transporte, suelo, agua, control de enfermedades, etc; la labor se vuelve mucho menos desalentadora. En cuarto lugar, El mundo rico hoy es extremadamente rico. Los costes de eliminar la pobreza extrema representan una fracción muy pequeña de las rentas enormemente elevadas del mundo rico. En quinto lugar, disponemos de instrumentos más poderosos que nunca: la telefonía móvil para zonas rurales que acerca información a la gente; la mejora de los sistemas logísticos; nuevos enfoques en materia de control y prevención de enfermedades como producto de los grandes avances de las prácticas médicas; mejora en el cultivo de semillas, etc. Posteriormente, Sachs presenta un sencillo cálculo sobre lo que costará llevar a cabo la labor de acabar con la pobreza extrema. El primer aspecto del problema consiste en preguntarse cuantos ingresos habría que transferir desde los países ricos a los pobres para poner a disposición de todos los pobres extremos del mundo un nivel de renta suficiente para satisfacer sus necesidades básicas. Estimaciones del Banco Mundial dicen que para esto se ocuparía $1,08 diarios por persona, en dólares de 1993. Luego, se calcula la cifra de pobres de todo el mundo que vive por debajo de ese umbral. Según el Banco Mundial, en el 2001 había 1100 millones de personas que vivían por debajo del nivel de los $1,08 y cuya renta media es de $0,77 diarios por persona. Esto quiere decir que los pobres sufrían en promedio un faltante de $0,31 diarios por persona para

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satisfacer sus necesidades más básicas. Esto es, $113 anuales; o sea, un total de $124000 millones al año ($113 multiplicado por 1100 millones de personas).Utilizando las mismas unidades contables (dólares de 1993), en 2001 la renta de los 22 países donantes del Comité de Ayuda para el Desarrollo de la OCDE era de $20,2 billones. Así pues, una transferencia del 0,6 porciento de la renta de estos países donantes, que ascendería a $124000 millones, permitiría en teoría que todos los pobres extremos del mundo puedan alcanzar un nivel de satisfacción de sus necesidades básicas. Sin embargo, las transferencias de dinero en efectivo pueden elevar a los pobres por encima de los niveles de renta desesperados, pero no es probable que abran la trampa de pobreza si solo sirven para corregir un déficit de consumo. Para acabar con la trampa de pobreza, la ayuda exterior debería destinarse para inversiones en infraestructura y capital humano (a través de servicios públicos de sanidad, nutrición y educación), lo cual permitiría a los pobres ser más productivos por sí mismos y situaría a los países pobres en una vía de crecimiento autosostenido. Esto hace que la cifra de contribución de Estados Unidos (0,15% del PNB) se vea completamente ridícula. Más aún, cuando datos del Internal Revenue Service de USA revelaran que los cuatrocientos estadounidenses más ricos sumaban una renta anual en el año 2000 de $69000 millones; unos $174 millones cada uno. Esto fue más que el PIB de Botswana, Nigeria, Senegal y Uganda juntos ($57000 millones). En otras palabras, esos 400 estadounidenses juntos tienen una renta más alta que las más de 161 millones de personas de esos cuatro países. En este caso, las verdaderas soluciones a los problemas de la erradicación de la pobreza extrema exigirá sin duda, cierto equilibrio entre filantropía e impuestos.

Capítulo 16. Mitos y soluciones mágicas.

Existen muchos prejuicios del mundo rico sobre las regiones pobres del planeta, y en especial sobre el continente africano. Uno de ellos es creer que el dinero donado se va por el desagüe puesto que luego de años de ayuda no hay muchos cambios que mostrar. Sin embargo, lo cierto es que la cantidad de ayuda por africano al año es verdaderamente muy pequeña. En el 2002 fue de tan solo $30 por africano subsahariano en el año. De esta pequeña suma, poco más de $5 se dedicó a pagar asesores de los países donantes, $3 de ayuda alimentaria y otras ayudas de emergencia, $4 para ayudar a pagar los intereses de la deuda africana y $5 a operaciones de reducción de la deuda. El resto, (cerca de $13) fue lo que se dedicó al desarrollo. Por tal razón, no es de sorprenderse que no haya muchos cambios que mostrar.Otro prejuicio es que la corrupción o el mal gobierno son los pecados de África y por tanto la razón principal de su mal actuar y que la pobreza está originada por el hombre porque es consecuencia de decisiones políticas. Sin embargo, la gestión gubernamental de África es pobre porque África es pobre. A medida que la renta aumenta, el gobierno mejora por dos razones principales: En primer lugar, una sociedad más alfabetizada y próspera es más capaz de mantener un gobierno honesto ejerciendo un papel de control sobre los procesos gubernamentales. En segundo lugar, cuando los gobiernos están respaldados por una amplia recaudación de impuestos, los funcionarios están mejor formados, entre otras cosas. El crecimiento más lento de África se explica mejor mediante factores geográficos y ecológicos. Estudios muestran que África no manifiesta ningún tipo de tendencia a ser más o menos corrupta que países con los mismos niveles de renta.

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Otro prejuicio es pensar que la pobreza y la riqueza son simplemente un reflejo de los valores sociales. Sin embargo, este tipo de argumentos culturales presentan dos problemas principales. El primero es que las culturas cambian en función de los momentos y las circunstancias económicas. El papel de las mujeres en el mercado laboral, las opciones de fecundidad de las familias, la asistencia de los niños a las escuelas y otras áreas críticas del comportamiento económico cambian radicalmente cuando las sociedades se desplazan de las aldeas a los centros urbanos, de la agricultura a la industria y del analfabetismo a la alfabetización. Lo que parecen valores sociales inmutables resultan ser circunstancias y oportunidades económicas sorprendentemente maleables. El segundo problema principal es que por regla general, este tipo de interpretaciones se formulan sobre la base de argumentos en vez de pruebas demostrables. Quienes propugnan este tipo de interpretaciones pocas veces comprenden que la baja productividad no se deriva de la pereza, sino de la falta de inputs de capital físico y humano para la producción.Otro pensamiento erróneo es creer que cuanta mayor libertad económica, más rápido es el avance por la senda del desarrollo. La evidencia empírica muestra que esto no es así. China es un claro ejemplo de esto. Además, se muestra que los países africanos crecen en aproximadamente tres puntos porcentuales por debajo de los otros países con el mismo nivel de libertad económica (medido por el índice creado por The Wall Street Journal).Sachs también hace mención del economista peruano Hernando de Soto quien argumenta que gran parte de la desmotivación de los pobres y de su asociada pobreza es la falta de formalización de las economías. De Soto argumenta que la inexistencia de títulos de propiedad en las economías informales atenta en contra de los pobres. Si bien Sachs acepta la visión de De Soto, argumenta que la misma es un acercamiento parcial a las causas de los problemas.Otro prejuicio tiene que ver con el supuesto déficit de moralidad que se le atribuye a África. Es cierto que la pandemia del sida ha causado estragos en esta región. Esto en parte se le atribuye a la irresponsabilidad sexual en África. Sin embargo, estudios de la prestigiosa revista médica británica The Lancet muestran que los hombres y las mujeres de África comparten sexualmente con un número de personas similar, cuando no inferior a la de las personas de muchos países occidentales.Otro pensamiento incorrecto es creer que ayudar a África desembocaría en una explosión demográfica aún mayor. Sin embargo, las tasas de fecundidad dependen de varios factores. En primer lugar, cuando muere un elevado número de niños, las familias tienden a tener muchos más hijos para contrarrestar el peligro de que esto suceda. En segundo lugar, la evidencia empírica muestra que las tasas de fecundidad descienden cuando el desarrollo económico se mantiene entre otras cosas, por el costo de oportunidad que representan los hijos.Para terminar, otra persistente ilusión es pensar que los problemas de pobreza extrema se resolverán por si solos porque el desarrollo económico se propagará por todas partes. Como dice el refrán: “cuando sube la marea, todas las barcas se elevan”. Sin embargo, hay zonas donde existen limitaciones (aislamiento geográfico por ejemplo) que impiden que el progreso económico llegue.

Capítulo 17. ¿Por qué debemos hacerlo?

Pensar que ya se está haciendo todo lo posible para ayudar a los pobres es una falacia. Sondeos de opinión pública realizados en USA la década pasada mostraron que los estadounidenses creían que la ayuda exterior era en promedio 24 veces más de lo que la

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cifra real. Otra falacia es pensar que el ejército puede garantizar la seguridad estadounidense aun en el marco de un mundo inestable. En el 2004 Estados Unidos gastó 30 veces más en el ejército que en ayuda exterior. Sin embargo, con independencia de si los terroristas son ricos, pobres, o de clase media, sus lugares de refugio o sus bases de operaciones son sociedades inestables atacadas por la pobreza, el desempleo, el rápido crecimiento demográfico, el hambre y la desesperanza. Si no se aborda desde la raíz las causas de la inestabilidad, poco avanzaremos en la contención del terror. Pruebas concluyentes han revelado fuertes vínculos entre la pobreza extrema en el exterior y las amenazas a la seguridad estadounidense. También es erróneo suponer que se castiga a los políticos por apoyar planes de ayuda exterior. Hay infinidad de experiencias que muestran que el gran público acepta este tipo de medidas, sobretodo si ven que a los ricos de sus propias sociedades se les pide que cumplan con lo que en justicia les corresponde. El problema no ha sido la oposición pública, sino la falta de liderazgo político para informar siquiera al público de su importancia, o para pedirle que realice un esfuerzo mayor. Diferentes encuestan revelan que aproximadamente el 54% de los estadounidenses rechaza la idea de que la ayuda exterior debiera ser estrictamente un asunto privado del que tengan que ocuparse sólo las personas que realicen donaciones a través de organizaciones privadas.En términos generales, el fracaso económico (una economía atrapada en la trampa de pobreza, una crisis bancaria, el impago de la deuda o la hiperinflación) a menudo desemboca en una crisis del Estado. Un estudio de la CIA confirma las raíces económicas del hundimiento del Estado. A los estadounidenses les encantaría creer que su país puede ser una isla de estabilidad y prosperidad en un mar global de pobreza y fracaso económico. Sin embargo, la historia revela lo contrario. Hay muchos ejemplos: El ascenso de los bolcheviques al poder en 1917 se produjo tras el desplome económico de la Rusia zarista. El ascenso de Hitler en 1933 se produjo en medio de la gran depresión, que afectó de modo particularmente duro a Alemania debido a su enorme deuda exterior. Yugoslavia (80s) e Irak (1990) representan otros claros ejemplos. El estudio de la CIA también concluyó que: Las tasas de mortalidad infantil, que indican que los bajos niveles generales de bienestar material, son un factor significativo de los desplomes de Estado. La apertura de la economía, de tal forma que, cuando los vínculos económicos con el resto del mundo son más fuertes, disminuyen las posibilidades de que un Estado entre en crisis, y que la democracia contribuye puesto que los países democráticos exhiben menor propensión que los regímenes autoritarios a que el Estado se desplome. Además, las crisis políticas en el exterior son importantes para la seguridad de Estados Unidos y los demás países ricos, puesto que a menudo desembocan en compromisos militares de estas partes en el exterior.Por tanto, una vez más los líderes políticos de las democracias ricas tendrán que dirigirse pronto a los contribuyentes y votantes para llevar a cabo lo que hoy día parecería imposible. Tendrán que garantizar el apoyo público a que se destine 0,7% del PNB a ayuda al desarrollo y explicar por qué podría ser necesario mantener este compromiso durante 20 años (plazo en el que se espera que se haya eliminado la trampa de pobreza en todo el mundo). Y si son inteligentes, explicarán que el 0,7% al fin y al cabo no causará mucho daño (son apenas 7 centavos de cada $10 de renta!), sobre todo si se financia de dos grandes golpes. El primero transferirá parte de un excesivo presupuesto militar al capítulo de la seguridad global a través del desarrollo económico y el segundo apelará de forma especial a los más ricos entre los ricos, cuyas rentas son decenas de miles de veces más altas que los más pobres entre los pobres, para que contribuyan con una cuota proporcional.

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Según el autor, los más ricos entre los ricos pueden realizar semejante contribución sin apenas esfuerzo y que comprenderán que será una demostración profunda y plena de sentido del excepcional momento que vive nuestra generación para garantizar el bienestar de todo el mundo. Filántropos como Bill Gates, George Soros, Rob Glaster, Gordon Moore y Ed Scout ya han empezado a actuar en este sentido.

Capítulo 18. El reto de nuestra generación.

Nuestra generación es heredera de dos siglos y medio de progreso económico. Podemos imaginar sin dejar de ser realistas, un mundo sin extrema pobreza en el año 2025 (el libro fue publicado en el 2005), ya que el progreso tecnológico nos permite satisfacer las necesidades básicas a escala mundial. Éste se ha ido alimentando de las revoluciones que vienen experimentando la ciencia básica y se ha propagado mediante el poder de los mercados globales y las inversiones públicas en materia de sanidad, educación e infraestructuras.Cuatro ideas en el marco de la ilustración nos animan hoy día: